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TEMA III

LA PSICOLOGÍA Y LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES


Jordi Bachs

SUMARIO

¿QUÉ ES LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL?


- Variabilidad interindividual
- Variabilidad intergrupos

ORIGEN DE LA PSICOLOGÍA DIFERENCIAL


- Las variaciones individuales: La Ley de Weber
La ecuación personal del error
El evolucionismo de Darwin
- La variación de la inteligencia humana: Los instrumentos antropométricos de Galton.
La Estadística aplicada a la Psicología
- La investigación psicológica de las variaciones individuales: Los primeros test Psicológicos
(Catell)
La Escala Métrica de (Binet)

EL NACIMIENTO DE UNA CIENCIA

Creemos que usted estará de acuerdo con nosotros si afirmamos que los individuos no son iguales entre
sí, o lo que es lo mismo, que existen diferencias individuales entre los hombres.

Cuando un entrenador de futbol distribuye sus jugadores en defensas, centrocampistas y delanteros, no


hace otra cosa que utilizar las diferencias individuales de los hombres que forman el equipo. Todos tienen
una excelente preparación física y un buen toque de balón, pero no es lo mismo jugar al ataque, distribuir
juego dominando el centro del campo o cortar los avances del equipo contrario como hace un buen
zaguero. Se trata, como ve, de un grupo homogéneo, ya que todos sus componentes saben jugar al futbol,
pero se da entre ellos una suficiente variabilidad interindividual que hace que Pepe sea un buen extremo
izquierdo, Luis un excelente defensa central, y Juan un gran centrocampista.

Consideremos ahora en acción, durante unos campeonatos mundiales de futbol, un equipo europeo y un
equipo africano. Ambos equipos juegan al futbol siguiendo las mismas reglas internacionales y con un
mismo objetivo, pero la técnica que utilizan es a todas luces distinta. Se trata de dos tácticas y estilos de
juego tan dispares que no dudamos en afirmar que los africanos juegan de una manera y los europeos de
otra. Podemos ver en este caso que entre ambos contendientes existe una variabilidad intergrupos, es
decir, se trata de grupos que difieren entre sí porque están formados por individuos pertenecientes a dos
razas y culturas distintas.

Este sencillo ejemplo que acabamos de dar, creemos que puede ayudarle a hacerse una primera idea del
objeto de la Psicología diferencial. Veamos ahora como se distingue esta de la Psicología en general.

Al estudiar la historia de la Psicología, advertirá como se inició la Psicología científica y como los
pioneros de esta nueva ciencia se preocuparon esencialmente por encontrar las leyes generales que
pudieran explicar el comportamiento humano. Pero pronto percibieron, al comparar los resultados que
obtenían en los laboratorios observando distintos sujetos, que la ley general de un determinado fenómeno
experimenta variaciones importantes. Esto, que al principio fue considerado de poco importancia o
simplemente como un error casual del sujeto estudiado, atrajo fuertemente la atención de algunos
psicólogos hasta tal punto que estas diferencias individuales llegaron a constituir el objetivo primordial de
sus investigaciones.

De esta forma nacía, del árbol nuevo de la Psicología, uno de tantos vástagos que se desarrollaría con
fuerza y autonomía propia: la Psicología diferencial.
Lo dicho hasta aquí nos permite delimitar claramente y desde el primer momento el objetivo de este tema.
Centraremos nuestro esfuerzo y atención en el estudio comparativo de las diferencias psicológicas entre
los individuos, tanto en lo que concierne a la variabilidad interindividual, dentro de grupos homogéneos,
como a la variabilidad intergrupal (grupos que difieren por la edad, el sexo, el medio social, la raza, etc.).

UN POCO DE HISTORIA

Las onzas y dracmas de un fisiólogo

Quizá se pregunte quien utilizó por vez primera la expresión “Psicología Diferencial”. Fue un psicólogo
alemán, llamado W. Stern, quien en el año 1900 escribió un libro sobre las diferencias individuales y,
como se hacía a menudo, entonces, le dio este subtítulo: Ideas para una psicología diferencial.

Ahora bien, como acure casi siempre, esta denominación venía a concretar algo que ya estaba en el aire
hacía ya mucho tiempo. En efecto, el fisiólogo alemán Weber hizo en el año 1834 un curioso
descubrimiento. Consistía su experimento en hacer sopesar objetos por un peso caso igual para ver cuál
era la más pequeña diferencia de peso que un sujeto podía percibir. Pues bien, mediante esta prueba,
descubrió que la persona capaz de detectar la diferencia entre un peso de 29 onzas y otro de 32, podía
también distinguir dos objetos cuyo peso fuera respectivamente de 29 y 32 dracmas. Si usted tiene en
cuenta que una onza equivalía en aquel entonces a ocho dracmas, ya ve que en proporción que en el
primer caso, es decir, 3/32.

Weber repitió sus experimentos con otras personas y comprobó que aquella proporción permanecía
constante en cada caso estudiado, a pesar de que los valores eran distintos según los individuos. Así, en
un caso, las pesas eran respectivamente de 30 y 32 (onzas y dracmas) y, en otro, 26 y 32(onzas y
dracmas). En estos dos casos, los valores de las proporciones (2/32 y 6/32) eran diferentes que en el caso
citado más arriba (3/32), pero permanecían constantes para un mismo individuo al pesar de onzas a
dracmas.

Era esta constancia individual la que fascinada al hombre de ciencia. Esta regularidad constituye
precisamente lo que se llamó más tarde la “ley de Weber”. En cambio, el fisiólogo alemán no presto
ninguna atención a las variaciones individuales que aparecían con evidencia en sus experimentos. No
había sonado aun la hora de la Psicología diferencial.

El astrónomo que perdió el empleo

Las primeras observaciones cuantitativas, realizadas sistemáticamente sobre diferencias individuales


datan en realidad desde el año 1816, pero el hecho que las provocó un concurrido 20 años antes, en el
observatorio astronómico de Greenwich.

Usted ya sabe que en física sé que mide un fenómeno mediante instrumentos de precisión, que utilizamos
como intermediarios entre nosotros y el objeto o fenómeno que observamos. A veces los instrumentos son
múltiples y en todo caso podemos considerar nuestros órganos sensoriales (la vista, el oído, …) Como el
último de estos instrumentos con el riesgo que este comporta para la exactitud de una observación.

A medida que la técnica ha ido progresando más más el papel del observador ha sido cada vez menos
importante pero a finales Del siglo XVIII era aún capital y de suma importancia. Así, por ejemplo, en
astronomía, para medir la hora exacta en la que un astro pasaba ante el campo de observación de un
telescopio, El observador debía escuchar el tic tac del reloj mientras observaba atentamente el paso del
astro.

Kinnebrook había entrado en el observatorio de Greenwich como ayudante del astrónomo real Maskeline,
Y uno de sus trabajos consistía precisamente en medir la hora del paso de algunos astros. Sabía
perfectamente cómo se debería aplicar el método puesto a punto por Bradley: Anotar el tiempo en
segundos, empezar luego a contar escuchando atentamente tic tac del reloj y al mismo tiempo observar el
paso de la estrella; Apuntar los segundos transcurridos en el mismo momento en que la estrella alcanzaba
la línea crítica del campo y, a continuación, cuando está acababa de cruzar la línea. Este sistema permitía
calcular en décimas de segundos el momento preciso del paso del astro.
Maskeline, a cuyas órdenes trabajaba Kinnebrook, sabía que se trataba de un trabajo delicado y de gran
precisión, y quiso comprobar si su ayudante lo realizaba a conciencia. ¡Cual no sería su sorpresa al
constatar que entre sus propias observaciones y las de Kinnebrook había casi un segundo de diferencia,
profundamente contrariado, Maskeline despidió a su ayudante sin ninguna clase de contemplaciones.

La arbitrariedad cometida con kinnebrook fu puesta de manifiesto en 1816 por Bessel, astrónomo de
Konigsberg, quien demostró que en el tiempo de paso de un estrella, medidos por dos observadores según
el método Bradley, se daban casi siempre pequeñas diferencias, debidas a los que se llamó más tarde
ecuación personal de error. Bessel realizó un estudio comparativo de las ecuaciones personales de
muchísimos observadores. Fue así como las primicias de los primeros datos sistemáticos sobre diferencias
individuales fueron cosechados no por la Psicología, sino por la tan antigua ciencia de la astronomía.

La “bomba” de Darwin.

Hace casi siglo y medio, en 1859 exactamente, apareció uno de los libros más importantes de la historia
del pensamiento occidental: El origen de las especies, de Darwin. Ya se sabe la polvareda que levantó.

Es innegable que la doctrina de la evolución fue una bomba cuya explosión obligó al hombre a plantearse
de nuevo la concepción que tenía de sí mismo. Como dice Freud, la teoría de Darwin produjo en el
narcisismo humano una herida semejante a la que le infligiera, unos siglos antes, el descubrimiento de
Copérnico al demostrar que el sol no daba vueltas alrededor de la tierra. Darwin tuvo el valor de mirar de
frente la historia de la vida, interpretando los datos recogidos por Linneo un siglo antes en su célebre
clasificación de los seres vivos.

Si le hablamos aquí de este autor es por la gran influencia que tuvieron sus ideas sobre la psicóloga
moderna, y en el caso que nos ocupa ahora, sobre la Psicología diferencial. En efecto, el evolucionismo
ponía un gran acento en la variación de las diferencias individuales, puesto que si no existiera aquella no
habría evolución. Esta se da, no cabe duda, porque la descendencia es diferente de los padres.

La variación, como ve, es un elemento esencial de la teoría evolutiva, igual como la variabilidad es el
centro de interés de la Psicología diferencial. En consecuencia, mientras Wundt, padre de la Psicología
experimental, andaba buscando los principios generales que rigen la mente humana, los psicólogos
influenciados por el evolucionismo, empezaban a investigar las formas variables de intelecto en los
distintos grupos o individuos.

Un laboratorio antropométrico en la Inglaterra de la reina Victoria

El más claro representante de esta nueva tendencia en Psicología fue precisamente un primo de Darwin
llamado Francis Galton (1822-1911). Lleno de ingenio y entusiasmo por la ciencia, este Ingles fue el
primero que intentó aplicar los principios evolucionistas de la variación, selección y adaptación al
estudio del hombre. Le parecía evidente que la variación existente entre las características físicas y
mentales de los seres humanos debía ser algo heredado. Así se explicaba el interés que Galton manifestó
siempre por los problemas de la herencia en todas sus producciones científicas.

Galton estaba convencido que para estudiar las “dimensiones” de la mene debía utilizar instrumentos
parecidos a los que se usaba en Antropología para medir el peso, la estatura y otras características
anatómicas. Así fue como ideó nuevos instrumentos para medir la capacidad sensitiva, la memoria y la
imaginación. Citemos, por ejemplo, un silbato que medía el sonido más alto que puede percibir el oído
humano y una barra, de longitud variable, que utilizaba para estudiar la capacidad discriminativa de la
percepción visual.

Un rasgo importante de este hombre de ciencia fue el recurso del análisis estadístico que, como veremos
más adelante, tanta importancia tiene en Psicología diferencial. Para reunir el mayor número de datos
posibles de una población suficientemente grande de personas, Galton tuvo la idea de instalar un
laboratorio antropométrico en una exposición Internacional de la Salud, celebrada en Londres en 1884.
Los visitantes, mediante el pago de 3 peniques, podían hacerse examinar, desfilando ante un gran número
de instrumentos. La altura, el peso, la envergadura del palmo, la capacidad respiratoria, la fuerza, la
rapidez de reacción, la agudeza sensorial de la vista y del oído… estos y otros proceso sencillos –en un
total de 17- eran los que se medían en el laboratorio antropométrico de Galton, del que la gente salía con
el claro sentimiento de haber ayudado al progreso de la ciencia.
Con la inmensa cantidad de datos recogidos, Galton confecciono gráficas, curvas de probabilidad, valores
medios, etc. Eran cálculos interesantes e instructivos, que tenían mucho en común con los que había
elaborado unos años antes el belga Quetelet (1796-1874). Pero no satisfecho con esto, Galton pasó
semanas y meses investigando la relación que existía entre todo aquel conjunto de medidas. Un día,
mientras esperaba en una estación de ferrocarril estudiando los datos que había resumido en unas tablas,
intuyó genialmente el esquema explicativo que daría lugar más tarde a la medida de la correlación entre
dos variables. La expresión matemática de su descubrimiento seria formulada luego por uno de sus
discípulos, Pearson, mediante el coeficiente de correlación, pero la paternidad de este concepto central de
la estadística aplicada se debe al poder creador y a la asombrosa inteligencia de Galton, un honorable
Inglés de la época victoriana que pasó incansablemente su vida en busca de la verdad.

La boga de los tests en Estados Unidos

Usted se habrá dado cuenta de que el método que utilizaba Galton en su Laboratorio Antropométrico
consista básicamente en aplicar una serie de pruebas, exactamente las mismas para todos los sujetos
examinados, con una técnica precisa para la valoración numérica del resultado obtenido. Pues bien, estas
son en líneas generales las características de las pruebas que tan gran desarrollo hubieran de alcanzar en
años decisivos y a las que un psicólogo americano, Cattel, bautizó en 1890 con el nombre de tests.

Los tests psicológicos tienen una gran importancia como instrumentos utilizados en los estudios de
Psicología diferencial. Fue precisamente Cattell quien a finales del siglo XIX contribuyó de manera más
eficaz al desarrollo y difusión de este método de investigación psicológica.

Cattell había acudido a Leipzig en 1883, al laboratorio experimental de Wundt, atraído por la fama del
padre de la Psicología moderna; aunque Wundt se preocupaba solamente por el descubrimiento de las
leyes generales que podían explicar los procesos psicológicos, sin tener en cuenta las diferencias
individuales, que aparecían cuando se comparaban entre si los resultados obtenidos por distintos sujetos.
En cambio, estas diferencias individuales fueron las que interesaron desde el primer momento al
psicólogo norteamericano hasta el punto que realiza su doctorado sobre este tema.

Cattell conoció más tarde a Galton, durante su estancia como lector en la Universidad inglesa de
Cambridge, y allí se afianzo su interés y preocupación por la psicología diferencial. De regreso a Estados
Unidos, aplicó a gran escala, gracias a sus dotes de organizador, las enseñanzas recibidas de sus dos
grandes maestros. Fundó varios laboratorios de psicología experimental y organizó la aplicación de los
tests en el campo educativo e industrial.

Las primeras pruebas utilizadas consistían en medidas de discriminación sensorial (por ejemplo: agudeza
visual y auditiva, discriminación de pesos, etc.) y de tiempo y de reacción (medida del intervalo que
existe entre una estimulación y la consiguiente reacción del sujeto). Mediante estos tests sencillos Cattell
creía poder tener una medida del nivel de la inteligencia humana. Esta era también la opinión de la
mayoría de los psicólogos de aquel momento.

Fue en este contexto que en 1853, con la ocasión de la Exposición Americana celebrada en Chicago, se
organizó un pabellón, replica del pabellón que había instalado en Londres unos diez años antes, en el que
los visitantes podían someterse a una serie de tests que median los procesos sencillos que ya conocemos.
Por otra parte, estos mismos tests empezaron a aplicarse a toda clase de estudiantes, desde la escuela
primaria hasta la universidad, con la esperanza de poder predecir el rendimiento escolar de cada uno de
ellos.

Sin embargo, el entusiasmo suscitado por aquel proyecto y las pruebas utilizadas decayó rápidamente ante
los resultados obtenidos, francamente decepcionantes. Efectivamente, se descubrió que la relación
(calculada matemáticamente) entre los resultados escolares y los obtenidos en aquellos tests era
prácticamente nula.

El método de los tests, aplicado a la medición de las diferencias individuales de la inteligencia sufría pues
en primer colapso. ¿Sabe usted quien llegó a sacarlo del atolladero? Un abogado francés, más interesado
por la medicina y la psicología que por los problemas jurídicos, nos referimos a A. Binet, conocido
mundialmente por su Escala Métrica de la Inteligencia, a quien no podemos dejar de citar aquí,
dedicándole el apartado siguiente, por la gran influencia que tuvo en el nacimiento de la Psicología
diferencial.

Los niños subnormales de Paris

La orientación que la Psicología iba a tomar en Francia y luego en los demás países bajo el impulso de
Binet debía acelerar en gran manera la aparición de la Psicología diferencial.
Este hombre de ciencia, secundado por sus colaboradores Henry y Simon, abandonando el método de
mediciones elementales, al que tachaba de artificial e inadecuado, para medir la inteligencia, tuvo la
audacia de proponer el estudio de las funciones mentales superiores (memoria, imaginación, atención,
comprensión, etc.) mediante pruebas variadas e interesantes, inspiradas en los mismos problemas que la
vida ordinaria nos plantea a todos.

A pesar de ser un hombre de laboratorio, Binet cambio los experimentos por la observación concreta y la
entrevista directa con los niños de las escuelas de Paris. De esta manera preparaba pacientemente su
fecunda contribución al conocimiento psicológico del hombre.

Un día fue solicitado por el Ministro de Educación Francés para solucionar un grave problema: ¿en qué
casos un niño puede considerarse subnormal y de ser acogido en escuelas especiales? Desde aquel
momento Binet consagró sus investigaciones a la creación de un método objetivo de examen, que debía
dar lugar a la primera escala de inteligencia. Esta escala, como quizá sabe usted, consistía en una serie
ordenada de pruebas, seleccionas por orden de dificultad creciente, agrupadas en niveles de edad. Así, por
ejemplo, un niño de tres años debía ser capaz de señalarse la nariz, los ojos y la boca; repetir dos cifras;
enumerar objetos de un grabado; decir su apellido y repetir una frase de seis silabas.

Cada niño realizaba el máximo de pruebas hasta que estas resultaban demasiado difíciles. Luego se
comparaba el nivel al que llegaba el niño con el que solían alcanzar otros niños de la misma edad. Así la
puntuación de un niño en la escala se colocaba con las puntuaciones medias de los niños normales de su
misma edad. Las diferencias observadas permitían decir si un individuo había alcanzado el desarrollo
intelectual que correspondía al grupo de su edad, si lo aventajaba o si se hallaba retrasado respecto al
mismo.

Binet trabajo hasta su muerte, ocurrida prematuramente, en el perfeccionamiento de su escala, de la que


aparecieron tres versiones, en 1905, 1908 y 1911. Fueron los psicólogos americanos los que más se
entusiasmaron por este nuevo método, que daba un nuevo e importante impulso al estudio de las
diferencias individuales en los procesos psicológicos y a las relaciones existentes entre los distintos
procesos mentales en cada individuo.

Estos son en realidad los dos problemas más importantes que plantea la Psicología diferencial.

En resumen

La psicología diferencial tiene por objeto el estudio comparativo de las diferencias psicológicas entre los
individuos, tanto en lo que concierne a la variabilidad interindividual dentro de grupos homogéneos,
como a la variabilidad intergrupos.

El origen de la Psicología diferencial hay que buscarlo en las investigaciones y descubrimientos


científicos realizados a lo largo del siglo XIX en campos ajenos muchas veces a la misma Psicología.

Así. El fisiólogo alemán Weber descubre en 1831 que la menor diferencia perceptible entre dos pesos es
relativamente la misma -y constante para cada individuo- tanto si se opera con pesos pequeños como con
grandes. Sin embrago los valores observados son distintos según los individuos, es decir, existe una
variabilidad perceptiva individual y puede medirse.
Las primeras mediciones sistemáticas realizadas sobre seta variabilidad perceptiva interindividual fueron
realizadas en astronomía. En la medida del tiempo del paso de una estrella, los datos anotados por dos
observadores coinciden raramente, debido a la ecuación personal del error. Es decir, se demuestra
experimentalmente la existencia de diferencias individuales en los fenómenos perceptivos, y los
astrónomos miden y compraran estas diferencias (Bessel, 1816).

La variaciones un elemento de la teoría evolutiva (Darwin, 1859) que abrió camino a la investigación de
la variabilidad de la inteligencia humana en grupo e individuos.

Los primeros intentos fallidos para estudiar las dimensiones de la inteligencia consistieron en la medida
de procesos perceptivos elementales (Galton, Cattell), que Binet sustituyo en su Escala Métrica por la
medida de funciones mentales superiores. Todos estos trabajos dieron un gran impulso al estudio de las
diferencias individuales mediante el desarrollo y difusión del método de tests y de la estadística.

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