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NÚMERO 048 2014

El concepto de falso self. Importancia en la clínica


psicoanalítica actual
Autor: Álvarez Martínez, Melba 

Palabras clave

Falso self, Winnicott, Papel de la madre, Patologia esquizoide.

En el presente trabajo se muestra una breve revisión bibliográfica sobre el concepto


de falso self, desarrollado por D. Winnicott en 1965. Se describe al Yo, instancia
psíquica descrita por Freud en 1923 y se incluye la definición
de self.  Winnicott describe al falso self (medio de no ser uno mismo) como una
distorsión de la personalidad que consiste en desarrollar desde la infancia una
existencia ilusoria con el fin de proteger, por medio de una organización defensiva,
al verdadero self;plantea cinco niveles del falso self ubicando en uno de ellos a la
patología esquizoide, en la que el falso self se establece como única realidad. Explica
el papel de la madre y su influencia en la formación de esta organización defensiva e
introduce términos como holding y madre suficientemente buena. Además, señala las
dificultades en la relación terapéutica con pacientes que poseen falso self y propone
alternativas para el tratamiento. Al final, se ejemplifica la instauración del falso self en
un niño de 6 años de edad y se muestran algunas reflexiones e implicaciones en la
clínica psicoanalítica actual.

This work shows a short reference about the ‘false self’ concept, developed by D.
Winnicott in 1965. It describes the Ego, a psychical instance described by Freud in
1923, and includes the definition of 'self'. Winnicott describes the 'false self' (a way of
not being yourself) as a distortion of the personality that consist in developed an illusory
existence since the childhood in order to protect the 'true self' through a defensive
organization. It lays five levels of 'false self', setting in one of them the schizoid
pathology, where 'false self' is placed as the unique reality. It explains the mother's role
and its influence in the formation of this defensive organization; and introduces terms
like ‘holding’ and ‘mother good enough’. It also points out the difficulties in the
therapeutic relationship with patients having false self and proposes alternatives for
treatment.Finally, is exemplified a 'false self' implant in a 6 years old child; and it shows
some reflections and implications for the current psychoanalytic clinic.

Introducción

La clínica psicoanalítica actual impone nuevos retos a los psicoanalistas, tanto


a los que se dedican a la práctica privada como a los que colaboran en
instituciones de salud pública. Es por ello que, cada vez más, encontramos
publicaciones de textos psicoanalíticos en los que se reflexiona sobre este
tema y en los cuales existen aportaciones teóricas y técnicas muy valiosas.

Algunos autores como Salamonovitz (2007) refiere que

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“la clínica psicoanalítica actual nos pone ante un enorme reto: transitar del silencio a la
palabra. Frase que insiste no solo a lo largo de nuestros consultorios sino como
consigna que acompaña a los alarmantes procesos sociales que estamos viviendo. Las
adicciones, las violencias, las depresiones, las enfermedades psicosomáticas y las
narcisopatías, males a los que propongo agrupar bajo el nombre de enfermedades del
silencio constituyen un problema de dimensiones numéricas tan grande, que no solo
son el principal componente en nuestra clínica psicoanalítica, sino que conforman
algunos de los problemas más apremiantes en salud pública que enfrenta la
humanidad” (p.1).

Otros autores como Recalcati (2008) afirman que las anorexias, las
dependencias, las psicosis, incluyendo la psicosomática, forman parte de
la clínica del vacío; otros más, como Chamizo (2009) mencionan que las
adicciones, la psicosis, la psicosomática así como los denominados “trastornos
de la alimentación” (anorexia y bulimia) pertenecen a la clínica del narcisismo.

Así, se ha optado por agrupar a los padecimientos actuales bajo diferentes


nombres: enfermedades del silencio, clínica del vacío yclínica del
narcisismo. Sin embargo, pese a la diferencia de nombres, se observa que los
tres coinciden en señalar que dichos padecimientos tienen que ver
con vicisitudes del narcisismo.

Recalcati (2008) explica que

“con la tesis de la existencia de una clínica del vacío no se pretende definir una nueva
estructura, sino un aspecto crucial de la clínica psicoanalítica contemporánea. Los
denominados “nuevos síntomas” (anorexia y bulimia, toxicomanía, ataques de pánico,
depresión, alcoholismo) aparecen como efectivamente irreductibles ante la lógica que
preside la constitución neurótica del síntoma. En este sentido, aunque no se refiera a
las personalidades borderline, es en sí misma una clínica borderline, en la medida en
que asume posiciones del sujeto que son difícilmente descifrables recurriendo al
binomio neurosis-psicosis y en la medida en que afronta una declinación del síntoma
que no puede reducirse al esquema clásico del retorno metafórico de lo reprimido. Los
nuevos síntomas parecen definirse no tanto a partir del carácter metafórico, enigmático
y cifrado que adquiere el retorno de lo reprimido como agente de la división del sujeto,
cuanto más bien a partir de una problemática que afecta directamente a la constitución
narcisista del sujeto” (p. 11).

Agrega que la dimensión de las problemáticas narcisistas se sitúa en el centro


de la clínica del vacío y que éste es el punto teórico en el que se puede ubicar
la teoría de Otto Kernberg sobre las personalidades borderline como sujetos de
síntoma débil, en los que el sufrimiento, no ligado por la metáfora sintomática,
se concretiza en la “dispersión de la identidad” y en la experiencia de un “vacío
crónico” que atenta contra la continuidad misma del sentimiento de la propia
existencia.

Explica que la sensación de irrealidad, de falta de afectividad, de inexistencia


define también las personalidades “como si” de Helene Deutsch y “falso self” de
Donald Winnicott: la adaptación social se configura como una interpretación
desobjetivada de un papel que trata de compensar o de enmascarar un vacío
fundamental en la constitución narcisista del sujeto.

Así, Recalcati (2008) sugiere que la clínica del vacío es también una clínica de
las máscaras, pero que la importancia de la máscara no está en relación con el
juego histérico de las identificaciones, más bien en esta clínica del vacío la

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máscara está encaminada a hacer que el sujeto exista en su ser; la máscara no
funciona como un recubrimiento fálico del sujeto, sino como institución del
sujeto que no existe, como cobertura de su vacío de ser fundamental.

Por lo anterior, surge el interés por retornar a Donald W. Winnicotty revisar las


hipótesis teóricas que formuló gracias a su extensa labor clínica (tanto como
pediatra y como psicoanalista) ya que, como he podido corroborar últimamente
en publicaciones y conferencias recientes de algunos psicoanalistas, varios de
sus conceptos están cobrando actualidad y relevancia en la práctica clínica.
Así, el objetivo de este trabajo es presentar una breve revisión bibliográfica
sobre el concepto de falso self, desarrollado por Winnicott en 1965 así como
una síntesis de algunos otros términos. Además, se exponen las dificultades en
la relación terapéutica con pacientes que poseen falso self así como las
alternativas de tratamiento que propuso este autor y, por último, se ejemplifica,
por medio de la descripción de un caso clínico, la instauración del falso self en
un niño de 6 años de edad.

El yo y el self

Para definir el Self, primero se tiene que revisar el concepto de Yo debido a


que ambos se relacionan, sin embargo, teóricamente hay que distinguirlos.

En la introducción del texto “El yo y el ello” Freud, S. (1923) menciona que en


su primera premisa estableció una diferencia entre lo consciente e
inconsciente; lo consciente es un término descriptivo que se basa en la
percepción más inmediata, es decir, un elemento psíquico (por ejemplo, una
percepción) no es, duraderamente consciente. Al contrario, la conciencia es un
estado transitorio. Así, Freud aseguró que una representación consciente en un
momento dado no lo es ya en el inmediato siguiente, aunque pueda volver a
serlo bajo ciertas circunstancias.

Afirmó que el concepto de inconsciente partía de la teoría de larepresión y que


lo reprimido es el prototipo de lo inconsciente. Definió dos tipos de
inconsciente: lo inconsciente latente, capaz de conciencia, y lo reprimido,
incapaz de conciencia; a lo latente lo nombró preconsciente y dio el nombre de
inconsciente a lo reprimido. Todo lo reprimido tiene que permanecer
inconsciente, sin embargo no integra por sí solo todo el contenido de dicho
sistema; lo reprimido es entonces una parte del inconsciente, el inconsciente
reprimido, según Freud (Tallaferro, 2002).

Freud (1923) señaló que estas diferenciaciones (inconsciente, preconsciente y


consciente) eran insuficientes para la labor psicoanalítica debido a que existe
en el individuo una organización coherente de sus procesos psíquicos, la cual
es considerada como su Yo; este Yo integra la conciencia, la cual controla el
acceso a la motilidad, es decir, la descarga de las excitaciones en el mundo
exterior. El Yo es la instancia psíquica que vigila sus propios procesos, que
ejerce la censura onírica y también del Yo parten las represiones. Además, con
base en las resistencias que opone el Yo a todo contacto con lo reprimido,
comprobó que en el Yo existe también algo inconsciente, es decir, una parte
del Yo (cuya amplitud es imposible fijar) es inconsciente.

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Menciona que el Yo es una parte del Ello modificada por la influencia del
mundo exterior, transmitido por el P-Cc (sistema percepción consciente). El Yo
se esfuerza en transmitir al Ello dicha influencia del mundo exterior y aspira a
sustituir el principio del placer, que reina sin restricciones en el Ello, por el
principio de la realidad. El Yo representa lo que la razón o la reflexión,
opuestamente al Ello, que contiene las pasiones. Así, la importancia funcional
del Yo está en el hecho de regir los accesos a la motilidad, sin embargo, a
veces el Yo se ve forzado a transformar en acción la voluntad del Ello.

Así, para Freud al nacer carecemos de un Yo, sin embargo, otros autores
argumentan que desde el nacimiento existe un Yo prematuro. Como es el caso
de M. Klein citada en Michaca (1987), quien señaló que al inicio de su
desarrollo el Yo se encuentra sometido a la presión de las situaciones
tempranas de ansiedad y como aún es débil está expuesto, por un lado, a las
exigencias del Ello y, por otro lado, a las amenazas del Superyó y debe ejercer
su poder para satisfacer a ambos. La principal labor del débil e inmaduro Yo del
niño pequeño es dominar la presión de la ansiedad. Klein decía que en ciertos
casos, dicha presión puede ser tan fuerte como para detener por completo el
desarrollo del Yo.

Afirmó que la ansiedad estimula el desarrollo del Yo debido a que, en sus


esfuerzos por dominar la ansiedad, el Yo del niño se apoya en sus relaciones
con los objetos y con la realidad. Para Klein, el concepto de instinto es
importante en la elaboración de sus teorías; concibe las fantasías inconscientes
como la expresión mental de los instintos y señala su presencia desde el inicio
de la vida. Para ella, la formación de las fantasías es una función del Yo; es la
expresión instintual a través del Yo, lo cual significa que éste puede
formar relaciones objetales primitivas impulsado por los instintos y por la
ansiedad. Las fantasías inconscientes determinan la interpretación de la
realidad, sin embargo, ésta influye de manera secundaria en ellas; la fantasía
también tiene funciones defensivas, ya que la gratificación derivada de ella
contrarresta la frustración del mundo externo. Así, Klein hace surgir al Yo como
estructura desde el principio de la vida y señala la aparición del Superyó entre
los seis y nueve meses ubicando la existencia de la triangularidad edípica a
partir de dicha edad.

En Winnicott (1991) también se encuentra esta idea de un Yo prematuro ya que


menciona que sólo a partir de la no-existencia, la existencia puede comenzar;
aun antes del nacimiento y, en su transcurso, puede ser movilizado el
apercibirse un Yo prematuro; pero el individuo no puede desarrollarse a partir
de una raíz yoica si ésta se encuentra separada de la experiencia
psicosomática y del narcisismo primario; en este punto se inicia la
intelectualización de las funciones yoicas. Además, todo esto es temporalmente
anterior al establecimiento del self.

Agrega que al comienzo el Yo del bebé es débil y será extremadamente débil si


no hay un ambiente facilitador. No obstante, en casi todos los casos la madre o
figura materna brinda el soporte del Yo, y si lo hace suficientemente bien el Yo
del bebé será fuerte y tendrá su propia organización. La madre está en
condiciones de brindar este soporte al Yo del bebé gracias a su capacidad y
disposición para identificarse temporalmente con él.Se debe distinguir la

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capacidad de la madre para identificarse con su bebé, conservando su
autonomía y el estado en que el bebé no ha emergido aún de la dependencia
absoluta. Sólo gradualmente el bebé separa lo que es “distinto de mí” de lo que
es “parte de mí”.

En otro texto, Winnicott (1965) afirma que la capacidad para estar


solo constituye un síntoma de madurez; dicha capacidad tiene como base las
experiencias infantiles de estar a solas en presencia de alguien. Estas
experiencias pueden tener lugar en una fase muy temprana, cuando la
inmadurez del Yo se ve compensada por el apoyo del Yo proporcionado por la
madre. Con el tiempo, el individuo introyecta a la madre sustentadora del Yo y
de esa manera se ve capacitado para estar solo sin necesidad de buscar con
frecuencia el apoyo de la madre.

Menciona que el Yo puede utilizarse para describir la parte de la


personalidad  que, dadas ciertas condiciones, queda integrada en una unidad.
Agrega que, en las primeras fases del desarrollo de un niño, la funcionalidad
del Yo debe tomarse como inseparable del de la existencia de la criatura en
tanto que persona. Afirma que no hay Ello alguno antes del Yo y solamente
partiendo de esta premisa es posible justificar el estudio del Yo. Para este
autor, el Yo se ofrece para ser estudiado mucho antes de que la palabra self
resulte pertinente; esta palabra aparece después de que el niño haya
empezado a utilizar su intelecto para mirar lo que los demás ven, sienten u
oyen y lo que conciben cuando se encuentran con su cuerpo infantil.

Menciona que el desarrollo del Yo se caracteriza por las siguientes tendencias:

1. La principal tendencia del proceso de maduración se concentra en los


diversos significados de la palabra integración. La integración en el tiempo se
suma a lo que se puede llamar “la integración en el espacio”.

2. El Yo se basa en un Yo corporal, pero es sólo cuando todo va bien que


la persona del bebé empieza a ir enlazada con el cuerpo y sus funciones, con
la piel en su cometido de membrana restrictiva. A este proceso lo describió
como personalización, ya que el término despersonalización indica la pérdida
de una estrecha unión entre el Yo y el cuerpo, incluyendo los impulsos y las
satisfacciones del Ello.

3. El Yo inicia la relación objetal. Con un buen cuidado materno al principio,


el bebé no se halla sujeto a las satisfacciones instintivas salvo en la medida en
que exista la participación del Yo. En este sentido, se trata menos de una
cuestión de dar satisfacción al bebé que de permitirle encontrar y adaptarse por
sí mismo al objeto (seno, biberón, leche, etc.).

Por otro lado, en cuanto al término self, sus traducciones son diversas: yo, sí


mismo, uno mismo, ser, persona, personalidad, etc. Sin embargo, se ha
preferido conservar el vocablo inglés “self”. Los diccionarios lo definen como
adjetivo y sustantivo que alude a esencia o individualidad. Además es un prefijo
traducible por “auto”, como en self-esteem (autoestima), self-containment (auto-
contención), etc. Este uso demuestra lo reflexivo del término y, por lo tanto,
alude a la posibilidad de acceder a la conciencia de sí.

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Grinberg y Grinberg (2000) mencionan que la palabra “self” se utiliza como
pronombre y adjetivo pronominal, tiene el sentido del latín “ipse” (sí mismo) y
en relación con un sustantivo o pronombre, indica que la referencia se hace a
la persona o cosa nombrada y no a otra. Estos autores recomiendan utilizar la
palabra Yo cuando se refiera a la estructura psicoanalítica descrita por Freud; y
self cuando se refiera a la persona total. En general los autores que han
explicado el término self lo traducen como “sí mismo”; a continuación se
revisan algunas de estas definiciones.

Para Sullivan (citado en Cueli, Reidl, Martí, Lartigue y Michaca, 1997), el


sistema del self surge como resultado de la ansiedad vivida por el niño; dicho
sistema mantendrá seguro al sujeto, alejado de la tensión. En el niño,
conformarse a las reglas sociales de sus padres le evita la ansiedad; no
conformarse, la produce. La ansiedad da como resultado tensión y ésta es
dolorosa. Como solución, el niño creará una forma de hacer las cosas con base
en lo establecido socialmente, pues sucede que muchas veces este sistema
del self, no corresponde al self real. Cuando se percibe que el sistema del self
creado evita la ansiedad, se puede aislar del self real que, con frecuencia,
puede estar en contra de lo que el sistema del self hace para conformarse a la
sociedad. Este sistema del self tiende a persistir y a ser reforzado a medida
que transcurre la vida debido a que disminuye las tensiones. En ocasiones este
self y sus demandas de conformidad no están de acuerdo con el self real. La
personalidad continúa usando el sistema del self, en especial para protegerse
de la crítica proveniente del self real. Cuanto mayor sea la distancia que separa
a estos sistemas, el realy el creado, éstos se vuelven más complejos e
independientes como medios de defensa contra la ansiedad, y si esta distancia
se hace aún más grande, se puede desarrollar un estado esquizoide.

Sullivan afirmó que algún tipo de sistema del self era esencial para evitar o, por
lo menos, para reducir la ansiedad del mundo en que vivimos. Postuló siete
etapas del desarrollo (infancia, niñez, etapa juvenil, preadolescencia,
adolescencia temprana, adolescencia tardía y adultez) durante las cuales el
sistema del self se va estableciendo.

Por otra parte, Horney (1990) consideró que cada individuo, al partir de su  self
real o actual, desea lograr una realización completa de todas sus necesidades
para alcanzar el máximo de su desarrollo, y que esto es un sentimiento
universal. Para alcanzar esta autorrealización, el hombre debe poseer un self
idealizado al que pueda seguir como modelo; el problema es que en muchas
ocasiones dejará a un lado la meta de la autorrealización, para concentrarse en
actividades  y conductas que correspondan más a su self ideal que al otro.
Cuando esto sucede, el individuo está luchando por alcanzar una meta
inaccesible y, al ver frustrada esta lucha por no lograr su objetivo, aparecerán
las conductas neuróticas, perdiendo así la posibilidad de regresar a la
espontaneidad del self real, y alejándose cada vez más de éste para dedicarse
a seguir la imagen de lo que le gustaría ser. Cuanto más se aparte el hombre
del self real tratando de acercarse a metas ilusorias, más conflicto interno se
producirá y, por tanto, se manifestará la conducta neurótica, como último
intento de resolución a los conflictos creados. De esta forma, cuando el
individuo pierde su espontaneidad, su self real se enferma y se trastorna
emocionalmente.
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Kohut (citado en Michaca, 1987) elaboró un nuevo modelo teórico en el que
enfatizaba el self y el narcisismo, creando así una nueva clasificación de las
perturbaciones mentales. Kohut señala que la libido narcisista (aquella que
carga al self) y la libido objetal (aquella que carga a los objetos) poseen un
desarrollo independiente; supuso que el narcisismo sufre una evolución
paralela e independiente de la libido objetal. El resultado del desarrollo
pulsional es la estructura de la mente en el Ello, Yo y Superyó, y el del
desarrollo del narcisismo es el self. También plantea que para la maduración el
self utiliza ciertos objetos del medio ambiente con los que establece relaciones
que Kohut denominó objetos del self (selfobject). El self del niño se establece
como consecuencia de las respuestas empáticas de los padres.

Para, Kohut (1977) la empatía es la capacidad de penetrar con el pensamiento


y el sentimiento en la vida interior de otra persona, es nuestra capacidad de
vivenciar, en todo momento de la vida, lo que otra persona vivencia, aunque
por lo común en un grado atenuado. Agrega que la empatía se dirige hacia la
experiencia subjetiva del paciente con lo que los afectos del paciente adquieren
automáticamente una especial relevancia, en particular aquellos afectos que
tienen que ver con la self-experiencia, es decir la experiencia que el
paciente tiene de sí mismo, su sentimiento de sí. Kohut prestó atención al
grado de cohesión que puede tener el self, es decir al amplio abanico de
experiencias subjetivas que podemos tener de nosotros mismos.

En un extremo de este abanico estarían los sentimientos de cohesión y


fortaleza para enfrentar dificultades, las vivencias de seguridad y consistencia,
la autoestima, la confianza en las propias capacidades, etc. En el extremo
opuesto estarían las vivencias de fragmentación del self o de depleción y vacío:
vivencias subjetivas de rotura o desmoronamiento, de pérdida de la vivencia de
cohesión y consistencia, sentimiento de muerte emocional y desvitalización,
etc. (estos sentimientos serían equivalentes a los que experimenta una persona
que posee un falso self).

De acuerdo con este autor, las teorías pulsionales suelen estimular en el


terapeuta un esfuerzo para desenmascarar lo que está escondido, para
resolver jeroglíficos en los que los derivados pulsionales se hallan disfrazados,
de manera que las defensas y resistencias se conviertan en enemigos a
derribar. Por el contrario, el énfasis en la comprensión empática, incita a que el
terapeuta logre crear un marco relacional óptimo con su paciente para que éste
despliegue sus afectos (es decir, su “self nuclear”) durante el proceso analítico.

Esta idea kohutiana del self nuclear, que necesita de un entorno empático
adecuado para desarrollar sus potencialidades, es muy parecida a la
conceptualización de Winnicott acerca del “verdadero self”.

Además, Kohut (1977) descubrió que los pacientes recurrían a


tratamiento psicoanalítico con el objetivo de mejorar su sentimiento de sí;  la
necesidad de los pacientes de encontrar en el analista un objeto relacional que
mejore su sentimiento de sí, que cohesione su self, desembocó en su
conceptualización del selfobject. Elselfobject es todo aquel objeto que al ser
vivido intrapsíquicamente suministra la experiencia de cohesión del self (o del

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sentimiento de sí) y de continuidad en el tiempo. El selfobject fortalece al self
aportando aquellas funciones de las que éste no dispone.

Finalmente, para este autor la inmersión empática en el sentimiento que el


paciente tiene de sí mismo hace que el afecto de la vergüenza adquiera gran
protagonismo. La vivencia de pérdida de cohesión del self se acompaña de un
sentimiento de vergüenza; decía que la Psicología del self se ocupa del hombre
trágico (cuyo principal afecto es la vergüenza), mientras que el psicoanálisis
clásico se ocupa del hombre culpable (énfasis en el sentimiento de culpa).
Así, la vergüenza es uno de los principales afectos del self (al avergonzarse de
sí mismo uno se avergüenza de lo que siente que es), y la culpa es uno de los
principales afectos del conflicto pulsional clásico (culpa por los deseos sexuales
infantiles).

 Por su parte, Winnicott (1991) menciona que el self no es el Yo, es la persona


“que soy yo y solamente yo”, que tiene una totalidad basada en el
funcionamiento del proceso madurativo. A su vez, el self se divide en partes y
está formado por ellas; estas partes se unen en una dirección interior-exterior
en el curso del funcionamiento del proceso madurativo, auxiliadas según el
caso (en un grado máximo al inicio) por el ambiente humano,  quesostiene,
manipula y facilita. El self se encuentra ubicado en el cuerpo, pero en ciertas
situaciones puede disociarse del cuerpo, o el cuerpo de él; el self se reconoce
a sí mismo en los ojos y la expresión facial de la madre y en el espejo que
puede llegar a representar su rostro. A la larga, el self llega a establecer una
relación significativa entre el niño y la suma de identificaciones que (luego de
una suficiente incorporación e introyección de representaciones mentales) se
organiza en la forma de una realidad psíquica interna. La relación entre el niño
o niña y su organización psíquica se modifica de acuerdo a las expectativas
desplegadas por el padre, la madre y por aquellos que se han vuelto
significativos. Para este autor el self es la única base para el
autodescubrimiento y para el sentimiento de existir.

El falso self

La expresión falso self fue introducida por Winnicott (1965) para designar una


distorsión de la personalidad que consiste en emprender desde la infancia una
existencia ilusoria a fin de proteger mediante una organización defensiva
un verdadero self. El falso self posee una naturaleza defensiva; su
función  consiste en ocultar y proteger al verdadero self, cualquiera que sea
éste. Postula la siguiente clasificación de las organizaciones del falso self:

1)      En un extremo: el falso self se establece como real, siendo esto lo que
los observadores tienden a tomar por la persona real; sin embargo, en
las relaciones de la vida, del trabajo y en la amistad, el falso self
comienza a fallar. En algunas circunstancias donde hace falta una
persona completa, el falso self se encuentra con que le falta algún
elemento primordial. En este extremo, el verdadero self se encuentra
oculto.

2)      En un extremo inferior: el falso self defiende al verdadero self, al cual


se le reconoce un potencial y se le permite una vida secreta; aquí se

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encuentra el ejemplo más claro de enfermedad clínica en calidad de
organización con una finalidad positiva: la preservación del individuo a
pesar de las condiciones ambientales normales. Se trata de una
extensión del concepto psicoanalítico del valor de los síntomas para la
persona.

3)      Más cerca de la salud: el falso self se ocupa de buscar las condiciones


que permitan al verdadero self entrar en posesión de lo suyo. En caso
de no encontrarlas, es necesario reorganizar una nueva defensa contra
la explotación del verdadero self; en caso de duda, el resultado clínico
es el suicidio. Aquí, el suicidio consiste en la destrucción del self total a
fin de evitar el aniquilamiento del verdadero self. Cuando el suicidio
constituye la única defensa que queda contra la traición al verdadero
self, entonces le toca al falso self organizar el suicidio. Esto, obviamente,
entraña su propia destrucción pero, al mismo tiempo, elimina la
necesidad de su existencia continuada, ya que su función radica en
proteger al verdadero self.

4)      Aún más cerca de la salud: el falso self se edifica sobre


identificaciones.

5)    En la salud: el falso self se encuentra representado por toda la


organización de la actitud social, cortés y bien educada. Se ha
provocado un aumento de la capacidad del individuo para renunciar a la
omnipotencia y al proceso primario en general, ganando así un lugar en
la sociedad que no puede conseguirse ni mantenerse solo mediante el
verdadero self.

Como se puede observar, esta clasificación es amplia, por lo que permite


aplicarla en varios casos clínicos, es decir no solo se puede utilizar para
entender la patología esquizoide, sino también para otro tipo de patologías o
padecimientos.

Algunos autores, entre ellos, Painceira (1988), realizó algunas hipótesis


teóricas sobre la génesis de la caracteropatía esquizoide, basándose en su
práctica clínica. Retoma lo postulado por Winnicott y explica que los cinco
niveles en la organización del falso self se vinculan con un área específica de
patología: en el nivel 1, estarían los pacientes que tarde o temprano tienen
rupturas psicóticas; en el 2, se ubican los pacientes esquizoides; en el nivel 3,
un fracaso obligará a una reestructuración de las defensas o al suicidio; en el 4
estaría el neurótico, postdepresivo; y en el nivel 5, el falso self está
representado por la actitud social y cortés.

Con base en esto y retomando lo mencionado en la introducción de este


trabajo, considero que los primeros tres niveles de la organización del falso
self, sirven para ubicar a los pacientes que presentan los síntomas o
padecimientos actuales: las psicosis, las adicciones, la psicosomática así como
la anorexia y la bulimia.

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El papel de la madre en el desarrollo del falso self

Para Winnicott (citado en Michaca, 1987), la mitad de la teoría de la relación


padres-hijos se refiere al cuidado materno, es decir, al estudio de las
cualidades y cambios en la madre que se reúnen con las necesidades
específicas de desarrollo del infante; así, debe existir una  preocupación
materna primaria,  que es una condición psicológica presente semanas antes
y después del nacimiento, y que da a la madre su especial habilidad para hacer
lo correcto; ella sabe lo que el bebé está sintiendo, nadie más lo sabe porque
sólo la madre intuye cómo se siente su bebé, porque ella está dentro de su
área de experiencia. Sin embargo, pueden existir alteraciones en esta área: en
un extremo, estaría la madre que no puede acercarse y sentir a su bebé; en el
otro, aquella que hace del bebé su preocupación patológica durante largo
tiempo para luego, regresar inmediatamente a sus preocupaciones previas.

De esta manera, la capacidad de la madre de identificarse con su bebé le


permite cumplir la función de holding (sostenimiento, abrazo, contención),
que constituye la base de lo que gradualmente se convertirá en una
experiencia del self. La función del holding es proveer apoyo al Yo, en
particular en el estadio de dependencia absoluta antes del logro de la
integración yoica. Así, el establecimiento del desarrollo e integración de una
relación adecuada del Yo con los objetos descansa en un buen holding.

Aunque esta fase de holding es equivalente al estadio de fusión o dependencia


absoluta, la necesidad de apoyo al Yo permanece en el niño en desarrollo, en
el adolescente y, en ocasiones, en el adulto cada vez que se presente una
tensión que amenace confusión o desintegración. Un holding adecuado,
permite que el bebé tenga sus primeras experiencias objetales de tipo
omnipotente. Cuando las necesidades encuentran eco en una buena madre, la
experiencia repetida de satisfacción de la necesidad da lugar a la experiencia
de “yo he creado esto”. En este periodo, la fantasía y la realidad son una y el
infante se vuelve creador del mundo; este mundo creado, que consiste de
objetos subjetivos, es sentido por el niño como bajo su control. Así, la madre le
permite un corto periodo durante el cual la omnipotencia es un proceso de
experiencia.

En esta fase puede ocurrir que una madre no buena, que no sea capaz de
proporcionar el holding, lleve a su hijo al trauma. El trauma en este
contexto es una violación del ambiente, y las reacciones individuales ocurren
antes de que el individuo desarrolle el mecanismo que hace a lo impredecible,
predecible. En el principio de la vida el trauma se relaciona con la amenaza de
aniquilación, lo cual se extiende hacia las ansiedades primitivas tales como:

a)    desintegrarse

b)    caer para siempre

c)    no tener relación con el cuerpo

d)    estar desorientado

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e)    aislamiento completo por no haber forma de comunicación

La violación y el trauma ocurren cuando en este periodo de omnipotencia la


madre, en vez de ofrecer el apoyo necesario al Yo, debido a sus propias
ansiedades, no logra sensibilizarse frente a los requerimientos de omnipotencia
de su bebé y, por el contrario, trata de que el bebé se someta a las
necesidades de ella, convirtiéndolo así, en su objeto de deseo.

Para Winnicott, como para otros autores, todo lo que sucede al principio de la
vida (en la relación madre-hijo) influye en el establecimiento ya sea de la salud,
o bien de la enfermedad; es evidente que son las relaciones de objeto, sobre
todo al inicio de la vida, las que condicionan, en gran parte, la formación y el
desarrollo de la estructura psíquica.

De esta manera, Winnicott (1965) afirma que el falso self se desarrolla al inicio
de la relación madre-hijo. Explica que la teoría relacionada con esta fase del
desarrollo ontogenético pertenece a la observación de la relación madre-hijo
(paciente-analista en la regresión) y no corresponde a la teoría de los
mecanismos precoces de defensa del Yo organizados en contra de los
impulsos del Ello, sin embargo, ambos temas coinciden en parte. Afirma que
para explicar el proceso de desarrollo es necesario revisar el comportamiento y
la actitud de la madre debido a que, en esa etapa, la dependencia es real y casi
absoluta, es decir no es posible formular lo que sucede haciendo únicamente
referencia al niño.

Así, afirma que al buscar la etiología del falso self, se debe examinar la fase de
las primeras relaciones objetales ya que durante esta fase el Yo del niño se va
integrando paulatinamente; la cohesión de los diferentes elementos sensorio-
motores dependerá de que la madre o el cuidador contenga a la criatura, a
veces literalmente, y en todo momento figurativamente. Menciona que con
frecuencia, el gesto del niño da expresión a un impulso espontáneo; la fuente
del gesto es el verdadero self, por lo que el gesto indica la existencia de un self
verdadero el cual es capaz de crear y de ser sentido como real; en cambio, la
existencia de un falso self provoca una sensación de irrealidad o un sentimiento
de futilidad. Se debe observar de qué manera responde la madre a esta
omnipotencia infantil revelada por el gesto (o por un agrupamiento sensorio-
motor).

Gradualmente, el niño alcanza un nivel de desarrollo tan avanzado que en


lugar de decir que el falso self oculta al verdadero resulta más adecuado decir
que oculta la realidad interna del niño; al llegar a este nivel de desarrollo, el
niño ha establecido una membrana restrictiva, cuenta con un interior y un
exterior y se ha liberado, en gran medida, del cuidado materno. El concepto de
una realidad interna de los objetos corresponde a una fase posterior a la del
verdadero self, es decir, el self verdadero aparece tan pronto como exista
alguna organización psíquica del individuo y no va más allá de constituir la
suma de la vida sensorio-motora.

Para analizar el papel que desempeña la madre en el desarrollo del verdadero


y falso self, Winnicott (1965) hace la comparación de dos extremos; en un
extremo la madre es una “madre buena” y en el otro “no es una madre buena”.

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La madre buena es la que responde a la omnipotencia del niño y en cierta
forma le da sentido; esto lo hace repetidamente. El verdadero self empieza a
cobrar vida a través de la fuerza que la madre, al cumplir las expresiones de
omnipotencia infantil, da al débil Yo del niño.

El término madre suficientemente buena (Winnicott, 1991) se utiliza para


describir la dependencia de la primera infancia. Implica que en todos los casos
los cimientos de la salud mental debe ponerlos la madre quien, en caso de ser
sana, podrá atender las necesidades de su bebé. Lo que el bebé necesita no
es ninguna clase de perfección en el quehacer materno, sino una adaptación
suficientemente buena, que es parte integral de una relación en la que la
madre se identifica temporalmente con el bebé. Para poder hacerlo, en el
grado necesario, la madre necesita estar protegida de la realidad externa, para
gozar de un periodo de preocupación materna primaria, siendo el bebé
objeto de su preocupación. Para ser capaz de perder este alto grado de
identificación al mismo ritmo en que el bebé transita de la dependencia a la
independencia, la madre tiene que ser sana, en el sentido de no ser proclive a
una preocupación mórbida.

Por otra parte, la madre que no es buena  (Winnicott, 1965)  es incapaz de


cumplir la omnipotencia del niño, por lo que con frecuencia deja de responder
al gesto del mismo y en su lugar coloca su propio gesto, cuyo sentido depende
de la sumisión del mismo por parte del niño; esta sumisión constituye la
primera fase del falso self y corresponde a la incapacidad materna para
interpretar las necesidades del pequeño.

Así sucede cuando un bebé no recibe un cuidado satisfactorio durante la


primera fase, antes de que haya establecido una diferencia entre la percepción
objetiva y la subjetiva. El tema es complejo debido a los numerosos grados y
variantes que puede presentar la insuficiencia materna. Por ejemplo:

1)      Las deformaciones de la organización del Yo que constituyen la base de


las características esquizoides.

2)      La defensa específica del autosostenimiento, o el desarrollo de una


personalidad vigilante y la organización de un aspecto falso de la
personalidad (falso por cuanto lo que demuestra no es un derivado del
individuo sino del aspecto materno de acoplamiento bebé-madre). Es
una defensa cuyo éxito puede acarrear una nueva amenaza al núcleo de
la personalidad, pese a estar destinada a ocultar y proteger dicho
núcleo.

Entonces, algunas de las consecuencias de un deficiente apoyo del Yo por


parte de la madre son a veces devastadoras, por ejemplo, la falsa autodefensa
en donde el uso de defensas, en especial la consistente en una falsa
personalidad (falso self), hace posible que gran número de niños parezcan
prometedores, pero a la larga algún trastorno revelará la ausencia en ellos de
una verdadera personalidad (verdadero self).

De esta manera, en el primer caso la adaptación de la madre es buena y, por lo


tanto, el niño empieza a creer en la realidad externa que se manifiesta y

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comporta como por arte de magia (debido al éxito relativo de la adaptación
materna a los gestos y necesidades infantiles) y que actúa de una manera que
no choca con la omnipotencia del pequeño. Así, el niño anula gradualmente la
omnipotencia. El verdadero self está dotado de espontaneidad, a la que se
unen los acontecimientos del mundo. De esta forma, el pequeño puede
empezar a gozar de la ilusión de creación y control omnipotentes, para
reconocer después y de manera gradual el elemento ilusorio, el hecho de jugar
e imaginar. Aquí se encuentra la base del símbolo que al inicio consistirá tanto
en la espontaneidad o alucinación del niño como en el objeto externo creado y
finalmente catectizado.

Entre el niño y el objeto hay algo, probablemente alguna actividad o sensación;


en la medida en que ese algo una al niño con el objeto (con el objeto parcial
materno), será ésta la base de la formación del símbolo. Por el contrario, en la
medida en que ese algo entre el niño y el objeto separe en vez de unir, se
bloqueará la función de la formación de símbolos.

En el segundo caso, la adaptación materna a las alucinaciones e impulsos


espontáneos del niño es deficiente, es decir, no es buena. El proceso que
termina en la capacidad para el empleo de símbolos no inicia, o bien, si lo hace
puede detenerse y producir el replegamiento del niño en relación con las
ventajas obtenidas. De esta forma, cuando la adaptación de la madre no es
buena al principio, cabría esperar la muerte física del pequeño, ya que no se
habrá iniciado la catexis de los objetos externos. El pequeño permanece
aislado, sin embargo en la práctica el niño vive, aunque lo hace falsamente. La
protesta que origina el hecho de ser forzado a una falsa existencia es
detectable desde las primeras fases. El cuadro clínico muestra una irritabilidad
general, así como trastornos de la nutrición y otras funciones que, de todas
maneras, pueden desaparecer clínicamente, aunque sólo sea para volver a
aparecer en forma más grave posteriormente.

En este segundo caso, cuando la madre no es capaz de adaptarse bien, el niño


se ve seducido a la sumisión y es un falso self sumiso quien reacciona ante las
exigencias del medio ambiente. Por medio de este falso self el pequeño se
construye un juego de relaciones falsas, y por medio de introyecciones llega
inclusive a adquirir una ficción de realidad, de tal forma que el pequeño, al
crecer, no sea más que una copia de la madre, niñera, tía, hermano o quien
sea que domine la situación. El falso self tiene una función positiva y muy
importante: ocultar al verdadero self, lo que logra sometiéndose a las
exigencias ambientales.

En los ejemplos extremos de desarrollo de un falso self, el


verdadero  permanece tan perfectamente escondido que la espontaneidad no
constituye uno de los rasgos de las experiencias vitales del niño; el rasgo
principal es la sumisión, mientras que la imitación se convierte en una
especialización. Cuando el nivel de escisión en la personalidad infantil no es
muy grande, puede ser que la imitación permita una manera de vivir casi
personal e incluso es probable que el niño realice un papel especial: el del
verdadero self tal y como sería de haber existido.

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Así, Winnicott explica que es posible localizar el origen del falso self el cual
constituye una defensa contra lo inconcebible : la explotación del verdadero
self y su consiguiente aniquilamiento. Menciona que si se produce la
explotación y el aniquilamiento, será en la vida del niño cuya madre no
sólo no es buena, sino que es buena y mala de forma exasperantemente
irregular; en este caso, parte de la enfermedad de la madre consiste en su
necesidad de provocar y mantener la confusión en quienes la rodean.

Otro aspecto que agrega en cuanto al papel de la madre, es el hecho de que


una mujer normal, al saber que está embarazada adquiere gradualmente un
elevado grado de identificación con su hijo; la identificación se va desarrollando
durante el embarazo, alcanza su punto culminante cuando la mujer está de
parto y luego desaparece paulatinamente durante las semanas y meses
siguientes.

La función de la mirada

Otro planteamiento importante respecto del papel de la madre en el desarrollo


del bebé es la cuestión de la mirada, lo cual ha sido retomado actualmente por
varios psicoanalistas dedicados al estudio de la psicosomática, en específico,
los que trabajan con pacientes que presentan enfermedades en la piel. De
hecho, en esos trabajos se han retomado algunas de las ideas de Winnicott.

Así, Winnicott, (1991) plantea que el self verdadero se va complejizando a


medida que el  bebé se vincula con la realidad externa ya que esto influye en el
desarrollo de sus procesos psíquicos, los cuales le permitirán reaccionar a un
estímulo sin sufrir un trauma debido a que el estímulo tiene su complemento en
su realidad psíquica. Explica que las expectativas de los padres depositadas en
el bebé influirán en la manera en que éste se introduzca en el mundo. En el
desarrollo del verdadero self, el bebé requiere de  espejos humanos que, desde
su propio self verdadero, lo vean y lo comprendan, le devuelvan la imagen que
se hacen de él y le reconozcan el derecho a ser. Señala que la presencia del
prójimo es sustancial e ineludible para que la experiencia de vivir cobre
un sentido ya que puede ser terrible la experiencia de ver sin ver, ver sin
verse y que no lo vean a uno.

De esta manera, Winnicott (1979) refiere que en el desarrollo emocional el


precursor del espejo es el rostro de la madre y, en ese sentido, el ambiente
desempeña un papel vital; paulatinamente, se produce la separación Yo del no-
Yo y el  ritmo varía según el niño y el ambiente. Los principales cambios se
producen en la separación de la madre como rasgo ambiental percibido de
manera objetiva. Si no hay una persona que sea la madre, la tarea de
desarrollo del niño resulta complicada.

Afirma que el bebé, al mirar el rostro de la madre, por lo general se ve a sí


mismo; es decir, la madre lo mira y lo que ella parece se relaciona con lo que
ve en él. Sin embargo, no todas las madres realizan esto con naturalidad, por
ejemplo, el caso del bebé cuya madre refleja su propio estado de ánimo o, más
grave todavía, la rigidez de sus propias defensas. No se puede decir nada
acerca de las ocasiones aisladas en que la madre no puede responder, pero
muchos bebés tienen la experiencia de no recibir de vuelta lo que dan. Miran y

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no se ven a sí mismos y surgen consecuencias: primero empieza a atrofiarse
su capacidad creadora y, de una u otra forma, buscan a su alrededor otras
formas de conseguir que el ambiente les devuelva algo de sí. Es probable que
lo logren con otros métodos, por ejemplo, los niños ciegos necesitan reflejarse
a sí mismos por medio de otros sentidos. Además, una madre cuyo rostro se
encuentra inmóvil puede responder de alguna otra forma; la mayoría de ellas
saben responder cuando el bebé está molesto o agresivo, y en especial cuando
está enfermo. Así, éste se acomoda a la idea de que cuando mira ve el rostro
de la madre; éste entonces, no es un espejo. Es entonces cuando la
percepción ocupa el lugar de la apercepción, el lugar de lo que habría podido
ser el inicio de un intercambio significativo con el  mundo, un proceso bilateral
en el cual el autoenriquecimiento alterna con el descubrimiento del significado
en el mundo de las cosas vistas.

Explica que algunos bebés no abandonan del todo las esperanzas y estudian el
objeto y hacen todo lo posible para ver en él algún significado; otros,
atormentados por este fracaso materno relativo, estudian el variable rostro de
la madre en un intento de predecir su estado de ánimo. Así, en dirección de la
patología, se encuentra la predictibilidad, la cual obliga al bebé a esforzarse
hasta el límite de su capacidad de previsión de acontecimientos lo que provoca
una amenaza de caos y el bebé organiza su retirada, o no mira, excepto para
percibir, a manera de defensa. El bebé que es tratado de esta forma, crecerá
con desconcierto en lo que se refiere a los espejos y a los que éstos pueden
ofrecer. Si el rostro de la madre no responde, un espejo será entonces algo que
se mira, no algo dentro de lo cual se mira. Winnicott afirma que la apercepción
se vincula con la percepción al postular un proceso histórico (en el individuo)
que depende del ser visto:

Cuando miro se me ve, y por lo tanto existo

Ahora puedo permitirme mirar y ver.

Ahora miro en forma creadora, y lo que apercibo también lo percibo.

Finalmente, afirma que no sólo el papel de la mirada de la madre es


importante, sino que también lo es la mirada de los otros miembros de la familia
(padre, hermanos, etc.) ya que, a medida que el bebé se desarrolla, los
procesos de maduración se vuelven más complicados y las identificaciones se
multiplican, entonces aquél dependerá cada vez menos de la devolución de la
persona por el rostro de la madre y el padre, y por los rostros de otros. Así,
todos los niños se benefician gracias a que pueden verse en la actitud de los
miembros de la familia. Agrega que se pueden incluir los espejos reales que
existen en la casa y las oportunidades que tiene el niño de ver a los padres y a
otros mirarse al espejo; sin embargo, enfatiza que el espejo real tiene
importancia en su sentido figurativo. De esta forma, la familia contribuye en el
crecimiento y enriquecimiento de la personalidad de cada uno de sus
integrantes.

Este aspecto de la mirada me parece muy relevante ya que lo he podido


corroborar en muchas de las historias de vida de los pacientes que asisten a
consulta psicoterapéutica en el Instituto de Psiquiatría. Por ejemplo, L. de 22

15
años de edad fue referida a psicoterapia diagnosticada con trastorno depresivo
mayor y trastorno de ansiedad; en la primera sesión mencionó que acababa de
nacer su hija pero que, debido a las condiciones del nacimiento y a su situación
emocional con el padre de la niña, L. sentía un fuerte rechazo hacia su bebé.
Mencionó que durante todo el embarazo no se cuidó y nunca fue a sus citas
médicas, de hecho tomaba alcohol de vez en cuando e incluso llegó a ingerir
algunos medicamentos.

Al indagar sobre la forma de amamantar a su bebé, mencionó que lo hacía sin


mirarla a los ojos ya que le era difícil incluso cargarla y sostenerla; buscaba la
manera de evitar esto y prefería solicitar el apoyo de su madre.

Por esto, empezamos por enfocar el tratamiento en su relación con su bebé y a


los tres meses tuve oportunidad, en una de las sesiones, de observar por unos
minutos cómo sostenía L. a su hija y fue llamativo que la bebé no logró enfocar
su mirada en el rostro de L. (a pesar de que la paciente le hablaba por su
nombre y la miraba). Al comparar esta observación con algunas otras
observaciones de bebés que tienen la misma edad que la hija de L. (6 meses),
pude corroborar la importancia de la función de la mirada desde el inicio del
nacimiento ya que, cuando las madres logran dirigir su mirada y ver el rostro de
sus hijos desde el nacimiento, el bebé va logrando enfocar también su mirada:
primero en el rostro de la madre y, posteriormente, con la maduración y
desarrollo de la percepción, logran enfocarse en los ojos de su madre y/o
cuidador primario. De tal forma en esta comparación de observaciones, los
otros bebés que pude observar sí lograban enfocar su mirada en el rostro de la
madre.

Así, todo lo ocurrido alrededor del embarazo y la concepción influyó para que L.
tuviera dificultades en mirar a su bebé y proporcionarle un  holding adecuado
desde el nacimiento, sin embargo, gracias a que su médico psiquiatra la
canalizó rápidamente al departamento de psicoterapia, se está trabajando para
que L. logre proporcionar ese holding y dirija su mirada a su hija, la cual le
permitirá ser y existir pese a las adversidades experimentadas. De igual
forma, este caso ejemplifica también las vicisitudes que pueden influir en
la constitución narcisista del aparato psíquico.

Otro ejemplo en cuanto a este aspecto de la mirada lo constituye el caso de G.,


mujer de 34 años de edad que fue canalizada a psicoterapia por su médico
psiquiatra en la misma Institución, debido a que presenta los diagnósticos
siguientes: trastorno de ansiedad generalizada y trastorno depresivo mayor. En
la primera sesión refirió que siente “no querer a su hijo” el cual tiene 12 años de
edad y vive con su padre debido a que G. se separó de él y decidieron que su
hijo se quedara con el padre a causa del padecimiento de G. En las sesiones
siguientes, mencionó que nunca se sintió querida por su madre, que ni siquiera
la miraba: “nunca me miraba a la cara al hablarme, su mirada se dirigía a otro
lado”. Así, G. menciona que tal vez debido a que ella nunca se sintió querida ni
vista por su madre, actualmente a ella le es difícil sentir afecto por su hijo y
además, ella no se ve a sí misma: “no me gusta verme en el espejo… creo que
no me quiero, por eso me descuido, no me importa bañarme ni arreglarme”.

La psicoterapia y el falso self

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Winnicott (1965) menciona que al tratar en psicoterapia a un paciente con falso
self, podrá suceder lo siguiente:  

a)      Al analizar una personalidad falsa, el terapeuta se ve limitado a hablar


del verdadero self del paciente con el falso self del mismo. Es como si
una niñera llevara a su pupilo a la consulta y el analista empezase por
hablar con ella acerca del problema del niño, sin establecer contacto
directo con éste. El análisis no comienza en tanto la niñera no deje al
niño a solas con el terapeuta, se vea que es capaz de permanecer a
solas con él y empiece a jugar.

b)      En el punto de transición, cuando el terapeuta empieza a establecer


contacto con el verdadero self del paciente, tiene que haber un periodo
de extrema dependencia. A menudo esta condición se pasa por alto en
la labor analítica. El paciente padece una enfermedad o de alguna forma
da al terapeuta la oportunidad de hacerse cargo de la función del falso
self (niñera); pero en este punto el terapeuta no se da cuenta de lo que
está ocurriendo y, por lo tanto, son otras personas las que cuidan al
paciente y de quienes éste depende durante un periodo de regresión.
Así, se desperdicia la oportunidad.

c)       Los terapeutas que no estén dispuestos a satisfacer las agudas


necesidades de los pacientes que hayan llegado así a la dependencia
deben, al escoger a sus pacientes, cuidar de que entre ellos no haya
algún caso de falso self.

Agrega que en ocasiones el análisis parece no terminar nunca debido a que se


está llevando a cabo con base en el falso self.

Para ejemplificar la técnica en el trabajo con estos pacientes, Winnicott muestra


diferentes viñetas clínicas de sujetos que presentaban un falso self y describe
las técnicas que utilizaba para hacer surgir el verdadero self; explica que
promovía un ambiente de sostén y contención (función materna que debe
realizar el analista) para estar en posibilidades de realizar interpretaciones.

 Winnicott (1990) afirmó que en los niños psicóticos hay mayores posibilidades
de que el psicoterapeuta pueda crear las condiciones que permitan al
verdadero self salir de la celda acolchada por un tiempo. A continuación, se
presenta una síntesis de algunos de los casos tratados por el autor en
diferentes momentos de su labor analítica así como las técnicas que utilizó:

a)      Un paciente que llevaba ya un buen tiempo sometido a análisis, su


trabajo analítico empezó realmente cuando logró hacerse consciente de
su inexistencia. El paciente comentó que a lo largo de los años todo
cuanto se había hecho por él resultaba inútil, ya que se partía de la base
de que existía, mientras que lo cierto era que existía falsamente. Al
decirle que el terapeuta reconocía su existencia, sintió que por primera
vez alguien se comunicaba con él. Lo que quería decir era que su
verdadero self, que desde la infancia permanecía oculto, acababa de
entrar en comunicación con el analista del único modo que no resultaba
peligroso. Winnicott (1965), menciona que este ejemplo es típico de la

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forma en que este concepto afecta a la labor analítica. Agrega que es
importante tomar en cuenta lo siguiente: en la zona correspondiente al
falso self dentro del ejercicio psicoterapéutico se adelanta más
reconociendo la inexistencia del paciente que empeñándose en realizar
el tratamiento atendiendo a sus mecanismos de defensa. El falso self del
paciente es capaz de colaborar indefinidamente con el terapeuta en el
análisis de las defensas; se puede decir que se pone de parte del
terapeuta. La única forma de atajar ventajosamente esta infructuosa
tarea consiste en que el analista logre señalar la ausencia de algún
rasgo esencial, diciendo al paciente, por ejemplo, que “no tiene boca”,
que “todavía no ha empezado a existir”, que “físicamente es hombre,
pero que no sabe por experiencia nada sobre la masculinidad”, etc. Así,
el reconocimiento de factores tan importantes, realizado de manera clara
y en el momento indicado, prepara el camino para la comunicación con
el verdadero self.

b)      Un paciente que había sido objeto de gran número de análisis basados
en su falso self y que había cooperado vigorosamente con su analista,
comentó en una sesión que la única vez que había sentido esperanza
fue cuando Winnicott le dijo que no veía ninguna esperanza; luego
de esto el paciente prosiguió en su análisis.

De esta forma, Winnicott explica que el falso self logra engañar al


terapeuta si éste no se da cuenta de que el falso self, confundido con
una persona en plenitud de funciones y por muy bien establecido que
esté, carece de algo: el elemento primordial constituido por la
originalidad creadora.

Viñeta clínica

A continuación se describe el caso clínico de un paciente, Mario de 6 años de


edad, que llegó a psicoterapia en el año 2003; se expone el motivo de consulta
referido por los padres y por Mario; de igual forma, se muestran datos de la
historia del desarrollo relatada en las entrevistas llevadas a cabo con ambos
padres. Finalmente, las viñetas de algunas sesiones servirán para exponer las
hipótesis clínicas que sirven para ejemplificar la instauración del falso self en
este paciente.

Mario llega a consulta en el 2003 referido por el colegio al que asistía (cursaba
el tercer año de preescolar); tenía 6 años y 1 mes, nació en febrero de 1997 en
la ciudad de México, D. F. Su madre L., de 42 años, es arquitecta y trabaja   por
proyectos; su padre F., de 42 años, es ingeniero y trabaja en una consultoría.
Su hermana S. cursaba la primaria y tenía 11 años de edad.

Motivo de consulta: La madre menciona que a Mario le gusta que le lean


cuentos antes de dormir pero ellos no le hacen caso ya que no tienen tiempo
para leerle; “le encanta la nintendo y los juegos educativos del PC”, pasa
mucho tiempo jugando a la nintendo al grado de no comer; ve programas que
hablan sobre animales. A los dos niños les gustan mucho los animales por eso
tienen muchas mascotas.

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Presenta constantes berrinches y le tiene miedo a la oscuridad porque dice que
hay monstruos (esto se relaciona con la ansiedad de separación y de
castración).

“Siempre ha sido un niño inquieto y antes era muy sociable pero ahora regala
sus cosas para que los niños jueguen con él”; regala su merienda y sus
juguetes a sus compañeros; no le gusta estar solo, empieza a llorar si siente
que lo van a dejar solo. Mario hace muchos berrinches, pide algo y si no se le
da hace el berrinche, llora, pega a la pared con la cabeza y se pega a sí mismo
con ambas manos. Así, desde pequeño “ha sido agresivo, no quiere comer,
hace berrinche por cualquier cosa, inventa muchas historias (fantasea), regala
sus cosas para que la gente esté con él, se cambia constantemente el
nombre”; de hecho los padres reportan que desde pequeño decía que se
llamaba de diferente manera, es decir, utilizó varios nombres; principalmente
los de personajes que estaban de moda, por ejemplo, Mario Bros , Luigi, etc.
Se pega en la cara, en la cabeza y “golpea a su papá”.

En la casa de los abuelos maternos (quienes cuidaban a Mario) viven, además


de los abuelos, su tía (hermana de la mamá) y su esposo con su hijo de 9
años, primo de Mario quien presenta conductas agresivas las cuales Mario
tiende a imitar. Fantasea constantemente y los padres dicen llamarle la
atención pero en general, lo ven como algo normal y propio del desarrollo.

Historia del desarrollo

Mario fue producto de la tercera gestación ya que, antes de que naciera su


hermana, la madre tuvo un aborto a los 3 ó 4 meses. Mario no fue deseado ni
planeado por sus padres debido a que existían conflictos entre ellos. La madre
tenía 36 años cuando se embarazó de Mario por lo que los últimos tres meses
de embarazo estuvo en cama debido a que fue un embarazo de alto riesgo.

Fue amamantado con leche materna hasta los 8 meses y le empezaron a dar
biberón (la madre no sabe cómo recibió el biberón porque no estuvo con él) y lo
dejó hasta los 2 o 3 años. Después del destete, se empezó a “chupar su ropa”.
Cuando Mario tenía 8 meses de edad su mamá se enfermó y la tuvieron que
internar de emergencia por lo que estuvo una semana en el hospital, al niño lo
llevaron con sus abuelitos maternos y se dormía con ellos; estuvo con sus
abuelos un mes y medio en lo que se recuperaba por completo su mamá.
Cuando su madre fue por él, Mario la recibió con mucho llanto.

En cuanto al desarrollo motor, se sentó a los 4 meses, casi no gateó. Caminó al


año y tres meses. No le gustan las actividades manuales y es un poco “torpe”
en sus movimientos motores gruesos y finos.

Controló esfínteres a los 3 años y, cuando lo llevaron a psicoterapia,


presentaba enuresis nocturna. En cuanto al desarrollo sexual, los padres no le
explicaron nada acerca de la diferencia entre niños y niñas así como tampoco
mostró curiosidad por saber cómo nacen los niños.

Los padres mencionan que no lo castigan, lo consienten mucho por lo que es


“caprichoso” y “manipulador”. “Es tímido, enojón e impulsivo”. Si su mamá está

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“nerviosa”, él se esconde en algún lugar de la casa, por ejemplo, debajo de una
mesa.

En la escuela que cursaba en ese momento, se aburría, le pegaba a sus


compañeros “es agresivo”. Dos o tres semanas antes de llevarlo a consulta
psicoterapéutica, Mario estaba en la escuela y se golpeó en la cara y no quería
trabajar decía: “soy un tonto”; cuando llegó su mamá por él, estaba debajo del
escritorio, tirado en el suelo en posición fetal y al ver a su mamá se acercó y se
escondió detrás de ella. Presentaba dificultades en el aprendizaje ya que
confundía las letras y le cuesta leer. Su maestra  hablaba con él y le tenía
mucha paciencia; le gustaba utilizar la computadora por los juegos.

Los padres mencionaron que Mario no presentó ninguna enfermedad y que no


lo habían intervenido quirúrgicamente. Durmió en su cuna desde bebé hasta el
año de edad y posteriormente, a los 2 ó 3 años durmió en su propia cama.
Desde los 3 años le tiene miedo a la oscuridad por lo que frecuentemente se va
a dormir con sus papás.

Desde antes del nacimiento de Mario, sus padres tenían conflictos fuertes e
incluso pensaban separarse. De hecho, cuando Mario tenía 2 años y hasta los
4 años sus padres siguieron con muchos problemas y nuevamente estuvieron a
punto de separarse. En ese momento de la entrevista reportaron que su
situación de pareja era más estable. Los padres comentaron que su relación
con Mario era distante debido a que ambos trabajaban todo el día y dejaban a
Mario y a su hermana al cuidado de su abuela materna.

Sesiones

Primera sesión: Llevó 4 animales prehistóricos (aves) y decía que uno de ellos
era el más peligroso, que vive en la selva y “puede atravesarte el cuello”.

Al preguntarle cómo se llamaba me dijo primero que Mario pero que mejor se lo
había cambiado por Roy, “soy Roy… así ya no me pegan ni me molestan mis
compañeros de la escuela. Antes me pegaban en la cabeza y me decían
pelonchas pero desde que me llamo Roy ya no me dicen nada”.

Al preguntarle cómo quería que yo lo llamara me dijo: “Mario porque aquí no


me van a hacer nada o Angelito como los ángeles” (hizo un ademán como un
ángel que va a volar).

Habló mucho acerca de los animales e insistió en mencionar en que uno de


ellos atraviesa el cuello pero que si se mete al mar un tiburón se lo comerá
porque está muy grande “como mi casa o como todo esto” (señaló el
consultorio). Habló de dos de sus compañeros de la escuela que lo molestan
mucho, pero ya no desde que se cambió el nombre.

Empezó a jugar con las aves y dijo: “las aves se unen, se juntan todas y son
más veloces (juntó a todas) y tienen que ser 5, pero no traje la otra, se me
olvidó”.

Al preguntarle si sabía por qué lo habían traído a psicoterapia dijo: “estoy


enfermo, tengo fiebre pero sólo en la frente y me pongo así en las noches, en
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el día estoy frío; también tengo hormigas en el estómago y creo que son rojas
porque me pican y me duele el estómago, también tengo un poco de tos”.
Debido a que el estómago tiene que ver con la relación con la madre, este
síntoma indica cómo la relación con la madre es complicada debido a la forma
en que la ha internalizado.

Segunda sesión: cuando lo recibí a la entrada del consultorio empezó a


decirme que una niña en la calle le había pegado y molestado. Después dijo
que había sido un niño el que le había pegado y que ese niño se llamaba
Enrique y era un compañero de la escuela, luego dijo que era su primo y que
ya no quería que existiera ese niño porque le pegaba “le pedí a una estrella
fugaz un deseo: que desapareciera Enrique y así fue ya desapareció”. Se
observa su omnipotencia al pedir ese deseo y decir que sí desapareció.

Le pregunté: “qué quieres hacer hoy” y le mostré el juguetero. Tomó las


canicas (las dos bolsas que hay) y también tomó las que estaban fuera de las
bolsas. Sacó todas las canicas y las puso en el sillón todas juntas; me enseñó
un juego: las puso todas en el centro, tomó una y la empujó para pegarle a las
que estaban en el centro y a las que les pegó las tomó y las puso cerca de él.
Ganaba el que sacara el mayor número de canicas.

En el primer juego él ganó y en los otros dos gané yo (supuestamente) ya que


en todos los juegos me decía: “yo te ayudo” y le pegaba a las canicas pero si le
pegaba a unas cuantas sacaba muchas más (se observa su voracidad), y me
las daba. Decía que las canicas de color transparente que tienen una línea en
medio se romperían en dos. Insistió mucho tiempo en esto.

“Hay algunas canicas de color verde con azul que son muy fuertes y pueden
hacer un tiro fuerte y dividir todo el montón de canicas” (tomó una canica y la
pasó por en medio de las canicas del centro para dividirlas en dos). En esto
también insistió un poco pero luego dijo que se volverían a unir porque tienen
un imán. Aquí, muestra su miedo a la separación pero también su deseo de ser
ayudado para lograr la separación-individuación sin sentir que puede “morir”.

En esta ocasión su aspecto fue descuidado: traía la boca manchada (obscura)


le pregunté por qué y me dijo que se había comido un ICE en un centro
comercial. También tenía las manos sucias y me dijo que era porque había
estado esperando en la otra casa a su mamá y que las manos se le habían ido
al piso (puso las manos en el piso para enseñarme). Se observa que, al no
haber internalizado un cuidado materno adecuado, Mario no ha desarrollado
el autocuidado.

Tercera sesión: entró al consultorio diciendo que con un aparato él se puede


convertir en digimon y en lo que quiera, dice que en la escuela se convirtió en
alguien más y sacó fuego de su mano y atacó al niño que lo molestaba. Se
observa su omnipotencia al decir que se convierte en lo que él desea (falso self
que no ha renunciado a la omnipotencia).

En esta sesión, hizo unos muñecos con plastilina, dijo “estos animales viven en
el mar”; luego, hizo una anguila y otros muñecos a los cuales les asignó

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nombres extraños. Toma uno y dice: “mira éste es un monstruo y él es el
ancestro de la imaginación de los niños”

T.:  Es por eso que en lo que tú te conviertes es parte de tu imaginación

P.: No, eso sí es verdad lo que pasa es que no traje mi aparato pero lo que te
digo es verdad, yo sí me puedo convertir en lo que quiera con ese aparato.

Aquí confirma su omnipotencia debido a que todavía no se siente


contenido por la terapeuta.

Hipótesis clínicas

Se observa que este paciente utiliza otro nombre o nombres (falso self) porque
no puede ser él mismo, es decir, su verdadero self se halla oculto. Se observa
además, su omnipotencia, (las personas con falso self no han renunciado
a su omnipotencia), así como su falla en el sentido de realidad. Esta
omnipotencia se observa en sus historias ya que cuenta hazañas muy
complicadas (por ejemplo, que lavó todos los departamentos de todo su
edificio, que es capaz de hacerle daño a un niño “lanzando” un poder que surge
de sus manos, etc.).

Es reactivo (las personas con falso self son reactivas y buscan ser provocados
para reaccionar al ambiente) ya que al pensar que todos a su alrededor le
quieren hacer daño, reacciona ante ello con agresión.

Por otra parte, el uso de los mecanismos de escisión e identificación


proyectiva no le permiten la integración adecuada de su Yo; además, se
observa que esto no le ha permitido establecer relaciones objetales adecuadas.
Esta escisión es la que menciona Melanie Klein (1952) en la posición
esquizoparanoide, así se observa que Mario utiliza los mecanismos propios de
esta posición debido, por un lado, a las vicisitudes que rodearon su nacimiento
y, por el otro, a la experiencia traumática de separación que vivió a los 8
meses, cuando su madre fue hospitalizada. Se puede suponer que a esa edad
ya se encontraba en la posición depresiva en la cual se va logrando internalizar
al objeto como total, sin embargo, ante la repentina separación de su madre,
Mario empezó a utilizar nuevamente los mecanismos defensivos propios de la
posición esquizoparanoide para así lograr “sobrevivir” y existir aunque sea de
manera falsa. Como refiere Joyce McDougall (1998), los síntomas que
presenta el paciente sirven muchas veces para sobrevivir psíquicamente e
incluso, en muchas ocasiones, físicamente.

Así, Mario utiliza la escisión debido a que ha internalizado al objeto de manera


parcial y lo percibe predominantemente malo; es por ello que él se ve a sí
mismo como malo. Tal como se refiere en la literatura, cuando el niño percibe
un abandono (real o fantaseado) por parte de sus padres y/o cuidadores
primarios (figuras de apego), siente que es un “niño malo” y que seguramente
por ello sus padres lo han abandonado. Mario menciona constantemente que
los otros son malos y quieren hacerle daño.

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Además, al utilizar la identificación proyectiva se identifica con ese objeto
malo, es decir se identifica con la agresión de este objeto para luego
proyectarla en los otros. Así, surgen también sus persecutores ya que escinde
al objeto malo y los divide en “varios objetos malos” los cuales proyecta en la
realidad externa y los coloca como objetos persecutores. Todo lo anterior
influye para que Mario perciba varios persecutores en la escuela y en su
familia, los cuales menciona que lo quieren lastimar y sus juegos se relacionan
con peleas, guerras y destrucción (muerte). Así, también presenta angustia
de aniquilamiento, miedo a morir; esta angustia es la más primitiva y se
relaciona con la simbiosis que se establece entre madre-hijo cuando éste se
siente fusionado con ella y cuando aún no la reconoce como una persona
(objeto) separada y diferente de él.

Al utilizar estos mecanismos defensivos, se confirma que aún se siente


indiferenciado de mamá y no ha logrado una adecuada separación-
individuación. Además, no ha logrado establecer una clara separación entre el
adentro y el afuera lo que señala también dificultades en el establecimiento
de la represión propiamente dicha. Es por ello también que no logra
diferenciar correctamente si la agresión viene de afuera (del otro), o bien, de sí
mismo.

La madre no se identificó con su hijo ya que estuvo angustiada por la situación


emocional con su esposo (antes de nacer Mario). Además, no fue constante en
sus cuidados hacia Mario debido a los conflictos con su esposo y por el hecho
de no haber deseado ni planeado tener un hijo. Así, la madre no pudo brindar
un adecuado holding lo que provocó que Mario tuviera dificultades en la
anulación de su omnipotencia.

Finalmente, otro aspecto que llama la atención es que los padres refirieron en
la historia del desarrollo que Mario evita a toda costa verse en los espejos que
hay en su casa. Esto se pudo corroborar durante el tratamiento ya que en la
sala de espera del consultorio había un espejo y Mario evitaba verse en él. Así,
se puede corroborar que Mario no se sintió mirado por su madre. De hecho,
algunas psicoanalistas que trabajan con niños, refieren que los pacientes
(niños) que presentan síntomas psicóticos, evitan mirarse en los espejos.

Manejo de pacientes (niños) que presentan un falso self

Por último, debido a que en la revisión de la literatura se encontraron las


propuestas hechas por Winnicott para tratar principalmente con pacientes
adultos que tenían un falso self, el análisis de este caso, aunado a lo revisado y
expuesto a lo largo de este trabajo, permite sintetizar y agregar las siguientes
aportaciones para el manejo de pacientes (niños) con falso self:

  Ayudar al niño en la internalización de objetos totales, lo que influirá en la


integración adecuada y cohesionada de su Yo. Integrar las
identificaciones de papá y mamá en el niño.

  Unificar el self del paciente, integrarlo para que se sienta como persona,
es decir, al integrar el self del paciente con sus diferentes aspectos

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se habrá integrado la identidad del paciente, por lo tanto, se sentirá
persona con el sentimiento de ser y existir.

  Fortalecer el Yo del paciente para que, de esta forma, pueda ir


conociendo mejor su self. Es decir, fortalecer la función yoica sintética-
integrativa.

  En el adulto se utiliza la regresión para hacer emerger el verdadero self,


pero en el niño se debe trabajar en el aquí y ahora para que se vaya
identificando de manera adecuada con sus objetos (papá y mamá).

  Al niño se le debe ayudar a diferenciarse del objeto para que logre una
adecuada separación-individuación

  La psicoterapia no consiste en hacer interpretaciones inteligentes y


adecuadas; en general, es devolver al paciente, a largo plazo, lo que
éste trae. Es un derivado complejo del rostro que refleja lo que se puede
ver en él. Si el psicoterapeuta lo hace bastante bien, el paciente
encontrará su persona y podrá existir y sentirse real. Sentirse real es
más que existir; es encontrar una forma de existir como uno mismo, y de
relacionarse con los objetos como uno mismo, es decir, de tener una
persona  dentro de la cual poder retirarse para el relajamiento. Esta
tarea de reflejar lo que trae el paciente no es fácil e incluso es
emocionalmente agotadora.

En el caso de los niños, las señalizaciones, aclaraciones e


interpretaciones deben permitir que el niño logre poner en palabras las
experiencias traumáticas tempranas.

  El terapeuta debe ver al paciente tal como es él y no verlo en función de


los padres (e incluso en función del mismo terapeuta, lo que él quisiera
que ese niño sea). Así, el terapeuta debe servir como espejo al niño. Al
hacer las señalizaciones durante el juego del niño y en general, en su
interacción con el niño, el terapeuta deberá llamarlo por su nombre para
que logre reconocerse como persona, diferenciado y separado de sus
padres (objetos). Además, el terapeuta deberá promover, por medio del
holding, la identificación y expresión de toda la gama de afectos que
presente el niño. En este punto, es importante que el terapeuta pueda
recibir y contener la agresión del niño para que el paciente logre hacer
un buen uso de los objetos y pueda, además, diferenciar y reconocer su
propia agresión de la de los demás. Es decir, cuando el niño puede
expresar su agresión en este ambiente analítico y se da cuenta que
no destruirá con ella al terapeuta (que el terapeuta sobrevive a su
agresión), esto permitirá al niño aceptar su agresión y no tendrá
que proyectarla en los otros. Además, cuando el niño llega a la
siguiente sesión  (después de que en la anterior hubo un episodio de
agresión) y encuentra al terapeuta, esto disminuirá su omnipotencia así
como su percepción de verse como “malo” ya que confirmará que “no
mató al terapeuta” con su agresión y además, confirmará que el
terapeuta no lo abandonó.

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  Utilizar la psicoterapia de juego, haciendo intervenciones (señalizaciones,
aclaraciones e interpretaciones) para que el niño logre integrar al objeto.
Con ello, se espera, además, que el paciente empiece a utilizar
mecanismos de defensa diferentes, es decir, gradualmente irá
desapareciendo la escisión y la identificación proyectiva.

  Lograr que establezca una simbiosis con el terapeuta para después


ayudarlo en la separación-individuación. Aquí, como en los adultos, el
terapeuta debe cumplir con la función de contención ya que el niño
llega a psicoterapia regresionado (no como en el adulto en el cual
se debe, en la mayoría de los casos, promover la regresión).

  Durante el tratamiento, el terapeuta debe promover en todo momento


respetar el encuadre psicoanalítico, es decir, evitar las cancelaciones,
respetar los horarios de la sesión, etc.; con ello, vigilar en todo momento
la regla de abstención. Todo esto fortalecerá la constancia objetal y
brindará una adecuada contención (sostén), para que pueda depender
del terapeuta y después logre separarse (sin angustia). Esta constancia
objetal le ayudará en la integración de su self. Además, esta constancia
producirá en el paciente un aumento de la confianza básica, la cual le
ayudará también a confiar más en sí mismo y en los demás.

  Así, por medio de la terapia de juego se ayudará a lograr todo lo anterior


y disminuirá la omnipotencia del niño, podrá empezar a utilizar su
capacidad para crear símbolos y con ello fortalecer su creatividad e
imaginación, es decir, empezará a desplegar sus potencialidades.

  Finalmente, para que logre una identidad auténtica, se ayudará a


cohesionar su self, es decir, lograr que el verdadero y falso self estén
presentes en él pero de manera saludable (es decir, en los niveles 4 y 5
de la clasificación de la organización del falso self).

Falso self: reflexiones e implicaciones en la clínica psicoanalítica actual.

Con base en lo expuesto anteriormente, se observa que el retornar a D.


Winnicott ayuda a entender aún más lo que está sucediendo con los
padecimientos actuales, los cuales se han nombrado como enfermedades del
silencio o como pertenecientes a las llamadas clínica del vacío y clínica del
narcisismo. Considero que además de relacionarse con vicisitudes del
narcisismo, también se relacionan con el dolor psíquico; esto es así debido a
que actualmente nos enfrentamos con sujetos en los que pervive un dolor
psíquico el cual, al no poder ser vehiculizado por medio de las palabras, o bien
por otros medios creativos o sublimatorios, se muestra bajo diferentes
síntomas, muchos de los cuales toman al cuerpo como rehén.

Considero que esto es así debido a que en los síntomas actuales citados arriba
-las adicciones, las violencias, las depresiones, las psicosis y la psicosomática,
así como en la anorexia y bulimia- se encuentra comprometido el cuerpo.

Por ejemplo, en las adicciones encontramos no sólo la ingesta o consumo de


sustancias que llevan a la llamada drogadicción, sino que también encontramos

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la adicción a otras sustancias como el alcohol, tabaco, café e incluso a internet
o tecnologías como internet, teléfono celular; incluso a medicamentos
psiquiátricos (muchos pacientes refieren en la consulta “no poder vivir y/o
dormir” sin determinado medicamento prescrito por su médico psiquiatra).

En cuanto a las violencias, se observa que puede ir dirigida hacia otros en


donde pareciera que este contacto físico con el otro cobra mucha importancia,
tal como se demuestra en la historia de varios adultos agresores
(principalmente hombres) los cuales desde la infancia y adolescencia buscaban
estas peleas y, a la par, existía la ausencia del contacto físico con sus padres o
cuidadores. Por otro lado, esa violencia puede ir dirigida hacia sí mismo, tal
como lo muestran las lesiones autoprovocadas en el cuerpo y que encontramos
en las cortaduras que se realizan niños, adolescentes e incluso adultos. En
estas autolesiones podemos ubicar también quemaduras realizadas con
monedas o con otros objetos o bien, los tatuajes, piercing y otros adornos que
traspasan el cuerpo. Recientemente, una paciente diagnosticada por su médico
psiquiatra con “trastorno borderline de la personalidad” refirió en una de sus
primeras consultas: “cuando me sentía desesperada tomaba un cortaúñas y
me arrancaba las uñas de los pies hasta sangrarme”. Al señalarle que tal vez
era una forma de expresar su dolor emocional, respondió: “sí, es que ya no
sé… creo que me duele el alma, me duele la vida”.

En cuanto a los sujetos que presentan síntomas psicóticos, encontramos


también que llegan a agredir a otros (verbal y/o físicamente) o bien a hacerse
mutilaciones y otro tipo de autolesiones, o incurren en prácticas sexuales
perversas en las que también ponen en “riesgo” su cuerpo. Otros llegan a
cubrir excesivamente su cuerpo (utilizando sombreros, guantes y lo necesario
para no ser vistos) y otros más optan por la exhibición.

En cuanto a la anorexia, la bulimia y la psicosomática es evidente el uso del


cuerpo; incluso, en ésta última, muchos autores coinciden en afirmar que
debajo de ésta se encuentra una depresión importante. Una paciente
diagnosticada por su médico psiquiatra con “trastorno afectivo bipolar”, refirió
en una de las sesiones: “este dolor que siento es como un cáncer emocional”

Por último, considero que el interés por revisitar el falso self sirvió para
entender y reflexionar más sobre esta idea de Recalcati, M. (2008) acerca de la
clínica del vacío, cuando señala que ésta es también una clínica de las
máscaras en donde la máscara está dirigida a hacer que el sujeto exista en su
ser; la máscara funciona como institución del sujeto que no existe, como
cobertura de su vacío de ser fundamental. Creo que esta máscara sirve para
cubrir ese sentimiento de vacío y de no existencia que escuchamos
constantemente en la práctica clínica, sin embargo pienso que los síntomas
actuales parecieran ser también máscaras para tratar de encubrir el dolor
psíquico el cual se originó, entre muchas otras situaciones, en experiencias
traumáticas (muchas de ellas vividas a muy temprana edad) las cuales han
dejado una marca imborrable en el aparato psíquico.

Bibliografía

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___ (1990) El gesto espontáneo. Argentina: Paidós

___ (1991) Exploraciones psicoanalíticas I. Argentina: Paidós.

 Cuando el deseo de la madre no está simbolizado, el sujeto corre el


riesgo de enfrentarse con el deseo del Otro experimentado como una
voluntad de goce sin límite.

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