Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DESOLACIÓN
Esta es una regla de oro de la vida espiritual. “No se corre en la oscuridad total en un
camino lleno de pozos” (R. Antoncich sj.). La tentación fundamental cuando estamos en
desolación es cambiar decisiones o propósitos que teníamos tomados, pensando falsamente
que no vale la pena realizar tal o cual cosa. La desolación nos hace relativizar las cosas para
mal; es decir, pierden aparentemente su valor o su sentido. Aquí se nos pide una fidelidad
grande, un confiarnos en nuestra experiencia anterior.
Intentar vivir en paciencia esta situación, no con una simple actitud de resignación sino
con paciencia activa, es decir, poniendo de mi parte lo necesario y aceptando los límites que
momentáneamente vivo. Puede ayudar recordar el conocido texto de Santa Teresa de Jesús:
“Nada te turbe, nada te espante, Dios no se muda, todo se pasa. La paciencia todo lo alcanza”.
B. CUANDO ESTAMOS EN CONSOLACIÓN
1. El ME intenta atemorizarme.
El ME se comporta como una mujer débil pero gritona. Cuando una mujer como ésta
pelea con un hombre, se acobarda y huye si el hombre se muestra fuerte, pero es terriblemente
agresiva si el hombre es débil. Así también se comporta el ME: sus tentaciones se debilitan y
desaparecen cuando el ejercitante se resiste y aun pasa a la ofensiva haciendo lo
contrario de la tentación; pero si el ejercitante comienza a temer y a desanimarse, no hay
bestia tan fiera como el ME en su intento por destruirnos.
Sintetizando...