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La Gramática de la Vida

Estudio de los actos políticos

David Cooper

Editorial ARIEL

Barcelona-Caracas-México

Título original:
THE GRAMMAR OF LIVING
An examination of policital acts
Alien Lañe, Penguin Books Ltd., Londres
Traducción de Iris Menéndez
Cubierta: Alberto Corazón 1.a edición: enero de 1978
© 1974: David Cooper, Londres
© 1978 de la traducción castellana para España y América:
Ariel, S. A., Av. J. Antonio, 134, Esplugues de Llobregat (Barcelona)
Depósito legal: B. 13 - 1978 ISBN: 84 344 0787 6
Impreso en España
1978. - I, G. Seix y Barral Hnos., S. A.
Av. J. Antonio, 134, Esplugues de Llobregat (Barcelona)

Material compilado con fines instruccionales para el curso Visión Emergente de la Educación
en el ámbito sociopolítico de la Maestría en Educación Robinsoniana. UNESR 2008.
INTRODUCCIÓN

He decidido escribir un libro breve y no uno extenso porque, aunque


muchas de las cuestiones que abordo podrían ampliarse, prefiero dejar
parte de la tarea de expansión al lector no por una especie de
malicia sino por la debida consideración a la necesidad -dado el
incentivo— de elaborar las cosas plenamente en el curso del trabajo
revolucionario, tarea que ha de realizarse al mismo tiempo sobre uno
mismo y sobre la totalidad de la sociedad. También el trabajo
revolucionario exige brevedad. Además, existen demasiados libros que
dicen en cien páginas lo que podría decirse —con más beneficio para
todos— en un solo párrafo. En ocasiones pienso que la sintética obra
anterior a la guerra, La trascendencia del yo, de Sartre, es en muchos
sentidos más importante que la monumental El ser y la nada y la Crítica
de la razón dialéctica, los voluminosos estudios sobre Genet y Flaubert.
Antes de que Neil Middleton -que me ha ayudado tanto en la
publicación de mis escritos— mencionara la política como "la
gramática de la vida", pensaba titular a esta obra "The Book of lies" [el
libro de los embustes] y después "The Book of truth" [El libro de la
verdad]. Cuando descubrí que Aleister Crowley había escrito un
Book of Lies, opté por titularlo "NO!", sencillamente. No obstante,
por último decidí utilizar la frase de Neil: jamás escribiría un libro que
intentara proveer soluciones, sino solo apuntar a una gramática o posible
serie de gramáticas de tal naturaleza que las "reglas" invitaran al lector a
quebrarlas con miras a formar progresivamente estructuras de
experiencia liberadas. Las gramáticas de la vida se refieren a los modos
de estructuración del riesgo con plena lucidez, en cada situación de la
vida. La actitud de no arriesgar implica la obediencia al imperativo ajeno
sólo para la seguridad suicida de la propia conveniencia personal. El
riesgo consiste en asumir la responsabilidad cuando no quedan
alternativas.
El material de este volumen proviene principalmente de talleres activos
que he compartido con mis camaradas, en los que se cumplían tareas
físicas y cerebrales. Algunos de los contenidos fueron aprendidos en
diálogos de seminarios, otros en el laboratorio de sueño y amor que es la
cama…, una de las mejores universidades que conozco. Y otros, durante
diversas experiencias personales de encarcela miento.

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Puede parecer como mínimo ambiciosa la intención de eliminar "el
inconsciente" y todas las nociones del yo mientras debemos utilizar,
paradójicamente, el ''lenguaje del yo1'. Por el contrario, el coup d´etat del
yo —y en especial del yo inconsciente— me parece notablemente obvio
en esta coyuntura histórica, lo mismo que el reemplazo de conceptos
"económicos" por conceptos no métricos. Notablemente obvios en virtud
del determinismo y de la limitación de la responsabilidad política
implicados en el uso corriente de los conceptos anteriores.
A partir de ahora, somos plenamente responsables de nuestros "actos
inconscientes": debemos responder de ellos ante toda la sociedad.
Con el propósito de ampliar conceptos psicoanalíticos y formas de
praxis, y de fundamentarlos fenomenológicamente en lugar de
considerarlos como mecanismos estrechos, he tenido que utilizar el len-
guaje en nuevas formas. Por ejemplo, "vida revivida" incluye la regresión
psicoanalítica en un concepto más amplio de "volver atras". La técnica de
interpretación se examina en relación con un diferente modo de ser con el
otro y la designo "respuestas", lo cual tiene que ver con la básica
necesidad humana de tener un testigo. También exploro nociones
psicoanalíticas tales como la distinción entre "adentro" y "afuera", y
después la introyección y la proyección mediante un uso paradójico del
lenguaje tal como el del encabezamiento del relevante segmento o
capítulo "El adentro es el afuera '. Asimismo, una especie de poesía me
parece, por momentos, la forma de discurso más adecuada, y así
sucesivamente.

Más aún, en lugar de formar capítulos regulares, he decidida dejar que


el material cayera en segmentos naturales, lo cual no sólo es más natural
sino que permite al lector -más o menos sumergirse en cualquier punto.
En comparación con mi último libro La muerte de la familia me he
decidido por un estilo que ya no puede ser críticamente descrito como
''brillante aunque violentamente caótico" “absurdo, obsceno, delirante",
sino que merecerá una acogida que estará en consonancia con un cambio
en mi estilo de vida desde que volví de vivir en el tercer mundo,
principalmente en Argentina (pasé el primer cuarto de siglo de mi vida
en Sudáfrica). La muerte de la familia era, principalmente, una rebelión
contra los valores del primer mundo; en este caso, abrigo la esperanza de
combinar un ataque más amargo con un sentimiento más sereno. Debo

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confesar que pasé los primeros veinticinco años de mi vida en el tercer
mundo, apenas reconociéndolo, y Los dieciséis años siguientes en el
primer mundo (en especial Europa) sin recordar lo que apenas había
reconocido. Ahora, apunto a destruir el lenguaje alienado usándolo
contra si mismo… Al igual que el sexo fue inventado para destruir el
amor sexual, el lenguaje fue inventado para destruir la comunicación,
que a su ves se ha utilizado para destruir la comunión. La estrategia debe
consistir en usar lo que nos destruye para destruirlo que nos destruye,
con el fin de liberar zonas especificas de esperanza.

Cuando visité América del Sur por segunda vez, me llevó varios
meses comprender que me hallaba en el tercer mundo y descubrir el
significado del lema ''Primero el tercer inundo". Mi objetivo consistía en
colaborar en la formación de comunas antipsiquiátricas y de un centro
internacional de enseñanza-aprendizaje en el tercer mundo, al que los
europeos y los norteamericanos no irían a enseñar sino a aprender,
ayudando así a atacar al imperialismo cultural. Argentina es un terreno
propicio para este trabajo lento, en primer lugar porque su tradición
psicoanalítica (por ejemplo Pichón-Riviére, Emilio Rodrigué, Marie
Langer) alimenta la rebelión y los grupos disidentes; en segundo lugar,
porque los lazos de camaradería son más amplios y conducen a una
salida más fácil de la familia nuclear que en el primer mundo; en tercer
lugar, porque después de Estados Unidos, Argentina es, quizás, el país
más psiquiatrizado del mundo y mucha psiquiatría da lugar a mucha
antipsiquiatría; en cuarto lugar, el fluido escenario político produce una
buena y útil fluidez individual. Menciono estas cuestiones porqué gran
parte del contenido de esta obra ha estado determinado por rnis
experiencias en Argentina.

Al escribir sobre política y revolución no estoy ampliando estos


conceptos, como podría parecer, más allá de todo uso reconocido, sino
que intento otorgarles su dimensionalidad plena. La política tiene que ver
con el despliegue del poder en o entre entidades sociales, y aquí
introduzco una diferencia "borrable" entre el estado (de asuntos) social
humano y otros estados (de la naturaleza). En realidad, no parto del
sentido griego politeía, ya sea en su connotación de ciudadanía o de la
condición de un estado. Deseo enfatizar la distinción "borrable" entre los
estados humano, social y otro de la naturaleza porque, aunque existe una

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diferencia cualitativa y no meramente cuantitativa, todos forman parte de
un ser, y lo que está más allá del ser humano —un "más allá" en el que
nos sumergimos en un acto experiencial de "borradura"— está más allá
de todo ese Un Ser -de ahí la muerte del "único" Dios— y del salto
trascendente en lo que está más allá del Dios del que nos han hablado.
En la mayor parte de la historia de las ciencias naturales ha seguido
siendo absoluta la dicotomía - observada. En la más reciente ciencia fí-
sica se ha reconocido, con sorprendente impacto, que el observador o el
equipo observante se ve modificado por el acto observante. En las
ciencias humanas, la modificación del observador por la observación es
universal y surge la diferencia cualitativa de que el instrumento mismo
del conocimiento de lo observado, por parte del observador, es nada
menos que la modificación específica del observador por La observación.
No existe en esto nada de solipsismo en el subjetivismo, puesto que el
observador puede ser observado de manera similar por otros
observadores y no deja de haber una plenitud unitaria de ser de toda
naturaleza. Creo que tiene que ser trascendida pero antes de hablar de
cosmopolitismo (como si hablar de ello fuera relevante en algún sentido)
debemos considerar "lo Político" en el curso de lo mundano.

Todas las mistificaciones previas acerca de lo político pueden


haber sido históricamente inteligibles, pero ahora son innecesarias. Es
posible que sean necesarias algunas nuevas contramistificaciones como
parte de una terapia política, pero trataré de limitar estrictamente aquellas
que introduzcan.

Si una parte de una entidad social cambia, hablamos de progreso (o


reforma) o de reacción. Si se hace un intento por cambiar la totalidad de
una entidad social, hablamos de revolución o de contrarrevolución. En el
primer capítulo analizo lo que podrían ser estas "entidades sociales".

Después de lo dicho, sólo deseo agregar una apología de carácter


general acerca, de este libro. Si escribo con leve o pesada ironía sobre los
cerdos de la sociedad, se debe a que nunca es compasivo mostrar
compasión por los enemigos de la compasión. Resulta irónica una
justificación por el desorden de este libro, ya que espero lo encontrarás
más útilmente desordenado que "sólo" en de orden:

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Si falta el principio del desorden,
el vivificante aborrecimiento del orden,
ninguna disciplina liberadora puede ver
o ser la luz de un nuevo día.

He intentado escribir un libro para ti, si tú eres la persona que


piensa que es la persona que yo también creo que eres. En el curso de la
lectura de lo que escojas leer o desleer o no leer entre las cubiertas que
encierran estas páginas, abrigo la esperanza de que escaparemos a las
sofocantes posiciones de lector versus escritor versus lector, para que
alcancemos el sentido de una relación invisible e intangible aunque
totalmente no-anónima de separatidad amorosa.

Espero plantear una serie de cuestiones que, sin ninguna


perversidad, me he privado de responder por mí mismo, pero también
espero que las preguntas que puedan plantearse en tu mente sean tales
que si prestas atención a la forma en que planteas la pregunta puedas
empezar a conocer la respuesta. Escucharse a uno mismo es siempre la
precondición para oír un mensaje de cualquier otro. A medida que
escriba trataré de encontrar una forma de escucharte.

Estés donde estés tú


O donde este yo
Es aquí.
Este donde este el aquí
Dondequiera que este
No permitamos que sea en otro sitio.

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I.- EL ACTO POLÍTICO

Los imperialistas no se convertirán en budas hasta su perdición final.

Presidente Mao Tse-Tung

On se couche dans l'herbe et L´on s'écoute vivre,


De l'odeur du foin vert á loisir on s'enivre,
Et sans penser á ríen on regarde les cieux...
Helas! une voix crie: "En voiture, messieurs"! ]

Gérard de Nerval

En primer lugar —y esto está muy relacionado con el título de este


capítulo— deseo expresar mi total oposición a la forma convencional de
escribir libros. Esta forma, que implica la estructura binaria de roles de
escritor versus lector, es un tipo de violencia social que, a través de su no
reciprocidad, sólo puede conducir a la servidumbre de las mentes del así
llamado "escritor" y del así llamado "lector". Se trata de un método de
control social, de un método de manipulación micro-política de personas,
lo que a su vez en una sociedad explotadora sólo puede conducir a una
falsa reciprocidad, reciprocidad de explotación que refuerza el sistema
que nos oprime a todos. La estructura binaria de roles, unidireccional,
representa la misma violencia en otros campos de experiencia y
conducta, por ejemplo terapeuta-terapeutizado, analista-analizado,
torturador-torturado, colonizador-colonizado, y así sucesivamente.

En la estructura educador-educando, el "educador" externaliza su


capacidad de aprender en el "educando", quien a su vez externaliza su
capacidad de enseñar en el "educador". De modo que se produce una
ausencia dual: no queda —mediante alguna especie de magia negra
educativa— nadie para hacer nada con ningún otro.

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La educación burguesa —e incluso muchos que hablan de
revolución caen en su estilo— es un acto circense de desaparición
primorosamente engalanado y barato. O, tal vez mejor, se trata de un acto
de no aparición en el que un mago no existente no extrae ningún conejo
de un sombrero que tampoco está allí. En términos de un álgebra
existencial, esta educación es una suma infinita de hechos semejante a
una multiplicación seriada de negaciones. La amenaza planteada al
autoritarismo por quienes se rebelan contra las formas predominantes de
estéril academicismo en las '"ciencias humanas" reside, precisamente, en
una penetración en la nada que caracteriza a este aspecto del sistema, una
nada que refleja la impotencia encubierta en toda la estructura estatal,
estructura que —si seguimos ampliando la metáfora de la negación- sólo
depende de la producción fundamentalmente "contraproductora" de
estómagos vacíos, de mentes adaptadas vacías, del vaciamiento de
pistolas, del vaciamiento de bombas sobre Hanoi, etc. Incluso hablar del
poder burgués como de un tigre de papel atribuye demasiada sustancia a
una nada impotente.

La destrucción surge cuando atribuimos sumisamente una potencia


irreal al sistema. Lo que debemos hacer entonces es descubrir nuestro
poder, que su educación nos ha hecho perder en y entre nosotros.

De modo que yo propongo los libros como diálogos en los que lo


que acontece en ellos se transforma en una creación conjunta de todos
nosotros.

Para referirme de manera análoga a la relación educador-educando,


me citaré a mí mismo a partir de la trascripción de un reciente seminario-
diálogo que di en Buenos Aires: "no existe una necesidad real, aunque
puede haber una reacción de hábito condicionada, de mantener esta
disposición de los asientos o de nuestra relación con este micrófono. Por
cierto, el espectro de transformaciones del espacio físico y existencial
puede ser muy vasto. Por espacio existencial me refiero a un espacio que
no puede ser medido objetivamente y que se define por la naturaleza de
la presencia de cada persona que se encuentra físicamente aquí; de
manera que en un momento una persona puede ocupar el espacio

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existencial cero presentándose como ausencia, y en otro momento puede
ocupar casi todo el 'lugar' mediante una ocupación imponente de la
interacción que se produce entre nosotros. Asimismo, algunas de las
personas que se encuentran aquí pueden estar muy familiarizadas con
alguno de los conceptos que intervienen en nuestra exposición —por
ejemplo 'doble vínculo', 'pseudorreciprocidad'— y otras, menos
familiarizadas con los mismos, aunque más familiarizadas con otros
conceptos; en tales casos alguien, y no necesariamente yo, que esté más
familiarizado con algún concepto puede explicárselo a quien no lo esté.
Por supuesto, algunos de nosotros tenemos más 'experiencia' de las
complejidades de lo que la gente se hace entre sí, experiencia que no
surge únicamente de los años de compromiso en la comprensión de uno
mismo y de los otros, sino también —lo cual puede implicar mucho
menos tiempo cronológico— mediante el rápido desarrollo de una
especie de epilepsia, que en su sentido etimológico del original griego
significa 'aferrar', una apoderación de la simple verdad de una
complejidad humana presentada: una elección libre y espontánea, contra
toda probabilidad, de conocer en un gesto del espíritu. Para concluir con
este campo de apariencia quizás algo esotérica, se encuentran aquí
muchas personas —estoy seguro porque yo soy una de ellas— que
sienten que no sabemos nada y tal vez sientan que el saber que no
sabemos nada puede ser una negación necesaria de cierta suposición
implícita en el saber. Las personas ignorantes e inocentes somos el
puente entre la gente que sabe (lamentablemente, se supone que también
yo me cuento entre ellas) y los ignorantes que existen a lo largo y lo
ancho del mundo como 'la masa'. Quizá finalmente las masas puedan
intercambiar algo de su nobleza —que de hecho es otra forma del
saber— por algo del saber de los sabedores oficiales.
"Tal como yo lo veo, empezamos reuniéndonos aquí como una especie
de colectividad de personas, algunas de las cuales se conocen entre sí o
conocen a otras que se conocen entre sí pero, esencialmente, cada uno de
nosotros no conoce a cada uno de los otros. En este punto, aunque no
estoy de acuerdo con él en otras muchas cuestiones, considero que el
análisis que hace Jean-Paul Sartre del encuentro y el no-encuentro
humano (en la Crítica de la razón dialéctica) simplifica útilmente el curso
probable de los acontecimientos entre nosotros. Partimos como una
colectividad seriada, anónima entre sí, como la gente que hace cola en la
parada de autobús. Luego, poco a poco, nos ordenamos en términos de

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fusión o de no-fusión en o fuera de un grupo. Después de cierta cantidad
de idas y venidas cabe la esperanza de que concluyamos como ‘une
groupe sermentée’, según la designación sartriana; un grupo en el cual
hacemos un juramento, que es una metáfora concreta, que nos
compromete a un activismo con una meta orientada en el mundo. Esta
'conclusión' es, en realidad, el comienzo de una actividad que puede
afectar y afectará a muchos otros más allá del limitado círculo inicial.
Creo que la principal ilusión que debemos disipar es la de nuestra propia
impotencia. Si cualquiera de nosotros habla significativamente con —
aunque más no sea— una sola persona, esa significación resonará a
través de la conciencia de docenas, cientos, miles de otros, por contacto
directo y por contacto a diversos niveles. No necesitamos presentar ideas
en libros, películas o televisión, porque tenemos un medio de
comunicación ya dispuesto aquí y ahora. El único medio de
comunicación de masas auténtico y eficaz es nada más, e indudablemente
nada menos, que la masa misma, la masa que somos. Si no lo creemos
con suficiente entusiasmo, es decir, con pleno aliento alentador, nos
someteremos, sencillamente, a nuestros amos cerdos que nos mienten
diciéndonos que al final del viaje, cuando tengamos que bajar del camión
de ganado en el Punto de Destino, seremos castrados..., es decir, nos
volveremos idealmente conformistas con respecto al sistema.2 Nuestra
sumisión significará entonces, como ha significado siempre, que
caminemos en fila ordenada hacia las cámaras de gas que hemos
construido obedientemente para que ellos asfixien allí sus problemas. Sus
problemas somos Nosotros." Evidentemente, hablar de "ellos" y
"nosotros" en simples términos opuestos y no en forma dialéctica —
percibiendo claramente la interdependencia y connivencias de cada uno
con el otro— puede conducir a mayor violencia. Pero si no logramos ver
actuales diferencias reales de este tipo, puede resultar imposible
encontrar el camino de la contraviolencia revolucionaria contra la
opresión de clase nacional, el ecocidio y la colonización mental.
Aceptar en algún momento y en cualquier forma los mandatos groseros
o sutiles del sistema burgués, mediante acciones específicas o a través de
nuestro estilo de vida, significa atraer a nuestra yugular la mano del
asesino con su afilado cuchillo. Se trata de una forma lenta de morir que
amenaza llegar demasiado pronto.
En este momento estaría bien tratar de llegar a un consenso sobre
ciertas cuestiones tales como: ¿Qué es filosófico?, ¿Qué es ideológico? y

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¿Cuál es la naturaleza de lo político? Como ocurre con la mayoría de las
cuestiones intelectuales definibles, sería frívolo emplear demasiado
tiempo en formular definiciones "herméticas" y autosuficientes a
expensas de un adecuado examen de la experiencia y la acción
propiamente dicha; para este último propósito necesitamos una guía de
pensamiento de límites abiertos, no obsesiva, y menos rígida
cerebralmente.

En primer lugar y según mi opinión, la filosofía —como intento


totalizador por abarcar "todo lo que es", o la elaboración sistemática de
principios dirigidos a tal integración— ha dejado de ser una empresa
posible o deseable. En nuestra época, todo intento de filosofar en este
sentido debe de nacer muerto y, de no ser así, tiene que abortar
terapéuticamente. Por otro lado, la filosofía occidental ha intentado en
ocasiones abarcar —aunque a menudo meramente para desecharlo— un
campo de experiencia llamado espiritual o místico (no debe
confundírselo con la religión institucionalizada) que no nos atrevemos a
ignorar. Lo "espiritual" denota una región central de experiencia que en
este punto de la historia ya no debe ser considerada en modo alguno
diferente al impulso de cambio revolucionario, sino más bien como un
componente experiencial esencial de ese deseo de cambiar. Si la religión
institucional ha sido "el opio de los pueblos", lo espiritual es quizás una
droga con un efecto totalmente opuesto sobre la acción o, más que una
droga, una espiritualidad auténtica es el tipo adecuado de alimento
experiencial para sustentar el tipo adecuado de acción revolucionaria.
Creo que esta comprensión se ha vuelto cada vez más clara durante la
última década. No quiero decir marxismo más marihuana ni psicodelia
socialista —aunque no desvalorizo esta tentativa norteamericana—, sino
que me refiero a los actos de inspiración del revolucionario apasionado y
compasivo que no puede ser reducido a un condicionamiento de clase o a
una formación política teórica.

Para continuar, tal vez debamos lograr coincidir en el significado


de "lo ideológico". Por "lo ideológico" prefiero entender "aquello que es
ideológico" y no la Ideología (o, si a eso vamos, la Política o la Filosofía)
con mayúsculas, dado que debemos evitar ocuparnos de abstracciones
reificadas, pseudoentida-des absolutamente irreales que sólo son los
síntomas de alguna especie de enfermedad cerebral no neurológicas que

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durante tanto tiempo ha sido endémica en las instituciones académicas.
Entonces "lo ideológico*', tal como yo lo veo, se refiere a conjuntos de
ideas, lo bastante unificados como para ser prácticamente eficaces en el
mundo, y que apuntan a la transformación de entidades sociales tanto a
nivel microsocial (personas, grupos de personas) como macrosocial
(colectividades, clases, naciones) ya sea para "mejor" o para "peor". Más
aún, estos conjuntos de ideas que surgen de "conciencias-praxis"
autodirigidas en el mundo (en el sentido en que Sartre considera que la
conciencia y la praxis son dos caras de la misma moneda), generan
modos de conciencias-praxis que generan más conjuntos de ideas que
generan más conciencias-praxis y así sucesivamente.

Lo político, como ya he señalado en la introducción, es (o es el


estudio de) el despliegue de poder en una entidad social o entre entidades
sociales. Desplegar poder es una actividad que implica la
desorganización-reorganización de una persona, de fragmentos de una
persona, o grupos, o colectividades de personas, que apuntan a un nuevo
objetivo elegido. Comenzando por lo micropolítico, la primera zona en
que ingresamos es la intrapersonal, nuestro "adentro". En lo que a lo
intrapersonal se refiere debemos incluir, evidentemente, los cuerpos que
vivimos para que podamos ver, por ejemplo, que la úlcera péptica
también es un acto político. El infarto de miocardio es en realidad algo
que le hacemos a la musculatura de nuestro corazón..., como si
"nuestros" corazones fueran propiedades que poseemos, propiedades que
podemos manipular como valores que cambiamos en el mercado interno
de trasplantes. Lo mismo ocurre con nuestros recuerdos, sueños,
fantasmas ("inconscientes”) y fantasías ("conscientes") o aquello que
decidamos considerar como "vida interior". Más adelante volveré a
referirme a la noción de "adentro" y "afuera", al considerar la abolición
de nociones de larga data de "el yo" y a la de un "inconsciente" exento de
responsabilidad.

Pasando más allá de la persona individual, la siguiente zona interligada


de lo micropolítico es la zona de actos familiar -políticos. La familia
nuclear burguesa (a la que en este contexto me referiré, a partir de ahora,
como a "la familia") es el principal artilugio mediador que la clase
dominante capitalista utiliza para condicionar al individuo -a través de la
socialización primaria—, con el fin de que encaje en algún complejo de

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roles que se acomode al sistema (así, la familia genera un conflicto entre
la realidad activa de una persona y la pasividad condicionada de su
complejo de roles). Como es natural, esta misma clase dominante se
encuentra más fuertemente condicionada por la institución misma —la
familia— con la cual inicia su destrucción de la gente a la que oprime.
Sin duda, algunas de las buenas experiencias fundamentalmente
importantes pueden ocurrir en el interior de la familia: aquí sólo me estoy
refiriendo al empleo alienado de la familia en la sociedad burguesa. Si
estamos así condicionados por la sociedad familiar, resulta muy fácil
llegar a la conclusión de que no somos realmente responsables de
nuestros actos: todos surgen, en última instancia, de la experiencia
infantil reprimida. En la sociedad capitalista queda relegada a alguna
autoridad cada vez más remota que concluye en una maligna locura,
totalmente alienada, que es el fascismo. En las versiones actuales del
fascismo, la locura es apenas menos abierta de lo que era en la Alemania
nazi. En este punto, lo principal es la pérdida de todo sentido de
mediación, de modo que nadie es experimentado como si le hiciera algo a
otro, excepto en los términos más absurdamente irrelevantes. De un
campo absolutamente deshumanizado puede surgir sin dificultad
cualquier tipo de inhumanidad.

Si partimos de la pauta de conducta prescrita por el complejo de


roles, ciertas operaciones de invalidación son desempeñadas por los
agentes señalados de la sociedad: la policía, los militares, los educadores,
los psiquiatras o, simplemente, los buenos, corrientes y respetables
ciudadanos sanguinarios. Esto ocurre a menudo con la confabulación
activa de la propia familia, especialmente en el campo de la psiquiatría,
donde nuestro ser más cercano y querido decide considerarnos locos
necesitados de tratamiento (lo que significa más control) en lugar de
considerarnos malos..., que es la otra senda familiar conocida.
Embustes.

La siguiente zona micropolítica es el grupo cara a cara o de


confrontación que se incluye más allá de los límites de la familia e
implica a toda persona o personas que encontramos y conocemos, o al
menos tenemos la posibilidad de conocer directamente. Naturalmente,
este grupo muestra importantes elementos que reproducen la experiencia
familiar de cada uno de sus miembros, de modo tal que uno de ellos

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puede ser experimentado por otro miembro como infantil, o maternal, o
paternal en determinados modos previamente experimentados, etc. En el
grupo psicoanalítico diádico o poliádico, este tipo de experiencia
históricamente errónea se denomina transferencia. La tarea de grupo debe
de implicar en todos los casos —idealmente, al menos— la eliminación
de ilusorias quimeras familiares, para que la gente se enfrente entre sí tal
como es realmente en el momento presente de la realidad libre de
historia. La historia personal es importante, pero sólo importante en tanto
su ser es ser-para-ser-trascendido ahora.
De lo contrario..., más embustes.

Después de lo micropolítico, lo macropolítico. Es importante


aprehender la transición en la experiencia, puesto que la polarización de
nuestras vidas en micro o macropolítico —cada uno a expensas del
otro— es una de las principales tácticas de "divide y reinarás" de la
colonización mental burguesa. Por ejemplo, en una universidad, muchos
estudiantes pueden ser muy activos macropolíticamente pero —al igual
que Lenin con respecto a Stalin— es posible que ignoren lo que ocurre
"delante de sus narices" (me refiero al fatal no-reconocimiento de Lenin
en cuanto a Stalin y, en consecuencia, en cuanto al incipiente desarrollo
staliniano de una burocracia sanguinaria, aunque Lenin reconoció
tardíamente sus dudas extremas); por otro lado, algunos estudiantes
pueden desarrollar un conocimiento altamente perceptivo de las
complejidades de su propia conducta y la de otros, pero no relacionarlo
con un activismo de más amplio alcance. No existe una contradicción
antagonista esencial entre el activismo macro y el micropolítico, entre el
socialismo revolucionario y la liberación mental y la liberación sexual.
Sobre la base de un reconocimiento, no sólo de esta no-contradicción
sino de la interdependencia, es posible la unidad de acción.

A continuación, analizaremos la fenomenología de la transición micro-


macro, en síntesis el giro u. La esencia de la experiencia de la transición
micro-macro es el giro, el giro u, desde la posibilidad de trabajar
directamente en una relación con otro u otros en una situación de
encuentro, hacia un área de organización anónima donde alguna de las
personas puede conocer a alguna de las demás, pero nadie puede conocer
a todas las demás. Este último estado que surge del giro u es una
colectividad. Con mayor precisión podemos decir: en el microgrupo, una

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persona A, experimenta a otra persona B, que la experimenta (a A), y A
experimenta a B experimentándola, y experimenta la experiencia de B de
la experiencia de A que B experimenta de A, y así sucesivamente.

Veamos cómo las flechas representan la dirección de la experiencia:

A------------►
B------------► A
A------------► (B------------►A)
B------------► [A-----------► (B-----A)]
C------------► A ◄---------► B--------►[A---------►(B---------►A)]
etc.

Empero, en la colectividad macrogrupo, este sistema interno en espiral


no es una característica estructural del grupo y aunque cualquiera puede
experimentar a cualquier otro, esta experiencia sigue siendo externa, a
menos que se formen microgrupos en el interior de la colectividad
macrogrupo y luego se relacionen plenamente entre sí. Es importante
aprehender en la experiencia el momento de transición de micro a macro
agrupación y el momento de la formación de microgrupos dentro de un
contexto macrogrupal. De lo contrario nos debatimos inevitablemente en
el anonimato dislocado y, dado que no sabemos dónde estamos, no
podemos actuar más allá de los límites de un espacio sumamente miope.

Las colectividades pueden ser no institucionales (e indudablemente


incluyen a algunos microgrupos) o institucionalizadas, por ejemplo un
sindicato, una universidad, un partido político o una iglesia. Por
institucionalización me refiero al agrupamiento humano en el que las
personas son colocadas en posición mediante procesos sociales que
exceden a su intencionalidad individual; así, consideraríamos al
matrimonio burgués como una institución en tanto la gente está
condicionada a él por su socialización primaria y secundaria, y sometida
a procesos legales que son ajenos a su relación: desde el principio se
incorporan la propiedad destructora y las relaciones monetarias en el
matrimonio. El matrimonio sacramental, por su parte, es una empresa no
institucional y no exclusiva que ha de elaborar todos los aspectos de la

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relación, la elección de hacer juntos una tarea libremente apoyada por
cada una de las dos o más personas implicadas..., se trata de un
movimiento que escapa a la socialización, un movimiento ajeno al ser
condicionado, a las leyes burguesas. Si inventamos una antiética contra el
sistema burgués, vemos al matrimonio sacramental como virtuoso, en
tanto el matrimonio legal es en gran medida inmoral (la inexperiencia
sólo nos disculpa parcialmente si alguno de nosotros cayó en él
demasiado joven).

Hay colectividades no institucionales en las que cada persona elige


estar unida a otras por algún objetivo más o menos explícito de
comprensión, sobre la base del cual todos pueden actuar eficazmente. Las
colectividades institucionalizadas pueden compartir esta característica de
un fin común individualmente escogido, pero en ese caso los conjuntos
de reglas, implícitos o explícitos, determinan la posición de la gente en el
interior de la estructura.

En la política nación-estado, las colectividades están organizadas


en una entidad más amplia determinada por el desarrollo histórico y la
geografía, en la que las clases en conflicto generan más historia. La
geopolítica se refiere a los conflictos entre naciones-estados, a la
cooperación internacional y también al imperialismo abierto y
encubierto, y a la guerra imperialista. La cosmopolítica es una especie de
locura sagrada. No es nuestra locura, ya que no podemos poseerla, sino la
locura que somos, a menos que caigamos en la trampa dual por la que
decidimos que nosotros la poseemos o que ella nos posee a nosotros. La
cosmopolítica es una política numinosa que excede todas las categorías, y
también el espacio y el tiempo (tal como se los entiende habitualmente),
que he empleado hasta el momento.

Comprendo que he planteado demasiadas cuestiones y que sólo


contamos con un tiempo limitado para elaborarlas. Por ejemplo, la
familia nuclear burguesa sólo es una expresión contemporánea de la
familia. La familia original es la familia apropiadora —muy anterior a la
familia burguesa— en la que las mujeres se convierten en propiedad de
los hombres, los hijos en propiedad de las mujeres y de los hombres, y
todos en propiedad de los amos de esclavos, de los barones feudales y
clérigos, y luego de los complejos capitalistas militares-industriales.

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Estos últimos remanentes apropiadores de la propiedad también
son propiedades poseídas pero no saben, más que el resto de nosotros,
quién las posee. Son propiedad de las hojas muertas de un ilusorio libro
de historia que ha perdido la belleza de las hojas muertas del árbol, son
propiedad de abstracciones que nosotros hemos inventado tanto como
ellos en nuestra complicidad con ellos. El niño congénitamente anómalo
debe ser salvado. La abstracción congénitamente anómala debe morir
porque nunca vive, excepto a través de las infinitas muertes de la gente
que ciegamente vive por ella. La gente tendrá que poner muchas bombas
estratégicas. La única bomba que nunca ha sido adecuadamente colocada
se encuentra bajo el mediador primario de violencia contra el cual
debemos ejercer nuestra contraviolencia: la familia-propiedad y todas las
falsas imágenes que serían formas de adorarla.

Tenemos que descubrir un ideal orangután. En sus orígenes


lingüísticos, el término orangután designa a un hombre de zonas incultas,
regiones arcaicas que preceden en un sentido no-temporal a nuestros
actuales estados condicionados de conocimiento. Esto no tiene nada que
ver con la idea de Rousseau del buen salvaje, que se suponía existía
externamente en el "pasado" o "presente" y al cual habríamos de retornar.

Ahora el orangután es una realidad oculta en nuestro interior. Mediante


un acto de harakiri existencial debemos de volcar nuestro interior oculto
en el mundo... y permanecer vivos.

Por momentos me siento tentado a pensar que la vida es una pesada


distracción de la muerte. Pero morir es indudablemente una pesada
distracción de la vida.

Permitamos ahora, con parcialidad, que la muerte muera. Éste es el acto


político más vital de todos. El problema político es el de lograr suficiente
intimidad con nuestra muerte en la experiencia viviente para que —con
nuestros temores bien contenidos— podamos correr, lúcidamente, los
riesgos necesarios que nos permitan iniciar las complejas estrategias
revolucionarias mediante las cuales nos liberaremos de la mala
costumbre de consentir a nuestra opresión en términos de clases
nacionales, al ecocidio genocídico y a la hoy casi definitiva pérdida de
nuestra mente.

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NOTAS

1. Echado en un lecho de hierbas te oyes vivir, / con el olor del verde


heno tu ocio se embriaga, / y sin pensar en nada contemplas los cielos... /
pero ¡ay!, una voz grita: "¡Señores pasajeros, al tren!".

2. Cuando digo "el sistema" no me refiero a una abstracción, El


Sistema, sino a una compleja praxis social donde la gente es "puesta
junta" de modo tal que, debidamente privada de comprensión, permanece
siendo puesta junta y hace que otros se pongan junto a ella. El epíteto
"burgués" caracteriza sencillamente al sistema autoritario en la mayoría
de las sociedades posfeudales propietarias de la propiedad, incluyendo
algunas que se supone han avanzado hacia el socialismo.

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II. CONOCIMIENTOS

Con el fin de eliminar la absurda, reificada y abstracta construcción de


"El Inconsciente" —sin denigrar su utilidad históricamente limitada—
tendremos que desarrollar conceptos sencillos como experiencia y
acción. En este caso, la acción se extiende más allá de la noción de
acción en relación con presencias físicas en el mundo e incluye a la
acción-sobre-lá-experiencia, ya sea la experiencia propia o la de otros.
En este capítulo he optado por emplear el término "conocimiento", y no
el de conciencia. En un sentido lexicográfico, tener conocimiento
significa "estar informado de" o, mejor aún, "estado de atención", en
tanto la conciencia se define como conocimiento, pero se ve complicada
por las resonancias intelectualistas de la derivación latina cum + scire,
conocer plenamente. Tengo "conocimiento" de las dificultades de
traducción que esto entraña, especialmente en lenguas latinas. El origen
anglosajón de conocimiento (awareness) es "gewaer", con su relación al
alemán "gewahr werden", que significa "descubrir la verdad" que es la
única verdad acertada o lo único que llega a ser verídico. Consciousness
(inglés), conscience (francés), bewusstsein (alemán), conciencia o
conocimiento (castellano) yerran absolutamente en el nivel verídico del
significado.1 Puede entonces resultar claro por

Bibliografía

Cooper D. Editorial ARIEL. Barcelona-Caracas-México

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