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dictado por el
2.- Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Vía Crucis.
3.- Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
4.- Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de
esta devoción al Vía Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
5.- Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
6.- Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.- Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Vía Crucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta
bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8.- A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán
reposar tranquilamente en mis brazos.
9.- Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en
derramar mi gracia.
10.- Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11.- Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12.- Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13.- En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida
con el rezo del Vía Crucis
14.- Para estos devotos del Vía Crucis, Mi alma será un escudo de protección que siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí…“Jesús, María, José, Os amo.
Salvad vidas, naciones y almas. Amén.”
II Datos de este Vía Crucis.
El Vía Crucis dictado por el Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez, en marzo de 1923, es revelación privada,
y de ellas nos dice el artículo 67 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992: que no pertenecen al depósito de la fe;
su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más
plenamente en una cierta época de la historia.
Si leemos las palabras dictadas por el Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez en marzo de 1923, veremos
que tienen plena vigencia hoy día y, con una intensidad muy superior, a las de otras muchas versiones del Vía Crucis.
Sin embargo, nunca habrá habido obstáculo para que pueda ser rezado por los laicos, en cuanto son cristianos que
están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan en las funciones de Cristo,
Sacerdote, Profeta y Rey (cf. artículos 897 a 913 del Catecismo).
Es decir que, según la situación espiritual de cada uno, le serán aplicables esas expresiones, en uno u otro grado
respecto de su sentido propio.
Dos. Texto en azul. Contiene el ofrecimiento y adoración ordenados por el Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa
Estar postrados, de rodillas, de pie delante del Señor, fijar nuestra mirada en el Crucifijo, detenernos y recogernos en silencio, no es una cosa secundaria, sino que nos ayuda a ponernos
interiormente con toda nuestra persona, en relación con Dios. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2012/documents/hf_ben-xvi_aud_20120808_sp.html
La solución adoptada aquí, dirigida a aquellos que les sea difícil o imposible besar el suelo, es acentuar la humillación del corazón, mediante textos que tengan alguna relación con cada una
de las estaciones del Vía crucis; y para evitar dudas de cuál podría ser dicha relación, se subraya la palabra o frase de Jesús a la que se considera referida.
Pero siempre, habrá de tenerse en cuenta que queremos estar ante quien le dijo a Josefa: Yo me manifestaré a ti, tan pronto con la majestad de un Dios, tan pronto con la severidad de un
Juez y, con más frecuencia, herido, maltratado y cubierto de ignominia, como lo estuve durante mi Pasión (ob. cit. Pág. 412).
JESÚS a Josefa: “Vas a contemplarme durante el doloroso camino del Calvario, en el cual voy a derramar mi Sangre. Adórala y ofrécela a mi Padre celestial a fin de
que sirva para la salvación de las almas”.
Ella se levanta y le va siguiendo, mientras Jesús recorre las estaciones del Vía Crucis. Se postra y besa el suelo, adorando la Preciosísima Sangre, luego escucha las
expansiones de su Corazón En frases breves le recuerda el significado de sus padecimientos a la vez que dirige apremiantes y amorosas llamadas (texto en rojo) a
las almas que le han de seguir de cerca … [página 428 del libro (1)]
(1) En el mensaje de Jesús del día 28 de marzo de la Cuaresma de 1923, se hace constar en nota a píe de
página 428: Días más tarde, el Señor dictará a Josefa estas confidencias en forma de Vía Crucis.
Están editadas en un opúsculo aparte.
Dicho opúsculo se encuentra en las páginas 637 a 640 del libro: “Un llamamiento al Amor. Reimpresión
de la 7ª edición. Religiosas del Sagrado Corazón. 1998)
I Estación: Jesús condenado a muerte
Escucha cómo pronuncian contra Mí la sentencia de muerte… Mira con qué silencio, paciencia y mansedumbre la recibe
mi Corazón.
Almas que tratáis de imitar mi conducta: aprended a guardar el silencio y la serenidad delante de lo que os mortifica y
contraría.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, Cta 20): En los sinsabores y disgustos, acordémonos de Cristo
crucificado y callemos. (cf. S.J.+, A 179): Mejor es sufrir por Dios que hacer milagros (cf. S.J.+, A 179).
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas,
por su Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran
amor para reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
Mira la Cruz que ponen sobre mis hombros. Grande es su peso, pero es mucho mayor el amor que siento hacia las
almas.
Almas que me amáis: comparad vuestro sufrimiento con el amor que me tenéis, y no dejéis que el abatimiento
apague la luz de ese amor.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, Ll 3,28): Más que el alma a Dios, la busca Él a ella. Del
abatimiento como flaqueza dice (S.J.+, C 30,10): todas las malicias del demonio son en sí flaquezas.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas,
por su Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran
amor para reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
III Estación: Jesús cae por primera vez
El peso de la Cruz me hace caer en tierra, pero el celo por la salvación de las almas me hace levantar, cobrar de nuevo ánimo y
seguir el camino.
Almas a quienes he llamado para compartir el peso de mi Cruz: ved si vuestro celo por las almas os da nueva vida para seguir
adelante en el camino de la abnegación y renuncia, o si vuestro exceso de amor propio abate vuestras fuerzas y no os deja
soportar el peso de la Cruz.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, D 7): Diciendo con devoción las palabras del santo Evangelio (Lc 2,
49): … “¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” , se reviste el alma de un deseo de hacer la voluntad de Dios
a imitación de Cristo, con ardentísimo deseo … del bien de las almas.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
V Estación: El cirineo
Mirad cómo este hombre acepta por un pequeño interés esa carga penosa y cruel. Mirad también cómo mi cuerpo va
perdiendo fuerzas…
Almas que os habéis abrazado con el estado de perfección: si vuestro valor flaquea frente al esfuerzo que supone la lucha
contra la naturaleza, considerad que no os habéis comprometido a llevar mi Cruz por una pequeña cantidad, ni por un goce
terreno y pasajero, sino para adquirir la vida eterna y procurar la misma dicha a otras muchas almas.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, 2S 17,1): Señor eres sapientísimo y amigo de apartar tropiezos. Y
(cf. S.J.+, Cta 11) porque conviene que no nos falte cruz, hasta la muerte de amor (como Cristo), Él ordena nuestras pasiones
en el amor de lo que más queremos, para que mayores sacrificios hagamos y más valgamos.
4. Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por
su Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
5. Adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para reparar los ultrajes que recibís de las
almas”.
VI Estación: La Verónica
Mirad la caridad con que esa mujer viene a limpiar mi rostro, y cómo por amor vence todo respeto humano.
¡Ah!, vosotras que por mi amor habéis abandonado el mundo y lo que más amabais, no dejéis que ahora un ligero temor de
perder reputación o la fama, os impida limpiar mi rostro con actos de generosidad y de amor. ¡Ved cómo lo cubre la sangre!...
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos con Sto. Tomás de Aquino (al comentar el Credo) sobre el respeto humano:
“Asimismo, todos aquellos que obedecen a los reyes más que a Dios o en aquellas cosas que no deben obedecer, lo
constituyen dioses suyos”
4. Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por
su Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
5. Adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para reparar los ultrajes que recibís de las
almas”.
VII Estación: Jesús cae por segunda vez
La Cruz agota mis fuerzas. El camino es largo y penoso. Nadie se acerca a sostenerme y mi angustia es tal que caigo por
segunda vez.
No os desaniméis, almas que camináis en pos de Mí, si en vuestra vida sin consuelo humano y llena de arideces, os veis
abandonadas de todo consuelo espiritual. Cobrad ánimo a la vista de vuestro Modelo en el camino del Calvario. Ved que es la
segunda ved que cae, pero se levanta y sigue su camino hasta el fin. Si queréis tomar un poco de fuerza, venid y besadle los
pies.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (S. Francisco de Sales, Introducción Vida Devota, parte 4, cap. IX) : Que
hemos de volver sencillamente el corazón a Jesucristo crucificado, besando sus sagrados pies, por medio de un acto de amor.
Este es el mejor modo de vencer al enemigo… y así, crecer en santidad y amor.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, A 63): …que no hemos de entristecernos de repente de los casos
adversos del siglo, pues que no sabemos el bien que traen consigo ordenados en los juicios de Dios para el gozo sempiterno
de los escogidos. Además (cf. S.J.+, Cta 26, las cosas que no dan gusto, por buenas y convenientes que sean, parecen malas y
adversas.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por
su Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor
para reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
IX Estación: Jesús cae por tercera vez
Mira que ya estoy próximo al Calvario y caigo por tercera vez.
De este modo daré fuerzas a las pobres almas que, próximas a la muerte eterna, se ablandarán con la sangre de las heridas que
me produce esta tercera caída; les dará gracias para levantarse una última vez y llegar a conseguir la vida eterna.
Almas que deseáis imitarme: no rehuséis nunca un acto costoso, aunque os produzca nuevas heridas. ¡Qué importa!... Esa
sangre dará la vida a un alma. Imitad a vuestro Modelo que avanza hacia el Calvario.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos(cf. S.J.+, 2S 7,7): llevar la cruz es determinarse de veras a querer hallar y llevar
trabajos en todas las cosas por Dios.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
XI Estación: Jesús es clavado en la cruz
Ya he llegado a la cima del Calvario donde voy a entregarme a la muerte. Ya me colocan y me clavan en la Cruz… ¡Nada
tengo!..., ni aun libertad para mover ni un pie… Pero no son los clavos, sino el Amor el que me sujeta. Por eso no sale de mis
labios ni una queja, ni un suspiro.
Vosotras estáis clavadas en la cruz de la religión y sujetas con los clavos del amor que son vuestros votos. No os quejéis, no
murmuréis cuando estos clavos benditos os desgarren las manos y los pies. Venid y besad los míos: aquí encontraréis fuerza.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos(cf. Lc 7, 36-50): … ella desde que entré, no ha dejado de besarme los pies…
Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados. Juan Pablo II, Audiencia general del Miércoles 19 de mayo de
2004: delante de «todo fiel» arrepentido y perdonado se abre un horizonte de seguridad, de confianza y de paz, a pesar de las
pruebas de la vida (cf. Sal 31,6-7).
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos (cf. S.J.+, Cta 24): si quiere llegar a la posesión de Cristo, jamás le busque sin la
cruz. (cf. S.J.+, Cta 11): conviene que no nos falte [la cruz] hasta la muerte de amor.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su
Corazón, por sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para
reparar los ultrajes que recibís de las almas”.
XIII Estación: Jesús es bajado de la cruz
Mirad la caridad con que ese hombre justo se encarga de bajar mi Cuerpo de la Cruz. Lo pone entre los brazos de mi Madre. Ella lo adora, lo besa, deja caer
sus lágrimas sobre mi rostro y sobre todos mis miembros. Después lo entrega a los que van a embalsamarlo y depositarlo en el sepulcro.
Almas escogidas y llamadas a ser esposas y víctimas: ¡Venid! ¡Tomad mi cuerpo…, embalsamadle con el aroma de vuestras virtudes…! ¡Adorad sus llagas!...
Besadlas y dejad que las lágrimas caigan sobre mi rostro… Después, colocadme en el sepulcro de vuestro corazón.
Decid también una palabra de consuelo a mi querida Madre y vuestra.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su Corazón, por sus méritos divinos,
perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para reparar los ultrajes que recibís
de las almas”.
Palabra de consuelo a Tu querida Madre y nuestra (cf. IV estación): “Pero el dolor de Jesús y de María se reúnen para fortalecerse mutuamente y, aunque
doloroso, el amor triunfa”.
Nos humillamos ante Dios Padre y reconocemos(cf. 1Corintios 13): hemos de limpiar el corazón con las delicadezas que sugiere el amor:
solicitud; cariño, contento, sencillez, humildad, desinterés…; alegrarse con la verdad. Creerlo todo. Esperarlo todo. Soportarlo todo.
Ofrezco: “Padre Eterno: Recibid la Sangre divina de Jesucristo, vuestro Hijo, ha derramado en su Pasión, por sus llagas, por su Corazón, por
sus méritos divinos, perdonad a las almas y salvadlas”.
Beso los pies de Jesucristo crucificado y adoro: “Sangre divina de mi Redentor: os adoro con grande respeto y gran amor para reparar los
ultrajes que recibís de las almas”.
Jesús a Josefa:
... Josefa obedeció estrictamente a la doble intimación de pedir permiso, antes de recibir las confidencias divinas y de dar cuenta de ellas inmediatamente después. Lo cual permitió a sus
Superiores escribir la fecha y la hora de las celestiales comunicaciones y las palabras textuales, que repetía entonces como bajo la acción de una presencia invisible.
De este modo quedaron anotadas con la más estricta exactitud las palabras del Señor, de las que dirá Él más tarde que ni una ha de perderse.
Y en nota a pie de página 91, se añade: “Nótese una vez para todas, que Josefa no tuvo que traducir al lenguaje humano “visiones, palabras o mociones interiores”, todo ocurría para ella como
si el Señor le manifestase sus pensamientos y deseos bajo la forma directa de palabras humanas, que ella creía percibir sensiblemente y no tenía más que transcribirlas
Podemos añadir también que, estando siempre muy ocupada en su trabajo, y además, obligada, como queda dicho, a pedir permiso antes de cada entrevista y dar cuenta de todo enseguida,
Josefa no tenía tiempo material para inventar, para preparar o componer sus relatos, los cuales, libres de toda premeditación, ofrecen una garantía más de veracidad”…
Datos sobre la
configuración de las
versiones de los VIA-
CRUCIS: J. Aldazabal misa
dominical 1996, nº 4 en
http://www.panoramacat
olico.com/antiguo/pc/20
070401/viacrucis.htm