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Introducción

En el siguiente texto se van a exponer las virtudes de liberalidad, magnificencia y magnanimidad


expuestas por Aristóteles en la Ética Nicomáquea. Para ello se expondrán las diferentes
características que componen cada virtud de manera que alguna persona pueda poseerlas.
Algunas de estas características son físicas, de relaciones con las demás personas, consigo mismo,
con objetos externo y con otros objetos como el poder y la alegría.

Liberalidad

Sobre la liberalidad el autor nos dice que es una virtud, la cual hace referencia a la forma en que
maneja sus riquezas, es decir en el dar y recibir, pero haciendo énfasis en el dar. Empero no es un
dar y recibir aleatoriamente, sino en dar a quien se debe, recibir de quien se debe y así mismo con
el no recibir. En este caso aplica lo anteriormente ya dicho, que es más propio del virtuoso hacer el
bien en la acción del dar, que el recibirlo o dejar de hacer una acción vergonzosa. Otro factor que
se expone en el texto, donde se ve el valor del dar, es la dificultad pues “es más fácil no tomar que
dar, porque los hombres están menos dispuestos a desprenderse de lo suyo que a lo ajeno”
( 1120ª 15)

En el acto de dar surgen otros factores, a saber: el que da lo debe hacer sin pena, pues es un acto
hermoso; así como sin dolor, ya que sentir solo significaría que esta muy apegado a sus cosas. Así
mismo, quien sea liberal deberá preocuparse de sus bienes pues es a partir de estos que se
encuentra en la capacidad de ayudar. Por último, este sujeto deberá dar a quien deba y cuando
deba por una causa noble.

Por último, se encuentra el factor de la relación que el liberal debe tener con el dinero. Esta debe
ser de desapego pues no desea recibir ni guardar dinero, y al momento de poseerlo lo valora en
tanto lo puede dar, pero no por sí mismo. Este desapego, en algunos casos, se convierte en una
debilidad pues es fácil aprovecharse del liberal. Al no valorar el dinero, una persona, sin necesidad,
le puede quitar de dinero pues el liberal siempre va a preferir dar que no dar. En resumen, se
puede ver que para la liberalidad se debe, primero, dar por la belleza misma del acto; segundo, dar
rectamente; y tercero, dar con placer.

Es importante aclarar que así la liberalidad sea la capacidad de dar, esto se encuentra en
proporción con la riqueza. Es decir que no es necesario poseer mucha riqueza para poder adquirir
esta virtud. Como se ve en el texto “Nada impide, pues, que sea mas liberal el que da menos, si da
poseyendo menos” (1120b – 10). En otras palabras, si una persona tiene poco y, por consiguiente,
ayuda con poco podrá ser mas liberal que una persona con mucho cuyo aporte sea igual que el de
la persona que posee poco.

Sobre la prodigalidad nos dice que se refiere a los que gastan con desenfreno y a los incontinentes,
es alguien que se arruina a si mismo. Se excede en dar y no tomar. Debido a su naturaleza de dar
mas que de recibir, la prodigalidad tiene características del liberal pues no es una persona malvada
ni innoble, sino insensato. Para llegar a ser liberal el pródigo necesita una guía que le enseñe a
tomar de donde debe y a gastar donde debe pues en la situación en la que se encuentra yerran en
ambos actos. Debido a que los prodigo quieren gastar mucho pero no tienen de donde, deben
recurrir a tomar de cualquier lado lo mas que puedan. Una vez lo han hecho se dirigen a gastar
excesivamente, lo cual esta mal, primero porque gastan mas de lo que tienen; y segundo, porque
muchas veces enriquecen a los que deben ser pobres, o no les dan a los que poseen un carácter
virtuoso. El autor nos dice que por lo general gastan el dinero en sus placeres y vicios.

Sobre la avaricia el autor nos dice que es incurable, parece que es lo más natural al y se va
adquiriendo a medida que las personas van envejeciendo. Esta consiste en dar poco y tomar
mucho, aunque en este caso se produce una escisión pues algunos dan muy poco, os que son
conocidos como tacaños o mezquinos. Ellos se caracterizan por no querer gastar en nada; otros
son juzgados pues toman mucho y toman de todo el mundo

Magnificencia

Esta virtud se refiere al gasto de la riqueza a gran escala, pero de manera oportuna en cuanto a la
ocasión, obra y personas. Con esta virtud es menester que sea un gasto a gran escala pues no se
habla de alguien magnifico si gasta en pequeñas medidas o para sí mismo. Deben ser gastos
honrosos, como ofrendas a los dioses, objetos de culto, sacrificios, o cosas que se refieran al
interés público. Es por esto por lo que Aristóteles dice que un pobre no puede ser magnifico,
porque no tiene los recursos para gastar adecuadamente, y el que lo intenta es un insensato pues
va más allá de su condición” (1122b – 25). Pues el poder adquisitivo necesario para adquirir esta
virtud es alto. Y como ya se mostró, en esta no pasa lo de la liberalidad, donde es totalmente
proporcional. Aunque en esta se debe gastar en proporción con el contexto y las personas, igual
deben ser gastos muy caros, pues el valor se encuentra en el precio. Así que por mas que una
persona con poco haya gastado mucho en algo, si eso que gasta es mínimo, no serviría de nada.
Igualmente, la persona que gasta no podría quedarse sin plata después de los regalos pues no
habría gastado adecuadamente sino en exceso. Por eso la persona debe poder gastar mucho y
seguir con dinero para poder gastar luego de la misma manera.

A la magnificencia se oponen el excesivo y el mezquino. El primero es vulgar pues gasta con el fin
de mostrar su riqueza, de manera que, al no saber gastar, gasta mucho donde se debe gastar poco
y viceversa. Con el mezquino pasa lo contrario, la gasta muy poco en todo y cuando se ha gastado
una buena parte de su dinero, se arrepiente y le duele pues siempre piensa que ha gastado
mucho.

Magnanimidad

Por ultimo se encuentra la magnanimidad, que es un conjunto de virtudes. Para poseer esta virtud,
la persona que es digna de grandes cosas debe sentirse como tal, es decir merecedora de esas
cosas. Pues de no ser así, de sentirse digno de cosas inferiores, seria un insensato y una persona
magnánima no puede ser insensata. Aun en el caso de sentirse digno de cosas menores y de serlo,
no podrá ser magnánimo pues para serlo se necesita el factor de grandeza. Por otra parte, el
magnánimo también debe ser bueno en tanto posee honores; en el caso contrario, de ser malo
seria contradictorio con la magnanimidad pues no seria digno de honor.

Con respecto a los honores, es importante decir que no aceptará cualquier honor que le sea
otorgado sino solo los mas grandes e importantes. Así pues, de serle otorgado algún honor que no
esté a la altura de lo que merece deberá rechazarlo. Otro factor importante es la relación que
tiene con el poder, la riqueza y la fortuna. Ante estas su reacción y trato serán muy moderados. No
se exaltará excesivamente con la prosperidad y buena fortuna, así como tampoco se mostrará
devastado con la infortuna. En ambos casos mostrará una reacción leve. Así mismo, tampoco
deseará con vehemencia el poder y la riqueza pues para alguien que conciba el honor como algo
pequeño, la riqueza y el poder serán mucho menos y un añadido del honor, mas no lo principal.
Una actitud parecida se debe tener con el peligro pues el magnánimo no lo puede desear ni se
expone a él. Empero, cuando los afronta se para frente a los mas grandes y no regatea su vida.
Cuando tiene este tipo de actitudes, donde hace beneficios, los hace con total voluntad; caso
contrario a cuando los recibe pues esto le da vergüenza. Es más, no se acuerda de los beneficios
que recibe, pues son inferiores, sino solo de los que da ya que son superiores, con magnificencia.

Las características de esta virtud también se remiten al trato con los otros. A saber, el magnánimo
debe ser arrogante con los que tengan una posición elevada, pero mesurado con los de nivel
medio y sutil con los humildes, pues ser superior con ellos seria grosero. Tampoco es rencoroso ni
debe gustarle la admiración. Tampoco es chismoso ni debe lamentarse de las penas que lo
aquejan. Por ultimo se encuentran unas características físicas. El susodicho debe tener la voz
grave, movimientos reposados y dicción pausada.

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