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MOLIÈRE
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mujeres de los hombres, por cuestiones relativas a la moralidad, y se crean compañías
de teatro estables.
Ya en el siglo XVII, el teatro europeo evoluciona en direcciones opuestas:
Un teatro más popular, de estilo barroco, en el que se rompe con la regla de las
tres unidades: lugar, tiempo y acción, y mezcla la tragedia y la comedia. Los
mejores ejemplos de este tipo de teatro lo ofrecen Inglaterra y España.
Un teatro más culto, de estilo neoclásico, que se da en Francia, y en el que se
respetan las tres unidades y no se mezclan tragedia y comedia.
Además de estas dos grandes tendencias del teatro europeo, en Italia se
desarrolla un tipo de teatro de marcado carácter popular, muy del agrado del
público, que se conoce con el nombre de Comedia del Arte.
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estos criados es Arlequín, un personaje astuto, torpe, hambriento y
enamoradizo, que va vestido con un traje de rombos y una máscara de
cuero negro.
La enamorada de Arlequín se llama Colombina. Es una mujer que
despierta las pasiones de los amos, aunque ella se burla de sus intentos
de cortejarla.
Otro personaje muy habitual es Polichinela, un criado
melancólico, chismoso y, en ocasiones, satírico, que lleva un traje
blanco y tiene una careta con nariz aguileña y una gran joroba.
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Shakespeare nació en Stratford-on-Avon, en el seno de una familia humilde. Su
padre trabajó como carnicero y su hijo William trabajó en ese oficio desde muy joven.
Posteriormente, trabajaría como maestro de escuela, escribano de un procurador y como
actor.
En 1589 escribió su primera obra dramática, Pericles, y un año más tarde comienza
la trilogía Enrique VI. En 1607, el rey le encomendó la dirección del teatro Black-Friars
y una participación en las ganancias del teatro Globe Teatre, el más importante de
Londres. Aun así, algunas de sus obras tuvieron problemas con la censura, lo que
dificultó su publicación y su estreno en los teatros.
En 1613 se retiró a su casa de Stratford-on-Avon, con serios problemas económicos,
y allí vivió hasta su muerte, retirado ya de la actividad literaria.
En la época de Shakespeare, Inglaterra experimenta una gran transformación
política, económica, social, ideológica y religiosa, en gran parte debida al
enfrentamiento entre el catolicismo y el protestantismo.
Por lo que al teatro se refiere, será a finales del siglo XVI cuando se consolida un
teatro de marcado carácter popular, que tiene algunas influencias de la comedia del arte
italiana, junto con el reflejo de la historia y la tradición nacional, y cuyo máximo
exponente es William Shakespeare, junto con otros autores menos conocidos, como
Thomas Kyd, autor de La tragedia española, y Cristopher Marlowe, autor de La
trágica historia del doctor Fausto, que sirvió de modelo a Goethe para su Fausto.
Las representaciones teatrales comenzaban en las primeras horas de la tarde y se
prolongaban hasta el anochecer. Se representaban en edificios de forma poligonal, con
un patio central, alrededor del cual había dos o tres pisos con galerías.
La escenografía era bastante sencilla y las compañías de actores estaban formadas
únicamente por hombres, pues las mujeres no podían actuar en el teatro.
Por lo que a las características del teatro shakespeariano se refiere, podemos señalar
las siguientes:
En sus obras, Shakespeare mantiene los cinco actos del teatro clásico.
Suele mezclar la prosa y el verso, con lo que consigue fusionar lo dramático y lo
lírico. Además, en cuanto al verso, emplea la polimetría y, también, el verso
blanco.
Mezcla elementos cómicos y elementos trágicos.
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Rompe con la regla de las tres unidades.
Cuida mucho el estilo y logra una gran perfección técnica.
Otro rasgo muy propio de su teatro es la creación de caracteres, presentando
unos personajes dotados de gran humanidad, en los que se aprecia un estudio
psicológico de las pasiones y emociones más características del ser humano.
4. El teatro francés
En Francia, el teatro se desarrolló de forma más tardía que en países como Inglaterra
y España. Por ello, su esplendor tiene lugar durante la segunda mitad del siglo XVII,
coincidiendo con el decidido apoyo de la familia real francesa, especialmente el rey
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Luis XIV. Dicho apoyo se reflejó en el hecho de que los reyes eran los encargados de
mantener los teatros y a las compañías teatrales.
De ahí que los espectáculos representados en la corte no gozaran del carácter
popular que caracterizaba al teatro inglés y español. En este sentido, las compañías
teatrales representaban aquellas obras que eran del agrado de los cortesanos, sobre todo,
tragedias, y dotaban a sus representaciones de una gran puesta en escena: música, bailes,
etc.
De otro lado, la Academia Francesa –institución fundada en 1634, con la intención
de velar por el correcto uso de la lengua francesa y favorecer las creaciones literarias-
estableció las normas del buen gusto, entre las cuales se hallaba el respeto a las reglas
clásicas. Esta circunstancia favoreció notablemente que el teatro francés se ajustara a los
gustos y las normas del Neoclasicismo.
Por consiguiente, a diferencia de lo que sucedió con el teatro inglés y español, en el
teatro francés se respetó la regla de las tres unidades, se separó lo trágico de lo cómico,
y se defendió la norma del buen gusto, también llamado decoro poético.
Como consecuencia de lo anterior, se busca la contención de los sentimientos y las
pasiones y se respeta el principio de verosimilitud.
Igualmente, se considera que la literatura, en general, y el teatro, en particular, han
de tener un marcado carácter utilitario. De ahí su finalidad didáctica, moralizadora y
satírica.
El género más cultivado en el teatro francés fue la tragedia, siguiendo las normas
de quien es considerado su iniciador: Pierre Corneille (1606-1684), autor de
importantes tragedias en las que se unen el gusto por los temas históricos y el estudio de
la personalidad psicológica de sus protagonistas.
En sus obras se pueden destacar las siguientes características:
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Igualmente, toca temas pertenecientes a la historia y la literatura española. Así,
su obra más famosa, El Cid, inspirada en Las mocedades del Cid, del
dramaturgo español Guillén de Castro. Corneille representa el drama que se
origina cuando Rodrigo Díaz mata en duelo al padre de Jimena, para vengar el
honor de su anciano padre, quien había sido deshonrado por el de Jimena.
Personajes dotados de un fuerte carácter y que se debaten entre el cumplimiento
del deber y sus intereses o inclinaciones personales. Uno de los mejores
ejemplos lo ofrece el personaje del Cid, quien ha de elegir entre cumplir con el
deber de vengar el honor de su padre y el amor que profesa a Jimena.
Posteriormente, ésta también se debatirá entre el amor que siente por Rodrigo y
su deseo de vengar la muerte de su padre.
Sus protagonistas suelen estar marcados por el influjo de su destino.
Respeto a las reglas clásicas.
Gran perfección técnica, con escenas de gran intensidad dramática y profundo
lirismo.
Pero, sin duda, el esplendor de la tragedia francesa se debe a Jean Racine (1639-
1699). Seguidor del modelo establecido por Corneille, Racine dota a sus tragedias de
una gran austeridad en las acciones, en el lenguaje y en la puesta en escena, para
centrarse, fundamentalmente, en el análisis psicológico de sus personajes, los cuales
están profundamente marcados por sus dramas y pasiones personales.
Como características propias de su teatro podemos señalar las siguientes:
Protagonistas con un carácter débil, lo que les hace sucumbir ante sus propias
pasiones.
Acción casi inexistente y presencia de largos monólogos de los personajes.
Creación de grandes personajes femeninos.
Escenografía muy sencilla y austera. A veces sólo aparecen unos pocos muebles
en el escenario.
Intenso lirismo de sus obras, fundamentado tanto en los dramas que viven los
personajes como en el perfecto uso del verso.
Lenguaje y estilo sobrio, aunque muy cuidado.
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Entre sus obras, destacan algunas basadas en temas de la literatura griega
(Andrómaca, Ifigenia, Fedra), en temas romanos (Berenice, Británico) y en temas
bíblicos (Esther).
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humanos, a los que define a través de sus vicios y defectos. Tal es el caso de algunas de
sus más conocidas obras:
Las preciosas ridículas, en la que censura a dos jóvenes damas pedantes que
rechazan a unos buenos pretendientes para dejarse conquistar por unos criados.
Tartufo, en la que critica la hipocresía religiosa de los beatos.
El misántropo, en la que plantea el tema del hombre que se aparta del trato con
los demás.
El médico a palos, donde critica a los médicos ignorantes y sin vocación.
El burgués gentilhombre, una sátira de los nuevos ricos.
El avaro, en donde satiriza la avaricia.
El enfermo imaginario, una crítica de la hipocondría.
5. El teatro español1
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5.1. El teatro de Lope de Vega
En su Arte nuevo de hacer comedias, presenta Lope su concepción de lo que
debe ser el teatro llevado a la escena, comenzando por la afirmación tajante de que
escribe siguiendo “el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron”.
En síntesis, las novedades aportadas por Lope de Vega serían las siguientes:
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suele estar encomendado a un criado que hace burla de las situaciones más
dramáticas y del lenguaje empleado por su amo. El paralelo femenino de la
figura del gracioso corresponde a la criada de la dama, aunque la criada suele
tener menor protagonismo que el gracioso.
Uso de un lenguaje que se adapte a los personajes y las situaciones vividas por
esto. De este modo se favorece el llamado principio de verosimilitud.
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profundo de los personajes principales, algunos de los cuales se han convertido en
personajes universales, como Segismundo, el protagonista de La vida es sueño, o Pedro
Crespo, el protagonista de El alcalde de Zalamea.
En su teatro hay un mayor respeto hacia la unidad de acción, lo que hace que las
obras se estructuren, generalmente, en torno a un tema central y a un personaje que
destaca fuertemente sobre el resto.
Sus obras se suelen agrupar en los siguientes apartados:
Dramas de historia y leyenda española: El alcalde de Zalamea.
Dramas de honor y celos: El médico de su honra, El pintor de su deshonra.
Dramas de capa y espada: La dama duende, Casa con dos puertas mala es de
guardar.
Dramas religiosos: El mágico prodigioso.
Dramas fantásticos y mitológicos: La hija del aire.
Dramas filosóficos: La vida es sueño.
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En su teatro destaca el empleo del humor, muchas veces logrado gracias a los
juegos de palabras y al lenguaje de estilo culterano. Igualmente, hay que destacar la
creación de unos personajes que acaban convirtiéndose en símbolos de una determinada
actitud. De este modo, María de Molina representa a la prudencia; don Juan, al burlador,
y Mireno, al vergonzoso.
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