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LOURDES
XXVIII Jornada mundial del enfermo
Martes 11 de febrero de 2020
Se propone la eucología del Misal de la Santísima Virgen María: La Virgen María, salud de los
enfermos (esquema 44).
RITOS INICIALES
Queridos hermanos que se encuentran enfermos: Cristo, en su Iglesia, los acoge en este día
para que reciban el consuelo y la fortaleza de la fe. Es alentador saber que podemos unir
nuestros sufrimientos al sacrificio redentor de Cristo para tener vida en abundancia. También
nos dan esperanza las palabras del Señor: «Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré». Vivamos esta Eucaristía, celebrando que la Virgen María,
nuestra Señora de Lourdes, es salud de los enfermos.
ORACIÓN COLECTA
LITURGIA DE LA PALABRA
Se pueden emplear algunos de los esquemas propuestos en el Leccionario VIII - Misas Rituales.
También se puede acudir al Ritual de la unción y de la atención pastoral de los enfermos que tiene
su leccionario propio.
Según el tema propuesto por el Papa Francisco para este año, se pueden escoger las siguientes lecturas
(se encuentran en el Ritual de la unción):
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LITURGIA DEL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN
Letanías
Para que, con tu presencia, Padre, los consueles y por esta santa Unción los
fortalezcas.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que los libres de todo mal.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que alivies los dolores de todos los que sufren.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que premies con tus dones a todos los que sirven a los Enfermos.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que los libres del pecado y de toda tentación.
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que concedas vida y salvación a quienes en tu nombre, imponemos las manos.
R/. Te rogamos, óyenos.
Imposición de manos
Entonces el sacerdote impone las manos sobre la cabeza del enfermo sin decir nada.
Se prevé la fórmula para la bendición del Óleo cuando no está bendito, pero lo común será que se
conserve en las parroquias el Óleo bendecido en la Misa Crismal, entonces se dice la oración de
acción de gracias sobre el mismo:
Bendito seas, Dios Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación
enviaste a tu Hijo al mundo.
R/. Bendito seas por siempre, Dios Padre.
Bendito seas, Dios Unigénito, que saliendo del Padre y viniendo al mundo a compartir
nuestra condición humana, quisiste remediar nuestras enfermedades.
R/. Bendito seas por siempre, Dios Hijo.
Bendito seas, Dios Espíritu Santo Paráclito, que con tu gracia nos das fortaleza para
sobrellevar las enfermedades de nuestro cuerpo.
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R/. Bendito seas por siempre, Dios Espíritu Santo.
Padre misericordioso,
tus siervos a quienes hoy con gran fe
vamos a ungir con el Óleo Santo,
reciban la fortaleza en la enfermedad y consuelo en su dolor.
Por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén
Sagrada Unción
Inmediatamente el sacerdote toma el Óleo sagrado y unge al Enfermo en la frente y en las manos
diciendo una sola vez:
Oración
Señor nuestro Jesucristo, que para redimirnos y curar nuestras dolencias quisiste
asumir nuestra naturaleza humana; te encomendamos a estos hermanos nuestros, a
quienes en tu nombre hemos ungido; concédeles la salud del alma y del cuerpo,
fortalécelos con tu gracia, consuélalos con tu protección para que se fortalezcan y
puedan superar todos sus males, pues por su enfermedad quisiste asociarlos a tu
Pasión, concédeles esperar confiadamente que sus dolores unidos a los tuyos, sean
eficaces para la salvación del mundo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
R/. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
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ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
PREFACIO
La bienaventurada Virgen María brilla como signo de salud para los enfermos.
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Bendición solemne
8. La carta a Santiago nos enseña que la Unción se confiere para aliviar a los Enfermos y
salvarlos. Es necesario, por tanto, preocuparse diligentemente de que los fieles, que empiezan
a estar en peligro a causa de la enfermedad o de la vejez, reciban la sagrada Unción.
Para determinar la gravedad de la enfermedad basta con tener un parecer prudente o probable,
sin angustias de conciencia, y teniendo en cuenta el parecer del médico, si se juzga necesario.
10. Antes de una operación quirúrgica se puede conferir la Sagrada Unción, siempre que el
motivo de la operación sea una enfermedad peligrosa.
11. A los ancianos, cuyas fuerzas disminuyan notablemente, aun cuando no manifiesten una
enfermedad peligrosa, se les puede administrar la Sagrada Unción.
12. La Sagrada Unción se puede aplicar también a los niños que tengan el suficiente
conocimiento para recibirla con fruto.
13. En la catequesis corriente y en la familiar se debe instruir a los fieles para que ellos
mismos soliciten la Unción y la reciban tan pronto como llegue el momento oportuno con
verdadera fe y devoción; e indicarles que no deben ceder a la costumbre errada de dejar este
Sacramento ya para los últimos instantes. Se debe igualmente instruir a los que asisten a los
Enfermos, sobre la naturaleza de este Sacramento.
14. A los enfermos sin sentido o que perdieron el uso de la razón se les puede conferir la
Sagrada Unción cuando se supone que si estuvieran conscientes la hubieran pedido por ser
creyentes.
15. Cuando el sacerdote sea llamado a asistir a un Enfermo y lo encuentre ya muerto, ore a
Dios por él, para que el Señor le perdone los pecados y lo admita misericordiosamente en su
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Reino, pero no le administre el Sacramento de la Unción. No obstante, si duda de que
realmente esté muerto, puede aplicárselo bajo condición.
154. Cuando lo permita el estado del enfermo y, sobre todo, cuando éste haya de recibir la sagrada
comunión, podrá conferirse la santa Unción dentro de la Misa, ya en la iglesia, ya también en la casa
del enfermo o en un lugar adecuado del sanatorio.
155. Siempre que se confiere la santa Unción dentro de la Misa, el sacerdote, con vestiduras blancas,
dirá la Misa por los enfermos (n. 248 ss.). Si coincide con alguna dominica de Adviento, Cuaresma y
Pascua, con una solemnidad, con el miércoles de Ceniza o con una feria de la Semana Santa, se dirá
la Misa del día, manteniéndose, si parece oportuno, la fórmula de la bendición final (nn. 151-153).
Las lecturas se tomarán de las propuestas en el Leccionario de Misas rituales en el Ritual de la Unción
(nn. 260 ss.), a no ser que el bien del enfermo y los presentes aconseje seleccionar otras distintas.
Cuando no pueda celebrarse la Misa por los enfermos, una de las lecturas puede tomarse de los textos
que se acaba de indicar, siempre que no coincida el día con el Triduo Sacro, con la Natividad del
Señor, la Epifanía, la Ascensión, Pentecostés, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo u otras
solemnidades de precepto.
156. La santa Unción se confiere después del Evangelio y de la homilía, de la siguiente manera: a)
Después del Evangelio, el sacerdote describirá en su homilía la significación de la enfermedad
humana en la historia de la salvación y la gracia del sacramento de la Unción, pero teniendo siempre
en cuenta el estado del enfermo y las demás circunstancias de las personas. b) La celebración de la
Unción comienza con la letanía (n. 136); pero si la letanía o la oración universal se recitan después
de la Unción, comenzará con la imposición de manos (n. 139). Siguen después la bendición del óleo,
si hay que hacerla (n. 21), o la oración de acción de gracias sobre dicho óleo (n. 142) y la Unción (n.
143). c) Luego, si la letanía no ha precedido a la Unción, se dice la oración universal y se concluye
con la oración de después de la Unción (nn. 144-149). Continúa después la Misa como de costumbre
con la preparación de los dones. El enfermo y los presentes pueden comulgar bajo las dos especies.
157. El rito que se describe a continuación puede utilizarse en grandes reuniones de fieles, como
pueden ser las peregrinaciones u otras asambleas de una diócesis, de una ciudad, de una parroquia o
de una asociación de enfermos. También puede servir, si se juzga oportuno, en hospitales, sanatorios
y clínicas. Pero si, a juicio del Obispo diocesano, son muchos los enfermos que van a recibir a la vez
la santa Unción, aquél o su delegado cuidarán de que se observen todas las normas sobre la disciplina
(nn. 8-9), la preparación pastoral y la celebración litúrgica de la santa Unción (nn. 1 7 ,158 y 159). Al
Obispo diocesano o su delegado pertenece designar, en su caso, a los sacerdotes que han de tomar
parte en la celebración del sacramento.
158. La celebración comunitaria de la Unción tendrá lugar en la iglesia o en otro lugar apropiado en
el que los enfermos y los fieles puedan más fácilmente reunirse.
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159. Es necesario que preceda una adecuada preparación pastoral de los enfermos que van a ser
ungidos, de los otros enfermos que, acaso, estén presentes, y de los demás fieles que puedan asistir,
aunque no estén enfermos. Cuídese también de favorecer una plena participación de todos,
principalmente por medio del canto, que facilite la unanimidad de los fieles, suscite la oración común
y manifieste la alegría pascual que debe envolver todo el rito.
160. Conviene que los enfermos que deseen confesarse, se acerquen al sacramento de la Penitencia
antes de celebrar la Unción.
161. El rito comienza con la recepción de los enfermos, en la cual se manifiesta, por un lado, la
solicitud de Cristo por las enfermedades del hombre y, por otro, la función de los enfermos en el
pueblo de Dios.
162. Luego, si se juzga oportuno, se hace el acto penitencial (n. 131 ss.).
163. Sigue la celebración de la palabra de Dios, que puede constar de una o varias lecturas,
intercalándose algún cántico. Las lecturas pueden tomarse del Leccionario para los enfermos (n. 260
ss.), a no ser que el bien de los enfermos o de los presentes aconseje seleccionar otras distintas. Tras
la homilía, puede guardarse un breve momento de silencio.
164. La celebración del sacramento se inicia con la letanía (n. 136) o con la imposición de manos (n.
139). Mientras se efectúa la Unción, se pueden entonar cánticos apropiados. La fórmula debe ser oída
al menos una vez por los asistentes. Sigue la oración universal, si es que se dice después de la Unción,
y se concluye con la oración final (nn. 144-149) o con el Padrenuestro, que puede ser cantado por
todos. Si hay varios sacerdotes, cada uno impone las manos sobre algunos enfermos y los ungen
diciendo la fórmula en cada caso y dejando para el celebrante la recitación de las oraciones.
165. Antes de la despedida, se da la bendición (nn. 151-153). La celebración puede terminarse muy
bien con un cántico adecuado.
- Se invita a los párrocos a proponer para los enfermos de sus respectivas comunidades
el Sacramento de la Unción de los Enfermos dentro de la Misa, una celebración que
requiere preparación especial, considerando las circunstancias que afrontan estos
hermanos, una celebración donde sea más cómoda su participación.