Está en la página 1de 15

El emperador Trajano y la estrategia romana en las guerras dácicas: un análisis

a nivel geopolítico, operacional y táctico. David Soria Molina. Global Strategy


Report 19/2020

Las guerras dácicas de Trajano, libradas entre los años 101 y 106 d.C.,
conllevaron algunas de las campañas y operaciones militares más complejas
emprendidas por el ejército romano a lo largo de su historia. Enfrentado a una
potencia europea de la envergadura del Estado dacio y a su extensa red de
aliados, las fuerzas romanas hubieron de combatir predominantemente,
además, en un escenario caracterizado por una difícil orografía dominada por
el enemigo, presidida por el curso del Danubio y flanqueada por el Mar
Negro. Estas contiendas contemplaron no solo una intensa guerra de asedio y
desgaste en el espacio de los montes Oraştie e importantes batallas campales
como las de Tapae o Nicopolis ad Istrum sino, además, enfrentamientos
navales y anfibios en las aguas del Danubio y el Mar Negro, así como una
fundamental guerra de movimientos en varios de sus escenarios. La
diplomacia y el empleo de aliados, socios y vasallos por parte de ambos
bandos constituyó un aspecto igualmente fundamental del conflicto,
contribuyendo de forma esencial al desarrollo del mismo en el marco de los
distintos objetivos perseguidos por los contendientes. El Imperio romano logró
imponerse en todos y cada uno de estos aspectos y escenarios, sentenciando,
no sin esfuerzo, el desenlace final de la guerra y, por lo tanto, el futuro
desarrollo histórico de la Europa danubiana.
En este sentido, cabe preguntarse cuál fue la contribución del emperador
Trajano, como comandante en jefe de las fuerzas romanas, a la planificación y
desarrollo de estas operaciones y, por lo tanto, al resultado de las mismas.
¿Qué clase de general era Trajano? ¿Cuál fue su catadura como estratega en la
guerra contra el reino dacio y en los desafíos que este le planteó? ¿Qué
influencia ejerció su Estado Mayor en la dirección acontecimientos?

Responder a estas y otras cuestiones pasa por un ineludible ejercicio de


minuciosa, sistemática y actualizada crítica a las abundantes pero dispersas
fuentes literarias, epigráficas, iconográficas y arqueológicas disponibles sobre
la contienda. A través de una innovadora metodología, que ha prestado una
atención crucial a múltiples testimonios ignorados o mal interpretados hasta la
fecha, hemos conseguido presentar a la comunidad científica una precisa,
completa y actualizada reconstrucción de los acontecimientos de las guerras
dácicas de Trajano, así como de sus antecedentes y consecuencias, a través del
fundamental prisma de la geopolítica y la estrategia del conflicto. Es gracias a
ello que podemos dar respuesta hoy en día, con un amplio grado de fiabilidad,
a las preguntas que acabamos de formular, entre otras tantas.

El arte de la guerra posee, en términos generales, tres niveles. El primero es el


de la estrategiay la gran estrategia, es decir, la definición y gestión de los
objetivos globales tanto en un determinado espacio geopolítico en general,
como en un conflicto determinado en particular, así como de los
procedimientos necesarios para su óptima culminación. El segundo nivel es el
operacional, básicamente la definición, planificación y ejecución de las
distintas operaciones militares, previstas o imprevistas, necesarias para superar
al enemigo y, sobre todo, cumplir con los objetivos estratégicos del conflicto.
Finalmente, el tercer y último nivel, el táctico, consiste en la búsqueda y
gestión de los procedimientos óptimos para el empleo de ejércitos, unidades e
individuos, con el objetivo de superar a las fuerzas opositoras en los distintos
enfrentamientos de toda clase desencadenados en el seno de una campaña. A
continuación analizaremos, en la medida de lo posible, el desempeño del
emperador Trajano como comandante en todos y cada uno de estos distintos,
pero estrechamente interrelacionados, niveles en el contexto de las guerras
dácicas.

Desafíos geopolíticos y definición de la estrategia

Desde el punto de vista estratégico, la gestión llevada a cabo por el emperador


Trajano destacó, principalmente, en ser perfectamente capaz de identificar con
gran claridad las amenazas geopolíticas a las que se enfrentaba el Imperio
romano en el espacio danubiano y póntico en su conjunto para,
posteriormente, definir con precisión la mejor solución alcanzable a las
mismas. El desafío estaba constituido por el Estado dacio y la amplia entente
de aliados que este estaba construyendo y consolidando en la Europa del Este,
la cual desestabilizaba por completo la red de alianzas y clientelas
cuidadosamente tejida en la misma zona por el Imperio romano,
reconduciéndola en provecho de unas innegables pretensiones de expansión
territorial hacia el Sur del Danubio, es decir, sobre las provincias romanas de
Mesia Inferior y Superior, como parte de la ampliación de su poder e
influencia en la Europa danubiana.

En este sentido, debemos recordar que, para los estadistas romanos de la


época, la expansión del dominio territorial directo, es decir, provincial, no
constituía necesariamente la forma primaria ni óptima de proyección del poder
del Imperio. Para un gobernante romano del siglo II d.C., el amplio tejido de
vasallos, clientes y aliados de Roma formaban parte integrante de la misma, en
tanto que Estado, a través de los tratados y relaciones signados con cada uno
de ellos, mantenidos mediante una combinación de amenaza de intervención
armada, diplomacia y respaldo económico-militar. De base, cualquier
alteración en este sistema suponía un desafío directo al poder romano y su
presencia. La construcción y consolidación de la entente dácica, un gran
entramado de alianzas independiente, en expansión y, además, de intenciones
claramente hostiles, constituía per se, una amenaza a una escala sin
precedentes para la supervivencia del Imperio como superpotencia
hegemónica en la Europa danubiana y póntica.

Trajano comprendió, con innegable acierto, que la solución estratégica óptima


a esta problemática en concreto no pasaba ya por el sometimiento del Estado
dacio, mediante la fuerza de las armas, a la condición de cliente,
procedimiento ya intentado por Domiciano en el año 89 d.C., sin resultados
realmente concluyentes: Solo la disolución del Estado dacio como entidad
política definida y la anexión de su territorio al Imperio romano en forma de
una o más provincias, por costoso que fuese, podía revertir las circunstancias,
anular la amenaza de forma definitiva y consolidar, a través de su ampliación
significativa, una indiscutida supremacía romana en Europa oriental. En
consecuencia, el emperador y sus generales hicieron de la conquista de Dacia
el eje fundamental de las campañas que, en los albores del siglo II d.C.,
estaban a punto de acometer, siendo este el objetivo sobre el que se planificó
la totalidad de la primera guerra dácica. En este sentido, Trajano fue capaz de
gestionar las lecciones aprendidas por sus antecesores en contiendas anteriores
contra el Estado dacio y sus aliados, definiendo de forma precisa las
circunstancias y alcance del problema, así como las soluciones necesarias a
nivel estratégico, demostrando un absoluto dominio de la realidad
geoestratégica a la que se enfrentaba el poder romano en la región en el año
101 d.C.

Nivel operacional

La planificación de la primera y la segunda guerra dácicas fue realizada, en


todo momento, con arreglo al objetivo básico de desarticular la entente dácica
mediante la destrucción del Estado dacio y la anexión de su territorio. Trajano
demostró una amplia y detallada comprensión del escenario geográfico de la
contienda y su naturaleza particular, al ser capaz, en varias ocasiones, de
superar la estrategia de defensa de sus rivales. Del mismo modo, el emperador
puso de relieve una extraordinaria habilidad para responder a cualquier clase
de imprevisto, incluidos aquellos momentos en que el soberano dacio,
Decébalo y sus comandantes consiguieron arrebatarle la iniciativa en el
conflicto o superar su propia estrategia, siendo estos dos aspectos sus
principales puntos fuertes como comandante, en el plano operacional, durante
las campañas de los años 101 a 106 d.C.

En este sentido destaca especialmente su desempeño durante las operaciones


desarrolladas en Mesia Inferior en el marco de la primera guerra dácica. En el
verano de 101 d.C. un ejército combinado dacio, roxolano y bastarno, con el
apoyo logístico y técnico de las ciudades griegas de Tyras y Olbia, invadieron
la provincia romana de Mesia Inferior, mientras el ejército romano se
encontraba concentrado en el interior de Dacia. Este movimiento, que
amenazaba incluso con copar la retaguardia de sus fuerzas en Mesia Superior,
tomó evidentemente desprevenidos a Trajano y sus generales. Enfrentado a
una seria disyuntiva, el emperador fue capaz de reaccionar a esta amenaza con
una rapidez y precisión fulminantes. Para ello optó por recuperar la iniciativa
de inmediato mediante un contraataque ejecutado al mando de una reducida
pero eficaz fuerza expedicionaria seleccionada a tal fin, con el objetivo de
desconcertar al enemigo, batir a su vanguardia, frenar su avance y obligarle a
actuar a la defensiva, ganando tiempo para reforzar este contingente con
tropas más pesadas y numerosas que le permitieran derrotar a la totalidad del
ejército invasor de forma rápida y decisiva. El éxito de Trajano en esta
campaña, explicitado en las victorias obtenidas en las batallas de Nicopolis ad
Istrum yTropaeum Traiani, así como el triunfo de los almirantes romanosen
las operaciones navales contra la flota dácica en el curso bajo del Danubio, se
saldó con la destrucción de la mayor parte del ejército enemigo destinado a
esta campaña. De este modo, el emperador consiguió negar al completo la
iniciativa estratégica al Estado dacio y sus aliados en su conjunto, habiendo
abortado su última gran tentativa expansionista al Sur del Danubio,
debilitando en el proceso de forma decisiva sus fuerzas y obligándoles a
permanecer a la defensiva. Todo ello sin renunciar a ninguno de los avances
cosechados en el interior de Dacia con anterioridad, lo que significaba que las
operaciones enfocadas a la consecución del objetivo principal de la contienda,
la desarticulación del reino dacio, seguirían su curso con normalidad. Dicho
de otro modo: la capacidad de Trajano para reaccionar a este audaz golpe y las
consecuencias de la campaña resultante, supusieron un punto de inflexión
hacia el desenlace final del dilatado pulso entre el Estado dacio y el poder
romano en el espacio danubiano.

Aunque las circunstancias impidieron a Trajano conseguir que la primera


guerra dácica culminara con la conquista de Dacia, objetivo inicial de la
contienda, sí que le permitieron desarticular definitivamente la entente de
aliados que había apoyado al Estado dacio hasta la fecha. Al mismo tiempo, su
gestión de la paz del año 102 d.C. con el reino dacio estuvo orientada, en todo
momento, a la reapertura del conflicto en unas circunstancias deliberadamente
calculadas para facilitar la anexión total del territorio dacio, a corto plazo,
mediante una secuencia de hábiles golpes de mano y una rápida campaña de
ocupación. El rey Decébalo conseguiría superar inicialmente la planificación
trajanea de este previsto estallido de la segunda guerra dácica, adelantándose
audazmente a los acontecimientos entre los años 104 y 105 d.C. Sin embargo,
las consecuencias de los éxitos romanos en la primera guerra dácica le
negaron por completo los medios y circunstancias que precisaba para explotar,
convenientemente, el éxito a la hora de arrebatar la iniciativa a las fuerzas
romanas, condenándole a luchar a la defensiva, sin haber conseguido nada
más que postergar hasta 106 d.C. el prácticamente inevitable desenlace: la
caída de su reino y su conversión en provincia romana.

Innovaciones y adaptaciones tácticas

Desde un enfoque táctico, el emperador Trajano demostró, principalmente,


una excelente capacidad para seleccionar los mejores tipos de tropas para los
distintos escenarios, roles y circunstancias planteadas al ejército romano en el
marco de las guerras dácicas de 101 a 106 d.C. Si observamos con
detenimiento la composición del ejército concentrado en cada una de las dos
contiendas y en los distintos frentes de las mismas, advertimos que esta
obedece en todo momento a una adaptación concienzuda al medio y a la clase
de enemigos a afrontar. En este sentido, resulta particularmente ilustrativa la
selección de tropas que conformaron la fuerza expedicionaria liderada por
Trajano en la fase inicial, una vez más, de la campaña en Mesia Inferior contra
los invasores dacios, roxolanos y bastarnos en el verano de 101 d.C. En un
contexto en el que la mejor opción estratégica radicaba en poder contraatacar
con rapidez y contundencia, el emperador optó por una poderosa combinación
de equites singulares Augusti, caballería escogida, infantería auxiliar de élite,
pedites singulares y fuerzas de choque altamente móviles y versátiles, entre las
cuales hemos constatado la presencia de guerreros extáticos germanos, de las
clases posteriormente conocidas en las fuentes nórdicas como berserkir y
úlfhednar, caracterizados por responder a la perfección a las exigencias de la
campaña. La Columna Trajana explicita el empleo combinado de la mejor
caballería romana con estas fuerzas de infantería de asalto en la doble batalla
de Nicopolis ad Istrum donde, durante el primer encuentro, lograron barrer a
la caballería sármata para, en un segundo enfrentamiento armado, batir por
completo a las fuerzas dácicas que habían acudido en auxilio de sus aliados.
Unidades legionarias, cohortes pretorianas y fuerzas auxiliares convencionales
habrían tardado más tiempo en ser desplegadas sobre el terreno, a la par que
no habrían disfrutado de la misma capacidad de maniobra, contundencia e
impacto psicológico en el campo de batalla. Su ausencia en las escenas de la
Columna relativas a las mencionadas batallas resulta tan llamativa como
elocuente la presencia de las tropas que las reemplazaron.

Otra muestra de la solvencia de Trajano como táctico radica en su elección del


asalto, el asedio y la maniobra como solución para tomar, superar o deshacerse
de las poderosas fortificaciones que protegían el interior de Dacia, así como
para dominar por completo el terreno. Sitiar una plaza a fin de rendirla por
hambre no constituía una opción viable en absoluto en un escenario
montañoso dominado por un enemigo bien organizado, dotado de muy buenos
recursos y con toda una red de ciudadelas bajo su control. En los casos en que
una posición fortificada enemiga pudiera ser rodeada o flanqueada, el
emperador optó por evitar un costoso e innecesario asalto, siendo este el caso
de la línea de Cioclovina-Ponorici durante la primera guerra dácica. En otros
casos, optó por flanquear grupos de fortificaciones completos, destacando en
este sentido la amplia maniobra de pinza protagonizada por una división del
ejército romano, al mando de Lusio Quieto, al sur de Sarmizegetusa Regia,
movimiento atestiguado por el hallazgo de sendos campamentos de marcha en
Varful Lui Petru y Comarnicel, entre otros restos arqueológicos. Finalmente,
ante la imposibilidad de evitar el enfrentamiento directo contra una fortaleza
enemiga, Trajano optó por tratar de tomarla al asalto con la mayor rapidez
posible, aprovechando lo mejor de la ingeniería de asedio romana, siendo así
como se procedió a la toma de plazas como Costesti y Blidaru en la primera
guerra dácica o la propia Sarmizegetusa Regia ya durante la segunda. De este
modo, el emperador no solo fue capaz de visualizar la respuesta operacional
óptima a las circunstancias que la contienda le planteaba, sino de seleccionar
en todo momento las opciones tácticas más apropiadas para ejecutarla.

Trajano y su Estado Mayor

El último aspecto clave en el que destacó el emperador Trajano, como


estratega durante la dirección de las guerras dácicas, fue su habilidad para
seleccionar a los comandantes apropiados para las funciones oportunas y en su
capacidad para delegar en ellos. En efecto, Trajano no poseía el don de la
ubicuidad, lo que implica que en un escenario tan amplio como el de las
guerras dácicas, en múltiples ocasiones el emperador no pudo conducir
personalmente las operaciones. Podemos destacar varios ejemplos. Uno de los
más significativos es el caso de la coordinación de la respuesta naval a la ya
citada invasión dácica de Mesia Inferior. A través de las fuentes disponibles
resulta evidente que Trajano no asumió el mando directo de las flotas
presentes en el Danubio, las classes Flavia Moesica, Flavia Pannonica y los
destacamentos de la classis Ravennatis durante estas y otras operaciones, más
allá del transporte de tropas a través del río. La derrota de la flota combinada
dácica, bastarna y roxolana en varios enfrentamientos navales sobre las aguas
del Danubio, fue mérito de consulares de la categoría de L. Licinio Sura y Q.
Glitio Atilio Agrícola, recompensados por estas acciones con sendas coronae
classicae. La maniobra de flanqueo de las posiciones dácicas al sur de
Sarmizegetusa Regia, dirigida por Lusio Quieto o el avance del ejército
romano de Mesia Inferior, a las órdenes de M. Laberio Máximo, sobre
Buridava y Piroboridava en el Este de Dacia entre 101 y 102 d.C., constituyen
otros ejemplos destacados. No tan afortunada fue la selección de Gn.
Pompeyo Longino como comandante de las fuerzas de ocupación en Dacia
entre los años 103 y 105 d.C., quien acabósiendo derrotado y capturado por
Decébalo, antes de optar por el suicidio, según el testimonio de Casio Dión,
para evitar ser empleado como baza de negociación contra Trajano. Sin
embargo, hasta que el emperador pudo hacer acto de presencia en el frente en
junio de 105 d.C., los legados de Mesia Superior e Inferior, L. Herenio
Saturnino y Q. Sosio Seneción respectivamente, debieron de asumir el control
de la situación, labor que desempeñaron con eficacia, al ser capaces de
contener el avance dacio en el valle del Olt y de evitar que estos alcanzaran el
estratégico puente de Apolodoro de Damasco en Drobeta.

Conclusiones

El emperador Trajano no fue un genio de la estrategia militar o de la táctica al


modo de un Alejandro Magno o un Aníbal, aunque posteriormente, en una
fase avanzada de su vida, acabara por pretenderlo, sin suerte. No hay mejor
evidencia de esta realidad que el hecho de que fue sorprendido por sus
enemigos en varias ocasiones.

Sin embargo, durante las guerras dácicas, así como en otras campañas
lideradas por él con anterioridad, demostró ser un comandante muy
competente en todos los aspectos del mando, decidido y frío en aquellos que
dominaba, dispuesto también a escuchar a sus oficiales y a delegar en ellos allí
donde no se sentía lo suficientemente preparado o le era imposible hacer acto
de presencia.

En las guerras dácicas, destacó especialmente por su capacidad para de


evaluar a la perfección todo tipo de situaciones, previstas e imprevistas.
Estrechamente enlazada con este aspecto se muestra su habilidad para
disponer los medios oportunos para resolver dichas situaciones, ejecutando sus
propios planes con absoluta determinación, de forma directa o a través de sus
generales, conservando la iniciativa en todo momento o recuperándola con
rapidez en caso de serle arrebatada. Sobre todo, llama la atención su capacidad
de reacción ante lo inesperado, ante los reveses, logrando tomar las decisiones
óptimas con rapidez, hasta revertir la situación y transformarla en un fracaso
completo para el enemigo. Fue de este modo como consiguió derrotar al rey
Decébalo, otro avezado estratega conocido por su astucia y determinación, así
como superar el extraordinario desafío geoestratégico que suponía el Estado
dacio y la entente de aliados que le rodeaba en su conjunto.
El éxito del emperador Marco Ulpio Trajano en esta empresa transformó para
siempre la realidad geopolítica del espacio danubiano y póntico,
contribuyendo de forma decisiva a la construcción de la Europa que hoy
conocemos.

Bibliografía:

Bennett, J., Trajan, Optimus Princeps: a Life and Times. Londres, Routledge,
1997.

Birley, A. R., Adriano, la biografía de un emperador que cambió el curso de la


Historia. Barcelona, Península, 2003.

Blázquez Martínez, J. M., Trajano. Barcelona, Ariel, 2003.

Blázquez Martínez, J. M., “Las res gestae de Trajano militar. Las guerras
dácicas”, Aquila Legionis,6, pp. 19-55.

Mangas, J., “Trajano y las fronteras del Imperio”, en J. González (coord.),


Trajano, óptimo príncipe. De Itálica a la corte de los Césares. Sevilla,
Fundación El Monte, 2003, pp. 141-171.
Mattern, S. P., Rome and the Enemy. Imperial Strategy in the Principate,
Berkeley-Londres, University of California Press, 1999.

Mattern, S. P., “Contrainsurgencia y los enemigos de Roma”, en V. D. Hanson


(ed.), El arte de la guerra en el mundo antiguo. De las guerras persas a la caída
de Roma. Barcelona, Crítica, 1999, pp. 165-184.

Soria Molina, D., Bellum Dacicum. Geopolítica, estrategia y conflicto en el


Danubio bajo Domiciano y Trajano (85-106 d.C.), Madrid-Salamanca, 2016.

Soria Molina, D., “Cuados, marcomanos y la confederación sueva en las


guerras dácicas de Domiciano y Trajano”, SHHA, 35, 2017, pp. 95-117.

Soria Molina, D., “Las campañas en Mesia durante la primera guerra dácica
de Trajano (101-102 d.C.): La última tentativa expansionista del Estado
dacio”, Gladius, nº 37, 2018, pp. 67-87.

Soria Molina, D., “Strategy and Naval Warfare in the Danube Area during
Domitian’s and Trajan’s Dacian Wars”, en S. Rodríguez, G. Kádas, S. Macías
y K. Zilverberg (eds.), Approaches to Greek and Latin Language, Literature
and History. Κατὰ σχολήν, Cambridge, Cambridge Scholars Publishing,
2019a, pp. 303 – 328.
Soria Molina, D., “La segunda guerra dácica de Trajano (105-106 d.C.):
cambio y continuidad en la geopolítica de la Europa danubiana”, Sautuola,21,
2019b, pp. 155-173.

Stefan, A. S., Les guerres daciques de Domitien et de Trajan. Architecture


militaire, topographie, images et histoire, Roma, École Française de Rome,
2005.

Wilkes, J. J., “Romans, Dacians and Sarmatians in the First and Early Second
Centuries”, en B. Hartley / J. Wacher (eds.), Rome and her Nothern Provinces:
Papers Presented to S. Frere, Gloucester, Alan Sutton, 1983.

Zerbini, L., Le guerre daciche, Bolonia, Il Mulino, 2015.

https://global-strategy.org/el-emperador-trajano-y-la-estrategia-romana-en-las-guerras-dacicas-
un-analisis-a-nivel-geopolitico-operacional-y-tactico/

También podría gustarte