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·narratiua

norteamericana
clasica

. INTRODUCCJON, SELECCION Y NOTAS POR


TOMAS G. ESCAJADILLO
Diseño de Carátula

LUIS !BARRA P.

INTRODUCCION
Corrector

GERARDO QUIROZ

© EDITORIAL ECOMA
Dentro de la tradicional clasificación de los períodos
literarios en Norteamérica -la Era Puritana, el Neo-clasi-
Prohibida toda reproducción parcial o cismo, el Romanticismo, el Realismo- nuestra antología
total sin autorización del editor se inicia con los primeros románticos e incluye parte de
aquel vasto movimiento denominado "el Realismo", que
necesita subdividirse y explicarse por su cabal compren-
Queda hecho el deposito que manda la ley sión. Pero ya lo había dicho el poeta Robert Frost: "Fines
y principios - no existen tales cosas". Sin pretender, pues,
clasificaciones rígidas, el bosquejo del contexto social y
cultural de dichos movimientos ayuda a comprender la obra
© Editorial ECOMA misma de los artistas que tales épocas produjeron; estas
obras son la imagen del cuento norteamericano a lo largo
EDUARDO CONGRAINS MARTIN de un siglo; desde el popularísimo relato del "primer escri-
tor propiamente tal" de Norteamérica, Rip Van Winkle (1820)
de Washington lrving (asimismo el primer creador de la
escuela romántica en su país); hasta I Want to Know Why

e de Sherwood Anderson -perteneciente al libro Homes and


Men, de 1923, pero publicado antes en revistas, relato en
que, pasado el realismo "moderado" de la segunda mitad
del siglo XIX y el triunfante y furibundo naturalismo que se
impone en la escena norteaméricana desde 1890 hasta la
primera guerra mundial (según algunos críticos dura aún
un poco más), nos encontramos con el punto· final de un
1' Edición Marzo 1973 "proceso" (al que, un tanto tajantemente en cuanto a cro-
nología, estamos denominando "cuento clásico" norteame-
ricano); un proceso que en gran medida significa el apren-
dizaje de una tradición, incorporación de elementos de tal
tradición. En ese cuento final encontramos, por ejemplo, el
Impreso en los Talleres Gráficos de la Lib~ería Editorial ":rvt_inerva" aprovechamiento del lenguaje coloquial de un adolescente,
Miraflores. Gonzales Prada 553. 557, Surquillo · Reg. Industnal 7006. lección de Mark Twain (Huck finn); aprovechamiento de
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al que iba destinado, tal vez ya se corrompe en la tum-


ba-; un billete de Banco remitido en urgente caridad a LA CELEBRE RANA SALTADORADEL
quien ya no come, ni puede ya sentir hambre; perdón pa-
ra quienes murieron desesperados; esperanza para los que DISTRITO DE CALAVERAS1----
murieron sin esperanza; buenas noticias para quienes mu-
rieron sofocados por insoportables calamidades. Con men-
sajes de vida, estas cartas se apresuran hacia la muerte.
¡Oh Bartleby! ¡Oh humanidad!

( Traducción de Jorge Luis Borges)

----------- Mark Twain


(1835-1910)
El padre de Mark Twain fue un abogado y comercian-
te que se trasladaba constantemente de ciudad en ciudad
buscando el éxito económico. El pequeño Samuel Clemens
(que más tarde, bajo el seudónimo de Mark Twain, sería
el escritor norteamericano más popular de su tiempo) co-
noció gran parte del país antes que su familia se estable-
ciese en Hannibal, Missouri, a orillas del Mississipí, donde
vivió en forma análoga a los niños que describe en dos de
sus mejores libros, Tom Sawyer, 1876, y Huckleberry Finn,
1884. A los doce años, al morir su padre, entra a trabajar
en el periódico de su hermano. Luego trabaja como perio- LA CELEBRE RANA SALTADORA DEL DISTRITO DE
dista en St. Louis, Chicago, Filadelfia, Keokuk, Cincinnati. CALAVERAS
Dos años después, viajando rumbo al Brasil, conoció a Ho-
race Bixby, piloto de barco en el Mississipí, y, con su típica
impulsividad, decidió aprender el oficio. Estuvo dieciocho Para cumplir el encargo de un amigo mío, que me
meses con Bixby y luego cuatro años como piloto. De estos había escrito desde el Este, fui a hacer una visita a ese
años, que él consideró vitales para su carrera de escritor, simpático muchacho y viejo charlatán que es Simón Whee-
salió de sus mejores libros, Life on the Mississipí, 1883. Lue- ler, Y 1~pedí noticias de un amigo de mi amigo, Leónidas
go de servir en la Guerra Civil, fue buscador de oro con su W. Sm1ley, como me había rogado aquél, y he aquí el re-
hermano Orion; de ello resultó otro libro, Roughing lt, pero sultado. Tengo una vaga sospecha de que Leónidas W.
ninguna fortuna económica. Smiley es un mito; que mi amigo no ha visto jamás a tal
En los últimos años de su vida, Mark Twain, desen- personaje, y que si yo hablase de él a Simón Wheeler, éste
gañado, se volvió pesimista por influjo del realismo y del tendría sólo ocasión de recordar al infame Jim Smiley y
naturalismo, tal como lo muestran The Man that Corrup- aburrirme mortalmente con algún exasperante recuerdo de
ted l-ladeyburg, What is Man?, The Mysterious Stranger, aquel individuo, cuya historia es tan larga y tediosa para
entre otros. La vida de Mark Twain fue muy agitada; a los mí como desprovista de interés. Si esa fue su intención al
sesenta años cayó en quiebra; tres años después había contármela, lo consiguió con éxito.
acumulado otra fortuna que volvió a perder y a recuperar
ayudado por las fabulosas regalías que recibía por sus nu- Encontré a Simón Wheeler soñoliento y bien acomo-
merosos escritos. En medio de estos percances económi- dado cerca del hogar de la vieja y derrumbada taberna si-
cos se las arregló para viajar por todo el mundo y para tuada ~n el antiguo campamento minero de El Angel, y
escribir incansablemente. Su arte narrativo muestra una observe que estaba gordo y calvo y que tenía una expre-
correlación: la prisa, la agitación, la frescura y pujanza de sión de dulce simpatía y de sencillez candorosa en su fiso-
la vida. En él la vocación del periodista por la improvisa- nomía. Se despertó y me dio los buenos días. Le dije que
ción se anteponía a la paciente y penosa artesanía del un a_migo_mío me había comisionado que hiciese algunas
creador. Murió en plena popularidad; se le considera has- avenguac10nes sobre un querido compañero de la infancia
ta nuestros dias "el escritor más auténticamente norteame- llamado Leónidas W. Smiley -reverendo Leónidas W.
ricano". Smiley- joven ministro evangelista de quien tenía noticias
La Célebre Rana Saltadora del Distrito de Calaveras, de haber residido durante algún tiempo en el campamento
cuento que siempre ha sido inmensamente popular en los de El Angel. Añadí que si Mr. Wheeler podía darme al-
E.U., muestra lo característico del arte de Mark Twain: gunos informes acerca del reverendo Leónidas W. Smiley
el desbordante humor, la exageración revestida de una más- le quedaría muy agradecido . '
cara de seriedad, la vivacidad del lenguaje coloquial, la
alegría de vivir, y una acertada presentación de personajes Simón Wheeler me llevó a un rincón, me bloqueó allí
y ambientes pintorescos. con su silla, se sentó luego y devanó la monótona narra-
ción siguiente. Durante ella no sonrió una sola vez ni ar-
'
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queó las cejas, ni cambió de entonación, y hasta el final quiera que fuese, y si usted le aceptaba la apuesta, era
mantuvo la clave armónica con la. que había comenzado su capaz de seguir al escarabajo extraviado hasta México, con
primera fase. Ni una vez reveló el más ligero entusiasmo; tal de averiguar adónde se dirigía y el tiempo que invertía
pero a través de su interminable relato circulaba una vena en el camino. Hay aquí una gran cantidad de muchachos
de impresionante seriedad y sinceridad, que me demostra- que conocieron a Smiley y que le pueden hablar a usted
ba que él no veía nada ridículo ni divertido en esta histo- de él. Pues, sí, a él le daba todo lo mismo ... Era capaz de
ria, sino que la consideraba, en realidad, como un suceso apostar por cualquier cosa ..., el condenado individuo. En
importante, y admitía a sus dos héroes como hombres de cierta ocasión estuvo la esposa del cura Walker enferma
genialidad trascendente. Yo dejé que hablase a su mane- durante bastante tiempo, y parecía que no había modo de
ra, sin interrumpirle ni una sola vez. salvarla. Pues bien: una mañana entró aquí el cura, y
Smiley se levantó y le preguntó cómo estaba su esposa, y
-El reverendo Leónidas W***, digo, el reverendo el cura le contestó que "muchísimo mejor ..., gracias a la
L***... bueno, aquí hubo un individuo conocido con el bondad infinita del Señor ... y se repone de una manera
nombre de Jim Smiley, allá en el invierno del año 49, o tan clara que, con la bendición de la Providencia, todavía
quizá fue en la primavera del 50... No recuerdo con exac- ha de sanar". Entonces Smiley, sin detenerse a pensarlo,
titud aunque lo que me hace pensar que debió ser uno u le dice: "Pues bien: le apuesto dos y medio a que no sale
otro de esos años es que recuerdo que cuando el tal vino de ésta".
al campamento no se había terminado todavía la reguera
grande; pero, sea como sea, era un hombre de lo más raro: Este mismo Smiley tenía una yegua, a la que los mu-
armaba apuestas acerca de cualquier cosa que a uno se le chachos habían puesto el apodo del Rocín de quince minu-
ponía por delante, con tal que hubiese alguien que aposta- tos; pero esto era pura broma, como usted comprenderá,
se en contra; y si no había quien apostaba en contra, en- porque desde luego corría más que eso... El solía ganar
tonces era él quien apostaba en favor. Lo que él quería era dinero con ese animal, a pesar de lo poco que corría y de
que otro apostase, y él se acomodaba siempre a la apues- que siempre andaba enferma de asco, o de mal de vientre,
ta ... Con tal de apostar, estaba satisfecho. Y, sin embargo, o de agotamiento, o de algo por el estilo.
era un hombre con suerte extraordinaria: casi siempre ga-
naba. Andaba siempre al acecho de una oportunidad y dis- Solía correr carreras dándole doscientas o trescientas
puesto a aprovecharla; no había cosa que saliese a la con- varas de ventaja, y aun así la dejaban atrás. Pero siempre
versación que no le sirviese a Jim Smiley para hacer una resultaba que, al final mismo de la carrera, ya casi en la
apuesta, dejando al contrario la elección, según ya le he meta, la yegua se revolvía como una condenada y empeza-
dicho. Si se celebraba una carrera de caballos, al final de ba a dar respingos y a abrirse de piernas, encabritándose,
la misma lo veía usted cargado de dinero o sin blanca; si y daba corcovas, coceando unas veces en el aire y otras de
surgía una riña de perros, allá corría él a apostar; si dos costado entre las vallas, levantando una polvareda tal con
gatos reñían, ya estaba él apostando si se enzarzaban dos sus coces y un estrépito de tal grado con su toser, estornu-
gallos, él apostaba por uno; bueno, hasta si dos pájaros se dar y olfatear ..., que al final cruzaba siempre la raya con
posaban en una cerca, apostaba él a cuál de ellos levanta- un cuello de ventaja, o al menos eso era lo que parecía.
ría antes el vuelo; o si se celebraba un acto misional en el Tenía un cachorrillo de bulldog, que si usted lo mira-
campamento, él no faltaba nunca para apostar en favor del
cura Walker, al que tenía por el mejor predicador de es- ba habría creído que no servía para nada, como no -fuese
tos alrededores, como lo era, en efecto, además de ser para vagabundear y hacerse el gruñón y estar al acecho
una buena persona. para robar lo que se le presentase. Pero en cuanto se apos-
taba por él, aquello era ya otro perro; empezaba a sacar
Llegaba hasta el extremo de que si descubría un esca- la mandíbula inferior, lo mismo que el castillo de proa de
rabajo extraviado que andaba de aquí para allá, le apos- un vapor, y descubría unos dientes que brillaban como
taba a usted el tiempo que tardaría en llegar ... adonde- dos hornos. Ya podía otro perro agarrarlo, hacerse el va-
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liente con él, morderle y hacerle dar dos o tres volteretas r~na a saltar. ¡Y vaya si la enseñó! Le daba un empujon-
de costado; Andrés .Jackson ( que así se llamaba el perre- Cito por detrás. ¡y viera usted un instante después a la ra-
te), Andrés .Jackson no se daba por vencido y seguía pe- na remolineando por los aires como un buñuelo! ¡Viérala
leando hasta que adquiría la seguridad (y eso era lo que usted dar un salto mortal y hasta dos, si arrancaba bien,
buscaba) de que las apuestas se habían doblado y dobla- Y caer al suelo clavada de pies, sin molestia alguna, lo
do durante ese tiempo, volcándose en favor del otro, has- mismo que un gato! ,
ta que ya no había más dinero; y entonces, de pronto, le También la amaestró en cuestión de cazar moscas, y
clavaba los dientes al otro perro, precisamente por la unión tan constantemente le hacía practicar este ejercicio, que
de los cuartos traseros, y se colgaba de allí sin soltar presa no se le escapaba una de cuantas se ponían al alcance de
hasta que tiraba las esponjas, aunque tuviese que estar su vista. Decía Smiley que todo lo que una rana necesita
mordiendo un año. es que la eduquen, y que una rana educada es capaz de
Smiley ganaba siempre con aquel perro, hasta que en cualquier cosa ..., y yo lo creo. Yo le he visto poner aquí,
una ocasión lo echó a pelear con otro al que habían as<;- en este mismo suelo, a Daniel Webster ... (Daniel Webster
rrado las nalgas con una sierra circular; el perro de Sm1- se llamaba la rana) y cantarle: "Moscas, Daniel, moscas";
ley alargó la cosa hasta que vio que habían apostado ya antes de que uno tuviera tiempo de parpadear, ya la rana
todo el dinero en contra suya; entonces se abalanzó para había pegado un salto, había atrapado una mosca allí, en-
clavar el diente en lo que pudiéramos llamar su promon- cima del mostrador, saltando otra vez al suelo, quedándo-
torio predilecto, pero se quedó sorprendido;_ l1;1eg?,pu_so se tan fija como un pegote de barro, y poniéndose a ras-
una expresión de descorazonamiento, y ya m s1qmera m- car un lado de la cabeza con su pata trasera, con la mis-
tentó ganar la pelea; salió de allí malamente zarandeado. ma indiferencia que si creyese que lo que ella había hecho
El perro dirigió a Smiley una mirada como diciéndole que podía hacerlo cualquier otra rana. Con tocias las posibili-
tenía el corazón desgarrado, y que tocia la culpa era suya, dades que tenía, no habría podido usted encontrar otra
de Smiley, por echarle de enemigo un perro que no tenía rana más modesta. Y si hablamos de saltar limpiamente
cuartos traseros en que hincar el diente, que era el fuerte un terreno horizontal, avanzaba de un solo salto una dis-
suyo para ganar la riña; luego se alejó de allí un trecho, tancia que ningún animal de su especie era capaz de sal-
rengueando, se tumbó en el suelo y se murió. var. Porque su fuerte era el saltar en terreno horizontal;
cuando se llegaba a ese caso, Smiley apostaba por su ra-
Era un buen cachorro aquel Andrés Jackson, y se ha- na mientras le quedaba un dólar disponible. Smiley esta-
bría hecho famoso si hubiese vivido, porque había madera ba monstruosamente orgulloso de su rana, y bien podía es-
en él y tenía talento ... De eso estoy seguro, porque aquel tarlo, porque gente que había viajado y estado en todas
perro no tenía ocasión de hablar con nadie, y el buen sen- partes aseguraba sin excepción que aventajaba a cuantas
tido nos dice que si no hubiese tenido talento natural, no ranas ellos habían visto.
habría sabido pelear como peleaba en tales circunstancias.
Me pongo triste cuando pienso en aquella su última pelea Pues bien: Smiley guardaba el animalito en una pe-
y en el resultado que tuvo. queña jaula de madera, y de cuando en cuando recorría
con ella el campamento buscando con quién apostar. Cier-
Pues bien: ese mismo Smiley tenía perros ratoneros, y to día, un individuo ..., un hombre extraño al campamen-
gallitos de pelea, y gatazos sin castrar y toda esa clase de to ..., tropezó con Smiley y con su jaula, y le dijo:
animales, hasta no dejarle a uno un momento de sosiego
ni la posibilidad de presentarle un animal sin que él le -¿Qué es lo que puede usted llevar en esa jaula?
presentara otro para hacer una apuesta. En cierta ocasión Y Smiley le contestó, haciéndose el indiferente:
pescó una rana, se la llevó a su casa y dijo que pensaba
amaestrada; y en tres meses no dio golpe, porque se los -Pudiera ser un loro, pudiera ser un canario; pero
pasó en la explanada trasera de la casa enseñando a la no es ni loro ni canario ... porque es una rana.
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El individuo echó mano a la jaula, examinóla cuida- el barro mucho rato hasta que cazó una rana, que guardó
dosamente, la volvió de un lado y de otro, y acabó di- y entregó al individuo, diciéndole:
ciendo:
-Pues bien: si está usted listo, colóquela a la par de
-Pues sí, es una rana ... ¿Y para qué sirve esto? Daniel, con las patas delanteras en la misma línea que
-Verá usted -dijo Smiley con soltura y despreocu- las de Daniel, y yo daré la voz.
pación-: sirve, por lo menos, para una cosa, creo yo ... Sal- Luego dice:
ta más que ninguna otra rana del distrito de Calaveras.
-Una ..., dos ..., tres ... ¡Ya!
El individuo volvió a echar mano a la jaula y volvió
a examinarla con gran atención y durante largo rato, y Y él y el forastero dan un golpecito por detrás a sus
luego se la devolvió a Smiley, diciéndole muy pausada- r .espectivas ranas. La rana nueva salta con gran agilidad,
mente: pero Daniel da un empujoncito hacia arriba, alza los hom-
bros ... así..., como un francés ..., pero inútil... No puede
-Pues yo no le veo a esta rana nada de particular que moverse; estaba tan bien asentada como una iglesia y tan
no tenga cualquier otra rana. imposibilitada de moverse como si estuviera atornillada.
-Quizá usted no lo vea -dijo Smiley-. Es posible Smiley se quedó muy sorprendido y también asqueado;
que usted entienda de ranas, y es posible que no entien- pero, como es natural, no tenía la menor idea de lo que
da; a lo mejor tiene usted experiencia en ranas, y a lo me- ocurría.
jor no es usted sino lo que diríamos un aficionado. Pero
yo tengo mi opinión, y apostaré cuarenta dólares a que le El individuo se embolsó el dinero y se largó; pero
gana a saltar a cualquier otra rana del distrito de Cala- cuando ya iba a salir del campamento, dio como unos res-
veras. pingos con el dedo pulgar por encima del hombro ..., así...,
hacia Daniel, y dijo muy pausadamente:
El individuo meditó unos momentos, y luego dijo,
poniendo cara triste: -Pues, la verdad, no le veo a esta rana nada de par-
ticular que no tenga cualquier otra rana.
-Bueno, yo soy aquí forastero y no cuento con una
rana; pero si la tuviera, le tomaba la apuesta. Smiley se quedó largo rato rascándose la cabeza y mi-
rando a Daniel, hasta que dijo:
Entonces Smiley le dijo:
-¿Por qué diablos hizo esta rana como que quería
-Perfectamente, perfectamente; si usted me guarda escupir? ... ¿No le pasará algo? ... Desde luego, parece co-
un minuto la jaula, iré yo a traerla una rana. mo inflada.
Y el individuo se hizo cargo de la jaula, juntó sus Entonces cogió a Daniel por la nuca, la levantó y
cuarenta dólares con los de Smiley y se sentó a esperar. dijo:

Y allí estuvo sentado un buen rato, pensando y pen- -¡Por vida de mis gatos si no pesa lo menos cinco
sando para sus adentros, hasta que sacó la rana de la jau- libras!
la, le abrió de par en par la boca, sacó una cucharita y
atiborró a la rana de perdigones de codorniz ... la atiborró La puso boca abajo y la rana vomitó dos puñados de
hasta que se le salían casi por la boca ... y la puso en el perdigones. Entonces comprendió lo que había ocurrido y
suelo. se puso como loco ... Dejó 'la rana en el suelo y salió en
persecución del otro individuo, pero no consiguió alcan-
Smiley marchó a la ciénaga y anduvo chapoteando en zarlo. Y ...
134 MARK TWAIN

Al llegar a este punto, Simón Wheeler oyó que le lla- LA SUERTE DE ROARING CAMP-
maban por su nombre desde la explanada delantera, y se
levantó para ver lo que querían. Al alejarse, volvióse ha-
cia mí y me dijo:
-Quédese donde está, forastero, y descanse a su gus-
to ... Voy a ausentarme un segundo.
Pero, con permiso de ustedes, no creí que la continua-
ción de la historia del emprendedor vagabundo Jim Smi-
ley pudiera proporcionarme muchos datos referentes al
reverendo Leónidas W. Smiley, y me marché.
Me tropecé en la puerta con el acogedor Wheeler, que
ya volvía, y que se arrimó a mí, volviendo a empezar:
-Pues, como digo, este mismo Smiley poseía una va-
ca tuerta y que no tenía de cola más que un raigón como
un plátano y ...
Pero yo no tenía tiempo ni deseos de oírle contar
lo de la desdichada vaca, y me despedí.
(Traducción de Armando Lázaro Ros)

----------- Bert Harte


(1836-1902)

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