Está en la página 1de 3

Cuando sentimos indiferencia hacia

la pareja
Este artículo ha sido verificado y aprobado por Gema Sánchez Cuevas el 13 febrero,
2019

Francisco Javier Molas López ·  13 febrero, 2019


Cuando aparece la indiferencia hacia la pareja es momento de replantearse
algunas cuestiones importantes. ¿Es momento de poner punto y final a nuestra
relación?
 

Preparamos la comida. Nos sentamos a comer. Nuestra pareja está en frente


de nosotros. Comemos mientras miramos la televisión. Comentamos un poco
cómo ha ido la mañana. Ella bebe un poco de agua. Nos mira. Nos miramos.
Llevamos varios años juntos. Nos sonreímos. Nos relata alguna historia sobre
su familia. La observamos con atención mientras comemos en silencio. La
queremos. Es una parte muy importante en nuestra vida.
Sin embargo, ya no nos sentimos conectados con ella. Jamás
desearíamos que le ocurriera algo malo, pero ya nada es lo mismo. ¿Quién no
ha vivido una situación similar? La indiferencia hacia la pareja es un tema
complejo a la par que doloroso.
Cuando la indiferencia hacia la pareja ocupa cada vez más momentos o se
hace más intensa, suele dar paso a una sensación de malestar que
termina haciéndose protagonista de nuestro estado de ánimo y de
nuestro cuerpo. ¿Qué está pasando? ¿Qué ha cambiado? ¿Se ha acabado el
amor? ¿Hemos sido víctimas de la monotonía?
A pesar de que no ha ocurrido nada malo destacado, esa conexión mágica ha
desaparecido. Expresiones como, “parecemos más amigos que una pareja” o
“la veo más como mi hermana que como mi novia” se repiten de forma
frecuente en muchas relaciones. ¿Es momento de poner punto y final o
se puede reavivar la llama del amor? 

Indiferencia hacia la pareja: ¿se acabó el amor?


El amor es un concepto de tintes abstractos. Somos nosotros quienes
construimos buena parte de su significado. Si nos ceñimos a la
definición budista, el amor es el deseo y la aspiración de que todos los seres
sean felices y tengan las causas de la felicidad. Desde este punto de vista, el
amor es posible que no se haya acabado, porque a pesar de sentir indiferencia
hacia nuestra pareja, le deseamos todo el bien. Sin embargo, hay un cambio
evidente. Nuestros deseos hacia ella son los mejores, pero ya no
somos felices compartiendo con el otro.
Quizá sería más correcto matizar en que se ha acabado el “amor
romántico”. Hemos dejado de ver a nuestra pareja como una compañera de
vida y la vemos como alguien que está a nuestro lado, pero que ya no nos
aporta demasiado. Escuchamos sus historias con la atención que sostiene la
voluntad o la obligación, pero no el interés. Nos despreocupamos en buscar
tiempos de intimidad. Las relaciones sexuales han pasado a un segundo,
tercer o décimo plano.
Como afirman García e Ilabaca (2013) sobre las relaciones, “los dos
miembros que la componen deben construir una identidad
particular para la integración y acomodación de ambas
individualidades, lo que no resulta fácil”. Desde esta teoría, cuando
ambos miembros dejan de construir una identidad conjunta, se corre el riesgo
de que la pareja comience a despedazarse.

Todo tiene un tiempo


La idea romántica de que una relación ha de durar para siempre, contra viento
y marea puede llegar a ser muy dañina. No todas las relaciones tienen la
misma duración. Además, es necesario comprender que las que duran más no
tienen por qué ser mejores. En este sentido, proyectar una expectativa sobre la
duración de una relación puede acabar siendo contraproducente; en este
escenario vemos como, en ocasiones, nos empeñamos en alagar
aquello que ya no da más de sí. 
Por otro lado, no es tan fácil poner punto y final a una relación. Como destaca
Bowlby (1995), “la amenaza de pérdida despierta ansiedad y la pérdida
afectiva ocasiona tristeza y rabia“. Así que, a pesar de sentir
indiferencia hacia la pareja, el hecho de perderla nos puede
ocasionar ansiedad, tristeza y rabia. Experimentar la sensación de
perder a alguien querido, aunque ya no nos llene, nos produce ansiedad y
malestar.
En este sentido, apuntar que la ansiedad o la sensación de malestar
son fenómenos comunes en el marco de una separación con
independencia de quién haya tomado la iniciativa. Por lo tanto, si
aceptamos ciertas emociones como normales y pasajeras, nos será mucho
más fácil sobrellevar la ruptura.
¿Y ahora qué? Aprende a estar contigo mismo
Cuando la indiferencia hacia la pareja ha terminado con la relación, muchos se
preguntan: ¿y ahora qué? Algunas personas se inclinan en buscar a otra
persona, es decir, sienten la necesidad de llenar ese vacío iniciando otra
relación. Otras prefieren estar solas un tiempo. Sin embargo, cuando se
acaba una relación, la mejor opción es aprender -reaprender o
reacostumbrarnos- a estar con nosotros mismos. De esta forma,
evitaremos caer en otra relación por dependencia.
Existe un gran número de personas incapaces de llevar una vida sin alguien a
su lado. Por muy romántico que parezca, lo que se esconde detrás de
esta necesidad generada es un factor elevado de dependencia
emocional.
A muchos les aterra estar consigo mismos, no tener nadie a quien
abrazar, escuchar sus pensamientos o identificar qué quieren y no quieren.
Existe un vacío interior que pretenden llenar con afecto exterior. De esta
manera es muy difícil esperar a una persona que realmente encaje,
condenando así a la nueva relación a un final próximo.
Solo cuando nos sintamos llenos por dentro, estaremos plenamente
capacitados para mantener una relación sana, sin apegos ni dependencias…

Link
https://lamenteesmaravillosa.com/cuando-sentimos-indiferencia-hacia-la-
pareja/

También podría gustarte