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COMPRENSIÓN LECTORA 1D

TALLER 5

FICHA DE LECTURA

INTEGRANTES

LAURA TORRALVO FERNANDEZ

ANGILLY PEÑA REALES

EVELYN HERRERA MARRUGO

MAIDY ROLONG ARANGO

JANIETH JIMENEZ OLIVARES

LA CULTURA DEL PIROPO


Por CELESTE KAUFFMAN*

Echar piropos en la calle no es un cumplido, es acoso sexual callejero hacia las


mujeres.

Hace unas semanas, vi un video en lo cual un joven sale a la calle caminando hacia
una parada de bus. Desde que sale hasta que llega a la parada, mujer tras mujer les
echa piropos. Al principio, cuando las mujeres le chiflan o le dicen "lindo" parece
halagado, pero cuando llegan a decirle groserías y perseguirlo por la calle, empieza
a verse incómodo. Sin embargo, cuando el joven está en la parada y llega una
mujer, no vacila en decirle un piropo vulgar, como si no hubiera aprendido nada de
su experiencia de hace 30 segundos.  

Como en Colombia el acoso callejero es el pan de cada día y está muy arraigado en
nuestra cultura, una respuesta común de los hombres machistas a la mujer que
demuestra su inconformidad es minimizar su significado a un cumplido. Afirman
que estamos exagerando y que a ellos no les molestaría, pues, como al joven al
principio del video, ¿a quién no le gusta que se le halague por su físico? 

Tal vez este tipo de defensa es más comprensible cuando el comentario en cuestión
se parece a los que hacen las mujeres al principio del video: "que linda" o "estás
hermosa", ya que parecen verdaderos halagos que una mujer sí apreciaría en otra
circunstancia. Sin embargo, parece corta la distancia entre este tipo de "cumplido"
y el acoso que todos consideramos un insulto: las groserías, amenazas y hasta la
violencia física, como los últimos comentarios de las mujeres del video. Pero el
acoso callejero no es solamente reprehensible cuando llega a este punto, sino que
hasta los piropos más "inocentes" también implican una forma de violencia de
género. 

Acosar a mujer en la calle no se trata de un cumplido; se trata del poder. Se trata de


recordarnos que por más que hemos avanzado en las esferas laborales, políticas,
académicas - el dominio tradicional de los hombres - estando allí, nosotras
permanecemos en exhibición para el placer de los hombres. Se trata de mostrarnos
que tienen el derecho de acceder a nuestros cuerpos, evaluarlos y verlos como
objetos sexuales nos guste o no. En los piropos no hay espacio para un coqueteo
recíproco, sino que se trata de mostrar que en el juego sexual, los hombres son los
sujetos y las mujeres los objetos. 

Una cultura de "piropos" es propia de una cultura machista, ya que esta trata los
cuerpos de las mujeres como propiedad pública, sobre la cual todo hombre tiene
derecho de opinar. Es un problema sin fronteras, ya que en una serie de estudios de
varios países, desde Egipto hasta Canadá, entre 70 y 99 porciento de mujeres
reportaron haber experimentado acoso callejero, que varía desde acoso verbal
hasta contacto no deseado y violencia física. 

La cultura de piropo está estrechamente ligada a una sociedad que permite formas
más graves de violencia contra la mujer. Eso no debe sorprendernos, ya que la
forma más fácil de justificar la violencia es quitando la humanidad de la víctima, y
el acoso callejero convierte a la mujer en un objeto; es decir, una no-persona. Por
eso, es de esperar que en una región como América Latina, con un nivel tan alto de
machismo y acoso callejero, la violencia física contra las mujeres sea muy común:
un informe de CEPAL del 2009 estima que 40 % de las mujeres de la región ha sido
víctimas de violencia física. 

¿Pero qué podemos hacer para eliminar el acoso callejero? En países como España
y Paraguay se han propuesto leyes que criminalizan el acoso callejero. En
Colombia, existen leyes que podrían ser utilizadas para sancionar esta conducta,
aunque hasta la fecha no se han aplicado a estos casos. Pero las raíces tan fuertes
que tiene el acoso callejero en la cultura colombiana sugieren que estrategias
jurídicas no son suficientes y que criminalizar este tipo de problema social puede
ser contraproducente.

Por otro lado, unos colegios en Perú han escogido como estrategia la educación de
los niños sobre el acoso callejero y la forma como vulnera los derechos de las
mujeres. Sin ser esta la única respuesta, a los colombianos nos iría bien una
campaña de sensibilización y concientización, para que todos (los hombres y las
mujeres) entendamos lo que demuestra este video: los piropos no son cumplidos,
sino otra forma más de violencia de género.   

*Investigadora en DeJusticia.
1. Referencia bibliográfica (título del artículo o editorial, autor o autora, fecha de
publicación, revista o periódico donde se publicó)

R/

2. Resumen del texto

R/

3. Cuerpo del texto:

a. Relación del contenido con el título

b. Tipo de texto

c. Tema del texto

d. Subtemas del texto

R/

4. Léxico y conceptos nuevos (dar significado)

R/ Reprehensible: Digno de reprensión. Corregir, amonestar y censurar.

5. Identificación de la idea central del texto

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6. Ideas claves del texto

R/

7. Propósito del autor

R/ El autor nos da a conocer que los piropos y los supuestos halagos que se le hacen tanto a
las mujeres como a los hombres no son solo frases al aire, son violencia de genero ya que se
cosifica al ser humano y se degrada su integridad solo dando valor a sus atributos físicos
dentro del estereotipo de cada sociedad.

8. Preguntas que me sugiere el texto (mínimo tres, no deben anotar las que aparecen en
la lectura, sino las que como lector motiva en mí el tema tratado, tampoco las deben
responder)

R/
 ¿Por qué si en Colombia el acoso callejero es el pan de cada día, no se crean leyes
específicas que criminalicen este acto?

9. Aportes que me hace el texto

R/

10. Posición personal acerca del texto (deben argumentar, no escribir simplemente
que todos están de acuerdo o no sobre el tema planteado y copian frases o fragmentos de
la lectura)

R/

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