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1º. DE ENERO EN BOCACHICA: UNA COMEDIA DIVINA.

Por. TEODORO II.

No deja de sorprender a nativos y forasteros la fogosidad con que se celebra el inicio de cada año
en Bocachica. Pueblo natal de quien escribe.

Todos a una, al ritmo de la estridente sonoridad de diversos picós caseros, colocados en el mayor
orden que permite un desorden organizado por la historia y dirigido por la tradición. Propios y
extraños parecieran moverse al ritmo de la música, poseídos por los espíritus de ancestros
africanos, que se niegan a abandonar la tierra que los encadenó, y prefieren burlarse del espiritu
sosegado de amos relegados al olvido a pesar de la crueldad de sus acciones.

En efecto, el 1º de Enero la gente en Bocachica se mueve toda al ritmo de la percusión, que


pareciera recoger el latido de corazones extraviados, instrumentos metálicos de viento, que
amplifican el cotidiano suspiro del mar, e instrumentos de cuerda que golpean de manera salvaje
el tímpano de los freneticos danzadores, transeuntes, espectadores o almas escuetas como la mia
sin mas pretension que encontrarme nuevamente con el recuerdo y el olor de mis mayores, en un
pueblo que cada dia se parece menos a él mismo.

Los hombres y mujeres de Bocachica somos gente de bien, laboriosos, extrovertidos, inteligentes y
creativos. Libres por naturaleza, buenos en esencia, y con una naturaleza humana que nos
predispone a servir al forastero sin ninguna prevención o prejuicio. Hemos vivido de la tierrra y
del mar, pescando o navegandolo, del turismo, y del comercio. Nunca dejamos de ser
bocachiqueros, por que al nacer, no importa donde sea, adquirimos la estirpe nativa, por el solo
hecho de ser engendrados por un hombre o una mujer descendiente de Bocachica. Solo es
necesario que nos identifiquemos y nos reconozcamos bocachiqueros.

Bocachica por su parte, ya no es el caserio grande, de negros y negras unidas por un hilo de
sangre que nos amarraba a todos en una fraternidad muy parecida a la familiaridad, que hacía que
todos fuéramos primos, primos hermanos, o hermanos de oleo, algo nos unia como familia.
Tampoco es ya aquel pedazo del fondo del mar emergido, al que desde muchas partes del país y
del mundo llegaban excursionistas y turistas, a bordo del Ferry Dancing, El Alcatraz, Cristo Helena,
Olga Isabel, La Hermelina o El Corsario, en busqueda de loza fina, aceite de tiburon y toda clase de
fruslerías y futilidades, traidas con la pericia y destreza de los bocachiqueros, desde las costas de
San Blaz.

¡Ya ni siquiera camina el pescado!

Vendedores de pescado, en su afan de sacar adelante sus hijos, compran pescado en Cartagena
para llevarlo a vender a Bocachica. Es como si la tierra invirtiera su sentido de giro y modificara sus
tiempos: rota en 365 dias y nada mas gasta 24 horas en su movimiento de traslación alrededor del
sol. Solo así se podría uno explicar la ausencia de los grandes Sabalos, otrora especie muy comun
entre los nativos cuyas escamas plateadas parecían ostias calcificadas del tamaño de monedas
gigantes y cuyas agallas en racímo, eran la sustancia principal del sancocho que se hacia con la
cabeza del pescado. Eran los tiempos en que mi primo Lorney, el mejor catcher de beisbol parido
por estas tierras, capturaba agujas mas grandes que el bote en el que pescaba, y la gente del
pueblo iba a casa de la tia Eugenia a buscar su parte para armar la liga, con el derecho que le daba
el ser miembro de la familia universal bocachiquera.

Era el tiempo del foso de los tiburones con su caudal de agua salada a medio llenar, de Amin Diaz y
su balneario cercado con maderos pintado de colores vivos que lo hacian atractivo para el turista,
donde domingos y festivos sonaban orquestas que nos deleitaban con la tradicional salsa y musica
tropical cantada por mulatos de Cartagena: Sobre las Olas y El Patacon Pisao de Ramón Chaverra,
Se me Cae Se me Cae, del Nene y Juan Carlos, Mi Tierra y Llora Corazon del Halcón Alandete,
Sonrisas, en la voz de Ramy Torres de los Ineditos; recuerdo que en la playa, enseñabamos a nadar
a las turistas para poder acariciar su blanca piel ya que ellas, asustadas por la fuerza de nuestro
mar, se abrazaban al cuerpo de los negros en busca de protección; Marcial y yo, como muchos
otros muchachos de la epoca, nos rebuscabamos con los inolvidables paseos en bote a turistas
impresionados con el sabor del mar; eran tiempos de gloria para el nativo, que a muy corta edad
se sumergia, en procura de monedas lanzadas al fondo del mar, por visitantes impresionados por
todo lo que los rodeaba en nuestro pueblo, especialmente por la destreza de aquellos niños que
se confundian con los peces para bucear las monedas y, en un ritual que aún se conserva,
guardarlas en la boca mientras seguian buceando; era el tiempo de esplendor de la playa de las
monjas, en la que las cachacas perdian más que el pudor desmadejadas en las manos de negros
intrepidos que sabian hablarles en lenguas, y transportarlas a mundos para ellas desconocidos
cabalgando en el potro erguido de sus verguenzas.

Era la epoca del glorioso Alfredo el Teta, quien paseaba majestuoso por la playa su musculatura de
negro de reparto en las peliculas italianas; a la distancia parecía desnudo pues solo usaba un
pequeño vikini negro, que no dejaba espacio a la especulación con el tamaño. Tiempos de
Aguamalas, estrellas de mar, erizos, caracoles, langostas, chipi chipi y hasta camarones en el mar
nuestro de todos los dias.

En palabras del maestro Manrique: “Cuan presto se va el placer, como despues de acordado da
dolor, como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor.”

Bocachica siempre ha sido un pueblo abandonado a su suerte por gobernantes inescrupulosos que
en epoca de elecciones pintan una que otra pared con su publicidad politica y reclutan incautos
para que lideren su proceso electoral. Todavía es así, solo que hoy no solo ha sido abandonado
por los gobernantes de siempre, sino que también padece la peste del olvido por parte de muchos
de sus hijos, que solo quieren llegar al pueblo el 1º de enero de cada año a confundirse, en el
fragor de la fiesta, con quienes dia a dia sobreviven de la mano de Dios, en un pueblo con un
pasado glorioso, un presente triste y un futuro incierto.

La Bocachica de hoy es un pueblo fantasma que toma vida en cada celebración ordenada por el
festivo marcado en rojo en el calendario, sus habitantes estan en su mayoria resignados, algunos
indignados y muy pocos comprometidos con un pueblo que es la casa de nuestros ancestros. Allí
vivieron, y a su manera fueron felices. Compartian una riqueza natural que ha sido expropiada por
la fuerza del desarrollo, que toma la forma de grandes trasatlanticos y cargueros que dia a dia
aumentan las arcas de unos pocos al tiempo que empobrecen cada vez más a los nativos.

¡Los beneficios para el continente, las cargas para Bocachica! No obstante, el pueblo celebra cada
1º de Enero como si fuera el último.

No sé si admirar a mis paisanos por su capacidad para abstraerse de la realidad y burlarse de ella,
o criticarlos por el desdén con el que la enfrentan.

De igual manera, no se si la Bocachica del 1º de Enero de cada año es un edén digno de la mayor
excelsitud, que permite la recreación el esparcimiento y el relax de propios y estraños confundidos
en una danza frenetica en la que todos bailan, toman licor y se divierten, o si mi pueblo se ha
convertido en la representacion viva de la llegada al averno de Dante en compañía del maestro
Virgilio en el largo viaje de redención cuya ruta pasa por diversos círculos infernales, según nos
narra el poeta en la Divina Comedia.

El infierno comienza en la noche, allí vivimos en medio de la desesperanza y la desesperación.

Anuncio la llegada del alba y con él la esperanza, es la mejor oportunidad para que los
bocachiqueros ingresemos al purgatorio, para consagrar nuestras almas al bienestar de nuestra
comunidad. Estamos llamados por la historia para honrar a nuestros antepasados, esos hombres y
mujeres valientes y orgullosos, encadenados y discriminados por la sociedad, pero nunca vencidos.
Por el contrario, con sus manos escarbaron la tierra para alimentarnos, teniendo al mar como su
mejor aliado. Ellos abrieron el camino que hemos recorrido, entregando sus vidas por nuestra
libertad. Creo que ha llegado el momento de enmendar nuestros errores para ser
verdaderamente salvados por Dios.

Invito a todos mis paisanos a encender con nuestro trabajo y dedicación la luz del mediodía, que
es el momento de la entrada al paraiso. Yo los exhorto a que juntos, como familia, como
comunidad, busquemos la perfección espiritual que se requiere para encontrar nuestra propia
identidad y así hacer de nuestro pueblo el paraíso que nuestros padres y sus padres, y los padres
de sus padres soñaron. Fue, en palabras de Mandela, la razón por la que vivieron y al mismo
tiempo la razón por la que ofrendaron sus vidas.

Feliz año 2014 para todas y todos los bocachiqueros.

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