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Los nueve círculos del infierno de Dante

En su Divina Comedia, Dante nos muestra


su visión del «Inferno» dividido en nueve
círculos:

1. Li
mbo. Espacio para
aquellos que han
sido buenas
personas en vida,
pero no
recibieron el
bautismo, lo que les
impide entrar en el
cielo. Su castigo era el
deseo, nunca
satisfecho, de
querer conocer a
Dios. Algunos
ilustres moradores
son Homero,
Aristóteles, Platón,
Averroes.
2. Lujuria. Es la puerta del
verdadero infierno,
donde Minos juzga a los
recién llegados y les
asigna el lugar
donde cumplirán su
condena eterna. En
este círculo  retiene a
los que en vida se
dejaron arrastrar por la lujuria; un fortísimo viento no les dejará reposar un
solo instante. Aquiles, Tristán, Paris, y muchas mujeres: Cleopatra, Semiramis,
Helena o Francesca de Rimini, contemporánea de Dante cuya vida quedó
como símbolo de adulterio y lujuria quedó inmortalizada también en una
treintena de obras de teatro y óperas.
3. Gula. Lugar destinado a los glotones, metidos en el fango bajo una lluvia
continua de granizo; y bajo la amenaza del perro guardián Cerbero, que no
dudaba en desgarrarlos con uñas y dientes.
4. Avaricia. La avaricia fue la perdición de quienes acabaron en el cuarto círculo,
tanto los avaros, que acumularon riquezas, como los pródigos, que las
derrocharon; ambos fueron castigados a arrastrar grandes pesos de oro en
dirección contraria, con el consiguiente enfrentamiento.
5. Ira y Pereza. Laguna Estigia donde moran los iracundos y los perezosos; los
primeros mantienen su espíritu rabioso golpeándose unos a otros por toda la
eternidad, mientras que los segundos, poco dados a la acción en vida,
permanecen bajo el fango privados de aire y palabra.
6. Herejía. El sexto es la ciudad de Dite, entre cuyos muros los herejes son
castigados por las Furias,  Megera, Alecto y Tisífone, espíritus de la venganza.

7. Violencia. A partir de este nivel, se encuentran todos aquellos que han vivido
entregados a la malicia, equiparable a la bestialidad representada por el Minotauro
que custodia la entrada.

Está dividido en tres «giros»:

1. Homicidas y criminales, tiranos y violadores y bandidos, compartiendo el


Flegetonte, río de sangre hirviente que les recuerda continuamente la sangre que
hicieron verter; según el nivel de violencia que ejercieron, estarán más o menos
inmersos en el río. Centauros nada amistosos los vigilan y castigan si alguno
intenta sobresalir del nivel que le ha sido establecido.
2. Los que ejercieron la violencia contra sí mismo, divididos en suicidas
(transformados en árbol, ya que renunciaron a su humanidad, picoteados por las
Harpías) y los que buscaron la muerte en manos de otros.
3. El tercero, relacionado con el fuego (que aquí ya no purifica), lo comparten los
blasfemos, inmóviles bajo incesante lluvia de fuego; los sodomitas, igual, pero
con la facultad de poder correr; y los usureros, que permanecen sentados bajo la
misma lluvia de fuego.
8. Fraude. Círculo dividido en diez recintos donde moraban aquellos que no fueron
dignos de confianza.

1. Proxenetas y embaucadores, azotados por demonios cornudos.


2. Aduladores, entre excrementos humanos.
3. Simoníacos, aquellos que se enriquecieron a costa de la Iglesia.
4. Adivinos y magos, aquellos que usaron facultados solo atribuibles a Dios.
Llevaban el rostro vuelto hacia atrás, en contraste con su presunción de poder
ver el futuro.
5. Políticos corruptos, malversadores de dinero público, inmersos en un lago de
brea hirviente.
6. Hipócritas, aquellos que mostraba cierta imagen al mundo exterior, pero solo
es apariencia.  Iban vestidos con pesadas capas doradas, pero de plomo, pues
ya no hay «máscaras de oro» con las que engañas.
7. Los ladrones, entre serpientes y con las manos atadas.
8. Consejeros fraudulentos, que allí intentaban hablar pero apenas podían.
9. Sembradores de discordia, aquellos que provocan guerras, cismas o
problemas interfamiliares.
10. Falsificadores y perjuros; cada uno de estos sufriendo perennemente una
enfermedad distinta.

9. El ú ltimo círculo también está dividido en varias estancias y ademá s está


habitado por gigantes, que al mismo tiempo son condenados y custodios. Es un
gran lado helado donde acabaron aquellos que ejercieron la frialdad de su corazó n:
los que traicionaron a aquellos que confiaron en ellos. Hay cuatro zonas
diferenciadas:
1. Caina, para los traidores a los allegados, sumergidos en hielo hasta la cabeza
con la cara hacia abajo.
2. Antenora, los que traicionaron a colectivos a los que
pertenecían,  sumergidos con la cara hacia arriba o con hielo que cubre la
mitad de la cabeza.
3. Tolomea, para los traidores de los huéspedes, sumergidos en el hielo con la
cabeza echada hacia atrá s, para que se les congelen las lá grimas en los ojos,
evitando dar rienda suelta a la pena en lá grimas.
4. Judeca, para los que traicionaron a los benefactores; estaban inmersos en el
hielo, pero en diferentes posiciones, segú n el objeto de su traició n. En el
centro del Infierno está Sataná s, descrito como una espantosa bestia con
tres caras, una roja, una negra y otra de color amarillo:

Una delante y era bermeja,


las otras eran dos, que a aquella se unían
de cada hombro en el medio,
y se juntaban en el lugar de la cresta:
y la derecha parecía entre amarilla y blanca,
la izquierda a la vista era tal cuales son
los que vienen de donde el Nilo se encauza.

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