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CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO

CELAM

SIGNOS
1 UEN PASTOR

piritualidad y misión sacerdotal

COLECCIÓN DE TEXTOS BÁSICOS


PARA
SEMINARIOS LATINOAMERICANOS
Vol. I
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO
CELAM

SIGNOS
DEL BUEN PASTOR
Espiritualidad y misión sacerdotal

Juan Esquerda Bifet

Pastoral para la evangelización liberadora


en América Latina
Vol. I

Bogotá - 1989
CELAM
El autor del presente volumen, Espiritualidad y misión sacer-
dotal, imparte cursos y retiros espirituales en toda América La-
tina desde 1968. Nacido en Lérida, España, es profesor en la
Pontificia Universidad Urbaniana de Roma y conocido por sus CONTENIDO
publicaciones en diversos idiomas. Dirige el Centro Internacio-
nal de Animación Misionera en Roma.

Pág.

7
Ofrecimiento

I. ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDO-


TAL PARA UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN . . 13

II. CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PRO-


LONGADO EN SU IGLESIA 47

III. EL MINISTERIO APOSTÓLICO AL SERVICIO


DEL PUEBLO DE DIOS 79

IV. SACERDOTES PARA EVANGELIZAR 103

V. SER SIGNO TRANSPARENTE DEL BUEN


PASTOR 141
© Consejo Episcopal Latinoamericano — CELAM
Apartado Aéreo 51086
ISBN- 958-625-158-6 Edición completa VI. SACERDOTES AL SERVICIO DE LA IGLESIA
ISBN- 958-625-159-4 Volumen I PARTICULAR Y UNIVERSAL 173
Primera edición — 2.000 ejemplares
Bogotá, noviembre de 1989 VII. ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL EN EL PRES-
Impreso en Colombia - Printed in Colombia BITERIO DIOCESANO 199

5
OFRECIMIENTO
Pág.
VIII. VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL 225

IX. ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL MINISTRO


DE CRISTO 253

X. SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA


ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL 277
SIGLAS 325 Nace hoy, con particular ilusión, la que vamos a llamar
"Colección Pastoral".
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL 327
La Teología para la Evangelización liberadora de América
ÍNDICE DE MATERIAS 333 Latina (Colección TELAD abrió caminos, llenó vacíos y encon-
tró respuestas, en el campo de la formación teológica de los fu-
ÍNDICE GENERAL 339 turos sacerdotes del Continente.

Pronto, muy pronto, se sintió la necesidad de enriquecer la


primera Colección, con una segunda similar, y fue así acornó na-
ció la Filosofía liberadora para América Latina (Colección FE-
LAL) que se ha iniciado con una Filosofía de la Religión.

Faltaba, desde luego, la dimensión pastoral, una tercera


Colección (PELAL), que ahora vemos cristalizada con la publi-
cación de su primer volumen: Signos del Buen Pastor —Espiri-
tualidad y misión sacerdotal—.

El Decreto Optatam Totius resume así en el No. 8 la nece-


sidad de un cultivo intenso de la formación espiritual en ¡os Se-
minarios:

' 'La formación espiritual ha de estar estrechamente unida


a la doctrinal y pastoral, y, con la colaboración sobre todo del
director espiritual, debe darse de tal forma que los alumnos
aprendan a vivir su trato familiar y asiduo con el Padre por su

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Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Habiendo de configurarse y su ardor sacerdotal en el nacimiento y progreso de estas Colec-
a Cristo Sacerdote por la sagrada ordenación, habitúense a unir- ciones, la filosófica, la teológica y la pastoral.
se a El, como amigos, con el consorcio íntimo de toda su vida.
Vivan el misterio pascual de Cristo de tal manera que sepan ini-
ciar en él al pueblo que ha de encomendárseles. Enséñeseles a + ÓSCAR ANDRÉS RODRÍGUEZ MARADIAGA, S.D.B.
buscar a Cristo en la fiel meditación de la Palabra de Dios, en la Obispo Auxiliar de Tegucigalpa, Honduras
activa comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia Secretario General del CELAM
sobre todo en la Eucaristía y el Oficio divino; en el Obispo que
los envía, y en los hombres a quienes son enviados, principal-
mente en los pobres, los niños, los enfermos, los pecadores y los Bogotá, julio de 1989
incrédulos. Amen y veneren con filial confianza a la Santísima
Virgen María, a la que Cristo, muriendo en la cruz, entregó co-
mo Madre al discípulo ".

Estos y otros muchos temas de interés, desarrolla en diez


apretados Capítulos el insigne autor de este manual de espiri-
tualidad, Monseñor Juan Esquerda Bifet, español de nacimiento
pero latinoamericano de corazón y de apostolado, experto en la
materia y conocedor como pocos de la realidad sacerdotal de
nuestra América.

Estoy seguro de que su obra va a ser ampliamente acogida


en nuestro campo eclesial. Vale la pena acentuar, como un apor-
te muy suyo, la guía pastoral y la rica orientación bibliográfica
que acompaña a cada uno de los capítulos de tan original tra-
tado.

Agradezco a nombre del CELAM al Presidente del Departa-


mento de Vocacionales y Ministerios DEVYM, Excelentísimo
Señor Tulio Manuel Chirivella, así como a los miembros de la
Comisión Espiscopal, Excelentísimos Señores Pedro Maurice
Estiú, Antonio José González Zumárraga, Juan Antonio Flórez
Santana, Jayme Henrique Chemello, Rubén Héctor Di Monte,
y al Secretario Ejecutivo Monseñor Guillermo Melguizo, lo mis-
mo que al Presidente de OSLAM, Padre Francisco José Ulloa,
porque siguiendo a sus predecesores, han puesto su entusiasmo

8 9
El ministerio jerárquico, signo sacramental de Cristo Pastor y
Cabeza de la Iglesia, es el principal responsable de la edifica-
ción de la Iglesia en la comunión y de la dinamización de su ac-
ción evangelizadora (Puebla 659).
Capítulo I.

ESPIRITUALIDAD
E IDENTIDAD SACERDOTAL
PARA UNA NUEVA
EVANGELIZACION
I. ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL
PARA UNA NUEVA EVANGELIZACION

Presentación

La espiritualidad es un camino y una "vida según el Espí-


ritu" (Rom 8,4.9). Cristo vivió y actuó siempre "movido por el
Espíritu" (Le 4,1.14); por esto se presentó en Nazaret como
"consagrado" y "enviado" por el Espíritu para "evangelizar a
los pobres" (Le 4,18). Pablo, ante los presbíteros de Efeso reu-
nidos en Mileto, se llamó "prisionero del Espíritu" (Act 20,22).

Cada creyente es o debe ser un signo transparente y porta-


dor de Cristo. El Señor quiso que sus "Apóstoles" fueran "bau-
tizados" y renovados en el Espíritu para ser sus "testigos hasta
los últimos confines de la tierra" (Act 1,8). Cristo vive hoy resu-
citado entre nosotros: "estaré con vosotros hasta la consuma-
ción de los siglos" (Mt 28,20).

El sacerdote ministro es signo de Cristo Buen Pastor por-


que participa de modo especial en su ser, prolonga su obrar y
sintoniza con sus vivencias. Esta realidad está encuadrada en una
geografía y en una historia, aquí y ahora, también en una Iglesia
entre dos milenios que comparte los gozos y las esperanzas de
un mundo que cambia.

¿Cómo debe ser el apóstol de Cristo en nuestra época?


¿qué significado tiene la espiritualidad para el sacerdote minis-
tro?

15
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .

Tiempo de gracia en un mundo que cambia — Nace un concepto nuevo de unidad y responsabilidad
universal dentro de la valoración y autonomía de las cul-
El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios indica que turas y pueblos: los adelantos, los conflictos, los proble-
Cristo vive nuestras circunstancias históricas: "habitó entre no- mas y la paz son patrimonio de toda la familia humana;
sotros" (Jn 1,14). Es decir, ha establecido su tienda de caminan- se reconoce que hay derechos fundamentales comunes
te en medio nuestro para compartir nuestra vida. Todo creyente a todos los hombres y a todos los pueblos (cf. GS 4-10).
y especialmente el sacerdote ministro (ordenado), orienta su vi-
da en sintonía con las vivencias de Cristo en cada período histó-
Es necesario destacar la inversión de valores que puede pro-
rico y en toda situación humana. Porque "el Hijo de Dios, con
ducirse cuando estos cambios y logros carecen de enfoque ver-
su Encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hom-
daderamente humano y cristiano: "el materialismo individualis-
bre" (GS 22).
ta. . . el cónsumismo. . . el deterioro de los valores familiares bá-
sicos. . . de la honradez pública y privada" (Puebla 54-58) 1 .
Nuestra sociedad humana entre dos milenios sufre cambios
rápidos y profundos, que parecen forjar una nueva etapa históri-
Este hombre técnico y universalista siente más que nunca
ca más técnica y pluralista. El hombre de hoy se siente impulsa-
la necesidad de vivencia, experiencia y trascendencia. "A fuer
do hacia un progreso y unas conquistas que parecen ilimitadas: de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se
"El espíritu científico modifica profundamente el ambiente cul- siente, no obstante, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida
tural y las maneras de pensar" (GS 5). Nace un profundo senti- superior" (GS 10). Es, pues, un hombre que pregunta sobre:
do de autonomía de las realidades terrenas.
— El sentido de la vida, la dignidad de la persona (trabajo,
Los cambios profundos, sociológicos, psicológicos, morales cultura, convivencia), de la historia humana. . .
y religiosos, parecen delinear una persona y una comunidad hu-
mana con rasgos y características en las que habrá que reinsertar — El sentido del dolor, de las injusticias, de la pobreza, del
el evangelio:
mal, de la muerte. . .
— Dominio sobre la naturaleza y progreso ilimitado en los — El sentido del progreso y de los adelantos, comunicación
campos de la manipulación de la materia, energía, gené- de bienes con toda la humanidad. . .
tica, espacio, microcosmos. . .

— Elaboración, intercambio y comunicación de datos y no-


ticias: medios de comunicación social (mass media), in- 1 La Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II (sobre la Iglesia y el
formática, telemática, ideologías que tienden a monopo- mundo moderno) resume los fenómenos sociológicos actuales: Proemio y ex-
lizar la humanidad. . . posición preliminar (GS 1-10). Puebla resume la situación en América Latina;
ver especialmente la primera parte (Visión pastoral de la realidad latinoameri-
cana). Ver también Medellín en la introducción y la primera parte (Promoción
— Movilidad humana masiva y permanente: migraciones humana): "América Latina está evidentemente bajo el signo de la transforma-
debidas al trabajo, guerra, racismo, grandes ciudades, tu- ción y el desarrollo. Transformación que, además de producirse con una rapi-
dez extraordinaria, llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre,
rismo, encuentros, calamidades naturales, presiones ideo- desde el económico hasta el religioso. Esto indica que estamos en el umbral de
lógicas, pobreza, centros de riqueza. . . una nueva época histórica de nuestro continente" (Introducción, n. 4):

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J U A N ESQUERDA BIFET
E S P I R I T U A L I D A D E I D E N T I D A D SACERDOTAI

— El sentido de la trascendencia y del más allá como base donación a Dios y a los hermanos. Sólo es irreversible lo que
del misterio del hombre. . . nazca del amor. Todo lo que no nazca de la caridad es caduco,
aunque produzca unos éxitos inmediatos. "Para ser tal, el desa-
— El sentido del pensamiento humano que ha fraguado in- rrollo debe realizarse en el marco de la solidaridad y de la liber-
numerables ideologías (muchas de ellas válidas, pero to- tad, sin sacrificar nunca la una a la otra bajo ningún pretexto. . .
das variables y pasajeras) sobre el misterio del hombre... El verdadero desarrollo debe fundarse en el amor a Dios y al
prójimo, y favorecer las relaciones entre los individuos y las so-
— El sentido de las normas morales (ética) para la conduc- ciedades. Esta es la civilización del amor, de la que hablaba el
ta personal, familiar, social, política, económica, inter- Papa Pablo VI" (SRS 33).
nacional. . .
Este análisis cristiano de la realidad equivale a discernir los
Este hombre que quiere ver, pesar, medir, experimentar, signos de los tiempos (cf. Mt 16,2-4). Los acontecimientos reco-
no deja de pedir espiritualidad: "Por su interioridad es, en efec- bran su orientación a la luz de la hora de Jesús, es decir, de su
to, superior al universo entero; a esta profunda interioridad re- muerte y resurrección (cf. Jn 13). La realidad aparece entonces
torna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguar- en toda su hondura, como reclamando al hombre un compromi-
da, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo so de donación para liberarle integralmente haciéndole pasar a
la mirada de Dios, decide su propio destino" (GS 14). Mientras la actitud evangélica del amor universal. "La Iglesia, en la pleni-
se pregunta sobre el silencio y ausencia de Dios, el hombre no tud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia
deja de sentir sed de El, como si intuyera que sin Dios la vida del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el
sería un absurdo. Este hombre no deja de ser redimido por curso de la historia" (SRS l;cf. 4, 11,44);DH 15) 2 .
Cristo.

El espíritu del cristianismo sólo puede ser presentado por La fe sobre el misterio de la Encarnación salva todas las
apóstoles auténticos que lo hayan experimentado en sus propias tensiones convirtiéndolas en armonía de humanismo integral.
vidas como encuentro con Cristo. La sociedad moderna necesita "Esta fe nos impulsa a discernir las interpelaciones de Dios en
ver signos claros del evangelio. Paradójicamente, el mundo, que los signos de los tiempos, a dar testimonio, a anunciar y a pro-
a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios lo busca, mover los valores evangélicos de la comunión y la participación,
sin embargo, por caminos insospechados y siente dolorosamente a denunciar todo lo que en nuestra sociedad va contra la filia-
su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen
de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmen-
te, como si estuvieran viendo al Invisible" (EN 76; cf. GS 7).
2. La frase "signos de los tiempos" (Mt 16, 4) o equivalente, se encuentra fre-
cuentemente en los documentos del Vaticano II, ya desde la Constitución Hu-
Estas realidades humanas deben ser analizadas objetiva- marme salutis por la que Juan XXIII convocó el concilio. Ver: GS 4, 11, 44.
mente y a la luz del evangelio. El análisis cristiano de la realidad Para la vida sacerdotal: PO 6, 9, 15, 17, 18. Tiene relación con la "hora del
Padre" que apunta hacia el misterio pascual (Jn 2,4; 7,30; 8,20; 12,23; 13,1).
y de la historia se realiza a la luz del misterio pascual de Cristo Puebla 12, 15, 420, 473, 653, 847, 1115, 1128. Cf. L. GONZÁLEZ CAR-
(cf. GS 22, 32,38-39, 45). Este análisis señala unas pistas para VAJAL, Los signos de los tiempos, el reino de Dios está entre vosotros, San-
descubrir en los acontecimientos un hecho o un tiempo de gra- tander, 1987; M.D: CHENU, Los signos de los tiempos, reflexión teológica en
cia (kairos), que transforma la vida humana en compromiso de' la Iglesia, en La Iglesia en el mundo de hoy, Madrid, Taurus, 1970, 11,25-278;
M. RUIZ, Los signos de los tiempos, Manresa 40 (1968) 5-18.

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ción que tiene su origen en Dios Padre y de la fraternidad en pascual de Cristo y transformar el mundo según el mandato del
Cristo Jesús" (Puebla 15). "No hay más que un humanismo ver- amor.
dadero que se abre al Absoluto. . . El hombre no se realiza en sí
mismo, si no es superándose" (Pablo VI, Populorum Progressio La Iglesia ha sido fundada y amada por Jesús como un con-
42). "Vuélvete a ti mismo; en el hombre interior habita la ver- junto de signos humanos (débiles) portadores de gracia. "Nacida
dad; y si encuentras que tu naturaleza es mudable, transciéndete del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Re-
a ti mismo" (San Agustín, De Vera Religione 39, 72: PL 34, dentor, reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finali-
154). dad escatológica y de salvación, que sólo en el siglo futuro po-
drá alcanzar plenamente. Está presente ya aquí en la tierra, for-
Nos encontramos en una "época hambrienta de Espíritu" mada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena
(RH 18). Las realidades históricas sólo se pueden discernir y que tienen la vocación de formar en la propia historia del género
transformar en un compartir profundo de espiritualidad cristia- humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando
na. Por esto, el objetivo principal de la doctrina social de la Igle- sin cesar hasta la venida del Señor" (GS 40) 4 .
sia es el de "interpretar esas realidades, examinando su confor-
midad o diferencia con lo que el evangelio enseña acerca del La Iglesia se llama misteric o sacramento porque es signo
hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para transparente y portador de la presencia de Cristo resucitado (Ef
orientar en consecuencia la conducta cristiana" (SRS 41). 3,9-10; 5,32). Se llama también comunión ("koinonía") porque
está constituida por hermanos que se aman en Cristo. Su objeti-
El hombre que comienza a delinearse en nuestra historia es vo es la misión, en cuanto que ha sido fundada para ser enviada
un ser profundamente relacionado con todos los hermanos, con a evangelizar o anunciar la buena nueva a todos los pueblos 5 .
todos los pueblos y con el universo entero. Este hombre encon-
trará su identidad si se abre a la trascendencia. Y esta apertura La comunidad eclesial de creyentes es, pues, expresión o
reclama testigos del Dios vivo y signos transparentes del Buen cuerpo de Cristo, a modo de complemento o prolongación (Ef
Pastor 3 . 1,23; Col 1,24). Cada persona ha sido llamada (según la propia
vocación) y agraciada (según carismas o gracias especiales) para
formar parte de la comunidad eclesial y ejercer diversos servicios
o ministerios.
Una Iglesia solidaria de los gozos y esperanzas

La espiritualidad cristiana y sacerdotal es eminentemente


eclesial. La Iglesia {ecclesia) es la comunidad humana convocada
por la palabra o anuncio del evangelio para celebrar el misterio 4. Cf. Algunos textos básicos sobre la fundación de la Iglesia: Mt 16, 18; 28,
19-20; Le 24,47-49; Me 16,15-20; Jn 20,21-23; 21,15-18; Act 1,4-8; 2,41-47;
4,31-34; 20,28;Ef 2,20; 3,9-10; 5,25-33.

5 Con estos tres títulos resume la eclesiología conciliar del Vaticano II el docu-
3 Documentos de la Conferencia Episcopal española: Testigos del Dios vivo, mento final del Sínodo Episcopal extraordinario de 1985: Ecclesia sub Verbo
identidad y misión de la Iglesia, Madrid, PPC 1985; Los católicos en la vida Dei Mysteria Christi celebrans pro salute mundl Traduc. cast: L'Osservatore
pública. Instrucción pastoral, Madrid, PPC 1986. Romano, 22.12.85, p. 11-14.

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J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .

Esta Iglesia es esposa o consorte de Cristo, fiel y fecunda, de todo el género humano" (LG 1). Por esto, "no está ligada a
virgen y madre (Gal 4,26), porque comparte esponsalmente la ninguna forma particular de civilización humana ni a sistema al-
vida del Señor (Ef 5,25-27; 2Cor 11,2). Es pueblo de Dios, a guno político, económico o social", sino que sirve libremente a
modo de propiedad esponsal (IPe 2,9; Apoc 1,5-6), como "sig- toda comunidad humana "bajo cualquier régimen político que
no levantado en medio de las naciones" (Is 11, 12; cf. SC 2). Es reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la fa-
"el germen y el principio del Reino" (LG 5), que un día será milia y los imperativos del bien común" (GS 42).
plenitud en Cristo.
Esta Iglesia, fundada y amada por Cristo, es, por su misma
naturaleza, solidaria de los gozos, de las angustias y de las espe-
La Iglesia está inserta en el mundo como: ranzas de toda la humanidad, como "llamada a dar un alma a la
sociedad moderna" (J. P. Disc. 11.10.85). "Los gozos y las es-
— Cuerpo o expresión visible de Cristo resucitado (Col peranzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro
1,24; Ef 1,23). tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la
vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de
— Sacramento (misterio) o signo portador y eficaz de Cris- Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco
to resucitado presente (Ef 3,9-10). en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hom-
bres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo
— Esposa o consorte, fiel y comprometida en la misma en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena
suerte de Cristo (Ef 5,25-27; 2Cor 11,2). nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por
ellos se siente íntima y realmente solidaria del género humano
— Madre como instrumento de vida en Cristo y vida en Es- y de su historia" (GS 1).
píritu (Gal 4, 4.19.26).
La naturaleza misionera de la Iglesia (cf. AG 2,6,9) enraiza
— Pueblo como propiedad cariñosa de Dios y signo de lo en su mismo ser de "sacramento universal de salvación" (LG
que deben ser todos los pueblos (IPe 2,9; Apoc 1,5-6). 48; AG 1). Pues bien, esta realidad sacramental de la Iglesia la
muestra ante él mundo como signo de la cercanía de Cristo a
— Inicio del Reino de Dios anunciado por Cristo, que ya todo hombre y a todos los pueblos en su situación concreta:
habita en los corazones (dimensión carismática), que es- "Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia hu-
tá presente en la Iglesia (dimensión institucional) y que mana al tiempo de su peregrinación en la tierra, deriva del hecho
un día será encuentro final o plenitud en el más allá (di- de que la Iglesia es sacramento universal de salvación, que mani-
mensión escatológica) (Le 10,9; 11,2; 17,21; cf. LG 5). fiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al
hombre" (GS 45).
Desde el día de la Encarnación, Cristo es protagonista de la
vida de cada ser humano y de cada pueblo (cf. GS 22). La Igle- La espiritualidad cristiana será, pues, vivencia de Iglesia,
sia ha sido fundada por Cristo para ser su signo visible que cons- sentido y amor de Iglesia, que sintoniza con los sentimientos de
truya la unión o comunión humana en cada corazón y en toda Cristo en su misterio de Encarnación y redención para la salva-
la sociedad: "La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, ción del mundo (cf. Fil 2,5-11; Jn 1,14; 3,16-17). A través del
signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad testimonio cristiano y eclesial, "Cristo. . . manifiesta el hombre

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J U A N ESQUERDA BIFET E S P I R I T U A L I D A D E I D E N T I D A D SACERDOTAI

al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación" de hermanos y cuerpo de Cristo (LG II), Iglesia "misión"
(GS 22). Por este mismo testimonio cristiano de las bienaventu- y peregrina en la historia como inicio del Reino definiti-
ranzas y del mandato del amor, aparece que "el hombre. . . no vo, "sacramento universal de salvación" (LG VII).
puede encontrar su propia plenitud, si no és en la entrega de sí
mismo a los demás" (GS 24). Entonces se hace manifiesto que — Portadora del mensaje evangélico para el hombre concre-
"el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene" (GS to y para todos los pueblos: Iglesia de la Palabra (DV).
35).
— Centrada en la muerte y resurrección de Cristo: Iglesia
Si fallase el testimonio de la espiritualidad cristiana (por que hace presente en la historia humana el misterio pas-
parte de los pastores y de los fieles) la Iglesia no sería signo cual (SC).
creíble de su misión. Por la vivencia de la caridad o de las biena-
venturanzas, "la Iglesia. . . puede ofrecer gran ayuda para dar un — Insertada en las realidades humanas: Iglesia en el mundo
sentido más humano al hombre y a su historia" (GS 40). Sólo y en la historia (GS).
con una auténtica espiritualidad se podrá evitar "el divorcio en-
tre la fe y la vida diaria", que es "uno de los más grandes errores Hacer realidad esta Iglesia descrita por el Concilio Vaticano
de nuestra época" (GS 43). II, es "el fundamento y el comienzo de una gigantesca obra de
evangelización" (Juan Pablo II, Disc. 11.10.85).
El hombre del tercer milenio cristiano necesita ver una
Iglesia transparencia de Cristo. Por esto, "el hombre se convierte La espiritualidad cristiana y sacerdotal es, pues, camino de
siempre en el camino de la Iglesia" (DEV 58; cf RH 14). "Una Iglesia sacramento y Pueblo de Dios (LG I, II, VII), por la fideli-
nueva etapa de la vida de la Iglesia" (RH 6) necesita presentar dad a la Palabra (DV), la vivencia y celebración del misterio pas-
una comunidad eclesial que "avanza continuamente por la senda cual de Crsito (SC), al servicio del hombre en el mundo y en la
de la renovación" (LG 8). Así podrá la Iglesia "revelar al mundo historia (GS).
su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifies-
te en todo esplendor al final de los tiempos" (ibídem). Los agentes de pastoral y especialmente los sacerdotes mi-
nistros están llamados a suscitar en las comunidades eclesiales
Para responder a una nueva época de gracia, la Iglesia des- una renovación espiritual que responda a la realidad concreta a
crita por el Concilio Vaticano II está empeñada en una profunda la luz del evangelio. "Esta realidad exige conversión personal y
renovación espiritual, que la haga más signo transparente y por- cambios profundos de las estructuras que respondan a las legí-
tador del evangelio. Por esta renovación, "la claridad de Cristo timas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia so-
resplandece sobre la faz de la Iglesia" (LG 1). Cada cristiano se- cial" (Puebla 30) 6 .
gún su propia vocación forma parte responsable de esta Iglesia
que es, según los cuatro documentos (constituciones) principa- 6 "Desde la la. Conferencia General del Espiscopal realizada en Río de Janeiro
les del concilio, Lumen Gentium (LG), Dei Verbum (DV), Sa- en 1955 y que dio origen al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y,
crosantum Concilium (SC), Gaudium et Sepes (GS): más vigorosamente todavía, después del Concilio Vaticano II y de la Confe-
rencia de Medellín, la Iglesia ha ido adquiriendo conciencia cada vez más clara
y más profunda de que la evangelización es su misión fundamental y de que
- Signo transparente y portador de Cristo: Iglesia, sacra- no es posible su cumplimiento sin un esfuerzo permanente de conocimiento de
la realidad y de adaptación dinámica, atractiva y convincente del Mensaje a los
mento o misterio (LG I), Iglesia "comunión" o pueblo hombres de hoy" (Puebla 85; cf. nn. 72-92).

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J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAI

La misión de la Iglesia, a la luz de la Encarnación, es la de amor y servicio al prójimo, particularmente a los más pobres"
llegar al hombre concreto para salvarlo o liberarlo en toda su in- (SRS 46).
tegridad. La Iglesia relee la historia a la luz del evangelio (cf.
SRS 1). Por esto "doctrina social cristiana ha reivindicado una La naturaleza de la Iglesia es esencialmente de comunión
vez más su carácter de aplicación de la Palabra de Dios a la vid-a porque refleja la comunión de Dios Amor y construye la hu-
de los hombres y de la sociedad, así como a las realidades terre- manidad entera en comunión de hermanos (cf. SRS 40). Esta
nas, que con ellas se enlazan, ofreciendo principios de reflexión, actitud de comunión koinonía y de caridad agave es la base de
criterios de juicio y directrices de acción (SRS 8). Esta doctrina la espiritualidad cristiana y sacerdotal 8 .
"no es una tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivis-
mo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras solu-
ciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una ca- Hacia una nueva evangelización
tegoría propia. No es tampoco una ideología, sino la cuidadosa
formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las com- Todo apóstol y especialmente el sacerdote ministro debe
plejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el afianzar sus "actitudes interiores" (EN 74) para colaborar en
contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial" una "evangelización renovada" (EN 82), en una nueva etapa de
(SRS41) 7 . la historia humana. A veces habrá que reevangelizar sectores hu-
manos cuyo cristianismo corre el riesgo de diluirse. Frecuente-
mente se tratará de emprender una nueva evangelización:
La solidaridad, de que es portadora la Iglesia (GS 1), "nos
ayuda a ver el otro, persona, pueblo o nación, no como un ins- — Nueva en su ardor, por la disponibilidad misionera de los
trumento cualquiera para explotar a poco coste su capacidad de evangelizadores,
trabajo o resistencia física, abandonándolo cuando ya no sirve,
sino como un semejante nuestro, una ayuda, para hacerlo partí- — en su métodos, por un mejor aprovechamiento de los
cipe, como nosotros, del banquete de la vida al que todos los nuevos medios de apostolado,
hombres son igualmente invitados por Dios. De aquí la impor-
tancia de despertar la conciencia religiosa de los hombres y de
— en sus expresiones, por la adaptación de la doctrina y de
los pueblos" (SRS 39).
la práctica cristiana sin disminuir sus principios y exigen-
cias evangélicas9.
La Iglesia, empezando por sí misma, se compromete a de-
fender los derechos fundamentales de las personas y de los pue- El momento actual puede ser "el desafío más radical que
blos. "De esta manera, el proceso del desarrollo y de la libera- ha conocido la historia" (Juan Pablo II, Disc. 11.10.85). La Igle-
ción se concreta en el ejercicio de la solidaridad, es decir, del

8 Ver el tema de Iglesia en los capítulos III y VI.


7 La doctrina social de la Iglesia queda resumida principalmente en las encíclicas 9 Juan Pablo II, Alocución al CELAM, 9 marzo 1983 (Puerto Príncipe, Haití), y
Rerum novarum de León XIII, Quadragesimo anno de Pío XI, y Mater et Ma- 12 octubre 1984 (Santo Domingo). Cf. Discurso inaugural del Papa en el
gistra de Juan XXIII. El concilio resume esta doctrina en Gaudium et Spes CELAM, Puebla (28 enero 1979: verdad sobre Cristo, verdad sobre la misión
(parte 2a. cap. III). Después del concilio, en las encíclicas Populorum progres- de la Iglesia, verdad sobre el hombre). El tema se va repitiendo en todo los
sio de Pablo VI, Laborem excercens y Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II. viajes del Papa a Latinoamérica.

26 27
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAI

sia está "llamada a dar un alma a la sociedad moderna" evange- y ambientes, para hacer una nueva humanidad con hombres
lizando "en términos totalmente nuevos" para "proponer una nuevos y encaminar a todos hacia una nueva manera de ser, de
nueva síntesis creativa entre evangelio y vida" (ibídem). Los juzgar, de vivir y de convivir. Todo esto es un servicio que nos
evangelizadores deben ser "expertos en humanidad, que conoz- urge" (Puebla 350) 12 .
can a fondo el corazón del hombre de hoy, participen en sus go-
zos y esperanzas. . . y, al mismo tiempo, sean contemplativos
enamorados de Dios", capaces de "poner el mundo moderno en Así como la paz no puede construirse, si no es a escala uni-
contacto con las energías vivificantes del evangelio" (ibídem) 10 . versal, de modo semejante la misión de la Iglesia no puede ser
realidad profunda en ninguna comunidad concreta, mientras no
se colabore eficazmente en la evangelización a todos los pueblos
La Iglesia "existe para evangelizar" (EN 14) porque "naci-
(Ad Gentes), aunque sea "dando desdé nuestra pobreza" (Pue-
da de la misión de Jesucristo, la Iglesia es, a su vez, enviada por
bla 368).
El" (EN 15). Ahora bien, "evangelizar significa llevar la Buena
Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influen-
cia, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad" En una nueva evangelización, el problema más urgente es el
(EN 18), "alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio los de la renovación de los agentes de pastoral, y especialmente de
criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de inte- los sacerdotes ministros. Las "actitudes interiores del apóstol"
rés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los mo- (EN 74), es decir, su espiritualidad, con garantía de la autentici-
delos de vida de la humanidad, que están en contraste con la pa- dad de la evangelización. Se resumen todas ellas en la "fidelidad
labra de Dios y con el designio de salvación" (EN 19). Todo cris- que crea comunión" (Puebla 384). Son, pues, actitudes de:
tiano participa de esta misión evangelizadora, pero de modo es-
pecial los sacerdotes ministros 11 . — "Una vida de profunda comunión eclesial.

— La fidelidad a los signos de la presencia y a la acción del


La nueva evangelización debe llegar al hombre concreto en
Espíritu en los pueblos y en las culturas. . .
toda su hondura de criterios, escala de valores y actitudes, así
como a la comunidad humana en su propia cultura y situación
— La preocupación porque la Palabra de verdad llegue al
histórica y social. "A partir de la persona llamada a la comunión
corazón de los hombres y se vuelva vida.
con Dios y con los hermanos, el evangelio debe penetrar en su
corazón, en sus experiencias y modelos de vida, en su cultura
— El aporte positivo a la edificación de la comunidad.

12 La segunda parte del documento de Puebla (designios de Dios sobre la reali-


10 Citamos este discurso programático de Juan Pablo II al Simposio del Consejo dad de América Latina) presenta el contenido y la naturaleza de la evangeliza-
de las Conferencias Episcopales de Europa, 11 de octubre 1985. ción, haciendo la aplicación a los temas concretos de: cultura, religiosidad po-
pular, liberación, promoción humana, ideologías y política. Cf. J.F. GORSKI,
11 Uno de los documentos postonciliares más citados es la exhortación apostólica El desarrollo histórico de la misionologia en América Latina, La Paz, 1985;
Evangelii Nuntiandi de Pablo VI (año 1975). Su contenido se concreta en la J.A. VELA, Las grandes opciones de la pastoral en América Latina a partir del
naturaleza de la evangelización, su contenido, medios, destinatarios, agentes y documento de Puebla, "Documenta Missionalia" 16 (1982) 159-179. Número
espiritualidad. Ver estudio y bibliografía en: Espiritualidad misionera, Madrid, monográfico Os avancos de Puebla en Revista Eclesiástica Brasileira 39 (1979)
BAC, 1982. Analizaremos el tema en el capítulo cuarto (sacerdotes para evan- fase 153. Ver: (Secretariado General del CELAM, Medellín, reflexiones en el
gelizar). CELAMJ, Madrid, BAC, 1977.

28 29
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. ..

— El amor preferencial y la solicitud por los pobres y nece- del hombre frente a la realidad del cosmos sin olvidar la trascen-
sitados. dencia humana. Hay que anunciar el misterio del Verbo encar-
nado (Jn 1,14) en las circunstancias humanas concretas, para va-
— La santidad del evangelizados . . la alegría de saberse lorarlas, purificarlas y llevarlas a la plenitud en Cristo. El após-
ministro del evangelio" (Puebla 378-383) 13 . tol necesita una actitud de fidelidad y de inculturación previa en
el mismo evangelio para poder transmitirlo en insertarlo adecua-
Estas cualidades del apóstol son exigencia del dinamismo damente 15 .
evangelizador de la Iglesia, que "da testimonio de Dios, revelado
en Cristo por el Espíritu. . . anuncia la Buena Nueva. . . engen- Evangelizar al hombre en su situación concreta es un pro-
dra la fe que es conversión del corazón, de la vida. . . conduce al ceso de liberación, que no puede realizarse sin apóstoles impreg-
ingreso en la comunidad de los fiesles que perseveran en la ora- nados de evangelio. La liberación integral cristiana está marcada
ción, en la convivencia fraterna y celebran la fe y los sacramen- por el signo de la esperanza. Es liberación que abarca todo el ser
tos de la fe, cuya cumbre es la Eucaristía" (Puebla 356-359). humano, "inclusive la dimensión política" (Puebla 515) y lo
orienta hacia el "más allá del tiempo y de la historia. . ., más allá
A la nueva evangelización se le abren nuevos campos de del hombre mismo" (EN 28). Es liberación inmanente y trascen-
evangelización, en cuanto que las circunstancias de los mismos dente (EN 27) que hace de todo hombre y de toda la comuni-
han cambiado profundamente. De ahí que se pueda hablar de dad una imagen de Dios Amor. "Se funda en tres grandes pila-
opción preferencial (no exclusiva ni excluyente) por los pobres res. . .: la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia, la
y los jóvenes (cf. Puebla 1134-1205), y de atención particular verdad sobre el hombre" (Puebla 484). Los medios para conse-
a la familia, al campo del trabajo, de la justicia social, de la cul- guir esta liberación serán, pues, "evangélicos" (Puebla 486). Los
tura, etc. 14 . evangelizadores necesitan una actitud contemplativa de fideli-
dad a la Palabra, y una vida de auténtica pobreza 16 .
La Iglesia está llamada a hacer llegar el evangelio hasta el
corazón de los pueblos y de las culturas. Los elementos funda- La nueva evangelización llega al hombre concreto para lla-
mentales de toda situación humana tienen siempre una raíz cul- marle a conversión y bautismo. Cristo llama a un proceso de
tural. La cultura es un conjunto de criterios, valores y actitudes cambio de actitudes, a fin de que el hombre se realice en toda
su integridad. "El hombre no puede encontrar su propia pleni-
tud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (GS
13 Cf. AG 23-26; EN 74-82. Los temas del cap. VII de EN son todo un programa 24). La evangelización confronta al hombre consigo mismo y
de espiritualidad misionera: actitudes interiores (n. 74), fidelidad al Espíritu
Santo (n. 75), autenticidad o testimonio (n. 76), unidad (n. 77), servidores de
la verad (n. 78), caridad pastoral (nn. 79 y 80), María Estrella de la evangeliza-
ción renovada (n. 81 y 82).
15 Sobre el proceso de inculturación (inserción del evangelio en una cultura), ver:
LG 13,17: G S 5 3 , 58, 62; AG 3,10-11, 22; EN 63-65; RH 12; Puebla 172-178;
14 La frase opción preferencial la aplica Puebla a los pobres (cuarta paite, cap. I)
385-443.
y a los jóvenes (cuarta parte, cap. II). "Los pobres y los jóvenes constituyen,
pues, la riqueza y la esperanza de la Iglesia en América Latina y su evangeliza-
16 Cf. Puebla 470-562. Son ya conocidas las dos Instrucciones de la Congregación
ción es, por tanto, prioritaria" (Puebla 1132). En este mismo contexto se pre-
para la doctrina de la fe: Sobre algunos aspectos de la teología de la liberación
senta la acción de la Iglesia en la construcción de una sociedad pluralista (cap.
(6 de agosto 1984) y sobre la libertad cristiana y liberación (22 de marzo,
III) y en favor de la persona en la sociedad nacional e internacional (cap. IV).-
1986).

30 31
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .

con la comunidad, para revisar su vida y orientarla hacia el amor. Iglesia solidaria de los gozos y esperanzas de la sociedad actual
La espiritualidad cristiana y sacerdotal consiste en esta dinámica (n. 2), comprometido en una nueva evangelización (n. 3). La es-
que hace del apóstol un signo de Cristo. Los acontecimientos piritualidad o estilo de vida (n. 5) corresponderá a estas realida-
son una llamada para ver la realidad tal como es juzgarla a la luz des concretas.
del evangelio y actuar según el mandamiento nuevo.
En una sociedad más estática del pasado, el sacerdote mi-
El anuncio de la fe en el misterio de la Encarnación, de la nistro, como todo seguidor de Cristo, corría el riesgo de anqui-
redención y de la resurrección de Cristo es el fundamento de losar las virtualidades de su carisma y vocación en unos cuadros
la evangelización en cada época. Sólo "Cristo manifiesta plena- sociológicos hechos y más o menos estables y rutinarios. Una
mente el hombre al propio hombre" (GS 22). Es El quien "or- época de cambios ideológicos y sociológicos ha cuestionado su
denó a los Apóstoles predicar a todas las gentes la nueva evangé- vida sacerdotal preguntando por su razón de ser, por la validez
lica, para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que de su metodología de acción pastoral y por su autenticidad de
la plenitud de la ley sea el amor. . . una nueva comunidad frater- vida. "La propia historia está sometida a un proceso tal de acele-
na" (GS 32). Caminamos hacia "una nueva tierra donde habita ración, que apenas es posible al hombre seguirla. El género hu-
la justicia" (GS 39; cf. 2Cor 5,2; 2Pe 3,13). "No obstante, la es- mano corre una misma suerte y no se diversifica ya en varias his-
pera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avi- torias dispersas. La humanidad pasa así de una concepción más
var la preocupación de perfeccionar esta tierra. . . El reino está bien estática de la realidad a otra más dinámica y evolutiva, de
ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el donde surge un nuevo conjunto de problemas que exige nuevos
Señor, se consumará su perfección" (GS 39). análisis y nuevas síntesis" (GS 5).

Se necesitan "nuevos santos para evangelizar el hombre de Estos cuestionamientos produjeron una crisis (alrededor de
hoy" (Juan Pablo II, Disc. 11.10.85), puesto que los grandes los años setenta) cuyos efectos fueron con frecuencia negativos:
evangelizadores de cada época histórica han sido los santos. dudas sobre el sacerdocio, secularizaciones, descenso de vocacio-
nes, desánimo... En realidad, toda situación sociológica nueva
cuestiona al creyente para que sea más coherente con el evange-
Ser sacerdote hoy. Identidad sacerdotal lio. El cansancio, el desánimo, el abandono, así como la angustia
o el entregarse a ideologías al margen del evangelio, son reaccio-
Todo cristiano e^stá llamado a compartir la vida con Cristo, nes caducas y estériles. El análisis cristiano de la realidad (tam-
que se prolonga en la Iglesia y que está presente, resucitado, en bién sacerdotal) hace profundizar en el mensaje evangélico de
la vida de cada persona, en cada comunidad eclesial y en cada las bienaventuranzas y del mandato del amor. De una situación
época histórica. El sacerdote ministro (consagrado por el sacra- sociológica nueva debe salir un cristiano y un sacerdote renova-
mento del orden) es signo del Buen Pastor: comparte de modo do, gracias a la profundización de los datos evangélicos como
especial su ser sacerdotal, prolonga su obrar y sintoniza con sus encuentro con Cristo. El análisis de la realidad está bien hecho
vivencias de caridad pastoral. cuando deja traslucir un nuevo modo de transformar la vida en
donación a ejemplo del Buen Pastor (cf. GS 24) 17 .
El sacerdote es signo del Buen Pastor en las circunstancias
sociológicas e históricas, también en el hoy de un tiempo de gra-
17 El documento final del Sínodo Episcopal de 1971 (El sacerdocio ministerial)
cia y de un mundo que cambia (cf. n. 1), formando parte de una hace una descripción muy detallada de la situación: "Algunos sacerdotes se

32 33
ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .
J U A N ESQUERDA BIFET

nuevos campos a la evangelización y se redescubre que la propia


Ahondar en el evangelio para iluminar unos acontecimien- vida debe ser un trasunto más claro y auténtico de la caridad del
tos nuevos significa, para el llamado a ser signo del Buen Pastor, Buen Pastor. Sólo así se puede responder evangélicamente a una
reestrenar la vocación como declaración de amor: llamó a los nueva época de gracia y de cambios. "El sacerdocio, que tiene
que quiso" (Me 3,13); cf. Jn 13,18; 15,16). El "sigúeme" es una su principio en la última cena, nos permite participar en esta
llamada siempre reciente, renovada en cada circunstancia histó- transformación esencial de la historia espiritual del hombre"
rica personal y comunitaria (Jn 1,43; Mt 4,19; 9,9; Me 10,21). (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo, 1988, n. 7).

La vocación sacerdotal se renueva en toda circunstancia his- En cada época se plantean tensiones y antinomias que quie-
tórica si se vive como encuentro con Cristo y como misión: "los ren oponer, según los casos, el apostolado a la espiritualidad, la
llamó para estar con El y para enviarlos a predicar" (MC 3,13-14). inmanencia a la trascendencia, el carisma a la institución, la gra-
Sin esta renovación, los acontecimientos y las situaciones socio- cia a la naturaleza. . . Las rupturas se producen al faltar la refe-
lógicas (que son también hechos indicativos de gracia) se con- rencia al misterio de Cristo, el Verbo Encarnado. Los ternas
vierten en ocasiones de deserción, de rutina, de ruptura o de cristianos (como el tema del sacerdocio o del reino) tienen pro-
desviación. Ningún acontecimiento y ninguna circunstancia so- piamente tres niveles que se postulan mutuamente: nivel de in-
ciológica puede disminuir las exigencias evangélicas del segui- terioridad y carisma, nivel de institución y acción, nivel de ple-
miento radical de Cristo para ser signo personal de cómo ama nitud y encuentro final en el más allá (escatología). El sacerdo-
El. te se ve siempre zarandeado por estas tensiones; su referencia
a Cristo Sacerdote y Buen Pastor le ayuda a situarse en "uni-
dad de vida" (PO 14), que es principio de unidad para la comu-
El hoy de una etapa histórica nueva es un hecho de gracia nidad eclesial y humana de cada época.
(kairós) sólo cuando se respetan las nuevas luces que el Espíritu
Santo comunica a su Iglesia, para comprender mejor el conteni-
do maravilloso de la palabra evangélica (cf. Le 24,45; Jn 16,13). La identidad sacerdotal está en la línea de sentirse amado y
No es el hecho sociológico el que debe condicionar a la palabra capacitado para amar. Esta identidad se reencuentra cuando se
de Dios, sino que es ésta la que ilumina el acontecimiento para quiere vivir el sacerdocio en todas sus perspectivas o dimensio-
convertirle en "signo de los tiempos" (cf. n. 1). Si lo sociológico nes. "Una visión de síntesis, en la que aparezca la convergencia
prevaleciera sobre las exigencias evangélicas, se produciría un de elementos, a veces presentados como contrapuestos, cobra
proceso de secularismo que no sería más que un nuevo clerica- gran interés" (Puebla 660):
lismo camuflado.
— Consagración o dimensión sagrada: el sacerdote en su
ser, en su obrar y en su vivencia, pertenece totalmente a
Profundizando en la propia razón de ser como sacerdote, Cristo y participa en su unción y misión.
sin admitir dudas enfermizas, se entra en sintonía con las exi-
gencias evangélicas, se renuevan métodos pastorales, se abren — Misión o dimensión apostólica: el sacerdote ejerce una
misión recibida de Cristo para servir incondicionalmente
sienten extraños a los movimientos que afectan a los grupos humanos y al mis- a los hermanos.
mo tiempo impreparados para resolver los problemas de mayor preocupación
para los hombres. . . En semejante situación se presentan graves problemas y
muchos interrogantes". - - Ver el documento publicado en: El sacerdocio hoy
(Madrid, BAC 1983) 385-414.

35
34
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. .

— Comunión o dimensión eclesial: el sacerdote ha sido en- de los sacerdotes. "Por tanto, para conseguir sus fines pastorales
viado a servir a la comunidad eclesial construyéndola se- de renovación interna de la Iglesia, de difusión del evangelio por
gún el amor. el mundo entero, así como de diálogo con el mundo actual, este
sacrosanto Concilio exhorta vehementemente a todos los sacer-
— Espiritualidad o dimensión ascetico-mística: el sacerdote dotes a que, empleando los medios recomendados por la Iglesia,
está llamado a vivir en sintonía con los amores de Cristo se esfuercen por alcanzar una santidad cada vez mayor, para
y a ser signo personal suyo como Buen Pastor 18 . convertirse, día a día, en más aptos instrumentos en servicio de
todo el Pueblo de Dios" (PO 12).
La clarificación sobre la identidad sacerdotal conduce "a
una nueva afirmación de la vida espiritual del ministerio jerár-
quico y a un servicio preferencial por los pobres" (Puebla 670). Para vivir esta identidad sacerdotal se necesita una forma-
ción adecuada, es decir, una "formación de verdaderos pastores
Las líneas espirituales y vivenciales del Buen Pastor serán de almas" (OT 4), que incluye el estudio y la meditación de la
siempre válidas. En nuestra época se requiere que estas líneas palabra, así como la celebración del misterio pascual para vivir-
sean realidad y transparencia en quienes son su signo personal. lo y anunciarlo, De este modo se preparan "para el ministerio
"Recuerden todos los pastores que son ellos los que con su tra- del culto y de la santificación" (ibídem).
to y su trabajo pastoral diario exponen al mundo el rostro de
la Iglesia, que es el que sirve a los hombres para juzgar la verda-
dera eficiencia del mensaje cristiano. Con su vida y con sus pala- El sacerdote está llamado, hoy más que nunca, a ser:
bras, ayudados por los religiosos y por sus fieles, demuestran
que la Iglesia, aun por su sola presencia, portadora de todos sus — Signo del Buen Pastor en la Iglesia y en el mundo, parti-
dones, es fuente inagotable de las virtudes de qué tan necesitado cipando de su ser sacerdotal (PO 1-3).
anda el mundo de hoy" (GS 43). "El ministerio jerárquico, sig-
no sacramental de Cristo Pastor y Cabeza de la Iglesia, es el prin- — Prolongación del actuar del Buen Pastor, obrando en su
cipal responsable de la edificación de la Iglesia en la comunión y nombre en el anuncio del evangelio, en la celebración de
de la dinamización de su acción evangelizad ora" (Puebla 659). los signos salvíficos (especialmente la Eucaristía) y en
los servicios de caridad (PO 4-6).
La respuesta de la Iglesia a los desafíos de nuestra época
depende en gran parte de la espiritualidad o fidelidad generosa — Transparencia de las actitudes y virtudes del Buen Pas-
tor, presente en la Iglesia "comunión" y "misión" (PO
7-22).
18 PABLO VI, Mensaje a los sacerdotes al terminar el año de la fe (30 de junio
1968). Las dimensiones presentadas por el Papa (sagrada, apostólica; ascético-
mística y eclesial) responden a una situación difícil: "en un sector del clero
hay una inquietud y una inseguridad en su propia condición eclesiástica. Pien- Se trata, pues, de unas actitudes (o espiritualidad) de ser-
sa que ha sido puesto al margen de la moderna evolución social". Ver el docu- vicio, consagración, misión, comunión, autenticidad. . . En una
mento en: El sacerdocio hoy, o.c, 377-383. Pablo VI repitió las cuatro dimen-
siones en el Congreso tucarístico Internacional de Bogotá, durante la ordena- palabra, ser signo transparente de Cristo Buen Pastor y de su
ción sacerdotal (22 de agosto 1968). Ver los documentos XI, XII y XIII de evangelio, para un mundo que necesita testigos y que pide expe-
Medellín. riencias y coherencia.

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J U A N ESQUERDA BIFET E S P I R I T U A L I D A D E I D E N T I D A D SACERDOTAI .

Espiritualidad cristiana y espiritualidad sacerdotal Sacerdotes ministros (LG III): signo del Buen Pastor.
Laicos (LG IV): signo de Cristo en medio del mundo.
La espiritualidad cristiana es una vida según el Espíritu. Vida consagrada (LG VI): signo fuerte de las bienaventu-
"Caminamos según el Espíritu" (Rom 8,4); "vivís según el Espí- ranzas.
ritu" (Rom 8,9). Propiamente es el camino o proceso de santi-
dad que consiste en el amor o caridad: "caminar en el amor"
(Ef 3,2) 19 . Los caminos del Espíritu, a partir del bautismo, pasan por
las bienaventuranzas (reaccionar amando en cada circunstancia)
La espiritualidad, como vida según el Espíritu Santo, que y por el mandato del amor (amar como Cristo): "Por tanto, to-
es Espíritu de Amor, se centra en la caridad y hace referencia a dos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o cir-
Cristo como "maestro, modelo. . . iniciador (autor) y consuma- cunstancias de su vida, y a través de todo eso, se santificarán
dor" de la esta santidad cristiana. Por esto, "todos son llamados más cada día si lo aceptan todo con fe, de la mano del Padre ce-
a la santidad" (LG 39), en cualquier estado de vida y en cual- lestial y colaboran con la voluntad divina, haciendo manifiesta a
quier circunstancia: "todos los fieles, de cualquier estado o con- todos, incluso en su dedicación a las tareas temporales, la cari-
dición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la dad con que Dios amó al mundo" (LG 41).
perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida
más humano incluso en la sociedad terrena" (LG 40). Cada cristiano se santifica en su propio estado de vida y
circunstancia por un proceso de sintonía con Cristo, en el Espí-
De este modo, toda la Iglesia se hace transparencia de Cris- ritu Santo, según los designios o voluntad del Padre (cf. Ef 2,18).
to (Iglesia sacramento) en cada una de las vocaciones y estados Este proceso es de cambio o conversión (en criterios, escala de
de vida: valores y actitudes) para bautizarse (esponjarse) en Cristo (pen-
sar, sentir, amar como El). Es, pues: participación y configura-
Llamada a la santidad (LG V): ción (Gal 3,27; 3ss); unión, intimidad, relación (Jn 6,56-57; 15,
9ss); semejanza, imitación (Mt 11,29); servicio, cumplimiento
de la voluntad de Dios (Me 3,35; 10,44-45; Jn 14,16); caridad,
vida nueva (Jn 13,34-35; Rom 6,4; 13,10).
19 Nuestro tema recibe diversos títulos según los autores: espiritualidad, vida es-
piritual, perfección o teología cristiana, ascética y mística, etc. El tema se de-
sarrolla explicando: naturaleza de la vida espiritual, itinerario, medios. Ver al- Los matices de esta espiritualidad cristiana, común a todos,
gunos manuales actuales: A.M. BESNARD, Una nueva espiritualidad, Barcelo- son muy variados. De suerte que se puede hablar de espirituali-
na, Estela 1966; L. BOUYER, Introducción a la vida espiritual, Barcelona, dades y escuelas diferentes. Hay también diversas dimensiones
1965; J. ESQUERDA, Caminar en el amor, Dinamismo de la vida espiritual, o perspectivas acentuadas por esas escuelas: trinitaria, cristoló-
Madrid, Soc. Educ.Atenas, 1989; S. GALILEA, El camino de la espiritualidad,
Buenos Aires, Paulinas, 1984; I. HAUSHERR, La perfección del cristiano, Bil- gica, pneumatológica, eclesial, misionera, contemplativa, socio-
bao, Mensajero 1971; C GARCÍA, Corrientes nuevas de teología espiritual, lógico-caritativa, etc. Veamos algunas concretizaciones, todas
Madrid, Studium, 1971; F. JUBERIAS, La divinización del hombre, Madrid, ellas enraizadas en la misma espiritualidad cristiana básica:
Cocuisa, 1972; B. JUANES, Espiritualidad cristiana hoy, Santander, Sal Te-
rrae, 1967; J. RIVERA, J. Ma. IRABURU, Espiritualidad católica, Madrid,
CETE, 1982; A. ROYO, Teología de la perfección cristiana, Madrid, BAC,
1968; F. RUIZ, Caminos del espíritu, compendio de teología espiritual, Ma- — Espiritualidad laical, a modo de fermento evangélico
drid, EDE, 1988; G. THILS, Santidad cristiana, Salamanca, Sigúeme, 1968. • dentro de las estructuras humanas (LG 31).

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J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL.

— Espiritualidad de la familia: como "testigos y colabora- ción. La gracia recibida en el sacramento del orden hace posi-
dores de la fecundidad de la madre Iglesia" (LG 41); pa- ble cumplir con esta exigencia. "Imitad lo que hacéis" (rito de
ra "revelar y comunicar el amor, como reflejo del amor ordenación). Esta es la espiritualidad específica del sacerdote;
de Dios y del amor de Cristo por su esposa la Iglesia" para el sacerdote diocesano secular se concretará en las gracias
FC 17; cf. GS48). de pertenencia permanente a una Iglesia local, en relación de
dependencia respecto al carisma santificador de un sucesor de
— Espiritualidad del trabajo: transformándolo en dona- los Apóstoles y formando parte de un Presbiterio también para
ción, puesto que de este modo "el hombre se realiza a sí su vida espiritual); para el sacerdote llamado religioso (o perte-
mismo. . . se hace más hombre" (LE 9). neciente a agrupaciones especiales) se concretará en el carisma
fundacional y de grupo.
— Espiritualidad de vida consagrada por la práctica perma-
nente de los consejos evangélicos: "como signo y estí- La fisonomía espiritual del sacerdote ministro es una trans-
mulo de la caridad y como un manantial extraordinario parencia de la caridad pastoral de Cristo; que cumple los desig-
de espiritual fecundidad en el mundo" (LG 42). nios salvíficos del Padre, haciendo suyos los problemas de los
hombres, dando la vida en sacrificio.
— Espiritualidad del sacerdote ministro: como "instrumen-
to vivo de Cristo Sacerdote" (PO 12), signo personal de La exigencia y la posibilidad de esta santidad y espirituali-
la caridad del Buen Pastor (cf. PO 13). dad sacerdotal arrancan de la misma entraña del sacerdocio mi-
nisterial, como signo transparente y sacramental del Buen Pas-
— Espiritualidad misionera, como disponibilidad perma- tor: por lo que es, por lo que hace, por su relación personal y
nente para la evangelización universal ad Gentes (cf. AG amistad con Cristo.
23,29).
La espiritualidad sacerdotal es una respuesta a la llamada
Debe quedar claro que todo cristiano es llamado a la santi- de Cristo Sacerdote, que quiere a "los suyos" (Jn 13,1) como
dad sin rebajas y a la misión sin fronteras. "Quedan, pues, invi- "gloria" o transparencia suya (Jn 16,14; 17,10), en sintonía
tados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insis- con su entrega total o inmolación (santificación) al Padre: "san-
tentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. tifícalos en la verdad. . . y me victimo (santifico) por ellos, para
Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que ellos sean santificados en la verdad" (Jn 17,17-19) 20 .
que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas con-
trario al espíritu de pobreza evangélica les impida la prosecu-
ción de la caridad perfecta" (LG 42).
"Cristo es la gran túnica de los sacerdotes, es decir, que la vida del sacerdote
La espiritualidad sacerdotal es sintonía con las actitudes y debe estar toda ella penetrada de la santidad de Cristo" (Juan XXIII, Disc.
vivencias de Cristo Sacerdote, Buen Pastor. Por el sacramento primera sesión Sínodo romano, 25 de enero 1960). Ver El sacerdocio hoy,
documentos del magisterio eclesiástico, Madrid, BAC, 1983, donde se reco-
del orden, se participa del ser sacerdotal de Cristo. Esta partici- gen los principales documentos sobre la espiritualidad sacerdotal, con notas
pación ontológica capacita para prolongar la acción sacerdotal introductorias, síntesis, índices, etc.: Haerent animo (San Pío X), Ad catho-
del Buen Pastor. La sintonía con la caridad pastoral de Cristo lici sacerdotii (Pío XI, Menti nostrae (Pío XII), Sacerdotii nostri primordio
(Juan XXIII), Summi Dei Verbum (Pablo VI), y documentos conciliares y
es una consecuencia de la participación en su ser y en su fun- posconciliares.

40 41
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .

Se trata, pues, de una santidad o espiritualidad "según la — Sintonía con la fidelidad de Cristo y de los Apóstoles al
imagen del sumo y eterno Sacerdote", para ser "un testimonio Espíritu Santo: Le 4, 1.14.18; 10,21; Act 20,22.
vivo de Dios" (LG 41). El sacerdote es un "Jesús viviente" (San
Juan Eudes), es decir, "instrumento vivo de Cristo Sacerdote" — Vivir los signos de los tiempos siguiendo a Cristo hacia el
(PO 12), puesto que: se hace signo viviente de Cristo en el ejer- misterio pascual: Mt 16,2-4; Jn 13,1; Le 22,15; cf. GS
cicio del ministerio (PO 12-13); se hace signo transparente de 4.11.44.
Cristo viviendo en sintonía o unidad de vida con El (PO 14); se
hace signo del Buen Pastor imitando su caridad pastoral y todas
las demás virtudes que derivan de ella (PO 15-17, sin olvidarlos Estudio personal y revisión de vida en grupo:
medios comunes a toda espiritualidad cristiana y los medios es-
pecíficos de la espiritualidad sacerdotal (PO 18). — Describir y motivar algunas líneas de espiritualidad cristia-
na y sacerdotal en un mundo que cambia: servicio, comu-
Viviendo la espiritualidad sacerdotal, el sacerdote ministro nión, autenticidad, misión. . . (GS 1-10; EN 76; Puebla
se hace signo creíble del Buen Pastor en un mundo que pide au- 356-359; 378-383).
tenticidad (n. 1), en una Iglesia sacramento o transparencia e
instrumento de Cristo (n. 2) y en una nueva etapa de evangeliza- — Armonía entre las dimensiones de la vida sacerdotal para
ción (n. 3), que necesitan sacerdotes fieles a las nuevas gracias una mayor fidelidad a Cristo, a la Iglesia y al hombre (Pue-
del Espíritu Santo (n. 4). La identidad sacerdotal enraiza en es- bla 484; Medellín XI y XIII).
ta espiritualidad cristológica, eclesial y antropológica21.
— Necesidad actual de espiritualidad profunda para una nue-
va evangelización en el ardor, métodos y expresiones.

— Relación entre el ser, el obrar y la vivencia sacerdotal


GUIA PASTORAL

Reflexión bíblica:

— Ser coherente con el estreno de la vocación sacerdotal, ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA


como encuentro para la misión: Me 3,13-14; Jn 1,35-51;
Mt 4,18-22. Ver bibliografía de los capítulos siguientes según el tema concreto.

ANTEWEILER A., El sacerdote de hoy y del futuro, Santander, Sal Terrae,


21 En la realidad latinoamericana, como hemos indicado en los apartados ante-
riores (citanco Puebla y Medellín), hay que acentuar, a la luz del evangelio, 1969 (estilo sacerdotal).
la cercanía a los que sufren (pobreza, injusticias, marginación), a los jóvenes,
a la familia, al mundo del trabajo y de la cultura. En esta misma realidad ARIZMENDI F., ¿Vale la pena ser hoy sacerdote?, México, Lib. Parro-
aparecen signos de una espiritualidad especial: acogida, sensibilidad, sentido quial, 1988 (síntesis práctica de la vida sacerdotal hoy).
de Dios, compromiso. . . Ver: O. PÉREZ MORALES, Desafíos actuales a los
presbíteros en América Latina, "Medellín" 10 (1984) 427-448. Trabajos pre- BELLET M., Crisis del sacerdote, análisis de la situación, Bilbao, Desclée,
sentados en el tercer Congreso Nacional de Teología de Colombia: El minis- 1969 (describe las causas de la crisis y busca la solución en la "fe en
terio del presbítero en la comunidad eclesial, Bogotá, SPEC, 1977. Jesucristo, vivida y pensada en comunión con la Iglesia").

42 43
J U A N ESQUERDA BIFET ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL. . .

(CONF. EPISC. ALEMANA), El ministerio sacerdotal (Salamanca, Sigúe- MARCHAND J. P., ¿Sacerdote mañana?, Madrid, Soc. Ed. Atenas, 1967.
me, 1970 (síntesis teológica actual).
PAGES F., Sacerdocio, ¿valor cotizable hoy?, Almería, FAC, 1980;Curas
COPENS J., etc., Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, 1971 (en la primera sin sotana, Bilbao, Desclée, 1968.
parte analiza los puntos principales sobre el sacerdocio hoy y en la
historia). (OSLAM), Espiritualidad del Clero Diocesano, Bogotá, OSLAM, 1986
(Conferencias para formadores de Seminarios); ver también: Actas
DORADO G., El sacerdote hoy y aquí, Madrid, PS 1972. del Congreso de Quito (mayo 8-13, 1984), "Medellín" 10(sep. dic.
1984).
El ministerio del presbítero en la comunidad eclesial, Bogotá, 1978 (varios
estudios). RETIF L., El sacerdote en la sociedad actual, Barcelona, Nova Terra, 1970
(aspectos sociológicos).
Espiritualidad presbiteral hoy, Bogotá, DEVYM, 1975.
ROGÉ J., Simple sacerdote, Madrid, FAX, 1967.
Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Madrid, EDICE, 1987 (Te-
mas de actualidad). ROMANIUK C , Sacerdotes para el mundo secular, Salamanca, Sigúeme,
1978.
ESQUERDA J., El sacerdocio hoy, Madrid, BAC, 1983 (después de pre-
sentar los documentos magisteriales, hace una síntesis de la situa- SALAUN M., MARCUS E., Nosotros los sacerdotes, Barcelona, Península,
ción actual). 1967 (los interrogantes sobre la identidad se resuelven a la luz de la
fe).
FLORES J. A., Vivamos con gozo nuestro sacerdocio, La Vega, Santo
Domingo, 1982 (resumen de espiritualidad presbiteral a nivel prác- SANTAGADA O., Presbíteros para América Latina, Bogotá, OSLAM,
tico y viven cial). 1986 (formación, actuación y espiritualidad sacerdotal).

GALOT J., Le visage nouveau du prétre, Gembloux, Duculot Lethielleux,


1970 (recoge las principales publicaciones que originaron la crisis y
hace una evaluación).

GONZÁLEZ O., ¿Crisis de Seminarios o crisis de sacerdotes?, Madrid,


1967 (relaciona ambas crisis).

// prete per gli uomini d'oggi, Roma, Ave, 1975 (datos actuales).

IRABURU J. Ma., Fundamentos teológicos de la figura del sacerdote, Bur-


gos, Facultad de Teología, 1972 (tesis doctoral).

LAPLACE J., El sacerdote hacia una nueva manera de existir, Barcelona,


Herder, 1970.

LUCAS J. S., Crisis de identidad, Madrid, Marova, 1975.

MANARANCHE A., Al servicio de los hombres, Salamanca, Sigúeme,


1968 (busca solución en las fuentes teológicas).

44 45
Capítulo II.

CRISTO SACERDOTE
Y BUEN PASTOR
PROLONGADO
EN SU IGLESIA
II. CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR
PROLONGADO EN SU IGLESIA

Presentación

La Iglesia es la comunidad de hermanos convocada (eccle-


sia) por la presencia y la palabra de Cristo resucitado. Cada cre-
yente, como respuesta a esta llamada, decide compartir toda su
vida con Cristo. El Señor se prolonga en "los suyos" (Jn 13,1)
como en su "complemento" (Ef 1,23), para insertarse en la rea-
lidad sociológica e histórica.

En todo momento histórico, la Iglesia revisa, renueva y


profundiza su relación con Cristo como punto de referencia y
razón de ser de su existir. Los datos sociológicos e históricos
irán variando continuamente. Cristo resucitado es y será siempre
el mismo, "el que es, el que era, el que viene" (Apoc 1,8; Heb
13,8), que comunica a su Iglesia luces y gracias nuevas para res-
ponder a nuevas situaciones.

Cristo, con todo lo que es y tiene, se comunica a la Iglesia:


"de su plenitud recibimos todos, gracia sobre gracia" (Jn 1,16).
Es Hijo de Dios y Mediador. En la Iglesia todos somos hijos de
Dios por participación (Jn 1,12) y todo es "mediación", como
participación en el ser, en el obrar y en las vivencias de Cristo
(Col 1,19-29).

El Señor ha vivido y sigue viviendo su realidad de hermano


que comparte la vida, de Mediador y protagonista que asume

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J U A N ESQUERDA BIFET CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

nuestra existencia como parte de la suya, para insertarla en el — Vive hondamente el estilo de vida de Buen Pastor, que
paso (pascua) hacia el Padre en el amor del Espíritu Santo. Su "conoce amando" y que "da la vida por las ovejas" (Jn
vida se hace inmolación, entrega total de Buen Pastor. Es Sacer- 10, llss), como donación sacrificial según la misión y
dote y Víctima, es decir, el Mediador y esposo (consorte) que mandato recibido del Padre (Jn 10,17-18 y 36) 1 .
ofrece su vida en sacrificio para salvar a los hermanos.
Las actitudes internas de Cristo Buen Pastor arrancan de
Esta realidad de Cristo se prolonga en toda la Iglesia, según su ser y se expresan en su obrar comprometido. Su interioridad
dones, vocaciones, ministerios y carismas diferentes. La espiri- (espíritu o espiritualidad) es un camino o vida de donación to-
tualidad sacerdotal de toda la Iglesia se traduce en "solidaridad" tal: "caminad en el amor, como Cristo nos amó y se entregó por
de comunión con toda la humanidad (cf GS 1). En el sacerdote nosotros en oblación y sacrificio" (Ef 5,2). El amor afectivo y
ministro, esta espiritualidad tendrá matices especiales por refle- efectivo de Cristo tiene una triple dimensión: amor al Padre en
jar una participación especial en la realidad sacerdotal de Cristo el Espíritu Santo, amor a los hermanos, dándose a sí mismo en
(cf capítulos III y siguientes). No podría comprenderse la espi- sacrificio.
ritualidad sacerdotal ministerial si se presentara al margen de la
Iglesia Pueblo sacerdotal. El amor de Cristo al Padre en el Espíritu Santo equivale a
sintonía con su voluntad, para glorificarle y llevar a término sus
designios de salvación. Este amor llena toda la existencia de Je-
sús desde la encarnación: "He aquí que vengó para hacer tu vo-
El Buen Pastor luntad" (Heb 10,5-7; cf. Sal 39,7-9).
Más que las palabras y la terminología, cuenta la realidad.
Desde el momento de la encarnación, Jesús (el Verbo hecho
hombre) es, actúa y vive como protagonista y consorte de toda 1 En el evangelio de San Juan aparece esta línea de "Buen Pastor". Ver: L. BOU-
la historia humana. Las diversas analogías empleadas por El para YER, El cuarto evangelio, Introducción al evangelio de San Juan, Barcelona,
Estela, 1967; R. E. BROWN, El evangelio según San Juan, Madrid, Cristian-
indicar su propia realidad (esposo, hermano, amigo. . .) se pue- dad, 1979; ídem, La comunidad del discípulo amado. Estudio de la eclesiolo-
den resumir erí la de Buen Pastor. Su ser, su obrar y su vivencia gía joánica. Salamanca, Sigúeme, 1983; V. M. CAPDEVILA y MONTANER,
corresponden a la realidad profunda. Liberación y divinización del hombre. La teología de la gracia en el evangelio y
en las cartas de San Juan, Salamanca, Secret. Trinitario, 1984; J. ESQUERDA,
Hemos visto su gloria, Madrid, Paulinas, 1986; A. FEUILLET, El prólogo del
- Es el Buen Pastor: "Yo soy el Buen Pastor" (Jn 10,11). cuarto evangelio, Madrid, Paulinas, 1971; ídem, La mystére de l'amour divin
El "yo soy", tan repetido en el evangelio de Juan, indi- dans la théologie johanique, París, Gabalda, 1972; M. J. LAGRANGE, Evangi-
le selon saint Jean, París, 1948; P. M. DE LA CROIX, Testimonio espiritual
ca su ser más profundo de Hijo de Dios hecho hombre, del evangelio de San Juan, Madrid, Rialp, 1966; I. DE LA POTTERIE, La Ver-
"ungido" y "enviado" por el Padre (Jn 10,36) y por el dad de Jesús. Estudios de teología joanea, Madrid, BAC, 1979; J. LUZARRA-
Espíritu Santo (Le 4,18). GA, Oración y misión en el evangelio de Juan, Bilbao, Mensajero, 1978; D.
MOLLAT, Iniciación espiritual a San Juan, Salamanca, Sigúeme, 1965; ídem,
Etudes johaniques, París, Seuil, 1979; A. ORBE, Oración sacerdotal, Madrid,
. - Obra como Buen Pastor: llama, guía, conduce a buenos BAC, 1979; S. A. PANIMOLIE, Lettura pastorale del vangelio di Giovanni,
pastos, defiende (Jn 10, 3ss), es decir, anuncia la Buena Bologna, Dehoniane, 1978; R. SCHNACKENBURG, El evangelio según San
Juan, Madrid, Studium, 1972; S. VERGES, Dios es amor. El amor de Dios re-
Nueva, se acerca a cada ser humano para caminar con él velado en Cristo según Juan. Salamanca, Sec. Trinitario, 1982; A. WIKENHAU-
y para salvarlo integralmente. SER, El evangelio según San Juan, Barcelona, Herder, 1978.

50 51
J U A N ESQUERDA B I F E T
CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

Su vida es un "sí" a los designios del Padre (Le 20,21) para Pastor abarca a toda persona humana en su integridad, porque
cumplir su misión salvífica universal (Jn 10,28; 17,4; 19,30; Le El es "el pan de vida. . . para la vida del mundo" (Jn 6,48-51).
23,46). Esa es su "comida" o actitud constante (Jn 4,34; Mt
3 15; Lc2,49), como garantía de la autenticidad de su misión Este amor al Padre y a los hermanos se hace donación sa-
(Jn 5,30; 8,29). crificial y total. Es el modo de amar propio de Dios hecho hom-
bre. No posee nada (Le 9,59) ni busca sus propios intereses (Jn
Toda su vida es una "pascua" o paso hacia "la hora" queri- 13,14-16), para poder darse El mismo totalmente (Jn 10,11-18;
da por el Padre, de humillación, muerte y resurrección (Jn 2,4; 15,13) como rescate o redención (liberación) de todos (Mt
13,1; 14,31; Fil 2,5-10). Este "paso" pascual continúa en la 20,28). Para poder comunicarnos la "vida eterna" (Jn 10,10.28)
Iglesia hasta la restauración final de todas las cosas en Cristo (Ef se inmola por nosotros "en manos" o según la voluntad del Pa-
1,10; ICor 11,26). De este modo Jesús se manifiesta también dre (Le 23,46; Mt 26,28).
por medio de la Iglesia, como "el esplendor de la gloria" del Pa-
dre e "imagen de su substancia" (Heb 1,3), en armonía y unidad Su "pascua" hacia el Padre se realiza por medio de esta do-
con El (cf. Un 10,30; 14,9). nación sacrificial (Ef 5,25; Act 20,28) que es pacto de amor o
Alianza sellada con su sangre (Le 22,20; Heb 9,11-14), como
El amor a los hombres tiene en Cristo sentido "esponsal", máxima manifestación del amor de Dios a todos los hombres
como de hermano (Col 1,13) y de quien asume o carga, como (Jn 3,16; 12,32). Jesús realiza la redención por medio de esta
"consorte" (Le 22.20), la realidad humana es su faceta de mise- entrega de caridad pastoral inmolativa: "por esto el Padre me
ria y de pecado (Mt 8,17; IPe 2,24; Is 53,4) y en su dinamismo ama, porque doy mi vida para tomarla de nuevo. . . tal es el
hacia una victoria final (ICor 15.24-28) 2 . mandato que he recibido del Padre" (Jn 10,17-18).

La encarnación en el seno de María es el momento inicial Toda la comunidad eclesial, representada por María "la
de esta sintonía comprometida de Cristo con toda la humanidad mujer", queda asociada a "la hora" (Jn 2,4; 19,25-27) y a la
y con cada ser humano en particular. El paso pascual de Jesús "suerte" de Cristo (Me 10,38). Los apóstoles serán servidores o
se concreta en. sensibilidad responsable: "pasó haciendo el bien" ministros especiales de este anuncio y celebración (Le 20,19;
(Act 10,38). Es sintonía de compasión (Mt 15,32; Le 6,19), ICor 11,24).
búsqueda (Le 8,1; 15,4), cercanía a los que sufren y a los más
pobres (Le 4,18; 7,22; Mt 11,28), deseo de encuentro (Jn 10,16; Esta realidad de Cristo Buen Pastor continúa siendo actual,
19,28) y de unión para siempre (Jn 14,2-3). El amor del Buen no sólo por unos hechos y un mensaje que son siempre válidos,
sino principalmente por la presencia de Cristo resucitado en la
Iglesia y en el mundo. Cristo fue y siguen siendo responsable de
los intereses del Padre y de los problemas de los hombres como
protagonista y consorte de su historia. Jesús es el Hijo de Dios
2 La doctrina del documento de Puebla sobre Cristo Sacerdote y Mediador tiene hecho nuestro hermano, cabeza de su cuerpo místico, Media-
esta dimensión pastoral a partir de la encarnación del Verbo (Puebla 188-197).
La cercanía de Jesús al hombre concreto, hasta asumir como protagonista toda dor de todos los hombres, Buen Pastor, Sacerdote y Víctima,
la existencia e historia humana y llega hasta la muerte y resurrección, para co- "fuente de todo sacerdocio" (Santo Tomás, III, q. 22, a. 4). En
municar una vida nueva y anunciar una victoria total de Cristo sobre el pecado Cristo se revela el misterio de Dios Amor, del hombre y del
y la muerte. La realidad latinoamericana queda iluminada con el misterio pas-
cual de Cristo y compromete a asociarse con El. mundo amado por El. De este modo, "Cristo manifiesta plena-

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J U A N ESQUERDA BIFET CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

mente el hombre al mismo hombre y le descubre la sublimidad Cristo Mediador, Sacerdote y Víctima
de su vocación" (GS 22).
La realidad de Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nues-
tro Redentor, apenas puede expresarse con palabras. La termi-
Cristo es el camino y se hace protagonista del camino hu-
nología humana es siempre limitada ante el misterio de Dios
mano con su caridad de Buen Pastor:
Amor. Las palabras son signos convencionales. Cuando decimos
que Cristo es Sacerdote y Víctima queremos indicar que es res-
— no se pertenece porque su vida se realiza en plena liber- ponsable de los intereses del Padre y protagonista de la historia
tad según los planes salvíficos del Padre (obediencia), humana, hasta hacer de su propia vida una donación total.

— se da a sí mismo, sin apoyarse en ninguna seguridad hu-


mana, aunque usando de los dones de Dios para servir ante el Padre, en el amor del Espíritu
(pobreza),
Mediador: T-<—- »- dando la vida en sacrificio
— ama esponsalmente, como consorte de la vida de ca ia por los hombres
persona, haciendo que todo ser humano se realice sin-
tiéndose amado y capacitado para amar en plenitud (vir-
ginidad) 3 .
El ser y la existencia de Cristo pertenecen totalmente a los
designios salvíficos de Dios sobre el hombre. Es el "ungido y en-
viado" (Le 4,18; Jn 10,36) para la redención o rescate de todos
los hombres (Me 10,45; Mt 20,28):

3 El tema de la caridad pastoral se desarrollará en el capítulo quinto. La doctrina — Ungido o consagrado, en cuanto que su naturaleza hu-
paulina ofrece esta perspectiva apostólica y sacerdotal. Doctrina y espirituali- mana está unida en unidad de persona (hipostáticamen-
dad sacerdotal según San Pablo: AA. W . , Paul de Tarse, Apotre de notre te) con el Verbo Hijo de Dios (Jn 1,14), desde el mo-
temps, Roma, Abbaye S. Paul, 1979, M. BAUZA, "Ut resuscites gratiam Dei",
(II Tim 1,6), en El sacerdocio de Cristo, Madrid, Cons. Sup. Investigaciones mento de la coi cepción en el seno de María, por obra
Científicas, 1969, 55-66; A. CICOGNANI, El sacerdote en las epístolas de San del Espíritu Santo (Mt 1,18.21; Le 1,35).
Pablo, Madrid, Fax, 1959; A. COUSINEAU, Le sensde "presbyteros" dansles
Pastorales, "Science et Esprit" 28 (1976) 147-162; J. DUPONT, Le discours
de Milet, Testament pastoral de Saint Paul (Act 20, 18-26), París, Cerf, 1962; — Enviado para llevar a término la misión o,encargo del Pa-
P. GRELOT, Las epístolas de Pablo: La misión apostólica, en El ministerio y dre, bajo la acción del Espíritu Santo (Le 4,1.14.18; Act
los ministerios, Madrid, Cristiandad, 1975, 40-60; M. GUERRA; Episcopos y 10,38), por el anuncio del evangelio (Me 1,14-15), la
Presbyteros, Burgos, Facultad de Teología, 1962; J. P. MEIER, Presbyteros
in the Pastoral Epistles, "Catholic Biblical Quarterly" 35, 1973, 323-345; J. cercanía a los pobres (Le 7,22; Mt 4,23; 11,5) y la dona-
SÁNCHEZ BOSCH, Le chañsme des pasteurs dans le corps paulinien, en Paul ción de sí mismo (Jn 10,11; 6,35.48).
de Tarse. . ., I o.c, 363-397; C. SPICQ, Espiritualidad sacerdotal según San Pa-
blo, Bilbao, Desclée, 1954. Ver autores que estudian la teología de San Pablo:
Benetti, Bonsirven, Bover, Cerfaux, Kuss, Lyonnet, Prat, etc. Cfr. más biblio- — Ofrecido o inmolado en sacrificio, con todo su ser, cuer-
grafía en J. ESQUERDA, Pablo hoy, un nuevo rostro de apóstol, Madrid, Pau- po y sangre (Le 22, 19-20), como servicio de donación
linas, 1984. total por la redención de todos (Jn 10,17; 17,19); Me

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J U A N ESQUERDA BIFET
CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

10,45), hasta morir amando para conseguir la glorifica- Es el único sacerdote por ser el único Mediador (Heb 9,15;
ción de Dios y nuestra salvación (Le 24,26.46; Jn 12,28). ITim 2,4-6), con su muerte sacrificial puede cumplir los desig-
Jesús es, pues, "el único Mediador entre Dios y los hom- nios salvíficos de Dios sobre los hombres: "Cristo, constituido
bres" (ITim 2,5), porque sólo El es Dios y hombre, con capaci- Sacerdote de los bienes futuros y penetrando en un tabernáculo
dad de hacer de su vida una donación total en bien de toda la mejor y más perfecto, . . . por su propia sangre entró una vez
humanidad y de todo el universo. "En su sacrificio asumió las para siempre en el santuario, realizada la redención eterna"
miserias y sacrificios de todos los hombres y de todos los tiem- (Heb 9,11-12; cf. conc. Trento, ses. 22, cap. 1). La mediación
pos" (Sínodo Episcopal de 1971: El sacerdocio ministerial, prin- de Cristo es eficaz porque se basa en su realidad divina y huma-
cipios doctrinales, 1). Sólo El puede hacer partícipe de esta rea- na: "Aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obe-
lidad a toda su Iglesia y especialmente a María figura de la mis- diencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que le obe-
ma Iglesia. decen causa de salud eterna, declarado por Dios Pontífices se-
gún el orden de Melquisedec" (Heb 5,8-10).
Aplicar a Cristo el título de sacerdote (sacra dans, el que
ofrece dones sagrados) y de pontífice (puente, mediador) es le- La realidad sacerdotal de Cristo es única e irrepetible. Es
gítimo, con tal que se salve la trascendencia del misterio de Cris- la mediación de Dios hecho hombre, que se ejerce por el profe-
to, más allá de todo sacerdocio y culto pagano e incluso vetero- tismo (anuncio de la palabra), por la realeza o pastoreo (Cristo
testamentario. El sacerdote es el hombre que, en nombre de la Rey y Buen Pastor) y por el sacrificio de una oblación o dona-
comunidad, ofrece a Dios un acto de culto, expresado ordinaria- ción total de sí, hasta la muerte de cruz (Fil 2,5-11; Ef 5, 1-2).
mente por preces y sacrificios, para reconocer a Dios como pri- Jesús ha dado la vida "en rescate (redención) por todos" (Mt
mer principio de todas las cosas, En el Antiguo Testamento se 20,28).
da un salto cualificado, puesto que los actos cultuales renovaban
una Alianza o pacto de amor de Dios, como anuncio de una La terminología sacerdotal usada por Cristo (unción, in-
nueva y definitiva Alianza que tendría lugar en la venida del Me- molación, redención. . .) tiene carácter de misión o encargo re-
sías (Cristo). cibido del Padre. Los escritores del Nuevo Testamento (no sólo
la carta a los Hebreos) también usaron términos sacerdotales,
La carta a los Hebreos llama a Jesús Sacerdote (hiereus), puesto que Jesús es el Salvador "que se entregó a sí mismo co-
con una novedad que va más allá del Antiguo Testamento, por- mo redención de todos" (ITim 2,3-6; cf. Ef 5,2.25-27), y que,
que se trata del Hijo de Dios hecho hombre (Heb 4,15-16; con su sangre derramada en sacrificio, nos redimió y nos recon-
5,1-6). Por esto se llama del orden de Melquisidec, es decir, más cilió con Dios (Rom 5,1-11; IPe 1,18-19; Un 1,7;Heb 9,11-12;
allá del sacerdocio levítico 4 . Act 20,28).

4. La carta a los Hebreos es siempre el punto de referencia obligado para el tema


de Cristo Sacerdote. En ella se inspira Santo Tomás (III q. 22 y 26, q. 46-59), El sacrificio sacerdotal de Cristo consiste en una caridad
el concilio de Trento (ses. 22, c. 1), las encíclicas sobre el sacerdocio y la en- pastoral permanente, que se traduce en una obediencia al Padre,
cíclica Mediator Del Ver: G. MORA, La carta a los Hebreos como escrito pas- desde el momento de la encarnación (Heb 10,5-7) hasta la muer-
toral, Barcelona, Fac. de Teología, 1974; R. RÁBANOS, Sacerdote a semejan-
za de Melquisedec, Salamanca 1961; C. SPICQ, L'Epitre aux Hébreux, París, te en cruz y la glorificación (Fil 2,5-11). Su "humillación" (ke-
Gabalda, 1971; A. VANHOYE, Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el nosis) de la encarnación y de la muerte se convierte en glorifica-
Nuevo Testamento, Salamanca, Sigúeme, 1984. ción suya y de toda la humanidad en El.

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J U A N ESQUERDA BIFET CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

La caridad del Buen Pastor es, pues, sacrificial, indicando En Cristo encontramos la epifanía, cercanía, presencia y
una donación total de sí, para cumplir la misión recibida del Pa- palabra personal de Dios Amor (Gal 4,4; Jn 14,9). En El, Dios
dre, que atrapa toda su existencia, que continúa en el cielo co- nos ha dado todo (Rom 8,32). Al mismo tiempo, por Cristo y
mo intercesión eficaz (Rom 8,34; Heb 7, 25) y que se prolonga en el Espíritu Santo que El nos envía, nosotros podemos res-
en la Iglesia (cf. SC 7). Su sacrificio sacerdotal consiste en que ponder a Dios con un "amén" o "sí" de donación total (2Cor
"siendo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros 1,20; Heb 13,15). "Su humanidad, unida a la persona del Ver-
fueseis ricos por su pobreza" (2Cor 8,9). Toda esta realidad sa- bo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto, en Cristo se
cerdotal de Cristo tiene lugar afrontando las circunstancias ordi- realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la pleni-
narias de todos los días (Nazaret, Belén, vida pública, pasión, tud del culto divino" (SC 5; cf. Puebla 188-197).
muerte. . .), en una historia humana parecida a la nuestra, pues-
to que el ser humano se realiza haciendo de la vida una dona- El hombre encuentra en Cristo su propia realidad de sentir-
ción. se amado y capacitado para amar libremente (cf. 3,16-17; Un
4,19). El "misterio" de Cristo Mediador, Sacerdote y Víctima,
El sacrificio de Cristo se realiza desde la encarnación y tie- abarca también el misterio del hombre como instrumento y co-
ne su punto culminante en el misterio pascual de su muerte y laborador libre, para "instaurar todas las cosas en Cristo" (Ef
resurrección. Así lleva a plenitud el sacerdocio y el sacrificio de 1,10). Es misterio de un "amor que supera toda ciencia." (Ef
todas las religiones naturales y particularmente del Antiguo Tes- 3,19), porque empieza en Dios y abarca toda la humanidad,
tamento. Cristo es Sacerdote, templo, altar y víctima como: todo el cosmos y toda la historia, hasta que sea una realidad en
"el cielo nuevo y la tierra nueva" (Apoc 21,1) donde "reunirá
— Sacrificio de Pascua (Ex 12,1-30); es "nuestra Pascua" lajusticia"(2Pe3,13).
(ICor 5,7), como "cordero pascual" que se inmola para
hacer "pasar" el pueblo hacia la salvación en una nueva Esta realidad sacerdotal de Jesús no puede encerrarse en
tierra prometida (Jn 1,29; 13,1). una terminología humana. Se trata del misterio del Verbo encar-
nado, que asume como protagonista y consorte la historia de to-
— Sacrificio de Alianza (Ex 24,4-8), como "pacto" de da la comunidad humana y de cada ser humano en particular.
amor, sellado ahora con la sangre del Hijo de Dios (Le
Cristo se manifiesta así:
22,20), para hacer de toda la humanidad un pueblo de
su propiedad esponsal (Act 20,28; Ef 1,7; IPe 2,9; Apoc
5,9). — con su ser sacerdotal de ungido y enviado, como Hijo de
Dios hecho hombre (Heb 5,1-5),
— Sacrificio de propiciación o de perdón y expiación (Lev
16,1-6), puesto que su muerte y resurrección son sacri-
ficio que libera, rescata y salva de los pecados (Mt 20,28;
26,28; Rom 3,23-25; 4,25; Heb 9,22; 1 Pe 1.2; Un2,2) 5 .
insospechada del misterio de la encarnación, de la redención y de la restaura-
ción final. El Antiguo Testamento es una preparación inmediata a estos planes
t i sacrificio de Jesús (dar la vida en rescate de todos) salva los valores de cada salvíficos y universales de Dios en Cristo; por esto, la meditación de la palabra
época histórica, de cada pueblo y de cada cultura; pero los lleva a la plenitud de Dios lleva siempre hacia la armonía de toda la revelación. Los sacrificios
antiguos son sombra o preparación de la gran luz en Cristo (Col 2,17).

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— con su actuar o función sacerdotal, como responsable de Jesús prolongado en su Iglesia, Pueblo sacerdotal
los intereses de Dios y de los hombres, hasta dar la vida
en sacrificio por ellos (Heb 9, 11-15), La comunidad de los seguidores de Cristo se llama Iglesia
("ecclesia") porque es una asamblea fraterna convocada por la
— con su estilo o vivencia sacerdotal de caridad pastoral, presencia y la palabra de Jesús resucitado. Ello quiere decir que
que, conjuntamente con su ser y actuar, le hace sacerdo- en esta comunidad se prolonga Jesús Buen Pastor, Mediador, Sa-
te perfecto, santo, eficaz y eterno (Heb 7,1-28). cerdote y Víctima.
El sacerdocio de Cristo hay que enfocarlo, desde el amor La Iglesia, como comunidad de creyentes, es un conjunto
de Dios que quiere salvar al hombre por el hombre, y desde el de signos de la presencia, de la palabra y de la acción salyífica
amor de Cristo Buen Pastor. Los sentimientos o interioridad de de Jesús. Cada uno es llamado para una misión que es servicio
Cristo (Fil 2,5ss) arrancan de su ser de Hijo de Dios hecho nues- o ministerio a los hermanos. Los signos de Jesús en su Iglesia se
tro hermano y están en sintonía con su obrar. "El Hijo de Dios llaman vocaciones, ministerios (servicios), carismas (gracias espe-
con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hom- ciales para servir).
bre" (GS 22). La caridad pastoral de Cristo es el punto de refe-
rencia de toda la espiritualidad sacerdotal (ver capítulo V). Jesús prolonga en la Iglesia su persona y su sacrificio reden-
tor, además de su palabra y acción salvífica y pastoral. "Cristo
A la luz del sacerdocio de Cristo, la historia humana reco- está presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está
bra su sentido. "El Señor es el fin de la historia humana, punto presente en el sacrificio de la misa. . . Está presente en su pala-
de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y bra. . . Está presente cuando la Iglesia suplica y canta salmos"
de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón hu- (SC 7).
mano y plenitud total de sus aspiraciones" (GS 45). Participar
en el sacerdocio de Cristo comporta, hacerse con él y como él
responsable y solidario del caminar histórico del hombre 6 . La Iglesia es una comunidad o Pueblo sacerdotal, como
templo de Dios, donde se hace presente y se ofrece el sacrificio
de Cristo piedra angular y fundamento (ICor 3,10-16; 2Cor
6,16-18; Ef 2,14-22; cf LG cap. II). Cristo prolonga su realidad
sacerdotal (su ser, su obrar y su vivencia) en la comunidad ecle-
sial: "Vosotros, como piedras vivas, sois edificados como casa
6 El tema de Cristo Sacerdote ilumina todos los temas de teología, pastoral y es- espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espi-
piritualidad sacerdotal, como 'Tuente de todo sacerdocio" (Santo Tomás, Su-
ma Teológica, III, q. 22, a. 4). Hay que destacar los siguientes temas: el siervo rituales, aceptos a Dios por Jesucristo" (IPe 2,5; cf. Ex 19,3-6;
de Yavé que ofrece su vida en rescate o liberación de toda la humanidad (Ez Lev 26,12; Apoc 1,5-6; 5,10) 7 .
4,4-8; Is 63,7; Gal 1,5; IPe 1, 18s); la humanidad vivificante de Cristo como
"sacramento" fontal (es sacerdote en cuanto Verbo hecho hombre); la interio-
ridad o amores de Cristo (que hemos descrito en el texto como amor al Padre 7. El tema de Iglesia será tratado en el capítulo VL El documento de Puebla
y a los hombres hasta dar la vida en sacrificio). Ver: AA. VV., El corazón sa- (220-282) subraya la verdad sobre la Iglesia como "Pueblo de Dios, signo y ser-
cerdotal de Jesucristo, en "Teología del Sacerdocio", Burgos, Fac. de Teolo- vicio de comunión; de este modo aparece la realidad eclesial como prolonga-
gía, 18 (1984); M. GONZÁLEZ MARTIN, El Corazón de Cristo Pastor, en El ción y expresión de Jesús presente en ella, acentuando la dimensión cristológi-
ministerio y el Corazón de Cristo, ibídem 16 (1983) 299-317; L. M. MENDIA- ca, pneumatológica, evangelizadora, espiritual, escatológica, sociológica y an-
ZABAL, El misterio del Corazón de Cristo, centro de la vida y ministerio sa- tropológica. María es figura y tipo de esta realidad eclesial (Puebla 282ss). So-
cerdotal, ibídem, 177-200. bre la Iglesia "sacramento", ver la nota siguiente.

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En la comunidad eclesial Cristo prolonga su presencia (Mt dida con Cristo en Dios" (Col 3,3), que se inserta en las realida-
28,20), su palabra (Me 16,15), su sacrificio redentor (Le 22,19- des humanas para restaurarlas en Cristo (Ef 1,10). La Iglesia se
20); ICor 11,23-26) y su acción salvífica y pastoral (Mt 28,19; hace luz y sal en Jesús, para convertir cada corazón humano y
Jn 20,23). La Iglesia, como signo transparente y portador de Je- todo el cosmos en una oblación sacrificial a Dios por el mandato
sús y como Pueblo sacerdotal: del amor.
— anuncia el misterio pascual de su muerte y resurrección, Toda la acción de la Iglesia es sacerdotal, en cuanto que en
— lo celebra haciéndolo presente, ella se prolonga la acción sacerdotal de Cristo Buen Pastor; pero,
— lo vive en comunión de hermanos, de modo especial, esto tiene lugar en la celebración litúrgica:
— lo transmite y comunica a todos los hombres (Act 2,32- "La sagrada liturgia es el culto público que nuestro Redentor,
37; 2,42-47; 4,32-34). como Cabeza de la Iglesia, rinde al Padre, y es el culto que la so-
ciedad de los fieles rinde a su Cabeza y, por medio de ella, al Pa-
En este sentido, toda la comunidad participa y vive del sa- dre eterno; es, para decirlo en pocas palabras, el culto integral
cerdocio de Cristo como profetismo, culto, realeza (pastoreo, del Cuerpo místico de Jesucristo, esto es, de la cabeza y de sus
apostolado). La Iglesia, gracias a la palabra, al sacrificio y a la miembros" (Pío XII, Mediador Dei: AAS 39, 1947, 528-529).
acción salvífica y pastoral de Cristo, se construye como comu- "Realmente, en esta obra tan grande, por la que Dios es perfec-
nión, que refleja la comunión de Dios amor, y construye en la tamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia
humanidad entera una comunión o familia de hermanos que son siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a
hijos de Dios (cf. Puebla 211-219; 270-281). su Señor y por El tributa culto al Padre eterno. Con razón, se
considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucris-
El sacerdocio de Cristo, prolongado en la Iglesia, hace a to. En ella los signos sensibles significan y cada uno a su manera
ésta "solidaria del género humano y de la historia" (GS 1). Cris- realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo místico de
to Sacerdote, por medio de su Iglesia, llega "al hombre todo en- Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto
tero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y volun- público íntegro" (SC7) 8 .
tad" (GS 3). "El Hijo de Dios asume lo humano y lo creado, res-
tablece la comunión entre el Padre y los hombres" (Puebla 188;
cf.' LG 1).
8. El tema de Iglesia sacramento o misterio (como signo claro y portador de la
La realidad de la Iglesia, por ser prolongación de Cristo (cf. presencia y acción de Cristo resucitado) se ha de estudiar en realción a la Igle-
EF 1,23), es realidad sacerdotal y evangelizadora. La Iglesia es sia comunión y misión: J. ALFARO, Cristo, sacramento de Dios Padre; la
consorte o esposa de Cristo (Ef 5, 25-27), participando de su ser Iglesia, sacramento de Cristo glorificado, "Gregorianum*' 48 (1967) 5-27; C.
BONNIVENTO, Sacramento di unitá, la dimensione missionaria fundamento
sacerdotal que es de consagración y de misión. della nuova ecclesiologia, Bologna, EMI, 1976; Y. CONGAR, Un pueple missia-
nique, l'Eglise sacrement du salut, París, Cerf, 1975; P. CHARLES, L'Eglise
El culto que la Iglesia tributa a Dios es una oblación en el sacrement du monde, Louvain 1960; J. ESQUERDA, La maternidad de María
y la sacramentalidad de la Iglesia, "Estudios Marianos" 26 (1965) 233-274;
Espíritu, por Cristo, al Padre (cf. Ef 2,18), el "sacrificio de ala- CL. GARCÍA EXTREMEÑO, IM actividad misionera de una Iglesia Sacramen-
banza" (Heb 13,15-16), que se centra en la eucaristía, pero que to y desde una Iglesia - Comunión, "Estudios de Misionología" 2 (Burgos
debe abarcar toda la humanidad y toda la creación renovadas 1977) 217-252; R. LATOURELLE, Cristo y la Iglesia, signos de salvación.
Salamanca, Sigúeme, 1971; A. NAVARRO, La Iglesia como sacramento pri-
por Cristo (Mt 5,13-14.23-24; Me 9,49-50). Es una "vida escon- mordial, "Estudios Eclesiásticos" 41 (1966) 139-159; H. RHANER, La Iglesia

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La Iglesia, Pueblo sacerdotal, celebra con actitud de escu-


— El sacramento de la confirmación, que hace de la vida
cha y respuesta:
un testimonio audaz (martirio), especialmente en los
momentos de dificultad (fortaleza), de perfección y de
— la Palabra que actualiza la historia de salvación como
apostolado.
mensaje y como acontecimiento (SC 33, 35, 52),
— El sacramento del orden, que da la capacidad de obrar
— el único sacrificio redentor de Cristo hecho presente en
en nombre y en persona de Cristo Cabeza, formando
la eucaristía (SC 47ss),
parte del sacerdocio ministerial Oerárquico) o ministerio
apostólico.
— la acción salvífica de Cristo a través de los signos sacra-
mentales (SC 59ss), — El carácter que comunica en cada uno de estos tres sa-
cramentos (en grado y modo diverso) es sello o unción perma-
— la oración sacerdotal de Cristo (SC 83ss), nente del Espíritu Santo (Ef 1,13-14; 4,30; 2Cor 1,21-22). Es
una cualidad espiritual, indeleble, a modo de signo configurativo
— la acción pastoral de Cristo, que tiende a hacer de la (o de semejanza) con Cristo Sacerdote y de participación onto-
humanidad una oblación a Dios por la práctica del man- lógica en su sacerdocio, que consagra a la persona y la potencia
dato del amor (SC 2). para el culto cristiano 9 .
Por esto, "la liturgia es la cumbre a la cual tiende la activi- Como en todo sacramento, también en el bautismo, con-
dad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana firmación y orden se recibe una gracia especial. En este caso es
toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, para poder ejercer digna y santamente el sacerdocio participado
una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se de Cristo. Es un don de Dios que se puede perder (si falta la ca-
reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sa- ridad) y que matiza las virtudes cristianas, specialis vigor dice
crificio y coman la cena del Señor" (SC 10). Santo Tomás) en la línea de la caridad pastoral de Cristo Sacer-
dote y Víctima.
En la Iglesia existe una triple consagración sacerdotal, que
hace participar del sacerdocio de Cristo en grado y modo di-
verso:
9. Sobre el carácter (del bautismo, confirmación y orden), los autores señalan al-
gunos aspectos fundamentales y complementarios entre sí: signo distintivo y
— El sacramento del bautismo, que incorpora a Cristo Sa- configurativo, potencia cultual, consagración o dedicación, participación del
cerdote para poder actuar en el culto cristiano partici- sacerdocio de Cristo, capacidad para la misión en la comunión de Iglesia, etc.
En el concilio tridentino: ses. 23, c. 4; en Santo Tomás: Suma Teológica, III,
pando en su ser, obrar y vivencia sacerdotal. q. 27, a. 5, ad 2;q. 63, a. 1-6, etc. Ver: J. ESPEJA, Estructuras del sacerdocio
según los caracteres sacramentales, en El sacerdocio de Cristo, Madrid, 1969,
273-294; J. ESQUERDA, Síntesis histórica de la teología sobre el carácter, lí-
y los sacramentos, Barcelona, Herder, 1964;C. SCANZILLO, La Chiesa sacra- neas evolutivas e incidencias en la espiritualidad sacerdotal, en Teología del
mento di comunione, Roma, Ist. Scienze Religiose, 1987; O. SEMMELROTH, sacerdocio 6 (1974) 211-226; J. GALOT, Le caractére sacerdotal, en Teología
La Iglesia como sacramento original, San Sebastián, Dinor, 1965; P. SMUL- del sacerdocio 3 (1971) 113-132; ídem, La nature du caractére sacramente!,
DERS, La Iglesia como sacramento de salvación, en La Iglesia del Vaticano París, Louvain, Desclée, 1958; J. L. LARRABE, Sentido salvifico y eclesial
II, Barcelona, Flors, 1966, I p. 377-400. del carácter sacerdotal, "Estudios Eclesiásticos" 46 (1971) 5-33. Ver el tema
en los tratados sobre los sacramentos (bautismo, confirmación, orden).

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CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

El Pueblo sacerdotal es diferenciado, no por la dignidad


de la persona, ni por una menor exigencia de perfección, que El sacerdocio común de todo creyente
consiste para todos en la caridad sin descuento, sino por recibir
una llamada o vocación diferente, para ejercer diferentes servi- Todo bautizado está llamado a participar responsable y ac-
cios o ministerios en la Iglesia (cf. Puebla 220-281). tivamente en la vida de la Iglesia, en el anuncio del evangelio,
testimonio, oración, celebración litúrgica, apostolado, servicio
Todo cristiano está llamado a ejercer ministerios proféti- comunitario, etc. Cada uno realiza un servicio peculiar, según su
cos, cultuales y sociales (o de organización y caridad) en cuanto propia vocación y estado de vida (laical, de vida consagrada, sa-
que "los fieles, incorporados a Cristo por el bautismo, integra- cerdotal), a nivel de profetismo, culto y realeza o acción pasto-
dos al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la fun- ral directa. Todos forman el Pueblo sacerdotal 11 .
ción sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia
y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte Las vocaciones y los ministerios (servicios) son comple-
que a ellos corresponde" (LG 31). Las líneas básicas y algunas mentarios, para formar la única oblación de Cristo prolongado
concretizaciones de estos ministerios han sido trazadas por Cris- en su cuerpo que es la Iglesia, y que debe ser la oblación de toda
to; pero la Iglesia puede ir concretando más, permitiendo o es- la humanidad y de todo el cosmos.
tableciendo nuevos ministerios, de tipo más institucional, caris-
mático o espontáneo según los casos 10 . El sacerdocio común de los fieles o de todo creyente es el
que corresponde básicamente a toda vocación y estado de vida,
por haber recibido el bautismo y confirmación. Cada creyente,
La vocación al laicado, a la vida consagrada y al sacerdocio según su propia vocación, realizará básicamente este sacerdocio
ministerial matiza de modo diferente la participación en el ser, en relación a la eucaristía y al mandato del amor, pero con ma-
en el obrar y en el estilo de vida de Cristo Sacerdote, especial- tices diferentes:
mente cuando se trata de la vocación sacerdotal ministerial, que
está en la línea del sacramento del orden. — de presidencia en la comunidad (sacerdocio ministerial),
— de signo fuerte o estimulante de la caridad (vida consa-
grada),
— de inserción en el mundo (laicado).

10 Sobíe los ministerios en general y especialmente sobre los nuevos ministerios:


AA. VV., / ministeri ecclesiali oggi, Roma, Borla, 1977; AA. W . , Los minis-
terios en la Iglesia, Salamanca, Sigúeme, 1985; A. ABATE, / ministeri nella
missione e nel governo della Chiesa, Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1978; J. 11 Sobre la Iglesia Pueblo sacerdotal, cf. Lumen Gentium c. 2; Ex 19,3-6; ICor
LECUYER, Ministéres en Dicitionnaire de Spiritualité, 10, 1255-1267; R. LÓ- 3,10-16; 2 Cor 6,16-18; Ef 2,14-22; IPe 2,4-10;Apoc 1,5-6; 5,9-10; 20, 6, etc.
PEZ; Los nuevos ministerios según el Concilio Vaticano II Revista Teológica Ene. Mediator Dei, AAS 39 (1947) 552ss. Además de los estudios indicados en
Límense 18 (1984) 393-423; T. P. O'MEARA, Theology of ministry, New la orientación bibliográfica, ver: A. El sacerdocio de la Iglesia, Villalba, Ope,
York Ramsey, Paulist Press, 1983; F. A. PASTOR, Ministerios laicales y comu- 1968; R. A. BRUGNS, Pueblo sacerdotal, Santander, Sal Terrae, 1968; J.
nidades de base. La renovación pastoral de la Iglesia en América Latina, "Gre- COLSON, Sacerdotes y pueblo sacerdotal, Bilbao, Mensajero, 1970; J. ESPE-
gorianum" 68 (1987) 267-305; A. PEELMAN, Les nouveaux ministéres, "Ke- JA, La Iglesia, encuentro con Cristo Sacerdote, Salamanca, San Esteban, 1962;
rygma" 13 (1979) n. 33; O. SANTAGADA, Naturaleza teológica de los nuevos CH. JOURNET, Teología de la Iglesia, Bilbao, Desclce, 1960, cap. VIII; F.
ministerios, "Teología" 21 (1984) 117-140; P. TENA, Los ministerios confia- RAMOS, El sacerdocio de los creyentes (IPe 2,4-10), en Teología del sacerdo-
dos a los laicos, "Teología del Sacerdocio" 20 (1987) 421-450. cio 2(1970) 11-47; J. RATZINGER, El nuevo Pueblo de Dios, Barcelona, Her-
dcr. 1972; E. DE SCHMEDT, El sacerdocio de los fieles, Pamplona, 1964.

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El acento en la vocación específica de cada uno no puede participando así, de acuerdo con su estado, en el sacerdocio de
hacer olvidar lo que es fundamental y común a todos: el sacer- Cristo" (Pío XII, Mediador Dei, AAS 39, 1947, 552s).
docio de todos los fieles. "No sólo fue ungida la Cabeza, sino
también su cuerpo, es decir, nosotros mismos. . . De aquí se de- Podemos distinguir en esta participación del sacerdocio de
riva que nosotros somos Cuerpo de Cristo, porque todos somos Cristo tres aspectos: el ser, el obrar y el estilo de vida. Del ser
ungidos y todos estamos en El, siendo Cristo y de Cristo, por- deriva el obrar y la exigencia de una vida santa:
que en alguna manera el Cristo total es cabeza y cuerpo" San
Agustín, Enarrationes in Ps 26. "Los bautizados son consagra-
dos por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como — En cuanto al ser: es una participación real en el sacerdo-
casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda cio de Cristo (en su unción y misión), por medio del ca-
obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y rácter del bautismo y de la confirmación, a modo de
anuncien el poder de aquel que los llamó de las tinieblas a su ad- consagración, configuración con Cristo, capacitación pa-
mirable luz" (LG 10; cf. IPe 2,4-10). ra el culto y para la vida cristiana.

— En cuanto al obrar: es capacidad para participar en el


La diferencia entre las diversas participaciones en el sacer- anuncio (profetismo), celebración (liturgia) y comunica-
docio de Cristo indica mutua relación de servicio y de caridad, ción del misterio pascual (realeza), el sacrificio de Cristo
sin diferencia de privilegios y ventajas humanas. "El sacerdocio y ofreciéndose a sí mismos, y comprometiéndose en el
común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aun- apostolado de la Iglesia como inicio y extensión del Rei-
que diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, no de Cristo.
sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera
del único sacerdocio de Cristo. El sacerdocio ministerial, por la — En cuanto al estilo de vida: con una vida santa y com-
potestad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdo- prometida en el servicio de los hermanos, a la luz de las
tal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo bienaventuranzas, transformando la vida en una obla-
y lo ofrece en nombre de todo el pueblo de Dios. Los fieles, en ción agradable (salada) a Dios por el amor (cfr. Mt 5,13
cambio, en virtud de su sacerdocio real, concurren a la ofrenda en relación a Mt 5,44-48).
de la eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos,
en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una
vida santa, en la abnegación y caridad operante" (LG 10). La vida cristiana, por su ser, su actuar y su vivencia, es,
eminentemente sacerdotal: "Os ruego, hermanos, por la miseri-
cordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva,
Todo creyente participa ontológicamente del sacerdocio de santa, grata a Dios; éste es vuestro culto espiritual" (Rom 12,1).
Cristo y está llamado a actuar en las celebraciones litúrgicas y en Por esto la vida cristiana está centrada en la eucaristía, que su-
toda la vida de la Iglesia, a fin de convertir la propia existencia y
pone el anuncio y el compromiso de caridad: "Participando del
la de la humanidad entera en una prolongación de la oblación de
sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana,
Cristo al padre en el amor del Espíritu Santo. "Con el lavado del
ofrecen a Dios la víctima divina y se ofrecen a sí mismos junta-
bautismo, los fieles se convierten, a título común, en miembros
mente con ella. Y así, sea por la oblación, sea por la sagrada co-
del cuerpo místico de Cristo Sacerdote, y, por medio del carác-
ter que se imprime en sus almas, son delegados al culto divino, munión, todos tienen en la celebración litúrgica una parte pro-
pia, no confusamente, sino cada uno de modo distinto (LG 11).

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CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR P R O L O N G A D O EN SU IGLESIA

De este modo, "la condición sagrada y orgánicamente estructu- — Laicado: "A los laicos corresponde, por propia voca-
rada de la comunidad sacerdotal se actualiza por los sacramen- ción, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los
tos y las virtudes" (ibídem).
asuntos temporales y ordenándolos según Dios" (LG 31).
Son, pues, fermento de espíritu evangélico en las estruc-
Esta línea sacerdotal armoniza los dos niveles de la vida turas humanas, desde dentro, en comunión con la Iglesia
cristiana: el personal y el comunitario. Es la persona, no masifi- para ejercer una misión propia (cf. LG 36; AA 2-4; GS
cada, la que participa en la realidad de Cristo para ejercer una 43) 1 2 .
misión insustituible; pero esta persona es miembro de una co-
munidad que es comunión (coinonía) de hermanos, a modo de
— Vida consagrada: Es signo fuerte de las bienaventuranzas
cuerpo, pueblo, templo de piedras vivas, familia. La realidad
y del mandato del amor, a modo de "señal y estímulo
irrepetible de cada uno (vocación, carismas) se concretiza en la
de la caridad" (LG 42), por medio de la práctica perma-
construcción armónica de la comunidad en el amor (agapé) co-
nente de los consejos evangélicos (cf. LG 43-44; PC 1).
mo reflejo de Dios Amor (cf. ICor 12-13, en relación a Jn 3^1).
Las personas llamadas a esta vocación "son un medio
privilegiado de evangelización" porque "encarnan la
Entre todos, y con la fidelidad generosa y personal a la
propia vocación (en cuanto distinta y complementaria), realiza-
mos la única oblación de Cristo, en su único cuerpo místico y
Pueblo de Dios, que debe abarcar toda la humanidad y toda la
12. Exhortación Apostólica Postsinodal Chrístifideles IMÍCÍ, de Juan Pablo II (30
creación. diciembre, 1988). Puebla 777-849. Algunos trabajos en colaboración: Voca-
ción y misión del laicado en la Iglesia y en el mundo, en Teología del sacerdo-
cio 20 (1987); Los laicos y la vida cristiana, Barcelona, Herder, 1965; Diziona-
Con esta perspectiva sacerdotal y eclesial hay que enfocaí rio di Spiritualitá dei laici. Milano, OR, 1981; Laicus testis fidei in schola. De
la afirmación de que todo cristiano está llamado a ser santo y muñere laicorum in vocationibus fovendis, "Seminarium" 23 (1983) n. 12.
Otros estudios: A. ANTÓN, Fundamentos cristológicos y eclesiológicos de una
apóstol, como partícipe y responsable del camino de la Iglesia teología y definición del laicado, en Teología del sacerdocio, 20 (1987) 97-
con toda la humanidad hacia la restauración final en Cristo. To- 162; J. I. ARRIETA, Formación y espiritualidad de los laicos, "Ius Canoni-
do cristiano, según su propia vocación, participa de los ministe- cum" 27 (1987) 79-97; A. BONET, Apostolado laical, los principios del apos-
tolado seglar, Madrid, 1959; Y. M. CONGAR, Jalones para una teología del lai-
rios eclesiales y forma parte de los signos de la Iglesia "sacra- cado, Barcelona, Estela, 1963; CONGREGACIÓN EDUCACIÓN CATÓLICA,
mento universal de salvación" (LG 48; AG 1), signo transparen- El laicado católico testigo de la fe en la escuela, Roma, 1982; M. D. CHENU,
te y portador de Cristo ante el Padre y para todos los pueblos. Los cristianos y la acción temporal, Barcelona, Estela, 1968; J. ESQUERDA,
Dimensión misionera de la vocación laical, "Seminarium" 23 (1983) 206-214;
Cada uno se realiza en su propia vocación y carisma, en la me- L. EVELY, La espiritualidad de los laicos. Salamanca, Sigúeme, 1980; J. HER-
dida en que aprecie y valore los demás, colaborando con ellos. VADA, Tres estudios sobre el uso del término laico, Pamplona, Eunsa, 1975;
M. TH. HUBER, ¿Laicos y santos? A la luz del Vaticano II, Burgos, Aldecoa,
1968; A. HUERGA, IM espiritualidad seglar, Barcelona, Herder, 1964; T. I. JI-
Aunque todos son miembros del Pueblo de Dios (laicos), MÉNEZ URRESTI, IM Acción Católica, exigencia permanente, Madrid, 1973;
La missione del laicato, Documenti ufficiali delta Assemblea genérale ordinaria
dedicados al servicio de Dios (consagrados) y partícipes del del Sínodo dei Vescovi, Roma, Logos, 1987;T. MORALES, Hora de los laicos,
único sacerdocio en Cristo (sacerdotes), acostumbrados a cali- Madrid, BAC, 1985; S. PIE, Aportaciones del Sínodo 1987 a la teología del
ficar con estos títulos a los cristianos que tienen una vocación laicado, "Revista Española de Teología" 48 (1988) 321, 370; F.A. PASTOR,
Ministerios laicales y comunidades de base. La renovación pastoral de la Iglesia
peculiar de: en América Latina, "Gregorianum" 68 (1987) 267-305.

70
71
J U A N ESQUERDA B I F E T CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA

Iglesia deseosa de entregarse al radicalismo de las bien- testigos de Cristo, por la palabra y juntamente con las obras"
aventuranzas" (EN 69) 13 . (LG 11).

— Sacerdocio ministerial: Es signo personal de Cristo Sa- La familia, como Iglesia doméstica (LG 11), es un lugar
cerdote y Buen Pastor, a modo de "instrumento vivo'* privilegiado de este culto cristiano. En ella se aprende la dona-
(PO 12), para obrar "en su nombre" (PO 2) y servir en ción personal como encuentro con Cristo en el signo de cada
la comunidad eclesial, como principio de unidad de to- hermano. "Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento
das sus vocaciones, ministerios y carismas (PO 6.9). del matrimonio, por el que significan y participan el misterio
de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32),
El sacerdocio común de todo creyente es sacerdocio "es- se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y. en la
piritual" y "real" (IPe 2, 4-9; Jn 4,23; Rom 12,1), porque se procreación y educación de la prole, y por eso poseen su propio
celebra en el Espíritu de Cristo (en quien ya se cumplen las pro- don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida"
mesas misiánicas) y es participación y colaboración en el reino (LG 11). "La Iglesia encuentra en la familia, nacida del sacra-
de Cristo. "Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, mento, su cuna" (FC 15) 14 .
quedan destinados por el carácter al culto de la religión cristia-
na, y, regenerados como hijos de Dios, están obligados a confe- La oblación cristiana que transforma la vida en donación
sar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios median- tiene lugar por medio del trabajo como servicio a los hermanos.
te la Iglesia. Por el sacramento de la confirmación se vinculan Precisamente porque "el hombre vale más por lo que es que por
más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza lo que tiene" (GS 35), "el hombre como sujeto del trabajo es
especial del Espíritu Santo, y con ello quedan obligados más una persona independientemente del trabajo que realiza" (LE
estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos 12); por esto, "el primer fundamento del valor del trabajo es
el hombre mismo como sujeto" (LE 6). El valor del trabajo con-
siste, en la donación personal a imagen de Dios Creador y de
13. Puebla 721-776. Documentos oficiales de la Iglesia en: La vida religiosa, Docu- Cristo Redentor (cf. GS, la. parte, III) 15 .
mentos conciliares y posconciliares, Madrid, Instituto de Vida Religiosa, 1987.
Ver especialmente: Perfectae caritatis (Vaticano II), Evangélica Testificatio
(Pablo VI), Redemptionis donum (Juan Pablo II), MutUae Relationes (Congre- 14 Puebla 568-616. Estudios en colaboración: La familia, posibilidad humana y
gación de Obispos y Congregación de Institutos de vida consagrada. Estudios cristiana, Madrid, Acción Católica, 1977; La familia. Doctrina de la Iglesia ca-
en colaboración: Los religiosos y la evangelización del mundo contemporáneo, tólica acerca de la familia, el matrimonio y la educación, Madrid 1975. Otros
Madrid, 1975;¿a vida religiosa, II Códice del Vaticano IJ, Bologna, EDB, 1983. estudios: F. ADNES, El matrimonio, Barcelona, Herder, 1979; B. FORCANO,
Otros estudios: S. Ma. ALONSO, La utopia de la vida religiosa, Madrid, Inst.
La familia en la sociedad de hoy, problemas y perspectivas, Valencia, CEP,
Teol. Vida Religiosa, 1982; J. ALVAREZ, Historia de la vida religiosa, Madrid,
1975; F. MUSGROVE, Familia, educación y sociedad, Estella, Verbo Divino,
Inst. Teol. Vida Religiosa, 1987; M. AZEVEDO, Los religiosos: vocación y
1975; El SCHILLEBEECKX, El matrimonio, realidad terrena y misterio de sal-
misión, Madrid, Soc. Educación Atenas, 1985; A. BANDERA, Teología déla
vida religiosa, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1985; G. G. DORADO, Religioso vación, Salamanca, Sigúeme, 1968. Documento de la Conferencia Episcopal
y cristiano hoy, Madrid, Perpetuo Socorro, 1983; J. LUCAS HERNÁNDEZ, Española: Matrimonio y familia hoy, Madrid, PPC, 1979. Ver Exhortación
La vida sacerdotal y religiosa, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1986; T. MATURA, Apostólica Familiaris consortio, de Juan Pablo II (22 noviembre, 1981).
El radicalismo evangélico, Madrid, Inst. TeoL Vida Religiosa, 1980: ídem,
La vida religiosa en k encrucijada, Barcelona, Herder, 1980; A. MORTA, Los 15. J. ALFARO, Hacia una teología del progieso humano, Barcelona, Herder,
consejos evangélicos, Madrid, 1968; A. RENARD, Las religiosas en la horade 1969; L ARMAND, El trabajo y el hombre, Madrid 1964; M. D. CHENU,
la esperanza, Barcelona, Herder, 1982; B. SECONDIN, Seguimiento y profe- Hacia una teología del trabajo, Barcelona, Estela, 1965; O. FERNANDEZ,
cía, Madrid, Paulinas, 1986; J. M. TILLARD, En el mundo y sin ser del mun- Realización personal en el trabajo. Pamplona, Eunsa, 1978; A. NICOLÁS,
do, Santander, SalTerrae, 1983. Teología del progreso, Salamanca, Sigúeme, 1971; G. THILS, Teología de las
realidades terrenas, Bilbao, 1956.

72 73
CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR PROLONGADO EN SU IGLESIA
J U A N ESQUERDA BIFET

El sacerdocio ministerial comunicado por el sacramento sacerdotal (anuncio, cercanía, sacrificio de inmolación),
del orden (que será el tema principal de los capítulos sucesivos) por su estilo de vida (PO 2; SC 5; Puebla 188-197).
es un servicio especial para hacer que toda la comunidad ecle-
sial, con todos sus componentes y sectores, ejerza su sacerdocio Cristo Mediador, centro de la creación y de la historia (GS
común y se haga oblación en Cristo para bien de toda la huma- 22, 32, 39, 45).
nidad. El mismo sacerdote ministro pone en práctica su realidad
sacerdotal bautismal a través de este servicio vivido con fideli- El sacerdocio de Cristo prolongado en la Iglesia, Pueblo sa-
dad generosa. cerdotal (SC 6-7, 10; LG 9; Puebla 220-281), especialmen-
te en el anuncio de la Palabra (SC 33, 35, 52), en la cele-
bración del sacrificio redentor (SC 47ss), en la acción salví-
fica y pastoral (SC 2,7), en la cercanía solidaria a los hom-
bres (GS 1, 40ss).

Relación armónica entre las diversas participaciones del sa-


GUIA PASTORAL cerdocio de Cristo (LG 10-11; PO 2) y las diversas vocacio-
nes (LG 31,42; PC 1;P0 2;GS43).

Reflexión bíblica: Servicio de unidad por parte del sacerdocio ministro (PO
9). "El sacerdocio, en virtud de su participación sacramen-
— Sintonía con los amores del Buen Pastor: Al Padre (Le tal con Cristo, Cabeza de la Iglesia, es, por la Palabra y la
20,21; Jn 17,4), a los hombres (Mt 8,17; Act 10,38);dan- Eucaristía, servicio de la Unidad de la Comunidad" (Puebla
do la vida en sacrificio (Jn 10,11-18; Le 23,46). 661).

— La realidad sacerdotal de Cristo Mediador: ungido o consa-


grado (Jn 10,36), enviado para evangelizar a los pobres (Le
4,18; 7,22), ofrecido en sacrificio (Le 22,19-20; Me 10,45),
presente en la Iglesia (Mt 28,20).

— El sacrificio total de la caridad pastoral: cordero pascual ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA


(Jn 1,29), para establecer una nueva alianza o pacto de
amor (Mt 26,28) y salvar al pueblo de sus pecados (M Ver algunos temas concretos en las notas de este capítulo: sacerdo-
20,28). cio en San Pablo (nota 3), San Juan (nota 1), carta a los Hebreos (nota 4),
Corazón sacerdotal de Cristo (nota 6), Iglesia sacramento (nota 8), Iglesia
Pueblo de Dios (nota 11) ministerios y nuevos ministerios (nota 10), carác-
ter sacerdotal (nota 9), laicado (nota 12), vida consagrada (nota 13), fami-
Estudio personal y revisión de vida en grupo: lia (nota 14), trabajo (nota 15).

AA VV El corazón sacerdotal de Jesucristo, en "Teología del Sacerdo-


Cristo Sacerdote, "único Mediador" (1 Tim 2,5): por su cio" 18(1984).
ser de Hijo de Dios hecho hombre, por su obrar o función
75
74
J U A N ESQUERDA B I F E T
CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR P R O L O N G A D O EN SU IGLESIA

AA. VV., El sacerdocio de Cristo y los diversos grados de participación en


la Iglesia, XVI Semana Española de Teología, Madrid, 1969. RAMBALDI, G. Sacerdocio de Cristo y sacerdocio ministerial en la Iglesia,
en Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, 1971, 206-243.
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logía del Sacerdocio" 20 (1987). RAMOS, F. El sacerdocio de los creyentes (IPe 2,4-10), en "Teología del
Sacerdocio" 1 (1970) 11-47.
AA. VV., Sacerdozio comune e sacerdozio ministeriale, unitá e specificitá,
" L a t e r a n u m " 4 7 ( 1 9 8 1 ) n . 1. RATZINGER, J. El nuevo Pueblo de Dios, Barcelona, Herder, 1972.

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RÁBANOS, R. Sacerdote a semejanza de Melquisedec, Salamanca, 1961.

76
77
Capítulo III.

EL MINISTERIO APOSTÓLICO
AL SERVICIO DEL PUEBLO
DE DIOS
III. EL MINISTERIO APOSTÓLICO AL SERVICIO
DEL PUEBLO DE DIOS

Presentación

Jesús quiso prolongarse en su Iglesia por medio de servicios


o ministerios (Mt 28,20). Todo creyente es llamado para ejercer
un servicio a los hermanos, haciéndose de este modo comple-
mento o instrumento vivo de Cristo (Col 1,24). Cada uno es
otro Cristo según su propia vocación y misión: Las vocaciones y
ministerios son, pues, signos de la presencia activa de Jesús re-
sucitado en la Iglesia y en el mundo (ver el capítulo VIII).

Algunos seguidores de Cristo, los Apóstoles, fueron elegi-


dos para ser expresión o signo personal de Cristo en cuanto Ca-
beza, Sacerdote y Buen Pastor (Le 6,12-16; Me 3,13-19, PO 1-3).
Jesús quiso dejar, en medio de su Pueblo sacerdotal, este signo
especial de su ser, de su obrar y de su vivencia, en la línea de ser-
vir en el último puesto, sin privilegios, ni ventajas humanas (Le
22,28).

Los servicios que los Apóstoles (y sus sucesores e inmedia-


tos colaboradores) prestan al Pueblo sacerdotal son una prolon-
gación del obrar de Jesús, como enviados suyos que participan
de su ser y de su misión de modo peculiar. Jesús les comunica
(ahora por medio del sacramento del Orden) una gracia especial
del Espíritu Santo (Jn 16,14), para ser su gloria o transparencia
(Jn 17,10), para garantizar el significado de su palabra (Le
10,16; Jn 15,26-27), para prolongar su presencia (Mt 28,20),

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J U A N ESQUERDA BIFET EL MINISTERIO APOSTÓLICO A L S E R V I D I O DEL PUEBLO DE DIOS

su sacrificio de Alianza nueva (Le 22,19), su acción salvífico-sa- de desprendimiento radical está en relación estrecha con el se-
cramental (Jn 20,21; Me 16,20) y su acción pastoral (Mt 28,19; guimiento por amor (Mt 19,27), para correr la misma suerte de
Act 1,8). Esta es la misión del ministerio apostólico de los doce Cristo a modo de desposorio (Me 10,38; Jn 11,16; 21,18-19).
Apóstoles y de sus sucesores e inmediatos colaboradores.
Jesús les quiso dar el nombre de apóstoles, enviados, para
Esta elección y ministerio es un servicio o diaconía espe- indicar su identidad misionera (Le 6,13). Dar testimonio de
cial, que participa en la humillación (kenosis) de Cristo (Fil Cristo suponía haber estado conviviendo con El (Jn 1,35-46;
2,5-8), para ser signo de cómo ama el Buen pastor y para cons- 1 Jn l,lss; Jn 15,26-27). De este modo participaban en la mis-
truir la Iglesia como comunión (coinonía) con Cristo y con to- ma vida y misión de Cristo (Jn 17,18; 20,21) de predicar y sa-
dos los hermanos (1 Pe 5,3; 1 Cor 9,19; Me 10,44). nar, anunciando la penitencia y el perdón (Mt 10,5-42; Me
6,7-13; Le 10,1-10). Esta misión se resume en una triple pers-
La espiritualidad de esta vocación se concreta en el segui- pectiva: enseñar, bautizar (santificar) y guiar (Mt 28,19-20; Me
miento, imitación y unión con el Buen Pastor (caridad pastoral), 16,15-20; Le 24,45-49).
a ejemplo de la vida apostólica de los Doce, que se moldea en la
fidelidad al Espíritu Santo como garante y agente de la consa-
Según los textos que acabamos de citar, Jesús comunicó a
gración y de la misión recibida de Cristo (cf Le 4,18; Act 1,4-8).
los suyos esta realidad pastoral y sacerdotal de modo estable, a
través de diversas etapas:
Elección, seguimiento y misión de los Apóstoles
— elección,
— envío (antes y después de la resurrección),
La elección de los Apóstoles y de sus sucesores e inmedia-
— institución de la eucaristía (última cena),
tos colaboradores fue y sigue siendo iniciativa de Cristo: "eligió
— institución del sacramento del perdón (resurrección),
a los que quiso" (Me 3,13; cf. Jn 15,16). El Señor se acerca a la
circunstancia en que vive cada uno para pronunciar el sigúeme — comunicación del Espíritu Santo (Pentecostés).
como declaración de amor (Jn 1,43; Mt 4,18-22; 9,9)'.
El Concilio Vaticano II resume así estas etapas de la insti-
El seguimiento apostólico equivale a compartir la vida con tución apostólica. "El Señor Jesús, después de haber hecho ora-
Cristo (Me 3,14; cf. Jn 15,27), a modo de amistad profunda (Jn ción al Padre, llamado a sí a los que El quiso, eligió a doce para
15,9-15). Puesto que los Apóstoles iban a convertirse en signo que viviesen con El y para enviarlos a predicar el reino de Dios
del Buen Pastor, fueron llamados a imitar su modo de vivir, en . . .; a estos Apóstoles los instituyó a modo de colegio, es decir,
pobreza, obediencia y castidad (Mt 8,21; 12,50; 19,12). La nota de grupo estable, al frente del cual puso a Pedro. . . Los envió
primeramente a los hijos de Israel y después a todas las gentes...
En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pente-
coníés". . .(LG 19).
1 Veremos un estudio sistemático sobre la vocación y la formación sacerdotal en
el capítulo 8o., con su orientación bibliográfica. Ver: DEVYM, OSLAM, La Conviene reconocer la estrecha relación que existe entre
formación sacerdotal, documentos, Bogotá, 1982; Pastoral de las vocaciones
sacerdotales, Bogotá, 1978; AA. VV., Vocación común y vocaciones específi- la eucaristía y la institución del sacerdocio ministerial: "con las
cas, Madrid, Soc. Hducación Atenas, 1984. palabras haced esto en memoria mía (Le 22,19; ICor 11,24),

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J U A N ESQUERDA BIFET
EL MINISTERIO APOSTÓLICO A L SERVICIO DEL PUEBLO DE DIOS

Cristo instituyó sacerdotes a sus Apóstoles" 2 . Efectivamente,


imitación de Cristo, es, la línea básica de la espiritualidad sacer-
la eucaristía es "la fuente y la culminación de toda la evangeli-
dotal. Sin esta línea evangélica, el sacerdote, como persona no
zación" (PO 5; cf. LG 11). De este modo, Cristo "dejó a su es-
podría encontrar su propia identidad.
posa amada, la Iglesia, un sacrificio visible, como exige la natu-
raleza de los hombres" 3 . Es el misterio pascual, celebrado (y
presencializado) en la eucaristía, que debe ser anunciado y vivi- Los servidores del Pueblo sacerdotal: sacerdotes ministros
do por toda la comunidad eclesial y para toda la comunidad hu-
mana. Todo cristiano es servidor de los demás hermanos que for-
man la comunidad eclesial. Vocaciones y carismas se concretan
Los Apóstoles, por encargo de Cristo, comunicaron esta en servicios y ministerios. En las comunidades fundadas por los
realidad sacerdotal por medio de la imposición de las manos Apóstoles había unos ministros (servidores) que ejercían cierta
(sacramento del Orden): "El mismo Señor, con el fin de que los dirección o responsabilidad, siempre en dependencia de ellos:
fieles formaran un solo cuerpo, en el que no todos los miembros obispos (Act 20,28; ITim 3,2), presbíteros (Act 11,30; 15,2ss;
desempeñan la misma función (Rom 12,4), de entre los mismos ITim 5,17), guías, presidentes, liturgos, diáconos (Heb 13,7ss;
fieles instituyó a algunos por ministros, que en la sociedad de ITes 5,12; Ef 4,11; ICor 1,2; Rom 15,6; ITim 3,12; Fil 1,1)
los creyentes poseyeran la sagrada potestad del orden para ofre- etc. Esta terminología, algo fluctuante, se estabilizó con signifi-
cer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñaran públi- cado preciso en el siglo II.
camente el oficio sacerdotal por los hombres en nombre de Cris-
to. Así, pues, enviados los Apóstoles como El fuera enviado por La diversidad de carismas y servicios de cada comunidad
su Padre, Cristo, por medio de los mismos Apóstoles, hizo par- encontrará en estos ministros, establecidos por los Apóstoles,
tícipes de su propia consagración y misión a los sucesores de un principio de unidad, armonía y comunión eclesial. La auto-
aquéllos, que son los obispos, cuyo cargo ministerial, en grado ridad apostólica les consideró colaboradores inmediatos. El rito
subordinado, fue encomendado a los presbíteros, a fin de que, de la imposición de manos, como transmisor de una gracia per-
constituidos en el Orden del presbiterado, fuesen cooperadores manente del Espíritu Santo, era lo que después se llamaría el sa-
del Orden episcopal para cumplir la misión apostólica confiada cramento del Orden (cf. Act 6,1-6; 13,1-3; 14,23; ITim 4,14;
por Cristo" (PO 2; cf. LG 28). 2Tim 1,6; Tit 1,5). Después de la muerte de los Apóstoles, en-
contramos en todas las Iglesias locales obispos, presbíteros y
La misión sacerdotal, como participación en la función diáconos, que forman el Presbiterio en comunión estrecha con
pastoral de Cristo, resultaría incompleta si se separara de la vo- el obispo (cf. San Ignacio de Antioquía). Se trata, pues, de mi-
cación y del seguimiento; se correría el riesgo de profesionalis- nistros que continuaban, cada uno según su grado, los ministe-
mo privilegiado sin exigencias evangélicas. Cristo confiere la mi- rios apostólicos 4 .
sión sacerdotal a los que El ha llamado para compartir su misma
vida de Buen Pastor. La caridad pastoral, como seguimiento e 4 Sobre el sacramento del Orden: J. LECUYER, Le sacrement de Vordiñation,
recherche historique et théologique, París, Beauchesne, 1981; M. NICOLAU,
Ministros de Cristo, sacerdocio y sacramento del Orden, Madrid, BAC, 1971;
L OTT, Le sacrement de l'Ordre, París, Cerf, 1971; ídem, El sacramento del
2 Sesión 22 del conc. de Trento, can. 2;D 949. Orden, en Historia de los dogmas, IV, 5, Madrid, BAC Major, 1976. Sobre la
espiritualidad del rito de ordenación; J. ESQUERDA, Espiritualidad sacerdotal
3 Sesión 22 del conc. de Trento, cap. 1; D 938. Estudiaremos el tema de la euca- según el nuevo rito de ordenación, en "Teología del Sacerdocio" 4 (1972)
ristía en el capítulo 4o. n. 3. 329-363.

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J U A N ESQUERDA BIFET
EL M I N I S T E R I O APOSTÓLICO A L SERVICIO D E L PUEBLO DE DIOS

Estos ministros no se llaman sacerdotes hasta el siglo III


(con Tertuliano, S. Cipriano, S. Hipólito, etc.)- Pero, a la luz de Esta realidad sacerdotal, participada de Cristo, tiene tres
Cristo Sacerdote, los ritos y gestos ministeriales tuvieron siem- aspectos principales:
pre una terminología sacrificial y cultual. Son "ministros de la
nueva Alianza" (2Cor 3,6) que tiene siempre carácter de sacrifi- — elección divina o vocación del Señor, manifestada por
cio. Son servidores de Cristo Mediador (ITim 2,5), Sumo Sacer- medio de la Iglesia,
dote y Víctima (Heb 9, 11-15). Son, pues, ministros o servido-
res del Pueblo sacerdotal (1 Pe 2,4-10; Apoc 1,5-6; 5,9-10; 20,6). — consagración o participación en el ser y en el obrar de
Cristo, por medio del sacramento del Orden,
El hecho de ejercer la presidencia en la celebración del sa-
crificio eucarístico en nombre de Cristo Sacerdote, será determi- — misión o envío por parte de Cristo y mediante la Iglesia.
nante para generalizar el título de sacerdote ministro. No obs-
tante, habrá que recordar siempre que es un servicio polifacéti- La elección o vocación al sacerdocio ministerial continúa
co, que incluye armónicamente el anuncio de la Palabra, al servi- siendo don e iniciativa del Señor (ver apartado 1). Es una gracia
cio de los sacramentos y la construcción de la comunidad en la o carisma. La elección de todos en Cristo (cf. Ef 1, 3ss) se con-
comunión. Los sacerdotes ministros son testigos cualificados de creta en el sacerdote ministro como signo de Cristo en cuanto
la muerte y resurrección de Cristo con su propia vida y con la Sacerdote, Cabeza y Buen Pastor, para obrar en su nombre. Esta
misión del anuncio, de la celebración y de la comunicación del vocación llega al elegido por medio de mediaciones eclesiales:
misterio pascual. familia, educadores, testimonios, doctrina, comunidad en gene-
ral, jerarquía. . . "Sin embargo, esta voz del Señor que llama no
Los Apóstoles recibieron esta realidad sacerdotal directa- ha de confiarse en modo alguno que llegue de forma extraordi-
mente del mismo Jesús, de su humanidad vivificante como sa- naria a los oídos del futuro presbítero. Más bien ha de ser enten-
cramento fontal. Ahora los sacerdotes ministros (sacerdocio mi- dida y distinguida por los signos que cotidianamente dan a co-
nisterial), por medio del sacramento del Orden, reciben esta rea- nocer a los cristianos prudentes la voluntad de Dios; signos que
lidad sacerdotal, que les hace participar en el ser, en el obrar y los presbíteros han de considerar con atención" (PO 11; cf. OT
en la vivencia de Cristo Sacerdote y Buen Pastor. Por el sacra- 2). La Iglesia, por medio del obispo y de sus colaboradores, ga-
mento del Orden se confiere la consagración sacerdotal (carácter rantizará la existencia de la vocación sacerdotal durante el pe-
y gracia) a los llamados por la Iglesia (por medio del obispo), ríodo de formación y especialmente en el momento de recibir
para ejercer los ministerios apostólicos en el grado de obispo, el sacramento del Orden (ver el capítulo 8).
presbítero o diácono. "Siendo cosa clara por el testimonio de la
Escritura, por la tradición apostólica y el consentimiento unáni-
me de los Padres, que por la sagrada ordenación, que se realiza La consagración sacerdotal es participación en la unción de
por la palabra y los signos externos, se confiere la gracia, nadie Cristo (Le 4,18; Jn 10,36). La humanidad de Cristo es ungida
puede dudar que el Orden es verdadera y propiamente uno de en la encarnación por obra del Espíritu Santo, es decir, es unida
los siete sacramentos de la Santa Iglesia. Dice en efecto el Após- hipostáticamente (o en unión de persona) al Verbo. El sacerdote
tol: 'Te amonesto a que hagas revivir la gracia de Dios que está ministro participa de esta unción o consagración por medio del
en ti por la imposición de mis manos' " (D 959) 5 . carácter y de la gracia que confiere el sacramento del Orden.

5 Sesión 23 del conc. de Trento, cap. 3;D 959. El carácter sacramental del Orden es una señal o cualidad
indeleble (inamisible), que configura al sacerdote ordenado con
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Cristo Sacerdote para poder obrar en su nombre. "El sacerdocio La gracia especial recibida en el sacramento del Orden (dis-
(ministerial). . . se confiere por aquel especial sacramento con el tinta del carácter) ayuda a ejercer santamente la función y mi-
que los presbíteros, por la unción del Espíritu Santo, quedan se- sión sacerdotal. De este modo nos hacemos "instrumentos vivos
llados con un carácter particular, y así se configuran con Cristo de Cristo Sacerdote" (PO 12) en sintonía con su caridad de
Sacerdote, de suerte que puedan obrar como en persona de Cris- Buen Pastor. Es, pues, una gracia que delinea la fisonomía del
to cabeza" (PO 2). sacerdote, para ayudarle a ser signo claro o expresión de Cristo.
Tiene relación estrecha con el carácter, formando una cierta
Todo cristiano ha recibido el carácter del bautismo (y de la unidad, que hay que reavivar constantemente (2Tim 1,6). Es un
confirmación), que configura a Cristo Sacerdote (ver el capítulo "vigor especial" (Santo Tomás) 8 .
2o., n. 3). El carácter del sacramento del Orden confiere una
configuración para obrar en nombre de Cristo Sacerdote, Maes- — un matiz de caridad pastoral a todas las virtudes sacerdo-
tro y Pastor (cf. PO 2, 6, 12; LG 28) 6 . Es una participación en
tales,
el poder y misión sacerdotal y pastoral del Señor, que destina
al servicio de Cristo presente en la eucaristía, en su Iglesia y en — sintonía vivencial con los actos sacerdotales que se ejer-
el mundo (Santo Tomás, III, q. 63, a. 1 6). "La permanencia de
cen,
esta realidad, que marca una huella para toda la vida (doctrina
de fe, conocida en la tradición de la Iglesia con el nombre de ca-
— unión con Cristo en cuanto Sacerdote y Víctima,
rácter sacerdotal), demuestra que Cristo asoció a sí irrevocable-
mente la Iglesia para la salvación del mundo y que la misma Igle-
sia está consagrada definitivamente a Cristo para cumplimiento — ser instrumento consciente y voluntario (responsable) de
de su obra. El ministro, cuya vida lleva consigo el sello del don Cristo en todos los momentos de la vida y del ministerio,
recibido por el sacramento del Orden, recuerda a la Iglesia que
el don de Dios es definitivo. En medio de la comunidad cristiana — santidad para ser "dispensador de los misterios de Dios"
que vive en el Espíritu, y no obstante sus deficiencias, es prenda (lCor4,l).
de la presencia salvífica de Cristo" (Sínodo Episcopal de 1971 ) 7 .
Participar fiel y responsablemente en la misión de Cristo es
una consecuencia de la vocación y de la consagración sacerdotal.
La misión, que enraiza en la realidad sacerdotal, necesita expli-
citarse por el encargo de la Iglesia. Es, pues, la misión de Cristo
confiada a los Apóstoles (Jn 17,18; 20,21), prolongada ahora en
6 Sesión 23 del conc. de Tiento, cap. 4 y can. 4; D 960, 964.
la Iglesia y recibida por medio de ella, según diversos grados y
7 Documento del Sínodo Episcopal de 1971: El sacerdocio ministerial, parte modos de participación. Es misión ejercida en la comunión ecle-
la., n. 5. Sobre el carácter y la gracia sacramental, además de los estudios so- sial.
bre el sacramento del Orden citados en la nota 4, ver: J. ESPEJA, Estructuras
del sacerdocio según los caracteres sacramentales, en El sacerdocio de Cristo,
Madrid, 1969, 273-294; J. ESQUERDA, Síntesis histórica de la teología sobre Toda la misión de la Iglesia es profética, cultual y real, es
el carácter, líneas evolutivas e incidencias en la espiritualidad sacerdotal, en
"Teología del Sacerdocio" 6 (1974) 211-226; J. L. LARRABE, Sentido salví- decir, se ejerce por el anuncio de la Palabra, por la celebración
fico y eclesial del carácter sacerdotal, "Estudios Eclesiásticos" 46 (1971) 5-33.
Ver en la orientación bibliográfica de este capítulo los estudios sobre el sacer-
docio ministerial.
8 De Viritate, q. 27, a. 5, ad 2.

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litúrgica (especialmente eucarística y sacramental) y por los ser- — La figura del Buen Pastor: Jn 10,1-21 (Le 15,1-7).
vicios de caridad y de dirección de la comunidad. El sacerdote
ejerce esta misión en nombre de Cristo Cabeza y Buen Pastor, — La última cena (eucaristía) y la oración sacerdotal: Jn
en comunión con la Iglesia y en un equilibrio armónico e inte- 13-17 (Le 22,1-39).
gral de anuncio, celebración y comunicación del misterio pas-
cual de Cristo (PO 4-6; cf. capítulo 4o.) 9 . — La vida desprendida del Señor: Mt 8, 21 (pobreza); Jn
10,18 (obediencia del Buen Pastor); Mt 18,12 (castidad
por el Reino).
Líneas de fuerza del seguimiento evangélico
de los Apóstoles — El modo servicial de dirigir la comunidad: IPe 5,1-5.

El seguimiento evangélico de los Apóstoles se ha venido lla- — El resumen de la vida apostólica de Pablo: Act 20,17-38.
mando vida apostólica o modo de vivir de los Apóstoles {apostó-
lica vivendi forma). Jesús dio poder de prolongar su Palabra, su Estas líneas aparecen en San Pablo a través de sus escritos
sacrificio y su acción salvífico-pastoral a algunos de sus discípu- y en los Hechos de los Apóstoles:
los que habían dejado todo para seguirle. El servicio sacerdotal
de los Apóstoles va estrechamente unido al seguimiento evangé- — llamado por iniciativa divina: Gal 1,5 (Act 9,1-19),
lico. La pauta de toda vida apostólica la resume San Pedro: "no- — unión con Cristo: Gal 2,19-20; Fil 1,21; 2Tim 1,12,
sotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido" (Mt 19,27). — ministerio de Cristo y de su Iglesia: ICor 4,1; Cor 5,20;
Col l,25ss,
La vida apostólica es encuentro con Cristo, relación perso- — dispensador de los misterios de Dios y reconciliador de
nal con El, opción fundamental por El, seguimiento e imitación, los hombres con Dios: 2Cor 5,18,
en vistas a la misión de prolongarle en el tiempo y en el espacio. — instrumento de gracia: 2Cor 3,8,
Los textos básicos donde aparecen las líneas de fuerza de este — ministro de la eucaristía: ICor 11,23-34,
seguimiento apostólico son los siguientes: — custodio de la autenticidad de la Palabra: ITim 6,20,
— servidor de la comunidad eclesial con humildad y pobre-
— La llamada para un seguimiento incondicional: Mt 4,18- za: Act 20,17-38; Fil 2,1-11,
22; Me 3,13-19. — caridad evangelizadora y celo apostólico sin fronteras:
2Cor5,14;ll,2810.
— El envío con las características de la vid,a misionera de
Cristo: Mt 10,1-42 (4,23-25); Le 9,1-6; 10,1-12; Me 6,7- El seguimiento evangélico y radical de Cristo es, principal-
13. mente en los Apóstoles, amistad profunda (Jn 13,1; 15,9-17.27).
Sólo a partir de este amor pueden comprenderse las exigencias
9 Sobre el sacerdocio ministerial y la mujer, las orientaciones del magisterio ac- del seguimiento (Mt 8,18-22). Se trata de correr la misma suerte
tual siguen la tradición apostólica. Ver: Declaración ínter Insigniores (15 de de Cristo o de beber su copa de Alianza (Me 10,38; cf. Le
octubre de 1976), de la Congregación para la Doctrina de la I-e; Carta Apos-
tólica Milieris Dignitatem (15 de agosto de 1988) de Juan Pablo II, n. 26;
Exhort. Apost. Christifideles IMÍCÍ (30 de diciembre, 1988, n. 49). Ver estu-
dios de la orientación bibliográfica. 10 Sobre la espiritualidad sacerdotal en San Pablo, ver la nota 3 del capítulo 2o.

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dre y el Espíritu Santo se expresa en su propia unidad de vida,


22,19-20; Jn 18,11). En los momentos de dificultad, es el amor en armonía con los planes salvíficos de Dios Amor: "quien me
el que puede salvar airosamente la situación (Jn 6,67-68; 16,20- ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,9; 12,45-46). Esa misma unidad de
22). comunión se refleja en la comunidad eclesial, especialmente en
los apóstoles: "que todos sean uno, como tú, Padre, están en
El seguimiento en relación a la misión apostólica tiene es- mí y yo en tí, . . . y el mundo crea que tú me has enviado. . .
tas características: y amaste a ellos como me amaste a m í " (Jn 17,21-23). En la
Iglesia local, la comunión o unidad fraterna en el Presbiterio
— Caridad como la del Buen Pastor: donación, virtudes es portadora y signo eficaz de esta unidad eclesial (ver el capí-
pastorales, servicio, cercanía. . . tulo 7 o.).
— Misión totalizante y universal: bajo la acción del Espíri- En el camino histórico de la Iglesia, la vida evangélica de
tu Santo, para evangelizar a los pobres y a todos los pue- los Apóstoles (vida apostólica) encuentra su fuerza en la celebra-
blos. ción eucarística del misterio pascual (SC 7, 10, 47). El ministe-
rio de hacer presente el sacrificio redentor de Cristo, muerto y
— Fraternidad apostólica al servicio de la comunidad ecle- resucitado, comporta no sólo el anuncio y la vivencia del mis-
sial: unidad apostólica especialmente en el Presbiterio, mo, sino también el construir el Presbiterio y la comunidad ecle-
para construir la comunión de la Iglesia local. sial en la comunión o unidad de "un solo cuerpo" (Rom, 12,5).
A partir de la celebración eucarística (como anuncio, celebra-
ción y comunicación), la acción apostólica tiende a construir
La vida apostólica o vida evangélica de los Apóstoles es sin- la humanidad entera como comunión de hermanos. El primer
tonía vivencial y comprometida con la caridad y la misión del paso de esta comunión, que es reflejo de la comunión en Dios
Buen Pastor, en su amor al Padre (Heb 10,5-7; Jn 4,34; 10,18; Amor, uno y trino, será la realidad de comunión eclesial en el
17,4; Le 23,46), en su amor a los hombres (Mt 11,28-30; 14,14; grupo apostólico y en la comunidad de los creyentes.
15,32; Jn 10,14ss), hasta dar la vida en sacrificio por todos (Jn
10,1 lss; Mt 20,28) (ver el capítulo 2o., n. 1). Es la caridad pas- Estas líneas de fuerza del seguimiento evangélico de los
toral que enraiza en la consagración y orienta hacia la misión, Apóstoles se irán concretando, en cada época histórica, aportan-
para un servicio humilde y pobre de ser pan comido dándose a do el fundamento de la fisonomía espiritual del sacerdote. La
sí mismo a los demás (ver capítulo 5o.). aplicación acertada dependerá de la fidelidad a las nuevas gracias
del Espíritu Santo en las circunstancias sociológicas, culturales e
De esta caridad fluye la misión totalizante y universal co- históricas. El sacerdote debe ser "olor de Cristo" (2Cor 2,15) o
mo participación y prolongación de la misma misión de Cristo "transparencia" suyo (Jn 17,10) en las circunstancias de lugar y
(cf. Jn 17,18; 20,21), que se orienta hacia todos los pueblos tiempo para el hombre concreto 11 .
porque no tiene fronteras históricas, geográficas, culturales y
sectoriales (cf. Act 1,8; Mt 28,18-20; Me 16,15-16; ver el capí-
tulo 4o.). 11 Sobre la caridad pastoral y las virtudes del Buen Pastor, ver el capítulo 5o. So-
bre la vida apostólica, ver el n. 4 del capítulo 7o. C. GIAQUINTA, El presbíte-
ro "forma del rebaño" en la comunidad cristiana de América Latina, Medellín
La fraternidad apostólica es una consecuencia de ser pro- 10 (1984) 311-325.
longación de Cristo. La unidad o comunión de Cristo con el Pa-
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Fidelidad a la misión del Espíritu Santo


Jesús prometió el Espíritu Santo para todo creyente (Jn
7,37-39). En la promesa hecha a los Apóstoles, durante la últi-
Todo bautizado (y confirmado) ha recibido el sello o mar-
ma cena y el día de la Ascensión, el Señor habla de:
ca (carácter) y prenda permanente del Espíritu Santo (Ef 1,13-
14). Por medio del sacramento del Orden, el sacerdote ministro
ha recibido un nuevo sello o nueva gracia permanente del mismo — presencia: Jn 14,15-17; 16,7,
Espíritu (ITim 4,14; 2Tim 1,6-7), que le hace partícipe de la — iluminación: Jn 16,13,
unción y misión de Cristo Sacerdote y Buen Pastor (Le 4,18; — acción santificadora: Jn 16,14; Act 1,5,
Jn 10,36). La vida y el ministerio sacerdotal será un continuo — acción evangelizad ora: Jn 15,26-27; Act 1,8.
reavivar este don del Espíritu con una actitud de discernimiento
y de fidelidad. La vida espiritual es una "vida según el Espíritu" La acción del Espíritu Santo transforma a los apóstoles en
(Rom 8,4-9). gloria o signo de Cristo Sacerdote (Jn 16,14; 17,10). La misión
que Cristo les confía lleva la fuerza del Espíritu (Jn 20,21).
Jesús, Sacerdote y Buen Pastor, fue concebido en el seno Reunidos en el cenáculo con María (Act 1,14), los Apóstoles y
de María por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18-25; Le 1,35), la primera comunidad de discípulos el día de Pentecostés fueron
guiado por el Espíritu para adentrarse en el desierto (Le 4,1) y "llenos del Espíritu Santo" (Act 2,4). A partir de este momen-
para evangelizar a los pobres (Le 4,14.18). El mismo Jesús se to, la comunidad eclesial recibiría con frecuencia nuevas gracias
presentó como "ungido y enviado por el Espíritu" (Le 4,18; del Espíritu para "anunciar con audacia la Palabra de Dios"
cf. Is 61,2ss y 11,1 ss). El Espíritu de amor reposa siempre sobre (Act 4,31). Los momentos de cenáculo con María serán conti-
Jesús (Jn 1,33) para guiarlo a la donación total de su vida por la nuamente momentos de renovación y de fecundidad apostólica
redención del mundo (Heb 9,14). (AG 4; EN 82; RH 22; DEV 25,66; RM 24).

La fidelidad al Espíritu Santo se concreta para el sacerdote


La acción del Espíritu Santo en toda la historia de salva- ministro y para todo apóstol en:
ción concreta de modo especial en la vida y ministerio de Jesús:
"Aquel a quien Dios ha enviado, habla palabras de Dios, pues — custodiar el depósito de la fe: 2Tim 1,14,
Dios nos dio el Espíritu con medida" (Jn 3,34). El Espíritu en — confianza audaz en su acción santificadora y evangeliza-
la Sagrada Escritura es misión (salah), mensaje o palabra (dabar) d o s : Rom 15,13-19,
y fuerza espiritual (ruah). — reavivar constantemente la gracia recibida en la ordena-
ción: 2Tim 1,6,
El sacerdote ministro prolonga a Cristo que predica bajo la — vivir en relación con su presencia y en sintonía con su
acción del Espíritu (Le 4,14; Jn 3,34), anuncia el bautismo "en acción, como Pablo "prisionero del Espíritu": Act
el Espíritu Santo" (Jn 1,33), se inmola en el amor del Espíritu 20,22.
(Heb 9,14) y comunica una vida nueva o nuevo nacimiento en
el mismo Espíritu (Jn 3,5). La identidad sacerdotal de Cristo y El Concilio Vaticano II describe la vida del apóstol en
de todos sus apóstoles se manifiesta en el "gozo" del Espíritu unión continua con el Espíritu Santo, puesto que es él quien
por secundar los designios salvíficos del Padre (Le 10,21). "sin cesar acompaña la acción apostólica" (AG 4). El sacerdote
ministro concretamente:
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— edifica la Iglesia como templo del Espíritu, puesto que


ha sido ungido por él para esta finalidad (PO 1 •), — hacia el desierto: oración, sacrificio, silencio contempla-
tivo. . . (Le 4,1),
— está atento a sus luces y mociones para evangelizar a los
pobres, discernir y suscitar carismas y vocaciones, cola- — para evangelizar a los pobres: caridad, servicio, humil-
borar en la evangelización universal (PO 6, 9, 10), dad, vida ordinaria de "Nazaret". . . (Le 4,14-19),

— es dócil a su acción para santificarse en el ejercicio del — viviendo en gozo pascual de Cristo resucitado: esperan-
ministerio (PO 12-13), za, transformar el sufrimiento en amor, . . (Le 20,21;
Jn 16,7.22).
— se deja conducir por él para imitar y seguir al Buen Pas-
tor en su vida de pobreza y caridad pastoral (PO 17)' 2 . El discernimiento y la fidelidad sacerdotal a la misión del
Espíritu encuentran una aplicación especial en el campo de la
El discernimiento de la acción del Espíritu por parte del sa- dirección espiritual y consejo pastoral de personas y comunida-
cerdote, supone un corazón contemplativo y una vida pobre des. El ministerio sacerdotal (ver el capítulo 4o.) abraza tam-
(PO 17-18). Su propia fidelidad a la voluntad salvífica de Dios bién el camino de la oración y de la perfección. La acción profé-
será la mejor regla de discernimiento: "Consciente de su propia tica, santificad ora y hodegética (orientadora) del sacerdote mi-
flaqueza, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, nistro, debe llegar también a estos campos de santidad y perfec-
indagando cuál sea el beneplácito de Dios y, cómo atado por el ción cristiana. Es ahí donde tendrá lugar de modo especial el
Espíritu, se guía en todo por la voluntad de aquel que quiere discernimiento personal y comunitario 13 .
que todos los hombres se salven; voluntad que pueden descubrir
y cumplir en todas las circunstancias cotidianas de la vida, sir- El sacerdote ayuda a los fieles a discernir y seguir las luces
viendo a todos los que le han sido encomendados por Dios en el del Espíritu Santo cuando se anuncia y escucha (o medita) la
cargo que se le ha confiado y en los múltiples acontecimientos palabra, cuando se celebra el misterio pascual de Cristo en la li-
de su vida" (PO 15). turgia y cuando se insta a vivir profundamente la vida cristiana
de caridad y de apostolado. Hay que educar a los fieles "para
Las reglas del discernimiento personal y comunitario se que alcancen la madurez cristiana; para promoverla, los presbí-
aprenden en sintonía con el actuar de Cristo bajo la acción del teros les ayudarán, a fin de que en los acontecimientos mismos,
Espíritu:
13 Sobre los carismas del Espíritu Santo, el discernimiento y la fidelidad a su ac-
ción: AA. VV., Vivir en el Espíritu, Madrid, CETE, 1980; Y.M.J. CONGAR,
El Espíritu Santo, Barcelona, Herder, 1983; F. X. DURWELL, El Espíritu
Santo en la Iglesia, Salamanca, Sigúeme, 1986; J. ESQUERDA, Prisionero
12 CL. DILLENSCHNEIDER, El Espíritu Santo y el sacerdote, Salamanca, Sigúe- del Espíritu, Salamanca, Sigúeme, 1985; ídem, Agua viva, discernimiento y
me, 1965; J. ESQUERDA, Te hemos seguido, espiritualidad sacerdotal, Ma- fidelidad al Espíritu Santo, Barcelona, Balmes, 1985; A. FERMET, El Espíri-
drid, BAC, 1986, cap. 5o. (Prisionero del Espíritu); H. A. LOPERA, El poder tu Santo en nuestra vida, Santander, Sal Terrae, 1985; H. MUHLEN, Catcque-
del Espíritu Santo en el sacerdote, Bogotá, 1975. Algunos aspectos del sacer- sis para la renovación carismática. Salamanca, Secretario Trinitario, 1979; A.
docio ministerial en relación al Espíritu Santo: AA. VV., La pneumatología ROYO, El gran desconocido, Madrid, BAC, 1973; E. SCHWEISER, El Espíri-
en los Padres de la Iglesia, en "Teología del Sacerdocio" 17 (1983). tu Santo, Salamanca, Sigúeme, 1985; A. URIBE, Pastoral renovada, Rionegro,
1981.

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grandes o pequeños, puedan ver claramente qué exige la realidad Seguir a Cristo como los Apóstoles (vida apostólica): Mt
y cuál es la voluntad de Dios" (PO 6). Para "conocer los signos 4,19-22; 19,27;Mt 8,21; 19,12;Jn 10,18.
de los tiempos", el sacerdote necesita "escuchar de buen grado
a los laicos, considerando fraternalmente sus deseos y recono- La fidelidad a la presencia, luz y acción del Espíritu Santo:
ciendo su experiencia y competencia en los diversos campos de Jn 14,15-17; 15,26-27; 16,7.13; Act 1,5-8; 20,22; Rom
la actividad humana" (PO 9). 15,13-19; 2Tim 1,6.

La fidelidad y el discernimiento del Espíritu, en la vida y


en el ministerio del sacerdote, tendrá lugar de modo especial en Estudio personal y revisión de vida en grupo:
la respuesta a la propia vocación, en el proceso de la vida espiri-
tual y de la oración, en la, acción apostólica y en la convivencia — El servicio armónico y responsable del anuncio, celebra-
comunitaria. Los signos de la voluntad de Dios, manifestados en ción y comunicación del misterio pascual (PO 4-6; SC 7,
los acontecimientos, se descubren "con la ayuda del Espíritu 10, 47).
Santo y se valoran a la luz de la Palabra divina" (GS 44).
— El carácter sacerdotal del sacramento del Orden como sig-
no permanente del amor de Cristo a su Iglesia (ITim 4,14;
2Tim 1,6;P0 2).

— Obrar en nombre de Cristo Cabeza y Buen Pastor (PO 2,


6, 12;LG28).
GUIA PASTORAL
— Las líneas de la vida apostólica: caridad de Buen Pastor
Reflexión bíblica: (PO 15-17), disponibilidad misionera (PO 10), fraternidad
(PO 7-9).
— Elección como iniciativa de Cristo y declaración de amor:
Me 3,13; Mt 4,18-22; 9,9; Jn 1,43; 15,16. — Discernimiento y fidelidad al Espíritu Santo en la vida y en
el ministerio sacerdotal (LC 4,1-19; 10,21; PO 1, 6, 9, 10,
— Seguimiento de Cristo para compartir su vida: Me 3,14; 12, 13, 17; Puebla 198-219).
10,38; Jn 15,9-15; Mt 19,27.
— Servidor de la comunidad eclesial: "Los ministerios orde-
— Misión de anuncio y testimonio: Mt 10,5-42; Me 6,7-13; nados, antes que para las personas que los reciben, son una
Le 9,1-6; 10,1-10. gracia para la Iglesia entera" (Juan Pablo II, Christifideles
Laici 22).
— Anuncio, celebración y comunicación del misterio pascual:
Le 22,19-20; 1 Cor 11,23-26.

— Servidores del Pueblo sacerdotal: IPe 2,4-10; 5,1-5; Apoc


1,5-6; 5,9-10.

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ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA HENRIQUEZ, L. E. El ministerio sacerdotal, Caracas, 1985.

Ver algunos temas en las notas de este capítulo: sacramento del Or- JIMÉNEZ, B. Testigos del misterio, reflexiones acerca del ministerio sacer-
den (nota 4) carácter sacramental (nota 7), Espíritu Santo (notas 12 y 13). dotal, Avila, TAU, 1986.
Sobre el sacerdocio común de los fieles, ver el capítulo 2o. Ver otras publi-
caciones en la orientación bibliográfica general del final de nuestro texto. JIMÉNEZ URRESTI, T. 1. Presbiterado y Vaticano II, Madrid, PPC, 1968.

LECLERCQ, J. El sacerdocio ante Dios y ante los hombres, Salamanca,


AA. VV., El ministerio y los ministerios según el Nuevo Testamento, Ma- Sigúeme, 1966.
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100 101
Capítulo IV.

SACERDOTES
PARA EVANGELIZAR
IV. SACERDOTES PARA EVANGELIZAR

Presentación

Jesús se presentó siempre como enviado o apóstol del Pa-


dre y del Espíritu Santo (Jn 3,17.34; 7,16; 10,36; 11,42;
17,19ss; Le 4,18). Su misión consistió en anunciar el evangelio o
Buena Nueva del Reino (Le 4,43). Es una misión de anuncio, de
entrega de sí mismo y de cercanía a todo hombre, para llamarle
a un cambio profundo de mentalidad (conversión) que se hace
bautismo o vida nueva, nuevo nacimiento e ingreso en el Reino
de Cristo (Me 1,15; Jn 3,5; cf. EN 6-12).

La Iglesia o comunidad de creyentes convocada por la pre-


sencia y la Palabra de Jesús, ha sido instituida por el Señor para
prolongarle en su ser, en su misión evangelizadora y en su viven-
cia. "La Iglesia es misionera por naturaleza" (AG 2) porque
"existe para evangelizar" (EN 14). Todo miembro de la Iglesia,
según su propia vocación, participa de esta responsabilidad mi-
sionera (cf. EN 13-16, 59-73).

Los Apóstoles y sus sucesores e inmediatos colaboradores


participan de modo especial en esta responsabilidad evangeliza-
dora de Jesús que se prolonga en la Iglesia. Ellos fueron elegidos
"para ser enviados a evangelizar" (Me 3,14), participando de la
misma misión de Jesús (Jn 17, 18; 20,21) y haciendo realidad el
encargo misionero confiado por Jesús a toda la Iglesia (Mt 28,
19-20; Me 16,15-16; Act 1,4-8).

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

¿Cuál ha de ser la vivencia o espiritualidad del sacerdote los doce es precisamente el de apóstoles o enviados (Le 6,13).
para cumplir esta función misionera? Los sacerdotes "consegui- Se trata de "anunciar a las gentes la insondable riqueza de Cris-
rán de manera propia la santidad ejerciendo sincera e incansable- to e iluminar a todos acerca de la dispensación del misterio de
mente sus ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13). El sa- Cristo oculto desde los siglos en Dios" (Ef 3,8-9). "Evangelizar
cerdote es siempre "ministro del evangelio" (Ef 3,7). Como Pe- significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambien-
dro, dará testimonio de Cristo ("nosotros somos testigos": Act tes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro,
2,32) en la medida de su seguimiento evangélico ("lo hemos de- renovar a la misma humanidad" (EN 18). "Evangelizar es, ante
jado todo y te hemos seguido": M7 19,27). Como Juan, sabrá todo, dar testimonio desde dentro, de una manera sencilla y di-
comunicar el Verbo hecho hombre ("os anunciamos el Verbo de recta, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu San-
la vida": (Jn l,lss) en la medida en que viva la experiencia de su to" (EN 26).
encuentro ("hemos visto su gloria": Jn 1,14). Como Pablo, será
transparencia del evangelio ("olor de Cristo": 2Cor 2,15) en el Como Jesús, el sacerdote ministero es ungido y enviado
grado de su sintonía vivencial con Cristo ("mi vida es Cristo": por el Espíritu Santo "para evangelizar a los pobres" (Le 4,18).
Fil 1,21 ;cf. Gal 2,20). Ha sido llamado para:
Prolongar a Cristo, en su palabra, sacrificio pascual, acción
salvífica y pastoral, oración y cercanía al hombre concreto, sig- — anunciar la alegre noticia (evangelizar) de la salvación en
nifica vivir del encuentro con El: "Hemos encontrado a Cristo... Cristo (Mt 11,5; Le 7,22; Ef 3,8; ICor 9,16),
Jesús de Nazaret" (Jn 1,41.45). "El ministerio jerárquico, sig-
no sacramental de Cristo Pastor y Cabeza de la Iglesia, es el prin-
cipal responsable de la edificación de la Iglesia en la comunión y — hacer llegar como primer anuncio (kerigma) el mensaje
de la dinamización de su acción evangelizadora" (Puebla 659) 1 . de Cristo a los que todavía no lo han oído (Act 8,5;
9,20; Me 16,5; Rom 10,14; ICor 1,23; 2Cor 1,19; 4,5;
Gal 2,2),
Llamados para evangelizar
— dar testimonio (martirio) del hecho salvífico de la muer-
La vocación apostólica es encuentro con Cristo para pro- te y resurrección de Cristo (Act 1,8; 2,32; Jn 15,26-27;
longar su misión (Me 3,14; Jn 20,21). El nombre que Jesús da a Le 24,47-48).

Se prolonga la palabra de Cristo (anuncio, testimonio), su


1 En el capítulo I hemos resumido la situación actual del sacerdote en vistas a llamada a la conversión y bautismo (como cambio profundo de
una "nueva evangelización" y en una nueva etapa de evangelización, especial-
mente en el ambiente latinoamericano y en una época postconciliar. Ver: R. actitudes), su sacrificio redentor, su acción salvífica y pastoral,
AUBRY, La misión, siguiendo a Jesús por los caminos de América Latina, La su cercanía a los hombres para una salvación integral. La comu-
Paz 1986; J. F. GORSKI, El desarrollo histórico de la misionología en América nidad convocada (ecclesia) por la palabra queda invitada a aco-
Latina, La Paz, 1985; J. A. VELA, Las grandes opciones de la pastoral en Amé-
rica Latina a partir del documento de Puebla, "Documenta Missionalia" 16 ger los signos salvíficos y a transformarse en familia (coinonía)
(1982) 159-179. Una monografía sobre Puebla: Os avangeos de Puebla, "Re- de hermanos (EN 24). "Porque la totalidad de la evangelización,
vista Eclesiástica Brasilera" 39 (1979) fase. 173. Sobre el documento de "Me- además de la predicación del mensaje, consiste en implantar la
dellín": Medellín, reflexiones en el CELAM, Madrid, BAC, 1977.

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J U A N ESQUERDA BIFET
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental


culminante en la eucaristía" (EN 28) 2 . — Agentes: Todo cristiano según su propia vocación, toda
la comunidad eclesial (EN 59-73).
Se pueden distinguir los elementos principales de la evange-
lización: — Estilo o espíritu: actitudes interiores del apóstol (EN
74-80) 3 .
— Naturaleza: prolongar la misión de Cristo (EN 6-1 ó).
El sacerdote ministro, como servidor cualificado de la ac-
— Objetivo: transformación de la humanidad según los pla- ción evangelizad ora de la Iglesia, se mueve en una múltiple pers-
nes salvíficos de Dios en Cristo (EN 17-24). pectiva:

— Contenido: La persona y el mensaje de Jesús que edifi- — trinitaria: misión del Padre, por el Hijo y en el Espíritu
ca la comunidad eclesial y transforma el mundo (EN Santo,
25-39).
— cristológica: mandato de Cristo (obrar en su nombre),
— Medios: Anuncio, presencialización y comunicación del
misterio de Cristo, minis+erios y servicios concretos, ins- — peneumatológica: bajo la acción del Espíritu Santo (un-
trumentos de inserción y cercanía (EN 40-48). ción y misión),

— Destinatarios: Toda la humanidad, el hombre concreto — eclesiológica: en la comunión y misión de la Iglesia,


(EN 49-58).
— antropológica y sociológica: de cercanía al hombre en
su realidad concreta e histórica,

— escatológica: un camino de esperanza (confianza y ten-


2 Sobre la teología de la misión y evangelización (además de los trabajos citados sión) hacia el Reino definitivo y la restauración final en
en la nota precedente y en la orientación bibliográfica) ver: AA. VV., La Mi- Cristo.
sionologia hoy, Madrid, Obras Misionales Pontificias, 1987;AA. W . , Missiolo-
gía oggi, Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1985; AA. W . , Evangelización y hom-
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J U A N ESQUERDA B I F E T SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

Estas líneas de actuación se basan en la realidad salvífica cumbre de toda la evangelización", PO 5). En cualquier ministe-
que debe llegar a ser convicción profunda orientadora de la vi- rio debe aparecer el anuncio, la presencialización y la comunica-
da concreta. Es Dios quien salva y tiene la iniciativa en la histo- ción de la muerte y resurrección de Cristo (misterio pascual).
ria de salvación. Cristo es el centro de la vida del apóstol y de Así el sacerdote ministro ejerce siempre el servicio de) cuerpo
toda la obra evangelizad ora bajo la acción del Espíritu Santo. místico de Cristo, puesto que es servidor (ministro) de Cristo y
Es toda la Iglesia, en todas sus vocaciones y ministerios, la res- de la comunidad eclesial (Santo Tomás, Contra Gentes, I, 4,
ponsable de la evangelización. Hay que llegar al hombre concre- c. 71-75).
to en las circunstancias del mundo y de la historia.
La vocación sacerdotal es, pues, llamada para la misión de
La espiritualidad sacerdotal queda, pues, marcada por la prolongar a Cristo sin recortes ni fronteras. "La vocación pasto-
misón de evangelizar. Todo enviado vive para el objetivo de la ral de los sacerdotes es grande y el concilio enseña que es univer-
misión: "conseguirán de manera propia la santidad ejerciendo sal: está dirigida a toda la Iglesia y, en consecuencia, es también
sincera e incansablemente sus ministerios en el Espíritu de Cris- misionera" (Juan Pablo II, Carta Jueves Santo, 1979, n. 8). "Es
to" (PO 13). "En el ejercicio de esta caridad que une al sacerdo- de particular importancia subrayar que la 'consagración' sacer-
te íntimamente con la comunidad, se encontrará el equilibrio de dotal es conferida por Cristo en orden a la 'misión' de salvación
la personalidad humana, hecha para el amor, y se redescubrirán del hombre" {Medellín, XI, 17). Una nueva evangelización re-
las grandes riquezas contenidas en el carisma del celibato en to- clama nuevo ardor en los evangelizad ores (ver «I c^n. I, n. 3) 4 .
da su visión cristológica, eclesiológica, escatológica y pastoral"
(Medellín, XI, 21).
Prolongar la palabra de Cristo
En el sacerdote ministro, el anuncio de la palabra (profe-
tismo), la celebración de los misterios de Cristo (liturgia) y la La comunidad eclesial se convoca por la palabra de Dios
construcción de la comunidad en el amor (dirección y servicio para celebrar los signos salvíficos instituidos por Cristo (espe-
de caridad), equivalen a dispensación (economía) de la salvación cialmente el bautismo y la eucaristía) y para asumir compromi-
en Cristo por medio del servicio (diaconía). Somos "ministros sos personales, comunitarios y sociales.
de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios" (ICor 4,1).
La misión de Jesús y de los apóstoles se realiza principal-
Las líneas de espiritualidad (ver el capítulo V, n. 4) discu- mente por medio del anuncio (Le 4,15-19.43; Mt 28,29). El
rren a partir de la caridad pastoral de Cristo, según los designios anuncio lleva a la celebración y a la vivencia. La dimensión ke-
del Padre, de comunicar la vida nueva en el Espíritu, en la co-
munión y misión de la Iglesia, para la salvación integral de toda
la humanidad y la "restauración de todas las cosas en Cristo" 4 Juan Pablo II usa frecuentemente la expresión "nueva evangelización"; espe-
(Ef 1,10). cialmente desde 1983 (Discurso al CELAM, Puerto Príncipe) y 1984 (Discurso
en Santo Domingo). "En los umbrales del tercer milenio, toda la Iglesia, Pasto-
res y fieles, ha de sentir con más fuerza su respensaoilidad de obedecer al man-
La doctrina del Vaticano II sobre los ministerios sacerdota- dato de Cristo. . ., renovando su empuje misionero. Una grande, compromete-
les deja entender el equilibrio entre la acción profética, cultual dora y magnífica empresa ha sido confiada a la Iglesia: la de una nueva evange-
lización, de la que el mundo actual done una gran necesidad" (Christifideles
y hodegética o de dirección (PO 4-6), indicando la centralidad Laici 64). Esto reclama una "renovación evangélica" por parte de todos los
de la eucaristía como celebración del misterio pascual "fuente y agentes de la evangelización (ib ídem 16).

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

rigmática (anuncio) se hace dimensión antropológica y socioló- — Se parte de la palabra para indicar las líneas en el cami-
gica, en la medida en que sea dimensión pascual, litúrgica y con- no de la Iglesia y en la construcción de la comunidad
templativa. Entonces recupera su dimensión misionera de anun- (dimensión hodegética, comunitaria, escatológica).
cio a todos los pueblos y a todos los hombres.
— La palabra, tal como es y toda por entero, debe llegar a
El servicio profético del sacerdote ministerial se realiza co- las situaciones humanas concretas (dimensión antropo-
mo participación, cooperación y dependencia del magisterio del lógica y sociológica).
Episcopado y del Papa. El sacerdote prolonga la palabra de Cris-
to en cuanto que le representa ante la comunidad y en cuanto — La palabra construye la comunidad en el amor y en la
obra en su nombre (PO 2, 6, 12). En esto se diferencia del pro- misión local y universal (dimensión de comunión misio-
fetismo del laicado. La gracia recibida en el sacramento del Or- nera).
den convierte al sacerdote ministro en instrumento de eficacia
especial, como portador de una gracia peculiar del Espíritu San- La predicación de la palabra presenta armónicamente el
to. "Los que están sellados con el Orden sagrado son destinados mensaje cristiano como acontecimiento salvífico (credo), que
a apacentar la Iglesia por la palabra y gracia de Dios, en nombre se actualiza bajo signos instituidos por Cristo (sacramentos, li-
de Cristo" (LG 11). turgia) y que llama a la contemplación y al compromiso perso-
nal y social (mandamientos, oración). "El Pueblo de Dios se
Se trata de un deber primordial de los sacerdotes, puesto congrega principalmente por la palabra de Dios vivo, que con
que el pueblo de Dios se congrega por la palabra de Dios vivo toda razón es buscada en la boca de los sacerdotes. En efecto,
(PO 4). Este servicio sacerdotal profético tiene diversos aspectos como quiera que nadie puede salvarse ni antes no creyere, los
y dimensiones: presbíteros, como cooperadores que son de los Obispos, tienen
por deber primero el de anunciar a todos el evangelio de Dios"
(PO 4) s .
— Se anuncia el hecho salvífico de la muerte y resurrección
de Cristo, llamando a la conversión y dando testimonio La homilía es la predicación que tiene lugar en la celebra-
con la propia vida (dimensión kerigmática, salvífica, pas- ción litúrgica, especialmente eucarística. "Esta predicación in-
cual, martirial). serida de manera singular en la celebración eucarística, de la
que recibe una fuerza y vigor particulares, tiene ciertamente un
puesto especial en la evangelización, en la medida en que expre-
— Se invita a celebrar la palabra en la liturgia especialmen- sa la fe profunda del ministro sagrado que predica y está impreg-
te bautismal y eucarística (dimensión litúrgica y sacra- nada de amor" (EN 43). "Las fuentes principales de la predica-
mental).
5 Sobre la predicación y especialmente sobre la homilía: AA. W.,Palabra en el
mundo, Salamanca 1972; D. GRASSO, Teología de la predicación, Salamanca,
- Se presenta la palabra como un signo portador de gracia Sigúeme, 1966; L. MALDONADO, El menester de la predicación, Salamanca,
1972; J. RATZINGER, Palabra en la Iglesia, Salamanca, 1976; O. SEMMEL-
en el Espíritu Santo, que llama a la contemplación y ROTH, La palabra eficaz, para una teología de la predicación, San Sebastián,
santificación (dimensión contemplativa y pneumatoló- Dinor, 1967. Explicación siguiendo el año litúrgico: I. GOMA, Reflexiones en
gica). torno a los textos bíblicos dominicales, Montserrat, 1988.

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J U A N ESQUERDA BIFET
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

ción serán la sagrada Escritura y la,liturgia, ya que es vna procla-


mación de las maravillas obradas por Dios en la historia de la sal- El mensaje evangélico se predica, pues, en toda su integri-
vación o misterio de Cristo, que está presente y obra en noso- dad revelada, eclesial e histórica. El anuncio se hace testimonio
tros-particularmente en la celebración de la liturgia" (SC 35). y donación. Entonces se congrega y edifica la comunidad a par-
Por esto tiene que ser "sencilla, clara, directa, acomodada, pro- tir del bautismo (como actitud permanente de configuración
fundamente enrai?adj3 en la enseñanza evangélica y fiel al magis- con Cristo), en torno a la eucaristía y según el mandato del
terio de la Iglesia, animada por un ardor apostólico equilibrado amor 6 .
que le viene de su carácter propio, llena de esperanza, fortifica-
dora de la fe y fuente de paz y de unidad" (EN 43).
Prolongar el sacrificio pascual de Cristo
La ascética del predicador del evangelio supone una actitud
de respeto a la palabra de Dios, tal como es, toda entera y con La vida y el ministerio sacerdotal giran en torno al misterio
su dimensión salvífica universal. Se acepta la palabra como men- pascual del Señor. El sacerdote anuncia, hace presente bajo sig-
saje comunicado por Cristo a su Iglesia. Es, pues, palabra: nos eucarísticos y comunica a Cristo muerto y resucitado. Por
esto la eucaristía es la "fuente y cumbre de toda la evangeliza-
— Revelada, siempre viva y actual, cuya iniciativa está en ción" (PO 5) y el "principio y culminación de todos los trabajos
Dios(Jn 1,14; 3,16; 14,9; Mt 17,5; Le 1,38). apostólicos" (SC 10).

— Predicada en la comunidad eclesial como continuación Para todo creyente y para toda la comunidad eclesial, la
de la predicación apostólica (Jn 10,4; Le 10,16; Mt 16, eucaristía es "la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana"
18; Act 4,32-33). (LG 11; cf. can. 897). Para el sacerdote ministro, es "la princi-
pal y central razón de su ser", ya que "el sacerdote ejerce su mi-
— Celebrada en la liturgia y en relación a los sacramentos, sión principal y se manifiesta en su plenitud celebrando la euca-
como proclamación del misterio pascual (Jn 2,11; ristía" (Juan Pablo II, Carta Jueves Santo 1980). "Somos, en
6,35ss; Me 4,1-20; Act 2,42). cierto sentido, por ella y para ella; somos, de modo particular,
responsables de ella" (ibídem).
— Vivida por los santos como proceso de configuración en
Cristo (Jn 14,6.21; Col 3,3).

— Contemplada en el corazón para hacer de la vida una do- 6 Sobre la naturaleza y fuerza de la palabra: AA. W . , Comentarios a la Consti-
nación a Dios y a los hermanos (Le 2,19.51; Jn 13,23-25; tución "Dei Verbum" sobre la divina revelación, Madrid, BAC, 1969; AA.
Me 3,33ss). VV., El misterio de la palabra, Madrid, Cristiandad, 1983; L. ALONSO SCHO-
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J U A N ESQUERDA BIFET- SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

El sacerdote ministro, después de anunciar la palabra de El Concilio Vaticano II, resumiendo la doctrina patrística
Dios, hace presente a Cristo inmolado (Sacerdote y Víctima) ba- y magisterial (especialmente de San Agustín), dice así: "Nuestro
jo signos eucarísticos. Propiamente es el mismo sacerdote quien, Señor Jesucristo, en la última cena, la noche que le traiciona-
al obrar en nombre de Cristo como instrumento suyo (PO 12; ban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre,
cf. PO 2,6), se convierte en signo del mismo Cristo en cuanto con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sa-
Sacerdote y Buen Pastor. Pero en la eucaristía se hace presente crificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el me-
el Señor inmolado en sacrificio para comunicarse a todos. La morial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo
eucaristía es, pues: de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se
recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos
— Presencia permanente de Cristo bajo las especies sacra- da una prenda de la gloria venidera" (SC 47).
mentales de pan y de vino (mientras éstas no se corrom-
pan), como declaración de amor (Alianza) y como pre- Propiamente es en la celebración eucarística donde se rea-
sencia que reclama relación personal (Mt 26,26-28; cf. liza la comunidad eclesial como misterio (signo de la presencia
PO 18). de Cristo), comunión (fraternidad de caridad) y misión. La Igle-
sia particular o local se llama Iglesia del acontecimiento porque
— Sacrificio de la nueva Alianza, como donación incondi- acontece de verdad cuando se celebra la eucaristía en comunión
cional y actualización o prolongación en el tiempo del con las otras comunidades eclesiales. "Por la celebración euca-
único sacrificio de Cristo (Le 22,19-22;,cf. SC 47). rística del Señor en cada una de estas Iglesias, se edifica y crece
la Iglesia de Dios, y por la colaboración se manifiesta la comu-
— Comunión o participación en la vida de Cristo como pan nión dentre ellas" (UR 15). Así "la Iglesia hace la eucaristía y
de vida, sacramento (signo eficaz de vida nueva en el Es- la eucaristía construye la Iglesia" (RH 20; Carta Jueves Santo,
píritu) y banquete pascual (Jn 6, 35.48; Me 14,22-24; 1980).
ICor 10,16s; 10,13).
El sacerdote por el servicio eucarístico, estrechamente rela-
— Encuentro inicial que anticipa o preludia el encuentro cionado con los demás servicios proféticos, cultuales y hodegé-
definitivo (escatología) en el más allá (1 Cor 11,26). ticos (o de dirección):

— Misión o encargo de toda la comunidad eclesial y minis- — es signo de Cristo Sacerdote obrando en su nombre,
terio específico del sacerdote ordenado, para que sea — hace presente a Cristo en estado de víctima,
realidad sacramental y vivencial en toda comunidad hu-
mana (Mt 26,28; Le 22,19; ICor 11,24) 7 .
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116 117
J U A N ESQUERDA B I F E T
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

— continúa la voluntad inmolativa de Cristo pronunciando


sus palabras, tía celebradas en la comunidad de creyentes bautizados para la
— hace que la eucaristía sea el sacrificio de toda la Iglesia, salvación de toda la humanidad.
— colabora para construir la comunidad eclesial como co-
La eucaristía como sacrificio da pleno sentido a la existen-
munión y cuerpo místico de Cristo.
cia cristiana y sacerdotal. Cristo, con su sacrificio, lleva a pleni-
tud el sacrificio del cordero pascual (Le 22,15; Jn 1,29), el sa-
La espiritualidad sacerdotal en su dimensión eucarística
crificio de la Alianza (Le 22,20) y el sacrificio de expiación de
subraya unos puntos básicos:
los pecados (Mt 26,28). Por esto la espiritualidad sacerdotal es
de éxodo, liberación, respuesta a los planes salomeos de Dios,
— Espiritualidad de relación personal con Cristo presente: reconciliación con Dios y con los hermanos.
"estar con El" (Me 3,13); "diálogo cotidiano" (PO 18).
El servicio sacerdotal lleva a la perfección la sacramentali-
— Espiritualidad de inmolación, al estilo de la caridad del
dad de la Iglesia, como "sacramento, es decir, signo e instrumen-
Buen Pastor (Jn 10 y 15).
to de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género
humano" (LG 1). El servicio al cuerpo eucarístico de Cristo se
— Espiritualidad de comunión y cercanía o sintonía con
convierte en servicio a su cuerpo místico (Santo Tomás, Supl.
los hermanos, compartiendo con ellos el propio existir
q. 36, a. 2, ad 1).
(Mt 15,32).

— Espiritualidad de esperanza que supone confianza en


Prolongar la acción salvífica y pastoral de Cristo
Cristo y tensión hacia la restauración de todas las cosas
enEl(Ef 1,10; 2Tim 4,6).
La acción evangelizadora enraiza en la misión recibida de
Cristo para prolongarle en el tiempo. El sacerdote ministro ha
— Espiritualidad de servicio incondicional y misión sin
sido llamado para evangelizar (n. 1), prolongando la palabra o
fronteras (Mt 28,19-20) 8 .
mensaje de Cristo (n. 2), su acción sacrificial (n. 3) y su acción
salvífica general según los signos instituidos por el Señor.
La espiritualidad sacerdotal eucarística es eminentemente
eclesial y mañana, en cuanto que, a imitación de María, hace
Cristo ha querido necesitar de sus ministros para prolongar
presente a Cristo en el mundo bajo signos de Iglesia. La misma
su acción salvífica y pastoral, que tiene lugar principalmente en
construcción de la comunidad eclesial como cuerpo de Cristo y
la celebración de los sacramentos. Sacramento equivale a signo
Pueblo de Dios, se realiza a partir de la palabra y de la eucaris-
portador y eficaz de una presencia y acción de Cristo. La huma-
nidad de Cristo es el sacramento fontal, del que deriva el sacra-
mento de la Iglesia entera y los siete ritos o sacramentos propia-
mente dichos, en los que se expresa con más intensidad la sacra-
La carta "Dominicae Cenae" de Juan Pablo II, con ocasión del Jueves Santo
de 1980, presenta la centralidad de la eucaristía en la vida y en el ministerio mentalidad eclesial.
del sacerdote: AAS 72 (1980) 113-148. Después de presentar la relación entre
la eucaristía y la vida de la Iglesia, expone su sentido sacrificial y su relación El servicio de la palabra está relacionado con los signos sa-
con la palabra de Dios y con la vida de caridad.
cramentales. La palabra anuncia el hecho salvífico y dispone al

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SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R
J U A N ESQUERDA BIFET

El sacerdote ministro (ordenado) es una parte integrante


creyente para vivirlo. El sacramento hace presente de algún mo-
del signo sacramental, puesto que, con su servicio específico,
do el mismo hecho salvífico para comunicar sus frutos. "Los
sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, pronuncia las palabras de Cristo uniéndose a las intenciones del
a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto Señor y de la Iglesia. Es, pues, servicio de comunión y de misión
a Dios; pero en cuanto signos, también tienen un fin pedagógi- eclesial. Al margen de esta perspectiva cristológica y eclesiológi-
co. No sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la ro- ca, el sacramento se reduciría a un signo rutinario con el riesgo
bustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por esto de perder su eficacia salvífica. La eficacia peculiar del sacramen-
se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, to {ex opere operato o por su misma puesta en práctica) supone
pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles el querer hacer lo que hace la Iglesia por mandato de Cristo.
para recibir con fruto la misma gracia, rendir el culto a Dios y
practicar la caridad" (SC 59).
El signo sacramental exige el signo del testimonio, tanto
por parte del ministro como por parte de la comunidad eclesial
Se llaman sacramentos de la fe, porque en ellos la eficacia donde se celebra. La sintonía del sacerdote con la voluntad sal-
de la palabra llega a su punto culminante (como forma del sa- vífica de Cristo le santifica a El y a los demás. Por esto el sacer-
cramento), suscitando la fe y produciendo en los creyentes los dote se santifica "ejerciendo sincera e incansablemente sus mi-
frutos de salvación. Esto tiene lugar principalmente en el sacra- nisterios en el Espíritu de Cristo" (PO 13).
mento y sacrificio de la eucaristía.

En los sacramentos se hace presente la acción salvífica de Los sacramentos son parte esencial de la evangelización
Cristo. Por esto son: como actualización (presencialización) de lo que se anuncia y
se quiere comunicar. Los ministerios proféticos (palabra) y ho-
— memorial de un hecho pasado, degéticos (de organización y dirección) carecerían de su fuerza
— pr-esencialización o actualización de la acción del Señor, principal si no se orientaran a la digna celebración del misterio
— anuncio de una plenitud en Cristo resucitado, pascual presente en los sacramentos (especialmente en la euca-
— celebración del misterio pascual, ristía).
— comunicación de la salvación en Cristo 9 .

Para evangelizar hay que anunciar la muerte y resurrección


de Cristo, llamando a conversión y bautismo, para un encuentro
con El bajo los signos sacramentales. Es un encuentro que se
9 El servicio sacramental se ejerce siempre en relación al servicio de la palabra y continúa necesariamente bajo los signos del hermano. La armo-
a los servicios de caridad. Ver: AA. W . , La celebración en la Iglesia, Salaman-
ca, Sigúeme, 1985; AA. VV., Concilio Vaticano II, Comentarios a la constitu- nía de todas estas dimensiones es señal de autenticidad evange-
ción sobre la sagrada liturgia, Madrid, BAC, 1965; CL. DILLENSCHNEIDER, lizadora.
El dinamismo de nuestros sacramentos, Salamanca, Sigúeme, 1965; A. EL-
CHINGER, Liturgia y pedagogía de la fe, Madrid, 1969; M. GARRIDO, Curso
de liturgia romana, Madrid, BAC, 1961; A. G. MARTIMORT, La Iglesia en
oración, introducción alaluturgia, Barcelona, Herder, 1969; M. NICIOLAU, La acción salvífica y pastoral de Cristo no se agota en la ce-
Teología del signo sacramental, Madrid, BAC, 1969; A. PALENZUELA, Los lebración eucarística, sino que pasa necesariamente a los servi-
sacramentos de la Iglesia, Madrid, 1965; M. M: PHILIPPON, Los sacramentos cios de caridad, de organización y de dirección. Esta es la acción
en la vida cristiana, Buenos Aires, 1955.

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J U A N ESQUERDA BIFET
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

pastoral directa, como diaconía para construir la comunidad en — Ser principio de unidad en la diversidad de carismas y
el amor (coinonía) 10 . vocaciones.
El sacerdote ministro tiene como misión la dirección de la - Hacer realidad, ya en esta tierra, el inicio del Reino defi-
comunidad, a la luz de la palabra de Dios y en la comunión ecle- nitivo11 .
sial con los sucesores de los Apóstoles. Esta dirección o presen-
cia es principio de unidad, en nombre de Cristo Cabeza y Buen El trabajo apostólico por extender el Reino de Dios necesi-
Pastor (cf. PO 6,9; LG 23; Ef 2,20). Los sacerdotes tienen como ta abarcar todas sus dimensiones: carismática (camino de perfec-
ministerio específico "llevar a todos a la unidad en la caridad" ción), institucional (de Iglesia visible fundada por Cristo) y esca-
(PO 9). tológica (de plenitud en el más allá).
La acción sacerdotal, que es profética y cultual, "se extien- Toda la acción pastoral tiende a crear comunidades de ca-
de también propiamente a formar una genuina comunidad cris- ridad (según el mandato del amor), a partir de una respuesta re-
tiana enraizada en la Iglesia local y universal" (PO 6). Olvidar Iacional (oración) a la palabra de Dios y de una vivencia respon-
esta dimensión comunitaria del sacerdote ministro su misma ac- sable y comprometida de los signos sacramentales establecidos
ción profética y cultual. por el Señor. La armonía y autenticidad de esta acción polifa-
cética gira en torno al misterio pascual anunciado, celebrado y
Esta acción salvífica y pastoral (no estrictamente sacra- vivido. "Los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez he-
mental) tiene sus características, que se desprenden del hecho chos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan, ala-
de prolongar a Cristo Cabeza y Buen Pastor: ben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y
coman la cena del Señor" (SC 10).
— Discernir y alentar todos los demás carismas y vocacio-
nes en la armonía de la comunión eclesial. Es, pues, un ministerio de verdadera dirección espiritual,
en todos sus niveles de profetismo, culto y realeza, para llevar
— Discernir los signos de los tiempos para descubrir la vo- a todos los creyentes a la perfección cristiana. Para esa direc-
luntad salvífica de Dios en el caminar histórico de la co- ción son necesarias las cualidades de experiencia, formación,
munidad. prudencia y discernimiento.
— Acercarse preferentemente a los más pobres y débiles, La acción pastoral es una responsabilidad que comprome-
alejados y marginados (cf. apartado n. 6). te toda la existencia, a imitación del Buen Pastor. No cabe la
actitud de funcionario o de simple profesional. "Apacentad el
10 Además de los estudios de la orientación bibliográfica final del capituló y de rebaño de Dios que os ha sido confiado, gobernado no por fuer-
las notas 1-3, ver: F. X. ARNOLD, Teología e historia de la acción pastoral,
Barcelona, 1969; G. CERIANI, Introducción a la teología pastoral, Madrid,
1966; C. FLORISTAN, M. USEROS, Teología de la acción pastoral, Madrid,
BAC, 1968; M. PFLIEGER, Teología pastoral, Barcelona, 1966; R. PRAT I
PONS, Compartir la joia de la fe, propostes per a una teología pastoral, Barce- 11 Sobre la pastoral de conjunto, parroquia, comunidades de bas, etc., ver estu-
lona, Facultad de Teología, 1985. Una enciclopedia pastoral en 6 volúmenes: dios en las notas anteriores y en si resumen doctrinal del capítulo VI, n. 2.
Handbuch der Pastoraltheologie, Freiburg, 1964-1972. Ver: CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA, Directorio nacional de
pastoral parroquial, Bogotá, SPEC, 1986.

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

za, sino espontáneamente, según Dios; no por sórdido lucro, y ser enviado a predicar" (Me 3,14). El tiempo es cuestión de
sino con prontitud de ánimo; no como dominadores sobre la he- prioridades según la escala de valores del propio corazón.
redad, sino sirviendo de ejemplo al rebaño" (IPe 5,2-3).
La actitud oracional es necesaria para ser "instrumentos
El servicio de presidencia equivale a una diaconía más pro- vivos de Cristo Sacerdote" (PO 12). "Importa ante todo que el
funda de "servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey" (PO 1). El sacerdote sea el hombre de oración por antonomasia" (Medellín
sacerdote ministro hace que la comunidad eclesial se realice en XI, 20). "El presbítero es un hombre de Dios. Sólo puede ser
toda su integridad misionera: "la comunidad eclesial ejerce, por profeta en la medida en que haya hecho la experiencia del Dios
la caridad, la oración, el ejemplo y las obras de penitencia, una vivo. Sólo esta experiencia lo hará portador de una Palabra po-
verdadera maternidad para conducirlas almas a Cristo. Ella cons- derosa para transformar la vida personal y social de los hombres
tituye, en efecto, un instrumento eficaz por el que se señala y de acuerdo con el designio del Padre" (Puebla 693). "La oración
allana a los no creyentes el camino hacia Cristo y su Iglesia, y en todas sus formas —y de manera especial la Liturgia de las Ho-
por el que también los creyentes se incitan, nutren y fortalecen ras que le confía la Iglesia— ayudará a mantener esa experiencia
para la lucha espiritual" (PO 6). de Dios que deberá compartir con sus hermanos" (ibídem,
694) 12 .

Prolongar la oración de Cristo La oración es necesaria para que la gracia divina se derrame
en los corazones. La oración, como actitud relacional y amistosa
Prolongar la palabra, el sacrificio y la acción salvífica y pas- con Dios, hace posible el equilibrio entre la vida interior y la ac-
toral de Cristo, comporta también prolongar su actitud relacio- ción externa. La oración del sacerdote es "unión con Cristo en
nal o dialogal con el Padre en el amor del Espíritu Santo. Cristo todas las circunstancias de la vida" (PO 18). La caridad pastoral
quiere ser prolongado también en sus vivencias y actitudes hon- y la unidad de vida "no puede lograrse si los sacerdotes mismos
das de Sacerdote y Víctima, manifestadas ya en el seno de Ma- no penetran, por la oración, cada vez más íntimamente el mis-
ría el día de la encarnación: "Heme aquí, que vengo para hacer terio de Cristo" (PO 14).
tu voluntad" (Heb 10,7).
La oración es también ministerio para el sacerdote. Es el
ministerio de prolongar la oración sacerdotal de Cristo, de modo
Esta actitud oracional de Cristo abarca toda su vida (Le
6,12; Mt 11,25-26; Jn 17,1-26; Le 22,42; 23,46) y continúa
ahora en el cielo (Heb 7,25; Rom 8,34). El Señor se hace pre-
12 Sobre la liturgia de las horas: AA. W . , El Oficio Divino hoy. Barcelona, ELE,
sente en la comunidad eclesial bajo signos sacramentales, con 1969; AA. W . , Pastoral de la Liturgia de las Horas, "Phase" 130 (1982) 2S5-
esta actitud de oración que debe ser compartida por sus minis- 335; D. BARSOTTL, Introducción al breviario, Salamanca, Sigúeme, 1967;
tros y por todos los creyentes. J. DELICADO, El breviario recuperado, Madrid, 1973; A. HAMMAN, La ora-
ción, Barcelona, Herder, 1967; J. M IRABURU, La oración pública de la Igle-
sia, Madrid, PPC, 1967; A. G. MARTIMORT, La Iglesia en oración.. ., Barce-
En un momento difícil y de agobio por el trabajo apostóli- lona, Herder, 1969; G. MARTÍNEZ DE ANTOÑANA, El Oficio Divino, en
co, los Apóstoles supieron discernir con equilibrio evangélico: Concilio Vaticano II, Comentarios a la constitución sobre la sagrada luturgia,
Madrid, BAC, 1965, 462-496; H.M RAGUER, La nueva liturgia de las horas,
"Nosotros debemos atender a la oración y al ministerio de la pa- Bilbao, Mensajero, 1972. Ver un resumen teológico y pastoral en la Instruc-
labra" (Act 6,4). Es la fidelidad a la vocación de "estar con El ción general que se encuentra en la misma luturgia de las horas.

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

parecido a como se prolonga su palabra, sacrificio y acción salví- — Discernir los signos de los tiempos a través de los aconte-
fica. Y es, al mismo tiempo, ministerio de guiar a personas y co- cimientos iluminados por la palabra de Dios.
munidades por el camino del diálogo con Dios y del encuentro
vivencial con Cristo. El mandato del amor se hace realidad a par- — Actitud contemplativa de apertura ante la palabra, cues-
tir de esta actitud oracional. tionamiento de la propia vida y unión con Cristo, que
lleve al cumplimiento de las exigencias de la caridad pas-
El sacerdote prolonga la oración sacerdotal de Cristo prin- toral.
cipalmente en la celebración de la eucaristía, de los sacramentos
y de la liturgia de las horas. El amor de Cristo al Padre y a los — Poner los medios concretos y encontrar tiempo especial
hombres, hasta dar la vida en sacrificio, se expresa por medio de de oración según los criterios de la Iglesia para la vida sa-
su actitud dialogal de oración sacerdotal (Heb 10,5-7; Jn 17; cerdotal: lección divina, oración mental, retiro espiri-
Le 23,46; Heb 7,25). Este ministerio se hace "fuente de piedad tual, "diálogo cotidiano con Cristo en la visita eucarísti-
y alimento de la oración personal" (SC 90). ca", examen de conciencia, dirección espiritual, etc.
(PO 18) 13 .
La oración del sacerdote, como actitud personal y como
ministerio, puede analizarse en diversas perspectivas: Hay que dar una importancia al ministerio de prolongar la
oración sacerdotal de Cristo, reconociendo su eficacia apostóli-
— Sintonía con los sentimientos de Cristo Buen Pastor an- ca (cf. SC 86). "El Sumo Sacerdote de la nueva y eterna Alian-
te el Padre, en el amor del Espíritu Santo y para la salva- za, Cristo Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en es-
ción de los hombres. te exilio terrestre aquel himno que se canta perpetuamente en
las moradas celestiales. El mismo une a sí la comunidad entera
de los hombres y la asocia al canto de este divino himno de ala-
— Prolongación de la oración sacerdotal de Cristo en me-
banza. Porque esta función sacerdotal se prolonga a través de
dio de la comunidad eclesial y en nombre de la Iglesia,
especialmente durante la celebración litúrgica (eucaris- su Iglesia, que sin cesar alaba al Señor e intercede por la salva-
tía, liturgia de las horas, sacramentos. . .). ción de todo el mundo, no sólo celebrando la eucaristía, sino

— Actitud relacional con Cristo y como Cristo durante el


ejercicio de los diversos ministerios (proféticos, cultua- 13 La oración del sacerdote tiene siempre relación con su ministerio, aún cuando
les, hodegéticas y de servicios de caridad). sea la meditación personal de la palabra. Los estudios de las notas 6 y 12 hacen
notar esta relación. Sobre la oración de los salmos; L. ALFONSO SCHOKEL,
Treinta salmos, poesía y oración, Madrid, Cristiandad, 1981; A. APARICIO,
— Guiar personas y comunidades en todo el proceso de la Los salmos, oración de la comunidad, Madrid, Vida Religiosa, 1981; S. BE-
NETTI, Salmos para vivir y morir, Madrid, Paulinas. 1981; P. DRIJVERS, Los
oración. salmos, Barcelona, Herder, 1964; J. ESQUERDA; Todo es mensaje, experien-
cia cristiana de salmos, Madrid, Paulinas, 1982; P. EARN1S SCHERER, Moni-
ciones y oraciones sálmicas, Buenos Aires, Claretiana, 1979; M. GASNIER,
— Vivencia personal y comunitaria de los textos y momen- Los salmos, escuela de espiritualidad, Madrid. Studiuin, 1960; A. GONZÁLEZ,
tos litúrgicos, dando preferencia a la lectura meditativa El libro de los salmos, Barcelona, Herder, 1966; H. J. KRAUS, Teología de los
salmos, Salamanca, Sigúeme, 1985; F. VALDENBROUKE, Los salmos y Cris-
de la palabra de Dios. to, Salamanca, Sigúeme, 1965.

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

también de otras maneras, principalmente recitando el Oficio di- capacitado para amarle y hacerle amar. Es, pues^un proceso de
vino" (SC 83). "Por una antigua tradición cristiana, el Oficio receptividad y de apertura, a partir de la iniciativa de Dios que
divino está estructurado de tal manera, que la alabanza de Dios habla y ama, reconociendo la propia pobreza y aprendiendo a
consagra el curso entero del día y de la noche, y cuando los sa- "estar con quien sabemos que nos ama" (Santa Teresa). Es pro-
cerdotes y todos aquellos que han sido destinados a esta función ceso de:
por institución de la Iglesia cumplen debidamente ese admirable
cántico de alabanza o cuando los fieles oran junto con el sacer- — Apertura (lectura): escuchando la palabra de Dios tal co-
dote en la forma establecida, entonces es en verdad la voz de la mo es y toda entera.
misma Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de
Cristo con su Cuerpo al Padre" (SC 84). — Cuestionamiento (meditación): dejando actuar la pala-
bra de Dios hasta lo más hondo del corazón.
Toda la acción pastoral se hace santificadora cuando se rea-
liza "en el espíritu de Cristo" (PO 13), es decir, actitud de ora- — Pobreza (petición): sintiendo necesidad de la palabra de
ción relacional con El y de sintonía con sus sentimientos de Dios en la propia circunstancia de limitación, pecado,
Buen Pastor. La oración sacerdotal de Cristo, prolongada a tra- debilidad, vida ordinaria (Nazaret), sufrimiento.. .
vés de sus ministros y de toda la Iglesia, es mediación ascenden-
te (que presenta al Padre los problemas de los hombres) y des- — Unión (contemplación): entrando con confianza de hi-
cendente (que presenta a los hombres la palabra y los designios jos en la intimidad divina, gracias a la amistad con Cris-
salvíficos de Dios). to, y manifestando esta unión con Dios en la donación
comprometida a sus designios salvíficos en servicio de
La oración del sacerdocio es siempre relación personal con los hermanos 14 .
Cristo resucitado presente y, por medio de El, es actitud relacio-
nal con el Padre en el Espíritu Santo. Hay que contagiar al mun- Predicar la palabra de Dios supone haberla asimilado por
do y en especial a la comunidad eclesial, de la actitud oracional medio de esta actitud contemplativa, que hace entrar en el mis-
del Padre nuestro, que se transforma en actitud fraterna del terio de Dios y en el misterio del hombre (PO 13; LG 41). Para
mandato del amor. Este es el objetivo final de toda la acción vivir cerca de los problemas humanos, captándolos en su profun-
apostólica y misionera: "Así, finalmente, se cumple en realidad didad e integridad, hay que ser contemplativos que han entrado
el designio del Creador, quien creó al hombre a su imagen y se- en el corazón de Dios. No se captaría la voluntad divina a través
mejanza, pues todos los que participan de la naturaleza humana, de los acontecimientos, si no se entrara en la contemplación de
regenerados en Cristo por el Espíritu Santo, contemplando uná- la palabra de Dios (cf. PO 18). El gozo de la identidad sacerdo-
nimemente la gloria de Dios, podrán decir: 'Padre nuestro' " tal nace de la audacia de encontrar tiempo para la relación per-
(AG 7). sonal con Cristo. Orar en el nombre de Jesús equivale a esta

Guiar a personas y comunidades por el camino de la ora-


ción equivale a orientarlas en la actitud filial de autenticidad y
de caridad, que se expresa en la oración que nos enseñó el Se- 14 El tema de la oración cristiana ha merecido muchos estudios en los últimos
ñor. La oración comienza con una actitud de pobreza ante Dios tiempos. Resumo contenido doctrinal y bibliografía en Caminar en el amor,
dinamismo de la espiritualidad cristiana, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1989,
nuestro Padre, hasta saberse amado por Dios tal como uno es y cap. IV (Dinamismo del diálogo con Dios).

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J U A N ESQUERDA B I F E T SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

unión de relación con El: "Hasta ahora no habéis pedido nada presencia de la fe en los valores temporales, exigen la adopción
en mi nombre; pedid y recibiréis, para que sea cumplido vuestro de nuevas formas de espiritualidad según las orientaciones del
gozo"(Jn 16,24). Vaticano II" (Medellín XI, 6).

La caridad del Buen Pastor (la de Cristo y la nuestra) se ex-


presa en un diálogo comprometido con el Padre sobre sus planes El amor preferencial por el hombre que busca y sufre, es
salvíficos en bien de todos los hombres. La nube del silencio y parte del actuar apostólico del sacerdote. "Si es cierto que los
de la ausencia de Dios se hace nube luminosa (Mt 17,3), donde presbíteros se deben a todos, de modo particular, sin embargo,
Dios deja entender su Palabra o Verbo y Emmanuel: "Este es mi se les encomiendan los pobres y los más débiles, con quienes el
Hijo amado, en quien tengo mis complacencias; escuchadle" Señor mismo se muestra unido y cuya evangelización se da co-
(Mt 17,5). mo signo de la obra mesiánica. Dediqúese también particular
diligencia a los jóvenes, lo mismo que a los cónyuges y padres de
familia. . . Tengan, finalmente, la mayor solicitud por los enfer-
La comunidad cristiana, las religiones no cristianas y un
mos y moribundos, visitándolos y confortándolos en el Señor"
mundo secularizado pide evangelizadores que tengan experien-
(PO 6). Como Cristo, el sacerdote es "instituido en favor de los
cia de Dios: "que le hablen de un Dios a quien ellos mismos co-
hombres para las cosas que miran a Dios" (Heb 5,1).
nocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invi-
sible" (EN 76)
Todo evangelizador, pero especialmente el sacerdote minis-
La cercanía al hombre concreto tro, debe anunciar la verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre
el hombre (cf. Puebla, 2a. parte, cap. I). La verdad sobre el
La unción sacerdotal de Cristo tuvo lugar en el momento hombre se descubre en Cristo y es anunciada por la Iglesia como
de la encarnación, cuando el Verbo se hizo carne en el seno de tarea específica y comprometida. La identidad sacerdotal, gozo-
María por obra del Espíritu Santo (Le 1,35; cf. Heb 5,1-10). En samente vivida, está en relación directa de esta cercanía evange-
este sentido Jesús se presenta como ungido y enviado por el Es- lizados: "Se advierte una mayor clarificación con respecto a la
píritu "para evangelizar a los pobres" (Le 4,18). Jesús es prota- identidad sacerdotal que ha conducido a una nueva afirmación
gonista, hermano, consorte, responsable de cada ser humano: de la vida espiritual del ministerio jerárquico y a un servicio pre-
"El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto mo- ferencial por los pobres" (Puebla 670; cf. 1128ss).
do, con todo hombre" (GS 22).

El sacerdote ministro, por participar de la unción y misión La cercanía al hombre en su situación concreta comporta
de Cristo, participa por ello mismo de su solidaridad con el asumir responsablemente la suerte de los más pobres, de los nue-
hombre y de su cercanía al hombre en su situación concreta. vos pobres, de la juventud, la familia, los desplazados por la mi-
Por medio de quienes son sus instrumentos vivos, "Cristo. . . e n gración, los enfermos, los ancianos y marginados. Hay que llegar
la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, mani- a los sacerdotes de la justicia, del trabajo, de la política, de la
fiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la educación, de la cultura, del progreso y desarrollo. Son los te-
sublimidad de su vocación" (GS 22). "La superación de la dico- mas de una pastoral directa (cf. cap. I, nn. 3-4); Puebla 2a. - 5a.
tomía entre la Iglesia y el mundo y la necesidad de una mayor parte; Medellín I-IX, EN 19-20; 29-39). La actitud de cercanía

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

es actitud espiritual de diálogo comprometido y de inserción en — Asumir la situación humana en su objetividad e integri-
la historia humana a la luz de la encarnación del Verbo l s . dad.

Esta inserción y cercanía es siempre de aprecio de la perso- — Señalar directrices claras en los valores y derechos fun-
na humana, "más por lo que es que por lo que tiene" (CS 35). damentales del hombre.
Este amor es como el de Cristo, que "pasó haciendo el bien"
(Act 10,38), cargando con nuestras enfermedades (Mt 8,17), y — Respetar las diversas opciones y opiniones técnicas sin
que es llamada a conversión o cambio profundo respecto al pe- exclusivismos ni exclusiones.
cado como raíz de todos los males. El mayor bien que se le pue-
de hacer al hombre es el de cerciorarle de que es amado por — Buscar la luz definitiva y plena en el mensaje evangélico.
Dios y que puede hacer de su vida una donación a los hermanos.
Este anuncio se realiza con la verdadera caridad de compartir la — Armonizar la cercanía e inmanencia con la trascendencia
existencia y los bienes. La cercanía al hombre concreto, a la luz y valores del más allá.
de la encarnación, se convierte, pues, en llamada a la plenitud y
perfección humana integral en Cristo. — Denunciar el error y el mal (pecado) respetando las per-
sonas, venciendo el mal con el bien (cf. Rom 8, 21).
La cercanía pastoral puede ser en una situación difícil y
conflictiva, de urgencia actual y trascendencia histórica, de so- — Ejercitar las virtudes del diálogo evangelizador: escucha,
luciones inmediatas o a largo plazo. Son los procesos actuales aprecio, purificación, llevar a la plenitud de Cristo.
de liberación, inculturación, inmanencia, diálogo, compromiso,
etc., que se convierten en un análisis objetivo de la realidad, ilu- — Para acercarse a los pobres, hay que tener un corazón
minándola y transformándola a la luz del evangelio. Hay que pobre (por la contemplación de la palabra) y vivir vida
"poner el mundo moderno en contacto con las energías vivifi- pobre.
cantes del evangelio" (Juan XXIII, Humarme salutis).
Especialmente cuando se trata de sectores conflictivos y
Las características y líneas espirituales de esta inserción o difíciles, el sacerdote necesita misión, inserción en la pastoral
cercanía son las siguientes: de conjunto, testimonio de pobreza y desprendimiento, inde-
pendencia respecto a cualquier ideología humana y a todo sis-
tema político o de poder. La política de partido y la participa-
ción directa en una responsabilidad de dirección civil no corres-
ponde al sacerdote ministro, precisamente por ejercer un servi-
15 El tema de la inculturación es muy amplio y corresponde al campo de la pasto- cio de unidad (cf. PO 6,9; GS 43; can. 285) 16 .
ral. En ese tema se reflejan otros temas pastorales de "inserción". Ver EN 19-
20, 63-65; AG 10; GS 44,53; LG 17; Puebla 385-443. Resumo doctrina y bi-
bliografía actual en: Evangelizar hoy, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1987, cap.
VIH (pastoral del diálogo). Ver: A. ALTAREJOS, Inculturación, reflexión mi-
sionológica y doctrina conciliar, en Lamisionologia hoy, Madrid, OMP,(1987);
B. SECONDIN, Mensaje evangélico y culturas, Madrid, Paulinas, 1986; J. Te- 16 El tema de la liberación tiene también implicaciones para la espiritualidad cris-
RAN, Inculturación de la fe y evangelización de las culturas, en América, ha tiana y sacerdotal. Resumo doctrina y bibliografía en: Evangelizar hoy, Ma-
llegado tu horade ser evangelizadora, Bogotá, CELAM, 1988, 99-147. drid, Soc. Educ. Atenas, 1987, cap. IX (Hacia una pastoral liberadora). Puebla

132 133
J U A N ESQUERDA B I F E T SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

Esta línea de esperanza cristiana (de inserción y trascen- (martirio) se necesita la disponibilidad pastoral hasta el riesgo de
dencia) hace del sacerdote un testigo cualificado del Verbo en- perder la propia vida. No raras veces esta actitud martirial llega-
carnado y de su misterio pascual de muerte y resurrección. El rá al martirio (cruento o incruento), que puede provenir de cual-
ya del momento presente es más auténtico cuando no se pierde quier grupo que coloque sus ideales por encima del evangelio y
de vista el todavía no de una plenitud en Cristo que sólo será de la caridad. Jesús fue crucificado por todos. La verdadera y
realidad en el más allá (Rom 1,17; 8,24-39; LG 48-50; EN 28). más profunda inserción en la historia humana es la de vivir y mo-
rir amando y perdonando a todos para salvarlos a todos (ICor
Precisamente esta tensión equilibrada de la esperanza cris- 9,19).
tiana, basada en la encarnación y en la resurrección de Cristo, es
la mejor perspectiva para llevar al hombre por el camino de per- El sacerdote debe hacerse disponible para guiar a cada per-
fección. Por esto "la misión del sacerdote está íntegramente sona y a cada comunidad éclesial por un proceso de perfección,
consagrada al servicio de la nueva humanidad que Cristo, cono- que equivale a ir pensando como Cristo (fe), valorando las cosas
cedor de la muerte, suscita por su Espíritu en el mundo" (PO16). como El (esperanza) y amando como El (caridad). Por esto la
dirección espiritual (aparte de ser un medio para la propia per-
Este es el mensaje de las bienaventuranzas. En cualquier fección) es un aspecto del ministerio sacerdotal. La liberación
circunstancia humana siempre se puede hacer lo mejor: hacer de integral de la persona y de la comunidad es un proceso de con-
la vida una donación como imagen y semejanza de Dios Amor versión (cambio profundo de mentalidad) y de bautismo (confi-
(cf. Mt 5,44-48); Le 6,36). "Esta semejanza demuestra que el guración con Cristo), hasta llegar, con los dones del Espíritu
hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí Santo, a la actitud permanente de reaccionar amando (bienaven-
mismo, no puede encontrar su propia plenitud, si no es en la en- turanzas).
trega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24). Es ésta la pers-
pectiva de la antropología cristiana. Para ser pan comido o pan de vida como Cristo, hermano
nuestro y protagonista de la historia humana, es necesario un
desprendimiento como el de Belén y de la cruz. La capacidad
La libertad evangélica de esta actuación sacerdotal hace del de inserción en una situación humana (liberación, inculturación
ministro un testigo (mártir) peculiar de la caridad del Buen Pas- . . . ) dependerá del grado de la propia inserción en el mensaje
tor, que dio la vida por todos. Para llegar a dar este testimonio evangélico y en los sentimientos y vivencias de Cristo. El Señor
se dio a sí mismo, como nota característica del amor de Dios he-
cho hombre, porque vivió pendiente de los planes salvíficos de
Dios Amor sobre el hombre sin buscarse a sí mismo. "Como
470-512. Documentos de la Congregación para la doctrina de la fe: Instrucción
sobre algunos aspectos de la "Teología de la liberación" (1984); Instrucción pastor que se empeña en la liberación integral de los pobres y de
sobre la libertad cristiana y la liberación (1986). Estudios en colaboración: los oprimidos, (el sacerdote) obra siempre con criterios evangé-
Simposio de Teología de la Liberación, Bogotá, Presencia, 1970; Teología de licos" (Puebla 696).
la liberación, Burgos, Facultad de Teología, 1974. Ver: C. I: GONZÁLEZ,
La teología de la liberación a la luz del magisterio de Juan Pablo II en América
Latina, "Gregorianum" 67/1 (1,986) 5-46; G. GUTIÉRREZ, Teología de la li- La espiritualidad del sacerdote, como evangelizado^ es,
beración, Salamanca, Sigúeme, 1977; A. LÓPEZ TRUJILLO, Liberación mar- pues, espiritualidad de encamación; insertarse en la historia hu-
xista y liberación cristiana, Madrid, BAC, 1974; E. PIRONIO, Evangelización
y liberación, en Evangelizzazione e culture, Roma, Pont. Univ. Urbaniana, mana para compartir la vida de los hermanos, en una marcha ha-
1976, 11,494-513. cia el Padre según el mandato del amor. Una pastoral liberadora

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J U A N ESQUERDA BIFET
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R

y misionera tiene estas características de cercanía y trascenden-


cia (cf. Jn 1,14; 13,1). Contenidos de la predicación y especialmente de la homi-
lía (PO 4; SC 35,52; EN 43).

Delinear la ascética o espiritualidad del predicador del evan-


gelio (LG 41; PO 4,13).

GUIA PASTORAL La eucaristía como presencia, sacrificio, comunión y mi-


sión (PO 5; SC 47).

Reflexión bíblica: Dimensión eucarística de la espiritualidad sacerdotal (PO


5,18).
— El testimonio evangelizador de los Apóstoles: Act 2,32
(Pedro); 2Cor 5,14 (Pablo); Un 1,1 ss (Juan). Los sacramentos en la pedagogía de la fe y del compromiso
cristiano (SC 59; PO 5).
— Del encuentro con Cristo, a la misión: Me 3,14; Le 6,13;
Jn 20,21. El ministerio de prolongar la oración de Cristo y de guiar a
personas y comunidades en la oración (SC 83, 86, 90; Pue-
— El anuncio, la presencialización y la comunicación del mis- bla 693-694).
terio pascual de Cristo: ICor 11,23-34.
La opción preferencial por los pobres (Puebla 670, 1128-
— Aprender a ser pan comido a partir de la eucaristía: Jn 1165).
6,35ss. 48ss.

— La actitud oracional del Buen Pastor: Le 6,12; Mt 11,25-


26; Le 22,42; Rom 8,34; Heb 7,25.

— Ungidos y enviados como Cristo para evangelizar a los po- ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
bres: Le 4,18; Mt 11,5.
Ver bibliografía sobre algunos temas más concretos en las notas de
este capítulo: evangelizacion y misión (notas 2 y 3), predicación, homilía,
Estudio personal y revisión de vida en grupo palabra de Dios (notas 5 y 6), eucaristía (notas 7 y 8), sacramentos (nota
9), naturaleza de la acción pastoral (nota 10), liturgia de las horas y ora-
ción (notas 12, 13 y 14), inculturación (nota 15), liberación (nota 16).
— Cómo relacionar armónicamente los ministerios proféticos,
cultuales y de dirección o servicio (PO 4-6).
AA. VV., Puebla, comunión y participación, Madrid, BAC, 1985.
— Armonía entre la vida espiritual y la acción apostólica: el
ministerio como fuente de santificación (PO 12-14). AA. VV., El ministerio del presbítero en la comunidad eclesial, Bogotá,
Conf. Ep. Colombiana, 1977.

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137
SACERDOTES PARA E V A N G E L I Z A R
J U A N ESQUERDA BIFET

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138 139
Capítulo V.

SER SIGNO
TRANSPARENTE
DEL BUEN PASTOR
V. SER SIGNO TRANSPARENTE DEL BUEN PASTOR

Presentación

La identidad del sacerdote, como vivencia de su participa-


ción en el ser y en la misión de Cristo Sacerdote, se manifiesta
de modo especial en ser signo transparente del Buen Pastor. Para
prolongar su misión, Cristo llamó a quienes compartirían tam-
bién con El su propia existencia y sus amores.

El testimonio de caridad pastoral, que es parte integrante


de la evangelización, supone relación personal con Cristo, segui-
miento e imitación de sus actitudes de Buen Pastor. Si por sacer-
docio ministerial se entendiera sólo el ejercicio de unos poderes,
olvidando las exigencias de sintonía con los sentimientos de
Cristo, se correría el riesgo de convertirse en un simple profe-
sional.

La santidad y espiritualidad sacerdotal (cap. I, n. 5) consis-


te en la caridad pastoral. El Buen Pastor conoce a sus ovejas, las
guía, acompaña, ama y da la vida por ellas (cf. Jn 10). Ser trans-
parencia e "instrumento vivo de Cristo Sacerdote" (PO 12) com-
porta una espiritualidad o "ascética propia del pastor de almas"
(PO 13). Sólo con esta perspectiva llega a captarse el hecho de
que la santidad del sacerdote se realiza "de manera propia ejer-
ciendo sincera e incansablemente sus ministerios en el Espíritu
de Cristo" (ibídem).

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J U A N ESQUERDA B I F E T
SER SIGNO T R A N S P A R E N T E DEL BUEN PASTOR

El don del sacerdote ministerial se recibe tal como es; no


Bajo esta idea y realidad de signo y en relación a la sacra-
consiste, pues, en un derecho, y menos en un modo de vivir para
mentalidad de la Iglesia, se podría resumir el decreto conciliar
satisfacer unos intereses personales. El sacerdote no se pertene-
Presbyterorum Ordinis diciendo que el sacerdote ministro es:
ce; ha sido llamado para ser signo de cómo ama el Buen Pastor.
Dios da el don de las vocaciones en la medida en que se vea en la — Signo de Cristo Sacerdote, Cabeza y Buen Pastor, en
comunidad eclesial este signo de Cristo como "máximo testimo- cuanto que participa de su misma consagración y misión
nio del amor" (PO 11). La comunidad eclesial tiene necesidad para actuar en su nombre (PO 1-3).
de este signo que es parte integrante de la sacramentalidad de la
Iglesia, en vistas a que se desarrollen armónicamente los demás — Signo de su palabra, sacrificio, acción salvífica y pasto-
signos, vocaciones, ministerios y cansinas (LG 18; PO 9). reo, en equilibrio de funciones (PO 4-6).
— Signo de comunión eclesial con el obispo (PO 7), con los
El signo del Buen Pastor, como transparencia de su cari- otros sacerdotes (PO 8), con todo el Pueblo de Dios
dad, no admite rebajas en la santificación y en la misión. Los (PO 9).
doce Apóstoles fueron llamados a dejarlo todo para compartir — Signo de caridad universal y máximo testimonio del
la vida con Cristo y para evangelizar sin fronteras. Los sucesores amor(PO 10-11).
de los Apóstoles, es decir, los obispos, con sus inmediatos cola-
boradores (los presbíteros) han recibido la misma llamada. En — Signo viviente de sintonía con los sentimientos y actitu-
cada Iglesia particular los sacerdotes ministros deben ser la pau- des del Buen Pastor, como su instrumento vivo (PO
ta de toda vida apostólica de seguimiento radical de Cristo Buen 12-14).
Pastor.
— Signo de sus virtudes (obediencia, castidad, pobreza)
como concretización de la caridad pastoral (PO 15-17).
— Signo potenciado constantemente por los medios comu-
nes y peculiares de santificación y de acción pastoral
Signo del Buen Pastor: relación personal, seguimiento, (PO 18-21) 1 .
transparencia
Los estudios sobre Presbyterorum Ordinis podrían enriquecerse a la luz de
En la Iglesia sacramento, toda vocación hace de la persona otros documentos conciliares y posconciliares. Ver alguno^ estudios en colabo-
llamada un signo o expresión de Cristo. El sacerdote ministro es ración: Los presbíteros a los diez años del "Presbyterorum Ordinis", Burgos,
signo de Cristo Cabeza, Sacerdote y Buen Pastor, hasta poder Facultad de Teología, 1975 (es el volumen 7 de "Teología del Sacerdocio";
Los presbíteros, ministerio y vida, Madrid, Palabra, 1969;/preti, Roma, Ave,
obrar en su nombre o persona (PO 2, 6, 12). Cristo eligió a los 1970; / sacerdoti nello spirito del Vaticano II, Torino, Leumann, 1969, Le mi-
Apóstoles para prolongar en ellos de modo peculiar su realidad nistére et la vie des prétres, París, Mame, 1969; Les prétres, formation, minis-
sacerdotal: "He sido glorificado en ellos" (Jn 17,10). El sacer- tére et vie, París, Cerf, 1968. Para un estudio sobre el "iter" y elaboración del
documento conciliar: S. GAMARRA, La espiritualidad presbiteral y el ejerci-
dote, bajo la acción del Espíritu Santo recibido en el sacramen- cio ministerial según el Vaticano II, en Espiritualidad del presbítero diocesano
to del Orden, es gloria o epifanía de Cristo (Jn 16,14), su olor secular, Madrid, EDICE, 1987, 461-482; R. WASSELYNCK, Les prétres. Ela-
(2Cor 2,15), su testigo (Jn 15,27; Act 1,8). boral ion du Decret du Vatican II, Histoire et genése des textes conciliaires, Pa-
rís, Descée, 1968.

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J U A N ESQUERDA BIFET SER SIGNO T R A N S P A R E N T E D E L BUEN PASTOR

Esta realidad de signo es ontológica (como participación en ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las cono-
el ser de Cristo), relacional y vivencial (como trato personal, se- cen y son conocidos por ellas" (Puebla 681).
guimiento e imitación). Ser "instrumento vivo de Cristo" (PO
12) indica una eficacia y una trasparencia, de modo parecido a Las vivencias o amores de Cristo, que deben transparentar
cómo toda la Iglesia es sacramento, es decir, signo trasparente y en sus ministros, se pueden resumir en tres: los intereses o glo-
portador de Cristo. "El ministerio jerárquico, signo sacramental ria del Padre (Jn 17,4), la salvación de todos los hombres (Jn
de Cristo Pastor y Cabeza de la Iglesia, es el principal responsa- 10,16), dando la vida en sacrificio (Jn 10,11.17). Esta caridad
ble de la edificación de la Iglesia en comunión y de la dinamiza- se traduce a nivel práctico en conocimiento comprometido de la
ción de su acción evangelizadora" (Puebla 659). realidad en que viven los hermanos, compartiendo con ellos la
existencia y guiándolos por el camino de salvación (Jn 10,3ss).
La relación personal con Cristo es amistad profunda con De este modo el Buen Pastor, por medio de sus ministros, sigue
El, expresada de modo especial en el trato o diálogo de oración comunicando una vida nueva o vida eterna (Jn 10,10; 17,2-3).
(ver cap. IV, 5). La vocación sacerdotal nace de un enamora- "Porque erais como ovejas descarriadas; pero ahora os habéis
miento que Cristo manifiesta a "los suyos" (Jn 13,1; 15,9.13-14; vuelto al pastor y guardián de vuestas almas" (IPe 2,25).
Me 3,13; 10,21). Es una amistad que se puede y se debe vivir
no como una idea o como recuerdo de una persona que ya pasó, La debilidad del signo eclesial (también en el caso del sa-
sino que se hace relación íntima con Cristo resucitado presente: cerdote ministro) queda superada por la presencia, el amor y la
"estaré con vosotros" (Mt 28,20); "El vive" (Act 25,19). Los sa- fuerza de Cristo resucitado (2Cor 4,7; 12,10). La conciencia de
cerdotes "no están nunca solos en la ejecución de su trabajo" la propia debilidad y de la gracia de Cristo hace posible una ac-
(PO 22). La caridad pastoral de dar la vida sólo es posible a par- titud de fidelidad que convierte al sacerdote en testigo, transpa-
tir de esta relación personal con Cristo manifestada en el "colo- rencia y signo eficaz. "Dios prefiere mostrar sus maravillas por
quio cotidiano" con El (PO 18). obra de quienes, más dóciles al impulso e inspiración del Espí-
ritu Santo, por su íntima unión con Cristo y la santidad de su vi-
da, pueden decir con el apóstol: No soy yo el que vivo, sino que
La caridad pastoral es seguimiento como de quien se ha de- es Cristo que vive en mí (Gal 4,10)" (PO 12).
cidido a correr la suerte de Cristo (Jn 11,16) y a beber su copa
de bodas (Me 10,38). Es la participación en su misterio pascual, El sacerdote, como signo del Buen Pastor, se hace encon-
de pasar de este mundo al Padre, haciendo que todo se ordene tradizo con los hermanos para transmitirles el mensaje de salva-
hacia el amor. El Buen Pastor vivió sin pertenecerse (fue obe- ción. "Conocer las ovejas y ser conocidos por ellas no se limita
diente), dándose a sí mismo (fue pobre) y compartiendo la exis-
a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el
tencia de cada ser humano como consorte suyo (fue casto o vir-
propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir"
gen).
(Puebla 684). Su vida es como la del Señor: "pasó haciendo el
bien" (Act 10,30) 2 .
Jesús llamó a los suyos para ser signo o transparencia de
cómo ama El. La santidad sacerdotal se expresa en esa transpa-
rencia, a través de una vida de caridad concretada en pobreza
2 D. GIAQUINTA, El presbítero "forma del rebaño" en la comunidad cristiana
(Le 9,57-62), obediencia (Mt 12,50) y castidad (Mt 19,12). de América Latina, "Medellín" 10 (1984) 311-325. El tema está relacionado
"Como el Buen Pastor, van delante de las ovejas; dan la vida por' con la figura del Buen Pastor (ver las notas y bibliografía del capítulo II).

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J U A N ESQUERDA BIFET SER SIGNO T R A N S P A R E N T E D E L BUEN PASTOR

La caridad pastoral ascendente (vertical)

La santidad o perfección cristiana consiste en la caridad misionera horizontal


(cf. LG V). La santidad o perfección sacerdotal consiste en la
caridad pastoral. Los sacerdotes, "desempeñando el oficio de descendente
Buen Pastor, en el mismo ejercicio de la caridad pastoral halla-
rán el vínculo de la perfección sacerdotal, que reduzca a unidad
su vida y acción" (PO 14). Su espiritualidad o ascesis es la que Las pautas de caridad pastoral trazadas por el Señor se en-
corresponde al "pastor de almas" (PO 13)3. cuentran en los momentos iniciales de la vocación apostólica
(Mt 4,19-22), en el envío o misión para evangelizar (Mt 10; Le
La caridad del Buen Pastor (cf. cap. II, 2) es el punto de 10), en la descripción que Jesús hace de sí mismo como Buen
referencia de toda la espiritualidad sacerdotal (cf. LG 41). Es ca- Pastor (Jn 10; Le 15,1-7) y en la oración sacerdotal (Jn 17). Je-
ridad que mira a los intereses o gloria de Dios (línea vertical o sús examina de amor para confiar la misión de pastoreo (Jn 21,
ascendente) y a los problemas de los hombres (línea horizontal). 15-19).
El equilibrio de estas dos líneas se encuentra en la misión y en la
actitud de dar la vida (línea misionera). Para el sacerdote minis- Pedro y Pablo vivieron estas líneas pastorales transmitién-
tro esta caridad es un don de Dios (línea descendente). Por esto dolas a sus colaboradores en la misión apostólica (Act 20,17-38;
se hace unidad de vida personal y ministerial a la luz de la mi- Gal 4,19; IPe 5,1-4; cartas a Timoteo y Tito). Son líneas que
sión recibida. "Esa unidad de vida no puede lograrla ni la mera abarcan tanto la vida como el ministerio sacerdotal:
ordenación exterior de las obras del ministerio, ni, por mucho
que contribuya a fomentarla, la sola práctica de los ejercicios — Línea esponsal de compartir la vida con Cristo.
de piedad. Pueden, sin embargo, construirla los presbíteros si — Línea pascual: pasar con Cristo a la hora del Padre o a
en el cumplimiento de su ministerio siguieren el ejemplo de Cris- sus designios de salvación a través del ofrecimiento de sí
to, cuya comida era hacer la voluntad de aquel que lo envió pa- mismo.
ra que llevara a cabo su obra" (PO 14). — Línea totalizante de generosidad evangélica: seguimien-
to radical.
— Línea de misión universal: disponibilidad misionera.
— Línea de audacia y perseverancia, de cruz y de martirio,
"aunque amando más, sea menos amado" (2Cor 12,15).

3 El tema de la caridad pastoral queda explicado en al unos estudios sobre Pres-


biterorum Ordinis (ver nota 1) y sobre la espiritualidad sacerdotal en general Viviendo estas líneas de caridad pastoral, la vida del sacer-
(ver orientación bibliográfica del final del capítulo). N. BENZA, Las virtudes dote se hace signo creíble. La acción pastoral, por ser prolonga-
teologales en la vida espiritual del sacerdote, "Revista Teológica Límense" 14
(1980) 303-317; L. M. BILLE, La chantépastorale, "Prétres Diocésains" (nú- ción de Cristo, exige dar el testimonio de cómo amó El: "Mirad
mero especial, 1987), 203-218; J. CAPO, Jesús como Pastor, modelo y tipo del por vosotros y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo
sacerdote pastor, Vitoria, Unión Apostólica, 1978; J. GARAY, La caridad pas- os ha constituido obispos (guardianes o responsables) para apa-
toral, Vitoria, Unión Apostólica, 1977; M. PEINADO, Solicitud pastoral, Bar-
celona, Rors, 1967; P. XARDEL, La flamme qui devore le berger, París, Cerf, centar la Iglesia de Dio., que El adquirió con su sangre" (Act
1969. 20,28). "Apacentad el rebaño de Dios que os ha sido confiado,

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J U A N ESQUERDA BIFET SER SIGNO T R A N S P A R E N T E D E L BUEN PASTOR

gobernando no por fuerza, sino espontáneamente, según Dios; ma y a su propia Madre dejó por cumplir con ellas; y así quien
no por sórdido lucro, sino con prontitud de ánimo; no como no mortificare sus intereses, honra, regalo, afecto de parientes,
dominadores sobre la heredad, sino sirviendo de ejemplo al reba- y no tomare la mortificación de la cruz, aunque tenga buenos
ño" (IPe 5,2-3). "Como un pastor apacentará su rebaño, El lo deseos concebidos en su corazón, bien podrán llegar los hijos
reunirá con su brazo, El llevará en su seno a los corderitos" (Is al parto, mas no habrá fuerzas para parirlos" (San Juan de Avila,
40,11). sermón 81).

En la caridad pastoral se hace patente la consagración y mi- El ministerio pastoral se hace transparencia de la caridad
sión participada de Cristo, que atrapa la persona en toda su exis- del Buen Pastor en la medida en que se transformen las dificul-
tencia. "Al regir y apacentar al Pueblo de Dios, se sienten movi- tades en donación. La teología de la cruz, especialmente .en el
dos por la caridad del Buen Pastor a dar su vida por sus ovejas, sacerdote, consiste en transformar el sufrimiento y el trabajo
prontos también al supremo sacrificio, a ejemplo de los sacerdo- en amor. La caridad pastoral es camino de Pascua, para poder
tes que, aun en nuestros días, no han rehusado dar su vida" compartir la misma suerte de Cristo (Me 10,38; Jn 13,1). De
(PO 13). este modo se completa o prolonga la vida, pasión, muerte y glo-
rificación del Señor, a fin de que la vida de Cristo sea realidad
No sería posible la caridad pastoral sin la relación personal en muchos corazones (cf. Col 1,24)4.
con Cristo en la oración y especialmente en la celebración euca-
rística. "Esta caridad pastoral fluye ciertamente, sobre todo, del Esta fecundidad apostólica se compara a una maternidad
sacrificio eucarístico, que es, por ello, centro y raíz de toda la o paternidad (cf. Gal 4,19; 1 Tes 2,7-11; ICor 4,15). Fue el mis-
vida del presbítero, de suerte que el alma sacerdotal se esfuerce mo Jesús quien usó el símil de la maternidad dolo rosa y fecunda
en reproducir en sí misma lo que se hace en el ara sacrificial. Pe- como expresión de la vida del apóstol (Jn 16,20-22). Cuando
ro esto no puede lograrse si los sacerdotes mismos no penetran, San Pablo se compara a una madre, que con su dolor hace posi-
por la oración, cada vez más íntimamente en el misterio de Cris- ble el nacimiento de Cristo en el corazón de los fieles (Gal 4,19),
t o " (PO 14). sitúa este mensaje en el contexto de la maternidad de María
(Gal 4,4-7) y de la Iglesia (Gal 4,19). "Es necesario profundizar
Es el Espíritu Santo con sus dones quien hace posible la ca- de nuevo en esta verdad misteriosa de nuestra vocación: esta
ridad apostólica. El carácter y la gracia sacramental ayudan a 'papternidad en el espíritu', que a nivel humano es semejante a
"cumplir perfectamente el cargo de la caridad pastoral" (LG 41). la maternidad. . . Se trata de una característica de nuestra perso-
A pesar de las debilidades, es siempre posible reavivar la gracia nalidad sacerdotal, que expresa precisamente su madurez apos-
del Espíritu Santo recibida en el sacramento del Orden (2Tim
1,6; Rom 8,35-37).

La actitud de dar la vida resume toda la existencia del 4 El tema de la cruz está relacionado con la realidad de Cristo Sacerdote y Vícti-
ma, que debe prolongarse en la vida sacerdotal. Ver encíclica Mediator Dei:
Buen Pastor. Para poder comunicar el "agua viva" (Jn 4,10) o AAS 39 (1947) 552-553 (citada en Mentí nostrae n. 30). AA. VV„ Sabiduría
"nuevo nacimiento" (Jn 3,3), Jesús derramó su sangre (Jn de la cruz, Madrid, Narcea, 1980; O. CASEL, Misterio de la cruz, Madrid, Gua-
19,34-37), que es prenda de desposorio o Alianza nueva (Le darrama, 1964; DINH DUC DAO, La misión hoy a la luz de la cruz, "Omnis
Terra" 28 (1986), 22-29. M. LEGIDO, Conformar la vida con el misterio de la
22,20). La fecundidad apostólica radica en esta entrega espon- cruz del Señor, en Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Madrid,
sal. "En cruz murió el Señor por las almas; hacienda, honra, fa- EDICE 1987, 101-191.

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tólica y su fecundidad espiritual" (Juan Pablo II, Carta del Jue- mido, cuando el sacerdote, a imitación de Cristo y en unión con
ves Santo, 1988, n. 4). El, no se pertenece, sino que se da a sí mismo y vive como con-
sorte o solidario de la historia de toda la humanidad. Entonces
La caridad pastoral se hace camino de Pascua siguiendo "la ya no se busca el propio interés, sino los intereses y amores de
hora del padre" (f. Jn 2,4; 5,28; 7,3.30; 8,20; 12,23-27; 13,1). Cristo (Fil 2,21). La vida sacerdotal en la Iglesia se hace signo
Para que toda la humanidad pase a los designios de salvación presencializador del sacerdocio y de la victimación de Cristo.
queridos por el Padre, se necesita la vida pascual inmolativa del
Buen Pastor, a modo de granito de trigo que muere en el surco Ejercer los ministerios "en el Espíritu de Cristo" (PO 13)
para fructificar (Jn 12,24-32). Cristo Sacerdote y Víctima ha equivale a vivirlos en sintonía con la caridad del Buen Pastor:
querido que sus sacerdotes ministros sean partícipes de esta ac-
titud sacerdotal inmolativa. — En el ministerio de la Palabra: predicar el mensaje tal
como es, todo entero, a todos los hombres, al hombre
La vida sacerdotal, precisamente por la actitud de caridad en su situación concreta, sin buscarse a sí mismo.
pastoral, es vida martirial. Dar testimonio de Cristo supone su-
frir por El, con El y como El (Mt 10,18). La vida se hace marti- — En la celebración eucarística: vivir la realidad de ser sig-
rio o testimonio sólo cuando deja transparentar el amor y el per- no de Cristo en cuanto Sacerdote y Víctima por la re-
dón de Cristo (Le 23,34; Act 7,60) 5 . dención de todos.

Asumir la vida de los hermanos como parte de la propia — En el ministerio de los signos sacramentales: celebrarlos
existencia, a imitación de Cristo (Jn 1,14), supone transformar en sintonía con la presencia activa y salvífica de Cristo,
la propia vida en donación. La máxima expresión de esta actitud que se hace encontradizo con los creyentes en El.
pastoral tiene lugar en la muerte. Pero es en el quehacer de to-
dos los días, donde el sacerdote prepara y realiza esta inmola- — En toda la acción apostólica: haciendo realidad en la
ción martirial: "cada día estoy en trance de muerte" (ICor 15, propia vida la sed y el celo pastoral de Cristo.
31). La vida y la muerte del Buen Pastor (y la de los suyos) asu-
me la existencia, los gozos y las esperanzas, los sufrimientos y En las actitudes y en la vida del sacerdote debe aparecer la
la muerte de toda la humanidad (cf. GS 1). caridad del Buen Pastor: "venid a mí todos" (Mt 11,28), "tengo
otras ovejas" (Jn 10,16), "tengo compasión" (Mt 15,32), "ten-
Todos los momentos de la vida sacerdotal son trascenden- go sed" (Jn 19,28). . . Por esto la formación litúrgica, espiritual,
tales, como "vida escondida con Cristo en Dios" (Col 3,3). La teológica, intelectual, disciplinar, durante el período del Semi-
vida se convierte en libación y oblación (2Tim 4,6) y en pan co- nario y en toda la vida sacerdotal, debe tener la impronta de la
caridad pastoral (Cf. OT 4).

5 El tema del "martirio", como testimonio hasta la disponibilidad de dar la vida, La fisonomía y virtudes concretas del Buen Pastor
es una nota característica de la misión sacerdotal (Me 13,9-13; Jn 15,20-27).
Sobre el martirio: H. U. VON BALTHASAR, Seriedad con las cosas, Salaman-
ca, Sigúeme, 1968. Ver la palabra "mártir" en el Nuevo Diccionario de Espi- La vida de los Apóstoles se concreta en el seguimiento evan-
ritualidad, Madrid, Paulinas, 1983. gélico de Cristo para ser fieles a su misión. Es vida de caridad

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pastoral como signo transparente de la vida del Buen Pastor. — fraternidad sacerdotal para ayudarse en la generosidad
Cristo hizo de la vida una donación total según los designios sal- evangélica y en la disponibilidad misionera (cf. cap.
víficos del Padre en el amor del Espíritu Santo: dándose a sí VII).
mismo (pobreza), sin pertenecerse (obediencia), como esposo o
consorte de la vida de cada persona humana (virginidad o casti- Las virtudes concretas delinean la fisonomía del Buen Pas-
dad). tor y enraizan en la caridad pastoral. Se trata de ordenar las ten-
dencias más hondas del corazón humano según el amor (ordo
La vida apostólica o vida evangélica de los Apóstoles sigue amoris": I- II, 62, a. 2):
siendo una urgencia para todos sus sucesores (los obispos) e in-
mediatos colaboradores (los presbíteros) (cf. cap. III, 3). Se ha - Ordenar la tendencia a desarrollar la propia libertad y
llamado apostólica vívendi forma (según el modelo de vida de voluntad: siguiendo los designios salvíficos de Dios
los Apóstoles) y es el punto de referencia de las enseñanzas y re- Amor sobre la humanidad (obediencia).
glas (cánones) de la Iglesia en toda su historia especialmente so-
bre la vida sacerdotal 6 . - Ordenar la tendencia a la amistad, intimidad y fecundi-
dad: compartiendo esponsalmente con Cristo la historia
Las exigencias evangélicas de la vida apostólica son las mis- humana (castidad o virginidad),
mas para todo sacerdote (diocesano o religioso) que colabora
estrechamente con el obispo en la presidencia (servicio) de la — Ordenar la tendencia a apoyarse en las criaturas: apre-
comunidad para una dirección espiritual y pastoral. Las formas ciándolas como dones de Dios, para tender al mismo
y los medios pueden ir variando según el tipo de vida secular o Dios y compartir los bienes en los hermanos (pobreza).
religiosa; pero siempre hay que salvaguardar lo esencial:
A estas virtudes del Buen Pastor se las ha llamado consejos
— Generosidad evangélica para el seguimiento del Buen evangélicos, en cuanto que son un medio para vivir las bienaven-
Pastor e imitación de sus virtudes (obediencia, castidad, turanzas y un signo y estímulo de la caridad. Jesús llamó a los
pobreza), Apóstoles y a otros discípulos (hombres y mujeres) a esta vida
evangélica7.
— disponibilidad misionera como prolongación de la mi-
sión de Cristo (cf. cap. VI),

7 Cuando hablamos de consejos evangélicos para la vida sacerdotal, nos referi-


6 En este capítulo hablamos de la vida apostólica en relación a la vida sacerdotal mos al mismo seguimiento evangélico propio de los Apóstoles y de sus suceso-
(como seguimiento a imitación de los Apóstoles. Respecto a la vida consagra- res e inmediatos colaboradores. La profesión pública o semipública de estos
da o religiosa, no necesariamente sacerdotal, ver documentos actuales en: La consejos constituye una forma de la vida consagrada religiosa, Institutos secu-
vida religiosa, documentos conciliares y posconciliares, Madrid, Inst. Tool. Vi- lares, etc. Además de los estudios citados en la nota anterior, ver: A. COLO-
da Religiosa, 1987. Estudios: S. Ma. ALONSO, La utopía de la vida religio- RADO, Los consejos evangélicos, Madrid, Edic. SM, 1965; J. ESQUERDA,
sa, Madrid, Inst. Teol. Vida Religiosa, 1982; M. AZEVEDO, Los religiosos: vo- Asociaciones sacerdotales de perfección, "Teología Espiritual" 10 (1966)
cación y misión, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1985; A. BANDERA, ¿a vida 413-431; T. MATURA, El radicalismo evangélico, Madrid, Inst. Teol. Vida Re-
religiosa en el misterio de la Iglesia, Madrid, BAC, 1984; J. LUCAS HERNÁN- ligiosa, 1980; E. MAZZOLI, Los Institutos Seculares en la Iglesia, Madrid, Stu-
DEZ, La vida sacerdotal y religiosa, Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1986; B.SE; dium, 1971; A. MORTA, Los consejos evangélicos, Madrid, Cocuisa, 1968;
CONDIN, Seguimiento y profecía, Madrid, Paulinas, 1986. J. M. SETIEN, Institutos seculares para el clero diocesano, Vitoria, 1957.

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Los sucesores de los Apóstoles y sus inmediatos colabora- luntad de aquel q'ue quiere que todos los hombres se salven"
dores siguen siendo llamados a convertirse en signo de cómo (PO 15).
ama el Buen Pastor, por el espíritu y la práctica de los consejos
evangélicos. La profesión de estos consejos, por medio de com- La obediencia evangélica se concreta en la audacia de una
promisos más o menos públicos (votos, promesas, etc.) y de es- santa libertad de diálogo sincero que es garantía de docilidad
tatutos o reglas especiales, pertenece a la vida consagrada de ti- incondicional: "Esta obediencia, que conduce a la más madura
po religioso o de institutos seculares, etc.). libertad de los hijos de Dios, exige por su naturaleza que al exo-
gitar prudentemente los presbíteros, en el cumplimiento de su
Para el sacerdote ministro estas tres virtudes o consejos ministerio, movidos por la caridad, nuevos métodos para el ma-
evangélicos derivan de la caridad pastoral y dicen relación al yor bien de la Iglesia, propongan confiadamente sus proyectos
ministerio sacerdotal. Sólo a partir de la vocación como declara- y expongan insistentemente las necesidades de la grey que les
ción del amor, es posible comprender y vivir estas exigencias ha sido confiada, prontos siempre a someterse al juicio de los
evangélicas de la caridad pastoral. El sacerdote, "como pastor que ejercen la autoridad principal en el gobierno de la Iglesia de
que se empeña en la liberación integral de los pobres y de los Dios" (PO 15; cf. can. 245,273-275) 8 .
oprimidos, obra siempre con criterios evangélicos" (Puebla 696).
La castidad o virginidad, llamada también celibato, es "sig-
La obediencia que deriva de la caridad pastoral es parte in- no y estímulo de la caridad pastoral y fuente de fecundidad es-
tegrante de la acción ministerial. Los designios salvíficos de piritual en el mundo" (PO 16; cf. LG 42). "El presbítero anun-
Dios Amor se manifiestan a través de los signos pobres del her- cia el Reino de Dios que se inicia en este mundo y tendrá su ple-
mano, de los acontecimientos y de las luces e inspiraciones del nitud cuando Cristo venga al final de los tiempos. Por el servicio
Espíritu Santo. Entre estos signos hay que destacar, como "prin- de ese Reino, abandona todo para seguir a su Señor. Signo de es-
cipio de unidad" (LG 23), el servicio de presidencia por parte de ta entrega radical es el celibato ministerial, don de Cristo mismo
la Jerarquía y, en concreto, del obispo (cf. Ef 2,19-20). y garantía de una dedicación generosa y libre al servicio de los
hombres" (Puebla 692). "En el ejercicio de esta caridad c ' une
al sacerdote íntimamente con la comunidad, se encontrará el
En Cristo Sacerdote, la obediencia es la esencia de la reden- equilibrio de la personalidad humana, hecha para el amor, y se
ción (Heb 5,7-9; Fil 2,5-11). La comunidad ecíesial necesita ver redescubrirán las grandes riquezas contenidas en el carisma del
en el sacerdote esta actitud inmolativa como signo de la obedien- celibato en toda su visión cristológica, eclesiológica, escatológica
cia redentora de Cristo Sacerdote y Víctima. La comunión se y pastoral" (Medellín, XI, 21).
construye por medio de una obediencia de comunión por parte
de los sacerdotes.
8. En el sacerdote la obediencia tiene dimensión ministerial y espiritual. La per-
La obediencia responsable, precisamente por nacer de la fección sacerdotal se realiza en la "comunión", también y principalmente en
caridad pastoral, se traduce en humildad ministerial de quien es el ejercicio de los ministerios. T. GOFFL Obediencia y autonomía personal,
Bilbao, Mensajero, 1969; L. GUTIÉRREZ, Autoridad y obediencia en la vida
"instrumento vivo de Cristo Sacerdote" (PO 12): "consciente religiosa, Madrid, Inst. Teol. Vida Religiosa, 1974; L. LOCHERT, Autoridad
de su propia flaqueza, el verdadero ministro de Cristo trabaja y obediencia en la Iglesia, Salamanca, Sigúeme, 1967; P. LUMBRERAS, La
obediencia, problemas de actualidad, Madrid, Studium, 1957; K. RAHNER,
con humildad, indagando cuál sea el beneplácito de Dios y, có- Marginales sobre la pobreza y obediencia, Madrid, Taurus, 1972; H. RONDET,
mo atado por el Espíritu (Act 20,22), se guía en todo por la vo- L'Obéissance, problémede vie, mystérede foi, París, Mappus, 1966.

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Más allá de la terminología caridad, virginidad, celibato, — Dimensión antropológica: de perfección cristiana de la
hay que descubrir la actitud esponsal de Cristo Buen Pastor, que personalidad por un proceso de donación que es relación
se hace consorte de la vida de cada persona humana hasta darse profunda con Cristo y fecundidad apostólica.
en sacrificio por ella (Ef 5, 25ss). De este desposorio de Cristo
con la Iglesia (y con toda la humanidad), el sacerdote ministro
— Dimensión escatológica: como signo y anticipo de un
es signo ante toda la comunidad. En él la comunidad eclesial en-
encuentro final con Cristo; "al servicio de la nueva hu-
cuentra el signo de cómo amó Jesús: dándose a sí mismo, sin
manidad que Cristo, vencedor de la muerte, suscita por
pertenecerse, a modo de desposorio con la Iglesia.
su Espíritu en el mundo" (PO 16).
La castidad virginal garantiza la libertad apostólica para de-
dicarse con corazón indiviso y esponsalmente a los intereses de Se necesita formación adecuada y práctica de los medios
Cristo y al servicio eclesial (PO 15; 1 Cor 7,32-34; can 277). Por de santificación para perseverar en este don o carisma y en el
eso, "está en múltiple armonía con el sacerdocio" (PO 16) y es conjunto de dones y carismas sacerdotales (can 244; cf. VIH, 5).
parte integrante del seguimiento evangélico de los doce Apósto- Las motivaciones y dimensiones de la castidad virginal se man-
les, "por el Reino de los cielos" (Mt 19,11-12; cf. Le 20,35) 9 . tienen principalmente gracias a la vida eucarística, a la medita-
ción de la palabra, a la intimidad con Cristo (diálogo cotidiano:
La entrega esponsal a Cristo y el servicio de signo para la PO 18), a la devoción o actitud mariana, al espíritu de sacrifi-
Iglesia esposa, se convierte para el sacerdote en maduración de cio, a la fraternidad sacerdotal, también para superar la soledad
la propia personalidad (amistad, fecundidad), hasta el punto moral, al consejo o dirección espiritual, etc. María, como figura
de colaborar al nacimiento de la vida nueva en toda la humani- de la Iglesia, es modelo y ayuda de esta asociación esponsal con
dad redimida por Cristo. La castidad virginal tiene, pues, estas Cristo. "La analogía entre la Iglesia y María Virgen es especial-
dimensiones: mente elocuente para nosotros, que unimos nuestra vocación
sacerdotal al celibato por el Reino de los cielos (cf. Mt 19,12)
— Dimensión cristológica: amistad profunda con Cristo, a . . . La fidelidad virginal al Esposo (cf. LG 64), que encuentra
partir de una declaración de amor y de una entrega es- su expresión particular en esta forma de vida, nos permite parti-
ponsal a su obra salvífica. cipar en la vida íntima de la Iglesia, la cual, a ejemplo de la Vir-
gen, trata de guardar 'pura e íntegramente la fe prometida al Es-
— Dimensión eclesial: ser signo del amor esponsal entre poso' (cf. LG 64). . . Ante este modelo, es decir, el prototipo
Cristo y su Iglesia, sirviendo y amando a la Iglesia como que la Iglesia encuentra en María, es necesario que nuestra elec-
Cristo la amó y sirvió. ción sacerdotal del celibato para toda la vide esté depositada
también en su corazón" (Juan Pablo II, Carta Jueves Santo,
1988, n. 5).
9 Encíclica sacra Virginitas: AAS 46 (1954) 161-191; encíclica Sacerdotalis
coelibatus: AAS 59 (1967) 657-697 (ver el texto en: El sacerdocio hoy, docu-
mentos del Magisterio). Ver documento de la Congregación sobre la Educación La ley sobre el celibato tiene el sentido de garantizar la au-
Católica: Orientaciones sobre la educación del celibato (1974). Estudios: AA. tenticidad de este carisma y de ayudar a su fidelidad, como bien
W . , Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, 1971; L. J. GONZÁLEZ, Experien-
cia de Dios y celibato creativo a la luz de la actual psicoterapia, "Medellín" 7 propio y común de la comunidad eclesial (cf. can 1037). La co-
(1981) 531-570; J. Ma. URIARTE, D. ESLAVA, El celibato sacerdotal, Vi- munidad necesita ver el signo de cómo ama el Buen Pastor, para
toria, Unión Apostólica, 1987. ser ella misma fiel a todos sus carismas y vocaciones. El sacerdo-

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te ministro está llamado al seguimiento evangélico de Cristo


como "máximo testimonio de amor" (PO 11). encuentro final con Cristo. La comunidad eclesial y la comuni-
dad humana necesitan este testimonio de pobreza evangélica de
La pobreza evangélica de la vida apostólica (o vida de los parte de los pastores, para aprender a vivir la solidaridad y cons-
doce Apóstoles) es una expresión necesaria de la caridad pasto- truir la comunión de toda la humanidad (SRS 40). "Cristo. . .
ha entregado a la humilde Virgen de Nazaret el admirable mis-
ral: darse como Cristo. El Señor amó así: "El Hijo del hombre
terio de su pobreza, que hace ser ricos. Y nos entrega también
no tiene dónde reclinar la cabeza" (Mt 8,20). "Conocéis la gra-
a nosotros el mismo misterio mediante el sacramento del sacer-
cia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre
docio" (Juan Pablo II, Carta Jueves Santo 1988, n. 8).
por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobre-
za" (2Cor 8,9) 10 .
Esta pobreza sacerdotal, aunque no tenga muchas normas
concretas para el sacerdote, se manifiesta y se conserva por unos
El sacerdote ministro está llamado a ser signo de cómo ama signos evangélicos: humildad y disponibilidad ministerial, ale-
Cristo. La pobreza sacerdotal arranca de la caridad y se convier- gría en el servicio y convivencia, libertad en el uso de los bienes
te en disponibilidad y fecundidad apostólica. Es la libertad res- terrenos, espíritu de sacrificio, compartir con los demás, cerca-
pecto a los bienes terrenos (honores, cargos, comodidades, pro- nía comprometida a los pobres, búsqueda de la palabra de Dios,
piedades, tiempo, dinero. . .), que nos hace "dóciles para oír la necesidad de consejo espiritual y revisión de vida, fraternidad
voz de Dios en la vida cotidiana" (PO 17) y disponibles para la sacerdotal, vivencia de la comunión de Iglesia. . .
misión. La opción, el amor y el "servicio preferencial por los po-
bres" (Puebla 670) no serían posibles sin un corazón pobre La pobreza ministerial, a la luz de la caridad pastoral, en-
(contemplativo de la palabra de Dios) y sin una vida pobre (com- cuentra unas pautas de aplicación en la doctrina y disposiciones
partir la misma vida de los que sufren). de la Iglesia durante la historia, como herencia recibida de la tra-
dición apostólica (apostólica vivendi forma):
La pobreza evangélica del sacerdote es un signo del Buen
Pastor, necesario para el camino de la Iglesia peregrina hacia el — Vivir del propio trabajo pastoral.

— Disponer de los bienes que provienen de este trabajo,


con una moderación de vida, limosna, compartir con los
10 El testimonio de pobreza evangélica es siempre un punto clave en la evangeli- hermanos del Presbiterio y con la comunidad eclesial.
zación. A. ANCEL, La pobreza del sacerdote, Madrid, Euramérica, 1957; P.
GAUTHIER, Los pobres, Jesús y la Iglesia, Barcelona, Estela, 1964: ídem,
El evangelio de la justicia y de los pobres, Salamanca, Sigúeme, 1969; A. GE- — Devolver a la comunidad y a los pobres lo que no se ne-
LIN, Los pobres de Yavé, Barcelona, Nova Terra, 1965; J. Ma. IRABÜRU, cesita para una vida verdaderamente sacerdotal (cf. Mt
Pobreza y pastoral, Estella, Verbo Divino, 1968; M. JUNCADELIA, Espiritua- 10,8-1 l;PO 17; can 282, 387) 11 .
lidad de la pobreza, Barcelona, Nota Terra, 1965; F. M. LÓPEZ MELUS, Po-
breza y riqueza en los Evangelios, Madrid, Studium; A. RIZZL, Escándalo y
bienaventuranza de la pobreza, Madrid, Paulinas, 1978. El Directorio para el
ministerio pastoral de los obispos" (n. 28) da unas pautas concretas y ofrece
motivaciones: "Aleja de sí hasta la apariencia de autoritarismo y de estilo 11 Cuando por razones apostólicas, no por realizarse a sí mismo ni por convenien-
r cias económicas y de autonomía, sea conveniente ejercer un trabajo "civil"
mundano de gobierno. Se comporta como un padre para con todos, pero en (cf. PO 8), ha de ser con las condiciones de: misión, preparación adecuada,
forma especial para con las personas de condición humilde y con los pobres; vida de grupo con otros sacerdotes. Ver el documento sinodal de 1971: El sa-
sabe que ha sido, como Jesús (cf. Le 4,18), ungido por el Espíritu Santo y en- cerdocio ministerial, 2a. parte. I, 2 (documento publicado y comentado en:
viado principalmente para anunciar el evangelio a los pobres".

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La pobreza evangélica tiene dimensión cristológica (de sig- nuevas que el Espíritu Santo comunica a su Iglesia en cada épo-
no e imitación de Cristo), eclesial (disponibilidad para servir en ca para vivir las exigencias evangélicas (cap. I, n. 4). Las gracias
la misión de la Iglesia), social (compartir los bienes) y escatoló- recibidas en el sacramento del Orden (cap. II, n. 4), para prolon-
gica (esperanza, Iglesia peregrina). La capacidad de misión y de gar a Cristo en los diversos ministerios (cap. IV) y las gracias de
ser pan comido, como Jesús eucaristía, dependerá de la imita- pertenecer a una Iglesia particular (cap. VI) y a un Presbiterio
ción de su pobreza en Belén y de su desnudez en la cruz. "Lle- (cap. VII) son bases suficientes para fundamentar una espiritua-
vados por el Espíritu del Señor, que ungió al Salvador y lo en- lidad sacerdotal específica.
vió a dar la buena nueva a los pobres, eviten los presbíteros, y
también los obispos, todo aquello que de algún modo pudiera Del ser y de la función sacerdotal deriva una exigencia y
alejar a los pobres, apartando, más que los otros discípulos de una posibilidad de santidad, que se concreta en la caridad pasto-
Cristo, toda especie de vanidad. Dispongan su morada de tal ral. Esta santidad es, pues, vivencia de lo que el sacerdote'es y
forma que a nadie resulte inaccesible, ni nadie, aún el más hu- hace. Es siempre fidelidad a la acción del Espíritu Santo (cap.
milde, tenga nunca miedo de frecuentarla" (PO 17). III, n. 4). Las líneas o rasgos de la fisonomía espiritual y pasto-
ral del sacerdote se encuentran en los textos bíblicos sobre la
vida apostólica y se pueden concretar según las directrices con-
ciliares del Vaticano II:
Santidad y líneas de espiritualidad sacerdotal
— Actitud de servicio (PO 1,4-5).
La santidad cristiana, que consiste en la "perfección de la — Consagración para la misión (PO 2-3).
caridad" (LG 40), se concreta para el sacerdote ministro en la — Comunión de Iglesia (PO 7-9).
caridad pastoral (LG 41). La configuración con Cristo, el segui- — Esperanza y gozo pascual (PO 10).
miento e imitación suya, así como la relación personal con El, — Transparencia e instrumento vivo de Cristo Sacerdote y
como "Maestro y modelo de toda perfección" (LG 40), tiene en Buen Pastor (PO 12).
el sacerdote ministro el matiz de transformarse en "instrumento — Santidad en el ejercicio del ministerio y "ascética propia
vivo de Cristo. Sacerdote" (PO 12; cf. LG 41) y en signo transpa- del pastor de almas" (PO 13-14).
rente del Buen Pastor (Jn 17,10). — Caridad pastoral concretizada en obediencia, castidad y
pobreza (PO 15-17).
El tema de la espiritualidad sacerdotal se va desarrollando — Uso de los medios comunes y específicos de santificación
en los diversos capítulos de toda esta publicación. La santidad y apostolado (PO 18-22) 12 .
y espiritualidad sacerdotal son una concretización de la santidad
y espiritualidad cristiana (cf. cap. I, n. 5), siguiendo las líneas
del seguimiento evangélico de los Apóstoles (cap. II, n. 3), según
el modelo supremo del Buen Pastor (cap. II, n. 1) y las luces
12 Algunas publicaciones ofrecen una síntesis relativamente completa de la espi-
El sacerdocio hoy, o.c). La virtud de la pobreza evangélica no debe confun- ritualidad sacerdotal. Nos remitimos a la orientación bibliográfica final del ca-
dirse con las situaciones de miseria o de necesidad extrema; el mismo espíritu pítulo. Publico una lista más completa de los libros más actuales en: El sacer-
de pobreza ayuda a encontrar soluciones para la vida material de los demás docio hoy, Madrid, BAC, 1985, 617-624; Te hemos seguido, espiritualidad sa-
hermanos y para la previsión social de ancianidad y de enfermedad (cf. PO cerdotal, Madrid, BAC, 1988, 168-175. Distribuidos por épocas históricas: His-
20-21). toria de la espiritualidad sacerdotal, Burgos, Facultad de Teología, 1985 (voL
19 de "Teología del Sacerdocio").

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Estas líneas o rasgos de la espiritualidad sacerdotal arran-


can del ser y del obrar de todo sacerdote ministro (obispo, pres- El tono de esperanza y de "gozo pascual" (PO 11) da a
bítero y analógicamente diácono), como partícipe del ser y del entender una sana antropología de sentirse amado por Cristo y
obrar de Cristo, como maestro de verdad, pontífice y santifica- capacitado para amarle y hacerle amar, hasta la caridad pastoral
dor, signo y constructor de la unidad (cf. Puebla 687-691). como "máximo testimonio del amor" (PO 11). La alegría de
pertenecer esponsalmente a Cristo, es una nota característica de
la evangelización como anuncio de la buena (o gozosa) nueva
El servicio sacerdotal es para construir la comunidad en el de la resurrección de Cristo. Este tono de gozo pascual es fuente
amor. Es "servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey" (PO 1), de vocaciones sacerdotales.
obrando en su nombre como Cabeza de la comunidad (PO 2).
No se buscan privilegios y ventajas humanas, sino el ser signo de Ser transparencia e instrumento vivo de Cristo Sacerdote
la donación sacrificial o humillación (kenosis) de Cristo (Fil (PO 12) corresponde a la razón de ser signo claro y portador de
2,7). "Conocer a las ovejas. . . es involucrar el propio ser, amar Cristo. La relación personal con El se hace configuración, imita-
como quien vino no a ser servido sino a servir" (Puebla 684; cf. ción y amistad profunda, que transforme al apóstol en testigo:
Mt 20,25-28). "nosotros somos testigos" (Act 2,32).

La consagración sacerdotal es participación de la consagra- La espiritualidad y santidad sacerdotal se realiza "ejercien-


ción de Cristo (PO 2), como pertenencia total a la misión reci- do los ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13). Esa es la
bida del Padre (Le 4,18; Jn 20,21). La misión se hace totalizan- ascesis peculiar de quien desempeña un oficio pastoral: "ascesis
te por la consagración: "son segregados para consagrarse total- propia del pastor de almas" (ibídem). Salvada la distinción entre
mente a la obra para la que el Señor los llama" (PO 3). momentos de oración, acción, estudio, convivencia, descanso,
etc., hay que mantener la unidad de vida sin dicotomías (PO 14).
A Cristo se le encuentra en los diversos signos de Iglesia y del
El sentido de comunión eclesial es parte esencial de la espi-
hermano.
ritualidad del sacerdote (cf. cap. VI, n. 4). "El ministerio sacer-
dotal, por el hecho de ser ministerio de la Iglesia misma, sólo
La caridad pastoral se concreta en las virtudes y gestos de
puede cumplirse en comunión jerárquica con todo el Cuerpo" vida del Buen Pastor: obediencia, castidad, pobreza (PO 15-17).
(PO 15). En el terreno práctico se traduce en unión afectiva y Quien es signo portador de la palabra, de la acción sacrificial y
efectiva con el propio obispo (PO 7), con los demás sacerdotes del pastoreo de Cristo, lo es también de su modo de amar hasta
del Presbiterio (PO 8) y con la comunidad eclesial a la cual sir- dar la vida.
ve (PO 9).
Los medios comunes y específicos de vida y ministerio sa-
cerdotal (PO 18-21) son necesarios para sintonizar con los "sen-
La disponibilidad para la misión universal (cf. cap. VI, timientos de Cristo" (Fil 2,5) y ser fiel a los carismas del Espíri-
n. 3) es una exigencia del don recibido en la ordenación, como tu (cf. cap. VIII, n. 5). "Por tanto, para conseguir sus fines pas-
participación en la misión universal de Cristo (PO 10). Es la torales de renovación interna de la Iglesia, de difusión del evan-
solicitud por todas las Iglesias, al estilo de Pablo (2Cor 11,28). gelio por el mundo entero, así como de diálogo con el mundo
Esta perspectiva universalista sanea la vida y el ministerio sa- actual, este sacrosanto concilio exhorta vehementemente a to-
cerdotal, liberándolos de una problemática estéril y enfermiza. dos los sacerdotes a que, empleando los medios recomendados

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J U A N ESQUERDA B I F E T
SER SIGNO T R A N S P A R E N T E D E L BUEN PASTOR

por la Iglesia, se esfuercen por alcanzar una santidad cada vez


mayor, para convertirse, día a día, en más aptos instrumentos grar este fin las virtudes que con razón se estiman en el trato hu-
para el servicio de todo el Pueblo de Dios" (PO 12). mano, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortale-
za de alma y la constancia, el continuo afán de justicia, la urba-
Estas líneas de espiritualidad se mueven según diversas di- nidad y otras" (PO 3; cf. OT 11 y 19).
mensiones y perspectivas; trinitaria, cristológica, pneumatológi-
ca, eclesial, litúrgica, sociológica (de cercanía a la realidad), an- La caridad pastoral se concreta en un servicio como el de
tropológica. . . Cristo: "pasó hacienío el bien" (Act 10,30). El sacerdote se ha-
ce transparencia de Cristo: "sed imitadores míos como yo lo
La santidad sacerdotal, como se ha dicho continuamente, soy de Cristo" (ICor 4,16). Esta caridad se traduce en:
enraiza en la espiritualidad cristiana. Las virtudes humano-cris-
tianas pasan a ser sacerdotales cuando se expresan en la caridad — responsabilidad en la situación histórica a la luz 'de la
pastoral: historia de salvación,
— compromiso auténtico y concreto,
— La capacidad de tener y emitir un criterio o una convic- — generosidad para el sacrificio,
ción y modo de pensar, se ilumina con la fe. — colaboración y diálogo con los demás apóstoles,
— sentido de realismos, optimismo y confianza,
— La capacidad de valorar las cosas se potencia y equilibra — actitudes de humildad y aceptación de sí mismo, junto
con la esperanza para sentir y apreciar los valores según con la audacia y magnanimidad al afrontar las dificulta-
la escala de valores del Buen Pastor. des.

— La capacidad de tomar decisiones se enriquece con la ca- La formación en estas virtudes (cf. cap. VIII, n. 3 y 4) de-
ridad para amar y actuar como Cristo Sacerdote 13 . be ser armónica y constante desde el Seminario y a lo largo de
toda la vida, siempre bajo la acción de la gracia que las convierte
De esta raíz humana, cristiana y sacerdotal, brotan aplica- en virtudes cristianas y sacerdotales.
ciones concretas señaladas por el concilio para la formación y
vida sacerdotal: "No podrían ser ministro de Cristo si no fueran
testigos y dispensadores de una vida distinta de la terrena, ni
podría tampoco servir a los hombres si permanecieran ajenos a GUIA PASTORAL
la vida y condiciones de los mismos.. . Mucho contribuyen a lo-

Reflexión bíblica:
13 Los manuales de espiritualidad acostumbran actualmente a describir esas virtu- — Aspectos de la caridad pastoral de Cristo: Jn 10, lss: Le
des humanas "ver cap. I, nota 19). Para la base humana de la espiritualidad:
AA. W . , Psicología y espíritu, Madrid, Paulinas, 1971; R. ZAVALLONI, Le 15,1-7; Act 10,30; Is 40,11; Puebla 681 ss.
strutture umane della vita spirituale, Brescia, Morcelliana, 1971; ídem, La per-
sonalidad en perspectiva social, Barcelona, Herder, 1977; ídem, Psicología pas- — De la amistad con Cristo, a la caridad pastoral: Jn 15,9.13-
toral, Madrid, Studium, 1967.
14; 21,15-19.

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J U A N ESQUERDA BIFET SER SIGNO T R A N S P A R E N T E DEL BUEN PASTOR

— Las exigencias evangélicas de la caridad pastoral: Mt 4,19- Virtudes humanas redimerísionadas en la caridad pastoral
22, lss; Le 10, lss. (P0 3:OT 11 y 19).
— Las figuras de Pedro y Pablo: Act 20,17-38; 1 Pe 5,1 -4.

La fecundidad de la cruz: In 16,20-33; Gal 4,19; Col 1,24.


ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
— Sentido redentor de la obediencia del Buen Pastor: Heb
5,7-9; 10,5-7;Jn 10,18; Fil 2,5-11.
Los temas de espiritualidad sacerdotal se van exponiendo en toda es-
— La vida de pobreza para vivir el amor preferencial por los ta publicación, anotando la bibliografía más concreta. En este mismo capí-
pobres: Mt 8,20; 2Cor 8,9; Puebla 670. tulo V, hemos indicado: Comentarios al "Presbyterorum Ordinis" (nota 1),
caridad pastoral (notas 2 y 3), cruz (nota 4), martirio (nota 5), vida religio-
sa (nota 6), consejos evangélicos (nota 7), obediencia (nota 8), castidad
(nota 9), pobreza (nota 10), etc. En otros capítulos se anota el tema de la
espiritualidad sacerdotal con otras aplicaciones, especialmente respecto al
Estudio personal y revisión de vida sacerdocio ministerial (capítulo III) y a la espiritualidad del sacerdote dio-
cesano (capítulos VI y VII). Anotamos sólo algunas publicaciones que pue-
den aportar una síntesis. Habría que recordar también publicaciones de
— Líneas pastorales de la vida sacerdotal según "Prebutero- épocas anteriores y que continúan siendo arsenales de espiritualidad sacer-
rum Ordinis". Relacionar PO 4-6 (ministerios) con PO 12- dotal siempre válida (ver el capítulo X). Ver la orientación bibliográfica
14 (santidad). general.

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ARIZMENDI, F. ¿ Vale la pena ser hoy sacerdote?, México, 1988.


_ Caridad ascendente y descendente a la luz de la misión (PO
13). CAPRIOLI, M. Sacerdozio e santitá, Roma, Teresianum, 1983.

_ Dimensión misionera de la obediencia, castidad y pobreza CELAM, DEVYM, Espiritualidad presbiteral hoy, Bogotá, 1975.
a la luz de la caridad pastoral (PO 15-17).
DILLENSCHNEIDER, Cl. Teología y espiritualidad del sacerdocio, Sala-
manca, Sigúeme, 1965.
__ La "vida apostólica" como fraternidad (PO 8), disponibili-
dad misionera (PO 10) y generosidad evangélica (PO 15- DORADO, G. El sacerdote hoy y aquí', Madrid, PS, 1972Í
17).
ENRIQUE TARANCON, V. El sacerdote a ¡a luz del Concilio Vaticano II,
__ Dimensión cristológica, eclesial, antropológica y escatoló- Salamanca, Sigúeme, 1966.
gica de la castidad (PO 16; Puebla 692; Medellín XI, 21). ESQUERDA, J. Teología de la espiritualidad sacerdotal, Madrid, BAC,
1988.
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287). FAVALE, A. Spiritualitá del ministerio presbiterale, Roma, LAS, 1985
(trad. castellano: Soc. Ed. Atenas, Madrid, 1989).

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171
170
Capítulo VI.

SACERDOTES AL SERVICIO
DE LA IGLESIA
PARTICULAR Y UNIVERSAL
VI. SACERDOTES AL SERVICIO
DE LA IGLESIA PARTICULAR Y UNIVERSAL

Presentación

El sacerdote es ministro o "servidor de Cristo" (ICor 4,1),


que se prolonga en el tiempo y en el espacio bajo signos de Igle-
sia. "El ministerio sacerdotal es ministerio de la misma Iglesia"
(PO 15). Se participa en el ser, en el obrar y en las vivencias de
Cristo Sacerdote, que "vino a servir" (Me 10,45) y que "amó a
la Iglesia y se entregó en sacrificio por ella" (Ef 5,25).

La espiritualidad específica del sacerdote ministro arranca


de la caridad pastoral y se concreta en el servicio a la Iglesia par-
ticular o local (diócesis) y a la Iglesia universal. Esto debe afir-
marse de todo sacerdote, pero encuentra una aplicación especial
cuando se trata del sacerdote diocesano, es decir, que ha recibi-
do como hecho de gracia el pertenecer a la Iglesia particular
también respecto a su responsabilidad misionera.

Pablo, ministro y apóstol de Cristo, sirvió siempre a la Igle-


sia, presentándola como cuerpo y expresión de Cristo, su espo-
sa, "columna y fundamento de la verdad" (ITim 3,15). La vida
de Pablo fue siempre una inmolación personal "por el bien de la
Iglesia, que es el cuerpo de Cristo" (Col 1,24). Su solicitud era
siempre "por toda las Iglesias" (2Cor 11,28).

El sacerdote, como principio de unidad en la comunidad,


ayuda a todas las vocaciones y carismas a ponerse al servicio de

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J U A N ESQUERDA B I F E T SACERDOTES A L SERVICIO DE LA IGLESIA P A R T I C U L A R Y. . .

la comunidad eclesial. Para todos, "evangelizar no es un acto in- servicios (ministerios). Son signos débiles, pero portadores de la
dividual y aislado, sino profundamente eclesial" (EN 80). El sa- palabra, de la gracia, de la presencia del Señor y de la fuerza de
cerdote ministro sirve, pues, a la Iglesia como comunidad y es- su Espíritu Santo. Cada fiel está llamado a un servicio diferente,
posa fiel de Cristo (2Cor 11,2) y comunidad evangelizadora con la misma dignidad de hijo de Dios, sin privilegios ni ventajas
(Mt 28,19). humanas.

El sentido y amor de Iglesia para el sacerdote supone ser- Un signo fuerte de unidad, como quien "preside la caridad
virla desinteresadamente, sin servirse de ella y "sin considera- universal" (San Ignacio de antioquía) es Pedro y sus sucesores
ción del provecho propio o familiar" (AG 16). "Con ello apren- (Mt 16,18). En las diversas Iglesias particulares este principio de
derán maravillosamente a entregarse por entero al servicio del unidad lo constituyen los Apóstoles y sus sucesores los obispos
Cuerpo de Cristo y a la obra del evangelio, a unirse con su pro- (ayudados por sus presbíteros), siempre apoyados en Cristo "la
pio obispo como fieles cooperadores y a colaborar con sus her- piedra angular" (EF 2,20) representada por Pedro.
manos" (ib ídem).
A esta comunidad de creyentes y pastores, Cristo la llama
mi Iglesia" (Mt 16,18) y en ella prolonga su misma misión (Jn
En la Iglesia fundada y amada por Jesús 20,21). Por esto, "la Iglesia existe para evangelizar" (EN 14).
"La Iglesia es también depositaría y transmisora del evangelio.
La Iglesia es una comunidad de creyentes en Cristo convo- Ella prolonga en la tierra, fiel a la ley de la encarnación visible,
cada (ecclesia) por su palabra y su presencia salvífica. No ha na- la presencia y acción evangelizadora de Cristo. Como El, la Igle-
cido, pues, de una elaboración técnica ni de una simple experien- sia vive para evangelizar. Esa es su dicha y vocación propia: pro-
cia humana. "La Iglesia es inseparable de Cristo, porque El mis- clamar a los hombres la persona y el mensaje de Jesús" (Puebla
mo la fundó por un acto expreso de su voluntad, sobre los Do- 224).
ce, cuya cabeza es Pedro, constituyéndola como sacramento
universal y necesario de salvación" (Puebla 222). El sacerdote ministro es servidor de esta Iglesia, a la que
sirve sin servirse de ella. "Mirad por vosotros y por todo el reba-
La Iglesia no se funda a sí misma, sino que ha nacido de ño sobre el cual el Espíritu Santo os ha constituido vigilantes
los amores de Cristo (Ef 5,25ss) o "de su costado" (SC 5; Jn 19, para apacentar la Iglesia de Dios, que El adquirió con su sangre"
34; Gen 2,23). No hay diferentes modelos de Iglesia. Puede ha- (Act 20,28). El sacerdote hace posible que la comunidad eclesial
ber eclesiologías o explicaciones diferentes y, al mismo tiempo, se realice como misterio (signo de la presencia de Cristo), comu-
armónicas; pero la Iglesia es una sola. Esta Iglesia única se con- nión (fraternidad o familia) y misión. El servicio sacerdotal es
creta con diversidad de carismas en las diversas Iglesias particula- principio de unidad. La comunidad refleja la comunión de Dios
res (ver el n. 2). "Esta Iglesia es una sola: la edificada sobre Pe- Amor y se hace portadora de los planes de Dios para todos los
dro, a la cual el mismo Señor llama 'mi Iglesia' (Mt 16,18)" (Pue- hombres. "Así toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido
bla 225). en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"
(LG 4, citando a San Cipriano) 1 .
Cristo mismo ha escogido los signos de su presencia activa
de resucitado a través del tiempo y del espacio (Me 16,15; Mt 1 Ver bilbiografía sobre la Iglesia sacramento y comunión en la nota 8 del capítu-
28,29; Jn 20,21-23). Estos signos son personas (vocaciones) y lo II. Sobre la Iglesia Pueblo sacerdotal: nota 11 del mismo capítulo. Síntesis

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JUAN ESQUERDA BIFET SACERDOTES AL SERVICIO DE LA IGLESIA PARTICULAR Y. . .

La Iglesia es, pues, signo eficaz (sacramento) de unidad, es — Cuerpo (místico) de Cristo: como expresión suya (ICor
decir, "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la 12,26-27), que crece de modo permanente y armónico
unidad de todo el género humano" (LG 1). Esta unidad de co- (Col 2,19; Ef 5,23; 4,4-6.15), teniendo al mismo Cristo
munión fraterna, de que es portadora la Iglesia, ha sido realiza- por Cabeza (Ef 1,22; 5,23-24; Col 1,18).
do por Cristo Sacerdote y Víctima (Ef 2,14). La misión de la
Iglesia es la de "manifestar y, al mismo tiempo, realizar el miste-
rio del amor de Dios al hombre" (GS 45). La humanidad de Cris- — Pueblo de Dios: como propiedad esponsal, "pueblo ad-
to es el sacramento original, del que deriva toda la sacramentali- quirido" (IPe 2,9) y comprado con la sangre de Cristo
dad de la Iglesia, como sacramento prolongado, a modo de com- (Act. 20,28), "signo levantado ante las naciones" (Is 11,
plemento de Cristo (Ef 1,18; cf. 3,9-10). 12; cf. SC2;LGII).

El sacerdote, como signo personal de Cristo, es servidor y — Reino de Cristo y de Dios: como inicio del Reino defini-
parte integrante de esta sacramentalidad: prolonga en la Iglesia tivo, que será realidad plena en el más allá (Me 4,26; Mt
y en el mundo la palabra, el sacrificio y el pastoreo o realeza de 12,18; Jn 18,36). "La Iglesia es el Reino de Cristo" (LG
Cristo. Al anunciar, hacer presente y comunicar el misterio pas- 3), "ya constituye en la tierra el germen y principio de
cual de Cristo, el sacerdote da testimonio que "del costado de este Reino" (LG 5), a modo de fermento (Mt 13,33),
Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la que está ya dentro del mundo (Me 1,15), hasta que
Iglesia entera" (SC 5). "Dios sea todo en todas las cosas" (ICor 15,27-28).

La Iglesia, pues, a la que sirve el sacerdote, es "sacramento — Sacramento o misterio: como signo transparente y por-
de unidad" (SC 26), "sacramento visible de esta unidad salvífica tador de los planes salvíficos de Dios (Ef 1,3-9; ITim
para todos y cada uno" (LG 9). El sacerdote forma parte de esta 3,16). La Iglesia, anunciando y comunicando el misterio
sacramentalidad eclesial como principio de unidad (con su obis- de Cristo (Ef 3,9-10; 5,32), se realiza como "sacramento
po) en la misma comunidad. Toda la sacramentalidad de la Igle- universal de salvación" (LG 48; AG 1; cf. LG 1, 9, 15,
sia y todo signo eclesial tiene estas características: transparencia 39).
(signo claro), eficacia (signo portador), necesidad por voluntad
de Cristo, limitación humana (cf. LG 7-8; cf. Puebla 222-231).
— Esposa de Cristo: como consorte suya(Ef 5,25-32), fiel
Esta realidad eclesial se expresa a través de diversos títulos (2Cor 11,2), que le pertenece totalmente (Rom 7,2-4;
bíblicos (cf. LG 6-7); los principales son los siguientes: ICor 6, 9). El desposorio de Cristo con la Iglesia se basa
en la alianza nueva (Le 22,19-20), que la hace solidaria
del amor de Cristo a toda la humanidad.
de eclesiología: AA. VV. (BARAUNA), La Iglesia del Vaticano II, Barcelona,
Flors, 1966; AA. VV., Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia, Madrid, — Madre: como instrumento de vida nueva en Cristo (Gal
BAC, 1966; A. ANTÓN, La Iglesia de Cristo, Madrid, BAC, 1977; J. AUER, 4,19 y 26). El servicio sacerdotal está relacionado con la
J. RATZINGER, La Iglesia, Barcelona, Herder, 1985; R. BLAZQUEZ, La Igle-
sia del Vaticano II, Salamanca, Sigúeme, 1988; G. PHILIPS, La Iglesia y su
maternidad de la Iglesia (PO 6; LG 6,14; 64-65; SC 85,
misterio en el Concilio Vaticano II, Barcelona, Herder, 1968; J. RATZINGER, 122; GS 44). De esta maternidad, María es Tipo o figura
El nuevo Pueblo de Dios, Barcelona, Herder, 1972. (Apoc. 12,-1 ;Jn 19,25-27; LG 63-65).

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SACERDOTES A L SERVICIO DE LA IGLESIA P A R T I C U L A R Y. . .
J U A N ESQUERDA B I F E T

El sacerdote ministro, sirve, pues a esta Iglesia fundada y La Iglesia se concretiza o acontece allí donde se predica la
amada por Jesús, como prolongación o complemento suyo: mis- palabra y se celebra la eucaristía en relación con el obispo como
terio (signo de su presencia), comunión (imagen de Dios Amor), garante de la tradición apostólica. Es el obispo, en comunión
misión (portadora de Cristo para todos los pueblos). Así la Igle- con el Papa y con los demás obispos, quien garantiza el entron-
sia se hace constructora de la comunión universal2. que con esta tradición (cf. VII, 1).

Toda realidad de Iglesia y especialmente la Iglesia particu-


El sacerdote ministro en la Iglesia particular o local lar o local (diócesis) es familia y empresa, pero prevalece el tono
familiar (cf. CD 28) precisamente para garantizar la eficacia
El servicio eclesial del sacerdote ministro se concreta nece- evangélica de la empresa apostólica.
sariamente en una comunidad o Iglesia (particular, local, dióce-
sis), presidida por un obispo sucesor de los Apóstoles. Ahí, en El sacerdote sirve, pues, a la construcción de la Iglesia local
esa comunidad, concretizada en el espacio y en el tiempo, acon- o particular en armonía con las vocaciones, ministerios y caris-
tece la Iglesia. Es la Iglesia del acontecimiento. "Cuanto acaba- mas. "La diócesis es, una porción del Pueblo de Dios, que se
mos de decir de la Iglesia universal debe afirmarse también de confía al obispo para ser apacentada con la cooperación de su
las comunidades particulares de cristianos. . ., de los cuales se Prebiterio, de suerte que, adherida a su Pastor y reunida por El
compone la única Iglesia católica; puesto que también ellos son en el Espíritu Santo por medio del evangelio y la eucaristía,
regidos por Cristo Jesús y por la voz y potestad del obispo de constituya una Iglesia particular, en que se encuentra y opera,
cada una de ellas. . .; por lo que se refiere a la diócesis de cada verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica
uno de ellos, son verdaderos pastores, cada uno apacienta y rige y apostólica" (CD 11; cf. can. 369).
a la grey particular en nombre de Jesús" {Mystici Corporis Chris-
tif. La diócesis o Iglesia particular dice relación estrecha de
comunión con toda la Iglesia, porque:

— es imagen y expresión, presencia y actuación (concreti-


zación) de la Iglesia universal,
2 El Sínodo Episcopal extraordinario de 1985 subrayó, en su documento final,
la eclesiología de comunión como síntesis de la doctrina conciliar sobre la Igle- — enraiza en la sucesión apostólica por medio del propio
sia; publicado en: El Vaticano II, don de Dios. Los documentos del Sínodo ex-
traordinario de 1985, Madrid, PPC, 1985. Ver bibliografía sobre la Iglesia en obispo en comunión con el sucesor de Pedro y la cole-
la nota 1. gialidad episcopal, no como algo venido de fuera, sino
3 Mystici Corporis Christi: AAS 35 (1943) 211ss. Hay que distinguir entre Igle-
sia particular, local, diocesana; pero los mismos documentos eclesiales no pre-
sentan una terminología uniforme y constante. Iglesia particular prácticamente
equivale a diócesis (can. 368ss; LG 23; CD 11). Iglesia local indica el matiz de
lugar geográfico, pues no todas las Iglesias particulares o diócesis se ciñen a un Iglesias particulares, "Estudios Eclesiásticos" 47 (1972) 409-435; J. ESQUER-
espacio geográfico, sino que pueden referirse a personas; en el Concilio Vatica- DA, El sacerdocio ministerial en la Iglesia particular, "Salmanticensis" 14
no II, Iglesia local equivale a particular (cf. LG 23). A veces, noen los docu- (1967) 309-340; H. DE LUBAC, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal,
mentos eclesiásticos, se usa el calificativo local para indicar aspectos más cultu- Salamanca, Sigúeme, 1974; F. MARTIN, Estructura pastoral de las Iglesias
rales o que se concretan en una zona geográfica que trasciende la diócesis. Ade- diocesanas, Barcelona, Flors, 1965; J. A. SO UTO, Estructura jurídica de la
más de la bibliografía de las notas anteriores, ver: a. ANTÓN, Iglesia universal, Iglesia particular: presupuestos, "Ius Canonicum" 8 (1968) 121-202.

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J U A N ESQUERDA B I F E T SACERDOTES A L SERVICIO DE LA IGLESIA P A R T I C U L A R Y. . .

como parte integrante de la vida de la misma Iglesia par- temente, por la celebración de la eucaristía del Señor en cada
ticular, una de estas Iglesias, se edifica y crece la Iglesia de Dios, y por
la concelebración se manifiesta la comunión entre ellas" (UR
— es signo transparente y portador de la salvación en Cris- 15).
to para toda la comunidad humana,
Todos los sacerdotes ministros están al servicio de estas
— es portadora de carismas especiales del Espíritu Santo Iglesias particulares, sin perder el universalismo, para garantizar,
para el bien de la Iglesia universal y de toda la humani- custodiar y aumentar un tesoro de gracias que es para el bien de
dad (cf. LG 13, 23, 26; CD 11; AG 6, 19, 22: OE 2). la Iglesia universal. Ser sacerdote diocesano comporta una sensi-
bilidad eclesial responsable respecto a una herencia apostólica
Las Iglesias fundadas por los Apóstoles eran una misma recibida, que aumenta continuamente para el bien de toda la
Iglesia concretada con matices y carismas diferentes, en un lugar Iglesia. "En la comunión eclesial existen Iglesias particulares que
y tiempo (ITes 2,14). Su vida interna era de fidelidad esponsal gozan de tradiciones propias, permaneciendo íntegro el primado
a Cristo (2Cor 11,2-3), bajo la dirección de los Apóstoles o suce- de la Cátedra de Pedro, que preside todo el conjunto de la cari-
sores e inmediatos colaboradores (Ef 2,20; Act 20,28; ITim dad, defiende las legítimas variedades y, al mismo tiempo, pro-
3,5). Era la familia de Dios (Ef 2,19), que crecía armónicamente cura que estas particularidades no sólo no perjudiquen a la uni-
en la santidad y recibiendo nuevos creyentes (Act 16,5). Los dad, sino incluso cooperen a ella. De aquí dimanan finalmente
obispos y presbíteros (con los diáconos) sirven a la Iglesia par- entre las diversas partes de la Iglesia los vínculos de íntima co-
ticular en comunión con las otras Iglesias del orbe, como "casa municación de bienes, y a cada una de las Iglesias pueden apli-
de Dios, Iglesia de Dios vivo, columna y base de la verdad" carse estas palabras del apóstol Pedro: 'el don que cada uno ha-
(ITim 3,15). ya recibido, póngalo al servicio de los otros, como buenos ad-
ministradores de la multiforme gracia de Dios' (IPe 4,10)"
En cada Iglesia local o particular debe resonar la comunión (LG 13; cf. LG 23). Todo esto deberá tenerse en cuenta para
de Iglesia universal. "Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente discernir la vocación al sacerdocio diocesano o en el nombra-
presente en todas las legítimas reuniones locales de fieles, que, miento episcopal.
unidos a sus pastores, reciben también el nombre de Iglesia en
el Nuevo Testamento (Act 8,1; 14,22-23; 20,17). Ellas con el El servicio sacerdotal diocesano es actitud pastoral y espi-
pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y en gran ritual de acompañamiento permanente de la comunidad en su
plenitud (ITes 1,5). En ellas se congregan los fieles por la pre- camino de maduración fraterna, espiritual y apostólica. Sin la
dicación del evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la presencia del sacerdote ministro, "la Iglesia no puede estar ple-
cena del Señor, a fin de que, por el cuerpo y la sangre del Señor, namente segura de su fidelidad y de su visible unidad" (El sacer-
quede unida toda la fraternidad" (LG 26). docio ministerial, Sínodo, 1971, part. la., 4). "Lospresbíteros
están puestos en medio de los laicos para llevarlos a todos a la
En las Iglesias particulares aparece toda la realidad de Igle- unidad de la caridad. . . A ellos toca, consiguientemente, armo-
sia como cuerpo místico de Cristo, Pueblo de Dios, sacramento nizar de tal manera las diversas mentalidades, que nadie se sienta
o misterio, esposa, madre. . . (cf. n. 1). La celebración eucarís- extraño en la comunidad de los fieles. Ellos son defensores del
tica (en relación al bautismo y a la predicación de la palabra) bien común, cuyo cuidado tienen en nombre del obispo, y, al
construye la Iglesia como comunidad de hermanos: "consiguien- mismo tiempo, asertores intrépidos de la verdad, a fin de que los

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fieles no sean llevados de acá para allá por todo viento de doctri- modo, el servicio profético, cultual y hodegético o de dirección.
na" (PO 9; cf. PO 6; LG 28; CD 18, 23, 30). No puede circunscribirse la acción sacerdotal a un solo sector,
aunque sí puede confiársele de modo especial uno de los tres
Precisamente por este servicio más estable, que garantice ministerios indicados. El campo de la responsabilidad confiado
una respuesta armónica y satisfactoria de la comunidad, la Igle- a laicos y personas consagradas, no sacerdotes, no puede recor-
sia establece la incardinación en la diócesis para aquellos presbí- tar la triple dimensión del ministerio sacerdotal; pero el sacerdo-
teros que deberán colaborar más estrechamente y de modo más te se debe circunscribir al servicio de su carisma específico, sin
estable con el obispo, incluso en plan de dependencia respecto a invadir tampoco otras competencias que corresponden a las
la espiritualidad específica. La incardinación es un hecho de gra- otras vocaciones eclesiales5.
cia y, por tanto, una fuente de armonía y de compromiso minis-
terial para que el sacerdote se realice en el aquí y ahora de la El servicio a una Iglesia particular o local es siempre de
Iglesia particular presidida por un sucesor de los Apóstoles. Se- plantación de la Iglesia", con todos sus signos salvíficos (voca-
rá, pues, un punto de referencia para encontrar la espiritualidad ciones, ministerios, carismas), en una comunidad humana con-
específica del sacerdote diocesano, secular dentro de su Presbi- creta (cf. AG 6). "Preocupados por el bien de los hijos de Dios,
terio, teniendo en cuenta también la diocesaneidad de los sacer- procuren cooperar en el trabajo pastoral de toda la diócesis e
dotes religiosos (PO 8,10; LG 28; CD 28) 4 . incluso de toda la Iglesia" (LG 28).

Los sacerdotes diocesanos (seculares), por el hecho de estar El "servicio de unidad en la comunidad" (Puebla 661) re-
"incardinados en una Iglesia particular o adscritos a ella, se con- percute en el crecimiento y maduración de la misma comunidad
sagran plenamente a su servicio para apacentar a una porción de eclesial y es garantía de eficacia apostólica y de auténtica vida
la grey del Señor" (CD 28; cf. can. 265ss). Los sacerdotes reli- espiritual (Puebla 663). La pastoral orgánica o de conjunto se
giosos, o de instituciones de vida consagrada, sirven a esta mis- basa en la naturaleza de la misma comunidad eclesial, universal
ma Iglesia con los carismas de la propia institución.

El sacerdote queda encargado de una función concreta en


la Iglesia diocesana, a nivel geográfico o sectorial. A veces será 5 La parroquia continuará siendo el campo privilegiado de la acción pastoral y
de la espiritualidad del sacerdote. Hay que tener en cuenta, no obstante, la
el servicio a una comunidad llamada parroquia (can. 515-552). pastoral de conjunto (ver la nota 6), así como las comunidades de base, los
Siempre es "un pastor que hace las veces del obispo" (SC 42), movimientos apostólicos, etc. Ver: AA. VV., Las parroquias, perspectivas de
aunque "obrando en nombre de Cristo. . ^ejerciendo en la me- renovación, Madrid, 1979; AA. VV., La parrocchia, documenti, funzioni e
strutture della Chiesa in un mondo laicizzato, Bolonga 1969; V. BO, La parro-
dida de su autoridad, el oficio de Cristo, Pastor y Cabeza" quia, pasado y futuro, Madrid, 1969; CONFERENCIA EPISCOPAL DE CO-
(LEG 28). Esta presidencia ministerial abarca siempre, en algún LOMBIA, Directorio de pastoral parroquial, Bogotá, SPEC, 1986; J. MANZA-
NARES, etc., Nuevo derecho parroquial, Madrid, BAC, 1988. Sobre comuni-
dades de base: Puebla 641-643; A. ALONSO, Comunidades eclesiales de base,
Salamanca, 1970; M. de C. AZEVEDO, Comunidades eclesiales de base, Ma-
drid, Soc. Educ. Atenas, 1986; COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL, Ser-
4 Debería estudiarse más el hecho de la incardinación como hecho de gracia vicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas, Madrid, 1982; F. A. PAS-
(pertenencia a la Iglesia particular). Ver: J. HERVADA, La incardinación en la TOR, Ministerios laicales y comunidades de base. La renovación pastoral de
perspectiva conciliar, "Ius Canonicum" 7(1967) 479-517; P. PALAZZINI, The la Iglesia en América Latina, "Gregorianum" 68 (1987) 267-305; M. POZO
concept or incardination according to Vatican II, en The world is my parish, CASTELLANO, Comunidades eclesiales menores, Buenos Aires, Lunen, 1978.
Roma 1971,31-51. Sobre ambos temas: ChristifidelesLaici, n. 26;Puebla 617-657;EN 58.

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y local, y en el mismo sacerdocio ministerial como servicio de Ser cooperador del obispo supone compartir con él su res-
unidad. El arciprestazgo (decanato, vicaría) será un punto clave ponsabilidad misionera. "Los obispos, como legítimos sucesores
de esta pastoral de comunión. Para vivir esta pastoral diocesana, de los Apóstoles y miembros del Colegio episcopal, siéntanse
que es común a sacerdotes seculares y religiosos, hay que pro- siempre unidos entre sí y muéstrense solícitos por todas las Igle-
fundizar en la vida apostólica puesta en práctica en la fraterni- sias, ya que, por institución divina y por imperativo del oficio
dad del Presbiterio (cf. cap. VII)6. apostólico, cada uno, juntamente con los otros obispos, es res-
ponsable de la Iglesia" (CD 6; cf. LG 23; AG 20,38). Los sacer-
dotes, juntamente con su Presbiterio, cooperan con el obispo en
Al servicio de la Iglesia universal misionera esta responsabilidad apostólica. "Los obispos, juntamente con
su Presbiterio, imbuidos más y más del sentir de Cristo y de su
La naturaleza del sacerdocio ministerial es estrictamente Iglesia, sientan y vivan con la Iglesia universal" (AG 19). Los sa-
misionera. "El don espiritual que los presbíteros recibieron en cerdotes, "bajo la autoridad del obispo, santifican y rigen la por-
la ordenación no los prepara a una misión limitada y restringi- ción de la grey del Señor a ellos encomendada, hacen visible en
da, sino a la misión universal y amplísima de salvación hasta cada lugar a la Iglesia universal y prestan eficaz ayuda en la edi-
lo último de la tierra (Act 1,8), pues cualquier ministerio sacer- ficación de todo el Cuerpo de Cristo. Preocupados por el bien
dotal participa de la misma amplitud universal de la misión con- de los hijos de Dios, procuren cooperar en el trabajo pastoral de
fiada por Cristo a los Apóstoles. Porque el sacerdocio de Cristo, toda la diócesis e incluso de toda la Iglesia" (LG 28).
del que los presbíteros han sido hechos realmente partícipes, se
dirige necesariamente a todos los pueblos y a todos los tiempos La naturaleza misionera de la Iglesia arranca de ser "sacra-
y no está reducido por límite alguno de sangre, nación o edad, mento universal de salvación" (AG 1; LG 48). "La acción misio-
como misteriosamente se representa ya en la figura de Melquise- nera fluye de la misma naturaleza de la Iglesia" (AG 6). Esta
dec. Recuerden, pues, los presbíteros que deben llevar atravesa- realidad tiene aplicación a cada Iglesia local con todos sus com-
da en su corazón la solicitud por todas las Iglesias" (PO 10). ponentes, como imagen y concretización de la Iglesia universal.
Se trata de una responsabilidad misionera in solidum con todas
Los sucesores de los Apóstoles y sus inmediatos colabora- las demás diócesis. "Como la Iglesia particular está obligada a
dores en la Iglesia local, continúan el encargo misionero univer- representar del modo más perfecto posible a la Iglesia universal,
salista confiado por Cristo. "Todos los obispos en comunión je- debe conocer cabalmente que también ella ha sido enviada a
rárquica participan de la solicitud por la Iglesia universal" quienes no creen en Cristo" (AG 20; cf. AG 36-37; EN Ó2-64)7.
(CD 5).
7 Además de la bibliografía citada en la nota 3, ver: AA. VV., Promoción misio-
nera de las Iglesias locales, Burgos, 1976; 5. ESQUERDA, Las Iglesias locales
y la actualidad misionera, ibídem, 11-27; ídem, Dimensión misionera de la
6 Ver los temas pastorales en el capítulo IV (sacerdotes para evangelizar).' Sobre Iglesia local, Madrid, Comisión Ep. Misiones, 1975; ídem, Iglesias hermanas
pastoral de conjunto: AA. VV., Pastoral de conjunto, Madrid, 1966; J. DELI- en la misión, Madrid, Comión Ep. Misiones, 1981; J. GUERRA, Las Iglesias
CADO, Pastoral diocesana al día, Estella, Verbo Divino, 1966; F. BOULARD, ¡ocales signo de la Iglesia universal en su proyección misionera, "Misiones
Hacia una pastoral de conjunto, Santiago di Chila, Paulinas, 1964. Sobre el Extranjeras" (1967) 181-194; X. SEUMOIS, Les Eglises particuliéres, en
Consejo Pastoral: J. Ma. DÍAZ MORENO, Los consejos pastorales y su regula- L'activité missionnaire de l'Eglise, París, 1967, 281-299. Hay que recordar la
ción canónica, "Revista Española de Derecho Canónico" 41 (1985) 165-181; apertura diocesana suscitada por la encíclica Fidei donum de Pío XI, al invitar
M. GONZÁLEZ, Los consejos pastorales, Madrid, Secretariado Apostolado a los sacerdotes diocesanos a la cooperación misionera directa: AAS 49 (1957)
Seglar, 1972. Sobre el Consejo Presbiteral, ver el capítulo VII. n. 2. 245-246.

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Esta disponibilidad misionera sacerdotal debe llegar a ser Esta disponibilidad misionera se hará efectiva también a
realidad constatable en la programación apostólica de la dióce- partir de la responsabilidad misionera del obispo como cabeza
sis y del Presbiterio: de la Iglesia local y del Presbiterio. "Los obispos. . . procuren
que, en la medida de lo posible, algunos de sus sacerdotes mar-
— por la naturaleza misionera de la Iglesia particular, chen a las antedichas misiones o diócesis para ejercer allí el sa-
— por la participación en el mismo sacerdocio y en la mis- grado ministerio a perpetuidad o por lo menos por un tiempo
ma misión de Cristo, determinado" (CD 6). La prestación temporal no excluye la dis-
— por la estrecha colaboración con el carisma episcopal y ponibilidad permanente para hacer efectiva una responsabilidad
con su responsabilidad misionera universal. constante que deriva de la naturaleza del clero diocesano en re-
lación a su obispo (cabeza del Presbiterio) y a la Iglesia diqcesa-
La responsabilidad misionera efectiva será una señal y un na. "Los presbíteros representan la persona de Cristo y son coo-
fruto espontáneo de la vitalidad espiritual y apostólica del Pre- peradores del orden episcopal en la triple función sagrada que
sidente y de la Iglesia local. Las mismas Iglesias necesitadas o por su propia naturaleza corresponde a la misión de la Iglesia.
más jóvenes deben orientarse con esta perspectiva como señal Entiendan, pues, plenamente que su vida está consagrada tam-
de autenticidad y madurez (AG 6). "Es muy conveniente que bién al servicio de las misiones. . . Ordenarán, por consiguiente,
las Iglesias jóvenes participen cuanto antes activamente en la la cura pastoral de forma que resulte provechosa para la dilata-
misión universal de la Iglesia, enviando también ellas misione- ción del evangelio entre los no cristianos" (AG 39). Por esto
ros que anuncien el evangelio por toda la tierra, aunque sufran puede afirmarse que "la vocación sacerdotal es también misione-
escasez de clero. Porque la comunión con la Iglesia universal ra" (Juan Pablo II, Carta Jueves Santo, 1979), n. 8).
se completará en cierto modo cuando también ellas participen
activamente del esfuerzo misional para con otras naciones"
(AG 20). El gesto profético de América Latina puede llegar a Esta dimensión misionera del sacerdocio se concretará en
ser un estímulo para otras Iglesias locales: "Finalmente, ha lle- hacer misionera a toda la comunidad (vocaciones, ministerios,
gado para América Latina la hora de intensificar los servicios carismas), en una perspectiva de Iglesia sin fronteras. Al mismo
mutuos entre Iglesias particulares y de proyectarse más allá tiempo, una recta distribución de los efectivos y medios apostó-
de sus propias fronteras ad gentes. Es verdad que nosotros licos será expresión de la vitalidad y madurez de la Iglesia local
mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde nues- y hará posible una colaboración digna de Iglesias hermanas, no
tra pobreza" (Puebla 368) 8 . dando sólo la que sobra, sino compartiendo el mismo caminar
misionero universal (cf. CD 22-23; AG 39). "Creciendo cada
día más la necesidad de operarios en la viña del Señor y desean-
do los sacerdotes diocesanos participar con amplitud creciente

8 El despertar misionero de América Latina se ha ido reflejando en diversas pu-


blicaciones y documentos, especialmente en la Congresos Misioneros Latino-
americanos (COMLA). AA. VV., América, llegó tu hora de ser evangelizado™, S. GALILEA, La responsabilidad misionera de América Latina, Lima, 1981;
Bogotá, COMLA 3, CELAM, 1988; Segundo Congreso Misionero Latinoameri- J. F. GORSKI, El desarrollo histórico de la misionología en América Latina,
cano, II COMLA, México, 1983; AA. W'., El despertar misionero de Amércia La Paz, 1985; A. LÓPEZ TRUJILLO, Caminos de evangelización, Madrid,
Latina, "Misiones Extranjeras" n. 92 (1986); R. AUBRY, La misión, siguien- BAC, 1985; J. A. VELA, Las grandes opciones de la pastoral en América Lati-
do a Jesús por los caminos de América Latina, La Paz, 1966; CELAM, Dar na a partir del documento de Puebla, "Documenta Missionalia" 16 (1982)
desde nuestra pobreza, vocación misionera de América Latina, Bogotá, 1986; 159-179..

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en la evangelización del mundo, el concilio desea que los obis- La caridad pastoral (cf. cap. V) tiene, pues, esta derivación
pos, considerando la gravísima penuria de sacerdotes, que impi- misionera sin fronteras. La disponibilidad misma no es una aña-
de la evangelización de muchas regiones, envíen a algunos de didura opcional, sino una parte integrante de la vocación y de la
sus mejores sacerdotes que se ofrezcan para la obra misionera, vida sacerdotal. "La caridad universal será su respiro" (Juan
debidamente preparados, a las diócesis que carecen de clero, XXIII, Sacerdotii nostri primordio., n. 6). "Su vida será consa-
donde desarrollen, al menos temporalmente, el ministerio misio- grada también al servicio de las misiones" (AG 39; cf. PO 10;
nal con espíritu de servicio" (AG 38). OT 20). Ello supone una buena formación misionera ya desde
los Seminarios y desde los noviciados (cf. can. 257).
La distribución de los efectivos apostólicos se concreta
principalmente en una recta distribución del clero dentro y fue- No sería posible la puesta en práctica de esta derivación
ra de la diócesis. Ello implica la renovación de muchas estructu- misionera del sacerdote, si no se revitalizara la fraternidad en el
ras pastorales, en vista de una cooperación entre las diversas co- Presbiterio (cf. cap. VII) y si no se viviera la generosidad evangé-
munidades e Iglesias locales. El objetivo de esta distribución es lica del seguimiento de Cristo Buen Pastor )cf. cap. V).
que toda comunidad eclesial pueda disponer de los ministros y
efectivos apostólicos necesarios.
Sentido y amor de Iglesia
La distribución de los apóstoles debe hacerse en sentido
pastoral, es decir, teniendo en cuenta una acción pastoral comu- La sintonía del sacerdote con Cristo se convierte espontá-
nitaria (pastoral de conjunto o de comunión), que ha de abarcar neamente en amor a la Iglesia: "amó a la Iglesia y se entregó a sí
másrallá de los límites de una diócesis e incluso más allá de las mismo en sacrificio por ella" (Ef 5,25). Este amor, a imitación
fronteras de una nación o estado. Esta distribución debe poten- de Cristo, se expresa también en el sufrimiento "por el bien de
ciarse con una adecuada formación permanente y una forma- su cuerpo que es la Iglesia" (Col 1,24). "La fidelidad a Cristo no
ción peculiar, tanto cuando el apóstol es enviado por primera puede separarse de la fidelidad a la Iglesia" (PO 14).
vez como cuando regresa de nuevo a la diócesis que le envió. No
se trata principalmente de experiencias individuales, sino de un De este amor y fidelidad deriva el sentido de comunión
deber permanecer de toda la Iglesia particular. Esto supone una con la Iglesia (PO 15), expresada en comunión con el propio
espiritualidad misionera por parte de todos los sacerdotes. Por obispo (PO 7), con los demás presbíteros (PO 7-8) y con toda la
esto la Iglesia diocesana, principalmente el obispo y su Presbite- comunidad eclesial (PO 9). "Así, pues, la caridad pastoral pide,
rio, queda responsabilizada de la asistencia al personal enviado 9 . que, para no correr en vano, trabajen siempre los presbíteros en
vínculos de comunión con los obispos y con los otros hermanos
en el sacerdocio. Obrando de esta manera, los presbíteros halla-

9 Sobre la distribución del clero; LG 23,28; AG 38,39; CD 5-6; 22-23; PO 10;


OT 20. Documento (Notae directivae) de la Congregación par el Clero, "Post- gos, Facultad de Teología, 1972; A. GARRIGOS, La Obra de Cooperación Sa-
quam Apostoli": AAS 72 (1980) 343-364. Estudios AA.VV., // mondo é la cerdotal Hispanoamericana, "Misiones Extranjeras (1984) 365-375; V. MA-
mia parrocchia, The world is my parish, Roma 1971 (Congreso de Malta; J. LLON, Distribución del clero en el mundo, comentario acerca de "Postquam
ESQUERDA, Cooperación entre Iglesias particulares y distribución de efec- Apostoli", "Omnis Terra" n. 111 (1982) 19-36; A. DE SILVA, ínter - co-
tivos apostólicos, "Euntes Docete" 34 (1981) 427454 (sobre "Postquam munháo das Igrejas locáis e distribucao dos Agentes de Evangelizacao, "Igreja
Apostoli"); ídem, La distribución del clero, teología, pastoral, derecho, Bur- eMissáo 34 (1982) 263-295.

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rán la unidad de su propia vida en la unidad misma de la misión la comunidad en el amor (Iglesia comunión) y para garantizar
de la Iglesia, y así se unirán con su Señor, y, por El, con el Pa- el ejercicio de la misión (Iglesia misión). La Iglesia fundada y
dre, en el Espíritu Santo, para que puedan llenarse de consola- amada por Jesús (cf. n. 1) necesita ministros o servidores que
ción y sobreabundar de gozo" (PO 14). le ayuden a ser fiel a su propio ser de signo transparente y por-
tador de Cristo para todos los hombres.
La espiritualidad sacerdotal, precisamente por enraizar en
la caridad del Buen Pastor, es espiritualidad de Iglesia. "El Or- La espiritualidad sacerdotal dice relación estrecha a la ma-
den es una gracia para los demás. . . y se les ha dado para la ternidad de Iglesia. Esta se concretiza principalmente a través
edificación de la Iglesia" (Santo Tomás, Contra Gentes, IV, de los ministerios ejercidos por el sacerdote. "La comunidad
74). "El necesario cultivo del sentido íntimo del misterio de eclesial ejerce, por la caridad, la oración, el ejemplo y las obras
la Iglesia" lleva al sacerdote a una "vida según el modelo del de penitencia, una verdadera maternidad para conducir las almas
evangelio, sin consideración del provecho propio familiar" a Cristo. Ella constituye, en efecto, un instrumento eficaz por
(AG 16). Los sacerdotes sirven a la Iglesia sin servirse de ella. el que se señala y allana a los no creyentes el camino hacia Cris-
"Con ello aprenderán maravillosamente a entregarse por ente- to y su Iglesia, y por el que también los creyentes se incitan,
ro al servicio del Cuerpo de Cristo y a la obra del evangelio, a nutren y fortalecen para la lucha espiritual" (PO 6; cf. LG
unirse con su propio obispo como fieles cooperadores y a co- 64-65). El sentido y amor de Iglesia indican al sacerdote el gra-
laborar con sus hermanos" (ibídem). do de su madurez en la vida espiritual y apostólica. "Que la ver-
dad sobre la maternidad de la Iglesia, a ejemplo de la Madre de
Ya desde el inicio de la formación sacerdotal, los candida- Dios, se haga más cercana a nuestra conciencia sacerdotal. . . Es
tos deben formarse "en el misterio de la Iglesia" (OT 9). Efec- necesario profundizar de nuevo en esta verdad misteriosa de
tivamente, "el ministerio sacerdotal, por el hecho de ser minis- nuestra vocación: esta 'paternidad en el espíritu', que a nivel hu-
terio de la Iglesia misma, sólo puede cumplirse en comunión mano es semejante a la maternidad. . . Se trata de una caracte-
jerárquica con todo el Cuerpo" (PO 15). La vida espiritual, co- rística de nuestra personalidad sacerdotal, que expresa precisa-
mo "vida según el Espíritu" (Rom 8,9), es encuentro con Cris- mente su madurez apostólica y su fecundidad espiritual" (Juan
to presente en la Iglesia. Por esto, "en la medida en que uno Pablo II, Carta Jueves Santo. 1988).
ama a la Iglesia de Cristo, posee el Espíritu Santo" (San Agus-
tín) 1 0 . Una de las señales de fidelidad a la vocación sacerdotal en
el sentido y amor de Iglesia (cf. OT 9;PO 15). Entonces se sin-
Vivir el misterio de Cristo prolongado en la Iglesia (Iglesia toniza con los problemas de toda la Iglesia local y universal.
misterio o sacramento), es el punto de partida para construir Dentro de un sano pluralismo de opiniones, el sacerdote vive per-
sonalmente y ayuda a vivir a su comunidad en comunión con el
sucesor de Pedro y con los sucesores de los Apóstoles, como
principio de unidad en la comunidad eclesial (LG 18,23).
10 Comentario a San Juan, 32, 8: PL 35, 1646. R. BLAZQUEZ, La relación del
presbítero con la comunidad, en Espiritualidad del presbítero diocesano secu-
lar, Madrid, EDICE, 1987, 283-331; J. GARAY, El sentido de Iglesia en la es- La acción del Espíritu Santo sigue siendo el alma de la Igle-
piritualidad de Vitoria, Vitoria, 1986; A. MIRALLES, Ecclesialita del presbí- sia (LG 7; AG 4), guiando a pastores y fieles en la armonía de
tero, "Annales Theologici" 2 (1988) 121-139; A. RUOET, Réflexions sur la "una misma fe" (Ef 4,5). El mismo Espíritu Santo que ungió y
relation entre le prétre et l'Eglise, "Le Suplément" 34 (1981) 369-384.
envió a Cristo (Le 4.18) y que inspiró los textos sagrados de la

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J U A N ESQUERDA BIFET SACERDOTES A L SERVICIO DE LA IGLESIA P A R T I C U L A R Y. . .

Escritura (2Pe 1,21), es quien sigue guiando ahora a la Iglesia y


asistiéndola de modo especial en el magisterio y la acción apos-
GUIA PASTORAL
tólica de los pastores (DV 7; LG 25-27).

El sentido y amor de Iglesia se convierte en celo apostólico


Reflexión bíblica:
de llevar a cada persona y a toda la comunidad eclesial por el ca-
mino de perfección que es desposorio con Cristo (2Cor 11,2).
— Amar a la Iglesia como Cristo la amó: Ef 5,25-27; Act 20,
Sufrir por la Iglesia forma parte del amor a Cristo que se prolon-
18; Mt 16,18.
ga en ella. Para "formar a Cristo en el corazón de cada fiel y de
toda la comunidad, se necesita pagar el precio de los dolores de
— Conocer y servir a la Iglesia como Pablo: ITim 3,15; Col
parto" (Gal 4,19; cf. Jn 16,20-22). Este sufrimiento proviene l,24;2Cor 11,28; Ef 1,23; Gal 4,19.
no raras veces de la misma comunidad, debido a limitaciones y
defectos de personas y estructuras. La ascética del pastor de al- — La vivencia de ser Iglesia complemento o prolongación de
mas (PO 13), que es la caridad pastoral, se alimenta de este su- Cristo (Ef 1,23): su Cuerpo (ICor 12,26-27; Col 1,18;
frimiento por la Iglesia y de la Iglesia, transformado en una ma- 2,19; Ef 1,22; 5,23), Pueblo de Dios (IPe 2,9), Reino (Me
yor donación. Sentido y amor de Iglesia es, pues: 1,15; 4,26; Mt 12,18), sacramento o misterio (Ef 3,9-10),
esposa (2Cor 11,2; Ef 5,25ss), madre (Gal 4,26), que tiene
— Mirarla con los ojos de la fe y con los sentimientos de a María como Madre y Tipo (Jn 19,25-27; Apoc 12,1).
Cristo.

— Apreciarla en sus personas y signos eclesiales, carismas,


vocaciones y ministerios.
Estudio personal y revisión de vida en grupo
— Amarla incondicionalmente, con espíritu de donación,
por ser prolongación de Cristo bajo signos pobres. — Actitud de fe y de amor hacia la Iglesia fudada y amada
por Jesús (LGI;PO 15; SC 5; OT 9; Puebla 222-231).
El sentido y amor de Iglesia ayuda a leer la vida de Cristo y
su mensaje prolongado ahora en la misma Iglesia por medio de — Servir a la Iglesia sin servirse de ella (AG 16; PO 14).
la Escritura, Tradición, magisterio, liturgia, comunidad, santos,
personas fieles y que sufren con amor,. . . n . — Ser y sentirse Iglesia "misterio", "comunión" y "misión"
(LG1-17).

La Iglesia insertada en el mundo (GS 40-44).

Cómo vivir la pertenencia a la Iglesia particular (diócesis),


como concretización de la Iglesia universal y heredera de
11 El tema del amor a la Iglesia también cuando se sufre de ella, lo ha desarrolla-
do un autor que dio testimonio personal de esta actitud de sufrir amando: carismas especiales para el bien de toda la Iglesia (CD 11,
H. DE LUBAC, Meditaciones sobre la Iglesia, Madrid, Encuentro, 1980. 28; LG 13,23,26; UR 15).

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J U A N ESQUERDA BIFET J U A N ESQUERDA BIFET

— Vivir la incardinacion (o servicio permanente) como hecho GARAY, J. El sentido de Iglesia en la espiritualidad de Vitoria, Vitoria,
de gracia y como responsabilidad misionera (PO 10; LG 1986.
28;CD28). JOURNET, Ch. Teología de la Iglesia, Bilbao, Desclée, 1960.

— Al servicio de la Iglesia universal misionera (AG 19-20,38- LATOURELLE, R. Cristo y la Iglesia, signos de salvación, Salamanca, Si-
39; PO 10; LG 28; CD 6; Puebla 224,368). gúeme, 1971.

LEGIDO, M. Fraternidad en el mundo, un estudio de eclesiologia paulina,


Salamanca, Sigúeme, 1982.

DE LUBAC, H. Meditaciones sobre ¡a Iglesia, Madrid, Encuentro, 1980.

NAVARRO, A. La Iglesia sacramento de Cristo Sacerdote, Salamanca, Si-


ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA gúeme, 1965.

PHILIPS, G. La Iglesia y su misterio en el Concilio Vaticano II, Barcelona,


En las notas de este capítulo hemos indicado bibliografía sobre algu-
Herder, 1968.
nos aspectos especiales del tema eclesial: Iglesia Pueblo de Dios y referen-
cia a Iglesia sacramento y comunión (nota 1), Iglesia particular o local (no-
TILLARD, J.M.R. Eglise d'Eglises, l'écclésiologie de communion, París,
ta 3 y 7), incardinacion (nota 4), parroquia y comunidades de base (nota
Cerf, 1987.
5), pastoral de conjunto y consejo pastoral (nota 6), diócesis o Iglesia par-
ticular misionera (nota 7), colaboración misionera de América Latina (nota
8), distribución de apóstoles (nota 9), sentido y amor de Iglesia en el sacer-
dote (nota 10 y 11). Ver algunos estudios eclesiológicos que amplían estos
aspectos, también en la dimensión misionera:

AA. VV., La Iglesia del Vaticano II, Barcelona, Flors, 1966.

AA. VV., Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia, Madrid, BAC,


1966.

ALCALÁ, A. La Iglesia, misterio y misión, Madrid, 1963.

ANTÓN, A. La Iglesia de Cristo, Madrid, BAC, 1977.

AUER, J., RATZINGER, J. La Iglesia, Barcelona, herder, 1985.

BLAZQUEZ, R. La Iglesia del Vaticano II, Salamanca, Sigúeme, 1988.

BOUYER, L. La Iglesia de Dios, Madrid, Studium, 1973.

CONGAR, Y.M. Un Peuple messianique, l'Eglise sacrement du salut, París,


Cerf, 1975.

ESQUERDA, J. Somos la Iglesia que camina, Barcelona, Balmes, 1977. •

196 197
Capítulo VIL

ESPIRITUALIDAD
SACERDOTAL
EN EL PRESBITERIO
DIOCESANO
VIL ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL
EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

Presentación

La espiritualidad sacerdotal es actitud de fidelidad y gene-


rosidad respecto a los carismas sacerdotales, que convierte en
transparencia del Buen Pastor, para prolongar su presencia, su
palabra y su acción sacrificial, salvífica y pastoral en la Iglesia
particular y universal. Pero el sacerdote ministro concreta esta
espiritualidad en una realidad querida y delineada por el mis-
mo Jesús: el grupo apostólico (Me 3,14; Le 10,1; Jn 17,11-23).

En toda Iglesia particular o local el grupo apostólico es fra-


ternidad en torno a un sucesor de los Apóstoles. Los sacerdotes
ministros forman parte de este grupo, que constituye el Presbi-
terio (ITim 4,14).

Obispos, presbíteros y diáconos son portadores de unos ca-


rismas recibidos en el sacramento del Orden, para servir a toda
la comunidad eclesial, formando ellos mismos»un signo de co-
munión como principio de unidad, a modo de colegialidad mi-
nisterial (analógica) y como garantía de estar enraizadas en la
tradición apostólica.

La peculiaridad de la espiritualidad sacerdotal enraiza en


un conjunto de carismas que consisten en: participar de modo
especial en el sacerdocio de Cristo por el sacramento del Orden,
estar al servicio de una Iglesia particular con perspectivas de

201
J U A N ESQUERDA B t F E T E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

Iglesia universal, formar parte de un Presbiterio cuyo cabeza es Los sacerdotes de la Iglesia particular forman una colegíali-
el obispo. Estas realidades de gracia matizan el modo de ser sig- dad ministerial que tiene como punto de convergencia al obispo
nos e instrumentos del Buen Pastor y agentes de unidad en la y al Papa con el colegio episcopal. "Así el ministerio eclesiásti-
comunidad eclesial. co, de divina institución, es ejercitado en diversas categorías por
aquellos que ya desde antiguo se llamaron obispos, presbíteros
El clero diocesano, que sirve de modo permanente en la y diáconos" (LG 28; cf. PO 7).
Iglesia particular o diócesis, tiene una espiritualidad específica,
que deriva de las realidades de gracia que constituyen su razón
El servicio ministerial en la Iglesia particular es ejercido
de ser. En la Iglesia particular y formando una fraternidad, está
llamado a construir la vida apostólica con las peculiaridades es- por:
pecíficas de su pertenencia a la diócesis y al Presbiterio. Si el
modo de poner en práctica la vida apostólica es diverso para el — el obispo, como padre y cabeza de su Presbiterio y de la
clero secular, ello no significa de sean menores las exigencias de Iglesia diocesana,
vida evangélica.
— los presbíteros, como necesarios colaboradores y conse-
jeros de los obispos,
De la renovación evangélica en la vida sacerdotal del Pres-
biterio diocesano, dependerá la respuesta generosa a las exigen-
— los diáconos, como servidores cualificados en el campo
cias de una nueva evangelización. Los principios trazados por el
de la palabra, de la eucaristía y de la caridad.
Vaticano II (LG 28; CD 28; PO 8) y por los cánones (can 245,
275-280) son lo suficientemente claras para delinear una prácti- Los obispos, "puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lu-
ca concreta de fraternidad sacerdotal, que haga posible el segui- gar de los Apóstoles como pastores de almas" (CD 2). Es decir,
miento evangélico y la disponibilidad misionera. "han sucedido por institución divina, en el lugar de los Apósto-
les como pastores de la Iglesia" (LG 20; cf. LG 21). De ellos,
Las nuevas generaciones sacerdotales necesitan encontrar pues, "depende, en cierto modo, la vida en Cristo de sus fieles"
un Presbiterio con cauce adecuado para una respuesta generosa (SC 41). El obispo es miembro del Colegio apostólico (o Colegio
a la vocación: un Presbiterio fraterno donde sea posible vivir el episcopal) (LG 22), pastor propio y ordinario de la Iglesia par-
seguimiento evangélico y la disponibilidad misionera (cf. can. ticular, bajo la autoridad del Sumo Pontífice (cf. can. 375^-11.
245). Su potestad es plena salvo las posibles reservas de la Santa Se-
de), inmediata (que puede ejercerse sin intermediarios) y ordi-
naria (no vicaria o delegada) 1 .
Obispo, presbíteros y diáconos al servicio
de la comunidad eclesial

Toda comunidad eclesial depende de un obispo, como su-


cesor de los Apóstoles, con quien colaboran los presbíteros y
diáconos. Todos ellos forman un signo colectivo del Buen Pas- 1 La espiritualidad sacerdotal del presbítero necesita la actuación del carisma
episcopal. Ver comentarios al decreto conciliar Christus Dominus: AA. VV.;
tor, el Presbiterio, para servir a la Iglesia particular o local tam- La charge pastoral des Evéques, París, Cerf, 1969; AA. VV., La función pasto-
bién con sus derivaciones universales (cf. cap. VI). ral de los obispos, Salamanca, 1967 (XI semana de Derecho Canónico). Otros

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E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO
J U A N ESQUERDA B I F E T

El ejercicio del carisma episcopal es imprescindible tanto Los presbíteros participan del mismo sacerdocio de Cristo,
para la vida de la Iglesia particular como para la espiritualidad aunque en grado inferior al obispo (cf. cap. III). "Forman, junto
del sacerdote. El obispo ha recibido "la plenitud del sacramento con el obispo, un Presbiterio" (LG 28). La consagración y la mi-
del Orden" (LG 21) en el campo profético, sacrificial, santifica- sión del sacramento del Orden la reciben los presbíteros en gra-
dor y pastoral (cf. can. 381-402). Por esto es padre y cabeza vi- do subordinado, como "cooperadores del orden episcopal para
sible de la Iglesia diocesana y de su propio Presbiterio (cf. SC cumplir la misión apostólica confiada por Cristo" (PO 2). Pro-
41; CD 28). "Cada obispo es el principio y fundamento visible piamente son "necesarios colaboradores y consejeros de los obis-
de unidad en su propia Iglesia, formada a imagen de la Iglesia pos en el ministerio de enseñar, de santificar y de apacentar el
universal" (LG 23). En este sentido se comprende que "repre- Pueblo de Dios" (PO 7). Los carismas recibidos por el presbíte-
senta a su Iglesia" (ibídem) y que la "solicitud por todas las ro se ejercen en comunión con su propio obispo y con los demás
Iglesias" (2Cor 11,28) es propia de los obispos en cuanto "le- miembros del Presbiterio, siempre "bajo la dirección de los que
gítimos sucesores de los Apóstoles y miembros del Colegio Epis- están al frente de la Iglesia" (PO 7).
copal" (CD 6; cf. CD 3; LG 23).
La acción ministerial de los presbíteros es la misma que la
El ministerio y la vida de los presbíteros (y diáconos) nece- del obispo, como ministros o servidores de "Cristo Maestro, Sa-
sita la actuación del carisma episcopal. El obispo es cabeza de la cerdote y Rey" (PO 2). "Ellos, bajo la autoridad del obispo,
comunidad sacerdotal, padre, amigo y hermano de sus sacerdo- santifican y rigen la porción de la grey del Señor a ellos enco-
tes (LG 28; CD 28). Es él quien garantizó la existencia de la vo- mendada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y pres-
cación sacerdotal, quien comunicó el sacerdocio de Cristo por la tan eficaz ayuda en la edificación de todo el Cuerpo de Cristo"
imposición de las manos y quien se comprometió, por ello mis- (LG 28) 2 .
mo, a garantizar en su Presbiterio los medios de vida sacerdotal
y de vida apostólica. Y es también él quien ha salido fiador, de- Con el propio obispo y con los diáconos, los presbíteros
lante de la Iglesia, de que sus presbíteros y diáconos podrán forman un Presbiterio a modo de colegio ministerial o signo co-
vivir una vida evangélica y de familia sacerdotal en el Presbiterio lectivo de Cristo, que es fraternidad sacramental (PO 8). "una
y en la Iglesia particular. Por esto el cuidado de la vida espiritual sola familia cuyo padre es el obispo" (CD 28). Esta comunidad
de los presbíteros y diáconos es una de las obligaciones principa- sacerdotal del Presbiterio (ver el n. 2) manifiesta un carisma al
les del obispo (cf. CD 16; PO 7; Directorio pastoral de los obis- servicio de la Iglesia particular o local.
pos, p. 3a. c. 3).
2 Ver comentarios al Presbyterorum Ordinis (en colaboración): Los presbíteros
a los diez años del "Presbyterorum Ordinis", Burgos, Facultad de Teología,
1975 (vol. 7 de Teología del Sacerdocio); Los presbíteros, ministerio y vida,
Madrid, Palabra, 1 9 6 9 ; / preti, Roma, AVE, 1910;I sacerdoti nello spirito del
estudios: AA. VV., Teología del Episcopado, Madrid, 1963 (XXII semana es- Vaticano II, Torino, Leumann, 1969; Les prétres, formatipn, ministére et vie,
pañola de Teología); B. JIMÉNEZ DUQUE, El oficio de santificar de los obis- París, Cerf, 1968; Sacerdotes y religiosos según el Vaticano II, Madrid, FAX,
pos, en Concilio Vaticano ¡I, Comentarios a la constitución sobre la Iglesia, 1968. Otros estudios sobre el presbiterado: AA. VV., Espiritualidad del pres-
Madrid, BAC, 1966, 531-539; J. LEAL, Losobispos, sucesores de los Apósto- bítero diocesano secular, Madrid, EDICE, 1987; AA. VV., II prete per gli
les, en Comentarios sobre la Iglesia, Madrid, BAC, 1966, 368-379; J. LF.CU- uomini d'oggi, Roma, AVE, 1975; El ministerio del presbítero en la comuni-
YER, El episcopado como sacramento, en La Iglesia del Vaticano II, Barcelo- dad eclesial, Bogotá, Conf. Episc. Colombiana, 1978; A. FAVALE, Spiritualitá
na, Flors, 1966, 731-749; ídem, La triple potestad de los obispos, ibídem, del ministcro presbiterale, Roma, LAS, 1985 (trad. cast. 1989); T. I. JIMÉ-
871-891; E. PIRONIO, Figura teológica-pastoral del obispo, en Escritos pasto- NEZ URRESTI, Teología conciliar del presbiterado, Madrid, PPC, 1971. Ver
rales, Madrid, BAC, 1973. bibliografía del final de este capítulo.

204 205
J U A N ESQUERDA BIFET
E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

Los carismas sacerdotales no son sólo para el bien de quie-


nes los administran, sino principalmente para el bien de toda la La espiritualidad diaconal se mueve en la misma dirección
Iglesia. La comunidad eclesial tiene derecho a ver un Presbiterio que su acción pastoral. "Dedicados a los oficios de la caridad y
unido y vivo que transparente tanto la vida como la acción del de la administración, recuerden los diáconos el aviso del biena-
Buen Pastor. venturado Policarpo: 'Misericordiosos, diligentes, procediendo
conforme a la verdad del Señor, que se hizo servidor de todos' "
Los diáconos han recibido los carismas del sacramento del (LG -29). Es la misma espiritualidad o estilo de vida de Cristo,
Orden en su primer grado (carácter y gracia sacramental), para que vino para servir. "Resplandezcan en su vida todas las virtu-
ejercer servicios en relación a la palabra de Dios, a la eucaristía des, el amor sincero, la solicitud por los enfermos y los pobres,
y a la caridad. Están al servicio del obispo y, en dependencia de la autoridad humilde, una pureza inocente y un cumplimiento
éste, son colaboradores de los presbíteros. Las gracias sacramen- de diácono, 21). Los matices de esta espiritualidad diaconal va-
tales recibidas les hacen portadores de gracia y de acción del Es- riarán según se trate de diáconos vírgenes o casados.
píritu Santo más que a otros ministros que no han recibido el
sacramento del Orden. Esta es la razón del ser del diaconado
permanente, casado o célibe (cf. LG 29). En la comunidad sacerdotal del Presbiterio

La acción pastoral del diácono está en la línea de servicio La institución del Presbiterio, como colegialidad fraterna
y en relación de estrecha colaboración con el sacerdote minis- de los ministros de la Iglesia particular, aparece claramente en
tro, participando del sacerdote de Cristo que se prolonga en la las cartas de S. Ignacio Antioquía (s. II) y refleja la tradición
jerarquía de la Iglesia. "Confortados con la gracia sacramental, apostólica. En las comunidades eclesiales del tiempo apostóli-
en comunión con el obispo y su Presbiterio, sirven al Pueblo de co, los presbíteros forman un senado que se reúne con el após-
Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad" tol responsable y obra según sus orientaciones (Act 6,6; 11,30;
(LG 29). La praxis concreta del ministerio diaconal se ha de en- 13,3; 14,23; 15,23; 16,4; 21,18-23; 20,17-38; ITim 4,14; IPe
focar a la luz de la gracia del Espíritu Santo recibida en el sacra- 5,l-5) 4 .
mento: "Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado
por la autoridad competente, administrar solemnemente el bau- La unidad comunitaria del Presbiterio es una exigencia de
tismo, reservar y distribuir la eucaristía, asistir al matrimonio y los carismas (carácter y gracia sacramentales) recibidos en la or-
bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los mori- denación sacerdotal. Al mismo tiempo es una concretización de
bundos, leer la sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar la sacramentalidad de la Iglesia. Es, pues, una fraternidad sacra-
al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar mental (PO 8), como signo eficaz eclesial y sacramental. "En
los sacramentos, presidir el rito de los funerales y sepultura" virtud de la fraternidad sacramental, la plena unidad entre los
(LG 29). El diácono está al servicio permanente de la comuni- ministros de la comunidad es ya un hecho evangelizador. . . De
dad eclesial como miembro del Presbiterio 3 .
1968; A. KERKVOORDE, Elementos para una teología del diaconado, en La
Iglesia del Vaticino II, Barcelona, Flors, 1966, 917-958; P. WINNINGER, Los
diáconos, Ma< .d, PPC, 1968.
3 Cánones sobre los diáconos: 236 (formación), 281 (diáconos casados), 757
(ministros de la palabra), 835 (actuación en el culto), 910 y 943 (ministerio 4 Ver un estudio sobre los textos del Nuevo Testamento: M. GUERRA, Epísco-
eucarístico). AA. VV. Los diáconos en el mundo actual, Madrid, Paulinas, pos y Presbíteros, Burgos, Facultad de Teología, 1962. Citamos otros estudios
en la nota siguiente.

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207
J U A N ESQUERDA BIFET E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

aquí deriva la misma unidad pastoral" (Puebla 663). "Los pres- •apoyo en la renovación sacerdotal según la vida apostólica o vi-
bíteros, por el sacramento del Orden, quedan constituidos en da a imitación de los Apóstoles: fraternidad, generosidad evan-
los colaboradores principales de los obispos para su triple minis- gélica, disponibilidad misionera (cf. n. 4). La Iglesia local y uni-
terio; hacen presente a Cristo Cabeza en medio de la comuni- versal será sacramento o signo transparente y portador de Cris-
dad. Forman, junto con su obispo y unidos en íntima fraterni- to, en la medida en que se viva en ella la sacramentalidad del
dad sacramental, un solo Presbiterio dedicado a variadas tareas Presbiterio (cf. PO 8; LG 28; CD 28). La espiritualidad sacerdo-
para servicio de la Iglesia y del mundo" (Puebla 690). tal específica del sacerdote diocesano (cf. n. 3) hinca sus raíces
en esta realidad sacramental del Presbiterio de la Iglesia par-
El Presbiterio es signo eficaz de unidad en la Iglesia par- ticular.
ticular en la medida en que él mismo sea unidad vital, "un solo
Presbiterio junto con su obispo" (LG 28). Esta unidad se mani- Para hacer realidad esta comunidad sacerdotal en cada Pres-
fiesta en la ordenación (con la imposición de las manos del obis- biterio, hay que tomar conciencia de la responsabilidad mutua
po consagrante y de los presbíteros asistentes), en la concelebra- respecto a todos los campos de la vida y del ministerio sacerdo-
ción eucarística y litúrgica en general, en el ministerio y vida sa- tal. No es un simple consejo de mayor espiritualidad y perfec-
cerdotal (SC 57; PO 8). ción, sino una exigencia del mismo sacerdocio: "En virtud de la
común ordenación sagrada y de la común misión, todos los pres-
La unidad vital del Presbiterio se demuestra en la responsa- bíteros se unen entre sí en íntima fraternidad, que debe mani-
bilidad mutua de todos los componentes del mismo respecto a festarse en espontánea y gustosa ayuda mutua, tanto espiritual
la vida espiritual, pastoral, cultural, económica y personal (LG como material, tanto pastoral como personal, en las reuniones,
28). Es unidad como exigencia y "en virtud de la común orde- en la comunión de vida, de trabajo y de caridad" (LG 28).
nación sagrada y de la común misión" (LG 28), reflejo de la
vida trinitaria de Dios Amor, querida por el Señor para el grupo No sería posible la comunidad del Presbiterio sin la refe-
de sus Apóstoles: "que sean uno, como tú, Padre, estás en mí rencia al obispo, como principio de unidad, y sin la presencia
y no en ti. . ., para que el mundo crea que me has enviado" activa y responsable de su propio carisma episcopal. El obispo es
(Jn 17,21). A la luz de esta unidad se descubre la necesidad de el fundamento visible de unidad en la Iglesia particular y en su
una vida fraterna y de una ayuda mutua familiar, para que se Presbiterio (LG 23; cf. PO 7-8). La preocupación episcopal por
dé una verdadera pastoral de conjunto 5 . los sacerdotes, compartiendo con ellos toda su existencia y su
forma de vivir, es imprescindible para la construcción de la co-
Las bases teológicas y pastorales del Presbiterio, que aca- munidad y familia sacerdotal del Presbiterio (cf. CD 15-16, 28).
bamos de resumir, indican las líneas de su espiritualidad eclesial. Por parte de los sacerdotes se requiere la aceptación afectiva y
efectiva de esa actuación del carisma episcopal (cf. PO 7).
Todo momento de renovación eclesial ha tenido su parte de
La renovación interna de la Iglesia en sus propósitos pas-
Ver textos conciliares que hablan del Presbiterio: LG 28-29; CD 11, 15, 28; torales y en la difusión del evangelio en todo el mundo (PO 12),
PO 7-8. En el nuevo código; can. 245. Ver bibliografía del final de este capítu- dependerá, en gran parte, de la renovación espiritual y pastoral
lo y: J. ESQUERDA, El Presbiterio, unión y cooperación fraterna entre los
presbíteros. Teología del Sacerdocio 7 (1973) 303-318; J. LECUYER, Le Pres- de los Presbiterios diocesanos. Esta renovación depende de la
byterium, en Les Pétres, París, Cerf, 1966, 275-288; A. VILELA, La condition puesta en práctica de una ayuda mutua según las indicaciones
collégialdes prétres au III siécle, París, Beauchesne, 1971. del "Presbyterorum Ordinis" 8:

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E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

— oración mutua, como de quienes trabajan y viven en la


misma familia, La vida comunitaria es un signo portador de gracia para la
espiritualidad y para la pastoral sacerdotal (cf. Jn 17, 21-23).
— relación interpersonal y colaboración por encima del es- Hay que tener en cuenta el fundamento de la vida comunitaria
tado de vida (religioso o secular) y de la diversidad de con sus finalidades, así como los condicionamientos y posibili-
ministerios, dades:

— ayuda mutua en todos los campos (espiritual, pastoral, — Fundamento: la caridad pastoral que urge a vivir la uni-
cultural, material), especialmente en los momentos de dad y perfección del Presbiterio (o comunidad sacerdo-
necesidad y de dificultad, tal) para ser testimonio y principio de unidad en la Igle-
sia particular.
— experiencias de vida comunitaria y de asociación o de
grupo. — Finalidad: ayuda en la vida espiritual, pastoral, cultural,
económica, personal, etc., como proceso de maduración
La ayuda mutua en la vida espiritual debe ser principal- en Cristo por parte de los sacerdotes, para servir a la co-
mente a partir de la común vocación al seguimiento de Cristo: munidad eclesial.
relación con Dios (oración), seguimiento evangélico (virtudes
del Buen Pastor), disponibilidad misionera, medios de perseve- — Condicionamientos psicológicos y espirituales: diferen-
rancia y de formación permanente (cf. cap. VIII). cia de temperamentos (y caracteres), base sociológica e
histórica, cultura, gracias recibidas. . . (aunque siempre
dentro de la unidad del mismo ideal y del mismo caris-
La vida comunitaria es una concretización de la fraterni- ma sacerdotal).
dad sacerdotal en el Presbiterio, en vistas a hacer realidad la
ayuda mutua en todos los campos de la vida sacerdotal. Se tra- — Posibilidades: encuentros periódicos para compartir,
ta de una convivencia, al menos en forma de encuentro perió- pertenencia a un grupo espiritual o asociación, vida co-
dico, para compartir la vida sacerdotal y ayudarse mutuamente. mún, equipo de trabajo apostólico (equipo geográfico o
La pertenencia a un grupo, equipo o asociación y la vida común funcional), etc. (cf. n. 4).
(es decir, bajo el mismo techo) son cauces y formas posibles de
vida comunitaria 6 . La vida comunitaria sacerdotal comporta cierto uso común
de las cosas (PO 17) y es una ayuda para la pastoral de conjunto
(PO 7) y para la disponibilidad misionera en sectores e Iglesias
más necesitadas (PO 10). "Para hacer más eficaz la cura de al-
mas, se recomienda encarecidamente la vida común de los sacer-
6 Sobre la vida comunitaria (o de grupo) para el sacerdote: AA. VV., De dos en dotes, en particular de los adscritos a la misma parroquia; pues
dos, apuntes sobre la fraternidad apostólica, Salamanca, Sigúeme, 1980; J. DE- dicha convivencia, al mismo tiempo que favorece la acción apos-
LICADO, La fraternidad apostólica, Madrid, PPC, 1987;J. ESQUERDA, Espi-
ritualidad y vida comunitaria en el Presbiterio, "Burgense" 14/1 (1973) 137- tólica, da a los fieles ejemplo de caridad y unidad" (CD 30). En-
160; 15/1 (1974) 179-205; MICHENEAU RETIF, El equipo sacerdotal, Sala- tre los compromisos que el documento de Puebla señala a los
manca 1967; J. M SÁNCHEZ MARQUETA, La vida común del clero diocesa- obispos, se dice: "Buscar formas de agrupación de los presbí-
no, Madrid, 1966.
teros situados en regiones lejanas, a fin de evitar su aislamiento

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E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

y favorecer una mayor eficacia pastoral" (Puebla 705; cf. Mede-


HínXI, 25) 7 . 3. Espiritualidad del clero diocesano

En la vida del Presbiterio y en el servicio sacerdotal de la La espiritualidad, como vida en el Espíritu (Rom 8,9), es
Iglesia particular, juega un papel muy importante el Consejo fidelidad generosa a las gracias o carismas recibidos (cf. cap. I,
Presbiteral. Es un servicio consultivo y un cauce de diálogo, en- n. 5). La espiritualidad específica del clero diocesano es la mis-
tre el obispo y sus sacerdotes, de forma comunitaria: "un grupo ma espiritualidad sacerdotal matizada de gracias o carismas espe-
de sacerdotes, como senado del obispo, en representación del ciales. Ser signo ministerial del Buen Pastor en una Iglesia par-
Presbiterio, cuya misión es ayudar al obispo en el gobierno de ticular o diócesis, se concreta en la caridad pastoral matizada
la diócesis conforme a las normas del derecho, para proveer lo por:
más posible al bien pastoral de la porción del pueblo de Dios
que se le ha encomendado" (can. 495). Al determinar la repre- — la pertenencia a la Iglesia diocesana por medio de la in-
sentatividad (por sectores, cargos, edades, etc.), la dinámica y cardinación o con compromiso de servicio (que incluye
periodicidad de las reuniones de trabajo, así como los objetivos, corresponsabilidad en la misión universal),
hay que tener en cuenta la vida espiritual de los sacerdotes 8 .
— el hecho de formar parte del Presbiterio de modo esta-
Para hacer efectiva esta comunidad sacerdotal en el Presbi- ble,
terio, se necesita una formación adecuada en las virtudes del diá-
logo: escuchar al hermano y exponer la propia opinión, decir la — la dependencia del carisma episcopal en cuanto a la pas-
verdad en la caridad, para analizar los acontecimientos a la luz toral y en cuanto a la espiritualidad,
de la palabra de Dios. El diálogo entre apóstoles se basa en la
sintonía de ideales evangélicos y en el amor mutuo que lleva a — ser principio de unidad (en unión con el obispo) respec-
una ayuda fraterna efectiva. El objetivo del diálogo sacerdotal to a los carismas, vocaciones y ministerios existentes en
es la evangelización y, consiguientemente, todos los aspectos de la comunidad eclesial,
la vida del sacerdote que está dedicado a ella. Los intereses per-
sonalistas deben descartarse del diálogo. Una escuela de diálogo — ayudar a la comunidad a encontrar sus raíces apostólicas
es la revisión de vida en el propio grupo sacerdotal (cf. n. 4). Es- e históricas en relación con el obispo que la preside co-
te diálogo responsable es la mejor preparación para una actitud mo sucesor de los Apóstoles (cf. LG 28; CD 28; PO 7-8).
de obediencia ministerial (cf. PO 15).
Todo sacerdote que sirve.de modo más o menos permanen-
El nuevo código aconseja frecuentemente la fraternidad y vida comunitaria del
te en una diócesis, tiene de alguna manera estosftiatices de espi-
clero: can. 275, 280, 533, 545, 548, 550. C. BERTOLA, Fraternitá sacerdota- ritualidad sacerdotal. El sacerdote religioso (o pertenenciente a
le, aspetti sacramentan, teologici ed esistenziali, Roma, Cittá Nuova, 1987. Ver instituciones similares) vive de diocesaneidad con las caracterís-
la nota anterior y la orientación bibliográfica del final del capítulo. ticas de unos carismas fundacionales y de unos compromisos
Sobre el Consejo Presbiteral: can. 495-502. Ver: F. BOULARD, La curie et les que le hacen depender en muchos aspectos de su propio supe-
conseils diocésains, en La Charge pastorale des Evéques, París, Cerf, 1969, rior (espiritualidad específica y traslados); en la acción pastoral
241-274; M. MARTÍNEZ, Consejo Presbiteral, Senado del obispo, Madrid, depende del obispo; su modo de vida apostólica lo afianza por
PPC, 1973. Ver la Carta circular de la Congregación del clero sobre los Conse- medio de esos compromisos (votos, reglas), que le ayudarán a
jos Presbiterales: AAS 62 (1970) 459-465.

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E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

perseverar en la perfección evangélica en la disponibilidad para


la Iglesia universal. La unión de los sacerdotes diocesanos con un obispo no es
sólo de dependencia jurídica, sino principalmente de caridad
El sacerdote diocesano secular vive la misma vida apostóli- pastoral, como formando con él un sólo signo ministerial colec-
ca (fraternidad, seguimiento y disponibilidad misionera) en de- tivo del Buen Pastor en la Iglesia particular: "Las relaciones en-
pendencia directa del carisma episcopal y perteneciendo de mo- tre los obispos y los sacerdotes diocesanos deben fundarse prin-
do estable a la Iglesia particular; deberá encontrar en su propio cipalmente en los vínculos de la caridad sobrenatural; de forma
Presbiterio unos medios y unas estructuras que le ayuden a per- que la unión de voluntad de los sacerdotes con la voluntad del
severar en el seguimiento evangélico radical y en la entrega gene- obispo haga más fecunda la acción pastoral de los mismos" (CD
rosa a la misión. Tendrá que vivir el modo de vida apostólica en 28). Por esto, no podrán conseguir la perfección sacerdotal sin
su propio Presbiterio. No basta, pues, con definir su espirituali- esta relación afectiva y efectiva con los obispos (cf. LG 41),
dad específica, sino que principalmente es necesario ofrecer un puesto que "sobre ellos (los obispos) recae el grave peso de la
verdadero cauce para esta vida apostólica que comprometa la santidad de sus sacerdotes" (PO 7).
persona del obispo y la institución del Presbiterio, respetando
siempre la iniciativa privada personal y comunitaria cuando se
trate de vida íntima y de algunas aplicaciones de generosidad Tanto en el campo pastoral, como en el de la vida de segui-
evangélica (ver el n. 4). miento evangélico, el sacerdote incardinado en la diócesis nece-
sita la actuación del carisma episcopal. "Así, pues, ningún pres-
El Concilio Vaticano II ofrece unos matices que relacionan bítero puede cumplir cabalmente su misión aislado y como por
y distinguen a la vez a los sacerdotes religiosos y diocesanos: su cuenta, sino sólo uniendo sus fuerzas con otros presbíteros,
"Indudablemente, todos los presbíteros, diocesanos y religiosos, bajo la dirección de los que están al frente de la Iglesia" (PO 7).
participan y ejercen, juntamente con el obispo, el sacerdocio
único de Cristo, y, por ende, quedan constituidos próvidos coo-
peradores del orden episcopal. Sin embargo, en el ejercicio de la El sacerdote diocesano realiza su espiritualidad, como asee-
cura de almas ocupan el primer lugar los sacerdotes diocesanos, sis propia del pastor de almas (PO 13), perteneciendo a una Igle-
ya que, incardinados en una Iglesia particular o adscritos a ella, sia diocesana concreta, como miembro del Presbiterio cuya ca-
se consagran plenamente a su servicio para apacentar a una por- beza es el obispo. Su espiritualidad específica de caridad pasto-
ción de la grey del Señor; de ahí que constituyen un solo Presbi- ral se concreta en unos ministerios ejercidos con estas coordena-
terio y una sola familia, cuyo padre es el obispo" (CD 28; cf. das de lugar y tiempo, en la Iglesia local de aquí y ahora, que
PO 8). La incardinación, pues, da al sacerdote diocesano, llama- tiene una herencia histórica de gracia y que no puede olvidar su
do también secular en el nuevo código, un aspecto de pertenen- responsabilidad universal. En esta perspectiva, se puede enten-
cia permanente a la diócesis y de dependencia espiritual más es- der mejor la afirmación conciliar: "Los presbíteros conseguirán
trecha respecto al obispo (cf. CD 15-16; PO 7) 9 . de manera propia la santidad ejerciendo sincera e incansable-
mente sus ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13). Ellos
siguen radicalmente al Buen Pastor imitando su caridad pastoral,
9 Ver los cánones 265-272 sobre la incardinación; nos remitimos a los estudios en estas circunstancias eclesiales de pertenencia a la Iglesia dio-
en la nota 4 del capítulo VI. El concilio llama diocesanos a los sacerdotes in- cesana, en dependencia del propio obispo y como miembros del
cardinados en la diócesis (CD 28; PO 8); nuevo Código les llama seculares (can. Presbiterio. Queda, pues, en pie la responsabilidad de crear unos
278, 498, etc.).
cauces adecuados de estas exigencias evangélicas y pastorales.

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Esta pertenencia a la Iglesia diocesana (por la incardinación local, debe servir de pauta para otras concretizaciones de la vida
o por compromiso equivalente) es vivencia de la comunión ecle- apostólica. Las exigencias evangélicas del seguimiento (pobreza,
sial como principio de unidad y servicio de comunión entre to- castidad, obediencia), de la fraternidad y de la disponibilidad
dos los carismas, vocaciones y ministerios existentes en la Iglesia misionera son las mismas; sólo cambiarán los modos y los me-
diocesana. La historia de esta Iglesia concreta es una historia de dios (votos, reglas, carismas fundacionales, cánones, directorios
gracia que debe custodiarse con la fidelidad a la tradición apos- diocesanos, etc.).
tólica garantizada por el obispo. Esta vivienda de comunión ecle-
sial es la mejor preparación para abrirse a las nuevas gracias del El Presbiterio debe estructurarse de modo que pueda ofre-
Espíritu Santo en situaciones de nueva evangelización. cer a todos sus componentes, obispo, presbíteros y al menos los
diáconos llamados al celibato, posibilidades y medios de vivir el
La pertenencia y el servicio a la Iglesia diocesana (siempre seguimiento evangélico y la vida comunitaria para una mayor
en comunión con la Iglesia universal) da al ministerio sacerdotal disponibilidad misionera: La fraternidad sacramental del Presbi-
un matiz peculair: ser custodio, como signo de Cristo Esposo, terio (PO 8) es una vida de familia con el propio obispo (CD 28),
de una Iglesia que se hace madre por su fidelidad a la acción del donde todos se ayudan mutuamente para la generosidad evangé-
Espíritu Santo. El sacerdocio ministerial es un servicio especial lica y para la misión (cf. LG 28; PO 7).
de la maternidad de la Iglesia: "La verdad sobre la maternidad
de la Iglesia. . . es una característica de nuestra personalidad sa- Cuando en los diversos períodos históricos ha habido una
cerdotal, que expresa precisamente su madurez apostólica y su renovación sacerdotal, ha sido siempre por medio de la puesta
fecundidad espiritual" (Juan Pablo II, Jueves Santo de 1988, en práctica de la vida apostólica en los Presbiterios y en otras
n. 4; cf. PO 6). El sacerdote diocesano vive esta faceta de su formas concretas de vivir el mismo seguimiento evangélico (cf.
espiritualidad por su pertenencia a una Iglesia particular con- cap. X). Los concilios, los Papas y los santos sacerdotes han he-
creta 10 . cho hincapié en esta forma de vida para renovar el estamento sa-
cerdotal del Presbiterio.
La construcción de la "vida apostólica" en el Presbiterio El Concilio Vaticano II recoge esta tradición e indica unas
líneas claras que deben hacerse realidad en cada Presbiterio: se-
Si la vida apostólica significa el seguimiento de Cristo al es- guimiento evangélico del Buen Pastor (PO 15-17; cf. cap. V),
tilo de los Apóstoles, es el obispo de cada Iglesia particular, co- disponibilidad misionera (PO 10; cf. cap. IV y VI), vida de fra-
mo sucesor de los Apóstoles, con su Presbiterio, quien tiene que ternidad (PO 8; cf. cap. VII, 2).
presentar ante la Iglesia esta forma de vida evangélica {apostóli-
ca vivendi forma). El modelo apostólico, vivido en cada Iglesia El problema principal no consiste en aclarar principios y
exigencias (que ya hemos analizado en los capítulos anteriores),
10 La relación del sacerdote con la maternidad de la Iglesia fue ya subrayada por:
sino en señalar pistas concretas de actuación. La vida fraterna o
M. J. SCHEEBEN, Los misterios del cristianismo II, Barcelona, Herder, 1953, comunitaria del Presbiterio, ¿cómo puede llevarse a efecto en
567s. Ver la espiritualidad eclesial del sacerdote en el capítulo VI, n. 4 (notas vistas a la práctica del seguimiento evangélico y de la disponibili-
y orientación bibliográfica). El Concilio Vaticano II relaciona el ministerio dad para la misión? Hemos señalado más arriba (n. 2) algunas
sacerdotal con la maternidad de la comunidad: "La comunidad eclesial ejerce,
por la caridad, la oración, el ejemplo y las obras de penitencia, una verdadera posibilidades de vida comunitaria que ahora vamos a concretar
maternidad para conducir las almas a Cristo" (PO 6). más.

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E S P I R I T U A L I D A D S A C E R D O T A L EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

En cuanto a la vida apostólica de tipo religioso (o similar), La verdadera dificultad del clero diocesano no está, pues,
hay que atenerse al propio carisma fundacional y a los estatutos en la realidad pastoral, sino en la falta de formación para la vida
de la propia institución: esta modalidad es un gran bien para to- apostólica en el Presbiterio (cf. can. 245; ver cap. VIII) y en la
do el Presbiterio, puesto que aporta siempre los elementos fun-
falta de disponibilidad para el seguimiento evangélico del Buen
damentales y comunes de toda vida apostólica. Pero es también
Pastor (cf. cap. V).
el mismo Presbiterio y el clero diocesano (secular) el que debe
encontrar su propio cauce de vida apostólica en relación de de-
La vida interna del grupo al que se pertenece (geográfico,
pendencia directa del carisma episcopal y como servicio perma-
funcional, de afinidad, etc.) debe concretarse en el campo de la
nente en la Iglesia particular o diócesis.
espiritualidad, como se concreta en la pastoral, cultura, econo-
mía y de problemas personales. Se trata, pues, de ayudarse en
Hay que partir de la realidad en que trabaja y vive el clero las exigencias de la vocación sacerdotal, y de modo particular
diocesano. La vida comunitaria (cf. n. 2) y de equipo de sacer- en:
dotes es siempre posible si se trata de:
— la vida de oración como encuentro con Cristo y como
— encuentro periódico, ministerio,
— para compartir la vida y el ministerio, — el seguimiento evangélico de Cristo aplicado a las virtu-
— y para ayudarse mutuamente en todos los aspectos: vida des del Buen Pastor,
espiritual, pastoral, cultural, económica, personal. . . u . — la disponibilidad misionera para cualquier cargo de la
Iglesia particular y cualquier necesidad de la Iglesia uni-
Las posibilidades de este encuentro comunitario se basan versal.
en la misma realidad del sacerdote diocesano: Un modo concreto de llevar a término esta ayuda espiritual
es la revisión de vida, que puede realizarse en el grupo sacerdotal
— posibilidad geográfica: por arciprestazgos (decanatos), según diversas posibilidades:
vicarías, parroquias, sectores, etc.,
— posibilidad funcional: por ejercicio ministerial común — compartir la propia experiencia de meditación evangéli-
(enseñanza, movimientos apostólicos, capellanías, etc.), ca o de palabra de Dios,
— posibilidad de afinidad: por amistad, edad, ordenación, — partir de un acontecimiento iluminándolo con la palabra
pertenencia a una institución, etc. 12 . de Dios, para llegar a un compromiso concreto de reno-
vación y de ayuda mutua,
— partir de las virtudes y deberes ministeriales para revisar
11 Ver bibliografía citada en la nota 6 sobre la vida comunitaria o de grupo para la propia conducta sacerdotal en fraternidad,
el sacerdote, — partir de una lectura (palabra de Dios, documentos, es-
critos espirituales, etc.) para pasar a discernir los aconte-
12 "Es contrario al profundo sentido de unidad del Presbiterio el aislamiento en
que viven tantos sacerdotes. Para que pueda realmente compartirse la común cimientos de la propia vida sacerdotal y asumir unos
responsabilidad sobre la Iglesia local, recomendamos vivamente que se fomente compromisos concretos 13 .
la vida de los equipos sacerdotes en sus diversas formas. Establézcanse centros
sacerdotales donde puedan reunirse en un ambiente fraternal y de frecuente
contacto con el obispo, todos los presbíteros con miras a su perfeccionamiento 13 Ver estudios citados en nota 6. J. BONDUELLE, Situación actual de la revi-
personal" (Medellín, XI, 25; cf. Puebla 705). sión de vida, Barcelona, Nova Terra, 1966; A. GODIN, La vida de los grupos

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Aunque estas experiencias deben surgir de la base o de la idiosincrasia del Presbiterio y de la Iglesia local; esta diversidad
propia iniciativa (por el hecho de no poder imponerse por leyes depende de una serie de factores:
o cánones), en realidad no será posible construir la fraternidad
sacerdotal en el Presbiterio sin la ayuda afectiva y efectiva del — líneas y acentos en la espiritualidad y acción apostólica,
carisma episcopal: convivencia, compartir la misma vida, orien- — experiencias y modo de vida comunitaria y asociativa,
taciones claras y decididas, aceptación gozosa de la actuación — compromisos jurídicos,
del obispo por parte de los presbíteros, etc. La acción de Conse- — modo de dependencia, no sólo aprobación, respecto a la
jo Presbiteral debe ser discreta, pero también clara y decidida, autoridad episcopal.
respetando y alentando iniciativas privadas y de grupo.
La espiritualidad peculiar de un grupo sacerdotal, religioso
Aparte de los grupos religiosos y de institutos de perfec- o secular, no debe infravalorar la espiritualidad específica del
ción (institutos seculares, etc.), existen las asociaciones sacerdo- sacerdote diocesano (secular) en cuanto tal. Los diversos modos
tales para el clero diocesano estrictamente dicho (secular). Se- de vivir la vida apostólica enriquecen el Presbiterio, con tal que
gún la doctrina conciliar y posconciliar (PO 8; can. 278), estas se respete la posibilidad de que éste y el mismo clero diocesano
asociaciones tienen las siguientes características: (secular) pueda realizarse su propio camino de seguimiento evan-
gélico y misionero.
— aprobación por parte de la autoridad competente,
— buscar la perfección sacerdotal en el ejercicio del minis- A pesar de la doctrina conciliar y de los grandes esfuerzos
terio, realizados en los últimos años, hay que reconocer que todavía
— establecer una cierta organización y plan de vida, falta mucho para que en los Presbiterios diocesanos sea una rea-
— ser un servicio abierto a todos los presbíteros 14 . lidad la vida apostólica. Hay que empezar a crear mentalidad y
hábitos desde la primera formación en los Seminarios (cf. can.
La diversidad de asociaciones e instituciones, de tipo reli- 245) y organizar la formación permanente también respecto a
gioso o secular, deben respetar y favorecer la marcha propia e la espiritualidad específica del sacerdote diocesano.

En este camino de construcción de la vida apostólica en el


en la Iglesia, Madrid, Studium, 1975; A. MARECHAL, Toda nuestra vida en el Presbiterio existe un servicio asociativo cuyo nombre indica su
evangelio a través de la revisión de vida, Barcelona, Nota Terra, 1966; F. MAR- finalidad: la Unión Apostólica (fraternidad sacerdotal para ayu-
TÍNEZ, Principios fundamentales sobre la revisión de vida, Zaragoa, Berit,
1968; F. MARTÍNEZ GARCÍA, La revisión de vida, Barcelona, Herder, 1975;
darse en la vida apostólica). Se trata de un intercambio de expe-
C ROGERS, Encounter groups, New York, Harper and Row, 1970; J. A. riencias y ayudas dentro del Presbiterio (entre diversos grupos)
VELA, Dinámica psicológica y eclesialde los grupos apostólicos, Buenos Aires, y entre Presbiterios, a escala nacional e internacional, con el ob-
Guadalupe, 1968. jetivo de construir la vida y el ministerio sacerdotal según el mo-
delo de los Apóstoles {apostólica vivendi forma). La Unión
14 Ver los cánones 278, 298, 302, 312 y 313. J. ESQUERDA, Asociaciones y es-
piritualidad sacerdotal, en Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Ma- Apostólica, sin tener una espiritualidad propia, es un servicio
drid, EDICE, 1987, 597-607; A. DEL PORTILLO, Ius associationis et associa- para que el clero diocesano encuentre su espiritualidad especí-
tionesfidelium iuxta Concilii VaticaniIIdoctinam, "Ius Cononicum" 8(1968) fica y su modo de vida apostólica, fraternidad, seguimiento evan-
5-28; J. M. SETIEN, Organización de las asociaciones sacerdotales, "Rev. Espa-
ñola de Derecho Canónico" 1 (1962) 677-706; ídem. Institutos seculares para
gélico, disponibilidad misionera, en el Presbiterio diocesano y
eidero diocesano, Madrid, 1966. en dependencia del propio obispo.

221
JUAN ESQUERDA BIFET
ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL EN EL PRESBITERIO DIOCESANO

Por bien que esté estructurado un Presbiterio respecto a la La vida apostólica en el Presbiterio: fraternidad (Le 10,1;
espiritualidad del clero diocesano, por medio del servicio del Act 1,14) para el seguimiento evangélico (Mt4,19; 19,27)
Consejo Presbiteral y la actuación del carisma episcopal, siempre y la disponibilidad misionera (Act 1,1-8; Mt 28,19-20).
quedará un campo operativo para las iniciativas privadas y de
grupo (asociaciones), y de modo especial para el servicio de la Revisión de vida como examen de caridad pastoral: Jn 21,
Unión Apostólica 15 . 15ss.

Estudio personal y revisión de vida en grupo


GUIA PASTORAL — Obispos, presbíteros y diáconos, un signo colectivo del
Buen Pastor (LG 28-29).
Reflexión bíblica: — La vida espiritual del sacerdote en relación al carisma episr
copal (CD 15-16;P0 7).
— Llamados y enviados, como grupo apostólico, para seguir y
anunciar a Cristo: Me 3,13-14; Le 10,1. — Los pasos hacia la fraternidad sacramental del Presbiterio
(PO 8; LG 28; CD 28; Puebla 603, 690)..
— La unidad sacerdotal querida y pedida por Jesús, como sig-
no eficaz de santificación y evangelización: Jn 17,21-23. — Posibilidad y experiencias de vida en grupo (PO 7, 8, 10,
17;CD 30;OT 17;Puebla 705;Medellín XI, 25).
- La gracia sacerdotal en relación al Presbiterio: ITim 4,14.
— Valorar los elementos esenciales de la espiritualidad especí-
- Enraizarse en el fundamento de los Apóstoles por medio fica del clero diocesano: caridad pastoral en relación al
de los obispos: Ef 2,20. obispo, al Presbiterio y a la Iglesia particular (PO 13; LG
28;CD28, 30;PO7-9).

— Revisión de vida sobre los ministerios (PO 4-6) y las virtu-


des del Buen Pastor (PO 15-17).
15 "La Unión Apostólica podrá encontrar, justamente en el seno del mismo Pres-
biterio, su campo operativo y la posibilidad de ofrecer un servicio grato y fe-
cundo para el clero" (Pablo VI, Disc. 22.11.72). "La Iglesia cuenta muchísimo
con la Unión Apostólica, así como con las otras asociaciones sacerdotales, para
hacer avanzar el testimonio concreto de la comunión entre los sacerdotes y los ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
obispos, entre los miembros del Presbiterio a través de sus diversos ministerios,
de los laicos en relación con sus obispos y con sus sacerdotes, y de los laicos
entre sí" (Juan Pablo II, Disc. 9.10.85). J. ESQUERDA, Asociaciones sacerdo-
tales de perfección en el Concilio Vaticano II, "Teología Espiritual" 10 (1966) Ver en las notas de este capítulo, algunos temas concretos: obispo
413-431; ídem, o. c. en nota 6; J. GARAY, El estatuto del sacerdote (La vida (nota 1), presbíteros y comentarios aPresbyterorum Ordinis (n. 2), diáco-
apostólica), Vitoria, Unión apostólica, 1978. nos (n. 3), Presbiterio (nota 5), vida comunitaria y de grupo (nota 6), Con-

223
J U A N ESQUERDA BIFET

sejo Presbiteral (nota 8), incardinación (nota 9), revisión de vida (nota 13),
asociaciones (nota 14), Unión Apostólica (nota 15). Ver los temas de Igle-
sia particular (diócesis) en el capítulo VI; sobre el sacerdocio ministerial,
el capítulo III; sobre la espiritualidad sacerdotal, capítulo V. Citamos aquí
trabajos de síntesis sobre la espiritualidad del clero diocesano:

AA. VV. Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Madrid, EDICE,


1987.

AA. VV., Espiritualidad del clero diocesano, Bogotá, OSLAM, 1986.

AA VV., Conferencias sobre teología y espiritualidad del clero diocesano, Capítulo VIII.
Vitoria, 1967.
x
CAPMANY, J. Espiritualidad del sacerdote diocesano, Barcelona, Herder,
1959.

CUELLAR, R. Ensayo sobre espiritualidad del clero diocesano, en Espiri-


tualidad del clero diocesano, o. c , 13-37.

CHARUE, A. M. El clero diocesano, Vitoria, 1961. VOCACIÓN Y FORMACIÓN


DELICADO, J. El sacerdote diocesano a la luz del Vaticano II, Madrid,
1965. SACERDOTAL
ESQUERDA, J. El sacerdocio ministerial en la Iglesia particular, "Salman-
ticensis" 14 (1967) 304-340.

FENTON, J. C. Concepto de sacerdocio diocesano, Barcelona, Herder,


1956.

GOICOECHEAUNDIA, J. Espiritualidad del clero diocesano, Vitoria,


ESET, 1984.

PICAO, D. Dificultades práticas reais do sacerdote diocesano, en Espiritua-


lidad del clero diocesano, o. c , 39-53.

RESTREPO, D. Espiritualidad de una Iglesia particular en América Latina,


ibídem, 55-82.

SIMONET, A. El sacerdote diocesano en la Iglesia, Salamanca, Sigúeme,


1966.

THILS, G. Naturaleza y espiritualidad del clero diocesano, Salamanca, Si-


gúeme, 1961.

224
VIH. VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

Presentación

La vocación o llamado es un don que se recibe tal como es.


El llamado sacerdotal es elección para seguir a Cristo Buen Pas-
tor y para prolongar su acción pastoral (cf. cap. II, 1). Jesús
"llamó a los que quiso" (Me 3,13) para comunicarles su misma
misión (Jn 20,18).

La persona humana se siente realizada sólo cuando es fiel


a su propia vocación. Cada cristiano y cada ser humano, es ele-
gido en Cristo desde la eternidad (cf. Ef 1,4). La identidad de
una vocación se expresa en la convicción y en el gozo de ser lla-
mado. La fecundidad de una vida depende de la fidelidad gene-
rosa a la vocación. La llamada de Cristo hace también posible
una respuesta pronta y fiel. La vocación sacerdotal sigue estas
mismas líneas maestras de la vocación cristiana.

La iniciativa dé la vocación sacerdotal la tiene el Señor (Jn


15,16; Me 3,13). Cristo sigue llamando, ahora por medio de la
Iglesia y comunicando luces, mociones y carismas que deberán
discernirse en la comunidad eclesial y garantizarse por los suce-
sores de los Apóstoles. La iniciativa de la vocación hace también
posible la colaboración de la familia, de la comunidad eclesial
y especialmente del mismo llamado.

227
J U A N ESQUERDA B I F E T VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

La gracia de la vocación reclama una respuesta libre y ge- vo transformar las realidades temporales desde dentro con el
nerosa. El momento inicial se distingue por la gratitud y por la espíritu evangélico (LG 31); la vocación de vida consagrada por
humanidad, manifestada en la necesidad de una formación ade- la profesión o práctica permanente de los consejos evangélicos
cuada. De esta actitud de autenticidad ante el don de Dios, nace es un signo fuerte y radical de las exigencias del bautismo y del
un sentido de comunión eclesial, expresado en la necesidad de sermón de la montaña (cf. LG 42-44). La vocación sacerdotal
ser formado en la comunidad y de vivir a sú servicio. ministerial es para transformarse en signo personal peculiar de
Cristo Cabeza, Sacerdote y Buen Pastor, y para obrar en persona
La fidelidad generosa a la vocación sacerdotal sólo es posi- o en nombre suyo (PO 2,6) 2 .
ble a partir de la puesta en práctica de unos medios de espiritua-
lidad cristiana y sacerdotal (PO 18), entre los que sobresalen los La vocación sacerdotal llega a ser realidad efectiva y defini-
mismos ministerios vividos y ejercidos en el Espíritu de Cristo tiva cuando se recibe el sacramento del Orden (cf. cap. III, n. 2).
(P0 1 3 ; O T 4 ) ' . Por la ordenación sacerdotal se participa de modo especial en la
consagración y misión de Cristo. Los ordenados quedan sellados
con un carácter particular" que es unción y gracia permanente
Cristo sigue llamando del Espíritu Santo (PO 2;2Tim 1,6): consagrados por la unción
del Espíritu Santo y enviados por Cristo", para entregarse total-
El Señor continúa llamando a participar en su ser, en su mente al servicio de los hombres (PO 12). Así se configuran con
misión y en su vida sacerdotal por medio de la Iglesia. La voca- Cristo Sacerdote (PO 2).
ción sigue siendo un don suyo (Me 3,13) y una iniciativa suya:
"Yo os he elegido" (Jn 15,16; cf. Jn 6,56). Es un don que hay La llamada de la Iglesia, durante el período de formación
que pedir (Mt 9, 38) y que llega por medio de luces y mociones y, de modo especial, en el momento de la ordenación por medio
de la gracia, preparadas por una acción familiar y educativa, y del obispo, es un factor constitutivo de la vocación sacerdotal y
garantizadas finalmente por la llamada de la Iglesia el día de la garantiza su existencia.
ordenación sacerdotal.
La vocación sacerdotal enraiza en el bautismo y, por ser
La realidad sacerdotal de Jesús se prolonga en toda su Igle- vocación cristiana, es una llamada a ser responsablemente Iglesia
sia (cf. cap. II, n. 3). Cada cristiano participa, a su modo, del ser misterio, comunión y misión: "Dios llama a todos los hombres
y de la misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Es el sacer- y a cada hombre a la fe y por la fe, a ingresar en el Pueblo de
docio común de los fieles (cf. cap. II, n. 4). Todos los bautiza- Dios mediante el bautismo. Esta llamada por el bautismo, la
dos son llamados a vivir esta realidad sacerdotal, pero cada uno confirmación y la eucaristía, a que seamos Pueblo suyo, es lla-
según su propia vocación. La vocación laical tiene como objeti- mada a la comunión y participación en la misión y vida de la
Iglesia y, por lo tanto, en la evangelización del mundo" (Puebla
852).
1 En el capítulo III (n. 1) hemos estudiado la vocación en su fundamentación
bíblica. En el presente capítulo (VIII) se afronta el tema como fruto de toda
la reflexión a través de los capítulos anteriores, comenzando por una reflexión 2 En el capítulo II, n. 4 hemos resumido las diversas vocaciones, laical, vida con-
de base bíblica (n. 1). Después de haber expuesto toda la temática de la espi- sagrada, sacerdocio ministerial, en relación al sacerdocio común de los fieles.
ritualidad sacerdotal, nos preguntamos sobre la naturaleza, señales, formación Ver bibliografía de las notas 12 y 13 de este capítulo.
y perseverancia en la vocación sacerdotal.

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228
J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

La vocación sacerdotal es como la de los Apóstoles. El — seguimiento de Cristo para compartir la vida con El (Mt
apóstol, como Pablo, ya no se pertenece, sino que se entrega al 4,19ss; 19,27),
seguimiento y a la misión (Rom 1,1-7; Gal 1,15; Ef 3,3-9). Es
un servicio a todo el Pueblo de Dios, para que todas las demás — desprendimiento para ser signo de cómo ama El (Me 10,
vocaciones se realicen en armonía de Iglesia "comunión". 21),

No debe olvidarse que en toda vocación cristiana, y de mo- — pertenencia a la fraternidad del grupo apostólico (Le
do especial en la vocación sacerdotal, Cristo llama a vivir la fe 10,1 ;Jn 17,21-23),
como encuentro con El, a seguir el camino de la santidad según
el modelo de las bienaventuranzas y del mandato del amor, y — actitud de servicio a la comunidad eclesial (Me 10,44-45;
a participar en la misión que El mismo ha confiado a la Iglesia. Jn 13,14-15).

En la vocación sacerdotal hay una colaboración humana al De la oración eclesial y del testimonio gozoso de fidelidad
don de Dios por parte de : generosa a la vocación sacerdotal, como "máximo testimonio
del amor" (PO 11), dependerá la abundancia del don de las vo-
— la familia: oración, testimonio, educación, ambiente cris- caciones. Los nuevos candidatos al sacerdocio necesitan ver sa-
tiano. cerdotes que vivan el gozo pascual (PO 11) de seguir a Cristo pa-
— la comunidad eclesial: oración, campo de apostolado, ra compartir su misma misión evangelizadora.
ayudas espirituales y materiales, testimonio,
— la misma persona llamada: fidelidad, generosidad. El don de las vocaciones sacerdotales existe; pero hay que
colaborar para recibirlo, descubrirlo y ponerlo en práctica. "El
Puesto que Cristo llama a participar de modo especial en su deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad
ser y misión sacerdotal para el servicio de la Iglesia y de la hu- cristiana, la cual ha de procurarlo ante todo con una vida plena-
manidad entera, la vocación sacerdotal es entrega incondicional mente cristiana. .. Demuestren todos los sacerdotes el celo apos-
para: tólico sobre todo en el fomento de las vocaciones y, con el ejem-
plo de su propia vida humilde y laboriosa, llevada con alegría y
— ser signo transparente de la caridad del Buen Pastor, el de una caridad sacerdotal mutua y una unión fraterna en el
— prolongarle en la acción evangelizadora, trabajo, atraigan el ánimo de los adolescentes al sacerdocio"
— servir a la Iglesia particular y universal, (OT2) 3 .
— formar parte de un Presbiterio cuya cabeza visible es un
sucesor de los Apóstoles.

Cristo llama a vida sacerdotal invitando al llamado a una 3 Las encíclicas sacerdotales dan siempre algunas indicaciones sobre la vocación.
serie de experiencias que marcarán profundamente toda su vida La carta apostólica Summi Dei Verbum de Pablo VI (4 noviembre 1963) es
posterior: prácticamente el único documento monográfico sobre este tema. Es un resu-
men teológico sobre la vocación, analizando su naturaleza, intención, cualida-
des y formación adecuada. Ver las encíclicas y documentos sacerdotales des-
— encuentro con Cristo, que se hace relación y amistad de San Pío X a Juan Pablo II, en: El sacerdocio hoy, documentos del magis-
profunda (Jn 1,38-39; 15,14-1 5; Me 10,38-39), terio eclesiástico, Madrid, BAC, 1983.

230 231
J U A N ESQUERDA BIFET
VOCACIÓN Y FORMACIÓN S A C E R D O T A L

Señales de vocación sacerdotal


con estas expresiones, se quiere expresar una intuición sencilla
y menos conceptual, que nosotros hemos ido desarrollando te-
Las señales de vocación al sacerdocio se manifiestan de mo-
máticamente con conceptos teológicos en los diversos capítulos
do objetivo-externo en la vida ordinaria: "Esta voz del Señor
de este tratado. Pero lo que importa es que el candidato no se
que llama no ha de confiarse en modo alguno que llegue de for- mueva por motivaciones extrañas al evangelio y que esté en sin-
ma extraordinaria a los oídos del futuro presbítero. Más bien ha tonía con la llamada que Jesús dirigió a los doce Apóstoles.
de ser entendida y distinguida por los signos que cotidianamente
dan a conocer a los cristianos prudentes la voluntad de Dios; No es fácil discernir las motivaciones profundas por las que
signos que los presbíteros han de considerar con atención" (PO una persona elige un camino o se siente capaz de responder a
11). una llamada. En la vocación sacerdotal, la recta intención irá
apareciendo mejor durante un lapso prudente de tiempo, a mo-
No es sólo el candidato que debe discernir, sino también do de disponibilidad misionera, desinterés en cuanto a cargos
con el consejo y parecer de personas prudentes, y especialmente lucrativos o ventajas temporales, orientación de la vida hacia la
de la misma Iglesia por medio de los formadores misionados pa- persona y los intereses de Cristo, etc. Para este discernimiento
ra este objetivo (OT 2). En el fondo es el mismo caso del discer- será una gran ayuda la formación inicial que ofrezca al posible
nimiento de los carismas del Espíritu Santo (cf. cap. III, n. 4). llamado unos elementos de juicio y de valoración.
El discernimiento debe concretarse principalmente en analizar:
La libertad de decisión es una señal imprescindible para
— la recta intención o motivaciones, conocer si existe la vocación. Cuando se trata de libertad inter-
— la libertad de decisión, na, es una cuestión relacionada con las motivaciones e incluso
— la idoneidad o cualidades4. con el equilibrio y madurez psicológica. Pero a veces las perso-
nas se mueven condicionadas por presiones externas: ambienta-
La recta intención aparece en las motivaciones por las que les, familiares, dependencia excesiva de un grupo, etc. Hay quie-
uno se siente llamado al sacerdocio. Las expresiones de los can- nes tienen una voluntad crónicamente indecisa; si estos candi-
didatos y también de los escritores sobre estos temas son muy datos hicieran depender su decisión de la voluntad de otras per-
variadas y pueden dar la sensación de ser genéricas: salvar almas, sonas, sería señal de falta de libertad. Otros individuos tienen la
servir a la Iglesia, compartir la vida con Cristo, consagrarse a los tendencia a seguir ciegamente una decisión que han tomado sin
planes salvíficos de Dios sobre los hombres, etc. En realidad, discernimiento; tampoco habría señal de libertad o, al menos,
de vocación.

No hay que confundir la libertad de decisión con la madu-


4 "Esta activa colaboración de todo el Pueblo de Dios en el fomento de las vo-
caciones responde a la acción de la divina Providencia, que da las cualidades rez psicológica perfecta que nadie posee. Se requiere una madu-
necesarias y ayuda con su gracia a los hombres elegidos por Dios para partici- rez psicológica relativa para que haya una decisión libre. Cuan-
par del sacerdocio jerárquico de Cristo y, al mismo tiempo, encomienda a los do una persona ha tomado una decisión con serenidad, después
legítimos ministros de la Iglesia el que, una vez comprobada la idoneidad, lla-
men a los candidatos que pidan tan alto ministerio con intención recta y plena de una consideración prudente y con el asesoramiento de los
libertad, y, una vez bien conocidos, los ensangren con el sello del Espíritu San- educadores y formadores, significa que tiene una madurez sufi-
to, para el culto de Dios y servicio de la Iglesia" (OT 2; cf. 6). Ver documentos
del magisterio citados en nota anterior. ciente. Esta decisión se ha tomado con suficiente libertad para
despejar cualquier duda que pueda surgir posteriormente. Lo

233
J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

mismo cabe decir de unos votos y de la celebración del matri- Respecto a la vocación religiosa o de instituciones de vida
monio. Esta decisión prudente no necesita revisarse como quien consagrada, hay que discernir si el candidato se orienta además
duda de su libertad, pues en este caso se caería en un complejo hacia la profesión (no sólo la práctica) de los consejos evangéli-
interminable de veleidades; pero la decisión debe renovarse y cos y hacia una vida común e institucional originada en el caris-
afianzarse continuamente profundizando en las motivaciones. ma de un fundador.
La idoneidad vocacional consiste en un conjunto de cuali-
dades que corresponden a la vocación sacerdotal y al ejercicio Cuando se trata de un posible candidato al sacerdocio dio-
del ministerio. Estas cualidades son intelectuales (capacidad ne- cesano (secular), hay que discernir, además de lo que hemos in-
cesaria y relativa), culturales (formación suficiente), humanas dicado para todo sacerdote, si las cualidades se orientan hacia:
(salud física y psíquica), morales (virtudes humanas, cristianas
y sacerdotales)5. — la santificación en relación al ministerio y a la pastoral
de conjunto,
Hay que distinguir y tener en cuenta los diversos momen- — la vida comunitaria en el Presbiterio,
tos o etapas de una vocación: momento de despertar vocacio- — el sentido de pertenencia permanente a la Iglesia particu-
nal, momento de formación inicial en el Seminario o casa de lar,
formación, tiempo de Ordenes, etc. La idoneidad corre a la par
— la dependencia afectiva y efectiva (también en la espiri-
con estos momentos y no se puede exigir desde el principio la
tualidad) respecto al carisma episcopal.
idoneidad requerida para el momento de ordenarse.

Respecto a las virtudes sacerdotales (enraizadas en las vir- Todas las cualidades sacerdotales giran en torno a una acti-
tudes humanas y cristianas), hay que analizar también si la dis- tud profundamente relacionada con Cristo, a partir de un en-
ponibilidad tiene el matiz de vida religiosa o secular (diocesana). cuentro periódico con El y en vistas a participar de su misma
En toda vocación sacerdotal, hay que ver si el posible vocaciona- misión evangelizadora. El depsertar de una vocación sacerdotal
do se orienta hacia la oración de amistad, con Cristo y de media- ya ofrece unos gérmenes vocacionales con posibilidades de desa-
ción (intercesión), el sentido y amor de Iglesia, el seguimiento rrollo posterior (cf. OT 3).
radical (evangélico) del Buen Pastor (pobreza, obediencia, casti-
dad), espíritu comunitario, disponibilidad misionera, espíritu de
sacrificio relacionado con la eucaristía y con la caridad pastoral,
capacidad de meditar la palabra para poderla predicar, espíritu Formación sacerdotal inicial
de servicio, etc.
La vocación sacerdotal necesita una formación adecuada
desde sus comienzos. El don de Dios de la vocación debe pedir-
se y cultivarse. Dios da las vocaciones suficientes para cada épo-
ca y para cada comunidad, pero da también los medios para pre-
5 En los capítulos anteriores hemos estudiado las virtudes humanas, cristianas y pararlas, recibirlas, cultivarlas y perfeccionarlas. Cuando falta la
sacerdotales. Ver especialmente el capítulo V, donde las virtudes del sacerdote pastoral vocacional, no surgen, ni perseveran las vocaciones de
se analizan a partir de la caridad pastoral. seguimiento evangélico.

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J U A N ESQUERDA BIFET
VOCACIÓN Y F O R M A C I Ó N S A C E R D O T A L

La pastoral de las vocaciones sacerdotales tiene principal nación, jornadas vocacionales diocesanas e interdiocesanas, etc.
mente dos etapas: una preliminar en la misma comunidad ecle- Todos estos centros y posibilidades son una preparación para in-
sial, y otra ya en el Seminario o casa de formación. gresar en el Seminario Menor y Mayor, o en las casas de vida re-
ligiosa6 .
La formación vocacional empieza en la familia, donde los
padres deben tener cuidado de la vocación sagrada (LG 11). pe_ Ya en "1 Seminario, los candidatos deben recibir una for-
ro "el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comuni- mación integral de verdaderos pastores de almas (OT 4). Se trata
dad cristiana" (OT 2). En la formación vocacional colaboran de una preparación para prolongar la palabra, la acción salvífica
con la familia toda la comunidad y especialmente los educado- y la acción pastoral de Cristo. "Por consiguiente, deben prepa-
res y los sacerdotes. "A los sacerdotes, como educadores' en la rarse para el ministerio de la palabra: para comprender cada vez
fe, atañe procurar, por sí mismo o por otros, que cada uno de mejor la palabra revelada por Dios, poseerla con la predicación y
los fieles sea llevado, en el Espíritu Santo, a cultivar su propia expresarla con la palabra y la conducta; deben prepararse para el
vocación de conformidad con el evangelio" (PO 6). ministerio del culto y de la santificación: a fin de que, orando y
celebrando las sagradas funciones litúrgicas, ejerzan la obra de
salvación por medio del sacrificio eucarístico y los sacramentos;
El cultivo de las vocaciones necesita, pues, la cooperación deben prepararse para el ministerio del Pastor: para que sepan
armónica de toda la comunidad, por medio de la oración, el sa- representar delante de los hombres a Cristo, que no vino a ser
crificio, la predicación y la catequesis, los movimientos apostó- servido, sino a servir y dar su Vida para redención del mundo
licos, los medios de comunicación social y los centros educati- (Mt 10,45; cf.Jn 13,12-17), y hechos servidores de todos, ganar
vos. En estos centros se podrán encontrar también recursos prác- a muchos (cf. ICor 9,19)" (OT 4).
ticos de psicología para conocer y orientar las posibilidades de
vocación. El enfoque pastoral de la formación para el sacerdocio abar-
ca, pues, todos los aspectos de la vida del Seminario:
La pastoral vocacional se encuadra dentro de la pastoral de
conjunto, especialmente en relación a la pastoral juvenil, fami- - Espiritual: amistad con Cristo, a partir de la escucha
liar y educativa. "Son lugares privilegiados de la pastoral voca- y meditación de la palabra y de la eucaristía, celebracio-
cional la Iglesia particular, la parroquia, las comunidades de ba- nes litúrgicas, práctica de virtudes cristianas, humanas y
se, la familia, los movimientos apostólicos, los grupos y movi- sacerdotales.
mientos de juventud, los centros educacionales, la catequesis y
las obras de vocaciones" (Puebla 867). Hay que armonizar y — Disciplinar o de convivencia: como vida de fraternidad y
coordinar los esfuerzos. La Obra para el fomento de las vocacio- de familia; "mediante la vida en común en el Seminario
nes ocupa un lugar especial en esta coordinación para favorecer
la pastoral de conjunto (cf. can. 233 y OT 2).

Los medios de una pastoral vocacional bien organizada que-


Ver OT 3-7; Puebla 869-880; Medellín XIII, 4-6. Hay que prestar suma aten-
dan potenciados cuando se encauzan hacia centros vocacionales: ción a la preparación de f'ormadores para estos centros vocacionales, según los
casas de espiritualidad, grupos bíblicos de discernimiento y de diversos niveles de actuación: espiritual, pastoral, intelectual, disciplinar. . . La
oración, encuentros juveniles, centros de consulta y de coordi- ciencia y la experiencia se habrán de combinar con las cualidades personales
de testimonio sacerdotal y de ciencia pedagógica (OT 5).

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J U A N ESQUERDA BIFET
VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

y los vículos de amistad y compenetración con los de-


más, deben prepararse para una unión fraterna con el a la Iglesia de Cristo, posee el Espíritu Santo" (San Agustín, ci-
Presbiterio diocesano, del cual serán miembros para el tado en OT 9). Las virtudes del Buen Pastor, obediencia, pobre-
servicio de la Iglesia" (can. 245, par. 2). za y castidad enraizan en una fuerte vida espiritual que debe ser
también de madurez humana y cristiana (OT 10; cf. cap. V).
— Intelectual y cultural: centrada en el conocimiento y la Hay que presentar la vocación con todo su realismo: elección,
vivencia del misterio de Cristo, que capacita para una exigencias, dificultades, posibilidades.
recta inculturación en las nuevas situaciones de la socie-
dad. No será posible la formación espiritual, intelectual y pasto-
ral, sin un ambiente disciplinado de convivencia y de familia, de
trabajo en equipo, que favorezca la madurez humana de las per-
— Experiencias pastorales: según las posibilidades y etapas
sonas, en vistas a crear criterios, escala de valores, convicciones
de formación, y según el nivel profético, litúrgico y de
y decisiones libres. "Es necesario que toda la vida del Seminario,
servicios de organización y caridad.
impregnada de amor a la piedad y al silencio y de interés por
ayudarse unos a otros, se organice de tal manera que sea ya una
El Seminario es, pues, el centro privilegiado, como "cora-
cierta iniciación para la futura vida del sacerdote" (OT 11). De
zón de la diócesis" (OT 5), para cultivar las vocaciones desde
este ambiente nacerán las virtudes humano-cristianas necesarias
sus primeros gérmenes (OT 3). El proceso formativo deberá te- para la vida sacerdotal; "Habitúense los alumnos a dominar bien
ner en cuenta las señales de vocación (recta intención, voluntad el propio carácter; sepan apreciar todas aquellas virtudes que go-
libre, idoneidad o cualidades), para ir madurando la personali- zan de mayor estima entre los hombres y avalan al ministro de
dad humana, cristiana y sacerdotal (ver el n. 2). El Seminario Cristo, cuales son la sinceridad, la preocupación constante por
debe y puede ofrecer, con la colaboración de todos, especial- la justicia, la fidelidad a la palabra dada, la buena educación y
mente de formadores y candidatos, un ambiente de oración, re- la moderación en el hablar, unida a la caridad" (OT 11).
flexión, fraternidad y compromiso personal y comunitario.

La vida espiritual del Seminario es ya, en germen, la que La formación intelectual debe girar en torno al misterio de
corresponde a quien prolongará un día la palabra, el sacrificio y Cristo, centro de la creación y de la historia (cf. Jn l,3ss; Ef
el pastoreo de Cristo (cap. IV y V). Esta vida debe tener una ba- 1,10; Col 1,16-17). Todos los temas de estudio deben "concu-
se doctrinal y pastoral, por medio de un trato familiar con Dios, rrir armoniosamente a abrir cada vez más las inteligencias de los
expresado en consorcio íntimo de amistad con Cristo. Es una vi- alumnos al misterio de Cristo, que afecta a toda la historia de la
da alimentada por la meditación de la palabra y, por la eucaris- humanidad, influye constantemente en la Iglesia y actúa sobre
tía, centrada en el misterio pascual de Cristo, sin olvidar la rela- todo por obra del ministerio sacerdotal" (OT 14). Especialmen-
ción filial con María Madre de Cristo Sacerdote y Buen Pastor te las disciplinas teológicas se deben convertir "en alimento de
(OT 8). su propia vida espiritual" (OT 16), para "una genuina formación
interior" (OT 17), invitando a la meditación de la palabra, a la
La formación para la vida espiritual, precisamente por ser celebración litúrgica y al anuncio del evangelio. El candidato al
eminentemente pastoral, se concreta en el sentido y amor de sacerdocio se ambienta, de este modo, en una historia de salva-
Iglesia, como sacerdotes ministros que son servidores de Cristo ción que él deberá anunciar, celebrar, comunicar, vivir y conti-
prolongado en ella (cf. cap. VI). "En la medida en que uno ama nuar. El objetivo de los estudios eclesiásticos es el siguiente:
"que los alumnos. . . se sientan ayudados a fundamentar y a em-
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VOCACIÓN Y F O R M A C I Ó N S A C E R D O T A L

papar toda su vida personal en la fe y consolidar su decisión de


abrazar la vocación con la entrega personal y la alegría de espíri- del Reino de Dios, capacidad contemplativa que se hace dona-
tu" (OT 14). ción, sentido de Iglesia, comunión, etc.(ver cap. IV, n. 6)7.

Esta formación integral necesita una continuación por me-


dio de la formación permanente- (cf. n. 4). De este modo, la fi-
La formación pastoral enraiza en todos los demás aspectos
delidad a la vocación irá madurando hasta una perseverancia
formativos, espiritual, disciplinar e intelectual y, al mismo tiem-
gozosa y generosa. La decisión de seguir la voz de Dios se con-
po, los enriquece con una perspectiva apostólica. Por esto, "la
vertirá en donación de caridad pastoral y, consiguientemente,
preocupación pastoral debe informar por entero la formación
en el gozo de seguir a Cristo Buen Pastor, del todo y para siem-
de verdaderos pastores de almas" (OT 4). Esta formación abarca pre.
diversos aspectos: el estudio y la contemplación de la palabra,
la celebración litúrgica y la vida de fraternidad, cierta experien-
La propia dirección espiritual durante este período forma-
cia de actividad directa. Esta última se realizará según las diver-
tivo inicial es imprescindible (ver el n. 5). No se trata solamente
sas etapas y niveles de formación, de forma metódica y bajo la de consulta moral de parte de quien todavía no está formado en
guía de personas entendidas en cuestiones pastorales (OT 21). las exigencias cristianas, sino principalmente de la consulta pe-
Hay que prepararse para los diversos campos apostólicos. El riódica y programada sobre la propia vocación sacerdotal: dis-
concilio señala los siguientes (OT 19-21): cernimiento, fidelidad, generosidad. Por parte del dirigido se ne-
cesita apertura para exponer su propia realidad, y docilidad para
seguir las indicaciones del director. Pero si la dirección espiritual
— predicación y catequesis, debe ser también un medio para la vida sacerdotal posterior,
— culto litúrgico y sacramentos, conviene captar el meollo de la misma: se trata de una orienta-
— obras de caridad, ción o guía para todo el camino de perfección y contemplación
— aprender la dirección espiritual también orientada a per- cristiana y sacerdotal. Si faltara el deseo de perfección, la direc-
sonas llamadas a la perfección evangélica, ción -espiritual propiamente dicha quedaría enflaquecida duran-
— diálogo con los hombres y con la sociedad actual, te el período seminarístico y desaparecería después de la orde-
— uso de los medios pedagógicos, psicológicos, sociológi- nación sacerdotal 8 .
cos y de comunicación social,
— actuación en los movimientos apostólicos,
— acción misionera local y universal.

Se necesita una actitud espiritual equilibrada y coherente 7 JAVIERRE, A. M. La formación para la vida y el ministerio pastoral en Améri-
para armonizar las líneas pastorales de inmanencia (inserción) ca Latina, "Medellín" 10 (1984) 49-470. Ver también: La dimensión sociopolí-
y de trascendencia, especialmente cuando se trata de la dimen- tica de la formación sacerdotal, "Boletín CELAM" n. 224 (en., feb. 1989).
sión sociopolítica de la formación: conocimiento y vivencia
8 Sobre la dirección espiritual en el Seminario: OT 3, 8, 19; can. 239 y 246.
de la doctrina social de la Iglesia, imitación de las actitudes de R. ALDABALDE, A. MORTA, La dirección espiritual en la espiritualidad de
Cristo pobre, solidaridad a la luz de la palabra de Dios y de la Vitoria, Vitoria, 1986; B. GIORDANI, Encuentro de ayuda espiritual, Madrid,
eucaristía, dimensión carismática, institucional y escatológica Soc. Ed. Atenas, 1985; L. M. MENDIZABAL, Dirección espiritual, teoría y
práctica, Madrid, BAC, 1982.

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J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

Los medios para esta formación inicial corresponden a los ción, concursos, etc. Pero su necesidad y su actualización se ha
diversos aspectos que hemos indicado. Los medios concretos de dejado sentir más en momentos de cambio cultural, sociológico
vida espiritual son semejantes a los de la vida sacerdotal (cf. e histórico. También se la ha llamado pastoral sacerdotal, aun-
n. 5), pero se aplica en el Seminario de modo pedagógico gra-
que ésta abarca también otros campos de la ayuda al sacerdote.
dual, para ir formando personas responsables que sepan apreciar
y poner en práctica estos mismos medios por propia convicción
e iniciativa' " El Concilio Vaticano II indicó la necesidad de esta forma-
ción permanente, señalando unas directrices generales: "La for-
La personalidad humana, cristiana y sacerdotal es un desa- mación sacerdotal, sobre todo en las condiciones de la sociedad
rrollo armónico y progresivo de criterios, escala de valores y ac- moderna, debe proseguir y completarse aún después de termina-
titudes, de suerte que el candidato aprenda a vivir en sintonía dos los estudios en el seminario. Por ello, a las Conferencias
con el modo de pensar, sentir y amar de Cristo Sacerdote y episcopales tocará servirse en cada nación de los medios más
Buen Pastor 10 . adecuados, tales como los Institutos de Pastoral que cooperan
con parroquias oportunamente elegidas, asambleas organizadas
con fechas fijas y ejercicios aprobados que introduzcan al clero
Formación sacerdotal permanente joven, bajo el aspecto espiritual, intelectual y pastoral, en la vida
y actividad apostólica y le capacite para renovarlas y fomentar-
La formación permanente del sacerdote corresponde a los las cada día más" (OT 22) J Í .
diversos períodos de la vida posterior a la ordenación sacerdotal.
He hecho, de un modo o de otro, ha existido siempre: retiros, En los lugares en que se han ofrecido al sacerdote medios
Ejercicios espirituales, conferencias, casos de moral, especializa- adecuados de formación permanente, se ha sentido potenciado
y capacitado para responder a los cambios actuales sin perder su
identidad, especialmente cuando esta formación se ha impartido
también como pastoral sacerdotal, es decir, con asistencia y ayu-
da en todos los campos de su vida y de su ministerio 12 .
9 Los medios de espiritualidad durante la formación en el Seminario (OT 8-12;
can. 245-256) son parecidos a los señalados para los sacerdotes (PO 18; can. Hay que abarcar armónicamente todos los aspectos de la
276, 1186). Ver: Puebla 693-694. formación permanente, según las indicaciones conciliares y pos-
conciliares:
10 Ver algunas publicaciones citadas en la orientación bibliográfica del final del
capítulo. Colección de documentos: La formación sacerdotal, Bogotá, DE-
VYM, OLSAM, 1982. En esa colección pueden encontrarse los siguientes do-
cumentos: Decreto conciliar sobre la formación sacerdotal; Normas básicas de
la formación sacerdotal; La enseñanza de la filosofía en los Seminarios; Orien- 11 Sobre la formación permanente: PO 7 y 19; OT 22; CD 16; SC 18; can. 244,
taciones para la educación en el celibato sacerdotal; La enseñanza del derecho 248, 252, 279; Carta circular de la Congregación del Clero sobre la formación
canónico para los aspirantes al sacerdocio; La formación teológica de los futu- permanente de los sacerdotes (4 noviembre 1969);Puebla 719-720. Ver orien-
ros sacerdotes; Instrucción sobre la formación litúrgica en los Seminarios; tación bibliográfica del final del capítulo.
Constitución Apostólica "Sapientia christiana"; Carta circular sobre algunos
aspectos más urgentes de la formación espiritual en los Seminarios; algunos 12 En América Latina se dispone de abundante documentación sobre la forma-
textos del documento de Puebla. Las "Normas básicas" (Ratio fundamentalis) ción sacerdotal permanente, que citamos en la orientación bibliográfica del
han sido retocadas ligeramente en 1985 para adaptarse a los cánones del nuevo final del capítulo. Ver también OSLAM, Actas del Congreso de Quito, Mede-
Código. llín" 10 (1984) (sep. dic).

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J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

— espiritualidad: doctrinal, práctica, asistencia personal, lógica y los métodos de pastoral, así como fortalecer su vida es-
grupos de vida espiritual, piritual y comunicar mutuamente con sus hermanos las expe-
— pastoral: metodología, grupos apostólicos por zonas o riencias apostólicas (PO 19).
por funciones pastorales,
— cultural: en todos los campos del saber eclesiástico y de
Será poco eficaz la formación permanente si no va acompa-
interés para el ministerio,
ñada de una verdadera pastoral sacerdotal. El sacerdote necesita
— económico: asistencia material, previsión social,
encontrarse en espíritu de familia no propimente de empresa,
— personal: atención a las personas (relaciones personales),
dentro del Presbiterio. Las ideas y métodos que puedan ofrecér-
descanso, celebraciones, dificultades, etc. 1 3 .
sele recobran toda su fuerza cuando se llega a la persona en su
misma circunstancia. Esto reclama relaciones personales de con-
La responsabilidad primera y más importante respecto a la
formación permanente recae en el mismo sacerdote, también en fianza, de aliento, de convivencia e incluso de compartir la vida
cuanto que debe colaborar a la formación de los demás herma- con su propio obispo y con los demás hermanos del Presbiterio
nos (cf. cap. VII). El obispo, para cumplir con su deber pastoral (cf. cap. VII, n. 2 y 4). Un medio muy oportuno es el de dedicar
de asistencia a sus sacerdotes (cf. CD 15-16; PO 7), se valdrá de algún sacerdote, relativamente liberado, para poder atender a los
los organismos oficiales de la diócesis, Consejo Presbiteral, arci- hermanos.
prestazgos o decanatos, etc. y de los servicios de la Conferencia
Episcopal, departamento o secretariado del clero. Si fallara la formación espiritual permanente, los otros as-
pectos quedarían muy debilitados. De ahí la necesidad de privi-
La vida comunitaria o de equipo, según las diversas posibi- legiar la organización de retiros periódicos, Ejercicios espiritua-
lidades, que hemos indicado en el capítulo VII, n. 2 y 4), será les, cursos de espiritualidad, jornadas dedicadas a santos sacer-
un medio privilegiado para colaborar en todo lo que se organice dotes (Cura de Ars, Juan de Avila. . .), celebraciones (Bodas de
y para hacerlo efectivo compartiéndolo con los demás. plata y oro), etc. 14 .

Uno de los momentos en los que más se necesita la forma-


ción permanente es durante los primeros años de sacerdocio. Uno de los campos más olvidados de la formación perma-
Los convictorios e Institutos de pastoral sacerdotal prestan una nente es precisamente el estudio de la teología espiritual. El sa-
gran ayuda para que el sacerdote pueda renovar la ciencia teo- cerdote debe conocer teológicamente y vivencialmente todo el
proceso de la vida espiritual, como parte integrante de su minis-
terio. Efectivamente, el sacerdote debe guiar por el camino de
perfección a los fieles que sientan esta llamada, incluso hacia la
13 Además de la bibliografía citada al final del capítulo, ver: AA. W . , Numero contemplación y los consejos evangélicos (PO 5, 6, 9; OT 19).
spécial sur la formation permanente du prétre, "Bulletin de Saint Sulpice" 7
(1981); J. GARCÍA VELASCO, La dimensión personal y espiritual en la for-
mación permanente, "Sal Terrae" 69 (1981) 769-779; G. M. GARRONE, La
formazione permanente del sacerdote, Torino, LDC, 1978; A. JIMÉNEZ CA-
DENA, Formación permanente de los presbíteros, dimensión humana y co-
munitaria, "Medellín" 10 (1984) 508-514. La Exhoración Apostólica sobre 14 Aspectos prácticos sobre cómo realizar retiros, Ejercicios espirituales, direc-
los laicos Christifideles Laici, dedica a este tema los números 57-65, señalando ción espiritual y revisión de vida, en: J. ESQUERDA, Caminos de renovación,
los diversos aspectos de la formación para que sea realmente integral y armó- Barcelona, Balmes, 1983 (Segunda parte: Momentos fuertes de reconciliación,
nica. conversión, renovación).

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J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

El sacerdote necesita tener una formación adecuada para ejer- dad de vida" (PO 14), o de unión con los sentimientos de Cris-
cer la dirección espiritual de los demás 15 . to, necesita unos medios que el mismo concilio concreta para la
vida espiritual y que están relacionados con la acción apostólica
Hemos visto anteriormente las virtudes del sacerdote enrai- (PO 18).
zadas en la caridad pastoral (cf. cap. V), así como la necesidad
de una oración contemplativa (cf. cap. IV, n. 5). El sacerdote No sería exacto subrayar unos medios de espiritualidad en
necesita una formación profunda para vivir el seguimiento evan- contraposición a la acción ministerial. Esta dicotomía podría
gélico en forma de vida apostólica en el Presbiterio (cf. cap. VII). crear malentendidos y angustias que resultarían en detrimento
Muchas veces se ha reducido la formación espiritual del sacerdo- tanto de la vida interior como del apostolado. Los mismos mi-
te a niveles ordinarios de poca exigencia. La espiritualidad espe- nisterios son ya medios privilegiados de santificación, a condi-
cífica del sacerdote diocesano (cf. cap. VII, n. 3) no puede redu- ción de que se ejerzan en el Espíritu de Cristo (PO 13).
cirse a reivindicaciones y polémicas. Tampoco puede ceñirse a
un equilibrio entre vida interior y acción ministerial. Su espiri- Podríamos, pues, distinguir entre medios comunes de santi-
tualidad específica es la que corresponde a los doce Apóstoles ficación para todo cristiano y medios peculiares de santificación
(vida apostólica), vivida con el propio obispo, con los demás sa- para el sacerdote. Como todo fiel, el sacerdote necesita poner en
cerdotes del Presbiterio y al servicio incondicional de la comu- práctica los medios comunes de santificación. Al mismo tiempo,
nidad eclesial. Es, pues, espiritualidad de seguimiento evangélico estos medios ayudan a vivir los ministerios sacerdotales en el Es-
y fraterno para la misión. La formación permanente del sacerdo- píritu de Cristo: "Para fomentar la unión con Cristo en todas las
te debe, pues, privilegiar este campo de la perfección sacerdotal, circunstancias de la vida, aparte el ejercicio consciente de su mi-
para poder renovar el Presbiterio y potenciar toda la acción evan- nisterio, gozan los presbíteros de medios comunes y particula-
gelizados 16 . res, nuevos y antiguos, que el Espíritu Santo no deja nunca de
suscitar en el Pueblo de Dios, y la Iglesia recomienda, y hasta
manda también algunas veces para la santificación de sus miem-
Medios comunes y peculiares de la espiritualidad sacerdotal bros" (PO 18) 17 .

No puede darse un proceso serio de vida espiritual sin po- El Concilio Vaticano II (PO 18; OT 8-12) señala algunos
ner los medios concretos adecuados. La espiritualidad del sacer- medios de santificación que son comunes de toda vocación cris-
dote está en relación con sus ministerios: "conseguirán de ma- tiana:
nera propia la santidad ejerciendo sincera e incansablemente sus
ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13). Esta actitud per- — lección divina, oración mental, meditación de la palabra,
sonal del sacerdote, que el Concilio Vaticano II califica de "uni-

17 En los textos conciliares (PO 18; OT 22) y en el nuevo Código (can. 246, 276)
15 Sobre la dirección espiritual, ver nota 8 de este capítulo. Manuales de Teolo- se señalan algunos medios que parecen comunes a todo cristiano, aunque con
especial referencia a quien debe ejercer los ministerios sacerdotales. La termi-
gía Espiritual, en el capítulo I, nota 19. nología sobre medios comunes y medios particulares no resulta muy clara en
los documentos. Ver: L. CASTAN, Recursos para fomentar la vida espiritual
16 Hemos señalado modos concretos de llevar a efecto la espiritualidad sacerdotal del presbiterio, en Los presbíteros a los diez años de "Presbyterorum Ordinis,
por medio de la fraternidad en el Presbiterio, en el cap. VII, n. 4. Burgos, 1975 (Teología del Sacerdocio, 7), 463-495.

246 247
J U A N ESQUERDA BIFET VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL

— celebración eucarística, espíritu de sacrificio, relación personal con Cristo. Todos los actos ministeriales son
— cotidiano diálogo con Cristo en la visita y culto especial prolongación de la persona y del actuar de Cristo. La actitud
de la santísima Eucaristía, relacional se ejercita de modo especial en la meditación de la
— frecuente celebración del sacramento de la reconcilia- palabra y en el trato amistoso con Cristo presente en la euca-
ción, ristía. De ahí derivará una actitud habitual de relación con el
— examen diario de conciencia, Señor, mientras se le anuncia, se le hace presente y se le comu-
— retiro y Ejercicios espirituales, nica a los demás. La cuestión del tiempo es siempre relativa a
— dirección espiritual, la escala de valores o prioridades que uno tenga previamente
— devoción filial a María Madre de Cristo Sacerdote. en su corazón (cf. cap. IV, n. 5).

Estos medios comunes se convierten en medios particulares Los maestros espirituales han subrayado la importancia de
para el sacerdote cuando se relacionan más directamente con los la dirección espiritual, en cuanto que se busca el consejo de un
ministerios. Así, por ejemplo, la meditación de la palabra. En hermano (experimentado y docto) que ayude a discernir y a
efecto, cuando el concilio habla de la predicación, invita al sa- ser fiel en todo el camino de santidad. El sacerdocio y el futuro
cerdote a prepararla con la oración y la contemplación (LG 4 1 ; sacerdote no queda exento de esta necesidad, que se podría lla-
PO 6,13); cuando habla de oración sacerdotal, la relaciona tam- mar de cuerpo místico, en cuanto que todos tenemos necesidad
bién con el ministerio del oficio divino o liturgia de las horas del consejo, del ejemplo y de la oración de los hermanos. Al ha-
(P0 5;18;SC84ss). blar de la formación inicial en el Seminario (n. 3) y de la forma-
ción permanente (n. 4) hemos resumido el tema. La revisión de
Toda la vida sacerdotal, gracias a los medios de santifica- vida en grupo puede ser una ayuda espiritual fuerte, pero no
ción y especialmente gracias a la acción ministerial, se convierte puede suplir en todo a la dirección espiritual propiamente dicha
en un camino continuo de santificación: "Mientras oran y ofre- (cf. cap. VII, n. 2 y 4).
cen el sacrificio, como es su deber, por los propios fieles y por
todo el Pueblo de Dios, sean conscientes de lo que hacen e imi- Estos medios de espiritualidad recobran una fuerza especial
ten lo que traen entre manos; las preocupaciones apostólicas, cuando se ponen en práctica en plan comunitario, especialmente
los peligros y contratiempos, no sólo les sean un obstáculo, an- en los encuentros para intercambio de experiencias y ayuda mu-
tes bien ascienden por ellos a una más alta santidad, alimentan- tua: retiros, oración compartida, consejo espiritual, etc. Al mis-
do y fomentando su acción en la abundancia de la contempla- mo tiempo, estos medios deben favorecer la comunión con el
ción para consuelo de toda la Iglesia de Dios" (LG 41). propio obispo y con los hermanos sacerdotes y diáconos, como
camino para construir la fraternidad sacramental en el Presbite-
El hecho de ejercer los ministerios proféticos, cultuales y rio (PO 18). Un Presbiterio unido, que ofrezca infraestructuras
hodegéticos (o de dirección y servicio), se convierte en una invi- de espiritualidad, cultura y apostolado, es el mejor ambiente y
tación a que el mismo sacerdote viva lo que hace, meditando la estímulo para valorar y poner en práctica los medios de santifi-
palabra, uniéndose a Cristo Redentor, identificándose con Cris- cación 18 .
to servidor. Los medios arriba indicados son una gran ayuda pa-
ra ejercer los ministerios en la línea de la caridad pastoral.
Entre todos los medios comunes y particulares de santifi- 18 Los documentos eclesiales señalan unas notas de garantía para las asociaciones
sacerdotales: aprobación por parte de la autoridad competente, santificación
cación destaca el de la oración como actitud de amistad y de

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248
VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL
J U A N ESQUERDA BIFET

— Seminario, tarea de todos (OT 3-7); Puebla 869-880).


GUIA PASTORAL
— Línea pastoral del Seminario (OT 4,19); Puebla 969ss;
Reflexión bibliográfica
Medellín XIII, 4-6.
— Vocación, don y declaración de amor: Me 3,13; 10,21;
Jn 15,9-16; Ef 1,4). — Formación permanente, naturaleza y práctica (PO 7 y 19;
OT 22; CD 16; SC 18; can. 244, 248, 252, 279; Puebla
— Vocación, fruto de la oración: Mt 9,38. 719-720).

— La vocación como encuentro con Cristo: Jn 1,38-39; 15, — Organización y práctica de retiros y Ejercicios espirituales,
14-15; Me 10,38-39. experiencias, dificultades y posibilidades (can. 246; 276).

— La vocación como seguimiento: Mt 4,19ss; 19,27; Me — Experiencias, dificultades y posibilidades de la dirección


10,21. espiritual (can 239, 246).

— La vocación para la misión: (Me 3,14; Jn 20,21.

— Vocación de fraternidad y de servicio en la comunidad ecle-


sial: Le 10,l;Jn 17,21-23;Mc 10,44-45; Jn .13,14-15.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Estudio personal y revisión de vida en grupo Ver más bibliografía en las notas de este capítulo y en capítulos an-
teriores: vocación laical y religiosa (notas 12 y 13 del capítulo II); docu-
mentos del Magisterio (notas 4 y 10 de este capítulo VIII); dirección espi-
— Signos y discernimiento de la vocación: recta intención, li- ritual (notas 8 y 15 de este mismo capítulo); formación permanente (notas
bertad, idoneidad (PO 11; OT 2,6). 11, 12, 13).

— Colaboradores en el fomento y formación: familia, comu- AA. VV., Vocación común y vocaciones específicas, Madrid, Soc. Ed. Ate-
nidad eclesial, educadores, el mismo llamado (OT 2). nas, 1984.

AA. VV., Comentarios al decreto "Optatam totius" sobre la formación sa-


— Medios concretos de espiritualidad: armonía con los minis- cerdotal, Madrid, BAC, 1970.
terios (OT 19-21; can. 245-256; PO 18; can. 276, 1186;
Puebla 693-694). BELLET, M. Vocación, y libertad, Madrid, FAX, 1966.

BENKO, NUTTIN, AYESTARAN, Examen de la personalidad en los can-


didatos al sacerdocio, Madrid, Razón y Fe, 1966.
en el ejercicio del ministerio, cierta organización y plan de vida, servicio abier-
to a todos los presbíteros (PO 8; can. 278). Ver capítulo VII, n. 4 (y nota 14).
La Congregación para el Clero publicó una declaración (Quídam Episcopi, 8
CASTRO, L. A. Vocazione e missione, Bolonga, EMI, 1985.
marzo, 1982) sobre asociaciones que pueden son contraproducentes para todo
sacerdote. CELAM, Perspectivas de la formación presbiteral en América Latina, Me-
dellín, 1980.

250
251
JUAN ESQUERDA BIFET

CONF. EPISC. COLOMBIA, Formación sacerdotal permanente, Bogotá,


1978.

CONF. EPISC. ESPAÑA, La formación para el ministerio presbiteral, Ma-


drid, 198'6.

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252
IX. ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL MINISTRO
DE CRISTO

Presentación

Toda la Iglesia, contemplando el misterio de María, pene-


tra mejor su propia razón de ser como signo portador de Jesús
(sacramento o misterio), comunión y misión. De este modo,
entra más a fondo en el soberano misterio de la encarnación
(LG 65). Cuando el sacerdote ministro reflexiona y vive el te-
ma mañano, redescubre más profundamente el misterio de
Cristo Sacerdote que se prolonga en la Iglesia, del que el sacer-
dote participa de modo especial.

La espiritualidad mañana ayuda al sacerdote a vivir la pre-


sencia activa y materna de María en la Iglesia y en la humani-
dad. Cristo resucitado, presente en la Iglesia y en el mundo,
continúa asociando a María en la obra redentora, como figura
de una Iglesia que es complemento e instrumento suyo (Ef
1,23; Col 1,24). La actitud y los sentimientos sacerdotales de
Cristo respecto a su Madre son la pauta de la espiritualidad sa-
cerdotal mariana (Fil 2,5; Jn 19,25-27). La unción sacerdotal
de Cristo se realizó en el seno de María; su obra sacerdotal se
llevó a cabo asociando a María.

La pauta del cenáculo (Act 1,14) recordará siempre al sa-


cerdote, como presidente de la comunidad, que la Iglesia nece-
sita vivir la presencia y el ejemplo de María. El ministerio sa-
cerdotal ayuda a la comunidad eclesial a recibir la palabra, a

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J U A N ESQUERDA BIFET E S P I R I T U A L I D A D M A R I A N A D E L MINISTRO DE CRISTO

asociarse a Cristo Redentor y a comunicar la vida de Cristo a La misma realidad de María, de ser asociada a Cristo, es
los hermanos. Es el ministerio de hacer madre a la Iglesia (PO realidad sacerdotal, como participación peculiar en el sacerdo-
6; LG 64), a ejemplo de María (LG 65). María acompaña a la cio redentor de Cristo. Ella es figura de la Iglesia Pueblo sacer-
Iglesia y a toda la acción ministerial en esta maternidad. dotal, y ayuda a cada cristiano a vivir su propia participación
en el sacerdocio del Señor. Los signos eclesiales del ministerio
Cada cristiano recibe a María como Madre según las diver- sacerdotal son signos de la maternidad de la Iglesia, que tiene
sas vocaciones y carismas. "Puesto que los sacerdotes tienen a María como modelo y Madre. La espiritualidad mariana del
particular título para que se les llame hijos de María, no po- sacerdote va siempre unida al amor y fidelidad a la Iglesia.
drán menos de nutrir hacia la Virgen una ardiente devoción"
(Pío XII, Mentí nostrae, n. 42). Por esto, los sacerdotes "reve- La fraternidad sacerdotal del Presbiterio, al servicio de la
renciarán y amarán, con filial devoción y culto, a esta Madre comunidad eclesial diocesana y universal, será una realidad
del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y auxilio cuando los sacerdotes vivan y ayuden a vivir la pauta mariana
de su ministerio" (PO 18) 1 . del cenáculo.

La relación de María con cada cristiano hace referencia a


la propia vocación y misión. Su relación con el sacerdote mi-
1. La Madre de Cristo Sacerdote
nistro se basa en la participación especial de éste respecto al
sacerdocio de Cristo. "Es Madre del eterno Sacerdote y, por La unción sacerdotal de Cristo tuvo lugar en el seno de
eso mismo, Madre de todos los sacerdotes. . . Si la Virgen Ma- María, cuando el Verbo se hizo carne en ella por obra del Es-
dre de Dios a todos ama con tiernísimo afecto, de una ma- píritu Santo (Mt 1,20; Le 1,35). Esta unción en el Espíritu
nera muy particular siente predilección por los sacerdotes, que consiste en la unión hipostática, es decir, de la persona del Ver-
son viva imagen de su Jesús" (Pío XII, Mentí nostrae, n. 124) 2 . bo con la humanidad de Cristo. Por esto Jesús se presentó en
Nazaret (Le 4,18) como ungido y enviado por el Espíritu San-
to (ver el cap. II).
1 La indicación mariana de Presbyterorum Ordinis 18 resume las afirmaciones de
los documentos sacerdotales del magisterio anterior, especialmente Ad catho-
lici sacerdotii y Mentí nostrae. Ver estos documentos en El sacerdocio hoy, María engendró, gestó y dio a luz a Jesucristo en toda su
Madrid, BAC, 1985. realidad de Hijo de Dios, Cabeza de su Cuerpo Místico, Reden-
2 Algunos estudios de la época preconciliar estudian los documentos magisteria- tor, Sacerdote. María es, pues, Madre de Dios, Madre de la Igle-
les sobre el sacerdocio en su contenido mariano: L. M. CANZIANI, María San- sia, asociada a Cristo Redentor, Madre de Cristo Sacerdote. La
tissima e il sacerdote, Milano, Massino, 1954; P. CECCATO, María, Madre del maternidad en María dice relación a Cristo en toda su realidad.
Sacerdote, Roma, Centro Montfortiano, 1958; Mgr. DUPERRAY, Regina Cíe-
ri, en María III (DuManori), París, Beachesne, 1954, 659-696; R. GARRIGOU
LAGRANGE, La unión del sacerdote con Cristo Sacerdote y Víctima, Madrid, Toda la vida de María es de asociación a Cristo Sacerdote,
Rialp, 1955, cap. 8; T. M. GIACARDO, María Regina degli Apostoli, Roma, Mediador, Redentor. María es la mujer, Nueva Eva, asociada al
Paoline, 1961; L. J. MARK, Mary and the priest, Milwaukee, 1963;C. MORI-
LLO, María, Mater cleri, en María et Ecclesia, Roma, PAMI, XVI, 165-171 ;E. Nuevo Adán (cf. Gal 4,4; Jn 2,4; 19,26). Es Madre asociada es-
NEUBERT, Marie et notre sacerdoce, París, Spes, 1953; P. PHILIPPE, La Vir- ponsalmente a Cristo Redentor en todos los momentos sacer-
gen Santísima y el sacerdocio, Bilbao, Desclée, 1955; M. VENTURÍNI, Ma- dotales, desde la encarnación hasta la cruz y hasta la consuma-
ría, Mater sacerdotis, Trento, 1964. Ver bibliografía posconciliar en las notas ción perpetua de todos los elegidos (LG 62). "Mantuvo fiel-
siguientes y en la orientación bibliográfica del final del capítulo.

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mente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin — asociación a Cristo Sacerdote y Víctima, Mediador y
designio divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19,25), sufriendo Redentor,
profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas
de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la in- — intercesión como mediación materna participada de la
molación de la víctima que ella misma había engendrado; y fi- única mediación de Cristo Sacerdote.
nalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la
cruz como madre al discípulo con estas palabras: 'Mujer, he La realción de María con Cristo Sacerdote incluye una re-
ahí a tu hijo' (cf. Jn 19,26-27)" (LG 58; cf. RM 23-24). lación estrecha con la Iglesia. Tiene, pues, dimensión cristoló-
gica y eclesial. "María pertenece indisolublemente al misterio
La maternidad de María es, pues, de asociación a Cristo de Cristo y pertenece además al misterio de la Iglesia" (RM 27).
su Hijo, el Redentor. "María está unida perfectamente a Cris- "Asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino
to en su despojamiento" (RM 18). Por esto "participa, por su que, con la múltiple intercesión, continúa obteniéndonos los
carácter subordinado, de la universalidad de la mediación del dones de la salvación eterna" (LG 62).
Redentor, único Mediador" (RM 40).
Esta realidad mariana de madre y asociada a Cristo Sacer-
La misión materna de María durante toda su vida reviste dote indica también su modo peculiar de participar en su sacer-
caracteres sacrificiales, siempre en unión con Cristo, puesto docio; no se trata de participar en la línea del sacerdocio minis-
que "lo ofreció como Nueva Eva al eterno Padre en el Gólgota, terial, sino como tipo de toda participación eclesial en el sacer-
junto con el holocausto de sus derechos maternos" (Pío XII, docio del Señor 4 .
Mystici Corporis Christi; cf. LG 58) 3 .
María es Madre del sumo y eterno Sacerdote y guiada por
Esta unión de María a Cristo Sacerdote se expresa en di- el Espíritu Santo, se consagró al ministeri de la redención de
versos puntos fundamentales: los hombres (PO 18). El ser, el obrar y la vivencia de Cristo son
esencialmente sacerdotales, por ser Mediador, Redentor y
— aceptación de los planes salvíficos del Padre en sinto- Buen Pastor (cf. cap. II). Esta realidad de Cristo tiene relación
nía con el "sí" de Cristo Sacerdote al Padre (cf. Heb con María su Madre, asociada a la obra redentora. A su vez, la
10,5-7; Le 1,38), maternidad de María dice relación al ser, a la función y a la vi-
vencia sacerdotal del Señor.
— perseverancia en este "sí" durante toda la vida hasta el
sacrificio en la cruz,
Hay que distinguir nuestro tema (relación de María con Cristo Sacerdote) de
la cuestión sobre el sacerdocio de la Santísima Virgen. Ver estudios sobre este
tema: BASILIO DE SAN PABLO, Los problemas del sacerdocio y del sacrifi-
3 El texto conciliar de Lumen Gentium 58 hace suya la doctrina de Pío XII en la cio de María, "Estudios Marianos" 11 (1951) 141-220; N. GARCÍA GARCES,
encíclica Mystici Corporis Christi sobre la asociación de María a la obra reden- La Santísima Virgen y el sacerdocio, "Estudios Marianos" 10 (1950) 61-104
tora de Cristo Sacerdote: AAS 35 (1943) 247-248. El tema se repite en la en- (recoge bibliografía hasta el año 1950); C. KOSER, De sacerdotio B. Mariae
cíclica Haurietis Aquas: AAS 48 (1956) 352. Ver: J. A. DE ALDANA, Posi- Virginis, en María et Ecclesia, II, Roma, PAMI (Congreso de Lourdes de 1958);
ción actual del Magisterio eclesiástico en el problema de la corredención, "Es- R. LAURENTIN, Marie, l'Eglise et le sacerdote, París, 1952; P. POURRAT,
tudios Marianos" 19 (1958) 45-75. La encíclica mariana Redemptoris Mater Marie et le sacerdote, en Maña, o. c . I, 801-824; G. M. ROSCHINI, María San-
(de Jan Pablo II) da un paso más, relacionando la asociación con la mediación tísima y el sacerdocio, en Enciclopedia del sacerdocio, II/I, c. 7; E. SAURAS,
materna de María (RM 18, 27, 39, 40). Ver estudios en la nota siguiente. María y el sacerdocio, "Estudios Marianos" 13 (1953) 143-172.

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La realidad sacerdotal de Cristo se prolonga en la Iglesia La Iglesia ejerce su función sacerdotal anunciando a Cristo
y es participada de modo especial por los sacerdotes ministros. (línea profética), celebrando su sacrificio redentor y salvífico
María es Madre del Pueblo sacerdotal y de cada uno de sus (línea cultual y litúrgica), comunicándolo a los hombres (línea
componentes según el grado y el modo de participar en el sa- hodegética o de dirección y servicio de caridad). Es siempre el
cerdocio de Cristo. misterio de Cristo, muerto y resucitado, nacido de María, que
es anunciado, celebrado, comunicado. María ha sido y sigue sien-
do asociada al misterio sacerdotal y redentor de Cristo, que la
La Madre de la Iglesia, Pueblo sacerdotal Iglesia anuncia, hace presente, celebra y comunica.
La Iglesia es el pueblo sacerdotal (IPe 2,5-9) porque en La función sacerdotal de la Iglesia tiene, pues, dimensión
ella se prolonga Cristo Sacerdote y porque toda ella participa
mariana:
de la realidad sacerdotal del Señor (cf. cap. II, n. 3). María es
Tipo o personificación de la Iglesia: "La Madre de Dios es Tipo
— anunciar a Cristo nacido de María,
de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión per-
— presencializar a Cristo que asocia a María,
fecta con Cristo. Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón
es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Vir- — comunicar la salvación de Cristo que quiso y sigue que-
gen, presentándose de forma eminente y singular como modelo riendo la colaboración de María.
tanto de la virgen como de la madre" (LG 63).
Los signos eclesiales son portadores de la realidad sacerdo-
tal y redentora de Cristo, quien continúa presente y operante a
La Iglesia, contemplando a María, imita su fidelidad y aso-
través de ellos asociando a María. Todo cristiano participa en la
ciación a Cristo Redentor. "La Iglesia, meditando piadosamente
sobre ella y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, función de servir algunos de estos signos portadores de salvación
llena de reverencia, entra más a fondo en el soberano misterio en Cristo. La función sacerdotal de cada creyente (cf. cap. II,
de la encarnación y se asemeja cada día más a su Esposo" (LG n. 4) es de fidelidad a Cristo para ser instrumento suyo. Por esto
65). toda la Iglesia como Pueblo sacerdotal, y cada creyente según su
propia vocación, imita a María en su fidelidad a la palabra y a la
acción del Espíritu Santo, para ser instrumento de gracia y de fi-
Si María es Madre y Tipo de la Iglesia, Pueblo sacerdotal,
lo es también por su asociación maternal a Cristo Sacerdote. La liación divina. Es el misterio de la virginidad (fidelidad) y de la
realidad sacerdotal de Cristo, que asocia a María, continúa en la maternidad (fecundidad) de la Iglesia.
Iglesia. Por esto la realidad sacerdotal de la Iglesia y de cada
creyente según su propia vocación, está relacionada íntimamen- La presencia activa y materna de María en la Iglesia se con-
te con la realidad de María como Madre de Cristo Sacerdote que creta en amor, acompañamiento e intercesión, a fin de que la
se prolonga bajo signos eclesiales5.
"Estudios Marianos" 26 (1965) 231-274; M. LLAMERA, J. A. ALDAMA, La
Santísima Virgen y la Iglesia, en Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia,
Madrid, BAC, 1956, 924-1084. Ver las mariologías posconciliares y su biblio-
5 La relación de María con la Iglesia se puede estudiar bajo diversos puntos de grafía: C. I. GONZÁLEZ, María, evangelizada y evangelizadora, Bogotá, CE-
vista: Tipo (modelo, figura, personificación), Madre, signo ("sacramento"), LAM, 1988. Sobre el aspecto evangelizador, ver Puebla 282-303; J. ESQUER-
misión, etc. AA. VV., María en los caminos de la Iglesia, Madrid, CETE, 1982; DA, En cenáculo con María, México, CLAEM, 1987; ídem, La gran señal, Ma-
J. ESQUERDA, La maternidad de María y la sacramentalidad de la Iglesia, ría en la misión de la Iglesia, Barcelona, Balmes, 1983.

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J U A N ESQUERDA BIFET
E S P I R I T U A L I D A D M A R I A N A DEL MINISTRO DE CRISTO

Iglesia pueda realizarse como sacramento o signo transparente y to fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre la Virgen
portador de Cristo. María es Madre en la Iglesia y mediante la María" (LG 4). "En la economía de la gracia, actuada bajo la
Iglesia (RM 47; cf.n.3 7). acción del Espíritu Santo, se da una particular correspondencia
entre el momento de la encarnación del Verbo y el del nacimien-
Esta presencia mariana en el Pueblo sacerdotal (RM 1,24, to de la Iglesia. La persona que une estos dos momentos es Ma-
28, 48, 52) se concreta especialmente en guiar a los fieles a la ría: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalem. En
eucaristía (RM 44), así como los guía a meditar la palabra de ambos casos su presencia discreta, pero esencial, Índica el cami-
Dios para vivirla y anunciarla, y a imitar a Cristo en su entrega no del nacimiento del Espíritu. Así la que está presente en el
de donación sacrificial. misterio de Cristo como Madre, se hace —por voluntad del Hijo
y por obra del Espíritu Santo— presente en el misterio de la
La Iglesia se hace más virgen y madre cuanto en la misión Iglesia" (RM 24).
apostólica imita el amor materno de María (LG 65). Como Pue-
blo sacerdotal, convoca a los creyentes (ecclesia b comunidad La participación de la Iglesia en el sacerdocio de Cristo tie-
convocada) para la escucha de la palabra, la celebración eucárís- ne la característica de instrumento ministerial, es decir, de signo
tica (y litúrgica en general) y para construir la comunidad en el y servicio sacramental. Esta realidad eclesial es materna, por ser
amor. "La Iglesia, contemplando su profunda santidad e imitan- instrumento de vida en Cristo, sacerdotal, por ser participación
do su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se en el sacerdocio de Cristo y misionera por prolongar la misión
hace también madre mediante la palabra de Dios aceptada con de Cristo. María es Tipo o personificación, figura de la Iglesia
fidelidad, pues por la predicación y el bautismo engendra a una en toda su realidad, aunque ella no ejerza los signos sacramenta-
vida nueva e inmoral a los hijos concebidos por obra del Espíri- les. "María es Madre de la Iglesia como Madre de los pastores y
tu Santo y nacidos de Dios" (LG 64). Por esto: de los fieles" (Pablo VI), que actúa por medio de la maternidad
ministerial de la Iglesia6.
— La Iglesia, al contemplar a María, entra más a fondo en La Iglesia mira a Cristo Sacerdote para imitar su actitud re-
el misterio de la encarnación; lacional respecto a María su Madre y asociada en la obra reden-
tora. Al mismo tiempo, la Iglesia mira a María para imitar su ac-
— anunciando y venerando a María, atrae a los creyentes a titud materna, esponsal y sacerdotal de asociación a Cristo.
su Hijo;
La espiritualidad mariana de cada fiel, como miembro del
— "en su labor apostólica, se fija con razón en aquella que Pueblo sacerdotal, se concreta en una relación personal con Ma-
engendró a Cristo, concebido del Espíritu Santo y naci- ría para conocerla, amarla, imitarla, pedir su intercesión y ce-
do de la Virgen, para que también nazca y crezca por lebrar en ella el fruto del sacrificio sacerdotal y redentor de Cris-
medio de la Iglesia en las almas de los fieles" (LG 65). to. En María todo creyente encuentra el afecto materno, el ejem-

La consagración sacerdotal de Cristo en el seno de María el


día de la encarnación, es como el anuncio del misterio que se
6 Discurso de Pablo VI en la clausura de la tercera sesión conciliar: AAS 56
realizaría a través de la Iglesia: "Fue en Pentecostés cuando em- (1964) 1007-1008. Ver el tema de la maternidad de María sobre la Iglesia en
pezaron los hechos de los Apóstoles, del mismo modo que Cris- las mariologías (nota anterior).

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pío y la ayuda para llevar a efecto la propia participación en el


sacerdocio de Cristo y en la maternidad de la Iglesia. ga en la Iglesia, y especialmente en la vida y ministerio sacerdo-
tal, asociando a María. Ella es Madre del sumo y eterno Sacer-
La maternidad de María "perdura sin cesar en la economía dote, Reina de los Apóstoles y auxilio de su ministerio (PO 18).
de la gracia" (LG 62). Es una maternidad en el Espíritu, que
acoge a todos y a cada uno por medio de la Iglesia (RM 37). María sigue asociada al sacrificio de Cristo que se hace pre-
sente en la eucaristía por ministerio de los sacerdotes. Esta di-
El Pueblo sacerdotal, por medio del profetismo, culto y mensión mariana del misterio eucarístico ayuda al sacerdote a
realiza, engendra nuevos hijos para Dios, en relación de imita- asociarse a Cristo Redentor con la actitud fiel, generosa, con-
ción y dependencia respecto a la maternidad de María y a su templativa y sacrificial de su Madre. La presencia activa y mater-
asociación a Cristo Sacerdote. "La Iglesia, con la evangelización, na de María en la vida y ministerio sacerdotal es una realidad de
engendra nuevos hijos. Ese proceso que consiste en 'transformar fe, que debe hacerse consciente como fuente de renovación y
desde dentro', en 'renovar a la misma humanidad' (EN 18), es de entrega a Cristo. "Cuando nosotros, al actuar in persona
un verdadero volver a nacer. En ese parto, que siempre se reite- Christi, celebramos el sacramento del mismo y único sacrificio
ra, María es nuestra Madre. Ella, gloriosa en el cielo, actúa en la en el que Cristo es y sigue siendo el único sacerdote y la única
tierra. Participando del señorío de Cristo Resucitado, 'con su víctima, no podemos olvidar este sufrimiento de la Madre. . .
amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía Conviene que se profundice constantemente nuestro vínculo es-
peregrinan' (LG 62); su gran cuidado es que los cristianos ten- piritual con la Madre de Dios. . . Cuando celebramos la eucaris-
gan vida abundante y lleguen a la madurez de la plenitud de Cris- tía, conviene que esté a nuestro lado" (Juan Pablo II, Carta del
to" (Puebla 288). Jueves Santo, 1988).

El sacerdote predica el mensaje de Cristo muerto y resuci-


La Madre del sacerdote ministro tado. María forma parte de este mensaje como la mujer Madre
del Redentor asociada a El en la obra redentora (Gal 4,4-7). Con
El sacerdote ministro participa de modo especial en el ser, toda su acción ministerial, profética, cultual y de dirección y
en la función y. en la misión sacerdotal de Cristo como vivo ins- servicio, el sacerdote es instrumento de la vida nueva que Cristo
trumento suyo (PO 12; cf. cap. III, n. 2). María por ser Madre transmite asociando a María.
de Cristo Sacerdote, es Madre de cuantos participan en el sacer-
docio del Señor. Por esto se puede llamar "Madre de los sacerdo- María está relacionada con el sacerdote ministro como Ma-
tes" ministros (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo, 1979). dre de Cristo Sacerdote y de la Iglesia Pueblo Sacerdotal. Se
María ve en cada sacerdote un Jesús viviente (San Juan Eudes). puede decir que, por ello, ha adquirido unos derechos maternos
sobre el sacerdote. Como Cristo no quiso ni quiere prescindir de
La realidad sacerdotal de la Iglesia, que es también realidad María en la obra redentora, tampoco el sacerdote ministro pue-
materna, se actualiza principalmente por medio del ministerio de prescindir de ella.
de los sacerdotes. Es maternidad ministerial, que encuentra en
María su figura o Tipo. El sacerdote es ministro de Cristo y de En la vida de santidad, María colabora a que cada cristiano,
la Iglesia, prolongando la persona del Señor, su palabra, su ac- según su propia vocación, se configure cada vez más con Cristo.
ción sacrificial, salvífica y pastoral. Cristo Sacerdote se prolon-' "Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presen-
tándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando
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El actuar de María en la Iglesia y por medio de la Iglesia


moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra (RM 37,47) comporta una relación con el actuar sacerdotal para
del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente formar a Cristo en los fieles. Es siempre Cristo quien actúa a tra-
caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. vés de los ministerios sacerdotales asociando a María.
Por esto es nuestra Madre en el orden de la gracia" (LG 61). Ma-
ría, pues, colabora con su afecto, ejemplo e intercesión, a que el La relación del sacerdote con la Iglesia está en la línea de la
sacerdote ministro sea signo claro del Buen Pastor, configurán- maternidad eclesial (cf. PO 6; LG 64-65). Servir a la Iglesia com-
dose con El. Quien formó a Cristo Sacerdote en su seno, sigue porta ejercer unos ministerios que son la realización de esta ma-
formando a quienes son signo personal y ministerial del Señor. ternidad, de la cual María es Tipo y figura. "Que la verdad sobre
la maternidad de la Iglesia, a ejemplo de Ja Madre de Dios, se ha-
La relación de María con el sacerdote ministro se basa, ga más cercana a nuestra conciencia sacerdotal. . . Es necesario
pues, en una realidad querida por Cristo: profundizar de nuevo en esta verdad misteriosa de nuestra voca-
ción: esta paternidad en el espíritu, que a nivel humano es seme-
— es Madre especial del sacerdote (realidad y amor), jante a la maternidad. . . Se trata de una característica de nues-
— es modelo de su relación con Cristo y de su actuar apos- tra personalidad sacerdotal, que expresa precisamente su madu-
tólico, rez apostólica y su fecundidad espiritual. . . Que cada uno de
— actúa como asociada a Cristo Sacerdote y Madre de la nosotros permita a María que ocupe un lugar en casa del propio
Iglesia. sacerdocio sacramental, como madre y mediadora de aquel gran
misterio (cf. Ef 5,32), que todos deseamos servir con nuestra vi-
Los santos sacerdotes de la historia, como San Juan de Avi- da" (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo, 1988).
la, San Juan Eudes, San Antonio Ma. Claret. . . han acentuado
también el paralelismo entre María y el sacerdote: Los sacerdotes, pues, tienen un vínculo especial con la Ma-
dre de Dios" y un derecho especial a su amor (Juan Pablo II,
— por la vocación o elección especial, ibídem); por esto, tienen particular título para que se les llame
— por la consagración a los planes salvíficos de Dios en hijos de María (Pío XII, Mentí nostrae, 42) 8 .
Cristo,
— por la unión con Cristo Sacerdote y Víctima en la cruz Las palabras constitutivas del sacerdocio ministerial ("ha-
y en la eucaristía, ced esto en conmemoración mía" se unen al encargo de la cruz
— por la fidelidad a la acción y misión del Espíritu Santo, "he aquí a tu Madre" y van dirigidas de modo especial al discí-
— por el hecho de comunicar Cristo al mundo (instrumen- pulo amado como representante especialmente de los apóstoles.
to de gracia) 7 . Por esto, "todos nosotros. . . en cierto modo somos los primeros
en tener derecho a ver en ella a nuestra Madre. Deseo, por consi-
guiente, que todos vosotros, junto conmigo, encontréis en María
7 La doctrina de San Juan de Avila recoge este sentir de los santos sacerdotes: la Madre del sacerdocio que hemos recibido de Cristo. Deseo,
"Mirémonos, padre, de pies a cabeza, alma y cuerpo, y nos veremos hechos se-
mejantes a la sacratísima Virgen María, que con sus palabras trajo a Dios a su además, que confiéis particularmente a ella vuestro sacerdocio"
vientre" (plática primera, en Obras completas de BAC). "Pastora, no jornalera (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo, 1979).
que buscase su propio interés, pues que amaba tanto a las ovejas, que después
de haber dado por la vida de ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera de muy
buena gana su vida propia si necesidad de ella tuviera. ¡Oh qué ejemplo para 8 AAS 42 (1950) 673. Ver las notas 1 y 2.
los que tienen cargo de almas!" (sermón de la Asunción, ibídem).

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En la vida espiritual y en el ministerio sacerdotal — amarla con actitud relacional imitada de Cristo, y con el
gozo de ver en María el mejor fruto de la redención,
La espiritualidad sacerdotal es una vivencia del ministerio
en el Espíritu de Cristo (PO 13). La unión con Cristo y el servi- — imitarla especialmente respecto a su asociación esponsal
cio de prolongarlo en la Iglesia y en el mundo, comportan una con Cristo, a su contemplación de la palabra y a su fide-
sintonía con sus sentimientos y amores (cf. Fil 2,5). Jesucristo lidad generosa a la acción del Espíritu Santo,
no quiso ni quiere prescindir de María al ejercer sus funciones
sacerdotales, que ahora realiza por medio de sus ministros. La
caridad pastoral es una imitación de las actitudes del Buen Pas- — celebrarla en el contexto del misterio pascual de Cristo,
tor, que quiso a María asociada a su obra redentora. especialmente en la eucaristía, sacramento, liturgia de
las horas y año litúrgico,
La gracia y el carácter sacramental del Orden urgen a vivir
esta realidad sacerdotal, que es eminentemente mariana, puesto — invocarla pidiendo su intercesión para el camino de con-
que María es parte integrante del misterio de Cristo anunciado, figuración con Cristo Buen Pastor y para el proceso de
presencializado, celebrado, comunicado y vivido por el sacer- evangelizad ón.
dote.
La espiritualidad del sacerdote "debe extenderse también a
No sería posible la configuración con Cristo Sacerdote si la Madre de Dios, y con tanta mayor devoción y ternura en el
se prescindiera de María. El sacerdote pertenece a Cristo tal co- sacerdote que en el simple fiel, cuanto son más reales y profun-
mo es, nacido de María y que asocia a María para prolongarse en
la Iglesia. La consagración sacerdotal participada de Cristo tiene, das las relaciones del sacerdote con Cristo y las relaciones de
pues, una dimensión eclesial y mariana. La donación o consagra- María con su divino Hijo" (Pío XI, Ad catholici sacerdotiif .
ción a Cristo es una entrega a su persona y su obra salvífica, vivi-
da con la presencia, el ejemplo y la ayuda de María. En el ejercicio del ministerio, el sacerdote realiza la mater-
nidad de la Iglesia, en el sentido de hacer madre a la comunidad
Las gracias y carismas que el sacerdote ha recibido para ser- eclesial como transmisora de vida en Cristo, a través del anuncio
vir a Cristo y a la Iglesia, tienen el matiz de dependencia maria- de la palabra, de la celebración litúrgica y de los servicios de ca-
na: vocación, carácter y gracia sacramental, gracias peculiares y ridad (PO 6; cf. LG 64-65).
necesarias para el ministerio, etc. Todas y cada una de estas gra-
cias se han recibido de Cristo que ha querido la cooperación de La actitud espiritual del ministro debe ser, pues, de amor
María y la sigue queriendo para una respuesta fiel y generosa.
materno, del que María es modelo para todos aquellos que, en la
En la santificación propia y en la acción ministerial, la sin-
tonía del sacerdote con Cristo se expresará también con esta di- 9 Ver notas 1 y 2. Los autores espirituales han subrayado la relación de María
mensión mariana de: con el sacerdote en un plan activo y vivencial: "Nuestro sacerdocio tanto más
fecundo será cuanto más se apoye en la omnipotencia mediadora de María. . .
Aquella que ha formado con su sangre al Sacerdote eterno, continúa formando
— conocerla en el misterio de Cristo Sacerdote y de la Igle- en los sacerdotes la imagen de este mismo Cristo" (M. PHILIPON, Los sacra-
sia Pueblo sacerdotal, mentos en la vida cristiana, Buenos Aires, 1965, 320-321).

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misión de la Iglesia cooperan a la regeneración de los hombres — la relación de María respecto a Cristo Sacerdote, a la Igle-
(LG 65). Vivir los ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13) sia y al sacerdote ministro, como objeto especial de su
incluye la imitación de la actitud materna de María, asociada maternidad 11 .
a Cristo Sacerdote y Redentor.
Esta actitud o devoción mariana equivale, especialmente
La fidelidad a los designios salvíficos del Padre y a la ac- para el sacerdote, a introducirla en todo el espacio de la vida in-
ción del Espíritu Santo, en sintonía con los sentimientos de terior como el discípulo amado (cf. RM 45). La contemplación
Cristo, es el aspecto más fundamental de la caridad pastoral. de la palabra requerida para la predicación es una actitud maria-
"De esta docilidad hallarán siempre un maravilloso ejemplo en na de meditar en el corazón (Le 2, 19.51). Sólo entonces se en-
la Bienaventurada Virgen María, que, guiada por el Espíritu San- tra en el misterio de Cristo, auscultando sus amores (Jn 13,23-
to, se consagró toda al ministerio de la redención de los hom- 25) para anunciarlos a toda la humanidad ( U n 1, lss).
bres" (PO 18).
El sacerdote aprende a sentir con la Iglesia y amarla, pro-
La devoción o actitud mañana es, pues, parte integrante de fundizando en su propia relación con María como Madre de la
la espiritualidad sacerdotal: "Amen y veneren con filial confian- Iglesia y como modelo de su desposorio o asociación a Cristo.
za a la Santísima Virgen María, a la que Cristo, muriendo en la De esta espiritualidad eclesial y mariana, vivida en el cenáculo
cruz, entregó como madre al discípulo" (OT 8) 1 0 . de la propia Iglesia particular y de la propia comunidad (Act
1,14), pasará fácilmente a poner en práctica la fraternidad sa-
Según las enseñanzas del magisterio, la devoción mañana cramental del Presbiterio (PO 8), como familia (CD 28) de her-
del sacerdote se basa en: manos al servicio de toda la comunidad eclesia. María es Madre
de la unidad del corazón como vida en Cristo, y de la unidad
— La relación del sacerdote con Cristo Sacerdote, que qui- Iglesia como signo portador de Cristo.
so nacer de María y la quiso asociar a su obra redentora,
Toda época de renovación eclesial ha sido una época de re-
— la relación del sacerdote con la Iglesia, Pueblo Sacerdo- novación sacerdotal y de profundización en el aspecto mariano
tal, de la que María es Madre y Tipo, de la vida espiritual y de la acción evangelizadora. Todo nuevo

11 "Deseo que confies particularmente a Ella vuestro sacerdocio. . . Se da en nues-


El nuevo Código concreta ^.sta devoción mariana del sacerdote: can. 246, tro sacerdocio ministerial la dimensión espléndida y penetrante de la cercanía
par. 3 (durante la formación en el Seminario: "debe fomentarse el culto a la a la Madre de Cristo" (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo de 1979. n, 11).
Santísima Virgen María, incluso por el rezo del santo rosario"), can. 276, par. "Nosotros tenemos, en cierto modo, derecho especial a este amor en virtud
2, 5o. (para los ya sacerdotes: "tengan peculiar devoción a la Virgen Madre del misterio del Cenáculo" (idem, Caita del Jueves Santo de 1988, n. 6). La
de Dios")- Ver: Ratio fundamentalis, n. 54; "Carta circular sobre algunos actitud mariana del discípulo amado continúa siendo programática para todo
aspectos más urgentes de la formación espiritual en los Seminarios" (6 enero sacerdote, tanto en el gesto de recibir a María como Madre, como en el de aus-
1980), 11,4. cultar la palabra de Dios desde el corazón de Cristo; cf. encíclica Redemptoris
Matar, n. 23, nota 47).

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J U A N ESQUEROA BIFET E S P I R I T U A L I D A D M A R I A N A DEL M I N I S T R O DE CRISTO

Pentecostés encuentra a los apóstoles en cenáculo reunidos con sacerdote, que es imitación de las vivencias sacerdotales de
María la Madre de Jesús (Act. 1,14), para escuchar la palabra Cristo 13 .
de Dios como ella y con ella, celebrar la eucaristía y construir
la fraternidad como signo eficaz de evangelización. Las nuevas
gracias del Espíritu Santo hacen posible que la comunidad ecle-
GUIA PASTORAL
sial, a la que sirve el sacerdote, se abra a los planes salvíficos de
Dios como María 12 .
Reflexión bíblica
El ministerio del sacerdote tiene como objetivo ayudar a la
comunidad a vivir su relación con María, para ser, como ella y — María, la mujer, asociada a Cristo Sacerdote y Redentor:
con ella, fiel, virgen y madre: "María es verdaderamente Madre Lc2,35;Jn2,4;19,25ss.
de la Iglesia. . . 'No se puede hablar de la Iglesia, si no está pre-
sente María' (MC 28). Se trata de una presencia femenina que — La oración sacerdotal de Cristo en el seno de María: Hec
crea el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor y el 10,4-7.
respeto por la vida. Es presencia sacramental de los rasgos ma-
ternales de Dios. Es una realidad tan hondamente humana y — María en el camino del Pueblo sacerdotal: Apoc 12,1.
santa que suscita a los creyentes las plegarias de la ternura, del
dolor y de la esperanza" (Puebla 291). "Junto con el Pueblo de — María Madre del sacerdote ministro: Jn 19,25-27 (cf. OT
Dios, que mira a María con tanto amor y esperanza, vosotros 8;PO 18).
(los sacerdotes) debéis recurrir a ella con esperanza y amor ex-
— Actitud mariana de fidelidad, generosidad, contemplación
cepcional" (Juan Pablo II, Carta del Jueves Santo, 1979). y asociación a Cristo Sacerdote: Le 1,26-56; 2,19.51; Jn
19,25ss.
El sacerdote sigue la actitud joánica de recibir a María en
comunión de vida, es decir, de "introducirla en todo el espacio — Caridad pastoral y amor materno del apóstol a ejemplo de
de la vida interior, es decir, en su 'yo' humano y cristiano" (RM María: Gal 4,4-19; Jn 16,21ss.
45 y nota 130). La eficacia del ministerio sacerdotal está, en
cierto modo, condicionado a la actitud mañana y eclesial del
Estudio y revisión de vida en grupo

— ¿Cómo vivir estos puntos básicos?:

12. La actitud mariana de la primera comunidad eclesial (Act 1,14) se concreta er


actitudes de escucha de la palabra, celebración eucafística, fraternidad y evan
gelización con la fuerza del Espíritu Santo (cf. Act 2,42-47; 4,31-34). Esta si 13 Para el ministerio en América Latina, además del documento de Puebla n. 282-
gue siendo la invitación de la Iglesia para la renovación de las comunidades, e; 303, ayudará conocer la realidad histórica y pastoral de los diversos santuarios
vistas a una "evangelización renovada" de la que María es "figura" o "estrella marianos del Continente: CELAM, Nuestra Señora de América, Colección Ma-
(EN 82; cf. LG 59; AG 4; RH 22; RM 26). riológica del V Centenario, 1986ss.

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J U A N ESQUERDA B I F E T
E S P I R I T U A L I D A D M A R I A N A D E L M I N I S T R O DE CRISTO

— María Madre de Cristo Sacerdote (PO 18; OT 8). ESQUERDA, J. Maria en la espiritualidad sacerdotal, en Nuevo Dicciona-
rio de Mariologia, Madrid, Paulinas, 1988, 1799-1804; ídem, Espiri-
— La asociación de María a la obra redentora de Cristo (LG tualidad mariana sacerdotal, "Estudios Marianos" 34 (1970) 134-
181; ídem, Maria y la Iglesia en la espiritualidad sacerdotal, "Estu-
58). dios Marianos" 40 (1976) 169-182.

— Figura de la Iglesia Pueblo sacerdotal (LG 63; SC 103). FRANZI, F. M. Sacerdotes, en Nuevo Diccionario de Mariologia, o. c ,
1790-1799.
— María modelo y ayuda de la Iglesia en la obra apostólica
(LG 64-65; Puebla 268). HERRAN, L. Ma. Sacerdocio y maternidad espiritual de Maria, "Teología
del Sacerdocio" 7 (1975) 517-542.
— Actitud y devoción mañana del sacerdote (PO 18; OT 8; HUERGA, A. La devoción sacerdotal a la Santísima Virgen, "Teología Es-
cánones 246, par. 3; can 276, par. 2,5o.). piritual" 13 (1969) 229-253.

— Renovación sacerdotal en Cenáculo con María (AG 4; LG JIMÉNEZ DUUE, B. María en la espiritualidad del sacerdote, "Teología
Espiritual" 19(1975)45-59.
59; PO 12).
MARTINELLI, A. Maria nella formazione teologico-pastorale del futuro
— El ministerio sacerdotal en la realidad mañana de América sacerdote, "Seminarium" 27 (1975) 621-640.
Latina (Puebla 282-303).
PHILIPPE, P. La Virgen Santísima y el sacerdote, Bilbao, Desclée, 1955.

RODRÍGUEZ, C. Maria en la vida espiritual del sacerdote, "Revista Espi-


ritual" n. 57(1977)50-56.

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

En las notas del presente capítulo hemos indicado algunos estudios


sobre: espiritualidad sacerdotal mariana preconciliar como comentario al
magisterio (notas 1 y 2), el sacerdocio de María (nota 4), relación María-
Iglesia (nota 5), María en América Latina (nota 13).

ALVAREZ, F. M. La Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, Barcelona, Her-


der, 1968.

BECKER, G. B. Virgo Mana et formado apostólica sacerdotalis, en Maria


etEcclesia, Roma, 1959, VII, 271-285.

CALVO, G. Espiritualidad mariana del sacerdote en Juan Pablo II, "Com-


postellanum" 33 (1988) 205-224.

D'AVACK, G. II sacerdozio e Maria, Milano, Ancora, 1968.

274 275
Capítulo X.

SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN
HISTÓRICA
DE LA ESPIRITUALIDAD
SACERDOTAL
X. SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
DE LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL

Presentación

La historia de la espiritualidad sacerdotal analiza, en sus


circunstancias de espacio y tiempo las figuras de santos sacerdo-
tes, los documentos sobre el sacerdocio, las reflexiones teológi-
cas que se han elaborado a través de los siglos, etc. Pero, sobre
todo, sirviéndose de estos mismos datos, penetra cada vez más
en el contenido inexhaurible de la palabra revelada, predicada
por la Iglesia, que nos presenta a Cristo Sacerdote y que descri-
be los rasgos del estilo de vida apostólica que corresponde a ca-
da época.

La espiritualidad sacerdotal, como espiritualidad cristiana,


por el hecho de ser sintonía con las actitudes del Buen Pastor,
está también abierta a un dinamismo que equivale a la acción
del Espíritu Santo en la historia de la Iglesia. Es muy importan-
te ir constatando en cada momento histórico cuáles son las lí-
neas de fuerza o la dinámica de esta acción del Espíritu, que in-
vita a los servidores del Pueblo de Dios a profundizar y a vivir su
estilo o espiritualidad sacerdotal. Se trata siempre de espiritua-
lidad abierta al futuro, como preparación de nuevos pasos o
nuevas etapas, que van acercando más al hecho salvífico de la
realidad permanente de Cristo Sacerdote y de su llamada para
un seguimiento apostólico. Esta realidad y esta llamada ya están
en los textos bíblicos desde hace veinte siglos, pero la predica-

279
J U A N ESQUERDA BIFET SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ESPIRITUALIDAD. . .

ción y la vivencial eclesial, bajo la acción del Espíritu Santo, los La evolución histórica de la espiritualidad, de la vida y del
va explicitando cada vez más. ministerio sacerdotal, encuentra su autenticidad en una línea de
seguimiento generoso de Cristo, que se concreta en una disponi-
bilidad para la comunión fraterna, especialmente en el propio
Cada momento histórico del caminar eclesial hace resaltar Presbiterio de la Iglesia local, y que se abre a los horizontes de
algún aspecto de la figura de Cristo Sacerdote y Buen Pastor, la Iglesia universal en un servicio misionero sin condicionamien-
que se ha manifestado a través de los signos de Iglesia. Es una tos ni fronteras 1 .
presencia activa de Cristo que sigue enviando su Espíritu con
nuevas gracias para afrontar situaciones nuevas. Las figuras sa-
cerdotales, los documentos sobre el sacerdocio, las reflexiones Espiritualidad sacerdotal en la época patrística
magistrales y las instituciones apostólicas, son, dentro de las li-
mitaciones humanas, signos portadores de una gracia sacerdotal La doctrina patrística sobre la espiritualidad sacerdotal es
válida para todo momento del caminar eclesial. un eco de los textos neotestamentarios sobre el Buen Pastor.
Refleja, pues, la vida apostólica, es decir, la vida pastoral que en-
señaron y vivieron los Apóstoles.
Se puede decir que cada época ha tenido gracias a carismas
especiales, a modo de un Pentecostés permanente. El estudio de No encontramos en los Santos Padres una doctrina sistemá-
la historia, bajo este prisma de fe, sin perder de vista los condi- tica y ordenada sobre el sacerdocio, sino más bien, una llamada
cionamientos sociológicos y culturales, puede ser un medio pri- a vivir las exigencias que comporta la vida pastoral. Sus escritos
vilegiado de gracia, que actualice los carismas en situaciones his- son una referencia a Cristo Sacerdote, Mediador y Buen Pastor,
tóricas inéditas. Cada época viene a trazar una figura sacerdotal, y al misterio de la Iglesia, a la que sirven los sacerdotes como
que llega a tener un cierto valor permanente para afrontar nue- constructores de un templo vivo en la comunión (coinonía). El
vos problemas eclesiales y para responder a nuevas gracias sacer- tema mariano (María Tipo de la Iglesia) está relacionado con el
dotales. El estudio de la historia nos ayuda a inculturarnos en misterio de Cristo y de la Iglesia.
un-presente que es fruto de un pasado y que prepara un futuro
siempre mejor. El ministerio apostólico de los sacerdotes se presenta como
servicio o diaconía, que es participación de la humillación (ke-
La historia de la espiritualidad sacerdotal, de la que aquí nosis) de Cristo Sacerdote. La dignidad sacerdotal consiste en
presentamos sólo un esbozo, hace ver un dato que es común a este servicio (servidor de servidores). El Presbiterio, en el que vi-
toda la historia de la Iglesia: sólo queda para el futuro lo que sea ve el sacerdote, es comunión sacerdotal y principio de comu-
verdaderamente continuación del estilo sacerdotal de Cristo nión eclesial.
Buen Pastor.
1 Hemos resumido la doctrina sacerdotal bíblica en los capítulos II y III. Ver en
Estudiar la historia no equivale a anquilosarse en el pasado, esos mismos capítulos los estudios bíblicos. Los textos neotestamentarios prin-
cipales en los que se ha inspirado toda la historia sobre la espiritualidad sacer-
sino a prepararse para un nuevo caminar, afrontando nuevas si- dotal, son los que hacen referencia a la elección o vocación, el seguimiento de
tuaciones de gracia y de evangelización. La historia de la espiri- Cristo, la caridad de Buen Pastor, la misión, la eucaristía, la oración sacerdotal,
tualidad sacerdotal nunca está hecha perfectamente, porque se etc., en relación al Presbiterio y al servicio de la Iglesia. Pedro y Pablo son los
modelos de esta espiritualidad evangélica y pastoral.
está construyendo todavía en la realidad.

280 281
J U A N ESQUERDA B I F E T SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE L A E S P I R I T U A L I D A D . . .

La santidad del sacerdote consiste en tener un corazón lim- mación y de renovación sacerdotal: San Ignacio de Antioquía
pio por la fidelidad al espíritu Santo, recibido en la ordenación. (cartas sobre la vida sacerdotal en el Presbiterio), San Juan Cri-
El don del Espíritu Santo impregna la vida del sacerdote. La re- sóstomo (seis libros sobre el sacerdocio), San Ambrosio (sobre
ferencia a Cristo, ungido Sacerdote y que da la vida como Buen el ministerio litúrgico), San Agustín (sobre la vida de fraterni-
Pastor, es el punto de equilibrio entre la consagración y la mi- dad), San Gregoriano Magno (la regla pastoral).
sión sacerdotal. Es una santidad que mira al ejercicio del minis-
terio pastoral, especialmente en el servicio de la palabra, en la Las cartas de San Ignacio de Antioquía hacia el año 150,
celebración de los misterios y en la dirección de la comunidad. presentan la santidad en los ministros, obispos, presbíteros, diá-
La pertenencia permanente al ministerio pastoral constituye la conos, a partir del hecho de ser imagen o transparencia del Se-
herencia del sacerdote como clérigo que tiene por herencia al ñor en la comunidad eclesial. El obispo es la expresión o tipos e
Señor. imagen del Padre, o también la expresión de Cristo como éste
lo es del Padre. Por esto en el Presbiterio, como Senado de Dios
La diferencia de aspectos de espiritualidad, tal como queda (carta a la Iglesia de Trallas, 3, 1), el obispo ocupa el lugar de
delineada por los Santos Padres, varía según las épocas, países Cristo; los presbíteros ocupan el lugar de los Apóstoles en torno
y escuelas. Los Padres de Oriente hacen referencia a la consagra- a Cristo.
ción a Cristo; los del Occidenre se remiten a la consagración que
se recibe en el sacramento del Orden, como participación en la
unción y misión de Cristo, a veces se subraya la distinción entre Todos los ministros, obispos, presbíteros, diáconos, son
lo humano y divino (escuela antioquena) y, consiguientemente, constructores de la unidad del Presbiterio y, por tanto, de la
se da más cabida a la acción instrumental propia del sacerdote unidad eclesial. Sin unidad del Presbiterio no habría unidad de
ministro. Otras veces se acentúa la unidad de Cristo (escuela ale- la Iglesia. De este modo, desde cada Iglesia local, se eleva al Pa-
jandrina) y, por tanto, se dirá que el ministro es movido por la dre el canto de unidad, como expresión de la voz del mismo
acción divina. En Occidente se urge a una santidad concreta en Cristo:
normas litúrgicas, disciplinares y morales. En Oriente se presen-
ta la dignidad del sacerdote encuadrada en el hecho de ser me- Conviene correr a una con el sentir de vuestro Obispo, que es justa-
mente lo que ha hacéis. En efecto, vuestro Colegio de presbíteros,
diador de la acción divina. Para todos son muy importantes los digno del nombre que lleva, digno también de Dios, así está armonio-
textos litúrgicos de la ordenación y las normas trazadas por los
concilios sobre la vida apostólica en los Presbiterios2.

Algunos Santos Padres han sido un punto permanente de BARDY, Le sacerdote chrétien du I au V siécle, París, 1954, Unam Sanctam
referencia durante toda la historia, cuando se ha tratado de for- 28; J. COLSON, Ministre de Jésus Christ ou le sacerdoce de l'évangile, étude
sur la condition sacerdotale des ministres chrétiens dans l'Eglise primitive, Pa-
rís, Beauchesne, 1966; J. ESQUERDA, Historia de la espiritualidad sacerdotal,
en "Teología del Sacerdocio" 19, Burgos, 1985, cap. III; J. LECUYER, El sa-
cerdocio en el misterio de Cristo, Salamanca, Sigúeme, 1960 (quinta parte);
2 Algunos estudios de conjunto sobre la doctrina sacerdotal en los Santos Pa- I. OÑATIB1A, Introducción a la doctrina de los Santos Padres sobre el minis-
dres: AA. VV., Teología del sacerdocio en los primeros siglos, en "Teología terio sagrado, en "Teología del Sacerdocio" 1, Burgos, 1969, 93-122; M. RUIZ
del Sacerdocio" 4, Burgos 1972; AA. VV., II ministero sacerdotalenella Bibia JURADO. La espiritualidad sacerdotal en los primeros siglos cristianos, en
e nella Tradizione, en II prete per gli uomini d'oggi, Roma, AVE, 1975, sec- "Teología del Sacerdocio" 9, Burgos, 1977, 277-305; A. VILEILA, La condi-
ción primera; AA. W., La Tradition sacerdotale, París, X. Mappus, 1959;G.- tion collégiale desprétres au III siécle, París, Beauchesne, 1971.

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sámente concertado con su Obispo, como las cuerdas con la lira" El que ha de recibir el cuidado de las almas necesita exquisita pru-
(Carta de la Iglesia de Efeso, 4,l-2) 3 . dencia, gran caudal de gracia de Dios, rectitud de costumbres, pureza
de vida y una virtud más que humana" (lib. 3,7). "Tiene que ser, a la
vez, grave y sencillo, respetable y benigno, apto para mandar y acce-
Los seis libros de San Juan Crisóstomo (344407) sobre el sible para la comunicación, incorruptible, humilde, indomable, audaz
sacerdocio constituyen el primer tratado amplio sobre el tema y manso, y así poder hacer frente a todo (lib. 3,16) .
sacerdotal, escrito hacia el 386. En estos libros se han inspirado
todos los tratados posteriores, así como muchos decretos ecle- San Ambrosio (333-397) describe la vida y el ministerio de
siales, reglas de formación sacerdotal, etc. los clérigos en su libro De officciis ministrorrum, ofreciendo
normas concretas sobre la acción pastoral, especialmente litúrgi-
La santidad sacerdotal es una consecuencia o exigencia de ca y de orientación moral. El clérigo tiene como herencia al Se-
una realidad y función ministerial que abarca toda la vida del ñor y no debe dejarse llevar de deseos terrenales, sino que su
sacerdote. Se describe siempre en relación al ministerio de la pa- mejor ornamento es la castidad. La caridad se demostrará en un
labra, de la eucaristía y demás sacramentos y del pastoreo en ge- especial cuidado de los pobres, en quienes se esconde Cristo. Pa-
neral. La presidencia del sacerdote es en nombre de Cristo para ra poder ser buen consejero, el sacerdote necesita presentar una
servir a modo de mediación y de reconciliación. La gracia reci- vida honesta y una actitud de benevolencia, además de ser mo-
bida le dedica de modo permanente al servicio de la comunidad. delo de virtud. Esta exigencia de vida santa, a ejemplo de Cristo,
El título de sacerdote tiene sentido de sacrificador y, al mismo corresponde al ministerio sacerdotal de predicar y de ofrecer el
tiempo, de santificado o consagrado para el servicio cultural y sacrificio eucarístico.
pastoral. Hay que mantener siempre la .unidad en el Colegio de
los presbíteros (lib. 4,15). La acción del sacerdote es de paterni-
Verdaderamente es bienaventurado aquél de cuya casa ningún pobre
dad, para hacer nacer nuevos miembros del Cuerpo de Cristo y sale con las manos vacías, pues no hay nadie más dichoso que quien
para edificar la Iglesia. Las virtudes sacerdotales se resumen en se cuida de las necesidades de los pobres y de los enfermos y desam-
la caridad como la del Buen Pastor, expresada en pobreza, cas- parados (lib. I, cap. 11).
tidad, celo, prudencia, mansedumbre, espíritu de oración. . .
Seguimos a Cristo según nuestra posibilidad. . . Aunque ahora no se
le ve a Cristo ofrecer. . ., en nosotros El mismo se deja entrever como
El sacerdote se acerca a Dios como si todo el mundo le estuviera con- oferente, cuya palabra santifica el sacrificio que se ofrece (comenta-
fiado y fuera el padre de todos" (lib. 6,4). rio al salmo 38) .
El sacerdote ha de poseer un alma más pura que los rayos del sol. . .
mucha mayor pureza se exige del sacerdote que del monje" (lib. 6,2). Ver las Obras de San Juan Crisóstomo, Madrid, BAC. Entre los Padres Orienta-
les, después de los Padres Apostólicos, hay que tener en cuenta la doctrina sa-
cerdotal de Clemente de Alejandría (150-215), Orígenes C185-253), San Efrén
diácono (306-373), San Gregorio Nacianceno (329-390), San Gregorio Niseno
3 Para San Ignacio de Antioquía y otros Padres Apostólicos, además de los estu- (335-396), San Cirilo de Jerusalem 313-386), las Constituciones Apostólicas
dios citados en la nota anterior: D. RUIZ BUENO, Padres Apostólicos, Madrid, y Didascalia Apostolorum (siglos III-IV), Teodoro de Mopsuestia (muerto ha-
BAC, 1974. Más concretamente sobre San Ignacio: J. C. FENTON, Concepto cia el 428), San Máximo Confesor (muerto en 662), etc.
de sacerdocio diocesano, Barcelona, Herder. 1956. Ver también otros Padres
y documentos: Didajé (años 90-100), cartas de San Clemente de Roma (años El libro de San Ambrosio, De Officüs ministrorum: PL 16, 25-194. Entre los
96-981, San Policarpo de Esmirna (hacia 155), el "Pastor" de Hermas (hacía Padres de Occidente, hay que tener en cuenta a San Cipriano (muerto en 258)
140-155). San Ireno (muerto hacia 202). la "Traditio Apostólica" (con los ri- con sus cartas sobre la vida sacerdotal (Madrid, BAC), San Jerónimo (342-420)
tos de ordenación) de Hipólito de Roma (muerto hacia 235), etc. con sus cartas (Madrid, BAC), San León Magno (400-461), San Gregorio Mag-

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La doctrina y la vida sacerdotal de San Agustín (345430), La "Regla pastoral" del Papa San Gregorio Magno (540-
obispo de Hipona, se fundamenta en Cristo Sacerdote y Media- 604) ha sido, durante siglos, junto a los libros de San Juan Cri-
dor, centro de la historia, como puede verse en "La ciudad de sóstomo, un código de santidad sacerdotal y un tratado o direc-
Dios" y en las "Confesiones". Su doctrina y su ejemplo sobre torio práctico de acción pastoral para obispos y presbíteros. To-
la vida apostólica y comunitaria de los clérigos con su obispo das las virtudes del sacerdote dicen relación a los ministerios que
será un punto de referencia continua para las normas posterio- ejerce en la comunidad, especialmente al ministerio de la pala-
res de la Iglesia sobre la vida sacerdotal. La espiritualidad sacer- bra previamente contemplada y al ministerio de la eucaristía. De
dotal, según San Agustín, tiene las características de un servicio ahí la necesidad del testimonio de pobreza sacerdotal para no
eclesial que nace del amor. Es una presidencia que busca, como cegar a las ovejas, así como de la oración intercesora y contem-
el Buen Pastor, el bien de los demás. Es una actitud de servicio plativa, de caridad y celo apostólico.
ministerial de la palabra y de los sacramentos, como prolonga-
ción del servicio de Cristo Sacerdote Mediador y Buen Pastor. Sea el prelado prójimo de cada uno por la compasión y aventaje a to-
dos en la contemplación. . . de manera que ni por aspirar a lo celes-
tial desatienda las flaquezas de los prójimos, ni por atender a las de-
Todos estos, (Pedro, Pablo, Cipriano, obispos mártires, fueron bue- bilidades de los prójimos deje de aspirar a lo celeste (Regla, cap. V).
nos pastores, no sólo por haber derramado su sangre, sino por haber-
la derramado en defensa de las ovejas; no la derramaron por vanidad, Cuando el pastor pone sus sentidos en los cuidados terrernos, el pol-
sino por caridad. . . Al amador, le hiciste pastor. . . Rogad también vo levantado por el viento de la tentación ciega los ojos de las ovejas
por las ovejas descarriadas, para que también ellas vengan a nosotros (ibídem, cap. VI) 7 .
y reconozacan y amen la verdad, y no haya sino un solo rebaño y un
solo pastor (sermón 138).

los que anuncian a Dios porque le aman, los que anuncian a Dios por Vida sacerdotal en la Edad Media
Dios, no por sus propios intereses, apacientan las ovejas y no son
mercenarios" (sermón 137).
Al final del primer milenio y a principios del segundo, el
Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano (sermón 340). Presbiterio fue perdiendo su unidad y su espíritu de vida apostó-
lica o de imitación de la vida de los Apóstoles. Los cánones o
Encuentro a todos los buenos pastores en un solo pastor. . . En el normas disciplinares de los concilios fueron señalando directri-
mismo Pedro encomendó la unidad. . . Pero todos los buenos pasto- ces para la vida clerical en sus diversos grados, dejando entrever
res se encuentran en uno, son uno. Ellos apacienta, pero es Cristo abusos de autoridad y un proceso creciente de defectos y de
quien apacienta. Los amigos del esposo no anuncian su propia pala-
bra, sino que se alegran por la palabra del esposo (sermón 4 6 ) 6 . secularización, que se quiere detener a toda costa. Los clérigos
que querían cumplir los cánones se llamaban canónigos y vivían
en residencias canónicas (como los monjes no secularizados vi-
no (540-604) que resumimos después, etc. Muy parecido a San Ambrosio es vían en los monasterios; a los que no querían vivir según los cá-
San Isidro de Sevilla (570-636) con su libro De ecclesiasticis officiis.
Obras de San Agustín, Madrid, BAC. Ver: G. ARMAS, Algunas figuras del pas-
tor de almas en los escritos de San Agustín, "Augustinus" 18 (1973) 157-164;
U. DOMÍNGUEZ DEL VAL, El sacerdote pastor según San Agustín, "Sala- 7 Obras de San Gregorio Magno, Madrid, BAC. Ver varios estudios de J. HER-
manticensis" 13 (1966) 401-410; J. HERNÁNDEZ, San Agustín y la espiritua- NANDO, en "Teología del Sacerdocio" vol. 3. 4, 8, 17; J. ZABALETA, El mi-
lidad sacerdotal, "Teología del Sacerdocio" 3 (1971) 744; F. VAN DER nisterio y la vida sacerdotal de San Gregorio Magno, "Claretianum" 13 (1973)
MEER, San Agustín pastor de almas, Barcelona, Herder, 1965. 81-186.

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nones que les llamaba seculares. La terminología posterior no No se puede oponer lo monacal a lo pastoral, ni tampoco
corresponde, pues, a su origen. lo religioso a lo diocesano. El sacerdocio ministerial, en toda
Iglesia particular, forma una unidad fundamental, que se apoya
La corriente sacerdotal que quiso continuar poniendo en precisamente en la variedad de carismas y que encuentran, o de-
práctica la vida apostólica, se orientó hacia las directrices dadas be encontrar siempre en el propio obispo el principio de unidad;
por San Agustín. Muchos Presbiterios, así como las nuevas Or- así ocurría en muchas Iglesias particulares durante la Edad Me-
denes religiosas, se inspiraron en esta regla agustiniana: canóni- dia, como fruto de una herencia recibida desde tiempos apostó-
gos regulares, nótese la redundancia, dominicos (hermanos pre- licos y patrísticos.
dicadores), agustinos, trinitarios, franciscanos (hermanos meno-
res), mercedarios, premostratenses. . . Es difícil deslindar los Uno de los mejores legados de la Edad Media es el de haber
campos entre la vida monacal y la vida en el Presbiterio (ordo trazado los primeros pasos para una formación sacerdotal orga-
monasticus, ordo canonicus). Casi siempre había un intercambio nizada. En realidad, los clérigos se habían formado en los Presbi-
e incluso una convivencia entre canónigos y monjes. Las exigen- terios, junto al propio obispo y en la comunidad de presbíteros
cias evangélicas eran las mismas; sólo variaba el modo de poner- y diáconos. Allí se preparaban prácticamente ayudando a la vida
las en práctica. Paulatinamente los Presbiterios y las nuevas for- pastoral. La doctrina de los Santos Padres servía de orientación
mas de vida apostólica se fueron independizando y separando espiritual, pastoral y teológica. De ello se habían ocupado ya los
entre sí, debido, en gran parte, a la exención. concilios visigóticos de los siglos IV-VII.

El Decreto de Graciano (1140) es un arsenal de datos sobre


Obispos, concilios y santos sacerdotes urgieron a practicar la vida y la formación de los clérigos. Se da mucha importancia
nuevamente la vida apostólica o canónica (según los cánones) en a la vida o Regla apostólica (Dist. 25-50), acentuando las virtu-
el Presbiterio. El concilio romano de 1059, al que dio vigencia des que hacen relación a la acción pastoral y a la celebración li-
Alejandro II en 1063 todavía prescribía la vida común y la po- túrgica. En los concilios tercero y cuarto de Letrán (1179 y
breza para los clérigos, presbíteros especialmente. San Norberto, 1215) se urge a poner en práctica las normas de la Iglesia sobre
hacia 1124 y San Pedro Damián, muerto en 1072, son exponen- la formación de los futuros sacerdotes. Algunas afirmaciones pa-
tes de una reacción positiva para salvar la vida apostólica en los sarán al tesoro de la doctrina permanente sobre las vocaciones
Presbiterios de las Iglesias locales. Pero la escisión y la dispersión sacerdotales: "Es mejor, sobre todo tratándose de sacerdotes,
de la vida eclesial sería pronto un hecho consumado que ten- que haya pocos y buenos, que muchos ministros y malos, por-
drían consecuencias muy negativas para los siglos posteriores. que si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo" (Ench.
Cleric. 87). Santo Tomás recogerá también el legado de estos
concilios cuando dirá: "Dios nunca permitirá que a su Iglesia
Este período histórico de la llamada Edad Media, a pesar falten ministros idóneos y suficientes para las necesidades del
de sus limitaciones, se presenta como un arsenal de datos intere- pueblo cristiano, si se eligen dignos y se rechazan a los indig-
santes para la construcción de la espiritualidad sacerdotal en el nos" (Suppl. q. 36, a. 4, ad 1).
Presbiterio de todas las épocas. La herencia de los Santso Padres
sobre la vida sacerdotal permanecía en muchas Iglesias locales, A pesar de todos estos esfuerzos y de la creación de univer-
aunque con añadiduras criticables y, desde luego, con formas sidades de gran nivel teológico, la vida clerical se inclinó hacia la
muy diversas. secularización, incluso aprovechando las ventajas de una forma-

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realidad eucarística y eclesial. Cristo es causa ejemplar y eficien-


ción intelectual, para fomentar los propios intereses personalis-
te del ser, del obrar y de la santidad sacerdotal; el sacerdote mi-
tas. La decadencia de la vida clerical, al final de la Edad Media,
no elimina sus grandes valores y méritos, especialmente durante nistro es instrumento activo suyo (III, q. 63, a. 3), de cuyo po-
sus momentos fuertes de renovación espiritual, que fueron ini- der participa en el servicio cultual y pastoral.
cio de las grandes escuelas de espiritualidad y de profundización La evolución teológica corrió a cargo de diversos santos y
teológica8. teólogos, acentuando siempre la acción sacerdotal como instru-
mento de gracia y participación en la mediación de Cristo. San
La teología de esta época (escolástica) se fue elaborando Buenaventura subraya la semejanza con Cristo servidor y bienhe-
de modo sistemático en las escuelas catedralicias y monacales. chor (Sent. IV, d. 24, a. 34). San Alberto Magno pone de releve
Respecto al tema sacerdotal, se concretó cada vez más en el sa- la transformación en Cristo, Hijo de Dios y Redentor (In IV
cramento del Orden y en la realidad del carácter, impreso de Sent, d. 6 c, a. 3). Santo Tomás, resumiendo todos estos aspec-
modo permanente en el ordenado. De este modo se llega a la tos, acentúa la participación ontológica y activa en el sacerdocio
presentación del sacerdocio ministerial en sí mismo con sus de- de Cristo (III, q. 27, a. 5 ad 2; q. 63, a. 1-6). Por esta semejanza,
rivaciones espirituales y apostólicas. La espiritualidad sacerdotal transformación y participación, el sacerdote ministro puede y
encuentra, pues, en la Edad Media, el comienzo de su funda- debe orientar toda su actuación hacia la eucaristía y el Cuerpo
mentación teológica sistemática, especialmente a partir de la místico de Cristo. "El oficio propio del sacerdote es el de me-
teología del carácter sacramental. diador" (III, q. 22, a. 1). Su vida está en relación con la huma-
nidad de Cristo; por esto debe ser deiforme (deiformissimus)
Los principales datos patrísticos que se elaboran en esta por la caridad (Suppl. q. 36, a. 1). Para ello, además del carácter
época tienen un matiz de herencia agustiniana más vivencial. Pe- permanente, el sacerdote recibe, en el sacramento del Orden,
ro la evolución teológica apunta a unas categorías más ontológi- una gracia especial, sacramental, a modo de vigor especial, que
cas y aristotélicas, que culminan en Santo Tomás: el carácter es hace posible su fidelidad a las exigencias del sacerdocio.
como una potencia espiritual activa que configura con Cristo
(III, q. 63), quien es la fuente de todo sacerdocio (II, q. 22, a. 4). La ordenación sacerdotal preexige la santidad, especial-
mente porque hay que guiar a otros por el camino de la perfec-
ción. Dios no niega la gracia a los que elige para este servicio
El sacerdote ministro es la prolongación visible de Cristo (III, q. 27, a. 4). La santificación o unción por parte del Espíri-
Sacerdote, puesto que obra en persona de Cristo (III, q. 22, a. 4) tu Santo, (línea de los Santos Padres, encuentra en la teología
al servicio de la Iglesia. El sacerdote está dedicado al ministerio escolástica de esta época una explicación sobre la naturaleza de
de la eucaristía para construir el Cuerpo Místico de Cristo que este don y acción carismática. La exigencia de santidad se pre-
es la Iglesia. La predicación y los sacramentos conducen a esta senta, al mismo tiempo, como un deber y como una posibilidad
al alcance del ordenado 9 .

8 Sobre la situación sacerdotal en esta época: J. ESQUERDA, Historia de la espi- 9 J. ESQUERDA, Síntesis histórica de la teología sobre el carácter, "Teología
ritualidad sacerdotal, o. c, cap. IV (La vida los clérigos entre dos milenios). N. del Sacerdocio" 6 (1974) 211-262; J. GALOT, La nature du caractére sacre-
LÓPEZ MARTÍNEZ, Notas en torno a la historia de hechos y doctrinas sobre mentel, Etude théologique, Bruges, Desclée, 1957; A. HUERGA, Evolución
el sacerdocio ministerial en la Edad Media, 'Teología del Sacerdocio" 1 (1969) progresiva de la teología del carácter en los siglos XI-XII, "Teología del Sacer-
123-153; L. SALA BALUST, F. MARTIN, La formación sacerdotal en la Igle- docio" 5 (1973) 97-148; L. OTT, El sacramento del Orden, en Historia de los
sia, Barcelona, Flors, 1966. dogmas, Madrid, BAC, 1976, t. IV.

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SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

Gracias a las nuevas formas de vida sacerdotal, canónica y jo la autoridad de los diversos obispos, más allá de una diócesis
religiosa y a la profundización de la teología sobre el sacerdocio, concreta y con la ejemplaridad de una fuerte vida evangélica es-
comenzó, en la Edad Media, lo que podríamos llamar escuelas pecialmente de pobreza. La predicación va precedida de la con-
o líneas de espiritualidad, que subrayan también algún aspecto
templación y acompañada de testimonio evangélico {contempla-
de la vida espiritual y apostólica del sacerdote.
ta alus tradere).
La escuela o línea de San Víctor se inspira en la teología Santo Tomás (1225-1274), que hemos resumido en este
sobre el sacramento del Orden. Hugo de San Víctor, muerto en mismo apartado, es el teólogo de la escuela. La caridad pastoral
1140 fue el inspirador de la teología de Pedro Lombardo y de es la nota característica del estado de perfección adquirida, co-
otros teólogos posteriores sobre este tema. En la doctrina de Hu- mo es principalmente en el caso del obispo (II-II, q. 184). Por
go, el sacerdote es esencialmente mediador para alcanzar la re- esto la ordenación sagrada presupone la santidad, puesto que el
conciliación y la concordia; está dedicado como clérigo al Se- peso de las órdenes ha de conferirse a paredes bien consistentes
ñor, con quien ha de tener trato íntimo para dominar sus pasio- por la santidad (II-II, q. 189, a. 1 ad 3). Santa Catalina de Siena
nes y para no atarse a negocios terrenos. Los sacerdotes obran (1347-1380), en El diálogo, describe al sacerdote ministro de
como cooperadores del obispo, a quien obedecen y representan Cristo y de la Iglesia, como distribuidor de la sangre del Señor,
para un mejor cuidado pastoral. La santidad es una exigencia de preocupado por la gloria de Dios y la salvación de las almas.
la celebración de los misterios del Señor.
La escuela o línea franciscana subraya dos aspectos del sa-
La escuela o línea benedictina y cisterciense es exponente cerdote ministro: la imitación o seguimiento radical de Cristo,
del monacato occidental, con gran influencia en los Presbiterios, perfección evangélica y la predicación del evangelio a los pobres
sobre todo en la vida litúrgica, en el sentido del trabajo, ora et y a los no cristianos. San Francisco (1182-1226) se convierte en
labora, la convivencia y hospitalidad, el estudio y la meditación instrumento providencial para despertar el respeto y amor a los
de la palabra de Dios (lectura meditada), etc. Hay que recordar sacerdotes, especialmente porque celebran la eucaristía. La ori-
a San Anselmo y San Bernardo, que explican al clérigo las virtu- ginalidad franciscana, en el contexto del movimiento pauperísti-
des de la caridad, pobreza, humildad, castidad y obediencia, co no siempre equilibrado del siglo XII y XIII, consiste en la
puesto que ha de profesar la perfección como ministro de Cristo sencillez, alegría y espontaneidad de la pobreza evangélica sin
y dispensador de los misterios de Dios. pretensiones de heroicidad. El respeto de San Francisco por los
sacerdotes ha quedado expresado en su testamento:
La escuela o línea dominicana, con Santo Domingo como
fundador (1170-1221), es el lazo de unión entre la vida apostó- Me dio el Señor y da tanta fe en los sacerdotes. . . porque no veo nin-
lica del Presbiterio y las primeras experiencias de vida religiosa guna cosa corporalmetvte etv este numdo de aquél altísimo Hijo de
para el sacerdote. El grupo dominicano inicial fue una comuni- Dios, sino su santísimo cuerpo y sangre, que ellos reciben y sólo ellos
dad sacerdotal como derivación del Presbiterio, pero en circuns- administran a otros.
tancias especiales de apostolado y de espiritualidad: predicaren
diversas Iglesias locales o diócesis. La llamada regla de San Agus- San Buenaventura (1218-1274) describe la santidad reque-
tín sobre la vida apostólica, que se vivía en el Presbiterio de ori- rida para celebrar la eucaristía, en relación a la caridad pastoral
gen (Burgo de Osma, Soria), se adaptó a estas circunstancias de y en unión con la humanidad de Cristo. El amor que el sacerdo-
un grupo sacerdotal disponible para la predicación misionera ba- te debe tener a las almas es semejante al afecto del padre o de la

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SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ESPIRITUALIDAD. . .

madre respecto a sus hijos; su ministerio es análogo al de un ar- Uno de los hechos más sobresalientes fue la llamada devo-
quitecto, agricultor, pastor, fiduciario, médico, centinela y jefe. ción moderna, que tuvo su centro en los Países Bajos y que du-
ró desde el siglo XIV hasta entrado el siglo XVI. Este movimien-
Todas estas notas de renovación sacerdotal franciscana, y to espiritual suscitó experiencias de vida comunitaria entre los
especialmente el tono de pobreza y de evangelización universal, presbíteros y entre los laicos. También sirvió de aliciente para
se encuentran con tonos originales en el Beato Raimundo Lull renovar la predicación. Algunas de las notas características de
(1235-1316). Su vida laical no le impidió darse por entero a la este fenómeno espiritual, reflejado en el libro Imitación de
reforma de la Iglesia en vistas a una rápida evangelización de to- Cristo influirían decisivamente durante siglos en la vida del sa-
das las gentes. Propone la reforma de la vida sacerdotal a partir cerdote: acento en la imitación de las virtudes de Cristo, meto-
de las bienaventuranzas, que deben impregnar toda la vida de la dización de la vida de oración, importancia de la predicación y
diócesis. catequesis, dirección espiritual por el cambio de perfección,
devoción o sintonía afectiva con lo que se predica, apartamiento
La escuela agustiniana, que tiene su origen en la doctrina del mundo. . . No hay que olvidar que algunos de estos aspectos
y en la vida de San Agustín, como vimos en el apartado ante- son una reacción contra defectos de la época y que, por tanto,
rior, encuentra también en esta época su forma "religiosa" no pueden presentar algunas imperfecciones inherentes al mismo
eremítica. De hecho, la corriente agustiniana ayudó a mantener movimiento de reforma.
en los Presbiterios el tono de la vida comunitaria y evangélica
según los cánones de la Iglesia. Esta escuela tendrá sus mejores La renovación espiritual anterior a Trento se fue generali-
exponentes en la época tridentina 10 . zando, no siempre en la línea de la devoción moderna, y plasmó
en grupos, asociaciones y movimientos sacerdotales, que refleja-
ron su ideal en escritos y en realizaciones de vida comunitaria.
Reforma sacerdotal en tiempos nuevos Algunas escuelas de espiritualidad cristiana y sacerdotal tiene su
origen en esta época en torno a Trento. Las agrupaciones de clé-
En torno al concilio de Trento, se acentuó una corriente rigos y de laicos se iban multiplicando y extendiendo concretán-
renovadora, en parte como reacción a un proceso secularizante dose en la ayuda fraterna para adquirir la santidad cristiana y sa-
de decadencia y en parte como herencia de la teología sacerdo- cerdotal, y para una mayor eficacia apostólica y de servicio a los
tal, de la actividad apostólica y de la vida comunitaria y evangé- necesitados.
lica que había tenido lugar en los siglos anteriores. En ello influ-
yeron las escuelas de espiritualidad que hemos resumido en el Muchas de estas experiencias quedaron sin estructuras con-
período medieval. cretas y, al no encontrar tampoco cauce en el Presbiterio de las
Iglesias locales, desaparecieron durante los siglos posteriores o
tomaron un rumbo más independiente. No obstante, los Presbi-
10 Sobre las escuelas de espiritualidad y sacerdotales: AA. W . , Le grandi scuole
terios se beneficiaron de todas estas corrientes de renovación
della spiritualitá cristiana, Roma, Teresianum, F. M. ALVAREZ, Las grandes elevando el nivel espiritual del clero. La época en torno a Trento
escuelas de espiritualidad en relación al sacerdocio, Barcelona, Herder, 1963: es fecunda en libros y opúsculos sobre la santidad sacerdotal, así
A. ROYO, Los grandes maestros de la vida espiritual, Historia déla espiritua-
lidad cristiana, Madrid, BAC, 1973. Ver en Edit. BAC (Madrid), vida y obras como en directorios de pastoral escritos por obispos y santos sa-
de: San Benito, San Anselmo, San Bernardo, Santo Domingo, Santa Catalina, cerdotes. Muchas veces, el Presbiterio en cuanto tal fue refracta-
San Francisco, San Buenaventura, Raimundo Lull. rio a estas reformas espirituales y pastorales, debido principal-

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mente a un rígido y personalista sistema beneficial, que fue tam- de los futuros presbíteros se adquiriría en el servicio que los se-
bién una remora para la aplicación de las directrices conciliares minaristas prestarían en las catedrales debidamente reforma-
de Trento 11 . das. . .

Establece el santo Concilio que todas las catedrales, metropolitanas


La reforma sacerdotal suscitada por el concilio de Trento e Iglesias mayores, tengan obligación de mantener y educar religiosa-
se concretó en una renovación pastoral y espiritual de los sacer- mente, e instruir en la disciplina eclesiástica, según las posibilidades
dotes, eliminando o debilitando, de este modo, la raíz de mu- y extensión de las diócesis, cierto número de jóvenes de la misma
chos desórdenes clericales. La base de esta reforma está en la ciudad y diócesis, o, a no haberlos en ésta, de la misma provincia,
presentación de la doctrina teológica sobre el sacerdote, tomada en un colegio situado cerca de las mismas Iglesias, o en otro lugar
oportuno, a elección del obispo. . . Quiere también el Concilio que
en gran parte de Santo Tomás de Aquino (ses. 23 del concilio). se elijan con preferencia los hijos de los pobres, aunque no excluye
los de los ricos, siempre que se mantengan de sus propias expensas
En la doctrina conciliar de Trento, hay que distinguir los y muestren deseos de servir a Dios y a la Iglesia". . . (Ses. 23, can.
18 de reforma).
textos dogmáticos y los textos de reforma. Los primeros, ade-
más de exponer la doctrina teológica sacerdotal, ponen el acen-
to en el ministerio de la eucaristía y del perdón (ses. 23, cap. No todas las directrices de Trento pasaron a la práctica, so-
I-IV). Los textos de reforma acentúan la formación (Seminario), bre todo en cuanto a la formación pastoral de los futuros sacer-
la cura pastoral, la predicación y la catequesis (ses. 23, Decretos dotes. Los decretos conciliares encontraron, en general, una apli-
de reforma). El llamado Catecismo Tridentino (publicado poste- cación muy tardía, en algunos casos, después de un siglo. El mi-
riormente, en 1566) recoge todos estos aspectos. nisterio sacerdotal dejó de ser paulatinamente el objetivo de as-
piraciones económicas. Pero el concilio no pudo aprovechar to-
El aspecto pastoral de la vida del sacerdote, descrito o de- dos los factores prácticos de reforma y de renovación que iban
seado por el concilio, es muy notable: debe conocer la situación surgiendo en los Presbiterios, especialmente cuanto se refiere a
de los fieles, sacrificarse por ellos, dar testimonio, ejercer el mi- la vida comunitaria y a la perfección evangélica de los sacerdo-
nisterio de la palabra y de los sacramentos, prestar atención es- tes. En estos puntos tan importantes, el mérito principal recae
pecial a los pobres y necesitados. . . Todo ello suponía una re- en las agrupaciones de clérigos y en los santos sacerdotes de la
forma personal por medio de una vida profunda de oración, cas- época.
tidad, y pobreza.
No debe confundirse la doctrina sacerdotal de Trento con
La formación sacerdotal por medio de las instituciones de las polémicas teológicas originadas después del concilio. Estas
Seminarios, fue una de las grandes y transcendentales decisiones discusiones postridentinas polarizaron la atención, olvidando los
de Trento (ses. 23, can. 18 de reforma). La formación pastoral aspectos pastorales y el equilibrio de ministerios que el concilio
había patrocinado 12 .

11 Para esta época, ver la Historia de la Iglesia. En cuanto al tema sacerdotal: His-
toria de la espiritualidad sacerdotal, Burgos, 1985. cap. V. Para la "devoción 12 Además de los estudios de la nota anterior, ver: F. DELGADO, El sacramento
moderna": R. G. VILLOSLADA, La Devotio Moderna, "Manresa" 28 (1956) del Orden en los teólogos de la escuela salmantina, "Teología del sacerdocio"
315-350. Sobre la figura ideal del pastor según los escritos de la época: i. I. 6 (1974) 183-209; J. MARTIN ABAD, Líneas de fuerza de la espiritualidad
TELLECHEA, El obispo ideal en el siglo de la reforma, Roma, Instituto Espa- sacerdotal en la reforma conciliar del siglo XVI, "Teología Espiritual" 18
ñol de Estudios Eclesiásticos, 1963. Ver otros estudios en la nota siguiente.

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Las escuelas de espiritualidad, que ya hemos visto en la rie de actitudes espirituales: seguimiento de la voluntad de Dios
época anterior, tuvieron ahora un influjo importante en la doc- a imitación de Cristo, metodología en la oración, de vida como
trina y vida sacerdotal. Las escuelas benedictina, dominicana, clérigos regulares, etc. Son líneas reforzadas por el ejemplo de
franciscana y agustiniana, siguieron cooperando a esta renova- santidad y por la doctrina de grandes escritores: San Francisco
ción. Baste recordar el Exercitatorio de la vida espiritual (Mont- Javier (1606-1552), San Francisco de Borja (1510-1572), San
serrat 1500) de García de Cisneros (1455-1510) (escuela bene- Alfonso Rodríguez (1531-1617), Luis de laPuente(1554-1624),
dictina), la reforma clerical iniciada en España antes de Trento etc. 13 .
por el Cardenal Franciscano de Cisneros (1436-1517) (escuela
franciscana), el testimonio y la doctrina de Santo Tomás de Vi- San Juan de Avila (1499-1569), patrono del clero secular
llanueva arzobispo de Valencia (1488-1555), Alfonso de Orozco hispano (desde 1946), puede considerarse el santo del sacerdo-
(1500-1591) y Fray Luis de León (muerto en 1591) (escuela cio en el siglo XVI. Podría ser la figura clave para hablar de una
agustiniana). Obras apostólicas y escritos de San Vicente Ferrer escuela sacerdotal hispana. Influyó en casi todos los santos sa-
(1350-1419), Fray Luis de Granada (1504-1588) y Bartolomé cerdotes de su época. Su acción pastoral fue una pauta que si-
de los Mártires (1514-1590) (escuela dominicana), vida y escri- guieron muchos obispos y sacerdotes discípulos y amigos suyos:
tos de San Miguel de los Santos (1591-1625) (escuela trinitaria), predicación, dirección espiritual, creación de instituciones edu-
etc. cacionales y caritativas, entre las que sobresalen los primeros se-
minarios españoles antes de Trento. Su doctrina sacerdotal se
A estos escritores y santos de las escuelas antiguas hay que encuentra principalmente en estas publicaciones: Tratado sobre
añadir los de las escuelas que nacen o se renuevan en la época de el sacerdocio, Pláticas a los sacerdotes, Memoriales al concilio de
Trento: escuela carmelitana, escuela ignaciana o jesuítica. Trento y al sínodo de Toledo, cartas, sermones. Sus líneas bási-
cas sobre el sacerdocio son las siguientes:
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) fomentóla oración en
favor de la santidad sacerdotal (camino, cap. 3) y, a través de — obrar en nombre de Cristo Sacerdote,
Ana de San Bartolomé, tuvo cierta influencia en la renovación — actuar como mediador en unión a Cristo,
espiritual y sacerdotal de Francia (s. XVII). San Juan de la Cruz — predicador de la palabra, ministro de la eucaristía, servi-
(1542-1591) dejó una fuerte huella en el aspecto contemplativo dor de la caridad en la comunidad,
de la espiritualidad sacerdotal, recordando el ejemplo del Buen — imitación de las virtudes del Buen Pastor: caridad, po-
Pastor (Cántico, canc. 22) y señalando la importancia evangeli- breza, obediencia, castidad,
zadora de la contemplación (Cántico, can. 29,2-3). — vida en el Presbiterio y en unión con el propio obispo.
Según San Juan de Avila, la formación en los Seminarios
La escuela ignaciana, que tiene su origen en San Ignacio de debía ser eminentemente pastoral y de exigencias evangélicas,
Loyola (1491-1556), ha comunicado a la vida sacerdotal una se-

(1974) 299-338; P. MARTIN, Catecismo Romano, Madrid, BAC, 1956; L. 13 Ver autores y obras de las diferentes escuelas en sus respectivas ediciones de
OTT, La teología postridentina, en Historia de los dogmas, Madrid, BAC, la Edit. BAC (Madrid). Datos bibliográficos sobre cada autor y escuela según
1976, IV, 5, cap. Vil; L. SALLA BALUST, F. MARTIN, La formación sacer- la doctrina sacerdotal: Historia de la espiritualidad sacerdotal, o. c. en la nota
dotal en la Iglesia, Barcelona, Flors, 1966, cap. III-IV; J. I. TELLECHEA, £a 11. Para ampliar estos datos nos remitimos a la nota 10 de este capítulo. Ver
espiritualidad sacerdotal en la época moderna, en La espiritualidad del presbi- también: J. ESQUERDA, Teología de la espiritualidad sacerdotal, Madrid,
terio diocesano secular, Madrid, EDICE, 1987, 409-425. BAC, 1989, cap. XIII.

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así como de especialización según los diversos sectores pastora- cipalmente la dignidad sacerdotal, santidad y virtudes específi-
les. Las perspectivas de su espiritualidad giran en torno a la eu- cas, celebración eucarística, oficio divino, sacramento de la pe-
caristía, la fidelidad a la acción del Espíritu Santo, la devoción nitencia, etc.
mariana, el servicio de la Iglesia para el bien de todos los hom-
bres. Cristo Sacerdote, en su vida íntima de relación con el Pa- San Juan de Ribera (1531-1611), arzobispo de Valencia,
dre y de amor a los hombres, es el punto de referencia de la san- destaca por su ejemplaridad de vida y su acción de reforma en
tidad del sacerdote 14 . la vida clerical, especialmente en la predicación. Amigo y admi-
rador de San Juan de Avila, se puede comparar su figura con la
Antonio de Molina (1560-1619), cartujo de Burgos, escri- de su gran contemporáneo San Carlos Borromeo (Juan XXIII).
bió un tratado de santidad sacerdotal, que fue libro de cabece-
ra de muchos sacerdotes y que consiguió varias ediciones y tra- San José de Calasanz (1557-1648) fundó en 1617 la Con-
ducciones en otros idiomas. Depende en parte de San Juan de gregación de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías. Su labor
Avila y tuvo cierto influjo en la escuela sacerdotal francesa: sacerdotal se centra en la educación de la juventud. El santo de-
"Instrucción de sacerdotes, sacada de la Sagrada Escritura, de jó una impronta de pobreza y de humildad, al renunciar a altos
los Santos Padres y Santos Doctores de la Iglesia". Analiza prin- cargos para poder entregarse al bien espiritual de los pequeños.

Como puede apreciarse, esta lista de santos y escritores son


principalmente de los siglos XVI y XVII y del sector hispano e
14 Sobre la figura y doctrina de San Juan de Avila, ver biografía, escritos y estu-
iberoamericano; en seguida resumiremos otros sectores geográ-
dios en: SAN JUAN DE AVILA, Obras completas, Madrid, BAC, 1970-1971 ficos: francés, italiano, centroeuropeo. Pero no hay que olvidar
(6 volúmenes). Sus escritos sacerdotales: Juan de Avila, Escritos sacerdotales, que las fronteras geográficas de los estados modernos no corres-
Madrid, BAC, 1979. Datos biográficos y doctrinales base: B. JIMÉNEZ, El
Maestro Juan de Avila, Madrid, BAC popular, 1988). Estudio sobre la escuela
ponden a la universalidad de la predicación y de la teología de
sacerdotal avilista en su contexto e influencia histórica: J. ESQUEIRDA, Es- esos siglos. Por esto, en el encuentro con el Nuevo Mundo, Amé-
cuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Avila, Roma, Inst. Español de rica Latina, estos escritos y escuelas se desplazaron a la nueva
Historia Eclesiástica, 1969. San Juan de Avila, siendo neosacerdote, se alistó cristiandad con el deseo de vivir un cristianismo auténtico.
para la evangelización del Nuevo Mundo como acompañante del primer obispo
de Tlaxcala Julión Garccs; pero el arzobispo de Sevilla le retuvo en España;
algunos de sus discípulos pudieron cumplir este deseo del Maestro Avila. Su En América Latina las escuelas, los santos, pastores, escri-
doctrina sacerdotal contagiaba a su colaboradores, amigos y discípulos, entre
los que destacan grandes santos como Juan de Dios, Francisco de Borja, Pedro tores y mártires, destacan por su labor pastoral y catequética,
de Alcántara, Juan de Ribera, Luis de Granada, Tomás de Villanueva, etc. "En organización de la Iglesia naciente por medio de Sínodos, (como
cruz murió el Señor por las almas; hacienda, honra, fama y a su propia Madre los de México y Lima en el siglo XVI, directorios de pastoral,
dejó por cumplir con ellas; y así quien no mortificare sus intereses, honra,
regalo, afecto de parientes, y no tomare la mortificación de la cruz, aunque como el "Itinerario para párrocos de Indias", en Ecuador,
tenga buenos deseos concebidos en su corazón, bien podrán llegar los hijos al s. XVII, defensa de los derechos fundamentales de los indios y
parto, mas no habrá fuerzas para parirlos" (sermón 81). "Pastora (María), no de los pobres, etc. Se han hecho notar a nivel de Iglesia univer-
jornalera que buscase su propio interés, pues que amaba tanto a las ovejas que,
después de haber dado por la vida de ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera sal algunos santos sacerdotes y obispos como: Santo Toribio de
de muy buena gana su vida propia, si necesidad de ella tuvieran. ¡Oh ejemplo Mogrovejo en Perú (1538-1606), San Luis Beltrán en Colombia
para los que tienen cargo de almas!" (sermón 70). "Si cabeza (obispo) y miem-
bros (presbíteros) nos juntamos a una en Dios, seremos tan poderosos, que
(1526-1581), San Pedro Claver en Cartagena de Indias (1580-
venceremos al demonio en nosotros y libraremos al pueblo de sus pecados" 1654), San Francisco Solano en Perú y Argentina (1 549-1610),
(Plática sacerdotal la.). el Beato Junípero Sierra (1713-1784) en México y California,

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etc. Pero a esta lista hay que añadir misioneros y mártires en Pa- más pobres, Congregación de la Misión: con Olier y San Juan
raguay, San Roque González de Santa Cruz y compañeros már- Eudes, influyó decisivamente en la creación de los primeros Se-
tires, en Brasil, Beato José Anchieta, Beato Ignacio de Azebedo minarios en Francia (desde 1642). A estas figuras hay que aña-
y compañeros mártires, Beatos Esteban Zudaire y Juan de Ma- dir a grandes santos que forman parte, en cierto modo, de la es-
yorza. No se pueden olvidar misioneros y mártires nativos de cuela sacerdotal francesa: San Francisco de Sales (1567-1622),
América Latina como el mexicano San Felipe de Jesús, mártir obispo de Ginebra, maestro de espiritualidad, pastor de almas y
en Japón. Para la historia de la evangelización hay que añadir reformador del clero; San Luis Ma. Grignon de Montfort (1673-
también grandes figuras de obispos, sacerdotes y mártires. Los 1716), gran promotor de la piedad popular especialmente maña-
na 16 .
santuarios marianos fueron un punto básico de acción catequé-
tica, caritativa y pastoral 15 .
La escuela francesa basa la espiritualidad sacerdotal en el
Siempre se ha reconocido el gran mérito de la llamada es- sacerdocio de Cristo (Sacerdote y Víctima, especialmente a la
cuela sacerdotal francesa del siglo XVII, casi un siglo después luz de la misterio del Encarnación. La espiritualidad sacerdotal
de Trento. Se consideran autores-fundadores de esta escuela las arranca del hecho de participar en el ser, en el obrar y en la inti-
siguientes figuras sacerdotales: el cardenal Pedro de Bérulle midad de Cristo, para dar la propia vida en sacrificio. Acentúa
(1 575-1629), quien fundó el "Oratorio" en 1611 y escribió uno la imitación de Cristo muerto y resucitado, en sus tres miradas:
de los libros más célebres sobre el sacerdote (L'idée du sacerdo- al Padre para conocer sus designios salvíficos, a los hombres pa-
ce et du sacrifice du Jésus-Christ); San Juan Eudes (1601-1680), ra salvarlos, a sí mismo para ofrecerse como víctima. María es
llamado el santo del sacerdocio; Juan Santiago 01ier( 1608-1657), Madre de Cristo Sacerdote y especialmente del sacerdote minis-
que colaboró en la fundación de Seminarios con San Vicente tro como Jesús viviente (San Juan Eudes). La escuela francesa
de Paúl y San Juan Eudes; Carlos Condren (1588-1641); San Vi- ha tenido influencia decisiva en la formación sacerdotal, tam-
cente de Paúl (1576-1660), quien creó un grupo sacerdotal, los bién por el hecho de que la dirección de muchos Seminarios ha
lazaristas, dedicado a la predicación o misión entre las clases estado a cargo de los PP. Sulpicianos, Eudistas y Lazaristas 17 .

Se podría hablar de una escuela sacerdotal italiana (siglos


XVI y XVII), enraizada en la escuela franciscana y dominicana,
15 Hay que recordar también, otras grandes figuras de pastores, como Julián Gar-
cés (1452-1542), primer obispo de Tlaxcala; Antonio de Valdivieso (muerto en
1550), primer obispo "mártir" del Nuevo Mundo (en León, Nicaragua); Vasco
de Quiroga (1470-1565), obispo de Michoacán; Juan de Zumárraga (1468-
1548), que fue el primer obispo de México; Antonio Montesino (1470-1530), 16 Las Historias sobre la espiritualidad destacan la importancia e influencia de es-
misionero en Santo Domingo; Bartolomé deLas Casas (1474-1566), obispo de ta escuela. Ver: F. M. ALVAREZ, Las grandes escuelas de espiritualidad, Bar-
Chiapas, defensor de los indios; Eusebio Kino (1645-1711, misionero en Méxi- celona, Herder, 1963; D. DILLENSCHNEIDER, La teología del sacerdocio en
co; Toribio de Motolinia (muerto en 1569), también misionero en México; An- el siglo XVII, en Enciclopedia del Sacerdocio, Madrid, Taurus, 1957, t. IV, 27-
tonio Margil de Jesús (1657-1726), en México y Centroamérica, etc. Las figu- 55. Ver en las ediciones BAC (Madrid) las obras de San Vicente de Paúl, San
ras sacerdotales del siglo XIX y XX, las recordaremos en el apartado siguiente Francisco de Sales, San Luis Ma. Grignon de Montfort. Sobre San Juan Bautis-
(nota 23). Para ampliación de datos: AA. VV., Testigos de la fe en América ta de la Salle (1951-1719), fundador de las Escuelas Cristianas, ver: J. B. LAIN,
Latina, Buenos Aires (y Estella), Verbo Divino, 1986; G. M. HAVERS, Testi- Espíritu, sentimientos y virtudes de San Juan Bautista de la Salle, Madrid,
gos de la fe en México, Guadalajara, 1986; J. HERAS, Quinientos años de fe, 1962.
historia de la evangelización en América Latina, Lima, 1985. Historia más ge-
neral: L. LOPETEGUI, F. ZUBILLAGA, Historia de la Iglesia en América es- 17 Además de la noto anterior, ver: P. POURRAT, El sacerdocio, doctrina de la
pañola, Madrid, 1965-1966 (2 vol.). escuela francesa, Vitoria, 1950.

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especialmente si se tienen en cuenta algunos santos sacerdotes, Figuras y doctrina sacerdotal antes del Vaticano II
grandes pastores y fundadores de grupos sacerdotales 18 .
La riqueza espiritual de los siglos anteriores produciría sus
San Carlos Borromeo (1538-1584), arzobispo de Milán, frutos en las figuras de santos sacerdotes durante los siglos XIX
aplicó cuidadosamente los decretos de reforma del concilio de y XX. Son muchos los obispos y presbíteros beatificados, cano-
Trento, especialmente en cuanto a la erección de Seminarios y nizados, o con fama de santidad, que pertenecen a esos siglos.
a la reforma del clero. San Gregorio Barbarigo (1625-1697), Estas figuras son maestros de pastoral, que "nos siguen hablan-
obispo de Bérgamo y posteriormente de Padua, dedicó sus me- do a cada uno de nosotros" (Juan Pablo II, carta del Jueves
jores cuidados a la formación del clero según las directrices de Santo de 1979).
Trento. Ponía el acento en la formación espiritual y científica
de los futuros sacerdotes. Las figuras sacerdotales son modelo de seguimiento evan-
gélico y, por ello mismo, de una disponibilidad incondicional
Centroeuropa destaca por una figura extraordinaria: Bar- para la acción apostólica y caritativa. Habrá que recordar que
tolomé Holzhauser (1513-1648), cuya doctrina y obra de pas- la inmensa mayoría de esas figuras quedarán siempre en el ano-
toral sacerdotal se extendió por casi todas las naciones euro- nimato, como en el caso de tantos misioneros y de tantos párro-
peas, con alguna repercusión posterior en Latinoamérica. La cos y educadores que sembraron el evangelio y suscitaron con su
obra de Holzhauser se basa en restablecer la vida apostólica del testimonio numerosas vocaciones sacerdotales. El resurgir sacer-
clero en la propia diócesis. Creó Seminarios y centros sacerdo- dotal inmediatamente anterior al concilio se apoya en la calidad
tales para fomentar la vida comunitaria y asegurar la armonía de estas figuras sacerdotales, así como en la doctrina del magis-
entre la espiritualidad y la acción apostólica. Su obra comienza terio y en los estudios sobre el sacerdocio 20 .
hacia 1640 y continuó después de su muerte hasta comienzos
del siglo XIX. La Unión Apostólica se puede considerar una Entre estas figuras sobresale San Juan Ma. Bautista Vian-
continuación de este esfuerzo de espiritualidad del clero dioce-
ney, Cura de Ars (1786-1859), declarado patrono de los párro-
sano 19 .

18 Además de San Carlos Borromeo y San Gregorio Barbarigo (citados en el tex- Monseñor Lebeurier y la Unión Apostólica, Vitoria, 1951. La figura sacerdotal
to), hay que recordar a: San Cayetano de Thiene (1480-1547), fundador de los del danés Beato Niels Stensen (1638-1686), científico y obispo (en Munich y
teatinos; San Antonio Ma. Zacaría (1502-1539), fundador de los barnabitas; Hamburgo), tuvo gran influencia en diversos países europeos. Fuera de Euro-
San Felipe Neri (1515-1595), fundador de los oratorianos; San Jerónimo Emi- pa, además de las figuras latinoamericanas mencionadas más arriba (y en la no-
liano (1486-1537), fundador de los somascos; Juan Mateo Giberti (muerto en ta 15), habría que recordar a innumerables figuras de sacerdotes en la Iglesia
1543), obispo de Verona. San Alfonso Ma. de Ligorio (1696-1787), fundador oriental y entre los misioneros de ultramar, como el sacerdote indio José Vaz
de los redentoristas, patrono de los confesores y moralistas, trabajó incansable- (1651-1711) misionero en Sri Lanka (Caylán) en momentos de persecución.
mente por la renovación del clero, especialmente en el campo de la espiritua-
lidad y pastoral sacerdotal. San Pablo de la Cruz (1694-1775), fundador de los 20 Ver biografía y escritos de estas figurasen: Dictionnaire de Spiritualitá (Beau-
pasionistas, presenta la espiritualidad sacerdotal a la luz de Cristo crucificado. chesne) y Dizionario degli Instituti di perfezione, Roma, Paoline, 1973 s$:
Ya en el siglo XIX, habrá que recordar a grandes figuras como San Juan Bosco Bibliotheca Sanctorum, Roma, 1961-1987. Algunas figuras sacerdotales en:
(1815-1888), fundador de los salesianos. Ver: AA. VV., Legrandi scuole della F. M. ALVAREZ, Perfiles sacerdotales, Barcelona, Herdcr, 1959; G. BARRA,
spiritualitá cristiana, Roma, Teresianum, 1984. Héroes del sacerdocio moderno, Barcelona, Casulleras, 1957 ;B. JIMÉNEZ, ¿o
espiritualidad española en el siglo XIX español, Madrid, FUE, 1974; J. RI-
19 Ma. ARNETH, Holzhauser, en Dict. Spirit, t. VII, col. 590-597. Sobre los con- CART, Jornaleros de Cristo, Barcelona, 1960. Sobre figuras sacerdotales en
tinuadores de Holzhauser, como Mons. Lebeurier y otros, ver: O. OLICHON, América Latina, ver la nota 15 de este capítulo.

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eos por Pío XI en 1929. Juan XXIII, con ocasión del centenario como San José Cafasso, confesor en Turín, o como el Beato
de la muerte del santo párroco, publicó la encíclica Sacerdotü Ezequiel Moreno, obispo de Pasto en Colombia. Algunos abrie-
nostri primordia (1959), en la cual lo presenta como modelo de ron nuevos cauces de caridad asistencial y promocional, como
virtudes sacerdotales, pobreza, castidad y obediencia, a la luz San Juan Bosco, San José Benito Cottolengo y el Beato Luis
de la caridad del Buen Pastor, así como de celo pastoral, cari- Orione. No pocos fundaron instituciones sacerdotales, como
dad, predicación, catequesis, reconciliación. San Vicente Palotti, el Beato Manuel Domingo y Sol y el Beato
Antonio Chevrier, o también congregaciones femeninas consa-
El resurgir evangelizador de esta época cuenta con grandes gradas a diversos campos de caridad y de educación, como los
figuras misioneras, que supieron abrir nuevos cauces a la evange- Beatos Enrique de Ossó, Francisco Coll, Francisco Palau, Luis
lización, como San Antonio Ma. Claret en Cuba (1807-1870) y María Palazzolo, Pedro Bonilli, Juan Calabria, José Manyanet
los mártires San Pedro Chanel (1803-1841) y el Beato Juan i Vives, Marcelo Spínola, etc. No han faltado los mártires, co-
Mazzuconi (1826-1855) en Oceanía, y el Beato Valentín de Be- mo San Maximiliano Kolbe y el Beato Miguel Agustín Pro. Son
rrío-Ochoa (1827-1861) en China, etc. 21 . muchos también los escritores que han legado reflexiones pro-
fundas sobre el sacerdocio 22 .
San Pío X, José Sarto (1835-1914), párroco, obispo y Pa-
pa, es otra figura sobresaliente que resume la actuación de tan- Estas figuras sacerdotales ayudarán a adoptar actitudes de
tos párrocos y catequistas anónimos. Es el Papa del catecismo, autenticidad y de audacia, para aplicar la doctrina conciliar y
de la eucaristía, de la reforma de la Curia y de la reorganización para construir la figura sacerdotal entre dos milenios. Las figu-
de los Seminarios. Su vida fue un gesto profético: "nacido po- ras sacerdotales de América Latina presentan las mismas carac-
bre, vivido pobre y seguro de morir pobre" (testamento). Prepa- terísticas, con el acento en la cercanía a las circunstancias con-
ró el resurgir misionero de principios del siglo XX. La exhorta- cretas a la luz de un encuentro vivencial con Dios 23 .
ción Haerent animo (1908) es propiamente el primer documen-
to del magisterio en que se expone sistemáticamente el tema sa-
cerdotal.

Los santos sacerdotes de esta época son innumerables. To- 22 No es fácil encontrar estos escritos que pasarán a ser clásicos en la literatura es-
piritual sobre el sacerdote: El sacerdote según el evangelio (A. Chevrier), El sa-
dos se santificaron en el cumplimiento de su deber ministerial, cerdocio eterno (E. Manning), El embajador de Cristo (G. Gibbons), Jesucristo
ideal del sacerdote (C. Marmion), El alma de todo apostolado (J. B. Chautard),
La perennidad de nuestra fuerza (I. Goma), Lo que puede un cura hoy, El co-
razón de Jesús al corazón del sacerdote (M. González), Dios, Iglesia, sacerdocio
(M. Suhard), Apostólica vivendi forma (J. Calabria, La santificación del sacer-
21 Estas figuras forman ya una lista interminable, especialmente entre fundadores dote, La unión del sacerdote con Cristo Sacerdote y Víctima (R. Garrigou-
de instituciones y movimientos misioneros: Marión de Biesillac, Eugenio Ma- Lagrange), etc. Ver otros más en la nota 27 bis.
zenod, San Miguel.de Garricoits, Francisco Libermann, Teófilo Verbist, Juan
Claudio Colin, Daniel Comboni, Carlos Lavigerie, Francisco Pfanner, Agustín
Planque, Bto. Amoldo Janssen, Carlos de Foucauld, José Allamano, Guido 23 En la bibliografía citada en la nota 15 podrán encontrarse algunas de estas fi-
María Conforti, Pablo Manna, Miguel Ángel Builes, Santiago Spagnolo, Gerar- guras más salientes durante los siglos XIX y XX. Añadimos algunas de esta
do Villota,. . . Algunos figuras, como el P. Damián de Veuster, el apóstol de los época: Ángel Velarde y Bustamante, obispo de Popayán (1789-1809); Clemen-
leprosos, y el P. Alberto Peryguére, apóstol de Marruecos, se han hecho prover- te Mungía (1810-1868), primer arzobispo de Michoacán; Antonio Planearte y
biales. Además de la bibliografía citada en la nota anterior, ver: G. SOLDATI, Labastida (1840-1898), abad del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y
I grandi missionari, Bologna, EMI, 1985; G. ZANANIRI, Figures missionnaires fundador de las Hijas de la Inmaculada; Beato Ezequiel Moreno (1848-1906),
modernes, París, Casterman, 1963. obispo de Pasto; Leonardo Castellanos (1861-1912), obispo de Tabasco; José

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J U A N ESQUERDA B I F E T SÍNTESIS Y E V O L U C I Ó N HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

Lá teología sobre el sacerdocio y especialmente sobre la opera en la Iglesia, y de esta manera formar orgánicamente el
espiritualidad sacerdotal, encuentra un momento fuerte a fina- cuerpo místico, así como María por vitud del Espíritu Santo dio
les del XIX y a principios del siglo XX, gracias a eminentes pas- a luz al Verbo en su propia humanidad y le dio su cuerpo verda-
tores y teólogos. En este ambiente doctrinal enmarca el resurgir dero" 24 .
del clero diocesano al servicio de la Iglesia particular. Las ense-
ñanzas pontificias sobre el sacerdocio alentaron, canalizaron, En el campo práctico de la espiritualidad y renovación sa-
garantizaron y también aprovecharon esta profundización doc- cerdotal, destaca el Cardenal D. Mercier (1851-1936), arzobispo
trinal. de Malinas, quien hizo hincapié en la espiritualidad específica
del sacerdote y en su llamada a la perfección. Su preocupación
En primer lugar hay que destacar los estudios teológicos de principal fue la de concientizar al sacerdote diocesano sobre su
M. J. Scheeben (1835-1888), quien ha merecido el título de pa- exigencia de santidad, no menos que para el estado religioso. El
dre de la teología moderna. En el contexto de su teología sobre medio específico de santidad sacerdotal es el ejercicio del minis-
la encarnación, como momento de la consagración sacerdotal de terio, puesto que entonces el sacerdote realiza la caridad pasto-
Cristo, destaca la importancia del sacerdocio del Señor y la par- ral. Las virtudes o líneas de religión y de caridad se postulan
ticipación en el mismo por medio del bautismo y especialmente mutuamente 25 .
del sacramento del Orden. La doctrina de Scheeben es eminen-
temente eclesial: "El misterio del carácter sacramental empalma El resurgir del clero diocesano fue debido a la profundiza-
de un modo especial con el misterio de la encarnación y de la ción de su espiritualidad, a la luz de la figura del Buen Pastor y
prolongación de la misma en el misterio de la Iglesia". De esta de los santos sacerdotes de la historia eclesial. Los teólogos que
línea eclesial arranca la relación del sacerdote con la maternidad exponían al tema centraban esta espiritualidad en la caridad pas-
de la Iglesia y de María: "El sacerdocio ha de dar nuevamente toral, señalando algunas concretizaciones: puesta en práctica de
a luz a Cristo en el seno de la Iglesia, en la eucaristía y en el co- la vida apostólica en el Presbiterio y al servicio de la Iglesia par-
razón de los fieles mediante la virtud del Espíritu Santo que ticular, colaboración con el propio obispo según la doctrina de
San Ignacio de Antioquía (unidad del Presbiterio), realidades de
gracia que fundamentan esta espiritualidad específica y medios
Gabriel Brochero (1840-1914), cura de la diócesis de Córdoba, Argentina; Ra- para ponerla en práctica26.
món Ibarra y González (1853-1917), Arzobispo de Puebla; Silviano Carrillo
Sánchez (1861-1921), obispo de Sinaloa; Mariano Eusse Hoyos (1845-1926),
de Santa Rosa de Osos, Colombia; Beato Miguel Agustín Pro (1891-1927),
24 M. J. SCHEEBEN, Los Misterios del cristianismo, Barcelona, Herder, 1953,
mártir; Rafael Guízar y Valencia (1878-1938), obispo de Veracruz; Félix de
VII. Ver más datos doctrinales y bibüográficos en; Historia de la espiritualidad
Jesús Rougier (1859-1938), fundador de los Misioneros del Espíritu Santo y
sacerdotal. Burgos, 1985 ("Teología del Sacerdocio", vol. 19), 168-170.
Religiosas; Ismael Perdomo (1872-1950), arzobispo de Bogotá; Luis María t
Martínez (1881-1956), arzobispo de México; Miguel Ángel Builes (1888
25 Card. MERCIER, La vida interior, Barcelona, Edit. Políglota, 1940; F. VAN
1971), obispo de Santa Rosa y fundador de misioneros y misioneras. ... Des-
STEENBERGHEN, El sacerdocio según el cardenal Mercier, en J. COPPENS,
pués del concilio, Mons. Osear A. Romero (1917-1980), obispo de San Salva-
Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC. 1971. Ver otTOS datos y estudios en: His-
dor, asesinado por defender la justicia, mientras celebraba la Santa Misa, y que
toria de la espiritualidad sacerdotal, o. c , 170-172.
murió perdonando, puede ser el símbolo de una labor y figura sacerdotal que
debe completarse con la cooperación de todos. La lista de sacerdotes queda
siempre incompleta. Algunas figuras sacerdotales latinoamericanas estuvieron 26 Ver la situación de la teología sobre la espiritualidad del sacerdote diocesano
ligadas al Pontificio Colegio Pío Latino de Roma, fundado el 1 de noviembre tal como se presentaba antes del concilio Vaticano II: I. CAPMANY. Espiri-
de 1858. El Papa Juan Pablo II recordó algunas de estas figuras históricas en tualidad del sacerdote diocesano. Barcelona, Herder. 1962; A. M. CHARLE,
su discurso al CELAM, Santo Domingo, 1984. El clero diocesano, Vitoria, 1961: J. C. FENTON, Concepto del sacerdocio

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J U A N ESQUERDA BIFET
SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

La espiritualidad sacerdotal se presentaba principalmente


Los grandes documentos magisteriales sobre el sacerdocio
en el contexto de la teología sobre el sacerdocio, con una base
comienzan a principios del siglo XX, aunque ya León XIII había
bíblica y patrística, con una síntesis amplia sobre el sacerdocio
de Cristo, el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los publicado dos breves encíclicas, dirigidas respectivamente a los
fieles. De esta teología es deudor el mismo Vaticano II 2 7 . obispos franceses, en 1899, y a los obispos italianos, en 1902 28 .

La exhortación apostólica Haerent Animo, 8 de agosto de


No sería justo olvidar algunos escritos sobre la espirituali-
1908, de San Pío X (1903-1914) es el primer documento papal
dad sacerdotal a nivel de conferencias, meditaciones, exposicio-
que resume la doctrina sacerdotal de modo sistemático, presen-
nes sencillas y directas. A veces han sido estas publicaciones las
tando la santidad del sacerdote: exigencia, naturaleza y medios
que más han influido en la persona del sacerdote 27 t>¡s.
concretos. Se basa en la oración sacerdotal de Jesús, en la tradi-
ción patrística y en el rito de la ordenación. La santidad sacer-
diocesano, Barcelona, Herder, 1956; J. PROTAT, Prétres diocésains, París, dotal es configuración con Cristo; sin ella, el sacerdote perdería
Fleurus, 1961; A. RENARD, Prétres diocésains aujourd'hui, Bruges, Desclée, gran parte de su razón de ser como instrumento de la gracia.
1963; A. SIMONET, El sacerdote diocesano en la Iglesia, Salamanca, Sigúeme,
1966; G. THILS, Naturaleza y espiritualidad del clero diocesano, Salamanca,
Sigúeme, 1961. La encíclica Ad Catholici Sacerdotii (20 de diciembre de
1935), de Pío XI (1922-1939), es un amplio estudio bíblico, pa-
27 Además de la bibliografía anterior, ver: L. BOUYER, El sentido de la vida sa-
cerdotal, Barcelona, 1952; A.M. CARRE, El verdadero rostro del sacerdote, trístico y teológico sobre la naturaleza del sacerdote, sus minis-
Salamanca, 1959; Cl. DILLENSCHNEIDER, Teología y espiritualidad del sa- terios, exigencia y características de la santidad, vocación sacer-
cerdote, Salamanca, c ígueme, 1965; J. LECUYER, El sacerdocio en el miste- dotal. El punto de partida es Cristo Sacerdote y Víctima, único
rio de Cristo, Salamanca, Sigúeme, 1960; J. LEMAITRE, El gran don del sa-
cerdocio, Bilbao, 1953; P. MONTALBAN, los Cristos de la tierra, Bilbao,
Mediador, que se prolonga en la Iglesia especialmente por medio
1952. Un resumen de esta teología preconciliar, en: R. ARNAU, El plantea- del sacrificio eucarístico. El sacerdote es alter Chistus de modo
miento del sacerdocio ministerial desde San Pío X al Concilio Vaticano II, especial, es decir, como ministro de Cristo y dispensador de los
Anales Valentinos 12 (1980) 253-280. También en: Historia de la espirituali-
dad sacerdotal, o. c. en notas anteriores, y en Enciclopedia del sacerdocio, Ma-
misterios de Dios, por medio de la predicación, celebración eu-
drid, Taurus, 1957ss. carística y sacramentos, oración, pastoreo. Se acentúan las virtu-
27 Algunos de estos escritos los hemos citado en la nota 22 de este capítulo. Aña-
dimos algunos más: E. DUBOIS, El sacerdote santo, Madrid, 1942: V. ENRI-
QUE Y TARANCON, El sacerdote y el mundo de hoy, Salamanca, Sigúeme,
1959; Card. GOMA, Jesucristo Redentor, Barcelona, 1944; I. VAN HOU- 28 Documentos y estudios sobre el magisterio pontificio preconciliar acerca del
TRYE, La vida sacerdotal, Madrid, 1962; B. JIMÉNEZ, Problemas actuales del sacerdocio: (Consejo de redacción), El sacerdocio según las encíclicas. , ., en
sacerdote, Madrid, 1959; J. M. MARCELO, El buen combate, Santander 1961; Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, 1971; H. DNIS, La théologie de presby-
L. M. Martínez, El sacerdote, misterio de amor, México, 1953; J. MARTÍNEZ, térat de Trent a Vatican II, en Les prétres, París, Cerf. 1968; J. ESQUERDA,
Reflexiones sobre la espiritualidad sacerdotal, Santander, 1961; Card. MER- El sacerdocio hoy, documentos del magisterio eclesiástico, Madrid, BAC, 1985;
CIER, A mis seminaristas, Barcelona, Edit. Gil;P. MILLET, Jesucristo viviente A. NAVARRO, El sacerdocio redentor de Cristo, Salamanca, Sigúeme, 1957;
en el corazón del sacerdote, Barcelona, sin fecha; A. MORTA, Vida interior A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, Madrid, Palabra, 1970; F.
y dirección espiritual, Bilbao, 1955; F. PAGES, La mística de nuestro sacer- SALA BALUST, F. MARTIN HERNÁNDEZ, La formación sacerdotal en la
docio, Bilbao, 1959; P. PHILIPPE, La Virgen Santísima y el sacerdocio, Bil- Iglesia, Barcelona, Flors, 1966; A. SEQUÍA, De formatione clericorum docu-
bao, 1955; M. RAYMONS, El doble del hombre Dios, Madrid, 1955; C. SAU- menta quaedam recentiora, Vitoriae, 1958-1961; P. VEUILLOT, Notre sacer-
VE, El sacerdote íntimo, Barcelona, 1952; C. SPICQ, Espiritualidad sacerdotal doce, París, 1954, 2 vol. Ver también: Enciclopedia del sacerdocio, Madrid,
según San Pablo, Bilbao, 1954; L. TRESE, Vasos de arcilla. El pastor de su re- Taurus, 1957, t. IV. Documentos de diversas épocas: Enchiridium Clericorum
baño, Sacerdote al día, Madrid, Edit. Pez, 1955; (Anónimo), Manete in dilec- (Sacra Congregatio pro Institutione Catholica, Typ. Pol. Vaticanis, 1975. Do-
tione mea, Bibao 195?; (Anónimo), A mis sacerdotes, México, 1929. cumentos posconciliares, en: DEVYM, OSLAM, La formación sacerdotal, Bo-
gotá, 1982.

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SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .
J U A N ESQUERDA BIFET

des del Buen Pastor, especialmente la caridad pastoral. Llama la apostólica sobre la vocación sacerdotal: Summi Dei Verbum (4
atención sobre los problemas de la época y la necesaria colabo- de noviembre de 1963). Es una síntesis teológica sobre la voca-
ración con los seglares, familia, Acción Católica. Da suma im- ción, naturaleza, señales, cualidades, como puente entre la doc-
portancia a la selección de las vocaciones y a la formación en el trina preconciliar y posconciliar del Vaticano II 29 .
Seminario, que es la niña de los ojos del obispo.

La exhortación apostólica Mentí nostrae (23 de septiembre Concilio Vaticano II y postconcilio


de 1950), de Pío XII (1929-1958) se centra en la santidad y en
la formación sacerdotal, subrayando la dimensión litúrgica y es- Juan XXIII anunció el concilio en 1969 y lo convocó en
piritual, incluso en su aspecto místico, que ayudará ala dimen- 1961. La asamblea conciliar se desarrolló en cuatro etapas, des-
sión sociológica o de cercanía a los problemas de los hombres. de 1962 a 1965. Pablo VI sucedió al Papa Juan entre la primera
Es una llamada a la reforma de los Seminarios y a la preocupa- y segunda etapa (1963). Los documentos directamente sacerdo-
ción por la formación permanente del clero joven: directores es- tales se promulgaron en 1965, durante la cuarta y última etapa
pirituales para sacerdotes, vida comunitaria, medios culturales, conciliar.
convictorios, etc. No hay que olvidar que Pío XII publicó las
encíclicas Mystici Corporis Christi (1943, dimensión eclesial), Son tres los documentos conciliares dedicados directa y en-
Mediator Dei (1947, dimensión litúrgica), Sacra Virginitas teramente al sacerdocio: Prebyterorum Ordinis, sobre la vida y
(1954, dimensión de vida consagrada); Haurietis Aquas (1956, el ministerio de los presbíteros; Optatam totuis, sobre la forma-
dimensión de intimidad con Cristo), Evangelü praecones y Fidei ción de los futuros sacerdotes; Christus Dominus, sobre el oficio
donum (1951 y 1957, respectivamente, dimensión misionera). pastoral de los obispos. La constitución Lumen Gentium le de-
dica el capítulo III, además de otros fragmentos sobre la santi-
dad (LG 41). Para el sacerdocio ministerial son de mucho inte-
La encíclica Sacerdotii nostri primordia (1 de agosto de
rés las constituciones Dei Verbum, Sacrosantum Concilium,
1959), de Juan XXIII (1958-1963), es una apología del Santo
Gaudium et Spes, así como el decreto misional Ad Gentes y
Cura de Ars, presentándole como modelo de ascesis, virtudes
evangélicas, oración, especialmente eucarística y caridad o celo otros documentos de gran importancia pastoral.
apostólico, pastor, predicador, catequista, confesor. Se subrayan
las virtudes de la obediencia, castidad y pobreza a partir de la La perspectiva de la vida, espiritualidad y ministerio del
caridad del Buen Pastor. La santidad de los sacerdotes debe ser sacerdote gira en torno a la idea básica del concilio: la Iglesia
la principal preocupación de los obispos, como responsables de como sacramento o signo transparente y portador de Cristo
que encuentren "condiciones de vida y de trabajo ministerial (LG 1). El sacerdote anuncia la Palabra de Dios (DV), celebra
tales, que puedan mantener incólume su generosidad". El "Papa el misterio pascual (SC) y se inserta en las situaciones del mun-
Juan", que anunció en 1959 la convocación del concilio, acen- do para iluminarlas y transformarlas con el evangelio (GS).
tuaría la espiritualidad sacerdotal con ocasión del Sínodo Ro-
mano (1960). Su dimensión social aparece en las encíclicas Ma-
ter et Magistra (1961) y Pacem in tenis (1963).
29 Ver el texto de todos estos documentos sacerdotales, con introducciones y es-
Al comienzo de la segunda etapa conciliar del Vaticano II tudios sintéticos, en El sacerdocio hoy, documentos del magisterio eclesiástico.
(octubre de 1963), Pablo VI (1963-1978) publicó una carta Madrid, BAC, 1985.

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El sacerdote es signo de Cristo Sacerdote, Cabeza y Buen - Servicio en una Iglesia particular y para la Iglesia univer-
Pastor, obrando en su nombre o en persona suya (PO 1-3), para sal30 .
prolongar su palabra, sus signos salvíficos y su acción pastoral
directa (PO 4-6). Es signo de comunión con el propio obispo, Mientras la doctrina conciliar se fue aplicando paulatina-
con los demás sacerdotes y al servicio de la comunidad eclesial mente, con claras señales de renovación sacerdotal, inmediata-
(PO 7-8; LG 28; CD 28), con una misión sin fronteras (PO 10- mente después del concilio, hacia los años 1967 y siguientes, se
11). Debe ser signo del Buen Pastor (PO 12-14), también en las produjo un fenómeno que ha sido calificado de crisis sacerdotal.
virtudes concretas que derivan de la caridad pastoral (PO 15-17). Anteriormente al concilio, ya se notaban unos síntomas de in-
Es un signo que se debe potenciar con la puesta en práctica de quietud. La situación sociológica y cultural había cambiado, sin
los medios adecuados de vida espiritual, pastoral, cultural y encontrar un clero preparado para estos cambios, produciendo
económica (PO 18-22). tendencias secularizantes que sobrevaloraban la eficacia inme-
diata y el bienestar de una sociedad de consumo. Surgió la duda
Esta realidad e identidad convierte al sacerdote en máximo sobre la identidad sacerdotal, es decir, sobre su razón de ser. Es-
testimonio del amor (PO 11), que vive del gozo pascual (ibídem) ta duda no dejaba ver la parte positiva que, bien orientada, po-
de ser su instrumento vivo (PO 12), con la característica de la día ser renovadora: dudas sobre la metodología apostólica y so-
caridad pastoral o ascesis propia del pastor de almas (PO 13), bre el estilo de vida del sacerdote. Este fenómeno, complejo y
cuya santidad se realiza ejerciendo sincera e incansablemente sus nuevo, tuvo una repercusión rápida y universal, con un número
ministerios en el Espíritu de Cristo (ibídem) y en "unión de vi- elevado de secularizaciones, debido a los intercambios culturales
da" con El (PO 14). y sociales, así como a los medios de comunión social.

Hay que destacar la importancia de la fraternidad sacra- A esta crisis respondió Pablo VI (1963-1978) con la encí-
mental en el Presbiterio (PO 8), como signo eficaz de santifica- clica Sacerdotalis coelibatus (1967), el "Mensaje a los sacerdo-
ción y de evangelización y en virtud de la comunión y común tes" (1968), la convocación del Sínodo Episcopal sobre el sa-
misión (LG 28). Por este camino se encuentra la espiritualidad
específica del sacerdote en cuanto miembro del Presbiterio de
la Iglesia particular (cf. cap. VII).
30 En el desarrollo de los diversos capítulos hemos aprovechado al máximo la
doctrina sacerdotal del Concilio Vaticano. Sobre el decreto Presbyterorum Or-
La espiritualidad sacerdotal indicada por el Concilio Vati- dinis, ver los resúmenes ofrecidos en: cap. I, nn. 4 y 5; cap. V, nn. 1 y 4. El de-
cano II tiene, pues, estas características: creto Optatam totius, en el capítulo VIII. La bibliografía sobre temas y puntos
concretos queda dispersa en las notas y, especialmente, en la orientación bi-
— Identidad como participación en la consagración y mi- bliográfica final de cada capítulo. Anotamos aquí solamente algunos comenta-
rios en colaboración sobre los documentos sacerdotales del concilio: Los pres-
sión totalizante de Cristo, bíteros a los diez años de "Presbyterorum Ordinis, Burgos, Facultad de Teolo-
— Actitud de servicio, gía, 1975 (y en el volumen 7 de "Teología del Sacerdocio"); Los presbíteros,
— Consagración como cercanía y dedicación plena, ministerio y vida, Madrid, Palabra, 1969; /preti, Roma, AVE, 1970; I sacerdo-
ti nello spirito del Vaticano II, Torino, Leumann, 1969; Le ministére et la vie
— Espiritualidad en el ejercicio del ministerio, des prétres, París, Mame, 1969; Les prétres, formation, ministére et vie, París,
— Comunión o fraternidad especialmente en el Presbiterio, ' Cerf, 1968; Sacerdotes y religiosos según el Vaticano II, Madrid, FAX, 1968;
— Fisonomía de caridad pastoral con las virtudes concretas Concilio Vaticano II, Comentarios al decreto "Optatam totius" sobre la forma-
ción sacerdotal, Madrid, BAC, 1970; La charge pastorale des Evéques, París,
del Buen Pastor, Cerf, 1969.

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J U A N ESQUERDA BIFET SÍNTESIS Y E V O L U C I Ó N HISTÓRICA DE L A E S P I R I T U A L I D A D . . .

cerdocio ministerial y la justicia en el mundo (1971), así como temática puso de relieve su relación armónica y enriquecedora.
con otros documentos y actuaciones 31 . El documento sinodal, El sacerdocio ministerial, aprobado por
el Papa, describe la situación en la que se encontraba el sacerdo-
La encíclica Sacerdotalis coelibatus (24 de junio de 1967) te, analizando algunas causas e indicando algunas soluciones. La
aprovecha los materiales ofrecidos por los Padre del concilio pa- primera parte del documento relaciona el sacerdote ministro
ra que el Papa escribiera una encíclica sobre la castidad sacerdo- con Cristo Sacerdote y con la Iglesia sacramento de Cristo, para
tal. Este tema sólo se capta a partir de un enamoramiento de recalcar la permanencia del sacerdocio ministerial, por medio
Cristo, dimensión cristológica, para el servicio incondicional de del carácter, como signo del amor mutuo y permanente entre
la Iglesia, dimensión eclesial, que hace de la persona llamada Cristo y su Iglesia; a partir de ahí, el sacerdote vive la comunión
una donación, dimensión antropológica y que indica una reali- de Iglesia y puede responder a las situaciones concretas en que
dad futura de resurrección (dimensión escatológica). La castidad se encuentra todo el Pueblo de Dios. La segunda parte presenta
es el signo de la caridad pastoral. La escasez de vocaciones debe orientaciones prácticas de actualidad: relación entre evangeliza-
analizarse a la luz del sacerdocio como don de Dios, que debe ción y vida sacramental, trabajo civil, opciones políticas o so-
pedirse y como camino de generosidad y totalidad en la entrega. ciales, vida espiritual, celibato, fraternidad en el Presbiterio,
cuestiones económicas. "En medio de la comunidad cristiana
En el "Mensaje a los sacerdotes" (1968), al terminar el año que vive del Espíritu, y no obstante sus deficiencias, el sacerdo-
de la fe, el Papa presentó cuatro dimensiones del sacerdocio que te es prenda de la presencia salvífica de Cristo" (documento si-
se postulan mutuamente: sagrada, apostólica, místico ascética nodal, parte primera, n. 5). La vida espiritual del sacerdote, des-
(espiritual) y eclesial. Viviendo estas dimensiones armónicamen- crita por el Sínodo, renovando las directrices del Vaticano II, es
te, todo sacerdote encontraría "en su ministerio la serenidad y una llamada a mayor vivencia del sacerdocio para responder a
la alegría" ("Mensaje", repetido parcialmente en el congreso eu- nuevas formas y posibilidades de evangelizadón 32 .
carístico de Bogotá, 1968).
Juan Pablo II, cuyo pontificado inició en octubre de 1978
El Sínodo Episcopal de 1971 fue convocado por Pablo VI ha presentado el tema sacerdotal especialmente a través de las
para tratar del sacerdote y de la justicia en el mundo. La doble cartas del Jueves Santo. El sacerdocio es tema frecuente en sus
discursos durante los viajes apostólicos, las visitas ad Límina, las
homilías durante las ordenaciones sacerdotales, etc. Este magis-
31 Ver los documentos sacerdotales de Pablo VI (también la carta apostólica terio se encuadra dentro del conjunto de sus encíclicas y exhor-
Summi Dei Verbum de 1963), con instrucciones y estudios, así como el docu-
mento del Sínodo de 1971, en: El sacerdocio hoy, documentos del magisterio
eclesiástico, Madrid, BAC, 1985. Sobre la doctrina sacerdotal de Pablo VI: M.
CAPRIOLI, // sacerdozio nel magistero diPaolo VI (1963-1979), "Ephemeri- 32 Ya antes del Sínodo, algunos episcopados publicaron documentos sobre el
des Carmelitanae" 30 (1979) 319-383; J. ESQUERDA, Transfondo teológico sacerdocio: El ministerio sacerdotal (Conferencia Episcopal alemana), Sala-
y actual del mensaje del Papa Pablo VI a los sacerdotes, 'Teología del Sacerdo- manca, Sigúeme, 1970; Documento colectivo del Episcopado español sobre
cio" 1 (1969) 239-276; G. M. CARROÑE, La spiritualité sacerdotale dans la el ministerio sacerdotal (1970). Documento sinodal: El sacerdocio ministerial,
pensée de Paul VI, "Seminarium" (1977) 1056-1067; J. GUITTON, El con- Typ. Pol. Vaticanis, 1971 (ver el texto en El sacerdocio hoy, o. c ) . Estudios:
cepto de sacerdocio según Pablo VI, en Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, J. ESQUERDA, El sacerdocio ministerial en el Sínodo de los Obispos de 1971,
1971. En tiempo de Pablo VI tiene lugar la segunda conferencia general del "Teología del Sacerdocio" 4 (1972) 433-453; ídem, Estudio comparativo en-
episcopado latinoamericano (CELAM) en Medellín (1968); ver especialmente tre la doctrina sacerdotal del Sínodo de 1971 y el Decreto "Presbyterorum
los documentos XI (sacerdotes) y XII (formación sacerdotal); comentarios: Ordinis", "Teología del Sacerdocio" 7 (1975) 569-584; B. KLOPPENBURG,
Reflexiones sobre el CELAM, Madrid, BAC, 1977. O Sínodo dosBisposde 1971, "Rev. Ecles. Brasileira" 31 (1971) 891-936.

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J U A N ESQUERDA B I F E T SÍNTESIS Y E V O L U C I Ó N HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

taciones apostólicas sobre temas que son de sumo interés pas- Durante el pontificado de Juan Pablo II, aunque con una
toral. preparación anterior ya desde Pablo VI, tuvo lugar la tercera
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM),
El documento que marca la pauta en todo el magisterio de celebrada en Puebla (1979), a la que precedió el discurso inau-
Juan Pablo II sobre el sacerdocio, es su primera carta a los sacer- gural del Papa (28 de enero de 1979). El documento de "Pue-
dotes, con ocasión del Jueves Santo de 1979 (Vobis Episcopus). bla", elogiado y recomendado por Juan Pablo II el 23 de mar-
Es una síntesis doctrinal que aprovecha las orientaciones del Va- zo de 1979, tiene como título: La evangelización en el presente
ticano II y del Sínodo Episcopal de 1971. A partir de Cristo Sa- y en el futuro de América Latina. Lo hemos citado frecuente-
cerdote, se hace resaltar el carácter sacramental, que hace partí- mente en los diferentes capítulos de nuestro libro. Respecto al
cipes del ser, del obrar y del estilo sacerdotal del Señor. Los san- sacerdocio ministerial, describe una situación relativamente po-
tos sacerdotes de la historia continúan siendo modelos de cari- sitiva de mayor clarificación (n. 670), instando a una actitud
dad pastoral, para afrontar situaciones nuevas de hoy. Cuando evangelizadora y comprometida, que nace de la experiencia de
surgen las dudas sobre la identidad sacerdotal, es que "no ha ha- Dios vivo (n. 693). Si se pone en práctica la fraternidad sacra-
bido bastante valor para realizar el mismo sacerdocio a través de mental en el Presbiterio (PO 8), entonces "la plena unidad en-
la oración, para hacer eficaz su auténtico dinamismo evangéli- tre los ministros de la comunidad es ya un hecho evangelizador"
co" (n. 10). Una renovación eclesial auténtica necesita la reno- (Puebla, n. 663). De esta renovación sacerdotal dependerá, en
vación sacerdotal, que nace de una comunión orante o fraterni- parte, la aportación misionera de América Latina a la Iglesia uni-
dad presidida por María en el cenáculo (n. 11). versal. El documento continúa y profundiza la segunda asam-
blea celebrada en Medellín (1968), inaugurada por Pablo VI en
Las líneas trazadas por Juan Pablo II se resumen en las si- la catedral de Bogotá, con ocasión del congreso eucarístico in-
guientes: ternacional34 .

— El gozo de ser sacerdote y de seguir una llamada que es


don de Dios y declaración de amor, El nuevo Código de Derecho Canónico (1983) plasma en
— seguimiento generoso y de entrega evangélica, normas concretas algunas directrices conciliares y posconciliares
— disponibilidad misionera universal, sobre la vida y el ministerio sacerdotal. Hemos citado frecuente-
— fraternidad sacramental en el propio Presbiterio, mente estas normas en nuestro libro. Son pautas de trabajo para
una construcción responsable por parte de todos. Ya desde el
— sintonía con las comunidades eclesiales necesitadas o
Seminario, los futuros sacerdotes deben formarse en el sentido
perseguidas,
y amor de Iglesia, expresado en vida comunitaria, como prepa-
— unión con los sacerdotes que sufren martirio por anun-
ración para vivir la unión fraterna en el Presbiterio diocesano
ciar y vivir el evangelio. . , 3 3 .
(can. 245, par. 2). A los sacerdotes, este vínculo de fraterni-

33 Ver documentos en: El sacerdocio hoy. . ., Madrid, BAC, 1985. J. A. ABAD,


Juan Pablo II al sacerdocio, Pamplona, 1981. Estudios: J. ESQUERDA, Iden-
tidad apostólica: trasfondo histórico de la carta de Juan Pablo II a los sacer- 34 Documento "Puebla": La evangelización en el presente y en el futuro de Amé-
dotes, "Teología del Sacerdocio" 12 (1980) 107-149; J. A. MARQUES, O rica Latina, Bogotá, 1979 y Madrid, BAC, 1979. Ver fragmentos sacerdotales
sacerdocio ministerial no Magisterio de Joáo Paolo II, "Theologica" 15 (1980) (junto con otros documentos): La formación sacerdotal, Bogotá (DEVYM,
81-224; M. VINET, Le prétre et sa mission dans l'enseignement du papelean OSLAM), 1982. Citamos estudios sobre el sacerdote en América Latina, en el
Paul II, "Bulletin du Saint Sulpice" 8 (1982) 63-76. capítulo I, notas 12 y 21.

318 319
J U A N ESQUERDA BIFET SÍNTESIS Y E V O L U C I Ó N HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

dad", concretado en oración y múltiple cooperación (can. 275), Jesús, y de la misma naturaleza misionera de la Iglesia
les ayudará a conseguir su santidad propia en relación al minis- como Pueblo sacerdotal.
terio, con tal que no dejen los medios comunes y peculiares de
santificación (can. 276). Cierta vida comunitaria (can. 280), que — Línea de comunión fraterna en el Presbiterio, como sig-
podrá favorecerse con experiencias de encuentros y de asocia- no colectivo del Buen Pastor, al servicio de la comuni-
ciones, siempre en unión con el propio obispo, (can. 278), les dad eclesial local y universal.
ayudará a perseverar en las virtudes del Buen Pastor (can. 273,
277, 282, 286), y en la disponibilidad misionera local y univer- — Línea de transparencia y testimonio del Buen Pastor,
sal (can. 245, 257, 529). El Consejo Presbiteral será un medio como santificación a través del ministerio y como signo
muy a propósito para conseguir estos objetivos (can. 495- y estímulo del seguimiento de Cristo para todos los cre-
502) 35 . yentes.

La formación inicial y permanente del sacerdote (ver cap. Construir el estilo sacerdotal en América Latina en esta
VIII) es el tema del Sínodo Episcopal de 1990. La historia es época concreta, supondrá captar las luces del Espíritu Santo du-
siempre fuente y maestra de vida en todos los niveles: litúrgico rante la historia eclesial y en la actualidad: a partir de la Palabra
y pastoral, teológico y cultural, comunitario y espiritual 36 . de Dios que ilumina los acontecimientos y situaciones, construir
una comunidad eclesial sensible a la presencia de Dios y a los
Toda la historia de la espiritualidad sacerdotal, a partir de problemas de los hermanos, haciéndola comunidad evangeliza-
la persona y del mensaje del Buen Pastor, en un proceso de Igle- dora y comprometida en la evangelización universal. Será, pues,
sia peregrina, que va delineando cada vez más claramente el sa- una espiritualidad sacerdotal de profetismo y de inserción, de
cerdote de cada época histórica: pluralismo auténtico en la comunión de la Iglesia, de inmanen-
cia y trascendencia, de misión sin fronteras y sin exclusivismos,
— Línea de servicio, es decir, ministerial, que tiene como de testimonio y de martirio, de esperanza como el grito del Mag-
fuente, modelo y maestro a Cristo Sacerdote, que "no níficat que brota de todo santuario mañano, en toda comunidad
vino para ser servido, sino para servir" (Me 10,45). eclesial, de todo hogary y de cada corazón.
— Línea de evangelización sin fronteras, que arranca del
sacerdocio como consagración y misión participada de

35 Ver temas sacerdotales según el nuevo Código: AA. W . , El sacerdocio en el


nuevo Código de Derecho Canónico, "Teología del Sacerdocio" 18 (1985); GUIA PASTORAL
AA. W . , Lo stato giurídico dei ministri sacri nel nuovo codex furis canonicis,
Lib. Edit. Vaticana, 1984; O. SANTAGADA, Formación sacerdotal según el
nuevo Código de Derecho Canónico, "Medellín" 10 (1984) 479-500. Meditación bíblica
36 Son de mucho interés sacerdotal algunos documentos publicados por los dife-
rentes dicasterios romanos. Ver los más importantes en: (DEVYM, OSLAM) — Sentido de la historia: El Espíritu Santo, recibido en la or-
Formación sacerdotal, Bogotá, 1982. denación, guía hacia la verdad plena en Cristo: Jn 16,13.

320 321
J U A N ESQUERDA BIFET
SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA E S P I R I T U A L I D A D . . .

La presencia de Cristo en la vida e historia sacerdotal, en- tas 2-7), Edad Media (notas 7-10), época de Trento (notas 11-18), época
ciende el corazón y abre los ojos a la luz para partir el pan inmediatamente anterior al Concilio Vaticano II (notas 20-29), sobre el
con los hermanos: Le 24,13-35. Vaticano II y posconcilio (notas 30-36).

ALVAREZ, J. Perfiles sacerdotales, Barcelona, Herder, 1959; Las grandes


El sacerdote no está nunca solo en el camino histórico: Mt
escuelas de espiritualidad en relación al sacerdocio, Barcelona, Her-
28,20. der, 1963.

Ministerio sacerdotal de preparar a toda la humanidad para COLSON, J. Ministre de Jésus-Christ ou le sacerdoce de l'évangile, París,
un encuentro definitivo con Cristo al final de la historia: Beauchesne, 1966.
Apoc 22,17-21.
Enciclopedia del sacerdocio, Madrid, Taurus, 1957.

Etudes sur le sacrement de l'Ordre, París, Cerf. 1957.


Estudio personal y revisión de vida en grupo
ESQUERDA, J. Historia de la espiritualidad sacerdotal, Burgos, Facultad
de Teología, 1985 ("Teología del Sacerdocio" 19); Teología de la es-
— ¿Cuáles han sido las líneas de fuerza de la espiritualidad sa- piritualidad sacerdotal, Madrid, BAC, 1989, cap. XIII (síntesis histó-
cerdotal durante la historia? rica).

— ¿Cuáles son los elementos permanentes en la historia de la GRELOT, P. Le ministére de la nouvelle alliance, París, Cerf. 1968.
espiritualidad sacerdotal?
Ipreti per gli uomini d'oggi, Roma, AVE, 1975, 25-255.
— ¿Qué posibilidades encontramos en estos elementos para La Tradition sacerdotal, París, Mappus, 1959.
nuestro estilo sacerdotal de hoy y para colaborar en la cons-
trucción del estilo sacerdotal del futuro? LEMAIRE, A. Les ministéres aux origines de l'Eglise, París, Cerf, 1971.

MOHLER, J. A. Origen y evolución del sacerdocio, Santander, Sal Terrae,


— ¿Qué importancia puede tener el redescubrimiento de las 1971.
figuras sacerdotales de la historia?
LECUYER, J. El sacerdocio en el misterio de Cristo, Salamanca, Sigúeme,
— Individuar los elementos básicos para América Latina (cf. 1960.
Puebla 659-720).
OÑATIBIA, I. La espiritualidad presbiteral en su evolución histórica, en
Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Madrid, EDICE,
1987, 23-68.

OTT, L. Le sacrement de l'Ordre, París, Cerf, 1971 (historia).

ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Anotamos aquí solamente algunos estudios de síntesis histórica so-


bre la espiritualidad sacerdotal. Para autores concretos, períodos históricos
y otros datos específicos, ver las notas de este capítulo: Santos Padres (no-

322 323
SIGLAS

AA: Decreto conciliar Apostolicam Actuosi'atem


AG: Decreto conciliar Ad Gentes
CD: Decreto conciliar Christus Dominus
CFL: Exhortación Apostólica Christifideles Laici (Juan Pablo II)
CT: Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (Juan Pablo II)
DEV: Encíclica Dominum et Vivificantem (Juan Pablo II)
DM: Encíclica Dives in Misericordia (Juan Pablo II)
DV: Constitución conciliar Dei Verbum
ES: Encíclica Ecclesiam suam (Pablo VI)
EN: Exhortación Apostólica EvangeliiNuntiandi (Pablo VI)
ET: Exhortación Apostólica Evangélica Testificatio (Pablo VI)
FC: Exhortación Apostólica Familiaris consortio (Juan Pablo II)
GS: . Constitución conciliar Gaudium et Spes
IM: Decreto conciliar ínter mirifica
LG: Constitución conciliar Lumen Gentium
LE: Encíclica Laborem excercens (Juan Pablo II)
Medellín: Documento de la II Conferencia del Episcopado Latinoamerica-
no, CELAM, 1968.
MC: Exhortación Apostólica Marialis Cultus (Pablo VI)
MD: Carta Apostólica Mulieris Dignitatem (Juan Pablo II)
OT: Decreto conciliar Optatam Totius
PC: Decreto conciliar Perfectae Caritatis
PO: Decreto conciliar Presbyterorum Ordinis
Puebla: Documento de la III Conferencia del Episcopado Latinoamerica-
no, CELAM, 1979.
RD: Exhortación Apostólica Redemptionis Donum (Juan Pablo II)
RH: Encíclica Redemptor Hominis (Juan Pablo II)

325
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL
RM: Encíclica Redemptoris Mater (Juan Pablo II)
RP: Exhortación Apostólica Reconcüiatio et Paenitentia (Juan Pablo
II).
SA: Encíclica Slavorum Apostoli (Juan Pablo II)
SC: Constitución conciliar Sacrosantum Concilium
SRS: Encíclica Sollicitudo Rei Socialis (Juan Pablo II)
UR: Decreto conciliar Unitatis Redintegratio

Nota: Prescindimos de las siglas más conocidas: Dz (Denzinger, Enchiri- Nota preliminar: En cada capítulo de esta publicación hemos indica-
dion Symbolorum), PG (Patrología Griega), PL (Patrología Lati- do una orientación bibliográfica específica. Así mismo, en las notas se han
na), siglas bíblicas, etc. Las revistas las citamos por entero, sin aportado estudios más concretos. El lector podrá encontrar fácilmente esta
bibliografía específica con sólo prestar atención al índice de materias (por
usar sigla.
ejemplo, la palabra Diocesano o Presbiterio, buscando el capítulo y el pá-
rrafo correspondiente allí anotado. En esta orientación bibliográfica gene-
ral no citamos algunas publicaciones referentes al sacerdocio ministerial en
sí mismo (ver la orientación bibliográfica del cap. III), como tampoco cita-
mos todos los libros de antes del Concilio Vaticano II (ver capítulo X, no-
tas 22 a 27 bis). Ofrecemos, pues, un elenco de publicaciones que tengan
el valor de una síntesis doctrinal actual sobre la espiritualidad del sacerdote:

ANTWEILER, A. El sacerdote de hoy y del futuro, Santander, Sal Terrae,


1969 (estilo sacerdotal).

Aspetti della teología del sacerdozio dopo il concilio, Roma, Cittá Nuova,
1974 (temas posconciliares, en colaboración).

ARIZMENDI, F. ¿Vale la pena ser hoy sacerdote?, México, 1988 (síntesis


de ideas y motivaciones).

BANDERA, A., El sacerdocio en la Iglesia, Vülaba, Ope, 1968 (resumen


actualizado).

BOUYER, L. El sentido de la vida sacerdotal, Barcelona, Herder, 1962


(ideas espirituales).

CAPMANY, J. Espiritualidad del sacerdote diocesano, Barcelona, Herder,


1962 (teología).

326 327
J U A N ESQUERDA BIFET ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL

CAPRIOLI, M. Sacerdocio e san tita, Roma, Tere sianum, 1983 (algunos te- FAVALE, A. Spiritualitá del ministero presbiterale, Roma, LAS, 1985 (re-
mas teológicos de espiritualidad sacerdotal posconciliar). sumen teológico; trad. castellano: Soc. Ed. Atenas, Madrid, 1989).

CELAM, DEVYM, Espiritualidad presbiteral hoy, Bogotá, 197'5; Espiritua- FERNANDEZ, A. Sacerdocio común y sacerdocio ministerial, Burgos, Fa-
lidad del clero diocesano, Bogotá, OSLAM, 1986 (resumen doctrinal cultad de Teología, 1979 (estudio teológico).
y directrices para América Latina).
FLORES, J. A. Vivamos nuestro sacerdocio, La Vega,Sto. Domingo, 1982.
COLSON, J. Sacerdote y pueblo sacerdotal, Bilbao, Mensajero, 1970 (resu-
men bíblico). GALOT, J. Prétre au nom du Christ, Chambray, CLD, 1985; Teología del
sacerdocio, Florencia, 1981 (resumen teológico).
COPPENS, J., etc. Sacerdocio y celibato, Madrid, BAC, 1971 (diversos te-
mas, doctrinas e históricos, con una segunda parte dedicada al celi- GARCÍA VELASCO, J. El sacerdocio en el plan de salvación, Salamanca,
bato). Sigúeme, 1974 (reflexiones sobre diversos temas).
DELICADO, J. El sacerdote diocesano a la luz del Vaticano II, Madrid, GOICOECHEAUNDIA, J. Espiritualidad sacerdotal, Vitoria, Unión Apos-
ZYX, 1965 (resumen conciliar). tólica, 1976 (síntesis breve y densa).
DELORME, J., LEÓN DUFOUR, X. El ministerio y los ministerios según GRELOT, P. El ministro de la Nueva Alianza, Barcelona, Herner, 1969 (re-
el Nuevo Testamento, Madrid, Cristiandad, 1975 (estudios bíblicos). sumen bíblico).
DILLENSCHNEIDER, Cl. Teología y espiritualidad del sacerdocio, Sala- HENRIQUEZ, L. E. El ministerio sacerdotal, Caracas, 1985 (resumen doc-
manca, Sigúeme, 1965 (resumen de espiritualidad). trinal).
DORADO G. El sacerdote hoy y aquí, Madrid, PS, 1972 (temas de actuali- I sacerdoti nello spirito del Vaticano II, Turin, LDC, 1968 (resumen con-
dad). ciliar).
El ministerio sacerdotal (Conf. Episcopal Alemana), Salamanca, Sigúeme, / preti per gli uomini d'oggi, Roma, AVE, 1975 (verdadera encicplopedia
1970 (síntesis teológica). de temas sacerdotales actuales).

El ministerio del presbítero en la comunidad eclesial, Bogotá, 1978 (varios IRABURU, J. Ma. Fundamentos teológicos de la figura del sacerdote, Bur-
estudios). gos, Facultad de Teología, 1972 (tesis doctoral).

ENRIQUE TARANCON, V. El sacerdote a la luz del Concilio Vaticano II, JIMÉNEZ, B. Testigos del misterio, reflexiones acerca del ministerio sacer-
Salamanca, Sigúeme, 1966 (reflexiones a modo de conferencias). dotal, Avila, TAU, 1986 (síntesis doctrinal).

Espiritualidad del clero diocesano, Bogotá, OSLAM, 1985 (resumen doctri- LARRABE, J. M. Sacerdocio actual y pueblo de Dios, Madrid, Studium,
nal y directrices para América Latina). 1974 (resumen actual).

Espiritualidad presbiteral hoy, Bogotá, DEVYM, 1975 (diversos temas). LASZLO, S. Priesterliche Spiritualitát, Freiburg, Herder, 1977 (resumen
doctrinal).
Espiritualidad del presbítero diocesano secular, Madrid, EDICE, 1987
(conferencias de un "Symposium" nacional sobre el tema). LATRELLE, J. La joie du prétre, París, Edit. Ouvriéres, 1968 (respuesta
positiva a las dudas).
ESQUERDA, J. Teología de la espiritualidad sacerdotal, Madrid, BAC,
1989 (síntesis teológicae histórica); Te hemos seguido, Madrid, BAC, LECUYER, J. El sacerdocio en el misterio de Cristo, Salamanca, Sigúeme,
1988 (síntesis para retiros y reflexiones). 1960 (estudio teológico e histórico amplio).

328 329
J U A N ESQUERDA BIFET ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL

Los presbíteros a los diez años del "Presby tero'um Ordinis", Burgos, Fa- SANTAGADA, O. Presbíteros para América Latina, Bogotá, OSLAM,
cultad de Teología, 1975 (comentario a m p j ^ al decreto conciliar). 1986.

LUCAS, J. S. La vida sacerdotal y religiosa, antropología y existencia, Ma- SEMMELROTH, O. El ministerio espiritual, Madrid, FAX, 1967 (reflexio-
drid, Soc. Educ. Atenas, 1986 (dimensión antropológica cristiana). nes doctrinales).

LUQUERO, D. Homo Dei, el sacerdote hoy, Madrid, Studium, 1968, (re- SPIAZZI, R. Los fundamentos teológicos del ministerio pastoral, Madrid,
flexión doctrinal). Studium, 1962 (teología pastoral).

MANARANCHE, A. Al servicio de los hombres, Salamanca, Sigúeme, SUAREZ, F. El sacerdote y su ministerio, Madrid, Rialp, 1969 (considera-
1969 (síntesis para responder a la problemática actual). ciones espirituales).

MARCUS, E. Les prétres, París, Desclée, 1984 (síntesis doctrinal). THILS, G. Naturaleza y espiritualidad del clero diocesano, Salamanca, Si-
gúeme, 1961 (estudio teológico).
MARTÍNEZ, J. Reflexiones sobre la perfección sacerdotal, Santander, Sal
Terrae, 1961 (manual de espiritualidad inmediatamente antes del TRAPE, A. II sacerdote, uomo di Dio e servo della Chiesa, Milano, Ancora,
concilio). 1968 (reflexiones de actualidad).

MARTÍNEZ CEPEDA, J. J. La educación integral de los presbíteros, Mé- VOLK, H. Priestertum heute, Communio Verlag, 1972 (resumen de actua-
xico, 1982 (para una formación permanente). lidad).

VORGRIMMLER, H. Das Priestertum, Freiburg, Herder, 1970 (reflexiones


NICOLAU, M. Ministros de Cristo, sacerdocio y sacramento del Orden,
doctrinales).
Madrid, BAC, 1971 (teología sacramentaría).
WUERL, D. W. The priesthood, the catholic concept today, Roma, Angeli-
OKOYE, G.M.P. The glories of the priesthood, Enugu, 1972 (síntesis de
cum, 1974 (tesis doctoral basada en el Sínodo sobre el sacerdocio,
espiritualidad).
1971).
PIRONIO, E. Espiritualidad sacerdotal, en Escritos pastorales, Madrid,
BAC, 1973, 143-166 (reflexiones doctrinales en el contexto actual).

PORTILLO A. DEL, Escritos sobre el sacerdocio, Madrid, Palabra, 1970


(documentos magisteriales).

RHANER, K. Siervos de Cristo, Barcelona, Herder, 1970 (meditaciones de


retiro).

ROGÉ, J. Simple sacerdote, Madrid, FAX, 1967 (reflexiones doctrinales).

ROMANIUK, C. Le sacerdoce dans le Nuoveau Testarnent, París, Mappus,


1966 (resumen bíblico).

Sacerdotes para evangelizar, Madrid, EDICE, 1987.

SALAUNE, E. MARCUS, Nosotros los sacerdotes, Barcelona, Península,


1967 (estilo y problemática sacerdotal).

330 331
ÍNDICE DE MATERIAS

Acción pastoral: IV, 1-6.


Actualidad: I, 1-5.
América Latina: I, 1-5; VI, 3; IX, 4; X, 3-5.
Amistad con Cristo: III, 1; V, 1; VIII, 1-3.
Apostolado: IV, 1-6.
Apóstoles: III, 1, 3.
Arciprestazgo: VI, 2.
Asociaciones sacerdotales: VII, 4.
Bautismo: II, 3-4.
Biblia: IV, 2.
Bienaventuranzas: I, 5; IV, 6.
Buen Pastor: II, 1-2; V, 1-4.
Cambios: I, 1-4.
Carácter sacerdotal: II, 3 ; II, 2.
Caridad pastoral: II, 1-2; III, 3; V, 2-3.
Castidad: V, 3.
Celibato (castidad): V, 3.
Celo apostólico: I, 1,3.
Cercanía (inserción): I, 1,3; IV, 6.
Comunidad de base: VI, 2.
Comunisda eclesial: IV, 4; VI, 4.
Comunidad sacerdotal: VI, 2-4.
Comunión: VI, 1;VII, 2.
Confesión (sacramento): IV, 4; VIII, 5 (medios de santificación).
Consejo Presbiteral: VII, 2, 4; X, 5.
Consejos evangélicos: V, 3.

333
J U A N ESQUERDA B I F E T ÍNDICE DE M A T E R I A S

Corazón sacerdotal de Cristo (B. Pastor): II, 1-3; IX, 1. Humanismo integral: I, 1,3; IV, 6.
Cristo Sacerdote, Mediador (Buen Pastor): II, 1-3; IX, 1. Humildad ministerial: V, 3.
Cruz: V, 2. Identidad: I, 4.
Diáconos: VII, 1. Iglesia: I, 1-2 (hoy, solidaria); II, 3 y X, 2 (Pueblo sacerdotal);
Diálogo: IV, 6;V, 3; VII, 2. VI, 1 (fundada por Cristo); I, 2 y VI, 2 (títulos bíblicos); I, 2
Dimensiones de la espiritualidad sacerdotal: I, 4. y II, 3 y VI, 1 (misterio), comunión y misión); VI, 1, 4 y X, 2
Diocesano: VI, 2; VII, 1-4; VIII, 2. (maternidad); VI, 2 (particular, local diócesis); I, 2; VI, 3
Diócesis: (Iglesia particular): VI, 2-3; VII, 1. (universal, misionera); VI, 4 (sentido y amor).
Dirección espiritual: III, 4; VIII, 3,5. Incardinación: VI, 2; VII, 3.
Discernimiento del Espíritu: III, 4. Inculturación: I, 3.
Distribución del clero: VI, 3. Inserción (insertarse): IV, 6.
Doctrina social: I, 2-3; IV, 6. Justicia social: I, 2-3; IV, 6.
Edad Media: X, 2.
Laicado: II, 4.
Encarnación: I, 1,2.
Latinoamérica (América Latina)
Equipo: VII, 2,4.
Liturgia: IV, 3-5.
Escritura: IV, 2.
Liturgia de las horas: IV, 5.
Escuelas de espiritualidad: X, 2-3.
Magisterio: X, 4-5.
Esperanza: I, 2, 3; IV, 6.
María: IX, 1-4.
Espíritu Santo: III, 2, 4; VI, 4.
Martirio: IV, 6;V, 2.
Espiritualidad: I, 2, 5 (naturaleza); DC, 2 (mariana);X, 2 Medellín: X, 5.
3 (escuelas). Medios de espiritualidad: VIII, 5.
Espiritualidad sacerdotal: I, 5; III, 3-4; V, 4; VII, 1 -4; X, 4 Ministerios: II, 3 (nuevos ministerios); IV, 1-6.
Estudio: VIII, 3-4.
Misión: III, 1; IV, 1-6; VI, 3.
Eucaristía: II, 4; III, 1;IV;3.
Misterio pascual: I, 1; III, 3; IV, 3-4.
Evangelización: I, 3; IV, 1-6.
Nueva evangelización: I, 1 y 3.
Familia: II, 4.
Obediencia: V, 4.
Fe: V, 4; VI, 4.
Obispo: VI, 1-3; VII, 1.
Fidelidad (Espíritu Santo).
Figuras sacerdotales: X, 1-5. Oración: IV, 5.
Formación inicial: VIII, 3. Oración sacerdotal: IV, 5; V, 1.
Formación misionera: VI, 3. Orden (sacramento): II, 3; III, 2.
Formación permanente: VIII, 4. Pablo: III, 3.
Fraternidad sacerdotal: III, 3; VII, 2-4. Pablo VI: X, 5.
Gracia sacramental: III, 2. Padres, patrística: X, 1.
Grupo (equipo). Palabra (Escritura): IV, 2.
Hebreos (carta): II, 2. Papa: VI, 2 , 4 ; X, 4-5.
Parroquia: VI, 2.
Historia: I, 2, 4 (sentido); X, 1-5 (sacerdotal). Pacua: II, 2; III, 3-4; IV, 3-4.
Homilía: IV, 2. Pastoral: IV, 4, 6.

334 335
ÍNDICE DE M A T E R I A S
J U A N ESQUERDA BIFET

Pastoral de conjunto: VI, 2. Vida comunitaria: VII, 2 y 4.


Pastoral sacerdotal: VIII, 4. Vida religiosa (religiosos).
Pastoral vocacional: VIII, 3. Virginidad (castidad).
Penitencia (confesión, sacrificio). Virtudes: V, 2-4.
Personalidad: V, 4. Virtudes humano-cristianas: V, 4.
Pobres (opción preferencial): I, 3; IV, 6. Vocación: I, 4 (actualidad), 5 (diversidad); II, 4 (diferentes vo-
Pobreza (virtud): V, 3. caciones); III *en el evangelio); VIII, 1-5 (naturaleza, señales,
Predicación: IV, 2. formación. . .).
Presbiterio: VII, 1-4; 1.
Presbíteros: VII, 1.
Profetismo: IV, 2, 6.
Puebla: I, 2-3;IV;6;X, 5.
Pueblo sacerdotal: V, 4.
Reconciliación (confesión).
Reino: I, 2; IV, 4; VI, 1.
Religiosos: II, 4; V, 3; VII, 3; VIII, 2.
Renovación: I, 1-5; VII, 4; X, 4.
Revisión de vida: VII, 4.
Sacerdocio común (fieles): II, 3-4.
Sacerdocio ministerial: III, 1-2; X, 3-5.
Sacramentos: IV, 4.
Sacrificio: II, 2 (A. T.); IV, 3; VIII, 5.
Santos sacerdotes: X, 1-5.
Santidad: I, 5;V, 1-4.
Secularismo: I, 4.
Seguimiento evangélico: III, 1.
Seminarios: VIII, 3.
Servidores, servicio: III, 2; IV, 4.
Signo de Cristo: I, 5; V, 1-4.
Signos de los tiempos: I, 1.
Situación sociológica: I, 1-5.
Testimonio: IV, 1, 6; V, 2.
Trabajo: II, 4;V, 3.
Trento: X, 3.
Unión Apostólica: VII, 4.
Unidad (principio de): VI, 2; VII, 1-4.
Vaticano II: I, 2; X, 5.
Vida apostólica: III, 1-3; V, 1-4; VII, 4; X, 1-2.

336
337
ÍNDICE GENERAL

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CONTENIDO 5
OFRECIMIENTO •• 7
I. ESPIRITUALIDAD E IDENTIDAD SACERDOTAL
PARA UNA NUEVA EVANGELIZACION 13

Presentación 15
Tiempo de gracia en un mundo que cambia 16
Una Iglesia solidaria de los gozos y esperanzas 20
Hacia una nueva evangelización 27
Ser sacerdote hoy. Identidad sacerdotal 32
Espiritualidad cristiana y espiritualidad sacerdotal 38
Guía pastoral . 42
Orientación bibliográfica 43
II. CRISTO SACERDOTE Y BUEN PASTOR
PROLONGADO EN SU IGLESIA 47

Presentación 49
El Buen Pastor 50
Cristo Mediador, Sacerdote y Víctima 55
Jesús prolongado en su Iglesia, Pueblo sacerdotal 61
El sacerdocio común de todo creyente 67
J U A N ESQUERDA B I F E T ÍNDICE GENERAL

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Pág.

Guía pastoral 74 VI. SACERDOTES AL SERVICIO DE LA IGLESIA


Orientación bibliográfica 75 PARTICULAR Y UNIVERSAL 173

III. EL MINISTERIO APOSTÓLICO AL SERVICIO Presentación ¡75


DEL PUEBLO DE DIOS 79 En la Iglesia fundada y amada por Jesús 176
El sacerdote ministro en la Iglesia particular o local 180
Presentación 81 Al servicio de la Iglesia universal misionera 186
Elección, seguimiento y misión de los Apóstoles 82 Sentido y amor de Iglesia 191
Los servidores del Pueblo sacerdotal: Sacerdotes ministros . 85 Guía pastoral 195
Líneas de fuerza del seguimiento evangélico de los Apóstoles 90 Orientación bibliográfica . 196
Fidelidad a la misión del Espíritu Santo 94
Guía pastoral 98
Orientación bibliográfica 100 VIL ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL
EN EL PRESBITERIO DIOCESANO 199
IV. SACERDOTES PARA EVANGELIZAR 103
Presentación , 201
Presentación 105 Obispo, presbíteros y diáconos para la comunidad eclesial . 202
Llamados para evangelizar 106 En la comunidad sacerdotal del Presbiterio 207
Prolongar la palabra de Cristo 111 Espiritualidad del clero diocesano 213
Prolongar el sacrificio pascual de Cristo 115 La construcción de la vida apostólica 216
Prolongar la acción salvífica y pastoral de Cristo 119 Guía pastoral 222
Prolongar la oración de Cristo 124 Orientación bibliográfica 223
La cercanía al hombre concreto 130
Guía pastoral 136
Orientación bibliográfica 137
VIII. VOCACIÓN Y FORMACIÓN SACERDOTAL 225
V. SER SIGNO TRANSPARENTE DEL BUEN PASTOR 141
Presentación t 227
Presentación 143 Cristo sigue llamando 228
Signo del Buen Pastor: relación, seguimiento y transparencia 144 Señales de vocación sacerdotal 232
La caridad pastoral 148 Formación sacerdotal inicial 235
Las virtudes concretas del Buen Pastor 153 Formación sacerdotal permanente 242
Santidad y líneas de espiritualidad sacerdotal 162 Medios comunes y peculiares de la espiritualidad sacerdotal 246
Guía pastoral 167 Guía pastoral 250
Orientación bibliográfica 169 Orientación bibliográfica 251

340 341
J U A N ESQUERDA B I F E T

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IX. ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL MINISTRO


DE CRISTO 253

Presentación 255
La Madre de Cristo Sacerdote i. 257
La Madre de la Iglesia Pueblo sacerdotal 260
La Madre del sacerdote ministro 264
En la vida espiritual y ministerio del sacerdote 268
Guía pastoral 273
Orientación bibliográfica 274
X. SÍNTESIS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA Esta obra se terminó de imprimir
DE LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL 277 el día 12 de noviembre de 1989
en los talleres gráficos de
Presentación 279 Arte y Fotolito "ARFO" Ltda.
Editores- Impresores
Espiritualidad sacerdotal en la época patrística 281 Bogotá-Colombia
Vida clerical en la Edad Media 287
Reforma sacerdotal en tiempos nuevos 294
Figuras y doctrina sacerdotal antes del Vaticano II 305
Concilio Vaticano II y Postconcilio 313
Guía pastoral 321
Orientación bibliográfica 322

SIGLAS 325
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA GENERAL 327

ÍNDICE DE MATERIAS 333

ÍNDICE GENERAL 339

Editado por el Centro de Publicaciones del Celam


Transversal 67 No. 173-71 A.A. 51086
Bogotá — Colombia

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