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Análisis Jurídico Doctrinario, Código de Notariado Guatemalteco.

En el Derecho Notarial la seguridad jurídica y su permanencia, se regula dentro del derecho


notarial indicando que el Notario no es propietario del protocolo notarial, sino que este es
únicamente su depositario, perteneciendo este al Estado, por tratarse éste de un registro de
interés público.

A pesar de las reformas que ha tenido nuestra legislación en materia Notarial sobre la
pertenencia y revisión del protocolo para garantizar su seguridad jurídica y permanencia a
futuro, nos encontramos ante la problemática de la revisión de protocolos y su
conservación, los cuales ya han sido tema de investigación, derivados de la preocupación
del hecho que los protocolos no son revisados de manera general y de las consecuencias
jurídicas que genera en el ámbito profesional como social; así también se ha investigado y
sugerido que la conservación del protocolo y sus datos debería llevarse a cabo a través de
un sistema tecnológico por medio de una base de datos para un mejor resguardo y consulta.

Siendo de gran importancia a nivel social el protocolo notarial, es obligación del Notario
cumplir con las formalidades prescritas en la ley y un compromiso del Estado el velar por el
cumplimiento de la seguridad y certeza jurídica a través de la revisión ejecutada por la
dependencia respectiva. La conservación del protocolo notarial considero que al dejar la
custodia del protocolo a largo plazo en completa responsabilidad del Notario, se suprime la
obligación de control y participación por parte del Estado en el cuidado y conservación de
dicho registro, pues el protocolo notarial tanto por voluntad propia como por causas ajenas
a la voluntad del Notario puede ser objeto de daños, deterioros, destrucción, extravío o
incluso ser sustraído ilícitamente, obstaculizando el principio de protocolo.

El objeto principal del Derecho Notarial es la creación del instrumento público, siendo
necesario cumplir con los requisitos legales de forma y fondo, para que dicho instrumento
pueda nacer a la vida jurídica y surtir los efectos legales correspondientes, por lo que es
necesario que la persona que lo lleve a cabo sea un profesional del Derecho y conozca la
técnica notarial para satisfacer los requerimientos que deban cumplir los instrumentos que
autorice.

El autor Oscar Salas señala que los notarios, como tales, están sometidos a una jurisdicción
disciplinaria exclusiva, ejercida por los órganos encargados de fiscalizar su actuación Sin
embargo, José Antonio Gracias Gonzáles no comparte dicha afirmación, ya que indica que
conforme el ordenamiento legal guatemalteco, cuya base es constitucional, la función
jurisdiccional, referida a la imposición de sanciones, corresponde de manera exclusiva al
Organismo Judicial y que la imposición de sanciones al Notario no corresponde a órganos
jurisdiccionales, sino por el ente gremial, representado por el Colegio de Abogados y
Notarios, el cual poseen ambas legislaciones comparadas, por el hecho de pertenecer al
Sistema del Notariado Latino, que entre los aspectos que lo caracterizan se encuentra la
función reguladora e intervencionista del Estado.

Podemos basar el criterio de Gracias Gonzales en el artículo 203 de la Constitución Política


de la República, el cual establece que: La función jurisdiccional se ejerce, con exclusividad
absoluta, por la Corte Suprema de Justicia y por los demás tribunales que la ley establezca.
Ninguna otra autoridad podrá intervenir en la administración de justicia.
El mejor concepto para encuadrar la acción que el Estado ejerce sobre los notarios es el
gobierno y régimen disciplinario. Por gobierno entendemos el conjunto de reglas,
preceptos, principios, que deben regir para el desempeño de la función notarial, lo cual
implica que ciertas entidades estén a cargo de regir el desempeño del Notario y de la
fiscalización de las actuaciones que este lleva a cabo. Ahora bien, al establecer que es el
régimen disciplinario, se puede definir como el sistema sancionatorio vigente y aplicable al
Notario, de acuerdo a la legislación vigente.

“La función notarial, aunque diversa en sus modalidades prácticas, según los diversos
ordenamientos civiles de los pueblos, tiene su intrínseca razón de ser en la sociabilidad y
solidaridad humana, las cuales exigen plena seguridad en la formación de las relaciones de
derecho, exacta constatación de los hechos y de los actos jurídicos y fiel conservación y
pública disponibilidad de sus pruebas, como condiciones para la actuación y preservación
del orden civil y social en la armonía de la justicia.” (Pérez Fernández del Castillo,
Bernardo).
El Diccionario de la Real Academia Española, define el documento privado en sentido
legal, de la siguiente manera: “Documento privado: El que, autorizado por las partes
interesadas, pero no por funcionario competente, prueba contra quien lo escribe o sus
herederos.”

Podemos concluir que el documento privado es aquel que las partes con interés directo
redactan por sí mismas sin intervención alguna de funcionario o Notario, por lo que no se
encuentra revestido de certeza o seguridad jurídica, lo cual no significa que no sirva como
principio de prueba en caso de necesitarse, sino que se encuentra disminuida su eficacia
probatoria, por carecer de la fe pública que el Estado otorga para tener certeza jurídica de lo
actuado dentro del ordenamiento jurídico.

El instrumento público como tal busca la trascendencia en el tiempo de sus declaraciones


de voluntad, ya sea con el fin de probar algo o declarar derechos u obligaciones. Por lo
tanto, es evidente que el valor del instrumento público radica en el campo jurídico, por lo
cual es necesario cumplimiento de las formalidades exigidas en la legislación.

Joaquin Escriche, citado por José Gracias Gonzáles en su obra Derecho Notarial
Guatemalteco, indica que “Se entiende por protocolo el libro encuadernado de pliego de
papel entero, en que el escribano pone y guarda por su orden las escrituras o instrumentos
que pasan ante él, para sacar y dar en cualquier tiempo las copias que necesiten los
interesados, y confrontar o comprobar las que ya se hubiesen dado en caso de dudarse de la
verdad de su contenido. El protocolo se llama también registro”.
En el caso de nuestra legislación la definición legal de protocolo se encuentra consignada
de conformidad con lo establecido en el Artículo 8 del Código de Notariado de Guatemala,
Decreto número 314 del Congreso de la República, expresa: El protocolo es la colección
ordenada de las escrituras matrices, de las actas de protocolación, razones de legalización
de firmas y documentos que el notario registra de conformidad con esta ley.

De lo anterior expuesto, podemos definir al protocolo como un registro de instrumentos


públicos, que por ser de interés público, son autorizados y conservados en orden sucesivo,
cumpliendo con ciertas formalidades prescritas en la ley para surtir efectos legales,
pudiendo ser reproducidos cuando sea necesario.

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