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Apuntes

para una
Pastoral Ecológica
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Apuntes para una Pastoral Ecológica.

Indice
1 A modo de justificación 5

2. Iglesia y Ecología 7

3. Una teología de la Ecología 9

4. Iglesia y Ecología 13

5. Promoción de una cultura ecológica 15

6. Propuestas para una confesión de Fe 17

7. Promover el cuidado de la Creación 19

8. ¿Habla la Biblia de Ecología? 23

9. Para una lectura ecologista de la Biblia 25

10. Biblia y Ecología una relectura de Génesis 1:1 a 2:4 31

11. ¿Que es La Carta de la Tierra? 39

12. La Carta de la tierra 41

13.Hacer ecoteología 55

13. La mayordomía de la creación 69

12. Mayordomía ambiental en la tradición Judeo- 85


Cristiana y Protestante

3
13: Declaración de Cornwall 169

4
Apuntes para una Pastoral
Ecológica.
Francisco Limón C.

A modo de justificación.
Para algunos de nosotros, parecería que de antemano ya
tenemos suficientes tareas, como para ahora preocuparnos
también de la ecología. Quizá hasta podríamos decir que esta
es un área a la que se deberían de dedicar los especialistas,
mientras que nosotros deberíamos de dedicarnos
prioritariamente a las necesidades espirituales de la Iglesia.
Pensar de esta forma me parece que es simplemente olvidar
algunos de los principios más elementales de la Escritura,
cuando del Génesis al Apocalipsis, se nos presenta un ejercicio
redentivo, de parte de Dios, donde el ser humano forma de
parte especial, pero nunca aparte del resto de la creación. Aún
más la propuesta del Apocalipsis es la recreación del cosmos.
En nuestros documentos de la iglesia, el tema de la ecología es
mencionado como uno de los objetivos Generales de la Iglesia,(
Ar. 45. Promover el cuidado de la creación) e incluso se dedica
un apartado específico (Cap. 41. De la responsabilidad
ecológica de la Iglesia para con la creación). Esto esta bien en
nuestros documentos, sin embargo, resulta casis siempre letra
muerta en nuestra pastoral, eclesial e institucional (casi
siempre preocupada en la salvación de las almas). Si un grave
pecado existe en la iglesia en lo general es la omisión, ya que
por omisión es que se han dejado de hacer un sinúmero de

5
actividades en las que deberíamos haber estado particpando y
haciendo.
El olvido de la perspectiva ecológica, sin duda no es privativa
de la iglesia, sino que nuestra sociedad en lo común carece de
una conciencia del cuidado de la creación. Pero esto en ningún
modo ha de ser nuestra justificante para no haber hecho
nuestra parte, aunque si hay que explicar que no solo la iglesia
presbiteriana, sino la tradición cristiana en su generalidad ha
mantenido un dualismo que le carácteriza y que pone su
enfasís en la redención de las almas de las personas, pero no
en las personas en su integralidad, por otro lado la
interpretación que prevalece de algunos pasajes del libro del
Génesis (1-3), enafatiza precisamente la depredación
(sojuzgar) de la tierra.
Del lado del calvinismo, en su versión puritana, también la
interpretación del trabajo y el enfasís de redimir (tiempo,
tierra, etc.), también magnifico la explotación de la tierra, pues
solo cuando fueran “utiles”, estarían cumpliendo con el
propósito divino.

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Iglesia y Ecología
Durante siglos el tema de la naturaleza o de la ecología
simplemente era practicamente inexistente en el diaálogo de la
iglesia, sí bien es cierto que existen destellos en la teología de
Francisco de Asís (hermano, sol, hermano lobo, etc), pero de
común solo enfatiza que los seres humanos y formamos parte
de una misma hermandad con la creación. Así que la palabra
ecología es un concepto nuevo, que se utilizó por primera vez
en 1866, para ayudar a entender a los seres vivos como
participes de "una casa común para todos". Ecología,
efectivamente, deriva etimológicamente de la palabra griega
oikos: casa. Esta imagen "doméstica" remite a una
comprensión de las relaciones de los seres vivos como
interconectados y vinculados indisociablemente. Está vinculada
a la idea de corresponsabilidad. Justamente la raíz de esta
palabra es la que utilizamos también para promover el
ecumenismo.
En la década de 1940, los estudios ecológicos se amplían,
pasando de detenerse solo en las relaciones del mundo animal
y vegetal con su medio ambiente, a trabajar sus relaciones de
interdependencia. En los años sesenta, comienza a tomarse en
cuenta el factor humano en estas relaciones, destacándose
progresivamente el papel de la civilización en la alteración de
esos equilibrios. Esta nueva perspectiva está motivada por las
crisis ambientales que son imposibles de dejar de percibir y dan
nacimientos a movimientos sociales que vinculan la
preocupación por la ecología con la crítica a los modelos de
desarrollo económico y ordenamiento político de las
sociedades contemporáneas.

7
Recién a fines de los años setenta la preocupación ecológica
comenzó a ser integrada en la teología y en la vida cotidiana
de las iglesias, por medio de organizaciones como "Interfaith
coalition", una red internacional de creyentes de diferentes
religiones (cristianos, judíos, budistas, musulmanes, hinduistas,
etc.) que se manifestó en contra de las armas nucleares y el
transporte de uranio en Europa y Estados Unidos. El Consejo
Mundial de Iglesias, en diversos documentos de esos años,
comenzó a vincular la necesidad de resolver los problemas
ambientales junto al establecimiento de una ética social más
justa y a una democracia más participativa.1
Es entonces a través de la influencia de El Consejo Mundial de
Iglesias, que la ecología empieza a formar parte del lenguaje
de la iglesia. Y en nuestro caso a través de la Alianza
Reformada Mundial. Es en estas instituciones que se generan
documentos que promueven la ecología como tarea de la
iglesia. Después a estas iglesias se les habrían de añadir sus
correlativos a nivel latinoamericano. (AIPRAL y CLAI).

1
Para una lectura ecologista de la Biblia.
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=13795

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Una Teología de la Ecología
Para los ecologistas sociales, la relación entre las sociedades y
el medio ambiente es de fondo socioambiental, no sólo
ambiental, como predican las corrientes conservadoras del
ecologismo. La lucha ambiental no se resume a la preservación
de la fauna y de la flora, amenazadas de extinción, pero
fundamentalmente está dirigida para transformaciones
estructurales de la sociedad.
La crítica de los ecologistas sociales se vuelve también contra el
imperativo clásico de progreso, basado en la noción de trabajo
productivo ( dirigida para la producción de mercaderías dentro
de la lógica de la acumulación de capital) y de ciencia como un
conocimiento vuelto para el dominio de la de naturaleza,
entendida como un recurso para el desarrollo económico.
En lo común se trata de evaluar a las sociedades “bíblicas”
desde una optica economicista y productivista, carácterística
de una sociedad, (dirian ellos) pre-capitalista. Pero estas
sociedades del campo abrámico (Juadaísmo, Islamismo,
cristianismo), deben ser analizadas a partir de los diversos
padrones civilizadores, en los cuales estuvieron enraizadas.
Estos antiguos modos de relación incluían concepciones de
tiempo, de espacio y balances energéticos que están
registrados en los textos bíblicos. En el tocante a una lectura
popular de la Biblia, son de particular interés las relaciones
ecológicas que caracterizaron el cotidiano y la historia de los
antiguos hebreos.
Es sabido que en cuanto movimiento social, los hebreos,
establecen en Ias montañas de la Palestina, una sociedad ya
sin opresor, rey o faraón. Forman un anti-modelo: anti-estado,

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anti faraón, anti opresión, sin ciudades, sin templos, casi sin
sacerdocio. Esta radicalidad hebrea se reflejó en sus
concepciones de tiempo, rompiendo una tradición asiática, en
la cual la noción de tiempo cíclico era fundamento ideológico
para la perpetuación del ciclo de tributos y del poder de los
imperios.
El texto bíblico abunda en historias, al contrario de lo que
ocurría en todo el Fértil Creciente. Las historias bíblicas no
explican la naturaleza a través de dioses que intervienen
encarnando fuerzas cósmicas, centrados en un distante pasado
mítico fundador. El Dios de Israel, de los hebreos, combate esta
concepción mágica, tornando el universo pasible de
trasformaciones. Javé, no se asocia a los acontecimientos
repetitivos y hasta cierto punto previsible de la naturaleza,
pero a la historia, que él comanda de una forma general
inescrutable.
Este fenómeno, exclusivo de la enculturación bíblica, implica en
la despersonalización y desmitización de las divinidades de los
pueblos vecinos, tornadas fuerzas cósmicas impersonales. La
originalidad de este fenómeno, único entre las religiones, se
debe al monoteísmo. La concepción de tiempo linear surge
como una contribución distintiva del pensamiento hebreo muy
pertinente aún para los dias de hoy.
También en lo tocante al espacio y a los balances energéticos,
la ecología hebrea muestra un carácter distinto de los imperios
de la antigüedad. Ella subentendía la aprehensión de nichos
ecológicos bastante diferenciados en la antigua Tierra Santa.
País de relevo caótico, surcado por valles y desfiladeros, con
enormes diferencias geográficas y naturales, la Palestina
recibió vagas sucesivas de grupos de diferentes orígenes

10
étnicos, que fueron colocados o se colocaron a la margen de los
procesos económicos, sociales y políticos entonces vigentes.
Estos grupos articulan diferentes modos de relación con los
ecosistemas, en los cuales se insertaron. La tónica en la
aprehensión de los ciclos de materia y energía - frente a la
ausencia de los tributos - apunta siempre para una línea de
perdurabilidad. Es el caso del nomadismo en el desierto (grupo
sinaítico), del pastoreo trashumante combinado con
agricultura en la estepa (grupo abrámico) y esto, sin contar con
la vigorosa economía campesina, que fue la base del medio
rural palestino durante siglos.
Los hebreos trabajaron concepciones de tiempo, de espacio y
de balances energéticos que, apuntando para el
enfrentamiento del imperio, inducirán, aún que de forma no
premeditada, para concepciones hoy defendidas por los
ecologistas sociales: una sociedad justa y ecológicamente
responsable.
Todo esto muestra la equivocación de colocaciones que
afirman ser la tradición judío-cristiana la matriz de la moderna
devastación de la naturaleza.
Además de la carencia bíblica para tan imprudente afirmación,
cabría la crítica del propio punto de vista histórico. No es
posible atribuir a los actores sociales tan dispares en cuanto Ias
primeras comunidades cristianas, San Francisco de Asís, los
cristianos reformados y los conquistadores portugueses y
españoles - sin contar los propios hapiru - una idéntica postura
con la naturaleza con base en una “misma” herencia judío-
cristiana.

11
Una concepción popular de naturaleza ya estaba colocada en
la antigüedad por grupos que antagonizaban el poder
constituido, que idealizaron una óptica no antropocéntrica. No
el hombre y la mujer, pero el sábado es la corona de la
creación. Al descanso del burro, del buey, de la tierra, del árbol,
debe ser agregado el respecto a los que trabajan el suelo y
desafían la opresión en la construcción de una sociedad nueva.

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Iglesia y ecología
Durante siglos el tema de la naturaleza o de la ecología
simplemente era practicamente inexistente en el diaálogo de la
iglesia, sí bien es cierto que existen destellos en la teología de
Francisco de Asís (hermano, sol, hermano lobo, etc), pero de
común solo enfatiza que los seres humanos y formamos parte
de una misma hermandad con la creación. Así que la palabra
ecología es un concepto nuevo, que se utilizó por primera vez
en 1866, para ayudar a entender a los seres vivos como
participes de "una casa común para todos". Ecología,
efectivamente, deriva etimológicamente de la palabra griega
oikos: casa. Esta imagen "doméstica" remite a una
comprensión de las relaciones de los seres vivos como
interconectados y vinculados indisociablemente. Está vinculada
a la idea de corresponsabilidad. Justamente la raíz de esta
palabra es la que utilizamos también para promover el
ecumenismo.
En la década de 1940, los estudios ecológicos se amplían,
pasando de detenerse solo en las relaciones del mundo animal
y vegetal con su medio ambiente, a trabajar sus relaciones de
interdependencia. En los años sesenta, comienza a tomarse en
cuenta el factor humano en estas relaciones, destacándose
progresivamente el papel de la civilización en la alteración de
esos equilibrios. Esta nueva perspectiva está motivada por las
crisis ambientales que son imposibles de dejar de percibir y dan
nacimientos a movimientos sociales que vinculan la
preocupación por la ecología con la crítica a los modelos de
desarrollo económico y ordenamiento político de las
sociedades contemporáneas.

13
Recién a fines de los años setenta la preocupación ecológica
comenzó a ser integrada en la teología y en la vida cotidiana
de las iglesias, por medio de organizaciones como "Interfaith
coalition", una red internacional de creyentes de diferentes
religiones (cristianos, judíos, budistas, musulmanes, hinduistas,
etc.) que se manifestó en contra de las armas nucleares y el
transporte de uranio en Europa y Estados Unidos. El Consejo
Mundial de Iglesias, en diversos documentos de esos años,
comenzó a vincular la necesidad de resolver los problemas
ambientales junto al establecimiento de una ética social más
justa y a una democracia más participativa.2
Es entonces a través de la influencia de El Consejo Mundial de
Iglesias, que la ecología empieza a formar parte del lenguaje
de la iglesia. Y en nuestro caso a través de la Alianza
Reformada Mundial. Es en estas instituciones que se genran
documentos que promover la ecología como tarea de la iglesia.

2
Para una lectura ecologista de la Biblia.
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=13795

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Promoción de una cultura ecológica
La pastoral, inicia no necesariamente en la atención de tal o
cual problema, sino en su prevención. Y si bien es cierto que en
el tema del deterioro ecológico se esta empezando tarde. Es
necesario precisamente iniciar con la promoción de una cultura
ecológica, para ello se hace necesaria una relectura de la
Escritura, que nos permita corregir los errores interpretativos
que en el pasado han generado la sobre explotación y
desperdicio de los recursos nos renovables.
La promoción de una cultura ecológica ha de abarcar las
distintas expresiones que forman parte de la tarea de la iglesia.
Por ejemplo, en la educación infantil, los niños necesitan
conocer al Dios creador, pero también conocer que ellos son
llamados a cuidar de la creación. Mientras que particularmnete
en jóvenes y adultos, se ha de fomentar una reeducación que
nos permita corregir habitos adquiridos.
El tema de la espiritualidad, dentro del presbiterianismo, en lo
general es una materia abandonada o en el mejor de los casos
simplemente es vista como un apendice de la teología practica,
considerándose a esta como algo secundario en relación con la
“Teología”. Pero los creyentes en lo común requieren y
practican algún tipo de espiritualidad, y los modelos de
espiritualidad a los que comúnmente a los que comúnmente se
acerca el miembro promedio de la iglesia, de común es la que
otros grupos (pentecoslatels y neopentecostales) les proponen.
Estos modelos en lo común tienden a una espiritualización de
nuestra cosmovisión, donde la parte importante del ser
humano solo es en función de la salvación de las almas, y por
ende cualquier otra relación deja de tener importancia. Por
otro lado, pero conicidente con este tema es la enseñanza

15
escatológica prevaleciente en muchos grupos cristianos, donde
el creyentes espera su redención como el estar en el cielo. Y por
ello en tanto más rápido este mundo se deterioree y colapse,
más rápido evndrá el mundo del Señor. Ante esto, para que
preocuparse de la creación si al fin y al cabo esto se va a
quedar aquí y nosostros nos habremos de ir al cielo con el
Señor. Por demás es el abundar en los equivocos teológicos
mencionados en estas dos posturas y que nos alejan del plan
escritural. Es por ello que parte de nuestra tarea pastoral
necesiariamente pasa también por el terreno educativo, en
estas dos áreas. Recuperar nuestra escatología, donde Dios
esta preocupado por la la redención de toda la creación. Pero
también profundizar en la una espiritualidad, que no
necesariamnete ecológica, sino más integral e integradora en
el sentido de que la práctica de la espiritualidad cristiana
necesariamente implica el estar en equilibrio con la creación.

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Propuesta para la confesión de fe
Si creemos que la ecología ha de formar parte de la tarea
pastoral de la iglesia, es conveniente llevar el tema a ún área
donde afecte a la iglesia en su entorno general y no
permanezca relegado a un apéndice de la Constotución de la
Iglesia. Es por ello que el tema de la ecología debe hallar
espacio dentro de la Confesión de Fe de la iglesia, a fin de que
se convierta desde ese terreno dogmático en el quehacer de la
Iglesia.
Creemos que el Dios, creador y Susntentador de todo cuanto
existe le ha dado a la iglesia, la encomienda y responsabilidad
de cuidar y administrar nuestra hábitat. Dada la encomienda y
responsabilidad de administrar nuestro hábitat, que el mismo
Creador dio a los seres humanos desde un principio y de una
manera más directa y personal a los creyentes en El y en el
Señor Jesucristo, reunidos en la Iglesia Universal y, puesto que,
la Iglesia está establecida, ocupa y hace uso “de toda la tierra y
su plenitud, del mundo y los que en él habitan” Sal. 24:1, es
decir, del hábitat o habitación creada por el Señor, ella no
puede ser ajena, indiferente o pasiva a la encomienda, cuidado
y administración de los “bienes de Dios” que constituyen el
universo en el cual vivimos y actuamos como Iglesia de
Jesucristo. La Iglesia tiene la responsabilidad de cuidar y
administrar la creación hecha para la gloria de Dios y para bien
de todos los seres humanos, incluyendo la vida e integridad de
estos así como el aire y atmósfera que respiramos, los ríos
(agua, lluvia) mares, montañas, los reinos animal, mineral y
vegetal, manteniendo una lucha constante contra la
contaminación y destrucción de la Naturaleza con el fin de
preservar los ecosistemas que mantienen el equilibrio ecológico

17
de nuestro universo y casa-habitación, en la cual la Iglesia
cumple y realiza su misión como el Cuerpo de Cristo en la
tierra. Gn. 1 y 2, Job 38-41, Sal. 8, 24, 65:9-13, 103:19-22, 104,
Is. 65:17-25, Ro.8:19-23, Ap. 21:1.3

3
Constitución General de la iglesia Nacional Presbiteriana de México, A.R.
Libro de orden y Gobierno. Cap. 41.

18
Promover el cuidado de la creación
Artículo 45. Luchar firmemente contra los peligros del deterioro
y destrucción de la naturaleza y la biodiversidad como el
hábitat común para todos los seres vivientes, por ello, uno de
los objetivos más definidos será orientar, exhortar y trabajar
como Iglesia a favor de una ecología responsable y
constructiva “porque también la creación misma será libertada
de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos
de Dios”. (Ver apéndice sobre la Ecología) Gn. capítulos 1 y 2;
Job 38 y 39; Ro. 8:21-22)

Cápitulo 41
DE LA RESPONSABILIDAD ECOLÓGICA DE LA IGLESIA PARA CON
LA CREACIÓN
Puesto que afirmamos y así lo declaramos que creemos en el
único Dios verdadero, Creador y Sustentador de todo cuanto
existe y Padre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,
reconocemos que tanto la creación particular de los seres
humanos como de la creación en general –toda la
Naturaleza— merecen y requieren por parte de la Iglesia,
atención, cuidado y preservación de todo el universo de Dios,
Señor y Dueño de todo lo creado.
Dada la encomienda y responsabilidad de administrar nuestro
hábitat, que el mismo Creador dio a los seres humanos desde
un principio y de una manera más directa y personal a los
creyentes en El y en el Señor Jesucristo, reunidos en la Iglesia
Universal y, puesto que, la Iglesia está establecida, ocupa y
hace uso “de toda la tierra y su plenitud, del mundo y los que
en él habitan” Sal. 24:1, es decir, del hábitat o habitación

19
creada por el Señor, ella no puede ser ajena, indiferente o
pasiva a la encomienda, cuidado y administración de los
“bienes de Dios” que constituyen el universo en el cual vivimos
y actuamos como Iglesia de Jesucristo. La Iglesia tiene la
responsabilidad de cuidar y administrar la creación hecha para
la gloria de Dios y para bien de todos los seres humanos,
incluyendo la vida e integridad de estos así como el aire y
atmósfera que respiramos, los ríos (agua, lluvia) mares,
montañas, los reinos animal, mineral y vegetal, manteniendo
una lucha constante contra la contaminación y destrucción de
la Naturaleza con el fin de preservar los ecosistemas que
mantienen el equilibrio ecológico de nuestro universo y casa-
habitación, en la cual la Iglesia cumple y realiza su misión como
el Cuerpo de Cristo en la tierra. Gn. 1 y 2, Job 38-41, Sal. 8, 24,
65:9-13, 103:19-22, 104, Is. 65:17-25, Ro.8:19-23, Ap. 21:1.
Artículo 394. La Iglesia deberá orientar, hacer conciencia y
capacitar a sus miembros para el cuidado y mayordomía del
mundo en que vive y actúa, sobre todo de la vida, salud y
servicio de los mismos para el Señor. Todo esto de acuerdo con
la motivación y enseñanza de las Sagradas Escrituras sobre
este aspecto tan importante en la vida de la Iglesia.
Artículo 395. Asimismo, la Iglesia a través de sus organismos
apropiados buscará formas adecuadas para dar su
cooperación y, a la vez, solicitar la orientación y colaboración
de organismos gubernamentales y privados que responden y
luchan a favor de una ecología responsable y eficiente en
búsqueda de un mejor cuidado y administración del sano
equilibrio ecológico, en toda la creación.
Artículo 396. Las instituciones de servicio de la Iglesia, como
son el Seminario Teológico Presbiteriano de México, otros

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seminarios, escuelas e institutos bíblicos, así como los
hospitales y sanatorios de la Iglesia y escuelas seculares,
deberán incluir en recomendaciones y estudios, impresión de
folletos, artículos en la revista El Faro, sobre el tema de la
Naturaleza y toda la creación, relativos a la administración
responsable de los bienes de la Naturaleza, que en definitiva,
son bienes del Señor, expresando así y practicando a la vez,
una clara e indispensable Teología de la Creación.
Artículo397.Los organismos propios de la Iglesia,
particularmente los cuerpos de gobierno podrán promover
encuentros, simposios, consultas, congresos, etc., que aborden
la problemática ecológica y la responsabilidad de la Iglesia en
el cuidado de la Creación.

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22
¿Habla la Biblia de ecología?

Toda ella es un tratado de ecología. Desde la primera pagina


del Génesis
(Dios prepara una casa al hombre), hasta la última del
Apocalipsis (“tierra nueva”).
El “someted” y “dominad” de Gn 1,28 no se puede ni se debe
desligar de la bendición, signo de fecundidad con que se
abre el versículo. El tema de la bendición recorre toda la
Biblia. Sacar un versículo de su hábitat supone no
entenderlo, y ponerlo al servicio de otros intereses.
Dios puso al hombre “en el jardín de Edén para que lo cultivase
y lo guardase” (Gn 2,15), no para que lo destruyese.
Ser rey de la creación es asumir responsabilidades en esta
casa.

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24
Para una lectura ecologista de la Biblia
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=13795

Alvaro Ramis O.

La palabra ecología es un concepto nuevo, que se utilizó por


primera vez en 1866, para ayudar a entender a los seres vivos
como participes de "una casa común para todos". Ecología,
efectivamente, deriva etimológicamente de la palabra griega
oikos: casa. Esta imagen "doméstica" remite a una
comprensión de las relaciones de los seres vivos como
interconectados y vinculados indisociablemente. Está vinculada
a la idea de corresponsabilidad.
En la década de 1940, los estudios ecológicos se amplían,
pasando de detenerse solo en las relaciones del mundo animal
y vegetal con su medio ambiente, a trabajar sus relaciones de
interdependencia. En los años sesenta, comienza a tomarse en
cuenta el factor humano en estas relaciones, destacándose
progresivamente el papel de la civilización en la alteración de
esos equilibrios. Esta nueva perspectiva está motivada por las
crisis ambientales que son imposibles de dejar de percibir y dan
nacimientos a movimientos sociales que vinculan la
preocupación por la ecología con la crítica a los modelos de
desarrollo económico y ordenamiento político de las
sociedades contemporáneas.
Recién a fines de los años setenta la preocupación ecológica
comenzó a ser integrada en la teología y en la vida cotidiana
de las iglesias, por medio de organizaciones como "Interfaith
coalition", una red internacional de creyentes de diferentes
religiones (cristianos, judíos, budistas, musulmanes, hinduistas,

25
etc.) que se manifestó en contra de las armas nucleares y el
transporte de uranio en Europa y Estados Unidos. El Consejo
Mundial de Iglesias, en diversos documentos de esos años,
comenzó a vincular la necesidad de resolver los problemas
ambientales junto al establecimiento de una ética social más
justa y a una democracia más participativa.
En el campo católico es muy importante la carta de Juan Pablo
II para la XXIII Jornada Mundial de la paz del 1 de Enero de
1990, llamada "Paz con Dios creador, paz con toda la creación"
donde afirma:
"Ante el extendido deterioro ambiental, la humanidad se da.
cuenta de que no se puede seguir usando los bienes de la tierra
como en el pasado. La opinión pública, y los responsables
políticos están preocupados por ello, y los estudiosos de las
más variadas disciplinas examinan sus causas. Se está
formando así una conciencia ecológica, que no debe ser
obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se
desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en
programas e iniciativas concretas.[1]"

2. ¿Y que tiene que ver la Biblia con la ecología ?


Por el carácter emergente de esta temática no podemos
afirmar que la Biblia sea fuente o fundamento para la ecología.
Al contrario, sería altamente extemporáneo pedir a la Biblia
dar cuenta de un concepto propio de la alta modernidad, que
no ha sido abordado por las ciencias sociales hasta bien
entrado el siglo XX.

26
Sin embargo, lo que sí es posible realizar, es una lectura
ecologista de la Biblia. Es decir, asumiendo que nuestra
perspectiva es ecológica, imbuida de una problemática
contemporánea, podemos reconocer nuestro interés de
interpretar textos del pasado en una clave actual.
En los años sesenta, una serie de nuevos modelos de lecturas
bíblicas, las "hermenéuticas del genitivo" hicieron su aparición.
Se trató de las lecturas liberadoras, feministas, negras,
asiáticas, africanas, lecturas realizadas desde minorías
culturales y sociales, desde lugares subjetivamente
determinados. Desde estas nuevas lecturas, y destacando el
papel del lector, como factor clave en el acercamiento al texto,
se abandonó la pretensión positivista de llegar a
interpretaciones universales y totalizantes del texto bíblico. Al
contrario, se asumió que toda lectura es intencionada e
intencionante. Se reconoció la importancia del contexto en la
elaboración de la teología y se hizo explícita la necesidad de
abordar los condicionamientos del lector a la hora de abordar
el texto.
Por otro lado, este proceso develó la presencia de lecturas
dominantes, que han hegemonizado la interpretación bíblica
desde intereses históricos, políticos, culturales y económicos.
Por ello, las nuevas hermenéuticas propusieron la re-lectura de
la Biblia desde lugares geográficos y sociales diferentes a los
tradicionales: se hizo necesario leer la Biblia con los ojos del
pobre, del indígena, de la mujer, de los excluidos, de los
discriminados. Sin embargo, en ese proceso, en muchas
ocasiones, se reinstaló la idea de convertir a las nuevas
lecturas, las nuevas interpretaciones, como las nuevas lecturas
dominantes. Por eso, intentar una nueva forma de lectura
bíblica es difícil e implica reconocer que toda re-lectura es un

27
intento provisorio, relativo y tan condicionado como las
lecturas anteriormente dominantes.
Esta actitud, de provisionalidad y de reconocer explícitamente
la subjetividad de nuestra lectura "ecológica" de la Biblia nos
colaborará en el objetivo de no absolutizar nuestra
interpretación, permitiendo su apertura a nuevos y variados
acercamientos divergentes.

Las críticas ecologistas a la Biblia.


Antes de intentar una lectura ecologista de la Biblia, es
necesario reseñar una serie de críticas que diferentes autores
han formulado a la tradición bíblica Judía y Cristiana, que dicen
relación con responsabilizar al mensaje bíblico, en algún grado,
de la crisis ecológica actual.
Estas críticas, sintéticamente, se pueden formular de la
siguiente forma:

1. El relato bíblico de la creación, al diferenciar entre creador y


criatura, sería de-sacralizador de la naturaleza. A diferencia de
las formas religiosas más primitivas, que tendieron al
panteísmo, el mensaje bíblico diferenciaría entre el mundo
natural, pasajero y temporal, del mundo sobrenatural, eterno,
sagrado y trascendente.

2. En el relato bíblico, es el hombre el centro, "gerente" y


gestor del mundo, colocado sobre todos los seres vivos y todas
las cosas, mandatado a su gobierno absoluto. Por ello, se

28
argumenta que la Biblia es el origen de las concepciones
antropocéntricas que separaron al hombre de la naturaleza.

3. El mensaje bíblico, unido al racionalismo y positivismo


europeo, sería en esta opinión crítica, origen del mecanicismo
de la modernidad, que tiende a instrumentalizar a la
naturaleza, de una manera utilitarista.

4. Por otro lado, la tradición ascética cristiana, al acentuar


exclusivamente el desprecio de este mundo, oponiendo
binariamente carne y espíritu, tierra y cielo, inmanencia y
trascendencia, sería responsable de la poca preocupación de
las culturas cristianas por las problemáticas ecológicas.

5. En último término, las concepciones bíblicas del tiempo y la


escatología incitarían a buscar el bien, la felicidad y la belleza
en un espacio a-histórico, en el "Reino de los cielos"
escatológico, postergando la responsabilidad por el mundo
presente.

Efectivamente, el "espiritualismo" cristiano a aportado a la


falta de preocupación de muchas personas por su entorno
natural y social. La desacralización de la naturaleza que realiza
el Génesis, convertida en objeto manipulable, para ser
administrada utilitariamente por el ser humano, es uno de los
argumentos más fuertes que se han formulado en relación al
carácter anti-ecológico de la Biblia.

29
Sin embargo, en estas críticas, que pueden tener en parte
mucho fundamento, están dirigidas a ciertas lecturas y
hermenéuticas que han dominado la interpretación bíblica en
momentos históricos determinados del cristianismo. Y en ese
sentido, son valiosas, porque permiten visibilizar ciertos modos
de leer la Biblia que pueden ser destructivos y legitimadores de
la catástrofe ecológica que nos rodea. Pero por otra parte,
otras lecturas son posibles. Lecturas que son capaces de
descubrir en la Biblia pistas muy profundas en la tarea de
recuperar el lazo que nos une a la totalidad de la creación.

30
Biblia y ecología: una relectura de Génesis
1,1 a 2,4.
http://ecoteologia.blogspot.com/2005/10/biblia-y-ecologa-una-
relectura-de.html

Nuestro recorrido por Génesis 1,1 a 2,4. no es una exégesis.


Será una exploración en la que se partirá desde el texto para ir
descubriendo relaciones y motivos de búsqueda. Es un
momento interpretativo e inspirador de nuevas búsquedas
posteriores.
“En el comienzo Dios creó el cielo y la Tierra” (Gn. 1,1)
Este es el comienzo de la historia. De nuestra historia humana
y de la historia de nuestra casa común, de nuestro hábitat. Este
inicio no ha sido obra de nadie, no es mérito de nadie, es gracia
pura, absoluta, don arbitrario de un Dios que no necesita a la
criatura, y que le regala la existencia por un amor sin medida.
Por ello, este universo no nos pertenece. Somos en esa
creación. No podemos ser fuera de ella. Y dentro de la obra
creadora tenemos un lugar: la tierra.
Desde la ciencia moderna podemos decir que es el comienzo de
un continuo comienzo, porque nuestro Universo no es estático
ni está concluido, sino más bien navega, evoluciona y transita.
Vive, en el mejor sentido de la palabra. Por eso, tal vez hoy
podemos decir “En el comienzo, Dios comenzó a crear el cielo y
la tierra”.
El carácter cambiante y continuo del acto creador es un
elemento fundamental a la hora de acercarse a una

31
comprensión más radical de los procesos que recorre la vida en
el planeta.
“El 99,99% de las formas vivientes que han aparecido sobre la
Tierra se han extinguido. Cada especie intenta mejorar su
posición dentro del ecosistema: además de interaccionar con el
medio físico también interacciona con el ambiente biótico. Un
cambio en la situación de una especie induce a cambios en las
demás, cuya alteración influirá, a su vez, en la primera, y así en
idas y venidas sin fin. Así el sistema evoluciona hacia un punto
crítico donde se aprecia que ciertas partes del sistema
permanecen inalteradas durante largo tiempo, mientras que
otras se modifican con rapidez. La especie cambia sólo para
persistir: la selección natural no mejora la adaptación de la
especie: sólo la mantiene.”
“La Tierra era algo caótico y vacío y tinieblas cubrían la
superficie del abismo” (Gn 1,2)
Por la acción creadora, el Caos pasa a ser “Cosmos”, y existe un
orden, que a la vez es un “sentido” para la existencia del
universo. El acto creador genera un ambiente que posibilita la
vida.
El orden que Dios instala no es el orden autoritario o
racionalista de la modernidad. El orden de la creación es
impredecible, aleatorio, cambiante, relativo...es un orden en el
caos, no es un orden sin caos.
La palabra caos puede tener una acepción muy diferente a la
que nosotros le hemos dado normalmente en nuestro hablar,
como un sin sentido, como desorden absurdo. Efectivamente,
la ciencia moderna ha formulado la famosa “teoría del caos”,
que nos ha permitido intuir que el orden de la naturaleza es

32
complejo, y por lo tanto, en su simplicidad reina un caos que es
al mismo tiempo un orden maravilloso.
Esta teoría está vinculada al llamado "efecto mariposa". Se
trata de la influencia que la más mínima perturbación en el
estado inicial del sistema puede tener sobre el resultado final, o
como recoge el escritor James Gleick, "si agita hoy, con su
aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los
sistemas climáticos de New York el mes que viene” o “Si un
cosaco patea una piedra en medio de la estepa rusa, con este
sencillo acto modifica el universo”. Cualquier variación, ya sea
en una milésima o una millonésima, constituye una pequeña
alteración que modificará el sistema hasta el punto de hacerlo
imprevisible. Estas alusiones poéticas tienen más profundidad
científica de lo que imaginamos.
Sabemos que el agujero de la capa de ozono en el polo sur es
producto de los gases clorofluorocarbonados que lanzan a la
atmósfera los refrigeradores, acondicionadores de aire y
envases de spray en el hemisferio norte.
El smog y demás gases contaminantes que en miles de
toneladas lanza a la atmósfera la industria pesada y los
millones de automóviles, en su mayoría europeos o
norteamericanos, producen el efecto invernadero que termina
produciendo lluvias torrenciales e inundaciones en Perú (el
niño) y el resto de Sudamérica, y sequías espantosas en las
selvas húmedas de Borneo y el sudeste asiático (la niña).” De la
misma forma, todo está conectado en la naturaleza, por medio
de corrientes de aire, electromagnéticas, marinas y otros flujos
de energía susceptibles de medirse con instrumentos, los cuales
conforman un complejo ecosistema que recién comenzamos a
descifrar

33
En definitiva, podemos comprender que el Caos originario de
Gn 1,2 es convertido en la interconexión que se manifiesta en
acontecimientos aparentemente aleatorios de la naturaleza.
Tanto la concepción bíblica como la teoría del caos nos
sugieren una “crisis de percepción” en nuestra mentalidad
moderna y dualista, para pasar a una concepción del mundo
asociada, a un mundo orgánico, sin costuras, de “una sola
pieza”, interconectado, donde todo está influido por todo.
“Y vio Dios que estaba bien”. (Gn. 1, 25)
Esto es lo que Dios afirma cada día, luego de desplegar su obra
ordenadora-creadora. Esta satisfacción radica en que el
universo es algo extraordinariamente bien hecho.
Esta idea es también recalcada en el uso del verbo Bara, que
indica las acciones de Yahvé. Es un verbo diferente a “hacer”
(Asa), que designa nuestra acción humana cotidiana. Por
medio del verbo hebreo Bara, el texto bíblico designa una
acción exclusiva de Dios. Es un verbo que sólo se aplica a El y
tiene dos acepciones:
1. Es una palabra que designa generar algo que tiene vida,
crear vida.
2. Se refiere a crear algo que puede reproducir esa vida. Es un
verbo que puede referirse a la re-creación de la vida, al acto de
expandir la vida. Isaías usará este Verbo para expresar la
acción redentora de Dios a favor de su pueblo.
En esta perspectiva, es posible percibir el carácter sagrado de
la Vida, tanto por su origen divino, como también por su

34
maravillosa particularidad de poderse expandir, en palabras de
Humberto Maturana, de ser “autopoiética”*1],
La perfección de la vida radica en que está basada en un
equilibrio paradójico e inexplicable, que asume todas las
dimensiones de la naturaleza. Las concentraciones de gases y
otros elementos de la naturaleza son los óptimos para permitir
el surgimiento de la vida sobre la tierra. Por ello no es
arbitrario decir que la Tierra se comporta como un ser vivo,
siendo los océanos, los animales, las bacterias, los bosques o la
atmósfera sus órganos.
“Y dijo Dios: hagamos al ser humano a nuestra imagen, a
semejanza nuestra” (Gn. 1,26)
Esta semejanza a Dios, se ha asumido tradicionalmente como
una exclusividad del ser humano. Por ello, se ha criticado esta
afirmación bíblica como uno de los fundamentos del
antropocentrismo causante de la desidia ecológica de la
civilización judeo-cristiana.
En la mentalidad oriental, esta exclusividad humana no es
absoluta. Podemos recordar a los sabios de la India, que decían
que quién comprende completamente su propio cuerpo y su
propio ser, lo habrá comprendido todo. Y es que en el orden-
caos de la naturaleza, “la parte” es también “el todo”.

[1 Autopoiesis. Capacidad de un sistema para organizarse de tal manera que


el único producto resultante es él mismo. No hay separación entre productor
y producto. El ser y el hacer de una unidad autopoiética son inseparables y
esto constituye su modo específico de organización. Nuestra experiencia esta
amarrada a nuestra estructura de una forma indisoluble" Maturana,
Humberto, y Várela, Francisco. " De maquinas y seres vivos".. Ed.
Universitaria / Santiago 1993

35
Hoy nos damos más cuenta de esto si tratamos de estudiar al
ser humano abstrayéndolo de su contexto: estaríamos
condenados al fracaso absoluto. Incluso desde el punto de vista
biológico, es imposible comprender nuestra especie sin
entender todo su ecosistema, desde las bacterias con las que
convivimos hasta el clima que nos modela.
Somos “autosemejantes” dentro del Cosmos, dentro de cada
una de sus “partes”. Ese punto de vista está naciendo como
antítesis de la perspectiva mecanicista que comenzó a
generalizarse a finales de la Edad Media, hasta que las
ecuaciones de Newton completaron la deshumanización del
mundo natural al describirlo como un compuesto de bloques
mecánicos en interrelación. Más bien es necesario pensarnos
como parte del universo en el que somos reflejos e imágenes
los unos de los otros, incluyendo allí a todo lo creado.
“Dominen la tierra y sométanla” (Gn 1,28)
Esta afirmación es tal vez la más polémica, en la disputa en
torno a la actitud de la Biblia ante la naturaleza. Para muchos
es la prueba más evidente de su carácter legitimador de la
subyugación y explotación ilimitada de la naturaleza y sus
recursos.
Sin embargo, biblistas actuales han centrado sus estudios en
dos palabras claves que permiten descifrar este problema:
Radah (Gn. 1,26.28) y Kabas (Gn.1,28). Tradicionalmente estos
términos han sido traducidos como dominar o mandar y
someter respectivamente.
Exégetas alemanes han destacado que la palabra Radah, en el
sentido violento de dominar, sólo puede encontrarse en un
texto del Antiguo Testamento: Joel 4, 13. En el resto de las

36
ocasiones, la palabra tendría relación con la acción que el
pastor realiza al conducir el rebaño. Lo que implica protegerlo,
conducirlo a buenos pastos. Es una palabra relacionada con la
autoridad monárquica, ejercida con el fin de ordenar y dar
sentido a lo disperso e inconexo. También se ha destacado que
la función del pastor o del rey justo es diferente a un
sometimiento arbitrario y sin restricción.
En relación a la palabra Kabas, ésta se comprende como
“utilizar la tierra y servirse de ella”. Esto por medio de la
agricultura o el cultivo del campo. No implica ni justifica la
destrucción de la tierra e cuanto espacio vital.
La autoridad humana está fuertemente limitada, y su
especificidad, como imagen de Dios, no sólo no es excluyente
del resto del universo, sino que implica una mayor
responsabilidad para nuestra especie. Esto es evidente en la
mentalidad hebrea, que no diferencia entre seres humanos y
animales a la hora de referirse a los seres vivos, a los que llama
en su conjunto “los que tienen aliento (nefesch)”.
Tanto el relato sacerdotal como el yahvista presentan a los
seres humanos como vegetarianos, que se alimentan de
plantas y frutos de los árboles. El dominio de los animales no
aparece como una explotación ni menos como manipulación.
“Y cesó en el día séptimo de toda labor” (Gn2,1)
Es el Sabbath del universo. Es el descanso divino que se hace
descanso humano en Levítico 25,4: “Pero el séptimo año será
de completo descanso para la tierra, un Sábado en honor de
Yahve”. En Éxodo 23, 10-11 Israel no deberá trabajar la tierra
cada séptimo año, sino dejarla descansar, “para que coman los

37
pobres de tu pueblo”. En Levítico 25, 17 Israel no deberá
trabajar cada siete años para “que la tierra descanse “.
Los argumentos cósmicos, ecológicos y sociológicos se funden
La justicia y el cuidado de la creación encuentran un mismo
signo celebrativo y vivencial. Al mismo tiempo, la
desobediencia a este mandato traerá la desolación y la muerte:
“A vosotros os esparciré entre las naciones...y vuestra tierra
será un yermo y vuestras ciudades una ruina... Entonces
pagará, la tierra sus Sábados durante todos los días que esté
desolada, mientras vosotros estéis en el país de sus enemigos”
(Lev. 26,33-34)

38
¿Qué es la Carta de la Tierra?
http://ecoteologia.blogspot.com/2005/11/qu-es-la-carta-de-la-
tierra.html

La Carta de la Tierra es una


síntesis de valores, principios y
aspiraciones ampliamente
compartidos por un número
creciente de hombres y mujeres
en todas las regiones del
mundo.
Los principios de la Carta de la
Tierra reflejan consultas
internacionales extensivas
conducidas por un período de
varios años. Estos principios
también están basados en la
ciencia contemporánea, las
leyes internacionales y en lo más
profundo de la filosofía y la religión. Borradores consecutivos
de la Carta fueron circulados alrededor del mundo para
obtener comentarios y debate por parte de organizaciones no
gubernamentales, grupos comunitarios, sociedades
profesionales y expertos internacionales en varios campos.
"La Carta de la Tierra es una declaración de principios
fundamentales que tiene el propósito de formar una sociedad
justa, sostenible y pacífica en el siglo 21. Busca inspirar en los
pueblos un nuevo sentido de interdependiencia y
responsabilidad compartida para el bien de la humanidad y las
demás especies que habitan la Tierra. Es una expresión de

39
esperanza así como un llamado de ayuda para crear una
sociedad global en un momento crítico de la historia."

40
La Carta de la tierra
http://ecoteologia.blogspot.com/2005/11/la-carta-de-la-tierra.html

Valores y Principios para un Futuro Sostenible


PREÁMBULO
Estamos en un momento crítico de
la historia de la Tierra, en el cual la
humanidad debe elegir su futuro. A
medida que el mundo se vuelve
cada vez más interdependiente y
frágil, el futuro depara, a la vez,
grandes riesgos y grandes
promesas. Para seguir adelante,
debemos reconocer que en medio
de la magnífica diversidad de
culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y
una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos
unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en
el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos
universales, la justicia económica y una cultura de paz. En
torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la
Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros,
hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones
futuras.
La Tierra, nuestro hogar
La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La
Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de
vida. Las fuerzas de la naturaleza promueven a que la
existencia sea una aventura exigente e incierta, pero la Tierra

41
ha brindado las condiciones esenciales para la evolución de la
vida. La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y
el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de
una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una
rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas
puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos
finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La
protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra
es un deber sagrado.
La situación global
Los patrones dominantes de producción y consumo están
causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y
una extinción masiva de especies. Las comunidades están
siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se
comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se
está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los
conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa
de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la
población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y
sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo
amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no
inevitables.
Los retos venideros
La elección es nuestra: formar una sociedad global para cuidar
la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la
destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida.
Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores,
instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que,
una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo
humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más.

42
Poseemos el conocimiento y la tecnología necesarios para
proveer a todos y para reducir nuestros impactos sobre el
medio ambiente. El surgimento de una sociedad civil global,
está creando nuevas oportunidades para construir un mundo
democrático y humanitario. Nuestros retos ambientales,
económicos, políticos, sociales y espirituales, están
interrelacionados y juntos podemos proponer y concretar
soluciones comprensivas.
Responsabilidad Universal
Para llevar a cabo estas aspiraciones, debemos tomar la
decisión de vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad
universal, identificándonos con toda la comunidad terrestre, al
igual que con nuestras comunidades locales. Somos
ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al
mismo tiempo, en donde los ámbitos local y global, se
encuentran estrechamente vinculados. Todos compartimos una
responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro de la
familia humana y del mundo viviente en su amplitud. El espíritu
de solidaridad humana y de afinidad con toda la vida se
fortalece cuando vivimos con reverencia ante el misterio del
ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con
respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.
Necesitamos urgentemente una visión compartida sobre los
valores básicos que brinden un fundamento ético para la
comunidad mundial emergente. Por lo tanto, juntos y con una
gran esperanza, afirmamos los siguientes principios
interdependientes, para una forma de vida sostenible, como un
fundamento común mediante el cual se deberá guiar y valorar
la conducta de las personas, organizaciones, empresas,
gobiernos e instituciones transnacionales.

43
PRINCIPIOS
I. RESPETO Y CUIDADO DE LA COMUNIDAD DE LA VIDA
1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad
a. Reconocer que todos los seres son interdependientes y que
toda forma de vida independientemente de su utilidad,
tiene valor para los seres humanos.
Afirmar la fe en la dignidad inherente a todos los seres
humanos y en el potencial intelectual, artístico, ético y
espiritual de la humanidad.
b. Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento,
compasión y amor.
c. Aceptar que el derecho a poseer, administrar y utilizar los
recursos naturales conduce hacia el deber de prevenir
daños ambientales y proteger los derechos de las
personas.
Afirmar, que a mayor libertad, conocimiento y poder, se
presenta una correspondiente responsabilidad por
promover el bien común.
2. Construir sociedades democráticas que sean justas,
participativas, sostenibles y pacíficas
a. Asegurar que las comunidades, a todo nivel, garanticen
los derechos humanos y las libertades fundamentales y
brinden a todos la oportunidad de desarrollar su pleno
potencial.
b. Promover la justicia social y económica, posibilitando que
todos alcancen un modo de vida seguro y digno, pero
ecológicamente responsable.

44
3. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven
para las generaciones presentes y futuras.
a. Reconocer que la libertad de acción de cada generación
se encuentra condicionada por las necesidades de las
generaciones futuras.
b. Transmitir a las futuras generaciones valores, tradiciones
e instituciones, que apoyen la prosperidad a largo plazo,
de las comunidades humanas y ecológicas de la Tierra.
Para poder realizar estos cuatro compromisos generales, es
necesario:

II. INTEGRIDAD ECOLÓGICA


1. Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos
de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad
biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.
a. Adoptar, a todo nivel, planes de desarrollo sostenible y
regulaciones que permitan incluir la conservación y la
rehabilitación ambientales, como parte integral de todas
las iniciativas de desarrollo.
Establecer y salvaguardar reservas viables para la
naturaleza y la biosfera, incluyendo tierras silvestres y
áreas marinas, de modo que tiendan a proteger los
sistemas de soporte a la vida de la Tierra, para mantener
la biodiversidad y preservar nuestra herencia natural.
2. Promover la recuperación de especies y ecosistemas en
peligro.

45
Controlar y erradicar los organismos exógenos o
genéticamente modificados, que sean dañinos para las
especies autóctonas y el medio ambiente; y además, prevenir
la introducción de tales organismos dañinos.
Manejar el uso de recursos renovables como el agua, la tierra,
los productos forestales y la vida marina, de manera que no se
excedan las posibilidades de regeneración y se proteja la salud
de los ecosistemas.
Manejar la extracción y el uso de los recursos no renovables,
tales como minerales y combustibles fósiles, de forma que se
minimice su agotamiento y no se causen serios daños
ambientales.
3. Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental
y cuando el conocimiento sea limitado, proceder con
precaución.
a. Tomar medidas para evitar la posibilidad de daños
ambientales graves o irreversibles, aun cuando el
conocimiento científico sea incompleto o inconcluso.
b. Imponer las pruebas respectivas y hacer que las partes
responsables asuman las consecuencias de reparar el
daño ambiental, principalmente para quienes
argumenten que una actividad propuesta no causará
ningún daño significativo.
c. Asegurar que la toma de decisiones contemple las
consecuencias acumulativas, a largo término, indirectas,
de larga distancia y globales de las actividades humanas.
d. Prevenir la contaminación de cualquier parte del medio
ambiente y no permitir la acumulación de sustancias
radioactivas, tóxicas u otras sustancias peligrosas.

46
e. Evitar actividades militares que dañen el medio ambiente.
4. Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción
que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra,
los derechos humanos y el bienestar comunitario.
a. Reducir, reutilizar y reciclar los materiales usados en los
sistemas de producción y consumo y asegurar que los
desechos residuales puedan ser asimilados por los
sistemas ecológicos.
b. Actuar con moderación y eficiencia al utilizar energía y
tratar de depender cada vez más de los recursos de
energía renovables, tales como la solar y eólica.
c. Promover el desarrollo, la adopción y la transferencia
equitativa de tecnologías ambientalmente sanas.
Internalizar los costos ambientales y sociales totales de
bienes y servicios en su precio de venta y posibilitar que
los consumidores puedan identificar productos que
cumplan con las más altas normas sociales y
ambientales.
d. Asegurar el acceso universal al cuidado de la salud que
fomente la salud reproductiva y la reproducción
responsable.
e. Adoptar formas de vida que pongan énfasis en la calidad
de vida y en la suficiencia material en un mundo finito.
5. Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover
el intercambio abierto y la extensa aplicación del conocimiento
adquirido.

47
a. Apoyar la cooperación internacional científica y técnica
sobre sostenibilidad, con especial atención a las
necesidades de las naciones en desarrollo.
b. Reconocer y preservar el conocimiento tradicional y la
sabiduría espiritual en todas las culturas que contribuyen
a la protección ambiental y al bienestar humano.
c. Asegurar que la información de vital importancia para la
salud humana y la protección ambiental, incluyendo la
información genética, esté disponible en el dominio
público.

III. JUSTICIA SOCIAL Y ECONÓMICA


1. Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y
ambiental.
a. Garantizar el derecho al agua potable, al aire limpio, a la
seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada, a una
vivienda y a un saneamiento seguro, asignando los
recursos nacionales e internacionales requeridos.
b. Habilitar a todos los seres humanos con la educación y
con los recursos requeridos para que alcancen un modo
de vida sostenible y proveer la seguridad social y las
redes de apoyo requeridos para quienes no puedan
mantenerse por sí mismos.
c. Reconocer a los ignorados, proteger a los vulnerables,
servir a aquellos que sufren y posibilitar el desarrollo de
sus capacidades y perseguir sus aspiraciones.

48
2. Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a
todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma
equitativa y sostenible.
a. Promover la distribución equitativa de la riqueza dentro
de las naciones y entre ellas.
Intensificar los recursos intelectuales, financieros, técnicos y
sociales de las naciones en desarrollo y liberarlas de
onerosas deudas internacionales.
b. Asegurar que todo comercio apoye el uso sostenible de
los recursos, la protección ambiental y las normas
laborales progresivas.
c. Involucrar e informar a las corporaciones multinacionales
y a los organismos financieros internacionales para que
actúen transparentemente por el bien público y exigirles
responsabilidad por las consecuencias de sus
actividades.
3. Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos
para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la
educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.
a. Asegurar los derechos humanos de las mujeres y las niñas
y terminar con toda la violencia contra ellas.
b. Promover la participación activa de las mujeres en todos
los aspectos de la vida económica, política, cívica, social
y cultural, como socias plenas e iguales en la toma de
decisiones, como líderes y como beneficiarias.
c. Fortalecer las familias y garantizar la seguridad y la
crianza amorosa de todos sus miembros.

49
4. Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un
entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la
salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los
derechos de los pueblos indígenas y las minorías.
a. Eliminar la discriminación en todas sus formas, tales
como aquellas basadas en la raza, el color, el género, la
orientación sexual, la religión, el idioma y el origen
nacional, étnico o social.
b. Afirmar el derecho de los pueblos indígenas a su
espiritualidad, conocimientos, tierras y recursos y a sus
prácticas vinculadas a un modo de vida sostenible.
c. Honrar y apoyar a los jóvenes de nuestras comunidades,
habilitándolos para que ejerzan su papel esencial en la
creación de sociedades sostenibles.
d. Proteger y restaurar lugares de importancia que tengan
un significado cultural y espiritual.

IV. DEMOCRACIA, NO VIOLENCIA Y PAZ


1. Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles
y brindar transparencia y rendimiento de cuentas en la
gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de
decisiones y acceso a la justicia.
a. Sostener el derecho de todos a recibir información clara y
oportuna sobre asuntos ambientales, al igual que sobre
todos los planes y actividades de desarrollo que los
pueda afectar o en los que tengan interés.
b. Apoyar la sociedad civil local, regional y global y
promover la participación significativa de todos los

50
individuos y organizaciones interesados en la toma de
decisiones.
c. Proteger los derechos a la libertad de opinión, expresión,
reunión pacífica, asociación y disensión.
d. Instituir el acceso efectivo y eficiente de procedimientos
administrativos y judiciales independientes, incluyendo
las soluciones y compensaciones por daños ambientales
y por la amenaza de tales daños.
e. Eliminar la corrupción en todas las instituciones públicas
y privadas.
f. Fortalecer las comunidades locales, habilitándolas para
que puedan cuidar sus propios ambientes y asignar la
responsabilidad ambiental en aquellos niveles de
gobierno en donde puedan llevarse a cabo de manera
más efectiva.
2. Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo
de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores
necesarios para un modo de vida sostenible.
a. Brindar a todos, especialmente a los niños y los jóvenes,
oportunidades educativas que les capaciten para
contribuir activamente al desarrollo sostenible.
b. Promover la contribución de las artes y de las
humanidades, al igual que de las ciencias, para la
educación sobre la sostenibilidad.
c. Intensificar el papel de los medios masivos de
comunicación en la toma de conciencia sobre los retos
ecológicos y sociales.

51
d. Reconocer la importancia de la educación moral y
espiritual para una vida sostenible.
3. Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración
a. Prevenir la crueldad contra los animales que se
mantengan en las sociedades humanas y protegerlos del
sufrimiento.
b. Proteger a los animales salvajes de métodos de caza,
trampa y pesca, que les causen un sufrimiento extremo,
prolongado o evitable.
c. Evitar o eliminar, hasta donde sea posible, la toma o
destrucción de especies por simple diversión, negligencia
o desconocimiento.
4. Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.
a. Alentar y apoyar la comprensión mutua, la solidaridad y
la cooperación entre todos los pueblos tanto dentro
como entre las naciones.
b. Implementar estrategias amplias y comprensivas para
prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración
en la resolución de problemas para gestionar y resolver
conflictos ambientales y otras disputas.
c. Desmilitarizar los sistemas nacionales de seguridad al
nivel de una postura de defensa no provocativa y
emplear los recursos militares para fines pacíficos,
incluyendo la restauración ecológica.
d. Eliminar las armas nucleares, biológicas y tóxicas y otras
armas de destrucción masiva.

52
e. Asegurar que el uso del espacio orbital y exterior apoye y
se comprometa con la protección ambiental y la paz.
f. Reconocer que la paz es la integridad creada por
relaciones correctas con uno mismo, otras personas,
otras culturas, otras formas de vida, la Tierra y con el
todo más grande, del cual somos parte.

EL CAMINO HACIA ADELANTE


Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un
llamado a buscar un nuevo comienzo. Tal renovación es la
promesa de estos principios de la Carta de la Tierra. Para
cumplir esta promesa, debemos comprometernos a adoptar y
promover los valores y objetivos en ella expuestos.
El proceso requerirá un cambio de mentalidad y de corazón;
requiere también de un nuevo sentido de interdependencia
global y responsabilidad universal. Debemos desarrollar y
aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida
sostenible a nivel local, nacional, regional y global. Nuestra
diversidad cultural es una herencia preciosa y las diferentes
culturas encontrarán sus propias formas para concretar lo
establecido. Debemos profundizar y ampliar el diálogo global
que generó la Carta de la Tierra, puesto que tenemos mucho
que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la
sabiduría.
La vida a menudo conduce a tensiones entre valores
importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin
embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad
con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los
objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo. Todo

53
individuo, familia, organización y comunidad, tiene un papel
vital que cumplir. Las artes, las ciencias, las religiones, las
instituciones educativas, los medios de comunicación, las
empresas, las organizaciones no gubernamentales y los
gobiernos, están llamados a ofrecer un liderazgo creativo. La
alianza entre gobiernos, sociedad civil y empresas, es esencial
para la gobernabilidad efectiva.
Con el objeto de construir una comunidad global sostenible, las
naciones del mundo deben renovar su compromiso con las
Naciones Unidas, cumplir con sus obligaciones bajo los
acuerdos internacionales existentes y apoyar la
implementación de los principios de la Carta de la Tierra, por
medio de un instrumento internacional legalmente vinculante
sobre medio ambiente y desarrollo.
Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar
de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de
alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por
la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida.

54
Hacer Ecoteología
http://ecoteologia.blogspot.com/2005/10/hacer-ecoteologa.html

Estar en contra de los proyectos para una muerte prematura.


Ingemar Hedstrom.
Revista Pasos. Departamento ecuménico de Investigaciones
(DEI). Costa Rica.
¿Cuál es el propósito de tratar la
problemática ecológica en el
Departamento Ecuménico de
Investigaciones? ¿Por qué
estamos interesados en el medio
ambiente natural? Al respecto hay
varias formas de explicar esto.
Una puede ser desde un punto de
vista puramente técnico. Mientras que otra puede tener un
contenido mas ideológico-político, y hasta religioso. Trataré en
lo que sigue de aunar estos dos enfoques. Antes que nada,
podemos recordar que una de las tesis fundamentales de
nuestro trabajo es la Opción por la Vida. Definimos por ejemplo
nuestra espiritualidad a partir de la dialéctica u oposición entre
Vida y Muerte, y no desde el pensamiento griego, expresado en
el dualismo "alma" y "cuerpo", o si se quiere, entre "carne" y
"espíritu", dos ideas muy ajenas al pensamiento bíblico.
Optamos por la Teología de la Vida real, contra una teología de
la dominación o como decía Bartolomé de Las Casas, la
"muerte antes de tiempo".
EL GENIO TUTELAR
Antes de la llegada de Cristo, una creencia bastante común
entre los pueblos llamados primitivos, era la de que los árboles

55
y las fuentes de agua, y cada montaña y río, tenían su propio
genius loci, es decir su genio o espíritu tutelar para su auto-
protección. Antes de que el hombre pudiera explotar una de
estas fuentes de recursos naturales, debía pedir el
consentimiento de este espíritu tutelar. Era necesario que de
alguna manera se conciliarse con el espíritu protector del árbol,
del río, etc, con el propósito de evitar problemas posteriores
.Los mayas de Guatemala, por ejemplo, conservan siempre
algo de esta relación mítica con el maíz, el árbol y con la misma
tierra. Han vivido en armonía con estos elementos durante
siglos. Para ellos, todo en este mundo es bueno, sagrado, y por
lo mismo, merece respeto.En el dialecto de los mayas, la tierra
es llamada "Nana", que significa "Madre". Porque según sus
creencias, la tierra es como un Dios, proveedor de la Vida. De la
"Nana" salen cosechas, frutas, verduras, etc. Y así, "Nana" les
da y les provee para la vida.Al trabajar la tierra, los indígenas
mayas sienten que la golpean, aunque al mismo tiempo saben
que tienen que golpearla para sacar el sustento. Por eso piden
permiso y perdón. Los mayas sienten dolor cuando deben
arrancarle el monte a la tierra, que es como su ropaje. Por eso
piden permiso para trabajarla. Sólo se tala un árbol si es
necesario, como cuando se tiene que construir una casa o sacar
leña para el fuego. En esos casos, se le pide permiso al dueño
de ella que es el Creador y Formador de todas las cosas.
LA QUEMA DEL MAIZ.
Según la cultura maya, el varón y la mujer fueron hechos de
masa de maíz. Cuando las autoridades de este país queman el
maíz de los indígenas, para obligarles al cambio de cultivo o
por alguna otra razón, no sólo echan a perder la fuente de su
alimentación, si no que matan al Amigo, al Hermano, al Dador

56
de la Vida. El maíz ha sido producido por la tierra al igual que
la gente. Por eso debemos respetar la Vida, dicen los indígenas.
EL HOMBRE SE HIZO "MONARCA" DE LA TIERRA.
Como mencionamos antes, el cristianismo ha sido claramente
influenciado por el dualismo de la concepción helénica, la cual
separaba lo "material", como elemento negativo y muerto, y lo
"espiritual", como algo positivo y bueno para el hombre . Hubo
entonces una separación entre "cuerpo" y "alma". Una vez
introducida esta separación entre lo material y lo espiritual, se
cortó la relación mítica entre el hombre y la naturaleza que lo
rodea. El hombre quedó libre para explotar la tierra a su libre
antojo. Ya no era necesario conciliarse previamente con el
genio o espíritu tutelar del árbol antes de cortarlo. Ya no hacia
falta mostrar respeto hacia la naturaleza y los recursos que ella
nos brinda. El hombre se autodesigna "monarca" de la
creación. Antes vivía dentro de un marco mas democrático en
relación con la tierra y el resto de la naturaleza, respetando el
derecho del otro. Sin embargo, el dualismo que introdujo una
separación entre el cuerpo y el alma, entre lo material y lo
espiritual, rompió radicalmente el equilibrio en la relación
entre el hombre y la naturaleza que lo rodea.
EL DOMINIO SOBRE LA NATURALEZA.
Hoy día seguimos viviendo la misma dualidad en nuestra
relación con la naturaleza. El hombre se separa consciente o
inconscientemente de sus raíces originarias, de las fuentes de
su existencia: la tierra y sus recursos naturales, las fuentes
autorrenovadoras de alimentos, materiales, energía, ingresos,
en fin. La relación que prevalece hoy día es la económica. Lo
importante es el beneficio, la ganancia que pueda tener en la
extracción de sus productos. La conservación del medio

57
ambiente, o si se quiere la renovación y vitalización del medio
natural, la pureza de los ríos, el mar, el aire y los suelos no
importan mucho. De eso que se preocupen las generaciones
venideras. La ganancia a corto plazo, con el mínimo de
inversión y con el menor riesgo posible es lo más importante.
Nos mofamos frente a un San Francisco de Asís, respetuoso en
su relación con los pájaros, los ríos, etc. Al monte hay que
limpiarlo y convertirlo en pasto. A la naturaleza hay que
dominarla y explotarla al máximo .
COMBATIR LA CONTAMINACION ES LUCHAR POR LA VIDA.
Es obvio para todos y no menos para nuestros países del Tercer
Mundo que la problemática ambiental es claramente una
amenaza para la Vida de la gran mayoría de la gente. Es decir,
todos los sectores de la población, en este caso no sólo el
sector más pobre, está amenazado. Es muerte real y
prematura, y nosotros insistimos que Dios se opone a la
muerte, por que El es Vida.Ahora, el problema de la
destrucción ambienta! acelerada y el mal uso de los recursos
naturales en América Latina son evidentes para cualquier
observador: suelos erosionados y sobreexplotados,
deforestación sin reforestación, contaminación a todo nivel,
etc. Combatir entonces la contaminación del ambiente natural,
del suelo, aire y agua, y preservar los recursos naturales, es
luchar para que todos tengamos la posibilidad de satisfacer las
necesidades básicas con trabajo. alimentación, vivienda, salud,
educación, recreación, etc. En fin, es luchar por la vida real y
concreta, en contra de una muerte prematura.
PROYECCION HACIA LA IGLESIA.
Es importante aclarar que nuestra tarea sobre la problemática
del medio ambiente humano, está dirigida específicamente a

58
líderes de organizaciones de base, líderes de los que llamamos
"cuadros medios", que representan comunidades cristianas de
base, sindicatos y cooperativas campesinas, maestros, etc. El
trabajo está especialmente dirigido a los miembros de la
Iglesia, entendiendo el término "Iglesia" en el sentido
ecuménico más amplio, cuya manera de vivir y de pensar la fe
está basada en una reflexión crítica donde ésta se confronte
con la palabra de Dios y la realidad que nos rodea.
UNA TEOLOGIA ECOLOGICA CONCRETA.
Es también oportuno destacar que aquí" no se pretende
elaborar una "teología sistematizada de la creación". o algo
semejante, y mucho menos se pretende hacer, lo que podría
llamarse una "ecología de vitrina". Es decir, una reflexión sobre
la problemática ambiental desde una perspectiva de las
especies de nuestra fauna o flora amenazadas de extinción,
una naturaleza sin el hombre, o algo similar. En otras palabras,
nuestro análisis no puede estar aislado de los factores
económicos, sociales y políticos de la población humana.
Insistimos más bien en que el origen de la crisis ecológica
contemporánea, concretamente en Latinoamérica, tiene gran
parte de su raíz en decisiones provenientes de los países del
Norte, junto con la clase dominante latinoamericana.
Ciertamente no son las necesidades de las mayorías, para ellos,
las que deben ser satisfechas en primera instancia, sino que
obviamente primero deben satisfacerse las exigencia-del
capital. De esta manera, como decimos, el motor de la
existencia no es la lógica de la Vida, entendiendo por Vida
justamente el trabajo, la salud. la casa y las otras necesidades
básicas del hombre, sino la lógica del capital. tanto nacional
como extranjero.Lo que se pretende entonces revelar o analizar
con nuestro trabajo sobre el medio ambiente o la crisis

59
ecológica, hasta donde sea posible, son efectivamente lo que
nosotros podríamos llamar "proyectos para una muerte
prematura". Es decir, proyectos reales y concretos que tienen
que ver con la Vida real y concreta del hombre. En este caso no
se hace una separación, entonces, entre la problemática
ambiental, por un lado, y la teología por el otro. La
problemática ecológica, al igual que la crisis económica, no se
debe explicar con "palabras poéticas", como dice Hugo
Assmann , sino que tenemos que entender ciertos conceptos,
ecológicos y usar un lenguaje específico y concreto que defina
el problema. Nosotros creemos que hacer teología es analizar a
fondo los proyectos que están en contra de la Vida, en contra
de la existencia misma. Es decir, los proyectos que utilizan las
"armas de la Muerte’’. Estos son los que nos interesa penetrar
y presentar, no una teología ecológica sistematizada, aislada
de la realidad latinoamericana. Esa última tarea la dejamos a
otros.
UN PROYECTO DE MUERTE PREMATURA.
Permítanme presentar un ejemplo de uno de estos "proyectos
para una muerte prematura", que observé recientemente en
un país latinoamericano. Hay mucho que decir sobre la
situación política, social y ambiental de este país, pero sólo voy
a mencionar uno de los tantos proyectos que tiene como motor
las exigencias del capital para una minoría.En la cuenca del
Río- Blanco, que desemboca en el Lago Azul, en la parte central
de este país, se encuentra una pequeña ciudad llamada San
Mateo . La gente que vivía alrededor de San Mateo siempre
había sido dueña de la tierra de esta zona. Sus derechos sobre
estas tierras son ancestrales, es decir, la han trabajado durante
siglos, aunque sin títulos de propiedad.

60
EXPROPIACION.
Hace unos ocho años, las autoridades del país estaban
expropiando esta zona. Y como la gente no tenía los títulos de
propiedad ésta fue tomada por las autoridades que
simplemente decían a las personas que salieran de allí. Pero la
gente, que no sabía adonde ir, se negó a salir del lugar. Pronto
hubo una demanda en contra de ellos por su resistencia a
abandonar sus tierras.Una mañana, cuando se acercaban a la
plaza del pueblo para saber la resolución del juez, varios
soldados del ejército del país estaban esperándolos, y cuando
estaban reunidos en la plaza del pueblo, estos procedieron a
ametrallarlos. La explicación de este hecho, por parte de los
militares, más tarde, fue que el ejército había sido atacado por
la gente. Unas 150 personas murieron en pocos minutos.
Algunos lograron saltar a las aguas del Río Blanco, escaparon a
las montañas, pero el ejército los persiguió. Niños, mujeres y
hombres murieron. Todos los cadáveres fueron quemados y
enterrados en una fosa común. Después de esta masacre de
San Mateo, la cuenca del Río Blanco se convirtió en una zona
de expropiación en manos de oficiales del ejército. Personas
que nunca habían vivido allí se hicieron dueños de la tierra de
la cuenca.
FUMIGACION MASIVA.
Después de la masacre contra la gente de la cuenca, estas
tierras fueron fumigadas en forma extensiva con agroquímicos.
Unas 10 mil hectáreas de la zona fueron fumigadas con 5 7%
de malathión con el propósito de terminar con la mosca del
Mediterráneo , que según los ingenieros del proyecto, atacan a
los cultivos de café . Sin embargo, no hace mayor daño al café

61
en sí, pero es una plaga potencial, que podría causar grandes
daños a otras plantaciones, como por ejemplo a los cítricos.
QUIMICOS DE ALTA TOXICIDAD.
Ahora, el malathión es un órgano-fosforado y casi siempre está
altamente contaminado con isomalathión. Este último puede
causar grandes problemas fisiológicos a la población humana .
Malathión es absorbido por la piel y puede causar daños
internos, que se manifiestan entre otras cosas como alergias.
Personalmente he trabajado con malathión, entre otros agro-
químicos, y es muy desagradable por su alta toxicidad.Además,
el malathión es un producto de amplio espectro, es decir, mata
por igual a muchos organismos, tanto a depredadores , como a
parasitoides de las plagas. Por otro lado, las pupas de estas
moscas de todos modos sobrevivirán en el suelo, porque el
insecticida no tiene mayor efecto sobre ellas. Así, las moscas de
las frutas invadirán nuevamente a la zona, puesto que son
especies muy comunes en toda Centroamérica. Es decir,
migrarán nuevamente al lugar desde otras zonas infectadas.
COMBATE FRACASADO.
Un ensayo de combate contra la mosca del Mediterráneo,
realizado en la Península de Puntarenas en Costa Rica, durante
la década de los sesenta, demostró que después de dos años
esa región había obtenido una población recuperada de esta
mosca plaga en un 25% . Cinco años después, el efecto de un
costoso programa de combate, basado en la liberación de
machos estériles de la misma especie de mosca, y de enemigos
naturales de ella, como son los microhimenópteros
parasitoides, había desaparecido por completo .ECOCIDIO
Ahora, prácticamente no existe cuenca hidrológica en ese país
centroamericano que no esté contaminada, incluyendo la del

62
Río Blanco. En esta última se lleva a cabo un verdadero
ecocidio. Es decir, se mata a una gran parte de la fauna de esta
zona con el propósito de eliminar a una especie de mosca
bastante común en toda la región. Sabemos que la fumigación
no tendrá efectos permanentes. Las moscas regresarán con
certeza a la misma cuenca después de un corto tiempo. Para
entonces, el equilibrio ecológico de la cuenca estará afectada
por mucho tiempo. En el peor de los casos, durante siglos.
LOS POLINIZADORES: NO SON SOLO ABEJAS DE MIEL.
Allá en San Mateo hablé con varios ingenieros agrónomos
responsables de este proyecto de fumigación de la Cuenca del
Río Blanco, lo mismo que con el Director en la capital del país.
Hablaron como si este proyecto fuera una obra maestra. Sin
mostrar ninguna posición crítica o ética sobre las
consecuencias de éste, manifestaron sin embargo gran
preocupación por los problemas de los terratenientes de las
fincas cafetaleras. Habían elaborado un panfleto instructivo
para los apicultores, que sí estaban muy preocupados por la
fumigación. Esta debería ser acompañada de la precaución de
que los apicultores no dejaran salir a las abejas durante los
días posteriores a la fumigación, me decían.Los apicultores
debían cerrar todas las colmenas por un día o dos, por que "no
queremos matar a los polinizadores", según los técnicos del
proyecto. Como si los polinizadores de esta cuenca fueran sólo
las abejas de miel. Además, no se ha logrado demostrar que el
café sea polinizado por abejas.Esa práctica de fumigar con
malathión en forma extensiva, acompañada de la medida de
que los apicultores no dejen salir a las abejas de miel durante
los días posteriores a la fumigación, no es de ninguna manera
una garantía de que no vaya a afectar a las abejas de miel, que
son sumamente sensibles a este tóxico.Aparte de mostrar una

63
despreocupación total hacia la población humana de La
cuenca, que también será afectada por este agroquímico.
Junto con el mismo ecosistema natural de la zona, los
responsables del proyecto con los cuales logré comunicarme,
mostraron obviamente una falta de conocimiento científico
sobre la materia. Por otro lado, cuando hablamos de los grupos
ecológicos de presión, que habían tratado de frenar la
fumigación, me informaron que un costarricense, que vivía en
esta misma zona. había tenido su finca en la cuenca. Este señor
protestaba durante años contra cualquier fumigación, y de
esta manera se había demorado la ejecución del plan. Pero
hace poco murió el costarricense, y con él la "voz de protesta
más vehemente", según los técnicos del programa.
EJECUTORES DE POLITICAS IMPUESTAS DESDE AFUERA.
Me informaron que la zona estaba "bajo control del ejército".
Al fin y al cabo el ejército del país estaría respaldando la
fumigación, se dijo.- Creemos que este proyecto es una política
que será aplicada en toda Centroamérica, me dijo
textualmente el Director del proyecto desde su escritorio en la
capital de ese país.- Los norteamericanos quieren extender este
programa a toda Centroamérica, me dijo. Y una de las oficinas
del programa efectivamente se encuentra dentro de la
embajada de los Estados Unidos de América en ese hermoso
país. Obviamente, este proyecto es uno de los tantos, que tiene
su base en modelos y sistemas económicos y políticos,
impuestos desde los centros económicos del mundo.
UN CRIMEN CONTRA LA VIDA.
Hay mucho que añadir en cuanto a estos proyectos: por un
lado el asesinato de gente humilde, y por el otro, la fumigación
masiva de todo un delicado ecosistema. No es el momento de

64
profundizar en los aspectos del plan. En resumen se trata de un
ecocidio contra la fauna, la flora y hasta la población humana
de esta cuenca. Un crimen contra el balance ecológico que se
comete no sólo en la Cuenca del Río Blanco, sino en otras
partes de Centro y Sudamérica. Sólo queríamos mencionar este
ejemplo como uno de los tantos "proyectos para una muerte
prematura" en Latinoamérica, que se están llevando a cabo en
este mismo instante.La complejidad del problema es
claramente expresada por la Misión Industrial de Puerto Rico:
— "La lucha ambiental es compleja por su relación con la
economía, la .política, la información científica y técnica. Es
tarea importante traducir lo complejo de estos aspectos en
lenguaje sencillo y popular, mediante publicaciones, medios
audiovisuales, etc. De otra forma no puede hacerse lucha
ambiental. Es una meta ineludible que las comunidades sean
autónomas en la proyección de sus problemas, de desarrollar
sus dirigentes, de sus decisiones (. . .). Los llamados a defender
nuestros recursos naturales, el ambiente, y la salud son las
comunidades, los trabajadores, los movimientos populares, y
los ambientalistas".
RECUPERACION DEL RESPETO POR LA VIDA.
Tenemos que entender mejor que nos somos únicamente parte
de una sola especie, si no de un sistema terrestre admirable y
unificado. Debe haber un marco mas "democrático" entre el
hombre y todo lo que a él le rodea. Debemos recuperar el
respeto entre los hombres y la naturaleza. Algo de lo que los
indígenas mayas todavía conservan en Cuaterna la. Antes de
que sea demasiado tarde. Es por eso que estamos trabajando
con la problemática de nuestro medio ambiente. Tenemos que
reunir datos concretos, tenemos que investigar a fondo lo que
está detrás de los “proyectos para una muerte prematura" que

65
en el fondo son programas para beneficios inmediatos de una
minoría, con costos posteriores muy altos para la mayoría.

•Notas:
Gutiérrez, G. 1983. Beber en su propio pozo: en el itinerario
espiritual de un pueblo. Centro de Estudios y Publicaciones
(CEP), Lima, Perú, 208 pp. (p. 50).Cf. White, L. 1967. '"The
historical roots of our ecological crisis". Science 155:1203-
1207.Recientemente se ha descubierto que algunas de las
variedades primitivas del maíz, que se encuentran en Centro y
Sudamérica, son fijadoras de nitrógeno. En la superficie de las
raíces de estas variedades, Viven bacterias, que son capaces de
convertir el nitrógeno libre del aire en un fertilizante natural
Algunas sustancias específicas, producidas por el maíz
primitivo, son utilizadas por estas bacterias, que estimulan una
sobreproducción de nitrógeno. Luego el maíz convierte el
nitrógeno en proteínas y otros importantes productos
orgánicos. Las variedades modernas del maíz, que
normalmente son utilizados en los países industrializados, no
tienen esa capacidad de fijar el nitrógeno. Al respecto, el papel
de los campesinos indígenas productores de maíz en Centro y
Sudamérica ha sido determinante. Ellos seleccionaron
cuidadosamente las mejores mazorcas de maíz para la
siguiente siembra. De esta manera, se mejoró constantemente
la variedad, y con ella la fijación tan importante del nitrógeno.
Ela, S.W. et al. Screening and selection of maize to enhance
associative bacterial nitroben fixation. Plant Physiology
70:1564-1567. Cf. Hedstrom, I. 1985. Somos parte de un gran
equilibrio: la crisis ecológica de Centroamérica. Departamento
de Investigaciones (DEI), San José, Costa Rica. 136

66
pp.Ibid,"Quiero expresar la inquietud que siento at ver que el
carácter fetichista e idolátrico del sistema capitalista no viene
a la superficie en el discurso usual. Me refiero al crítico, sobre
la economía. Sospecho, por esa razón, que el abundante uso
del lenguaje sobre "las fuerzas de la muerte", la "anti-vida",
etc, y, por el otro lado, sobre "las fuerzas de la vida" c incluso
"el Dios de la Vida" tiene, sí, un vigor comunicativo
incuestionable a nivel metafórico, sin penetración analítica. (. .
.) l-n otras palabras, ¿cómo conectar los resultados del análisis
global, necesariamente abstracto y generalizante, con la
conciencia posible en lo pragmático?". Assmann, H. 19'85.
"Economía y teología: algunas tareas urgentes". Ponencia
presentada en el Taller sobre Economía y Teología,
Departamento ecuménico de Investigaciones (DE!), San Jóse,
Costa Rica, diciembre de 1985. Mimeografiado, 10
pp.Hinkelammert, F. 1981. Las armas ideológicas de la muerte.
Departamento ecuménico de Investigaciones (W.I) 2a. ed. San
José, Costa Rica, 328 pp. Nombres ficticios. Nombre científico:
Cerátitas capitata (Díptera, Tephritidae).La pulpa del café es
muy delgada y sólo ocasionalmente es atacada por la mosca
del Mediterráneo. Los niveles de infestación, cuando se
presenta, se mantienen por debajo del valor económico
mínimo y no justifica su combate. Jirón. L.F. Comunicación
personal.Bull, D. 1982. A growing problem. pesticides and the
Third World poor. Oxfam, Oxford (Inglaterra). 198 pp.
Birgersson, B. et al. 1983. Kemiska hálsorisker: toxikologi i
kemiskt perspektiv. Líber Hermods, Estocolmo (Suecia), 320 pp.
(pp. 78 y 271). Animal de rapiña.Larva de un animal,
generalmente muy pequeño (en este caso un insecto), que se
alimenta de los tejidos vivos de un hospedero a tal grado que el
hospedero permanecerá vivo hasta que la larva complete su

67
ciclo biológico.OIRSA, San José, Costa Rica. Datos sin publicar.
J. Valerio. Comunicación personal. Misión Industrial (de Puerto
Rico), 1985. "Puerto Rico: Modelo de desarrollo económico y
destrucción ecológica". Revista CEPAE, 29:24-31. Centro de
Planificación y Acción Ecuménica, Santo Domingo, República
Dominicana.

68
La mayordomía de la creación
I. DIOS ES EL CREADOR DE TODO LO QUE EXISTE
Los capítulos uno y dos de Génesis nos indican que todo fue
creado por Él
La creación, aunque diferente del Creador, refleja su carácter,
del mismo modo que una obra de arte refleja el carácter de su
creador. Todo lo creado por Dios es bueno, tal y como lo afirma
la Escritura en Génesis 1:31

(Gen 1:31) Y vio Dios todo lo que había hecho, y


he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la
tarde y fue la mañana: el sexto día.

Al ser declarada la creación buena por Dios, todo tiene, por


tanto, un valor intrínseco. Es decir, la creación tiene valor
porque Dios la declaro buena, no porque el hombre pueda
sacar un provecho de ella para su subsistencia.
El Señor ha declarado su propiedad sobre todo lo creado.

(Sal. Psa 24:1) Salmo de David. Del SEÑOR es la


tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los
que en él habitan.

(Sal 89:8-14) Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos,


¿quién como tú, poderoso SEÑOR? Tu fidelidad
también te rodea. Tú dominas la soberbia del
mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas.
Tú aplastaste a Rahab como a uno herido de
muerte; esparciste a tus enemigos con tu brazo

69
poderoso. Tuyos son los cielos, tuya también la
tierra; el mundo y todo lo que en él hay, tú lo
fundaste. El norte y el sur, tú los creaste; el Tabor
y el Hermón aclamarán con gozo a tu nombre. Tú
tienes un brazo fuerte; tu mano es poderosa, tu
diestra es exaltada. La justicia y el derecho son el
fundamento de tu trono; la misericordia y la
verdad van delante de ti. (Psa 95:1-6) Venid,
cantemos con gozo al SEÑOR, aclamemos con
júbilo a la roca de nuestra salvación. Vengamos
ante su presencia con acción de gracias;
aclamémosle con salmos. Porque Dios grande es
el SEÑOR, y Rey grande sobre todos los dioses, en
cuya mano están las profundidades de la tierra;
suyas son también las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, pues El lo hizo, y sus manos
formaron la tierra firme. Venid, adoremos y
postrémonos; doblemos la rodilla ante el SEÑOR
nuestro Hacedor.
El Señor continúa proveyendo para su creación y la sostiene

(Sal 104:) Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR,


Dios mío, cuán grande eres; te has vestido de
esplendor y de majestad, cubriéndote de luz
como con un manto, extendiendo los cielos como
una cortina. El es el que pone las vigas de sus
altos aposentos en las aguas; el que hace de las
nubes su carroza; el que anda sobre las alas del
viento; que hace de los vientos sus mensajeros, y
de las llamas de fuego sus ministros. El estableció
la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea

70
sacudida. La cubriste con el abismo como con un
vestido; las aguas estaban sobre los montes. A tu
reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se
precipitaron. Se levantaron los montes, se
hundieron los valles, al lugar que tú estableciste
para ellos. Pusiste un límite que no pueden
cruzar, para que no vuelvan a cubrir la tierra. El
hace brotar manantiales en los valles, corren
entre los montes; dan de beber a todas las
bestias del campo, los asnos monteses mitigan su
sed. Junto a ellos habitan las aves de los cielos,
elevan sus trinos entre las ramas. El riega los
montes desde sus aposentos, del fruto de sus
obras se sacia la tierra. El hace brotar la hierba
para el ganado, y las plantas para el servicio del
hombre, para que él saque alimento de la tierra,
y vino que alegra el corazón del hombre, para
que haga brillar con aceite su rostro, y alimento
que fortalece el corazón del hombre. Los árboles
del SEÑOR se sacian, los cedros del Líbano que El
plantó, donde hacen sus nidos las aves, y la
cigüeña, cuya morada está en los cipreses. Los
montes altos son para las cabras monteses; las
peñas son refugio para los tejones. El hizo la luna
para medir las estaciones; el sol conoce el lugar
de su ocaso. Tú ordenas la oscuridad y se hace de
noche, en ella andan todas las bestias del
bosque. Rugen los leoncillos tras su presa, y
buscan de Dios su comida. Al salir el sol se
esconden, y se echan en sus guaridas. Sale el
hombre a su trabajo, y a su labor hasta el

71
atardecer. ¡Cuán numerosas son tus obras, oh
SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; llena
está la tierra de tus posesiones. He allí el mar,
grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero
innumerable de animales tanto pequeños como
grandes. Allí surcan las naves, y el Leviatán que
hiciste para jugar en él. Todos ellos esperan en ti,
para que les des su comida a su tiempo. Tú les
das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de
bienes. Escondes tu rostro, se turban; les quitas el
aliento, expiran, y vuelven al polvo. Envías tu
Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la
tierra. ¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR!
¡Alégrese el SEÑOR en sus obras! El mira a la
tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; cantaré
alabanzas a mi Dios mientras yo exista. Séale
agradable mi meditación; yo me alegraré en el
SEÑOR. Sean consumidos de la tierra los
pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice,
alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya!
En respuesta, toda la creación alaba al Señor

(Sal. 148) ¡Aleluya! Alabad al SEÑOR desde los


cielos; alabadle en las alturas. Alabadle, todos
sus ángeles; alabadle, todos sus ejércitos.
Alabadle, sol y luna; alabadle, todas las estrellas
luminosas. Alabadle, cielos de los cielos, y las
aguas que están sobre los cielos. Alaben ellos el
nombre del SEÑOR, pues El ordenó y fueron
creados; los estableció eternamente y para

72
siempre, les dio ley que no pasará. Alabad al
SEÑOR desde la tierra, monstruos marinos y
todos los abismos; fuego y granizo, nieve y
bruma; viento tempestuoso que cumple su
palabra los montes y todas las colinas; árboles
frutales y todos los cedros; las fieras y todo el
ganado; reptiles y aves que vuelan; reyes de la
tierra y todos los pueblos; príncipes y todos los
jueces de la tierra; jóvenes y también doncellas;
los ancianos junto con los niños. Alaben ellos el
nombre del SEÑOR, porque sólo su nombre es
exaltado; su gloria es sobre tierra y cielos. El ha
exaltado el poder de su pueblo, alabanza para
todos sus santos, para los hijos de Israel, pueblo
a El cercano. ¡Aleluya!

II. EL SER HUMANO RECIBIÓ LA RESPONSABILIDAD DE CUIDAR


DE LA CREACIÓN
El hombre recibió dominio sobre la creación

(Gen 1:26-28) Y dijo Dios: Hagamos al hombre a


nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;
y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre
las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda
la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre
la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen
suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y
sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del

73
mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser
viviente que se mueve sobre la tierra.
Dos interpretaciones del significado de dominio:

1. Todo la creación ha sido formado con el único


propósito de la satisfacción de la humanidad.

El mundo fue creado con el propósito de servir a


la humanidad
El medio ambiente es visto como un recurso
El mundo creado tiene valor en tanto que suple
las necesidades humanas

1. El ser humano tiene la responsabilidad de cuidar y


preservar la creación de Dios. Dominación
entendida como explotación Dominación
entendida como responsabilidad

La humanidad es mayordoma de la creación de


Dios
El medio ambiente es visto como una
responsabilidad
El mundo creado tiene un valor intrínseco

Génesis 2:15 puede ayudarnos a entender lo que Dios espera


del ser humano con respecto a su creación

74
(Gen 2:15) Entonces el SEÑOR Dios tomó al
hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que
lo cultivara y lo cuidara.

Nunca se le dio propiedad sobre la creación, sino cuidado de la


misma La Palabra guardar/cuidar que aparece en Génesis 2:15
es la misma que aparece en la bendición sacerdotal de
Números 6:24-27

(Num 6:24) 'El SEÑOR te bendiga y te guarde; el


SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti, y
tenga de ti misericordia; el SEÑOR alce sobre ti su
rostro, y te dé paz.'" Así invocarán mi nombre
sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
En ambos casos es la misma palabra hebrea “shamar” que
significa, cuidar de una manera amorosa, cuidadosa,
preservadora.
Las leyes levíticas estaban contenían preceptos cuyo propósito
era cuidar la creación Protegían a los animales

(Deu 5:12-15) "Guardarás el día de reposo para


santificarlo, como el SEÑOR tu Dios lo ha
mandado. "Seis días trabajarás y harás todo tu
trabajo, mas el séptimo día es día de reposo para
el SEÑOR tu Dios; no harás en él ningún trabajo,
tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni
tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni
el forastero que está contigo, para que tu siervo y
tu sierva también descansen como tú. "Y
acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de

75
Egipto, y que el SEÑOR tu Dios te sacó de allí con
mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el
SEÑOR tu Dios te ha ordenado que guardes el día
de reposo.
Protegían la tierra

(Lev 25:1-7) Entonces el SEÑOR habló a Moisés


en el monte Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de
Israel, y diles: "Cuando entréis a la tierra que yo
os daré, la tierra guardará reposo para el SEÑOR.
"Seis años sembrarás la tierra, seis años podarás
tu viña y recogerás sus frutos, pero el séptimo
año la tierra tendrá completo descanso, un
reposo para el SEÑOR; no sembrarás tu campo ni
podarás tu viña. "Lo que nazca espontáneamente
después de tu cosecha no lo segarás, y las uvas
de los sarmientos de tu viñedo no recogerás; la
tierra tendrá un año de reposo. "Y el fruto del
reposo de la tierra os servirá de alimento: a ti, a
tus siervos, a tus siervas, a tu jornalero y al
extranjero, a los que residen contigo. "También a
tu ganado y a los animales que están en tu tierra,
todas sus cosechas les servirán de alimento.

III. LA CREACIÓN FUE AFECTADA POR EL PECADO


El pecado produjo cuatro grandes rupturas –la ruptura en la
relación con Dios, la ruptura interna del ser humano, la ruptura
con otros seres humanos y la ruptura con la creación- La tierra
es declarada maldita a causa del ser humano

76
(Gen 3:17-19) Entonces dijo a Adán: Por cuanto
has escuchado la voz de tu mujer y has comido
del árbol del cual te ordené, diciendo: "No
comerás de él", maldita será la tierra por tu
causa; con trabajo comerás de ella todos los días
de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y
comerás de las plantas del campo. Con el sudor
de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a
la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues
polvo eres, y al polvo volverás.
El ser humano se convierte en un depredador de la naturaleza
En Génesis 2:29-30, el hombre recibe todas las plantas de la
tierra para comer

(Gen 1:29-30) Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado


toda planta que da semilla que hay en la
superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene
fruto que da semilla; esto os servirá de alimento.
Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de los
cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y
que tiene vida, les he dado toda planta verde
para alimento. Y fue así.
En Génesis 9:1-5, el hombre recibe todos los animales para su
alimento

(Gen 9:1-5) Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y


les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la
tierra. Y el temor y el terror de vosotros estarán
sobre todos los animales de la tierra, y sobre

77
todas las aves del cielo, y en todo lo que se
arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del
mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo
que se mueve y tiene vida os será para alimento:
todo os lo doy como os di la hierba verde. Pero
carne con su vida, es decir, con su sangre, no
comeréis. Y ciertamente pediré cuenta de la
sangre de vuestras vidas; de todo animal la
demandaré. Y de todo hombre, del hermano de
todo hombre demandaré la vida del hombre.
Animales debieron se sacrificados para cubrir la desnudez del
ser humano, es decir, su pecado causó el derramamiento de
sangre inocente.

(Gen 3:21) Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel


para Adán y su mujer, y los vistió.
La creación se ha vuelto hostil al ser humano En Génesis 7
vemos que la creación se vuelve hostil hasta el punto que Dios
la utiliza para destruir al género humano. La creación espera la
liberación final de Dios y se regocijará con su venida y juicio

(Rom 8:18-23) Pues considero que los


sufrimientos de este tiempo presente no son
dignos de ser comparados con la gloria que nos
ha de ser revelada. Porque el anhelo profundo de
la creación es aguardar ansiosamente la
revelación de los hijos de Dios. Porque la creación
fue sometida a vanidad, no de su propia
voluntad, sino por causa de aquel que la sometió,
en la esperanza de que la creación misma será
también liberada de la esclavitud de la

78
corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de
Dios. Pues sabemos que la creación entera a una
gime y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no
sólo ella , sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros
mismos gemimos en nuestro interior,
aguardando ansiosamente la adopción como
hijos, la redención de nuestro cuerpo.

(Sal. 96:11-13) Alégrense los cielos y regocíjese la


tierra; ruja el mar y cuanto contiene; gócese el
campo y todo lo que en él hay. Entonces todos los
árboles del bosque cantarán con gozo delante del
SEÑOR, porque El viene; porque El viene a juzgar
la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los
pueblos con su fidelidad.

IV. EL PLAN REDENTOR DE DIOS TAMBIÉN INCLUYE A LA


CREACIÓN
Para esto afirma la Palabra que vino el hijo de Dios, para
deshacer las obras del maligno, incluyendo la ruptura de la
creación.

(1Jn 3:8) El que practica el pecado es del diablo,


porque el diablo ha pecado desde el principio. El
Hijo de Dios se manifestó con este propósito:
para destruir las obras del diablo.
Dios tanto amó al mundo que dio a su hijo

79
(Jn. 3:16) Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que cree en El, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
La palabra mundo, es el término griego “cosmos” que significa
el universo entero. Es interesante pues comprobar que la razón
de Dios para enviar a su hijo fue su amor por el universo, es
decir, la creación.
Dios tomó sobre sí mismo la creación al hacerse ser humano
como uno de nosotros.

(Jn. 1:1-18) En el principio existía el Verbo, y el


Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El
estaba en el principio con Dios. Todas las cosas
fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo
que ha sido hecho, fue hecho. En El estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
comprendieron. Vino al mundo un hombre
enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este
vino como testigo, para testificar de la luz, a fin
de que todos creyeran por medio de él. No era él
la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
Existía la luz verdadera que, al venir al mundo,
alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no
le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les
dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es
decir, a los que creen en su nombre, que no
nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne,

80
ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. Y el
Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio*
testimonio de El y clamó, diciendo: Este era del
que yo decía: "El que viene después de mí, es
antes de mí, porque era primero que yo." Pues de
su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre
gracia. Porque la ley fue dada por medio de
Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas
realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto
jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el
seno del Padre, El le ha dado a conocer.

V. COLABORAMOS CON EL PLAN REDENTOR DE DIOS CUANDO


SOMOS BUENOS MAYORDOMOS DE SU CREACIÓN
Debemos reconocer y valorar y amar su creación Debemos
recobrar el sentido original de nuestra relación con la creación
Tener cuidado y guardarla Entender que vivimos en
ecosistemas Nuestra prosperidad está ligada a la de la tierra
Sostenibilidad No desperdiciar recursos Reciclar todo lo que
esté a nuestro alcance.

81
VI. PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN
Preguntas de comprensión
¿Qué afirmó Dios cuando acabó la creación?
¿Qué afirma repetidamente la Escritura acerca de la
relación de Dios con su creación? ¿
Qué responsabilidad recibió el ser humano con respecto a la
creación?
¿Qué nos enseña la Escritura acerca de la preocupación de
Dios por los animales y la tierra?
¿De qué modo afectó el pecado del ser humano al resto de
la creación?
¿Para que afirma la Biblia que vino Jesús?

Preguntas de interpretación
¿Qué significa que todo lo creado por Dios es bueno?
¿Cuál es la implicación que eso tiene?
¿Qué significa que nosotros somos únicamente
mayordomos de su creación?
Si pensamos bien en las leyes levíticas acerca de los
animales y la tierra, eran increíblemente adelantadas
para su tiempo ¿Qué quiere enseñarnos Dios con ello?
¿Qué significa lo que Pablo dice en Romanos que toda la
creación espera la liberación?
¿Por qué los cristianos hemos desarrollado un cristianismo
tan “espiritual” y despreocupado por el mundo material?

82
¿Cuál debería ser la relación del cristianismo con los
movimientos ecologistas y defensores del medio
ambiente?

Preguntas de aplicación
¿De qué modo práctico como individuos podemos ser
buenos mayordomos de la creación? ¿
¿De qué manera práctica como familias podemos ser
buenos mayordomos de la creación?
¿De qué manera práctica como comunidad podemos ser
buenos mayordomos de la creación?

83
84
Mayordomía Ambiental en la tradición
Judeo-Cristiana: Sabiduría Judía, y
Protestante sobre el Medio Ambiente
Prólogo

Reverendo Robert A. Sirico

El punto de arranque bíblico para cualquier discusión sobre la


naturaleza de la mayordomía ambiental religiosa debe
empezar con el testimonio del Libro del Génesis: "Así que Dios
creó al hombre en su propia imagen, en la imagen de Dios lo
creó; varón y hembra Él los creó. Y Dios los bendijo, y Dios les
dijo: 'Sed fructíferos y multiplicaos, y llenad la Tierra y
sojuzgadla; y tened dominio sobre los peces del mar y sobre los
pájaros del aire, y sobre cada cosa viviente que se mueve en la
Tierra.'" (Gen 1:27-28). En nuestros tiempos modernos, sin
embargo, esta visión bíblica de la relación entre Dios, hombre y
naturaleza, se ha enredado; y ello por dos visiones falsas. Una
ve al mundo natural como la fuente de todo valor, al hombre
como un intruso, y a Dios, si acaso existe, como tan inmanente
en el orden natural que deja de ser distinto al mismo. La otra
pone al hombre como la fuente de todo los valores, al orden
natural como meramente instrumental a sus objetivos, y a Dios
a menudo como irrelevante.

Génesis presenta un cuadro radicalmente diferente de cómo el


mundo se forma. En este relato Dios es la fuente de todos los
valores. En verdad, es la fuente de todo, porque lo llama a ser,
lo pone fuera de la nada por Su poderosa Palabra. El hombre es
esencialmente parte de este orden; lo que es más, por virtud de
su naturaleza creada es colocado a la cabeza de la Creación,

85
como su mayordomo. Aunque esta mayordomía nunca puede
ser arbitraria o antropocéntrica - como reza la vieja mentira -,
porque esta noción de Génesis implica que ese hombre
gobierna la Creación en lugar de Dios, y por tanto debe hacerlo
conforme a Su divina voluntad.

En vista de estas confusiones contemporáneas sobre la


verdadera naturaleza de mayordomía, y ya que este concepto
es central a las preocupaciones de la tradición religiosa
judeocristiana y de la sociedad libre, el Instituto Acton para el
Estudio de la Religión y la Libertad se comprometió a articular
una visión de la mayordomía ambiental, que estuviese
informada por la sana reflexión teológica, el estudio científico
honrado, y el pensamiento económico riguroso. A este fin el
Instituto reunió 25 clérigos, teólogos, economistas, científicos
ambientales y expertos en políticas públicas en Cornwall
Oriental, Connecticut, en octubre pasado, para discutir los
aspectos del problema, y poner los fundamentos intelectuales
para investigaciones ulteriores.

De esta importante reunión nació la idea de redactar una


declaración interconfesional que expresaría preocupaciones
comunes, creencias y aspiraciones sobre la mayordomía
ambiental. Meses después, un primer proyecto fue objetado
por ciertos importantes pensadores judíos, católicos y
protestantes del país; y al cabo, una versión final de la
Declaración de Cornwall sobre Mayordomía Medioambiental
se acordó el 1 de febrero de 2000.

Desde entonces, el Instituto Acton, junto con el recientemente


formado Consejo Interconfesional para la Mayordomía
Ambiental (amplia unión de personas y organizaciones

86
comprometidas con los principios consagrados en la
Declaración de Cornwall), comenzó distribuyendo la
Declaración, y promoviendo sus principios en la comunidad
religiosa. Pero además, el Instituto Acton - junto con el Consejo
Interconfesional- desarrolló una serie de ensayos relacionados,
contenida en este volumen. Cada uno contiene la sabiduría de
su propia tradición, y fueron escritos con la ayuda de Juntas
Editoriales integradas por respetados intelectuales del
judaísmo, catolicismo y protestantismo, comprometidos con la
verdad y su entendimiento. Estos tres documentos ayudan a
extraer el contenido teórico de la mayordomía ambiental, y
asimismo su aplicación práctica, tal como se perfilaron en la
Declaración de Cornwall.

Tengo el orgullo de presentar la Declaración de Cornwall, y los


documentos, en la esperanza de que contribuirán
significativamente a clarificar y hacer adelantar la importante
discusión contemporánea sobre mayordomía ambiental; y que
nos ayudarán a todos a ver con mayor claridad nuestras
responsabilidades morales y religiosas en la guarda y cultivo
del jardín que es nuestro mundo.

Reverendo Robert A. Sirico

Presidente

Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad

Un enfoque integral del medio ambiente basado en la


Torah

87
Introducción
Los niños desarrollan a menudo irracionales miedos respecto al
mundo, y se ven abordados en las noches por amenazadores
fantasmas, hasta que la madurez - o un adulto creativo- seca
las lágrimas exitosamente. Hay una historia de un padre
despertado regularmente por la recurrente pesadilla nocturna
de su hijito, provocada por los encuentros diarios del chico con
un perro demasiado afectuoso. Varias noches a la semana el
hombre corría al cuarto del hijo para calmar al muchachito
despierto, con aquella mirada extraviada y el pulso a la
carrera. Se sentaba en la camita, y su hijo le apuntaba a una
media docena de perros instalados en el alfombra, esperando
para morderle los deditos de sus pies. El chico se acurrucaba
temblando en brazos del hombre, quien le explicaba
inútilmente que no había montón de perros en absoluto. Varias
semanas de desvelos redujeron a aquel hombre a una sombra
de su usualmente robusta humanidad: algo drástico tenía que
hacer. La siguiente noche que despertó al grito de aterrorizado
de su hijito, con firmeza se paseó en el cuarto del chico,
comenzando por acorralar a los perros. En menos de medio
minuto de agitar brazos y bufar, los seis caninos estaban fuera
del cuarto. Aquel hombre se premió con una sonrisa soñolienta
y un “gracias, Papá” del niño, y volvió tambaleante a su cama.
Luego de dos noches más de ser expulsados, los perros no
volvieron. En el estado soñoliento del niñito, esos perros eran
un problema real. Tratar de persuadirle de que los perros no
existían sólo frustraba al muchacho. Se sentía coartado por un
padre incapaz, que tontamente respondía a los peligrosos
animales con sólo palabras. El padre tuvo que entrar en el
marco de referencia del chico, y ver los perros, para así librarle
de ellos y aliviar a su hijo.

88
En aquello a que nos referimos como problema ambiental hay
también dos marcos distintos para ver la realidad. Conforme al
uno, no hay peligro inminente; así como no había realmente
perro alguno que fuera a atacar al muchacho del cuento,
seguro en su cama. Sin embargo, según el otro, el problema es
real, es aterrador, y aparentemente rebelde. De acuerdo a esta
segunda visión, la condición original del mundo - su perfección
natural- está en peligro irreparablemente, por la actividad
humana. Actualmente muchos están persuadidos de riesgo
inminente, el pánico se está extendiendo, y una parte de la
población se horroriza con “perros nocturnos” en forma de
“amenazas al ambiente.”
No decimos con esto que no hay problema ambiental. No
estamos tratándonos como el niño infeliz y sus perros
imaginarios. Sin embargo el problema real puede tener más
que ver con creencias y convicciones que con peligro objetivo y
cuantificable. Lo cual de ninguna manera simplifica el
problema. Como en el caso del niño pequeño, normalmente es
necesario entrar en el marco donde el problema existe antes de
intentar una solución eficaz. A la luz brillante del amanecer el
muchachito se rió de los intrusos nocturnos, pero en el
momento de la crisis la ayuda llegó sólo de alguien dentro del
esquema de su realidad. Si realmente se cree que los perros
están allí, el problema no es de perros sino de creencias.
Si creemos y estamos convencidos de que ningún valor es más
importante, por ejemplo, que prolongar el tiempo de vida, se
justificaría la prohibición todas las actividades capaces de
abreviar los promedios de vida nacionales. Pero como
humanos, demostramos siempre que nos motivan a menudo
otros valores en conflicto. Los soldados hacen a menudo actos
heroicos que acortan sus propias vidas. Y muchos individuos

89
escogen fumar, lanzarse de paracaídas o escalar montañas
porque estas actividades realzan sus vidas, y con pleno
conocimiento de la posibilidad de estarlas acortando. El
ambientalismo, sobre todo en sus formas más radicales y
virulentas, frecuentemente pone la preservación de naturaleza
a la cabeza de la conciencia moral, por encima y allende otros
valores con los que puede encontrarse en conflicto. Así
cualquier cálculo de beneficios relativos podría censurarse, y
los hechos podrían no ser relevantes al juicio.
Las personas raramente se apasionan discutiendo sobre
hechos. Tendemos a despreciar como a tontos a quienes
argumentan sobre hechos conocidos o fácilmente averiguables.
Las personas podrían debatir mucho sobre cual es la montaña
más bonita del mundo, pero ahora que la tecnología nos
permite tomar medidas precisas, no se podría debatir mucho
sobre cuál es la más alta. El propósito del Torah - según el
judaísmo tradicional- es ayudarnos a establecer las creencias
correctas, y sus implicaciones profundas, no enseñar los meros
hechos. Los métodos científicos bien establecidos, por otro
lado, mantienen su legítimo puesto como encargados de
resolver las materias de hecho.
Así, el problema real del medio ambiente puede ser la creencia
que hay allí un problema espantoso y no otro. O a lo menos es
un problema que está muy exacerbado por ciertas creencias,
que pueden interponerse en el camino a un compromiso
genuino con la mayordomía de todos en la Creación de Dios.
Examinaremos primero en este ensayo el moderno fenómeno
conocido como ambientalismo; enseguida veremos en la Torah
la noción de “vía media”, y su relación con moralidad y
población humana; luego repasaremos la comprensión judía de

90
la relación correcta entre persona humana y naturaleza, sobre
todo en conexión con el trabajo y el espíritu creativo; y
finalmente cerraremos con una discusión de la visión de la
Torah respecto a propiedad, contaminación y ley.

I. Población humana y logro de la Vía Media


Cada año, gobiernos e industriales prominentes dedican
enormes sumas a programas de reducción de la población,
dirigidos por una variedad de agencias que comienzan por el
Fondo de las NN.UU. para la Planificación Familiar (en inglés =
UNFPA). Después de todo - se argumenta- es obvio que debe
existir algún número máximo de personas que pueden
sobrevivir en “la nave espacial Tierra”. Aún no sabemos cuál es,
pero eso no significa que no existe: debe haber alguna cifra de
población mundial más allá de la cual las personas ya no
tendrán comida adecuada o bastantes recursos para
sobrevivir. Y de ser esto falso, debe haber otra cifra por sobre
la cual no habrá simplemente espacio para que más personas
puedan vivir. Seguro que el número ha de ser muy grande, pero
si concedemos que el crecimiento anual de la población
mundial nos acerca inexorablemente, ¿por qué no se comienza
a hacer algo ya mismo en la dirección correcta?
¿Y qué si toda la población de EE.UU. puede vivir
cómodamente en la pequeña parte de California entre Los
Ángeles y la frontera mexicana? Bueno, significa que la
sentencia no es inminente en este país. Pero es claro que en las
más atestadas África o Asia el argumento vale, y por ende el
liderato responsable debe exigir acción inmediata. No sólo el
bienestar de naciones enteras es amenazado por el libre
crecimiento de la población, es el nivel de vida de sus familias.

91
Tantos niños imponen cargas económicas a familias
desalentadas a usar “planificación familiar”, por ignorancia de
las técnicas o por tabúes religiosos. Estas familias requieren
casas más grandes, usan más agua y recursos energéticos, y
achican el “espacio verde” disponible en las ciudades.
El argumento luce formidable, y de hecho convence. No es
efectivo ni veraz insistir meramente en que la gente siempre
encuentra una solución oportuna y apropiada a sus problemas.
A veces sí, pero a veces no. Contra las severas advertencias de
Thomas Malthus - hace doscientos años- sí encontramos
respuestas: nuevas máquinas hicieron tejido abundante y
barato para vestir a quienes se anticipó tendrían frío; y
progresos agrícolas pusieron comida disponible para los que se
predijo tendrían hambre. Pero, para otros problemas no
encontramos una respuesta: algunas de las guerras más
costosas del siglo XX podrían haberse evitado de haber hallado
esa solución oportuna.
La Torah enfatiza una regla áurea para resolver problemas. El
gran transmisor de pensamiento de la Torah, Moisés
Maimónides, discute cómo alcanzar este “camino medio”,
como le llama en su magnum opus, la Mishneh Torah. Vea los
dos extremes, aconseja, y entonces busque el punto medio
geométrico. Por ejemplo, ni la austeridad extrema ni la
indulgencia excesiva son deseables como guías permanentes
para la vida. La persona excesivamente dura no podría criar un
niño sin dañarlo físicamente; pero la persona indulgente en
extremo no podría hacerlo sin perjudicarlo espiritualmente: no
sería capaz de ejercer disciplina o administrar el castigo
ocasionalmente necesario. Sin embargo, los padres que se
guían por el camino medio podrán sacar de sí mismos reservas

92
para la dura disciplina y para la dulce compasión, según el caso
demande.
Análogamente, hay otros dos extremos de conducta que no
sirven. En uno ignoramos por completo el futuro y vivimos
hedonista e indulgentemente el presente. Los padres sienten
punzadas de dolor cuando ven a un niño crecer en la auto
indulgencia sin pensar en el mañana. Pero en la alternativa
extrema podemos sufrir un presente de total auto privación,
ahorrando para el futuro. Muchos conocimos sobrevivientes de
la Gran Depresión del siglo XX: con frecuencia vivieron el resto
de sus vidas en circunstancias tipo depresión, aún teniendo
reservas financieras. El desafío para la persona que desea vivir
la vida buena es encontrar un enfoque más equilibrado. Y uno
de los grandes dones del judaísmo a sus adherentes es una
“guía del fabricante” sobre cómo la persona puede lograr
mejor este camino medio: la Torah brinda un mapa de rutas
para alcanzar un equilibrio, no siendo uno avaro ni
derrochador, libertino ni asceta; la vía media permite vivir de
cada jornada su alegría a la máxima potencia, pero
conservando recursos para un futuro desconocido.
La respuesta de la Torah al pánico de la sobre población es
consistente. Nos enseña primero a identificar los dos extremos.
Uno es pedir al gobierno que nos imponga regulaciones
draconianas y arduas restricciones. Esta visión insiste en que
ningún sacrificio presente es demasiado grande para disminuir
la amenaza de mañana, no importa que su naturaleza precisa y
fecha permanezcan desconocidos. La visión opuesta - en
palabras del Premio Nobel Jan Tinbergen- mantiene que:
“Dos cosas son ilimitadas: el número de generaciones por las
que deberíamos sentirnos responsables, y nuestra inventiva. Lo

93
primero nos pone un desafío: alimentar y mantener a las
generaciones presentes y a las venideras a partir del flujo finito
de recursos naturales de la Tierra. Lo segundo, nuestro
inventiva, puede generar las ideas y políticas que contribuirán
a responder a ese desafío.”

Así vemos un extremo: pensar que ningún sacrificio que se nos


imponga hoy es demasiado para proteger a las generaciones
futuras hasta el fin de los tiempos. Pero si las anteriores
hubiesen seguido esta pervertida lógica, podrían haber
restringido el uso de aceite de la ballena. Uno pudiera imaginar
decretos emanados de celosos activistas ambientales del siglo
XVIII, prohibiendo el uso de lámparas de aceite por la noche
después de las 9, a fin de asegurar aceite de ballena suficiente
como para iluminar las casas del siglo XXI. Con esto hubiesen
podido estar limitando las posibilidades educativas de tantos
científicos que han estudiado y experimentado hasta tarde en
la noche, para descubrir el petróleo y sus muchas aplicaciones.
La paradoja revelada por la Torah, es que seguir uno u otro
extremo, lejos de resolver cualquier problema, realmente
agrava la situación dada. Es una de las razones por las que el
judaísmo insiste en que los niños deben ser criados por un
hombre y una mujer unidos en matrimonio. Porque un niño
saludable necesita crecer tanto con la disciplina y firmeza que
son característica natural del varón, como con la apacibilidad
que lo es de la mujer. De guiarse exclusivamente por el elevado
principio de indulgencia, o por su contraparte la crueldad, criar
un niño - en cualquier caso- sería fabricar un monstruo. Sólo la
vía media equilibrada brinda esperanza de criar una persona
bien acabada.

94
De modo semejante, podemos ignorar el crecimiento de la
población humana, o imponerle límites. Si ignoramos el
problema - insistimos en que no hay ninguno- cometemos el
mismo error del padre al decirle al hijo que no hay perro
salvaje alguno en su cuarto. A los entusiastas del pánico de la
sobre población esto servirá sólo para persuadirles que somos
ciegos; en el mejor de los casos. Y en el peor, realmente podría
cegarnos a lo que quizá resulte una preocupación válida. Por
otro lado, decretar regulaciones opresivas - penales o de corte
tributario, o promover una ética para limitar las familias a uno
o dos niños, por ejemplo- también agravará el problema, y de
una manera ya visible en India, Corea, y muchas otras partes
de Asia. Porque una consecuencia imprevista de las políticas de
la población ya en vigor en estos países durante varias décadas
es un grave desequilibrio en la proporción entre los sexos. Hay
proyectistas que ya están discutiendo un triste cuadro: el
inminente espectro de varios millones de hombres asiáticos
incapaces de encontrar esposas.

Así, escogiendo un extremo u otro, empeoraremos la situación


que esperamos resolver. ¿Hay un enfoque de la Torah a la
llamada “bomba poblacional”? Naturalmente, es el enfoque de
la vía media, el equilibrio. No debemos ignorar el problema,
pero tampoco precipitar el caos ya mismo en alocado esfuerzo
por precavernos de una amenaza distante, cuyos contornos
aún son oscuros y vagos. ¿Cuál es este misterioso camino
medio? Para descubrirlo debemos repasar nuestras creencias
fundamentales sobre si el ser humano realmente es
consumidor o creador. Si el hombre es meramente consumidor,
entonces, es obvio: mientras menos seamos, mejor. Si en
cambio es creador, entonces, igual de obvio: si somos más,

95
seremos más felices. Y la respuesta no es “ambos”. Eso no
dejaría bien establecido nada. Lo que preguntamos es si los
humanos crean más de lo que consumen, o consumen más de
lo que crean. La Torah contesta su propia pregunta: los
humanos pueden ser consumidores o creadores. Y es realmente
una respuesta diferente a decir “ambos.”

La verdadera respuesta de la Torah es que podemos enseñar a


los niños a ser consumidores o creadores. Si los criamos como
jóvenes animales, así crecerán: básicamente consumidores,
pudiendo trabajar como los caballos, pero nunca con la
capacidad de crear realmente. Para lograr esa habilidad en
nuestros niños, tenemos que educarlos en la imagen del
Creador. Eso significa impartirles un sentido de límites, un
conocimiento de lo que es correcto y de lo que está mal. Sólo
los animales tienen necesidades finitas. Los humanos, tocados
como son por el dedo del Dios infinito, tenemos necesidades
infinitas. Por tanto, los niños tienen que ser enseñados que
cada necesidad exigirá una opción y un sacrificio, y que cada
quien de nosotros debe ser mayordomo responsable de lo que
se nos ha dado y nos hemos ganado. Merecen saber que nos
relacionamos y simpatizamos con sus sentimientos, pero no
esperamos que los sigan irreflexivamente: esperamos que
sigan los dictados de su cabeza, no de su corazón. Deben crecer
en el entendimiento de que el mundo necesariamente no es un
lugar justo, pero tiene reglas; y saberlas es mejor que
lloriquear sobre justicia. Y finalmente, deben saber que la vida
nos juzga por nuestro desempeño y no por nuestras
intenciones. Es un placer estar con niños criados para vivir
según éstos y otros igualmente verdaderos y permanentes
principios.

96
¿Cómo exactamente criamos el tipo propio de gente para
ayudar a las personas a resolver el problema poblacional? El
Talmud cuenta que durante las fiestas de la Peregrinación, el
Templo de Jerusalén se llenaba tanto que las personas tenían
espacio apenas para estar de pie. Sin embargo durante el
servicio, que requería a los fieles postrarse de rodillas, había
misteriosamente espacio suficiente. Era una rara aritmética;
sabemos que las personas de rodillas requieren más espacio
del suelo que permaneciendo de pie: durante el servicio, con la
gente arrodillada, se estaría más y no menos apiñado. La
explicación tradicional es que estar de pie es metáfora de auto
concentración arrogante, mientras que la postración lo es de
humildad y atención a los otros. Y finalmente, el propio Templo
se pinta en la Torah como modelo casi matemático del mundo.
No es difícil asir la verdad del mensaje: si una población consta
de personas humildes y siempre conscientes de los demás,
nunca se siente atestado. Pero, si las personas están rodeadas
por incluso unos pocos individuos arrogantes y egoístas, la
percepción es de apiñamiento. La superpoblación no es
cuestión de números o cantidades objetivamente mensurables,
como personas por milla cuadrada. Es en cambio una cuestión
de si la gente se percibe oprimida por la presencia aplastante
de otros. Esto tiene más que ver con normas de civilidad y
conducta que con cifras de población: la mayoría de nosotros
nos sentiríamos menos presionados y más cómodos en las
calles atestadas de Hong Kong o Tokio que en un solitario
callejón de Nueva York. Nuestro problema real no es de
población, sino una percepción de un problema de la
población; que simplemente no resulta de muchas personas,
sino de muchas personas que arrogante e irreflexivamente

97
presionan a otros con su presencia. En lugar de reducir el
número de personas, necesitamos reducir la incidencia de la
conducta egoísta que oprime a los otros.

Esto puede parecer una inadecuadamente poética descripción


para un prosaico problema de hacinamiento, pero realmente
es todo lo que tenemos. Buscar un extremo es no hacer nada,
mirando nada más cómo niños egoístas y toscos nacen y son
criados para amontonarse en una cultura; eso es tonto.
Naturalmente, todos sentiremos que hay demasiada gente;
tenemos que hacer algo. Sin embargo, buscar el otro extremo
de alentar menos personas mientras ignoramos su conducta es
igualmente tonto. Debe notarse que esto es así si la amenaza
de superpoblación es vaga y distante. Lo que nos queda por
hacer es enfocarnos en inculcar en nuestra cultura esos valores
que disminuirán la percepción de superpoblación, y también
aumentarán la contribución de cada miembro. Ello no sólo
reduciría el clamor por el control poblacional, sino que también
traería mucho más tranquilidad y considerablemente más
prosperidad para todos.

II. Las relaciones apropiadas entre Dios, el hombre y la


naturaleza

En el clima prevaleciente del debate ambiental, es necesario


declarar categóricamente y de entrada que la Torah sin dudas
prohibe la crueldad con los animales. Pero no porque los
animales tengan derechos (también); sino porque (sólo) los
seres humanos tienen obligaciones. En el cuadro de realidad

98
moral que pinta la Torah, nadie tiene derechos, sólo
obligaciones. Naturalmente, si todos cumplimos nuestras
obligaciones, terminamos disfrutando esas cosas que en vano
intentamos obtener exigiéndolos como nuestros derechos.

El movimiento de los derechos animales puede ser mejor


entendido si es visto como un esfuerzo por deshacer los
capítulos inaugurales del libro bíblico de Génesis. La Torah y
tradiciones orales que la acompañan insisten en que Génesis
describe más las creencias acerca de la Creación que sus
hechos. Es decir, que es premisa central de la Biblia que
humanos y animales son cualitativamente diferentes, lo que
gravemente cuestiona el movimiento de los derechos animales.
Después de todo, una mujer con chaqueta de piel sólo es
ofensiva si ella es sólo un animal también, muy inteligente y
bien evolucionado, pero animal al fin. Porque es como llevar la
piel del primo de uno sobre el hombro: eso es lo absolutamente
bárbaro. Los abogados de los derechos animales insisten en
que somos todos animales, y ninguno debe gozar privilegios
especiales - específicos de la especie- que los otros no
disfruten.

La Biblia enseña que la persona humana es la cumbre de la


Creación de Dios; y que toda la Creación está allí para que la
persona la desarrolle y use como mayordomo responsable. El
principio a elaborar aquí es, por supuesto, precisamente la
misma premisa bíblica que prohibe auto mutilarse, o destruir
un apartamento alquilado, o incluso tener un aborto. Es decir,
que los arrendatarios no tienen los mismos derechos que los
dueños. Nosotros, como humanos, no poseemos de ese modo

99
el mundo, o nuestros cuerpos, o las habitaciones que
alquilamos. Podemos mejorar pero no destruir. Según la Torah,
las mujeres no tienen el derecho a hacer con sus cuerpos
cuanto deseen, pero tampoco los hombres. Nuestros cuerpos
nos son dados por un Dios cortés y generoso, para que
podamos ocuparlos por un cierto periodo de tiempo. Durante
ese lapso los cuerpos serán tratados con la misma deferencia
que un arrendatario debe emplear cuidando cosas alquiladas.
De modo semejante se nos concede a los humanos el uso del
mundo y todo lo que contiene. Podemos cazar animales para
comida o vestido, construir casas de la madera que cortamos
de los árboles, y cavar la tierra para extraer los minerales que
contiene. Pero no podemos destruir perversamente nada en
absoluto.

En algunas áreas los activistas de los derechos animales han


buscado conculcar derechos de sus humanos congéneres. Han
hecho esfuerzos para coartar investigaciones médicas cruciales
a la salvación de vidas humanas; proscribir vestidos hechos de
animales; prohibir circos; y perjudicar industrias de peletería,
carne y pollos, a veces mediante violencia y intimidación. Es
importante entender que han tomado estas acciones no como
resultado de datos mensurables, sino como consecuencia de su
sistema de creencias. Allí hay dos sistemas de creencias - sobre
los animales- distintos y absolutamente incompatibles. Una de
estas doctrinas procede de creer que Dios hizo el mundo y todo
lo que contiene, y una vez hecho, creó al hombre como su
asistente para proseguir el trabajo. La otra doctrina proviene
de la creencia en un proceso materialista muy largo por el cual,
sin intervención de nadie, el protoplasma primitivo terminó en
Bach y Beethoven.

100
Conforme a la segunda creencia, la persona humana no es
nada más que un animal sofisticado. Para los devotos de esta
fe secular, los derechos animales son como su sacramento. Y
no hay manera de satisfacer adecuadamente ambos lados del
debate. Por su mismo nombre, los activistas traicionan su
agenda: con una evangelización agresiva quieren promover y
defender la creencia que ninguna diferencia cualitativa hay
entre humanos y animales. E innecesario es decirlo, alentando
una conducta humana opresiva como la antes mencionada,
esta creencia agrega combustible a quienes promueven el
pánico de la sobre población.

Es principalmente por ausencia de contrapeso moral alguno


que los partidarios de los derechos animales pueden insuflar
tan fácilmente su fe en la cultura general. La Torah pinta el
entero relato de la serpiente - que incita a Adán y Eva- como
una guerra feroz entre la naturaleza divina de hombre y sus
inclinaciones animales; y el judaísmo clásico reconoce una
cierta fuerza de gravedad espiritual que inclina a los humanos
a verse a sí mismos como animales. Como animales tendríamos
pocas obligaciones morales, si acaso alguna; seríamos libres de
actuar conformes a lo que sea creamos nuestros instintos; y
podríamos seguir lo que nos dictaran nuestros corazones y no
nuestras cabezas.

Como el poeta John Milton describe tan fielmente en “Paraíso


Perdido”, Adán y Eva sucumben a sus inclinaciones animales,
pero finalmente reparan y recuperan su lugar como hijos

101
especiales de Dios, creados en su imagen y encargados con la
tarea de mejorar el mundo poblándolo y conquistando la
naturaleza. La voz hebrea de “conquistar” -koveish- claramente
distingue entre aniquilar y conquistar. El primer verbo significa
destruir por completo al enemigo, el segundo en cambio refiere
a dejarle recursos y habilidades intactos, y hasta reforzarlos,
pero redirigiéndoles para los propios fines; y eso es
precisamente lo que se nos dice que hagamos con los recursos
del mundo natural. No podemos destruirlos por gusto; aunque
sí usarlos, y de todas y cada una de las posibles maneras
beneficiosas. Los animales son parte del mundo natural, y su
propósito entra estrictamente en el contexto de la vida
humana. Una razón que los sacrificios rituales jugaron tan vital
papel en los servicios diarios del Templo de Jerusalén, fue llevar
a los antiguos israelitas la idea de que matar animales en el
servicio de Dios, y con propósito para Su pueblo, era
moralmente permisible.

Un judío religioso puede optar por restringir su dieta a


verduras durante la semana, pero en Sábado y en la mayoría
de las fiestas debe comer un poco de carne, como obligación
religiosa. La razón es que Dios creó un mundo jerárquico: los
minerales son consumidos por una forma de vida superior, a
saber, las plantas; los animales sobreviven consumiendo
vegetales; y la forma de vida más alta de todas, los humanos,
comen animales. Es interesante notar que los animales que se
permite comer a los judíos son los que comen sólo plantas. Es
decir, no animales que violan el orden jerárquico, como lobos y
osos. Por eso, para un judío, privarse de comer cualquier carne
por razones éticas es intentar mejorar la definición divina de
moral, y otra manera de anunciar que es nada más que un

102
animal, porque se supone que los animales comen sólo de la
vida vegetal. Un judío que come sólo verduras nos dice que es
un animal muy bueno. Así, una vez por semana Dios exige de
Su pueblo que deje el refugio moral vegetariano. Nos obliga
entonces a confrontar la realidad de que un animal murió para
dar nuestra comida; lo que nos pone en el deber de ser dignos
de ese sacrificio. Ahora, que un animal muera por otra razón
distinta a proveer carne a otro animal, es menos que el ideal.
Así el animal saqueado se considera como no kosher, o no
totalmente digno de ser comido por judíos. Sin embargo, el
judío que come carne regularmente sabe que debe
comportarse de una manera tal que el sacrificio de su comida
quede moralmente justificado: o sea, se le obliga a ser un
humano, no meramente otro animal.

Aunque prohibe la crueldad o la destrucción morbosa, el


judaísmo aborrece todo el concepto de derechos animales,
porque violenta el fundamento mismo de la creencia bíblica en
la soberanía de Dios, y en el papel de Dios como último juez de
moral. Judaísmo y secularismo son fundamentalmente
incompatibles, y la doctrina de los derechos animales es
secular.

III. La naturaleza espiritual del trabajo humano

El judío religioso tiene mucho aprecio por la hermosura de la


naturaleza. Nos llenamos con gratitud por estos obsequios de
la naturaleza a nuestros sentidos, que también son recursos
naturales vitales a la raza humana. De hecho, una colección de

103
bendiciones es parte del arsenal de fe desde temprano
aprendida por cada niño religioso. En su edad más tierna, los
niños judíos dan con una gran sonrisa la bendición para un
arco iris, al no más verlo en los cielos. E igual al advertir un
árbol bonito, el océano, u oyendo un trueno, y para tantas
muchas otras manifestaciones del mundo de Dios, damos un
ferviente “Gracias.”

Pero las fábricas y rascacielos también reflejan valores judíos.


Una fábrica habla del anhelo humano de emular el poder
creativo de Dios; y una ciudad, de seres humanos que conviven
juntos, en paz y armonía como les instruyera su Padre del Cielo.
Por esta razón, el Templo se construyó en el corazón de la
quintaesencial urbe del judaísmo, Jerusalén, y no en algún
lejano rincón del campo. Se reconocen bosques y pantanos
ciertamente como parte de la creación de Dios, pero dejarles
nada más en su condición original y prístina es ignorar la
directiva de Dios para enjaezar las fuerzas de la naturaleza en
beneficio de la raza humana. Hemos de dejar nuestra huella
impresa de tal manera en el mundo, que mejore lo encontrado.
La metáfora es la del propietario cortés que permite a sus
inquilinos vivir sin pagar renta en una casa aún no totalmente
acabada, y nada más pide a sus arrendatarios que trabajen
para mejorar su condición. Dejar todo como lo encontramos es
pobre pago para tanta generosidad.

La hostilidad general hacia el desarrollo industrial - que


evidencian a menudo los activistas ambientalistas -
frecuentemente arraiga en una oposición panteísta al Dios de
Abraham, Isaac y Jacob, tan vieja como la Torre de Babel. El

104
judaísmo en cambio toma nota de como el desarrollo industrial
tiende hacia lo espiritual y se aleja de lo meramente material.
En nuestros tiempos es bastante claro si vemos sociedades de
avanzado desarrollo pasar de la fabricación de acero y
enormes maquinarias a la creación de datos y conocimiento.
Hace cien años, los estadounidenses construíamos naves y
locomotoras. Hoy, ese trabajo lo hacen las economías más
recientemente desarrolladas, y nosotros, productos cuyos valor
por unidad de peso excede con mucho a lo que hacíamos en
nuestra vieja economía de industria pesada. El judaísmo ve
esto como un paso al reconocimiento humano de la primacía
de lo espiritual sobre lo material. Y no es casual que esta
tendencia de la sociedad a acercarse a lo espiritual coincida
con una menor ruptura con la naturaleza. En lugar de imponer
barreras a la industrialización de los países en vías de
desarrollo, estaríamos mejor servidos ayudándoles a atravesar
esa fase temprana de crecimiento. De esta manera, cada
porción del mundo podría hacer sus propias decisiones y juicios
sobre cómo equilibrar sus distintivas necesidades. Y hay partes
del mundo - y probablemente siempre las haya- donde el
acceso inmediato a comida y resguardo acallen toda otra
preocupación. Nosotros en países desarrollados podemos no
querer una fábrica de neumáticos de caucho junto a la puerta.
Pero viviendo en El Cairo, y siendo vecinos del vertedero de
basura más grande del mundo, poblado por esqueletos
fantasmales que buscan y rebuscan en la mugre para dar con
la comida que les permita existir otro día más, podemos dar la
bienvenida a la planta de neumáticos, porque desplazará a
otro lado el basurero. El judaísmo tiene gran fe en la habilidad
de los seres humanos ordinarios para tomar sus propias

105
decisiones, y encontrar maneras de superar circunstancias
trágicas.

Esta fe proviene de otra convicción religiosa, no compartida


por muchos activistas ecológicos. Repitámoslo: siendo sólo
animales sofisticados, es razonable que un grupo elite de
personas en papeles de vigilantes de esta granja o zoológico
tome decisiones críticas para nosotros. Desde este punto de
vista de la realidad, no somos capaces de determinar por
nuestra cuenta la prosperidad que deberemos sacrificar para
detener el desarrollo. Siendo la naturaleza el bien último
fundamental, esos guardianes nuestros determinarán que
ninguna carga es muy pesada para nuestras espaldas en
servicio a ese dios, la naturaleza. El judaísmo en cambio insiste
en que somos criaturas exaltadas, creadas a imagen de
nuestro Creador, y dotadas de dones casi divinos para crear.
Por eso el judaísmo se opone a los intentos de privarnos a los
humanos de hacer nuestras propias opciones personales; cada
quien tiene libertad y responsabilidad para dirigir la propia
conducta hacia lo bueno. Naturalmente, el judaísmo no nos
protege de nuestras malas decisiones: parte del crecimiento
moral consiste en vivir con las consecuencias de ellas. Y parte
de la preocupación con la transmisión oral del judaísmo es la
continua acumulación de experiencias que convalidan las leyes
de la Torah.

El principio judío básico de equilibrada vía media también


choca con la doctrina ambientalista contemporánea sobre
conservar todo búho moteado y todo canguro rata, más
importantes que cualquier costo a pagar por los humanos, y

106
cualquier sacrificio de personas. El judaísmo nunca apoyaría
que unos leñadores deban sufrir la indignidad de la
desocupación para no perturbar el hábitat de anidación del
búho. Cuando las casas para las personas se hagan carísimas
por los costos de las regulaciones para conservar el hábitat del
canguro rata, la tradición judía tendrá objeciones: las personas
no necesitan justificar sus necesidades o deseos ante la
naturaleza; sólo se les advierte contra su destrucción sin
propósito alguno.

La inequívoca visión judía presentada aquí se hará menos


simpática a veces, por las prácticas reconocidamente
inmorales de algunos agentes económicos. Cuando una
corporación grande y poderosa inflige daño mensurable a sus
vecinos, por ejemplo, refugiada en tácticas legales, nace un
comprensible sentimiento de frustración en la localidad. La
ética no deja a las personas evadir su responsabilidad
ocultándose tras un velo corporativo: la corporación no es sino
un vehículo para la cooperación humana, que simplemente
aporta a un grupo de gente de otro modo dispersa una cultura,
un ethos y todo un sistema que las cubre; así, la corporación les
permite cooperar a individuos que de otra manera podrían
tener que ser granjeros de subsistencia. La cooperación les
permite proveer a sus prójimos de bienes o servicios, derivando
sus ingresos de la aventura. No obstante, una corporación no
posee derecho alguno para causar daños a sus vecinos que se
les negarían a sus empleados, gerentes o accionistas
individualmente.

107
En el desarrollo el judaísmo ve la obediencia de las personas al
mandato de su Creador para ser fructíferos, multiplicarse y
conquistar la tierra. En lugar de mantener una imagen
sentimental y falsa de naturaleza, los judíos religiosos sabemos
que la naturaleza es áspera y rencorosa. Que desde la
expulsión del Jardín del Edén, Dios nos impone una prueba de
fuerza: tomar sustento de una tierra a menudo renuente. Y
debemos hacerlo, sin demandar beneficio alguno del trabajo
ajeno, ni recurrir a deshonestidad o robo. Nuestra tarea es, en
esencia, dominar la naturaleza y reconducirla para estos
santos propósitos. Incluso la práctica judía tradicional de la
circuncisión habla de este mandato piadoso: “el mundo que te
di no es perfecto”, dice el Todopoderoso: hasta los propios
cuerpos esperan el toque final. Incluso más, nos dice “la Tierra
entera espera tu toque final. Tu labor es bienvenida, y tus
resultados me agradan”, dice el Señor. Por esta razón, el
judaísmo se enorgullece más de los rascacielos del hombre que
de los pantanos de Dios, y de las fábricas de los hombres que
de los bosques de Dios.

IV. Contaminación, propiedad, y ley

Es poco discutible que en el íntegro sistema legal judío la


contaminación es falta muy grave: el Talmud cita muchos
ejemplos de ciudadanos dañando a otros con varias formas de
contaminación. Sin embargo, siempre son casos civiles de un
individuo que demanda a otro indemnización por daños y
perjuicios; visiblemente extraña es la noción de un gobierno
que acciona contra los ciudadanos. Una explicación es el
marcado entusiasmo de la Torah por las transacciones

108
privadas y relativamente libres entre los individuos. Y en el
judaísmo la autoridad eclesiástica lo es también civil: en
sentido último, nuestro “gobierno central” es Dios y la ley
moral. Por ello al rey judío se le manda escribir su propia copia
de la Torah personalmente, transcribirla minuciosamente de
los textos oficiales. Se le instruye además que lleve siempre su
ejemplar, indicando así que el rey también se subordina a las
normas y leyes. El modelo judío prototípico de rey es David,
cuya proximidad a Dios le hizo escribir el Libro de los Salmos.
David trabajó estrechamente con el Sumo Sacerdote, y con el
Sanedrín, alta corte de justicia compuesta por 72 rabinos. Este
modelo de rey intelectual, religioso, difícilmente recuerda a un
gobierno fuerte y centralizado.

Hay gran dependencia en el tribunal local, la Beth Din, o casa


de la ley. Una gran ventaja de retener un fuerte sabor local en
asuntos legales es que son menos probables los casos donde a
un individuo se le acuse por dañar a toda la naturaleza, a todo
el mundo, o todo el aire y el agua. Es que los pleitos deben ser
llevados al Beth Din por el propio individuo perjudicado. Y es
cierto que hay otros problemas enormes; pero no es para
simples mortales el resolverlos, y se consideran problemas para
Dios: a nosotros nos queda sólo volvernos a Él en fe perfecta.
Sería un acto de arrogancia espiritual el usurpar
responsabilidad por problemas a escala cósmica. Ahora bien,
¿es esto igual a no hacer absolutamente nada con los
problemas reales de contaminación? No. Pero en su gran
mayoría, los problemas reales surgen entre partes litigantes
locales, y se hallan sujetos a soluciones locales previstas en la
ley judía.

109
El pensamiento judío tradicionalmente ve estos problemas a
través de la lente de la fe religiosa. No hay manera cierta de
responder la pregunta de cuál será el fin de la historia humana.
Sin embargo, es claro que hay sólo dos posibles respuestas:
aniquilación o salvación. Quizás seamos finalmente
condenados, a las emanaciones de monóxido de carbono; al
calentamiento global; a una alta marea de pañales
desechables; al deshielo de los casquetes polares; a la
radiación ultravioleta que pinchará la capa de ozono; a la caída
de algún meteorito bandido; a un invierno nuclear, o a cierta
combinación de algunas de estas posibilidades o todas, o a
alguna amenaza completamente nueva y desconocida. Los
detalles no son importantes, sí la conclusión: de una manera o
otra, la humanidad se condena. La única alternativa es
mediante algún gran programa de redención divina, que a toda
la humanidad libere en un nuevo y mejor mañana.

No hay manera de predecir qué pasará finalmente. Podemos,


sin embargo, resolver ciertos problemas concretos que afectan
a ciertas personas reales individuales, aquí y ahora. ¿Hay
alguien perjudicado con el agua de lluvia contaminada por la
empresa industrial del propietario de al lado? ¿Ud. está viendo
disminuir el valor de su propiedad por mal olor o humo nocivo
(contaminación aérea), surgido de las actividades de su vecino
de enfrente? ¿El dueño de esta hacienda ganadera está
contaminando este río, y causa perjuicios aguas abajo? Todos
éstos son ejemplos reales, de problemas de contaminación
verdaderos, previstos por la ley de la Torah.

110
Pero poca justificación hay en la Torah para aprovechar los
miedos humanos sobre el futuro con el propósito de ampliar el
papel de gobierno. El judaísmo resistiría claramente la noción
de que debemos tratar esos problemas demasiado grandes
erigiendo un gobierno lo bastante grande para resolverlos:
considere las advertencias proféticas sobre las consecuencias
terribles de entronizar un rey. Y absolutamente no hay en la
Torah precedente o justificación teológica alguna para un
gobierno que imponga restricciones a los individuos en
beneficio de “la naturaleza” o “el ambiente”. No es explícito
imperativo religioso judío. Y es más: el ejercicio de la autoridad
gubernamental para fines posiblemente dudosos es un rechazo
claro del judaísmo tradicional, siempre resistiendo como roca
sólida las alianzas con cambiantes manías y fascinaciones del
momento. El judaísmo ortodoxo critica a quienes intentan
conservarle actualizado importando doctrinas y movimientos
del secularismo. Pocas generaciones atrás, rabinos rusos
sancionaron a unos judíos bien intencionados que
establecieron grupos comunistas propios para retener a los
jóvenes en el judaísmo. Hoy, esfuerzos descaminados similares
establecen ramas judías del feminismo, la homosexualidad y el
ambientalismo radical\... para “mantener el judaísmo
relevante”. El núcleo del judaísmo siempre ha sido relevante.
Pero eso es precisamente por su compromiso con valores
permanentes, y su indiferencia a novedades filosóficas del día.
Según Maimónides - el sabio judío del siglo XII- “es claro y
explícito en la Torah que ella es mandato de Dios, permanente,
sin cambio, suma o disminución, y se nos ordena cumplir todas
sus directivas por siempre.” Así, ante los miedos en gran escala
por problemas como la amenaza de una aniquilación mundial,
la mejor respuesta judía es la fe en Dios, que los resolverá.

111
Entretanto, la preocupación nuestra debe ser actuar conforme
a las reglas del pacto: no podemos dañar la propiedad de
nuestro vecino, pero no por ello tiene derecho a interferir con
nuestras actividades de pesca, caza, fabricación, extracción
mineral o agricultura que no dañen lo suyo directamente.

El judaísmo también resiste la toma de cada vez mayor control


gubernamental sobre la sociedad, debido a su compromiso en
orden a que las personas posean propiedades en lugar de la
sociedad. Uno de las muy pocas excepciones a esta regla fue el
Templo de Jerusalén, que por supuesto no era posesión de
judío individual alguno. Por otra parte, pone mucho énfasis
religioso en que las personas posean propiedad, y tiene mucho
cuidado en proteger a las personas contra amenazas a esa
propiedad.

Debe entenderse que el énfasis judío en la propiedad privada


es una manifestación religiosa de la relación de las personas
con su Dios y la ley moral. Como con tantos otros aspectos de
vida judía, también con este se quiere afirmar el relato del
Génesis sobre la Creación, cuya tesis central es que los
humanos somos cualitativamente diferentes de los animales.
Ningún animal posee propiedad. Para estar seguros, es un
hecho que ciertos animales exhiben un imperativo territorial.
Por ejemplo, los leones y elefantes marcan sus territorios para
hacer saber a otros que alegan dominio sobre el área. Sin
embargo, no es su propiedad: esos leones no objetan elefantes
en su zona, y cuentan conque los ciervos ignoren esas marcas
de fronteras. Porque si todos los animales respetaran la

112
“propiedad” de los leones sobre su área y se mantuviesen
fuera, sería un evento raro para los leones almorzar\...

El Libro del Génesis en cambio detalla el mecanismo por el que


los humanos pueden poseer tierra. La compra de Abraham de
un sitio para el entierro de Sara se presenta en detalle,
precisamente para familiarizar a sus descendientes con la
metodología por la que los humanos pueden adquirir y poseer
tierra. Esta metodología resulta ser un sorprendentemente
nuevo concepto, no sólo a Efrón y a los hombres de Het, sino
también a las naciones y razas más nuevas, que no sabían
nada de la propiedad de la tierra por los individuos. Y todavía
hoy el judaísmo está claro que el plan de Dios para la
humanidad requiere que las personas posean tierras. Esto en
parte a causa de Su deseo de que nos reconozcamos como
criaturas diferentes de los animales, y en parte porque también
desea que convivamos e interactuemos entre nosotros. La
interacción económica, y el premio que la acompaña - la
riqueza- son parte del plan de Dios para asegurar que Sus hijos
siempre actúen recíprocamente entre ellos con beneficio
mutuo. La propiedad de la tierra ayuda a asegurar esta
dinámica.

Vale notar que Dios le promete bendiciones muy específicas a


Israel si sigue el pacto, y estas promesas son los muchísimos
beneficios de este mundo. Dios asegura lluvia en su tiempo,
cosechas dadivosas, casas felices, niños bien educados, y
riquezas como aquellas que el fiel Job perdió y después
recuperó. Dios hace estas promesas con seguridad, como
actuales, porque el pacto es más que mero ritual. Es mucho

113
más que oración y buenas obras. Las más importantes partes
del pacto enfocan sobre cómo organizar la sociedad humana y
sus interacciones económicas. Hay muchas más reglas sobre la
interacción económica humana en la Biblia, que sobre oración
y reglas dietéticas juntamente. Estas reglas promueven la
interacción humana, la interdependencia mutua, y la creación
de riqueza. Además de prohibirnos a todos y a cada uno de
nosotros el destruir cosas inútilmente, estas reglas nos
adelantan los planes de Dios para la humanidad.

Conclusión: ¿teocentrismo o secularismo?

Quizá la pregunta más fundamental que moldea casi toda


faceta del debate ambiental es cómo los humanos llegamos a
este planeta. Es claro, hay sólo dos posibles respuestas: o un
Dios benevolente y amoroso nos creó en su imagen y nos puso
aquí; o alternativamente, somos resultado de un
interminablemente largo proceso de evolución materialista -
sin intervención de nadie- que convirtió aquel protoplasma
primitivo en cada uno de nosotros. No es necesario decirlo, el
enfoque que alega que Dios hizo uso de la evolución es sólo un
intento de respuesta. Por supuesto Dios pudo usar la evolución,
pero ese no es el punto. El punto es si nosotros fuimos puestos
aquí por un Creador, o si llegamos por un azar y el sólo proceso
materialista.

Si es lo primero, entonces los puntos de vista del Creador, y sus


deseos, tal como están expresados en Su manual de
instrucciones para la vida - la Torah- deben tomarse en cuenta

114
cuando nos organizamos. Si lo segundo, no hay ningún Creador
ni manual ni instrucciones, y somos libres - no, obligados- a
seguir nuestros propios mejores instintos. Y lo crítico es que
esto no puede ser establecido, para determinar oportunamente
el mejor curso de acción. No tenemos recurso sino creer una
cosa o la otra; porque es sólo cuestión de creencia, no de
hecho. Si fuera cuestión de hecho, no quedara probablemente
ningún creyente en Dios o en la evolución materialista, así
como ya no queda ningún verdadero creyente en aquella teoría
de la tierra plana, o en las antiguas tesis del calor como líquido
expulsado. Porque los hechos tienden a resolverse; las
creencias en cambio pueden seguirse debatiendo por siempre.
Y la mayor parte de las decisiones realmente significativas que
tomamos en la vida dependen aún de creencias, no de hechos.
Cuando las personas se casan, lo hacen en la creencia de
actuar sabiamente, y creyendo que así vivirán una vida feliz.
Actúan en base a creencia, no en base a hecho real y fiable
alguno.

De modo semejante, a la mayoría nos falta la capacidad para


determinar, más allá de cualquier duda, los hechos sobre cómo
llegamos los humanos al planeta. Más bien tendemos a
reconocer intuitivamente las sutiles consecuencias sociales de
unas creencias u otras, y adoptamos las que dan a nuestras
almas la menor disonancia. Quienes estamos cómodos con las
implicaciones de las divinas reglas y leyes, también lo estamos
conque Dios nos haya puesto aquí. Quienes de nosotros están
comprometidos a una vida sin reglas ni leyes externamente
impuestas, se sienten más cómodos en la creencia que excluye
un Creador. No sorprende que todas nuestras suposiciones
sobre ambientalismo caigan este simple esquema.

115
Si no hay Dios, nadie está entonces a cargo de las generaciones
futuras: para cuidar de amenazas cósmicas a la Tierra, o
resolverles problemas enormes que posiblemente enfrenten en
el futuro distante. Sería así no sólo sabio sino también noble y
moral hacer del cuido generoso del mañana nuestra
preocupación. Si no hay ningún Dios, entonces los humanos no
somos mejores que cualquier animal, y practicamos una mala
forma de “especiesismo” comiendo otros animales, usándolos,
para divertirnos montando en ellos o como sea. Si no hay
ningún Dios, entonces cualquier presunción humana de
cambiar el rostro del planeta en modos con los que ningún
animal soñaría, es sólo eso: presunción.

Pero por otra parte, si hay Dios, todo cambia. Si hay un Dios
que nos ha creado, entonces cada quien de nosotros y toda
persona humana tiene un valor infinito, y ninguno puede ser
sacrificado por “la naturaleza” o alguna causa abstracta. Es la
definición de Dios de moralidad, la que debemos seguir.
Reconociendo que la vida es indescriptiblemente compleja, el
judaísmo desdeña la dirección moral por aforismos. Un juez
judío no es sólo alguien que ha demostrado ser compasivo,
inteligente o popular. Es un árbitro de la moral de la
comunidad, suficientemente familiarizado con la visión que
tiene Dios de ese extenso orden de humana cooperación que
llamamos sociedad. Este juez no sólo lo habrá logrado dominar
los varios cientos de capítulos de los Cinco Libros de Moisés,
sino también las miles de páginas del Talmud, y las miles de
Respuestas que constituyen el conjunto establecido de
precedentes legales en dos milenios de jurisprudencia judía.

116
Rechazando con desprecio la falsa simplicidad, la ley judía no
tiene un término para “naturaleza”. La palabra hebrea “teva”
significa naturaleza, pero no puede encontrarse en la Torah, los
Cinco Libros de Moisés. La omisión es particularmente notable
en los iniciales capítulos del Génesis, donde Dios no crea “la
naturaleza”, sino cada elemento separadamente. Dios hace los
minerales, las plantas, y los animales, y con todas las
subespecies y variaciones dentro de esta categoría. La
enseñanza tradicional insiste que esta comprensión de la
Creación se dirige precisamente a desalentar el culto a la
naturaleza.

Y no es posible de ambas maneras. Debemos escoger entre dos


creencias incompatibles. Una es la visión de la realidad
teocéntrica - centrada en Dios -, a la que todos y cada judío por
cierto se obliga a apegarse. La otra, el ambientalismo, en
particular sus formas más radicales y virulentas, es secularismo
fundamentalista. Quienes de nosotros nos consideramos
personas de fe, y sin embargo permitimos al movimiento
ambientalista fijar por su cuenta los términos del debate, lo
hacemos a nuestro propio riesgo. La pregunta no es cómo
nosotros debemos tratar y finalmente resolver los problemas
sobre los que los activistas ecológicos nos advierten. La
pregunta es qué debemos hacer ante cada vez más
conciudadanos que adoptan una fe que inspira a sus creyentes
a actuar de modos que sacrifican multitud de valores humanos
a una causa ambientalista.

Es claro para empezar que necesitamos demostrar que vemos


los perros en el cuarto oscuro. Necesitamos familiarizarnos con

117
la ciencia espuria que produce todos esos espantosos
“escenarios” elaborados a pedido. Pero en último análisis el
niño se curará sólo cuando ya no vea perros imaginarios, y
camine confiadamente con su propio perro. El problema real
no son las amenazas al ambiente sino a nuestras almas. Y
como en innumerables ejemplos de la historia, las creencias
imprudentes pueden poner a personas bien intencionadas a
hacer cosas espantosas

Una perspectiva bíblica en mayordomía del medio


ambiente
Introducción

En los últimos tres siglos, la esperanza de vida en economías


avanzadas ha saltado desde aproximadamente los 30 años a
casi los 80. Se encontraron remedios a enfermedades una vez
fatales, y a otras se las eliminó por completo. De hambrunas ya
no se oye en Europa occidental, y se presentaban en promedio
siete veces cada siglo, durante unos diez años consecutivos. La
familia promedio del europeo occidental en 1700 vivía en una
cabaña, con poco o ningún mobiliario, cero cambio de ropa, y

118
comida apenas para sostener unas horas diarias de trabajo
agrícola. (1) Por supuesto, les faltaban también electricidad,
cañerías, corrientes de agua potable y desalojo de las servidas,
y todos esos aparatos que nosotros damos a menudo por
seguros. Hoy en cambio las familias promedio viven en una
casa bien construida, con todos sus aparatos, y comida
suficiente como para que la obesidad y no el hambre sea el
problema nutricional más común, hasta entre los “pobres”. (2)
Estos progresos en Occidente han sido los frutos de la libertad,
del conocimiento, y del trabajo duro, valores que se apoyan
sustancialmente en base a la cosmovisión y la ética de servicio
a Dios y al prójimo, propias del cristianismo bíblico. (3) Ocurre
que estos adelantos también han dado lugar ahora a una
plausible ampliación en el enfoque de las personas, abarcando
la necesidad de mayordomía medioambiental. Porque cuando
las gentes se sienten más seguras respecto a sus necesidades
básicas, comienzan a asignar más de su tiempo, energía, y
otros recursos escasos, al logro de fines antes tenidos por
menos urgentes. Por eso el movimiento para la protección del
ambiente ha crecido tanto como la riqueza en Occidente,
dando lugar a una fuerte conciencia medioambiental, y a una
legislación proteccionista.

En los países menos desarrollados, el progreso material


empezó mucho más tarde; pero han estado poniéndose al día
en el último siglo, como muestra sobre todo la rápidamente
creciente esperanza de vida: desde unos 30 años en 1900,
hasta los 63 de hoy en día. (4) No obstante, en muchos de ellos,
el piso de comida y agua pura suficientes, junto con vestido,
techo, transporte, atención médica, comunicaciones, etc.,
permanece aún ajeno a muchas personas, para las cuales el

119
progreso económico continuo es crucial para la salud, y hasta
para la vida misma. Poco asombra entonces que la atención se
enfoque más en las necesidades de consumo inmediato que en
la protección ambiental. Es trágico que personas con fuerte
conciencia ambientalista - sobre todo de países occidentales -,
busquen imponer sus propias sensibilidades ambientales a
otras que aún luchan nada más por sobrevivir. De hecho, sus
próximos adelantos en bienestar para los pobres se ven ahora
peligrar. Y eso por una creencia occidental, sobre la empresa
humana y el desarrollo económico como fundamentalmente
incompatibles con la protección ambiental, ahora vista por
algunos como quintaesencial valor a la hora de juzgar el
progreso. Esa falsa opción amenaza prolongar la pobreza,
enfermedad y muerte temprana - extendidas en el mundo en
desarrollo -, y también socava las mismas condiciones
esenciales para el logro de una genuina mayordomía
ambiental.
En este ensayo vamos presentar los fundamentos teológicos y
éticos que creemos esenciales a una sana mayordomía
medioambiental; a repasar brevemente el progreso humano
erigido sobre tales fundamentos; y a discutir algunas de las
preocupaciones ambientales más importantes - muy serias
unas, otras menos- que requieren atención desde esta
perspectiva cristiana. También vamos a exponer una visión de
la mayordomía ambiental más sabia y más bíblica que el
ambientalismo de la corriente mayoritaria, que pone a la fe y a
la razón a trabajar simultáneamente, tanto para las personas
como para la ecología; y que responde a las demandas tanto
del bienestar humano como de la integridad de Creación.
Creemos que tal enfoque de la administración ambiental ha de
promover la justicia y el shalom humanos, así como el

120
bienestar para el resto de la Creación de Dios, confiada a los
portadores de su imagen en calidad de mayordomos, para su
Gloria.

I. Fundamentos teológicas y éticos de la mayordomía


Dios, Creador de todas las cosas, las gobierna por sobre todo y
merece nuestro culto y adoración. (Sal 103:19-22.) La tierra, y
con ella todo el cosmos, revelan la sabiduría y bondad de su
Creador (Sal 19:1-6); y se sostienen y son gobernados por su
poder y bondad amorosa. (Sal 102:25-27, Sal 104, Col 1:17,
Heb. 1:3, y 10-12.) Hombres y mujeres fueron creados en la
imagen de Dios, y les fue dada posición privilegiada entre las
criaturas, y les fue ordenado ejercer mayordomía sobre la
tierra. (Gén. 1:26-28, Sal 8:5.) Principios fundamentales de una
ética medioambiental propiamente cristiana son entonces el
distingo entre Creador y criatura, y la doctrina de la creación
de la humanidad en la imagen de Dios. Contrariamente,
algunos activistas ecológicos - sobre todo en el movimiento de
la “Ecología Profunda”-, divinizan la tierra; e insisten en el
“igualitarismo biológico”: igual valor y derechos para todas las
formas de vida. Esta es una noción errónea, que creen ha de
suscitar respeto del hombre para con la tierra. Pero al negar
esta filosofía la afirmación bíblica del papel único de la persona
humana como mayordomo, elimina la razón misma para el
cuidado humano por la Creación; el clamor por un trato
humano para con las bestias, mas rebajando a las personas al
nivel de los animales, sólo conlleva a un trato bestial para con
los seres humanos. (5)
La imagen de Dios consiste en conocimiento y rectitud, y se
expresa en el dominio y mayordomía humana creativas sobre

121
la tierra. (Gén. 1:26-28, 2:8-20, 9:6, Efe 4:24, Col 3:10.) Nuestra
mayordomía bajo Dios implica que somos moralmente
responsables ante Él por el trato a la Creación de modo que
mejor sirva a los objetivos del reino de Dios. Pero
responsabilidad moral y dominio sobre la tierra descansan en
la libertad de elegir. El ejercicio de estas virtudes y esta
vocación requieren por consiguiente que actuemos en un
campo de libertad considerable: no licencia irrestricta, pero sí
libertad, ejercida dentro de los límites de la ley moral de Dios,
revelados en la Escritura y en la conciencia humana. (Éxo. 20:1-
17, Deut. 5:6-21, Rom. 2:14-15.) Estas realidades no se
invalidan por el hecho de que la humanidad haya caído en
pecado. (Gén 3.) Más bien, nuestro pecado ha traído
respuestas de Dios. Primero, en juicio, sometiendo a la
humanidad a la muerte y separación de Dios (Gén 2:17, 3:22-
24, Rom 5:12-14, 6:23), y sujetando a la Creación a la
maldición de futilidad y corrupción. (Gén 3:17-19, Rom 8:20-
21.) Y después, en restauración, a través de la expiación de
Cristo, redimiendo de la muerte a su pueblo, y reconciliándole
con Dios (Rom 5:10-11, y 15-21, 2 Cor 5:17-21, Efe 2:14-17, y
Col 1:19-22), y mediante su más amplia Obra de liberar a la
Creación terrenal de su esclavitud a la corrupción. (Rom 8:19-
23.) De hecho, Cristo incluso involucra a los humanos caídos en
esta obra de restaurar la Creación. (Rom 8:21.) Como Francis
Bacon lo puso en “Novum Organum Scientiarum” (Nuevo
método de la ciencia, 1620): “el hombre por el pecado cayó al
mismo tiempo de su estado de inocencia y de su posición de
dominio sobre la Creación. Ambas pérdidas sin embargo
pueden ser reparadas en ciertas partes incluso en esta vida: la
primera, por la religión y la fe; la segunda, por las artes y las
ciencias.” (6) El pecado entonces hace difícil a los humanos el

122
ejercicio de una piadosa mayordomía, pero la Obra de Cristo
sobre, en, y a través de las personas y la Creación, la hace no
obstante posible.
Cuando Dios creó el mundo, apartó un sitio único y
especialísimo, el Jardín de Edén; y puso allí al primer hombre,
Adán. (Gén 2:8-15.) Dios instruyó a Adán para cultivar y
guardar ese Jardín (Gén 2:15), reforzar su ya grande
productividad, y protegerlo contra la invasión del desierto
circundante que constituía el resto de la tierra. Una vez creada
la primera mujer, y unida por Dios a Adán (Gén 2:18-25),
también les ordenó a ellos dos y a sus descendientes
multiplicarse, extenderse más allá de los límites del Edén, y
llenar, subyugar y gobernar la tierra entera, y lo que en ella
había contenido. (Gén 1:26, y 28.) Al hacerles en su imagen, y
ponerles en autoridad sobre la tierra, Dios les dio a hombres y
mujeres superioridad y prioridad, por encima de todas las otras
criaturas terrenales. Esto implica que la apropiada
mayordomía ambiental busca armonizar la satisfacción de las
necesidades de todas las criaturas, pero antepone las humanas
a las no humanas cuando ambas se hallen en conflicto.
Algunos activistas ecológicos rechazan esta visión como
“antropocéntrica” o “especiecista”, y promueven una
alternativa “biocéntrica.” Sin embargo, y tan atractivamente
humilde como podría parecer, esa alternativa es realmente
insostenible. Porque entre todas las criaturas de la tierra, sólo
las humanas tienen racionalidad y capacidad moral para el
ejercicio de la mayordomía, y para ser responsables por sus
opciones, y además responsabilizarse por el cuido no sólo de
ellas mismas sino también de otros seres creados. Rechazar la
mayordomía humana es abrazar, por defecto, ninguna
mayordomía. La única alternativa apropiada a un egoísta

123
antropocentrismo no es el biocentrismo sino el teocentrismo:
una visión del cuido de la tierra con Dios y su ley moral perfecta
en el centro, y los seres humanos actuando como sus
mayordomos responsables. (7)
Dos series de condiciones interrelacionadas son necesarias
para la mayordomía responsable. En la primera se encuentran
las vinculadas a la libertad, que les permite a las personas usar
e intercambiar los frutos de su trabajo para beneficio mutuo.
(Mat 20:13-15.) Estas condiciones son conocimiento, rectitud, y
dominio. Brindan un campo apropiado para el desarrollo de la
imagen de Dios en la persona humana. En la segunda serie,
tenemos condiciones conectadas a la responsabilidad, sobre
todo, existencia de un marco legal que afirme la
responsabilidad de las personas por daños que puedan causar
a otros. (Rom 13:1-7, Éxo 21:28-36, y 22:5-6.) Estas dos series
de condiciones proporcionan los resguardos que se hicieron
necesarios por el pecado. Ambas son esenciales a la
mayordomía responsable; no puede permitirse a una desalojar
u opacar a la otra, y cada cual debe entenderse a la luz de la
imagen de Dios y de la pecaminosidad en el hombre.
La libertad, expresión de la imagen de Dios, puede ser abusada
por el pecado; por consiguiente necesita restricciones. (1 Pe
2:16.) Pero el poder gubernamental, necesario para dominar el
pecado y reducir su daño, se ejerce por humanos pecadores,
que también pueden abusar. (Sal 94:20, 1 Sam 8.) Significa que
también necesita restricciones. (Hechos 4:19-20, y 5:29.) Sus
restricciones están en los límites específicos impuestos a los
poderes gubernamentales (Deut 17:14-20); en la división de los
poderes en judicial, legislativo, y ejecutivo (reflejando a Dios
como Juez, Legislador y Rey: Isaías 33:22); en la separación de
los poderes en locales y central (ejemplificado en los diferentes

124
gobernantes de las distintas tribus israelitas, y los profetas o
reyes por sobre todo Israel: Deut 1:15-16); en la gradación de
poderes de menor a mayor (Éxo 18, Deut 16:8-11); y en la
investidura del poder a un pueblo para elegir sus gobernantes.
(Deut 1:9-15, y 17:15.) Todos estos principios se reflejan en la
Constitución de los EE.UU. También es crucial a la comprensión
cristiana del gobierno el hecho de que Dios lo ha ordenado
para hacer justicia, castigando a quienes hacen lo malo y
honrando a quienes hacen lo recto. (Rom 13:1-4, 1 Pe 2:13-14.)
(8)
Estos principios indican que una mayordomía ambiental
bíblicamente sana es totalmente compatible con los derechos
de propiedad privada y la economía libre, manteniendo a las
personas responsables por sus acciones y sus consecuencias. La
mayordomía es mejor lograda por un gobierno
cuidadosamente limitado, con la acción colectiva a un nivel lo
más local que sea posible -a fin de minimizar las cuantías de los
daños producidos por los fracasos gubernamentales -, y a
través de un compromiso riguroso con la acción humana
virtuosa en el mercado y en el gobierno.
Cuando estos principios son aplicados, promueven tanto el
crecimiento económico como la calidad ambiental. Por una
parte, hay una correlación directa y positiva entre el grado de
libertad política y económica, y los niveles de logro y velocidad
en el crecimiento económico en los países del mundo. El 20 %
de los países con mayor libertad económica, producen en
promedio más de 10 veces la riqueza per cápita del 20 % con
menos de esa libertad. Y mientras los países más libres
disfrutaron en los '90 de un crecimiento promedio del PIB per
capita de 2.27 % anual, los menos libres experimentaron un
declive de 1.32 % al año. (9) Por otra parte, hay también una

125
correlación directa y positiva entre el adelanto económico y la
calidad ambiental. (10) Los países más libres, que son más
ricos, han experimentado consistentes reducciones en
contaminación y mejoras en su medio ambiente; mientras que
los menos libres, que son más pobres, han sufrido degradación
creciente o mejoras mucho más lentas en esa materia.
Volveremos enseguida a esta correlación; antes nos toca saber
algo de los cambios en nuestras condiciones materiales
durante los últimos siglos.

II. Las maravillas del logro humano


En todo el mundo hasta hace unos 250 años, la tasa de
mortalidad estaba normalmente tan cercana a la de
nacimientos, que la población sólo creció aproximadamente
0.17 % al año (11), duplicándose cada 425 años más o menos.
Pero a la tasa de crecimiento promedio en los '80, la
duplicación ha sido cada 42 años, y cada 51 a la de los '90. (12)
Las tasas de mortalidad de bebés recién nacidos y niños
(alrededor de 40 % promedio) eran poco menores entre los
muy ricos - realeza y nobleza- que entre los granjeros y
campesinos, y eso hasta el siglo XVIII. La Reina Ana de
Inglaterra por ejemplo (1665-1714) se embarazó 18 veces: 5 de
sus niños sobrevivieron al nacimiento, pero ninguno a la niñez.
En el siglo XVIII, la campiña francesa - la mejor de Europa- sólo
produjo unas 345 libras de trigo por acre; mientras los
granjeros estadounidenses hoy producen 2.150 libras por acre,
unas 6.2 veces más. (13) A comienzos del XV los agricultores
franceses produjeron unas 2.75 a 3.7 libras de trigo por hora
hombre, y la proporción cayó a la mitad durante los dos siglos
siguientes. (14) Pero los granjeros de EE.UU. producen hoy

126
aproximadamente 857 libras por hora hombre (15), o sea 230 a
310 veces más que sus colegas franceses alrededor de 1400, y
460 a 620 veces más que los de 1600. (También los granjeros
cultivan ahora 37 a 100 veces más superficie, gracias en buena
parte al equipo mecanizado y a las técnicas de cultivo
avanzadas.) El gran historiador francés Fernand Braudel ha
señalado que se hizo muy difícil sostener la vida cuando la
productividad en trigo cayó debajo de las 2.2 libras por hora
hombre. Pero para la mayor parte de los 350 años de 1540 a
1890, la productividad en Francia estuvo muy por debajo de
ese nivel; y como fue bastante típico en Europa Occidental,
había sufrido un declive serio al comienzo de ese periodo. (16)
Estos hechos ayudan a explicar por qué las anteriores
generaciones gastaron la mayor parte de cada uno de sus días
trabajando apenas por sus comidas (sin contar su preparación,
empacado, transporte y entrega); cuando nosotros gastamos
mucho menos hoy: en EE.UU. durante los '80, menos del 6 % de
los gastos de consumo fue en alimentos. Estos y otros hechos
también ayudan a entender por qué las personas viven ahora
unas tres veces más tiempo; por ejemplo la introducción de
hojas de vidrio en las ventanas, para tener luz y calor pero no
frío y pestes, con pantallas enrejadas para tener aire fresco y
no insectos transmitiendo enfermedades. O el tratamiento del
agua para beber y alcantarillas; o la refrigeración mecánica
que evita la corrupción de la comida, y consecuentes pérdidas y
afecciones de salud. O la adopción de métodos más seguros de
trabajo, viajes y formas de recreación; o innovadoras prácticas
médicas sanitarias, sin hablar de antibióticos y modernas
técnicas quirúrgicas. Es cierto que “el hombre se destina a
morir una vez” (He 9:27), pero la Biblia reconoce a la muerte
como castigo por el pecado, y en consecuencia, como enemiga

127
del hombre (1 Cor 15:26); en contraste, asocia una vida larga
con la bendición de Dios (Éxo 20:12, Deut 11:8-9, Efe 6:1-3), y
con el reino del Mesías. (Isaías 65:20.)
El desarrollo económico es un bien, no para ser buscado como
fin en sí mismo, sino como medio para un genuino beneficio
humano. Por ejemplo, considere algunas cosas que
absolutamente nadie - ni la realeza- podía disfrutar antes de
los últimos dos siglos de progreso económico:
•Electricidad, y todo lo que ella impulsa: luces, teléfonos,
radios, televisores, refrigeradores, acondicionadores de aire,
ventiladores, aparatos de vídeo, radiografías, MRI,
computadoras, Internet, prensas de imprimir a gran velocidad;
y todos los productos de la automatización industrial.
•Motores de combustión interna, y todo lo que ellos impulsan:
automóviles, camiones, autobuses, aviones, equipos agrícolas y
de construcción, y la mayoría de los trenes y naves.
•Cientos de materiales sintéticos, como plástico, nilón, orlón,
rayón, vinilo; y los miles de productos hechos con ellos: desde
bolsas de comestibles y medias panties hasta los CD, y a las
articulaciones y partes artificiales de órganos del cuerpo
humano.

Hace un milenio - o incluso 150 años -, una persona que


contraía una enfermedad bacteriana no podía tratarse con
antibióticos, no importa lo rica que fuese. Los antibióticos
fueron impulsados por el trabajo del francés, cristiano y
científico, Louis Pasteur, sólo en la última mitad del siglo XIX.
No había tampoco anestésicos más eficaces que el alcohol y las
especies. Así, infecciones que hoy se curarían - o más

128
probablemente podrían ser fácilmente prevenidas-
gangrenaban los miembros, que debían amputarse; entonces
los pacientes rechinaban sus dientes, esperando desmayarse
por el dolor que daba la sierra. La teoría de las enfermedades
microbianas no se hizo corriente sino a fines del siglo XVIII; y el
uso de antisépticos no empezó sino medio siglo después, con el
trabajo de un británico, cristiano y químico, Joseph Lister. Y
antes, alguien con una fiebre podía ser sangrado hasta la
muerte por un doctor que sólo intentaba curarlo. (17)
En el pasado, la educación era cosa de ricos. Antes de la
Reforma, en pocos países se había extendido, y aún después
estaba principalmente disponible a las clases adineradas. Dos
grandes excepciones fueron Alemania y Escocia. Porque en
Alemania, Martín Lutero insistió en la amplia difusión de la
instrucción, muy importante para que las personas pudieran
por sí mismas leer la Escritura, qué él había traducido a la
lengua vernácula. Y en Escocia, los seguidores de John Knox
estaban convencidos de que el conocimiento personal de Dios y
de Su Palabra eran esenciales al mantenimiento de las
libertades, tanto civil como religiosa. (Sal 119:45, Isaías 61:1,
Jer. 34:15, Lu 4:18, 2 Cor 3:17, Gál 5:1,13, Stgo 1:25, 1 Pe 2:16.)
Por eso (18) erigieron un sistema de escuelas primarias
regenteadas por las iglesias - parroquia por parroquia -,
asegurando así que prácticamente cada niño fuese a lo menos
alfabetizado. En Escocia, la elevada tasa de alfabetización, y su
ética calvinista de trabajo y ahorro, fueron muy importantes
factores en la Revolución Industrial, pese a la escasa población
del país, y sus antiguas desventajas económicas. Sin embargo,
incluso allí muy pocos estudiantes se adiestraban por más de
cinco o seis años, y un porcentaje muy diminuto asistía a la
universidad, y menos alcanzaban a graduarse. Hoy, por

129
contraste, en EE.UU. el 81 % de las personas mayores de 25
años es graduada de escuela secundaria, y el 23 % de la
universidad; y el aumento en la disponibilidad de la educación
es una clara tendencia mundial. Éste es factor particularmente
crucial al predecir el futuro material del mundo, porque tanto
la creación de riqueza como la protección del ambiente
dependen principalmente no de la fuerza del músculo sino del
cerebro. (19)
Las medidas más efectivas de bienestar material son las tasas
de mortalidad y la esperanza de vida, porque reflejan cada
variable concebible que pueda sumar o restar a una vida larga
y saludable. Hace 1000 años, la esperanza de vida humana
estaba en todas partes muy por debajo de los 30 años, quizá en
24; hoy en cambio la media mundial es más de 65, y en
economías de alto ingreso per capita, más de 76 años. La tasa
de mortalidad antes de los 5 años de vida ha caído, desde más
o menos 40 % en todas partes - tan tarde como el siglo XIX-, a
menos de 7 % mundial hoy, y a menos de 1 % en países de altos
ingresos. Y las mejoras en la esperanza de vida provienen de la
caída en las tasa de mortalidad, no entre niños solamente, sino
en cada edad de la vida. (20)
Materialmente, el mundo es mucho mejor ahora de lo que era
hace un milenio, incluso un siglo. En términos de costos
laborales, y comparativamente a cualquier momento del
pasado, cada materia prima significativa en la economía
humana - mineral, planta, y vegetal- es hoy más económica; y
los economistas reconocen esto como equivalente a más
abundante. Cada producto fabricado es más económico de lo
que jamás haya sido alguna vez. (21) Y produciendo toda esta
gran abundancia, hemos reducido también mucho de la
contaminación que amenaza la salud, sobre todo en el mundo

130
desarrollado. (22) Dicho simplemente: el mundo es un sitio a la
vez más rico y más saludable que nunca antes en la vida.
Pero este cuadro rosado no debe generar aplausos críticos al
desarrollo económico per se. El desarrollo puede ser positivo o
negativo. El hecho de que la esperanza de vida se mantenga
creciente sugiere que el efecto neto del desarrollo en la vida
humana ha sido positivo; sin embargo esto no implica que cada
caso de desarrollo es puro beneficio, para las personas o la
Creación. Una cosmovisión bíblica y un marco institucional
apropiado para tomar decisiones prudentes - que enseguida
vamos a exponer -, es esencial para la seguridad de tener un
desarrollo positivo en lugar de negativo.
Apoyamos el desarrollo apropiado, no por sí mismo, sino
porque, por ejemplo, eleva a la persona - mediante su trabajo,
y los frutos de esa labor -; y nos capacita para ayudar mejor a
los pobres; y refuerza la dignidad humana, y además nos sirve
para promover ciertos valores (ambientales, estéticos, etc.), lo
que de otro modo sería un lujo que no podríamos darnos.
La tradición cristiana afirma claramente que la acumulación de
riqueza material no debe ser objetivo central en la vida, pero
las personas usan los dones de la Creación sabiamente, para
multiplicar comida, vestido, salud y otros beneficios. Es obvio
que el gran adelanto en riqueza durante el último siglo sólo ha
tenido lugar en un número pequeño de países, a saber, las
democracias liberales y economías libres de Occidente. De
sobra se sabe ahora sobre la administración de las economías
nacionales, como para concluir con certeza que el sistema de
libre mercado minimiza desperdicios y pérdidas de recursos, y
les permite a los humanos ser libres y florecer. Todos los otros
sistemas que los seres humanos han probado, condujeron a la

131
pobreza, al hambre, y a la opresión, interminables e
innecesarias. Por esta razón, las comunidades religiosas de
tradición protestante deben tomar muy en serio el argumento
de que los mercados libres y la democracia liberal son
esenciales al bienestar humano, y por consiguiente tienen una
prioridad moral en nuestro pensamiento sobre cómo la
sociedad ha de ser ordenada.
Pero una dificultad ideológica de hoy es que las iglesias
protestantes occidentales toman por dada mucha de la
abundancia presente, entienden mal sus causas, y exageran el
valor de los bienes ambientales que se han sacrificado para
lograrla. Eso lleva a muchos a abrazar plataformas políticas
explícitamente contrarias al crecimiento económico, y que dan
privilegio indebido a la preservación del status quo
medioambiental. Esta agenda amenaza con negar a las
personas fuera de Occidente los mismos beneficios que
nosotros hemos logrado; e irónicamente, de avanzar en ese
camino, puede lastrar al mundo en desarrollo con problemas
ambientales aun peores. Este ensayo desafía los argumentos
tras la agenda ecologista anti-crecimiento, tan ubicua en las
iglesias de la actual corriente principal; y defiende que la
posición bíblica es completamente consistente con la
democracia de libre mercado, orientada hacia un crecimiento
económico sustentable.

III. Relaciones entre tendencias ambientales y económicas


Ya vimos que hay correlaciones directas y positivas entre
libertad y desarrollo económico, y entre este y mejora
ambiental. Necesariamente entonces, hay también una
correlación positiva entre libertad y calidad ambiental. Hallan

132
los economistas que las economías libres superan en
desempeño a las planificadas y controladas, no sólo en
producción y distribución de riqueza, sino además en
protección del ambiente. Mientras producen más bienes y
servicios por hora hombre que las menos libres, las economías
más libres usan menos recursos, y emiten menos
contaminación. El demógrafo económico Mikhail Bernstam
explica:
“Las tendencias en contaminación derivan básicamente de las
tendencias en el uso de los recursos, y más en general, de las
tendencias en prácticas productivas bajo sistemas económicos
diferentes. En economías de libre mercado, la competencia
anima a la minimización de costos de producción, y así se
reduce el uso de recursos por unidad de producto. Con el
tiempo, el uso de recursos per capita y los montos totales de
recursos consumidos también disminuyen, y esto a su vez
reduce la contaminación \...
Por contraste, los monopolios estatales regulados en las
economías socialistas maximizan el uso de recursos y costos de
producción en general. Esto es porque en un contexto de
monopolios regulados, los precios se basan en los costos, y las
ganancias también son proporcionales a los costos. De este
modo, costos más altos justifican precios más altos, y
beneficios más elevados. Este alto y siempre creciente empleo
de recursos por unidad de producto, explica el alto grado de
daño ambiental en los países socialistas.“ (23)
En las economías libres no sólo la competencia incentiva a una
mejor mayordomía de los recursos naturales, también hay
estímulo para que las personas protejan una propiedad en la
que tienen un directo interés patrimonial. Por un lado, las

133
personas naturalmente quieren mantener sus propias casas y
sitios de trabajo limpios y saludables - y por extensión sus
vecindarios -, así que buscan minimizar la contaminación. Y por
otro lado, hay un esquema legal que hace a los
contaminadores responsables por daños a otras personas o a
sus propiedades, por eso las gentes quieren también minimizar
la contaminación que recae sobre otros. Es más, una economía
dinámica busca expresamente reducir la contaminación, y
encuentra los medios más eficaces. Esto contrasta con un
enfoque de comando obediencia, donde probablemente los
reguladores ordenan determinadas tecnologías y métodos
para el control de la contaminación, con poca consideración
por su eficacia social global.
Podemos inferir de estas consideraciones - y confirmar en
estudios empíricos del mundo real- que las economías libres
mejoran la salud humana, aumentan los niveles y esperanzas
de vida, y afectan positivamente las condiciones ambientales, y
todo mucho mejor que las economías menos libres. Más aún:
cuanto más ricas se hacen las economías, tanto más
promueven la protección del ambiente. Es cierto que algunas
emisiones contaminantes aumentan durante el desarrollo
económico temprano, pero los efectos beneficiosos de una
mayor producción, pesan mucho más en la vida humana que
los efectos dañosos de la contaminación resultante, como
demuestran las enfermedades y mortalidad declinantes, y las
tasas de salud y esperanza de vida en aumento, incluso
durante esa fase temprana. Aunque enseguida de ese primer
estadio, la riqueza creciente les permite a los ciudadanos
invertir más recursos en protección del ambiente, y las
emisiones decaen. El resultado se ha llamado “transición

134
ambiental”, parecida a la mucho más conocida “transición
demográfica”.
La transición demográfica es la forma como los demógrafos
describen la tendencia de la tasa de crecimiento poblacional a
subir dramáticamente durante las primeras fases de
crecimiento económico, para luego regresar a un pequeño o
ningún aumento. Es porque los incrementos iniciales en
riqueza, rápidamente presionan hacia abajo a las tasas de
mortalidad, en cada grupo etario, y sobre todo en bebés y
niños; en cambio, los hábitos de fertilidad, se modifican mucho
más lentamente. Es decir, en una generación o dos, las parejas
continúan teniendo tantos niños como sus ancestros, porque
como ellos, esperan que 1 o 2 de cada 4 se mueran antes de
alcanzar la madurez; y también, porque en una economía
agrícola primitiva, cuentan con muchos jóvenes para sostener
la producción. Pero después, las parejas empiezan a tener
menos niños, cuando se acostumbran a tasas de supervivencia
más altas, y cuando sube el costo de criarlos, y aumenta el
lapso de espera antes de devenir productores netos en vez de
puros consumidores. El resultado es esa tasa de crecimiento
poblacional alta a corto plazo, precedida y seguida por otra
menor o nula a largo plazo.
Análogamente, la transición ambiental es una manera de
pintar la tendencia de algunas emisiones contaminantes a
subir con el crecimiento económico temprano, para después
caer en declive. El economista ambiental Indur Goklany anota:
“El nivel de riqueza en el cual un contaminante trepa a su
cresta (o se da la transición ambiental) varía de uno a otro
indicador. Un análisis del Banco Mundial, concluyó que para las
partículas de materias contaminantes urbanas, y el dióxido de

135
azufre, las respectivas concentraciones pico están en los
ingresos per capita de U$S 3.280 y 3.670. Los coliformes fecales
en las aguas de los ríos aumentan con la abundancia, hasta
que el ingreso alcanza un tope de U$S 1.375 per capita.”
Otros indicadores de calidad ambiental, como acceso a agua
segura y disponibilidad de servicios sanitarios, mejoran casi de
inmediato en cuanto los ingresos exceden el nivel de
subsistencia. Para éstos casos la transición ambiental es de
cero o muy cercana: en efecto, ya tuvo lugar en la mayoría de
los países - respecto a estos bienes ambientales- porque la
mayoría de las personas y gobiernos se han convencido de los
beneficios en salud pública que provienen de esas inversiones.
De hecho, la inmensa mayoría de las 3 a 5 millones de muertes
anuales por agua insegura y escasez de servicios sanitarios
ocurre en el mundo en desarrollo.
Por fin, otros indicadores continúan sin mejorar, al parecer sin
importar el nivel de producto interno bruto (PIB) per capita: el
dióxido del carbono, las emisiones de NOx, y quizá los niveles
de oxígeno disuelto en los ríos siguen creciendo, en esta tercera
categoría. Superficialmente estos indicadores parecen no
mejorar con niveles superiores de ingreso, pero su
comportamiento es bastante consistente con la noción de
transición ambiental: se tarda en estos casos porque los
encargados de tomar las decisiones sólo han comprendido
recientemente su importancia, o porque las consecuencias
sociales y económicas de controlarlos son muy elevadas
respecto a los beneficios conocidos, o por ambos factores.
Pero toda la evidencia indica, finalmente, que más riqueza es
más limpieza, y la abundancia y el conocimiento constituyen
los mejores antídotos a la contaminación“. (24)

136
Entendiendo la transición ambiental, no sorprende encontrar
en los últimos 30 a 40 años que las emisiones contaminantes
de aire, agua, y desechos sólidos han estado disminuyendo - y
asimismo sus concentraciones- en las economías avanzadas del
mundo. Por ejemplo en EE.UU., las emisiones de partículas en
el aire disminuyeron en aproximadamente 80 % de 1940 a
1994, y el total de partículas suspendidas en alrededor de 84 %
de 1957 a 1996. En dióxido de azufre (SO2), las emisiones
cayeron un 34 % de 1973 a 1994, y las concentraciones de SO2
en 80 % de 1962 a 1996. Las emisiones de monóxido de
carbono bajaron más o menos un 24 % de 1970 a 1994; las
emisiones de óxido de nitrógeno llegaron a un pico alrededor
de 1972, declinando suavemente desde entonces, y las
concentraciones bajaron en más de un tercio desde 1974. Las
emisiones de compuestos orgánicos volátiles llegaron a una
cima a finales de los '60, pero en 1994 habían caído en
aproximadamente 30 %. Y las concentraciones de ozono
cayeron 30 % más o menos desde principios de los '70 a 1996;
mientras que las emisiones de plomo (probablemente el
contaminante de aire más peligroso) bajaron en más de 98 %
de 1970 a 1994, y las concentraciones en un 98 %. (25)
Es tentador objetar que “eso puede ser así para las economías
avanzadas, pero nada más vea la contaminación horrenda en
los países pobres del mundo!” La contaminación en muchos de
ellos es de hecho horrenda. Pero no hay razón para pensar que
así debe continuar. Los países en desarrollo se harán más ricos
si su crecimiento no es detenido por la planificación
gubernamental excesiva, y/o por las políticas ambientalistas
irrazonables, que suprimen el uso de la energía y deprimen su
productividad agrícola e industrial. Tendrán entonces
oportunidad de desarrollarse de una manera similar a los

137
otros. Porque el concepto de transición ambiental simplemente
generaliza una visión del sentido común: las gentes tienden a
jerarquizar sus prioridades de gasto en términos de sus
necesidades más urgentes. Hablando en general, las más
urgentes necesidades materiales de los pobres son agua,
comida, vestido y techo; un segundo orden contempla cuidado
básico de la salud, educación, transporte y comunicaciones. En
sucesivos órdenes entran otras necesidades, menos urgentes.
Comprensiblemente, las personas preocupadas por tener la
comida de hoy en la mesa, consideran que eso es para ellos
más urgente que reducir el “smog” el año próximo, o minimizar
el calentamiento global dentro de los 100 siguientes. Cuando
las gentes están seguras que sus necesidades más urgentes
serán satisfechas, entonces empiezan a asignar más de sus
recursos a necesidades juzgadas por ellos menos urgente,
incluso rigurosa protección ambiental.
El rápido declive en contaminación de las economías
avanzadas en los últimos 30 a 50 años, que hoy continúa, no se
observa todavía en países muy pobres, en fases tempranas de
su desarrollo. Pero hay razones para estar seguros que la
transición ambiental no sólo ocurrirá en estos últimos, tan
ciertamente como en los primeros, sino también que puede
ocurrir más velozmente, y así será: con picos de contaminación
más bajos, y las subsiguientes mejoras más rápidas. ¿Por qué?
Porque los países en desarrollo de hoy pueden importar, y a
bajos precios, unas tecnologías protectoras ya listas, y
asimismo la habilidad técnica ya desarrollada por otros a un
costo muy superior. Es decir: la disminución de la
contaminación se hará económicamente accesible a estos
países, a niveles mucho más bajos de desarrollo,
comparativamente a lo que aconteció a las naciones que

138
progresaron primero. Ésta es una razón por la cual es tan
importante el comercio y diálogo abiertos entre las gentes:
permite la difusión de tecnologías y métodos amigables hacia
el ambiente. El resultado es una serie de transiciones en
materia de contaminación. Ciertos países pasaron hace tiempo
por la transición demográfica, y otros más recientemente,
mientras muchos están ahora en medio, y algunos deben
ahora comenzarla. De igual modo, unos países hace mucho
tiempo pasaron las cimas de la transición ambiental, otros
simplemente se acercan, y otros nada más empiezan a subir la
cuesta arriba de la contaminación.
Aunque celebrando la baja de contaminación en economías
avanzadas, no debemos sin embargo distraernos de la
necesidad de acelerar ese declive en los países hoy en
desarrollo. Unos 3 a 5 millones de niños menores de cinco años
mueren anualmente, de enfermedades contraídas por beber
agua impura. Y quizás otros 3 a 5 millones mueren de males
relacionados con el extendido uso de estiércol seco y madera
para cocinar, y calentar los ranchos pobres, causando
contaminación tóxica del aire interior. El “smog” urbano, muy
derrotado en los países avanzados de Occidente, permanece
como problema serio en muchas de las ciudades más pobres
del mundo. Nosotros sabemos cómo resolver tecnológicamente
estos problemas, porque ya lo hicimos. Pero lo que le falta a los
pobres, es ingreso suficiente para permitirse el lujo de pagar
por los costos de las soluciones. Esto es parte de por qué son
tan importantes el crecimiento económico de los países en
desarrollo, y el libre comercio entre las naciones, el cual puede
acelerar adopciones de tecnologías ambientalmente
amistosas, y de eficaces técnicas gerenciales y regímenes
regulatorios. Y explica por qué es tan trágico que tantos

139
activistas ecológicos abracen políticas precisamente hostiles a
estos dos fines, crecimiento y comercio. Tales políticas no sólo
retardan el logro de la riqueza que hace económica la
protección del ambiente, sino que condenan a millones de
personas a más años en pobreza.
Por ejemplo, algunos activistas ecológicos occidentales piensan
que las reducciones en las emisiones de dióxido de carbono
(CO2) son necesarias para evitar el destructivo calentamiento
global. Por consiguiente, cabildean para imponer restricciones
severas al uso de energía, y prohibir la introducción de fuentes
energéticas modernas en las naciones menos desarrolladas.
(26) Pero la empresa humana depende principalmente del
acceso a la energía. Por eso es probable que los obstáculos y
trabas dilaten aún más el tiempo que toma a las personas
hacer riqueza; y la abundancia precisamente posibilita las vidas
más largas y saludables que en Occidente a veces damos por
garantizadas. De modo similar pasa con la oposición a las
prácticas agrícolas descalificadas como “insostenibles” -
usuales en el mundo en desarrollo -, y que sirven como punto
de partida en el camino a otros métodos agrícolas
sustancialmente más productivos y ambientalmente más
sanos. Esta oposición amenaza condenar a grandes cantidades
de gente en el mundo en vías de desarrollo a la pobreza
perpetua y al hambre.
Clara implicación de todo esto es que una suposición
importante, y corriente en el movimiento ambientalista, es
absolutamente falsa. La suposición es que cuando las gentes
crecen en número, riqueza, y/o tecnología, el ambiente
siempre se afecta negativamente. A esta idea se le ha dado
expresión de fórmula en la famosa ecuación de Paul Ehrlich: I =
PAT, donde I es daño ambiental, P es población, A es

140
abundancia o riqueza, y T es tecnología. Según esta fórmula,
cada aumento en población, riqueza o tecnología produce aún
más daño al ambiente, y más todavía cuando dos o los tres
factores crecen juntos. El daño ambiental supuesto en esta
visión es doble: agotamiento de recursos y emisión de
contaminación. La suposición pareciera sensata
intuitivamente, y por cierto es una creencia extendida; pero su
problema es que ignora el papel de la mayordomía de la
persona humana, y por consiguiente es falsificado por los
simples e incontestables datos empíricos.
Que la contaminación baja cuando las economías crecen más
ricamente ya se ha visto. El hecho es bien ilustrado por la
situación en EE.UU. Mientras la población creció en 19 % de
1976 a 1994, el índice de contaminación del aire bajó en 53 %.
Durante el mismo tiempo, la riqueza se triplicó; y la tecnología
también mejoró dramáticamente, con cada vez más
computarización y automatización, no sólo en la industria y el
comercio sino incluso en hogares domésticos privadas. Es
precisamente lo opuesto de lo que la fórmula de Ehrlich
predice.
Que los recursos no se están agotando también está claro. Los
precios en baja reflejan escasez decreciente, así como los
precios crecientes reflejarían escasez en aumento. De ese modo
podemos conocer las tendencias a largo plazo en el suministro
de los recursos: observando las tendencias de los precios en
tiempo igualmente largo. Y acontece que una vez ajustada a la
inflación, la tendencia a largo plazo del precio de cada recurso
significativo que extraemos de la tierra - mineral, vegetal y
animal- es descendente. Y más ilustrativo: los precios de los
recursos divididos por los salarios son más agudamente
descendentes, porque mientras los precios de los recursos han

141
caído, los sueldos han subido. Juntas, las dos cosas significan
que todos los recursos son más económicos, porque son más
abundantes hoy que en cualquier momento del pasado. (27)
¿Por qué tanta gente tan a menudo se equivoca sobre los
efectos del crecimiento en la población humana y en las
economías? Fundamentalmente porque no se han enterado del
potencial pleno de la persona humana. Han considerado a las
personas básicamente como consumidoras y contaminadoras.
No las han visto - tal como se presentan en la Escritura- como
hechas en la imagen de Dios, para ser creativas y productivas,
así tal como es Dios (Gén 1:26-28; 2:15); ni como titulares de
un papel, que les fue confiado, en la restauración de la tierra
respecto a los efectos de la maldición por el pecado. (Rom
8:15-25). La comprensión bíblica de la naturaleza humana lleva
a los cristianos a esperar precisamente aquello que hemos
visto: que las personas pueden producir más de lo que
consumen, y mejorar realmente el mundo natural a su
alrededor. Y particularmente cuando se acompaña de las
instituciones humanas bien y propiamente formadas, y del
entendimiento científico, edificados según la cosmovisión
bíblica.

IV. Algunas preocupaciones humanas y ambientales para el


presente y el futuro
Pese al cuadro tranquilizador trazado por todas estas
observaciones generales, muchas personas continúan
temiendo que enfrentemos amenazas serias al bienestar
humano y al ambiente en conjunto. ¿Cuán realistas son estos
temores, y qué podemos hacer en la medida en que haya
peligros reales? Veamos tres ejemplos importantes:

142
crecimiento de la población, calentamiento global, y extinción
ilimitada de especies.
Crecimiento de la población
“La crisis de población”, escribe la historiadora cultural y
teórica evolucionista Riane Eisler, “está en el corazón del
aparentemente insoluble complejo de problemas que los
futurólogos llaman problemática mundial. Detrás de la erosión
del suelo, la desertización, y la contaminación de aire y agua, y
todas las otras tensiones ecológicas, sociales y políticas de
nuestro tiempo, está la presión que ejercen cada vez más y más
personas sobre la tierra y otros recursos finitos, así como el
creciente número de fábricas, automóviles, camiones y otras
fuentes de contaminación - requeridas para proporcionar
bienes y servicios a todas estas gentes -, y las tendencias para
peor que todas sus necesidades y aspiraciones motorizan.” (28)
Las palabras de Eisler representan un entendimiento del
crecimiento poblacional que es común entre los activistas
ecológicos: que amenaza la tierra con vaciamiento del recurso
y contaminación. Sin embargo, y como vimos, la observación
empírica, así como la comprensión bíblica de las implicaciones
de la imagen de Dios en la persona humana, sugieren la
conclusión opuesta.
Muchas personas temen al crecimiento de la población, porque
creen que lleva a la superpoblación. Ahora, cuando se les
pregunta qué quieren decir por “superpoblación”,
normalmente hablan de apiñamiento y pobreza. Pero el
supuesto que la alta densidad poblacional engendra esas cosas
es erróneo. Algunos de los lugares más deseables para vivir en
el mundo también están entre los más densamente poblados.
Por ejemplo, en Manhattan la densidad es de más de 55 mil

143
personas por milla cuadrada, pero también los alquileres son
muy altos, señal segura que muchas personas realmente
quieren vivir allí, pese a su alta densidad. O tal vez lo quieren
precisamente por eso: la atestada población de Manhattan
reúne una magnífica mezcolanza de talento humano, que hace
la vida allí fascinante, desafiante y recompensadora para sus
millones de personas. Cosas similares son ciertas de todas las
grandes ciudades del mundo. Con todos sus problemas, es
claro que atraen a más personas de las que ahuyentan. ¿Por
qué debemos cuestionar los juicios de las personas sobre los
lugares que escogen para residir?
Algunos piensan que la alta densidad de población está en la
raíz de la pobreza en naciones en desarrollo como China y las
de África subsahariana. Pero la densidad de población en China
es menos de 1/5 de la taiwanesa, y aparte sus formas de
gobierno, tienen culturas muy similares. Sin embargo Taiwán
produce más o menos 5 veces tanta riqueza per capita como
China. Y los Países Bajos, con su densidad casi 4 veces mayor a
la de China, producen más de 10 veces su riqueza per capita.
¿África subsahariana? La creencia común es que se halla sobre
poblada, pero es una realidad que su economía es débil por
carecer de la infraestructura necesaria, lujo que no puede
permitirse por padecer una densidad muy baja: la mitad de la
mundial o poco más, e inferior a todos los promedios de las
economías de altos, medios y bajos ingresos. (29)
En realidad, “superpoblación” es una palabra vacía. Como lo
pone el demógrafo Nicholas Eberstadt: “el concepto no puede
ser descrito de modo consistente e inequívoco por indicadores
demográficos.” Y pregunta,

144
“¿Cuál es el criterio para juzgar un país 'sobre poblado'? La
densidad de población es una posibilidad. Por esta medida,
Bangladesh sería uno de los países más 'sobre poblados' del
mundo contemporáneo, pero no tanto como Bermuda. De la
misma manera, EE.UU. estaría más 'sobre poblado' que el
continente africano; Alemania Oriental tanto como la India;
Italia más que Pakistán, y virtualmente el punto más 'sobre
poblado' en el globo sería el reino de Mónaco.
Las tasas de crecimiento poblacional ofrecen guía difícilmente
más confiable para el concepto de 'superpoblación'. En el
mundo de hoy, esas tasas de crecimiento en África son las más
altas, pero eran aún mayores en EE.UU. durante la segunda
mitad del siglo XVIII. ¿Se diría en serio que la frontera
norteamericana padeció en aquel entonces 'superpoblación'?
Lo dicho para densidad y tasas de crecimiento también se
aplica a otras variables demográficas: tasas de natalidad,
'tasas de dependencia' (proporciones de niños y ancianos sobre
grupos etarios que trabajan), etc. Si la 'superpoblación' es un
problema demográfico, ¿por qué no puede describirse
inequívocamente en términos de rasgos de la población? La
razón es que 'superpoblación' es un problema mal identificado
y mal definido.
El término evoca imágenes de familias hambrientas y
escuálidas, atestadas condiciones de vida, muertes tempranas,
etc., que son muy reales en el mundo moderno; pero se
describen más apropiadamente como problemas de pobreza.“
(30)
A pesar de todo esto, algunos siguen temiendo al crecimiento
de la población. Pero a sus miedos les faltan bases bíblicas y
empíricas. Primero, la Biblia presenta a la multiplicación

145
humana como una bendición, no una maldición: Gén 1:28,
8:17, 9:1, y 6-7, 12:2, 15:5, 17:1-6, 26:4, y 24, Deut 7:13-14, cf.
30:5, 10:22, cf. 1:10, Sal 127:3-5, 128:1, y 3, Prov. 14:28. Al
contrario, un declive en la población era una forma de
maldición de Dios, que podrían atraerse las personas rebeldes:
Lev. 26:22, Deut 28:62-63. Segundo, aunque algunos siguen
creyendo proyecciones de hace 30 y 40 años, acerca de una
población mundial que alcanzaría a 20, 30 o incluso 40 mil
millones de personas en el próximo siglo, o algo así, las
tendencias demográficas indican que la realidad será muy
diferente. Aquellas proyecciones se hicieron en base a las
mayores tasas de crecimiento que el mundo viera jamás: sobre
2.2 % al año en los '60, la propia cresta de la transición
demográfica global. Pero por el año 2000, la tasa de
crecimiento de la población mundial ha caído a
aproximadamente 1.3 % al año, y se espera incluso que siga
cayendo en tanto opere la transición demográfica. Eberstadt
explica:
“Hoy casi la mitad de la población del mundo vive en 79 países
donde la tasa de fertilidad total (TFT) está por debajo de la
tasa de reemplazo, que es de un promedio de 2.1 niños por
mujer en su vida\... Y en los países donde las TFT superan a la
de reemplazo, están empezando a decaer. Para toda Asia, las
TFT han caído a la mitad: de 5.7 niños por mujer en los '60, a
2.8 hoy. De modo semejante, el promedio de las TFT en
América Latina bajó: de 5.6 en los '60, a 2.7 hoy en día. Según
las proyecciones de las Naciones Unidas, si son correctas las
variaciones medianas, entonces la población mundial será de
7.5 mil millones en 2025, y de 8.9 mil millones en 2050.”
Pero incluso así podría tal vez estarse sobrestimando la
población futura. “Si las presentes tendencias demográficas

146
globales continúan, entonces las variaciones bajas son más
probables. Eso significaría que la población del mundo llegaría
a su tope de 7.5 mil millones en 2040, para comenzar a
declinar.” (31)
No hay ninguna buena razón para creer que la superpoblación
será problema serio para el mundo. Problema, al contrario,
más probable, será el envejecimiento de la población mundial,
que pondrá una presión mayor sobre los trabajadores más
jóvenes, para mantener a las personas más viejas y/o inválidas.
(32) Semejante perspectiva, aunada a la santidad de vida
humana, hace aún más terrible el apoyo en muchos sectores a
los medios moralmente ilícitos de control demográfico.
Únicamente las barreras reales al florecimiento humano crean
los problemas asociados con “superpoblación”. Muy superior
modo de mejorar el bienestar y elevar la dignidad de las
personas, es atacar los problemas de frente, como la pobreza;
y no nada más juzgar ciertas vidas humanas como indignas de
vivirse, y en nombre de la “lucha contra la superpoblación”
abrazar el aborto, la eutanasia, y otras acciones que minan la
santidad y dignidad de la vida humana.
Calentamiento global
El calentamiento global es hoy es el más grande de todo los
peligros medioambientales, dicen muchos activistas ecológicos.
Pero irónicamente, el gran miedo hace 30 años era el
enfriamiento global; para científicos por entonces reconocidos,
la tierra se acercaba a un descenso en sus ciclos mileniales de
alzas y bajas de temperatura, relacionados a su vez con ciclos
en la producción de energía solar. Pero ya no; ahora las gentes
temen al creciente dióxido de carbono, llamado “gas de
invernadero” porque entrampa el calor solar en la atmósfera y

147
no le permite regresar al espacio. Temen que cause alzas de
temperaturas globales medias. Y que los calores crecientes
fundan los casquetes de hielos polares - y el nivel del mar
aumente -, y los desiertos se extiendan, y se generen más
huracanes y más fuertes, y otras tormentas. ¿Hay buenas
razones para estos miedos?
El dióxido de carbono atmosférico (CO2) está de cierto en
aumento; y casi seguro la temperatura media global ha subido
ligeramente en los últimos 120 años, pero no es de ningún
modo verdad que sea por el alza del CO2. El indicador contrario
más importante apunta a una secuencia inversa a la que la
teoría predeciría: casi todo el aproximadamente 0.45ºC
aumento en la temperatura global media de 1880 a 1990
ocurrió antes de 1940, y más de 70 % del aumento en CO2,
después de 1940. Si la suba de CO2 elevara la temperatura
media, debió acontecer lo opuesto. Además, aproximadamente
2/3 más o menos del aumento global es atribuible a causas
naturales y no artificiales, principalmente cambios en la
producción de energía solar. (33)
Los grandes miedos a un calentamiento global surgieron en los
'80 y permanecieron en los '90. Pero fueron impulsados por
unos altamente especulativos “modelos de clima” por
computadora. Las primeras versiones de estos modelos
predijeron que una duplicación de CO2 atmosférico causaría en
la temperatura global media un aumento en 5ºC o más (casi
10ºF.) Pero los modelos fueron refinados con los años, y sus
predicciones sobre calentamiento se han moderado
considerablemente. El Intergovernmental Panel on Climate
Change (IPCC) predijo en 1990 - en base a los modelos de
computadora- un aumento en la temperatura global media de
3.3ºC para el año 2100; pero en 1992 bajó su predicción a

148
2.6ºC, y en 1995 a 2.2ºC (menos de la mitad de calentamiento
que en los primeros modelos.) Incluso es probable que esta
última predicción resulte muy alta: si los modelos en que se
basa se hubiesen aplicado al último siglo, hubiesen predicho 2
veces más calentamiento que el realmente ocurrido. Como
apunta Roy W. Spencer, científico senior del Marshall Space
Flight Center de la NASA:
“Todos los sistemas de medición están de acuerdo en que 1998
fue el año más caluroso de los registrados. Las más recientes
mediciones por satélite de 1998 dieron una tendencia de
calentamiento promedio de +0.06ºC cada década para el
ventenio 1979-98. Aunque este periodo terminó con el muy
caluroso evento de El Niño [el cual exageraría su extremo de
alta temperatura], la tendencia resultante medida por el
satélite todavía es sólo 1/4 de promedio predicho por el
modelo de calentamiento global para la capa durante los
próximos 100 años.” (34)
Surgen incertidumbres adicionales de diferencias significativas
entre mediciones obtenidas de instrumentos en la superficie de
la tierra, versus provenidas de otros en satélites - y
substancialmente confirmadas por globos -, que miden la
temperatura atmosférica en la más baja troposfera, y no en la
superficie. Estas diferencias se informaron en un estudio
preparado por el Consejo Nacional de Investigaciones, de la
Academia Nacional de Ciencias, publicado en enero de 2000.
(35) Para 1979-98, los datos de la superficie parecían indicar
una tendencia media de calentamiento por década de
aproximadamente 0.196ºC (o unos 1.96ºC por siglo); mientras
los datos del satélite (36) indicaban un calentamiento menor,
de tan sólo 0.057ºC por década (o unos 0.57ºC por siglo).
Después de corregir los datos de la superficie para una

149
variedad de factores contaminantes, un equipo de
investigadores produjo nuevas estimaciones de temperaturas
de la superficie, mostrando tendencias deceniales claras que
estaban 0.097ºC a 0.106ºC por encima de las tendencias de los
datos de satélite para la troposfera más baja. Las diferencias
eran todavía significativas, porque las tendencias de datos de
superficie corregidas fueron aún 170 % 185 % más altas que las
correspondientes a la troposfera más baja, tomadas por
satélite. (37) Y el problema no acaba allí. Tomando 1998 como
año final del estudio, los investigadores escogieron uno en el
que se elevaron las temperaturas globales medias
notablemente por un muy caluroso efecto El Niño; si la serie
hubiera acabado en cambio con 1997, los datos del satélite no
hubiesen mostrado tendencia decenial alguna
estadísticamente significativa, y el diferencial entre sus datos y
los de la superficie habría sido mayor. Además, si bien los
investigadores corrigieron en parte los datos de la superficie
para considerar el efecto refrescante de la erupción de Monte
Pinatubo en 1991, decidieron ignorar en cambio la de Monte
Chichón en 1982 (más de la mitad de Pinatubo), exagerando
así aún más la clara tendencia en los datos del satélite. (38) Y
resulta que el problema serio para los teóricos del
calentamiento global es que los modelos computarizados
predijeron que ese calor de invernadero sería más rápido en la
troposfera más baja que en la superficie. Pero los datos - en la
medida en que ambas series sean confiables- muestran que lo
opuesto es verdad. Es un signo claro que los modelos de
computadora están lejos de ser suficientemente exactos en su
descripción de las temperaturas atmosféricas, lo que sugiere
que los formuladores de políticas deben ser muy cuidadosos al

150
fundar sus decisiones en predicciones basadas en estos
modelos.
El calentamiento global real estará muy lejos del que el IPCC y
otros modeladores del clima predijeron originalmente; pero
también son dudosas las probabilidades de que traiga muchos
efectos dañinos. Por varias razones. Modelos más refinados
ahora indican - y la observación empírica confirma- que la
mayor parte del calentamiento ocurrirá en invierno, por la
noche, y en latitudes polares. (39) Eso estará muy lejos de
causar la fundición de los casquetes de hielos polares, y
significa también que son improbables elevaciones
significativas en el nivel de los mares, uno de los efectos más
temidos, ya que se imaginaron probables inundaciones
afectando muchas ciudades costeras, donde viven millones de
las personas más pobres del mundo. En cambio, un aumento
del calor nocturno en el invierno, en grado que no afecte áreas
muy pobladas, debería producir algo de disminución en el
consumo de energía para calefacción (y por consiguiente cierta
reducción en futuras contaminaciones), y una ligera extensión
de las estaciones de crecimiento en primavera y otoño.
Además, cualquier alza en la temperatura global media
probablemente no producirá extensión sino reducción en los
desiertos, y no acortará sino que extenderá los casquetes de
hielos polares. ¿Por qué? Porque con más calor habrá más
agua evaporada. Podría pensarse que para los desiertos es
mala noticia, pero no: los desiertos constituyen una muy
pequeña fracción de la superficie de la tierra, mientras que más
de 3/4 es agua, y del resto la mayor parte es tierra húmeda. Y
el aire circula encima de todo. Significa que si aumenta por
doquier la evaporación, habrá más lluvia; incluso en áreas
desérticas, que siendo muy pequeñas en relación al resto de la

151
superficie de la tierra, probablemente reciban más cantidad de
agua por mayor precipitación que la que pierdan por más
evaporación. Y la lluvia adicional en los polos es probable que
agrande los casquetes de hielos, compensando así un alza
natural a largo plazo en el nivel del mar. El ecologista científico
S. Fred Singer, repasando varios estudios sobre las tendencias
en el nivel del mar, señala:
“El nivel global del mar (SL) ha sufrido una tendencia creciente
durante a lo menos un siglo; pero se cree que su causa no se
relaciona con el cambio del clima [1]. Observamos sin embargo
que las fluctuaciones (anomalías) de un alza lineal del SL,
muestran una correlación negativa pronunciada con la
temperatura media global, e incluso más con la media
superficial del mar tropical. También hallamos una sugestiva
correlación entre anomalías negativas del alza de SL, y la
ocurrencia de los eventos de El Niño. Estos hallazgos sugieren
que entre los determinantes del cambio de SL - bajo las
condiciones actuales -, la evaporación del océano con
subsiguiente depósito en los casquetes de hielos,
principalmente en Antártida, es más importante que la fusión
de glaciares y la expansión térmica del agua oceánica.
También sugieren que todo futuro calentamiento moderado -
por cualquier causa- reducirá la velocidad de crecimiento
continuo del SL en lugar de aumentarla. El apoyo a esta
conclusión procede de los estudios teóricos sobre aumentos en
las precipitaciones [2], y de los resultados obtenidos con
Modelos Generales de Circulación (GCM) [3,4]. Y más apoyo
proviene de las (si bien limitadas) hojas de registros anuales de
acumulación de hielos polares *5+.” (40)
Sólo se anticipa un daño moderado de los ligeros aumentos de
temperatura que probablemente han de venir; y algún

152
beneficio — que de hecho ya ha ocurrido -, por más CO2
atmosférico. En efecto, el dióxido del carbono es crucial para el
crecimiento de las plantas; estudios recientes muestran que
una duplicación de CO2 resulta en un alza promedio de 35 % en
la eficiencia de ese crecimiento. (41) Todo tipo de plantas
crecidas en escenarios de doble CO2 se han vuelto más
eficientes: en uso de agua, en tomar minerales de la tierra, y en
resistir a enfermedades, pestes, calor y frío excesivos, y diluvios
y sequías. (42) Por ende, una parte de las grandes ganancias en
productividad agrícola del último siglo no se debe a mejoras
intencionales en técnicas agrícolas, sino a mayor CO2
atmosférico, causado por quema de combustibles fósiles como
energía para manejar la moderna actividad económica
humana. (43) Significa que el aumento en CO2 ha facilitado la
alimentación de la creciente población mundial. Además, un
más eficiente crecimiento de las plantas debe significar - y
observaciones empíricas lo confirman- que sus rangos de
desarrollo han de abarcar altitudes más altas y más bajas,
climas más calurosos y más fríos, más secos y más húmedos.
(44)
Algunos han afirmado que el calentamiento global amenaza
seriamente a la salud humana, por su incidencia en
enfermedades tropicales y otras relacionadas con el calor. Pero
el Programa sobre Efectos del Cambio Ambiental Global en
Salud (U. Johns Hopkins), afirmó en un estudio encargado por
el Congreso, que “no encuentra evidencia concluyente para
justificar tales temores.” (45) En cambio, concluyó que “los
niveles de incertidumbre desaconsejan toda posición definitiva
sobre la potencial dirección de cambio futuro, para cada una
de las *cinco categorías de+ efectos en salud.” Y agregó que
“aunque tratamos con efectos adversos principalmente,

153
identificamos algunos resultados positivos: la mortalidad por
frío sería notablemente reducida …” (46) Como el informe
ejemplifica, es fácil para los investigadores enfocarse sólo en
efectos anticipados negativos de cambios en química
atmosférica y clima globales. Sin embargo, no sólo esos efectos
deben justificarse y cuantificarse con cuidado; también deben
estudiarse en equilibrio con posibles efectos benéficos. Por
ejemplo, ha de considerarse la reducción del hambre y
desnutrición atribuible al alza en los rendimientos agrícolas por
incremento en CO2 atmosférico, aunque sea difícil de
cuantificar. Thomas Gale Moore concluyó así su evaluación
cuidadosa de varios estudios sobre calentamiento global y
salud: “… un clima más caluroso debe mejorar la salud y
extender la vida, por lo menos para los norteamericanos, y
probablemente para los europeos, japoneses, y personas que
viven en latitudes altas. La alta mortalidad en los trópicos
parece ser más una función de la pobreza que del clima. Así es
probable que el calentamiento global se demuestre positivo
para la salud humana”. (47) Lo que sale claro es la necesidad
de más estudios a largo plazo, antes de adoptar políticas que
después serán muy difíciles de cambiar.
Pese a todo, algunos quieren recortar el uso de combustible
fósil para reducir las emisiones de CO2. A este fin promueven
varias medidas, como el Protocolo de Kioto, un tratado
internacional para forzar reducciones en el consumo de
energía. Pero como toda forma de producción económica
requiere energía, reducir su uso entraña reducir la producción
de bienes. Algunos responden que las pérdidas en producción
pueden compensarse con un uso más eficiente de la energía.
En algún grado podría ser, pero es muy improbable que
puedan reducirse emisiones sólo a través de medidas de

154
eficiencia impuestas por los gobiernos, sin que casi de cierto
sobrevenga alguna pérdida real de producción. Porque en una
economía libre y competitiva, los individuos buscan reducir su
costo de vida, y las empresas aumentar al máximo sus
ganancias. Hay por tanto incentivo natural para minimizar
pérdidas; es decir, adoptar en lo posible las tecnologías
económicamente más eficientes (si bien no siempre son las
más eficientes técnicamente.) La falta de estos incentivos
sugiere, por tanto, que la aparente necesidad de asignar
gubernamentalmente extensas reducciones a la emisión, va a
causar una pérdida neta de producción, y finalmente a
disminuir el bienestar humano.
La firma independiente de pronósticos económicos WEFA, aún
considerando mejoras probables de la eficiencia en el uso de
energía, estima que de cumplirse en EE.UU. las metas de los
acuerdos de Kioto, se reduciría el producto económico anual en
unos U$S 300 millardos, que es más o menos 3.5 % del
aproximadamente U$S 8.4 billones del PIB en 1998; y en 2010
se destruirían más de 2.4 millones de empleos, y se reduciría el
promedio de ingreso familiar anual en unos U$S 2.700. Otra
empresa similar, Charles River Ass., anticipa costos más bajos:
sobre 2.3 %, o unos U$S 193 millardos de PIB al año
actualmente. Más altos o más bajos, estos costes económicos
se traducen en otros muy humanos. Especialistas en valoración
de riesgo estiman que en EE.UU., cada U$S 5 a 10 millones de
menos en rendimiento económico producen una muerte
estadística adicional por año. (48) A esa tasa, una pérdida
anual de U$S 193 a 300 mil millones traería consigo al menos
19.300 a 30.000 muertes prematuras más por año, y sólo en
EE.UU.

155
Pero EE.UU. es un país rico, mucho más capaz de cubrir los
costos de Kioto que la inmensa mayoría del mundo. El
crecimiento económico perdido en cualquier país en desarrollo
obligado a obedecer las restricciones de Kioto, agregaría
décadas de sufrimiento y muerte prematura a sus habitantes,
para quienes se pospondrían por mucho tiempo las
disponibilidades de agua potable y alcantarillado sanitario,
cuidado de salud, y transporte seguro.
Frederic Seitz, ex Presidente de la Academia Nacional de
Ciencias, en una carta que acompaña un Petitorio contra el
tratado, firmada por más de 17.000 científicos, dice: (49)
“Este tratado en nuestra opinión se basa en ideas defectuosas.
Los datos investigados en materia de cambio climático no
muestran que el uso humano de hidrocarburos sea dañino. Al
contrario, hay buena evidencia de que el aumento en dióxido
de carbono atmosférico es muy útil ambientalmente. El
acuerdo propuesto tendría efectos muy negativos en la
tecnología, en naciones de todo el mundo, pero sobre todo en
aquellas que ahora intentan salir de la pobreza y brindar
oportunidades a más de 4 mil millones de personas, en países
tecnológicamente subdesarrollados.” (50)

Ahora, en caso de asumir que el guión popular sobre


calentamiento global sea verdadero, podemos preguntar ¿qué
beneficios provendrían al cargar con todos esos costos - no sólo
en EE.UU. sino en el mundo- de obedecer los acuerdos de
Kioto? Pues los defensores de los acuerdos estiman que sin los
límites de Kioto, las emisiones del hidrocarburos aumentarían
en un 0.7 % al año, lo cual elevaría la concentración efectiva de
CO2 atmosférico del nivel presente, unas 470 partes por millón

156
(PPM), a más de 655 PPM en el año 2047. Y por su parte, el
Protocolo de Kioto, convoca a una reducción de emisiones, en 7
% por debajo de los niveles de 1990 durante los años 2008 a
2012, y ningún aumento después, con concentración efectiva
de CO2 de 602 PPM en el año 2047. ¿Y cuánto calentamiento
se evitaría entonces? Aproximadamente 0.19ºC de un potencial
0.5ºC. (51) A un costo - para EE.UU. solamente- de más de U$S
200 mil millones al año (ligeramente sobre las estimaciones de
Charles River Ass., pero sólo 2/3 de las de WEFA), esto
significaría un sacrificio total de más o menos unos 10 billones
de dólares y un millón de muertes prematuras. Semejante
precio es demasiado alto para tan pequeño y dudoso beneficio.
La naturaleza muy incierta de la teoría y de la evidencia del
calentamiento global, y la cuestión no resuelta de si sus efectos
netos serían negativos o positivos, apuntan a una sola política
segura para el presente: hasta que el asunto se entienda
mejor, las acciones deben posponerse, especialmente si son
muy costosas, como las reducciones obligatorias en el consumo
de energía.
Es tentador decir que no debemos politizar este problema (o
cualquier otro ambiental), y no vamos a hacerlo: nos
enfocamos en la sana ciencia, arraigada en una estructura de
valor que enfatiza la honestidad y la apertura al debate y a la
evidencia. Pero el problema ya ha sido politizado, y mucho. Con
frecuencia, y desde comienzos de los '90, los defensores del
Protocolo de Kioto hablan de un “consenso científico” sobre el
calentamiento global, y se burlan de los motivos de los
científicos y otras personas que cuestionan sus conclusiones;
más recientemente, la Reverenda. Dra. Joan Brown Campbell,
secretaria general del Consejo Nacional de Iglesias, llegó a
decir que la creencia en el calentamiento global y el apoyo al

157
Protocolo de deberían ser “una prueba crítica para la
comunidad de fe.” (52) Es claro que como resultado de un
pensamiento así, la calidad del conocimiento público, y la
capacidad de tomar sabias decisiones de política pública en el
tema, se ven seriamente comprometidas. El profesor
(meteorología) Richard Lindzen, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts - uno de los principales investigadores en efecto
invernadero y ciencias del cambio climático -, apuntó a
principios de los '90 que “la existencia de grandes equipos de
planificadores profesionales buscando trabajo, grandes grupos
de activistas buscando causas rentables, agendas buscando
argumentos vendibles, y la habilidad de muchas industrias
para obtener beneficios particulares de las regulaciones, junto
a una neutralización eficaz de toda oposición”, son factores
que han terminado minando la calidad del debate sobre ciencia
y política pública.
“*L+os peligros y costes de estas consecuencias económicas y
sociales pueden ser mucho mayores que el peligro ambiental
original. Lo que se torna especialmente cierto cuando se
rechazan los beneficios de conocimiento adicional, y cuando se
olvida que las mejoras en tecnología y el aumento de las
riquezas sociales son los factores que permiten a una sociedad
tratar eficazmente con las amenazas ambientales. El control de
la inestabilidad social [producida por el uso politizado de la
ciencia en el debate sobre el asunto] puede muy bien ser el
desafío real que enfrentamos.” (53)
Contrariamente a los primeros reclamos, resultó que no había
ningún consenso a favor del guión popular sobre
calentamiento global. Incluso a principios de los '90, cuando el
Consejo Nacional de Investigaciones designó un panel
dominado por activistas ambientalistas — incluyendo a

158
Stephen Schneider, defensor ardiente de la hipótesis
catastrófica -, concluyó que no había ninguna base científica
para cualquier acción costosa. (54) Y si consenso científico
alguno ha surgido desde entonces, ha sido crítico de la visión
catastrófica y de las políticas basadas en ella. Primero, como
tiro de advertencia vino la Declaración de los Científicos
Atmosféricos sobre Calentamiento de Invernadero, el 27 de
febrero de 1992. Fue firmada por 47 científicos atmosféricos,
muchos enfocados específicamente en estudios del clima
global. Advirtió que los planes de promover un tratado de
reducción en las emisiones de carbono - para luchar contra el
calentamiento global -, en la próxima Cumbre de la Tierra (Río
de Janeiro, junio 1992), “se basan en el supuesto sin apoyo de
que un calentamiento global catastrófico se sigue de la quema
de combustibles fósiles, y que requiere acción inmediata.”
Agregaba que “Nosotros no estamos de acuerdo.” Citaba un
estudio de 1992 entre los científicos atmosféricos de EE.UU. -
dirigido por la organización Gallup -, demostrando que “no hay
ningún consenso sobre la causa del ligero calentamiento
observado en el último siglo.” Además, la declaración citaba
“una reciente publicación *Gallup] sugiere que las variaciones
de las manchas solares, y no el aumento en gases de
invernadero, son responsables por los incrementos y
disminuciones de la temperatura global registrados desde
aproximadamente 1880.” Y continuaba “Además, la mayoría
de científicos participantes en el estudio estuvo de acuerdo en
que los modelos teóricos del clima, predictivos de un
calentamiento futuro, no pueden apoyarse ni ser validados por
los registros del clima existentes.” Señalaba que “los
agricultores generalmente están de acuerdo en que cualquier
aumento en los niveles de dióxido del carbono, procedente de

159
la quema de combustibles fósiles, tiene efectos beneficiosos en
la mayoría de las cosechas, y en el suministro mundial de
alimentos.” (55) A esto siguió la Convocatoria de Heidelberg,
emitida en la Cumbre de la Tierra. Sin mencionar el
calentamiento global específicamente, advirtió contra “la
emergencia de una ideología irracional que se opone al
progreso científico e industrial, e impide el desarrollo
económico y social”. La firmaron más de 3.000 científicos,
incluyendo 72 premios Nobel. (56)
A los tres años vino la Declaración de Leipzig sobre el Cambio
del Clima Global, desarrollada en el Simposio Internacional
sobre la Controversia del Efecto Invernadero, en Leipzig
(Alemania), noviembre de 1995. Fue revisada y actualizada allí
mismo, en un segundo Simposio, en noviembre de 1997.
Firmada por los 80 principales científicos en el campo de la
investigación del clima global, y 25 meteorólogos, el
documento declaraba que “la base científica del Tratado del
Clima Global de 1992 es defectuosa, y sus metas poco
realistas.” Decía que ella se “basó solamente en teorías
científicas no comprobadas, en modelos de clima imperfectos,
y en el supuesto sin apoyo que un calentamiento global
catastrófico se sigue de un aumento en gases de invernadero.”
Y agregaba que “En tanto el debate se desarrolla, se hace cada
vez más claro que - contra la sabiduría convencional- no existe
hoy un consenso científico general sobre la importancia del
efecto invernadero que procede de los niveles crecientes de
dióxido del carbono. De hecho, la mayoría de los especialistas
en clima, ahora están de acuerdo que las observaciones reales
- con satélites y radiosondas en globos- no muestran ningún
calentamiento actual en absoluto, en contradicción directa a
los resultados producidos por modelos computarizados.” Y

160
concluía: “basados en toda la evidencia disponible, no
podemos subscribir una visión del mundo políticamente
inspirada, que divisa catástrofes climáticas y convoca a
acciones apresuradas. Por esta razón, consideramos que las
drásticas políticas de control de emisiones derivadas de la
conferencia de Kioto, carecen de base científica que les preste
apoyo creíble, y son mal aconsejadas y prematuras.” (57)
Pero esas primeras señales de consenso contra la visión
popular quedaron pequeñas en 1997, con el Petitorio sobre
Calentamiento Global, desarrollado en el Instituto Orejón de
Ciencia y Medicina, acompañado por una revisión monográfica
- exhaustivamente documentada- de la producción científica
sobre calentamiento global y efecto invernadero. El Petitorio
insistió en rechazar el Protocolo de Kioto “y cualquier otra
propuesta similar”, aduciendo audazmente que “Los límites
propuestos en materia de gases de invernadero perjudicarán el
ambiente, impedirán el adelanto de la ciencia y tecnología, y
dañarán la salud y bienestar de humanidad.”
Y agregaba: “No hay ninguna evidencia convincente de que las
descargas por los humanos de dióxido de carbono, metano u
otros gases de invernadero, estén causando - o vayan a causar
en el futuro previsible- un calentamiento catastrófico de la
atmósfera de la tierra y un desbaratamiento de su clima. Más
aún, hay evidencia científica sustancial de que el aumento de
dióxido de carbono atmosférico produce muchos efectos
beneficiosos en los ambientes naturales de plantas y animales
de la Tierra.” (58)
El documento fue firmado por más de 17 mil científicos
norteamericanos, en disciplinas básicas y aplicadas. Incluyó a
más de 2.500 físicos, geofísicos, climatólogos, meteorólogos,

161
oceanógrafos y científicos ambientales bien calificados para
evaluar los efectos del dióxido del carbono en la atmósfera de
la tierra y del clima; y más de 5 mil químicos, bioquímicos,
biólogos, y otros científicos de la vida, igualmente bien
calificados para hacerlo respecto a plantas y vida animal. De
modo que el consenso de los científicos sobre el calentamiento
global ha resultado realmente ser opuesto a lo que los
defensores de la visión apocalíptica alegan.
Extinción de especies
La Biblia indica claramente que Dios se deleita en sus muchas
criaturas. (Job 38:39, 39:30, 40:15 y 41:34, Sal 104:14-23.) Esto
destaca la importancia de la mayordomía de la vida misma.
Así, cuando los cristianos somos confrontados con alegaciones
acerca de que unas 1.000 a 100.000 especies se extinguen por
doquier al año, y que casi todas o la mayoría de las tales
extinciones son causadas por la acción humana (59), no
podemos simplemente encoger hombros y decir que no
importa. Sin embargo, en el espíritu de 1 Tes. 5:21 (“probadlo
todo y retened lo bueno”), sí podemos insistir que esos
alegatos sobre tasas de extinción de especies sean probados
empíricamente, que las evaluaciones sean basadas en números
sólidos, y que la importancia de los números sea valorizada
cuidadosamente en su contexto propio.
Cuando los alegatos se ponen a prueba, se hallan muy
dudosos. Dos estadísticos eminentes los desafiaron,
manteniendo que no había datos empíricos de campo para
apoyarlos. (60) Entonces, la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (IUCN), respondió comisionando
un gran estudio de campo mundial. El resultado fue un libro
colectivo (61), donde autor tras autor admiten que pese a las

162
expectativas en contrario, basadas en modelos teóricos, las
investigaciones de campo arrojan poca o ninguna evidencia de
extinciones de especies, e incluso en sitios como la selva
húmeda tropical muy mermada, para los que se habían
predicho las mayores tasas de extinción. En ese volumen, V. H.
Heywood, ex Director del equipo científico que produjo “Flora
Europea” - compilación taxonómica definitiva de las plantas
del Viejo Continente -, y S. N. Stuart, el funcionario ejecutivo de
la Comisión de Supervivencia de Especies del IUCN, escribieron
que “la IUCN, junto con el Centro Mundial de Monitoreo de la
Conservación, han reunido grandes masas de datos,
provenientes de especialistas de todo el mundo, relacionados
con la declinación [mundial] de las especies. Parecería sensato
comparar éstos datos más empíricos con las estimaciones de
extinción globales. De hecho, éstos y otros datos indican que el
número de extinciones registradas para plantas y animales es
muy pequeño.”
Y agregaron que “Las tasas de extinción conocidas *en el
mundo] son muy bajas. Hay datos razonablemente buenos sólo
para mamíferos y pájaros, y la tasa real de extinción es
aproximadamente una especie al año\... Si otros taxones
fuesen a exhibir la misma probabilidad de extinción que
mamíferos y pájaros (algunos autores así lo sugieren, otros lo
disputan), y el número total de especies en el mundo es a lo
grueso unos 30 millones, entonces la tasa anual de extinción
sería de unas 2.300 especies. Es cantidad muy significativa y
perturbadora, pero mucho más pequeña que la mayoría de las
estimaciones hechas en la última década.” (62)
Y debe notarse aún que esta hipótesis de 2.300 extinciones al
año no se basa en evidencia empírica; se deriva en cambio de
un modelo teórico, de extinciones como tasa o proporción del

163
total de especies, y con una suposición alta respecto a este
último. Un más probable estimado del total de especies podría
ser de entre 5 a 10 millones, con la cual el modelo daría unas
380 a 770 extinciones por año más o menos. Si esos números
todavía suenan alarmantes, hay que ver primero que sólo
representan aproximadamente un 0.008 % al año; y segundo,
que probablemente sean todavía muy exagerados. Pero incluso
a esa tasa, tardaría más de 500 años en eliminarse el 4 % de
todas las especies de la tierra. Lo que es más, como ya
mencionamos, el mismo libro lo que contiene son repetidas
admisiones de que las predicciones modélicas de altas tasas de
extinción fueron refutadas repetidamente por investigaciones
de campo.
Esto no sorprende a los familiarizados con las serias
debilidades de las curvas para las superficies de las especies, y
las teorías bio-geográficas sobre aislamiento de masas
continentales, etc., de las que se deducen todas esas tasas de
extinción hipotéticas. Sometidas a una crítica rigurosa, se ve
que esas estimaciones están muy por encima de las tasas
reales. En parte se debe a que los modelos fracasan en la
descripción de los ecosistemas como son realmente, y de modo
irrealista tienden a atribuir características de masas aisladas a
grandes regiones que de hecho están conectadas, como por
ejemplo la selva amazónica. (63) Por eso es probable que la
tasa de extinción real de especies sea aún mucho menor a ese
0.008 % al año.
Resumiendo, que siguen faltando datos legítimos para apoyar
alegaciones de tasas de extinción de especies. (64) En cambio,
los datos observacionales indican proporciones muy bajas de
extinción. Consideremos EE.UU., por ejemplo:

164
“Del primer grupo de especies enumerado en 1973 bajo la Ley
de Especies en Peligro [Endangered Species Act = ESA] a la
fecha actual [1995] 44 de ellas se encuentran estables o
mejorando, 20 están en declive, y se han extinguido sólo 7,
incluyendo el pájaro carpintero marfilado y el gorrión oscurito
de la costa. Esto lleva a 7 especies perdidas en más de 20 años
para el grupo considerado en mayor peligro …. Ahora, la
estimación de [el biólogo conservacionista E.O.] Wilson era de
137 especies perdidas por día en todo el mundo; o sea que
aproximadamente 1.1 millones de extinciones deberían haber
ocurrido en el globo desde 1973. Como EE.UU. contiene 6 % de
la masa terrestre del mundo, un grueso prorrateo le asignaría
un 6 % de esa pérdida, o sea 60 mil extinciones. Pero en el
periodo considerado sólo 7 extinciones reales de especies
norteamericanas se han registrado …. Y los EE.UU. tiene la
biosfera más cuidadosamente estudiada del mundo, lo que
hace que sus extinciones sean reveladas con más probabilidad.
Y si plantas e insectos se incluyen en los cálculos, 34 especies
de organismos se extinguieron en EE.UU. durante los años '80,
según un estudio del Departamento del Interior. Es claramente
inquietante, pero daría un promedio de 3.4 extinciones al año,
nada como la tasa alegada por los pesimistas.“ (65)
Pero hasta el significado de estas pequeñas cantidades está
abierta al debate, puesto que mientras la mayoría de las
personas piensa en “especie” como algo definido
genéticamente, resulta que la mencionada Ley (ESA) lo hace de
otro modo. Dice que “el término especie incluye cualquier
subespecie de pez o fauna o planta, y todo segmento distinto
de población de cualquier especie de pez vertebrado o fauna
que se aparea cuando madura.“ (énfasis añadido. 66) El
problema con esta amplia definición es que la mayoría de las

165
personas no está muy familiarizada con la ley; y cuando oye de
especies en peligro, piensa que todo organismo individual -
correspondiente a una definición genética- arriesga perecer en
todas partes; o al menos en EE.UU., donde se aplica la Ley.
(Esta percepción popular subyace por cierto tras el miedo de
que la extinción de ”especies“ vaya a remover para siempre
algunos elementos del patrimonio genético global.) Pero en
realidad, puede significar sólo que peligra cierto segmento de
la población genéticamente definida como especie, siendo por
completo posible que muchísimos otros especímenes
suficientes puedan crecer y desarrollarse muy bien en otros
lugares. Muchos ciudadanos apoyan costosas políticas
conservacionistas, pero podrían reconsiderarlo si supieran que
lo que ellas previenen no es la extinción realmente de una
especie, sino sólo la remoción de un segmento
geográficamente definido de una especie por otra parte
lozana.
Nada de esto significa que no hay especies particulares de
hecho en peligro, y que pueden beneficiarse de cuidadosos
esfuerzos conservacionistas. Pero como señala el ecólogo de
campo Rowan B. Martín, empíricamente se ve que cuando se
compaginan los valores monetarios más plenamente con otros
valores humanos, el arreglo institucional permite la
maximización de ambas series de valores:
“Los científicos occidentales, los activistas y las agencias,
favorecen la instalación de reservas, en las naciones en vías de
desarrollo, para conservar la diversidad biológica. Sin
embargo, esta estrategia es a menudo una forma del
disfuncional ”eco-imperialismo“. Recientes estudios muestran
que la mayoría de las reservas no están conservando la
biodiversidad, son financieramente insostenibles, e irrelevantes

166
para el 95 % de las personas de los países donde se localizaron.
Una estrategia alternativa que ha tenido éxito considerable, es
apoderar a las personas para controlar eficazmente los
recursos de la fauna en su área. En muchas partes del sur de
África, se han concedido a los propietarios (de tierras privadas
y comunales), los plenos derechos de acceso y control sobre la
fauna. Allí la biodiversidad se conserva mejor en aquellas áreas
de propietarios, que rodean a los parques nacionales, que
dentro de ellos. Adicionalmente, esas áreas en propiedad
alrededor de los parques, son también económicamente más
productivas que las áreas protegidas por el Estado. En el sur de
África y otras partes del mundo, la conservación de recursos
biológicos sería una actividad rentable y no un costo, si los
arreglos institucionales correctos fueran desarrollados,
incluyendo una confianza más fuerte en la propiedad privada y
los sistemas de propiedad comunales.” (67)

167
168
Declaración de Cornwall

http://www.acton.org/es/environment/cornwall.html

El último milenio ha traído mejoras sin precedentes en salud,


nutrición, y esperanza de vida para los humanos, sobre todo en
los países más bendecidos por las libertades política y
económica, y por los adelantos en ciencia y tecnología. Al alba
de un nuevo milenio, existe la oportunidad de construir sobre
estos adelantos, y extenderlos a más personas de la Tierra.

Al mismo tiempo, muchos se hallan preocupados porque las


libertades, la ciencia y la tecnología no sean más una amenaza
al medio ambiente que una bendición para la humanidad y la
naturaleza. Más allá de nuestra común reverencia para Dios y
Su Creación, y amor por nuestro prójimo, nosotros, judíos,
católicos, y protestantes —hablando por nosotros mismos y no
oficialmente en nombre de nuestras comunidades respectivas -
, en unión con otras personas de buena voluntad, y
comprometidos con la justicia y la compasión, nos unimos en
esta Declaración de nuestras preocupaciones, creencias y
aspiraciones comunes.

Nuestras Preocupaciones

La comprensión y control de los procesos naturales capacitan a


las gentes no sólo para mejorar la condición humana, sino
también para hacer mucho daño a otras personas, a la Tierra y
a otras criaturas. En tanto las preocupaciones sobre el
ambiente han aumentado en las recientes décadas, la

169
necesidad moral de mayordomía ecológica se ha puesto cada
vez en más clara evidencia.

Al propio tiempo, sin embargo, ciertos conceptos erróneos


sobre la naturaleza y la ciencia, aunados a posiciones
teológicas y antropológicas equivocadas, han impedido el
avance de una sana ética ambiental. En medio de la
controversia sobre estas materias, es crítico recordar que la
pasión puede impulsar el activismo ambientalista, pero es a la
razón - incluyendo la sana teología y la ciencia recta- a la que
cabe guiar el proceso de toma de decisiones. Identificamos tres
áreas de malentendidos comunes:

1. Muchas personas equivocadamente ven a los humanos


principalmente como consumidores y contaminadores en vez
de productores y mayordomos. Por consiguiente ignoran
nuestro potencial para sumar - como portadores de la imagen
de Dios- a la abundancia de la Tierra. La realización creciente
de este potencial ha habilitado a la gente, en las sociedades
bendecidas con una economía avanzada, no sólo para reducir
la contaminación, sino además para producir más de los bienes
y servicios causantes de las grandes mejoras en la condición
humana, y también para aliviar los efectos negativos de mucha
de la contaminación del pasado. Un ambiente limpio es un bien
costoso; por ende, la abundancia creciente, la innovación
tecnológica, y la aplicación de capital humano y material, son
esenciales a las mejoras ambientales. La tendencia de algunos
a oponerse al progreso económico, en nombre de la
mayordomía ambiental, es a menudo tristemente auto-
derrotante.

170
2. Muchas personas creen que "la naturaleza sabe mejor"; o
que la Tierra —intacta por manos humanas- es el ideal. Este
romanticismo lleva a algunos a deificar la naturaleza, o a
oponer el dominio humano a la Creación. Nuestra posición,
informada por la Revelación, y confirmada por la razón y la
experiencia, es que la mayordomía humana abre el potencial
que hay en la Creación para todos los habitantes de la Tierra, y
es buena. Sólo la humanidad, en todo el orden creado, es capaz
de desarrollar otros recursos enriqueciendo la Creación; así
puede decirse con propiedad que la persona humana es el más
valioso recurso en la Tierra. La vida humana, por consiguiente,
debe ser querida y serle permitido florecer. La alternativa -
negar la posibilidad de dirección humana beneficiosa de la
Tierra- le quita toda lógica a la mayordomía ambiental.

3. Mientras unas preocupaciones medio ambientales se hallan


bien fundadas, otras carecen de fundamentos o son grandes
exageraciones. Algunas de las bien fundadas enfocan
problemas de salud humana en el mundo en desarrollo. Esos
son problemas que surgen de higiene inadecuada; amplio uso
de combustibles primitivos de la biomasa como madera y
estiércol; prácticas agrícolas, industriales y comerciales muy
primitivas; distorsionadas pautas de consumo de recursos,
orientadas por incentivos económicos perversos; y disposición
impropia de peligrosos desechos - nucleares y otros- en países
sin resguardos regulatorios y legales adecuados. Algunas de las
preocupaciones infundadas o injustificadas incluyen los
temores al destructivo calentamiento global producido por el
hombre; a la sobre población; y a la desaparición sin freno de
especies. Los problemas reales y los meramente supuestos
difieren de las maneras siguientes:

171
a. Los primeros son comprobados y bien sabidos, mientras los
segundos tienden a ser especulativos.

b. Los primeros son con frecuencia localizados, en cambio de


los segundos se dice que son globales y cataclísmicos en su
alcance.

c. Los primeros son especialmente preocupantes para las


personas de los países en vías de desarrollo, y los segundos
principalmente agitan a activistas ecológicos de naciones ricas.

d. Los primeros representan un alto y bien establecido peligro


para la vida y salud humanas; los segundos son de riesgo muy
bajo y en buena parte hipotético.

e. Las soluciones propuestas a los primeros son efectivas en


términos de sus costos, y sus beneficios son probados, mientras
que las soluciones a los segundos son injustificadamente
costosas y de dudosos beneficios.

Las políticas públicas para combatir los riesgos exagerados,


pueden demorar peligrosamente o revertir el desarrollo
económico, que es tan necesario para mejorar no sólo la vida
de las personas sino también la mayordomía humana del
ambiente. Así los pobres -a menudo residentes de naciones en
desarrollo- son obligados con frecuencia a sufrir mucho más
tiempo en la pobreza, con sus inevitables secuelas: altas tasas
de desnutrición, enfermedades y mortalidad; como
consecuencia, son con frecuencia los más perjudicados por
políticas desorientadas aunque bien intencionadas.

172
Nuestras Creencias

Nuestra común herencia judeocristiana enseña que los


siguiente principios teológicos y antropológicos constituyen el
fundamento de la mayordomía medioambiental:

1. Dios, Creador de todas las cosas, las gobierna por sobre


todos y merece nuestra alabanza y adoración.

2. La Tierra, y con ella todo el cosmos, revela la sabiduría de su


Creador, y es sostenida y gobernada por Su poder y amorosa
bondad.

3. Hombres y mujeres fueron creados a imagen de Dios, y les


fue dado un lugar privilegiado entre las criaturas, y encargados
para ejercer mayordomía sobre la Tierra. Las personas
humanas son agentes morales, para quienes la libertad es
condición esencial de su acción responsable. La sana
mayordomía ambiental debe atender tanto a las demandas del
bienestar de los seres humanos, como al llamado divino a
ejercer cuidadoso dominio sobre la Tierra. Ella afirma que el
bienestar humano y la integridad de la Creación no sólo son
compatibles, sino además realidades dinámicamente
interdependientes.

4. La Ley de Dios, resumida en el Decálogo y los dos Grandes


Mandamientos (amar a Dios y al prójimo), fue escrita en el
corazón del hombre, revelando así Dios Su propio carácter
virtuoso a la persona humana. Esa Ley representa el plan de
Dios para el shalom, o la paz, y es la regla suprema de toda
conducta, que no debe ser sustituida por prejuicios personales
o sociales.

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5. Desobedeciendo la Ley de Dios, la humanidad trajo sobre sí
misma su propia corrupción moral y física, así como la
condenación divina en la forma de una maldición sobre la
Tierra. Desde la caída en el pecado, la gente a menudo ha
ignorado a su Creador, ha dañado a sus prójimos, y ha
manchado la buena Creación.

6. Pero Dios en Su misericordia no ha abandonado a los


pecadores, o al orden creado; sino que ha actuado a lo largo de
la historia para restaurar a los hombres y mujeres en comunión
con Él, y asimismo, a través de la mayordomía de la Tierra,
para realzar su belleza y fertilidad.

7. Somos llamados a ser fructíferos, a sacar cosas buenas de la


Tierra, a unirnos con Dios para proveer a nuestro temporal
bienestar, y a aumentar la belleza y productividad del resto de
la Tierra. Nuestro llamado a fructificar, por tanto, no es
contraria sino mutuamente complementario con nuestra
vocación a administrar los regalos de Dios. Esta vocación
implica un serio compromiso para fomentar los hábitos y
prácticas intelectuales, morales y religiosas necesarias para
tener economías libres y cuidado genuino para el ambiente.

Nuestras Aspiraciones

A la luz de estas preocupaciones y creencias, declaramos las


siguientes aspiraciones basadas en principios:

1. Aspiramos a un mundo donde los seres humanos cuiden de


todas las criaturas sabia y humildemente, sobre todo y primero
para sus compañeros congéneres, reconociendo su propio
lugar en el orden creado.

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2. Aspiramos a un mundo en que los principios morales
objetivos - y no los prejuicios personales- constituyan guía para
la acción moral.

3. Aspiramos a un mundo en que la recta razón (incluso la sana


teología y el cuidadoso empleo de los métodos científicos) sean
la guía para la mayordomía de las relaciones humanas y
ecológicas.

4. Aspiramos a un mundo en que la libertad como condición de


la acción moral sea preferida a la dirección ambiental iniciada
por los gobiernos, y como medio para los fines comunes.

5. Aspiramos a un mundo donde se aprecien plenamente las


relaciones entre mayordomía y propiedad privada, permitiendo
el incentivo natural de las personas a cuidar lo suyo,
reduciendo así la necesidad de propiedad y control colectivo
sobre recursos y empresas, y donde la acción colectiva, cuando
sea juzgada necesaria, tenga lugar al nivel más local que sea
posible.

6. Aspiramos a un mundo en que la más amplia libertad


económica - esencial a economías privadas y de mercado- haga
que una sana mayordomía ecológica esté disponible para el
mayor número de personas.

7. Aspiramos a un mundo en el que los avances en agricultura,


industria y comercio, no sólo minimicen la contaminación -y
transformen la mayoría de los desechos en recursos empleados
eficientemente -, sino que también mejoren las condiciones
materiales de vida en todas partes para las personas.

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