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Duérmase mi negro,
cara de pambazo,
que si no se duerme
le doy un trancazo...
Mi negrito lindo,
ya se está durmiendo,
pon cara de palo,
que yo te estoy viendo...
A la ru ru, nene,
a la ru ru ró,
este negro lindo
ya se me durmió.
Canción para los niños antes de dormir Nana infantil para cantar a bebés y niños
Ya va siendo hora de que los peques Esta niña tiene sueño
nos vayamos a la cama. tiene ganas de dormir,
¡Ale! tiene un ojito cerrado,
Vamos a la cama el otro no lo puede abrir.
que hay que descansar.
Para que mañana Duérmete mi niña,
podamos madrugar. duérmete mi sol,
Vamos a la cama duérmete pedazo
que hay que descansar. de mi corazón.
Para que mañana
podamos madrugar.
BOMBAS
1.__ 2.__
Cuanta naranja madura Desde lejos he venido
cuanto limón por el suelo rodando como una tusa
cuanta muchacha bonita solo por venirte a ver
cuanto haragán sin dinero. niña ojitos de guatusa.
3.__ 4.__
Las Mujeres de este tiempo El chile para que pique
son como el maíz molido debe ser bien colorado
apenas tiene quince años el amor para que dure
y ya quieren marido. debe ser dicimulado
5.__ 6.__
La Barita de San Antonio Las Mujeres que aman a dos hombres
ya no se cuando florese, no es tonta si no entendida
la vergüenza de los hombres si una vela se le apaga
yo no se cuando aparece la otra le queda encendida.
Bombas
Trabalenguas
Poesías
Uga la tortuga
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta
constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es
para menos: siempre llega tarde, es la última en
acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la
rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día,
harta de que sus compañeros del bosque le
recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus
tareas.
Había una vez un conejito soñador que vivía en una casita en medio
del bosque, rodeado de libros y fantasía, pero no tenía amigos. Todos
le habían dado de lado porque se pasaba el día contando historias
imaginarias sobre hazañas caballerescas, aventuras submarinas y
expediciones extraterrestres. Siempre estaba inventando aventuras
como si las hubiera vivido de verdad, hasta que sus amigos se
cansaron de escucharle y acabó quedándose solo.
Al principio el conejito se sintió muy triste y empezó a pensar que sus
historias eran muy aburridas y por eso nadie las quería escuchar. Pero
pese a eso continuó escribiendo.
Las historias del conejito eran increíbles y le permitían vivir todo tipo
de aventuras. Se imaginaba vestido de caballero salvando a inocentes
princesas o sintiendo el frío del mar sobre su traje de buzo mientras
exploraba las profundidades del océano.
Se pasaba el día escribiendo historias y dibujando los lugares que
imaginaba. De vez en cuando, salía al bosque a leer en voz alta, por si
alguien estaba interesado en compartir sus relatos.
Un día, mientras el conejito soñador leía entusiasmado su último relato, apareció por allí una hermosa
conejita que parecía perdida. Pero nuestro amigo estaba tan entregado a la interpretación de sus propios
cuentos que ni se enteró de que alguien lo escuchaba. Cuando acabó, la conejita le aplaudió con entusiasmo.
-Vaya, no sabía que tenía público- dijo el conejito soñador a la recién llegada -. ¿Te ha gustado mi historia?
-Ha sido muy emocionante -respondió ella-. ¿Sabes más historias?
-¡Claro!- dijo emocionado el conejito -. Yo mismo las escribo.
- ¿De verdad? ¿Y son todas tan apasionantes?
- ¿Tu crees que son apasionantes? Todo el mundo dice que son aburridísimas…
- Pues eso no es cierto, a mi me ha gustado mucho. Ojalá yo supiera saber escribir historias como la tuya pero
no se...
El conejito se dio cuenta de que la conejita se había puesto de repente muy triste así que se acercó y,
pasándole la patita por encima del hombro, le dijo con dulzura:
- Yo puedo enseñarte si quieres a escribirlas. Seguro que aprendes muy rápido
- ¿Sí? ¿Me lo dices en serio?
- ¡Claro que sí! ¡Hasta podríamos escribirlas juntos!
- ¡Genial! Estoy deseando explorar esos lugares, viajar a esos mundos y conocer a todos esos villanos y
malandrines -dijo la conejita
-Los conejitos se hicieron muy amigos y compartieron juegos y escribieron cientos de libros que leyeron a
niños de todo el mundo.
Sus historias jamás contadas y peripecias se hicieron muy famosas y el conejito no volvió jamás a sentirse solo
ni tampoco a dudar de sus historias.
El perrito que no podía caminar
Bo era un perrito muy alegre y juguetón que no podía caminar desde
que nació porque tenía una parálisis en las patas traseras. Amina, una
niña que lo vio al nacer, convenció a sus papás para llevarlo a casa y
cuidarlo para evitar que lo sacrificasen.
Bo y su pequeña dueña Amina jugaban mucho juntos. El perrito se
esforzaba por moverse usando solo sus patas delanteras y puesto que no
podía saltar y apenas moverse, ladraba para expresar todo lo que
necesitaba. A pesar de las dificultades, Bo era un perro feliz que llenaba
de alegría y optimismo la casa en la que vivía.
Un día los papás de Amina llegaron a casa con Adela, una niña de la edad
de Amina que iba vivir con ellos una temporada. Cuando Bo la vio se
arrastró enseguida a saludarle y a darle la bienvenida con su alegría de
siempre. Pero Adela lo miró con desprecio y se echó a llorar.
Bo no se rindió e intentó hacer todas las tonterías que sabía para hacerla
reír, pero no nada funcionaba y Adela no dejaba de llorar.
- No te preocupes, Bo- decían los papás de Amina-. Adela está triste
porque viene de un país muy pobre que está en guerra y ha sufrido mucho. Está triste porque ha tenido que
separarse de su familia.
Bo pareció entender lo que le decían, porque se acercó a Adela y se quedó con ella sin ladrar ni hacer nada,
sólo haciéndole compañía.
La tristeza de Adela fue poco a poco inundando la casa. Todos estaban muy preocupados por ella, porque no
eran capaces de hacerla sonreír ni un poquito.
Pasaron los días y Bo no se separaba de Adela, y eso que la niña lo intentaba apartar y huía a esconderse
cuando lo veía e incluso protestaba cuando Bo intentaba jugar con ella.
Pero el perrito no se daba por vencido. Cuando Amina estaba, Bo jugaba con ella mientras Adela miraba y,
aunque no sonreía, dejaba de llorar cuando Bo jugueteaba y hacía sus gracias.
Un día que Amina no estaba a Bo le entraron muchas ganas de jugar y se le ocurrió intentar que fuera Adela
quien jugara con él. Como la niña no le hacía caso, Bo no paraba de moverse y, de pronto, se chocó contra
una mesa tan fuerte que se le cayó encima un vaso de leche. El vaso no se rompió porque era de plástico,
pero empapó al pobre Bo de leche y lo dejó paralizado del susto.
Adela, cuando lo vio, le quedó mirando al perrito sin decir nada. De repente, se echó a reír, viendo lo gracioso
que estaba el perrito lleno de leche con su cara de susto.
Cuando Bo vio que Adela se reía, empezó a lamerse la leche y a hacer más tonterías mientras la niña, sin parar
de reír, intentaba limpiarlo con el mantel. Cuando Amina y sus vio lo que se reía Adela se alegró muchísimo, y
corrió a decírselo a sus papás. Por fin todos volvían a estar alegres.
A pesar de no ser un perrito como los demás, Bo fue el único capaz de lograr que la alegría y el optimismo
volvieran a aquella casa.
Los Musicos de Bremen
Había una vez un campesino que tenía un asno. Durante mucho tiempo le
había servido para llevar los sacos de trigo al molino, pero el asno se
empezó a hacer viejo e inservible y el amo pensó en deshacerse de él. El
asno no era tonto, y como sabía de las intenciones de su amo se escapó
rumbo a Bremen para tratar de hacer carrera como músico, ya que el
animal tocaba el laúd.
En su camino se tropezó con un perro cazador que jadeaba agotado.
- ¿Todo bien amigo?
- Sí, sí tranquilo. Intentaba escaparme de mi amo, que quiere matarme
porque soy viejo y ya no le sirvo para ir de caza.
- ¿Por qué no te vienes conmigo? Voy camino de Bremen, donde pienso
ganarme la vida como músico. Juntos podríamos formar una banda… tu
podrías tocar los timbales. ¿Qué te parece?
El asno convenció al perro y continuaron su camino juntos. Al poco, se
encontraron con un gato con mala cara.
- ¿Qué te pasa minino? - preguntó el asno
- Que no tengo adónde ir. Mi ama ha tratado de ahogarme porque estoy
viejo y me paso el día tirado junto al fuego.
- ¿Y por qué no te unes a nosotros? Vamos a Bremen, a formar una banda de música.
El gato dijo que no sabía mucho de música, pero como no se le ocurría nada mejor aceptó y se unió al asno y
al perro. Más adelante dieron con un gallo que gritaba con todas sus fuerzas.
- ¿Por qué gritas gallo? - dijo el asno
- Porque mi ama va a echarme a la cazuela esta noche. Por eso grito mientras estoy vivo.
- Anda, no malgastes tu tiempo y vente con nosotros. Vamos a Bremen y tienes buena voz así que eres
perfecto para nuestra banda de música.
Continuaron caminando los cuatro animales todo lo que pudieron pero no llegaron esa misma noche a
Bremen. No sabían dónde pasar la noche cuando vieron luz en una casa al otro lado del bosque y decidieron
acercarse. Vieron a un grupo de ladrones a punto de darse un gran festín de comida y con el hambre que
tenían decidieron que tenían que hacer algo para echar de la casa a los ladrones.
El asno se colocó junto a la ventana, el perro se subió encima del asno, el gato encima del perro y el gallo
encima de la cabeza del gato. Así, unos encima de otros, empezaron a rebuznar, ladrar, maullar y cantar con
toda su alma. Rompieron incluso la ventana y armaron tal estruendo que los ladrones huyeron creyendo que
se trataba de algún fantasma.
Los animales cenaron hasta que ya no pudieron más y se echaron a dormir. El asno eligió el estiércol, el perro
se fue detrás de la puerta, el gato prefirió las cenizas del hogar y el gallo se puso encima de una viga. A media
noche uno de los ladrones, viendo a lo lejos que la casa parecía en calma se armó de valor y decidió volver.
Pero cuando llegó la casa estaba a oscuras, confundió los ojos del gato con las brasas del hogar, acercó una
cerilla y el gato le arañó la cara, fue hacia la puerta y le mordió el perro en la pierna, salió corriendo fuera de
la casa, pisó el estercolero y el asno le dio una coz y justo en ese momento el gallo empezó a cantar desde la
viga ¡¡Kirikíi!!
El ladrón corrió todo lo rápido que pudieron sus pies y cuando llegó le contó a sus compañeros:
- ¡En la casa hay una bruja que me ha arañado la cara, detrás de la puerta un hombre con un cuchillo que me
lo ha clavado en la pierna, y fuera un monstruo que me ha golpeado con un terrible mazo!! Y encima del
tejado un juez que gritaba ¡Traedme el ladrón aquí!
Tras esto a los ladrones ni se les ocurrió volver a pisar esa casa y los músicos de Bremen todavía siguen allí.
La Manta Magica (Cuento Maravilloso)
Elisa era un niña de 12 años divertida y alegre que pasaba mucho
tiempo jugando en el jardín de su casa. Un día se despistó y se le hizo
tarde. No se dio cuenta de que empezaba a hacer frío y se puso
enferma. Su mamá decidió llevarla a casa de la abuelita para que la
cuidara mientras se recuperaba.
A Elisa le encantaba ir a casa de su abuela porque siempre le contaba
historias maravillosas de cuando era joven. La abuelita de Elisa era un
auténtica aventurera.
- Y, ¿si es la abuelita la que llama a la puerta? -preguntó Elisa.
- La abuelita tiene llaves, hija -respondió su mamá-. Si alguien llama y te
dice que es tu abuela no te fíes y no abras. La abuela no tardará en
venir.
La mamá de Elisa se marchó y la pequeña se quedó en aquella casa que tanto le gustaba. Se echó en el sofá y
cogió uno de los libros que tenía allí su abuela para ella.
De repente encontró algo muy curioso junto a ella, sobre el sofá. Era una manta que nunca antes había visto.
Se la puso encima de las piernas y…
-Ah! -gritó-. ¡Mis piernas! ¡¿Dónde están mis piernas!?
Sin saber muy bien lo que hacía, quitó la manta que ya no se veía, y las piernas aparecieron de nuevo.
-¡Es una manta mágica! ¡Cuando te la pones te haces invisible!
El lobo empezó a buscar. Abrió todas las puertas y miró dentro de todos los armarios. Incluso miró en los
cajones. Aunque la verdad es que fue algo un poco extraño ¿Quién se iba a meter en un cajón?
Justo cuando entraba en la habitación
El lobo empezó a dar vueltas sin sentido, sin saber dónde meterse. Al final, decidió meterse debajo de la
cama.
¡Oh, no! ¡Debajo de la cama estaba…. Elisa! Cuando la niña sintió que se metía el lobo dentro se puso a
temblar de miedo. Entonces recordó que no la podía ver porque llevaba puesta la manta mágica, así que
esperó hasta que su abuela entrara. La niña recordó que la puerta se había quedado abierta, así que supo que
la abuela sospecharía algo en cuanto la viera. Era una auténtica aventurera, seguro que estaba preparada.
Cuando Elisa sintió los pasos de su abuela, lentos y pausados, se imaginó que estaba al acecho, como en sus
aventuras. Cuando la notó más cerca, le dio un pellizco al lobo donde más duele. La sorpresa y el dolor
hicieron que el lobo pegara un grito y saliera como loco de debajo de la cama. En cuanto salió, la abuelita le
pegó un golpe tan fuerte con un palo que el pobre lobo salió medio atontado de allí.
Cuando había pasado el peligro, la abuelita dijo con voz firme:
-Elisa, ya puedes salir de debajo de la cama.
-¿Cómo sabías que estaba ahí metida, abuelita? -preguntó la niña, sorprendida.
-Porque yo hubiera hecho lo mismo que tú hija mía-contestó-. Seguro que has pasado mucho miedo.
-Bueno, no tanto -dijo la niña con cara de valiente -. Esta manta que me he encontrado y que te hace invisible
me ha ayudado.
-¡Ay, la manta, la manta! -dijo la abuelita -. ¡Dichosa manta! Seguro que te entretuviste jugando con ella y no
te diste cuenta de que no debías abrir la puerta.
-Lo siento, abuelita. Ya he aprendido la lección. A partir de ahora estaré más atenta y pensaré antes de hacer
las cosas.
Desde entonces, Elisa tiene siempre cerca la manta de su abuelita, pero no ha vuelto a abrir la puerta a nadie
y presta atención a todo lo que le dicen, por si acaso.
Los Granizados de Luis
Al llegar el verano el puesto de granizados de Luis se
llenaba de gente.
Había gente que pedía granizados de limón, otros de
naranja, de cola o hasta de fresa o de café. Eran tantas las
personas que pasaban por allí a lo largo del día que Luis
tenía que poner la máquina a funcionar ya a primera hora
de la mañana para que cuando llegasen los primeros
bañistas a la playa todo estuviese listo.
Al menos así había sido cada verano hasta aquel en el que
Luis dejó de vender tantos granizados. Parecía que la
gente se había cansado de los sabores de siempre o que
con un helado les bastaba para combatir el calor.
La verdad es que Luis no conocía exactamente las razones,
sólo sabía que hacía años su máquina granizadora no paraba de funcionar y ahora apenas vendía unos cinco
granizados al día. Se sentía tan triste que cada mañana le costaba más levantarse para abrir su puesto
sabiendo que no iba a tener casi clientes.
Un día, antes de que el sol saliera, Luis le pidió ilusionado a las estrellas que le dieran la receta para poder
volver a ilusionar a la gente y al día siguiente le pasó una cosa muy extraña.
Estaba preparando su granizadora cuando escuchó dentro de ella un ruido extraño. No le dió importancia
porque la máquina llevaba varios días parada y pensó que podía ser por eso. Lo que sí le desconcertó fue el
momento de servir el primer granizado del día. Era de café y se lo había pedido una de sus clientas más fieles,
una adorable anciana llamada Dorotea.
- ¡Mmmm qué rico está hijo mío! ¡Todavía más rico de lo habitual! - dijo Dorotea nada más probarlo.
Pero eso no fue todo, porque cuando Dorotea dio el primer sorbo a su granizado de café, algo empezó a
cambiar. La mujer sintió de repente como un ritmo extraño invadía su cuerpo y le hacía bailar y bailar sin
poder parar. Era raro que una mujer de 80 años como Dorotea hiciese eso sin algún tipo de ayuda, así que Luis
sintió una curiosidad tremenda por lo que estaba pasando. Para comprobar que se trataba del granizado,
decidió repartirlos gratis a todo el que quisiera acercarse por su puesto.
Llegó un niño a por uno de fresa y al momento empezó a bailar hip hop; una mujer que compartió con su hijo
uno de limón empezó a recitar poesía; otro señor que siempre iba muy tapado a la playa se tomó uno de
naranja y empezó a cantar y así toda la gente que se acercó a por un granizado hasta su puesto.
Todos adquirían alguna habilidad artística desde el primer sorbo. Luis creyó que eran sus granizados, que
estaban recuperando la magia de siempre. No pudo demostrarlo, pero todo el mundo empezó a acercarse de
nuevo por su puesto para comprar un rico granizado. Un escritor que había perdido la inspiración o un pintor
sin ideas nuevas. Todos encontraron en la bebida de Luis la fuerza que creían haber perdido.
La desobediente tortuguita Ruby
Era una vez una tortuguita que se
llamaba Ruby y que vivía con su mamá y sus dos
hermanitas tortugas. Un día, la mamá le dijo a
Ruby que cuidara de sus hermanitas porque ella
iba al campo en busca de unas hojas frescas
para comer.
Ruby le contestó que sí, que ella cuidaría de sus
hermanas. Pero a lo lejos, Ruby, la
tortuguita, escuchó una música que le gustaba y
se colocó una blusa de color rojo, un sombrero,
una falda amplia y se puso sus tacones para ir a
bailar, porque decía que le gustaba esa música
que estaba sonando.
Cuento sobre la obediencia
Cuando llegó al lugar de donde venía la música, se encontró que allí vivía un perro que se llamaba Franklin, el
cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no había pasado por algún lugar adonde hubiera comida
abundante.
Ella le dijo: 'tranquilo amigo, yo te voy a ayudar a conseguir comida. Cuando tu dueño se ponga a comer me
avisas'. Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la tortuguita Ruby y le
mordió el dedo gordo del pie.
Del dolor que le produjo la mordedura de la tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se
lo llevó corriendo para comérselo lejos porque tenía mucha hambre.
El señor José se puso a llorar; de inmediato su esposa, la señora María le preguntó que por qué daba tantos
gritos. Él le mostró la herida que le había hecho la tortuguita y le pidió que llenara una olla grande con agua y
la pusiera en el fogón a calentar para meter a la tortuguita dentro del agua caliente y poderla comer.
Después llegó el perro y escuchó que la señora María buscaba afanada a la tortuguita porque el agua ya
estaba caliente, pero Franklin, el perro, sabía que matarían a su amiga la tortuguita Ruby por haberlo ayudado
a conseguir comida.
Olfateó dónde se encontraba la tortuguita que se encontraba debajo de una cama y le dijo: 'Sssssh..., no te
preocupes, que cuando se acuesten yo te abro la puerta para que salgas'.
Cuando oscureció la tortuguita Ruby salió y el perro se despidió de ella en la puerta.
La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la vio y la metió en un saco,
pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en peligro, corrió muy deprisa y mordió en la nalga al
señor.
Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del saco, cuando de pronto
vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola, junto con sus hermanitas.
La tortuguita Ruby le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde la vida por desobedecerla. Y
además, no había sido tan responsable dejando a sus hermanitas solitas.
FIN
Dos amigos inseparables
Es un lugar maravilloso. Me encanta despertar y oír cantar a los pájaros,
dijo Peter. A mí, me fascina oler el perfume de las flores y que el viento me
sople en la cara, aseguró Lowin. Así iniciaban todas las mañanas de
primavera para el oso Lowin y el zorro Peter. Ambos se tendían sobre el
abundante pasto verde a descubrir las formas divertidas que se hacen con
las nubes.
Desde muy pequeños, Lowin y Peter son amigos. Se conocieron en un
soleado y colorido día de primavera. El astuto Peter cazaba insectos entre
las flores, mientras que Lowin comía plantas muy cerca de donde se
encontraba el zorro.
De repente, Peter descubrió una mariposa y estaba decidido a atraparla. Se
colocó en posición de ataque y cuando saltó para agarrarla, chocó con
Lowin.
- Auchhhhh, ¿Qué haces?, me lastimaste - dijo el oso.
- Disculpa, no era mi intención, intentaba capturar una mariposa, pero la muy astuta se me escapó - contestó
Peter.
- Ahhhhhh, bueno no hay problema. Me llamo Lowin y ¿tú cómo te llamas?
- Peter, pero ¿vives en esta montaña? Nunca antes te había visto...
De esta manera, se inició una larga conversación entre estos dos cachorros, y desde entonces, son los mejores
amigos que se conoce por la montaña de Pando. Ahora son unos inquietos adolescentes en busca de las más
divertidas aventuras. Un día de primavera, Peter le propuso a Lowin iniciar una aventura en los gallineros del
granjero Jorge. A Peter le encantaba asustar a las gallinas.
- Está bien, acepto, - dijo el oso-, pero con una condición.
- ¿Cuál? - Preguntó el zorro.
- Después de jugar nos vamos a la laguna a darnos un refrescante baño.
- Trato hecho. Enseguida Peter empezó a planear cómo entrarían al gallinero. Tomó una ramita y sobre la
tierra comenzó a dibujar un mapa para explicarle a Lowin de qué manera trabajarían en equipo para no dejar
escapar a ninguna gallina y darles un buen susto.
- Yo soy más pequeño y delgado, voy a entrar cuidadosamente al lugar donde las gallinas duermen. Y tú, como
eres más grande, te quedarás afuera esperando que las gallinas salgan. Justo en ese momento, empezamos a
corretearlas por toda la granja, dijo el zorro. El oso asintió y de inmediato pusieron su plan en marcha.
A la cuenta de tres, tanto Peter como Lowin se pusieron en acción. Al cabo de unos segundos, empezaron a
salir las gallinas. Mientras tanto, afuera del gallinero se encontraba Lowin, esperando para correr detrás de las
pequeñas aves. Al cabo de unos segundos, el zorro y el oso se encontraban corriendo de un lado a otro,
cuidándose de no dejar escapar a ninguna gallina.
Casi cumplieron su misión, cuando repentinamente los sorprendió el granjero Jorge. Jorge, un señor gordo,
alto y un poco gruñón, se montó en su tractor y comenzó a corretear a Peter y a Lowin por toda la colina. El
zorro y el oso casi se dan por vencidos, pero después de tanto correr, encontraron un escondite. Allí,
estuvieron unos minutos. Cuando se aseguraron que Jorge se había marchado, salieron.
- Peter, siempre tus ideas terminan metiéndonos en problemas. Pasamos un buen susto.
- Sí, sí, ya lo sé. Pero fue divertido, admítelo.
- Tienes razón.
Estos intrépidos amigos dejaron escapar una larga carcajada. De camino a la laguna, ya se encontraban
planeando la aventura del siguiente día. Peter y Lowin disfrutaban al máximo de los días de primavera, su
estación del año preferida. Y tal como habían acordado antes de iniciarse en la divertida persecución de las
gallinas, se dirigieron hacia la laguna a darse un divertido y relajante baño.
FIN
La hermana malvada
(CUENTO REALISTA)
Nadie había querido jamás a Paty como su hermana Azul. La adoraba despierta con todos los sentidos e
incluso tenía sueños rutinarios en los que se paseaba junto a su hermana gemela en un mundo donde no
había más individuos que ellas dos: y eran felices, y se querían intensamente.
Pero a la luz del día las cosas eran diferentes. Azul tenía un carácter muy posesivo y cada vez que su hermana
Paty intentaba hacer algo con lo que ella no estuviera de acuerdo, tenía que someterla a sus torturas; sentía
que así debía ser para que su hermana comprendiera lo mucho que ella la amaba.
El tiempo pasó y fue separando lentamente a las hermanas; aunque no en el corazón de Azul, que siguió
amando a su hermana hasta el último minuto de su vida. De hecho, en el instante que sufrió aquel trágico
accidente que le quitó la vida, su último pensamiento fue para Paty.
A Paty la entristeció muchísimo la muerte de su hermana; no obstante, estaba acostumbrada a seguir
adelante, así que, como lo había hecho tantas veces, impidió que la tristeza la estancara y continuó viviendo. Y
cuando consiguió recuperar la estabilidad en su vida; cuando dejó de llorar la pérdida y retomó sus
actividades de siempre, algo pasó que la fundió en la más absoluta incertidumbre.
Una tarde mientras observaba a la gente que viajaba a su lado en el tren un recuerdo afloró intensamente de
su interior. No fue el hecho de evocar un instante lo que llamó su atención -los medios de transporte eran un
espacio ideal para viajar a otros momentos de su vida-, sino el darse cuenta de que ese recuerdo no le
pertenecía. A partir de ese día comenzaron a asaltarla imágenes, momentos y emociones que jamás había
experimentado. Y cuanto más recordaba más segura estaba de que esos instantes le pertenecían a Azul.
Desde entonces, su vida nunca volvió a ser la misma. Comenzó a vivir en el recuerdo de su hermana y pudo
conocer en carne propia cuánto la había amado la pequeña Azul. Y también supo que ya era demasiado tarde
para todo. La imposibilidad de sanar el pasado le pesó como no le había pesado la pérdida, y la acompañó
para siempre.
El gigante de la mentira
— ¿Te has dado cuenta, mamá? El sol va a salir, eso significa que mi
amiga Marita me va a visitar. ¡Es tan alegre! Cuando viene a casa
pareciera que el sol viene con ella.
La mamá, conociendo la razón por la cual su hija Lucecita no podía ser
como Marita, le dijo:
— Yo pienso que eso será porque Marita no sabe mentir. ¿Sabes?
Cuando se le mira a la mentira ésta viene sólo con la intención de
oscurecer a quien le da importancia, porque como es muy fea así
nomás no se deja ver; entonces, la luz que todo lo ve, como no soporta
a la mentira, se retira del corazón que no sabe apreciarla. Y esto es lo
que te ha sucedido a ti porque a veces mientes, ¿o acaso no es así?
— ¡Ah!, yo no quisiera que se vaya mi luz, ya no voy a mentir, mamá.
— Está bien, ojalá sea así, hijita.
Y, mirando el reloj, le dijo:
— Ya son las 5 de la tarde, te toca tu remedio.
— ¡Ah!, mi remedio –dijo Lucecita–, ese remedio no me gusta.
— Pero tienes que tomarlo, hija, sino no vas a sanar de tu resfriado, ve y tráemelo.
Lucecita, mientras se dirigía al lugar donde se hallaba el remedio, pensó:
— ¿Y si lo escondo? Así me libraría de él y mi mamá pensará que se ha perdido. Pero si vuelvo a mentir, quien
sabe venga la oscuridad a mi corazón. ¡Ah!, pero no me gusta el remedio.
— Mamá –le dijo–, no encuentro el remedio, parece que se ha perdido porque lo he buscado por todos lados
y no está.
La mamá, conociendo que Lucecita había vuelto a mentir, le dijo:
— Tus ojos están caídos y tristes, ¿por qué será?
— No lo sé –le dijo Lucecita.
— Yo sé que has vuelto a mentir. ¡Qué pena!, porque si sigues así, la alegría que todavía se asoma por tu
mirada ya no te volverá a sonreír.
Lucecita, al ver que su mamá la había descubierto, se dijo:
— Parece que a mi mamá no le puedo mentir, porque por más que me esfuerzo en ocultarle las cosas, ella,
como adivina, todo me descubre. Qué vergüenza siento. Ahora, ¿qué le diré? Bueno, lo único que me queda
es traer el remedio y hacerle caso.
Y así lo hizo.
La mamá, bastante triste por lo que le estaba sucediendo a su hija, le dijo:
— Lucecita, veo que la mentira ha empezado a crecer en tu corazón como un gigante egoísta, que no le
interesa nada más que salir con su gusto. Fíjate, tú recién tienes 7 años, cuando seas mayor cómo será ese
gigante, y si no encuentras la solución para sacarlo de tu corazón quien sabe ya no lo sacarás nunca, porque
será de repente más astuto que tú. Mira, si así nomás cómo te tiene, por su culpa la luz que te hacía brillar, al
ver que su cabeza fea empezaba ya asomarse por la ventana de tu corazón, salió corriendo. ¿Y sabes por qué?
Porque fuiste tú la que permitiste eso, y eso a la luz no le gustó.
— ¡Qué pena, mamá! Y tienes razón, pero cómo haré para que el gigante de la mentira no siga creciendo,
para que no me rinda ante sus pies.
— Bueno –le dijo la mamá–, dale la espalda, porque si sigues así te irá quitando la fuerza de tu espíritu que
ahora todavía llevas, porque lo único que quiere es debilitarte día a día, porque él sabe que así te manejará a
su antojo. Y es más, terminará por encarcelarte, y si esto te sucede va a ser muy triste para ti, porque te hará
vivir el resto de tus días encerrada y terminarás por parecerte a él. ¿Eso quieres?
— No, mamá, ahora me estoy imaginando que debe ser horrorosamente feo.
— Qué bien, hija, entonces, síguete imaginando, porque todavía muestras un rostro bonito, porque eres
pequeña, y como la luz sabe que todo lo haces con inocencia se compadece de ti, y por momentos regresa y
se vuelve a quedar contigo.
— Entonces, la inocencia es buena.
— Así es –le dijo la mamá–, es muy buena, linda y pura, y habita en los corazones de todos los niños. Pero
bueno, ¿qué has pensado hacer? Dime, porque todavía estás a tiempo para librarte del gigante.
Lucecita le dijo:
— No lo sé todavía. ¿Qué me aconsejas, mamá?
— Te aconsejo que mires al cielo y le pidas a Dios que te mande sus fuerzas.
— Pero, ¿tú crees mamá que Dios me querrá escuchar? Como Él lo ve todo sabe que he mentido muchas
veces.
— Dios es infinitamente bueno –le dijo la mamá–, te va a escuchar, sólo quiere que lo busques con
arrepentimiento de corazón y vas a ver cómo va a compartir sus fuerzas contigo.
Lucecita, después que escuchó a su mamá, hizo exactamente lo que le aconsejó, y mirando al cielo con el
corazón ya arrepentido, dirigiéndose a Él, le dijo:
— Dios mío, Tú lo sabes todo, y sabes que he mentido muchas veces, pero ya no deseo seguir mintiendo,
ayúdame por favor, porque no quisiera que el gigante de la mentira me atrape, porque es tan malo que
seguramente no va a querer parar hasta dejarme sin vida. Y yo quiero vivir alegre y feliz como mi mamá y toda
mi familia.
Y mientras oraba, a Lucecita le pareció ver que el cielo se iluminaba con el mismo resplandor, como era antes
cuando todavía no conocía a la mentira. Entonces, comenzó a apreciar con más alegría al sol, a los árboles, a
las flores y a todas las personas.
La mamá, al ver a Lucecita que se encontraba nuevamente alegre y radiante, se dio cuenta que Lucecita había
aprendido una gran lección.
— Qué bien, Lucecita, veo que ahora la luz de Dios siempre te acompañará a donde vayas; por lo tanto, ya no
existirá nada que te haga caer desde el lugar donde ahora te encuentras, porque con la sonrisa que llevas,
hace que yo te vea como si estuvieses viviendo en el mismo cielo.
Y abrazándola con mucho amor, le volvió a decir:
— Mañana seguimos conversando porque ya es hora de dormir. Que Dios te bendiga, hijita.
— Y a ti también, mamá, –le dijo Lucecita.
Fin
La corderita Lola (Cuento Realista/Naturalista)
De pronto la gallina Tina salió corriendo a la cuadra gritando: “¡Ya están
aquí!” y volvió a entrar. Todos los animales se acercaron a mirar y vieron en
un rincón a la oveja Gilda y a su lado había dos pequeños corderitos.
-Os presento a mis bebés -dijo Gilda-
-Este es Toni
Y el pequeño corderito se levantó dando saltos por encima de su mamá
-Y esta es Lola
Pero la corderita, al contrario que su hermano, no podía levantarse
-¡Ánimo Lola! –La decía su mamá-
Pero Lola no podía levantarse, había nacido con las patitas delanteras
torcidas y no se podía sujetar.
Todos estaban muy tristes por la cordertita y más pensando lo que haría su
amo Rober, cuando la viese.
Al cabo de un rato llegó Rober para sacar las ovejas al pasto y vio a los dos
corderitos. Se acercó y se dio cuenta de que Lola no se ponía en pie, frunció el ceño y dijo:
-“No sobrevivirás si no puedes andar”.
Pensando en cómo podía ayudarla, Rober, puso unas pequeñas tablas en sus patitas para que se pudiese
poner de pie, pero no podía andar. Pasaban los días y la pobre Lola se esforzaba por caminar.
-¡Venga Lola, tu puedes! –La animaba su hermano- ¡Primero una patita y después la otra!
Lola iba muy despacio y enseguida se cansaba, pero no se daba por vencida, ella lo intentaba una y otra vez.
Un buen día, su amo Rober, decidió llevarla a pastar al monte con las otras ovejas, la llevaba en brazos, ya que
Lola, no podía seguir el paso de las demás.
Después de estar toda la mañana paciendo, llegaron a un prado, donde se tumbaron a echar la siesta. Hasta
Camilo y Rulo, que eran los perros encargados de cuidar el rebaño, se tumbaron debajo de un árbol a dormir.
Mientras tanto, Lola seguía haciendo ejercicios y dando pasitos, quería andar como las demás. A veces, en
sueños, se veía corriendo por el monte, sin necesidad de que su dueño la ayudase, por eso se esforzaba, cada
día más, quería que su amo Rober, se sintiese orgulloso de ella.
Seguía dando pasitos, cuando oyó un ruido entre la maleza, al mirar, vio un animal enorme acechando a las
ovejitas, tenía unos dientes enormes y se relamía. Fue entonces, cuando Lola se dio cuenta, de que era un
lobo, su mamá, la había hablado de él, ¡¡Era un ser malvado y venía a comérselas!! Entonces Lola, sin
pensarlo, comenzó a dar saltos con todas sus fuerzas y a gritar:
-“¡Camilo, Rulo! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!”
Todos se despertaron y empezaron a correr de un lado a otro, mientras Camilo y Rulo espantaban al lobo con
sus ladridos y enseñando los dientes, muy enfadados.
El lobo, al ver que eran dos perros contra él, se dio la vuelta y se marchó.
La pobre Lola estaba en el suelo, agotada, no podía ni ponerse en pie, pero estaba contenta, el lobo se había
marchado. Sintió que la levantaban del suelo y miró hacía arriba: ¡Era su amo, que la cogía en brazos!
Su amo la había visto dar saltos alrededor de los perros y comprendió que gracias a eso, ella les había avisado
y el lobo, no había atacado al ganado.
El amo Rober, la llevaba en sus brazos y la miraba con dulzura, mientras decía:
-¡Estoy muy orgulloso de ti!, ¡Has hecho un esfuerzo muy grande y has sido muy valiente!
Al llegar a la granja, todos felicitaron a Lola por su valentía, ella se sentía muy feliz, pero no por eso, dejó de
esforzarse y siguió dando saltos, hasta que sus patitas, se hicieran fuertes.
Tiempo después, se podía ver a Lola subir con sus compañeras a pastar, no tenían que llevarla en brazos, iba
dando saltos, cuando la gente la veía, les hacía mucha gracia, pero su amo Rober exclamaba:
-¡Es mi mejor oveja!
Lola, vivió muchos años feliz en su granja.
Fin
Fabula el Pastor mentiroso
Estaba un pastor de ovejas junto con su rebaño, el cual
comenzó a gritar con todas sus fuerzas: "¡Auxilio! ¡Auxilio!
El lobo viene por mis ovejas". El pueblo, dejando a un lado
todos sus quehaceres, acuden al llamado del joven, para
darse cuenta que no es mas que una chanza pesada.
El joven vuelve a hacerlo una segunda vez, y temiendo el
pueblo, volvió. Sin embargo, nuevamente no era mas que
una burla. Luego gritó de nuevo, siendo esta vez verdad
que el lobo estaba atacando, sin embargo el pueblo no
creyó en sus gritos, por lo que la fiera terminó devorándose
el rebaño.
Moraleja: Mentimos y mentimos, y perdemos la confianza que los demás tienen en nosotros. Cuando
digamos la verdad, no nos creerán.
LA SUCIA
Dicen que cierta noche un joven de un pueblo de Santa
Bárbara salió de su casa a visitar una muchacha que le
gustaba, la verdad es que él estaba muy enamorado.
Se quedó con la muchacha hasta pasadas de las 9:00
pm. Cuando regresaba a su casa, al cruzar por una
quebrada (riachuelo) vio a una joven lavando su ropa
por lo que debido a que era de noche y que no había
nadie más alrededor trató de seducirla sin que la
muchacha le correspondiera y manteniéndolo
ignorado sin darle la cara. Él, abusivo y al sentir el
desprecio de la joven, trató de abusar de ella,
sujetándola con fuerza y trató de apartar la enorme
cabellera que le cubría el rostro de la mujer sin resultado alguno. La mujer se soltó de él y apenas alcanzó a
escuchar un ligero sollozo de ésta, pero el hombre no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de
seducirla. Se disculpó por el forcejeo y le dijo que lo único que quería era un beso por lo que la mujer asintió
con la cabeza y él se acercó a ella, apartando su pelo para dejar al descubierto su rostro y poderlo besar.
Haciendo esto se escuchó el mayor alarido que garganta humana puede escuchar y el hombre salió corriendo
volviéndose loco en el acto, y lo único que exclamaba era que había visto una mujer con cara de monstruo y
con un aliento pestilente. Hoy en día se dice que esta mujer se le aparece a los hombres mujeriegos en sitios
solitarios de su camino y es muy conocida como La sucia por su costumbre de aparecerse lavando ropa sucia.
Leyenda El Sisimite
Según narra la leyenda, El Sisimite, también conocido
como Itacayo es un monstruo muy parecido al temible
Pie Grande de Los Estados Unidos, y al Yeti del Tibet
tanto en apariencia como en sus misteriosos
avistamientos.
El Sisimite es una especie de mono, o monstruo, de
largo pelaje, gran altura y mucha fuerza que habita en
las cuevas que están en lo profundo e inaccesible del
bosque, se alimenta de frutas y vaga libremente por las
montañas más altas.
Se dice que los Sisimites bajaban de las montañas a
lugares mas transitados del bosque en busca de mujeres, a las que secuestraban y se las llevaban a sus
cuevas, naciendo de esta unión una especie de hombres mono.
Muchos pobladores aún comentan con admiración la asombrosa historia de una mujer que logró escapar de la
cueva donde la tenía secuestrada el Sisimite.
Se dice que el monstruo al darse cuenta del escape persiguió a la mujer con los tres hijos de ambos pero ella
no se detuvo y cruzó el rió.
Del otro lado se detuvo un instante y vio como el Sisimite enojado porque no regreso tiró los niños al río y se
ahogaron.
Al Sisimite se le asocia al Dios Chac de la Cultura Maya y los pobladores aseguraban que en el interior de las
cuevas están grabadas las manos y huellas que dejaron los sisimites.
Mitos
Para la buena suerte con champán
El champán es un bebida alcohólica a la que se le ha asociado con la buena
suerte. Invita a la misma con sus burbujas. Cuando se brinda, el que
ofrenda vuelca sus mejores deseos, que se vehiculizan a través de las
burbujas de la bebida.
Un elaborado rito es el siguiente:
Se necesita de una copa de champán y una vela. Debe llenarse la copa con
champán y encender la vela. Se coloca una música suave y agradable para
el ejecutante. El que realiza el rito debe sentarse en un sillón.
La luz de la vela debe estar en tu ángulo de visión, sin que se deba cambiar este para ver la llama. La copa
debe estar al alcance de la mano. Además, la luz de la vela debe atravesar la copa, de forma que el champán
pueda apreciarse iluminado por la llama.
El ejecutante debe observar las burbujas del champán y pensar que cada una es algo que la vida va a
ofrecerle. Debe pensar en cada uno de sus deseos y volcarlos uno por uno en la copa. Una vez terminados
todos, debe beberse el champán lentamente y dejar que la vela arder hasta que se extinga.
La princesa y el enano
Había una vez una princesa que vivía en un palacio muy grande. El día en que cumplía trece años hubo una
gran fiesta, con trapecistas, magos, payasos….. Pero la princesa se aburría. Entonces, apareció un enano, un
enano muy feo que daba brincos y hacía piruetas en el aire. El enano fue todo un acontecimiento.
Bravo, Bravo, decía la princesa aplaudiendo y sin dejar de reír, y el enano, contagiado de su alegría, saltaba y
saltaba, hasta que cayó al suelo rendido. “Sigue saltando, por favor” dijo la princesa. Pero el enano ya no
podía más. La princesa se puso triste y se retiró a sus aposentos…..
Al rato, el enano, orgulloso de haber agradado a la princesa, decidió ir a buscarla, convencido de que ella se
iría a vivir con él al bosque. “Ella no es feliz aquí” pensaba el enano. “Yo la cuidaré y la haré reír siempre”. El
enano recorrió el palacio, buscando la habitación de la princesa, pero al llegar a uno de los salones vio algo
horrible. Ante él había un monstruo que lo miraba con ojos torcidos y sanguinolentos, con unas manos
peludas y unos pies enormes. El enano quiso morirse cuando se dio cuenta de que aquel monstruo era él
mismo, reflejado en un espejo. En ese momento entró la princesa con su séquito.
“Ah estas aquí, qué bien, baila otra vez para mí, por favor”. Pero el enano estaba tirado en el suelo y no se
movía. El médico de la corte se acercó a él y le tomó el pulso. “Ya no bailará más para vos, princesa” le dijo.
“¿Por qué?” preguntó la princesa. “Porque se le ha roto el corazón”. Y la princesa contestó: “De ahora en
adelante, que todos los que vengan a palacio no tengan corazón”.
EL ÁGUILA Y LA HORMIGA
Luis Andres Zuniga
Un ruiseñor fue a posarse sobre una rama y empezó entonar el mejor de sus trinos.
El jumento quedó maravillado ante el divino canto. Sintió en su corazón algo como deseos de amar, sintió una
impresión dulcísima. He aquí mi camino, pensó el jumento; éste que canta es poeta y músico; yo no podré ser
músico pero seré poeta. Y desde el siguiente día empezó a estudiar retórica y gramática
El jumento escribió una poesía en la que trabajó de modo penosísimo. Como le había costado tanto, pensó
que era magnifica, y lleno de orgullo, fue a ver a su primo, el mulo, para enseñársela. Primo le dijo el
alborozado, he escrito una linda poesía. El mulo hizo un gesto de sorpresa y le dirigió una mirada de
incredibilidad, voy a leértela, agrego el jumento, y rebuznó las estrofas. El mulo le dijo que esos versos están
malos, porque no tienen sentimiento. Nosotros no servimos para esas cosas. Tú no entiendes nada de poesía
le dijo el jumento. Careces de preparación literaria, por lo que tu juicio tiene un valor negativo. Si quieres,
balbuceo el mulo, podemos ir a ver al búho, que es doctor en letras. Fueron los dos primos donde el doctor.
Venimos señor doctor, dijo el jumento, a recabar su autorizada opinión acerca de una poesía que he escrito.
El jumento rebuznó sus estrofas. Y le pregunto ¿Qué le parece mi poesía?
El búho dijo- Mis juicios son siempre rectos, puede usted estar seguro que sus versos no tienen méritos ¿Así
que usted no cree que yo sea poeta? dijo el jumento- yo creo que usted no es poeta murmuró el búho. Todos
nacemos para hacer algo. Cada uno de nosotros tiene una cualidad con la que puede triunfar. Y dígame
doctor, dijo el jumento. ¿Podría yo ser escritor? ¿Y cree que podría ser filósofo? El búho hizo un gesto de
impaciencia y le dirigió una mirada de reproche. Luego dijo el jumento ¿Y para qué cree que he nacido yo?
Para la carga sentencio el búho.
El jumento a pesar, a pesar de todo lo que el búho le dijo que él nunca podría ser un escritor y que él había
nacido para la carga, el burrito de vez rebuzna una que otra estrofa, y lo hace más frecuentemente en la
estación de sus amores.
Moraleja
Esta fábula representan dos clases sociales diferentes, el búho representa la clase alta porque tenía un
doctorado en letras y la clase baja, la representa el jumento quien a pesar de su esfuerzo por convertirse en
poeta o escritor no contaba para la sociedad, no lo tomaban en cuenta, más que para la carga. No podía
ascender y sus obras eran rechazadas, el búho consideraba que su poesía no contaba con las reglas que debe
poseer, no tenían importancia y no podría llegar ser escritor. El jumento debía aceptar que había nacido
únicamente para la carga.
Refranes
CANCIONES
El Bananero El Candu
Con mi carreta vengo llegando Negrita para amarte nació mi corazón. (bis)
De allí nomas de guaruma dos, Y si sabes sentir, y si sabes amar
Con mi carreta que van tirando si tienes corazón, acuérdate de mi.
Mis cuatro bueyes confiando en Dios Candu, candu, candu… (bis)
Con mi carguita vengo llegando Yo vi un puñal agudo dirigido para mi. (bis)
Para vender aquí en la ciudad, Por una linda joven, por una linda joven
Por eso llego siempre cantando Por una linda joven, que con mis ojos vi.
Mi canto alegre del bananal. Me voy andar el mundo no solo por andar. (bis)
Con mi cargamento pregonando voy Soy gallito y tengo espuelas, soy gallito y tengo
El oro verde porque yo soy bananero, espuelas,
Con mi cargamento muy contento voy Soy gallito y tengo espuelas, donde quiera puedo
Mientras miro con asombro al forastero. cantar.
Bananero, ay Bananero soy! Candu…
Ya me alejo, ay! Pronto ya me voy; Negrita si me quieres no lo des a conocer. (bis)
Y se lleva el viento mi alegre pregón Que la gente en este pueblo, que la gente en este
Y me grita en un momento, Bananero, pueblo,
Y mi pobre cargamento se me acaba Que la gente en este pueblo, hasta pagan por
Y se llena de dinero mi bolsón. saber.
Bananero ya no soy, Candu…
Ya me alejo, ya me voy. Con esta me despido y adiós por que me voy. (bis)
Que solo yo en tus brazos, que solo yo en tus
brazos,
Que solo yo en tus brazos, podre tener quietud.
Candu…
El Pitero – Canción Folklorica A la Capotin – Canción Folklorica
Tan limpio que andaba A la capotin tin tin tin
que ayer me mudé que esta noche va a llover
Buscando a pitero a la capotin tin tin tin
todo me enlodé. que esta noche va a llover.(bis)
Cójanlo, cójanlo, Asómate mujer moza
Allí se metió Dueña de mi corazón
Que no se me vaya Y escucha las tristes quejas
Ese hermoso pitero. De tu amante trovador.(bis)
Se metió en el monte A la capotin tin tin tin
lo busco con luz Que esta noche va llover
y sale pitero A la capotin tin tin tin
Diciendo ¡ay Jesús! Que esta noche va a llover.
Pitero está gordo Que trabajos pasa un hombre
Pa’ alivio de males por querer a una mujer
Y salen diez pesos se traspasa se desvela
De nacatamales. y se pasa sin comer.
Uchú, campirana A la capotin tin tin tin
Uchú, fantasia Que esta noche va llover
Atrápenlo duro A la capotin tin tin tin
De la rabadilla, (bis). Hasta el amanecer.
Al indio le gusta Quieres que te ponga la capilla blanca
El maíz doradito, Quieres que te ponga la capilla azul
Pero más le gusta Quieres que te ponga el gorro colorado
El pitero bien frito. Quieres que te ponga lo que quieras tú.
Al indio le gusta No me mates, no me mates
El maíz amarillo Con pistola ni puñal
Pero más le gusta Mátame con un besito
El pitero tordillo. De tus labios de coral.
Pa’ alivio de males A la capotin tin tin tin… (bis)
Señores les fio,
Quien quiera comerse
Un tamal de pitero.
Tamal de pitero
No lo como yo,
Porque mi abuelita
De eso se murió.
Adios Garcita Morena Parinde
Adios garcita morena Parindé titirigüi,
Garcita del arenal parindé trimanagé,
si tu me has desconocido toma kiotuche, la cuadrine
Yo soy tu palomo real. titirigüi, trimanagé.
Ayer pase por tu casa, Apipirindonga, apipiriyoro
Pase llorando por vos Pluplú,pluplú, plupluplupluplú
Un sentimiento llevaba Yo soy el indio gualcinse,
Que nunca te dije adiós. que vengu de tierra fría,
Las naranjas y las uvas con mi cacaste en el lomu,
En el palo se maduran y muchas cositas dentru
Ojitos cuando se quieren También yo traigo a mi negra
Desde el árbol se saludan A pasearlu por la fiesta
Aquí me tienes parado Le compru medio de atole
Como garcita en laguna Al uso del español
Como quieres que me vaya Parindé titirigüi,
Sin esperanza ninguna. parindé trimanagé,
toma kiotuche, la cuadrine
titirigüi, trimanagé.
Apipirindongam apipiriyoro
Pluplú,pluplú, plupluplupluplú
Mañana que yo me vaya
El cacaste dejaré
Y las cositas te encargo
Negrita, olorosa a té
Yo soy el indio Gualcinse
Que viene de tierra fría
con mi cacaste en el lomo
y este rimero e’ tortillas
A la canenú, canenú
Cane, cane nú
Parindé titirigüi,
parindé trimanagé,
toma kiotuche, la cuadrine
titirigüi, trimanagé.
Apipirindonga, apipiriyoro
Pluplú,pluplú, plupluplupluplú
LOS INDITOS FLORES DE MIMÉ
Coplas religiosas:
El pueblo se estremecía
viendo sufrir a Jesús,
el Cordero agonizaba
en el árbol de la Cruz.
/
Ejemplos de coplas de muerte:
Los estados y riqueza,
que nos dejen a deshora
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Coplas de animales
Pajarillo
Pajarillo, pajarillo,
pajarillo bandolero,
con ese cantar que tienes
te pareces al jilguero.
La guacamaya
Estaba la guacamaya
parada en un carrizuelo,
sacudiéndose las alas
para levantar el vuelo.
El tejón
Si buscaras al tejón,
búscalo por los arroyos:
no lo busques en las casas,
que no es gallina con pollos.
Caperucita Roja
Había una vez una niña llamada Caperucita Roja. Su mama, que sabía coser muy bien, le había hecho una
caperuza roja para que estuviera calentita y protegida del viento y como a la niña le gustaba mucho la llevaba
a todos los dias, por lo que todo el mundo la llamaba así.
Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su abuelita porque estaba enferma, para que le llevara en
una cesta pan, chocolate, azúcar y dulces.
Su mamá le dijo: no te apartes del camino de siempre, ya que en el bosque hay lobos y es muy peligroso.
Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente, se encontró con el lobo y le
dijo:
-Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas tu tan bonita?.
-A casa de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces.
-¡Vamos a hacer una carrera!- Le dijo el lobo
-Te dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte ventaja.
Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado.
El lobo llegó antes a la casa de la abuelita y se comió a la pobre ancianita.
Pasaban por allí unos cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas y sus cuchillos de caza.
Uno de ellos le dió un golpe muy fuerte al lobo feroz en la cabeza y el lobo cayó al suelo desmayado. El
cazador cogió su cuchillo y le abrió la panza al lobo sacando a la abuelita de Caperucita, que aún estaba viva y
para darle un escarmiento al lobo le lleno la barriga de piedras y le volvió a coser la barriga. Después de esto
se fueron apresuradamente de allí.
Al cabo de un rato el lobo despertó y sintió una terrible sed y se fue corriendo al rio a beber agua pensando
que la pesadez de su barriga era por la abuela de Caperucita. Al acercarse a la orilla, la barriga le pesaba tanto
tantísimo que se tambaleó y cayó al agua, ¡y se ahogó !
Caperucita después de este susto aprendió la lección y núnca jamás volvió a desobedecer a su mamá.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
DICHOS
Rimas
PEDRITO EL MENTIROSO
Valores: honestidad, arrepentimiento
Pedrito el mentiroso Pedrito siempre inventaba historias. Tenía mucha imaginación y sus historias eran tan
disparatadas que nadie lo tomaba enserio y por eso le llamaban "Pedrito, el mentiroso"
- Mamá, ¡anoche vino un extraterrestre a mi habitación y me llevó a la Luna! – le dijo una mañana a su mamá.
- Pedrito hijo, ¡Qué cosas tienes! – le dijo su madre.
Un día de vacaciones, Pedrito se fue al campo y encontró una casa muy antigua de la que salían ruidos muy
extraños.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? –gritó.
Pero nadie salió de la casa, así que Pedrito abrió la puerta y… alucinó cuando vio lo que había dentro.
- ¿Quién eres? ¿Qué es eso? – preguntó.
Allí había un anciano con gafas de culo de vaso rodeado de cacharros y una especie de máquina gigante.
- No te puedo decir qué es esto, niño. ¡Vete de aquí anda! – le dijo el anciano.
Pero Pedrito no se fue. Se escondió y, sin que el anciano se diera cuenta, se metió dentro de la máquina.
- ¡Ahora sí! ¡Por fin funcionará después de tantos años! – dijo el anciano en voz alta.
De repente, se encendieron un montón de luces, empezó a salir humo y la máquina comenzó a moverse muy
rápido hasta que por fin paró.
La puerta se abrió y Pedrito asomó la cabeza. Todo era blanco a su alrededor.
- ¿Dónde estoy? – se preguntó.
Pero, de un golpetazo, la puerta se volvió a cerrar, se volvieron a encender las luces , salió todo ese humo y se
volvió a parar.
Cuando la puerta se abrió, Pedrito vio al anciano mirándolo atónito.
- Pero, ¿qué estás haciendo ahí? - Le preguntó el anciano.
Pedrito, muy sorprendido, sólo quería saber qué era lo que había pasado.
- Llevo muchísimos años trabajando en esta máquina y, si todo ha salido bien, creo que has viajado a la luna.
Pedrito no podía creerlo…¡Había viajado a la luna!
Pedrito el mentirosoo tardó ni un segundo en salir corriendo para contárselo a todo el mundo, pero, como era
de costumbre, nadie lo creyó.
- Si no me creéis, ¡venid conmigo! – les dijo a todos.
Todos fueron en busca del anciano, pero cuando llegaron a la vieja casa, allí sólo había trastos. No había ni
rastro de la máquina o del hombre.
Nadie lo creyó y Pedrito se dio cuenta aquel día de que no le merecía la pena mentir a todo el mundo con sus
historias porque si no nadie le creería cuando contase la verdad como en aquella ocasión.
Aprendió la lección y nunca más mintió, hasta que con el paso del tiempo, cuando volvió a contar la historia
del viaje a la luna, por fin todos le creyeron.
Mitos
El gato negro...
En el mundo del misticismo, los gatos son portadores de un poder mágico infinitamente
superior al del hombre. Con toda probabilidad, esta antigua creencia deriva de la
adoración a la diosa egipcia Bubastis, que tenía forma de gato. Los egipcios estaban
convencidos de que los gatos poseían alma
Viernes 13...
Desde tiempos remotos, el número 13 ha sido fatídico, debido
principalmente a la muerte violenta que sufrieron varios dioses
decimoterceros de la Antigüedad y, ¡cómo no!, a la suerte del decimotercer
invitado en la Última Cena de Jesús. Por otro lado, el viernes adquirió en el
mundo sajón su reputación de día nefasto, debido a la muerte de Jesús.
Obviamente, la coincidencia del número 13 y del día viernes no puede ser
de peor agüero.
Derramar sal...
Mala suerte, si esto le ocurre al manipular el salero, a menos que se apresure
a tomar una pizca y arrojarla por encima del hombro izquierdo
“directamente a la cara del diablo”. Porque éste es el sitio desde el que
Pedro Botero, es decir, el diablo, espera paciente a que nuestra naturaleza
pecadora renuncie al alma para siempre. La sal arrojada no tiene otro fin que
cegarlo temporalmente, para que el espíritu tenga tiempo de volver a quedar
afianzado por la buena suerte.
Momificación en vida
Durante el milenio pasado, un grupo de monjes budistas desarrolló una
técnica de momificación que consistía en completar tres etapas de
grandes sacrificios, cada una de mil días, para conseguir que sus cuerpos se
mantuvieran luego de su fallecimiento. Su objetivo principal era alcanzar el
estado más cercano a la perfección de Buda. Cabe mencionar que no todos lo
practicaron y que tan solo un pequeño porcentaje de los valientes obtuvo los
resultados esperados.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía
sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola
moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y
el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus
manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se
atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo
alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su
mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con
bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan
bien!
La nieve empezó a caer con mas fuerza y la vendedora se refugió en un portal. Y como el frío era muy intenso,
encendió uno de los fósforos para calentarse las manos. En medio de aquella luz, se le apareció un árbol
navideño.
CUANDO el ro se apagó, el árbol se desvaneció. Al encender otro vio en el círculo de la llama la figura de su
madre, que estaba en el Cielo.
-Mamá, mamá,, ¿por qué no me llevas contigo?, Le gritó la pequeña vendedora.
Sonriendo, su madre le cogió la mano y le invitó a subir por una larguísima escalera de nubes. A pesar de eso,
la niña no sintió cansancio alguno ni la fría caricia del viento. Nuestra amiga era feliz por estar junto a su
madre.
A la mañana siguiente, los transeúntes encontraron a la pequeña vendedora de fósforos en el portal, como
dormida. Su alma había volado al Cielo.
A la mañana siguiente el pueblo descubrió, al pasar, a la vendedora de fósforos, acurrucada y muerta, en un
portal.
– Pobre niña… Ha intentado calentarse las manos con sus fósforos, dijo alguien.
Lo que todos ellos ignoraban era que la vendedora de fósforos había encontrado la felicidad. Ahora estaba en
el Cielo con su madre, jugando con los angelitos. Y nunca más, nunca más, volvería a pasar frío.
Caminar sobre las aguas
Una divertida y sencilla broma, aunque requiere de tiempo, es comprar
unos cuantos paquetes de vasos de cartón y llenarlos 3/4 partes de agua
- no vale la pena usar otro líquido, sobre todo si toca limpiarlo luego.
Después, colocamos tantos vasos como nos sea posible en la puerta de
la habitación de nuestra víctima.
Despertando al personal
Con esta broma seguro que se despierta hasta el vecino. Colocamos
una bocina pegada con cinta adhesiva potente a la pared justo a la
altura del pomo de la puerta. Cuando alguien la abra sonará un
estruendoso ruido que seguro le dará un buen susto.
La del trampantojo
Si solemos ser las cocinillas de la casa, levantaos con la disposición de
preparar el desayuno para toda la familia. Aseguraos que tenéis
melocotón en almíbar y yogurt natural. Entonces, colocad un poco de
yogurt como base en un plato de postre y encima, justo a la mitad, la
mitad de un melocotón el almíbar. La broma seguro que terminará
gustando a todos.
No hay jabón
Necesitamos un pinta uñas transparente que podemos encontrar en
cualquier droguería o en cualquier tienda de artículos baratos. Lo
único que tenemos que hacer para que no salgan burbujas del jabón
es pintarlo entero con este esmalte y listo.
ANECDOTAS
DERIVADOS DE LA LECHE...
Esta anécdota la escuché el otro día en un programa donde varios
niños y niñas entrevistan a un personaje famoso. Resulta que
estaban hablando de la leche de vaca, de sus propiedades, y de las
cosas que se pueden obtener de ella. Entonces, cada peque fue
diciendo lo que se le ocurría.
- ¡Yogur! - dijo un niño -.
- ¡Muy bien! El yogur es derivado de la leche. - le contestó el
presentador -.
- ¡El queso! - dijo una niña -.
- ¡Sí! El queso también se obtiene de la leche - asintió el
presentador -.
- ¡Los dientes! - dice otro -.
- ¿Los dientes? Querrás decir que los dientes se ponen fuertes con el calcio de la leche...
- ¡No! ¡Los dientes de leche, hombre! - insistía el niño -
Imaginaros al presentador y al invitado partiéndose de risa al entender la ocurrencia del peque. Como
siempre os digo: ¡ellos son pura lógica!
LA PIRÁMIDE
Como seguimos trabajando Egipto con los peques, esta mañana
han coloreado unos dibujos muy bonitos de faraones, el gato
sagrado, algunos dioses, los sarcófagos de las momias, etc... y
les he dicho:
- Con todos estos dibujos vamos a hacer una gran pirámide. ¡Va
a quedar chulísima!
Y viene un niño y me dice:
- Pero seño... ¿van a vernir los señores esos que tiran?
- ¿Quéeee? ¿Qué señores?
- Esos que tiran de las piedras.
- No cariño, esos señores existieron hace mucho tiempo, y ayudaron a construir las pirámides, pero ahora ya
no existen.
- ¡Pues tú sola no vas a poder con todas las piedras para hacer la pirámide!
¿Abrazos de sabores?
Esta mañana, después de hacer los trabajitos, me he dedicado a
premiar con abrazos a todos los niños que lo hicieran bien, ¡y he
repartido muchos, muuuuchos!
El caso es que cuando un niño me ha dado un fuerte abrazo le he
dicho:
- ¡Uyyyy! ¡Qué abrazo más rico!
Y el niño, se me queda mirando y medice...
- Seño... ¿es que te los comes?
Mayúsculas y minúsculas...
Los niños están aprendidendo a escribir con letras minúsculas, y para ello,
entre otras cosas, trabajamos con el nombre propio.
He preparado unas tarjetas con sus nombres para que aprendan a
escribirlo en minúscula, esta mañana me viene un niño con su nombre
escrito así: JULIO , y le digo:
- Cariño, me has escrito tu nombre con con letras mayúsculas, hay que
escribirlas en minúscula, las pequeñitas, lo repetimos, ¿vale?
El niño asiente, se lo borro, y al rato viene de nuevo...
Cual es mi sorpresa cuando veo su nombre en letras "pequeñitas", tal que
así: JULIO.
¡Qué bueno! ¡Pues claro que me las hizo más pequeñitas...!
Cuentos
Pregones
Supersticiones
Bombas con respuesta
Bomba N° 1 Bomba N °2
– El: de lejos he venido – El: de un tronco nació una rosa
rodando como un pandero y del agua un caracol
solo para decirte de los ojos de esta joven
negrita cuánto te quiero. nacen los rayos del sol.
– Ella: en ese viaje que hiciste – Ella: del cielo cayo una rosa
creo que te desnutriste y del pueblo una pared
porque tienes los ojos hundidos que dicha fuera la mía
y la mirada triste. si yo cayera en su red.
Bomba N° 3 -El: Las piñas en el piñal
– El: eres clavel eres rosa de maduras se pasan,
eres clavo de comer; así te pasará a vos
eres azucena hermosa si tu mama no te casa.
cortada al amanecer
-Ella: Si mi mama no me ha casao
– Ella: no soy clavel ni soy rosa es por que no me ha convenido,
no soy clavo de comer si no me caso con vos
no soy azucena hermosa no es de tu cuenta, metido.
si no una infeliz mujer.
Nacimientos viacrucis
Una noche mientras buscaba en mi mente alguna idea que escribir para una muestra de cuento fantástico, y
al no encontrar nada útil. Me decidí a salir a dar un pequeño paseo por las húmedas calles de la ciudad.
Al pasar por un viejo cementerio, me di cuenta de que a lo lejos unos jóvenes jugaban entre las tumbas.
Curioso me acerqué para mirarlos mejor. Eran góticos en alguna clase de aquelarre, tenían calderas en
fogatas, y todos cantaban alrededor de la más grande. De pronto todos se agacharon y comenzaron a aullar.
Yo los miraba desde una distancia considerable, escondido entre unos abetos. Comenzaron a pelearse entre
ellos, cual si fueran lobos auténticos. Al ver esas escenas decidí sacar mi nuevo celular y grabar toda esa
fantástica comedia. Pero uno de ellos se dio cuenta de mi presencia y corrió hacia mí, yo comencé a reírme
por lo cómico que me pareció un muchacho a gatas mordisqueando las valencianas de mi pantalón. Pero una
mordida paró mi risa, instintivamente le di una patada, mandándolo a volar. Los aullidos del chavo, llamaron
la atención de la manada, quienes prestos acudieron a su auxilio. Ninguno hablaba, solo lo lamían del rostro.
Luego todas las miradas se tornaron hacía mí.
Yo traté de dialogar con ellos pero ninguno hablaba solo se comportaban como animales. De pronto una
mujer que llevaba una negra y peluda piel en el cuello, dio un agudísimo aullido. Tras el cual todos
comenzaron a perseguirme en cuatro patas. Yo corrí con todas mis fuerzas hacía el bosque que estaba al
norte del cementerio. Al voltear para ver si me seguían, me di cuenta de que una autentica manada de lobos
me perseguía. Al parecer se habían acabado de transformar en animales, yo no alcanzaba a entender cómo.
Las décadas de estudio me impedían creer en algo fuera de la lógica. Tal vez la magia si existía, o tal vez los
súper poderes y ellos los controlaban, o habían tomado alguna clase de droga mutagénica.
Con las pocas fuerzas que me quedaban me trepé a un árbol. En la copa no me pudieron atrapar. Allí me
quedé toda la noche, viendo a los lobos saltar una y otra vez para morderme y tirarme. Al alba me comencé a
quedar dormido, cuando termino de salir el sol y ya no escuché movimientos, aullidos o ladridos me decidí a
bajar. A los pies del árbol estaban varios jovencitos vestidos de negro, con sus ropas rasgadas y manchadas
por el barro, el pasto y la sangre de unos y otros. En la boca de uno de ellos, un trozo de mi pantalón.
Sigilosamente los pasé, al pasar junto al enterrador este me miro divertido y me dijo que nunca olvidase no
meterme en lo que no me importaba, ya que la curiosidad si podía matarme. Yo regrese a casa, y lo primero
que hice fue contarles todo a mis familiares, pero ellos solo me tildaron de ebrio y me echaron hasta la noche,
cuando pude escribir esto.
Autor: Cristina Clemenceau F.
La Niña (Cuento de Terror)
Era de madrugada, casi cercano a las cuatro de la mañana. Hacía poco tiempo que nos habíamos mudado a
Majer, un pueblo cercano a la costa. Aunque no estaba de humor casi en todo el día porque ya no podía
juntarme con mis amigas, el ruido de las olas que castigaban en el agua me molestaba, realmente todo no iba
bien. Desgraciadamente no estaba por mejorar.
Aquella noche me despierto presa de un sueño algo extraño, no distinguía bien pero había una niña que me
decía que la ayudará, que necesitaba salir.
Reconozco que me desperté algo sobresaltada, pero en cuestiones de segundos pensé y me dije a mi misma:
– Es solo un sueño. Al día siguiente y en los sucesivos días este mismo sueño comenzaba a repetirse con más
intensidad, hasta que una mañana cuando desperté me di cuenta que algo realmente no andaba bien.
Mi contacto con la gente del pueblo era casi nula, realmente no conocía a nadie, pero estaba dispuesta a
saber que era lo que pasaba.
Me dirigí a toda velocidad hacia la biblioteca y allí solicité periódicos que dieran nota de alguna niña y me
encontré con algo después de algunas horas finalmente. Había un periódico que hablaba de la desaparición de
una niña pequeña hace unos diez años, cuando vi la foto me asusté, el miedo invadió mis cuerpo la niña era la
que estaba soñando…
Y esa… ¡Mi actual casa!. Salí corriendo a contarle a mis padres. Ellos pensaron que estaba imaginando todo,
entonces decidí emprender mi búsqueda. Hablé con los vecinos, nadie parecía saber demasiado hasta que me
topé con una anciana, ella me explicó que la niña era su nieta y que al poco tiempo de quedar viudo su
padrastro no la había vuelto a ver, ella misma había denunciado su muerte.
Entonces volví ya con más información a mi casa y no podía parar de pensar. Al otro día me levanté y fui a la
escuela donde conversé con las maestras más viejas, ellas me dijeron que era una niña muy dulce, pero que
un día había simplemente desaparecido. La policía había buscado sin parar pero no había encontrado nada.
Mis sueños se hacían cada vez más frecuentes todos eran iguales hasta que en uno pude divisar algo que
consideré podía ser una pista.
La niña estaba mojada, y entonces recordé un detalle. Las maestras me habían dicho que frecuentemente
visitaba el faro. Corrí hacia el faro y me quedé perpleja, antes de llegar en el camino de mi casa había una
especie de sótano enterrado.
El miedo no paraba de invadir mis venas, sentía que este sería el final. Cuando abrimos el sótano escondido
descubrimos la verdad, había un cadáver situado en el fondo. Llamamos a la policía que logró constatar que
era la niña.
Buscaron a su padrastro que aún habitaba el pueblo, éste confeso el crimen y fue preso. Luego le dieron una
correcta sepultura al cuerpo. En el entierro la abuela se me acercó y me dijo sinceramente: -Yo también la
veía, pero pensé que era el dolor de no tenerla más gracias.
Esa noche fue la última vez que vi su fantasma, en mis sueños solo me saludaba esta vez. Debo confesar que a
veces la extraño hasta que me percato de la terrible pesadilla.
La Juguetería (Fantastico)
En la calle Prada, cerca de la heladería más visitada por los turistas, se encuentra la Juguetería Believe; dentro
podemos encontrar todo tipo de juguetes, desde el clásico oso de felpa hasta la maravillosa muñeca de
temporada, pasando por vaqueros, payasos, cascanueces, peonzas y demás. Cada noche, cuando el dueño
cierras la ultima puerta y se prepara para ir a casa, los juguetes que ahí habitan cobran vida… o dejan de
aparentar ser inertes.
Claro que no todos los juguetes tienen vida, solo los que la gente rechaza y es que, al ser victima de un
hechizo, la juguetería solo les da vida a los juguetes que llevan más de una temporada ahí… podemos pensar
que es un castigo, pero los juguetes realmente se la pasan muy bien, cuando consiguen olvidar que están ahí
por el rechazo de los niños humanos, que cada día prestan más atención a los aparatos tecnológicos que a los
juguetes tradicionales; de cualquier manera, algunos juguetes llevan ya una larga temporada varados en
aquella tienda, como ejemplo está Beary, un precioso oso de felpa con la cara más tierna del mundo, quien es
el que más tiempo ha estado en la tienda, siempre esperando, todos los días pone su cara más tierna y espera
que algún día un niño o niña deje de ver su móvil o aparato y lo observen a el, quien está dispuesto a ser fiel y
dar amor a quien se pronuncie su amo.
Esta juguetería es especial, sin duda alguna, pero no es bueno no ser observado. Si algún día te topas con ella,
te recomiendo que dejes de jugar en el móvil o consola portátil y pongas atención en todos los juguetes, en
todos los detalles que tienen, trata de identificar la mirada de anhelo que te presentan, procurando proyectar
la futura alegría que estos te podrían dar, si tan solo pones atención y vives tu infancia como debe ser.
El hada de los Deseos (Hadas)
Kate era un joven muy simpática y de un corazón bondadoso. Todo los días recorría la ciudad con su varita en
mano en busca de algún niño o niña al cual pudiera hacer feliz.
Katherine, como ya habrás imaginado, no era una joven común y corriente: Kate era una hada, un hada de la
felicidad.
Día tras día, al caer la noche, la joven hada tenia que ir a la reunión de las hadas de la felicidad, en dicha
reunión todas sus compañeras contaban aventuras y experiencias respecto a lo que les había ocurrido en el
día y a los niños que les habían cumplido deseos.
Nuestra pequeña amiga, se iba todas las noches muy triste, porque nunca podía contarles nada, ya que en
nunca había conocido a alguien que la necesitara realmente. Siempre encontraba niños que pedían dinero o
juguetes nuevos y costosos. A pesar de que Kate les cumplía los deseos no dejaba de sentirse triste porque los
niños pedían cosas materiales.
Tras mucho pensarlo, Kate encontró una posible solución, y es que nunca había ido a buscar más allá de la
ciudad, en la cual la mayoría de los niños tenían todo lo que sus padres les podían comprar y eso los hacia
felices, aparentemente.
La mañana siguiente, con una energía renovada gracias a su descubrimiento, decidió que ese día iría al pueblo
llamado Tecpan a probar suerte. Tras unas horas de vuelo por fin llego al pueblo. No tardó mucho en
encontrar a unos pequeños niños que jugaban con el lodo. Kate se acercó a ellos y le dijo:
– Hola, me llamo Kate, soy un hada de la felicidad y vengo a concederles un deseo. ¿Cómo se llaman?
– Yo soy Julia – Respondió la niña
– Yo me llamo Jerry – Contestó el.
– Bueno, ¿ y qué les gustaría que les concediera?
Tras unos minutos de pensarlo y discutirlos los dos dijeron al mismo tiempo:
– Desearíamos que estos pasteles de lodo que estamos haciendo se convirtieran en reales, para darles un
poco a todos nuestros amigos.
Kate se sorprendió mucho, ya que por primera vez en su vida había escuchado un deseo sin pretensiones y
lleno de bondad, nunca había pensado que algún día escucharía un deseo para nada ambicioso y con lagrimas
de felicidad en los ojos movió su varita y convirtió los pasteles de lodo en ricos pasteles de chocolate.
Ese día varias personas fueron felices, en primer lugar todos los niños que comieron de los deliciosos pasteles
y también Kate, quien por fin tuvo algo digno de contar en la reunión de esa noche y aprendió que los
mejores deseos, son aquellos que buscan beneficiar a otros también.
El encierro (Suspenso)
No sabíamos cuánto tiempo más tardarían en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana pasaba una monja por
las habitaciones de toda la escuela y con gritos agrios nos sacaba de nuestro sueño y del calor de las sábanas
que era lo único cálido en aquel internado. Entonces, todas las alumnas nos despedíamos de la paz y la
tranquilidad para internarnos en un día lleno de obligaciones y de responsabilidades: éramos los engranajes
fundamentales de aquel sistema, eso creíamos.
Ese miércoles la monja no había aparecido como de costumbre. Ya se había pasado la hora de levantarse,
incluso la del desayuno, y nosotras continuábamos en nuestros dormitorios. Las niñas más inquietas se habían
levantado y daban vueltas por el pequeño recinto, ansiando que llegara la monja para correr hacia el comedor
y zamparse el desayuno que siempre era brevísimo, como todas las comidas del pupilaje. El resto, las que
como yo apreciaban el sabor del sueño y de las sábanas, aprovechaban para quedarse en esa nube cálida y
esponjosa.
Pasaban las horas, continuábamos allí. Ya todas de pie, vestidas, mirábamos fijamente la puerta. La hora del
almuerzo había pasado y nuestros estómagos chillaban de forma descomunal. Comenzamos a gritar, pidiendo
ayuda de forma desesperada. Nadie vino a socorrernos.
Pasamos así todo un día. Cuando llegó la noche, volvimos a acostarnos, confundidas y muertas de hambre. No
creo que ninguna haya pegado ojo esa noche. A la mañana siguiente la monja pasó por cada habitación a la
hora de siempre y abrió las puertas; cuando le preguntamos qué había ocurrido nos trató como si
estuviéramos desvariando.
La vida afuera seguía tal cual la habíamos dejado; nadie nos había echado de menos ni se había preocupado
porque pasáramos todo un día sin dar señales de vida. Entonces fui consciente de lo poco que valemos las
personas cuando somos contenidas o refugiadas en instituciones.
Al cabo de algunos días, convencidas de que nadie nos daría una respuesta certera y de que cada vez nos
miraban de forma más extraña, decidimos dejar de cuestionar lo acontecido ese día; y aunque nunca nos
explicamos qué fue lo que en verdad ocurrió, continuamos con nuestras vidas como si aquel miércoles no
hubiera existido.
Los Zapatos de la esquina (comedia)
Bob era un muchacho demasiado rebelde y agitador, todos los profesores se quejaban de el, de sus palabras y
conducta. Todos los días tenia que cumplir horas en detención por las cosas malas que hacía y lo peor de
todo: Bob era un bully, un chico al que le encantaba burlarse de otros, hacer bromas de mal gusto e inclusive
algunas veces golpear a otros compañeros que eran indefensos.
Sus padres atribuían su mala conducta al colegio, los maestros se la atribuían a sus padres, a Bob le daba lo
mismo, disfrutaba burlarse de los demás en todo momento, tiraba las charolas de las manos de los alumnos,
les ponía la zancadilla cada que podía, se burlaba de su forma de vestir e incluso de enfermedades que
pudieran tener. Era una persona de muy mal corazón.
Caminando hacia su casa, después de salir de una detención un par de zapatos en una esquina llamaron su
atención, no eran los más espectaculares que había visto en su vida, pero ¿qué importaba? Estaban
abandonados en la calle, parecían nuevos y según su pensamiento, quien encuentra algo se lo queda. Al llegar
a su casa decidió ponérselos para ir al cole en la mañana, no veía la hora de poder lanzar una patada o
ponerle la zancadilla a alguien con sus nuevos zapatos.
El sol anunció la llegada de la mañana, Bob, muy entusiasmado se calzo los zapatos, le sorprendió mucho que
fueran de su talla, eran perfectos. Bajo a desayunar sintiendo mucha emoción y se dirigió al cole. En el camino
pudo sentir sus piernas temblando de la emoción, lo que le satisfacía en gran medida. A más de medio camino
el temblor en sus piernas comenzaba a ser más notorio e incontrolable, como acto de magia sus pies se
movieron de una forma divertida y apresurada. Cuando llegó a su salón de clases los alumnos no pudieron
resistir una carcajada pues bailaba incontrolablemente y resultaba un espectáculo realmente gracioso.
Con cada hora que pasaba sus pies se movían más y más pasando de bailar polka a Flamenco en minutos, en
cada salón que visitaba sus compañeros estallaban en carcajadas por sus graciosos movimientos. La noche
llegó, Bob se sentía muy mal, por fin había vivido en carne propia lo que significaba ser el sujeto de burla y no
le gustó, al llegar a su habitación comenzó a llorar arrepintiéndose de todas las cosas malas que había hecho
en contra de sus compañeros, para su sorpresa los zapatos fueron desapareciendo poco a poco y sus piernas
comenzaron a responderle. Muy feliz con esto y aprendiendo su lección, decidió pedir disculpas a todos sus
compañeros y profesores. Nunca se pregunto el origen de los zapatos, para el no más relevante que el hecho
de haber cambiado como persona, ahora era un joven completamente diferente, se preocupaba por los
demás y ayudaba de corazón a otras personas. Todo gracias a los zapatos de la esquina… ¿Quién sabe? Si hay
un bully molestando quizás los zapatos aparezcan cuando menos se lo espere.
El verdadero inventor de la radio (Historico)
La radio es uno de los grandes inventos del siglo XX, cuyo origen data de finales del siglo XIX. Tal fue su
importancia que la persona que lo patentó, el inventor italiano Guglielmo Marconi, recibió, uno años después,
el prestigioso Premio Nobel. Pero, en realidad, Marconi no inventó la radio, aunque sí fue quien construyó la
primera y el que la patentó. Fue el ingeniero serbocroata Nikola Tesla el verdadero inventor de la radio. De
hecho, en 1943 Tesla recuperó la patente. Esta es la historia.
Casi veinte años después de que se inventara el teléfono, Guglielmo Marconi envió las primeras señales de
radio. Marconi estaba fascinado por el descubrimiento que había hecho Heinrich Hertz y de las ondas de
radio, y se dio cuenta de que se podían usar para enviar y recibir mensajes de telégrafo, refiriéndose a él
como telégrafos inalámbricos. Corría el año 1894.
Las primeras transmisiones de radio de Marconi fueron señales codificadas que se transmitieron a solo una
milla de distancia. Marconi se dio cuenta de que tenía un gran potencial, por lo que le ofreció el invento al
gobierno italiano. Al rechazar este el invento, Marconi se mudó a Inglaterra, presentó la patente y siguió
experimentando.
La primera emisión pública de radio fue un evento deportivo que se produjo en 1898, cuando Marconi mostró
los resultados de la Regata Kingstown a las oficinas de un periódico de Dublín.
Al año siguiente, Marconi abrió la primera fábrica de radio en Chelmsford, Essex, y estableció un enlace de
radio entre Gran Bretaña y Francia. En 1901 se estableció un vínculo con los Estados Unidos. En 1909, Marconi
fue premiado con el Premio Nobel de Física por sus "contribuciones al desarrollo de la telegrafía sin hilos",
junto al inventor alemán Karl Ferdinand Braun.
Pero el telégrafo inalámbrico de Marconi solo transmitía señales. La voz en el aire, como la conocemos hoy en
día, llegó en 1921. Marconi pasó a la transmisión de onda corta en 1922.
Sin embargo, Marconi no fue el primero en inventar la radio. Cuatro años antes de que Marconi comenzara a
experimentar con el telégrafo inalámbrico, en 1884, el serbocroata Nikola Tesla se mudó a los Estados Unidos
e inventó el modelo teórico de la radio. Un año antes Tesla había conseguido transmitir energía
electromagnética sin cables, construyendo el primer radiotransmisor. De hecho en 1897 presentó en el Reino
Unido diecisiete patentes, entre ellas la primera patente sobre un sistema de radio. Marconi utilizó estas
patentes para construir la radio que él mismo patentaría poco después.
Tesla intentó sin éxito obtener un mandato judicial contra Marconi en 1915. Pero no le sirvió de nada. En
1943, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos revisó la decisión. Tesla fue reconocido como el inventor de
la radio, a pesar de que no construyó una radio.
El carpintero enamorado (romántico)
Hubo una vez un joven llamado Daniel, quien a parte de ser hijo de un gran mago, era un carpintero al que le
fascinaba construir cosas para la gente.
Un día la señora Ginn fue a la carpintería en donde Daniel trabajaba, llevando consigo a su joven hija Regina.
Al verla, Daniel supo el significado de “amor a primera vista”, Regina era una hermosa señorita, de cabello
negro y unos impresionantes ojos azules.
– Buen día, mi nombre es Daniel ¿en que les puedo ayudar? – preguntó un poco atontado.
– Estoy buscando algo muy especial, mi hija se casará en algunos días con un hombre muy adinerado y
necesito un par de sillas muy lujosas para que ella y su futuro esposo se sienten durante la ceremonia.
Daniel sintió una punzada de dolor en el corazón, fijó la vista en Regina y descubrió en su mirada un esbozo de
tristeza mezclada con coraje; Lo supo en seguida: Regina no quería casarse con ese hombre. Tras darle las
especificaciones de las sillas que quería, la señora Ginn se fue, llevándose a Regina consigo, quien lanzó una
mirada triste acompañada de una media sonrisa hacia Daniel.
Tras mucho meditarlo, Daniel acudió con su padre, el mago más famoso de la ciudad y tras explicarle la
situación de Regina y decirle que se había enamorado de ella, su padre le dio unos polvos mágicos y le susurró
unas instrucciones.
El día de la boda, todos estaban impecables, el salón decorado con motivos blancos y dorados, las mesas tan
llenas de comida podrían alimentar a una familia por más de un mes. Daniel localizó el punto en donde debía
poner las sillas, las cuales eran preciosas, con acabados tan finamente detallados que parecían de la realeza.
Cuando termino de colocar las sillas en su lugar, puso los polvos mágicos en la que se tenia que sentar Regina,
y con una sonrisa salió del salón.
La ceremonia comenzó, todos estaban emocionados, solo había una cara triste entre la multitud: la de Regina,
quien no podía dejar de pensar en aquel joven carpintero, de quien se había enamorado con solo verlo.
Al llegar la hora de que todos tomaran sus asientos, Regina sintió como que la silla la jalaba tan de prisa que
no le dio tiempo ni de gritar. Todos en el salón dieron gritos de sorpresa, pues de repente la novia había
desaparecido justo enfrente de todos.
Daniel se encontraba esperando en la carpintería, ya había predispuesto todo: Un caballo y suficiente comida
para unas cuantas semanas.
Regina apareció de repente ante sus ojos, luciendo un poco desorientada, pero tan hermosa como el la
recordaba.
-Daniel, ¿tú hiciste esto? – Preguntó
– Si, y no me arrepiento, desde el momento en que te vi supe que si te casabas era contra tu voluntad. Quiero
que sepas que quede perdidamente enamorado de ti y algo me dice que tú también sientes lo mismo por mí.
Por eso te digo: si es verdad lo que acabo de decir, ¡escapa conmigo, dame la oportunidad de tener una vida
junto a ti!
Al escuchar esto Regina supo inmediatamente la respuesta: quería escapar con Daniel, quería tener una vida
con el. Se arrojo a sus brazos y le dijo:
– Gracias por rescatarme de aquella boda, claro que quiero escaparme contigo.
Tras decir esto Daniel la llevó hasta donde tenia preparado el caballo y las reservas de comida, ayudó a subir a
Regina al caballo, subió detrás de ella, y juntos cabalgaron hacia el final feliz que ambos merecían.
Las gafas, de Matías García Megías (microrrelato)
Tengo gafas para ver verdades. Como no tengo costumbre no las uso nunca.
La calavera del esqueleto que yacía debajo de las sabanas roncaba a mi lado, junto a mí.
El hueso redondo sobre la almohada tenía los cabellos de mi mujer, con los rulos de mi mujer.
Los dientes descarnados que mordían el aire a cada ronquido, tenían la prótesis de platino de mi mujer.
Acaricié los cabellos y palpé el hueso procurando no entrar en las cuencas de los ojos: no cabía duda, aquello
era mi mujer.
Dejé las gafas, me levanté, y estuve paseando hasta que el sueño me rindió y me volvió a la cama.