Está en la página 1de 5

En el siguiente texto se expondrá el capítulo 3 de la lectura Embodied

apprisals. Este fue dividido en cuatro secciones, de donde se tomaron


los puntos principales. La primera se será renuncia al cuerpo, la
segunda regreso al cuerpo, la tercera causas internas y por último
conclusiones.

En la primera parte del texto, el autor revisa si las emociones pueden


representar cambios corporales. A partir de los argumentos de la
inducción corporal de las emociones, lesión en la medula espinal y
neuroimagen, postulados por parte de Damásio, Lange y James, se
pude afirmar que sí. El primero consiste en que, a partir del alcohol, o
ciertas drogas, se puede transformar el dolor o el miedo en alegría y
coraje. Con esto se demuestra que las emociones pueden ser
causadas por cambios corporales, pues las substancias pueden tener
influencia en las emociones a través de afectos somáticos. El siguiente
argumento consiste en que las personas con lesiones en la medula
espinal experimentan con menor intensidad las emociones; entre más
alta sea la lesión, menor será el afecto. Aunque en este punto se
presenta un debate entre los previos resultados y los resultados de
Chwalisz, quien obtuvo resultados contrarios. Los pacientes con
lesiones en la medula presentan una mayor intensidad al
experimentar emociones. De cualquier manera, se demuestra que las
emociones son consecuencias de los cambios corporales pues las
lesiones en la medula afectan la intensidad de las emociones. Por
último, se encuentra la neuroimagen; este consiste en que el momento en
que las personas experimentan emociones, se activan áreas del cerebro que
detectan cambios corporales. Ante esto, el autor dice que a partir
de esos argumentos se puede sostener que los cambios
corporales son causas confiables de las emociones, mas
no que cada emoción sea el resultado de un cambio
corporal. Según lo anterior, se podría decir que, si los
cambios corporales causan emociones, los cambios
corporales son las representaciones de las emociones. De
manera que el enojo representa vasos sanguíneos
dilatados y el ceño fruncido. Sin embargo, esto no es así
de sencillo pues se debe diferenciar entre “representar” y
“registrar”. De manera que Se podría decir que las
emociones registran cambios corporales, pero todavía no
se pude hablar sobre lo que representan pues para que
haya representación se necesita una función. En el caso
del enojo, debe tener la función de detectar los vasos
sanguíneos que representa. Ante esto se podría decir que
sí, pues así se ha determinado evolutivamente. Las
emociones pueden estar configuradas para detectar cierto
tipo de cambios corporales, de manera que le den una
ventaja a la persona. Con el ejemplo de la ira, el hecho de
detectar las venas dilatadas le da una ventaja a los seres
humanos. Prinz no queda convencido ante esta conclusión
pues no suena muy coherente. Por lo anterior, y algunos
otros ejemplos, Prinz finaliza postulando que para que las
emociones puedan dar alguna ventaja, se debe sostener
que no solamente detectan cambios corporales sino algo
más.

En la siguiente parte, Prinz quiere demostrar que las


emociones representan cosas externas a nosotros, pues
son provocadas por cosas externas. De manera que las
emociones puedan representar condiciones externas,
deben ser producidas por estas. en este caso es difícil
postular algún objeto externo que sea la causa de alguna
emoción para todo mundo. Por ejemplo, para algunos las
arañas pueden dar miedo, mientras que a otros no.
Aunque es relativo el objeto que provoque la emoción, es
común a todos que la emoción represente relaciones
organismo-ambientales. En cada caso, se representa algo
con relación a la persona. Esta representación tiene dos
objetos, uno particular y otro formal. El formal se refiere a
la propiedad que dispara la emoción; el particular es el
hecho mismo. Por ejemplo, la muerte de un niño se
representa formalmente como la pérdida de un niño;
particularmente es el hecho de que haya un cuerpo sin
vida. Así que en cada caso las emociones representan el
objeto formal y no el particular, puesto a que no toda
tristeza es por la muerte, pero sí por una pérdida. Los
hechos son representados por estados mentales unidos a
emociones. La muerte por sí misma no representa tristeza,
es la unión con el concepto de perdida lo que la
representa. Esta posición presenta algunos problemas.
Primero, no es necesario que las emociones representen
una propiedad dependiente de la respuesta, como la
perdida. Tanto la tristeza como el peligro pueden actuar
sin ser representados; es decir, algo puede ser peligroso
así no se represente como tal, o la muerte de alguien
puede ser triste así no se represente como perdida. Por
otra parte, no es necesaria la perdida para la tristeza. Por
medio de algunas drogas, como el alcohol, o escuchar
música, se puede llegar a un estado de tristeza, en el cual
no hubo perdida. Es por esto que el autor opta, hasta
cierto punto, por la perspectiva de Lazarus, quien propone
que cada emoción corresponde a un tema central
relacional diferente. Por ejemplo, la tristeza se activa
cuando se experiencia una perdida irrevocable. Estos
temas relacionales no son solamente condiciones externas
que activan las emociones, son juicios que se hacen
cuando nos llega una emoción. En este caso, el problema
radica en que, para Prinz, no se necesita captar la
estructura interna de las emociones, o de los estados
mentales, para llevarnos a las emociones. Las emociones
pueden representar un tema central relacional diferente sin
necesidad de representar su estructura. Es esta parte la
que adopta Prinz, la que afirma que las emociones
corresponden a tema central relacional.

Por último, el autor cierra esta sección postulando porqué


considera que las emociones representan temas centrales.
Esta posición es mucho más útil para explicar porqué las
emociones se activan, porqué son adquiridas las
emociones y cómo le son útiles a las personas. Desde
este argumento, el miedo no sería un monitoreador del
corazón sino un sistema de advertencia de peligro. Las
emociones pudieron ser adquiridas por aprendizaje, o
genéticamente, pues nos daba una ventaja evolutiva dado
que nos ayudaba a cuidarnos. Por ejemplo, el miedo nos
ayudaba a mantenernos alejados del peligro; la ira a
cumplir tareas que necesitaran de más energía.

En esta segunda parte comienza con una crítica a la teoría


de Lazarus. Señala que no se necesita de complejos
juicios para describir temas relacionales centrales, de
hecho, algo puede representar una propiedad compleja sin
describirla. Por ejemplo, un detector de policías, con
detectores de velocidad, puede señalar que hay un policía
a cierta distancia con un simple sonido. Hay otro tipo de
detector que funciona al rastrear apariencias. Por ejemplo,
el concepto de perro debería representar su información
genética, así como su descendencia, pues es lo que lo
constituye como perro. Sin embargo, nadie hace esto pues
es innecesario. La forma como se representan a los perros
es por medio de sus rasgos, ya sea su pelaje, su ladrido,
como baten su cola, etcétera. A estos últimos se les llama
contenido nominal, a los que rastrean apariencias. A los
que rastrean lo “esencial” de la cosa se le llama contenido
real. Es en esta parte donde el autor reconcilia la idea de
que las emociones son percepciones del cuerpo con la
idea de que las emociones representan temas relacionales
centrales. Así como el concepto de perro rastrea sus
apariencias, el miedo rastrea el peligro por medio de las
palpitaciones. En este caso, los temas relacionales
centrales son el contenido real, dejándole el contenido
nominal a los cambios corporales. Entonces, cuando se
detecta algún peligro, se desencadena una serie de
cambios corporales. Inmediatamente, se perciben los
cambios corporales, o contenido nominal, lo que lleva a
que se represente el contenido real, finalizando con una
acción. Con esto se demuestra que las emociones son
capaces de representar temas relacionales centrales sin
describirlos, tal como los detectores de policías. Además,
las emociones usan nuestro cuerpo para ir diciéndonos
qué tan bien o mal vamos por el mundo; estas tienen
detectores internos y externos que nos van avisando sobre
el mundo externo. Tal vez es por esto que, como se
menciona en el texto de Haidt, los pacientes con
problemas en el córtex frontal se desempeñan tan
pobremente al momento de hacer juicios, tomar
decisiones, sentir tristeza o empatía a pesar de entender
todo, incluso cómo deberían comportarse. No hay nada
que les diga cómo se están comportando en el mundo.

En la última parte se propone la tesis de que las emociones


deben tener causas internas, puesto a que no hay un
vínculo directo entre un hecho y el cambio psicológico. En
algunos casos, como en un examen, entran a funcionar
juicios incorpóreos pues la persona ve que el examen es
más difícil de lo que esperaba, o más fácil, lo que lo podría
calmar. En otros casos, como con una fobia, no hay juicios
sino simples percepciones. Con solo ver la forma de la
serpiente se desencadena el miedo. Es decir, su causa
interna son percepciones. Por medio de estas causas
internas, las percepciones logran vincularse con la
respuesta afectiva, de manera que el cerebro genere un
camino corto entre ambas. Así, la siguiente vez que se
perciba el hecho, la respuesta sea inmediata. Por ejemplo,
cuando alguien ingiere un alimento que luego le genera un
gran malestar, se crea un vínculo entre el alimento y el
sentimiento. De manera que cuando vuelva a ver el
alimento, sentirá el malestar. Estas respuestas también
pueden ser disparadas por estados cognitivos, por
ejemplo, estados mentales. Cuando alguien se forma
imágenes mentales de algo desagradable o alguien a
quien aprecia, las emociones son activadas. Incluso
pensamientos sin imágenes podrían activar las
emociones, como cuando se repite una frase,
emocionalmente cargada, en la cabeza. otra causa interna
pueden ser las actitudes proposicionales, las cuales se
pueden relacionar con eventos afectivos pasados, de
manera que cuando se experimenten, detonen las
emociones.

En conclusión, se puede decir que las emociones le ayudan a sobrevivir.


Le informan sobre los cambios internos y externos, de manera que
pueda actuar, ya sea para cuidarse o para cuidar a alguien más. éstas
pueden venir en el material genético o se pueden aprender. Las
palpitaciones pueden tener la función de evaluaciones.

Tal vez del texto se podría proponer que, por más que no se sepa que
algo me causa tristeza o miedo, igual se debe tener en alguna parte la
referencia de que ese objeto significa peligro. La única manera de
temerle a algo es si tiene el concepto de “peligroso”. De lo contrario,
no se le podría temer a algo pues no se sabe que es peligroso. según
esto ¿hasta que punto se podría decir que los monos de la lectura
logran aprender el concepto de “peligroso”? ¿se podría decir que los
genes ya llevan los conceptos y sus representaciones? De ser así,
tanto los animales como las personas estarían en la capacidad de usar
conceptos y sus emociones tendrían como causa los conceptos. Así el
mono no lo sepa, su miedo se referiría al concepto de peligro que
viene en su información genética.

También podría gustarte