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Introducción a la Ilustración

Siglo XVIII: Literatura española de la Ilustración

Introducción a la Ilustración
En el siglo XVIII se produce una importante transformación en el pensamiento y en la
cultura europeos. En España el siglo se inicia con una nueva dinastía, la Casa de Borbón, que
sucede a la casa de Austria. A la muerte de Carlos II, que muere sin descendencia, se produce
una Guerra de Sucesión(1701-1713) entre los pretendientes al trono de España. Francia
aspiraba a colocar en el trono a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Inglaterra y
Austria, temerosas de la preponderancia francesa, forman con Holanda la Gran Alianza de la
Haya (1701), reclamando la corona de España para el archiduque Carlos, hijo del Emperador
Leopoldo I de Austria. La guerra concluye con los tratados de Paz de Utrecht (1713) y Rastadt
(1714), cuando Felipe V es reconocido rey de España.

La ascensión al trono de Felipe V facilitó la entrada en nuestro país del pensamiento


ilustrado. A través de Francia penetran en España las nuevas ideas racionalistas, acogidas con
entusiasmo por un reducido grupo de hombres ansiosos de novedades culturales. Sin
embargo, la evolución del pensamiento ilustrado en España fue sumamente lenta. La
Ilustración se encontró con dos frentes reaccionarios, la nobleza y el clero, que entorpecieron
la labor de los intelectuales. A esto hay que añadir la incultura de un pueblo aferrado a su
pasado y a sus tradiciones y dominado ideológicamente por la Iglesia. (Aunque la Inquisición
ya había iniciado su decadencia, todavía no había perdido su influencia. Un decreto de Julio
de 1834 puso fin a la Inquisición). El pueblo, que no entendía las bases racionalistas de la
Ilustración, recelaba de todo aquello que venía de fuera y, por tanto, era ajeno a la tradición
cultural de España.

Definición: Ilustración
La Ilustración es el movimiento representativo del siglo XVIII provoca una profunda
renovación en Europa y somete a una crítica racional de la visión del mundo, la filosofía, la
cultura y las creencias religiosas aceptadas hasta el momento.

Según Kant (1724-1804), "la Ilustración es la salida del hombre de la minoría de edad
e incapacidad para servirse, sin ser guiados por otros, de su propia mente. Y esta minoría de
edad es imputable a él mismo porque su causa estriba no en falta de una mente, sino en la
falta de decisión y de valor, del valor de utilizarla sin ser guiado por nadie. ¡Sapere aude! ¡Ten
el valor de servirte de tu propia mente! Éste es el fundamento de la Ilustración.
Ideales del Hombre Ilustrado
Los grandes ideales del hombre ilustrado son:

• Predominio de la razón como pauta de la conducta humana;


• Creencia en un ideal de felicidad humana, que no se espera de las creencias religiosas
como en siglos anteriores, sino del comportamiento racional del hombre;
• Un alto concepto de la utilidad

Estos ideales llevan una forma de actuar y de ser característica del hombre ilustrado:

• Disconformidad con toda forma de tradición anclada en la rutina;


Un espíritu liberal y tolerante;
• Fe en la ciencia, de la que se espera la solución de los problemas humanos;
• Defensa de una cultura secularizada, pero no atea (admiten la existencia de Dios, pero
ponen en duda el papel de la Iglesia, como intermediaria de Dios, y los dogmas de fe);
• Conciencia de fraternidad universal que les lleva a sentirse ciudadanos del mundo;
• pese a todo el progresismo de los ilustrados no fue un progresismo populista ni
revolucionario. Esto se resume en la famosa frase de Federico II de Prusia: "Todo para
el pueblo, pero sin el pueblo".

La Literatura
¿Qué repercusiones pueden tener las ideas ilustradas con respecto a la literatura?

El s. XVIII fue un siglo fundamentalmente didáctico. La prosa de pura creación artística fue
escasamente cultivada. Se dio preferencia a la prosa útil, puesta al servicio de la difusión de
ideas. El ensayo, que se prestaba admirablemente a los propósitos didácticos de los ilustrados,
fue el género más cultivado. Los mejores ensayistas fueron Feijoo, Jovellanos y Cadalso.

La Ilustración
Siglo XVIII: Literatura española de la Ilustración

I. Contexto Histórico en Europa


En Europa se produce a finales del siglo XVII y principios del XVIII un cambio importante
en todos los órdenes. Este cambio parte de Inglaterra, promovido sobre todo por la burguesía
y es conocido sobre el todo con el nombre de la Ilustración .

Surge un espíritu crítico y se admiten la razón y la experiencia como las dos únicas vías
de conocimiento. Se incrementa el espíritu científico en ese siglo y aparecen científicos y
filósofos ingleses importantes como newton, Locke, Smith y Hobbes. En Francia surge una
generación importante de intelectuales como Voltaire, Rousseau y Montesquieu. En este país
también aparece en esta época la primera Enciclopedia, por Diderot, que se considera una de
las causas de la revolución francesa.

II. Contexto Histórico en España


A principios del siglo XVIII se plantea en España la cuestión sucesoria con la muerte de
Carlos II sin sucesión. Los candidatos al trono son Felipe de Anjou y el archiduque Carlos y tras
una dura Guerra de Sucesión accede al trono el primero de los dos como Felipe V. Este es un
monarca absolutista, que sin embargo facilita la entrada en nuestro país del pensamiento
ilustrado y las ideas inglesas y francesas. Se promueven en España varias reformas en el siglo
XVIII pero sin demasiado éxito por la oposición del clero, de la nobleza y de los propios
destinatarios, el pueblo llano, que manipulado por la Iglesia seguía anclado en la tradición y
mantenía el espíritu contrareformista contra las ideas inglesas y francesas.

III. Cauces de Penetración de las nuevas ideas en España-


Instituciones Culturales
Los grandes cauces de penetración fueron:

• la obra y personalidad de Feijoo, racionalista, abierto y tolerante


• las traducciones de libros franceses: la publicación - casi siempre clandestina - de libros
y folletos que trataban de las nuevas ideas de la filosofía racionalista y del
enciclopedismo; nacimiento del periodismo
• cambio en las modas, usos y costumbres de algunos sectores de la nobleza y de la alta
burguesía, que empiezan a viajar, por la influencia de la corte francesa è corte
afrancesada
• la política pacifista, reformadora y progresista de los reinados de Fernando IV y sobre
todo Carlos III

Se crearon a su vez instituciones culturales de gran importancia para el desarrollo y


elevación de la lengua. Se fundó por ejemplo la Biblioteca Nacional, la Real Academia Española
de la Lengua que publica el Diccionario de la Lengua Castellana, la Ortografía y la Gramática
de la Lengua Castellana. También comienzan a desarrollarse las tertulias literarias y aparecen
las primeras publicaciones periódicas literarias y científicas.

IV. Repercusiones de las ideas ilustradas en la literatura


La literatura ilustrada es fundamentalmente didáctica y crítica. El género dominante es el
ensayo , por prestarse admirablemente a los propósitos de los ilustrados. Los principales
ensayistas fueron Feijoo, Cadalso y Jovellanos. Otros géneros literarios como la prosa de pura
creación artística no son tan cultivados en este siglo.

Dentro de la creación literaria del siglo XVIII se distinguen dos etapas principales.

Barroquismo y antibarroquismo
Son dos tendencias literarias enfrentadas que conviven en la primera mitad del siglo:

• El barroquismo literario de los continuadores del Barroco del siglo XVII , es una
literatura estereotipada, de expresión retórica y recargada, que repite una y otra vez
las mismas formas y contenidos.
• Los autores en contra de esta literatura decadente que era la postura oficial de la
Academia con Feijoo e Isla como figuras.

Neoclasicismo y prerromanticismo

• Los autores neoclásicos siguen los ideales estéticos y las normas literarias del
movimiento neoclásico francés y, en menor medida, también del italiano, y cultivan
principalmente el género dramático y la poesía. En esta época se distinguen dos
escuelas literarias: la escuela madrileña (Fernández de Moratín) y la escuela
salmantina, a la que pertenecen Jovellanos y Cadalso, prosista y poeta andaluz, famoso
por sus Cartas Marruecas , obra póstuma, en la que el moro Gazel escribe a su
preceptor Ben Beley sobre las particularidades de la vida española y las opiniones
sobre España de su amigo Nuño - trasunto literario del propio Cadalso-; mediante este
recurso, tomado de Lettres persanes de Montesquieu, Cadalso pasa revista a los
distintos aspectos históricos, sociales y culturales de la España de su tiempo, con afán
crítico y de denuncia de los problemas , pero sin caer en posturas extremas, con un
leve tono irónico y melancólico.
• Los prerrománticos son, en parte, los mismos autores neoclásicos, pero considerados
por sus obras de madurez y del final de sus vidas o en el cultivo de algunos géneros
literarios. En las obras prerrománticas predomina la introspección, afloran los
sentimientos personales, se intenta romper con el encorsetamiento de la expresividad
y aparece una nueva visión de la Naturaleza: amable y riente o nocturna y desatada,
pero en libertad, dinámica

Literatura de la Ilustración:
corrientes literarias, prosa, poesía, teatro
Siglo XVIII: Literatura española de la Ilustración

Introducción
A lo largo del siglo XVIII eclosiona una nueva mentalidad que enlaza con la antropología
renacentista y que en consecuencia viene a romper la cosmovisión del mundo Barroco. Este
período ha recibido el nombre de «Ilustración». Dicho movimiento se cimienta, a grandes
rasgos, en el espíritu crítico, que rompe abruptamente con el principio de autoridad, en el
predominio de la razón y su fundamentación en la experiencia. Esta estructura del saber tiene
como consecuencia que la filosofía y la ciencia sean las disciplinas más valoradas. Este período
ha sido conocido en la Historia de las Ideas como "Siglo de las Luces" o "Siglo de la razón". Su
característica más relevante es la búsqueda de la felicidad humana a través de la cultura y el
progreso. Las nuevas ideas asociadas al pensamiento ilustrado hicieron que el arte y la
literatura se orientaran hacia un nuevo clasicismo (Neoclasicismo), del que se deriva el
adjetivo "neoclásico". En literatura se busca la expresión moderada de las emociones, y
emular normas y reglas clásicas (puestas de actualidad gracias a los descubrimientos
arqueológicos de este período). Al mismo tiempo se valoró el equilibrio y la armonía como el
principio estético dominante. Tradicionalmente se ha tendido a afirmar que contra tanta
rigidez se reaccionó a finales de siglo, produciéndose una vuelta al mundo de los sentimientos,
otorgándole el nombre de "Prerromanticismo".

La Ilustración en España se inscribe en el marco general de la Ilustración europea


(espíritu crítico, fe en la razón, confianza en la ciencia, afán didáctico). Las influencias son
esencialmente francesas e italianas.

Los ilustrados fueron una minoría culta formada por nobles, funcionarios, burgueses y
clérigos. Básicamente se interesaron por:

• Reforma y reactivación de la economía (preocupación por las ciencias útiles, mejora


del sistema educativo).
• Crítica moderada de algunos aspectos de la realidad social del país.
• Interés por las nuevas ideas políticas liberales, aunque, en su mayor parte, no
apoyaron planteamientos revolucionarios.

Su afán reformista les llevó a chocar con la Iglesia y la mayor parte de la aristocracia. Pese a
los afanes ilustrados, la mayoría del país siguió apegada a los valores tradicionales.

Corrientes literarias
Se diferencia a lo largo de la Ilustración tres corrientes literarias principales: El postbarroco,
que ocupa la práctica totalidad del siglo XVIII, así como el neoclasicismo y el prerromanticismo
que coexisten en los últimos años tanto en el tiempo como en la propia obra de algunos
escritores, como el caso de José Cadalso cuya obra se puede ubicar parcialmente en el
neoclasicismo (por ejemplo, las Cartas Marruecas ) y en el prerromanticismo (las Noches
Lúgubres).

• El Postbarroco pretende continuar el estilo, técnicas y temas que fueron


característicos del movimiento barroco en el Siglo XVII sin aportar, literariamente,
nada nuevo ni de especial calidad
• El Neoclasicismo se caracteriza como movimiento por aplicar las ideas propias de la
Ilustración a la vez que busca un regreso a los valores clásicos griegos y romanos. Los
rasgos que definen esta corriente se pueden resumir en los siguientes:
o Vuelta al mundo clásico.
o Sometimiento a las reglas de creación literaria (principalmente a las de
Aristóteles).
o Entienden que el arte y la literatura deben buscar la utilidad.
o Eliminación de la obra de arte de los sentimientos desbordados.
o Imitación de la naturaleza.
• El Prerromanticismo anticipa el Romanticismo del Siglo XIX al dar prioridad a los
sentimientos por encima de la razón. Esa prioridad que cobran los sentimientos explica
la aparición, entre otros, del terror. Es también característico de esta corriente la
ambientación de las obras en una naturaleza estridente, macabra o desbordada: días
de tormenta, noches oscuras y tenebrosas, cementerios, ruinas, etc. . . , ambientación
típica del movimiento romántico.

La prosa del siglo XVIII


El género literario más importante de la prosa del siglo XVIII es el ensayo, ya que, como hemos
visto, los rasgos que predominan en esta época se desarrollan mejor con la exposición teórica
de ideas, pensamientos y críticas. Entre los ensayistas más conocidos de la época hay que
resaltar a Fray Benito Jerónimo Feijoo y a Gaspar Melchor de Jovellanos.

El ensayo ilustrado tuvo un cauce de difusión muy importante en los periódicos. Aunque
habían aparecido esporádicamente en siglos anteriores, es durante el XVIII cuando se produce
un desarrollo pleno del periodismo. La rápida divulgación de la prensa escrita (gracias a una
lectura cómoda y barata) tuvo dos consecuencias:

• La toma de conciencia de la importancia de una información sistemática.


• El reconocimiento por parte de los gobiernos de la capacidad de influencia del
periodismo en la opinión pública.

La finalidad de los periódicos del siglo XVIII no pudo ser informativa (dadas las dificultades de
comunicación y lo tardío de la llegada de las nuevas noticias), sino que fue educativa y
divulgativa.

Las obras que adoptan forma de carta, bien sea dirigidas a personas reales, bien a personajes
ficticios, se convirtió en un género muy abundante durante el siglo XVIII, ya que servía
perfectamente para ejercer la crítica de costumbres, comportamientos e ideas. De entre todos
los autores de literatura epistolar hay que destacar al gaditano José Cadalso.

La poesía del siglo XVIII


La poesía española del siglo XVIII no es uniforme, sino que muestra diferentes tendencias:

• Poesía postbarroca. Este tipo de poesía se da durante toda la primera mitad del siglo.
Se trata de una continuación de la poesía barroca y una imitación constante de los
maestros de ese movimiento, Góngora y Quevedo, y de calidad limitada.
• Poesía rococó. Entre 1750 y 1770 aproximadamente nos encontramos con una nueva
forma de hacer poesía que recoje ya las nuevas tendencias europeas. Los rasgos que
la definen son:
o Enfrentamiento con el estilo barroco.
o Vuelta a los modelos clásicos (griegos y romanos) y del Renacimiento español.
o Numerosas innovaciones métricas.
o Los temas más destacados son pastoriles, el amor, visto de una forma sensual
y tierna, así como los placeres de la vida: el vino, las fiestas, el cuerpo femenino,
etc. . .
• Poesía ilustrada. Desde 1770 hasta 1790, aproximadamente, la poesía española del
XVIII se llena de los grandes temas que preocupan a los ilustrados: la amistad y la
solidaridad, la búsqueda de la felicidad y del bien común, la importancia de la
educación, el papel de la mujer en la sociedad y la crítica de las costumbres. Aparte de
lo anterior, la poesía de este período presenta otros caracteres:
o Sometimiento a las reglas de arte. Los autores de la época piensan que existen
unas normas que marcan lo que debe ser una obra literaria correcta.
o La finalidad de la poesía entienden que debe ser didáctica. Esto explica la
abundancia de fábulas, género muy útil para conseguir el ideal ilustrado de
"enseñar entreteniendo".
• Poesía prerromántica. En los últimos años del siglo empiezan a aparecer autores y
obras en las que se expresa de un modo directo los sentimientos más íntimos sin
someterse a las normas preestablecidas. Los caracteres que la definen pueden ser:
o Los temas más característicos son la soledad, el fracaso amoroso, la muerte.
o La ambientación tenebrosa (tumbas, ruinas, noches tormentosas y
misteriosas).
o Lingüísticamente se caracterizan por la abundancia de exclamaciones,
apóstrofes. . .

Destacan en la poesía del siglo XVIII tres grandes núcleos: el salmantino, el madrileño y el
sevillano.

• La escuela salmantina se desarrolló en torno a su Universidad y tiene como principales


representantes a José Cadalso, Juan Meléndez Valdés, y Gaspar Melchor de Jovellanos
• El grupo madrileño estuvo formado por Ramón de la Cruz, Tomás de Iriarte, Felix María
Samaniego, Nicolás Fernández de Moratín y Leandro Fernández de Moratín
• La escuela sevillana tiene como poetas más destacados a José Marchena y Alberto
Lista

El teatro del siglo XVIII


Como sucedía con la poesía, durante toda la primera mitad del siglo las formas teatrales que
predominan son herederas del Barroco, tanto en temas como en formas. En la segunda mitad
del siglo aparecerá lo que denominamos teatro neoclásico. Los caracteres que lo definen son
los que siguen a continuación:

• Intención didáctica. Para los ilustrados el teatro constituía el mejor medio de


propaganda de sus ideas de reforma de la sociedad.
• Sometimiento a las reglas. Algunas de las reglas que se aplicaron en la época son:
• El argumento representado debe respetar la verosimilitud.
• Guardar el decoro: los personajes deben comportarse, hablar y actuar de acuerdo con
su sexo y condición social.
• Respetar las unidades de lugar, tiempo y acción.
• No mezclar tragedia y comedia.
• No presentar escenas violentas, sino narrarlas en escena cuando sea el caso.
• No situar más de tres personajes en escena a la vez, y no dejarla nunca vacía.
• Eliminar el personaje del gracioso.
• Utilizar un lenguaje claro.

Entre los escritores más destacados encontramos a Leandro Fernández de Moratín, autor,
entre otras, de El sí de las niñas.

Existen tres tendencias en el teatro dieciochesco español:

• Tradicional: Está formada por los dramaturgos que se ajustan aún al canon barroco.
Especialmente importantes son los epígonos de Calderón. Triunfan -por lo tanto- las
comedias de enredo, de magia, de milagros de santos y de historia. Para la aristocracia,
se montan zarzuelas y óperas al gusto italiano
• Popular: Los sainetes y Ramón de la Cruz son las verdaderas estrellas de esta
tendencia. Ramón de la Cruz escribió tragedias y comedias en las que imitó
singularmente a Pietro Metastasio, Jean Racine y Voltaire. Tradujo también obras de
estos autores y adaptó algunos textos del teatro clásico español como Andrómeda y
Perseo de Calderón e Ifigenia de José de Cañizares. Por último se consagró al sainete
popular con gran éxito, de los que produjo más de trescientos, lo que le atrajo la
hostilidad de los estilistas del Neoclasicismo, partidarios de un arte más idealizado y
educativo. El propio Ramón de la Cruz intentó reunir su obra, que publicó en una
colección incompleta de diez tomos durante 1786 y 1791.
• Neoclásica: Adopta las nuevas modas que llegan de Francia. En consecuencia, se
impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada «regla de las tres
unidades», que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico
coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo
cómico y lo trágico. Se impuso la contención imaginativa, eliminando todo aquello que
se consideraba exagerado o de «mal gusto». Se adoptó una finalidad educativa y
moralizante, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el
progreso.

El autor más representativo de esta corriente fue Leandro Fernández de Moratín, creador
de lo que se ha dado en llamar «comedia moratiniana», con la que ridiculizó los vicios de su
época, en un claro intento de convertir el teatro en un vehículo para cambiar las costumbres.

Aunque normalmente olvidada por los libros de texto, el ideal de belleza neoclásico se
encarna, sobre todo, en las tragedias, que por entonces eran entendidas como imitación de la
vida de los héroes, sujetos más que otros por razón de estado, a pasiones violentas y
catástrofes. Es un teatro que privilegia la estaticidad sobre el dinamismo y que se ajusta
rigurosamente a las famosas reglas de las tres unidades (de tiempo, lugar y acción).

Los personajes se caracterizan por mostrarse constantes a lo largo de todo el drama al


carácter o genio que manifestó al principio; es decir, son personajes inmóviles, que no
evolucionan a lo largo de la obra.

El tragediógrafo neoclásico -fiel al espíritu de la época- rechaza toda la hinchazón culterana


y adopta un lenguaje inspirado en esa sencilla nobleza que postulaba Kant. En las tragedias,
ese ideal se realizó a través de un compromiso entre un lenguaje de fondo coloquial y prosaico
y los recursos de la retórica, que intentaban realzarlo para conseguir el tono solemne, o
sublime, que requería la calidad de los personajes. Esta gravedad la consiguen a través de un
lenguaje muy metonímico y sentencioso. La pieza trágica neoclásica se califica
preferentemente como opus oratorium, en el cual las réplicas de los personajes cuentan
mucho más por las enseñanzas que dirigen al público que al desarrollo de la trama. Así, la
tragedia se convierte en una función que esencialmente hay que oír. Además, al hablar, no
dialogan verdaderamente con los demás actantes presentes en la escena, ya que se dirigen
esencialmente al público.

Esta concepción dramática influye, naturalmente, en la puesta en escena y en la


interpretación. Así, se le quita mucha importancia al decorado, se impone que los actores
ocupen siempre todo el espacio de las tablas y que diesen constantemente la cara al público,
cosa lógica, siendo éste el verdadero destinatario del mensaje.

Leandro Fernández de Moratín: Biografía


Siglo XVIII: Literatura española de la Ilustración

Fernández de Morátin (1754-1817)

Biografía
Leandro Fernández de Moratín nació en Madrid en 1760, hijo del poeta y dramaturgo
Nicolás Fernández de Moratín. Viajó por varios países europeos, sobre todo Francia, y
perteneció al pequeño grupo de ilustrados españoles. Durante la guerra de Independencia se
puso al lado de José Bonaparte y desempeñó el cargo de bibliotecario mayor. Al ser derrotados
los franceses, se vio obligado a exiliarse en Francia y murió en París en 1828.

Fernández de Moratín destacó por ser un hombre inteligente y culto, de carácter introvertido
y difícil. Formado en la cultura francesa y en la estética neoclásica fue un afrancesado, lo cual
se debió, como sucedió con otros ilustrados, a su admiración por lo que Francia representaba
en su época, y porque pensaba que de allí podía venir la renovación para España y la solución
de sus males: el atraso cultural y la pobreza.
Obra literaria
Moratín escribió poesías satíricas y también otras en los diversos géneros de la lírica
clásica: epístolas, odas y sonetos, romanes. Su producción poética se caracteriza
fundamentalmente por la elegante contención y el equilibrio formal propios del
neoclasicismo. Destacan los poemas: Lección poética , Sátira contra los vicios introducidos en
la poesía castellana , La despedida y Elegía a las musas.

Entre su abundante obra en prosa, didáctico crítica, la más conocida es La derrota de


los pedantes , una sátira contra los malos escritores.

Además, Moratín fue el mejor autor de teatro del siglo XVIII. Caracterizado por seguir
fielmente las reglas del neoclasicismo, entre ellas las de las tres unidades, con lo que esto
supone de limitación de posibilidades y de dificultad para una mejor aceptación por parte del
público. Su idea, también, de la utilidad del arte, característica del siglo, hace que los temas
se limiten a la crítica de costumbres. Moratín pretendía, como él mismo expresa, "poner en
ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad, y recomendar la verdad y la virtud".

Tres de sus comedias tienen un único asunto: la defensa de elección de los jóvenes
para contraer matrimonio: El viejo y la niña, El sí de las niñas y El barón. La comedia nueva o
El Café es una sátira contra los dramones extravagantes que se representaban en su tiempo.
En La Mojigata satiriza la falsa piedad, la hipocresía.

Su comedia más famosa e importante es El sí de las niñas (1801) y tiene un argumento


muy sencillo: Paquita es coaccionada por su madre, doña Irene, para contraer matrimonio con
un maduro caballero, don Diego. Paquita está enamorada de un joven y apuesto militar,
Carlos, sobrino de don Diego. Carlos y Paquita, a pesar del amor que se tienen, están
dispuestos a renunciar a él, pero don Diego se entera y es él quien renuncia para que se case
la joven pareja.

El sí de las niñas es una comedia de perfecta construcción, con caracteres bien diseñas
y un diálogo natural y adecuadamente elaborado. Aunque en la actualidad su tema haya
quedado trasnochado, en aquel tiempo significó un planteamiento progresista que intentaba
denunciar unas costumbres y prejuicios sociales muy arraigados.

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