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Resumen:
La enfermedad crítica es una situación patológica grave que implica un riesgo vital
inmediato y la afección de múltiples órganos, que dependen de medidas de soporte
orgánico, tales como ventilación mecánica y nutrición artificial, entre otros.
Una nutrición inadecuada, es un factor determinante del estrés oxidativo. Se sabe que las
deficiencias nutricionales de algunos micronutrientes relacionados con el sistema de
defensa antioxidante (magnesio, selenio, cinc, cobre, vitaminas A, C, E, entre otros) y el
exceso de otros como el hierro, se encuentran relacionados con alteraciones metabólicas
asociadas con aumentos en la producción de radicales libres, con el consiguiente daño
oxidativo.
Este documento, habla de algunos elementos que pueden contribuir a regular dicho estado
de estrés oxidativo, si bien, se han realizado grandes esfuerzos para determinar las
recomendaciones totales de energía y proteínas y el consumo diario de micronutrientes
necesarios para prevenir la aparición de deficiencias específicas, cabe destacar que las
ingestas recomendadas para pacientes críticos NO están definidas claramente y son motivo
de constante evaluación de estudios. NO existe un consenso nacional ni internacional sobre
los requerimientos específicos de vitaminas, minerales y elementos traza en el paciente
crítico, aunque se considera que están incrementando en situaciones graves.
Conceptos claves:
El paciente crítico representa un desafío para el medico clínico, por las características de su
manejo hemodinámico, el compromiso del funcionamiento de sus órganos, el complejo
manejo de los líquidos y el apoyo nutricional, entre otras cosas que ellos requieren.
Malnutrición
La respuesta inflamatoria se caracteriza por una activación del complemento, que genera
la liberación de leucotrienos y prostaglandinas, así como fragmentos de complementos que
pueden actuar como cininas vasoactivas, que son consideradas como los más importantes
factores celulares de la agresión.
Estos conceptos relacionados con la respuesta metabólica al estrés, y con la función del
intestino, han abierto nuevas perspectivas en la utilización de la nutrición enteral y en la
búsqueda de sustratos específicos que puedan atenuar o contrarrestar estos efectos.