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Capítulo 3.

El signo y su crisis.

Casetti habla de la noción del signo en la historia. Dice que El signo por un lado es visto
como el objeto más “inmediato” de análisis, (¿Qué es la semiótica? Es la ciencia de los
signos…) Y por otro lado, el signo visto como una sola entidad. Capaz de enlazar dominios
comunes aparentemente lejano (¿Qué cosa es el signo? Puede ser una palabra, una danza,
una secuencia, un cuadro, etc.)

Después nombra a la noción del signo en la historia y habla de la doble “comodidad” Del
signo como una entidad natural y como una unidad.:
Por un lado, parece designar una entidad natural empíricamente revelable (este es el signo,
aquello es un signo)
Y es asociada la idea de unidad, de algo que puede ser circunscrito como una totalidad.

Dice que la “naturaleza” y la “unidad” son más determinantes que los otros, tanto así que la
“crisis” del signo comienza por una interrogación sobre estas dos propiedades. Entonces, la
semiótica, como la lingüística o fonología, se diferencia entre: 1. Entidad Teórica (el signo
como modelo teórico general) y 2. Entidad empírica” (Este o aquel fenómeno, esta o aquella
realización “significa”)

De aquí se desprenden dos realidades. Se comienza a trabajar el “desmontaje” del signo en


cuanto unidad: No solo se muestra esté constituido por elementos más pequeños, si no
también paralelamente sea elemento constituyente de unidades más grandes. Como por
ejemplo, el libro o el texto.

Saussure: signo, representación y valor.

Empieza analizando una frase de Saussure que dice:


“Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una
imagen acústica… El signo lingüístico es, pues, una entidad psíquica de dos caras…
Llamamos signo a la combinación del significado y el significante.”

Saussure empieza liberando la visión del signo como relación directo entre nombre y cosa.

(esto no lo comprendo del todo)


El signo no es algo de naturaleza simplemente vocal, no es una “voz” que remite a una
realidad”, el signo es la unidad imagen acústica y un concepto. Esta unidad es inseparable.
Quiere decir que en la lengua no existe un concepto separado de un sonido que lo media y
lo delimita, así que no existe un porción de sonoridad que no presente como propia
contrapartida un concepto. El sonido es puramente fisico fisiologico y el concepto es un
hecho psicológico.

Saussiere, coloca hasta cierto punto el signo a nivel psíquico: solo en la medida que forma
parte de una “entidad psíquica” el concepto y la imagen acústica, convertidos así en algo
homogéneo se asocian. Después habla de la realidad psicológica del fenómeno, en lugar de
contacto y de imagen acústica se hablará de significado y significante.

Esta sería la estructura interna del signo, Saussure añade a ella dos caracteres que
importantes”.

El primer principio, es el de la arbitrariedad del signo:


El lazo que une al significante del significado es arbitrario. O bien, el signo es el resultante
de la asociación de un significante con un significado. No guardan relación natural, entre el
significado y la imagen acustica, que es el significante. Es decir llamar a un cuaderno,
cuaderno es innmotivado arbitrario, es una unión sin ningun motivo.
Entre los dos términos no existe una relación casual o analogica, salvo en casos como las
onomatopeyas.

Por otro lado, Saussiere tambien habla de la linealidad del significante.


El significante, es de naturaleza auditiva, es decir se desenvuelve en el tiempo y toma su
caracteristicas, es decir las caracteristicas del tiempo.
a) Representa una extensión
b) Esa extensión es mesurable en una sola dimensión, es una línea.
Es decir, si no lo comprendi mal, palabra es una linea, no se pueden decir todas las letras al
mismo tiempo. Tambien Casetti nombra cierta lineadid en el ejemplo que pone de un
cuadro, está no se resuelve en lo que se podría llamar una ojeada, sino que movliza un
recorrido de la mirada sobre la superficie del cuadro.
Por otrolado, el significante esta ordenado con un elemento tras otro, es decir, el significante
es una cadena. Por que palabra, por ejemplo va la p despues la a depsues la l y así.

No entiendo mucho esto pero:


Después, habla de que Saussure plantea las bases para una deconstrucción. El signo no es
el objeto “primero” del análisis sino una entidad sometida al sistema.

Entonces Casetti dic analisando a saussire, la representación, ligado a la naturaleza o física


del significante, se refiere a todo el signo. La palabra, por ejemplo, desde siempre ha sido
pensada como algo que, enstando en lugar de otro primitivo, lo representa en la unión de un
sentido y de una voz. Es decir, lo respresenta sustituyendo la ausencia de lo que falta con
una presencia diversa. Pero ahora con la ventaja de estar siempre disponible, la sustitución
se transofrma en accesibilidad, la representación en posibolidad de re-presentación.
Entonces, el significante se constituye como una verdadera y propia reserva, como un
depósito dejado por las infinitas repeticiones de un sonido y a la que pueden acceder las
infinitas repeticiones a las que se será sometido un sonido.

En resumen, el signo es algo que puede continuamente retornar, cada vez diverso,
físicamente diverso, pero cada vez también siempre el mismo.
Despues habla de los valores, y de que están siempre constituidos.
Por una cosa desemejante susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está por
determinar,
Por cosas similares que se pueden comparar con aquello cuyo valor esta por ver.

El signo en cuanto a valor no tiene consistencia por parte de lo psíquico si no, por parte de
lo económico. Es decir, el valor de una palabra está determinado por el mismo modo en
que está fijado el valor. Por ejemplo, dice, de una moneda de cinco francos. El intercambio
con algo diverso (ya sea comida, idea, etc) a través de la confrontación con un valor similar
(otra moneda)

Termina diciendo que el signo para Saussure no es simplemente algo lleno, si no el


resultado de una lógica dedicada a la diferencia.

3.3 Peirce: signo, referente, interpretante


Casetti comienza a hablar de Peirce sugiriendolo como parte de una pareja polar junto a
Saussure; ambos trabajaron y ampliaron de gran manera el estudio de la semiótica pero
desde posturas distintas.
Para Peirce el signo es algo que está en lugar de otra cosa para alguien en algún aspecto o
capacidad. Con signo, algo, se refiere a representamen, con cosa a objeto y con alguien a
interpretante, que al mismo tiempo es mediador entre el signo y el objeto. Con esto
podemos entender que el signo tiene una estructura tripolar; es una tricotomía y no habría
forma de que un signo sea una dicotomía. Hay una triple relación para contruir el signo.
El objeto es a lo que hace referencia el representamen. A partir de esto se puede clasificar
al objeto en dos categorías: objeto inmediato y objeto dinámico. El objeto inmediato es que
lo que dice el representamen equivale al objeto, son lo mismo. El objeto dinámico es que no
equivale al objeto, no son lo mismo pero de todas formas hace referencia a tal.
resumir lo siguiente, poner en otras palabras ​«si consideramos las operaciones
semióticas en su tolalidad y nos preguntamos qué cosa pueda significar el concepto de
Objeto Dinámico en relación a la semiosis general, percibimos fácilmente que en Peirce tal
concepto se funda en última instancia sobre la noción de un necesario presupuesto
extrasemiótico de la semiosis misma». Algo "extrasemiótico" que se vuelve pertinente sólo
en la medida en que está "dentro" del signo, puesto que es accesible sólo mediante
procesos semióticos, pero que a la vez está también "fuera" del signo, en cuanto lugar de
las infinitas posibilidades articulatorias.
Peirce habla sobre tres conceptos dentro del polo del representamen: primeridad,
segundidad y terceridad. ​«Primeridad es el modo de ser de aquello que es tal como es, de
manera positiva y sin referencia a ninguna otra cosa. Segundidad es el modo de ser de
aquello que es tal como es, con respecto a una segunda cosa, pero con exclusión de toda
tercera cosa. Terceridad es el modo de ser de aquello que es tal como es, al relacionar una
segunda y una tercera cosas entre sí». ​Las tres categorías son aquellas de la cualidad, de
lo existente y de la ley. La 1ra categoría, la cualidad, es una cualidad del signo, la segunda,
es un hecho real, una existencia, una realidad hecha signo, y la tercera, es una ley hecha
signo. La Terceridad es tal vez por sobre todo el concepto más importante: es ella la que
constituye el signo en cuanto tal.
“«El signo es una especie de Tercero», o también «En su forma genuina, la Terceridad es la
relación triádica que existe entre un signo, su objeto y el pensamiento interpretante, que es
en sí mismo un signo, considerada dicha relación triádica como el modo de ser de un
signo»” Casetti explica a través de estas citas de Peirce, que un signo para ser un signo
necesita si o sí una terceridad. “es decir, algo de mental y juntamente algo necesario, legal”.

A partir de esto se generan dos consecuencias. La primera, es que el modelo de signo


ideal, es el símbolo de un signo que es perfectamente legal: cualquier signo tiene en sí un
carácter de simbolicidad. La segunda consecuencia es el rol que viene a asumir el tercer
término de la relación triádica del signo: el interpretante. No es tanto un elemento o factor
que esté "tras el signo" y la realidad, sino que es “algo que esencialmente se añade a algo
que actúa como un signo” para completar el mecanismo. Eso por un lado, y por el otro, para
mostrar el funcionamiento, precisamente como funcionamiento sígnico, por otro. La posición
del interpretante es en este sentido crucial.
Casetti recuerda que para situar al interpretante, Peirce divide el concepto en 3
posibilidades diversas: el Interpretante Inmediato, es decir, el Interpretante representado o
significado en el signo, el Interpretante Dinámico, o resultado efectivamente producido en la
mente del signo y el Interpretante normal o efecto que sería realmente producido en la
mente por el signo después de un suficiente desarrollo del pensamiento.
El Interpretante Dinámico es como el significado, el Final es como el valor, el
Inmediato es como el sentido.
El interpretante no es en realidad algo que se consume en la mente el hablante, o sea lo
que codifica la mente como objeto. Tampoco es algo que cubre solamente el área del
significado. Los interpretantes son también signos, incluso cuando no se presentan como
signos. El interpretante es aquello que garantiza al signo su signicidad, o semioticidad,
mostrando su pertenencia al campo de la semiosis: proporcionando al signo la posibilidad
de una remisión a otro signo, y poniéndose él mismo como signo que puede remitir a otros
signos, designa un dominio más vasto dentro del cual cada signo ya no es más un signo
aislado sino un término suspendido entre conexiones infinitas que por eso mismo le
aseguran un verdadero y propio "universo de discurso". A esto se le llama ​semiosis
ilimitada​. Es un mecanismo, una cadena de nombres que se persiguen infinitamente. D es
este modo se crea un sistema semiotico capaz de señalar pertenencias a cada uno de sus
miembro y al mismo tiempo, de explicarse a sí mismo en los propios términos.
Peirce alude a este hecho cuando dice, por ejemplo, que “un signo es algo que nos permite
conocer algo más”: el signo no es la simple representación de una realidad, sino que
gracias a su interpretante es también la posibilidad implícita de "decir lo otro", en cuanto
vinculado efectivamente a otros signos (a otras posibilidades de representación) y está
integrado en un sistema semiótico de conjunto.
Casetti dice que puede interpretarse la semiosis ilimitada en el “los términos de mecanismo
de la definición”. Acá hace referencia a la reflexión de Greimas: la definición es una
modalidad de la expansión, es decir, del hecho que “una cosa puede ser presentada indi
ferentemente en modo simple o en modo complicado, una palabra simple puede ser
explicada con una secuencia más amplia y que, a la inversa, se puede encontrar
frecuentemente una sola palabra para indicar aquello que en un primer momento había sido
concebido bajo forma de perífrasis”.
perífrasis: ​es la asociación de dos o más verbos que transmiten una única idea verbal y
forman una unidad sintáctica indisociable.
En otras palabras, la definición es lo que legitima una continua re-escritura. Una aclaración
de la función metalingüística del interpretante: este Tercero que lleva continuamente el
signo al campo semiótico general, delineando la posibilidad de remisiones y de relaciones
muestra también que el signo puede ser, a su vez, "hablado"; de este modo garantiza
también una prueba de veracidad del "código" y -manteniendo el significado del signo pero
en otra perspectiva (el interpretante asume «la misma relación con el objeto» que tiene el
signo) - define las articulaciones internas de un universo de discurso.
El aspecto de terceridad y de legalidad previamente mencionados, encuentran su
justificación última. De todos modos, Peirce aún en Peirce el signo ofrece las premisas para
una crisis propia de identidad. “Considerado en un juego de remisiones que lo llevan a
formar parte de un campo de difíciles equilibrios, constituido por una relación tripolar en la
que el interpretante tiene un peso considerable, tampoco el signo peirceano se constituye ni
como una entidad simple (no es una pura representación del real), ni como una entidad
estable (no es una entidad delimitada una vez para siempre)”. Podemos confirmar esto
gracias a las amplias categorias que Peirce utilizaba para construir una lista de signos y
mezclandolos entre ellos hasta llegar a la conclusión de que hay infinitas posibilidades.
Básicamente, está confirmando la inestsbilidad del signo.

Problemas actuales del signo


Para finalizar con su análisis, Casetti sostiene que apesar de que ambos autores y
pensadores, Saussure y Peirce, protagonizaron la expansión del estudio del campo de la
semiótica y semiología, sus modelos pueden resultar “tendenciosos” en cierto punto,
además de que muchos lectores no estaban del todo de acuerdo con todo lo que plantean
en sus textos. Para ser más exactos, en la diferencialidad de Saussure y la mediación del
objeto de Peirce. Casetti pone como ejemplos de desacuerdos con Saussure y Peirce a
Prieto y Maldonado. Prieto cuestionaba “una noción absoluta de diferencialidad, afirmando,
en cambio, la importancia -y su inexclusión- de un elemento "positivo" que actúa de base
para la articulación de las diferencias”. Por el lado de Maldonado que retoma a Peirce,
contrapone la eliminación del objeto afirmando, por el contrario, en la perspectiva del valor
cognoscitivo del signo, el aspecto decisivo del referente.
Casetti aclara que todo lo que planteó y escribió en las páginas anteriores, no es un intento
de “anulación” ni de “absolutizar” los modelos de Saussure y Peirce, sino más bien mostrar
que el signo ya tiene su propia crisis desde el momento en que los autores analizados
tienen opiniones contrapuestas.
“gracias a la diferencialidad de la lengua a que se somete el signo, y gracias a la mediación
del objeto reforzada por el proceso de la semiosis ilimitada, ya en las mismas coordenadas
conceptuales de Saussure y de Peirce la noción de signo se predispone hacia su propia
crisis; mejor dicho, el signo no ofrece a la vista los caracteres de unidad, de entidad
autónoma, de primariedad, de inmediatez en la referencia, etc., que, a pesar de todo, lo
podrían reforzar”.
A propósito de los signos icónicos, se ha indicado frecuentemente la amplitud del debate
que ellos han suscitado; el centro del interés ha sido sobre todo la posición del referente: se
ha cuestionado, por tanto, la pertinencia o no de la realidad a la que se refieren estos
signos. Las respuestas a esto fueron diversas y casi extremas, desde un rápido rechazo
hasta una readmición “ingenua”. Es acá cuando Casetti expresa que más allá de los
extremos le parece resaltar la disputa entre Umberto Eco y Maldonado, después de
mencionar una serie de filósofos que se presentaban en desacuerdo con ciertas cuestiones
de Saussure y Pierce.
Eco por un lado objeta, por un lado, que el referente es necesario e indispensable pero
extrasemiótico. Coloca el referente como “el horizonte de las infinitas posibilidades que se
tienen de representar el real”. Por otro lado, plantea que lo que se representa es lo que se
ve y al mismo tiempo lo que se sabe; y lo que se ve es en todo caso ya lo que se sabe.
Maldonado sostenía, por el contrario, que, el referente formaba parte del interior del signo y
por consiguiente acepta la pertinencia de la indagación semiótica: el signo icónico, según el
mismo, se refiere real y directamente a la cosa que representa. “Sin embargo, esta
afirmación ha de ser colocada en el marco, al menos, de dos opciones metodológicas que la
guían: por una parte el interés por el operacionismo que lleva a Maldonado a considerar la
iconicidad como un producto y juntamente como una construcción verificable, por otra y
correlativamente, la instancia a examinar «una historia crítica de las técnicas de iconicidad
indexical» a fin de explicar «como la reproducción de la realidad material se transforma en
realidad comunicativa y viceversa»: por lo tanto, todo parece decir que también para
Maldonado la entrada del referente en el signo es, no obstante todo, "mediado": en este
caso no tanto por determinaciones culturales en sentido amplio como por las prácticas
técnico-operativas”.
Casetti frente a esta disputa recuerda una subdivisión de la investigación ya postulada,
donde se configuran tres áreas especializadas, aunque interrelacionadas: por una parte la
sintáctica, que consiste en la determinación de las reglas que permiten, gracias a la
combinación de signos, construir frases, etc.; por otra, la semántica, que se ocupa de la
interpretación de estos signos, ya sea poniéndolos en correspondencia con aquello a que se
refieren ( extensión), ya sea individuando la organización de sus significados (intensión); en
fin, la pragmática, que estudia la relación entre los signos y su uso concreto.
De este modo el estudio de los signos se divide en distintas direcciones aunque las mismas
en cojunto tienden a ocupar todo el terreno de reflexión sobre el lenguaje.
De todo ello deriva algo más también, y es que alrededor de la noción de signo circulan
muchos problemas, comprendidos los que ya han sido registrados en otro lugar; problemas
vinculados sobre todo con la significación, como es obvio (sobre esto remitimos al apartado
pertinente), pero problemas también próximos a la comunicación y a la producción: y que
por estar más en sintonía con un análisis del discurso, también ellos se encuentran
continuamente con un estudio sobre el signo.
Para finalizar Casetti vuelve a recordar que la crisis de la noción de signo hoy se encamina
hacia salidas diversas.

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