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Un simple adiós

Hace ya unos 55 años en medio de un cabaret japonés decenas de mujeres


semidesnudas (las profesionales del placer, o quien sabe quién) pasean
atendiendo a clientes pertenecientes a la Yakuza, detrás de tan hermosa
fotografía digna de los grandes tan grandes que no se me ocurrió nadie que
alcanzara tal grandeza, se encontraba un joven ayudante de dirección de una
película que nunca he visto y seguramente en el corto plazo no veré, Ankokugai
saidai no ketto y ese joven crecerá para ser Albert Einstein, a no esto no es un
meme, es una persona que poco se conocía, pero aporto de gran manera Isao
Takahata, pero bueno es difícil de saber si la historia es real ya que el medio
donde lo leí es sumamente penca (mala).

Takahata como sabrán después de hacerse noticia su fallecimiento es el co-


fundador de estudio Ghibli, un estudio que poco hizo para llevar la animación
japonesa a occidente, a pesar de que eternamente asociamos el nombre de
Miyazaki, el director socialmente más activo que siempre se le asocia el éxito del
estudio, pero hay que ser analista en el trabajo de ambos, Miyazaki fue un
cineasta fantástico que se dedicó mayor mente al público infantil mientras que
Takahata habla un lenguaje fílmico totalmente diferente, hizo parte de sus
películas las melancolía, el proceso de madurez y la tragicomedia realista de
nuestro día a día.
Por donde partir en la carrera de un director que poco se le ha reconocido de
manera publica su éxito, podría comenzar nombrando sus aventuras televisivas
que aún se recuerdan en el consiente colectivo como lo fueron Heidi y Marco,
otras como Lupin III (el cual me declaro culpable de disfrutarlo de sobremanera) o
Ana de las tejas verdes, pero bueno su éxito no solo se quedó en la televisión,
con la experiencia que le dio participar y desarrollar obras atípicas en cuanto a
temática para la época, creo su más celebre e íntima animación, “La tumba de
las Luciernagas”.

La película, es un drama sobre dos hermanos que intentan sobrevivir a las duras
condiciones de la Segunda Guerra mundial, influenciada directamente por la
experiencia vivida en la infancia de Takahata, que con solo 10 años perdió a
familiares y amigos en un bombardeo a la ciudad de Uiyama. La historia
catalogada por el mismo como una michiyuki, un tipo de historia en la que se
enseña a los menores a seguir su propio camino sin ayuda de los adultos, es sin
duda un dura crítica a la guerra que difícilmente encontramos en otras películas
del mismo estudio.
Esta cuasi obsesión por el realismo lo distancia completamente del trabajo de la
otra gran mente creativa del estudio, películas como El cuento de la princesa
Kaguya, su última dirección, que recoge una antigua leyenda sobre una princesa
que viene de la luna, usa elementos fantásticos que quedan en simples
complementos anecdóticos que se pierden en una reflexión sobre que nos hace
humanos. De igual forma pasa en Pompoko, el uso de mapaches como
personajes es solo un recurso para camuflar la crítica social a la deforestación a
los bosques japoneses.

Pero en algo que si se le acerca al trabajo de su amigo Miyazaki, es en la


explotación del folklore japonés. Aunque mucho más occidentalizada,
principalmente por la influencia de Paul Grimault, que conoció su trabajo mientras
estudiaba la literatura francesa.

Es por eso que no es raro ver en este autor que contara historias sobre una niña
suiza o un niño italiano. Y tampoco referencias a autores como Jacques Prevert
en un melancólico filme nombrado “Recuerdos del ayer”.

Su última participación como productor fue “La tortuga Roja”, la primera película
realizada en el estudio por un no japonés.
Siempre bajo la alargada sombra de Miyazaki, nunca quiso ser protagonista y
entregaba siempre el éxito y los elogios a su amigo y compañero. Este maestro de
la animación encontró en Ghibli un espacio para expresarse e hizo películas que
hubieran sido imposibles en otro lado

Es por eso que estudio Ghibli no es simplemente Miyazaki. También es crudeza.


También es Isao Takahata.

Isao (ya que estamos al cierre lo tuteo) recibió el premio del Festival de Cine
Infantil de Chicago, el premio del Festival de Animación de Annecy (Francia) y
la Orden de las Artes y las Letras en Francia por sus traducciones de poesía al
japonés.

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