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podría afirmar que todo plan estratégico es bueno, siempre y cuando cumple con los siguientes
enunciados: (a) está formulado bajo un modelo ordenado, estructurado y coherente; (b) la visión
refleja la aspiración de los estrategas de mejorar el sector estudiado; (c) el análisis, interno y
externo, está desarrollado con eficiencia y claridad; y (d) los objetivos de mediano y largo plazo
son adecuados para el logro de la visión del plan estratégico. Si bien se pueden considerar estas
premisas como necesarias para lograr un buen plan estratégico, ¿pueden considerarse indicadores
de éxito suficientes?, ¿podría el investigador concluir que la estrategia fue exitosa por el hecho
de haber integrado efectivamente las metas y políticas bajo una secuencia coherente de acciones?
(Mintzberg, Quin, & Voyer, 1997). No es sino hasta la puesta en marcha y ejecución del
que se puede tener la confirmación de que dicho plan es congruente con la realidad, que su
aplicación conlleva al cumplimiento de los objetivos y éstos al de la visión, y sobre todo, que el
estratégico. Según el modelo secuencial del proceso estratégico presentado por Alkhafaji (2003),
son cuatro los temas a desarrollar durante la fase de implementación: (a) estructura, (b) cultura,
(c) liderazgo, y (d) presupuesto. A continuación se ahondará en los cuatro pasos a seguir durante
hecho a tener en cuenta por los implementadores que el plan estratégico y la estructura
organizacional se encuentran íntimamente relacionados, no puede darse uno sin el otro. Según el
tres proposiciones: (a) una propuesta de valor atractiva a los clientes, (b) una propuesta de
rentabilidad que permita a la compañía hacer dinero a partir de la propuesta de valor, y (c) una
propuesta de personal que motive a aquellos que trabajen en la organización. Estas tres
propuestas estarán siempre alineadas en un modelo de estructura que se adapte mejor al sector
objetivos de largo plazo. Estos cambios implican asimismo la creación de unidades, secciones,
departamentos, divisiones, cierre o fusiones de los mismos. Otro de los aspectos a tener en
cuenta para el rediseño de la estructura es el aseguramiento y fluidez de los recursos que el plan
estratégico consumirá durante el proceso. La importancia de tener una estructura adecuada está
asociada a la óptima administración de los recursos tiempo, dinero y capital humano destinados
las estrategias y misión de la organización, pues como indicó Glaser (2006), el desarrollo de las
de la tecnología de la información radica en ser la herramienta que soporta los planes de las
estrategas tendrán como objetivo asegurar que la nueva estructura calce con el diseño de la
tecnología de la información más adecuada para la organización. Glaser igualmente subrayó que
preparar y adaptar la cultura organizacional a los futuros cambios que toda implementación
implica. Según Ronda (2002) una de las limitaciones básicas para encausar el rumbo de las
Tanto la cultura como los valores organizacionales son elementos importantes a tomar en cuenta
por los directivos para gestionar el cambio dado que regulan la conducta y comportamiento de
las personas. Una cultura organizacional apropiada con valores como la innovación, la
adaptabilidad, la mejora continua, entre otros, minimizará la resistencia al cambio que de forma
todas las personas dentro de la organización, en todos los niveles, brindándoles información
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detallada y despejando las dudas resultantes, sobre los procesos a realizarse, así como de los
beneficios esperados, tanto para ellos, como para su área y la empresa, como resultado de la
del personal (Kotter, 1996), procurando que la cultura organizacional esté orientada al cambio y
que éste involucre a todos los miembros de la organización. Cohen y Cyert (1973) señalaron que
para implementar con éxito un plan estratégico específico, es necesario obtener la colaboración
entusiasta de los ejecutivos de todos los niveles de la organización. Una forma de lograr la
aceptación del proyecto es haberlos hecho participar activamente en la fase de formulación del
plan estratégico. Beckhard y Harris (1987) mencionaron que para lograr el compromiso de los
tres factores: (a) insatisfacción laboral presente, (b) visión de la factibilidad de las metas
trazadas, y (c) resultados preliminares hacia el logro de esta visión. Cualquiera de estos factores
crucial para evaluar cuales son los niveles de satisfacción laboral actuales, cuáles son los
indicadores de satisfacción que los colaboradores consideran más relevantes y que pueden ser el
tipo de trabajo en sí, el nivel salarial respecto al del mercado, la oportunidad de ascensos, el tipo
satisfactores en el ambiente laboral, la alta gerencia buscará mejorar las condiciones laborales
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de las personas a lo largo del proceso de implementación estratégica. Por otro lado, es importante
que las nuevas políticas, funciones y responsabilidades que hayan sido definidas, sean difundidas
a todo nivel, de manera clara y objetiva, utilizando todos los canales de comunicación posibles.
aptitud para influir en un grupo hacia el logro de una visión o el establecimiento de metas. La
teoría del camino-meta desarrollada por House (1971) estableció que el camino del líder consiste
en facilitar a sus seguidores información, apoyo u otros recursos necesarios para que logren sus
metas. Según House, los líderes eficaces son aquellos que despejan el camino para apoyar a sus
seguidores a ir de donde están hacia el logro de sus metas de trabajo y hacer su jornada algo más
fácil al quitar las piedras del camino. Se hace imperativo colocar las riendas del proyecto de
implementación en una persona con liderazgo indiscutible dentro de la organización. El líder del
proyecto deberá ser capaz de influenciar positivamente en todas las demás personas para lograr
Para la selección del líder del proyecto de implementación se debe evaluar a las personas
dentro de la alta dirección con las características que evidencien mayor capacidad de liderazgo.
De acuerdo a Robbins y Judge (2009), es útil hacer pruebas para identificar y seleccionar líderes.
Se pueden usar pruebas de personalidad para buscar las características de asociadas al liderazgo
pruebas para encontrar candidatos que sean proclives a la autoevaluación, pues este tipo de
personas, según Robbins y Judge, son buenas para interpretar situaciones y ajustar su
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comportamiento en el proceso. Un buen líder deberá tener una alta inteligencia emocional,
crear mejores relaciones sociales (Goleman, 1995). Robbins & Judge evidenciaron que las
pruebas de inteligencia emocional ayudan a encontrar las personas con mayores aptitudes
proyecto deberá hacer seguimiento diario a los avances, verificará las actividades en las cuales
exista demoras y definirá el momento oportuno de realizar un balance de las actividades y los
recursos disponibles, a fin de optimizarlos, con la finalidad de lograr las metas propuestas en los
tiempos acordados.
necesario para activar los objetivos de corto plazo. Los recursos tales como tiempo, horas
hombre, dinero, juegan en esta etapa un rol importante como insumos a consumir en el proceso
total de trabajo. Los recursos deben estar relacionados con cada programa específico de acción
para los horizontes de tiempo considerados. Cohen y Cyert (1973) indicaron que es una práctica
unidades monetarias, pero desafortunadamente, con este método se pierden detalles subyacentes
y sólo se tiene al presupuesto monetario como documento de control del programa estratégico.
Este hecho según Cohen y Cyert, puede ocasionar un cambio de actitudes, dado que los
directivos solo tendrán restricciones numéricas dentro de las cuales deben operar, no quedando
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espacio para la imaginación y la inspiración. Cohen y Cyert advirtieron que de esta forma las
metas de largo plazo del plan estratégico pueden ser desplazadas por las metas operativas de
objetivos proyectados y los resultados que se van obteniendo durante el proceso (Cohen & Cyert,
1973). Para este fin, se recomienda construir una matriz que Cohen y Cyert llamaron ”matriz de
brechas percibidas”, compuesta en sus filas por los objetivos corporativos propuestos y sus
columnas corresponderían a las distintas series de tiempo dentro del tiempo del planeamiento,
tales como, año 1, año 2, y así sucesivamente. En cada celda se colocará la brecha entre lo
planeado y lo obtenido y de esta forma se obtiene una herramienta que ofrece claridad para
La fase de monitoreo es la última etapa del proceso estratégico. Consiste evaluar que tan
acertados son los planes implementados, procurando que los resultados permanezcan
ciclo que puede reiniciarse en cualquier momento a partir de cualquier cambio externo o interno.
Es importante mencionar que para lograr la efectividad del plan estratégico se debe tener
en cuenta los aspectos gerenciales hard y soft pues como indicaron Khakee, Barbanente, y Borri
también el rol de los valores y del conocimiento personal, o basado en la experiencia, de los
dependerá en gran medida de la experiencia, juicio e intuición de los estrategas (Cohen & Cyert,
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1973). Evaluar consistentemente tanto los resultados cuantitativos, como los impactos
estratégica.
monitorear los objetivos y métricas de corto plazo, los directivos puedan perder el horizonte de
tiempo. Se hace imperativo que toda la alta dirección mantenga indefectiblemente el alcance de
largo plazo del plan estratégico durante las tres fases del plan estratégico, formulación,
objetivos de largo plazo a toda la organización, permanentemente, porque sólo de esta manera se
obtendrán los cambios, innovaciones y adaptaciones que las empresas de la actualidad precisan
por el hecho de estar inmersas en una economía de mercado global, de alta volatilidad de
Referencias
Beckhard, R., & Harris, R. T. (1987). Organizational transitions: managing complex change.
Chandler, A. D. (1969). Strategy and structure: Chapters in the history of the industrial
Cohen, K. J., & Cyert, R. M. (1973). Strategy: Formulation, implementation, and monitoring.
Khakee, A., Barbanente, A., & Borri, D. (2000). Expert and experiential knowledge in planning.
Kim, W., & Mauborgne, R. (2009). How strategy shapes structure. Harvard Business Review,
87(9), 72-80.
Kotter, J. P. (1996). Leading change. Cambridge, MA: Harvard Business School Press.
Mintzberg, H., Quin, J. B., & Voyer, J. (1997). El proceso estratégico. Concepto, contextos y
México: Pearson.
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integración de los niveles estratégico, táctico y operativo. Santa Fe, Argentina: El Cid
Editor.