Está en la página 1de 5

UNIDAD V: OBJETO, CAUSA Y CONTENIDO

OBJETO (art 1003): Disposiciones generales. Se aplican al objeto del contrato las disposiciones de la Sección 1ª,
Capítulo 5, Título IV del Libro Primero de este Código. Debe ser lícito, posible, determinado o determinable,
susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de las partes, aun cuando éste no sea patrimonial.

El objeto es, junto con el consentimiento y la causa, uno de los elementos esenciales del contrato; ellos son
requeridos para su existencia. Al ser el contrato una especie del género acto jurídico, es lógica y de buena técnica la
remisión efectuada a la regulación del objeto de este, con relación al que, en el art. 279 CCyC, se establece que
puede estar constituido por hechos o por bienes; precisándose que el objeto de un acto jurídico no debe ser un
hecho imposible o prohibido por la ley, ni contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de
los derechos ajenos o de la dignidad humana, ni un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
Aun cuando el Código mantiene la distinción de bienes dentro y fuera del comercio (art. 234 CCyC) a la que aludía el
art. 953 CC, se emplea aquí la referencia a la prohibición legal, mucho más simple y clara.

El art. 1003 no enuncia un concepto de objeto del contrato; remite a la regulación del acto jurídico y establece los
requisitos que debe reunir, estableciendo que, para que exista un contrato válido, su objeto debe ser:

 Lícito: La operación jurídica considerada por las partes debe referirse a hechos que no estén prohibidos por
las leyes, sean contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la persona humana o lesivos de
derechos ajenos o a bienes que no se hayan prohibido que sean objeto de negocios jurídicos (art. 1004
CCyC).
 Posible: La posibilidad debe evaluarse al tiempo de la celebración del contrato, pues la imposibilidad
sobreviniente afecta la factibilidad de cumplimiento, pero no priva de objeto a la estructura del contrato, sea
ella permanente (art. 955 CCyC) o sea ella temporaria (art. 956 CCyC). La posibilidad establecida como
requisito en este artículo se refiere tanto al aspecto material como jurídico, apreciados ambos según las
circunstancias, posibilidades técnicas y legislación vigentes al tiempo de celebración del contrato. Como
ejemplos tradicionales de uno y otro supuesto se enuncian el contrato en el que una de las partes asume el
compromiso de tocar el cielo con las manos —imposibilidad material—, y de la jurídica, hipotecar un
automotor.
 Determinado o determinable: El objeto de la prestación debe encontrarse determinado al tiempo de la
celebración del contrato o bien establecerse en este el mecanismo por el que podrá alcanzarse tal
determinación al tiempo del cumplimiento, supuesto de indeterminación relativa temporal. Si el objeto se
refiere a bienes, estos deben estar determinados en su especie o gé- nero, pudiendo quedar su cantidad
sujeta a determinación, como cuando se vende lo producido de una cosecha futura de trigo de determinada
calidad, obtenida de una porción de campo delimitada (art. 1005 CCyC).
Se considera que el objeto de un contrato es determinable cuando se establecen criterios suficientes para su
determinación, cuestión que dependerá de las características del objeto contractual de que se trate en cada
caso (art. 1005 CCyC). Según se establece en el art. 1006 CCyC, las partes pueden acordar que la
determinación del objeto sea efectuada por un tercero, generalmente un experto en el área sobre la que
trate la operación considerada, cuya actuación deberá ajustarse a lo que hubieran convenido las partes y,
supletoriamente, a los usos y costumbres. En caso de ser imposible la elección o de no haber ajustado el
experto su decisión a los parámetros acordados por los contratantes, puede requerirse la determinación
judicial; la que deberá tramitar por el procedimiento más breve que prevea la ley procesal de aplicación en la
jurisdicción en la que se haga el planteo.
 Susceptible de valoración económica: El objeto del contrato debe ser susceptible de valoración económica,
cuestión distinta de la del interés que guía al contratante, quien puede actuar motivado por móviles ajenos a
consideraciones económicas, pero de todos modos, tutelados por el ordenamiento legal.
 Ajustado a un interés patrimonial o extra-patrimonial de las partes: El objeto del contrato debe responder
a un interés real, existente, sea patrimonial o extra-patrimonial. El interés extra-patrimonial se entiende
dado en los contratos atinentes a derechos sobre el cuerpo humano o sus partes, a los que no se reconoce
valor económico, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social; así, en los contratos relativos al
cuidado de la salud, como el celebrado para la realización de una intervención quirúrgica, el aspecto
patrimonial que pueda encontrarse involucrado responde a un interés prevalente, extra-patrimonial, por el
cuidado de la salud del paciente.

OBJETO: Conforme al artículo 1003 el objeto de los contratos debe ser licito (bienes que están en el comercio),
material y jurídicamente posible (que por un motivo especial la ley no haya prohibido que sea un contrato del objeto
y a los hechos que no sea hechos ilícitos, imposibles, o contrarios a la moral y a las buenas costumbres y que no
estén prohibidos por la ley), sea un objeto determinado o determinable, que no perjudique los derechos de un
tercero o la dignidad humana, y que sean susceptibles de valoración económica y corresponder a un interés de las
partes aunque sea extra-patrimonial.

OBJETOS PROHIBIDOS: El art 1014 establece estos objetos diciendo que no pueden ser objetos de contratos los
hechos que sean imposibles, o estén prohibidos por las leyes, contrarios a la moral, orden público, dignidad humana
o lesivos a los derechos ajenos: y los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean, y derechos sobre el
cuerpo humano (art 17/56).

Art 17: EL CUERPO HUMANO COMO OBJETO DE CONTRATO: Este artículo dispone que el cuerpo o sus partes no
tienen valor comercial sino valor afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y solo pueden ser disponibles
por su titular siempre que se respeten esos valores. Se pretende que no sea objeto de lucro.

Art 56: Prohíbe disponer del propio cuerpo cuando se ocasiona una disminución permanente con la excepción que
ello sea para el mejoramiento de la salud de la persona, y sólo de modo excepcional de otra persona distinta. (Ej:
Jorge Lanata). El consentimiento no puede ser suplido, sino que resulta meramente revocable.

DETERMINACIÓN POR UN TERCERO: El objeto puede estar determinado o ser determinable y que en materia de
obligaciones acudimos a las clasificaciones de dar que pueden referir a cosas ciertas, fungibles, no fungibles u
obligaciones de géneros pudiendo ser limitadas. Debe ser determinado en cuanto su especie aunque no lo sea en su
cantidad, puede ser determinado en forma exacta, en cuanto su individualización, o bien proporcionando datos o
elementos necesarios para que sea posible. La cantidad es determinable cuando existen bases suficientes para su
determinación, las partes según el art 1006 pueden pactar que la determinación sea afectada por un tercero o en
caso de que el tercero no realice la elección, sea imposible o no haya aceptado los criterios establecidos, o por los
usos y costumbres, pueden recurrirse a la determinación judicial. Esto se tiene que haber pactado en el contrato.

REQUISITOS DEL OBJETO:

OBJETOS PROHIBIDOS (art 1004): No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o
están prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la persona humana, o
lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por
objeto derechos sobre el cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56.

DETERMINACIÓN (art 1005): Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos deben estar determinados en su
especie o género según sea el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta puede ser determinada. Es
determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su individualización.

DETERMINACIÓN POR UN TERCERO (art 1006): Las partes pueden pactar que la determinación del objeto
sea efectuada por un tercero. En caso de que el tercero no realice la elección, sea imposible o no haya observado los
criterios expresamente establecidos por las partes o por los usos y costumbres, puede recurrirse a la determinación
judicial, petición que debe tramitar por el procedimiento más breve que prevea la legislación procesal.

LOS CASOS PARTICULARES:


BIENES EXISTENTES Y FUTUROS (art 1007): Los bienes futuros pueden ser objeto de los contratos. La
promesa de transmitirlos está subordinada a la condición de que lleguen a existir, excepto que se trate de contratos
aleatorios.

La norma establece la posibilidad de realizar contratos sobre bienes futuros, quedando su perfeccionamiento sujeto
a una condición suspensiva: que los bienes lleguen a existir, salvo que el contrato sea aleatorio, en cuyo caso no se lo
considera subordinado a tal condición, como ocurre cuando se contrata a un equipo de investigación para que
desarrolle una vacuna o un fármaco y no existe certeza sobre la posibilidad de lograr el resultado esperado.

Una cosa es futura cuando su existencia posible depende del desenvolvimiento propio de las causas naturales o de la
actividad humana como resultado de ella. No tiene que depender de la voluntad o accionar de las partes; si la cosa
no llega a existir el contrato resulta ineficaz por falta de objeto, salvo que sea un contrato aleatorio.

BIENES AJENOS (art 1008): Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete
transmitirlos no ha garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que
la prestación se realice y, si por su culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también
indemnizarlos cuando ha garantizado la promesa y ésta no se cumple. El que ha contratado sobre bienes ajenos
como propios es responsable de los daños si no hace entrega de ellos.

BIENES LITIGIOSOS, GRAVADOS, O SUJETOS A MEDIDAS CAUTELARES (art 1009): Los bienes litigiosos,
gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto de los contratos, sin perjuicio de los derechos de
terceros. Quien de mala fe contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe reparar los daños causados a la
otra parte si ésta ha obrado de buena fe. La expresión de la buena o mala fe resulta esclarecedora para evitar
desilusiones aunque se resolvía aplicando los principios generales.

El contenido de la norma deja en claro que no existe obstáculo para que el objeto del contrato esté constituido por
bienes litigiosos, sujetos a medidas cautelares o a gravámenes.

También deja en claro que tal contratación no deberá afectar los derechos de terceros, como puede ser la parte que
obtuvo la traba de una medida cautelar o resulta acreedora de una hipoteca o prenda, según el tipo de bien del que
se trate, supuestos en los que la ejecución del crédito podrá seguir a la cosa aun cuando ella haya sido transmitida.

En el segundo párrafo del artículo se prevén las consecuencias del obrar de mala fe de quien contrata sobre esos
bienes como si estuviesen libres, estableciendo que debe reparar los daños causados a la otra parte si este ha
obrado de buena fe. Se trata de un supuesto en el que quien transmite a otro un bien, le oculta dolosamente que
está sujeto a alguna forma de restricción jurídica, no de un caso en el que exista connivencia entre las partes
contratantes para defraudar los intereses de un tercero, situación expresamente excluida de la previsión resarcitoria,
como surge de la parte final de la norma.

HERENCIA FUTURA (art 1010): La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden
serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u
otra disposición legal expresa. Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de
cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de
conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en
favor de otros legitimarios.  Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan
la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge,  ni los derechos de terceros. 

El fundamento de la prohibición es de orden público y se encuentra en que los pactos en los cuales se especula con
la muerte de una persona resultan contrarios a la moral pública, al tiempo que podrían generar variaciones en el
orden legal de las sucesiones y en la legítima hereditaria, cuyas normas son en gran medida indisponibles para las
partes.
Los contratos sobre herencia futura suelen tener lugar cuando una persona cede sus derechos eventuales de una
sucesión aún no abierta, por encontrarse viva la persona de la que se trata. En doctrina se incluyen en tal categoría
los pactos por los que se instituye contractualmente a otra persona como heredera o legataria; los que establecen la
renuncia de una persona a una herencia futura del co-contratante o de un tercero; aquellos por los que se acepta
una herencia futura y los pactos distributivos, por los que los presuntos herederos acuerdan la división de la
herencia, con o sin intervención del causante.

El CCyC incorpora una previsión que atiende a razones de conveniencia social, como es la relativa a la conservación
de la unidad económica vinculada con una empresa o explotación familiar, regulación novedosa, no prevista en el
CC, que también prohibía los pactos sobre herencia futura, sin perjuicio de la indivisión hereditaria contemplada en
el art. 51 de la ley 14.394.

La prohibición que se aplica es tanto para, el caso de herencia testamentaria como el de sucesión ab intestato; la
prohibición funciona tanto ante el desconocimiento del dueño de la herencia como si el contrato se celebre con su
participación; la prohibición alcanza al contrato que recaiga sobre la totalidad o una parte de la herencia o cuando se
trate de derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares.

Se establece expresamente que estos pactos son válidos, aclarando que lo serán siendo o no parte el futuro
causante y su cónyuge, poniendo como límite que no afecten a la legitima hereditaria los derechos del conyuge ni los
derechos de terceros.

CONTRATOS DE LARGA DURACIÓN (art 1011): “En los contratos de larga duración el tiempo es esencial para
el cumplimiento del objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfaga la necesidad
que las indujo a contratar. Las partes deben ejercitar sus derechos conforme con un deber de colaboración,
respetando la reciprocidad de las obligaciones del contrato, considerada en relación a la duración total. La parte que
decide la rescisión debe dar a la otra la oportunidad razonable de renegociar de buena fe, sin incurrir en ejercicio
abusivo de los derechos.”

Este artículo establece el carácter esencial del tiempo, el que estará determinado por el necesario para el
cumplimiento del objeto estipulado, de modo tal que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfagan
las necesidades que las indujeron a contratar. Salvo supuestos de limitación legal, como el ya señalado, el mero
enunciado de una cláusula rescisoria no conlleva abuso.

Lo que sí puede resultar abusivo es el ejercicio de esa estipulación, situación que podría darse, por ejemplo, cuando
un concedente ejerce la facultad rescisoria antes de haber dado al concesionario la posibilidad de amortizar la
inversión realizada; o sin el debido preaviso (arts. 1492, 1493, 1508, 1522 CCyC y conc.).

Se desprende del contenido del artículo la existencia de un deber de colaboración entre las partes de los contratos
de larga duración, el que debe ser ejercido con respeto por la reciprocidad de las obligaciones del contrato, evaluada
por resultado, ex post, teniendo en cuenta su duración total.

4) LA CAUSA (art 281): “La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad. También integra la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido
incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes”.

PRESUNCIÓN DE LA CAUSA (ART 282): Aunque la causa no este expresado en el acto, se presume que existe
mientras no se pruebe lo contrario. El acto es válido aunque la causa expresada sea falsa, si se funda en una
verdadera (causa falsa).

ARTÍCULO 1012.- Disposiciones generales. Se aplican a la causa de los contratos las disposiciones de la Sección 2ª,
Capítulo 5, Título IV, Libro Primero de este Código.
DISTINCIÓN ENTRE CAUSA Y OBJETO: El objeto consiste en la materia sobre el cual versa el acto, es decir el aspecto
objetivo del contrato se relaciona con los bienes o los hechos sobre los cuales versa, en cambio, la causa es la
finalidad buscada por las partes, la razón de ser el acto. Debe existir una causa final como elemento de todo
contrato, por eso para el CCyC son elementos esenciales de los contratos: consentimiento, objeto y finalidada/causa.

PRINCIPIOS GENERALES: El CCyC toma la posición de regular en la materia de los contratos la causa fin como
elemento esencial.

Una vez acreditada la existencia de una obligación la misma hace suponer que tiene razón de ser legítima, la prueba
de que no existe la causa es de resorte del deudor, el onus probandi incumbe al que recepciona ya que el deudor
pretende modificar una situación jurídica adquirida.

ARTÍCULO 1013.- Necesidad. La causa debe existir en la formación del contrato y durante su celebración y subsistir
durante su ejecución. La falta de causa da lugar, según los casos, a la nulidad, adecuación o extinción del contrato.

El CCyC jerarquiza el rol de la causa fin en su etapa de formación (tratativas y perfeccionamiento) y de ejecución
(cumplimiento) abriendo la posibilidad de plantear su frustración. Se va a poder nular, extinguir, o adecuar al
negocio siempre que haya una causa física.

ARTÍCULO 1014.- Causa ilícita. El contrato es nulo cuando:

a- Su causa es contraria a la moral, al orden público o a las buenas costumbres;


b- Ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral común. Si sólo una de ellas ha obrado por un
motivo ilícito o inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la otra, pero ésta puede reclamar lo
que ha dado, sin obligación de cumplir lo que ha ofrecido.

La causa queda identificada para esta regulación como uno de los elementos esenciales del acto jurídico y, con ello,
del contrato; superándose así una larga polémica de nuestra doctrina, zanjada a favor del neocausalismo, según
claramente se desprende del contenido del art. 281 CCyC, que establece que la causa es el fin inmediato autorizado
por el ordenamiento jurídico, que ha sido determinante de la voluntad, concepto también integrado por los motivos
lícitos exteriorizados e incorporados al acto, en tanto sean esenciales para ambas partes.

De tal premisa se derivan dos alternativas, pues es claro que la causa no expresada puede ser lícita o ilícita. La licitud
debe ser presumida, en tanto no se pruebe lo contrario, pues para el art. 281 CCyC la causa es una finalidad lícita;
pero si se determinara la ilicitud, pasaría a ser de aplicación lo previsto en el art. 1014 CCyC, que más adelante
analizaremos.

Lo previsto en la norma es un supuesto de simulación relativa lícita (art. 334 CCyC). Ante la verificación de una causa
falsa, quien quiere sostener el vínculo contractual deberá probar la existencia de una causa verdadera; ella deberá
ser lícita pues, de lo contrario, nuevamente la cuestión se resolverá según lo pautado en el art. 1014 CCyC.

Causa ilícita: Según se establece en el art. 1014, la causa es ilícita cuando: 1. es contraria a la moral, el orden público
o las buenas costumbres, criterio de valoración sobre el que existe entre nosotros abundante labor doctrinaria y
jurisprudencial; y 2. ambas partes concluyeron el contrato por un motivo ilícito o inmoral común, lo que puede darse
cuando un contrato con finalidad típica lícita —como una locación o una compraventa— es celebrado por las partes
para el soporte de actividades ilícitas, prohibidas por ley. Pero si solo una de ellas persigue un fin ilícito o inmoral, el
contenido antijurídico de su conducta le impide invocar el contrato frente a la parte que obró de buena fe, la que sí
puede reclamar la restitución de lo que entregó, sin estar constreñida a cumplir las obligaciones asumidas. La
regulación de la ilicitud de la causa pone en evidencia el deber de las partes en los contratos de ajustar su conducta a
la regla moral y a la legislación vigente. Cuando ambas partes han actuado de manera ilícita no hay duda que ataca
su estructura.

También podría gustarte