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Biblioteca de aula
1 y 2o Nivel de Transición
o
“Libros y más libros al alcance de la mano. Entrar al mundo de la cultura escrita”
Unidad de Educación Parvularia
División de Educación General
Ministerio de Educación
ISBN: 978-956-292-175-6
Alameda 1371, Santiago de Chile
Elaborado por: Alejandra Medina M.
Contraparte Técnica: Equipo Unidad de Educación Parvularia
Imprenta: Marmor
Diseño: Francisca Yáñez / Txomin Arrieta
Marzo, 2008
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 7
INTRODUCCIÓN 9
ANEXOS 163
Agradecemos a todas las editoriales de los libros presentados en “Libros
y más libros al alcance de la mano”, ellos representan un gran aporte al
aprendizaje para los niños de 1er y 2o Nivel de Transición de las escuelas
municipales y particular subvencionadas de nuestro país.
PRESENTACIÓN
7
INTRODUCCIÓN
La interacción de los adultos con los niños y niñas alrededor de los li-
bros, es una de las situaciones de aprendizaje y desarrollo más ricas
que puede generarse, siempre que ella no se encierre en la idea de leer
y comentar ligeramente la historia que éstos cuentan, sino que apunte
a que los niños y niñas, a través de la lectura de cada libro, aprenden a
leer el mundo.
9
1ª parte
Fundamentación
I - ¿POR QUÉ LIBROS EN LA EDUCACIÓN INICIAL?
2. Porque el aprendizaje de la lectura y la escritura requiere que los adultos “modelen” los actos de leer y
escribir frente a los niños y niñas.
Los estudios revelan que aquellos niños y niñas que en sus hogares cuentan con la presencia de diversos
textos y familias con mayores niveles de escolaridad, que utilizan el lenguaje escrito de manera cotidiana,
y con distintos propósitos, tienen mayores posibilidades de lograr mejores aprendizajes. Por el contrario,
aquellos niños de sectores desfavorecidos, cuyas familias no poseen libros y otros materiales letrados, y
por lo tanto, no poseen modelos familiares para su utilización, se encuentran en franca desventaja respecto
a sus competencias lingüísticas. Esta constatación, lleva a pensar, que, en sectores desfavorecidos, la pre-
sencia de libros y otros textos en las salas de clases y los modelos de utilización por parte de los adultos,
son necesidades primordiales2.
1
Hébrard, J. en Chauveau, 1997 ; Anderson & Teale, 1986.
2
Chartier et al, 1997
13
3. Porque aprender a leer y escribir significa aprender a construir y comunicar significados desde los prime-
ros encuentros con el lenguaje escrito.
Una tercera idea que fundamenta la necesidad de dotar los espacios educativos con variados libros, desde
temprana edad, se refiere a que actualmente se sabe que la lectura no consiste sólo en “sonorizar signos”;
la lectura es fundamentalmente un acto durante el cual el lector moviliza su inteligencia con el fin de cons-
truir los sentidos de un texto. Durante la lectura, el lector, a partir de las claves del contexto y del texto,
activa sus conocimientos y experiencias para aportarlos al proceso lector; establece relaciones, anticipa el
contenido del texto, formula hipótesis, realiza inferencias, se plantea interrogantes, elabora y re elabora
respuestas3 (operaciones intelectuales). Entrar al lenguaje escrito es mucho más que aprender las letras y
reconocer palabras; es aprender a construir los sentidos de un texto, a apreciarlos, criticarlos o recrearlos;
es entrar a un mundo infinito de conocimientos, aprender a percibir una situación comunicativa, a descubrir
las sutilezas del lenguaje, a detectar cómo las marcas específicas de los textos permiten comunicar signifi-
cados. Entrar al lenguaje escrito, aunque aún no se sepa decodificar, es aprender a seguir y comprender las
huellas que va dejando el ser humano a través de sus experiencias, de sus creaciones, de sus reflexiones.
4. Porque aprender a leer y escribir significa aprender a enfrentar la complejidad del lenguaje escrito desde
los primeros encuentros con los textos.
Los niños pondrán en juego estas operaciones intelectuales que se mencionan anteriormente, siempre que
las experiencias vividas, desde la sala cuna, los hayan llevado a comprender que el desafío del acto lector
es la construcción de significados. Por el contrario, si los primeros contactos con el lenguaje escrito o la
enseñanza inicial de la lectura y la escritura, se focalizan sobre el “mecanismo de la lectura y la escritura
de palabras”, los niños no tienen ocasión de enfrentar la complejidad del acto lector, ni de construir las
competencias mencionadas.
Construir una competencia compleja es enfrentar todos los elementos que forman parte de dicha com-
plejidad. Por ello, para que un niño o niña aprenda a comprender y adopte una actitud lectora adecuada,
es esencial que siempre lo que le lea un adulto, posea un nivel de complejidad que lo desafíe a construir
significados, enfrentando, desde el inicio, textos simbólicamente ricos, que le generen conflictos de inter-
pretación4. Cuando la educadora, lee libros u otros materiales impresos a los niños y niñas, los enfrenta
permanentemente al desafío de construir significados de textos complejos, esta actitud es gradualmente
interiorizada por el niño, como comportamiento activo frente a la lectura, lo contrario ocurre cuando los
textos son precarios o faltos de sentidos complejos e interesantes; en este caso, los niños y niñas adquie-
ren comportamientos pasivos y encuentran gradualmente mayores dificultades para inferir y anticipar el
contenido del texto.
3
Condemarín, 1991; Condemarín & Medina, 2005.
4
Boussion et al., 1996.
14
2ª parte
Orientaciones
generales
I - Generar una dinámica cultural: un ambiente estimulante
para aprender a leer y escribir
Coherentemente con los conceptos sobre lectura y escritura planteados, la entrada de los niños y niñas al
lenguaje escrito, desde la sala cuna, requiere establecer una dinámica cultural en la sala de actividades5.
Esto implica que ellos vivan la lectura y la escritura en un ambiente culturalmente estimulante, donde per-
ciban múltiples invitaciones, de parte de sus educadoras, que los lleven a tomar contacto con el lenguaje
escrito, a utilizarlo con variados propósitos (proyectos, textos diversos, salidas, investigaciones, exposi-
ciones, lecturas diversas) y a experimentar los desafíos que plantea el lenguaje cuando es utilizado en
situaciones reales.
Establecer en la sala de actividades una dinámica de aprendizajes culturales o una dinámica cultural, im-
plica crear algunas condiciones, tales como las que se explican brevemente en los párrafos que siguen: 1)
Ofrecer a los niños y niñas oportunidades para utilizar y enriquecer el lenguaje oral y escrito; 2) Construir
referentes culturales comunes al conjunto de los niños y niñas del curso; 3) Lograr que los niños y niñas
construyan una cultura del material impreso y que tomen conciencia de las marcas del lenguaje escrito; 4)
Enseñarles a leer en redes, 5) Enseñarles a escribir en redes; 6) Realizar disertaciones; 7) Realizar exposicio-
nes; 8) Dotar el espacio educativo de libros y otros textos, de manera masiva.
1. Oportunidades para utilizar y enriquecer el lenguaje oral y escrito
En esta perspectiva cultural, la vida cotidiana de la clase ofrece oportunidades a cada niño y niña para utili-
zar el lenguaje con diferentes funciones: exponer, informar, debatir, conversar, dar instrucciones, narrar. Por
ejemplo, durante la realización de proyectos, los niños toman la palabra en contextos reales para organizar
las actividades, regularlas, evaluar las producciones, intercambiar con los otros las formas diversas de rea-
lizarlas. También, ellos toman la palabra en contextos imaginarios; por ejemplo, para comentar los cuentos,
crear historias y diálogos de los personajes. Del mismo modo, el trabajo en proyectos o investigaciones,
abre espacios para que los niños y niñas lean y escriban con variados propósitos, también en contextos
reales e imaginarios.
2. Construir referentes culturales comunes
Esta dinámica cultural, necesaria para el aprendizaje de la lectura y la escritura, apunta a la construcción
colectiva de referentes culturales comunes, con los niños y niñas, los cuales refuerzan su capacidad de
observación en la medida que enriquecen las distinciones que les permiten “ver”, nombrar y comprender
el mundo de manera cada vez más rica y compleja. De este modo, los niños desarrollan conocimientos pre-
cisos sobre el cuerpo humano, animales y plantas, el cosmos, las máquinas, la ciudad y otros ámbitos del
entorno natural y social; todo lo cual impacta positivamente en el enriquecimiento de su corpus lingüístico
y de manera relevante en su comprensión lectora.
Por otra parte, cabe destacar que las ocasiones de comunicar sus aprendizajes sobre el mundo provocan
mucho placer en los niños y niñas, constituyendo un excelente vínculo con la familia, dado que, al revelar
sus avances cotidianamente, provocan en los padres sorpresa y satisfacción y los llevan a descubrir la im-
portancia de favorecer estas nuevas inquietudes de sus hijos fuera de la escuela.
3. Cultura del material impreso y conciencia de las marcas del lenguaje escrito
La distinción de entrar al lenguaje escrito a través de una dinámica cultural, apunta a que los niños y niñas
muy tempranamente, posean una cultura del material impreso. Esto significa que ellos aprenden a dife-
renciar los tipos de textos y sus funciones, a través de sus marcas externas. Por ejemplo, que distingan un
cuento de un libro de información; reconozcan autores, colecciones, editoriales; un diccionario como un
texto para buscar el significado de las palabras o un libro documental para obtener información sobre algún
tema específico.
La cultura del material impreso también le permite a los niños y niñas enfrentar y comprender gradualmen-
te, el sentido de la diagramación de los textos, su estructura, la identidad ortográfica de las palabras, la
puntuación, entre otros. Por el contrario, si los niños y niñas sólo toman contacto con textos simplificados,
elaborados especialmente para efectos de enseñanza, ellos no asignan importancia a dichas marcas lingüís-
ticas y no desarrollan una percepción conciente de su variedad y complejidad y del real funcionamiento del
lenguaje, enfrentando serias dificultades para su comprensión cuando cursan niveles superiores.
5
Boussion et al.,1998; Chauveau, 1997, 2000, 2001; Devanne, 1997, 2001, 2006 ; Laparra, 2001.
17
4. “Leer en redes”
De acuerdo a esta perspectiva cultural, algunos autores proponen que los niños y niñas aprendan a “leer
en redes”6. Esto implica llevarlos a establecer relaciones entre el texto que se les está leyendo y otros an-
teriormente leídos, depositados en la memoria cultural del lector; por ejemplo, establecer relaciones entre
los autores, las ilustraciones, las colecciones, los tipos de textos, los temas abordados, los conocimientos
aprendidos, los tipos de personajes, las formas en que los personajes son nombrados, las formas de narrar
las historias, los tiempos en que la historia ocurre, las opciones de enunciación; y también, establecer rela-
ciones entre lo que ocurre en la narración y las propias experiencias de vida.
Estas actitudes en los niños y niñas, como: Establecer relaciones, comparar, y criticar, constituyen los pila-
res de las competencias lectoras, movilizan su inteligencia y superan la literalidad de los textos para tejer
los sentidos, y construir los significados. Al mismo tiempo, el ejercicio deliberado y sistemático de estable-
cer todo tipo de relaciones entre textos, entre los textos y las experiencias personales del lector, facilita la
construcción de una “memoria literaria estructurada”7, constituida por el conjunto de libros leídos y por su
procesamiento colectivo e individual, los cuales son un referente que ayuda a la comprensión de los textos
en profundidad.
5. Escribir en redes
Escribir en redes significa utilizar los conceptos, palabras, expresiones o estructuras observados en los
libros leídos, para producir los propios textos. Por ejemplo, los niños y niñas escriben la ficha de un ani-
mal, utilizando las categorías observadas en lecturas previas: características físicas, hábitat, alimentación
y reproducción. O bien, consultan un libro sobre animales, leído con anterioridad8, para buscar el nombre
de un determinado animal que necesitan mencionar en un texto; o consultan una parte ya conocida de un
atlas, para buscar el nombre de un país o de una ciudad que quieren mencionar en un texto que se encuen-
tran escribiendo. También, los niños pueden escribir un cuento, utilizando la estructura de otro cuento ya
leído con anterioridad; o bien, escribir una frase, utilizando el modelo aparecido en un libro ya leído, pero
cambiando algunos elementos.
6. Realizar disertaciones
La realización de disertaciones, utilizando los libros leídos como fuente de información sobre un tema
determinado, es una ocasión generadora de múltiples aprendizajes. Los niños y niñas aprenden a buscar
información a organizarla, a comunicar sus hallazgos y aprendizajes de manera comprensible y atractiva
para los otros. Para ello, es conveniente apoyar al niño en la búsqueda de la información, además de ofrecer
modelos o estructuras para organizar la disertación y presentarla.
Estas disertaciones pueden versar, tanto sobre temas variados tales como animales, plantas, conocimien-
tos biológicos, físicos, geográficos, biografías de personajes, como sobre cuentos leídos, su historia, sus
personajes.
6
Devanne, 1997, 2001, 2006 ; Jordi, 1998 ; Mazel, 2003 ; Pasa et al., 2006; Tauveron, 2002.
7
Tauveron, 2002. P. 42.
8
Ejemplos de esto pueden verse en la Segunda parte de esta Guía, en relación a la utilización específica de los libros.
18
7. Realizar exposiciones
La producción de textos, maquetas, dibujos de los niños, tiene sentido en la medida que sean comunicados
a alguien. Es así, como la exposición de las producciones de los niños cumple un rol fundamental en su
motivación para realizarlas y, al mismo tiempo, son una instancia de evaluación y de toma de conciencia de
los factores que permitirían avanzar en su calidad.
Las exposiciones pueden ser muy sencillas, como poner en muros de afichaje en la sala de actividades,
algunas producciones de los niños relacionadas con las actividades realizadas; o bien, pueden ser más
complejas y formar parte de proyectos que implican socializar los aprendizajes y productos con otros niños
de la escuela, con las familias o la comunidad.
8. Dotar a los espacios educativos de libros y otros textos de manera masiva.
El Observatorio Nacional de la Lectura de Francia, recomienda con mucha fuerza que los niños y niñas,
desde la educación inicial, tengan contacto con libros variados en la sala de actividades, dado que el en-
cuentro renovado con las historias que esos libros cuentan y con el mundo que ellos evocan, jugaría un
rol determinante para abrir, anticipar y acompañar los aprendizajes sistemáticos de la lectura, la escritura
y construcción de toda clase de aprendizajes9. La presencia de libros en la sala de clases es especialmente
decisiva en el caso de niños que no tienen esa oportunidad en sus ambientes familiares y comunitarios,
tanto para la construcción de su identidad psíquica, como para su entrada a la cultura.
La lectura cotidiana de cuentos y otros textos a los niños y niñas en la educación inicial, ejerce un impacto
tan importante en sus aprendizajes y en el desarrollo del placer de leer, que algunos autores dan cuenta de
experiencias de alfabetización inicial, mencionando que los primeros 15 días de clases, la educadora ya ha
leído 30 libros a los niños de 3 y 4 años10. A su vez, se menciona la lectura de 128 textos en un año, entre
cuentos y textos informativos11, agregando que durante la 1a semana del año, los niños y niñas leyeron 7
cuentos, 5 textos de información, algunas definiciones de diccionario y varios poemas; en tanto que durante
la 2a semana, leyeron 5 libros de cuento (álbumes12), dos informaciones de enciclopedia sobre animales,
algunas noticias de diccionario, varios poemas y un cuento más largo13. Esto revela la importancia de mul-
tiplicar las experiencias de lectura, debido a que el impacto sobre los aprendizajes ocurre, cuando las expe-
riencias de lectura y las interacciones alrededor de los textos leídos, son numerosos y cotidianos.
9
Javerzat et al., 2003.
10
Corbenois, 2006.
11
Clases de 1er año de enseñanza básica en escuelas pertenecientes al Grupo Lectura-Escritura de l’Orne, Francia.
12
Un álbum es un libro para niños, en el cual predomina ampliamente la ilustración por sobre el texto escrito.
13
Devanne, 2001.
19
II - La “zona de libros”
La “zona de libros” en el aula, es un sector instalado de manera permanente, especialmente estructurado
para el encuentro con libros de los más variados tipos que sea posible. Es importante que este espacio
tenga un lugar preferencial en la sala, como una señal, para los niños y sus familias, de la importancia que
la educadora y el establecimiento educativo le asignan a los libros. Para ello, pueden disponerse las mesas
más juntas, en la parte media y posterior de la sala, dejando un mayor espacio libre para la “zona de libros”,
como se aprecia en la fotografía.
1. Disposición y clasificación
Escuela La Fontaine,
Alençon, Francia
Idealmente, este espacio debería estar en el sector delantero de la sala de clases, rodeando al pizarrón, de
manera que éste se pueda utilizar cuando sea necesario durante las actividades relacionadas con la lectura.
Si el espacio lo permite, es interesante disponer algunas “graderías o tarimas de madera” de dos o tres
escalones, de manera que los niños y niñas puedan sentarse alrededor de la educadora y de los libros. Los
libros pueden ordenarse en contenedores, en repisas y, preferentemente, en presentadores que permitan
visualizar aquellos libros relacionados con las actividades que se están realizando o los referentes culturales
que están en vías de construirse. Esta exposición que se renueva periódicamente, según las circunstancias,
desarrolla actitudes positivas de lectura en los niños, y los induce a colaborar con su ordenamiento flexible
y razonado.
Respecto a la clasificación de los libros en los presentadores o contenedores, ésta debe ser flexible y deci-
dida en conjunto con los niños. Por ejemplo, los libros pueden separarse en cuentos, libros de información,
poesía; pero también, pueden separarse en cuentos cuyo personaje principal es un niño o niña, un animal,
un ser maravilloso o mágico; o bien, aquéllos que ocurren en contextos actuales o pasados; etc. Lo impor-
tante es involucrar a los niños y niñas en esta clasificación e invitarlos a mantener ese orden durante el
tiempo que sea pertinente. Es interesante además, que cuando un niño o niña guarda un libro en determi-
nado lugar de la zona de libros, éste pueda justificar su decisión.
2. Contenido de la zona de libros
Es importante que la cantidad de libros sea apreciable, con el fin de multiplicar y diversificar las experiencias
de los niños y niñas con los libros. El Ministerio de Educación ha distribuido en esta oportunidad 28 libros;
sin embargo, las educadoras y escuelas pueden emprender otras iniciativas para aumentar este número.
Respecto a la selección de los ejemplares, cabe destacar que éstos no han sido seleccionados de entre
aquéllos que poseen estructuras simples e informaciones precarias, “adaptadas a los niños y niñas”. Por
el contrario, los libros que integran la biblioteca de aula distribuida por el Ministerio de Educación, poseen
distintas funciones, temas y estructuras de niveles apreciables de complejidad. Es así como se incluye cuen-
20
tos cortos ilustrados, cuentos más largos, poesía, libros de información o documentales, diccionario, atlas
y libros para jugar con el lenguaje.
Dentro de los libros distribuidos por el Ministerio de Educación para formar parte de la “Zona de libros”, se
pueden distinguir los siguientes tipos de libros:
Álbumes
Los álbumes son libros en los que predominan las ilustraciones y poseen poco texto, apuntando a las pri-
meras lecturas de los niños y niñas. Ellos pueden ser narrativos, como “Pedrito y el lobo”, de información
o también, pueden ser de narrativa pero incluyendo información sobre algún tema; por ejemplo, “Camille
y los girasoles”, que incluye información sobre el pintor Vincent van Gogh.
Cuentos y leyendas
Dentro de los libros de narrativa, es interesante que haya diversos tipos de cuentos:
• Cuentos tradicionales, como “El lobo y las siete cabritas” y “Pedrito y el lobo”;
• Leyendas, como “La creación del mundo” o “El torito de Caliboro”;
• Cuentos maravillosos como “El Flautista de Hamelin”;
• Cuentos fantásticos, como “Carlota y los dinosaurios” o “Mateo de paseo por el Museo del Prado”;
• Cuentos de orígenes, como “La creación del mundo” o “El mar dijo basta”.
• Cuentos realistas, como “El problema de Lorena” o “Carboncillo”;
• Cuentos biográficos, como “Camille y los girasoles”;
• Cuentos en contextos actuales, como “Agapito y Enolfa maravillados con el arte”, “Un arco iris en la
oscuridad”;
• Cuentos en contextos de pueblos originarios, como “La Pequeña Rosa Rosalía” o “La creación del mundo”;
• Cuentos en contextos históricos, como “Croniñón” o “Mateo de paseo por el Museo del Prado”;
21
• Cuentos de encuentros sucesivos o con estructuras repetitivas, como “La Cebra Camila” o “La pequeña
Rosa Rosalía”;
• Cuentos de falta y castigo, como “El Flautista de Hamelin” o “Pedrito y el lobo”;
• Cuentos de heroísmo y recompensa, como “Croniñón”;
• Cuentos de relato dentro del relato, como “Mateo de paseo por el Museo del Prado”, “Carlota y los dino-
saurios” o “Vaya rabieta”.
Juegos lingüísticos
En el nivel de Transición mayor, el trabajo de desarrollo de la
conciencia fonológica constituye un objetivo preferencial; por
ello, los libros centrados sobre el lenguaje, tal como “Jugue-
mos a leer”, son interesantes, dado que llevan a los niños a
profundizar sobre los sonidos del habla, las rimas, las alitera-
ciones, los ritmos. Asimismo, este tipo de libros llevan a los
niños a aprender diversas manifestaciones de la cultura oral,
tales como las adivinanzas, canciones, trabalenguas y juegos
lingüísticos.
Poesía
La Antología poética elegida, evita reducir la selección a aque-
llos poemas que se consideren comprensibles por los niños o
que se consideren como un “pequeño texto simpático”; esto
impediría que los ellos accedan al mundo de la poesía, con su
lenguaje divergente, sus metáforas, sus estructuras diversas;
y también revelaría un menosprecio a las capacidades de los
niños y niñas de emocionarse o sorprenderse en el encuentro
con palabras inesperadas, sonoridades, ritmos o textos extra-
ños que pueden gatillar posteriormente sus propias produc-
ciones creativas14. Por ello, dentro de la “Antología de poesía
infantil” que se incluye, hay poemas cortos y más extensos,
hay poemas con y sin rima, poemas muy simples, pero otros
más abstractos y difíciles de interpretar.
14
Devanne, 1997: 24.
22
3. La zona de libros, un recurso que puede ser enriquecido
La zona de libros puede ser enriquecida por la educadora, con
el apoyo de los niños y niñas, de las familias o de la comuni-
dad. Es así como pueden integrarse a este espacio: los libros
producidos por los niños, libros proporcionados temporal
o permanentemente por la familia o donaciones de la comu-
nidad. Especial mención merecen los llamados textos autén-
ticos; es decir, aquellos textos del entorno de los niños, tales
como diarios y revistas, folletos, catálogos, la Guía de teléfo-
nos, guías turísticas, afiches, videos y discos compactos, entre
otros.
15
Condemarín, Galdames, Medina, 2005.
23
Producciones de los niños y niñas
El lenguaje tiene sentido en la medida que permite comunicarse con otros. En tal sentido, los productos
elaborados por los niños y niñas a partir de sus lecturas, constituyen un recurso poderoso para estimular
sus producciones, así como para retomar los temas abordados en los libros a los cuales estas aluden. Co-
herentemente, los niños pueden escribir textos que se integren a la biblioteca; por ejemplo, libros sobre
los oficios de los padres, sobre los sueños, sobre determinado tipo de animales, “El libro de los cantares”,
con las canciones aprendidas; el “libro de la vida”, escrito con sus propias experiencias; el libro de cartas a
personajes de los cuentos, etc17.
17
Ver Condemarín, Galdames, Medina, 2005: 202.
24
Algunas recomendaciones:
• Establezca un momento diario en que los niños y niñas, luego
de llegar a la sala, se encuentren libremente con los libros.
Para ello, éstos deben estar dispuestos en los presentadores o
en algún sistema que los haga visibles y atractivos.
• Durante los primeros días, deje los libros sin un orden especí-
fico. Más adelante, ordénelos con los niños, preguntándoles a
ellos con qué criterios se podrían ordenar. Deje que ellos pro-
pongan soluciones y pregunte siempre por qué los ordenarían
de un modo u otro.
• Mientras ellos leen, lea usted también algún libro, haga co-
mentarios sobre algo que le llame la atención de lo que está
leyendo y manténgase disponible para responder a sus inte-
rrogantes.
18
Javerzat et al., 2003: 43
25
Algunas sugerencias:
1. Preparación
• Escoja con anticipación un cuento. Léalo varias veces, en silencio y en voz alta; escuche la historia que na-
rra, escuche las palabras que utiliza, su ritmo, el ambiente que se genera. Fórmese imágenes mentales de
las escenas que describe. Observe las ilustraciones. Aprecie qué informaciones aportan las ilustraciones
en relación al texto.
• Sitúe la historia en su contexto: dónde ocurre, en qué época. Trate de recordar la secuencia de hechos: qué
hecho gatilla la historia, qué intentos de solución ocurren, cómo se resuelve. Piense en cada personaje, el
rol que éste cumple en la historia.
• Pregúntese sobre el significado último de la historia, sobre lo que ha querido decir el autor. Relacione este
significado con sus propias experiencias. Relacione el significado con otros libros leídos anteriormente a
los niños o con alguno leído por usted.
• Observe la tapa y todos los elementos que en ella aparecen, así como en los créditos. Lea la ficha del
cuento que se presenta en esta Guía (Tercera parte).
• Prepare algunas preguntas de distintos niveles de complejidad. Por ejemplo, preguntas que apunten a:
- Recordar detalles.
- Recordar secuencias.
- Caracterizar personajes.
- Recordar o imaginar ambientes.
- Inferir situaciones, sentimientos, causas, efectos.
- Establecer relaciones entre elementos del texto.
- Establecer relaciones con otros textos leídos.
- Establecer relaciones con experiencias o situaciones conocidas o vividas.
2. Lectura en voz alta: la magia de la lectura
• Invite a los niños y niñas a sentarse, idealmente, en la “zona de libros”, alrededor suyo.
• Lea en voz alta a los niños y niñas, con un volumen de voz normal que genere un ambiente de intimidad,
imprimiendo inflexiones a la voz, que acompañen el significado de lo que se está leyendo. También puede
cambiarse ligeramente el timbre de voz o la dicción, para caracterizar a distintos personajes. Se trata de no
contaminar la historia con una excesiva dramatización.
• Lea mostrando, en todo momento, el texto y las ilustraciones a los niños y niñas.
26
3. Construir referentes culturales
• Lea el título del cuento, muestre a los niños y niñas la tapa y las informaciones que aparecen: el autor, el
ilustrador, la editorial. Cuénteles en ese momento o después –si parece pertinente– dónde fue publicado,
en qué idioma, en qué año; comente con ellos algunos aspectos respecto al autor o autora, al ilustrador(a),
o a otros temas que le parezcan interesantes. Estos comentarios no requieren ser hechos cada vez que
se lea un libro, ni tampoco requieren ser hechos siempre antes de leerlo; más bien hay que actuar con
flexibilidad y buscar el momento propicio; por ejemplo, cuando los niños y niñas soliciten que se les lea
de nuevo el mismo cuento, o cuando surjan comentarios sobre él por alguna razón, o una vez que termina
la lectura y los comentarios sobre lo leído.
• Retome, en otros momentos, estos conocimientos surgidos de la lectura del cuento; ellos constituyen los
referentes culturales comunes de su grupo. Estos referentes culturales se refieren, por una parte, a la me-
moria literaria, pero también, a las palabras, conceptos, expresiones, temas diversos, a las características
de los textos, etc.
4. Aprender a comprender
• Pregúnteles de qué creen que se trata el cuento, después de haber visto las ilustraciones de la tapa y es-
cuchado el título. Pregunte “por qué” cada vez que un niño o niña formule su propia hipótesis, favorezca
el intercambio de opiniones entre ellos. Escuche sus reacciones acerca de las ilustraciones. No corrija lo
que dicen, sino que deje que los niños y niñas digan sus puntos de vista.
• Comience a leer. Muestre las ilustraciones de cada página, escuchando brevemente sus reacciones, incen-
tivándolos a formular hipótesis sobre lo que va a ocurrir, a inferir las razones por las cuales determinado
hecho ocurre, o las razones de las actitudes de los personajes. Comente usted algunos aspectos que le
parezca necesario aclarar, pregúnteles su parecer. No cierre nunca esos intercambios diciendo su propia
verdad, deje que ella se vaya construyendo colectivamente.
• Lea todo el libro. Escuche sus reacciones y puntos de vista respecto a los personajes, a sus comportamien-
tos, a sus sentimientos, a la secuencia de hechos, a sus impresiones sobre el final de la historia.
• Retome el libro, en ese momento o más tarde, mostrando las ilustraciones; abra espacios para que ellos
las comenten –las vestimentas, los lugares, las actitudes y expresiones– y solicíteles que vayan diciendo
a qué parte de la historia corresponden.
5. Leer en redes
• Invítelos a comparar la historia o los personajes o las ilustraciones, ya sea con otros libros leídos o con sus
propias experiencias. Modele Ud. este tipo de comentarios.
• Deje la fotocopia de la tapa del libro en un lugar donde vayan quedando todos los libros leídos de manera
que permitan recordarlos, apelar a ellos para referirse a los temas que abordan, etc.
• Mantenga en el muro de la sala un listado con los nombres de los libros y textos leídos y la fecha.
6. Lectura pública
La lectura pública consiste en que el niño o niña “lee” en voz alta a sus compañeros un cuento u otro texto,
mostrando las ilustraciones, tal como lo hace la educadora, dado que, a fuerza de escuchar su lectura reite-
rada, lo sabe de memoria –lo que Mabel Condemarín llamó “jugar a leer”–. Este momento tiene un positivo
impacto sobre la imagen que los niños y niñas se construyen de sí mismos y sobre los aprendizajes en jue-
go19, por ello, es interesante que la lectura pública, se constituya en un momento sistemático en la clase y
los niños y niñas “se inscriban” para leer al grupo, un álbum escogido por ellos. En una primera instancia,
esta actividad permite que el niño y la niña reformulen la historia con sus propias palabras en una situación
de comunicación que tiene sentido para él y ella; y, gradualmente, comiencen a reutilizar textualmente el
vocabulario y las construcciones gramaticales y sintácticas de los libros, las cuales no pertenecen al len-
guaje oral corriente (y menos aún al lenguaje oral que los niños practican), sino que “a la lengua propia del
lenguaje escrito”.
19
Devanne, 2006.
27
Al final de Transición mayor y en los niveles posteriores, la “lectura pública” es la lectura de un texto o de
una parte de un texto, que ha sido preparada por el niño y la niña con su familia, para lo cual él se ha inscrito
en la clase con anterioridad.
Este hecho tiene una singular importancia para el éxito escolar, puesto que los estudios revelan que uno
de los factores que influye en las dificultades escolares de los niños de sectores desfavorecidos, reside en
que sus formulaciones orales no son transferibles al lenguaje escrito20. Antes de leer y escribir, los niños y
niñas deben poder producir formulaciones verbales transferibles al lenguaje escrito, para lo cual requieren
interlocutores capaces de modelarlas. Los niños y niñas cuyos padres o adultos significativos utilizan estas
formulaciones de manera natural, “entran en convivencia” con sus educadoras y profesores desde el pri-
mer día, accediendo con mucha facilidad a las actividades escolares21. Lo contrario ocurre con los niños y
niñas cuyos padres utilizan otras variantes del lenguaje, diferentes al lenguaje utilizado en la escuela.
Las experiencias de lectura, que se realizan sistemática y regularmente, deben contar con tiempos defini-
dos. Idealmente, deberían ocurrir dos veces al día, marcando el inicio, tanto de la jornada de la mañana
como de la tarde, ofreciendo de este modo, una gran cantidad y variedad de situaciones que responden
así, a las diversas necesidades de aprendizaje e intereses de los niños y niñas, y también a sus estilos de
aprendizaje. Es la abundancia de situaciones como estas, la que hace posible transferir a los niños y niñas,
las actitudes y comportamientos más adecuados para utilizar el lenguaje escrito.
20
Fiquet, 2002
21
Chevillard, 2006
22
Medina, 2003, 2005
28
Las estrategias de procesamiento de la información realizadas antes de la lectura, apuntan a activar y en-
riquecer los conocimientos y esquemas cognitivos de los niños y niñas para ponerlos al servicio del acto
lector, anticipando los contenidos del texto. Las actividades de procesamiento de la información que se
realizan durante la lectura, apuntan a formular inferencias y predicciones, a conceptualizar, crear imágenes
mentales, confirmar o rechazar las hipótesis, plantear y responder preguntas. Las actividades de procesa-
miento de la información que se realizan después de la lectura, apuntan a comentar el texto, parafrasearlo
o decirlo con las propias palabras, elaborar esquemas y organizadores gráficos, dramatizar y producir otros
textos a partir del texto leído23.
También, en este espacio, la educadora lee el texto, o partes del texto, en voz alta –“lectura compartida”24–,
para ofrecer a los niños y niñas un modelo de lectura fluida y expresiva, y los invita a “leer”, repitiendo
después de ella.
Finalmente, la Lectura Estratégica Interactiva propone una “minilección” que es un momento muy breve,
destinado a tomar conciencia de determinadas características del lenguaje, referidas a aspectos fonológi-
cos, ortográficos, sintácticos, semánticos y pragmáticos25.
Algunas sugerencias:
1. Actividades de procesamiento o construcción del significado antes de la lectura26.
Este momento tiene particular importancia, dado que busca activar y enriquecer los conocimientos y esque-
mas cognitivos de los niños y niñas para ponerlos al servicio del acto lector, anticipando los contenidos del
texto. Esta actividad es una condición básica de la comprensión y lleva al niño y la niña a adoptar conductas
activas, alertas y de movilización de su inteligencia. La activación y enriquecimiento de los conocimientos
previos se logra a través de:
• Preguntar de qué tipo de texto se trata y por qué.
• Preguntar de qué creen que se trata el texto, a partir del título o de las primeras oraciones o párrafos (an-
ticipar el contenido).
• Anticipar las acciones, en el caso de un texto narrativo, preguntando: qué creen que va ocurrir, qué perso-
najes aparecerán, dónde ocurrirá la historia, etc.
• Anticipar el contenido, en el caso de un texto informativo, preguntando: sobre qué creen que trata el texto,
qué temas abordará, qué palabras aparecerán, etc.
• Preguntar con qué relacionan el título o el tema del texto y realizar una lluvia de ideas (activación y enri-
quecimiento de conocimientos previos).
• Confeccionar un mapa semántico (categorizar las ideas surgidas).
• Escribir brevemente las hipótesis de los niños sobre el posible contenido del texto.
2. Lectura y actividades de procesamiento o construcción del significado durante la lectura.
Durante este momento, la educadora, utilizando el texto en gran formato, puede modelar la lectura fluida y
expresiva, mostrando las palabras con un puntero a medida que las lee. Para ello, lee el texto en voz alta
y luego, invita a los niños y niñas a “leer” a coro con ella o a leer con distintas modalidades: por ejemplo,
leen asumiendo roles, leen imitando un noticiero de la radio o TV, leen en voz muy baja, con un ritmo es-
pecial, etc.
Al mismo tiempo, la educadora va interrumpiendo la lectura para llevar a los niños y niñas a:
• Formular inferencias y predicciones; por ejemplo, preguntando después de leer los dos primeros párrafos:
23
Condemarín & Medina, 2005.
24
FUNDAR, 2003 a; Hagg Hagg & Iñesta, 1998; Medina, 2003; 2005.
25
En la Segunda parte de esta guía, se ofrecen modelos de puesta en práctica de la Lectura estratégica interactiva, sobre la
base de los libros disponibles.
26
Condemarín, M.; Medina, A. (2005) Taller de Lenguaje II; Santiago: Editorial Santillana.
29
¿Cómo crees que reaccionarán? ¿Qué crees que va a suceder?
• Plantear preguntas para conceptualizar y ampliar vocabulario: ¿cómo se puede decir “astuto” de otra
manera? O bien, ¿el zorro también es carnívoro?
• Crear imágenes mentales; por ejemplo, preguntando: ¿Cómo te imaginas ese momento? Imagina las ex-
presiones de las personas cuando vieron... etc.
• Confirmar o rechazar las hipótesis que habían formulado anteriormente a partir del título o de la lectura
de los primeros párrafos, etc.
• Plantear preguntas tales como ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Por qué? ¿Dónde?
Las respuestas de diversos niños y niñas a este tipo de preguntas, los lleva a conceptualizar; es decir, a cons-
truir y ampliar colectiva y progresivamente los conceptos, a ampliar su vocabulario, a construir el sentido
del texto, etc.
30
4. Lectura compartida
La lectura compartida consiste en que la educadora lee en voz alta una parte del texto, escrito en gran for-
mato, e invita a los niños y niñas a repetir lo leído después de ella. Para esto, puede utilizar distintas formas;
por ejemplo, que lean repitiendo todos los niños, luego todas las niñas; todos los de una fila, los de un
grupo; que lean con “estilo noticiero”; que lean murmurando, etc.
5. Minilección
Este momento, que dura alrededor de 5 minutos, apunta a tomar conciencia de determinadas característi-
cas del lenguaje y debe apoyarse en el texto mismo y en “canteras” que destaquen el aspecto en estudio.
Se trata de desarrollar los contenidos referidos a la conciencia lingüística o al conocimiento de la lengua.
Algunas sugerencias:
• Tomar conciencia de la estructura de los textos. Para ello preguntar ¿qué tipo de texto es este? ¿Por qué?
¿De qué otra manera puede empezar un cuento? ¿Por qué crees que este es un libro de información y no
un cuento?
• Tomar conciencia de las opciones de enunciación de un texto y su coherencia. Por ejemplo, si está escrito
en 1a persona o si está escrito en 3a persona; quién habla cuando está en primera persona (–“Queridos
hijos, voy al bosque a buscar comida...”; o bien, quién habla cuando se dice: “La cabrita salió al bos-
que...”).
• Familiarizarse con conceptos tales como: oración, palabras dentro de la oración, signos de exclamación,
de interrogación, guión para indicar que alguien habla, etc.
• Familiarizarse y practicar la discriminación auditiva de los sonidos del habla.
• Familiarizarse con las letras.
31
Los niños y niñas de la educadora María Luisa Espino-
za de la Escuela Siria, de Ñuñoa, le dictan diariamente
la fecha, como una actividad de lectura compartida.
27
David, 1991; Cabrera & Kurz, 2002.
28
Ferreiro, 1988.
32
VII - Leer, escribir y jugar con el lenguaje para desarrollar la conciencia fonológica y las
destrezas para la decodificación
El desarrollo de la conciencia fonológica, el reconocimiento de las letras y palabras, el conocimiento del
nombre de las letras y otra serie de destrezas para la decodificación, pueden ser trabajados a partir de los
contextos proporcionados por los libros leídos.
Algunas sugerencias:
• Apoyarse en palabras y expresiones presentes en los libros leídos para crear otras nuevas; por ejemplo,
“Esta gallina
Se llama Gina.
Este hipopótamo dormilón
Se llama Simón”.
• Igual que en el caso anterior, escribir una fórmula encontrada en un libro, pero buscando nombres de ani-
males en los libros consultados anteriormente y nombres de personas, por ejemplo, en la lista del curso,
para. Por ejemplo,
ESTE LEOPARDO SE LLAMA BERNARDO
ESTA VAQUITA SE LLAMA ROSITA
• Destacar palabras que empiezan o terminan con un sonido determinado;
• Destacar palabras con distinto número de sílabas;
• Etc.
33
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