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CORREDORES BIOLÓGICOS

ACERCAMIENTO CONCEPTUAL
Y EXPERIENCIAS EN AMÉRICA
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CORREDORES BIOLÓGICOS
ACERCAMIENTO CONCEPTUAL
Y EXPERIENCIAS EN AMÉRICA

Edición:
Olivier Chassot & Carlos Morera

Financiamiento:
Centro Científico Tropical
Universidad Nacional de Costa Rica / Escuela de Ciencias Geográficas
Instituto Panamericano de Geografía e Historia
Imprenta Nacional de Costa Rica

San José, Costa Rica

Enero 2007
Este documento debe de citarse:

CHASSOT Olivier, MORERA Carlos (Editores)


Corredores Biológicos: acercamiento conceptual y experiencias en
América
San José, Costa Rica: Centro Científico Tropical / Universidad Nacional de
Costa Rica, 2007, 128 p.

Ilustración de portada: Olivier Chassot


ÍNDICE

PRESENTACIÓN.................................................................................................... 7

PRIMERA PARTE: CONCEPTOS Y METODOLOGÍAS

1. Paisaje, procesos de fragmentación y redes ecológicas: aproximación


conceptual . ..................................................................................................... 11
Carlos Morera, Josep Pintó & Marilyn Romero

2. El valor de los fragmentos del bosque: enlazando el conocimiento


social y ecológico............................................................................................ 33
John Schelhas

SEGUNDA PARTE: EXPERIENCIAS

3. Marco jurídico y ambiental para el diseño e implantación de corredores


ecológicos en las islas de Puerto Rico......................................................... 51
José Seguinot Barbosa

4. Corredor biológico San Juan-La Selva: una experiencia participativa . ... 67


Olivier Chassot & Guisselle Monge Arias

5. Caracterización de remanentes arbóreos y razones de su permanencia


en el área del proyecto Pujal-Coy, San Luis Potosí, México...................... 85
Humberto Reyes Hernández, Miguel Aguilar Robledo, Juan Rogelio Aguirre
Rivera, Marisa Silva Aparicio & Irma Rosa Trejo Vázquez

6. Evaluación de la conectividad entre el Parque Nacional Piedras


Blancas y la fila de Cal.................................................................................... 105
Carlos Morera, Marilyn Romero, Daniel Avendaño & Alan Zúñigav

7. Corredor “La Carpintera”: proyecto de desarrollo cultural entre dos


grandes urbes.................................................................................................. 118
Alfonso Mata Jiménez
CORREDORES BIOLÓGICOS

CORREDORES BIOLÓGICOS EN AMÉRICA:


SOCIALIZANDO EXPERIENCIAS

Las preocupaciones por la temática ambiental, entre ellas las relacionadas


con aspectos de conservación in situ y transformación de nuestros patrones de
consumo, ha crecido vertiginosamente durante los últimos años, dada la situación
crítica de los recursos naturales del planeta. La procura de un manejo adecuado de
los recursos naturales ha incidido en todos los espacios del quehacer académico,
trasformándose en un eje que articula todas las acciones de la Universidad
Nacional, buscando aportar a la resolución de los problemas ambientales que
enfrenta nuestra sociedad actual, pretendiendo actuar localmente para impactar
globalmente.

De esta forma, en la Universidad Nacional ha surgido una serie de


programas articuladores alrededor de la temática y se han fortalecidos algunos
proyectos de investigación-extensión como una forma de enfrentar los problemas
ambientales que afectan la sociedad de este siglo. Así, se han desarrollado
proyectos ligados a la definición y evaluación de corredores biológicos, dirigidos
por un equipo de investigadores de la Escuela de Ciencias Geográficas
especializados en planificación ambiental y ecología del paisaje con el apoyo
de profesionales de la Sede Brunca de la institución. Estos investigadores han
identificado la necesidad de establecer metodologías que permitan articular los
actuales espacios protegidos, conformando las conocidas redes ecológicas.

Este equipo de investigadores, en alianzas con investigadores del


Centro Científico Tropical así como académicos de la Universidad de Girona,
Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad de São Paulo,
Universidad de Puerto Rico, y del Servicio Forestal de los Estados Unidos, han
realizado investigaciones, proponiendo y aplicando metodologías que permitan
definir la conectividad espacial entre los espacios de conservación y los procesos
ecológicos relacionados.

De esta forma surge este libro que aborda la problemática de los corredores
biológicos desde diferentes ópticas y que socializa experiencias de varios lugares
de nuestro continente, dando los primeros pasos en la construcción de un marco
teórico para los interesados en el tema.

Acercamiento conceptual y experiencias en América 


CORREDORES BIOLÓGICOS

Para ordenar los contenidos y facilitar la compresión, este libro se ha


estructurado en dos partes. La primera comprende dos artículos relacionados
directamente con aspectos conceptuales relacionados con el proceso de
fragmentación de bosques, ecología del paisaje y corredores biológicos. Mientras
la segunda parte, socializa experiencias específicas realizadas en México,
Puerto Rico y Costa Rica; y relacionadas con la definición y establecimiento de
corredores biológicos y procesos afines.

Para la Universidad Nacional, es un honor presentar un libro que llena


un vacío relacionado con metodologías para el establecimiento de corredores
biológicos, en alianza con otros esfuerzos nacionales e internacionales. Mis
felicitaciones a los autores y mi agradecimiento a todas las personas que
contribuyen a su publicación.

Sandra León Coto


Vicerrectora Académica
Universidad Nacional
Diciembre 2006

 Acercamiento conceptual y experiencias en América


PRIMERA PARTE

CONCEPTOS Y METODOLOGIAS
CORREDORES BIOLÓGICOS

PAISAJE, PROCESOS DE FRAGMENTACIÓN Y REDES


ECOLÓGICAS: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

Carlos Morera1
Josep Pintó2
Marilyn Romero1

Escuela de Ciencias Geográficas


1

Universidad Nacional de Costa Rica


Correo-E: cmorera@una.ac.cr

2
Escuela de Geografía
Univesidad de Girona
España
Correo-E: josep.pinto@udg.es

Resumen
La disminución y fragmentación de los espacios naturales, como resultado de la expansión y
degradación ambiental producto de las actividades humanas, conlleva un deterioro progresivo
de la calida de los ecosistemas remanentes, tanto a nivel de extensas áreas protegidas como a
nivel de pequeños espacios cubiertos por fragmentos, que producen un aislamiento geográfico
de los ecosistemas naturales, restringiendo el movimiento natural de las especies, reduciendo
su posibilidad de intercambio genético, disminuyendo la biodiversidad y aumentando el riesgo de
extinción. Para estudiar esta problemática, el análisis paisajístico y en particular la ecología del
paisaje ofrecen un instrumental teórico-metodológico que procura conceptualizar el problema y
sugerir soluciones mediante el denominado enfoque de redes, el cual se basa en la estructura
y funcionalidad del paisaje, así como la identificación de los elementos denominados territorios
nodales, corredores y matriz. No obstante hacen falta estudios empíricos para validar sus
conclusiones, los cuales son abordados en este artículo de forma introductoria.

Abstract
The diminution and fragmentation of natural spaces, as a result of the expansion and environmental
degradation, product of human activities, entails a progressive deterioration of the quality of
remnant ecosystems, as much at the level of extensive protected areas as at the level of small
sections covered by fragments of ecosystems, that produce a geographic isolation of the natural
ecosystems, restricting the natural movement of species, reducing their possibility of genetic
interchange, diminishing the biodiversity and increasing the risk of extinction. In order to study
this problematic, the landscape analysis and in particular landscape ecology offer theoretical-
methodological tools that allow to conceptualize the problem and to suggest solutions by means
of the network approach, which is based on the structure and functionality of the landscape,
as well as the identification of nexus elements, corridors and matrix. Despite there is a lack of

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empirical studies to validate its conclusions, which are discussed in this article as an introduction
framework.

Introducción

La historia del desarrollo de las sociedades humanas se determina por la


transformación del medio. Cada momento histórico se ha caracterizado por unas
determinadas formas de relación entre la sociedad y el ambiente natural, que se
ha cristalizado en la generación de una estructura territorial que se manifiesta en
el paisaje visible. La transformación del paisaje, asociada a dinámicas territoriales
contribuye a la expansión de los espacios agrícola y/o urbano, en detrimento de
las áreas naturales, e involucra cambios en los parámetros ambientales. Así por
ejemplo, la reducción o desaparición de hábitats naturales supone un aumento
en la impermeabilización del suelo y la reducción de las funciones que estos
espacios naturales efectúan en cuanto a los procesos de infiltración, retención e
interceptación de las precipitaciones.

Con la reducción de los paisajes naturales se producen una mayor


escorrentía superficial, un descenso en la recarga de los acuíferos, una disminución
de la calidad del agua y una mayor frecuencia de avenidas extremas. La falta o la
disminución de los espacios naturales suponen también una menor capacidad de
renovación del oxígeno del aire, así como una reducción en la fijación temporal
de dióxido de carbono y un descenso de la humedad del aire, debido a la merma
de la transpiración vegetal.

Desde la perspectiva ecológica, las consecuencias de la transformación


del paisaje se centran en la reducción o desaparición de los hábitats naturales.
Antiguos paisajes boscosos o agroforestales de extensión y continuidad notables
son parcelados y subdivididos en fragmentos de pequeñas dimensiones a causa
de la progresiva y desorganizada ocupación del territorio. Menos hectáreas de
espacios naturales, en contraposición a los espacios artificiales, significa menor
cantidad y diversidad de hábitats para todas las especies. Como resultado, los
espacios naturales quedan progresivamente aislados unos de otros, y rodeados
por usos del suelo incapaces de sostener una alta biodiversidad. Los reductos
donde han quedado confinados los organismos vivos dificulta su dispersión, y en
casos extremos, las poblaciones quedan definitivamente aisladas, exponiéndose
tanto al riesgo de degeneración genética que comporta el aislamiento de
poblaciones reducidas, como a la extinción.

A continuación se exponen los fundamentos teóricos que, procedentes de la


ecología del paisaje, son utilizados actualmente por una mayoría de investigadores

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para analizar, por un lado los procesos resultantes de la fragmentación del paisaje
y, por otro, para diseñar una estructura paisajística que permita gestionar las
amenazas a la conservación de la biodiversidad.

El concepto de paisaje

El concepto de paisaje emergió a lo largo del siglo XIX, en el seno de la


escuela de geografía alemana, vinculado al establecimiento de una taxonomía de
áreas para la faz de la tierra. El paisaje era entendido como el conjunto de formas
(relieve, vegetación, red hidrográfica, usos del suelo, asentamientos humanos,
etc.) que caracterizan un sector determinado de la superficie terrestre. Las
aportaciones realizadas desde entonces por distintas escuelas e investigadores
han conducido a la formulación de un concepto poliédrico de paisaje.

Por un lado y en la línea de los postulados establecidos por los precursores


germánicos, el paisaje se refiere a la morfología del espacio geográfico, al mosaico
de elementos, dispuestos en unas determinadas proporciones de número, forma,
posición geográfica y superficie, que caracterizan un territorio concreto. Todos
los territorios presentan una fisonomía particular que se deriva del entramado
espacial de los elementos visibles y esta fisonomía es la componente morfológica
del paisaje. De tal forma, el estudio del paisaje se puede abordar mediante un
método morfológico, tal y como preconizaba en 1925 Sauer, el precursor de
la noción de paisaje cultural. También Folch (1997) se refiere al componente
morfológico del paisaje cuando lo define como “el aspecto del territorio”. Por otra
parte, autores procedentes del campo de la ecología, como González Bernáldez
(1981), han interpretado dicha morfología como un fenosistema, es decir, la parte
visible de los ecosistemas.

La morfología del paisaje es, sin embargo, el resultado visible del


funcionamiento del sistema territorial existente en cada espacio geográfico. Es
la plasmación de una estructura territorial subyacente, el conjunto de elementos,
agentes y procesos interrelacionados, tanto de tipo natural, como socioeconómico
y cultural, que opera en un sector determinado de la superficie terrestre. Es en este
sentido que Martínez de Pisón (1998) considera el paisaje como la manifestación
formal de los hechos geográficos. La comprensión sistémica del paisaje fue
puesta de manifiesto a mediados del siglo XX por parte del geógrafo alemán
Troll, pionero en el estudio ecológico del paisaje. Su aportación, siguiendo a
Zonneveld (1985), se podría formular tal y como sigue:

El paisaje es un complejo de sistemas relacionados, generados y sostenidos


por la acción mutua de fuerzas bióticas y abióticas, así como por la actuación

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humana, y que, debido a la fisonomía que presenta, permite individualizar


partes diferenciadas de la superficie terrestre”.

Pero el paisaje es también una secuencia de planos que van desde la


panorámica hasta el detalle, y un cruce de miradas que lo observan desde un
contexto histórico y cultural. Para Cabanel (1995), el paisaje designa dos tipos
de realidades: una realidad material constituida por los elementos geográficos
naturales o creados por las sociedades humanas, y una realidad inmaterial que
procede de la percepción, es decir, de la estética y de lo que es más mental
que material. En relación con la vertiente perceptual del paisaje, que incluye los
valores otorgados y la percepción íntima, el concepto de paisaje incorpora las
aportaciones de la geografía humanista: la toma en consideración de la imagen
subjetiva del paisaje que cada individuo construye en función de sus experiencias
vitales ambientales (Nogué 1985). También incluye la conceptualización del
paisaje como un “lugar”, con una carga de significados tanto de tipo individual
como colectivo (Tuan 1975).

Basado en lo anterior, se puede afirmar que el paisaje es un concepto


abstracto, una construcción teórica mediante la cual se pretende abordar y
esclarecer la complejidad de las configuraciones territoriales. Engloba el análisis
causal del origen de la diversidad de formas que se distinguen en la superficie
terrestre, de las interrelaciones de los elementos territoriales, su localización
espacial y, finalmente, el sistema de valores que rige el comportamiento de cada
individuo y de la colectividad en relación con su entorno visible. La ecléctica
definición de paisaje recogida en el Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de
Europa 2000) es un ejemplo de ese carácter poliédrico del concepto: “[el] paisaje
hace referencia a una área, tal y como la percibe la gente, el carácter de la cual
es el resultado de la acción e interacción de factores naturales y/o humanos”.

El paisaje y la ecología del paisaje



El concepto genérico de paisaje que adopta la ecología del paisaje no
difiere del propuesto por el biogeógrafo alemán Troll y que ha sido expuesto en el
apartado anterior. Su centro de interés, sin embargo, se sitúa en la configuración
espacial que toman los elementos visibles del paisaje y en su influencia sobre
los procesos ecológicos. La distribución en el espacio de las cubiertas del suelo:
bosques, cultivos, núcleos de población, infraestructuras viarias, etc., conforman
unos mosaicos o patrones particulares que permiten la diferenciación de unidades
territoriales: paisajes que se individualizan a partir de los diferentes tipos,
proporciones relativas, forma y posición que presentan las cubiertas del suelo.
Es desde esta perspectiva que se debe tomar en consideración las definiciones
de paisaje utilizadas por autores tan importantes en la disciplina como Forman

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& Godron (1986) o Turner (1989) cuando escriben que “el paisaje es una área
heterogénea compuesta e individualizada por un conjunto de ecosistemas que
interactúan y se repiten de forma similar en toda ella”.

Otros autores han sugerido definiciones más eclécticas y supeditadas a
la importancia que la disciplina otorga a los procesos ecológicos, en detrimento
de la profundización en la comprensión de la faz del territorio como resultado de
la interacción de los elementos que constituyen el sistema paisaje. Así, sugieren
conceptualizaciones que denotan unos objetivos meramente funcionales,
centrados en los efectos que la configuración del mosaico paisajístico puede
ejercer sobre la biodiversidad. Pulliam & Dunning (1997), por ejemplo, definen
el paisaje como “un mosaico de hábitats, a través del cual los organismos se
dispersan, se establecen, se reproducen y finalmente mueren”.

El interés por el diseño de paisajes compatibles con objetivos
conservacionistas ha llevado a considerar la percepción que puedan tener del
paisaje las especies amenazadas, y como ésta debe variar según las dimensiones
de cada especie, sus posibilidades de desplazamiento, las necesidades de
recursos, etc., ha puesto en cuestión que se pueda relacionar el paisaje con
una escala de análisis preestablecida y, por tanto, se ha propuesto que ésta se
adecue a la escala de los procesos ecológicos que se toman en consideración.
Desde esta perspectiva Farina (2000) define el paisaje de la siguiente manera:

La entidad geográfica en la cual los procesos y los organismos (incluido


el género humano) perciben el medio ambiente y reaccionan frente los
condicionantes físicos y biológicos... Las dimensiones del paisaje no son
fijadas a priori, sino que tanto los pocos metros cuadrados de suelo por
donde se mueve una colonia de hormigas como las decenas de kilómetros
cuadrados por donde se desplaza una manada de elefantes pueden ser
considerados paisajes.

El análisis del paisaje efectuado desde la perspectiva de la ecología del


paisaje pone el énfasis en los efectos que tienen los patrones espaciales de
las cubiertas del suelo sobre los procesos ecológicos. Los patrones o mosaicos
resultan de las interacciones entre los condicionantes ambientales naturales y las
actividades humanas en un territorio concreto y constituyen fenómenos únicos
que emergen al nivel del paisaje. Los patrones están constituidos por un conjunto
de parcelas, de origen natural o más o menos influido por la acción humana, que
se diferencian en el tipo de cubierta, las dimensiones, la forma y la disposición
en el espacio. Las imágenes captadas con sensores remotos proporcionan el
insumo básico para el análisis de los mosaicos espaciales y su estructura (Pintó
2000; Pintó 2001).

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Los mosaicos paisajísticos se consideran compuestos por tres tipos


de elementos: los fragmentos (también llamados parches o polígonos), los
corredores y la matriz. Los fragmentos son los polígonos discretos que pueden
llegar a individualizarse en la fotointerpretación: campos de cultivo, fragmentos
de bosque, pastos, núcleos de población, edificios aislados, láminas de agua,
etc., aunque el interés se centra en aquellos que corresponden con hábitats
disponibles para una gran parte de organismos. Los corredores, por su parte, se
han definido en principio como elementos de forma longitudinal: cursos de agua,
carreteras, setos vivos, trincheras de líneas eléctricas, etc., pero en el análisis del
paisaje orientado a la gestión de los espacios naturales se tiende a considerar
únicamente como corredores aquellos elementos que pueden garantizar el flujo
de especies entre diferentes piezas del paisaje. La anchura que deben tener los
corredores para ser funcionales es un aspecto que depende de cada organismo.
Finalmente la matriz hace referencia a la cubierta del suelo que predomina
netamente en el paisaje. Generalmente la matriz se identifica a posteriori de
haber fijado los objetivos del análisis. Si el interés recae en estudiar a escala
regional, el efecto del aislamiento geográfico de espacios naturales protegidos
sobre las poblaciones de seres vivos, el espacio más o menos artificializado que
se interponga entre los espacios naturales objeto de estudio será conceptualizado
como una matriz de cubiertas del suelo inhóspitas, un océano de donde emergen
islas biogeográficas constituidas por los espacios naturales remanentes.

Dinámica del paisaje

El paisaje es concebido como una unidad espacial, temporal y funcional


integrada por un conjunto de ecosistemas interrelacionados y repetible a lo largo
de un territorio (Forman 1997, Zonneveld 1989). Se caracteriza por ser estructural,
funcional y espacialmente dinámico (Forman 1995), producto de la interrelación
de elementos biofísicos y antropogénicos.

La dinámica responsable de la configuración espacio-temporal del


mosaico paisajístico está vinculada a procesos biofísicos como la geomorfología,
el desarrollo del sustrato edáfico, el establecimiento de las distintas formas de
vida, y las perturbaciones naturales, siendo el factor humano el que propicia los
mayores cambios paisajísticos y ecológicos a través de cambios en el uso del
suelo inducidas por prácticas de manejo, fuerzas económicas, sociales y políticas
(Antrop 1993; Burel & Baudry 2002; Zonneveld & Forman 1990).

Desde el punto de vista funcional, tres son los procesos fundamentales


que controlan la dinámica del paisaje y de los ecosistemas en general: el flujo de
especies, la redistribución de nutrientes y el flujo de energía e información. Los
flujos de especies, su distribución y la estructura del paisaje están relacionados

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a manera de red de retroacción. Las perturbaciones naturales o humanas que


inciden en los elementos del paisaje provocan que especies muy sensibles
a dichos cambios disminuyan, favoreciendo por otro lado la dispersión de
otras especies menos sensibles al cambio. Al mismo tiempo, la reproducción
y dispersión de especies puede eliminar, cambiar, o crear nuevos elementos
paisajísticos (Forman & Godron 1986).

Cada paisaje es formado, mantenido y estructurado debido a las


perturbaciones de origen, tanto natural como cultural (Forman & Godron 1986;
Turner 1987; Turner 1990; Burel & Baudry 2002). Los atributos básicos de
las perturbaciones son la magnitud, la frecuencia, el tamaño, y la dispersión.
Para predecir el impacto del régimen de perturbaciones sobre una comunidad
y sobre el paisaje, es necesario entender la estructura espacial y temporal de
las perturbaciones. Las perturbaciones son una fuente espacio-temporal de
heterogeneidad en la naturaleza. En el caso de los paisajes, las perturbaciones
están relacionadas con su estructura, o sea con su composición, tamaño, forma
y arreglo espacial, las cuales a su vez definen la trayectoria futura del paisaje.
Las perturbaciones severas o la falta de perturbaciones generalmente tienen
efectos negativos sobre la diversidad, pero las perturbaciones intermedias
parecen favorecer la diversidad de los sistemas naturales (Turner 1990). Cuando
las perturbaciones o alteraciones ocurren más frecuentemente que el tiempo
requerido para la exclusión competitiva de las especies, la diversidad biológica
y paisajística se mantiene, y se regula el desarrollo de las especies dominantes.
Las alteraciones pueden ser producidas por factores abióticos tales como la
energía solar, el agua, el viento, los deslizamientos o por elementos bióticos
tales como bacterias, virus, y la competición de plantas y animales, así como por
las actividades humanas. El paisaje es diferentemente afectado dependiendo del
tipo de régimen de perturbación (Forman & Godron 1986; Turner 1990).

Las perturbaciones humanas son similares a las naturales, pero existen


diferencias significativas en cuanto a la extensión, la severidad y la frecuencia
(Farina 1998). El aprovechamiento forestal, la agricultura, la ganadería, la
urbanización y el turismo, son algunas de las actividades humanas que pueden
producir perturbaciones tanto a pequeña como a gran escala. La capacidad del
paisaje de incorporar perturbaciones humanas es en muchos casos sobreestimada
y el proceso de perturbación es transformado en un proceso de tensión que
reduce la diversidad. A menudo, los atributos de las alteraciones antropogénicas
difieren de las alteraciones de origen. Por ejemplo, un incendio producido
intencionalmente o por descuido humano, no es un proceso diferente a un
incendio natural, sin embargo si el evento se repite cada estación, improbable en
condiciones silvestres, puede causar estrés a la vegetación, reducir la cobertura
de la vegetación e incrementar la erosión.

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El proceso de fragmentación del paisaje y de los ecosistemas

La
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fragmentación de los ecosistemas naturales y particularmente de los
ecosistemas forestales, constituye un proceso que atraviesa diversas etapas o
estadios de perturbación (Figura 1). En su estadio inicial, intacto, el ecosistema
solo exhibe una alteración menor al 10% de la superficie, producto de los
mismos procesos naturales del ecosistema, por ejemplo, “gaps” o claros del
bosque donde se produce la regeneración de estos ambientes naturales. De
continuar con el proceso de fragmentación, el ecosistema alcanza un estadio
denominado salpicado, significando que la superficie del ecosistema ha sido
alterada entre 10 y 40%, sin embargo los procesos ecológicos naturales aún
son dominantes. Si el proceso de alteración continua, los espacios naturales
alcanzan el estadio denominado fragmentado, en el que las áreas cubiertas por
los ecosistemas naturales no sobrepasan el 40 o 60%. Finalmente, cuando el
proceso de perturbación, expresado en la alteración cualitativa, fragmentación y
desaparición de los ecosistemas naturales, alcanza el 90% de la superficie, se
está en presencia de relictos.

La fragmentación de los ecosistemas, y del bosque en particular, es


para muchos ecólogos uno de los procesos que afectan más severamente a
la biodiversidad. En general, se considera que tiene un efecto negativo sobre
muchas especies de plantas y animales y sobre algunos procesos ecológicos. De
acuerdo con Forman & Godron (1986), cuanto más pequeños son los fragmentos
de bosque remanente, resultantes del proceso de perturbación, menor será
la densidad de las poblaciones y mayor el riesgo de extinción de especies.
Sobre todo porque la fragmentación en muchos de los ambientes produce un
aislamiento geográfico de los ecosistemas y por tanto de las especies de flora
y fauna, restringiendo su movimiento natural y reduciendo su posibilidad de
intercambio genético. Cuando las distancias entre grandes parches de bosque
u otro ecosistema es muy distante, se reduce la probabilidad de recolonización
de la vegetación desde su núcleo o interior y de mantenimiento de la calidad del
hábitat que le rodea.

El proceso de fragmentación se refleja en la estructura del paisaje, en la
cual ocurren cambios que van desde la reducción y la pérdida total de tipos de
hábitats naturales, hasta el incremento cada vez mayor de las distancias que
separan físicamente los fragmentos o hábitats remanentes, siendo estos cada
vez más pequeños y aislados, lo cual afecta la conectividad física y funcional
de las especies, y en particular su biodiversidad (Farina 2000; Bennett 2004).
Cuanto más pequeños son los fragmentos, sea de bosque u otro ecosistema
remanente, menor será la densidad de las poblaciones y mayor el riesgo de
extinción de especies. Particularmente porque la fragmentación en muchos de

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los ambientes produce un aislamiento geográfico de los ecosistemas y por tanto


de las especies de flora y fauna.

Figura. 1. Proceso de fragmentación de los ecosistemas naturales

En los ambientes tropicales donde se registran altas tasas de deforestación


(FAO 1997), no ocurre solamente una disminución de la cobertura forestal, sino
una fragmentación que resulta en un mosaico de fragmentos de pequeñas
dimensiones y de inferior calidad (por ejemplo los árboles maderables han
sido extraídos quedando en su lugar bosques secundarios). Estos fragmentos
remanentes están normalmente rodeados por una matriz agrícola o por grandes
extensiones de pastos de ganadería extensiva. La intensidad con la que se han
llevado a cabo estos procesos, unido a la vulnerabilidad intrínseca de estos
ecosistemas tropicales, ha conducido a la reducción de poblaciones y a procesos
de extinción de ciertas especies, sobre todo de aquellas denominadas “especie
específica” que dependen únicamente de ciertos hábitats para sobrevivir (McIntyre
1995).

Todos los paisajes son mosaicos a una u otra escala, y a menudo


a varias escalas, aunque algunos paisajes lo son más que otros. Como
consecuencia de la existencia de los mosaicos, la calidad del hábitat para las
especies varía espacialmente y muchas especies se distribuyen en el paisaje
como metapoblaciones. La persistencia de una metapoblación está vinculada a
la eficiencia de la dispersión de los individuos o sus propágulos de uno a otro
fragmento de hábitat. Si la dispersión resulta imposible debido a la distancia entre

Acercamiento conceptual y experiencias en América 19


CORREDORES BIOLÓGICOS

los fragmentos o a la falta de corredores, u otros hábitats que las especies puedan
atravesar, las metapoblaciones pueden desestabilizarse.

Valor ecológico de los fragmentos de bosque remanente



Las grandes reservas ecológicas son un componente indispensable de
cualquier estrategia de conservación del bosque, y es importante considerar la
conservación de ecosistemas naturales localizados en áreas de menor tamaño ya
que estos fragmentos, aún cuando hayan sido perturbados, mantienen funciones
ecológicas importantes. Así lo demuestra un estudio realizado por Nepstad et
al. (2001) en un remanente de bosque tropical en Fazenda Vitoria, amazonía
brasileña, en donde, a pesar de la cercanía a un aserradero con cincuenta casas
de trabajadores y a un centro urbano, se encontró una población de cinco especies
de primates propias de la región, así como una gran cantidad de especies de
árboles, murciélagos, hormigas y una rica avifauna. Los autores señalan que
si bien no hay claridad en la viabilidad reproductiva de estas poblaciones de
especies, estos hábitats juegan un papel importante en el corto tiempo, al ser
fuente temporal de especies que pueden colonizar bosques secundarios en caso
de abandono de tierras y fungir como amortiguadores de riesgo de incendio
forestal de grandes extensiones de bosque vecinas. El estudio plantea que el
mayor progreso en conservación forestal de la Amazonía se lograría orientando
el desarrollo rural hacia usos del suelo que no eliminen los fragmentos de bosque
primario remanente, que por ley pero no por práctica, deben ocupar al menos la
mitad de cada “landholding” rural.

En esta misma línea de la importancia ecológica de los fragmentos o relictos


de bosque, un estudio realizado por Guindon (2001) en la vertiente pacífica de
la cordillera de Tilarán, en Costa Rica, entre los 900 y 1500 m.s.n.m, mostró
la importancia de la conservación de fragmentos de bosque para mantener la
biodiversidad regional, al considerar en primer lugar el gradiente altitudinal, luego
el tamaño y la proximidad o conexión con otros fragmentos de bosque y áreas
extensas de altura bajo la figura de protección. El autor estudió y correlacionó
abundancia y diversidad de especies de aves frugívoras con la abundancia de
frutos de diversas especies de Lauraceae, el tamaño del fragmento de bosque,
la distancia entre fragmentos, el porcentaje de bosque y la altitud, y encontró
correlaciones positivas con varias de las especies. No obstante, la pava negra
(Chamaepetes unicolor) expresó una correlación negativa significativa con la
abundancia de frutas de Lauraceae, al parecer por su dependencia con otro
tipo de frutas. La abundancia de la pava negra disminuyó significativamente
conforme aumentaba la distancia al bosque extenso bajo figura de reserva,
indicando que los espacios abiertos pueden ser barreras. La abundancia de los
quetzales (Pharomachrus mocinno) aumentó significativamente con el tamaño

20 Acercamiento conceptual y experiencias en América


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de los fragmentos. Los quetzales y las pavas fueron significativamente más


abundantes en fragmentos con mayor porcentaje de bosque (densidad). La
altitud fue altamente correlacionada con la abundancia del quetzal y de la pava.

Con base en estudios similares y la participación de propietarios y


asociaciones locales conservacionistas, la comunidad de Monteverde elaboró
y ejecutó una propuesta de “microcorredor” en la zona de amortiguamiento que
comprenden las cercanías de la Reserva Forestal Bosque Nuboso Monteverde,
la Reserva Santa Elena y el Bosque Eterno de los Niños. Otro estudio realizado
por Morera et al. (2005) en el Parque Nacional Piedras Blancas, Costa Rica,
evidenció un fuerte proceso de fragmentación producto del desarrollo de
actividades productivas que estimulan la deforestación de los bosques tropicales,
reduciendo la cobertura boscosa a los espacios con fuerte pendiente.

Por otro lado, en ambientes mediterráneos, existe la tesis de que el


tamaño del fragmento y los factores de aislamiento biogeográfico de estos, no
son suficientes para explicar el efecto de la fragmentación en la biodiversidad.
Farina (1998) considera que los fragmentos de bosque remanente en ambientes
como los mediterráneos, no pueden ser considerados como islas ya que el
entorno casi nunca es completamente hostil a las especies, donde a pesar de las
históricas modificaciones humanas, sobre el entorno natural, el paisaje mantiene
una alta biodiversidad de especies.

Enfoque de redes en la definición de áreas de protección: una


aproximación teórico metodológica

Desde un punto de vista metodológico, el paisaje comprende unidades
mínimas de análisis denominadas parches o fragmentos, un concepto operativo
al ser estas unidades físicamente observables y cartografiables (McGarical &
Marks 1995). Estos fragmentos están organizados a manera de un rompecabezas,
los cuales representan uno o varios ecosistemas dependiendo de la escala de
análisis. Además, estos exhiben diversos tamaños, formas y arreglos espaciales
según su origen y los niveles de perturbación a los cuales han sido sometidos.
Su composición (tipo de fragmento) está relacionado con los distintos usos y
cubiertas del suelo presentes en el territorio estudiado.

El conocimiento de la estructura del paisaje de un determinado territorio
contribuye a la toma de decisiones para la definición de áreas de protección.
Dicha estructura se entiende como el tipo de elementos paisajísticos presentes, el
tamaño, la cantidad, la forma de estos elementos, la densidad de los fragmentos
tipo, el agrupamiento o distanciamiento físico, y el tipo de elemento limítrofe o
vecino próximo.

Acercamiento conceptual y experiencias en América 21


CORREDORES BIOLÓGICOS


De acuerdo con las características de cada uno de estos atributos
paisajísticos, tipo, forma, tamaño y distribución espacial, es posible identificar al
menos tres estructuras paisajísticas: los fragmentos o parches núcleo o nodales,
los corredores y la matriz paisajística.

Figura 2: Esquema de la estructura del paisaje concebida en fragmentos, matriz


y corredores

Estas estructuras paisajísticas no se encuentran ecológicamente aisladas


sino que funcionan como una red ecológica que permite el flujo e intercambio de
materia, energía, información, así como de especies animales y vegetales. Esta
red es sumamente importante en la dinámica de las metapoblaciones de especies
animales, particularmente en los procesos de migración y recolonización de
territorios. Una población de individuos que se extingue y recoloniza localmente,
solo persistirá en un territorio si la tasa de extinción es inferior a la tasa de
migración (Levins 1970; Gilpin & Hanski 1991).

Para la identificación de redes ecológicas se requiere caracterizar y
evaluar la estructura del paisaje a través del análisis de los distintos elementos y
sus atributos, así como la identificación de los siguientes elementos:
§ Territorios nodales que son áreas fuente de dispersión
§ Espacios corredor que propician los flujos de energía, materia, información,
así como el movimiento de metapoblaciones
§ Territorios o paisajes que por su grado de perturbación constituyen filtros,
sumideros o barreras potenciales al movimiento de especies.

22 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

Atributos como el tamaño, la forma, y la distancia entre fragmentos tipo,


densidad de borde, calidad de los elementos, grado de naturalidad de los parches,
son entre otros, factores importantes de una red de conexión física que facilita la
dinámica de las metapoblaciones (Baudry & Burel 2002).

Estructuras nodales o áreas fuente

Las estructuras nodales del paisaje constituyen extensiones territoriales


cuyo tamaño y calidad ecológica son suficiente para albergar especies de
interior, especies fuente. Cada nodo, o fragmento interior, es asimismo fuente de
dispersión. La dispersión o movimiento de las especies entre los nodos depende
de la composición del paisaje, es decir de los usos y cubiertas del suelo del
entorno, de la distribución espacial de estos elementos del paisaje, en particular
la cercanía o conectividad física de los parches, así como de la adaptación o
comportamiento de los individuos a estas dos variables, lo cual varía según la
especie o tipo de población (aves, mamíferos, reptiles, etc.). De acuerdo con
Merriam (1984), cuando la superficie comprendida por los elementos nodales o
hábitats es inferior al 30% de la superficie total estudiada, la organización espacial
de los elementos que constituyen el mosaico paisajístico es el factor clave de la
dinámica de poblaciones subdivididas.

Corredores o territorios de conexión



Los corredores son estructuras espaciales conformadas por una serie de
fragmentos de bosque u otro ecosistema, cuyos tamaños, distancia próxima,
y forma geométrica hace posible el flujo e intercambio de especies, materia,
energía e información proveniente de los hábitats nodales.

Los corredores son estructuras de conexión entre grandes reservas


nodales, espacios que permiten un alto ritmo de dispersión de especies y genera
condiciones adecuadas para los procesos ecológicos sin ninguna restricción.
Están formados por ecosistemas naturales o fragmentos remanentes cuyas
estructuras paisajísticas tienen formas lineales, alargadas, angostas e irregulares
y funcionan como hábitats permanentes o temporales cuya conexión permite el
flujo de especies.

Varios autores (Forman & Godron 1986, Forman 1997; Burel & Baudry
2002; Farina 1998), definen los corredores como aquellos elementos lineales del
paisaje cuya fisonomía difiere del ambiente circundante; pueden ser naturales
como ríos, crestas, pasos de animales, o bosques de ribera, o culturales como
carreteras, líneas de alta tensión, setos vivos entre campos de cultivos. En la
mayoría de los casos estos elementos se organizan en redes y su linealidad les

Acercamiento conceptual y experiencias en América 23


CORREDORES BIOLÓGICOS

confiere un papel particular en la circulación de los flujos de materia energía,


especies e información.

Los corredores usualmente están conectados a un fragmento cuya
vegetación es de alguna manera similar. Así por ejemplo, una hilera de setos vivos
puede estar completamente rodeada por un área abierta, pero lo más común es
que esté conectada a un área forestal, al menos por un extremo. De manera
similar, las franjas dejadas por las líneas de alta tensión generan corredores que
conectan espacios abiertos, así como las carreteras o autopistas conectan áreas
construidas.

Los bosques remanentes localizados en las riberas de los ríos y quebradas,


conformados especialmente por vegetación riparia, pueden ser considerados
como espacios de flujos de especies de aves y anfibios. Además de que se les
confiere una función ecológica importante en el control de agua y de nutrientes
del suelo respecto a un paisaje específico (Naiman et al. 1993).

Los corredores tienen unos atributos que controlan la funcionalidad de
la red, tales como la anchura, la conexión física, la curvilinearidad, el carácter
de barreras y el de nodo. Por otro lado, para algunos autores los corredores
presentan una función dual en la estructura del paisaje, ya que dividen pero
al mismo tiempo conectan el paisaje (Forman 1997), conformando de alguna
manera una red que une los mosaicos paisajísticos adquiriendo así una función
ecológica importante. En este sentido, Farina (1998) señala que dado que los
corredores son estructuras funcionales del paisaje, su gestión ambiental debe
realizarse de manera cuidadosa, ya que si por un lado permiten mitigar los
efectos de la fragmentación, también pueden ser un puente de penetración
de especies foráneas las cuales pueden convertirse en una amenaza para las
especies nativas.

A pesar de la gran controversia conceptual y operativa que existe en torno


a la definición de los corredores, a estas estructuras se les reconocen algunas
funciones específicas. Forman & Godron (1986) les atribuyen cinco funciones
principales:
§ Hábitat de ciertas especies
§ Conducto para las especies
§ Filtro
§ Fuente

24 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

§ Sumidero tanto de especies como de materia que circula en el paisaje


(sedimentos, semillas, contaminantes, etc.) con efectos ambientales y
ecológicos en el entorno.

Figura 3: Funciones de los corredores

Los corredores pueden variar en el tipo, la anchura, el grado de conectancia


o conexión física, la curvilinearidad o la interconexión debida al flujo de energía,
materia, especies e información. De acuerdo con Bastian (2002), estas funciones
de interconexión pueden ser unidireccionales o bidireccionales en el caso de la
conexión entre dos parches similares en composición. Si se considera la red
compuesta por territorios nodales, por fragmentos tipo corredor, los intercambios
son multidireccionales, lo que significa que el movimiento y el transporte pueden
ser afectados en cualquier dirección. Sin embargo, sus capacidades funcionales
dependen de la matriz que atraviesen. Si la composición de matriz es similar a la
del corredor, el efecto borde sobre la reducción de su funcionalidad será menor
que si la matriz es muy distinta. Por ejemplo una ribera que atraviesa una ciudad
en contraste con una que atraviesa un bosque o un cultivo inclusive.

Acercamiento conceptual y experiencias en América 25


CORREDORES BIOLÓGICOS

Figura 4: Tipos de fragmentos según su origen. Fuente: Forman (1987)

Según Forman & Godron (1986) los corredores se pueden identificar


según su origen en:
• Corredores perturbados: resultan de la perturbación de una franja, por
ejemplo un carril forestal empleado para el arrastre y transporte de la
madera, carreteras o vías de tren y líneas de tensión eléctrica.
• Corredores remanentes son el resultado de una perturbación en la matriz
paisajística: una franja de árboles remanente de un bosque talado, una
franja de pradera nativa a ambos lados de una vía de tren.
• Corredores ambientales resultan de la heterogénea distribución linear
de los recursos ambientales en el espacio: corredores de ribera o rutas
faunísticas a lo largo de puentes angostos son un ejemplo de corredores
ambientales.
• Plantaciones corredor o corredores verdes constituyen los parques o
zonas verdes de las zonas urbanas, o los setos plantados en hilera.
• Corredores de regeneración que resultan de la regeneración de una
franja de vegetación dentro de un área ambientalmente degradada o
perturbada. Muchas hileras de setos vivos crecen a lo largo de vallas o
cercas y algunas áreas verdes urbanas son producto de la regeneración
espontánea.

La dinámica de las especies del corredor, o sea, la dirección y tasa


de cambio de las especies en el tiempo, varía de acuerdo con su origen. La
persistencia o estabilidad de un corredor está directamente relacionada con los
mecanismos formadores. Por ejemplo, un corredor de ribera es relativamente
permanente, mientras que un corredor perturbado como el caso de una franja
desbrozada para el transporte de madera dentro de un bosque es temporal dado
que la vegetación se regenera después de que cese la actividad.

26 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

El papel desempeñado por el corredor, como barrera, sitio de paso o


hábitat permanente, depende de su estructura, del contexto geográfico y de las
características biológicas de las especies consideradas. Burel & Baudry (2002)
señalan funciones como la de ser hábitat de especies forestales, de reptiles,
fuente de semillas en la recolonización de los cultivos abandonados, refugio
estacional para numerosos insectos, conductor de micromamíferos, así como
un medio conductor de flujos de agua y nutrientes. Así también un filtro para
el desplazamiento de carábidos de campo cuyo movimiento se ve disminuido
al atravesar un seto o un margen de cultivo, o una barrera para los flujos de
insectos dispersados por el viento.

La conexión física o conectancia o grado de continuidad espacial de un


corredor puede ser calculada simplemente contando cuantas barreras y nodos
existen a lo largo del corredor. Dado que la presencia o ausencia de barreras es
un elemento de considerable importancia al actuar como obstáculo o no de las
especies, flujos e información, la identificación del grado de conexión física, es
una medición básica de la estructura de los corredores (Merriam 1984; Baudry
2002; Forman & Godron 1986). La conexión física, referida al grado de cercanía
física entre los fragmentos, es por tanto, un atributo estructural del paisaje y
puede ser cartografiada.

Por otro lado, la conexión funcional o conectividad permite analizar


cuantitativamente los procesos mediante los cuales las subpoblaciones de un
paisaje, de animales o vegetales, están interconectadas o enlazadas dentro de una
unidad funcional demográfica. Este es un parámetro inversamente proporcional
con la hostilidad de los hábitats situados entre los fragmentos y varía según cada
especie o individuo, lo que hace más difícil el análisis espacial.

En definitiva, aún cuando los corredores revisten un carácter funcional y


estructural, su definición presenta gran controversia entre los mismos ecólogos,
debido principalmente a la falta de investigaciones empíricas. Esto se traduce
también en dificultades operativas y técnicas a la hora de declarar un territorio
como corredor biológico. ¿Qué tan ancho o largo debe ser? Son preguntas que
no tienen una respuesta única. Algunos gestores opinan que entre más ancho
mejor. Sin embargo, como bien lo señalan Burel & Baudry (2002), depende del
objetivo que se persiga y de la o las especies que se quieran proteger o recuperar.
Normalmente, lo que ocurre es que se privilegia una especie, la que está en
peligro de extinción. Pero la creación de una franja o corredor para proteger
una especie, no necesariamente es funcional para otras especies dado la gran
variabilidad en el comportamiento de éstas en cuanto al uso de los corredores.

Acercamiento conceptual y experiencias en América 27


CORREDORES BIOLÓGICOS

Matriz paisajística

La matriz paisajística, por sus características ambientales, su tamaño y


su composición puede funcionar como hábitat temporal, ser indiferente a las
especies, o actuar como barrera o sumidero en caso de presentar elementos
hostiles para ciertas especies sobre todo de fauna, particularmente para grandes
mamíferos. Extensiones importantes de espacios abiertos, constituidos por
elementos como cultivos, poblados o carreteras, usualmente constituyen una
amenaza para las especies que se desplazan cerca de estos territorios. Sin
embargo, algunas especies como las aves se adaptan más fácilmente a estos
ambientes hostiles, en busca sobre todo de alimento.

Estos territorios también actúan como filtros en el sentido que permiten


dispersar ciertas especies y obstaculizar el paso a otras, como es el caso de
áreas que presentan algún nivel de alteración de los procesos ecológicos y de
las especies naturales, que crean hábitat adecuado para algunas especies, como
por ejemplo los pastos arbolados.

Algunos sitios constituyen realmente una barrera al flujo de especies,


producto principalmente de su alteración ecológica, donde la perturbación ha
llegado a tal punto que los territorios no presentan hábitats adecuados para
numerosas especies, convirtiéndose en barreras para el movimiento de las
mismas. Desde el punto de vista de la gestión ambiental, la recuperación o
mejoramiento de la calidad ecológica de estos territorios debe ser una prioridad
al ser parte de la red ecológica. Particularmente cuando se trata de recuperación
y restauración de ecosistemas de ribera en áreas urbanas o agrícolas.

Conclusiones

El aparato teórico-metodológico procedente de la geografía y de la ecología


del paisaje ha demostrado ser altamente eficaz para afrontar los desafíos que
se ciernen sobre la conservación de la biodiversidad, como consecuencia de
la acelerada transformación del paisaje que se produce en aquellos espacios
geográficos sujetos a dinámicas de cambio muy intensas como son, por ejemplo,
las periferias de las áreas urbanas, los espacios turísticos y los sectores de avance
de la frontera agrícola. Así, la problemática derivada de la fragmentación de los
hábitats naturales se puede mitigar mediante el diseño de redes ecológicas, las
cuales se están configurando como instrumentos muy útiles en el planeamiento
territorial en áreas fragmentadas.

28 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

Sin embargo, trabajos recientes han insistido en el conocimiento limitado


que se posee sobre las pautas de desplazamiento de la fauna a través del paisaje.
La investigación sobre el desplazamiento de los animales se ha centrado en los
corredores, no obstante se dispone de poca información sobre como la fauna utiliza
la matriz, conceptualizada en principio como hostil. Estudios como el de Bowne
et al. (1999) han puesto de manifiesto (en el caso específico del ratón híspido
del algodón, Sigmodus hispidus) como algunas especies utilizan indistintamente
los corredores como la matriz que los engloba, en el desplazamiento desde uno
a otro fragmento. Por otro lado, Saunders et al. (1991) han puntualizado que
las dimensiones de un organismo son importantes en el momento de evaluar la
capacidad de movimiento en el mosaico paisajístico y señalan que los cultivos
con una anchura de cien o más metros pueden ser una barrera a la dispersión
de pequeños organismos, como en el caso de los invertebrados, o incluso para
algunas especies de aves.

El desplazamiento de las especies desde un fragmento forestal a otro a


través de la matriz depende de la distancia real existente entre los fragmentos,
pero también de la percepción que de esta distancia tiene la especie en cuestión.
Así, diversos estudios hechos con topillos (género Microtus) en paisajes
experimentales han mostrado que estos raramente se desplazan entre hábitats
separados por más de 9 metros de distancia (Lidicker 1999).

De todas formas, es necesario un avance en la investigación empírica


centrada en los paisajes objeto de transformación. La mayoría de datos
disponibles en la actualidad proceden de estudios realizados en países como
Estados Unidos de América, Canadá o Australia y que por razones de escala, de
historia de la ocupación del territorio, de diferentes características y problemáticas
de la biota o de los instrumentos y las políticas de conservación, no se adecuan
exactamente a las condiciones de los paisajes tropicales, con una biodiversidad
muy superior.

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32 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

EL VALOR DE LOS FRAGMENTOS DEL BOSQUE:


ENLAZANDO EL CONOCIMIENTO SOCIAL Y
ECOLÓGICO1
John Schelhas

Estación de Investigación del Sur


Servicio Forestal USDA
112 Campbell Hall, Tuskegee University,
Tuskegee, AL 36088.
Correo-E: jschelhas@fs.fed.us

Resumen
Aunque las áreas protegidas estatales y los corredores conformados por bosques primarios son
herramientas importantes para la conservación, no siempre son viables y presentan algunas
limitaciones. Los patrones que presentan los fragmentos de bosque en tierras privadas pueden
llegar a complementar corredores ya establecidos o servir como corredor alternativo. Los
fragmentos de bosque, en áreas privadas, son utilizados, modificados, o manejados generalmente
por los propietarios, por lo tanto son corredores que presentan restricciones. Investigaciones
biológicas recientes indican que estos fragmentos de bosque presentan un alto valor para la
conservación de la biodiversidad. Sin embargo, esta superficie cubierta de bosque no solo depende
de los factores económicos y políticos a gran escala, sino también de las decisiones tomadas por
los propietarios. Conocer las relaciones y los procesos fundamentales puede proporcionar los
elementos necesarios para promover la conservación y extensión de los fragmentos de bosque.

Abstract
While protected areas and primary forest corridors are important conservation tools, they are not
always feasible and have some limitations. Patterns of forest patches on privately owned lands
can complement formal corridors or serve as an alternate form of corridor. Forest patches are
generally used, modified, or managed by landowners, and therefore are imperfect corridors. Yet
recent biological research is indicating that they have significant biodiversity conservation value.
The amount of forest in the landscape depends on large scale economic factors and policies, as
well as on the choices of individual landowners. An awareness of key relationships and processes
can provide insights useful to encouraging the conservation and expansion of forest patches.

1 Traducción al español por Lic. Daniel Avendaño y Dr. Carlos Morera, Escuela de Ciencias Geográficas, Universidad
Nacional de Costa Rica.

Acercamiento conceptual y experiencias en América 33


CORREDORES BIOLÓGICOS

Introducción

Durante los últimos 30 a 40 años, la deforestación tropical en Latinoamérica


y otras partes del mundo ha crecido en cifras alarmantes. La conversión del
bosque a terreno agrícola en asociación con la colonización de la frontera agrícola
ha representado históricamente una de las amenazas más significativas para la
biodiversidad del Neotrópico (Sayer 1991). El establecimiento de áreas protegidas
ha sido una estrategia importante para la conservación del bosque, pero la
biodiversidad en muchas de estas áreas ha sido amenazada por el aislamiento
causado por la pérdida y fragmentación del bosque en tierras adyacentes
(Laurence & Bierregaard 1997; Sanchez-Azofeifa et al. 2003; Saunders et al.
1991; Schelhas & Greenberg 1996).

Para afrontar esta limitación, la gestión de las áreas protegidas debe


contemplar varias estrategias tal como promover formas sostenible de uso del
suelo donde se priorice la conservación del bosque en tierras privadas adyacentes
a las áreas protegidas (Sayer, 1991; Schelhas & Greenberg, 1996) como primera
etapa. La segunda estrategia es el establecimiento de corredores que aumenten
el grado de conectividad entre las áreas protegidas y los fragmentos de paisajes
naturales, los cuales de otra manera se encontrarían aislados del bosque en
paisajes agrícolas.

La investigación ecológica sobre fragmentación de bosque incluye, por lo


general, el grado de fragmentación de los ecosistemas “naturales” provocado por
la deforestación y su conversión a usos de la tierra dominados por actividades
humanas (Saunders et al., 1991). En relación al bosque continuo, los paisajes de
bosque fragmentados son, generalmente, pobres en cuanto a la biodiversidad
que contienen. La presencia de fragmentos de bosque en paisajes dominados
por las actividades antrópicas aumenta notoriamente la biodiversidad de esos
espacios haciendo que algunas características de este nivel resulten con mayor
biodiversidad que otros. Estas características incluyen:
1. Los fragmentos de mayor tamaño pueden soportar mayor cantidad de
especies y poblaciones más grandes de cualquier especie dada.
2. Las formas más compactas de los fragmentos, al contrario de las formas
alargadas, presentan menor índice de relación borde/área y reducen
así los efectos de borde tales como sequedad, aumento de la luz solar,
influencia del viento e introducción de especies adaptadas a disturbios.
3. Los fragmentos cercanos entre sí o ubicados en patrones densos son más
propensos al permitir el movimiento de animales y semillas entre ellos,
puesto que los claros pequeños, incluso de la cobertura de uso hostil,
pueden ser utilizados por ciertas especies.

34 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

4. Ciertos usos del suelo de la matriz ubicados entre los fragmentos pueden
permitir que algunas especies se muevan entre los fragmentos.
5. Los corredores que conectan fragmentos pueden facilitar el movimiento
para la búsqueda de alimento, reproducción, o la posibilidad de alcanzar
hábitats estacionales.

De la fragmentación a la biogeografía

Una parte de la investigación ecológica sobre fragmentos de bosque y


corredores se basa en la teoría de biogeografía de islas, la cual enfatiza por un
extremo el bosque denso y por otro, los usos del suelo que le rodean, dominados
por el ser humano y con poco o nada de bosque tales como cultivos o pastos.
Otras investigaciones han encontrado que ciertos usos del suelo asociados a
actividades humanas se complementan con especies nativas, como el barbecho,
los sistemas agroforestales complejos, la agricultura con sombra como el café y
el cacao, los rompevientos y las cercas vivas, e incluso los árboles aislados en
campos y pastos (Schelhas & Greenberg, 1996; Harvey, 1999, 2004; Padoch &
Peters, 1993; Nadkarni, 1988). Uno de los esfuerzos más comprensivos de la
investigación en esta área es el trabajo que Gretchen Daily y otros han realizado
en el sur de Costa Rica (Daily et al., 2001, 2003; Horner-Devine, 2003; Suerte &
Diario, 2003; Mayfield & Diario, 2005; Ricketts et al., 2001), (vea también Harvey
et al. 2004, para el trabajo sobre rompevientos en Monteverde, Costa Rica). Esta
investigación, que han denominado “biogeografía del campo,” está examinando
las ocurrencias y los patrones de una variedad amplia de grupos de flora y fauna
en diversos componentes del paisaje.

Una aproximación a la creación de corredores es el fomento de patrones del


paisaje favorables en terrenos privados, los cuales son casi siempre imperfectos,
pero tienen ciertas ventajas. En muchos casos en los cuales los corredores
biológicos son propiedad del gobierno, no es muy viable, debido a que implica
una inversión enorme en la compra de los terrenos, así como altos costos de
manejo y protección y las limitaciones en cuanto a la conservación de corredores,
como por ejemplo los efectos del borde (Simberloff & Cox, 1987). Incluso en los
casos de los corredores biológicos de propiedad estatal se presentan algunos
fragmentos de bosque en tierra privada adyacente que realzan el valor ecológico
de estos sitios. Frecuentemente, los propietarios no dejan fragmentos aislados de
bosque primario en sus tierras privadas, al contrario utilizan, modifican, y manejan
fragmentos restantes del bosque, según sus necesidades. Para promover con
éxito estas clases de corredores se requiere una investigación ecológica sobre
el manejo de los fragmentos de bosque y paisajes agroforestales complejos,
lo cual brinda un mayor conocimiento sobre su potencialidad y las limitaciones
para servir como hábitat y corredor. Aunque esta investigación era escasa hace

Acercamiento conceptual y experiencias en América 35


CORREDORES BIOLÓGICOS

diez años, en los últimos años ha llegado a ser mucho más frecuente, inclusive
a tal punto de formar un grupo significativo de investigaciones ecológicas sobre
paisajes dominados por el ser humano. Además, se requiere otro aspecto, el
cual será el enfoque durante el resto del artículo, siendo este la necesidad de
comprender los procesos de toma de decisiones y la manera en que estas
pueden ser influenciadas para promover una mayor conservación de fragmentos
de bosque y una mayor conectividad entre estos sitios en terrenos privados
utilizados para fines antrópicos.

Comunidades y bosques

Comprensión de las dinámicas de gran escala

Para alcanzar la conservación exitosa del bosque en tierras privadas,


se requiere comprender los procesos sociales, económicos, y políticos que
determinan el cambio de uso de la tierra e intervenir de tal manera que se
promuevan cambios favorables en la cobertura boscosa. La tala de árboles en
los trópicos ha sido un acontecimiento de preocupación práctica y académica
durante varias décadas, por cuanto ha emergido literatura bien desarrollada en lo
referente a sus causas, patrones y medidas de invertir o prevenirla. Los estudios
han determinado, por lo general, que la descripción sobre la tala de árboles
debe hacerse mediante una combinación de las causas próximas y con especial
atención a las fuerzas que juegan un papel influyente en los diferentes lugares
(Geist & Lambin, 2002). Aunque el crecimiento de la población es un factor
importante de destacar, existen estudios en diferentes países que concuerdan
en que esta no es la causa principal de la deforestación a escala local (Bawa
& Dayandanam, 1998; Geist & Lambin, 2002; Templeton & Scherr, 1999). Por
otra parte, existen variables de índole social y económica como los modos de
producción, patrones de migración, políticas territoriales y percepción de los
recursos, los cuales han sido considerados muy influyentes entre lo que es la
población y el cambio en la cobertura boscosa (Lambin et al., 2001; Mather,
1992; Mather & Needle, 2000).

Es importante recordar que durante la historia de las relaciones sociedad-


bosque han habido pérdidas y ganancias en la cobertura boscosa. Mientras
las zonas tropicales han sido sujetas a la deforestación extensa y severa en
las últimas décadas, en otras regiones del mundo el bosque se ha recuperado
debido a grandes cambios de índole económica.

Mather (2002) descubrió que la reforestación en tres países europeos


durante los siglos XIX y XX ocurrió después de la intensificación agrícola,
migración rural-urbana, y de cambios en el transporte y las fuentes de energía.

36 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

Pfaff (2000) encontró que los bosques de Nueva Inglaterra, al noreste de


los Estados Unidos, se recuperaron entre los Siglos XIX y XX mientras las
poblaciones se concentraban mayormente en centros urbanos ubicados a lo
largo de los ríos debido a la industrialización y la “exportación” de la producción
agrícola al medio oeste. Rudel (2001) concluyó que a mediados del Siglo XX
el cambio en los patrones de los sembradíos, la nueva tecnología aplicada a
la agricultura y el crecimiento en las oportunidades de trabajo en las ciudades
industrializadas despoblaron las áreas rurales al sur de los Estados Unidos,
provocando la reforestación (en su mayoría plantaciones de pino). Grau et al.
(2003) encontraron que en Puerto Rico la cobertura boscosa aumentó de un 9%
a un 37% del total del área de la isla debido a la migración internacional, cambios
en las economías agrícolas y la industrialización.

Existe cierta evidencia de una curva en forma de “U” cuando la cobertura


del bosque primero disminuye debido al crecimiento de la población y en
seguida aumenta como resultado de innovaciones tecnológicas e institucionales
(Templeton & Scherr, 1999). Mather (1992) discute un patrón general del cambio
en la cobertura boscosa denominado la “transición del bosque,” en el que las
tendencias de la deforestación se reemplazan por la reforestación que procede
el desarrollo económico y la urbanización. Las transiciones del bosque pueden
ser impulsadas por cambios materiales como la concentración de la agricultura
en terrenos aptos para ello, cambios en la tecnología y la intensificación de la
agricultura, cambios en la demanda por la producción de productos forestales,
así como cambios en los valores como la percepción del bosque como fuente de
recreación (por ejemplo la conservación estética de la biodiversidad) en lugar de
una fuente de madera o terreno para la agricultura. Las transiciones del bosque se
pueden dar por los cambios materiales tales como concentración de la agricultura
en las tierras de aptitud agrícola, el cambio y la intensificación agrícola, cambios
de la tecnología en la demanda y la producción de los productos de bosque, tan
bien como por los cambios del valor del bosque, que se perciben cada vez mas
por su valor estético y de biodiversidad, que como fuente de la madera (Mather,
1992, 1998; Mather & Needle, 2000; Perz et al., 2005).

Estas nuevas relaciones tienen efectos directos para los corredores


biológicos, donde mucho de los cambios en la cobertura del bosque son resultado
de fuerzas económicas, sociales y políticas que se relacionan poco con los
esfuerzos de conservación. Es posible que las tendencias de la deforestación
sean invertidos con la urbanización e industrialización (Grau et al., 2003). Costa
Rica, por ejemplo, aparece estar en el proceso de transición entre una economía
agrícola (arraigada a unos cuantos productos agrícolas de exportación así como
en sistemas de uso de la tierra campesinos) a una economía que incluye roles
más importantes de manufactura, turismo y productos agrícolas de exportación

Acercamiento conceptual y experiencias en América 37


CORREDORES BIOLÓGICOS

no tradicionales, producidos de forma intensiva. Este cambio puede crear el


potencial necesario para alcanzar una recuperación a gran escala de los bosques
que fueron cortados para dar paso a terrenos agropastoriles (Schelhas, 2001,
Schelhas & Sanchez, 2006). Puede haber influencias políticas a nivel macro que
faciliten y promuevan este cambio. Además, como se ha demostrado para un sitio
en Honduras (Pfeffer et al., 2005), dejando de lado las grandes áreas de bosque
protegido puede incrementarse efectivamente la densidad de la población en
las afueras de esos parques (al reducir los terrenos disponibles para la rotación
de cultivos y otros usos), lo cual a cambio puede cambiar los sistemas agrícolas
para reducir algunos fragmentos de bosque como los barbechos de bosque
adyacentes a bosques protegidos.

La conservación exitosa de bosque puede promover por sí sola los cambios


en la cobertura boscosa y el uso en terrenos privados. Esto subraya la necesidad
de comprender como ocurren los cambios en el uso de la tierra para gestionar el
uso de la tierra hacia patrones con mayor cobertura boscosa.

Manejo de fragmentos de bosque

Una gran parte del bosque ubicado en terrenos privados se encuentra


en una variedad de formas de fragmentos de bosque bajo manejo, o terrenos
productivos que incluyen la cobertura boscosa o árboles. Es de gran provecho
delinear una tipología que incluye los tipos de fragmentos de bosque bajo manejo
en la geotrópica.

Bosques riparios

Las diversas investigaciones realizadas por el autor sobre la escogencia


de las personas sobre los usos de la tierra en zonas rurales ha demostrado
que los terratenientes de Latinoamérica consideran que los bosque riparios
juegan un papel importante en la preservación del caudal de los ríos, que en
muchos lugares una norma social fuerte ha emergido a favor de la conservación
del bosque a lo largo de los ríos, por lo que muchos terratenientes individuales
dejan franjas de bosque a lo largo de quebradas en su terreno (Jantzi et al.,
1996; O’Connor, 1998; Pfeffer et al, 2001; Schelhas, 1996; Schelhas et al., 1997;
Schelhas & Pfeffer, 2005). Mientras el área total de bosque protegido puede
variar enormemente y las franjas de bosque a lo largo de las quebradas pueden
ser muy estrechas donde el tamaño de las fincas es de menor tamaño, existen
varios factores que hacen que los bosques riparios sean uno de los componentes
claves de los fragmentos de bosque, especialmente desde la perspectiva de los
procesos ecológicos. El primer factor es que muchos terratenientes consideran
importante la conservación de estas franjas de bosque y hasta cierto punto ya

38 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

lo están realizando, por lo tanto se trata de estimularlos para reproducir las


experiencias y hacerla más efectiva, en lugar de adaptarla a prácticas distintas.
El segundo factor es que los bosques a lo largo de las corrientes de aguas son
corredores efectivos que vinculan otros tipos de fragmentos de bosque, siendo
espacios articuladores. Los corredores biológicos a lo largo de las quebradas
tienen mayor potencial de vincular fragmentos.

Bosques bajo manejo

Los campesinos manejan fragmentos de bosque secundario o establecen


plantaciones forestales para explotar la madera. Las ganancias provenientes de
la explotación de la madera raramente igualan los generados por la agricultura,
aunque los fragmentos de bosque bajo manejo juegan un papel importante en el
ingreso familiar y representan un fondo que puede ser utilizado para emergencias
familiares o ciertos puntos del ciclo de vida (educación, matrimonio u otros
gastos). La diversidad biológica de los bosques bajo manejo varía y depende de
las características propias del bosque. Los bosques secundarios generalmente
presentan mayor diversidad que las plantaciones. Existen técnicas tanto
tradicionales (Pinedo-Vasquez & Padoch, 1996) como científicas (Guariguata &
Finegan, 1998; Schroth et al., 2004) para manejar el bosque secundario. Las
plantaciones por lo general son menos diversas que el bosque secundario, aun así
contienen biodiversidad que requiere conservarse por encima de las coberturas
de pasto y agricultura. En algunos casos puede ser práctico desarrollar formas
de enriquecer las plantaciones para aumentar su potencial de biodiversidad, lo
cual se puede iniciar con la siembra de especies en el sotobosque o permitir la
regeneración natural del bosque. Se requiere realizar mayor investigación para
desarrollar sistemas de manejo de bosque secundario y plantaciones forestales
que potencien los procesos ecológicos que beneficien la biodiversidad y las
ganancias económicas.

Agroforestales

Existen muchas formas de agroforestería productiva en los trópicos. Varias


de las principales plantaciones agrícolas de exportación, como el café y el cacao,
son a menudo sembrados bajo el dosel del bosque y constituyen un hábitat de
invierno particular para especies de aves migrantes (Rice & Greenberg, 2000; Rice
et al., 1996). El dosel de los bosques seminaturales ubicados en las plantaciones
rústicas de café y cacao por lo general contiene gran cantidad de biodiversidad,
aunque las investigaciones han determinado que cualquier incremento en el
dosel tiende a ser acompañado por un incremento en la diversidad de aves e
insectos. Las plantaciones con sombra tienden a ser menos productivas (en
rendimiento por hectárea) que la misma plantación sembrada al sol, pero los

Acercamiento conceptual y experiencias en América 39


CORREDORES BIOLÓGICOS

que presentan sombra tienen otras ventajas. Primero, las plantaciones con
sombra generalmente requieren menor utilización de productos agroquímicos,
reduciendo la cantidad de inversión monetaria para los agricultores y reduciendo
el riesgo para la salud humana. Segundo, las plantaciones con sombra podrán
tener ventaja en su precio de mercado cuando se promocionan como productos
orgánicos o amigables con el ambiente.

También existen ejemplos de agroforestería indígena en los trópicos que


pueden tener una apariencia similar a los bosques naturales pero son sujetos
al enriquecimiento de plantaciones y modificaciones a menor escala para
aumentar su rendimiento. Algunos ejemplos incluyen la compleja agroforestería
de la cuenca del Amazonas, y plantaciones con sistemas en secuencia a largo
plazo en la República Dominicana (Padoch & Peters 1993; Schelhas, 1993).
Estos fragmentos de bosque pueden tener un alto valor de biodiversidad y
conservación.

Investigadores de zonas tropicales han estado trabajando en el desarrollo


de sistemas agroforestales y silvopastoriles modernos. Las plantaciones en
hileras, donde la vegetación maderable se usa para aumentar la fertilidad de las
plantaciones como maíz o frijoles, es un buen ejemplo. Otro es la plantación de
árboles leguminosos en zonas de pasto para incrementar la fertilidad del suelo,
aumentar la productividad y favorecer la fertilidad de los mismos suelos por medio
de la fijación de nitrógeno. Se conoce muy poco acerca de la diversidad biológica
de estos sistemas.

Cercas y rompevientos

En los paisajes agrícolas de las zonas tropicales son muy comunes las
cercas vivas, los árboles sembrados que demarcan las divisiones del campo
y los límites entre las fincas, sin dejar de lado los rompevientos. Aunque estas
pueden incluir especies introducidas y presentan un tamaño muy reducido, no
debe ser obviada su importancia. Algunas especies utilizadas como cercas vivas
o divisorias proveen alimento que atrae diferentes especies de animales y pueden
ser muy importantes para algunos de ellos (por ejemplo algunas especies de vireo
y Simaruba, en Greenberg, 1993). Algunas especies nativas pueden empezar a
crecer bajo las especies introducidas, especialmente cuando las frutas atraen
a las especies esparcidoras que traen las semillas (Harvey, 2000a, 2000b).
Finalmente, las cercas vivas y los rompevientos proveen cobertura, aunque
ofrecen hábitats de tamaño reducido, que facilitan el movimiento de especies
entre los fragmentos de bosque de mayor tamaño.

40 Acercamiento conceptual y experiencias en América


CORREDORES BIOLÓGICOS

Barbechos

Algunos fragmentos del bosque son temporales, existiendo en un lugar


por una cantidad limitada de tiempo pero, en efecto, moviéndose alrededor del
paisaje en cierto plazo. Todavía existen muchos lugares en las zonas tropicales
en donde se utiliza la agricultura de rotación, donde los bosques secundarios
crecen durante períodos de barbecho, proporcionando un hábitat útil e importante
para ciertas especies. En algunos casos, se permite el crecimiento del charral
en zonas de pasto, lo cual podría presentar beneficios para la biodiversidad y
rejuvenecer los suelos (Greenberg, 1996).

Mosaicos de uso de la tierra

Cada tipo de fragmento de bosque es un ecosistema alterado que por lo


general tiene solamente una fracción del valor de biodiversidad de un bosque
primario. Cada tipo de fragmento de bosque tiene beneficios para la biodiversidad
que contiene, así cuando coexisten varios tipos de fragmentos en un paisaje, se
presentan beneficios significativos para la biodiversidad. Es importante destacar
que los factores que determinan el uso de la tierra (Schelhas, 1996) y sobre
preferencias del paisaje de las comunidades rurales (Schelhas y Pfeffer, en
prensa), demuestran que los propietarios por lo general quieren y tienen terrenos
que presentan diversos usos. Estos diversos sistemas de uso proveen la base
para los corredores de fragmentos de bosque y en algunos casos los propietarios
pueden ser impulsados a aumentar su valor como hábitat o corredor biológico
por medio de incentivos o el incremento en su conciencia por la conservación
ecológica.

Conclusión

Si se procura promover la permanencia de los fragmentos de bosque en


terrenos privados como corredores biológicos se requerirán ciertos lineamientos
como la realización de investigación biológica sobre el valor de los diferentes
tipos de fragmento de bosque como hábitat y corredores de movimiento. Es
importante reconocer que no se puede generalizar por tipo de fragmento, como
una plantación de árboles o café con sombra, ya que pueden diferenciarse
profundamente. Se requiere aprender como a través del tiempo los diferentes
sistemas de manejo varían en términos de biodiversidad. Finalmente, se requiere
investigación en paisajes con diferentes tipos de fragmentos para conocer la
manera en que estos conforman el paisaje y funcionan como corredores.

En cuanto a la investigación social, se requieren de diversas aproximaciones


clave. El primero es una mayor comprensión en lo referente a los cambios en la

Acercamiento conceptual y experiencias en América 41


CORREDORES BIOLÓGICOS

cobertura boscosa, incluyendo el aumento de las mismas, en respuesta a grandes


cambios sociales, económicos y políticos (véase, por ejemplo Rudel 2005).
Un segundo campo de investigación es la comprensión de los determinantes
materiales de los usos de la tierra basados en el bosque (véase por ejemplo
a Arnold & Dewees, 1997; Godoy, 1992; Pfeffer et al. 2006; Schelhas, 1996).
Esta línea de investigación debe ir más allá de simples análisis económicos para
comprender la complejidad de la forma en que calzan los fragmentos de bosque
en los sistemas agrícolas y los presupuestos familiares y la forma de respuesta
a cambios a niveles macro. Una tercera línea de investigación se relaciona con
el significado y el valor de los bosques, de los fragmentos de bosques y de la
vida silvestre a las comunidades rurales en los trópicos. Los pobladores de los
espacios rurales en América Latina requieren suplir sus necesidades básicas,
donde los bosques presentan un valor ambiental que puede influir en las prácticas
de uso del suelo y en el mejoramiento de la calidad de vida de estos pobladores
(Schelhas & Pfeffer, 2005, en prensa). Finalmente, existe la necesidad del trabajo
práctico relacionado con el impacto de las políticas, incentivos y alcances de los
programas con relación a los propietarios rurales y promocionar la conservación
de estos fragmentos de bosques como una alternativa económica (Guindon et
al., 2001).

Referencias bibliográficas

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