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Este principio consagra la obligación a cargo de los Estados de no permitir el uso de su territorio
para la realización de actividades que perjudiquen el medio ambiente de otros países. Este
principio encuentra sus fuentes en el principio 21 de la Declaración de Estocolmo sobre el medio
ambiente humano, en el art SO de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de [os Estados y en
el principio 2 de la Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo.
... se impone la obligación de cooperar para el Estado que puede ser afectado [por la actividad
contaminante], para que una obra que vaya a traer consecuencias benéficas para el Estado que
realizará la actividad, no se vea impedido por la postura intransigente del Estado afectado. Lo que
se busca es que lleguen a una solución, en donde, si no se evitan las consecuencias de la actividad,
por lo menos sí se minimicen sus efectos. También pueden llegara un acuerdo para repartirse los
beneficios de manera que se compense el daño causado.P
Este principio fue concebido por primera vez en el seno de la a CDE en noviembre de 1974, para
asignar los costos económicos que genera cualquier actividad que produzca impactos ambientales.
Se planteó "... como una forma de imputar al contaminador la carga de la lucha contra la
contaminación, quien deberá asumir el costo de las medidas necesarias para evitarla o reducirla
hasta los estándares marcados por las autoridades públicas de los países miembros<".
Este principio está claramente reflejado en el Acta Única Europea de 1986, que establece en su art
25 que todas las acciones tomadas por la Unión Europea relacionadas con el medio ambiente
deberán basarse en el fundamento de que el daño ambiental debe ser corregido desde su fuente,
haciéndolo un acto prioritario del Estado y que el contaminador debe pagar.>
Mediante la observancia de este principio se persigue que los bienes y servicios cuya producción
y/o consumo sean causantes de contaminación, reflejen en sus precios el costo de las medidas de
prevención y control de dicha contaminación, debido a que las valoraciones económicas pueden
ayudar a que los agentes económicos consideren los efectos o impactos adversos al ambiente
antes de realizar las actividades productivas o de consumo causantes de esos resultados."
El principio que nos ocupa se estableció en la Declaración de Rio sobre medio ambiente y
desarrollo, que en su principio 16 lo consagra en el ámbito general aplicable a todos los Estados
que produzcan daños ambientales a otros y no sólo a los países industrializados integrantes de la
OCDE como originalmente se pensaba en la comunidad internacional.
El contenido de este principio fue planteado particularmente por la mayoría de los países en vías
de desarrollo, que tomaron como antecedente las manifestaciones emanadas de la Declaración de
Estocolmo -antecedente de la Cumbre de Río de Janeiro- y las consideraron con escepticismo, "...
ya que juzgaron que la responsabilidad del deterioro ambiental debía fincarse no en el resultado
de su propia actividad económica, sino en el de las naciones que habían alcanzado ya grados
avanzados de industrialización y, de paso, de explotación de los recursos naturales del
planeta.:",28 especialmente por el desarrollo de sistemas productivos basados en el empleo
intenso de energía proveniente de materiales fósiles.
Este principio se ha erigido -por iniciativa de los países industrializados- como uno de los
instrumentos fundamentales de la protección internacional del medio ambiente, y algunos países
-como México- lo han incluido en sus respectivas legislaciones.
Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de
precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta
de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de
medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente.
a) Que los Estados apliquen ampliamente el enfoque de precaución conforme a sus capacidades,
significa que su interpretación será menos estricta respecto de los países en vías de desarrollo,
considerando el principio de responsabilidad común pero diferenciada.
b) La aplicación del principio tendrá lugar en casos de falta de evidencia científica absoluta, por lo
que debe tratarse de cuestiones respecto de las cuales se han alcanzado conocimientos precisos
aunque persistan algunas incertidumbres; en sentido contrario, este principio no debe aplicarse en
relación con problemas eventuales.
Fuente Bibliográfica
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