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LO MISMO PARA MÍ, POR FAVOR

DOC. JUAN PABLO GOMEZ TOVAR


GERENCIA DE MERCADEO

CD. SÁNCHEZ CARVAJAL HÉCTOR DAVID


AULA: 6BA6

FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA


EJÉRCITO NACIONAL
ESCUELA MILITAR DE CADETES “GENERAL JOSE MARIA CORDOVA”
FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN LOGÍSTICA
2020-II
Las “neuronas espejo” son unas neuronas que se activan cuando se realiza una

actividad y también cuando se observa la misma actividad. Se encuentran alojadas en el

cerebro humano sobre corteza frontal inferior y el lóbulo parietal superior; estas regiones

se activan cuando alguien realiza una acción y también cuando ese alguien observa

mientras otra persona realiza una acción. En efecto, la evidencia sobre la cual se apoya

la existencia de las neuronas espejo en el cerebro humano es tan contundente que un

eminente.

Cuando vemos a alguien hacer algo, bien sea anotar un gol de pena máxima o tocar

un arpegio perfecto en un piano, nuestros cerebros reaccionan como si en realidad

fuéramos nosotros mismos los autores de esas actividades. En pocas palabras, es como si

ver y hacer fueran la misma cosa.

Las neuronas espejo explican por qué sonreímos cuando vemos a una persona feliz o

hacemos una mueca de dolor cuando vemos a alguien que sufre físicamente. La

científica Tania Singer hizo imágenes cerebrales en momentos en que los sujetos del

estudio observaban a otra persona experimentar dolor físico y vio que se activaban en

ellos las regiones del cerebro relacionadas con el dolor entre ellas la corteza

frontoinsular y la corteza anterior del cíngulo. Al parecer, la simple observación del

dolor de otro hacía que esas personas sintieran el dolor como propio.

Repetimos en la mente todas las acciones que observamos, Así, las neuronas espejo

no solo nos ayudan a imitar a otras personas sino que son las encargadas de la empatía.

Envían señales al sistema límbico o región emocional del cerebro, la zona que nos ayuda

a sintonizarnos con los sentimientos y las reacciones de otras personas, de modo que

podamos saber cómo se siente estar en los zapatos de otra persona.


Del mismo modo como las neuronas espejo hicieron que los cerebros de los monos

imitaran mentalmente el movimiento del estudiante, también hacen que los seres

humanos imitemos los comportamientos de compra de los demás. Por tanto, cuando

vemos unos audífonos poco comunes conectados a los oídos de otro, nuestras neuronas

espejo disparan en nosotros el deseo de poseer esos mismos accesorios fuera de serie.

Pero las neuronas espejo no trabajan solas. Con frecuencia funcionan al tiempo con la

dopamina, una de las sustancias químicas del cerebro encargadas de producir placer. La

dopamina es una de las sustancias más adictivas conocidas hasta ahora, y sus efectos

seductores determinan al menos en parte nuestras decisiones de compra.

Cuando decidimos comprar algo, las células del cerebro que liberan la dopamina

segregan una ráfaga de bienestar, y esa dosis de dopamina alimenta nuestro instinto de

seguir comprando aunque la mente racional trate de convencernos de que ya es

suficiente. Según las palabras del profesor David Laibson, economista de la Universidad

de Harvard, “nuestro cerebro emocional desea reventar la tarjeta de crédito, aunque

nuestro cerebro lógico sabe que debemos ahorrar para la vejez”.

La actividad de la dopamina en el cerebro aumenta ante la perspectiva de muchos

tipos distintos de gratificación, desde la relacionada con el juego hasta la gratificación

monetaria o social.

Entonces, ¿Cuál es entonces la conexión entre la dopamina y las neuronas espejo? La

respuesta es clara, entre las neuronas espejo que despiertan la sensación de sensualidad y

belleza y la dopamina que le produce una especie de orgasmo ante la expectativa de la

gratificación, su mente racional no tiene la menor probabilidad de imponerse.

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