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DIA 1

ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO


Gabriel García Márquez
Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está
sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el
momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla.
Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a
suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier
pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima, estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de
que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen. La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al
carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega:
- Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice: -Lleve dos porque hasta aquí llega
la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas. Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se
vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. S e
paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! (Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados
con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de
hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la
calle central donde está el pobre pueblo viéndolo.
Hasta el momento en que dicen: -Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos. Y empiezan a desmantelar literalmente el
pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio,
clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.
DÍA 2
Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos
Juan José Arreola
Estimable señor:
Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapatos, le va a extrañar sin duda la carta que me
veo precisado a dirigirle.
En un principio no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy contento, augurándoles una larga vida, satisfec ho por
la economía que acababa de realizar: por unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Éstas fueron precisamente sus palabras y
puedo repetirlas.)
Pero mi entusiasmo se acabó muy pronto. Llegado a casa examiné detenidamente mis zapatos. Los encontré un poco deformes, un
tanto duros y resecos. No quise conceder mayor importancia a esta metamorfosis. Soy razonable. Unos zapatos remontados tienen
algo de extraño, ofrecen una nueva fisonomía, casi siempre deprimente.
Aquí es preciso recordar que mis zapatos no se hallaban completamente arruinados. Usted mismo les dedicó frases elogiosas por la
calidad de sus materiales y por su perfecta hechura. Hasta puso muy alto su marca de fábrica. Me prometió, en suma, un calzado
flamante.
Pues bien: no pude esperar hasta el día siguiente y me descalcé para comprobar sus promesas. Y aquí estoy, con los pies doloridos,
dirigiendo a usted una carta, en lugar de transferirle las palabras violentas que suscitaron mis esfuerzos infructuosos.
Mis pies no pudieron entrar en los zapatos. Como los de todas las personas, mis pies están hechos de una materia blanda y sensible.
Me encontré ante unos zapatos de hierro. No sé cómo ni con qué artes se las arregló usted para dejar mis zapatos inservibles. Allí
están, en un rincón, guiñándome burlonamente con sus puntas torcidas.
Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a
usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en
cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran.
Los que le di a componer eran unos zapatos admirables que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se
hallaban en ellos como pez en el agua. Más que zapatos, parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora
que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo que daban ya muest ras de
fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños
a mi persona, que se acababan. Cuando se los llevé a usted, iban ya a dejar ver los calcetines.
También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los tacones mostraban huellas demasiado claras de
este antiguo vicio que no he podido corregir.
Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos. Esta ambición no me parece censurable: al contrario, es señal de
modestia y entraña una cierta humildad. En vez de tirar mis zapatos, estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época, menos
brillante y lujosa que la primera. Además, esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es, si no me
equivoco, el modus vivendi de las personas como usted.
Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones. Por ejemplo, la de que us ted
no ama su oficio. Si usted, dejando aparte todo resentimiento, viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos, ha de darme toda
la razón. Mire usted qué costuras: ni un ciego podía haberlas hecho tan mal. La piel está cortada con inexplicable descuido: los
bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas. Con toda seguridad, usted carece de hormas en su taller, pues mis
zapatos ofrecen un aspecto indefinible. Recuerde usted, gastados y todo, conservaban ciertas líneas estéticas. Y ahora...
Pero introduzca usted su mano dentro de ellos. Palpará usted una caverna siniestra. El pie tendrá que transformarse en reptil para
entrar. Y de pronto un tope; algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta. ¿Es posible? Mis pies, señor
zapatero, tienen forma de pies, son como los suyos, si es que acaso usted tiene extremidades humanas.
Pero basta ya. Le decía que usted no le tiene amor a su oficio y es cierto. Es también muy triste para usted y peligroso para sus
clientes, que por cierto no tienen dinero para derrochar.
A propósito: no hablo movido por el interés. Soy pobre pero no soy mezquino. Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le
pagué por su obra de destrucción. Nada de eso. Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo. Le cuento l a
tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos; por ese oficio que usted aprendió
con alegría en un día de juventud... Perdón; usted es todavía joven. Cuando menos, tiene tiempo para volver a comenzar, si es que
ya olvidó cómo se repara un par de calzado.
Nos hacen falta buenos artesanos, que vuelvan a ser los de antes, que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes,
sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo. Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapat os.
Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo, que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles. Pero esta carta no debe
catequizar a usted con ejemplos.
Sólo quiero decirle una cosa: si usted, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus
manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos, intente en ellos una segunda operación, y todas las cosas quedarán en su sitio.
Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud, presentándolo en ella como
hombre cumplido y modelo de artesanos.
Soy sinceramente su servidor.
DÍA 3
Historia verídica
[Cuento. Texto completo.]
Julio Cortázar

A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas. El señor se
agacha afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por
milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia
amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero
almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al
agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato
comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido
ahora.
FIN
DÍA 4
Instrucciones para subir una escalera
[Cuento. Texto completo.]
Julio Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto
con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva
perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y
poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en
posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se
sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra
combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer
piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural
consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de
ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se
comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que
salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar
llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con
el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual
en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíc iles, hasta
adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese
especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el fina l
de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta
el momento del descenso.
DÍA 5
JOHN LENNON LYRICS
"Imagine"

Imagine there's no heaven


It's easy if you try
No hell below us
Above us only sky
Imagine all the people
Living for today...

Imagine there's no countries


It isn't hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion too
Imagine all the people
Living life in peace...

You may say I'm a dreamer


But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will be as one

Imagine no possessions
I wonder if you can
No need for greed or hunger
A brotherhood of man
Imagine all the people
Sharing all the world...

You may say I'm a dreamer


But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will live as one
DÍA 6
¿A dónde iremos?
Nezahualcóyotl

¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:

Aquí nadie vivirá por siempre.


Aun los príncipes a morir vinieron,
Los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.
DÍA 7

Itzpapálotl y las mariposas

A las mariposas en general, los mexicas las consideraban como las almas de los niños que visitaban la Tierra
desde el Tlalocan; genéricamente, les otorgaron el nombre de Micpapálotl (Ascalapha Odorata), Mariposa del
Mictlan, tal vez debido a su hermoso color negro. Fueron el símbolo del renacimiento y de la regeneración
de los hombres. Según la escatología, los guerreros, después de pasar cuatro años en el Tonatiuh Ilhuicac,
la morada celeste del Sol, regresaban a la Tierra en forma de hermosas y coloridas mariposas, para obtener
el néctar de las flores con que alimentarse. Los muertos se convertían en mariposas y visitaban a sus
familiares para protegerlos de los males que pudieran aquejarlos. Las mariposas volaban alrededor de la
casa y de las flores. Los mexicas consideraban que era de mala educación oler un ramo de flores por arriba,
se debía inhalar el aroma por un costado, pues la parte de arriba se reservaba para qu e las almas de los
muertos disfrutaran oliendo la flor libremente encarnados en mariposas.
Los mexicas dieron diferentes nombres a las fases que comprende la vida de las mariposas. El huevo de la
mariposa recibía el nombre de ahuauhpapalotl, de ahuautli amaranto, por la semejanza que presentaba con
la semilla; a la larva la llamaron ocuilin ; al capullo se le conocía como cochipilotl, etapa de sueño; y la
mariposa adulta papálotl . Asimismo, distinguieron varios tipos de mariposas: la iztpapálotl ; la ixtapapálotl ,
mariposa blanca; la ichcapapálotl , mariposa de algodón; la matlalpapálotl , mariposa azul; la cospapálotl ,
mariposa amarilla; la xiquipilchiupapálotl , mariposa que hace bolsas; la zoquipapálotl , mariposa de lodo;
la tzonincanpapálotl, mariposa que se para de cabeza, la tzahuanpapálotl , mariposa pájaro; y
la quetzalpapálotl, o mariposa monarca.
La Itzpapálotl, Mariposa de Obsidiana, tenía en sus cuatro alas triángulos de color blanco. Era la advocación
de la Diosa Madre Tlazoltéotl (Toci, Tonan, Coatlicue, Teteo Innan, o Ciuhuacóatl-Quilaztli) patrona de las
cihuateteo, mujeres muertas durante el trabajo de parte, habitantes del paraíso de occidente, diosa madre
de la guerra y de los sacrificios humanos. Miguel León-Portilla nos dice: Mariposa de Obsidiana es la tierra
personificada en su maternidad; en su regazo abarca a los vivos y muertos: para nutrir a los primeros, para
transformar a los segundos…
A Itzpapálotl se la representaba como fuego; el mismo dios del fuego, Xiuhtecutli, Señor de la Hierba,
llevaba un adorno en el pecho en forma de una mariposa de obsidiana. En el Códice Borgia II se la puede
ver dibujada con la cabeza de una calavera, pues se creía que si una mariposa negra, Itzpapálotl, entraba en
una casa era señal de muerte entre los habitantes. En los códices Borbónico y Telleriano se la dibujó
relacionada con un árbol roto, mismo que simbolizab a Tamoanchan, el lugar al que accedían las mujeres
muertas en el primer parto. En todos los códices mencionados, Itzpapálotl tiene la mand íbula rota propia de
las cihuateteo, las almas de las mujeres nobles muertas en el parto. Según un mito, el poderoso Quetzalcóatl
apareció por primera vez en el mundo dentro de una crisálida, de la cual emergió, dolorosamente, a la luz de
la perfección simbolizada por una mariposa.
Sonia Iglesias y Cabrera
DÍA 8

Adivinanza

¿Cuál es la cosa que habla


y de sentidos carece,
con fuego o agua perece
su forma es pequeña tabla
y sin vergüenza parece?

Carta
DÍA 9
TRABALENGUAS

Pedro Pero Pérez Crespo

Señor: Pedro Pero Pérez Crespo, ¿dónde mora? Porque en esta Villa tres Pedro Pero Pérez Crespo había. Pedro Pero
Pérez Crespo el de arriba, Pedro Pero Pérez Crespo el de abajo y Pedro Pero Pérez Crespo el de fuera de la Villa. Yo
no busco a Pedro Pero Pérez Crespo el de abajo, yo no busco a Pedro Pero Pérez Crespo el de arriba, ni a Pedro Pero
Pérez Crespo el de fuera de la Villa, sino a Pedro Pero Pérez Crespo Crespín que tenía una yegua y un rocín. Crespa
la cola, crespa la crin y crespa todo el potrinquín.
DÍA 10
Vincent van Gogh
(1853/03/30 - 1890/07/29)

Vincent van Gogh Pintor holandés

Nació el 30 de marzo de 1853 en Groot-Zunder, hijo de un pastor protestante holandés.

Con veintisiete años ya había trabajado en una galería de arte, dado clases de francés y estudiante de teología y
evangelizador entre los mineros de Wasmes, en Bélgica.

Sus experiencias como predicador se pueden observar en sus primeras composiciones sobre campesinos, de las
cuales la más conocida es la tosca y directa Los comedores de papas (1885, Museo Vincent van Gogh, Amsterdam,
Holanda), uno de los diez únicos grabados que el pintor hizo a lo largo de su carrera.

Oscuras y sombrías, a veces descarnadas, sus primeras composiciones ponen en evidencia el intenso deseo de
expresar la miseria y los sufrimientos de la humanidad tal y como él los vivió entre los mineros de Bélgica.

En 1886 viaja a París para vivir con su hermano Théo van Gogh, que era marchante de arte, y allí se familiarizó con
los nuevos movimientos artísticos que estaban en pleno desarrollo. Recibió gran influencia de la obra de
los impresionistas y por la de los grabadores japoneses como Ando Hiroshige y Hokusai, comenzó a experimentar
con las técnicas de la época. Más adelante adoptó los brillantes matices pictóricos de artistas franceses como Camille
Pissarro y Georges Seurat.

En 1888 abandono la capital francesa para trasladarse al sur de Francia con la esperanza de atraer allí a algunos de
sus amigos y fundar con ellos un Taller del Mediodía. Bajo el sol ardiente de la Provenza, pintó escenas rurales,
cipreses, campesinos y otras características de la vida de la región. Durante ese periodo en el que vivió en Arles,
empezó a utilizar las pinceladas ondulantes y los amarillos, verdes y azules intensos relacionados con obras tan
conocidas como Dormitorio en Arles (1888, Museo Vincent van Gogh) y Noche estrellada (1889, Museo de Arte
Moderno, Nueva York, Estados Unidos). Son también de esta época Descargadores en Arles (1888) y Les
Vessenots en Auvers (1890), ambas en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid (España). Para él todos los
fenómenos visibles, los pintara o los dibujara, parecían estar dotados de una vitalidad física y espiritual. Logró contagiar
su entusiasmo al pintor Paul Gauguin, al que había conocido en París, para que fuera a verle a Arles. Tan sólo les
duró dos meses la paz y la armonía ya que después empezaron a tener violentos enfrentamientos que culminaron en
una pelea en la que Van Gogh, fuera de sí, amenazó a Gauguin con una navaja; esa misma noche, sumido en un
profundo remordimiento, Van Gogh se cortó parte de la oreja.

Pasó algún tiempo internado en un hospital de Arles y un año en el manicomio de Saint-Rémy, situado en esa misma
región. Durante ese periodo siguió trabajando entre los varios ataques de locura que sufrió. Más tarde pasó tres meses
en Auvers atendido por un médico cordial cuyo retrato pintó (El doctor Paul Gachet, 1890, Museo de Orsay, París).
Vincent van Gogh padeció de muchos problemas físicos debido, en parte, a la pobreza y a la desnutrición. Fue adicto a
la caña de ajenjo, peligrosa bebida narcótica popular a finales del siglo XIX. Parece ser que padeció sífilis, tinnitus,
envenenamiento por plomo, síndrome de Meniere y de epilepsia. Sus dos hermanos murieron jóvenes y su hermana,
Wilhelmina, pasó la mayor parte de su vida en un asilo mental.

Inmediatamente después de acabar su inquietante Cuervos sobre el trigal (1890, Museo Vincent van Gogh), se
disparó un tiro en el estómago el 27 de julio de 1890. A pesar de su herida se arrastró de vuelta a la casa en Auvers-
sur-Oise, donde murió dos días después en brazos de su hermano Theo.

"Yo arriesgué mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada": estas son las palabras de Vincent en su
última carta encontrada en su bolsillo en Julio 29, 1890. Realizó cerca de 750 cuadros y 1600 dibujos.
DÍA 11
Marie Curie
Nació el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia (Polonia).
Fue la última de los cinco hijos de los maestros Bronislawa Boguska, y Wladyslaw Sklodowski, que impartía clases de
matemáticas y física.
Cuando tenía diez años de edad comenzó a asistir a la escuela internado de J. Sikorska; después asistió a una escuela
para las niñas, en la que se graduó el 12 de junio 1883 con medalla de oro. Sufrió un colapso, posiblemente debido a
una depresión, y pasó un año en el campo con parientes de su padre, y el año siguiente con su padre en Varsovia,
donde dio clases particulares porque no fue posible inscribirla en una institución de educación superior por ser mujer.
Junto a su hermana Bronislawa ingresó en la clandestina Uniwersytet Latajacy, una institución de educación superior
que si admitía estudiantes femeninos.
En 1891 partió hacia París, donde cambió su nombre por Marie. En 1891 se matriculó en el curso de ciencias de la
Universidad parisiense de la Sorbona. Pasados dos años, finalizó sus estudios de física con el número uno de su
promoción. Compartió su tiempo de estudio con el aprendizaje y la actuación en un teatro de aficionados.
En 1894 conoció a Pierre Curie. En ese momento, los dos trabajaban en el campo del magnetismo. Con 35 años,
Pierre Curie era una brillante esperanza en la física francesa. Se enamoró enseguida de aquella fina y casi austera
polaca de 27 años que compartía su fe altruista en la ciencia. Después de que Pierre le propusiera matrimonio y la
convenciera para vivir en París, celebran el 26 de julio de 1895 su boda con una sencillez extrema: ni fiesta, ni alianzas,
ni vestido blanco. La novia luce ese día un traje azul común y corriente y luego, con su novio, monta en una bicicleta
para iniciar la luna de miel por las carreteras de Francia. El matrimonio tuvo dos hijas, una de ellas también ganó un
Nobel: Irène Joliot-Curie y su marido, Frédéric, recibieron el Premio Nobel de Química en 1935 por la obtención de
nuevos elementos radiactivos.
Marie Curie estaba interesada en los recientes descubrimientos de los nuevos tipos de radiación.Wilhelm
Roentgen había descubierto los rayos X en 1895, y en 1896 Antoine Henri Becquere ldescubrió que el uranio emitía
radiaciones invisibles similares. Por todo esto comenzó a estudiar las radiaciones del uranio y, utilizando las técnicas
piezoeléctricas inventadas por Pierre, midió cuidadosamente las radiaciones en la pechblenda, un mineral que
contiene uranio. Cuando vio que las radiaciones del mineral eran más intensas que las del propio uranio, se dio cuenta
de que tenía que haber elementos desconocidos, incluso más radiactivos que el uranio. Marie Curie fue la primera en
utilizar el término 'radiactivo' para describir los elementos que emiten radiaciones cuando se descomponen sus
núcleos.
Su marido acabó su trabajo sobre el magnetismo para unirse a la investigación de su esposa, y en 1898 el matrimonio
anunció el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio (Marie le dio ese nombre en honor de su país de
nacimiento) y el radio. Durante los siguientes cuatro años el matrimonio, trabajando en condiciones muy precarias,
trató una tonelada de pechblenda, de la que aislaron una fracción de radio de un gramo.
En 1903 les concedieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radiactivos, que
compartieron con Becquerel. Sin embargo, para ellos, esta gloria es un "desastre"; muy reservados los dos, devorados
por la misma pasión por la investigación, sufren al verse apartados de ella y al ver su laboratorio asaltado por gente
inoportuna, su modesto pabellón parisino invadido por los periodistas y los fotógrafos. A las frivolidades que les pesan,
se añade un correo cada vez más voluminoso, del que se ocupan los domingos. Marie Curie se convirtió en la primera
mujer que recibía este premio.
En 1904 Pierre Curie fue nombrado profesor de física en la Universidad de París, y en 1905 miembro de la Academia
Francesa. Estos cargos no eran normalmente ocupados por mujeres, y Marie no tuvo el mismo reconocimiento. Pierre
falleció mientras cruzaba la calle Dauphine, atropellado por un carro de caballos el 19 de abril de 1906. A partir de este
momento, Marie se ocupó de sus clases y continuó sus propias investigaciones.
En 1911, Marie protagoniza un escándalo cuando establece una relación con el sabio Paul Langevin, que está
casado. Parte de la prensa se lanza contra la "ladrona de maridos", "la extranjera". Este mismo año la otorgaron
un segundo Nobel, el de Química, por sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos. Fue nombrada directora
del Instituto de Radio de París en 1914 y se fundó el Instituto Curie.
En mayo de 1921, gracias a la periodista estadounidense Mary Meloney, ella y sus hijas se trasladaron a los Estados
Unidos, donde, gracias a fondos recaudados entre la comunidad polaca y a algún millonario estadounidense pudieron
comprar un gramo de radio para el Instituto del Radio. Además consiguió el dinero extra para equipo de laboratorio.
Marie Curie sufrió una anemia perniciosa causada por las largas exposiciones a la radiación. Tras quedar ciega, falleció
el 4 de julio de 1934 en la Clínica Sancellemoz, cerca de Passy, Alta Saboya, Francia. Fue enterrada junto a su marido
en el cementerio de Sceaux, pocos kilómetros al sur de París.

Premios más destacados


Premio Nobel de Física — 1903
Medalla Davy — 1903
Medalla Matteucci — 1904
Premio Nobel de Química — 1911
DÍA 12
Corrido de Emiliano Zapata
Ayudamos a Madero
a derrocar al tirano,
Un día Zapata los llama
ya estando en el candelero
a conferenciar al frente.
no quiso darnos la mano,
Todos juntos, en Iguala,
hasta que El Chacal su cuero
deben hacerse presentes.
puso en venta muy ufano.
Y cuando hablen han de ser
razonables y prudentes.
Y después del Cuartelazo
Como un río caudaloso llega a la silla Carranza,
que acelera su corriente le tiende el pueblo su brazo,
la tropa marcha de prisa, en él pone su confianza;
ya desciende la pendiente; aunque sea muy poco al paso
la va guiando la alborada la Revolución avanza.
que asoma por el oriente.
Más que Zapata, señores,
Toda Iguala está de fiesta, será la Revolución
canta alegre el campanario; la que premie sus valores
mientras en los tamarindos y les dé su galardón,
suspenso está el sol de mayo, por ella pido que un brindis
con voz serena a Zapata hagamos esta ocasión.
esto le dice Salgado:
Que estos tamarindos guarden
-- Señor general Zapata: en su follaje mi voz,
esta tropa que aquí mira, que sean fieles testigos,
nunca al peligro le teme, lo mismo que el padre sol,
el nombre de usted la anima; de todo lo que se ha dicho
y en los combates, cada hombre, bajo su dulce frescor.
por cuatro se multiplica.
¡Viva Iguala, compañeros,
La tropa y mis generales cuna de nuestra Bandera;
su nombre y valor admiran, si los viejos insurgentes
y por seguir su palabra murieron ayer por ella,
de sus hogares se olvidan; nosotros daremos hoy
hoy vienen a saludarlo, nuestra vida por la tierra!
por conocerlo deliran.

(Habla el general Pantalones)

Aunque soy chaparrito,


me llamo Ciriaco Gómez,
pero el pueblo me ha cambiado
el nombre de mis mayores,
y hoy todo mundo me llama
el general Pantalones.

Traigo en mi apodo la fama


como el Tejón Solitario,
no le temo a la Huesuda
aunque me enseñe el rosario,
ni a las velas encendidas
ni al rezo del novenario.

(Habla el general Emiliano Zapata)

-- Ya conocen mi bandera
muy sencillo es mi programa;
el campesino reclama;
desde un principio esta ha sido,
compañeros, mi proclama.
DÍA 13
Los crímenes de la Calle de la Morgue
(fragmento)
«EXTRAORDINARIOS CRÍMENES –Esta madrugada, alrededor de las tres, los habitantes del quartier Saint-Roch fueron
despertados por una serie de espantosos gritos que parecían proceder del cuarto piso de una casa de la Rue Morgue,
ocupada, según se dice, por una tal Madame L'Espanaye y su hija, Mademoiselle Camille L'Espanaye. Después de algún tiempo
empleado en infructuosos esfuerzos para poder penetrar buenamente en la casa, se forzó la puerta de entrada con una
palanca de hierro, y entraron ocho o diez vecinos acompañados de dos gendarmes. En ese momento cesaron los gritos; pero
en cuanto aquellas personas llegaron apresuradamente al primer rellano de la escalera, se distinguieron dos o más voces
ásperas que parecían disputar violentamente y proceder de la parte alta de la casa. Cuando la gente llegó al segundo rellano,
cesaron también aquellos rumores y todo permaneció en absoluto silencio. Los vecinos recorrieron todas las habitaciones
precipitadamente. Al llegar, por último, a una gran sala situada en la parte posterior del cuarto piso, cuya puerta hubo de ser
forzada, por estar cerrada interiormente con llave, se ofreció a los circunstantes un espectáculo que sobrecogió su ánimo, no
sólo de horror, sino de asombro.
»Se hallaba la habitación en violento desorden, rotos los muebles y diseminados en todas direcciones. No quedaba más lecho
que la armadura de una cama, cuyas partes habían sido arrancadas y tiradas por el suelo. Sobre una silla se encontró una
navaja barbera manchada de sangre. Había en la chimenea dos o tres largos y abundantes mechones de pelo cano,
empapados en sangre y que parecían haber sido arrancados de raíz. En el suelo se encontraron cuatro napoleones, un zarcillo
adornado con un topacio, tres grandes cucharas de plata, tres cucharillas de metal d’Alger y dos sacos conteniendo,
aproximadamente, cuatro mil francos en oro. En un rincón se hallaron los cajones de una cómoda abiertos, y, al parecer,
saqueados, aunque quedaban en ellos algunas cosas. Se encontró también un cofrecillo de hierro bajo la cama, no bajo su
armadura. Se hallaba abierto, y la cerradura contenía aún la llave. En el cofre no se encontraron más que unas cuantas cartas
viejas y otros papeles sin importancia. »No se encontró rastro alguno de Madame L'Espanaye; pero como quiera que se
notase una anormal cantidad de hollín en el hogar, se efectuó un reconocimiento de la chimenea, y — horroriza decirlo— se
extrajo de ella el cuerpo de su hija, que estaba colocado cabeza abajo y que había sido introducido por la estrecha abertura
hasta una altura considerable. El cuerpo estaba todavía caliente. Al examinarlo se comprobaron en él numerosas
escoriaciones ocasionadas sin duda por la violencia con que el cuerpo había sido metido allí y por el esfuerzo que hubo de
emplearse para sacarlo. En su rostro se veían profundos arañazos, y en la garganta, cárdenas magulladuras y hondas huellas
producidas por las uñas, como si la muerte se hubiera verificado por estrangulación. »Después de un minucioso examen
efectuado en todas las habitaciones, sin que se lograra ningún nuevo descubrimiento, los presentes se dirigieron a un
pequeño patio pavimentado, situado en la parte posterior del edificio, donde hallaron el cadáver de la anciana señora, con el
cuello cortado de tal modo, que la cabeza se desprendió del tronco al levantar el cuerpo. Tanto éste como la cabeza estaban
tan horriblemente mutilados, que apenas conservaban apariencia humana. »Que sepamos, no se ha obtenido hasta el
momento el menor indicio que permita aclarar este horrible misterio.
El diario del día siguiente daba algunos nuevos pormenores: »Gran número de personas han sido interrogadas con respecto a
tan extraordinario y horrible affaire (la palabra affaire no tiene todavía en Francia el poco significado que se le da entre
nosotros), pero nada ha podido deducirse que arroje alguna luz sobre ello. Damos a continuación todas las declaraciones más
importantes que se han obtenido: »Pauline Dubourg, lavandera, declara haber conocido desde hace tres años a las víctimas y
haber lavado para ellas durante todo este tiempo. Tanto la madre como la hija parecían vivir en buena armonía y profesarse
mutuamente un gran cariño. Pagaban con puntualidad. Nada se sabe acerca de su género de vida y medios de existencia.
Supone que Madame L'Espanaye decía la buenaventura para ganarse el sustento. Tenía fama de poseer algún dinero
escondido. Nunca encontró a otras personas en la casa cuando la llamaban para recoger la ropa, ni cuando la devolvía. Estaba
absolutamente segura de que las señoras no tenían servidumbre alguna. Salvo el cuarto piso, no parecía que hubiera muebles
en ninguna parte de la casa. »Pierre Moreau, estanquero, declara que es el habitual proveedor de tabaco y de rapé de
Madame L'Espanaye desde hace cuatros años. Nació en su vecindad y ha vivido siempre allí. Hacía más de seis años que la
muerta y su hija vivían en la casa donde fueron encontrados sus cadáveres. Anteriormente a su estadía, el piso había sido
ocupado por un joyero, que alquilaba a su vez las habitaciones interiores a distintas personas. La casa era propied ad de
Madame L'Espanaye. Descontenta por 16 los abusos de su inquilino, se había trasladado al inmueble de su propiedad,
negándose a alquilar ninguna parte de él. La buena señora neceaba a causa de la edad. El testigo había visto a su hija unas
cinco o seis veces durante los seis años. Las dos llevaban una vida muy retirada, y era fama que tenían dinero. Entre los
vecinos había oído decir que Madame L'Espanaye decía la buenaventura, pero él no lo creía. Nunca había visto atravesar la
puerta a nadie, excepto a la señora y a su hija, una o dos voces a un recadero y ocho o diez a un médico. En esta misma forma
declararon varios vecinos, pero de ninguno de ellos se dice que frecuentaran la casa. Tampoco se sabe que la señora y su hija
tuvieran parientes vivos. Raramente estaban abiertos los postigos de los balcones de la fachada principal. Los de la parte
trasera estaban siempre cerrados, a excepción de las ventanas de la gran sala posterior del cuarto piso. La casa era una finca
excelente y no muy vieja. »Isidoro Muset, gendarme, declara haber sido llamado a la casa a las tres de la madrugada, y dice
que halló ante la puerta principal a unas veinte o treinta personas que procuraban entrar en el edificio. Con una bayoneta, y
no con una barra de hierro, pudo, por fin, forzar la puerta. No halló grandes dificultades en abrirla, porque era de dos hojas y
carecía de cerrojo y pasador en su parte alta. Hasta que la puerta fue forzada, continuaron los gritos, pero luego cesaron
repentinamente. Daban la sensación de ser alaridos de una o varias personas víctimas de una gran angustia. Eran fuertes y
prolongados, y no gritos breves y rápidos. El testigo subió rápidamente los escalones. Al llegar al primer rellano, oyó dos v oces
que disputaban acremente. Una de éstas era áspera, y la otra, aguda, una voz muy extraña. De la primera pudo 17 distinguir
algunas palabras, y le pareció francés el que las había pronunciado. Pero, evidentemente, no era voz de mujer. Distinguió
claramente las palabras "sacre" y "diable". La aguda voz pertenecía a un extranjero, pero el declarante no puede asegurar si
se trataba de hombre o mujer. No pudo distinguir lo que decían, pero supone que hablasen español. El testigo descubrió el
estado de la casa y de los cadáveres como fue descrito ayer por nosotros. »Henri Duval, vecino, y de oficio platero, declara
que él formaba parte del grupo que entró primeramente en la casa. En términos generales, corrobora la declaración de
Muset. En cuanto se abrieron paso, forzando la puerta, la cerraron de nuevo, con objeto de contener a la muchedumbre que
se había reunido a pesar de la hora. Este opina que la voz aguda sea la de un italiano, y está seguro de que no era la de un
francés. No conoce el italiano. No pudo distinguir las palabras, pero, por la entonación del que hablaba, está convencido de
que era un italiano. Conocía a Madame L'Espanaye y a su hija. Con las dos había conversado con frecuencia. Estaba seguro de
que la voz no correspondía a ninguna de las dos mujeres. »Odenheimer, restaurateur. Voluntariament e, el testigo se ofreció a
declarar. Como no hablaba francés, fue interrogado haciéndose uso de un intérprete. Es natural de Ámsterdam. Pasaba por
delante de la casa en el momento en que se oyeron los gritos. Se detuvo durante unos minutos, diez, probablem ente. Eran
fuertes y prolongados, y producían horror y angustia. Fue uno de los que entraron en la casa. Corrobora las declaraciones
anteriores en todos sus detalles, excepto uno: está seguro de que la voz aguda era la de un hombre, la de un francés. No pu do
distinguir claramente las palabras que había pronunciado. Estaban dichas en alta voz y rápidamente, con cierta desigualdad,
pronunciadas, según suponía, con miedo y con ira al mismo tiempo. La voz era áspera. Realmente, no puede asegurarse que
fuese una voz aguda. La voz grave dijo varias veces: "Sacré", "diable", y una sola "Mon Dieu". »Jules Mignaud, banquero, de la
casa "Mignaud et Fils", de la Rue Deloraie. Es el mayor de los Mignaud. Madame L'Espanaye tenía algunos bienes. Había
abierto una cuenta corriente en su casa de banca en la primavera del año... (ocho años antes). Con frecuencia había ingresado
pequeñas cantidades. No retiró ninguna hasta tres días antes de su muerte. La retiró personalmente, y la suma ascendía a
cuatro mil francos. La cantidad fue pagada en oro, y se encargó a un dependiente que la llevara a su casa. »Adolphe Le Bon,
dependiente de la "Banca Mignaud et Fils", declara que en el día de autos, al mediodía, acompañó a Madame L'Espanaye a su
domicilio con los cuatro mil francos, distribuidos en dos pequeños talegos. Al abrirse la puerta, apareció Mademoiselle
L'Espanaye. Ésta cogió uno de los saquitos, y la anciana señora el otro. Entonces, él saludó y se fue. En aquellos momentos no
había nadie en la calle. Era una calle apartada, muy solitaria. »William Bird, sastre, declara que fue uno de los que entraron en
la casa. Es inglés. Ha vivido dos años en París. Fue uno de los primeros que subieron por la escalera. Oyó las voces que
disputaban. La gruesa era de un francés. Pudo oír algunas palabras, pero ahora no puede recordarlas todas. Oyó claramente
"sacré" y "Mon Dieu". Por un momento se produjo un rumor, como si varias personas peleasen. Ruido de riña y forcejeo. La
voz aguda era muy fuerte, más que la grave. Está seguro de que no se trataba de la voz de ningún inglés, sino más bien la de
un alemán. Podía haber sido la de una mujer. No entiende el alemán. »Cuatro de los testigos mencionados arriba,
nuevamente interrogados, declararon que la puerta de la habitación en que fue encontrado el cuerpo de Mademoiselle
L'Espanaye se hallaba cerrada por dentro cuando el grupo llegó a ella. Todo se hallaba en un silencio absoluto. No se oían ni
gemidos ni ruidos de ninguna especie. Al forzar la puerta, no se vio a nadie. Tanto las ventanas de la parte posterior como las
de la fachada estaban cerradas y aseguradas fuertemente por dentro con sus cerrojos respectivos. Entre las dos salas se
hallaba también una puerta de comunicación, que estaba cerrada, pero no con llave. La puerta que conducía de la habitación
delantera al pasillo estaba cerrada por dentro con llave. Una pequeña estancia de la parte delantera del cuarto piso, a la
entrada del pasillo, estaba abierta también, puesto que tenía la puerta entornada. En esta sala se hacinaban camas viejas,
cofres y objetos de esta especie.
DÍA 14
El caso de Charles Dexter Ward
(fragmento)
H. P. Lovecraft

De una clínica particular para enfermos mentales situada cerca de Providence, Rhode Island, desapareció recientemente una
persona de características muy notables. Respondía al nombre de Charles Dexter Ward y había sido recluida allí a
regañadientes por su apenado padre, testigo del desarrollo de una aberración que, si en un principio no pasó de simple
excentricidad, con el tiempo se había trasformado en manía peligrosa que implicaba la posible existencia de tendencias
homicidas y un cambio peculiar en los contenidos manifiestos de la mente. Los médicos confiesan el desconcierto que les
produjo aquel caso, dado que presentaba al mismo tiempo anomalías de carácter fisiológico y sicológico. En primer lugar, el
paciente, que contaba veintiséis años, aparentaba mucha más edad de la que tenía. Es cierto que los trastornos mentales
provocan un envejecimiento prematuro, pero el rostro de aquel joven había adquirido la expresión que en circunstancias
normales sólo poseen las personas de edad muy avanzada. En segundo lugar, sus procesos orgánicos mostraban un extraño
desequilibrio, sin paralelo en la historia de la medicina. El sistema respiratorio y el corazón actuaban con desconcertante f alta
de simetría, la voz era un susurro apenas audible, la digestión era increíblemente prolongada, y las reacciones nerviosas a los
estímulos normales no guardaban la menor relación con nada de lo registrado hasta entonces, ni normal ni patológico. La piel
tenía una frialdad morbosa y la estructura celular de los tejidos era exageradamente tosca y poco coherente. Incluso un gran
lunar de color oliváceo que tenía desde su nacimiento en la cadera había desaparecido mientras se formaba en su pecho una
extraña verruga o mancha negruzca. En general, todos los médicos coinciden en afirmar que los procesos del metabolismo
habían sufrido en Ward un receso sin precedentes. También sicológicamente era Charles Ward un caso único. Su locura no
guardaba la menor semejanza con ninguna de las manifestaciones de la alienación registradas en los tratad os más recientes y
exhaustivos sobre el tema, y acabó creando en él una energía mental que le habría convertido en un genio o un caudillo de no
haber asumido aquella forma extraña y grotesca. El doctor Willett, médico de la familia, afirma que la capacidad mental del
paciente, a juzgar por sus respuestas a temas ajenos a la esfera de su demencia, había aumentado desde su reclusión. Ward,
es cierto, fue siempre un erudito entregado al estudio de tiempos pasados, pero ni el más brillante de los trabajos que h abía
llevado a cabo hasta entonces revelaba la prodigiosa inteligencia que desplegó durante el curso de los interrogatorios a que le
sometieron los alienistas. De hecho, la mente del joven parecía tan lúcida que fue en extremo difícil conseguir un
mandamiento legal para su reclusión, y únicamente el testimonio de varias personas relacionadas con el caso y la existencia
de lagunas anormales en el acervo de sus conocimientos, permitieron su internamiento. Hasta el momento de su desaparición
fue un voraz lector y un gran conversador en la medida en que se lo permitía la debilidad de su voz, y perspicaces
observadores, sin prever la posibilidad de su fuga, predecían que no tardaría en salir de la clínica, curado. Únicamente el
doctor Willett, que había asistido a la madre de Ward cuando éste vino al mundo y le había visto crecer física y
espiritualmente desde entonces, parecía asustado ante la idea de su futura libertad. Había pasado por una terrible
experiencia y había hecho un terrible descubrimiento que no se atrevía a revelar a sus escépticos colegas. En realidad, Willett
representa por sí solo un misterio de menor entidad en lo que concierne a su relación con el caso. Fue el último en ver al
paciente antes de su huida y salió de aquella conversación final con una expresión, mezcla de horror y de alivio, que más de
uno recordó tres horas después, cuando se conoció la noticia de la fuga. Es este uno de los enigmas sin resolver de la clínica
del doctor Waite. Una ventana abierta a una altura de sesenta pies del suelo no parece obstáculo fácil de salvar, pero lo cierto
es que después de aquella conversación con Willett el joven había desaparecido. El propio médico no sabe que explicación
ofrecer, aunque, por raro que parezca, está ahora mucho más tranquilo que antes de la huida. Algunos, bien es cierto, tienen
la impresión de que a Willett le gustaría hablar, pero que no lo hace por temor a no ser creído. El vio a Ward en su habitaci ón,
pero poco después de su partida los enfermeros llamaron a la puerta en vano. Cuando la abrieron, el paciente había
desaparecido y lo único que encontraron fue la ventana abierta y una fría brisa abrileña que arrastraba una nube de polvo
gris-azulado que casi les asfixió. Sí, los perros habían aullado poco antes, pero eso ocurrió mientras Willett se hallaba todavía
presente. Más tarde no habían mostrado la menor inquietud. El padre de Ward fue informado inmediatamente por teléfono
de lo sucedido, pero demostró más tristeza que asombro. Cuando el doctor Waite le llamó personalmente, Wil lett había
hablado ya con él y ambos negaron ser cómplices de la fuga o tener incluso conocimiento de ella. Los únicos datos que se han
podido recoger sobre lo ocurrido, proceden de amigos muy íntimos de Willett y del padre de Ward, pero son demasiado
descabellados y fantásticos para que nadie pueda darles crédito. El único dato positivo, es que hasta el momento presente no
se ha encontrado rastro del loco desaparecido. Charles Ward se aficionó al pasado ya en su infancia. Sin duda el gusto le
venía de la venerable ciudad que le rodeaba y de las reliquias de tiempos pretéritos que llenaban todos los rincones de la
mansión de sus padres situada en Prospect Street, en la cresta de la colina. Con los años, aumentó su devoción a las cosas
antiguas hasta el punto de que la historia, la genealogía y el estudio de la arquitectura colonial acabaron excluyendo todo lo
demás de la esfera de sus intereses. Conviene tener en cuenta esas aficiones al considerar su locura ya que, si bien no forman
el núcleo absoluto de ésta, representan un importante papel en su forma superficial. Las lagunas mentales que los alienistas
observaron en Ward estaban relacionadas todas con materias modernas y quedaban contrapesadas por un conocimiento del
pasado que parecía excesivo, puesto que en algunos momentos se hubiera dicho que el paciente se trasladaba literalmente a
una época anterior a través de una especie de autohipnosis. Lo más raro era que Ward últimamente no parecía interesado en
las antigüedades que tan bien conocía, como si su prolongada familiaridad con ellas las hubiera despojado de todo su
atractivo, y que sus esfuerzos finales tendieron indudablemente a trabar conocimiento con aquellos hechos del mundo
moderno que de un modo tan absoluto e indiscutible había desterrado de su cerebro. Procuraba ocultarlo, pero todos los que
le observaron pudieron darse cuenta de que su programa de lecturas y conversaciones estaba presidido por el frenético deseo
de empaparse del conocimiento de su propio tiempo y de las perspectivas culturales del siglo veinte, perspectivas que debían
haber sido las suyas puesto que había nacido en 1902 y se había educado en escuelas de nuestra época. Los alienistas se
preguntan ahora cómo se las arreglará el paciente para moverse en el complicado mundo actual teniendo en cuenta su
desfase de información. La opinión que prevalece es que permanecerá en una situación humilde y oscura hasta que haya
conseguido poner al día su reserva de conocimientos
DIA 15

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la
siguiente anécdota:
"Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la
respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era
absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen: 'Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un
barómetro'.
"El estudiante había respondido: 'lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga.
Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio'.
"Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había
respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría
alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la
respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le
concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia de que en la
respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
"Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me
contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por
interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el
barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo d e caída con un cronómetro. Después,
aplique la formula altura = 0,5 A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi
colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
"Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la
pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras; por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la
altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y
aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
"Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Sí, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir un edificio,
pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja.
Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea.
Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
"Es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el
barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la
altura de la azotea la gravedad es cero, y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al
descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos
valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este
mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo
como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precisión. En fin, concluyó, existen otras
muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro, golpear con él la puerta de la casa del conserje
y, cuando abra, decirle: 'Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si ust ed me dice la altura de este edificio,
se lo regalo'.
En ese momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia
de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre
ambos lugares). Dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a
pensar".
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero
en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue
fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica
DÍA 16
El hombre que calculaba
CAPÍTULO 4
En el cual encontramos un rico sheik, casi muerto de hambre en el desierto. La propuesta que nos hizo sobre los ocho panes
que teníamos y como se resolvió, de manera imprevista, el pago con ocho monedas. Las tres divisiones de Beremís: la división
simple, la división exacta y la división perfecta. Elogio que un ilustre visir dirigió al “Hombre que calculaba”. Tres días después,
nos aproximábamos a una pequeña aldea –llamada Lazakka cuando encontramos, caído en el camino, a un pobre viajero
herido. Socorrímosle y de su labios oímos el relato de su aventura. Llamábase Salem Nasair, y era uno de los más ricos
negociantes de Bagdad. Al regresar, pocos días antes, de Basora, con una gran caravana, fue atacado por una turba de persas,
nómades del desierto. La caravana fue saqueada, pereciendo casi todos sus componentes a manos de los beduinos. Sólo se
había salvado él, que era el jefe, ocultándose en la arena, entre los cadáveres de sus esclavos. Al terminar el relato de sus
desgracias, nos preguntó con voz angustiosa: - ¿Tenéis, por casualidad, musulmanes, alguna cosa para comer? ¡Estoy casi
muriéndome de hambre! - Tengo solamente tres panes –respondí. - Yo traigo cinco –afirmó a mi lado el “Hombre que
calculaba”. - Pues bien –sugirió el sheik -; juntemos esos panes y hagamos una sociedad única. Cuando lleguemos a Bagdad os
prometo pagar con ocho monedas de oro el pan que coma. Así hicimos, y al día siguiente, al caer la tarde, entramos en la
célebre ciudad de Bagdad, la perla de Oriente. Al atravesar una hermosa plaza, nos enfrentamos con un gran cortejo. Al frente
marchaba, en brioso alazán, el poderoso Ibraim Maluf, uno de los visires del califa en Bagdad. Al ver el visir a sheik Salem
Nasair en nuestra compañía, gritó, haciendo parar su poderosa escolta, y le preguntó: Sheik – término respetuoso que se
aplica, en general, a los sabios, religiosos y personas respetables por la edad o posición social. Visir – ministro –Califa-
soberano musulmán. Los Califas decíanse sucesores de Mahoma. - ¿Qué te ha pasado, amigo mío? ¿Por qué te veo llegar a
Bagdad sucio y harapiento, en compañía de dos hombres que no conozco? El desventurado sheik narró, minuciosamente, al
poderoso ministro todo lo que le ocurriera en el camino, haciendo los mayores elogios respecto de nosotros. - Paga sin
pérdida de tiempo a esos dos forasteros, ordenó el visir. Y sacando de su bolsa 8 monedas de oro las entregó a Salem Nasair,
insistiendo: - Quiero llevarte ahora mismo al palacio, pues el Comendador de los Creyentes desea, con seguridad, ser
informado de esta nueva afrenta que lo beduinos practicaran, al matar a nuestros amigos saqueando caravanas dentro de
nuestras fronteras. - Voy a dejaros, amigos míos -; dijo Nasair- mas, antes deseo agradeceros el gran servicio que me habéis
prestado. Y para cumplir la palabra, os pagaré el pan que tan generosamente me dierais. Y dirigiéndose al “Hombre que
calculaba” le dijo: - Por tus cinco panes te daré cinco monedas. Y volviéndose hacia mí, concluyó: - Y a ti, “bagdalí”, te daré por
los tres panes tres monedas. Con gran sorpresa nuestra, el “Calculista” objetó, respetuosamente: - ¡Perdón, oh sheik! La
división hecha de ese modo será muy sencilla, mas no es matemáticamente exacta. Si yo di 5 panes, debo recibir 7 monedas; y
mi compañero, “el Bagdad” que dio tres panes, solamente debe recibir una moneda. - ¡Por el nombre de Mahoma!–dijo el
visir Ibraim, interesado vivamente por el caso-. ¿Cómo justificas, extranjero, tan disparatada forma de pagar 8 panes con 8
monedas? Si contribuiste con 5 panes, ¿por qué exiges 7 monedas? Y si tu amigo contribuyó con 3 panes, ¿por qué afirmas
que debe recibir únicamente una moneda? El “Hombre que calculaba” se aproximó al poderoso ministro y así le habló: - Voy a
probaros que la división de las monedas hecha en la forma propuesta por mí, es más justa y más exacta. Cuando, durante el
viaje, teníamos hambre, sacaba un pan de la caja y lo partía en tres trozos, uno para cada uno de nosotros. Todos los panes
que eran 8, fueron divididos, pues, en la misma forma. Es evidente, por lo tanto, que si yo tenía 5 panes, di 15 pedazos; si mi
compañero tenía 3 panes, dio 9 pedazos. Hubo, así, un total de 24 pedazos, de los cuales cada uno de nosotros comió 8.
Ahora bien; si de mis 15 pedazos comí 8, di, en realidad, 7; y mi compañero, que tenía 9 pedazos, al comerse 8, solo dio 1. L os
7 que di yo y el que suministró “el bagdalí” formaron los 8 que comiera el sheik Salem Nasair. Por consiguiente, es justo que
yo reciba 7 monedas y mi compañero 1. El gran visir, después de hacer los mayores elogios al “Hombre que calculaba”,
ordenó que le fueran entregadas las 7 monedas, pues a mí sólo me tocaba, por derecho, 1. La demostración lógica y perfecta
presentada por el matemático no admitía duda. - Esa división – replicó entonces el “Calculista”- es matemáticamente exacta,
pero a los ojos de Dios no es perfecta. Y tomando las ocho monedas en la mano las dividió en dos partes iguales. Dióme una
de ellas y se guardó la otra. - Ese hombre es extraordinario –exclamó el visir-. No aceptó la división propuesta de las ocho
monedas en dos partes de 5 y 3, en la que salía favorecido; demostró tener derecho a 7 y su compañero a 1, acabando por
dividir las 8 monedas en dos partes iguales, que repartió con su amigo. Y añadió con entusiasmo: - ¡Mac Alah! Ese joven,
además de parecerme un sabio habilísimo en los cálculos de Aritmética, es bueno como amigo y generoso como compañero.
Tómolo ahora mismo como secretario mío. - Poderoso visir –le dijo el “Hombre que calculaba”-, veo que acabáis de hacer, con
29 palabras y un total de 145 letras, el mayor elogio que oí en mi vida, y yo, para agradecéroslo, me veo en la obligación de
emplear 58 palabras en las cuales figuran nada menos que 290 letras, el doble de las vuestras, precisamente. ¡Que Alah os
bendiga y proteja! ¡Mac Alah! (Poderoso es Dios). Exclamación usual entre los musulmanes. 13 En la traducción, esta relación
de duplicidad solo se ha conservado aproximadamente. Con estas palabras el “Hombre que calculaba” nos dejó a todos
maravillados de su argucia e invencible talento de calculista.
DIA 17
Momo. Michael Ende
Los hombres grises
VI. La cuenta está equivocada, pero cuadra.
Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy
pocos se paran a pensar el ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay
calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos
una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque el tiempo es
vida. Y la vida reside en el corazón. Y nadie lo sabe tan bien, precisamente, como los hombres grises. Nadie sabía apreciar t an
bien el valor de una hora, de un minuto, de un segundo de vida, incluso, como ellos. Claro que lo apreciaban a su manera,
como las sanguijuelas aprecian la sangre, y así actuaban. Ellos se habían hecho sus planes con el tiempo de los hombres. Eran
planes trazados muy cuidadosamente y con gran previsión. Lo más importante era que nadie prestara atención a sus
actividades. Se habían incrustado en la vida de la gran ciudad y de sus habitantes sin llamar la atención. Paso a paso, sin q ue
nadie se diera cuenta, continuaban su invasión y tomaban posesión de los hombres. Conocían a cualquiera que parecía a pto
para sus planes mucho antes de que éste se diera cuenta. No hacían más que esperar el momento adecuado para atraparle.
Aunque hicieran todo lo posible para que ese momento llegara pronto. Tomemos, por ejemplo, al señor Fusi, el barbero. Es
cierto que no se trataba de un peluquero famoso, pero era apreciado en su barrio. No era ni pobre ni rico. Su tienda, situada
en el centro de la ciudad, era pequeña, y ocupaba a un aprendiz. Un día, el señor Fusi estaba a la puerta de su establecimiento
y esperaba a la clientela. El aprendiz libraba aquel día, y el señor Fusi estaba solo. Miraba cómo la lluvia caía sobre la calle,
pues era un día gris, y también en el espíritu del señor Fusi hacía un día plomizo. Mi vida va pasando, pensaba, entre el
chasquido de las tijeras, el parloteo y la espuma de jabón. ¿Qué estoy haciendo de mi vida? El día que me muera será como si
nunca hubiera existido. A todo eso no hay que creer que el señor Fusi tuviera algo que oponer a una charla. Todo lo contrario:
le encantaba explicar a los clientes, con toda amplitud, sus opiniones, y oír lo que ellos pensaban de ellas. Tampoco le
molestaba en absoluto el chasquido de las tijeras o la espuma de jabón. Su trabajo le gustaba mucho y sabía que lo hacía bien.
Especialmente su habilidad en afeitar a contrapelo bajo la barbilla era difícil de superar. Pero hay momentos en que uno se
olvida de todo eso. Le pasa a todo el mundo. ¡Toda mi vida es un error!, pensaba el señor Fusi. ¿Qué se ha hecho de mí? Un
insignificante barbero, eso es todo lo que he conseguido ser. Pero si pudiera vivir de verdad sería otra cosa distinta. Claro que
el señor Fusi no tenía la menor idea de cómo habría de ser eso de vivir de verdad. Sólo se imaginaba algo importante, algo
muy lujoso, tal como veía en las revistas. Pero, pensaba con pesimismo, mi trabajo no me deja tiempo para ello. Porque para
vivir de verdad hay que tener tiempo. Hay que ser libre. Pero yo seguiré toda mi vida preso del chasquido de las tijeras, el
parloteo y la espuma de jabón. En ese momento se acercó un coche lujoso, gris, que se detuvo exactamente delante de la
barbería del señor Fusi. Se apeó un señor gris, que entró en el establecimiento. Puso su cartera gris en la mesa, delante del
espejo, colgó su bombín del perchero y, sentándose en el sillón, sacó del bolsillo un cuaderno de notas que comenzó a hojear,
mientras fumaba su pequeño cigarro gris. El señor Fusi cerró la puerta de la barbería porque le pareció que, de repente, hací a
mucho frío allí. — ¿En qué puedo servirle? —preguntó trastornado—. ¿Afeitar o cortar el pelo? —y en el mismo instante se
maldijo por su falta de tacto, pues el señor cliente poseía una calva reluciente. —Ni lo uno ni lo otro —dijo el hombre gris, sin
sonreír, con una voz átona, que podríamos llamar gris ceniza—. Vengo de la caja de ahorros de tiempo. Soy el agente Nº
XYQ_,384_,2. Sabemos que quiere abrir una cuenta de ahorros en nuestra entidad. —Eso me resulta nuevo —contestó el
señor Fusi, más desconcertado todavía—. Si he de serle franco, no sabía que existiera una institución así. —Pues bien, ahora
lo sabe —respondió, tajante, el agente. Volvió algunas hojas de su cuaderno y prosiguió—. Usted es el señor Fusi, el barbero,
¿no es así? —Pues sí, ése soy yo —contestó el señor Fusi. —Entonces no me he equivocado de dirección —dijo el hombre gris
mientras cerraba su cuaderno de notas—. Es usted candidato de nuestra institución. — ¿Cómo, cómo? —preguntó el señor
Fusi, sorprendido todavía. —Verá usted, querido señor Fusi —dijo el agente—, se gasta usted la vida entre el chasquido de las
tijeras, el parloteo y la espuma de jabón. Cuando usted se muera, será como si nunca hubiera existido. Si tuviera tiempo para
vivir de verdad, sería otra cosa. Todo lo que necesita es tiempo. ¿Tengo razón? —En eso precisamente estaba pensando —
murmuró el señor Fusi, con un escalofrío, porque a pesar de haber cerrado la puerta, cada vez hacía más frío. — ¡Lo ve! —
repuso el hombre gris, chupando con satisfacción su pequeño cigarro—. Pero, ¿de dónde sacar el tiempo? Hay que ahorrarlo.
Usted, señor Fusi, gasta el tiempo de modo totalmente irresponsable. Se lo demostraré con una pequeña cuenta. Un minuto
tiene sesenta segundos. Y una hora tiene sesenta minutos. ¿Me sigue? —Claro —dijo el señor Fusi. El agente Nº XYQ_,384_,2
comenzó a escribir las cifras, con un lápiz gris, en el espejo. —Sesenta por sesenta son tres mil seiscientos. De modo que una
hora tiene tres mil seiscientos segundos. Un día tiene veinticuatro horas, es decir, tres mil seiscientos por veinticuatro, lo que
da ochenta y seis mil cuatrocientos segundos por día. Un año tiene, como sabe todo el mundo, trescientos sesenta y cinco
días. Lo que nos da treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos por año. O trescientos quince millones
trescientos sesenta mil segundos en diez años. ¿En cuánto estima usted, señor Fusi, la duración de su vida? —Bueno —
tartamudeó el señor Fusi, trastornado—, espero llegar a los setenta u ochenta años. —Está bien —prosiguió el hombre gris—,
por precaución contaremos con setenta años. Eso sería, pues, trescientos quince millones trescientos sesenta mil por siete. Lo
que da dos mil doscientos siete millones quinientos veinte mil segundos. Y escribió esa cifra con grandes números en el
espejo: 2.207.520.000 segundos. Después la subrayó varias veces y declaró: —Ésta es, pues, señor Fusi, la fortuna de que
dispone. El señor Fusi tragó saliva y se pasó la mano por la frente. La cifra le daba mareos. Nunca había pensado que fuera t an
rico. —Sí —dijo el agente, asintiendo con la cabeza, mientras volvía a aspirar su pequeño cigarro gris—, es una cifra
impresionante, ¿verdad? Pero todavía hemos de continuar. ¿Cuántos años tiene usted, señor Fusi? —Cuarenta y dos —
farfulló éste, mientras de repente se sentía tan culpable como si hubiera cometido un desfalco. —¿Cuántas horas suele
dormir usted, de promedio, cada noche? —siguió inquiriendo el hombre gris. —Unas ocho horas —confesó el señor Fusi. El
agente calculó a la velocidad del rayo. El lápiz volaba con tal rapidez sobre el espejo, que al señor Fusi se le er izaba el cabello.
—Cuarenta y dos años —ocho horas diarias—, eso da cuatrocientos cuarenta y un millones quinientos cuatro mil. Esa suma
podemos darla ya por perdida. ¿Cuánto tiempo tiene que sacrificar diariamente para el trabajo, señor Fusi? —Ocho horas,
más o menos, también —reconoció el señor Fusi con humildad. —Entonces hemos de asentar una vez más la misma suma en
el saldo negativo —prosiguió el agente, inflexible—. Pero resulta que también se le gasta algún tiempo debido a la necesidad
de alimentarse. ¿Cuánto tiempo necesita, en total, para todas las comidas del día? —No lo sé exactamente —dijo el señor
Fusi, miedoso—, ¿dos horas, quizá? —Eso me parece demasiado poco —dijo el agente—, pero admitámoslo. Eso da, en
cuarenta y dos años, el importe de ciento diez millones trescientos setenta y seis mil. Prosigamos. Vive usted solo con su
anciana madre, según sabemos. Cada día le dedica a la buena señora una hora entera, lo que significa que se sienta con ella y
le habla, a pesar de que está tan sorda que apenas puede oírle. Eso es tiempo perdido: da cincuenta y cinco millones ciento
ochenta y ocho mil. Además, tiene usted, sin ninguna necesidad, un periquito, cuyo cuidado le cuesta, diariamente, un cuarto
de hora, lo que, al cambio, da trece millones setecientos noventa y seis mil. —Pero... —intervino, suplicante, el señor Fusi. —
¡No me interrumpa! —gruñó el agente, que contaba más deprisa cada vez—. Como su madre está impedida, usted, señor
Fusi, tiene que hacer parte de las tareas de la casa. Tiene que ir a hacer la compra, lustrar los zapatos y otras cosas molestas.
¿Cuánto tiempo le lleva eso diariamente? —Acaso una hora, pero... —Eso da otros cincuenta y cinco millones ciento ochenta
y ocho mil, que pierde. Sabemos, además, que va una vez a la semana al cine, que una vez a la semana canta en un orfeón,
que tiene un grupo de amigos, con los que se reúne dos veces por semana y que a veces incluso lee un libro. En resumen, que
mata usted el tiempo con actividades inútiles, y eso durante unas tres horas diarias, lo que da ciento sesenta y cinco millones
quinientos sesenta y cuatro mil. ¿No se encuentra bien, señor Fusi? —No —contestó el señor Fusi—, perdone, por favor... —
En seguida acabamos —dijo el hombre gris—. Pero tenemos que hablar todavía de un capítulo especial de su vida. Porque
tiene usted un pequeño secreto... Usted ya sabe... Al señor Fusi comenzaron a castañetearle los dientes de tanto frío que
tenía. —¿Eso también lo sabe? —murmuró, agotado—. Creía que aparte de mí y la señorita Daría... —En nuestro mundo
moderno —le interrumpió el agente Nº XYQ_,384_,2—, no hay sitio para secretitos. Vea usted las cosas con realismo, señor
Fusi. Contésteme a una pregunta: ¿quiere usted casarse con la señorita Daría? —No —dijo el señor Fusi—, eso no va... —
Precisamente —prosiguió el hombre gris—, porque la señorita Daría estará toda su vida encadenada a la silla de ruedas,
porque tiene paralizadas las piernas. A pesar de eso, usted va a verla cada día, durante media hora, para llevarle una flor. ¿A
qué viene eso? —Se alegra tanto siempre —contestó el señor Fusi, a punto de llorar. —Pero visto fríamente —repuso el
agente—, es tiempo perdido para usted. Exactamente veintisiete millones quinientos noventa y cuatro mil segundos, hasta
ahora. Y si a ello añadimos que tiene usted la costumbre de sentarse, cada noche, antes de acostarse, junto a la ventana,
durante un cuarto de hora para reflexionar sobre el día transcurrido, podemos restar, una vez más, la suma de trece millones
setecientos noventa y siete mil. Veamos ahora lo que queda, señor Fusi. En el espejo había ahora la siguiente suma: sueño
441.504.000 segundos trabajo 441.504.000 alimentación 110.376.000 madre 55.188.000 periquito 13.797.000 compra, etc.
55.188.000 amigos, orfeón, etc. 165.564.000 secreto 27.594.000 ventana 13.797.000
======================================================= TOTAL 1.324.512.000 —Esta suma —dijo el hombre gris,
mientras golpeaba varias veces el espejo con su lápiz, con tal fuerza, que sonaba como tiros de revólver—, esta suma es, pues,
el tiempo que ha perdido hasta ahora, señor Fusi. ¿Qué le parece? Al señor Fusi no le parecía nada. Se sentó en una silla, en
un rincón, y se secó la frente con el pañuelo, porque a pesar del frío estaba sudando. El hombre gris asintió, serio. —Sí, se está
dando exacta cuenta —dijo—. Ya es más de la mitad de su fortuna inicial, señor Fusi. Pero ahora vamos a ver qué le ha
quedado de sus cuarenta y dos años. Un año son treinta y un millones quinientos treinta y seis mil segundos, como sabe. Y
eso, multiplicado por cuarenta y dos da mil trescientos veinticuatro millones quinientos doce mil. Escribió esa cifra debajo del
tiempo perdido: 1.324.512.0009 segundos -1.324.512.000 segundos 0.000.000.000 segundos Se guardó el lápiz e hizo una
larga pausa para que la vista de la larga serie de ceros hiciera su efecto sobre el señor Fusi. Éste es, pues, pensaba el señor
Fusi, anonadado, el balance de toda mi vida hasta ahora. Estaba tan impresionado por la cuenta, que cuadraba con tal
precisión, que lo aceptó todo sin contradicción. Y la cuenta en sí era correcta. Éste era uno de los trucos con los que los
hombres grises estafaban a los hombres en mil ocasiones. —¿No cree usted —retomó la palabra, en tono suave, el agente Nº
XYQ_384_2-, que no puede seguir con este despilfarro? ¿No sería hora, señor Fusi, de empezar a ahorrar? El señor Fusi
asintió, mudo, con los labios morados de frío. —Si, por ejemplo —proseguía la voz cenicienta del agente junto al oído del
señor Fusi—, hubiera empezado a ahorrar una hora diaria hace veinte años, tendría ahora un saldo de veintiséis millones
doscientos ochenta mil segundos. De ahorrar diariamente dos horas, el saldo, claro está, sería doble, es decir, cincuenta y d os
millones quinientos sesenta mil. Y, por favor, señor Fusi, ¿qué son dos miserables horitas a la vista de esta suma? —¡Nada! —
exclamó el señor Fusi—. ¡Una pequeñez! —Me alegra que se dé usted cuenta —prosiguió el agente—. Y si calculamos lo que
habría ahorrado, en las mismas condiciones, en veinte años más, nos daría la señorial cifra de ciento cinco millones ciento
veinte mil segundos. Todo este capital estaría a su libre disposición al alcanzar los sesenta y dos años. —¡Magnífico! —farfulló
el señor Fusi, poniendo ojos como platos. —Espere —prosiguió el hombre gris—, que todavía hay más. Nosotros, los de la caja
de ahorros de tiempo, no nos limitamos a guardarle el tiempo que usted ha ahorrado, sino que le pagamos intereses. Lo que
significa que, en realidad, tendría usted mucho más. —¿Cuánto más? —preguntó el señor Fusi, sin aliento. —Eso dependerá
de usted —aclaró el agente—, según la cantidad que ahorrara y el plazo en que dejara fijos sus ahorros. —¿Plazo fijo? —se
informó el señor Fusi—. ¿Qué significa eso? —Es muy sencillo —dijo el hombre gris—. Si usted no nos exige la devolución del
tiempo ahorrado antes de cinco años, nosotros se lo doblamos. Su fortuna, pues, se dobla cada cinco años, ¿entiende? A los
diez años sería cuatro veces la suma original, a los quince años ocho veces y así sucesivamente. Si hubiera empezado a ahorrar
sólo dos horas diarias hace veinte años, a los sesenta y dos años, es decir, después de un total de cuarenta años, dispondría
del tiempo ahorrado hasta entonces por usted multiplicado por doscientos cincuenta y seis. Serían veintiséis mil novecien tos
diez millones setecientos veinte mil. Tomó una vez más su lápiz gris y escribió también esa cifra en el espejo: (6.910.7(0.000
segundos —Como puede ver usted, señor Fusi —dijo entonces, mientras sonreía por primera vez—, sería más del décuplo de
todo el tiempo de su vida original. Y eso ahorrando sólo dos horas diarias. Piense si no merece la pena esta oferta. —¡Y tanto!
—dijo el señor Fusi agotado—. Sin duda que sí. Soy un infeliz por no haber empezado a ahorrar hace tiempo. Ahora me doy
cuenta, y he de confesar que estoy desesperado. —Para eso no hay ningún motivo —dijo el hombre gris con suavidad—.
Nunca es demasiado tarde. Si usted quiere, puede empezar hoy mismo. Verá usted que merece la pena. —¡Y tanto que
quiero! —gritó el señor Fusi—. ¿Qué he de hacer? —Querido amigo —contestó el agente, alzando las cejas—, usted sabrá
cómo se ahorra tiempo. Se trata, simplemente, de trabajar más deprisa, y dejar de lado todo lo inútil. En lugar de media hora ,
dedique un cuarto de hora a cada cliente. Evite las charlas innecesarias. La hora que pasa con su madre la reduce a media. Lo
mejor sería que la dejara en un buen asilo, pero barato, donde cuidaran de ella, y con eso ya habrá ahorrado una hora.
Quítese de encima el periquito. No visite a la señorita Daría más que una vez cada quince días, si es que no puede dejarlo del
todo. Deje el cuarto de hora diario de reflexión, no pierda su tiempo precioso en cantar, leer, o con sus supuestos amigos. P or
lo demás, le recomiendo que cuelgue en su barbería un buen reloj, muy exacto, para poder controlar mejor el trabajo de su
aprendiz. —Está bien —dijo el señor Fusi—, puedo hacer todo eso. Pero, ¿qué haré con el tiempo que me sobre? ¿Tengo que
depositarlo? ¿Dónde? ¿O tengo que guardarlo? ¿Cómo funciona todo eso? —No se preocupe —dijo el hombre gris, mientras
sonreía por segunda vez—. De eso nos ocupamos nosotros. Puede estar usted seguro de que no se perderá nada del tiempo
que usted ahorre. Ya se dará cuenta de que no le sobra nada. —Está bien —respondió el señor Fusi, anonadado—, me fío de
ustedes. —Hágalo tranquilo, querido amigo —dijo el agente, mientras se levantaba—. Puedo darle, pues, la bienvenida a la
gran comunidad de los ahorradores de tiempo. Ahora también usted, señor Fusi, es un hombre realmente moderno y
progresista. ¡Le felicito! Con estas palabras tomó el sombrero y la cartera. —¡Un momento, por favor! —le llamó el señor
Fusi—. ¿No tenemos que firmar algún contrato? ¿No me da algún papel? El agente Nº XYQ_,384_,2 se volvió, en la puerta, y
miró al señor Fusi con cierta desgana. —¿Para qué? —preguntó—. El ahorro de tiempo no se puede comparar con ningún otro
tipo de ahorro. Es una cuestión de confianza absoluta por ambas partes. A nosotros nos basta su asentimiento. Es irrevocable.
Nosotros nos ocupamos de sus ahorros. Cuánto va a ahorrar es cosa suya. No le obligamos a nada. Usted lo pase bien, señor
Fusi. Con estas palabras, el agente se montó en su elegante coche y salió disparado. El señor Fusi le siguió con la mirada y se
frotó la frente. Poco a poco volvía a entrar en calor, pero se sentía enfermo. El humo azul del pequeño cigarro del agente
siguió flotando durante mucho tiempo por la barbería, sin querer disolverse. Sólo cuando el humo hubo desaparecido,
comenzó a sentirse mejor el señor Fusi. Pero del mismo modo que desaparecía el humo, palidecían también las cifras del
espejo. Y cuando se borraron del todo, se borró también de la memoria del señor Fusi el recuerdo de su visitante gris: el
recuerdo del visitante, no el de la decisión. Ésta la consideró ahora como propia. El propósito de ahorrar tiempo para poder
empezar otra clase de vida en algún momento del futuro se había clavado en su alma como un anzuelo. Y entonces llegó el
primer cliente del día. El señor Fusi le atendió refunfuñando, dejó de lado todo lo superfluo, se estuvo callado, y,
efectivamente, en lugar de en media hora acabó en veinte minutos. Lo mismo hizo desde entonces con todos los clientes. Su
trabajo, hecho de esta manera, no le gustaba nada, pero eso ya no importaba. Además del aprendiz, contrató dos oficiales y
vigilaba que no perdieran ni un solo segundo. Cada movimiento se realizaba según un plan de tiempos exactamente
calculado. En la barbería del señor Fusi colgaba ahora un cartel que decía: “El tiempo ahorrado vale el doble”. Escr ibió una
cartita breve, objetiva, a la señorita Daría, en la que decía que por falta de tiempo no podría ir a verla. Vendió su periqui to a
una pajarería. Envió a su madre a un asilo bueno, pero barato, adonde la iba a ver una vez al mes. También en todo lo demás
siguió los consejos del hombre gris, pues los tomaba por decisiones propias. Cada vez se volvía más nervioso e intranquilo,
porque ocurría una cosa curiosa: de todo el tiempo que ahorraba, no le quedaba nunca nada. Desaparecía de modo
misterioso y ya no estaba. Al principio de modo apenas sensible, pero después más y más, se iban acortando sus días. Antes
de que se diera cuenta, ya había pasado una semana, un mes, un año, y otro. Como ya no se acordaba de la visita del hombre
gris, debería haberse preguntado en serio a dónde iba a parar su tiempo. Pero esa pregunta nunca se la hacía, al igual que
todos los demás ahorradores de tiempo. Había caído sobre él una especie de obsesión ciega. Y si alguna vez se daba cuenta de
que sus días se volvían más y más cortos, ahorraba con mayor obsesión. Al igual que al señor Fusi, le ocurría a mucha gente de
la gran ciudad. Y cada día eran más los que se dedicaban a lo que ellos llamaban “ahorrar tiempo”. Y cuantos más eran, más
los imitaban, e incluso aquellos que en realidad no querían hacerlo no tenían más remedio que seguir el juego. Diariamente se
explicaban por radio, televisión y en los periódicos las ventajas de nuevos inventos que ahorraban tiempo, que un día,
regalarían a los hombres la libertad para la vida “de verdad”. En las paredes se pegaban carteles en los que se veían todas las
imágenes posibles de la felicidad. Debajo ponía en letras luminosas: Los ahorradores de tiempo viven mejor Los ahorradores
de tiempo son dueños del futuro Cambia tu vida: ahorra tiempo Pero la realidad era muy otra. Es cierto que los ahorradores
de tiempo iban mejor vestidos que los que vivían cerca del viejo anfiteatro. Ganaban más dinero y podían gastar más. Pero
tenían caras desagradables, cansadas o amargadas y ojos antipáticos. Ellos, claro está, desconocían la frase: “¡Ve con Momo!”
No tenían a nadie que pudiera escucharles y les ayudara a volverse listos, amistosos o contentos. Pero incluso si hubieran
tenido a alguien así es más que dudoso que jamás hubieran ido a verle, a menos que se hubiera podido resolver la cuestión en
cinco minutos. Si no, lo habrían considerado tiempo perdido. Según decían, tenían que aprovechar incluso los ratos libres, con
lo que tenían que conseguir como fuera y a toda prisa diversión y relajación. Así que ya no podían celebrar fiestas de verdad,
ni alegres ni serias. El soñar se consideraba, entre ellas, casi un crimen. Pero lo que más les costaba soportar era el silen cio.
Porque en el silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba ocurriendo con su vida. Por eso hacían
ruido siempre que los amenazaba el silencio. Pero está claro que no se trataba de un ruido divertido, como el que reina allí
donde juegan los niños, sino de uno airado y pesimista, que de día en día hacía más ruidosa la ciudad. El que a uno le gustara
su trabajo y lo hiciera con amor no importaba; al contrario, eso sólo entretenía. Lo único importante era que hiciera el
máximo trabajo en el mínimo de tiempo. En todos los lugares de trabajo de las grandes fábricas y oficinas colgaban carteles
que decían: El tiempo es precioso — no lo pierdas El tiempo es oro — ahórralo Había carteles parecidos en los escritorios de
los jefes, sobre los sillones de los directores, en las salas de consulta de los médicos, en las tiendas, restaurantes y almacenes
e incluso en las escuelas y parvularios. No se libraba nadie. Al final, incluso la propia ciudad había cambiado más y más su
aspecto. Los viejos barrios se derribaban y se construían casas nuevas en las que se dejaba de lado todo lo que parecía
superfluo. Se evitaba el esfuerzo de construir las casas en función de la gente que tenía que vivir en ellas, porque entonces se
tendrían que construir muchas casas diferentes. Resultaba más barato y, sobre todo, ahorraba tiempo, construir las casas
todas iguales. Al norte de la ciudad se extendían ya inmensos barrios nuevos. Se alzaban allí, en filas interminables, las ca sas
de vecindad de muchos pisos, que se parecían entre sí como un huevo a otro. Y como todas las casas eran iguales, también las
calles eran iguales. Y estas calles monótonas crecían y crecían y se extendían hasta el horizonte: un desierto de monotonía.
Del mismo modo discurría la vida de los hombres que vivían en ellas: derechas hasta el horizonte. Porque aquí, todo estaba
calculado y planificado con exactitud, cada centímetro y cada instante. Nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en
realidad ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más
fría. Los que lo sentían con claridad eran los niños, pues para ellos nadie tenía tiempo. Pero el tiempo es vida, y la vida resid e
en el corazón. Y cuanto más ahorraba de esto la gente, menos tenía.
DIA 18
Espero curarme de ti
Jaime Sabines

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las
prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se
puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a
calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre
dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de
tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo,
acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es
muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
DÍA 19
Salsa de XÓMITL.
El xómitl se encuentra en grandes cantidades en las zonas húmedas y lacustres, en el valle de Cuautla,
Cuernavaca Morelos. Es un hemíptero pemptatomido (especie de chinche), su nombre científico es euchistus
zopilotensis.

Ingredientes:

Medio kilo de tomate verde


250 gramos de chile verde al gusto.
Jumiles

Datos nutricionales:

Los jumiles o chumiles contienen altas cantidades de vitaminas, riboflavina, niacina y yodo. El 6 de noviembre, se
celebra en Taxco, el día del Jumil.

Preparación:

En algunos los pueblos de México, los jumiles se comen vivos, o se muelen y se hace una salsa con ellos. En la
época moderna los hervimos como hacemos con los chapulines.

Se hierven los jumiles en agua con sal, se escurren y se tuestan en el comal. Enseguida se muelen en el metate
junto con el resto de los ingredientes. Se come en tortillas recién hechas o como salsa para carnes.

Buen Provecho.
DIA 20
DIA 21
1 El parque de diversiones.
El parque de diversiones era el más grande de todo el planeta Plutón porque de todo tenía un poco: anfiteatros, parques,
acuarios, montañas rusas, pistas de patinaje, tiendas, salas recreativas, centros de comida, un planetario y un circo. Se había
convertido en uno de los centros turísticos más fructíferos e interesantes de los pocos que poseía Plutón, e incluso, desde el
espacio, podía verse la telaraña de luces del parque sobre la superficie del planeta. Como nunca amanecía ni mucho menos
era de día, Plutón estaba siempre destinado a la noche, lo que le daba una suerte de aspecto carnavalesco y muy de Noche de
Brujas, pero nadie se quejaba, a pesar de que a causa de ello, la piel de los plutonianos era blanca y fría, y llevaban unas ojeras
de ríete tú de los vampiros. El lugar estaba abierto las 24 horas (18, a decir verdad, que es lo que dura un día en Plutón), así
lloviese, relampaguease o cayese una lluvia de meteoritos; a cualquier hora se podía entrar, y para el personal que operaba
las atracciones eso nunca era un problema, pues todo estaba controlado mayormente por robots y por indocumentados
ilegales de Saturno que eran capaces de trabajar hasta el borde de la muerte por un sueldo miserabilísimo, con tal de que no
los llevaran de vuelta a las recalcitrantes y poco conocidas minas del Olimpus Mons. La directiva de contaba con varios
ejecutivos filántropos, por lo que se daba el lujo de tener un departamento de rehabilitación de criminales, a quienes les
hacían trabajar girando la enorme manilla de la Rueda de la Fortuna, o llevando entre los brazos los palotes que arrastraban
las carrozas para niños ricos, pudiéndose estos dar el lujo de pegarles latigazos en la espalda cada vez que desearan ir más
rápido (huelga decir que tenían especial precaución con los niños de seis brazos). Desde las plazas, siempre podía verse un
mosaico de torres de fantasía asomándose por encima de los árboles negros, con escalerillas en torno a ellas, que terminaban
en formas cónicas, parecidas a la de un sombrero de bruja, típica de castillos clásicos. Justo en el centro del parque se hallaba
la cúpula del planetario, desde donde se proyectaba un abismal telescopio dorado de varios cientos de metros de altura, en el
que se examinaba constantemente a los gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero que sin embargo no ofrecía una vista muy
aceptable de los misteriosos planetas sólidos que se hallaban después del cinturón de asteroides. El sol se veía como una
bellísima y mediana estrella fugaz azulada de cuatro brazos. Las parejas de enamorados subían en ocasiones la colina artificial
para sentarse y ver, hombro a hombro, el inacabable espectáculo palpitante. Otros, en cambio, preferían sentarse en los
banquillos alrededor del lago, para arrojar harpías de maíz (nombre que le dan a las palomitas, a las que hacen crecer
descontroladamente con un aceite mutante, enarbolando el descarado clima hiperconsumista de Plutón) a una especie de pez
sin ojos que no tardaba en asomar su boca para tragarse el bocado. Más allá, cerca de la galería AV (Artistas Vagabundos), en
la Plaza Mayor, se hallaba un carrito que vendía algodones de azúcar. La larga fila de chiquillos esperaba su turno para reci bir
el delicioso dulce. Y es aquí donde nuestra historia comienza… La chica que atendía el puesto, bajita, verde y cabezona, de
orejas largas y puntiagudas, llevaba un gorrito blanco sobre el cráneo. Sus lindos ojazos azules, maquillados con varias
tonalidades violetas, estaban fijos hacia dentro del hueco de la máquina, donde introducía el brazo, sosteniendo la barquilla,
obrando formas y figuras con el algodón que eran todas unas obras de arte. Un par de retumbos arruinaron uno que
empezaba a obtener la forma de la cabeza de un unicornio. Levantó la mirada, y abrió los ojos como platos, mientras sus
pupilas se hacían cada vez más diminutas.
DIA 22
PRIMERA PARTE
POPOL VUH
CAPÍTULO PRIMERO

Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil,
callado y vacía la extensión del cielo.
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal,
pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas, ni bosques: sólo el cielo
existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su
extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera
ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible solo y tranquilo.
No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el
Formador, Tepeu, Gucumatz, los progenitores, estaban en elagua rodeados de claridad.1 Estaban
ocultos bajo plumas verdes y azules,2 por eso se les llama Gucumatz. De grandes sabios, de
grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del
Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la
noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando;
se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera
debía aparecer el hombre.3 Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los
bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la
noche por el Corazón el Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es RaxaCaculhá.
Y estos tres son el corazón del Cielo.
4
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la
claridad, como se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el
sustento.
—¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe (el espacio), que
surja la tierra y que se afirme!. Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No
habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana el
hombre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: —
¡Tierra!, dijeron y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del
agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los
valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gucumatz diciendo: —¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú,
Huracán y tú, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá!

—Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.


Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua,
los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas
cuando aparecieron las altas montañas. Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el
Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron,
cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar
sobre su feliz terminación.
DIA 23
Harry Potter and the Sorcerer’s Stone

By J.K. Rowling

CHAPTER ONE
The Boy Who Lived

Mr. and Mrs. Dursley, of number four, Privet Drive, were proud to say that they were perfectly
normal, thank you very much. They were the last people you’d expect to be involved in anything
strange or mysterious, because they just didn’t hold with such nonsense.
Mr. Dursley was the director of a firm called Grunnings, which made drills. He was a big, beefy
man with hardly any neck, although he did have a very large mustache. Mrs. Dursley was thin
and blonde and had nearly twice the usual amount of neck, which came in very useful as she
spent so much of her time craning over garden fences, spying on the neighbors. The Dursleys
had a small son called Dudley and in their opinion there was no finer boy anywhere.

The Dursleys had everything they wanted, but they also had a secret, and their greatest fear was
that somebody would discover it. They didn’t think they could bear it if anyone found out about
the Potters. Mrs. Potter was Mrs. Dursley’s sister, but they hadn’t met for several years; in fact,
Mrs. Dursley pretended she didn’t have a sister, because her sister and her good-for-nothing
husband were as unDursleyish as it was possible to be. The Dursleys shuddered to think what the
neighbors would say if the Potters arrived in the street. The Dursleys knew that the Potters had a
small son, too, but they had never even seen him. This boy was another good reason for keeping
the Potters away; they didn’t want Dudley mixing with a child like that.

When Mr. and Mrs. Dursley woke up on the dull, gray Tuesday our story starts, there was
nothing about the cloudy sky outside to suggest that strange and mysterious things would soon
be happening all over the country. Mr. Dursley hummed as he picked out his most boring tie for
work, and Mrs. Dursley gossiped away happily as she wrestled a screaming Dudley into his high
chair.

None of them noticed a large, tawny owl flutter past the window.
DÍA 24
Veinte mil leguas de viaje submarino
Julio Verne
(Fragmento)

Hacia las dos de la mañana reapareció con no menor intensidad el foco luminoso, a unas cinco millas a barlovento del
Abraham Lincoln. A pesar de la distancia y de los ruidos del viento y del mar, se oían claramente los formidables coletazos d el
animal y hasta su jadeante y poderosa respiración. Se diría que en el momento en que el enorme narval ascendía a la
superficie del océano para respirar, el aire se precipitaba en sus pulmones como el vapor en los vastos cilindros de una
máquina de dos mil caballos. «¡Hum!, una ballena con la fuerza de un regimiento de caballería sería ya una señora ballena»,
pensé. Permanecimos alertas hasta el alba. Se iniciaron los preparativos de combate. Se dispusieron los aparejos de pesca a l o
largo de las bordas. El segundo de a bordo hizo cargar las piezas que lanzan un arpón a una distancia de una milla y las que
disparan balas explosivas cuyas heridas son mortales hasta para los más poderosos animales. Ned Land se había limitado a
aguzar su arpón, que en sus manos se convertía en un arma terrible. A las seis comenzó a despuntar el día, y con las primeras
luces del alba desapareció el resplandor eléctrico del narval. A las siete era ya de día, pero una bruma matinal muy espesa,
impenetrable para los mejores catalejos, limitaba considerablemente el horizonte, ante la cólera y la decepción de todos. Subí
hasta la cofa de mesana. Algunos oficiales estaban ya encaramados en lo alto de los mástiles. De repente, y al igual que en l a
víspera, se oyó la voz de Ned Land: -¡La cosa en cuestión por babor, atrás! Todas las miradas convergieron en la dirección
indicada. A una milla y media de la fragata, un largo cuerpo negruzco emergía de las aguas en un metro, aproximadamente. Su
cola, violentamente agitada, producía un considerable remolino. Jamás aparato caudal alguno había batido el mar con tal
violencia. Un inmenso surco de blanca espuma describía una curva alargada que marcaba el paso del animal. La fragata se
aproximó al cetáceo, y pude observarlo con tranquilidad. Los informes del Shannon y del Helvetia habían exagerado un poco
sus dimensiones. Yo estimé su longitud en unos doscientos cincuenta pies tan sólo. En cuanto a su grosor, no era fácil
apreciarlo, pero, en suma, el animal me pareció admirablemente proporcionado en sus tres dim ensiones. Mientras observaba
aquel ser fenomenal, vi cómo lanzaba dos chorros de agua y de vapor por sus espiráculos hasta una altura de unos cuarenta
metros. Eso me reveló su modo de respiración, y me permitió concluir definitivamente que pertenecía a los vertebrados, clase
de los mamíferos, subclase de los monodelfos, grupo de los pisciformes, orden de los cetáceos, familia... En este punto no
podía pronunciarme todavía. El orden de los cetáceos comprende tres familias: las ballenas, los cachalotes y los delfines, y es
en esta última en la que se inscriben los narvales. Cada una de estas familias se divide en varios géneros, cada género en
especies y cada especie en variedades. Variedad, especie, género y familia me faltaban aún pero no dudaba yo de que ll egaría
a completar mi clasificación, con la ayuda del cielo y del comandante Farragut. La tripulación esperaba impaciente las órdenes
de su jefe Tras haber observado atentamente al animal, el comandante llamó al ingeniero, quien se presentó
inmediatamente. -¿Tiene suficiente presión? -le preguntó el comandante. -Sí, señor -respondió el ingeniero. -Bien, refuerce
entonces la alimentación, y a toda máquina. Tres hurras acogieron la orden. Había sonado la hora del combate. Unos
instantes después, la dos chimeneas de la fragata vomitaban torrentes de humo negro y el puente se movía con la trepidación
de las calderas. Impelido hacia adelante por su potente hélice, el Abraham Lincoln se dirigió frontalmente hacia el animal. Éste
le dejó aproximarse, indiferente, hasta medio cable de distancia, tras lo cual se alejó sin prisa, limitándose a mantener su
distancia sin tomarse la molestia de sumergirse. La persecución se prolongó así durante tres cuartos de hora,
aproximadamente, sin que la fragata consiguiera ganarle al cetáceo más de dos toesas. Era evidente que con esa marcha la
fragata no le alcanzaría nunca
DIA 25
La Zona Arqueológica del Cerro de la Estrella que custodia el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta),
ubicada en la delegación Iztapalapa del Distrito Federal, fue conocida en la época prehispánica como el sitio dedicado a la
ceremonia del Fuego Nuevo Huizachtecatl, sitio de profunda importancia para los pobladores del Altiplano y sus alrededores
debido a que en él se realizaba la ceremonia del Fuego Nuevo, mediante el sacrificio de un prisionero para evitar la muerte del
Sol, deidad a la que adoraban.
El Cerro de la Estrella se localiza en el sureste de la Ciudad de México, a una altitud de dos mil 460 metros sobre el nivel
del mar y su cumbre de encuentra a 224 metros sobre el nivel medio del valle de México. Su acceso es por calzada Ermita-
Iztapalapa; antes de llegar a avenida Rojo Gómez se toma el camino que lleva al lugar conocido como El Calvario.
El paso con vehículo está permitido sólo hasta el museo de sitio, (abierto de lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, con
acceso libre) en el que se exponen piezas de culturas que se asentaron en este lugar, desde el Preclásico Medio (1000 a.C.) hasta
la llegada de los españoles, según estudios arqueológicos.
De acuerdo con un texto del arqueólogo Enrique Méndez Martínez, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia, los primeros pobladores del sitio se asentaron en las laderas del Huizachtecatl, donde fundaron aldeas, practicaron una
incipiente agricultura y tuvieron una organización social rudimentaria. Se cree que estos grupos realizaron los petroglifos que se
localizan en el lugar conocido como Cerro Chiquito.
En la parte poniente de Huizachtecatl se han descubierto materiales cerámicos y líticos que al parecer corresponden a los
años 500 al 100 a.C. y se asemejan a los que fueron localizados en la región de Zacatenco. Las construcciones que se edificaron
entre los años 100 y 650 d.C. se encuentran en la parte norte, y sus restos consisten en cimientos y muros de palacios que
presentan influencia teotihuacana.
Algunos vestigios arqueológicos revelan la existencia de una zona habitacional en la mitad del cerro, la cual correspo nde al
horizonte Clásico Tardío (600 a 900 d.C.). En esa época se construyeron numerosas estructuras de tipo civil para atender el
aumento de la población. Desafortunadamente, las evidencias se han perdido bajo los actuales asentamientos.
Sahagún, Motolinía, Torquemada y los Anales de Cuautitlán, entre otras fuentes, señalan que alrededor de los años 900 y
1300 d.C. los chichimecas se asentaron en la parte poniente del cerro, donde fundaron el pueblo de Culhuacán.
Estos pobladores lograron importantes avances tecnológicos y sociales; al perecer estuvieron regidos por un sistema
teocrático y posteriormente, por una dinastía de reyes. Entre los años 1300 y 1521 d.C. los mexicas invadieron el área,
sometieron a sus habitantes y, para vigilarlos, fundaron el pueblo de Iztapalapa que junto con el de Culhuacán, tenía la función
de proteger por el sur a la Gran Tenochtitlan y de proporcionar alimentos a los habitantes del centro.
En esa época fueron construidas las plataformas que se encuentran en la cima del cerro. Los mexicas concebían el universo
como una gran flor de cuatro pétalos, en el centro de la cual se encontraba la Gran Tenochtitlan.
Cada pétalo representaba uno de los cuatro puntos cardinales; la región del este estaba simbolizada por el glifo de acatl
(caña), el oeste por el de calli (casa), en el norte por el de tecpatl (cuchillo de pedernal) y en el sur por el de tochitl (conejo).
Como una tradición heredada de los toltecas, adoraban al Sol, deidad que regía la vida de todos los seres y creían que para
agradarle era necesario alimentarlo con los corazones y la sangre de los guerreros que habían hecho prisioneros.
Por ello, cada 52 años, cuando coincidía el inicio de los calendarios (el religioso y el civil), la clase sacerdotal realizaba la
ceremonia del Fuego Nuevo para evitar la muerte del Sol, la cual, pensaban, ocasionaría la total oscuridad del universo,
permitiendo el surgimiento de los tsitsimeme, entes devoradores de seres humanos.
Al atardecer del gran día los sacerdotes principales se vestían con sus mejores galas y encabezados por el sacerdote del
barrio de Copolco, se dirigían a la cima de Huizachtecatl para iniciar la ceremonia. Previamente, se colocaba en el altar
principal del templo a un prisionero, al cual, llegaba la hora, se le prendía en el pecho un madero o mamahuastli para encender
el Fuego Nuevo; mientras tanto, la Gran Tenochtitlan y los pueblos de los alrededores de la gran laguna permanecían en
completa oscuridad.
El sacerdote principal del barrio de Copolco tomaba el fuego del pecho y lo transmitía a una hoguera. Posteriormente se
sacrificaba al prisionero, a quien se le extraía el corazón para arrojarlo a las llamas. Había mensajeros que se encargaban de
entregar el Fuego Nuevo en teas a los sacerdotes de los pueblos que habían acudido al Huizachtecatl.
En la Gran Tenochtitlan se colocaba frente a la deidad principal, desde donde se llevaba a los templos de los demás dioses,
y éstos a los aposentos de los grandes señores.
De acuerdo con las investigaciones, los colhuas fueron los primeros en utilizar la cima del cerro para realizar la ceremonia
del Fuego Nuevo o Toxiuhmopolli; las fuentes históricas señalan que en este lugar se llevaron a cabo cuatro de estas
ceremonias; en 1351, 1403, 1455 y 1507. La Gran Tenochtitlan fue tomada por los españoles antes de que la quinta de ellas
pudiera realizarse.
Los indicios más antiguos de ocupación humana en el territorio de Iztapalapa proceden del pueblo de Santa María
Aztahuacan. En ese lugar, en 1953 fueron encontrados los restos de dos individuos que, según los análisis de la Facultad de
Estudios Superiores de Zaragoza (UNAM) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, tienen una antigüedad
aproximada de 9 mil años.
Materiales arqueológicos más recientes indican la ocupación continua de las laderas del cerro de la Estrella, por lo menos
desde el Preclásico. En aquella época, aquí se debió establecer alguna aldea que estaba relacionada con la cultura de Cuicuilco.
El declive de esta cultura, cuyo centro era la población del mismo nombre en el sur del valle de México, debió ocurrir
aproximadamente en el siglo II d. C., y posiblemente esté relacionada con la erupción del volcán Xitle.
Hacia el final del Preclásico debió dar comienzo la ocupación de Culhuacán. Durante el periodo Clásico, Culhuacán, como
la mayor parte de las poblaciones del valle de México y de Mesoamérica, fue parte de un sistema de intercambio comercial que
tuvo a Teotihuacan como centro. Tras la caída de esta ciudad, aproximadamente en el siglo VIII d. C., algunos de sus
pobladores se refugiaron en los antiguos pueblos ribereños del lago de Texcoco como Culhuacán. Allí permaneció un reducto
cultural teotihuacano que se fusionó con los pueblos guerreros que migraban hacia el centro de México.
El Cerro de la Estrella es ahora también el escenario de la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, la festividad
religiosa más importante de la más poblada de las demarcaciones territoriales de la capital mexicana, que año con año atrae a
más de dos millones de personas.
Aunque la mayor parte de este cerro fue declarado parque nacional por Lázaro Cárdenas el 14 de agosto de 1938, el
crecimiento de la mancha urbana ocasionó la reducción del área protegida por el decreto y, por tanto, la pérdida de la categoría
de parque nacional para convertirse en una área natural protegida.
Este también es un sitio de esparcimiento para las familias. Hay miradores digitales y entre las actividades que suelen
practicar los visitantes, está el ciclismo de montaña, caminatas, paseos recreativos que pueden tener como culminación el
ascenso a lo más alto del basamento piramidal, desde el que se puede observar una panorámica de 360 grados del valle de
México. Elementos de seguridad resguardan el trayecto para que el visitante goce a plenitud la escalada del Cerro de la Estre lla.
(Con información de Notimex/RGT)
DIA 26

La sierra de Santa Catarina es una cadena montañosa que se localiza en el oriente de la ciudad de México. La
mayor parte de ella pertenece al territorio del Distrito Federal, y sólo uno de sus picos se localiza en el estado de
México. Fue declarada Área de Conservación Ecológica por el Gobierno del Distrito Federal, en el año de 1998. La
sierra está formada por los volcanes Xaltepec (2500 msnm), Tecuauhtzin o Santiago (2640 msnm), Guadalupe o El
Borrego (2820 msnm) y Volcán La Caldera (2400 msnm), y los cerros Yohualixqui (2420 msnm), Tetecón (2480
msnm) y de la Estrella (2460 msnm).
Durante el tiempo anterior a la desecación de los lagos del valle de México, la sierra de Santa Catarina formaba
una península que se conoce con el nombre de Iztapalapa, porque la población del mismo nombre se localizaba en
ella.
La sierra de Santa Catarina, como la de Guadalupe se encuentra expuesta a un grave deterioro ecológico. Sus
bosques han sido arrasados. En temporada de lluvias, las cumbres de Santa Catarina se cubren de una capa de
vegetación que les da un aspecto saludable. Sin embargo, entre los meses de octubre a mayo, cuando las lluvias
en la cuenca de México son escasas, es posible apreciar que está gravemente deforestadas. Por si esto fuera
poco, la serranía ha sido sometida a la explotación de sus yacimientos de tezontle, basalto y arena con fines de
construcción.
El Dr. Atl planeaba construir en la región un centro cultural para el oriente del valle de México. Sin embargo, este
plan nunca fue llevado a cabo. A partir de la década de 1960 proliferaron al pie de la sierra numerosos
asentamientos irregulares, y aunque la tendencia se ha reducido considerablemente, la zona urbana de la ciudad
de México amenaza con desaparecer la zona de conservación. La sierra de Santa Catarina es también una de las
regiones más pobres de la capital mexicana.
DIA 27
El diablo en la botella (fragmento)
R. L. Stevenson
Había un hombre en la isla de Hawaii al que llamaré Keawe; porque la verdad es que aún vive y que su nombre
debe permanecer secreto; pero su lugar de nacimiento no estaba lejos de Honaunau, donde los huesos de Keawe
el Grande yacen escondidos en una cueva. Este hombre era pobre, valiente y activo; leía y escribía tan bien como
un maestro de escuela; además era un marinero de primera clase que había trabajado durante algún tiempo en los
vapores de la isla y pilotado un ballenero en la costa de Hamakua. Finalmente, a Keawe se le ocurrió que le
gustaría ver el gran mundo y las ciudades extranjeras y se embarcó con rumbo a San Francisco.

San Francisco es una hermosa ciudad, con un excelente puerto y muchas personas adineradas; y, más en
concreto, existe en esa ciudad una colina que está cubierta de palacios. Un día, Keawe se paseaba por esta colina
con mucho dinero en el bolsillo, contemplando con evidente placer las elegantes casas que se alzaban a ambos
lados de la calle. «¡Qué casas tan buenas!», iba pensando, «y ¡qué felices deben de ser las personas que viven en
ellas, que no necesitan preocuparse del mañana!». Seguía aún reflexionando sobre esto cuando llegó a la altura de
una casa más pequeña que algunas de las otras, pero muy bien acabada y tan bonita como un juguete; los
escalones de la entrada brillaban como plata, los bordes del jardín florecían como guirnaldas y las ventanas
resplandecían como diamantes. Keawe se detuvo, maravillándose de la excelencia de todo. Al pararse, se dio
cuenta de que un hombre le estaba mirando a través de una ventana tan transparente que Keawe lo veía como se
ve a un pez en una cala junto a los arrecifes. Era un hombre maduro, calvo y de barba negra; su rostro tenía una
expresión pesarosa y suspiraba amargamente. Lo cierto es que mientras Keawe contemplaba al hombre y el
hombre observaba a Keawe, cada uno de ellos envidiaba al otro.

De repente, el hombre sonrió moviendo la cabeza, hizo un gesto a Keawe para que entrara y se reunió con él en la
puerta de la casa.

–Es muy hermosa esta casa mía –dijo el hombre, suspirando amargamente–. ¿No le gustaría ver las habitaciones?

Y así fue como Keawe recorrió con él la casa, desde el sótano hasta el tejado; todo lo que había en ella era
perfecto en su estilo y Keawe manifestó su gran admiración.

–Esta casa –dijo Keawe– es en verdad muy hermosa; si yo viviera en otra parecida, me pasaría el día riendo.
¿Cómo es posible, entonces, que no haga usted más que suspirar?

–No hay ninguna razón –dijo el hombre–, para que no tenga una casa en todo semejante a ésta, y aún más
hermosa, si así lo desea. Posee usted algún dinero, ¿no es cierto?

–Tengo cincuenta dólares –dijo Keawe–, pero una casa como ésta costará más de cincuenta dólares.

El hombre hizo un cálculo.

–Siento que no tenga más –dijo–, porque eso podría causarle problemas en el futuro, pero será suya por cincuenta
dólares.

–¿La casa? –preguntó Keawe.

–No, la casa no –replicó el hombre–; la botella. Porque debo decirle que aunque le parezca una persona muy rica y
afortunada, todo lo que poseo, y esta casa misma y el jardín, proceden de una botella en la que no cabe mucho
más de una pinta.

Y abriendo un mueble cerrado con llave, sacó una botella de panza redonda con un cuello muy largo; el cristal era
de un color blanco como el de la leche, con cambiantes destellos irisados en su textura. En el interior había algo
que se movía confusamente, algo así como una sombra y un fuego.

–Ésta es la botella –dijo el hombre; y, cuando Keawe se echó a reír, añadió–: ¿No me cree? Pruebe usted
mismo. Trate de romperla.

De manera que Keawe cogió la botella y la estuvo tirando contra el suelo hasta que se cansó; porque rebotaba
como una pelota y nada le sucedía.

–Es una cosa bien extraña –dijo Keawe–, porque tanto por su aspecto como al tacto se diría que es de cristal.
–Es de cristal –replicó el hombre, suspirando más hondamente que nunca–, pero de un cristal templado en las
llamas del infierno. Un diablo vive en ella y la sombra que vemos moverse es la suya, al menos lo creo yo. Cuando
un hombre compra esta botella, el diablo se pone a su servicio; todo lo que esa persona desee, amor, fama, dinero,
casas como ésta o una ciudad como San Francisco, será suyo con sólo pedirlo. Napoleón tuvo esta botella, y
gracias a su virtud llegó a ser el rey del mundo; pero la vendió al final y fracasó. El capitán Cook también la tuvo, y
por ella descubrió tantas islas; pero también él la vendió, y por eso lo asesinaron en Hawaii. Porque al vender la
botella desaparecen el poder y la protección; y a no ser que un hombre esté contento con lo que tiene, acaba por
sucederle algo.

–Y sin embargo, ¿habla usted de venderla? –dijo Keawe.

–Tengo todo lo que quiero y me estoy haciendo viejo –respondió el hombre–. Hay una cosa que el diablo de la
botella no puede hacer... y es prolongar la vida; y, no sería justo ocultárselo a usted, la botella tiene un
inconveniente; porque si un hombre muere antes de venderla, arderá para siempre en el infierno.

–Sí que es un inconveniente, no cabe duda –exclamó Keawe–. Y no quisiera verme mezclado en ese asunto. No
me importa demasiado tener una casa, gracias a Dios; pero hay una cosa que sí me importa muchísimo, y es
condenarme.

–No vaya usted tan de prisa, amigo mío –contestó el hombre–. Todo lo que tiene que hacer es usar el poder de la
botella con moderación, venderla después a alguna persona como estoy haciendo yo ahora y terminar su vida
cómodamente.

–Pues yo observo dos cosas –dijo Keawe–. Una es que se pasa usted todo el tiempo suspirando como una
doncella enamorada; y la otra que vende usted la botella demasiado barata.

–Ya le he explicado por qué suspiro –dijo el hombre–. Temo que mi salud esté empeorando; y, como ha dicho
usted mismo, morir e irse al infierno es una desgracia para cualquiera. En cuanto a venderla tan barara, tengo que
explicarle una peculiaridad que tiene esta botella. Hace mucho tiempo, cuando Satanás la trajo a la tierra, era
extraordinariamente cara, y fue el Preste Juan el primero que la compró por muchos millones de dólares; pero sólo
puede venderse si se pierde dinero en la transacción. Si se vende por lo mismo que se ha pagado por ella, vuelve
al anterior propietario como si se tratara de una paloma mensajera. De ahí se sigue que el precio haya ido
disminuyendo con el paso de los siglos y que ahora la botella resulte francamente barata. Yo se la compré a uno
de los ricos propietarios que viven en esta colina y sólo pagué noventa dólares. Podría venderla hasta por ochenta
y nueve dólares y noventa centavos, pero ni un céntimo más; de lo contrario la botella volvería a mí. Ahora bien,
esto trae consigo dos problemas. Primero, que cuando se ofrece una botella tan singular por ochenta dólares y
pico, la gente supone que uno está bromeando. Y segundo... , pero como eso no corre prisa que lo sepa, no hace
falta que se lo explique ahora. Recuerde tan sólo que tiene que venderla por moneda acuñada.

–¿Cómo sé que todo eso es verdad? –preguntó Keawe.

–Hay algo que puede usted comprobar inmediatamente –replicó el otro–. Deme sus cincuenta dólares, coja la
botella y pida que los cincuenta dólares vuelvan a su bolsillo. Si no sucede así, le doy mi palabra de honor de que
consideraré inválido el trato y le devolveré el dinero.

–¿No me ésta engañando? –dijo Keawe.

El hombre confirmó sus palabras con un solemne juramento.

–Bueno; me arriesgaré a eso –dijo Keawe–, porque no me puede pasar nada malo.

Acto seguido le dio su dinero al hombre y el hombre le pasó la botella.

–Diablo de la botella –dijo Keawe–, quiero recobrar mis cincuenta dólares.

Y, efectivamente, apenas había terminado la frase, cuando su bolsillo pesaba ya lo mismo que antes.

–No hay duda de que es una botella maravillosa –dijo Keawe.

–Y ahora muy buenos días, mi querido amigo, ¡y que el diablo le acompañe! –dijo el hombre.

–Un momento –dijo Keawe–, yo ya me he divertido bastante. Tenga su botella.


–La ha comprado usted por menos de lo que yo pagué –replicó el hombre, frotándose las manos–. La botella es
completamente suya; y, por mi parte, lo único que deseo es perderlo de vista cuanto antes.
DIA 28
DE UN PADRE AZTECA A SU HIJO

“Hijo mío, has salido de tu madre, como el pollo del huevo, y creciendo como él, te preparas para volar por el
mundo, sin que nos sea dado saber por cuanto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra preciosa que en
ti poseemos; pero sea lo que fuere, procura tu vivir rectamente.
Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio. No estés mudo para con los pobres y
atribulados; antes bien date prisa a consolarlos, con buenas palabras.
Honra a todos, especialmente a tus padres, a quienes debes obediencia, temor y servicio. Guárdate de imitar el
ejemplo de esos malos hijos, que a guisa de brutos, privados de razón, no reverencian a lo s que les han dado el
ser, ni quieren someterse a sus correcciones: porque quien sigue sus huellas tendrá fin desgraciado y morirá lleno
de despecho, o lanzado en un precipicio, o entre las garras de las fieras”.
“No te burles de los enfermos o de los quien tienen alguna imperfección en su cuerpo. No te mofes del que veas
cometer alguna culpa o flaqueza, ni se la eches en cara; confundete, al contrario, y teme que te suceda lo mismo
que te ofende en los otros.
No vayas a donde no te llaman, ni te ingieras en lo que no te importa. En todas tus acciones demuestra tu buena
crianza. Cuando converses con alguno, no lo molestes con tus manos, ni hables demasiado, ni interrumpas o
perturbes a los otros con tus discursos.
Si oyes hablar a alguno desacertadamente, y no te toca corregirlo, calla; si te toca, considera antes lo que vas a
decirle, y no le hables con arrogancia, a fin de que sea mas agradecida tu corrección”.
“Cuando alguien hable contigo, óyelo atentamente y en actitud comedida, o jugando con los pies, ni mordiendo la
capa, ni escupiendo demasiado, ni alzándote a cada instante si estás sentado; pues estas acciones son indicios de
ligereza y mala crianza”.
“Cuando te pongas a la mesa, no comas aprisa ni des señales de disgusto si algo no te agrada. Si a la hora de
comer viene alguno, parte con él lo que tienes, y cuando alguno coma contigo, no fijes en el tus miradas”.
“Cuando andes, mira por donde vas para que no te tropieces con los que pasan. Si ves a alguno por el mismo
camino, desvíate un poco para hacerle lugar. No pase nunca por delante de tus mayores, sino cuando sea
absolutamente necesario, o cuando ellos te lo ordenen. Cuando comas en su compañía, no bebas antes que ellos,
y sírveles lo que necesiten para granjearte su favor”.
“Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostraciones de gratitud. Si es grande no te envanezcas; si es
pequeño, no lo desprecies; no te indignes, ni ocasiones disgustos a quien te favorece. Si te enriqueces no te
insolentes con los pobres ni con los humildes; que los dioses que negaron a otro las riquezas para dártelas a ti,
pueden quitártelas para dárselas a otros. Vive del fruto de tu trabajo, porque así te será mas agradable el
sustento”.
“No mientas jamás. Cuando refieres a alguno lo que otro te ha contado, di la verdad pura sin añadir nada. No
hables mal de nadie. Calla lo malo que observes en otro si te toca corregirlo. No sea noticiero, ni amigo de crear
discordias. Cuando lleves algún recado, si el sujeto a quien se lo llevas se enfada y habla mal de quien lo envía no
vuelvas a él con esa respuesta, sino procura suavizarla y disimula cuando puedas lo que hayas oído, a fin de que
no se susciten disgustos y escándalos de que tengas que arrepentirte”.
No te entretengas en el mercado mas del tiempo necesario, pues en esos sitios abundan las ocasiones de correr
excesos”.
“No seas disoluto porque se indignarán de ti los dioses, y te cubrirán de infamia. Reprime tus apetitos, pues aún
eres joven y aguarda que llegue a edad oportuna la doncella que los dioses te han destinado p ara mujer. Déjalo a
su cuidado, pues ellos sabrán disponer lo que mas te convenga. Cuando llegue el momento de casarte no te
atrevas a hacerlo sin el consentimiento de tus padres, porque tendrás un éxito infeliz”.
“No hurte ni te des al robo; pues serás el oprobio de tus padres, debiendo mas bien de servirles de honra en
galardón de la educación que te han dado. Si eres bueno, tu ejemplo confundirá a los malos. No mas, hijo mio: esto
basta para cumplir las obligaciones de hijo. Con estos consejos quiero fortificar tu corazón.
No los olvides ni desperdicies, pues de ellos depende tu vida y toda tu felicidad”.
*Extraídas de las siete pinturas de la Colección Moctezuma, citadas por Clavijero. Tomadas de Motolinía y
Sahagún”
DIA 29
DIA 30
BAJO LA MISMA ESTRELLA
Capítulo 1.
A finales del invierno de mi decimoséptimo año de vida, mi madre llegó a la conclusión de que estaba deprimida,
seguramente porque apenas salía de casa, pasaba mucho tiempo en la cama, leía el mismo libro una y otra vez, casi nunca
comía y dedicaba buena parte de mi abundante tiempo libre a pensar en la muerte. Cuando leemos un folleto sobre el cáncer,
una página web o lo que sea, vemos que sistemáticamente incluyen la depresión entre los efectos colaterales del cáncer. Pero
en realidad la depresión no es un efecto colateral del cáncer. La depresión es un efecto colateral de estar muriéndose. (El
cáncer también es un efecto colateral de estar muriéndose. La verdad es que casi todo lo es.) Aunque mi madre creía que
debía someterme a un tratamiento, así que me llevó a mi médico de cabecera, el doctor Jim, que estuvo de acuerdo en que
estaba hundida en una depresión total y paralizante, que había que cambiarme la medicación y que además debía asistir
todas las semanas a un grupo de apoyo. El grupo de apoyo ponía en escena un elenco cambiante de personajes en diversos
estadios de enfermedad tumoral. ¿Por qué el elenco era cambiante? Un efecto colateral de estar muriéndose. El grupo de
apoyo era de lo más deprimente, por supuesto. Se reunía cada miércoles en el sótano de una iglesia episcopal de piedra con
forma de cruz. Nos sentábamos en corro justo en medio de la cruz, donde se habrían unido las dos tablas de madera, donde
habría estado el corazón de Jesús. Me di cuenta porque Patrick, el líder del grupo de apoyo y la única persona en la sala que
tenía más de dieciocho años, hablaba sobre el corazón de Jesús en cada puñetera reunión, y decía que nosotros, como
jóvenes supervivientes del cáncer, nos sentábamos justo en el sagrado corazón de Cristo, y todo ese rollo. En el corazón de
Dios las cosas funcionaban así: los seis, o siete, o diez chicos que formábamos el grupo entrábamos a pie o en silla de ruedas,
echábamos mano a un decrépito surtido de galletas y limonada, nos sentábamos en el «círculo de la confianza» y
escuchábamos a Patrick, que nos contaba por enésima vez la miserable y depresiva historia de su vida: que tuvo cáncer en los
huevos y pensaban que se moriría, pero no se murió, y ahora aquí está, todo un adulto en el sótano de una igl esia en la ciudad
que ocupa el puesto 137 de la lista de las ciudades más bonitas de Estados Unidos, divorciado, adicto a los videojuegos, casi
sin amigos, que a duras penas se gana la vida explotando su pasado cancerígeno, que intenta sacarse poco a poco un máster
que no mejorará sus expectativas laborales y que espera, como todos nosotros, que caiga sobre él la espada de Damocles y le
proporcione el alivio del que se libró hace muchos años, cuando el cáncer le invadió los cojones, pe - ro le dejó lo que solo un
alma muy generosa llamaría vida. ¡Y TAMBIÉN VOSOTROS PODÉIS TENER ESA GRAN SUERTE! Luego nos presentábamos:
nombre, edad, diagnóstico y cómo estábamos en ese momento. «Me llamo Hazel —dije cuando me llegó el turno—. Dieciséis
años. Al principio tiroides, pero hace mucho hizo metástasis en los pulmones. Y estoy muy bien.»
DIA 31
Romeo y Julieta
Romeo: ¡Qué bien hace escarnio del dolor ajeno quien jamás ha sentido dolores...! (Julieta frente a la
ventana). ¿Pero qué luz se deja ver allí? ¿Es el sol que sale ya por los balcones de levante? Sal, hermoso
sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojerosa porque vence tu hermosura
cualquier ninfa de tu coro. Por esa razón viste de color amarillo. ¡Qué terco es quien se arree con sus galas
marchitas! ¡Es mi vida, es amor el que aparece! ¿Cómo podría yo decirle que es señora de mi alma? Nada
me dijo. Sin embargo ¿qué importa? Sus ojos hablarán, y yo contestaré. ¡No obstante qué atrevimiento el
mío, si no me dijo nada! Los dos más bellos luminares del cielo le ruegan que los reemplace durante su
ausencia. Si sus ojos relumbraran como astros en el cielo, su luz sería suficiente para ahogar los restantes
como el fulgor del sol mata el de una antorcha. ¡Tal cascada de luz manaría de sus ojos, que haría
despertar a las aves a medianoche, y corear su canción como si hubiese llegado el alba! Ahora coloca la
mano en la mejilla. ¿Quién pudiera tocarla como el guante que la cubre?
Julieta: ¡Pobre de mí!
Romeo: ¡Habló! Siento de nuevo su voz. ¡Ángel de amores que en medio de la noche te me apareces, como
emisario de los cielos a la asombrada vista de los mortales, que deslumbrados te observan cruzar con
vuelo muy rápido las esferas, y mecerse en las alas de las nubes!
Julieta: ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no renuncias al nombre de tus padres? Y si
careces de valor para tanto, ámame, y no me tendré por Capuleto.
Romeo: ¿Qué debo hacer, continúo escuchándola o hablo?
Julieta: Acaso no eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué quiere decir
Montesco? No es pie ni mano ni brazo ni rostro ni fragmento de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas
otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de
otra manera. Asimismo mi adorado Romeo, pese a que tuviera otro nombre, conservaría todas las buenas
cualidades de su alma, que no las tiene por herencia. Deja tu nombre, Romeo, y a cambio de tu nombre que
no es cosa esencial, toma toda mi alma.
Romeo: Si de tu palabra me adueño, llámame tu amante, e imaginaré que me he bautizado otra vez y que he
perdido el nombre de Romeo.
Julieta: ¿Y quién eres tú que, en medio de la oscuridad de la noche vienes a sorprender mis secretos?
Romeo: No sé de cierto mi nombre, debido a que tú detestas ese nombre, amada mía, y si yo pudiera lo
extirparía de mi pecho.
Julieta: Contadas expresiones he oído de esa boca, no obstante te reconozco. ¿No eres Romeo? ¿No eres
de los Montesco?
Romeo: No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te molesta.
Julieta: ¿Cómo has llegado hasta este sitio, y cuál es tu propósito? Los muros de esta puerta son altos y
no se pueden escalar; aquí podrías encontrar la muerte, siendo quien eres, si alguno de mis familiares te
encontrara.
Romeo: Con las alas que me dio el amor, salté los elevados muros; además, no le tengo miedo a tus
familiares.
Julieta: Te matarán si te encuentran aquí.
Romeo: Diosa mía, tus ojos son más homicidas que las espadas de veinte familiares tuyos. Obsérvame sin
enfado, y mi cuerpo se hará invencible.
Julieta: Daría un mundo porque no te hallaran.
Romeo: El velo lúgubre de la noche me protege de ellos. Sin embargo deseo morir a costa de sus manos,
amándome tú, que eludiéndolos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor.
Julieta: ¿Y quién te condujo hasta aquí?
Romeo: El amor me dijo dónde vivías. Él me aconsejó; guio mis ojos que yo le había entregado. Sin ser
lanchero, te juro que navegaría hasta la playa más lejana para enamorar joya tan estimada.
Julieta: Si no me cubriera el manto de la noche, el rubor de virgen invadiría mis mejillas, rememorando las
palabras que en esta noche me has escuchado. Inútilmente quisiera corregirlas o desmentirlas...
¡Resistencias inútiles! ¿Me amas? Tengo la seguridad de que responderás que sí, y yo lo creeré. No
obstante, podrías olvidar tu promesa, porque comentan que Jove se ríe de las deslealtades de los amantes.
Si me amas en verdad, Romeo, manifiéstalo con franqueza, y si piensas que soy fácil y me rindo a la
primera súplica, dímelo también, para que me ponga huraña y enfadada, y así debas suplicarme. Te quiero
mucho, Montesco, mucho, y no creas que soy ordinaria, antes he de ser más firme y constante que
aquellas que parecen altaneras debido a que son astutas. Te confesaré que más fing imiento hubiera
guardado contigo, si no me hubieras escuchado aquellas palabras que, sin pensarlo yo, demostraron toda
la pasión de mi corazón. Perdóname, y no juzgues como ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la
noche lo ha provocado.
Romeo: Te juro, amada mía, por los rayos de la luna que bañan la copa de estos árboles...
Julieta: No jures por la luna, que en su veloz desplazamiento cambia de apariencia cada mes. No vayas a
copiar su inconstancia.
Romeo: ¿Entonces, por quién juraré?
Julieta: No expreses ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el dios que adoro
y en quien he de creer.
Romeo: ¡Ojalá que la hoguera de mi amor...!
Julieta: No jures. Aunque estoy muy alegre de verte, esta noche no quiero escuchar esos juramentos que
parecen violentos y muy rápidos. Se parecen al rayo que se apaga, apenas surge. Márchate ahora; tal vez
cuando regreses haya llegado a abrirse, excitado por las brisas del verano, el capullo de esta flor. Adiós, ¡y
ojalá excite tu pecho en tan dulce calma como el mío!
Romeo: ¿Y solamente me das ese consuelo?
Julieta: ¿Y qué otro puedo ofrecerte esta noche?
Romeo: Tu fe por la mía.
Julieta: Te la di antes de que tú me la pidieras. Lo que lamento es no poder dártela de nuevo.
Romeo: ¿Pues qué? ¿De nuevo deseas quitármela?
Julieta: Sí, para ofrecértela de nuevo, pese a que esto fuera avaricia de un bien que ya poseo. No obstante
mi anhelo de ofrecértelo todo es tan profundo y no tiene límites como los abismos del mar. ¡Cuanto más te
doy, más quisiera darte! ... Sin embargo escucho ruidos dentro. ¡Hasta luego! No engañes mi esperanza...
Ama, allá voy ... Sé leal conmigo, Montesco mío. Aguarda unos minutos, regreso inmediatamente.
Romeo: ¡Noche, deliciosa noche! Sola fuente tengo miedo de que, por ser de noche, todo esto sólo sea un
hermoso sueño.
Julieta Asomada otra vez a la ventana): Únicamente te diré dos cosas. Si el propósito de tu amor es
desinteresado, si quieres casarte, díselo mañana al mandadero que te enviaré; dile en qué fecha y cómo
quieres realizar la sagrada ceremonia. Yo te sacrificaré mi vida e iré tras de ti por todo el mundo.
Ama (Llamando desde dentro): ¡Julieta!
Julieta: Enseguida voy. Sin embargo si son perversos tus propósitos, te ruego que...
Ama: ¡Julieta!
Julieta: Ya voy... Te ruego que renuncies a tu propósito, y me dejes a solas con mi pena. Mañana irá el
mandadero...
Romeo: Por la gloria...
Julieta: Que tengas buenas noches.
Romeo: No lo creo, pues ¿cómo han de ser buenas si no tengo tus rayos? El amor busca al amor como el
estudiante huye de sus libros, y el amor abandona al amor como el niño que deja sus juegos para regresar
al estudio.
Julieta (Otra vez frente a la ventana): ¡Romeo! ¡Romeo! ¡Oh, si yo tuviera la voz del cazador de cetreria, para
llamar de lejos a los halcones! Si yo pudiera hablar a gritos, se filtraria mi voz hasta en la gruta de la ninfa
Eco, y la ensordeceria repitiendo el nombre de mi Romeo.
Romeo: ¡Qué cautivante se escucha el tono de mi amada en la plácida noche, defensora de los amantes!
Más dulce es que música en oído alerta.
Julieta: ¡Romeo!
Romeo: ¡Alma mía!
Julieta: ¿A qué hora quieres que vaya mi criado mañana?
Romeo: A las nueve.
Julieta: Ten la certeza de que irá. Las horas se me harán siglos hasta que ésa llegue. No sé para qué te he
llamado.
Romeo: ¡Permíteme que me quede en este lugar hasta gue lo pienses!
Julieta: Con la felicidad que me provoca verte cerca se me olvidará perpetuamente en lo que pensaba,
recordando tu agradable compañía.
Romeo: Para que continúe tu olvido no he de marcharme.
Julieta: Ya amaneció; márchate... No obstante no quisiera que te apartaras más que el escaso tramo que
consiente apartarse al pajarillo la niña que lo tiene sujeto de una cuerda de seda, y que en algunas
ocasiones le suelta de la mano, y después lo apresa ansiosa, y lo suelta de nuevo.
Romeo: ¡Quisiera ser yo ese pajarillo!
Julieta: ¡Y yo también lo desearía! Pero sospecho que mis caricias te matarían. ¡Hasta luego, hasta luego!
Triste es la ausencia y muy dulce la despedida, que no sé cómo desprenderme de los hierros de esta
ventana.
Romeo: ¡Que el sueño inunde tus bellos ojos y la paz colme tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá fuera yo
la paz donde se duerme tu hermosura! De aquí me dirigiré adonde mora mi bondadoso confesor, para
pedirle que me aconseje en este trance.
DÍA 32
El libro de las tierras vírgenes o Libro de la Selva
Rudyard Kipling

Crujieron levemente las hierbas en la espesura; papá Lobo se agachó, pronto a dar el salto, con los cuartos traseros junto a la
tierra. De haber estado allí en acecho, hubieran podido ver ustedes la cosa más maravillosa del mundo: en el preciso
momento de estar saltando, se detuvo el lobo. Brincó antes de haber visto contra qué se lanzaba, y, repentinamente, trató de
detenerse. El resultado fue que salió disparado hacia arriba, verticalmente, hasta un metro o metro y medio de altura, y lueg o
cayó de nuevo en el mismo lugar. -¡Un hombre! -exclamó disgustado. Un cachorro humano. ¡Mira! Frente a él, apoyado en
una rama baja, se erguía, enteramente desnudo, un niño moreno que apenas sabía andar: una cosa, la más simpática y
pequeña, la más fina y gordinflona que jamás se había presentado de noche ante la caverna de un lobo. Miró a éste cara a
cara y se rio. -¿Es eso un cachorro de hombre? -dijo mamá Loba-. Nunca vi ninguno. Tráelo. Un lobo, si es preciso, puede
llevar un huevo en el hocico sin romperlo, pues está acostumbrado a mover de un lado al otro a sus propios pequeñuelos; de
esta manera, aunque se juntaron las quijadas de papá Lobo sobre la espalda del niño, ni un solo diente le arañó la piel, la que
apareció intacta al colocarlo aquel entre los lobatos. -¡Qué pequeño! ¡Qué desnudo! Y... ¡qué atrevido! -dijo dulcemente
mamá Loba. El niño se abría paso entre los cachorros para arrimarse al calor de la piel-. ¡Vaya! Ahora come con los demás. De
manera que éste es un cachorro de hombre, ¿eh? ¡A ver si hubo nunca un lobo que pudiera jactarse de contar con uno que
estuviera entre sus hijos!... -De eso oí hablar algunas veces, pero nunca respecto de nuestra manada o que hubiera ocurrido
en mis tiempos -contestó papá Lobo-. Carece completamente de pelo y bastaría que yo lo tocara con el pie para matarlo.
Pero, mira: nos ve y ni siquiera tiene miedo. De pronto, el resplandor de la luna que penetraba por la boca de la caverna
quedó interceptado por la enorme cabeza cuadrada y por una parte del pecho de Shere Khan que se asomaba a la entrada.
Tabaqui, detrás de él, le decía con voz aguda: -¡Señor, señor, se metió aquí! -Shere Khan nos honra por extremo con su visita -
dijo papá Lobo, pero sus iracundos ojos desmentían sus palabras-. ¿Qué desea Shere Khan? -Mi presa. Un cachorro humano
pasó por aquí. Sus padres huyeron. Dámelo. Como dijo papá Lobo, Shere Khan había saltado por encima de un fuego
encendido por los leñadores, y se sentía furioso por el dolor de las quemaduras que tenía en las patas. Sin embargo, papá
Lobo sabía muy bien que la boca de la caverna era suficientemente estrecha como para que no pudiera pasar por ella el tigre.
Aun en el sitio donde se encontraba Shere Khan, tenía que encoger penosamente sus patas y la parte superior de su pecho,
como le sucedería a un hombre que intentara pelear con otro dentro de una cuba. -Los lobos son un pueblo libre -le
respondió papá Lobo-. Sólo obedecen las órdenes del jefe de su manada y no las de un pintarrajeado cazador de reses como
tú. El cachorro de hombre es nuestro... para matarlo, si nos place. -¡Si nos place! ¡Si nos place! ¿Qué significa eso de si nos
place o no? ¡Por el toro que maté! ¡Es cosa de preguntarse hasta cuándo debo estar oliendo esta perruna guarida, para que se
me entregue lo que en justicia se me debe! iSoy yo, Shere Khan, el que les habla! Por todos los rincones de la caverna resonó
el rugido del tigre. Separándose de los lobatos mamá Loba se adelantó, fijando sus ojos en los ojos llameant es de Shere Khan;
y los ojos de la loba parecían dos verdes lunas brillando en la oscuridad. -Y yo soy Raksha (el demonio), quien te contesta. El
cachorro humano es mío, Lungri, mío y muy mío. No se le matará. Vivirá y correrá junto con nuestra manada y cazará con ella;
y, finalmente, y atienda bien su merced, señor cazador de desnudos cachorrillos.., devorador de ranas... matador de pocos...,
finalmente, él será quien, a su vez, lo cace a usted. Así que, ahora, ¡lárguese!, o por el sambliur que maté -pues yo no como
ganado hambriento-, le aseguro, fiera chamuscada de las selvas, que volverá su merced al regazo de su madre más coja aún
que al venir al mundo.
¡Lárguese!
DÍA 33
Leyenda del minotauro
En la isla de Creta, existía una bestia como ninguna otra en la tierra, esta era mitad toro y mitad
humano, fue producto de la venganza del dios del mar Poseidón, este había lanzado un hechizo para
hacer que la esposa del rey Minos se enamorara de un gran toro.
Cuando el rey Minos descubrió lo que sucedió dejo que el minotauro viviera con ellos, pero al pasar
los años este se volvía cada vez más violento, saciando su hambre con carne humana. Debido a esto
el rey Minos no podía dejar que esta bestia anduviera en su reino, fue por eso que mando a su mejor
arquitecto para construir una prisión. Después de pensar cual sería la mejor forma para mantener
encerrado al minotauro, el arquitecto decidió construir un laberinto de donde nadie nunca pudiera
salir. Fue tal su éxito que el mismo cuando lo termino estuvo a punto de quedar atrapado.
Una vez terminado el laberinto encerraron al minotauro en él, llevándole 7 hombres y 7 mujeres
cada año.
DIA 34
Mito de Medusa
En la mitología griega, Medusa (Μέδουσα Médousa, ‘guardiana’, ‘protectora’) era un monstruo femenino, que
convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Era una de las tres hermanas gorgonas hijas
de Forcis y Ceto. Medusa a diferencia de sus hermanas era la única mortal y la más bella, esta belleza impresionó
a Poseidón, quien la ultrajó, en el templo de Atenea.
La ira de Atenea fue tan grande al enterarse de lo ocurrido, que de inmediato castigó a Medusa; convirtiéndola
en un monstruo desalmado, igual a sus hermanas Esteno y Euríale. Con manos metálicas, colmillos afilados, y
unos ojos que petrificaban a quien los miraba directamente.
Además del castigo, Afrodita sentía celos de la hermosa cabellera que tenía Medusa, y por eso convirtió sus
cabellos en serpientes. Después de esto, Medusa fue desterrada a vivir en las tierras hiperbóreas.
Cuando Atenea, se enteró que Medusa estaba embarazada de Poseidón, ordenó su asesinato. El cual llevaría a
cabo Perseo ayudado de unas sandalias aladas que le había proporcionado Hermes, así como un escudo muy
brillante, que repelía el ataque de la luz letal de los ojos de Medusa. Perseo volando con sus sandalias, logró
ubicarse por encima de Medusa mientras dormía en su guarida, para cortarle la cabeza en un solo acto.
Con este corte, por el medio del cuello de Medusa, salieron sus hijos, Pegaso y el gig ante Crisaor. Se dice que los
corales del Mar Rojo se habían formado de la sangre de Medusa que salpicó las algas cuando Perseo dejó la
cabeza junto a la playa, incluso se decía que las víboras venenosas del Sáhara habían brotado de las gotas caídas
de su sangre. Esta cabeza fue para Atenea, que la utilizó como escudo en todas sus batallas.
La sangre derramada en la decapitación de Medusa fue celosamente guardada para fines que sólo los Dioses
conocían, ya que la sangre de su vena izquierda era un veneno mortal, y la de su lado derecho, tenía
características sanadoras que se utilizaba incluso para poder resucitar a los muertos.
DIA 35
El código da Vinci
8
Langdon no lograba apartar la vista de aquellas letras que brillaban sobre el suelo de madera. Le parecía totalmente inverosí mil
que aquellas fueran las últimas palabras de Jacques Saunière. El mensaje rezaba así:
13-3-2-21-1-1-8-5
¡Diavole in Dracon!
Límala, asno.

Aunque Langdon no tenía ni la más remota idea de qué significaba aquello, ahora entendía que, intuitivamente, Fache hubiera
relacionado el pentáculo con el culto al diablo. «¡Diavole in Dracon!» Saunière había dejado escrita una referencia li teral a
diablesas. Igualmente rara era la serie numérica. —Una parte al menos parece un mensaje cifrado.
—Sí —respondió Fache—. Nuestros criptógrafos ya están trabajando en ello. Creemos que tal vez los números contengan la
clave que nos diga quién lo mató. Puede que nos lleven a un teléfono o a algún tipo de identificación social. ¿Tienen para usted
algún significado simbólico? Langdon volvió a observar aquellos dígitos, con la sensación de que tardaría horas en aventurar
alguno. «Si es que había sido la intención de Saunière que lo tuvieran. A él le daba la sensación de que aquellos números eran
totalmente aleatorios. Estaba acostumbrado a las progresiones simbólicas que parecían tener algún sentido, pero en aquel caso
todo —el pentáculo, el texto, los números— parecía distinto a todos los niveles. —Antes ha supuesto —intervino Fache— que
los actos llevados a cabo por Saunière en esta galería eran un intento de enviar una especie de mensaje... de culto a la dios a o
algo así, ¿no? ¿Y cómo encaja entonces este escrito? Langdon sabía que la pregunta era retórica. Aquellas extrañas palabras no
encajaban para nada en su hipotético escenario de culto a la divinidad femenina, más bien todo lo contrario. «¿Diavole in
Dracon? ¿Límala, asno?» —Da la impresión de que el texto es una especie de acusación, ¿no le parece? Langdon intentó
imaginar los minutos finales del conservador, atrapado en la Gran Galería, solo, sabiendo que estaba a punto de morir. Parecía
lógico. —Sí, supongo que tiene sentido que intentara acusar a quien lo había matado. —Mi trabajo, claro está, consiste en
ponerle nombre a esa persona, así que permítame que le haga una pregunta, señor Langdon. Para usted, dejando de lado los
números, ¿qué parte del mensaje le resulta más rara? «¿Más rara?» Un hombre se había encerrado en la galería, se había
dibujado un pentáculo en el cuerpo y había escrito una acusación misteriosa en el suelo. ¿Había algo ahí que no fuera raro? —
¿La palabra «Dracon»? —aventuró, diciendo lo primero que se le pasó por la mente. Langdon estaba bastante seguro de que
una referencia a Dracon, el déspota legislador griego del siglo VII a.C., no era un último pensamiento demasiado probable —.
«Diavole in Dracon» no es una expresión demasiado corriente, ni siquiera en italiano. —Que sea más o menos corriente —en el
tono de Fache había un atisbo de impaciencia—, me parece a mí, no es lo más importante en este caso. Langdon no estaba
seguro de qué estaba pensando el capitán, pero estaba empezando a sospechar que se habría llevado muy bien con el legislador
griego. —Saunière era francés —dijo finalmente—. Vivía en París. Pero para escribir parte de este mensaje usó el... —Italiano
—cortó Langdon, entendiendo de pronto lo que Fache quería decir. El capitán asintió. —Précisement. ¿Alguna sugerencia?
Langdon sabía que Saunière tenía un conocimiento profundo del italiano, pero el motivo por el que había escogido ese idioma
para escribir sus últimas palabras se le escapaba por completo. Se encogió de hombros. Fache señaló el pentáculo del abdomen
de Saunière. —¿Nada que ver entonces con un culto al diablo? ¿Está seguro? Pero él ya no estaba seguro de nada. —La
simbología y el texto no parecen coincidir. Siento no poder serle de más ayuda. —Tal vez esto le aclare algo. —Fache se alejó
un poco del cuerpo y volvió a levantar la linterna de rayos ultravioleta de manera que el haz abarcara un ángulo más amplio —.
¿Y ahora? Para asombro de Langdon, en el suelo, alrededor del cuerpo del conservador, surgió un rudimentario círculo
brillante. Al parecer, Saunière se había tendido en el suelo y había pasado el rotulador varias veces alrededor de su cuerpo,
dibujando varios arcos y, básicamente, inscribiéndose él mismo dentro de un círculo. De repente lo vio claro. —El hombre de
Vitrubio —susurró Langdon. Saunière había creado una reproducción en tamaño natural del dibujo más famoso de Leonardo da
Vinci. Considerado el dibujo más perfecto de la historia desde el punto de vista de la anatomía, El hombre de Vitrubio se había
convertido en un icono moderno de cultura y aparecía en pósters, alfombrillas de ratón y camisetas de todo el mundo. El famoso
esbozo consistía en un círculo perfecto dentro del que había un hombre desnudo... con los brazos y las piernas extendidos.
«Leonardo da Vinci.» Le recorrió un escalofrío de asombro. La claridad de las intenciones de Saunière no podía negarse. En los
instantes finales de su vida, el conservador se había despojado de la ropa y se había colocado en una postura que era la clar a
imagen de El hombre de Vitruvío, de Leonardo.
DÍA 36
El niño que enloqueció de amor

¡Cómo me pesa, cómo me pesa haberlo hecho! He sido un idiota, un animal. Y todo lo he perdido, y para siempre, tal vez, No
sé qué voy a hacer ahora. ¡Dios mío, Virgen Santa, que se arregle esto! Pero si ya no es posible, si ya ni como a un niño me
quiere... ¡Qué desesperación! No, si no puede ser. Angélica mía, perdóname, ten compasión de mí, que soy muy desgraciado.
Nunca más seré grosero. Es que soy celoso y me volví loco. ¿Qué me daría? Debe de haber sido cosa del diablo... Me había
acostumbrado a ir todas las tardes. Nunca me animaba a pasar de la esquina; pero por las puertas del almacén la divisaba, y
aunque fuera temblando de impresión y de nerviosidad, pasaba el rato y me venía conforme. Pero ayer, yo que me asomo, y veo
que está con el bandido ese del Jorge en el balcón. Si hubiesen estado los demás de la casa, siquiera... pero no, los dos solos,
juntitos, y él le hablaba con la cara muy cerca de la suya y ella se reía. Y, ¡claro!, ¿cómo iba a poder contenerme? Todo fue
verlos y obscurecérseme toda la calle y zumbarme los oídos, y correr y subirme a su casa... —Yo lo mato, lo mato,—iba
diciendo por el camino, me acuerdo, pero en cuanto me vi ya en la mampara y preguntaron quién es y yo no sabía quién decir,
se me cortó el ánimo y me quedé como un tonto y con un dolor aquí atrás, en la nuca, terrible. Y la sirvienta me abrió y me hizo
entrar hasta el balcón, y ella, muy alegre, me besó y me preguntó varias cosas, pero yo no le podía contestar. Entonces me dice
él, con un tono de gran personaje, el muy imbécil: —¿Cómo estás, chiquitín?— Y tampoco le contesto, sino que lo miro con un
odio atroz. Entonces se miran los dos muy admirados, y él me pone la mano en la cabeza y yo se la quito de un manotón. Y él
me dice no sé qué cosas más, como haciéndome bromas. Yo no le contesté nada todavía, pero ya cuando me preguntó que por
qué estaba tan furioso, le dije: —Cállese, intruso, animal, bestia. ¿No se había ido al campo?— Y ella,... no lo haría por
maldad,... pero me reprendió y me dijo que eso estaba muy mal hecho y que era muy feo, y que de cuándo acá me había vuelto
un niño grosero y mal criado. No lo haría por maldad, pero... entonces, peor, pensé yo, porque rabia sí que se le conocía en la
cara; y le contesté que más feo era lo que estaba haciendo ella con ese tipo ahí. Entonces se puso más enojada porque le decía
tipo al otro,... tanto, que primero me asusté y después solté el llanto y me salí a la galería. Ella salió riéndose, entonces , detrás
de mí, y ya me habló con suavidad otra vez y, afuera, me dio un beso y me quiso tomar en brazos, pero yo no soy ningún
imbécil y me limpié la cara donde me había besado y no la dejé que me tocara. —¡Qué chiquillo más divertido! ¡Celoso! ¡Qué
divertido!—decía la muy... ¿Y no quería también que volviera y le dijese a él que me disculpara?... Que porque era muy bueno
y la quería mucho a ella... Pues menos que nunca, en ese caso. Así se lo dije. Y ahí fue la grande: se puso muy seria, de ver dad;
me estuvo mirando un rato, callada; luego me volvió a hablar: — Anda, vamos, no te pongas antipático.— Me dio una rabia... Y
como le dije que más antipática estaba ella, (porque la odié con toda mi alma en ese instante,) me gritó: —¡Al diablo, chiquillo
tonto! Mañana te voy a acusar a tu mamá estas gracias, verás.— Y se 24 fue y ya no regresó. Qué más, no sé, sino que llegué a
casa enfermo y llorando a gritos. Mi mamá me preguntó que qué me dolía y yo le dije que el estómago. Y me acostaron y me
hicieron la mar de remedios y me dieron un purgante. Así es que, encima de todo, tuve que soplarme aceite de castor. Pero ya
había dicho yo que era el estómago y todos decían: —Cólico, es cólico.— Además, así podía llorar con motivo. A veces no
quería llorar más, de pena de ver a mi mamá tan afligida, pero no podía sujetar el llanto, era imposible... Lo raro es que no me
desvelé. Al contrario, me quedé dormido muy temprano y sin saber cómo. Hasta que hoy desperté, ya muy tarde, cuando mis
hermanos se habían ido al colegio sin mí. Yo no voy a ir en todo el día, porque estoy como atontado, y además quiero estar aquí
cuando llegue Angélica para pedirle perdón y que no me acuse a mi mamá... No ha venido, me he pasado todo el día temblando
de verla llegar y, al mismo tiempo, deseando que viniera para ver si hablaba con ella. Pero no ha venido. ¿Qué será? Ahora me
pesa no haber ido al liceo, porque así habría pasado a su casa después y le hubiera pedido perdón; en tanto que ahora me sigue
el susto...
DIA 37
La Metamorfosis de Franz Kafka
I
Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un
monstruoso insecto". Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía
un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía
mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el
resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos. «¿Qué me ha ocurrido?», pensó. No era un sueño. Su habitación,
una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por
encima de la mesa, sobre la que se encontraba extendido un muestrario de paños desempaquetados – Samsa era viajante de
comercio –, estaba colgado aquel cuadro, que hacía poco había recortado de una revista y había colocado en un bonito marco
dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una boa” de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y
levantaba hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cual había desaparecido su antebrazo. La mirada de Gregor
se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alfeizar de la ventana –
le ponía muy melancólico. «¿Qué pasaría – pensó – si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?» Pero esto era
algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía
ponerse de ese lado.
Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a ba lancear sobre la espalda. Lo intentó
cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a
notar en el 2 costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido. «iDios mío!», pensó.
DIA 37
Los hematófagos
Las historias de vampiros se originaron en el Lejano Oriente, sin embargo, con el pasar del tiempo fueron
difundidas por los mongoles hacia el Mediterráneo y Europa Oriental a lo largo de la ruta de la seda. Allí se
mezclaron con las creencias populares generadas a partir del sadismo de algunos señores feudales (como Vlad
Tepes y Elizabeth Bathory) y las características de algunas enfermedades comunes en la región de aquel
entonces: anemia, tuberculosis, rabia y pelagra por mencionar algunas.
Las primeras dos confieren al individuo afectado un aspecto pálido y emaciado (el arquetipo clásico del vampiro),
en tanto que las últimas dos presentan particularidades que moldean con mayor precisión la figura del vampiro. La
pelagra (también conocida como enfermedad de las cuatro des: dermatitis, demencia, diarrea, defunción) se debe
a la deficiencia en niacina, una vitamina del complejo b, o de su precursor el aminoácido triptófano, lo cual provoca
la atrofia de los epitelios, tanto de la piel como del tracto digestivo, así como una degeneración neuronal.
Lo anterior explica la existencia de dermatitis, que suele empeorar con la exposición a la luz solar, además de la
demencia, insomnio y disfagia, propios del cuadro clínico. El daño en la mucosa oral se manifiesta como sangrado,
aumento en el volumen y eritema de las encías, que termina por dar la impresión de poseer dientes
desproporcionados o colmillos. Por otra parte, la rabia (una infección viral del encéfalo) ocasiona en una de sus
fases una gran excitabilidad del sistema nervioso central, de tal manera que el menor estímulo resulta doloroso.
Por esta razón se podían desencadenar contracciones musculares intensas al ingerir ajo y agua —esto último se
designa como hidrofobia. Incluso el observar la imagen propia reflejada en un espejo puede resultar pavoroso.
Además, el hecho de que se trate de una enfermedad que se transmite por medio de la mordida de un mamífero
infectado, como los cánidos, bien pudo alimentar esta conexión que algunas personas han querido establecer con
los licántropos.
Sin embargo, no se puede pasar por alto otra entidad que, aunque no tan frecuente como las anteriores en su
tiempo, fundamenta magistralmente varias de las características vampíricas: el ya mencionado grupo de
enfermedades conocidas como porfirias, que provoca sensibilidad luminosa, desfiguraciones en cuerpo y rostro,
alteraciones dentales y cambios en el color de la orina.
De acuerdo con su significado etimológico, porfura quiere decir “púrpura”, muy probablemente debido al halo facial
heliótropo rojopurpúreo presente en algunos de los individuos afectados, aunque también podría hacer referencia
al polvo fino que produce la descamación de la piel dañada.
El conocimiento de estas enfermedades ha avanzado bastante desde los primeros estudios de Günther en 1912;
en ellas, los metabolitos tetrapirrólicos (moléculas construidas con cuatro anillos de pirrol, un heterociclo aromático
de fórmula c4h5n) se acumulan debido a deficiencias en la dotación o la actividad que puede ocurrir en siete de las
ocho enzimas involucradas en la síntesis del protohemo ix (grupo hemo).
Estos desórdenes se clasifican como hepáticos o eritropoyéticos, dependiendo del sitio primario de
sobreproducción y acumulación de las porfirinas. Las manifestaciones principales de las porfirias hepáticas son
neurológicas (incluyendo dolor abdominal neuropático, parestesias y alteraciones mentales, sintomatología
conocida también como triada de Günther), mientras que las porfirias eritropoyéticas se relacionan
característicamente con la fotosensibilidad.
La razón de la existencia de un cuadro neurológico es desconocida; sin embargo, la intolerancia a la luz solar se
explica por la excitación que ésta ocasiona (especialmente las fracciones a y b de la luz ultravioleta) en el exceso
de porfirinas, lo cual conduce a la transferencia de energía hacia el oxígeno molecular con producción de especies
reactivas del mismo y a un consecutivo daño celular, que se manifiesta macroscópicamente como cicatrización
desfigurante, pérdida de algunos apéndices distales de las extremidades (por ejemplo los dedos), así como de
partes del rostro —la nariz, los párpados y los pabellones auriculares.
Un importante personaje histórico que merece ser nombrado es el austriaco Gerard von Sweiten (1700-1772),
quien fue médico de cabecera de la emperatriz María Teresa y director de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Viena. Su importancia radica en haber sido uno de los primeros científicos en oponerse a las
supersticiones sobre los vampiros.
En su Discurso sobre la existencia de los fantasmas (Abhandlung des Daseyns der Gespenster), Sweiten expone
argumentos racionales en contra de este mito. Menciona, por ejemplo, que la falta de oxígeno en algunas tumbas
evitaba el proceso de fermentación en los cuerpos y que ésta era la causa de que al exhumar algunos cadáveres
no se apreciara una descomposición. Como consecuencia de este reporte, la emperatriz María Teresa emitió un
comunicado que dictaminaba la prohibición de prácticas como el empalamiento, la decapitación y la cremación de
los difuntos.
Hay que mencionar también la existencia de una condición conocida como vampirismo clínico o síndrome de
Renfield, el cual es un trastorno psiquiátrico cuya característica principal es la obsesión por la ingesta de sangre
(hematofagia). El epónimo fue acuñado en alusión a Renfield, el asistente de Drácula en la novela de Bram
Stoker.
DÍA 39

La singularidad de Stephen Hawking

Daniel Martín Reina

No hay físico más famoso que él, pero no es premio Nobel. Ha aportado a la cosmología ideas originales y
elegantes, aunque difíciles de confirmar. Y sus cambios de opinión siempre son noticia. ¿Qué hay en la
mente de este gran científico?

En el verano de 1964 el astrónomo inglés Fred Hoyle estaba en la cima de su fama. Se encontraba en Londres
para dar una conferencia en la que iba a explicar su hipótesis sobre el origen del Universo ante los miembros de la
muy prestigiada Royal Society. Hoyle disentía de la hipótesis de la gran explosión ( big bang), según la cual el
Universo empezó como un punto de densidad infinita y hoy se expande. Para él, el Universo no tenía principio ni fin
y siempre había presentado el mismo aspecto. Aunque las galaxias se separaban, como se sabía desde los años
30, Hoyle pensaba que en el espacio intergaláctico se iba creando materia nueva constantemente, de forma que la
densidad total del Universo nunca cambiaba. La idea de Hoyle, alternativa a la gran explosión, se conoce como
teoría del estado estacionario (ver ¿Cómo ves? No. 161).

Después de los aplausos, Hoyle solicitó preguntas. Un joven delgado y de aspecto frágil se puso en pie con mucho
esfuerzo usando un bastón. Era un estudiante de física recién licenciado al que se le había diagnosticado
esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una terrible enfermedad degenerativa. Para asombro del público, el joven
señaló que Hoyle se había equivocado en un cálculo. Lo sabía porque él mismo había realizado ese cálculo. El
error echaba por tierra el razonamiento de Hoyle, quien abandonó la sala enfurecido.

El atrevido joven que humilló a Hoyle se llamaba Stephen Hawking y hoy es sin duda el científico más famoso del
mundo. Contra los pronósticos médicos que en los años 60 le auguraban una vida muy corta, Hawking cumplió 70
años en enero de este año. Y vivir confinado a una silla de ruedas y hablar por medio de un sintetizador de voz
desde hace varias décadas no le ha impedido transformar nuestra imagen del Universo con ideas elegantes y
originales.

Singularidad en el pasado

El 8 de enero de 1942, exactamente 300 años después de la muerte de Galileo Galilei, nació Stephen Hawking en
Oxford, Inglaterra, adonde sus padres se habían trasladado temporalmente durante la Segunda Guerra Mundial.
Stephen fue un niño debilucho y torpe de movimientos, pero en la escuela era brillante y sacaba buenas notas sin
ningún esfuerzo. Terminó los estudios de física en Oxford con calificación de sobresaliente, lo que le abrió las
puertas del Trinity Hall de la Universidad de Cambridge. Allí llegó en el otoño de 1962, a los 20 años, con la
intención de profundizar en el conocimiento del cosmos.

Para entender la estructura del Universo en la escala más grande necesitamos una descripción matemática de la
atracción que ejercen las galaxias unas sobre otras; es decir, una teoría de la gravedad. A principios del siglo XX
los cosmólogos abandonaron la venerable teoría de la gravitación universa l de Newton en favor de la teoría general
de la relatividad, propuesta por Albert Einstein en 1915. La teoría de Einstein combina el espacio y el tiempo en
una única entidad de cuatro dimensiones, llamada espacio-tiempo. La presencia de materia y energía en este
espacio-tiempo tiene un efecto parecido al de una bola de plomo en una cama elástica: hace que el espacio-tiempo
se combe. La masa del Sol, por ejemplo, deforma el espacio-tiempo a su alrededor, lo que obliga a los planetas a
desplazarse en torno suyo describiendo trayectorias curvas, como canicas que ruedan en un embudo. En la teoría
general de la relatividad el movimiento de los cuerpos es consecuencia de la forma (o la geometría, como dicen los
físicos) del espacio-tiempo, sin necesidad de ningún tipo de fuerza.

Una década más tarde, en 1929, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble descubrió que las galaxias no
estaban quietas, sino que se separaban unas de otras. La causa más probable era que el propio Universo se
expande, como si fuera un enorme globo. Hasta ese momento los científicos pensaban que el Universo era estático
e inmutable. Pero si las galaxias se estaban separando, esto significaba que en el pasado estuvieron más juntas.
¿Hubo un momento del pasado en que todas las galaxias estuvieran infinitamente juntas, todas en un punto? La
hipótesis de la gran explosión, basada en las observaciones de Hubble, supone que sí, pero durante 30 años
persistió esta duda: ¿permiten las leyes de la física que existan acumulaciones de materia de densidad infinita,
tales como el Universo al momento del big bang?
La respuesta estaba en la propia relatividad general y fue Stephen Hawking quien la encontró. Desde mediados de
la década de 1960, se dedicó al estudio de las llamadas singularidades: puntos donde la curvatura del espacio-
tiempo se hace infinita. Hawking y el matemático británico Roger Penrose desarrollaron nuevas técnicas
matemáticas para analizarlas. Finalmente, en 1970, consiguieron demostrar que, según la teoría general de la
relatividad, tuvo que haber en el pasado del Universo un estado de densidad infinita, con toda la materia y energía
concentradas en un espacio mínimo. Esa singularidad era el principio del Universo, el big bang o gran explosión, y
también marcaría el inicio del tiempo. El trabajo de Hawking y Penrose, por cierto, terminaba de hundir la teoría del
estado estacionario de Hoyle, lo que le dio a éste otro motivo para aborrecer a Hawking. Pero eso no era todo.
Hawking y Penrose también demostraron que la relatividad general contemp la, además de una singularidad inicial,
una posible singularidad final para el Universo: si su expansión se fuera frenando poco a poco hasta revertirse,
entonces el Universo empezaría a contraerse hasta llegar a lo que podría llamarse big crunch o gran implosión.
Empero hoy en día sabemos que la expansión del Universo, lejos de frenarse, se está acelerando, por lo que no
habrá big crunch (ver ¿Cómo ves? No. 58)
DIA 40
José Luis, una historia de superación
El diario de Yucatán (18/07/2004)
Soy José Luis Martínez, tengo 34 años, parálisis cerebral y un doctorado en psicología por la Universidad de Salamanca,
España.
Cuando nací, en el Hospital de la Raza, mi mamá tiene problemas durante el parto, por eso, mi cerebro no recibe todo el
oxígeno que necesita. Paulina, su mamá, comenta, con la voz quebrada: Cuando recojo a José Luis, mi cuarto hijo, después de
pasar 25 días en la incubadora, no puede succionar la leche, se ahoga, no puedo acostarlo porque devuelve todo lo que ingiere y
está flaquito como un hilo y pálido como la sábana. A los tres meses, le da sarampión y me paso todo el año yendo y viniendo
al Seguro Social. Cuando no son fiebres, es vómito y así... Al año, mi hijo parece un bebé de seis meses. Nunca, nadie, me di ce
que tiene parálisis cerebral. A los dos años, noto que José Luis no puede caminar, ni sentarse por sí solo, apenas empieza a
gatear. Voy al médico y es cuando me dan la noticia. Siento que me muero. ¿Será un castigo de Dios? Es lo primero que pasa
por mi mente.
Mi esposo no acepta la condición de nuestro hijo y actúa como si no pasara nada. Vendo productos de Oaxaca en una cremería
pero, poco a poco, van disminuyendo las ventas. Tengo que dejar de trabajar, nuestros ingresos, de por sí escasos, se reducen a
la mitad. El trabajo doméstico, mis otros tres hijos y mi esposo, también exigen mi atención. Estoy agotada y no se a dónde
acudir. Lo único que me importa es la vida de José Luis.
Cuando mi hijo tiene 5 años, me doy cuenta de que no puede hablar y en el INAM me recomiendan toda clase de terapias... No
se asusten, mi cerebro no está paralizado. Escribe José Luis en su testimonio. Soy inteligente y capaz de superarme día a día. A
los seis años, gracias a la tenacidad y apoyo de mi familia, ingreso a la primaria pública a la que asisten mis otros cinco
hermanos. La profesora, al observar la dificultad que tengo para moverme y hablar, reconoce que soy inteligente y que tengo la
capacidad para aprender lo que me enseña pero sugiere que me inscriban en una institución especializada. ¿Por qué no puedes
hablar? ¿Por qué no caminas? ¿Por qué te caes?.. Le preguntaban los vecinitos de la colonia Plenitud, en Atzcapozalco. Y yo
me preguntaba, a la vez, ¿Por qué a mí? ¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a ser de José Luis, cuando sea grande y yo ya no esté?
En el momento más desesperado, alguien me recomienda que vayamos a la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral
(Apac), donde le dan todo lo que necesita: Cariño, atención, terapias y, ¡además!, escuela para él y trabajo para mí. Es una
bendición para nosotros. Ahí me capacitan en el programa de terapia en casa, que debemos realizar todos los días, varias veces.
Sus hermanos y yo nos turnamos para aplicársela. Después de cuatro años, la maestra me anima para que José Luis ingrese a
una escuela regular... ¡Viera las que pasé! En todos lados ponen toda clase de obstáculos. Que si no oye bien, que si no está al
nivel de todos, que si no ve bien, que si el maestro no va a poder, que si va a distraer a los otros niños... En fin, la maes tra de
Apac va a hablar con la directora de una escuela, insiste mucho y, con dificultades, lo aceptan.
A mi hijo le cuesta mucho trabajo pero hace las letras y las tareas. La secundaria queda lejos y tiene que irse solo, en cami ón.
Me quedo preocupada, ¿cómo le va a hacer?, pero él se las arregla. No hay muchos jóvenes, de familias numerosas y con pocos
recursos, como la mía, que tengan la oportunidad de terminar la preparatoria. Menos aún de estudiar una carrera profesional.
Los maestros dicen que tengo el perfil para estudiar ingeniería y me inscribo en la carrera pero, al año, me tengo que salir
porque no puedo hacer los dibujos.
CARRERA UNIVERSITARIA
Entonces, inicio la carrera de psicología en la UNAM. Desde el principio, leo sobre problemas de lenguaje porque quiero saber
la teoría y la técnica para mejorar mi propia pronunciación. Después de cinco años, obtengo mi título de licenciado en
Psicología. Siempre que mi hijo José Luis regresa de la escuela, se pone a leer un tomo de la enciclopedia, que voy pagando a
plazos. Es ahí donde conoce la historia de Salamanca y de su Universidad y comienza su inquietud y su ilusión de estudiar un
doctorado. Fue muy difícil. Durante tres años, se dedica a buscar, intensamente, una beca y algún apoyo económico. Por fin, el
gobierno de España y la SEP, le ofrecen la posibilidad de realizar su sueño.
Regresé a México hace tres años y lo primero que se me ocurrió fue venir a trabajar en Apac. Estoy por terminar mi tesis
doctoral sobre Autoconcepto y Calidad de Vida en Personas con Discapacidad Física, la cual defenderé el próximo año en la
Universidad de Salamanca, España.
En abril de 2002, me casé con Rosa María González, a quien conozco en Apac. Somos una pareja que se apoya mucho, en todo
los aspectos de la vida. Apac, en sus 34 años de existencia, ha sido testigo de historias de éxito como ésta. Historias de héroes y
heroínas que, con todo en contra, salen adelante y nos dan un ejemplo de amor a la vida. En este mes, Movimiento Azteca
ofrece su ayuda a Apac y los donativos que se obtengan estarán destinados a la terapia de estimulación temprana para bebés con
parálisis cerebral. Te pido que nos apoyes, tú puedes hacer la diferencia, tu ayuda es imprescindible para que otro bebé pueda
contar una historia de éxito como la de José Luis. No lo dudes.
Información recogida del Diario de Yucatán el día 18 de julio de 2004
DÍA 41
Gaby Brimmer, mujer de lucha y tenacidad

por Guadalupe Esquivias


«Algo que me ha servido mucho a lo largo de mi existencia, es estar consciente de las cosas que puedo hacer y de las que no,
por ejemplo, sé que no puedo correr, pero con mi pensamiento puedo volar en fracción de segundos al mas distante de los
lugares; que se me dificulta hablar, pero mis libros, mis cartas y mis poesías hablan mucho por mí; mis manos tal vez no puedan
hacer una caricia y sin embargo he sabido amar como mujer, como madre y como amiga».
Esto es tan sólo un fragmento de la auto-semblanza de Gaby Brimmer, mujer que a través de los años ha dejado huella por su
gran ímpetu, desarrollo intelectual y por la lucha de la integración de las personas con discapacidad.
Gaby Brimmer nació en 1947, «La parálisis cerebral me impide valerme físicamente por mí misma, sin embargo, con el leve
movimiento del pie izquierdo escribo todo lo que se me cruza por la mente».
A los ocho años Brimmer ingresó a la Primaria del Centro de Rehabilitación Músculo Esquelético, donde encontró la
maestra Margarita Aguilar, quien supo impulsarla hacia las letras.
Al transcurrir el tiempo se adentró en la literatura; en 1964 ingresa a la Secundaria 68, una escuela regular, donde tuvo como
profesor de lengua española a Jorge Aguilar Mora, quien también era poeta, el cual influyó para que Gaby leyera más poesía.
En este año empieza a escribir poemas que guarda como un tesoro; «recuerdo cuando mi madre descubrió uno de ellos, lo leyó
y con lágrimas me instó a seguir escribiendo y comenzar la recopilación de cada escrito, ya que fuera de la escuela o personal,
porque ella pensaba en un libro mío».
En 1967 ingresa a la Preparatoria 6 y por ese tiempo murió su padre; «esta perdida fue traumante para mí pues además del
amor que me daba, era mi guía en varios aspectos de mi existencia».
A Gaby Brimmer le tocó vivir momentos cruciales del país; relata el movimiento estudiantil del 68; «a pesar del trágico e
injustificado 2 de octubre, la existencia de miles de mexicanos no fue la misma, al menos yo no sería lo que era antes y en mi
poesía lo reflejo todo».
En 1971 se inscribió en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de México, en la carrera de
Sociología, en donde curso tres semestres, pero por decisión familiar la tuvo que suspender, después regresó a la Facultad, pero
ahora en la carrera de Periodismo; «por motivo de la barrera arquitectónicas y humanas de la UNAM de nuevo sólo estudié dos
o tres semestres, además que en ese momento adopté a una niña; era mayo de 1997e iba cumplir mis 30 años».
Brimmer cuenta cómo su madre siguió juntando cada escrito; «los leía y los criticaba muy duramente, con esto me ayudó a
entender lo que la gran poeta Rosario Castellanos recomendaba; para escribir bien, hay que ser claros y precisos».
En 1979 con ayuda de Elena Poniatowska editó su primer libro que era su biografía. En 1980 se publicaron sus libros de
poemas y cartas, en ese mismo año conoció al cineasta Luis Mandoki, quien llevó a la pantalla grande la vida de Gaby
Brimmer; «poco después escribí los cuentos de mujeres que viven distintas situaciones, pero con un común denominador, que
es la soledad y la falta de alternativa; cuentos que recopilé después de la muerte de mi madre».
Gabriela Brimmer habló a «Somos hermanos» de su incursión en el altruismo. «En un deseo por ayudar a quienes tienen el
cuerpo en mil pedazos y la mente libre, o por ocuparme en otros asuntos más terrestres, no lo sé aún; fundé con uno de mis
amigos la Asociación para los Derechos de Personas con Alteraciones Motoras (ADEPAM), IAP., en 1989, en ella damos
servicio de trajo social, médico, psicológico, fisioterapia, terapia ocupacional, alfabetización, primaria y secundaria a través del
Sistema Abierto de Enseñanza, así como preparatoria abierta, intermediación para el trabajo, también brindamos actividades
recreativas y culturales».
Hoy en día Gaby Brimmer ha perdido la movilidad de su pie izquierdo, sin embargo pronuncia sonidos guturales que le
permiten comunicarse con las personas. Con gran esfuerzo, Gaby dijo a «Somos hermanos»: «mi mayor satisfacción es ver un
avance entre todos los niños que se atienden en la institución».
A través de un cuestionario que fue contestado en computadora con ayuda de su inseparable Nana, Brimmer afirmó: «Soy
una mujer alegre, sociable, muy creyente en las causas nobles de la humanidad. Soy apolítica y no estoy con ningún partido
político en especial, aunque me gusta saber de todo un poco, me encanta estar en contacto con la naturaleza, amo la música y el
cine. Me da mucha tristeza ver cómo el hombre es el peor enemigo del hombre mismo, eso lo digo por todo lo que está pasando
en Chiapas».
Al comentar ¿qué problemas tienen actualmente las personas con limitaciones físicas?, aseguró que los problemas son los
mismos de siempre, con la diferencia de que actualmente hay más apertura para estas personas; «es innegable, pero de esto a
que nuestros problemas sean satisfechos, falta mucho todavía».
¿Cuáles son tus retos?: «Para mí toda mi vida ha sido un reto. Actualmente mi reto más grande es mi hija».
¿Cómo dar incentivos a las personas con discapacidad para que no se depriman y emprendan cosas positivas en su vida y
pueden aportar como tú, mucho a la sociedad?: «Yo no tengo una receta para motivar a las persona con discapacidad; creo que
cada uno de nosotros tenemos nuestras propias motivaciones, primero en la familia y amigos, pero lo más importante es tener l a
fuerza y la voluntad en nosotros mismos, porque de nada sirve el apoyo de la familia y de los amigos, si uno mismo no quiere o
no puede hacer nada».
¿Cómo ves todos los logros en materia legislativa para personas con discapacidad?: «Aunque estas leyes para personas con
discapacidad actualmente se están revisando, espero que ya se pongan en práctica y que no queden sólo en el papel»
Gabriela Brimmer mujer de lucha, entrega y pasión es para muchos un ejemplo de vida que ha trascendido, es una prueba
más de que las necesidades especiales no limitan ni los sentimientos, ni la intelectualidad de cada ser.
DIA 42

Malala Yousafzai recibió un disparo en la cabeza cuando regresaba en autobús de la escuela a su casa en
la ciudad de Mingora, en el noroeste de Pakistán. El motivo del ataque perpetrado por el Talibán era claro:
esta joven de 16 años se había atrevido a levantar su voz para defender el derecho a la educación de las
niñas.

El mundo reaccionó con horror. Su padre, Ziauddin Yousafzai, se preparó para lo peor. Mientras acompañaba a su
hija en el helicóptero que la trasladaba de urgencia desde el Valle de Swat a un hospital militar en Peshawar, le
pedía a sus familiares que iniciaran los preparativos para el funeral.

Pero después de varias semanas en cuidados intensivos Malala sobrevivió. Y aunque las balas del Talibán
cambiaron su vida para siempre, no hicieron mella en su determinación de luchar para que las niñas en su país
puedan tener acceso a una educación gratuita y obligatoria.

En su primera entrevista en profundidad desde el ataque, Malala conversó con la BBC sobre la necesidad de
entablar un diálogo con los extremistas como el único camino para alcanzar la paz y recordó en detalle lo ocurrido
el 9 de octubre.

¿Quién es Malala?
Mi madre me dijo: 'ahora que estás creciendo y la gente te conoce, no debes ir caminando, debes ir en carro o en
autobús para estar más segura, Malala

Aquel 9 de octubre por la tarde Malala salió de la escuela como cualquier otro día y se subió al autobús que la
esperaba a la salida. El viaje era corto, un camino que se podía hacer fácilmente a pie: había que pasar un
descampado donde los niños suelen jugar al criquet y luego bordear la ribera del río hasta llegar a la casa.

"Mi madre me dijo: 'Ahora que estás creciendo y la gente te conoce, no debes ir caminando, debes ir en carro o en
autobús para estar más segura'", recuerda Malala.

Iba sentada, charlando con su amiga Moniba, pensando en los exámenes que había rendido y en los que tenía aún
por delante, cuando notó algo inusual. La carretera parecía desierta.

Momentos más tarde, a unos noventa metros de la escuela, dos hombres pararon al autobús y preguntaron quién
era Malala. Ella no se acuerda de cómo eran, pero su amiga Moniba sí. Parecían dos estudiantes universitarios,
dice.

Moniba pensó que eran dos periodistas que querían entrevistar a su amiga famosa. Aunque Malala escribía un
blog anónimo para el Servicio Urdu de la BBC donde hablaba de sus miedos y esperanzas de poder seguir yendo a
la escuela, no dudaba en expresar públicamente sus opiniones sobre el derecho de las mujeres a la educación y
había participado en un programa de televisión nacional en el que habló con valentía sobre el tema.

Pero rápidamente Moniba se dio cuenta de que se trataba de otra cosa: la mirada de Malal a traslucía temor.

Los hombres comenzaron a disparar. Las dos niñas que estaban sentadas al otro lado de Malala -Shazia Ramzan
y Kainat Riaz- también resultaron heridas. "Escuché los disparos y luego vi mucha sangre en la cabeza de Malala",
rememora Kainat. "Cuando vi toda esa sangre sobre Malala, me desmayé".

Pasaron diez minutos hasta que alguien se acercó a ayudar las niñas aterrorizadas.

En ese momento, nadie se hubiese imaginado que el Talibán podría atacar a una niña. Es cierto que hubo varios
incidentes en los que el Talibán quiso darles una lección a las mujeres. A principios de 2009 una bailarina acusada
de inmoralidad fue ejecutada.

Pero en 2012, los peores días del Talibán ya habían pasado en la región de Swat. Un operativo militar de grandes
proporciones había despejado a la mayoría de los militantes y los que permanecían allí, mantenían un perfil bajo.

"La vida seguía su curso normal para la gente normal. Pero para quienes expresaban su opinión, era un momento
peligroso", dice Malala.
Y ella no se quedaba callada
DIA 43

La mexicana Olga Medrano se lleva el oro en olimpiada de matemáticas europea

La tapatía puso en alto el nombre de nuestro país al ganar la Olimpiada Europea Femenil de Matemáticas
Por: Redacción cosmo@cosmopolitanmx

Estamos muy contentas de dar la noticia que la mexicana Olga Medrano, originaria de Jalisco, ganó el oro en la
Olimpiada Europea Femenil de Matemáticas siendo la primera vez que México obtiene este importante premio, de
las tres veces que nuestro país ha competido.

Olga estudia la preparatoria en el Centro de Desarrollo Integral (Cedi) y aunque anteriormente ya había sido
ganadora del bronce, esta vez su objetivo era llevarse el oro y lo logró.

“El oro no es tan fácil de conseguir, pero esta vez me concentré mucho para lograrlo. Fue tener esa
mentalidad de que sí se podía, antes no sabía para qué resultados iba al concurso”, comentó la
mexicana.

Olga logró ganar el bronce en febrero del 2015 en el Master de Matemáticas de Rumania y actualmente se
prepara para entrar a estudiar al Instituto Tecnológico de Massachusettsen agosto.

¡Muchísimas felicidades Olga Medrano!


DIA 44

Maria Sabina (1894-1985)


Mazatec shaman, sabia, curandera María Sabina Magdalena García (22 de julio 1894 – 22 de noviembre
de 1985) Curandera indígena originaria del pequeño poblado de Huautla de Jiménez, ubicado en la Sierra Mazateca,
al sur de México. Sin proponérselo, María Sabina se convirtió en una celebridad nacional e internacional, debido a
su extenso conocimiento en el uso ceremonial y curativo de los hongos alucinógenos que usualmente crecen en su
natal Oaxaca. María Sabina fue conocida como una mujer sabia en todo el mundo, y se convirtió en un icono para
muchos seguidores y simpatizantes del movimiento hippie, pero antes que nada, fue una mujer exploradora.
Guía maestra y diosa del hongo sagrado
Llamada curandera, chamán o Chjota Chjine (la que sabe) por sus conocimientos, basados principalmente en su
interacción con los hongos sagrados conocidos como Teonanacatl, de la familia Psilocibe, a los cuales ella los
llamaba cariñosamente “angelitos” o “niñitos”.
Soy mujer que mira hacia adentro
Soy mujer luz del día
Soy mujer luna
Soy mujer estrella de la mañana
Soy mujer estrella dios
Soy la mujer constelación guarache
Soy la mujer constelación bastón
Porque podemos subir al cielo
Porque soy la mujer pura
Soy la mujer del bien
porque puedo entrar y salir del reino de la muerte.
Nativa del pueblo Huautla de Jiménez, en la sierra de Oaxaca, esta sanadora mazateca practicó la videncia y la
medicina, cantando durante largas ceremonias, mezclando los conocimientos prehispánicos con la influencia de la
corriente católica.
Soy una mujer sin sangre
El pájaro me roba la sangre
El libro abierto me roba la sangre
El agua me roba la sangre
El aire me roba la sangre
La flor me roba la sangre
Me conocen los santos del cielo y los ángeles
Dios me conoce
El corazón de la Santísima Madre de Cristo
El corazón de Nuestro Señor Jesucristo.
Persona humilde, llevaba una vida simple en lo cotidiano. Sembraba maíz y frijol en su terreno y no cobraba a sus
pacientes, quedando a la espera de lo que cada persona pudiera darle.
Soy una mujer que llora
Soy una mujer que escupe
Soy una mujer que ya no da leche
Soy una mujer que habla
Soy una mujer que grita
Soy una mujer que da la vida
Soy una mujer que ya no pare
Soy una mujer que flota sobre las aguas
Soy una mujer que vuela por los aires.

María Sabina fue visitada por innumerables personas. Entre los conocidos podemos citar a los Beatles, Bob Dylan,
los Rolling Stones, Aldous Huxley y hasta Walt Disney. Pero fue conocida en el mundo occidental en su mayor parte
gracias al investigador Robert Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna, considerados los padres del estudio
de los hongos, quienes han escrito invalorables libros, estudiando entre otros los usos de la amanita muscaria, que
se representa en los cuentos de niños con su sombrero rojo y pintas blancas. Gordon Wasson tuvo su primera
experiencia con ella en 1955, y a partir de allí comenzó a publicar sus experiencias en revistas y libros, e inclusive un
disco que registra los cantos de Sabina durante una ceremonia (“Mushroom Ceremony of the Mazatech Indians of
Mexico”, 1957. Smithsonian Folkways Recordings); otro libro escrito por Wasson es titulado: “The Wonderous
Mushroom“; uno de los hongos empleados en las ceremonias del “Hongo Sagrado”, antes no habían sido clasificado,
por lo que lo catalogó como psilocibe wassonni.

“Hay un mundo más allá del nuestro, un mundo que está lejos, también cercano e invisible. Ahí es donde vive Dios,
donde vive el muerto y los santos. Un mundo donde todo ha pasado ya, y se sabe todo. Ese mundo habla. Tiene un
idioma propio. Yo informo lo que dice. El hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde se sabe
todo. Allí están los hongos sagrados, que hablan en cierto modo que puedo entender. Les pregunto y me contestan.
Cuando vuelvo del viaje que he tomado con ellos, digo lo que me han dicho y lo que me han mostrado.” —María
Sabina.
En 1979 se realiza una película a cargo de Nicolás Echeverría (exhibida luego de 25 años de su filmación) donde se
muestran todos los rituales con lujo de detalles, incluyendo sus cantos y la enunciación de las fuerzas e identidades a
las que convocaba para curar los males de sus pacientes.
El escritor Carlos Castaneda decía que tenía una conexión con María Sabina. Y hubo quienes (su ex esposa
incluida) sugirieron que Castaneda construyó el conocido personaje “Don Juan” basado en ella y otro cha mán
llamado Salvador López.
En palabras de Gordon Wasson: “La señora está en la plenitud de su poder y se comprende fácilmente por qué
Guadalupe nos dijo que era una señora sin mancha, inmaculada, pues ella sola había logrado salvar a sus hijos de
todas las espantables enfermedades que se abaten sobre la infancia en el país mazateco, y nunca se había
deshonrado utilizando su poder con fines malévolos…nosotros hemos comprobado que se trata de una mujer de rara
moral y de una espiritualidad elevada al consagrarse a su vocación, y una artista que domina las técnicas a su cargo.
Se trata verdaderamente de una personalidad.”
Soy una mujer que ve en la tiniebla
Soy una mujer que palpa la gota de rocío posada sobre la yerba
Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado
Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
Soy una mujer condenada a muerte
Soy una mujer de inclinaciones sencillas
Soy una mujer que cría víboras y gorriones en el escote
Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
Soy una mujer que cría musgo en el pecho y en el vientre
Soy una mujer a la que nadie besó jamás con entusiasmo
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca.
Luego de su muerte el día 22 de noviembre de 1985, fue honrada por su pueblo y reconocida en el mundo, aún
cuando en vida padeció miseria e incomprensión por el camino que eligió recorrer. María Sabina es un símbolo de
búsqueda y perseverancia; un modelo inspirador para aquéllos que desean encontrar su camino de conocimiento y
sabiduría.
Soy mujer que hace tronar
Soy mujer que hace soñar
Soy mujer araría, mujer chuparrosa
Soy mujer águila, mujer águila dueña
Soy mujer que gira porque soy mujer remolino
Soy mujer de un lugar encantado, sagrado
Porque soy mujer aerolito
DIA 45
La cruel agonía de 'Cecil', el león estrella de Zimbabue
El felino tardó dos días en morir. Primero le dispararon con una flecha y después le remataron con un rifle. Han sido
arrestados los dos acompañantes del cazador español que aún no ha sido identificado
25 julio 201520:50

Su cuerpo fue encontrado sin piel ni cabeza. Cecil era hasta el pasado día 1 la estrella de la reserva de Hwange, en Zimbabue ,
inmortalizado por miles de turistas. Un espectacular ejemplar de león de melena oscura de 13 años, el más grande de la región, líder
de una manada compuesta por tres leonas y siete cachorros. Las autoridades han detenido a los dos acompañantes del cazador, que
ya saben que es español y que debió pagar unos 50.000 euros por acabar con la vida de este hermoso animal, todo un icono de la
vida salvaje.
La investigación sigue adelante con las evidencias que ya se tienen: engañaron al león (llevaba un collar de se guimiento que fue
destruido) y lo sacaron del parque, situado en medio de fincas privadas, colocándole un animal muerto como cebo para atraerlo . "Le
dispararon por la noche con arco y flechas para no hacer ruido y estuvo desangrándose dos días hasta que lo remataron con rifles por
la mañana. Podría considerarse una caza furtiva", explica el matrimonio formado por Luis y CJ Muñoz, de Chelui4lions,
colaboradores de varias ong surafricanas y españolas, y de la británica Born Free. "Nuestra misión es la defensa de los leones tanto
en cautividad como en libertad. Estamos en contra de la caza y de la cría de leones en cautividad". A este desastre, añaden, hay que
sumar el hecho de que el nuevo macho de la manada matará a los cachorros de 'Cecil' para que las hembras estén dispuestas de
nuevo a procrear. "¡Qué salvajada solo para que una persona y sus amigotes se den el placer de matar a un animal salvaje!", dicen.
Este era 'Cecil'
Aunque hay cazadores que en sus foros señalan que no se trata una práctica ilegal, Beks Ndlovu, consejero delegado de African
Bush Camps, grupo de empresas africanas dedicadas a los safaris, ha dejado claro en un comunicado que se opone radicalmente a
que "cazar leones en cualquier área sea legal": "Yo personalmente estaré animando a los P arques Nacionales de Zimbabue a que
acuerden con funcionarios del Gobierno detener la matanza de leones con efecto inmediato". Según publicó 'National Geographic ',
este ejemplar llevaba un collar GPS como parte de un estudio en marcha desde 1999 para la Universidad de Oxford. Querían medir
el impacto que la caza deportiva en los alrededores de este parque tenía en su población de leones: en las áreas de safari que rodean
el parque, los cazadores mataron al 72% de los adultos etiquetados. Sobre si la muerte de 'Cecil' es legal o ilegal, el responsable de
este proyecto, Andrew Loveridge, señaló a esta publicación "varias irregularidades", como que las autoridades no emitieran
"ninguna cuota de caza de león en 2015" y el hecho de que el collar de seguimiento fuera destruido.
Ahora están buscando la cabeza de 'Cecil' entre los taxidermistas del país, aunque de momento no la han localizado; sospechan
que fue sacada ilegalmente de Zimbabue. Chelui4lions ha escrito "a las autoridades Cites de España, que se ocupa del comercio
internacional de especies amenazadas, y la Unión Europea para que se les deniegue el permiso de importación como trofeo de caza a
los que pretendan importar la cabeza de 'Cecil'". Señalan que desde que comenzó este año es necesario un permiso de importación
para traer trofeos de caza a los países de la UE. "Antes no era necesario y los metían como enseres particulares. Hemos descubierto
que entre 2007 y 2012, España estuvo a la cabeza de los países europeos, con diferencia, en la importación de trofeos de león desde
Sudáfrica: según las licencias de exportación de este país, casi 450 cabezas. Le sigue Alemania con 100 para el mismo periodo de
tiempo. Lo que hay que hacer es prohibir definitivamente la importación de trofeos de caza de león en Euro pa".
La muerte de 'Cecil' se produce en medio de otro incidente que tiene a este mismo parque como protagonista. Los ambientalistas
de Zimbabwe Conservation Task Force (ZCTF) denuncian que 36 crías de elefante fueron separadas de su manada para venderlas a
zoos y circos de China y Emiratos Árabes. El Gobierno de Zimbabue, sin embargo, defiende que este comercio es legal e insiste en
que hay garantías del bienestar de los animales. Pero 'Cecil' es ya historia. Muchos no entienden, aunque sea sólo por la cos a
económica, por qué se acaba con un animal que atrae en vida más dinero que con su muerte. Luis y CJ Muñoz, de Chelui4lions,
expresan así su enfado: "¿A qué cazador, a qué demente, se le puede ocurrir matar a un magnífico león adulto, conocido por to dos
los visitantes y fotografiado por muchos? ¿Pero es que el dinero, la codicia de unos y la sinrazón de otros, por el solo placer de
matar y presumir de ello, van a acabar con este planeta? Nos avergonzamos de que en España haya locos y ricos que pagan lo que
sea para darse el placer de matar a animales salvajes como los leones"
DIA 46
Van contra acoso de mujeres en Ciudad de México

o Se realiza operativo de asignación de carros exclusivos para mujeres

Mil 200 elementos de policía son desplegados en paraderos, Metro, y Metrobús


CIUDAD DE MÉXICO (26/ABR/2016).- Para evitar el acoso y garantizar la seguridad de las mujeres en el transporte
público, la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México implementó un operativo de vigilancia en
paraderos, Metro y Metrobús.

En su cuenta de Twitter @hiramalmeidae, el titular de la dependencia, Hiram Almeida, dijo: "Se implementa dispositivo
de seguridad en Metro y Metrobus para evitar el acoso y garantizar el espacio de mujeres.

A su vez, en la misma red social, la dependencia @SSP_CDMX destacó: "Desde las 06:00, mil 200 elementos fueron
desplegados para la seguridad de mujeres en paraderos, Metro, y Metrobús".

Mencionó que "desde muy temprano, mil 200 policías capitalinos comenzaron el dispositivo de vigilancia en el
transporte público".

"#Hoy Indios Verdes, Pantitlán, Tacubaya, son algunos ptos. donde se busca más seguridad, principalmente para
mujeres", escribió en otro tuit.

En tanto, el Sistema de Transporte Colectivo Metro destacó que "Esta mañana, personal de Seguridad, implementó
con éxito el operativo #ViajaSegura en estaciones de la Red".

"Con apoyo de @SSP_CDMX se realizó el operativo de asignación de carros exclusivos para mujeres"
DIA 47
El asesinato del profesor de matemáticas
A menos que la noche anterior al examen de matemáticas hagan un esfuerzo titánico para que les entre todo en la mollera, Adel a,
Luc y Nico, tres compañeros de colegio, sienten la amenaza de suspender y pasar todo el verano estudiándolas. Días después del
examen, el profesor de matemáticas, Felipe Romero, les anuncia que no lo han superado. Pero como resulta ser la única
asignatura que han suspendido, les da una nueva oportunidad con la siguiente condición: no debe enterarse el resto de la clase ni
el claustro de profesores. Si sus compañeros llegaran a saberlo, su puesto de trabajo peligraría, ya que no están de acuerdo con su
manera de ejercer la profesión ni con el trato cordial que da a los alumnos. Una tarde, Adela, Luc y Nico, no muy seguros de que
aprueben en una segunda oportunidad, se dejan convencer por las animosas palabras de su querido profesor. Este les comenta
que las matemáticas son fáciles, que lo único que deben hacer es leer bien el enunciado y poner atención a los datos que les
indican. Les explica que las matemáticas son como un juego y que no deben acobardarse en los exámenes. Y les demuestra, a
través de unos trucos y adivinanzas, que son capaces de llegar a la solución de los problemas. Finalmente, les propone un juego
como examen: resolver una serie de acertijos matemáticos, a modo de gymkhana. Si lo consiguen, habrán aprobado las
matemáticas en junio. El viernes por la tarde, a finales de curso, Felipe Romero aparece en el descampado donde se encuentran
los niños reflexionando sobre su futuro. El profesor parece herido y muere ante la asustada mirada de los niños. Antes de fal lecer,
les comenta que el sobre que hay en su bolsillo les indicará cómo buscar a su asesino. No deben fallarle. Cuando los niños vuelven
al lugar del crimen con la compañía de dos guardias urbanos, descubren que el cadáver de su profesor ha desaparecido. Los
policías, al sentirse estafados, intentan atrapar a los niños para darles un castigo merecido por alterar el orden público. Asustados
por el triste final de su querido profesor, los niños deciden seguir las indicaciones de este para desenmascarar a su asesino y abrir
el sobre. En él, se les indica que deben resolver un enigma y, cuando lo hayan hecho, deben acudir a un lugar donde encontrarán
un segundo sobre. El siguiente destino lo deben descubrir a través de un jeroglífico. La primera prueba la superan sin proble mas y
deducen que el segundo sobre lo encontrarán en el tablón de anuncios del colegio. La solución al segundo sobre les lleva a la
taquilla del colegio de Adela. Los siguientes sobres los encuentran en la casa EL ASESINATO DEL PROFESOR DE MATEMÁTICAS 3 del
profesor, en su coche, en el árbol nú- mero 15 del parque, en casa del celador del colegio y, el último, en una estatua del parque.
Sorprendentemente, el último sobre les dirige al despacho del director del colegio, es decir, el asesino de su querido profesor. No
dan crédito a sus pensamientos hasta que, por la puerta, entra Felipe Romero, vivito y coleando. ¡Han aprobado, han sabido
superar todas las pruebas matemáticas! El profesor de matemáticas, que confiaba en sus alumnos, había propuesto al director
este juego como examen. Si llegaban a su despacho con el último sobre, aprobarían. Las falsas heridas del profesor producidas por
un supuesto asesino se las había confeccionado la novia de Felipe Romero, que trabajaba en efectos especiales en el cine.
DIA 48
CINCO DATOS DE AGATHA CHRISTIE
Agatha Christie, conocida como la reina del crimen, la dama del misterio, es posiblemente la más famosa escritora de
novelas detectivescas, y la escritora más traducida de todo el mundo.
La escritora es un referente en la literatura mundial, con su famosísimo detective Poirot (sin olvidar su otra creación,
Miss Marple).
A continuación te presentamos 5 fascinantes datos sobre la vida de esta escritora.
1. De joven viajó a Egipto, donde quedó fascinada por toda la cultura oriental, afic ión que más tarde mostraría en sus
novelas. Otra de sus mayores influencias fue el trabajo de enfermera donde aprendió todos los secretos de la
toxicología, las dosis necesarias para los envenenamientos, conoció a fondo todos los venenos, estuvo en constan te
contacto con sus síntomas y consecuencias.
Con este trabajo Agatha Christie acabó por ser una experta en el mundo de los venenos. Y, por supuesto, estos
conocimientos los aplicó muchísimas veces en sus novelas, en numerosos asesinatos.
2. Con sus primeros ingresos como escritora, Agatha se compró un auto. Era apasionada de los automóviles y siempre
había querido tener el suyo propio.
3. Entre las "aventuras" personales que vivió Agatha, se encuentra una curiosa historia que revolucionó a todo el país.
Como si de una novela suya se tratara, un día Agatha Christie desapareció completamente. Nadie conocía su
paradero, la prensa echaba humo con los rumores, la gente se imaginaba lo peor. ¿Asesinada? ¿Secuestrada? ¿Se
había escapado? Todo ello se estuvo barajando durante once días que duró esta escapada. Pero no, al final se
encontraba... ¡En un balneario! Resulta que, la muerte de su madre y la infidelidad de su marido la llevaron a un grave
ataque de nervios y de repente le entró una amnesia grave que la llevó a vivir esa extraña aventura.
Ella aseguraba que no recordaba nada y, de hecho, tuvo que estar recuperándose en una clínica bastante tiempo. Las
malas lenguas dijeron que sólo era un truco publicitario, pero lo cierto es que Agatha, consciente o inconsci ente de su
aventura, centró la atención de todo el país durante esos 11 fatídicos días.
4. Un buen día, Agatha, cansada de escribir siempre sobre asesinatos, crímenes y detectives, decidió hacer algo
completamente diferente y se puso a escribir novelas de amor. Bajo el pseudónimo de Mary Westmacott llegó a
publicar 6 novelas románticas, completamente lejanas a su temática habitual.
5. Su obra teatral "La ratonera" lleva representándose ininterrumpidamente desde 1952. Hasta hoy no ha parado de
representarse de forma continua, pasando a ser una de las obras teatrales de mayor éxito de la literatura universal
DIA 48
CANCIONES BASADAS EN LIBROS
Durante la historia de la humanidad, la música y la literatura estado relacionadas de manera cercana, diferentes
músicos y bandas han recibido influencia directa o indirecta de la literatura lo cual ha quedado plasmado en diferentes
formas. Bandas que han recibido su nombres de distintos libros, hasta algunas novelas clásicas que han sido
homenajeadas en canciones.
He aquí una selección de canciones que han sido inspiradas en libros (y que probablemente desconocían).
* CORAZÓN DELATOR, Soda Stereo: basado en el cuento del genio Edgar Allan Poe, una de las canciones míticas de
Soda Stereo que nos recuerda durante toda la canción esa pesadilla literaria imaginada por el escritor.
♪ Oh mi corazón se vuelve delator, se abren mis esposas, un suave látigo, una premonición ♫
* LOBO HOMBRE EN PARÍS, La unión: la canción está inspirada en el cuento El lobo-hombre (cuyo título original en
francés es Le loup garou), escrito por Boris Vian en 1947.
♫ La luna llena sobre París, ha transformado en hombre a Dennis. Rueda por los bares del bulevar, se ha alojado en
un sucio hostal ♪
* LAS BATALLAS, Café tacvba: café Tacvba inmortalizó en una canción Las batallas en el desierto, una de las obras
más emblemáticas de José Emilio Pacheco.
♫ Oye Carlos porque tuviste que decirle que la amabas a Mariana en la escuela se corrió el rumor y en tu clase todo el
mundo se enteró ♪
* GETSEMANÍ, Camilo sesto: la obra de Lloyd Webber reimagina los evangelios de una manera un poco perversa y la
canción Getsemaní es el momento cumbre de la historia Jesucristo Super estrella que es interpretada en esta ocasión
por Camilo Sesto
♫ Yo tenía fe, cuando comencé, ahora estoy triste y cansado, mis tres años ya son miles, ¿por qué entonces tengo
miedo, de que ya todo termine? ♫
* BLUES A DOS MUJERES, La rue morgue: esta canción que deja traslucir parte del espíritu de bohemia y de la
dialéctica satisfacción-insatisfacción que se percibe al leer las intrincadas y nada sencillas páginas de la novela (o “anti -
novela” como algunos le dicen) “Rayuela”.
♫ Maga te descubrí sin querer, entre rayuela la lluvia, y parisenses humedecidos escuchando jazz, París no está tan
lejos ♪
* DEL LIBRO DE LOS DÍAS, Fernando Delgadillo: Fernando cuenta en sus conciertos que tenía un libro al lado de su
cama que contenía frases para vivir mejor y que tomo algunas de ellas para crear este tema basado en “El libro de los
días”
♪ No sé si siempre pasa esto que canto, yo lo aprendo en mi libro de los días, en este me derrumbo y me levanto, para
saberlo aun quedará la vida ♫
* MACONDO, Oscar Chávez: un hermoso tributo a 100 años de soledad de Gabriel García Márquez
♫ Las tristezas de Aureliano, el cuatro, la belleza de Remedios, violines, las pasiones de Amaranta, guitarras, el
embrujo de Melquiades, obóes. ♪
* EL FANTASMA DE CANTERVILLE. Charly García: basado en el divertido cuento de Oscar Wilde, Charly García uno
de los artistas más imaginativos de la música en español crea una gran canción inspirado en uno de los mejores
escritores de habla inglesa.
♫ Yo era un hombre bueno, si hay alguien bueno en este lugar, pagué todas mis deudas, pagué oportunidad de amar,
sin embargo estoy tirado y nadie se acuerda de mí, paso a través de la gente como el fantasma de Canterville ♪
* LLANTO SUBTERRÁNEO, Robi Draco: algo sobre la muerte del mayor Sabines es uno de los poemas más famosos
y queridos de la literatura en Español, el cual repite en varias ocasiones la frase “voy a volverme un llanto subterráneo”
la obra original es de Jaime Sabines y es de aquí en donde se inspiró Robi Draco para musicalizar la obra.
♫ Niño mío, cielo enterrado y manantial aéreo, voy a volverme un llanto subterráneo. ♪
DIA 50
Carta al niño que hay en mí.
Querido niño que hay en mi interior:
Has pasado por mucho y no estoy seguro de cómo sobrellevarlo. Tu fuerza me inspira cada recuerdo y me recupero.
Sé que eres la razón por la que estamos vivos hoy. Y te doy las gracias por todo lo que hiciste para seguir adelante. A
veces, otros me preguntan cómo he vivido a través de ti y no sé la respuesta.
Tú has llevado esa carga. Y, hasta cierto punto, todavía lo haces. Has cargado con mi ansiedad, aislamiento, estrés,
preocupaciones constantes…y aun así, sigues con vida, con las mismas ganas de luchar que al principio, con tu punto
de vista inocente y alegre. Haces que el mundo sea más benigno.
Todavía hay mucha gente que necesita un ajuste de actitud (o mucho más), tal y como tú lo llevas a cabo. Y los días en
que los niños que hay en el interior de estas personas, simplemente no se preocupan por los límites, pueden ser un
poco ásperos.
Y sé que estás cansado. Sé que estás cansado de las batallas internas, los ataques de pánico y mi s intentos de frustrar
situaciones para las que nunca deberías haber sido responsable, todo por mi culpa. No deberías tener que entender los
dilemas de los adultos. Y yo estoy aquí para decirte que no tienes que hacerlo nunca más.
¿Por qué? Porque ya no soy la clase de adulto al que estás acostumbrado. No soy la clase de adulto que te dice
mentiras, gana tu confianza y luego invade tus límites. No soy la clase de adulto que te manipula para hacerte creer
que todo el dolor es por tu culpa. Todo eso se acabó.
Soy un adulto que pone tu interés como prioridad. Soy un adulto que no quiere volver a hacerte daño. Este soy yo: tú
pero más mayor. Y quiero lo que quieres. Quiero paz.
Pero has de saber una cosa: la paz no viene de la manera que piensas. No viene al ocultar o evitar todas las
situaciones difíciles o las personas. Esa era la única opción que tenía cuando era un niño. Y te felicito por usarlo para
mantenerlo con vida. Pero hoy, la paz viene de escuchar esa llamada interior, ese propósito mayor.
La paz viene por mí misma y de no preocuparme por lo que otra persona piensa de mí, o si va a tomar represalias
después. La paz viene de saber que yo soy la plena expresión de mi ser.
Algunos se refieren la voz de su niño interior como un crítico interno. Incluso hablan de ahogamiento o lo ignoran. Pero
yo sé lo que es mejor. Mientras que puedes ser crítico, estás tratando de ser mi protector.
No me quiero ahogar. Quiero trabajar contigo. Quiero cooperar. Quiero usar tu conocimiento para ayudarnos
mutuamente a crecer y ser más fuertes. Y cuanto más nos integremos, más llegaremos a la paz que tanto buscamos.
La división interna nunca traerá paz. Y con la paz viene una vida significativa.
Así que hoy me dirijo a ti, el niño que hay en mi interior. Y sé que no estás se guro de qué pensar porque,
honestamente, nunca nadie te ha hecho un llamamiento antes. Siempre has dicho qué hacer. Siempre te has visto
obligados a ser alguien diferente. Y sé que no confías en mí. Pero apelo a ti de todos modos. Y voy a esperar hasta
que puedas entender que no estoy aquí para manipular o aprovecharme de ti.
Pero me gustaría que me dejes ocupar de esas cosas de adultos que son demasiado para asumir para un niño. Me
gustaría que me dejes demostrarte, sólo un poco, lo que puedo hacer por ti lo y que nunca nadie hizo, permitirte ser un
niño, permitirte crecer y desarrollarte en la forma en que nunca se te permitió. Todo lo que haces se convierte en quién
soy. Y vamos a estar juntos, vivir la vida en un mundo interior unificado.
Y que finalmente podrás descansar. Finalmente serás capaz de cerrar los ojos sin miedo. Vas a encontrar por fin la paz
bajo mi protección.
Vas a estar en casa.
Con amor,
Yo… y tú.
A través de La mente es maravillosa.
DIA 50
Bastián miró el libro.

«Me gustaría saber», se dijo, «qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas
sobre el papel, pero sin embargo... Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay
personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles... y a veces se producen tormentas en el mar o se
llega a países o ciudades exóticos. Todo eso está en el libró de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está
dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo.»

Y de pronto sintió que el momento era casi solemne. Se sentó derecho, cogió el libro, lo abrió por la primera página y comenzó a
leer

Fantasía En Peligro

A sus agujeros, nidos y madrigueras se dirigían todos los animales del Bosque de Haule.

Era medianoche, y en las copas de los viejísimos y gigantescos árboles rugía un viento tempestuoso. Los troncos, gruesos como
torres, rechinaban y gemían.

De pronto, un resplandor suave cruzó en zig-zag por el bosque, se quedó temblando aquí o allá, levantó el vuelo, se posó en una
rama y se apresuró a continuar. Era una esfera luminosa, aproximadamente del tamaño de una pelota, que daba grandes saltos,
rebotaba de vez en cuando en el suelo y volvía a flotar en el aire. Pero no era una pelota.

Era un fuego fatuo. Y se había extraviado. Un fuego fatuo infatuado, lo que resulta bastante raro, incluso en Fantasia. Normalmente
son los fuegos fatuos los que hacen que otros se infatúen.

En el interior del redondo resplandor se veía una figura pequeña y muy viva, que saltaba y corría a más no poder. No era un
hombrecito ni una mujercita, porque esas diferencias no existen entre los fuegos fatuos. Llevaba en la mano derecha una diminuta
bandera blanca, que tremolaba a sus espaldas. Se trataba, pues, de un mensajero o de un parlamentario.

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