Está en la página 1de 102

PRESENTACIÓN

En Poemas ya vaticinaba Rosario Castellanos la


esencia misma de su propia perennidad al con-
cluir en la Lamentación:
...Porque yo sé que para mí no hay muerte.
Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que
dolor?— me ha hecho eterna"
Más tarde, nueva Dido que retorna al mundo de
los vivos, afirma en Meditación en el umbral:
"Debe haber otro modo...
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser."
Después de renacer al mundo de las formas
—que en esta segunda etapa creativa asumirían

7
significados ricos en nuevas dimensiones— se lan- Así, en el otoño de 1970, cuando su agitada
za la escritora en busca de nuevos derroteros. A existencia transcurría entre la crítica, la cátedra
partir de esta época su prosa presenta facetas don- universitaria, las conferencias y el "arduo apren-
de alternan un humorismo e ingenio que fueron, dizaje de ser madre" recibió un llamado telefó-
más que ornamento, virtudes primordiales de la nico de la actriz Emma Teresa Armendáriz y su
mujer. La alegría campea a lo largo de sus ensa- esposo, el director teatral Rafael López Miarnau.
yos y artículos periodísticos, a los que sólo en Ambos habían seguido con regularidad la produc-
ocasiones ensombrece el recuerdo de aquella vida ción periodística de la escritora y creyeron des-
anterior donde imperaran la soledad y la eterna cubrir en sus artículos semanales un trasfondo
presencia de la muerte. Su mirada, siempre ávida ideológico, una vena humorística y un lenguaje
y lúcida, se aleja del ámbito melancólico de la que se antojaban más idóneos para las tablas que
propia desdicha para volcarse enternecida en la para las líneas ágata.
contemplación de sus semejantes. "Segregando adrenalina como perro de Pávlov"
Desde Album de familia va a trasladar la asfi- (según ella misma lo afirmaba, sufría esta reacción
xiante atmósfera de la irredenta provincia a los cada vez que palpaba la menor manifestación de
ámbitos "liberados" de la gran ciudad, pero vuel- afecto), Rosario Castellanos aceptó asistir con los
ve a reconocer allí las mismas llagas que abre la López Miarnau a una serie de entrevistas en las
injusticia organizada con su huella implacable. cuales habrían de discutir sobre una posible obra
Más tarde, en vísperas de iniciar sus triunfos teatral que planteara los problemas de ser mujer
como mujer de carrera, ha de definir sus recón- en un mundo condicionado por varones. Y si bien
ditas afinidades con la literatura teatral. Ya dos al principio no aceptó el encargo que le propo-
intentos anteriores en que había ejercitado su plu- nían sus nuevos amigos por considerarse incapaz
ma en este campo, Salomé y Judith, se habían de cumplirlo, prometió proporcionarles toda la
traducido en un mero logro de poesía dialogada información en torno al tema, siempre y cuando
que, no obstante la belleza intrínseca del texto, fuera otro el que diera la forma dramática.
carecía de funcionalidad y dimensiones dramá- A pesar de esta reserva inicial, las perspectivas
ticas. críticas que desde ese instante quedaban abiertas

8 9
a su imaginación deben haberle parecido ilimita- Muchas fueron las ocupaciones que durante los
das. Frente a semejante proyecto, podría volver a primeros meses agobiaron a la embajadora al lle-
dar pruebas de su inteligencia e integridad como gar a Tel Aviv. Pero al cabo de una adaptación
escritora y manifestar con valentía su apego a la inicial, pronto halló en su nueva existencia el cli-
verdad —sin duda el rasgo sobresaliente en toda ma favorable para dar forma a un propósito que
su narrativa— a la vez que argumentar racional- había quedado rezagado e inconcluso. Luego, la
mente sobre el aspecto femenino, elemento cons- solución surgió de repente, y de la idea fundamen-
tante en toda su lírica. Además, como a la sazón tal brotó la escritura sin ningún esfuerzo. Así, para
proliferaban por todas las latitudes brotes "femi- la Pascua de 1973, terminó Rosario Castellanos
nistas" que fatalmente acababan desfeminizando a esta farsa, que le pareció literariamente aceptable.
la mujer, el reto se antojaba, amén de atractivo, Aprovechando la solemnidad e importancia de las
rico en posibilidades de definición. fiestas en Israel, decidió quedarse sola en su casa
Desde luego se organizaron las reuniones que de Tel Aviv durante aquellas cortas vacaciones
semana a semana se repitieron durante varios me- para pasar a máquina su manuscrito, que concluyó
ses. En las tertulias la poetisa departía con gente entre el 19 y el 23 de abril.
de teatro, y sólo dejó de asistir a ellas al marcharse Había ya dado pruebas incontables de maestría
a Israel para desempeñar el cargo de embajadora y naturalidad en su lírica: con sus poemas había
de México. Pero en las charlas que precedieron trascendido recónditas zozobras, se había liberado
su partida, mientras analizaba los problemas de la de las angustias más personales, había moldeado
mujer y prodigaba con pleno conocimiento de la delicada imagen del sufrimiento individual y
causa los datos que poseía, en su ánimo había proferido el éxtasis de la belleza interior al des-
surgido el secreto anhelo de dominar el lenguaje cender hasta los más profundos abismos de la
dramático como medio de expresión. desesperanza. En la narrativa, su índice iracundo
A principios de 1971, ninguno de los varios es- desenmascaraba la injusticia cuando narraba con
bozos que los demás presentaran había resultado ternura la sordidez en que se debaten las víctimas
del todo satisfactorio, y así el proyecto no llegó a del atropello y el oprobio atávicos. Ahora, en esta
cristalizar antes de su viaje. comedia, inauguraba una nueva veta; desbrozando
10 11
un campo virgen dejaba caer el grano del que bro- do a través de una nueva lente, bajo un prisma
taría el fruto acaso más jovial y ameno de su crea- distinto, para resumir desde esa nueva atalaya la
ción literaria; prolongaba su personalísima posi- amplia visión que logró integrar durante su mul-
ción ante el feminismo, donde siempre se mani- tifacética existencia. En el transcurso de la obra
festó abierta y categóricamente como mujer que replantea la misma interrogante que estuvo pre-
en ninguna circunstancia estaba dispuesta a dejar sente en su lírica, en la novela y en el cuento, pero
de serlo. la ilumina con nuevos matices y dentro de los
En El eterno femenino Rosario Castellanos marcos más diversos. La historia entreteje su ima-
arranca las máscaras, combate mitos y, ante un gen en la trama de la sociología contemporánea;
conflicto que no por dramático resultaba menos las protagonistas rechazan a través de la acción
ambiguo e impreciso en el planteamiento, apunta dramática todo comportamiento acartonado y con-
con idioma ágil, jocoso y dúctil, contra la hipó- vencional. Desde Lupita hasta la Corregidora, las
crita complicidad de hombres y mujeres que se mujeres establecen tácita o expresamente la nece-
arrellanan en un status quo del que ambos sexos sidad de hallar ese "otro modo de ser humano y
pretenden obtener ventajas y provechos. Rosario libre".
Castellanos había vuelto a la vida para re-suscitar La autora decapita a sus marionetas en el tin-
esta vez el símbolo perenne de toda su obra an- glado mismo para que cada personaje, despojado
terior. Sólo que no iban a escucharse en la fres- de falsos oropeles, se lance en pos de otro rostro.
cura de estas páginas los plañideros acentos de Pero esta vez han de ser nuevos rasgos que corres-
Dido que llora resignada la pérdida irreversible, pondan a una realidad individual, familiar, social
como tampoco resonarían aquí el grito arrogante y nacional, que Rosario Castellanos propone para
de Salomé ni la ríspida ternura de Judith dolo- erigir un mundo congruente y auténtico después
rida. No más "esas mujeres despeinadas por la de haber desintegrado artificiosos esquemas que
desesperación. El dolor es otra cosa mucho más sólo satisfacen las exigencias de la mala fe a la ma-
tranquila y perdurable. Y no se expresa, de allí nera de Sartre. Ni falsos heroísmos ni simulada
su fuerza". abnegación han de hallar cabida en el nuevo or-
Aquí la mirada de la poetisa escudriña el mun- den que nos propone la escritura. Jocosa, su ver-
1
2 13
dad se pavonea en cada escena señalando las con- arcilla diluye fatalmente una dimensión otrora
secuencias y mostrando los inconvenientes; y es humana.
tal la comicidad que destilan el diálogo y las si- En los protagonistas de El eterno femenino re-
tuaciones, que apuramos gustosos el trago amargo conoceremos el mismo sedimento que diera vida
saboreando a cada instante los agridulces resabios. a vírgenes inocentes, a cónyuges pasivas, a analí-
Cada personaje proyecta su dimensión actual a la ticas esposas o a "abnegadas" madres y a verdugos
vez que encarna el símbolo de ancestrales menti- implacables. En los tres actos de esta farsa, los
ras; se despejan las incógnitas con la advertencia maridos, hijos, amantes —¡hasta el cinturita de
de que un mundo basado en flaquezas ajenas, en "Flor de Fango"!— todos manipulan idénticas ar-
pretendidas sumisiones y compromisos hipócritas, timañas para medrar en el sistema armónico del
es frágil castillo de arena que es preciso recons- bienestar consuetudinario que, desde Ciudad Real,
truir a partir de cimientos de mayor solidez. se ha instalado en un ambiente que hemos de
Responsables del embuste son tirios y troyanos, modificar para hacernos merecedores de un mundo
hombres y mujeres, jóvenes y viejos, fuertes y mejor, más sano y honesto.
débiles. Los unos —quienes bogan a bordo de una La sátira de estas páginas es ante todo construc-
barca que se desliza impávida sobre aguas crista- tiva, y si la autora a veces se ensaña en alguna fi-
linas— por no enturbiar la diafanidad con el limo gura aislada, lo hace recordando la determinación
que se adivina bajo la aparente calma; los otros, de Hamlet: "I must be cruel, only to be kind."
por no decidirse a derribar el ídolo en que han Pero la misericordia y el amor por los personajes
logrado acumular sobre la "esclava venerada" la prevalecen sobre cualquier forma de crueldad des-
cómoda proyección de madre, esposa y amante; tructora. Ante nosotros marchan hombres y mu-
los más, por no atreverse a alterar el orden indis- jeres cuyo aspecto grotesco no los vuelve menos
cutible en la "tierra de Dios y María Santísima"; amables. Y la carpa donde se desarrolla la fina
el poderoso por arbitrario y el débil por inerme, comedia del segundo acto da una pincelada de
pero todos son cómplices al fin de una culpígena circo que, sin duda, evocará en el recuerdo de mu-
conjura en la que hasta el héroe histórico se ve chos los fastuosos desfiles fellinianos.
forzado a tornarse en monumento nacional cuya En repetidas ocasiones expresó Rosario Caste-

14 15
el denominador común que reviste el lenguaje al
llanos un entusiasta deseo porque su obra de tea- fluir de la pluma de Rosario Castellanos en esta
tro llegara a todo público a fin de que pobres y obra es el ingenio, la luminosidad, la chispa que
ricos, cultos e ignorantes, hombres y mujeres —to- detona la carcajada donde se ahoga el sollozo im-
dos sin excepción— cobraran conciencia de las potente.
situaciones que en ella se plantean. Por ende, el No pasarán inadvertidas la gracia y agilidad de
carácter festivo de esta celebración escénica se re- las acotaciones escénicas en que, además, resuenan
viste de un lenguaje que estalla a cada instante ecos de aquellos artículos que semana a semana se
en los matices variados de un inagotable fuego de recibían de Tel Aviv; en ellas parece escucharse a
artificio. En ciertas escenas —piénsese en el deli- la escritora que, con comentarios proferidos en un
cado episodio de Sor Juana, en la conmovedora tono de voz que repentinamente transitaba de los
meditación de la solterona— la inspiración se fun- matices agudos a los bajos más aterciopelados, fas-
de con un virtuosismo del que sólo podía hacer cinaba a su interlocutor desatando a la vez hila-
gala quien ya había dominado todas las gamas de ridad incontenible y deliciosa serenidad.
la lírica; en otras, brota el acento capitalino pro-
yectando no sólo el habla que constantemente re-
nueva el pueblo con feroz imaginación, sino tam- Raúl Ortiz
bién las costumbres, tradiciones, ritos, creencias
y supersticiones que, como atavismo, incorpora el
mexicano en su vida cotidiana para soslayar un
enfrentamiento con la verdad. Recurren a veces
los personajes a frases hechas bajo las que se en-
cubre el conflicto, y en sus labios la palabra cobra
nueva vida. La aristocracia trasnochada se codea
aquí con una insípida clase media de tranquila
conciencia, y la prostituta plantea desde su propio
ámbito las mismas premisas que asedian a la re-
volucionaria ferviente — también engañada. Pero

16 17
A
EMMA TERESA ARMENDÁRIZ
ya
RAFAEL LÓPEZ MIARNAU,

con gratitud
PERSONAJES

Los que aparezcan. Pero serán suficientes diez


actores —siete mujeres y tres hombres— siempre
y cuando sean versátiles y comprendan que se tra-
ta de un texto no de caracteres sino de situaciones.
Esto quiere decir que los protagonistas han de
definirse por las acciones (que, a veces, serán úni-
cas), por las palabras (que no serán muy abundan-
tes) y, fundamentalmente, por su vestuario y por
el ambiente en que se mueven.
La resolución de este problema recae sobre el
encargado de la decoración. No tratará, en nin-
gún momento, de ser realista, sino de captar la
esencia, el rasgo definitivo de una persona, de

21
una moda, de una época. Es aconsejable la exa-
geración, de la misma manera que la usan los ca-
ricaturistas, a quienes les bastan unas cuantas lí-
neas para que el público identifique a los modelos
en los que se inspiraron sus figuras.
El texto, como se avisa desde el principio, es el
de una farsa que, en ciertos momentos, se enter-
nece, se intelectualiza o, por el contrario, se torna
grotesca. El equilibrio de estos elementos, el man-
tenimiento de un tono general y, sobre todo, el
ritmo en el desarrollo de la trama, ha de lograrlos
el director.
Y yo agradecería que el equipo entero de tra-
bajo no olvidara la frase de Cortázar que bien po-
día haberme servido de epígrafe y que afirma que
la risa ha cavado siempre más túneles que las PRIMER ACTO
lágrimas.
OBERTURA
Un salón de belleza en una colonia residencial
de la clase inedia mexicana en cl Distrito Federal.
Hay que acentuar el aspecto marciano de las clien-
tes metidas dentro ele los secadores. La peinadora
está terminando de colocar los tubos, la red, los
protectores contra el calor en las ore jas de una
cliente. La dueña vigila, con ojo de águila, el
correcto funcionamiento de su negocio. Se abre
la puerta para dar paso al agente de ventas, viejo
conocido en esos rumbos, con quien se intercam-
bian los gestos rituales de saludo. La dueña lo lle-
va a un sitio en el que puedan, cómodamente, dis-
cutir y anotar el pedido. El agente saca de su
portafolio su as de triunfo: un nuevo catálogo.

22 23
AGENTE:Esta vez, señora, se trata de algo sen- AGENTE: No hay problema. La fianza que se
sacional, inaudito, insólito: un producto nuevo. deposita al principio nos cubre contra todas las
eventualidades.
La peinadora, que ha conducido a la mujer con PEINADORA: Abusados, ¿no?
la que se trabajaba al secador, se acerca a escu- AGENTE: En los países latinos, donde el tullido
char con curiosidad. A la dueña, obviamente, le es alambrista, son frecuentes los cambios de vo-
parece una falta de respeto. Pero no se atreve a luntad, de domicilio, de nombre, de temperatura
protestar, ni contra la presencia de la peinadora, y hasta de gobierno. La casa se ve obligada a to-
ni contra sus intervenciones, que siempre le pare- mar sus precauciones...
cen insolentes, por miedo a quedarse sin nadie que PEINADORA: ¡A poco es la Casa Blanca!
le sirva. Éstas son, por lo pronto, las consecuen- DUEÑA (A la peinadora, áspera.): ¡ No seas me-
cias que se resienten, en carne propia, de la etapa tiche!
del despegue en el proceso de desarrollo en un AGENTE (Impávido, prosiguiendo su lección
país del tercer mundo. aprendida de memoria.): Los mánagers de nuestra
compañía han tenido en cuenta las peculiaridades
PEINADORA (Asombrada y complacida.): ¿Otro? de la clientela al diseñar su sistema de crédito para
DUEÑA (Con reproche.): Pero si todavía no he- estar a salvo de cualquier contingencia.
mos acabado de pagar los abonos del último pro- PEINADORA: ¿Quién está a salvo?
ducto nuevo que usted nos trajo. Hace justamen- AGENTE: La compañía... digo, la clientela. (Vol-
te dos meses. viéndose a la dueña y refiriéndose a la peinado-
AGENTE: El progreso va rápido, señora, y nadie ra.) ¡ Qué muchacha tan simpática! ¿Dónde apren-
podrá detenerlo. En cuanto al aparato viejo (si dió a hacer preguntas?
es eso lo que la preocupa), la compañía lo toma PEINADORA: En un lugar distinto a donde a us-
como enganche del nuevo. Lo demás, ya lo sabe ted le enseñaron las respuestas. Por eso es que no
usted, que es mi cliente consentida. Usted paga coincidimos.
como quiere y cuando quiere. AGENTE (Con risa de conejo, a la dueña.): Seño-
PEINADORA: ¿Y si, de veras, no quiere? ra, ¿no tendría usted inconveniente en invitarme

24 25
a tornar una taza de café? Me encantaría que lo
AGENTE: Ya les cuesta dinero, ya les cuesta tiem-
preparara la señorita, que tiene unas manos de po. ¿No es suficiente?
hada.
DUEÑA: Al que quiera azul celeste bajo, que le
PEINADORA: ¿No prefiere usted que yo le haga
cueste su trabajo.
un té con hojitas de tenme acá? (Sin esperar la res-
AGENTE: Usted me perdonará, pero ésa no es la
puesta, se va.) filosofía de la casa que yo represento. Nuestro
AGENTE (A la dueña.): He querido hablar pri- lema es: goce cuanto pueda y no pague ... (Me-
vadamente con usted porque todavía estarnos en fistofélico.) si puede.
una etapa de experimentación y se trata de un se- DUEÑA: ¿Sí? Eso era lo que decía mi difunto y
creto. Mire usted a sus clientes, con la cabeza meti- ya ve usted, murió sin dejarme dinero cual ningu-
da dentro del secador. ¿Cuánto tiempo duran así? no. De no haber sido por eso... ¿Usted cree que
DUEÑA (En tono neutro, para no comprometer- yo me metí a trabajar por mi gusto? Si hay justi-
se.): Depende de la cabeza de cada una. cia, Dios ha de tenerlo achicharrándose en los
AGENTE: El promedio, según las estadísticas, es
apretados infiernos.
de una hora. ¡Una hora! ¿No le parece monstruo- AGENTE: No se preocupe, señora. Con nuestra
so? Una hora en que no se puede platicar, ni oír casa no hay problemas de salvación eterna. En lo
el radio, ni ver la televisión porque con el ruido que a nosotros concierne usted no tendrá deu-
no se entiende una sola palabra. Ni leer porque das que le cobren en el cielo. Todo liquidado an-
se tienen las ruanos ocupadas con el manicure. Ni tes del viaje.
nada. Y luego, el calor. ¡Una hora! ¿Cuántas ve- PEINADORA (Con una bandeja y varias tazas.):
ces a la semana vienen sus clientes? Hice café para los tres.
DUEÑA: Las rejegas, una; las comunes y corrien- AGENTE (Resignándose a tener un testigo del
tes, dos. Las consentidas, diario. que no se puede desembarazar.): Gracias. Hay
AGENTE: Eso hace un promedio mínimo de 52
que pensar en la clientela, en el bienestar al que
horas al año. ¡52 horas de infierno! tienen derecho. ¡Ya no más el secador como ins-
DUEÑA: Hay que sufrir para merecer, ¿no? Al
trumento de tortura!
que quiera azul celeste, que le cueste. PEINADORA: ¡Bravo! ¿Van a cambiar la moda de

26 27
los peinados? ¿Los van a hacer más sencillos, más DUEÑA: ¿Cómo?
rápidos, más baratos? AGENTE: Con este aparato que le voy a mos-
DUEÑA: ¿Quieres que nos quiten, a ti y a mí, el trar. (De.shace un paquete y muestra algún dimi-
pan de la boca? ¡Estás chiflada! nuto dispositivo electrónico.)
AGENTE: Muy bien visto, señora. No se trata de DUEÑA (Decepcionada.): ¿Esa pulga?
perjudicar los intereses de la iniciativa privada PEINADORA: ¿Para qué sirve?
simplificando, disminuyendo o haciendo super- AGENTE: Para colocarse en donde se genera la
fluo el producto que ofrecen. Se trata, en este corriente eléctrica del secador. Aparte de emitir
caso particular, de que mientras dura el secado unas vibraciones que amortiguan la sensación no
del pelo —tiempo que no variará— la cliente se placentera del secado —el ruido, el calor, el aisla-
divierta. Nuestros expertos hicieron una encues- miento, etc.— cumple una función positiva. Yo
ta: ¿qué hace una mujer reducida a la inercia to- diría: extremadamente positiva. Induce sueños.
tal durante una hora? DUEÑA: ¿Sueños?
PEINADORA: Se aburre. AGENTE: ¡Maravillosos sueños! Durante todo el
DUEÑA: Se duerme. tiempo que la cliente está sometida a la acción de
AGENTE: Contábamos con las dos respuestas y este aparato, sueña.
debo confesar que no nos preocupamos demasia- PEINADORA: ¿Y qué sueña?
do por ellas. Pero cuando se descubrió que el abu- AGENTE: Lo que quiera. Mire, aquí, operando
rrimiento o el sueño eran sólo transitorios y que este botón, se obtiene el control absoluto del ma-
podían tener otras consecuencias... entonces... terial. Hay un catálogo completo de variantes:
entonces fue necesario inventar algo para conju- sueña que es la mujer más bonita del mundo; que
rar el peligro. todos los hombres se enamoran de ella; que todas
PEINADORA: ¿Cuál peligro? las mujeres la envidian; que a su marido le suben
AGENTE: Que las mujeres, sin darse cuenta, se el sueldo; que no hay alza de precios en los artícu-
pusieran a pensar. El mismo refrán lo dice: pien- los de primera necesidad; que consigue una criada
sa mal y acertarás. El pensamiento es, en sí mis- eficiente y barata; que este mes queda embaraza-
mo, un mal. Hay que evitarlo. da; que este mes no queda embarazada; que sus

28 29
hijos sacan diez de promedio en la escuela; que PEINADORA: Es como una especie de droga, de
sus hijas necesitan brassiere; que se muere su sue- LSD.
gra; que se queda viuda y cobra un gran seguro DUEÑA: ¿Cómo te atreves a hacer esas compara-
de vida ... en fin, hay para todas las situaciones y ciones? Las drogas son una porquería para vicio-
para todos los gustos. sos. Este es un aparato decente.
PEINADORA: ¡Pero son sueños de lo más comu- AGENTE: ¿Hacemos el pedido?
nes y corrientes! DUEÑA: No. Déjemelo a vistas. No me quiero

AGENTE: Bueno... si usted tiene una clientela embarcar en una aventura.


AGENTE: ¡Pruébelo! No se arrepentirá.
especial nosotros le proporcionamos unos aparatos
PEINADORA: ¿Por qué no lo estrenamos con Lu-
especiales. Naturalmente, son más caros.
pita? Sería como una especie de regalo. (Al agen-
DUEÑA: Ya me lo imaginaba. Han de costar un
te.) Se trata de una ocasión muy especial: viene
ojo de la cara.
hoy a peinarse para su boda.
AGENTE: No, no. Si se trata del modelo barato,
AGENTE: Tenemos exactamente lo que se nece-
como el que usted necesita, no hay problema. Y sita en esos casos. ¿Dóride quiere que se lo coloque?
tenga usted en cuenta lo que puede usted subir
PEINADORA (Llevándolo a un secador.): Aquí.
de valor a su trabajo. Usted sabe tan bien como
DUEÑA: Fíjate en cómo se hace a ver si aprendes.
yo que no es usted la que paga: es la clientela. Y
AGENTE: Es facilísimo. (Trabaja, observado muy
de paso hace usted una obra caritativa. La gente de cerca por la peinadora.) Listo. ¿Se lo dejo gra-
es capaz de darlo todo con tal de no pensar. Sí, duado en algún punto?
pensar: el gran riesgo del ocio. ¿Se da usted cuen- PEINADORA: Sí. En ese punto que dice: ¿Qué
ta del peligro que correríamos si ... ? me reserva el porvenir?
DUEÑA (Horrorizada.): ¡ Ni pensarlo! DUEÑA (Todavía aprensiva.): ¿No será muy
PEINADORA (Contemplando el dispositivo.): La arriesgado?
solución al problema está aquí. AGENTE: Por favor señora, ¡no me ofenda!
AGENTE: Exactamente. Ya no hay por qué preo- ¿Quién cree usted que planeó ese sueño? ¿Una
cuparse. persona común y corriente? De ningún modo. ¿Un

30 31
genio? Tampoco. El primero es muy limitado; el cuello duro, la corbata de plastrón, los puños al-
segundo está loco. Entonces recurrimos a algo me- midonados, abrochados con vistosas mancuernas,
jor que los dos juntos: una máquina, una compu- los calcetines altos y zapatos de charol. Gesticula,
tadora, un cerebro electrónico. Lo que no puede como si hiciera cuentas con los dedos y, por fin, se
equivocarse nunca. El sueño será placentero. Y decide a consultar una especie de enorme código
ahora (transfigurado por sus atavismos en maestro abierto sobre un facistol. Con una pluma de gan-
de ceremonias del Salón México), querido públi- so va poniendo una palomita en aquello que ya
co, vamos a tener el gusto de dedicar nuestra pieza ha sido consumado.
¿Qué me reserva el porvenir? con especial dedica-
toria a nuestra dilecta amiga Lupita y personas JUAN: Vamos a ver: parágrafo iv, inciso C, del
que la acompañan. ¡Hey, familia! ... Débito Conyugal. Despachado. Inciso F. Misión
DANZÓN cumplida. Inciso H ... La H es muda, lo que quie-
re decir... no estoy muy seguro... pero tampoco
muy inseguro. En caso de duda, puntos suspensi-
LUNA DE MIEL
vos. Ya está. Inciso N ... (Triunfalmente.) ¡a-ja-ja!
En un sofá, cubierta con un velo y vestida con el
más convencional y pomposo traje de novia —al Deja el libro y va, con un ímpetu de toro que em-
fin y al cabo es para una sola vez en la vida— está biste, al lugar de Lupita quien, aprovechando la
Lupita. En la cola del traje hay una mancha de distracción de su marido, se ha levantado el velo
sangre que no resultaría muy visible si ella no arre- y se relame los labios con los signos del más obvio
glara cuidadosamente los pliegues de modo que la placer. Juan la contempla reprobatoriamente, la
toma por los hombros, la sacude con violencia y
mancha resalte a la vista. Mientras ella se ocupa
de este menester, con una virtuosa minuciosidad, ordena:
Juan, el marido, se pasea como fiera enjaulada. JUAN: ¡ Mírame a los ojos!
Fuera de una trusa color carne —que ha de pro-
ducir, lo más posible, una impresión de desnudez— Lupita obedece sin parpadear y Juan retrocede,
no tiene puesto mas que el sombrero de copa, el horrorizado.

32 33
JUAN: ¡ Mujer impúdica! ¿Cómo te atreves a mi- jaron: lo primero es lo primero, decían y... pues
rarme así? ¡Bájate el velo, ipso facto, desvergonza- ni modo.
da! Ahora sí. Mírame a los ojos y dime: ¿ha sido JUAN: Tus amigas tenían razón. (Abandona el
ésta la primera vez? libro y vuelve a la órbita de Lupita.) Y ahora, la
LUPITA (En uno de esos apartes obvios del tea- pregunta de los sesenta y cuatro mil pesos: ¿Te
tro antiguo.): ¡ Qué manía tienen todos los hom- gustó?
bres de preguntar lo mismo! (A Juan, con voz LUPITA (Indignada.): ¿Gustarme? ¿A mí? ¿A una
inocente.) No sé de qué me estás hablando. muchacha decente? ¿Por quién me tomas?
JUAN (Tomado de sorpresa. Evidentemente no JUAN (Esperanzado.): ¿No te gustó?
era la respuesta que esperaba. Improvisa.): Digo LUPITA (Firme.): Me pareció repugnante, as-
que si es la primera vez que te casas. queroso.
LUPITA: Ah, bueno. Claro. ¡No faltaba más! JUAN (Transportado.): Gracias, Lupita. Ya sabía
JUAN (Solemne, con la mano sobre el corazón.): yo que no ibas a fallarme a la hora de la verdad.
¿Y has llegado pura al matrimonio? Gracias, gracias.
LUPITA (Señalando orgullosamente la mancha.): LUPITA: No volveré a permitirte que te acer-
¿ Qué no ves? ques nunca, jamás, a mí.
JUAN: Si veo, pero no soy muy experto. Parece JUAN: ¿Ni siquiera si te obligo?
salsa Catsup. LUPITA: ¿Serías capaz?
LUPITA: ¡Salsa Catsup! Es plasma. De la mejor JUAN: Naturalmente. ¿Qué podría impedírme-
calidad. Compré un cuarto de litro en el Banco lo? Tengo la fuerza y tengo el derecho. Además,
de Sangre. tú me juraste obediencia ante un altar.
JUAN: Muy bien contestado. (Va al libro y di- LUPITA: Juré por ignorancia, por inocencia . . .

buja una palomita mientras Lupita continúa ha- Y ahora tú te aprovechas de mi situación. ¡Infame!
blando.) JUAN: ¡ Vas a ver lo que se te espera! ¿Crees que
LUPITA: A mí me hubiera gustado comprar al- has apurado ya la copa del dolor hasta las heces?
guna otra cosa más bonita con ese dinero: un ves- Ja, ja, ja. Permíteme una sonrisa. Lo de hoy no
tido, unas medias ... Pero mis amigas me aconse- fue sino un pequeño botón de muestra.

34 35
LUPITA: Pero si me dolió horrores, me destro- Voz: La noche de su alternativa, y después de
zaste. ¡Mira! (Señala, dramáticamente, la mancha.) una faena inolvidable, el diestro se tiró a matar.
JUAN (Con petulancia.): Pues eso no es nada. Y De una sola estocada rindió al burel que tan no-
va a llegar el momento en que no te vas a quejar blemente se presto al juego. La multitud agitó
de lo duro sino de lo tupido. pañuelos blancos reclamando, para el diestro, ore-
LUPITA (De rodillas.): ¡Piedad! jas y rabo, los que le fueron concedidos después
JUAN (Verdugo.): No, no me apiadaré de ti aun- de varias vueltas al ruedo.
que me lo supliques hincándote a mis pies. (Lupi-
ta repta por el suelo y hace todas las gesticulacio- Se extingue la voz. Lupita hace una reverencia
nes inútiles que reclama la proximidad de una al público que aplaude, simula arrojar los trofeos
catástrofe inevitable.) ¿Qué crees que un macho y vuelve adonde estaba: su casa.
mexicano se va a dejar conmover por unas lágri-
mas de cocodrilo? No. Seguiré implacablemente
LUPITA: Ese noble burel, de gran alzada y tra-
hasta ..
pío, abierto de pitones, soy yo, su segura servido-
ra, Lupita. Y no es que me guste presumir, pero
Oscuro.
cuando me comparo con otras... Con Mariquita
la del 7, por ejemplo, que volvió viva al corral. O
LA ANUNCIACIÓN con Carmen, que después de varios pinchazos en
Lupita vestida con unos muy ceñidos pantalones el hueso tiene que ser rematada por los mozos
toreros. Guapísima y exultante de dicha. Con el de cuadrilla. Y me consta que lo que es por ellas
trapo de sacudir hace verónicas y otras figuras no quedó. Buena casta, buen encierro. Se crecían
taurinas mientras una multitud invisible grita al castigo. Pero se necesitaba el temple torero de
"¡Olé!". Lupita hace una reverencia al público y mi Juan.
empieza a mimar lo que dice la voz de un locutor
en el micrófono, desempeñando, alternativamente, El ambiente pasa del pasodoble al bolero. Dismi-
el papel del toro y del torero. nuyen las luces.

36 37
LUPITA: Claro que el ambiente ayuda: las no- feliz... y si lo tiene, lo dismula. Hay que tener
ches de luna, los mariscos, los clavadistas de la en cuenta que su inocencia ha sido mancillada,
Quebrada. (Cesa la música. Luz plena.) Aunque su pudor violado. Ave de sacrificio, ella acaba de
no deja uno de ponerse nervioso con la idea del inmolarse para satisfacer los brutales apetitos de la
cuentón del hotel. Y de los nervios a la espantáa, bestia.
no hay más que un paso... que, gracias a Dios, mi LUPITA: ¿Cuál bestia?
Juan nunca dio. Pero tuvo que oír, para qué ne- MAMÁ: El marido, claro. Y no, no me vayas a
garlo, las llamadas de atención del juez de plaza salir con que te gustó porque voy a pensar que
y, a veces, suspender la corrida programada a cau- todos los esfuerzos que hice por educarte fueron
sa del mal tiempo. Pero aquí, pisando terreno vanos. ¡Yo, cosiendo ajeno para pagar las escuelas
propio, reverdecen sus laureles. Revoleras, veró- más caras, los internados más exclusivos! (Se deja
nicas, pases de rodillas, manoletinas.. . caer en un sillón y se seca una lágrima inexistente.)
¡Para luego recibir este pago! No lloro, porque de
Lupita actúa lo que dice, auxiliada por el sacudi- tanto coser ajeno se me secaron los ojos. Pero si
dor y la escoba, y se encuentra tan absorta en lo pudiera llorar..
que hace que no se da cuenta de que se abrió LUPITA (Arrodillándose frente a su madre.):
la puerta para dar paso a su mamá, una señora Mamá, por favor, no te pongas así.
muy cargada de razones. MAMÁ: ¿Cómo quieres que me ponga cuando
veo lo que he visto? ¡Lo que sigo viendo! Mi di-
MAMÁ (Escandalizada.): I Lupita! nero tirado a la calle, los certificados volviéndose
LUPITA(Feliz. Corre a abrazarla.): ¡ Qué padre amarillos en las paredes y tú brincoteando como
que viniste! ¡Ayúdame a sacarlo en hombros! una loca.
MAMÁ: ¿Estás loca? ¿Es ése el comportamiento LUPITA (Sin saber exactamente qué actitud to-
digno de una señora? mar.): Pero no de gusto, mamá.
LuPITA: Soy muy feliz, mamá. MAMÁ: Ah, ¿no? ¿Entonces qué? ¿Era baile de
MAMÁ: Allí está precisamente tu error. Una San Vito?
señora decente no tiene ningún motivo para ser LUPITA: Estaba contenta, mamá, pero no por lo

38 39
que tú te imaginas. ¡Dios me libre y me guarde! ella en su carrera al baño. La mamá sonríe, com-
Estaba contenta porque parece que . .parece que
. placida.
estoy esperando.
MAMÁ (Próxima al soponcio.): ¡Jesús, María y MAMÁ: Ahora todo está en orden.
José! ¿Esperando? ¿Y en esas fachas? Aflójate in-
mediatamente el cinturón, antes de que te pro-
Lupita regresa del baño, cadavérica. Se deja caer
voque un aborto. Necesitas una bata. Cómoda. en un sillón.
Hay que dejar, desde el principio, que el niño
MAMÁ (Solícita.): ¿Cómo te sientes, mi vida?
crezca a su gusto. (Hace lo que dice.) Así. ¿No te
LUPITA: Como un perro.
sientes mejor? No, no; te lo estoy viendo en la cara:
MAMÁ: ¿Ya ves como no era tan difícil? Es cosa
tienes náusea, una náusea horrible, ¿verdad?
de voluntad y de hábito. Déjame que te ayude un
LUPITA: No.
poco.
MAMÁ: ¿Cómo te atreves a contradecirme?
¿Quién sabe de estos asuntos: tú o yo? Claro que La toma, la despeina, le quita el maquillaje, la
tienes náusea. deja hecha un desastre y luego contempla, con
LUPITA: De veras, mamá, no. la satisfacción del artista, su obra.
MAMA (Comenzando a preocuparse.): No puede
ser. Pero hay remedio. Vamos a arreglarlo ahora MAMÁ: ¡Qué sorpresa tan maravillosa va a reci-
mismo, no te apures. Bébete esto. bir tu marido! No es que yo crea que él se merece
LUPITA (Mirando el vaso lleno de una sustan- nada pero, a fin de cuentas, él puso su granito de
cia de la que desconfía.): ¿Qué es? arena.
MAMÁ: Agua tibia con sal. LUPITA (Quejumbrosa.): Mamá..
LUPITA (Probándolo apenas.): Sabe a rayos. MAMÁ (Dándole los últimos toques para que sea
MAMÁ: ¿Y qué querías? ¿Vida y dulzura? un verdadero guiñapo.): Sí, mi reina.
LUPITA: Creo que .. .
Lupita da unos cuantos tragos, tira el vaso y trata
de evitar el espasmo de asco que se apodera de No puede continuar. Ahoga los ruidos que produ-

40 41
ce en un pañuelo. A éstos hay que añadir el de la MAMÁ: Muy, muy delicada.
llave en la cerradura. Entra Juan, satisfecho. Se JUAN: Habrá que llamar a un médico, a una
detiene un poco al ver a su suegra y en el esfuerzo ambulancia...
que hace por recuperar su expresión amable no se LUPITA (Furiosa.): Lo que sea con tal de que yo
da cuenta del nuevo aspecto de Lupita. desaparezca del mapa y deje de molestarte, ¿no?
JUAN: No me interpretes mal, mi vida. Pero en-
JUAN: Santas y muy buenas tardes tengan sus tiende mi situación. Me agarraste completamente
mercedes. en curva. Cuando salí esta mañana para el trabajo
LUPITA(Violenta.): No te hagas el chistoso. En- no tenía la menor idea y ahora... Además, re-
tras hablando así, como si en tu vida hubieras roto cuerda que ésta es la primera vez que yo voy a ser
un plato. ¡Irresponsable! ¡Monstruo! padre. Es, como quien dice, mi debut.
JUAN: ¿Yo? LUPITA: ¿Y yo qué? ¿Soy una veterana en el ofi-
LUPITA: Sí, tú. Ni modo que sea el vecino de cio? ¿Cuántos hijos malhabidos me conoces? ¿Eh?
enfrente. ¡ Dime, cuántos! ¡Egoísta! ¡Infecto!
MAMÁ (Conciliadora, a Juan.): No le haga usted MAMÁ: Calma, calma, no se peleen. Es por el
caso. Es que se siente un poco mal. Como está en bien del niño.
estado... JUAN (Resentido.): Pero... no entiendo. ¿Por
JUAN (Tarda un momento en comprender lo qué me odia así? ¿Qué tiene?
que se le dice y luego reacciona como movido por MAMÁ: Antojos.
un resorte.): ¡Lupita! ¡Mi Lupita! (Cuando va a JUAN: ¿Antojos?
abrazarla se detiene porque no la reconoce.) ¿Qué MAMÁ: Y si no se cumplen inmediata y escru-
te pasa? pulosamente, el niño va a nacer muy mal. Con una
LUPITA: No me pasa: me pasó. Una aplanadora, mancha en la cara, con labio leporino . . .

un tren. Estoy muerta. ¿No me ves? Muerta. Y tú, JUAN: ¡ No lo permita Dios! Lupita, por favor,
más fresco que una lechuga, ¿verdad? Muy cam- rápido, dime, rápido, qué es lo que se te antoja
pante. (Sc,lloza.) Si no hubiera sido por mamá... para ir a traértelo, pero de inmediato, o antes si
JUAN (A la mamá, alarmado.): ¿Está delicada? es posible.

42 43
LUPITA (Lánguida y condescendiente.): Nieve LUPITA (A Juan.): Andale, mi vida, córrele.
de limón. JUAN: Pero adónde... No tengo la menor idea.
Por lo menos díganme, ¿las trufas se comen?
Juan le besa las manos con gratitud y se dispone MANIÁ (Enigmática.): Esas preguntas, joven, sólo
a salir disparado, pero lo detiene la mamá. las responde la experiencia.
JUAN (Sin alternativa.): Adiós, Lupita.
MAMÁ: ¿Nieve de limón? Eso no es un antojo. LUPITA: Chao, mi amor.
Eso es una estupidez. La nieve de limón se consi-
JUAN: Tal vez no nos veamos en mucho, mucho
gue en cualquier esquina. Además el limón es
tiempo.
malo. Corta la sangre.
LUPITA: Te esperaré siempre.
LUPITA (Aterrorizada.): ¡ No!
JUAN: ¿Para cuándo, más o menos, se calcula el
JUAN: ¿Entonces?
LUPITA (A la mamá.): Dile tú.
desenlace?
MAMÁ: Cuestión de meses, joven. Y píquele si
MAMÁ: Lo más indicado en estos casos es pedir
trufas. quiere estar presente a la hora de la hora. (Sale
JUAN: ¿Qué son trufas? Juan.)
MAMÁ: ¿Y yo qué voy a saber? Mi marido, que MAMÁ (Poniéndose cómoda.): Bueno, ahora que,

en paz descanse, nunca dio con ellas. por fin, nos han dejado tranquilas, vamos a tener
JUAN: Entonces, Lupita... Déjame verte el la- una larga, muy larga plática, de mujer a mujer.
bio. (Lupita le saca la lengua.) No se le nota nada. Voy a explicarte, con todos los detalles, qué es lo
MAMÁ (Impertérrita ante este despliegue de ló- que va a sucederte. (El sonido de la voz de la ma-
gica masculina, tan despreciable si se la compara dre se pierde entre el estruendo de truenos y re-
con el atavismo y la intuición de la mujer.): Ah, lámpagos de una tempestad desatada. De pronto
pero eso sí, lo que es por buscarlas, mi pobre di- sobreviene el silencio y se escucha la voz de la
funto no paró. De día y de noche durante los nue- mamá que dice:) Como ves, no hay felicidad com-
ve meses del embarazo. Y Lupita nació buena y parable a la de ser madre, Lupita. Aunque te cues-
sana. Lo que cuenta es la intención. te, como en muchos casos, la vida. Y siempre, la

44 45
juventud y la belleza. Ah, pero ser madre... ser satisfacer su gula.): Rasgúñalo tú para que queden
madre... parejos.

Oscuro. Se oye de inmediato un alarido, y aparece Juanito.

JUANITO: ¡Mamá! ¡Lupita me rasguñó!


LA CRUDA REALIDAD LUPITA I: Pellízcala. ¿Qué no se te ocurre nada?
Sala de recibir de un matrimonio de la clase me- (Juanito se marcha y cumple la orden. Sobreviene
dia. Los muebles comienzan a deteriorarse por la el alarido correspondiente.) Si no tuvieran a quién
salir no podría yo creer que mis hijos fueran un
agresividad constante de los niños y la infructuosa
par de tarados. Todo hay que decírselo. Que si
lucha del ama de casa por mantenerlos "presenta-
come, que si no te asomes a la ventana que te vas
bles". El ama de casa, Lupita, acaba de perder un
a caer, que si báñate, que si... Como si yo no tu-
round más en esta pelea desigual y se recupera viera cosas más importantes que hacer que aten-
sentándose en el sillón más cómodo. Su aspecto derlos. (Leyendo en voz alta la revista.) "La educa-
físico hace juego con el de los muebles. Tubos en ción de los hijos es un asunto muy delicado que
la cabeza, cara embarrada de crema rejuvenecedo- no puede dejarse en manos de cualquiera." (Sin
ra, bata que conoció mejores días. Para hacerse la transición Lupita continúa su monólogo entrecor-
ilusión de que descansa se pone a leer una revista tado de chocolate.) ¡ Dios me libre de la nana que
para mujeres y come chocolates que no van a con- los malcría o del kinder que los vuelve desamora-
tribuir a mejorar su aspecto. En el cuarto contiguo dos! La que tiene que sacrificarse es la madre. La
se oye el ruido de dos niños —varón y hembrecita, madre, que aceptó la responsabilidad completa. De
como se dice— que pelean. Mechudos y sucios, se los hijos. Y también de la casa. Gracias a Dios, la
asoman alternativa y fugazmente. mía es una tacita de plata. (Como iluminados por
un relámpago, se ven fantasmas de amigas que
LUPITA II: ¡Mamá! ¡Juanito me pellizcó! husmean, que pasan el dedo sobre las superficies
LUPITA I (Sin interrumpir su lectura ni dejar de y que todo lo encuentran infecto. Hacen un gesto

46 47
de repugnancia y se desvanecen.) Ni una brizna de mí. Enorme. ¿Podría usted arreglar el cambio en
polvo. Y en cuanto a mi persona, no he descuidado la tienda? Yo sé que con la ropa es muy difícil,
jamás mi apariencia. ¿Qué retiene al marido sino pero cuando se trata de una equivocación tan pal-
una mujer siempre bien arreglada, siempre esbel- pable ... ¿Qué le pasa? ¿De dónde me sale usted
ta, lucidora? Por eso es que mi pobre Juan está llamándome también Gatita? Yo soy la señora de
cada día más enamorado de mí. Todas las sema- Pérez. La legítima, ¿comprende? ¿Quiere usted
nas, es infalible como el Papa, me regala un ramo hacerme el favor de explicarme lo que me dijo?
de flores. Cuando no es un ramo de flores, es una ¿Bueno? ¿Bueno? (Cuelga, furiosa.) Se cortó la co-
alhajita. Dicen que según el sapo, así es la pedrada. municación.
(Timbre de la puerta. Es un mensajero que de-
posita un paquete minúsculo en la mano del ama Oscuro. Sobre el telón de fondo se proyecta una
de casa. Lupita firma el recibo, no da propina, película muda que ilustra el corrido que va a can-
cierra la puerta en las narices del mensajero y bus- tarse a continuación:
ca la tarjeta. Lee.) "Para mi gatita de su Micifuz."
¡ Qué chistoso! Juan nunca me había llamado su Año del 73,
gatita. ¡Ay, los hombres son tan caprichosos! (Des- muy presente tengo yo:
envuelve el paquete y saca un bikini, inverosímil en el Edificio Aristos
por su tamaño. Lo contempla estupefacta.) Bueno, una hecatombe ocurrió.
aquí ha habido una equivocación, porque lo que
Cuquita la secretaria
es yo (midiéndose el bikini sobre la ropa) ni en escribía con afán
sueños. Hablaré con la secretaria de mi Juan, que cuando entró por la ventana
es la encargada de mandarme los regalos. (Lupita la mera mujer de Juan.
va al teléfono, marca un número.) ¿Bueno? Si, se-
ñorita. Aquí la señora Pérez. Si, para llamarle la Al grito de "Mueran todas
atención sobre un envio que acabo de recibir. No, las de talla treinta y dos",
no, no, no. Lo del bikini me parece muy buena sobre el pecho de Cuquita
idea. Pero la talla ... Es demasiado grande para la pistola descargó.

48 49
Vinieron los policías, VOCEADOR: ¡Extra! ¡Extra! "Lo maté por amor,
la quisieron desarmar, declara la autoviuda..." ¡Extra! ¡Extra! (Los tran-
pero ella no se dio presa seúntes compran el periódico, leen con avidez los
hasta no matar a Juan. encabezados y comentan excitadamente entre si.)
Por traidor y mujeriego "El triángulo fatal..." "¿Secretaria o amante?"
aquí su vida acabó; "Mis hijos llorarán un padre muerto, pero no mal-
porque jugó a dos barajas decirán un marido traidor."
y con ninguna ganó.
Oscuro. La luz se abre a una pantalla de televi-
Vuela, vuela palomita, sión. El rostro del locutor la ocupa entera.
sube y baja, elevador,
que corra de boca en boca LOCUTOR: Señoras y señores: esta noche suspen-
la historia de un seductor demos nuestras predicciones meteorológicas para
dar paso a una noticia de palpitante actualidad.
que se topó con pader Su reportero, ansioso siempre de servir al amable
y con su vida pagó auditorio, al precio que sea, ha conseguido una
todas las humillaciones entrevista exclusiva y, hasta ahora, única, con la
de las que entregan su amor. sensacional Lupita, la autoviuda con escalo, la que
mató por amor, la que se enfrentó con los cuernos
Aquí termina la historia
del dilema: ¿secretaria o amante? La que se sa-
y que sirva de escarmiento,
crificó por sus hijos haciéndolos llorar hoy a un
pues como dice el refrán,
padre muerto, y no maldecir mañana a un marido
quien hace un muerto, hace ciento. traidor. Pero ¿para qué seguir? ¿Quién no conoce
la historia? Señoras y señores... con ustedes...
Oscuro. Al iluminarse el escenario aparece un vo- I LUPITA la única...!
ceador.

50 51
La cámara enfoca a una Lupita glamorosa, sofisti- LOCUTOR: Prácticamente es un lanzamiento al
cada y triunfante. estrellato.
LUPITA: Pero los scripts son tan... ¿cómo le
LOCUTOR: Lupita, no necesitamos preguntarle diré? Hasta ahora ninguno me parece convin-
cómo está usted, porque eso salta a la vista. Está cente.
usted buena, ¡pero rete-que-buena! LOCUTOR: ¿Cuál es su propia versión de los
LUPITA (Arreglándose provocativamente la fal- acontecimientos?
da.): Yo no entiendo los albures, señor, así que LUPITA (Adecuadamente nostálgica.): Juan, mi
puede usted seguirlos haciendo. Lo que es por marido, y yo éramos tan felices... Comíamos en
casa de mi mamá los domingos. fbamos al cine
mí ...
una vez a la semana y a Acapulco en las vacacio-
LOCUTOR: Díganos, Lupita, en plan de primi-
nes de Navidad. Habíamos pagado el enganche de
cia: ¿tiene usted algún plan para el futuro?
nuestra casita en el fraccionamiento...
LUPITA: Pues en cuanto termine el juicio, con
LOCUTOR: Por favor, no diga el nombre, que
la absolución del juez, tengo que cumplir una
aquí no hacemos propaganda gratis.
manda: entrar de rodillas a la Basílica de Nuestra
LUPITA: Bueno, en un fraccionamiento que está
Morenita del Tepeyac, por la protección que me muy de moda y que da unas facilidades...
ha brindado y porque me salvó de tan grave peli- LOCUTOR (Reprochándola.): Lupita...
gro como el que he corrido. LUPITA:. .y de pronto... (Pausa expectante.)
.

LOCUTOR (Al público.): Eso prueba, una vez De pronto el dueño del fraccionamiento se decla-
más, que Lupita encarna el arquetipo de la mu- ró en quiebra.
jer mexicana: sufrida, abnegada, devota. (A Lupi- LOCUTOR: ¿Y por qué no lo mató usted?
ta.) ¿Y después? LUPITA: ¿Por qué tenía yo que matarlo? Ése era
LUPITA (Displicente.): Tengo que decidir entre un asunto de hombres. Además, yo no estaba ena-
varias ofertas. Los productores de cine quieren morada de él.
que yo actúe como la protagonista de mi propio LOCUTOR: Tampoco estaba usted enamorada de
drama. la secretaria.

52 53
LUPITA (Confidencial.): ¿Quiere que le diga la loco? ¿Por qué no suspenden este programa tan
verdad, la mera verdad? A ella la maté por fea. inmoral? ¿Es que no existe la censura contra todo
LOCUTOR (Recordando.): Bueno, en realidad no lo que atenta contra las buenas costumbres?
estaba tan mal. LOCUTOR: Comprendemos que sus nervios están
LUPITA: ¿No? (Saca unas fotos de su bolsa y se un poco alterados, pero la pregunta sigue en pie.
las enseña al locutor.) No me diga que podía com- ¿Cuál es la explicación de la conducta de su ma-
petir conmigo. rido?
LOCUTOR (Examinando las fotos con cuidado y LUPITA: Obvia. La secretaria carecía de atribu-
rindiéndose a la evidencia.): Bueno, en realidad no tos, tanto físicos como morales. Luego entonces le
se ve muy seductora que digamos. Pero hay que dio un bebedizo.
tener en cuenta que estas fotos las tomaron en el LOCUTOR: ¿Cuál?
Depósito de Cadáveres, después de la autopsia. LUPITA: Podría dar la receta, pero no sin antes
LUPITA: ¿Y eso le parece una disculpa suficiente? advertir que la patente se encuentra ya en trámite.
Dime cómo mueres y te diré quién eres. Ella nun- LOCUTOR: Estimado público, Lupita va a reve-
ca tuvo la menor idea de cómo arreglarse. Los re- larles uno de sus secretos; adelante, Lupita.
sultados saltan a la vista. LUPITA: Se ponen a hervir las cintas viejas de la
LOCUTOR: Y sin embargo, esta mujer —a la que máquina y se mezclan con tres cuartos de una
usted tan justificadamente desprecia— le robó al botella familiar de.. .
marido. ¿Cómo se explica usted aberración seme- LOCUTOR: Por favor, sin mencionar nombres.
jante? LUPITA: Pero es que es un ingrediente indis-
LUPITA: De nada me sirve presumir de bonita, pensable.
porque todos sabemos muy bien que la belleza es LOCUTOR: Dejémoslo a la imaginación de nues-
algo efímero y que carece de importancia. Cuando tros oyentes.
una mujer es horrible siempre se le llama vir- LUPITA: ¿Podemos decir, al menos, que el re-
tuosa. fr esco tiene cola?
LOCUTOR: Entonces ella era virtuosa. LOCUTOR: ¡Vaya! Hasta que se salió con la suya.
LUPITA: ¿Virtuosa? ¿Una adúltera? ¿Está usted LUPITA: Se le añaden cinco gotas diarias al café

i
4'Iar is,
4, I

„4 1)

54 55
de las once, y ya está. No hay jefe que resista. guos. Hay dos focos de atención de este sitio: la
Juan no podía ser la excepción. En realidad, el jaula del perico y la pantalla de la televisión, en
pobre no servía para confirmar ninguna regla. la que se ve el rostro interrogante de Lupita. De
LOCUTOR: ¿Tiene usted testigos? una silla se levanta, en pantuflas, pelo gris, gorda
LUPITA: ¿De que no servía para confirmar nin- y fodonga, la misma Lupita, sólo que mucho más
guna regla? vieja y con la marca imborrable de la vida de
LOCUTOR: No, de que tomaba el bebedizo. hogar. Apaga el aparato desganadamente y prende
LUPITA: Ah, también: todo el personal de la la luz. Mientras la imagen se borra se continúa
oficina. Y el conserje del edificio, que es una auto- oyendo la interrogación: ",iUsted qué habría he-
ridad en magia negra. Y no es que yo tenga pre- cho en mi lugar?"
juicios raciales, pero luché con todas mis fuerzas
contra ese maleficio: tuve ataques de histeria, llevé LUPITA: Lo que yo habría hecho en su lugar..
a mamá a que viviera con nosotros, para que fue- Lo que hago siempre: un souflé.
ra testigo y juez de lo que pasaba; pagué a un LUPITA II: ¡Ay, mamá qué anticuada eres! Lo
detective privado para que vigilara los malos pasos que se usa ahora es hacer yoga.
de mi marido. Le hice las tres advertencias de
PERICO: ¡Ay, hija, qué anticuada eres! Lo que
rigor. ¿Y qué cree usted? Todo fue inútil. No me
se usa ahora es hacer judo.
quedaba mas que hacer lo que hice. ¿Usted qué
LUPITA: En todo caso, no hay la menor necesi-
habría hecho en mi lugar? (La pregunta va diri-
gida al auditorio invisible. Oscuro.) dad de matar al marido. Digo, matarlo de a tiro.
¡Es tan fácil hacerlo con cuchillito de palo!
LUPITA II: Facilísimo. Pero ¿quién te saca en el
CREPUSCULARIO periódico y quién te hace entrevistas en la tele y
La luz se abre a la misma sala de estar de Lupita, quién te con trata para el cine?
sólo que puesta al día. Lo que significa que los LUPITA: La virtud, hija mía, no hace alardes.
muebles, después de tantos años, han dejado de PERICO: Sólo fiestas de beneficencia.
parecer viejos para adquirir la categoría de anti- LUPITA: Además, qué maneras de exhibirse esa

56 57
mujer, con tamaña minifalda. ¿Quién va a creer PERICO (Cantando.): "Que murmuren... no me
que es decente? importa para nada que murmuren ... "
LUPITA II: ¿No es aburridísimo? LuPITA II: Pero una mirada, una palabra de
quienes ni siquiera conoces.. . Es pagar muy caro.
Las dos preparan la mesa para la merienda. LUPITA (Intencionadamente.): Hay otras cosas
más íntimas, duraderas, que no se pagan con nada.
LUPITA: ¿Aburridísimo ser decente? Nunca ha- LUPITA II (Con malsana curiosidad.): ¿Sí? ¿Cuá-
bía yo pensado en eso. Sí, creo que sí; pero tiene les?
sus compensaciones. PERICO: Tres días de semana santa en Veracruz;
LUPITA II: En el cielo, supongo. de cuando en cuando un cine de piojito, con mué-
LUPITA: Y aquí también, no te creas. ganos y, si repican muy recio, una tanda de tacos
LUPITA II: ¿Como qué? al carbón.
LUPITA: Te dicen "señora", y nadie te ve nun- LUPITA (Al perico.): ¿Qué dijiste, muchacho
ca con lástima, con burla o con desconfianza, corno grosero? ¿Tacos al carbón? Ya quisieras. ¡Merienda
a las solteronas. en Sanborn's!
LUPITA II: ¿Quién te ve? Estás siempre ence- LUPITA II (Con aire decidido.): Mamá, definiti-
rrada. vamente, no me caso.
LUPITA: Pues el abarrotero, el tintorero, el le- LUPITA (Insistiendo.): Merienda en Sanborn's.
chero, el cartero... Con los niños y la mamá y la prima que vino de
LUPITA II: ¡Qué auditorio tan distinguido! Aguascalientes.
LUPITA (Haciendo un esfuerzo por elevar la ca- LUPITA II: ¡No me caso!
tegoría.): El abogado, el médico de la familia, la LUPITA: ¿Y te parece poco ir de día de campo?
gente visible, en fin. ¿Y remar en el lago de Chapultepec los domingos?
PERICO: Son visibles, luego ven. LUPITA II: Es lo que he hecho desde que nací.
LUPITA II: ¿Y cómo te ven? Yo lo que quiero es que las cosas cambien, que
LUPITA: Como si fueras una santa. algo cambie.

58 59
LUPITA (Sentenciosa.): Siempre que algo cambia LUPITA II: ¿Y si no hay infierno?
es para empeorar. LUPITA: ¿Te atreves a dudarlo después de lo que
LUPITA II: ¿Cómo lo sabes? pasa?
LUPITA: ¿No he lidiado con criadas toda mi PERICO: Entre el infierno y la vida doméstica no
vida? Fueron empeorando y empeorando hasta que hay mas que una diferencia de grado. Pero el gra-
se acabaron. Ahora tenemos que hacer el trabajo do puede ser sobre cero. Todo depende. El opti-
nosotras. mista ve el vaso medio lleno; el pesimista lo ve
PERICO: "Empresa importante solicita señorita medio vacío.
bien presentada, buen sueldo, perspectivas por- LUPITA: De todos modos, yo no te voy a dejar ir.
venir." LUPITA II: ¿Al infierno? Si ya estoy en él.
LUPITA: A lo mejor te casas con el jefe. O con LUPITA: A la Universidad. ¡Sobre mi cadáver!
el hijo del jefe, si el jefe es muy viejo. PERICO: No le des ideas.
LUPITA II: Jefe, hijo, viejo. ¡Cuántas jotas! A LUPITA II: ¿Se puede saber por qué?
lo mejor doy una vuelta al mundo en uno de esos LUPITA: Porque no vas a ser distinta de lo que
tours de "viaje ahora y pague después". fui yo. Como yo no fui distinta de mi madre. Ni
LUPITA: Viaje también tiene jota. mi madre distinta de mi abuela.
LUPITA II: No hay nada perfecto, pero algo es PERICO: Esta Lupita es una maniática de la in-
algo. mutabilidad. Personas, tiempos, modos. Si por ella
LUPITA: Nada. ¿Qué hay en el mundo sino gen- fuera no habría historia. "Ah, Zenón, cruel Zenón,
te que ni te conoce, que ni sabe si estás estrenando Zenón de Elea."
vestido, ni si eres sufrida o liviana...? LUPITA: Y si no me obedeces por las buenas, le
PERICO: Y eso que el mundo es un pañuelo. diré a tu hermano que te vigile para que no salgas.
¡ Qué diría del universo, que es infinito! LUPITA II: ¿Y si de todos modos salgo?
LUPITA II: ¿Y si yo entrara en la Universidad? LUPITA: Le voy a pedir a tu papá que interven-
LUPITA: ¿Estás loca? ¿A ese nido de comunistas? ga. Y ellos me apoyarán para que tú te portes como
LUPITA II: ¿Qué tiene de malo ser comunista? debe ser.
LUPITA: ¡Que te vas al infierno! LUPITA II: Soy una persona.. .

60 61
LUPITA: Ni más ni mejor de lo que yo fui. biombo y vuelve a aparecer en traje de china po-
LUPITA II: Tengo derecho a... blana. Saca un sombrero de charro y se pone a •
LUPITA: Ni más inteligente. zapatear en sus orillas al son del jarabe tapatío.
LUPITA II: Quiero vivir mi vida.
Mientras baila, canta.
LuPrrA: Ni más libre.
LUPITA II: ¡ Quiero ser feliz! LUPITA: Estoy bailando sobre tu tumba, Juani-
LuPIrA: Ni más feliz. to. De la que no puedes salir a hacerme la vida de
PERICO (Suspirando.): ¡ No hay nada comparable cuadros. (Mimando la acción de lo que dice.) "¿Ha
al amor maternal! hervido lo suficiente el caldo? ¡Le falta sal! ¡El
sazón! ¡El sazón! Ay, cuándo se va a comparar tu
Oscuro. mano con la de mi santa madre, que Dios tenga
en su santa gloria." Pero ahora, Juanito, ya estás
APOTEOSIS junto a ella, prendido de sus faldas, como siem-
pre, aunque no creo que eso sea en la santa gloria,
La luz vuelve a abrirse a la misma sala de estar, sino en los apretados infiernos, que es donde les
sobre la que han pasado otros años, con los cam- corresponde. Y en cuanto a mí, ¡uy-jay-jay! China
bios que eso implica y el deterioro que muestra. libre. Con lo de tu seguro de vida y tu pensión, la
Sentada en una mecedora y escuchando apacible- paso regiamente. Date una vueltecita de vez en
mente el radio, mientras acaricia al gato que duer- cuando por la casa. No la vas a reconocer. La arre-
me en su regazo, vemos a Lupita convertida, por glé como se me pegó la gana a mí. Como si jamás
fin, en una típica cabecita blanca. Para ser Sara hubieras existido ni tenido opiniones. Y la cama
García no le falta mas que hablar. El reloj de pa- es mía, completamente mía, y en las noches me doy
red suena unas campanadas y Lupita se sobresalta. vuelo rodando de izquierda a derecha y de derecha
Tira el gato al suelo, apaga el radio y exclama: a izquierda y no me topo.. . con lo que me t o-
paba cuando estabas allí. Y duermo a pierna suel-
LUPITA: ¡ Dios mío! Es la hora de mi jarabe.
ta; sin preocuparme de si vendrá o si no vendrá el
Se quita la peluca blanca y la bata detrás de un señor; ni de si ya te estrellaste en cualquier es-

62 63
quina por andar manejando borracho. Y nadie me grafos, mariachis, animadores, etc. Tocan las ma-
deja ya vestida y alborotada para ir al cine porque ñ anitas.
hubo una junta de negocios. Y nadie se olvida de
mi cumpleaños, ni del aniversario de bodas, ni CORO: Estas son las mañanitas
pone pretextos para no asistir a la fiesta de gra- que cantaba el rey David,
duación de los hijos. Y en cuanto a los hijos, cum- a las cabecitas blancas
plí con mi deber de colocarlos. La potranca me se las cantamos aquí.
resultó medio cerrera, pero no pudo conmigo, y
ahora Juanito y Lupita están, cada quien por su ANIMADOR (Micrófono en ristre.): Señoras y se-
lado, bien establecidos, respetables. ¡Ay, por fin, ñores, querido auditorio: en este día consagrado
me los quité de encima! Me vienen a ver de cuan- a la exaltación del amor más sublime, de la misión
do en cuando para que yo cuide a los nietos. Yo más desinteresada, en este Día de las Madres,
los cuido, naturalmente; los apapacho y los con- hemos querido tener el privilegio de introducirnos
siento de tal manera que, cuando vuelven con sus en el seno de un hogar en el que se conservan las
papás, están insoportables. Así quedamos a mano. más caras esencias de la mexicanidad. Un hogar
en el que nuestra idiosincrasia se pone de mani-
Lupita sigue bailando, echando vivas y con ánimo fiesto. Un hogar que es, al mismo tiempo, cifra y
de juerga, hasta que tocan a la puerta. Con una espejo de todos los hogares. El hogar de la seño-
celeridad impropia de sus años va detrás del biom- ra... (A Lupita.) Señora ¿querría presentarse us-
bo y vuelve a disfrazarse de cabecita blanca. Se ted misma al culto auditorio que nos hace el favor
sienta en un sillón y recupera el gato, al que duer- de escucharnos?
me ipso facto. Cuando la escena está lista, respon- LUPITA (Modosa.): Con muchísimo gusto. Soy
de con voz cascada. Guadalupe S. viuda de Pérez, para servir a Dios
y a ustedes.
LuPITA: Adelante. ANIMADOR: ¡ Muy bien contestado! ¡Perfecta-
mente bien contestado! Lupita, por haber contes-
Se abre la puerta y entra una horda de camaró- tado tan acertadamente nuestra primera pregunta,

64 65
se ha ganado usted un premio cedido por la Perfu- por lo que ocurre.): ¡ Qué bonito! Pero realmente,
mería París, cuyos productos huelen ... y huelen no sé... Es demasiado. Como soy sola...
bien. He aquí un maravilloso, un estupendo fras- ANIMADOR: ¿Sola? La soledad no existe para
co de brillantina para el pelo. Un frasco de bri- quien, como usted, ha pagado su deuda con la na-
llantina que limpia, fija y da esplendor. Lupita turaleza y con la sociedad al convertirse en madre.
¿querría usted agradecer este regalo de la Perfu- La soledad no existe para quien se ha sacrificado
mería París, cuyos productos huelen ... y huelen por los otros. Sus hijos, señora, la acompañan...
en espíritu.
bien, al público que tiene la bondad de escuchar-
LUPITA: ¿Fueron mis hijos los que los enviaron
nos?
a ustedes aquí?
LUPITA: Agradezco mucho... (Se atora.)
ANIMADOR: No, señora. Este evento ha sido or-
ANIMADOR: a la Perfumería París, cuyos pro-
ganizado por la cadena de tiendas A.B.C. A: ad-
. . .

ductos huelen... y huelen bien...


quiera. B: buenas. C: cosas. Usted resultó vence-
LUPITA: . y huelen bien...
. .
dora del concurso A.B.C. Adquiera buenas cosas.
ANIMADOR: ¡Bravo! ¡Qué memorial Conserva LUPITA: ¿Gané el concurso de la mejor madre
intactas sus facultades. Es asombroso a su edad. mexicana?
LUPITA: . por este inmerecido obsequio.
. .
ANIMADOR: No, Lupita. Eso habría sido impo-
ANIMADOR: ¿Inmerecido? La que nos amó antes sible. ¡Todas, absolutamente todas y cada una de
de conocernos se lo merece todo. Por eso "Latex, las madres mexicanas son mejores!
la casa que acaba con las latas porque tiene un LUPITA: ¿Mejores que quién?
surtido completo de latas", le regala a usted estas ANIMADOR: Que las que no son madres o que
sopitas, estas salsitas, estas mermeladitas... Seño- las que, siéndolo, no son mexicanas. Es sencillí-
ra, déjese de latas, abra una lata. Latex le propor- simo.
ciona a usted todo lo que su cocina necesita. ¿La- LUPITA: Gané el concurso de la madre más po-
tas? No. Latex. pular, entonces.
LUPITA (Que empieza a estar rodeada de los ANIMADOR: La madre más popular, señora, es la
objetos que se acumulan en torno suyo, embobada que inmortalizó en sus versos de oro el vate Gui-

66 67
llermo Aguirre y Fierro, cuyo "Brindis del Bohe- plica y Lupita insiste, se descargan encima de ella
mio" nos va a ser recitado por el mago del micró- licuadoras, lavadoras, estufas, pasteles que forman
fono, Pedrito Mora. Pedrito... ¡a la reja con todo una pirámide que la sepulta. Encima de la cúspide
y chivas! hay un pastel con una velita. Lupita, sintiendo que
PEDRITO: Muchas gracias, señoras y señores, se- se asfixia, clama desde lo profundo del abismo.
lecto auditorio, Lupita, voy a tener el honor...
de decir para ustedes... para usted... los senti- LUPITA: ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Sáquenme de aquí!
dos versos... ¡ Me ahogo! Me ahogo... Auxilio... Socorro.. .
LUPITA (Arrebatada.): ¡ Qué bonito habla! ¡Pa-
rece musical Oscuro. Al prenderse la luz, estamos de nuevo en
PEDRITO: En torno de una mesa de cantina,... el salón de belleza. La dueña y la peinadora corren
etcétera. a desconectar el secador bajo el cual se encontraba
Lupita y la ayudan a salir. Tambaleándose, soste-
Mientras Pedrito se despepita, Lupita quiere salir nida por sus salvadoras, exclama:
de dudas.
LUPITA: ¡Qué pesadilla más horrible! Nunca lo
LUPITA (Al animador): Entonces, ¿quién me hubiera creído... Horrible... pesadilla... horri-
eligió? ble...
ANIMADOR: No fue una elección, fue una rifa.
Usted resultó agraciada por ser la poseedora del TELÓN
número...
PEDRITO: . brindo por la mujer, mas no por
. .

esa .. .
LUPITA (Desengañada.): ¿Una rifa?
ANIMADOR: Si; ¡suerte, abuelita, suerte!

Mientras Pedrito se desgañita y el animador ex-

68 69
ciorarse de la distracción de la dueña, no quita el
dispositivo electrónico, sino únicamente lo cambia
para que produzca otros sueños.

LUPITA (Que ha transitado de la excitación al


fatalismo.): Tenía que ocurrirme esto precisamen-
te hoy.
DUEÑA (Benévola.): Es natural. Tiene usted los
"nervios de estreno", como dicen los artistas.
LUPITA (Depositando su taza de té.): Sin albures
¿eh? O cuando regrese del viaje de bodas no les
cuento nada.
SEGUNDO ACTO CLIENTE 1: No hay nada nuevo bajo el sol, que-
rida. Y mucho menos bajo el sol de Acapulco.
No hay solución de continuidad entre el acto an- CLIENTE 2: Muy vivida ¿no?
terior y el que sigue. Es el mismo salón de belleza, CLIENTE 1 (Como quien arroja un as de triun-
las mismas clientes, la dueña y la peinadora. Todas fo.): Divorciada tres veces.
tratan de calmar a Lupita, que está tomando una LUPITA (En el colmo del pasmo.): ¡Casada tres
taza de té con piquete, por aquello del susto. Apro- veces!
vechando la alharaca femenina, la dueña le dice CLIENTE 2: El caso clásico del optimista y del
a la peinadora: pesimista. El optimista ve el vaso medio lleno y el
pesimista lo ve medio vacío.
DUEÑA: Andale, apúrale. Quita del secador esa LUPITA: ¡ Tres veces! Y yo que tengo que casar-
porquería con la que nos vino a atravesar ese tal me hoy por la primera no puedo ni acabar de
por cual de agente. peinarme. (La peinadora la conduce de nuevo al
secador y la ayuda a acomodarse.) Esta vez sí no
La peinadora finge obedecer pero, después de cer- me voy a dormir. Ya estuvo suave de malos sueños.

70 71
Después de esta rotunda promesa se ve cómo Lu- que se nutre nuestra idiosincrasia. Por un peso
pita lucha contra la somnolencia que la invade. ¡ fíjese usted bien, por un solo peso! usted lo con-
Poco a poco se deja vencer por una fuerza supe- sigue todo: distracción sana y protección segura
rior a la suya, y se entrega a un estado que ha de contra las ideas exóticas. ¿Cuántos boletos? ¿Cuán-
ser placentero si se juzga por la expresión de su tos? ¿Quién dijo yo?
cara y el relajamiento de su cuerpo. Las luces y
las imágenes del salón se desvanecen con lentitud La gente, que huye por principio de todo lo que
y, de pronto, vemos a Lupita en una feria con sus sea didáctico, comienza a dispersarse y sólo queda
juegos, sus merolicos y sus exhibiciones de mons- Lupita; paga su entrada y tiene acceso al interior
truos. Lupita, que va comiendo una paleta, se de- de la carpa. Hay en ella una representación de lo
tiene ante una carpa de vivos colores y llamativos que comúnmente se entiende como paraíso: un
anuncios dibujados por un pintor ingenuo. A la ameno jardín, con arroyuelos murmuradores, un
entrada anuncia el merolico. manzano y una mujer cubierta con mallas esca-
mosas que dormita hasta que un "spot" de luz
MEROLICO: Señoras, señores, distinguido públi- la despierta. Deslumbrada, alza el rostro y escruta
co, ¡pasen, pasen a ver el fenómeno más extraor- a lo que debería ser el público. Cuando descubre
dinario del mundo: la Mujer que se volvió Ser- que no hay nadie más que Lupita da un gran
piente por desobediente! Señora, muéstrele usted bostezo.
este ejemplo a su hija, para que se enseñe a ser
dócil. Joven, pase usted a mirarse en este espejo EVA: No se puede decir que éste sea un éxito.
de cuerpo entero. Distinguido público: éste es un LUPITA (Apenada.): Si usted no cree que valga
espectáculo para toda la familia, un espectáculo la pena molestarse por mí y quiere suspender la
recomendado por las autoridades, tanto eclesiásti- función .. .
cas como civiles. Un espectáculo en el que se com- EVA: Oh, no. Tengo demasiada conciencia pro-
binan la diversión y la enseñanza de los sagrados fesional para hacer eso. ¿A qué atribuirías tú esta
principios morales. Diviértase y haga patria, ayu- falta de público?
dando a preservar las sacrosantas tradiciones de las LUPITA: Hay mucha competencia.

72
Eva: Eso ha de ser. Porque mi historia no ha ADÁN: ... y no lo olvides: tú te llamas Eva. Re-
dejado de ser interesante. Al contrario. Con esto pítelo: Eva.
del Women's Lib yo ando como chicle, de boca Eva: ¿Por qué?
en boca. Unos me exaltan, otros me maldicen, ADÁN (Confundido y, naturalmente, airado.):
pero nadie me olvida. En lo que a mí concierne, ¿Cómo que por qué? Esas preguntas no las hace
nunca he estado más en forma que hoy. Es el una mujer decente. Obedece y ya.
momento oportuno para... Pero mi mánager es EVA: No veo la razón.
un irresponsable: firma contratos con el primero ADÁN (Que tampoco la ve. Para disimular.): Te
que pasa y se desentiende por completo de la pro- encanta llevar la contraria, hacerte la interesante.
paganda. En tales circunstancias es un milagro que ¿Por qué no sigues el ejemplo de los demás?
tú estés aquí. Un verdadero milagro. (Pausa que Mira. (Actuando lo que dice.) Tú te llamas árbol.
Lupita no sabe cómo romper.) Desde hace siglos A-r-b-o-i. Y tú, hormiga. H-o-r-m-i-g-a. Con h,
he soñado con alguien a quien contarle la verda- aunque la h es muda.
dera historia de la pérdida del Paraíso, no esa ver- EVA: No oigo que nadie responda nada.
sión para retrasados mentales que ha usurpado a ADÁN: Es eso precisamente lo que quiero que
la verdad. Tal vez tú... ¿Eres curiosa? aprendas. A no replicar.
LUPITA: Si no lo fuera no estaría yo aquí. EVA: ¿Cómo quieres que replique un árbol o
Eva: Hmmm. Esa respuesta me huele a frase una hormiga si son mudos? Así qué chiste. ¿Por
célebre. Pero, en fin, no se puede exigir mucho. qué no hablas con el perico? Porque él sí te puede
Comenzaremos. contestar, ¿verdad?
ADÁN (Herido pero generoso.): ¡ Qué equivocada
Eva se despoja de la malla escamosa y le queda estás, querida, qué equivocada! Yo no hablo con
otra de color carne. Va a sentarse, con un aire de las cosas ni con los animales. Eso sería rebajar mi
total aburrimiento, debajo del manzano. Adán, nivel. Ni siquiera hablo contigo.
también en mallas que insinúan su desnudez, apa- EVA: Eso sería elevar tu nivel.
rece. Con un aire de maestro rural amonesta a ADÁN: ¡ No seas insolente!
Eva. EVA: No se trata de insolencia, sino de lógica.

75
¿Con quién hablas entonces? hecho a mi imagen y semejanza— quiso coronar la
ADÁN: No hablo con, hablo para. Mi interlocu- creación con una conciencia. Mi conciencia.
tora es la posteridad. EVA: Suena muy bonito... pero ¿qué te pidió
EVA: ¿ Quieres decir que hablas para nuestros a cambio?
tataranietos? ADÁN: Que yo catalogue lo existente, que lo or-
ADÁN: Por favor, mujer, no seas prosaica. Yo dene, que lo cuide y que haga que se sujeten a
pongo el problema en el plano del espíritu y tú su ley todas las criaturas. Comenzando contigo.
lo reduces a los más vulgares elementos biológicos. Así que repite lo que te he enseñado. ¿Cómo te
EVA: Sin ellos, sin mi colaboración, quiero de- llamas?
cir, ¿quién sería tu auditorio? EVA: ¿Cómo me llamas tú?
ADÁN: La eternidad. Dios. ADÁN: Eva.
EVA: ¿Jehová? EVA: Bueno. Ese es el seudónimo con el que voy
ADÁN: Él puede crear seres de la nada. A mí me a pasar a la historia. Pero mi nombre verdadero,
formó con barro y a ti .. . con el que yo me llamo, ése no se lo diré a nadie.
EVA: Sí, ya sé, no me lo repitas. A mí me hizo Y mucho menos a ti.
con una de tus costillas. ADÁN: ¡Contumaz! No voy a seguir perdiendo
ADÁN: ¿Lo ves? No eres indispensable. Y es bue- el tiempo contigo. (Revisando una agenda.) Hoy
no que recuerdes, de una vez y para siempre, que me toca ocuparme de los lepidópteros.
tu condición es absolutamente contingente.
EVA: Lo mismo que la tuya. Se aleja, con la agenda abierta en la mano, y va
ADÁN: ¡Ah, no! Yo soy esencial. Sin mí, Dios no señalando con un lápiz y apuntando nombres. Eva
podría ser conocido ni reverenciado ni obedecido. permanece en su lugar. Bosteza, se estira, está a
EVA: No me niegues que ese Dios del que ha- punto de caer muerta de aburrimiento.
blas (y al que jamás he visto) es vanidoso: nece-
sita un espejo. ¿Estás seguro de que no se trata de SERPIENTE (Que había estado escondida detrás
una diosa? del árbol y que se manifiesta ahora como una figu-
ADÁN: ¡No seas irreverente! Dios —porque está ra asexuada con reminiscencias de reptil. Canta.):

76 77
El hastío es pavorreal SERPIENTE: Quedarías maravillada si yo te con-
que se muere de luz tara todo lo que sé. He estado en varios paraísos
en la tarde... antes de venir a parar en éste, y te aseguro que
EVA: ¿Qué es eso? nunca he visto un sitio más decepcionante.
SERPIENTE: La posteridad que canta. EVA: Y si aquéllo era tan bonito y esto es tan
EVA: No seas cursi. Dime, ¿de dónde has salido? horrible, ¿por qué viniste aquí? ¿Por qué te que-
SERPIENTE: Si yo te lo dijera no me lo creerías: das? ¿Por qué no vuelves?
del mismo lugar que has salido tú. SERPIENTE (Misteriosa y triste.): Soy un exiliado
EVA (Despectiva.): ¿Eres otra costilla ambulante? político.
SERPIENTE: Vamos, vamos, no me digas que EVA: ¿Qué quiere decir eso?
crees en esas fábulas. Y, a propósito, ¿dónde está SERPIENTE: Que estuve en desacuerdo con el
Adán? régimen. Tú sabes que la tiranía no tolera la crí-
EVA: Vagando por allí. Ya sabes a lo que se de- tica.
dica: a ponerle nombre a las cosas. EVA: ¿Te echaron?
SERPIENTE: ¿Quieres decir que es un poeta? SERPIENTE: Pedí asilo. Pensé que aquí las cosas
Debo advertirte que esa es una actividad escasa- serían diferentes. Y, en realidad, el lugar es agra-
mente remunerada. dable... digo, para pasar unas pequeñas Vacacio-
EVA: Para lo que nosotros necesitamos.. . nes.
SERPIENTE (Observándola.): ¡ Qué horror! ¡No EVA: ¿Vacaciones aquí? Aquí ninguno trabaja.
tienes nada que ponerte! SERPIENTE: ¿Es posible? Ahora me explico la ...
EVA (Con un gesto de pudor.): ¡ Qué vergüenza! digamos la escasez de tu vestuario.
¡Y delante de un extraño! EVA: Dime ¿qué es lo que usan las mujeres...
SERPIENTE: Yo no soy un extraño. Yo conozco allá?
tu nombre verdadero. SERPIENTE: En esta temporada, hojas de parra.
EVA (Sin preocuparse por verificarlo, deseosa de De diferentes colores, en diversas combinaciones.
confiar.): ¿Cómo lo supiste? Es el último grito de la moda.

78 79
EVA (Seductora.): ¿No sería posible conseguir EVA: ¿Permiso? ¿A quién?
una para mí? SERPIENTE: Al dueño.
SERPIENTE: Bueno... eso cuesta dinero. Y me EVA: El dueño es egoísta y cicatero. ¿Sabes que
temo, por lo que me cuentas de las actividades de nos ha prohibido que comamos la fruta de ese
Adán, que no gana mucho. árbol?
EVA: Tampoco quiero depender de él. Quiero SERPIENTE: ¿Por qué?
bastarme a mí misma. Ya bastante me echa en cara EVA: Ah, no se digna dar razones. Simple y sen-
lo de la costilla. cillamente porque sí.
SERPIENTE: ¿Y sabes cómo se gana el dinero? SERPIENTE: ¿Y a ti no te subleva esa arbitra-
EVA: Ni siquiera sé, bien a bien, qué es el di- riedad?
nero. EVA: A mí me hierve el hígado.
SERPIENTE: Es la recompensa del trabajo. SERPIENTE: ¿Y entonces por qué no comes?
EVA: ¿Y qué es el trabajo? EVA (Vacilante.): En realidad no se me antoja
SERPIENTE: La mejor cura contra el aburrimien- mucho.
to. ¿Ves ese campo que tienes frente a ti? SERPIENTE: En realidad tienes miedo.
EVA: Ajá. EVA: No quisiera engordar.
SERPIENTE: ¿Qué te parece? SERPIENTE: La fruta no engorda, eso está proba-
EVA: Así, así. do científicamente. Además, si trabajas tienes que
SERPIENTE: Es un desperdicio, un verdadero des- estar bien alimentada.
perdicio. Es el campo perfecto para sembrar Vi- EVA: ¿Es duro labrar la tierra?
ñedos. SERPIENTE: Cuando no se está acostumbrado...
EVA (Pescando al vuelo la idea.): ¡Montones de (Corta una manzana y se la ofrece a Eva.) Come.
hojas de parra! Para todas las estaciones del año, EVA (Tomando la manzana.): Tú no tienes as-
para cada una de las horas del día, para la ocasión pecto de campesino.
solemne y para el uso cotidiano... SERPIENTE: ¿De qué tengo aspecto?
SERPIENTE: No corras tanto. Lo primero que EVA: No sé. Tal vez de... de intelectual.
habría que conseguir es un permiso de cultivo. SERPIENTE: Me hubiera gustado más que me di-

80
81
jeras que tenía aspecto de inteligente. Porque una ADÁN (Incrédulo.): ¿ Quieres decir que piensas
persona inteligente se las ingenia para hacer lo trabajar?
que quiere y pagar por ello lo menos posible. EVA: ¿Qué hay de malo en eso?
ADÁN: Se cansa uno. Y suda.
EVA (Concentrándose como para hacer cuen-
tas.): Si yo como esa manzana .. . EVA: Yo no me cansaré porque estoy bien ali-
SERPIENTE: Habrás demostrado una cosa: que mentada. Prueba esta manzana.
ADÁN: ¿Cómo te atreves? ¡Es la que Jehová nos
eres libre. Ahora bien, la libertad vale mucho.
Pero cuesta mucho más. ha prohibido!
EVA: ¡No me importa! Yo no obedezco órdenes EVA: ¿Por qué?
arbitrarias, ni creo en cuentos de hadas, ni... ADÁN: Porque sí.
EVA: ¿A que no te atreves a preguntarle sus ra-
Relámpago, oscuridad momentánea. Cuando vuel- zones?
ve la luz ya no está la serpiente, sino sólo un ADÁN (Que está perdiendo fachada.): Atrever-

Adán acusador. me, lo que se llama atreverme.. . ¿por qué no?


Pero sería una falta de respeto. Y Jehová es tan
ADÁN: ¿Qué has hecho? respetable: tiene una gran barba blanca.
EVA: He descubierto que ese campo necesita EVA (Desilusionada.): ¿Es viejo? Ahora lo com-
cultivo. La parra se daría bien. prendo todo: nos ha prohibido tocar esa fruta por
ADÁN: ¿De qué estás hablando? envidia. Quiere que, en la flor de la edad como
EVA: De que es una vergüenza que los dos ande- estamos nosotros, seamos tan débiles y tan impo-
mos desnudos como dos pordioseros. tentes como él. ¿Sabes lo que tiene esa manzana?
ADÁN: No necesitamos ropa: éste es el país de (Adán hace un signo negativo con la cabeza.) Vi-
la eterna primavera. taminas. Hay que hacer una dieta equilibrada si
EVA: Propaganda turística. Ninguna primavera queremos que nuestros hijos sean sanos.
es eterna. Y a mí no se me da la gana esperar al ADÁN: ¿Hijos?
otoño para recoger las hojas caídas. Yo quiero pre- EVA: Claro. Hay que pensar en ellos. Me gus-
parar mi vestuario ya. Así que manos a la obra. taría dejarles de herencia una pequeña granja de

82 83
labor, con sus vacas de ordeña y sus aves de corral EVA: La muerte será la prueba de que hemos
vivido.
y...
ADÁN (Que ha estado mordisqueando distraída- ADÁN (Tratando de detenerla.): Eva, te lo su-
mente la manzana, se atraganta.): ¿Quién te ha plico, retrocede.
metido esas ideas en la cabeza? EVA (Avanzando siempre.): No es posible. La
EVA: Las ideas no se meten en la cabeza: salen historia acaba de comenzar.
de la cabeza. ¿Qué tal estuvo la manzana? ¿Sa-
brosa? Oscuro. Lupita comienza a gritar histéricamente:
ADÁN ( Mirando, horrorizado, el hueso.): ¡ Dios "¡Blasfemia! ¡Calumnia! ¿Dónde está el merolico
mío! que me vendió el boleto para que me devuelva mi
EVA: No lo llames. ¿Para qué lo quieres? dinero? ¡Estafador! ¡Bandido! ¡Merolico! ¡Mero-
ADÁN: Para pedirle que no nos castigue. lico! Dios santo, estoy vuelta y vuelta en el mismo
EVA: ¿Qué más castigo quieres que esta vida lugar. Éste es un laberinto. ¡Merolico! ¡Merolico!"
ociosa sin perspectivas de progreso ni de cambio, Cuando la luz vuelve a encenderse encontramos
sin nada? a Lupita, con aire todavía de extraviada, frente a
ADÁN (Nostálgico.): Pero éramos tan felices... un museo de cera en el que, en una serie de ni-
No nos faltaba nada. chos, se encuentran —representadas de la manera
EVA: No deseábamos nada, que es distinto. Y más convencional posible— la Malinche, Sor Jua-
no éramos felices. Éramos egoístas y cobardes. La na, doña Josefa Ortiz de Domínguez, la Empera-
categoría humana no se recibe; se conquista. triz Carlota, Rosario de la Peña y la Adelita. Re-
ADÁN (Arrodillado.): Señor, yo no soy digno. sucitadas por el escándalo, salen de sus nichos.
Señor, ten piedad de nosotros.
VOZ CAVERNOSA Y DISTANTE: "¡Parirás con do-
SOR JUANA (Llevándose las manos a la cabeza.):
¡ Dios mío! ¿Es que no se puede vivir tranquila ni
lor!"
EVA: Pago el precio de la plenitud. Y juro que
siquiera en un museo? ¿Hasta aquí ha de venir a
no descansaré hasta vencer al dolor. perseguirme el rumor de comunidad que, como
Voz: "¡Moriréis! ¡Os perderéis!" un tábano, me atormentó durante toda la vida?

84 85
ADELITA: ¡ Rumor de comunidad! ¡Melindres de hay que remediarla de algún modo. (Súbitamente
monja! Ya te hubiera yo querido ver en la mera inspirada.) ¿Por qué no jugamos a la escuelita?
bola: cañonazos, trenes que volaban por el aire,
cargas de caballería. ¿Y todo para qué? Para que Todas reaccionan en contra, cada una a su mane-
tú te pasees (Señalando sus hábitos monjiles.) dis- ra. Sobre el coro de exclamaciones negativas se
frazada de espantapájaros, como si la Constitución i mpone la voz de Lupita.
no existiera.
JOSEFA (Enérgica.): Respete usted esos hábitos, LUPITA: Creo que aquí la única que tiene dere-
que son sagrados. cho a opinar soy yo porque pagué mi boleto. Y
CARLOTA: No es cuestión de respeto; es, como quiero que me den lo que me prometieron: un
de costumbre en este país, una falta completa de espectáculo, no una clase.
modales. (A la Adelita.) ¿Cómo se atreve usted a CARLOTA (Soñadora.): ¡ Representar! La ilusión
dirigirle la palabra a quien no le ha sido ni si- de mi vida.
quiera presentada? SOR JUANA (A Lupita.): Pero tú también tienes
ROSARIO (Tratando de mediar.): Quizá se co- que tomar parte. Cada una de nosotras escogerá
nozcan de antes. un momento culminante de su vida. Y tú tendrás
ADELITA: ¿Yo? ¿Conocer a ésta? Ni de nombre. que identificamos.
SOR JUANA (Irónica.): ¡ Tal es la posteridad para JOSEFA: No va a ser difícil. ¡Somos tan pocas las
la que yo escribí! mujeres mexicanas que hemos pasado a la his-
JOSEFA (Apelando a los sentimientos de caridad toria!
y refiriéndose a la Adelita.): La pobre no sabe ni SOR JUANA: Va a ser difícil. Porque nos hicie-
siquiera leer. Es una analfabeta total. Yo, en cam- ron pasar bajo las horcas caudinas de una versión
bio, he tenido el privilegio de ser su lectora. (A estereotipada y oficial. Y ahora vamos a presentar-
Sor Juana.) ¡Y la admiro tanto! nos como lo que fuimos. O, por lo menos, como
SOR JUANA (Sin hacer caso del elogio, mirando lo que creemos que fuimos.
a la Adelita y a la Malinche.): Pero tal ignorancia CARLOTA: ¿El orden de prioridades va a estable-

86 87
cerse de acuerdo con el protocolo? Porque en ese Ese hombre podía haber sido un testigo inopor-
caso me correspondería el primer lugar a mí. tuno. ¿Por qué no aprovechas esta circunstancia
SOR JUANA: Tratemos de proceder de acuerdo
para hacer correr el rumor de que tú, tú, quemaste
las naves?
con la cronología. (A la Malinche, que no ha abier-
CORTÉS: ¿Yo? ¿Para qué?
to la boca y se ha limitado únicamente a observar.)
MALINCHE: Para cortar la retirada a Cuba. Hay
Señora, el escenario es suyo.
en tu ejército muchos cobardes y uno que otro
Oscuro. Al encenderse la luz se ve una improvi- traidor que querían volver. Ahora no pueden ha-
sada tienda de campaña en la que Cortés no sabe cerlo y no les queda más remedio que enfrentarse
a los hechos.
cómo arreglárselas con su estorbosísima armadura.
CORTÉS: Que no pueden ser más adversos: un
Es obvio que el calor de la costa lo agobia. La
Malinche lo abanica con una rústica palma. clima endemoniado, un imperio formidable...
Ayúdame a quitarme la coraza.
Te lo dije: no podemos quedarnos MALINCHE (Firme.): No.
MALINCHE:
CORTÉS: ¿Cómo te atreves a decir que no? ¡Eres
aquí.
CORTÉS: Ni subir allá, ni mucho menos regre-
mi esclava, mi propiedad, mi cosa!
sar a Cuba. ¡Ay, cuánto diera yo por tener en mis MALINCHE: Soy tu instrumento, de acuerdo.

manos un momento, nada más que un momento, Pero, al menos, aprende a usarme en tu beneficio.
al marinero que se puso a fumar en la bodega del CORTÉS: Que, según tú, consiste en que yo me

barco y se quedó dormido! derrita dentro de la armadura.


MALiNCHE: Deberías ser más tolerante. El taba- MALINCHE: Si te despojas de ella los indios ve-

co es un vicio que acaban de descubrir tus solda- rán lo que he visto yo y me callo: que eres un
dos. Es nuestra manera de corresponder el regalo hombre como cualquier otro. Quizá más débil que
de la sífilis que ustedes nos trajeron. algunos. Armado te semejas a un dios.
CORTÉS: ¡Pero producir catástrofe semejante! CORTÉS (Halagado.): Dame un espejo. (Se con-

No quedó ni rastro de ninguna de las naves. templa y se aprueba.) Es verdad. Y este papel de
MALINCHE: Ni rastro de ese fumador, tampoco. dios me viene pintiparado.

88 89
MALINCHE (Sonriendo con indulgencia ante la caso particular, para que yo te sirviera de intér-
vanidad de Cortés.): Un dios cuyo regreso aguar- prete y te transmitiera el mensaje de los emisarios
dan los indios desde el principio. Lo aguardan de Tlaxcala que solicitan audiencia.
para rendirse a él, para devolverle lo que le perte-
CORTÉS (Lúbrico.): ¡ Malintzin!
nece: el mando. Porque todas las profecías anun-
MALINCHE (Negándose, por ahora, a Cortés; pro-
cian su retorno y también su victoria.
metiéndose para más tarde.): Tienes prisa, recuer
CORTÉS: ¿Tú crees en esas mojigangas?
da. La situación de tus hombres es desesperada y
MALINCHE: Lo que yo creo no importa. No soy
los tlaxcaltecas son la única tabla de salvación.
una vasalla de Moctezuma porque salí del poder
del señor maya que le paga tributo. Ahora te per- Recíbelos. Ellos te señalarán el camino seguro a
tenezco a ti. Tenochtitlan.
CORTÉS: Te gusta el papel de diosa consorte, CORTÉS: ¡La ciudad de oro!
¿eh? MALINCHE: El ombligo del poder. Capitán: sube
MALINCHE: Me gusta que Moctezuma beba una al altiplano y arrebata a Moctezuma el sillón con
taza de su propio chocolate. Es un amo cruel. respaldo y la vara de autoridad. ¡Tú serás rey!
CORTÉS: ¿Más que yo? CORTÉS (Que no ha oído hablar de Shakespeare
MALINCHE: Tú eres brutal, porque tienes prisa. y, menos aún, de las brujas de Macbeth.): La ri-
Él se cree dueño de la eternidad. queza, la fama, el dominio. ¡Heredaré a mis hijos
CORTÉS: No es fácil desengañarlo. un imperio!
MALINCHE: Pero es posible. Muchos lo odian.
Ese imperio, que tú ves alzarse ante ti como una Mientras Cortés divaga la Malinche abrillanta la
gran muralla, está lleno de cuarteaduras. Por cual- armadura, lo peina, etc. Cuando su apariencia
quiera de ellas podrías infiltrarte con tu ejército. le parece satisfactoria, va a la puerta de la tienda
CORTÉS (Tratando de abrazarla.): ¡ Ah, mujeres, y exclama a los que esperan afuera.
mujeres! ¿Por qué la Divina Providencia las habrá
dotado del don superfluo de la palabra? MALINCIIE: Los embajadores tlaxcaltecas pueden
MALINCHE (Forcejeando por desasirse.): En mi pasar.

90 91
Oscuro. Otra vez el museo de cera. La expresión quien posee experiencia: a mi colega, Rosario de
de Carlota es despectiva; la de Adelita, fascinada; la Peña, alias Rosario, la de Acuña.
la de Josefa, respetuosa; la de Sor Juana, irónica. JOSEFA: ¿Colega?
Tan sólo hay dos rostros que expresan la más coan- SOR JUANA: Por aquello de que a mí se me llamó
pleta frustración: el de Rosario y el de Lupita. A la Décima Musa y ella fue la musa de una pléyade
la primera la contiene su buena educación y su de poetas, de intelectuales.
circunstancia de ser figura de cera. Pero a Lupita ROSARIO: Oh, sí. Por mi salón pasaron los hom-
la solivianta el pago de su boleto. Protesta. bres más notables de la época. Aunque he de
admitir que la época fue bastante mediocre. Guar-
LUPITA: ¿Y el romance?
do en mi álbum los autógrafos de todos ellos. Me
MALINCHE: ¿Cuál romance?
admiraban, me rendían homenaje, me llamaban
LUPITA: Usted estaba enamorada de Cortés, del
la inspiradora de sus obras.
hombre blanco y barbado que vino de ultramar.
SOR JUANA: Pero la celebridad mayor se la debe
MALINGRE: ¿Enamorada? ¿Qué quiere decir eso?
usted a Manuel Acuña. Se suicidó por usted, ¿no
SOR JUANA (Didáctica.): Probablemente la seño-
es cierto?
rita se refiere al amor, un producto netamente
ROSARIO: Eso dice la leyenda. Pero, como todas
occidental, una invención de los trovadores pro-
las leyendas, miente. Lo que yo voy a contarles
venzales y de las castellanas del siglo )(II europeo.
es la verdad.
Es probable que Cortés, a pesar de su estancia en
Salamanca, no lo haya conocido ni practicado. Oscuro. Aparece una buhardilla paupérrima de jo-
MALINGRE: Por lo pronto, no lo exportó a Amé- ven romántico del siglo XIX mexicano que quiere
rica. Y en cuanto a nosotros... parecerse al joven romántico del siglo XIX pari-
SOR JUANA: Ya lo sabemos. El amor es algo que sino. Manuel Acuña tiene todos los signos nobi-
no tiene nada que ver con la cultura indígena. liarios de la desnutrición, del insomnio y, quizá,
CARLOTA: Ni con el recato monjil. de algún vicio. Afiebrado, ojeroso, escribe unas
SOR JUANA: Es por eso que cedo la palabra a líneas y luego, poniéndose en pie, declama.

92 93
MANUEL: Pues bien, yo necesito —decirte que desafiaba al atreverme a venir. Pues bien, no va-
te quiero ----decirte que te adoro —con todo el cilé. El primer sacrificio que hago en el altar de
corazón ... etc. Eros es el de mi fama.
MANUEL (La turbación lo hace mostrarse ofen-
La puerta se abre silenciosamente y aparece en el dido.): ¿Qué es lo que está usted osando propo-
umbral Rosario, agitada por las emociones que la nerme?
embargan y por las muchas escaleras que ha tenido ROSARIO: Matrimonio.
que subir. Un tupido velo le cubre la cara, corno MANUEL (Horrorizado.): ¡ Matrimonio! No me
es de rigor en las protagonistas decimonónicas de haga usted reír. Después del paso que acaba usted
las visitas clandestinas a caballeros solos. Durante de dar —y que no daría, por ningún motivo, nin-
unos momentos escucha arrobada la declamación guna señorita decente.. .
hasta que, no pudiendo contenerse más, corre ROSARIO: Pues ya que quiere usted saberlo, voy
--con los brazos abiertos— hacia el poeta. a decírselo: no soy ninguna señorita decente. (De-
clamatoria.) Soy una mujer enamorada.
ROSARIO: ¡ Manuel! MANUEL (Con verdadera curiosidad.): ¿De
quién?
Manuel la mira como si fuera el fantasma de Ban- ROSARIO: ¿Cómo que de quién? De ti.
quo y la rechaza fríamente. MANUEL (Ahora la turbación lo hace parecer
maquiavélico.): ¿Sí? ¿Y cómo puedo estar seguro
MANUEL: Señorita, modere usted sus ímpetus de que no ha dicho usted lo mismo a todos los que
y recuerde que su presencia, a estas horas y en forman su corte de admiradores? ¿A Manuel M.
estas circunstancias, en la casa de un soltero, pue- Flores y a José Martí, para no citar mas que a los
de conducirla a la deshonra. mejor conocidos?
ROSARIO (Vehemente.): ¡ Nada me importa, Ma- RosARIo: ¿Por qué tendría yo que decírselo a
nuel! Desprecio el juicio de una sociedad mez- ellos?
quina e hipócrita que no te comprende ni te ad- MANUEL: Porque me lo dijo usted a mí. Quien
mira. (Se alza el velo.) Sabía yo muy bien lo que hace un cesto hace ciento, dice el refrán.

94 95
ROSARIO: Pero tú eres el hombre a quien yo Niño Manuel ¿por qué no me avisó que tendría
amo. visita? Yo le habría preparado algo para agradar-
MANUEL (No cayendo en tan burdo garlito.): Si la. Un té de hojas, un cafecito. (Identificando a la
usted me amara, no me colocaría ante este preci- mujer del velo, con ingenua y sincera admiración.)
picio. ¡ Usted es Rosario, la famosa Rosario!
RosARIO: ¿Cuál precipicio? No entiendo. ROSARIO (Entre molesta y orgullosa.): Yo, en
MANUEL: Usted era mi amada ideal, ergo, im- cambio, no tengo el honor de conocerla.
LAVANDERA: Yo soy Petra, la lavandera, para
posible.
ROSARIO: ¿Era? servir a Dios y a usted. Soy la que le hace casa al
MANUEL: Naturalmente. Con el paso que acaba
niño.
MANUEL (A la lavandera, cubriéndose el rostro
usted de dar lo ha destruido todo. Mis más caras
ilusiones: las de vivir en un mundo de ensueño con las manos.): ¡Calla, por Dios!
en el que tú estarías siempre enamorada y yo siem- ROSARIO (Que no ha dejado de advertir la rea-

pre satisfecho. (Se paraliza un instante y corre a lidad de la situación, a Manuel.): ¿Por qué ha de
escribir lo que exclama en voz alta.) "¡Y en me- callarse? Por boca de los inocentes habla la verdad,
dio de nosotros, mi madre como un Dios!" LAVANDERA (Mostrando su estado avanzadamen-

ROSARIO (Retrocede.): Ahora comienzo a com-


te interesante.): Yo qué voy a ser inocente, seño-
prender: en medio de nosotros, su madre como un rita. Si dice Manolo que yo soy la que le hace casa
Dios. Como la espada entre Tristán e Isolda. al niño y niño a la casa.
MANUEL: Quienes deberían de ser nuestros mo-
ROSARIO (Aplaudiendo.): ¡Bravo! ¡Bravo! Sabe
delos. hacer retruécanos. Manuel, es absolutamente in-
dispensable que la lleves a mi casa.
Se abre la puerta de la buhardilla y entra una la- MANUEL (Agobiado.): ¿Quiere usted dejar de

vandera con un cesto de ropa. torturarme?


ROSARIO (Reprobatoria, a Manuel.): Se aver-
LAVANDERA: Santas y buenas tardes, Manolo. güenza usted de ella, pero no desaprovecha ni su
(Al advertir la presencia de Rosario, se turba.) generosidad, ni su ignorancia, ni su condición hu-

96 97
milde. Se ve bien que no ha colocado usted a su toda la ropa limpia! Ahora tengo que lavarla otra
madre como una figura protectora entre esta mu- vez.
jer y usted. (Manuel intenta hablar, pero Rosario
lo ignora olímpicamente. A la lavandera.) Señora, Oscuro. Se vuelve al museo de cera.
los amigos de mis amigos son mis amigos. Yo qui-
SOR JUANA (Ríe quedamente.): Perdónenme,
siera rogarle que, de hoy en adelante, se considere
usted invitada a mis tertulias. pero no puedo remediarlo. Yo creí, hasta ahora,
que había sido la única. Aunque mi caso no fue
LAVANDERA: ¡Ay, señorita! ¿Y qué pitos voy a
nunca tan extremo como el suyo. En mi caso no
tocar yo allí? ¡Soy tan ruda! Y Manolo me ha con-
hubo suicidio. Los hombres, que huían de mí co-
tado que todos ustedes son muy inteligentes.
mo de la peste, no llegaron nunca tan lejos. Y yo,
ROSARIO (Dándole una mirada de vuelta al rue- a decir verdad, no era fea. Sabía, también, agradar.
do a Manuel y dejándose caer el velo.): Yo admiro, Pero he de haber tenido una cabeza de Medusa
más bien, las virtudes morales. Por eso me gustaría que paralizaba de horror a quienes la contempla-
ser su amiga. ron. Sólo en una ocasión estuve a punto de rom-
per mi aislamiento. Pero, claro, todo se volvió
Ambas se alejan hablando mientras Manuel, en el agua de borrajas, comedia de enredo.
centro del escenario, declama las últimas estrofas LUPITA (Urgiéndola.): Cuente.
del Nocturno. A medida que recita va siendo cons- SOR JUANA: Bien. Ustedes conocen mi gusto por
ciente de que ha caído en el más completo de los los disfraces...
ridículos. La dicción de los versos finales va acom-
pañada de la acción de tomar un revólver. Dispa- Oscuro. La luz se abre al estrado de una casa co-
ra en el momento en que regresa la lavandera que lonial. Juana Inés, quinceañeia, escribe con pluma
exclama, llevándose las manos a la cabeza en un de ganso sobre un pergamino. Se oye, lejos, la
gesto de total desesperación: melodía de una viola d'amore. Distraídamente Jua-
na Inés mordisquea, de cuando en cuando, un pe-
LAVANDERA: ¡ Dios mío! ¡Ha salpicado de sangre dazo de queso. Se detiene, lee para sí mientras

98 99
mastica y, después de tragar el bocado, se pone de chismes de la corte, del elogio de los doctos y de
pie y declama, contando las sílabas para ver si es- la admiración de los imbéciles, ávida del aplauso
tán cabales. universal. (Cambiando de tono y contemplándose
fijamente en un espejo.) Juana Inés, te declaro
JUANA: El alma, pues, suspensa
culpable de vanidad, de pereza y de ignorancia. Y
. . .

del exterior gobierno en que, ocupada


decreto que cabeza tan desnuda de noticias no esté
en material empleo
cubierta de adornos y zarandajas. A cumplir la
—o bien o mal da el día por gastado—
sentencia. (Como desdoblada, y con la lentitud con
solamente dispensa
remota, sí, del todo separada .. . que se realizan los gestos rituales, Juana Inés saca
del todo separada... del todo separada... ¿Qué de su escritorio una tijera y se despoja, con golpes
sigue, Dios mío, qué sigue? (Estrujando el perga- certeros, de la mata de pelo en que se gloriaba. Su
mino.) Nada. Que se me fue el santo al cielo. Tan figura ha cambiado por completo. Compara, con
diferente que era todo cuando comencé, tan fácil. un gesto, su cabeza y su ropa, y le dice al espejo:)
Ponía yo una palabra y detrás de ella, persiguién- No, no es lógico. (Va detrás de un biombo a cam-
dola, acosándola, dándole a la caza alcance, venían biarse. Mientras se trueca el vestido cortesano por
todas las demás que rimaban con ella. Pero si ha- un hábito de paje, canturrea.)
blas en verso, me decían —pasmadas— las visitas.
En cambio ahora cada concepto se me esconde ...sólo sé que aquí me vine
como un armadillo en su concha. Y tengo que para que, si soy mujer,
atosigarlo con humo para que, en vez de asfixiar- ninguno lo verifique .......
se, se manifieste. Y cuando aparece es tan magro,
tan desabrido, tan vano como una nuez. Eso era Cuando ha terminado la operación se contempla
antes. Pero, claro, antes yo era inocente y me llo- de nuevo: tiene un aspecto equívoco de efebo, en
vía la gracia del cielo. En cambio ahora: desva- el cual se complace. Siente pasos y, automática-
necida en frivolidades, golosa de todo: del queso, mente, mata la luz. Apenas un segundo después
que vuelve romos los ingenios más agudos, de los entra Celia.

100 101
CELIA (A tientas, tratando de alcanzar un bulto JUANA: Señora, tened la lengua.
que se le escapa. Celia y Juana avanzan y retroce- CELIA: Ay, si no tuve la aldaba
den con movimientos regulados y armoniosos de mi puerta de doncella
como de danza.): cuando en la noche rondabas.
JUANA: Señora ¿vos prometí
Detente, sombra de mi bien esquivo,
i magen del hechizo que más quiero, mano y apellido?
bella ilusión por quien dichosa muero, CELIA: Y galas
dulce ficción por quien penosa vivo. para reponer con joyas
la joya que me quitabas.
JUANA JUANA: Y ahora, diligente, cobras
(Aparte): Declamadora tenemos. lo que trataste liviana.
(A Celia.) Señora, considerad ¿Y no te causa sorpresa
el respeto de esta casa, encontrarme en esta cámara?
pues que su dueña la tiene
CELIA: Que eres avisado advierto,
a las musas consagrada.
cuando la invocas sagrada
CELIA: Nunca leí tal Edicto
y te escudas en el manto
de la Corona de España.
¿O es que usurpa sus derechos no de una, de nueve hermanas.
y hasta aquí se atreve Juana? JUANA: De la décima.
JUANA: No de atrevida la nombra CELIA: ¿De quién?
con sus trompetas, la fama. ¿Estás hablando de Juana?
Si es famosa es por discreta, Pero no, no me das celos,
por virtuosa y por sabia. que para ello una bastarda
CELIA: Calle el galán, que no vino no es bastante.
aquí a requebrar fantasmas, JUANA: ¡ Infame! ¡Calla!
sino a pagarme la deuda CELIA: Con cuatro bachillerías
de honor, de que estoy preñada. por dote y, bajo las faldas,

102 103
nada más que silogismos... Mi igual o mi superior,
¡Busca una rival que valgal pero en el nivel de humana,
JUANA: Es bella. en donde pueda vencerme
CELIA: Mientras es joven —si es que puede— con mis armas.
y eso dura... una mañana. Pero no mezcles, que yerras,
JUANA: ¿Y tú, tienes otro pacto el aceite con el agua,
con el tiempo, que te ufanas? la paloma y el mochuelo,
CELIA: Yo tengo que yo soy hembra las peras con las manzanas.
y, como tierra labrada, JUANA: Y tú, ¿sabes distinguirlas?
rejuvenezco en mis hijos, CELIA: El corazón no se engaña.
me eternizo en mis entrañas. JUANA: ¿Y qué te dice?
JUANA: ¿Y ella? CELIA: Que me amas
CELIA: Es como la nuez vana. y que te amo.
JUANA: ¿Estéril? JUANA: ¿Por mi alcurnia?
CELIA: Parirá ideas, CELIA: Por tu talle, por tu cara
retruécanos, telarañas. que resplandece entre todas
Son los folios de los libros como estrella soberana.
los que el otoño le arranca. JUANA: ¿Por mi fortuna?
¡Y para colmo, sin dote! CELIA: Fortuna es
JUANA: ¿No estás celosa? tenerte entre las sábanas,
CELIA: ¿De Juana? y sacrificar a Venus
¿De ese caso mitológico? hasta que la luz del alba
¿De la Fénix mexicana? viene a darnos una tregua
Hechura de una Virreina ...o a establecer más batalla.
y desecho de las Gracias. JUANA: ¿Y me trocarías por otro?
No, si quieres darme celos CELIA: ¿Se trueca el oro por plata?
busca materia más alta. ¿Se cambia el rumbo del astro?

104
¿Vuelve la flecha a su aljaba? en mí de mujer. Acaba
JUANA: ¿ Y si no soy yo? en este trance el conflicto
CELIA: ¡La muerte! de las potencias y el alma.
¡El corazón no se engaña! Siéguese, por siempre, el tronco
de mis linajes. Mortaja
Después de una pausa dramática Juana prende dadme para lo que fue
una luz. cárcel de lo que volaba.
Adiós, adiós juventud,
JUANA (Alumbrándose directamente el rostro): adiós atmósfera clara
¿ Me reconoces? ¿Soy ése de la música y los números,
por el que ansiosa penabas, de la amistad conversada.
por el que alegre morías, Adiós a lo que no fui,
por el que te pierdes? a lo que fui y me sobraba.
CELIA: ¡ Juana! CELIA: ¿Adónde vas?
JUANA: Adonde es
Hay, en este solo nombre, un desconcierto que no la inteligencia soledad en llamas.
cristaliza en rechazo sino en una especie de des-
Se contemplan un momento las dos, paralizadas
lumbramiento. Celia abre los brazos, como lo hizo por imanes contrarios: el que las atrae —lo que
al principio, en la oscuridad, y Juana duda un debe ser sugerido muy delicadamente— y el que
momento entre la fuga y la entrega. Por fin, reac- las separa. Oscuro. Cuando vuelve a encenderse la
ciona con violencia.
luz es para alumbrar el museo de cera. Las espec-
tadoras de la escena anterior parecen confusas y
JUANA: ¡ No, ya nunca más mi nombre,
no saben de qué manera reaccionar. Carlota se
ni mis hechos, ni las fábulas abanica majestuosamente y, al fin, decreta:
que con mi sombra fabrican
las lenguas desaforadas! CARLOTA: We are not amused. We are not
Aquí muere lo que había amused at all.

106 107
JUANA (Tomando las cosas a la ligera.): Pero JOSEFA: Ya entenderás. Ya estás en las vísperas
esto que acaban ustedes de ver no es siquiera una de entender. Yo recuerdo, por ejemplo...
diversión. Es, si acaso, una mera versión.
RosARIo: En última instancia yo me quedo con Oscuro para cambiar la escena a una sala de fami-
la versión clásica; es decir, la romántica: el amor lia criolla de Guanajuato. Un canónigo juega a
i mposible, el convento. la brisca con el corregidor. Al fondo la esposa,
LUPITA (A Rosario.): Usted, con su experiencia,
Josefa, muy menor que el marido, inquieta, llena
de una vida que no tiene cauces en los cuales fluir,
¿se atreve a creer en amores imposibles?
borda. Mira con insistencia a un reloj de pared
JUANA: En principio, todo amor es imposible:
que, según su impaciencia, no se mueve.
una idea obsesiva que se apodera de los espíritus
solitarios. Los demás no se enamoran: se ayuntan. ¿No será hora ya del chocolate?
JOSEFA:
RosARIo (A Sor Juana.): Pero en su época que-
CORREGIDOR: ¡ Ay, hija! ¿Cuándo aprenderás a
daba aún esa salida airosa: la toma del velo. En calcular el tiempo? Si apenas acabamos de comer.
la mía no hubo más que dos sopas. Y yo no escogí ¿No es así, señor canónigo?
la de fideos. Solterona y punto. CANÓNIGO: Desde luego, señor corregidor. Aun-
JOSEFA: Lo que se llama la sopa boba. que comprendo que la señora corregidora, a su
SOR JUANA: Pero yo no fui al convento ni por edad...
vocación ni por desengaño, sino por sentido prác- CORREGIDOR (Ex tremadamen te sorprendido.):
tico. No sé por qué se empeñan en inventar tan- ¿Desde cuándo las señoras decentes tienen edad?
tos motivos cuando yo dejé, muy claramente escri- Esas frivolidades se dejan para las mujeres li-
to en una carta, que ingresaba al claustro, más que vianas.
atraída por esa forma de vida, empujada por "la
total repugnancia que me inspiraba el matri- No obstante, algo de duda le queda al corregidor, .

monio". puesto que se vuelve a inspeccionar a Josefa como


LUPITA: ¿Repugnancia? ¿Cómo puede ser? No si la viera por primera vez. Durante el tiempo que
entiendo. abarca este proceso hay una suspensión del juicio

108 109
crítico, porque la expresión de la cara del corre- ser completa: un hijo. Un hijo que debería de
gidor es inescrutable. tener para que se continúe la estirpe, para que
recaiga el apellido. ¿Pero acaso entiende esta obli-
CANÓNIGO: Las jóvenes gustan de serenatas, pa- gación? (Sin mirarla.) ¿Escuchaste, Josefa? El señor
seos, bailes. canónigo ordena que tengas un hijo.
CORREGIDOR: Cuando son frívolas o cuando no CANÓNIGO (Rectificando.): Lejos de mí la osadía
tienen quien vele por su honra. Pero Josefa es una de ordenar. Si acaso, me atrevería a sugerir.
señora casada y respetable. Por lo tanto está más JOSEFA (Arrebolada de pudor herido y de cóle-
allá de esas diversiones que usted, señor canónigo, ra.): Si por mí fuera.. . pero le aseguro que no
conoce gracias al Tribunal de la Penitencia y que, está en mi mano, señor canónigo.
como nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia, son CORREGIDOR: Ya se sabe que en estos casos no
un peligro para la salvación del alma. hay mejor aviso que ponerlos a la merced de la
CANÓNIGO: Y aun la salud del cuerpo. Una sa- Santísima Virgen de los Remedios. ¿Por qué no
lud que, sin embargo, encuentro aquí quebran- haces la promesa de ir a visitarla a su santuario?
tada. (Se pone de pie y se acerca a la bordadora. CANÓNIGO: En esta época quizá no sea prudente,
Acciona lo que dice.) Las manos están heladas, señor corregidor. Se oyen rumores de descontento
mientras las mejillas arden con el calor de la fie- por doquier. Hay asaltos en los caminos, hay ham-
bre. ¿Se siente usted bien, señora corregidora? bre en el campo.
CORREGIDOR (Sin dignarse prestar atención a la CORREGIDOR (Riendo suavemente.): ¿Cuándo ha
interfecta.): ¿Por qué no había de sentirse bien? sido de otro modo?
Es la esposa legítima de un alto dignatario de la
corona de España; vive en un palacio; manda a Josefa ha suspendido su labor y sigue la conver-
una numerosa servidumbre; es heredera de las jo- sación con una avidez que los otros no advierten.
yas de la familia y en los armarios no caben ya los
vestidos, los tocados, los zapatos, los afeites... CANÓNIGO: Hay, por todas partes, como regado,
CANÓNIGO: Quizá le haga falta algo. un combustible al que cualquiera podría prender
CORREGIDOR: Lo que le falta a una mujer para fuego. ¡Yo escucho cada cosa en el confesionario

110 111
que pienso que estamos en el fin de los tiempos mite que esos libros entren y circulen libremente
y que veo el anuncio de la llegada del Anticristo! en el reino de la Nueva España?
CORREGIDOR: El pueblo es embelequero siem- CANÓNIGO: Desde el momento de la fundación
pre; no hay que hacerle mucho caso. Pan y circo, de la Nueva España, señor corregidor. Los inqui-
aconsejaban los romanos, y se les cayó el imperio. sidores son sensibles a ciertos halagos que no quie-
Pan y palo, digo yo. Y basta. ro especificar.
JOSEFA (Sin poder contenerse.): ¿Y si no basta? CORREGIDOR: ¡Hombres al fin! Por eso la medida
CORREGIDOR: ¿No bastar el ejército? ¿No ser su- más segura, lo he sostenido siempre, es mantener
ficiente la furia española para ahogar en sangre .. . al pueblo en la ignorancia. Si usted fuera tan ce-
qué? Algo que ni siquiera tiene forma, que no al- loso de su rebaño como yo lo soy del mío, no ten-
canza a darse un nombre. dríamos estos dolores de cabeza. (Para ejemplifi-
JOSEFA (Terca.): ¿Y si no basta? car.) Josefa, ¿sabes leer?
CORREGIDOR: Será entonces cosa sobrenatural con JosEFA: No, mi señor marido.
la que habrá de entenderse nuestra Santa Ma- CORREGIDOR: ¿Sabe leer alguna de tus criadas,
dre, la Iglesia Católica, a la que Dios le prometió de tus parientas, de tus amigas?
que sobre ella no prevalecería el demonio. JOSEFA: Ninguna, señor.
CANÓNIGO: ¿Y si yo le dijera, señor corregidor, CORREGIDOR (Al canónigo, triunfante.): ¿Lo ve
que es en el seno mismo del clero donde se está usted? Es sencillísimo. Así no hay manera de que
gestando la sublevación? ¿Que es desde los púlpi- se enteren de nada ni de que propaguen nada.
tos desde donde se enardece a la multitud? CANÓNIGO: Y usted, señor corregidor, ¿sabe
CORREGIDOR: ¡Pero están locos! Eso es ponerse leer?
a dar de patadas, con perdón sea dicho, al pesebre. CORREGIDOR: Lo indispensable para cumplir
CANÓNIGO: Esos sacerdotes —debo seguir lla- bien con mis funciones. Pero le juro que, fuera
mándolos así puesto que no se les ha juzgado aún de eso, no leo nunca.
ni excomulgado— han leído libros en los que se CANÓNIGO: ¿Y sus amigos? ¿Los que frecuentan
habla de la igûaldad entre todos los hombres. esta casa? ¿El capitán Allende? ¿Aldama? ¿Jimé-
CORREGIDOR: ¿Desde cuándo la Inquisición per- nez? El cura, don Miguel Hidalgo ¿sabe leer?

112 113
CORREGIDOR: No lo sé de cierto, pero el pobre conversación te interesaba habrías parecido pre-
es un alma de Dios. suntuosa. Uno se interesa cuando entiende. Y si
CANÓNIGO: Si yo hiciera una inspección de la hubieras dicho que no atendías a la conversación
biblioteca del cura Hidalgo —porque la tiene y habrías parecido descortés. Pero así te sitúas al
bien surtida— apuesto a que encontraríamos cosas mismo tiempo en el lugar que te corresponde
muy interesantes, aunque nada sorprendentes. —que es el de las mujeres— y nos pones a nosotros
JOSEFA: ¡Ay! en el sitio que nos toca. Puedes seguir bordando,
CANÓNIGO (Solícito.): ¿Qué le ocurre, señora? Josefa.
CORREGIDOR: Nada. Debe haberse pinchado el CANÓNIGO: Si no fuera un abuso de mi parte yo
dedo con la aguja. Como siempre. le pediría a la señora corregidora que me diera un
JOSEFA: Soy tan tonta... vaso de agua.
CORREGIDOR: ES tu deber y lo cumples a con- CORREGIDOR: ¿Agua? Josefa, ordena que nos trai-
ciencia. En ese sentido, no tengo nada de qué que- gan una copita de jerez y galletas.
jarme.
CANÓNIGO (Volviendo al tema.): ¿Y si, de todos Josefa se pone de pie y, contra toda su voluntad,
modos, hiciéramos esa inspección? se dirige a tocar la campanilla, pero el canónigo
CORREGIDOR: No vale la pena herir susceptibi- la interrumpe.
lidades. Y el señor cura don Miguel es, con per-
dón de mi esposa, que tanto lo aprecia, un verda- CANÓNIGO: Yo le agradecería tanto que usted
dero papanatas. misma me trajera ese vaso de agua con sus propias
CANÓNIGO: Señora, la estamos aburriendo con manos. ¿Entiende usted? Con sus propias manos.
nuestra conversación. Ha de perdonar estas chocheras de viejo.
JOSEFA: ¡Oh, no, de ninguna manera! ¿Quién JOSEFA: En seguida voy. (Sale.)
soy yo para aburrirme junto a tan doctos perso- CANÓNIGO: Perdóneme usted por lo que le pa-
najes? rece una falta de respeto o una extravagancia.
CORREGIDOR (Condescendiente.): Muy bien con- Pero me urge hablar con usted a solas.
testado, Josefa. Porque si hubieras dicho que la CORREGIDOR: Hemos estado a solas toda la tarde.

114 115
CANÓNIGO: ¿Y la señora corregidora? que no me explico que se pueda conspirar contra
CORREGIDOR: La señora corregidora, como todas ella.
las señoras, no cuenta. Usted sabe de sobra que es CANÓNIGO (Desembuchando al fin.): Pregúntele
mi mujer. usted a su esposa.
CANÓNIGO: Precisamente por eso. Se trata de
JOSEFA (Entrando apresuradamente.): Su vaso de
una conspiración. agua, señor canó n igo .

CANÓNIGO (Cogido en la trampa.): Precisamente


Apenas acaba el Canónigo de pronunciar esta úl- me refería yo a usted.
JOSEFA: ¿Puedo servirle en algo, señor canó-
tima sílaba cuando entra, apresuradamente, Josefa.
nigo?
CORREGIDOR: Quiere que yo te pregunte... (Al
JOSEFA: Su vaso de agua, señor canónigo.
canónigo.) ¿ Qué es lo que quiere usted que yo le
CORREGIDOR: ¿Una conspiración contra quién?
pregunte?
CANÓNIGO: El agua está deliciosa, señora. Y no
JOSEFA (Haciéndose la inocente.): Alguna receta
dudo que es por la virtud que sus manos le pres-
de cocina, quizá.
tan. ¿Podría usted hacerme el favor de regalarme
CANÓNIGO: Me temo, señora —y lo digo aun a
otro vaso más? riesgo de parecer descortés--- que la cocina no sea
JOSEFA (Maliciosa.): ¿No le va a dar hidropesía? su fuerte. O, en todo caso, que prefiere usted los
CORREGIDOR: Insisto: ¿una conspiración contra platillos muy condimentados,
quién? JOSEFA: Sal y pimienta, nada más.
CANÓNIGO (Esperando a que Josefa haya salido CANÓNIGO: ¿ Nada más? ¿Entre sus ingredientes
de nuevo.): Contra la Corona. no entra la pólvora?
CORREGIDOR: ¿Por qué murmura usted de ese CORREGIDOR: ¿Pero a quién se le ocurre.. . ? ¡Va-
modo? ¿Qué saben estas gentes, que nunca han es- mos! Eso es una soberana tontería. La pólvora no
tado en España, qué es la Corona? Yo mismo, que es un condimento.
vine de allá, no tengo ya un recuerdo muy preci- JOSEFA: Tal vez el señor canónigo supone que
so. ¡La Corona de España! Es algo tan... remoto la empleo cuando hago polvorones.

116 117
CANÓNIGO: ¿Polvorones, dijo usted, o polvori- CORREGIDOR (Despertando.): ¡Eh! ¡Eh! ¿Qué
nes? pasa?
JOSEFA: Que, por fin, llegó la hora del choco-
Este juego de ingenio es excesivo para el corre- late espeso y de las cuentas claras. Y que el señor
gidor, que ha quedado dormido y ahora ronca canónigo tiene un secreto que comunicarte.
plácidamente. Los interlocutores hablan en voz CORREGIDOR: ¿Un secreto?
baja para no despertarlo. CANÓNIGO: Señora, ¡que me está usted poniendo
en un disparadero!
CANÓNIGO: A buen entendedor, pocas palabras, JOSEFA: Yo voy a vigilar que todo esté a punto.
señora. Lo único que me resta aconsejarle es que (Sale.)
se desligue usted, cuanto antes, de personas que CANÓNIGO (Tratando de mover al corregidor
están a punto de caer en manos de la ley. para que actúe.): ¡ Deténgala, antes de que sea de-
JOSEFA: Mi marido es aquí la ley, y yo caí en masiado tarde!
sus manos hace ya mucho tiempo. Mírelo usted, CORREGIDOR: ¿Se ha vuelto usted loco?
¡ronca como un bendito! Si tiene usted la misma CANÓNIGO: ¡Pronto! ¡Que se nos escapa! ¡Cie-
suerte que yo he tenido, no va a lograr desper- rren las puertas, las ventanas, los saledizos!
tarlo.
CANÓNIGO: Intentaré aquí lo imposible. Y si, de Ruidos confusos afuera. Dos sirvientas traen for-
veras, es imposible, recurriré a otras instancias. zada a Josefa.
JOSEFA: Eso fue lo que yo hice.
CANÓNIGO: Pero usted no es la manceba —¡Dios CORREGIDOR (Furioso contra el canónigo.):
me perdone esta palabra!— de ninguno de los in- ¿Quiere usted hacerme el favor de decirme de qué
volucrados en este sucio asunto. se trata?
JOSEFA (Muy tranquila.): Su manceba, no. Su JOSEFA: Y a mí el favor de que me suelten. No
cómplice. pienso huir.
CANÓNIGO (Sin poder contener un grito.): ¡ Dios CANÓNIGO: Se trata de que su mujer es agente
nos tenga misericordia! de enlace de los insurgentes y que, de no haber

118 119
sido detenida, habría puesto al corriente a los de- podía hacer? Para hacerme perdonar tan mal chiste
más de que su complot había sido descubierto. voy a proponer una hipótesis: quizá pensaba.
CORREGIDOR (Haciendo un esfuerzo por ordenar CARLOTA: ¿En qué? No tenía ninguna perspec-
sus ideas, que son pocas, pero que no se dejan ma- tiva. Con una prole tan numerosa como la que su
augusta madre se dio el lujo de tener, las proba-
nejar fácilmente.): ¿ Mi mujer? ¿Un complot en el
bilidades de heredar un trono europeo eran mí-
que interviene MI MUJER?
nimas.
JOSEFA (Súbitamente fiera.): Sí, tu Josefita, por
JOSEFA: Salvo que Max hubiera sido un genio
la que no habrías dado ni cinco centavos.
de la intriga o del crimen.
CORREGIDOR (Anonadado.): Josefa... Mi Josefi-
CARLOTA: ¡El pobre Max! Pasó a la historia
ta... ¿por qué me has hecho esto? gracias a mi histeria. Ah, ¡qué bien recuerdo las
JOSEFA (Lapidaria.): Porque me aburría,
grandes escenas que yo organizaba periódicamente
en nuestro retiro! Gracias a ellas la vida en común
Oscuro. Para volver, nuevamente, al museo de no era, por completo, un páramo.
cera. LUPITA: Y en el momento oportuno, los emisa-
rios de la reacción mexicana les proporcionaron
CARLOTA (Que al fin se siente en su salsa.): El un espejismo: venir a reinar a México.
aburrimiento... ¡Si lo sabré yo! El aburrimiento CARLOTA (Lírica y arrebatada.): ¡ México! ¡Qué
es uno de los grandes motores de la historia. Y la exótico y misterioso nos parecía desde lejos! ¡Qué
capacidad de aburrimiento de las mujeres es mu- impronunciable! Y la misión que nos encomen-
chísimo mayor que la de los hombres. Lo que no daba la Divina Providencia se manifestaba al fin
me parece fácil de explicar. A ellos les basta un en todo su esplendor: era redimir a los mexicanos,
tablero de ajedrez, una caña de pescar, y ya se dan reconciliarlos y unirlos, civilizarlos.
por satisfechos. A veces les basta todavía menos. MALINCHE: Exactamente lo mismo que decían
Voy a citar, por ejemplo, el caso de Max. Podía los ideólogos de Hernán Cortés. Nunca, hasta aho-
pasarse horas y horas mirando el mar. ra, me di cuenta de que el fracaso de su empresa
SOR JUANA: Viviendo en Miramar ¿qué otra cosa había sido tan total.

120 121
Oscuro. Terraza del Castillo de Chapultepec. En- triz ante un público que aclimató la etiqueta es-
tra Maximiliano y corre hacia él Carlota, para re- pañola convirtiéndola en una mezcla de rigidez y
cibirlo con más respeto que efusión. laxitud que resulta imposible de entender, de pre-
decir y de manejar. Delicados y crueles, se entre-
CARLOTA: Te he seguido con la vista, a lo largo gan con una efusión que sólo se parece al desprecio
de toda la gran avenida que hemos hecho cons- con que se retiran.
truir, desde que saliste del palacio hasta que lle- MAx: La mano que mueve la cuna es la mano
gaste al castillo. que mueve al mundo. Pero yo no veo la cuna,
MAXIMILIANO (Irónico.): ¿Temías que me per- Carlota. ¿Dónde está?
diera? CARLOTA (Tensa de ira contenida.): Max, no
CARLOTA: Temía yo que te asesinaran. comencemos otra vez.
MAX: ¿Por qué? Los nativos no son unos salva- MAX: Yo no estoy comenzando nada; yo conti-
jes. Y si lo fueran, ya Rousseau ha demostrado núo por inercia. Y lo que quiero es terminar de
que los salvajes son, por esencia, buenos. una vez por todas, saber a qué atenerme. ¿Es que
CARLOTA: No es el caso. Los mexicanos han sido lo que yo erija en este país sin memoria va a des-
corrompidos, a medias, por la civilización. Eso es plomarse en el momento de mi muerte? ¿Es que
lo que los vuelve peligrosos. no voy a tener siquiera un heredero de mis sueños,
MAX: La civilización: el regalo que les hizo la de mis trabajos, de mi sangre?
casa de Austria. ¿Es por ello que yo estoy obligado CARLOTA: No alteres los términos. Primero es
a desfacer el entuerto? Además ¿quiénes son los necesario tener un trono. Después, sólo después,
mexicanos? ¿La élite criolla? ¿Los mestizos? ¿La hay que pensar en el sucesor.
masa indígena? MAX: ¿No te hace falta un hijo?
CARLOTA: De los indios se encarga su igual: Be- CARLOTA: Mientras no le haya preparado un
nito Juárez. buen lugar en el mundo, no. Un hijo, como tú o
MAX (Rencoroso.): Y tú, que me empujaste hasta como yo, desclasado, a la merced de cualquier aven-
aquí, tú, dime ¿de qué te encargas? turero, a la caza de cualquier corona, ¡no, y mil
CARLOTA: De desempeñar el papel de empera- veces no!

122 123
MAX: Bien. Pues entonces me niego a seguir que los lleva hasta mi secreta asociación con la
representando una farsa cuyo único final tiene que masonería.
ser la catástrofe. CARLOTA: Hay que tomar medidas drásticas.
CARLOTA: ¿Es tan grave la situación? Desde mañana comulgaremos diario, muy solem-
MAX: Los franceses dan por terminado lo que nemente, en Catedral.
MAX: Nos acusarán de sacrílegos.
llamaron "su paseo militar por México" y aho-
CARLOTA (Paseándose y concentrada en sus pen-
ra vuelven, cargados de laureles y algunos otros
trofeos, a su patria. samientos.): Tampoco hay una burguesía a la cual
recurrir; no hay medio entre los extremos. Entre
CARLOTA: Eso tenía que ocurrir tarde o tem-
el harto y el que se muere de hambre no hay
prano. Mientras sea un ejército extranjero el que sino el odio, la desconfianza y la violencia.
te sostenga con sus bayonetas, tú no serás verdade- MAX: Pero ahora ese odio, esa desconfianza, esa
ramente un gobernante. Sabías que la presencia violencia tienen un nombre: Maximiliano. Yo soy
de esas tropas aquí era provisional. Te estaban la plaga de las cosechas, la mortandad de los ani-
dando tiempo para que organizaras a tus par- males, la panza, abultada de lombrices, de los ni-
tidarios. ños. ¡Ah, qué bien ha sabido Juárez aprovechar
MAX: ¿Cuáles? todas las circunstancias adversas —de las que no
CARLOTA: Los nobles, si se le puede llamar así se librarán cuando se libren de mí— para acha-
a la aristocracia pulguera y a los otros terrate- cármelas!
nientes. CARLOTA: Así pues, los franceses son, todavía,
MAX: Yo diría la terrateniente: la iglesia. indispensables.
CARLOTA: Mejor aún: la iglesia y la monarquía MAX: Hay otra alternativa.
van siempre juntas. CARLOTA (Ansiosa.): ¿Cuál?
MAX: Cuando la monarquía es sólida. Cuando MAX: Regresar con ellos.
se tambalea, como la nuestra, se me califica —¡ah, CARLOTA (Furiosa.): ¿Estás loco? Seríamos el haz-
elogiosamente, desde luego!— de librepensador. merreír de Europa.
Eso permite a los fieles seguir el hilo de la lógica MAX: ¿Qué somos aquí?

124 125
un país extraño que nos rechaza, que nos quisiera
CARLOTA: Los usurpadores. Nos aborrecen; pero
no se burlan de nosotros. extirpar como si fuéramos el tumor maligno del
MAX: Todavía no. que muere?
CARLOTA (Determinada.): Nunca. ¿Me oyes, CARLOTA: Yo no hablo del país. No me importa.
Max? ¡Nunca! Hablo de nosotros: nos educaron para reinar y no
Max: ¿Qué nueva fantasía se te ocurre? sabemos hacer otra cosa.
CARLOTA: Me adelantaré a los fugitivos... iré MAX: Un rey sin corona... sin descendencia...
a la corte de Napoleón, le explicaré lo que aquí CARLOTA: Una reina con voluntad. Yo te juro,
ocurre. Lo convenceré de que el retiro de sus tro- Maximiliano, que voy a triunfar o a morir en la
pas es aún prematuro. Que necesitamos únicamen- demanda.
te tiempo... tiempo.
Max: Napoleón cree que lo hemos tenido de Oscuro. Vuelta al museo de cera.
sobra.
CARLOTA: Pero si apenas ayer... ¿fue ayer? A CARLOTA (Con satisfacción.): Fue una muerte
veces me confundo con las fechas, con las horas. sensacional: todos los periódicos la comentaron.
A veces —porque todo transcurre aquí con una Hubo peregrinaciones que venían del mundo en-
lentitud que vuelve imperceptibles los cambios y tero a contemplar el cadáver de una emperatriz
todo vuelve a su principio como un círculo que sacrificada. Entre tantos homenajes, debo confesar
se cierra y como una serpiente que se muerde la que olvidé por completo a Max. Díganme ¿quién
cola— a veces tengo la impresión de que los relo-
jes del castillo se han parado. fue su heredero?
ADELITA: No se haga la loca. Usted bien sabe
MAX: Los relojes de Versalles, en cambio, fun-
que nosotros lo afusilamos en el Cerro de las Cam-
cionan perfectamente. No, Carlota. Tu argumento
carece de fuerza. panas.
CARLOTA: Napoleón tiene que comprender. Yo CARLOTA (Decepcionada.): Un fusilamiento en
haré que comprenda. un lugar con ese nombre no puede ser trágico.
MAX: ¿Vale la pena tomarse tanto trabajo por JOSEFA: No fue trágico, pero fue digno.

126 127
CARLOTA: ¡ No faltaba más! A los reyes se nos igual— están sentados frente a una mesa donde
adiestra, desde la infancia, a morir comme il faut. hay una botella de tequila y dos copas. Nada más.
SOR JUANA: Dadas las circunstancias fue un des-
enlace lógico. CORONEL 1: Bueno, mi general.. .
ADELITA: ¿A quién se le ocurre andar pidiendo CORONEL 2 (Modesto.): Coronel nada más, mi
peras al olmo? Ya se ve (Por Carlota.) que el que coronel.
no conoce a Dios dondequiera se anda hincando. CORONEL 1: No se me insubordine, valedor.
En vez de hacerle la llorona a los poderosos le hu- Ahorita mismo acabo de ascenderlo a general. Por
biera hablado al pueblo y otro gallo le cantara. méritos en campaña.
CARLOTA (Admitiendo, por primera vez, que CORONEL 2: Le agradezco mucho, mi coronel.
Adelita existe.): Perdone, señora, pero creo que CORONEL 1: ¿Cómo que su coronel? ¿Qué usted
no hemos sido presentadas. no me va a ascender a mí? Nomás se me raja y me
ADELITA: Señorita, aunque le cueste más trabajo lo clareo a tiros.
decirlo. CORONEL 2 (Sudando y saludando marcialmen-
LUPITA (En el colmo del asombro.): ¿Señorita? te.): Como usted lo ordene, mi general.
ADELITA: Y a mucha honra. De la Adelita se GENERAL 1: Así sí baila mi hija con el señor. Y
sabe que hasta el propio coronel la respetaba. ahora que ya somos iguales y ninguno es igualado
SOR JUANA: ¡ La pobre! A ella también. ¿No se- ¿qué tal si decimos salud?
ría interesante, y aun revelador, hacer una estadís .
tica de cuántas mujeres en México se han sacado Llena las copas y están a punto del brindis cuando
la lotería de que les falten al respeto? Es decir.. . entra la Adelita y da un manotazo sobre la mesa
que hace balancearse la botella de tequila a cuyo
Oscuro. Se escucha un corrido revolucionario. La rescate se lanzan, a un tiempo, los dos militares.
luz se abre al interior de una tienda de campaña.
Dos coroneles, absolutamente idénticos —o por ADELITA: Un momentito, señores. ¿Se puede sa-
lo menos indiscernibles porque su uniforme es ber qué están haciendo?

128 129
GENERAL 1 (Tímido.): Pos ya lo ve... aquí no- El General 1 le hace señas frenéticas para que se
más entrándole a la celebración. calle, pero el otro no se da cuenta.
ADELITA: ¿Cuál celebración?
GENERAL 1: Pues verá usted. La cosa comenzó ADELITA (En jarras.): ¿Y quién lo ascendió, si
con que aquí mi general... puede saberse?
ADELITA: ¿General? (Al aludido.) No dejes que GENERAL 2: Pos aquí, mi general.
te anden poniendo los ojos verdes. Coronel; y gra- ADELITA: Uh, pos esto ya parece epidemia. Y
cias. Además, eres nuestro prisionero de guerra. usted (al General 1) ¿desde cuándo es general?
GENERAL 1 (Culpable.): Pues usted no está para
GENERAL 2: Desde ahoritita mismo. Si eso era
saberlo, mi querida Adelita, ni mucho menos yo lo que íbamos a celebrar.
para contarlo, pero la mera verdad es que le con- ADELITA: Conque de mucha aguilita, ¿no? (Al
cedí el indulto.
General 2.) ¿Y a usted quién se la puso?
ADELITA (Todavía sin estallar.): ¿A cambio de
GENERAL 2: ¿Por quién más iba a ser, señorita?
qué?
Pos aquí, mi general.
GENERAL 2: Mire señorita, cuando usted me
ADELITA: Como quien dice, dando y dando, pa-
agarró con sus propias manos en el campo de ba-
talla .. . jarito volando.
GENERAL 2: Así que lo íbamos a celebrar y ya
ADELITA: . porque usted mismo se me vino a
. .

que usted se nos pone tan al tiro ¿por qué no nos


poner enfrente y se me rindió. ¿Qué quería que
yo hiciera? acompaña?
GENERAL 2: Pos yo ya me había encomendado ADELITA: Porque usted (Señalando al General 1.)
a nuestra Morenita del Tepeyac y ella, de seguro, no tiene ninguna potestad sobre éste, (Señalando
me guió hasta usted. ¿Y quién mejor? Usted, con al General 2.) como no sea para fusilarlo.
su corazón de madre... GENERAL 2: Mire nomás. ¡Tan bonita y tan re-
ADELITA: ¿Yo? ¿Madre? ¡Madre! jega! ¿Por qué me habían de fusilar?
GENERAL 2: Pues agarré y dije: a darle. Y aquí ADELITA: Porque usted es el enemigo.
me ve: indultado. Y hasta ascendido. GENERAL 2: Eso depende de desde dónde se

130 131
mire. Porque allá me decían que el enemigo eran ADELITA: Y les eché a perder la función. Porque
ustedes. Con tantos líos ¿quién los va a entender? este asunto me lo van a barajar más despacio.
GENERAL 1 (Que ha estado bebiendo y empieza
¿Dónde están los papeles?
a notársele.): Momento... momento... Enemigos
GENERAL 1: ¡ Qué papeles ni qué ocho cuartos!
son los que están del otro lado de la línea. Si hasta Lo que vale es la palabra de hombre.
a la línea se le llama enemiga. GENERAL 2: La palabra de hombre a hombre.
GENERAL 2: Aquí, en confianza, compadre, ¿us- ADELITA: ¿Y cuál es esa famosa palabra? ¿Qué
ted ha visto alguna vez esa línea? dice?
GENERAL 1: ¡ Jamás de los jamases! GENERAL 1: Pos que ya estuvo suave ¿no? Que
GENERAL 2: Yo tampoco. Por eso, cuando vine aquí se rompió una taza y que cada quien jala
a ver, ya estaba yo, con perdón sea dicho, en bra- para su casa.
zos de la señorita. ADELITA: Muy bonito. Y el montón de muertos
¿qué?
Se escucha el canto de afuera. GENERAL 2: Usted qué se anda fijando en esas
cosas. Si ya hasta se los comieron los zopilotes.
porque tiene por brazos dos rifles, ADELITA: Pero ¿por qué diablos murieron?
porque tiene por ojos dos balas...
GENERAL 1: Porque ya les tocaba. Eso que ni
qué.
ADELITA: Y yo cumplí con mi deber y lo entre-
GENERAL 2: Y a nosotros no nos tocó por puri-
gué a mi superior para que cumpliera con su
tita suerte. Pero todos corrimos el riesgo parejo.
deber de juzgarlo.
Todos nos metimos en la bola.
GENERAL 1: ¿Y qué otra cosa hice? Lo malo es
que hablando se entiende la gente y, una vez que
Voz afuera, cantando:
hablamos, decidimos firmar la paz.
GENERAL 2: Eso era lo que estábamos celebran- vino el remolino y nos alevantó...
do cuando usted entró así como medio molesta
y
GENERAL 1: ¿Nos metimos? ¡Nos metieron! A mí
. . .

132 133
me pusieron un rifle en la mano y me dijeron: si GENERAL 1: Eso allá y cada quien con su con-
no les das, te damos o te dan. ciencia. La mía está de lo más tranquila.
ADELITA: Y todos, como locos, ¡pum, pum, pum! GENERAL 2: Y yo ya dije basta. Y cuando yo
jugando a la guerrita. Tú, ¿por qué no agarraste digo basta, es basta.
el rifle y mataste con él al que te lo dio? ADELITA: Ahora se trata de volver. ¿Adónde?
GENERAL 1: Eso mero fue lo que hice. Y ya con GENERAL 1: A la hacienda, donde yo era peón
dos rifles me nombraron jefe. Y luego me fui en- acasillado.
carrerando. ADELITA: Esa hacienda la quemamos, y colgamos
ADELITA: ¿Pero qué perseguías? nomás al mayordomo, porque los dueños andaban
GENERAL 1: ¿ Que qué perseguía yo? ¡Si me ve- por Uruapan.
nían persiguiendo a mí los otros! Yo lo único que GENERAL 2: Yo sí tengo mi trabajo seguro en
trataba era de escaparme. las minas.
GENERAL 2: Y, a veces, por un pelito... ¡Caray, ADELITA: ¿Cuáles minas, hombre de Dios? Si las
mi general! esto de la revolufia es cosa seria. que no se inundaron las hicimos volar con dina-
ADELITA: ¡Es el puro relajo! mita. Como los trenes. Así que aunque hubiera
GENERAL 1: ¡ La pura vida, mi hermano! Pero dónde volver, no habría manera de volver. Porque,
ya es hora de sentar cabeza. Y allá en el pueblo por si ustedes no lo saben, México es el desierto,
se quedaron mi vieja y mis chilpayates. Les tengo es la montaña o es el pantano.
que cumplir. GENERAL (Echando rápidamente mano a su fie-
ADELITA: Claro, y el otro tendrá su noviecita rro.): Delante de mí nadien habla mal de mi
santa, y a nosotros que nos lleve el tren. patria.
GENERAL 1: Adelita, a usted le consta que yo ADELITA (Sin inmutarse.): Guarde ese juguetito,
jamás le he faltado. mi general, para cuando de a deveras le sirva. Por-
ADELITA: Yo no hablo de mí, sino de todos los que un general no tiene otro sitio mas que el cam-
otros que estábamos con usted. ¿Qué es lo que he- po de batalla.
mos sacado en claro? GENERAL 1: ¿Pero contra quién voy a pelear?

134 135
Si éste (Señalando al General 2.) es mi hermano, fado ¿estaría esta muchacha aquí? ¿Existirían aún
mi mero cuate. muchachas como ella, con padres como los de ella,
ADELITA: Mejor. Ahora los dos juntan sus fuer- con novios como el de ella, con vida como la de
zas y a darle, como en las posadas se le da a la ella?
piñata. LUPITA (Fuera de sí.): Pues cuando me comparo
GENERAL 2: ¿Cuál es la piñata? con ustedes, con cualquiera de ustedes, pienso que
ADELITA: ¿Pos qué no la ve? Panzona, mecién- tuve mucha suerte y que me saqué la lotería y
dose muy por encima de todos, llena de dulces, de que...
frutas, de cosas que se deben de regalar, de repar-
tir entre todos. ¡La piñata son los ricos! Chisporroteo y oscuridad total. Las sombras dejan
GENERAL 1: Pero contra quienes andamos dando adivinar que hemos vuelto al salón de belleza.
palos de ciego es contra los otros pobres como nos-
otros. DUEÑA: ¡Lo que nos faltaba! Un apagón.
LUPITA: Y mi pelo está todavía húmedo y no
ADELITA: Eso nos pasa por ignorantes. Pero si
pueden peinarme y hoy me caso y... Dios mío
hacemos un plan... (Va a la mesa. Retira la bo-
¿qué voy a hacer, Dios mío? ¿Qué voy a hacer?
tella y las copas y mira la superficie vacía.) Aquí
lo que debería de haber es un papel.
TELÓN
Oscuro. Cambio al museo de cera.

ADELITA: Hubo un papel, muchos papeles. Con


el precio módico de diez millones de muertos lo-
gramos convertir a México en un inmenso archi-
vero.
SOR JUANA: Pero los libros de historia dicen que
la Revolución triunfó.
ADELITA (Señalando a Lupita.): Si hubiera triun-

136 137
LUPITA: ¡Es el colmo! ¡El colmo! Nunca me ha-
bía ocurrido nada semejante en los días de mi
vida. Primero la pesadilla, mejor dicho, las pesa-
dillas, porque fueron muchas. Y luego, para aca-
barla de amolar, el cortocircuito.
DUEÑA (Muy celosa del prestigio de su estable-
cimiento.): Usted misma acaba de reconocer que
nunca le había pasado nada igual. Y yo soy testigo
de que nunca le había pasado nada igual en mi
salón. Ni a mí tampoco.
PEINADORA (Metiendo la pata.): ¿No será por lo
del aparatito en el secador?
TERCER ACTO
DUEÑA (Mirándola con ojos de basilisco.): Claro
Al descorrerse el telón estarnos de nuevo en el que no. Es un apagón en toda la cuadra.
salón de belleza, todavía a oscuras a causa del CLIENTE 1: ¿Cuál aparatito?
cortocircuito. Se escuchan los sollozos entrecorta- DUEÑA (Tratando de salirse por las ramas.):
dos de Lupita y los consuelos convencionales de la Como usted sabe, yo procuro estar siempre al día
dueña, de la peinadora y de las otras clientes en la cuestión de los inventos y ofrecer a mi clien-
Alguien prende un cerillo; la peinadora encuen- tela los productos plenamente garantizados y de
tra, por fin, una vela, que coloca estratégicamente más alta calidad. El secador, los secadores más
de modo que ilumine una acción que no es otra bien, son los más modernos que se han hecho en
que Lupita arrancándose, con furia, los tubos. Su los Estados Unidos. Así es que no pueden tener
pelo, húmedo, se viene abajo, desordenado y feo. defectos. Esa posibilidad, pues, se descarta. Pero
Con tal materia prima no hay nada que hacer y me pregunto... (Alza la cara de Lupita y la exa-
nadie pretende encubrir hecho tan evidente. Lu- mina escrupulosamente, como si quisiera encontrar
pita se contempla y se echa a llorar a moco ten- algún signo indicador.) Toda esta serie de contra-
dido. tiempos, ¿no será una especie de advertencia?

138 139
la más mínima importancia. Yo sé una receta in-
LUPITA (Temblando bajo la mirada inquisitiva
de la otra.): ¿Advertencia de qué? falible que me dio mi abuelita.. .
DUEÑA: De que ese novio no le conviene.
Comienza a cuchichear en el oído de la novia,
LUPITA (Como argumento último.): Pero si no
mientras la peinadora va colocando las pelucas
tengo otro. Y aun éste me costó un trabajo encon- —cada una en su respectiva cabeza de plástico—
trarlo, enamorarlo, convencerlo de que se casara de modo que puedan ser contempladas en todo su
conmigo... Para que ahora me salgan ustedes con esplendor y apreciadas en todas sus diferencias y
que no sirve. en cada uno de sus detalles. Lupita las mira sin
PEINADORA: Hay que someterlo a una prueba decidirse. Hay que tener en cuenta que ni su hu-
de fuego: si la ve con esas mechas y todavía insiste mor ni la luz la ayudan. Por fin señala una, al
en casarse... azar.
LUPITA: ¿Y si no insiste?
CLIENTE 2: El matrimonio no es la vida perdu- LUPITA: Ésta.
rable. Si usted me pidiera mi consejo yo le diría PEINADORA (Se la coloca mientras hace su elo-
que... gio.): Es un modelo muy fino, muy elegante. Se
PEINADORA (Saltando de gusto.): ¿Pero cómo no llama "Jornada de la soltera".
se nos había ocurrido? ¡La solución es facilísima!
(A Lupita.) ¿Por qué no se pone una peluca? Pre- La peinadora acerca la luz para que el rostro de
cisamente acabamos de recibir una colección pre- Lupita se refleje bien en el espejo. Lo que noso-
ciosa. Y usted puede probarse todas y quedarse tros vamos a ver es lo que se proyecta en una pan-
con la que le siente mejor. talla que hace el telón de fondo. La película mues-
LUPITA (Mientras la peinadora va a buscar el te- tra un peinado severo y triste, un rostro sin afei-
soro recién descubierto, parece desconcertada y no tes, unos labios fruncidos. En fin, esa expresión
muy convencida.): Eso de casarse con peluca me severa y vagamente acusadora y culpable de las
da no sé qué... Es como si yo no fuera señorita. solteronas. Simultáneamente una voz comienza a
CLIENTE 3: Eso de ser señorita o no ya no tiene
recitar un poema. Mientras se desarrolla el texto

141
se suceden las imágenes. No hay correspondencia Brota un sudor de angustia a humedecer las
exacta entre la palabra y la figura ni ésta es ilus- sábanas
tración de aquélla. No debe entenderse asi. Es y el vacío se puebla
como en Hiroshima, mon amour: el cine un corn- de diálogos y hombres inventados.
plemento de lo escrito, no una duplicación.
Y la soltera aguarda, aguarda, aguarda.
JORNADA DE LA SOLTERA
Y no puede nacer en su hijo, en sus entrañas,
Texto.
y no puede morir
Da vergüenza estar sola. El día entero en su cuerpo remoto, inexplorado,
arde un rubor terrible en su mejilla. planeta que el astrónomo calcula,
(Pero la otra mejilla está eclipsada.) que existe aunque no ha visto.

La soltera se afana en quehacer de ceniza, Asomada a un cristal opaco la soltera


en labores sin mérito y sin fruto; —astro extinguido— pinta con un lápiz
y a la hora en que los deudos se congregan
en sus labios la sangre que no tiene.
alrededor del fuego, del relato,
se escucha el alarido
Y sonríe ante un amanecer sin nadie.
de una mujer que grita en un páramo
inmenso
en el que cada peña, cada tronco JORNADA DE LA SOLTERA
carcomido de incendios, cada rama Imágenes.
retorcida, es un juez
o es un testigo sin misericordia.
I. Un gran pizarrón. Lupita, de espaldas, con un
traje negro, escribe, en hermosa y clara letra Pal-
De noche la soltera mer, la conjugación en tiempo presente del verbo
se tiende sobre el lecho de agonía. "amar".

142 143
Yo amo Nosotros amamos tana, opaco por la neblina del amanecer. Con la
Tú amas Vosotros amáis mano Lupita limpia un pedazo del cristal para po-
El ama Ellos aman der mirar hacia afuera. En la calle pasan ciclistas
anónimos, camiones barredores, autobuses escola-
Cuando termina se vuelve hacia un salón de clase res todavía sin niños, una mujer embarazada con
completamente vacío. una canasta de compra al brazo. La visión vuelve
a nublarse hasta desaparecer por completo, pero
2. Oficina de una secretaria. Lupita escribe con ahora no es por la humedad de afuera sino por las
rapidez y precisión en la máquina, copiando sus lágrimas de la contempladora.
apuntes taquigráficos. Cuando termina y saca el
papel de la máquina intenta leerlo. Sus ojos, es Oscuro. Otra vez el salón de belleza. Lupita se
decir la lente de la cámara cinematográfica, se po- apresura a quitarse la peluca.
san sobre una página totalmente en blanco.
LUPITA: No, ésta no. Me queda horrible.
3. Interior de un cuarto de hospital. Lupita, en- DUEÑA: Y, sin embargo, aquí en México siem-
fermera, empuja una de esas mesitas rodantes en pre se ha llevado mucho.
las que se transporta el instrumental médico. Lu- LUPITA (Como amenazada.): No me importa si
pita se detiene junto a un lecho y comienza a exa- se lleva o no. El caso es que no me la pongo.
minar los instrumentos de que va a servirse para PEINADORA (Solícita.): Quizá ésta le siente me-
curar al enfermo. La delicadeza de sus movimien- jor. Tiene un nombre precioso... aunque un
tos es exquisita. Pero sobre la cama no hay mas poco atrevido. Se llama "Flor de Fango".
que una estatua yacente, más allá de toda ayuda CLIENTE 1: Ah, ésa nunca pasa de moda.
humana. Lupita vuelve a colocar los instrumentos
en su sitio y va a sentarse en una silla junto a la Oscuro. Calle. Un farol. Lupita, pintarrajeada y
ventana. con uniforme de prostituta, se apoya contra el fa-
rol en una muy convencional actitud de espera.
4. El rostro de Lupita tras el vidrio de otra ven- Fuma. Pasea contoneándose como los boxeadores

144 145
que hacen "sombra" antes del encuentro real con LUPITA: Pero sí soy. Tengo mi licencia de Sa-
el adversario. Vuelve a su sitio. De pronto apare- lubridad y todo.
ce, también con su respectivo uniforme, el Cintu- CINTURITA: Digo ... equivocarse pensando que
rita. A lo lejos se oye, con perfecta claridad, al es usted una estudiante, una secretaria, una hija
músico poeta tosiendo una de sus grandes crea- de familia. No todos tienen el ojo clínico que ten-
ciones. go yo.
LUPITA: Y suponiendo que se equivocan ¿qué?
Vende caro tu amor... aventurera. CINTURITA: ¿Cómo qué? Pueden robarle el re-
Da el precio del dolor a tu pasado loj ... o lo que traiga. Las mujeres, como usted
y aquel que de tu boca la miel quiera sabe por experiencia, no deben de andar solas, sino
que pague con diamantes tu pecaaaado. siempre bajo mano de hombre. Y usted ¿para qué
va a meterse entre las patas de los caballos cuando
CINTURITA (Se acerca, sinuosamente, a su presa.): aquí tiene a su mero mero papachón?
Buenas noches, señorita. ¿Me haría usted el favor
de darme la hora? El Cinturita intenta abrazar a la neófita sin adver-
LUPITA (Inexperta.): Discúlpeme usted, joven, tir que otra prostituta ha estado observando la es-
pero no tengo reloj. cena y aproximándose paulatina y amenazadora-
CINTURITA: ¿Todavía no alcanza a tener reloj, mente a los dos.
o ya se lo robaron? Ay, señorita, señorita, por más
prisa que uno se da, siempre se corre el riesgo de PROSTITUTA (Al Cinturita.): El mero mero pa-
llegar demasiado tarde. pachón ¿de quién?
LUPITA: ¿Tarde para qué? CINTURITA (Grosero.): Quítese de aquí, vieja jija.
CINTURITA: Para protegerla. ¿Cómo se le ocu- ¿ Qué no ve que estoy en los business?
rren tamañas imprudencias? Andar a deshoras de PROSTITUTA (Sin dejarse impresionar por el tér-
la noche y por estos rumbos... Cualquiera puede mino técnico.): Yo lo único que veo es que una
equivocarse y tomarla por lo que usted no es. jija de la rejija se ha venido a parar a mi poste y

146 147
anda haciendo maniobras para quitarme a mi PROSTITUTA (Dejando caer, resignadamente, los
hombre. brazos.): Eso ni se pregunta. Ya se sabe que tú.
LUPITA (Engallada.): La calle es de todos. CINTURITA: Entonces ¿para qué son tantos brin-
PROSTITUTA: Te equivocas, chiquita. La calle cos si está el suelo tan parejo?
es de quien la trabaja, como dijo el otro. Así es LUPITA (Al Cinturita.): Usted fue testigo. Ella
que a ahuecar el ala, pero ya, y a echar pulgas a fue la que empezó. Yo andaba aquí, muy quitada
otra parte. de ruidos, sin molestar a nadie, porque no hay
LUPITA (Retadora.): Y usted qué dijo: esta ba- para qué, cuando ésta se me abalanza hecha la
bosa ya se fue. Pues no. Yo aquí me quedo. A ver mocha.
quién me saca. PROSTITUTA: Esta tiene un nombre, por si no lo
PROSTITUTA: Pues para luego es tarde. Andele, sabías.
éntrele. LUPITA: Pero mejor no se lo digo porque va a
decir que la ando provocando.
Ambas se arremangan, se escupen las manos y se
PROSTITUTA: Ay, sí, tan inocente. Si salto es
disponen a pelear como si fueran verduleras. Lu-
porque me pisan. (Al Cinturita, como si fuera el
pita adopta, desde el principio, una actitud defen-
que tiene que decidir.) Tú eres testigo de que ésta
siva. La otra, violenta, es detenida, con fuerza,
me andaba haciendo topillos con mis derechos.
por el Cinturita. LUPITA: ¿Y qué voy a saber yo de sus derechos?
¿ Qué acaso ese poste tiene letrero que diga que es
PROSTITUTA: ¡Suéltame, canijo! ¿Qué no ves có-
propiedad particular de la puta más hija de puta
mo estoy? (Truculenta.) La boca me sabe a sangre
de las hijas de puta de este rumbo?
y las manos a panteón.
LUPITA: ¡Uy, qué miedo! ¡Andele, aviéntese!
La prostituta vuelve a enfurecerse y el Cinturita
CINTURITA (Con voz autoritaria que paraliza a
a refrenarla.
ambas.): ¡ Un momento! ¿Quién es el que manda
aquí? PROSTITUTA (Dándose por vencida.): ¡ Bah! (Al

148 149
Cinturita.) Tú explícale, porque yo no sé si es o yo. Desde el momento en que se abre el negocio
si se hace. --que es más puntual que una corrida de toros y
CINTURITA (A Lupita.): Usted sabe cómo fun- más de fiar que la lotería— yo ando patrullando
ciona este negocio. para que no haya dificultades, malentendidos co-
LUPITA: Pues bien a bien, no. Como soy nueva. mo el que hace rato hubo entre ustedes. Y no es
PROSTITUTA: Juar, juar, juar. (Cantando.) "Se- por echármelas, pero yo tengo una mirada de águi-
ñor no puedo —dar mis amores —soy virgencita la. Ya ve usted: ni siquiera acababa usted de apo-
—vivo entre flores". Voy, voy. Mejor que me cuen- yarse en el poste .. .
ten una de vaqueros. PROSTITUTA: En mi poste.
CINTURITA: ... cuando yo me le apersoné. Y,
CINTURITA (A la prostituta.): ¡ Cállate! (A Lupi-
ta.) Pues si no sabe, con mayor razón hay que en- por si las moscas, para no faltarle al respeto, le hice
señarle. Fíjese bien: la calle está dividida por una pregunta de lo más decente. Y, a propósito:
áreas de influencia. En cada área hay un grupo de no es bueno que usted ande sin reloj.
LUPITA: ¿Por qué?
trabajadoras. Su radio de acción (Saca un mapa
que se proyecta en la pantalla al fondo del escena- PROSTITUTA (Carcajeándose.): A ésta sí que la

rio y que es igual a los mapas de operaciones de bajaron del cerro a tamborazos. No sabe nada de
guerra.) está perfectamente determinado. Se trata, nada. ¿Por qué? Juar, juar.
desde luego, de unidades móviles; pueden avan- CINTURITA (Paciente.): Porque la tarifa la esta-
zar, retroceder, inclinarse hacia un flanco o hacia blecemos y la cobramos de acuerdo con la hora.
el otro, de acuerdo con las necesidades tácticas. LUPITA: ¿La establecemos y cobramos? Eso me
Pero lo que no pueden hacer nunca, bajo ninguna suena a desfile. ¿Quiénes?
circunstancia, es invadir el área de influencia CINTURITA: Usted y yo.
ajena. PROSTITUTA: Y yo también. ¿O qué soy hija de
LUPITA (Boquiabierta.): ¡Es bien complicado! ¿Y gendarme para que se me ningunee así como así?
quién vigila que las cosas ocurran conforme a de- CINTURITA: Y tampoco son ustedes las únicas.
recho? (A la prostituta.) Ni te hagas ilusiones ni se las ha-
CINTURITA: En esta área el de la influencia soy gas a tu compañera.

150 151
i i i
PROSTITUTA: No, si ya sabemos que aquí nomás ría la ventaja? La competencia es la misma, el jefe
tus chicharrones truenan y que el que no lo quie- de vigilancia tiene las mismas funciones y exige el
ra creer que vaya y ... vuelva a la tarde. mismo pago. Eso en lo que se refiere a nosotros:
LUPITA: Conque el señor es muy popular. la cabeza. En cuanto a ustedes, el hecho de andar
CINTURITA: Lo que pasa es que uno tiene su de un lado para otro...
personalidad. Además de que soy abusado, pero LUPITA: ... como mariposas de flor en flor .. .
nunca abusivo. Si hago un buen trabajo ¿por qué CINTURITA: no se ve bien. No se ve nada bien.
no he de ganar un buen sueldo? Se adquiere mala fama, se piensa que se trata de
LUPITA: ¿No más por vigilar? una trabajadora indisciplinada .. .
CINTURITA: Y también por proteger. Si yo no PROSTITUTA: ... relega .. .
hubiera estado presente cuando se le abalanzó la CINTURITA: ...y se actúa en consecuencia. Si
otra ya estaría usted, a estas horas, dándole cuen- no entiende por las buenas, se le aprietan los tor-
tas a San Pedro. nillos. Y si no entiende por las malas (Hace ade-
LUPITA (Agresiva.): ¡ A poco es tan buena para mán de degollamiento.) ¡kaputt!
los catorrazos! ¡Y a poco yo soy manca! PROSTITUTA: Andale, déjate de echar pedradas.
CINTURITA (Profesional.): Bien se ve que no. LUPITA: Así que, como quien dice, al dar el pri-
A usted no le falta nada, pero lo que se dice nada. mer paso dentro de esta área de influencia ya es-
LUPITA: No estoy tan mal para ser del país ¿eh? cogí. Y aquí me quedo y aquí me estoy.
CINTURITA: Por eso mismo tiene que cuidarse, PROSTITUTA: No aquí. Aquí la que trabaja soy
no andarse exponiendo a entrar en el callejón de yo.
las cachetadas. CINTURITA (A Lupita.): Ya le buscaremos aco-
LUPITA: Así es que ya le debo un favor. modo. No se preocupe. Lo que sí es que, sea el
CINTURITA: Digamos que ésta fue una muestra que sea el sitio que se le designe, tiene que saber
gratis. Si le gusta el producto, lo compra. las reglas básicas del juego. Aquí le regalo un
LUPITA: ¿Y Si no? manual. (El Cinturita le hace entrega de un cua-
CINTURITA: Se va a otra área de influencia... derno.) Léalo, estúdielo, apréndaselo de memoria
organizada exactamente igual que ésta. ¿Y cuál se- porque le va a ser muy útil.

152 153
LUPITA (Hojeándolo.): ¿Y si hay algo que no en- migo. Y lo que le gusta es pensar que te está chin-
tiendo? gando. Que eres una infeliz, tan infeliz que ni
CINTURITA: Me consulta. O lo discute con algu- siquiera te das cuenta de si él es muy macho o no.
na de sus colegas. (Mirando su reloj.) No hay más Tan desdichada que, aunque sea un desdichado
tiempo que perder. Yo tengo que seguir mi ron- cabrón, seas tú la que provoque lástima, no él. ¿Y
da. (A la prostituta.) Ahí te la encargo. Cuida que quién va a creer en tu desgracia si no caíste con-
ésta no vaya a meter la pata. tra tu voluntad?
PROSTITUTA (Rencorosa.): Si yo hubiera servido LUPITA: Okey. ¿Quién me empujó?
para nana estaría en un palacio. Y no aquí, a sol PROSTITUTA: Eso es lo de menos: el novio, que
y sereno. (El Cinturita desaparace sin hacer caso. te dejó vestida y alborotada. El padre, que se mu-
La prostituta se resigna y le tiende una mano a rió y te quedaste huérfana y con el titipuchal de
Lupita.) Así que cuatas, ¿no? De aquí a la eterni- hermanitos a tu cargo. Y la miseria. Y el enfer-
dad, pasando por el hospital. mo incurable en la familia, al que hay que man-
LUPITA: Usted dirá. Lo que es por mí, no queda. tener en el hospital. Y la hermanita que está de
PROSTITUTA: Chócala. Oye ¿y cómo viniste a pa- interna en un colegio de monjas y que no sabe
rar en esto? nada de la vida, de la mala vida que llevas para
LUPITA (Despreocupada.): Pura onda. Desde chi- guardar su pureza. Agáchate. Sin miedo. Mien-
quita me gustaba darle vuelo a la hilacha, y una tras más te agaches, más te pagan.
vez que ya no tuve respeto de padre agarré y dije: LUPITA: O me pegan.
ya vas. PROSTITUTA: También. Pero ése es un capricho
PROSTITUTA (Mirándola con suspicacia y, al con- muy costoso.
vencerse de la sinceridad, viendo a su alrededor LUPITA: Lo que no alcanzo a comprender es
para cerciorarse de que nadie ha escuchado.): cómo los clientes pueden ser tan pendejos de pen-
¡Shhh, cállate! eso no se dice. sar que uno viene aquí porque no hay de otra.
LUPITA: ¿Por qué? ¿Y los demás trabajos?
PROSTITUTA: Porque desanimas a la clientela. PROSTITUTA: Los probaste todos y no te dio chis-
El cliente, métete bien ésto en la choya, es un ene- pa ninguno. Patrones que te daban el sueldo tar-

154 155
DUEÑA: No me va usted a negar que los rizos
de, mal o nunca. Patrones que te apachurraban
son preciosos.
detrás de las puertas. Hijos de familia que no que-
LUPITA: Pero no se pueden distinguir uno de
rían más que joderte. En cambio aquí ... Aquí,
otro. Me gustaría una peluca más sencilla, no esa
chiquita, se cobra por adelantado. Porque luego
pelambrera de Blackamán.
te salen con el cuento de que olvidaron la cartera
PEINADORA: Ya entiendo lo que quiere. Algo
en el otro pantalón... o de que era la primera vez
sencillito. Un solo rizo, pero bien hecho, que haga
y que eso es como si te persignaras, te va a traer
buena suerte .. . resaltar la finura de las facciones.
LUPITA: ¿Y no es verdad? LUPITA: ¡ Dios mío! ¿Y ese apagón no se va a

PROSTITUTA: Claro que no, taruga. O te ponen terminar nunca?


los ojos verdes de que te están probando a ver si DUEÑA: ¿Qué más nos da a estas alturas que se
te redimen y se casan contigo... y que te van a termine o no? De cualquier modo, ya no ten-
comprar brillantes ... y que.. . dríamos tiempo de peinarla. Tiene que apechu-
gar con la peluca.
Mientras las dos mujeres hablan van alejándose. LUPITA: ¡ Qué mala pata! Todas las contrarieda-
La luz del farol se apaga y volvemos al salón de des juntas en el día de la boda.
belleza, donde una Lupita asqueada se quita la DUEÑA: Es un día como cualquier otro.
peluca. LUPITA: No, no es un día como cualquier otro
ni muchísimo menos. Es un día especial, único.
LUPITA: ¡Pero qué cosa más vulgar! Más...
DUEÑA: Eso depende. Pero no se ande con ha-
¿cómo se dice? bladas, porque nosotras no tenemos la culpa. Mi
DUEÑA: Pues le quedaba que ni mandada a salón está en las guías de turismo, recomendado
hacer.
para los extranjeros que pagan en dólares y reco-
PEINADORA: ¡ Cuántas no soñarán con poder
nocido corno de primera clase. Que se vaya la luz
usarla!
es cuestión del gobierno. Tan a gusto que estába-
LUPITA: Pero yo no. Todos estos rizos encima-
mos antes de esto de la nacionalización de la elec-
dos, hechos como un enjambre...

156
tricidad. Pero ya se sabe: en cuanto el gobierno en la que se escucha la voz de Lupita saliendo de
expropia o compra algo, es porque ya no funciona. una grabadora.
LUPITA (Siguiendo su propio hilo de pensamien-
tos.): ¿ No será una especie de advertencia, de aviso? LUPITA: Doctora Corazón: ¿Se atreverá usted a
DUEÑA: ¡ Qué va! Negocio, puritito negocio. Son publicar esta carta en su columna? Porque no es
cosas que se arreglan entre los prestanombres por una petición de consejo, sino una declaración de
un lado y los vendepatrias por el otro. (Un poco principios: es el amor, sí, el amor, lo único por lo
incómoda por la magnitud de tales palabras, se que vale la pena vivir.
apresura a añadir.) Eso dice mi cuñado. Muchas mujeres lo intuyen, con el sexto sentido
con que las dotó la naturaleza. Pero prefieren obe-
LUPITA (Horrorizada.): Porque, a la mejor, lo
decer los convencionalismos de una sociedad hipó-
que Dios quiere es que yo me quede soltera.
crita, sencillamente hipócrita, que no se cuida mas
CLIENTE 1: Entre vestir santos y desvestir borra-
que de las apariencias. Hay otras que, pasando
chos no hay ni a cuál ir.
muy cerca del amor, no han sabido reconocerlo
DUEÑA: ... y mi cuñado es una autoridad en
porque las ciega el egoísmo y el miedo. Y hay
cuestiones de política. Desde que, por intrigas, le quienes, pobrecitas, nunca vieron su vida ilumi-
quitaron el puesto de inspector de Aduanas... nada por ese rayo de sol, criaturas que se marchi-
LUPITA: ¡ No puede ser! ¡No puede ser! (A la taron, como un rosal enfermo, sin llegar nunca a
peinadora.) Señorita, apúrese. florecer. A las primeras, mi desprecio; a las últi-
PEINADORA: Aquí está. (Le muestra la peluca.) mas, mi compasión. Porque yo, Doctora, yo he
¿Qué le parece? sido una de las elegidas del Dios Cupido. Yo co-
LUPITA (Dubitativa.): Pues es bonita... pero a nocí el amor y, como dice nuestro inmortal músi-
ver cómo me queda. co-poeta ... ¡es muy hermoso!
DUEÑA: Es un modelo muy tradicional, muy El y yo nos encontramos porque así lo dispuso
discreto. Se llama "Usurpadora". el destino. El se creía ya en el ocaso de la vida.
"La nieve del tiempo blanqueaba su sien". Yo
Oscuro. Se sugiere una recámara, oscura también, estaba en la plenitud de la primavera y era su se-

158 159
cretaria. Adiviné, tras aquellos rasgos austeros, Pero yo mantuve siempre la frente muy alta .

tras aquel escritorio de ejecutivo, una pena secreta. ante todos. ¿Pecadora? No. Enamorada. Y fue el
¡Su esposa no lo comprendía! A él, que había sa- amor el que me condujo...
crificado su juventud y su felicidad para saldar,
caballerosamente, una deuda de honor. Ella, la Todavía en tinieblas se escucha otra voz, irritada
esposa, lució, con una impudicia sin límites, un y real, que dice:
traje blanco de guipure, que su ligereza ya había
mancillado, un ramo de azahares artificiales, que CRIADA: ¡Otra vez la burra al trigo! (Tropieza
la pasión había ya teñido de rojo. El aceptó esta con algo.) ¡ Ay!
burla a los sagrados emblemas de la virtud para
no humillar a quien había pecado. Lo hizo, en Cae la grabadora. La criada prende la luz. Vemos
fin, para no deslucir la ceremonia. ¡Y el anillo de ahora los detalles de la recámara. Lupita está ten-
bodas fue el grillete con que se ató la libertad dida boca abajo en una cama matrimonial, ron-
de quien siempre había volado, ligero como el ave! cando. La criada se acerca y, sin contemplaciones,
Cuando él y yo nos conocimos, él había renun- la sacude para despertarla.
ciado a la esperanza de vivir. Vegetaba. Pero el
amor, nuestro amor, dio nuevos ímpetus a su alma, CRIADA: ¡Señora!
nuevas ilusiones a su porvenir, nuevos rumbos a LUPITA (Revolviéndose furiosa.): ¡Déjame en
su horizonte. Abrió varias sucursales de su nego- paz! ¿Qué no ves que estoy durmiendo? ¿Qué ni
cio y aquel hombre, que había olvidado la sonrisa, eso tengo derecho a hacer?
sonrió de nuevo cuando supo que yo correspondía CRIADA: Durmiendo con la grabadora conec-
¡y con creces! a sus sentimientos. tada.
¡ Humanidad pigmea! ¡Cuántos obstáculos quisis- LUPITA: Necesito oir la voz de alguien. Me da
te interponer entre los dos! Mis padres me desco- miedo dormir sola. Siempre, desde chiquita. Y tú
nocieron, mis compañeras me daban la espalda o te subes a la azotea y si te vi no me acuerdo.
me pedían la receta, mis superiores me hicieron CRIADA (Tratando de poner un poco de orden
proposiciones deshonestas. en el caos.): Cada uno en su lugar, señora. ¿Qué

160 161
diría el señor si llegara de repente y me encontra- CRIADA: Para que el señor se haga ilusiones de
ra aquí? que la está sometiendo, de que la está forzando.
LUPITA (Con amargura.): El nunca llega de re- LUPITA: ¿Dónde aprendiste tú tantas mañas?
pente. Sólo en los días que le toca. CRIADA: He trabajado con otras señoras, en otras
casas chicas. Usted leyó las cartas de referencia.
CRIADA: Hoy le toca.
LUPITA: Sí. Y tus patronas parecían estimarte
LUPITA (Recuperando, de golpe, la lucidez.):
mucho. ¿Por qué te dejaron o por qué las dejaste?
¿ Hoy? ¿Qué día es hoy? ¿Miércoles?
CRIADA: Ni me dejaron ni las dejé. Se acabó el
CRIADA: Miércoles.
trabajo.
LUPITA: ¿Y qué horas son? ¿Por qué no me des- LUPITA (Petrificada.): ¿Cómo?
pertaste antes? El señor va a venir y me va a en- CRIADA: Se cerró la casa.
contrar así, hecha una facha, despeinada, en bata LUPITA: ¡Pero eso no puede ser! ¿Dejó de asistir
y con pantuflas .. . el señor?
CRIADA: Igualito que su mujer. CRIADA: Poquito a poco, no de golpe. Primero
LUPITA: Prepárame el baño, ándale. ¡Rápido! las visitas eran más espaciadas.
,chale sales aromáticas al agua. Quiero que todo LUPITA: Y cortas. El señor tenía trabajo, com-
mi cuerpo huela bien, como una flor. promisos con la familia...
CRIADA: ¿Y yo qué se? A mí nadie me daba ex-
La criada disimula una sonrisa de burla y desapa- plicaciones. Yo sólo veía que entraba el señor y
rece. Se escucha el rumor del agua que va llenan- que volvía a salir como de rayo. A veces no tenía
do la tina. Lupita se inspecciona ante el espejo. tiempo ni de subir a ver a la señora y me dejaba a
mí el gasto.
LUPITA: El manicure está bien todavía; aguanta. LUPITA: ¿Y las señoras?
Pero lo que es el pelo... (Gritando a la criada.) CRIADA: A las señoras les daba el soponcio, como
¿ Qué me aconsejas ponerme? es natural.
CRIADA: Lo que sea más difícil quitarse. I_,UPITA: ¿Y no hacían algo?
LUPITA (Riendo.): ¿Por qué? CRIADA: ¿Qué?

162 163
LUPITA: Hablar por teléfono... LUPITA: Tú nunca protestaste.
CRIADA (Realista.): ¿Cómo se iban a atrever? Si CRIADA: No valía la pena. Yo sabía que no iba
lo tenían reteprohibido. a durar. Como todos. Llamarada de petate.
LUPITA: Y la próxima vez, cuando estaban con LUPITA: Luego empezó a venir un día sí y un
el señor ¿no le reclamaban nada? día no.
CRIADA: Bueno, eso depende. Si la señora tenía CRIADA: Si le digo, señora. Todititos sin iguales.
prisa porque todo se acabara (tal vez ya se había LUPITA: Y ahora sólo me concede los miércoles.
encontrado otro señor) .. . Porque el sábado tiene que llevar a su esposa al
LUPITA: ¿Cómo que otro? Pero si el señor es el teatro y a cenar.
señor. El único. CRIADA: No la envidie usted a ella, señora, que
CRIADA: El único. Mientras dura. Voy a ver si a la pobre le va más o menos como a usted. O
ya está llena la tina. (Sale.) peor. Guisando, lavando, trapeando, lidiando con
LUPITA (Angustiada.): Eso no me puede pasar a los niños la semana entera. Eso ni yo.
mí. Lo nuestro es amor. Yo he renunciado a todo LUPITA: Y el domingo hay que ir a misa y co-
por él. He consentido en vivir aislada, como una mer en familia.
leprosa, para no perjudicar su nombre. Jamás le CRIADA: Tiene que cumplir.
pido que me saque ni que me exhiba en público. LUPITA: Y el lunes es la reunión semanal de
Cada vez que he salido embarazada me las he agen- ejecutivos; y el martes es la cena del club.
ciado para abortar. Sin decirle nada siquiera, para CRIADA: Y el miércoles le toca a usted. Cabal.
que él no se sienta ni culpable ni asqueado. Sin LUPITA: ¡Ningún cabal! ¿Por qué el jueves y el
pedirle dinero para la operación, sino arañando viernes no? A ver, explícame, ¿por qué no?
de lo que me da. Y siempre que viene me encuen- CRIADA: Serán fiestas movibles.
tra arreglada y contenta. Siempre que viene .. . LUPITA: Pero ¿cómo no se me había ocurrido?
(A la criada.) ¿Te acuerdas de cómo era al princi- Tiene una nueva secretaria, ¿sabías? Pero eso sí,
pio? El señor venía diario .. . lo juro por mi madre que murió con la pena de
CRIADA: ¡Ay, sí, qué horror! Había un montón verme deshonrada, que si me está jugando rudo
de trabajo: las tres comidas, las sábanas sucias... yo lo mato, lo mato y lo mato.

165
Teléfono. Las dos mujeres contemplan el aparato Entra la criada, de puntas, como si se tratara de
que insiste en llamar. Por fin, la criada descuelga un velorio.
la bocina.
LUPITA (Mostrando la bocina como una eviden-
CRIADA: ¿Bueno? Sí. Sí. Ahorita se la paso. cia inculpadora. Con lágrimas en la voz.): ¿Lo vis-
(Cubriendo la bocina con la mano y dándole el te? El muy desgraciado me dejó con la palabra en
aparato a Lupita.) Es el señor. la boca.
LUPITA (Toma el aparato con una especie de CRIADA: Ha de haber estado la legítima rondan-
reverencia y temor y le hace señas a la criada do por allí cerca.
de que se vaya.): Sí, mi vida, sí, soy yo. (Un largo LUPITA (Que no acaba de creerlo.): ¡ Me cortó
silencio, durante el cual la cara de Lupita va ex- la comunicación! ¡Me colgó!
presando desde la dolorosa sorpresa hasta el desen- CRIADA: No lo tome así. Le va a caer sangre en
canto y el esfuerzo por disimular su ira.) Sí, claro. su corazón, como dicen en mi tierra.
LUPITA: La legítima. Ella nunca pudo llamarse
Llegaron de improviso. No, no. ¿Cómo voy a estar
de otro modo. En cambio yo soy la querida. A la
enojada? Triste, sí, porque te amo. Pero me hace
querida se la quiere.
feliz saber que eres feliz tú. No, no te preocupes.
CRIADA: Ya el mismo nombre lo dice.
Tú sabes que yo no me aburro nunca. Siempre
LUPITA (Abatida.): ¿Sabes? Como que se me qui-
hay algo que hacer en la casa. Hasta... ¿hasta taron las ganas de bañarme.
cuándo, entonces? ¿Hasta el miércoles próximo? CRIADA: Es un desperdicio y Dios la va a casti-
Es como un siglo para mí. Pero no, no te apures. gar. ¡El agua huele a gloria!
Cuando nos veamos de nuevo será como una luna LUPITA: Aprovéchala tú.
de miel. (Silencio muy tenso.) Perdón. Ya sé que CRIADA (Incrédula y feliz.): ¿De veras, señora?
no te gusta que diga cursilerías... pero... (Que- ¿De veras?
da mirando el teléfono, en el que se escucha cla- LUPITA: Claro que de veras. A ti te hará mejor
ramente el "clic" de que se ha cortado la comu- provecho que a mí. Tienes novio, ¿no?
nicación.) CRIADA: Nosotros no le decimos así, pero viene

166 167
a ser lo mismo. ¡Ay, qué bueno! Porque ya me LUPITA (Quitándose la peluca.): Pues no, defi-
estaba reclamando: ¿y tu baño de espuma? me de- nitivamente no.
cía. Estate sosiego, le contestaba yo. Ya va a ser DUEÑA: Le queda tan bien, se ve tan románti-
tiempo. Y tal como lo dije está pasando. El tiem- ca, tan triste .. .
po se cumplió. LUPITA: Pero no, no es eso lo que quiero. Algo
LUPITA (Vulgar.): Pues a darle, que es mole de más original, menos visto.
olla. Estuviste conmigo en las duras y ahora te PEINADORA: ¿Qué le parece ésta? Es una nove-
tocan las maduras. Ah, antes de meterte al baño, dad. Se acaba de lanzar al mercado. No hemos
tráeme la botella de cognac y una copa. vendido todavía ni una.
CRIADA: No es bueno, señora. LUPITA (Tomando la peluca y leyendo la eti-
LUPITA: ¿Por qué no? Voy a brindar por el pla- queta.): "Mujer de acción." Hmmm. El nombre
cer, por el amor y por la vida, como los bohemios. no es muy atractivo.
CRIADA: No es bueno que se acostumbre al cog- DUEÑA: Pero pruébesela. Nada se pierde con
nac, señora. Porque después no va a haber. ¿Por probar.
qué no mejor le entra de una vez al tequila? LUPITA: Salvo el tiempo...
LUPITA: Y de paso hago patria, consumiendo
lo que el país produce. Trae lo que sea, pero que Oscuro. Después, bajo un spot de luz, Lupita ves-
sea pronto. tida de reportera, activa, enérgica, emprendedora,
audaz. Entre su equipo de trabajo figuran pape-
Mientras la criada va a cumplir la orden, Lupita les y una grabadora. Lee, en voz alta, un ins-
cierra las cortinas, apaga la luz y conecta de nuevo
tructivo.
la grabadora.

Voz: Doctora Corazón, ¿se atreverá usted a pu- LUPITA: Entrevistar a... (Se salta los nombres.)

blicar esta carta en su columna? Insistir en el lado humano del personaje. Poner
de relieve su vida privada ejemplar. No hacer
Silencio. Vuelve la luz para iluminar el salón de mención de sus creencias religiosas, aunque sean
belleza. católicas, ni discutir su ideología política, aunque

168 169
pertenezca al PRI. Todo texto estará sujeto, antes cutas con el cuarto poder, querida. Mi esposa se
de publicarse, a la revisión y rectificaciones del llama Lucrecia Galindo.
Jefe de Redacción del periódico. La empresa no LUPITA (Ocupada en vigilar el funcionamiento
paga mas que los textos aprobados y publicados. de la grabadora y en apuntar en su block los de-
Okey, okey, ya entendí. (Abriendo una tarjeta.) talles más relevantes del ambiente, no posa su mi-
¿ Qué es esto? Ah, la invitación para el banquete rada en sus interlocutores. Así que no ve la expre-
anual en que se celebra la libertad de prensa. Hay sión de la celebridad cuando suelta la segunda
que caerse cadáver con la cuota. Bueno, pues a pregunta.): ¿Y a qué se dedica usted?
chambear. Ni modo. LUCRECIA: ¡Realmente es el colmo!
MARIDO (Sobándole el lomo, como a los gatos,
Oscuro. Otro spot de luz. Lupita frente a la cele- para apaciguarla. A Lupita.): Es una virtuosa del
bridad a la que entrevista. Ambas están sentadas. piano y acaba de ganar un concurso internacional
Lupita prepara el funcionamiento de la grabado- en Moscú.
ra. La celebridad se reclina contra el respaldo de LuPITA: No, no puede ser.
la silla y busca, a tientas, la mano de un hombre LUCRECIA: ¿Cómo que no? Si allí tengo el di-
que es su marido, su guardaespaldas, su empre- ploma... (Trata de levantarse para exhibirlo, pero
sario, su jefe de relaciones públicas, su oráculo, su su marido la detiene.)
administrador, etc. MARIDO (A Lupita.): ¿Duda usted de nuestra ve-
racidad?
LUPITA (Lista.): ¿ Me quiere dar su nombre, por LUPITA: A mí no me importa que sea cierto o
favor? no. Lo que no puede ser es Moscú. ¿Comprende?
CELEBRIDAD (Ofendida.): Bueno... esto es muy
curioso. Yo pensé que usted ya lo sabía. Es obvio que la celebridad no comprende nada,
LUPITA: ¿Por qué tenía que saberlo? pero que su marido es más objetivo y más inte-
CELEBRIDAD: Pues... porque soy famosa. ligente.
LUPITA: ¿Y quién la hizo famosa? MARIDO: Bueno ¿qué más da un lugar u otro?
MARIDO (Conciliador, a la celebridad.): No dis- Moscú o Washington da lo mismo para los lectores.

170 171
LUCRECIA (Terca.): Pero el diploma.. . siempre encuentra en mí un estímulo para seguir
LUPITA: ¿Y en qué consiste el premio? ¿Dinero? luchando.
MARIDO: Es una beca para estudiar en el con- LUPITA: ¿Tienen ustedes hijos?
servatorio de... Por Dios, estuve a punto de co- LUCRECIA: No.
meter una indiscreción y revelar algo que debe LUPITA: ¿Sería un estorbo para la carrera de la
permanecer secreto. No vale la pena entrar en señora? ¿Los evitan?
detalles. MARIDO: De ninguna manera. Lo que pasa es
LUPITA: ¿La Scala de Milán le parece bien? Es que Dios no ha querido bendecir nuestra unión.
neutral. LUCRECIA (Al marido.): Pero tú me prometiste
MARIDO: Como quiera. que al terminar esta gira podríamos...
LUPITA: Ustedes están casados, naturalmente. MARIDO (Apretándole ferozmente el hombro
LUCRECIA: Y por las dos leyes. para que se calle.): La señorita es discreta, como
MARIDO: Por las tres. (Con una vaga esperanza todos los reporteros, pero no tenemos que ventilar,
delante de ella, nuestras intimidades.
de que Lupita sepa a qué se refiere.) Usted conoce
LUPITA (Matter of fact.): ¿Alguna anécdota?
el chiste, ¿no?
LUCRECIA (Consultando con la suprema autori-
LUPITA: Je, je. Y usted, señor, ¿nunca se ha
dad del marido.): ¿Le cuento cómo te conocí?
opuesto a la carrera de su esposa?
MARIDO (Magnánimo.): Al contrario. Trato de
Oscuro. Otro spot de luz ilumina a Lupita, con su
apoyarla en todo lo que puedo. ¿No es cierto, grabadora y block de taquigrafía, ante un escri-
querida? torio. Detrás de él está una funcionaria pública.
LUCRECIA: Si no fuera por él... Me aconseja,
me orienta, me dirige, me administra. ¡Ni siquiera LUPITA: Según tengo entendido, usted es la pri-
la cuenta en el banco está a mi nombre! mera mujer en la historia de México que va a
LUPITA: ¡Qué romántico! desempeñar el puesto de Gobernadora de un es-
MARIDO: Y en esos momentos en los que el tado. ¿Cómo considera usted este triunfo?
artista pierde la esperanza y el valor, mi esposa FUNCIONARIA: Como un triunfo de mi Partido.

172 173
Sus métodos democráticos, su dinamismo, su ca- LUPITA (Cortando por lo sano.): ¿Es usted ca-
pacidad de interpretar el sentir del pueblo y de sada?
satisfacer sus necesidades.. . FUNCIONARIA (Rígida.): No. Soy señorita.
I,UPITA: ¡Momento! No quiero discursos. Quie- LUPITA: ¿Considera usted que el éxito le ha res-
ro que me hable de usted. ¿Por qué lanzó su can- tado feminidad?
didatura? FUNCIONARIA: De ningún modo. Cada vez que
FUNCIONARIA: Por disciplina al Partido. el Partido me deja libre un rato corro a meterme
LUPITA: ¿Ambicionaba usted este puesto? en la cocina. Y hago unos chiles en nogada como
FUNCIONARIA: Mi único afán ha sido, siempre, para chuparse los dedos. Si quiere, le doy la receta.
servir a mi patria. En la trinchera en la que se LUPITA: No, gracias. ¿Cuál es su color prefe-
me indique. Ningún puesto es insignificante cuan- rido?
do se tiene la voluntad de ayudar. Y mientras más FUNCIONARIA: ¿Cómo preferir entre el verde, el
alto se sube, se adquieren más responsabilidades, blanco y el rojo, los colores de nuestra bandera?
no mayores privilegios. Los tres son preciosos. Los tres.
LUPITA (Impávida ante este alarde retórico.): ¿Y LUPITA: ¿Cuál es su programa de gobierno?
cómo se le ocurrió dedicarse a la polaca? FUNCIONARIA: Es el programa de mi Partido:
FUNCIONARIA: Gané un concurso de oratoria en proteger al campesino y al obrero, impulsar el
la Prepa. Me invitaron a hablar en la Tribuna desarrollo de la industria, sanear la administración
de la Juventud. En esos tiempos iba a lanzarse pública .. .
la candidatura presidencial del señor licenciado... LUPITA: Etcétera. En su caso particular añadi-
LUPITA: No nos remontemos a la prehistoria. remos guarderías infantiles, centros de bienestar
¿ Usted cree que su condición de mujer ha sido social rural y eso. Bien. Para terminar ¿alguna
un obstáculo para su carrera? anécdota?
FUNCIONARIA: ¿Por qué habría de serlo? La FUNCIONARIA (Como a quien agarran en despo-
Constitución nos garantiza, a todos los mexicanos, blado.): Claro... pues verá usted... (Después de
sin distinción de sexo, credo, raza ni edad, una un momento de duda se decide y pregunta.) ¿Qué
igualdad cívica.. . es una anécdota?

174 175
Oscuro. Spot de luz que muestra sofá polvoso y LUPITA: ¿Y cómo es que tenía usted un teles-
viejo. Gatos. Lupita, su grabadora y su block. Mu- copio?
jer más que madura, un poco chocha. ASTRÓNOMA: Lo heredé de mi papacito, que en
paz descanse. Él me enseñó a distinguir las cons-
LUPITA: Señora... telaciones, a nombrarlas. Como en esa época no
ASTRÓNOMA: Señorita ... aunque le cueste más había televisión, no teníamos mucho en qué en-
trabajo. tretenernos.
LUPITA: El trabajo, en todo caso, ha de haber LUPITA: ¿Y a usted le gustaba la astronomía?
sido asunto suyo. ASTRÓNOMA: Pues gustarme, lo que se llama
ASTRÓNOMA (Parando la oreja.): ¿Cómo dice? gustarme, para qué le voy a echar mentiras, no.
LUPITA (A gritos.): Que si es cierto que usted Pero mi papacito era tan bueno y tan empeñoso
descubrió una estrella nueva. que no tenía yo corazón para no llevarle la corrien-
ASTRÓNOMA: Ah, sí, cómo no. Y le puse Amparo, te. Era tan bueno... ¿Sabe usted cuál fue el pri-
en recuerdo de mi mamacita, que de Dios goce. mer regalo que me hizo? Era yo todavía una cria-
LUPITA: ¿Y cómo fue? tura. Me dio un ábaco, para que yo aprendiera a
ASTRÓNOMA: Pues la pobre venía padeciendo de contar. Y luego de ahí p'al real: tablas de multi-
las reumas desde hacía tiempo. Y como nunca se plicación, logaritmos... Como él tenía que guar-
quejaba... dar cama por sus achaques, nos entreteníamos
LUPITA: Que cómo fue lo de la estrella. mucho con los números.
ASTRÓNOMA: Ah, pues por pura casualidad. Yo LUPITA: Y cuando él murió...
estaba como tortilla en comal, como dicen, porque ASTRÓNOMA: El gobierno decretó que esta casa
estos benditos gatos no me dejaban dormir con era propiedad de la Nación, a saber por qué. Algo
sus maullidos. Y que agarro y digo: vamos a echar- así como un museo. Y mal que bien tuvimos que
le un ojito al telescopio. Y que se lo echo. Y que avenirnos a eso mi mamacita y yo.
me topo con ella, con Amparo, muy sí señora, LUPITA: ¿Y no tiene usted más familia?
muy tranquila, como esperando a que la descu- ASTRÓNOMA: No. Fui hija única. Por eso mi
brieran. ¿Qué le parece? papá quiso que me dieran la mejor educación, los

176 177
mejores maestros de esos tiempos. No se crea us- LUPITA: No. (Trata de disculparse, pero no por
ted: así como me ve sé tocar el piano, bordar, pin- ello deja de devolver el adminículo.) Me queda
tar acuarelas. Lo que nunca me entró fue el ben- como a un Cristo dos pistolas.
dito pirograbado. PEINADORA: No discutamos más. Aquí tiene
LUPITA: No se preocupe usted. Ya pasó de moda. nuestro último modelo.
ASTRÓNOMA: Como todo. Mire usted ahora cuán- DUEÑA: Y es, de veras, el último.
to argüende con mi Amparo. Mañana, ni quien se PEINADORA: Se llama "Al filo del agua".
acuerde. Así es el mundo de embelequero.
LUPITA: Pero mientras dura la racha hay que Oscuro. La luz va a iluminar ahora una de esas
aprovecharla ¿no? mezclas de sala de recibir y de aula, tan frecuen-
ASTRÓNOMA (Esperanzada.): ¿ Usted cree que tes entre las señoras de la burguesía mexicana que
con este rebumbio del descubrimiento de Amparo acaban de descubrir que la cultura es un adorno
aprueben una partida para reparaciones del techo y dedican a ella, si no su más arduo esfuerzo, sí
de la casa? Hay una cantidad de goteras que du- sus mejores horas. En esta ocasión, el grupo es muy
ran te la temporada de lluvias no sé dónde me- selecto, lo que quiere decir, muy poco numeroso.
terme. Cotorrean que es un gusto durante el intervalo
LUPITA (Mecánicamente.): Esperemos que sí. que separa una clase de otra.
¿Alguna anécdota?
ASTRÓNOMA: Ay, tantas. Mire usted, este mini- SEÑORA 1 (Dubitativa.): No sé si quedarme o
no que parece tan seriecito y formal, pues no me irme. Tengo una cita en el Club de Golf.
lo va usted a pasar a creer, pero una noche... SEÑORA 2: ¿Cómo pronuncias Club? ¿A la in-
glesa, a la francesa o a la española?
Se desvanecen lentamente la voz, la luz, las pre- SEÑORA 3: Ay, tú, ni que fuera chocolate.
sencias, y volvemos de nuevo al salón de belleza.
Entra Lupita, vestida con sobriedad y elegancia.
DUEÑA (Viendo los signos dt la opinión de Lu- Se le nota que posee un grado académico pero que
pita sobre la peluca.): ¿No? ello la ha hecho más consciente de su feminidad,

178
más cuidadosa de su apariencia. Por ejemplo: es escucharán la grabación en compañía de su esposo.
miope. No es una desgracia; es una oportunidad De esta manera, quienes han escalado altos pues-
de usar anteojos diseñados de modo que parezca tos administrativos o gozan de riqueza y de in-
misteriosa, no inteligente, atractiva, no capaz. Se f luencia pueden desempeñarse con seguridad en sí
mueve con seguridad y eficacia pero, en cada mo- mismos en cualquier reunión social, ya que están
vimiento seguro y eficaz, deja entender que está al tanto de los temas que se traten y pueden opi-
dispuesta a abdicar de su independencia en la nar, sobre lo divino y sobre lo humano, sin un
primera ocasión conveniente. Y abdicar quiere de- excesivo riesgo de meter la pata. O saber, con cier-
cir seguir el ejemplo de su madre o de su suegra. ta seguridad, cuándo es preciso abstenerse de dar
una opinión.
LUPITA (Se sienta ante la mesa de los maestros,
dispone convenientemente su portafolio, sus pa- LUPITA (Doctoral.): Señoras: en esta ocasión va-
peles, y cuando ha terminado toca la campanilla mos a aplazar el tema que hasta ahora hemos ve-
para imponer silencio.): Señoras, recuerden que nido desarrollando, o sea La función de la estípite
—a partir de este momento— se impondrá una en la arquitectura colonial de la Nueva España,
multa a quien hable de marido, de hijos o de re- para tocar otro tema que, si bien no es tan impor-
cetas de cocina. tante, sí es más urgente. Quiero, antes, hacerles
SEÑORA 1: ¿Se permite hablar de criadas? una pregunta: ¿están ustedes al tanto de lo que
LUPITA (Con un sentido del humor que sus ocurre, a ciencia y paciencia de las autoridades?
alumnas aprecian y celebran cada vez que se ma- ¿Que nuestras más veneradas tradiciones, nuestros
nifiesta.): De criadas sí, porque ése es un asunto más caros símbolos, están siendo objeto de mofa
serio. en un teatro capitalino?
SEÑoRA 2 (A su vecina.): ¿Contra quién ha-
Pausa durante la cual unas alumnas se disponen blan, tú?
a tomar apuntes en un cuaderno y otras ponen LUPITA: Contra la que es el pilar de nuestra
en marcha sus grabadoras. Esto les permite dis- sociedad, contra la que transmite los valores en
traerse, pero invocan la razón de que, más tarde, que nos sustentamos a las generaciones futuras,

180 181
contra la que es el manantial de nuestra fuerza y denar la arbitrariedad de las secuencias, la inve-
nuestra entereza: contra la mujer mexicana. rosimilitud de las situaciones, la nula consistencia
SEÑORA 3: ¿Cuál mujer? de los personajes. Estos son problemas técnicos de
LUPITA: Yo diría contra la mujer, en abstracto. la estructura dramática, que no nos competen,
Pero el ataque es específico y va dirigido contra como no nos compete la mescolanza de géneros, el
la abnegación de las madres; contra la virtud abuso de recursos que no son teatrales y, sobre
de las esposas; contra la castidad de las novias; todo, el lenguaje, que cuando no es vulgar pre-
es decir, contra nuestros atributos proverbiales, tende ser ingenioso o lírico y no alcanza mas que
atributos en los que se fincan nuestras institucio- la categoría de lo cursi. Hay algo más que tampoco
nes más sólidas: la familia, la religión, la patria. tomaremos en cuenta en este momento, y es el
SEÑORA 4: No ha de ser importante, cuando no modo con que trata nuestra historia. La autora,
lo prohibe la censura. obviamente, no la conoce. Al desconocerla es in-
LUPITA: Porque, en tanto que país democrático, capaz de interpretarla y, como si eso fuera válido,
somos respetuosos de la libertad de expresión. Pero la inventa. Y la invención tiende siempre a degra-
esto no es libertad: es libertinaje. darnos y a ponernos en ridículo. Quien tal hizo
ha escupido contra el cielo.
Voces excitadas, curiosas, ya con el apetito abierto. SEÑORA 3: ¿Cómo se llama el autor?
LUPITA: Ah, usted ha puesto el dedo en la llaga.
SEÑORA 1: ¿Dónde? La persona responsable de este engendro no es,
SEÑORA 2: No oí bien, pero creo que en el como la lógica decreta, un autor, un hombre. No.
teatro. Es.. . digámoslo así para no pecar contra la cari-
SEÑORA 3 (A Lupita.): ¿Cómo se ll ama la obra? dad cristiana... es una mujer. Si es que este título
LUPITA: Se llama El eterno femenino. No ha- puede aplicarse a quien carece de decoro y de es-
gamos caso de la falta de originalidad del título, crúpulos, a quien reniega de la misión que le ha
que no es sino un lugar común plagiado literal- confiado la naturaleza, que es la de ser como la
mente de Goethe. No la consideremos desde el paloma para el nido. Pero tampoco se convierte
punto de vista crítico, porque tendríamos que con- en el león para el combate. Su cobardía se palpa

182 183
cuando aprovecha la circunstancia de hallarse fue- niendo en cuenta que es una pobre resentida, en-
ra del país y, al creerse por eso más allá del bien vidiosa, amargada.
y del mal, fuera del alcance de la crítica, a salvo SEÑORA 1 (Como para emitir un diagnóstico.):
de las represalias de las personas decentes, tira la ¿Es soltera?
piedra. Y no se toma siquiera el trabajo de escon- SEÑORA 2: Si es soltera será por su gusto. Ma-
der la mano. nuel Acuña se suicidió de amor por ella.
CORO DE SEÑORAS (Rítmicamente.): ¡ Nombres! LUPITA (Con mirada asesina.): Permítame usted
¡ Nombres! hacer una rectificación. La Rosario que usted aca-
LUPITA: El nombre... no es que yo quiera ocul- ba de mencionar es. Rosario de la Peña y vivió en
tarlo: es que estoy segura de que no les dirá nada. el siglo xrx. Una persona tan delicada como ella
La autora del bodrio al que hemos venido refi- no habría descendido jamás a causar este escándalo.
riéndonos se llama Rosario Castellanos. SEÑORA 1 (Shock of recognition.): Ah, sí, ya sé.
SEÑORA 1: ¡Pero no puede ser! Si sus Rutas de Es la mentada Rosario de Amozoc.
emoción son preciosas y muy edificantes. LUPITA (Paciente.): No, no, tampoco. Rosario
SEÑORA 2: Pues ya ves que dio el cambiazo. Si de Amozoc o mejor dicho El Rosario de Amo-
es lo que dice mi marido: este mundo está lleno zoc— es una especie de leyenda que no viene al
de chaqueteros. caso. Rosario Castellanos es la autora de un libro
LUPITA (Severa.): Señoras, háganme el favor de que no está del todo mal si se toma en cuenta que
no confundir a una escritora digna de todo nues- trata de indios. Me refiero a su novela Chilam
tro respeto, a una dama —como lo fue hasta el Balarm.
último instante de su vida Rosario Sansores— con
una... Bien. No hagamos uso de ningún califica- Todas escriben aplicadamente este dato. Así se hace
tivo porque, después de todo, esa de la que habla- la historia.
mos es incalificable. Pero yo quiero apelar a los
sentimientos piadosos de cada una de ustedes. LUPITA (Pedagógica.): En esas páginas la autora,
Esa... "mujer" merece nuestro desprecio. Pero si bien limitada y mediocre, parece al menos tier-
vamos a hacerle el regalo de nuestra lástima, te- na, sencilla, dulce. Pero a la luz de los nuevos

184 185
hechos actuales comprobamos que era nada más que el aire al Benemérito. (Apenada por la vulga-
una hipócrita. Ya desde Chilam Balam el análisis ridad del dicho.) Perdón.
permite descubrir a la serpiente oculta entre la LUPITA: No. Me temo que dar la callada por
hierba. ¡Y qué veneno, señoras mías, qué veneno! respuesta sea una sutileza que la señora Castella-
SEÑORA 1 (Ritornello.): ¿Es soltera? nos no capte. Va a suponer que nos ha dejado sin
LUPITA (A quien le están pisando el callo.): ¿ Qué argumentos para rebatirla.
tiene que ver el hecho de que sea o no soltera? SEÑORA 3: No podemos rebatirla si no vemos
Matrimonio y mortaja, dice el refrán, del cielo la obra.
baja. Como todos los refranes, éste expresa la sa- SEÑORA 2 (A la señora 1.): Qué bueno que lo
biduría popular que nos dice que el hallazgo de dijo. Porque a mí me está entrando una gana de
la pareja adecuada es, en la mayor parte de los verla .. .
casos, un asunto de suerte. Ahora bien, ustedes no SEÑORA 1: A mí también. Pero cállate. Después
nos ponemos de acuerdo a ver si vamos juntas.
ignoran que la suerte y los méritos pocas veces
Por lo pronto, hay que hacer como que hacemos.
andan juntos.
LUPITA: Creo que si el ataque ha sido artero,
SEÑORA 1: ¿Pero es soltera?
el contraataque no debe ser directo Habrá que
LUPITA (Resignándose a desembuchar.): No.
.

demostrar, con hechos, que la mujer mexicana no


Rosario Castellanos no tiene siquiera la disculpa
es esa caricatura —o ese autorretrato— que la se-
de ser soltera. Es algo peor: divorciada, lo que, a
flora Castellanos presenta. No. La mujer mexicana
mi modo de ver, no la justifica de ninguna ma- es un ser humano, consciente y responsable, que
nera, pero explica su cinismo, su desvergüenza y actúa de acuerdo con arraigados principios mora-
su agresividad. El fracaso conyugal, del que, nin- les, científicos, filosóficos y religiosos. Dije que la
guna duda cabe, ella es la única culpable, la anima mujer actúa, y quiero subrayarlo, porque ahora
a dar un bofetón en la mejilla de una sociedad a se trata de que entremos en acción.
la que no es digna de pertenecer. SEÑORA 1: ¡Vamos a organizar un té canasta!
SEÑORA 2 (Aburrida.): Vamos a ningunearla. De caridad, naturalmente.
SEÑORA 1:Que se dé cuenta que nos hace lo LUPITA (Con engañosa dulzura.): ¿Para qué?

186 187
¿Para comprarle un marido a la señora Castella- SEÑORA 3: Oprimidas por los zapatos estilo ita-
nos, con los fondos recaudados? lia no.
SEÑORA 2: Ay, sí tú, ¡qué más quisiera! ¿Su SEÑORA 1: Somos unas esclavas del salón de be-
nieve de limón? lleza, de los tubos y las anchoas, de la pintura
SEÑORA 3: Yo propongo que con el dinero se para el pelo, de las mascarillas de lodo rejuvene-
indemnice a su ex-esposo por el tiempo que tuvo cedor y de la dieta de calorías y...
que soportarla. SEÑORA 3: ¡Vamos a luchar por una sociedad sin
SEÑORA 2: 0 se le premie por la habilidad de maquillaje!
haberse deshecho de ella. LUPITA: ¿A qué hombre agradaríamos así?
LUPITA: Señoras, no nos dejemos cegar siempre, SEÑORA 4: ¿Se trata de agradar siempre a los
como dijo el poeta, por los astros domésticos. hombres?
SEÑORA 3: ¿Y si formamos un partido político? LUPITA: No hay otra alternativa, si pensamos
LUPITA: ¿Cuál sería su plataforma ideológica? que nuestra misión en el mundo es perpetuar la
SEÑORA 3: Luchar porque se nos conceda el especie.
voto. SEÑORA 4: Si la ciencia sigue como va, pronto
LUPITA: Las mujeres mexicanas tenemos dere- la especie se va a reproducir en los laboratorios.
cho al voto desde el 18 de enero de 1946. LUPITA: ¿Y si no sigue?
SEÑORA 3 (Desconcertada.): ¿Y cómo es que SEÑORA 4: De cualquier manera disponemos, ya
nunca.. . ? desde ahora, de la inseminación artificial.
LUPITA (En un tono de "Elemental, mi querido SEÑORA 1: Ay, ¡qué asco!
Watson".): Eso le prueba la inanidad de la idea. SEÑORA 4: Lo que yo trato de demostrar es que,
SEÑORA 4: Con o sin voto, las mujeres mexica- si nos ceñimos a la maternidad como única fun-
nas seguimos estando oprimidas. ción, no seremos indispensables por mucho tiem-
SEÑORA 1: Por la faja y por el brassiere, opri- po. Nos convertiremos en bocas inútiles a las que
midísimas. se dejará morir de hambre en tiempos de escasez;
SEÑORA 2: Y ya es un adelanto. Nuestras abue- a las que se tratará como objeto de experimen-
las no podían permitirse andar sin corsé. tación o de lujo; un objeto superfluo que se des-

188 189
echa cuando llega la hora de hacer la limpieza a SEÑORA 1 (Muy angustiada.): Ay, no, yo quiero
fondo. a mi marido y a mis hijos. Yo quiero mi casa. Y
LUPITA ¡Qué cuadro apocalíptico! que no cambie nada, nada. Nunca.
SEÑORA 4: Pero no imposible. Ni siquiera im- SEÑORA 2 (Dejando hablar a su subconsciente.):
probable. Ni remoto. Yo quiero a mi papá y que me lleve de la mano
SEÑORA 1: Seremos siempre las compañeras del al parque. Y que no permita que se me acerquen
hombre. nunca los hombres. Y que muera en mis brazos,
SEÑORA 4: Compañeras no lo hemos sido nunca. como debe ser.
Siervas, sí. En tiempos de paz. Y después de las SEÑORA 1: Es que así no debe ser: el Evangelio
victorias, el reposo del guerrero. Pero ya no somos dice que se dejará al padre y a la madre para se-
ni eso. Hemos sido ventajosamente sustituidas por guir al marido.
las drogas: desde el sofisticado LSD hasta la hu- SEÑORA 4: La Biblia es un libro muy hermoso
milde y vernácula mariguana. que hay que leer, que hay que disfrutar, pero que
SEÑORA 2: Yo estoy de acuerdo en que no somos no se tiene que tomar al pie de la letra. Según
compañeras. Cuando bien nos va, somos competi- Engels, en su opúsculo El origen de la familia, la
doras. Cuando nos va mal, somos apéndices. propiedad privada y el Estado, la condición de
SEÑORA 1: Yo lo diría al revés. la mujer no es más que una superestructura de la
SEÑORA 4: El orden de los factores no altera organización económica y de la forma de distri-
el producto. Y el producto apesta. A muerto. bución de la riqueza.
LUPITA (A quien le han quitado su papel.): ¿ Qué LUPITA (Queriendo recuperar la batuta.): Y Ba-
sugeriría usted? ¿La organización de un reino de chofen prueba la existencia histórica del matriar-
las Amazonas? cado.
SEÑORA 4: No soy tan utópica. En un ambiente SEÑORA 4: ¿Y qué otra cosa es la familia mexi-
como el nuestro se adaptaría mejor la estructura cana? El machismo es la máscara tras de la que se
del panal: la abeja reina, las abejas trabajadoras oculta Tonantzin para actuar impunemente. La
y los zánganos, a los que no se elimina mientras mala fe, en el sentido sartriano del término, es la
son útiles. que hace tan flexible nuestra espina dorsal. Pero

190 191
no hay que fiarse de nosotras. Cuando nos incli- Estados Unidos? ¿Que editemos revistas pornográ-
namos no es para someternos, sino para tensar la ficas con desnudos masculinos?
cuerda que disparará la flecha. SEÑORA 1: Por favor, ¡qué escándalo!
LUPITA (A la señora 4.): ¿ Usted ha visto El eter- SEÑORA 3: Yo soy old fashioned. Para mí el
no femenino? ejemplo de Lisístrata sigue siendo válido.
SEÑORA 4: Yo no necesito ir al teatro para di- SEÑORA 1: ¿ Qué dice Lisístrata?
gerir —como algunas de mis compañeras— ni para SEÑORA 3: En pocas palabras, que jalan más dos
pensar. Yo pienso por mi cuenta. (Señalándose el pecho) que dos carretas.
LuPITA: Y piensa mal. SEÑORA 2: Me temo que con la moda del unisex
SEÑORA 4: Entonces, como dice el refrán, acier- la pobre Lisístrata no daría una.
to. Por eso cuando usted dijo que había llegado SEÑORA 1 (Irritada.): ¿Entonces qué?
la hora de actuar yo estuve de acuerdo. En lo que LuPITA: Recapitulemos. Hay varias opciones.
tenemos que ponernos de acuerdo es en el modo. Primera: defender las tradiciones, modernizándo-
SEÑORA 2: Yo pertenezco al Movimiento Fami- las, claro, para ponerlas a las alturas de los tiempos.
SEÑORA 1: ¡Si, sí, bravo, bravo, viva, viva!
liar Cristiano.
LUPITA: Segunda: romper con el pasado como
SEÑORA 4: Qué dicen de la píldora?
lo han hecho nuestras rubias primas, nuestras bue-
SEÑORA 2: Es un problema de conciencia.
nas vecinas.
SEÑORA 4: ¿De la conciencia de quién? ¿De tu
SEÑORA 3: ¡Yankis, go home!
confesor? ¿De tu marido? ¿De tu clase? ¿O, sim-
LUPITA: Pero no son las únicas: también las
plemente, de tu conciencia?
escandinavas, las inglesas.. .
SEÑORA 2: Oh, deja de molestarme.
SEÑORA 3: ¿Y cómo les ha ido?
SEÑORA 4: Y no te olvides que el Estado ya
SEÑORA 1: Del cocol. Trabajan dentro y fuera
comienza a intervenir. La planeación familiar es de su casa y, de pilón, cuando se mueran se van
un asunto político, no privado. a condenar.
SEÑORA 2 (A la señora 4.): ¿Y qué propones tú? SEÑORA 4 (A Lupita.): ¿No hay una tercera vía
¿ Que formemos grupos de lesbianas como en los para el tercer mundo al que pertenecemos?
LUPITA: ¿La industrialización? Señoras, se están comportando como unas cual-
SEÑORA 1: Vade retro, Satanás. A mí me im- quieras. ¡Señoras! (Nadie le hace caso.) ¡Basta!
porta gorro la maternidad, el matrimonio y toda ¡Basta!
la parafernalia. ¡Que perezcan los principios, pero
que se salven las criadas! Enfurecida, Lupita se quita la peluca y la arroja
SEÑORA 4: La tercera vía tiene que llegar hasta al suelo y la pisotea. Oscuro momentáneo. Cuan-
el fondo último del problema. No basta adaptar- do vuelve la luz, estamos nuevamente en el salón
nos a una sociedad que cambia en la superficie y de belleza, pero Lupita continúa haciendo su be-
permanece idéntica en la raíz. No basta imitar los rrinche a pesar de que tratan de impedírselo las
modelos que se nos proponen y que son la respues- otras clientes, la peinadora y la dueña. Por fin,
ta a otras circunstancias que las nuestras. No bas- esta última logra recuperar —hecha un asco, na-
ta siquiera descubrir lo que somos. Hay que in- turalmente— la peluca.
ventarnos.
DUEÑA: ¡Esta sí que me la paga! Mire nomás
Sobreviene lo que había estado reprimiéndose has-
cómo me la dejó. Y todavía ha de querer que le
ta entonces: un ataque de histeria colectiva. Unas
probemos otra. Pues se equivoca. No hay más
se arrodillan y piden perdón público por sus peca-
cera que la que arde, y yo no tolero insolencias en
dos. Otras claman, llorando, por su mamá. Otras
avientan el brassiere al bote de la basura. Otras vo- un salón que es exclusivo para señoras decentes.
ciferan por el hijo, por el marido, por el hombre, ¡Largo de aquí antes de que yo me olvide de quién
por el sexo, por la libertad, por la independencia soy y le dé su merecido! ¡Largo de aquí!
económica. Otras cantan: "¡No queremos diez de LUPITA (Incoherente.): Pero si no estoy peinada.
mayo, queremos liberación"! En resumidas cuen- DUEÑA: ¿Y a mí qué me importa?
tas, es un pandemonium que Lupita, a pesar de LUPITA: Es que me iba yo a casar .. .
sus campanillazos, no puede reducir al orden. DUEÑA: Tanto peor para usted. Si no le gusta
nada de lo que se le ofrece, pues péinese usted
LUPITA (Gritando.): Señoras, por favor, silencio. sola como se le dé la regalada gana.

194 195
LUPITA (Viendo la batalla perdida, se vuelve,
retadora.): ¿Y qué cree que no puedo?
DUEÑA: Eso no me importa. A mí me paga lo
que me debe y ya. Lo demás es su problema.
LUPITA (Azorada, mirando al público como
quien busca auxilio.): ¿Mi problema? (Se jala las
mechas y vuelve a patalear.) ¿ Mi problema? ¡Chin!

TELÓN
CORRIDOS
I

Voy a ponerme a cantar


el muy famoso corrido
de un asunto que se llama
el eterno femenino,
y del que escriben los sabios
en libros y pergaminos.

La Biblia dice que Dios


cometió un gran desatino
cuando al hombre lo formó
con lodo medio podrido
y sin ninguna experiencia
le salió como ha salido.

197
Un día que estaba durmiendo Ni tarda ni perezosa
en los prados del Edén, Eva la fruta mordió,
Dios le quitó una costilla y al momento en su cabeza
para hacer a la mujer; un foquito se prendió:
como ya le sabía el modo y bajo esta nueva luz
resultó a todo meter. el Paraíso contempló.

Adán y Eva, desnudos, Con un poco de trabajo


iban de aquí para allá, esto podría mejorar:
dándole nombre a las cosas, construirnos una casita,
que era misión principal: la comida cocinar,
"ésta se llama jirafa y quitar ese letrero
y aquél se llama alacrán". que nos prohibe probar.

Mientras Adán bautizaba Pero Adán era muy flojo


la pobre Eva se aburría y no la quiso ayudar;
y fue a apoyarse en un árbol porque además tenía miedo
donde una serpiente había, del castigo de Jehová
que le dijo: —¿gustas una? que lo tenía amenazado
y le dio manzana fina. con lanzamiento legal.

"Si la comes, averiguas Adán no entiende argumentos,


lo que va del bien al mal, no hay que discutir con él.
lo que debes preferir, No nació para mandar,
lo que debes rechazar, nació para obedecer.
y la tomada de pelo No comerá la manzana
que te están queriendo dar." si no le hago un pastel.

i:„410
198 199
Te voy a dar la receta, Señores, pido perdón
dijo a Eva la serpiente, y con ésta me despido.
y también otros secretos La serpiente va enredada
para seducir imbéciles en los versos del corrido
y para ganar amigos en que se cuenta la hazaña
e influir sobre la gente. del eterno femenino.

Por fin, como ustedes saben, II


ocurrió lo que ocurrió, Voy a ponerme a cantar
y un arcángel con espada el muy famoso corrido
del Paraíso arrojó de un asunto que se llama
a Eva y Adán, desnudos, el eterno femenino,
como maldición de Dios. y del que escriben los sabios
en libros y pergaminos.
Y desde entonces, señores,
no hubo más que trabajar, Unos dicen que perdió
poblar de hombres el mundo a la humanidad entera
y si se acaba, empezar por comer una manzana
que los dioses le prohibieran,
llevando muy bien la cuenta
porque fue desde el principio
de lo que se hizo y se hará.
desobediente y rejega.
Adán marchaba llorando, Por eso nacen sus hijos
y mirando para atrás entre gran pena y dolor;
un paraíso perdido por eso no debe entrar
que no va a recuperar, al santuario del Señor,
y Eva pensaba en la historia ni a la cátedra del maestro,
que acababa de empezar. ni al taller del obrador.

200 201
Debe de estar encerrada, En regazo de mujer
porque si mira los campos se va criando el Redentor
se malogran las cosechas y a ese regazo materno
y los frutos se hacen agrios, se acoge el pobre pastor
y es el hambre la que come y ante él se rinden los Reyes
de ciudades y poblados. y hace reverencia el sol.

Si va a la playa del mar Los querubines la cercan,


es anuncio de tormenta los ángeles le hacen coro
y los monstruos la saludan y los arcángeles suben
como aliada y compañera, hasta su más alto trono
pues igual que ella se mueven donde la Virgen y Madre
en las profundas tinieblas. vence el poder del demonio.

Desde las tinieblas habla Con qué piedad, a las otras,


profecías y misterios, la Única, sin Estigma,
y en las tinieblas prepara las mira, porque no fueron
sus filtros y sortilegios, ni salvadas ni elegidas.
y no conoce más luz Son las que infestan la tierra
que en la que arde su cuerpo de maldades y mentiras.

cuando lo queman en plazas Son serpientes disfrazadas


para advertencia y ejemplo. que buscan un paraíso
Así ya purificada, para volverlo a destruir,
sube del altar al cielo, probando así su dominio
donde Dios la escoge para y la fuerza incontrastable
que se establezca su Reino. del eterno femenino.

202 203
Vuela, vuela palomita,
y salúdame al pasar
a Eva y a la Malinche,
a Sor Juana, a la Xtabay,
y a la Guadalupanita
si vas por el Tepeyac.

Porque me voy despidiendo


y no quisiera olvidar
a ninguna, aunque bien sé
que en un corrido vulgar
ni están todas las que son
ni son todas las que están.

También podría gustarte