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En filosofía de la ciencia el campo de la epistemología es de suma importancia,

ya que en ella se tratan los criterios por los cuales la obtención del conocimiento se
justifica o se invalida de acuerdo a sus métodos y procedimientos. Sin embargo,
conforme el conocimiento científico avanza, vemos que aparecen nuevos problemas.
Las distintas ciencias se hacen cada vez más independientes y se están disociando de
una disciplina común que las unifique. Esta especialización de las ciencias está llevando
a los científicos a reflexionar sobre sus propios términos y a establecer métodos y
procedimientos de acuerdo a lo que quieren demostrar. De esta forma comienza a
aparecer una epistemología científica desligada de la metafísica.
Piaget ( cf. 1975: 123) describe como la teoría del conocimiento de la ciencia se
establece en parámetros distintos a los de la filosofía. La reflexión científica se va a
caracterizar por buscar problemas que sean falseables y demostrables, eliminando de
este modo muchas de las discusiones que se dan en filosofía de la ciencia. De esta forma
los científicos se están de encargando del estudio de los procedimientos de investigación
y conocimiento propios de la ciencia, sin entrar en el estudio del conocimiento general y
unificado,
En el artículo podemos ver un punto importante respecto de esta idea. La
evaluación de la seguridad primaria de los alimentos obtenidos a partir de cultivos
transgénicos se basa en el concepto de equivalencia sustancial. Esto quiere decir que,
para que se considere que el alimento transgénico sea seguro, su composición debe ser
comparada a la de su homólogo más cercano genéticamente relacionado. Esta
equivalencia sustancial sería el criterio para valorar si un alimento transgénico es apto
para ingerirse o no. Dicho criterio es tomado por los mismos científicos, los cuales
determinan los parámetros de sus investigaciones y lo que quieren demostrar. Lo
orientan hacia la actividad industrial y no pasa por un esfuerzo filosófico que determine
por medio de conceptos y fundamentación, si dicho criterio sea o no el indicado.
Tampoco la filosofía marca el paso de las investigaciones científicas, ni las orienta hacia
un fin determinado que las ordene de manera que todas avancen hacia un mismo
horizonte o basándose en un mismo principio.
Existe otro problema fundamental en el campo de la filosofía relativo al análisis
de las formas de alcanzar conocimiento. Reichenbach (cf. 1965: 104) va a indicar que en
nuestro tiempo la manera más exacta de alcanzar conocimiento nos la puede dar el la
ciencia, a diferencia de Kant y otros filósofos que sostenían que el conocimiento venía
de la razón pura. Parece que la experimentación y el método científico han alcanzado un
nivel de desarrollo teórico mucho más alto que el que se puede alcanzar por el análisis
de la razón pura. Esto revela que no existen presupuestos generales de conocimiento
sino solo de hipótesis particulares. Por lo tanto es un fracaso intentar construir un
concepto de conocimiento a priori que permita establecer leyes filosóficas anteriores a
toda ciencia. Así, no habrá una serie de categorías del conocimiento o leyes a priori que
marquen el camino de la ciencia.
Vemos en el artículo que los científicos utilizan un método experimental que les
permite llegar a falsear un hecho determinado, a saber, que el consumo de maíz
transgénico no es perjudicial para la salud humana, a través de experimentar con ratas.
A unas se les proporcionó por trece semanas el maíz alterado genéticamente, mientras
que a otras se les dio el maíz sin alteraciones. Las primeras no presentaron cambios en
la salud, ni alteraciones graves en comparación con las segundas. En conclusión, las
alteraciones genéticas de las plantas del maíz no proporcionan una reacción tóxica para
la salud.
Este es un claro ejemplo de que la ciencia tiene que formular teorías de
conocimiento cada vez más independientes de una disciplina unificadora o de categorías
del entendimiento que estén por encima de ella, sino que depende de problemas que le
son autónomos, y que ante este proceso de disolución la filosofía se ve afectada. Ante
una necesidad determinada, se realiza un estudio que esclarezca dicha incertidumbre y
dé solución al problema inmediato, y así se va formando la teoría del conocimiento
científico.
Existe otro punto importante en el estudio del conocimiento de la ciencia que
queda bien evidenciado en el artículo, y es que el objeto de estudio no es estático, ni
está claramente delimitado, sino que se encuentra en movimiento y varía dependiendo
de lo que la experiencia va mostrando o atendiendo a las necesidades humanas. En este
caso, empezamos a consumir alimentos alterados genéticamente, y queremos averiguar
si esto es perjudicial o no para la salud, mientras que hace unos años esto probablemente
ni nos pasaba por la mente. El campo de estudio de las ciencias avanza enormemente a
medida que se van dando nuevos descubrimientos que abren paso a nuevas áreas de
estudio. Es por esta razón que difícilmente podamos en filosofía crear sistemas de
pensamiento o categorías del entendimiento que permitan delimitar el objeto de
conocimiento de la ciencia o que las unifiquen a todas en un esquema interpretativo
común. En cambio, la razón humana debe ser considerada como un instrumento flexible
que se adapte continuamente a la experiencia.
Aunque Reichenbach (cf. 1965: 129) concluye que la experiencia es un criterio
definitivo para todas las afirmaciones del mundo físico no afirma que el empirismo sea
la respuesta al problema del conocimiento, sino que éste debe ser considerado como un
sistema construido por la razón que está regulado por la experiencia. En este sentido el
empirismo no entraría en contradicción con el racionalismo.
Es importante comprender que en filosofía, el problema sobre la verdad siempre
ha estado presente y por ende es constante la actividad de construir una teoría del
conocimiento. Para ello siempre se cuestiona la manera en que conocemos y se buscan
explicaciones que den evidencia de cómo funciona este proceso para poder entender
también de manera análoga el avance de la ciencia y de la epistemología en general.
Para Piaget (cf. 1975: 135-136) el aprendizaje respecto de la experiencia no se da
simplemente por la presencia de los objetos que causan una impresión pasiva en el
sujeto, sino más bien por la acomodación y el funcionamiento de ciertos esquemas de
asimilación de la mente sobre el objeto. El conocimiento lo constituye un cierto
equilibrio entre dicha asimilación y la acomodación de ésta actividad a los objetos. El
proceso cognoscitivo es una relación compleja entre el sujeto y los objetos. Por esta
razón, adaptando este hecho al estudio de la ciencia, nos mueve a rechazar una
interpretación por un lado, puramente empirista, y por otro, puramente apriorista.
De esta forma queda claro como Piaget junto con Reichenbach no se posicionan
en posturas radicales respecto de la forma en que la ciencia avanza en términos
epistemológicos, y más bien tienden a pensar que el avance que se ha realizado y que ha
provocado esta disociación respecto de las ramas de la filosofía, es señal de que no
podemos encajar todo dentro de un marco conceptual o categórico, que explique y
unifique la ciencia, puesto que el campo de conocimiento está en expansión, el objeto de
estudio de cada ciencia no es estable ni se puede delimitar con exactitud, y la
investigación científica está orientada hacia la experiencia y acumulación de datos,
como quedó claramente representado en el artículo de ciencia que estamos tratando en
este trabajo.

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