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¿Qué es el hombre?

BLOQUE II TEMA 2

¿QUE ES EL HOMBRE?

La catequesis sobre la Creación reviste una importancia capital. Se refiere a tos


fundamentos mismos de la vida humana y cristiana; explicita la respuesta de la fe
cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado:
"¿De dónde venimos?” "¿A dónde vamos?" "¿Cuál es nuestro origen?" "¿Cuál es
nuestro fin?" "¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?" Las dos cuestiones, la
del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de
nuestra vida y nuestro obrar (CEC 282).

1. El ser humano siempre ha tenido la inquietud de conocer el mundo que to rodea y,


sobre todo, de conocerse a sí mismo. La inseguridad que todos tenemos nos impulsa
a querer saber quiénes somos y cuál será nuestro destino.

2. Estas interrogantes atañen directamente a todo lo que nos ocupa en la vida. Son
preguntas que afectan directamente a nuestra propia felicidad: todo lo que hacemos
en la vida tiene por objeto lograr que ésta sea feliz, es decir, que tenga un sentido
pleno para nosotros.

El hecho de que no podemos eludir la muerte necesariamente nos lleva a preguntar


por el significado último y definitivo de nuestra existencia. Consideramos
sumamente importante saber quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos y si
somos responsables de nuestras acciones o no; nos inquieta saber qué va a pasar con
nosotros después de la muerte.

3. Por eso, a lo largo de la historia de la humanidad, muchos pensadores han tratado de


responder a estas preguntas definiendo al ser humano de acuerdo con su propia
experiencia.

Unos lo han entendido como un alma encadenada a un cuerpo; otros, como el último
eslabón de la cadena zoológica. Hay quienes lo han considerado como el único
animal que sabe que va morir, o como el único animal que es capaz de engañarse a
sí mismo. También se ha dicho que el hombre es el único ser viviente que necesita
darse una razón para vivir, etc.

Puede ser que muchas de estas definiciones sean verdaderas en parte, pero todas nos
proporcionan una visión demasiado limitada o pobre de lo que es el hombre. En
realidad, no podemos entender al ser humano si no es en relación a Dios. Dios es
nuestro Padre y nuestro Creador; El es el principio y el fin de todo cuanto existe.

A. LA CREACIÓN DE LA VIDA

1. La creación procede de la voluntad libre de Dios, que ha querido hacernos participar


de su ser, de su sabiduría y de su bondad. Creemos que Dios creó el mundo según su
sabiduría.

Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar.


¿Qué es el hombre? 2

Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a
las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: "Porqué tú has creado toda las
cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado" (Ap 4,11). "¡Cuan numerosas
son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría" (Sal 104,24). "Bueno es el
Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras" (Sal 145,9) (CEC 295).

2. Dios crea todas las cosas sacándolas de la nada. Nada existe que no deba su
existencia a Dios creador. El mundo comenzó cuando fue sacado de la nada por la
palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia
humana están enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al
cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (CEC 338).

3. Dios crea el mundo y la humanidad mediante un proceso de "seis días". Dice el


Libro del Génesis (1,1-31) que Dios creó el mundo y la humanidad en seis días -o en
seis etapas-, y que durante este proceso creador fue llamando a los seres a la
existencia de acuerdo con un orden creciente de perfección. El orden de los "seis
días" expresa la jerarquía de las criaturas, que va de lo menos perfecto a lo más
perfecto (cf. CEC 342).

Dios, en su sabiduría y bondad infinitas, quiso libremente crear un mundo "en estado
de vía" hacia su perfección última. Este devenir trae consigo en el designio de Dios,
junto con la aparición de ciertos seres, la desaparición de otros; junto con lo más
perfecto lo menos perfecto; junto con las construcciones de la naturaleza también las
destrucciones (CEC 310).

B. DESDE EL PRINCIPIO DIOS CREA DISTINTAS CLASES DE VIDA

1. Dios es el autor de la vida; desde el principio crea distintas clases de vida:


vegetativa, sensitiva, intelectual, vida humana natural y vida sobrenatural.

Experimentalmente la vida se manifiesta como capacidad de movimiento


espontáneo, es decir, como la capacidad que tienen los seres de moverse por sí
mismos y no por efecto de otros.

Estamos hablando de la capacidad que tienen los seres vivos no sólo de trasladarse
de un lugar a otro, sino también de cambiar, de pasar de una cualidad o de un estado
a otro. Estos cambios los realizan por medio de acciones que llamamos
"inmanentes" porque los resultados que producen permanecen en el ser que las lleva
a cabo y lo enriquecen y lo perfeccionan, por ejemplo: comer, dormir, pensar, etc.

2. En primer lugar Dios crea la vida vegetativa, que es propia de las plantas. Las
plantas se alimentan, crecen y se reproducen. Nosotros también hacemos mismo,
aunque de manera diferente.

3. En segundo lugar crea la vida sensitiva de los animales. Los animales no sólo se
alimentan, crecen y se reproducen como las plantas, sino que además tienen vida
sensitiva: ven, oyen, gustan, sienten y se mueven con movimiento espontáneo.
¿Qué es el hombre? 3

Los animales tienen memoria y son capaces de conocer las cosas y las personas que
perciben por medio de los sentidos; también experimentan sentimientos de atracción
o de repulsión hacia esas cosas o esas personas.

Se sienten atraídos por lo que les produce placer o lo que les agrada, se apartan de lo
que les desagrada y son capaces de defenderse cuando se sienten atacados o
amenazados. Conocen de manera natural, de manera inconsciente, lo que desean o lo
que les causa temor, y siempre reaccionan de acuerdo con ese conocimiento.

4. Dios también crea la vida intelectual, que es propia de los ángeles. ¿Quiénes son los
ángeles? San Agustín dice respecto a ellos: "El nombre de ángel indica su oficio, no
su naturaleza. Sí preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas
por lo que hace, te diré que es un ángel". Con todo su ser, los ángeles son servidores
y mensajeros de Dios (CEC 329).

Los ángeles piensan y aman, pero no tienen un cuerpo como nosotros. Como son
criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas
personales e inmortales que superan en perfección a todas las criaturas visibles.
(CEC 330).

Los ángeles son capaces de decidir libremente su propio destino y de caminar hacia
él por decisión propia.

5. La vida natural del hombre. Los seres humanos somos un resumen de toda la obra
creadora de Dios porque en nuestra propia naturaleza El une el mundo espiritual y el
mundo material (CEC 355).

Somos como un microcosmos -como un mundo en pequeño- porque poseemos todas


las clases de vida que existen en la creación. Tenemos vida vegetativa como las
plantas, vida sensitiva como los animales y vida intelectual como los ángeles.

Todas estas clases de vida no están sobrepuestas -no están así como colocadas una
encima de la otra- sino que se complementan, se coordinan y se subordinan para
llevar al ser humano a la perfección.

No podríamos conservar la vida y, por tanto, no podríamos desarrollarnos, si


nuestras facultades inferiores (vegetativas y sensitivas) no estuvieran subordinadas a
las superiores, a la inteligencia y a la voluntad.

La vida vegetativa, la sensitiva y la intelectual constituyen lo que se llama “vida


natural", es decir, la clase de vida que le corresponde al ser humano según su
naturaleza.

6. Por último, Dios crea una vida semejante a la suya: la vida sobrenatural. En realidad,
el ser humano nunca existió en estado de naturaleza pura porque Dios lo elevó a un
estado sobrenatural desde el momento mismo de su creación.

Dios, en su infinita bondad, no se contentó con otorgarle dones naturales, sino que
quiso elevarlo a un estado superior confiriéndole dones preternaturales y dones
sobrenaturales.
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a. Los dones preternaturales perfeccionan la naturaleza del hombre -sin elevarla hasta
el orden divino- y lo hacen más feliz. Son dones que no cambian la naturaleza
humana, pero le dan una perfección a la que no tenía ningún derecho. Estos dones
nos habrían permitido gozar de tres privilegios:

 La ciencia infusa, por medio de la cual el hombre y la mujer hubieran estado


libres de la ignorancia porque Dios les concedió gratuitamente e! conocimiento
de las verdades que les convenía saber, así como cierta facilidad para adquirir la
ciencia experimental.

 El dominio de las pasiones. Dios otorgó a nuestros primeros padres cierto


dominio de las pasiones por el que, sin llegar a ser impecables, tenían cierta
facilidad para practicar la virtud.

 La libertad del dolor, de la enfermedad y de la muerte. Después de vivir algún


tiempo en este mundo, Adán y Eva hubieran ido al cielo sin tener que morir.

Estos dones preternaturales pertenecen a la integridad de la naturaleza humana.


Son los privilegios o dones que tenían Adán y Eva y cuya finalidad era
prepararlos para recibir los dones sobrenaturales.

b. Los dones sobrenaturales elevan la naturaleza del ser humano a un orden superior
por medio de la gracia santificante. La gracia santificante nos hace semejantes a
Dios y nos permite participar de su misma naturaleza. Cuando Dios eleva la
naturaleza humana, la capacita para que lleve a cabo las operaciones que El mismo
realiza. La vida de Dios consiste en conocerse y amarse a sí mismo, y en ser
infinitamente feliz con este conocimiento y con este amor.

Participar de la naturaleza de Dios quiere decir participar de estas operaciones de


Dios. Ningún ser creado puede, sólo con sus capacidades naturales, ver a Dios como
El se ve a sí mismo, amarlo como Él se ama ni experimentar el gozo del que El
disfruta con ese conocimiento y con ese amor. Esto únicamente podemos hacerlo por
medio de la gracia santificante.

c. La gracia santificante es un don personal, sobrenatural y gratuito que nos hace


verdaderos hijos de Dios y herederos del cielo. Es una cualidad que Dios produce en
el alma y que permanece constantemente en ella mientras no la destruyamos con el
pecado.

Dios no nos comunica su naturaleza por medio de la gracia santificante. No nos


comunica su propia esencia, pero nos infunde en el alma una cualidad que nos hace
aptos para vivir como El, para realizar las operaciones que son propias de Dios.

d. A la gracia siempre la acompañan las virtudes infusas, que elevan las


facultades del alma. Esas virtudes son la fe, la esperanza y la caridad. La fe y la
esperanza perfeccionan nuestra inteligencia para que algún día podamos contemplar
a Dios cara a cara. La caridad perfecciona nuestra voluntad para que podamos amar
a Dios con amor de hijos.
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El alma y sus facultades no cambian de naturaleza con la infusión de la gracia


santificante y de las virtudes que la acompañan, pero quedan perfeccionadas por
ella.

e. La gracia santificante y el don de integridad constituyen el estado de justicia original


en el que fueron creados nuestros primeros padres.

"La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a


la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres
Adán y Eva fueron constituidos en estado de "santidad y de justicia original". Esta
gracia de la santidad original era una participación de la vida divina" (CEC 375).

Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban
fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni
morir ni sufrir. La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el
hombre y la mujer, y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la
creación constituía el estado llamado "justicia original" (CEC 376).

f. El "dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se
realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. El hombre estaba
íntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia, que lo
somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la
afirmación de sí contra los imperativos de la razón (CEC 377)

7. Nuestros primeros padres se rebelaron contra Dios y tanto ellos como sus
descendientes quedamos privados de los dones preternaturales y sobrenaturales.

Nuestros primeros padres no se conservaron en el estado de santidad y de justicia


original en el que fueron creados, sino que se rebelaron contra Dios. Quisieron ser
los dueños de su propio destino y discernir el bien y el mal al margen de Dios.

"Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de
Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres" (CEC 379).

a. Como consecuencia de su desobediencia, tanto ellos como nosotros, sus


descendientes, quedamos privados de los dones preternaturales y de los dones
sobrenaturales.

Quedamos sumidos en la ignorancia y perdimos el dominio de nuestras pasiones;


quedamos sujetos al dolor, a la enfermedad y a la muerte.

Perdimos la comunión con Dios -que es la fuente de nuestra estabilidad interior- y


quedamos sujetos al desorden, a la falta de armonía en la relación con nosotros miamos,
con los demás seres humanos y con la naturaleza.

C. LA UNIDAD DEL ALMA Y EL CUERPO


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1.- El alma es el principio formal de la vida. Dios es la fuente de todas las clases de vida
que hemos mencionado. A ese elemento que proviene de Dios y que hace que los seres
tengan vida, nosotros lo llamamos "alma".

El alma es, pues, el principio formal de la vida. En el caso de las plantas será vida
vegetativa, y en el caso dé los animales, vida sensitiva. Pero el alma de! hombre es
superior porque no sólo es vegetativa y sensitiva, sino también racional, espiritual e
inmortal.

A menudo, el término alma designa en !a Sagrada Escritura la vida humana o toda la


persona humana. Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre y de más
valor en él, aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el
principio espiritual en el hombre (CEC 363).

2.- Nuestra alma es inmortal porque es espiritual.

a. Generalmente le damos el nombre de espiritual a todo lo que no depende de la


materia para existir, a todo lo que puede existir separado de la materia, como ocurre
con el alma.

Lo espiritual no tiene partes como la materia; por tanto, no se descompone ni se


destruye. La materia muere, pero el espíritu es inmortal. Nuestra alma es inmortal.
Es la parte espiritual de nuestro ser que sobrevive al cuerpo y que es la sede de las
operaciones espirituales como el raciocinio.

b. La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios -no es
"producida" por los padres-, y que es inmortal: no perece cuando se separa del
cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final (CEC
366).

c. El alma humana es invisible porque es espiritual, pero conocemos su existencia por


sus efectos. El alma es la base de la vida y de la inteligencia. Si no tuviéramos alma
inteligente no habría cultura, ni ciencia, ni arte ni técnica.

3. La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez espiritual y corporal.


El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando expresa que
"Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y
resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es
querido por Dios (CEC 362).

a. El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es Cuerpo


humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la
persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del
Espíritu (CEC 364)
En el ser humano el alma se une íntimamente al cuerpo para formar una sola persona
y una sola naturaleza.

b. El alma es la fuente de la vida; es el asiento de la inteligencia y se expresa a través


del cuerpo. Nuestra alma se sirve del cerebro como de un instrumento para pensar,
pero un cerebro sin alma no tiene vida, no sirve para nada.
¿Qué es el hombre? 7

En el ser humano lo espiritual se une íntimamente a lo material para formar una sola
persona y una sola naturaleza. Por eso decimos que el alma es la forma substancial
del cuerpo. Esto significa que el alma es el principio que hace que ese conjunto de
substancias químicas que componen nuestro organismo sea un cuerpo humano vivn
y-no otr.a/josa.

La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma
como la "forma" del cuerpo; es decir, gracias al alma espiritual, la materia que
integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre el espíritu y la
materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única
naturaleza (CEC 365).

D. DIOS CREA AL SER HUMANO A IMAGEN SUYA

1. Lo que nos hace imagen de Dios es el hecho de que tenemos un alma racional,
espiritual e inmortal. "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó,
hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación:
"está hecho a imagen de Dios" (CEC 355).

De todas las criaturas visibles solo el hombre es capaz de conocer y amar a su


Creador; es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma; sólo él
está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para
este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad (CEC 356).

2. Por ser imagen y semejanza de Dios, e! hombre y la mujer somos personas, somos
seres capaces de conocer, de amar y de determinarnos libremente.

Dios nos creó a imagen y semejanza suya, y Dios es persona en toda la plenitud de
la palabra. Por tanto, la imagen de Dios en nosotros está en que somos personas.

Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona;
no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a
una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún
otro ser puede dar en su lugar (CEC 357).

Somos seres personales y esto implica estar dotados de consciencia, de libre albedrío
y de la capacidad de entrar en comunión con otras personas, especialmente con Dios.

E. SOMOS IMAGEN DE DIOS PORQUE TENEMOS CONSCIENCIA

1.- Somos imagen de Dios porque podemos pensar.

a. Dentro de todos los seres visibles que viven sobre la faz de la tierra, sólo el hombre
y la mujer somos capaces de reflexionar y de darnos cuenta de que sabemos. Somos
los únicos que podemos planteamos problemas.
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b. A esta capacidad que Dios nos ha dado para conocer, para darnos cuenta de algo,
nosotros la llamamos "consciencia"; es la capacidad para experimentar sensaciones,
para conocer ideas y relacionarlas, así como para juzgar estos elementos.

2.- Somos personas porque podemos conocernos a nosotros mismos.

a. La autoconsciencia es la facultad más excelente que tiene el ser humano. Gracias a


ella podemos conocernos a nosotros mismos y darnos cuenta de que somos los
autores de nuestros actos, de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos y de
que, por consiguiente, somos responsables de ellos.

b. Cuando somos conscientes de nosotros mismos -de la forma en que pensamos,


sentimos y actuamos- nos damos cuenta de la necesidad de superar nuestra
individualidad egoísta y de entrar en un proceso continuo de conversión.

c. Ser persona es tener una consciencia profunda de mi propia identidad y darme


cuenta de que sigo siendo el mismo aunque se produzcan muchos cambios en el
mundo exterior o en mi mundo interior.

Es reconocerme como un ser singular, único e irrepetible y que, precisamente por


eso, tengo una misión particular que debo llevar a cabo para bien de la humanidad.
Ser persona es ser consciente de que no puedo construir mi propio yo a expensas de
los demás y de que necesito integrarme a la comunidad para impulsarla a su
perfección.

3. Somos personas porque tenemos conciencia moral. Dios nos ha dado la capacidad de
discernir el bien del mal, de distinguir la verdad de la mentira. Esta capacidad es
nuestra conciencia moral. El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de ella en
estos términos:

En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí


mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los
oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y evitar el mal... El
hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón... La conciencia es el núcleo
más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena
en lo más íntimo de ella (CEC 1776).

a. Los juicios de nuestra conciencia moral deben estar basados en la ley natural. La
conciencia moral es un juicio de la razón por medio del cual podemos reconocer la
calidad moral de un acto concreto. Pero, para llegar a este tipo de conclusiones no
podemos basarnos simplemente en nuestras opiniones o en nuestras preferencias,
sino en principios generales. Esos principios generales constituyen la ley natural.

b. La ley natural es una participación en la sabiduría y bondad de Dios por parte del
hombre, formado a imagen de su Creador. Expresa la dignidad de la persona humana
y constituye la base de sus derechos y sus deberes fundamentales (CEC 1978).

La ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por
Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz
o esta ley, Dios la ha dado a la creación (CEC 1955).
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c. La ley natural, obra maravillosa del Creador, proporciona los fundamentos sólidos
sobre los que el hombre puede construir el edificio de las normas morales que guían
sus decisiones.

Establece también la base moral indispensable para la edificación de la comunidad


de los hombres. Finalmente proporciona la base necesaria a la ley civil que se
adhiere a ella, bien mediante una reflexión que extrae las conclusiones de sus
principios, bien mediante adiciones de naturaleza positiva y jurídica (CEC 1959).

d. La ley natural es inmutable, permanece a través de la historia. Las normas que la


expresan son siempre substancialmente válidas. Es la base necesaria para la
edificación de las normas morales y la ley civil (CEC 1979).

Decimos que este conjunto de normas que nos permite discernir la verdad y la
mentira es una ley porque nos ordena específicamente que hagamos el bien y
evitemos el mal. Decimos que es natural porque todos la llevamos grabada en el
corazón por el hecho de ser racionales, es decir, de tener inteligencia y voluntad.

4. Somos personas porque podemos comprender ideas abstractas y somos capaos de


progresar.

a. Si no tuviéramos consciencia seríamos como los animales, pero nosotros tenemos un


alma espiritual y, por lo tanto, inteligente. Por eso somos capaces de comprender las
nociones abstractas y universales. Podemos comprender las cosas que no se ven ni
se tocan, como la virtud, el honor, la justicia, etc. y, lo que es más importante,
podemos conocer a Dios.

Entre todos los seres que viven en la tierra, sólo nosotros estamos llamados a
conocer y a amar a Dios. Sólo nosotros estamos llamados a participar de la vida
misma de Dios a través de amor y del conocimiento. El llamado que Dios nos ha
hecho a la comunión con El es la razón más alta de nuestra dignidad (cf. CEC 356).

b. Nuestra alma inteligente también nos hace capaces de progresar. Lo que nos
distingue de los animales es que podemos inventar cosas y usar instrumentos.

Es gracias a la inteligencia que Dios nos ha dado que podemos dominar a la


naturaleza. Podemos dominar el frío y el calor con el aire acondicionado, podemos
aumentar el poder de la visión de nuestros ojos con el microscopio o con el
telescopio, etc.

F. SOMOS IMAGEN DE DIOS PORQUE TENEMOS LIBRE ALBEDRÍO

1. Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada


de iniciativa y del dominio de sus actos. Quiso Dios "dejar al hombre en manos de
su propia decisión (Si 15,14), de modo que busque a su Creador sin coacciones y,
adhiriéndose a El, llegue libremente a la plena y feliz perfección (CEC 1705).
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2. El Albedrío es la capacidad que Dios nos ha dado para tomar nuestras propias
decisiones. Somos imagen y semejanza de Dios porque El nos creó como seres
racionales, nos dotó de iniciativa y nos hizo dueños de nuestros actos.

Dice el Libro del Eclesiástico que "El fue quien al principio creó al hombre y le dejó
en manos de su propio albedrío". Dios quiso dejarnos en manos de nuestra propia
decisión para que lo busquemos a El con plena libertad y alcancemos la perfección a
la que nos ha llamado.

Además, nuestra alma inteligente nos permite planear nuestras vidas por medio de la
imaginación; podemos establecer metas a corto, mediano y largo plazo, así como los
medios que vamos a utilizar para recorrer el camino que nos lleva a Dios.

La persona humana participa de la luz y la fuerza del Espíritu divino. Por la razón es
capaz de comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Por su
voluntad es capaz de dirigirse por sí misma a su bien verdadero. Encuentra su
perfección en la búsqueda y el amor de la verdad y del bien (CEC 1704).

3. Decimos que un ser es perfecto cuando alcanza la finalidad para la que fue creado.
Nosotros fuimos creados para vivir en comunión con Dios y en comunión con
nuestros semejantes; en eso está nuestra perfección, nuestra realización personal.

"La imagen divina está presente en todo hombre. Resplandece en la comunión de


las personas a semejanza de la unión de las personas divinas entre sí (CEC 1702).

4. Realizarnos como personas significa alcanzar la felicidad. Todos tenemos un deseo


profundo de felicidad en el corazón; es un anhelo que Dios mismo ha puesto en
nuestros corazones y que no es otra cosa más que ansia de El (cf. CEC 1718).

Todos queremos ser plenamente felices, pero en este mundo nadie puede ser
totalmente feliz; para que nuestra felicidad sea completa tiene que ser permanente.
Un ciego no va a ser plenamente feliz porque se le devuelva (a vista sólo por un
minuto. La felicidad que se acaba no es verdadera felicidad.

Es evidente que no podemos encontrar la felicidad en cosas pasajeras. Sólo en Dios


podemos encontrar la felicidad eterna, la clase de felicidad que puede saciar nuestro
corazón.

5. La libertad que Dios nos ha dado nos permite escoger lo que consideramos como un
bien y nuestra voluntad nos impulsa a alcanzarlo.

Podemos decir que la calidad de cada uno de los momentos de nuestra vida es
resultado de las decisiones que tomamos. "Mira, -nos dice el Señor- yo pongo hoy
ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia" (Dt 30,15). Dios nos presenta las
posibilidades, pero a nosotros nos toca elegir.

Como Dios nos hizo libres y responsables, podemos elegir crecer en perfección y
oponernos a los deseos de la carne para servir a un ideal. Podemos decidir que vale
la pena disponer de nosotros mismos para ponernos al servicio de Dios y de nuestros
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hermanos. También hay ocasiones en las que podemos decidir dar la vida por otros
valores distintos de los materiales.

6. En la medida en que hacemos más el bien, nos vamos haciendo más libres. No hay
verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la
desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del
pecado (CEC 1733).

¿ CONCLUSIÓN:

El hombre y la mujer somos lo más valioso de todo el universo. Somos las únicas
criaturas sobre la tierra a las que Dios ha amado por sí mismas. Ambos ocupamos un
lugar especialísimo en la creación porque somos imagen de Dios, lo cual significa que
tenemos la capacidad de pensar, de amar y de determinamos libremente.

Sin embargo, ninguno de los dos venimos a este mundo como un producto terminado.
Siempre estamos en un proceso de cambio y tenemos la responsabilidad de ir
desarrollando cada una de las capacidades, cada una de las cualidades que nos hacen
semejantes a Dios.

Esto quiere decir que somos inteligentes, pero que tenemos que ir desarrollando nuestra
inteligencia; que tenemos una voluntad para amar, pero tenemos que fortalecerla, que
somos libres, pero tenemos que conquistar nuestra libertad.

Somos imagen de Dios porque tenemos un alma racional, espiritual e inmortal. Dentro
de mil millones de años todavía vamos a estar vivos, felices en el cíelo o sufriendo en el
infierno, pero vivos para siempre. Esta felicidad o este tormento dependen de nuestros
años de vida en este mundo.

Por consiguiente, lo lógico, lo racional es vivir aquí pensando en lo que seguramente


debe venir después de la muerte y vivir como lo que somos: imágenes visibles de Dios
en este mundo.

Comunidad Nueva Alianza, A.C.


San Luis Potosí, S.L.P.
www.comunidadesdealianza.com

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