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Durante el mes de mayo se recibía cotidianamente fuego de perturbación de
fragatas y destructores británicos. Cada noche, entre las 2230 y 0400 aproximadamente, dos
barcos iniciaban el cañoneo, que se extendía desde nuestras posiciones hasta Puerto
Argentino. Ese fuego nos causaba pocas bajas porque ocupábamos posiciones en
desenfilada, pero cumplía el objetivo de desgastarnos.
Los heridos recibían la primera atención en el puesto de socorro del
Regimiento, a cargo del Tte 1ro Méd Cucchiara, pero su evacuación al hospital militar de
Puerto Argentino constituía un problema. Las ambulancias no iban a buscarlos porque se
podía recibir fuego naval o aéreo en el camino, así que teníamos que trasladarlos en
nuestros camiones Unimog. Las camillas de nuestra dotación no eran devueltas, por lo que
una vez empleadas las pocas que teníamos, debíamos mover los heridos en mantas.
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El 7 de junio, desde la posición del Regimiento se avistó un buque
descargando material en Bahía Agradable, informándose al comando de agrupación. Al día
siguiente eran dos los buques y se informó nuevamente, produciéndose el exitoso ataque
aéreo sobre ellos (eran el “Sir Galahad” y el “Sir Tristram”).
En el monte Harriet, la posición fue atacada desde el este y el sur por sendas
compañías que habían efectuado un rodeo, mientras la compañía B era aferrada por el resto
del batallón atacante.
A poco de comenzar el ataque fue herido el Subteniente Juárez, jefe de la
sección morteros pesados y ésta fue puesta fuera de combate. El único apoyo de fuego que
se recibía era proporcionado por la batería de 105 mm del Batallón de Infantería de Marina 5 .
Yo personalmente corregía el tiro en comunicación por radio con el jefe de esa unidad,
capitán de fragata Robacio.
Ante el progreso del ataque enemigo desde el sur y el este, fue empleada la
reserva en un contraataque, siendo rechazado y cayendo herido de 5 balazos el oficial que lo
dirigía, Tte 1ro Echeverría.
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Subtenientes Mosquera y Pérez Grandi heridos. Estas bajas incidieron en la capacidad de
combate de sus fracciones. Al caer el puesto de comando, el oficial de operaciones de la
unidad, Capitán López Patterson, consiguió replegarse con las fracciones que no estaban
aferradas. También se replegaron las 2 secciones de la compañía A que estaban en Goat
Ridge, promontorio rocoso que se encontraba al S de Two Sisters y dependía de este punto
de apoyo. El Jefe de una de ellas, Subteniente Nazer, resultó herido, el jefe de la otra,
Subteniente Silva, al alcanzar en su repliegue con su sección las posiciones del BIM 5 en el
Monte Tumbledown, se agregó a esa unidad; lo mismo hizo el Subteniente Llambías con su
sección de la compañía C.
Otro aspecto que favoreció a los británicos fue que mientras su personal
estaba fresco en el momento del combate decisivo, el nuestro estaba desgastado por una
larga permanencia en las posiciones sin relevos, reemplazos ni rotaciones, con un clima frío
y húmedo, sin equipo adecuado (problema de pie de trinchera), con alimentación insuficiente
(falta de víveres y dificultad para cocinar y distribuir la comida por falta de combustible para
las cocinas y de recipientes térmicos para la distribución). Además, nuestro personal estuvo
sometido al fuego de hostigamiento de la artillería enemiga, al que no se podía responder por
falta de medios, lo que provocaba un sentimiento de impotencia.
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desparramados en las violentas contorsiones de la muerte, porque el enemigo había
resistido fieramente”.
El reportero inglés Kim Sabido narró el ataque final al RI 4 en “Una cara de
la moneda”: “Sin embargo, el avance por las laderas del Monte Harriet fue un asunto lento y
cruento. Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Acosados en las laderas
por los intensos disparos de ametralladoras y tiradores apostados, avanzaban lentamente y
a duras penas. Vi caer a varios hombres heridos de bala y a otros los alcanzó la metralla de
la continua cortina de fuego que disparaban a distancia. Los hombres que teníamos enfrente
no iban a ceder sino era tras una lucha encarnizada”.