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MARCO
HISTÓRICO
Y
DOCTRINARIO
PARA
LA
INTERVENCIÓN
CON
INFANCIA
Y
ADOLESCENCIA
DESDE
UN
ENFOQUE
DE
DERECHOS
Luis
Cortés
Olivares
Abogado
Santiago,
2020.
Introducción
El
presente
trabajo
pretende
entregar
herramientas
doctrinarias
y
prácticas
para
el
trabajo
con
infancia
desde
un
enfoque
de
derechos,
teniendo
en
cuenta
sus
especiales
características
como
construcción
social
e
histórica,
las
complejidades
que
surgen
a
raíz
del
mundo
adulto
tanto
para
los
propios
sujetos
como
para
los
que
deben
ejecutar
la
política
pública.
El
mantenimiento
de
la
noción
de
irregularidad
en
niños,
niñas
y
adolescentes,
la
poca
o
nula
concreción
de
los
Derechos
Humanos
de
la
niñez,
entre
otros
tópicos.
Proponiendo
como
caminos
la
intervención
basada
en
la
protección
integral,
el
cambio
en
las
políticas
públicas
–
en
especial
lo
que
atañe
al
gasto
social
en
niñez,
relevando
a
los
niños
a
su
capacidad
de
actoría,
en
base
a
los
principios
internacionales
de
DDHH
de
niñez
–
normativos
y
de
comunidad
política
–
Teniendo
en
frente
una
lucha
no
exenta
de
dificultades
ante
la
mantención
de
la
violencia,
en
todos
sus
niveles
y
las
consecuencias
positivas
y
negativas
del
trabajo
práctico
y
ético
en
las
políticas
pùblicas
chilenas
en
infancia
y
juventud.
Cuerpo
Central
1
reconocimiento
de
la
posición
de
quien
habla,
nos
permitirán
una
mejor
comprensión
de
estos
discursos.
Una
primera
idea
fuerza
de
esta
reflexión
es
que
la
nominación
en
singular
de
la
juventud
no
es
tal,
ya
que
sus
significantes
son
diversos
y
refieren
a
varias
imágenes
desde
un
mismo
habla
con
diversos
hablantes”
(Duarte,
2000)
Reyes
y
Juricic
nos
invitan
a
no
invisivilizar
la
voz
silenciosa
o
silenciada
de
la
adolescencia
y
juventud,
teniéndolos
como
participes
del
diseño
de
sus
propias
historias:
“El
asumir
a
la
juventud
sólo
como
etapa
de
tránsito,
de
preparación
para
la
vida
adulta,
no
permite
visualizar
y
comprender
los
mensajes
que
los
jóvenes
están
tratando
de
manifestar
a
la
sociedad.
Al
catalogar
sus
actos
como
de
rebeldía
e
inmadurez,
no
permite
generar
un
real
diálogo
con
este
sector
acerca
de
temas
de
trascendencia
nacional.
Importante
entonces
es
considerarlos
como
agentes
activos
en
la
construcción
de
nuestra
realidad
y
en
la
configuración
de
las
particularidades
relaciones
sociales
establecidas”
(Reyes
&
Juricic,
2000).
Que
en
ideas
de
Beck,
niñez
y
juventud
en
riesgo
tienen
altas
probabilidades
de
volver
a
ser
víctimas
de
las
mismas
vulneraciones
en
sus
derechos.
Con
lo
que
su
visibilidad
será
necesaria
para
hacer
frente
a
esos
riesgos
que
se
producen
en
las
relaciones
sociales
en
la
actualidad.
Bustelo
insiste,
ahora
en
cuanto
al
rol
incidente
de
la
niñez:“Niños/as
y
adolescentes
son
y
deben
ser
vistos
como
actores
en
la
construcción
y
determinación
de
sus
propias
vidas
sociales,
de
las
vidas
de
los
que
los
rodean
y
de
las
sociedades
en
que
viven.
Niños/as
y
adolescentes
no
son
sujetos
pasivos
de
estructuras
y
procesos
sociales.”
Por
mucho
tiempo,
el
Derecho
de
los
niños/as
y
adolescentes
fue
visto
como
un
conjunto
de
normas
jurídicas
de
menor
rango;
en
desarrollo
o
en
definitiva
como
una
ciencia
que
no
se
ajustaba
a
los
temas
“relevantes”
en
materia
jurídica.
Los
niños/as
y
adolescentes
eran
analizados
desde
la
perspectiva
de
la
dependencia;
de
la
carencia
y
que
no
gozaban
–como
grupo
social-‐
de
derechos,
o
que
sus
derechos
estaban
supeditados
a
los
derechos
de
los
adultos.
Klaudio
Duarte
nos
invita
a
reflexionar:
“…desde
una
matriz
adultocéntrica
de
comprender
y
comprenderse
en
el
mundo
y
en
las
relaciones
sociales
que
en
él
se
dan,
visto
así,
el
mundo
adulto
se
concibe
asimismo,
y
visto
por
su
entorno,
como
las
y
los
responsables
de
formar
y
preparar
a
las
“generaciones
futuras”
para
su
adecuado
desempeño
de
funciones
en
el
mundo
adulto,
vale
decir:
como
trabajadores,
ciudadanos,
jefes
de
familia,
consumidores,
etc…”
(Duarte,
2010)
La
dependencia,
de
que
nos
habla
el
profesor
Duarte,
es
incluso
impeditiva
de
realizar
o
de
llegar
a
ser
comunidad.
Dado
que
los
NNA
no
son
actores
dentro
de
esa
construcción
social.
Es
decir,
una
mirada
adultizada
hacia
éstos
como
objetos
sólo
de
protección,
culpables
del
peligro
y
en
riesgo.
El
mundo
adultocèntrico
no
reconoce
la
identidad
o
identidades
de
la
niñez,
y
si
de
hecho,
la
reconociese
socialmente,
esta
debiese
ajustarse
a
las
estructuras
de
la
hegemonía
cultural.
Hoy
esa
mirada
ha
cambiado,
la
progresividad
del
Derecho
Internacional
de
los
Derechos
Humanos
y
la
lucha
de
la
sociedad
civil
organizada,
ha
instalado
el
tema
de
la
niñez
y
juventud
como
prioritario
para
2
los
Estados.
De
hecho,
la
Convención
de
los
Derechos
del
Niño,
es
el
instrumento
internacional
de
Derechos
Humanos
más
ratificado
del
mundo.
Estados
Unidos
y
Somalía
sólo
la
han
firmado,
lo
que
sin
duda
indica,
al
menos,
un
interés
en
que
sus
disposiciones
se
apliquen
a
aquellos
estados
que
la
han
ratificado.
La
Convención
en
comento
fue
ratificada
por
Chile
el
año
1990,
obligándose
a
garantizar
y
promover
los
derechos
ahí
contenidos.
Si
bien
el
documento
consta
de
54
artículos,
existen
cuatro
principios
fundamentales;
la
no
discriminación,
el
interés
superior
del
niño,
supervivencia,
desarrollo
y
protección,
además
de
la
participación
en
las
decisiones
que
los
afecten.
La
Convención
aglutina
derechos
civiles
y
políticos;
sociales
y
culturales
e
incluso
incluye
derechos
de
los
pueblos,
lo
que
implica
un
documento
completo
y
armónico
para
ser
utilizado
a
favor
de
los
niños/as
y
adolescentes.
(Jorge
Rojas:
2010)
En
la
actualidad,
los
obstáculos
para
cumplir
con
las
obligaciones
internacionales
en
materia
de
infancia,
son
sin
duda,
contar
con
un
Servicio
Nacional
de
niños/as
y
adolescentes
que
vele
por
separar
las
materias
relativas
a
niños
infractores
de
ley
con
niños/as
y
adolescentes
víctimas
de
maltrato
grave
y
delitos.
Que
dicha
repartición
tenga
el
presupuesto
e
instalaciones
para
brindar
una
intervención
especializada
a
cada
situación,
ya
sea
de
infracción
de
ley
penal
o
de
niños
que
sean
víctimas
de
maltrato
o
de
delitos.
Un
servicio
que
se
encargue
de
agrupar
a
todas
las
entidades
que
dicen
relación
con
la
infancia
y
armonizar
las
intervenciones
en
este
sentido.
No
hay
en
Chile
una
Ley
de
Protección
de
Derechos.
Aún
no
se
elabora
un
plan
de
prevención
de
ilícitos
en
materia
de
infancia
y
juventud.
La
vigencia
de
la
antigua
Ley
de
Menores
16.618;
las
normas
sustantivas
contenidas
en
el
Código
Civil
y
Penal
y
las
reglas
de
procedimiento
de
los
Códigos
Procesal
Penal
y
de
Procedimiento
Civil,
es
una
clara
muestra
de
la
dispersión
normativa,
que
en
suma
implica
una
vulneración
a
las
garantías
de
los
niños/as
y
adolescentes
y
una
obligación
no
cumplida
por
el
Estado
Chileno.
En
esto
sería
ideal
contar
con
un
Código
de
la
Niñez,
que
armonizara
las
normas
en
este
sentido.
De
la
misma
forma,
la
creación
de
un
defensor
de
los
derechos
del
niño,
con
plenas
facultades
para
realizar
acciones
afirmativas
en
ámbitos
administrativos
y
judiciales
ante
graves
vulneraciones
de
los
derechos
de
los
niños/as
y
niños/as
y
adolescentes.
Los
Juzgados
de
Familia
han
sido
un
paso
importante
para
reconocer
un
espacio
en
que
los
niños/as
y
adolescentes
puedan
ejercer
sus
derechos.
Pero
aún
hay
mucho
por
hacer.
Por
ejemplo,
en
materia
de
medidas
de
protección,
el
objeto
es
interrumpir
la
vulneración
actual
que
sufren
los
niños.
¿qué
pasa
3
con
la
promoción
de
derechos?
¿es
labor
de
los
jueces,
consejeros
técnicos
y
abogados
promover
derechos?
El
avance
del
Derecho
de
Niños,
no
sólo
depende
de
lo
jurídico,
sino
cómo
esas
normas
puedan
ser
exigidas.
En
este
sentido
tiene
incidencia
directa
la
Sociedad
Civil
Organizada,
la
que
debiese
promocionar
los
derechos
de
los
niños
y
las
obligaciones
de
las
entidades
encargadas
de
prevenir
e
intervenir
a
favor
de
los
niños/as
y
adolescentes.
El
concepto
de
niños,
busca
eliminar
la
palabra
“menores”,
que
desliza
peyorativamente
una
idea
de
“sujeto
en
construcción”
“dependiente”.
El
caso
de
los
apodos
y
sobrenombres
de
niños
que
tienen
identidad,
y
que
fueron
objeto
de
visualización
de
una
catástrofe
y
de
campañas
políticas,
son
formas
culturales
que
deben
modificarse.
En
este
tópico
hay
mucho
por
hacer.-‐
De
igual
forma,
utilizar
a
los
niños
como
objeto
de
consumo,
relacionar
a
las
niñas
con
labores
de
aseo
y
vinculadas
a
productos
de
esa
índole
en
televisión,
generan
en
la
sociedad
una
visión
errada
de
lo
que
los
niños
requieren.
El
caso
de
la
“Revolución
Pingüina”
denota
que
los
niños
y
jóvenes
organizados
pueden
tener
actoría
e
incidencia
en
materias
que
les
afecten,
en
el
aspecto
la
calidad
de
la
educación.
Ante
esto,
al
parecer
sí
pueden
organizarse
e
incidir
en
las
políticas
públicas
al
más
alto
nivel.-‐
En
resumen,
la
Convención
nos
ha
entregado
un
mandato
como
sociedad,
ver
a
los
niños/as
y
adolescentes
como
personas,
sujetos
de
derechos
que
deben
ser
respetados
por
el
hecho
de
ser
tales.
Las
políticas
públicas
en
materia
de
infancia
deben
tener
en
cuenta
las
especiales
características
de
este
grupo
de
la
sociedad,
lo
que
grafica
que
la
Convención
es
un
tratado
de
Derechos
Humanos
que
debe
respetarse,
pero
es
un
piso,
un
mínimo,
que
puede
incrementarse,
no
sólo
con
el
establecimiento
de
instituciones
y
leyes,
sino
con
una
cultura
de
respeto
de
las
personas,
las
que
incluyen
a
los
niños/as
y
adolescentes.
Menor
en
Situación
irregular.
Si
pudiésemos
entregar
los
elementos
centrales
de
esta
doctrina,
tendría
que
estar
la
idea
de
menor
objeto
de
protección
sometido
a
unas
relaciones
de
dominación
por
parte
del
mundo
adulto.
Ejemplo:
la
mantención
de
la
Ley
de
Menores
16.618.
El
menor
que
sale
de
lo
que
prescribe
la
norma
social
“desviación”,
al
desviar,
ir
por
otro
canal,
se
le
tiene
como
“peligroso”
ya
sea
material
o
moralmente.
Se
traslada
la
idea
de
peligro
al
adulto,
al
normal,
porque
el
peligro
es
para
lo
establecido.
(Julio
Cortés:
2007)
Tanto
lo
material
en
términos
objetivos,
puede
ser
la
propiedad
privada,
como
moral
cuando
la
conducta
no
se
ajusta
a
los
cánones
conductuales
de
la
cultura
hegemónica
Protección
Integral.
Supone
la
idea
de
relaciones
culturales
y
sociales
nuevas
a
partir
de
los
propios
sujetos.
Garantizando
un
piso
mínimo
de
normas,
un
catálogo
de
derechos
humanos,
la
noción
de
integralidad
abarca
todas
las
necesidades,
dimensiones
y
el
desarrollo
de
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
Ejemplo
artículo
39
de
la
Convención
de
los
Derechos
del
niño
en
relación
al
artículo
71
letra
d)
de
la
Ley
19.968,
cuando
hablamos
de
terapia
reparatoria
como
medida
cautelar
pero
integral
y
4
de
calidad.
La
noción
de
orientación
y
dirección,
contemplada
en
Derecho
Comparado,
son
elementos
que
deben
tener
los
garantes
de
derechos,
frente
a
la
plenitud
del
ejercicio
de
garantías
de
la
infancia,
y
también
en
cuanto
a
los
deberes
de
la
niñez.
De
ese
ejercicio
cotidiano,
debemos
sumar
la
autonomía
progresiva
y
el
interés
superior
de
los
NNA,
cuestiones
sin
las
cuales
los
derechos
pasan
a
ser
meras
liberalidades
y
no
cumplen
con
sus
objetivos
mínimos,
por
ejemplo
en
materia
de
participación,
expresión,
asociación,
etc.
La
familia
asume
aquí
un
rol
preponderante,
dado
que
todas
las
instancias
de
política
pública
intervendrán
cuando
esta
sea
ineficaz
en
dicho
actuar.
Sin
duda,
y
en
el
actual
escenario
en
infancia
en
Chile,
una
de
las
formas
más
patentes
del
mantenimiento
de
la
doctrina
de
la
situación
irregular,
se
da
en
la
nula
importancia
de
cambiar
–desde
los
propios
actores
–
las
condiciones
básicas
para
que
sean
tratados
como
sujetos
de
derechos.
Desde
lo
cultural,
pasando
por
las
instituciones
primarias
y
formales,
hasta
el
caso
concreto,
que
podemos
circunscribirlo
a
un
procedimiento
administrativo
o
judicial,
la
infancia
no
deja
de
ser
mirada
como
una
mera
receptora
de
decisiones.
La
vigencia
de
normas
jurídicas
que
no
guardan
armonía
con
las
legitimadas
internacionalmente,
es
un
claro
ejemplo
de
aquello.
El
uso
de
la
violencia
doméstica;
el
trabajo
infantil;
el
no
posicionamiento
de
agenda
por
parte
de
los
que
detentan
el
poder
político
en
Chile,
son
formas
culturales
y
jurídicas
que
no
permiten
la
cristalización
de
los
derechos,
es
decir,
su
falta
de
exigibilidad.
Por
su
lado,
la
protección
integral
goza
de
mejor
salud,
al
menos
desde
la
doctrina,
desde
la
academia,
porque
sus
principios
son
hermosos
y
llaman
al
compromiso,
aunque
al
aterrizarlos
a
la
arena
de
la
violencia
y
sus
efectos,
pierde
ese
encanto
primario.
Ejemplo
de
ello,
sendos
programas
ejecutores
de
prevención
de
enfermedades
en
la
primera
infancia,
pero
que
se
encuentran
con
falta
de
financiamiento
por
parte
del
Estado.
Es
decir,
una
notoria
descoordinación
intersectorial.
O,
cuando
un
Tribunal
ordena
que
el
niño
de
una
comuna
deba
recibir
unos
mismos
tratamientos
que
se
entregan
en
otra
comuna
en
amplia
cobertura.
Chocamos
entonces,
con
un
sistema
que
tiene
la
voluntad
de
hacer
vigentes
lo
principios
de
una
protección
integral,
pero
que
en
el
ejercicio
propio
de
la
garantía,
pierden
valor.
Ahora,
la
Ley
Integral
de
Derechos,
¿será
un
nuevo
Plan
auge?
Tendrán
los
NNA
que
someter
su
desarrollo-‐en
un
sentido
amplio,
no
sólo
económico
-‐
a
ciertas
y
explicitas
garantías.
En
ese
caso,
no
se
cumpliría
el
espíritu
de
la
Convención,
cuando
este
instrumento
nos
llama
a
la
“interdependencia
e
Indivisibilidad”
de
los
derechos.
El
Estado
en
un
afán
de
seguir
con
la
doctrina
de
la
irregularidad,
dará
sòlo
cobertura
a
aquellos
niños
“vulnerables
y
vulnerados”
por
sobre
el
mandato
que
dice
que
esos
derechos
deben
ser
garantías
exigibles
para
todos
y
todas.
4. La
Convención
y
sus
principios
rectores.
El
artículo
4
de
la
Convención
de
los
Derechos
del
Niño
indica:
“Los
Estados
Partes
adoptarán
todas
las
medidas
administrativas,
legislativas
y
de
otra
índole
para
dar
efectividad
a
los
derechos
reconocidos
en
la
presente
Convención.
En
lo
que
respecta
a
los
derechos
económicos,
sociales
y
culturales,
los
5
Estados
Partes
adoptarán
esas
medidas
hasta
el
máximo
de
los
recursos
de
que
dispongan
y,
cuando
sea
necesario,
dentro
del
marco
de
la
cooperación
internacional.”
(UNICEF,
2010)
Es
decir,
el
artículo
4°
del
mencionado
instrumento
internacional
fija
el
principio
de
aplicación
de
los
derechos.
Otra
de
las
disposiciones
que
contiene
la
Convención
y
que
es
concordante
con
el
principio
antes
aludido
es
lo
estatuido
en
el
artículo
19:
“1.
Los
Estados
Partes
adoptarán
todas
las
medidas
legislativas,
administrativas,
sociales
y
educativas
apropiadas
para
proteger
al
niño
contra
toda
forma
de
perjuicio
o
abuso
físico
o
mental,
descuido
o
trato
negligente,
malos
tratos
o
explotación,
incluido
el
abuso
sexual,
mientras
el
niño
se
encuentre
bajo
la
custodia
de
los
padres,
de
un
representante
legal
o
de
cualquier
otra
persona
que
lo
tenga
a
su
cargo.
2.
Esas
medidas
de
protección
deberían
comprender,
según
corresponda,
procedimientos
eficaces
para
el
establecimiento
de
programas
sociales
con
objeto
de
proporcionar
la
asistencia
necesaria
al
niño
y
a
quienes
cuidan
de
él,
así
como
para
otras
formas
de
prevención
y
para
la
identificación,
notificación,
remisión
a
una
institución,
investigación,
tratamiento
y
observación
ulterior
de
los
casos
antes
descritos
de
malos
tratos
al
niño
y,
según
corresponda,
la
intervención
judicial”
(UNICEF,
2010).
Del
análisis
de
estas
dos
disposiciones,
que
son
el
principio
de
aplicación
de
los
derechos
en
nuestra
legislación,
se
desprenden
tópicos
que
son
necesarios
profundizar
y
estudiar
en
el
presente
trabajo.
Resumiendo:
El
interés
superior
de
los
niños.
Principio
general
que,
en
palabras
simples
obliga
a
que
en
todas
las
actuaciones
sean
estas
administrativas
o
judiciales
que
les
afecten,
se
tomará
en
consideración
sus
especiales
características
y
necesidades.
Supervivencia,
desarrollo
y
protección.
Coincide
con
el
primero,
sin
la
consideración
de
las
necesidades
de
los
niños,
no
puede
haber
supervivencia
en
igualdad
de
condiciones;
desarrollo
como
objetivo
primordial
y
democrático
de
la
niñez
como
expresión
de
grupo
social,
y
de
la
protección
en
un
sentido
amplio,
abarcando
no
sólo
la
urgencia
de
la
respuesta
a
la
transgresión
sino
la
promoción
de
los
derechos;
el
establecimiento
de
garantías
efectivas
con
componentes
de
prevención;
el
empoderamiento
de
los
garantes
de
derechos
y
la
reparación
del
mal
causado.
El
principio
que
puede
emancipar
a
los
NNA,
y
trasladarlos
a
un
estadio
de
seguridad
en
prospectiva,
es
decir,
con
ánimo
de
cambio
y
con
expectativas
políticas
para
la
infancia
que
viene,
es
sin
duda,
el
de
la
participación,
como
actoría
dinámica
(Bustelo:2012).
No
hay
enfoque
de
derechos
sin
participación
efectiva
y
útil.
Hasta
hoy,
sólo
conocemos
“lo
simbólico
y
la
recepción
de
ideas
del
mundo
adulto”.
La
no
discriminación
o
igualdad.
No
se
habla
acá
del
mismo
trato
a
todos,
sino
que
las
distinciones
que
se
hagan
deben
estar
basadas
en
consideraciones
objetivas
y
aceptadas
por
la
comunidad
doméstica
e
internacional,
no
en
meros
caprichos
y
consideraciones
ilegales
y
arbitrarias,
que
depriven
a
grupos
minoritarios
en
materia
de
niñez
y
juventud.
Por
el
contrario,
se
busca
igualar
a
los
grupos
vulnerables
de
forma
estructural
y
normativa.
Por
ejemplo,
la
niñez
de
los
pueblos
originarios;
la
niñez
migrante;
diversidad
religiosa
y
minorías
sexuales.
(Luis
Cortes:
2015)
5. Implicancias
del
trabajo
con
infancia
desde
un
enfoque
de
derechos.
Énfasis
en
la
noción
de
garantes
de
derecho
y
generación
de
condiciones
para
el
ejercicio
efectivo
de
derechos.
Un
procedimiento
integral
de
protección
con
enfoque
de
Derechos,
es
un
conjunto
de
normas
jurídicas
destinadas
a
proporcionar,
promocionar
y
respetar
la
dignidad
de
las
personas,
concepto
que
incluye
a
los
niños
y
niñas,
como
protagonistas.
Como
aparece
indicado
en
la
Declaración
Universal
de
los
Derechos
Humanos
“Artículo
2.Toda
persona
tiene
todos
los
derechos
y
libertades
proclamados
en
esta
Declaración,
sin
distinción
alguna
de
raza,
color,
sexo,
idioma,
religión,
opinión
política
o
de
cualquier
otra
índole,
origen
nacional
o
social,
posición
económica,
nacimiento
o
cualquier
otra
condición.
Además,
no
se
hará
distinción
alguna
fundada
en
la
condición
política,
jurídica
o
internacional
del
país
o
territorio
de
cuya
jurisdicción
dependa
una
persona,
tanto
si
se
trata
de
un
país
independiente,
como
de
un
territorio
bajo
administración
fiduciaria,
no
autónomo
o
sometido
a
cualquier
otra
limitación
de
soberanía”
Si
bien
es
una
declaración,
una
enunciación
de
principios
universalmente
aceptados
por
la
comunidad
internacional,
no
es
cualquier
declaración
de
valores
o
principios,
este
instrumento
internacional
surge
como
correlato
de
las
diversas
visiones
políticas
,
económicas
y
culturales
de
los
países
que
conforman
la
ONU,
por
tanto
tiene
legitimidad
internacional
y
es
atingente
a
la
infancia
como
grupo
social.
7
Pero
no
se
agota
en
la
norma
jurídica.
El
procedimiento
de
protección,
es
sin
duda,
una
intervención
psicosocial,
dotada
de
especiales
características,
primero
por
la
complejidad
del
sujeto
que
se
interviene:
personas.
El
sujeto
a
intervenir
son
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
Y
segundo,
el
poder
ético
normativo
que
ejercen
los
profesionales
sobre
el
sujeto
de
atención,
poder
que
precisamente
emana
de
directrices
administrativas
del
propio
Estado,
con
recursos
y
políticas
dirigidas
y
promocionadas
por
el
ente
gubernamental.
A
esto
le
denominamos
Políticas
Públicas,
que
“Son
cursos
de
acción
y
flujos
de
información
relacionados
con
un
objetivo
público
definido
en
forma
democrática;
los
que
son
desarrollados
por
el
sector
público
y.
frecuentemente,
con
la
participación
de
la
comunidad
y
el
sector
privado.
Una
política
pública
de
calidad
incluirá
orientaciones
o
contenidos,
instrumentos
o
mecanismos,
definiciones
o
modificaciones
institucionales,
y
la
previsión
de
sus
resultados”
(Lahera,
2004)
Como
la
intervención
jurídica
la
circunscribimos
dentro
del
contexto
de
lo
psicosocial,
político
y
cultural.
Es
necesario
analizar
sus
componentes
y
cómo
éstos
permiten
incidir
en
una
transformación
de
la
realidad.
Dentro
de
estos
componentes
tenemos
la
situación
inicial.
Es
el
escenario
actual
de
una
realidad,
cultura
y
contexto
específico
que
se
pretende
transformar
en
una
situación
deseada.
Uno
de
los
principios
internacionalmente
aceptados
y
que
es
completamente
aplicable
a
la
infancia
y
adolescencia
es
el
de
la
“no
repetibilidad
de
los
hechos
vulneratorios”
Que
los
Estados
y
los
organismos
que
ejerzan
función
pública
no
vulneren
derechos
y
que
el
grupo
a
intervenir
no
vuelva
a
sufrir
nuevas
vulneraciones
y
esto
se
logra,
definitivamente
con
proyectos
integrales,
basados
precisamente
en
este
enfoque.
Por
ejemplo:
Artículo
39
de
la
Convención,
en
este
espacio
la
terapia
reparatoria
es
concebida
como
una
garantía,
que
debe
ser
inalterable
y
por
ello,
los
hechos
por
los
que
ingresa
un
NNA
no
debiesen
repetirse
ni
alterarse
el
ambiente
promociante
y
protector
construido
a
través
del
vínculo
terapéutico.
Los
elementos
presentes
en
esta
especificidad
son:
Lectura
de
lo
social
y
análisis
situacional,
este
último
aspecto
reemplaza
al
simple
diagnóstico.
Es
importante
saber
qué
derechos
están
siendo
vulnerados;
sujetos
a
intervenir
¿quiénes
son?;
en
qué
lugar
geográfico
se
encuentran;
en
qué
condiciones
favorables
o
desfavorables
se
encuentran
(V.gr.
comunas
de
Renca
y
Cerro
Navia;
tipos
de
vulnerabilidad;
dónde
se
va
a
intervenir;
qué
ha
hecho
la
institucionalidad;
con
qué
redes
cuentan
los
sujetos
a
intervenir;
qué
garantes
de
derechos
existen
en
el
territorio
especifico
a
intervenir;
qué
funciones
cumplen
esos
garantes
de
derechos.
En
cuanto
a
la
institucionalidad:
¿cuántas
líneas
de
base
se
cuenta
en
el
territorio
que
se
va
a
intervenir?
Por
ejemplo:
si
está
sobreintervenida
o
no
existe
intervención
social.
Importante
es
observar
qué
tipo
de
política
pública
está
instalada
en
el
territorio
o
comuna;
políticas
focalizadas
y/o
universales.
Si
se
está
trabajando
en
temas
de
maltrato
grave,
presencia
del
Servicio
Nacional
de
Menores
(SENAME)
o
Red
Colaboradora;
¿se
está
interviniendo
con
enfoque
de
derechos?.
Verificar
si
se
está
aplicando
y
si
existe
una
sistematización
al
respecto.
Escenario
que
se
plantea
cuando
no
se
interviene.
En
este
caso,
las
vulneraciones
de
derechos
se
perpetúan,
continúan
y
se
agravan.
No
hay
posibilidad
de
cambio
ni
transformación
social
y
por
tanto
irrespesto
al
principio
internacional
de
“no
repetición
de
las
violaciones
a
los
Derechos
Humanos
de
NNA”,
en
el
ejemplo
la
Terapia
reparatoria.
La
intencionalidad
de
cambio.
Se
define
como
lo
deseable
de
la
intervención.
Se
devela
la
intención,
el
motivo
y
la
voluntad.
Para
qué
se
quiere
intervenir
para
cambiar
y
transformar.
En
este
componente
se
8
establecen
la
opción
metodológica,
teórica,
ética
y
política.
Busca
incidir
en
las
acciones
y
prácticas
cotidianas,
tanto
de
las
personas
que
son
intervenidas
como
los
que
intervienen,
creando
una
cultura
de
promoción
y
ejercicio
de
los
Derechos
Humanos
de
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
De
un
momento
A-‐,
se
intenta
llegar
o
lograr
un
momento
B+,
aspirar
a
disminuir
la
brecha
entre
la
circunstancia
inicial
y
la
situación
deseada.
Ejemplo:
¿para
qué
haremos
un
Taller
de
Derechos?
¿todos
y
todas
participarán
de
ese
taller?
Estrategia
en
la
intervención.
Se
específica
el
cómo
se
hace.
Cuáles
son
las
formas
para
concretar
la
transformación
o
meta
deseada.
Es
el
camino
de
la
acción
transformadora.
Creación
de
metodologías
pertinentes,
sin
perder
de
vista
al
sujeto
de
intervención
como
protagonista
de
esa
acción.
Así,
la
Observación
Nro.
13
del
Comité
de
los
Derechos
del
Niño
en
virtud
del
instrumento
internacional
Convención
de
los
Derechos
del
Niño,
nos
alienta
a
que
los
NNA
puedan
participar
de
su
propia
reparación
integral
“con
ellos”
y
no
sólo
realizar
intervenciones
de
respuesta
o
de
urgencia.
A
modo
explicativo
y
en
cuanto
a
los
objetivos
de
la
Observaciòn
están:
“a)
Instruir
a
los
Estados
partes
para
que
comprendan
las
obligaciones
que
les
incumben,
en
virtud
del
artículo
19
de
la
Convención,
de
prohibir,
prevenir
y
combatir
toda
forma
de
perjuicio
o
abuso
físico
o
mental,
descuido
o
trato
negligente,
malos
tratos
o
explotación
del
niño,
incluido
el
abuso
sexual,
mientras
este
se
encuentre
bajo
la
custodia
de
los
padres,
de
un
representante
legal
o
de
cualquier
otra
persona
que
lo
tenga
a
su
cargo,
entre
ellos
los
agentes
estatales;
b)
Describir
las
medidas
legislativas,
judiciales,
administrativas,
sociales
y
educativas
que
los
Estados
partes
deben
adoptar;
c)
Dejar
de
adoptar
iniciativas
aisladas,
fragmentadas
y
a
posteriori
de
atención
y
protección
del
niño,
que
apenas
han
contribuido
a
la
prevención
y
eliminación
de
todas
las
formas
de
violencia;
d)
Promover
un
enfoque
holístico
de
la
aplicación
del
artículo
19,
basado
en
el
designio
general
de
la
Convención
de
garantizar
el
derecho
del
niño
a
la
supervivencia,
la
dignidad,
el
bienestar,
la
salud,
el
desarrollo,
la
participación
y
la
no
discriminación
frente
a
la
amenaza
de
la
violencia;
e)
Proporcionar
a
los
Estados
partes
y
demás
interesados
una
base
sobre
la
que
articular
un
marco
de
coordinación
para
la
eliminación
de
la
violencia
mediante
medidas
integrales
de
atención
y
protección
basadas
en
los
derechos
del
niño;
f)
Hacer
hincapié
en
la
necesidad
de
que
todos
los
Estados
partes
cumplan
sin
demora
las
obligaciones
que
les
incumben
en
virtud
del
artículo
19.”de
la
Convenciòn”
(el
enunciado
es
del
autor)
Por
su
parte
Graciela
Tonón
(2002),
conceptualiza
esta
área
señalando
“Si
la
profesionalización
implica
la
preocupación
por
otorgar
a
cada
disciplina
una
orientación
de
servicio
respaldada
por
un
comportamiento
ético,
consensualmente
aceptado
por
los
miembros
de
la
comunidad
científica;
la
misma
se
distingue
por
una
orientación
de
servicio
acompañada
por
responsabilidad
para
con
la
comunidad”
Entonces,
otro
elemento
de
la
legitimidad
de
dichos
profesionales
es
el
consenso
que
existe
y
que
es
aceptado
por
la
comunidad
del
comportamiento
ético
y
responsable
para
con
la
labor
de
intervenir
a
favor
de
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
Con
estas
características
aportadas,
es
forzoso
concluir
que
existe
como
componentes
una
conciencia
de
ser
profesional
garante
de
derechos
y
que
es
el
primer
paso
para
la
incidencia
en
un
procedimiento
de
protección
integral
de
derechos.
Es
el
sentir
que
los
interventores
estén
consientes
que
están
legitimados
frente
al
poder
estatal,
pero,
regidos
y
evaluados
por
la
propia
institucionalidad
gubernamental.
En
resumen,
es
un
compromiso
individual
y
de
actoría
social
frente
al
riesgo
o
vulneración
que
sufren
los
NNA.
Requiere
de
profesionales
reflexivos,
èticos,
críticos
y
capacitados
para
incidir
en
una
realidad
que
se
presenta
adversa
y
problemática.
Ante
una
vulneración
de
derechos
o
al
riesgo
de
sufrirla,
la
intervención
con
enfoque
de
derechos,
permite
conocer
quiénes
son
las
víctimas
y
los
sujetos
a
intervenir.
Qué
grupo
se
encuentra
vulnerado
y
tipo
de
vulneración.
El
profesional
al
tener
la
legitimación
y
capacitación
idónea,
sabrá
responder
qué
derechos
no
se
están
cumpliendo
y
desde
cuándo
se
está
produciendo
la
violación
a
las
garantías
de
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
En
su
especialidad,
al
intervenir
asesorará
la
Red
u
oferta
programática
para
hacer
frente
al
problema.
Tendrá
herramientas
suficientes
para
evaluar
el
daño
provocado
y
estimar
si
es
necesaria
una
reparación
integral
en
sus
derechos
(V.gr.
De
un
Informe
de
Daño
elaborado
un
Centro
de
Terapia,
y
ofrecido
en
sede
proteccional
se
podrá
acompañar
para
reabrir
una
investigación
penal
inconclusa)
Fomentará
el
surgimiento
de
otros
profesionales
consientes,
factor
multiplicador
de
agencia
de
cambio
y
en
definitiva
de
la
exigibilidad
de
los
derechos.
El
Enfoque
de
Derechos
incluso
coopera
al
Juez
de
Familia
y
Garantía
en
la
resolución
del
conflicto
jurídico.
La
Convención
y
las
normas
jurídicas
de
infancia
servirán
de
base
en
la
sentencia
final
de
protección.
Proporcionará
herramientas
para
que
la
judicatura
adopte
decisiones
orientadas
en
los
principios
de
la
Convención
y
pueda
otorgar,
en
la
medida
que
mejore
el
procedimiento
de
protección,
un
restablecimiento
del
imperio
del
derecho
vulnerado.
En
el
actual
procedimiento
de
protección,
se
utiliza
la
palabra
interrumpir
la
vulneración.
Con
un
enfoque
de
Derechos,
debiese
ser
intervenir
la
vulneración
de
una
manera
integral,
favoreciendo
la
participación
10
infantil
en
todos
los
ámbitos
que
les
afecten.
La
intervención
en
lo
social,
en
el
ámbito
proteccional,
no
es
neutra,
es
esencialmente
ideológica,
por
tanto,
conocer
la
realidad
situacional
genera
también
una
certeza
de
la
política
pública;
del
proyecto
de
intervención
y
en
definitiva
del
“poder”
que
se
ejercerá
en
el
sector
determinado,
espacio
o
lugar
donde
se
produce
el
riesgo
o
la
vulneración.
Establecer
prioridades
es
capital
a
la
hora
de
la
toma
de
decisiones
y
servirá
de
base
para
la
intervención.
Esta
idea
es
consensuada
y
socializada
en
los
actores
y
con
los
sujetos/protagonistas
a
intervenir.
La
intervención
en
el
procedimiento
de
protección,
muestra
que
hay
personas
que
cumplen
tareas
o
roles.
Personas
jurídicas,
como
entes
ficticios
y
naturales,
que
son
llamados
garantes
de
derechos.
Sujetos
que
en
forma
prescriptiva
y
no
meramente
declarativa
deben
conocer
o
tener
en
claro
la
función
y
responsabilidad
que
ejercitan:
El
Estado
como
garante
principal;
la
familia
y
la
comunidad
que
actúan
como
garante
interrelacional;
profesionales,
sociedad
civil
organizada
y
medios
de
comunicación
como
garantes
co
-‐
responsables.
La
profesora
Francis
Valverde
medita
en
este
aspecto:
“Ser
garante
de
derechos
implica
asumir
la
responsabilidad
de
generar
las
condiciones
de
respeto,
defensa
y
ejercicio
de
los
Derechos
Humanos
por
parte
de
toda
persona,
sin
distinción
alguna”
(Valverde,
2004)
Precisar
la
existencia
de
garantes,
propicia
herramientas
eficaces
a
la
hora
de
elaborar
estrategias
de
implementación
con
el
objeto
de
generar
una
intervención
desde
lo
social
de
una
manera
integral
y
armónica
ante
la
vulneración.
En
palabras
de
Hugo
Cadenas
“No
resulta
satisfactorio
ubicar
a
las
políticas
públicas
únicamente
como
respuestas
del
Estado
ante
problemas
sociales
ni
tampoco
únicamente
como
acciones
correctivas
sobre
dichos
problemas.
Desde
una
observación
de
segundo
orden,
nos
es
posible
apreciar
que
las
políticas
públicas
son
en
sí
mismas
esquemas
de
distinción
que
emplea
el
sistema
político
respecto
de
sus
posibilidades
de
decisión
en
relación
con
el
entorno
social
que
le
es
relevante.
De
este
modo,
las
políticas
públicas
aparecen
como
organizaciones
complejas
de
decisiones
que
coordinan
posibilidades
de
comunicación
en
la
sociedad.”(Cadenas,
2006)
No
hay
enfoque
de
derechos
sin
consulta
y
participación
de
los
niños,
niñas
y
adolescentes.
Al
ser
sujetos
de
derecho,
pasan
a
formar
parte
del
proceso
y
no
es
un
mero
receptor
de
políticas
públicas.
Sin
la
consulta
de
los
niños
no
puede
haber
análisis
situacional
de
la
vulneración
sufrida.
Como
ocurre
en
la
legislación
de
infancia
Ecuatoriana:
“
tanto
el
Consejo
Nacional
como
los
Consejos
Cantonales
promoverán
la
formación
de
Consejos
Consultivos
de
niños,
niñas
y
adolescentes,
en
sus
respectivos
niveles
nacionales
y
seccionales”,
o
en
el
caso
Brasilero,
en
el
Estatuto
del
niño
y
del
Adolescente,
cuando
habla
de
“todas
las
oportunidades
y
facilidades,
con
el
fin
de
proporcionarles
el
desarrollo…”,
o
como
nos
ilustra
la
legislación
Salvadoreña
“y
serán
ejercidos
directamente
por
los
niños,
niñas
y
adolescentes,
tomando
en
consideración
el
desarrollo
evolutivo
de
sus
facultades…”
El
compromiso,
ética
y
valoración
del
otro
han
dado
paso
a
un
contexto
laboral
incierto
y
lúgubre,
donde
los
actores
que
intervienen
con
NNA,
carecen
de
las
condiciones
indicadas,
no
porque
las
desconozcan,
sino
porque
las
mismas
instituciones
que
les
contratan
,
han
automatizado
su
actuar
y
no
han
dado
importancia
al
sujeto
de
derechos
actor
que
se
interviene.
El
Estado,
minimizado
en
su
actuar,
ha
cedido
y
ya
sòlo
tímidamente
comienza
a
fiscalizar
y
de
manera
ex
post,
tomar
aquellas
medidas
“urgentes”
en
situaciones
que
no
son
de
corto
aliento.
Por
ejemplo,
la
comisión
de
un
delito
sexual
infantil
¿es
algo
que
se
deba
tomar
con
ligereza
por
parte
de
las
autoridades
estatales?
La
voz
estatal,
en
un
sentido
amplio.
O
la
promoción
de
los
DDHH
en
los
colegios,
para
anticiparse
a
nuevas
vulneraciones
sexuales
en
las
aulas
y
en
los
hogares
¿es
un
tópico
fácil
y
rápido?
La
calidad
de
la
11
terapia
reparatoria,
que
sin
contar
los
plazos
–
breves
ya-‐
deben
sortear
una
serie
de
obstáculos
financieros,
de
movilidad
y
jurídicos
que
deterioran
el
ejercicio
al
derecho
humano
de
los
niños
a
la
salud
mental
integral.
¿son
intervenciones
de
urgencia?
A
la
luz
de
lo
expuesto
no,
porque
debiesen
enmarcarse
dentro
de
una
política
integral
de
protección.
6. La
violencia
y
el
abuso
a
los
niños/as
como
vulneraciones
graves
a
los
derechos
infanto
juveniles.
Los
alarmantes
índices
de
violencia
contra
los
NNA
(niños,
niñas
y
adolescentes)
y
su
consecuencial
impunidad
nos
llama
a
revisar
y
sistematizar
las
políticas
públicas
nacionales,
regionales
y
comunales
en
relación
a
la
infancia.
Ciertamente
este
documento,
no
agotará
la
discusión
que
se
pueda
producir
en
las
diversas
instancias
en
materia
de
infancia
y
adolescencia,
pero
al
menos
busca
poner
antecedentes
que
permitan
comprender
la
magnitud
de
sus
efectos.
Por
otra
parte
la
Convención
sobre
los
Derechos
del
Niño
(1989),
en
su
artículo
19,
define
que
la
violencia
contra
niños,
niñas
y
adolescentes
consiste
«…en
toda
forma
de
perjuicio
o
abuso
físico
o
mental,
descuido
o
trato
negligente,
malos
tratos
o
explotación,
incluido
el
abuso
sexual…».
El
Comité
ha
expresado
en
orden
a
la
Violencia:
“toda
forma
de
violencia
contra
los
niños
es
inaceptable,
por
leve
que
sea.
La
expresión
“toda
forma
de
perjuicio
o
abuso
físico
o
mental”
no
deja
espacio
para
ningún
grado
de
violencia
legalizada
contra
los
niños.
La
frecuencia,
la
gravedad
del
daño
y
la
intención
de
causar
daño
no
son
requisitos
previos
de
las
definiciones
de
violencia.
Los
Estados
partes
pueden
referirse
a
estos
factores
en
sus
estrategias
de
intervención
para
dar
respuestas
proporcionales
que
tengan
en
cuenta
el
interés
superior
del
niño,
pero
las
definiciones
no
deben
en
modo
alguno
menoscabar
el
derecho
absoluto
del
niño
a
la
dignidad
humana
y
la
integridad
física
y
psicológica,
calificando
algunos
tipos
de
violencia
de
legal
y/o
socialmente
aceptables”
Paulo
Sérgio
Pinheiro,
Experto
Independiente
para
el
Estudio
del
Secretario
General
de
las
Naciones
Unidas
sobre
la
Violencia
contra
los
Niños,
en
su
Informe
la
Violencia
contra
Niños
y
Niñas
elabora
una
definición
con
énfasis
en
el
daño
que
provoca,
no
sólo
para
los
NNA
sino
para
la
dignidad
y
desarrollo
de
la
sociedad
toda.
(Pinheiro,
2006,
pág.
52).
Dentro
de
esa
violencia
se
incluye
por
cierto
a
los
delitos
sexuales.
En
Chile
y
según
la
Encuesta
Nacional
de
Opinión
Pública
UDP
del
año
2005,
la
violencia
sexual
es
percibida
por
la
población
chilena
como
el
grupo
de
delitos
más
graves
que
puede
afectar
a
una
persona
(Encuesta
Nacional
de
Opinión
Pública
UDP
2005,en
Maffioletti
y
Huerta,
2011).
12
En
cuanto
a
los
procedimientos
judiciales
y
por
datos
aportados
por
la
investigadora
de
U
Redes,
psicóloga
Carolina
Navarro
(U.
de
Chile,
2012)
del
total
de
denuncias
por
delitos
sexuales
el
año
2011,
un
72,5%
corresponde
a
delitos
cometidos
contra
niños,
niñas
y
adolescentes.
Y
el
mismo
año,
se
registran
17.760
víctimas
delitos
sexuales
menores
de
18
años
(Ministerio
Público,
2012).
Estas
cifras
son
alarmantes
y
nos
entregan
un
indicador
de
violencia
que
no
ha
sufrido
cambios
significativos
en
los
últimos
meses
y
lo
más
urgente,
no
ha
sido
correspondido
por
una
política
que
al
menos
promocione
derechos
humanos
de
la
infancia.
En
el
Informe
Mundial
sobre
la
Violencia
y
la
Salud
de
la
Organización
Panamericana
de
la
Salud
(2003)
se
aborda
la
violencia
sexual;
de
género
y
los
delitos
sexuales
como
parte
del
concepto
clásico
de
violencia
y
se
concluye
que
los
delitos
sexuales
en
contra
de
niños,
niñas
y
adolescentes
representa
un
grave
atentado
a
la
salud
pública
de
los
Estados
a
nivel
mundial.
Si
comprendemos
que
este
grave
atentado
a
la
salud
pública
de
los
Estados
puede
evitarse,
elaborando
políticas
públicas
que
incluyan
presupuestos
y
gastos
públicos
acordes
a
las
necesidades
reales
de
la
población
y
a
la
visión
de
los
niños
como
sujetos
de
derechos,
se
gastaría
menos
en
reparar
el
daño
causado;
en
justicia
y
en
los
actores
que
intervienen
con
los
NNA.
¿Sabemos
cuánto
se
está
gastando
en
promocionar
derechos
de
la
infancia?.
Según
datos
del
Instituto
Nacional
de
Derechos
Humanos,
el
gasto
en
conjunto
de
acciones
de
capacitación
de
derechos
humanos
realizadas
en
el
2010
representa
menos
de
1%
del
presupuesto
anual,
con
un
monto
de
$157.444.479.-‐
Es
decir,
casi
nula
inversión
en
temas
de
promoción
en
derechos
humanos.
El
mismo
instituto
nos
indica
que
69%
de
las
iniciativas
de
capacitación
en
materia
de
derechos
humanos,
no
representaron
un
costo
directo
para
los
servicios
públicos
o
al
menos
se
desarrollaron
sin
asignación
presupuestaria.
Hay
claridad
en
qué;
cómo
y
cuánto
gastamos
en
promocionar
derechos
de
infancia.
Es
decir,
cómo
nos
anticipamos
a
que
esta
violencia
en
los
hogares,
familias,
colegios,
jardines
infantiles,
etc.
se
produzca.
Si
se
produce
el
acto
que
vulnera
derechos
de
niños,
ya
estaremos
hablando
de
cuánto
gastamos
en
protección.
Situación
que
implicará
un
gasto
mayor
al
Estado
porque
estaremos
interviniendo
a
NNA
que
ya
sufren
un
daño
mayor.
En
el
artículo
7°,
la
Convención
Interamericana
establece
las
obligaciones
de
los
Estados
frente
a
estos
ilícitos:
“Los
Estados
Partes
condenan
todas
las
formas
de
violencia
contra
la
mujer
y
convienen
en
adoptar,
por
todos
los
medios
apropiados
y
sin
dilaciones,
políticas
orientadas
a
prevenir,
sancionar
y
erradicar
dicha
violencia…”
Al
interpretar
una
norma
de
derechos
humanos,
lo
hacemos
en
forma
amplia
a
favor
de
los
niños
y
restrictiva
a
favor
del
Estado
y
sus
organismos,
por
ello,
la
13
obligación
del
ente
estatal
es
buscar
“por
todos
los
medios
apropiados”
la
prevención,
la
promoción
y
erradicar
la
violencia
contra
NNA.
Esto
incluye,
por
cierto,
el
gasto
en
infancia.
Pendiente
está
la
promulgación
de
una
Ley
Integral
de
la
Infancia
y
la
creación
de
un
Defensor
de
los
Derechos
Humanos
de
los
NNA.
Esperemos
que
esta
iniciativa
de
la
sociedad
civil
organizada
no
sufra
de
los
mismos
errores
de
la
Ley
contra
la
Discriminación,
conjunto
normativo
que
sin
duda
es
un
avance,
pero
que
se
promulga
desfinanciada,
es
decir,
no
habrá
presupuesto
ni
gasto
público
para
promocionar
la
tolerancia
y
la
no
discriminación
en
la
sociedad
chilena.
¿Nos
quedaremos
con
las
multas
y
sanciones
en
contra
de
los
actos
discriminatorios?
Siento
que
hay
una
gran
labor
que
debe
ser
financiada
para
construir
una
cultura
de
respeto
por
la
diversidad
y
que
las
políticas
públicas-‐que
incluyen
a
las
leyes-‐
no
pueden
ser
tan
resultadistas,
esperando
resolver
problemas
estructurales
por
la
vía
de
la
sanción,
que
en
este
caso
será
una
multa
civil.
La
ley
Integral
de
la
Infancia
debe
contemplar
un
financiamiento
claro
y
eficiente,
que
fortalezca
el
rol
del
Estado
como
garante
principal
de
derechos
humanos
de
los
NNA.
A
mi
juicio,
la
idea
del
Defensor
de
los
derechos
del
niño
debiese
quedar
a
cargo
de
la
institucionalidad
actual
en
materia
de
derechos
humanos,
esto
es
el
Instituto
Nacional
de
Derechos
Humanos,
dotando
a
este
organismo
de
acciones
vinculantes;
afirmativas
y
presupuestos
frescos
que
puedan
hacer
frente
a
las
graves
vulneraciones
de
derechos.
Y,
justamente
de
recursos
que
permitan
llevar
a
cabo
la
importante
labor
de
promocionar
derechos
humanos.
14
Conclusiones
La
violencia
es
una
realidad
que
afecta
a
la
niñez
y
a
la
adolescencia
en
los
distintos
ámbitos
de
su
desarrollo,
vulnera
a
la
niñez
migrante;
a
los
adolescentes
que
luchan
por
una
educación
gratuita;
al
movimiento
por
la
diferencia
y
la
tolerancia;
a
la
infancia
de
los
pueblos
originarios;
a
la
indemnidad
y
la
libertad
sexual
de
nuestros
niños,
niñas
y
adolescentes
y
produce,
en
la
población,
una
naturalización
de
la
impunidad;
un
acostumbramiento
a
un
sistema
que
ha
institucionalizado
la
violencia
como
forma
de
resolver
situaciones
sociales.
Para
hacer
frente
a
esta
insoslayable
tarea,
necesitamos
de
garantes
tan
relevantes
como
el
Estado
para
encabezar
un
cambio
de
paradigma
en
las
políticas
públicas,
cambio
que
llama
a
profundizar
la
promoción
en
todos
los
niveles
de
un
concepto
actualizado
e
integra
l-‐para
todos
y
todas-‐
de
los
derechos
humanos;
de
paso
cumplir
con
las
obligaciones
internacionales
en
materia
de
niñez,
incluyendo
activamente
a
los
propios
niños,
niñas
y
adolescentes
en
la
elaboración
de
las
políticas
públicas
con
un
enfoque
de
derechos
y
respetuoso
del
interés
superior
del
niño;
monitoreando
a
través
de
instituciones
legitimadas
socialmente
la
consecución
de
los
objetivos
trazados
y
gastando
lo
necesario
para
restablecer
el
derecho
de
una
infancia
golpeada
por
tantos
y
tan
crueles
hechos
de
violencia
de
los
que
nadie
puede
estar
indiferente,
menos
el
Estado.
15
Referencias
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“Notas
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SI-‐NO
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PRODENI.
16