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Wulf Sörensen
Sörensen - La Voz de Nuestros
Nuestros Antepasados
Antepasados
Durante varios años he estado escribiendo sobre los métodos que ciertos individuos
conscientes o iniciados del pasado han usado para mantener viva la antigua sabiduría e
identificar a los tiranos sin ser quemados en la hoguera, torturados por la Inquisición,
obligados a retractarse, etcétera.
Un método entre muchos era disfrazar los mensajes entre los mitos y religiones y en
los cuentos populares. Los hombres sabios miran primero a los números para una
sabiduría
sabiduría de los antiguos.
antiguos. Mientras
Mientras que las palabras
palabras de los hombres están sujetas
sujetas a
interpretación, cambio, tergiversación o traducción, la relación del número es para
siempre constante. Así, las mayores verdades están ocultas en números, y leemos:
"Pero Blancanieves, sobre las siete montañas con los siete enanos es mil veces más
bella que tú".
tú".
En esta manera los mensajes son identificados y la interpretación de las parábolas y
alegorías es auxiliada. Tales recursos a menudo son llamados "herméticos" (ocultos) y
pueden esconder hasta siete mensajes distintos y separados. Wulf Sorensen ha dado
una interpretación magistral del cuento de hadas de Blancanieves en "La " La Voz de
Nuestros Antepasados".
Antepasados". Esperamos que usted disfrute y que el mensaje lo ayude a
usted y a otros en la búsqueda de lo que ha sido destruído por los tiranos de la Iglesia y
el Estado durante dos mil años de la época oscura de la religión y de la supresión
gubernamental.
§
Hay colgadas en la pared ciento noventa y seis pequeñas placas en dorados marcos ovales.
Y son todavía muchas menos que las que debieran haber. Todos los marcos en las filas
superiores muestran sólo un nombre con un par de fechas sobre un papel blanco.
Pero en las filas inferiores las placas cobran vida. Los retratos comienzan en la época de la
Guerra de los Treinta Años [1618-1648]. Son miniaturas finas, cuidadosamente pintadas con
un pincel puntiagudo sobre marfil, que hace mucho se ha vuelto amarillento.
Uno no puede sino pensar en la dificultad que el artista debe haber tenido para capturar
aquellos rasgos severos y orgullosos con su suave pincel de pelo de marta. Todas las blancas
gorgueras, los encajes, las mangas abullonadas y las chorreras de los "gentilhombres" tienen
un efecto frívolo en estos retratos que datan de comienzos del siglo dieciocho. ¿"Damas"?,
¿"caballeros"?. ¡No, en realidad!. A pesar del terciopelo y la seda no hay allí una "dama", ni un
"caballero" entre ellos. Todos ellos son mujeres y hombres ―y eso dice mucho más que el
"caballero" de hoy, ya que ellos, allí en la pared, viviendo nuevamente en sus retratos, ¡eran
libres!.
Antes ―mucho antes― las cosas eran diferentes. Era antes de que las palabras hubieran
llegado a ser mera mercancía, usada para tramar mentiras, cuando un hombre todavía vivía
por su palabra; entonces no era necesario anotar y registrar a los antepasados de uno. Era un
tiempo cuando el flujo viviente de la sangre del hijo al padre, del padre al abuelo y al bisabuelo
y al tatarabuelo, todavía no era ahogado. No se había hundido todavía, como lo está hoy, tan
profundamente bajo todos los valores ajenos dentro de la mente y el alma, de tal manera que
la mayoría de nosotros ya no puede oír su crujido, ni siquiera en la hora más silenciosa. Hubo
una vez en que el pasado entero moraba en los corazones de los vivos. Y desde este pasado
crecían hacia arriba el presente y el futuro como las ramas fuertes de un árbol sano. ¿Y hoy?.
Ellos se ríen de las fábulas de nuestra Gente. Ellos ni siquiera las entienden. Sin embargo,
aquello que permanece con nosotros desde el "Érase una vez " de nuestras fábulas, sirve como
un recordatorio, un dedo mostrándonos el camino de regreso a los milenios de nuestro gran
pasado.
¿Usted cree que no tenemos ningún uso para lo que es pasado y se ha ido?. ¡Tonterías!. El
hombre en cuyo pecho el "Érase una vez " de su raza ya no está despierto, no tiene ningún
futuro que realmente le pertenezca. ¡Qué oportuna sería la aparición de un hombre que nos
enseñara de nuevo el sentido de nuestras fábulas, y que nos mostrara que nuestra lucha por la
libertad de la tierra que hemos sobrellevado era, también, la lucha de nuestros ancestros hace
cien y mil años!.
¿Sabía usted, cuando lee sobre Blancanieves y la Reina Malvada que vino por las
montañas, que aquellas montañas que ella tuvo que cruzar cada vez que fue a matar a
Blancanieves eran los Alpes, y que la Reina vino de Roma, el enemigo mortal de todo lo
nórdico?. Piense en la pregunta diaria de la Reina: "Espejo, espejo en la pared, ¿quién es la
más bella de todas ellas?". Cuando usted piense en este dicho piense en Roma, que no podía
descansar hasta que todo lo nórdico, brillante y alegre fuera exterminado y sólo permaneciera
la oscuridad ―oscura como la Malvada reina en el cuento de hadas, de modo que ella pudiera
ser la más bella en toda la tierra, después de que todo lo Blanco estuviera muerto.
Aquello que vino a nosotros por las montañas del Sur no toleró a ningún par. Todo tuvo
que arrodillarse ante ello y besar sus pies. Cuando la reina vino por entre los Alpes la primera
vez, vestida como vendedora ambulante de una tierra lejana, ella ofreció a Blancanieves un
corsé embrujado ―embrujado porque era extranjero. Entonces ella tiró los cordones tan
apretadamente que Blancanieves se desmayó y se cayó. Los emisarios de Roma amarraron el
espíritu nórdico en los lazos asfixiantes de los conceptos foráneos y las palabras engañosas.
Pero el plan destructivo de la reina no tuvo éxito. Los enanos ―los espíritus buenos de la
Gente― vinieron y liberaron a Blancanieves. Los frisones aplastaron a los emisarios romanos
que trataron de romper la fuerza de nuestra gente con sus doctrinas de miseria y servidumbre.
Durante casi mil años las tribus nórdicas lucharon contra el veneno del Sinaí, que
gradualmente fue contaminando la sangre de éstas.
¡Cuán diferentes son aquellos rostros allí en la pared comparados con las caras de hoy!.
Sólo si uno mira muy de cerca encuentra todavía un rastro de aquella claridad de los rasgos en
la generación actual.
Lo que vivió tan dominantemente en nuestros antepasados que se reflejaba en sus caras
ha desaparecido de nuestra sangre y se ha ido a dormir. Por eso las caras nos engañan tan a
menudo hoy. Muchas personas cuyo color de pelo y color de ojos vienen del Sur, todavía
tienen gran parte de su sangre de padres nórdicos. Y muchos que parecen olvidados durante
los últimos dos mil años tienen su cabello claro y sus ojos grises o azules sólo como una
máscara engañosa, ya que su sangre no lleva ningún rastro de sus padres de la tierra del
Norte (Northland ). Los primeros tienen sólo el aspecto de extranjero y retienen su sangre
nórdica; los segundos han tomado la sangre del extranjero y retienen su cara nórdica como
una máscara ilusoria. ¿Cuál es mejor?.
Hoy, hay que examinar los ojos de una persona y ver si ellos son todavía o no firmes,
brillantes y penetrantes.
El alma es iluminada por los ojos y esto no engaña. Había muchos rebeldes entre aquellos
allí en la pared, y hombres que dejaron sus hogares; muchos habían rechazado doblegarse
ante aquellos con poder. Ellos no podían andar encorvados, estos nuestros semejantes. Ellos
prefirieron la pobreza en el extranjero en vez de la sumisión en casa. Pero ellos no
permanecieron pobres por mucho tiempo. Aquellos que fueron al extranjero siguieron la
corriente incansable de su sangre, que no les dio ningún descanso hasta que ellos se hubieran
encontrado a sí mismos, rechazando lo que era foráneo a ellos y fluyendo en la corriente
sanguínea de sus padres, y así llegando a ser eslabones conscientes en la cadena de los
antepasados, cerrando el gran círculo del parentesco.
Cuando uno de éstos regresó a casa otra vez ―y todos ellos vinieron a casa― él se había
convertido en un hombre sereno y completo. Es difícil describir esta calidad de completitud. Si
los otros están balbuceando en confusión, y tal hombre pronuncia suavemente sólo un par de
palabras, entonces todos los demás entenderán y quedarán sosegados y atentos. Y tal hombre
no hace preguntas; ¡los otros le preguntan!. Mire a sus ojos: tal como ellos dominaron la vida,
así ellos estuvieron en términos íntimos con la muerte.
Para ellos la muerte era el fiel compañero de la vida. Aquellos mismos ojos que aparecen
entre ellos se revelan aún en las generaciones más recientes. Hay uno de ellos; Erik era su
nombre y cayó en (la batalla de) Kemmel. El casco de acero en su cabeza parece ser una parte
de él. Su boca es una línea recta y dura. Pero en sus ojos de veinte años centellea una risa
silenciosa. Y con esta risa, ajena a su boca, y un guiño, saludando con su puño contra su
pecho, gesticulando mientras camina, Erik saludó a la muerte. No puedo imaginar a este Erik,
con la rodilla doblada y la voz quejumbrosa, pidiendo a algún dios en las nubes piedad y
ayuda.
Ésta es la manera en que lo imagino: levantándose de un salto y con un grito feroz,
hundiendo su gran espada en una carga enemiga; luego, todavía en el mismo salto, siendo
golpeado por un proyectil y colapsando hacia atrás a tierra con su pensamiento final: "¡Di lo
mejor por Alemania!".
Erik cogió la amarga copa con una risa orgullosa y la bebió de un solo trago sin una mueca.
Y él probablemente golpeteó la taza con una uña, de modo que todos pudieran oír que estaba
vacía.
Él no rezó: "Padre, que esta copa pase de mí ". Él extendió la mano y la cogió por sí mismo,
ya que él sabía que... ¡todo lo necesario está bien!. Bajo el retrato de Erik está su lema, escrito
con su propia letra firme y clara: "Que un hombre sea noble, benévolo, leal y bueno". ¿No dice
esto mucho más que aquellos mandamientos que Moisés había promulgado para la chusma
depravada en el desierto, a fin de hacer a aquella multitud comprender los rudimentos de
humanidad?.
Los Mandamientos eran apropiados para esa horda hebraica. Incluso los egipcios los habían
expulsado de sus tierras. Incluso como esclavos los hebreos eran demasiado malvados e
infectaron la vida egipcia. Los hebreos... ¡el pueblo elegido de Dios!. Es absurdo que alguien
tome en serio aquello. Un mandamiento presupone una transgresión. Uno puede reconocer de
la mera necesidad de tales mandamientos (que no exigen nada más que una mínima conducta
necesaria para reclamar la designación de "seres humanos") a qué tipo de criaturas les habían
sido dados, criaturas verdaderamente con derecho a reclamar nada más que un parecido con
los seres humanos.
Para los hombres del Norte estos mandamientos eran una denigración, un insulto
imperdonable a su sangre sagrada.
No engañamos al dios que está en nosotros, puesto que no nos engañamos a nosotros
mismos. Y como hemos sopesado justamente, por lo que hemos estimado, entonces seríamos
considerados con justicia por Dios en cuanto a nuestras almas. Usted ve, no nos arrepentimos,
ya que no tenemos nada de qué arrepentirnos. Nuestra valía no carece de nada. Hemos
mantenido y preservado nuestro valor entero. ¡Y ahora ustedes tienen que sopesar!. Y cuando
ustedes hayan pesado, calculado y evaluado, pregunten a sus espíritus envidiosos cuánto han
perdido. El que no ha perdido nada de su valor está sin envidia ―y sin odio hacia nosotros los
paganos.
El pequeño hombre odia lo que es superior a él, mientras que el gran hombre lo admira. El
pequeño hombre se compadece de lo que está bajo él, mientras que el gran hombre lo
desdeña, si es que merece su desprecio, o lo ayuda.
Allí en su cuna está mi hijo, acercándose alegremente hacia los retratos de sus
antepasados en la pared. Este diminuto y risueño bulto de vida es el siguiente paso del futuro
de mi raza. Yo era el último paso. Él es el siguiente. Y detrás de mí veo el camino de mi raza
pasando de nuevo por los milenios distantes hasta que sea atenuado por la niebla del tiempo...
pues las generaciones que vinieron antes de los más antiguos en la pared son, también,
reales. El camino entero de mi raza a través del tiempo no lo conozco, pero sé realmente que
vivo y que soy sólo un eslabón en la cadena en la cual ningún eslabón debe fallar, mientras mi
pueblo viva. De otro modo, yo nunca habría existido. Por generaciones un libro de pergamino
anudado ha sido transmitido en nuestra familia. Lo abro e inscribo una página amarillenta para
mi hijo: "Tu vida no es de este día y tampoco del día de mañana. Es de los mil años que
pasaron antes de ti y de los mil años que vendrán después de ti. Durante los mil años antes de
ti, tu sangre fue conservada en forma pura, de modo que tú fueras quien eres. Ahora tú debes
preservar tu sangre, de modo que todas las generaciones de los siguientes mil años te honren
y te agradezcan".
Ése es el sentido de la vida: que la divinidad se despierte en la sangre. ¡Pero la divinidad
sólo vive en la sangre pura!.
¿De quién he hablado?: ¿de mis ancestros?. Ellos son sólo un símbolo del Pueblo del cual
soy una parte viva.
¿A quién he hablado?: ¿a mi hijo?. Mi hijo es sólo una parte de mi Pueblo. La sabiduría de
mil generaciones duerme en usted. Despiértela y usted ha encontrado la llave que abrirá las
puertas de sus aspiraciones más verdaderas. Sólo el que se estima a sí mismo es digno de ser
un hombre.
Sólo es un hombre el que lleva el pasado y el futuro vivos en él, pues sólo él es capaz de
estar por encima de la hora presente. Y sólo el que es amo del presente es exitoso; él solo es
cumplido a cabalidad, como sólo en el cumplimiento está la divinidad. Así lo dice la Voz de
nuestros Antepasados...-