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DEFINICION
En términos generales, la demencia suele ocurrir a una edad avanzada, entendiendo ésta a partir
de los 60 años. Por lo que el envejecimiento supone uno de los factores de riesgo más
significativos.
En la mayoría de los casos, la demencia es una enfermedad de carácter degenerativo y, por lo
tanto, irreversible. Por ello, las funciones o capacidades que se pierdan no podrán volver a ser
recuperadas por el paciente.
Como excepción, existen algunas causas de la demencia que, si son detectadas a tiempo, pueden
ser reversibles.
Éstas son, por ejemplo, algunas lesiones cerebrales, tumores en el cerebro, cambios en los niveles
de glucosa, calcio o sodio (en estos casos la demencia se considera de origen metabólico), o
niveles bajos de vitamina B12 en sangre.
Dentro de las causas que pueden provocar la demencia están:
La enfermedad de Huntington: Trastorno en el que determinadas partes del cerebro se degeneran.
Es una enfermedad que se transmite de padres a hijos.
Lesiones cerebrales.
Esclerosis múltiple: Enfermedad autoinmunitaria que afecta al cerebro y a la médula
espinal.
Parkinson: Afección en la que las células que ayudan a controlar el movimiento y la
coordinación se van degenerando. La enfermedad provoca temblores y dificultad para
moverse o andar.
Parálisis supranuclear progresiva: Trastorno que provoca dificultad en el movimiento
debido a un daño producido en las neuronas.
Infecciones como sida, sífilis o la enfermedad de Lyme.
SINTOMAS
Los síntomas de la demencia abarcan muchos aspectos de las funciones mentales del paciente. En
términos generales, se puede ver afectado el comportamiento emocional o de la personalidad, el
lenguaje, la memoria, la percepción y el pensamiento o juicio.
Previamente a presentarse la enfermedad, la persona sufre un deterioro cognitivo leve(DCL) que
incluye la dificultad para realizar varias tareas a la vez, para resolver problemas o para tomar
decisiones.
Además, dificulta el recuerdo de hechos o conversaciones recientes y la agilidad mental se ve
disminuida.
A medida que el trastorno empeora, los síntomas se agravan también y también pueden aparecer:
Pérdida de habilidades sociales y cambios de personalidad, lo cual lleva a
comportamientos inapropiados en público y, a veces, agresivos.
Problemas a la hora de comunicarse, ya que el paciente presenta dificultad para recordar
el nombre de objetos familiares. A esto se une la pérdida del sentido de la orientación por
lo que la persona puede perderse con asiduidad y no encontrar objetos.
Aumento de la dificultad para memorizar o realizar actividades que requieran pensar.
El paciente pierde su capacidad de juicio y no es capaz de determinar la peligrosidad de
sus acciones.
Se producen cambios en el patrón del sueño, lo que aumenta el riesgo de
sufrir alucinaciones, delirios y es posible que este cuadro sintomático lleve a la depresión.
En los casos más graves, los pacientes con demencia ya no son capaces de realizar
actividades básicas, tales como comer, bañarse o vestirse. Es posible que sean incapaces
de reconocer a familiares cercanos o de entender el lenguaje.
TRATAMIETOS
Para tratar la enfermedad, es preciso conocer cuáles son los factores causantes e intentar
erradicarlos o controlar sus síntomas.
En algunas ocasiones, los medicamentos para tratar la demencia pueden empeorar la situación del
paciente, por lo que se pueden llevar a cabo suspensión o cambios de los mismos.
En general, pueden tratarse los daños colaterales que se produzcan (anemia, infecciones o
trastornos nutricionales), o disminuir el ritmo al cual empeoran los síntomas a través de fármacos,
pero en el segundo caso, los cambios suelen ser imperceptibles.
Por último, se puede iniciar una terapia para ayudar en el comportamiento del paciente, su
pérdida de juicio o las confusiones que padece.
Una persona con esta enfermedad requerirá de apoyo en el hogar, el cual deberá aumentar a
medida que la patología empeora.
COMPLICACIONES
Es posible que un paciente sufra un deterioro cognitivo leve pero que no llegue a padecer ningún
tipo de demencia.
Pero en los casos en los que sí se padece, esta enfermedad reduce considerablemente la calidad
de vida y las expectativas de la misma.
En estas circunstancias, los familiares de los pacientes suelen aumentar la atención de las personas
con este trastorno junto con el apoyo de las asociaciones que se dedican a la causa.
INFORMACION ADICIONAL
Prevención
La mayoría de las enfermedades de tipo psiquiátrico carecen de medidas preventivas concretas. En
el caso de la demencia, es fundamental consumir alimentos saludables y practicar ejercicio de
forma rutinaria para mantener el bienestar del organismo.
Además, es importante controlar otro tipo de enfermedades que pueden suponer factores de
riesgo, como la diabetes. Por último, los especialistas recomiendan que el paciente acuda con
frecuencia a controlarse la tensión arterial y que evite fumar en la medida de lo posible.
Tipos
Existen varios tipos de demencia, pero las más comunes son:
Enfermedad de Alzheimer: Es la forma más común de demencia entre las personas mayores. Suele
afectar a las partes del cerebro que se encargan del pensamiento, la memoria y el lenguaje.
Demencia vascular: Es aquella que se produce después de un problema grave de carácter
cerebrovascular (ictus) a lo largo de un periodo de tiempo prolongado y es el segundo tipo de
demencia más común.
Diagnóstico
Para diagnosticar la demencia, el especialista llevará a cabo las siguientes pruebas con carácter
genérico:
Un examen físico completo, revisando, sobre todo, el funcionamiento del sistema nervioso.
El médico llevará a cabo preguntas acerca de la historia clínica y la sintomatología.
Examen de la función mental del paciente para determinar si tiene alguna capacidad afectada o
disminuida.
EPOC
DEFINICION
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, conocida con las siglas EPOC, consiste en
la obstrucción persistente de las vías respiratorias.
“Esta enfermedad de los bronquios está producida por la exposición a humo de tabaco
principalmente y ocasiona una pérdida de la función pulmonar acelerada”, explica Bernardino
Alcázar, neumólogo en el Hospital de Alta Resolución de Loja (Granada) y miembro de la Sociedad
Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), quien señala que en España afecta al 10,2 por
ciento de la población adulta española mayor de 40 años. “Principalmente se da en personas
expuestas al humo del tabaco, ya sea de forma activa o pasiva”.
La EPOC puede aparecer en forma de dos trastornos diferentes: el enfisema y
la bronquitis crónica.
El enfisema consiste en un ensanchamiento de los alvéolos (pequeños sacos de aire de los
pulmones) y la destrucción de sus paredes.
La bronquitis crónica se manifiesta en forma de tos crónica persistente, que produce
esputo y que no se debe a una causa clínica perceptible, como el cáncer de pulmón, sino
que las glándulas bronquiales se dilatan, provocando una secreción excesiva de
mucosidad.
Ambas enfermedades van muy ligadas y suelen presentarse simultáneamente, o bien una
acaba provocando la otra. Este es el motivo de que enfisema y bronquitis crónica se
agrupen bajo la denominación enfermedad pulmonar obstructiva crónica, de la que
podrían considerarse como dos formas de presentación distintas. Generalmente los
racimos de alvéolos conectados a las pequeñas vías aéreas (bronquiolos) tienen una
estructura relativamente rígida y mantienen abiertas esas vías.
En el caso de enfisema, las paredes alveolares están destruidas y los bronquiolos pierden su apoyo
estructural y se colapsan al respirar. En el enfisema, la reducción del flujo de aire es permanente.
En la bronquitis crónica, contribuyen a la obstrucción del flujo de aire la inflamación de las
pequeñas vías aéreas, la cicatrización de sus paredes, la hinchazón de su revestimiento, la
mucosidad y el espasmo del músculo liso.
Así, en esta enfermedad la obstrucción del flujo de aire es parcialmente reversible si se usan
fármacos broncodilatadores. Los afectados por la enfermedad pulmonar obstructiva crónica están
más expuestos al riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón que cualquier otra persona. También
puede influir en el desarrollo de problemas cardiacos.
CAUSAS
Fumar
La causa más importante de la EPOC es, sin duda alguna, el tabaco. Con el paso de los años, la
función pulmonar se pierde más rápidamente entre los fumadores. Un dato relevante es que entre
el 10 por ciento y el 15 por ciento de las personas que fuman desarrollan la enfermedad. Los
fumadores de cigarrillos son los que más posibilidades tienen de contraerla, seguidas de los
fumadores de pipa y cigarros.
Dado que el riesgo que entraña el tabaco es muy grande, la mejor manera de prevenir la
enfermedad es no fumar. También se ha demostrado que los hijos de padres
fumadores padecen muchas más enfermedades respiratorias que los de padres no fumadores;
estos niños se convierten en fumadores pasivos y están predispuestos a padecer bronquitis
crónica de adultos.
La polución atmosférica
La polución atmosférica, es decir, el incremento de partículas y gases anómalos en la atmósfera
también entraña riesgos. El monóxido de carbono y el óxido de sulfuroprocedentes de la
combustión de gasolina, los hidrocarburos de los automóviles o el ozono, por citar unos ejemplos,
producen irritación de las vías respiratorias y dificultan el transporte del oxígeno por el cuerpo.
La bronquitis crónica, de hecho, es dos veces más frecuente en las zonas industriales y en
las grandes ciudades que en el campo. Este factor combinado con el anterior, el tabaco, es la causa
principal de la mayor parte de casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Infecciones
Aunque está fuera de dudas que raras veces una infección es la causa inicial de la EPOC, sí que
puede afirmarse que una infección puede ser la responsable de que se agraveuna irritación
previa desencadenada por los dos factores anteriores.
Una infección también puede desencadenar brotes posteriores de la enfermedad. Si durante la
infancia se han sufrido repetidas infecciones pulmonares, el adulto estará más predispuesto a la
EPOC.
SINTOMAS
“Los síntomas iniciales son insidiosos y consisten principalmente en tos y expectoración”, afirma
Alcázar. “Cuando la enfermedad va progresando aparecen otros síntomas de alarma, como la
dificultad para respirar o las crisis (conocidas como exacerbaciones)”.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica tiene, principalmente, dos estadios:
En las primeras fases de la enfermedad, la concentración de oxígeno en la sangre está disminuida,
pero los valores del anhídrido carbónico permanecen normales.
En las fases avanzadas, cuando la enfermedad es más grave, los valores del anhídrido carbónico se
elevan mientras que los del oxígeno siguen disminuyendo.
La EPOC se manifiesta de distintas formas, tanto en el caso de la bronquitis crónica como del
enfisema, y los síntomas iniciales pueden aparecer al cabo de 5 ó 10 años de fumar o de estar
expuesto a gases contaminantes.
Algunos síntomas pueden ser:
Tos y aumento de la mucosidad, normalmente al levantarse por la mañana.
Tendencia a sufrir resfriados de pecho.
El esputo que se produce durante estos resfriados con frecuencia se vuelve amarillo o
verde debido a la presencia de pus.
A medida que pasan los años, estos catarros de pecho se vuelven más frecuentes.
Respiración sibilante.
Sensación de ahogo cuando se hace un esfuerzo y, más adelante, ahogo en actividades
diarias, como lavarse, vestirse y preparar la comida.
Un tercio de los pacientes experimenta pérdida de peso importante.
Hinchazón en las piernas, debida a la insuficiencia cardiaca.
TRATAMIETOS
El tratamiento debe ir enfocado en primer lugar a que el paciente abandone el tabaco. “Una vez
que lo ha hecho utilizamos los broncodilatadores para mejorar los síntomas de los pacientes y los
fármacos antiinflamatorios para disminuir el número de crisis”, explica Alcázar. “Como medidas
generales no farmacológicas recomendamos la práctica de ejercicio físico de forma habitual y las
vacunaciones”.
En líneas generales las recomendaciones que deben seguir los pacientes son:
Dejar de fumar. Abandonar el tabaco es útil en cualquier fase de la enfermedad.
Tratar de evitar la exposición a partículas irritantes en el aire.
La EPOC puede empeorar si la persona tiene gripe o neumonía. Por eso quienes padecen
esta enfermedad deben vacunarse contra la gripe cada año, además de recibir una vacuna
antineumónica cada seis.
Usar broncodilatadores para reducir el espasmo muscular. La inflamación en las vías
aéreas puede disminuir mediante el uso de corticosteroides, pero sólo un 20 por ciento de
pacientes responden a ellos.
Para expulsar las secreciones no hay ninguna terapia válida, pero evitar la deshidratación
bebiendo suficiente líquido puede prevenir las secreciones espesas y ayuda a mantener la
orina clara.
La administración de oxígeno ayuda a disminuir el ahogo que sienten los enfermos cuando
realizan actividades diarias. A largo plazo, además, prolonga la vida de las personas que
padecen esta enfermedad con una concentración de oxígeno en la sangre
extremadamente baja; el oxígeno reduce el exceso de los glóbulos rojos, mejora la función
mental y reduce la insuficiencia cardiaca.
En pacientes con un déficit grave de la proteína alfa1-antitripsina se puede sustituir la
proteína que falta mediante infusiones intravenosas semanales.
En personas con enfisema grave se puede hacer una cirugía conocida como reducción del
volumen pulmonar. Esta opción sólo es viable en las primeras etapas de la enfermedad. En
esta cirugía se extirpan las partes más afectadas del pulmón para permitir que éste y los
músculos respiratorios restantes funcionen mejor.
En casos extremos se puede llegar a transplantar el pulmón. Esta opción sólo se lleva a
cabo con determinados pacientes menores de 50 años.
Hacer ejercicio, ya sea en casa o mientras se está ingresado en el hospital.
COMPLICACIONES
Aunque el aire y los alimentos son los dos elementos básicos que necesita todo ser humano para
vivir, los pacientes que presentan enfermedad pulmonar obstructiva los necesitan de forma
especial: de la misma manera que deben adoptar medidas específicas para mejorar la calidad del
aire que inhalan y tratar de abandonar hábitos y condiciones perjudiciales, también tienen que
alimentarse según las reglas de lo que se conoce como dieta saludable y equilibrada. La razón
principal de una correcta nutrición, en este caso, es que un cuerpo bien alimentado contribuye
a fortalecer a la persona ante posibles infecciones, además de prevenir enfermedades que no
harían sino complicar la enfermedad obstructiva, favoreciendo el aumento de hospitalizaciones.
Por otra parte, los alimentos aportan, entre otras cosas, la energía necesaria para llevar a cabo
incluso el sencillo acto de respirar; una persona enferma de EPOC precisa diez veces más calorías
para hacerlo que una que esté sana. A continuación aparecen algunas normas y consejos sobre
nutrición apropiada para enfermos de EPOC, sin olvidar que el más adecuado para dar las
indicaciones correctas para cada individuo en concreto es el médico especialista.
Hay que comer alimentos de todos los grupos: frutas, vegetales, lácteos, cereales, fibra,
proteínas.
Limitar la ingesta de sal y de bebidas con cafeína.
Evitar alimentos que provoquen gases o sensación de pesadez.
La comida principal del día debe hacerse a primera hora para aportar energías al
organismo.
Opte por comidas fáciles de preparar.
No ingiera productos de escaso valor nutritivo.
Si utiliza oxígeno, no deje de hacerlo mientras come ni inmediatamente después: supone
un aporte de energía para realizar el proceso digestivo.
Es importante que el acto de comer se realice en un entorno relajado.
Prevención
Hacer ejercicio
Teniendo en cuenta que la forma física se pierde rápidamente cuando la persona interrumpe el
programa de ejercicios, es básico que el paciente se marque unos objetivos que pueda alcanzar y
que los vaya aumentando progresivamente. Además de los ejercicios, es recomendable que la
persona siga algunos otros consejos:
Acompañar los ejercicios de una alimentación saludable.
Hacer calentamiento antes de los ejercicios.
Cambiar de ejercicios y hacerlos variados para que el paciente no se aburra y desista: nadar,
andar, hacer pesas, practicar aeróbic de baja intensidad.
Practicar ejercicio con amigos para hacer la actividad más amena.
Seguir con el ritmo habitual y no intentar realizar esfuerzos excesivos.
Detener las actividades ante cualquier molestia y consultar al médico.
Tipos
PARKINSON
DEFINICION
Los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson son leves y se van haciendo cada vez más
notorios con el paso del tiempo. El cuadro inicial típico registra dolores en las articulaciones,
dificultades para realizar movimientos y agotamiento. La caligrafía también empieza a cambiar y se
torna pequeña e irregular. En el 80 por ciento de los pacientes los síntomas comienzan en un solo
lado del cuerpo y luego se generalizan. Asimismo, el carácter varía en los primeros estadios, por lo
que es habitual la irritabilidad o la depresión sin causa aparente. Todos estos síntomas pueden
perdurar mucho tiempo antes de que se manifiesten los signos clásicos que confirman el
desarrollo de la enfermedad.
Los síntomas típicos son los siguientes:
Temblor: Consiste en un movimiento rítmico hacia atrás y hacia adelante. Generalmente
comienza en la mano aunque en ocasiones afecta primero a un pie o a la mandíbula. Se agudiza en
reposo o bajo situaciones tensas y tiende a desaparecer durante el sueño. Puede afectar sólo a un
lado o a una parte del cuerpo.
Rigidez: Se manifiesta como una resistencia o falta de flexibilidad muscular. Todos los
músculos tienen un músculo opuesto, y el movimiento es posible porque, al activarse un músculo,
el opuesto se relaja. Cuando se rompe este equilibrio los músculos se tensan y contraen causando
inflexibilidad y debilidad.
Bradicinesia: Se trata de la pérdida de movimiento espontáneo y automático y conlleva la
lentitud en todas las acciones. Esta lentitud es impredecible y es el síntoma más incapacitante,
porque el paciente no puede realizar con rapidez movimientos habituales que antes eran casi
mecánicos.
Inestabilidad: La inestabilidad de la postura hace que los enfermos se inclinen hacia
adelante o hacia atrás y se caigan con facilidad. La cabeza y los hombros caen hacia delante y la
forma de andar empeora. El enfermo da pasos cortos y rápidos para mantener el equilibrio; o se
queda literalmente "plantado" a mitad de camino, sin poder moverse. Existen una serie de
síntomas secundarios que, aunque no afectan a todos los enfermos, provocan trastornos
importantes ya que empeoran los síntomas principales y agravan las condiciones físicas y
psicológicas del paciente.
Depresión: Es un problema común a todas las enfermedades crónicas, y en el Parkinson
puede detectarse incluso antes de que comiencen los síntomas principales. Empeora con los
fármacos utilizados para combatir esta patología, aunque los antidepresivos consiguen frenar con
bastante éxito tanto las depresiones como los cambios emocionales. La FEEN estima que un 40 por
ciento de los pacientes con Parkinson tiene depresión.
Dificultades para tragar y masticar: El mal funcionamiento de los músculos dificulta esta
tarea cotidiana, favoreciendo la acumulación de saliva y alimentos en la cavidad bucal. Como
consecuencia, son habituales los atragantamientos y el babeo. - Dicción: Al menos el 50 por ciento
de los enfermos tiene problemas de dicción: hablan en voz baja, dudan antes de hablar, repiten
palabras o hablan demasiado rápido.
Problemas urinarios: Las deficiencias del sistema nervioso que regula la actividad muscular
provocan que algunos enfermos sufran incontinencia o tengan dificultades para orinar.
Estreñimiento: La lentitud progresiva de los músculos intestinales y abdominales es la
principal causa del estreñimiento, aunque también influyen la dieta o la escasa actividad
física. Suele presentarse en el 50 por ciento de los pacientes según la Sociedad Española de
Neurología (SEN).
Trastornos del sueño: La somnolencia y las pesadillas son características en esta
enfermedad y generalmente están asociadas a los fármacos. Se pueden producir trastornos de
conducta durante la fase REM del sueño.
Pérdida de expresividad: el rostro pierde expresividad y aparece la denominada "cara de
pez o máscara", por falta de expresión de los músculos de la cara. Además, tienen dificultad para
mantener la boca cerrada.
Acinesia: Consiste en una inmovilidad total que aparece de improviso y puede durar desde
algunos minutos a una hora.
Aumento o pérdida de peso: El peso del enfermo puede variar, ya sea perdiéndolo (por la
propia enfermedad, fluctuaciones motoras, medicamentos, disminución de calorías, deterioro
cognitivo, depresión, hiposmia, disfunción gastrointestinal) o en algunas ocasiones aumentándolo
(por efectos de la cirugía del Parkinson o el tratamiento con agonistas dopaminérgicos). La pérdida
de peso puede ser peligrosa, ya que puede influir negativamente en la enfermedad.
Hiposmia: Consiste en la mala distinción de los olores o la reducción de la capacidad para
percibirlos. La hiposmia aparece en un 80 por cientos de los pacientes con Parkinson según la SEN.
TRATAMIETOS
Esta es una patología crónica que, de momento, no tiene curación. El objetivo del tratamiento
es reducir la velocidad de progresión de la enfermedad, controlar los síntomas y los efectos
secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla.
La dopamina no puede administrarse directamente ya que no puede pasar la barrera entre la
sangre y el cerebro. Por este motivo se ha desarrollado una serie de fármacos que favorecen la
producción de esta sustancia o retrasan su deterioro y que se administran en función de la
gravedad de los síntomas. Así, en las primeras etapas, cuando los síntomas son leves, se utilizan
los fármacos menos potentes, como los anticolinérgicos; mientras que para los casos severos y
avanzados se utiliza la levodopa, el fármaco más potente hasta el momento para el tratamiento de
esta enfermedad.
Tratamiento farmacológico
Tratamiento quirúrgico
La cirugía pretende actuar sobre la parte dañada del cerebro. Sólo está indicada en un 5 por ciento
de los pacientes y es efectiva si están bien seleccionados. Los criterios de inclusión para
intervención quirúrgica contemplan incapacidad funcional muy grave, ausencia de demencia, edad
inferior a 70 años y diagnóstico confirmado. Entre las técnicas quirúrgicas que se utilizan para
aliviar los síntomas de Parkinson se encuentra la palidotomía y la estimulación eléctrica.
Las dos técnicas son efectivas y su elección se hace en función de la dependencia clínica del
paciente. Los beneficiarios son los pacientes con discinesias causadas por la medicación o con
enfermedad avanzada que no responden bien al tratamiento farmacológico.
Subtalamotomía
Otra técnica consiste en eliminar la zona del cerebro dañada mediante la implantación de un
marcapasos en el área afectada para generar un campo eléctrico. La subtalamotomía también
podría convertirse en una técnica alternativa a la estimulación cerebral profunda en los casos que
no responden a los fármacos y que no son buenos candidatos para la implantación de los
electrodos por rechazo psicológico u otros motivos. Por otra parte, en la actualidad se trabaja en la
aplicación de una cirugía bastante controvertida que consiste en el implante de células fetales en
el cerebro, es decir, sustituir las células muertas por otras sanas. Según los últimos estudios, esta
técnica mejora la función cerebral y motora en los parkinsonianos.
Rehabilitación física
Uno de los aspectos más importantes del tratamiento de la enfermedad de Parkinson consiste en
el mantenimiento del tono muscular y de las funciones motoras, por lo que es esencial la actividad
física diaria. También hay ejercicios determinados que pueden ayudar a mantener la movilidad de
los miembros y fortalecer los músculos que generalmente se ven más afectados.
Para hombros y brazos: Encoger los hombros hacia arriba y descansar. Mover los hombros
dibujando un círculo hacia delante y hacia atrás. Colocar las manos en la nuca y llevar el codo hacia
atrás y hacia delante. Intentar alcanzar la espalda con la mano. Elevar y bajar los brazos lo máximo
posible. Tumbado, y con una barra entre las manos, llevar los brazos hacia atrás y hacia delante.
Para las manos: Mover las muñecas describiendo un círculo hacia un lado y hacia otro. Con
los codos presionando el abdomen y las palmas de la mano hacia arriba, cerrar y abrir la mano.
Para el cuello: Sentado en una silla y con la espalda recta, mover la cabeza hacia adelante
hasta tocar el pecho y hacia atrás. Girar la cabeza hacia la derecha y la izquierda.
Para las piernas: Sentado, levantar una pierna y colocar el tobillo sobre la rodilla de la
pierna opuesta. En esta posición, empujar la pierna flexionada hacia abajo. Sentado en una silla,
elevar y bajar las piernas imitando el movimiento que se realiza al caminar.
Para los pies: Apoyar la planta de los pies en el suelo y levantar y bajar las puntas con
rapidez. Con las plantas de los pies apoyadas en el suelo, elevar los talones y bajarlos golpeando el
suelo con fuerza.
Levantar y estirar la pierna y mover los pies describiendo un círculo hacia la derecha y
hacia la izquierda. De pie, elevarse sobre la punta de los pies, apoyar los talones en el suelo y
levantar las puntas de los pies.
Otros ejercicios
Existen otras modalidades de ejercicios que se suelen recomendar a los pacientes de Parkinson:
Cinesiterapia: es un conjunto de técnicas que implica un continuo movimiento.
Masajes: al dilatar los vasos sanguíneos se favorece la nutrición celular, lo que disminuye
la tensión muscular y la ansiedad.
Hidroterapia: ayuda en gran parte a la musculatura.
Logopedia
Es frecuente que los pacientes de Parkinson presenten alguno de los siguientes problemas al
hablar:
Disartria: alteración al articular palabras.
Hipofonía: hablar con un tono de voz muy bajo.
Pérdida de la prosonia o entonación adecuada.
Existen terapias como el entrenamiento vocal de Lee Silverman, una terapia del habla, o la
musicoterapia que pueden ayudar al tratamiento de estos síntomas, especialmente los
relacionados con el volumen de la voz.
Terapias alternativas
Acupuntura: es una de las más usadas pese a no contar con ningún aval científico. Los
síntomas que trata son principalmente los psicológicos, como la ansiedad.
Tai-chi: los diferentes ejercicios que incluye esta disciplina ayudan a mejorar aspectos
como la fuerza muscular, la flexibilidad, el equilibrio y la estabilidad, reduciendo las caídas.
Alimentos: existen comidas o componentes alimenticios que podrían tener efectos
positivos en los pacientes de Parkinson. Las habas o los guisantes parecen provocar mejoras
debido a su contenido en levodopa. Por otra parte, la vitamina C favorece la absorción de este
principio activo.
Osteopatía: aunque por el momento no tiene muchos avales científicos, procedimientos
como la técnica de Alexander han demostrado tener efectos positivos sobre las personas con
Parkinson. Este método consiste en la “reeducación” psicofísica de una persona, con el fin de
mejorar el rendimiento, la coordinación y la percepción sensorial.
Para mejorar la calidad de vida de los enfermos de Parkinson es necesario tener en cuenta algunas
cuestiones básicas que pueden facilitar prácticas cotidianas como vestirse, comer o ir al baño.
Prevención de caídas: La falta de control muscular y la osteoporosis que afecta a los
enfermos más ancianos pueden favorecer las caídas y la rotura de huesos. Para evitar accidentes,
es conviene eliminar todos los objetos con los que pueda tropezar el enfermo, incluyendo
alfombras que forman arrugas o escalones que comunican habitaciones. También es aconsejable
instalar manillas en las paredes cercanas a los pomos de las puertas. Esto ofrece seguridad al
enfermo permitiéndole agarrarse a la manilla de la pared mientras abre la puerta.
Durante las comidas: Una acción tan cotidiana como la de comer puede convertirse en un
infierno para un enfermo de Parkinson, ya que llevarse la comida a la boca y deglutirla puede
suponer mucho más tiempo que el habitual. A esto se suma el manejo de los cubiertos y las
dificultades para masticar ciertos alimentos como la carne o algunas verduras. Para facilitar la
tarea se puede cortar la comida del paciente, cocerla, hacer purés y facilitarle cubiertos o
instrumentos que, aunque poco convencionales, le permitan manejar con más seguridad los
alimentos.
La ropa: Los botones son un gran obstáculo a la hora de vestirse por lo que es
recomendable cambiarlos por cremalleras. Para evitar los problemas que presentan los cordones
de los zapatos, se puede utilizar calzado con gomas elásticas que se sujetan bien al pie y son fáciles
de sacar.
En el baño: Se pueden instalar asientos elevados frente a la taza del baño y el lavabo, así
como manillas en las paredes. También es recomendable elevar el mobiliario del baño de manera
que el enfermo pueda acceder a él y mantener el equilibrio sin tener que hacer grandes esfuerzos
musculares.
Parkinsonismo: El parkinsonismo es una situación clínica que se caracteriza por la rigidez,
el temblor, la inestabilidad de postura y bradicinesia. Las principales causas de parkinsonismo son
la enfermedad de Parkinson, la degeneración neurológica y síndromes irreversibles provocados
por drogas o toxinas
COMPLICACIONES
El Parkinson afecta por igual a hombres y mujeres de todas las razas. Su desarrollo está
relacionado con la edad: aparece generalmente a partir de los 50 años y la media de inicio de los
síntomas se sitúa en los 60. Sin embargo, en los últimos años se ha registrado un aumento
considerable de los casos de Parkinson precoz y se estima que cerca del 10 por ciento de los
pacientes tienen menos de 40 años.
INFORMACION ADICIONAL
Diagnóstico
El Parkinson es difícil de diagnosticar en sus etapas iniciales, ya que se confunde con los síntomas
propios de otras patologías. Según los últimos datos recogidos por la SEN, el diagnóstico de
Parkinson en España tarda entre uno y tres años y se cree que hasta un 25 por ciento de los
pacientes diagnosticados tienen en realidad otra enfermedad.
En la actualidad, el 70 por ciento de las personas diagnosticadas de Parkinson en España tienen
más de 65 años. Sin embargo, eso no quiere decir que sea una patología exclusiva de las personas
mayores: el 15 por ciento de los pacientes se diagnostica antes de los 50 años.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se efectúa a partir de los síntomas del paciente, ya
que no existe ningún marcador químico. Para confirmar el diagnóstico se realiza una tomografía
axial computerizada (TAC), que detecta las lesiones cerebrales en el mesencéfalo. Asimismo, son
habituales los exámenes de los reflejos.
Sin embargo, el mejor medio para detectar esta patología es la observación, ejercida tanto por el
médico como por los familiares del enfermo, ya que el contacto permanente les permite confirmar
la continuidad o progresión de los síntomas y los posibles cambios tanto físicos como emocionales.
En la enfermedad de Parkinson es esencial el diagnóstico precoz, ya que cada tipo de
parkinsonismo tiene un tratamiento diferente.
Pronóstico
Debido a las diferencias que hay entre los pacientes de Parkinson, es difícil determinar un
pronóstico general de superviviencia a la enfermedad. Al tratarse de una enfermedad que afecta
mayoritariamente a las personas de edad avanzada, los riesgos de muerte suelen estar más
asociados a otras causas.
Epidemiología
ALZHEIMER
DEFINICION
CAUSAS
SINTOMAS
La enfermedad de Alzheimer es una patología de evolución lenta. Desde que aparecen los
primeros síntomas hasta que se inicia una etapa de mayor gravedad pueden pasar años,
dependiendo de cada persona, entre 5 y 20. Por el momento no existe ningún tratamiento que
revierta el proceso de degeneración que comporta esta enfermedad. Sin embargo, sí se dispone
de algunos fármacos que pueden retrasar, en determinadas etapas de la enfermedad, la
progresión de la patología.
Se utilizan los anticolinesterásicos o inhibidores de la acetilcolinesterasa, fármacos que elevan los
niveles de acetilcolina en el cerebro. Tacrina, donepezilo, galantamina, memantina y
rivastigmina son los fármacos indicados en las primeras etapas de la enfermedad. Con estos
medicamentos se mejoran las fases iniciales y moderadas de la patología, retrasando el
deterioro de la memoria y la atención. En el 20 por ciento de los casos estos medicamentos
pueden tener efectos adversos que causan trastornos gastrointestinales como náuseas, vómitos
o diarrea. Sin embargo, no tienen ningún tipo de interacción con otros fármacos.
De manera general, los anticolinesterásicos suelen retrasar medio año el deterioro cognitivo de los
pacientes. Según la Fundación del Cerebro y la Fundación Española de Enfermedades
Neurológicas, las tasas de efectividad son elevadas: un 50 por ciento de los pacientes responde
positivamente a la administración del medicamento, mientras que un 20 por ciento responde en
mayor medida de forma positiva que la media. Por el contrario, el 30 por ciento de los pacientes
no responde a la medicación.
Este tipo de tratamiento se combina con otro sintomático, que se administra, a medida que el
paciente va denotando diversos síntomas que acompañan al mal de Alzheimer, tales como la
depresión, estados de agitación, alteraciones del sueño, o complicaciones más tardías del tipo
incontinencia de esfínteres, estreñimiento, infecciones urinarias, úlceras provocadas por la
inmovilidad o tromboflebitis.
Para los síntomas psicóticos que suelen aparecen cuando la demencia es moderada se pueden
administrar fármacos neurolépticos, aunque sólo se recomiendan en casos extremos ya que
también afectan a otros sistemas neuronales.
La vacuna, AN-1792, se basa en una forma sintética de la proteína beta amiloide, proteína que
conforma las placas en los cerebros de los pacientes con Alzheimer y estimula al sistema
inmunológico para eliminar las placas ya formadas y evitar la aparición de otras nuevas.
Es importante también la disposición que deben tener aquellas personas encargadas del cuidado
del paciente. Cuidar a alguien con Alzheimer puede ser complicado debido a los cambios de humor
o problemas de memoria, pero si se adopta la actitud adecuada el tratamiento puede hacerse más
llevadero. La Fundación del Cerebro y la Fundación Española de Enfermedades Neurológicas
ofrecen algunos consejos como los siguientes:
COMPLICACIONES
Otro de los factores que complica el diagnóstico es la coexistencia de ambas patologías. En los
pacientes con Alzheimer, la detección de una depresión resulta bastante complicada para el
facultativo, puesto que se trata de personas incapaces de explicar cómo se sienten.
Como signos más claros de que una persona con Alzheimer sufre también una depresión, se
encuentran:
La pérdida de apetito.
Alteraciones del sueño.
Pérdida de energía e iniciativa.
Sentimientos de baja autoestima.
Irritabilidad y ansiedad.
Baja concentración.
Estos síntomas suelen aparecer juntos en una persona con Alzheimer, aunque el diagnóstico sólo
puede establecerlo el médico especialista con pruebas más exhaustivas. A partir de este
diagnóstico, puede ser necesario iniciar un tratamiento con antidepresivos.
INFORMACION ADICIONAL
Prevención
Diagnóstico
Según la SEN, entre un 30 y 40 por ciento de los casos de Alzheimer podría estar sin diagnosticar,
de los cuales un 80 por ciento pertenecen a un estadio leve.
La enfermedad se diagnostica con datos recabados sobre los problemas del paciente de memoria y
aprendizaje, para llevar adelante la vida cotidiana. y preguntando a familiares o personas que
conviven con el supuesto enfermo. Los análisis de sangre y orinadescartan otras posibles
enfermedades que causarían demencia y, en algunos casos, también es preciso analizar fluido de
la médula espinal.
Un estudio realizado por Sanitas Residencial titulado de Por una atención del Alzheimer centrada
en la persona refleja que un 78 por ciento de las personas con Alzheimer conocen con dos años de
antelación que van a sufrir la enfermedad.
Resulta importante que el paciente cuente con un apoyo cercano de un familiar o una persona de
su entorno, ya que el propio enfermo puede tratar de minimizar los síntomas del Alzheimer que
sufre a la hora de explicarlos. Además, debido a los trastornos de memoria que sufre o el resto de
problemas puede que el propio paciente no dé a conocer todo lo que percibe que le ocurre.
Pruebas y exámenes
Entre las pruebas más empleadas para observar los cambios que esta enfermedad produce en el
cerebro destaca la resonancia magnética (RM), la tomografía por emisión de positrones (conocida
por su acrónimo inglés, PET) y una combinación de ambas. Con la RM, se visualiza la forma y
estructura del cerebro. Con la PET se pueden detectar los primeros cambios en el tejido cerebral,
incluso antes de que aparezcan los síntomas visibles (como el deterioro de la memoria).
Para detectar si una persona cuenta con deterioro cognitivo se realiza una prueba de cribado o
screening cognitivo. Se trata de una serie de tests que tratan de determinar si las habilidades
cognitivas de una persona se han visto afectadas de alguna manera. Son tests sencillos, que no
implican grandes costes, y cuya rapidez en realización permiten obtener rápidamente un
resultado. Algunos de estos tests son:
Eurotest: consiste en la manipulación de monedas de euro para estudiar la memoria o la
capacidad para manejar dinero.
Exploración Neuropsicológica Mínima en Demencias: consiste en siete pruebas con
diferentes fines.
Memory Impairment Screen: para la memoria verbal.
Test de los siete minutos: es una prueba que permite diagnosticar la enfermedad de
Alzheimer en las primeras fases y en pacientes de todas las edades, midiendo la orientación
temporal, la capacidad del paciente para recordar y aprender, la fluidez del lenguaje y su habilidad
para realizar un dibujo.
Clasificación histológica
El Alzheimer presenta un cuadro histológico en el que se puede observar áreas de los lóbulos
frontotemporales atrofiadas, así como pérdida del tejido cerebral. Esto provoca una hidrocefalia
ex-vacuo (agrandamiento de los ventrículos).
Además de esto aparecen ovillos neurofibrilares en el citoplasma de las neuronas. Cuantos más
ovillos hay, mayor es el deterioro cognitivo. También se puede detectar Alzheimer con la aparición
de placas seniles o neuríticas (conjunto de proteínas), un depósito amiloide vascular (aumenta la
probabilidad de que los vasos cerebrales se rompan) o cuerpos de Hirano (se desconoce su
efecto).
Epidemiología
La gastritis es la inflamación de la mucosa que recubre las paredes del estómago. El revestimiento
del estómago contiene células que segregan enzimas y ácido que ayudan en la digestión y que
cuando se inflama ocasiona molestias.
CAUSAS
Las causas que pueden provocar la inflamación del revestimiento del estómago son:
Algunos fármacos, como ácido acetilsalicílico, naproxeno o ibuprofeno.
Infección del estómago con la bacteria Helicobacter pylori.
Abuso de alcohol o ingesta de sustancias corrosivas, como algún tipo de veneno.
Ingesta de alimentos picantes.
Consumo de cocaína.
Fumar.
Reflujo de bilis hacia el estómago o reflujo biliar.
Trastornos autoinmunes.
Infección viral, sobre todo en personas con déficits en el sistema inmunológico.
Estrés excesivo.
Otras causas menos comunes que pueden causar gastritis son el hecho de haberse sometido a
una cirugía mayor o sufrir alguna enfermedad gástrica que pueda inflamar la mucosa del
estómago.
SINTOMAS
Aunque en algunas ocasiones esta patología no presenta síntomas, las personas que la sufren
pueden experimentar las siguientes molestias:
Dolor abdominal.
Náuseas y vómitos.
Acidez de estómago.
Aerofagia.
Ausencia de hambre o inapetencia, que en ocasiones puede producir pérdida de peso.
Heces de color negro y vómitos con sangre, en el caso de que la gastritis cause sangrado
en el revestimiento del estómago.
TRATAMIETOS
La sustancia o afección que causa la inflamación de la mucosa del estómago será el factor del que
dependa el tratamiento. Aunque lo normal es que la gastritis se cure cuando desaparezca el
agente causante, en ocasiones, dependiendo de la incidencia de los síntomas y de la gravedad de
la enfermedad, se utilizan algunos medicamentos, como antiácidos e inhibidores de la bomba de
protones, que reducen la cantidad de ácido gástrico producido por las glándulas que cubren las
paredes del estómago, como omeprazol, pantoprazol o esomeprazol, entre otros. En la mayoría de
los casos el tratamiento con fármacos sólo es necesario cuando hay infección bacteriana.
COMPLICACIONES
Si el dolor abdominal es muy fuerte y no desaparece, las heces son negras o en el vómito aparece
sangre o una sustancia parecida al poso del café, se debe acudir a un especialista.
En el caso de sufrir gastritis, es recomendable evitar una serie de alimentos que pueden agravar la
enfermedad y sus síntomas. Los alimentos prohibidos en estos casos son:
Algunas verduras y hortalizas: En especial aquellas consideradas flatulentas, es decir, que
pueden provocar gases, como el brócoli, la coliflor o los pimientos.
Frutas ácidas o poco maduras: Sobre todo los cítricos, como el limón o el pomelo.
Lácteos enteros: Hay que tratar de evitar en lo posible la leche entera, la nata y el queso
curado.
Carnes ricas en grasas: Principalmente los embutidos, como el chorizo o el salchichón.
Bebidas con gas: Las bebidas carbonatadas no están recomendadas en estos casos.
Bebidas con cafeína: Como el café o el té.
Salsas y condimentos picantes: La ingesta de alimentos y condimentos picantes es una de
las causas que puede producir gastritis, por lo que su consumo agrava los síntomas de la
enfermedad y puede hacer daño al estómago.
Los alimentos que no causan ningún perjuicio en el estómago en el caso de sufrir gastritis son:
Pasta y arroces.
Pan blanco.
Verduras cocidas.
Pescados.
Productos lácteos desnatados.
Bebidas sin cafeína.
Carnes magras, como pollo, pavo o conejo.
INFORMACION ADICIONAL
Prevención
La prevención de la gastritis pasa por evitar el uso de las sustancias que pueden inflamar la
mucosa del estómago. Evitar el uso prolongado de medicamentos como el naproxeno, el
ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico, así como reducir o suprimir la ingesta de alcohol y de comidas
que puedan irritar el revestimiento estomacal, evitará que se desarrolle una gastritis causada por
este tipo de agentes.
Tipos
Diagnóstico
La gravedad de la enfermedad y su duración dependen del agente causante, por lo que en la
mayoría de las ocasiones la gastritis se cura cuando desaparece la sustancia, enfermedad o
afección que la provoca. Las principales complicaciones que se pueden presentar son el sangrado y
el aumento del riesgo de sufrir cáncer de estómago. En ocasiones, si la mucosa que recubre el
estómago permanece demasiado tiempo alterada, los ácidos pueden llegar a causar úlceras.
Entre las pruebas y exámenes que se pueden realizar para detectar una gastritis está el análisis de
sangre, con el objetivo de analizar el nivel de glóbulos rojos y detectar una posible anemia que
puede derivar en un debilitamiento del revestimiento del estómago; una gastroscopia para
comprobar el interior del estómago y el estado de las mucosas; un análisis de heces para verificar
si hay sangrado, que puede ser un signo de hemorragia digestiva causada por gastritis y también
para detectar la presencia de la bacteria Helicobacter pylori.
HIPERTENCION ARTERIAL
DEFINICION
Aunque todavía no se conocen las causas específicas que provocan la hipertensión arterial, sí se ha
relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas
que la sufren. Conviene separar aquellos relacionados con la herencia genética, el sexo, la edad y
la raza y por tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los
hábitos, ambiente, y las costumbres de las personas, como: la obesidad, la sensibilidad al sodio, el
consumo excesivo de alcohol, el uso de anticonceptivos orales y un estilo de vida muy sedentario.
Causas no modificables
Factores genéticos:
Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta
que éstas llegan a la edad de la menopausia. A partir de esta etapa la frecuencia en ambos sexos
se iguala. Esto se debe a que la naturaleza ha dotado a la mujer con unas hormonas que la
protegen mientras está en la edad fértil (los estrógenos) y por ello tienen menos riesgo de padecer
enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, las mujeres jóvenes que toman píldoras
anticonceptivas tienen más riesgo de desarrollar una patología cardiaca.
Edad y raza:
La edad es otro factor que influye sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la
presión arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con los años y
lógicamente se encuentra un mayor número de hipertensos a medida que aumenta la edad.
En cuanto a la raza, los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar
hipertensión que los de raza blanca, además de tener un peor pronóstico.
Causas modificables
Sobrepeso y obesidad:
Los individuos con sobrepeso están más expuestos a tener más alta la presión arterial que un
individuo con peso normal. A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es
mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de la hipertensión
arterial entre los obesos, independientemente de la edad, es entre dos y tres veces superior a la
de los individuos con un peso normal.
No se sabe con claridad si es la obesidad por sí misma la causa de la hipertensión, o si hay un
factor asociado que aumente la presión en personas con sobrepeso, aunque las últimas
investigaciones apuntan a que a la obesidad se asocian otra serie de alteraciones que serían en
parte responsables del aumento de presión arterial. También es cierto, que la reducción de peso
hace que desaparezcan estas alteraciones.
Otras causas
Vasculares:
Entre el 2,5 y el 6 por ciento de los problemas relacionados con el riñón pueden influir en la
aparición de la hipertensión arterial. De hecho, suponen entre el 2,5 y el 6 por ciento de las
causas. Las principales patologías vasculares que influyen son:
Enfermedad renal poliquística.
Enfermedad renal crónica.
Tumores productores de renina.
El síndrome de Liddle.
Estenosis de la arteria renal.
Endrocrinológicas:
Las causas endocrinas representan entre el 1 y el 2 por ciento. En éstas se incluyen desequilibrios
hormonales exógenos y endógenos. Las causas exógenas incluyen la administración de corticoides.
Aproximadamente el 5 por ciento de las mujeres que toman anticonceptivos orales puede
desarrollar hipertensión. Los factores de riesgo para la hipertensión asociada con el consumo de
anticonceptivos orales incluyen la enfermedad renal leve y la obesidad.
Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) pueden tener efectos adversos sobre la
tensión arterial. Estos fármacos bloquean tanto la ciclooxigenasa-1 (COX-1) como las enzimas COX-
2. La inhibición de la COX-2 puede inhibir su efecto natriurético que, a su vez, aumenta la
retención de sodio. Los antiinflamatorios no esteroideos también inhiben los efectos
vasodilatadores de las prostaglandinas y la producción de factores vasoconstrictores, es decir, la
endotelina-1. Estos efectos pueden contribuir a la inducción de la hipertensión en un paciente con
hipertensión controlada o normotenso.
Las causas hormonales endógenas incluyen:
Hiperaldosteronismo primario.
El síndrome de Cushing.
Feocromocitoma.
Hiperplasia suprarrenal congénita.
Las causas neurogénicas incluyen:
Tumores cerebrales.
Poliomielitis bulbar.
Hipertensión intracraneal.
Además existen drogas y toxinas que pueden propiciar la aparición de la hipertensión:
Alcohol.
Cocaína.
Ciclosporina, tacrolimus.
Fármacos antiinflamatorios no esteroides.
Eritropoyetina.
Medicaciones adrenérgicas.
Descongestionantes que contienen efedrina.
Remedios a base de hierbas que contienen regaliz
Nicotina.
Por último, existen algunas enfermedades que se relacionan con la hipertensión como son el
hipertiroidismo e hipotiroidismo, la hipercalcemia, el hiperparatiroidismo, la acromegalia, la apnea
obstructiva del sueño y la hipertensión inducida por el embarazo.
SINTOMAS
Prevención
Tener hábitos de vida saludable y, sobre todo, evitar el sobrepeso y la obesidad son los principales
factores para prevenir la aparición de la hipertensión.
Los especialistas señalan que llevar una dieta sana y practicar ejercicio puede ayudar a que la
población general esté exenta de sufrir esta patología.
En los casos en los que en la familia haya antecedentes de hipertensión y por tanto haya una
predisposición a ser hipertenso a lo largo del tiempo, este factor genético supone una llamada de
atención adicional a que el paciente cuide esos hábitos de vida y vigile sus cifras de tensión
arterial.
Tipos
Tensión sistólica: Es el número más alto. Representa la tensión que genera el corazón
cuando bombea la sangre al resto del cuerpo.
Tensión diastólica: Es el número más bajo. Se refiere a la presión en los vasos sanguíneos
entre los latidos del corazón.
La tensión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg). La tensión arterial alta (HTA) se
diagnostica cuando uno de estos números o ambos son altos. Esta enfermedad se conoce también
como hipertensión.
Diagnóstico
La primera línea de combate de la hipertensión son los equipos de atención primaria, tanto los
médicos, como las enfermeras. En la consulta tienen protocolos de actuación para que cuando
acudan los pacientes, por los motivos que sean, los sanitarios realicen una medición. Si el paciente
no está diagnosticado, a partir de ese momento puede empezar su tratamiento si le hiciera falta.
Otras áreas que ayudan a que el paciente identifique una hipertensión y que le advierte de que
sería recomendable que acudiera al especialista para obtener un posible diagnóstico son
los chequeos rutinarios que hacen las empresas o cuando los pacientes se hacen una revisión
porque quieren empezar a practicar algún deporte federado o semi profesional.
“Estos controles son muy importantes porque se realizan normalmente en personas que nunca
han pasado por un médico porque han estado sanos hasta el momento y puede ayudar a
diagnosticar al paciente”, apostilla Julián Segura, presidente de la Sociedad Española de
Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (Seh-Lelha).
Pronóstico
LESION CEREBROVASCULAR
DEFINICION
El ictus es una enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran
sangre al cerebro. También se le conoce como accidente
cerebrovascular (ACV), embolia o trombosis. Los dos últimos términos, no obstante, se refieren
más a bien a distintas causas del ictus. Un ictus ocurre cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre
al cerebro se rompe o es taponado por un coágulo u otra partícula. Debido a esta ruptura o
bloqueo, parte del cerebro no consigue el flujo de sangre que necesita. La consecuencia es que las
células nerviosas del área del cerebro afectada no reciben oxígeno, por lo que no pueden
funcionar y mueren transcurridos unos minutos.
CAUSAS
Muchos de los factores que pueden aumentar las posibilidades de padecer riesgo no se pueden
controlar (la edad, la historia clínica familiar, la raza o el sexo). Sin embargo, la mayor parte de los
factores que aumentan el riesgo pueden ser cambiados, tratados o modificados.
Edad avanzada: Pasados los 55 años, cada década vivida dobla el riesgo de padecer un
ictus. No obstante, esto no quiere decir que las personas jóvenes no sufran el problema.
Sexo: Se producen, más o menos la misma cantidad de ictus en los dos sexos. No obstante,
más de la mitad de las muertes son en mujeres.
Herencia familiar y raza: El riesgo de sufrir un ictus es mayor si alguna persona de la familia
lo ha padecido. Los negros tienen más riesgo de muerte y de padecer discapacidades más grandes
que los blancos, en parte debido a que en esta raza la presión sanguínea elevada tiene más
incidencia, y este problema es un factor de riesgo importante en ictus.
Haber sufrido un ictus recientemente: Una vez sufrido un accidente cerebrovascular las
posibilidades de padecer otro aumentan considerablemente.
Tener la presión sanguínea elevada: La hipertensión arterial es el factor de riesgo que
mejor predice el ictus. De hecho, otros riesgos dependen de éste. Aproximadamente un 70 por
ciento de los ictus ocurren a causa de la hipertensión. Muchos científicos opinan que la mejora en
los tratamientos de esta patología es una razón clave para explicar la bajada acelerada del número
de muertes por ictus.
Fumar: En los últimos años los estudios han demostrado que fumar cigarillos es un factor
importante de riesgo. La nicotina y el monóxido de carbono dañan el sistema cardiovascular de
varias formas. El uso de anticonceptivos orales sumado al tabaquismo incrementa en gran medida
el riesgo de ictus.
Padecer diabetes mellitus: La diabetes es un factor de riesgo independiente y esta
relacionada en gran medida con la presión sanguínea elevada. Aunque la diabetes se puede tratar,
padecerla incrementa el riesgo de ictus. Los diabéticos suelen tener también el colesterol alto y
sobrepeso, lo que aumenta todavía más sus riesgos.
Sufrir enfermedad de la arteria carótida. Las arterias carótidas del cuello proveen al
corazón de sangre. Una carótida dañada por la aterosclerosis puede bloquear el vaso y provocar
un coágulo de sangre, que puede causar un ictus. El diagnóstico de este problema lo realiza el
médico escuchando con su estetoscopio en el cuello y detectando un sonido anormal.
Presentar enfermedad cardiaca: Un corazón enfermo aumenta el riesgo de ictus. De
hecho, las personas que padecen problemas cardiacos tienen el doble de posibilidades de padecer
este problema. La fibirlación atrial (el latido rápido y descoordinado de las cámaras cardiacas
superiores) aumenta particularmente el riesgo de ictus. El ataque al corazón también es una de las
causas de muertes más frecuentes en los supervivientes de un ictus.
Sufrir ataques isquémicos transitorios: Se los conoce como mini ictus que producen
síntomas similares, pero no daños que perduran.
Contador de glóbulos rojos alto: Un incremento moderado o importante del número de
glóbulos rojos también es un indicador importante de ictus. La razón es que los glóbulos rojos
provocan que la sangre se espese, lo que puede provocar coágulos más fácilmente.
La estación del año y el clima: Las muertes por ictus ocurren con más frecuencia con
temperaturas extremadamente frías o calurosas.
Consumir alcohol en exceso: El exceso de alcohol puede aumentar la presión sanguínea,
aumentar la obesidad, los triglicéricos, el cáncer y otras enfermedades, causar fallos cardíacos y,
en consecuencia, provocar un ictus.
Ciertos tipos de consumo de drogas: Tomar drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo
de ictus debido a un émbolo cerebral. El uso de cocaína también se ha relacionado fuertemente a
ictus, ataques de corazón y varias complicaciones cardiovasculares. Estos problemas se han dado,
incluso, cuando se ha consumido por primera vez cocaína.
SINTOMAS
En general, los ictus son de inicio súbito y de rápido desarrollo, y causan una lesión
cerebral en minutos (ictus establecido). Con menos frecuencia, un ictus puede ir empeorando a lo
largo de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se va necrosando un área cada vez
mayor de tejido cerebral (ictus en evolución). Por lo general, esta progresión suele interrumpirse,
aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en que el área de tejido necrosado deja
de crecer de forma transitoria o en los que se observa cierta mejoría.
En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes.
Adormecimiento o debilidad repentina en la cara, el brazo o una pierna, especialmente en
uno de los lados del cuerpo.
Confusión repentina, dificultad para hablar o para entender.
Repentina dificultad para andar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación.
Problemas repentinos para ver en uno o los dos ojos.
Dolor de cabeza repentino sin que se conozca la causa.
Cuando el ictus afecta a la región izquierda del cerebro, la parte afectada será la derecha
del cuerpo (y la izquierda de la cara) y se podrán dar alguno o todos los síntomas siguientes:
Parálisis del lado derecho del cuerpo.
Problemas del habla o del lenguaje.
Estilo de comportamiento cauto, enlentecido.
Pérdida de memoria.
Si por el contrario, la parte afectada es la región derecha del cerebro, será la parte
izquierda del cuerpo la que tendrá problemas:
Parálisis del lado izquierdo del cuerpo.
Problemas en la visión.
Comportamiento inquisitivo, acelerado.
Pérdida de memoria.
Se han desarrollado algunas formas de saber cuándo una persona va a sufrir un ictus.
Entre ellas, se encuentra, por ejemplo, la escala Cincinnati, que consiste en tres comprobaciones:
Asimetría facial: Se hace sonreír al paciente para comprobar si ambos lados de la cara se
mueven de forma simétrica. En caso anormal, un lado mostraría deficiencias para moverse.
Fuerza en los brazos: Se indica al paciente que estire los brazos durante 10 segundos. En
caso anormal, uno de los brazos no se mueve o cae respecto al otro.
Lenguaje: Se indica al paciente que hable. En caso anormal, arrastra las palabras, tiene
problemas para hablar o no habla.
Si alguna de estas tres comprobaciones obtiene el resultado anormal, cabe la posibilidad
de que el paciente vaya a sufrir un ictus.
TRATAMIETOS
COMPLICACIONES
Epidemiología
El ictus es la segunda causa de muerte más frecuente en España, y la primera en el caso de las
mujeres, como recoge el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares (Geecv) de la
Sociedad Española de Neurología (SEN). Cada año se producen de 110.000 a 120.000 muertes en
España, lo que se traduce en una muerte por ictus cada 14 minutos.
Los ictus comprenden el 70 por ciento de los ingresos en neurología en nuestro país, y en los
últimos 15 años el número de pacientes ha crecido en un 40 por ciento. Se prevé que esta cifra
vaya aún más en aumento con el paso de los años debido al envejecimiento de la población.
Etiología
INFORMACION ADICIONAL
Prevención
La Sociedad Española de Neurología recomienda una serie de hábitos saludables para evitar sufrir
un ictus:
Llevar una dieta rica y saludable: Esta dieta también tiene que tratar de evitar el colesterol
LDL, lo que se consigue reduciendo las grasas saturadas. Además, así se evitan problemas de
obesidad: una persona debe mantener su índice de masa corporal por debajo de 25 para reducir el
riesgo de ictus.
Realizar ejercicio de forma habitual y moderada: Los problemas derivados de una vida
sedentaria pueden provocar otros problemas que a su vez causen un ictus.
No fumar: Además, la exposición pasiva al tabaco también aumenta la probabilidad de
sufrir un ictus.
Moderar el consumo de alcohol: El consumo de alcohol no debe superar los 60 gramos al
día, pero esto no significa que haya que evitarlo a toda costa: aquellas personas con un consumo
leve (menos de 12 gramos al día) o moderado (entre 12 y 24 gramos al día) de alcohol tienen
menos probabilidades de sufrir un ictus que aquellas personas que no lo consumen.
Llevar un control de la tensión arterial de forma regular: Para ello se pueden llevar
controles sobre la tensión arterial. En aquellas personas que no hayan sufrido un ictus
anteriormente la tensión arterial debería ser inferior a 140/90, y para diabéticos o personas que ya
hayan sufrido un ictus, inferior a 130/80.
Tipos
Los problemas de los vasos sanguíneos cerebrales pueden ser de dos tipos:
1. Ictus isquémico:
Los vasos están obstruidos dentro. Los coágulos causantes del problema se denomiman trombos
cerebrales o embolismo cerebral. Causado por una obstrucción del vaso sanguíneo. Este problema
se suele producir por el desarrollo de depósitos de grasa en los muros del vaso, lo que se
denomina ateroesclerosis. Los depósitos de grasa provocan dos obstrucciones:
Trombosis: un coágulo que se desarrolla en el mismo vaso sanguíneo cerebral.
Embolismo: el coágulo se desarrolla en otra parte del cuerpo, generalmente en las grandes
arterias de la parte superior del pecho y el cuello o el corazón. Una porción del coágulo se
desprende y viaja por el flujo sanguíneo hasta que encuentra un vaso que es más pequeño y lo
bloquea.
Los ictus isquémicos son los más frecuentes de todos los ictus, comprendiendo un 80 por ciento
del total. En España se estiman de 150 a 200 casos anuales por cada 100.000 habitantes. Los dos
tipos de ictus isquémicos más frecuentes son:
Ataque isquémico transitorio (AIT): Presenta unos síntomas similares a los de un infarto,
pero es más corto y no muestra las consecuencias propias de un infarto. El AIT es un episodio de
déficit neurológico de corta duración que en la mayoría de los casos dura menos de dos horas.
Entre el 7 y el 40 por ciento de los pacientes que sufren un AIT, poco después sufren un ictus
isquémico.
Infarto cerebral: Deja una lesión cerebral permanente.
Según su extensión y localización, los ictus isquémicos pueden clasificarse de la siguiente manera:
Ictus isquémico total: Es de gran tamaño y afecta a la arteria cerebral media o la arteria
cerebral anterior. Provoca disfunción cerebral superior, hemianopsia homónima y déficit motor
y/o sensitivo homolateral.
Ictus de Circulación Posterior: Afecta a los pares craneales que provocan déficit motor y
sensitivo contralateral. Provoca patología oculomotora, disfunción cerebelosa sin déficit de vías
largas ipsilaterales y hemianopsia homónima aislada.
Ictus Lacunares: Provocan hemisíndromes motor puro, sensitivo puro, sensistivo motor,
hemiparesia atáxica y disartria.
2. Ictus hemorrágico:
El vaso se rompe, lo que provoca que la sangre irrumpa en el cerebro. Al entrar la sangre
comprime el tejido cerebral. Existen dos subtipos de este tipo de ictus, la hemorragia intercerebral
y la subaracnoidea. Sucede cuando se rompe un vaso sanguíneo débil. Existen dos tipos de estos
vasos débiles que provocan ictus hemorrágicos: los aneurismas y las malformaciones
arteriovenosas.
Aneurisma: es una región inflada o debilitada de un vaso sanguíneo. Si no se trata el
problema crece hasta que el vaso se rompe.
Malformación arteriovenosa: es un grupo de vasos sanguíneos formados de manera
anormal. Cualquiera de estos se puede romper.
Ataques isquémicos transitorios: las condiciones indicativas de un ictus isquémicos se
presentan durante un pequeño periodo de tiempo, y se resuelve por sí solo a través de
mecanismos normales. Es un indicativo potente de un ictus, por lo que cuando se produce, hay
que tomar medidas para evitar un ataque más serio.
Las hemorragias cerebrales suponen el 15 por ciento de todos los ictus y presentan una tasa de
mortalidad del 45 por ciento. Afectan de 10 a 30 personas por cada 100.000 al año, y la
recuperación de los supervivientes no es rápida: solo un 10 por ciento de ellos podrá ser
independiente al cabo de un mes, y el 20 por ciento lo será a los seis meses.
Las hemorragias subaracnoideas, por otra parte, son menos frecuentes, registrando sólo el cinco
por ciento de todos los ictus. Se dan de siete a 10 casos por cada 100.000 personas cada año, y es
más común entre la gente entre 50 y 60 años, especialmente las mujeres. La tasa de mortalidad se
encuentra en un 51 por ciento.
Diagnóstico
Habitualmente, el médico puede diagnosticar un ictus por medio de la historia de los hechos y de
la exploración física. Esta última contribuye a que el médico pueda determinar dónde se localiza la
lesión cerebral. También se suelen realizar pruebas de imagen como una tomografía
computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM) para confirmar el diagnóstico, aunque
dichas pruebas sólo detectan el ictus cuando han transcurrido unos días del mismo. Una TC o una
RM son también eficaces para determinar si un ictus ha sido causado por una hemorragia o por
un tumor cerebral. El médico puede realizar una angiografía en el caso poco probable de que se
plantee la posibilidad de una intervención quirúrgica.
El médico trata de establecer la causa exacta del ictus, puesto que es especialmente importante
determinar si éste se ha producido por un coágulo (embolia) que se alojó en el cerebro o por la
obstrucción de un vaso sanguíneo debido a una aterosclerosis (aterotrombosis).
En efecto, si la causa es un coágulo o una embolia es muy probable que ocurra otro ictus, a menos
que se corrija el problema subyacente. Por ejemplo, si se están formando coágulos en el corazón
debido a una frecuencia cardíaca irregular, ésta debe tratarse a fin de prevenir la formación de
nuevos coágulos que pudieran causar otro ictus. En esta situación, el médico suele realizar
un electrocardiograma (para detectar una arritmia) y también puede recomendar otras pruebas de
estudio del corazón. Éstas pueden ser: una monitorización Holter, que consiste en la realización de
un electrocardiograma continuo durante 24 horas, y una ecocardiografía, que valora las cavidades
y las válvulas del corazón.
Aunque las demás pruebas de laboratorio son de poca utilidad, se hacen igualmente para
confirmar que el ictus no fue causado por una carencia de glóbulos rojos (anemia), un exceso de
glóbulos rojos (policitemia), un cáncer de los glóbulos blancos (leucemia) o una infección. En
alguna ocasión se necesita una punción lumbar después de un ictus. De hecho, esta prueba se
lleva a cabo solamente si el médico está seguro de que el cerebro no está sujeto a demasiada
presión y ello generalmente requiere una TC o una RM. La punción lumbar es necesaria para
comprobar si existe una infección cerebral, para medir la presión del líquido cefalorraquídeo o
para determinar si la causa del ictus ha sido una hemorragia.