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a las investigaciones de la firma Miller & Martin sobre los presuntos casos de abuso sexual de
parte de Ravi hacia varias mujeres durante su ministerio. El comunicado dice:
“...aunque la investigación continúa y no se espera que termine sino hasta enero o febrero, ayer
recibimos una actualización y consideramos necesario compartirla. Tristemente, la actualización
en la investigación indica que las acusaciones en contra del comportamiento de Ravi son ciertas –
que él en verdad estuvo involucrado en comportamiento sexual inapropiado”.
El propósito de este artículo no es contar la noticia, puesto que es algo ya sabido entre los círculos
evangélicos. El objetivo más bien es proponer algunos aspectos de meditación sobre este caso en
particular que puedan ayudar a los creyentes en medio de todas las dudas e inquietudes que esta
situación nos deja.
La iglesia local es fundamental. ¿Alguien sabe a qué iglesia local asistía Ravi? Seguramente algunos
lo sabrán. ¿Era miembro de una iglesia? ¿Qué tanto rendía cuentas y estaba sometido a la
autoridad de su iglesia local? Aunque algunos sabrán las respuestas, la verdad es que la iglesia
local no era algo protagónico en el ministerio de Ravi. Vi varias de sus conferencias, pero nunca vi
la centralidad de la iglesia local en su ministerio o en su vida. Ese era claramente un punto débil.
La iglesia local es la institución que supervisa nuestra vida espiritual y nuestro discipulado en
Cristo. Es la institución que tiene autoridad para llamarnos a cuentas cuando estamos en pecado,
es la institución que tiene la autoridad para disciplinarnos e incluso para hacer público si debemos
ser considerados como creyentes o no. Claramente Ravi necesitaba esa supervisión. Necesitaba un
cuerpo pastoral que lo hubiera llamado a cuentas desde el primer momento que comenzaron los
rumores sobre su conducta sexual inapropiada en 2017. Necesitaba una iglesia local que ejerciera
la autoridad de supervisarlo como creyente. La iglesia local es fundamental.
Si una iglesia hubiera supervisado seriamente a Ravi se le habría podido ayudar a evitar ese
pecado, o por lo menos, se habría evitado el golpe tan fuerte que es para la iglesia esta noticia en
este momento. Si una iglesia local, públicamente, hubiera advertido sobre el estado espiritual de
Ravi, se hubiera guardado el nombre de Cristo de la ofensa que estamos viendo hoy.
Si para algo ha de servir a la iglesia la polémica de la vida de Ravi Zacarías, es para que no nos
conformemos simplemente con el conocimiento teológico, es necesario cultivar un amor genuino
y profundo por nuestro Señor.
Cuidado con el ministerio profesional. Personalmente, como pastor, la situación de Ravi es una
advertencia urgente. Una tentación constante que todos los pastores y predicadores enfrentamos
es la profesionalización del ministerio. Es decir, pensar en el ministerio más como nuestro trabajo
o nuestra profesión, y no como la expresión de nuestra relación con nuestro Salvador.
Finalmente, la lección es clara para todos: Todos tenemos que perseverar. Ninguno de nosotros ha
terminado la carrera. La carrera no se termina hasta que se termina. Mientras tanto hay que
seguir corriendo, hay que seguir perseverando, nadie puede bajar la guardia, ni siquiera una
eminencia en teología y filosofía, ni siquiera un pastor que lleve décadas de ministerio de fama e
influencia, y mucho menos creyentes mortales como todos nosotros.