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El sacramento de la confirmación
1. C.2; cf. GRACIANO, Decretum p.3 d.5 cn.3 De his vero. 2. Cf. nota 1.
622 Tratado de los Sacramentos C.72 a.2
nifiesto que la confirmación es un sacra- ción, no debe ser omitida, sin embargo, por
mento especiala. desprecio.
4. A la cuarta hay que decir: Los que
Respuesta a las objeciones: 1. A la reciben la confirmación, que es el sacra-
primera hay que decir: Acerca de la institución mento de la plenitud de la gracia, quedan
de este sacramento hay tres opiniones. Al- configurados a Cristo, que desde el primer
gunos 3 dijeron que este sacramento no fue momento de su concepción estuvo lleno de
instituido ni por Cristo ni por los apóstoles, gloria y de verdad, como se dice en Jn 1,14. Y
sino posteriormente, pasado ya un cierto esta plenitud fue manifestada en el bautis-
tiempo, por un Concilio 4. Otros 5, sin em- mo cuando el Espíritu Santo descendió sobre él
bargo, dijeron que lo instituyeron los após- en forma corpórea (Lc 3,22). Por lo que en Lc
toles. Pero esto es imposible, porque insti- 4,1 se dice que Jesús, lleno del Espíritu Santo,
tuir un nuevo sacramento pertenece a la se volvió al Jordán. Pero no convenía a la
potestad de excelencia, que compete sólo a dignidad de Cristo, que es el autor de los
Cristo. sacramentos, recibir la plenitud de la gracia
Por eso hay que decir que Cristo institu- en un sacramento.
yó este sacramento no confiriéndolo él, sino
haciendo una promesa sobre él cuando dijo
en Jn 16,7: Si yo no me voy no vendrá a vosotros
el Paráclito, pero si me voy os lo enviaré. Y lo hizo
así porque en este sacramento se da la
plenitud del Espíritu Santo, plenitud que no
debía conferirse antes de la Resurrección y
de la Ascensión de Cristo, ateniéndonos a
las palabras de Jn 7,39: No se había dado
todavía el Espíritu Santo, porque Jesús no había
sido glorificado aún.
2. A la segunda hay que decir: La confir-
mación es el sacramento de la plenitud de
la gracia, por lo que en el Antiguo Testamento
pudo tener una prefiguración correspon-
diente, ya que la ley no llevó nada a la
perfección, como se dice en Heb 7,19.
3. A la tercera hay que decir: Como ya se
dijo más arriba (q.65 a.4), todos los sacra-
mentos son de algún modo necesarios para
la salvación, pero hay algunos sin los cuales
esta salvación no se puede conseguir, mien-
tras que hay otros que concurren a la per-
fección de la misma. En este sentido la
confirmación es necesaria para la salvación:
aunque sin ella pueda obtenerse la salva-
3. ALEJANDRO DE HALES, Summa theol. p.4 q.4; BUENAVENTURA, In Sent. 4, d.7 q.1 ad 1; q.2. 4. Conc.
Meldense año 845. 5. GUILLERMO ÁLTISIODORENSE, Summa Aurea 1.4 tr. De confirm. c. Quare confirm.
datur tantum ab episcopis; PEDRO DE TARANTASIA, In Sent. 1.4 d.7 q.1 a.1.
a. Según la q.65 a.1, hay un efecto especial de gracia, luego hay un sacramento. Cristo instituyó
la confirmación, no determinando el signo con sus dichos o gestos («no practicó unciones visibles»,
a.3 c.), sino «prometiendo»; según I-II q.108 a.2 c., «Cristo prometió la confirmación por el envío del
Espíritu Santo». Para justificar este sacramento debemos acudir a la conciencia de la Iglesia animada
por el Espíritu.
b. En Occidente el gesto más antiguo fue la imposición de manos, mientras que en Oriente era
la unción. Más tarde la unción pasó a Occidente, y los dos gestos se unieron en el rito actual: «el
sacramento de la confirmación se confiere por la unción del crisma en la frente mediante la imposición
de la mano» (PABLO VI, Const. Divinae consortium naturae, 15 de agosto de 1971: AAS 63 [1971] 663;
CIC, can.880 § 1).
626 Tratado de los Sacramentos C.72 a.5