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Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus páginas
de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga,
grupos y foros.
Capítulo 2 Capítulo 14
Capítulo 3 Capítulo 15
Capítulo 4 Capítulo 16
Capítulo 5 Capítulo 17
Capítulo 6 Capítulo 18
Capítulo 7 Capítulo 19
Capítulo 8 Capítulo 20
Capítulo 9 Capítulo 21
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11
Capítulo 12
Un bebé.
¡Gabriel Louw!
Oh, Dios.
Pongo una mano sobre mi boca para silenciar un sollozo y pongo la otra
sobre mi vientre donde nuestro hijo está creciendo.
Estoy embarazada.
Y sola.
Golpe, golpe.
No llames a Kris.
No hay tiempo para ir por la casa y recoger algunas de sus cosas, cierro
con llave para que Kris esté a salvo dentro y tiro la llave por los barrotes
de la ventana abierta del baño. Enganchando mi brazo en el de Charlie,
lo conduzco al taxi que espera.
—¿Adónde Va-vamos?
¿Adónde vamos?
—Ya no. —Le doy una sonrisa brillante—. Aquí es donde comienzan
nuestras vacaciones.
Tengo muy poco tiempo, es cuestión de horas, minutos tal vez, antes
que Gabriel descubra que me he ido y ponga una orden de muerte por
nuestras vidas. Rastreará mi teléfono y nos seguirá más rápido de lo
que pueda decir "desaparecida" pero si quiero que Charlie me siga sin
problemas, tengo que hacerlo feliz.
—¿Qué?
—Tu lugar.
—Treinta minutos.
Charlie ha terminado su helado. Hago que se limpie las manos con una
servilleta y tirar la envoltura en el cubo de basura para poder ir a la
esquina y aplastar el teléfono bajo mi talón. Hay demasiadas partes
diminutas para distinguir un rastreador, no es que sepa qué buscar, así
que lo aplasto otra vez, para estar segura y lo tiro a la basura.
Una vez que llegamos a la N11, mis nervios se deshacen finalmente, mis
manos comienzan a temblar en el volante. Un sofoco viaja sobre mí,
haciéndome estallar en un sudor, mi estómago está tan apretado que
me duele. Lucho contra las ganas de vomitar, el smog de verano es débil
y sucio, pero abro la ventana para llenar mis pulmones de aire. Como
siempre, el modo de supervivencia se activa y me adormece ante los
miedos y peligros de nuestra situación.
No mires atrás.
Lo lograremos, sobreviviremos.
Está vacío.
Con una creciente sensación de temor, abro los armarios, todo parece
estar ahí. Los cosméticos y las sales de baño que compré están bien
apilados, de vuelta en su dormitorio, hago lo mismo con su armario. La
ropa, los zapatos, las joyas, los libros y otras chucherías que le compré
a Valentina están ahí. Aun así, algo está mal. Lo sé en mis entrañas.
Se necesita cada onza de fuerza que tengo para empujar las palabras, y
cuando finalmente lo hago, mi boca está amargada. —Ella huyó.
—Dejó una nota. —Como Quincy parece tener más control que Rhett,
digo—: Ve al puesto de guardia, pregúntales cuándo y cómo se fue.
¿Con qué? ¿Si se fue con una maleta? Trae el video. Quiero saber cada
maldito detalle, ni una palabra a Magda o a sus guardias. —Una gota
de sudor frío corre por mi columna vertebral mientras lo digo, esta es la
oportunidad que Magda ha estado esperando.
—Gabriel... —Comienza.
No me jodas.
—Gabriel Louw.
—¿Por qué iba a estarlo? —El pánico entra en su tono—. ¿Qué pasa?
Jesús.
Puedo oír sus pasos golpeando a través de la casa. —No. Nada. —Está
revolviendo las cosas, algo golpea el suelo con un ruido sordo—. Mierda,
todas las cosas de Charlie están aquí.
Yo tenía razón, Valentina sólo pudo haberse ido por una razón:
deshacerse de un bebé que no quiere. Podría matarla y si Magda se sale
con la suya. Es exactamente lo contrario de lo que pretendía. Mi jodido
e ingenioso plan fracasó.
Quincy regresa corriendo, las palabras caen como una diarrea verbal de
sus labios. —Se fue a pie hace cuatro horas, todo lo que llevaba con ella
era un bolso de viaje. Traté de no levantar sospechas, pero los guardias
saben que algo está pasando Me temo que... —Se aleja mientras sus
ojos se posan en la bolsa que tengo en la mano—. Joder. ¿Es eso lo que
creo que es?
—Será mejor que te des prisa, —dice Quincy—. Los guardias hicieron
ruido, a esta altura, Magda ya lo sabe.
Ella junta sus labios y se inclina hacia atrás en su silla. —Así que, así
es como consigues lo que quieres.
Magda sigue mirándome con desprecio, me atrevo a decir que con odio.
Incluso mientras habla, toma su teléfono y marca un número.
Ha pasado mucho tiempo desde que Valentina tomó el poder sobre mí, y
un hombre como yo nunca puede ser feliz, me conformaré con estar
contento y lo estaré cuando recupere mi preciosa propiedad.
—Lo harás. Te debo una mierda por enredarte entre las piernas de esa
puta y arruinar esto para la familia.
—Me ocuparé de ello —digo sin rodeos—. Nadie le dice una palabra a
Carly excepto yo.
Un letrero indica la playa. La costa principal será muy peligrosa con los
criminales rondando por ahí, opto por una en un suburbio y sigo la
carretera hasta un aparcamiento oscuro y vacío. No podemos
quedarnos aquí a la vista, es buscar problemas, después de dar una
vuelta por el aparcamiento, encuentro un lugar donde puedo conducir
por el asfalto bajo unos árboles colgantes. El escondite no es perfecto,
pero tendrá que servir, no puedo ir otro kilómetro.
Nos detenemos al final del camino de piedra para ver el paisaje, la luna
brilla sobre el agua, proyectando una luz sobre la espuma blanca de las
olas, tomo un segundo para sentir el aire salado y el efecto del agua
cuando se encrespa y se rompe.
—Na- nadar.
—Es de noche.
—¡Na-nadar!
—N-no.
2 Duna: Acumulación de arena en los desiertos o el litoral, generada por el viento, por lo que poseen unas
capas suaves y uniformes.
—No-no.
—Oye —le
le doy un codazo
codazo—,, esta es nuestra gran aventura. Estamos
acampando.
—Aca -acampando.
—Sí. —Tomo
Tomo su mano y lo guío de vuelta al coche
coche—. ¿No es
emocionante?
—Ha-hambriento.
—Yo también.
—¿Listo para más aventuras? —Me cubro el rostro con una palma,
mirando el camino que serpentea entre las casas hasta la cima de la
colina.
Me giro para mirarlo, tiene la piel marrón y arrugada, como los de color
que son una mezcla entre el blanco y el negro.
Pasa por delante de nosotros hacia el frente, revisa sus bolsillos y saca
un billete, que entrega al vendedor. —Póngale a la señora y al hombre
un rollo de salchichas calientes.
—No, por favor. —Levanto una mano—. Es muy amable, pero no puedo
aceptarlo.
—Gracias.
—De nada.
El hombre mira hacia arriba, tiene una piel tan suave y oscura como el
aceite y su delantal es de un blanco prístino. —¿Hay algún trabajo
aquí?
—La gente se lleva a casa lo que no come en bolsas para perros. —Pasa
a mi lado, dirigiéndose a la puerta.
—No lo sabía. —Levanto mis manos—. No volveré aquí, sólo déjame ir.
Mi hermano está en camino y va a hacerte daño, no quiero problemas.
—¿Va-Val?
Charlie se agita, pero no abre los ojos, se están volviendo más salvajes,
riendo y fumando marihuana, el olor es inconfundible. Cuando sacan
los cuchillos y empiezan a tirárselos a los gatos callejeros, empiezo a
sudar frío, además, mi vejiga está llena y no sé por cuánto tiempo más
podré aguantar, mientras los hombres estén aquí, estamos atrapados.
La sensación es nauseabunda, ahora mismo, haría cualquier cosa para
volver a los fuertes brazos de Gabriel, excepto sacrificar a mi bebé.
Después de unas pocas semanas más, tres meses para ser exactos, mis
vaqueros se estiran sobre mi estómago, y ya no puedo abrocharme el
botón. No hay nada más en la caja de ropa no reclamada que me quede,
así que mantengo los dos extremos de la cintura junto con una banda
elástica que enrollo a través del ojal y alrededor del botón. Algunas
mujeres tienen suerte y no muestran mucho durante los primeros
cuatro o cinco meses de sus primeros embarazos, pero yo no soy una de
ellas. Tengo un estómago definitivo. Si mi jefe se dio cuenta, no dice
nada.
Las náuseas me golpean de vez en cuando a todas horas del día y de la
noche. A veces vómito, y a veces es sólo una sensación asquerosa en la
boca del estómago que dura todo el día. Estoy perdiendo en lugar de
ganar peso, lo que debe ser por los vómitos. Nuestro futuro puede no
parecer brillante, ahora mismo, pero puedo trabajar en él. Estamos
vivos, todo lo que tengo que hacer es superar este embarazo y tener un
bebé sano.
—Esperaré.
Sin tener más palabras, salgo del coche y vuelvo a entrar donde me
encuentro con un Ru muy enfadado.
Algo.
Cualquier cosa.
Han pasado tres meses y una semana desde que Valentina huyó. Pensé
que conocía la agonía cuando Sylvia se fue, pero nada se compara con
esta tortura. No saber es lo peor. ¿Valentina está viva? ¿Está bien?
Cuando no la estoy buscando, paso los días concentrándome en los
negocios y los fines de semana pasando tiempo con Carly.
Lo dejo todo para mirar la foto, por primera vez en meses, mi corazón
congelado comienza a descongelarse. Mis dedos se tensan en el papel
brillante. —¿Cómo encontraste esto?
—Exactamente.
—¿Y? —aguanto
aguanto la respiración.
—Nada
Nada hasta ahora, pero he publicado que estamos buscando un auto
de esta descripción, tengo algunos amigos en el departamento de
tráfico.
Bingo.
—No voy a hacerles daño, si están los dos, lleva a Charlie a tomar una
bebida hasta que te dé más instrucciones.
Nos movemos por el edificio, una luz brilla desde la única ventana de la
trastienda, pero una cortina oscurece la vista. Con el pulso acelerado,
pruebo el pomo de la puerta. Cerrada. Un asentimiento a Rhett
comunica mi orden. Él sabe qué hacer, retrocediendo, apunta.
Limpiándome los ojos con el dorso de la mano, respiro profundamente y
me controlo. Una cosa a la vez, primero la cena y luego el equipaje.
Rompo los huevos en un tazón cuando una sombra se mueve a través
de la ventana de la cortina. Mi corazón se acelera y aparecen unas
punzadas de advertencia sobre mi piel, tal vez era alguien que pasaba
por la calle. Aguantando la respiración, agudizo mi vista y oídos.
Ningún sonido viene de afuera, no hay más movimiento. Pasan varios
segundos sin que pase nada, casi dejo salir el aire de mis pulmones en
alivio cuando el pomo de la puerta gira.
Él nos encontró.
Nos va a matar.
¿Para qué Gabriel pueda dispararme sin que Charlie sea testigo? Rhett
y Quincy salen de la habitación con mi hermano, dejándome a solas con
Gabriel. Mis lágrimas caen más rápido. Mi orgullo no me dejará
arrastrarme por mí misma, pero haré cualquier cosa por mi bebé.
Degradándome como nunca lo he hecho, me arrodillo más bajo y beso
sus pies, mis lágrimas estropean sus caros zapatos.
Me mira con una extraña luz en sus ojos. —No, Valentina, no voy a
dispararte.
—¿Hacer qué?
—Porque ya lo amo.
—¿Él?
Inclino la cabeza hacia atrás, por primera vez en tres meses sin
preocuparme por la muerte. Con la adrenalina de antes gastada, me
siento como una muñeca de trapo agotada. No me importa lo que me
espera en casa, todo lo que importa es que estamos a salvo.
La luna es visible desde la ventana del lado del pasajero donde se abre
paso entre las nubes. Se mueve con nosotros, trayendo las estrellas de
la vía láctea. Hay algo tranquilizador en el sonido de los neumáticos
rodando sobre el asfalto y la música suave que suena en el cálido fondo,
mientras estoy arropada en el regazo de un hombre fuerte, mientras la
fría y oscura noche pasa a toda velocidad por el exterior. Finalmente, la
cómoda y lujosa seguridad de todo esto me hace dormir. Caigo en un
profundo sueño, agotado y loco donde una propiedad como yo es
apreciada.
Todo el camino desde Durban a Johannesburgo mis entrañas se agitan.
Qué fácilmente podría haberla perdido. Es una superviviente, una de
las más fuertes que conozco, pero incluso a los supervivientes se les
acaba la suerte. Esto es mi culpa. Esto es lo que he hecho de forma
retorcida y conspiradora. Valentina corrió para proteger a nuestro bebé.
Creyó que yo no lo quería. No puedo culparla, desde su punto de vista,
yo soy el monstruo, y es verdad. Sólo un monstruo la secuestraría, la
entrenaría para que se lo follara y la dejaría embarazada sin su
consentimiento, sólo un monstruo creería lo peor de ella, esperando que
corra para deshacerse de nuestro hijo. Un buen hombre habría visto las
cosas como son, Valentina no es capaz de herir a un bebé no nacido,
incluso si ese niño es de un monstruo.
—Espera aquí. —Saca su cuerpo del edredón, pero se asegura que esté
cubierta, su cincelado culo se agrupa, y los músculos de su amplia
espalda se flexionan mientras camina hacia el baño. Un segundo
después, el agua de la ducha se abre.
Salto y doy vuelta, Gabriel está de pie en la puerta, una toalla envuelta
alrededor de su cintura y su pecho mojado con gotas de agua.
Instintivamente, me cubro los pechos y debajo del estómago, un chorro
de agua caliente se abre paso por mi cuerpo. Sin mirar mis partes
desnudas, toma una camiseta del estante superior y me la entrega, es
una de las suyas.
—¿Por qué?
Toma una camisa y deja caer la toalla, tengo que mirar hacia otro lado
cuando empieza a vestirse. —Rectificaremos la situación de la ropa tan
pronto como sea posible, me disculpo por eso.
Más confundida que nunca, digo: —No podías saberlo... que todavía
estaba embarazada, quiero decir.
—No te muevas.
—¿Charlie?
—Más tarde.
—¿Adónde vamos?
—¿Ahora?
—Gabriel.
—¿Qué?
Él me toma el rostro. Por primera vez desde que conozco a Gabriel, sus
ojos se llenan de cariño. —Respira hondo. —Me da un beso duro,
posesivo y me introduce en el interior.
Marido y mujer.
Respiro con calma y saco algo de dignidad del fondo y tomo el control,
lo suficiente para enderezar mi espalda y suprimir más lágrimas.
Gabriel me lleva de vuelta al auto y me abrocha el cinturón de
seguridad. Conmocionada, miro fijamente la banda de platino con el
diamante flotante en mi dedo anular que coincide con el suyo, excepto
que el suyo tiene un diamante negro. El mío encaja perfectamente, no
hay forma que haya conseguido los anillos esta mañana, ya los tenía
antes de que saliéramos de la casa, el matrimonio apresurado no es
algo que él decidió anoche.
—¿Adónde vamos?
—Charlie...
—Gracias.
—Johannesburgo.
—¿Estás bien?
—Mañana —repito.
—Tienes razón —Me froto los ojos—. Pero no puedo hacerlo ahora,
tendrá que esperar.
—Val...
—Me alegro que estés a salvo, hablaremos mañana. —No sé cómo voy a
explicarlo, temo el juicio de Kris y anhelo su apoyo.
—Con náuseas.
—Sí, señor.
—¿Servimos, señor?
—Sólo un poco de fruta. —Miro todo lo que hay—. Lo siento, pero el olor
de todo lo demás me da náuseas.
Con un tirón de cabeza, me libero. —¿Por qué tiene que ser para
siempre?
—Dije que haría todo lo que estuviera en mi poder para hacerte feliz,
nuestro tiempo juntos no tiene por qué ser miserable, puede ser bueno,
sólo acepta la forma en que es y las cosas serán más fáciles para ti.
—Mientras me quede.
Su expresión se oscurece. —Huiste
Huiste de mí una vez, pero no te dejaré
huir dos veces, la próxima vez que ocurra, la persona que sufrirá será
Kris. La arruinaré, romperé todo lo que ha construido en su vida y la
mataré. ¿Entiendes?
—Bien. —Empujando
Empujando su si silla,
lla, viene a mi lado de la mesa y me rodea
con sus brazos—.. Con el tiempo, te acostumbrarás a ello.
Lo miro rápidamente.
—Gracias, lo pensaré.
—Un poco.
Le paso la mano por el pelo, tirando de las hebras. —¿No es esto lo que
hacen los maridos y las esposas en la luna de miel?
Me mira con una intención tan feroz como para asustarme. —No. —La
palabra está cargada. Se escapa en una bocanada de control tenso—.
Así no es cómo se comportan los maridos y las esposas.
—Eso es, bonita, quiero hacer que todo tu cuerpo tiemble de placer.
—¡Gabriel!
Sí, lo hace, lo sabe desde la primera vez que me azotó el coño con su
cinturón.
—Córrete para mí, —gruñe, mirándome con una oscura posesión, dos
golpecitos más y hago lo que me pide, llegando con un violento espasmo
que bloquea mis músculos y arquea mi espalda. Cubre mi clítoris con
sus labios y me succiona a través del orgasmo hasta que estoy
temblando con las réplicas. Mi cabeza está inclinada hacia atrás, mis
ojos están cerrados, pero siento que se endereza y abre su bragueta.
—Mía. Mía. Mía. Mía. —Acentúa cada palabra con un empujón que
arrastra su polla sobre el punto dulce que hace que mi vientre se
apriete con una nueva necesidad de construcción. Es muy poco y
demasiado.
—Por favoooor, —le ruego.
—Agárrate a mí.
Cuando aprieto mis músculos internos, cae hacia adelante con una
maldición, atrapando su peso con las palmas de las manos en el borde
de la bañera, su pecho está presionado contra mi espalda. Incluso si no
puedo llevarlo más profundo, empuja sus caderas hacia arriba,
reclamando cada pedazo de mí que puede.
—Gatita buena.
—Tú solo piensas que me amas porque te entrene para eso. —Beso su
cuello para suavizar la fea declaración.
Finalmente su pecho se expande mientras inhala. Cuando ella me
empuja, no se lo impido.
—El único hombre que alguna vez me ha tocado, eres tú. —Ella luce
incomoda—. Excepto por esa vez.
Atraje su mano hacia mi boca y beso sus nudillos. —No quiero que
hagas nada extenuante mientras estas embarazada. No labores físicas.
Con el asesor ausente, le paso a Valentina las ideas que anote para ella,
para comenzar un programa de rescate animal, así como un nuevo
teléfono. Ella es una brillante y ambiciosa mujer. La última cosa que
quiero para ella es que se aburra. Volvimos a contratar nuestra antigua
compañía de limpieza, además un mesero para nuestras cenas por la
tarde y Marie está de vuelta en la cocina. Mi esposa no se ensuciará las
manos, como estuvo forzada a hacer cuando mi madre la convirtió en
nuestra criada.
—Sí.
—Bien —Magda mira entre nosotros—. Tampoco estoy feliz por la forma
que se escaparon para casarse... y esto. —Ella apunta hacia al atuendo
de valentina y alza su nariz—. Enserio Gabriel, debería darte vergüenza
que hiciste a tú dama casarse contigo en tal estado. Debería haberse
hecho correctamente, en una iglesia con invitados y con la exposición
pública que mi hijo merece. Lo mejor que podemos hacer ahora es
anunciarlo en el periódico.
Ella no responde.
Lo encuentro durmiendo sobre la secadora. —Hola bebe, te extrañe.
—Rasco detrás de su oreja y soy recompensada con un ronroneo.
Desde lejos Magda me llama. Escapo fuera para ver a Bruno. Al menos
él está feliz de tenerme de vuelta. Después de jugar con él por un rato,
sigo el camino hacia las habitaciones del personal. Quincy está con
Charlie.
—Estoy bien.
—¿Lo estás?
—Él juega una mala partida de póker —Quincy se ríe—. Vació el frasco
de monedas.
—Perfecta.
—¿Qué?
Ella apunta con su mano hacia las cajas. —Todo esto es de su parte.
Vino la semana pasada; además hay una máquina de ecografía y de
rayos-x en la habitación de atrás.
—Sí.
—¿Lo aceptaste?
—No.
—¿Qué dijo?
—Me dijo que llevara todo al tiradero de basura si no lo quería. —Ella
continúa con las administraciones.
—¿Él no lo dijo?
—Nada.
—Está bien.
—¿Cómo qué?
Lucho por palabras, tratando de encontrar las más diplomáticas.
—Estoy embarazada.
—¡Jesús! —Ella mira hacia el techo y pasa una mano sobre su rostro.
Cuando nuestras miradas se encuentran, hay simpatía en ellos. Su
mirada se desliza hasta mi estómago—. ¿Cuántos meses?
—Cuatro.
Su suspiro es trabajoso. —Eso pasa. Las píldoras no son cien por ciento
efectivas. Siempre hay el uno por ciento de excepción, pero ¿Por qué
dejaste que el embarazo avanzara tanto? Nadie te hubiese culpado si lo
interrumpías. Tus circunstancias no son exactamente normales.
—Él no me violo.
—¿No?
—¡No!
—Te dije que él estaba jodiendo con tu mente. Por favor, no me digas
que lo amas.
—¡No lo hiciste!
—¿Por el bebé?
—Sí.
—Eso no fue lo que quise decir. Una vida sin amor puede ser
terriblemente solitaria.
—¿Y tú quieres?
—Quizá vuelva.
—Quizá.
—Yo siempre estaré ahí para ti, no importa que. Sabes eso ¿Cierto? Solo
no quiero que mires la situación en un abrir y cerrar de ojos y te
sorprendas cuando la realidad te golpee.
—Lo sé.
—No.
—No agarres el brazo cuando te ofrezco el dedo pequeño. Hay una gran
diferencia entre hablar y caminar por las islas llenas con biberones y
chupetes.
—Es por mí, no por ti. Parece que necesitaré una doble dosis hoy.
—Ya veo. —El silencio se extiende aún más tiempo—. ¿A Carly le agrada
ella?
—Si no puedes decir todos los hechos, sé tan honesto como puedas.
Dile a Carly porque la excluiste y se franco sobre tus sentimientos.
Quizá le ayude a expresar como se siente sobre tu apresurada decisión.
Espera una reacción negativa y lo que sea que hagas, no te enojes, lo
que ella necesitará es amor y entendimiento. Dale tiempo de procesar
las nuevas noticias y ajustarse, pero haz claro que tu decisión no
cambiará, si ese es el caso. Es importante mostrarle estabilidad y
asegurarle que tu amor por ella no es afectado.
—No, usa el tacto. Dale un aviso para prepararla, algo como, Carly
¿recuerdas a la Sra. Fulana?
—Entendido.
—Gracias.
Froto mis adoloridos músculos del cuello cuando ella cuelga. Como me
he dicho a mismo muchas veces durante los pasados días, soy el único
culpable.
La primera cosa en mi agenda es tener una palabras con Jerry, he
estado buscándolo desde el robo en el viejo apartamento de Valentina,
el apartamento de soltero desaliñado que ahora poseo. La cucaracha se
ha estado escondiendo desde el día que tome a valentina, pero ahora
que Magda lo ha descubierto, Se arrastró por las tuberías, pensando
que estaba a salvo de mí. Hay cosas que no cuadran y quiero
respuestas.
Scott, el escolta de mi mamá, sale del mercedes con mis dos chicos.
Este no era el plan.
—¿Qué no entiendes?
—Solo escuche sobre eso por los vecinos. Te lo dije, no estaba aquí.
Avanzo hacia él, balanceando el arma por el gatillo. —¿Por qué le diste a
Valentina un auto robado?
—Si es así como estamos jugando, pues muy bien. —Un poco de más de
presión y su dedo se parte hasta su nudillo.
Su chillido es feo esta vez. De las puertas golpeando y los pies corriendo
en el rellano, prefiero que las personas estén huyendo del edificio. Un
disparo no es nada nuevo; la mayoría de las personas esperan y se
esconden detrás de las puertas cerradas. Gritos, ellos son totalmente
otra historia. Nadie quiere ser torturado y si el vecino no está hablando,
las opciones son que cualquiera lo está haciendo gritar y vendrá a por
ti.
—Si lo hago en ambos dedos del gatillo, estas fuera del negocio. No
habrá mucho para un guardia sin un dedo del gatillo ¿Verdad?
—De la señora Louw. Todo lo que sé, es que me dijo que me encargara
de él —su mirada es cortante—. No es mi trabajo hacer preguntas.
Le creo, Rhett me da un pequeño asentimiento. El concuerda.
Mientras Rhett está ayudando a Scott a bajar las escaleras, voy a través
el apartamento, pero no encuentro nada de interés. Metiendo el gato del
monopolio en mi bolsillo, cierro la puerta y me uno a los hombres.
—Lleva Scott a casa —Le digo a Quincy—. Rhett, mantén un arma en él,
por si acaso.
—¿Le creerías a ese ladrón de coches de mala vida antes que a mí?
Jerry estaba asustado; por supuesto que él escupiría toda clase de
mentiras —Ella se cruza de brazos—. Cree lo que quieras, hice el
trabajo por ti. Jerry le dio a tu esposa un auto robado y debo añadir que
huyo de ti. Si fueras lo suficientemente hombre él estuviese muerto al
minuto de darte la información.
—¿Cómo follarla?
—Cálmate —Deja caer sus brazos—. Desde cuando no puedo llamar las
cosas por su nombre.
—Eres vulgar.
—Soy honesta.
—¿Lo eres?
—No tengo tiempo para tus juegos. Scott mato a Jerry porque tuvimos
que mostrarle al mundo que nadie se mete contigo o conmigo. La
próxima vez que ella huya, sus amistades lo pensarán dos veces antes
de ayudarla en su tonta expedición.
En la puerta, digo sobre mi hombro. —Oh, por cierto, Scott tiene un par
de dedos rotos.
Las delgadas líneas alrededor de sus ojos se arrugan. —Eso fue algo
infantil de hacer.
—No
No fue mi intención darte un trabajo extra.
—¿Dónde
¿Dónde está Carly? —MiroMiro alrededor del vestíbulo y escalera arriba.
No quiero a mi hija escuchando algo prematuramente.
—En su habitación.
abitación. La llamaré en un segundo. ¿Bebemos algo?
—Sabes que hacerla nuestra ama de llaves fue idea de Magda para
obtener el pago que ella creía merecíamos.
—Veintitrés.
—¿Es esta alguna clase de crisis de mediana edad? ¿Es por eso que has
tenido que ir por una niña de quince años menor que tú? ¿Tienes que
probarte a ti mismo que aún lo tienes?
—¿Amor y afecto? —Ella emite una risa—. ¿Me estás diciendo que la
amas?
—No sé sobre amor, ya no más, pero lo que sea que siento es lo más
cerca que me he sentido nunca a ser feliz.
—Eres un tonto.
—Aún lo haces.
El color se drena de sus mejillas. La rabia llena sus ojos azules violetas,
pero mantiene una voz tranquila. —No reconoceré a esa mujer o a su
hijo.
—Es mi hijo. Tu naturaleza desagradable hará las cosas más difíciles
para todos nosotros, pero esa es tu elección.
—Claro que no —Estoy haciendo tiempo, pero por Dios es difícil abordar
la conversación—. Tengo noticias —Pongo una brillante sonrisa en mi
cara—. Muy emocionantes noticias.
—Sí.
—¿Cu-cuando?
—Ayer.
Su boca tira hacia abajo. —Oh Dios mío, tengo una madrastra.
—Sí, la conoces.
—Es Valentina.
Después que digo el nombre, ella se levanta. —¡No, papá! ¿Cómo
pudiste? ¡Ella es nuestra ama de llaves!
—¡Una ama de llaves! ¿No pudiste haber hecho una elección menos
humillante?
—No hay nada humillante sobre ser un ama de llaves. Valentina estaba
estudiando para ser una veterinaria antes de empezar a trabajar para
nosotros y solo vino a trabajar porque debía mucho dinero y no tenía
más opción.
—No.
—Entiendo.
Ella aplana su cuerpo en el marco para que yo pase. Mientras voy por
mi chaqueta, estoy muy consciente de mi cojera y la forma en que sus
ojos queman en mi espalda.
Preocupación quema en mis entrañas. —Pensé que solo sucedía por las
mañanas.
Ella toma dos respiraciones estables. —Todas las horas del día —Su
sonrisa es débil, pero no sin humor—. A este bebé no le gustan las
pastas.
Las bragas son las siguientes, pero sus botas me impiden remover las
medias. —Por la forma en que iban las cosas en su consultorio, no iba a
sobrevivir por más tiempo.
—Sí.
—No.
—No lo dudo.
Retiro sus botas y luego las medias, permitiendo que mis dedos se
queden más tiempo del necesario.
—No es tu culpa.
Mis entrañas se retuercen con culpa. —No quiero oírte hablando así.
Nos reímos juntos mientras extiendo mis manos sobre la apretada piel
de su barriga mientras ella coloca sus manos sobre las mías. Soy
incapaz de procesar la maravilla que se despliega bajo mis palmas. Ella
es un milagro, y hace de mi vida más feliz por este increíble regalo.
Ella dice mi nombre como si fuese una palabra feliz. Una sonrisa de
diez megavatios me quema la cara.
—¿Funcionó?
—Sí —sese ríe de nuevo, sus ojos llenos con reverencia
reverencia—.. Oh Dios mío,
Gabriel. —Valentina
Valentina toma mi mano y la regresa sobre su estómago
estómago—.
¿Puedes sentirlo?
—Es
Es demasiado pronto, bonita. Dime que se siente.
—Es
Es como cosquillas por dentro.
—Como dulce.
—Entonces tócame.
La risa y el jugueteo terminan. Eso es exactamente lo que voy a hacer,
tocarla. No debería, pero no soy lo suficientemente fuerte para resistirlo.
Mi conciencia dice que ella necesita descansar, pero mi lujuria dice que
esta despierta de todas formas. Que se jodan mis buenas intenciones; la
necesito, necesito su placer, su intenso placer. Es demasiado pronto
para follarla como lo hice en la montaña Grace. Follando su culo de esa
forma, como lo perdí después de no tenerla por tanto tiempo y no quiero
perderla nuevamente. No quiero herirla, al menos no en una forma
erótica.
El miedo se mezcla con la excitación en sus ojos, ella quiere esto porque
esto es lo que le enseñé. Así es como la hice, es todo lo que sabe.
—Buena chica.
Para el momento en que me siento más o menos firme, ella aún esta
tumbada contra el espejo, sus músculos como papillas.
—No te muevas.
—¿Quién?
—Estará bien.
—Yo solo….
—Le aseguro que Charlie es tan equilibrado y feliz como puede serlo.
—La hipnosis puede ayudarle a ser más autónomo —Magda se lleva la
taza a los labios—. Necesita más estimulación y amigos, hay
instituciones maravillosas en Johannesburgo que le pueden
proporcionar eso.
—Él puede hacerlo —le tomo la mano—. Sólo quiero que consideres
todas las posibilidades ahora que el dinero no es un problema.
—Por supuesto.
—Está bien, no diré que no lo acepto, pero es un auto muy grande. Sólo
necesito algo pequeño.
—Probablemente no me recuerdes.
—Y Charlie —dice cuando sus ojos son atraídos por sus movimientos—.
Qué tragedia.
—Nos mudamos.
—¿A dónde?
—De todos modos —ella agita una mano—. Todo el agua bajo el puente.
Esa vida se ha ido, no quedan muchos de la vieja pandilla. —Sus ojos
tienen una mirada lejana.
—Un regalo.
—¿Un regalo?
Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras me suelta con una mano
para tomar el regalo. —¿Qué se celebra?
—Shh —Me tranquiliza con un beso—. No hay nada que perdonar —Su
expresión se vuelve dolorosa—. No más de esta charla, ¿entiendes?
Asiento.
—Cuando quieras.
—Estaba esperanzada.
Antes que pueda decir cosas más lúgubres, lo beso de nuevo, pasando
la punta de mis dedos por las ásperas crestas de sus cicatrices. Él es mi
oscuridad, mi amor y no tiene idea de cuán verdaderamente soy suya.
MIS HOMBRES ME INFORMAN del encuentro de mi esposa con Agatha
Murray. Fue accidental o habría tomado una llamada al número de
Agatha en el teléfono de Valentina. Sí, soy un asqueroso. Compruebo
las llamadas de mi esposa, pero es tanto para su protección como para
mi tranquilidad. Nuestro negocio es peligroso. Aunque la mayoría de los
hombres jueguen según las reglas y sólo un idiota y loco le pondría un
dedo encima a mi esposa, siempre hay locos que se pasan de la raya.
Además, sigue siendo una esposa forzada a la que mantengo con una
estrecha correa de placer y amenazas así que prefiero ser prudente
cuando un miembro de la familia de la mafia como Agatha entra de
repente en el escenario.
Le quito la cesta de las manos. —Se supone que no debes cargar cosas
pesadas —le dejo claro—. Se supone que no debes lavar ropa.
Una dulce sonrisa juguetea en sus labios, son llenos, rosados y tan
jodidamente besables. —No hay nada malo con mis manos.
—No me importa tenemos un servicio para esto.
Esos labios suaves se separan. Ella gime, una suave ondulación recorre
la delicada piel de su garganta mientras traga. Cuando echo la cabeza
hacia atrás para mirar en los oscuros charcos de sus ojos, se hunde
contra mí, su cuerpo cálido y flexible. Sus pupilas se dilatan una
fracción y su mirada se vuelve lujuriosa.
Magda pasa por delante de nosotros con el ceño fruncido. —Tienen una
habitación, por el amor de Dios.
—Valentina, no me mientas.
Todos los músculos de mi cuerpo se tensan. ¿Qué diablos hago con esta
información? Es como sospechaba. Lambert no le dio la espalda a su
novia prometida porque no la quería, él se vio obligado a hacerlo, la
pregunta es por qué.
—¿Gabriel?
—A ver a Kris, con todas las extensiones en práctica... —Se retuerce las
manos.
—¿Qué es?
—Quiere que vuelva a trabajar con ella.
Kris hizo lo que le pedí. Esto será bueno para mi chica. Ella no es del
tipo que se queda en casa. —¿Quieres hacerlo?
—Bien.
Su rostro se ilumina. Todo en ella brilla, desde sus ojos hasta el feliz
rubor de sus mejillas. —¿En serio?
—Está bien.
—Oh. —La comprensión florece en mí—. Pensé que Gabriel, pensé que
él...
—Sí.
—Amigos.
—Sí. —No
No quiero discutir mi relación con Gabriel
Gabriel—.. Muy bien.
—Bien. —Le
Le da una palmadita a Charlie en la espalda
espalda—
—. Tengo que
prepararme para vigilar la entrada, nos vemos por ahí.
—En
En el momento en que Nazca volvemos a lo básico.
—Ñan-ñan. —Charlie
Charlie toma su asiento habitual en la mesa y se pone
una servilleta en el cuello.
Yo vierto el agua mientras Kris prepara arroz, schnitzels, crema de
espinacas y puré de calabaza con canela.
Ella se extiende sobre la mesa y toma mi mano. —Él tiene razón, sabes.
Dejar los estudios fue muy difícil. Nadie sabe cuánto significó para ti
mejor que yo. Perdiste un pulgar, y nunca podrás ser un veterinario,
pero ¿y qué? ¿Qué tiene de malo ser un veterinario clínico?
—Gerente de práctica.
—Si no vas a ser un veterinario, que así sea. Me vendría bien otro
veterinario en el equipo, pero necesito a alguien que dirija más el
negocio. Me liberará tiempo para ser un veterinario y no un gerente.
Ella me agarra la mano por un lado y a Charlie por el otro. —Los tres
mosqueteros.
—¿Amor?
—Sí.
—Es cierto que hace un gran trabajo cuidando de ti, pero eso es
material.
—Gracias, —susurro.
—Puede que no esté de acuerdo con lo que Gabriel hace para ganarse la
vida, pero le agradezco que te haya sacado de Berea. Esa área sólo está
empeorando. Con Jerry siendo asesinado y todo lo que...
—Mierda no lo sabías.
—¿Jerry?
—Sí.
—¿Cuándo?
—Ayer, lo siento Val. Yo pensé que Gabriel te lo había dicho. —Añade,
disculpándose—, tal vez no lo sepa.
Gabriel debe saberlo. Berea es su territorio y sabe todo lo que pasa allí.
Un conocimiento repugnante crece en mis entrañas.
—¿Cómo? —pregunto.
—¿Tienen un sospechoso?
La asfixia cuelga como una capa sobre mí. El aire en la cocina de Kris
de repente es demasiado espeso para respirar.
—No voy a dejar que vuelvas a casa con una cocina sucia.
Con la ayuda de Charlie los platos están lavados y secos para cuando
Kris está lista para reabrir consultas. Camino hacia el coche con las
piernas temblorosas, apenas soy consciente de lo que pasa a mí
alrededor. Los guardias de Gabriel estacionados al otro lado de la
carretera me reconocen y se suben a sus coches cuando lo hacemos. Me
aseguro que Charlie se abroche el cinturón y doy unas cuantas
respiraciones profundas. A solas con Charlie, que no se dará cuenta,
dejo que la verdad se estrelle sobre mí. Mis manos tiemblan en el
volante mientras lo que dijo Kris, me recuerda lo que ignoré y traté de
olvidar golpeándome fuerte.
—Sí.
—Sí.
—¿Por qué?
Respira profundamente y no dice nada por un momento.
—Te ayudó a huir y no debería haberlo hecho. Ella tenía que hacer un
ejemplo con él.
Hay dudas en la forma en que dice las palabras. Tengo la sensación que
no se lo cree ni él mismo. —¿Estuviste allí?
—Lo que eres para mí está enteramente en tus manos. Puedes vivir con
comodidad y ser adorada o encadenada en mi sótano y dormir en una
jaula.
—Pero no puedo irme nunca.
—No lo entiendo. —Me envuelvo con mis brazos y doy un paso atrás—.
¿Por qué yo? ¿Por qué me haces esto?
—Por favor Gabriel, si sientes algo por mí, lo que sea, libérame. —Es mi
única esperanza de salvar lo que queda de mi corazón.
Me rodea con sus brazos y me acerca con cuidado, como si tuviera alas
de papel de arroz. Un abrazo es lo que ofrece, esta es su respuesta. No
me liberará. Lo que obtengo a cambio de amor es un abrazo de
consuelo.
—Te odio, —digo, sollozando en sus brazos, odiándome más porque no
puedo ni siquiera sentir las malditas palabras.
—¿En serio?
Charlie lo sigue. Se ve feliz, tranquilo y muy despierto a cómo es él en el
presente.
—Ge-genial.
—¿Tienes hambre?
—Ham-hambriento.
—Bu-burguesa.
—Madera de corte.
—Sólo quería saber si nos recuerda como éramos antes del accidente.
—No hará daño intentarlo. ¿No es eso lo que dijimos para Charlie?
—Nada de vino para Charlie o para mí, gracias, —dice Valentina, como
todas las noches.
—¿Agua, señora?
Cuando se sirve el asado y Valentina añade sal, Magda dice: —No tanta
sal. No es buena para el bebé.
Fulmino a Magda con una mirada. —Su presión sanguínea está bien.
—Dije... —empieza.
—Escuché lo que dijiste. Sylvia y yo no trabajamos así y lo sabes. Carly
es lo suficientemente mayor para decidir cuándo quiere visitarnos. Sabe
que su habitación siempre está lista.
Ella mira fijamente al frente con los brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Cómo qué?
—Esto no tiene nada que ver con tu madre y conmigo. Tu madre eligió
un camino diferente y yo lo acepté. Tú también deberías hacerlo.
—¿Cómo?
—¿Amaste a mamá?
—Mucho.
—Sólo su hermano.
—Dale una estrella dorada en la frente o algo así. ¿No tiene otra familia
que pueda acogerlo?
—Perfecto.
Me aseguro que ella reciba lo mucho que aprecio sus esfuerzos con un
beso suave. El rojo de sus mejillas se oscurece.
—¡Papá!
—¿Lo sedujiste?
—No.
—Él dijo que tú no pediste esto. —Hay un largo silencio antes de que
Carly vuelva a hablar—. ¿Te... obligó?
—¿No te violó...?
—No, no lo soy.
—No te pido que sientas lástima por mí. Te pido que intentes que nos
llevemos bien.
—¿Por qué? ¿Por qué debería? Ni siquiera me gustas. Eres de clase baja
y pobre.
—No podemos cambiar que soy yo, pero estoy segura que a este bebé le
encantará tener una hermana mayor.
—Sí, puedes.
Por primera vez en meses, escucho a Carly reír. Apoyó mi cabeza contra
la pared y trago con fuerza. No merezco el encubrimiento de Valentina,
pero lo acepto de todos modos.
APARCAMOS frente a una casa de dos pisos con un vestíbulo circular
como una torre abstracta de un castillo. Los pilares que enmarcan la
entrada son una versión moderna, fuera de lo común del Arco del
Triunfo, la casa está pintada de gris, negro y burdeos. Nunca he visto
nada parecido.
—¿Dónde estamos?
En las puertas de cristal, me da una llave con una cinta roja que pasa
por el agujero.
La planta baja incluye una sala de vinos con nevera, una oficina para
Gabriel, un cine insonorizado, una barbacoa cubierta que da a una
piscina climatizada, un jacuzzi, un bar, un baño, una sala de sauna y
un gimnasio. La cocina lleva a una despensa y al desayunador de la
casa y de la cocina de la casa a la habitación de las criadas y a un
garaje doble.
—Quiero que seas feliz. Quiero que compres lo que quieras, que lo
decores como quieras y que pintes las paredes de verde si eso es lo
tuyo.
Tengo que reírme. No puedo imaginar que las paredes grises de esta
casa sean de un verde loco.
—Quiero que esto sea bueno para ti, Valentina. —Me aparta el cabello
de la cara—. Tener un bebé no será fácil. Quiero que estés tan cómoda
como puedas.
—Sí, lo hace.
—Gracias Rhett. La cena está casi lista. ¿Te gustaría unirte a nosotros?
—¿Te gusta?
—Charlie, ven a saludar —le llamo de la sala de cine—. Kris está aquí.
—Cerveza.
—Amo la luz.
—Conoces a Gabriel.
—Sí, esto suena como él. Ese hombre es locamente protector contigo.
No quiero ver cómo va a estar cuando nazca el bebé.
—Val me dice que puede disparar a una diana. ¿Es cierto? —Kris le
pregunta a Rhett.
Me da una mirada de advertencia. —Se supone que no debes
anunciarlo.
—Mis labios están sellados —dice Kris—, y creo que es bueno que Val
sepa cómo defenderse.
—Pro-progreso.
Deja la mesa y camina hacia el rincón más alejado del salón, pero la
acústica del espacio abierto nos llegan sus palabras.
Kris se cubre la boca con una mano. Sólo Charlie come sin ninguna
preocupación en el mundo. Mi apetito por la comida se ha ido. Todo lo
que quiero es estar con Gabriel.
—No hay nada que podamos hacer —dice Rhett—. También podemos
disfrutar de nuestra comida.
—¿Ella está bien? —Me aparto para mirarlo—. ¿La policía presentó
cargos?
Cierra la puerta y gira los tres cerrojos antes de tomar mi mano y tirar
de mí hacia la barra. Me sirve un zumo de tomate, por el que sentí un
repentino deseo y un whisky para él.
—¿Las drogas?
—Carly dijo que un amigo se lo dio. Ella juró que sólo lo intentó una
vez. Se suponía que esta noche sería su segunda vez. Creo que el
arresto fue una buena lección. La asustó muchísimo, sobre todo porque
no tiene la edad legal para acceder a ese club. —Me acaricia
distraídamente el pelo—. Me prometió que no lo volvería a hacer, pero
¿cómo puedo confiar en ella, ahora?
Como él siempre está ahí para mí, yo estoy ahí para él. Sabe que puede
contar conmigo, pase lo que pase. Es un vínculo invisible que se hace
más fuerte con cada día que pasa. No sé si es el bebé o el tiempo que
pasamos juntos lo que nos acerca, pero no importa. Nunca me he
sentido más conectada a nadie que a Gabriel y eso me asusta.
—¿Sylvia?
—¿Señor Louw?
—Es su hija, señor. —Hay una corta y horripilante pausa, y luego las
palabras que no puedo enfrentar—. Lo siento mucho.
Mi pecho se encoge. Mis costillas contraen mi corazón. El ruido estático
zumba en mi cabeza.
Mi pequeña niña.
—¿Gabriel?
—¿Gabriel?
—No lo sé. —Pero si lo sé. Por favor no, no Dios mío. No puedo
sobrevivir a esto. Todavía hay esperanza.
—No.
Una vez que despejo las puertas, piso el acelerador, rompo todos los
límites de velocidad y hago enojar a más de un taxi. Es sólo cuestión de
minutos antes que me convierta en una víctima de la ira del camino.
No el salón. No la sala.
—¿Señor?
—Sí. —Me vuelvo hacia las habitaciones privadas, cada paso más lento
que el anterior.
El salón no.
Mi palma se aplasta en la puerta, justo debajo del seis. Una vez que
empujo la puerta para abrirla, no puedo volver atrás. Una vez que cruzo
el umbral, mi vida nunca será la misma. Pero el mundo gira a mí
alrededor bajo mis pies y no hay más remedio que avanzar con el
tiempo. Aplico la presión necesaria, impulsándome hacia la habitación.
—¿Irse a dónde?
—Señor Louw.
Dice mi nombre como si fuera una apelación. ¿Una apelación para qué?
¿Una apelación para que no lo diga?
—¿Por qué? —grita, mirándome para obtener una respuesta— ¿Por qué,
Gabriel? ¿Por qué?
¿Por qué? Sí, por favor, que alguien me diga por qué. No lo sé. Sólo
puedo mirarla.
—¿Quiere
¿Quiere que rece por ella? —pregunta el capellán.
—Deberíamos
Deberíamos discutir los arreglos del funeral. —Necesito
Necesito hacer esto.
Necesito mantenerme ocupado.
TAN JOVEN
La puerta se cierra con un agradable clic. Por fin, estoy solo con mi
niña. Muevo la sábana a un lado para tomar su mano. Su piel está fría
cuando presiono mis labios contra ella.
He fallado.
Arrepentimientos y lamentos.
—¿Puedo llevarte?
—Gabriel.
—Vuela alto y libre, princesa. —Aprieto las alas plateadas contra mis
labios—. Adiós.
La última.
Ya he terminado de matar.
ESTA NOCHE es una de las más largas de mi vida. Me doy la vuelta y
bajo de puntillas varias veces para ver cómo está Gabriel. La puerta de
su estudio permanece cerrada. Ni un solo sonido viene de adentro. Sólo
un fragmento de luz que se filtra por debajo de la puerta confirma su
presencia. ¿Qué hago? ¿Cómo se puede mejorar algo como esto?
Enfermo de dolor y preocupación, voy de un lado a otro de la cocina y el
salón hasta que la primera luz atraviesa la horrible noche.
El sol está débil hoy, con nubes de niebla que se acumulan en el cielo.
El día se siente triste, todo se siente roto. Mi corazón se rompe por
Gabriel. Estallo en lágrimas cada vez que recuerdo las horribles
palabras de Quincy, la forma en que me miraba con preocupación y
lástima mientras tartamudeaba las noticias, porque soy culpable de
esta tragedia. El embarazo fue difícil de soportar para Carly. Aún más
difícil fue el significado implícito que su padre y yo intimamos en
secreto, delante de sus narices. Si no me hubiera quedado embarazada,
nada de esto hubiera pasado. Carly habría sido felizmente inconsciente
y tal vez todavía viviera. Sí, definitivamente viviría. Cuanto más lo
pienso, más me avergüenzo del pecado ardiente. Esto es mi culpa. Si no
le hubiera rogado a Gabriel que egoístamente me dejara tener el bebé
que nunca quiso, esto no habría pasado. ¿Gabriel me perdonará alguna
vez? ¿Puedo perdonarme a mí misma? No puedo lidiar con las
respuestas, así que me concentro en el asunto más urgente... cuidar de
Gabriel.
—Gabriel...
—Yo lo tomaré.
—Sí. —Me
Me alejo varios pasos de la puerta
puerta—.. Necesita espacio.
—Val —Rhett
Rhett me alcanza
alcanza—. ¿Estás bien?
Sylvia llega unos minutos después del brazo de su novio. Su pelo está
en una trenza francesa y lleva maquillaje, pero parece demacrada. Sus
ojos me atraviesan y luego su mirada cae sobre mi gran estómago. La
forma en que me mira me hace sentir sucia, como si la hubiera
engañado o hecho algo malo. ¿Me equivoqué al rendirme ante los
avances de Gabriel? ¿No debería haber sido más fuerte? Una mejor
persona se habría resistido. Indefinidamente. Me siento como si
estuviera en el punto de mira a punto de recibir un juicio.
—Me lo merezco.
—Gracias.
—Sube y descansa.
—Te acompañaré.
—Tú eres mi hijo. Aunque sea inútil, y gracias a... —Se corta a sí
misma, toma un poco de aire. Un aliento tembloroso se desliza en el
silencio—. Ahora no tenemos un heredero.
Me echa una mirada sarcástica. —En nuestro negocio los únicos jefes
respetados son los que se ensucian las manos.
—No veré que mi duro trabajo para construir esta compañía hasta
donde está se vaya por el desagüe. —Acentúa su declaración con un
clavo que empuja en la madera pulida del escritorio.
No romperé mi voto. Eso deja sólo una opción. —Lo siento, Magda.
Supongo que eso significa que estás sola.
Su cuerpo se pone rígido. Empujando hacia atrás su silla, se levanta
majestuosamente. Parece como si su espalda estuviera a punto de
romperse. El fino vello de su labio superior y su barbilla tiemblan. Sus
fosas nasales se expanden y tiemblan como un león que huele a ciervo.
Le tiemblan tanto los brazos que tiene que apretarlos. Nunca la he visto
tan enojada.
—¿A esto hemos llegado, entonces? —Se endereza, con los puños a los
lados—. ¿La elegirás por encima de tu familia, por encima de tu propia
madre?
Parece que fue hace tres vidas, pero sólo ha pasado un año. Si fuera un
hombre mejor, corregiría la decisión que tomé aquí esa noche al dejarla
libre. La cortaría libre como corté las cuerdas con The Breaker, pero no
soy un buen hombre. Nunca podré dejarla ir. Este es mi pecado no
arrepentido. Ella es mi mayor pecado.
Parece que hemos cerrado el círculo. Termina donde empezó con ella.
En algún momento intermedio, perdí a Carly. Mi matrimonio, el bebé,
los cambios en nuestros arreglos de vida, fue demasiado. Mi despiadada
lujuria por una mujer que robé alejó a mi hija, la llevó al límite. Mi
carga no se siente más ligera cuando bajo las escaleras y me alejo de
quien solía ser. Sólo se hace más pesada cuanto más me acerco a la
casa. No puedo dejar esa carga olvidada por Dios, porque significaría
que tengo que liberar a Valentina, pero tampoco puedo mirarla, porque
significa que tendré que enfrentar mi culpa.
A MEDIDA QUE PASAN LOS DÍAS, Gabriel se aleja cada vez más de mí.
Está encerrado en sí mismo y ninguna cantidad de sondeo o señuelo
puede atraerlo. Sufrir la pérdida que ha tenido es estremecedor y el
dolor es devastador. Come bien y hace ejercicio todos los días. Su
cuerpo es el mismo duro como una roca, fuerte como lo recuerdo, pero
el hombre de adentro ha cambiado. ¿Está ahí dentro, en la oscuridad
que se ha convertido en su mente? No importa cuánto hable o toque, no
puedo llegar a él.
Por las ojeras que cubren sus ojos, sé que no está durmiendo, aunque
ya no duerma a mi lado. Después del funeral, se mudó a la habitación
de invitados. No va a trabajar ni a ver a sus amigos. Se queda en casa
todo el día, pero bien lejos de mí. Cuando no está encerrado en su
estudio o haciendo ejercicio en el gimnasio, hace trabajos de
mantenimiento en la casa. Veo su cuerpo sin camisa en la escalera, y a
mi cuerpo no le importa que siga en pena o que me culpe. Sólo quiere lo
que se le niega... el toque de mi marido.
Esta noche, cocino sus platos favoritos asado de cordero, judías verdes
con tocino y patatas fritas y pongo una mesa con velas en el exterior.
Rhett, Quincy y Charlie están cenando dentro, como siempre. El vacilar
en el paso de Gabriel cuando baja las escaleras y ve el ambiente
romántico en el jardín casi hace que mi coraje falle.
¿Que no debo hacer? ¿No llorar? ¿No querer? ¿No sentir? Quiero gritar
y herirlo como si me estuviera haciendo daño, pero limpio mis lágrimas
y fuerzo mis hormonas irracionales hacia abajo.
¿No tengo que intentar qué? Mirándolo a través de mis lágrimas, le pido
que me explique pero él no lo hace.
—No
No te muevas. Vamos a hablar.
Me quejo.
—Puedes
Puedes mirarme todo lo que quieras —sacude
sacude una servilleta en su
regazo—,, pero vas a derramar tu comida. Qué te está molestando?
—Hormonas. —Últimamente,
Últimamente, he estado usando eso mucho como
excusa.
No quiero cargar a Kris con mis problemas, pero necesito una amiga en
quien confiar. —No
No está bien. Es un cadáver andante.
—El
El duelo lleva tiempo, —dice.
—No ha vuelto a trabajar y apenas sale de casa.
—No sé lo que siento. Sólo sé que quiero que esto sea real. Ya no quiero
fingir. Quiero un marido de verdad que me ame por mí, no un dueño
que se casó conmigo para que sus enemigos no me decapiten.
—Pero cierto.
—Lo amo.
—Entonces pelea.
—¿Pelear?
—Sí.
Sí. Dale unos meses más de luto y luego empieza a caminar desnuda.
Eso debería llamar su atención.
—Lo
Lo sé. Tal vez eso es parte del problema. Necesitas tiempo a solas.
Envía a los chicos lejos y tráeme a Charlie.
—Eres
Eres una buena amiga.
—Soy práctica.
—Sigues
Sigues siendo una buena amiga.
—No es lo mismo.
Parece que quiere discutir, así que digo rápidamente —Charlie tiene
una sesión con Christopher. Voy a hacer una jarra de té helado.
—¿Necesitas ayuda?
—¿Cinco minutos?
—¿Hablar de qué?
—¡Quincy!
¡Quincy! ¿Estás bien? —Me mira sorprendida—.. Gabriel, ¿Qué te
pasa?
Los celos que había disminuido a un nivel mínimo durante los últimos
meses vuelven a la superficie, feo y ácido en mi garganta. Ella es mía y
está embarazada de m mii hijo. Nadie la tiene, no importa cuán mejor
hombre sean.
—¿Yo?
—¿Quincy?
—Con Gabriel.
—Me sorprende que no te haya dicho que dejó nuestra compañía —dice
una vez que estamos dentro—. Por otra parte, no te dice mucho,
¿Verdad?
Esa punzada de antes se extiende por mi piel, haciendo que todos los
nervios se alarmen. —¿Qué?
—Reemplazó tu control de natalidad por píldoras de placebo. —Empuja
un dispositivo USB en mi mano—. Aquí está la prueba y la razón por la
que te eligió.
¿Gabriel hizo qué? No me lo creo. No lo haría. Nunca lo haría. ¿Por qué
Magda está haciendo esto? Mi instinto me advierte que esto es sólo el
comienzo. Magda plantó un camino de destrucción en mi palma, y mis
pies están firmemente en él. Mis dedos se aferran al dispositivo USB en
mi mano que, si es verdad, me destruirá. El dolor que sentí por el
rechazo de Gabriel no es nada comparado con el dolor que me recorre
por dentro. Prefiero cien azotes de su cinturón a esto. Cualquier cosa,
pero no esto. Si Magda tiene razón, me engañó a propósito. Me mintió.
Peor aún, me hizo creer que era mi culpa. Mis uñas cortan la piel de la
palma de mi mano alrededor del pedazo de plástico. Me duele en cada
rincón de mi alma.
—Te dejo con eso. —Magda camina hacia la puerta—. Supongo que
prefieres ver esto en privado. Si fuera tú, no perdería tiempo en hacer
las maletas. —Una sonrisa victoriosa marca su gran salida.
—Estoy hambriento.
Click-click.
Owen Louw.
El padre de Gabriel.
Todo sucede a la vez. Una dolorosa contracción me dobla. Un dolor
sordo se mete en mi cerebro hasta que mi visión se vuelve borrosa con
manchas. Y mi fuente se rompe.
Es demasiado pronto.
Click.
Maldición. ¡No! Poniendo una mano en los muebles, uso el escritorio, la
silla y la pared como soporte para llegar al salón. El mareo retrasa mi
progreso. Me duele la cabeza tanto como el abdomen. En ese momento,
Charlie sale de la lavandería con una cesta llena de calcetines.
—Ve por Rhett, —digo con la mayor calma posible, incluso cuando
todos los huesos de mi cuerpo están temblando. Hay una buena
posibilidad de que pierda el bebé.
—Está bien. ¿Dónde está Rhett? —Continúo hacia la cocina, pero otra
contracción me impide llegar a mi teléfono que está en la encimera.
—El bebé —susurro, lágrimas que gotean de mis ojos—. Llama a una
ambulancia.
Demasiado pronto.
Mientras Rhett llama a Kris, yo hablo con Charlie. —Me voy al hospital,
como hablamos. Estarás bien. Kris viene a verte. Pídele que cocine lo
que quieras. Hay mucha comida en la nevera.
—Val-valiente.
—Lo sabe. —Rhett le echa una mirada preocupada a Charlie—. ¿Qué tal
si vemos una película hasta que llegue Kris?
—Bi-bien.
—Manchas.
—¿Mareos?
—Sí.
—¿Qué? —El shock resuena a través de mí—. ¡Mi bebé! ¿Qué pasa con
mi bebé? —Me muerdo el labio porque el dolor es más agudo que antes
de que mi cuerpo se contraiga.
Las únicas personas que quiero son Kris y Charlie. Son los que me
apoyaron a pesar de todo, los que nunca me mintieron o engañaron,
pero esta no es una situación a la que pueda exponer a Charlie, y es
mejor que Kris cuide de él.
Uno.
Dos.
¡Tres!
Las contracciones son cada vez más rápidas y fuertes. Necesito toda mi
energía para respirar a través de ellas. No me queda suficiente fuerza
para pensar, y mucho menos para hablar, así que aparto todo de mi
mente excepto la única tarea que se requiere de mí... dar a luz a éste
bebé.
La reunión se prolonga durante unas horas más. Mientras nuestro
inversor habla sobre el verdadero mercado inmobiliario, reviso mi reloj.
Son casi las ocho. Mi teléfono vibra en la mesa. Miro la pantalla. Es un
mensaje de Quincy.
Llama a Rhett.
—En la casa. Estoy esperando a que llegue Kris para que se quede con
Charlie. En cuanto llegue, iré al hospital.
Por suerte, a esta hora, hay poco tráfico. Tomamos las carreteras más
tranquilas y llegamos a la clínica en un tiempo menor al previsto.
Un joven con una bata blanca se acerca a mí. No pierde el tiempo con
un saludo.
Soy como un león listo para saltar. Quiero estar con mi mujer. —Lo sé.
Lléveme con ella.
Cierra la puerta y se vuelve hacia mí. —Su esposa tiene una pre
eclampsia severa como resultado de la hipertensión. La única manera
de prevenir más riesgos es que el bebé nazca inmediatamente, pero
estamos luchando para estabilizar la presión sanguínea. Estamos
administrando sulfato de magnesio por vía intravenosa. Si su cuerpo no
reacciona al magnesio, puede desarrollar eclampsia. En otras palabras,
puede tener convulsiones. Ya le hemos explicado a ella la condición y
las posibles consecuencias. Antes de que entre en la sala de partos,
tenemos que hacer lo mismo con usted. —Toma un respiro y avanza—.
Hay una posibilidad de que ella no sobreviva al nacimiento.
—Ella no estaba prevista hasta dentro de dos meses. ¿Qué salió mal?
Daré mi vida, a cambio. No la hagas pagar por mis errores. No dejes que
ella pague el precio final por mi lujuria egoísta y mi obstinada voluntad
de mantenerla. Sálvala y te juro que arreglaré esto. Haré un voto de
rodillas para deshacer cada maldad, cada pecado egoísta que cometí
contra ella. Incluso si me mata, la liberaré.
La dejaré ir.
La mujer del uniforme blanco sostiene una puerta y me pide que entre.
Mi mundo se derrumba en pedazos antes que esos pedazos sean
reconstruidos para formar la imagen que está frente a mí. Mi esposa
yace en una cama, esforzándose con todo lo que puede. Su cara esta
tan blanca como la arcilla de la cerámica, y sus delgadas piernas están
temblando de una manera no natural, como si tuviera un ataque. Ella
está tratando de dar vida al bebé que puse en su vientre, y de repente
sus frágiles miembros parecen demasiado vulnerables para la tarea. Su
cabello está pegado a su frente, y su piel brillante con sudor, pero el
conjunto de su boca está determinado. Fuerte.
Lo que tengo delante de mí es una criatura rota, un ángel con las alas
rotas y piezas de su alma y cuerpo que faltan. A pesar de las heridas,
ella todavía lucha para volar. Levanto su mano a mi boca y beso sus
dedos. Su piel está fría.
—Por favor, Valentina. —Le ruego que me perdone. Le ruego que luche
con más fuerza Y no me deje—. Pelea, —susurro.
A pesar de sus valientes esfuerzos, las cosas van mal. Las enfermeras
están tensas y las instrucciones del médico son muy estrictas.
—Sr. Louw —la voz del doctor es severa—, por el bien de su esposa y la
vida del niño, suéltela. No tenemos tiempo.
—Te amo. —Cada palabra se rompe. Cada palabra es real. Cada palabra
es hermosa en su propia, fea y equivocada manera.
Y luego se ha ido.
Las puertas del ala a de operaciones se cierran, y me quedo solo en el
largo pasillo con las luces brillantes.
Rhett y Quincy llegan. Están aquí más por Valentina que por mí, y no
puedo culparlos. Ella tiene ese efecto en la gente.
—¿Cómo
¿Cómo lo está llevando Charlie? —Le pregunto a Rhett.
—Está
Está bien. Kris está haciendo la cena, no tienes que preocuparte por
él.
—¿Val? —Quincy
Quincy parece temer mi respuesta, pero no pudo detenerse
por preguntar.
—Joder. —Quincy
Quincy junta sus manos y se cae en la silla más cercana.
—¿Café? —pregunta
pregunta Rhett.
He perdido la cuenta del tiempo cuando la puerta del final del pasillo se
abre y un médico sale. Quincy y Rhett se ponen de pie. Miran fijamente
al doctor como si le hubiesen crecido cuernos. Con pasos seguros, se
acerca, parándose cerca de mí. Su mirada es directa y factual, sin
emociones. De pie rezando, desesperado por tener noticias. Las piedras
se están moliendo unas a otras en mi pecho. Cada vez que respiro me
duele.
—Es un niño.
—Es un niño —murmuró.
Soy papá.
La tierra se inclina bajo mis pies. Tengo que agarrar la silla para
mantenerme erguido.
Ella vive.
Un niño.
Gracias, gracias.
Estoy en conflicto y salvaje, sabiendo el sacrificio que pagaré por su
vida, pero mi vida supera con creces el tormento de renunciar a mi hijo
y a la mujer que amo.
—Los dos están bien. Puede ver a su esposa en una hora, cuando
vuelva en sí. Su bebé ha sido colocado en una incubadora. Una
enfermera le llevará a verlo.
Hay una nota de orgullo en la voz de Rhett. —Dio una buena pelea.
—No me iba a ir sin ti. Rhett fue a casa a ver cómo estaba Charlie. Kris
se estaba volviendo loca. Se asustó cuando no pudo comunicarse
contigo, así que Rhett le dio la noticia. Espero que no te importe.
—Gracias. —Lo digo como nunca antes. No sé qué habría hecho sin
estos dos hombres. Y Kris.
Mis ojos caen en el lápiz negro con el logo de Louw Unlimited insertado
en la memoria USB.
Magda.
Magda le dijo a Valentina. Le dijo lo que hice. Según los archivos que
me miran, ella hizo más que eso. Le dio a Valentina la maldita
evidencia. Tirando la pila de billetes sobre el escritorio, aprieto y suelto
las manos. Hago esto varias veces para evitar golpear algo. Valentina lo
sabía. Tuvo a nuestro bebé sabiendo lo que le hice. Magda no tenía
derecho. ¿Por qué? Nunca quise que Valentina sufriera la horrible
verdad. ¡Maldita sea! Saco la ira y me desahogo con la silla, pateándola
hasta que un dolor agudo sube por mi pierna y se clava en mi cadera.
Doy un portazo en las puertas de cristal y las abro de golpe. Scott, que
está sentado detrás de la recepción, se pone de pie y busca su arma.
Antes de que pueda agarrar el mango que sobresale de la funda de la
cadera, le doy una patada en el estómago y un puño en su pistola. Cae
de espaldas, su cuerpo se conecta con la pared. Utilizo el impulso para
agarrar su cabello y lanzarlo boca abajo al suelo. Con una rodilla en la
espalda, le sujeto las muñecas y saco la pistola de su funda. Quito el
seguro, aprieto el gatillo y empujo contra su sien.
—¿Qué video? —Gira la cabeza a un lado y traga aire por la boca—. Ah,
joder, eso duele.
Empujo más fuerte, atrayendo más palabrotas, esta vez mezcladas con
mocos y lágrimas.
—Mierrrrda. Detente.
—¿Cuál?
—Rosettenville.
—¿Qué tumba?
—Haynes, Charles.
Empujo de nuevo, invitando a un aullido. —No está muerto. Si me
mientes, hijo de puta…
—¡Ah, mierda! Por el amor de Dios. —El aire le atraviesa los dientes
cuando lo suelto—. Ayer.
—Charlie.
—¿Te lo dijo?
—¿Quién, Christopher?
—Siii.
Levanta las palmas de las manos. —Todo lo que quería era que se fuera.
Sólo quería que mi hijo volviera.
Mi voz se hace más fuerte con cada sílaba. —Pensaste que huiría
sabiendo que mi maldito padre la violó.
—Sí, pensé que la alejaría. No has sido tú mismo desde que ella entró
en tu vida. Te está destruyendo, como destruyó a tu padre.
—Vi la forma en que la miraba, incluso cuando era tan joven. ¿Sabes lo
que se siente? Es la forma en que camina, con su trasero
balanceándose y sus tetas empujadas hacia afuera. Es lo que lleva
puesto, esas faldas cortas y tops ajustados. —Me señala con el dedo en
el pecho—. Ella se lo hizo a él y te lo está haciendo a ti.
No puedo creer lo que estoy escuchando. —¿Cuánto tiempo hace que lo
sabes?
No. Tampoco Valentina. Dios, así no. —Lo hice, así que empieza a
hablar.
Necesita entender lo serio que soy. La asustaré para que hable, y si eso
no funciona, juro por Dios que torturaré a mi propia madre. —Irá a las
autoridades, las que no te pertenecen.
—Owen estaba seguro que Val sabía sus nombres. Arregló un golpe
para eliminar a toda la familia.
Ahora entiendo por qué Magda trabajó tan diligentemente para abrirse
camino en la policía. Había un método en su locura de tener tantos de
ellos en su bolsillo.
—¿Julietta?
—El robo del banco fue escenificado. Ella era el verdadero objetivo.
Owen les ordenó que lo hicieran, ¿no? ¿Fue porque Valentina estaba
prometida a mí?
—No tenía intención de traer nunca a esa mujer bajo nuestro techo.
¿Crees que quería un recordatorio constante mirándola a la cara, todos
los días?
—¿Qué razón?
—Sí.
—Arreglar esto.
—Ya veo. —Su cuerpo alto y recto presiente. Parece 50 años mayor—. A
esto es a lo que llegamos, entonces.
La miro por última vez, porque cuando salga de aquí, no quiero volver a
verla nunca más.
—Adiós, Magda.
No responde. Sigue asintiendo con la cabeza, cuando salgo de su oficina
sin molestarme en cerrar la puerta. No llego hasta la recepción cuando
el disparo suena.
El sonido familiar de una bala que sale del cañón de una pistola me
atraviesa. Me detengo. La explosión de metal vibra en mi cráneo antes
de que las paredes absorban los últimos ecos. Mi primera reacción es
escuchar. ¿Los sonidos de la vida? ¿Fallo? No lo sé.
Silencio.
—Un desacuerdo.
—No.
—¿Entonces es un suicidio?
—Sí.
—Ah, ya.
El mundo pesa sobre mis hombros cuando llamo a Rhett para darle las
noticias antes que las vean en los medios. Rhett se ofrece a buscarme,
pero yo me niego.
—Para ti. —Puse las flores sobre la cómoda contra la pared—. Huelen
bien.
—Gracias.
—Estoy bien.
Las lágrimas hacen que sus ojos brillen como pepitas de oro en el agua
clara de un río. —¿Por qué no me lo dijiste? —Su mano tiembla en la
mía—. ¿Te gustó hacerme parte de todo este asunto feo y retorcido?¿Por
qué yo, Gabriel? ¿Necesitabas terminar lo que tu padre había
empezado?
—¿Charlie?
—Tu padre mató a Barney por el video. Se lo dio a Charlie para que lo
escondiera.
—Barney. Estaba con tu padre. —El color deja sus mejillas—. ¿Mi padre
mató a Barney? ¿Y Charlie lo recordó? —Sus ojos se agrandan a medida
que el entendimiento se desangra en ellos—. ¿Las hipnosis?
—Sí —digo sombríamente—. Así fue como Magda descubrió que Charlie
enterró el video en el cementerio, en el terreno que tu padre le había
comprado.
Le cuento todo lo que Magda dijo, sin dejar nada fuera. Le digo que mi
padre era un bastardo enfermo obsesionado con una chica menor de
edad y su obsesión llevó a la destrucción no sólo de ella, sino también
de mi familia. Le digo que la mafia pagó y amenazó a Lambert Roos para
que cancelara su compromiso y que yo debía ocupar su lugar,
irónicamente he ocupado su lugar. Le hablo de Jerry, de la trampa que
Magda le tendió a Charlie y quizás lo más difícil, que se suponía que yo
la mataría, pero que ella ya lo sabía. Ella sabía el hecho desagradable y
aun así trató de construir algo conmigo. Así de grande es su corazón,
pero ningún corazón puede ser tan grande como para procesar y
perdonar la profundidad de lo que estoy poniendo a sus pies ahora.
Frotó sus dedos sobre mis labios, una y otra vez, suplicando con mis
ojos que me entiendan mientras digo mis palabras.
—De Magda.
—Sí.
Hay tanta pérdida de tono. Las palabras suenan rotas saliendo de sus
labios. ¿Y ahora qué? ¿Cómo se puede seguir adelante después de algo
así? ¿Cómo recoge los pedazos de su vida y construye una nueva? Me
duele el corazón. Por ella, pero mi chica es fuerte. Es leal, decidida,
cariñosa y valiente. Lo logrará.
4 Delicatesen: tipo de tienda especializada que ofrece exquisiteces, alimentos de alta calidad o exclusivos
por sus características especiales, por ser exóticos, raros o de elevada calidad en su ejecución. Este tipo de
tiendas suelen ofrecer diversas preparaciones a veces especialidades gastronómicas foráneas. Por regla
general poseen departamentos de charcutería, panadería, carnicería, lácteos, etc. Los alimentos preparados
pueden abarcar desde la preparación de salsas exóticas, sándwiches, conservas. Los delicatesen suelen
tener diversas opciones de ofertas de vinos.
Para protesta de Gabriel, rechazo la silla de ruedas, empecé a caminar
poco a poco todos los días con ganas de recuperar mis fuerzas. Rhett y
Quincy ayudaron a llevar todo desde mi habitación en el hospital hasta
una camioneta que Rhett organizó para este propósito. Con todos los
regalos que he acumulado, no es una tarea fácil. Incluso si estoy feliz de
ir a casa, es difícil para mí irme sin mi bebé. Sosteniendo la mano de
Gabriel, me alejo cuando llegamos a las puertas principales del
hospital. Estando tan en sintonía con mis emociones como lo está, él
entiende la razón de mi pánico.
Entrelazo nuestros dedos. —¿Nos vamos a casa? —Quiero que sepa que
estoy lista, que estoy dando este próximo paso de buena gana.
Deja un rastro de besos en mis piernas hasta mis muslos, con sus
palmas siguiendo el camino. —Dios, eres hermosa.
—No sobre esto. No sobre ti. —Coloca un suave beso bajo mi incisión—.
Este asombroso cuerpo me dio un hermoso hijo. —Sus ojos se llenan de
arrepentimiento—. Lo siento, Valentina, pero lo haría todo de nuevo
para mantenerte a salvo.
—Está bien. —Acuno
Acuno su mejilla cuando presiona su cara contra mi
estómago—.. Lo que hiciste estuvo mal, pero no me m
molesta
olesta tener a
Connor.
Hay más que discutir, pero tenemos mucho tiempo y por ahora me
olvido de todo mientras sus dedos se mueven hacia mi centro.
—Se
Se supone que no debemos. —Gimoteo
Gimoteo cuando separa mis pliegues
suavemente.
—No
No te penetraré. Sólo una probadita.
—¿Gabriel?
—Gabriel se ha ido.
—¿Con Rhett?
—Sí.
Todavía hay una gran brecha entre Gabriel y yo, y dónde estoy en
nuestra relación.
—¿Puedo hacerte una taza de café? —Quincy pregunta con una ceja
arrugada—. ¿Tal vez un té?
—Val. —La voz sin aliento de Quincy llega a través de mis sollozos—.
Dios mío. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué puedo hacer?
—Val. —Él traga y mira hacia otro lado, y luego regresa sus ojos a los
míos—. Tienes que ser fuerte.
Mi cabeza se mueve de lado a lado automáticamente, ya negando las
palabras que Quincy no ha dicho aún. —No.
—Ya lo sé.
—Explosivos plásticos.
—Su marido tenía muchos enemigos —Lo dice como una declaración—.
¿Hubo algún indicio de amenazas en los pasados días?
Los ojos de Rhett están abatidos. —Lo vi entrar, Val. No hay otra salida,
no hay puerta trasera ni ventanas.
La ira surge en mí. —¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¿Por qué
regresó?
Rhett pone una mano en mi hombro y dice suavemente, —Tuvo que
ocuparse del negocio después de la muerte de Magda.
—Gabriel se ha i-ido.
Al afirmarlo, todo mi ser se hace pedazos. Sin previo aviso mis piernas
flaquean y pierden su fuerza, y me desplomo en el suelo. Todo lo que
quiero es acurrucarme y quedarme allí, pero al ver mi angustia, Charlie
empieza a tirarse del cabello. Me necesita, Connor me necesita. En un
instante, Quincy y Rhett están ahí y me ayudan a ponerme de pie.
—Te tenemos —dice Quincy—. Te vas a poner bien, ¿me oyes? Tomará
tiempo, pero eventualmente estarás bien.
Rhett, que nunca está lejos, da un paso adelante, pero yo levanto una
mano para indicarle que se detenga. —No, gracias. Tiendo a evitar a los
violadores.
Kris se sacude en un arranque, parece que quiere decir algo, pero Diogo
coloca su cuerpo entre nosotros bloqueándola de mi vista.
—Nunca haría una acusación sin la evidencia que lo pruebe. Tengo las
imágenes de las cámaras de seguridad mostrándote con tu polla
colgando, tratando de saltarme contra la pared. ¿No es así como lo
llamaste?
Echa una mirada alrededor y baja la voz. —No hay necesidad de sacar
las garras. Solo estaba ofreciendo mi apoyo.
Su mirada irradia fuego. Lo único que falta es que salga humo de sus
fosas nasales mientras da la vuelta y se aleja.
Por dentro, estoy temblando. Por supuesto, es toda una farsa. No tengo
el video y no me gusta jugar a este juego, pero lo esperaba. Cuando
alguien tan poderoso y rico como Gabriel cae, los buitres entran en
escena.
—Gracias.
—Por supuesto que no. Percibo que usted es una mujer honesta y
buena, Sra. Louw. Espero que haga lo correcto.
—Yo también.
—Sin peros. Estoy cocinando, así que no será nada elegante. Solo una
cena entre amigos donde puedas ser tú misma y bajar la guardia —Ella
mira a Rhett y Quincy —. Y ya que parece que no te dejan sola ni para
ir al baño, trae a tus guardaespaldas también.
—Lo que sea. —Ella se vuelve hacia los hombres—. Son más que
bienvenidos, chicos. Cuídenla. —Me besa la mejilla—. Llámame cuando
necesites una amiga.
—¿Adónde? ¿A casa?
—Voy
Voy a pasar por la clínica para ver a Connor.
—Yo conduciré.
—Tengo un auto.
Solo asiento, con gratitud. Puedo hacer esto con su apoyo, aunque ya
me ha dado mucho.
Mientras nos dirigimos a los autos, hay una parte de mí que se queda
en el cementerio. Duele, pero no el tipo de dolor que se siente cuando
pierdes al amor de tu vida, duele con soledad y al mismo tiempo arde
con la esperanza. Mañana por la mañana llevaré el anillo de Gabriel a
arreglar y pulir con un joyero.
SE NECESITA toda mi disposición para lidiar con las secuelas de la
desaparición de Gabriel, como llegué a llamarlo. Hay suficiente para
mantenerme ocupada para que mi mente no se detenga en su ausencia.
Para empezar, está Connor. Siempre está Charlie. Está mi trabajo en el
consultorio de Kris, que lo he puesto en espera. Acordamos contratar a
un asistente, y ahora que Kris gana más puede permitirse contratar a
otro veterinario. Las tareas más desafiantes son cuidar de los bienes de
Gabriel y el negocio.
Resulta que heredé todo... Las casas, los autos, el negocio, los activos, y
la deuda. No creo que Gabriel se diera cuenta de la situación
desesperada en la que estaba el negocio. Los Louws vivían muy por
encima de sus posibilidades, y el dinero del soborno hizo una gran
mella en sus cuentas bancarias, aunque Magda hizo un buen trabajo
escondiéndolo. Debido a la investigación en curso, los activos y bienes
de Gabriel están congelados, y mi único ingreso es el salario que Kris
me paga. Gracias a Dios por la licencia de maternidad pagada.
La casa tendrá que irse. No hay manera que pueda mantenerla con mi
salario. La hipoteca que Magda sacó de su casa en Parktown para
mantener a flote el negocio requiere que la casa se venda. Una semana
después, ambas casas salen al mercado. Llamo a Sylvia para
preguntarle si quiere algo, pensando que tal vez haya algo de valor
sentimental para ella, pero me cuelga bruscamente el teléfono.
Quincy cruza sus brazos. —Me conformaré con una parte de las
ganancias.
Michael me mira desde el otro lado del escritorio de mi oficina con una
mirada duditativa. —¿Con un salario mínimo?
Miro a Charlie que está jugando a las cartas en una mesa en la esquina
y bajo la voz. —No voy a sacar a la gente de sus casas o cortarles la
garganta si no pueden pagar.
—¿Val? —Michael levanta una ceja, recordándome que aún espera una
respuesta.
—No puedo aceptar tu dinero. —Michael se ofreció amablemente a
cuidar de mí y de Connor como una forma de presentar sus últimos
respetos a Gabriel, pero mi orgullo nunca me lo permitirá. Tengo que
hacerlo por mi cuenta. Este es mi problema para resolver.
—Absolutamente.
—Sí, sí, lo sé. —Pongo los ojos en blanco—. No quiero un mono. Quiero
un trabajador inteligente que me ayudará a cultivar el árbol para
cosechar los plátanos a tiempo.
Se ríe y sacude la cabeza. —Me tengo que ir. Cena, en nuestra casa, ¿El
viernes por la noche?
Como todos los viernes por la noche, acepto. Nuestras citas para cenar
se convirtieron en un arreglo permanente, así como los sábados por la
noche en casa de Kris se convirtieron en un pacto semanal. Charlie,
Rhett y Quincy siempre están incluidos. No puedo ir a ninguna parte
sin ellos, de todos modos. Es la forma en que mis amigos me cuidan, y
a veces esas noches son lo único que me mantiene cuerda. Extraño a
Gabriel con una intensidad brutal. Cada día sin él es una tortura. El
trabajo me aleja de él durante el día, pero es por la noche, sola en la
cama, que me rompo un poco más con cada hora que pasa.
Michael me besa en la frente. —Aguanta. Todo mejorará.
Sólo puedo asentir con la cabeza. Si hablo, mi voz puede romperse. Le
digo adiós mientras me lanza un beso desde la puerta y le grita un
saludo a Charlie.
—Se enfermará con el viento que viene a través de los huecos. Te dije
que deberíamos haber tomado el modelo Chicco5. El plástico encajaba
hasta en el descansa pies.
5 Chicco: es un fabricante italiano de ropa y juguetes para niños con puntos de venta en todo el mundo. Es
propiedad de Artsana. Chicco ha estado en el negocio durante 60 años y ahora se encuentra en más de 120
países.
6 Maclaren: es una marca de carritos de bebés o carriolas.
Rhett se golpea la frente con la mano. —Idiota, Quincy. No lo cambiaste
antes de que se durmiera, y ahora le saldrá un sarpullido por el pañal.
—Estoy lista.
—Esta noche. —Sella
Sella el trato con un asentimiento
asentimiento—.. Voy a ver a
Quincy. —SeSe quita la pistola de la cintura y la deja en mi escritorio
escritorio—.
Cierra la puerta con llave cuando me vaya.
—Uh-uh. No lo hará.
—¿Qué?
Se va sin despedirse.
—No
No hay nada para nosotros aquí, —susurro.
—Saquémosla de aquí. —Rhett me gira en la dirección opuesta y me
impulsa a través de lo que solía ser la puerta.
—Sólo quería decir que lo siento —Se mira los pies—. Escuché que te
casaste a lo grande.
—No.
—Bien. —Se mete las manos en los bolsillos y rueda sobre las botas de
sus pies, sin llegar a mis ojos.
—Adiós, Lambert.
Rhett le echa una mirada que dice, -no me jodas-, mientras caminamos
hacia el auto.
—Gabriel.
—Los imbéciles los están. Los otros que no son imbéciles tienen que
pasar por una prueba.
No tiene ni idea.
OTRA NAVIDAD VIENE Y VA. Kris emplea a un nuevo gerente de
práctica. Acordamos que es mejor que renuncie para concentrarme en
mi negocio heredado. Me lleva cuatro meses entender los fondos en los
que Gabriel invirtió el capital y el rendimiento de las inversiones, y otro
mes para analizarlos. Una pequeña empresa de bolsa de tipo
inconformista, McGregor y Harris, obtuvo el mejor rendimiento con un
crecimiento del veinticinco por ciento. El banco está pagando un mísero
uno por ciento de nuestro capital vinculado, y nuestras políticas de
inversión a largo plazo están perdiendo dinero a menos del ocho por
ciento.
—Charlie
Charlie y yo llevaremos a Bruno a dar un paseo —ofrece
— Rhett,
tomando a Connor de los brazos de Quincy.
—Entra. —Se
Se hace a un lado
lado—.. Solo tenemos dos sillas para visitantes.
—Eso será suficiente.
—Herman, por favor. —Pasa una mano por encima de su traje—. Soy
un tipo casual. Sólo me vestí para esta reunión. Normalmente llevo una
camiseta y unos vaqueros.
—Su difunto marido nos dio una pequeña cantidad de dinero para
invertir con alto riesgo. El alto riesgo dio sus frutos.
—Todo.
Quincy habla por primera vez. —Es una compañía joven, Val. No sabes
si lo lograrán.
Este podría ser el mayor error empresarial de mi vida, pero desde que
dejamos de matar y amenazar, nuestros deudores no están pagando,
como Michael predijo. Es este riesgo o cerrar nuestras puertas.
—Trato hecho.
Rhett y Charlie, que nos ven mientras esperan en el auto, vuelven con
Connor y Bruno.
—¿El Spur?
—Mal-malteadas
—Lo estoy.
—¿Qué? —La cara de Simon se arruga—. ¿Qué tiene que ver eso con
que sea competente?
—Oh. —Rhett
Rhett mira a Quincy
Quincy—. En ese caso, lo hará.
—Yo...
Yo... eh... sí. Soy heterosexual.
—Bien. —Simon
Simon vuelve a prestarme atención
atención—.. ¿Dónde firmo?
—Aquí. —Le
Le empujo el papel sobre el escritorio
escritorio—.. Bienvenido a la
empresa.
Toda la vida.
Las heridas provocadas por las operaciones no son un regalo para mí,
son una forma de devolverme a la vida. Ya he tomado una nueva
identidad. Volveré a Sudáfrica para vigilar a Valentina y a mi hijo. Este
es mi nuevo propósito de vida, y la única motivación que me mantiene
en marcha. Hay demasiados peligros ahí afuera para una mujer sola.
No es que vaya a estar sola para siempre. No una mujer como ella. Es
demasiado atractiva, demasiado bella, demasiado fuerte, demasiado
amorosa. Será más duro que arder en las llamas del infierno, pero
soportaré verla en los brazos de otro hombre mientras sea feliz. Durante
el resto de mi miserable vida, me esconderé en rincones y sombras,
siguiendo a la mujer que amo, asegurándome que esté segura en la
calle y en su cama por la noche. Los vigilaré a ella y a Connor como un
perro guardián. Siempre la amaré, pero esta vez sólo desde lejos.
Perfecto.
Un hombre sale.
Un delicado pie vestido con una bota negra cruza el umbral. Le sigue
una pierna larga y delgada, y luego una mujer entra en el porche. Las
piezas de mi mundo caído se vuelven a unir. Nada importa, ni la vieja
vida que tanto me costó borrar ni la redefinida que tan cuidadosamente
construí. Como antes, como cada momento en sus brazos, sólo está
ella. Lleva un par de vaqueros ajustados con un jersey de cuello de polo
rojo ajustado y un abrigo negro. Su cuerpo está tonificado, más delgado
de lo que recuerdo. Rizos del color del vino rubí y el chocolate oscuro
caen sobre sus hombros y enmarcan su delicado rostro. Giro hacia ella
como un planeta en órbita. Quiero saltar del coche y correr sobre el
césped, tomarla en mis brazos y besarla hasta que esté mareada, pero
el marido que tuvo no es más que un mal recuerdo. Golpeo la palma de
mi mano en el volante, sintiendo el dolor en mi alma. Este es el precio
que negocié por su vida, y que me condenen si no cumplo mi promesa.
—Necesita otra manta —Rhett la llama—. Sólo hay 16,7 grados con un
viento a cinco kilómetros por hora.
Un joven con una gabardina beige mira a mi mujer mientras pasa por
delante.
Bien.
Salgo del coche, cierro y troto hacia las filas de puestos. Serpenteando a
través de calabazas orgánicas, mermeladas, miel y panes caseros, sigo
al pequeño grupo. Se detienen en una esquina del café para saludar a
una pareja que está comiendo unos panecillos y lo que parece un
capuchino rooibos10. La mujer tiene el cabello rubio decolorado y el
hombre corpulento viste una camiseta de Spiderman descolorida sobre
un jersey. Kris y Charlie. Después de intercambiar algunas palabras,
Valentina y su séquito dejan a Kris y Charlie. Valentina se detiene en
varios puestos, conversando con los vendedores mientras Rhett y
Quincy vigilan y llevan los productos. Me alivia que mis hombres la
protejan como sabuesos. Para el ojo ignorante, son sólo dos tipos que
siguen a una mujer, pero sé que están rastreando el área y olfateando el
aire en busca de peligro. Por los informes que recibí en Suiza, sé que
Valentina no puede pagarles, lo que significa que deben permanecer por
lealtad y amor, las mismas características que admiro en mi esposa.
Parece que las cultiva en todos los que se cruzan en su camino. Mírame
a mí. Aquí estoy, siguiéndola como un lobo hambriento, desesperado
por protegerla y cuidarla.
10 El rooibos es una planta de origen sudafricano cuyo nombre en idioma afrikáans significa arbusto rojo y
se pronuncia «roibos».
cerca, literalmente en mis brazos, me embriaga y me enloquece. Cada
folículo de mi cuerpo pica, cobrando vida con la electricidad estática
que cruje sobre mi piel. Un olor a frambuesa deliciosa llega a mis fosas
nasales. La suavidad de su cabello roza mis dedos, donde aún me
agarro a sus brazos. Sus labios se separan ligeramente, arrastrando mi
atención hacia ellos. Se necesita cada fibra de mi ser para no acercarme
y tomar esos labios en mi boca.
Buena chica.
Rhett y Quincy se acercan por detrás, dándome una mirada aguda, pero
ignoro sus furiosas caras, saltando antes de que ella se escape.
—¿Este es tu bebé?
—Diez meses.
Connor agarra el dedo que yo sostengo con avidez. Me río. —Es guapo.
—Lo es, —dice con orgullo—. Se parece a su padre.
Mueve un rizo suelto detrás de la oreja. —Parece mucho, ¿no? Pero mis
chicos —guiña en dirección a Quincy y Rhett—, comen como caballos.
Prefiero apoyar a los granjeros locales, además que es orgánico.
No lo hagas.
—¿Como un buen pedazo de culo para esta noche o como una mujer
increíble para toda la vida?
—¿No se supone que deben mantener alejados a los hombres como yo?
—Es una buena mujer —dice Rhett—. Ella merece tener a alguien.
Por mucho que me gustaría aprovechar la oportunidad, me convertirá
en el hombre que solía ser, el hombre que la manipuló para que lo
quisiera y lo amara. La idea de morir era para liberarla.
—¿Está todo bien? —Kris pregunta cuándo volvemos con ella y Charlie.
—¿Qué mirada?
—Estás pensando.
Ella toma mi mano. —Solo han pasado diez meses. Dale tiempo. Alguien
más vendrá.
—Mi mente se siente jodida. Las cosas que Gabriel me hizo, lo odié por
ellas, y ahora anhelo el dolor que me dio placer. ¿Qué otro hombre en
su sano juicio entenderá lo que necesito? —Froto un dedo sobre mi
pulgar amputado—. Mi cuerpo está mutilado y mi estómago está
marcado por las estrías de su bebé. ¿No lo ves, Kris? Estoy dañada de
todas las formas posibles. Nadie más puede quererme. Gabriel era mi
monstruo y me hizo imperfecta y rota a su imagen y semejanza. Somos
perfectos el uno para el otro.
—No me enamoré de él. Soy adicta a él, pero si… cuando lo encuentre,
estoy planeando enamorarme de él como no pude hacerlo la primera
vez. Esta vez, no habrá regreso.
—Oh, Val. —Su mirada es de preocupación—. Necesitas ver a un
psicólogo que pueda recetar antidepresivos para ayudarte a
sobrellevarlo. No hay vergüenza en tomar medicamentos. No tienes que
superar esto solo con fuerza de voluntad.
—No lo hago.
—No, no, no. No vas a iniciar una cacería de brujas por la encarnación
de Gabriel. Eso simplemente no terminará bien. No es saludable, Val.
—No sé qué ves cuando te miras a ti misma, pero yo veo a una mujer
hermosa, fuerte, generosa y amorosa, una mujer que
desinteresadamente hará cualquier cosa por su hermano y su hijo.
Le doy un rápido abrazo a Kris. —Eres una buena amiga. ¿Te he dicho
cuánto te aprecio?
—Todo el tiempo.
—Claro.
Claro. Ven a cenar y después habrá juegos de mesa.
Todo sobre esa voz me paraliza por dentro. La forma en que el barítono
profundo vibra a través de mi cuerpo, envía chispas a mis
terminaciones nerviosas. Cada musculo se contrae. Cada cabello se
eriza.
—¿Hola?
Él lanza una risa seca. —Lo deduje. —Más precaución—. ¿Por qué?
—Eso es correcto.
—Señora ¿Louw? —Juro que hay una sonrisa arrogante detrás del
cuidado en su tono.
—Trabajo
Trabajo desde casa. —Lo hace sonar como una protesta.
—Por
Por supuesto que sí. —Esta
Esta vez, suena francamente divertido, pero
luego su tono cambia, nuevamente
nuevamente—. Señora Louw, yo...
—Nos
Nos vemos a las cuatro mañana, entonces.
Cuelgo antes que tenga tiempo de idear una razón por la que no debería
tocar a su puerta. Si Gregor es Gabriel, planeo exponerlo. Será mejor
que esté listo. Irrumpiré por su puerta como lo hizo una vez por la mía,
blandiendo un arma mucho más poderosa que una pistola.
—Bo-bonita.
—Gracias, Charlie.
—Voy a salir.
Rhett deja de llenarse la boca con papas fritas para mirarme. —¿Salir
como en una cita?
—Supongo que podrías llamarlo así.
—¿Qué?
—Sí, pero…
—Eres cruel con esos puños pequeños y una pistola, pero... —Se frota
la parte trasera de su cabeza—. No lo sé.
—Por supuesto que no. —Quincy extiende sus manos—. Ven aquí,
grandote. El tío Charlie te enseñará a jugar al póker y el tío Quincy te
enseñará a ganar.
—Hasta más tarde, Charlie. —Le doy un beso y me voy antes que mis
nervios me fallen.
—Señor Malan.
Por un segundo sus ojos se clavan en mis labios mientras bebo, pero
luego los arrastra lejos.
—¿Lo soy?
—¿Y para esto? —Susurro—. ¿Tengo que llamar a alguien más para
esto también?
Cuando sus manos me alcanzan, casi dudo, pero tengo que saberlo y
solo hay una forma segura de descubrir la verdad. Una cosa que un
hombre como Gabriel no puede alterar o falsificar, es la forma en que
me folla. Reforzando mi resolución, levanto la barbilla y adopto una
postura que permite que mis pechos sobresalgan.
Puedo contar con los dedos de una mano las veces que Gabriel me besó
sin total control. Sus seducciones fueron bien pensadas y ejecutadas.
Este hombre está besándome sin una pizca de restricción, como Gabriel
me besó cuando yo le dije que no quería a Michael. Me está besando
como lo hizo Gabriel el día que se casó conmigo en contra de mi
voluntad. Gimo en su boca, mi cuerpo preparándose para su posesión
al volverse cálido y resbaladizo.
Sus dedos alcanzan los botones de su camisa. Uno por uno, los hace
estallar con manos temblorosas —Puedes tener mi polla donde quieras.
—Sí, oh Dios.
La promesa es más bella que erótica, porque por lo que realmente vine
es él. No me da más tiempo para pensar, porque comienza a mover el
dedo a un ritmo lento y enloquecedor. Empujo los codos para admirar
la vista, y él alivia la presión de su palma sobre mi garganta para
dejarme. Quiero verlo reclamarme. Como si sintiera mi necesidad,
arranca las bragas y las deja caer al suelo, mirando fijamente el
malvado trabajo de su dedo.
—Joder, sí.
Su pulgar vuelve a mi clítoris mientras sus dedos preparan mi canal
para su polla. La de Gabriel es larga y gruesa. Esto es algo que haría.
Unos pocos golpes duros combinados con los implacables movimientos
circulares de su pulgar y me corro con un orgasmo feroz, gimiendo de
placer. Todavía estoy montando la ola cuando su boca está en mi coño,
su lengua tomando el control en lugar de sus dedos. Se siente muy
bien. Él sabe exactamente cómo me gusta. Alterna suaves lamidas y
chupa, mordiéndome suavemente con los dientes. Como Gabriel me
entrenó, me corro rápidamente, esta vez en su boca. Me chupa a través
de las ondas del orgasmo hasta que mi cuerpo es un desastre
tembloroso.
Él es Gabriel.
Él es Gabriel.
Coloca mis brazos para que me estire con mis dedos tocando los bordes.
—Espera, bonita.
Mi indulto solo dura unos segundos. Las réplicas del orgasmo todavía
me están ondeando cuando él se retira y me da la vuelta.
—Abrázame, —susurro.
—Valentina.
—Córrete conmigo.
—No.
El tensa. —¿Confiables?
—¿Estás segura?
Me quita un cabello suelto de la cara. —Es lindo. —Lo dice como si eso
explicara su interés en Connor—. Dijiste una madre soltera. —El
duda—. ¿Lo eres?
Él no contesta.
Giro su muñeca hacia la luz para leer la hora en su reloj. Son más de
las cinco. —Me tengo que ir pronto.
—¿Pero?
—¿Qué fue?
Sus ojos buscan en los míos algo que no puedo nombrar. Respira y se
lame los labios. —Un error.
—No. Todo fue perfecto, pero eso no es lo que quise decir, y lo sabes.
Estaba tan lista para decirle que sé la verdad, pero él no está listo para
escucharla. Creo que está listo para nosotros, o no habría regresado a
buscarme, pero si fuerzo las cosas, puedo arruinarlo.
—Connor…
—No pasará nada si llegas treinta minutos tarde. Llama a tus amigos y
diles que estás esperando que pase la tormenta.
Siempre protector. Dios sabe que necesito el tiempo extra con él. —Voy
a buscar mi teléfono.
Mientras hablo con Rhett, el olor a café recién hecho llena el espacio.
Cuando corto la llamada, él me lleva una taza humeante. Dos azúcares
y leche, como a mí me gusta.
—Estoy bien.
—Mantente a salvo.
—Tú también.
Abre mi puerta pero me agarra de la muñeca antes que pueda entrar.
—Valentina.
La culpa me ataca camino a casa. Me siento mal por dejar a Connor con
los chicos para poder tener sexo con mi esposo muerto. ¿Qué clase de
madre hace eso? ¿Qué pasa si Connor tiene hambre o se siente
malhumorado? Mis preocupaciones son infundadas, cuando llego a
casa, encuentro a Connor jugando alegremente en el corralito y Charlie
doblando la ropa. Rhett y Quincy me miran curiosos.
—Sí. —Sonrío, pero no ofrezco nada más. Las cosas entre Gabriel y yo
siempre han sido complicadas, y no son menos complicadas ahora. Ni
siquiera puedo definir lo que tenemos, y mucho menos explicarlo a mis
socios.
—Ídem.
—Bien.
—Se
Se supone que no debe dejar entrar a nadie sin permiso. —Estoy
enojado porque él desobede
desobedeció
ció las reglas. Es peligroso. Tendré que
hablar con él.
—Connor ayudó —dice con una sonrisa.
Lo miro con orgullo apenas disfrazado. Sí, resulta difícil resistirse a esa
sonrisa babeante de dos dientes. Hago un esfuerzo consciente para
suavizar mi tono. —¿Por qué estás aquí? —Mierda, ¿habrá pasado
algo?—. ¿Está todo bien?
Sin darme tiempo para dar más detalles, empuja a Connor a mis
brazos.
—No.
—Por supuesto.
Ella nos lleva al zoológico, un lugar que solía visitar cuando era
pequeño. No ha cambiado mucho en treinta y ocho años. Connor es
demasiado joven para apreciar a los animales, pero seguimos el camino
más allá de los monos y pájaros, caminando uno al lado del otro en un
cómodo silencio. Bajo la sombra de un sauce, extiende una manta y
pone a Connor sobre su estómago, dejando bloques de juguete de
plástico a su alcance.
—Ya casi se sienta por sí solo —dice con orgullo—. Está un poco
atrasado en esta etapa, pero el médico dice que es normal en bebés
prematuros.
Ella es buena con él. Es una gran madre. No debería tocarla, pero no
puedo evitar colocar un mechón de cabello detrás de la oreja. —¿Cómo
es?
—¿Cómo es qué?
—La maternidad.
—Lo siento, ha sido difícil para ti. —Lo digo en serio con toda mi alma.
—¿Disfrutas tu trabajo?
No la toques.
Ah, joder.
—Gracias.
—¿Por qué?
—De nada.
Connor gime con una voz que habría levantado el techo si hubiera
habido uno. El orgullo hincha mi pecho hasta el punto de explotar.
Cuando le pongo el biberón en su boca, comienza a chupar con tragos
codiciosos.
—¿Otra vez? —pregunto—. Él acabó de comer hace poco.
—Tú eres el hombre, —le digo con una sonrisa, plantando un beso en
su frente.
—Demonios, sí.
De nuevo.
Demasiado dramático.
Joder
Me paso una mano por el cabello. ¿Quién soy yo? —Soy un fantasma
del hombre que te secuestró y te embarazó. —Desecho eso—. Soy el
hombre que te ama.
Ella me odiará más que antes, pero es lo correcto. Quizás la cosa más
honorable que he hecho en mi vida. Echo un vistazo a la extraña cara
en el espejo antes de dirigirme a la ducha para prepararme. Si esta es la
última vez que enfrento a Valentina, lo menos que puedo hacer es
ofrecerle la cortesía de parecer presentable.
HASTA HOY, las cosas se movieron lentamente entre Gabriel y yo o
Gregor, mientras me acostumbraba a llamarlo así. Salimos como dos
personas normales. Ha habido muchas oportunidades para decirle que
sé la verdad, pero quiero que lo me diga cuando esté listo. No puedo
decirle cómo me siento hasta que confiese. Si no está listo para
escucharme como Gabriel, no está listo para escucharme como Gregor.
Ella sabe que estoy haciendo tiempo. Estoy haciendo tiempo porque
estoy nerviosa. ¿Cómo será esta noche para nosotros? ¿Para mí, Gabriel
y Connor? Cuando ella se va con Connor, deslizo el regalo que guardaba
para Gabriel en mi bolso. Dependiendo de lo que diga, se lo ofreceré o lo
traeré a casa. Una parte de mí quiere posponer esta noche, pero no
podemos seguir viviendo en nuestro mundo imaginario.
Les digo un rápido adiós a los chicos. Es noche de pizza y cine, así que
Charlie está cubierto. Luego conduzco a la casa de Gabriel.
Los dos sabemos por qué, pero él quiere que lo diga. —Quiero que me
folles.
—Entonces no lo hagas.
—Lámelo.
Esta es toda la advertencia que recibo antes que él corte el cordón final
de autocontrol que siempre ha mantenido mientras me folla la boca.
Agarrando mi cabeza entre sus grandes manos, me sostiene en mi lugar
y comienza a follarme los labios con toda brusquedad. Cuando tengo
arcadas, él se aleja, dándome solo un breve respiro antes de continuar
con su ritmo agotador. La forma en que me usa es tan caliente. Estoy
salivando a su alrededor, haciendo ruidos desagradables en el fondo de
mi garganta y a él le encanta. Parpadeando la humedad en mis ojos, me
concentro en respirar profundamente por la nariz.
—Mírame —gruñe.
Levanto mis ojos hacia los suyos, dejándolo ver mi rímel y mi labial
manchado, dejando mi vulnerabilidad a sus pies.
Él levanta mis brazos sobre mi cabeza y acomoda mis manos con mis
palmas hacia arriba. —Mantenlas allí.
La última vez que me tomó así fue el día de nuestra boda. Sé que va a
doler y que me encantará, pero en este momento estoy ansiando
demasiado el azote de su palma para concentrarme en otra cosa. Mis
pechos están pesados, meciéndose con cada azote que me da en el
trasero. El patrón va de derecha a izquierda y viceversa, levantando la
piel de mi trasero y volviendo mi coño regordete y húmedo. Mis pliegues
se hinchan y palpitan. Mi clítoris se siente sobrecalentado. Las
nalgadas se detienen, pero no los dedos que entran y salen de mi
oscura entrada.
—Buena chica. Voy a tomar este hermoso culo azotado. —La plenitud
de sus dedos desaparece, dejando un ardor detrás—. Quédate quieta.
Apoyando mi frente en mis dedos entrelazados, trato de complacerlo,
sabiendo que será imposible. La cabeza ancha de su polla se burla del
apretado anillo muscular.
—Te tomaré como me pediste —dice con una voz cargada de lujuria—.
Pelea conmigo.
—Joder. —Se cae sobre mí, sosteniendo su peso sobre sus brazos—.
Dulce Jesús. —Desesperadamente, bombea dos veces más, más
profundo, golpeando la barrera de mi cuello uterino—. Valentina.
—Besa mi cuello y apoya su frente en mi hombro—. Joder, Valentina.
—Valentina...
—Dime —repito.
—Lo prometo.
Él asiente con la cabeza. —Valentina, yo... —Él traga, sus ojos miden
mi reacción—. Soy el hombre que robó tu vida. Soy Gabriel.
LA MUJER DESNUDA en mis brazos no es un libro abierto para leer. Le
acabo de decir que soy su marido muerto, pero su lenguaje corporal no
me dice nada. Puedo lidiar con una bofetada, un insulto, la culpa y la
ira, pero no con la mirada plana y sobria que me da. Me deja indefenso,
porque no sé qué palabras necesita a continuación. ¿La calmo? ¿Me
disculpo? ¿Mendigo? ¿Explico?
Si ella lo sabía, ¿por qué permitió que las cosas llegaran tan lejos? ¿Por
qué no me mató, me lastimó o consiguió que uno de mis ex
guardaespaldas se encargara de mí? ¿Dónde está su venganza? Mis ojos
se centran en el objeto que ella agarra en su puño. Sea lo que sea, ella
esperó mi confesión antes de entregármelo. Podría ser condenación o
absolución, pero sospecho que es el primero.
—Solo hay una cosa que quiero decir, y no podría hacerlo hasta que
fueras sincero conmigo.
¿Qué puede decir ella después de todo lo que le dije, después de todo lo
que mi familia le hizo? Su mirada es suave y llena de algo que me da un
vuelco el corazón. No quiero olvidar nunca cómo se ve ahora, porque
por primera vez en mi vida alguien me mira con amor y lealtad. Ella
luchará por mí como nunca nadie lo ha hecho.
Ella se aferró a él. Nunca dejó de pelear por mí. Abrumador, el amor
más grande de la vida se estrella sobre mí. —¿Sospechaste?
Le sonrío. —Siempre.
—Por hacer esto, —le hace un gesto a nuestra niña—, para que yo
pueda hacer eso. —Levanta una mano a las personas que disfrutan de
los cócteles y los bocadillos dispuestos en el césped.
—De nada. —La verdad es que me encanta ser el papá de mis hijos, y
no hay nada que no haga por mi inteligente, trabajadora y hermosa
esposa.
Uso suficiente del tono autoritario que ama en el dormitorio para que
sus ojos vuelvan a los míos. Sus pupilas se dilatan por un momento y
sus pezones se convierten en dos puntos duros debajo de la suave tela
de su vestido.
Saludos.
Charmaine
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