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HISTORIA Y MEMORIA

De la España franquista
a las montañas de
Colombia (II)
El contexto social y político en el
que se formaron los sacerdotes
españoles vinculados al ELN
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MARÍA TERESA CIFUENTES TRASLAVIÑA
LICENCIADA EN ESTUDIOS SOCIALES
UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
MAGÍSTER EN CIENCIA POLÍTICA
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

L
Etapa de formación en una España que se movía

os años de estudio de José Antonio Jiménez, Domingo


Laín y Manuel Pérez coincidieron con momentos en que
el despertar de España se acentuaba; entonces, a pesar de
la censura de prensa, la falta de libertades y la represión,
las actividades de la oposición se filtraban y la nueva ge-
neración que no vivió la guerra fue perdiendo el miedo y, pau-
latinamente, tomando parte o generando espacios que buscaban
cambios en diversos frentes.
José Antonio Jiménez, el mayor de los tres clérigos, nació en 1933.
A los 19 años ingresó al seminario después de trabajar junto a su
padre en las minas de carbón y pasar por una experiencia laboral
de cinco años en el Banco Vizcaya en Madrid. Domingo Laín
nació en 1940 y Manuel Pérez en 1943; procedían de modestas
familias campesinas y entraron muy jóvenes al seminario. Los
tres se encontraron en el Seminario de Zaragoza. Durante estos
años, por iniciativa del obispo, hicieron una experiencia en los
barrios populares, lugar de llegada de los migrantes rurales
expulsados del campo por las duras condiciones económicas y
sociales. Allí, junto a la Juventud Obrera Cristiana (JOC), reali-
zaron un trabajo pastoral siguiendo su metodología de insertarse
con las comunidades. Los seminaristas ya leían la prensa (no era

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Desde la irrupción de Camilo Torres usual en la época) y contrastaban sus conte-
en la vida pública y su opción por nidos con la escucha clandestina de la “radio
la guerrilla, se vivía un afán de prohibida”.
Una experiencia que los marcó y confirmó
compromiso más radical por parte de en el deseo que tenían de vivir su sacerdocio
muchos clérigos, religiosas y algunos en medio de los explotados, fue el viaje que
laicos, que buscaban un cambio de hicieron a Francia durante unas vacaciones.
Allí se vincularon con sacerdotes obreros en
estructuras para dar respuesta a los Lille, trabajaron en fábricas, vivieron como los
múltiples problemas existentes en trabajadores y fueron testigos de sus preca-
el país. 1968 fue particularmente riedades. Se encontraron con los emigrados
88 españoles, hablaron libremente con viejos
movido. Se realizó la primera republicanos y conocieron la otra versión de
Conferencia del Consejo Episcopal la Guerra Civil. Les impactó la tristeza de
Latinoamericano (Celam), en Medellín, los emigrados españoles y se asomaron al
mundo de la explotación capitalista. En ese
que evidenció cuán alejada estaba la ambiente eran usuales los debates entre cris-
Iglesia colombiana de hacer efectivas tianos y marxistas, y conocieron a militantes
las conclusiones del Concilio y de comunistas italianos y franceses1.
Próximos a la ordenación, que se dio para Laín
enfrentar sinceramente la realidad el 28 de marzo de 1965, y para José Antonio y
existente en América Latina, donde Manuel en 1966, decidieron afiliarse a la Obra
imperaban las condiciones de de Cooperación de Sacerdotal Hispanoameri-
cana (OCSHA), organización creada por los
pobreza, desigualdad e injusticia. obispos españoles para apoyar a la de Iglesia
de América Latina. Ya lo tenían decidido:
serían misioneros. A la diócesis de Zaragoza le correspondía
atender a la Iglesia de República Dominicana. Pero antes de
embarcarse debían tener la experiencia en las parroquias,
así que Domingo y José Antonio fueron designados como
párrocos en pequeños pueblos de la provincia de Zaragoza y
Manuel en una parroquia en Getafe. Como preparación para
viajar a los distintos destinos de misión, los sacerdotes tenían
que pasar unos meses en el seminario de la Obra de Coopera-
ción Sacerdotal Hispanoamericana2 .
Entre tanto, llegaban a Europa las noticias de los aconte-
cimientos que agitaban a América Latina, la Revolución
Cubana avanzaba en medio de dificultades, así como la
lucha del Che fuera de Cuba. En la Iglesia católica crecían
los desacuerdos acerca de cómo poner en práctica las

1 Vallestín. S. Domingo Laín: La Utopía de un sacerdote aragonés en la guerrilla


colombiana; Mora, P. y Giménez, S. Los amó hasta la muerte. Biografía de José
Antonio Giménez Comín; Delgado, A. y Sanmartín, J. Manolo Pérez, Más acá
de la guerrilla. En Los vecinos de mi calle. Recuperado de: www.blogspot.
com
2 Ibid.

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conclusiones del Concilio Vaticano II y en haitianos. Ante los problemas de retención


Colombia la actividad del sacerdote Camilo del agua por parte de los ricos de la zona,
Torres y su movimiento Frente Unido sobre- organizan a los campesinos y recuperan el
saltaba a la Iglesia y a los creyentes. curso del agua para la comunidad, no sin
Muerto Camilo Torres en la guerrilla del antes hacer todo un trabajo para lograr que
ELN en febrero de 1966, y cuando se apres- los habitantes entendieran que los problemas
taban para viajar a su destino en América no eran fruto de los malos espíritus (impe-
Latina, acuerdan que Manuel Pérez y José raba la brujería) sino de las injusticias y el
Antonio Jiménez vayan a Santo Domingo abuso de los poderosos. Obviamente, tuvieron
y Domingo Laín a Bogotá para ver “qué problemas: Manuel fue detenido y el obispo
pasaba en Colombia”. consideró que la actuación de los sacerdotes
generaba problemas; encontró la excusa de
En América Latina: Santo no poder responder por su seguridad y optó
Domingo y Colombia por su salida de la isla. Las autoridades los
expulsaron y, de acuerdo con Domingo, deci-
En septiembre de 1967 Manuel y José dieron viajar a Cartagena a donde arribaron
Antonio se embarcaron en Barcelona rumbo en el segundo semestre de 1968.
a Santo Domingo; llegaron en noviembre y En Colombia, Domingo vivía su experiencia
fueron enviados al pueblo El Cercado, en de trabajo pastoral en el barrio Meissen, en
límites con Haití. Era una zona de miseria, el sur de Bogotá, y como obrero en una ladri-
donde campeaban la ignorancia, el racismo llera cerca de ese barrio. Igualmente entró
y los abusos por parte de los latifundistas en contacto con sacerdotes que lideraban
que mantenían en la semiesclavitud a los procesos de protesta social que desembocó

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en la creación del grupo Golconda. Desde la irrupción de Camilo Torres en la
vida pública y su opción por la guerrilla, se vivía un afán de compromiso más
radical por parte de muchos clérigos, religiosas y algunos laicos, que buscaban
un cambio de estructuras para dar respuesta a los múltiples problemas exis-
tentes en el país. 1968 fue particularmente movido. Se realizó la primera
Conferencia del Consejo Episcopal Latinoa-
mericano (Celam), en Medellín, que evidenció
cuán alejada estaba la Iglesia colombiana de
hacer efectivas las conclusiones del Concilio
y de enfrentar sinceramente la realidad exis-
tente en América Latina, donde imperaban
90 las condiciones de pobreza, desigualdad e
injusticia.
En el documento de Golconda, publicado
apenas un tiempo después de terminada la
conferencia del Celam, aparece la firma de
Domingo, quien compartía una febril acti-
vidad con sacerdotes rebeldes como René
García y Lucho Currea, con laicos como
Germán Zabala y con un nutrido grupo de
estudiantes: la parroquia del barrio Florida
en Bogotá era el centro de acción. En Carta-
gena, Manuel y José Antonio compartían
la miserable vida de los habitantes de uno
de los sectores más deprimidos de la ciudad
a donde habían sido enviados por el obispo
Rubén Isaza Restrepo. Allí organizaron a la
comunidad buscando mejorar las lamentables
condiciones y las múltiples carencias; a la par
Manuel Pérez shorturl.at/eEGU4
que desarrollaban su actividad, no paraban
las acusaciones que los tildaban de curas
comunistas y guerrilleros, y las presiones de
los poderosos para ponerles límites.
En medio de este escenario tan movido estudiaban los documentos del Concilio
y del Celam y reflexionaban sobre la realidad del país y la manera de hacer
más efectivo su compromiso cristiano y sacerdotal de opción por los pobres,
animados por la construcción de una sociedad más justa, lo que implicaba
un cambio de estructuras. Entonces la pregunta era: ¿Cómo conseguirlo, cuál
sería el camino?
Mientras tanto, a los pocos meses de estar en Cartagena, se decidió la expulsión
del país de Manuel y José Antonio; les dieron setenta y dos horas para salir. Era
febrero de 1969. Para Domingo, de regreso a Bogotá después de estar en Carta-
gena, la situación no era fácil; seguido y acosado por los organismos de segu-
ridad fue arrestado por el DAS y expulsado el 19 de abril de 1969, lo montaron en
un avión rumbo a Europa3 . Los tres prometieron volver a Colombia.

3 Restrepo, J. (1995). La revolución de las sotanas. Golconda 25 años después. Bogotá: Planeta

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En España se reunieron con antiguos compañeros de la OCSHA, que también
habían estado en Colombia, algunos de los cuales habían sido expulsados 4 .
Allí discutieron sobre cómo regresar a Colombia cuando las vías legales
estaban agotadas. Entonces, Domingo anunció que se vinculaba a la guerrilla
del ELN. Los amigos, aunque no compartieron la opción de la lucha armada,
lo entendieron. Fueron unos meses que aprovecharon para buscar contactos,
visitar a las familias, anunciarles la radical decisión y despedirse. Nunca
más se volvieron a ver. Viajaron a Francia, buscaron apoyo para el regreso
e hicieron contacto con una organización, Compañeros de Jesús, fundada por
un sacerdote francés que había combatido junto a los palestinos en la Guerra
de los Seis Días. Cuando fue clara la forma de viajar, regresaron a Colombia
y, en octubre de 1969, ingresaron al ELN. Así cumplieron el acuerdo hecho 91
entre los tres de entregar sus vidas por los más desprotegidos e ir hasta las
últimas consecuencias. Los tres murieron en la guerrilla; el primero fue José
Antonio Jiménez a los pocos meses de su ingreso, en 1970, después de una
extenuante marcha; Domingo Laín cayó
en combate con el Ejército en 1974; Manuel
Pérez, luego de llegar a ser comandante del
ELN en 1998, murió como consecuencia de
una enfermedad.
La radical opción por los pobres y la apuesta
por la justicia social, que empezaron a
vislumbrar en los inicios de su formación
sacerdotal, fueron madurando en medio de
variados acontecimientos en los que encon-
traron justificación para decidir por la dolo-
rosa ruta que los llevó al final de sus vidas.

José Antonio Jiménez Comín shorturl.at/eEGU4

4 Los sacerdotes Tomás Calvo Buezas y Enrique Sánchez Valadés, que eran profesores del Semi-
nario de Cristo Sacerdote en La Ceja, Antioquia, fueron expulsados en 1966 por apoyar al padre
Camilo Torres y a su movimiento Frente Unido. Extraído de: Calvo, T. Un extremeño en América:
mis encuentros con los curas guerrilleros. Disponible en: www.dialnet.unirioja.es>servlet>auto-
vexternos>BNE

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