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1

ARQUEOLOGIA DE
LA SIERRA DE
ANCASH
PROPUESTAS Y PERSPECTIVAS
AUMENTADA Y CORREGIDA

SEGUNDA EDICION

BEBEL IBARRA ASENCIOS


EDITOR

INSTITUTO CULTURAL RVNA


LIMA - PERÚ
2004
2

ARQUEOLOGÍA DE LA SIERRA DE ANCASH:


PROPUESTAS Y PERSPECTIVAS

Editor
Bebel Ibarra Asencios
Correciones
Virginia Benavides Avendaño
Diseño de Portada
Bebel Ibarra Asencios

Hecho el depósito legal 1501012003-4918


Ley 26905 - Biblioteca Nacional del Perú
ISBN 9972 - 9694 - 1 - X

Copyright © 2004 Instituto Cultural Rvna. Los Ruiseñores 1007. Lima 36. Perú.
Telf: 3760702; Correo Electronico: centroruna@gmx.net

Impreso en el Perú
Primera Edición 2003
Segunda Edición 2004

La portada muestra la laguna de ruirucocha en el distrito de Huachis, un ceramio


del Intermedio Temprano de una colección particular en Chacas
y las chullpas de Marcajirca en el distrito de Cajay
3

A mis padres Ricardo y Clorinda


por su apoyo en todos
estos años

Al emprendedor pueblo huarino

A mis hermanas Aliz y Jubitza


por su ayuda en mis años
en la universidad
4

AGRADECIMIENTOS

Mi agradecimiento a la Municipalidad Provincial de Huari, a los alcaldes: Florencio


Alvarez Márquez, Edwards Vizcarra Zorrilla y Cesar Asencios Villavicencio,
quienes apoyaron y apoyan mis investigaciones en esta provincia, de igual forma
al Prof. Franco Solis Benites.

A los compañeros Santiago Rivas Panduro, Mario Advíncula y Alvaro Ruiz y


Maria Ycela Leyva por sus comentarios a Severine Meunier, Lilyan Soto, Helga
Egarter y Fabio Nascimbeni por su apoyo.
5

CONTENIDO

PROLOGO

INTRODUCCIÓN

CAMBIOS ESTILÍSTICOS Y DESARROLLO CULTURAL EN HUARICOTO:


SIERRA NOR-CENTRAL DEL PERÚ
Richard L. Burger
Universidad de Yale ............................................................................................................... 17

ARQUEOLOGÍA AL NORTE DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS:


LA GALGADA, TUMSHUKAIKO Y PASHASH
Alberto Bueno Mendoza
Universidad Nacional Mayor de San Marcos ................................................................... 51

TEORÍA Y MÉTODOS EN CHAVÍN DE HUÁNTAR


Roberto Bustamante Vento
Universidad Nacional Mayor de San Marcos ....................................................................83

HUARÁS Y RECUAY EN LA SECUENCIA CULTURAL DEL CALLEJÓN DE CONCHUCOS:


VALLE DEL MOSNA
Hernán Amat Olazábal
Universidad Nacional Mayor de San Marcos .................................................................. 97

IDENTIFICANDO EL ÁREA DE DOMINIO RECUAY: UN EXTENDIDO INVENTARIO


CERÁMICO PARA LA IDENTIFICACIÓN DE ASENTAMIENTOS RECUAY
Steven A. Wegner
Instituto Cultural Ancashwain ......................................................................................... 121

EVIDENCIAS RADIOCARBÓNICAS PARA EL ESTUDIO DE LAS


TRANSFORMACIONES CULTURALES EN RECUAY
George F. Lau
Universidad de East Anglia – Norwich ........................................................................... 135
6

TRANSFORMACIONES CULTURALES DURANTE EL INTERMEDIO TEMPRANO EN EL VALLE DE


CHACAS: HACIA EL DESARROLLO DE ASENTAMIENTOS COMPLEJOS EN UNA REGIÓN DE LA SIERRA
NOR-CENTRAL DEL PERÚ.
Carolina Orsini
Universidad de Bologna ................................................................................................... 161

WAULLAC Y EL INTERMEDIO TEMPRANO EN EL CALLEJÓN DE HUAYLAS


Lilyan Soto Verde
Universidad Nacional Mayor de San Marcos ................................................................ 175

HONCO PAMPA: ARQUITECTURA DE ÉLITE DEL HORIZONTE MEDIO EN EL CALLEJÓN DE


HUAYLAS
Hartmut Tschauner
Universidad de Harvard .................................................................................................. 193

PATRONES DE ASENTAMIENTO Y CAMBIOS EN LAS ESTRATEGIAS DE OCUPACIÓN


EN LA CUENCA SUR DEL RÍO YANAMAYO. CALLEJÓN DE CONCHUCOS
Alexander Herrera Wassilowsky
Universidad de Cambridge ............................................................................................... 221

ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL PUCHCA: ECONOMÍA, COSMOVISIÓN Y SECUENCIA ESTILÍSTICA


Bebel Ibarra Asencios
Instituto Cultural Rvna ..................................................................................................... 251

SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LOS DISTRITOS DE CHAVÍN, HUÁNTAR Y SAN MARCOS


Wilhelm Diessl
Sociedad Austriaca de Investigaciones sobre América Latina ........................................ 331

EXPLORACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CUENCA ALTA DEL RÍO SANTA


Angélica Alcalde
Universidad Nacional Mayor de San Marcos ................................................................ 371

ANTIGUAS OCUPACIONES HUMANAS EN CUSPÓN: PROVINCIA DE BOLOGNESI


Arturo Ruiz Estrada .............. ........................................................................................ 405
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

CERRO CASTILLO: UN ASENTAMIENTO DEL INTERMEDIO TARDÍO EN HUARI


Noemí Ortiz Castillo ....................................................................................................... 417
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

SISTEMA VIAL Y ASENTAMIENTOS INCA EN LA PROVINCIA DE HUARI


Eberth Serrudo Torobeo
Universidad Nacional Mayor de San Marcos ................................................................ 429
7

PUEBLO VIEJO: UN CENTRO ADMINISTRATIVO INCA EN EL CALLEJÓN DE HUAYLAS


Henry Tantaleán y Carmen Pérez Maestro
Univ. Autónoma de Barcelona – Univ. Complutense ................................................... 445

ESPACIO GEOGRÁFICO Y ORGANIZACIÓN DE LOS GRUPOS ÉTNICOS EN EL


CALLEJÓN DE CONCHUCOS: SIGLOS XVI – XVII.
Miguel León Gómez
Universidad de Columbia ................................................................................................. 457

EL SITIO DE RAPAYÁN Y SU DIVERSIDAD ARQUITECTÓNICA DURANTE LOS PERIODOS TARDÍOS


Alexis Mantha y Hernando Malca
Universidad de Montréal - Universidad Nacional de Trujillo ........................................467

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................... 489


8

PROLOGO

El patrimonio Cultural del Perú es igualado solo por pocos países y los
antiguos restos de la sierra de Ancash están entre los más impresionantes.
Esto fue notado ya en el siglo XIX cuando viajeros como Antonio
Raimondi, Charles Wiener y Ernest Middendorf cruzaron valles y
montañas visitando Chavín de Huántar y otros importantes sitios. La
importancia de la prehistoria de Ancash fue confirmada por los
resultados de las exploraciones y excavaciones de Tello en 1919, y luego
desarrollada por él a lo largo de las tres décadas siguientes, en proyectos
tales como Exploraciones en la cuenca del río Puchka en el Alto Marañón
en 1934, Exploraciones y excavaciones en el Callejón de Huaylas en 1939.
Es asombroso que después de casi un siglo, la arqueología de la sierra de
Ancash permanece en un estado relativamente poco desarrollado.

Su lento progreso o desarrollo se ha debido en parte por el tradicional


énfasis en la arqueología de la costa peruana. Esta inclinación establecida
por Max Uhle y seguida pro las siguientes generaciones de arqueólogos
venidos de Lima, Trujillo, Berkeley, Cambrigde y otros lugares; reflejo
de la orientación costeña en el Perú Contemporáneo es el incremento
del poder político y económico que es concentrado en la capital y en las
grandes ciudades costeras. Después de la muerte de Tello las dificultades
prácticas para llevar a cabo proyectos en la sierra han tenido un fuerte
impacto en el desarrollo de estos. No obstante esos obstáculos empezaron
a ser superados durante los 60’ y 70’ en la sierra de Ancash por las
investigaciones de Amat, Vescelius, Lynch entre otros.
Desafortunadamente esta tendencia fue interrumpida por la inestabilidad
política y enfrentamientos civiles de la década del 80 e inicios de los 90’.
9

Solo con la restauración de la paz en el interior el país las investigaciones


se han incrementado gradualmente y la última década ha sido buena
para el desarrollo de nuevos proyectos, tanto por veteranos y jóvenes
arqueólogos de campo.

La presente publicación bajo la edición de Bebel Ibarra, ahora ya en una


segunda edición, representa un importante paso para el desarrollo de
un nuevo entendimiento arqueológico de la prehistoria de Ancash. Un
punto importante de esta publicación es de brindarnos de una manera
conjunta los trabajos de varias generaciones de arqueólogos tanto
peruanos como extranjeros. Esto incluye las contribuciones de profesores
pioneros como Hernán Amat, Arturo Ruiz y Alberto Bueno, quienes
estuvieron conduciendo investigaciones ya en las décadas de los 60’ y
70’. Hay también trabajos como los de Steven Wegner, que se realizaron
a finales de los 70’ pero que no fueron publicados por la interrupción de
las investigaciones debido a la inestabilidad política de la época. Lo más
excitante es: todos los artículos publicados por jóvenes investigadores,
quienes llevaron a cabo investigaciones a lo largo de la última década.
Estas investigaciones formaron parte de trabajos de tesis, informes de
recursos culturales o de proyectos del gobierno. Es notable que muchas
de las recientes investigaciones están relacionados con la carrera de
arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Amplias regiones han sido cubiertas en esta publicación, los trabajos de


Bueno, Soto, Burger, Tantalean y Pérez, Alcalde y Tschauner tratan sobre
el Callejón de Huaylas, mientras que Amat, Ibarra, Diessl, Ortiz y Serrudo
se concentran en la cuenca del Mosna-Pushca. Herrera discute sobre la
cuenca del Yanamayo, y Ruiz sobre las partes altas del valle del río
Pativilca. El rango de tiempo abarcado en esta publicación es excepcional,
Bueno trata sobre el Precerámico, Burger y Diessl se centran en el
Formativo (Período Inicial y Horizonte Temprano), y muchos artículos
incluyendo Orsini y Amat están focalizados en el Período Intermedio
Temprano - Cultura Recuay (Amat, Orsini y Soto). La publicación
también contiene trabajos sobre el poco conocido Horizonte Medio (Lau
y Tschauner), el Período Intermedio Tardío (Ortiz) y el Horizonte Tardío
(Serrudo, Tantalean y Pérez y León).
10

La diversidad y el rango de los artículos del mismo modo se extienden a


las fuentes de la evidencia. Las Técnicas de campo utilizadas varían
desde prospecciones, como las empleadas por Herrera e Ibarra, hasta
las excavaciones intensivas, como las de Bueno y Lau. El trabajo de Miguel
León de gran interés para los arqueólogos está basado en datos
provenientes en mayor parte de documentos históricos.

La diversidad de trabajos hacen posible tener una amplia compresión


de la visión de la arqueología de la sierra de Ancash. La historia
prehispánica revela ser una hazaña cultural, cambios radicales en la
economía y organización política y cambios en las relaciones con su
vecinos de la región. Ibarra y sus colegas están poniendo las bases para
investigaciones futuras en esta zona aún desconocida. A juzgar por este
volumen el nuevo milenio promete ser la edad de oro de la arqueología
en la sierra de Ancash.

Richard L. Burger
Yale University
11

INTRODUCCION

A partir de la última década la región de Ancash a sido objeto de numerosas


investigaciones arqueológicas, que aún continúan; la gran cantidad de sitios
registrados hasta la fecha, afirman que este territorio es una de las regiones
más densas en cuanto a sitios arqueológicos, sitios que se extienden por las
diversas épocas o períodos del desarrollo prehispánico.

La primera edición de este libro fue un gran aporte para la arqueología


peruana, razón por la cual, en esta oportunidad hacemos llegar al lector
esta segunda edición ampliada y corregida, esperando seguir avanzando
hacia nuestro propósito de ampliar el conocimiento de nuestro pasado, con
el cual lograremos el desarrollo de nuestra identidad y la protección del
patrimonio cultural.

Es a partir del siglo XIX que se señala la importancia de la región de Ancash,


acrecentándose los trabajos científicos en los años posteriores (siglo XX y
los del presente siglo), surgiendo más preguntas que respuestas sobre
aspectos que en algún momento se daban por resueltos tácitamente.

Iniciamos con el período precerámico donde los trabajos de Grieder y Bueno


en el sitio de La Galgada, aportaron valiosos datos sobre la tradición
religiosa de fogones con ventilación, los cuales se halla además en otros
sitios, como Huaricoto, Kotosh y Piruro, siendo una incógnita aún el orden
del desplazamiento de esta tradición, por un lado (Bueno en este volumen
pp 67) señala que a esta tradición se inicia en La Galgada y luego se desplaza
hacia otros lugares, cuyos fechados son casi contemporáneos, teniéndose
las fechas Tx – 2463: 2,260 +/- 187 20 a.C. para La Galgada (Bueno 1981: 53)
y la fecha GaK-766b 1950 +/- 100 para Kotosh (Onuki 1994: 74), mientras
que para Piruro se tiene un fechado de 2500 a.C. sin identificación (Bonnier
et al 1985: 100). Si tenemos en cuenta que todos los fechados están sin
calibrar, deja un margen muy estrecho para asumir desplazamientos, en
especial en épocas tan tempranas. Como resultado los problemas de fechados
se convertirán en un tema de debate en los próximos años, con los nuevos
métodos de calibración de los mismos.
12 Introducción

Los trabajos que actualmente lleva a cabo Bueno en el monumental sitio de


Tunshucaiko, cuya cronología se remontaría entre los 2550 – 1600 a.C.
esperamos puedan dar a conocer las similitudes entre este sitio y La Galgada
para esta época. Esperaremos hallar un pozo con fogón central en
Tunshucaiko o simplemente las huellas de incineraciones de ofrendas?; tal
como sucedió para Huricoto, donde la tradición religiosa no se interrumpió
durante unos 2000 años, inclusive en la época Chavín (Burger en este volumen
pp. 49). En el trabajo de Burger vemos que la cerámica aparece en la sierra
de Ancash hacia los 1800 a.C. con el estilo Toril, fragmentos de este estilo
han sido reportados en la región de Conchucos en el sitio de Huarijircan en
Huari (Amat 1974: 89, 124).

En el Formativo Medio u Horizonte Temprano, período que corresponde a


Chavín, las secuencias estilísticas obtenidas (Burger 1998, Lumbreras 1989,
1993), provienen del Templo de Chavín y sus alrededores, nuestras
prospecciones en las micro cuencas del Huaritambo, Rurichinchay, y Pushka,
revelan la casi total ausencia de material netamente Chavín, lo que
significaría que correlacionar secuencias en una misma mircroregión no es
posible. Ya que la secuencia estilística que se maneja, se cumple sólo para
Chavín y sus alrededores, pues 10 Km fuera de esa área el panorama es
diferente, es necesario trabajos de secuencia estilística correlacionadas con
fechados radiocarbónicos para poder establecer secuencias a nivel regional
o micro regional. Más aún con los problemas de cronología que presenta el
templo de Chavín de Huántar, Rick manifiesta no existir evidencia confiable
para esta cronología (1998:208). En resumen ¿podremos considerar la
secuencia estilística cerámica de Chavín de Huántar como un reflejo en la
cuenca del Pushka?.

Las investigaciones sobre el Intermedio Temprano, caracterizado por la


presencia de la Cultura Recuay, ha sido abordado en los últimos años (Lau
2000, 2001, Orsini 2001, Gero 1999), llegando a desarrollarse temas sobre
iconografía, cosmovisión, manejo de espacios, entre otros. Acerca de la
cronología Wegner manifiesta que hay dificultad de inferir diferencias
temporales dentro del estilo Recuay, dado que no existen mayores datos
acerca de la procedencia de los contextos funerarios y de excavaciones
llevadas a cabo en basurales o sitios de habitación. La mayor parte de las
piezas cerámicas expuestos en los diversos museos provienen de contextos
funerarios, sean excavados como es el caso de Pashash (Grieder 1978) o
simplemente reunidas por los pobladores de contextos desconocidos
(Wegner 2001: 11).
Introducción 13

En este período numerosos asentamientos han sido registrados tanto para


el Callejón de Huaylas (Lau, Alcalde, Soto y Wegner en este volumen) como
para la región de Conchucos (Amat, Orsini, Herrera, Diessl e Ibarra en este
volumen), notándose en el Callejón de Huaylas la existencia de
asentamientos fortificados, además de armas líticas (Lau en este volumen
pp. 138). Para la región de Conchucos, específicamente en el valle de Chacas,
Orisni (en este volumen pp.167), reporta la presencia de asentamientos
fortificados en las punas; Herrera (en este volumen pp. 237-238), reporta
asentamientos de puna, al parecer no fortificados. Para la cuenca del Pushca
los asentamientos ocupan las laderas, no habiéndose encontrado sitios
fortificados para este período (Ibarra en este volumen pp. 268-271).

Amat menciona la presencia de un sitio fortificado llamado Upayacu muy


cerca a San Marcos (Amat 1974: 231), pero luego señala el mismo sitio, como
un adoratorio, sin mencionar las características de fortaleza (Amat 1976:
198). Nuestra visita al lugar, nos lleva a confirmar que dicho se trataría de
un «Adoratorio». Como conclusión vemos que en la región de Conchucos,
sólo los asentamientos de puna en la zona de Chacas son fortificados, siendo
Chacas una de las zona de transito entre Conchucos y Huaylas. Se desconoce
las características de los asentamientos para la zona de Pashash.

Un aspecto interesante ha surgido a partir de la Mesa Redonda de


Arqueología de la Sierra de Ancash (realizada en Cambrigde en 2003) es el
estudio de las estructuras funerarias, y una clasificación consensuada de las
mismas. Al margen de la clasificación, lo notable es que desde el Intermedio
Temprano al Horizonte Medio, el patrón de soterrados o tumbas
semisubterráneas, varia hacia chullpas, desconociendo las características de
las tumbas en el Horizonte Temprano, aunque se ha ubicado una tumba
que correspondería a este período, (Herrera, comunicación personal 2003)
la cual consiste es una cista de planta rectangular a ovoidal (Herrera, Lane
y Advincula 2002), y en La Galgada, (Grieder, 1997:112) señala la existencia
de tumbas en el montículo norte para el período precerámico.

Por otro lado, la cerámica es un indicador para determinar la extensión de


Recuay, la cerámica Recuay se caracteriza por poseer pasta caolinita, con
decoración en pintura negativa, cuyos diseños (como los señala Wegner
pp.127 – 133) son mayormente geométricos (rombos, líneas, ondas) y motivos
estilizados (Amat pp. 118). Sin embargo, vemos que la cerámica que procede
de la parte más oriental del área de Conchucos, (es decir cerca al río Marañón)
es diferente, a pesar de la pasta de caolín (Herrera comunicación personal
2003, Ibarra ms). Alcalde ( en este volumen pp. 400), plantea la hipótesis
acerca de la difusión de la cerámica Recuay, proponiendo que ésta se
difundió desde Pallasca hacia el Callejón de Huaylas al sur, apoyando la
Introducción
14

propuesta anteriormente planteada por Bueno (1989:42). Examinando los


fechados existentes para ambos extremos, tenemos en Pashash el fechado
Tx-1332, 1610+/- 1700 [243 – 638 d.C. sigma 1] y para Chinchawas el fechado
AA32365, 1710+/-50 [256 – 408 d. C. Sigma 1], lo cual nos indica que dichos
sitios son contemporáneos; la cerámica Kayán está asociada a la cerámica
de estilo Recuay (Lau 2001: 23), mientras que en Pashash corresponde a la
sub-fase Quimit de Recuay. Por lo tanto la no es posible que ésta se halla
desplazado de norte a sur.

Un período muy discutible es el Horizonte Medio y la Expansión Wari, a


raíz de la publicación del Coloquio Wari – Tiwanaku (Lima 2002), vemos que
el estado de las investigaciones apuntan a reducir cada vez más el área de
influencia Wari, y afirmar la existencia de Estados independientes. Un sitio
asignado a este período es Honcopampa, ubicado en el Callejón de Huaylas,
estudiado por Vescelius y Amat en la década de los 60 (Buse 1965),
posteriormente excavado por Isbell (1989, 1991) y Tschauner (en este
volumen pp. 193-220). Al respecto, Isbell sostenía que las formas de patios
concentrados y estructuras en forma de «D» era suficiente indicador como
afiliarlo a Wari, mientras que Tschauner en un análisis de la mampostería, y
de las formas arquitectónicas existentes en el sitio, llega a concluir que
Honcopampa tiene más diferencias que similitudes con Wari, por ello plantea
que este centro sería la sede de un señorío local durante el Horizonte Medio
y comienzos del Intermedio Tardío.

En las excavaciones de Isbell (1991) se revela la presencia de cerámica Recuay


hecha de caolinita, lo cual nos sugeriría la antigüedad del sitio. Por otro
lado Tschauner (en este volumen pp. 218) señala que un rasgo significativo
de Honcopampa es la presencia de chullpas, las cuales no existen reportes
de su presencia en la región de Ayacucho. Lau (2002: 279-304) señala que la
presencia de chullpas, durante el Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas,
es una demostración del poder de los señores locales frente a la influencia
Wari, poder que se va traducido en la representación en algo tan importante
como el culto a los ancestros -como una manera de inmortalizarlos-.

En la cuenca del Pushka, los asentamientos exclusivamente del Horizonte


Medio no han sido identificados, igual sucede en la cuenca del Yanamayo
(Herrera en este volumen); nuestras excavaciones en el sitio de Chuspijirka,
revelan estructuras en forma de «D» cuya forma es el resultado de
ampliaciones y adhesión de muros, esperamos en los próximos años contar
con más información.
Introducción
15

El estudio de los períodos tardíos, es poco realizado y difundido, a pesar


de la gran cantidad de asentamientos, debido a un problema, sucede que la
cerámica (elemento que nos permite hacer asociaciones cronológicas) es muy
escaso, pues la mayoría son fragmentos «toscos» con escasa decoración,
sumado a que las características de los asentamientos son muy similares lo
que dificulta hacer asociaciones entre estos con determinados grupos étnicos.
El trabajo de León Gómez es pionero pues aporta importantes datos sobre
los grupos étnicos a finales del siglo XVI, en base a documentos históricos;
que nos ayudan a tener un punto de apoyo para la diferenciación
arqueológica de los distintos grupos étnicos.

Bebel Ibarra Asencios


Lima, Octubre 2004

Participantes en la Mesa Redonda de Arqueología de la Sierra de Ancash llevada a cabo el 10 de


diciembre del 2003 en Cambrigde - Inglaterra. De izquierda a derecha Whilhem Diessl,
Kevin Lane, Nathaniel Van Valkenburg, George Lau, Gabriel Ramón, Alexander Herrera,
Carolina Orsini, Claudia Grimaldo y Bebel Ibarra.
16
17

CAMBIOS ESTILÍSTICOS Y DESARROLLO


CULTURAL EN HUARICOTO
Sierra Nor-central del Perú

RICHARD L. BURGER
Universidad de Yale
richard.burger@yale.edu

INTRODUCCIÓN

Huaricoto uno de los centros ceremoniales más antiguos de Sudamérica, tiene la


más grande historia documentada de cultos religiosos. Este pequeño montículo
artificial está ubicado sobre una pendiente profunda de la Cordillera Blanca, en el
centro del Callejón de Huaylas, uno de los valles más grandes y productivos de la
sierra del Perú; el Callejón de Huaylas es conocido por tener rol económico y político
importante en el Perú prehispánico. Huaricoto (2750 m.s.n.m.) tiene un clima helado
durante todo el año y las cumbres glaciares proveen agua para la irrigación de las
tierras aledañas durante casi todo el año. Las zonas fértiles son usadas para el
cultivo de maíz y otros granos de la zona quechua (Pulgar Vidal n.d). Las
excavaciones realizadas en Huaricoto entre 1978 y 1980 descubrieron una serie de
13 construcciones superpuestas hechas para la incineración de ofrendas bajo la
tierra, estos rasgos se mantuvieron entre los 2200 a. C. y 200 a. C. Otros centros
religiosos con rasgos arquitectónicos similares también han sido descubiertos en
los andes occidentales (La Galgada),hacia el oriente (Kotosh) y en los valles
interandinos (Huaricoto y Huacaloma) (Fig. 1). Es así que un extenso sistema religioso
se inicia en el Período Precerámico Tardío y ahora conocido como la tradición religiosa
Kotosh (Burger y Salazar Burger 1980).
Las creencias y rituales asociados con esta tradición son pobremente
comprendidos o entendidos, pero un rasgo que se repite es la inusual limpieza de
las áreas ceremoniales, quizá como una expresión de la pureza que el lugar
representó. No sólo los pisos y las edificaciones estaban limpias, sino también la
arcilla y los depósitos de piedras usadas para enterrar las ofrendas religiosas
estaban libres de desechos. Cualquiera que sean los conceptos específicos
implicados, esta situación particular de depósito constituyó el mayor obstáculo
para la formulación de una secuencia cultural en Huaricoto (Burger y Salazar
Burger, l985). Sólo durante la fase final fue posible que aisláramos y excaváramos
muestras estratificadas de desechos contemporáneos a la arquitectura religiosa.
18 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Este artículo presenta el análisis de las colecciones Huaricoto, depositadas


en el Museo Regional de Huaraz, y considera sus implicancias para la Prehistoria
Peruana temprana.
El Templo Huaricoto fue utilizado en el momento en que la civilización
peruana apareció en la costa del Pacífico y en Chavín de Huántar. Esto podría ser
interpretado como el proceso cambiante de una organización social, económica y
religiosa en el Callejón de Huaylas, localizado entre ambas (costa y Chavín de
Huántar), pudiendo ser crítica para entender la relación entre las civilizaciones
tempranas de la costa y de la sierra. La secuencia de Huaricoto es la primera en ser
delineada para el Callejón de Huaylas y como tal, también proporciona la primera
imagen de la dinámica interna de esta transformación crítica.
La primera secuencia de cerámica de Huaricoto se compone de dos estilos
del Período Inicial, Toril y Huaricoto, seguido por tres estilos del Horizonte
Temprano, Capilla Temprano, Capilla Tardío y Huarás (Fig. 2). El estilo Huarás y
otros estilos post-Chavín del Callejón de Huaylas han sido descritos en anteriores
investigaciones (Bennett 1944).
Julio C. Tello (1960: 27,36) recuperó materiales de Chavín en el sitio de
Pomakayan en Huaraz, pero nunca publicó esos resultados. Wendell Bennett
(1944) excavó varios sitios en el Callejón de Huaylas en 1938, pero nunca encontró
ocupaciones Chavín o pre-Chavín. Gary Vescelius y Hernán Amat fueron los
primeros arqueólogos en descubrir depósitos de cerámicas que datan del período
Inicial Temprano en el Callejón de Huaylas. Asociados al Proyecto Cornell Vicos,
ellos iniciaron su investigación en la región de Marcará en 1961 y en sus
inspecciones ubicaron un número de
sitios tempranos, incluyendo
Huaricoto. En Huaricoto, en el corral
COLOMBIA
usado para los toros antes de la
ECUADOR
corrida anual (el Toril), una
Iquitos
excavación reveló 7 m. de materiales
culturales, incluyendo un estilo del
Período Inicial Temprano que ellos
denominaron Toril. Desafortuna-
Cajamarca
Huaca Loma damente sus descubrimientos sólo
La Galgada
BRASIL
fueron publicados de forma abre-
HUARICOTO
Chavín de Huántar
Kotosh
viada (Buse, 1965: 328-333, Lanning,
1967: 92-93, Patterson, 1971: 37-40).
OC
EA

Sin embargo, Vescelius y Amat


NO

Lima

proveyeron información que facilitó


PA

Cuzco

nuestras excavaciones. En recono-


CI
FI

BOLIVIA cimiento a su trabajo, sus términos


CO

«Toril» y «Capilla» han sido


Arequipa

mantenidos, aunque la presente


secuencia está basada únicamente en
el análisis de las colecciones de
Fig. 1 Centros Religiosos en los Andes del Perú nuestras excavaciones de 1978 a 1980.
Richard L. Burger 19

ESTILO TORIL

La cerámica del estilo Toril estaba aislada a sólo unos cuantos metros de donde
Vescelius y Amat habían recuperado materiales similares. (H. Amat comunicación
personal). Esta es una de las partes más profundas del lugar y los materiales
culturales en esta fosa o trinchera alcanzaron una profundidad de 6 m. La cerámica
de estilo Toril estaba absolutamente ausente en la superficie y otras excavaciones.
Los materiales de la fase Toril estaban sobrepuestos a una plataforma Pre-Cerámica
Tardía y a artefactos de la fase Chaukayán. Las capas de roca conteniendo las
cerámicas distintivas del estilo Huaricoto estaban tendidas sobre los materiales
estilo Toril. Los materiales orgánicos no carbonizados estaban asociados con la

Cronología Cronología C14 Chavín de


Huaricoto Kotosh
Relativa sin corregir Huántar
Kotos h
Huarás Huarás Sajara -
Horiz onte 200 a.C. Patac
Tem prano Late
Janabarriu
Capilla K otos h
Chavín
Chak inani
600 a.C. E arly Capilla

Urabarriu

1000 a.C. K otos h


Huaric oto K otos h

P eríodo 1400 a.C.


Inic ial
K otos h
Toril
W airajirc a
1800 a.C.

P eríodo K otos h
Chauc ay án
P rec erám ic o M ito
Tardío 2200 a.C.

Fig. 2 Cronología de las ocupaciones y estilos cerámicos tempranos en Huaricoto y otros sitios
de los andes peruanos
20 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

cerámica Toril y no con los fechados radiocarbónicos para hacer esto más útil.
Sobre la base de su posición estratigráfica y las comparaciones con otras secuencias
conocidas, la fase Toril puede ser tentativamente asignada al Período Inicial
Temprano (1800 a 1400 a.C.) La siguiente descripción está basada en una muestra
de 1133 fragmentos de los cuales sólo 60 son bordes. La cerámica Toril fue hecha
pobremente, rara vez decorada y en pocas formas.

Formas

Los fragmentos de los bordes recuperados son específicamente de ollas sin cuello
(i.e. vasijas globulares con lados convexos y un borde recto) que probablemente
sirvieron para cocinar y como tazones de poca profundidad. No hay evidencia de
jarras, botellas o platos planos. El 82% de los bordes pertenecen a ollas sin cuello,
probablemente fue la forma dominante usada en el lugar. Ollas sin cuello fueron
producidas: una pequeña con una entrada cuyo diámetro era de 11 a 15 cm. y otra
mediana con un entrada cuyo diámetro era de 18 a 23 cm. Cuatro ejemplares de
ollas sin cuello aparecen en la colección del estilo Toril.

Ollas sin Cuello


Olla sin Cuello 1 (Fig. 3) .- Tiene una inflexión o dobladura distintiva debajo del
borde. Su forma recuerda a una botella trunca en forma de calabaza, las paredes
son delgadas, el grosor del cuerpo está entre 3 a 5 mm. y el borde promedia 3 mm.
Las vasijas son uniformemente pequeñas, con un diámetro de entrada de sólo 13
cm. (extensión 11 a 14 cm.).
El exterior fue pulido por un material metálico sin purificar que contenía
azufre o por pequeñas capas de barniz, dejando una superficie ligeramente irregular
con huellas débilmente visibles. Una delgada franja roja era aplicada en algunas
vasijas antes de ser quemadas, pero el color de la superficie de éstas y otros vasijas
muestran una considerable variación causada por desiguales condiciones del
quemado u cocción. Son algo comunes sombras (del fuego) especialmente cerca al
borde. La oxidación era el modo de cocción dominante y consecuentemente, la
mayoría de fragmentos eran rojos o anaranjados. Estas inclusiones (no plásticas)
en el cuerpo son grandes, incluyendo granos medianos (0.25 a 0.5 mm.) y gruesos
granos minerales (0.5 a 1mm.). Algunas de estas inclusiones son cuarzos o cristales
de roca, que tenían una inversión de 573º C de temperatura. Durante la cocción, los
cambios de volumen de las inclusiones de cuarzos fueron bien marcadas en la
fabricación de vasijas delgadas y producían grietas radiales y un menor descascaro
de la superficie (Rye, 1981: 107, 114). El interior estaba terminado con un pulido
desigual.

Olla sin Cuello 2 (Fig. 4).- Tiene hombros altos y el borde siempre delgado. El
exterior de estas vasijas es generalmente de un color gris muy oscuro por la
reducción y tiznado. La superficie externa usualmente era pulida terminando en
mate compacto y las marcas estaban en el lado izquierdo de la superficie desigual.
El interior por ser la mayor parte era limpiado para crear una superficie lisa, aunque
Richard L. Burger 21

algunos estaban incompletamente pulidas. Los fragmento de la Olla sin Cuello 2


despliega el mismo efecto de cocción descrito para las Ollas sin Cuello 1. Estas
vasijas eran algo delgadas, con el borde principal de 4.5 mm. y el cuerpo de 4.6 mm.
de grosor. Algunos de los bordes reparados eran lo suficientemente grandes como
para determinar su diámetro: tres fragmentos produjeron medidas de 13 cm. y dos
de 23 cm.

La Olla sin Cuello 3 (Fig. 5).- Tiene hombros medianos, sin inflexión debajo del
borde. El acabado de estas vasijas varía de las dos formas arriba descritas. El
exterior era rojo y oxidado a pesar de tener nubes de fuego y tiznado, la coloración
roja usualmente es visible. La superficie es pulida a un mate final y no termina en
marcas de despliegues o grietas en forma de estrellas. El interior que corresponde
al 42% de la muestra, es raspado y áspero, mientras que el resto está
incompletamente pulido o ligeramente liso. Los dos tamaños de estas ollas varían
desde 12 a 15 cm. y de 18 a 22 cm. de diámetro. Los bordes promedian 5.4 mm. de
espesor, a menudo 1 mm. más que en el resto de las vasijas.

Olla sin Cuello 4 (Fig. 6).- Tiene hombros pequeños y un borde decorado. La
decoración es reconocida por la forma alta y, algunas veces por los cortes poco
profundos en el borde plano hechos cuando la vasija estaba en estado cuero. Un
borde áspero irregular fue hecho cuando la arcilla estaba casi seca. El tratamiento
de la superficie varía considerablemente. En los dos vasijas el borde era adornado
en un estado seco y el rasgado exterior era áspero, picado y ligeramente desigual.
Otras vasijas están desigualmente pulidas o de un liso limpio. Muchas muestran
huellas de franjas rojas, frecuentemente borradas por una reducción de un último
minuto, formas de nubes quemadas o tiznado. El interior de muchas de estas vasijas
es rasgada y áspera, ambas superficies, interior y exterior son mate. A pesar de la
pequeña muestra, hay evidencia de una pequeño vasija de 14 cm. y otra de un
tamaño más grande promediando de 19 a 21 cm. El grosor de los bordes mide 5.8
mm. La ausencia de grietas en forma de estrellas es probablemente debido al
moderado espesor de estas vasijas.

Tazones

El Tazón 1 (Fig. 8) .- Es una vasija de poca profundidad con paredes delicadamente


convexas, con un ángulo no muy claro y un fondo ligeramente cóncavo que recuerda
a las calabazas. Todas las muestras tienen bordes directos y labios planos. Sólo
uno de los tazones tiene un mate al exterior; la excepcional pieza fue pulida y tenía
un ligero lustre con marcas de un acabado altamente visible. El tratamiento del
interior es similar al exterior, pero ligeramente más áspero, en las tres vasijas la
superficie interior pudo haber sido rasgada antes de ser frotada ligeramente. Los
dos fragmentos del tazón con bordes lo suficientemente grandes como para
determinar el tamaño muestran 15 cm. de diámetro. El grosor promedio de éstos es
de 4 a 6 mm. en el borde y 5 mm. en el cuerpo.
22 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Tazón 2 (Fig. 7).- Es un vasija poco profunda con paredes rectas convergiendo (o
dirigiéndose a un mismo punto) en un ángulo agudo (55 a 65º). El exterior es
pulido o liso con una superficie mate y el interior siempre era tratado con un
cuidado ligeramente menor que el exterior. Por ejemplo, el interior de las piezas
con exterior liso eran simplemente rasgadas y ligeramente ásperas. No es posible
distinguir si el tratamiento interior de los tazones estilo Toril y las ollas sin cuello
suponen diferentes funciones. Los fragmentos de los bordes del Tazón 2 y los
ángulos básicos son extremadamente raros. Un fragmento de borde indica un
diámetro de 15 cm. y un fragmento sugería la existencia de alguna pieza más
grande quizá de 22 cm. Estos tazones eran de 4.5 a 6 mm. de grosor, con un borde
promedio de 4.5 mm.

ESTILO TORIL

Fig. 3 Olla sin cuello 1; Fig. 4 Olla sin cuello 2; Fig. 5 Olla sin cuello 2; Fig. 6 Olla sin cuello
4; Fig. 7 Tazón 1; Fig. 8 Tazón 2; Fig. 9 Aplicaciones incisas.
Richard L. Burger 23

Decoración

La decoración es rara en la fase Toril sólo el 0.3% de la muestra. En todo caso, la


decoración parece haber sido aplicada en la mitad o en el exterior inferior de las
Olla sin Cuello 1 y 2; tres fragmentos muestran una banda aplicada con cortes
profundos hechos mientras la arcilla aún estaba húmeda (Fig. 9). Otro fragmento
tiene un corte y dos puntuaciones profundas hechos con un fino punzón (1 mm) en
zonas. Un fragmento de la fase Toril muestra dos líneas paralelas cortadas dentro
de la superficie exterior y hechas antes que la vasija sea cocida. No es posible deter-
minar si estas marcas fueron parte de un patrón de decoración intencional o si fueron
el resultado de un daño o una modificación casual post-productiva.

ESTILO HUARICOTO

La cerámica de la fase Huaricoto fue hallada en varios lugares. Uno fue relativa-
mente importante porque define la cronología relativa a causa del enorme tamaño
de las muestras (2132 fragmentos) y su ambiguo contexto estratigráfico entre el
lecho más bajo, conteniendo fragmento Toril y los lechos superiores asociados con
el estilo Capilla Tardío.
La colección de cerámica del estilo Huaricoto se asemeja a la del estilo Toril,
en su ordenamiento, lo limitado de sus formas y la continuada predominancia de
ollas sin cuello y tazones con bordes simples. Por otro lado las técnicas decorativas
son más amplias, (1.1% en Huaricoto y sólo 0.3% en el estilo Toril). Las claras
dificultades técnicas de la producción de cerámica en la colección Toril aparente-
mente habían sido resueltas en la fase Huaricoto. La forma de nubes quemadas no
es frecuente y las rajaduras en forma de estrellas están totalmente ausentes. La
cerámica del estilo Huaricoto es más elaborada y comparable en calidad con otros
estilos alfareros del Período Inicial Tardío en los Andes Peruanos.

Forma: Ollas sin Cuello

Las ollas sin cuello son la forma más popular en el estilo Huaricoto, incluyendo el
49% de una de las muestras. Las ollas sin cuello de la fase Huaricoto son general-
mente mejor acabadas y más frecuentes que el estilo Toril.

Olla sin Cuello 1.- Son sustancialmente menos populares en la fase Huaricoto y
éstos constituyen el 0.4% de los fragmentos de los bordes. Las descripciones de
muchas de estas piezas corresponden a la fase precedente, a excepción de un
fragmento que presenta un modo diferente de modificación del borde (Fig. 10). Esta
pieza única, tiene un labio grueso de 7mm. y el grosor del cuerpo de 5mm. dimensio-
nes significativamente más grandes que aquellos fragmentos de las Olla sin Cuello
1 de la fase Toril. Sin embargo, el diámetro de la entrada es de 14 cm. y el mate
quemado y nublado rojizo de la superficie de esta pieza no se diferencia de los
vasijas del estilo precedente.
24 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

La Olla sin Cuello 4 y 3.- Tienen lados bajos y relativamente verticales bien ordena-
das para la decoración. El ángulo de la pared se ubica de 45 a 70 º. Estas formas
difieren de su antecesora; Olla sin Cuello 3 es más grande, gruesa, mejor acabada,
frecuentemente adornada con gracia e incorporando nuevos maneras en la modifi-
cación de sus bordes. El diámetro de la boca de las Olla sin Cuello 4 promedia entre
20 a 30 cm. y el grosor de las paredes de 5 a 9 mm. El exterior de éstas generalmente
es pulido con una superficie lisa regular y un bajo lustre o mate final. Las líneas
horizontales pulidas usualmente son visibles y la cubierta a menudo es incomple-
ta. Las franjas rojas han sido aplicadas al exterior en un 88% de la muestra, pero
ocasionalmente estaban limitadas por una franja alrededor de la boca (Fig. 11a). El
interior de las vasijas no están cuidadosamente acabadas y tienen una superficie
irregular áspera con finas estrías o ranuras producto de un frotado final o raspadu-
ras.
Una pequeña proporción de las Ollas sin Cuello 4 están decoradas. El modo
más común de decoración es una banda sombreada debajo del borde y sobre el asa.
Esta banda generalmente está ubicada de 8 a 13 mm. debajo de la boca y formada
por dos incisiones paralelas construyendo un campo horizontal llenado con inci-
siones oblicuas paralelas (Fig. 11b). Las bandas no están estandarizadas en ancho
o composición. La orientación y espacio del sombreado varía. Las líneas sombreadas
pueden ir de izquierda a derecha o viceversa, y sus direcciones oblicuas se ubican
de 20 a 70º o de 110 a 160º. Las líneas anchas eran grabadas cuando la vasija estaba
en estado cuero. En algunas bandas, las secciones sombreadas y las sombras traza-
das se alternan. Algunos vasijas parecen haber sido decoradas con bandas exclusiva-
mente llenadas con sombras trazadas (Fig. 11c).
Frecuentemente, las incisiones sobre las ollas sin cuello oscuras estaban cu-
biertas por un pigmento rojo post-cocción (Fig. 11d). Alternativamente, los vasijas
eran rojas, luego que las bandas habían sido incisas, pero las áreas sombreadas
eran dejadas sin pintar, de modo que luego de la cocción, el tostado y el oxidado el
color natural de la banda contrastaba con la superficie roja sobre y bajo ésta (e.g. Fig.
11b). La banda decorada a menudo era dejada sin pulir, por medio de esto, creaban
un contraste de textura con las zonas cercanas. Una pieza de Olla sin Cuello 4
presentan una banda cubierta con pequeñas incisiones verticales en forma crecien-
te, probablemente hecha con la uña del dedo, antes de ser sombreada. En otra mues-
tra, las sombras que cruzan cubre el hombro superior y el lado del hombro decorado
(Fig. 11f).
La puntuación también decora el exterior de las Olla sin Cuello 4. En el
último de los casos, la superficie parece estar cubierta con pequeñas puntuaciones.
En otras muestras las puntuaciones están limitadas sin complicadas zonas corta-
das (Fig. 11d, 11g, 11h).
La Olla sin Cuello 5.- Es la forma más común de los vasijas en el estilo
Huaricoto, comparativamente no es refinada, sin decoración y con un borde grueso
(Fig. 12). Los de las paredes más altas forman un ángulo de 30 a 45º. El exterior de estas
vasijas es generalmente liso con un mate final y puede tener una cubierta roja. Las
vasijas son de color gris a marrón, que dependieron de las condiciones de cocción. El
interior es áspero y usualmente muestra evidencias de raspaduras o rasguños. El
Richard L. Burger 25

borde promedia de 7 a 10 mm. de grosor y las paredes 2 a 3 mm. más delgadas. El


diámetro de la boca se ubica de 16 a 33 cm. (moda 20 cm.). Nueve formas de borde
pueden ser documentadas.

Tazones

Los tazones son comunes en el estilo Huaricoto, comprendiendo el 51% de los


fragmentos de borde. Cuatro formas de tazones son nuevas en este estilo, con varias
variantes y varios tipos de decoración en el exterior.

Tazón 2 .- Son populares en el estilo Toril, pero raros en el estilo Huaricoto. Los
fragmentos recuperados se parecen a aquellos de la fase más temprana por su
tamaño (16, 20, 24 cm.); grosor (cuerpo, 4 a 6 mm. y borde de 5 a 6 mm.) y acabado;
una diferencia es el uso del rojo en una de las vasijas.

Tazón 3.- Tiene los lados claramente verticales, los ángulos de sus paredes son de
100 a 120º, la mayoría de ellas con un promedio de 100 a 110º. Las paredes son
rectas o claramente cóncavas, distinguiéndose de los fragmentos utilitarios el Ta-
zón 3 es más hondo que el Tazón 1 y 2. Dos ejemplares de esta forma, tienen una
porción de la base intacta y en ambos casos los puntos finales son distintos; en un
lado donde el fondo es reconstruible, éste es casi plano (Fig.13). El promedio de los
Tazones 3 fluctúa de 16 a 25 cm., con un medio de 22 cm. Tres fueron pulidos en el
exterior y se les dio un bajo lustre, pero restos de líneas pulidas permanecen como
finas estrías. El interior está también cuidadosamente acabado y usualmente tiene
una superficie lisa y bajo lustre comparable al exterior. Los vasijas eran tiznadas de
gris oscuro a negro o pintadas de rojo.
La superficie externa de estos tazones era un lado popular para la decoración
en el estilo Huaricoto. Un rasgo decorativo común es una sola línea grabada bajo el
borde; una incisión análoga frecuentemente rodea la base. En algunos casos, el rojo era
usado selectivamente para pintar zonas definidas por incisión (Fig. 13a), mientras que
en otros, pigmentos rojos post-cocción cubren las incisiones en los exteriores (Fig. 13b,
c). Las incisiones generalmente eran hechas en arcilla estado cuero, pero en algunos
casos, la arcilla era secada lo suficiente para ser desmenuzada a lo largo de todas las
líneas grabadas. Algunos Tazones 3 estaban divididos dentro de una serie paralelos
rectangulares llenados con líneas verticales paralelas muy espaciadas (Fig. 13b), o
líneas horizontales paralelas estrechamente espaciadas. Los paneles con diferentes
técnicas decorativas frecuentemente alternan. Otros están decorados con repetitivos
diseños geométricos, tales como modelos de escalones (Fig. 13a, c) Las puntuaciones,
ya sean solas o en combinación con elementos más lineales, fueron encontrados en
varios fragmentos de bordes y cuerpo (Fig. 13c).

Tazón 4.- Es de forma simple de poca profundidad y lados convexos. El ángulo


básico no es evidente y éste probablemente tuvo un contorno simple, con un fondo
poco profundo. Dos tamaños de Tazón 4 parecen haber sido producidas, uno de
ellos de 16 a 19 cm. y el otro de 23 a 29 cm. Las paredes tienen un promedio de 5 a
26 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

ESTILO HUARICOTO

Fig. 10 Olla sin cuello 1, único fragmento; Fig. 11 a, b, c. Olla sin cuello 4

7 mm. y usualmente un espesor adicional de 2 a 3 mm. en el borde. La mayoría de las


muestras han sido dejadas con un endeble pigmento rojo y pulidos a un bajo lustre
o un mate final tanto en el interior como el exterior. Sobre los fragmentos decorados
una línea horizontal divide el lado sin decoraciones bajo el borde del lado que está
decorado hasta la mitad. Cortes verticales dividen los paneles llenados con pun-
tuaciones o incisiones (cortes) horizontales (Fig. 14b). Un Tazón en miniatura es
una pequeña versión inusual del Tazón 4. representado por un solo fragmento, el
cual tiene 4 mm. de espesor y 5.5 cm. de diámetro. El natural color oscuro de su
superficie es pulido a un mediano lustre.
Richard L. Burger 27

ESTILO HUARICOTO

Fig. 11d,e,f y g. Olla sin cuello 4; Fig. 11h Olla sin cuello 4;
Fig. 12 Olla sin cuello 5, sin decoración.
28 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Tazón 5.- Es poco profundo con lados convexos o encurvados. Éstos son versiones
más finas de las Ollas sin Cuello 4; pero son menos limitados y su interior está
cuidadosamente acabado, de una manera comparable a las otras formas de Tazón
del estilo Huaricoto. Su tamaño va de 11 a 22 cm. con una moda de 16 cm. el interior
y el exterior, son comúnmente pulidos a un bajo lustre con una superficie igual o
llana. Estos vasijas a menudo fueron decorados con bandas paralelas rodeando la
vasija (Fig. 15a, b). En otros casos, estos lados son adornados con triángulos pen-
dientes o hemisferios llenados con puntuaciones (Fig. 15c).

Tazón 6.- Es un raro tazón limitado con lados rectos o ligeramente convexos y un
ángulo de la pared de aproximadamente 130º. Dos fragmentos con diámetros
reconstruibles midieron 18 cm. y 23 cm., una pared de 4 a 6 mm. de grosor e
incrementándose de 8 a 9 mm. en el borde. Un fragmento es oscuro y tiznado, mien-
tras otros dos son rojos. Los tres fragmentos de nuestra muestra están pulidos a un bajo
lustre, y dos de ellos tienen decoraciones incisas en el exterior (Fig. 16).

Decoración

Aplicado
Un variado número de técnicas decorativas han sido aplicadas durante la fase
Huaricoto, la decoración dominante de la fase Toril, aparece sólo en dos fragmento, el
más pequeño tiene una aplicación de 11 mm. de espesor sobre el cuerpo de una olla sin
cuello. El adorno mide 19 mm. de diámetro y ha sido cortada en 4 pequeñas incisiones
paralelas en su lado más alto. El segundo ejemplo de aplicación grabada está agrega-
do a una vasija probablemente una olla, para formar algo así como una capa de protec-
ción extendiéndose a 17 mm. de la vasija ( Fig.17a). Esta proyección mide 8 cm. de
longitud y un promedio de casi 1 cm. de espesor. Ésta pudo haber servido como una
asa lateral. El lado más alto del aplicado fue cortado con siete líneas diagonales
paralelas, mientras la arcilla aún estaba húmeda. Las incisiones eran bordeadas por
pequeños montículos de arcilla y cubiertos con un pigmento blanco (post-cocción).

Pintado
El uso pintura post-cocción fue una introducción tecnológica significante en el
estilo Huaricoto. Un solo fragmento de Tazón 4 está decorado con líneas verticales
cubiertas con pintura post-cocción rojo, amarillo y blanco. Este uso de pigmentos
post-cocción contrasta excepcionalmente, comúnmente se uso un solo color, el
rojo, que era aplicado para incrementar la visibilidad de las incisiones. Los
pigmentos post-cocción solo eran encontrados sin incisiones y puntuaciones en
oscuro, aunque numerosas muestras de incisión y puntuación mostraban alguna
evidencia de pintura post-cocción.
La pintura permaneció limitada a los tonos rojos usados previamente en el
estilo Toril, pero el franjeado fue manipulado en un primer momento para servir
para decoraciones más complicadas, tales como algunas zonas selectivamente
coloreadas para el contraste. En un número de casos el pigmento rojo se esparce
dentro de la zona sin franjas, reflejando una falta de control o cuidado (Fig. 17b).
Richard L. Burger 29

ESTILO HUARICOTO

Fig. 13a y b Tazón 3 Fig. 13c Tazón 3; Fig. 14 Tazón 4; Fig. 15 a Tazón 5.
30 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Inciso
En el estilo Huaricoto, la decoración incisa es extensa y variada. Las incisiones son
usadas para formar simples diseños geométricos, para separar y delinear zonas
decorativas, para dar textura a las zonas, sombrear y representar motivos curvilíneos
complejos. Nuestro conocimiento del tema es particularmente pobre o escaso, debi-
do a las limitaciones de nuestra colección de fragmentos.

Puntuación o Punteado
La puntuación es uno de las nuevas maneras más significativas de decoración. Es
posible distinguir varios tipos de puntuación que caracterizan a la fase Huaricoto:
circular(17c), ovoide (Fig. 14b), irregular (13c), rasguños (17d), y en forma de gotas
o lágrimas (17e). Cada uno de éstas aparecen en variados tamaños y contextos. Lo
más distintivo son las irregulares puntuaciones que tiene desiguales picos o pun-
tas recortadas en los bordes, quizá como resultado del estado seco de la arcilla,
cuando éste era impreso, o la forma irregular de la herramienta empleada para
hacer las puntuaciones. La variedad en el tamaño y forma de las puntuaciones
tiene una analogía en la falta de estandarización de las otras técnicas decorativas,
como la incisión. Aunque muchas incisiones eran hechas en el estado cuero de la
arcilla, ejemplos de incisiones sobre arcilla húmeda y seca son numerosos, así como
una pieza con incisiones hechas post-cocción.

Variaciones
Tres técnicas decorativas aparecen sobre únicos fragmentos. Estas piezas pueden
haber sido importadas a Huaricoto desde las áreas con otras tradiciones tecnológi-
cas. Un pequeño fragmento de una vasija tiene bandas de grafito pintadas en fran-
jas rojas; la superficie de ésta es más llana que los otros fragmentos Huaricoto y su
interior es más áspero e irregular. Inusuales inclusiones toscas y blancas pueden
ser vistas en la pasta. Otro fragmento también de franjas rojas limitando la vasija,
tiene bordes dentados de un 1.5 mm. de espesor. Es más suave (2/3 sobre la escala
Moh) y completamente más oxidado que lo normal. Un inusual tercer fragmento
probablemente una botella tiene un motivo curvilíneos grabado tipo Chavín, llena-
do con pintura rojo post-cocción (Fig. 19). Es conocido como exótico reducido por el
fuego, la abundancia de finas inclusiones de mica y el muy regular pulido donde
las marcas han sido borradas.

ESTILO CAPILLA TEMPRANO

Está debidamente ubicado dentro de la secuencia de Huaricoto, sin embargo sobre


una antigua terraza se hallaron fragmentos que difieren a los estilos del Período
Inicial y Capilla Tardío hasta ahora descubiertos. Estos materiales están mezclados
con algunos fragmentos Huaraz; fragmentos intrusivos tardíos pudieron ser colo-
cados sobre una base tipológica, dejando una indicación preliminar de ésta distin-
tiva colección. Con seriaciones y datos cruzados de sitios contemporáneos estos
materiales pudieron ser colocados cronológicamente entre las colecciones Huaricoto
ESTILO HUARICOTO
Richard L. Burger

Fig. 15b, c Tazón 5; Fig. 16 Tazón 6; Fig. 17 a- d Cuerpos decorados; Fig. 18 Exótico fragmento de color rojo con bandas de grafito; Fig. 19
Fragmento de botella con pintura roja post-cocción e incisiones.
31
32 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

y Capilla Tardía y tentativamente se les fecho a los inicios del Horizonte Temprano.
La siguiente descripción no intenta definir el estilo a causa de los problemas y el
pequeño tamaño de la muestra, pero se definen algunos de sus rasgos distintivos
del estilo.

Formas: Ollas sin Cuello

Se asemejan a las del estilo Huaricoto, pero una distintiva modificación en el borde
de las Ollas sin Cuello 5 fue introducida, un rollo de arcilla fue agregado al interior
del borde engrosándolo y dejando el labio redondeado, el cual no cubría entera-
mente la unión del rollo con el cuerpo de la vasija (Fig. 20). Esta forma fue popular
en la fase Urabarriu de Chavín de Huántar (Burger, 1984: Fig. 64). Un pedazo de
arcilla del cuerpo de una de estas ollas exhibe impresiones puras en el interior, una
técnica que en Chavín de Huantar fue principalmente usada en la producción de las
ollas sin cuello durante el Período Inicial Tardío (Burger, 1984: 71-73)

Tazones
Los tazones con decoración exterior, son particularmente comunes en el estilo
Capilla Temprano. La forma más común es el Tazón 3, una vasija con orificio cerca
de las paredes verticales (Fig. 21a –d). El grado de profundidad es más marcada en
este estilo que en el estilo Huaricoto, con una aparente preferencia por los bordes
gruesos y labios planos. El cambio de decoración de estos tazones es más notable
que la modificación de sus formas. Primero la incisión horizontal bajo el borde es
omitido y la decoración se extiende y algunas veces aún cubre las zonas adyacentes
al borde (Fig. 21a, b). Segundo, motivos curvilíneos cortados o grabados aparecen
en los tazones que fueron hechos mientras la arcilla estaba en estado cuero. El
fondo algunas veces es texturado con estampado de rocas o puntuaciones. El color
de estos tazones es gris oscuro o rojo y la calidad del pulido es superior a la colec-
ción Huaricoto.

Jarras
Las jarra y botellas son dos nuevas clases de vasijas que aparecen en Huaricoto
durante la primera época del estilo Capilla Temprano. La Jarra 1 es la única forma
de jarra documentada para este estilo, tiene un cuello corto cóncavo y un borde con
un ángulo de 110 a 120º (Fig. 23a, b). El diámetro de la boca de estas vasijas promedia
de 5 a 8 cm. pero el cuello se estrecha a 4 cm. de diámetro cerca del cuerpo. El cuerpo
de estas jarras tienen 3 a 4 mm. de espesor y con un adicional de 2 a 3 mm. en el
borde. El tratamiento de la superficie está entre el fino tratamiento de los tazones y
botellas y el tratamiento menos cuidadoso de las ollas sin cuello. La superficie
usualmente era pulida a un bajo lustre o a un mate, con algunas huellas de marcas
pulidas. Un fragmento (Fig. 23a) tiene una línea cortada o incisa rodeando el lado
superior de la asa pero decoración adicional no es visible.
Botellas
Richard L. Burger 33

Dos fragmentos son las únicas evidencias indiscutibles de la presencia de botellas


en este estilo. Estas piezas probablemente derivan de botellas de un solo cuello ya
que fragmentos estribos no fueron recuperados en el estrato de Capilla Temprano.
Los diámetros del borde de las botellas son de 3 y 5 cm. Ambas piezas pertenecen a
la forma de Botella 1 que tienen un cuello cóncavo cerca al borde (Fig. 22). Están
cuidadosamente pulidas en el exterior a uno a bajo lustre y otro a mediano lustre. El
interior es delgado y áspero bajo el borde.

ESTILO CAPILLA TEMPRANO

Fig. 20 Olla sin cuello 5; Fig. 21a - c Tazón 3; Fig. 22 Botella 1; Fig. 23a -b. Jarra 1.
34 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

ESTILO CAPILLA TARDÍO

Grandes cantidades de cerámica Capilla Tardío fueron recuperadas debajo de los


estratos con cerámica estilo Huarás y sobre los estratos de la cerámica de estilo
Huaricoto (7182 fragmentos) e incluye una variedad de formas y decoraciones pro-
venientes de contextos no disturbados. De los 7182 fragmentos, 3.1% (225) son
bordes y 2.6% (176) están decorados. La cerámica Capilla Tardío es típica del estilo
del Horizonte Temprano Medio, incorporando rasgos de la cerámica Janabarriu de
Chavín de Huantar. Los fechados radiocarbónicos de muestras provenientes de
estratos con materiales de Capilla Tardío son entre 590 +/- 130, 380 +/- 80, 360 +/
- 100 a.C.

Formas: Ollas sin Cuello

Continuaron siendo una forma popular de vasija, constituyendo el 26.7% de los


bordes y éstas fueron todavía la principal vasija producida en Huaricoto. El decli-
nante porcentaje de las ollas sin cuello esta en función del incremento de tazones y
jarras. La Olla sin Cuello 5 permaneció como la forma más común haciendo el 81%
de los bordes de las ollas sin cuello (Fig. 24 – 25). Muchos de los bordes de las Ollas
sin Cuello 5 son pequeños promediando de 8 a 16 cm. de diámetro de entrada
(moda 14 cm.). el espesor del cuerpo es de 3 a 10 mm. muchas muestras son de 4 a 7
mm. y el grosor de los labios varía de 6 a 16 mm., muchos caen dentro del rango de
7 a 11 mm. Muchas de estas vasijas no presentan franjas, aunque el 17% tiene
franjas exteriores pintadas de rojo, el exterior era acabado con cuidado y muchas
superficies son lisas y regulares, pero sólo una muestra tiene un mediano lustre y
sólo el 24.3% tiene un bajo lustre y el resto tiene una superficie mate. El interior de
las ollas sin cuello usualmente eran dejadas ligeramente irregulares y ásperas, pero
un tercio de ellas presentan huellas de haber sido pulidas con un suave material
flexible.
En el estilo Capilla Tardío la única decoración comúnmente aplicada a las
Olla son Cuello 5 fueron los patrones bruñidos (Fig. 25). Con líneas selectivamente
pulidas en zonas era posible crear un diseño reflexivo que contrastaba con el acaba-
do mate final sobre la mayor parte de la superficie. Dos fragmentos de bordes clara-
mente exponen patrones bruñidos y una examinación del resto de los cuerpos nos
indica que esta forma de decoración fue más común de lo que indica el número de
bordes. Las ollas sin cuello usualmente están rotas justo bajo el grueso borde, sobre
el asa de modo que el fragmento provee evidencia únicamente sobre el lado más alto
de decoración. Este lado usualmente era dejado sin decoración, con el patrón bruñi-
do concentrado sobre el cuerpo. Es difícil determinar cual de los 63 fragmentos que
exhiben patrones bruñidos o pulidos son de ollas sin cuello o de cuerpos de jarras.

Ollas sin Cuello 3.- Fueron identificados seis fragmentos, cuatro pertenecen a pe-
queñas vasijas (10 a 13 cm.) y dos a vasijas grandes (diámetro de la entrada, 18 a 20
cm.). Cuatro de ellas han sido pulidas a un bajo lustre y uno de las vasijas más
grande fue decorada con un círculo grabado y puntos, probablemente una hilera de
Richard L. Burger 35

repetidos «círculos-puntos» alrededor del borde (Fig. 24). Sólo dos fragmentos del
cuerpo tienen similar estampado o elementos circulares incisos y estos pueden
venir de los cuerpos de las botellas; de modo que las Olla sin Cuello 3 parece ser
una excepción en la práctica de Capilla Tardío ya sea dejado el exterior sin decorar
o quizá decorándolo con patrones bruñidos.

Olla sin Cuello 6.- Es una forma aparentemente introducida durante los tiempos de
Capilla Tardío tiene una banda en relieve y labios redondeados(Fig. 26). Los cinco
bordes recuperados parecen haber sido de vasijas grandes. Dos fragmentos de
bordes indican que la vasija tuvo entre 20 y 21 cm. de diámetro, dos de los fragmen-
tos parecen provenir de vasijas significativamente más grandes. El grosor del borde
con la banda, promedia de 11 a 18 mm. (moda 14.6 mm.) y es 5 mm. más grueso que
el cuerpo. El exterior de estas vasijas es similar a muchos de las Olla sin Cuello 5
(lisa, pulida y mate).

ESTILO CAPILLA TARDÍO

Fig. 24 Olla sin cuello 5; Fig. 25 Olla sin cuello 5 con patrones bruñidos; Fig. 26 Olla sin
cuello 6; Fig. 27 Olla sin cuello 7; Fig.2 8 Olla sin cuello 8.
36 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Olla sin Cuello 7.- Es otra introducción en el estilo Capilla Tardío, es grueso en el
interior y achaflanado para formar una zona plana bajo la entrada o boca (Fig. 27).
El borde es engrosado y el labio redondeado. El diámetro promedia de 10 a 14 cm.
y el borde tiene un promedio de 8 mm. de grosor. Tres de los cinco fragmentos son
rojos, una proporción un poco más alta que las Olla sin Cuello 5 y 6, la superficie
es tratada del mismo modo que las otras ollas sin cuello.

Ollas sin Cuello 8.- Es la tercera forma innovada en el estilo Capilla Tardío, tiene
un borde ligeramente engrosado y redondeado al exterior y un labio fuertemente
doblado (Fig. 28). Cuatro fragmentos fueron identificados pero sólo el diámetro de
uno de ellos pudo ser reconstruido (11 cm.). El cuerpo tiene 6 mm. de grosor,
incrementándose de 8 a 10 mm. en el borde. El exterior de estos fragmentos es
pulido a mate o con un bajo lustre, pero ninguno es decorado de alguna forma.

Jarras
Son más populares en el estilo Capilla Tardío que en otros estilos más tempranos,
constituyendo el 10.2% de la muestra. Todas, a excepción de un borde, tienen un
diámetro de entrada de entre 8 y 16 cm. (moda 14 cm.). La mayoría de los vasijas no
presentan franjas, aunque no es rara una débil franja roja en el exterior (26.1%). El
exterior es pulido con una superficie lisa, sólo el 34.8% tienen un bajo lustre. El
interior de los cuellos de las jarras usualmente eran tratados del mismo modo que el
exterior, pero el interior de los cuerpos eran restregados. Desgraciadamente, frag-
mentos de bordes de jarras no incluyen más que una pequeña porción del cuerpo,
y consecuentemente, la posibilidad de que éste fuera decorado no puede ser esta-
blecido. La decoración del cuello de las jarras o la parte superior del cuerpo no es
evidente.
Jarra 2.- Tiene un cuello corto con lados fuertemente cóncavos y una boca ancha
(Fig. 29). De las formas diagnosticas de este estilo, ésta guarda un parecido a la
forma de la jarra de la fase precedente. El borde es engrosado de 5 a 7 mm. mientras
el cuerpo de las jarras se ubica de 3 a 5 mm. Los labios están redondeados y el
cuello varía de 13 a 19 cm. de alto.

Jarra 3.- Tiene un cuello de altura media, recto o cóncavo, lados convergentes y una
entrada ancha (Fig. 30). Un punto claro está en la unión del cuello con el cuerpo, el
cuello más corto tiene 33 cm. y el más alto está sobre los 42 cm.

Jarra 4.- Tiene un cuello con lados cóncavos y bordes no marcados (Fig. 31). El
único cuello completo reconstruible de los fragmentos es de 41 cm. de alto, pero
otros tres bordes sugieren alturas sobre los 30 cm. El cuello de la Jarra 4 es conocido
por ser similar en tamaño al cuello de la Jarra 3, la ausencia de bordes que inclu-
yan la parte superior del cuerpo, es señal de fragilidad en la unión con éste.

Jarra 5.- Tiene un cuello alto con lados verticales rectos (Fig. 32). En tres ejemplares
los bordes son rectos y los labios redondeados. Dos cuellos reconstruibles tienen
51 mm. de altura.
ESTILO CAPILLA TARDÍO
Richard L. Burger

Fig. 29 Jarra 2; Fig. 30 Jarra 3; Fig. 31 Jarra 4; Fig. 32 Jarra 5; Fig. 33 Strap Handle 1; Fig. 34 Strap Handle 2;
Fig. 35 Strap Handle 3; Fig. 36 Botella 2; Fig. 37 Botella 3; Fig. 38 Botella 4; Fig. 39 Botella 5.
37
38 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Asas o Mangos
Cuatro asas fueron recuperadas de los niveles de Capilla Tardío, ellas aparente-
mente estaban ausentes en los estilos más tempranos. Evidentemente las asas esta-
ban unidas a los lados de las ollas o jarras. El exterior está pulido a un mate final,
con remiendos ocasionales de bajo lustre, el lado inferior de las asas son ásperas y
desiguales. Las asas promedian de 27 a 36 mm. de ancho; El grosor varía de 7 a 14
mm. Tres tipos de asas fueron identificados: Asa Strap 1, lenticular en sección cru-
zada (Fig. 33); Asa Strap 2, irregular en sección cruzada, con un exterior llano a poca
distancia y un lado bajo desigualmente curveado (Fig. 34) y Asa Strap 3, en forma de
oblea en sección cruzada y un exterior ligeramente cóncavo (Fig. 35).

Botellas
Las botellas fueron un importante componente de la colección Capilla Tardía, aún
cuando sólo el 3.1% (siete) de los bordes pertenezcan a picos de botellas, éstas
piezas fueron cuidadosamente pulidas o en algunos casos, tenían alto lustre.
También fueron recuperados 21 fragmentos de estribos: muchos de los picos de
Capilla Tardío parecen proceder de botellas de asa estribo. El número de fragmentos
de cuerpo decorados, con un buen pulido y cuidadosamente acabado en el exterior
implica que el cuerpo de las botellas fue decorado densamente, usando una gran
variedad de técnicas.

Botella 2.- Tiene un pico con lados rectos verticales y un pequeño borde engrosado
con los labios planos (Fig. 36). El diámetro de la boca de un ejemplar es de 3.5 cm.
Las paredes tienen un grosor de 4 mm. incrementándose en 3 mm. en la entrada. La
superficie ha sido pulida a un mediano lustre y la calidad del acabado implica la
aplicación de una franja sin pigmento anterior al lustre o bruñido. El oscuro color
gris-marrón puede ser el resultado del tiznado o reducción de la superficie.

Botella 3.- Tiene un pico a manera de barril con una pared convexa con un pico
ancho levantado y labios planos (Fig. 37). El ancho medio de los bordes es de 12.5
mm., muchas veces tan largo como los otros picos levantados. El espesor de la
pared del pico mide de 5 a 6 mm. El color de los restos de la botella es marrón muy
oscuro. Ninguno de los restos parece haber sido cocido en una atmósfera oxidante
y también pudieron haber sido tiznados o reducidos superficialmente al final de la
cocción. El diámetro de la boca de estas botellas mide 3.5 cm.

Botella 4.- Tiene un pico con paredes verticales rectas y un borde pequeño redon-
deado y con labios biselados (Fig. 38) El único ejemplar tiene un diámetro de 3.5 cm.
y el grosor de la pared es de 3 a 4 mm. En muchos fragmentos de la botella, la
superficie es muy regular y era pulida a un mediano lustre. Su color marrón rojizo
resultó de la oxidación durante la cocción.

Botella 5.- Tiene paredes rectas visibles divergentes terminado en un borde con
curva chaflanado con labios biselados (Fig. 39). Dos fragmentos de esta forma tie-
nen una boca cuyo diámetro es de sólo 2.5 cm. y las paredes de 3 a 3.5 mm. de grosor
Richard L. Burger 39

se adelgaza alrededor de 2 mm. cerca de la entrada. Ambas piezas están pulidas a


un mediano lustre. Un fragmento de 4 cm. probablemente representa la altura total
del pico. Uno de éstos es rojo oxidado y el otro es un gris muy oscuro.

La forma de los cuerpos de botellas del estilo Capilla Tardío es desconocida,


probablemente muchos tuvieron cuerpos con paredes convexas simples y base o
fondo plano. Esta fue la forma dominante del cuerpo para todo el Perú durante el
Horizonte Temprano (Proulx 1973: Lam. 1d). Sin embargo existe un fragmento que
pertenece al cuerpo de una botella decorada de contornos compuestos (Fig. 40).

Tazones
Los tazones constituyen el 32% de los bordes y junto con las botellas, fueron las
vasijas más frecuentemente decoradas. Se distingue en los bordes que al menos un
14% de los tazones tienen decoración exterior. Los análisis de los tazones de Capi-
lla Tardío están incompletos y lo que sigue son observaciones. Los tazones fueron
finamente acabados, siendo usualmente pulidos a un mediano o bajo lustre; tam-
bién fueron recuperados tazones ocasionalmente con alto lustre o mate final. Las
huellas de pulido raramente son visibles en estas piezas. El rojo y sin pigmento,
fueron algunas veces usados para crear una superficie plana. Tazón 3 es popular
en el estilo Capilla Tardío, como había sido en los dos estilos previos y, muchas
nuevas variantes de bordes fueron introducidos (Fig. 41a, b). Una variante ocurrió
con tazones de franjas rojas y en los dos casos bandas blancas fueron pintadas en
el exterior (Fig. 41b). Esta es la primera evidencia de pintado con franjas blancas en
Huaricoto y un posible antecedente a los tazones más tardíos del estilo Huarás.

Tazón 4.- También permanece popular, pero es decorado con nuevas formas, tales
como círculos estampados (Fig. 41c).

Tazón 5.- Son raros en nuestra muestra de Capilla Tardío.

Tazón 6.- Son relativamente comunes, poco profundos y grandes, cuyo diámetro de
entrada promedia de 18 a 30 cm. (Fig. 42). Como en los estilos precedentes, esta
forma de vasijas frecuentemente presenta franjas rojas.

Tazón 7.- Es al parecer una nueva forma de tazón que habría sido introducida en
el estilo Capilla Tardío: tazón con paredes rectas convergentes (Fig. 43).

Cerámica Miscelánea
Varias clases de artefactos cerámicos, además de vasijas aparecen en la colección
del estilo Capilla Tardío. Pedestales para sostener platos aparecen en las primeras
épocas, dos fragmentos de la unión de la base del pedestal con el plato son la
evidencia para la utilización de esta forma (Fig. 44). En ambos casos, parecen
haber tenido de 9 a 10 cm. de diámetro. La pared del plato es delgada (4 a 5.5 mm.)
y convexa, pero ni su forma ni su tamaño pueden ser determinados. La superficie
superior del plato y el exterior del pedestal son lisas y pulidas a un mate final,
40 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

ESTILO CAPILLA TARDÍO

Fig. 40 Fragmento decorado de una botella; Fig. 41a y b Tazón 3; Fig. 41c Tazón 4

mientras que el lado inferior e interior del pedestal son irregulares y ásperos,
terminados con raspaduras y frotaciones ligeras.
Soportes sólidos también fueron recuperados en los contextos de Capilla
Tardío (Fig. 45 a – c). La altura promedio de los soportes es de 20 a 30 mm. y son
ásperamente circulares en sección cruzada (Fig. 45b). La pieza más ancha está
pegada o unida a la vasija con arcilla; las que usualmente estaban rotas en este
punto (Fig. 45c). El ancho de los soportes en esta unión varía de 12 a 17 mm. Los
extremos están gastados por el uso. La superficie de estas piezas usualmente está
Richard L. Burger 41

sin pulir y es mate. Las superficies del cuerpo atada a un soporte son irregulares y
ásperas (Fig. 45a), lo cual es sorprendente desde que en las colecciones más antiguas
de Perú, los soportes sólidos están asociados con tazones trípodes (e.g. Isbell, 1977:
Fig. 31).
Asas tubulares han sido identificadas en la colección del estilo Capilla Tardío,
pero su empleo original es desconocido (Fig. 46). Éstas se asemejan a los tubos
cerámicos (Fig. 47) en producción y acabado, pero están fuertemente curveados
antes que rectos. En sección cruzada, los dos ejemplares son ligeramente ovoides,
uno de 7x12 mm. y el otro, 15x17 mm.
Los tubos cerámicos están entre los más comunes (11 en esta muestra) de los
artículos cerámicos enigmáticos (Fig. 47). Los tubos son cilíndricos con paredes
rectas cuyo espesor promedia entre 2 a 3.5 mm. El diámetro es constante en cada
tubo y varía entre 7 y 14 mm. Los tubos fueron formados por el enrollamiento de
una piedra alisada o losa alrededor de un objeto cilíndrico, uniendo la losa a la
grieta y, removiendo el material desde el interior. Este proceso deja un interior con
estrías verticales. Una pieza inusual está pulida con un bajo lustre. Los tubos no
están enfranjados y su color es marrón rojizo o gris oscuro, dependiendo de las
condiciones de la cocción. Desde que los tubos fueron recuperados, su longitud
original no puede ser determinada. El fragmento más largo mide 2.6 cm., pero
ambos extremos están rotos.
Otros dos artefactos cilíndricos cerámicos huecos se asemejan a pequeños
tubos (Fig. 48). Ambos tubos están pulidos con un bajo lustre y sus paredes miden
de 4 a 5 mm. de espesor. El diámetro de uno de ellos es de 2.5 cm. y del otro 2.7 cm.
el fragmento más largo – roto en ambos lados – tiene 7.3 cm. de longitud. Estas
piezas son más largas y finas en el acabado de la superficie, y su función podría no
haber estado relacionada a los tubos pequeños. Una posible función es que fueran
porciones de cerámica modelada en forma de trompeta, similar a aquellos usados
en sitios tempranos de la sierra sur (Kidder, 1943: Plato 5). Instrumentos de viento,
incluyendo trompetas de cerámica o trompetas hechas de madera son descritas o
representadas en esculturas de piedra de el Horizonte Temprano en el área de
Chavín de Huantar (Burger, 1983: Fig. 19a, Lumbreras, 1977: Fig. 22-24), aunque
muestras de estos instrumentos no han sido reportados en este sitio.
Antaras o silbatos también fueron recuperados (Fig. 49). Los cuales consis-
ten de tubos cerámicos encajados en dos losas delgadas de arcilla. Los tubos fueron
hechos de un molde, el interior es pulido y no marcado y las paredes pueden ser
muy delgadas (1 a 2 mm.). Los tubos cónicos son de 12 mm. en el tope del instru-
mento, 8 mm. en su sección media 5 a 7 mm. en su fondo. Eran colocadas vertical-
mente a intervalos de 2 a 4 mm. Los delicados tubos sin una cubierta de arcilla
forman un instrumento de 3 cm. de espesor. Su exterior luego fue pulido a un bajo
lustre y la pieza era cocida en una atmósfera oxidante seguida por un tiznado
superficial.
Decoración
42 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Inciso
La incisión es una de las técnicas decorativas más comunes en el estilo Capilla
Tardío, comprendiendo el 28.3% de los fragmentos decorados. Incisiones anchas (2
mm. de ancho) fueron hechas en el exterior de las vasijas cuando la arcilla estaba en
estado cuero y luego éste era pulido a un bajo o mediano lustre. El 84% de los
fragmentos incisos provienen de vasijas cerradas, probablemente botellas, con pa-
redes de 3 a 6 mm. de grosor y el resto proviene de tazones decorados en el exterior.
Muchos de los fragmentos están incisos con una sola línea recta o dos líneas para-
lelas, algunos fragmentos tienen incisiones rectas que las intersectan; algunas ve-
ces en ángulo recto. Un raro fragmento está inciso con sombras cruzadas y tienen
incisiones curvilíneas. Otro fragmentos inciso pertenece una vasija con franjas ro-
jas, sin embargo la mayoría están sin franjas. Algunas de las incisiones en el mate
final están lustrosas; además de tener incisiones altamente luminosas.
Las incisiones post-cocción se estima en 7.8% de los fragmentos decorados
del estilo Capilla Tardío. Estas incisiones finas (0.5 a 1 mm.) e irregulares separan
la superficie oscura para mostrar la pasta más luminosa y parcialmente oxidada,
revelando un contraste en colores que aumenta la visibilidad del diseño. Todos los
fragmentos con incisiones post-cocción son de vasijas cerradas, pero no necesaria-
mente botellas. El grosor es de 4.5 a 8 mm. y la falta de finura de un número de
fragmentos sugiere que muchos provienen de cuerpos de jarras u ollas. Muchos
fragmentos tienen incisiones rectas, sólo uno tiene una incisión curvilínea y otro
tiene un complejo diseño de sombras entrecruzadas.
Uno de los rasgos de la colección de Capilla Tardío es la decoración de
círculos repetidos, incisos y estampados; 4.8% de los fragmentos decorados produ-
cen alguna variante del diseño de círculos, los cuales tiene un diámetro de 8 a 17
mm. y fueron incisos en el exterior de los tazones (Fig. 41c) y en el cuerpo de
botellas. Círculos concéntricos y círculos con puntos centrales decoraron ollas, bo-
tellas y tazones (Fig. 24, 40 y 50a, b).

Textura de la Superficie

Muchas de las variedades de tipos de textura de superficie son encontradas en


pequeñas cantidades en la colección Capilla Tardía. Por ejemplo, el estampado con
piedra aparece en dos fragmentos que aparentemente serían cuerpos de botellas
(Fig. 50c). El estampado con piedra es cuidadosamente hecho en líneas paralelas de
10 a 17 mm. de ancho.
Impresiones en zonas (marcado con fajas coloreadas y concéntricas) denta-
das y estampadas con piedra fueron identificadas en cuatro fragmentos, todos ellos
al parecer cuerpos de botellas.
La puntuaciones o puntos son raros en la zona de textura en el estilo de
Capilla Tardío, pero filas de grandes puntos circulares decoraron el exterior de
Tazones bellamente pulidos (Fig. 41a). Un fragmento inusual de una vasija grande
cerrada tiene una zona con franjas rojas llenada con largos bosquejos incisos a lo
largo de una zona oscura. Un fragmento similar se yuxtapone en una zona oscura
Richard L. Burger 43

de textura mate con bosquejos y una zona lustrosa sin decorar. Muchos otros frag-
mentos tienen grandes bosquejos colocados casi de extremo a extremo (Fig. 50 d – f).
En un caso, hay un círculo con pequeños puntos en la zona decorada (Fig. 50d).
Cuatro fragmentos de cuerpo fueron encontrados combinando una técnica
en el que el instrumento multidentado textura la superficie con líneas rectas parale-
las, las incisiones paralelas están separadas por 1 ó 2 mm.
Dos fragmentos pertenecen a tazones y dos a cuerpos de jarras u ollas. Al
final de la mitad de estos vasijas, una zona rastrillada contrasta con una superficie
adyacente sin decoración. Los cuatro fragmentos tienen un mate final en el exterior,
donde el rastrilleo era aplicado; uno de los vasijas cerradas con rastrilleo ha tenido
franjas rojas.
Adornos aplicados: pequeños retazos de arcilla suplementaria agregados
para crear irregularidades en la superficie externa fueron encontrados en fragmen-
tos de cuerpos de botellas. Dos despliegues irregulares formando adornos sobre
una superficie lisa son puntiagudos. Los adornos de estos fragmentos son de 15
mm. y 2.5 mm. de espesor y a 3 a 4.5 mm. en las paredes de los cuerpos de botellas.
Uno de estos fragmentos tiene franjas rojas, el mate en las partes decoradas contras-
ta con el mediano lustre de la superficie adyacente sin decoración. El tercer frag-
mento tiene filas de adornos grandes rectangulares, los cuales están impresos con
una sola puntuación larga. Los adornos son de 4.5 mm. de grosor con un pequeño
espacio entre ellos.

Bandas

Las bandas aplicadas aparecen en cinco fragmentos. En dos cuerpos de botellas


están decorados con bandas aplicadas curvilíneas una de ellas tiene 11 mm. ancho
y 5 mm. grosor y la otra 18 mm. de ancho y 12 mm. de grosor . Las superficies están
pulidas a un mediano lustre. Los otros tres fragmentos parecen ser más de tazones
que de botellas. El exterior es mate, mientras que el interior tiene un bajo lustre o
mate final.
Una de las decoraciones más distintivas del estilo Capilla Tardío es la apli-
cación de pequeñas bandas ovoides en el exterior de las botellas oscuras (Fig. 50 g).
Cinco muestras fueron recuperadas. El espesor de la pared de las vasijas se ubica
entre 3 a 4 mm. pero con las bandas aplicadas el espesor se incrementa de 5 a 5.5
mm. Los fragmentos están pulidos a un bajo lustre, las marcas de pulido son visi-
bles. Estas aplicaciones tienen una ancho máximo de 11 a 13 mm. y los extremos
terminan en punta. Ninguna de las bandas están completas, aunque dos de los
fragmentos más grandes tienen 23 mm. y 25 mm. de longitud, sugiere que la longi-
tud total de la banda ovoide completa era aproximadamente de 50 cm., si se asume
que las bandas han sido simétricas. Una hilera de pequeños puntos (hechos con
instrumento hueco) ligeramente irregulares y ásperos de 3 mm. de diámetro, deco-
ran el punto alto de estas bandas.
44
ESTILO CAPILLA TARDÍO

Fig. 42 Tazón 6; Fig. 43 Tazón7; Fig. 44 Base de plato, Fig. 45a y b bases de trípodes; Fig. 46 Asa tubular; Fig. 47 Tubos de cerámica;
Fig. 48 Cilindros cerámicos; Fig. 49 Silbadores o antaras, Fig. 50 Fragmentos decorados diversos
Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto
Richard L. Burger 45

Patrón Bruñido
Constituye el 39% de la decoración encontrada en la colección de Capilla Tardía y
virtualmente todo esto ocurre en vasijas cerradas. Los fragmento de cuerpos con
patrones bruñidos están frotados ligeramente o rasgados en el interior, con un
ancho de 3 a 8 mm. El bruñido es lodoso y sus bordes son desiguales. En algunos
fragmentos pequeños es algo difícil de distinguir entre cubierta en pulido y el
bruñido. El ancho de las líneas del Patrón Bruñido promedia de 1 a 3 mm. Muchos
de los fragmentos tienen líneas rectas paralelas, dos fragmentos tienen un patrón
cruzado de hileras y otro par tienen líneas rectas intersectantes.

Pintado
La aplicación de franjas blancas es introducida al inicio del estilo Capilla Tardío.
Un fragmento exótico, proviene de un vasija cerrada con franjas blancas, dejando
una línea sin franjas de 1.5 mm. de ancho. Dos Tazones 3 tenían un elemento
positivo pintado con una pintura blanca post-cocción sobre un fondo oscuro o en
franjas rojas. En un tazón, una banda blanca encierra la zona sub-borde (Fig. 41b) y
en otro, una banda más ancha (8 mm.) desciende a través del lado del tazón.

SECUENCIA HUARICOTO EN LA HISTORIA DE LA CULTURA ANDINA

Los cuatro estilos cerámicos descritos para Huaricoto se extienden entre el Período
Inicial y el Horizonte Temprano (1800 a 200 a.C.). Este período de tiempo es funda-
mental para el estudio de la emergencia de la complejidad social en los Andes
Centrales (Fig. 2). Los estilos de alfarería tienen un papel importante en el estudio
de las sociedades tempranas, tanto como indicadores cronológicos y como indicios
de una interacción cultural. En general, las fluctuaciones del estilo cerámico res-
ponden a los patrones cambiantes de la intensidad de la interacción y más
específicamente, ellos expresan la naturaleza, tanto como la intensidad de contacto
con grupos adyacentes y distantes. Desde que algunas secuencias han sido defini-
das para este período, cada secuencia nueva ofrece la oportunidad de aclarar y
refinar las anteriores. A continuación se discute algunas de las implicancias de la
secuencia de Huaricoto para la historia central de la cultura andina.

Estilo Toril

Pertenece al Período Inicial Temprano, un tiempo en el cual los estudiosos distin-


guen entre dos tradiciones cerámicas mayores en el Perú: una indígena para el
bosque tropical y otro nativa para los Andes Centrales (Lanning, 1967: 85-87,
Lathrap, 1971: 93-94). La primera está caracterizada por vasijas vivamente carenadas
con bordes básicos y decoración en zona (sombreada incrustada). La segunda está
tipificada por ollas sin cuello y tazones convexos con diseños incisos. La colección
del estilo Toril de Huaricoto accede sin ambigüedades dentro de la tradición de los
Andes Centrales.
46 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

El estilo Toril es muy similar a las colecciones tempranas conocidas en la


costa peruana, en forma y método de producción. Es similar a las pequeñas ollas
sin cuello y tazones con lados convexos que caracterizan el estilo Guañape tem-
prano de la costa norte; a la cerámica de la Fase 1 de Las Haldas en la costa nor-
central; a los niveles más bajos de la alfarería de Ancón y Villa Chira en la costa
central; y Erizo y Hacha en la costa sur. Las ollas sin cuello con una ligera inflexión
o doblez en el contorno superior (e.g. Fig. 3) son probablemente la forma más distin-
tiva de las limitadas formas que existen en estos lugares. Las vasijas eran excepcio-
nalmente delgadas, desigualmente acabadas y quemadas pobremente bajo condi-
ciones controladas. Otra forma de vasijas son las botellas y su decoración es extre-
madamente rara (Fung, 1972: 66-69; Lanning 1967; Patterson 1985; Patterson y
Moseley 1968: 119-122; Strong y Evans, 1952). Mucha de la alfarería tempranas de
otras cuencas interandinas de la sierra del norte y centro se asemejan a estos estilos
costeños (Grossman, 1972: 127-130; Kaulicke, 1981: 374-383; Morales 1977: 35;
Terada, 1979; Terada y Onuki, 1982).
Los rasgos que estos estilos del Período Inicial que tienen en común son
generalmente las diferencias naturales y regionales entre ellos, tales como, las pe-
queñas botellas de doble pico encontradas en el sur, a diferencia de las botellas de
un solo cuellos encontradas en el norte. También hay importantes variaciones, tales
como el uso de pintura negra en Ancón, mientras que los grupos vecinos de Chillón
y Rímac usaron alfarería con decoraciones incisas. Esto no es sorprendente, ya que
las bandas o cintas aplicadas grabadas en Huaricoto tienen una contraparte no
exacta con el estilo contemporáneo de La Pampa (Terada, 1979). Más distante, áspe-
ras analogías pueden ser encontradas en la colección Guañape Temprano del valle
Virú (Strong y Evans, 1952: 277-282).
Algunas similitudes entre las colecciones del Período Inicial Temprano pue-
den ser explicadas por la carencia de una avanzada tecnología cerámica, combina-
das con el deseo de imitar las vasijas en forma de calabaza, con la cual inicialmente
la alfarería estaba compitiendo (Marcus, 1983). Desde esta perspectiva, estos diver-
sos estilos cerámicos pueden ser observados como representantes de un pequeño
peldaño en el temprano desarrollo de la alfarería peruana. Por otro lado, la
interacción social y económica entre regiones adyacentes en la costa y en la sierra,
probablemente también jugaron un papel en la generación de este patrón estilístico.
En el altar o capilla de Huaricoto, por ejemplo, ofrendas de moluscos del Pacífico
son comunes durante ambos períodos: Precerámico Tardío y el Período Inicial Tem-
prano. Las fuertes similitudes entre el estilo Toril y otras colecciones contemporá-
neas probablemente reflejan el compartido legado cultural del Precerámico Tardío,
así como el continuo contacto entre la costa y la sierra.

Estilo Huaricoto

Este estilo difiere de otras colecciones del Período Inicial Tardío en muchos aspec-
tos. Ya que el Período Inicial Tardío estaba caracterizado por culturas locales de
pequeña escala que usaron material cultural para reforzar su sentido de identidad
Richard L. Burger 47

local y que ampliaría la unidad cultural. El estilo Huaricoto provee (más que sopor-
tar una hipótesis) una generalizada dirección hacia la heterogeneidad cultural
incrementada en el Período Inicial Tardío.
Los materiales de la fase Urabarriu de Chavín de Huántar (a 30 Km.) se
parecen a aquellos del estilo Huaricoto en un número de formas (Burger, 1984: 37-
80) incluyendo la presencia de ollas sin cuello monocromas y formas de tazones, un
tratamiento similar de la superficie (sobre todo franjas rojas o mate o bajo lustre) y
los campos seleccionados para la decoración exterior (incluyendo la zona bajo el
borde). Ambos estilos incorporan simples diseños geométricos incisos, tales como
triángulos pendientes, puntuaciones zonales y pintura roja post-cocción (Cf. Fig.
11d Burger, 1984: Fig. 66). Por otro lado vasijas enteras Urabarriu (tazas, botellas y
jarras) son omitidas en el estilo Huaricoto. Además dos rasgos fundamentales de la
decoración del estilo Huaricoto (bandas ensombrecidas, contrastes bícromos) están
ausentes de la colección de alfarería contemporánea de Chavín de Huantar y mu-
chas técnicas decorativas comunes Urabarriu (combinado, estampado con piedra,
estampado con piedra dentado, bandas grabadas aplicadas) están ausentes en el
estilo Huaricoto.
La Pintura post-cocción y bandas oscuras del estilo Huaricoto son similares
a Kotosh, localizado a 170 Km. al sur. Sin embargo, en los tazones y ollas sin cuello
Huaricoto, estas bandas no forman motivos complejos, como en Kotosh. Además
esta forma decorativa no es contemporánea en los dos sitios. El pintado post-coc-
ción y las bandas ensombrecidas parecen haberse originado en las tierras bajas
tropicales y éstas habrían sido incorporadas al estilo Waira-Jirca de Kotosh (Izumi
y Sono, 1963: Tablas 9,10 ) y aparentemente habría perdido su popularidad en
Kotosh durante el Período Inicial Tardío cuando ésta era imitada por los alfareros
del Callejón de Huaylas (Lathrap, 1971: Fig. 8) Quizá la tardía llegada de estas
técnicas decorativas resulta de la imitación de los estilos de alfarería de otros gru-
pos tempranos más cercanos a los valles interandinos del este, más que a la
interacción con sociedades forestales tropicales.
El uso de franjas rojas resaltado por incisiones, es otro sello del estilo
Huaricoto y tiene paralelos con la alfarería del Período Inicial Tardío de Ancón y
Curayacu (Lanning, 1967; Matos, 1968). Sin embargo, en la costa central la banda
o motivo definido por incisiones son usualmente muy iluminados por la franja
pigmentada. En Huaricoto la banda o motivo es frecuentemente dejado sin franjas
para contrastar con todas las franjas rojas del resto de la vasija. El viaje a pie de
Huaricoto a Las Haldas y La Pampa toma al menos cuatro días, de modo que, la
ausencia de similitudes es significante entre el estilo Huaricoto y Las Haldas 2 ó 3,
los estilos Yesopampa o La Pampa (Fung, 1972: 74-96, Terada 1979) y posiblemente
a la contemporánea fase Colpa de Huamachuco (Thatcher 1979).
Los fragmentos exóticos no son abundantes en el Período Inicial Tardío y el
intercambio de alfarería es menos evidente que en Pacopampa o Chavín de Huántar.
Es evidente la ausencia de fragmentos Huaricoto en los prestigiosos estilos
Cupisnique, Kotosh, Pacopampa o Bagua, de donde se han rescatado los más gran-
des centros públicos de este período (Burger, 1984: 75-80; Lumbreras, 1973; Rosas y
Shady, 1970 y 1974; Shady y Rosas, 1980).
48 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

Estilo Capilla Tardío

El estilo Capilla Tardío aún no está bien definido al grado necesario para las
comparaciones productivas, pero provee una rica base para la discusión o debate.
Ésta es claramente un estilo del Horizonte Temprano Medio y muestra una fuerte
semejanza con el estilo cerámico Janabarriu de Chavín de Huántar, tanto en formas
y modos de decoración. El uso de botellas pico-estribo, con picos reforzados (Fig.
35-37), tazones con bordes sutilmente achaflanados (Fig. 40) y jarras (Fig. 30-31)
pueden ser interpretados como aspectos de esta influencia, así como también las
hileras de círculos, los círculos con pequeños puntos y círculos concéntricos. Las
nuevas formas y técnicas decorativas estaban presentes con anterioridad en Chavín
de Huantar y en otras partes siendo intrusiva la aparición en Huaricoto.
La intrusión de estos rasgos estilísticos han sido notados por toda la costa,
sierra norte y centro del Perú, esto produce un horizonte cerámico que en algunos
casos es paralela a la expansión iconográfica clásica Chavín (Burger, 1984: 42-45;
Willey, 1951). Las nuevas formas en el estilo Capilla Tardío pueden ser entendidas
como una función del ensanchamiento de la interacción de la esfera Chavín y el
creciente poder y prestigio de Chavín de Huántar que estaba expandiéndose hacia
una forma asentamiento proto-urbano de 42 ha. (Burger, 1984: 234-250). Asimismo,
la adopción de estas nuevas formas puede señalar un ensanchamiento de la iden-
tidad social y la creciente interdependencia entre los grupos vecinos que compar-
tían este estilo.

INTERCAMBIO A LARGA DISTANCIA

La economía más conspicua resulta de la incorporación de Huaricoto dentro de la


esfera Chavín, estando la participación de Huaricoto en un trabajo más extenso y
activo de intercambio a larga distancia. Esta nueva situación está manifestada por
la aparición de los primeros artefactos de obsidiana en Huaricoto. Todos los frag-
mentos de obsidiana con asociaciones seguras vienen de los contextos de Capilla
Tardío. En 1981 dos piezas sin modificar fueron analizados por traza de elementos
en el Laboratorio Lawrence Berkeley, para determinar su origen geológico. El aná-
lisis fue hecho en colaboración con Frank Asaro y Helen Michel utilizando procedi-
mientos de fluorescencia de rayos X descritos en Burger y Asaro (1979: 288-289).
Los resultados indican que las dos muestras provienen Quispisisa en Huancavelica,
aproximadamente a 500 Km. al sur, localizado cerca al límite sur de la influencia
Chavín, también fue el principal proveedor de obsidiana en Chavín de Huántar,
Pacopampa y una multitud de pequeños sitios contemporáneos (Burger, 1980;
Burger y Asaro, 1979: 305-306; Burger, et al. 1984).
La expansión de la iconografía Chavín fue el resultado de una larga difusión
de los elementos religiosos y el ornato arquitectónico Chavín. Esto es, en un sentido,
la expresión material de una expansiva ideología, cuyo creador es probablemente
Chavín de Huántar. Un ejemplo concreto en Huaricoto del componente religioso
del Horizonte Chavín es el fragmento de hueso finamente tallado que representa
Richard L. Burger 49

una Gran Imagen la del Lanzón; principal divinidad supernatural de Chavín de


Huántar, que fue descubierto en el extremo de un lindero sagrado donde eran que-
madas las ofrendas hechas durante el Horizonte Temprano, siguiendo las tradicio-
nes locales de dos milenios (Burger y Salazar Burger, 1980: 31). Similarmente, uno
de los edificios cubría un fogón ceremonial en Capilla Tardío incorporando blo-
ques de piedra cortados y adornados que recuerda los trabajos en los centros de las
serranías Chavín.
El sincretismo religioso aparente en capilla Huaricoto es una buena muestra
del complejo desenvolvimiento de la tradición local, influencia externa es continua-
da in situ, innovando durante el Horizonte Temprano Medio. La cerámica de Capi-
lla Tardía expresa la supervivencia de la identidad cultural local dentro del más
amplio contexto del Horizonte Chavín por la presencia de formas puramente loca-
les, como Botellas 5 u Ollas sin Cuello 6 y muchas de las formas más populares de
decoración, tales como, el patrón bruñido, cortas bandas ovoides punteadas, cortas
incisiones contiguas y pintura blanca que son desconocidas en la colección
Janabarriu de Chavín, excepto como raras importaciones (Burger, 1984: 107-158,166).
La recuperación de fragmentos de antaras o silbatos en los contextos de
Capilla Tardío de Huaricoto también es relevante en este sentido. Estos instrumen-
tos fueron producidos por moldajes de franjas, una especial técnica cerámica no
usada en otras vasijas (Menzel, et al. 1964) y separando de la evidencia arqueológi-
ca y etnohistórica, estos instrumentos fueron usados principalmente en contextos
públicos, principalmente en festividades religiosas. Similares instrumentos han
sido recuperados en sitios del Horizonte Temprano como Nepeña (Proulx, 1973) y
Casma (T. Pozorski y S. Pozorski en comunicación personal), pero no Chavín de
Huántar.

CONCLUSIONES

Toda esta observación de materiales y artefactos documenta algunas de las formas


en que Huaricoto era afectado por los cambios comunes del temprano desarrollo
cultural peruano. Su alfarería registró el impacto de fuerzas internas y externas y
los variados estilos descritos son testimonios del dinamismo de la cultura local. En
algunos casos, este cuadro provee una contraparte paradójica para la imagen con-
servadora de Huaricoto derivada de un estudio de su arquitectura religiosa (Burger
y Salazar Burger, 1980) Por 2000 años, grupos del centro del Callejón de Huaylas
vienen a Huaricoto para construir modestas cámaras rituales, para conducir cere-
monias que incluían la incineración de ofrendas y esparciendo las conchas del
Pacífico y cristales para luego para edificar estructuras ceremoniales sobre lechos
culturalmente estériles de arcilla, abono o piedra. Esta remarcable continuidad reli-
giosa, sin embargo, no implica una sociedad estancada, es meramente uno de los
muchos casos en que las ceremonias cambian más lentamente que otros aspectos de
una cultura.
La eficaz evidencia sugiere que las mayores transformaciones socioculturales se
dieron a través del uso de las capillas Huaricoto. Quizá la naturaleza de estos
50 Cambios estilísticos y desarrollo cultural en Huaricoto

cambios pueden ser estudiados mejor en sitios de viviendas, enfocados en la pro-


ducción de la casa y el nivel de comunidad y consumo, pero sitios así no han sido
localizados. Los materiales de Huaricoto hacen ver algunas luces de estos cambios,
especialmente para el intercambio y los cambios de interacción. Burger y Salazar
Burger sugieren que la dirección general en Huaricoto hacia las cámaras rituales
más grandes y los trabajos públicos más ambiciosos en la capilla (e.g. terrazas,
paredes del recinto) pueden ser el resultado del crecimiento de la población local.
Los restos de fauna rescatados en Huaricoto, también proveen evidencia del
cambio cultural (a pesar de lo pequeña de la muestra), más que las casas, los contex-
tos en que los huesos fueron encontrados. El modelo más fuerte para la emergencia
es una reorientación gradual de estrategias de cacerías dominadas por grandes
ungulados (animales con casco o pezuña). Hacia estrategias de cacería de
camélidos. Durante la Fase Chaukayan, los restos de venados son dos veces más
comunes que los restos de camélidos y los cérvidos continúan dominando la colec-
ción de fauna durante la subsiguiente Fase Toril. Fragmentos de astas indican que
el guemal, pudu y venado de cola blanca fueron cazados. Durante la fase Huaricoto,
los venados aún excedían en número a los camélidos y esto es, hasta las fases
Capilla Temprano y Capilla Tardío en que los camélidos definitivamente despla-
zan a los cérvidos. Estos huesos de camélidos del Horizonte Temprano son proba-
blemente de llamas más que de camélidos salvajes, guanaco o vicuña. En resumen,
el análisis de la fauna en Huaricoto, como los estudios de los restos de fauna en
Kotosh y Chavín de Huántar (Miller 1984, Wing 1972) indican que cambios mayo-
res en el consumo de alimento se debió a la ubicación de asentamientos en los
valles interandinos que ocurrieron entre 2200 a.C. y 200 a. C. Esto implica modifi-
caciones en las relaciones sociales de producción comprometida en la cacería o
reunión de ganado en hatos o rebaños y reforzar la visión que una profunda trans-
formación cultural ocurrió en el Callejón de Huaylas mientras que la Capilla
Huaricoto florecía.

Traducción: Aliz Ibarra Asencios


Titulo Original en Ingles:
PREHISTORIC STYLISTIC CHANGES AND CULTURAL DEVELOMENT AT HUARICOTO, PERU.
En: National Geographic Reserch 1(4) : 505 – 534. 1985
* Publicado con autorización del Dr. Richard Burger
51

DESARROLLO ARQUEOLÓGICO AL NORTE


DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS
La Galgada, Tumshukaiko y Pashash

ALBERTO BUENO MENDOZA


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
abuenom1@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

Al norte del Callejón de Huaylas, provincia de Pallasca y departamento de Ancash,


encontramos un territorio interandino desértico, seco y de pronunciados pliegues
orogénicos. El río Chiquikara (llamado Tablachaca en las cartas del IGN), ha
labrado el cauce más profundo de esa región septentrional del Perú, pues su lecho
bajo está a sólo 1100 m.sn.m. promedio, siendo de mayor profundidad, que aquel
próximo hacia el sur conocido como Cañón del Pato cursado por el río Santa.
El Cañón del río Chuquikara sirve de frontera geopolítica entre las provincias
de Pallasca (Ancash) y Santiago de Chuco y Huamachuco (la Libertad). La banda
de Pallasca es su margen izquierda mientras que Huamachuco y Santiago de Chuco
constituyen la ribera derecha. En ambas márgenes hemos estudiado los sitios
arqueológicos precerámicos de La Galgada, Vizcacha Alta, Quebrada Morín, Cerro
Capitán Sánchez, etc, así como otros diversos yacimientos, como cerámica
pertenecientes a distintos períodos culturales de la región.
En las laderas de la margen izquierda de la cuenca del río Chuquicara, entre
1971 a 1974, investigamos el gran sitio arqueológico de Pashash, en las afueras de
la ciudad de Cabana. Todas las prospecciones y excavaciones arqueológicas
estuvieron ejecutadas por los arqueólogos Terence Grieder (Universidad de Texas)
y Alberto Bueno Mendoza (Instituto Nacional de Cultura/ Universidad Nacional
Mayor de San Marcos), quienes entre 1976 y 1982, también descubrieron e
investigaron los sitios precerámicos del Complejo Galgada, ubicados al fondo del
cañón.
Entre los años 1985 a 1990, el autor exploró algunos lugares de la Provincia
de Huaylas; entre los sitios que llamaron su atención estuvieron Inkawain y
Tumshukaiko, en la margen derecha del río Santa, y en el pueblo de Huaylas,
margen izquierda alta del mismo río, prospectamos el gran montículo arqueológico
de Chupakoto. Desde el año 1999 al presente estamos excavando y estudiando el
gran sitio de Tumshukaiko, Caraz – Ancash.
52 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

GEOMORFOLOGÍA Y GEOGRAFÍA DE LA CUENCA DE LOS RÍOS SANTA Y


CHUQUIKARA

La Cordillera Blanca es la de mayor prominencia en los Andes Peruanos y forma la


divisoria continental de las aguas que drenan al Océano Atlántico y Pacífico, res-
pectivamente. Está constituida por rocas sedimentarias del Mesozoico y Cenozoico
fuertemente plegadas y con falladuras extensamente cubiertas por rocas volcánicas
del Terciario y Cuaternario.
En realidad, la elevación de los Andes es resultado de tres fenómenos
geológicos: movimientos de trasgresiones oceánicas, fuertes eventos eruptivos y
procesos de plegamientos y elevaciones de orden tectónicos. A un primer
plegamiento (Plegamiento Peruano), siguió otro no menos importante y un tercer
fenómeno (Plegamiento Andino), que elevaron los andes en los últimos setenta
millones de años, hundieron la faja costera, se hicieron más pronunciadas las
pendientes por mayor desgaste, las quebradas se profundizaron, etc., resultando
así los actuales valles transversales que llegan al litoral Pacífico, y hacia Oriente,
las quebradas montuosas que drenan al Bosque Húmedo Tropical de la Amazonía.
La cordillera de la Era Terciaria tenía una altura promedio de 2000 a 2500
m.s.n.m. y estaba constituida no sólo por las antiguas capas plegadas sino también
por moles de roca riolita/andesitas y granodioritas, cretácicas, plutónica. A causa
de intensos procesos de denudación, la cordillera de mediados del terciario era
baja; pero a partir del período Miocénico, volvió la actividad volcánica asociada a
los consiguientes efectos tectónicos, propiciando nuevas elevaciones y rellenando
depresiones y quebradas interandinas hasta alcanzar pisos altos. Los geólogos
conocen como Fases Quechua I, II y III a esta serie de fenómenos de plegamiento y
compresiones.
En los albores del Plioceno (últimos quince millones de años) y durante todo
este período, se produjo el último gran plegamiento y fallamiento compresivo de
los andes, originando el relieve orogénico subandino montañoso de la Cordillera
Oriental al este de la Cordillera Blanca, y definitivamente, la morfología de la
gradiente occidental llamada Cordillera Negra en nuestros días (Fase Tardiandina).
Los recientes cinco millones de años, muy lluviosos, terminaron por esculpir la
geomorfología andina. Respecto a la Cordillera Blanca, los ciclos orogénicos
recientes de los período mayores de intrusión y procesos de deformación externa,
ocasionaron ondulaciones y esculpidos erosivos del relieve granodiorítico de altas
cumbres y originaron la posición oblicua de las laderas conformada por plutones
menores de diorita, tonalita, andesita, stocks de cuarcita dacítica, etc., al mismo
tiempo que los factores de compresión elevaban el espinazo andino.
En el Reciente se transita del Plioceno al Pleistoceno, donde ocurren los
movimientos plio-cuaternarios con colevantamiento epirogénico del macizo andino
a sus alturas actuales. Mientras el hemisferio sur del planeta pasa por procesos
geoclimáticos de fuertísimos y densos períodos pluviales, al mismo tiempo, el
hemisferio norte se encuentra azotado por fenómenos de fuertes enfriamientos y
consiguientes glaciaciones. En el hemisferio sur y especialmente en los Andes
Alberto Bueno Mendoza 53

Centrales -donde está nuestro país-, sólo ocurrieron glaciaciones de altitud, debido
a la latitud tropical y ecuatorial del territorio.
Las glaciaciones de altitud en los Andes Centrales son glaciaciones plio-
cuaternarias y cuaternarias de los andes sudamericanos, y es un fenómeno que
ocurrió también en otros territorios del sub-continente (Andes Septentrionales y
Andes Meridionales). En nuestro país los hielos han erosionado profundamente el
relieve de la cordillera, abriendo los típicos valles transversales en forma de «V» o
«U»; al mismo tiempo, han rellenado el socavacimiento fluvial de las cárcavas,
cañones y hoyadas para convertirlos en valles interandinos. Alternativamente, en
la Cordillera Blanca el agua de los deshielos ha erosionado las rocas, modificado
la topografía de los geosinclinales y sinclinales y rellenado los fondos de las moles
rocosas para quedar como pampas, altipampas, planicies, intramontanas o valles
hondos. Este es el caso de altas quebradas como Pachacoto, las pampas de Katak,
altipampas como Conococha, llanuras altas intramontanas como Tuctubamba o
valles encajonados como el llamado Callejón de Huaylas. Además, la acumulación
de morrenas al pie de los casquetes glaciales o en las quebradas morrénicas ha
determinado el cierre de muchos pasajes de piemonte, con la consiguiente detención
de las corrientes acuíferas de superficie o subterráneas, resultando la formación de
lagos y lagunas similares al paisaje observado en Llanganuco, paso obligado al
abra y comienzos altos de Yanama hacia el declive oriental de la cordillera.
Conococha es una altipampa intramontana (4100 m.s.n.m.) de colmatajes
erosivos, que por sus características morfo-genéticas se le denomina territorio de
puna con cobertura herbácea e ichupaja.
El flanco occidental de la Cordillera Negra en Ancash es abrupta hasta
altitudes entre 3800 a 4000 m.s.n.m. promedio, disectada por cantidad de quebradas
de las más variadas dimensiones, originando paisajes cambiantes y escabrosos.
Los ríos de esta vertiente drenan por quebradas profundas, las que en algunos
sectores son moderadamente tendidas y con gruesas acumulaciones de laderas
colmatadas en suaves ondulamientos permitiendo realizar agricultura, aunque
por otros largos tramos exponen vertientes ásperas y rocosas o farallones rocosos
emergentes que terminan en vértices apuntados de fuerte denudación (Fig. 1). En
general, las acumulaciones en talud son proclives a deslizamientos, derrumbes,
desplomes, etc., debido a que las quebradas son encajonamientos cortados por
eventos aluvionales y en sectores altos aparecen zanjados en roca maciza de clivajes
plano-verticales.
La Cordillera Blanca en Ancash (8°30´ y 10°00´ Latitud Sur y los 77°55´ a los
77°05´ Longitud Oeste) también es Cordillera Occidental en general, plegada por
la Cordillera Negra a partir de Carhuaz. Se trata de una alta formación orogénica
andina con sus elevadas cimas cubiertas de casquetes de hielo y nieve, laderas
erosionadas por escorrentías frígidas y rocas afiladas por fuerte denudación
causada por los agentes erosivos, en cuyo piedemonte presenta altiplanicies de
diversas dimensiones conformadas por material morrénico, muchas de las cuales
albergan vasos acuíferos de colores cambiantes(según la mineralización
predominante en las respectivas zonas intramontanas). Un caso típico es la planicie
54 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Fig. 1 Departamento de Ancash y la ubicación de sus principales ríos y cañones (Dibujo


Alberto Bueno Mendoza. 1999)
Alberto Bueno Mendoza 55

intramontana de piemonte que contiene a las lagunas gemelas de Orconcocha y


Chinancocha (conocidas como Llanganuco). Otro caso, es la altipampa
intramontana de Conococha, cuyo escenario telúrico también pertenece a la
Cordillera Blanca. Este es el territorio donde nace el río Santa, el cual cursa trayecto
de sur a norte, cortando con sus aguas de origen glacial, el fondo tectónico bajo del
valle morrénico longitudinal llamado «Callejón de Huaylas» (180 kilómetros de
extensión), paralelo a las Cordilleras Blanca y Negra (ver mapa de las Cordillera
Blanca y Negra del Callejón de Huaylas por Felipe Díaz Bustos). Este río con suave
inclinación de su lecho, ha labrado su cauce profundizándolo a partir de Recuay,
y prácticamente, dividiendo a ambas formaciones orogénicas de tal manera que la
Cordillera Blanca conforma su margen derecha, mientras la Cordillera Negra se
ubica hacia la margen izquierda. Al norte de Caraz atraviesa el Cañón del Pato y
Huallanca.
La Cordillera Blanca y sus numerosos nevados constituyen una formación
orogénica glacial tropical de aproximadamente mil kilómetros cuadrados (según
el geólogo austríaco Hans Kinzl), que recorre, más o menos de sur a norte, los
departamentos de Lima, Pasco, Ancash y Huánuco, en su borde occidental. Un
gran número de cumbres localizadas en esta cordillera sobrepasa los 6000 metros
de altitud.
Esta cordillera carece de glaciares y sólo en determinados tiempos con
estadíos de fuerte friaje, sus moles rocosas más altas (sector septentrional de éstas)
se cubren de escarcha y nieve (entre Nepeña-Cañón del Pato y Huaylas). En la
Cordillera Negra se encuentran los pasos intercuencas hacia la costa y litoral del
Pacífico ancashino:
- Paso Recuay-Aija-Huarmey : 4543 m.s.n.m.
- Paso Callán-Cerro Hualloc-Yaután (Casma): 4100 m.s.n.m.
- Paso Pamparomás-Nepeña: 4700 m.s.n.m.
- Paso de Rumicocha : 4600 m.s.n.m.
- Paso del Cañón del Pato (hacia Chuquikara) : 2100 - 1000 m.s.n.m.
El río Chuquikara o río negro tiene un recorrido noreste-suroeste, por un
cañón perpendicular profundo (1100 m.s.n.m. en el anexo Galgada) y vierte sus
aguas al Santa por su margen derecha, a la altura del pequeño Anexo de Chuquikara,
donde encontramos el puente Bayly sobre el Santa para cruzar a la estrecha garganta
rocosa del Cañón del río Chuquikara. El Cañón del río Chuquikara (más profundo
que el Cañon del Pato) separa las provincias de Pallasca ( la más septentrional del
Departamento de Ancash) de las Provincias de Huamachuco y Santiago de Chuco
del Departamento de La libertad, en la frontera norte de Ancash.
Este territorio árido y seco fue, sin embargo, de singular importancia arqueoló-
gica por el surgimiento de sitios ocupacionales tempranos considerados como área
original de los comienzos de la cultura compleja en el Perú. La localidad de La Galgada
se encuentra en este Cañón y los sitios tempranos pre-cerámicos están ubicados en la
margen derecha (Santiago de Chuco) y margen izquierda (Distrito de Tauca, Pallasca).
La fuente de vida es el río negro - por sus aguas permanentes todo el año- que también
ha labrado el cañón profundo por el cual discurre a su colector mayor, el Santa.
56 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Ya hemos dicho que la Cordillera Negra está plegada a la Cordillera Blanca


y que el río Santa la ha cortado, encajonando y profundizando su lecho. Desde
Huaraz, el río está pegado a la Cordillera Negra, dejando amplias terrazas
morrénicas en su margen derecha donde están las tierras de cultivo, se han asenta-
do los mayores sitios arqueológicos y construido las ciudades contemporáneas. Al
transcurrir de sur a norte, el río Santa ha ido cortando el plegamiento de la Cordille-
ra Negra por los lugares longitudinales más bajos del valle. Así es como debe haber
alcanzado a embalsarse durante mucho tiempo ante la muralla que significaba el
macizo al norte de lo que hoy es Caraz. Las aguas embalsadas constituyeron una
gran laguna extendida desde Yuracoto, donde llegaba el antiguo lecho del río Llullán,
directo curso por el fondo de la quebrada Parón-Huandoy. En uno de los varios
eructos tectónicos y/o aluviones plio-cuaternarios, se rellenó el abanico deyectivo
del lado derecho de tal quebrada, orientándose el río a formar un nuevo lecho
fluvial tirado al lado izquierdo, donde lo encontramos ahora.
En el caso del embalse plio-cuaternario, al aumentar el vaso acuífero logró
alcanzar el nivel de una cárcava o gigantesca rajadura sur-norte entre las moles,
más o menos a la altura del área de Colcas, por donde desciende el río Yuraqmayu al
Santa y éste transcurre muy encajonado. El agua del embalse empezó a filtrarse por
la cárcava, alcanzando velocidad y caída al filtrarse, para socavar, horadar, denu-
dar y erosionar a las moles rocosas sedimentarias laterales, abriéndose un lecho
encajonado y cuya fuerza de las aguas terminaron por desembalsar la laguna,
desaguándola por el trayecto que ahora conocemos como Cañón del Pato. En ver-
dad, las cordilleras Blanca y Negra no «se juntan», no «se unen», porque no son
formas vivas. Son formaciones orogénicas plegadas por procesos geológicos acti-
vos de emplazamiento y compresión y después, por fenómenos de flexión y flexura
conformaron la unidad litológica fundamental. Esto lo notamos hoy en el Cañón
del Pato, partido en dos por la acción de las aguas: empuje, erosión y transporte
fluvial, que ha dejado dos perfiles laterales en «V» muy cerrada. Cuando el río
Santa sale del Cañón del Pato hacia el anexo de Chuquikara, en las formaciones
laterales bajas notamos terrazas combadas, cortes en pisos geológicos conglomera-
dos sobre los que hay colinas bajas de tierra sedimentada; es decir, depósitos fluvio-
morrénicos acumulados por los procesos glaciales y fluviales plio-cuaternarios.
Por otro lado, las evidencias del embalse descrito para el área sur del Cañón, lo
constituyen las capas de arcilla fina (3 a 4 metros de espesor) que existen en el
subsuelo de Yuracoto, ahora explotadas como canteras sedimentadas de arcilla
para fabricar tejas de uso arquitectónico actual en el Callejón.
El Cañón del Pato es una cárcava de verticales paredes rocosas sedimentarias
altísimas, carentes de vegetación. Partiendo de Caraz hacia Huallanca se pasan 36
túneles en un recorrido de 25 kilómetros. En este pueblo y derredores interandinos
se encuentra la Hidroeléctrica del Cañón del Pato que surte de fluido eléctrico a la
región.
De la Cordillera Blanca discurren al río Santa numerosos ríos y escorrentías
permanentes, producto de los deshielos que llenan lagunas de piemonte y las
cuales desaguan por las gradientes respectivas a su colector mayor en el fondo del
Alberto Bueno Mendoza 57

valle. Por esto el río Santa (anteriormente a la llegada de los españoles era llamado
Mayao), es de aguas permanentes y recorre una cuenca de 336 kilómetros hasta su
desembocadura al mar, al norte de Chimbote, por el valle del Santa. Estudiando las
rocas aluvionales de la quebrada Ranrahirca y aquellas que se observan en la
quebrada Parón-Huandoy, se reconocen rocas metamórficas, igneas y
sedimentarias. Los depósitos deyectivo-aluvionales entre estas quebradas, están
constituidos por rocas fracturadas o rodadas de granodioritas, areniscas, cuarcitas,
pizarras, esquistos pizarrosos y matrices areno-arcillosas sueltas. Tales materiales
geológicos son observados conformando colinas de suave talud fuertemente
modeladas y cortas planicies cultivadas descendentes al fondo del Callejón. Los
suelos son en su mayoría morrenosos litosólicos superficiales, ligeramente alcalinos.
En general, las áreas andinas presentan sólo dos estaciones diferenciadas a
lo largo del año: meses lluviosos (diciembre a abril) y meses secos (mayo a octubre),
pero en los nichos ecológicos y zonas de vida determinados se presentan
microclimas constituyentes de verdaderas microrregiones y ecosistémicas, donde
las coberturas vegetales son densas (fondo de quebradas, alrededores de lagunas
y planicies cortas de piemonte) y la fauna y avifauna autóctona todavía se
conservan. En el valle o Callejón de Huaylas la cobertura vegetal nativa se intercala
con la de procedencia europea.

El Territorio de la Cuenca del río Chuquikara

Al Norte del Cañón del Pato, provincia de Pallasca, encontramos un territorio


interandino desértico, seco y de pronunciados pliegues orogénicos. El río
Chuquikara ha labrado el cauce más hondo de esta región septentrional del Perú,
pues su lecho bajo está a sólo 1100 m.s.n.m., siendo de mayor profundidad que
aquel cañón próximo hacia el sur, conocido como Cañón del Pato, irrigado por el
río Santa, cuenca colectora mayor de la región.
El cañón del río Chuquikara sirve de lindero entre las provincias de Pallasca
(Ancash) y Santiago de Chuco y Huamachuco (La Libertad). La banda de Pallasca
es su margen izquierda y Santiago de Chuco es la ribera derecha. El área
arqueológica se ubica hacia los 8°28´30´´ Latitud Sur y 78°09´00´´ Longitud Oeste.
En ambas márgenes hemos detectado y estudiado numerosos sitios arqueológicos
precerámicos, así como otros diversos yacimientos con cerámica, pertenecientes a
distintos períodos culturales( cronológicamente posteriores) de la región.
Las prospecciones y excavaciones arqueológicas en los sitios arqueológicos
del Cañón fueron realizadas entre los años 1971-1984 por los arqueólogos Terence
Grieder (Universidad de Texas) y Alberto Bueno Mendoza (Instituto Nacional de
Cultura y Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Las excavaciones
arqueológicas en el sitio de La Galgada fueron ejecutadas entre los años 1978-
1984. Se trabaja en este Cañón desde 1976 hasta la actualidad, comprobándose
continuidad ocupacional social hasta nuestros días.
58 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

El Territorio de la Cuenca del río Llullán

En el Callejón de Huaylas iniciamos prospecciones y reconocimientos


arqueológicos a partir del año 1975 para conocer el potencial de sitios (Fig. 2),
iniciar la toma de datos para hacer un mapa arqueológico de la región, entre ellos
del distrito de Caraz, y en general, de la margen derecha del río Santa y las márgenes
derecha e izquierda del río Llullán (el cual vierte por la quebrada de Parón, al pie norte
del nevado Huandoy). En mayo de 1999, llegamos a la Municipalidad Provincial de
Huaylas - el historiador caracino Augusto Alva Herrera y el suscrito- interesados en
realizar el Proyecto de Investigaciones y Excavaciones Arqueológicas en Tumshukaiko,
Caraz-- Ancash, obteniéndose los permisos del Instituto Nacional de Cultura para
trabajar en el sitio, cuyos estudios prosiguen hasta el presente.
La gran laguna de Parón (4250 m.s.n.m.) es la más grande de la región, pues
tiene 3.5 kilómetros de largo por 70 metros de profundidad y un ancho cuyos
contornos irregulares miden 700 metros promedio. Se encuentra a 32 kilómetros al
noreste de Caraz. Situándonos un poco al norte, en la quebrada alta de Tayapampa,
podemos divisar al bello nevado Alpamayo (5947 m.s.n.m.). Esta laguna se encuentra
rodeada de los grandes nevados Huandoy (6342 m.s.n.m.), Pishqu (5850 m.s.n.m.),
Chakraraju (6108 m.s.n.m.), Pirámide de Garcilazo (5885 m.s.n.m.), Artesonrahu (6025
m.s.n.m.), Caraz (6020 m.s.n.m.) y Agujapunta (5888 m.s.n.m.).
Las aguas que vierten por el río Llullán provienen de las escorrentías y
filtraciones del sistema nevado-laguna, las que recorren la quebrada alta y sus
pendientes hacia abajo, por el fondo de la quebrada, hasta constituirse en un afluente
del río Santa por su margen derecha, al pie oeste de la ciudad de Caraz. El gran sitio
arqueológico de Tumshukaiko se encuentra entre las márgenes derecha de los ríos
Santa y Llullán, un kilómetro al norte de la ciudad de Caraz.

El Territorio de la Cuenca del río Cabana

El Dr. Terence Grieder de la Universidad de Texas venía explorando el territorio


altoandino de Cabana desde el año 1969, con miras a realizar un Proyecto de
Investigaciones Arqueológicas en la región, provincia de Pallasca, departamento
de Ancash. En el año 1971 trabajó con el arqueólogo peruano Hermilio Rosas La
Noire en el gran sitio arqueológico de Pashash, distrito de Cabana. El año 1973, fuí
invitado a participar en el Proyecto Pashash como arqueólogo asociado.
El sitio de Pashash se encuentra emplazado en una ladera altoandina* y se
encuentra a 1.5 kilómetros al suroeste de la ciudad de Cabana, perteneciente a la
vertiente occidental de los andes del norte: 8°28´30´´ Latitud Sur y 78°09´01´´ y a
3,225 m.s.n.m. El río Cabana vierte hacia el lado sur del cerro donde se emplaza el
sitio arqueológico de Pashash y es afluente por la margen izquierda del río
Chuquikara, en el fondo del cañón.
El paisaje altoandino quechua de la región de Cabana es montuoso. Sus
quebradas y sus cerros, colinas y laderas están cubiertas de vegetación arbustiva
que se presenta hasta muy cerca de sus cumbres. En general, el paisaje de Cabana es
de serena y límpida belleza, caracterizándose por el verdor de su comarca.
Alberto Bueno Mendoza 59

Sin embargo, las márgenes del cañón del río Chuquikara (llamado también
Tablachaca en las cartas del IGN), presentan una fisiografía desértica y sus terrazas
de piemonte son cortas y estrechas, como ya se describió, en cuyo fondo se encuentra
el lecho del río de aguas negras. El panorama que observamos desde Quiroz hasta
Choloque muestra cerros de rocas sedimentarias y colinas de tierras negras, cerros
de tierra grisáceos y laderas multicolores: rojas, verduscas, grises, rojo-amarillentas,
etc., entremezcladas a vetas carbonosas antracíticas de aspecto negro-azulado. En
las quebradas laterales, por donde baja un aguajal, riachuelo o río, se observan
ralos montes ribereños, entre los que podemos encontrar sauces, molles, pastos,
maguey, etc. En el lecho del río Chuquikara (1100 m.s.n.m.), que sirve de lindero a
las provincias de Pallasca (Ancash) con respecto a la de Santiago de Chuco (La
Libertad), también existe un ralo monte ribereño conformado por las especies citadas,
a las que se agregan chillcos, pájaro bobo, huarangos, juncos, totoras y otras especies
endémicas.
En la margen izquierda alta del cañón, zona quechua de Cabana y sus
alrededores, se encuentran las antiguas tierras más productivas de la cuenca. En la
antigüedad constituyeron las áreas de cultivo agrícola, que fue la base alimenticia
de la cultura Pashash, cuyos sitios arqueológicos se encuentran prácticamente en
todos los nichos ecológicos de la provincia. Los antiguos no sólo aprovecharon las
tierras de cultivo sino también los pastos de los sectores altos (hasta los 4000 m.s.n.m)
del área de Cungush y laderas del cerro Mashgonga, donde pastaban camélidos
andinos criados por la gente Pashash. Esto último se evidencia al haber sido
representados figurativamente en su bella cerámica arqueológica de pasta caolín.
Estas altipampas se prolongan hasta la zona de Tres Acequias y los sectores de
Pusacocha, con sus ocho lagunas, de las cuales nace el río Guandococha, en cuya
margen izquierda se encuentra el pueblo de Guandoval. La ciudad de Cabana se
sitúa a 3350 m.s.n.m. y hasta el presente, las tierras de sus alrededores constituyen
el área de mayor productividad agropecuaria para la vida actual de la ciudad.
Hacia el norte se sitúan las tierras altas de Pallasca, pueblo. Una combinación
de quebradas, cerros y colinas semi-desérticas, presentan el panorama ecológico
entre los territorios de Cabana y Pallasca. Pallasca, pueblo es tierra más alta que
Cabana, sin embargo, la gente antigua ocupó sus diversos espacios, incluidas las
laderas altas de sus cerros, como es el caso del Cerro Chonta, el cual presenta un
sitio arqueológico tipo pueblo, cuyas dimensiones se calculan en un kilómetro
cuadrado de extensión.
60
Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Fig. 2 Sitios arqueológicos en el distrito de Caraz. Provincia de Huaylas.


Alberto Bueno Mendoza 61

LA GALGADA: GRAN SITIO PRECERÁMICO

El sitio arqueológico lleva el nombre de la mina de antracita local y lo conforman el


Montículo Norte con pozo frontal y el Montículo Sur, además de una treintena de
habitáculos asociados en sus alrededores. Se le asocian unas rocas con petroglifos
que muestran iconografía idéntica a la de las telas pintadas precerámicas recupera-
das. En La Galgada, nuestras excavaciones arqueológicas revelaron arquitectura
temprana precerámica fechada por radiocarbono entre 3000 a 2000 a.C. Los testi-
monios descubiertos son recintos curvados y cuadrados, muros internos ornamen-
tados con nichitos trapezoides, presentando al nivel de piso, banqueta corrida en la
base de sus paramentos internos delimitantes y un pequeño patio cuadrado con
horno céntrico, alimentado por aire que entra a través de un ducto de ventilación
(Fig. 3). Esta arquitectura ocurre en el Montículo Norte (3200-2400 a.C.) y en el
Montículo Sur, de menor tamaño (2400-2150 a.C.).
El sitio está formado por dos montículos arqueológicos precerámicos muy im-
portantes:

- El Montículo Norte (3200-2700 a.C.): Fase Chuquicara A.


(2700-2400 a.C.): Fase Chuquicara B.
- El Montículo Sur (2400-2150 a.C.): Fase Pedregal.
- Arquitectura «U» superpuesta (2150-1600 a.C.): Fase Agro-Alfarera Inicial.

Los exámenes de superficie y las excavaciones demuestran que el Montículo


Norte es un edificio de planta cuadrangular, con esquinas curvadas (Foto 1), elevación
maciza y compacta, terminal alto a 16 m. sobre el nivel del suelo y acaba rematado en
una morfología arquitectónica «U» abierta al noroeste, presentando perfiles laterales y
perfil frontal escalonado. Es un tipo de pirámide truncada con perfiles escalonados
laterales en talud.
Así, los trabajos revelaron que el Montículo Norte es una pirámide truncada
con perfiles externos de cinco escalonados, en cuyo interior existen galerías de corto
trayecto (1.00 x 5.00 m.) y recintos curvados con nichitos trapezoides, banquetas
adosadas a los paramentos internos de los recintos y pequeños patios a desnivel,
llevando un horno centralizado con ducto o no de ventilación (Fig. 4). Estos recintos
excavados han sido fechados por radiocarbono, cuyos resultados calibrados por
dendrocronología, respaldan un tiempo entre 3200 a.C. - 2700 a.C. y 2700 a.C. -
2400 a.C. Los recintos del Montículo Norte funcionaron activamente en ese tiempo
y constituyen morfologías internas de estas pirámides con pozo frontal, que des-
pliegan planta en cuadro con esquinas curvadas (Foto 2).
Numerosos recintos conforman «pisos constructivos» superpuestos en ver-
ticalidad. Estos son integrantes del montículo norte, en medio de gruesos rellenos
con piedras y ripio. Se calculan cuatro niveles de pisos constructivos precerámicos
en éste, de los cuáles, conocemos el tercer y cuarto nivel. Los otros dos niveles
interiores permanecen desconocidos hasta el presente.
El Montículo Sur fue excavado en 1978 (2400 a.C.-2150 a.C.). Aquí, predomi-
na la planta arquitectónica cuadrada de esquinas rectilineales. También presenta
62 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

nichitos trapezoides en el tercio superior de los muros internos(en número de tres),


banqueta corrida en la parte baja de los paramentos interiores y un pequeño patio
a desnivel con horno centralizado para el fuego, alimentado por ducto de ventila-
ción (Foto 3).
El Montículo Sur es una edificación ejecutada a base de cuatro muros
curvados envolventes, al parecer con cierto escalonamiento al exterior. Al interior
de los muros envolventes, separados por rellenos delgados, se construyeron los
recintos en medio de similares rellenos, lo cual denota una arquitectura de rápidos
cambios.
En la exhumación de las tumbas precerámicas hemos registrado notables
textiles pre-telar pintados, representando diseños figurativos de aves, aves
entrabadas, ave-serpiente, el felino-serpiente, la serpiente bicéfala, serpiente, el
hombre con serpientes, serpiente-ave entrabada, peces y motivos geométricos (trián-
gulos, círculos, aspas, bandas escaleradas interlocking, etc.), plasmados en colores
negro sobre rojo, rojo sobre blanco y negro sobre amarillo, rojo sobre amarillo y
marrón sobre blanco. Lo figurativo-geométrico se asocia al tratamiento técnico-li-
neal de los motivos. Muchos ejemplares textiles precerámicos conservan bien sus
colores y las técnicas pre-telar son variadas: torzal, trenzado, anillado, entrelazado,
entrabado, etc., que posibilitaron hacer hilos, telas llanas (sobre las que se pintó),
cobijas, bolsas y túnicas de vestir. La gente usó collares, pendientes, orejeras, pren-
dedores de hueso y prendedores con incrustaciones de piedra semipreciosa, con-
cha adherida con lágrima de huarango rojo, lentejuelas de concha marina, etc.
Asociados a los templos descubrimos rocas con petroglifos, cuyos diseños
concuerdan con las figuraciones identificadas en los textiles precerámicos recupe-
rados de las tumbas excavadas en el Montículo Sur. Tales representaciones
petroglíficas son serpientes sonrientes, aves y figuraciones geométricas, las que
están directamente en relación estilística con los petroglifos del gran sitio Los
Cóndores, ubicado en la Quebrada Morín de la margen derecha del río Chuquikara.
En este sitio también con graficaciones de serpientes sonrientes, aves (representación
de tres grandes cóndores), felinos, peces, el hombre, mono, estrellas, etc. (ver Cuadro 1)
De lo expuesto se concluye que en La Galgada se asiste a una tradición
arquitectónica precerámica de larga duración en el tiempo (3000-2000 a.C.). A los
recintos curvados originarios con nichitos, patio a desnivel y horno inscrito con
ventilador, les sucede una morfología cuadrada/rectangular de similar concep-
ción interna, los que al ser abandonados como núcleos de interés fueron converti-
dos en tumbas con falsa bóveda, de morfología abotellada, a las que se tenía acceso
por galerías de corto trayecto (3 a 5 m. en promedio), modificando los conceptos
originarios por medio de adiciones constructivas, rellenos, superposición de pisos
y nuevos recintos. La relación tipológica de reminiscencia ancestral puede probar-
se por la evidente imbricación arquitectónica de los elementos formales que acusan
patrón de continuidad estructural entre las fases, planteándose que los cambios
arquitectónicos fueron mínimos ya que las morfologías definidas se repiten en dife-
rentes sectores y niveles hasta la introducción de alfarería en el sitio (1850 a.C.), a
fines de la fase Pedregal.
Alberto Bueno Mendoza 63

Fig. 3 Montículos norte y sur de La Galgada


64 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Fig. 4. Isometría de los Montículos norte y sur de La Galgada


Alberto Bueno Mendoza 65

Foto 1. Esquina alta suroeste precerámica externa del Montículo Norte (3000-2700 a.C.); destaca
la cenefa de nichitos remetidos ornamentando la esquina curvada de la fase Chuquikara A. La
Galgada.

Foto 2. Recinto precerámico curvado en la parte alta interna de la esquina noreste del
Montículo Norte (3200 a.C.); la fecha procede del procesado del carbón vegetal
recuperado del horno con ducto de ventilación a la vista. La Galgada.
66 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Foto 3. Recinto cuadrado con esquinas rectilineales del Montículo Sur (2200 a.C.) con el
pequeño patio a la vista, rodeado por la banqueta corrida, en cuyo centro está el horno y su
ducto de ventilación orientado abajo del vano; ver la pintura blanca en la esquina del lado
derecho del recinto. La Galgada.
Alberto Bueno Mendoza 67

Así, en La Galgada, los edificios en estudio plantean un uso múltiple relacio-


nado a cada etapa de modificación o adiciones arquitectónicas, puesto que cada
recinto permite y favorece alcanzar la impasibilidad mística. El estudio del compor-
tamiento ceremonial y simbólico de la gente precerámica del sitio, en relación
contrastante con otras formaciones sociales coetáneas, debe explicar las sucesivas
modificaciones y/o adiciones físicas, evaluando incluso la categoría simbólica de
cada recinto. Por tanto, la arquitectura en rápidos cambios se puede explicar anali-
zando los procesos de diferenciación socio-culturales orientados a las innovacio-
nes y transformaciones físicas de los templos.
El análisis de la interpretación general permite inferir una organización so-
cial basada en la familia nucleada, de cuyo seno emerge la conducción elitista. Los
templos funcionaron como atractivos gregarios, sede de eventos especializados,
cuyas actividades ceremoniales (complicado ritual mortuorio, etc.), permitieron di-
ferenciarse al conductor social temprano por su dedicación a comprender e inter-
pretar los fenómenos naturales, observar los astros, ciertos ciclos biológicos senci-
llos y determinar sobre aspectos del colectivo dentro de sus parámetros culturales.
Se considera que La Galgada y, en general otros sitios de la cuenca del río
Chuquikara, aparecen primordialmente con la arquitectura basada en recintos
con nichitos y hornos con ventilador y luego esta morfología se desplaza a Kotosh,
Chupán (Huánuco) y Piruru (Huamalíes) y otros sitios, durante los movimientos
migratorios regionales tempranos para alcanzar las tierras tropicales, desde don-
de se agenciaban chonta, tinturas, fibras, corteza, etc. registradas durante nuestras
excavaciones. Los hallazgos de astas de cérvidos, huesos de camélidos y valvas de
moluscos marinos, son indicativos de cacería en las altipampas de la región y
actividades migratorias restringidas hacia el mar. Más tarde, durante el tiempo
post-Chavín de Pashash, se seguiría este mismo camino y se repetiría las mismas
prácticas ancestrales remanentes de la región.
Por la costa de Ancash, la forma arquitectónica en planta cuadrada con
esquinas curvadas al exterior e interior se difundió desde La Galgada, alcanzando
gran expresión en Cerro Sechín y Moxeque: en Sechín todo el plan del edificio
central muestra la planta cuadrada con esquinas curvadas, (caso del Recinto de
los Felinos) y su cerco externo construido a base de piedras grabadas representan-
do motivos figurativos antropomorfos. (ver Cuadro 2)
68 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

SECUENCIA ARQUEOLÓGICA EN EL RÍO CHUQUIKARA

ASENTAMIENTOS Y
TIEMPO CULTURA
ESTILOS DE PALLASCA

Pampas Centros administrativos Tawantinsuyu.


Limoncito Asentamientos Tawantinsuyu con casas y
1533 d.C. Mashgonga depósitos, tumbas cuadradas y circulares con
SECUENCIA ARQUEOLÓGICA EN EL RÍO CHUQUIKARA
cresterías asociadas a cerámica Cusco
Policromo.
1470 d.C. Cerro Chonta II
1440 d.C. Cerro Ake Pueblos en cumbres de los cerros.
1200 d.C. Cerro Guasochugo Cerámica gris incidida.
Pirichugo Cerámica pasta rojo claro.
1200 d.C. Cerro Chonta I Cerámica rojo pulido.

800 d.C. Ventanillas Cerámica rojo claro.


700 d.C. Pashash Transicional Deposición de muertos en “ventanillas”
abiertas en los acantilados del río
Chuquikara.
500 d.C. Pashash Negativo Escultura lítica monumental.
Cerámica con decoración en Negativo y
Pashash Positivo / Negativo Positivo / Negativo.
Pashash Blanco / Rojo “Caserones”: Arquitectura funeraria.
100 d.C. Fase Cerritos Montículos sobre colinas: cerámica B/R.
1600 a.C. Sitio Melonplaya (río Santa) Gran galería soterrada con piedras talladas.
La Galgada III (F. Pedregal) Precerámico último e introducción cerámica.
2200 a.C. Quebrada Morín Sitio Los Cóndores: Petroglifos figurativos.
Textiles pintados: serpiente sonriente, etc.
2200 a.C. Montículo Sur Tumbas abotelladas y rectangulares.
2400 a.C. Cerro Pajillas Montículos piramidales de perfiles externos
escalonados asociados con pozos a nivel.
2700 a.C. La Galgada II: Pirámide Cámaras funerarias rectangulares.
Norte Recintos planta cuadrada y esquinas
Fase Chuquikara B curvadas.
3200 a.C. La Galgada I: Pirámide Recintos con pequeño patio y horno con
Norte ventilador.
Fase Chuquikara A Arquitectura en planta cuadrada y esquinas
curvadas.
Cuadro 1
Alberto Bueno Mendoza 69

LA GALGADA ESQUEMA DE SU DESPLAZAMIENTO ESPACIAL


(Cuadro 2)

Vizcacha Alta
Al este de la Galgada

Tumshukaiko
Norte de Caraz

Kotosh
Huánuco

Piruro
Huamalies - Huánuco

Chupan I (La Galgada /Chavín


Dos de Mayo, Huánuco
LA GALGADA
Caral II /Chupacigarro
Supe - Lima

Huaca Loma Temprano


Cajamarca

Huaynuna Temprano
Casma

Huariqoto Temprano
Marcará - Ancash

SechínAlto/Moxeque/Cº Sechín
Casma - Ancash

TUMSHUKAIKO: GRAN SITIO PRECERÁMICO TARDÍO

Ubicación
Este sitio pertenece al barrio Nueva Victoria, Sector Cruz Viva, distrito de Caraz,
Provincia de Huaylas, Departamento de Ancash (Región Chavín). Está situado a
9°02’40" de Latitud Sur y a 77°48’28" de Longitud Oeste, siendo su altitud de 2295
m.s.n.m. Está orientado desde el este (Quebrada Parón-Huandoy) al oeste (río Santa
– Cordillera Negra). El río Santa se encuentra a un kilómetro en línea recta de
distancia respecto al emplazamiento del sitio y hacia el sur desciende el río Llullán,
a unos 200 metros de distancia (Fig. 5).

Antecedentes
Antonio Raimondi (1873); Julio C. Tello 1919 [1960]; Alonso Paredes (1920); Clide
Valladolid Huamán (no se ubica ningún informe); Lorenzo Samaniego Román (1991);
Oscar Maguiña Valverde, Mariano Araya Araya y Víctor Echegaray León (1993);
intervención del Museo Regional de Huaraz (1998-1999); Alberto Bueno Mendoza
(1999-2000): Informe presentado al INC en Junio del 2000 y publicados dos artícu-
los (Rev. Espacio, N°47: 2000 y Actas y Trabajos del XII Congreso del Hombre y la
Cultura Andina: 2001).
70 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Estado de Conservación
El sitio está invadido por ocupantes precarios, los que están siendo erradicados poco
a poco por acción combinada del Instituto Nacional de Cultura de Huaraz, la Munici-
palidad Provincial de Huaylas y el decidido apoyo del Proyecto Tumshukaiko. En
distintos tiempos, el sitio ha sufrido huaqueos, depredaciones y destrucciones que
fueron detalladamente informados en 1999 al Instituto Nacional de Cultura.

Descripción del Sitio


Es un montículo gigante de 300 x 200 x 50 metros de altura, emplazado a un kilóme-
tro al norte de la ciudad de Caraz. El Edificio principal está rodeado de tres montí-
culos pequeños dispersos: dos hacia el rumbo este y otro ubicado en dirección sur,
todos entre chacras de cultivo. Se trata de una pirámide con cuatro plataformas:
una basal inferior hacia el oeste (Plataforma Tumshukaiko I); dos en el frente norte
(Plataformas Tumshukaiko II y Tumshukaiko III) y otra hacia el centro-sur alto
(Plataforma Tumshukaiko IV). (ver Fig. 6)
Presenta además, unas 96 pequeñas edificaciones (casas arqueológicas) en
superficie. Estas se hallan asociadas a cerámica intermedio temprana, pero de
nueva tipología superpuestas a las construcciones precedentes.
Tumshukaiko precerámico es un enorme montículo arqueológico construido
a base de piedras cortadas y labradas de morfología triangular para asentarlas con
barro, mostrando aparejo regular al exterior y la parte alargada hacia adentro de
rellenos construidos.
Su patrón de asiento físico es por pares: un montículo grande y otro de meno-
res dimensiones de próxima vecindad emplazado hacia el rumbo este, cubierto de
casas actuales. Encontramos otros montículos más pequeños al lado sur, descono-
ciéndose su naturaleza al estar rodeados de vegetación arbórea y arbustiva. Entre
ellos existen numerosos testimonios arqueológicos a investigar y rescatar.
Tumshukaiko es un sitio arqueológico precerámico tardío gigante de recien-
te descubrimiento para la Arqueología Peruana. Las excavaciones arqueológicas
que estamos conduciendo, permiten distinguir dos capas superpuestas de un me-
tro cada una, integrantes del estrato cultural con cerámica Huaylas y otras Interme-
dio Temprano (300 a.C. - 300 d.C.). Hasta los dos metros de profundidad es el
estrato cerámico. (ver Cuadro 3)
Desde este nivel hacia abajo se excava descendiendo cuatro metros en la
Cuadrícula F5N del frente norte. En este descenso, descubrimos dos grandes muros
construidos a base de piedras labradas triangulares, con esquinas en morfología
curvadas básicamente precerámicas (2500 a.C. – 1600 a.C.). Los grandes muros con
esquinas curvadas, cada uno con su pestaña de retiro, están separados por un
relleno tosco (2.40 m. promedio) a base de piedras con diferentes pesos y unidas con
barro. Desde tal profundidad comienza hacia abajo el estrato precerámico (Foto 4).
Como detalle arquitectónico, el muro derecho este presenta por su exterior,
dos triángulos escalonados exentos (Foto 5) bajo una cornisa (2 m. de largo). En la
sección inferior llevan una pestaña de retiro curvada, de forma análoga al segundo
muro, igualmente precerámico.
Alberto Bueno Mendoza 71

Fig. 5 Mapa de Ubicación de Tumshukaiko


72 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Se realizó el descubrimiento de una piedra tallada representando una cabeza y


cara humana plasmada de perfil (Cuadrícula F5N), cuyos rasgos incisos recuerdan
experimentación de técnica transitiva al estilo de Cerro Sechín, valle de Casma, costa
de Ancash. Esta piedra se excavó asociada directamente a los muros con esquinas
curvadas precerámicos, bajo el relleno de grava y canto rodados provenientes de la
quebrada Parón-Huandoy. Este estrato inferior, aun no terminado de excavar pero de
mayor espesor, corresponde a Tumshukaiko III pre-Chavín y cuya cronología relativa,
por cruzamiento de evidencias, estaría contextualizado al precerámico tardío (2200
a.C.). El Precerámico Último (2000–1800 a.C.) de Tumshukaiko está representado por
la Plataforma IV (Foto 6).
La escultura lítica Tumshukaiko (piedras labradas triangulares como material
de construcción) es una piedra tallada representando cabeza humana con cara de
perfil, la cual ha sido ilustrada en el primer informe presentado al INC. Cabezas cla-
vas, etc., apoyan la cronología temprana del sitio. Una placa lítica grabada en técnica
incisa encontrada en años anteriores, se corresponde con otra de motivo análogo
descubierta por Pozorski y Pozorski (1986) en el Complejo Pampa de Llamas, Valle de
Casma.

Foto 4. Excavaciones arqueológi-


cas en la Cuadrícula F5N del
frente norte, Plataforma III (2200
a.C.) Precerámico Tardío. En
primer plano la pestaña de retiro.
El jalón muestra la verticalidad
del muro roto y el arqueólogo
Francisco Medina trabaja en el
relleno de conglomerado
procedente de la Quebrada
Parón-Huandoy. Tumshukaiko.
Alberto Bueno Mendoza 73

Fig. 6 Croquis de Tumshukaiko donde se aprecian las diversas plataformas.

Foto 5. Descubrimiento de dos triángulos escalonados exentos en la Cuadrícula F5N de


Tumshukaiko, debajo de una cornisa del frente norte; Plataforma III,
Precerámico Tardío (2200 a.C.).
74 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

LA GALGADA: DATOS CRONOLÓGICOS COMPARADOS


(Cuadro 3)

KOTOSH

Kotosh - Chavín Cerámica Chavín 1000 a.C.


Kotosh - Kotosh Cerámica antecedente de Chavín 1400 a.C.
Kotosh - Wairajirca Cerámica Incial 1800 a.C.
Kotosh - Nichitos Precerámico último en planta cuadrada 2000 a.C.
Arquitectura en planta cuadrada y escultura
Kotosh - Mito 2200 a.C.
de los brazos cruzados

LA GALGADA - TUMSHUKAIKO

Plataforma IV Precerámico Último 2000-1800 a.C.


Plataforma III Precerámico Tardío 2200 a.C.
Plataforma II Transición todavía sin datos 2200 a.C.
Plataforma I Fase Precerámica Temprana 2500 a.C.

LA GALGADA - CARAL

Fase Pedregal Caral II 2200 a.C.


Fase Chuquikara B Caral I 2600 a.C.
Aspero II: Huaca de Los Idolos 2700 a.C.
Fase Chuquikara A Aspero I: Bajo Huaca de Los Idolos 3000 a.C.

LA GALGADA

Fase Agroalfarera Incial Arquitectura "U" Superpuesta 2150-1600 a.C.


Fase Pedregal Montículo Sur 2400-2150 a.C.
Fase Chuquicara B Montículo Norte 2700-2400 a.C.
Fase Chuquicara A Montículo Norte 3200- 2700 a.C.
Alberto Bueno Mendoza 75

Foto 6. Excavaciones
precedentes a nuestros
trabajos dejaron al descu-
bierto los muros líticos que
se ilustran en esta foto; se
trata de la Plataforma IV
escalonada precerámica
última (2000-1800 a.C.).
Apreciar las ménsulas
líticas ornamentales
alineadas como terminal de
su muro inferior.
Tumshukaiko.

Tumshukaiko es un sitio con arquitectura formativa temprana contextualizado en-


tre La Galgada y Chavín. La diferencia es que en Tumshukaiko las edificaciones
son enormes, pero lo similar de la morfología arquitectónica reproducida con pie-
dras labradas triangulares para conformar las esquinas curvadas y pestañas de
retiro monumentales, son prueba de continuidad cronológica y cultural de la arqui-
tectura precerámica precedente en La Galgada (Cañón del río Chuquikara), situada
al norte del Cañón del Pato. La arquitectura precerámica tardía de Tumshukaiko se
presenta como una continuidad de elaboración monumental tardía con respecto a
sus antecedentes cronológicos en La Galgada.
El estrato arqueológico precerámico Tumshukaiko fue enterrado por nuevos
ocupantes del sitio, es decir, por gente que tenían el uso de cerámica marrón denso
(300 a.C.- 300 d.C.) y pertenecían al Intermedio Temprano, llamado Cultura Huaylas.
Esta ocupación presenta cerámica arqueológica recuperada en las dos capas con
dos metros de espesor que cubren a la arquitectura precerámica Tumshukaiko sub-
yacente, en asociación a los pisos de habitaciones construidas con piedras de cam-
76 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

LA GALGADA: SECUENCIA DE TIEMPO


Y DESARRROLO ESPACIAL COMPARADO

CUPISNIQUE CHUPÁN II CHAVIN

HUACA LOMA SUPERCOMPLEJO


SECHIN ALTO/ MOXEQUE
CERRO SECHIN

HUARIQOTO I CHUPAQOTO II

HUAYNUNA

PEÑICO TUMSHUKAIKO II
CHUPAN I

ALDAS I KOTOSH PIRURO


MITO
CHUPAQOTO I

CARAL
CARAL
CHUÁCIGARRO
CHUPACIGARRO

VIZCACHA TUMSHUKAIKO I
ALTA

LA GALGADA
LA GALGADA
ASPERO
?
?
Cuadro 4
Alberto Bueno Mendoza 77

po canteadas, que en número de 96 hemos identificado en la superficie. La


capa superficial (capa 1 de arriba - abajo), presenta cerámica Rojo/Blanco,
Pashash, etc.
A la actualidad estamos evaluando la dispersión territorial de los sitios
formativos tempranos de nuestro país, tales como La Galgada-Kotosh, La Galgada-
Tumshukaiko, Caral, La Galgada-Caral, Piruru-Kotosh, Chupacigarro Grande y
Chupacigarro Chico, Huaynuná Temprano, los interpréstamos Pacopampa/
Kunturwasi, Huarikoto Temprano y el Complejo Aldas en relación con el
supercomplejo Sechín Alto/Moxeke/Cerro Sechín (2000-1000 a.C.), precedentes
directos del estilo arquitectónico Chavín. En cambio, los complejos cerámicos Kotosh-
Kotosh/Cotosh Chavín y Chavín, requieren de un tratamiento nor-nororiental
tipológico/estilístico para conocer sus modos de configuración y desplazamientos
territoriales. (ver Cuadro 4)

PASHASH: GRAN SITIO ARQUEOLÓGICO DE CABANA.

Nuestras prospecciones arqueológicas en la provincia de Pallasca realizadas entre


los años 1973 y 1975, nos permitieron hacer un mapa arqueológico de la región
Cabana-Guandoval-Cungush-Mashgonga y territorios próximos. Nuestras
excavaciones ejecutadas en Pashash, permitieron obtener información amplia y
datos relativos a la arquitectura, su cerámica, urbanismo de altura, extraordinario
trabajos de los metales, fina escultura lítica y una variada iconografía figurativa y
geométrica del mayor nivel artístico.
La arquitectura Pashash representativa está constituida por edificios de plan-
ta rectangular y elevación volumétrica llamados «Caserones» en la región (Foto 7),
construidos a base de piedras canteadas y alisadas grandes, medianas y pequeñas,
asentadas con barro; una serie de «pachillas» completan el aparejo irregular de las
estructuras, cuyas dimensiones son realmente monumentales. Estos edificios po-
seen cámaras internas con un sólo acceso en el frente norte y, a los lados, presenta
ductos para ventilación, tal como comprobó el autor en 1973 al descubrir una de
estas aberturas en el paramento sur del Caserón B con esquinas rectilineales. Casas
en planta cuadrada, rectangular y ovaladas se distribuyen en los flancos este, norte
y suroeste del cerro «La Capilla», cuya cumbre se modificó para construir una
edificación casi redondeada adaptada a los contornos topográficos, exhibiendo en
su interior los basamentos de cuartos con portadas a base de piedras talladas-
pulidas, conteniendo profusas ofrendas culturales enterradas bajo sus pisos.
Los Caserones (uno se encuentra destruido y dos se conservan hasta la fe-
cha), son considerados en los estudios arqueológicos como arquitectura ceremonial
funeraria. La arquitectura sencilla para vida diaria (casas) y la arquitectura ritual
cultista (Cerro La Capilla), configuran un asentamiento en tránsito al urbanismo
complejo, adaptado a los desniveles topográficos propios de la suave ladera en que
se encuentra construido.
La cerámica presenta gran variedad de formas: hay tipos figurativos y no
78 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Foto 7. Esquina norte del


Caserón B, parcialmente
cubierta de vegetación. La
esquina rectilineal está
conformada por piedras
labradas. Funcionaron
como Mausoleos con
cámaras funerarias
interiores. Pashash.

figurativos. Ambos están pintados en dos técnicas: negativo y positivo. Esto quiere
decir que los motivos pictóricos de los ceramios están ejecutados paralelamente a
base de pintura en negativo -que deja como fondo el color original de la pasta,
delineados los motivos en negro positivo- y pintado positivo a pincel sobre pasta
crema.
Las formas figurativas Pashash más frecuentes son: felinos escultóricos con
pedestal y vertedera campaniforme; felino-serpientes escultóricos con vertedera cam-
paniforme; serpientes escultóricas con cuerpo enroscado, vertederas tubular y cam-
paniforme, cabezas con orejas felínicas y cara sonriente; figuras humanas de perso-
najes regios presentando aditamentos que señalan su prestigio y alto status (Foto
8). Numerosos objetos alfareros figurativos pequeños se han recuperado al mismo
tiempo que los de tamaño normal.
Los ceramios Pashash no figurativos incluyen copas con pedestal campanifor-
me, copas triangulares con pedestal campaniforme, ánforas de gálibo peraltiforme
con tapas, tazas, tazones, cuencos con mango, ánforas campaniformes de base anular,
jarras y objetos misceláneos. La vajilla cotidiana es de pasta roja simple sin pintura o
Alberto Bueno Mendoza 79

con pintura roja positiva sobre pasta sencilla. También hay tazas con pedestal campa-
niforme y cuencos de base ovoide en color negro reducido (Fig. 7).
El arte lítico es extraordinario y muy fino: copas con pedestal campaniforme
en granito verdoso, pizarra y pórfidos; copas con pedestal campaniforme ejecuta-
dos en técnica excisa y que presentan cuatro figuras simétricamente distribuidas en
su contorno exterior: dos hombres Pashash opuestos tratados de frente y con los
brazos haciendo señales significativas, y de la misma manera, dos felinos tallados
de perfil con sus fauces abiertas mostrando colmillos rectos; otros numerosos per-
sonajes Pashash son representados en el fino arte lítico. Los ejemplares más repre-
sentativos tienen incrustaciones de ónix verde o turquesa para dar vida a los ojos;
esculturas de yupana; placas líticas grabadas figurativamente con motivos que
aparecen en la alfarería; cabezas-clavas antropomorfas, zoomorfas, ornitomorfas,
etc.; figuraciones líticas de animales domésticos, molederas, piruros finísimos en
lapislázuli, cuarzo, etc. Este arte trasunta una de las más altas tecnologías de la fina
talla lítica andina.
Otro notable rubro artístico de Pashash es la fina metalistería altamente técnica
(vaciados en matriz), que incluye sonajas con vástagos en espiral, vástagos con estrías
en torzal, curvados, rectos y con decoración troquelada; sus cabezas son exteriormente
figurativas con flecaduras terminales; alambres, bolas, clavos, esteques, anillos, tubos,
agujas, etc., completan la muestra registrada durante las excavaciones. Los objetos
reseñados son de cobre, cobre bañados en oro, etc. (Foto 9 ).

Foto 8. Fragmentos de ceramio estilo Pashash; en la sección inferior notamos una


decoración encadenada de «pupilas» en técnica negativa, mientras que los ojos,
orejeras y tocado de la cabeza están plasmados con pintura positiva.
80
Arqueología al norte del Callejón de Huaylas

Fig. 7 Tazas con pedestal campaniforme y cuencos de base ovoide en color negro reducido
Alberto Bueno Mendoza 81

El análisis del conjunto de los materiales estudiados es evidencia de que


tratamos con una formación social estratificada, distinguiéndose señores, shamanes,
dignatarios militares, guerreros (Fig. 8) y gente sencilla. Es incuestionable el énfasis
señorial y guerrero en correlación con algún tipo de ceremonias y culto vinculados
a tales estamentos. Fuerzas importantes de su mentalidad estuvieron basadas en el
afán reiterativo del motivo felino, la serpiente y las aves (alliguangas, cóndores,
lechuzas, cushipas [palomas de monte], etc.).
En conclusión, el arte precerámico de La Galgada es la matriz y fundamento
de la posterior evolución, configuración y desarrollo de la cultura Pashash, cuya
separación cronológica no desarraigó la continuidad representativa iconográfica
de ambas vigorosas expresiones en la región, sólo diferenciadas en el tiempo, la
forma y el estilo artístico.

* Somos deudores del Ing. Augusto Cardich, por la creación (1964) del término «altoandino», para su uso
en la Arqueología de Sudamérica.
82 Arqueología al norte del Callejón de Huaylas
83

TEORÍA Y MÉTODOS EN CHAVÍN


DE HUÁNTAR

ROBERTO BUSTAMANTE VENTO


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
rbustamante@amauta.rcp.net.pe

INTRODUCCIÓN

El tema de los orígenes ha tenido gran recurrencia dentro de la historia de la


arqueología. Podríamos decir que desde que la arqueología comenzó ha definirse
como ciencia (a comienzos del siglo XIX), la preocupación por los inicios -de la
humanidad, de la civilización, de las naciones- ha generado hartas publicaciones,
comentarios, conferencias, investigaciones y simposios. Y detrás de estas
preocupaciones han existido distintos intereses políticos, económicos, individuales.
El objetivo del presente artículo es realizar una relectura a esta temática,
adentrándonos en la narrativa y los objetivos de los autores, tomando como punto
nodal el sitio de Chavín de Huántar y los discursos y ejes que han atravesado su
interpretación, afectando el propio desarrollo de la disciplina arqueológica en el
Perú.
A fines del siglo XVIII y comienzos del siguiente, el interés de los científicos
por naturalizar los conceptos y la observación de la naturaleza los llevó a una
confrontación con la iglesia y el clero, sobre todo en aquellos países donde el
desarrollo industrial era más fuerte (Inglaterra y Francia). Los antiguos gobernantes
justamente legitimaron su poder basándose en interpretaciones e ideologías
fundamentadas en el cristianismo; los nuevos líderes debían probar que tales
discursos no tenían un sustento empírico. El debate acerca de los orígenes del
hombre tal vez haya alcanzado un punto crítico con los trabajos y estudios de
Darwin; por supuesto que tales teorías deberían tener los suficientes datos que las
apoyen. Fue en Inglaterra donde comenzaron a aparecer libros acerca de los tiempos
prehistóricos (según Bruce Trigger, investigador canadiense, el libro en arqueología
más influyente del siglo pasado fue Prehistoric Times, as Illustrated by Ancient Remains,
and the Manners and Costums of Modern Savages de John Lubbock, 1965). El discurso
europeo del progreso como condición natural del ser humano encontró respaldo
en dichos estudios.
84 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

Pareciera que el consenso que existió a finales del siglo pasado cambió la
perspectiva del tema del origen. Una vez comprobado para la mayoría de
especialistas que el origen del hombre era natural y no divino, las miradas se
centraron en aquellos aspectos, conceptos y valores sobre los cuales las naciones
europeas creían haber construido sus naciones. La narrativa del origen se centró
en la civilización.1
El término civilización tiene su origen en la palabra latina civis, que significa
ciudadano, miembro de la civitas, que quiere decir estado, gobierno2. Se contrapone
y sucede, tal como lo plantearon Engels, Gordon Childe, Lumbreras, entre otros
autores, al Salvajismo y a la Barbarie, es decir, a las condiciones sociales donde no
existen estado o gobierno o donde no existe la sociedad urbana.
Aquí empieza nuestro dilema. En principio, el estudio del origen de las
civilizaciones buscó legitimar el llamado progreso que estaba imponiendo Europa
y Norteamérica en el mundo, a fines del siglo pasado. Podemos dar fe de ello, y
tomar como ejemplo los estudios de Max Uhle, quien planteó que el desarrollo
existente en los Andes Centrales debió difundirse en algún momento desde Europa,
a través de Asia, Mesoamérica, hasta llegar a costas peruanas. Tello, con el respaldo
de Leguía y su proyecto nacional, desarrolló una propuesta nacionalista según la
cual la cuna de la civilización se ubicaba en territorio peruano. Similar situación
ocurrió en China, donde investigadores de la región demostraron que los orígenes
de la civilización china se encontraban en su propio territorio y no en Europa
como se había pensado.
Tal vez uno de los autores dentro de la arqueología más citados acerca de
los orígenes de la civilización es Vere Gordon Childe (1892 - 1957). Desarrolló sus
teorías de progreso sobre la base del funcionalismo inglés y al marxismo, a través
de Engels. Si bien no se adscribió al evolucionismo unilineal que imponía Stalin y
la Unión Soviética, introdujo el concepto de revolución social para explicar la
aparición de las ciudades (revolución urbana). Sin embargo, en sus escritos
mantiene la propuesta adoptada por Engels en su libro «Origen de la Familia, la
Propiedad Privada y el Estado», donde la sucesión se da a través del Salvajismo, la
Barbarie y la Civilización. Luis G. Lumbreras inicialmente utilizó dichos conceptos
para explicar el desarrollo de la sociedad peruana, aunque luego ha adoptado una
posición más abierta y tomando como referencia la condición del ser humano.
La problemática del origen de la civilización (de las ciudades y/o del estado),
ha adquirido en el Perú dos posiciones divergentes. La primera asume que las
particularidades andinas son tan diferentes a las europeas, por lo que las categorías
de ciudades, civilización y estado (que como hemos visto tienen un mismo origen)
son insuficientes o erróneas. Una segunda perspectiva plantea que dichos
conceptos son lo suficientemente elaborados como para aplicarlos en el área andina
central. Sin embargo, ninguno de los dos puntos de vista ha colaborado con una
comprensión del desarrollo social en los andes, ya que la primera solamente lo ha
evitado, mientras que la segunda se ha limitado a una problemática de especialistas
y prestigio, similar al caso del origen natural del ser humano en nuestros días.
La premisa que se maneja con respecto al origen de la civilización es la
siguiente: La civilización sucede a la barbarie; el ciudadano al bárbaro. En los
Roberto Bustamante Vento 85

textos, en la narrativa arqueológica encontramos los términos de focos, de cunas


de civilización; se piensa que debe existir un inicio, el adán y eva de las ciudades o
de los estados. Con esa misma lógica podríamos encontrar muchos bárbaros y
salvajes en nuestros días: en las áreas rurales, en los bosques amazónicos. Los
excluidos y marginados se encuentran atrasados con respecto a dichos focos (son
salvajes o bárbaros, dejo el concepto al lector), y por lo tanto deben ser civilizados,
vivir bajo el estado. De alguna manera, los estudios de los orígenes están legitimando
más a aquellos que ostentan el poder que a los marginados por el sistema, por lo
tanto no ayudan a encontrar soluciones o nuevas perspectivas a la problemática
social, y sí al cientificismo y a que la condición social imperante se reproduzca.
Los estudios de los orígenes de la civilización en nuestros días está legitimando,
de una manera u otra, la llamada globalización y el desarrollo del denominado
progreso urbano- occidental.
Haciendo una revisión de los discursos de la arqueología creados para
interpretar el desarrollo de las sociedades en el Perú prehispánico, observamos
que Chavín ha servido como uno de los ejes principales en torno al cual giraban los
debates. Chavín es un punto clave para la comprensión de los orígenes de la
Civilización Andina.
Chavín de Huántar es el sitio - tipo de una cultura definida a partir de un
estilo artístico representado por un conjunto de esculturas y lápidas gravadas del
siglo pasado encontradas en este lugar.
Por su antigüedad, sus características espectaculares y la amplia dispersión
de algunos de sus componentes, Chavín ha adquirido renombre en la arqueología
andina. En torno a él se han elaborado las más diversas propuestas sobre su
significado e importancia en el proceso de organización de las sociedades complejas
de los Andes (Lumbreras, 1993).
Consideramos que los discursos científicos están determinados, en última
instancia, -no necesariamente dominados- por su contexto social. Los científicos tratan
de que sus ideas sean aceptadas para legitimar los intereses de clase que representan.
Si son aceptadas (en el ámbito de la sociedad en general), serán principalmente, porque
representan los intereses de la clase que controla el poder político-económico. Este
corpus de ideas lograra homogeneizar a la sociedad (agrupando a distintos sectores
sociales), formando lo que se denomina un bloque histórico.
Son por estas consideraciones, que para el presente trabajo, aparte de revisar
concienzudamente los distintos artículos científicos presentados por los
arqueólogos, han sido muy útiles el libro «Historia del Pensamiento Arqueológico
de Bruce Trigger» (1992) y el artículo «La Economía Política y el Discurso llamado
Arqueología Peruana» de Thomas C. Patterson (1998). Ambos ayudarán a entender
el contexto social en donde se forman estos discursos.
Sobre Chavín de Huántar han escrito cronistas del siglo XVI como Pedro
Cieza de León (1550), Santo Toribio de Mogrovejo (1593), Antonio Vasquez Espinoza
(1616). Viajeros estudiosos como Charles Wiener (1883), Ernest Middendorf (1886).
Son especialmente notables las anotaciones de Middendorf, quien estableció la
coherencia cultural existente entre este monumento y otros que él observó en la
86 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

costa de Ancash, proponiendo que todos ellos debían considerarse parte de una
misma formación preincaica de carácter regional (Lumbreras 1993).
Pero es desde 1919 que se inician las investigaciones arqueológicas en el
sitio por Julio C. Tello bajo el auspicio de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Tello trabaja en el sitio en distintas épocas. Entre sus últimos trabajos
están los que realiza junto con Wendell C. Bennett (1944). Luego vendrían las
investigaciones de Rowe (1962, 1970, 1973), Lumbreras y un equipo de
investigadores de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1970a,
1970b,1993; Lumbreras y Amat, 1965-66), Burger (1989, 1992, 1993, 1995) y
últimamente John Rick (1998).

ARQUEOLOGÍA, NACIONALISMOS Y CHAVÍN DE HUÁNTAR

Julio C. Tello se gradúa de médico en el año de 1912, viaja becado a Harvard a


seguir cursos de antropología, con profesores como Franz Boas y Alex Hrdlika
(Kauffmann, 1997). La situación política que el Perú vivía estaba afectada por la
crisis económica que existía como consecuencia de la Guerra con Chile (Reaño,
1990). Era la época del final del primer gobierno de Leguía (1908-1912) y el gobierno
de Billinghurst (1912-1914), el cual represento el despertar provinciano y el odio
del civilismo de clara tendencia centralista y limeña (Reaño, 1990).
En la Universidad de Harvard enseñaban los catedráticos Franz Boas y
Alex Hrdlicka. El primero fue fundador e impulsor de la corriente de la arqueología
Histórico-Cultural en Norte América, mientras que el segundo era ya un reconocido
Antropólogo Físico dedicado a estudiar todos los esqueletos que se decía
pertenecían al Primer Hombre, demostrando que ninguno de ellos podría datarse
con seguridad antes de la era posglacial (Trigger, 1992). Es necesario señalar la
importancia de estos maestros de Tello en su posterior comprensión de la cultura
de los Andes Centrales ya que de allí provendrá parte de su marco teórico. Los dos
pilares de la explicación son la difusión y la innovación y los materiales culturales
eran respuestas de estos dos fenómenos. La formación de Tello en este contexto y
su posterior formación como museólogo en Europa (en Gran Bretaña y Berlín), le
permitió comprender como la arqueología podía contribuir a un desarrollo de una
«Conciencia Nacional». Según Trigger, el enfoque Histórico-Cultural puede ser
utilizado para reforzar el orgullo y la moral de las naciones y los grupos étnicos.
Con frecuencia lo aplican con este fin los pueblos que se sienten frustrados,
amenazados o privados de sus derechos colectivos por naciones más poderosas o
los países que necesitan una mayor unidad nacional para contrarrestar divisiones
internas serias (Trigger, 1992:167). El clima político que se vivía en Gran Bretaña y
Berlín a comienzos de la Primera Guerra Mundial condicionaba la creación de
grandes museos en sus capitales, museos con material cultural de todo el mundo
que, sin embargo, ponían énfasis en los logros culturales de sus naciones a través
de la historia.
Roberto Bustamante Vento 87

Las explicaciones anteriores a Tello acerca del surgimiento de la Alta Cultura


Peruana decían que esta tuvo necesariamente un origen externo, con seguridad
centroamericano, ya que la denominada civilización Tiahuanaco presentaba un
desarrollo demasiado avanzado para que pueda haber surgido de los pescadores
primitivos de la costa (Ravines, 1970, citando a Wiesse, 1913). Hule, iniciador de
la arqueología en el Perú, fue el que dio estas propuestas. Él era difusionista y
evolucionista, consideraba a los pescadores de Ancón primitivos en relación con
la cultura Chancay. Quería establecer secuencias culturales regionales vinculadas
por los horizontes o estilos artísticos generalizados. Poseía un supuesto
metodológico positivista que se basaba en el método inductivo y cuyo empirismo
lo llevó a explicar el origen de la civilización andina como producto de la difusión
cultural desde mesoamérica y que habría llegado allí desde China. (Patterson,
1998).
En este tiempo existía un fuerte problema social que consistía en la
explotación de los indígenas campesinos de la sierra en beneficio del desarrollo de
la Costa. Tello se enmarcaba dentro de la corriente del Indigenismo, corriente que
utilizaba su benefactor el presidente Leguía para sus fines políticos.
Tello al regresar de su viaje por Norteamérica encuentra esta situación y
decide a tratar de explicar mediante la Arqueología Histórica-Cultural y sus
experiencias el desarrollo de la Alta Cultura. Consideraba, a diferencia de Hule,
que la cultura era una tradición orgánica (como una criatura viva), que se
desarrollaba y se transformaba en el tiempo. Le daba importancia a la cultura
popular.
Si bien es cierto que Tello fue formado dentro de la corriente historica cultural
partiendo de un supuesto metodológico positivista, su positivismo era muy propio
de la medicina pues manejaba un método hipotético deductivo. Lo primero que
hizo antes de realizar la investigación empírica concreta, fue elaborar una hipótesis
global sobre como entender el proceso andino. Basándose en el proceso de desarrollo
agrícola, que era la base de la civilización andina; planteó la progresiva
acumulación de experiencia y conocimientos, pasando desde la selva hasta la
zona en donde era necesaria la agricultura de riego. Por eso es que Tello se va a
buscar directamente a Ancash y encuentra Chavín. Antes de conocer Chavín ya él
sabía que tenía que encontrar algo como eso (Lumbreras, 1994: 19).
En síntesis, Tello planteó y demostró que la civilización andina tuvo un
desarrollo autóctono, y que se originó en el área del Alto Marañón (Tello, 1943,
1960). Esta cultura, a la que denominó Chavín debido al sitio de Chavín de Huántar,
cubría el vacío que habría observado antes Uhle y Wiesse. Encontró que en diversas
colecciones privadas habían materiales que correspondían a esta cultura y que en
el material encontrado por Uhle mismo en Ancón se hallaban estos materiales
Chavín (Tello, 1943).
Tello explicó que la Cultura Chavín tenía su centro en el sitio Chavín de
Huántar, a partir del cual se difundió hacia todo el área andina. También explicó
que por la abundancia de elementos amazónicos dentro de la iconografía y la
domesticación de plantas originarias de la selva (como la achira, la yuca, etc.), la
cultura Chavín tuvo su origen en la Amazonía, desde donde posiblemente migraron
88 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

hacia el Callejón de Conchucos (Tello, 1960). La cultura Chavín, con su foco Chavín
de Huántar, abarcaba una región desde el sur de Ecuador hasta Ocucaje, Ica., y por
el oriente, hasta la cuenca del Marañón.
Los rasgos significativos que encontró fueron:
Los edificios de piedra: Siguiendo el modelo de Chavín de Huántar, están los de
Sechín Alto, Moxeque, etc.
Obras escultóricas: Obras en alto y bajo relieve. Estatuas de piedra adornando
templos.
Cerámica: Recipientes monocromos, negros, grises y rojos. Cuellos tubulares y
gruesos, ornamentadas con líneas incisas.
Representaciones de seres demoníacos: Dragones de cuerpos alargados, monstruos
felinoides, monstruos ornitomorfos, monstruos ictiomorfos, felinos humanizados.
Los materiales que Tello rescató de sus excavaciones fueron llevados a Lima
para ser expuestos en el Gran Museo Nacional de Antropología y Arqueología,
ubicado en la capital peruana, de modo análogo a Gran Bretaña y Berlín. La
necesidad de exponer los logros de la civilización andina a la comunidad se hizo
realidad. No era sólo tener colecciones o depósitos sinó, el demostrar algo: la riqueza
del indígena peruano, ya que, como señalaremos, esto tenía como objetivo realzar
la moral y el orgullo de una población que se veía despojada de sus derechos
colectivos por una clase aristocrática blanca que gobernaba el Perú.

LAS ESCUELAS NORTEAMERICANAS Y CHAVÍN DE HUÁNTAR

La influencia de la Universidad de California (UCLA) sobre la Arqueología Peruana


es enorme. Strong y Kroeber (alumnos de Uhle, y formados con los materiales que
el arqueólogo alemán extrajo del Perú), tenían como principal interés establecer
grandes secuencias estratigráficas y estilísticas. Una vez aceptadas las evidencias
de Tello con respecto al origen autóctono de la Cultura Peruana, las miradas se
centraron en la obtención de cronologías culturales cada vez más sólidas y
completas. En cierta manera, podemos observar correspondencia y continuidad
entre los trabajos de Bennett (1944; Bennett y Bird, 1948), Rowe (1962,1968,1973) y
últimamente Burger (1989,1992, 1993). Hay una serie de conceptos compartidos
por todos estos autores. Representan la corriente más conservadora de la
arqueología con caracteres netamente descriptivos. Sus alumnos son formados o
mejor dicho siguen los postulados y conceptos de estilo, tipo, fase, tradición, etc.
A finales de la década del veinte, el discurso de la arqueología peruana se
fragmentó. Por un lado Kroeber y Strong mantenían la estructura tempo-espacial
de Uhle. Por otro lado, Tello continuaba investigando y desarrollando sus
planteamientos. Es en 1937 que hay un acercamiento entre estos grupos, a raíz del
apoyo que brindara Rockefeller (quien era encargado de viabilizar la política del
«Buen Vecino» de la administración Roosevelt) a Tello, para que continuara sus
estudios. Se funda el Instituto de Investigación Andina. Tello (desde 1919 hasta
1940) y Wendell C. Bennett en 1939 realizan excavaciones en Chavín de Huántar.
Ambos concordaban en que Chavín era el periodo pamperuano más antiguo.
Roberto Bustamante Vento 89

Ni Tello ni Bennett lograron definir la cerámica asociada a los monumentos


chavinenses de manera fehaciente, de modo que el marco de referencia para el
debate era muy débil.
Bennett junto a Kroeber, tratan de unir las conclusiones de Tello con la
estructura tiempo-espacial de Uhle. Esto era muy difícil ya que había diferencias,
reflejo de dos conceptualizaciones distintas. Era necesario, a la altura del nuevo
conocimiento, nuevos conceptos que suplantasen los del discurso original.
Es Gordon Willey a mediados de la década del ‘40, quien ofrece una síntesis
dialéctica. Distinguió dos conceptos: Tradición y Horizonte, examinando la relación
entre ellos. La vinculación de estos dos conceptos le permitió tratar al Perú como
una zona cultural unificada, donde los eventos culturales eran locales y se
interrelacionaban desde por lo menos dos mil años atrás.
Después de la Segunda Guerra Mundial, surgió una fuerte preocupación
por el crecimiento y desarrollo de los países. En el Perú, Odria produce la
integración a la economía hemisférica estadounidense. En el terreno de la
arqueología empieza un nuevo discurso, iniciado por Rafael Larco Hoyle. En este
tiempo se adopta una perspectiva teórica cultural-evolucionista. Se hablaba del
desarrollo económico social, el cual se daba en una sucesión de etapas, dentro de
un desarrollo lineal. Desde los centros avanzados se derivaban elementos modernos
a las regiones atrasadas, provistas de elementos tradicionales. Se poseía una
concepción de la historia muy elaborada, había un desarrollo desde los cazadores
recolectores hasta la civilización moderna. Willey y Corbet, señalaban que en la
etapa formativa se dio un aumento de la producción de alimentos y una difusión y
asimilación de las artesanías. Chavín era un fenómeno de las fases iniciales de la
etapa formativa. Propagó su religión a distintas aldeas, que eran agrupaciones
regionales autónomas.
Bennett desarrolló la idea de la Área Co-tradicional Andina con rasgos
culturales que se mantenían a través del tiempo y el espacio (Bennett, 1948).
Uno de los primeros trabajos de la UCLA fue el que elaboró Willey (1951).
Este autor intenta aclarar lo que la cultura Chavín representa dentro del esquema
cronológico del desarrollo de la Cultura Andina, es decir, en términos de duración,
extensión, foco de difusión y elementos estilísticos, o en otras palabras, la definición
de Tradición Cultural o Estilo Chavín. Willey analiza los planteamientos que utilizó
Tello para definir la cultura Chavín y llega a la conclusión que muchos de los
elementos culturales que formaban parte del llamado estilo Chavín, no eran tales
en realidad. El panorama de Chavín quedó reducido a un área menor que la que
Tello propuso; la concepción misma de Chavín de Huántar como foco de difusión
quedo en duda ya que se planteo que el origen de este horizonte estilístico estaría
posiblemente en el valle de Nepeña.
Se definió el estilo Chavín como aquel que compartía similitudes en:
Tecnología del tallado y representaciones del felino.
Configuración peculiar de las representaciones expresadas en las formas
curvilíneas, las cabezas masivas, las pequeñas cabezas intrincadamente dispuestas,
las garras curvas, etc.
90 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

Desde un punto de vista netamente estilístico, se puso también en duda el


origen amazónico de la Cultura Chavín, por falta de datos. Lo que quedaba en
claro era que Chavín de Huántar representaba de todos los sitios, el sitio donde se
podía observar mejor estas características estilísticas.
A fines de los ‘50 y comienzos de los ‘60, en el gobierno de Manuel Prado,
hay un auge de los movimientos campesinos, dado el poco interes en invertir en la
agricultura, iniciandose un proceso de industrialización promovido por el FMI.
En los Estados Unidos existían grupos de capitalistas conservadores nacionalistas
que promovían la no intervención y el aislacionismo. A esta línea política estaría
emparentado John H. Rowe. (Patterson 1998).
Rowe criticaba el modelo de desarrollo lineal de los evolucionistas-culturales.
Estos no relacionaban la economía con la política, mediante la tecnología inferían
formas de organización social y separaban el estudio de los procesos culturales al
de la historia.
Rowe se proponía explicar el detalle histórico de las secuencias culturales.
Señalaba que el motor de cambio en la sociedad era el prestigio y el poder político
y no la tecnología, y que en la sociedad andina había un desarrollo autónomo. Al
criticar la metodología tipológica, señalaba que había que buscar temas temporales
significativos. Rowe veia a la Historia como una narración donde había que buscar
fechas relativas, mediante las cuales se pudiera explicar una secuencia de eventos.
Mediante los cambios en la alfarería, los cuales mostraban un cambio político,
construyo un sistema cronológico.
La más sólida secuencia cronológica producida por esta corriente fue la
presentada por Rowe (1962) y actualmente utilizada en la educación primaria y
secundaria del Perú. El esquema de Horizontes e Intermedios.
Dos son los trabajos que definen Chavín de Huántar y el debate que se
mostrará a continuación. Ambos son trabajos de Rowe publicados en 1962 (Rowe,
1962, 1973). En ambos, se define primero a Chavín como un Horizonte Cultural u
Horizonte Temprano, entre los periodos Inicial e Intermedio Temprano. Siguiendo
la escuela de Uhle, la UCLA se dedicó a estudiar las distintas secuencias culturales
en el Perú, esta vez ayudados por la técnica del Carbono 14. El segundo artículo,
hace un análisis del estilo Chavín y establece una correlación entre las diversas
fases de construcción del Templo Chavín de Huántar con el material cultural
asociado, en este caso, a las esculturas de piedra. Establece 4 fases denominadas
AB, C, D y EF. Las cuales las correlaciona con la Fase Ocucaje 1 al 8. La fase AB
corresponde a la Gran Imagen o Lanzón ubicado en el Templo Viejo. La fase C
corresponde al denominado Obelisco de Tello. La fase D es la piedra angular del
análisis y es contemporánea con las fases 4 y 5 del estilo Paracas, así como con la
Portada Negra y Blanca del Templo Nuevo. La fase EF corresponde a la Piedra
Raimondi. Se define que aquellos elementos humanizados (la serpiente, el felino,
etc.) no son sino metáforas o kennings utilizados por la gente Chavín para expresar
una idea.
El trabajo de Rowe sentó las bases para el trabajo que posteriormente realizara
Lathrap (1970a,1970b), que retomando las ideas de Tello acerca del origen
amazónico de Chavín, analizó y correlacionó las fases que él obtuvo del Alto
Amazonas con el origen de Chavín. Finalmente señaló, sobre la base del trabajo de
Roberto Bustamante Vento 91

Rowe (1973), que los diversos elementos que aparecen en el arte Chavín son
selváticos, y si no se puede señalar este origen es porque debió existir una fuerte
relación entre grupos de la floresta tropical y Chavín de Huántar.
Según Lathrap (1970a), la influencia de la selva se dio en tiempos del Periodo
Inicial, mientras que una influencia opuesta ocurrió durante el Horizonte
Temprano, sobre todo en el estilo Shakimu temprano.
Lathrap desarrolló la idea de la migración de la población selvática
planteada por Tello. Postuló que las poblaciones selváticas (de las cuencas del
Amazonas y el Orinoco) se vieron forzadas a emigrar hacia los Andes Centrales
debido a la explosión demográfica (Lathrap, 1970).
Hay que observar que mientras estos trabajos de la UCLA se realizaban, la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos realizaba investigaciones sobre
Chavín de Huántar, en las Galerías de las Ofrendas en el Templo Viejo.
El último trabajo de la UCLA en Chavín de Huántar realizado por Richard
Burger (1989,1992,1993, 1995), tomando como base a Rowe, tuvo por objetivo
establecer una secuencia para Chavín de Huántar, y definirla como Tradición en
base a los datos obtenidos desde los trabajos de Rowe. El desconstruccionismo es
la corriente que trata de examinar críticamente la estructura lógica y el significado
de conceptos para ver como se emplean en la formación de argumentos. El trabajo
de Burger es una continuidad del trabajo de su maestro, pues este se centró
principalmente en las fases cerámicas de Chavín de Huántar, correlacionando
estas con sus respectivos fechados radiocarbónicos y definiendo la Tradición
Religiosa Chavín. Así, Burger analiza tres categorías: Chavín, Horizonte Temprano,
que lo determina mediante fechados del C14, y los Estados Teocráticos (Patterson,
1998)

LA ARQUEOLOGÍA SOCIAL PERUANA Y CHAVÍN DE HUÁNTAR

A fines de julio de 1966, Hernán Amat y Lumbreras inician el «Proyecto Chavín»


en áreas y con procedimientos distintos. Amat condujo trabajos en torno al Templo
Mayor., Lumbreras examinó el atrio del Lanzón, un área de 40x40 m. En 1973 y
1974, la Dra. Rosa Fung continuó las investigaciones en otros sectores. Finalmente
en los 80´s Federico Kauffman y Francisco Iriarte, hicieron trabajos en el sitio,
incluyendo excavaciones en la plataforma norte del Viejo Templo (Sector D). Hasta
ahora no hay ningún informe.
La denominada «Arqueología Social» en el Perú, tuvo como principal
impulsor a Luis G. Lumbreras. Formado bajo las clases de Muelle, Valcárcel y las
corrientes de explicación norteamericanas. Reconociendo la incapacidad de la
arqueología tradicional de realizar una aproximación crítica a la realidad, conocen
los trabajos de Gordon Childe y Mortimer Wheeler, con los cuales rompen con el
empirismo y asumen un compromiso científico (Lumbreras, 1990). Esta arqueología
combina las nociones de estilo, fase y cultura con el materialismo histórico. El
marxismo de Lumbreras se nutre de dos vertientes, por un lado escritores marxistas
de la Segunda Internacional, que señalaban la importancia de desarrollar las
92 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

Fuerzas Productivas (Cunow, Childe, Emilio Choy); y por otro lado, el marxismo
estructural francés (Althuser, Harnecker), que implementa categorías analíticas
marxistas como Modo de Producción a la arqueología.
Dentro de este contexto, sumado a la situación social y política de
Latinoamérica en los sesenta y el auge de los movimientos populares -recordemos
que él es uno de los intelectuales dominantes del gobierno populista de Velasco- se
asume la convicción que la arqueología como ciencia social tiene como objetivo un
análisis materialista histórico de la realidad.
Bajo esa perspectiva, Chavín de Huántar presentaba un panorama bien
amplio dado que, hasta mediados de los sesenta, las explicaciones que se daban
no salían más allá de difusiones y estilos.
Lumbreras creyó que podía entender un problema tan importante como la
aparición del Estado en los Andes Centrales a través de Chavín de Huántar. La
importancia del tema radica en que la aparición del Estado implicaba hablar del
establecimiento de relaciones de poder que se daban en sociedades divididas en
clases. El uso del término «Formativo» por Lumbreras (1993) involucra hablar de
un periodo durante el cual, la división de clases y su posterior consolidación
mediante la aparición del Estado, ocurren.
Las excavaciones dirigidas por Lumbreras se realizan en la Galería de
Ofrendas, ubicada al norte de la Plaza Circular de Chavín de Huántar, asociada a
la fase constructiva más antigua del Templo. La concepción de Chavín de Huántar
como foco de difusión ya comenzaba a desaparecer, debido a los hallazgos de
material pre-Chavin de las expediciones japonesas en el Alto Huallaga y a otras
partes del Perú. Se comenzó a manejar el supuesto que Chavín de Huántar
representaría un foco inverso, donde una serie de elementos culturales provenientes
de otras partes de los Andes Centrales convergieron. Diversos componentes (el
componente costeño, el componente norteño y antecedentes locales) se dieron en
Chavín de Huántar.
Lumbreras divide a Chavín de Huántar en tres fases con una transición: La
fase Rocas (la más antigua), la sub-fase transición, la fase Ofrendas y la fase Mosna.
Sin embargo, el principal problema que se le presentó a Lumbreras fue que los
fechados que obtuvo contradecían las fases propuestas, por lo que propuso
inicialmente una inversión de fases. S in embargo, finalmente le dio más
importancia a la secuencia estratigráfica obtenida en las excavaciones, aduciendo
que sus muestras pudieron estar contaminadas (Lumbreras, 1993).
Este sería, posteriormente, una de las columnas que tendría el debate entre
Lumbreras y Burger (Burger, 1993). Este debate radica en que debe tener mayor
importancia la secuencia estratigráfica o la secuencia obtenida por fechado
radiocarbónico. Lumbreras señala que una práctica liberal del tomado de muestras
para análisis de Carbono 14 da como consecuencia el olvido de la verdadera
esencia de la arqueología.
El diverso material encontrado por Lumbreras y Amat (1969) sirvió para
definir a Chavín como:
El punto de la Historia Andina donde un sector de la población, los
sacerdotes especialistas, se apartó de la producción de bienes de consumo para
Roberto Bustamante Vento 93

constituirse en una clase social diferente a aquella formada por los productores del
campo. Nada de esto era producto de su voluntad y codicia; nació y creció como
parte de su propia práctica productiva y de las necesidades que ésta tenía para
reproducirse y avanzar. Eso se llama Estado, institución que estará plenamente
constituida cuando las leyes y consignas del poder sean obedecidas por las gentes
crean o no en ellas.. Chavín estaba en el punto de partida3.

LA ESCUELA NORTEAMERICANA NUEVAMENTE

El avance desde Lumbreras con respecto al Formativo u Horizonte Temprano fue


bastante grande (Morales,1993). Se pudo observar mejor el carácter de Chavín de
Huántar, no tanto como foco de difusión, sino como Síntesis Cultural. La falta,
quizá de experiencia práctica y metodología de Lumbreras lo llevó a cometer errores
de secuencias que luego corregiría. (Lumbreras, 1993).
Burger se dedico a excavar zonas que el asumía como de ocupación
doméstica o de vivienda, principalmente en el pueblo actual y en Qotopukyo y
Raku, al norte y al oeste del complejo de templos.
Burger comienza con un análisis del problema Chavín y sus mayores
debilidades. Al encontrar contradicciones entre los trabajos del proyecto de la
UNMSM en Chavín de Huántar, decide que es momento de redefinir a la tradición
Chavín tal como lo hizo Rowe veinte años atrás. Se puso en observación los fechados
para el sitio y el Horizonte, así como se puso en observación su área de influencia
y su duración. Si bien es cierto que el debate entre Lumbreras y Burger fue ante todo
metodológico estaban, sin duda, en juego intereses políticos. Si partimos del
principio que la metodología está en relación con el marco teórico, observamos que
hay una competencia entre dos corrientes teóricas bastante opuestas.
Las excavaciones de Burger en el área, fueron en principio en poblaciones
alrededor del sitio de Chavín de Huántar para, posteriormente, trabajar en sitios
pertenecientes al Periodo Inicial siguiendo la cronología de Rowe (Burger, 1992).
Los postulados de Burger indican que el Horizonte Chavín u Horizonte
Temprano existe, sin embargo, ocupa una porción bien pequeña de tiempo en la
cronología de los Andes Centrales. Este autor plantea tres fases para Chavín, siendo la
primera parte del Periodo Incial (Urabarriu) y las dos últimas partes del Horizonte
Temprano (Chakinani y Janabarriu). Recoge postulados planteados por Morales (1993)
sobre la importancia del dios felino en la tradición Chavín así como conceptos de
Dualidad para explicar parte del arte Chavín (Burger, 1989).
Al comparar con otras «Colecciones»- particularmente el material de la
galería de las Ofrendas- Burger señala que no encaja bien en su secuencia. El
problema central radica en resolver si se trata de un contexto sellado, una posición
defendida por Lumbreras o no y distinguir la manufactura local o foránea de los
numerosos recipientes hallados (Kaulicke, 1998).
94 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

El problema del aspecto local vs. el aspecto introducido revela el problema


crucial del que padece la cronología del formativo en general. No se puede fechar
material de Chavín por material exógeno, que comprobadamente existe, debido a
la ausencia de secuencias confiables en las zonas de origen -sea esto en la costa
central o en la costa norte- ni en su orden secuencial obtenido por la cronología
relativa ni por los fechados radiocarbónicos que tendrían que servir de marco
absoluto. En el problema Burger - Lumbreras se ofrece, por un lado, una secuencia
un tanto impositiva debido a la forma de su presentación, basándose en material
poco cuantioso de pocas piezas completas y, por el otro, uno de los conjuntos más
impresionantes de recipientes completos y decorados de todo el Período Formativo,
interpretado cronológicamente de un modo bastante inconsistente desde
secuencias largas, invertidas, hasta, últimamente, un solo evento. Si bien la
propuesta de Burger parece más consistente, al igual que el material de Lumbreras,
sólo muestra un segmento cuyo inicio y fin no está totalmente aclarado. De la
misma manera, la parte controlada quizá necesite más precisión para poder definir
una secuencia propia de Chavín a la exclusión de elementos exógenos (Kaulicke,
1998).
El debate entre Burger y Lumbreras continúa. En la última publicación de
Lumbreras sobre sus excavaciones en la Galería de Ofrendas, se hace un análisis
de las muestras que fueron sometidas a pruebas del carbono 14. Lumbreras concluye
que los fechados extraídos de Chavín de Huántar son irrelevantes por las
contradicciones que produce una misma muestra en dos pruebas distintas
(Lumbreras, 1993).
Según Burger, la fase en Chavin que entraría en el Horizonte Temprano,
serían las fases D y EF de Rowe (1973), entre el 500 y 300 a.C. Burger no duda que
existen elementos anteriores que influenciaron Chavín de Huántar, pero no invalida
el hecho que el estilo Paracas Temprano pertenezca a dicho Horizonte. Reconoce
que el horizonte está identificado por una serie de características como innovaciones
tecnológicas en metalurgia y textilería. Asimismo define el Horizonte Temprano o
Chavín como efímero donde se difunde una tradición religiosa.
Utiliza el modelo de Pachacámac y Pariacaca, para explicar el fenómeno
Chavín. Lo asocia a que esta tradición religiosa está implícita en la estructura de la
sociedad andina. Estaba basado, en cambio, en el establecimiento de oráculos
secundarios en áreas que diferían del centro del culto en afiliación étnica, lenguaje
y base económica. Pero se reconocía la autoridad y el pago de tributos al centro
religioso principal (Burger, 1989:558). Luego, Burger reconoce que durante el
Horizonte Chavín ocurre una metamorfosis socioeconómica que corresponde a
una transición entre sociedades teocráticas poco estratificadas del Periodo Inicial
y las sociedades militaristas del Horizonte Temprano (500 a.C. - 300 a.C.) y del
Periodo Intermedio Temprano (Burger, 1989: 564).
Burger sostiene que Chavín tuvo un desarrollo relativamente tardío (en
relación a las evidencias costeñas) y por lo tanto breve, conviertiendose en centro
proto-urbano en su fase final _a la cual debería limitarse el término «Horizonte
temprano» mientras que todo lo anterior, incluyendo los vestigios presentes en
Chavín, pertenecería a un Pre - Chavín o Período Inicial.
Roberto Bustamante Vento 95

NO ES EL FINAL

En los últimos años John Rick y su equipo de la Universidad de Stanford han


venido desarrollando trabajos de campo con el fin de estudiar las secuencias
constructivas del templo de Chavín de Huántar.
Rick (1998), sugiere que la secuencia arquitectónica de edificios Chavines
debe terminar antes del 400 a.C. Si se toman en cuenta los fechados de los alrededores
del templo excavados por Burger, puede darse la sorpresa de que varias fechas
suyas de asociación Chavín son posteriores a los 400 a.C. El problema básico de la
investigación consiste en que no hay asociación entre estos fechados y la
arquitectura central de Chavín, así como la relación con los estilos de cerámica. En
este trabajo Rick comprueba, entre otras cosas, que el ala sur del Templo Viejo sería
una de las más antiguas construcciones. Esta sección sería más antigua que el
Templo Viejo y que la plaza circular. Y que el Templo Viejo sería, a su vez, más
antiguo que la plaza circular4.
La presencia de la universidad de Stanford nos debería llevar a reflexionar
sobre los propios caminos de la disciplina arqueológica, tanto a nivel mundial
como en el Perú. Es interesante hacer notar que actualmente la Facultad de
Antropología de la Universidad de Standford se encuentra dividida de acuerdo a
la perspectiva temática: por un lado, la vieja escuela o los «duros» de las ciencias
humanas (de donde proviene Rick), mientras que, del otro lado de la vereda, se
ubica la vieja heterodoxia (y hoy nueva ortodoxia): antropólogos de los estudios
culturales y arqueólogos postprocesuales (con mayor apoyo financiero). Es
importante hacer notar también que ambos equipos (tanto el «clásico» como el
postmoderno) realizan investigaciones y proyectos en sitios-tipo: mientras Rick y
sus colaboradores trabajan en Chavín de Huántar, Ian Hoder (jefe del equipo de
arqueólogos postprocesuales) se encuentra estudiando Cätal Hoyuc, una de las
ciudades más antiguas del viejo continente. Así, los senderos que se bifurcaron (la
arqueología postprocesual frente a la nueva arqueología) se encuentran en un
cruce de caminos. Más de cien años de arqueología y la canción sigue sonando
igual: la búsqueda incesante del origen de la civilización.
Notas:
1
Por otro lado, el tema del origen del hombre adquirió un carácter de competencia y
nacional - colonialismo. Las grandes potencias se dedicaron (¿lo siguen haciendo?) a
buscar la evidencia más antigua del ser humano en territorios bajo su jurisdicción y
dominio económico (especialmente Africa), con el fin de ganar determinado prestigio
internacional (en una carrera bastante similar a una disciplina olímpica). En Europa, por
ejemplo, los estudios acerca de la antigüedad del hombre adquieren rasgos más nacion
96 Teoría y Métodos en Chavín de Huántar

alistas ya que el objetivo es buscar al primer europeo.


2
Información obtenida del artículo Cultura y Civilización de Duccio Bonavía, Separata
de la Revista Acta Herediana, Vol. 17, págs. 16-18, Octubre 1994 - Marzo 1995.
3
Lumbreras, 1993: 370.
4
No deberíamos olvidar el trabajo de Kauffmann (1995) en el sitio, presentando un
conjunto de planos y cortes . Sin embargo, las nuevas tecnologías de registro han mejorado
harto desde entonces. El uso de estaciones totales, por otro lado, no debe soslayar las
interpretaciones. El uso de tecnologías, por lo general está subordinado a la configuración
de los objetivos y el objeto de estudio dentro de un paradigma científico.
97

HUARÁS Y RECUAY EN LA SECUENCIA


CULTURAL DEL CALLEJÓN DE CONCHUCOS
Valle del Mosna

HERNÁN AMAT OLAZÁBAL


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
maheramo@yahoo.com

INTRODUCCIÓN

El presente artículo es un resumen de mi tesis de Bachiller « Ecosistema y Secuencia


Cultural del Valle del Mosna, Ancash», donde trato de resaltar las características
de Huarás y de la Cultura Recuay basándome en las exploraciones y excavaciones
realizadas entre 1966 y 1969. El material cerámico en su mayoría proviene de
excavaciones estratigráficas realizadas en el sitio de Chavín de Huántar y
Huarijircan, de igual manera hago una comparación sincrónica con las culturas
coetaneas en el resto del Perú.

MARCO GEOGRÁFICO

El valle del Mosna, llamado Pushca por algunos autores, se halla en el flanco
oriental del Departamento de Ancash, en las provincias de Huari y Antonio
Raymondi. Está enmarcado por la Cordillera Blanca al oeste y la Cordillera Oriental
al este, corre de sur a norte, paralelo al Callejón de Huaylas. Se sitúa entre los 10°
00’ y 9° 15’ de Latitud Sur y a 77° 10’ de Longitud Oeste. Sus nacientes parten de
dos ramales. El primero se inicia en los flancos orientales de los glaciares de Raria
(5590 m.s.n.m.) y Pongos (5711 m.s.n.m.), cuyos deshielos se desprenden por la
quebrada de Pongos; el otro ramal, parte al pie del nevado Yanashallash (5780
m.s.n.m.) y Kanrash (5560 m.s.n.m.) y las aguas discurren por el desfiladero de
Yanacarco, punto de confluencia con el primer ramal. El valle cubre una distancia
de 90 Km hasta su desembocadura en el río Marañón, frente a la población de
Arancay y Huacaybamba. En su trayecto recibe numerosos tributarios de caudal
permanente como el río Tambillos, Challhuayacu, Huachecza, San Marcos,
Huaritambo, Palca y otros temporarios (Amat, 1971: 37). El valle es de clima seco y
templado con un régimen de precipitaciones pluviales veraniegas y sequía en el
resto de las estaciones y ofrece una marcada diferenciación edáfica, presentando
98 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

depresiones profundas y estrechas, generalmente arcillosas y pedregosas y terrenos


en pendientes escarpadas constituidas por capas de areniscas metamórficas y
metalíficas, con notorias vetas de cuarcita aurífera del período Sílúrico. Cerca del
Marañón se observan manchas de terreno crétaceo con equinodermos fósiles que
cubren grandes extensiones de arenisca, conjuntamente con calcáreos azulejos
con grandes y escasa amonitas de formación Jurásica, y cerca de Chavín y Huari se
observan conglomerados porifíricos y vetas de granodiorita. Todo esto corresponde
al piso medio. El Piso inferior está formado por arenisca roja, pizarra talcosa y gris.
El Piso superior está formado por enormes rocas eruptivas, especialmente granito
y diorita, y rocas sedimentarias tales como arenisca verdosa y mantos de carbón
de piedra.

SECUENCIA CULTURAL Y SUS RELACIONES CON LAS ZONAS DE VIDA

En varias etapas de reconocimiento del valle y áreas adyacentes, hemos ubicado


106 sitios arqueológicos, distribuidos en los 4 pisos ecológicos: Ceja de Selva y
Quebrada Alta (1800 – 2400 m.s.n.m.), Valle Alto (2800 – 3700 m.s.n.m.), La
Precordillera y Pequeñas Altiplanicies (3700 – 4200 m.s.n.m.), Cordillera (4200 –
6768 m.s.n.m.) (Amat, 1970; 1972). En el Cuadro 1, se ve la preferencia de la ocupación
humana por los distintos pisos ecológicos, desde el Precerámico Tardío (6000 –
4000 a.C.) hasta la invasión hispánica en los siglos XVI y XVII. La mayor
concentración de asentamientos culturales se encuentran en el Valle Alto, un área
de gran población humana hasta la actualidad, por sus condiciones climáticas
favorables, tierras agrícola adecuadas para el desarrollo de varios cultivos, régimen
de precipitación periódicos y un incipiente sistema de riego controlado, en sectores
colindantes con centro urbanos. La mayor cantidad de sitios sin alfarería se halla
ubicado en la Precordillera y Cordillera donde también se concentran los sitios del
período precerámico. Son lugares propicios para las actividades de caza por ser el
hábitat de cérvidos y camélidos.
De los siete sitios precerámicos ubicados en cuevas a altitudes entre los
3800 y 4350 m.s.n.m. Yurajamachay (Ms 60) y Kanrash I y II (Ms 37 y Ms 38) son los
más importantes. Sus restos corresponden a la cultura de Lascas y Puntas Foliáceas
de cazadores superiores tardíos integrantes del Complejo Lauricochense. El período
cerámico inicial llamado arcaico por algunos especialistas, se halla representado
por un sitio de significación apreciable. El período Formativo Inferior y Medio,
cuenta con 36 yacimientos que corresponden a centros ceremoniales de tipo Chavín,
depósitos de basura y escasas muestras de asentamientos habitacional aldeano.
Incluimos en el Formativo Superior, al Horizonte Estilístico Blanco sobre Rojo. En
la sierra de Ancash se le conoce como el estilo Huarás Blanco sobre Rojo (Bennett,
1944; Willey, 1948: 11) y se encuentra en 37 sitios. Es casi una constante, por lo
menos en Ancash, la superposición de restos Huarás Blanco sobre Rojo en
yacimientos Chavín. El comercio intensivo practicado en el Formativo Medio parece
haberse restringido algo en el Período Huarás. Distinguimos dos fases: en la Fase
I se advierte la presencia o prestación de elementos decorativos y morfológicos de
Hernán Amat Olazábal 99

PISOS ECOLÓGICO
C ro n o lo g ía P e ríodos Cutlura s Ceja de Selva V alle Tota l
Pre Cordillera Cordillera
Qda. Baja A lto
1550 Colonial Colonial 1 1 2
1470 Inc a Inc a 8 1 9

Reinos y A lto M arañón 8


1200
Confederac iones P incos 21 5 34
800 Huari Huari 2 2
500 V
Recuay

d.C. Des arrollo IV


a.C. Regional III 9 46 3 58
II
I
200 Blanc o II
H u ará s

Superior s obre 4 33 37
Rojo I
M os na
800 M edio Raju
C havín

Ofrendas 3 32 1 36
III
Rocas

1500 Inferior II
I
Arcaic o
1 1
1800 Inicial Huantar

3000 Precerám ico Kanras h


2 5 7
6000 Lítico Yurajm ac hay

TOTAL 25 144 12 5

Cuadro 1. Distribución tempo/espacial de los sitios arqueológicos del valle del Mosna. Muchos
de ellos con dos o más ocupaciones, por lo que resulta aparentemente mayor el número de sitios

la alfarería Salinar de la costa, con acentuado ingredientes escultóricos (Larco


Hoyle, 1944: 12 – 13). En la Fase II, se nota una unidad morfológica y decorativa en
la alfarería que se halla distribuida en extensiones territoriales más amplias, de
preferencia en el Valle Alto.
El mayor número de asentamientos localizados – 58 unidades – pertenece a
la cultura Recuay del período Desarrollo Regional. Sus numerosos restos incluyen
centros habitacionales (Huaritambo Ms- 23, Chavín Ms-1, Huaman Tana Ms-26);
cementerios y mausoleos (Pogoq Ms-2, Olayan II Ms-13, Tinyansh Ma-8, Caucho
Ms-4, Caonin Ms-24); y edificios públicos y ceremoniales (Opayacu Ms-18, y Caonin
Ms-24). La arquitectura doméstica, de mampostería sencilla y planificación
irregular, contrasta con grandes edificios funerarios y diversos tipos de
enterramientos, seguramente producto de un complicado ritual funerario.
Destaca la extraordinaria diversidad de formas y un amplio vocabulario de motivos
decorativos en su fina alfarería con el empleo de la técnica de pintura negativa.
Con el desarrollo de la metalurgia, el comercio se hace más extenso, existiendo
evidencias de intercambios intensos con la costa, la selva y otras áreas alejadas de
la sierra. En tumbas Recuay se encuentran objetos asociados con alfarería Mochica
100 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

Fig. 1 Sitios arqueológicos en el departamento de Ancash


Hernán Amat Olazábal 101

II y Cajamarca III. Los abundantes restos óseos de la fauna selvática, como el Sajino
(Pecari tajacu) y de la Huangana (Tayassu pecari), indican que fueron empleados
para cubrir gran parte de la dieta alimenticia combinada con la carne de camélidos,
cérvidos y roedores (Cavea porsellus). Son frecuentes los hallazgos de Strombus y
Spondilus, que utilizaron para prácticas funerarias. El afianzamiento en el piso
ecológico del valle alto permitió a los Recuay dominar y controlar la Precordillera
como centros de pastoreo y los pisos bajos para el aprovisionamiento de productos
de clima cálido. El control vertical y el comercio extensivo fueron característicos en
el período Desarrollo Regional. A diferencia del Callejón de Huaylas, en donde
existe varios centros administrativos y restos funerarios del Imperio Wari
(Honcopampa, Saguam Puncu, Willca Wain, etc.), en el Mosna la influencia Wari
parece no ser muy ostensible. Se han recuperado restos de vasos del estilo Viñaque,
en dos sitios solamente. Localizamos 24 asentamientos del Período de Reinos y
Confederaciones. Ellos eligieron preferentemente las partes más elevadas del Valle
Alto, donde predominan los sitios arquitectónicos del tipo de aldeas aglutinadas.
Parece haber sido un patrón generalizado durante este período la edificación de
«ciudades» en laderas escarpadas y cumbres pronunciadas de los cerros con fines
estrictamente defensivos.
Los restos del período Inca se encuentran en 8 sitios. Huarayoc (Ms –14)
constituye un sitio estratégico que debió servir para el control de extensas áreas de
pastoreo y cultivo de tubérculos. Existen amplios recintos con vestigios de estiércol
de llama y se hallan en las inmediaciones abundantes pastizales. Es el único sitio
conocido hasta ahora en el piso de Precordillera. Ushnu (Ms- 25), otro yacimiento
de importancia presenta evidencias de haber sido un asentamiento destinado para
concentración de productos alimenticios (Fig. 1).

FORMATIVO SUPERIOR: HUARÁS BLANCO SOBRE ROJO


(300 A.C. – 130 D.C.)

Hacia el siglo III a.C. se inicia el proceso de regionalización de las culturas. En el


valle del Mosna existen varios establecimientos de este período llamado Huarás
Blanco sobre-Rojo, caracterizado por el empleo de la técnica de pintura blanca
sobre un denso englobe rojo en la alfarería.
El surgimiento de los Huarás significó una cierta reducción del movimiento
comercial. Muchos productos preciados y necesarios para las prácticas ceremoniales
dejaron de interesar y los objetos suntuarios usados por los sacerdotes ya no tuvieron
demanda. Los Huarás implantaron un nuevo sistema religioso de tipo local. La
implementación de este nuevo sistema permite que cesen las peregrinaciones de
gran volumen y con ello se presenta la dimensión panandina. Al desaparecer el
centralismo gubernamental del sacerdocio, la organización política se desintegra
casi totalmente y surgen una serie de gobiernos locales, pero identificados bajo un
mismo patrón estilístico y de asentamiento de carácter regional.
Bennett (1944; 1950; 1960 y 1963) lo llamó Período Experimental. En efecto,
las características más resaltantes indican justamente la experimentación de
102 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

nuevas técnicas y nuevos sistemas de control que se observan claramente en la


construcción de grandes canales de irrigación. Se edifican en la cumbre de los
cerros ciclópeas murallas con fines defensivos. Se innova la técnica de la cocción
de alfares utilizando hornos abiertos para la oxidación completa y se obtiene una
cerámica más dura de color rojo ladrillo y mucho más delgada en relación con los
estilos precedentes.
El patrón de poblamiento se caracteriza por el agrupamiento de unidades
habitacionales concentrados de planta cuadrangular y mampostería cuadrangular.
Son muy escasos los edificios públicos, en cambio, los conglomerados y viviendas
se edificaron preferentemente en recintos abiertos, que en el Formativo Medio
estuvieron destinados para oficios religiosos. Señalamos la casi constante
lubicación de establecimientos Huarás encima de yacimientos Chavín. La
arquitectura funeraria era de constitución simple. Los cadáveres se inhumaban
con ajuares sencillos en cámaras de corte penta o hexagonal, construidas de lajas
angostas y cubierta con una tapa de piedra.
La litoescultura Huarás es una de las características más significativas de
este período. En el área de nuestras investigaciones ubicamos pocos ejemplares
que se hallan en colecciones privadas. El material empleado es generalmente la
diorita. En cuanto a la técnica, el escultor demuestra un dominio en el labrado y
tallado de la piedra, logrando imágenes antropomorfas en bajo relieve,
asimétricamente diseñadas en las que contrastan la mayor proporción de la cabeza
y reducción del tronco y las extremidades. El estilo Huarás está constituido por

Fig. 2 Formas de las cerámica Huarás


Hernán Amat Olazábal 103

una diversidad de formas cuyo motivo central gira sobre el diseño de un personaje
con las extremidades flexionadas y los genitales situados en medio. El rostro
achatado muestra una expresión serena, la nariz afecta la forma trapezoidal y
modifica la distancia de los ojos representados por círculos y boca pequeña con
mentón prominente.
Richard Schaedel ha publicado (1948a; 1948b y 1948c) sendos trabajos
orientados a dilucidar la problemática estilística y cronológica de las esculturas
líticas de Ancash. Al definir el estilo Huarás, Schaedel reconoció 8 grupos, los
cuales se sintetizan en 3 tipos representativos. El tipo A, presenta pies cruzados y
genitales; el tipo B, pies dirigidos hacia el interior y el personaje provisto de escudos
y el tipo C, pies proyectados hacia el exterior, ornamentado con escudos, turbantes
y cabezas trofeo. Las variantes de las posturas se presentan en los tres tipos: otras
características en la ejecución del tallado es el tratamiento sólo de la parte frontal,
pues la posterior no muestra decoración o trazo alguno.
Las esculturas de piedra de la zona de Chacas, y las de Pallasca
corresponden a modalidades locales y cronológicamente deben ser coetáneas con
las litoesculturas de las primeras fases del período Recuay.

Cerámica

Definimos dos fases bien diferenciadas. La fase Huarás I, se caracteriza por el


empleo generalizado de pintura que se limita al blanco o blanco cremoso aplicado
con pincel sobre superficies pulidas y engobadas con tinte rojo. Los diseños
pintados se reducen a motivos geométricos simples, triángulos entrelazados
delimitados por bandas paralelas y paneles reticulados o punteados. No existen
representaciones de motivos figurados. Las formas predominantes son dos: cuencos
o tazones de base plana o ligeramente convexa, con lados oblicuos y bordes en
punta y cántaros de cuerpo globular y gollete tubular o ensanchado en el que se
representan rasgos antropomorfos. La dureza media es de 4.5, textura fina, cuyo
valor es de 0.1 lo que representa que el alfar es muy fino. Antiplásticos cuarcíticos
de densidad media y dispersión uniforme. El color físico de la arcilla según la tabla
de Munsell es de 5YR6/3; el color físico del engobe rojo, lOR4/3 y el color físico de la
pintura blanca, 2,5Y8/0, blanco cremoso, 1OYR8/4. Los materiales recogidos en varios
sitios del valle del Mosna atestiguan que hubo, especialmente en la fase I, estrechos
contactos con el estilo Salinar de la costa norte.
La fase Huarás II se distingue por su forma escultórica, propiamente
corresponde a una etapa transicional a la primera fase del estilo Recuay. Aparecen
una gran variedad de modelos de vasijas (Fig. 2). La técnica de la cocción, acabado
y ornamentación pictórica es similar a la fase anterior. Igualmente, los valores
cromáticos, dureza y textura de los ceramios no han variado ostensiblemente con
relación a la fase I.
El estilo Huarás, descrito primero por Bennett (1944), corresponde a una
modalidad local que se circunscribe a la zona de Ancash, sin embargo, integra el
104 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

horizonte estilístico Blanco sobre Rojo, propuesto por Willey (1945, 1948). Bennett
(1944, Fig. 12–13) encontró en contextos estratigráficos y en tumbas de Willkahuain
numerosas muestras que él agrupó para definir el estilo Huarás. Posteriormente,
Vescelius (Ms.n.d.), con la asistencia del autor, realiza un detenido análisis de la
alfarería proveniente de varios sitios del Callejón de Huaylas y la subdivide en 18
tipos, los cuales corresponden a dos fases, que abarcan un corto lapso de tiempo.
Los rasgos más característicos tienen estrecha relación con el estilo Tejar de la
sierra del Ecuador. (Evans, comunicación personal, 1968). Tuvimos la oportunidad
de revisar la alfarería de Tejar que nos induce a suponer que hubo una amplia
difusión por las vertientes serranas y cuyo origen genético se hallaría en la región
septentrional andina.
El estilo Salinar estudiado por Larco Hoyle (1944: 5), presenta varias formas
de vasijas, muchas de ellas mantienen la tradición morfológica de Chavín y
comparten con Huarás la técnica de la pintura a pincel blanco-sobre-rojo. Strong y
Evans (1952: 210 – 211, Fig. 55-56) en la secuencia estratigráfica del valle de Virú,
definen el estilo Puerto Moorín por su decoración típica dentro del Horizonte Blanco
sobre Rojo. Cabe señalar que en Puerto Moorín predominan las formas de vasijas
globulares y es notoria la ausencia del cuenco de paredes oblicuas tan características
de la cultura Huarás.
En la costra central el estilo Baños de Boza corresponde al Horizonte B/R,
formado principalmente por cántaros mamiformes y cuencos con bordes
acampanados que se asemejan a los de Huarás. San Blas, es otro estilo relacionado
con Huarás y su área de dispersión se extiende por la región del Huallaga, con
fuertes ingredientes locales, llegando hasta Junín.
Contamos con un fechado absoluto para la cultura Huarás de 150 a.C. (2100
+- 100; Gif. 1097).

DESARROLLO REGIONAL: CULTURA RECUAY (159 A.C. - 800 D.C.)

El marco geográfico donde se desarrolló la cultura Recuay se circunscribe al


Departamento de Ancash y su dispersión máxima se encuentra por el norte en el
valle de Virú y Huamachuco en La Libertad; por el sur, hasta el valle de Pativilca y,
por el oriente, su influencia llega al Alto Marañón.
No obstante su enorme riqueza y variados elementos culturales, la cultura
Recuay no ha sido estudiada en forma detallada. Los trabajos más completos se
hallan inéditos.
Los especialistas tratan en forma escueta sobre sus rasgos característicos
empleando una variada nomenclatura que induce a inevitables confusiones. La
proliferación de nombres que designan a la cultura Recuay parece seguir en aumento,
pese a que el término Recuay es el más conocido en la literatura arqueológica. Tello
(1921), utilizó en sus primeros trabajos la denominación Recuay, posteriormente
usó indistintamente los nombres de Huaylas Yunga, Huaylas o Santa (Tello 1929;
1956: 314, Fig. 147 –150). Rebeca Carrión describe las típicas «pacchas» de este
estilo como cerámica Huaylas (1955: 67, Lám. XV – XVII, Fig. 1). Kauffmann propuso
Hernán Amat Olazábal 105

alguna vez el término Copa en una mesa Redonda realizada en Lima cuyos
resultados se dieron a conocer en el primer Boletín de la Sociedad para la
Antropología Peruana – 1953, Kauffmann (1966: 75) expresa que «el nombre que
se le da actualmente es Copa, por ser este sitio, cerca de la ciudad de Marcará...,
donde se ha encontrado el estilo en forma elocuente». Significa este argumento,
que las extraordinarias muestras precedentes de otros sitios del Callejón de Huaylas
(Cátac-Recuay) y del Mosna, no son estilísticamente elocuentes.
Larco Hoyle, manifiesta que en un principio fue él quien cambió el nombre
de Recuay por el de Callejón de Huaylas, arguyendo simplistamente que «en el
mismo Recuay no se encontraban los restos de tal cultura», con posible
desconocimiento que los primeros ejemplares conocidos en el siglo pasado (1878)
provenían de los cementerios de Cátac, en Recuay. El mismo Larco, poco después,
propone el cambio de todas las denominaciones anteriores por el de Santa, en vista
de los descubrimientos hechos por él en 1960, que contribuyeron a que postule el
origen costeño de la cerámica originalmente llamada Recuay (Larco Hoyle,
1960:238; 1962; 1966: 106).
El nombre Recuay que determina a un estilo peculiar de cerámica caolín, de
tendencia escultórica y decoración en «negativo» fue usado en el siglo pasado,
primero por el coleccionista José Mariano Macedo, quien al ofrecer en venta una
numerosa muestra a don Albin Kohn de Polonia, define categóricamente el estilo
Recuay en los términos siguientes: «En esta colección, la sección de Recuay, que
consta de 160 objetos... tiene un sello especial sobre el resto de la colección... La
arcilla es blanca de un grano muy fino...» «Es tan marcada esta sección enfatizada
que viendo ... un huaco Recuay, no puede confundirse con huacos de otras
procedencias; lo que a mi modo de ver existió en Recuay una civilización
enteramente aislada del resto» (Macedo, 1881, 1945: 113).
Por esa misma época los ceramios Recuay de la colección Macedo causaron
admiración en Lima. En un periódico de entonces, se dice al respecto, que destacan
por «la finura y la sonoridad, la armonía de los dibujos y el colorido vivo del rojo y
el negro sobre fondo blanco». Para no abundar en mayores datos que confirmen el
empleo propio del término Recuay, anotamos que Wiener (1880) denominó Recuay
a todos los objetos de alfarería con decoración negativa de Ancash.

Economía y Sociedad

Después del período Huarás que significó en cierto modo, un disloque de la tradición
Chavín, la economía y la sociedad Recuay se afianzan más aún con el dominio de
las técnicas agrícolas. Con un sistema de riego planificado se logró mayor
producción de los cultivos de maíz, papa, quinua y frijoles. El cultivo de estas
especies, sin embargo, estuvo combinado con los viejos usos de la caza y recolección.
Paralelamente, se incrementa la crianza de camélidos (la llama y la alpaca) que
amplió enormemente la riqueza de la dieta alimenticia y, al mismo tiempo, se
aprovechó su lana y la tracción para el traslado de productos.
Los testimonios arqueológicos revelan que lograron el control vertical de
varios nichos ecológicos. Los valles de la costa proporcionaban productos de la
106 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

zona. El control ecológico de la ceja de selva, permitió el aprovisionamiento de


productos como la coca, yuca, etc. y la caza de animales como el sajino y la
huangana. La explotación en tres áreas diferentes (medios costeños, selvático y
serrano) permitió un gran incremento de la población, al mismo tiempo, los
establecimientos de aldeas se multiplicaron y muchas de ellas se convirtieron en
centros poblados de apreciables dimensiones, como son los sitios de Caunín,
Upayaco del Mosna y Tinyash del Marañón, con amplios cementerios en sus
inmediaciones.
Asimismo, se intensifica el comercio exterior y se establece estrechos contactos
con la zona de Cajamarca y los valles de Chao y Virú, a juzgar por los hallazgos de
cerámica pertenecientes a las fases II y III de Moche y III de Cajamarca. Estos
contactos se traducen además en una serie de préstamos de elementos estilísticos.
Tuvimos, recientemente, la oportunidad de observar en Trujillo un ceramio con
alfar, motivos y técnicas decorativas de tipo Recuay y morfológicamente,
correspondía a la fase III de Moche.
Los diseños de la cerámica sugieren que hubo varios grupos de especialistas:
artesanos, pastores, guerreros, sacerdotes, músicos, médicos, servidores de diversos
oficios, esclavos o prisioneros sometidos a estados punitivos. Es frecuente la
representación de un personaje ricamente ataviado que recibe ofrendas de
numerosas mujeres. Los grupos de especialistas a tiempo completo, implican en
este período, una definida estratificación de clases.
La elite gobernante combina, a menudo, las atribuciones de la investidura política,
religiosa y militar. Los jefes ocupan posiciones prominentes al dirigir las ceremonias,
se les destaca en cubiertas especiales que les protegen del sol y llevados en literas
lujosas.

Patrón de Poblamiento

Los 58 sitios localizados en los pisos ecológicos del Mosna atestiguan una
modalidad constructiva de identidad básica en cada uno de ellos. La mayor
densidad de asentamientos se halla en el Valle Alto. Los elementos arquitectónicos
generales, tomando como sitio tipo a Upayaco, muestran como una instalación del
tipo de aldea aglutinada, provista de fortificaciones, con un difícil acceso donde
fue aprovechando la propia naturaleza del terreno. Este sitio pudo albergar una
considerable población, a juzgar por la existencia de numerosas unidades
domésticas que antiguamente debió ser mayor, pues existen señales de varios
sectores destruidos. De hecho, no hubo una idea preconcebida de planteamiento
urbanístico. Las habitaciones de planta irregular se hallan frente a patios. Las vías
de desplazamiento principales dentro del conglomerado se reducen a pequeñas
callejuelas diseminadas irregularmente.
Respecto a otros elementos arquitectónicos propios del sistema de aldeas -
tales como plazoletas o lugares destinados a cementerios y basurales- verificamos
que el primero de estos elementos, plazoletas o recintos abiertos, detectables por
los espacios vacíos, se hallan ubicados fuera del conglomerado habitacional. El
Hernán Amat Olazábal 107

sitio de Upayaco que describimos como modelo de asentamiento en el valle Alto,


tuvo un emplazamiento sumamente estratégico, donde se concentraba parte de los
productos obtenidos en la puna o Precordillera y los productos exóticos de ceja de
Selva para ser intercambiados o comercializados.
Respecto a los elementos restantes, los cementerios y los basurales, merecen
un detenido análisis. Ambos, en el ámbito del Mosna han sido descritos ya en la
relación al campo habitacional.

Tumbas
La asistencia a los muertos en el período Recuay adquirió una significación
profunda. Los muertos eran sepultados en tumbas pequeñas o en grandes
mausoleos edificados con gran despliegue de energía humana.
Las moradas subterráneas se han confundido a menudo como habitaciones.
Las cámaras de este tipo que localizamos en Pogog y Olayán I y II, son muy similares
a las existentes en el Callejón de Huaylas, descritos por Bennett (1944: 67 – 68), Soriano
Infante (1939) y Mejía (1941 y 1948). Consisten en galerías largas y angostas revestidas
con lajas de piedra y la entrada por uno de los lados. Otras tienen una cámara central
rodeada por varias celdas pequeñas y equidistantes y con nichos ubicados a media
altura para el depósito de ofrendas, generalmente ceramios. Esta últimas están
construidas con piedras pequeñas y contrastadas con grandes bloques cuidadosamente
alineados, formando aparejos sólidos, en muchos casos enlucidos y pintados. Otras
presentan una arquitectura monumental, tienen dos cámaras subterráneas, con
vestíbulos en la parte superior combinados con recámaras en la base. Los tipos anotados
corresponden a la fase clásica de Recuay.
En el conglomerado habitacional de Chavín se hallaron tumbas de planta
cuadrangular en los que se enterraban varios cadáveres y que, posiblemente se
convirtieron en su habitáculo permanente. Esta costumbre ha estado generalizada
en el período Recuay donde, probablemente, los difuntos se convirtieron en los
dioses domésticos.
Otro tipo de enterramiento que corresponde a las fases tempranas, consiste
en la inhumación directa de párvulos y adultos dispuestos en posición
genupectoral, en tumbas de forma cilíndrica delimitados con piedras distribuidas
en hilados compactos. Esta práctica de la funeraria Recuay se encuentra
generalmente encima de edificios religiosos, comúnmente llamados «huacas». El
yacimiento representativo de este tipo es Caunin, cerca de Huantar. Fuera del área
que estudiamos existen otros tipos de enterramientos, como las cajas o cilindros
cavados en bloques monolíticos hallados en Pasacancha y Copa (Tello, 1929),
Raimondi (1943).
Los techos de las viviendas y mausoleos presentan una estructura especial
en su técnica constructiva. Emplearon la falsa bóveda formada por hiladas
superpuestas que se proyectan hacia el interior y en sentido ascendente.
En síntesis, el patrón de asentamiento tiene un denominador común que
varía en detalle, caracterizado por ser una instalación que utiliza la piedra y el
mortero, emplazado sobre parajes donde prevalece el factor estratégico. Los
asentamientos se localizan en lugares elevados, fácilmente defendibles, que
seguramente imponía la dinámica geopolítica de la época. En tanto que los terrenos
108 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

aptos para la agricultura se encontraban en los sitios próximos a los cursos o


fuentes de agua, en zonas bajas o en conos de deyección favorables para la
explotación agrícola.
Otro factor que explicaría los asentamientos en la Precordillera y en la Ceja
de Selva, que guardan una pequeña desimilitud con el patrón básico, se debería a
la ubicación en diferentes «ambientes ecológicos». Los aportes económicos de
Precordillera y Cordillera se enfatizaron sobre el pastoreo, la obtención de la lana
y la recolección de la sal. Los de la ceja de selva, como ya anotamos, al control
vertical de productos propios del nicho ecológico.

Metalurgia

El descubrimiento de las propiedades del cobre durante el desarrollo de la cultura


Recuay tuvo implicancias revolucionarias. Para llegar a ese nivel se aplicó los
principios de la «metalurgia inteligente». Es decir, la reducción a partir del mineral,
el manejo de su maleabilidad, fusibilidad y sus posibilidades de aleación, produjo
cambios trascendentales en el sistema de vida. Los orfebres explotaron al máximo
las propiedades del cobre para la fabricación de herramientas que se utilizaron en
la agricultura, objetos suntuarios y de uso especializado, que sirvieron de vehículos
para establecer contactos con otros pueblos. La maleabilidad del cobre fue
aprovechada para lograr aleaciones de cobre y plata; cobre y oro y plata y oro, ésta
última ya descubierta en el período precedente. Los orfebres de Recuay produjeron
preferentemente diademas de oro y cobre con la técnica del martillado y el calado.

Escultura

Uno de los elementos, diagnóstico de la cultura Recuay, son los monolitos bi y


tridimensionales que representan personajes sentados y dinteles ornamentados
con el típico «gato montés» o pumas de perfil (Fig. 3). Tello (1923 y 1929), Schaedel
(1948 a-b-c), Mejía Xesspe (1941) y Bennett (1944) describieron los elementos
estilísticos de los principales ejemplares del arte lítico de Recuay. Bennett, ha
separado en cuatro grandes grupos (A,B,C,D) señalando que el grupo B estaría
asociado al estilo Recuay. Consideramos que la separación hecha por Bennett
(1944: 104) incluye estilos Recuay y Huarás en un mismo grupo y no indica
diacronismo alguno.
Schaedel (1948b: 69) establece una secuencia sobre la base de un detallado
análisis tipológico, que en cierto modo, ha logrado asociar con los tipos de alfarería
Recuay. Este autor define el estilo Aija y lo asocia a la fase clásica de Recuay
(1948c:48), distingue en el estilo Aija dos tipos: tipo guerrero, el más común y el
tipo mujer, ricamente ornamentada. La técnica empleada es el tallado en relieve.
Los motivos esculpidos cubren toda la estatua. El estilo Aija se distingue por el
empleo de un reducido repertorio de motivos. La cabeza abarca dos tercios de la
estatua. El tipo guerrero se caracteriza por el escudo y por las cabezas trofeo
adornados en la espalda y los costados, tratado con la técnica incisa.
Hernán Amat Olazábal 109

El tipo Huantar tiene una amplia difusión en la región de Ancash y ha sido


descrita por Wiener (1880), Antúnez de Mayolo (1941) y Schaedel (1948b y 1948c).
Se caracteriza por el tratamiento tosco del material, las representaciones más
comunes afectan formas humanas en bajo relieve, los detalles de las extremidades
y la cara presentan rasgos poco expresivos y las dimensiones de los bloques de
arenisca no exceden de los 40 cm. Consideramos que el tipo Huantar, llamado por
Schaedel «diminutivo» y del grupo Huarás, debe estar asociado a las últimas fases
de la escala diacrónica de Recuay. Las muestras más representativas del Mosna
proceden, precisamente de la zona de Huantar. Como caso excepcional, el ejemplar
publicado por Antúnez (1941: Fig. 15) mide 255 cm. de altura y se encuentra en las
ruinas de Tinyash, posiblemente representó a una divinidad.
Por último, las cabezas clavas de corte cuadrangular con expresiones
felínicas corresponden a dos períodos bien definidos. Los naturalistas al estilo
Recuay y los estilizados se asocian al estilo Wari del Callejón de Huaylas.

Cerámica

Es el elemento cultural más conocido de Recuay. Se hicieron varios intentos de


clasificación. Entre los primeros citaremos a Kroeber (1926: 36; 1953: 69), quien
propuso un estilo, Recuay A, que incluye las vasijas decoradas con pintura negativa
y figuras modeladas y el Recuay B, con mayor énfasis en la pintura positiva e
imágenes modeladas. Tello (1929:87) divide la cerámica en dos grupos, el primero
incluye vasija sin decoración agrupadas en 4 categorías de formas y, el segundo,
caracterizado por el empleo de pintura positiva y negativa. Posteriormente, Bennett
(1939: 73; 1944: 99 – 103, Fig. 32; 1963: 107) en sus excavaciones en el Callejón de
Huaylas dice haber confirmado la proposición de Kroeber, y atendiendo a la gran
variedad de formas, divide en variedades en A hasta Q sin orientarse a formular
un cuadro cronológico.
El problema de la clasificación tipológica y seriación, para una diacronización
de la alfarería Recuay, es mucho más complejo de lo que al principio uno puede
imaginar. La abrumadora variedad de formas y los múltiples motivos decorativos,
que van desde un sencillo geometrismo hasta una decoración convencional
elaboradísima, en la que aparecen escenas rituales y representaciones de las
deidades y la fauna del pueblo recuay, complica una clasificación por la
combinación de diseños pintados y representaciones escultóricas; además, en la
amplia gama de motivos pintados se mezclan dos técnicas decorativas: la técnica
negativa y la técnica positiva, usando además hornos abiertos y cerrados para la
cocción del alfar. En efecto, la clasificación de acuerdo con los motivos decorativos
requieren un examen detenido, pues en cierto modo, cada ceramio presenta su
propia individualidad y la gran variedad de motivos dificulta la clasificación.
Las principales categorías morfológicas se presentan en casi todas las cinco
fases que definiremos. Se reducen a cuencos abiertos (Fig. 4) y escudillas con base
pedestal, vasijas de cuerpo globular y oblongo; cuerpos simples, abocinados y de
doble cuerpo con o sin asa, cántaros de cuerpo globular y cuello corto o de labios
110 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

Fig. 3 Escultura Lítica Recuay


Hernán Amat Olazábal 111

divergentes (Fig. 5), vasos de paredes curveadas con pedestal y en forma de cáliz,
cuencos trípodes, recipientes con vertederos, cuencos cerrados con mangos cónicos
(Fig. 6) y cántaros anulares (Fig. 7). Ceramios escultóricos con representaciones de
personajes, fauna y modelos arquitectónicos (Fig. 8). Ceramios con golletes y asas
simples o múltiples en estribo, cántaros escultóricos de doble cuerpo.
Al examinar la producción alfarera de Recuay, los rasgos característicos
atestiguan una franca ruptura con la tradición del Formativo Medio centroandino.
Se introducen nuevas técnicas en la manufactura de la cerámica; técnicamente, la
producción de cerámicas de color blanco (caolín) y el empleo de la decoración
negativa, implican tradiciones muy diferentes de las que comparte la alfarería del
color del propio material. En cambio, las culturas coetáneas o sincrónicas a Recuay
conservan, en mayor o en menor grado, los rasgos estilísticos del Formativo, por
ejemplo, Moche o Nasca.
La técnica de decoración negativa se logra gracias al empleo de la materia
resinosa o «resist». Se trazan los diseños correspondientes al ceramio modelado
con una sustancia resinosa o resistente al tinte, tal como una cera, la materia viscosa
de una cactácea o en último caso una tira de arcilla., luego, se sumerge el ceramio
al tinte, cuando se remueve o se somete al fuego la sustancia resinosa, se volatiliza
y aparecen los diseños en el color natural de la arcilla base, es decir, en negativo,
rodeado en calidad de fondo por las zonas coloreadas.
La diacronización que proponemos en 5 fases de la alfarería Recuay se basa
en consideraciones estratigráficas, excavaciones en cementerios, análisis de
especimenes y tomando dos extremos temporales conocidos: Huarás como el más
temprano y Wari como el más reciente. Cabe señalar que la generalizaciones que se
formulan están sujetas a modificaciones o posibles desdoblamientos de fases o
interpretaciones diferentes.
Fase I

La definición de esta fase se ha hecho basándose en especimenes existentes en el


colegio Julio C. Tello en Chingas, provincia de Antonio Raymondi, fragmentos
procedentes de nuestras excavaciones y a dos ceramios con registro de procedencia

Fig. 4 Bordes de Cuencos Recuay


112 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

Fig. 5 Bordes de vasijas de Recuay (vasijas de cuerpo globular )


Hernán Amat Olazábal 113

Fig. 6 Formas de las vasijas Recuay


114 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

Fig. 7 Bordes de vasijas Recuay (cántaros)


Hernán Amat Olazábal 115

Fig. 8 Formas de vasijas Recuay (Escultóricos)


116 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

que se exhiben en el Museo Regional de Huaraz. Las formas se reducen a dos:


cántaros de cuerpo globular, gollete corto, asa puente que une a figuras modeladas
y cuencos de base plana o la insinuación de una base anular. La decoración pintada
con motivos geométricos sobre engobe rojo, mantiene los rasgos característicos del
estilo Huarás Blanco sobre Rojo. En tanto que la morfología, los rasgos
antropológicos con el típico turbante, corresponde al estilo Recuay, que en fases
ulteriores serán tratados con más delicadeza y realismo. Los motivos con pintura
negativa en los ceramios con cuerpo globular son ausentes, mientras que en los
cuencos se aprecian manchas circulares pequeñas.

Fase II

Ha sido definía sobre la base del análisis de numerosos lotes de especimenes


existentes en el Museo de Arqueología y Etnología de San Marcos, Museo Nacional
de Antropología y Arqueología, colecciones privadas, ceramios existentes en el
Museo Regional de Huaraz y los materiales recogidos en nuestras investigaciones
en el Callejón de Huaylas y en el Mosna.
Se continúa con el uso de la arcilla roja sometida a hornos abiertos y a
temperaturas altas y la pasta caolín parece que se introduce a finales de esta fase.
La técnica de la decoración negativa tiende a popularizarse y proliferan las forma
de las vasijas. Los diseños son ejecutados en unidades compactas delimitando
zonas donde se usan motivos sencillos con predominancia de diseños geométricos.
El pigmento es de color negro o marrón, en varios casos se aprecia que la materia
resinosa no ha sido del todo volatilizada. Es poco frecuente la utilización de
colorantes rojos o amarillos encima de los motivos en negativo. Entre los motivos
escultóricos son comunes la representación de un ave identificada como el «paujil»
que en la fase III se representaría con frecuencia. Son igualmente escasos las
reproducciones estilizadas de felinos. El patrón elegido parece coincidir con los
rasgos del «gato montés».
La cerámica de uso doméstico puede distribuirse en una extensa variedad
de tipos según las dos clases de alfar, cocción de la pasta y el antiplástico aplicada
a la arcilla roja. Los tipos aislados son: marrón, rojo engobado, crema pulido y
mate restregado, el grosor de los especimenes varía de 2.5 a 3.5 mm. dureza de la
pasta roja + 4, dureza de la pasta de caolín –3.

Fase III

Constituye la etapa clásica de la alfarería Recuay, llamada tricolor negativo, y las


más difundida y caracterizada por el empleo de la pasta de caolinita. Los motivos
decorativos se hacen más recargados. Las representaciones estilizadas de felinos,
serpientes, aves, combinados con diseños escultóricos geométricos en los que
destaca la greca escalonada ofrecen bellas composiciones. Es de interés enfatizar
que el motivo felino es representado en múltiples formas convencionalizadas y en
Hernán Amat Olazábal 117

ninguna se ajusta a la tradición del Formativo. Tello (1923), describió más de 14


formas representativas, siendo la más común el felino con apéndices cefálicos
circulares o con volutas entrelazadas (Fig. 9). Se puede apreciar que las «garras»
del felino tienen la misma configuración que la del ave. Otro de los rasgos que
definen a esta fase es la utilización de pintura roja o amarilla, con variación de
tonos, en espacios no coloreados o para contrastar los motivos en negativo. La
amplia variedad incluye desde el simple cuenco hasta representaciones
escultóricas complejas. En la fase III se establecen contactos con la costa norte y la
sierra de Cajamarca. Es frecuente hallar asociados ceramios Moche o Cajamarca III
con restos de ajuar funerario Recuay. La cerámica utilitaria es abundante y de
textura tosca con temperante granulado.

Fase IV

Se han definido igualmente basándose en colecciones de Museos y muestras


obtenidas en el curso de nuestras investigaciones. Los rasgos característicos
incluyen la supervivencia de formas estilísticas con pintura negativa,
indistintamente usadas en pasta de caolín y arcilla roja, sometidos a hornos de
temperatura alta. Tecnológicamente, se disminuye la manufactura de los ceramios
y se difunde como estilo dominante la modalidad de la pintura positiva, con una
enorme variedad de tipos. Se emplean varios tonos de pintura roja sobre pasta
natural o engobe crema diluido. Hace su aparición la pintura negra o marrón sobre
superficies deficientemente engobadas con rojo; como elemento ilustrativo, los
motivos se reducen y disminuye la técnica de su ejecución. Las figuras geométricas
forman líneas onduladas o rectas, dispuestas en bandas de grosor variable. Son
frecuentes las líneas radiales negras sobre fondo crema que delimitan en espacios
cuadrangulares. En el borde de los platos o cuencos se pintan líneas diagonales,
líneas en espiral o circulares, etc. Las representaciones escultóricas, por lo general
en pasta roja, son de baja calidad. A juzgar por las representaciones de modelos de
fauna selvática (sajino, mono, etc.) se deduce que en la Fase IV, los Recuay
incursionaron en pisos ecológicos de la ceja de selva y amplían su difusión hacia
valles de la costa.

Fase V

Aún constituye un problema. Sin embargo, es posible que con más datos se
subdivida en dos fases. Pero estamos seguros que varios ceramios analizados
mantienen elementos Recuay en cuanto a la tradición de la técnica negativa, formas
y pinturas positivas y solo se diferencien por el tratamiento en hornos de atmósfera
reductora. Existe otro grupo que presenta el impacto de la influencia Wari y se
traduce en forma de vasos de paredes altas. Hace falta un estudio complementario
en la Fase V para aislar las categorías funcionales.
118 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

Fig. 9 Diseños que corresponden a la fase Recuay III (el más común es el felino con apéndices
cefálicos circulares o con volutas entrelazadas)
Hernán Amat Olazábal 119

Correlaciones Sincrónicas

La pintura negativa y la tendencia escultórica de la cerámica de factura liviana, se


consideran como los elementos diagnósticos de Recuay. Bennett (1939: 72-73), en
sus estudios preliminares de la arqueología de la costa norte, encuentra una serie
de relaciones entre el estilo gallinazo A y B con la cerámica Recuay, especialmente
en el empleo de la técnica negativa. Posteriormente, en un trabajo más completo
sobre la cultura Gallinazo del valle de Virú (1950: 115-118, Fig. 25, lám. 8), establece
tres fases de Gallinazo. En la fase II, encuentra rasgos morfológicos que guardan
gran afinidad con el estilo Chavín, hecho que no ocurre con la cultura Recuay. En
Gallinazo III, advierte cambios básicos con la influencia Mochica en el aspecto
arquitectónico y la manifiesta influencia de Recuay, representada en la construcción
de tumbas cuadrangulares de piedra, trompetas tubulares de arcilla, motivos
elaborados de felino Recuay, figuras modeladas y ceramios de tricolor negativo
manufacturados en centros Recuay.
Las afirmaciones de Bennett, basadas en excavaciones efectuadas en el valle
de Virú, desvirtúan la creencia errónea de algunos investigadores, en el sentido de
que a partir de las influencias de los Gallinazo se originó la forma estilística de la
alfarería Recuay. Esta posición fue sostenida por Larco Hoyle ( 1960: 238; 1970:
270 – 274), quien postuló que la cultura Virú (comúnmente llamada Gallinazo),
influyó poderosamente en la formación de la cultura Recuay. Su fundamento
esencial estriba en hallazgos de ceramios Virú asociados «en una misma tumba»
con vasos caolín correspondiente a la cultura del Callejón. Afirma luego «es
evidente que las raíces de la cultura del Callejón (entiéndase Recuay) no se
encuentran en el Callejón de Huaylas, sino en las culturas que hemos hallado en
la costa peruana, especialmente en la cultura Virú» (Larco, 1962). En su forzada
tesis sostiene que la cultura Recuay se desarrolló en la costa, concretamente en el
valle del Santa, y si se encuentran sus restos en el Callejón de Huaylas se debe a
que los Mochicas en su afán de conquista invadieron el valle del Santa hasta llegar
al callejón de Huaylas, lugar más apacible, en donde podían librarse del invasor
Mochica. Larco ha ignorado por completo que la cultura Recuay no sólo se ha
desarrollado en el Callejón de Huaylas, donde se construyó uno de los principales
asentamientos, sinó que también los Recuay tuvieron otros grandes centros
administrativos, como son los de Pashash en Pallasca, Tinyash en la cuenca del
Marañón, Pasacancha en Pomabamba, Upayacu en el Mosna y numerosos
asentamientos en el Callejón de Conchucos, ampliamente descritos por Eudoxio
Ortega (1956) y en la Cordillera Negra estudiados por Mejía (1941). Los recuay se
establecieron también en el valle de Nepeña. Proulx (1968: 33, Lám. 4), halló
evidencias de establecimientos Recuay de la fase IV, caracterizados por el empleo
de la pintura positiva.
Además, Clothier (1943) encontró en el valle del Santa varias muestras
correspondientes a la fase III y Cornelius Roosevelet (1971), describe las murallas
defensivas en el Santa Bajo construidas por los Recuay con fines defensivos. En un
reconocimiento en el Santa, realizado en abril de 1964, por Gary Vescelius, H.
Rosas, J. Cáceres y el autor encontramos varios cementerios Recuay de la fase III,
120 Huarás y Recuay en la secuencia cultural del Callejón de Conchucos

canales de irrigación y restos de arquitectura de carácter militar, edificados con el


fin de controlar el valle para la explotación agrícola. En cambio, los Mochicas al
parecer incursionaron en el Santa en etapas tardías, a juzgar por los ceramios de la
fase IV y V extraídos de cementerios cercanos a Recuay.
Finalmente, proponemos que las vinculaciones genéticas de Recuay deben
ser estudiadas en una dimensión más amplia. La tradición del tratamiento de la
pintura negativa y algunos elementos morfológicos básicos de Recuay, se
encuentran en los andes septentrionales. En efecto, existen grandes semejanzas
con el estilo Tuncahuan de la sierra central del Ecuador, cuyo desarrollo se inicia
hacia los 400 a.C. y se interrumpe en el siglo V d.C. con el advenimiento de las
culturas Puruhua y Cañari. Collier y Murra, en el reconocimiento arqueológico de
la sierra central del Ecuador, estudiaron la alfarería de Cerro Narrío y Tuncahuán,
señalandonos los rasgos característicos de este último: la aplicación de pintura
negativa en la cerámica y agregados de tintes rojos o amarillentos, motivos
decorativos, grecas escalonadas, círculos, espirales, bandas paralelas pintadas
sobre escudillas, vasos con pedestal, cuencos de doble cuerpo, etc. (Collier y Murra,
1943: 63 – 64, Lám. 38 - 41). Todos ellos guardan estrechas afinidades con la
cerámica Recuay. Por otro lado, si bien es cierto que la técnica negativa tiene
apreciable distribución en la costa del Perú - en Paracas, por ejemplo-, ulteriormente
hace su aparición en la fase V del estilo Lima mediante representaciones de cabezas
triangulares. Lo mismo ocurre en la tabla de Lurín (J. Ramos de Cox, comunicación
personal, 1971). Ciertos motivos son similares pero su aplicación es de diferente
técnica. Asimismo, el tipo Caramelo Negativo de Strong y Evans (1952: 309, Fig. 61)
de Virú, contemporáneo con Gallinazo se ajusta en algo al patrón estilístico Recuay.
Sostenemos que la técnica de la pintura negativa fue introducida del área
ecuatoriana, pues allá tiene una larga tradición y se manifiesta en varias culturas.
Igualmente, las formas básicas de Recuay se encuentran en culturas más tempranas,
como Chorrera del Período Formativo de los Andes Septentrionales.

Agradecimientos
Quiero agradecer a los obreros anónimos que me ayudaron a buscar al hombre andino
debajo de la tierra, a la corporación del Santa, a Bebel Ibarra, quien realizó la selección
de los textos, y a Araceli Espinoza quien dibujó los bordes de cerámica.
121

IDENTIFICANDO EL ÁREA DE DOMINIO


RECUAY
Un Extendido inventario cerámico
para la identificación de los
asentamientos Recuay*

STEVEN A. WEGNER
Instituto Ancashwaín
steven.wegner@terra.com.pe

INTRODUCCIÓN

La definición del estilo Recuay de la antigua cerámica peruana, se ha basado por


mucho tiempo en las vasijas funerarias ornamentales, elaboradas de arcilla caolín
y bastante decorada con modelado y con diseños pintados en rojo y negro negativo.
Está ha sido inadecuada para la identificación de las áreas de asentamientos
Recuay. La falta de una definición más amplia también ha llevado a una confusión
de terminología relativa a las variantes de recuay. Excavaciones llevadas a cabo
entre 1979 y 1980 cerca de Huaráz han proveído mucha información acerca de la
variedad de las pastas, acabados de superficie, formas de las vasijas y técnicas
decorativas de la cerámica utilitaria recuay, la cual extiende y esclarece la definición
estilística, la misma que tiene mayor utilidad para la identificación de otros
asentamientos Recuay.
En vista de la escasez de estudios científicos publicados pertinentes a la
cultura Recuay y de la confusión general reinante, debido a la falta de comparación
precisa entre los hallazgos dispersos de cerámica recuay, la primera parte del
texto son algunos comentarios para esclarecer nuestras ideas acerca del estilo
cerámico y seguidamente, describiré brevemente un conjunto de cerámica utilitaria
recuay recuperada del sitio Balcón de Judas, cerca de la ciudad de Huaraz, en el
Callejón de Huaylas, Ancash, Perú (Fig.1).
Las definiciones prevalecientes del estilo cerámico recuay están basadas
principalmente en porciones de muestras pequeñas y altamente especializadas de
cerca de 1000 vasijas completas de museos y colecciones privadas (comunicación
personal de Raphael X. Reichert, 1978), la mayoría de las cuales, si no todas,
provienen de entierros, y tienen poca información de procedencia. Gran parte de
las vasijas están elaboradas de una arcilla blanca de caolín y llevan una decoración
aplicada sobre un engobe rojo y una técnica decorativa distintiva en negro negativo,
hecho que produce una notable composición de colores rojo y negro sobre blanco.
En esta muestra hay una gran variedad de formas. Reichert (1977: 97-190) en su
122 Identificando el área de dominio Recuay

elaboración del corpus disponible de vasijas recuay en museos y colecciones


privadas en Europa, Estado Unidos, Perú y Argentina, distinguió más de 20
categorías de formas diferentes. Las formas de botellas cerradas son bastante
comunes, y por lo general presentan un caño vertedero cilíndrico horizontal en
adición al orificio vertical sobre la parte superior de la vasija. Otro rasgo común en
las botellas y jarras grandes, es un borde en forma de disco o ligeramente
acampanado. Mucho de los ejemplares exhiben figuras humanas y animales
modelados bastante elaboradas; algunos otros, presentan escenas complejas con
muchos individuos, o edificios con sus ocupantes. Los pequeños tazones
hemisféricos y algunas tazas y jarras tienen una base de pedestal o anillada. Otro
rasgo importante es la intricada decoración pintada consistente principalmente
de criaturas sobrenaturales y motivos geométricos.
Sin embargo, aún no hay indicios de diferenciación temporal al interior del
estilo. Se estima que haya durado al menos 400 años (del 200 al 600 d.C), a juzgar
por los fechados radiocarbónicos disponibles de 329+170 d.C. del trabajo de
Vescelius en la provincia de Carhuaz (Buse, 1965:330) y, de Pashash, varios
fechados en un rango del 340+170 d.C. al 570+100 d. C. y un octavo de 840 + 270 d.
C. (Grieder, 1978: 191- 193). Las divisiones estilísticas más tempranas fueron las
distinciones de Recuay A y B sugeridas por Kroeber (1926: 36; 1930:130-137) y las
distinciones esencialmente «fitomórficas» y Recuay de Tello (1929:85-98, figs. 47-
59; 1930:284-289, figs. 17-20). Estas divisiones no han sido totalmente evaluadas
empleando evidencia comparativa o asociativa, pero actualmente no parecen
corroboradas (Reichert, 1977: 29-30).
Basado en los resultados de un programa extensivo de prospección y
excavaciones conducido entre 1961 y 1964 en la provincia de Carhuaz en
colaboración con Hernán Amat, Gary Vescelius desarrolló una secuencia
arqueológica que contiene un período Huaylas Medio y otro Huaylas Tardío, ambos
caracterizados por cerámicas que consideró Recuay en estilo (Lanning, 1965:140).
Lamentablemente, sólo un corto resumen de esta importante investigación ha sido
publicado (Lanning, 1965: 140; Buse, 1965: 317-333). La base evidencial para la
secuencia de cinco fases de Amat para el estilo recuay en el valle del Mosna (Amat
Olazábal ms: 237-245; 1976: 534-535; Lynch, 1977:284) aún no está disponible. La
secuencia de tres fases propuesta por Grieder para el material cerámico de estilo
recuay de Pashash (Grieder, 1978: 63-70, figs. 32, 34-36) debe ser correlacionada
con una alfarería recuay. Una evaluación crítica de estas secuencias es
necesariamente requerida.
Sin mejores datos acerca de la procedencia de los contextos funerarios y de
excavaciones cuidadosas llevadas a cabo en basurales y sitios de habitación no
disturbados, será muy difícil o imposible discernir diferencias cronológicas al
interior del estilo recuay, para evaluar las variaciones regionales en el estilo en
cualquier punto de su historia, y para diferenciar entre variaciones temporales y
regionales. Tal vez el problema más grande de todos los concernientes a la muestra
actual es que ésta está compuesta, en gran parte, de cerámica de tumbas que ha
sido altamente seleccionada por su atractivo estético por los huaqueros originales,
quienes las adquirieron. Una pregunta importante es: ¿podemos esperar hallar
este tipo de cerámica en los asentamientos Recuay?
Steven Wegner 123

Fig. 1 Mapa de ubicación del sitio arqueológico de Balcón de Judas


124 Identificando el área de dominio Recuay

LAS INVESTIGACIONES SOBRE RECUAY

Para incrementar nuestro entendimiento de los Recuay, es importante primero


esclarecer el origen del nombre. En el espacio de cerca de cuatro años, empezando
en 1874, Agustín Icaza abrió un gran número de grandes tumbas subterráneas en
sus propiedades, en el entonces distrito de Recuay (Macedo: 1881: vii; Hamy,
1882:70). Él ciertamente poseía los terrenos que contenían tales tumbas cerca de la
estancia de Rapish, la cual fue rebautizada y actualmente es el moderno poblado
de Cátac, localizado en el extremos sur del Callejón de Huaylas, en la provincia de
Recuay. Icaza recuperó por lo menos 160 vasijas finas de cerámica (Paz Soldán,
1945:113), las cuales vendió al conocido doctor, José Mariano Macedo. Como
resultado de la guerra Perú y Chile y la amenaza de la invasión chilena sobre Lima,
Macedo vendió su colección invalorable de más de 2000 artefactos antiguos y los
llevó a Europa (Paz Soldán, 1945: 18-19). En 1881, mientras se exhibía la colección
en París, él publicó un catálogo describiendo los especimenes. Aquí, formalmente,
da el nombre de Recuay a un grupo de 152 vasijas distintivas elaboradas de una
fina arcilla blanca y que presentaban una decoración pintada en rojo y negro
(Macedo, 1881: 2-14). El nombre proviene del distrito en el cual las piezas de Macedo
fueron halladas (talvez Icaza no le había proporcionado mayor información
específica acerca de su procedencia). La colección de vasijas recuay y otros
especímenes fue adquirida por el museo Fur Volkerkunde en Berlín y hasta hoy
reside allí.
Estudios científicos de la cultura Recuay se iniciaron en 1919 cuando Julio
C. Tello visitó Cátac para investigar la reputada fuente de las piezas de Macedo,
durante la Primera Expedición Arqueológica de la Universidad Mayor de San
Marcos al Departamento de Ancash. En esta visita y en otras posteriores, Tello
examinó un total de 148 tumbas subterráneas revestidas y techadas por lajas de
piedra en el área de Cátac (Tello, 1929: 41; 1930:271). Probablemente todas estas
tumbas habrían sido abiertas y saqueadas previamente, dado que Tello no halló
ninguna huella de cerámica Recuay. La remoción de la cerámica funeraria de estas
tumbas fue aparentemente hecha de modo que no quedó nada de aquellas ofrendas
funerarias. En 1921 Tello adquirió una colección de cerámica de Tomás Dextre de
Copa Grande, cerca de Carhuaz, en el Callejón de Huaylas. Esta cerámica también
provenía de tumbas subterráneas, principalmente halladas en Tullo cerca de
Marcará, e incluía muchas vasijas toscas, y también otras finísimas, similares a los
especimenes de Macedo (Tello, 1929: 85-91, figs. 49-53; 1930: 284-289, figs. 17-20;
1940: 664; 1942: 76). Aunque Tello nunca publicó, y puede no haberlos conocido,
ningún dato sobre las asociaciones precisas de estas vasijas, implícitamente sostuvo
algún tipo de relación entre estos dos tipos de cerámica (Tello, 1929: 85-86; 1930:
284, 288). Mientras se puede sostener que hay alguna similitud de forma entre
ciertas vasijas de estas dos variedades, careceremos de la información asociativa
que nos permitirá juzgar si la variación en pasta, tratamiento de superficie y forma
se deba a diferencias en la calidad de fabricación o el uso, status o diferencias
temporales.
Steven Wegner 125

La siguiente investigación dentro del área de distribución geográfica del


estilo Recuay fue llevada a cabo por Wendell C. Bennett en 1938 (Bennett, 1944). Él,
como Tello, no halló evidencias de cerámica Recuay de caolín en el área de Cátac
(Ibid. 64-70). Sin embargo, cerca de Huaraz, excavó en dos áreas que proporcionaron
tal tipo de cerámica. Una de éstas fue Shankaiyan que proveyó de muchos
fragmentos erosionados de cerámica y algunas vasijas completas procedentes de
pequeñas galerías subterráneas, revestidas y techadas con piedras(Ibid. 54-59,
figs. 17-18). En la otra área, cerca de Ichik Wilkawain, Bennett excavó nueve tumbas
subterráneas grandes, revestidas con lajas grandes, algunas de las cuales contenían
fragmentos de cerámica recuay (Ibid. 42-50, fig. 15). Una de estas galerías estaba
superpuesta por una estructura que contenía cerámica de «influencia Tiahuanaco»
(léase de «influencia Wari»), la cual proveyó la primera evidencia estratigráfica
confiable para la posición cronológica relativa del estilo Recuay (Ibid. 48-50, 93,109).
Por alguna razón inexplicable, Bennett falló en reconocer la similitud de
estas cerámicas recuay de otras cerámicas de caolín que recuperó en el sitio de San
Jerónimo, cerca de Huaraz (Bennett, 1944: 59-60) y en Chavín, al este del Callejón
de Huaylas, en niveles que se superponían a aquellos que contenían cerámica de
estilo Chavín (Ibid. 90-92). Este error es significativo porque, en efecto, puede haber
empañado información que habría servido para identificar las áreas de los
asentamientos Recuay. Específicamente, el error ocurrió cuando él identificó una
cantidad de tiestos de pasta de caolín pintados en positivo procedentes de la
superficie de un sitio localizado en una colina que él llamó San Jerónimo. Sin citar
ningún material comparativo, Bennett describió esta cerámica de caolín como un
especial estilo Inca (Ibid. 13, 59-60, fig. 31F, I, J, L-O). También consideró como
Incas un número de tiestos de caolín procedentes de varios pozos de sondeo (Ch-
2, 3, 4, 11, 16) en Chavín (Ibid: 90-92, fig. 31 A-E, G, H, K) y probablemente un tazón
íntegro de base con pedestal que excavó en el pozo Ch-5 de un entierro en un
estrato post-Chavín en la parte superior del templo principal de Chavín y que él
refirió como «estilo Tardío» (Ibid: 77, 92, fig. 310).
Trabajos posteriores en Chavín llevados a cabo por Hernán Amat y Luis
Lumbreras, entre 1966 y 1972, han verificado ampliamente la ocurrencia de la
cerámica de caolín pintada en positivo estratigráficamente sobre la cerámica Blanco
sobre Rojo (Huaraz o Huarás), la cual a su vez se superpone a la cerámica tardía de
Chavín (Lumbreras, 1974: 39-40; 1977: 7-9; Amat Olazábal ms: 87-93, 106, 110). El
trabajo de Richard y Lucy Burger en Huaricoto, localizado en Marcará, en la parte
media del Callejón de Huaylas, ha corroborado este ordenamiento estilístico
(comunicación personal de Richard L. Burger, 1978). Además, las investigaciones
inéditas llevadas a cabo entre 1961 y 1964 por Gary Vescelius y Hernán Amat en la
provincia de Carhuaz, aparentemente aislaron las cerámicas de caolín entre el
estilo más temprano del Blanco sobre Rojo y los subsiguientes de influencia Wari
(Lanning, 1965: 140).
Mientras que algunos datos se hallan escasamente difundidos entre la
comunidad arqueológica en general, de todas maneras proveen de información
necesaria para ubicar el estilo Recuay, entre los 200 a 600 d.C., e indican que es
probablemente el único estilo alfarero local de la sierra de Ancash que utilizó
126 Identificando el área de dominio Recuay

caolín. Ejemplos raros tenemos en la cerámica importada de caolín del estilo


Cajamarca cursivo (o Marañón) que se presentan en contextos de influencia Wari
(Bennett, 1944: 30, 34 [del sitio 7H-1], 41, fig. 13D-E [del sitio 9H-2]; Lanning, 1965:
140), pero este estilo es fácilmente distinguible por la forma y los diseños del estilo
recuay. También, no se ha reportado hasta ahora cerámica Inca de caolín procedente
del Callejón de Huaylas y ninguna cerámica Inca conocida se parece remotamente
al anómalo estilo San Jerónimo de Bennett.
Es aparente que esta cerámica tiene que ser de estilo Recuay. Es cerámica de
pasta de caolín pintado en positivo que no es hallada en el estilo Cajamarca cursivo,
presenta un pequeño tazón de base anillada que ha sido hallado en contextos
funerarios recuay, y algunos de los diseños geométricos pueden ser ligados a
diseños pintados en las más fina cerámica Recuay (por ejemplo círculos con punto
central, rombos concéntricos en series, una estilizada criatura serpentiforme con
una cabeza triangular).

CONSIDERACIONES SOBRE EL TERMINO RECUAY

Antes de proceder con la descripción de mi trabajo en el sitio que Bennett denominó


San Jerónimo, me gustaría comentar algo acerca de la confusión terminológica
actualmente hallada en la literatura arqueológica concerniente a Recuay o a la
probable cerámica Recuay. Dado que ni Tello ni Bennett recuperaron cerámica
Recuay en la provincia de Recuay (la reputada fuente de las vasijas de Macedo),
varios estudiosos propusieron cambios en el nombre del estilo. «Callejón de
Huaylas» fue una vez empleado por Tello (1929: 85) y posteriormente, fue utilizado
como un nombre alternativo que supuestamente reflejaría mejor la distribución de
esta cerámica (Larco Hoyle, 1945: 1; 1960: 235; [1962]: [3]; 1966: 104, 138). Otro
término es «Copa», originalmente propuesto por el Padre Augusto Soriano Infante
(Sociedad para la Antropología Peruana, 1953: 16) y está aún en uso (Kauffman
Doig, 1980: 139), el cual designa el área aproximada de la fuente de los materiales
de Dextre descritos por Tello. Quienes han trabajado en Chavín han empleado el
término «Huaylas» o «Huaylas- Marañón» (Tello, 1960: 13-16, figs. 1-3, pp. 349-
352, especialmente figs. 174-175 y lam. LII) o «callejón» o «Marías» (Lumbreras,
1974: 47-49; 1977: 7,9) para referirse al material caolín y otras cerámica parecida a
materiales procedentes del Callejón de Huaylas. «Callejón» también ha sido
empleado para referirse a la cerámica de caolín de engobe blanco (white-slipped)
en el valle de Virú (Ford y Willey 1949: 50, 76; Strong y Evans 1952: 347-351).
Rafael Larco Hoyle (1960: 238: [1962]: [24]; 1966: 104-107, 138) propuso un cambio
más drástico del nombre por el de «Santa», luego que él hallara este estilo alfarero
en sitios de la sección costera del valle del Santa, donde él pensaba se había
originado la cultura. Cerámicas en el valle de Casma designados como Santa o
Huaylas Yunga (Tello, 1956: 47, 314, figs. 21, 135, 147-150) no están íntimamente
relacionadas con el estilo Recuay y fueron consideradas dentro del Horizonte
Medio (p. 47). Cátac ha sido levemente considerado como una probable alternativa
(Sociedad para la Antropología Peruana, 1953: 16; Lumbreras, 1974: 49). Finalmente,
Steven Wegner 127

los espectaculares hallazgos de cerámica hechos en Pashash, en el norte de Ancash,


entre 1969 y 1973, por Terence Grieder y Alberto Bueno han dado motivo para el
empleo de Pashash como un substituto para Recuay (Bueno Mendoza, 1980: 9,11).
A pesar de esta gran gama de alternativas, yo mantendré el nombre Recuay
debido a su largo precedente como nombre del estilo ya que he recuperado esta
cerámica en sitios de Cátac (Roko Ama, PAn11-C) y cerca de Recuay (Pueblo Viejo
Alto, Pan11-H; Gekosh, Pan11-F), que corrobora la identificación de la fuente del
material de Macedo. Además, parece haber suficiente similitud de las formas de
las vasijas y diseños pintados entre los conjuntos de cerámica de pasta de caolín
del Callejón de Huaylas, el valle bajo del Santa, Pashash y Chavín para
considerarlos como variantes regionales del estilo Recuay.

EXCAVACIONES EN BALCÓN DE JUDAS

El objetivo principal de las excavaciones entre 1979 y 1980 en Balcón de Judas fue
el de recuperar una muestra no disturbada de desechos de habitación recuay.
Balcón de Judas (Pan 5 –5) es el verdadero nombre local del sitio llamado por
Bennett, San Jerónimo, posterior a la capilla del mismo nombre. El sitio es una
colina rocosa localizada en la margen oeste del río Santa, directamente frente a
Huaraz. La colina domina esta parte angosta del valle, donde el río es atravesado
por un puente que forma parte de la carretera que parte de Huaraz, tramonta la
Cordillera Negra y baja a Casma, en la costa.
Mientras se encontró abundantes fragmentos de tazones recuay de pasta de
caolín en la colección superficial y en ciertas excavaciones, también hubo evidencias
significativas de ocupación humana en el sitio, desde alguna época en el
Precerámico hasta el Período Inca. Parece probable que Balcón de Judas fue un
punto estratégico para observar y controlar este paso importante del río en la ruta
Huaráz - Casma y que mucha gente reconoció este hecho.
A pesar de los problemas presentados debido a la poca profundidad del
depósito y la mezcla ocasionada por habitantes post-recuay, erosión y cultivos
modernos en el sitio, un basural recuay no disturbado finalmente fue hallado en
1980. El análisis preliminar de varios miles de fragmentos de cerámica indica una
abundancia de vasijas de pasta distinta al caolín, en este contexto de basural
denso que también contiene muchos huesos de camélidos y varios artefactos líticos
con huellas de golpe desgastados. Esta cerámica tosca de pasta distinta al caolín
está representada por grandes jarras con collar y tazones hemisféricos, platos,
coladores con aberturas triangulares, cucharas y posiblemente, otras formas. Hay
algunos pequeños tazones hemisféricos cuidadosamente bruñidos de cocción
reductora y oxidante, con líneas incisas que contornean una banda exterior de
zonas triangulares conteniendo puntuaciones grandes. Esta cerámica nunca ha
sido asociada con el estilo Recuay.
Son abundantes en el basural las vasijas de caolín de paredes delgadas,
principalmente pequeños tazones hemisféricos, de 15-20 cm. de diámetro, que
pudieron haber tenido bases anilladas. Estas vasijas, por lo común presentan una
128 Identificando el área de dominio Recuay

banda exterior con decoración pintada justo debajo del borde. Los colores empleados
son predominantemente el negro- púrpura, rojo, o combinación de negro y rojo, y
unos pocos presentan engobe naranja con diseños en negro, negro y blanco, negro
y ante, o en negro, blanco y ante (Fotos 1-2). Los principales diseños son geométricos
y combinan líneas horizontales, verticales y diagonales (que pueden formar patrones
de zig-zags, diamantes concéntricos y rectangulares concéntricos) (Fotos 3-5), y
círculos u óvalos con un punto central (Foto 6). Con mayor variedad en las
representaciones es un diseño de una criatura serpentiforme estilizada de dos
cabezas, las mismas que son triangulares y que, además, presenta dos ojos
cuadrados con pupilas y un hocico largo (Foto 7). Este es frecuentemente un
elemento secundario de diseño sobre la típica cerámica funeraria. Un diseño aún
más importante es un arco en el borde con pendiente, con rizos en sus dos lados y
en la parte inferior (Foto 8).
También hay bastante cerámica de caolín no pintada, algunas de las cuales
están decoradas con incisiones y punteados (Foto 9). En adiciones a los tazones
hemisféricos, hay pequeñas jarras, tazas de paredes verticales, la forma de
«canchero», tazones con asa, y cucharas. Las cucharas más finas presentan la
cabeza de un ave modelada en la parte terminal del mango y pueden también
llevar diseños geométricos simples y pintados. Al final del inventario de cerámica
tenemos unos pocos tubos fabricados por la técnica de slip casting para la elaboración
de antaras, el resultado de una tecnología especializada solamente descarta
previamente para el final del Horizonte temprano y el Intermedio Tardío en las
costas central y sur del Perú (Dawson, 1964).
Aunque el análisis descriptivo sólo ha sido realizado parcialmente, este conjunto
cerámico de Balcón de Judas ya provee de mucha información. Aún no hay un
claro indicio de cual es la extensión de la historia de Recuay representada por esos

Foto 1. Copas o tazas; pintura bicolor en negro y rojo


Steven Wegner 129

Foto 2. Tazones hemisféricos; diversos diseños pintados.

Foto 3. Tazones hemisféricos; decoración pintada de líneas horizontales


130 Identificando el área de dominio Recuay

Foto 4. Tazones hemisféricos; decoración pintada líneas verticales y rectángulos

Foto 5. Tazones hemisféricos; decoración pintada de rombos y líneas diagonales


Steven Wegner 131

Foto 6. Tazones hemisféricos; decoración pintada de círculos u óvalos con un punto central.

Foto 7. Tazones hemisféricos; decoración pintada representado una serpiente bicéfala estilizada.
132 Identificando el área de dominio Recuay

Foto 8. Tazones hemisféricos; decoración pintada de crecientes con crespos

Foto 9. Tazones hemisféricos; decoración incisa y punteada


Steven Wegner 133

materiales, ni si este puede ser engranado con otras secuencias recuay. Sin embargo,
la descripción de esta cerámica utilitaria es un paso fundamental que
necesariamente precederá todo estudio regional más amplio del patrón de
asentamiento, la red de subsistencia y los contactos interregionales e intercambio
de la gente Recuay. La utilidad de esta muestra para identificar otros asentamientos
Recuay, a partir de los restos cerámicos de superficie, es obvio. El gran sitio de
Gekosh (Pan11-F) cerca de Ticapampa en el sur del Callejón de Huaylas, es
justamente, un ejemplo de un sitio identificado de esta manera.

RELACIONES DE LA CERÁMICA RECUAY CON OTRAS ÁREAS

Las comparaciones preliminares de cerámica con otras áreas fuera del Callejón de
Huaylas indican contactos recuay hacia el este del Marañón en el sitio de Tinyash
(Amat ms: 27,230; 1976:535; observaciones hechas por el autor en 1977) y una
presencia sustancial Recuay en las partes altas de ciertos valles costeños del
departamento de Ancash y más hacia el norte. Especialmente importantes son los
valles de Huarmey (por ejemplo, sitios en la región de Aija), Nepeña (Proulx,1973:32-
38, fig. 5, 6 a-b, lam, 3-4; Gambini Escudero, 1975:119-123) y Santa (Clothier, 1943;
Larco, 1962; Wilson ms: 8) y menos importantes son las áreas de Casma (Tello,
1960: 256, 263,268, lam. XXX b-c), Virú (Bennett, 1939: 27,34, 72-73; 1950 28-29,
118; Larco Hoyle, 1945: 1, 11, 13, 23; 1960: 235-236; 1962 3-4, 9, 12; Strong y Evans,
1952: 242-243, 347-351; Ford y Willey, 1949: 65, 76, fig. 9 ) y Moche (en Cruz Blanca
Comunicación personal con Jhon Topic, 1980), también hay una definitiva similitud
en la forma y en los diseños pintados entre los tazones de caolín de Balcón de
Judas y aquellos de la fase Cajamarca II (Reichlen y Reinchlen, 1949: 158-160 fig. 6)
o la recientemente definida fase Cajamarca Temprano III (comunicación personal
de Ryozo Matsumoto, 1980), que precede el desarrollo del estilo Cajamarca cursivo
significativamente, Cajamarca II también presenta grandes platos coladores y
cucharas que no son de caolín (Reichlen y Reichlen, 1949: 160).

CONCLUSIONES

Aunque la definición del estilo puede ser ahora algo más clara, la sustancial tarea
de descubrir dónde y cómo la gente Recuay vivió, requerirá aún de una mayor
cantidad de trabajo arqueológico. Mi prospección en la mitad sur del Callejón de
Huaylas y mis excavaciones en un sitio cerca de Huaraz son pequeños pasos en
esta dirección. Habiendo decidido que el estilo San Jerónimo de Bennett era realmente
Recuay y no Inca, en 1978 realicé un reconocimiento limitado en la región entre
Carhuaz y Cátac, además del área de Aija en la Cordillera Negra, específicamente
buscando concentraciones de materiales de superficie de la simple cerámica de
caolín pintada en positivo, como las halladas por Bennett, u otra cosa que podría
relacionarse con el estilo Recuay.
134 Identificando el área de dominio Recuay

En cinco sitios cerca de Huaraz (Balcón de Judas, PAn5-5; Oshku, Pan5-D;


Quechcap, Pan5-E; Marcun, Pan5-F; Cruz Jirca, Pan5-G), tres en la provincia de
Recuay (Roko Ama, Pan11-C; Gekosh, Pan11-F; Pueblo Viejo Alto, Pan 11-H), y tres
en la provincia de Aija (Marcacoto, Pan1-1; Chuchunpunta, Pan1-2; Shinincoto,
Pan1-7), se hallaron algunos tiestos de caolín sobre la superficie. Significativamente,
ninguno de ellos era del estilo Cajamarca cursivo ni presentaban el modelado
cuidadoso y la pintura en blanco y negro negativo, a excepción de una parte de un
tazón encontrado en Roko Amá, el gran cementerio Recuay en Cátac.
Las finas vasijas de caolín, generalmente ilustradas en publicaciones acerca
de la cerámica Recuay, no se encontraron en las colecciones de superficie. Parece
que las vasijas cuidadosamente moldeadas y pintadas fueron empleadas
primariamente para actividades relativas a la muerte y el enterramiento de
individuos tan solo de alto status. Para conocer una respuesta provisional a la
pregunta planteada antes en este documento, se puede sostener que la típica
cerámica Recuay es hallada solamente en tumbas y no puede ser empleada como
elemento distintivo para localizar áreas de tumbas o de asentamientos debido a su
ausencia en los desechos de superficie.
La cerámica utilitaria es, por lo general, muy distintiva en forma, decoración
y pasta de aquellas piezas finas que sirvieron como ofrendas funerarias, como lo
indica el conjunto de Balcón de Judas. Es la cerámica utilitaria la que es abundante
en los desechos de habitación y la que ocurre frecuentemente en las colecciones de
superficies.
De Balcón de Judas, entonces parece partir muchos caminos a seguir en
futuras investigaciones.

Agradecimientos
El autor quiere manifestar su gratitud por la subvención de los gastos para sus viajes al
Perú en 1977 y 1978 proporcionados por la Fundación Tinker por medio del Centro para
Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California en Berkeley. El
Financiamiento para el trabajo de campo en 1979 y 1980 provino de una beca Fulbright-
Hays, administrada por el Instituto de Educación Internacional y la Comisión Fulbright
para el Intercambio Educativo entre los Estados Unidos y el Perú.

Notas
(*) Esta es una versión revisada el 5 de junio de 1981 de mi ponencia «Identifying Recuaydom: An
expanded ceramic inventory for identifying recuay settlement sites». Presentado en la 4ta. reunión
anual de la Sociedad para la Arqueología Americana (SAA), llevada a cabo del 30 de abril al 2 de
mayo de 1981 en San Diego, California. EE.UU., y traducida por Manuel Perales M. con revisiones
finales del autor para esta edición.
Todos los fragmentos de cerámica caolín del estilo Recuay son de la coleción superficial de Balcón de
Judas (PAn5-5), Los Olivos, Huaraz. Ancash, recogida en 1979 y 1980 y depositada en el Museo
Arqueológico de Ancash en Huaraz.
135

EVIDENCIAS RADIOCARBÓNICAS PARA LAS


TRANSFORMACIONES CULTURALES
RECUAY

GEORGE F. LAU
Universidad de East Anglia
George.Lau@uea.ac.uk

INTRODUCCIÓN

Desde los principios de la arqueología científica en el Perú, la cultura Recuay ha


sido uno de los desarrollos más conocidos en la arqueología peruana (Tello, 1929,
1940; Bennett, 1944). A pesar de su identificación temprana, se conoce muy poco
sobre el carácter socio-económico de Recuay y su posición cronológica en la
prehistoria de los Andes Centrales. Problemas políticos y económicos, a fines del
siglo XX, y la tendencia general hacia estudios arqueológicos costeños contribuyeron
a limitar el conocimiento diacrónico de la cultura Recuay.
El presente trabajo detalla las evidencias disponibles para caracterizar las
transformaciones cronológicas en la tradición cultural Recuay.1 Se presentan los
datos culturales y radiocarbónicos para entender los componentes de la secuencia
Recuay como parte de patrones generales en la prehistoria andina, es decir, durante
los períodos Intermedio Temprano (o Desarrollos Regionales) y Horizonte Medio,
asociado con la expansión de la influencia Wari (Lumbreras, 1974 y 1999; Rowe y
Menzel, 1967).

CULTURA Y SOCIEDAD RECUAY

La cultura Recuay se desarrolló durante el Período Intermedio Temprano (200


a.C.– 700 d.C.) en el departamento de Ancash2. Ancash presenta una diversidad
de zonas ecológicas: el litoral Pacífico, valles costeños, la sierra andina y la zona
oriente de ceja de selva (Fig. 1). Las poblaciones Recuay utilizaron patrones
tradicionales para fines económicos en estas zonas de producción, como agricultura
(Tello, 1929), ganadería (Lau, 2001a), y comercio interregional (por ejemplo, Gero,
1992; Grieder, 1978; Smith, 1978).
Se identifica la cultura Recuay por su estilo artístico que surgió después de
la época Chavín. A pesar de su desarrollo en la misma región, la cerámica y
litoescultura, Recuay no tiene vinculaciones claras con la civilización Chavín.
136 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

La iconografía, con temas humanos y ancestros importantes, parece ser bien


diferente, en comparación al énfasis y composición de las imagenes de mito y
transformación supernatural evidente en el arte Chavín. Además, hubo distintas
innovaciones tecnologicas y elaboración de la alfarería Recuay. Se incluyen el uso
de kaolinita en engobes y arcilla cruda, pintura polícroma y negativa, formas en
efigie y representaciones de modelos arquitectónicos (Grieder, 1978; Reichert, 1977;
Smith, 1978). Wegner (1981) documentó evidencias de basurales Recuay,
incluyendo kaolinita y fragmentos de alfarería tosca.
Los Recuay también son famosos por su litoescultura (Tello, 1929; Bennett,
1944; Schaedel, 1948; 1952). En los ejemplares, se manifiestan representaciones de
figuras importantes e imagenes de su propia cosmología y religión. En muchos
casos, los Recuay utilizaron los monolitos para adornar sus construcciones
ceremoniales. Estos monolitos estaban asociados con prácticas funerarias y cultos
a los ancestros (Tello, 1929; Lau, 2000, 2001a).
La cultura Recuay mantuvo conexiones culturales con sociedades coetáneas,
como los Mochica (Bankmann, 1979; Bruñís, 1976; Reichert, 1982), Salinar y
Gallinazo (Bennett, 1950; Fogel, 1993; Larco, 1945, 1948); Cajamarca (Julien, 1988;
Matsumoto, 1988); Lima (Makowski y Rucabado, 2000; Patterson, 1966) y con grupos
en el oriente (Church, 1996; Kauffmann Doig, s.f.). En tiempos más tardíos, hubo
interacción cultural con el Estado Wari (Lau, 2001a; Schaedel, 1952, 1993). La
posición geográfica de Recuay entre varios grupos y regiones andinas en la zona
norperuana facilitó intercambios estilísticos importantes.
Es probable que las relaciones culturales tuvieran dimensiones socio-
económicas, especifícamente el comercio entre las zonas interandinas. Para los
Recuay, conchas marinas, cerámica fina, y productos como algodón, sal, ají, y coca
fueron, probablemente, extraidos de la costa. De la zona oriente, podemos anticipar
el intercambio de plumas, pieles (especialmente de jaguares) y otros objetos preciosos
extraordinarios. El tráfico incluyó mercancias serranas como metales y productos
agrícolas como la papa, oca, olluco y/o camélidos (vivos o en forma de ch’arki).
Tambien se trafico textiles y lana o fibra de camélidos, que también fueron productos
importantes de las comunidades pastoriles (Lau, 2001a: 416-417). Muchos sitios
Recuay se ubican en rutas de comercio, frecuentemente como fortalezas en las
cimas de los cerros o centros económicos regionales en los valles – por ejemplo, en
el Callejón de Huaylas y las faldas occidentales de los Andes (Grieder, 1978; Proulx,
1982; Smith, 1978). Aldeas, como Chinchawas, se ubican en zonas intermedias,
del tipo «ecotone», para el cultivo en las alturas y también para la ganadería de
camélidos (Lau, 2001a).
Como en otras culturas del Intermedio Temprano, la guerra es un tema
importante en la comprensión de la cultura Recuay (Lumbreras, 1974: 112-116).
Guerreros, armas, y cabezas trofeos son motivos comunes en el arte recuay,
especialmente en litoescultura (Lau, 2000; Makowski y Rucabado, 2000; Tello,
1929: 75-80; Schaedel, 1948: Figs. 56-57). Algunas escenas pintadas en vasijas
pueden representar conflictos entre guerreros Mochica y Recuay (identificado por
Steven Wegner, en Proulx, 1982: 90). Además, los sitios arqueológicos Recuay
frecuentemente se caracterizan por su ubicación estratégica, acceso restringido, y
George F. Lau 137

Fig. 1. Chinchawas y los sitios arqueológicos de Callejón de Huaylas y Conchucos.


138 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

fortificaciones, tal como se han representado en vasijas (por ejemplo, Lumbreras,


1978: 113). Investigaciones arqueológicas en las fortalezas han recuperado
evidencia de armas, como mazas, piedras redondas para hondas, lanzas, y estólicas
(Antúnez, 1941; Lau, 2001a; Tello, 1929). Tal como en la cultura Mochica y Nasca,
el surgimiento de la iconografía de temas guerreros en el arte Recuay aparentemente
refleja maneras para distinguir o mostrar nuevas relaciones sociales y representar
el poder político y prestigio de líderes.
A mediados del Período Intermedio Temprano, parece que hubo un número
de facciones políticas Recuay, probablemente organizadas, como los curacazgos o
señorios de los tiempos etnohistóricos. No se sabe definitivamente si hubo
organización bien centralizada y estratificada, como algunos arqueólogos han
propuesto (Smith, 1978; Shimada, 1994: 86, 258). No obstante, se puede definir,
por lo menos, una serie de sociedades complejas bien adaptadas a las zonas
interandinas que se caracterizan por atributos similares en cultura, iconografía y
patrones de vida – como prácticas funerarias, comercio, y sistemas de asentamiento.
Al igual que los Mochica y Nasca, la cultura Recuay forma parte de los
Desarrollos Regionales que se dieron durante el Período Intermedio Temprano.
Sin embargo, a diferencia de sus culturas coetáneas, falta mucha evidencia en la
reconstrucción diacrónica de los Recuay– es decir, datos que necesitamos para
definir mejor la emergencia y carácter de grupos recuay. El presente trabajo aborda
el problema fundamental: no se puede entender la prehistoria Recuay sin mejorar
la reconstrucción de las transformaciones culturales y sus relaciones cronológicas
con otras culturas; Por ello,queremos mostrar un amplio y preciso panorama de la
época post-Formativa en el Perú.

ESTILO Y CRONOLOGÍA POST-CHAVÍN EN EL


CALLEJÓN DE HUAYLAS

Utilizamos datos disponibles para detallar una cronología absoluta post-Chavín


de la sierra del departamento de Ancash. Está basada en las asociaciones
estilísticas de contextos arqueológicos (Cuadro 1 y 2). Todos los fechados
radiocarbónicos se reportarán en años A.P. (antes del presente), calibradas a rangos
2-sigma a.C. o d.C. (utilizando Calibre versión 4.3, Stuiver y Pearson,1993 y/o los
rangos mencionados en Zió³kowski, et al. 1994).3
En algunas partes del presente trabajo nos referiremos a la «tradición»
cultural Recuay como un término general para describir cuatro componentes
distintos en la evolución de Recuay, es decir: fases de Huarás, Recuay, Recuay
Tardío e influencia Wari Temprano. Estimamos que la tradición duró
aproximadamente del 1 al 800 d.C. Estudios sistemáticos con énfasis a sub-fases y
variación de culturas regionales deben mejorar la reconstrucción presente.
George F. Lau 139

Estilo Huarás (200 a.C. – 250 d.C.)

Desde el planteamiento original de Bennett (1944), la cultura Huarás y su posición


temporal ha sido problemática. La mayoría de los arqueólogos están de acuerdo
que la cerámica de tipo Huarás (o Huaraz) blanco-sobre-rojo ocurre antes de
materiales Recuay (Bennett,1944; Grieder, 1978; Lumbreras, 1970, 1974) o forma
parte temprana de una secuencia general recuay, cuyo inicio empezó a fines del
Horizonte Temprano (Lanning, 1965; Gambini, 1984).
Se considera Huarás como componente temprano de la tradición Recuay a
través de su cultura. Las preferencias de alfareros Huarás por cuencos abiertos y
jarras pequeñas, engobes de color rojo, y decoración en líneas verticales y
horizontales (en los exteriores de bordes) se mantienen en el período Recuay. Otros
elementos culturales, como prácticas funerarias, iconografía en litoescultura, y
mampostería, también muestran afinidades con Recuay (Bennett, 1944: 36 -50;
Lanning, 1965:140; Lumbreras, 1970: 69-74).
En Chavín de Huántar, Huaricoto, y posiblemente en Pashash, se han
encontrado materiales Recuay estratigráficamente sobre alfarería blanco-sobre-
rojo (Burger, 1985: 125; Grieder, 1978: 63-65; Lumbreras, 1970). Otros estudios
hacen más clara la distribución y contextos de uso de la cerámica Huarás (Gero,
1992; Isbell, 1989, 1991; Lynch, 1980; Ponte, 1999). Los datos de excavación
comprueban la hipótesis de Bennett (1944: 109) que el período Huarás debe ser
considerado hacia los finales Chavín y los inicios de las fases de cerámica kaolinita
Recuay. No se puede detallar precisamente los cambios culturales entre Huarás-
Recuay, pero es evidente que la transición se caracteriza por elementos de
continuidad (Gero, 1992, 2001b; Lanning, 1965; Lumbreras, 1970).
Hay diez fechados radiocarbónicos encontrados con asociaciones de
cerámica blanco-sobre-rojo. Investigaciones en Chavín de Huántar reportaron
tres fechados: 2640 ± 70 A.P. (HAR-1104, 919-562 a.C.); 2480 ± 70 A.P. (HAR-
1109, 801-398 a.C.); 2100 ± 100 B.P. (Gif-1079, 390 a.C.- 123 d.C.) (Amat, 1976b;
Lumbreras, 1989). Las excavaciones en el sitio de Cueva Guitarrero encontraron
una muestra, 2315 ± 125 A.P. (SI-1504, 790 – 52 a.C.) (Lynch, 1980: 43). Un
fechado del sitio de Chunta Ranra Punta, por la Mina Pierina, demuestra 2230
± 55 A.P. (AA32484, 399 – 124 a.C.) (Ponte, 1999: 106). Gero (1992: 17) analizó
siete fechados de Queyash Alto, los dos más tempranos asociados a cerámica
Huarás son de 2220 ± 150 A.P. (Beta-31354, 763 a.C. – 79 d.C.) y 2140 ± 90 A.P.
(Beta-31357, 396 a.C. – 54 d.C.).4 Hay dos fechados de Pashash: 1640 ± 80 A.P.
(Tx-944, 237 – 601 d.C.) y 1610 ± 170 A.P. (Tx-1332, 34 – 768 d.C.) (Grieder,
1978). Finalmente, las excavaciones en La Pampa recuperaron una muestra en
la estructura circular, referido como la «RCC», con un fechado de 640 ± 50 A.P.
(TK-173, 1279-1410 d.C.) – asociado con un estilo blanco-sobre-rojo (Terada,
1979: 178).
En base de estas fechas absolutas, la cerámica con decoración blanco-
sobre-rojo parece tener una larga duración de fabricación y uso. Sin embargo,
es evidente que la cultura Huarás tiene sus inicios a finales del Horizonte
Temprano.
140 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Estilo Recuay ( 250 – 650 d.C.)

La evidencia radiocarbónica define la duración del estilo Recuay entre 250 a 650
d.C. La mayoría de los estudios recuay se han especializado en el valle interandino
del Río Santa, es decir, el Callejón de Huaylas, ubicado entre las Cordilleras Negra
y Blanca (Fig. 1). Centros importantes de grupos Recuay surgieron en: Aija y Katak
en el sur del Callejón de Huaylas (Bennett,1944; Tello, 1929, 1940), Huaraz y Caraz
hasta Cabana (Pashash) en el norte (Grieder, 1978; Smith, 1978).
Ocupación intensa también ocurrió en las faldas occidentales de la Cordillera
Negra, en particular en los valles altos de Santa (Grieder, 1978; Larco, 1962; Wilson,
1988), Nepeña (Gambini, 1984; Proulx, 1982), y en menor nivel, Casma (Lau, 2001a;
Mejía, 1941) y Huarmey (Tello, 1929; Wegner, 1981). Por tal razón, algunos
consideran que Recuay tuvo sus orígenes en la costa (Gambini, 1984: 130-133;
Larco, 1962: 15). La influencia Recuay también es fuerte en los valles tributarios
del Marañon, al este de la Cordillera Blanca, conocido como el Callejón de
Conchucos. Tello (1929, 1960), Bennett (1944), Lumbreras (1970) y Burger (1982,
1984) recuperaron materiales Recuay en el sitio de Chavín de Huántar y sus
cercanías. También, restos de tumbas y patrones de asentamiento manifiestan
ocupaciones intensivas en los Conchucos por comunidades Recuay (Espejo, 1957;
Amat, 1976b; Herrera, 1999; Wegner, 2001).
Se define la cerámica Recuay «clásica» por un repertorio de atributos
diagnósticos: de pasta fina y delgada, el uso de arcilla blanca (kaolinita), pintura
bi-croma y tri-croma, decoración negativa, diseños escultóricos, formas distintas y
un grupo de motivos característicos (Eisleb, 1987; Grieder, 1978; Makowski y
Rucabado, 2001; Reichert, 1977; Smith, 1978). Seriaciones estilísticas han sido
presentadas, pero todavía no hay consenso sobre su validez a causa de la falta de
documentación, control estratigráfico y fechados radiocarbónicos (Amat, 1976b:
534; Bennett, 1944: 99-104; Gambini, 1984: 144-147; Kroeber, 1944: 93-96; Tello,
1929: 85-98).
Nuestro trabajo está basado en determinaciones radiocarbónicas con
asociaciones claras a la cerámica del estilo Recuay. Los contextos arqueológicos
de Pashash, ubicado en Cabana (Pallasca), ofrecen la mejor colección de fechados,
asociados con cerámica fina y otras ofrendas en tumbas muy elaboradas del mundo
conocido Recuay. Grieder (1978) define tres sub-fases del período Recuay: Quimít,
Yaiá y Huacohú. Fechados para el período general Recuay incluyen: 1400 ± 60
A.P. (Tx-1329, 541 – 765 d.C.), 1500 ± 90 A.P. (Tx-940, 386 – 685 d.C.), y 1580 ± 70
A.P. (Tx-942, 263 – 639 d.C.). Dos fechados ayudan a definir la fase Yaiá [1590 ± 60
A.P. (Tx-1824, 264 – 616 d.C.) y 1380 ± 100 A.P. (Tx-943, 435 – 886 d.C.)] y la fase
Huacohú [1490 ± 70 A.P. (Tx-941, 420 – 664 d.C.) y 1110 ± 270 A.P. (Tx-1331, 412 –
1401 d.C.)]. A través de estas muestras, se puede estimar que la ocupación principal
representada en la cronología absoluta de Pashash ocurrió entre los años 350 a
650 d.C.
Fechados también se reportaron para las investigaciones en la región
Carhuaz-Marcara del Callejón de Huaylas, hechas por Gary Vescelius y Hernán
Amat en los sesenta, pero sin llegar a publicar los contextos y asociaciones
George F. Lau

Fig. 2 Cerámica Kayán


141
142 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

culturales completamente (Buse, 1965; Ravines, 1982; Ziólkowski, et al. 1994). No


obstante, cabe mencionar la existencia de dos fechados con rangos razonables
para el período Recuay: 1541 ± 125 B.P. (I-1353, 240 – 758 d.C.) y 1621 ± 145 A.P. (I-
1359, 81 – 676 d.C.).
La zona de Huaraz, ubicada entre la confluencia de los ríos Santa y Quillcay,
constituyó otro centro importante para desarrollos Recuay (Bennett, 1944; Schaedel,
1948, 1952). Investigaciones en el sitio de Balcón de Judas recuperaron cantidades
de alfarería de kaolinita del estilo Recuay, con pintura monocroma y polícroma en
líneas sobre los bordes exteriores (Wegner, 1981). Desgraciadamente, fechas
absolutas todavía no existen para los contextos arqueológicos. Eisleb (1987)
describió alfarería similar de la Colección Macedo (Museum Für Völkerkunde,
Berlin), una colección de materiales extraidos de las tumbas de Roko Amá en Katak.
El término «Recuay» deriva de los materiales de este cementerio y su ubicación
cerca al pueblo de Recuay en el Callejón de Huaylas (Bennett, 1944: 64).
En los niveles más bajos del sitio Chinchawas, ubicado al oeste de Huaraz,
se encontró cerámica muy similar a los materiales de Katak y Balcón de Judas (Lau,
2001a). La cerámica llamada «Kayán», pertenece a una ocupación local recuay
(Fig. 2). Existe un sólo fechado para esta fase: 1710 ± 50 A.P. (AA32365, 229-429
d.C.). Toda la evidencia radiocarbónica indica que la cerámica «clásica» Recuay
sólo fue fabricada durante un período relativamente breve, entre los años 250 a
600/650 d.C, aproximadamente.

Estilo Recuay Tardío (600 – 700 d.C.)

A fines del siglo VI d.C, la cerámica kaolinita y de pasta fina desapareció dando
lugar a la proliferación de una alfarería más rústica. Se caracteriza por su poca
calidad y decoración local. Se conoce como «Chinchawasi 1 Ware A» (Fig. 3, 4, 5)
en el sitio de Chinchawas (Lau, 2001a: 187-196). En Pashash, un estilo asociado,
llamado «Usú», se manifiesta en la secuencia local (Grieder, 1978: 70). En la zona
de la Mina Pierina, existen algunos ejemplos en las fases Cotojirca III y IV (Ponte,
1999: Figs. 55, 61). Ejemplos de vasijas asociados al estilo Recuay Tardío ocurren
en Chacas; en la zona de Conchucos (Wegner, 2000: 16) y quizás en Katak (Eisleb,
1987: figs. 23, 38, 92). También tiene semejanzas en la cerámica de estilo «Callejón»
identificada en el valle del río Mosna (Lumbreras, 1970: 67).
Basándonos en comparaciones estilísticas, los cambios culturales
manifiestan la disolución gradual de la alfarería fina recuay «clásica». La alfarería
de Recuay Tardío utiliza pastas más toscas, de color beige o rojizo y manifiesta la
desaparición general de la kaolinita. El uso de decoración escultórica y pintura en
negativo no es tan común como antes. La decoración pintada no es tan fina: las
líneas son más anchas, con menos detalle y frecuentemente, se usa sólo el color
rojo. Normalmente, los alfareros pintaban en los exteriores de cuencos y jarras.
Los diseños comunes son variaciones del repertorio Recuay: meandros
horizontales, líneas paralelas verticales u horizontales y motivos básicos
George F. Lau

Fig. 3 Cerámica Chinchawasi 1


143
144 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Fig. 4 Cerámica Chinchawasi 1


George F. Lau 145

Fig. 5 Cerámica Chinchawasi 1

geométricos (rectángulos, triángulos, y círculos). En suma, se puede considerar


estos rasgos como componentes tardíos de la tradición Recuay.
En base a la evidencia radiocarbónica, la alfarería Recuay Tardío fue usada
hasta el inicio del siglo VIII d.C. La fase Chinchawasi 1 tiene tres fechados: 1395
± 45 D.P. (AA32369, 598 – 689 d.C.), 1375 ± 45 A.P. (AA32371, 602 – 763 d.C.) y
1305 ± 45 A.P. (AA32368, 652–801 d.C.). También, se puede considerar
provisionalmente dos fechados del sitio de Queyash Alto, asociados con materiales
denominados «post-Recuay»: 1350 ± 80 A.P. (Beta-30112, 543 – 879 d.C.) y 1360 ±
90 A.P. (Beta-31353, 537 – 886 d.C.).5

Estilos de Influencia Wari Temprano (700 – 850 d.C.)

Durante el desarrollo final de Recuay, influencias culturales extranjeras se hicieron


presentes, en particular de la zona de la Sierra Central de Ayacucho. Se inicia la
influencia Wari en el Callejón de Huaylas, como parte de la fase «Early Honco» (o
Honco Temprano) llamado por Vescelius (Lanning, 1965: 140; Buse, 1965: 327).
Isbell (1991) describe tres fechados en niveles asociados con materiales Wari: 1380
± 70 A.P. (n/a 3, 541 – 777 d.C.), 1280 ± 70 A.P. (n/a 5, 642 – 937 d.C.), y 1240 ± 90
146 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

A.P. (n/a 1, 642 – 993 d.C.). También, en Honcopampa, Isbell (1989: 112; 1991: 34)
menciona una muestra asociada con la construcción de edad Wari (grupo-patio
AC-5) en una trinchera con contenido de cerámica del tipo «Recuay» y «Huarás»:
1330 ± 100 B.P. (n/a 2, 539 – 943 d.C.).6 Las fechas indican que la irrupción Wari
ocurrió a inicios del siglo VIII d.C. y estimuló varios proyectos arquitectónicos en el
Callejón de Huaylas, mejor conocidos como estructuras en forma «D» y los recintos
tipo «patio-groups» (Isbell, 1989; 1991). Lamentablemente, todavía no existe una
descripción comprensiva de la cerámica de Honcopampa para hacer
comparaciones cronológicas.
Transformaciones culturales existen para la transición entre las fases de
Chinchawasi 1 a Chinchawasi 2 (Lau, 2001a). Patrones en arquitectura,
implementos líticos y objetos de comercio de larga distancia indican
transformaciones culturales importantes pero, la cerámica decorada local, ofrece
la mejor evidencia. Básicamente, la manera principal de fabricación y decoración
sigue siendo la pintura roja oscura sobre engobe de color crema o beige. Sin embargo,
hay nuevos patrones en la popularidad de formas de vasijas. También, la cerámica
se caracteriza por una pasta de un rojo intenso (color ladrillo), decayendo totalmente
la preferencia (o acceso ) a arcillas finas y blanquecinas, tipificada por la kaolinita.
Los alfareros de esta época prefirieron pintar los diseños en el interior de los cuencos
(en la anterior , prefirieron pintar en los bordes externos). Patrones en diseños
pintados existen, con énfasis en la doble cara con dientes (interior), presencia de
diamantes interpuestos y la desaparición de motivos anteriores (Fig. 6, 7 y 8).

Fig. 6 Cerámica Chinchawasi 2


George F. Lau 147

Finalmente, la alfarería local tipo blanco-sobre-rojo (llamado Chinchawasi 1 Ware


B) pasó de moda.
En Chinchawasi y otros sitios del Callejón de Huaylas, la alfarería local
predomina sobre la cerámica exótica con mayor frecuencia que en las fases
anteriores. Materiales importados incluyen Chakipampa B y los estilos Cajamarca
(Bennett, 1944: figs. 9,10,13; Lanning, 1965: 140; Lau, 2001a; Menzel, 1964), Moche
Tardío y otros estilos de la Costa Norte (Lau, 2001a; Ponte, 1999) y cerámica de
kaolinita no-Recuay (Lau, 2001a) – típicamente de contextos funerarios (Lau, 2001a:
283-334). La frecuencia de cerámica importada indica interacción importante de
larga distancia, probablemente facilitada por la expansión temprana y organización
económica de Wari (ver Castillo, 1993, 2001; Menzel, 1964; Shimada, 1994).
Existen tres fechados para la fase Chinchawasi 2: 1290 ± 45 A.P. (AA32367,
657 – 863 d.C.), 1255 ± 45 A.P. (AA32366, 663 – 890 d.C.), y 1180 ± 45 A.P. (AA32372,
694 – 980 d.C.). Al parecer, los fechados de Honcopampa son ubicados,
básicamente, dentro el rango del siglo VIII d.C. Ponte (1999) muestra un fechado
del sitio de Ancosh Punta, asociado a Ancosh/Cotojirca IV, del período de influencia
Wari (AA32481, 686-981 d.C.). Una muestra de Queyash Alto, de asociación «post-
Recuay», puede pertenecer al período de influencia Wari Temprano: 1210 ± 80 A.P
(Beta-30115, 659 – 998 d.C.).

Estilos de Influencia Wari Tardío ( 850 – 950 d.C.)

Se caracterizan por la desaparición completa de los atributos Recuay en la


producción de alfarería local en Ancash. En cambio, se ve la emergencia de cerámica
nueva con semejanza a los estilos seculares de derivación Wari (Lumbreras, 1974;
Menzel, 1964).
En las cabeceras de Casma, a mediados del siglo IX d.C., la fase Chinchawasi
2 fue reemplazada por una cultura asociada con la cerámica «Warmi» (Lau, 2001a).
La cerámica Warmi utiliza una pasta roja o naranja, ocasionalmente con engobe
del mismo color. El tratamiento decorativo no es tan elaborado como antes,
frecuentemente se encuentran líneas o estriaciones de fabricación sin pulir. Los
alfareros pintaban principalmente en el interior de los cuencos, con colores negro
y purpura. Los principales diseños son tipo «lattice», «wing» (o «ala»), bandas,
meandros y arcos agrupados. La decoración plástica se usa más frecuente, en
forma de puntuaciones e incisiones lineales agrupadas en las asas y/o cuellos de
jarras/cántaros (Fig. 9, 10 y 11). Adornos de apliqué con incisiones también se
hicieron más populares que antes. Poseen semejanzas con esta fase algunas piezas
de la fase Cotojirca IV de la zona Pierina (Ponte, 1999: fig. 24). Parece que la fase
Warmi tiene mejor relación con la fase «Late Honco», descrito por Vescelius para
la zona Carhuaz-Marcará en el Callejón de Huaylas (Lanning, 1965: 140).
La posición temporal de Warmi y otros estilos emparentados de finales del
Horizonte Medio, está asociada a tumbas o mausoleos, es decir chullpas (Bennett,
1944: Fig. 4; Lau, 2001a). Artefactos exóticos recuperados en excavaciones en
chullpas pertenecen a estilos de derivación Wari no temprano, como Viñaque (Tello,
148 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Fig. 7 Cerámica Chinchawasi 2


George F. Lau

Fig. 8 Cerámica Chinchawasi 2


149
150 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Cerámica Warmi
Fig. 9
George F. Lau 151

1929: 27; Terada, 1979: plate 73b; Isbell, 1991: 34); Middle Cajamarca (Matsumoto,
1988; Terada, 1979: plate 73a), y Nievería (Lau, 2001a: 289-290). Es muy interesante
notar la frecuencia de cerámica tipo estampado (Lanning, 1965; Lau, 2001a),
probablemente de producción costeña, como de Supe, Huarmey (Thompson, 1966),
Casma (Collier, 1962), y los valles al norte, como Santa (Wilson, 1988), Virú (Collier
1955), Moche y Chicama (Larco, 1948).
Las determinaciones radiocarbónicas de los niveles Warmi en Chinchawasi
datan de la segunda mitad del siglo IX d.C. (Lau, 2001a: 263-264). Los fechados,
recuperados en excavaciones de diversos pozos de prueba son: 1170 ± 55 A.P.
(AA32373, 692 – 994 d.C.), 1160 ± 45 A.P. (AA32374, 730 – 985 d.C.), y 1150 ± 50
A.P. (AA32370, 731 – 998 d.C.). Hay fechados de ocupación tardía en Yarcok,
Pierina (AA32490, 1125 ± 50 A.P., 778 – 1018 d.C.) y en Queyash Alto (Beta-30114,
1160 ± 80 A.P., 679 – 1022 d.C.) que tienen rangos similares a las fechas de
Chinchawas (Gero, 1992; Ponte, 1999).7 Ver nota 4. Este grupo de fechados indica
que el período de influencia Wari Tardío surgió y terminó rápidamente.

Estilo Aquillpo (d.C. 950 – Inka)

En el Callejón de Huaylas proliferó una cultura después de la expansión Wari,


denominada «Aquillpo» o «Akilpo», llamado así por la Quebrada Aquillpo en la
Cordillera Blanca (Vescelius, en Lanning ,1965). La cerámica del estilo Aquillpo se
conoce en muchos sitios arqueológicos de los andes nor-centrales, como la zona de
Pierina (Ponte, 1999), Honcopampa (Isbell, 1989, 1991), Balcón de Judas (Wegner,
1981), y Pójoc (Burger, 1982). En Chinchawas, identificamos una manifestación
local llamada estilo «Chakwas» (Lau, 2001b: Fig. 7).
La alfarería Chakwas tiene elementos comunes: pasta tosca de color ladrillo
y rojo, tratamiento superficial mínimo y decoración plástica. Puntuaciones,
incisiones, y adiciones en apliqué son comunes en los exteriores y bordes de
cuencos, así como en asas y bordes de jarras/cántaros. Ocasionalmente, se agregan
líneas y putuaciones. Si bien es cierto que el uso de la pintura se reduce en la
alfarería Chakwas, algunos ejemplares tienen color oscuro con diseños geométricos
al interior de los cuencos abiertos (Fig.12,13). Basándose en asociaciones,
semejanzas estilísticas y la superposición estratigráfica, se interpreta que las
manifestaciones del estilo Chakwas surgieron después de la influencia Wari y
pertenecen básicamente al Período Intermedio Tardío.
No hay fechados en contextos de ocupación residencial Chakwas o Aquillpo.
Estudios en sitios de la Mina Pierina han producido algunas determinaciones que
tienen rangos tardíos, sugeriendo una ocupación pre-Inka entre los 1200 – 1450
d.C. (Ponte, 1999). Es notable ciertos fechados en contextos funerarios en el Callejón
de Huaylas (por ejemplo, AA32376 y AA32377) que, a pesar de las asociaciones
culturales (Recuay Tardío e Influencia Wari), pertenecen a la fase Aquillpo. Es
probable que las fechas representen episodios de reutilización de las tumbas para
nuevos entierros durante la época Pre-Inka en la sierra de Ancash.
152 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Cerámica Warmi
Fig. 10
George F. Lau

Fig. 11 Cerámica Warmi


153
154 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

Fig. 12 Cerámica Chakwas

También notamos que existe un sólo fechado, para el período de influencia


Inka en el Callejón de Huaylas; que pertenece a la fase Caserones de La Pampa: 500
± 70 A.P. (TK-193, 1302 – 1609 d.C.) (Terada, 1979).

CONCLUSIONES

El presente trabajo reconstruye una secuencia cultural y absoluta para la cultura


Recuay y sus transformaciones basándonos en la evidencia cultural y fechados
radiocarbónicos. Además señalamos algunos problemas importantes que quedan
en la arqueología norperuana.
En primer lugar, todavía es muy difícil comprender el componente temprano
de la tradición Recuay, es decir, la fase Huarás, a través de los datos disponibles.
Los fechados de contextos con cerámica blanco-sobre-rojo tienen bastante
variabilidad en el tiempo. Sorprendentemente, parece que las fechas de su uso
comenzaron temprano y quizás terminó tarde en la secuencia. Se debe tener una
mejor definición de la cerámica Huarás. En el sitio de Chinchawas, se encontró
una cerámica estilísticamente de la tradición «blanco-sobre-rojo» (Lau, 2001a: Fig.
7.7; Lau, 2001b: Fig. 4n-p), pero no es del tipo Huarás, sensu (Bennett, 1944). Por
George F. Lau 155

Fig. 13 Cerámica Chakwas

sus asociaciones definidas en la fase Chinchawasi 1 (y por fechas), es claro que


este tipo de cerámica – es decir, de una alfarería no-Huarás que utiliza pintura
blanca sobre una pasta roja – fue fabricada hasta los fines del período Recuay.
En segundo lugar, se aprecia una interrupción de ocupación entre los años
100 a.C. hasta 200 d.C., que se manifiesta por los contextos fechados. Este período
es normalmente interpretado como la fase Huarás pero, es notable que todavía los
diez fechados de asociación cerámica Huarás no lo cubran. No se sabe si la
interrupción deriva a causa de la muestra de estudio o refleja una ausencia cultural
de ocupación despúes de la influencia Chavín.
La evidencia presente sugiere que la manufactura de cerámica Recuay,
definida por la combinación de atributos «clásicos» (como kaolinita, pintura
negativa, diseños y formas particulares, etc.), tuvo un período de popularidad
breve. No se puede decir definitivamente, pero es posible que el uso de Recuay
clásico fue limitado a unos cuatro siglos. Es necesario tener mejores contextos
arqueológicos para identificar subfases de la cultura Recuay provenientes de
excavaciones estratigráficas en basurales y contextos residenciales y no sólo de
contextos funerarios.
156 Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay

La secuencia absoluta que ahora tenemos para Recuay Tardío tiene relaciones
importantes con los nuevos estudios cronológicos de Moche y Wari (Cuadro 3). En
base a la nueva evidencia es muy probable que la ocupación Moche IV duró hasta
los 700 d.C. en los valles de Moche y Chicama (Chapdelaine, 1998; Russell et al.
1998). Esta observación estaría de acuerdo con la mayoría de los fechados de
Moche V en el octavo siglo a.C. (Shimada, 1994).
La aparición de la influencia Wari en Moche V y Chinchawasi 2, evidenciado
por los fechados radiocarbónicos, sugiere que el Horizonte Medio en la costa norte
y la sierra de Ancash se inició aproximadamente en el año 700 d.C., como es el caso
de la cultura Moche (Castillo, 2001) y, en Chinchawasi, los vestigios finales de la
tradición Recuay aparecen cerca del año 800 d.C. (Lau, 2001a). Al parecer, hubo
una época transicional cuando grupos Recuay y Wari estuvieron en interacción,
como se nota en mezclas estilísticas en litoescultura y cerámica (Grieder, 1978;
Lau, 2001a; Schaedel, 1952; Wegner, 2001). Aparentemente, la influencia Wari
ocurrió más temprano en la zona de Huamachuco, si nos basamos en las muestras
radiocarbónicas tomadas por John y Theresa Topic (J. Topic y T. Topic 1983; T.
Topic y J. Topic 1984).
No obstante, es claro que los cambios culturales de este período no ocurrieron
aislados, a pesar de varias expresiones locales y regionales de influencia Wari. Es
necesario desarrollar hipótesis para explicar la presencia de Wari y las
transformaciones culturales fundamentales en muchas zonas del norte del Perú.
Al parecer la interacción, comercio regional, la variabilidad en autonomía local, y
trayectorias diacrónicas simultáneas serán útiles para dar luz al fenómeno complejo
de Wari en la zona norperuana (Castillo, 2001; Lumbreras, 1999; Schreiber, 1992;
Shady, 1988; Shimada, 1994; Topic, 1991).
Una cronología cultural es básica para la comparación temporal de
desarrollos regionales coetáneos. Este trabajo está enfocado en las transformaciones
culturales en Ancash, después de la desintegración de la civilización Chavín. Sin
duda, las observaciones del presente trabajo son preliminares e investigaciones
arqueológicas en el futuro deben mejorar el carácter y cronología de la prehistoria
de la Sierra Norte de Ancash.

(Notas)
1
Agradecimientos: Quisiera agradecer al Instituto Nacional de Cultura de Lima y Huaraz por la
supervisión y ayuda logística durante las investigaciones de campo, bajo Resolución Directoral
Nacional 419-96/INC. A los Arqueólogos Victor Ponte y Joan Gero que me hicieron disponibles
datos todavía inéditos. Quisiera agradecer también a Richard Burger, Steven Wegner, y Bebel
Ibarra por la ayuda en la realización de este trabajo. Partes de este artículo están basados en el
manuscrito inédito por el autor, titulado «A Review of Recuay Chronology».
2
En el presente artículo, me refiero a fechas en escala calibrada a.C. (antes de Cristo) o d.C.
(despúes de Cristo).
3
Para la presente contribución, he re-analizado las fechas de Chinchawas, usando Calib. versión 4.3.
Las fechas mencionadas en Lau (2001) usaron Calib. versión 3.0.3 (Stuiver y Pearson, 1993).
4
Informacion no publicada, por Joan Gero, Febrero 2001. Dos fechados son mencionados en Gero
(1992).
5
Ver nota 4.
6
No hay números de identificación de laboratorio para las muestras de Honcopampa (Isbell, 1989,
1991).
George F. Lau 157

14
No. de C edad Asociación
Sitio y referencia 1-sigma 2-sigma Contexto (material)
Laboratorio (años A.P.) cultural
HUARÁS
Chavín de Huántar (Lumbreras 1989) HAR-1104 2640±70 832-791 A.C. 919-562 A.C. Huarás Carbón Vegetal, entierro 7
Chavín de Huántar (Lumbreras 1989) HAR-1109 2480±70 787-409 A.C. 801-398 A.C. Huarás Carbón vegetal, basura del período Huarás
Guitarrero Cave (Lynch 1980) Si-1504 2315±125 517-204 A.C. 790-52 A.C. Huarás-Recuay Unidad 47, fogón (madera)
Chunta Ranra Punta (Ponte 1999) AA32484 2230±55 386-201 A.C. 399-124 A.C. Cotojirca II Locus 137 (carbón vegetal)
Queyash Alto (Gero 1992) Beta-31354 2220±150 403-54 A.C. 763 A.C.-D.C.79 Huarás Nivel blanco sobre rojo (carbón vegteal)
Queyash Alto (n/a) Beta-31357 2140±90 357-46 A.C. 396 A.C.-D.C.54 Huarás Nivel blanco sobre rojo (carbón vegteal)
Chavín de Huántar (Amat 1976) Gif-1079 2100±100 350 A.C.-D.C.16 390 A.C.-D.C.123 Huarás Sector NE de atrio del templo viejo, nivel 5 (carbón)
Pashash (Grieder 1978) Tx-944 1640±80 D.C. 263-534 D.C. 237-601 Quinú Relleno/nivel Quinú -Corte 4 Nivel 4 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-1332 1610±170 D.C. 243-638 D.C. 34-768 Quinú Relleno/piedra, C9, N4, Blanco/rojo (carbón vegetal)
La Pampa (Terada 1979) TK-173 640±50 D.C. 1293-1396 D.C. 1279-1410 white-on-red Estructura RCC , sobre pico (carbón vegetal)

RECUAY
Chinchawas (Lau 2001) AA32365 1710±50 D.C. 256-408 D.C. 229-429 Kayán Àrea quemada, OP9 .Niv. J, Terr. 1 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-1824 1590±60 D.C. 411-540 D.C. 264-616 Recuay-Yaiá Relleno/entierro capilla, Cte 12 Niv 4 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-942 1580±70 D.C. 411-559 D.C. 263-639 Recuay Aluvial, Corte 3, Nivel 2 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-940 1500±90 D.C. 433-647 D.C. 386-685 Recuay Aluvial/superficie, Corte 3 Nivel 2(carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-941 1490±70 D.C. 475-643 D.C. 420-664 Huacohú Viga quemada, Corte 4 Nivel 2 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-1329 1400±60 D.C. 604-669 D.C. 541-765 mid-Recuay (Yaiá) Relleno/entierro, Corte 12, Nivel. 6 (carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-943 1380±100 D.C. 600-764 D.C. 435-886 Yaiá Relleno/estruturas, Corte 3, nivel 4(carbón vegetal)
Pashash (Grieder 1978) Tx-1331 1110±270 D.C. 658-1216 D.C. 412-1401 Huacohú Relleno piso/casa, Corte 9, nivel 3 (carbón vegetal)

RECUAY TARDÍO
Chinchawas (Lau 2001) AA32369 1395±45 D.C. 622-664 D.C. 598-689 Chinchawasi 1 Mitad de la base, OP19 Nivel L (madera/hueso)
Chinchawas (Lau 2001) AA32371 1375±45 D.C. 642-677 D.C. 602-763 Chinchawasi 1 Bajo batan - OP49 Nivel (carbón vegetal)
Queyash Alto (n/a) Beta-31353 1360±90 D.C. 618-768 D.C. 537-886 Post-Recuay Asociación Post-Recuay (carbón vegetal)
Queyash Alto (n/a) Beta-30112 1350±80 D.C. 640-768 D.C. 543-879 Post-Recuay Asociación Post-Recuay (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32368 1305±45 D.C. 663-773 D.C. 652-801 Chinchawasi 1 Piso con desechos, OP31 Nivel H (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32376 675±50 D.C.1283-1386 D.C. 1263-1400 Chinchawasi 1 Tumba ST-3, OP65 Nivel B (carbón vegetal)

INFLUENCIA WARI TEMPRANO


Honcopampa (Isbell 1989) n/a 3 1380±70 D.C. 618-687 D.C. 541-777 Late E.I.P./MH1 Patio-group AC-8, Exc.2, Fogón (carbón vegetal)
Honcopampa (Isbell 1989) n/a 2 1330±100 D.C. 640-778 D.C. 539-943 Huarás-bearing Patio-group AC-5, Exc. 1, Nivel. 11 (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32367 1290±45 D.C. 668-776 D.C. 657-863 Chinchawasi 2 Depósito de desechos, OP4 Nivel G (carbón vegetal)
Honcopampa (Isbell 1989) n/a 5 1280±70 D.C. 663-804 D.C. 642-937 Middle Horizon 1-2 Patio-group AC-2, Exc.4, piso roto (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32366 1255±45 D.C. 688-804 D.C. 663-890 Chinchawasi 2 Desecho/relleno, OP21 Nivel I (carbón vegetal)
Honcopampa (Isbell 1989) n/a 1 1240±90 D.C. 673-892 D.C. 642-993 Middle Horizon 2 Patio-group AC-5, Exc.1, piso SO (carbón vegetal)
Queyash Alto (n/a) Beta-30115 1210±80 D.C. 690-942 D.C. 659-998 Post-Recuay Asociación Post-Recuay (carbón vegetal)
Ancosh Punta (Ponte 1999) AA32481 1195±55 D.C. 734-937 D.C. 686-981 Cotojirca IV Locus 599 (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32372 1180±45 D.C. 778-940 D.C. 694-980 Chinchawasi 2 Depósito de desechos, OP26G (carbón vegetal)

INFLUENCIA WARI TARDÍO


Chinchawas (Lau 2001) AA32373 1170±55 D.C. 778-960 D.C. 692-994 Warmi Desecho sobre el piso, OP36G (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32374 1160±45 D.C. 781-961 D.C. 730-985 Warmi Desecho quemado, piso, OP43I (carbón vegetal)
Queyash Alto (n/a) Beta-30114 1160±80 D.C. 776-982 D.C. 679-1022 Post-Recuay Asociación Post-Recuay (carbón vegetal)
Chinchawas (Lau 2001) AA32370 1150±50 D.C. 782-977 D.C. 731-998 Warmi Hoyo quemado, OP20 Nivel F (carbón vegetal)
Yarcok (Ponte 1999) AA32490 1125±50 D.C. 886-983 D.C. 778-1018 Cotojirca IV Chullpa Tumba 11, Capa 2 (hueso humano)
Chinchawas (Lau 2001) AA32377 655±50 D.C. 1288-1392 D.C. 1276-1405 Warmi Chullpa CT-2, OP57 Nivel A (hueso humano)

AQUILLPO N/A

INKA
La Pampa (Terada 1979) TK-193 500±70 D.C. 1334-1445 D.C. 1302-1609 (Late) Caserones Contenido de una vasija bajo el piso (carbón vegetal)

COLONIAL
Pashash (Grieder 1978) Tx-1330 420±80 D.C. 1425-1622 D.C. 1331-1649 Colonial Base de la pared, corte 7, nivel 4 (carbón vegetal)

FECHADOS ADICIONALES
Urpaycoto (Ponte 1999) AA32492 3060±50 1405-1224 A.C. 1430-1131 A.C. Ancosh Locus 3924 (cerámica)
Quitapampa C (Ponte 1999) AA32488 2305±55 401-262 A.C. 478-262 A.C. Cotojirca III Estructura circular quemada (carbón vegetal)
Llacamá (Ponte 1999) AA32489 1300±55 D.C. 662-776 D.C. 644-880 - Sedimentos de ceniza (carbón vegetal)
Maquellouán (Ponte 1999) AA32480 660±40 D.C. 1280-1390 D.C. 1275-1395 - Locus 443 (carbón vegetal)
Hornojirca C (Ponte 1999) AA32491 615±50 D.C. 1298-1402 D.C. 1284-1421 Cotojirca IV Tumba subterránea (hueso humano)
Llacamá (Ponte 1999) AA32485 535±70 D.C. 1325-1438 D.C. 1296-1476 - Capa 1, Sector IV (carbón vegetal)
Carhuac Punta (Ponte 1999) AA32482 535±50 D.C. 1330-1433 D.C. 1303-1444 Cotojirca IV Locus 641 (carbón vegetal)
Amá (Ponte 1999) AA32486 520±55 D.C. 1333-1438 D.C. 1304-1453 Cotojirca III Estructura funeraria A, con cobre (carbón vegetal)
Auquish Corral (Ponte 1999) AA32483 250±50 D.C. 1637-1796 D.C. 1494-1947 Cotojirca IV Fogón en patio (carbón vegetal)
Marcará area (Ziółkowski, et al. 1994) I-1352 2086±225 393 A.C.-D.C.131 777 A.C.-D.C.419 White-on-red Carbón vegetal/hueso

Cuadro 1. Lista de Fechados radiocarbónicos post-chavín


-900
-800
-700
-600
-500
-400
-300
-200
-100
0
100
200
300
400
500
600
700
800
900
1000
1100
1200
1300
1400
1500
1600

800
700
600
500
400
300
200
100
ca l D C /AC

H AR -11 04
H AR -1 10 9
Si-1 50 4
AA3 24 84
Beta-31 35 4
Be ta -31 35 7
Gif-1 07 9
Tx-9 44
Huarás

Tx-1 33 2
TK-17 3
AA32 36 5
Tx-18 2 4
Tx-9 4 2
Tx-94 0
Tx-94 1
Tx-13 29
Recuay

Tx-9 43
Tx-13 31
AA32 36 9
AA32 37 1
Be ta -3 13 53
Be ta -3 01 12
AA3 23 68
Tardío

AA3 23 76
Recuay

n/a 3
n/a 2
AA32 36 7
n/a 5
AA3 23 66
n /a 1
W ari

Be ta-30 11 5
Influencia

Tem prano

AA3 24 81
AA3 23 72
AA3 23 7 3
AA3 23 7 4
Be ta -30 11 4

Cuadro 2
W ari
Tardío AA32 37 0
AA3 24 90
Influencia
AA3 23 77

(Fechados calibrados, 1-sigma)


Aquillpo

Evidencia radiocarbónica
Inka TK-19 3

post-Chavín, sierra de Ancash

GFL, 2002
Post-Inka Tx-1 33 0
Evidencias radiocarbónicas para las transformaciones culturales Recuay 158
S IERRA COS TA

P eríodo A ños A nc as h P as has h P ierina Chinc hawas Cajam arc a Huam ac huc o M oc he V iru S anta Cas m a
1532
Horiz onte A quillpo P ierina Tardío
George F. Lau

S az ón Chim u-Ink a E s tero M anc hán


Tardío Ink a Ink a Tam bo Real
1476 Cajam arc a
Final

P eríodo
Interm edio Tam bo Real
Tardío 1200 Toro Chim ú La P lata Tem prano
A quillpo A quillpo

Cas m a

1000
Chak was
Cajam arc a
Tardío
900 Influenc ia W ari Tus c an Tanguc he
Horiz onte Tardía Cotojirc a W arm i Chim ú Tardío
M edio IV Tem prano Tom aval
800 Urpay
Influen cia Wari B Cham is Tanguc he Choloque
Chinc hawas i 2
Tem prana Cajam arc a A m aru M oc he V Tem prano

Tradic ión Cajam arca


700 M edio Tardío
Rec uay Us u
600 Tardío A IV Guadalipito
Chinc hawas i 1 Nivin
Huac ohu M oc he Huanc ac o
Huam ac huc o
500 M edio
P eríodo Quim it Cotojirc a III
Rec uay
400 III C
K ay án
Interm edio Cajam arc a M oc he II Gallinaz o S uc him anc illo
300 Y aia Tem prano Tem prano Tardío Tardío
Tem prano B I

Tradic ión Rec uay


200
A Gallinaz o Gallinaz o S uc him anc illo Cac hipam pa
Huarás
100 Quinu P urpuc ala M edio Tem prano
Cotojirc a Cajam arc a Tem prano
S alinar
GFL.2002 d.C. 1 II Inic ial

Cuadro 3. Secuencias culturales en la zona norte y nor-central de Perú.


159
160
161

T RANSFORMACIONES CULTURALES
DURANTE EL INTERMEDIO TEMPRANO EN EL
VALLE DE CHACAS
Hacia el desarrollo de asentamientos complejos
en un área de la sierra nor-central del Perú

CAROLINA ORSINI
Universidad de Bologna
orsinic@cib.unibo.it

«Nosotros, no podemos simplemente dibujar un mapa de estructuras y edificios


y esperar que sus relaciones espaciales simultaneasnos informen sobre el pasado de la gente»
(Thomas, 1993).

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos años, los arqueólogos se han ocupado cada vez más de la
relación hombre/paisaje que existió en la antigüedad. La evolución de las
problemáticas relacionadas a esta rama de la investigación arqueológica se ha
visto influenciada por el enfoque de la geografía humanístico-fenomenológica y de
la antropología del paisaje. De hecho, si la arqueología del paisaje se puede
considerar en este sentido una real investigación histórica sobre el territorio, tal
historia no puede ser sólo el reflejo de una determinada actitud cultural o religiosa,
sino también económica y social del hombre antiguo. El estudio de esta
transformación nos proporciona una importante información sobre quién la ha
producido.
El presente articulo se enfocará en las transformaciones del paisaje
arqueológico, cultural, social y económico del valle de Chacas en la sierra nor-
central del Perú, durante el Período Intermedio Temprano (200 - 600 d. C.). Dicho
lapso temporal corresponde quizás a la fase más interesante en las transformaciones
de los patrones de asentamiento y en la explotación del territorio de la zona.
Asímismo, intentamos sugerir posibles caminos de investigación que han ido
surgiendo a lo largo de los últimos tres años de reflexiones y estudios sobre la
arqueología de esta zona. Dicho estudio se ha realizado en el marco del Proyecto
arqueológico1-topográfico «Valle de Chacas».
162 Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas

Fig. 1. Ubicación de la provincia de Asunción en el Departamento de Ancash. Redibujado de


Instituto Geográfico Nacional por C. Orsini.
Carolina Orsini 163

ÁREA DE ESTUDIO

El valle de Chacas es un valle de origen glaciar situado en la Sierra nor-central


peruana, ubicado en la vertiente oriental de la Cordillera Blanca, en el Callejón de
Conchucos- Provincia de Asunción (Fig. 1).
El valle es rico en sitios arqueológicos pertenecientes a varios períodos: la
variedad y la cantidad de tipologías de estructuras antiguas encontradas (más de
100 sitios registrados durante la prospección realizada por una expedición
peruano-alemana en 1996- Herrera, 1999), hacen del valle un lugar propicio para
el estudio de los cambios en los patrones de asentamiento en los Andes centro-
septentrionales del Perú.
Actualmente, gracias a un trabajo de prospección y excavaciones llevadas a
cabo en asentamientos con características similares en la parte sur del valle de
Chacas (Fig. 2), hemos podido sintetizar algunos patrones repetitivos en la
estructura de estos asentamientos, que nos pueden proporcionar datos
provisionales acerca de una filiación cultural y relación entre ellos.

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN TOPOGRÁFICA

El primer paso para cumplir con las finalidades de este estudio, ha sido completar
la cartografía arqueológica de la mayoría de los asentamientos que podían constituir
una base interesante para la investigación. Para el trabajo topográfico ha sido
necesario crear un sistema de referencias cartográficas detalladas para el área de
Chacas donde se puedan localizar los estudios arqueológicos pasados y venideros.
En lo referente al sistema de investigación topográfica, ha sido escogido el
método GPS por su capacidad de trazar y reconstruir las estructuras de los sitios a
través de una recopilación rápida de un elevado número de puntos, como los
vértices de las estructuras, la posición y orientación de las paredes y, en general, la
ubicación de los sitios. La precisión y rapidez del método GPS es un elemento
crucial, si se considera la dificultad logística de trabajar en el área andina. Además,
los datos adquiridos vía GPS también son útiles para la descripción morfológica
de los sitios mediante la generación de un Modelo de Elevación Digital. La
representación tridimensional de los sitios, de una precisión sorprendentemente
alta (aproximadamente 1 centímetro), es muy útil en la interpretación de las
relaciones entre los elementos socioeconómicos y naturales del territorio (un ejemplo
lo tenemos en la Fig. 3). Por último, el método GPS permite resolver problemas de
emplazamiento absoluto. La investigación topográfica a través del GPS proporciona
una documentación completa de los sitios arqueológicos en lo que se refiere a la
caracterización morfológica, la descripción de los asentamientos y la representación
de los detalles, elementos cruciales para entender cómo los sitios fueron planeados
y construidos (Capra et. al. 2002, ms. a).
164

Fig. 2. Mapa del Valle de Chacas con las áreas ecológicas y los sitios localizados por el proyecto. Elaboración de C. Orsini, A. Galeandra, S. Todaro.
Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas
Carolina Orsini 165

TRANSFORMACIONES Y CAMBIOS EN LOS CONJUNTOS


ARQUEOLÓGICOS DEL VALLE DE CHACAS.

El valle de Chacas fue habitado probablemente a partir del Período Inicial, Final o
Formativo – es decir, aproximadamente entre 800 y 200 años antes de Cristo-. Los
sitios de esta época están ubicados en la zona más baja del valle (zona quechua,
2500-3000 m.s.n.m.) (Herrera, 1999; Wegner, 2001). Se trata de grandes centros
conformados por montículos de estructura piramidal basándose en plataformas
artificiales sobrepuestas. En importantes complejos como el Pirushtu de Chacas
(CVP 15) (Fig. 4), el Pirushtu de Huallin (CVP 8) y Gatinjirca (CVP 28) se ha
recuperado cerámica (Fig. 5) con formas comparable con la fase Chavín Janabarriu
(en particular, las ollas sin cuello marrón mate decoradas ocasionalmente con
dibujos incisos, cf. Burger, 1998 lám. 311-313, Grieder, 1978 lám. 34 a-e) aunque las
tipologías de pasta y de acabado resultan ser una producción local con un patrón
distinto. Dichos sitios revistieron posiblemente un papel de considerable
importancia si se considera que fueron frecuentados también en períodos sucesivos.
En lo que concierne a los dos Pirushtus, parece improbable que la ocupación
posterior haya sido del tipo habitacional (hasta ahora no se ha encontrado
estructuras arquitectónicas, pero no se puede descartar la hipótesis de una
ocupación intrusiva). Es posible que fueran frecuentados como lugares de
peregrinaje y de ofrendas (una discusión más detallada de este argumento se
encuentra en Orsini, ms. b.); sabemos además que el Pirushtu de Chacas fue utilizado
como lugar de entierros en cámaras subterráneas durante el Período Intermedio
Temprano.
El período siguiente, caracterizado en el Callejón de Huaylas por la presencia
del estilo cerámico «Huarás blanco sobre rojo» (Bennett, 1944; Ravines, 1994),
hasta ahora no es bien documentado en el valle. El estilo cerámico Huarás se
afirma entre el 200 a.C. hasta el 200 d.C.. En el valle de Chacas durante la temporada
de excavaciones 2002, ha sido encontrada cerámica Huarás por debajo de estratos
de ocupación asociables al Período Intermedio Temprano e, incluso de períodos
posteriores, en asentamientos complejos situados en crestas rocosas de cerros (por
ejemplo, en Jatungaga Pirusthu, CVP 25, situado a los 3800 m.s.n.m.). Como hemos
dicho, es posible que los mismos asentamientos del período precedente sigan siendo
frecuentados, en particular Gatinjirca, pero resulta aún difícil una asociación entre
cerámica y patrones arquitectónicos. Un posible marcador arquitectónico de las
etapas de ocupación Huarás es la presencia de estructuras enterradas a manera de
«cajas» con paredes empedradas (véase Bennett, 1944, por el Callejón de Huaylas),
que sirvieron posiblemente de entierros. La cerámica asociada a este tipo de
estructuras encontradas en varios asentamientos complejos en áreas elevadas del
valle corresponden, en la mayoría de los casos, a una pasta fina rojiza o roja oscura.
Las formas características que hemos registrado son cuencos de base llana o semi-
llana con dibujos geométricos de color claro que se desarrollan a partir de la franja
mediano inferior hasta los labios (Fig. 6, cf. Bennett, 1944 Fig. 12, y posiblemente
con la cerámica «Kayán ware B» descrita por Lau, 2001a).
Como hemos dicho, en el valle de Chacas estos entierros han sido observados en
varios sitios de las ecozonas suni-puna (entre los 3600 y los 4000 m.s.n.m., en
166

Fig. 3. Digital Terrain Model y plano topográfico de las estructuras del sitio arqueológico de Huacramarca (CVP 2). Dibujo F. Mancini y C. Orsini
Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas
Carolina Orsini 167

particular, en los sitios de Mashinka (CVP 11), Jatungaga Pirushtu (CVP 25) y
Pirushtus de Huayá (CVP 12) presentando, probablemente, arquitectura posterior,
como señalaremos más adelante).
Las evidencias arqueológicas más importantes del valle de Chacas aparecen
a partir del Período Intermedio Temprano (200 - 600 d. C.), cuando se observa la
proliferación de los asentamientos complejos con función mixta en una zona
ecológica alrededor de los 3800 m.s.n.m. asociados a evidencias cerámicas y
litoesculturas de estilo recuay (entre otros un monolito grabado procedente del
sitio de Cruzjirca -CVP 29- y una maqueta en piedra procedente de Chagastunán -
CVP 13). La variedad y cantidad de las muestras cerámicas para este período es
muy amplia y merece un estudio aparte. Gracias a los primeros indicios que
provienen de las excavaciones en el valle de Chacas y de recientes trabajos
arqueológicos en el Callejón de Huaylas (Lau, 2001a; Gero, 1992 y 2001b), sabemos
que puede existir una continuidad y una superposición entre los asentamientos
del Período Intermedio Temprano con aquellos asociados a evidencias cerámicas
de estilo Huarás.
El patrón de asentamiento más importante de este período es la construcción
de sitios en la puna con fortificaciones (Foto 1), ubicados en crestas rocosas de
cerros que constituían lugares ideales para el control económico y político del
territorio: ubicados en áreas de transito entre los pisos quechu-suni y puna del valle,
los sitios fueron emplazados en posición ideal para el control de los territorios
agrícolas más fértiles (las terrazas agrícolas, que normalmente están dispuestas

Foto 1. Sitio arqueológico de Riway (CVP 1). Túmulos y zona residencial. Foto A. Capra.
168 Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas

debajo de los asentamientos) y de las zonas de puna probablemente explotadas


como áreas de caza y de ganadería. Los asentamientos se ubicaban además en
áreas cruciales para el control de las quebradas de acceso al valle (el mayor control
se ejercía hacia las quebradas de la parte sur del valle que constituían las vías de
comunicación hacia la zona de Huari y el Callejón de Huaylas) y de la cuenca
formada por el río principal, el Chucpín. No es raro que desde un solo sitio se
llegue a ver hasta tres o cuatro diferentes quebradas.
Los sitios se caracterizan por la presencia de montículos a base de muros de
contención que rodean pequeñas crestas o cimas de cerros, comunicadas por
escaleras (Fotos 1, 2, 3). Asentamientos comparables se encuentran en diferentes
áreas cercanas de la sierra nor-central peruana, como en el Callejón de Huaylas
(Queyash Alto estudiado por Joan Gero, 1992: 16-17): «Queyash Alto se sitúa en la
cresta alargada de un cerro... Dos montículos de tierra marcan los extremos oriental y
occidental del sitio... La primera ocupación del sitio, y de hecho la planificación del sitio
entero, se remontan a la época Huarás o al Período Intermedio Temprano (200 a.C.- d.C.
600)»; en el valle del rió Puchca (Ibarra, 1997, 1999); asimismo, en varios sitios
investigados por Donald Proulx en el valle del Nepeña (Proulx, 1982).
Los asentamientos del valle de Chacas que corresponden in toto o en parte a
estas características son marcados en el mapa de la Fig. 2 como CVP 1, 2, 7, 9, 13,
16, 17, 19, 21, 22, 23, 25, 28, 29, 32, 33, 36.
El elemento más novedoso, a nuestro parecer, en dichos asentamientos es la
presencia de una organización espacial multi-funcional, o sea áreas asociadas a
diferentes actividades. Dicha organización puede ser, de alguna manera, el reflejo
de cambios más profundos que abarcan la vida social, económica y religiosa de los
antiguos habitantes del valle. Lamentablemente, los indicadores que hemos
utilizados para la interpretación de las diferentes áreas funcionales dentro de los
asentamientos, no son unívocos o claramente identificables en las evidencias
arqueológicas. Los asentamientos investigados presentan una compleja
estratificación horizontal y vertical de las fases de ocupación, donde a menudo es
difícil distinguir las diferentes fases de desarrollo de los asentamientos. Aun con
todas las precauciones necesarias es posible, según creemos, notar una tendencia
repetitiva en la división de los espacios y en la estructuración del retículo urbano.
Estos asentamientos se desarrollan aprovechando la dorma natural del cerro,
englobando rocas naturales transformámdolas en arquitectura (por ejemplo,
rodeándola o acabándola con un muro) y, en parte, modelando el cerro con andenes
sostenidos por muros de contención (Foto 2). La mayoría de los asentamientos
presentan áreas con restos de actividad domestica en asociación a núcleos de
viviendas formados por pequeñas habitaciones (cuya arquitectura es difícil fecharla
por el momento) y áreas más aisladas, a menudo más altas y con un patrón de
acceso restringido, donde diferentes indicadores arquitectónicos (inclusive posibles
restos de altar en dos sitios- Huacramarca, CVP 2 y Jatungaga Pirushtu, CVP 25) y
de la cerámica favorecen una interpretación no utilitaria, por lo menos en su
explotación originaria. Un estudio aparte merecería la arquitectura en forma de
corrales circulares mencionada por Tello (1929) y presente en varios de los sitios
apenas descrito. La estudiosa Joan Gero en su trabajo de excavación en Queyash
Carolina Orsini 169

Foto 2. Sitio arqueológico de Rayán Pampa (CVP 21). Túmulos y andenes de cultivo. Foto C.
Orsini

Foto 3. Sitio arqueológico de Macuash (CVP 22). Túmulos y andenes de cultivo. Foto C.
Orsini
170

Fig. 4. El Pirushtu de Chacas (CVP


15). El dibujo evidencia la
estructuración en plataformas
artificiales probablemente
comunicadas por escalinatas
Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas

(reconstrucción M. Stefani, dibujo


original C. Orsini).
Carolina Orsini 171

Fig. 5. Ejemplos de ollas sin cuello procedentes de los sitios Pirushtu de Chacas (CVP15) –a-
y Gatinjirca (CVP 28) - b-. Dibujos C. Orsini y A. Rodríguez.

Fig. 6. Ejemplos de cuencos fino en pasta rojiza procedentes de los sitios (a) Jatungaga
Pirushtu (CVP 25) y (b) Mamapampa (CVP 33). Dibujos C. Orsini
172 Transformaciones culturales durante el Intermedio Temprano en el valle de Chacas

Alto, ha interpretado estas partes del retículo urbano como lugares dedicados a
acoger la preparación de las comidas y de las bebidas destinadas a ceremonias
públicas de redistribución, que se celebraban probablemente en estas zonas (Gero,
1999, 2001b).
En relación geográfica y posiblemente simbólica con estas zonas se han
encontrados las áreas funerarias de los sitios donde conviven, en la mayoría de los
casos, diferentes patrones arquitectónicos que atestiguan la larga ocupación de
estos sitios. Aparentemente las estructuras funerarias del período más antiguos
son la cámara hipogeas semi-hipogeas. Los entierros en chulpas pueden ser
interpretadas como posteriores a la fase final del Período Intermedio Temprano,
mientras que las inhumaciones simples en abrigos rocosos naturales tapados o no
por muros, a menudo situadas en las pendientes de los cerros sobre los que surgen
los asentamientos, se han encontrados asociadas a cerámica del Período Intermedio
Tardío (Aquilpo). Se trata de una cerámica tosca, monocroma y que lleva a menudo
una decoración incisa en formas de círculos o aplicaciones. La pasta, en particular
de las formas que hemos podido reconocer como ollas y botellas con asas
horizontales a sección aplastada, son de color oscuro (marrón/rojizo hasta marrón
mate) (cf. Orsini, ms.a inv. n° 293).

INTERPRETACIONES PRELIMINARES: ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE


LOS CAMBIOS CULTURALES EN EL VALLE DE CHACAS

A partir de los datos expuestos en esta breve reseña, resulta evidente que dado el
estado actual de los estudios, no es posible determinar la secuencia cronológica de
ocupación de los asentamientos del valle de Chacas. Podemos sólo suponer que,
después de una fase inicial de ocupación de las áreas quechua del valle, los primeros
asentamientos complejos empiezan a florecer en una zona ecológica más elevada.
Estos sitios pueden tener una instalación urbanística que data desde el Período
Huarás o Intermedio Temprano y, en algunos casos, son habitados hasta el Período
Intermedio Tardío. Quizá la explotación de dicha área más elevada se podría
relacionar con un nuevo clima político, económico y cultural. Aparentemente los
asentamientos en las crestas de cerros hospedaron sociedades restringidas, pero
intercomunicadas, quizá encabezadas por jefes político-religiosos. Esto parece
confirmarse con la introducción de nuevos temas expresivos en la cerámica. Es así,
que se ve una personalización de los temas figurativos y comienzan a ser
representados los jefes religiosos y guerreros en escenas de vida cotidiana y ritual.
Joan Gero, a propósito de la iconografía de la cerámica Recuay, señala el carácter
individualista que atañe a las nuevas figuras de poder de los grupos étnicos
dominantes: «mientras el proceso de consolidación del poder se estaba
intensificando y estaba asumiendo una nueva forma en cada generación del PIT,
los jefes de los linajes, los señores locales, o las autoridades étnicas que estaban
revistiendo estas posiciones eran figuras probablemente familiares a la población como
parientes, vecinos o conocidos»(Joan Gero, 2001b: 28).
Carolina Orsini 173

La presencia de una arquitectura funeraria compleja podría, en este sentido,


proporcionar datos significativos, con el objetivo de perpetuar en la memoria visual
el culto personal, quizá de los fundadores del asentamiento o del grupo étnico
dominante (Isbell, 1997 y Kaulicke, 2000). Probablemente en la zona de Chacas los
grupos dominantes ligaban su autoridad al control de una economía de base
agropecuaria. El control de los rebaños de camélidos y de los cultivos en la vida del
valle de Chacas durante los inicios del Período Intermedio Temprano y en épocas
posteriores, junto a una serie de cambios culturales y sociales y probablemente, a
un clima de inestabilidad política (como parece atestiguar la difusión de una
iconografía guerrera en la cerámica y la presencia de estructuras defensivas en los
asentamientos), tienen su contrapartida en la creación de nuevos espacios
funcionales. La ubicación de los asentamientos de este Período en un nuevo espacio
funcional que permite el control de una área más amplia de territorio pudo tener, al
mismo tiempo, nuevas exigencias rituales de una recien surgida elite.

Agradecimientos
Quiero dar las gracias en principio, al Centro Runa, por haberme invitado a escribir
este artículo y, en particular a Bebel Ibarra, que me ha asistido con generosidad y
profesionalidad a lo largo de todo el proceso de publicación. Mi gratitud a Laura
Laurencich Minelli, por haberme dado la posibilidad de conocer el valle de Chacas
y de trabajar en esta área y al Padre Ugo de Censi y a toda la Operación Mato
Grosso que vienen apoyando este proyecto desde 1996. Agradezco su colaboración
a todo el personal del Departamento de Ingeniería DISTART de la Universidad de
Bolonia, especialmente a Alessandro Capra (director de los trabajos topográficos),
Francesco Mancini, Elisabetta Pareschi y Stefano Gandolfi.
Este trabajo no se habría podido realizar sin la valiosa ayuda del arqueólogo
Aurelio Rodríguez, quien realizó parte de la topografía de Huacramarca y de Riway
y algunos estudios acerca de la cerámica. Los arqueólogos Joan Gero y Bebel Ibarra
proporcionaron importantes datos, incluso manuscritos inéditos, que utilicé en
este trabajo.

Notas
1
El proyecto se desarrolla en el marco de las investigaciones de mi tesis doctoral en
la Universidad de Bologna (Italia). Los trabajos han sido realizados con la
coordinación de Laura Laurencich de la misma Universidad.
174
175

WAULLAC Y EL INTERMEDIO TEMPRANO EN


EL CALLEJÓN DE HUAYLAS

LILYAN SOTO VERDE


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
slilyan@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

El presente artículo es el resultado de una investigación llevada a cabo en 1997,


como parte del curso de Taller de Investigación correspondiente al último año
universitario en la carrera profesional de Arqueología. Se escogió el tema del
Intermedio Temprano en la sierra de Ancash por ser escasamente estudiado, a
diferencia del Formativo u Horizonte Temprano, temas de mayor interés en las
investigaciones.
Tomando como referente el trabajo en el sitio de Waullac, se sugiere que los
sitios del Intermedio Temprano deben ser estudiados como parte integrante de un
conjunto de asentamientos, correspondientes a una cultura de nivel regional. Por
ello, como punto de partida nos centraremos en presentar los antecedentes de
todos los sitios cercanos a la zona, en especial los pertenecientes al Callejón de
Huaylas. Hacemos énfasis en la cerámica del Horizonte Medio porque es un
material que debe ser debidamente estudiado, puesto que ayudará a entender su
correlación. A nuestro parecer, hay algunas fallas en la interpretación de datos del
Horizonte Medio: De un lado se generaliza toda la arquitectura como perteneciente
a este período (p.e. Honcopampa, Waullac, Wilcawaín); de otro lado, los autores
que incluyen la arquitectura a este período lo entienden como Imperio Wari
(Lumbreras,1980).
Si bien este trabajo no aporta pruebas definitivas para determinar la filiación
cultural de este asentamiento, señala algunos caminos a seguir en la investigación
arqueológica en esta región del Perú.

MARCO GEOGRÁFICO DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS

El territorio del departamento de Ancash se extiende desde el Océano Pacífico,


entre el río Fortaleza por el sur y el río Santa por el norte; hasta la cuenca del río
Marañón en su sector alto por el lado noreste, y el río Chuquicara o Tablachaca por
el noroeste.
176 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

En dicho departamento, la cordillera occidental de los Andes se divide en dos


ramales, denominados Cordillera Blanca y Cordillera Negra. La Cordillera Blanca se
caracteriza por los cerros de gran elevación y por la existencia de numerosas cumbres,
nevados y glaciares que ascienden arriba de 6000 m.s.n.m. siguiendo una dirección
paralela a la cordillera Negra. Encierra entre sus cumbres innumerables lagunas, en
su mayoría de origen glaciar. Las lagunas que se encuentran en la Cordillera Blanca
dominan una amplia área, haciendo incrementar el volumen de los riachuelos y ríos
que se encuentran en su zona de influencia.
La Cordillera Negra nace en las inmediaciones de la laguna de Conococha,
como la Cordillera blanca, y sigue en dirección sur-norte para luego tomar rumbo
este, en el sector denominado «Cañón del Pato», donde es cortado por el río Santa.
Este río (cuyo origen le adeuda a la laguna de Conococha, a 4,014 m.s.n.m.) se abre
paso entre ambas cordilleras, discurriendo sus aguas hasta al mar, al norte del
puerto de Chimbote, luego de recorrer una distancia de 350 km. Durante la mayor
parte de su recorrido no presta ningún beneficio a la agricultura, debido a que su
lecho se encuentra profundo y encajonado.
El accidente geográfico de mayor categoría que se presenta en la zona lo
constituyen los imponentes nevados de la Cordillera Blanca, como son: Huascarán
(de 6768 m.s.n.m., el más elevado del Perú), Huandoy, Hualcán, Churup, Copa,
Santa Cruz, Champará y Alpamayo, los cuales dan origen a lagunas, riachuelos y
ríos que existen en sus cercanías. La Cordillera Blanca y la Cordillera Negra forman
un gran valle de aproximadamente 110 kilómetros de largo, denominado Callejón
de Huaylas.
El clima es seco y frío en las punas, mientras que en la parte baja es moderado
o casi templado. La temperatura media es de 22° C.; su humedad relativa es de
65%; la precipitación media anual registrada alcanza los 295.8 mm. Para el norte
(Yungay) y Sur (Recuay) del Callejón de Huaylas, la precipitación media anual es
de 730 mm. (ONERN, 1975). Las lluvias son de carácter estacional, es decir se
distribuyen muy irregularmente a lo largo del año, produciéndose generalmente
de Diciembre a Marzo. Los vientos son generalmente suaves, eventualmente en
invierno y primavera, con una velocidad promedio de 16 kph; su dirección
predominante se orienta siguiendo el rumbo sur, aunque con menor frecuencia, y
también ocurren de noreste a suroeste.
En cuanto a su geología, cabe mencionar que las formaciones líticas que
crean el paisaje accidentado, están representadas principalmente por rocas
metamórficas e ígneas, y en menor proporción por rocas de origen sedimentario. El
material lítico de naturaleza metamórfica está constituido por cuarcitas de matices
pardos y blanquecinos. Las rocas ígneas intrusivas, de origen volcánico, están
representados por la andesita, con inclusiones de carbonatos secundarios. Existen
depósitos de origen Fluvio Glacial, a base de materiales o acumulaciones de arena,
arcilla y grava con fragmentos rocosos de forma angulosa y subangulosa,
alcanzando su desarrollo máximo en el flanco occidental de la Cordillera Blanca.
La vegetación es de naturaleza arbustiva y subarbustiva. Está representada
por varias especies de familias diversas, destacando entre ellas: el Huarango, la
Retama, el Aliso, el Carrizo, la Tara, el Molle, el Capuli y el Sauce.
Lilyan Soto Verde 177

ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN

Dada la escasez de estudios realizados sobre este sitio, es necesario hacer un


recuento de las investigaciones realizadas sobre sitios cercanos al área de estudio
para un mejor entendimiento de la naturaleza del asentamiento.
El primer trabajo arqueológico documentado lo hizo Tello, quien en el pueblo
de Aija, en las vertientes occidentales de la Cordillera Negra, descubrió esculturas
líticas de hombres guerreros, mujeres, animales y seres míticos. También visitó
sitios antiguos en Catac, Huaraz y Copa, donde halló en las colecciones particulares
diversos ejemplos de una cerámica de arcilla blanca, fina y modelada. De la
comparación entre los motivos de las esculturas y los cerámicos, concluyó que
pertenecían a la misma cultura. Al sitio de Waullac, Tello lo denomina Quillcay,
nombre de la quebrada en que se halla este sitio arqueológico. Además menciona
que el adoratorio de Illawain, situado a corta distancia del pueblo de Aija, consiste
en una especie de dolmen formado por grandes piedras verticales que sostienen
otras transversales, y se encuentran adornados con estatuas de piedra que
representan a hombres y mujeres. Quilkay y Wilkawaín son construcciones
igualmente importantes correspondientes a este tipo (Tello, 1929: 44). Wilkawaín
presenta actualmente una escultura en su frontis Este, en la que aparece un personaje
con el mentón pronunciado, las piernas cruzadas y brazos sosteniendo lo que, al
parecer, sería una maza, características propias de Recuay.
Mejía Xesspe también realiza reconocimientos en la Cordillera Negra,
registrando los sitios de Walum y Chinchaywasi. Sobre Walum, describe que los
vestigios hallados son de chullpas con tapas de grandes lajas y muros de piedra a
medio derruir. También este estudioso da cuenta de la existencia de fragmentos de
esculturas líticas entre los escombros de los edificios, y extensos basurales con
cerámica Recuay utilitaria (Mejía, 1940:20). Sobre Chinchaywasi, menciona que
existe una gran cantidad de monolitos que yacen entre los escombros de las
estructuras. En el lado sur del sitio existe más de diez chullpas rectangulares
construidas a base de pachilla y con techo plano, inclinado o a dos aguas. Junto a
ellas se encuentran monolitos escultóricos y lajas con grabados simbólicos. En el
interior de las chullpas existen restos de esqueletos humanos y fragmentos de
cerámica ordinaria tipo Recuay (Ibid: 23).
Investigaciones llevadas a cabo en este sitio por George Lau, de la
universidad de Yale, revelan que tuvo tres momentos de ocupación: el primero
correspondería a Recuay; el segundo, al período medio o cultura Wari; y el tercer
momento, Akilpo, pertenece al Intermedio tardío (Lau: ms).
Bennett excavó en Wilcawaín, donde encontró una galería con cerámica
típica Recuay, estratigráficamente debajo de un lugar habitacional conteniendo
materiales del período medio. Esto lo llevó a declarar que el período Recuay precede
a la influencia del período Tiahuanaco Medio, notando el contraste en los estilos y
más marcada la separación (Bennett, 1967). Es importante añadir que Bennett no
encontró asociaciones directas entre las construcciones y los otros restos materiales,
proponiendo por ello que las edificaciones eran «Tiahuanaco» (en ese entonces el
fenómeno Wari aún no era conocido). Por su relación con otras construcciones
178 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

creemos que su posición era correcta, aunque cabe la posibilidad, como sugiere
Martha Anders, que los edificios ya existían a la llegada de los Wari y que más bien
fueron reocupados por éstos (Bonavia,1991: 383)
El padre Soriano, quién se dedicó a visitar sitios antiguos en el Callejón de
Huaylas, también habla de Wilkawaín y asocia este tipo de construcción con otras
de la sierra de Ancash: Chinchayhuasi (Pira), Illawaín( Aija), Pichikjayanani
(Catac), Teckosh (Ticapampa), Ucanan, Jancu, Honkopampa y Waullac (Huaraz)
a las cuales la relaciona con fragmentos de vasijas fitomorfas, zoomorfas y
antropomorfas que fusionan el tipo Huaylas con el Tiahuanaco, las cuales fueron
constatadas también en las tumbas excavadas por la misión Bennett (Soriano, 1941).
Gary Vescelius sostiene que Honcopampa es un sitio Tiwanacoide, en
cuyo basural del sector residencial aparece alfarería Blanco Sobre Rojo, lo que es
prueba fehaciente, por lo menos hasta donde llegó la excavación, que es un sitio
posterior a Huaricoto. (Buse, 1965). Vescelius, a través de una publicación de
Lanning en 1964 ,hace la siguiente mención: «El complejo Honcocoto pertenece al
Horizonte Medio (Wari) y está asociado con varios cambios mayores en el desarrollo cultural.
Las tumbas en chullpas reemplazaron a las galerías y cistas. El Honco temprano se caracteriza
por influencias fuertes de varias partes del Perú, pero especialmente de Wari en la sierra
sur. Cerámica Chaquipampa B, Nievería y Marañón (Cajamarca), aparece en las chullpas.
Un inmenso centro administrativo y de almacenaje fue construido en este tiempo,
indudablemente bajo el símbolo del dominio Wari. Este centro fue ocupado a lo largo del
período Honco Medio, durante la continuación del dominio Wari, evidenciada por la
aparición del estilo cerámico Viñaque; mientras que afinidades con la costa son sugeridas
por la popularización de la cerámica impuesta. El Honco Tardío señala el colapso del
Imperio Wari y es más notable por el gran énfasis en la cerámica del tipo Supe dominante»
(Lumbreras, 1980: 406)
Honcopampa también ha sido estudiada intensamente por Willian Isbell,
quien menciona que,a excepción de un pequeño puñado de fragmentos del
Intermedio Temprano, toda la cerámica de Honcopampa data del Horizonte Medio,
los cuales están asociados a edificios en forma de D y chullpas alguna de las
cuales de 3 pisos y varios recintos tipo mausoleos. El tipo de estructura que no se
halla en Huari son las chullpas, donde un posible fragmento Recuay fue hallado
en el interior de una de ellas. Agrega además que las construcciones de piedras y
pachilla son característicos del período Intermedio temprano en Pashash,
Huamachuco y Cajamarca. Es entonces que Honcopampa fue un centro con las
características de Huari; pero el enigma de los asentamientos y organización
política del Intermedio Temprano del callejón de Huaylas está por resolver. (Isbell,
1991: 26-36)
Zaky realiza estudios en Katyama, distrito de Santa Cruz ,provincia de
Huaylas, donde describe un mausoleo: «es una estructura de tres pisos construida
en el eje norte sur; la mampostería se compone de piedras de dimensiones distintas,
con un acceso de 80 x 70 cm; el techo es de lajas grandes; en el exterior de los muros
este y oeste existen hoyos que recuerdan los cuatro detalles arquitectónicos tipo
mascar, son de 45 cm. de diámetro y un metro de profundidad.» Muestra una
escultura lítica representando la cabeza de un animal. Los edificios de la zona de
Lilyan Soto Verde
179

Wilkawain tiene gran parecido con el que describimos. Los restos de Katyama, se
componen de cerámica sencilla y decorados con círculos. Con respecto a su
cronología no hay muchos elementos diagnósticos, pero considerando las
semejanzas Wilkawaín muestra rasgos Tiwanacoides, por la decoración zoomórfica
de la piedra de mausoleo. Los monumentos aledaños al sitio se ubicaría n en el
período Intermedio Temprano y parte del Horizonte Medio. (Zaky, 1980: 614).
Alberto Bueno, basado en rasgos arquitectónicos, propone para el sitio de
Wilcawaín que las construcciones que se ornamentan con escultura exenta (Chavín)
derivan en monumentos regionales como Pumacayan (que expone esculturas
exentas) y quizá Incawain (Caraz), y se prolongan hasta las estructuras intermedio-
tempranas de Wilkawaín y Honcopampa (Bueno, 1988a). Al respecto Bennett nos
indica: «...en Wilkawain un templo de tres pisos, alguna vez estuvo ornamentado con una
cornisa sobresaliente y una hilera de cabezas de puma talladas en piedra» (Benentt,1949).
Lumbreras hace una definición de la arquitectura Recuay mencionando
que se le asignan a esta cultura: a) Una arquitectura compuesta de dos cuartos
paralelos en forma de galerías, con techos de lajas grandes sobre las que hay un
relleno de tierra, y conectados interiormente, uno de ellos con salida al exterior. b)
El otro es similar al anterior pero con cuatro cuartos. c) El último consiste en una
galeríä subterránea de un cuarto que tiene hasta tres subdivisiones, de forma
alargada y que se comunica al exterior por un hueco a manera de tragaluz. Este
tipo es muy parecido a las tumbas encontradas en la sierra de Recuay en forma de
galerías subterráneas (Lumbreras, 1980: 104). No señala los sitios que presentan
esta arquitectura; en cambio, al sostener la existencia del Imperio Wari menciona
«... igualmente conquistadas las tierra de Recuay, en el mismo Callejón de Huaylas los
Wari, construyeron sus centros ceremoniales en Honcopampa, cerca de la quebrada de
Akilpo y en Wilkawaín, sosteniéndose en que la cerámica Wari, es más antigua entre los
expandidos y mayoritaria en Ancash» (Lumbreras,1980: 399). Asimismo señala que
en Carhuaz se encontró unas tumbas, que además de tener cerámica Wari antigua
tenían también cerámica Mochica-Wari, que es una modalidad muy fina que surgió
en Moche, la cual es rara en términos cuantitativos y cualitativos. Al margen que es
muy escasa, aparecen allí dibujos mochenses policromados al estilo Wari. Sobre
esto cabe mencionar, que en colecciones particulares de Caraz hemos observado
ceramios Moche encontradas en chullpas que existen en el distrito de Santa Cruz,
en las laderas de la Cordillera Blanca.
Sobre el mismo problema Thatcher dice: «...que los Wari casi llegaron tan temprano
a Huamachuco como al Callejón de Huaylas. Parece que la cerámica, durante esta fase
Huamachuco estuvo en una cercana comunicación con la cuenca de Cajamarca,al norte. El
estilo cursivo de las vasijas finas con pedestal es un rasgo distintivo a la fase Huamachuco
y es idéntico al cursivo clásico del Cajamarca III, identificado por los Reichlen. Al respecto
,Vescelius informa que en los tiempo medio y tardío Huaylas (Recuay), aparecen varios
nuevos rasgos en el Callejón de Huaylas: cerámica Caolín ,base apedestelada y trípodes.
Estos rasgos son característicos del Cajamarca III y la fase Huamachuco». (Lumbreras,
1980: 401)
Smith es de la opinión que durante la fase clásica de Recuay aparece la
influencia Wari que se manifiesta en la cerámica con la policromía e,inmediatamente
después, ésta se amplía y se desarrollan dos tradiciones: una en el norte, típicamente
180 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Cajamarca; y otra en el sur, que es Wari; de modo que Recuay como entidad cultural
se desintegra. Además agrega este investigador, que con la llegada de Wari
desaparece la tradición pastoril en el ámbito del Callejón de Huaylas, para dar
paso a un incremento agrícola. Esta pues es una época de grandes cambios en
dicha área. Cambios que comienzan a producirse en la segunda mitad de la época
1 y que llevan a modificaciones importantes. Por ejemplo, la construcción de
«Chullpas» como monumento funerario que reemplaza a las galerías de Recuay, y
la edificación de grandes centros administrativos -uno de ellos debió ser
Honcopampa, localizada cerca de la quebrada de Akilpo en el distrito de Marcará
(Bonavia, 1991: 381).
Steven Wegner refiere que después del apogeo de la cultura regional vino
gente del imperio Wari de Ayacucho (600-1000 d.C.) quienes tuvieron influencia
en los grupos locales respecto a su arquitectura, alfarería e ideología. Por ejemplo,
construyeron mausoleos para el entierro de difuntos, como Wilkawain y Waillac
(1996: 3). Wegner hace además un revisión crítica de los trabajos realizados en el
Callejón de Huaylas y el uso de la cerámica de caolín para la filiación de un sitio
como Recuay, manifestando que,sin mejores datos acerca de la procedencia de
cerámica de contextos funerarios y de excavaciones llevadas a cabo en basurales y
sitios de habitación no disturbados, será muy difícil o imposible discernir
diferencias cronológicas al interior del estilo Recuay, para evaluar las variaciones
regionales en el estilo en cualquier punto de su historia y para diferenciar entre
variaciones temporales y regionales.Señala además que el problema más grande
que se tiene sobre Recuay es la muestra actual, la que en gran parte está compuesta
por cerámica de tumbas saqueadas,surgiendo la pregunta acerca de la posibilidad
de hallar este tipo de cerámica en los asentamientos Recuay (1981).
Por otro lado, Joan Gero realiza investigaciones en Carhuaz, en el sitio de
Quellash, catalogándolo como un sitio Huarás Blanco sobre Rojo, por la aparición
de gran cantidad de cerámica de este tipo en el sitio. A su vez, manifiesta que la
aparición de la cerámica Recuay representa un cambió importante en el
asentamiento (Gero ,1990: 52-56)

EL SITIO ARQUEOLÓGICO DE WAULLAC

Se halla localizado en la margen izquierda del río Paria, muy próximo a su


confluencia con el río Auqui, el cual da origen al río Quillay afluente del río Santa,
en el paraje conocido como Antaoko, distrito de Independencia, provincia de
Huaraz, departamento de Ancash (Fig. 1).
Waullac se halla en la ladera de un cerro, formado por depósitos Fluvio
Glaciales, constituidos por arenas, arcillas, limos gravas y piedras angulares.
Asimismo, en las orillas del río existen enormes rocas graneodoritas, como
afloramientos de pizarra cerca del sitio. Ecológicamente Waullac pertenece a la
formación Bosque Húmedo Montano Bajo, existiendo gran cantidad de vegetación
que, en su mayoría, es de tipo arbórea como el Aliso (Alnus jorullensis), Tara
Lilyan Soto Verde
181

Fig. 1 Mapa de Ubicación de Waullac


182 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Fig. 2 Plano General del sitio arqueológico de Waullac (1997)


Lilyan Soto Verde
183

(Caesalpina tinctoria), Molle (Schinus molle), Sauce (Salix humbltiana) y el


Eucalipto. La mayoría de las tierras se hallan cubierta por Kiculla (Pennisetum
clandestum), que es una es gramínea a manera de «gras».
El sitio está conformado por 10 estructuras, las cuales se encuentran dispersas
en forma ordenada. Se observa un camino en la parte baja de la ladera que viene de
la orilla del río, el cual da de frente a una de las estructuras. Las estructuras son de
forma simple, existiendo muros de contención en la parte baja y se hallan sobre
una especie de basamento, hecho de piedra de río. El sitio tiene una orientación
sur-norte y la mayoría de las estructuras se hallan concentradas en la parte oeste
(Fig. 2).
Podemos observar evidencias de etapas constructivas hacia el lado oeste, como
también algunas depresiones cercadas por pircas moderna de 10 m. de diámetro
aproximadamente. Se observa un dintel esculpido y piedras talladas esparcidas
de forma paralepípeda hacia el lado oeste. La mayor parte de las estructuras son de
planta rectangular, con techos de grandes lajas cubiertos de tierra; algunos de ellos
presentan recintos adosados a manera de nichos.

Descripción de las Estructuras

Para poder hacer la descripción de las estructuras las hemos numerado de la


siguiente manera:

Estructura 1.- Se halla al extremo este del sitio. Se encuentra sobre un basamento de
piedra de un metro de altura (Foto 1). Presenta un acceso con gradas de 1.30 x 1m.
con una orientación sur, y dos ventanas (una al lado este y la otra al oeste). Los
muros son de piedra, unidas con pachilla -que se observa más en la parte superior
de los muros- y argamasa de barro.. El acceso presenta un dintel trabajado: en las
jambas se puede ver una piedra pulida trabajada. Su techo está construido por
grandes lajas y, hacia la parte exterior, presenta una especie de cornisa. Su interior
tiene un ancho de 3.50 m. y un largo de 1.50 m. y la altura es de 1.75 m. El aparejo
de las paredes es regular. A su izquierda se observa dos recintos pequeños adosados:
el primero tiene un acceso de 1.10 m. x 0.70 m. y 2.80 m. de profundidad y el otro es
un poco más grande, posee un acceso de 1.30 x 0.95 m. Su techo es a base de lajas
medianas entramadas. Presenta una especie de banquetas en su interior y la altura
del interior es de 1.76 m. (Fig. 3).

Estructura 2.- Se halla al oeste de la estructura 1. Está formada por un recinto


principal y 3 nichos adosados a la izquierda y otro a la derecha. Su acceso está
orientado hacia el sur y mide 1 x 1.76 m., presentando gradas. El interior mide 1.95
x 2.80 m. y un altura de 2.89 m. Presenta dos ventanas, una al este y la otra al oeste.
La estructura se halla sobre un basamento de 0.90 m. de alto. Los recintos de la
izquierda tienen una profundidad de 3.80 m., 2.10 m. y 1.70 m. respectivamente, y
sus accesos tienen 0.60 m. de altura. La técnica de construcción es la misma que en
los muros; en el techo se puede ver una especie de falsa bóveda. El recinto de la
derecha tiene una profundidad de 3.20 m. y una alto de 0.90 m. No se observa
184 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Fig. 3 Vista frontal de la Estructura nro. 1


Lilyan Soto Verde 185

material reutilizado, pero si se ve huellas de restauración en el acceso y el techo. A


la derecha del recinto principal existen restos de una estructura, de la cual sólo se
ve el basamento y restos de un muro en su lado oeste. La restauración realizada a
la estructura ha alterado el modelo original, ampliando el acceso y elevando el
techo (Fig. 4).

Estructura 3.- Sólo se aprecian muros destruidos que en la actualidad no tienen más
de un metro de elevación. Es de planta rectangular, de 5 x 2.10 m. y su acceso se
orienta hacia el oeste. La técnica constructiva es más rústica: el aparejo es irregular
y las piedras son más pequeñas.

Estructura 4.- Se halla en un lugar donde se concentra el mayor número de estructuras


(en el extremo oeste). Presenta un acceso de 1.20 m. x 0.90 m. y tiene una orientación
sur. Presenta gradas de piedras labradas; además, su acceso está conformado por
tres inmensas piedras: dos son jambas y una dintel. La estructura se halla sobre un
basamento de 1 m. de altura como promedio, el mismo que está formado por enormes
rocas de granito, ubicadas principalmente en las esquinas. Presenta además una
ventana en el lado este de 1.10 x 0.65 m. En su parte frontal se aprecia una pequeña
ventana de 0.25 x 0.25 m. El techo, que presenta una especie de cornisa, está formado
por tres enormes lajas de piedra, las cuales se soportan sobre mensulas
sobresalientes de las paredes. A este recinto llega directamente un camino de
herradura, que al parecer es de origen prehispánico por los muro de contención
que se hallan en la parte baja. Las huellas de material reutilizado son sólo las
gradas de piedra labrada de forma parelepípeda (Foto 2). No presenta signos de
restauración. Al parecer es una de las estructuras más importantes, ya que se halla
rodeada por una serie de estructuras ya destruidas y el camino da directamente a
su frontis. A un costado del basamento, en el lado oeste se observa un dintel
esculpido, del tipo Recuay (Fig. 5).

Estructura 5.- Está conformada por dos recintos de forma ortogonal, cuyos accesos
tienen una orientación este (hacia el centro de todo ese sector). Sus medidas en
promedio de ancho son de 0.85 y 0.90 m. La técnica constructiva es más rústica, el
aparejo es más irregular y con poca argamasa que le da una apariencia de haber
sido sólo mampuestos. La altura actual es de un metro, aproximadamente.

Estructura 6.- Es de forma cuadrangular y su acceso o ventana no se puede distinguir


por el estado de conservación. Tiene una orientación este (al centro del sector). Es
la estructura que presenta mayor cantidad de material reutilizado, como son piedras
labradas de granito de forma paralepípeda en la base y en otra parte. En esta
estructura el uso de lajas pequeñas es bien marcada. Esta se halla adosada a una
especie de plataforma , ya que al frente de ella existe unas gradas que bajan, pero
que se encuentra tapada y de la que no se puede observar su continuidad. No
presenta huellas de haber sido restaurada.
186 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Fig. 4 Vista Frontal de la Estructura nro. 2


Lilyan Soto Verde 187

Fig. 5. Vista frontal y perfil este de la estructura nro. 4


188 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Fig. 6. Fragmentos de cerámicas provenientes de Waullac


Lilyan Soto Verde 189

Fig. 7. Fragmentos de cerámicas provenientes de Waullac


190 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

Estructura 7.- Es de forma rectangular, con un acceso de orientación este (ala centro
del sector). Está muy destruida, la técnica constructiva es de pircado a base de
piedras de río. Se puede observar restos de mensulas de piedras muy gruesas, lo
que sugiere que pudo haber sido techado con lajas grandes.

Estructura 8.- Está muy destruida, su forma es ortogonal y su acceso esta orientado
hacia el este. Es la única cuyo acceso no da hacia el sector central.

Estructura 9.- Esta estructura se halla en la parte media del sitio y sólo se tienen
restos de muros. Por consiguiente, su forma no se puede determinar. La técnica
constructiva es la misma que las estructuras techadas, es decir, a base de grandes
piedras de río.

Estructura 10.- En la actualidad ésta se halla cultivada y cercada por espinas. Los
muros parecen haber sido alterados para darle apariencia de cerco para chacra. Es
de forma ovalada y a desnivel. En el lado norte se aprecia un acceso que tiene una
orientación este y los muros son de piedras grandes unidas con argamasa.
Además de la estructuras, existe una gradería que se halla en el camino frente a los
recintos, la cual está trabajada en piedra. En la actualidad, ese camino sale en
medio de la chacra. A esto se añade que, en el sector central, se puede apreciar en el
piso piedras tiradas, labradas de forma paralepípeda.

En resumen, el sitio de Waullac presenta una arquitectura estándar, en


especial cuando se trata de las estructuras techadas, todas con grandes lajas. Los
recintos que poseen material reutilizado se hallan en le sector este, donde se halla
concentrado el mayor número de estructuras, lo cual indica que fue el área más
importante del sitio. La existencia de piedras talladas de forma paralepípeda,indica
que fueron reutilizadas y no han sido trabajadas en el sitio sinó que fueron traídas,
al parecer, de Pumacayan. Todas las estructuras techadas tiene orientación sur o
con vista al río. La plataforma que se halla en la parte central, y sobre la cual se
halla la estructura 4 y adosada la número 6, parece ser más antigua, lo cual nos

Fig. 8 Ceramios recuay con representaciones arquitectónicas (Tomado de Rebeca Carrión


1955)
Lilyan Soto Verde 191

Foto 1. Estructura número 2 del sitio de Waullac (Foto Bebel Ibarra)

Foto 2. Estructura número 4 del sitio de Waullac (Foto Bebel Ibarra)


192 Waullac y el Intermedio Temprano en el Callejón de Huaylas

indicaría que esta estructura fue adosada y es la que presenta la mayor cantidad de
piedras trabajadas (reutilizadas).
El material cerámico encontrado en superficie guarda ciertas similitudes con
los estilos Wari y Cajamarca III. Sin embargo, por el reducido número de fragmentos,
no haremos comparaciones ni descripciones más detalladas (Fig. 6 y 7).

CONCLUSIONES

El sitio de Waullac, como parte de un conjunto de asentamientos en el Callejón de


Huaylas, definitivamente estuvo integrado a otros asentamientos contemporáneos.
Su ubicación dentro de la topografía de la zona (en una quebrada y cerca al río) es igual
a la de Wilkawaín y Honcopampa. Si bien la arquitectura de Waullac es diferente a la
de Honcopampa y Willcawain, en cuanto a forma, se puede notar que algunas de los
recintos de Ichic Wilkawaín son similares a los de Waullac. Pero su técnica constructiva
tiene gran parecido a la de Honcopampa. Cabe mencionar que en la parte alta de la
quebrada, a unos 3 Km. al este Waullac, existen estructuras con la misma técnica
constructiva y que corresponden a chullpas, con una división e intercomunicados,
uno de ellos con acceso al exterior, tal como las describe Lumbreras (1980). Estas
chullpas se hallan a unos 50 m. del río, al igual que Waullac. Las cornizas o aleros, que
se ven en las estructuras techadas de Waullac, también se ven en Wilkawaín, no así en
Honcopampa. Estos aleros se pueden ver en los ejemplares de cerámica que representan
arquitectura (Fig. 8).
La ausencia de esculturas líticas podría deberse al proceso de extirpación de
idolatrías. Incluso aquellas que fueron halladas por Tello y Soriano estaban
enterradas. Este tal vez sea el problema de relacionar la escultura a la arquitectura.
Hay que tener en cuenta que Wilkawaín posee una escultura en su frontis este, y
además una serie de hoyos para poder colocar más esculturas clavas. No hay
datos sobre la existencia de este tipo de esculturas en Honcopampa, pero sí se
tiene datos de Katyama (Caraz), donde la arquitectura es similar a la de Wilkawaín
y Honcopampa.
La arquitectura Recuay se ha definido como típicamente funeraria, no
pudiéndose definir una arquitectura pública o domestica, y no pudiéndose explicar
la presencia de esculturas líticas como elementos de ornamentación.
La cerámica Recuay que ilustra la arquitectura no es tomada en cuenta: los
personajes que aparecen en la cerámica serían los monolitos en forma de guerreros
que existen en toda la región y en especial en el Museo Regional.
No se tiene conocimiento de un sitio que presente arquitectura con material
reutilizado de piedra labrada de forma paralepípeda, pero ello tampoco significa
que no pueda existir como rasgo característico.
193

HONCO PAMPA: ARQUITECTURA DE ÉLITE DEL


HORIZONTE MEDIO EN EL CALLEJÓN DE
HUAYLAS 1

HARTMUT TSCHAUNER
Universidad de Harvard
tschaun@fas.harvard.edu

INTRODUCCIÓN

Mencionado por primera vez hace casi ya un siglo (Sievers, 1914: 100, Abb. 30) y
descrito en más detalle en los años treinta (Kinzl, 1935: 267–268; cf. Tello, 1960:24),
Honco Pampa ha recibido considerable atención verbal pero poca investigación
arqueológica debidamente publicada. El sitio está ubicado a 3500 m.s.n.m. en el
distrito de San Miguel de Aco, provincia de Carhuás en los terrenos de la comunidad
campesina de Atoqpampa (Fig.1). Su parte principal ocupa la falda sur de una
morrena glacial llamada Purush Monte (o Honcocoto [Buse 1965: 321]), de unos
75 m de altura y aproximadamente un kilómetro de largo. La morrena domina una
pampa pantanosa hacia el sur y desde su cima y empinada falda norte la Quebrada
Honda, una de las principales rutas de comunicación entre el Callejón de Huaylas
y el vecino Callejón de Conchucos (Fig. 2). Al pie de Purush Monte se encuentra un
conjunto de nueve chullpas conocido como Ama Punku (o Chapa Corral [Buse,
1965: 324–327]) y en su extremo este otra chullpa aislada, Chucaro Ama, de tamaño
considerable (foto en Lumbreras 1969: 259). Hacia el sur, la pampa está delimitada
por otra morrena llamada Tayapachan. Pequeñas chullpas aisladas se encuentran
esparcidas por las faldas de ambas morrenas.
En 1961, Gary Vescelius y Hernán Amat realizaron cinco semanas de trabajo
de campo en Honco Pampa y sus alrededores, levantando un plano completo
(inédito) y excavando en ocho unidades arquitectónicas. Aunque los únicos
informes que se llegaron a publicar sobre estos trabajos son breves resúmenes de
segunda mano (Buse, 1965: 317–327; Lanning, 1965), el hallazgo de cerámica de
filiación Wari y la arquitectura octogonal dieron origen a la hipótesis de que Honco
Pampa era un gran centro administrativo del Estado Wari en el Callejón de Huaylas,
ampliamente difundida por el influyente libro de texto de Lumbreras (Lanning,
1965: 140; Lumbreras, 1969: 261–262; 1974: 171).
194 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Fig 1. Ubicación de Honco Pampa en el Departamento de Ancash, Provincia de Carhuás,


Distrito de San Miguel de Aco
Hartmut Tschauner 195

El trabajo de campo llevado a cabo en 1987 bajo la dirección de William H.


Isbell (1989) se propuso poner a prueba esta hipótesis. La temporada se dedicó a la
limpieza de cabeceras de muros y al levantamiento de unas tres de las 6 ya estimadas
(Buse, 1965: 322) para el sector Purush Monte. También se hicieron recolecciones
de superficie, pero probablemente debido a los trabajos previos de Vescelius en el
sitio, los artefactos eran sumamente escasos. Además, se excavaron cuatro pozos
de cateo en los complejos AC–1, AC–2, AC–5 y AC–9 (Fig. 3).
En las líneas que siguen, después de una breve discusión acerca de la cronología
del sitio, haré uso de las evidencias recuperadas en 1987 para analizar la
arquitectura de Honco Pampa, interpretando los complejos octogonales como
residencias palaciegas de élite. Posteriormente, compararé la arquitectura de Honco
Pampa con la de otros sitios locales del Callejón de Huaylas y con los estilos
arquitectónicos de Wari y de Huamachuco. Concluyo que de manera similar al
caso de Huamachuco, la arquitectura del Callejón de Huaylas podría haber jugado
un papel en la génesis del estilo arquitectónico Wari, contribuyendo a éste con una
serie de elementos formales. Sin embargo, la configuración global de los elementos,
la inferida función de los complejos y las profundas raíces de la arquitectura de
Honco Pampa en la tradición de la sierra norte sugieren que el sitio fue la sede de
un señorío local del Callejón de Huaylas durante el Horizonte Medio y el comienzo
del Intermedio Tardío.

CRONOLOGÍA

Basándose en sus hallazgos cerámicos y un par de fechados radiocarbónicos,


Vescelius (resumido por Lanning [1965: 140]) esboza una historia de ocupación de
Honco Pampa que abarca todo el Horizonte Medio y parte del Intermedio Tardío.
En las chullpas (¿de Ama Punku?) Vescelius encontró cerámica «Wari ceremonial»
(Buse, 1965: 324–325) identificada por Menzel como perteneciente al estilo Viñaque
(H. Amat, comunicación personal). En la cerámica de su fase «Early Honco» en la
que ubica la construcción de Honco Pampa, Vescelius observa influencias de los
estilos Chakipampa B, Nievería y «Marañón» (Geometric-on-Light) del Horizonte
Medio 1B. Las siguientes fases «Middle Honco» y «Late Honco» del Horizonte Medio
tardío están definidas por cerámica estampada similar a la contemporánea del
valle de Supe. La última fase de ocupación, denominada Akillpo, ocurre en el
Intermedio Tardío y se caracteriza por la presencia de cerámica relacionada con el
estilo Casma de la costa.
Los hallazgos cerámicos de la temporada de 1987 eran escasos y pobres,
probablemente debido a las recolecciones previas de Vescelius en el sitio. Los pocos
fragmentos identificables muestran relaciones con los estilos Recuay, Atarco,
Viñaque (?), con los estilos impresos del Horizonte Medio 3/4 en la costa y el estilo
Casma del Intermedio Tardío de la costa. Es decir, indican un período de ocupación
similar al sugerido por Vescelius entre finales del Intermedio Temprano y comienzos
del Intermedio Tardío. Las medias sin calibrar de los cinco fechados
radiocarbónicos provenientes de cateos excavados en 1987 en los complejos AC–2,
196 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Fig. 2 Plano general de Honco Pampa, mostrando la ubicación de los sectores del sitio

AC–5 y AC–9 (dibujos de perfiles y plantas en Tschauner, 1988: Abb. 165–168)


apenas cubren un siglo entre 1380 y 1280 d.C. (Tabla 1). Las dos muestras del cateo
en AC–5 que vienen de estratos superpuestos arrojaron fechados una secuencia
estratigráficamente correcta. La muestra AC–5 (1) proviene de una capa de ceniza
encima del piso del complejo, la muestra AC–5 (2) de una capa de barro mezclado
con piedras grandes depositada debajo del piso y de los cimientos de AC–5. Aunque
hay una diferencia de 90 años entre sus medias, las fechas en sí son prácticamente
indistinguibles a un nivel de 95% de confianza debido a los considerables errores
estadísticos asociados a estos fechados. Asumiendo que el piso sella los contextos
subyacentes, la fecha de construcción de AC–5 caería entre los dos fechados. La
muestra de la galería oeste de AC–9 viene del más antiguo de tres pisos el cual se
encontraba a la altura de los cimientos del complejo. De esta manera, el fechado
Hartmut Tschauner 197

Fig. 3 Plano del sector Purush Monte en la falda sur de la morrena de Honco Pampa.
198 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

proporciona un terminus post quem para los pisos subsiguientes y probablemente


para la construcción del complejo. La muestra de AC–2 no tiene asociación
estratigráfica segura con los fragmentos de piso y cimientos hallados en el cateo.
Todas las muestras de 1987 vienen de estratos cerca de los cimientos de los
complejos y fechan la construcción de la arquitectura ortogonal de Purush Monte
entre 650 y 780 d. C. (calibrando a un 95% de confianza) o 660 y 770 d. C. (a un 68%
de confianza). Estos fechados son claramente más tempranos que los de Vescelius,
que calibrados de la misma manera ocurren entre 890–1220 d. C. y 900–1160 d. C.,
respectivamente (Fig. 4). Si juntamos ambos juegos de fechados (como lo hace
Williams [2001: 81, Fig. 11, Table 2]) resultarían dos lapsos, dependiendo del nivel
de confianza asociado, uno entre 680 y 890 d. C. (95%) y el otro entre 690 y 860 d. C.
(68%), pero este agrupamiento sólo produce un índice de acuerdo del 18,1% que
está debajo del valor equivalente al 95% de confianza (26.7%). Los fechados de
1987, en cambio, producen un índice del 124.7% que cómodamente alcanza un
95% de confianza.
El error estadístico asociado con estos fechados es demasiado grande como
para permitir distinguir las varias épocas del Horizonte Medio. Sin embargo, los
fechados de la temporada de 1987, que probablemente se asocian con la construcción
inicial de los complejos ortogonales de Purush Monte, tienden a ubicarse al comienzo,
mientras que los de Vescelius ocurren en la segunda mitad o incluso después del
Horizonte Medio. Por consiguiente, el intervalo cubierto por los fechados
radiocarbónicos no contradice el esbozo histórico de Vescelius resumido arriba. Al
parecer Honco Pampa se fundó a finales del Intermedio Temprano o comienzos del
Horizonte Medio y siguió ocupado continuamente durante todo el Horizonte Medio
hasta comienzos del Intermedio Tardío. En el presente contexto cabe resaltar que durante
todo este tiempo no hay evidencia de cambios drásticos de formas arquitectónicas o
estilos de mampostería. Un estilo característico y homogéneo de mampostería une a
todos los tipos de estructuras, tanto octogonales como chullpas. Más aún, Vescelius
encontró cerámica de las épocas 1B y 2 del Horizonte Medio en las chullpas, sugiriendo
que éstas estaban en uso al menos durante toda la duración de la postulada presencia
Wari.

LA ARQUITECTURA DE HONCO PAMPA

Formas arquitectónicas

Tres tipos principales de estructuras se pueden distinguir en Honco Pampa. Isbell


(1989) sumariamente describe sus patrones arquitectónicos y descripciones más
detalladas se encuentran en Tschauner (1988). El primer tipo es la estructura con
planta en forma de «D». Dos de estas estructuras se encuentran al pie de Purush
Monte (AC–13 y AC–14; Fig. 2, 3). Éstas no tienen subdivisiones internas y parecen
haber sido una especie de torres de una altura considerable en proporción a su
diámetro. Con sus 5 m de altura, el muro perimetral de AC–13 es el más alto en todo
Hartmut Tschauner 199

Fig. 4 Fechados radiocarbónicos (a) de la temporada de 1987 y (b) concordancia de los


fechados de la temporada de 1987 y de Vescelius (Buse 1965:327; Ravines 1982:178).
200 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Honco Pampa. En su parte superior, este muro está ligeramente inclinado hacia el
centro de la estructura tal como se encontraría en la base de una cúpula. AC–13
tiene un acceso al centro del lado recto de la «D» y otro más pequeño en la parte
convexa. AC–14 no dispone de puertas en los muros conservados. En su interior
tiene cuatro nichos grandes simétricamente dispuestos.
El segundo tipo de estructura son las chullpas. Se han reconocido entre 15 y
16 chullpas en Ama Punku y en los otros sectores de Honco Pampa. Éstas son
edificios cerrados de varios pisos y diferentes tamaños de 2 a 17 m de largo. Al
interior pueden tener hasta 24 pequeñas cámaras simétricamente dispuestas (Fig.5).
Las puertas comúnmente miden menos de 1 m de alto y tienen dinteles y canilleras
monolíticas. Grandes lajas de granodiorita forman los techos. A pesar de que todas
estas estructuras estaban huaqueadas, en varias de ellas —grandes y pequeñas—
todavía se encontraron restos óseos humanos. Si bien esta observación sugiere un
carácter funerario para todas las chullpas, el gran rango de variación en tamaño y
patrones de división interna exige la distinción de varias clases de monumentos
funerarios con importantes implicaciones para la organización social de sus
usuarios.
El tercer y más importante tipo arquitectónico —en cuanto a número de
estructuras y área construida— es el complejo amurallado rectangular con patio
central. Estos complejos se encuentran en terrazas artificiales en la falda de Purush
Monte (Fig. 3). El modelo ideal de este tipo es un recinto amurallado
aproximadamente cuadrado en cuyo centro se encuentra un patio abierto también
aproximadamente cuadrado que ocupa la mayor parte del área del complejo. A lo
largo de tres o cuatro lados del patio hay estructuras alargadas techadas (o
«galerías») subdivididas por muros perpendiculares adosados en cuartos más
pequeños. Cada uno de estos cuartos tiene su propio acceso desde el patio (Fig. 6),
existiendo típicamente tres puertas en cada lado del patio (Tabla 2). Al menos en
su actual estado de conservación, la mayoría de los cuartos no parecen comunicarse
entre sí. La distribución de cuartos es aproximadamente simétrica al eje central
este–oeste del complejo que pasa por su entrada principal y es paralelo a la falda
de la morrena. La entrada principal a cada complejo se encuentra en el punto
medio del lado este y es a través de un estrecho callejón amurallado perpendicular
a la galería frontal que se llega directamente al patio central. Este callejón suele ser
el único acceso al complejo desde el exterior. Si hay otro acceso éste es pequeño e
inconspicuo (Fig. 6). Mientras las galerías laterales y la frontal tienen un ancho
más o menos estandarizado de 2.5 a 3 m, la galería opuesta a la entrada principal
del complejo es más ancha (hasta 4.7 m.). Esta última posee una puerta amplia en
su punto central, la cual está alineada con el callejón de acceso y da entrada a un
cuarto de tamaño excepcional. Las paredes del patio se distinguen de las de las
galerías por un mayor número de muros ornamentados (cf. siguiente acápite),
especialmente en la pared frente a la entrada principal. Todas las puertas tienen
dinteles monolíticos, pero el de la puerta opuesta al callejón de acceso es la más
grande del complejo, seguido por el de la entrada principal (al lado del patio). Las
medidas exteriores de los complejos varían entre 20 y 35 m. Cada complejo forma
una unidad autónoma que se encuentra en su propia terraza. Incluso en el caso de
Hartmut Tschauner 201

Fig. 5 Planos de tres chullpas del sector Ama Punku (Chapa Corral).
202 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Fig. 6 Patrones de comunicación de complejos arquitectónicos de Purush Monte


Hartmut Tschauner 203

complejos adyacentes cuyos muros se tocan, éstos preservan su independencia ya


que no comparten ningún muro y no están intercomunicados. Tampoco siguen un
solo patrón de orientación; en cambio, cada complejo y su terraza se adaptan a las
condiciones del terreno en que se ubican. Sólo se encontró un par de cornisas en
unos cuartos (AC–18) que no siguen el modelo del complejo rectangular. En los
complejos con patio central no hay evidencia de más de una planta. Tanto los
muros perimetrales del complejo como los del patio y los muros perpendiculares
de la entrada principal suelen estar amarrados entre sí, de tal forma que todo el
armazón del complejo representa un solo evento constructivo.
Los rasgos de los complejos individuales (AC–1 a AC–9 y AC–11) coinciden
en mayor o menor grado con este modelo ideal (Tabla 2 – 3). La desviación más
significativa la presenta la gran unidad continua formada por los complejos AC–
6 a AC–9 en la parte superior de la falda, los cuales comparten un largo muro
perimetral y están comunicados entre ellos. AC–5 es el único que reúne todos los
rasgos enumerados. Al mismo tiempo, AC–5 es la estructura más grande de Honco
Pampa y la calidad de su mampostería sólo es superada por la de algunos muros de
AC–2. En muchos aspectos, este último es un complejo modelo, pero su galería más
grande no está frente a la entrada principal sino en el lado norte del complejo. AC–11
en la parte alta de la falda es otro complejo que reúne todos los rasgos característicos
menos la galería norte, pero ésta posiblemente esté cubierta por un derrumbe.
La cuarta y última categoría arquitectónica es heterogénea y reúne una serie
de estructuras excepcionales. Estas incluyen un grupo de cuartos individuales
con esquinas redondeadas y nichos (AC–18), una terraza (AC–10) adosada a AC–
11 y AC–9 que tiene construcciones abiertas con nichos y una serie de unidades
poco entendidas y relativamente sencillas (AC–15, 16 y 17) que, aparte de sus
contornos octogonales, comparten pocos rasgos con los complejos que tienen patio
central.
Aunque cada sector del sitio está dominado por un tipo de estructura, no
hay una estricta separación espacial de los tipos, en particular de los complejos
ortogonales y las chullpas. No sólo se encuentra el grupo de chullpas de Ama Punku
próximo a la arquitectura octogonal, sino también hay chullpas esparcidas por la
falda de Purush Monte y por todo el resto del sitio.

Estilos de mampostería y su distribución espacial

Muchas paredes de Honco Pampa se caracterizan por una impresionante


mampostería ornamental conformada por grandes bloques de granodiorita. Con
la excepción de un pequeño número de muros posiblemente posteriores al grueso
de las estructuras (Tipo 3), la mayoria de los muros comparten una serie de rasgos
que dan unidad estilística a la mampostería.
Los muros están construidos de piedras selectas sin tallar. Se han empleado
dos tipos de roca: bloques de granodiorita gris clara, que tienden a ser redondeados
y relativamente grandes, y piedras más chicas y angulosas de pizarra negra. En
cada pared se observan al menos dos clases de tamaño claramente diferenciados.
204 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Las piedras chicas o pachillas, típicamente son chatas y rellenan los espacios
entre los bloques mayores. Según el arquitecto H. S. Loten (1987a: 5) las pachillas
sirven para evitar la necesidad de un encaje perfecto de los bloques grandes y de
esta manera facilitan la mampostería a gran escala. La dimensión horizontal de
los bloques mayores tiende a ser mayor a la vertical. Excepto con los bloques más
grandes, comúnmente no se hizo un esfuerzo de orientar la cara plana del bloque
con la pared del muro. Como todavía se puede observar, en algunos casos se alcanzó
una pared más o menos lisa rellenando los espacios entre bloques con pachillas y
entre las pachillas con mortero. Las piedras no están puestas en hileras sinó que
los bloques y zonas de pachillas entre los bloques forman patrones de tablero de
ajedrez en las paredes. Estos patrones no parecen haber estado cubiertos por
enlucido. En ninguna pared se observaron restos de enlucido (cf. la mampostería
similar de las chullpas de Corongo [Terada, 1979: Pls. 41, 42]). Como los muros
mismos, las puertas (dinteles y canilleras) se construyeron a base de grandes
bloques monolíticos. El dintel más grande es un solo bloque de 4.32 m de largo.
Técnicamente, la mayoría de los muros consiste en dos paredes de piedras semi
entrelazadas con un delgado núcleo de escombros y mortero al medio. Algunos
son macizos de piedra. Las piedras están puestas en lechos de mortero de barro de
variable grosor. Los espesores de muros varían entre 0.65 y 1.00 m. En ningún caso
se observaron secciones horizontales o verticales a modo de episodios que sugieran
tareas de construcción. Sólo se encontraron dos cornisas aisladas en AC–1 y AC–
18, pero están a una altura sorprendentemente baja en relación al piso y carecen de
dispositivos homólogos al lado opuesto del cuarto. Por ende, en ningún complejo
hay evidencias de un segundo piso. Los nichos y «ventanas» que atraviesan todo
el espesor del muro son más comunes sin que se presente un patrón consistente en
su distribución.
Esta descripción abarca los tipos 1 y 2 de muros que son la mayoría de los muros de
Honco Pampa. El denominado Tipo 3 se distingue fundamentalmente de los demás
por la ausencia de pachillas y la pobre calidad de confección (ejemplos en
Tschauner, 1988: Abb. 61, 64, 67, 144). Este es el tipo menos frecuente y sus
representantes se encuentran en ubicaciones (por ejemplo, bloqueando un acceso)
que sugieren adiciones posteriores al plano original de los complejos. Ningún
muro del Tipo 3 está amarrado con uno de los otros dos tipos.
Según el arqueólogo local Julio Lingán (comunicación personal, Agosto de
1987) los Tipos 1 y 2 tendrían un significado cronológico (Fig. 7).2 Lingán fecha el
Tipo 1 al Intermedio Temprano y lo asocia con la cultura Recuay, mientras el Tipo
2 o «Wari Expansivo» dataría del Horizonte Medio.
El Tipo 1 (ejemplos en Tschauner, 1988: Abb. 91, 101, 114, 117, 151–154) se
caracteriza por bloques grandes, una gran regularidad en la disposición de los
mismos y el uso de dos materiales de colores contrastantes (granodiorita gris clara
y pizarra gris oscura). La diferencia de tamaño entre los bloques y las pachillas es
tal que los bloques claramente dominan la vista de la pared y las pachillas se
perciben en función de los bloques. En este tipo, la distancia entre bloques es más
grande que en paredes del Tipo 2. De manera similar a los bloques, las pachillas
están puestas horizontal y ordenadamente. Especialmente características son las
Hartmut Tschauner 205

Fig. 7. Tipología de muros de Honco Pampa. Todos los ejemplos a la misma escala
206

Fig. 8 Mampostería
de chullpas en Honco
Pampa y de sitios en
el Callejón de
Huaylas y Chavin de
Huántar.
Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas
Hartmut Tschauner 207

pachillas nítidamente apiladas entre bloques. Este juego con el tamaño y los colores
de las piedras crea un efecto visual que genera campos de contornos irregulares, en
donde los bloques ofrecen áreas de tranquilidad visual mientras que las pachillas
emergen como zonas de movimiento creado por el juego entre luz y sombra. En su
definición ideal, por ende, estas paredes pueden considerarse como ornamentales
y a veces pueden causar una sensación similar a la de «op-art.»
El Tipo 1, por su parte, se puede dividir en tres sub-tipos. El 1.1 reúne paredes
que presentan hileras de monolitos grandes espaciados (Tschauner, 1988: Abb. 74,
86, 106, 128, 155–158). El grupo 1.2 comprende paredes que incorporan grandes
wankas (bloques parados más altos que anchos) a distancias regulares (Tschauner,
1988: Abb. 132). Finalmente, el grupo 1.3 se caracteriza por bloques inmensos
mucho más largos que altos y un empleo casi exclusivo de bloques con pocas
pachillas (Tschauner, 1988: Abb. 110, 126–128, 155, 159).
El Tipo 2 (ejemplos en Tschauner, 1988: Abb. 54, 129, 160–161) se distingue
por un pachillado continuo y sin patrón con un mayor uso de cantos rodados que
en las paredes del Tipo 1. En promedio, los bloques son de menor tamaño que los
del Tipo 1 y de formas aproximadamente cuadradas. Al mismo tiempo, son más
numerosos y su distribución es más densa que en el Tipo 1. La diferencia de tamaño
entre bloques y pachillas es menos categórica y a veces la distinción entre los dos
es arbitraria. La disposición de las pachillas es irregular. No se presenta el contraste
visual entre áreas de tranquilidad y de movimiento aunque, como en el Tipo 1, se
emplearon rocas de dos colores contrastantes. Las paredes parecen más
desordenadas y vertiginosas en vez de ornamentales.
Todas las paredes suficientemente preservadas (n = 170) fueron clasificadas
según este esquema. La distribución de los tipos muestra claramente que la
clasificación no refleja una dimensión cronológica. Sólo cinco de los 19 grupos de
muros amarrados comprenden paredes de un solo tipo. De los 40 amarres de muros,
en 16 casos (40%) los muros pertenecen a diferentes tipos, mientras que de los 56
adosamientos, 37 casos (66%) presentan muros de varios tipos. Aunque esta
diferencia es estadísticamente significativa (c2 = 6.414, p = 0.011; pFisher’s Exact = 0.010),
el número de amarres entre muros de diferentes tipos es demasiado alto como para
apoyar la hipótesis cronológica. Es más, hay 16 muros cuyas dos caras se asignaron
a diferentes tipos.
Las paredes exteriores de las chullpas pertenecen comúnmente al Tipo 1 ,
pero el número de ejemplos clasificados es pequeño. Sin embargo, es preciso resaltar
que no existe ninguna diferencia fundamental entre la mampostería de las chullpas
y de los complejos ortogonales de Purush Monte.
Si bien las diferencias entre los muros no son cronológicas, su distribución
espacial muestra patrones definitivos (Tabla 4). Los sub-tipos 1.1–1.3 aparecen
más frecuentemente en los patios. El 85% de las paredes de estos tipos se encuentra
en patios (el 92% si sólo consideramos patios y galerías). En marcado contraste, un
79ª 84% de las paredes del Tipo 2 se encuentran en galerías y el 67% de las paredes
de galerías, pero sólo el 18% de las paredes de patios pertenecen al Tipo 2. La
ubicación preferencial de los sub-tipos 1.1–1.3 en los patios es estadísticamente
significativa si contrastamos su distribución en conjunto con la de los otros tipos
208 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

Fig. 9 Mampostería de sitios con arquitectura Wari.


Hartmut Tschauner 209

(Tabla 5). En 5 de 7 casos la pared de patio opuesta al acceso principal pertenece al


grupo 1.1–1.3, las dos excepciones al Tipo 1 genérico. Es decir, la pared de patio
frente al acceso principal es la ubicación preferida del tipo más elaborado en los
complejos de Purush Monte. La gran mayoría de los muros ornamentados (1.1–
1.3) se encuentra en los patios, al igual que el Tipo 1 genérico, y en las paredes
exteriores de complejos. El Tipo 2 se encuentra en las galerías.
En resumen, cabe enfatizar una vez más que la distribución de los tipos de
mampostería no está correlacionada con los tipos de estructuras — en particular,
no hay una diferencia sistemática entre la mampostería de las chullpas y de los
complejos ortogonales — sinó, únicamente, en su ubicación dentro de los
complejos ortogonales.

INTERPRETACIÓN: COMPLEJOS PALACIEGOS DE ÉLITE

La característica sobresaliente de los complejos ortogonales de Purush Monte es su


marcado eje transversal que pasa sobre la entrada principal, ubicada en el punto
medio del muro este, y la puerta especial ubicada en el medio de la galería oeste.
Este eje está definido en el este por el elaborado corredor de acceso cuya puerta
hacia el patio luce el segundo dintel más grande y, en el oeste, por la pared
ornamental más elaborada, la galería más ancha y el dintel más grande encima de
una puerta ancha opuesta a la entrada principal del complejo. Esta puerta ancha
daba acceso a un cuarto que, juzgando por su tamaño y ubicación, fue el más
importante en las galerías del complejo. El eje señala la ruta de acceso y fuerza la
vista del observador que ingresa al complejo hacia el mencionado cuarto.
El paso por portales es un tema principal en el diseño de estos complejos. El
único acceso a estas estructuras cerradas, sin ventanas, es a través de un corredor
angosto y bajo — una especie de túnel — y los grandes dinteles monolíticos
acentúan las puertas y los alineamientos entre ellas. Al salir del túnel de acceso, el
visitante se enfrenta con un amplio patio abierto y paredes ornamentales
sumamente elaboradas. El contraste entre el túnel angosto y oscuro y el patio abierto,
por un lado, y la mampostería sencilla al exterior y las paredes ornamentales en el
patio al interior, por otro, maximizaba el impacto visual en el visitante. Este diseño
y el hecho de que el patio ocupa la mayor parte del área construida apuntan hacia
la recepción de visitas «oficiales» como una de las principales funciones de los
complejos ortogonales.
Al mismo tiempo, y asumiendo— como sugieren algunos fogones
encontrados en los cateos excavados — que los cuartos de las galerías eran de
carácter residencial, la alta proporción de espacio abierto de los complejos, su
considerable tamaño y acceso controlado y la refinada calidad de mampostería de
sus muros, nos lleva a pensar que se trata de residencias de élite (cf. Buse, 1965:
324). Además, el patrón de comunicación interna que conecta casi todos los cuartos
de las galerías exclusivamente a través del patio central (Fig. 6), le da al complejo
una estrecha unidad espacial y, por implicación, funcional. No se trata de
aglomeraciones de «apartamentos» independientes sinó de complejos concebidos
210 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

como unidades desde el comienzo que, como se recordará, evidentemente fueron


construidos en un solo evento ya que todos los muros del armazón suelen estar
amarrados.
A la luz del eje palmario que enfatiza el único y principal acceso hacia el
cuarto especial de la galería oeste es concebible que este haya servido como una
especie de sala de audiencia, lo que daría un carácter palaciego a los complejos.
Sin embargo, el termino «palacios» con que designa Buse (1965: 324) a estos
complejos no es del todo apropiado, pues no se trata de una estructura única sino
de una forma arquitectónica recursiva en el asentamiento. Resulta muy probable
que estos eran complejos residenciales de élite que cumplían ciertas funciones
palaciegas.
De la división interna de los complejos podemos inferir que los residentes
de cada complejo estaban relacionados entre ellos, aunque no necesariamente en
forma de «ayllu,» como propone Buse (1965: 323). La naturaleza de la arquitectura—
es decir, su calidad y el consumo conspicuo del espacio y de los recursos (cf. McGuire
y Schiffer, 1983: 282–283; Schiffer, 1992: 26)— sugiere que sus residentes eran
exclusivamente grupos de élite, no «ayllus» enteros (en un sentido muy genérico,
cf. Isbell, 1997). Esta caracterización como arquitectura de élite también abarca a
los complejos de la parte alta de Purush Monte, aunque allí varios complejos (AC–
6 a AC–9) forman un conjunto con un muro perimetral compartido y comunicación
interna entre complejos. Aparte de esta desviación, indudablemente importante, se
acercan bastante al modelo ideal del complejo ortogonal descrito arriba.
La única posible traza de residencias de menor status en Purush Monte son
los pocos restos arquitectónicos que no siguen el patrón de los complejos
ortogonales (en particular, los cuartos de AC–18). Buse (1965: 324) habla de
«arquitectura pobre y desordenada» sin precisar a qué estructuras o sectores se
refiere. Las estructuras no ortogonales carecen de la mampostería ornamental y de
los elementos palaciegos descritos para los complejos ortogonales, pero lo único
«desordenado» es la falta de un plano ortogonal. En realidad estas estructuras se
caracterizan por su mampostería con esquinas redondeadas y nichos bien
ejecutados. Además cubrirían un área muy pequeña para un sector residencial de
bajo estatus. Resulta muy probable, entonces, que se trata de áreas de funciones
especiales desconocidas.
Las chullpas de Honco Pampa varían considerablemente en tamaño y
prominencia de ubicación. Las más grandes y visibles son las del conjunto de
Ama Punku para los que el término «mausoleos» (Buse, 1965: 324–327) parece
perfectamente aplicable. Su arquitectura no es menos impresionante que la de los
complejos ortogonales y emplea la misma mampostería y dinteles monolíticos
macizos. Muy probablemente se trata de las estructuras funerarias de la élite
residente en los complejos ortogonales de Purush Monte. La complicada división
interna y el patrón de comunicación entre las cámaras que forman bloques sin
conexión entre ellos, da lugar a especulaciones sobre la organización social de esta
gente (cf. Buse, 1965: 327).
Hartmut Tschauner 211

LA ARQUITECTURA DE HONCO PAMPA EN EL CONTEXTO DEL CALLEJÓN


DE HUAYLAS

Para entender el papel de Honco Pampa en el contexto regional del Horizonte


Medio en el Callejón de Huaylas, debemos preguntarnos sí se trata de un
asentamiento único o especial en cuanto a ubicación, tamaño, formas
arquitectónicas y estilos de mampostería. Es lamentable que el trabajo de Kinzl
(1935), que sigue siendo la exploración más completa del área, por más pionero
que haya sido en su época, no sustituye una prospección sistemática del Callejón
de Huaylas y sólo nos permite comparaciones aisladas con otros sitios del Callejón.
Además, ni para estos pocos sitios disponemos de fechados independientes de la
arquitectura local con lo que la lógica de comparaciones arquitectónicas se vuelve
un círculo vicioso.
El elemento local por excelencia en la arquitectura de Honco Pampa son las
chullpas, ya que tienen numerosos homólogos en el Callejón de Huaylas, pero
ninguno en el estilo arquitectónico Wari. Kinzl (1935: 293–294) observa una unidad
arquitectónica en las chullpas del Callejón de Huaylas que las distingue claramente
de las del Alto Marañón. Las chullpas grandes de Ama Punku (Fig. 5) comparten
muchos rasgos con las de Willkawain e Ichik Willkawain, los edificios mejor
conocidos de este tipo en el Callejón. Estas son comparables en tamaño (Willkawain
10.7 x 15.6 m. , Ichik Willkawain 7.2 x 16 m [Bennett, 1944: 17] vs. MCS1 12,18 x
16.00 m. y MCS2 10.4 x 13.2 m.). Todas tienen de 2 a 3 pisos que no se comunican
internamente mediante escaleras sino que cada uno tiene un acceso propio. Las
chullpas están divididas en múltiples cámaras internas cuya distribución es
simétrica al eje lateral (excepto dos puertas en el segundo piso de Willkawain) y
cuya forma o es aproximadamente cuadrada o alargada paralela al eje lateral de la
estructura. Todas están erigidas en plataformas artificiales y cercadas por muros
(para Willkawain: Bennett, 1944:14). La mampostería es del Tipo 1 (en ocasiones
1.1) definido arriba para Honco Pampa (Fig. 7), los materiales de construcción son
granodiorita y pizarra y encima de las puertas y ventanas hay dinteles macizos de
granodiorita.
Por otro lado, el arreglo en «U» de las chullpas de Ama Punku no se repite en
el conjunto de Ichik Willkawain; Willkawain parece una sola chullpa aislada. En
Willkawain, todas las cámaras de un mismo piso se comunican entre ellas mientras
que en Ama Punku las cámaras se agrupan en bloques, cada uno de los cuales,
tiene su propio acceso desde afuera sin que haya puertas entre los bloques. Sin
embargo, dado que la gran chullpa de Ichik Willkawain también tiene varios accesos
desde afuera y no todas las chullpas de Ama Punku tienen la agrupación de cámaras
en bloques, la distribución de cuartos no constituye una diferencia sistemática
entre Ama Punku y Willkawain. Alrededor de las chullpas de Willkawain y de
Ichik Willkawain hay una especie de banqueta. En Willkawain, la banqueta norte
tiene tres nichos en forma de «T». Según Bennett (1944: 14), la banqueta en
Willkawain es una adición posterior. La chullpa de Willkawain tiene un respiradero
atravesando todos los pisos, cornisas, además de nichos, dos ventanas en el
segundo piso y una hilera de cabezas clavas (¿de puma? [Bennett, 1944: 17]). No
212 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

obstante estas diferencias en detalles, las chullpas de Ama Punku y de (Ichik)


Willkawain pertenecen al mismo tipo de estructura definido por su tamaño, su
ubicación en terrazas, la división interna y mampostería. Además la existencia de
chullpas pequeñas en ambos sitios asociadas con las grandes, descritas en detalle,
constituye un paralelo estructural entre los sitios.
Según las descripciones de Kinzl (1935: 276), existen por lo menos otros dos
edificios muy similares en el Callejón de Huaylas: Kate-Ama en la Quebrada Santa
Cruz y otra chullpa grande en Antapampa, en la boca de la Quebrada Rajururi al
pie del nevado Huandoy. El edificio de Antapampa mide 14 x 8 m o 18 m (según
Kinzl y Schneider [1950: 44]) y tiene dos pisos, seis cámaras en el primer piso con
un solo acceso desde el exterior y varios nichos al interior. Está cercado por un
muro de piedra que dista entre 5 y 8 m de la chullpa (Kinzl, 1935: 273–274). Kate-
Ama también tiene dos pisos, con dos cámaras en la planta baja y varias en el
primer piso y un acceso desde el oeste. Cada esquina exterior del edificio estaba
adornada con una cabeza clava (puma) de granodiorita (Kinzl, 1935: 276). En
ambas chullpas, Kinzl encontró abundantes restos humanos. La chullpa de
Antapampa no es un edificio aislado. Asociada con ella se encuentra una gran
estructura rectangular con numerosos cuartos pequeños, una estructura circular
al centro y una mampostería muy elaborada (Kinzl, 1935: 272 y una foto de pobre
calidad delante de la p. 321). El mismo Kinzl compara esta asociación de estructuras
con la de los sectores de Honco Pampa. De manera similar, directamente al sur de
Kate-Ama hay una estructura rectangular y unas chullpas (Kinzl, 1935: 276).
En suma, a lo largo del Callejón de Huaylas existen por lo menos cuatro
complejos de chullpas grandes del mismo tipo que las de Ama Punku. De los cuatro,
un mínimo de tres está asociado con sectores de arquitectura ortogonal,
presumiblemente residencial. Como en Honco Pampa, ésta se caracteriza por el
mismo estilo de mampostería que las chullpas.
Numerosas chullpas pequeñas en todo el Callejón de Huaylas presentan
mampostería del Tipo 1 definido para Honco Pampa. Como ejemplo mencionamos
a dos sitios que según Steven Wegner (comunicación personal) datan del Horizonte
Medio: Waullaq en las afueras de Huaraz (Fig. 8) y Nuevo Tambo, ubicado a 4200 m.
en la Quebrada Quilcayhuanca (Kinzl, 1935: 266; Tschauner, 1988: Abb. 184). Lau
(2001: Figs. 6.3, 6.4, 6.6) ilustra ejemplos de Chinchawas cerca de Huaraz.
Los complejos ortogonales de Honco Pampa se pueden comparar con la
arquitectura de, al menos un sitio en el Callejón de Huaylas, el llamado «Palacio
del Inca» de Pariamarka, ubicado cerca de la entrada al Cañón del Pato a
3250 m.s.n.m. y asociado a una morrena terraceada con ocupación prehispánica
(Kinzl, 1935: 276; Williams León y Pineda, 1985: 60). Para Kinzl (1935: 275), este
complejo rectangular con plaza central de 40 x 90 m. o 120 x 80 m. (Williams León
y Pineda 1985:60) es el edificio prehispánico más importante del Callejón de
Huaylas. La plaza central está cercada por «galerías» angostas subdivididas por
muros transversales. No todas estas subdivisiones ocupan todo el ancho de la
galería ni colindan con otros cuartos, de manera que hay «cuartos flotantes.» La
división de las galerías es asimétrica. La galería norte tiene un angosto pasadizo de
acceso y, al parecer, también los había en los tres lados restantes. Kinzl (1935: 275)
Hartmut Tschauner 213

describe la plaza central como vacía. Las «30 casuchas» al interior que menciona
Raimondi (1873: 85) probablemente se refieren a los cuartos en las galerías. No pude
recoger datos primarios sobre la mampostería de Pariamarka, pero Kinzl (1935: 275)
describe muros construidos de bloques grandes y redondeados con pocas pachillas
(al respecto, comparable al Tipo 1.3 de Honco Pampa).
El patrón formal del «palacio» de Pariamarka está íntimamente relacionado
con el de los complejos de Purush Monte. Como en éstos, en Pariamarka no hay
evidencias de múltiples pisos. Kinzl habla de muros de unos dos metros de altura,
igual que en Honco Pampa. En contraste con Purush Monte, el «palacio» es la
única estructura de este tipo en Pariamarka, mientras que la arquitectura del sector
residencial (?) asociado es de otra naturaleza. Además, el «palacio» es
sustancialmente más grande que los recintos de Purush Monte aunque, como
asentamiento, Honco Pampa es el más grande de los dos. La división interna de las
galerías de Pariamarka difiere de la de los complejos de Purush Monte porque no
es simétrica y porque varios cuartos «flotan» en las galerías, sin tener cuartos
inmediatamente colindantes. Además, las galerías de Pariamarka son más anchas
que las de Honco Pampa y no hay una cuyo ancho supere al de las demás. Tampoco
el (los) pasadizo(s) externo(s) de Pariamarka tiene(n) paralelo en Honco Pampa.
Finalmente, el «palacio» no tiene su propio sector de chullpas inmediatamente
asociadas. La ubicación del sitio en la falda y al pie de una morrena es comparable
a la de Honco Pampa, pero en Pariamarka la arquitectura ortogonal se encuentra
al pie, en terreno plano, mientras que, en Honco Pampa se halla en pendiente sobre
la falda de la morrena.
Aunque faltan casos comparativos bien estudiados y fechados, el estilo de
mampostería de Honco Pampa se repite una y otra vez en asentamientos
prehispánicos del Callejón. La única ancla relativamente bien fechada son los
llamados «soterrados de Katak» cuya mampostería evidentemente corresponde al
Tipo 1 de Honco Pampa (Bennett, 1944: Plate 5A). Esta se asocian con el estilo
cerámico Recuay, definido en gran parte en base a la Colección Macedo proveniente
de Katak. Además, un muro de Pashash se parece a los de Honco Pampa (Grieder,
1978: Fig. 9), aunque es más refinado con bloques de caras talladas y acomodados
en hileras. También existen ciertas semejanzas entre la mampostería más fina de
Honco Pampa y la del Atrio del Lanzón en Chavín de Huantar (Fig. 8) que sugieren
una considerable profundidad cronológica de este estilo en el Callejón de Huaylas
y la sierra norte adyacente. Su ubicación espacial y profundidad cronológica indican
que este estilo es local y nativo de esta zona.
En lo que se refiere a la forma arquitectónica, las grandes chullpas de Ama Punku se
relacionan con varias estructuras similares en el Callejón de Huaylas cuya
presencia recursiva también apoya la idea de una tradición local. Posiblemente, la
asociación de chullpa(s) grande(s) con chullpas pequeñas y tal vez con un sector
residencial, forme un patrón estructural de asentamientos del Callejón de Huaylas
del cual Honco Pampa formaría parte. El único caso comparativo para los complejos
ortogonales con patio central es el «palacio» de Pariamarka. Sin embargo, a nivel
de asentamiento los dos sitios se distinguen claramente ya que el «palacio» es de
mucho mayor tamaño que los complejos de Honco Pampa y es único dentro del
asentamiento.
214 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

LA ARQUITECTURA DE HONCO PAMPA Y EL ESTILO ARQUITECTÓNICO


WARI DEL HORIZONTE MEDIO

Las estructuras en forma de «D» y los complejos ortogonales con patio central son
los dos elementos de la arquitectura de Honco Pampa que invitan a comparaciones
con el estilo arquitectónico Wari del Horizonte Medio. La amplia distribución de
este estilo, compartido por un escaso número de centros grandes entre Moquegua
y Cajamarca, es la evidencia clave en la que se basa la hipótesis de un imperio Wari
durante la primera mitad del Horizonte Medio (Isbell y McEwan, 1991; Schreiber,
1978; 1992). Con estos argumentos, Honco Pampa juega el papel de centro
administrativo Wari del Callejón de Huaylas (Isbell, 1989; 1991).
Otros ejemplos de estructuras en forma de «D» se conocen de los sectores de
Vegachayuq Moqo (González Carré y Bragayrac Dávila, 1986: 9, 13) y Cheqo Wasi
(Benavides Calle, 1984: mapa 2, Láms. III, VI; Isbell, 1984: Fig. 2) en Wari y de Cerro
Baúl (Williams, 2001: Fig. 5), todas dentro de áreas amuralladas. Paulsen (1974;
1983; Strong, 1957) e Isbell (1987; 1988) interpretaron la presencia de tales
estructuras en contextos Nasca 7–9 como un indicio de una temprana colonización
serrana. El estudio de Schreiber (1989: 71) sobre patrones de asentamiento en el
Valle Grande, puso en duda esta conexión con Ayacucho mostrando que las
estructuras redondas de piedra eran la forma de arquitectura residencial más común
en el Valle Grande medio durante el Intermedio Temprano. Sin embargo, las
estructuras nasqueñas son verdaderamente circulares mientras que la planta de
aquellas de Wari, Cerro Baúl y Honco Pampa tiene forma de «D.» Además, estas
estructuras no necesariamente pertenecen a una fase temprana en el desarrollo de
la arquitectura Wari: fechados radiocarbónicos sitúan la de Cerro Baúl entre 770 y
1000 d. C. (95% de confianza) y sugieren que se encontraba en uso durante la
segunda etapa constructiva del sitio (Williams, 2001:72).
Isbell (1977: 46–50; cf. Willey 1953: 267, 350, 384, 412–415) identificó los
grandes complejos ortogonales como formas características de la arquitectura Wari.
Su diseño es estrictamente ortogonal (Williams León, 1980:507, 510; Williams León
y Pineda, 1985: 58) y su subdivisión interna sigue un pequeño canon de
configuraciones estructurales bien definidas (Anders, 1986:207; McEwan, 1984:
74–75, Figs. 3–6; 1991). Éstas incluyen el patio central rectangular con un mínimo
de dos «galerías» laterales angostas y techadas de varios pisos, a veces divididas
por muros longitudinales, casi siempre por muros cortos transversales. En las
esquinas, los muros de las galerías chocan en un patrón que Schreiber (1978: 43–
55) ha bautizado como el «arreglo serial» o un muro diagonal que separa las dos
galerías. Este «elemento básico de construcción» (basic building block [Spickard,
1983: 140]) de la arquitectura Wari se repite una y otra vez como módulo predefinido
y estandarizado—que resulta en una especie de celdas (Brewster-Wray, 1983: 122;
Spickard, 1983: 140) y en la subdivisión reticular de grandes complejos amurallados
rectangulares. Mientras los muros perimetrales de los complejos suelen estar
amarrados (Schreiber, 1978: 138; Spickard, 1983: 139; McEwan, 1979: 50; pero cf.
Anders [1986: 190] para Azángaro), los de las subdivisiones comúnmente se adosan
tanto entre ellos como al muro perimetral, así que el arreglo de las subdivisiones
Hartmut Tschauner 215

puede modificarse en cualquier momento sin afectar la estática del complejo entero.
La falta de espacios entre las «celdas» internas (que comparten muros circundantes)
enfatiza los espacios interiores, inhibiendo cualquier vista horizontal y la
dimensión vertical de las estructuras que ya era prominente por sus múltiples
pisos y muros casi perfectamente rectos (Spickard, 1985: 78). El arreglo de «celdas»
suele ser sumamente complejo y el acceso severamente restringido (Anders,
1986:211; McEwan, 1979:50; 1984: 191; 1991; Spickard, 1983: 140; 1985: 79).
Esta arquitectura estrictamente ortogonal no se adapta de ninguna manera
al relieve del terreno. Como Spickard (1985: 77) observa en Pikillaqta, su arquitectura
parece el producto de una planificación bidimensional, forzada sobre un terreno
muy ondulado con enormes esfuerzos en la nivelación del mismo (Sanders, 1973:
384). El hecho de que Wari mismo no siga este patrón sugiere a algunos autores
(Moseley, 1983: 224–225; Williams León y Pineda, 1985: 55, 61) que el modelo de
los grandes complejos fue Tiwanaku cuya arquitectura se basa en el concepto de
construcción en terreno plano.
La definición del estilo arquitectónico Wari no está completa sin una
referencia a las técnicas y detalles constructivos. Éstos incluyen hileras de cornisas
que soportaban segundos pisos, sistemas de canalización subterráneos y banquetas
alrededor de los patios (Schreiber, 1978: 136). Los espesores de muros caen en un
mínimo de dos clases por complejo (Schreiber, 1978: 148; Spickard, 1983: 140). Y
los complejos muestran un estilo homogéneo de mampostería (Anders, 1986: 153–
154; Benavides Calle, 1984: 44–47; Isbell, 1977: 35; McCown, 1945: 267; McEwan,
1984: 138–141; 1991; Schreiber, 1978: 26, 28, 32; Topic 1991; Topic y Topic 1983: 8–
9). La mayoría de los muros consiste en dos paredes con un núcleo de escombros y
mortero: los de Jargampata carecen del núcleo, los de Azángaro son macizos (para
algunos ejemplos, véase Fig. 9). Las piedras son de tamaño modesto y estandarizado,
alrededor de 30 cm ,de formas chatas y alargadas y puestas sin orientación
preferencial en gruesos lechos de mortero. Muchos muros en Wari, Pikillaqta y
Viraqochapampa se construyeron en secciones verticales y/u horizontales (cf. un
ejemplo de Pikillaqta en la Fig. 9). En Wari mismo además, se encontró otro tipo de
muros sobre la base de bloques finamente labrados (Bennett, 1953: Pl. 1; González
Carré, 1981: 93, 95; Isbell, 1984: 114–116; 1986: 195–196).
Comparando con la arquitectura de Honco Pampa, a primera vista las dos
estructuras en «D» (AC–14 y AC–14) son idénticas en planta a las de Wari y Cerro
Baúl. Sin embargo, desconocemos casi por completo la tercera dimensión de estas
construcciones. Hay indicios de que AC–13 fue una especie de torre. AC–14 tiene
cuatro grandes nichos internos que no poseen homólogo en las estructuras redondas
de Wari y Cerro Baúl. El edificio de Vegachayoq Moqo tiene nichos, pero son
pequeños y se encuentran a lo largo de todo el muro interior (González Carré y
Bragayrac Dávila, 1986: 9). Mientras AC–13 y AC–14 no tienen subdivisiones, la
estructura redonda de Cheqo Wasi tiene 5 cámaras semisubterráneas en su interior.
Además, AC–13 y AC–14 constan de un muro simple y la estructura de Cheqo
Wasi de un muro triple escalonado. El acceso a AC–13 es desde el sur, el de las
estructuras de Wari desde el norte y el de la de Cerro Baúl desde el NW, aunque
216 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

todas estas puertas se encuentran en el muro recto de la «D». AC–13 es la única de


estas estructuras que tiene un acceso adicional en la parte curva del muro. En
cambio, AC–14 no tiene ningún acceso en los muros preservados. Finalmente, las
paredes de la estructura de Vegachayoq Moqo estaban enlucidas mientras que en
AC–13 y AC–14 no hay rastro de enlucido, y tanto en Wari como en Cerro Baúl las
estructuras redondas están integradas en complejos amurallados, lo cual no se
repite en Honco Pampa. Por lo tanto, las semejanzas entre AC–13 y AC–14 de Honco
Pampa y las estructuras en «D» de Wari y Cerro Baúl son menos tajantes de lo que
parecen a primera vista. Ciertos rasgos (altura, subdivisiones internas, puerta elevada)
indican funciones posiblemente muy diferentes a pesar de las semejanzas formales en
planta.
Aunque el complejo rectangular con patio central y «galerías» periféricas es
el elemento básico tanto de la arquitectura Wari como de la de Honco Pampa,
ocupa posiciones diferentes en la estructura conceptual de las dos arquitecturas.
En Honco Pampa, los complejos evidentemente se concibieron como unidades
independientes, mientras en la arquitectura Wari forman «celdas» repetitivas al
interior de complejos enormes. Por eso, la arquitectura de Honco Pampa no da la
impresión de construcciones prefabricadas o estandarizadas (impresión que sí
imparten los grandes complejos War). Cada complejo de Honco Pampa tiene su
carácter individual, no hay una orientación común, tamaños estandarizados o
muros compartidos. Incluso AC–6/7/8/9, los que forman un complejo mayor,
tienen las formas más variadas y menos uniformes de todos los complejos del sitio
las cuales están, en marcado contraste con los grandes complejos Wari, plenamente
adaptadas al relieve del terreno. Además, los complejos de Honco Pampa no tienen
segundos pisos y sus patrones y formas de acceso son muy diversos: con énfasis
en el patio y el eje entre acceso principal y acceso central a la «galería» opuesta, un
patrón que no se encuentra en los complejos Wari. Evidentemente, la mampostería
de Honco Pampa con sus raíces locales es completamente diferente de la de los centros
Wari que se caracterizan por un estilo homogéneo de mampostería. En suma, los
puntos de comparación entre la arquitectura Wari y la de Honco Pampa se limitan a
unos elementos formales compartidos, mientras las características estructurales del
arreglo de esos elementos y el carácter resultante de un complejo entero difieren mucho
entre las dos tradiciones.
Más que relacionarse directamente con la arquitectura de Wari, Honco Pampa se
relaciona con la arquitectura de la vecina región de Huamachuco a la que recientes
investigaciones atribuyen un papel importante en la génesis del estilo arquitectónico
Wari, que coexistió con el estilo local y cuyos cánones aún no eran rígidos en
Huamachuco (Topic, 1986: 65; 1991: 151–152, 159, 161–163; Topic y Topic, 1983:
25; 1986: 44; 1987:3–4; cf. Thatcher, 1972: 87–88; Schreiber, 1978: 173, 233). En
particular, las «galerías» de varios pisos tienen antecedentes en los «niched halls»
de Huamachuco. También hay complejos rectangulares con patio central como el
Sitio 47 en Marca Huamachuco (Topic y Topic, 1987: Fig. 12). Este es un complejo
individual como los de Honco Pampa, con un arreglo serial de las «galerías» y un
corredor de acceso similar a los de Honco Pampa. Los cateos excavados en este
complejo arrojaron mayores cantidades de cerámica Recuay (Topic y Topic,
Hartmut Tschauner 217

1987:18). La Galería B de Mc Cown (1945: Fig. 8) en Marca Huamachuco, también


consiste de «galerías» alrededor de un patio, aunque no forman un complejo
cerrado. Más lejanamente relacionados están los «fuertes» redondos a ovalados
(planos en Loten, 1987a) de Marca Huamachuco.
Tentativamente podemos trazar una línea desde formas arquitectónicas de
la tradición de Huamachuco a la de Honco Pampa y de ahí a la arquitectura Wari.
Huamachuco tiene los elementos individuales como galerías periféricas alrededor
de patios sin que formen complejos cerrados. En Honco Pampa, estos elementos se
juntan para formar complejos cerrados individuales. Finalmente en Wari, los
complejos se combinan como celdas repetidas en inmensas estructuras
amuralladas. El último paso de este continuo netamente formal resulta en un cambio
drástico en el carácter y, por inferencia, la función de la arquitectura, el cual se
refleja en diferentes detalles arquitectónicos y la calidad de construcción.
Las semejanzas arquitectónicas entre Honco Pampa y Huamachuco no se limitan
al ámbito formal. El estilo de mampostería de Huamachuco también está relacionado
con el de Honco Pampa (Loten, 1987b: Fig. 3; 1987a: Fig. 9a, b; McCown, 1945: Pls.
10f, 11a, e; Tello, 1929: Figs. 10, 11; Topic y Topic, 1986:16). En Huamachuco
predominan los muros consistentes de dos paredes con delgados núcleos de
escombros. Los bloques están puestos horizontalmente (la dimensión horizontal
es por lo menos dos veces la vertical) y cada uno está rodeado por 2 a 5 hileras de
pachillas. Los bloques son más angulosos que en Honco Pampa, pero esta diferencia
probablemente se debe a la materia prima: arenisca en Huamachuco, granodiorita
en Honco Pampa, ambas sin labrar. Muy característico de la arquitectura de
Huamachuco es el llamado «long and short work» que consiste en bloques
horizontales alternados con otros, puestos en sentido vertical en las esquinas de
estructuras. Algunas esquinas de este tipo también se observan en Honco Pampa.
Igual que en este sitio, los muros de Huamachuco no tienen rastros de enlucido.
Esta mampostería está estrechamente relacionada al Tipo1 de Honco Pampa,
posiblemente ejecutada un poco más cuidadosamente. Además, en Huamachuco
se han encontrado cabezas clavas como en varias chullpas grandes del Callejón de
Huaylas (McCown, 1945: 214, Pl. 16b–d).

CONCLUSIÓN

El grado de semejanza que existe entre Honco Pampa y los otros propuestos centros
administrativos Wari es mucho menor que el que se observa al contrastar todos los
centros administrativos Wari entre sí. El hecho de que existan semejanzas formales
entre algunos elementos individuales de la arquitectura de Honco Pampa y del estilo
arquitectónico asociado con Wari (por ejemplo, un plano ortogonal con patio central y
«galerías» perimetrales), no debe hacernos olvidar de los diferentes papeles que estos
elementos juegan en las dos arquitecturas (cf. Czwarno, 1989). A un nivel estructural,
las semejanzas formales entre elementos parecen más bien superficiales pues la
arquitectura de Honco Pampa no comparte la esencia del estilo arquitectónico Wari.
Las diferencias estructurales resultan ser de carácter muy distinto al de la arquitectura
218 Honco Pampa: Arquitectura de élite del Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas

de Honco Pampa y sugieren diferentes funciones para los complejos ortogonales en


ambas arquitecturas. Además, los complejos ortogonales de Honco Pampa están
asociados y comparten el mismo estilo de mampostería que el de las chullpas, las que
sin duda no forman parte de los cánones arquitectónicos Wari.
A pesar del insuficiente estado de la investigación arqueológica en el Callejón
de Huaylas, encontramos casos comparativos locales para los principales rasgos de la
arquitectura de Honco Pampa, como las chullpas grandes y pequeñas, la yuxtaposición
de un sector de chullpas grandes con un sector residencial ortogonal y un estilo común
de mampostería. También existen representaciones tridimensionales modeladas en
cerámica de estilo Recuay que muestran estructuras parecidas a los complejos
ortogonales de Honco Pampa (cf. Tschauner, 1988: Abb. 170). Es notable que Kinzl
(1935: 292), en el trabajo que sigue siendo la exploración regional más intensa del
Callejón de Huaylas, no describa Honco Pampa como un sitio único sino como parte
de una serie de sitios de altura que siguen el mismo modelo estructural, se asocian con
chullpas y emplean el mismo estilo de mampostería que las chullpas que tiene profundas
raíces locales.
A la luz de las estrechas relaciones entre la arquitectura de Honco Pampa y la
de Huamachuco, Honco Pampa forma parte de una tradición más ampliamente
definida de arquitectura de la sierra norte. Dadas las raíces locales de su estilo
arquitectónico y el carácter palaciego de sus complejos ortogonales, proponemos que
Honco Pampa fue la sede de un señorío local del Horizonte Medio y comienzos del
Intermedio Tardío en el Callejón de Huaylas que, como Huamachuco, interactuó con
Wari, pero no necesariamente formó parte de su dominio territorial. Esta interpretación
de la evidencia de Honco Pampa concibe los mismos procesos planteados por Lau
(2001a) para el Horizonte Medio en Chinchawas cerca de Huaraz. Según Lau (2001a:
28–30, 436–439), la arquitectura monumental y funeraria es uno de los medios de la
cultura material utilizados por lideres locales para visualizar y escenificar su autoridad.
Las chullpas y el culto a los ancestros que se infiere de su uso cobraron especial
importancia durante el período de influencia Wari porque la intensa interacción
interregional creó la necesidad de reclamar y demostrar los nexos del grupo local con
su territorio. En Honco Pampa, como en Chinchawas, las poblaciones del Callejón de
Huaylas adoptaron ciertas ideas ayacuchanas, pero hicieron uso de tradiciones
estilísticas y tecnológicas locales para expresarlas en su cultura material.

Notas
1
Este artículo es un resumen de mi tesis de maestría presentada en 1988 (Tschauner 1988),
elaborado a pedido del editor de este volumen. He hecho un esfuerzo de actualizar el argumento
y la bibliografía, pero hay que tener en mente que se trata de un trabajo realizado hace más de
10 años. Agradezco a William H. Isbell por haberme invitado a participar en su proyecto en
1987 e iniciado al estudio del Horizonte Medio y por el permiso de publicar los resultados de
mis esfuerzos realizados en el marco de su proyecto.
2
La terminología de los tipos se ha sistematizado en comparación con la usada en Tschauner
(1988). Los tipos 1.1 a 1.3 equivalen al 3a–c y el 3 al 4 de 1988
Hartmut Tschauner 219

Fechado calibrado
1σ 2σ
Complejo B. P. Conf. Conf.
A. D. A. D.
[%] [%]
AC–2 1280±70 660–810 66.0 640–900 94.1
840–860 2.2 920–940 2.2
AC–5 (1) 1240±90 680–890 68.2 650–990 95.4
AC–5 (2) 1330±100 600–810 65.9 530–970 95.4
840–860 2.3
AC–9 1380±70 600–720 62.5 530–820 95.4
740–770 5.7
Tabla 1. Fechados radiocarbónicos de Honco Pampa.

Norte Este Sur Oeste


AC–1 1 2–3? 2? 1?
AC–2 3 2? 2 2
AC–3 0 (1) 3 3 2 (3)
AC–4 0 0 (3) 2 3
AC–5 3 0 (2) 3 2 (3)
AC–6 1? 2 ? ?
AC–7 2 ? 1? ?
AC–8 ? 2 3 ?
AC–9 ? ? 3 1
AC–11 ? 2 3 1?
Tabla 2. Número de puertas entre patio central y galerías en
complejos de Purush Monte. Entre paréntesis números se-
gún planos de Vescelius y Amat.
220

A B C D E F G
AC–1 no no sí no no no no
AC–2 no (sí) sí no (no) sí no
AC–3 sí sí no sí sí sí sí
AC–4 sí (sí) (no) sí sí sí sí
AC–5 sí sí sí sí sí sí sí
AC–6 (sí) (no) sí (no) (no) (no) (no)
AC–7 (no) (no) (no) (no) (no) (no) (no)
AC–8 (no) (no) (no) (no) (no) (no) (no)
AC–9 sí sí (no) no sí sí sí
AC–11 sí sí (no) sí sí sí sí
Clave:
A Acceso principal desde el Este.
B Acceso principal en forma de corredor.
C Galerías en los cuatros lados.
D Una galería más ancha frente al acceso principal.
E Dintel más grande encima de la puerta frente al acceso principal.
F Segundo dintel más grande encima del acceso principal.
G Muro del Tipo 3 en el lado del patio frente al acceso principal.
(sí)/(no) Posiblemente presente/no presente.
Tabla 3. Propiedades selectas de unidades arquitectónicas de Purush Monte.

Pared Ubicación Ubicación


Tipo Exterior Galerías Patios Galerías Patios
1 8 17 21 46 17 21 38
1.1-1.3 1 1 11 13 1 11 12
2 3 37 7 47 37 7 44
12 55 39 106 55 39 94
χ = 31.24 p = 0.0000 χ = 27.58 p = 0.0000
2 2

Cramer’s V = 0.38 (un valor esp. < 5) Cramer’s V = 0.54


Tabla 4. Distribución de tipos de paredes en los complejos de Purush Monte.

Pared Ubicación Ubicación


Tipo Galerías Patios Patios Otros
1.1-1.3 1 11 12 11 2 13
Otros 54 28 82 28 65 93
55 39 94 39 67 106
χ = 14.27 p = 0.0002 χ = 14.57 p = 0.0001
2 2

Cramer’s V = 0.39 Cramer’s V = 0.37


Tabla 5. Distribución de paredes del tipo 1.1 en los complejos de Pu-
rush Monte.
221

PATRONES DE ASENTAMIENTO Y CAMBIOS


EN LAS ESTRATEGIAS DE OCUPACION EN LA
CUENCA SUR DEL RIO YANAMAYO
Callejón de Conchucos1

ALEXANDER HERRERA WASSILOWSKY


Universidad de Cambridge
ach49@cam.ac.uk

INTRODUCCIÓN

Exploraciones arqueológicas en la cuenca sur del río Yanamayo, parte central del
conjunto de tres valles de la cuenca oeste del río Marañón, más conocido como
Callejón o Región de los Conchucos, fueron llevadas a cabo dentro del marco del
Proyecto de Exploración Arqueológica Conchucos (PEAC) entre 1996 y 1997.
Siguiendo el ímpetu explorador de Tello, estas investigaciones tuvieron como meta
una aproximación macroscópica a la historia prehispánica de la zona enfocando
la evolución de los patrones de asentamiento a nivel regional.
El patrón de asentamiento actual en una de las regiones más pobres de la
sierra peruana contrasta marcadamente con la distribución de los asentamientos
arqueológicos correspondientes a las diferentes sociedades indígenas que se
establecieron en la zona. La situación actual se halla caracterizada por un alarmante
nivel de erosión de suelos y el recurrente fracaso de iniciativas dirigidas hacia una
elevación de la producción agrícola. Por lo contrario, es frecuente observar vestigios
de agricultura intensiva pre-colonial. La marginalidad económica actual de la
zona de estudio contrasta igualmente con la evidente importancia supraregional
de extensos yacimientos arqueológicos como Cashajirca (SL-1) o Ingaragá (Y-5).
Partimos de la convicción que el estudio de las respuestas culturales pretéritas a
los retos planteados por una geografía diversa y agreste, permitirá poner los retos
del presente dentro de un contexto histórico que facilitará su mejor comprensión.
El presente análisis de la variación y la variabilidad de la ubicación de
asentamientos prehispánicos tiene como trasfondo nuestros conocimientos acerca
de la organización socioeconómica en los Andes en el XVI y en la actualidad. Estos
permitirán estudiar los posibles vínculos entre la ubicación de los asentamientos y
las estrategias de subsistencia indígenas. La descripción de los cambios registrados
en los patrones de asentamiento, desde una perspectiva diacrónica, nos llevará a
reconstruir, seguidamente, el proceso de desarrollo socioeconómico subyacente.
222 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

En la conclusión nos abocaremos a la discusión de posibles variables causales y


explicativas para el desarrollo económico observado, intentando elucidar, de este
modo, las estrategias de asentamiento prehispánicas en la sierra norcentral del
Perú.

TIPOS DE ORGANIZACIÓN SOCIOECONÓMICA EN LOS ANDES


SUDAMERICANOS

La diferenciación de tipos de organización socioeconómica andina surge del


desarrollo del concepto de complementariedad ecológica, el cual debe mucho a los
planteamientos originales de Murra (Masuda, et al. 1985). Este concepto se basa
fundamentalmente en un postulado quasi axiomático en estudios Andinos
contemporáneos: Para las sociedades agrícolas andinas el acceso a productos
procedentes de zonas de producción ubicadas a diferentes alturas y con una
distancia variable entre sí es necesario para practicar un comportamiento de
consumo considerado culturalmente adecuado (Salomon, 1985, 1986b).
Al momento de la invasión europea las sociedades andinas practicaban
dos modalidades principales de organización socioeconómica denominadas
macro- y microvertical. Estas modalidades no presentan una distribución geográfica
uniforme; las evidencias etnohistóricas revelan mas bien una clara dicotomía
regional.
En los Andes Tropicales del centro y sur del Perú actual predominaban los
mecanismos de organización socioeconómica redistributiva de largo alcance, de
tipo macrovertical o archipiélago (Murra, 1975). Se trata de una estrategia
socioeconómica adaptada a las exigencias de la complementariedad ecológica
para la apropiación de los recursos de subsistencia. Un archipiélago vertical, como
sabemos, comprende un centro con mayor densidad poblacional, sede principal
del poder político y económico, y enclaves o asentamientos periféricos con
ocupación permanente o estacional ubicados a distancias variables.
Otro mecanismo, en cambio, se desprende de documentos del siglo XVI acerca de
los Andes Ecuatoriales del Norte. Ahí las sociedades indígenas practican
mecanismos de organización socioeconómica de menor amplitud espacial, es decir
microverticales (v. abajo), complementados por una variada gama de mecanismos
de intercambio y comercio a larga distancia. En el área que hoy corresponde a las
repúblicas de Colombia, Ecuador y probablemente también el norte del Perú, las
repuestas al llamado «problema vertical» descritas en los documentos etnohistóricos
presentan significativas diferencias cualitativas. Udo Oberem contrapuso al modelo
de la macroverticalidad surandina a aquél de la microverticalidad:
«Microverticalidad quiere decir que los habitantes de un pueblo tenían campos situados en
diferentes pisos ecológicos alcanzables en un mismo día con la posibilidad de regresar al
lugar de residencia por la noche.» (Oberem, 1976: 54).
Más allá y por encima de este modelo de apropiación de recursos de
subsistencia a pequeña escala una serie de mecanismos sociales facilitan sistemas
de intercambio a larga distancia; a saber: exogamia intracomunal, arreglos
Alexander Herrera 223

extraterritoriales de partición de cosechas, colonias multiétnicas, alianzas militares,


entre otros (Salomon, 1986a: 43-44).
Al norte de la sierra ecuatorial estudiada por Oberem, los Muisca de la
Sabana de Bogotá practicaban un tipo de organización socioeconómica intermedio
entre los modelos expuestos por Murra y Oberem. Pese a que las enclaves periféricas
Muisca se hallaban a dos y tres días de camino del asentamiento central, este tipo
se acerca más al modelo presentado por Oberem. Los enclaves presentan una
ocupación estacional y la producción es suplementada por una extensa red de
relaciones de intercambio (Kurella, 1993: 39, 63 -70).
No cabe duda que el alcance de los sistemas de organización
socioeconómica se basa en la capacidad de control supraregional. Esta a su vez,
depende fundamentalmente del poderío político de los respectivos grupos.
Ciertamente, el control sobre zonas de producción depende en última instancia del
control de poblaciones mediante relaciones políticas y / o de parentesco
(Lehmann, 1982).
Las diferencias entre modalidades con mayor o menor grado de
centralización y la gama de prácticas de acceso directo o indirecto permiten una
mejor apreciación de la variabilidad de estrategias socioeconómicas en la sierra
norte - centro- y surandinas. Las implicancias sociopolíticas de estas diferencias,
la gran variabilidad y el dinamismo del modelo de la verticalidad, así como los
mecanismos complementarios de acceso a recursos no locales representan un reto
para la arqueología andina, particularmente en lo que respecta a los desarrollos
históricos de las formas de organización socioeconómica andinas en diferentes
regiones.
Una revisión de trabajos y observaciones etnográficas no sólo revela una
tercera modalidad de acceso a recursos no-locales en los Andes: la especialización
de la producción, ya se esta agrícola, pecuaria o artesanal, ligada a la participación
activa en circuitos de mercado (Brush, 1977: 14). Esto, naturalmente, implica
desplazamientos regulares de los actores hacia los lugares en que se celebran
mercados.
La etnografía también demuestra que la importancia relativa de los diferentes
mecanismos de apropiación de recursos depende en buena medida de las
características ecológicas particulares de cada región. La ecología del medio
determina la distribución de las zonas de producción, es decir, de zonas ecológicas
culturalizadas por la acción humana con características propias (Mayer, 1996). En
términos generales: a mayor distancia entre las principales zonas de producción
la fuerza de atracción de mecanismos de control vertical decrece.
Así, las tres modalidades de organización socioeconómica predominantes
en el área andina entre el siglo XVI y el presente son las estrategias de utilización
de recursos especializada, macro - y microvertical. Las dos estrategias de índole
vertical buscan diversificar la producción en ecozonas complementarias. Se
caracterizan por la ubicación de los asentamientos en la franja de transición entre
las principales zonas de producción, es decir, en el ecotono. Por el contrario, los
patrones de asentamiento de comunidades que persiguen estrategias
especializadas, es decir aquellas circunscritas a una o dos zonas de producción, se
224 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

caracterizan por la ubicación de los mayores centros poblados en la misma zona


de producción principal. Estas estrategias se ven reflejadas en patrones de
asentamiento específicos, identificables en el registro arqueológico como acción
humana plasmada en el paisaje.
A continuación describimos la zona de estudio así como los patrones de
asentamiento identificados a raíz de nuestras exploraciones en la cuenca sur del
río Yanamayo. Seguidamente ofrecemos una discusión de los cambios en las
estrategias de aprovechamiento económico que los pobladores indígenas del alto
Marañón siguieron al elegir el emplazamiento de sus asentamientos.

LA ZONA DE TRABAJO

El carácter transicional de su geografía convierte a la sierra norcentral del Perú en


una región de especial interés para los estudios andinos. La zona enmarcada por
la Meseta de Junín al sur y el fin de la cubierta glaciar de la Cordillera Blanca al
norte -es decir, la porción interandina del valle del río Santa o Callejón de Huaylas
y la parte de la cuenca izquierda del Marañón conformada por los valles Pukcha,
Yanamayo y Rupac o región de los Conchucos- se halla dentro de la faja de
transición entre los Andes Ecuatoriales del Norte - los Andes de Páramo descritos
por Weberbauer (1911) - y los Andes Tropicales o de Puna del Sur. Tanto Carl Troll
(1931) como Olivier Dollfuss (1981, 1992) han hecho hincapié en las diferencias en
el desarrollo sociocultural paralelo que se dio en estas macroregiones
fitogeográficas. Sin embargo, las investigaciones arqueológicas en esta zona de
transición son escasas.
La zona de estudio, de aproximadamente 30km², se halla al centro del
conjunto de valles que conforman la región de los Conchucos, al este de la Cordillera
Blanca (Fig.1). La cuenca del río Yanamayo, afluente principal del Marañón por
su margen izquierda comprende dos valles principales: el Pomabamba al Norte y
el Ashnocancha al sur. Este último se halla enmarcado por la Cordillera Blanca al
oeste y la altura de Huachucocha, al este y sureste, la separa del valle del Pukcha.
Hacia el este numerosas quebradas pequeñas discurren irregularmente por entre
el macizo montañoso que separa los valles de los ríos Ashnocancha y Marañón.
Los tres valles que componen la mitad sur de la cuenca: Chucpin / Chacapata al
suroeste (Prov. de Asunción), Yurma al noroeste (Prov. de Yungay) y Ashnocancha
al este (Prov. de San Luis) conforman una unidad geográfica en tanto presentan
áreas cultivables continuas, es decir, conforman un bolsón agrícola.
En su conjunto la zona de estudio presenta un fuerte declive de norte a sur
y de oeste a este. El curso del Yanamayo y el Pomabamba es fuertemente encañonado
y entre sus afluentes predominan los valles en «V» de amplia sección transversal.
Cejas montañosas menores, más o menos rocosas y empinadas, separan los valles
y hondonadas de los pequeños tributarios. Tal como anotara ya Hans Kinzl en la
tercera década del siglo XX, buena parte de los sitios arqueológicos de la región se
ubican a lo largo de estas cejas rocosas y remanentes morrénicos (Kinzl, 1935).
Las cortas distancias entre las diferentes franjas altitudinales, posibles
Alexander Herrera 225

Fig. 1. El área del presente estudio comprende la cuenca sur del rio Yanamayo, parte central
de la Región de los Conchucos (Prov. de Asunción, Fitzcarrald y Yungay; Dept. de Ancash).
Las principales zonas de producción se hallan resaltadas (Yunga <2500m; Kichwa 2500-
3500m; Suni 3500-4200m; Puna 4200-4800m.)
226 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

gracias a las fuertes pendientes, conllevan un escalonamiento comprimido de pisos


ecológicos. Actualmente las actividades productivas agropastoriles,
complementarias en el sentido de Murra, se practican principalmente a nivel
familiar aprovechando ecozonas adyacentes. Predominen modalidades de
utilización de recursos de tipo microvertical.
Siguiendo los criterios expuestos por Dollfuss (1981: 37 - 52) y considerando
el concepto de zonas de producción de Brush (1977; cf. Mayer, 1996), en este trabajo
se diferencian cuatro principales zonas de producción. La zona de Puna representa
las áreas de pastoreo (4200 - 4800 m) ya que el elevado número de heladas nocturnas
imposibilita todo cultivo. Se halla actualmente subexplotada, tanto sobre las faldas
de la Cordillera Blanca como en el macizo este. Para la producción de tubérculos y
raíces, granos de altura y leguminosas la zona Suni es de especial importancia
(3500 - 4200 m), mientras la zona Kichwa (2500 - 3500 m) representa la principal
zona de producción de Maíz y Frutales. Hoy las estrategias de producción actuales
a lo largo del valle del Yanamayo se centran en las zonas Kichwa y Suni. En las
reducidas extensiones cultivables en el Temple o Yunga, por debajo de los 2500,
predomina el cultivo -con riego- de Yuca, Camote, Algodón, Frutas, Caña de Azúcar,
Ají y -hasta pocas décadas- coca.
La estructuración macroregional naturalmente representa tan solo una
gruesa síntesis de las variables biológicas relevantes -temperatura, humedad e
insolación- en cada área específica. La intervención humana determina a nivel
local los límites altitudinales de las zonas de producción. Los valores utilizados
asumen una maximización de la extensión de las zonas de producción hacia un
límite superior económicamente viable2, a la vez que ilustran la representación
cartográfica de las estrategias de ocupación.

EL PROYECTO DE EXPLORACIÓN ARQUEOLÓGICA CONCHUCOS (PEAC)

Los objetivos principales de la investigación arqueológica de campo, realizada


entre 1996 y 1997 fueron tres: documentar una muestra de sitios en una zona
representativa para la sierra norcentral del Perú -explorada brevemente por la
expedición arqueológica al río Marañón de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos en 1919 (Tello 1923, 1929, 1930, 1960); registrar la variabilidad de los
sitios arqueológicos de la zona y obtener datos para el ordenamiento cronológico
de la muestra.
A partir de las localidades de San Luis, Chacas, Pumayucay, Yauya y
Yanama (Fig. 1) se realizaron caminatas de reconocimientos de uno a cuatro días
de duración en equipos de dos a tres arqueólogos. En total se recorrieron y
registraron sistemáticamente 108 sitios arqueológicos. La selección de fragmentos
de cerámica diagnóstica hallados en la superficie ha permitido fechar la ocupación
de poco más del 60% de los sitios de la muestra.
La interpretación de su distribución se realiza en dos etapas; el panorama
de los tipos de sitios hallados da paso a la reconstrucción de la evolución de los
patrones de asentamiento3. Un asentamiento es como un lugar de residencia
Alexander Herrera 227

sedentaria con recintos habitacionales. Esta definición es independiente de la


ubicación, tamaño, forma o número de estructuras y la presencia o ausencia de
muros perimétricos, zanjas u otros posibles indicios de funcionalidad
especializada.
La identificación de asentamientos presupone la identificación de rasgos
diagnósticos. Una precondición necesaria para la construcción de viviendas es la
disponibilidad de superficies razonablemente planas. Estas son muy escasas en la
zona de nuestro interés, tanto que toda planicie de más de media hectárea recibe el
calificativo de «pampa». La gran mayoría de sitios y el 100% de los asentamientos
ubicados se hallan sobre superficies artificialmente niveladas, generalmente
aterrazadas con muros de contención de factura variable. Aparte de los recintos y
estructuras domésticas también hallamos evidencias de ocupación sedentaria en
el material arqueológico: instrumentos de molienda (batanes y manos), tejido (husos
y ruecas de mano o piruros), labranza (azadones, porras) y otras herramientas, o
desechos de su refacción o producción, así como restos de basura doméstica y
cerámica utilitaria. La conjugación de varios indicadores, es pues la que permitirá
realizar la identificación preliminar, pues permanecerá hipotética hasta que
excavaciones arqueológicas faciliten datos más precisos.
El primer paso de diferenciación formal de los asentamientos identificados
se basa en su tamaño y ubicación. La ubicación determina en gran medida la
morfología del sitio, pues ésta lleva marcada la huella de la agreste topografía del
medio. La adecuación de la arquitectura al relieve natural determina una gran
variabilidad, lo que dificulta una generalización de la arquitectura indígena
serrana. Por su ubicación relativa diferenciamos tres grandes grupos: asentamientos
de cima, de ladera y de orilla de río o laguna4. Asimismo diferenciamos tres clases
de sitio según su tamaño.
Los sitios de cima se caracterizan por la presencia de alargadas terrazas
edificadas sobre cejas rocosas y la modificación artificial de las cimas, a modo de
plataformas, de uno o más promontorios prominentes. Consideramos sugerente la
posibilidad que esta apropiación del paisaje esté relacionada con la organización
política regional. En los sitios de cima la arquitectura se adapta a la topografía; no
hemos hallado afloración rocosa alguna en los sitios investigados, con evidencias
inequívocas de haber sido aprovechada para la extracción de material constructivo
o para facilitar la nivelación de superficies. Aparte de representar un ahorro de
mano de obra la adecuación de planos arquitectónicos al relieve natural sugiere
un cierto respeto frente a las afloraciones de la roca madre. La importancia de
algunas de estas grandes rocas o huancas naturales se halla resaltada por muros
circundantes de poca elevación, a modo de pedestales o plataformas, tal como
sucede, por ejemplo, en Gotushjirka (SN-6). Una forma particular de asentamiento
de cima es el bloque constructivo piramidal con relleno intencional - generalmente
de rocas - sobre pequeñas colinas o laderas de suave pendiente. El cerro circular o
“Pirushtu” de Chacas (Ch-10) es un ejemplo temprano típico.
Los asentamientos sobre ladera se hallan sobre terrazas irregulares
edificadas en laderas de pendiente variable y tienden a ser pequeños. Es fácil
confundirlos con las laderas aterrazadas ubicadas inmediatamente al pie de
228 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

muchos asentamientos de altura.


Los sitios a orillas de ríos y de lagunas presentan particularidades que
llaman la atención. Por un lado tenemos sitios ubicados sobre torrentosos ríos en
los áridos fondos del valle del bajo Yanamayo. Uno de ellos, Yangón (SN-5) se
halla asociado a una fuente de agua salada y a un complejo sistema hidráulico5.
Por otro lado, el sitio de Vicroncocha (Y-16), a orillas de la laguna represada del
mismo nombre, es un sitio complejo de larga ocupación, asociado sin duda a este
núcleo de infraestructura hidráulica.
Un segundo criterio de diferenciación formal es la segregación -arbitraria-
en tres clases de sitios de acuerdo a su tamaño. Cabe anotar que los sitios de la
zona son por lo general pequeños. Hemos separado sitios pequeños (menos de
0.5Ha), medianos (0.5 - 1Ha) y grandes (más de 1Ha). Pese a las recurrentes
ocupaciones múltiples que limitan la precisión de esta variable, veremos que existe
una correlación positiva entre la ubicación de los sitios y su tamaño.

PATRONES Y ESTRATEGIAS DE ASENTAMIENTO PREHISTÓRICOS EN


LA CUENCA SUR DEL RÍO YANAMAYO

Todo trabajo arqueológico regional depende en gran medida del fechado de la


ocupación de los sitios estudiados. A falta de excavaciones su datación se realizó
mediante la analogía estilística con arquitectura y cerámica estudiada con
anterioridad. Sin embargo, son pocos los sitios de la sierra norcentral del Perú en
las que se hallan firmes asociaciones entre arquitectura y cerámica que permitan
determinar por analogía la edad de otros sitios, a saber: Chavín de Huántar, Pashash,
Copa Grande y Copa Chica, La Pampa así como las galerías subterráneas excavadas
por Wendell Clark Bennett (1944). Mientras éstas asociaciones ofrecen importantes
pautas, aún no son suficientes para establecer una columna cronológica sólida
basada solamente en la arquitectura.
En la región de los Conchucos hemos podido identificar en la arquitectura
un posible indicador cronológico: la recurrente superposición de muros con diferente
tipo de mampostería. En Riway A (SL-14), por ejemplo, observamos que muros de
mampostería ornamentada, caracterizada por la disposición regular de grandes
bloques en muros de pachilla, se hallan superpuestos por muros de mampostería
irregular hechos con piedra mediana canteada, argamasa de barro y que presentan
hornacinas rectangulares pequeñas. Estos muros pertenecen a recintos que
reestructuran la organización espacial original del conjunto (Fig. 2, Foto 1). La
estructura circular con patio central y recintos alargados a lo largo del contorno
realizada con la mampostería ornamentada se ve modificada por la erección de
recintos rectangulares en la plaza circular. La disposición de éstos no solo recorta
el área de la plaza, sino que restringe el acceso hacia la parte superior del sitio.
En Marcahuamachuco muros de mampostería ornamentada similares datan
de después del siglo VI d.C. (Topic y Topic, 1983-1985: 19ss.). Es probable que los
muros de mampostería ornamentada de Riway B también correspondan a la
ocupación local del Horizonte Medio. Como demuestra el trabajo de Tschauner (en
Alexander Herrera 229

Fig. 2 Croquis de Riway B (SL-14, valle de Chunya; consolidado con SL-13 en la Fig. 7). El
adosamiento de muros rectos de mampostería burda a los muros ornamentados que conforman el
perímetro de la plaza sugiere una reorganización estructural del área abierta de este asentamiento de
altura, posiblemente durante la segunda mitad del Horizonte Medio o inicios del Intermedio Tardío
(Redibujado de Laurencich et al (2001: Fig. 1) y datos de campo del autor.
230 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

Foto 1. Detalle de la superposición de muros en la plaza sur de Riway B (SL-14; vista hacia el suroeste)

este volumen) estudios detallados de la arquitectura y técnicas de mampostería


son fundamentales para comprender las secuencias arquitectónicas y la filiación
cultural de diferentes sitios6.
Para determinar la edad de los períodos de ocupación de los sitios
investigados en la cuenca sur del río Yanamayo fue necesario recurrir
principalmente al análisis de la cerámica recolectada en superficie. Para la datación
relativa se utilizaron los resultados publicados de excavaciones estratigráficas
realizadas en la sierra del departamento de Ancash: Chavín de Huántar, Waman
Wain y Pójoc en el valle del Pukcha, Willkawaín, Huaricoto, Pashash y La Pampa
en el Callejón de Huaylas. Sin embargo, dada la escasez de material comparativo
para períodos posteriores al Período Intermedio Temprano fue necesario recurrir a
la seriación de cerámica de superficie proveniente de 56 sitios de la región de
Huamachuco realizada por John P. Thatcher (1972, 1972-74, 1977, 1979).
Gracias al análisis del material diagnóstico recuperado en superficie fue
posible estimar los períodos de ocupación de 67 de los 108 sitios arqueológicos
registrados durante el PEAC. A partir de la reconstrucción de los patrones de
asentamiento, según la periodificación estándar para el área andina, se procederá
a dirimir las estrategias de asentamiento subyacentes.
El Horizonte Temprano

Tres de los diez asentamientos del Horizonte Temprano presentan una ocupación
previa (Fig 3). Chenchá (Ya-6), Pirushtu de Chacas (Ch-10) y Tukush (SL-19), este
Alexander Herrera 231

último mencionado ya por Tello (1960), presentan ocupación del Período Inicial.
Llama la atención que estos sitios se hallan en la mitad oeste de la cuenca. Durante
el Horizonte Temprano también apreciamos una mayor densidad de sitios en este
sector.
Si observamos la ubicación altitudinal de estos sitios (Fig. 4) notamos que
todos se ubican entre los 3100 y los 3500m. Hay una clara tendencia hacia la
ocupación de zonas bajas, donde los asentamientos se hallan alrededor de
pequeños montículos, quizás piramidales, cerca al piso del valle (Pirushtu de
Chacas (Ch-10), Pirushtu de Huallin (Ch-15), Chakabamba (Ch-21) o a media
ladera (Cerro Cocha (SL-11). También hallamos sitios sobre prominentes elevaciones
como el imponente Gatinjirca (Ch-16) por encima de Pampash, Chacas, Tukush
(SL-19) en San Luis, Mayucapilla (P-7) en Pumayucay y Achucay (Ya-5) y Chenchá
(Ya-6) cerca a Yanama. Dos de los sitios de mayor volumen constructivo, Pirushtu
de Chacas (Foto 2) y Chakabamba (Foto 3), dominan la confluencia de dos ríos, al
igual que el pequeño Pirushtu de Huallin. Es muy sugerente que en estos tres casos
por lo menos uno de los valles conduce a abras o pasos sobre la Cordillera Blanca7
En términos económicos el patrón de asentamiento del Horizonte Temprano
indica una utilización primaria de la ecozona Kichwa. De esta observación se
desprende la necesidad de la interacción entre asentamientos ubicados en
diferentes alturas para la apropiación de los recursos de ecozonas complementarias.
Pirushtu de Huallin (Ch-15), sitio ubicado en la transición Kichwa-Suni, se halla a
pocas horas de camino tanto de Chakabamba (Ch-21) como de Pirushtu de Chacas
(Ch-10). Concluimos que el sitio menor ubicado en el ecotono representa un posible
satélite, Esta situación es inversa a aquella observada en el valle del Pukcha (Burger
1982).
Si tomamos en cuenta la calidad de los suelos en las inmediaciones de
estos sitios, notamos que la mayoría de los sitios más grandes se hallan cerca a
amplias extensiones de suelos de alta calidad en la ecozona Kichwa. A excepción
de Gatinjirca (Ch-16), ubicado sobre una prominente y perpendicular mole rocosa,
los asentamientos mayores de la cuenca no presentan una ubicación ecotonal. Sin
embargo, cuatro sitios de este período: Pirushtu de Huallin (Ch-15), Gatinjirca (Ch-
16), Tukush (SL-19) y el Pirushtu de Ishanka (SL-17), si presentan una ubicación
ecotonal entre las ecozonas Suni y Kichwa. Desde estos asentamientos la labranza
de tierras ubicadas en dos ecozonas complementarias puede realizarse sin la
necesidad de recorrer grandes distancias. Una producción de subsistencia
básicamente autárquica es factible dentro de un área restringida. Dado que no se
hallaron asentamientos pequeños en ecozonas complementarias en las
inmediaciones de estos sitios consideramosque sus habitantes practicaban una
estrategia microvertical de aprovechamiento de recursos.
En resumen, el patrón de asentamiento temprano de la sierra norcentral se
caracteriza por dos tipos de asentamiento: montículos artificiales y asentamientos
sobre cejas montañosas aterrazadas, de altura moderada. Hay una clara tendencia
hacia la ocupación de lomas o cejas a media altura del valle, preferentemente en la
zona Kichwa. Los sitios mayores se hallan cerca a grandes extensiones de tierras
agrícolas de alta calidad. alta calidad. Las pirámides y plataformas artificiales
232 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

Fig. 3 Ubicación de asentamientos del Horizonte Temprano (c. 900 - 200 a.C.) identificados
en la zona de estudio; los rombos vacios indican asentamientos con ocupación previa
(Período Inicial c. 1800 - 900 a.C.)
Alexander Herrera 233

Foto 2. Pirushtu de Chacas (Ch-10; confluencia de los ríos Arma y Chacapata; vista hacia el
Noreste): Plataforma monumental piramidal (Período Inicial, Horizonte Temprano, Período
Intermedio Temprano) en la ecozona Kichwa. En segundo plano Wawanjirca (Ch-6), sitio de
altura de inicios del Período Intermedio Tardío.

Foto 3. Chakabamba (Ch-21; confluencia de la quebrada Juitush y el río Chacapata):


Plataforma monumental (Horizonte Temprano, Horizonte Medio) en la ecozona Kichwa.
234 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

emplazadas en áreas mas bien planas -incluyendo Chavín de Huántar- pertenecen


a este grupo. A excepción de Gatinjirca (Ch-16) los sitios de ubicación ecotonal
son más pequeños que los de fondo de valle. Simultáneamente, se aprecia una
situación estratégica con respecto a rutas de tránsito.
Dos estrategias de asentamiento de tipo microvertical se desprenden de
estas observaciones: Por un lado estrategias de orientación vertical con centros
ubicados en el ecotono, y por el otro grandes centros en la zona Kichwa con
asentamientos periféricos menores ubicados a poca distancia.

4000
Ch-16
Elevación (m.s.n.m.)

Ch-15 Ya-8
3500 Ya-5
SL-19
Ch-10 Ya-6 Ch-21
3000
SL-11 P-7

2500

2000
0 2 4 6 8 10 12
Sitios arqueológicos

Fig. 4. Asentamientos con ocupación durante el Período Inicial (c.1800-900AC) y el


Horizonte Temprano (c.900-200AC) identificados en la cuenca sur del río
Yanamayo; leyendas en cursiva indican sitios con ocupación
en ambos períodos
Alexander Herrera 235

El Período Intermedio Temprano

Entre los 22 asentamientos establecidos durante el Intermedio Temprano


encontramos varios de los más extensos hallados en la zona, entre ellos Cashajirca
(SL-11) cerca de San Luis, Pirurujirca (P-11) en las inmediaciones de Pumayucay e
Ingaragá (Y-5) y Marcajirca (SN-1) a lados opuestos de la quebrada Maribamba en
Yauya. Ocho del total de 30 asentamientos presentan ocupación previa.
Los sitios de este período (Fig. 5) se diferencian en dos grupos morfológicos.
Predominan sitios sobre cimas rocosas con aterrazamiento de las laderas superiores
y plataformas sobre las cimas. Los muros de contención presentan bases de grandes
rocas de forma regular dispuestas con la cara plana hacia afuera. El relleno de las
plataformas se compone de rocas medianas. En Maria Huayta (P-10) se observaron
dos recintos con muros de grandes lajas que, por la cerámica en superficie, parecen
corresponder a este período. El segundo grupo de sitios se caracteriza por
asentamientos sobre laderas de pendiente variable. Son características las
estructuras circulares de tipo kancha con recintos organizados entorno a un patio
central cuadrangular o circular.
El tamaño de los asentamientos de altura varia mucho: Cerro Matías (SL-
4) o Cerro Chiripi (SLB-4) son sitios muy pequeños mientras Cashajirca (SL-1) o
Pirurujirca (P-11) tienen decenas de hectáreas de extensión. En los grandes
asentamientos con ocupación anterior como Pirushtu de Chacas (Ch-10), Waytajirca
(Ya-8) o Gatinjirca (Ch-16) parece darse una reorganización y desplazamiento del
área principal de asentamiento.
Al observar el emplazamiento de los asentamientos mayores a lo largo de
la cuenca, su distribución regular resulta evidente. Esta regularidad contrasta con
su ubicación altitudinal (Fig. 6), la cual permite reconocer tres grupos. Del primer
grupo, conformado por grandes centros ubicados en la zona Kichwa, la mitad
presenta una ocupación previa. El segundo grupo lo conforman tres grandes sitios
en la transición Kichwa-Suni (Ya-9; Ya-10; P-11). El tercer grupo se compone de
dos grandes sitios mencionados anteriormente: Marcajirca (SN-1) e Ingaragá (Y-5)
se ubican en la ecozona Suni.
Sitios pequeños y medianos se encuentran exclusivamente en las partes
bajas, en la zona Kichwa. Comparando el patrón de asentamiento con el del período
anterior, la mayoría de asentamientos se halla por debajo de los 3500m y es notoria
una tendencia hacia la ocupación de zonas más elevadas. El número de
asentamientos se triplica, por lo que es razonable pensar en un incremento
poblacional. También llama la atención la ubicación de la mayoría de asentamientos
en la mitad este de la cuenca. Mientras sólo una parte de los asentamientos mayores
se ubican sobre el ecotono todos los sitios del Horizonte Temprano establecidos en
la transición Suni-Kichwa presentan una ocupación continua.
De lo expuesto se desprenden tres estrategias de asentamiento y utilización
de recursos complementarios, de tipo microvertical. Primeramente tenemos, en la
mitad sur de la cuenca, el patrón identificado previamente en el Horizonte
Temprano con concentración poblacional en la zona Kichwa (SL-1; Ch-10, P-6 y
probablemente P-1) con pequeños asentamientos satélite (SL-4, SLB-4, P-7) en el
ecotono superior.
236 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

Fig. 5 Ubicación de los asentamientos del Período Intermedio Temprano


(c.200 a.C. - 600 d.C.) identificados en la zona de estudio.
Alexander Herrera 237

Seguidamente tenemos, en la mitad norte de la cuenca, un incremento


paulatino en el tamaño de los sitios con los centros mayores ubicados en la
transición Kichwa - Suni (P-11, Ya-10/11) y sitios periféricos en las ecozonas
adyacentes (P-10, Ya-5 y -probablemente- P-9). A diferencia de este patrón de
asentamiento, que también representan una continuación del patrón de
asentamiento del Horizonte Temprano, en la parte noreste de la cuenca surge, en el
Período Intermedio Temprano, una tercera modalidad de organización
socioeconómica.
Marcajirca e Ingaragá son los únicos dos centros mayores ubicados en la
zona Suni. Su importancia es evidente no sólo por su gran extensión y la elaboración
de las ocupaciones posteriores sino también por su ubicación sobre espolones
rocosos muy prominentes y - en el caso de Ingaragá - por la presencia de arte lítico.
Campanayoq (Y-12) es también un importante centro del Período Intermedio
Temprano. Este sitio se halla ubicado en la zona Kichwa al pie de Ingaragá, y
destaca no sólo por su gran extensión sino por la presencia de arte lítico. El patrón
de asentamiento en la zona de Yauya se caracteriza, entonces, por dos grandes
centros ubicados en las ecozonas Kichwa y Suni. Su ubicación complementaria
sugiere una especialización interdependiente de la producción agro-pastoril.
De ser correcta esta hipótesis otro gran centro podría hallarse al pie de
Marcajirca, quizás en las inmediaciones -aún no prospectadas- de la hacienda
Maribamba. También es posible que este caso atípico corresponda a factores
particulares de índole macroregional, vinculados a esta localidad. Cabe recordar
que el camino Inka desciende por la quebrada Maribamba antes de cruzar el río
Yanamayo y es posible que un cruce sobre el Yanamayo halla existido cerca a este
lugar en el Intermedio Temprano.
Resumiendo, puede anotarse para el Período Intermedio Temprano una

4000
Elevación (m.s.n.m.)

SL-19
Ya-6
3500 Ch-16
Ch-15 P-7
Ch-10 Ch-21 Ya-5 Ya-8
3000
SL-11

2500

2000
0 2 4 6 8 10 12
Sitios arqueológicos

Fig. 6. Asentamientos con ocupación durante el Período Intermedio Temprano (c.200AC-


600DC) identificados en la cuenca sur del río Yanamayo
238 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

marcada continuidad del patrón de asentamiento anterior con un mayor énfasis


en la ocupación de la transición Kichwa-Suni. Igualmente, se constata un
incremento poblacional y una mayor importancia de la ocupación sobre
prominentes cejas rocosas. Las estrategias de asentamiento utilizadas, fueron tres,
todas de poca amplitud: la primera centrada en el fondo de valle, en la zona Kichwa;
la segunda con centros en el ecotono Kichwa-Suni; y la tercera -quizás atípica- con
centros interdependiente ubicados plenamente en las ecozonas Kichwa y Suni.
Sugerimos que los cambio observados responden a una diversificación de la
producción agrícola de subsistencia en el entorno de los grandes centros, con una
base económica similar a la del Horizonte Temprano.
Los datos obtenidos en la cuenca sur del Yanamayo no sustentan la
hipótesis de Joan Gero según la cual en la transición entre el Horizonte Temprano
y el Período Intermedio Temprano se daría un gran cambio social, visible en el
cambio de centros ceremoniales complejos ubicados en fondo de valle hacia
asentamientos de altura de menor elaboración (Gero, 1991). En el Período Intermedio
Temprano no solamente tenemos sitios muy grandes y complejos, sino que ya en el
Horizonte Temprano existen sitios de altura menores y por lo menos un sitio de
grandes dimensiones. Más allá de esto, es imposible descartar una función
ceremonial-religiosa para los sitios de cima, aunque los indicios se limiten, en
Cashajirca (SL-1) a la presencia de mampostería elaborada, escultura lítica,
materiales exóticos (crisocola y obsidiana) y galerías subterráneas.

El Horizonte Medio

Al menos la mitad de los 26 asentamientos del Horizonte Medio presentan


ocupación anterior (SL-1, Ya-8, Ya-9, Ya-11, Ya-18, P-1, P-6, P-7, P-11, Y-5, Y-7, Y-
11, Y-12 y SN-1) y tres de ellos (Ya-8, P-7 y Ch-21) se remontan al Horizonte
Temprano. Una marcada continuidad es reconocible a primera vista (Fig. 7). Tal
como sucede en el valle alto del Mantaro (Parsons y Matos, 1978; Earle, D‘Altroy y
Leblanc, 1978) no es posible identificar influencia Wari en la región de Conchucos.
En la cuenca sur del Yanamayo no se ha identificado cerámica ni arquitectura
indicativos de una presencia Wari, situación similar a aquella de en el valle del
Pukcha (Ibarra: en este volumen).
El fechado de los sitios de este período se basa en la seriación de cerámica
de Huamachuco realizada por John Thatcher, así como en las excavaciones y
dataciones absolutas relacionadas con el estilo «post-Recuay» Usú del sitio de
Pashash (Grieder, 1978). Se han hallado asimismo fragmentos del «estilo
desconocido» del Horizonte Medio que Burger (1982) identificara en el valle del
Pukcha.
A base de una muestra de fragmentos se ha definido tentativamente el grupo
estilístico Gotush, un posible estilo regional de este período. Por el momento hay
dos formas de vasijas atribuibles a este grupo estilístico: cuencos semiesféricos y
cántaros globulares de cuello corto y fuertemente evertido. Las vasijas se hallan
decoradas con motivos monócromos ejecutados con líneas marrones y rojas y
Alexander Herrera 239

Fig. 7. Ubicación de los asentamientos del Horizonte Medio (c.600-1000DC) identificados en


la zona de estudio. El sitio Ya-9 (Kollok) se halla sobre la confluencia de las quebradas
Vaquería y Huaripampa.
240 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

punteado. Se trata de motivos geométricos, frecuentemente entrelazados, ejecutados


tanto en el interior como al exterior de los cuencos. La distribución de los elementos
de relleno y la variación entre los motivos pintados en ambas superficies de los
cuencos producen contrastes marcados. La cerámica del grupo Gotush guarda
gran similitud con aquella del estilo Usú de Pashash, así como con cerámica del
Horizonte Medio de Chota (Shady y Rosas, 1980:36). Elementos decorativos
similares se encuentran también en sitios del Callejón de Huaylas (Lau 2002, en
este volumen y com. pers.) y en la sierra central.
En lo que respecta a la arquitectura, las diferencias morfológicas entre los
sitios del Horizonte Medio ubicados sobre crestas rocosas y laderas se asemejan a
aquellas discutidas ya para el Período Intermedio Temprano. Sin embargo, en
Chagastanán (Ch-9), Cashapatac (Ch-20) y Riway-A (SL-13) las laderas y crestas
son más escarpadas y se hallan a mayor altura. En el Horizonte Medio se produce
un leve pero notorio desplazamiento del rango de altitudinal de los asentamientos
principales (Fig. 8). De los once centros que no presentan una ocupación previa,
nueve se hallan por encima de los 3500 m. Catorce de los dieciséis sitios
abandonados se hallan por debajo de los 3500 m. de altura.
A excepción de Mayucapilla (P-7) los sitios del Horizonte Temprano no
presentan evidencia de ocupación durante el Horizonte Medio. Concluimos que la
concomitante estrategia de asentamiento centrada en la zona Kichwa, más bien
especializada y dependiente del intercambio con sitios más altos, es abandonada
durante el Intermedio Temprano, extinguiéndose a fines del Horizonte Medio.
La segunda estrategia de asentamiento practicada durante el Horizonte
Medio también es de tipo microvertical. Aunque la mayoría de asentamientos
mayores ubicados en la transición Kichwa-Suni presentan una ocupación previa,
cabe resaltar la buena conservación de dos asentamientos periféricos
especializados: Yangón (SN-5) como sitio de producción de sal (Foto 4) y Ultupampa

SL-13
4000
Elevación (m.s.n.m.)

Y-2 Y-4
Ch-9 Ch-21
3500 SLB-5
Ch20 SL-17
Ya-4 Ya-6 SN-6
3000
Ch-4 SL-22

2500
SN-5
2000
0 2 4 6 8 10 12 14 16
Sitios arqueológicos

Fig. 8. Asentamientos con ocupación durante el Horizonte Medio (c.600-1000DC)


identificados en la cuenca sur del río Yanamayo
Alexander Herrera 241

(SL-6), un pequeño sitio con corrales ligado al manejo de ganado. Estos sitios
ponen en evidencia la existencia de estrategias, plenamente desarrolladas, de tipo
microvertical o de «archipiélago comprimido».
El tercer tipo de estrategia de asentamiento se ve reflejado en la continuidad
de ocupación en las ecozonas Suni en Ingaragá (Y-5) y Kichwa en Campanayoq
(Y-12), sitios mencionados anteriormente.
Más allá de las tres estrategias de asentamiento identificadas en el patrón
de asentamiento del Período Intermedio Temprano, en el Horizonte Medio se perfila
una cuarta estrategia centrada en la explotación de las zonas altas, notablemente
las partes más altas de la región Suni. La ubicación de Riway A y B (SL-13 y SL-14)
y de Chagastanán (Ch-9), por ejemplo, sugiere una mayor explotación agrícola de
la zona Suni, así como de los pastizales de Puna. Como ejemplos podemos recordar
los corrales de piedra de Ultupampa, mencionados líneas arriba. Asimismo, hay
indicios de una intensificación de la producción agrícola en las zonas de altura.
Esta intensificación se ve reflejada en la gran cantidad de colcas de piedra que se
distribuyen a lo largo de grandes extensiones de tierras cultivables, por ejemplo en
las laderas cercanas a Riway A y B. Los ordenados montículos de piedra, de hasta
3m de diámetro y 2m de altura, son el producto de una limpieza de campos de
cultivo realizada -y quizás incluso organizada- a gran escala.
Resumiendo, las tres estrategias de asentamiento anteriores sufren una
profunda reestructuración durante el Horizonte Medio. El foco de ocupación se
traslada por encima de los 3500 m, con grandes asentamientos hasta cerca de los

Foto 4. La sal de Yangón (SN-5; valle del Yanamayo) continúa siendo aprovechada a pequeña
escala en la actualidad. Excavaciones posteriores al PEAC indican que su uso intensivo se
remonta al Período Intermedio Temprano.
242 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

4000 m. La diversificación de la producción, reflejada en la distribución altitudinal


de los asentamientos, y la concomitante intensificación del uso de las zonas más
altas es un proceso que se intensificará durante el Período Intermedio Tardío,
acompañado de una concentración de la población en centros mayores.

El Período Intermedio Tardío

A excepción de los sitios de filiación Inka por el momento no es posible diferenciar


sitios del Período Intermedio Tardío y del Horizonte Tardío que no presenten rasgos
Inka. Por lo tanto, los sitios de filiación local, es decir no Inka, de ambos períodos
se considerarán conjuntamente. Como veremos, pese a ser parcialmente contemporáneos
la estrategia de asentamiento Inka es muy diferente y merece trato aparte.
En primer lugar es notorio el menor número de sitios. De los diecinueve
asentamientos de este período identificados en el área de estudio, siete presentan
una ocupación previa. Solamente tres se remontan al Período Intermedio Temprano
(Fig. 9). La mayoría la conforman nuevos asentamientos en escarpadas cimas
rocosas de gran altura (Foto 5 y Foto 2).
La diferenciación morfológica de los asentamientos comprende, al igual
que en el Horizonte Medio, grandes asentamientos de altura y pequeños
asentamientos de ladera (Ch-20, Ch-4 y probablemente Ch-1, SL-5, SL-9, SL-10). Es
sugerente que los sitios más altos del Período Intermedio Tardío son a la vez los
más grandes.
La mayor importancia económica de las zonas de producción más elevadas
se refleja en los patrones de asentamiento del Horizonte Medio y del Período
Intermedio Tardío en particular. En el Período Intermedio Tardío predominan los
grandes sitios de altura - patrón de asentamiento descrito también para regiones
aledañas (p.ej. Hastings 1985, 1987). La estrategia de asentamiento subyacente se
centra ya no en el ecotono Kichwa-Suni (Fig. 10), sino en la transición Suni-Puna
(aprox. 4200 m.). La continua ocupación de los sitios del Horizonte Medio y de
asentamientos medianos en el ecotono Kichwa-Suni se explicaría por la necesidad
de usufructuar las zonas ecológicas complementarias más bajas. Esta continuidad
es de esperarse, sobre todo cerca a grandes extensiones de tierras de cultivo de alta
calidad. La diferencia fundamental con respecto a los períodos anteriores al siglo
XII es la falta de sitios mayores en la zona Kichwa.
A diferencia del valle del Mantaro (Hastorf, 1993) los asentamientos pequeños
en los Conchucos indican que no hubo en esta región sociedades con un nivel de
centralización comparable a la de los asentamientos Wanka de la sierra central, lo
cual concuerda con la falta de evidencias para sistemas de tipo archipiélago. El
patrón de asentamiento del Período Intermedio Tardío recuerda más bien aquel de
los Tarama y Chinchaycocha en la vertiente oriental de los Andes Centrales descrito
por Charles Hastings (1985).
Aunque no hay evidencias de una jerarquía de asentamientos definida, la
existencia de asentamientos muy extensos en zonas poco propicias para la
agricultura, como Ch-14 por ejemplo8, dejan abierta la posibilidad de que sociedades
Alexander Herrera 243

Fig. 9. Ubicación de los asentamientos del Período Intermedio Tardío y del Horizonte Tardío
(c.1000-1532DC) identificados en la zona de estudio.
244 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

locales del Período Intermedio Tardío hayan estado en capacidad de controlar


islas o enclaves apartadas en ecozonas complementarias.

La Presencia Inka

Los cinco sitios con ocupación Inka (Hu-1, SLB-10, SLB-11, Y-5 (sectores A y B) y Y-
179) se hallan a lo largo del camino Inka principal10. El Qhapaqñan discurre de sur
a norte por la parte más alta de la cadena montañosa que delimita la cuenca del
Yanamayo hacia el este. Conjuntamente con los cinco sitios directamente asociados
conforman la más clara expresión de la presencia Inka en la región, presencia
imperceptible en la mitad oeste de la cuenca11.
Al igual que buena parte de los asentamientos locales del Período Intermedio
Tardío, tres de los asentamientos Inka han sido erigidos sobre superficies
previamente desocupadas. Se trata de tres tambos Cuchicorral o Cuchitambo -
sobre el límite norte de la vecina cuenca del Puchka-, Pallahuachanán (SLB-11) e
Ingaragá (Y-5, sectores A y B). Asimismo hallamos un pequeño Chaskiwasi
asociado al camino (SLB-10) así como de un sitio con infraestructura agrícola
(Waricanga). La ubicación de estos sitios por encima de los 3950 m.s.n.m, sugiere
una marcada preferencia por asentamientos de gran altura. Sin embargo, la
existencia de dos sitios cerca al fondo de valle, un pequeño sitio aparentemente

Foto 5. Sitios de nucleo habitacional denso con rasgos defensivos ubicados sobre el ecotono
Suni-Puna (4000 m.) vistos desde Quishuar (Ya-21): Saguan Punku (Ya-14) y Huallan (Ya-
10) presentan y Pueblo Viejo (n.v.); margen sur del río Yurma.
Presentan ocupación del Intermedio Tardío; en Quishuar se detectó arquitectura mortuoria y
pública (¿ceremonial?) del Horizonte Medio. Vista hacia el Este
(Distrito de Yanama, Provincia de Yungay)
Alexander Herrera 245

asociado al puente colgante sobre el Yanamayo y el deteriorado Tambo Real de


Huancabamba, más bien indican que la varible principal es el curso del camino en sí.
La ubicación de los sitios Inka presenta una singular regularidad en tanto
se hallan mayormente en zonas alejadas de buenas tierras de cultivo y de los
asentamientos locales. Las excepciones son también interesantes. El Tambo Real
de Huancabamba, único sitio Inka en el que se hallan sillares de acabado
almohadillado, se encuentra en las tierras cultivadas por los vecinos del pueblo de
Rayán, en la cabecera de la quebrada Maribamba. Por otro lado, los sectores A y B
de Ingaragá forman parte de un extenso sitio local con ocupación contínua desde
el Período Intermedio Temprano.
Estos indicadores arqueológicos de una economía a gran escala contrastan
con el patrón de asentamiento local que evidencia a su vez una organización
socioeconómica diferente. La estrategia de asentamiento Inka sugiere un mayor
interés por el control de la infraestructura vial que por el control de la población o
de los recursos locales. Esto concordaría con la inexistencia de una presencia Inka
en la mitad oeste de la cuenca. También podría explicar la presencia del gran
complejo hidráulico de Vicroncocha, hoy destruido. La represa, de
aproximadamente 3000 m² de extensión, formaba la pieza central del sistema de
irrigación de la vertiente oeste del valle de Maribamba. Los excedentes de la
producción de esta zona podrían fácilmente haber llenado los depósitos y
alimentado a la población de los asentamientos asociados al Qhapaqñan. Sin
embargo, para sustentar esta hipótesis, la cual derivamos de la información
etnohistórica, será necesario estudiar con detenimiento sitios como Ingaragá, en
los cuales hallamos dos tipos de ocupación del Horizonte Tardío (local e Inka) e
intentar entender la relación entre ambas poblaciones. En este contexto la
organización de la producción especializada de sal en Yangón (SN-5) es de
particular interés. La sal es un producto de intercambio por excelencia. El nivel de
control Inka sobre este recurso clave puede ayudarnos a comprender el carácter de
la relación entre los grupos locales y el estado, así como el nivel de control del
estado sobre la producción de recursos de importancia regional.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Los cambios en los patrones de asentamiento prehistóricos en la cuenca sur del río
Yanamayo se han delineado aquí a partir de la perspectiva de la producción
agrícola. Se identificaron cuatro modalidades de organización socioeconómica de
tipo microvertical notándose en diferentes períodos la práctica simultánea de
algunas. También se esboza la importancia relativa de cada estrategia entre el
Horizonte Temprano y el Horizonte Tardío, aproximadamente entre 1000 a.C. y
1532 d.C. Para concluir, deseo incidir en algunos puntos sobresalientes de la historia
de la ocupación de la cuenca sur del río Yanamayo.
Los primeros agricultores sedentarios de la zona prefirieron asentarse en
las cercanías de suelos de alta calidad en la cálida zona Kichwa. En el Horizonte
Temprano se encuentran asimismo asentamientos más pequeños en ecozonas más
246 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

Ya-2 SLB-10 SLB-11


4000 Y-5A/B
Elevación ( m.s.n.m.)

Ch-14 Ya-12 Hu-1


SL-15 SLB-12
3500 SLB-13
Ch-19
SLB-9
3000

2500

2000
0 2 4 6 8 10 12 14
Sitios arqueológicos

Fig. 10. Asentamientos con ocupación durante el Período Intermedio Tardío (c.1000-1476DC)
y el Horizonte Tardío (c.1476-1532DC) identificados en la cuenca sur del río Yanamayo;
leyendas en cursivas indican sitios con rasgos arquitectónicos de filiación Inka; los sectores C,
D y E de Y-5 presentan ocupación durante el Intermedio Tardío.

elevadas. Sugerimos que se hallaban vinculados a los centros de las partes bajas
mediante su producción complementaria. Conjuntamente con la aparición de
centros mayores en la transición Kichwa-Suni, esto indica que estrategias de
ocupación de tipo microvertical ya se hallaban plenamente desarrolladas en el
primer milenio a.C.
Parece haber una correlación positiva entre la extensión de los sitios y las
áreas cultivables a su alrededor. Asimismo, la ubicación de los centros mayores
cerca a la confluencia de ríos se halla ligada a rutas de tránsito interregionales.
Suelos, clima y rutas de tránsito serían entonces tres de los factores económicos
determinantes para la ubicación de los sitios tempranos.
Durante el Período Intermedio Temprano la ubicación de sitios mayores
cerca al ecotono Kichwa-Suni, paralelamente a la continua ocupación de
asentamientos anteriores, indica un mayor énfasis en estrategias microverticales.
La concomitante diversificación de la producción agrícola se encuentra ligada a
un incremento poblacional, evidenciado en el incremento de la cantidad de sitios.
Sin embargo, la alta frecuencia de asentamientos menores en las partes bajas sugiere
que la base económica continuó siendo el cultivo en la ecozona Kichwa. Resulta
atípica la ubicación de dos grandes asentamientos en la zona Suni, al noreste de la
zona de estudio. Dado que esta zona no presenta factores climáticos o suelos
particularmente fértiles, el patrón no se explica fácilmente desde el punto de vista
de la producción agrícola, aunque podría responder a un tipo de estrategia de
asentamiento especializada. Nuestra hipótesis alternativa, de corte geopolítico,
considera que un importante cruce sobre el río Yanamayo existía en las
Alexander Herrera 247

inmediaciones de la desembocadura de la quebrada Maribamba muchos siglos


antes de la construcción del puente colgante Inka.
El patrón de asentamiento del Horizonte Medio es muy semejante a aquél
del Intermedio Temprano. Corresponde a un grupo de estrategias de asentamiento
que aprovechan todos los pisos altitudinales pero que en su conjunto ponen mayor
énfasis en las zonas de producción más elevadas. Durante esta época hallamos las
primeras evidencias de pastoreo intensivo y de la habilitación de áreas de cultivo
en la ecozona Suni. La ubicación de los asentamientos mayores en el ecotono
Kichwa-Suni y la ocupación de pequeños asentamientos especializados como
Yangón o Ultupampa ejemplifican la estrategia microvertical característica de este
período.
En el Período Intermedio Tardío ocurre una concentración de la población
en asentamientos, con frecuencia fortificados, ubicados por encima de la frontera
agrícola actual. El patrón de asentamiento representa un rompimiento del
desarrollo previo y es en cierta medida una inversión del patrón del Horizonte
Temprano: la diversificación e intensificación de la producción en las ecozonas
Suni y Puna contrasta con una aparente ocupación tenue y dispersa en la ecozona
Kichwa.
Finalmente, la presencia Inka en la región se halla restringe a las
inmediaciones del Qhapaqñan12. Sus asentamientos, alejados de principales zonas
de producción agrícola y de la mayoría de asentamientos locales reflejan una
organización económica más amplia y una preocupación por el control y
administración del camino. La ubicación de dos sitios -no estudiados en detalle-
sugiere asimismo una producción agrícola en ecozonas complementarias,
incluyendo la intensificación de la producción mediante la construcción de
infraestructura de riego.
En la zona de transición entre los Andes Tropicales del sur y los Andes
Ecuatoriales del norte no hay indicios arqueológicos para la existencia de
estrategias de ocupación de tipo macrovertical o archipiélago. El único posible
ejemplo de una estrategia de tipo especializada son los sitios de altura cercanos a
la ciudad de Yauya. Mientras este caso -singular en cuanto el escalonamiento de
las zonas de producción no apoya la existencia de sistemas de este tipo- requiere
mayor atención, cabe preguntarse acerca del desarrollo histórico y la distribución
de las estrategias de asentamiento especializadas. Nos referimos concretamente a
su relación con el desmembramiento de territorios étnicos durante el período
colonial.
Los patrones de asentamiento de la cuenca sur del río Yanamayo se asemejan a
la situación documentada en el Siglo XVI en los Andes Ecuatoriales, por lo menos
hasta el Período Intermedio Tardío. Esta observación sugiere la existencia de
mecanismos desligados del «control vertical» para acceder a recursos foráneos y será
necesario desarrollar y aplicar metodologías y técnicas adecuadas para diferenciar en
el registro arqueológico las modalidades de intercambio y comercio practicadas.
La relación entre el desarrollo de las modalidades de organización
socioeconómica y la paleogeografía del medio, especialmente la historia de la
vegetación y del paisaje, se halla íntimamente ligada a la conceptualización del
248 Patrones de asentamientos y estrategias de ocupación en el Callejón de Conchucos

mismo. El ser humano prehistórico ha dejado huellas indelebles en el paisaje. Las


iniciativas agrícolas han transformado un paisaje predominantemente boscoso
(Tosi, 1960) en un paisaje cultural caracterizado por pequeñas parcelas de labranza
con terrazas de cultivo, canales de riego y caseríos dispersos. Es imperativo estudiar
el proceso de cambios antropógenos no sólo para entender mejor el marco geográfico
en el que se desarrollaron estas culturas, sino también para poder ofrecer pautas
para la planificación del desarrollo rural actual.
Por el momento no podemos descartar cambios climáticos como posibles
factores importantes para explicar los cambios observados en los patrones de
asentamiento. Hay fuertes indicios que apoyan este tipo de hipótesis, al menos
para la transición entre el Horizonte Medio y el Período Intermedio Tardío (Seltzer
y Hastorf, 1990). No obstante se requieren más estudios como los que se vienen
realizando en la sierra del Ecuador y la sierra sur del Perú (Hooghiemstra et. al.
1997, Chepstow-Lucy et. al. 1997, 1998) antes de entender bien el desarrollo del
clima y la vegetación local de la zona de transición entre los Andes Tropicales y
Ecuatoriales. Concordamos con Seltzer y Hastorf (1990) en que la importancia de
cambios climáticos radica en su potencial para agudizar los conflictos sociales
preexistentes precipitando quizás decisiones políticas como el abandono de un
asentamiento o el establecimiento otro en un nuevo lugar. Las implicancias
sociopolíticas e ideológicas de los cambios en las estrategias de ocupación
identificadas en la cuenca sur del Yanamayo, así como los vínculos con regiones
vecinas son materia de investigaciones en curso.

Agradecimientos

El trabajo de campo en la cuenca sur del Yanamayo (temporada 1996) se realizó a


instancia de Luis Lumbreras y fue posible gracias a una beca de estudios Nafög
otorgada por el gobierno de la República Federal de Alemania. No se hubiera
podido llevar a cabo sin el esforzado apoyo de los arqueólogos Julio Colque Tula
(UNMSM) y Carmen Pérez Maestro (U. Complutense). Mi sincero agradecimiento
a mi profesor Jürgen Golte y a Peter Kaulicke por su apoyo, sus críticas y
comentarios. Gracias también a las instituciones que tan gentilmente apoyaron
nuestra labor, en especial la Municipalidad Provincial de San Luis, las parroquias
de Chacas, Yanama, Pumayucay, Yauya y Sapchá, el Centro Don Bosco de San
Luis y el Museo Regional de Huarás. A todos los habitantes del Callejón de
Conchucos les quedo agradecidos por la hospitalidad y el calor humano que nos
brindaron. Finalmente, agradezco las sugerencias de mis amigos Mario Advíncula
y Kevin Lane y a los colegas del Instituto Cultural Rvna por permitir una
publicación adecuada de este trabajo. Los errores y omisiones que restan en él son,
por supuesto, de mi exclusiva responsabilidad.
Alexander Herrera 249

Notas

1
El presente trabajo es la versión completa y corregida del borrador obtenido y publicado
sin conocimiento ni la aprobación del autor por el comité editorial del tomo II de las
Actas del XII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina realizado en Huamanga,
Ayacucho en Octubre de 1999.
2
Es posible que en algunas zonas no se de una maximización de la producción agrícola
en desmedro de la producción pecuaria, sino al revez (agradezco a Kevin Lane por este
comentario).
3
Lo desconocido de la arquitectura prehispánica de la zona y la conservación de rasgos
arquitectónicos en superficie dificulta aún la identificación certera de funcionalidad
específica más allá de la segregación de sitios funerarios y asentamientos.
4
En la cuenca sur del Yanamayo no hallamos sitio arqueológico alguno ubicado en la
parte baja de una hondonada. La preferencia por el emplazamiento de asentamientos en
cimas resulta una efectiva adaptación al medio puesto que no compromete las reducidas
extensiones de tierras cultivables, se ve menos amenazada por deslizamientos y
derrumbes, permite un amplio control visual del entorno y evita la necesidad de
migraciones estaciónales por motivos de salud.
5
Posteriormente a este trabajo hemos descubierto en Yangón (SN-5) un sector
administrativo (cf. nota 9).
6
La muestra de cerámica recolectada durante el reconocimiento efectuado en Riway A
-o Pinchay-Riway – por el equipo liderado por Minelli y publicada por Rodríguez
(2000), incluye tres fragmentos de cuencos de caolinita que bien podrían datar del Período
Intermedio Temprano. Sin embargo, la mayor parte del material publicado, así como la
muestra recolectada por nosotros, sugiere que la época de ocupación principal del sitio
es posterior – llegando incluso al Intermedio Tardío.
7
Portachuelo de Honda (4750 m. y Punta Olímpica (4890 m.); posteriormente al PEAC se
ha identificado ocupaciones tempranas en Kollok (Ya-9, Fig. 5), sobre el camino al
Portachuelo de Llanganuco (4850 m.) y Punta Unión (4750 m.
8
El sitio de Huacramarca viene siendo estudiado por C. Orsini.
9
Aunque fue reconocido brevemente en 1996, su registró se realizó recién en 1999.
10
Los sitios Hu-1, SLB-10 y SLB-11 no aparecen en la Fig. 9; ver Carta Nacional hoja 19i
y Herrera: en prensa)
11
Nuestro estudio de la presencia Inka en el alto Marañón se halla en prensa en: Boletín
de Arqueología PUCP 7 (Herrera: en prensa).
12
Ver nota anterior
250
251

ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL PUCHCA


Economía, Cosmovisión
y Secuencia Estilística

BEBEL R. IBARRA ASENCIOS


Instituto Cultural Rvna
bebel_ibarra@gmx.net

INTRODUCCIÓN

El presente articulo tiene como finalidad reconstruir los cambios Socio-Políticos y


cambios en el aprovechamiento de los recursos económicos que ocurrieron desde
el Horizonte Temprano hasta el Horizonte Tardío en el valle del río Puchca.
Agregamos a ello, nuestro intento en desarrollar una cronología para la región, la
que a su vez incluye una mirada al funcionamiento de los antiguos yacimientos en
su entorno geográfico. Para ello, abordamos el estudio de los rasgos culturales
prehispánicos existentes en la zona, como son el emplazamiento de los yacimientos
arqueológicos, la morfología arquitectónica y el material cerámico.
De otro lado, intentaremos observar la evolución de la cosmovisión andina en lo
relacionado al uso de lugares sagrados, hasta su posible continuidad en la
actualidad, partiendo desde nuestras fuentes arqueológicas pero sin dejar de lado
las fuentes etnográficas que darán crédito a la propuesta.
Los trabajos arqueológicos, desde 1997 hasta la fecha, fueron posibles gracias
al auspicio de la Municipalidad Provincial de Huari, quienes vienen mostrando
un interés creciente por la difusión, investigación, conservación y protección del
Patrimonio Arqueológico y en cuyas actividades, a su vez, hemos contado con la
activa participación de la población local.

El ÁREA DE ESTUDIO

El valle del Puchca se halla localizada en la margen oriental de la Cordillera Blanca, en


el territorio de la provincia de Huari. Está conformada por 3 grandes ríos: el Mosna, el
Huaritambo y el Puchca, formándose este último de la unión de los dos anteriores. El
territorio se encuentra directamente al este de la línea divisoria de las cuencas
hidrográficas continentales. La línea divisoria está formada por la Cordillera Blanca,
la sierra más alta de los Andes Peruanos. Al oeste de la línea divisora encontramos la
cuenca del río Santa, que vierte sus aguas al Océano Pacífico. (Fig. 1)
252 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 1 Mapa de ubicación de la provincia de Huari y el valle del Puchca

El territorio está conformado por cinco cadenas de cerros, de altitudes que


sobrepasan los 4500 m.s.n.m., y compuestas por roca de naturaleza tectónica
formada por sedimentos mesozoicos, como caliza gris oscura, arenisca, pizarra
arcillosa y pizarra caliza, pero también, por rocas intrusivas volcánicas (que
perforaron los sedimentos en el terciario superior) como son las andesitas blancas.
Esta cadena de cerros se halla cruzada longitudinalmente por los ríos Huaritambo,
Mosna y Puchca (ONERN, 1975)
La confluencia de los ríos Mosna y Huaritambo forma el río Puchca. El río
Mosna capta sus aguas de sus depositarias del sur y del oeste, quebradas de caudal
constante aun en temporada árida, favorecidas por los glaciares de la Cordillera
Blanca que la alimentan. Del lado de San Marcos vienen solamente dos quebradas
caudalosas: el Carash y la Challhua Yacu. El río Huaritambo nace en la laguna de
Huatchucocha, a 4050 m.s.n.m. y recibe sus aguas de riachuelos formados por los
deshielos, como son el Puruhuay y el Acopalca, además de varias lagunas como
las de Reparín y Puruhuay, entre otras. (Fig. 2)
Bebel Ibarra Asencios 253

Por la gran diferencia altitudinal que presenta, existen numerosos microclimas y


un gran número de biotipos diferenciales. El territorio alcanza la alta cordillera,
con un clima helado hasta la zona subtropical del valle del río Marañón. La
conexión de estas zonas forma el valle del río Puchca.
La vegetación es muy variada, debido a que el territorio abarca diversos
pisos de vegetación, y comprende, según la clasificación tomada de Amat (1971:
36-56) los siguientes: (1) Formación de Arbustos dispersos y Gramíneas, que abarca
de los 2700 a 3200 m.s.n.m. Presenta plantas de clima templado y de hábitat
moderadamente húmedo. (2) Monte Rígido. Las comunidades de vegetación
correspondiente a este piso aparecen a los 3000 m.s.n.m. y ascienden hasta 800
metros por encima de su cota. En esta formación predomina la vegetación arbustiva,
caracterizada por la rigidez de sus hojas, especialmente por cubrirse de resina. (3)
Estepa de Gramíneas. A este piso se le designa comúnmente con el nombre de
Puna o Territorio Alto Andino, está comprendido entre los 3800 m. y los 4650
m.s.n.m., altitudes donde ya no es posible practicar la siembra agrícola. En este
piso predominan los pajonales, como el «ichu» (Stipa ichu y Festuca dolichophylla),
gramínea de hojas duras y punzantes.
Generalizando, puede señalarse que las principales precipitaciones pluviales
fluctúan entre 690 y 1154 mm. Son de carácter estacional, es decir, que existe una
época o estación marcada en la cual se presentan con mayor frecuencia e intensidad,
ocurriendo ésta generalmente entre los meses de noviembre a abril. Las lluvias se
presentan por lo común acompañadas de vientos y en forma líquida o sólida
(ONERN, 1975: 2).
El cuadro climático varía principalmente de acuerdo a los diferentes pisos o
niveles altitudinales presentes en el área estudiada, existiendo tipos climáticos
muy definidos y característicos. Por ejemplo, en la estación meteorológica de
Piscobamba se ha registrado una temperatura media anual de 12.1° C. basada en
observaciones de más o menos 7 años.
En un clima frío, como en los Andes, la temperatura es el factor limitante
principal para la vida vegetal. Los límites de las zonas como quechua, suni, puna,
janca son definidos por los isotermos. En la mayor parte del territorio observado, la
temperatura mínima llega a cero y a menos cero grados. La zona libre de heladas se
reduce a los fondos de los valles que tienen una altura debajo de 3200 m. (ONERN,
1975).

ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN

Son escasos los estudios arqueológicos realizados en el Valle del Puchca. No


obstante todos estos trabajos previos son valiosos para nuestro propósito, como
los que a continuación pasaremos a describir:
Los trabajos arqueológicos son iniciados por Julio C. Tello, quien dio el
verdadero valor científico a Chavín de Huántar cuando visitó la región en 1919
como parte de su exploración al Marañón, en donde además reconoció otros sitios
como Pogoc, Katalloc, Rawa, Witpum, Ranramarca, Pinkuyolloc, Chacuamarca,
254 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Chingas

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Paucas

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Río Huar
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MAPA POLITICO DE HUARI
Chavín de Huántar
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 2 Mapa con los principales pueblos, caseríos y ríos del valle del Puchca
Bebel Ibarra Asencios 255

Anyanga, Onga y Huarijircan, en los distritos de Chavín, Huántar, San Marcos y


Huari, reportando sitios relacionados con Chavín y Huaylas (hoy Recuay) y
haciendo una recolección de cerámica muy importante (Tello, 1960). No obstante
la escasa referencia descriptiva sobre estos sitios(pues sólo se cuenta con pequeñas
descripciones o únicamente están señalados en mapas), la importancia de esta
investigación radica en que nos señala las zonas donde existen restos
prehispánicos.
El arqueólogo norteamericano Wendell Bennett excavó en Chavín de Huántar
y Willcawaín (Callejón de Huaylas). En este último lugar encontró una galería
con cerámica típica recuay, estratigráficamente debajo de un área habitacional
conteniendo materiales del período medio. Esta información le permitió determinar
que el período Recuay precede a la influencia del período Tiahuanaco Medio,
haciendo el contraste en los estilos y mostrando una marcada separación (Bennett,
1967). Es importante añadir que Bennett propuso que las edificaciones eran
«Tiahuanaco» (en ese entonces, el fenómeno Wari aún no era conocido), no obstante
no haber encontrado asociaciones directas entre las construcciones y demás restos
materiales. De su propuesta de secuencia cronológica: Chavín, Blanco sobre Rojo,
Recuay, «Middle Period», Tiahuanaco e Inka (Bennett, 1944: 109), al menos los
tres primeros períodos permanecen aún vigentes.
Gary Vescelius por su parte, realizó excavaciones en Honcopampa donde
señala a través de una publicación de Buse (1965), que este asentamiento presenta
un cierto trazo urbanístico, el mismo que está compuesto por recintos de planta
cuadrangular (sector residencial) y otro sector con muros circulares muy altos
(sector vecinal).
Cerca a este asentamiento está el sector de los mausoleos, no sólo porque
advierte un tipo de arquitectura sepulcral, sino por la abundancia de huesos
humanos y fragmentos de cerámica no utilitaria, del tipo Wari ceremonial fina que
aparece en mínima cantidad en el sector residencial. Este sector está formado por
seis mausoleos, de tres pisos, con recintos de planta cuadrangular. Alrededor de
este grupo central se esparcen otras chullpas menores, de escasa figuración en el
conjunto, pero importantes por responder al mismo patrón y además, por
proporcionar fragmentos de vasos ceremoniales Wari, evidenciando así
corresponder a la misma época.
Honcopampa posee fechados radiocarbonicos que lo sitúan entre 959, 994 y
1054 d.C. respectivamente, propios del Horizonte Medio (Wari Tardío)
extendiéndose hasta el Intermedio Tardío. Se sostiene que Honcopampa es un
sitio Tiwanacoide. Por lo menos, hasta donde llegó la excavación, se prueba que el
sitio es posterior a Huaricoto. Argumento refrendado por la alfarería Blanco Sobre
Rojo, encontrada en el basural más grande del sector residencial.
Vescelius, a través de una publicación de Lanning de 1965, hace la siguiente
mención: «El complejo Honcocoto, pertenece al Horizonte Medio (Wari) y está asociado
con varios cambios mayores en el desarrollo cultural. Las tumbas en chullpas reemplazaron
a las galerías y cistas. El Honco Temprano se caracteriza por fuertes influencias, de varias
partes del Perú, pero especialmente de Wari en la sierra sur. Cerámica Chaquipampa B,
Nievería y Marañón (Cajamarca), aparecen en las chullpas. Un inmenso centro
256 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

administrativo y de almacenaje fue construido en este tiempo indudablemente bajo el símbolo


del dominio Wari. Este centro fue ocupado a lo largo del período Honco Medio, durante la
continuación del dominio Wari es evidenciada por la aparición del estilo cerámico Viñaque,
mientras que afinidades con la costa son sugeridas por la popularización de la cerámica
impuesta. El Honco Tardío señala el colapso del imperio Wari y es más notable por el gran
énfasis en la cerámica del tipo Supe dominante» (citado por Lumbreras, 1980: 406).
Honcopampa también ha sido estudiado intensamente por William Isbell,
quien menciona que, a excepción de un pequeño puñado de fragmentos del
Intermedio Temprano, toda la cerámica de Honcopampa data del Horizonte Medio,
los cuales están asociadas a edificios en forma de D, a varios recintos tipo mausoleos
y a chullpas, algunas consistentes en 3 pisos. Las chullpas son un tipo de estructura
que no se halla en Wari. Al interior de una de éstas fue encontrado un posible
fragmento recuay. Agrega además, que las construcciones de piedras y pachilla
son características del período Intermedio Temprano en Pashash, Huamachuco y
Cajamarca. En consecuencia, se postula que Honcopampa fue un centro con las
características de Wari, pero el enigma de los asentamientos y organización política
del Intermedio Temprano del Callejón de Huaylas aún está por resolverse (Isbell,
1991: 26-36).
Julio Espejo Núñez es uno de los pocos arqueólogos que ha trabajado en el
lado Oriental de la Cordillera Blanca. Realizó exploraciones en los distritos de
Chavín, San Marcos y Huántar, registrando una gran cantidad de sitios, entre
Chavinoides e Inca. Los sitios del Intermedio Temprano (caracterizado por ser
soterrado) los denomina Huaylas, al igual que Tello. Él encontró en numerosos
soterrados ceramios hechos de caolín (Espejo: 1956, 1959). Este trabajo también
muestra variadas descripciones, pero estuvo orientado más a caracterizar la
cerámica posterior a Chavín, es decir, Huaylas (hoy Recuay), por tal razón se da
mayor énfasis a las descripciones de arquitectura de tumbas o soterrados.
Hernán Amat Olazábal en sus exploraciones recorrió gran parte de la provincia,
describiendo numerosos sitios que comprenden los distritos de Chavín, Huántar,
San Marcos, Rapayán y Huacchis. Los dos últimos forman parte de la margen
izquierda del río Marañón (Amat, 1971). La cerámica de estas zonas le sirvió para
hacer una importante comparación con las de otros lugares como Toril, en el
Callejón de Huaylas, y Cotosh, en el valle del Huallaga. A la vez, realiza una
identificación cronológica correlacionando el material cerámico y las características
arquitectónicas de varios sitios; características estas últimas que nos servirán como
referente para fechar los sitios arqueológicos que estamos estudiando.
Sobre el período lítico, Amat menciona que existen evidencias en las cuevas
de Kanrash y Yurajmachay, en Chavín. Kanrash está ubicada en la falda nororiental
del nevado homónimo. Su industria lítica guarda estrecho parentesco con la de
Quisquipuncu y también está relacionada con el Horizonte III y II de Lauricocha
(Amat, 1976b: 534-544). Yurajmachay se ubica próximo a Kanrash. En el interior
de esta cueva, Amat encontró puntas foliáceas, raspadores, raederas e instrumentos
de hueso, asociados a restos óseos de camélidos y cérvidos hallados a 30 cm. de
profundidad. Allí también existen pinturas rupestres.
Bebel Ibarra Asencios 257

Terence Grieder realiza excavaciones en el sitio de Pashash. Basándose en


el material cerámico y fechados radiocarbónicos logra establecer la siguiente
periodificación: Quinu ( ¿ - 310 d.C.), Recuay (310 – 600 d.C.) y Usu (600 – 700
d.C.). A su vez, divide el período Recuay en tres estilos: Quimit (310 – 400 d.C.),
Yaia (400 – 500 d.C.) y Huacochu (500 – 600 d.C.). Asimismo, da cuenta de la
existencia de alfarería importada en el sitio, del estilo Chavín, Kotosh y Moche y
además, señala que existe similitud entre la cerámica de Pashash y la cerámica del
Intermedio Temprano del Callejón de Huaylas, entre el distrito de Huamachuco y
los valles costeros (Grieder, 1978: 59 – 102).
Kazuo Terada, en los trabajos de la Misión Arqueológica Japonesa, realiza
excavaciones en el sitio de La Pampa, provincia de Corongo, al sur del departamento
de Ancash. Allí llegaron a establecer basándose en fechados radiocarbónicos y
fragmentos de cerámica cuatro períodos: 1) el período Yesopampa (1400 – 970
a.C.), con una arquitectura basada en plataformas y cuya cerámica guarda
relaciones con las fases Pacopampa (Cajamarca) y Kotosh (Huánuco); 2) La Pampa
(670 – 540), de correspondencia con el Horizonte Temprano, con claras relaciones
con Chavín, y punto de llegada de la cultura Chavín, desde el Callejón de Huaylas
con dirección a Cajamarca; 3) Tornapampa (1310 d.C.), ubicado cronológicamente
entre el Horizonte Temprano e Inca. Es muy difícil establecer relaciones con las
culturas del Período Intermedio Temprano (Recuay, Moche, Cajamarca ), del
Horizonte Medio (Wari) y el Período Intermedio Tardío (Chimú, etc.). Tornapampa
no tiene vinculaciones con estas culturas, por eso se puede pensar que es local; 4)
Caserones (1450), de influencia Inca (Terada, 1980).
Steven Wegner hace una revisión crítica de los trabajos realizados en el
Callejón de Huaylas y el uso de la cerámica de caolín para la filiación de un sitio
como Recuay. Manifiesta que sin mejores datos acerca de la procedencia de cerámica
de contextos funerarios y de excavaciones llevadas a cabo en basurales y sitios de
habitación no disturbados, será muy difícil o imposible discernir diferencias
cronológicas al interior del estilo recuay. Señala además que el problema más
grande que se tiene sobre Recuay es la muestra actual, que en gran parte está
compuesta por cerámica de tumbas saqueadas (Wegner, 1981). Plantea además
que la cultura Recuay se extendió por el norte hasta la provincia de Pallasca, por el
este, hasta el río Marañón y, por el oeste, en toda la Cordillera Negra y los valles
costeños de Huarmey, Casma, Nepeña y Santa (Wegner, 1982: 4-7). Refiere que
después del apogeo de la cultura regional (Recuay) vino gente del Imperio Wari de
Ayacucho (600-1000 d.C.), quienes influyeron sobre los grupos locales en su
arquitectura, alfarería e ideología y construyeron mausoleos como Wilkawain y
Waullac para el entierro de difuntos (Wegner, 1996: 3).
Joan Gero realiza investigaciones en el sitio de Quellash, en Carhuaz, y lo
cataloga como un sitio Huarás Blanco sobre Rojo, por el hallazgo de una gran
cantidad de cerámica de este tipo. También manifiesta que la aparición de la
cerámica recuay representa un cambió importante en las nuevas formas de entierro
y producción de arte, transformaciones que se ven a nivel de los ayllus, a inicios
del Intermedio Temprano (Gero, 2001a: 19).
258 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Por otro lado, son importantes los trabajos de Richard Burger, especialmente
en los sitios de Pogoq y Wamawain, cerca del distrito de Chavín. De este trabajo, la
publicación de dibujos de fragmentos de cerámica recuperadas dentro de un
contexto estratigráfico (Burger, 1982), nos ha servido como muestra comparativa
para el análisis de nuestros materiales.
George Lau realizó excavaciones en el sitio de Chinchawas en la Cordillera
Negra, donde logra establecer cuatro fases: 1) la Fase Kayan, hecha de caolín y que
tiene similitud con la cerámica recuay; 2) la Fase Chinchawasi, vinculada también
con la cerámica recuay, pero elaborada con una pasta beige, similar al caolín.
Ocurre en la época tardía del Intermedio Temprano o antes de la Influencia Wari
del Horizonte Medio, hacia los 800 d.C.; 3) La Fase Warmi, asociada a la época
tardía del Horizonte Medio. La cerámica es de manufactura local pero bajo la
influencia Wari; y 4) La Fase Chakwas, que correspondería al Intermedio Tardío,
tiene similitud con el estilo Akilpo del Callejón de Huaylas. Lau no encontró
evidencia de influencia Inca en el sitio (Lau, 2001b: 22 – 24).
Alexander Herrera realiza prospección arqueológica en la cuenca sur del
río Yanamayo, donde establece una secuencia ocupacional sobre la base de análisis
cerámico y de arquitectura. Allí identifica 108 sitios, cuyas ocupaciones van desde
el Horizonte Temprano hasta el Horizonte Tardío (Inca). Menciona que los
asentamientos del Horizonte Temprano ocuparon mayormente la zona quechua
(donde los suelos son altamente productivos) y se caracterizan por pequeños
montículos cerca al piso del valle. Durante el Intermedio Temprano los
asentamientos se distribuyen en la zona quechua y suni; predominan los sitios
sobres cumbres rocosas, con aterrazamiento artificial de las laderas. Otro grupo
está caracterizado por asentamientos sobre laderas de pendientes variables. Para
el Horizonte Medio los asentamientos guardan casi la misma distribución que las
del Intermedio Temprano, es decir, sobre cumbres rocosas y laderas de cerros,
existiendo algunos asentamientos a mayor altitud. Durante el Intermedio Tardío
la mayoría de asentamientos se hallan en escarpadas cimas rocosas de gran altura,
a diferencia de una minoría, que ocupan las zonas de ladera. La ocupación Inca se
concentra más en las estructuras próximas al Qapacñan o camino real (Herrera,
2001: 54 – 82).
El valle de Chacas ha sido objeto de investigación por un equipo de
arqueólogos de la Universidad de Bologna. Ellos han localizado asentamientos,
especialmente de tipo ceremoniales, correspondientes al Intermedio Temprano
(Recuay) y localizados en la zona de Puna, a altitudes que van desde los 4100
hasta los 4800 m.s.n.m. La presencia de esculturas de estilo chavín permiten conocer
que el valle estuvo ocupado por lo menos desde el año 900 a.C. La cerámica más
antigua pertenece al estilo Huarás blanco sobre rojo, muy difundido en la sierra de
Ancash. Sin embargo, asentamientos Huarás no han sido identificados por ellos
(Capra, A; S, Gandolfi; L. Laurenchi; et. al: ms).
Bebel Ibarra Asencios 259

SECTORIZACIÓN DEL VALLE DEL RÍO PUCHCA

Las categorías de valle bajo, medio y alto son difíciles y hasta imposibles de aplicar
en los valles andinos, debido a sus grandes diferencias morfológicas. Por ello, la
presente sectorización obedece más a criterios de ubicación que a factores
ecológicos, y es como sigue:

Fondo de Valle: Son los lugares que se hallan próximos a los cauces de los ríos,
independientemente de la altitud. Así, tenemos fondos de valles localizados a
3900 m.s.n.m. (Huamparán - Ayash), pero también a 2300 m.s.n.m. (Huaytuna –
San Marcos); algunos son muy estrechos (Pomachaca) y otros muy amplios (Colcas
– Huamparán).

Laderas: Son las partes medias de los cerros localizados entre el fondo del valle y
las cumbres de los cerros. En ellas se diferencian: i) las explanadas, áreas donde
actualmente están asentados los pueblos de Huántar, Huari, Huacachi, etc.; ii) las
crestas, de eje perpendicular a los ríos, generalmente conformado por afloramientos
rocosos; y iii) las cimas de cerros (ubicados en las partes medias).

Cima de Montaña: Son los lugares más altos de toda la cadena de montañas
existente en el valle del Puchca, con altitudes que van desde los 3800 m.s.n.m.
(Marcajirca) a 4400 m.s.n.m. (Pinkush). El paisaje es de puna, donde predomina el
ichu y la shogta y, en algunos sitios, se observan bosques de quenuales.

Lagunas: Son los depósitos naturales de agua proveniente de los deshielos y sus
áreas de suelo adyacentes a éstas. El valle del Puchca tiene numerosas lagunas y a
su vez existen algunos sitios cercanos a estas. (Fig. 3)

TIPOLOGÍA DE LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Esta tipología la desarrollamos tomando en cuenta las características


arquitectónicas, morfología y el tamaño de los sitios arqueológicos, así como también
aspectos estructurales y funcionales de los mismos. En algunos casos, para su
denominación, hemos usado nombres quechuas:

1.- Abrigos Rocosos


Covacha natural no muy profunda (de hasta 8 m.), en las que hay evidencias de
ocupaciones humanas usadas como refugio para su protección.

2.- Cementerios
Son lugares usados para fines funerarios, sean bajo la superficie, en cuevas o en
laderas de los cerros.
260 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Sectorización del Valle del Puchca


Fig. 3
Bebel Ibarra Asencios 261

3.- Arte Rupestre


Son lugares donde existe evidencia de pinturas rupestres y de petroglifos, sin
distinción de técnica de ejecución. Están localizados en farallones o en cuevas.

4.- Estructuras Agrícolas


Son modificaciones del terreno logradas por medios artificiales técnicos, con el
objeto de mejorar el rendimiento agrícola (andenes).

5.- Corrales
Áreas donde se realizaron actividades de pastoreo y donde existe evidencia de
estructuras para su control.

6.- Montículos
Promontorio natural o artificial que presenta algún tipo de ocupación arqueológica
o trabajo arquitectónico residual, como plataformas superpuestas.

7.- Marca
Área donde se concentra un gran número de estructuras, en razón de un espacio
común y unidas por una serie de callejuelas. Los lugares que ocupan generalmente
no son de difícil acceso.

8.- Marcas Defensivas


Son Marcas que muestran ciertos elementos obstructivos que dificultan su acceso,
como pueden ser murallas, pendientes escarpadas o zanjas, las cuales no
necesariamente están adosadas a las estructuras, sino que pueden hallarse a
distancias regulares. Estas ocupan grandes extensiones de terrenos, cuya área
puede ir más allá de las 15 hectáreas.

9.- Tambos
Estructuras Incas de control administrativo. En el interior de ella se almacenaban
ropa, armas y víveres, como también se alojaban el Inca y sus tropas. Se ubican
generalmente muy próximos al Camino Real Inca y presentan dimensiones
variadas..

10.- Estructura Ceremonial.


Edificación, de ubicación central o aislada, cuya magnitud la hace marcadamente
diferenciada al resto de estructuras menores. Sus características arquitectónicas
especiales indican una función religiosa, astronómica o comunitaria. Mayormente
son circulares y ocupan la parte alta de un sitio. Cabe aclarar que existen Marcas
que cuentan con este tipo de estructuras, pero que no están consideradas como
tales.
262 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

27

29
30

63 28

31
32

108
74
109
73 112 39
111
72
110
71 67
64 36
34 38
70 68
107 35
106 40
33
69 41
75 42 37
113
77
43
76 53 47
50 44
105 51
78 65 54 45
52
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82 80 66
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84
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56
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97
61 58
86
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102 MAPA DE UBICACION DE SITIOS
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Bebel Ibarra Asencios

Fig. 4 Mapa de localización de todos los sitios arqueológicos de la provincia de Huari,


reconocidos por el autor hasta el 2001
Bebel Ibarra Asencios 263

PATRONES DE ASENTAMIENTO EN EL VALLE DEL RÍO PUCHCA

Nuestro estudio de patrón de asentamientos, comprende un análisis de 86 sitios


arqueológicos distribuidos en las micro cuencas del Mosna, Huaritambo y Puchca
(Fig. 4), los mismos que serán ubicados de acuerdo a sus correspondientes períodos
culturales.

El Horizonte Temprano

La distribución de los asentamientos en este período muestra una ocupación de


los fondos de valles (Pirurojirca, Yamllipitec, Chuncanacush I y II) y las laderas,
tanto en explanadas (Huarijircán, Onga, Pirurolloc, Mashuanco, Reparín y Caonín),
crestas (Ranramarca, Pirushto, Matibamba), como cima de cerros (Llapajmarca y
Pan de Azúcar).
Los tipos de sitios corresponden en su mayoría a Montículos, construidos
a base de plataformas superpuestas con grandes muros de contención, cuya parte
alta es de forma circular (Foto 1). Otro tipo de montículo es aquél constituido no
por plataformas sino por un gran muro de contención de 3 a 4 m. de alto, que forma
una gran estructura de forma circular a ovalada. Las piedras y dimensiones de
estos muros son más pequeñas que los muros de los montículos a base de
plataformas y generalmente se hallan asociados a otro tipo de estructuras como
restos de muros y algunos patios. Sólo hemos registrado dos sitios que pertenecen
a este tipo: Pirurojrca y Pirushtu.
Dos Marca fueron identificadas, aunque en la actualidad la superficie
muestra estructuras muy destruidas, por Tello (1960) como sitios chavín. En una
de ellas (Yurayacu) se encontró el famoso Mortero Pennsylvania.
Hemos identificado una marca defensiva y presumimos que la configuración
arquitectónica actual corresponde al Intermedio Tardío, pero los materiales
recuperados muestran una relación con la cerámica temprana identificada para la
zona. Este sitio se encuentra localizada en la cumbre de montaña, sobre el poblado de
Ocococha.
También identificamos tres estructuras ceremoniales: uno en Huántar
(Pirurolloc), y otras dos en el distrito de Huamparán (Chuncayajirca I y II). La
primera se localiza en la ladera y las otras en el fondo de valle. Están conformadas
por una gran estructura circular (muy perfecta) de aproximadamente 1.5 m. de alto
y la técnica constructiva es muy similar a los montículos sin plataformas. Hasta
ahora este sitio es bien atípico en el valle del Puchca.
Igualmente se registró un cementerio, en cuya área se recuperó cerámica de
caolín e identificó cerámica de estilo chavín.
Un abrigo rocoso con materiales chavín fue identificado (Ushcomachay).
Este sitio también fue registrado por Tello (1960). (Foto 2)
Al parecer la ocupación de los fondos de valle permitió estar cerca a los
terrenos más fértiles. La existencia de un gran montículo (Yamllipitec), único en el
fondo de valle, parece haber sido de suma importancia, debido a que muestra
264 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Foto 1 Montículo arqueológico de Reparin – Cajay (Horizonte Temprano)

Foto 2 Sitio arqueológico de Ushcumachay – Uco (Horizonte Temprano)


Bebel Ibarra Asencios 265

materiales de todos los Períodos (desde Horizonte Temprano hasta Inca); lo que además
estaría indicando que otros centros, aunque de menor importancia pero
contemporáneos a Chavín de Huántar, habrían estado funcionando como parte de un
sistema religioso local.
La existencia de otros tres montículos como Huarijircan (río Mosna), Yamllipitec
(río Huaritambo) y Pirurojirca (río Puchca) estaría cubriendo toda el valle del río Puchca
(Fig. 5). Esto prueba que, por lo menos un centro principal existió por cada río de la
cuenca. Los materiales arqueológicos recuperados en Pirurojirca, revelan la existencia
de, por lo menos, un estilo nuevo de cerámica correspondiente al Horizonte Temprano.
La existencia de un asentamiento en la orilla de la laguna de Reparín, estaría
marcando el inicio del culto a los apus. Las lagunas dentro de la cosmovisión andina
aún se mantienen, tanto así que en la actualidad se realizan una serie de rituales o
pagos en donde se invoca a que los apus sean benignos. La existencia de huancas en Onga
y Reparín, también señalaría la importancia religiosa de los montículos (Foto 3).
Los petroglifos de Caullumachay (ubicado en el fondo del valle), cuentan con
representaciones de monos y figuras que parecen corresponder a la iconografía chavín,
lo que estaría mostrando que el valle del Puchca fue una ruta de transito entre la sierra
y la selva (Ibarra, 2002). (Fig. 6)
En resumen, de acuerdo a
nuestros datos, el uso de los
fondos de valles y laderas se
manifiesta en igual proporción
(ver Cuadro 1). Existen
asentamientos de igual morfo-
logía en ambas zonas. Algunos
de ellos, de gran tamaño, habrían
sido asentamientos principales
que cohesionaban a los
asentamientos de ladera. Esto se
ve reflejado (además del tamaño),
por la continua reocupación que
tuvieron hasta la época Inca.
Asentamientos en cumbres (dos
identificados por encima de los
3600 m. de altitud) contribuirían
a apoyar el planteamiento de
Burger (1982) sobre la existencia
de asen-tamientos satélites
alrededor de uno principal.

Intermedio Temprano

Foto 3 Huanca, en el sitio de Onga


– Huántar (Horizonte Temprano)
266 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

28

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111

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103 SITIOS DEL HORIZONTE TEMPRANO
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Bebel Ibarra Asencios

Fig. 5 Mapa de ubicación y de los tipos de sitios arqueológicos


durante el Horizonte Temprano
Bebel Ibarra Asencios 267

Fig. 6 Representaciones de monos en los Petroglifos de Caullumachay – Yunguilla

Distribución y Tipos de Sitios Durante el Horizonte Temprano

Nro Código Nombre Tipo Posición Reocupaciones


1 28 Uc - 1 Ushcumachay Abrigo Rocoso Ladera HT- In.Te- HM- In.Ta
2 39 Hc - 7 Llapajmarca Marca Defensiva Cumbre HT- In.Te- HM- In.Ta
3 40 Po - 1 Caullumachay Arte Rupestre Fondo de Valle
4 42 Po - 3 Purunmarca Marca Fonde de Valle HT.HM, In.Ta
5 46 Po - 7 Pirurojirca Montículo Fondo de Valle Ocupación Unica
6 52 Ms - 3 Matibamba Montículo Fondo de Valle
7 55 Hs - 1 Pan de Azucar Montículo Cumbre HT - In.Te- HM - In.Ta
8 75 Hi - 6 Yamllipitec Montículo Fondo de Valle HT-In.Te-HM-In.Ta-Inca
9 76 Hi - 7 Cashapallan Montículo Fondo de Valle HT - In.Te - HM - In.Ta
10 80 Hi - 11 Mashuanco Cementerio Ladera HT - In.Te - HM
11 87 Ht - 1 Onga Montículo Ladera
12 88 Ht - 2 Huarijircan Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
13 89 Ht - 3 Pirurolloc Est. Ceremonial Ladera
14 91 Ht - 5 Caunín Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
15 92 Ht - 6 Rucu Cruz Montículo Ladera
16 100 Sm - 1 Runtu Marca Ladera
17 101 Sm - 2 Yuracyacu Marca Fondo de Valle
18 102 Cv - 1 Waman Wain Montículo Ladera
19 103 Cv - 2 Pogoq Montículo Ladera
20 104 Cv - 3 Templo Chavín Centro Ceremonial Fondo de Valle
21 106 Cy - 7 Reparin Montículo Laguna
22 107 Cy - 8 Pirushto Montículo Ladera
23 111 Hi - 20 Chuncayajirca ll Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te - In.Ta
24 112 Hi - 19 Chuncayajirca l Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te - In.Ta

Ladera: 11 Marca: 2 Est. Ceremonial: 3


Cumbre: 2 Marcas Defensivas: 1 Arte Rupestre: 1
Fondo de Valle : 10 Montículos: 13 Centro Ceremonial: 1
Laguna : 1 Abrigo Rocoso: 1 Cementerio: 1 Cuadro
1
268 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Durante este período se desarrolló la cultura Recuay. La caracterización de su


cerámica nos sirvió para realizar la datación de los sitios.
La distribución de los asentamientos muestra un uso preferencial de las laderas de
los cerros, donde las explanadas y las crestas de los cerros fueron las partes con
ocupación de mayor densidad. (Fig. 7)
Todos los montículos en los fondos de los valles son reocupados. Esto
indicaría que la importancia religiosa de éstos no disminuyó después de la
desintegración de Chavín y que tal vez se mantuvo durante los primeros tiempos
del Intermedio Temprano.
En las crestas de los cerros, los tipos de sitios predominantes son también
montículos (con o sin plataformas), pero la técnica de construcción varia respecto
a la del período anterior. Es introducido el uso de la «pachilla» como elemento
constructivo; los montículos terminan en plataformas circulares, con o sin muro de
retención. Son frecuentes las estructuras cuadrangulares sobre las plataformas
bajas, las mismas que se extienden desde la cresta hasta las partes bajas de los
cerros (Foto 4). Los elementos obstructivos están ausentes.
Llama la atención una serie de estructuras circulares que se asemejan a los
corrales descritos por Tello (1929), los cuales están dispuestos a plenitud en la
cresta, extendiéndose hasta el fondo de los valles. En Romerojirca contabilizamos
12 de estas estructuras circulares. Su técnica de construcción resulta de la
combinación de grandes piedras, a manera «columnas», con piedras medianas
cubriendo los espacios entre cada «columna». Las estructuras tienen en promedio
un diámetro de 15 m. y una altura de 1.80 m. La parte central e interna es a desnivel
y, en algunos casos, parece haber evidencia de piso. (Foto 5)
Los afloramientos rocosos sobre los que se ubica el sitio de Romerojirca
fueron usados como canteras para la construcción de las estructuras. Los sitios
que ocupa la explanada de las laderas son mucho más grandes (Caonín) y los
montículos y las marcas se encuentran asociados a cementerios; aparecen
asentamientos monumentales como Gantujirca, con muros que superan los 9 m. de
altura (Foto 6). En la zona de Huamparán, en el fondo del valle (zona de cultivos), la
existencia de tumbas muestra que los entierros estarían relacionados
simbólicamente a la protección de las chacras, es decir, se estaría ante una especie
de «huancas de Chacras», ya que éstas ocuparían terrenos valiosos para la
agricultura , si vemos esto desde la perspectiva agrícola. Así, su ubicación tendría
connotaciones agrícolas. Al mismo tiempo, plataformas del Horizonte Temprano
como de Chuncayajirca I, II, también ubicadas en el fondo del valle, nos muestran
que el sistema religioso de culto al agua o la tierra sufre una transformación de
huancas (de piedras paradas) a «tumbas con huancas», de tal suerte que sus muertos
se convierte en guardianes y protectores de sus tierras.
El patrón de tumbas observado en la zona de Huamparán (Ushnujirca y
Ogupampa), muestra un diseño funcional y preconcebido. Estos conjuntos de
tumbas constan de 10 galerías independientes, donde las deposiciones debieron
ser hechas no al mismo tiempo sino progresivamente. El diseño original fue para
10 individuos, talvez todos pertenecientes a la misma familia o ayllu (Fig. 8).
Existe otros tipos de tumbas en la sierra de Ancash (ver Amat, 1974; Lau, 2000;
Bebel Ibarra Asencios 269

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SITIOS DEL INTERMEDIO TEMPRANO
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Fig. 7 Mapa de ubicación y de los tipos de sitios arqueológicos durante


el Intermedio Temprano
270 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Foto 4 Foto aérea de Romerojirca – Huari (Intermedio Temprano)


Bebel Ibarra Asencios 271

Foto 5 Corral Ceremonial de Romerojirca – Huari (Intermedio Temprano)

Tello, 1929). En una de las Tumbas de Huamparán (Ushnujirca) se encontró un


ceramio de caolín con pintura negativa, con la representación de la Muca (Foto 7),
figura estilizada ampliamente difundida en la iconografía recuay (Gambini, 1988;
Amat, 1976a y Laurencich y Wegner, 2001). Esta representación correspondería a
la fase Recuay III, propuesta por Amat (1974).
Los Recuay poseían una estructura o lugar ceremonial donde los pobladores
de las marcas se congregaban; de otro lado, la distribución de los sitios muestra
una tendencia a ocupar zonas especializadas para ciertos cultivos.
Durante este período sólo se aprecia el incremento de un asentamiento (25)
respecto al período anterior (24). Aquello estaría indicando que la población se
mantenía constante, numéricamente hablando o que de haber existido cambios,
éstos debieron haber sido lentos. En consecuencia, la desintegración de Chavín
parece reflejar que no afectó significativamente sobre estos pueblos, y que además,
éstos habrían tenido marcada independencia frente a Chavín. Podríamos suponer,
en relación a la elevada importancia de Chavín, que la atención a sus centros
cercanos fue mínima (decimos cercanos a los ubicados en el mismo valle), en
razón a que las esculturas de tipo chavín y recuay son inexistentes (sólo algunos
monolitos han sido identificados en Huántar).
Comparando con el Callejón de Huaylas, donde los asentamientos marcan
un profundo cambio del Horizonte Temprano al Intermedio Temprano (Recuay)
(Gero, 1991), en esta región el proceso se percibe de manera diferente: no se presentan
asentamientos de carácter defensivo; las tradiciones locales anteriores (p.e. la
reocupación de los montículos) estarían dando señales de la inde-pendencia de los
asentamientos del Horizonte Temprano frente a Chavín de Huántar. Las construcciones
272 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Sitio de Gantujirca – Yacya (Intermedio Temprano – Horizonte Medio)


Foto 6
Bebel Ibarra Asencios 273

0 1 m.

Fig. 8 Vista de planta de las tumbas de Ushnujirca – Huari (Intermedio Temprano)


recuay en la plaza circular,
serían una «subversión» a lo
que signi-ficaría Chavín
(poder y represión), mas no a
los asentamientos
«cercanos» del mismo
período; es por ello que
muchos mon-tículos, al
parecer de carác-ter
ceremonial, son reo-cupados
respetando su funcionalidad,
es decir, como lugares
sagrados.
La aparición de un sitio
monumental como Gantu-
jirca, es muy posible que se
haya dado a finales del
Intermedio Temprano, por la
presencia de cerámica
foránea correspondiente al
Horizonte Medio (Fig. 31g).
En cuanto a la tipología de
sitios y número de
asentamientos, éstos varían
poco (ver Cuadro 2)

Horizonte Medio

En el valle del Puchca hasta


Foto 7 Ceramio escultórico de estilo Recuay proveniente de ahora no han sido
Ushnujirca – Huari (Intermedio Temprano) identificados sitios
274 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Distribución y Tipos de SitiosDurante el Intermedio Temprano

Nro Código Nombre Tipo Posición Reocupaciones


1 28 Uc - 1 Ushcumachay Abrigo Rocoso Ladera HT- In.Te- HM - In.Ta
2 39 Hc - 7 Llapajmarca Marca Defensiva Cumbre HT- In.Te- HM - In.Ta
3 43 Po - 4 Cashajirca Montículo Cumbre In.Te- HM- In.Ta.
4 47 Po - 8 Ponto Viejo Marca Ladera
5 50 Ms - 1 Trancajirca Marca Ladera In.Te- HM - In.Ta - Inca
6 51 Ms - 2 Gantu Marca Ladera HT- In.Te - HM - In.Ta
7 55 Hs - 1 Pan de Azucar Montículo Cumbre HT - In.Te- HM - In.Ta
8 74 Hi -5 Romerojirca Montículo Ladera
9 75 Hi - 6 Yamllipitec Montículo Fondo de Valle HT-In.Te-HM-In.Ta-Inca
10 76 Hi - 7 Cashapallan Montículo Fondo de Valle HT - In.Te - HM - In.Ta
11 78 Hi - 9 Chullín l Montículo Ladera In.Te - In.Ta
12 80 Hi - 11 Mashuanco Cementerio Ladera HT - In.Te - HM
13 81 Hi - 12 Gantujirca Montículo Cumbre In.Te - In.Ta
14 83 Hi - 13 Canec Montículo Ladera
15 84 Hi - 14 Yacya Montículo Ladera
16 88 Ht - 2 Huarijircan Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
17 90 Ht - 4 Chuncanacush Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
18 91 Ht - 5 Caunín Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
19 93 Ht - 7 Ranramarca Marca Ladera
20 105 Hi - 18 Chullín ll Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
21 108 Hi - 23 Ushnujirca Cementerio Fondo de Valle
22 109 Hi - 21 Huamparán Marca Fondo de Valle
23 110 Hi - 22 Ogupampa Cementerio Ladera
24 111 Hi - 20 Chuncayajirca ll Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te - In.Ta
25 112 Hi - 19 Chuncayajirca l Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te

Ladera: 15 Marca: 5 Est. Ceremonial: 2


Cumbre: 4 Marcas Defensivas: 1 Cementerio: 3
Fondo de Valle : 6 Montículos: 13 Abrigo Rocos: 1 Cuadro 2

únicamente con ocupación de este período. Todos presentan reocupaciones de


períodos anteriores (ver Cuadro 3). Así, tenemos que los sitios del Horizonte
Temprano como los montículos Cashapallan y Yamllipitec, en el fondo de los valles;
Pan de Azúcar, en las cumbres de montañas; y Huarijircan, en las laderas, continúan
siendo usados, probablemente debido a su importancia por su carácter religioso.
El sitio monumental de Gantujirca presenta materiales que tienen relaciones
con Cajamarca, pero las transformaciones del asentamiento no se han podido
reconocer por las limitaciones propias de nuestra investigación: reconocimiento
de superficie, con escaso material reportado en este sitio, cubierto en gran parte de
vegetación.
En las laderas, los asentamientos del Intermedio Temprano como Chullín II y
Caonín, también continúan siendo utilizados. Estos se caracterizan por poseer
estructuras ceremoniales (plataformas circulares).
Los sitios de Trancajirca y Gantu poseen características particulares. Se
observa estructuras cuadrangulares, grandes espacios abiertos y patios de esquinas
curvas; en general, una disposición ordenada de las estructuras. Si bien no se ha
hecho un levantamiento topográfico, nuestra observación nos hace recordar a las
Bebel Ibarra Asencios 275

descripciones de los centros administrativos Wari en el Callejón de Huaylas (Isbell,


1989; Buse, 1965).
La agricultura y crianza de animales debieron intensificarse, lo cual permitió
ampliar las relaciones de comercio e intercambio con los grandes centros
administrativos contemporáneos que existieron en el Callejón de Huaylas. La
identificación de estos sitios se hizo en base a la cerámica, la cual presenta
similitudes con los materiales de otros sitios de la sierra nor-peruana (Chinchawas
y Huamachuco). Amat (comunicación personal 2002) menciona que se halló
cerámica de estilo Viñaque en el templo de Chavín de Huántar.
La densidad de sitios se reduce considerablemente respecto al período
anterior. El tamaño de la muestra cerámica también es reducida y la local, fina o
utilitaria, es aún desconocida, pero esperamos que las investigaciones en Chacas
y San Luis ayuden a definirla. (Fig. 9)
Si tomamos en cuenta que el tránsito del Horizonte Temprano al Intermedio
Temprano (Chavín a Recuay) no fue muy brusco, a excepción de lo observado en el
Templo de Chavín de Huántar con las construcciones en la Plaza Circular,
suponemos que la transición del Intermedio Temprano a Horizonte Medio fue
también muy calmada. No se observa, como en el Callejón de Huaylas, grandes
asentamientos, representados en Honcopampa o Willcawain. En comparación
con la situación de la cuenca sur de Yanamayo (Herrera, 2001), los asentamientos
de altura en el valle del Puchca son reocupados, pero no aumentan en número
como sucede en el Yanamayo. Un cambio profundo se daría en la transición de este
período al siguiente.

Distribución y Tipos de Sitios Durante el Horizonte Medio

Nro Código Nombre Tipo Posición Reocupaciones


1 28 Uc - 1 Ushcumachay Abrigo Rocoso Ladera HT- In.Te- HM- In.Ta
2 39 Hc - 7 Llapajmarca Marca Defensiva Cumbre HT- In.Te- HM- In.Ta
3 42 Po - 3 Purunmarca Marca Fonde de Valle HT.HM, In.Ta
4 43 Po - 4 Cashajirca Montículo Cumbre In.Te- HM- In.Ta.
5 50 Ms - 1 Trancajirca Marca Ladera In.Te- HM - In.Ta - Inca
6 51 Ms - 2 Gantu Marca Ladera HT- In.Te - HM - In.Ta
7 55 Hs - 1 Pan de Azucar Montículo Cumbre HT - In.Te- HM - In.Ta
8 75 Hi - 6 Yamllipitec Montículo Fondo de Valle HT-In.Te-HM-In.Ta-Inca
9 76 Hi - 7 Cashapallan Montículo Fondo de Valle HT - In.Te - HM - In.Ta
10 80 Hi - 11 Mashuanco Cementerio Ladera HT - In.Te - HM
11 81 Hi - 12 Gantujirca Montículo Cumbre In. Te - HM - In.Ta
12 88 Ht - 2 Huarijircan Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
13 90 Ht - 4 Chuncanacush Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
14 91 Ht - 5 Caunín Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
15 105 Hi - 18 Chullín ll Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
16 111 Hi - 20 Chuncayajirca ll Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te - In.Ta

Ladera: 8 Marca: 3 Est. Ceremonial: 1


Cumbre: 4 Marcas Defensivas: 1 Cementerio: 1
Fondo de Valle : 4 Montículos: 9 Abrigo Rocoso: 1 Cuadro 3
276 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

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SITIOS DEL HORIZONTE MEDIO
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Bebel Ibarra Asencios

Fig. 9 Mapa de ubicación y de los tipos de sitios arqueológicos


durante el Horizonte Medio
Bebel Ibarra Asencios 277

Intermedio Tardío

Estos sitios se caracterizan principalmente por ocupar las cimas de las montañas
arriba de los 3800 m.s.n.m. La mayoría de ellos son de grandes extensiones,
llegando algunas a medir varios kilómetros (p.e. Misiónjirca) (Fig. 10).
Las marcas defensivas, que corresponden la mayoría de los sitios presentan
una gran cantidad de estructuras que en su mayoría son circulares, construidas
sobre terrazas y dispuestas en forma ordenada como en Pinkush (Fig. 11),
Misiónjirca y Pinkuyolloc (Foto 8), o sin presentar ordenamiento alguno como en
Marcajirca (Fig. 12). El terreno que ocupan es generalmente rocoso, con pendientes
muy pronunciadas; en algunos casos presentan una serie de murallas que bordea
la totalidad del sitio, o sólo parte de él, por lo general hacia el sector de menor
pendiente. Estas murallas pueden alcanzar una altura de 4 m. También presentan
zanjas junto a las murallas, de 2.5 m. de ancho y 2 m. de profundidad, en promedio
(Foto 9).
El interior de las marcas defensivas es recorrido por una serie de callejuelas
estrechas, pero siempre existiendo un recorrido o vía principal. Estas callejuelas
están delimitadas por los muros de las viviendas, lo que evidencia un diseño
preconcebido de la distribución de los sitios (al menos en lo que corresponde al
tránsito). La mayoría de las estructuras están construidas con piedras medianas
canteadas, extraídas de los cerros cercanos o de los afloramientos rocosos sobre la que
se erigen los sitios. Esto se pudo observar en Marcajirca, como en otros sitios.
Gran cantidad de los asentamientos poseen un sector residencial y otro
ceremonial. En el primero se pueden observar viviendas, pero también restos de
enterramientos, sean en chullpas (Fotos 10 y 11) o bajo las rocas (Fig. 13) (ver
Ibarra, 2001). El sector ceremonial está compuesto por plataformas circulares
dispuestas a distancias regulares, situadas mayormente en las partes más elevadas
del asentamiento como es el caso de Marcajirca (Fig. 14), Pinkuyolloc, Pinkush,
Misiónjirca, Ñawpamarca y Yanagaga, entre otros.
Las marcas defensivas están dispuestas en todos los puntos principales, es
decir al inicio de cada quebrada o «tinki» (encuentro de los ríos) desde donde se
domina los valles y cuyas edificaciones se avistan unas a otras, lo que sugiere que
existió algún tipo de comunicación.
De otro lado, tenemos los corrales, dispuestos en todas las partes altas.
Pueden estar asociadas a cerros (Fig. 15) o en las explanadas de las cumbres de
montañas (Fig. 16). Estos corrales están construidos con piedras medianas y
grandes; estas últimas se hallan enterradas en el piso a manera de «columnas»,
mientras que las piedras medianas se acomodan entre el espacio dejado por las
piedras grandes.
Los corrales de Wiñaj están asociados a un cerro que presenta una estructura
circular en su cumbre. Sólo uno de ellos tiene una extensión aproximada de 300
metros de lado (Foto 12), hecho que nos hace suponer que en estos sitios se
realizaron las actividades de chaco. Los corrales pequeños cercanos al
anteriormente descrito, podrían haber servido para separar a las hembras preñadas,
como a los animales pequeños y grandes.
278 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

29
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SITIOS DEL INTERMEDIO TARDIO
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Bebel Ibarra Asencios

Fig. 10 Mapa de ubicación y de los tipos de sitios arqueológicos


durante el Intermedio Tardío
Bebel Ibarra Asencios 279

Estructuras ceremoniales
se han localizado
aisladamente en las partes
altas, como es el caso de
Jato Viejo y Charac. Ambas
ocupan la cima de una
formación rocosa muy
alta, unos 60 m. de
elevación, a manera de
torre. Estas estructuras son
circulares y se disponen
bajo la forma de muros de
contención, no existiendo
muro perimétrico adi-
cional que los delimite.
Las estructuras fune-
rarias en los principales
sitios identificados corres-
ponden a chullpas (Mar-
cajirca, Tupucjirca, Lla-
pajmarca y Misión Jirca),
siendo el sitio de Marca-
jirca el que ofrece el mayor
numero de ellas (Fig. 17).
En sitios tan grandes como
Pinkush no existen este
tipo de estructuras fune-
rarias ni de ningún otro
tipo (al menos hasta ahora
Foto 8 Corrales del sitio arqueológico de Pikuyolloc – no las hemos iden-
Huántar (Intermedio Tardío)
tificado), lo que llama la
atención sobre las costumbres mortuorias de sus habitantes.
Las estructuras residenciales son en su mayoría de forma circular, con
diámetros que oscilan entre 4 a 5m. Los techos debieron haber sido cónicos y
recubiertos con paja. Los espacios abiertos ocupan las partes centrales, pero en
algunos casos, como en el de Marcajirca, una chullpa se erige a un lado a manera
de estructura principal.
Las murallas en los sitios generalmente cubren toda la extensión del
asentamiento, es decir, los sectores residenciales y ceremoniales se hallan dentro
de sus muros; lo que no sucede con las fuentes de agua que generalmente se hallan
fueras de las murallas; contexto que hace suponer que allí primó el factor seguridad
antes que al de comodidad y debió haber existido fuerte pugna entre los grupos
étnicos locales.
Algunos sitios se hallan asociados a una gran cantidad de estructuras
agrícolas (andenes). Este es el caso de Marcajirca, asociada a los andenes de
280 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 11 Estructuras circulares sobre plataformas en el sitio arqueológico de


Pinkush I – Huari (Intermedio Tardío)

Fig. 13 Estructuras Funerarias, localizadas bajo grandes rocas en


Marcajirca . Cajay (Intermedio Tardío)
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 12 Plano de Marcajirca – Cajay (Intermedio Tardío)


281
282 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Foto 9 Murallas y zanja en el sitio arqueológico de Misiónjirca – Huacachi (Intermedio


Tardío)

Foto 10 Chullpas de Marcajirca - Cajay (Intermedio Tardío)


Bebel Ibarra Asencios 283

Foto 11 Chullpa de Gantu – Masin (Intermedio Tardío)


284

Fig. 14 Sector ceremonial está compuesto por plataformas circulares dispuestas a distancias regulares, en la parte alta de
Marcajirca – Cajay (Intermedio Tardío)
Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística
Bebel Ibarra Asencios 285

Fig. 15 Corrales dispuestos en todas las partes altas, asociadas a cerros

Foto 12 Corrales de Wiñaj – Huachis, cuya cima corresponde a un


sitio ceremonial (Intermedio Tardío)
286 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 16 Corrales, dispuestos en las explanadas de las cumbres de montañas


Bebel Ibarra Asencios 287

0 1 2 3 m.

Fig. 17 Estructuras Funerarias tipo Chullpa en Marcajirca – Cajay (Intermedio Tardío)


288 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Distribución y Tipos de Sitios Durante el Intermedio Tardío

Nro Código Nombre Tipo Posición Reocupaciones


1 28 Uc - 1 Ushcumachay Abrigo Rocoso Ladera HT- In.Te- HM- In.Ta
2 29 Uc - 2 San Cristóbal Marca Defensiva Cumbre
3 30 Uc - 3 Plazapampa Est. Ceremonial Ladera
4 32 Uc - 5 Rucutorre Marca Defensiva Cumbre In.Ta- Inca
5 33 Hc - 1 Misiónjirca Marca Defensiva Cumbre
6 34 Hc - 2 Apu Pinkush Est. Agrícolas Cumbre
7 35 Hc - 3 Gepara Marca Cumbre
8 38 Hc - 6 Ñawpamarca Marca Ladera
9 39 Hc - 7 Llapajmarca Marca Defensiva Cumbre HT- In.Te- HM- In.Ta
10 42 Po - 3 Purunmarca Marca Fonde de Valle HT.HM, In.Ta
11 43 Po - 4 Cashajirca Montículo Cumbre In.Te- HM- In.Ta.
12 44 Po - 5 Osharagra Marca Ladera
13 45 Po - 6 Marca Marca Marca Defensiva Cumbre
14 48 Po - 9 Conin Cementerio Laguna
15 49 Cy - 4 Marcajirca Marca Defensiva Cumbre In.Ta. - Inka
16 50 Ms - 1 Trancajirca Marca Ladera In.Te- HM - In.Ta - Inca
17 51 Ms - 2 Gantu Marca Ladera HT- In.Te - HM - In.Ta
18 55 Hs - 1 Pan de Azucar Montículo Cumbre HT - In.Te- HM - In.Ta
19 56 Hs - 2 Ñawpamarca Marca Defensiva Cumbre In.Ta - Inca
20 57 Hs - 3 Jato Viejo Est. Ceremonial Cumbre
21 58 Hs - 4 Wiñaj Corral/Est. Cerem. Cumbre
22 66 Cy - 3 Guiesgupitec Est. Agrìcola Ladera
23 70 Hi - 1 Pinkush l Marca Defensiva Cumbre
24 71 Hi - 2 Pinkush II Marca Defensiva Cumbre
25 72 Hi -3 Pinkush III Marca Defensiva Cumbre
26 73 Hi - 4 Pinkush IV Corrales Cumbre
27 75 Hi - 6 Yamllipitec Montículo Fondo de Valle HT-In.Te-HM-In.Ta-Inca
28 76 Hi - 7 Cashapallan Montículo Fondo de Valle HT - In.Te - HM - In.Ta
29 77 Hi - 8 Torregaga Marca Defensiva Cumbre
30 78 Hi - 9 Chullín l Montículo Ladera In.Te - In.Ta
31 79 Hi - 10 Jitarpunta Marca Ladera
32 81 Hi - 12 Gantujirca Montículo Cumbre In.Te - In.Ta
33 82 Hi - 13 Yanagaga Marca Defensiva Cumbre
34 85 Hi - 16 Tupucjirca Cementerio Cumbre
35 86 Hi - 17 Huaypan Marca Defensiva Cumbre
36 88 Ht - 2 Huarijircan Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
37 90 Ht - 4 Chuncanacush Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
38 91 Ht - 5 Caunín Montículo Ladera HT - In.Te - HM - In.Ta
39 94 Ht - 8 Pinkuyolloc Marca Defensiva Cumbre
40 97 Ch - 1 Chonta Marca Defensiva Cumbre
41 105 Hi - 18 Chullín ll Montículo Ladera In.Te- HM - In.Ta
42 111 Hi - 20 Chuncayajirca ll Est. Ceremonial Fondo de Valle HT - In.Te - In.Ta
43 113 Hi - 21 Llamacorral Corral Laguna HT - In.Te - In.Ta

Ladera: 13 Marca: 7 Est. Ceremonial: 3


Cumbre: 24 Marcas Defensivas: 15 Est. Agrícolas: 2
Fondo de Valle : 4 Montículos: 10 Abrigo Rocoso: 1
Laguna : 2 Corrales: 3 Cementerio: 2 Cuadro 4
Bebel Ibarra Asencios 289

Guiesguipitac; Misiónjirca asociada a Apu Pinkush; Ñawpamarca a Wiñaj, etc.


En el caso de Marcajirca las estructuras agrícolas se encuentras por sobre los 3.800
m.s.n.m., es decir por encima del sitio.
En relación con el período anterior el cambio es muy notable. El número de
asentamientos aumenta a 44; 24 de ellos situadas en las cumbres de las montañas;
13 Marcas Defensivas son construidas para este período, lo que significa que ocurrió
un incremento poblacional. Muchas de estas Marcas son de gran tamaño:
Misiónjirca tiene un largo de aproximadamente 3 km y los sitios de Pinkush y
Yanagaga poseen varias decenas de hectáreas de extensión.
Corrales asociados a lagunas nos hace pensar que el culto a las lagunas (entendidas
como huancas) está más difundido. Los montículos en los fondos de valle continúan
siendo reocupados, aunque al parecer sólo como lugares sagrados o morada de
sus ancestros, ya que estructuras tardías no son reconocibles en ellos.
Sólo tres corrales muestran asociación con los sitios de este período. De los
seis corrales registrados sólo estos tres se pudo fechar por asociación a sitios tardíos.
El aislamiento de los otros tres corrales nos dificulta precisar su cronología, pero al
parecer también parecen corresponder al intermedio tardío.
Para este período encontramos buen número de tipos de sitios, nueve en total, de
los 11 propuestos por nosotros en este trabajo. (ver Cuadro 4)

Horizonte Tardío o Inca

En este período existe un uso indistinto del terreno. La mayor parte de los sitios se
hallan próximos al Qapacñan o Camino Real, el cual atraviesa zonas a más de
4000 m.s.n.m. como en Ayash, representado por el sitio de San Cristóbal de Tambo,
pero también por altitudes de 2350 m.s.n.m. como en Pomachaca, donde se avistan
sitios de control y un puente (ver Serrudo en este volumen).
La mayoría de las estructuras reconocidas se hallan próximas al camino y
pertenecerían al aparato estatal del Estado Inca, es decir estaríamos ante sitios de
administración y control a los pueblos dominados (Fig. 18).
Ñawpamarca en Huachis, sitio de reocupación Inca, ha podido ser
identificado por la influencia en los patrones de arquitectura, como es la existencia
de kallancas, estructuras rectangulares que dan a un espacio común o cancha.
Estructuras agrícolas se hallan asociadas a tambos, como es el caso de
Ushnutambo donde existe una gran cantidad de andenes que cubren un área de
varios Km, ascendiendo casi desde la orilla del río (2300 m.s.n.m.) hasta los 3300
m.s.n.m. En el sitio de Huaritambo, el área de los andenes es mucho menor, pero en
la actualidad se encuentran reutilizados. Huaritambo debió ser un sitio muy
importante. En la actualidad se pueden encontrar 23 colcas en buen estado de
conservación (Foto 13), además de plazas y canchas y una «escultura» de piedra
denominada sillón del Inca.
El sitio de Yamllipitec también muestra evidencias de una reocupación Inca
y su larga ocupación podría decirnos mucho sobre su importancia ceremonial o
religiosa .
290 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

De los sitios Incas registrados, siete ocupan laderas, cuatro se asientan en


las cumbres, dos en fondo de valle, y sólo tres Marcas Defensivas presentan
reocupaciones (ver Cuadro 5).

Distribución y Tipos de Sitios Durante el Horizonte Tardío (Inca)

Nro Código Nombre Tipo Posición Reocupaciones


1 27 Pa - 1 Paucas Tambo/camino Ladera
2 30 Uc - 3 Plazapampa Est. Ceremonial Ladera
3 32 Uc - 5 Rucutorre Marca Defensiva Cumbre In.Ta- Inca
4 49 Cy - 4 Marcajirca Marca Defensiva Cumbre In.Ta. - Inca
5 56 Hs - 2 Ñawpamarca Marca Defensiva Cumbre In.Ta - Inca
6 59 Hs - 5 Tambillo Tambo Fondo de Valle
7 60 Hs - 6 San Cristóbal de Tambo Tambo Cumbre
8 61 Hs - 7 Soledad de Tambo Tambo Ladera
9 62 Hs - 8 Ushnutambo Tambo Ladera
10 63 Hs - 9 Cuchitambo Tambo Ladera
11 64 Cy - 1 Huaritambo Tambo Ladera
12 66 Cy - 3 Guiesguiptec Est. Agrícolas Ladera
13 75 Hi - 6 Yamllipitec Montículo Fondo de Valle HT-In.Te-HM-In.Ta-Inca

Ladera: 7 Tambos: 7 Est. Ceremonial: 1


Cumbre: 4 Marcas Defensivas: 3 Est. Agricolas: 1 Cuadro 5
Fondo de Valle: 2 Montículos: 1

Foto 13 Colcas de Huaritambo – Cajay (Horizonte Tardío – Inca )


Bebel Ibarra Asencios 291

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PROYECTO
IN V EN T A RIO D E L O S
S IT IO S A RQ U EO LO G ICO S
D E LA PRO V IN CIA D E H U A RI
SITIOS DEL HORIZONTE TARDIO
104
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 18 Mapa de ubicación y de los tipos de sitios arqueológicos


durante el Horizonte Tardío o Inca
292 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

CAMBIOS EN EL APROVECHAMIENTO DE RECURSOS Y ECONOMÍA

Desde los primeros hallazgos de plantas con evidencias de cultivos en Guitarrero


(Lynch, 1980), el hombre diversificó el aprovechamiento de los recursos de los distintos
pisos ecológicos, mejorando las especies cultivadas y la crianza de animales.
Durante el Horizonte Temprano, un preferente uso del fondo de los valles es
evidente (aunque no en su totalidad, en relación a las laderas). Tierras ricas en
nutrientes por el proceso de erosión causado por las lluvias permitió acceder a
recursos propios del piso quechua (representado por la papá, maíz, fréjol y
calabazas), la cual también se diversificó con la proveniencia de productos de las
partes altas, donde existían asentamientos intermedios que posiblemente sirvieron
para abastecer a los centros del fondo de valles, cuya morfología arquitectónica
señala un uso ceremonial muy difundido.
El intercambio con las zonas de la selva se evidencia en el sitio de
Caullumachay, por las representaciones de petroglifos de estilo chavín y figuras
de monos de cola larga (véase Fig. 6) y por su ubicación en una zona de conexión
con la selva del Huallaga (Monzón – Tingo María), desde donde, en la actualidad,
los campesinos van a traer coca (Ibarra, 1999; 2002).
Al parecer el aumento de la población a finales del Horizonte Temprano no
fue muy fuerte. Si bien los asentamientos (Recuay) no varían mucho en número, sí
se observan algunos cambios. Los montículos recuay presentan estructuras
domésticas en sus plataformas, cosa que no presentan los montículos del Intermedio
Temprano; ocupan las laderas de los cerros; las partes bajas y medias son usadas
para la agricultura; además se hallan próximos a fuentes de agua, lo cual les da
cierta independencia de funcionamiento.
Los Camélidos fueron domesticados hacia los 4000 a.C. (Lavallée, Julien,
Wheler: 1995: 66). Su aprovechamiento se ve en Chavín de Huántar (Burger, 1998;
Lumbreras 1993), lo cual señala la importancia de éstos en la economía de la
población durante el Horizonte Temprano. Las representaciones de camélidos en
los petroglifos de Caullumachay (Fig. 19), zona de tránsito entre la sierra y la selva
durante el Intermedio Temprano, nos señalan que su aprovechamiento se
incrementa; prueba de ello son las representaciones simbólicas en la alfarería (Eisleb,
1987; Laurencich y Wegner, 2001). La existencia de estructuras circulares o
«corrales» habrían servido como lugares de guarda de estos animales, previamente
seleccionados para un uso ritual, pues los camélidos tienen por hábitat natural la
puna, donde el consumo del ichu y shojta favorecen su desarrollo. Criarlos en
cautiverio supondría una alimentación con pastos suaves (podría ser los restos de
las plantas de los maíces) lo cual traería problemas en su organismo, pues sus
dientes crecen muy rápido y dañan sus encías si no consumen pastos duros; además,
el cautiverio acarrearía enfermedades, especialmente del tipo micóticas (hongos).
Estos animales libres en su habitat natural de puna tienen por característica
particular defecar en un solo sitio, lo cual no permite la dispersión de las
Bebel Ibarra Asencios 293

enfermedades. Los camélidos en la puna logran localizar áreas de tierras arcillosas


saladas con las que balancean su dieta, cosa que en cautiverio sería imposible de
lograr.
La existencia de sitios recuay en zonas de puna (Romerojirca), donde
predomina el ichu y la shojta, habría supuesto el control de una amplia cantidad
de terrenos que habrían favorecido a la crianza de camélidos, pues éstos precisan
de grandes extensiones de terrenos para alimentarse. La crianza de camélidos, en
especial la llama, permitió asegurar medios de transporte para el intercambio con
otras regiones como el Callejón de Huaylas y la Selva de Huánuco.
Las grandes extensiones de terrenos en el piso quechua aseguraban una
producción de maíz, en donde una élite recuay controlaba los recursos, de los
cuales destinaban gran parte para las festividades (culto a los muertos,
matrimonios, fiestas del agua y ritos sagrados). Las visitas del siglo XVII señalan
que en las numerosas fiestas se sacrificaban cuyes y camélidos y se bebían grandes
cantidades de chicha. Por ello, la necesidad de acceder a otras especies (habas,
arveja, oca, olluco, mashua, quinua, etc.) habría surgido en este periodo, como
consecuencia del gran desvío de la producción clásica del maíz y papa a las
actividades rituales (hoy en día, los gastos que realizan los funcionarios en las
fiestas patronales es muy grande, cuyas cosechas no pueden cubrirlas por sí solas.
Además los funcionarios dedican todo sus actividades del año sólo para los días
de fiesta). La elaboración de la chicha estaría también indicando un salto
tecnológico en el procesamiento de alimentos, a través de la elaboración de la jora.

Fig. 19 Representaciones de Camélidos en los petroglifos de Caullumachay – Yunguilla


294 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Aunque se observa una disminución en el número de asentamientos,


pensamos que la economía durante el Horizonte Medio se habría mantenido igual
que durante en el período anterior.
Ya en el Intermedio Tardío, la localización de los asentamientos en cumbres
de montañas, lejos de las aguas y los terrenos de cultivo, habrían sido motivada
por situaciones de conflicto.
La mayoría de los asentamientos tardíos están asociados a zonas donde
predomina un determinado tipo de cultivo. Por eso postulamos que, además de los
factores de seguridad, estos sitios fueron emplazados en zonas donde se les permitía
obtener productos que no existían en las otras márgenes.
Las condiciones ecológicas no sólo están limitadas a pisos ecológicos, ni a factores
climáticos, sino también a la calidad de suelo adecuado para una determinada
especie de planta. Independientemente de los factores anteriormente mencionados,
esto constituiría una variante del control vertical propuesto por Murra (1975).
Así, en la zona de Huachis, el sitio de Ñawpamarca se halla asociado a una
zona donde la producción de olluco y oca de muy buena calidad; el sitio de
Yanagaga (en Yacya) está asociado a una zona de cultivos de quinua y kiwicha; el
sitio de Marcajirca, a una zona de alta producción de calabazas; el sitio de Pinkush,
a zonas donde se producen tarwi; el sitio de Misiónjirca, a una zona de producción
de olluco y oca. (Fig. 20). Para estos cultivos lo determinante no es la altitud , sino
el tipo de suelo, ya que todas las zonas mencionadas se hallan entre el rango de los
3600 a 4400 m.s.n.m., situación que debió ser observada por los antiguos pobladores,
pues, una economía basada sólo en papa y maíz no es viable en las zonas entre los
3200 a 3600 m.s.n.m. La existencia de cultivos triples (maíz – fréjol – calabaza) es
una muestra del dominio de la agricultura: el maíz sirve como soporte del fréjol y
éste a su vez le da estabilidad frente a los fuertes vientos, además que ayuda a fijar
nutrientes al suelo. Por su lado, la calabaza ocupa las partes bajas del maíz y sus
grandes hojas permiten mantener la humedad después de las lluvias, humedad
que es aprovechada por el maíz; éste a su vez con su tamaño le da protección frente
a los rayos solares (pues sus hojas son muy delgadas y se secan rápido). Es curioso
que todas estas plantas se siembran y se cosechan al mismo tiempo. Es así, que el
triple cultivo fue el predominante en las zonas quechua y parte de suni.
También el cuy debió jugar un papel importante en la economía andina y en
las actividades religiosas, no obstante que los restos de estos animales en
excavaciones son difíciles de encontrar por el tamaño diminuto de sus huesos.
Habría que tener en cuenta que las cosechas producen un gran excedente
conformado por la «panca» (planta de maíz seco). Si bien la panca no es propicia
para el consumo de camélidos, sí sirven para alimento de cuyes. Datos etnográficos
actuales en la zona de nuestro estudio nos dan cuenta de ello: en la época de
escasez, los campesinos dan de comer panca a sus cuyes, planta que es almacenada
en árboles llamados «panqueros».
Los grandes corrales existentes en la zona de Wiñaj, Illauro y Pinkush habrían
servido más para actividades de esquila y de control. Los primeros datos de la
colonia mencionan un obraje en Santo Domingo de Huari, el cual se especializaba
en tejidos y fue uno de los más grandes e importantes en la zona de Conchucos
(León, 1995).
Bebel Ibarra Asencios 295

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81 49

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85 57
97
58
Tarwi Habas
Oca
86

88 Calabaza
Alverja Olluco
Lentejas

90
Quinua Col, Repollo
94 91

PROYECTO
IN VEN T A RIO D E LO S
SIT IO S A RQ U EO LO GICO S
D E LA PRO V IN CIA D E H U A RI
Distribución de Cultivos
104
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 20 Mapa de distribución de los cultivos y los sitios arqueológicos en el


valle del Puchca durante el Intermedio Tardío
296 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

SECUENCIA ESTILÍSTICA

Nuestro análisis estuvo principalmente orientado a recuperar la cronología de la


zona mediante asociaciones con cerámica de contextos estratigráficos. Para ello
analizamos una muestra de 506 fragmentos provenientes de recolección superficial,
que involucran 22 sitios del valle del río Puchca. Si bien identificamos 84 sitios en
todo el valle, sólo pudimos recolectar muestras cerámicas en 22 de ellos, por
situaciones que tienen que ver con las condiciones de los sitios. Los otros 62 sitios
fueron fechados indirectamente, siguiendo como criterio sus analogías
arquitectónicas.
La agrupación de los tipos se realizó combinando ciertos rasgos de las
muestras. En este caso aplicamos el criterios de pastas, decoración y forma, y todas
éstas en su conjunto, fueron comparadas con ejemplares provenientes de
excavaciones estratigráficas realizadas en Chavín de Huántar (Lumbreras, 1993;
Burger, 1998), en Pogoc (Burger, 1982), en Huaricoto (Burger, 1985a), en
Huamachuco (Thatcher, 1974; 1977 y 1979), en Chinchawas (Lau, 2001a ; 2001b),
en la cuenca del Yanamayo. (Herrera, 1997 ms), y en el valle del Mosna (Amat,
1974 y 1976a ).

Cerámica del Horizonte Temprano

Se ha podido identificar tres tipos. No nos referiremos a fases, ya que el tamaño de


la muestra es pequeña, pero consideramos que es un inicio para tener una idea de
las secuencias estilísticas en la región.

Tipo Ponto
Lleva el Nombre del distrito donde se ubica el sitio de Pirurojirca. Todos los
fragmentos provienen de este sitio, y es el único en todo nuestro estudio que muestra
una sola ocupación, muy temprana.

Pasta
De textura fina a media. Presenta un alisado fino en la superficie y algunos, un
engobe rojo. El color de superficie varía entre naranja, rojo y gris. Las inclusiones
son principalmente feldespatos, con una frecuencia de composición del 20%.
Predomina la cerámica cocida en atmósfera oxidante.

Formas
Predominan las ollas sin cuello de labios planos con bisel (Fig. 21 a - j), ollas de
cuello corto de labios circulares simples (Fig. 22 a - c), ollas con labios engrosados
al exterior y redondeados (Fig. 22 d - f) y ollas de cuello muy corto con labios
circulares muy gruesos (Fig. 22 g -h).
En menor frecuencia, aparecen los cuencos de paredes convexas con labios
planos y biselados hacia el interior, con pintura roja (Fig. 23 a - f); dos jarras de
bordes evertidos y una olla de cuello corto expandido. El grosor de las vasijas
varía de 04 – 10 mm.
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 21 Ollas sin cuello de labio plano con bisel del tipo Pontó (Horizonte Temprano)
297
298

Fig. 22 (a - c) Ollas de cuello corto de labios circulares simples. ( d – f ) Ollas con labios engrosados al exterior y redondeados. ( g – h)
Ollas de cuello muy corto con labios circulares muy gruesos. Tipo Pontó (Horizonte Temprano)
Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística
Bebel Ibarra Asencios 299

Fig. 23 Cuencos de paredes convexas con labios planos y biselados hacia el interior, con
pintura roja. Tipo Pontó (Horizonte Temprano)
300 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Decoración
Principalmente se decoraba con bandas pintadas de color rojo o marrón en los
labios de las vasijas, tanto de ollas como de cuencos. (Fig. 21 a – g; Fig. 22 c; Fig. 23
b – f).

Relaciones Sincrónicas
Este tipo guarda relaciones con la Cerámica Urabarriu (Burger, 1998: Fig. 55 – 59)
y Chakinani (Burger, 1998: Fig. 145 – 148); con la cerámica Huaricoto (Burger,
1985a: Fig. 14 a); con la cerámica Rocas (Amat, 1976a: Fig.12); y, con la cerámica
ofrendas (Ibid: Fig. 14).

Tipo Cashapallan
Lleva el nombre del sitio de Cashapallan, ubicado en la quebrada de Huaritambo,
muy cerca al poblado de Colcas. Correspondería al Período Horizonte Temprano
Medio.

Pasta
De textura media. Su acabado varía entre un alisado fino a tosco. Las inclusiones
son mica, cuarzo, feldespatos y restos de rocas. El color varía entre rojo a marrón.

Forma
Cuencos de paredes cóncavas con labios redondeados (Fig. 24: a - d), cuencos de
paredes rectas con labios biselados (Fig. 25 a - d), ollas sin cuello de labios
redondeados (Fig. 26 a ), ollas sin cuello de labio ligeramente engrosado al interior
( Fig. 26 b), jarras de bordes expandidos y labios redondeados (Fig. 26 c - d),
cántaros de bordes rectos y labios redondeados (Fig. 26 e - g). Las paredes de las
vasijas varían entre 3 a 10 mm.

Decoración
Incisa, basada en círculos concéntricos alrededor de la boca, delimitada por una
línea incisa (Fig. 24 a; 27 a); incisiones finas sobre pasta fresca, cuyos diseños no
pudimos determinar (Fig.27 b); círculos pequeños a manera de piel de ganso (Fig.
27 c) ; fragmento con pintura negra mate.

Relaciones Sincrónicas
Este tipo presenta relación con la cerámica Late Capilla (Burger, 1985a: Fig. 24) de
Huaricoto, con la Cerámica Janabarriu y Chakinani (Burger, 1998: Fig. 145, 146,
148, 179, 234; 1982: Fig. 34), con la cerámica Ofrendas (Lumbreras, 1993: Lam. 7) de
Chavín de Huántar; y, con la Cerámica Colpa (Thatcher, 1979: Lam. 23, Fig. 21) de
Huamachuco.
Bebel Ibarra Asencios 301

Fig. 24 Cuencos de paredes cóncavas con labios redondeados.


Tipo Cashapallan (Horizonte Temprano)

Fig. 27 Cerámica con decoración incisa. Tipo Cashapallan


(Horizonte Temprano)
302 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 25 Cuencos de paredes rectas con labios biselados.


Tipo Cashapallan (Horizonte Temprano)
Bebel Ibarra Asencios 303

Fig. 26 (a) Ollas sin cuello de labios redondeados; (b) ollas sin cuello de labio ligeramente
engrosado al interior, (c - d), jarras de bordes expandidos y labios redondeados, (e – g)
cántaros de bordes rectos y labios redondeados. Tipo Cashapallan
304 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Tipo Llapajmarca
Nombre del sitio ubicado en el distrito de Huacachi, una villa defensiva ocupada
hasta el Intermedio Tardío.
Pasta
Textura media. Superficie alisada. El color de superficie varia entre naranja claro y
gris. Las inclusiones son principalmente micas (en grandes cantidades), feldespatos,
cuarzo y fragmentos de roca molida. La frecuencia de esta pasta es de 20%. Las
inclusiones se observan en la superficie.

Formas
Jarras de cuellos evertidos, de labio adelgazado (Fig. 28 a) y de labio redondeados
(Fig. 28 b); ollas sin cuello, de labio adelgazado (Fig. 28 c); ollas de cuello al parecer
carenado (Fig. 28 d). El grosor de las vasijas varía entre 3 – 10 mm.

Decoración
Círculos incisos concéntricos alrededor del cuello (Fig. 28 d).

Relaciones Sincrónicas
Esta cerámica muestra relaciones con la cerámica Urabarriu (Burger, 1998: Fig. 64),
con la cerámica Late Capilla (Burger, 1985a: 521, Fig. 27) y con la cerámica Pogoc
(Burger, 1982: Fig. 56 – 57). Sobre esto último hay una discusión, ya que Burger lo
coloca como una cerámica tardía, pero sus fragmentos provienen de una recolección
de superficie; aunque las características de la pasta de esa olla sin cuello son
exactamente iguales a nuestro fragmento.

Fig. 28 (a) Jarras de cuellos


evertidos, de labio adelgaza-
do, (b) y de labio redondea-
dos, (c) ollas sin cuellos, de
labio adelgazado, (d) ollas de
cuello al parecer carenado.
Tipo Llapajmarca
(Horizonte Temprano)
Bebel Ibarra Asencios 305

Cerámica del Intermedio Temprano

Corresponde a la cerámica recuay. Los tipos descritos podrían tener una


connotación cronológica dentro de la secuencia recuay, pero dado el estado de las
investigaciones, preferimos sólo mencionarlos como tipo. Investigaciones
posteriores nos ayudarán a definir una secuencia más precisa, tomando en cuenta
la cerámica utilitaria.

Tipo Pintado Fino


Es la cerámica hecha de caolín y con pintura negativa, lo que se conoce como
Recuay Clásico.

Pasta
De textura fina y pulida. Con engobe crema y ocasionalmente rojo. El color de la
superficie es rojo y crema; no se aprecian inclusiones. El pulido es interno y externo.

Formas
Predominan los cuencos de paredes delgadas 4-6 mm. y cóncavas, con labios
redondeados (Fig. 29: a -d). También hay cuencos de paredes rectas y labios
adelgazados (Fig. 30 a - g) y jarras de cuello evertido (Fig.29 e).

Decoración
Ondas de color marrón oscuro cerca de la boca (Fig. 29 a - b); bandas marrones
paralelas en la boca de los cuencos (Fig. 30 a, c - e); puntuaciones de color blanco
(Fig. 31 c), al igual que pintura en zonas (Fig. 30 b, f, g; Fig. 31 a, b, d, e). Se aprecia
un fragmento con diseño zoomorfo (Fig. 31 g).

Relaciones Sincrónicas
Esta cerámica guarda relación con la Cerámica Kayan y Chinchawasi I (Lau, 2001a:
Fig. 562; 2001b: Fig. 3, 4) de Chinchawas en la Cordillera Negra; con la cerámica
recuay, fase Yaia (Grieder, 1978: Fig. 36) de Pashash; con la cerámica recuay
(Amat, 1976a: Fig. 21) del valle del Mosna; y, con la cerámica recuay (Bennett, 1944:
Fig. 13 d –e) de Willcawaín.
306 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 29 (a - d) Cuencos de paredes delgadas 4-6 mm., cóncavas, con labios redondeados, (e)
jarras de cuello evertido. Tipo Pintado Fino (Intermedio Temprano)
Bebel Ibarra Asencios 307

Fig. 30 (a – g) cuencos de paredes rectas y labios adelgazados.


Tipo Pintado Fino (Intermedio Temprano)
308 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 31 Cerámica decorada. Tipo Pintado Fino, (g) Tipo Llano Crema
(Intermedio Temprano)
Bebel Ibarra Asencios 309

Tipo Llano Naranja

Pasta
Es de textura media a fina, con un alisado fino a pulido. El color de superficie varia
entre naranja claro a naranja oscuro y marrón claro. Las inclusiones comprenden
mica, feldespatos y roca molida. La frecuencia de este tipo es de 10%. Las vasijas
no presentan un pulido al interior.

Formas
Comprenden jarras de bordes evertidos con labios redondeados (Fig. 32 a - d),
ollas de cuello corto con bordes evertidos y labios adelgazados ( 32 e - g) y un
cuenco (Fig. 32 h).

Decoración
Principalmente se muestra en pinturas en la boca, tanto al interior y al exterior (Fig.
32 c, 32 e, 32 g).

Relaciones Sincrónicas
Tiene similitud con la cerámica recuay, fase Huacohu (Grieder, 1978: Fig. 38o) de
Pashash, y con la cerámica utilitaria Recuay (Amat, 1976 a: Fig. 21).
310 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 32 (a – d) Jarras de bordes evertidos con labios redondeados, (e – g)


Ollas de cuello corto con bordes evertidos y labios adelgazados, (h) Cuenco.
Tipo Llano Naranja (Intermedio Temprano)
Bebel Ibarra Asencios 311

Tipo Llano Crema

Pasta
De textura fina, con un alisado fino a pulido. El color de superficie va de naranja
claro a crema. Las inclusiones comprenden principalmente cuarzo. La frecuencia
de este tipo es del 5%. Al parecer, se usó alguna sustancia cremosa similar al
caolín. La cocción es en atmósfera oxidante.

Formas
Comprenden jarras de bordes muy expandidos con labios redondeados (Fig. 33 a
- c) y jarras de bordes evertidos (Fig. 33 c - d).

Decoración
Pintura marrón oscura, con diseños circulares y en puntos (Fig. 31 f).

Relaciones Sincrónicas
Guarda relación con la cerámica Chinchawasi I (Lau, 2001b: Fig. 5, comunicación
personal 2002) de Chinchawas de la Cordillera Negra, y con la cerámica utilitaria
recuay (Amat, 1976a: Fig. 21).

Fig. 33 (a – c) Jarras de bordes muy expandidos con labios redondeados, (d – e) jarras de


bordes evertidos. Tipo Llano Crema (Intermedio Temprano)
312 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Cerámica del Horizonte Medio

Fue identificada teniendo en cuenta los materiales de Chinchawa y de


Huamachuco. Las variantes locales aún no son conocidas, pero se espera cubrir
ese vacío hasta tener datos de excavaciones.

Tipo Caonín I
Corresponde al nombre del sitio de Caonín, en el distrito de Huántar, de donde se
recuperó gran cantidad de estos fragmentos.

Pasta
De una textura fina a media. La superficie presenta un acabado pulido. El color de
superficie varia entre rojo, naranja oscuro, marrón y crema. Las inclusiones
comprenden cuarzo, mica y roca molida. La frecuencia es del 5%. La cocción es
oxidante. Las inclusiones son pequeñas y muy dispersas.

Formas
Comprenden «vasos», vasijas de paredes rectas y de diámetro de 10 a 12 cm., de
labios redondeados y adelgazados (Fig.34 a -c); cuencos de paredes convexas y
rectas, con labios adelgazados (Fig. 35 a - k); jarras de cuellos rectos y ollas.

Decoración
Comprenden líneas de color
marrón oscuro (Fig. 36 d, f, h,
j), círculos (Fig. 36 e), líneas
blancas (Fig. 36 h), pintura
roja en zonas (Fig. 36 a -c) y
líneas rojas y blancas (Fig. 36
i). También hay franjas
marrones en los labios de los
cuencos (Fig. 35 b, e) y líneas
blancas verticales (Fig. 35 c,
f, i).

Relaciones Sincrónicas
Presenta similitud con la
Cerámica Chinchawasi II
(Lau, 2001a: Fig. 564; 2001b:
Fig. 5; comunicación
personal 2002) de la
Cordillera Negra; con la fase
Purpacala (Thatcher, 1972-
Fig. 34 «vasos», vasijas de paredes rectas y de diámetro 74: Lam. 23, Fig. 24); y la fase
de 10 a 12 cm., de labios son redondeados y Amaru (Ibid: Lam. 39, Fig. 61
adelgazados. Tipo Caonín I (Horizonte Medio)
– 62) de Huamachuco.
Bebel Ibarra Asencios

Fig. 35 Cuencos de paredes convexas y rectas, con labios adelgazados. Tipo Caonín I (Horizonte Medio)
313
314

Fig. 36 (a – c) Decoraciones de líneas blancas, (d, f, h, j) líneas de color marrón oscuro, (e) círculos (h) pintura roja en zonas,
(i) líneas rojas y blancas. Tipo Caonín I (Horizonte Medio)
Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística
Bebel Ibarra Asencios 315

Tipo Caonín II
Variante del tipo anterior.

Pasta
De textura fina. La superficie presenta un acabado alisado fino con engobe rojo.
Algunos fragmentos presentan un color naranja. Las inclusiones comprenden
cuarzo, mica y roca molida. La frecuencia es del 10%. La cocción es oxidante
completa.

Formas
Comprenden Jarras grandes (18 cm. de diámetro) de bordes expandidos, con labios
que van de adelgazado a redondeado; cuencos (Fig. 37 a -e), ollas y cántaros.

Decoración
Líneas blancas sobre fondo naranja (Fig. 38 a), líneas verticales marrones (38 b - f),
líneas rojas (Fig. 38 g) y pintura roja en la boca de jarras y cuencos (Fig. 37 a, b).

Relaciones Sincrónicas
Guarda relaciones con la cerámica Warmi (Lau, 2001b: Fig. 6, comunicación personal
2002).
316 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 37 Jarras grandes (18 cm. de diámetro) de bordes expandidos con labios que van de
adelgazado a redondeado; cuencos. Tipo Caonín II (Horizonte Medio)
Bebel Ibarra Asencios 317

Fig. 38 (a) Decoraciones líneas blancas sobre fondo naranja, (b – f) líneas verticales marrones
(g) líneas rojas. Tipo Caonín II (Horizonte Medio)
318 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Cerámica del Intermedio Tardío

Sobre este Período existe poco material comparativo (en lo que se refriere a diseños
principalmente). Se ha aislados los siguientes tipos:

Tipo Alisado Tosco

Pasta
De textura media a gruesa. Presenta un alisado tosco, con un engobe naranja a
crema. Las inclusiones llevan micas, cuarzo y roca molida. La cocción es oxidante
(mala). La frecuencia es del 20%. El alisado tosco permite ver las inclusiones en la
superficie.

Formas
Comprenden jarras de bordes evertidos y labios circulares; ollas de cuellos cortos
de labios redondeados; jarras de cuellos ligeramente expandidos, de labios
redondeados; ollas de cuellos casi rectos; cuencos de paredes rectas y cuencos de
paredes convexas. El grosor varía de 04 – 13 mm.

Decoración
Comprenden incisiones en pasta seca, en forma de ondas pequeñas (Fig. 39 a),
ondas incisas con puntos incisos (Fig. 39 b), bandas aplicadas con círculos
estampados (Fig. 39 c) y bandas aplicadas «aserradas» (Fig. 39 d).

Relaciones Sincrónicas
Guarda relaciones con la Cerámica Charwas (Lau, 2001b: Fig. 7, comunicación
personal 2002), con la cerámica Pogoc (Burger, 1982: Fig. 12, 24, 54, 58) y con la
cerámica de la cuenca del Yanamayo (Herrera, 1997: Fig. 4).

Tipo Negro Grafito

Pasta
De textura gruesa. Presenta un acabado tosco. El color de la superficie es naranja;
el núcleo es de color negro. Las inclusiones comprenden roca molida y gran
cantidad de grafito. La frecuencia es del 10%. Al rayar sobre la superficie deja una
marca negra constante. Debido al alisado tosco se puede observar las inclusiones
en la superficie.

Formas
Comprenden Jarras, con un diámetro que va de 7 a 20 cm. de labios redondeados,
y cuencos de paredes rectas y labio plano.

Decoración
Comprende bandas aplicadas con círculos impresos (Fig. 39 e, f).
Bebel Ibarra Asencios 319

Relaciones Sincrónicas
Guarda relaciones con la cerámica Pogoc (Burger, 1982: Fig. 9, 24).

Tipo Llano Blanco

Pasta
De textura media a gruesa, con un acabado alisado. El color de la superficie es
naranja. Las inclusiones comprenden unos gránulos de color blanco (posiblemente
cuarzo lechoso) y es muy tosca al tacto. Se puede ver las inclusiones en la superficie.

Formas
Un cántaro de borde recto y una olla..

Decoración
Aplicaciones en forma de volutas con incisiones alargadas y circulares sobre pasta
fresca (Fig. 39 g).

Relaciones Sincrónicas
Al igual que el Tipo Negro Grafito, guarda relación con la cerámica Pogoc (Burger,
1982: Fig. 14).

Tipo Alisado Fino

Pasta
De textura media a fina; presenta un alisado fino. El color de la superficie va de
naranja a marrón. Las inclusiones, de pasta muy compacta, comprenden cuarzo y
roca molida; las inclusiones muy separadas van en un rango del 5%. Algunos
fragmentos incluyen engobe rojo.

Formas
Comprenden jarras de borde expandido, jarras de cuello evertido, jarras con un
cuello recto y expandido, y ollas con asas circulares.

Decoración
Algunos fragmentos presentan pintura negra y roja.

Relaciones Sincrónicas
No hay datos.
320 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Fig. 39 Cerámica decorada correspondiente al Intermedio Tardío


Bebel Ibarra Asencios 321

Cerámica de Horizonte Tardío o Inca

Sólo tenemos dos fragmentos de pasta naranja, textura fina a media, con un acabado
superficial alisado y cocido en atmósfera oxidante. La decoración comprende líneas
delgadas marrones en el cuerpo (Fig. 40).

Fig. 40 Cerámica decorada de estilo Inka

CLAVE DE COLORES

Marrón Rojo Naranja Marrón Crema Sin


oscuro claro Pigmentos
322 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

PAISAJE Y COSMOVISIÓN EN EL VALLE DEL RÍO PUCHCA

Es indudable que las sociedades pre-hispánicas tuvieron una cosmovisión muy ligada
al entorno que las rodeaba, y del cual aprovechaban sus productos. Observar tales
expresiones y delimitarlas en un espacio de tiempo es muy difícil (digamos Horizontes
e Intermedios), pues muchas de las expresiones religiosas ligadas al mundo
sobrenatural y simbólico de los antiguos pobladores del valle del Puchca fueron
transformándose, continuando aún en la actualidad. Ahora intentaremos esbozar
una aproximación de la evolución de la cosmovisión andina en esta región.
Durante el Horizonte Temprano, los sitios con montículos fueron los más
importantes y numerosos. En dos de ellos se observan la presencia de huancas sobre
una de sus plataformas. Si consideramos a la huanca como el héroe fundador vivo
e histórico, que se desdobla mediante la muerte en una representación lítica como
signo de posesión; y de otro lado, al estar enterrada asegura la fecundidad del
suelo (González, 1989: 26), podríamos asumir que la existencia de estas huancas
se remontaría al Horizonte Temprano. La principal escultura de Chavín de
Huántar, clavada en el centro mismo del Templo Viejo, se asemeja a una huanca. En
el sitio de Reparín, junto a la laguna del mismo nombre existe una huanca (Foto 1).
Esto nos daría una señal sobre el culto a las lagunas. En algunos escritos del siglo
XVII, Hernández Príncipe [1923] recoge la siguiente versión «estos pobladores y los
carneros de la tierra desta población y la otra fingen procedieron de la laguna de Querococha
por la cual adoraban en su reconocimiento» (Duviols, 1986: 488). Rebeca Carrión (1955:
29) manifiesta que se hacían romerías a las lagunas, puquios y manantiales
considerados como sagrados, porque ellas eran origen o nacimiento del agua
destinada a la irrigación y fertilización del suelo. Tales lugares eran residencia de
seres míticos que custodiaban y distribuían el agua y eran la meta de largos
peregrinajes realizados periódicamente por grupos de personas que desempeñaban
alguna función importante en los ritos religiosos. Además de eso, tradiciones orales
locales manifiestan, que una vez al año se hacen pagos a las lagunas para que los
animales aumenten y se mantengan sanos. Los pagos consisten en coca y azúcar,
pero no es raro que también hayan podido ser animales. Llamacorral (un sitio del
Intermedio Tardío) situado en la orilla de la laguna de Puruhuay, habría servido
como un depósito de animales destinados para el sacrificio en pago a la laguna.
También la creencia popular señala que el pago a las lagunas da protección a los
animales frente al ataque de los zorros. Una informante nos refirió que «cuando se
hace el pago a las lagunas así nomás el zorro no se acerca a las ovejas, cuando no se hace
estos animales «roban» las ovejas hasta de las narices de los pastores» .
De lo expuesto podemos inferir que la antigüedad de las huacas y el culto a
las lagunas se remonta hasta por lo menos el Horizonte Temprano (Chavín), donde
la ubicación de asentamientos a orillas de las lagunas, mostrarían también la
importancia que iría adquiriendo la «seguridad» de los animales (camélidos), cuyas
representaciones se observan ya en los petroglifos de Caullumachay (Fig. 19);
importancia económica que durante el Intermedio Temprano (Recuay) se
incrementaría, y del cual se tiene mejores evidencias.
Bebel Ibarra Asencios 323

Durante la época Recuay la representación de camélidos es más evidente (Eisleb,


1987; Laurencich y Wegner, 2001), lo cual indica la intensificación de su uso. Tello
(1929) refiere la existencia de numerosos corrales en las punas como testimonio
del desarrollo de la ganadería. Pero también existen otros corrales, patios o plazas
cercadas de diferentes tamaños, cercanos a los adoratorios o cerros nevados. Rebeca
Carrión (1955), al describir las pacchas Huaylas, menciona que frecuentemente se
halla un Dios en la cima de un adoratorio de estructura circular, de dos o más
plataformas superpuestas, rodeados de mujeres ofrendantes o de seres y animales.
Esto lo infiere de la observación de las características morfológicas de la cerámica
Huaylas (sic). Hernández Príncipe (1923) refiere: «... tenía esta huaca aras de piedra
donde la incineraban los hechiceros Villcahuasi quiere desir casa de adoración es un corral
que esta dentro de los muros deste pueblo donde por sus ayllos acudian al ministerios de
esta adoración había ventanillas y apartadizos piedras de batan, donde molían las conchas
que llamaban mullu sustento de las huacas corralillos para criar cuyes para los sacrificios»
(Duviols, 1986: 468). En el sitio de Romerojirca la existencia de varios de estos
corrales que se extienden a través de toda la cresta recuerda mucho a estas
descripciones (Foto 4 y 5. Si bien tenemos otros corrales, de los cuales sólo tres
pudieron ser fechados por asociación con sitios tardíos, debemos indicar que existen
diferencias arquitectónicas entre los «corrales» de Romerojirca con los de Pinkush
y Wiñaj. Los dos últimos son mucho menos elaborados que el primero. Wiñaj posee
grandes corrales cuadrados. De esto inferimos que efectivamente los «corrales» recuay
tuvieron una función ritual, y que allí se «criaban» los animales para destinarlos a
sacrificios, con fines agrarios o de reciprocidad hacia la tierra (de donde el hombre
toma prestado de la naturaleza algunas plantas y animales para criarlos en sus chacras
y su compromiso es criarlos bien, pues sino el mismo hombre está en peligro de
desaparecer). El cultivo y «creación» de nuevas formas de vida es una manera en la
que la comunidad humana se enriquece y retribuye con la naturaleza. Si se cancela la
reciprocidad se cancela la vida. Así, el hombre andino tiene un compromiso con la
naturaleza, crea nuevas especies (entendámoslo como domesticación de camélidos) y
al hacerse éstas más necesarias, deben ser devueltas a la tierra a través de su sacrifico.
Este conjunto de sacrificios como parte de las creencias mágico–religiosas,
simboliza la solidaridad colectiva del grupo social, dirigida por una élite, que en
este caso sería la élite recuay, y quienes serían los encargados de llevar a cabo las
ceremonias y sacrificios, así como de controlar la producción para realizar con
éxito estas celebraciones.
Las celebraciones están también ligadas a un desarrollo económico, ya
señalado líneas arriba. Gran parte de la producción era desviada para «gastos
rituales», en donde básicamente se consumía chicha, tal como lo manifiesta Gero
(2001a: 16). Al respecto, Orsini (2001: 74) señala que muchas vasijas representan
escenas rituales donde los personajes llevan en la mano cuencos posiblemente
llenos de chicha. La chicha representa un salto tecnológico, pues supone la
preparación de la jora, bajo un complicado proceso (seleccionar los maíces,
desgranar la mazorca, luego sumergirlos en agua, envolverlos y pisarlos, y
finalmente secarlos) y en breve tiempo (una semana).
324 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

Como resumen, durante el Intermedio Temprano se incrementa el control de


los camélidos y la producción de maíz. Los sacrificios son una forma de
reciprocidad con la tierra y una clase dominante, muy posible del tipo sacerdotal y
no guerrera, presidía las ceremonias y administraba la producción.
Sin duda, las celebraciones y las fiestas continuaron durante el Intermedio
Tardío, tal vez bajo otras condiciones políticas de gobierno. Para esa época el
territorio peruano estaba ya dividido en muchas etnias y la zona de Conchucos no
era la excepción.
Los asentamientos del Intermedio Tardío muestran sectores diferenciados
entre residencial y ceremonial. Generalmente, el sector ceremonial está compuesto
por una o varias plataformas (Fig. 14). Estalisnao de la Vega Bazán [1957],hacia
1657, anotó sobre Conchucos lo siguiente: «Huari no comía pero exigía que le hicieses
sacrificios en las casas en las chacras, y especialmente sobre unos altares situados arriba de
los pueblos, ante un asiento de piedra..» (Duviols, 1973: 156). Así, los «corrales
sagrados» del Intermedio Temprano son desplazados. Esto significaría la irrupción
de un nuevo orden político o la desmembración de uno más antiguo, donde
estructuras ceremoniales están bajo un nuevo patrón de asentamiento, que permitió
seguir manteniendo lugares destinados para las ceremonias religiosas. La
adoración por los mallquis está también presente (a quienes se les adoraba como
sus progenitores y cuyos huesos tenían mucha veneración). A estos mallquis
continuamente se les ofrecían sacrificios como corderos, chicha, coca y maíz.
Al parecer las actividades religiosas con respecto al Intermedio Temprano
van en aumento, pues datos etnohistóricos se refieren a fiestas menores para los
ídolos y mallquis. Si tomamos en cuenta la existencia de varias etnias (5) en la
zona de Conchucos frente a una sola unidad política recuay, las celebraciones y
sacrificios habrían de haberse incrementado. En un documento de la Vista de
Jesuitas [1617] se menciona: «Tiene esta secta e idolatría sus fiestas mayores y menores, instituidas
en reverencia y culto de los dichos ídolos.... entre años hacían otras tres ó cuatro fiestas, con otras muchas
ceremonias: cuando limpiaban las acequias y al principio del invierno, pidiendo a los ídolos lluvias; y
al principio de la sementera, la primera chacrilla se sembraba en nombre del ídolo.... hacían otra fiesta
mensual, cada mes dos veces, una en la luna nueva y otra en el menguante, en las cuales solo los
sacerdotes ministros de idolatría ofrescían sacrificios a los ídolos... en algunas provincias ofrecían cada
semana chicha y coca a los dichos ídolos los ministros de la idolatría... otra fiesta cada año, en la cual
daban gracias a los ídolos de haberles dado una buena sementera y cosecha, y en ésta las principales
figuras eran los parianes, que son indios que por selección habían puesto ese año como guardas de las
sementeras... demás de las fiestas referidas, cada indio ofrescía sacrificios y ofrendas al ídolo penate que
tenía en su casa..» (Duviols, 1986: 446).
Otra festividad era la del maíz, realizada cada año. Las chacras eran de
alguna forma propiedad de las Huacas. Hernández Príncipe [1923] refiere: «dejo
los mallquies aras que se quemaron fuera de los referidos y los hechiceros de nuevo que se
hallaban dueños de sus tierras en sus depósitos el adorar la tierra las acequias. Todos cuanto
sembraban alquilaban las tierras a las huacas o les arrendaban las huacas a ellos, por mejor
decir para un carnero para el sacrificio..» (Duviols, 1986: 475).
La existencia de numerosas huacas y, por consiguiente fiestas, sacrificios y
celebraciones, también se ve reflejado en el número de asentamientos durante el
Bebel Ibarra Asencios 325

Intermedio Tardío, en que las estructuras ceremoniales son componentes de los


asentamientos. Tal número de fiestas, cuyas ofrendas eran principalmente animales
(cuyes y camélidos) y chicha, supone un manejo de otros cultivos como la tarwi,
quinua, oca, olluco, mashua, etc., que permitieron balancear o complementar el
gran gasto que significaban tantas fiestas. Los asentamientos localizados próximo
a las zonas de producción de estos cultivos apoyarían nuestra hipótesis que los
asentamientos están asociados a determinados tipo de cultivos. Tal asociación
también significó un proceso de «federalización» de las etnias, como una manera
de lograr una seguridad alimentaria, donde los jefes de las etnias llegarían a
acuerdos de intercambio de ciertos productos que no producían en su zona. Pero
de acuerdo a nuestros estudios (Fig. 20), las habas se encuentran en territorio
Pinco. Así, estas relaciones de complementariedad alimentaria, permitieron y
permiten soportar el gasto de las fiestas. Los tributos que hacían los indígenas a
los encomenderos en los primeros años de la colonia (1559), seguían siendo,
principalmente, maíz y papas (León, 1995: 152) Esto significaría, que los «dioses»
locales habrían sido reemplazados por «divinidades» cristianas, significando un
gasto ceremonial igual.
Pero, al parecer, no sólo las fiestas y ceremonias religiosas formaban parte
de la cosmovisión andina, sino que el paisaje también jugó un papel importante.
En la actualidad diversos cerros o jircas tiene nombres que se suponen son de los
antepasados, y sobre éstos existen estructuras ceremoniales. En el valle del Puchca,
en el distrito de Cajay, existe un cerro al que los pobladores llaman Llamog. Creemos
estar aquí ante la transformación de una huanca en un cerro, vale decir, ante una
huanca gigante. Estas huancas-cerros son muy difundidas en los andes peruanos.
Rodríguez Príncipe (1923) menciona la existencia en el pueblo de Marca, Callejón
de Huaylas, de una huaca llamada Llamog. Al respecto nos dice: «... a un cuarto de
legua desta población muy antigua donde en un adoratorio rodeado de cantería y en medio
hecho un caracol estaba su respetada y principal Huanca llamada Llamoq que era una
piedra a modo de una calavera tan pesada como fiera que mirarla ponia horror estaba
rodeada de muchos sacrificios adorábanla con airjuas y trompetas estos llactas y era huaca
e la madre del cacique y los deste ayllo dijeron proceder de esta huaca...» (Duviols 1986:
470).
En la Relación de los Primeros Religiosos Agustinos se menciona que en
Huamachuco se veneraba piedras redondas o munigundo, también a las peñas
muy grandes a las que se les denominaba Yamguaca y Yamoguanca (Cárdenas,
1969: 79). La existencia de varios Llamoq en la sierra de Ancash, talvez sea la
representación de una huanca conquistadora, que irrumpió en la zona de Conchucos
proveniente del Callejón de Huaylas o viceversa.
Otro dato sobre las huancas–cerros lo señala Cristóbal del Albornoz, donde se refiere
a Ancovilca, la huaca principal de los indios de Huanuco y Pincos, la cual es una
piedra que está en un cerro pequeño junto al pueblo de Pincos (León: 1995: 207). De
lo expuesto podemos resumir que los cerros también formaban parte de la
cosmovisión andina y el paisaje no sólo era entendido como un elemento topográfico
sino también espiritual que, con la creación de la agricultura y su importancia,
deviene en una transformación de la naturaleza. En el paisaje natural aparece un
326 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

paisaje cultural, un paisaje que tiene características impresas por la gente. Pero el
espacio donde se da y logra esta relación (hombre–paisaje) es la chacra, que forma
parte interactuante con el paisaje natural que la rodea, en la que a su vez, la
actividad agrícola transforma la sociedad misma exigiendo un mayor grado de
organización. Es así, que el territorio para la agricultura deviene en un espacio
productivo y a la vez sagrado.
Pero el paisaje no sólo cumplía una función sagrada sino también limítrofe
o de frontera. Esto puede deducirse de la forma cómo los ayllus durante el siglo
XVII distribuyeron sus tierras. Un manuscrito en la Municipalidad de Huachis
hace la siguiente mención: « los poseedores recibieron la dimensión de sus tierras con sus
límites siguientes: por el norte con la Cruz de Pan de Azúcar y continuación de la Cruz de
Huayllash, por el sur con la Cruz de Chococoto, por el este las lomas Ñawpamarca, y por el
oeste todos los cerros de Potrero, por Yanamachay y de Castillo (ms. 1708). De los sitios
mencionados, dos (Pan de Azúcar y Ñawpamarca) son sitios arqueológicos,
Yanamachay presenta evidencias de pinturas rupestres muy deterioradas y no
descartamos que los otros restantes también correspondan a sitios arqueológicos.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES PRELIMINARES

El valle del Puchca muestra una ocupación muy antigua que va desde el periodo
lítico. Las evidencias en la cueva de Kanrash muestran que las puntas líticas tienen
semejanzas con el Horizonte II y III de Lauricocha (Amat, 1976b: 534 –544). En
nuestro trabajo varias cuevas no han podido ser fechadas, como es el caso de
Huarmiraga e Iglesiamachay, ambas localizadas sobre los 4000 m.s.n.m.
Durante el Horizonte Temprano, el sitio de Chavín de Huántar tuvo mucha
importancia a nivel pan andino, pero los centros menores al parecer, tuvieron
mucha independencia respecto a lo que significaba Chavín. Tal independencia se
hace evidente en asentamientos anteriores y contemporáneos a Chavín de Huántar,
donde el patrón arquitectónico no fue replicado por todos los centros ceremoniales
del Horizonte Temprano, como es el caso de Huaricoto que, a pesar de su cercanía
con Chavín, continúo siendo el foco de construcciones con un estilo tradicional
local. Es probable que un sinnúmero de centros tuvieron esta misma continuidad
(Burger, 1993: 38). Los sitios de este período registrados por nosotros no presentan
esculturas de estilo chavín. Quizá sólo los asentamientos cercanos a Chavín de
Huántar como Pogoc y Waman Waín tuvieron relaciones fuertes con el Templo de
Chavín, como lo propone Burger (1982). La existencia de arquitectura
«monumental» evidenciada por los montículos, tres de ellos presentes en las micro
cuencas del Mosna (Huarijircán), Huaritambo (Yamllipitec) y Puchca (Pirurojirca),
estaría significando una independencia frente a lo que significaba Chavín. Debido
a la importancia de Chavín a nivel pan regional, podríamos pensar que dicha
importancia lo mantenía ocupado como para «atender» a los sitios muy próximos
a él.
Los montículos del Horizonte Temprano continúan reocupándose, tanto en
el valle del Puchca como en el Callejón de Huaylas tal es el caso de Pumacayán
Bebel Ibarra Asencios 327

(Loli, 1959: 121). Los montículos son continuamente ocupados, talvez porque son
considerados como lugar de los antecesores por la existencia de las huancas.
Al igual que en la cuenca del Yanamayo (Herrera, 2001), los montículos son
las evidencia arqueológicas más tempranas. Pero a diferencia de este valle, sitios
como Reparín en el valle de Puchca, no sólo estuvieron condicionados por
limitaciones ecológicas, sino que el aspecto de la cosmovisión influyó para que se
establezcan los sitios junto a las lagunas, vale decir, como una forma de asegurar
el abastecimiento de agua, pero también como lugar sagrado (al margen de que la
misma arquitectura señala una función ceremonial).
La cerámica evidencia que, por lo menos, hay un estilo de cerámica de carácter
local que es contemporáneo a Chavín. Nos referimos al tipo Pontó (Fig. 21, 22, 23).
Esta cerámica, en general, presenta pocas asociaciones en cuanto a la decoración.
Las franjas rojas alrededor de la boca son ausentes en las colecciones de Chavín,
mientras que las formas sí son reconocidas en Chavín de Huántar.
El predominio de cuencos señala que en los Montículos se realizaban
actividades rituales, por ser formas diseñadas para bebidas, como la chicha.
En La Pampa, los montículos a base de plataformas han sido fechados hacia
los 1400 a 970 a.C. Las estructuras excavadas sobre las plataformas no fueron
usadas como vivienda, ya que se halló pocos artefactos de uso doméstico. Más bien
parece probable que estas estructuras fueron usadas por algunos grupos especiales
como los sacerdotes (Terada et. al. 1978: 56)
La transición de Chavín a Recuay no muestra un incremento en el número
de asentamientos. Muchos montículos continúan siendo reocupados, y a la par,
van surgiendo otros con una técnica de construcción diferente. El uso de la pachilla
es introducido. Sobre las plataformas se construyen habitaciones. De otro lado, se
observa que los «corrales» se encuentran asociados a los sitios
Los sitios no presentan elementos obstructivos (murallas), es decir, no son
fortificados como si sucede en el Callejón de Huaylas (p.e. Lau, 2000: 182), debido
talvez a que los cambios no fueron muy bruscos (tal como lo refiere Gero [1991:
138], al decir que el cambio en la localización de asentamientos e innovaciones
estilísticas se da por el surgimiento de un grupo que trata de «comprar» mano de
obra). Sin embargo, el tipo de administración no es sugerida. El numero de
asentamientos y la variabilidad de esto nos indican que los cambios en ambas
regiones fueron diferentes. Son abundantes las esculturas de guerreros en el Callejón
de Huaylas, mientras que en el valle del Puchca son muy escasas.
El patrón de asentamientos revela un uso preferencial por las laderas. Tal
desplazamiento sería para dejar libre las tierras de los fondos de valles y
aprovecharlos para la agricultura, y de otro lado, para tener acceso a productos de
la zona suni y puna. Si bien todos los montículos del fondo del valle son
reocupados, las tumbas construidas en esta zona servirían para que los muertos
cuiden de las chacras. Se trata de tumbas de un diseño preconcebido y construidas
para albergar a varios individuos. El patrón recuay en general no difiere mucho
del patrón del período anterior. Los sitios tienen autosuficiencia, evidenciado por
las estructuras ceremoniales que cada uno muestra, y estarían constituidos en
lugares de concentración donde la gente de las Marcas se reunían para realizar
328 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

actividades rituales. Los «corrales» existentes en Romerojirca apoyarían está


hipótesis. Los sitios poseerían estructuras rituales que no presentan litoescultura
como si sucede en Chinchawas (Lau, 2001b).
Si bien es cierto que los montículos muestran un patrón constituido por
plataformas, y sobre ellas habitaciones, nos inclinamos a apoyar lo expuesto por
Gero (1990), en el sentido que esta naturaleza repetitiva en la arquitectura podría
revelar los orígenes de la administración burocrática en el Callejón de Huaylas.
Pero esto no significaría que una administración anterior no existiera. 11 de los 24
sitios presentan reocupación anterior, lo cual nos indica que, si bien el tipo de
arquitectura sufre una variante (los montículos del Horizonte Temprano no presentan
construcciones en sus plataformas), su importancia aún permanece vigente.
La cerámica recuay es muy variada, siendo los cuencos decorados (Fig. 29,
30) los predominantes. Por su delicada elaboración habrían servido para
actividades rituales y como parte de las ofrendas a los muertos. El número de jarras
existentes es una respuesta de adaptación ante los sitos alejados o a relativa
distancia de las fuentes de agua, es decir, sirvieron para almacenar líquidos como
la chicha y el agua.
Los camélidos adquieren una mayor importancia en la economía recuay
como animales de carga para intercambio con las regiones de la selva, como lo
muestran las representaciones de éstos en los petroglifos de Caullumachay (Fig.
19), y también para las actividades rituales relacionado con la agricultura, como
animales destinados para el sacrificio.
Los nuevos tipos de tumbas muestran un cambio en el comportamiento en
la sociedad recuay respecto al período anterior. Esto no sólo sucede en el valle del
Puchca, sino también en el Callejón de Huaylas (Lau, 2000; 2001a y Gero, 2001a;
y b).
Estudios sobre los asentamientos en el Horizonte Medio para la zona de
Conchucos son escasos. La evidencia cerámica no está definida. Amat
(comunicación personal, 2002), señala la existencia de fragmentos de tipo Viñaque
en el templo de Chavín. Wegner (2001), en un estudio de la colección de la cerámica
de Chacas, refiere que en esa colección no existen vasijas de los estilos Wari, es
decir Chakipampa, Robles Moqo y Viñaque, pero que sí hay algunas vasijas que
pueden pertenecer a un estilo local influido por la ideología e iconografía Wari.
Una situación diferente se ve en el Callejón de Huaylas. Excavaciones en el sitio de
Chinchawas realizadas por George Lau (2001b), reportan cerámica importada
Wari, Huamanga y Viñaque. En el sitio de Honcopampa, Isbell (1989) también
reporta cerámica importada Wari. En el valle
del Yanamayo, Herrera (2001) hace notar que es muy difícil identificar la influencia
Wari en la zona de los Conchucos. La mayoría de los sitios registrados por él
tomaron como referencia la cerámica excavada por Thatcher , en Huamachuco.
En el valle del Puchca se observa una reducción en el número de
asentamientos (asumimos esto debido al tamaño de nuestra muestra, por lo que
investigaciones más intensivas permitirán tener un panorama más claro). Sin
embargo, la reocupación de todos los asentamientos recuay muestra que las
Bebel Ibarra Asencios 329

estrategias de ocupación siguen siendo las mismas, al igual como sucede en la


cuenca del Yanamayo (Herrera, 2001).
Es en el Intermedio Tardío donde existe un marcado contraste con los períodos
anteriores. Asentamientos en las cumbres con elementos obstructivos (murallas y
zanjas) son respuestas a un ambiente de tensión. Clima que no motivó un cambio
significativo sobre su cosmovisión y ceremonias. Los asentamientos, esta vez en
las cumbres, poseen estructuras circulares para los rituales, al igual que sus
antecesoras del Horizonte Temprano, Intermedio Temprano y muy posible del
Horizonte Medio.
La cerámica muestra un incremento notable en la producción de jarras,
debido a que las actividades rituales aumentaron, en consecuencia, el
almacenamiento de chicha también se incrementó; todo esto, sumado al alejamiento
de las fuentes de agua, lo cual significó un traslado de este liquido desde lugares
mucho más distantes.
Los afloramientos rocosos sobre los que se hallaban los sitios son usados
como canteras mientras que para la cuenca del Yanamayo, Herrera (2001) señala
que existía un respeto a los cerros, razón por la cual no se extraían rocas de allí.
Pero el uso de los cerros como canteras ya se ve en el Intermedio Temprano, tal
como sucede en el sitio de Romerojirca.
El número de chullpas intactas llama la atención en el valle del Mosna, lado
sur del valle del Puchca. Diessl (comunicación personal, 2002) menciona que en
esa zona no hay tal cantidad como se ve en el lado norte.
Si durante la extirpación de idolatrías se destruían huacas y se quemaban
«momias» que existían en diversos entierros (Duviols, 1986), cabría preguntarse
¿por qué en el sitio de Marcajirca todas las chullpas presentan restos óseos? (Ibarra,
2001), ¿qué pasó con Marcajirca?, ¿ será que en Huari la extirpación de idolatrías
fue muy débil?, ¿ los pobladores se convirtieron rápidamente al cristianismo
abandonando todas su costumbres andinas?, ¿Marcajirca fue cubierto rápidamente
por la vegetación que impidió su ubicación por los extirpadores?
La ubicación de los dos grupos étnicos en zonas de cultivos especializados
habría significado que los lazos de intercambio fueron muy fuertes. La diferencia
mínima entre ellos sugiere un ancestro común, tal como lo evidencia la existencia
de dos huacas – cerros la de Llamog en territorio Huari, y la de Falso Llamog en
territorio Pinco.
Los Pinco controlaban las plantas de oca, y olluco, mientras que los Huari el
tarwi, la quinua y mashua. Sobre el control de las tierras cálidas (en el Puchca y
Mosna) no tenemos todavía datos suficientes de cómo fue ocupada, y tampoco
tenemos muchos sitios registrados, a excepción del sitio de Purunmarca, cuya
ocupación data del Horizonte Temprano. Suponemos que la no-existencia de
asentamientos en estas zonas (entre los 2500 a 2000 m.s.n.m.) se debería al hecho
de ser una zona endémica, con peligro de enfermedades como el paludismo.
Para terminar con este artículo, la ocupación Inca muestra un uso indistinto
de los pisos ecológicos. Existen sitios en todos los sectores del valle, que tienen una
función de control y administración, atribuido por el Estado Inca. El Camino Real
que viene de Huánucopampa y va hacia Huamachuco es la evidencia más palpable,
330 Arqueología del valle del Puchca: Economía, Cosmovisión y Secuencia Estilística

existiendo aún serie de tambos asociados en toda la provincia. Pocos sitios


presentan ocupaciones anteriores (ver cuadro 1). Lo que llama la atención es que el
montículo de Yamllipitec, ocupado desde el Horizonte Temprano, reveló cerámica
de este período. Finalmente, este sitio será el foco de nuestras futuras investigaciones
para dilucidar la historia prehispánica de esta parte del Perú.

Agradecimientos
Deseo expresar mi agradecimiento a todo el pueblo de Huari, quien a través de la
Municipalidad de Huari viene apoyando mis investigaciones desde 1997. En forma
muy especial al alcalde Edwards Vizacarra, al ex – alcalde Florencio Álvarez y al
Profesor Franco Solís.
Al compañero Fernando Gutiérrez Honores, quien me acompañó en la temporada
de 1997 y 1999; a Jorge Champi Farfán, quien nos acompañó en 1999, y quien
además es autor de varios de los dibujos de arquitectura y cerámica que aparecen
en esta publicación. A Santiago Rivas, por las correciones del texto.
A los compañeros Rolando Mallaupoma, Nilton Ríos, Araceli Espinoza, Helbert
Asencios, Maria Ysela Leiva, Leonel Hurtado y Enrique Bellido por su ayuda en
los dibujos de cerámica.
Al Dr. Hernán Amat, por sus cometarios y críticas sobre mi investigación; al Ing.
Andrés Toro por los datos sobre el comportamiento de los camélidos; al profesor
Carlos Farfán, por sus comentarios de cómo abordar el estudio de la cosmovisión;
a la Lic. Lilyan Soto por su apoyo en los trabajos de campo de 1999.
A los colegas George Lau, Steven Wegner, Carolina Orsini, Alexander Herrera y
Whilhem Diessl, por su comentarios y notas sobre la arqueología de la zona.
331

SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LOS DISTRITOS


DE CHAVÍN, HUÁNTAR Y SAN MARCOS
Tipología y Zonificación

WILHELM DIESSL
Sociedad Austriaca de Investigaciones sobre América Latina
wg.diessl@utanet.at

INTRODUCCIÓN

El presente artículo tiene como finalidad mostrar los resultados preliminares de


una Prospección Arqueológica, cuyo objetivo fue determinar la localización de
sitios arqueológicos y de dibujar planos de restos arquitectónicos. Tomando en
cuenta varias recomendaciones de expertos, el trabajo fue ampliado con la
descripción de objetos arqueológicos (de colecciones privadas, etc.) así como con
los aspectos ecológicos. Para realizar mi trabajo hice una evaluación de la literatura
arqueológica existente, revisión de fotos aéreas, información de gente del lugar y
en especial recorridos sobre el terreno. El trabajo de campo tuvo lugar entre 1988 y
1995. Una parte del proyecto -uno de cuatro etapas- fue financiado por el Fondo de
Investigaciones Científicas de Austria y las otras etapas por quien escribe. Un
apoyo muy importante fue el de la parroquia de Chavín y del padre Franz
Windischhofer. El Instituto Geográfico de la Universidad de Innsbruck (Austria)
ha contribuido con informaciones valiosas.
Todos los dibujos y planos han sido hechos por el autor. No se han numerado
los sitios arqueológicos dado que algunos de éstos son muy extensos y es difícil
saber si pertenecen a uno solo o a otro. En cuanto a los nombres geográficos, es un
problema difícil de resolver, para lo cual se debería llegar a acuerdos de
nomenclatura. El informe definitivo sobre el proyecto tendrá 600 paginas e incluye
aproximadamente 400 figuras.

UBICACIÓN Y LÍMITES

El área estudiada comprende tres distritos: Chavín, Huántar y San Marcos, que
conforman la parte sur de la provincia de Huari en la zona de Conchucos. Los
límites de esta provincia son «hidrográficos», es decir los ríos, quebradas o cuencas
hidrográficas. Se encuentra al este de la Cordillera Blanca y pertenece a la cuenca
del río Marañón - Amazonas.
332 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Se puede asumir que en esta área vivían las personas que construyeron y mantenían
el Templo de Chavín de Huántar. El presente trabajo también tiene la intención de
averiguar la extensión de la zona habitable. No se incluye una descripción del
Templo de Chavín de Huántar, el cual será tratado sólo en forma marginal (Fig. 1).

AMBIENTE DEL ÁREA DE ESTUDIO

El eje del área está formado por el valle del río Mosna, que corre en dirección sur-
norte, paralelo a la cresta principal de la Cordillera Blanca. El acceso al valle desde
la costa del Pacifico es difícil, hay que cruzar zonas que superan los 4000 m. de
altitud. En 1939 se inauguró una carretera transandina y el túnel de Cahuish: con
este evento por primera vez fue posible llegar a Chavín en automóvil (antes los
viajeros tenían que hacerlo a pie o con caballos).
El punto más alto de la provincia es el nevado Huantsan (6400 m.s.n.m.),
una montaña sagrada para los habitantes prehispánicos. El punto más bajo está a
2750 m.s.n.m. (al norte del distrito de Huántar). La mayor parte del área tiene una
altura que supera los 4000 m. de altitud, es puna fría y no es apta para la agricultura.
También en los valles hay un clima frío, donde a alturas de más de 3300 m. se
registran temperaturas bajo cero. Apenas el 6 % del área es cultivable y facilita la
existencia de 20,000 personas en la actualidad.

IMPORTANCIA DE LA ZONA

No hace falta hablar sobre la importancia de Chavín de Huántar, ya que existe


abundante literatura sobre el tema. El Templo ha sido declarado Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Muy pocos estudios han sido realizados
en las faldas y en los alrededores del templo. Sobre todo faltan excavaciones
estratigráficas. Asimismo, pocos estudios han sido publicados hasta el presente,
entre ellos los de Julio Espejo (1956) en Gotush; Richard Burger (1982 y 1984a) en
Pojoc, Waman Wain y el Pueblo de Chavín; Hernán Amat (1976) en Canrash,
Yurac Machay, Huántar y al Oeste del Templo de Chavín.
Otras excavaciones fueron hechas hace décadas, pero nunca publicadas: Jorge
Muelle, Gary Vescelius, Rosa Fung Pineda.
Wilhelm Diessl

Fig. 1 Provincia de Huari (1990)


333
334 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

DESARROLLO ARQUEOLÓGICO

Los conocimientos actuales todavía no son suficientes para describir una


continuidad del desarrollo histórico, solamente se iluminan puntos de un amplio
espectro.

Período Precerámico Tardío

Vestigios de esta cultura se encuentran en varios sitios de los Andes Centrales:


Kotosh y Piruro (Huánuco), La Galgada, Huariacoto (Ancash). Es posible que
también en el valle del Mosna existiera una población humana de esta época, pero
hasta la fecha no se ha comprobado con seguridad.

Período Inicial

De este período proceden las construcciones gigantescas de Casma y Nepeña en la


costa de Ancash. Es posible, asimismo, que Huarijircán en Huántar, una pirámide
escalonada ya muy erosionada, pertenezca a esta época.
Richard Burger (1992) opina que el origen de la cultura Chavín está en el
Período Inicial y que el Templo Viejo de Chavín es la última obra de este período. Es
posible que las estructuras megalíticas al norte del pueblo de Chavín de Huántar,
también sean restos de esta cultura. Burger (1984a) los atribuye a su estilo cerámico
Urabarriu (Chavín Temprano).

Horizonte Temprano (Formativo) Cultura Chavín

Sobre este tema ya se ha discutido bastante y es difícil agregar algo nuevo. Sigue
siendo muy discutida la cuestión de donde vino la influencia que llevó a un elevado
desarrollo a esta cultura, que produjo tantas obras de arte y edificios monumentales.
Al parecer, debe haber florecido entre 1200 y 300 a.C. Algunos autores, como
Burger (1984a y 1992), suponen que la cultura se mantuvo hasta los 200 a.C. El fin
del Templo de Chavín puede haber sido causado por una catástrofe natural, como
un terremoto o un huayco.
Se conoce una docena de sitios de la cultura Chavín en los alrededores del
templo, pero al parecer ninguno tuvo la importancia como el de Chavín de Huántar.
Una investigación más profunda y extensa deberá producir más resultados y
habrá que tener en cuenta que los sitios formativos en las faldas bajas o en el fondo
de los valles están cubiertos por más de un metro de tierra, que es causado por la
movilidad del suelo y por factores climáticos.

Intermedio Temprano Inicial: Huáras

La primera cultura asociada al Intermedio Temprano en esta región es Huáras, que


posee cerámica decorada con líneas blancas sobre un fondo rojo (Huáras-Blanco-sobre-
Rojo). Restos de esta cerámica fueron hallados en los alrededores de Chavín.
Wilhelm Diessl 335

Intermedio Temprano: Recuay (o Callejón)

Esta cultura que se desarrolló durante medio milenio, tuvo una gran importancia
en el valle del Mosna y en Conchucos. Sus restos se encuentran en una amplia área
de la Cordillera Blanca.
En Chavín, la gente «Recuay» ocupó el terreno del templo. Sobre la Plaza
Circular del Templo Antiguo construyeron pequeñas casas con las piedras del
templo. La enorme cantidad de fragmentos de cerámica que se encontró en esta
área todavía no está estudiada. De los Recuay proceden muchas de las chullpas y
tumbas subterráneas en los distritos Chavín y Huántar y también las esculturas
antropomorfas de Huántar.

Horizonte Medio-Wari

Esta cultura pan-peruana tiene su origen en el sur del Perú, se llama también
«Wari» por el sitio muy conocido cerca de Ayacucho. En nuestra región esta
denominación puede causar cierta confusión. Sin duda, la cultura se ha extendido
hasta el valle del Mosna y su influencia se observa en la cerámica.

Intermedio Tardío

Después de la caída del «Imperio» Wari, en el Perú se formaron centenares de


curacazgos locales. A esta época, que duró más de 300 años, pertenece una gran
cantidad de sitios arqueológicos en Conchucos, cuyos restos se conservan hasta
nuestros días. Debió de haber existido un período altitermal, entre 1100 y 1250 a.C.
cuyo clima favoreció la subsistencia de pueblos en alturas mayores de 4000 m.
como Pikutu, Pomajircan, Pinculluyoc, etc.

Horizonte Tardío - INKA

La ocupación de Conchucos por el ejercito Inka tuvo lugar bajo el gobierno del Inka
Pachacútec. Su segunda campaña al Chinchaysuyu fue comandada por Cápac
Yupanqui, el hermano del Inka, y tuvo lugar aproximadamente en 1465. Aparte de
unos fragmentos de cerámica en Pojoc, huellas de la cultura Inka son raras en
Chavín. Construcciones que se pueden atribuir al inkanato se encuentran en el
pueblo de Huaracayoc. En el norte de Conchucos abundan construcciones inkaicas
importantes. El Qapacñan o Camino Real, que conecta Huánuco con las ciudades
del norte de Conchucos y Cajamarca, pasa detrás de las montañas, al este del
distrito de San Marcos (Fig. 2).
336 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 2 Sitios arqueológicos en el valle del río Mosna


Wilhelm Diessl 337

TIPOS DE SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Asentamientos
Restos de asentamientos antiguos son muy escasos en el fondo de los valles,
porque los pocos sitios favorables fueron reutilizados: como en el caso de Chavín
de Huántar, durante 3000 años. En las alturas donde el ambiente es poco favorable
para la agricultura, hay restos de pueblos antiguos bien conservados. Las plantas
de las casas pueden ser circulares o rectangulares. En algunos casos los pueblos
son fortificados y cercados con muros.

Cerros Escalonados
Cumbres de cerros, tanto en regiones bajas como en las altas punas, fueron cercadas
por muros concéntricos que, a veces, les dan un aspecto de pirámides escalonadas.
Algunas de éstas presentan restos de estructuras (casas) en los «escalones».

Plataformas en las cumbres


Las cimas de altas montañas de más de 4000 m. de altitud, fueron aplanadas y
cercadas con un muro de contención. No tuvieron una función agrícola por lo que
debe tratarse de sitios para el culto a las «jircas». A veces se encuentran entierros
en los cumbres. Por primera vez este tipo de sitios en los alrededores de Chavín fue
investigado por Johan Reinhard (1987, comunicación personal 2002).

Corrales y Andenes
Los corrales son grandes estructuras circulares o rectangulares cercados con muros
rústicos. Son de tamaño variable, a veces aglomerados como panales. Si se
encuentran en la puna tenían la función de cercar manadas de llamas y en zonas
más bajas servían (o sirven todavía) para cercar plantaciones y protegerlas contra
animales.
Los Andenes son terrazas en las faldas de los cerros para uso agrícola, facilitan
el riego y disminuyen la erosión del suelo.

Estructuras Megalíticas
Para la construcción del Templo de Chavín de Huántar fueron utilizadas piedras
muy grandes, algunas de varias toneladas. Pero también los elementos típicos de
las culturas megalíticas del Viejo Mundo tienen sus equivalentes. He preferido
hacer uso de sus nombres célticos, mencionados en la literatura europea:
Menhires: Piedras paradas con una altura de 2 a 5 m. Se supone que se trata
de marcas de fronteras o sitios de culto. En los andes son llamadas Huancas.
Dolmen ( «Mesa de piedra»): Son tumbas tapadas con una piedra grande. A
veces son cubiertas con un montículo de piedras pequeñas y tierra (igual como en
Europa).
Cromlech: Círculo de piedras paradas. No se puede confundir con un corral,
porque entre las piedras hay regular distancia y no tienen paredes cerrándolas.
338 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Muros de Cantos Rodados


Bien conocido es el muro de grandes cantos rodados en la calle Tupac Amaru en
Chavín. Burger (1984 a) lo ha descrito como muro norte. A poca distancia, en la
calle J.C. Tello, hay restos de otro muro que fue construido de piedras con un peso
de hasta 10 toneladas.

Tumbas
Pocas tumbas han sobrevivido a las destrucciones de las últimas décadas, se
observa una gran variedad de tipos. Aquí algunas muestras:
- Cajas o cestas pequeñas revestidas con piedras cubiertas con una laja.
- Chullpas del tipo «torre» con planta circular o rectangular; casi ningún ejemplar
se ha mantenido intacto.
- Tumbas megalíticas, debajo de bloques naturales (de 10 o 20 toneladas), que no
fueron movidas de su sitio. Se cavaron cuevas que fueron revestidas con piedras
pequeñas y cerradas con un muro.
- Tumbas subterráneas o semisubterráneas, con cámaras circulares u ovaladas, o
con una arquitectura compleja de varias cámaras rectangulares.
- Tumbas de roca, utilizando cuevas, nichos o abrigos naturales donde las paredes
rocosas fueron cerradas por un muro.

Obras Hidráulicas
Antiguos canales de riego, canales subterráneos de desagüe y represas con diques.
Pinturas Rupestres
Hay varios sitios con pinturas rupestres (muy primitivas, de color rojo). Dos sitios
fueron estudiados por el autor ( Yurac Machay y Uchuhuayta).

Edificios Coloniales
Ruinas de iglesias o altares de madera también son interesantes. Existe una
documentación de los altares barrocos de Huari que fueron destruidos hace 20
años.

LAS ZONAS ARQUEOLÓGICAS

Para facilitar la descripción de los sitios se buscó una manera de dividir el área en
zonas naturales como: fondos de valles, pendientes, lomas, cerros, cumbres de
montañas. Aunque en algunos casos las fronteras son algo arbitrarias y forzadas.
Las zonas son numeradas, por ejemplo, en Huántar HU 1, HU 2, etc. Los sitios no
son numerados, lo cual será un tema para futuros investigadores.
Las zonas de los distritos que aparecen en blanco en los mapas no son
habitables y suponemos con pocas excepciones que no deben existir sitios
arqueológicos.
Wilhelm Diessl 339

Las Zonas Arqueológicas del Distrito Huántar (Fig. 3)

Zona HU 1 Valle del río Rurichinchay


La zona comprende un valle estrecho con poca población reciente. Se observan
restos de andenes y chacras amuralladas.

Zona HU 2 Cerro San Ramón


Entre el río Rurichinchay y el río Rurec corre una loma alta en dirección oeste-este.
En las alturas de este cerro se encuentran numerosos restos de asentamientos,
andenes y cerros escalonados. Un gran centro se encontró en la cuenca al sur del
cerro Hueglla.

Zona HU 3 Valle del río Rurec


La parte baja del valle tiene hoy una población densa (por ejemplo, el pueblo
Anyanga) probablemente similar a las épocas históricas y prehistóricas. Hay pocas
informaciones acerca de sitios arqueológicos, los cuales deben estar debajo de los
caseríos recientes.

Zona HU 4 Orilla del río Mosna


Solamente la parte norte tiene un suelo cultivable. No se conoce sitios arqueológicos,
pero cerca del caserío Succha aparecieron hallazgos formativos (mortero en forma
de felino).

Zona HU 5 Terraza de Huántar (3300 m.s.n.m.)


La terraza forma el centro del actual distrito y, a juzgar por los numerosos hallazgos
de superficie, ruinas y cementerios de varias épocas, un asentamiento prehistórico
debe estar debajo del pueblo actual. La estructura más impresionante es Huarijircán,
una pirámide escalonada muy erosionada.

Zona HU 6 Pendiente al oeste de Huántar


Muros, andenes, tumbas y otros restos indican que la ladera fue poblada hasta el
límite de la puna . El sitio más alto es San Pablo, donde hay restos de andenes y
muros megalíticos.

Zona HU 7 Alturas al oeste de Huántar


En la puna a una altura de más de 4000 m. se encuentran restos de poblaciones
relativamente grandes como Pinculluyoc (4330 m.), Añasuxinan (4300 m.) y
Huanchac (4480 m.). Deben pertenecer a una época con un clima más favorable
que en la actualidad (Intermedio Tardío).
Zona HU 8 Loma de Pariac
En la loma larga que baja desde Pinculluyoc hasta el lecho del río Mosna, hay una
cadena de poblaciones antiguas. Los sitios Caunin y Pariac Punta produjeron
muchos objetos interesantes como cerámica y esculturas de piedra, pertenecientes
a la cultura recuay.
340 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Zona HU 9 Valle del río Carhuascancha


La parte baja del valle es muy poblada y existen también varios sitios arqueológicos:
por lo menos un sitio – Yuracyacu - pertenece a la época Formativa u Horizonte
Temprano. Ninguno de éstos ha sido estudiado por arqueólogos. Un objeto de este
sitio alcanzó fama internacional: el «mortero de Pennsilvania». Durante la
construcción de un camino hace pocos años varias chullpas fueron destruidas

Las Zonas Arqueológicas del Distrito San Marcos (Fig. 4)

Zona SM 1 Valle del río Mosna al norte de San Marcos


Comprende un fondo de valle muy estrecho, poco poblado y el punto más bajo del
distrito (2750 m.s.n.m.). En las faldas del lado sur existen antiguos andenes y
pequeños restos de estructuras. Shikip es probablemente un sitio Formativo de
importancia.

Zona SM 2 San Marcos (Pueblo) y valle de la quebrada Carash


La quebrada Carash tiene un sistema fluvial muy extenso que nace en las altas
punas y donde las partes bajas son muy pobladas. Por lo menos, un sitio es Formativo
(Runtu). Hay varias estructuras del tipo «hilltop». En las cabeceras del río a más
de 4000 m.s.n.m. existen asentamientos. En la desembocadura de la quebrada al
río Mosna se encuentra la capital distrital San Marcos.
La cuenca del río Carash se divide en los siguientes subzonas:
SM 2.1 El Pueblo de San Marcos.
SM 2.2 Valle de la quebrada Carash, pendiente derecha.
SM 2.3 Valle de la quebrada Carash, pendiente izquierda.
SM 2.4 Valle de la quebrada Pampa Moruna y sus cabeceras.

Zona SM 3 Pendientes de Millhuish


En las faldas suaves hay agricultura intensa y es una zona muy poblada
(posiblemente también lo fue en la antigüedad). El sitio más conocido es Waman
Waín en el lado sur.

Zona SM 4 Cerro Huagag


Es una montaña sagrada, cuyo terreno es rocoso con más de 4000 m. de altitud.
Zona de cementerios y santuarios; sin vestigios de población.

Zona SM 5 Pendientes al frente de Chavín (Gaucho)


Terreno similar a SM 3: muchos andenes antiguos, restos de poblaciones, sitios
Formativos. Estructuras de tipo «hilltop».(Piruru)

Zona SM 6 Valle de la quebrada Challhuayacu


Sistema fluvial muy extenso con valles estrechos. En las alturas hay varios sitios
arqueológicos interesantes, por ejemplo Pikutu.
Wilhelm Diessl 341

Fig. 4 Zonas arqueológicas del


distrito de San Marcos

Fig. 3 Zonas arqueológicas del


distrito de Huántar
342 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

SM 6.1 Pendientes bajas de la orilla izquierda.


SM 6.2 Pendientes de la orilla derecha (no investigados).
SM 6.3 Cerro Pikutu y Huántar Pampa.
SM 6.4 Alturas del Este.

Zona SM 7 Valle del río Mosna desde la Quebrada Challhuayacu hasta el estrecho de
Conín.
Sitios arqueológicos en la parte baja (fondo del valle) y en pendientes altas (Yurac
Machay). Hay tumbas megalíticas y pinturas rupestres.

Zona SM 8 Quebrada Caracho, Laguna Kanrash


Cuenca de una laguna grande a una altura de más de 4300 m. La vegetación
permite el pastoreo. Existen campamentos de cazadores de la época lítica.

Zona SM 9 Ayash
Pertenece a la cuenca del río Colca. Valles altos (más de 3900 m) con vegetación de
Puna. Actualmente poblado por pastores de ovejas. Por esa zona pasa el Camino
Real de los Inkas. El pueblo Ayash fue un tambo importante.

Zonas Arqueológicas del Distrito Chavín (Fig. 5)

Zona CH 1 Pendiente al oeste del valle del río Mosna


La pendiente se extiende desde la frontera sur del distrito Huántar hasta el río
Wacheksa. Es una zona con agricultura intensa de muchos pueblos recientes y
antiguos. Se divide en 3 subzonas:
CH 1.1 Norte (Rahua)
CH 1.2 Centro (Katayoc)
CH 1.3 Sur (Shallapa)

Zona CH 2 Alturas Witpun, Mullujirkan


Se extiende al oeste y encima de la zona CH 1. Son lomas cuyas cumbres superan
los 4000 m. de altitud. El clima es frío la vegetación corresponde al tipo de puna.
Hay varios sitios arqueológicos en las cumbres de los cerros: estructuras «hilltop»
(Witpun), santuarios (cerros Caquipunta), entierros.

Zona CH 3 Pueblo Chavín y la Pampa de Chavín.


En la única llanura del distrito, al margen oeste del río Mosna, en el extremo sur de
la Pampa se extiende el moderno pueblo San Pedro de Chavín (3000 – 3150 m.s.n.m.),
que está habitado continuamente por lo menos desde 3000 años.

Zona CH 4 Valle del río Wacheksa


Esta zona presenta un sistema fluvial muy complejo con valles profundos, lomas,
cerros y glaciares de la Cordillera Blanca. Además de numerosos sitios arqueológicos
hasta una altura de 4700 m. que pertenecen a varios períodos. Para facilitar la
descripción se subdivide la zona en los sectores siguientes:
Wilhelm Diessl 343

CH 4.1 Falda Norte del valle de la Q. Wacheksa hasta Chacpar.


CH 4.2 Valle de la Quebrada Chacpar.
CH 4.3 Cerro Huellac.
CH 4.4 Valle de la Quebrada Jato.
CH 4.5 Jato, Cerro Mullupunta.
CH 4.6 Valle de la Quebrada Shongo.
CH 4.7 Falda Sur del valle de la Q. Wacheksa, Lanchán.

Zona CH 5 Pendiente izquierda del valle del río Mosna.


Desde el «Castillo» hasta Machac. En el punto más norte de esta zona se encuentra
el famoso Templo de Chavín («Castillo»). Al sur del templo, en las faldas bajas del
complejo del cerro Waychao, hay varios pueblos modernos, superpuestos a pueblos
antiguos (por ejemplo, Ultapuquio, Tanin) y zonas de agricultura intensa.

Zona CH 6 Alturas del cerro Waychao


En las crestas y puntas de este macizo hay restos de un pueblo, corrales y
santuarios. Estructuras «hilltop» se encuentran en alturas desde 3900 hasta 4500
m. con vegetación de puna.

Zona CH 7 Machac , valle Pucavado (o Tambillo) y valle Huallpish


Pendiente izquierda del valle del río Mosna desde Machac hasta el pueblo Rollo y
el valle de la quebrada Pucavado. Hay restos (muy destruidos) de pueblos antiguos
y en el alto valle Pucavado (en la puna) conjuntos de corrales. Por este valle sube la
carretera moderna hasta el túnel de Cahuish.

Zona CH 8 Cerro Huaracayoc


En la margen alta de la zona de agricultura se encuentra un asentamiento con
numerosas casas. (Casas Grandes: Jatun Wasi), donde los accesos trapezoidales
indican una influencia Inka.

Zona CH 9 Valle del río Rangracancha


Valle estrecho, rocoso con partes pantanosas, poco poblado; restos de un pueblo
en un valle alto a 4100 m.s.n.m.

Zona CH 10 Valle alto del río Mosna


Desde el Tingo Rangracancha hacia el sur, este valle está atravesado por una
importante vía de transito (camino de herradura) hacia Huánuco. Conecta el valle
del río Mosna con el Camino Real inkaico.
344 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 5 Zonas arqueológicas del


distrito de Chavín

DESCRIPCIÓN DE SITIOS SELECCIONADOS

Distrito de Huántar
La pendiente que sube desde la orilla del río Mosna (a 2800 m.s.n.m.) hasta la
altura de Piculluyoc (4300 m.), hace un escalón formando una terraza, a 3300
m.s.n.m., donde se asienta el pueblo de Huántar, que conserva su forma actual
desde la época colonial temprana. Entonces tenía más importancia que los pueblos
vecinos San Marcos y Chavín y una historia de quizás tres milenios. Excavaciones
en los patios y jardines de las casas tendrán que probar esta presunción. Su entorno
inmediato está cercado por sitios arqueológicos: al norte, la estructura
impresionante de Huarijircán («pirámide escalonada»), la plataforma de Piruruyoc,
el montículo escalonado de Onga., al este, los cementerios en el área del colegio y
del campo de fútbol, al oeste, las ruinas de Huaman Tanan y Jerusalén (Fig. 6).
Wilhelm Diessl 345

Fig. 6 Plano del pueblo de Huántar (1989) elaborado en base a los planos de las tuberías de
agua potable, fotos aéreas de 1962 e investigaciones del autor. Las zonas reticuladas señalan
sitios arqueológicos: 1. Iglesia, 2. Cancha de Fútbol, 3. Campo deportivo escolar, 4. Chacra
parroquial, 5. Huarijircan, 6. Pirurolloc, 7. Jerusalén, 8. Waman Tanan.
346 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Huarijircán
En el lado norte del pueblo de Huántar se encuentra una pirámide que se compone
de, por lo menos, tres plataformas superpuestas. Se supone que originalmente este
edificio fue construido sobre una colina natural y que nunca tuvo contornos
rectangulares. La forma irregular de la plataforma baja se debe al derrumbe del
lado norte de la pirámide.
Con cierta seguridad se puede decir que el Huarijircán es una estructura
cuya ocupación se remonta al Período Inicial o Formativo. Amat (1976) realizó una
excavación en la esquina noroeste para observar la estratigrafía, donde encontró
numerosos fragmentos de cerámica relacionadas al estilo Toril (de Vescelius) que
tiene una antigüedad de 1800 a.C. Amat (Ibid.) llama a esta primera fase de la
cerámica Huántar-Kotosh. A esta época pertenecen también objetos líticos.
Huarijircán fue re-utilizado a partir del Intermedio Temprano para
numerosos entierros. En la superficie actual se encuentran fragmentos de cerámica
y puntas de flecha hechas de pizarra pulida que llegaron a la superficie por acción
de los huaqueros (Fig. 7).

Pinculluyoc
Es el asentamiento más grande de las alturas (4300 m.), localizado encima del
poblado de Huántar. Se puede observar dos sectores: la parte alta (hanan) es un
cerro escalonado, mientras que la parte baja (hurin) se extiende al pie de éste, estando
compuesto por viviendas.
El cerro escalonado tiene una plataforma en la cumbre que no muestra restos
de estructuras. Hacia el este presenta una pared rocosa casi vertical hacia el oeste
y norte la falda del cerro está escalonada con andenes, sobre éstas se encuentran
los restos de aproximadamente 25 estructuras ligeramente circulares.
El sector más bajo (hurin) se extiende al este del cerro sobre una loma llana y en la
falda de una depresión que no tiene salida. Las casas de hurin son rectangulares,
algunos muros presentan hasta 1.5 m. de alto, existen alrededor de 80 estructuras
de diferentes tamaños. En la parte norte hay una plaza rectangular que no es plana
sino inclinada hacia el oeste. Al norte del sitio, en el centro del valle, se encuentran
varios corrales circulares, construidos con Huancas grandes (Fig. 8).
Añasuxinan
A 1.8 Km. al norte de Pinculluyoc (a 4300 m.sn.m.) se halla un asentamiento sobre
una loma, con unas 30 estructuras rectangulares y pocas circulares. Este sitio tiene
una forma alargada de 130 por 45 m. y está cercado con un muro de más de 1.5 m
de ancho (Fig. 9).

Caunín
Desde la cumbre de Pinculluyoc (a 4300 m.s.n.m) baja en dirección oeste-este una
loma de 6 Km. de largo que llega hasta el río Mosna (2850 m.s.n.m). En esta loma
hay una serie de sitios arqueológicos, el más alto es de Ranra Marca, bajando de
Wilhelm Diessl 347

Fig. 7 Reconstrucción del sitio arqueológico de Huarijircan


348 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 8 Reconstrucción arquitectónica de Pinkulluyoc


en
base a una foto aérea de 1962
Wilhelm Diessl

Fig. 9 Reconstrucción isométrica de Añasuxinan (Huántar)


349
350 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

éste, en dirección este se llega al sitio de Caunin. Hacia los 3600 m.s.n.m. la loma
forma una planicie de planta triangular, donde se encuentran dos montículos, uno
grande (aprox. 20 m. de diámetro y una altura de 8 m.) y otro más pequeño, que al
parecer formaron un centro ceremonial. Posiblemente son estructuras con un núcleo
natural que fue revestido con escalones de piedra y tierra, para formar una especie
de pirámide escalonada. Hallazgos de entierros con cerámica provocaron una
fuerte huaquería que terminó en la destrucción de gran parte de estas pirámides.
En los alrededores se encuentran restos de estructuras rectangulares de pirca.
Según informaciones de los pobladores de Huántar, en Caunín se encontraron
cerámicas de alta calidad, de estilo Recuay.
Pariac
Se localiza en un área llamada Pariac Punta a 3500 m.s.n.m. por donde cruza un
viejo sendero que lleva de Huántar, pasando por Acopara, hasta Chavín. Al este
del área se levanta una colina sobre la cual se encuentra el sitio de Pariac-Ushnu,
conformada por algunas estructuras construidas alrededor de una plataforma de
2 m. de altura. Sólo la parte central está conservada, los patios y estructuras han
sido dañadas por los agricultores y una huaquería intensa. En la superficie todavía
se encuentra morteros, batanes y fragmentos de cerámica. En las tumbas se
encontraron herramientas de piedra (hachas y cabezas de porras) y figuras de

Fig. 10 Esculturas de piedra provenientes de Pariac (Huántar)


Wilhelm Diessl 351

piedra de una altura de 15 a 50 cm. (Fig. 10), una yupana de piedra. Parte de este
material se guarda en el pequeño museo del colegio.

Distrito San Marcos

Al igual que en Huántar, en los alrededores de San Marcos existe gran cantidad de
sitios. De la existencia de un pueblo antiguo, las únicas pruebas son unos pocos
tiestos de cerámica que se encontraron en un jardín. Su posición de «guardia» en la
puerta del valle de la quebrada Carash hace suponer que en la antigüedad hubo
un asentamiento importante en el mismo lugar.

Pomajirkan
Pomajirkan ocupa una loma larga que divide la cuenca de la quebrada Carash de
la quebrada Parayoc.
A unos 3 Km. de San Marcos, a 4140 m.sn.m., la loma forma una cumbre,
sobre la cual se encuentra una estructura parecida a un castillo («hill top fortress»),
que se adapta al terreno, con una planta romboidal y muestra varios niveles.
En la parte más alta se encuentran dos plataformas elevadas. La plataforma este es
más alta. En su superficie hay muros circulares construidos cuidadosamente con
piedras canteadas, además de dos compartimentos circulares, uno rectangular y
dos pequeñas cistas de 0.5 m de diámetro (podrían tratarse de chullpas). Un hueco de
un metro de profundidad cavado por huaqueros, muestra que la plataforma fue
construida de piedras sueltas y barro, es decir, no fue un cerro natural.
La estructura central está cercada por 3 muros de contención y fortificación.
En la segunda terraza hay restos de 7 estructuras (Fig. 11).

Waman Waín
Waman Wain, ocupa una larga loma que baja formando escalones hasta el río
Mosna, a 3500 m.s.n.m. Forma dos cumbres que la gente del lugar llaman Muchín
Grande y Muchín Chico. Al norte y al sur de estas cumbres hay terrenos llanos y
cultivados.
El sitio fue descrito por primera vez por Julio Espejo (1956), quien visitó el
sitio con Marino González. En 1941 describió:
«...sobre uno de estos promontorios se levantan los vestigios arqueológicos de Waman
Waín, en una extensión aproximada de 600 m de este a oeste. En toda el área se suceden
superestructuras de plataformas y andenes de contención, cuyos restos son aún visibles o
identificables no obstante la vil explotación de los buscadores de tapados y de los
propietarios de terrenos de cultivo, que en su afán de extender sus dominios destruyen
progresivamente los muros antiguos.».
En 1974 Burger (1984 a) hizo 3 excavaciones que comprobaron la presencia
de un asentamiento y un santuario de la época Formativa. Se conoce también
relieves de piedra grabadas de estilo «Chavín».
Cuando el autor visitó al sitio en 1988 encontró muchos de los andenes y
todas las chullpas descritas por Espejo (1956) destruidas.
352 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 11 Reconstrucción isométrica de Pomajirkan (San Marcos)


Wilhelm Diessl 353

Cerro Pikutu
Ocupa la cima del cerro que parece cerrar el valle y se levanta exactamente al sur
del Templo de Chavín de Huántar, a una distancia de 4 Km. Es probable que esta
posición tenía una importancia en tiempos antiguos, sea estratégica, ceremonial o
astronómica.
La cúspide del cerro tiene dos cumbres. La más baja, en el norte, presenta
restos de estructuras circulares y corrales. Las estructuras no muestran una
distribución ordenada, sólo desde aquí se ve el templo de Chavín. Al sur, sobre la
cumbre del Pikutu (4150 m.), se construyó una edificación con aspecto de fortaleza
(«hilltop fortress»), varios muros concéntricos encierran la plataforma de la cumbre.
Esta plataforma tiene contornos redondos, no forma un círculo perfecto. El
diámetro exterior es de 12 a 13 m. Las estructuras sobre ésta fueron destruidas por
los huaqueros del pueblo de Mosna, aproximadamente en el año 1980. J. Espejo
(1956) observó el sitio intacto y nos dice:
«...existen cistas, como depósitos subterráneos para recoger y conservar agua (?). Las paredes
de las referidas cistas están revestidas con piedras pequeñas y mezcla de barro, de consistencia
dura.....descubrí cuatro cistas (pozos) distribuidas simétricamente. Existen huellas de otras
cistas en los contornos. Esta distribución de cistas recuerda claramente a la gran colmena de
cistas en las ruinas de Xikamarca (Cajamarquilla) y de Waikán (Pariachi) en el valle de
Lima.En las cistas de Pikuto encontré un canalito de comunicación. Esto hace pensar en la
posibilidad de que las referidas cistas están conectadas por medio de acueductos».
En el centro de la plataforma central se encuentra todavía (1988) un pozo
ovalado (0.5 por 1 m.), revestido con piedras canteadas. La profundidad no se
puede medir sin remover el relleno de piedras sueltas. Don Marino González,
quien acompañó a Espejo en su corta visita de Pikutu comentó al autor que la
plataforma fue cubierta por una densa vegetación de ichu que cubrió cuatro muros
circulares muy bajos, de cada uno de estos círculos se proyecta un pequeño canal
revestido con piedras hacia el pozo central.
En la tercera plataforma (contando desde arriba) se encuentran los restos de
unas 50 estructuras circulares que antiguamente tenían un techo cónico de madera
y paja (Fig. 12).

Yurac Machay
Subiendo del pueblo San Pedro se llega en 2.5 horas a un muro gigante de piedra
blanca, que la gente llama Yurac Machay (cueva blanca). Es una formación geológica
muy impresionante que inspiró la fantasía de la gente desde tiempos antiguos y
sin duda se trató de un lugar donde se celebraron cultos religiosos. El macizo de
Yurac Machay consiste en piedra volcánica de color blanco que se distingue de los
sedimentos oscuros del ambiente; no existe una cueva, la pared forma un abrigo
que protege gran parte de su base.
Este abrigo cubre tres «plazas» semicirculares, que posiblemente fueron
sitios para un culto. La plaza más alta se encuentra a 4220 m, está cercada por una
doble hilera de lajas y tiene un ancho máximo aproximado de 10 m. En su centro se
encuentra una huanca de 5 m. de altura que tiene la forma de un puño con el dedo
índice extendido hacia arriba, no muestra huellas de trabajo. La pared de la huanca,
354 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 12 Reconstrucción isométrica de Pikutu (San Marcos)


Wilhelm Diessl 355

que mira hacia la roca, tenía pinturas rupestres de color rojo. Se encuentran muy
erosionadas y no es posible reconocer el motivo. (Se dice que a veces se abre una
puerta detrás de la huanca, que conduce al palacio del diablo).
La próximo plaza, que se encuentra más abajo, no tiene un cerco de piedras.
En la pared del abrigo hay un grupo de pinturas rupestres. La figura más clara es
una «rosa» de 34 por 37 cm. que fue dañada intencionalmente con golpes de una
piedra, las otras figuras se han desmoronados y no son entendibles.
La tercera plaza semicircular (de 5 por 15 m.) es mucho más pequeña que la plaza
de la huanca, tiene una cerca de piedras. Sobre la roca hay tres grupos de pinturas
rupestres: el primero presenta pequeñas figuras humanas (guerreros), a tres metros
sobre el piso, el segundo grupo son figuras no muy claras y a sólo 80 cm. del piso.
En el tercer grupo se reconoce una máscara de 30 cm. de ancho, aunque muy
dañada por el desprendimiento de la superficie de la roca: se distinguen los ojos, la
nariz, la boca grande y cuernos (del diablo?) (Fig. 13).

Distrito de Chavín

Muros Megalíticos
La hilera de cantos rodados en la calle Túpac Amaru, en el norte de Urabarriu de
Chavín, ha llamado la atención de varios arqueólogos. Por lo visto, se trata de
restos de muros arcaicos. Richard Burger (1984a) considera al muro como límite
norte del pueblo y lo atribuye contemporáneo a la fase cerámica Urabarriu (800 a.C.)
Observaciones en el sitio e informaciones de varias personas de Chavín
produjeron un resultado inesperado: este muro forma el límite sur de un gran
complejo rectangular, cuya mayor parte fue destruida en la segunda mitad del
siglo XX. Por su forma «arcaica» se puede asumir que el complejo tiene una edad
mayor al Templo de Chavín de Huántar.
La extensión original del complejo en dirección sur-norte debe haber sido de
300 metros. La orientación de los muros es de norte-sur o este-oeste (transversal) y
son paralelos a las calles del pueblo moderno (Fig. 14). Se puede encontrar todavía
restos de estos muros en la calle Túpac Amaru donde hileras de piedras se han
conservado hasta hoy: el lado sur de un muro tiene un ancho de 7 m. con una
dirección este-oeste; del lado norte se han conservado sólo algunas partes.
Perpendicular al muro de Tupac Amaru (Fig. 15), corre otro de piedras gigantes
que limita con el jirón J.C. Tello (Fig. 16). Algunas de estas piedras tienen un peso
mayor a 10 toneladas .
El material de construcción de los muros son cantos rodados de 20 cm.
hasta 3 m. y en su mayoría es roca volcánica blanca (andesita). El autor levantó un
plano detallado de los restos del muro en 1988 para el Instituto Regional de Cultura
de Huaraz.

Canales de Machcas
El pueblo Machcas se encuentra a 2 Km. al norte del Pampa de Chavín de Huántar,
donde termina la llanura. La margen izquierda del río Mosna tiene aquí una altura
356 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 13 Pinturas rupestres de Yuraj machay


Wilhelm Diessl 357

Fig. 14 Plano de ubicación de los muros megalíticos al norte del pueblo de Chavín
358 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 15 Reconstrucción del muro megalítico en el Jr. Tupac Amaru (Chavín)

Fig. 16 Muros megalíticos en el


Jr. Julio C. Tello (Chavín)
Wilhelm Diessl 359

de 10 m. y más, donde se observa las bocas de canales de desagüe, semejantes a los


canales del Templo de Chavín.
El canal situado más al norte fue estudiado por Burger (1984 a). Lo llamamos
aquí Canal R1. Tiene 75 cm. de ancho y 85 a 95 cm. de altura. Las paredes están
construidas con piedras canteadas, (preferentemente rectangulares) y con
pachillas. Vigas de piedra de 1.1 a 1.4 m. de largo de forma irregular, forman el
techo. El piso está pavimentado con lajas delgadas, el cual se encuentra 2.8 m.
debajo de la superficie actual (Fig. 17).
Burger (1982) realizó una excavación en el barro endurecido del piso, donde
encontró fragmentos de cerámica del estilo Urabarriu. Pocos metros al sur del
canal R1, este autor observó las bocas de dos canales de sección pequeña
(aproximadamente 20 cm de ancho) a los cuales llamó R2 y R3.
Los canales del tipo arriba descritos deben tener una conexión con un edificio
formativo, el cual existe según rumores de la gente de Chavín. Un informante
contó al autor que cuando araron la chacra, al oeste del canal, encontraron muros
de piedras grandes, pero las taparon «para que los arqueólogos no las vieran».
La estructura del canal M1 es muy diferente a la del canal R. En el primer
tramo (los 7 m. desde la entrada) las paredes cambian de curso frecuentemente.
Están construidas con cantos rodados de tamaños muy variables y formas
irregulares. Las vigas del techo son de piedras canteadas, colocadas a distancias
de 20 a 30 cm. y el espacio entre ellas es cerrado por piedras de forma irregular. El
piso del canal no está expuesto. A 4 m. de la entrada actual, el techo forma una
bóveda. La dirección del canal es la siguiente: en el primer tramo corre casi paralelo
a la orilla del río y a 7 m. de la entrada cambia de dirección y también su
manufactura. Las paredes son paralelas (55 cm.) y construidas con más cuidado,
las vigas del techo están más juntas y el piso se encuentra 4.5 m. debajo de la
superficie actual (Fig. 18).

Ichic Huegchá
En una pendiente al oeste de la pampa de Chavín, cerca de Machcas, hay pedregales
y otros terrenos no cultivables. En el lugar denominado Ichic Huegchá hay un
grupo de cinco chullpas en forma de «casitas» con planta rectangular, cuatro
todavía están en buen estado y se puede estudiar su arquitectura (Fig. 19).

Pojoc
Rivero y Tschudi dicen en su capitulo sobre Chavín ( el libro fue publicado en el
año 1851 en Viena ) :
« A distancia de un cuarto de legua al Este del pueblo y en la cumbre del cerro
llamado POSOC, ...... hay otro castillo arruinado que en su exterior no presenta sino
escombros, pero aseguran que en lo interior se encuentran salones y un socavón que comunica
hasta el castillo mencionado arriba (Chavín). Se asegura que un Español sacó un tesoro con
el que se fue a la capital, y antes de morir en el hospital de Lima entregó un itinerario que ha
corrido por muchos manos. (el mismo cuento se conoce en Huántar. Nota del autor).
Julio Espejo Núñez (1956) visitó el sitio por primera vez en 1941 e hizo una
recolección de cerámica y material osteológico de la superficie, no realizó
360 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 17 Canal R1 de Machcas


Wilhelm Diessl 361

Fig. 18 Canal M1 de Machcas


362 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 19 Chullpas de Ichic Huegchá

excavaciones. Sobre las estructuras realiza descripciones (pero ningún plano).


Estas se refieren a chullpas y casas: sobre un promontorio rocoso se encuentra una
necrópolis con chullpas y otros tipos de tumbas, en una loma hay un asentamiento
con numerosas casa rectangulares y en la pendiente hacia el oeste, se observan
andenes.
Richard Burger (1982) realizó tres excavaciones que comprobaron una
ocupación formativa del sitio. Cuando el autor visitó al sitio en 1988, encontró el
pueblo y la necrópolis casi totalmente destruidos (Fig. 20, 21).

Cerro Huellac
Los valles de la quebrada Chacpar y del río Wacheksa abarcan una extensa cordillera
que va de sur a norte, en la parte sur del mapa de IGN es denominada «cerro Huellac».
A 3900 m.s.n.m. se halla una planicie sobre la cual se observa un conjunto de
estructuras y una plataforma circular de 20 m. de diámetro. No se conoce estructuras
similares en la región. Parece tener una función funeraria. Más arriba, en dirección
norte se halla una ladera rocosa donde se encuentra una cámara funeraria muy bien
conservada a la que llamo «Chullpa Chacpar I», donde una pequeña cueva natural
fue cerrada y muestra una fachada trapezoidal (Fig. 22).
Más arriba de este sector hay andenes derrumbados y restos de muros, así como
una cámara funeraria a la que llamo «chullpa Chacpar II». Tiene una fachada poco
común con dos pilares a ambos lados de la entrada (Fig. 23).
Por encima de esta chullpa se encuentra un cerro rocoso (4080 m.) y sobre éste se
dispuso muros y plataformas a manera de fortaleza. Los lugareños llaman este
sitio «Chacpar Picuti».
Wilhelm Diessl 363

Fig. 20 Pojoc (Chavín). Promontorio visto desde el oeste (1988)

Al este de Picuti se extiende una hondonada suave, cuya ladera oeste sube
hasta una loma sobre la cual hay una construcción compuesta por terrazas y
pequeñas casas en ruinas, llamada «Torrepunta» (4100 m.), a pesar de que ninguna
de estas construcciones puede ser caracterizada como una torre.
Más al norte, se llega a un corral ovalado de 80 m. de diámetro y macizos
muros, en su interior hay restos apenas perceptibles, que hacen pensar en un
asentamiento fortificado.

Lanchan
En la pendiente Sur del valle del río Wacheksa se encuentran muchos sitios
arqueológicos interesantes. Mencionaremos sólo el sitio Pucagaga cerca del pueblo
Lanchan. Consiste en dos componentes: la pucara y la colina funeraria.
Pucara
Ubicado a una altura de 3950 m. sobre la roca fueron labrados espacios planos en
varios niveles dentro de un rectángulo de 40 m. de largo y cerrados por murallas de
pirca. Dentro del recinto amurallado hay restos de estructuras rectangulares. Una
estructura tiene en su pared interior numerosos nichos. Las piedras de los muros
de las estructuras están colocadas en estilo «mosaico», similar al que se observa en
edificios recuay (Fig. 24).

Colina funeraria.
A unos 20 m de la entrada a la «fortaleza» se encuentra una colina que contiene
varias tumbas. Por un acceso pequeño de 0.4 x 0.4 m. se puede ingresar a un pasillo
de 3 m. de largo y luego a una cámara de 2 m. de diámetro y 1.35 m. de alto. Esta
cámara tiene una planta poligonal y está techada con dos lajas grandes, la laja
364 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 21 Pojoc (Chavín) según foto aérea de 1962- IGM


Wilhelm Diessl 365

Fig. 22 Chullpa de Chacpar

Fig. 23 Chullpa de Chacpar


366 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

Fig. 24 Reconstrucción isométrica de Pucagaga


Wilhelm Diessl 367

mayor es de aproximadamente 2 toneladas. La pared está construida de grandes


bloques parados, los espacios intermedios están cuidadosamente llenados con
pequeñas piedras rectangulares, y en ella hay 6 nichos pequeños. Las piedras
sueltas en el suelo pueden haber formado parte de la separación de compartimentos
radiales (Fig. 25).

Cerro Waychao
El cerro forma un macizo rodeado por valles de 1000 a 1500 m. de profundidad: al
norte, la quebrada Shongo y Wacheksa., al este, el río Mosna., al sur, la quebrada
Huallpish., al oeste, el macizo se conecta a través de la loma del Purway con la
Cordillera Blanca. De la cima más altas del Waychao hasta la línea divisoria de

Fig. 25 Cortes de las tumbas subterráneas de Pucagaga


368 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos

aguas hay una distancia de seis a siete kilómetros. La cima noreste del macizo
forma el cono de eyección del río Wacheksa, donde se encuentra el Templo de
Chavín de Huántar.
La parte alta tiene forma semicircular con varias cúspides (Fig. 27), formando
hacia el sureste un declive a manera de «anfiteatro» gigante. Los sitios
arqueológicos se encuentran a alturas mayores de 4200 m.
La zona arqueológica del cerro Waychao se subdivide en tres Grupos:
- Corrales y casas, en la pendiente norte hacia el río Wacheksa.
- Pueblo Waychao Punta y las construcciones en la cresta (hasta 4500 m).
- Corrales y casas en el pendiente sur.
El «Pueblo Waychao Punta» se extiende en las faldas de un promontorio
entre los 4350 a 4380 m.s.n.m. El asentamiento está conformado por unas 40 casas
con muros muy macizos de más de 1 m. de altura (Fig. 26). En la cresta del
promontorio se encuentran «casas» redondas de 3 a 4 m de diámetro. En el punto
más alto de la cresta (4510 m.) se encuentra una especie de «patio hundido» de 6 m.
de diámetro, podría ser un reservorio para recolectar el agua de las lluvias. Johan
Reinhard (1987) opina que se trata de un santuario para venerar a los dioses de las
montañas.

Fig. 26 Pueblo de Waychao Punta


Wilhelm Diessl

Fig. 27 Reconstrucción isométrica del Cerro Waychao


369
370 Arqueología de los distritos de Chavín, Huántar y San Marcos
371

RECONOCIMIENTO ARQUEOLÓGICO EN LA
CUENCA ALTA DEL RÍO SANTA
Conococha - Caraz

ANGÉLICA ALCALDE MILLA


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
aalcalde@yahoo.com

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es el resultado de un reconocimiento arqueológico llevado a


cabo en la Cuenca Alta del Río Santa: Conococha-Caraz, entre junio y septiembre
de 1988.
Abordaremos principalmente, el estudio de la cerámica del Intermedio Temprano,
aquella que es comúnmente conocida y aceptada como cerámica «Recuay», es decir,
aquella de pasta crema (caolín) con pinturas en colores rojo y negro sobre crema, en
técnicas positiva y negativa y de decoración con figura modeladas y diseños pintados
de felinos, aves y serpientes. La cual no sería original del Callejón de Huaylas y no
tendría además, un sitio específico en esta zona.
Proponemos que esta cerámica proviene de Pallasca, como producto de su
desplazamiento hacia el centro y sur y, en consecuencia, la gente del período
Intermedio Temprano del Callejón de Huaylas habría recepcionado la cerámica
caolín y su lenguaje artístico. La cerámica local de los grupos culturales de la
provincia de Recuay y aquellas de Huaraz, Carhuaz, Yungay y Caraz serían tipos
alfareros sencillos en pasta marrón clara y rojo claro. En algunos casos, presentan
un fondo rojo y decoración geométrica en color negro, blanco, rojo. Poseen formas
variadas en tamaños pequeños, medianos y grandes que estarían asociadas a la
escultura en roca traquita gris o negra, proveniente de canteras de la Cordillera
Negra.

MEDIO AMBIENTE NATURAL

El río Santa tiene su origen en la Laguna de Aguashcocha, a más de 4000 m.s.n.m.


en un ecosistema de puna frígida, al sur del Callejón de Huaylas. Desde este punto
se desplaza por unos 230 km. atravesando la sierra andina antes de cambiar rumbo,
siguiendo el lecho y la orientación de las montañas hacia el noroeste para formar
el angosto paso que se conoce como el Cañón del Pato.
372 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

El principal rasgo o característica geológica y fisiográfica del sector serrano


es el valle estrecho y largo del Callejón mismo, que comienza aproximadamente en
Catac y se extiende por una distancia de casi 100 km. hasta Caraz, ubicado a 2285
m.s.n.m. Entre Catac y Caraz, el Callejón de Huaylas es flanqueado al este por la
alta Cordillera Blanca cubierta de nieve, que captura la mayor parte de las
precipitaciones venidas del oriente y de las llanuras amazónicas. Por el oeste, está
delimitando por la Cordillera Negra que es más baja y sin nieve.
El río Santa desciende en una gradiente relativamente discreta de 1% a
través del Callejón, flanqueado por extensos poblados modernos, sistemas agrícolas
y cultivos sostenidos mediante lluvias y/o riego. La concentración de pueblos y
del área de subsistencia de este sector está localizado, principalmente, en la zona
ecológica quechua, entre elevaciones de 2300 y 4000 m.s.n.m. Todo este sector
serrano del Santa -incluyendo los puntos más altos en la punta y los puntos más
bajos en el Callejón- constituyen una gran cuenca para el río que se extiende por un
área de casi 10200 km2 (ONERN, 1975).
En contraste con otros ríos en esta parte Norte, que penetran solamente
pocas distancias hacia la Sierra (ejem. Moche, Virú y Chao) o tienen sus cabeceras
en las altas laderas secas de la Cordillera Negra (ejm. Nepeña y Casma), este río se
extiende ampliamente hacia la Cordillera de los Andes.

SITIOS ARQUEOLOGICOS RECONOCIDOS

Durante la ejecución del proyecto «Reconocimiento Arqueológico de la Cuenca


Alta del río Santa: Conococha - Caraz» (PRAS), se ubicaron y estudiaron un total
de 41 sitios arqueológicos ubicados en las 5 provincias que conforman esta cuenca
conocida como Callejón de Huaylas. (Cuadro 1)
A continuación, se describirán las características de ubicación, asignación
cronológica relativa, arquitectura, material asociado, posible función y relaciones
con otros sitios. Por razones de espacio, sólo mencionaremos los mas importantes,
pues el numero de sitios registrados es de 41, desde la provincia de Recuay hasta
la provincia de Huaylas (Fig. 1).

Inkawain

Es un sitio ubicado en la margen derecha del Río Santa a 2294 m.s.n.m., en el


distrito de Yuraqoto, Campiña de Yanahuara, 3.5 kms. al norte de la ciudad de
Caraz; se encuentra asentado sobre un terreno plano muy cerca de la carretera
rodeado de campos de cultivo y de viviendas modernas.
Inkawain presenta una arquitectura volumétrica de forma cúbica en su base
(planta cuadrangular) y que disminuye en su extremo superior. Asimismo se
observa en sus lados Sur y Este una plataforma construida con piedra adosada al
edificio. Informantes de la zona se refieren a una galería subterránea en el lado sur
de la plataforma. Actualmente ésta no es observable ya que ha sido cubierta. las
Angélica Alcalde Milla 373

Fig. 1 Mapa de Ubicación de los sitios arqueológicos registrados


374 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

dimensiones de Inkawain son: la cara oeste del edificio (que se encuentra


conservado) mide 30 m. de largo por 20 m. de alto y la plataforma en su lado este
tiene 13 m. de ancho por 35 m. (Fig. 2) de largo. A 20 metros, al norte de la plataforma,
destaca un espacio de 31 m. por 29 m. delimitada por bloques de piedras paradas
canteadas de un promedio de 1 metro de altura por 60 cm. de ancho. Esta estructura
se encuentra en medio de un gran campo de cultivo moderno (Fig. 3).
Las estructuras aún observables en el montículo están constituidas por muros
bajos de 50 cm. y 1.10 m. de altura ubicados en la plataforma -al parecer se tratarían
de los muros de contención vertical de ésta que sostendría un relleno de barro y
piedras. Se observan 2 secciones en el edificio, oeste y norte, en regular estado de
conservación. Asimismo, es notoria la disminución de aproximadamente 15 cm.
en el perfil del montículo.
Los materiales constructivos consisten en bloques de roca canteada en la
sección de la plataforma, y roca labrada en el montículo. Dada la destrucción de la
parte superior del edificio, se puede observar su relleno consistente de rocas
medianas sin labrar .
La técnica constructiva consiste en el uso de grandes bloques de roca labrada,
tanto rectangulares como cuadrangulares, dispuestos en hileras de manera
separada por espacios de 30 a 40 cm. éstas muestran las caras hacia el exterior; en
los intersticios se colocaron rocas pequeñas labradas de manera horizontal unidas
con un mortero de barro y piedras menudas.
La cerámica de superficie es abundante en Inkawain y se identificaron
cuencos y ollas de varios tamaños. Abunda la pasta de color naranja de temperante
granuloso (grano grueso) compuesto de: piedrecillas, granos de cuarzo y un
componente blanco no identificado. Los elementos decorativos están presentes y
se muestran en alto relieve, en forma de línea curva sobre un fragmento de borde
cuenco.Además, presenta pintura en ambas superficies (interna y externa) de color
blanco y líneas rojas; el color rojo se manifiesta también en diseños de cruces,
líneas diagonales y bandas.

Discusión
De acuerdo a los datos recuperados, el sitio de Inkawain muestra una arquitectura
temprana, compuesta por pirámide con plataforma, de planta cuadrangular. Este
tipo de arquitectura temprana se caracteriza en la Sierra por plataformas piramidales
y uso de grandes piedras canteadas. Posiblemente este sitio contenga ocupaciones
posteriores, según lo revela la alfarería recuperada en la superficie perteneciente al
periodo Intermedio Temprano. El arqueólogo Alberto Bueno considera a Inkawain
como un ejemplo de monumento no Chavín con grandes litos tallados para
construcción (Bueno, 1989: 39). Alrededor de todos los sitios de estas características
se agrupan las viviendas. Estas podrían hallarse dispersas o agrupadas en los
alrededores o en los cerros inmediatos. Estas edificaciones constituyen un producto
de la labor colectiva y revelan, además, la existencia de un sistema jerárquico cuyo
nivel mas elevado estaría adquiriendo mayor capacidad de dirección y de mando
entre la población.
Shallacoto
Angélica Alcalde Milla 375

Fig. 2 Inkawain. Planta de edificio de base cúbica y perfil de disminución

Fig. 3 Inkawain. Planta de espacio cercado por grandes piedras


376 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Fig. 4 Cerámica de recolección de superficie proveniente de Inkawain


Angélica Alcalde Milla 377

Es un sitio arqueológico ubicado en la margen derecha del Río Santa a 2293 m.s.n.m.,
en el distrito de Yuraqoto, 3 km. al norte de la ciudad de Caraz y a 1 km. al sur oeste
de Inkawain.
El sitio se compone de un montículo piramidal de 12 m de altura.En el sur
presenta una plataforma adosada al edificio de 10 x 15 m. Los muros muestran
esquinas rectas ubicadas en la parte superior, de no más de 1 mt, de altura; una de
ellas (lado N) fue hecha de piedras toscas sin labrar, de tamaño mediano, asentadas
una sobre otra. La siguiente sección (lado W) muestra una técnica constructiva
más elaborada que recuerda un poco a Inkawain: hileras de bloques líticos grandes,
intercalados con rocas pequeñas dispuestas de modo horizontal.

Discusión
Shanllacoto, al igual que Inkawain, es una estructura piramidal con plataforma
que comparte rasgos de arquitectura temprana. La presencia de pasta caolín en el
sitio revela, por otra parte, una ocupación durante el Intermedio Temprano.
El hallazgo de fragmentos de cerámica utilitaria indicarían una función
temporal distinta a la ceremonial y/o social que,generalmente, se le asigna a este
tipo de edificios (una de tipo doméstico o como vivienda).

Tumshucaico o Tumshucoto

Este sitio arqueológico está ubicado en la margen derecha del Río Santa, a 2293
m.s.n.m., en el barrio de Cruz Viva, a 2 Kms. al norte de la ciudad de Caraz.
Se trata de un edificio de planta ovalada, según observación de la foto aérea
(proyecto Nº 230-978 del 2-6-70); tiene aproximadamente 250 m. de ancho (eje NE-
Sur), 300 m. de largo (eje SE-NW) y 25 m. de altura; posee muros exteriores curvados
construidos con piedra labradas. La destrucción debido a las excavaciones
clandestinas, han dejado al descubierto la existencia de rellenos compactos de
barro y piedras utilizadas para cubrir los muros, producto de construcciones en
etapas anteriores. Estos muros, de igual modo, tienen esquinas curvas y distintas
técnicas constructivas, que se detallarán más adelante. En el lado este del montículo
y al centro, destaca una escalinata de bloques piedra labrada de forma rectangular
de 40 cm. de largo, 25 cm. de ancho y 20 cm. de alto y son visibles solo 9 peldaños.
La parte superior presenta evidencias de recintos cuadrangulares: secciones de
muros bajos, esquinas rectas ubicadas cerca del borde del montículo, mientras que
el espacio consiste en una gran hondonada. En la parte opuesta a la escalinata
(lado oeste) no se observa ningún muro, solo una gran concentración de piedras
canteadas.
En el lado norte del edificio, a 70 cm. del paramento sobre el suelo que le
sirve de base, se distingue la abertura de una galería subterránea, hoy inaccesible.
Informantes de la zona manifiestan que hace algunos años atrás, esta galería se
encontraba abierta y era muy larga y a medida que se avanzaba se hacía más
estrecha. Antes del sismo de 1970 tenía una entrada estrecha que conducía a un
pasadizo con paredes y bóvedas de grandes piedras labradas, de forma rectangular
378 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

y simétricamente colocadas y tenía una longitud aproximada de 50 m. Otros


aseguran que alrededor del montículo habían esculturas representando cabezas
humanas (quizás existía alguna relación entre 2 cabezas clavas con figura humana
que se encuentran empotradas en el frontis de una vivienda deshabitada en el Jr.
San Martín en la ciudad de Caraz). También se obtuvo información de principios
de siglo, sobre el retiro de piedras de grandes dimensiones, siendo la más grande y
labrada de 3.97 m. por 68 cm. de ancho y 38 cm. de grosor y tenía esculpida en bajo
relieve una cara que,actualmente, se encuentra en la Plaza de Armas de Caraz al
pie del templo (Alba Herrera, 1989). Efectivamente, en los alrededores del sitio,
cerca de la pista afirmada e incluso formando parte de construcciones actuales, se
hallan estas piedra labradas rectangulares.
La técnica constructiva del paramento externo, producto de la última
ocupación cultural de Tumshucayco, consiste de hileras de roca labrada rectangular
de 30 cm. de alto por 50 cm. de largo en promedio. En los intersticios se hallan
dispuestos rocas canteadas de tamaño pequeño, en forma tanto horizontal como
vertical; en la esquina externa NE del edificio, se puede distinguir que este parámetro
tuvo,por lo menos, 2 niveles de construcción (perfil escalonado)y la disminución
que define a estos niveles es de 50 cm. Este rasgo es observable debido a que en este
lugar la zona descubierta es más profunda. El muro anterior a este último, también
curvo, contiene hileras de roca labrada de aspecto un tanto almohadillado de 30
cm. de alto por 40 cm. de largo en promedio: aquí el contenido de piedras pequeñas
en los intersticios es mucho más abundante que en el muro más tardío y además
presenta gran cantidad de barro. La esquina NW parte superior revela la presencia
de 2 niveles con 40 cm. de disminución. Poco se puede decir acerca de las
construcciones anteriores, resultando muy probable que éstas se encuentren
cubiertas. El elemento decorativo en el paramento exterior consiste de una hilera
visible en la esquina SE de piedras labradas que sobresalen 20 cm. fuera del
parámetro, dejando un espacio entre una y otra.

Discusión
Clide Valladolid (1996), señala que el edificio presenta patrón en U y su construcción
no pertenece a la época del Tahuantinsuyo, como era la opinión generalizada, sinó de
mayor antigüedad, antes de la cultura Huaylas (200-700 d.C.).
La morfología arquitectónica de Tumshucayco: edificio de cuerpos
escalonados hacia el interior con esquinas curvadas, recuerda mucho a La Galgada
(Pallasca, Ancash) Montículos Norte y Sur (3200 a 1700 a.C.), la planta cuadrada
con esquinas curvadas al exterior e interior alcanza gran expresión en Cerro Sechín
y Moxeque: en Sechín todo el plano del edificio central despliega la planta cuadrada
con esquinas curvadas, tanto el recinto de los felinos como su cerco externo a base
de piedras grabadas, en Moxeque se expone la morfología en U como remate alto
con esquinas curvadas externas. En Sechín Alto, asimismo, se desarrollan variedad
de morfologías arquitectónicas en U (Bueno,1989: 31-45).
Esta breve exposición permite concluir que este patrón de arquitectura se
estaría difundiendo inicialmente desde La Galgada hacia Cerro Sechín y Moxeque
para continuar su proceso de difusión cruzando la Cordillera Blanca e instalarse
Angélica Alcalde Milla 379

entre los ríos Mosna y Wacheqsa, alcanzando su máxima expresión y despliegue


en Chavín de Huántar. En todo este proceso Tumshucayco vendría a construir un
sitio ubicado tentativamente en el Periodo Inicial y que constituyó un fundamento
importante de las manifestaciones Chavín y Recuay (o Huaylas). Asimismo, su
ubicación en el extremo norte del Callejón de Huaylas puede considerarse estratégica.
Esta área constituiría un camino natural desde la costa hacia las tierras altas por
donde se extendió el patrón morfológico descrito líneas arriba.
El desarrollo de la arquitectura monumental expuesto permite demostrar
que la región norte del departamento de Ancash ofrecía los recursos y medios
necesarios para la formación y desarrollo de sociedades complejas pre-cerámicas
e iniciales.

San Juan

Este sitio arqueológico se ubica en la cumbre del cerro San Juan de Vista Bella a
2,600 m.s.n.m. en el extremo Este de la ciudad de Caraz. Al pie, por el flanco norte
del cerro, discurre el Río Llullán.
San Juan está conformado por un montículo en el lado oeste y al otro extremo
(este) se ubican secciones de muros bajos que forman terrazas y concentraciones de
recintos cuadrangulares muy destruidos, construidos con piedras canteadas
asentadas con barro; lamentablemente, todo este conjunto está muy destruido,
incluso existen evidencias de que toda esta zona fue quemada.
La única sección del montículo que ha quedado visible sobresale por el
frontis de la edificación moderna. Esta pequeña sección permite observar que
originalmente fue una estructura volumétrica con perfiles en disminución y que
uno de los materiales de construcción empleados fue el barro. Este lado del montículo
tiene 11 m. de largo y al frente está concentrada la cerámica arqueológica y basura
moderna junto con evidencias de quema. El análisis de la colección de cerámica
revela la presencia de ceramios sencillos.

Queushu

Es un sitio arqueológico ubicado en el margen derecha del Río Santa-Cordillera


Blanca, en las tierras pertenecientes al poblado de Huarca, provincia de Yungay y
se encuentra aproximadamente a 11 km. de la unidad de Yungay, a una altura de
3469 m.s.n.m.
El sitio se emplaza sobre un terreno ligeramente inclinado, al NE se observa
parte del Nevado Huandoy y formaciones rocosas propias de la Cordillera Blanca.
Al pie de éstas, se ha formado una laguna temporal que sirve de hábitat para
especies como patos silvestres. La zona, si bien es cierto se encuentra deshabitada
y no está rodeada de campos de cultivo, ha sido violentamente depredada el año
pasado, destruyendo gran parte de los edificios arqueológicos. Para una mejor
descripción se puede dividir todo el conjunto en 2 sectores: este y oeste.
380 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Sobre un promontorio natural, al extremo este, muy cerca de la laguna,


destaca un edificio que por sus grandes dimensiones y ubicaciones podría
calificarse como principal. Tiene planta rectangular de 14.20 m. de largo 6.80 de
ancho y 3.50 m. de altura máxima (Fig. 5). Está rodeada por un cerco ovalado que
conserva su muros hasta una altura de 50 cm por 45 cm de ancho. Al extremo NW,
fuera del cerco, se ubica un recinto de 2 m. de largo por 1.70 m. de ancho, y 1.40 de
altura; el acceso está orientado al oeste. Está estructura, además del cerco, cumplirían
funciones de defensa y control dadas sus características implícitas. Ambas están
construidas con piedras canteadas dispuestas de modo vertical unidas con mortero
de barro y piedras pequeñas.
Al frente de este edificio y cruzando el camino, se encuentra el extenso Sector
Oeste de la zona arqueológica que, a simple vista, llama la atención por la
abundante cantidad de grandes rocas o peñas. En este sector se han identificado 2
tipos de arquitectura:
1) Edificios de planta cuadrangular
La descripción del primer tipo se va a basar en el edificio mejor conservado que
mide 2.20 m. de altura en su punto mas elevado; su planta cuadrangular es de 7,

Fig. 5 Queushu. Planta superior e interna de gran edificio sector Y. Ancho del muro externo 1
m.
Angélica Alcalde Milla 381

Fig. 6 Queushu. Planta superior e interna de edificio sector W.

por 7 m.; el espesor de los muros externos es de 60 cm. promedio. El acceso habría
sido por el lado este. El interior, semisubterráneo, está formado por 3 espacios de
forma rectangular de 1.60 de altura comunicados mediante dos pasadizos de 90
cm. de ancho 70 cm. de alto y 40 cm. de largo (Fig. 6).
La técnica constructiva consiste en el uso de piedras grandes, medianas y
pequeñas mostrando las caras planas al exterior; las piedras de tamaño pequeño
fueron colocadas en forma horizontal, con el fin de rellenar espacios. Asimismo, se
observó el uso de barro como argamasa, siendo este más abundante por encima de
las cubiertas. Las piedras que conforman los accesos, tanto externo como internos,
son labradas y los techos están conformados por grandes lajas, ordenado en forma
paralela.

2) Construcciones en el subsuelo de rocas o peñas.


El segundo tipo tiene que ver con las rocas o peñas descritas línea arriba y se
encuentran una muy cerca de otra. Para su elaboración se excavó parte del suelo
por debajo de las peñas. Los lados o paredes resultantes fueron contenidos con
piedras canteadas asentadas con abundante barro mezclado con piedras
menudas.Muchas veces estos muros sobresalen el exterior. El espacio interno
generalmente es irregular.

Discusión
Por la observación de la arquitectura, sus características y estudios bibliográficos,
Queushu habría sido un sitio de función funeraria y de vivienda. Sin embargo,
382 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

llama la atención no haber encontrado restos óseos o es que ese material también
fue burlado. Acerca del edificio principal se puede proponer que fue un gran
mausoleo de algún de personaje importante.
La cerámica blanca y la roja estarían indicando una ocupación durante el
Intermedio Temprano. Por otra parte ,la fragmentería utilitaria encontrada revelaría
vida doméstica en el sitio.

Shashipunta

Es un sitio arqueológico ubicado en la margen izquierda del río Santa en plena


Cordillera Negra, a 4200 m.s.n.m. y en la cumbre del cerro Chapapunta, perteneciente
a la provincia de Yungay.
La cumbre de Chapapunta consiste de 2 promontorios: el lado norte, que es
más alto respecto al lado sur,pero sobre ambos se ubican las construcciones cuyos
elementos más notorios lo constituyen murallas que circundan las cumbres; la
cumbre norte está rodeada de 3 murallas, éstas son bajas y de roca canteada con las
caras planas al exterior.
Dada la presencia de estos elementos arquitectónicos y la ubicación en
partes altas, desde donde se tiene una excelente visión de una parte de la zona
norte del Callejón de Huaylas y de toda la parte superior de la Cordillera Negra, es
que se puede proponer que Shashipunta es un sitio fortificado que desempeñó
funciones de control y/o defensa de territorios.

Discusión
La falta de investigaciones en el Callejón de Huaylas dificulta el entendimiento del
problema acerca del carácter y naturaleza de la sociedad «Recuay» y más aún la
distribución territorial de su estilo. Estudiando la presencia de un sitio como
Shashipunta, desde el punto de vista de sus rasgos arquitectónico y su ubicación
estratégica en un punto de la Cordillera Negra(que hacia el Oeste desciende al
valle de Nepeña), es que se podría comprender un poco el desplazamiento de la
sociedad «Recuay». Así, tenemos que en la parte del valle de Nepeña, muy cerca al
río Salitre, existen varias fortificaciones, muchas de ellas construidas en el Horizonte
Temprano y reocupadas durante el periodo Intermedio Temprano. Estos sitios
incluyen las fortalezas gemelas PV 31-162 y -163 así como PV 31-50, - 60, -157 E y
- 254 con cerámica «Recuay» asociada (Proulx, 1982: 87-88). Para Donald Proulx,
la cultura Recuay extendió su influencia sobre la parte alta del valle de Nepeña. Lo
que no puede determinarse es sí está involucrada un subsecuente control político
y lo único que se propone ahora, junto con los datos arriba reseñados, es la
reafirmación de esta posible ruta de penetración: cerro Chapapunta (Yungay)-
Valle de Nepeña.
Angélica Alcalde Milla 383

Willkawaín

Es un extenso sitio arqueológico ubicado en la margen derecha del río Santa,


provincia de Huaraz, estancia de Paria; se eleva a 3300 m.s.n.m. aproximadamente
a 7. 5 km. al noroeste de la ciudad de Huaraz.
Existen algunos antecedentes para este sitio, siendo el más significativo los
estudios de Wendell C. Bennett quien excavó Willkawain en 1938 (Bennett,1944),
descubriendo varias estructuras a las que denominó templos, casa subterráneas,
tumbas y galerías subterráneas, siendo las más importantes las consideradas como
«Templos» Willkawain (Sitio 6H) Ichik Willkawain (Sitio 7H)
Esta división es sólo con fines descriptivos, aunque estos sitios debieron
haber conformado una unidad en algún momento.
Willkawain es un edificio de piedra de 3 niveles o plantas de 9.25 metros en
total, se sostiene sobre una plataforma en parte natural y en parte artificial de 54 x
35 m. el edificio tiene 10.7 x 15.6 m. El edificio central está rodeado por una terraza
de 2 metros de alto. En su lado norte tiene 3 nichos de planta en T, cuyas entradas
tienen en promedio 1.15 m. de ancho, 9 m. de alto, el nicho tiene 0.75 m., de
profundidad y 2.11 m. de ancho.
Cada piso del edificio central tiene 7 recintos, cuya disposición en cada piso
es idéntica, la única variación son las entradas. La entrada al primer piso se
encuentra en el lado oeste, al segundo piso se entra por el sur y al piso superior por
el este. No se observa ninguna comunicación entre piso y piso dentro del edificio.
Existen elementos arquitectónicos como ductos de ventilación estrechos y ventanas
entre los recintos pero solo en 2 lugares del piso superior. El primer y segundo piso
tiene 2 m. de altura. Grandes lajas forman el techado o cubierta de cada recinto que
a su vez funcionan como el piso del siguiente nivel. La cubierta del tercer piso es
diferente, aquí la pared central interna se eleva a 2.95 m. mientras que las paredes
externas de los recintos tiene solo 2.08 m. de alto. Grandes lajas de piedra se inclinan
desde la pared central hacia las exteriores formando una cubierta a 2 aguas. Por
fuera se amontonaron barro y piedras encima del techo en forma de cúspide, dando
una apariencia de cúpula o bóveda.
Las paredes o muros internos y externos del edificio están construidos
mediante hileras horizontales de grandes piedras canteadas, alternadas con hileras
de piedras pequeñas. Del mismo modo, se utilizan piedras de tamaño pequeño
para rellenar todas las grietas entre las piedras grandes. En algunas zonas se
observa el barro. Se mantienen las caras planas al exterior.
El filo del techo o cubierta está formando por una de serie de piedras
aplanadas que se proyectan al exterior; por debajo, el alero ha formado un nicho
insertado de 45 cm. de profundidad que rodea al edificio. Debajo de este nicho se
encuentran, regularmente espaciados, unos agujeros de los cuales se dice que se
extrajeron cabezas clavas de felinos. Actualmente no se observa nada de esto, sin
embargo, en uno de los lados se ha colocado arbitrariamente otras cabezas clavas
de apariencia humana.
Ichik Willkawaín se encuentra a medio kilómetro al sur este de Willkawaín
y consta de varios edificios, siendo el principal de construcción similar pero más
384 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

pequeño y menos complejo. Es un edificio central de 3 niveles de 16 x 7.2 m. rodeado


por un terraza de 1.5 m. de alto, tiene un eje este-oeste; a su alrededor hay 10
edificios pequeños, el más grande mide 9.15 m. y tiene 4 recintos internos.
El primer piso de Ichik Willkawaín tiene una entrada a través de una terraza
en el lado sur. El segundo piso se compone de 3 conjuntos de 2 recintos conectados,
de 2.2 x 3.5 m. encontradas al lado norte y sur del edificio. Todas las entradas se
componen de dinteles de piedra. En general, la mampostería es la misma de
Willkawaín, con hileras horizontales de roca canteada de tamaños grandes y
pequeños. Las paredes internas presentan la misma disposición de piedras y se
utilizó también el barro.
Bennett (1944) excavó en los alrededores de Willcawain, específicamente en
lo que el denomina «Casas» (house types), tumbas alineadas (deep stoned-lined
tombs), entierros en roca (stone box graves), entierros simples (unlined tombs),
casas subterráneas (subterranean house sites) y galerías subterráneas
(subterranean galleries), aislando aquí los siguiente tipos cerámicos en este orden:
-Estilo Recuay (más temprano que el estilo Willkawain Tiahuanaco).
-Estilo blanco sobre rojo.
-Mezclas en casas subterráneas, con materiales que quizá no sean contemporáneos,
pero que se pueden ubicar entre Recuay y Willkawain Tiahuanaco. Estos presentan
ligeras reminiscencias Recuay,la presencia del estilo blanco sobre rojo y la ausencia
de influencias Tiahuanaco.
-Estilo Willkawain Tiahuanaco que se asocia con los templos de tres niveles.
De esta manera, Willkawain contendría una secuencia ocupacional que
ordenada según los avances en arqueología, sería:

-Intermedio Temprano con los estilos Blanco sobre Rojo y «Recuay»


-Horizonte Medio con el estilo Tiahuanaco

Discusión
Sobre la naturaleza y carácter de los edificios, Terence Grieder (1997: 107-
109) califica a Willkawain como prototipo de tumba perteneciente a lo que denomina
tipo masivo horizontal. Por otra parte, Alberto Bueno (1989:43) escribe que
Willkawain es un sitio con grandes mausoleos que en su tiempo fue un sólo
asentamiento; lo asocia con la presencia Tiawanaku en el Callejón de Huaylas
(500-1.000 d.C.) y la arquitectura que presenta sería típica de la región.
El Willkawain que se observa en la actualidad ha sido restaurado en la
década del 60 por el padre Augusto Soriano Infante, ya que según la lectura del
informe de Bennett, ésta presentaba derrumbes en muchos sectores. Ichik
Willkawain se encuentra ahora cercado con paredes construidas con un estilo
muy semejante a la mampostería arqueología, esto resulta de muy mal gusto porque
puede confundir a los visitantes.
Angélica Alcalde Milla 385

Marcajirca

El cerro Marcajirca se encuentra en la margen derecha del Río Santa a 4.5 km. al
norte de la ciudad de Huaraz, se eleva a 3150 m.s.n.m. Pertenece al caserío de
Yactash.
El reconocimiento de este sitio arqueológico se inició ascendiendo por la
ladera oeste del cerro. Desde aquí ya se observa cierta cantidad de fragmentería. Lo
más notorio fue la presencia de una corta sección de terrazas, cuyo muro de
contención tenía 1.10 m. de alto y estaba compuesto de grandes rocas. La mayor
concentración de construcciones y sobretodo de cerámica, se encuentra en la parte
superior del cerro que es un terreno amplío y plano utilizado actualmente como
campo agrícola y zona de pastoreo. Por estos motivos Marcajirca se encuentra
sumamente destruido.
Las construcciones o recintos que seguramente existían, fueron arrasados
con el fin de ampliar la zona de cultivo:amontonamientos de piedra y muros
delimitantes actuales se observan en varias partes. En general, el sitio consiste de
dos grandes espacios abiertos divididos por una sección donde se puede distinguir
muros bajos de piedra canteada y amontonamientos de este mismo tipo de piedras.
Dificulta la observación la acumulación de plantas espinosas, arbustos y cactáceas.
Al interior de los espacios abiertos se mantienen unas cortas secciones de
alineamientos de piedras. Asimismo, en cada uno de los espacios y en el sector
central se encontraron tres batanes utilizados quizá para moler minerales o
granos.En uno de los patios, cerca a los recintos, se ubica una mano de moler.

Pongor (Paccha)

Es un sitio ubicado en la margen izquierda del río Santa a 3150 m.s.n.m. en el


centro poblado menor de Pongor, provincia de Huaraz.
Raimondi (1873: 40-41) describe que el sitio se ubica cerca de la Hacienda
Pongor de donde proceden muchas de las estatuas del Museo de Huaraz. Gónzales
(1992: 157) manifiesta que es un lugar muy antiguo que ya conocieron los españoles
y aparece en los croquis de la época.
El sitio es extenso y se encuentra destruido en un 80% y está rodeado de
campos de cultivo, bosques y viviendas actuales, además, un camino de herradura
atraviesa su lado oeste. Informantes de la zona aseguran que durante su elaboración
se encontraron algunos entierros. Es realmente poco lo que queda de la arquitectura,
solamente se distinguen alineamientos de piedras formando algunas veces esquinas
rectas; un muro largo bajo a un extremo (norte) de piedras canteadas y numerosas
concentraciones de piedras amontonadas canteadas y unas pocas labradas,
formando a veces muros modernos que definen zonas agrícolas.
386 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Oshcosh

Se encuentra en la margen derecha del río Santa a 3150 m.s.n.m. en la estancia de


Curhuas. Hacia el sur, el sitio se encuentra flanqueado por el río Casca, tributario
del Santa.
La colina Oshcosh se ubica frente a las Pampas de Caururu, donde
actualmente se pasta ganado vacuno. Una sección de las pampas ha sido convertida
en campo deportivo y el extremo este de Caururu es una zona pantanosa donde se
observan afloramientos naturales de agua.
Oshcosh es un montículo alargado orientado de norte a sur con 6 plataformas
en disminución. En el flanco oeste (según informaciones orales), había una galería
subterránea larga con losas que servían de cubierta.
Sobre este promontorio natural,las plataformas, cuyos muros de contención
verticales fueron construidos con piedras canteadas sostenidos con una mezcla de
barro piedrecillas, tienen una amplia extensión, tanto así que la gente actualmente
utiliza esta superficie para cultivar trigo. Gran parte de las terrazas han sido
destruida y las piedras producto de esta remoción conforman grandes
amontonamientos: todo esto se ha hecho con el fin de ampliar la zona agrícola.

Discusión
Alberto Bueno (1989: 41) asigna el sitio al Intermedio Tardío: «... por el mismo
tiempo creció un pueblo arqueológico grande en la colina Oshkosh, cuyo cimientos
de casas, cercos y puquios se extienden hasta la pampa. Este que se sube a
Willkawain. En Oshkosh Intermedio Tardío hemos encontrado fragmentería estilo
Akilpu....»

Orojirca

Está ubicado en la margen izquierda del río Santa a 3500 m.s.n.m. en la estancia de
Picup, provincia de Huaraz.
El sitio se asienta sobre una colina rodeada de extensos campos de cultivo.
Bennett (1944: 13) reporta largas galerías subterráneas de piedra. El excavó pozos
de prueba en varias partes de la colina, descubriendo solamente un entierro en
roca de 35 x 30 cm. por lado y 70 cm. de profundidad, donde encontró huesos de
adultos.
Orojirca en realidad es un sitio pequeño que consiste de una serie de
construcciones subterráneas al parecer interconectadas (Fig. 7). Actualmente no se
puede observar el interior por estar cubiertos algunos accesos; sin embargo, se
distinguen algunos dinteles de grandes lajas de piedra labrada. El acceso 1 conduce
a un recinto subterráneo cuyas paredes de 40 cm. de alto fueron construidas con
bloques pequeños de piedra de forma alargada, dispuestas en forma horizontal
asentadas con barro.
Angélica Alcalde Milla 387

Fig. 7 Orojirca. Planta de recintos interconcetados 1 y 2.

Waullac

Se ubica en la margen derecha del río Paria, muy próxima a la confluencia con el
río Auqi que da nacimiento al río Quillcay, afluente del Santa y ocupa la parte baja
de una ladera al este del barrio de Nicrupampa, Huaraz. Específicamente se localiza
en el paraje conocido como Antaoko.
Existen algunos antecedentes, producto de restauraciones y reconocimientos
practicados. El padre Soriano Infante restauró este conjunto arqueológico y lo
relacionó según el tipo de construcción con otros sitios de la sierra de Ancash:
Chinchawas (Pira), Illawain (Aija), Gekosh (Ticapampa), Honkopampa (Carhuaz)
y según la cerámica con Tiahuanaco (Soriano, 1941). Alberto Bueno también estudio
el sitio y lo describió como un conjunto de bancales y terrazas para casas
arqueológicas en extensión de un kilómetro. Señala además, que presenta
andenerías agrícolas servidas por canales actualmente reutilizados y concluye en
que Waullac es el sitio de Huaraz arqueológico Intermedio Tardío (Bueno, 1989:
44). Finalmente, Clide Valladolid observa que la mampostería es básicamente de
piedra, rústica y pachillada con mortero de barro, incluyendo además en sus
ángulos grandes bloques canteados en las esquinas de los recinto, detalle muy
especial de la arquitectura Wari (González, 1992: 219).
Las 10 estructuras identificadas están dispuestas siguiendo un eje sur-norte,
tres de ellas tienen un basamento cuadrangular de piedra de 1 metro de altura en
promedio que sostienen al recinto; los accesos están orientados hacia el sur y
presenta gradas. Otros elementos arquitectónicos importantes son las ventanas
tanto al este como al oeste, techos formados por grandes lajas de piedra superpuestas
y soportados por ménsulas que sobresalen del parámetro externo.
388 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Los muros están construidos con piedras unidas con argamasa de barro y
«pachilla»; los accesos presentan dintel y jambas de piedra labrada. Estas
edificaciones que se podrían calificar como más elaboradas, generalmente presentan
otras estructuras adosadas un poco más pequeñas, con accesos de 1.10 m. y
altura de 1.70 m.; las cubiertas de éstos son de lajas medianas sobrepuestas,
una de ellas contiene una banqueta en el interior.
Una de las estructuras más elaboradas (en el extremo oeste) presenta en uno
de sus costados una losa o laja esculpida con dos felinos con el cuerpo de perfil y
la cara de frente y una figura humana central, que según la clasificación de Schaedel
corresponde al tipo II de las losas (puma slabs) que en su correlación de secuencias
las atribuye a los comienzos del Intermedio Temprano estilo Huaraz (Schaedel,
1948b: 73-78).
La cerámica asociada consiste en fragmentos de soportes tipo trípode de
interior tanto hueco como compacto de cuerpo redondo y ovalado; un fragmento
de caolín con decoración pintada estilo Cajamarca III; fragmentos con decoración
pintada del Horizonte Medio; fragmentos con rostros modelados (tipo Chimú);
fragmento en pasta negra pulida con decoración incisa y finalmente fragmentería
Akilpu. Esta descripción se basa en una muestra de tan solo 29 fragmentos, cuyo
análisis indica la existencia de una secuencia cronológica.

Discusión
Existe una vinculación entre los sitios de Huaullac Willkawain y Honcopampa
debido a similitudes en la arquitectura. La literatura arqueológica generalmente
los asigna cronológicamente al Horizonte Medio (Valladolid, 1996; Bennett,1944;
Vescelius, en Buse,1965). Esto resulta criticable,pues las excavaciones de Bennett
en Willkawin no muestran un registro estratigráfico ni un plano del lugar donde
se hicieron los trabajos, solo menciona a las galerías. Igualmente, en el caso de
Vescelius no se sabe con certeza dónde excavó, su muestra de cerámica Wari
proviene de tumbas hallando una mínima cantidad de éstas en el sector residencial
y se desconoce también la procedencia de sus fechados radio carbónicos de 959,
994 y 1,054 d.C. (Buse, 1965: 327) para Honkopampa. En ambos casos, los
investigadores proponen la filiación cultural a partir de la cerámica producto de la
última ocupación.
Para poder relacionar con certeza los tipos arquitectónicos con estilos de
cerámica, es necesario realizar excavaciones cuidadosas en estos sitios críticos
pues hasta entonces, todo quedará a nivel de hipótesis. Por ejemplo, Alberto Bueno
en este sentido escribe: «La presencia de Tiwanaku en el Callejón de Huaylas (500-1000
d.C.) coexistió con la fase Pashash-Recuay porque sus materiales se encuentran paralelos;
en otros casos Pashash-Recuay cedió prerrogativas a Tiwanaku;por ello encontramos
materiales Tiwanaku regionalizados en Honcopampa y Willkawain por ejemplo, pero la
arquitectura de estos sitios es típica de la región». (Bueno, 1989: 43).
Angélica Alcalde Milla 389

Waka Tzaka

Este no es precisamente un sitio arqueológico, sinó un pequeño puente sobre una


acequia de riego construido en base a losas esculpidas. Se encuentra en el camino
al centro poblado de Quenuayoc,provincia de Huaraz. El acceso es por el extremo
oeste de la ciudad, cruzando el puente de Cal y Canto.
Este puente está conformado por 5 losas paralelas al camino. Las 2 ubicadas
en los extremos son las que presentan diseños, las del centro parecen volteadas, es
decir, los diseños podrían encontrarse debajo. Estos no se ha podido constatar
porque la altura del puente no lo permite.
La primera es una losa que tiene 1.90 m. de largo y 55 cm. de ancho. El
diseño consiste en un felino en alto relieve con el cuerpo de perfil y la cara de frente,
no presenta cola ni espalda arqueada. Las uñas están claramente definidas y tiene
una línea incisa que define las muñecas. Los genitales están representados. Llama
la atención el exagerado relieve de las cabezas que alcanza hasta 10 cm. por sobre
la losa. Posiblemente hubo otro felino al costado. No se pueden observar los detalles
de la cara, ya que esta parte ha sido extraída y solo se pueden notar las orejas de
forma redondeada.
La siguiente losa tiene 2 representaciones de felinos. Las más notoria, muestra
el cuerpo de perfil, espalda arqueada, y la cara de frente y la cola está enroscada
hacia arriba, no se observan los detalles de la cara, solo las orejas de forma
redondeada. El otro felino (mas deteriorado), se encuentra, por así decirlo, dándole
la espalda al primero, su posición es enteramente de perfil, no se observa la cola y en la
parte de la cara se distinguen líneas que definen los colmillos (Fig. 8).

Discusión
No se tiene una información precisa acerca de la procedencia de esta escultura; el
sitio mas cercano a éste es Pongor y Orojirca. Bennett manifiesta que del primero se
extrajeron muchas de las estatuas hoy en el Museo de Huaraz (Bennett, 1944: 13).
Según la clasificación de escultura lítica propuesta por Schaedel, los felinos
de Waka Tzaka corresponderían al Tipo II que representa «al puma con el cuerpo
de perfil y la cara completa. Aparece solo, doble, o en combinación con una figura
humana central u otra criatura». Por otra parte, afirma que este tipo II pertenece al
estilo que él denomina Huaraz. Sobre este tipo escribe que «.... los dientes varían de
proyectantes o prominentes caninos a un doble de fila de dientes o sin dientes. La
cola está enroscada... lo más distintivo de los pumas Huaraz son los diseños como
volutas que delinean las garras y la demarcación de la muñeca mediante un surco
o línea incisa...» (Schaedel, 1948b: 73-74). Si bien es cierto muchos rasgos coinciden,
hay muchos otros que indicarían la presencia de algunas variantes dentro del
estilo.
390 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Fig. 8 Waka Tzaka. Escultura lítica

Antajirca

El cerro Antajirca está ubicado en la margen izquierda del río Santa,a 3100 m.s.n.m.
Al pie se ubica la estancia de Quechcap, provincia de Huaraz. El cerro presenta
una topografía plana en su parte superior, cubierta por numerosas arbustivas y
cactáceas.
La concentración arquitectónica ocupa todo el tercio superior del cerro. Se
reconocieron construcciones de planta rectangular construidas con piedras
grandes, medianas y pequeñas; patios a cielo abierto rodeados de muros de 1 a 1.5
m. de altura. El sitio, al parecer, tenía su propio camino arqueológico que articulaba
a gran parte de las construcciones (este quizás terminaba en un espacio abierto
delimitado por un muro circular de piedras grandes y medianas). Al lado NW de
este espacio, se identificó otro espacio abierto rodeado por muros con esquinas
curvas que tiene una dimensión de 10 m. x 12 m. En el centro de este espacio está
plantado un monolito de perfiles canteados y de morfología rectangular, el cual se
alza 1.10 m. sobre el piso, su parte superior termina en una superficie plana de 60
cm. x 30 cm.; su base es mas ancha que su parte terminal superior.
Los varios espacios abiertos pueden considerarse de funciones sociales y/
o socio-políticas; pero el espacio abierto con el monolito canteado en el centro del
Angélica Alcalde Milla 391

mismo puede ser considerado en torno a relaciones de carácter ritual y/o


ceremonial.
En el lado norte de esta cumbre se encuentra una tumba saqueada de matriz
interna rectangular con esquinas rectas. El techo consiste de una serie de lajas
largas fuertemente asentadas con barro y piedras pequeñas y se levanta sobre el
suelo por mas o menos un metro de altura por 1.40 m. de largo y 80 cm. de ancho.
Al lado sur, hay otra tumba muy destruida de tipo subterráneo con dos cuartos y
nichos.
Hacia el oeste, hay un recinto construido con piedras formando una
plataforma rectangular de trayecto E-W, la parte central de este gran espacio abierto
es muy limpia y plana. Esta construcción reviste caracteres significativos pues se
encuentra en un lugar prominente. Es probable que esté relacionado con actos
ceremoniales. Otro recinto de este tipo tiene planta ovalada definida por muros
curvados siguiendo la topografía natural de la colina, queda en pie 1.20 m. en
promedio del muro curvado; en el lado izquierdo del espacio abierto, ha quedado
plantado un bloque vertical canteado como muestra de que algunos sectores de
este muro estuvo construido con grandes bloques y piedras medianas. El espacio
interno es limpio y debe haber estado reservado para concentraciones sociales
(Fig. 9).
Por los flancos N y NW, la ladera ha sido modificada por grandes tierras
cuya elevación de muros a base de piedras del mismo cerro permitieron tener
espacios planos para diversos usos.

Discusión
Antajirca, por sus características, revela una fuerte e importante presencia durante
el período Intermedio Temprano. Informantes que habitaron en la estancia hace ya
varias décadas, brindan datos muy interesantes sobre la escultura lítica que
revelarían la verdadera posición y ubicación de estos elementos. Los numerosos
espacios abiertos, los monolitos o huancas y la escultura lítica permite asignarle al
sitio una función de tipo ceremonial y social, de toma de decisiones.
Amajirca

Fig. 9 Antajirca. Planta de unidades constructivas


392 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Es un sitio arqueológico ubicado en la margen izquierda del Río Santa a 3400


m.s.n.m. en la estancia de Santa Catalina, provincia de Huaraz. Amajirca se
encuentra a 1 Km. y medio antes de la estancia; se trata de una ladera de poca
pendiente sobre lo que se asienta un pequeño cementerio arqueológico.
En este cementerio se distinguieron hasta tres tumbas saqueadas. La primera
en ser estudiada está construida sobre la superficie y se encuentra muy destruida.
Se ubica sobre un área ligeramente sobreelevada; la planta es de forma horizontal
y asentadas con barro,la cubierta está compuesta de grandes lajas. En el exterior se
hallan dispersos algunos restos óseos humanos y fragmentería cerámica que revela
formas de ollas pequeñas, con cuello corto y cuencos en pasta naranja de superficies
alisadas y pulidas. Asimismo, se encontró un fragmento de cuenco en pasta caolín.
La siguiente tumba, a pocos metros al este de la primera, es subterránea, de
planta cuadrangular, de 1.20 x 1.40 m. de lado y 80 cm. de altura (Fig. 10a). Las
paredes están conformadas de piedras canteadas grandes, asentadas en la parte inferior
entre éstas y se han dispuesto bloques de piedra ordenadas en forma horizontal
,asentados con barro. La cubierta se compone de una sola gran laja.
La tumba número 3, muy cerca de la anterior, es también subterránea y de
planta irregular con esquinas tanto rectas como curvas (Fig. 10b). Tiene una altura
de 45 cm. Las paredes están construidas en base a piedras canteadas dispuestas
en forma vertical; la cubierta se compone de grandes lajas paralelas. La cerámica
asociada consiste de un fragmento delgado de botella (cuello) en pasta naranja
claro y superficie externa alisada fina, sin mayor decoración; un fragmento en
pasta color crema, muy delgado y otro en pasta naranja con decoración externa de
pintura negra formando unas líneas delgadas.
Estos entierros podrían asociarse al período Intermedio Temprano, dada la
tipología de las tumbas (especialmente la número 3 que tiene inclusive una cámara)
y por la fragmentaría cerámica.

Fig. 10 Amajirca. Planta de tumba semitubterránea 2 y 3


Angélica Alcalde Milla 393

Oropunta

Es un sitio arqueológico ubicado en la margen izquierda del río Santa, a una altura
de 4000 m.s.n.m. en la estancia de Santa Catalina, provincia de Huaraz. Oropunta
se encuentra hacia el este del pueblo cruzando la quebrada Santa Catalina, en la
cumbre de un cerro.
El sitio ha sufrido una gran alteración de su estructura original, debido
especialmente a la extracción de las piedras constituyente del asentamiento con el
fin de ampliar el área de muros originales que al parecer conformaban grandes
recintos. Lo que abunda por toda la superficie e incluso en las faldas del cerro a
partir del tercio medio es la fragmentería cerámica (Fig. 11).

Roko Ama

Es un pequeño sitio arqueológico ubicado en la margen izquierda del rio Santa, en


el poblado de Pampacancha, provincia de Recuay. Se eleva a 3700 m.s.n.m.
Roko Ama contiene pequeñas estructuras arquitectónicas construidas sobre
la superficie, de las cuales, la mejor conservada se apoya sobre una gran roca y
tiene 3.40 m. de largo y 1.45 m. de altura conservada. El espacio interno presenta
planta ovalada y el piso de tierra compacta. El frontis (este) y los muros internos
contienen piedras canteadas de tamaños variados unidas con abundante mortero
de barro y piedras pequeñas. Los muros externos forman esquinas rectas. El acceso
es pequeño, tiene 40 cm. x 45 cm. de lado. La cubierta la conforma la misma roca. Al
exterior de la estructura se observaron algunos huesos humanos. A unos pocos
metros al oeste, se ubica un pequeño promontorio rocoso como una piedra parada
o huanca encima; a continuación, un poco mas al oeste, se localiza otra estructura
muy destruida apoyada sobre una roca y construida a un costado de un
promontorio rocoso mas grande que el anterior el cual tiene en su parte superior
una piedra parada o huanca. El recinto tiene planta circular, los muros se conservan

Fig. 11 Oropunta. Cerámica de superficie


394 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

hasta en 1 m. de alto y están construidos en base a rocas canteadas de variados


tamaños unidas con mortero de barro (Fig. 12). El resto de estructuras se encuentran
demasiado destruidas como para poder dar una descripción precisa de ellas.

Fig. 12 Roko Ama. Frontis de recinto con planta interior ovalada

Pueblo Viejo

Es un extenso sitio arqueológico ubicado en la margen derecha del río Santa, en el


paraje del mismo nombre, a 1.5 km. de la ciudad de Recuay. Se asienta sobre una
terraza fluvial alta actualmente aprovechada como área de cultivo, a pesar de esto,
el estado de conservación del sitio es bueno.
Pueblo Viejo contiene varias edificaciones:
- Una sección compuesta de dos muros de 1 m. de espesor en promedio, adosados, que
circundan la zona arqueológica por el lado oeste; están construidos en base a piedras
canteadas asentadas con barro. Se conservan hasta en 1.70 m. de altura.
- Edificio conocido por los pobladores como «Castillo». Tiene 8.30 mt de altura
total en promedio, 6.70 m. x 6.85 m. en los lados. Se trata de un edificio cúbico
asentado sobre un basamento de 2.10 m. de altura; presenta dos ligeros desniveles
de 9 y 17 cm. en promedio. En la parte superior se erigen 4 prolongaciones a
manera de torres ubicadas en las 4 esquinas y tienen 1.80 m. de altura en promedio
y 2.0 x 2.0 m. de lado como medidas promedio. La técnica constructiva general
consiste en el uso de piedras canteadas de tamaño constante asentadas con barro
y no necesariamente mantienen un orden. Todas muestran las caras planas al
exterior .
Angélica Alcalde Milla 395

- Plataforma cuadrangular sobreelevada ubicada al NE del Edificio Cúbico, tiene


13.40 x 18.60 m. por lado. El espacio interno es de tierra compacta, actualmente
lleno de arbustos. El muro que la define tiene 1.25 m. de ancho y 65 cm de alto en
promedio. En su lado norte se distinguen dos prolongaciones que sobresalen del
muro corrido. Toda esta estructura esta construida con piedras canteadas
asentadas con barro.
- Gran recinto rectangular ubicado al este de la Plataforma y del Edificio Cúbico;
esta orientado de E a W. El acceso se encuentra en el lado norte. Tiene 18.20 m. de
largo por 8.90 m. de ancho; su altura se conserva hasta en 2.50 m. Las paredes
norte, sur y oeste exhiben nichos cuadrangulares de 30 por 35 cm. por lado y 20
cm. de profundidad; todos ellos están ubicados en la parte media de las paredes.
El lado Este se encuentra lamentablemente derruido.
- Gran montículo construido en base a una plataforma alta sobre la que se asienta
un edificio de planta rectangular y esquinas rectas; tiene 22 m. de ancho por 38 m.
de largo y 2.80 m. de alto el acceso general esta orientado al SW y consiste de una
larga escalinata de piedra que en la parte superior se ensancha. Este montículo se
ubica al extremo norte del sitio; esta construido en base a piedras canteadas
exhibiendo las caras lisas al exterior.
Igualmente muchas las estructuras arquitectónicas que hoy se encuentran
muy destruidas, revelaron fragmentos de cerámica (Fig. 13).

Discusión
Este sitio arqueológico es mencionado por A. Bueno (1989: 44), quien manifiesta
que entre 1460 a 1533 d. C. vivió bajo el dominio del Tahuantinsuyo; lo cual se
puede reafirmar mediante los hallazgos de su fragmentería. Sería importante poder
determinar cuáles son las estructuras arquitectónicas asociadas a esta ocupación.
Llama particularmente la atención el edificio conocido como «Castillo», ya que
hasta el momento no se había reportado una edificación con tales características
en el Callejón de Huaylas.
Pueblo Viejo contiene evidencias de ocupación correspondientes a los
periodos Intermedio Temprano, Intermedio Tardío y Horizonte Medio.

Roko Pata

Es un extenso sitio arqueológico ubicado en la margen derecha del río Santa en el


distrito de Catac, provincia de Recuay a una altura de 3800 m.s.n.m. Especialmente,
Roko Pata se encuentra en la margen izquierda de la Quebrada Yacsha Huanca,
por donde discurre un riachuelo tributario, el sitio se halla sobre la cumbre de un
cerro donde se asiento el Cementerio del pueblo, en una zona boscosa.
Es aquí donde se encuentran los muy conocidos «soterrados de Katak»
denominados así por Tello de donde Ignacio Icaza, extrajo la colección de objetos
de cerámica de Recuay, hoy depositados en el Museum Für Völkerkunde (Berlín).
Tello contó un total de 148 soterrados describiendo sus elementos y materiales
constructivos. El manifiesta que no logró determinar de un modo satisfactorio el
396 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Fig. 13 Pueblo Viejo. Cerámica de superficie

objeto de estos edificios, aunque los pobladores de la zona afirman que ellos se han
extraído cadáveres y cerámica (Tello, 1929: 40-43).
Bennett se refiere a este sitio (Sitio 4k) como uno que contiene tumbas del
Tipo A y B, así como también numerosos sitios de vivienda. Del total de tumbas
medidas, 5 eran del tipo A y 2 del tipo C. Se observaron 2 chullpas o casas del Tipo
E (Bennett, 1944: 69). El tipo A consiste de una cámara central subterránea con
varias otras cámaras conectadas a los lados; el tipo B es una galería subterránea
simple; el tipo C es una galería subterránea de 2 pisos; el tipo E son chullpas con 2
o más cuartos pequeños (Bennett, 1944: 68).
El sitio consiste de numerosas construcciones subterráneas que podrían
calificarse de grandes tumbas. Ciertamente, Wegner reafirma que de aquí se
extrajeron alrededor de 160 ceramios finos de arcilla blanca y decoración pintada
en negro (Wegner, 1981: 3).
Estas construcciones se encuentran aglutinadas, una muy cerca de otra, se
las identifica por que sobre el suelo se pueden observar las grandes lajas que
conforman la cubierta de la cámara. Generalmente son tres. Las paredes internas
de estas estructuradas son de piedra canteada de diversos tamaños; por lo general
las mas grandes, de forma cuadrangular, fueron colocadas en la base y entre éstas
pequeñas lajas ordenadas en forma horizontal. Las habitaciones son en muchos
casos rectangulares de 1.20 m. de altura en promedio y contienen elementos como
nichos y compartimentos pequeños también cuadrangulares. El suelo es de tierra
suelta no encontrándose evidencias de huesos o cerámica (Fig. 14).
La fragmentería encontrada revela formas de ollas pequeñas con asas
cintadas y cuencos de paredes divergentes confeccionados en pasta color naranja
Angélica Alcalde Milla 397

Fig. 14 Roko Pata. Planta interior de recintos subterráneos


398 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

con temperatura de piedras menudas y superficies alisadas. No se halló ningún


fragmento con decoración ni uno en pasta caolín. Sin embargo, Wegner reporta
esta cerámica en Roko Pata, sitio codificado por él como (Wegner, 1981: 8).

TIPOS DE ESTRUCTURAS DURANTE EL INTERMEDIO TEMPRANO

Como producto de la evaluación de los datos sobre arquitectura, se distinguieron


6 tipos de estructuras arquitectónicas para este período.

1) Poblados formados por numerosos recintos aglutinados de plantas cuadrangular


y circulares con tumbas asociadas de 2 tipos:
Pongor, Balcón de Judas, Cuchipatac, Amájirca, Eraq Huanca, Plazapampa (con
tumbas pequeñas subterráneas de un solo espacio); Marcunjirca, Antajirca,
Oropunta, Gekosh (con tumbas subterráneas de varios cuartos comunicados entre
sí)

2) Cementerios formados por los siguientes tipos de tumbas:


- Tumbas subterráneas pequeñas de un solo espacio.
Amá
- Tumbas subterráneas grandes con 2 o 3 cuartos con o sin nichos
Amájirca, Gekosh, Rokopata.
- Entierros en el subsuelo de peñas
Queushu, Huantzupu
- Tumbas (?) subterráneas pequeñas alineadas.
Piquipunta
- Tumbas pequeñas de planta circular
Salinas, Plazapampa.

3) Montículos piramidales de gran tamaño con plataforma. Esta arquitectura posee


características tempranas y tiene una ocupación durante el Intermedio Temprano.
Inkawain, Shanllacoto

4) Montículos con plataformas


Wansakay, Hoscos.

5) Edificio de esquinas curvas y escalinata de acceso:


Tumshucayco

6) Gran complejo conformado por edificios masivos de esquinas en ángulo recto y


perfiles en disminución, montículo con plataformas y escalinata de acceso, grandes
recintos rectangulares con nichos, plataformas sobre elevadas y muros delimitantes.
El único sitio de este tipo es:
Pueblo Viejo
Angélica Alcalde Milla 399

De lo anterior se desprende que los tipos 1 y 2 son los mas frecuentes. Se registraron
mas sitios de los que no podemos precisar con algún sustento, una ocupación
duran te el Intermedio Temprano; sin embargo, se describirán sus respectivos tipos
arquitectónicos:

(1) Montículos:
San Antonio
Castillo Punta
Montículo con construcciones menores alrededor:
San Juan
Montículo, Tradición Arquitectónica Mito
Huaricoto

(2) Mausoleos Funerarios


Willkawain Huaullac Sala Maché

(3) Sitio fortificados con murallas circundantes


Shashipunta

(4) Entierros en roca


Tucupachan

(5) Recintos pequeños sobre la superficie,posibles tumbas


Roko Amá

La técnica constructiva empleada para todo tipo de edificaciones consiste


en el uso de piedras canteadas de formas delgadas y alargadas, ordenadas en los
muros de forma horizontal. Este material y técnica se ve intercalado entre piedras
de mayor tamaño (caso de tumbas subterráneas), todas mostrando las caras planas
al exterior. Para consolidar los muros se utilizó mortero de barro con piedras
pequeñas.

CONCLUSIONES

Uno de los objetivos del Proyecto «Reconocimiento Arqueológico en la Cuenca


Alta del Río Santa: Conococha-Caraz» es el estudio de los sitios arqueológicos
pertenecientes al periodo Intermedio Temprano, conocido también con el nombre
de Recuay y definido por sus asociación con un estilo cerámico caracterizado por
ceramios de paredes delgadas, confeccionados en pasta caolín y decorados con
motivos que pueden ser aplicados mediante técnicas en positivo o negativo. Los
diseños consisten de elementos geométricos pintados en rojo o negro sobre el fondo
blanco, figuras míticas zoomorfas y antropomorfizadas; el modelado de figuras
humanas y formas que incluyen cuencos con soporte pedestal y trípode, cuencos
abiertos simples, jarras globulares u ovoides de borde plano en forma de disco,
400 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

cuencos con mango, tazas, cucharas y vasijas efigie; con una arquitectura funeraria
clasificada por Tello en: hoyos o pozos socavados en el terreno, con paredes
revestidas de piedra y con tapas de piedra no labradas, encontrada en Copa
(Carhuaz) y cámaras subterráneas mas o menos amplias provistas de nichos o
celdas, ejemplo: «Soterrados de Katak» (Tello, 1929: 37 -39). Lumbreras identifica
tres tipos de vivienda: «.... una compuesta de dos cuartos paralelos en forma de
galería, con techo de lajas grandes sobre las que hay un relleno de tierra, y
conectados internamente, uno de ellos con salida al exterior; el otro es similar al
anterior, pero con cuatro cuartos y el tercero consiste en una casa subterránea de
un cuarto que tiene hasta tres subdivisiones, son alargadas y se comunican al
exterior por un hueco a manera de tragaluz (Lumbreras, 1980: 104); con una
escultura lítica que consiste de estatuas humanas divididas en 8 tipos que se
distinguen por la posición de las piernas (cruzadas), rodillas (levantadas); pueden
tener o no tocado en la cabeza, representación o no de genitales y presencia o
ausencia de porra y escudo; losas con felinos en relieve divididos en 5 estilos
definidos por la posición del animal: cuerpo de perfil y cara de frente; combinación
con figura o cara humana central; felino de doble cabeza unidos por los arcos de la
espalda; rasgos como cola enroscada, los dientes pueden estar representados o no,
garras en forma de volutas, representación o no de genitales (Schaedel, 1948b: 60-
79).
Durante el trabajo de reconocimiento en el campo, si bien es cierto se ha
comprobado y verificado en parte la presencia de estas manifestaciones, se puede
añadir que la cerámica de superficie más abundante encontrada en sitios asignados
al Intermedio Temprano corresponde a tipos confeccionados en pasta naranja de
diversas tonalidades hasta llegar a un naranja pálido, cocción en atmósfera oxidante
con predominancia del uso de desgrasantes granulosos siendo las formas mas
recurrentes los cuencos y ollas grandes de asas cintadas de superficies alisadas
principalmente, y en menor proporción pulidas y pintadas de un color rojo oscuro
muy característico y repetitivo. La frecuencia de fragmentos en pasta caolín es muy
baja, en relación a los tipos ya descritos. Elementos como soportes tipo trípode y
pedestal, mangos y fragmentos caolín con decoración pintada ocupan un segundo
lugar en la proporción. Estas diferencias en cuanto a las frecuencias, pueden
reafirmarse mediante los hallazgos en el sitio Balcón de Judas excavado por Steven
Wegner en 1980 donde encontró varios miles de fragmentos cerámicos que marcaban
una abundancia de vasijas que no eran de caolín a las que el califica como cerámica
utilitaria (Wegner, 1981: 9-10).
La hipótesis planteada inicialmente en este proyecto proponía que la muy
conocida y aceptada cerámica de caolín (Recuay) se difundió desde Pallasca hacia
el Callejón de Huaylas, sin embargo, como producto de la evaluación de los datos
de campo, se considera que se dispone de poca información como para confirmar
esta hipótesis. Solo mediante excavaciones arqueológicas sistemáticas en diversos
sitios estratégicos del Callejón de Huaylas se podrán obtener resultados
contundentes. La mayor o menor frecuencia de fragmentería hallada en superficie
constituye una información de tipo preliminar; además se debe tener muy en cuenta
el intenso huaqueo o excavaciones clandestinas que se practican hasta la
Angélica Alcalde Milla 401

actualidad: quienes se dedican a esta actividad son muy selectivos al momento de


extraer las piezas, prefiriendo los ceramios de caolín con decoración elaborada; los
sitios mas conocidos de donde se sabe se extrajo este tipo de alfarería son: Catac
(Recuay), Copa Grande (Carhuaz), Tullo (Carhuaz), Queushu (Yungay), Jancu
(Huaraz, mediante excavación), Balcón de Judas (Huaraz, mediante excavaciones)
y Willkawain (Huaraz, mediante excavaciones). En consecuencia se puede pensar
que esta consecutiva extracción ilícita ha sido una de las principales causas de la
poca proporción encontrada de esta cerámica.
Sin embargo, durante el trabajo de reconocimiento detectamos fragmentería
en pasta caolín con o sin decoración en los siguientes sitios arqueológicos:
Inkawaín, Shanllacoto, Queushu, Huantzupu, Piquipunta, Marcajirca, Hoscos,
Oropunta, Salinas, Arnajirca y Plazapampa, Balcón de Judas, Marconjirca,
Antajirca, Pueblo Viejo, Gekosh y Roko Pata (Wegner, 1981: 9-10).
Según los estudios bibliográficos sobre la arqueología del Callejón de
Huaylas, se concluye que en esta área se desarrollo todo un proceso cultural que
puede rastrearse desde el período Precerámico Temprano con la conocida Cueva
del Guitarrero (Mancos-Yungay) donde la presencia del hombre en Ancash se
remonta hasta los 10,800 años antes del presente, continuando hacia el Precerámico
Tardío con el importante sitio de Huaricoto (Marcará-Carhuaz) que evidencia una
compleja ideología religiosa entre los años 2,200 a 200 a.C. (Burger y Salazar-
Burger ,1980: 26-32), Wegner (1981: 2.) reporta en el sitio Balcón de Judas (Huaraz)
algunos fogones ceremoniales que asocia a la fase de Chaukayán del Pre-cerámico
Tardío; asimismo se encuentran sitios con una arquitectura monumental, ejemplos
Inkawain (Caraz), Shanllacoto (Caraz), Tumshucayco (Caraz), Pumacayán
(Huaraz). El proceso continua hasta el Tahuantinsuyo, cuya presencia se manifiesta
principalmente en el sitio de Kanapun (Huaraz). Asimismo, se encontraron
fragmentos Tahuantinsuyo polícromos en Pueblo Viejo (Recuay) y Oshcosh
(Huaraz). Todos estos sitios y sus componentes son lo suficientemente
representativos como para considerar al área del Callejón de Huaylas como una
que proporcionaba las condiciones necesarias para la formación y desarrollo de
diversas sociedades en diferentes épocas, cada una con su respectiva cultura
material.
Ahora bien se propone que el área de ocupación durante el Intermedio
Temprano va (de norte a sur) desde Pallasca, el Callejón de Huaylas hasta Catac
pasando por la provincia de Aija (no incluye toda el área de expansión, pero para
nuestro fines basta) y que cada una de éstas en este periodo compartieron las
mismas expresiones culturales de alfarería y escultura lítica pero cada cual con
sus respectivas variantes, así, se tiene que para el sitio de Pashash en la provincia
de Pallasca la cerámica presenta diversos tipos que incluyen ceramios de pasta
marrón en formas de ollas sin cuello, cuencos con decoración de pintura roja como
fondo e incisiones; alfarería fina en pasta crema o naranja pálido con formas de
cuencos grandes, cuencos con pedestal, efigies modeladas y decoración en fondo
rojo o naranja, rojo sobre crema; ceramios con decoración de negro sobre crema,
formas de ollas con cuello acampanado y borde aplanado, cuencos y tazas simples
y con pedestal (Grieder, 1978: 63-70). Su escultura lítica en piedras talladas es muy
402 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

fina, los motivos mas frecuentes son animales, aves, cabezas clavas zoomorfas y
antropomorfas, placas líticas cuadradas y trabajadas en técnicas excisa y pulida;
se representan también motivos geométricos.
Para el Callejón de Huaylas ya se ha descrito la cerámica (sencilla y
elaborada), la escultura lítica (estatuas humanas y losas). Finalmente para Aija, en
la Cordillera Negra; la información sobre cerámica es muy escasa, Wegner reporta
algunos fragmentos de caolín sobre la superficie en los sitios Marcacoto,
Chuchunpunta y Shinincoto (Wegner, 1981: 8). Su escultura lítica está representada
por estatuas humanas del «tipo guerrero» y «tipo mujer» con piernas, brazos y
otros detalles destacados en relieve; mandíbula prominente; portan, por lo general,
maza, escudo y cabeza trofeo, aparecen sentados; hay un énfasis en la decoración
de la cabeza (tocada); no representan nunca los genitales, la parte posterior de la
estatua es muy decorada (cabellos, manta o placa); y losas con diseños en relieve
de felinos con cuerpo de perfil y cara de frente, apareciendo solos, dobles y en
combinación con una figura central humana (Schaedel, 1948b: 66-74)
Estas 3 zonas compartieron un lenguaje artístico similar. Parece que la
cerámica y sus tipos fue una manifestación recurrente, propagándose por el área
de ocupación propuesta líneas arriba (por lo menos hasta donde las investigaciones
han llegado), mientras que la escultura lítica revela diferencias locales.
Durante el trabajo de campo se reconocieron 5 sitios con alguna evidencia
de escultura lítica; el sitio de Eraq Huanca compuesto de grandes piedras paradas,
algunas de las cuales tenían diseños en relieve con motivos zoomorfos (felinos) y
humanos: mujer cargando niño y hombre tocando instrumento musical (informante:
Sra. Mauricia Méndez). En la estancia de Chilca (donde se reconoció el sitio de
Ama) específicamente en la parte alta conocida como Tucuhuain se hallaron
esculturas que fueron trasladadas por el padre Augusto Soriano Infante al Museo
de Huaraz. Asimismo, en el sitio de Rachtapunta se encontraron monolitos que
representan a guerreros, de 1.20 m. de altura en regular estado de conservación.
Posteriormente, éstos fueron trasladados al Colegio Primario Nº 86068 de la
estancia. El sitio de Antajirca, según los datos obtenidos de varios informantes, al
parecer conservaba in situ algunas losas con representaciones de felinos y unas
formas no reportadas en la bibliografía: piedras paradas (huancas) con forma
humana. Actualmente solo quedan losas cuadradas fragmentadas con diseños en
alto relieve de felinos de perfil con los rasgos característicos de: cuerpo arqueado,
cola enroscada hacia arriba y genitales. En Waullac existe una losa muy deteriorada
con dos felinos laterales, cuerpo de perfil, cara de frente y figura humana central:
sería de estilo Huaraz de acuerdo a la clasificación de Schaedel (1948b, p. 74):
Recientemente, durante trabajos de limpieza del sitio, se puso al descubierto una
piedra trabajada conocida como Huanca y una cabeza clava de forma felínica con
colmillos prominentes. Waka Tzaka, que no es precisamente un sitio arqueológico,
sinó un lugar a donde se trasladaron algunas losas talladas, probablemente venidas
desde algún sitio cercano como Pongor, contiene 2 losas con representaciones en
alto relieve de felinos con cuerpo de perfil y cara de frente, con algunas
particularidades como el exagerado relieve de la cabeza (en una de las losas) que
sobresale 10 cm.; ausencia, en un caso, de cola; combinación en una misma losa de
Angélica Alcalde Milla 403

2 felinos; uno mirando de frente y el otro de perfil. Finalmente en Caraz, se


encontraron, fuera de su contexto original, dos cabezas clavas de forma humana
muy realistas.
Estos sitios con escultura lítica ayudan a confirmar lo ya conocido y a
identificar algunas variantes más en cuanto a formas, como por ejemplo, las
huancas; variantes referentes a la posición y detalles de los felinos en las losas. Si
se llegase a verificar la información sobre Eraq Huanca, se tendrían nuevos diseños
en relieve sobre los que no existen referencias escritas.
Analizando los sitios arqueológicos del Intermedio Temprano, desde el punto
de vista de su emplazamiento en el territorio de acuerdo a las características físico-
geográficas (Sistema de Asentamiento), se concluye que preferentemente la gente
eligió ubicaciones en zonas altas, como por ejemplo cumbres de cerros generalmente
de topografía plana. Ejemplos de estos sitios son: Piquipunta, Marcajirca,
Cuchipatac, Balcón de Judas, Maranjirca, Antajirca, Amájirca, Eraq Huanca, Sala
Maché, Amájirca, Oropunta, Gekosh, Roko Pata. Las colinas de los cerros de poca
pendiente constituyeron también espacios utilizados para asentarse: ejemplos de
ello mencionamos a Orojica, Amá, Plazapampa, Roko Amá, Salinas. Hacia el
interior de las quebradas, se ubicaron los sitios:
Queushu, Willcawain, Oshcosh, Huaullac y Cuchipatac. El sitio
arqueológico de Pueblo Viejo es el único ubicado en una terraza fluvial alta, de
topografía plana. Por otra parte, los sitios con arquitectura monumental: Inkawain,
Shanllacoto y Tumshucayco, están emplazados en lo que se conoce como piso de
valle, al igual que el desfigurado sitio de Pumacayán.
Todos ellos están asentados en territorios adyacentes a fuentes de agua
permanente. La distancia al agua desde los sitios es, en realidad, muy corta. Si no
se encuentran cerca a la fuente principal que es el río Santa,lo están a los ríos
tributarios que desembocan al Santa. Inclusive, hay sitios que se ubican cerca a la
confluencia (ver mapa de ubicación de sitios). Cabe destacar que Queushu, ubicado
hacia el interior de la Quebrada Llanganuco, se encuentra relacionada a una laguna
que, por sus características, es de carácter temporal; quizá en tiempos prehispánicos
fue permanente y proveyó de variados recursos a la población, tales como peces,
aves (patos), totora, etc.
El sitio arqueológico Salinas presenta un rasgo característico: su posición
protegida de modo natural. Está ubicado en medio de 2 grandes afloramientos
rocosos de forma alargada a manera de barreras de 300 metros de longitud
aproximadamente. Es el único sitio reconocido de este tipo.La gran mayoría de
sitios se asientan sobre suelos productivos. La excepción la constituyen unos pocos
asentamientos de carácter funerario.
Acerca del hallazgo de 4 puntas líticas, y desechos de talla, especialmente
en los sitios de Marcunjirca y Antajirca y en menor frecuencia en muchos otros
sitios repartidos en el Callejón de Huaylas, surgen algunas interrogantes sobre su
filiación cronológica. En Balcón de Judas, Steven Wegner encontró algunas armas
que asigna al período Precerámico, con una antigüedad entre 6000 y 2000 a.C. Se
desconoce su sustento para tal posición cronológica.
404 Reconocimiento Arqueológico en la cuenca alta del río Santa

Nº DE S ITIO NOMBRE DEL S ITIO DIS TRITO, ES TANCIA PROVINCIA


1 In k a wa in Yu r a qot o Ca ra z
2 S h a n lla c ot o Yu r a c ot o Ca ra z
3 Mis h ir u m i S h ocs h a Ca ra z
4 Tu m s h u ca yc o C r u z Viva Ca ra z
5 S a n An t on io S a n An t on io Ca ra z
6 Sa n J u a n Ce r r o S a n J u a n Ca ra z
7 Ma q u iyoc Ca r á z Ca ra z
8 Qu e u s h u Hu a r ca Yu n ga y
9 Wa n s a k a y (ca m p os a n t o) Yu n ga y
10 S h a s h ip u n t a C er r o C h a p a p u n t a Yu n ga y
11 Hu a n t zu p u Au q u ip a m p a Ca rh u á z
12 H u a r ic ot o Ma r ca r a Ca rh u á z
13 Piqu ip a m p a Yu n ga r Ca rh u á z
14 Willk a wa in Pa r ia Hu a r á z
15 Ma r c a jir ca Ya ct a s h Hu a r á z
16 Pon gor Pon gor Hu a r á z
17 O s h c os h Cu rh u a s Hu a r á z
18 O r ojir ca Pic u p Hu a r á z
19 Ka n a p u n In d ep e n d en c ia Hu a r a z
20 Hu a u lla c An t a ok o Hu a r á z
21 Ba lcón d e J u d a s Ba lcón d e J u d a s Hu a r á z
22 Cu ch ip a t a c C oyllu r Hu a r á z
23 Ma r ca p u n t a Ic h oca Hu a r á z
24 Pu m a c a ya n La S ole d a d Hu a r á z
25 Wa k a Tza k a Qu en u a yoc Hu a r á z
26 Ma r cu n jir ca Ka r a p u cr u Hu a r á z
27 An t a jir ca Q u e ch c a p u Hu a r á z
28 Am a jir ca Q u e ch c a p u b a jo Hu a r á z
29 E r a q Hu a n c a Toc lla Alt o Hu a r á z
30 S a la Ma ch e Cru z p a m p a Hu a r á z
31 Am á Ch ilca Hu a r á z
32 Pla za p a m p a S a n t a C a t a lin a Hu a r á z
33 Am a jir k a S a n t a C a t a lin a Hu a r á z
34 Tu c u p a c h a n S a n t a C a t a lin a Hu a r á z
35 Or op u n t a S a n t a C a t a lin a Hu a r á z
36 Rok o Am a Pa m p a ca n c h a Re cu a y
37 Pu e b lo Vie jo Pu eb lo Viejo Re cu a y
38 G ek os h Tic a p a m p a Re cu a y
39 S a lin a s Tic a p a m p a Re cu a y
40 Ca s t illo p u n t a Ca t a c Re cu a y
41 Rok o Pa t a Ca t a c Re cu a y

Cuadro 1. Sitios arqueológicos reconocidos


405

ANTIGUAS OCUPACIONES
HUMANAS EN CUSPON
Provincia de Bolognesi

ARTURO RUIZ ESTRADA


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
aruizestrada@yahoo.com

INTRODUCCIÓN

Cuspón viene a ser una comunidad enclavada en la cuenca alta del valle de
Pativilca, que ocupa terrenos bastante abruptos desde tiempos antiguos, donde
pese a lo agreste de su geografía conserva importantes restos arqueológicos todavía
estudiados. La necesidad de conocer sus más lejanos antecedentes históricos nos
motivó para efectuar una visita de reconocimiento, valiéndonos de informaciones
de los propios habitantes de la comunidad. De esta manera recorrimos algunos
lugares de su territorio e identificamos varios asentamientos arqueológicos que
evidencian una larga permanencia del hombre andino en esa zona. La mayoría de
los sitios muestran ser de tiempos prehispánicos y sólo en un caso observamos que
estuvo vigente a partir de la presencia hispana en la zona.
Los restos explorados llaman la atención por lo peculiar de sus características
arquitectónicas y por su importancia como documentos materiales únicos para
obtener los conocimientos adecuados sobre el desarrollo humano en dicha
comunidad. En una información anterior tuvimos la oportunidad de dar a conocer
sobre la existencia de quipus vestigiales utilizados en las ceremonias de los
enterramientos humanos actuales, como expresión de la continuidad tradicional
que todavía guardan sus habitantes (Ruiz, 1998).
Cuspón, en realidad, mantiene actualmente muchos de sus rasgos
tradicionales heredados de sus ancestros y tanto por la importancia de su
patrimonio arqueológico como por las costumbres comunales aún vigentes, se
merece poner atención a su desarrollo social e histórico para comprender su
evolución en el contexto de los grupos sociales andinos que poblaron la cuenca del
río Pativilca
Varias informaciones sobre la zona indican la existencia de numerosos
restos arqueológicos que comprenden la provicnia de Bolognesi e incluso se
menciona a los que pertenecen específicamente a la comunidad de Cuspón. En
406 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

ellas se ofrece la relación de los sitios donde aparecen restos antiguos, de modo que
dicha información sirve como dato inicial para verificar su importancia y
antigüedad (Reyes, 2002; Zubieta, 1996, 2002).
Nuestro propósito radica ahora en dar a conocer los vestigios identificados
a fin de que estos datos puedan servir a los futuros trabajos de investigación que se
realicen en la zona. Añadimos algunos reflexiones sobre el poblamiento aborigen
con la intención de aproximarnos al descubrimiento de la historia regional.

AREA DE ESTUDIO

La Comunidad de Cuspón se encuentra ubicada en el distrito de Chiquián,


provincia de Bolognesi, departamento de Ancash. Viene a ser uno de las
comunidades del extremo sur de dicho departamento, situada en los contrafuertes
andinos que descienden de la cordillera de Huayhuash, en la parte alta del río
Pativilca. Este río nace de los desagües del nevado de Tuco y discurre por una
profunda quebrada en cuyas escarpadas laderas se distribuyen varios pueblos
actuales, entre los cuales se encuentran los de Chiquián y Cuspón situados hacia
las partes altas de su margen derecha. En este sector el río toma en nombre de
Aynin. Es entre esta cuenca y la margen izquierda del llamado río Tingo donde se
ubica Cuspón.
El área territorial de la comunidad abarca 65 km2 cuya ubicación geográfica
se halla entre los 10° 10’ 30’’ de latitud sur y 77° 10’ 10’’ de longitud oeste
(Zubieta,1994) En ella predominan los terrenos agrestes de fuerte pendiente y, sin
embargo, esta situación no constituyó un obstáculo para el asentamiento de grupos
sociales prehispánicos, tal como lo demuestra la identificación de varios centros
arqueológicos distribuidos en las franjas ecológicas de su territorio.
El núcleo central del pueblo se ubica en una ladera en declive que desciende
abruptamente hacia la cuenca río Negro cuyas aguas discurren al río Pativilca.
Las casas modernas se distribuyen en forma dispersa a la vera del camino de
herradura que va de Chiquián a Llaclla y entre terrenos de cultivo, de tal manera
que no muestra el ordenamiento colonial tradicional de otros asentamientos andinos
del Perú. Esta situación fue el resultado de su ocupación post colonial, por cuanto
sus ocupantes residieron primero en el pueblo hispano colonial de San Luis de
Matara, el cual es definitivamente de fundación española y estaba situado a mayor
altura que el actual pueblo de Cuspón.
Actualmente los habitantes de la comunidad se dedican fundamentalmente
a las tareas agrícolas y la explotación ganadera en pequeña escala. Cultivan el
maíz, la papa y otros tubérculos andinos, además de algunos granos que
introdujeron los españoles a partir del Siglo XVI como el trigo y la cebada. Pese a lo
agreste de su territorio, se aprecia que los saben utilizar para conservar los
principales medios de subsistencia. Esta situación debió ocurrir también en tiempos
antiguos y es por eso que aún se conservan numeroso testimonios arqueológicos
como resultado de las posibilidades geográficas y climáticas que ofrecía el medio
como atractivo de las antiguas ocupaciones humanas (Fig. 1).
Arturo Ruiz Estrada 407

Fig. 1 Mapa de Ubicación del área de Cuspón


408 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

EXPLORACIONES

Las exploraciones tuvieron su inicio en el mismo pueblo y su entorno inmediato,


las mismas que, en un segundo momento, se ampliaron hacia las laderas y altas
cumbres que rodean al pueblo de Cuspón. Durante nuestro recorrido tuvimos la
compañía constante del magíster Filomeno Zubieta Núñez, quien por ser natural
de ese lugar nos brindó su apoyo para el cumplimiento de los objetivos de nuestra
visita, justamente con el afán de comprender en mayor profundidad la historia de
su comunidad.
En el núcleo de la misma población de Cuspón no hemos podido identificar
huellas de asentamientos antiguos. Es más bien en sus alrededores donde pudimos
localizar, por lo menos, dos sitios con claras evidencias de ocupación arqueológica.
Ellos son el sitio de Hualtuyoc y el de Incatanan. De otro lado, en las alturas de
Cuspón, especialmente en las cumbres del lado este identificamos varios
asentamientos que de acuerdo a sus características arquitectónicas revelan
corresponder a lugares con ocupación preincaica y uno de ellos de clara filiación
hispana. Entre algunos de esos sitios tenemos a los de Piruro, Quishuarmarca,
Huiquismarca, Jarpa y Matara.
El trabajo que efectuamos consistió solamente en recorrer a pie los sitios
identificados donde anotamos los rasgos más saltantes de los restos observados y
los detalles del ambiente en el cual estaban emplazados. En ningún caso hicimos
excavaciones, tarea que evidentemente requiere un mayor tiempo de permanencia.
Asimismo, evitamos recoger restos de cerámica de la superficie de cada sitio,
actividad que es necesario efectuar en una próxima exploración para obtener
mayores datos sobre la historia de ellos. Por esta razón la información que ofrecemos
se basa fundamentalmente en la observación de los restos arquitectónicos y del
ambiente en el cual se encuentran..
Además, queremos puntualizar que la identificación realizada no abarcó
todos los yacimientos de la zona si no sólo aquellos ubicados en lugares con mayores
facilidades de acceso a partir de nuestra base de operaciones en pueblo de Cuspón.

RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE LA PARTE BAJA

Se trata de restos que están ubicados a inmediaciones del pueblo de Cuspón y son
de fácil acceso, pudiéndose llegar a ellos mediante el camino que cruza la población
en dirección sur. Uno de ellos se denomina Hualtuyoc y el otro Incatanan.

Hualtuyoc

Se trata de un montículo de forma piramidal no muy extenso construido a base de


muros de contención, los cuales aparecen en buena parte cubiertos por una
vegetación de arbustos que, al mismo tiempo, impide formarse una idea cabal del
monumento. Está localizado al lado sur-este del pueblo. En la cima del sitio se ven
restos de una plataforma que contiene una estructura rectangular. Esa plataforma
Arturo Ruiz Estrada 409

en su lado oeste alcanza 2.50 m. de altura en tanto que la estructura mide 2.30 m. de
ancho por 7.20 m. de largo. Los materiales utilizados para la construcción fueron
la piedra y el barro. Los bloques de los paramentos han sido labrados toscamente
y adoptan formas irregulares, pero muestran la faceta plana hacia el exterior. A
falta de otros restos, como la cerámica por ejemplo, que pudiera apoyarnos para
señalar la antigüedad que tiene y la cultura a la cual pertenece, no podemos, por
ahora, ofrecer con seguridad la cronología que le corresponde. Pero, sin embargo,
pensamos que se trata de un sitio importante por la morfología arquitectónica que
presenta la cual difiere del resto de monumentos reconocidos y por su ubicación,
pues justamente se encuentra junto al pueblo de Cuspón, en la parte baja y no en
las altas cumbres que lo rodean, donde, por lo común se erigieron la mayoría de
poblaciones prehispánicas de la región.
De acuerdo a lo expresado, podemos decir que estamos frente a un
monumento bastante antiguo, tal vez perteneciente a tiempos del Formativo Andino
u Horizonte Temprano, si consideramos su composición arquitectónica y si tenemos
en cuenta su ubicación en la cuenca alta del valle de Pativilca, ruta de comunicación
con la cuenca del río Mosna donde se encuentra Chavín de Huantar. Pero tampoco
podemos descartar, si es que cronológicamente correspondiese al Horizonte
Temprano, su vinculación a muchos centros con restos de montículos piramidales
del curso inferior del Pativilca. En todo caso, un examen del sitio, que implique
exploraciones más detenidas con excavaciones en las estructuras, revelará la
verdadera naturaleza y la antigüedad de Hualtuyoc.

Incatunan

Es también un asentamiento edificado en base a la utilización de materiales de


piedra y barro, pero que muestra varias estructuras de planta rectangular en
medio de terrenos de cultivo. Y, aunque no pudimos observar el estilo de la cerámica
de superficie, fue el nombre del sitio, la distribución de las estructuras y la forma de
la planta de los edificios, lo que nos hace presumir que se trata de una ocupación
de tiempos incaicos. Si esto es así, posiblemente fue un tambo o un discreto centro
administrativo en la ruta a la sierra del norte, en dirección a la localidad de Recuay,
antes de llegar al tambo de Lampas. El sitio de Lampas se halla ubicado entre el
vecino pueblo de Roca y el de Cuspón, en un lugar situado al sur de la propia
Pampa de Lampas donde se encuentra la laguna de Conococha. El tambo de Lampas
todavía conserva restos de estructuras rectangulares cuya factura arquitectónica,
si bien rústica, revela la función y antigüedad que tiene. Incatanan se ubica al sur
de Cuspón, muy próximo al camino que desciende a Llaclla en cuyas inmediaciones
estaba emplazado el antiguo tambo de Cussi. Esta información nos autoriza para
proponer que Incatanan era un establecimiento enlazado a los tambos que se habían
erigido a lo largo de la ruta del camino que usaron los incas en sus desplazamientos
a lo largo de la cuenca del río Pativilca y se unía con la provincia de Cajatambo.
Incatanan, en el idioma quechua local tiene la significación de «donde se asienta el
Inca», lo cual apoya, en cierta manera la función y la antigüedad que le asignamos.
410 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE LA PARTE ALTA

Utilizando el camino que se dirige a Chiquián, nos encaminamos a las partes altas
de Cuspón, zona donde logramos identificar varios establecimientos antiguos.
Entre ellos podemos mencionar a Pumatian, Matara, Piruro, Quishuarmarca,
Huiquismarca y Huishra.

Pumatian

Constituye un sitio con buena cantidad de andenerías bien conservadas ubicado


en una ladera al pie del farallón rocoso denominado Escalón, cerca del camino que
se dirige de Cuspón hacia el pueblo de Chiquián, antes de la zona de Matara.

Matara

Se trata de un establecimiento cuyo trazo arquitectónico revela claramente su origen


colonial hispano. Ocupa una pequeña llanura junto al camino que va de Cuspón
a Chiquián. Una maraña vegetal de arbustos y espinos cubre la mayoría de las
edificaciones, pero se observa una gran plaza rectangular rodeada de típicos solares
hispanos hechos de piedra, algunos de ellos con corrales adyacentes. A un costado
hacia el lado norte de la plaza, puede distinguirse los restos de la iglesia en un
gran espacio murado con un amplio atrio y su respectivo vano de acceso. Junto a la
iglesia se encuentra la torre exenta de planta cuadrangular cuyos muros se
conservan hasta unos 4.00 m. de altura y en el centro de la plaza se erige una
pequeña estructura rectangular destinada a la peana. Los solares han sido
levantados a base de piedras unidas con barro y todavía algunos muros revelan
vanos de acceso y paredes para soportar techos a dos aguas. Algunos paredes
alcanzan una altura de 4.00 a 5.00 m. (Foto 1).
De acuerdo a la información de manuscritos de tiempos coloniales la iglesia
de Matara se habría construido en el siglo XVII bajo la advocación de San Luis. Se
ignora los motivos por los que Matara fue abandonado, pero muchos pobladores
actuales de Cuspón, comentan que la urbe se destruyó a consecuencia de la
migración de sus ocupantes por haber sido atacados por una fuerte peste a la que
denominación Pisana María, la cual asoló el pueblo hasta dejarla sin un solo
habitante.
Hasta el presente Matara viene a ser un excepcional resto arqueológico de
la época colonial en la zona de Cuspón. Es indudable que su investigación dará
muchas luces para conocer sobre el poblamiento hispano de la zona de Chiquián,
pues al parecer Matara se habría erigido en un sitio donde no hubo un asentamiento
prehispánico, pero si muy cercano a lugares con ocupación regional nativa.
Arturo Ruiz Estrada 411

Foto 1. Plaza Principal del pueblo colonial de Matara

Guguecruz

Son restos de edificaciones construidas de piedra ubicadas al lado este del pueblo
antiguo de Matara, justo a poca distancia y a la altura del pueblo nuevo de Matara.
Se observan estructuras rectangulares angostas techadas con grandes lajas de
piedra, cuyo ancho no excede 1.50 m., unidas a estructuras circulares que no tienen
más de 5.0 m. de diámetro.

Cashash

Es otro conjunto arqueológico pequeño, cercano al antiguo pueblo colonial de


Matara, ubicado hacia el lado sur. Se encuentra cubierto de malezas que no permite
distinguir la naturaleza de los vestigios, pero se nota claramente varios muros que
integran recintos rectangulares.

Piruro

Conocido también localmente con el nombre de Pirurocorral, situado sobre un


farallón rocoso denominado como Escalón al sur de Matara. Constituye una
pequeña colina rodeada de murallas que vista desde lo alto aparece como una
412 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

elevación provista de una serie de círculos distribuidos en forma concéntrica. Para


su construcción se utilizó la piedra rústica unida con barro, obtenidos de las
inmediaciones del sitio. Por la forma que presenta debió haber cumplido funciones
destinadas a la defensa. De manera general la disposición de las murallas nos
hace recordar al sitio fortificado de Picuto, cerca de Chavín de Huantar, en la

Foto 2. Sitio arqueolólogico de Piruro-corral rodeado de murallas de carácter defensivo

cuenca del valle de Mosna. Aproximadamente son seis las murallas que se
distribuyen desde la base hasta la cima de la colina (Foto 2).

Huiquismarca

Se ubica en un alto cerro al este del pueblo de Cuspón donde se observa la presencia
de grandes murallas que se escalonan hasta la cumbre. Conserva anchas murallas
y parapetos. En la muralla más baja se distingue un vano con su dintel intacto y en
la cumbre aparecen recintos rectangulares así como en algunos sectores entre las
mismas murallas. Hacia el lado sur del sitio no se observan muros sino un terreno
pedregoso que prácticamente ofrece una defensa natural. La cumbre es alargada
que alcanza unos 300 m. o 400 m. pero tiene un ancho sumamente angosto de unos
12 m. Las murallas fueron levantadas utilizando material de piedras toscas unidas
con barro, las cuales fueron obtenidas en la misma zona. Para darle solidez a los
muros acondicionaron grandes bloques de piedra en la base y otros de menor
tamaño en los tramos superiores. Si bien se puede distinguir la naturaleza de las
edificaciones, gran parte de ellas se encuentran en mal estado de conservación. La
Arturo Ruiz Estrada 413

De este lugar, se observa muy nítidamente la cuenca del río Pativilca o río Grande
y las quebradas de Tingo, Raquia y Puscayan así como un amplio panorama que
incluye los pueblos ubicados hacia ambas márgenes del rio Pataivilca hasta Raján
Viejo y las cumbres que dan paso al pueblos de Ocros.. Las características que
presenta sugiere habérsela destinado a cumplir funciones estratégicas de defensa.
Siguiendo la cumbre, pero a menor altura, se encuentra el sitio de Canlishpata
donde se aprecian también murallas y recintos rectangulares, que comprende un
sector aledaño al de Huiquismarca.

Quishuarmarca

Constituye una ladera de fuerte pendiente en cuyo sector oeste se distribuyen varias
edificaciones de planta rectangular erigidas sobre altas plataformas . El lado este
da a un profundo abismo que cae al río Pativilca. La existencia de muchos
derrumbes impide apreciar sus características y el número de estructuras existentes,
pero podemos decir que viene a ser un complejo no muy extenso. El material usado
para las construcciones es la piedra obtenida del propio cerro. De acuerdo a la
forma agrupada de los vestigios podemos hablar de un asentamiento destinado a
la vivienda, protegido por abismos y laderas muy abruptas. En el abismo del lado

Foto 3. Detalle de muralla en el sitio de Quishuarmarca


414 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

oeste destaca una estructura tipo mausoleo con un pequeño vano de acceso, al
parecer destinado a la conservación de los restos humanos (Foto 3).

Huishra

Este lugar se distingue por que aparte de la presencia de varias estructuras


rectangulares en la parte central y baja del sitio, se aprecian numerosas andenerías
levantadas con piedra y barro a lo largo de una ladera que de acuerdo a los sectores
que tiene recibe los nombres de Pumatian, Huishra y Quino.. Sus características
revelan la función eminentemente agrícola que tuvo de tal manera que entre los
restos identificados hasta el presente es el único con tales rasgos. Actualmente se
encuentra abandonada y cubierta por arbustos e ichu por lo cual es aprovechada
solamente como pastizales para el ganado de los habitantes de Cuspón.

Otros Yacimientos

Aparte de los vestigios mencionados existen otros conjuntos localizados dentro de


la jurisdicción de Cuspón, a los cuales no hemos llegado, como por ejemplo a los
sitios de Puscanhuaro y Sapusapu , de los cuales hemos recibido únicamente
información verbal de los campesinos. Son lugares con restos de construcciones
con claras huellas de ser de origen prehispánico, pero de ellos no se ha hecho
estudio alguno.

IMPORTANCIA DEL PATRIMONIO CULTURAL DE CUSPON

De acuerdo a la información obtenida de la observación de los restos arqueológicos


visitados podemos afirmar que la zona de Cuspón conserva un importante acervo
material dejado por los ancestros de los actuales habitantes de la comunidad. Su
presencia confirma que antes de la ocupación española, el territorio de Cuspón, ya
había sido poblado por grupos sociales de origen andino, vinculados a las
comunidades prehispánicas altoandinas de Cajatambo, de los valles del Santa y
del Mosna, como también a las cuencas del mismo Pativilca, Fortaleza, Supe y
Huaura, lugares donde se encuentran, de modo general, estructuras arquitectónicas
de similares características, ubicadas en territorios que comprenden la zona
quechua hasta la zona de puna .
Existen en el área de Chiquián-Cuspón muchos otros lugares arqueológicos
a los cuales no pudimos tener acceso, pero si tenemos en cuenta los sitios que aquí
mencionamos, nos permitimos opinar que a nivel de la provincia de Bolognesi,
destaca Cuspón por exhibir una buena cantidad de restos que hablan de un denso
poblamiento en tiempos antiguos el cual puede superara a la situación demográfica
que se observa actualmente.
Si bien no se han identificado todavía testimonios de sociedades que
precedieron al período Intermedio Tardío, es posible que los territorios de Cuspon
Arturo Ruiz Estrada 415

hayan sido el escenario de ocupaciones humanas bastante antiguas si tenemos en


cuenta su proximidad a las pampas de Lampas y los refugios de Lauricocha,
lugares donde, hace algunos años, se han descubierto huellas materiales de grupos
de cazadores y recolectores del período Arcaico. Es posible también que existan
restos vinculados a las sociedades posteriores a este período, esto es, del Formativo
al Horizonte Medio, pero será sòlo la ejecución de nuevas investigaciones en la
zona las que esclarecerán, mediante excavaciones in situ y exploraciones más
amplias, la realidad de tales ocupaciones
En cambio, la naturaleza de los vestigios que hemos identificado en la zona
de Cuspón nos hace pensar, para el caso de los asentamientos prehispánicos, que
sus habitantes constituyeron comunidades sedentarias cuyo sustento estuvo ligado
a la explotación agrícola y ganadera. La presencia de las andenerías y los pastizales
indican tales actividades. Pero también el hecho de existir lugares como Piruro y
Quishuarmarca nos revela la preocupación que tuvieron sus antiguos pobladores
para defender sus territorios, motivo por el cual ellos erigieron sitios amurallados
en las partes altas de la comarca bajo su control. Incluso el asentamiento de
Huiquismarca, construido en una alta montaña, sugiere que su fundación obedeció
a razones estratégicas de defensa. Todo ello indica, en resumen, que los grupos
humanos de Cuspón prehispánico debieron haber mantenido conflictos con otros
grupos vecinos, habiéndose producido situaciones de tensión social en
determinado momento de su historia. Los sitios amurallados de Piruro y
Quishuarmarca pueden tener relación, por la naturaleza de su configuración
arquitectónica, con algunos restos, en cierta manera casi similares, de la zona
costeña como Chimu Capac (valle de Supe), Acaray y Cerro Colorado (Valle de
Huaura), Ancón y el mismo sitio fortificado de Picuto del valle del Mosna. Esta
situación nos lleva a opinar que fueron construidos muy probablemente en una
época en la cual se definieron los estados regionales antes de la conquista incaica.
Por esa razón, la ocupación humana más antigua de la comunidad está
representado por los asentamientos de Piruro, Quishuarmarca, Huiquismarca y
Huishra para los cuales estimamos que estuvieron vigentes durante el período
Intermedio Tardío entre los siglos X al XV después de Cristo. El sitio de Hualtuyoc
constituye todavía un enigma pero bien puede corresponder a tiempos del Horizonte
Temprano . Esta afirmación es totalmente hipotética, la cual será ratificada o
corregida cuando se haga en ella investigaciones de mayor alcance. El período
final de la evolución de las sociedades andinas en Cuspón está representado por el
sitio arqueológico de Incatanan, cuya arquitectura responde a un tipo de instalación
incaica, cuando el Imperio del Tahuantinsuyo avanzó desde el Cusco a la conquista
de los territorios de la Sierra Norte del Perú. Los gobernantes quechuas habrían
sido los responsables de la instalación de un pequeño tambo o centro administrativo
en Incatanan para controlar a los grupos nativos de Cuspón y a otros de la zona de
Chiquián, como una de las formas de la práctica de su política exterior con respecto
a los pueblos sometidos a su dominio.
Algo que todavía no tenemos claro es la naturaleza y significado de los
sitios de Geguecruz y Cashash, sobre los cuales se hace necesario emprender una
mayor y más detenida exploración e investigación. No obstante ser construcciones
416 Antiguas ocupaciones humanas en Cuspon, provincia de Bolognesi

de piedra, edificadas con materiales y técnica similar al resto de asentamientos


nativos, es imposible por ahora ofrecer conclusiones sobre la función y antigüedad
que tuvieron.
Para el caso de la ocupación española, tenemos la presencia de un buen
ejemplo que se evidencia en los restos arqueológicos de San Luis de Matara, cuya
traza urbana revela indiscutiblemente su carácter de enclave colonial. Como en
otras regiones de los Andes, el poder hispano instaló pueblos construidos bajo los
cánones arquitectónicos del siglo XVI, con la finalidad de concentrar a los ayllus
nativos en reducciones que les permitían tener bajo su control la mano de obra
local y el abastecimiento para la supervivencia. Es a esta condición que respondió
la fundación de Matara, la cual al parecer fue de duración efímera, porque cuando
se produjo el despoblamiento de los ayllus nativos, ocurrió también su ruina, como
consecuencia de la desarticulación de las vinculaciones económicas con dichos
ayllus. El estudio de sus instalaciones, hoy cubiertas por la maleza, mostrará su
real distribución arquitectónica y las funciones de una urbe hispana casi intacta
en los Andes.
Los restos identificados, todavía no totalmente investigados, requieren de
estudios más amplios, tarea que permitirá lograr conocimientos más certeros de la
historia comunal. Dichos estudios son necesarios para posteriormente emprender
tareas de conservación con el objetivo de mostrar al mundo los logros tecnológicos
a los que llegaron los antiguos habitantes de Cuspón antes del arribo de los
españoles. E incluso el develamiento de la naturaleza e historia de tales monumentos
contribuirá al esclarecimiento del origen y desarrollo de las poblaciones humanas
que habitaron Chiquián y toda la provincia de Bolognesi. La instalación de un
Museo en la comunidad servirá para explicar científicamente el proceso social y
económico así como el rol que le tocó cumplir a Cuspón en el desarrollo de la
civilización andina.
417

CERRO
CASTILLO
Un Asentamiento del Intermedio
Tardío en la Provincia de Huari

NOEMÍ ORTIZ CASTILLO


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
athalia2@yahoo.com

INTRODUCCIÓN

El asentamiento de Cerro Castillo se encuentra ubicado dentro del anexo de


Paricancha, distrito de Uco, provincias de Huari, departamento de Ancash, a 4000
m.s.n.m., en la margen derecha del río Puchca y margen izquierda del río Marañón.
El valle del Marañón presenta una marcada diferenciación edáfica,
cambiando de clima en este descenso desde el frígido de la jalca, pasando por el
templado de la quechua hasta el cálido de la yunga. (Fig. 1)
El Río Puchka nace del nevado de Tuko en la Cordillera Blanca. En su trayecto
recibe pequeños afluentes, tales como el Chalwayaku, Yurasyaku, Huachecsa y
otros de menor caudal, para luego desembocar en el río Marañón, a una altitud
aproximada de 2000 m. Este río forma un estrecho valle, casi paralelo al Callejón
de Huaylas. Entre ambos se levanta la Cordillera Blanca. El río Puchka es de curso
irregular muy tortuoso y ensordecedor por los frecuentes saltas y caídas que produce
a través de su estrecho cauce, debido al horizonte estrecho que hay en la región,
tanto por la riqueza minera como por la agrícola. En las contrafuertes de ambos
lados del Puchka existen manifestaciones de explotación minera, como es el caso
de Antamina.
El valle del Puchka produce, entre otras cosas: alfalfa, maíz, trigo, papa y
variedades de frutas como las chirimoyas y las naranjas que son de excelente
calidad.
Las conclusiones que presentamos son de carácter preliminar debido a las
limitaciones de nuestra investigación, que, en un futuro, esperamos continuarla.
418 Cerro Castillo: Un sitio del Intermedio Tardío en Huari

Uco

Cerro
Castillo
Río Huaritambo

Huacachi
Pontó
Cajay

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HUARI o

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San Marcos
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PROYECTO
IN V EN T A RIO D E LO S
R ío

SIT IO S A RQ U EOLO GICO S


D E LA PRO VIN CIA D E H U A RI

Chavín de Huántar
Mapa de Ubicación de Cerro Castillo
Noemí Ortiz Castillo 419

ORGANIZACIÓN ESPACIAL INTERNA DEL


ASENTAMIENTO CERRO CASTILLO

La denominación de un sector se da en el asentamiento de Cerro de Castillo por sus


diferencias morfológicas y por su ubicación topográfica. Los accidentes en el relieve
territorial, como una planicie, pueden constituir un nuevo sector.
Estos habitantes asocian diferentes elementos arquitectónicos con áreas
específicas del terreno. Es así que, Cerro Castillo presenta áreas diferenciadas que
han sido designadas como Sectores porque manifiestan características propias en
su distribución espacial:
El Sector I: Está ubicado sobre una planicie. Es un área diferente a las demás
porque presenta una distribución arquitectónica planificada a través de sus muros,
plazas, habitaciones y plataformas.
El Sector II o doméstico: Ubicado al sur del Sector I, en la ladera del Cerro, se
caracteriza por presentar estructuras de forma circular, sin orden y aglutinadas
sobre terrazas artificiales construidas irregularmente.
El Sector III o de las cuevas o de los abrigos rocosos en pendientes casi inaccesibles.
El Sector IV corresponde a la parte inferior del conjunto y representa el sector
agrícola, protegido de los vientos.

Sector I

El Sector I corresponde a la estructura principal, por su conformación interna con


un conjunto de unidades homogéneas y diferentes pero que, sin embargo, guardan
una estrecha relación entre ellas. Presenta una configuración interna con todas
sus partes interrelacionadas conformando un ente organizado, el cual no se observa
en otras áreas (Fig. 2).
Este sector fue denominado Estructura Principal por dos razones:
1) porque es el centro alrededor del cual se asientan las terrazas de cultivo y las
estructuras circulares adyacentes en las laderas del cerro y,
2) porque presenta la asociación de diferentes elementos arquitectónicos:
plataformas, escalinatas, muros, estructuras cuadrangulares, columnas, que no se
vuelven a repetir en el área de irradiación del asentamiento.
La estructura principal está conformada por una plataforma de
aproximadamente 60 x 50 m. y una altura sobre el nivel del terreno en su parte más
elevada de 3.30 m. que se yergue en forma natural, sobre un montículo. Sobre ésta se
sitúa la plaza y las estructuras cuadrangulares en la parte superior. Asimismo, en la
parte inferior de la plaza se encuentra una estructura cuadrangular con escalinata
que daba acceso tanto a la plaza como a las terrazas de cultivo.
La Plaza, que se encuentra sobre la plataforma o el montículo de formación
natural, se halla en la parte inferior de las estructuras cuadrangulares y mide
aproximadamente 40 x 50 m. Se encuentra levemente hundida unos 50 cm., bajo el
nivel del piso de la plataforma. El piso de la plaza no presenta un tratamiento
420 Cerro Castillo: Un sitio del Intermedio Tardío en Huari

Fig. 2 Plano del sector I de Cerro Castillo


Noemí Ortiz Castillo 421

especial sobre la superficie (apisonado). Hay evidencias de huaqueo y de otras


actividades practicadas dentro del recinto de la plaza, pues se observan
amontonamientos de rocas y de otros materiales constructivos.
La plaza presenta una configuración poligonal pero que, a simple vista, se
asemeja a un recinto circular. En la parte inferior se encuentra una estructura
cuadrangular hecha de lajas de roca esquisto y caliza. Una sección del muro estuvo
derruida, razón por la cual fue reconstruida, perdiendo así sus elementos
característicos. Alrededor de esta plaza se encuentran los canales subterráneos,
cuyas dimensiones de la bocatoma varían de 30 cm. a 50 cm.
Estas estructuras subterráneas son pozos cavados que se interconectan unos
con otros, los cuales están revestidos internamente por lajas de piedras. Su
profundidad está a 30 cm. de la superficie del terreno.
Las Estructuras Cuadrangulares están compuestas por cuatro recintos o
unidades, con un cuerpo central y dos laterales. El recinto principal se encuentra
mirando hacia el norte, en la parte superior de la plaza. Este recinto se compone de
tres salas que se interconectan entre sí mediante accesos:
El Primer Salón tiene una longitud de 13.5 m. x 1.65. Esta estructura tiene
una forma rectangular, presumiblemente tuvo dos plantas, ya que el techo del
primer piso aún se observa, aunque recubierto por la vegetación y restos de muros
caídos. Este techo estaba recubierto con lajas superpuestas y revestidas con
argamasa de arcilla mezclada con cuarzo que recuerda a la técnica constructiva de
la falsa bóveda. Los muros que la componen tienen una altura actual de 4 m. pero
anteriormente, tendrían de 6 a 8 m. de altura. Son los muros mejor conservados y
presentan un espesor de 0.8 cm. Los muros laterales fueron fortificados con
argamasa o morillo que enlazados por las vigas de las lajas pueden elevarse a
suficiente altura para obtener máxima estabilidad y funcionalidad. La mampostería
era ordinaria, con berrugadas y aparejada por hileras irregulares. Las esquinas
muestran el entramado de tipo blocar: ésta técnica consiste en que los aparejos se
forman empleando lajas planas yuxtapuestas, cuyos espacios internos son
rellenados con piedras menudas dispuestas en hileras horizontales, lográndose
en algunos casos, tramas isodómicas.
El Segundo Salón tiene de dimensiones: 13.5 x 10.5 m. Es de forma
cuadrangular y tiene dos accesos, uno en la parte central y otro en el lado derecho.
Tiene la particularidad de contar con dos columnas a cada lado del acceso principal
(Foto 1). Estas columnas forman un solo bloque de material pétreo, tal vez se trate
de roca caliza, tienen una altura de 3 m. y un grosor de 0.8 m. Ambas se encuentran
separadas entre sí por unos 5 m., no se pudo encontrar el dintel de estas columnas
(Foto 2). Los muros que conforman este segundo salón son del mismo material
pétreo que las columnas y están cortados de un solo bloque, tienen una longitud de
3.03 m. y un grosor de 0.6 m. Este es el salón o habitación más amplio del recinto
principal. La presencia de estas columnas le da un carácter especial a este recinto.
El Tercer Salón desemboca en un amplio acceso enmarcado por dos colum-
nas a cada lado. Está compuesta de dos habitaciones, una de forma cuadrangular,
que tiene 7.70 x 6.45 m. y la otra habitación, es de forma rectangular, más angosta,
con 1.30 m. de ancho y con acceso hacia la habitación más amplia. Este salón
422 Cerro Castillo: Un sitio del Intermedio Tardío en Huari

Foto 1. Vista Panorámica del Sector I de Cerro Castillo

Foto 2. Vista de las Columnas que se encuentran en la entrada del segundo salón en el sector I.
Noemí Ortiz Castillo 423

presenta un acceso con escalera hacia el cuarto del salón o habitación. Probable-
mente este sector fue ocupado por una elite administrativa y los salones de la es-
tructura principal cumplieron una función religiosa debido a sus componentes
constructivos, al igual que los Salones ordenados unos tras otros y con accesos en la
misma dirección u orientación, presentando escaleras, columnas, para llegar, por
último, a una estructura rectangular que pudo servir de altar.

Sector II

El Sector II corresponde al área ubicada sobre una extensa ladera que se extiende
horizontalmente, localizada al sur-este y oeste de la estructura principal o Sector I.
Presenta características en sus unidades arquitectónicas que lo hace diferente a los
demás espacios o sectores.
He definido a las áreas circulares como posibles recintos o zonas
habitacionales y de almacenamiento porque su tecnología constructiva y morfología
difiere notablemente de las estructuras cuadrangulares del sector I. Este sector está
ubicado al sur de la estructura principal del sector I. Comprende una ladera extensa
de unos 200 m. de largo y unos 100 m. de ancho.
Las Estructuras Circulares son un componente de este sector, las cuales
representan el área residencial o doméstica. Se extienden a lo largo de las laderas,
siendo notablemente uniformes en su construcción. Sus diámetros varían entre 4 y
6 m (Fig. 3). Los muros son invariablemente de mampostería tipo pirka, a menudo
tienen una superficie regular y ocasionalmente tienen secciones toscamente
alineadas. Los anchos de los muros están todos muy cerca de 0.6.m. Las habitaciones
están divididas mediante tabiques, presentando en su interior hornacinas
cuadrangulares hechas con bloques regulares y mejor seleccionados. Los techos
fueron presumiblemente cónicos, de tipo choza, hechos de material perecedero.
Estas casas circulares se encuentran usualmente en pares, una frente a otra, sobre
una terraza artificial, en un terreno irregular. Cada una pareciera formar una unidad
de algún tipo. Los componentes de los muros están ceñidos por un tipo especial de
rocas talconadas y calizas que muestran prominencias por el desgaste de otras que
son de esquistos; en cambio, los de argamasa empleada de arcilla y cal, le otorgan
un armazón muy sólido. En el interior de estas estructuras se encontró muy poca
cantidad de fragmentos de cerámica con evidencias de hollín.
Las Terrazas Artificiales, son otros componente de este sector. Es el elemento
horizontal de éste y se encuentran frente a los recintos circulares. Estas terrazas
son artificiales e irregulares creando un patio delante de la casa. Estas terrazas
formaban muros de circunvalación y perimetrales, demostrando tener una función
definitoria del espacio. Este uso extensivo de muros de contención, sirve tanto de
soporte a los cimientos de las casa como para producir espacios planos para otros
usos. La extensión de estas terrazas variaba entre 1 a 2 metros.
Las Estructuras circulares menores presentan diámetros entre 3 y 4 metros.
Su reducido espacio no le permite ser un lugar propicio para servir de vivienda.
Éstas, aisladas a un lado de las viviendas circulares orientadas hacia el oeste, han
424 Cerro Castillo: Un sitio del Intermedio Tardío en Huari

Fig. 3 Vista de las estructuras circulares en el Sector III de Cerro Castillo

sido tradicionalmente interpretadas como edificios de almacenamiento o colcas


(Morris, 1981). Dentro de este almacenamiento, en lo que respecta al Sector II, existen
estas estructuras, la mayor parte edificadas en las faldas de los cerros. Estas
estructuras están todas destruidas pudiéndose observar sólo las bases. La alfarería
encontrada en estos recintos es escasa, aunque se observó presencia de restos
malacológicos y tubérculos.

Sector III

Se ubica en la cima del cerro, en la cumbre de mayor altura, bordeando los


precipicios. Está conformado por grutas y abrigos rocosos que contenían entierros
colectivos, en pendientes casi inaccesibles. Los accesos a estas pequeñas cuevas y
abrigos habían sido cerrados con muros de mampostería en algunos casos y, en la
mayoría de ellos, por rocas de grandes dimensiones. Al interior de éstos se hallan
restos óseos, en desorden, y algunos restos de tejidos. La mayoría de los recintos
han sido huaqueados.
El diámetro de estos recintos varía entre 2 y 1.5 m. de profundidad al interior
y una altura de 1.50 m. Debido a lo accidentado del terreno y a la peligrosa
pendiente, como a los fuertes vientos que soplan en dicha área (estaría a unos
4.100 m.s.n.m.) no se pudo hacer una descripción muy detallada ni levantar un
plano topográfico de estos recintos.
Sector IV
Noemí Ortiz Castillo 425

Ubicado en la parte inferior y alrededor de la Estructura Principal, formando terrazas


de cultivo. Tiene como elementos constitutivos acueductos subterráneos que
aparecen alrededor del Sector Principal o Sector I, consistente en canales cavados
bajo la superficie, pero que estaban intercomunicados unos con otros. Estos canales,
cuyas bocatomas están recubiertas por la maleza, están revestidos con lajas de
piedra, constituyendo una técnica ingeniosa para su conservación, evitando
erosiones de las corrientes de agua y derrumbes.
Estos canales o acueductos vierten sus aguas a los puquios o manantiales
que se encuentran en las depresiones de las altas mesetas como afloraciones
líquidas. Hoy en día, muchas de ellas están secas y no contienen agua pero, en
época de lluvia (noviembre-abril) se surten de agua, pudiendo regar campos de
cultivo que, en la actualidad, existen dentro del asentamiento.
Estas pequeñas acequias probablemente se desprendieron de un canal principal
y se hallan distribuidos alrededor de la plaza, en los contornos de las terrazas de
cultivo, permitiendo la circulación del agua de sur a norte y de este a oeste.

ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

La función del Sector I o Estructura Principal fue de carácter administrativo-


ceremonial debido a lo muy elaborado de sus estructuras, distribuidas sobre la
plataforma natural. El conjunto se halla constituido por una gran plaza y una
estructura central, con dos cuerpos laterales, cuyos ambientes exteriores están
circundados por huancas, especies de obeliscos de unos 3 metros de altura y, los
ambientes interiores, son habitaciones que se suceden contiguamente hasta llegar
a una estructura rectangular desde cuyo centro sale una escalera, infiriéndose la
estructura como una especie de altar. Estos edificios elaborados presentan delante
de su fachada espacios cuadrangulares, delimitados por muros, los cuales estaban
ligados a actividades ceremoniales (Bonnier, 1981; Flornoy, 1955, 1963).
La presencia de una plaza de forma irregular le da una connotación
imponente. Esta explanada moldeada según la configuración del terreno, pudo
tener una función pública como punto de reunión de los habitantes del asentamiento
o donde se celebraban las ceremonias, rituales. Su ubicación es estratégica, pues
de ésta se domina toda la cadena de cerros que la rodea, así como a los pueblos
situados sobre ellos. Los espacios cuadrangulares, que se hallan a ambos lados del
recinto principal, pudieron haber servido de vivienda a la elite del asentamiento.
Las habitaciones de estas estructuras presentan hornacinas y están mejor
elaboradas que las viviendas del sector II. La cerámica encontrada es de pasta más
fina.
En el Sector II aparecen estructuras circulares situadas sobre las laderas.
Otro elemento asociado a estas estructuras son las terrazas artificiales que servían
como muro de contención a los muros de las viviendas, ubicados en la parte inferior
y además, creaban un espacio plano delante de ellas (las que servían de patio y
pasadizo por donde las personas se movilizaban). La funcionalidad de estas
estructuras es variable de acuerdo a sus diámetros. Así, las estructuras que
426 Cerro Castillo: Un sitio del Intermedio Tardío en Huari

presentaban entre 6 y 7 m. de diámetro, las clasificamos como de uso habitacional


por el espacio que presentaban las hornacinas o nichos sobre los muros, las lajas
sobresalientes al interior de los muros, los cuales servirían para colgar alguna
pieza. En estas estructuras hallamos fragmentos de cerámica, correspondiente a
ollas, las cuales estaban manchadas con hollín.
Las estructuras menores medían unos 3 metros de diámetro. Por lo reducido
del espacio no podría haber tenido una función de habitación pero, en su interior,
encontramos restos de cerámica que corresponden a ollas y vasijas cerradas y
muestras de restos orgánicos, infiriéndose que estas cumplían una función de
almacenaje. Al hallarse cerca de las estructuras habitacionales pudo haber tenido
una función complementaria y, por tanto, ambas estructuras estaban relacionadas
estrechamente.
Debido a su ambiente natural, diferente en la marcada diversidad ambiental
que se observa en tan corto espacio, el asentamiento tendió a especializarse en la
producción de productos que se obtenían fácilmente en sus áreas cercanas. Es
posible que el asentamiento de Cerro Castillo ocupó diferentes zonas ecológicas ya
que, a media hora del asentamiento, a unos 3,500 m.s.n.m., se observan restos de
estructuras con alfarería, pero de una dimensión menor y en forma de estructuras
circulares, hechos de rocas esquisto.
En este asentamiento, debido a las evidencias arquitectónicas, alfareras y
las técnicas agrícolas, se observa una especialización de asentamiento, es decir, la
práctica de una actividad económica particular. Esta especialización se interpreta
como una respuesta a un ambiente natural diferente. La especialización económica
está a menudo controlada por las autoridades gubernamentales. Por ello,
funcionalmente, el asentamiento de Cerro Castillo, ya sea por el contenido de
agrupaciones habitacionales (Sector II) o por las residencias administrativos-
religiosas, se revela como una comunidad agropecuaria estable, cuya principal
actividad fue la agricultura.
En cuanto al Sector IV o de terrazas, la mayor cantidad de tierras ha sido
explotada y la extensión de la zona cultivada, más importante que en la actualidad.
Estas terrazas de cultivo fueron construidas en lugares de pendientes muy
pronunciadas, aprovechando el máximo de terreno pero, actualmente, están
abandonadas y sirven para el pastoreo de animales. Estos trabajos fueron
completados frecuentemente con la construcción de canales de riego que, además,
servirían para llevar el agua a las aldeas (cabe señalar que no se encontró ninguna
reserva de agua cerca al asentamiento, pero se encontró afloración de manantiales).
En este asentamiento no se observó murallas, como se observa en otros
asentamientos cercanos (Rapayán), pero sí fortines, ubicados a ambos lados del
asentamiento e instalados en las cimas (entre los 4,200 m.s.n.m. aprox.). Éstos, no
solo pudieron ser sitios de defensa: también pudieron haber tenido una función de
observatorios para vigilar el nivel de las aguas de la laguna, asegurando la
protección del ganado (además de las querellas que hacían a propósito de los
pastizales). Por otra parte, este sistema de fortines estaba destinado para la
protección de grupos de migrantes en busca de un nuevo lugar para instalarse.
Este peligro venía principalmente a través de las cimas.
Noemí Ortiz Castillo 427

CONCLUSIONES

El asentamiento de Cerro Castillo, ubicado en la cima del cerro del mismo nombre,
al sur este de la desembocadura del río Puchka, en la sierra nor-central, durante el
Período Intermedio Tardío, tenía una organización espacial interna que se
caracterizó por presentar dos áreas diferentes. Una de orden administrativo-
religioso y la otra habitacional.
El sistema sociopolítico que predominó y que se vio reflejado en el
asentamiento de Cerro Castillo, fue el perteneciente al rango social de Señorío, por
estar circunscrito dentro de la etnia de los Pinku, que comprendía un extenso
territorio y que estaba controlado por una autoridad gubernamental centralizada.
En cuanto al patrón de subsistencia, podemos afirmar que a través de la
identificación preliminar de los restos encontrados en la unidades habitacionales
y alrededor de ellas, se infiere que la papa fue uno de los alimentos básicos en la
dieta. La presencia de huesos de camélidos sugiere también que estos fueron los
animales de mayor consumo.
El asentamiento de Cerro Castillo presenta una homogeneidad tecnológica,
inherente al desarrollo de una sola cultura, la que se aprecia por la utilización de
un mismo material constructivo (rocas esquisto) y un mismo patrón constructivo.
Su función habitacional y de residencia administrativo-religiosa la revela como
una comunidad agropecuaria estable.
Los habitantes de Cerro Castillo utilizaron el área emplazados en las
cumbres de las colinas, probablemente con fines defensivos y/o para aprovechar
las partes bajas en la agricultura. Sobre este piso ecológico encontraron el material
necesario para sus construcciones y las características ambientales para su
desarrollo.
428
429

SISTEMA VIAL Y ASENTAMIENTOS INCA EN


LA PROVINCIA DE HUARI
Una Introducción a su estudio

EBERTH SERRUDO TOROBEO


Universidad Nacional Mayor de San Marcos
eberthserrudo@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

Hacia el año 1460, el territorio Ancashino fue anexado al naciente Imperio del
Tawantinsuyo. Así, se construyen establecimientos diversos para la administra-
ción de estos nuevos territorios, entre los que destacan los ubicados en la ruta del
Camino Real de la Sierra o Qhapaq Ñan, el mismo que articulaba el Cusco con
Quito (Fig. 1).
A lo largo de este camino se pueden encontrar diversos tipos de asentamientos
cuya densidad y complejidad arquitectónica es variable. Si bien es cierto el recono-
cimiento arqueológico se limita a lo que es la jurisdicción de Huari y más
específicamente a los sitios Inca o con evidencia de ocupación Inca ubicados en el
Camino Real, el presente trabajo trata de establecer una tipología de sitios definien-
do áreas de actividad y patrones de asentamiento, base para futuras investigacio-
nes al respecto (Foto 1 ).
Se hizo el reconocimiento y registro de sitios arqueológicos, identificándose
más de una docena de asentamientos prehispánicos asociados al Camino Inca con
diferentes características morfofuncionales (Fig. 2). Así, tenemos sitios que ocupan
varias hectáreas de extensión y otros que apenas llegan a tener unos cuantos m2. lo
que, implícitamente, indicaría una variabilidad en sus funciones. El cronista Guaman
Poma de Ayala en su «Nueva Coronica y buen Gobierno», así como también Vaca
de Castro en su «Ordenanza de Tambos», dan las primeras informaciones acerca
de la existencia de una diferenciación en los asentamientos Incas (Guamán Poma
1980[1583], Vaca de Castro 1908[1543])
El siguiente trabajo es un segmento de la investigación que venimos reali-
zando sobre el «Sistema Vial y Asentamientos Tawantinsuyo entre Huánuco Pampa y
Conchucos», un proyecto con un marco muestral más amplio y que esperamos con-
cluir en un futuro próximo.
430 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

Guaca
Quito

ECUADOR

Ingapirca
Tomebamba
Tumbez

Caxas PERÚ

Cajamarca

Chiquitoy Viejo Huamachuco


Conchucos
Piscobamba
Huaritambo
Soledad de Tambo
Taparaku
Huanuco Pampa

Paramonga Pumpu

Hatun Xauxa
Lima
OCEANO PACÍFICO Pachacamac
Vilcabamba
Inkawasi Cusco
Huaytara
Tambo Colorado
Vilcas BOLIVIA
Tambo del Collao Huaman
Paredones
Hatun
Chala Colla Chuquiabo
Chucuito
Arequipa
Cochabamba
Paria Inka llaqta

Samaipata

CHILE

Catarpe

Tilcara

La Paya

ARGENTINA

Pucara de
Andagala

Chilecito

0 500 km

Ranchillos

Pucara de Chena

Fig. 1 Sistema Vial Inca y el área de estudio


Eberth Serrudo Toroveo 431

EL SISTEMA VIAL Y LOS ASENTAMIENTOS INCAS

La red de caminos Incas distribuidos a lo largo de todo el Tawantinsuyo fue admi-


rada y descrita por los primeros cronistas españoles llegados a nuevo mundo:
«…daré noticia del gran camino que los Ingas mandaron hazer por mitad dellos el qual
aunque por muchos lugares está ya desbaratado y desecho da muestra de la grande cosa que
fue, y del poder de los que lo mandaron hazer…» Pedro Cieza de León [1553] 1986:189
«…mando hacer dos caminos por donde se fuese a todos los reinos y tierra que señoreaba, que
comenzaban desde cuasi la tierra de Pasto, arriba de la provincia de Quito, hasta Charcas,
que al menos son ochocientas leguas y las provincias de Chile llegaba, que hay mil y tantas
leguas largas, según todos nuestros españoles afirman y claman…» Bartolomé de las
Casas Cap. XIX [1555] 1948:100.
La política expansionista Inca comprendía la articulación de los nuevos
territorios mediante la construcción de caminos en la diversa geografía andina,
uniendo las Llaqtas o centros administrativos, tambos, enclaves de producción,
chasquihuasis, etc.
Cronistas como Pedro Cieza de León y Miguel de Estete entre otros, recorrie-
ron este trecho de camino y describen, aunque escuetamente, algunos de los
asentamientos que aquí veremos. Si bien es cierto solo mencionan los sitios de
mayor envergadura o importancia, no debemos dejar de lado sitios de menor exten-
sión y complejidad arquitectónica.
Sobre la base del análisis del patrón de asentamiento establecimos la si-
guiente tipología de sitios:

Tambos Reales

A lo largo del Camino Inca hemos encontrado una serie de asentamientos que se
han caracterizado por su complejidad en la distribución de espacios, aunque no
llegan a tener la magnitud de los grandes centros administrativos provinciales -
como Huanuco Pampa-, estos debieron cumplir funciones administrativas en un
determinado territorio.
La denominación de Tambo Real nos parece la más adecuada para describir
este tipo de asentamientos pues la característica principal era la de albergar al gober-
nante Inca y otros personajes pertenecientes a la elite Cusqueña cuando estos se en-
contraban de transito por la región. Los Tambos Reales se distribuían a lo largo de la
red vial Inca distanciados en promedio unos 20 a 25 Km uno del otro, es decir, el
equivalente a una jornada de camino diario. La evidencia etnohistórica confirma la
existencia de asentamientos construidos para este fin: «…auía aposentos y depósitos,
para quando los reyes caminauan poderse alojar. Porque fue costumbre suya, quando andauan
por alguna parte de este gran reyno yr con gran magestad, y seruirse con gran aparato a su
vsanza y costumbre: afirman, que si no era quando conuenia a su servicio, no andauan mas de
quatro leguas cada día…» (Pedro Cieza de León [1553] 1986: 238).
«…por manera, que cuando el Rey Inga caminaba por el camino de la Sierra y llegaba a sus
Aposentos Reales, se juntaban todos los señores de aquellas provincias a le servir…»
432 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

H uaritambo

LEYENDA

Sitio Arqueológico
C amino Inca

Tramo de Camino Inca

Rios y Quebradas

Poblados Cercanos

8 968 000
Cajay

Huari
R io
H uari

Rahuapampa
Masin
C am ino

ha
Inca

cc
Pu
o
Ri

Pomachaca

U shnu C ruz
8 960 000

Ca
Huachis
m
in
o
In
ca
R io
Ra
r ic
hin
cha
y
Soled ad d e Tambo

H uagancu

Huantar Tamb illo

R io
M
os
na
H uaga

0 2 Km.

8 952 000

Ahuac

A yash
2 60 000 2 68 000 2 76 000

Fig. 2 Sitios arqueológicos Incas registrados en la provincia de Huari por el autor


Eberth Serrudo Toroveo 433

(Bartolomé de las casas Cap. XX [1555] 1948:103).


En el área de Huari hemos identificado dos sitios arqueológicos que respon-
derían a las características antes mencionadas, estos son «Soledad de Tambo» y
«Huaritambo».

Soledad de Tambo (Pincos)


Los cronistas españoles Miguel de Estete, Cieza de León y Antonio Vásquez de
Espinosa nos relatan la existencia del sitio denominado Pincos, al Norte del Tambo
de Taparaku (Huanuco), siguiendo la traza del Camino Inca. Creemos que Pincos
es Soledad de Tambo dadas las descripciones de su ubicación.
«…Adelante de esta provincia (Huari) esta la de Pincos: cerca de donde pasa vn río,
(Puccha) en el qual están padrones para poner la puente que hazen para passar de vna parte
a otra (Pomachaca)…»( Pedro Cieza de León [1553] 1986: 240).
«…Dos leguas de Guare al sur se pasa por vna puente vn rapido, y caudaloso Río,
que diuide la provincia de Guare de la de Pincos, junto a la puente ay vn obrage… del obrage
se sube vna gran cuesta hasta el tambo de Pincos…» (Antonio Vázquez de Espinosa
[1617] 1969).
El sitio arqueológico se encuentra en la comunidad del mismo nombre. Se
trata de uno de los asentamientos más grandes en la región, siendo lo más resaltante
la construcción de un Ushnu de poco mas de 4 m. de alto. Consta de una sola
plataforma de planta cuadrangular con un pozo de ofrendas en la parte superior
elaborada con bloques de piedra labradas, el mismo que, lastimosamente en nues-
tra última visita, había sido saqueado por buscadores de tesoros. El acceso a la
parte superior no pudo ser identificado debido a que en todo el contorno se ha
cultivado y removido la tierra cubriendo gran parte de la plataforma.
En los alrededores aún quedan restos de lo que fueron las Kanchas residen-
ciales dentro del complejo. Incluso podemos observar remodelaciones y/o diversos
momentos constructivos en algunos de los edificios. Este sector se encuentra relati-
vamente bien conservado y está parcialmente cubierto por vegetación. (Foto 2)
Un complejo sistema de almacenamiento es una de las características princi-
pales de los Tambos (Hyslop, 1984). En Soledad de Tambo, las Colcas o depósitos se
encontraban agrupados en un promontorio rocoso en la quebrada Huaganco a
corta distancia del núcleo central (900 m). Estas son estructuras de planta rectangu-
lar en numero aproximado de 12, dispuestas en una sola hilera ubicadas en la parte
más alta del afloramiento. Uno de los recintos, ubicado al extremo Noroeste, es el
único que presenta un acceso, pudiendo tratarse del control y administración de los
productos almacenados aquí.
Actualmente gran parte del sitio es utilizado como zona de cultivo, razón por
la cual parte de sus estructuras están siendo desmanteladas para dar paso a la
construcción de linderos de chacra.
En los alrededores observamos que algunos vecinos de la comunidad tienen
bloques de piedra labrados que han sido removidos de su emplazamiento original
y que actualmente forman parte de los muros de sus viviendas.
Muchos tramos del Camino Inca han sido mutilados a causa de un mal
encaminado intento de limpieza y puesta en valor, primeramente por el Proyecto
434 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

Foto 1. Detalle de un alcantarillado en el Camino Inca

Foto 2. Restos de Kanchas en Soledad de Tambo Huachis


Eberth Serrudo Toroveo 435

Caminos Rurales hacia el año 1999 y últimamente el Proyecto «A trabajar Rural»


quienes han removido material y ensanchado el paso del camino sin ningún crite-
rio técnico, siendo esto un atentado contra el patrimonio cultural refrendado por los
gobiernos de turno

Huaritambo
Por los restos arquitectónicos que hay en pie podemos inferir que este fue otro
Tambo Real dentro del esquema administrativo Inca. Hoy sólo quedan restos de lo
que fueron las Colcas o depósitos, que son de planta rectangular y se encuentran en
la margen izquierda del río Huaritambo (Foto 3).
Al igual que los depósitos ubicados en Huaganco, éstas se encuentran ali-
neadas pero se ubican en la ladera del cerro por encima de las estructuras
habitacionales.
Las estructuras administrativas del tambo prácticamente han sido arrasadas por la
población ubicada en esta zona. Entre las viviendas y los campos de cultivos se
pueden observar aún los restos de muros y pequeños recintos de las que fueron las
Kanchas. Cerca al cementerio, aún se puede distinguir una serie de terrazas que
posiblemente fueron utilizadas para el cultivo de productos que luego serian alma-
cenados en las Colcas.
Por la media ladera todavía queda evidencia de la traza del Camino Inca

Foto 3. Vista Parcial de las Colcas de Huaritambo


436 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

rumbo al Norte, el mismo que en la actualidad aún viene siendo utilizado como ruta
de transito con trechos relativamente bien conservados. Del mismo modo, aún se
pueden observar los restos de lo que fueron una serie de terrazas de cultivo que los
campesinos del lugar todavía utilizan.
Tanto Soledad de Tambo como Huaritambo cumplieron funciones adminis-
trativas en el ámbito regional, siendo enclaves intermedios entre los grandes cen-
tros administrativos provinciales.

Tambillos

Este tipo de asentamientos es de menor jerarquía que los Tambos Reales, la distri-
bución de espacios y estructuras no son tan complejas. A lo largo del camino segui-
do hemos encontrado evidencia de dos asentamientos que pueden ser considera-
dos como Tambillos.

Quenhuac Jirca
Sitio arqueológico que tiene un patrón ortogonal en su construcción. Se ubica en
una plataforma natural por debajo de Linda cruce, siendo éste el sitio que se en-
cuentra más alejado del camino Inca (300 m. Aprox.). No se encuentra material de
superficie, pero pensamos podría tratarse de un sitio con componentes Wari
reutilizado en tiempos Tardíos. Consta de tres hileras de 10 a 12 recintos de planta
rectangular cada una, construida con piedras canteadas unidas con mortero de barro.
En la actualidad sólo se puede observar los cimientos de los edificios debido a la
constante extracción del material constructivo hecha por los campesinos del lugar.
Es interesante ver que este patrón ortogonal es recurrente en el tramo de
Camino Incaico al Norte de Huanuco Pampa, pues se repite en los sitios de
Huaricash (Toro machay), Taparaku (en el Acllahuasi) y Tambo Corral, a corta
distancia de Ayash. Quizás todos ellos responden a una misma tradición cultural.
Es probable que el asentamiento tenga alguna ocupación anterior a la llega-
da de los Incas (¿Wari?), pero esto es difícil de establecer debido a la pobre cantidad
de material cerámico en superficie.
Muy cerca del sitio, a unos 300 m. ladera arriba, se encuentran una serie de cons-
trucciones con abundante material cerámico en superficie. Estas corresponderían a
una ocupación del Intermedio Tardío, con una probable ocupación Inca identifica-
ble sólo por algunas muestras de cerámica.
Chasquihuasis
Este tipo de sitios han sido descritos por los primeros españoles llegados a
estas tierras. Ellos describen viviendas en número de 1 a 3 que se encontraban
emplazadas a los lados de los caminos Incas y rutas principales:
«...Unas postas que ellos acostumbraban poner una legua de otra iba un indio co-
rriendo esta legua y enviándole el otro que estaba aguardando le salía al encuentro... y de esta
manera iba el mensaje desde Cusco a Quito en cinco días...» (Pedro Pizarro, 1978[1571]).
«… estaban estos chasquis puestos en cada topo, que es legua y media, en dos casillas
donde estaban cuatro indios. Estos se proveian y mudaban por meses de cada comarca …»
(Joseph de Acosta, 1954[1590])
Eberth Serrudo Toroveo 437

«…que por los caminos dejase puestos posta de media a media legua a que ellos
llaman chasquis…» (Sarmiento de Gamboa, 1943 [1572] Cap. 38:192).
«…mandó hacer en cada legua tres casillas o chozas junto al camino mil pasos la una
de la otra …llamabase estos correos en su lengua chanquis, que quiere decir «el que toma»
porque tomaba el mensaje el uno del otro…»( Bartolomé de las casas Cap. XX [1555]
1948:105).
La distancia que separa una vivienda de otra es variable, dependiendo de la
importancia y lo agreste de la geografía. En las rutas principales debían tener un
gran número de estructuras aisladas que cumplían esta función de chasquihuasis.
Sin embargo, los sitios identificados como tales son escasos. Tenemos registrados
sólo cuatro posibles Chasquihuasis en este tramo, Linda Cruce, Ahuac Punta, Huaga
y Tambillo.
Pensamos que el número es muy inferior al estimado inicialmente, pero
existe la posibilidad de que la mayoría de estructuras hallan sido destruidas al
encontrarse muy cerca de los centros poblados. Otra respuesta a la falta de
Chasquihuasis en este tramo del Camino Inca, es que en algunos de los centros de
mayor jerarquía se habría instalado también postas de Chasquis, no habiendo la
necesidad de construir otros más.
En esta área alto andina, se denomina Chuclla a unas pequeñas chozas ela-
boradas sobre la base de un armazón de ramas y pequeños troncos cubiertos por
ichu, con espacio suficiente para albergar a una o dos personas, y estas mayormente
se encuentran en las zonas de cultivo. Lo interesante es que este término es Aymara
y también es utilizado para denominar a las Postas de Chasquis; es razonable
pensar que algunos Chasquihuasis pudieron ser construidos de esta forma con
material orgánico, por ello, hoy en día, no quedan evidencias de ellas (Foto 4).

Taulli
En este sitio se encuentran los restos de una estructura de planta rectangular muy
destruida pues se ha utilizado su entorno como tierra de cultivo. Al parecer era la
única estructura en el lugar, aunque no descartamos que otras hallan sido destrui-
das por la constante remoción de tierras.

Ahuac
Este sitio arqueológico consta de un par de recintos ubicados en el area de Ahuac
Punta, a corta distancia del poblado de San Cristóbal de Tambo y Taulli. Ambas
estructuras se encuentran separadas por un muro medianero muy deteriorado. El
sitio se ubica en un lugar estratégico, desde donde se logra visualizar el siguiente
Chasquihuasi que es Huaga.
A pocos metros, en la cima de un peñón, encontramos restos de corrales y
gran cantidad de fragmentos de cerámica, al parecer de manufactura local. No se
encontró formas ni diseños propios de la alfarería Inca, por lo cual creemos que la
cumbre del cerro tiene una ocupación anterior a la llegada de los Cusqueños.
Huaga
Se trata de una estructura de planta rectangular alargada del tipo Kallanka con una
plataforma a manera de bancal. Se encuentra ubicada al lado del camino en el area
438 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

de similar nombre, lugar desde donde se tiene un amplio dominio visual del valle
del Puccha (Foto 5).
El recinto principal presenta un acceso lateral que da hacia el camino, te-
niendo una escalinata flanqueada por dos pequeños muros.
A los lados de la estructura rectangular se encuentran evidencias de acumula-
ciones de piedras. Estas son las llamadas Apachetas o amontonamientos artificiales
de piedras generalmente ubicadas en las bifurcaciones del camino y las partes más
altas de los cerros, una suerte de ofrendas de los caminantes que no sólo consistían en
piedras sino también bolos de coca, sandalias, granos de maíz, etc. (Fig. 3).

Tambillo
A corta distancia de Huaga (1200 m.), siguiendo la traza del Camino Inca hacia el
río Puccha, se encuentra el sitio de Tambillo. Presenta una estructura de planta
rectangular de aproximadamente 14 x 7 m. y se ubica a corta distancia del Camino
principal. En uno de sus lados muestra 3 grandes accesos de forma trapezoidal, las
mismas que dan frente a un espacio abierto. Algo que llama la atención son sus
paramentos, estos se encuentran muy bien trabajados
Hacia el otro lado del camino existen cerca de una decena de estructuras de
planta circular de no más de 2 m. de diámetro, las cuales posiblemente funcionaron
como depósitos o Colcas.

Ν
A Tambillo

Reconstruccion Isometrica de Huaga


A Ahuac Punta

Fig. 3 Reconstrucción isométrica del sito arqueológico de Huaga


Eberth Serrudo Toroveo 439

Controles

En esta categoría de asentamiento hemos incluido a sitios que, al parecer, han


tenido la función de resguardo, supervisión y control del acceso a un Tambo Real,
centro administrativo principal o como en este caso el control del flujo de transeún-
tes en un puente.

Pomachaca
Puente sobre el río Puccha. Es mencionado en repetidas ocasiones en los primeros
documentos de la colonia (Foto 6). «…Dos leguas de Guare al sur se pasa por vna puente
vn rapido, y caudaloso Río, que diuide la prouincia de guare de la de Pincos…» (Vázquez
de Espinosa, 1969[1617]).
Este fue uno de los más importantes de la zona pues era el límite de dos
provincias (Regal, 1972).

Foto 4 Chuclla ubicada en las alturas de Huari


440 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

Foto 5. Estructuras
ubicadas en el abra de
Huaga

Sitios de Carácter Ceremonial

Dadas sus características especiales en arquitectura, hemos separado en sitios cere-


moniales a Ayash y Ushnu Cruz, ambos de caracteres peculiares que se encuentran
enlazados por el Sistema Vial.

Ayash
Este es un sitio de pequeñas dimensiones. Consta de una kancha construida con
muros de piedra canteada del tipo almohadillado y se ubica en el centro poblado
del mismo nombre, cerca al limite departamental con Huánuco.
La única construcción que hoy queda en pie es una estructura rectangular
construida con bloques de andesita, teniendo intacto solo uno de sus lados, los
demás han sido nivelados para dar paso a una calle. En las viviendas aledañas se
Eberth Serrudo Toroveo 441

observan en sus cimientos bloques de piedra trabajados que corresponden a los


recintos destruidos. Hoy en día es una pena ver una estructura tan finamente traba-
jada convertida en un depósito y letrina pública, lejos del esplendor que tuvo hace
más 500 años. Los arquitectos incas construyeron contados sitios con este tipo de
trabajo en la piedra. Inka Hamash es una edificación que se encuentra a 4.2 Km. al
sur de Ayash, siguiendo la traza del camino Inca y tiene similares características y,
pensamos, seria un templo dada su ubicación estratégica (parte alta de una loma).
Una de las cosas que más nos ha llamado la atención son los restos de un
puente de piedra por el cual corre el camino Inca. Este se encuentra ubicado sobre la
quebrada del mismo nombre que atraviesa el poblado de Ayash. No descartamos la
posibilidad de que el sitio halla cumplido también con una función de control del
tráfico de caminantes. El puente consta de dos estribos, uno a cada lado del río,
construidos con piedras unidas con mortero de barro y que, en la parte superior,
como paso se colocó 2 grandes bloques de piedra, uno de los cuales ha colapsado y
caído en el lecho del río años atrás.
En este sector el tramo de Camino Inca se presenta con peldaños de piedra en
su ruta hacia San Cristóbal de Tambo guardando un ancho promedio de 3.50 m. en
muy buen estado de conservación.

Ushnu Cruz
Llamado también Ushnu rampa. Consta de dos edificios de planta rectangular
dispuestos uno frente al otro, separados por un espacio abierto o patio, ubicados en
la parte alta de una secuencia de tres plataformas definidas por muros perimétricos.

Foto 6. Puente de Pomachaca


442 Sistema vial y asentamientos Incas en la provincia de Huari

Hacia la parte inferior se observan los restos de una serie de terrazas, hoy en día
abandonadas. La construcción de plataformas superpuestas nos sugiere la idea de
una construcción tipo Ushnu, con escalinatas de acceso y plataformas superpues-
tas.
Este es un sitio atípico por el diseño de su construcción muestra en sus
paramentos remodelaciones e inclusive vanos clausurados, indicador de una larga
ocupación. No se encontró material cultural en superficie.
Otro sitio de similares características es el de Inka Hamash, cercano al limite
del departamento de Ancash. Se ubica por sobre los 4500 m. de altitud y presenta
dos edificios con piedras labradas de estilo cusqueño.

Otros Asentamientos

Hemos registrado dos sitios con una pobre conservación, lo que nos hizo imposible
el incluirlos dentro de la tipología de Asentamientos aquí expuesta.

San Cristóbal de Tambo


Se ubica bajo el poblado del mismo nombre. Prácticamente el pueblo actual se en-
cuentra encima de las construcciones Incas. Solo quedan restos de un corto muro
curvo en el que se observa en la actualidad un nicho de forma ligeramente
trapezoidal. Es difícil el poder establecer funcione.

Qda. Ishpa Ragra


Lo único que podemos observar es una plataforma o parte de un muro cubierto casi
completamente por la vegetación. Se encuentra al lado de la traza del Camino Inca.
Gran parte de la destrucción del sitio se debió a la construcción de viviendas, hoy
en día abandonadas.

Linda Cruce
Son una serie de terrazas de cultivo muy deterioradas por la erosión de la tierra y el
factor humano. No se pudo identificar estructuras habitacionales.

DISCUSIÓN

En el área de estudio se han desarrollado innumerables proyectos de investigación


arqueológica. La mayoría de ellos se han centrado en la problemática del Formati-
vo, dejándo en un segundo plano la incursión y conquista Inca de estos territorios.
Nuestro trabajo pretende dar una primera aproximación al entendimiento del Ho-
rizonte Tardío en la región, siendo la base de futuras investigaciones que contem-
plen excavaciones arqueológicas.
La presencia de los Incas en esta región es plasmada en la serie de
asentamientos aquí mencionados. Si bien hemos analizado los que se encuentran
articulados por este tramo del Camino Real, no debemos olvidar la presencia de
Eberth Serrudo Toroveo 443

otros asentamientos en el área del Callejón de Huaylas y los que se encuentran en


las provincias de Recuay, como son Pueblo Viejo (Sucurracoay), Huariraga,
Pachacoto, Marca, Pariamarca, etc., la mayoría, mencionados y/o descritos por
Miguel de Estete en su recorrido de Cajamarca hacia Pachacamac.
A pesar que las fuentes etnohistóricas demuestran una fuerte presencia Tar-
día en el área, se sabe muy poco acerca de la ocupación Inca en la región de
Conchucos y el Callejón de Huaylas. Los restos arquitectónicos hallados dan clara
evidencia de una administración directa del Estado. La presencia de asentamientos
como Ayash y Soledad de Tambo, con un fino acabado en su arquitectura además
de su articulación con el camino principal de la sierra, denotan la importancia que
tuvieron dentro del esquema administrativo y político Inca.
El reconocimiento nos permitió identificar arquitectura y tipos cerámicos
distintos a los conocidos por los Incas. Posiblemente se trate de poblaciones locales
que se ubicaban cerca de los sitios Ahuac Punta, San Cristóbal de Tambo,
Quenhuacjirca y Linda Cruce. Pensamos que es probable la existencia de ocupacio-
nes anteriores a la Inca, datando inclusive del Horizonte Medio, lo cual se podría
comprobar mediante excavaciones sistemáticas en dichos sitios.
Aunque Huaritambo fue el último asentamiento registrado, el Camino Real
Inca sigue hacia el Norte cruzando sitios como Cuchitambo, Pallahuachanan,
Maraycalla, Huancabamba, Ingaraga, entre otros, para seguir hasta Quito.

Sitio Arqueológico Este Norte Altitud Categoría / Tipo


Ayash 0278172 8946328 3910 Ceremonial
Qda Ishpa Ragra 0277837 8948342 4056 ¿?
Linda Cruce 0276969 8949738 4183 Terrazas
San Cristóbal de Tambo 0276976 8949746 4203 ¿?
Quenhuacjirca 0277204 8950088 4249 Tambillo
Taulli 0275111 8950570 4094 Chaquihuasi
Ahuac Punta 0276395 8950794 4183 Chasquihuasi
Huaga 0272611 8952976 4486 Chasquihuasi
Tambillo 0271992 8953944 4169 Chasquihuasi
Huaganco 0269927 8956444 3706 Deposito
Soledad de Tambo/Pincos 0269515 8957260 3725 Tambo Real
Ushnu Rampa/Ushnu Cruz 0266699 8960640 3065 Ceremonial
Puente de Pomachaca 0264859 8961010 2795 Puente/Control
Huaritambo 0261500 8973510 3310 Tambo Real

Relación de sitios identificados en nuestro recorrido


444
445

PUEBLO VIEJO
Un Centro Admnistrativo Inca en
el Callejón de Huaylas

HENRY TANTALEÁN Y
CA RMEN PÉREZ MAESTRO
Universidad Autónoma de Barcelona
Universidad Complutense de Madrid
htantalean@hotmail.com
mamenarqueo@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

A lo largo de todo el territorio ocupado por el Imperio Inca y durante su breve


duración (1450 d. C.-1532 d. C.), fueron construidos diversos asentamientos que
reúnen características, formas y elementos arquitectónicos similares a los del Cusco
Imperial. Estos asentamientos Inca planificados (Hyslop, 1990) han sido objeto de
numerosas investigaciones en las últimas décadas y, como resultado de ello,
diferentes propuestas han sido esbozadas para explicar su existencia y justificación
dentro del sistema administrativo Inca.
Algunos de estos sitios investigados de manera intensiva y donde se han
comprobado muchas de las hipótesis planteadas son Huánucopampa (Morris y
Thompson, 1974), Pumpu (Matos, 1994), Xauxatambo (D’Altroy, 1981), etc. Tales
asentamientos difieren entre sí en dimensiones y organización espacial pero
comparten la función de «Centros Administrativos»que, por datos etnohistóricos,
sabemos que funcionaban como «cabezas de provincia» (Cobo, 1953) las cuales
administraban un área determinada del Estado Inca. Dichos sitios, además de
compartir las características arquitectónicas que se discutirán más adelante,
estaban articulados entre sí mediante el Sistema Vial Incaico (Qapaqñan).
Pueblo Viejo, ubicado en la provincia y distrito de Recuay, es el sitio
arqueológico que motiva el presente artículo. Creemos que este asentamiento fue
uno de esos Centros Administrativos y que, consecuentemente, jugaría un rol
determinante en el sistema de afianzamiento, control y administración del Estado
Inca, concretamente en el Callejón de Huaylas. Estos tuvieron como eje longitudinal
el Camino Real de esta zona, del cual tenemos noticias en las primeras crónicas
(Estete, 1533).
En este artículo trataremos de confirmar lo dicho con anterioridad acerca
del sitio de Pueblo Viejo, partiendo del reconocimiento del patrón de arquitectura
Inca, usando como base el modelo de Centro Administrativo utilizado por varios
autores (Agurto Calvo, 1987; Kendall, 1976; Gasparini y Margolies, 1977; Morris,
446 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

1972; Thompson, 1970, etc.). Pero nuestro estudio se ha realizado basándose


principalmente en el elaborado por John Hyslop (1990). Este investigador ha
reunido la mayor parte de las investigaciones arribas mencionadas y ha sido el
que mejor las ha articulado dentro de un marco regional.
Nuestro trabajo ha consistido en una prospección sistemática de superficie,
por lo que consideramos las conclusiones de esta breve investigación aquí
presentado, como hipótesis que deberán ser contrastadas con trabajos de excavación
arqueológica.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA

El sitio de Pueblo Viejo se ubica a unos 5 Km al nor-este del actual pueblo de


Recuay (Ancash), en el margen este del río Santa y sobre una explanada que se
eleva unos 150 mts. sobre el nivel del río. Desde el sitio, por tanto, se contempla un
amplio sector del valle. El área donde se ubica el asentamiento pertenece a la zona
ecológica de Jalca, favorable para la agricultura y la ganadería, gracias a sus
características climáticas, edáficas y topográficas (3500 m.s.n.m.). Un aspecto
relevante es la ubicación del sitio en el camino longitudinal del Callejón de Huaylas
y otro perpendicular a este, que da acceso a la Puna que, según nuestros
informantes, es usado actualmente por la gente de la localidad. Aimismo el inicio
del camino que va desde el Callejón de Huaylas hacia Chavín se encuentra a muy
pocos kilómetros al norte de Pueblo Viejo (Fig. 1).

DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DEL ASENTAMIENTO

El sitio de Pueblo Viejo, creemos, habría sido emplazado en un área sin ocupación
previa y está organizado sobre la base de espacios muy grandes de planta
trapezoidal, semejantes a Plazas que, a su vez, están subdivididas por otros
edificios como Kanchas, Kallankas, etc. y áreas libres de construcciones (Fig. 2).
En este lugar se cuentan actualmente por lo menos cuatro Plazas bien
definidas de gran área. Al respecto de esta resolución en la organización del
espacio, Hyslop dice: « los asentamientos planificados Inka son a menudo arreglados
alrededor de una plaza central, frecuentemente define o repite mayores alineamientos
arquitectónicos de edificios y componentes encontrados cercanos a ella.» (Hyslop, 1990).
Esto sucede en Pueblo Viejo donde creemos que la Plaza principal del asentamiento
se ubicaria donde se encuentran las dos principales estructuras o edificios Inca
distintivos: Las Kanchas y la Kallanka (Plaza 3). Asimismo, el camino Inka atraviesa
el asentamiento y accedería directamente a otras 2 plazas principales (Plazas 2 y 4),
definiendo también los limites de la Plaza 1. Es probable que el camino sea anterior
al asentamiento, pues este lo orienta longitudinalmente.
Cabe señalar que la orientación general del asentamiento tiene como
referencia los puntos cardinales, variando en algunos casos, como máximo unos 5
grados. Esta alineación estaría asociada con el culto religioso y la observación
Henry Tantaleán y Carmén Pérez M. 447

Fig. 1 Mapa de Ubicación del sitio arqueológico de Pueblo Viejo


448 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

astrónomica, cuestiones estrechamente relacionadas, que no deseamos profundizar


aquí. Sin embargo, asentamientos Inka que pueden graficar las mismas características
son Huánucopampa, La Centinela (Chincha) y Lima La Vieja (Pisco).
Las Plazas se encuentran muy próximas formando un conjunto por la
acumulación de las mismas. Pareciera, como decíamos arriba, que el asentamiento
está organizado sobre la base de la distribución espacial de las mismas.
Describiremos las Plazas más importantes y mejor conservadas, dándole mayor
relevancia a sus estructuras arquitectónicas más significativas.
La Plaza 1 se encuentra en el extremo oeste del asentamiento y posee por lo
menos dos espacios semejantes a kallankas, de uno de las cuales actualmente sólo
se conservan las bases de los muros. Al sur de estos recintos, habrían otras
instalaciones asociadas a una posible función militar que nos hace suponer la
existencia de otras kallankas. Hacia el norte de esta Plaza se han apreciado corrales
prehispánicos. La siguiente parte del sitio está separada de la Plaza 1 por el
camino real y, a la vez, camino principal del sitio. En este sector tenemos una
subdivisión en dos grandes espacios rectangulares: el primero, localizado hacia el
norte (Plaza 4) no contiene estructuras, aunque el muro norte presenta en su
paramento interno hornacinas de forma trapezoidal. El segundo espacio, la Plaza
hacia el sur (Plaza 2), contiene dos estructuras muy singulares. La primera es una
estructura de dimensiones medianas de planta rectangular que, aunque ha sido
dañada estructuralmente, se percibe su composición de plataformas superpuestas
que, por su ubicación en el centro de una Plaza (aunque de pequeñas dimensiones),
probablemente haya funcionado como ushnu. Preferimos reservarnos esta opinión
para trabajos posteriores, aunque el daño causado a la estructura nos ha permitido
observar una gran cantidad de fragmentos de cerámica decorada en estilo Inca,
(fragmentos decorados con pintura roja, diseños geométricos y algunos bordes de
vasijas con labio expandido [aríbalos] elemento que avalaría nustro planteamiento.
La segunda estructura (en el croquis denominado «edificio alto»), a la cual hemos
hecho referencia al iniciar la descripción de esta plaza, se encuentra en la esquina
sur-oeste, colindante con el camino principal (Foto1). Es una estructura compleja
(edificio escalonado), resuelta a través de la superposición de bloques o «cuerpos»
murarios de planta cuadrangular, los cuales decrecen en tamaño a medida que se
van superponiendo desde la base hasta alcanzar una altura de unos 6 metros en la
actualidad, desconociendo como era su parte superior o que tipo de estructura
soportaba. La mampostería que muestran los muros no es del tipo Inca clásico y,
por el contrario, parece haber sido de factura y técnica local. Esta mampostería es
de tipo sedimentario (no del tipo sedimentario de los edificios Inca) y se consigue,
intercalando en una hilada bloques líticos de forma cúbica y piedras planas de
menor tamaño, las cuales se unen con argamasa de barro. El acceso a la estructura
debió haberse realizado desde el interior de la plaza. Esta estructura, al igual que
la mayoría de las plazas, está orientada a los puntos cardinales.
La función del edificio no puede ser establecida aún. Pero por el análisis de
la técnica empleada en su construcción, puede ser atribuible a la población local.
Esta podría haber sido construida con el propósito de materializar la relación
Henry Tantaleán y Carmén Pérez M. 449

Fig.2 Plano general del Pueblo Viejo


450 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

existente entre la sociedad local y la sociedad dominante. De este modo se trataría


de articular de alguna forma a la sociedad local, la que interactuaba en el momento
de la administración Inka, y manifestarlo materialmente en la construcción del
sitio mismo. En muchas partes del Tahuantinsuyu se conocen casos semejantes. Por
ejemplo en Huánuco Pampa (Morris, 1981) la mayor parte del sitio tiene
manufactura local, pero conserva las normas generales arquitectónicas Inca. Lo
interesante es que en Pueblo Viejo, nos parece que ocurre un caso especial: uno
edificio de gran volumen y características diferentes opaca de alguna forma demás
estructuras de tipo Imperial, y se disponga en un sector tan importante del sitio.
En todo caso, planteamos que una de las funciones sería la de «puesto de
control», ya que posee una posición ideal en el asentamiento y al lado del camino
principal, aunque sin descartar la de edificio con propósitos astronómicos. En la
zona de Tantamayo, Huánuco, los denominados «edificios con pisos» (Bonnier,
1981) recuerdan algo a la estructura mencionada con anterioridad, aunque
extrapolar esto sería precipitado. Sin embargo las crónicas que narran que, al igual
que la zona del Callejón de Huaylas (Recuay), la región de Huánuco estaba bajo la
misma administración desde Huánuco Pampa, (Varón Gabai, 1980) . Esto podría
explicar y justificar nuestra hipótesis de que se haya tomado la forma arquitectónica
de esa zona. Sin embargo, nos vemos dificultados de desarrollar nuestra explicación
por la inexistencia del estudio de los asentamientos del Período Intermedio Tardío
en la zona del Callejón de Huaylas.
Continuando con la descripción del asentamiento, nos dirigiremos al oeste
de las dos plazas anteriores donde se siguió construyendo el asentamiento,
modificando la topografía a través de la construcción de una terraza para nivelar
el terreno, el cual describe una elevación a medida que se dirige hacia el Este.
En esta primera gran terraza se localiza la Plaza 3 y probablemente la principal.
Nuestra afirmación se justifica por encontrarse aquí dos de los edificios más
representativos dentro de la arquitectura Inca: la kallanka (en el extremo sur de la
plaza) y sobretodo la kancha (en el extremo norte).
La kallanka tiene la forma característica rectangular alargada, con todo sus
accesos de forma trapezoidal orientados hacia la plaza 3. Posee muros gruesos e
insertos en su paramento interior, hornacinas trapezoidales. Por el alto grado de
conservación de sus muros e incluso de sus hastíales se sabe que tuvo un techo «a
dos aguas». Según algunos investigadores (Agurto Calvo, 1987; Gasparini y
Margolies, 1977), estos edificios sirvieron para habitaciones de gran número de
personas de manera temporal, tales como soldados. Esta función de edificio para
agrupamiento de cierta cantidad de personas sería compatible con su ubicación
cercana a la Kancha principal del asentamiento desde donde podrían ser fácilmente
controlados y utilizados.
La kancha principal (Foto 2) se encuentra en el otro extremo de la gran plaza
y está compuesta por cuatro recintos de forma rectangular alargada que se
organizan alrededor de un patio interior. Los muros son muy gruesos y muestran
una mampostería del tipo poligonal-celular, aunque de factura más bien burda,
habiendo sido unidos los bloques con argamasa de barro. Los accesos son altos y
de forma trapezoidal, lo mismo que los nichos (Foto 3). Este edificio se encuentra en
Henry Tantaleán y Carmén Pérez M. 451

Foto 1. Esquina sur-oeste del edificio alto de Pueblo Viejo


452 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

Foto 2. Kancha principal

muy buen estado de conservación No obstante, cuando realizamos nuestra


prospección, observamos que en un patio posterior del edificio se había removido la
tierra seguramente con fines de cultivo. Gracias a esto se reconoció gran cantidad
de fragmentos cerámicos, algunos pertenecientes a aríbalos. La función original de
esta kancha debió haber sido de vivienda de los miembros de la élite que dirigía y
controlaba el asentamiento y la administración local, lo que es confirmado por las
características del edificio en mención, es decir, por su cuidadosa repetición de
elementos distintivos Inca: accesos y hornacinas de forma trapezoidales, muros de
buena factura, presencia de cerámica con forma aribaloide, ubicación dentro del
asentamiento, etc. Además, ha habido una reocupación de la kancha, posterior al
funcionamiento del asentamiento, o incluso durante su funcionamiento. En la
mencionada reocupación, se subdividieron ambientes prehispánicos mediante
muros hechos con adobes de tamaño mediano que afectan la forma rectangular.
Pensamos que fueron realizados en la temprana Colonia y que representarían la
primera fundación de Recuay utilizando la ciudad Inca, para reunir allí a la
población local (Foto 4).
Regresando nuevamente al Oeste del asentamiento, hacia el norte de la plaza
(Plaza 4) y al oeste de la kancha principal, se encuentra una estructura arquitectónica
que ocupa la mayor parte de una prominencia natural de poca elevación, pero lo
suficiente para dominar el espacio llano que ocupa el asentamiento. Esta
prominencia natural ha sido nivelada mediante terrazas, lo que le confiere un
aspecto piramidal. A la parte superior se accede mediante una escalinata formada
por pasos hechos con piedras canteadas sobre la superficie preparada de la ladera
Henry Tantaleán y Carmén Pérez M. 453

Foto 3. Nichos
Trapezoidales en las
estructuras

del cerro. Esta escalinata es de acceso restringido, la cual no se encuentra en la


plaza sino en una calle perpendicular al camino principal. En la parte superior
del promontorio se encuentra un recinto de planta rectangular dentro del cual hay
dos subdivisiones menores, que ofrecen asimismo una idea de restricción al paso
y, consecuentemente, habría que pensar en su importancia por las actividades
reservadas que allí se llevarían a cabo. Esta estructura se encuentra muy destruida
y el acceso que debió tener cierto arreglo, como vanos trapezoidales, no se conserva.
Nos parece que este edificio debió tener una función relacionada al culto y/o
control del asentamiento. Decimos esto, por no presentar definitivamente
características para ser un lugar de vivienda de manera permanente además de,
estar ubicado en un sector privilegiado, dominando el paisaje y aprovechando la
topografía natural en un sentido utilitario, integrándolo con la arquitectura
circundante. Nos inclinamos a designar a este edificio por comparación con otros
asentamientos Inka con el nombre de Templo del Sol.
454 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

Foto 4. Detalle de reocupaciones posteriores del sitio

Finalmente, para acabar con esta sucinta descripción del sitio, agregaremos
que en la parte superior de un cerro al Oeste del asentamiento de Pueblo Viejo,
existen depósitos o Colcas (comunicación personal con el arqueólogo César Aguirre,
1996), las cuales no hemos registrado por falta de tiempo en nuestra investigación.
Dichas estructuras otorgarían al sitio una caracterización más típica Inca,
concretamente referidas a la capacidad de aprovisionamiento y explotación de
productos, ejercida desde este Centro Administrativo revelando su principal función
económica.

COMENTARIOS FINALES

El sitio arqueológico de Pueblo Viejo, uno de los principales en materia de


conservación e importancia en la actualidad en el Callejón de Huaylas, encierra
una gran importancia para la arqueología Andina y en especial para la época Inca.
Nuestro estudio, más que mostrar que tan imponente o suntuoso es, intenta
demostrar que este sitio poseyó muchas características que lo habrían ubicado en
un lugar preponderante dentro de una política de administración directa de las
poblaciones locales. Sus grandes Plazas parecen haber servido para reunir a una
gran cantidad de personas para que tributen o participen dentro de actos de
secularización, a través de ceremonias organizadas y dirigidas por la élite que allí
residía (en la Kancha) o, practicando la redistribución de bienes de consumo con el
objetivo de recrear su poder.
Henry Tantaleán y Carmén Pérez M. 455

La ausencia en nuestro trabajo de la definición de una estructura de carácter


cultista, conocida como Ushnu, ha sido uno de los elementos faltantes dentro del
patrón de Centro Administrativo Inca (aunque pensamos que hemos apostado
bien al creer en el probable Ushnu de la Plaza 2), pero ciertamente, debemos tener en
cuenta la gran destrucción de estas estructuras por los extirpadores de idolatrías.
Dentro de los documentos publicados por Pierre Duvois (1986) sobre las
extirpaciones de idolatrías, encontramos una visita realizada al pueblo de Recuay
y, como hemos ya mencionado, es posible que éstas se halla realizado en el antiguo
Recuay, es decir, Pueblo Viejo.
El empleo de las técnicas y algunas formas arquitectónicas desconocidas
para sitios Inca de esta importancia administrativa, nos permite hacer referencia a
ese tipo de relaciones ya antes observadas gracias al análisis de otros sitios Inka.
En estos, algunas formas arquitectónicas diferentes a las Inca, respondían a la
integración y adopción de algunas partes de la cultura material de la sociedad
absorbida por el sistema estatal. Además, muchas estructuras fueron planificadas
y dirigidas por los arquitectos Incas, pero llevadas a cabo con mano de obra local,
como lo ocurrido en Huánuco Pampa.
No obstante, Pueblo Viejo dependería del Centro Administrativo de Huánuco
Pampa, sin que ello le reste su condición de Centro Administrativo para el control
directo de la población y los recursos naturales en Recuay y parte del Callejón de
Huaylas.
La presentación del sitio de Pueblo Viejo ha servido para demostrar una vez
más, la política de implantación de asentamientos planificados o Centros
Administrativos por parte del Estado expansivo del Cuzco. De esta forma, dentro
de esta política, insertamos en esta región un asentamiento más para así llenar el
vacío que nosotros hemos percibido en la arqueología de la región nor-central
andina (la sierra de Ancash), en las épocas tardías, previas a la llegada de los
españoles. Las referencias etnohistóricas nos remiten a muchos sitios Inca
articulados a lo largo del Camino Real del Callejón de Huaylas, sobre todo por las
informaciones de los primeros cronistas que atravesaron de norte a sur los Andes
con destinos como Pachacámac (Hernando Pizarro en 1533) o Cuzco (Francisco
Pizarro en el mismo año). Este último habría permanecido durante 5 días en
Pueblo Viejo (Recuay) (Busto, 1960). Así, este camino sería el más transitado en los
primeros recorridos de los españoles por los andes. Pero luego sería cambiado por
el de las partes altas que corre paralelo al Este del anterior, menos dañino para los
animales de carga (caballos), ya que muchos de ellos perdían sus herrajes y se
dañaban al subir los empedrados del camino del Callejón de Huaylas.
Para finalizar, el sitio arqueológico de Pueblo Viejo nos ofrece la oportunidad
de reflexionar acerca de la manera como se construían los sitios administrativos. En
ellos, no debemos esperar encontrar todas las formas ya reconocidas (siguiendo
modelos o esquemas normativos), por el contrario, debemos empezar a trabajar en
nuevas zonas que nos presenten un mayor universo de formas arquitectonicas y su
variabilidad en el espacio andino. Por otro lado apartir de estas construcciones
nuestra labor sería entender las relaciones sociales y económicas entre las
456 Pueblo Viejo: Un centro administrativo Inca en el Callejón de Huaylas

sociedades dominantes y las sociedades dominadas, en nuestro caso los Incas y la


población local de la zona de Recuay.
El estudio al cual nos referimos deberá tener como parte principal: reconocer
en cada situación los rasgos distintivos de la cultura material local, integrándola
en el panorama de los estudios durante la época de los Desarrollos Regionales
Tardíos. En nuestro caso, este no existía y ha sido un gran percance para nuestras
pesquisas por entender estas relaciones durante la época del Imperio Inca.
Con ello, queremos decir que debemos enfocar nuestra investigación desde
un punto de vista del proceso histórico-social y aunque el entendimiento de cómo
se da la conjugación de dos sociedades distintas es una empresa difícil, es vital
para poder entender realmente nuestro pasado.

AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a nuestros amigos Jenny Alcántara y Félix Aretxaga, los cuales
nos apoyaron física y moralmente para llevar adelante esta investigación,
demostrando que su amistad no conoce límites.
457

ESPACIO GEOGRÁFICO Y ORGANIZACIÓN


SOCIAL DE LOS GRUPOS ÉTNICOS DEL
CALLEJÓN DE CONCHUCOS
Durante los Siglos XVI y XVII

MIGUEL LEÓN GÓMEZ


Universidad de Columbia
mleon@fordham.edu

INTRODUCCIÓN

El presente artículo expone datos básicos acerca de las etnias del Callejón de
Conchucos durante los siglos XVI y XVII. Específicamente, describe el espacio
geográfico que habitaron los referidos grupos y seguidamente, ensaya algunas
hipótesis acerca de su organización social.

LAS FUENTES

La información manejada para la elaboración de este artículo y sobre la que se


basan todas nuestras hipótesis corresponden mayormente a manuscritos inéditos.
Los manuscritos son de tipo administrativo, eclesial y judicial. Los
manuscritos de tipo administrativo corresponden a informes de funcionarios
españoles sobre diversos aspectos de la administración colonial española de los
recursos indígenas. Aquí nos referimos principalmente a las visitas, las tasas
tributarias y los padrones. Los manuscritos eclesiales son fundamentalmente libros
de bautizos del siglo XVII. En cuanto a los de tipo judicial utilizaremos los referidos
a pleitos por tierras y autos sobre tributos. Los documentos mencionados provienen
de diversos archivos generales y locales, así como civiles y eclesiásticos.
Para el estudio del espacio geográfico y organización de las etnias en el Perú
durante los siglos XVI y XVII, así como de aspectos relacionados con esta
problemática, los historiadores y etnohistoriadores han preferido, por lo general,
los documentos de tipo administrativo y judicial. Los trabajos de Murra,
Rostworowski, Espinoza, Varón, Huertas, Remy (1991), Trelles, entre otros, han
demostrado cuanto se puede avanzar en la comprensión de la organización
socioeconómica andina.
458 Espacio Geográfico y Organización Social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos

CONCEPTUALIZACIÓN

La noción clave en este artículo es la que se refiere a la unidad básica étnica. Para
el Callejón de Conchucos la unidad étnica fue la pachaca. En los expedientes del
siglo XVI y XVII se le menciona también como ayllu1 o simplemente con el nombre
de pueblo2. La pachaca 3era una agrupación de personas que en teoría debía
constituirse de 100 familias.4 En el Callejón de Conchucos era muy relativo el
número de familias por pachaca como lo demuestra la visita de 1543 hecha por
Cristóbal Ponce de León.
Con la instalación del gobierno colonial se efectuaron grandes cambios en
la organización social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos, además de
haberse producido un colapso demográfico. La pachaca continuó subsistiendo
pero seriamente trastocada. La mayor modificación de la estructura social de estos
grupos se realizó durante el gobierno del Virrey Toledo. Esta modificación significó
el abandono de los asentamientos nativos y su reducción a pueblos fundados por
españoles. Las pachacas como unidad étnica, subsistieron como pequeños
asentamientos dependientes de un pueblo que podría ser la cabeza de un
repartimiento o simplemente de un pueblo de mediano rango.
Otro aspecto de la composición étnica se refiere a la voz parcialidad, que
representa una mitad o una parte de un grupo étnico. La parcialidad, como lo ha
señalado Rostworowski (1981) «indicaba las divisiones sociopolíticas de los varios
ayllus agrupados en bandos...»5. Una parcialidad (bando o parte) estaba conformada
por un número determinado de pachacas que variaba mucho de acuerdo a cierto
grupo étnico. Es interesante además indicar que la parcialidad, al menos en un
sector de la zona estudiada, coincidía con el repartimiento español. Por ejemplo, la
parcialidad Allaucahuari era el repartimiento del mismo nombre y es el mismo
caso de Ichohuari, Ichopincos y Allaucapincos. Sin embargo, en Piscobamba y
Siguas no hemos hallado esta identificación automática entre repartimiento y
parcialidad, situación que merece un tratamiento más detallado.
Finalmente, acerca del concepto grupo étnico tenemos que, los intentos de
definir lo que es un grupo étnico son todavía insuficientes. Rostworowski (1991),
ha lanzado para la discusión una propuesta de definición. La referida investigadora
se vale del concepto Macroetnia para definir la realidad en estudio. Considera que
un curacazgo andino para constituirse en macroetnia debe poseer los siguientes
elementos básicos: a) Unidad de origen y de creencias. b) Unidad de la lengua o de
dialecto. c) Unidad de atuendo. d) Unidad sociopol1tica.
Además de las macroetnias, existían grupos de menor rango que la autora
llama curacazgos menores. La investigadora estudia los tipos de obligaciones que
debían estos últimos con las macroetnias. Lo que trataremos en este artículo es de
contraponer las definiciones provisionales de Rostworowski con la realidad de
las etnias del Callejón de Conchucos.
Miguel León Gómez 459

MAPA ÉTNICO DEL CALLEJÓN DE CONCHUCOS

Los grupos étnicos que habitaron lo que ahora es el Callejón de Conchucos entre
los siglos XVI y XVII fueron los siguientes: Conchucos, Siguas, Piscobamba, Huari
y Pincos.

1. Espacio geográfico del grupo étnico Conchucos


Comprendió los territorios de las provincias actuales de Corongo y Pallasca, en el
departamento de Ancash.

2. Espacio Geográfico del grupo étnico Siguas


Comprendió el territorio de lo que ocupa la actual provincia de Siguas.

3. Espacio Geográfico del grupo étnico Piscobamba


El territorio que ocupó esta etnia corresponde a las actuales provincias Mariscal
Luzuriaga y Pomabamba.

4. Espacio geográfico del grupo étnico Huari


Su hábitat coincide con la provincia de Asunción, Fermín Fitzcarrald, Antonio
Raimondi y parte de la provincia de Huari. Los documentos coloniales nos indican
que las poblaciones Huari ocuparon el territorio hasta el poblado Pomachaca.
Asimismo, el río Puchca se presenta como límite natural entre este grupo y su vecino
denominado Pinco que habitaba el territorio del otro lado del río en mención. Las
fuentes son muy claras al precisar que los Huari estuvieron divididos a su vez en dos
mitades, sayas o parcialidades llamadas Ichohuari e Allaucahuari.6
Ichohuari: Icho es izquierda en runashimi. Entonces, traduciendo
literalmente, la parte izquierda de Huari ocupaba las provincias de Asunción,
Fermín Fitzcarrald y Antonio Raimondi.
Allaucahuari: Allauca significa en quechua derecha. La parte derecha parece
pertenecer al territorio de la actual provincia de Huari.

5. Espacio geográfico del grupo étnico Pincos


Los expedientes y juicios del siglo XVI nos indican que su área territorial equivale
al territorio de los distritos Huántar, San Marcos, Chavín de Huántar, Uco, Huachis,
Rahuapampa, Chana, Huacachi, Huacchis, Rapayan, Anra y Paucas en la provincia
de Huari. Los Pincos al igual que los Huaris aparecen en los expedientes, divididos
en dos mitades:7
Ichopincos: Se encuentran en la parte izquierda. Ocuparon los distritos de
Huacachi, Huacchis, Rapayán, Paucas, Uco, Rahuapampa, Chana, Huacachi y Anra.
Allaucapincos: La parte derecha se estableció en los distritos de Huántar,
Chavín de Huántar y San Marcos. Es importante indicar que algunas fuentes
mencionan a Allaucapincos como Collanapincos. Collana en runashimi significa
el más principal. Probablemente haya tomado este nombre, porque en esta saya se
encontraba la pachaca más importante y era el lugar donde residía el curaca
principal del grupo étnico, como se ha demostrado para otros casos en el Perú.
460 Espacio Geográfico y Organización Social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos

ORGANIZACIÓN SOCIAL

Los grupos étnicos del Callejón de Conchucos tenían como unidad básica de
organización a las pachacas.
A continuación, consignamos el nombre de algunas de las pachacas que hemos
podido recoger, con su correspondiente grupo étnico:

Ichopincos. Yanas, Paucas, Oco, Guachis, Aguan, Liban.8


Ichohuari. Chacas, Guacos, Guantar, Concha, Guamas, Jumbo, Macuas, Yamellín,
Cullos, Mitimas. 9
Allaucahuari. Curmo, AyasRagua, Canchas, Oñiz, Chunadon, Paria, Yaquya, Pam-
pas, CasnaMitmas.10
Conchucos. Estaba compuesto de tres parcialidades. Nombre de la parcialidad/
Nombre del Curaca/ N° de pueblos 1) Carapuray Pomacochachi (21 pueblos). 2)
? Yanamango (26 pueblos). 3) ? Colcallax (31 pueblos). En total los «pueblos» o
probablemente pachacas fueron 72.11
Siguas. En los documentos consultados se mencionan como pueblos y no como
pachacas.12 Ichoc Chaupis, Quilca, Chacas, Quipac, Ricari, Llagas, Cachus, Lagas,
Yacas, Cosca.
La organización de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos revela
facetas ya conocidas y también nuevas para los especialistas en la etnohistoria
andina. Por un lado, la unidad básica de la organización social étnica: la pachaca,
queda demostrada como rasgo característico de los grupos de la Sierra Norte (
léase Ancash, Cajamarca y parte de Huanuco). Cuestión que ha sido señalada ya
por otros autores. De otro lado, consideramos que en la región existe una especie de
equilibrio político entre los curacazgos, es decir, no existe una macroetnia
hegemónica, al modo señalado por Rostworowski (1991) para otras zonas del
Perú. Todos los grupos étnicos mantienen una autonomía política que se traduce
en una independencia de territorios, lengua, vestimenta, etc.
Espinoza Soriano (1974 a), ha indicado que el nombre colonial dado por los
españoles a la zona: Corregimiento de Conchucos, es una muestra de la supremacía
del curacazgo del mismo nombre. No podemos negar ni afirmar lo señalado por
Espinoza. Tenemos muy pocas noticias de las relaciones interétnicas entre los
grupos étnicos del Callejón.

CAMBIOS Y CONTINUIDAD EN LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LOS


GRUPOS ÉTNICOS DEL CALLEJÓN DE CONCHUCOS.

Como consecuencia de la implantación del sistema colonial la organización


social de los grupos étnicos sufrió diversos trastornos. Enumeremos los que hemos
podido constatar:

1) Baja demográfica13: producida por las epidemias y por rebeliones contra la


explotación de los encomenderos. Hemos registrado dos grandes rebeliones en la
Miguel León Gómez 461

zona. La primera se efectuó en 1539 y la lideró el grupo Conchucos y ha sido


mencionada por otros autores tales como Álvarez Brun (1970) y Espinoza Soriano
(1974 a). La segunda la llevaron a cabo los huari y pinco (se aliaron para este fin),
un año después que los Conchucos14. Las dos fueron duramente repelidas y
provocaron una dura fractura demográfica al interior de los grupos étnicos.

2) La evangelización y la extirpación de la idolatría15: Primero por los dominicos


luego por los agustinos y finalmente el clero secular establecieron doctrinas a lo
largo del Callejón de Conchucos. El adoctrinamiento cristiano fue deficiente por la
complicidad de los curas doctrineros en la explotación del indígena, especialmente
durante el siglo XVII. Consideramos que debido al alejamiento de los religiosos de
la zona, la evangelización quedó bastante descuidada.

3) Las reducciones durante el gobierno del virrey Toledo: En su gobierno se


fundaron pueblos donde se redujeron pachacas o ayllus. También los españoles
fundaron pachacas que dependían de un pueblo. Veamos un ejemplo:

Anteriormente vimos como existió una pachaca que se llamaba Llamellín,


en un documento de 1572. Muchos años después, en 1650, Llamellín aparece en
los documentos mencionados como un pueblo: «San Andrés de Llamellín» del que
dependían 5 pachacas: Guacos, 142 hab.; Allaucapara, 120 hab. Ichopara, 134
hab.; Pachaca de Paras y Cari, 43 hab. Como se puede observar la única pachaca
antigua que sobrevivió a los cambios fue la de Guacos que aparece en la Relación
de 1572, las otras desaparecieron y dieron origen a otras fundadas por los propios
españoles. Lo más probable es que haya sucedido algo similar a los Lluchos de
Cajamarca que ha estudiado Espinoza Soriano (1974b), en donde los españoles
por los cambios de población que realizaron reordenaron bajo criterios indígenas
(léase sayas, huarangas y pachacas) al grupo étnico en proceso de reducción. Se
podría hablar entonces más que de una transformación de la organización social que
de un reacomodamiento, en donde se utilizaron ciertos patrones andinos dentro de la
estrategia general de colonización planteada por la administración española (reducción,
recolección del tributo, evangelización, etc).
Otro aspecto notoriamente observado en el Callejón de Conchucos y que
causó una aceleración en los cambios producidos en la organización social fue el
comportamiento curacal 16 donde se ve a los curacas concertando con sus
encomenderos para hacer ropa, implementar un obraje, explotar una mina, tratando
de adueñarse de las tierras del inca y del sol17, entablando juicio a los funcionarios
reales, etc. La actitud protagónica de los curacas a lo largo del Callejón de Conchucos
junto a los afanes empresariales de los encomenderos vecinos prominentes de la
importante ciudad de León de Huánuco18 hicieron de esta región en pocos años
una zona de obrajes y estancias, es decir, un organizado centro fabril del Virreinato.
Muchos curacas adoptaron la fe cristiana y las costumbres españolas rápidamente.
Los protocolos notariales de Huánuco son testimonios irrefutables del
enriquecimiento encomendero. Conforme se avanzan en sus páginas nos vemos
envueltos en los avatares empresariales de los encomenderos de Conchucos,
462 Espacio Geográfico y Organización Social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos

enviando ropa al Cuzco, Potosí e incluso a Chile. Sus cartas de pago, poderes,
inventarios de mercancías, conciertos, etc. son un fiel reflejo de la incesante actividad
de estos personajes que lograron acumular impresionantes riquezas y poder para
solventar la erección de suntuosos templos que todavía hoy adornan la ciudad de
Huánuco. Era tan cerrado el circuito y la utilización de la mano de obra que la mita
a Colquepocro, poco menos que fracasó, por negarse los encomenderos y
propietarios en Conchucos a enviar mano de obra a Huaylas.19
Asimismo, cabe señalar que especialmente a partir de 1570 en adelante se
produce un aumento de los forasteros o de indígenas que huían a ciudades como
Huánuco, Lima o Trujillo a yanaconizarse o alquilarse. El mayor testimonio de
esto lo hemos encontrado en los libros de protocolos de Huánuco en donde muchos
Huaris, Pincos, Piscobambas y Conchucos llegan a esta ciudad y declaran su
asiento.20
Sin embargo, los cambios no podían hacer tabula rassa de la relación que
existía entre recursos naturales y su explotación por el hombre en el Callejón de
Conchucos. Antes de la llegada de los españoles la zona fue organizada por el
Tahuantinsuyo sobre la base de la explotación de dos recursos: el recurso minero
y el textil. Los incas explotaron minas en diversos lugares del Callejón de
Conchucos. Tenemos noticias de mitmas en Huanuco, destacados especialmente
para trabajar minas de oro para el estado inca en zona huari.21
En cuanto a la actividad textil sabemos no es una actividad que empiece con
el coloniaje. Los documentos más tempranos nos hablan de pircaycamayos, quienes
eran un grupo de especialistas que se dedicaron, durante la dominación inca, a la
confección de ropa de cumbi en la que se usaba un colorante que se extraía de una
planta llamada pircay, planta andina que servía y sirve para el teñido de la ropa en
color amarillo, verde, azul y carmesí.
En un juicio entablado entre el Visitador General Joan de Fuentes y los
oficiales reales del repartimiento de Huari hay un testimonio excepcional al
respecto. Uno de los testigos en el juicio señala con respecto al pircay: «...lo tienen
los dichos yndios de sus cosechas y en su tierra y que desde el tiempo del ynga ay
e tienen en el dicho reparto en el asiento de husiacocha22 yndios pircacamayos que
benefician el dicho pircay y otros repartimientos comarcanos acuden por el dicho
pircay»23
De la lectura de este testimonio podemos inferir algunas ideas. En primer
lugar, el pircay fue un recurso explotado a escala estatal que demandaba la
existencia de un grupo de especialistas. En segundo lugar, era a la vez un recurso
multiétnico. En tercer lugar, aunque el documento no lo dice expresamente pero a
la luz de los aportes de otras investigaciones, todos sabemos que el valor de la
ropa de cumbi iba más allá de su valor de uso; puesto que se constituía en un
importante objeto mágico religioso e indicaba un rango social determinado en la
sociedad andina.
Los elementos utilizados por los pircacamayos para la confección de la
ropa de cumbi eran: el pircay, papas negras y el alumbre, sustancia que ayuda a
fijar los colores en la tela.
Ahora bien, es importante señalar que los huari compraban el pircay a un
Miguel León Gómez 463

peso cada libra de manos de los grupos étnicos Conchucos y Huaylas.24 El alumbre
y las papas negras las compraban a sus vecinos los pinco. El alumbre a un peso
cada arroba y las papas negras a un peso y medio la arroba. Es difícil creer que los
huari hayan comprado con moneda el pircay, las papas negras y el alumbre. Lo
más probable es que haya existido un trueque o rescate.25
Al instalarse el sistema colonial, los españoles observaron la calidad y la
importancia que revestía este tipo de ropa. De esa manera los funcionarios coloniales
presionaron a los huari a realizar, conforme pasaban los años, más ropa de cumbi
utilizando el pircay que sólo con «yerbas», es decir, en blanco y negro. El motivo
por el que los burócratas españoles preferían la ropa de pircay lo aduce el curaca
principal de los huari en una de sus declaraciones en el pleito en referencia:
« que la dicha ropa no tenía tanto valor por ser los colores della de yerbas y que la
hicieran de pircay para el carmesy y que así tendría más valor» (16) AGN. DI. C. 16.
1572. f.9
La tradición de confeccionar ropa con el pircay ha sido perdida totalmente
por los pobladores actuales de Huari. Sin embargo, las papas negras todavía son
utilizadas por algunas comunidades indígenas para el teñido de la ropa, aunque
en muy pequeña escala y con tendencia a desaparecer.
De otro lado, hemos señalado la existencia de mitmas en la zona. Las
pachacas de mitmas se presentan en todos los grupos étnicos del Callejón de
Conchucos. Las evidencias documentales muestran a mitmas cañares, condesuyos,
quitos y huánucos26. Lo más probable es que hayan sido instalados allí por el
Estado Inca para dedicarlos a la actividad minera, pues los recursos mineros son
ingentes en la zona.
Una vez traído abajo el Tahuantinsuyu los mitmas optaron por quedarse en
sus enclaves, conservando su status y tierras. Es frecuente ver a estos naturales en
los expedientes del siglo XVII y XVIII, reclamando del Juez de Composición de
Tierras el reconocimiento de mitmas en sus títulos de propiedad.

Notas

1
. Espinoza Soriano es uno de los que sostiene esta hipótesis: «...en la sierra norte al ayllu se
le llamaba pachaca». 1981:119. Los otros trabajos de este autor en los que sostiene esta tesis
pueden verse en la bibliografía 1974;1977;1978.

2
.En la visita a Conchucos en 1543 que ha sido publicada en dos oportunidades, Espinoza
Soriano, 1974 y Cook, 1977, se puede observar que el Visitador llama a las pachacas como
pueblos.

3
No hemos encontrado evidencias demostrativas de la existencia de huarangas. Creemos
que esta ausencia de asentamientos relativamente grandes como las huarangas, eran bastante
difíciles de sostener por el predominio de una topografía bastante irregular en la zona que
sólo permite la agrupación pequeña y diseminada de la población.

4
Para un tratamiento detallado del sistema decimal de organización social implantado
464 Espacio Geográfico y Organización Social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos

por los incas se puede consultar Catherine Julien, «How Inca Decimal Administration
Worked», Ethnohistory 35: 3 (Summer, 1988), pp.257-279.

. Maria Rostworowski, 1981 «La voz parcialidad en su contexto en los siglos XVI y
5

XVII»

6
. Desde muy temprano -1540- tenemos referencias de esta división en el grupo étnico
huari. Ver Cédula de Encomienda de Francisco Pizarro a Juan Esteban Silvestre. AGI.
Patronato. Ramo 1. Número 1. f.3. En ese documento se hace mención a la entrega de la
otra mitad del grupo huari denominada Ichohuari a Bartolomé Tarazona por parte de
Cristóbal Vaca de Castro. Ver también AGI. Lima 122.

7
. La parte de Ichopincos fue entregada a Garci Ortiz de Espinoza. Ver AGI. Lima 145 y el
sector de Allaucapincos a Juan Espinoza Campoó. AGI. Patronato 110. Número 1. Ramo 6.

8
. Archivo Departamental de Huánuco. Protocolo Notarial de Hernando de Cazalla.
1566. ff.120-126; 138-140.

9
. Biblioteca Nacional de Lima. Sección Manuscritos. B1113. Contrato de la escritura de
construcción de un obraje en Colcabamba. 1572. f.6 y 6v.

10
. Para la elaboración de esta lista nos hemos basado en dos documentos. El primero es
un pleito entre el visitador y los oficiales encargados de recoger el dinero de Allaucahuari
« Autos que de oficio siguió el Muy Magnífico Señor Don Juan de Fuentes, Visitador
General por su Majestad de los Repartimientos sitos en términos de la ciudad de León de
Guánuco contra Francisco de Valverde, Diego de Tarazona y Juan de Espinoza Campoó,
oficiales reales que fueron del repartimiento de Allaucahuari, de la corona real sobre
defraudaciones en la administración y cobranza de los tributos y otros cargos que de
cierta información resultaron contra ellos, y que fueron reforzados por don Juan
Causahuanca, principal del dicho repartimiento de Allaucahuari». AGN. Derecho
Indígena. Legajo 1. C.6. Año 1572. La lista fue completada por los documentos notariales
del Archivo Departamental de Huánuco. Son escrituras notariales de los curacas de
Allaucahuari. Protocolo notarial de Hernando de Cazalla. 1566. ff.332-336.

11
. Estos datos se encuentran basados en la visita a Conchucos realizada por Cristóbal
Ponce de León en 1543. Ver nota 2.

12
. La lista de pachacas o ayllus la hemos elaborado a partir de un libro de bautizo de la
Parroquia de Siguas de los años 1630-1639 que se encuentran en el Archivo Parroquial
de Siguas, provincia del departamento de Ancash. Un análisis más detallado de los
libros de bautizo de la Parroquia de Siguas nos dará aún mayores evidencias al respecto.

13
. David Cook ha trabajado este tema con relación a Conchucos. El señala lo siguiente
para esta región: «The rates of decline for this region are low» (Cook 1981:183). Es cierto
lo que señala este autor puesto que a partir de 1575 no fue tan grave la despoblación
indígena ya que la mita a Colquepocro no fue una gran presión para los conchucanos.
Sin embargo, todas las fuentes nos indican que los curacazgos fueron duramente
castigados entre 1534 y 1560 en las rebeliones que propiciaron y, de otro lado,
coaccionados participaron en las entradas y guerras civiles de los conquistadores.
Miguel León Gómez 465

14
. Tenemos algunos datos sobre esta rebelión gracias a la Información de Servicios de
Juan Esteban Silvestre. AGI. Patronato Número 1. Ramo 1.

15
. Con el objeto de desterrar los cultos indígenas, los frailes iniciaron un primer intento
de reducción. Es decir arrasaban con las guacas, pacarinas, mallquis para quitar el apego
a sus pueblos y territorios originarios. Este doloroso proceso es narrado por Meléndez,
cronista de la orden dominicana: «Llegaba a ellos ( se refiere a fray Pedro Cano) por
veredas intrincadas, entre peñas y arrecifes, iba a pie en su busca sin más preuención,
que su breviario en la manga, y su báculo en la mano y trepando por montes derriba
huacas por tierra y en su lugar colocaba cruces y trayendo ídolos a las plazas de los
pueblos principales lo quemaba públicamente, haciendo que los mismos indios que
antes los adorauan truxesen sobre sus mismos hombros la leña para abrazarlos» Meléndez
1681: Tomo 2, 6.1

. Ver especialmente Karen Spalding, De Indio a Campesino. Lima: Instituto de


16

Estudios Peruanos, 1974.

. Puede ver una escritura notarial que ilustra un pleito entre Domingo Condor
17

Huayanay con don Carlos Matia sobre tierras del Sol. Archivo Departamental de
Huánuco. Protocolo Notarial de Hernando de Cazalla. 28 de marzo de 1566.

18
. Los encomenderos de Conchucos fueron en realidad auténticos personajes del primer
siglo de la dominación colonial. Por ejemplo, el encomendero de Ichopincos era nada
menos que el hijo del licenciado Gaspar de Espinoza: el socio de Pizarro y Almagro en
el contrato de Panamá. Francisco de Valverde dueño de un obraje en Huari fue el sobrino
del primer Obispo del Perú, fray Vicente de Valverde. El capitán Miguel de la Serna,
encomendero de Piscobamba y Siguas, llegó a ser uno de los personajes con mayor
poder
militar durante la rebelión de la Francisco Hernández Girón. El licenciado Diego Álvarez,
encomendero de Ichohuari fue autor de una obra, lastimosamente perdida, y un eximio
hombre de negocios que hizo la presencia Agustina en Huánuco y la construcción de su
templo.

19
.Autos y diligencias sobre los indios que faltaron de Piscobamba en la mita de septiembre
y octubre de 1603. AGN. Residencias. Legajo 19. C.50. f.671-671v.

. Transcribimos partes de una escritura de asiento: «En la ciudad de León de Guánuco


20

en veinte y seis días del mes de mayo de mil e quinientos y noventa y nueve años ante
el capitán garcía de paredes corregidor y justicia mayor en ella por el Rey Nuestro Señor
pareció un indio que dixo llamarse joan paucar natural de pincos encomendado en
pedro de Espinosa vecino desta ciudad y dixo que de su boluntad se asienta a servir a
juan de campos por tiempo y espacio de un año (...) para servir de yanacona (...) en todo
lo que mandare y por su servicio y trabajo le a de dar y pagar treinta pesos de a ocho
reales y de comer y curallo estando enfermo...» Archivo Departamental de Huánuco.
Protocolo Notarial de Francisco Cabello Mirabal. 26 de mayo de 1599.

21
. Espinoza Soriano 1975:65.

22
. Asiento de Husiacocha. En la carta nacional hemos encontrado un lugar cerca de San
466 Espacio Geográfico y Organización Social de los grupos étnicos del Callejón de Conchucos

Luis de Huari, territorio Ichohuari, llamado Usiajgocha que según las referencias de
algunos parroquianos es una zona pantanosa. Carta Nacional de Huari. Instituto
Geográfico Nacional, 1986.

23
. AGN. DI. C.16. Año 1572. f.94

24.
. AGN. DI. C.16. 1572,f. 95-96

25
. León Gómez, 1991.

26
. Para el caso de Huari puede consultarse. Cedúla de Encomienda de Cristóbal Vaca de
Castro a Juan Esteban Silvestre otorgándoles los mitmas quitos, condesuyos y cañares en
tierra de Guari. 13 de octubre de 1542. AGI. Número 1. Ramo 1. f.5.
467

EL SITIO DE RAPAYÁN Y SU DIVERSIDAD


ARQUITECTÓNICA DURANTE LOS
PERÍODOS TARDÍOS DE LA
PREHISTORIA ANDINA

ALEXIS MANTHA1
Universidad de Montreal
amantha@umich.edu
HERNANDO MALCA
Universidad Nacional de Trujillo

INTRODUCCION

El presente articulo es el resultado de los trabajos de campo llevados a cabo en el


Alto Marañón en la zona de Rapayán en el Departamento de Ancash entre los
años 2001 y 2002. Trabajos que tuvieron como objetivos: Primero, determinar cuándo
y quiénes vivieron en los sitios con arquitectura de superficie de esta región.
Segundo, reconstruir en lo posible la organización social y política, así como la
cosmovisión de los antiguos habitantes de la región. Para realizar estos objetivos
realizamos una prospección sistemática de la región cubriendo 320 km² en los
alrededores del pueblo de Rapayán en la margen izquierda del río Marañón, (Fig. 1).
En esta oportunidad sólo nos ocuparemos del sitio de Rapayán, que constituye
unos de los sitios más impresionante de la región. En comparación a otros asentamientos
de esta zona como los que se encuentran en los alrededores del pueblo de Tantamayo
(Bonnier 1981; Bonnier y Rozenberg 1981, 1987: 4; Bonnier et al. 1983; Flornoy 1957) y
los que se hallan en ambas márgenes del Marañón al sur (Flornoy 1955-56; Grosboll
1993, Matos 1972; Morris y Thompson 1985; Thompson 1977, 1983), Rapayán, con
sus 12 ha. de restos arquitectónicos y su gran diversidad de tipos de estructuras, fue
uno de los sitios más prominente y complejo de la cuenca del Alto Marañón.
El sitio de Rapayán ha sido estudiado en el pasado por arqueólogos como Amat
(1971, 1976, 1980), Ibarra (1999) y Thompson (1980). Si bien sus trabajos contribuyeron
de manera substancial al conocimiento de Rapayán y de otros asentamientos de la
zona, los datos arqueológicos presentados por ellos son globalmente escasos. En este
artículo, ampliaremos el trabajo empezado por ellos, presentando lo más
sistemáticamente posible, la variabilidad de la arquitectura que se observa en la
superficie de Rapayán.

1
El trabajo de campo sirvió de base para mi tesis doctoral ante la Universidad de Montreal.
468 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

En este proceso, consideraremos interrogantes concernientes a la función de los


diferentes tipos de estructuras. Rapayán es un sitio del Intermedios Tardío, y
presenta además ocupaciones durante el Horizonte Tardío y en los primeros años
de la colonia. Esto fue posible determinar en base a la asociación de la arquitectura
existente en la zona, pues en la región vecina de Tantamayo la cual presenta
muchas similitudes arquitectónicas con Rapayán se obtuvieron fechas
radiométricas tardías (Bonnier y Rozenberg 1981:15; Bonnier et al 1983: 107-108;
Girault 1981: 112), además según un pequeño corte hecho por Amat (1971: 51; 1976:
264-265), y según evidencias arquitectónicas y cerámicas (Mantha 2004: 225-237).

UBICACIÓN GEOGRÁFICA

Rapayán se ubica al este de la Cordillera Blanca en la vertiente oriental de los


Andes a unos 180 Km. de Huaraz en el límite de los departamentos de Ancash y
Huánuco en la margen izquierda del río Marañón (Fig. 1). El distrito de Rapayán
(Ancash) comprende la sierra más oriental, hallándose solo a 130 Km. de la cuenca
amazónica. El afluente principal en esta zona es el río Marañón, que corre del sur
al norte, es en gran parte responsable de la agreste topografía. A la altura de
Rapayán, los cerros, que sobrepasan los 4 000 m. declinan abruptamente para
terminar a las orillas del Marañón a 2 400 m. de altitud. Muchos pequeños ríos se

Fig. 1. Mapa de Ubicación de la región de Rapayán y el área prospectada


Alexis Mantha y Hernando Malca 469

originan de las numerosas lagunas existentes en la puna y que contribuyen aún


más al contraste del relieve. Estos ríos, que se desembocan en el Marañón,
esculpieron durante el paso del tiempo, espectaculares depresiones. La topografía
de la zona de Rapayán, tallada al cuchillo, presenta en consecuencia varias
profundas quebradas al interior de las cuales los espacios planos son muy escasos.
El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

EL SITIO DE RAPAYAN

Se localiza sobre una cresta que se levanta al oeste del pueblo a 3700 m. de altitud
y termina a las orillas del Marañón a 2400 m. de altitud. Un profundo precipicio
caracteriza el lado sur de la cresta y una pendiente relativamente débil ocupa la
ladera norte. Los restos se extienden sobre más de 2 Km. en su eje oeste-este, pero en
muy pocas ocasiones sobrepasan los 200 metros en su eje norte-sur. Los vestigios
arquitectónicos cubren un área total de 12 hectáreas.
Rapayán puede ser dividido en cuatro áreas claramente identificables. El
área I se ubica al este, aproximadamente a 200 m. sobre el río Marañón a 2 600 m.
de altitud, mientras que la área IV, se sitúa al extremo oeste de la cresta a 3500 m. de
altitud. Las áreas II y III se localizan entre las áreas I y IV.
Los vestigios arquitectónicos de las cuatros áreas siguen invariablemente el
mismo patrón de asentamiento, es decir, la disposición de las estructuras es
prácticamente idéntica de una área a la otra. El área II, como las otras tres áreas
empiezan al este, en la parte baja, donde existen una serie de terrazas vacías con
excepción de muros de contenciones. Después de estas terrazas, subiendo al oeste,
aparecen varias pequeñas estructuras funerarias (chullpas) en forma aisladas que
marcan el inicio oriental de cada área. Más arriba, al oeste, se ubica la concentración
máxima de estructuras de cada área que incluye terrazas, muros de contenciones,
viviendas, chullpas, depósitos y galerías. Finalmente, cada área termina, en su
parte superior (oeste), con uno o dos edificios de varios pisos. Estos últimos son
directamente o estrechamente asociados a una o varias murallas que bajan la cresta
de sur a norte. En suma, las cuatro áreas de Rapayán, a semejanza del área II,
comprenden tres subdivisiones (Fig. 2). La primera, en la parte inferior, marca la
frontera oriental y se caracteriza por algunas chullpas aisladas. La segunda, en el
centro, reagrupa la densidad máxima de estructuras. La tercera, en la parte superior,
delimita la frontera occidental y incluye los edificios de varios pisos y las murallas.

LA VARIABILIDAD ARQUITECTÓNICA DE LAS ESTRUCTURAS

Se pudieron identificar los siguientes tipos de estructuras: chullpas, viviendas,


depósitos y galerías y finalmente los edificios de varios pisos y las murallas. Los
datos que presentamos provienen mayormente del área II, pero también incluyen
varias estructuras de las otras áreas.
470 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

Fig. 2. Complejo Arqueológico Rapayán. Área 2


Alexis Mantha y Hernando Malca 471

Las estructuras funerarias (chullpas)

Varias estructuras de Rapayán contenían una gran cantidad de huesos humanos


al interior. Lo que nos permite inferir su función funeraria (i.e. chullpa). Muchas
estructuras similares no contenían restos humanos, pero por las similitudes
morfológicas, consideramos también que servían de chullpas. Este tipo de estructura
funeraria sobre el suelo ha sido observado en toda la sierra del Perú durante el
Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío (Ibarra 2001; Isbell 1997; Parsons, Hastings
y Matos 1997; Von Hagen y Guillén 1997) y descrito por varios cronistas españoles
durante la época colonial (ex: Cieza de León [1553] 1984; Cobo [1653] 1990; Guaman
Poma [1615] 1936). En Rapayán, observamos tres tipos de chullpas que llamamos
tipos A, B, C y un tipo de «entierro» en abrigos rocosos.

Chullpa tipo A
Representan el 99 % de las chullpas de Rapayán y se encuentran en las cuatro
áreas en proporción relativamente equivalente (Foto 1). Algunas de ellas se
encuentran aisladas en la parte oriental de cada área, otras son edificadas al interior
de los muros de contención de las terrazas de viviendas y varias han sido
construidas en la ladera del precipicio sur. La mayoría de ellas constituyen unidades

Foto 1. Chullpa de tipo A, área II de Rapayán


472 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

individuales pero subrayamos que algunas se encuentran agrupadas. Estos


monumentos funerarios tienen en común las siguientes características: 1) Presentan
un plano rectangular cuando el terreno es plano, e irregular cuando la topografía
es accidentada; 2) Presentan dimensiones no muy grandes, 3) Los accesos son de
dimensiones pequeñas (Tabla 1), mirando generalmente al norte, un hecho que
contrasta con las chullpas de muchas regiones de la sierra, en las que el acceso da
al este (Espinoza Soriano 1975: 11; Isbell 1997: 152, 156); 4) El techo, de forma
plana o ligeramente abombada, está hecho de largas lajas de piedra plana; 4)
Presentan uno o dos niveles, y 5) Se caracterizan por la técnica de construcción que
consiste en superponer, con la ayuda de una fina capa de mortero, lajas de piedra
tallada y pulida. En comparación a otras estructuras donde el acabado de las
piedras es más tosco.
El área II (ver figura 2), contiene once chullpas de tipo A, de piso simple,
formando la frontera oriental del sector. Además, un poco más arriba al oeste se
puede notar la presencia de tres chullpas tipo A asociadas con algunas casas. Al
menos una docena de chullpas de tipo A no figuran en el plano por hallarse en la
ladera del precipicio sur. También hemos encontrado dos estructuras funerarias
construidas al interior de los muros de contenciones de las terrazas habitacionales.
En total, el sector II cuenta 26 chullpas, 14 con un solo piso y 12 con dos pisos.

Chullpa Largo Anchura Altura Largo Altura


Tipo A entrada entrada

Cantidad 16 16 16 16 16

Promedio 299 cm 195 cm 269 cm 49 cm 70 cm

Desviación- 64,4 cm 62,2 cm 49 cm 12,6 cm 19 cm


Estándar

Coef. de 22 % 32 % 18 % 26 % 21 %
Variación

Tabla 1. Medidas de una muestra de 16 chullpas de tipo A de Rapayán.

Chullpa de tipo B
Solo hay una de este tipo que se localiza en la frontera oriental del área I de Rapayán,
se caracteriza por tener un techo a doble agua con largas lajas de piedra
sobresalientes y un enlucido azul pálido hecho de arcilla mezclada con piedras
calcáreas (Foto 2).Esta chullpa presenta la misma técnica de construcción que las
chullpas de tipo A, pero el acabado de las piedras es mucho más fino. Es muy
interesante subrayar que la iglesia y el campanario del pueblo actual de Rapayán,
edificados alrededor de 1660 d.C. (Idelfonso Toledo 1999: 140) presentan el mismo
enlucido que la chullpa tipo B. Si bien solo hay una de este tipo en Rapayán hemos
hallado otras del mismo tipo durante nuestra prospección en otros sitios de la
región.
Alexis Mantha y Hernando Malca 473

Foto 2. Chullpa de tipo B, en el área I de Rapayán

Foto 3: Chullpa de tipo C, en el área IV de Rapayán


474 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

Chullpa tipo C
Solo hay un ejemplo de este tipo en el área IV, se halla pegada al lado interior de la
muralla del sector IV, esta chullpa presenta la particularidad de tener frisos encima
de las dos entradas (Foto 3). Los motivos representan una serie de triángulos
horizontales de piedras. Esta chullpa de 4,86 m de largo, 2,06 m. de ancho y de 3,14
m. de alto ha sido anteriormente ilustrada por Ibarra (1999: 5). Durante nuestra
prospección, sólo encontramos otro ejemplo de este tipo de chullpa en el sitio de
Viro. Esta clase de chullpa es muy rara en la zona de Rapayán, pero se encuentra
en gran cantidad más al norte en el valle del Uchucmarca en el departamento de la
Libertad, corresponden al período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío
(Thompson 1973), en la zona del río Abiseo en el departamento de San Martín
(Bonavia 1992; Lennon y al. 1989; Rojas Ponce 1967), y en Chachapoyas en el
departamento de Amazonas (Reichlen 1949; Schjellerup 1992, 1997; Von Hagen y
Guillén 1998).

Entierros en Abrigos rocosos


Es propia del área I, no hemos encontrado este tipo de acondicionamiento funerario
en ningún otro sitio durante nuestra prospección. Consiste en gruta o cueva de
difícil acceso en la cual se depositaban los cuerpos embalsamados de los ancestros
(i.e. malquis). La ladera sur-este del área I presenta 4 abrigos rocosos, dentro de los
cuales encontramos muchos huesos (óseos eliminar) humanos y varios fragmentos
de cerámica.

LAS VIVIENDAS DE RAPAYAN

Su función es de espacios residenciales y domésticos, éstas fueron identificadas


por las similitudes en dimensión y forma a las estructuras reconocidas como tal en
muchas regiones de la sierra central (Bonnier 1981; Bonnier et al 1983; Bonnier y
Rozenberg 1981; Matos 1972, 1992, 1997; Parsons, Hastings y Matos 1997, 2000;
Reichlen and Reichlen 1949; Thompson 1977, 1983). Excavaciones ejecutas en este
tipo de estructura confirmaron su función residencial y domestica (Aldenderfer
1993; Bonnier y Rozenberg 1978; Earle et al. 1987; Hastorf et. al. 1989; Lavallée y
Julien 1973; Morris y Thompson 1985; Stanish 1992; Schjellerup 1997; Thompson
1972). El buen estado de las estructuras nos permitió estudiar 141 viviendas
provenientes de las cuatro áreas. Nuestra muestra incluye la totalidad de las
viviendas de la área II (Fig. 2), que son 70 unidades, 24 de la área I, 19 de la área III
y 26 de la área IV

Distribución Espacial de las Viviendas


En el área II (Fig. 2), las viviendas se encuentran densamente aglutinadas en la
cresta. La cumbre, arrinconada entre el precipicio sur y la ladera norte, acoge
alrededor de 20 viviendas dispuestas en forma desordenada. Para compensar la
falta de espacio, los habitantes de Rapayán construyeron largas y estrechas terrazas
Alexis Mantha y Hernando Malca 475

en la ladera norte y así poder construir sobre ellas otras viviendas. En muchos
casos, la pared posterior de las viviendas actúa también como muro de contención
de la terraza superior. Resulta que las viviendas son literalmente construidas unas
encima de otras. La maximización del espacio fue, sin duda, un elemento
determinante en la concepción del hábitat de los antiguos pobladores de Rapayán.
Una gran promiscuidad y una falta de espacio representan las consecuencias de
esta elección. Muchas viviendas no presentan ningún espacio fuera para la ejecución
de ciertas actividades domesticas. Mencionamos además que al contrario de muchas
zonas de la sierra central en donde las viviendas son dispuestas por grupos
alrededor de un patio común (p.e. Bonnier y Rozenberg 1978; Hastorf et. al. 1989;
Lavallée y Julien 1973; Parsons, Hasting y Matos 2000) las casas de Rapayán son
concebidas de manera individual. Ellas siguen, sin embargo, una disposición lineal
sobre cada terraza.

Viviendas Largo Ancho Espesor Ancho primera Ancho


(muestra pared puerta segunda
total) puerta

Cantidad 141 141 141 141 128

Promedio 6,27 m 5,15 m 46,3 cm 75,6 cm 65,3 cm

Desviación 1,49 m 1,10 m 7,9 cm 10,5 cm 16,2 cm


Estándar

Coef. De 21,8 % 19,6 % 17,3 % 13,9 % 24,8 %


variación

Tabla 2. Medidas del plano de las viviendas de las cuatro áreas de Rapayán

Fig. 3 Vivienda de una sola división interna sin patio


476 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

Fig. 4 Vivienda del área II con varias habitaciones.

Viviendas Largo Área cuarto Largo Área


cuarto principal principal % 2o (3o y 4o) cuarto 2o (3o y 4o)
cuarto %

Cantidad 131 131 131 131

Promedio 3,95 m 65% 2m 35 %

Desviación 1,12 m 0,73 0,59 cm 6,7


Estándar

Coef. De Variación 28,3 % 11 % 29,8 % 19,5 %

Tabla 3. Medidas y porcentaje de ocupación de cada cuarto de las viviendas.


Alexis Mantha y Hernando Malca 477

El plano de las viviendas


Son relativamente homogéneos, por la naturaleza accidentada del terreno y del
espacio disponible, casi todas las viviendas tienen forma cuadrangular y miden
en promedio, 6,27 m de largo, 5,15 m. de ancho y las paredes tienen 46,3 cm de
espesor (Tabla 2). La gran mayoría de las viviendas presentan una sola división
interna (2 habitaciones) y no tiene patio (Fig. 3).

70

60

50

40
m2

30

20

10

0
área I área II área III área IV
sector

Tabla 4. Distribución de las viviendas por áreas según la superficie cubierta en metros cuadrados.

Hemos encontrado diez viviendas que no tenían ninguna división interna. Salvo
estas excepciones, todas tienen por lo menos una subdivisión. Algunas de las
viviendas del área II presentan tres (n = 5) y cuatro (n = 2) habitaciones (Fig. 4).
Además de tener una división interna, tres viviendas de la área II, dos de la área III
y dos de la área IV poseen un patio delantero individual delimitado por una pared
de piedra que mide entre 0.5 y 1.10 m. de altura. 1,49 m 1,10 m 7,9 cm 10,5 cm 16,2 cm.
La primera habitación de las viviendas siempre es más amplia que la segunda
(Tabla 3). y ocupa en promedio, el 65 % de la superficie mientras que la segunda,
cubre el 35 % de las viviendas. Las viviendas con más de dos habitaciones siguen
el mismo patrón.
Para determinar la dimensión total de las viviendas, hemos calculado la
superficie total cubierta para cada una de ella en metros cuadrados. En promedio,
las viviendas de Rapayán ocupan 33,26 m². La tabla 4 ilustra la distribución de las
viviendas por área según la superficie. Cinco viviendas parecen apartarse del
promedio según su amplitud, dos en la área II, dos en la área III y una en la área IV,
éstas ocupan entre 55 y 61 m², es decir casi el doble de tamaño que las residencias
478 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

promedio de Rapayán. Estas viviendas podrían representar las residencias de


personajes importantes y de sus familiares y por lo tanto de la existencia de ciertas
desigualdades sociales en Rapayán

Las Paredes de las Viviendas


Están construidas con la misma técnica de construcción que las chullpas, la cual
consiste en superponer con la ayuda de una fina capa de mortero de barro, pequeñas
lajas de piedra calcáreas bien talladas y pulidas; rellenando los espacios vacíos
con pachillas. Las paredes interiores siempre presentan un acabado muy fino,
mientras que el exterior tiene un aspecto más tosco. Además, las paredes interiores
presentan varios pequeños nichos encajados. Su cantidad y su disposición, varía
bastante de una viviendas a la otra, no parecen seguir un patrón preestablecido.
Los vanos de accesos son de forma rectangular o ligeramente trapezoidal, alcanzan
entre 1,52 (2ª puerta) y 1,69 m (1ª puerta) de altura. Su técnica de construcción es
muy particular y representa un elemento distintivo de la arquitectura de Rapayán.
La cual consiste en alternar la superposición de piedras colocadas a la vertical y al
horizontal en ambas extremidades del bastidor. El espacio vacío dejado en el centro
del reborde estuvo luego rellenado de pachillas
planas.

Foto 4. Vista de los nichos funerarios en ambos lados del muro de subdivisión de una
vivienda, del área II de Rapayán. Las piedras que la sellaban fueron arrancadas.
Alexis Mantha y Hernando Malca 479

Foto 5. Vista de los nichos funerarios intactos del muro de subdivisión de una vivienda, área IV

Foto 6. Repisa ubicada en la esquina interior de una vivienda, área III de Rapayán.
480 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

La morfología de las paredes que dividen las dos habitaciones de las viviendas
representa un atributo muy particular. Efectivamente este muro presenta dos
espacios vacíos, uno a cada lado del acceso a la habitación posterior, los cuales
pueden ser encajados en la pared misma o elaborados por el añadido de una
pequeña pared hacia el muro del fondo (Fig. 3 y 4). Estos espacios vacíos presentan
a veces varios niveles hechos de grandes lajas colocadas en forma horizontal que
actúan como pisos (Foto 4). Las cavidades murales miden en promedio 100 cm. de
ancho (n = 43), 101 cm. de profundidad (n = 43) y 97 cm. de alto (n = 43). En la
fachada que da al segundo cuarto, los espacios vacíos son totalmente sellados.
Mientras que en la fachada que da a la sala principal, los orificios son cubiertos
por una larga piedra plana. Esta última se encuentra coronada por una o varias
ventanas pequeñas que dan acceso al interior de la cavidad en su parte superior
(Foto 5). Todas las viviendas que se hallan en la cresta y que están en buen estado
y presentan estas cavidades.
Las esquinas laterales de la fachada interior principal presentan repisas
que dan una forma triangular (Fig. 3 y 4). Estas fueron construidas con la ayuda de
una larga laja plana encajada y sobre elevada en los muros. Esta laja permite juntar
ambas paredes de la esquina. Encima de esta laja, que constituye el piso de la
repisa, los albañiles construyeron una pared hasta el techo de la casa. Así como las
cavidades murales, las repisas presentan un espacio vacío al interior que se
encuentra sellado por una larga y delgada piedra vertical coronada de una pequeña
ventana (Foto 6). Todas las viviendas bien conservadas que se hallan en la cresta
presentan estas repisas.

Fig 5. Muro del fondo en piñón de una vivienda, En el área IV de Rapayán.


Alexis Mantha y Hernando Malca 481

Los techos de las viviendas


Las viviendas son relativamente homogéneas del punto de vista de los basamentos
y de la técnica de construcción de las paredes, sin embargo presentan más
variabilidad en cuanto al estilo de los techos. Hemos observado tres tipos de
techados: plano, en piñón y en punta. El primer tipo es el más común en las cuatro
áreas, ya que el 75 % de las viviendas de nuestra muestra se caracterizan por un techo
plano. La altura de las viviendas con este tipo tejado llega, en promedio, a 2,41 m.
El segundo tipo de techo es en piñón, representa el 15 % de las viviendas y
esta presente en las cuatro áreas. En realidad, no es un verdadero techo en piñón
porque, en lugar de tener dos muros opuestos en triangulo para soportar las laderas
de un techo, solo la pared de atrás presenta esta forma. Resulta que la morfología
en piñón del muro del fondo no servia de techo si no que para recibir una segunda
planta. (Fig. 5). Este nivel, cuyo piso era el techo plano de la habitación del fondo,
solo ocupaba la superficie cubierta por la segunda habitación de las viviendas.
Los ejemplares mejor conservados muestran que este nivel era una replica del
secundo cuarto de la primera planta de las viviendas, es decir que tenia un vano de
acceso y una cavidad mural en ambos lados. El piñón de tales viviendas miden en
promedio 4,20 m de altura.

Fig 6. Fachada principal en punta de una vivienda, área I de Rapayán.


482 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

El último tipo de techo, en punta, está presente en las cuatro áreas y representa el
10 % de nuestra muestra de viviendas. En realidad, este tipo no es un techo sino
que una delgada «protuberancia» hecha de piedras superpuestas ubicada encima
del vano de acceso principal (Fig. 6). Se elevan hasta 2,50 m. Encima de la puerta y
presenta a veces algunos nichos. Al parecer, este «aditamento» solo tenían una
función ornamental.

Consideraciones funcionales de las viviendas


A la luz de la descripción de las viviendas de Rapayán, podemos hacer algunas
inferencias sobre la función de las divisiones internas, las cavidades murales y las
repisas. En lo que toca a las divisiones internas, pensamos que el cuarto principal,
que cubre el 65 % de la vivienda servia de dormitorio y para realizar actividades
domesticas. A pesar que encontramos algunos fragmentos de cerámica domestica
y material lítico, no había ninguna huella superficial de basurero o combustión. En
cuanto a la función de la segunda habitación, que ocupa solo el 35 % de la superficie
de la vivienda, podrían haber servido como depósito o almacén. Para confirmar
estas hipótesis, habrá que esperar la ejecución de excavaciones.
Referente a las cavidades murales no creemos que pudieran haber sido
depósitos pues se encuentran totalmente selladas con excepción de una pequeña
ventana en la parte superior. A pesar que habría sido posible insertar alimentos al
interior, pues habrá sido imposible de sacarlos sin romper la pared. Para elucidar
su función, la obra del padre Bernabé Cobo, escrita alrededor de 1653 y considerada
por varios como la fuente más detallada y fiel de las religiones autóctonas (Isbell
1997: 47; Rowe 1946: 194), se refiere al tema de la momificación de los ancestros
que: Los cuerpos embalsamados fueron muy venerados y los sacrificios fueron
hechos a cada uno de ellos de acuerdo a sus recursos.... Algunos mantenían los
cuerpos de sus parientes en sus propias casas .... (Cobo [1653] 1990 : 40 [Nuestra
énfasis]).

Más allá en la misma obra, Cobo trata de la diversidad de las tumbas en el Perú y
subraya que: La mayoría de las tumbas fueron construidas en las afueras de los
pueblos, algunas en los campos y otras sobre despoblados pastizales donde los
animales pasteaban, y en algunas provincias en sus propias casas.... (Cobo [1653]
1990 : 247; [nuestra énfasis]).
Las observaciones de Cobo nos incitan a creer que las cavidades murales
efectivamente eran nichos funerarios, que tenían como función de recibir los cuerpos
momificados de los ancestros de cada familia. La escuela primaria del pueblo de
Rapayán conserva todavía una colección de momias, las cuales según los
pobladores, provienen de los sitios de Rapayán y Gantumarca. Además de presentar
remodelaciones craneanas y de tener los pies y las manos amarrados, las momias
se encuentran en posición fetal, con las rodillas tocando al mentón. La dimensión
de las cavidades murales habrían permitido, sin duda, recibir una momia cada
una. La pequeña ventana coronando los nichos, habrá así facilitado la presentación
de ofrendas a los difuntos, tales como hojas de coca, chicha y comida.
Alexis Mantha y Hernando Malca 483

El hecho que la mayoría de las lajas que sellaban las cavidades murales hayan
sido arrancadas con el fin evidente de acceder a su contenido apoyan aún más esta
hipótesis (Foto 4). Esto sugiere que los nichos funerarios contenían verdaderamente
objetos que hayan podido llamar la atención de los extirpadores de idolatrías en la
época colonial (Duviols 1971) y de los huaqueros (del pasado como del presente),
como eran las momias, metales, tejidos y cerámica. Además, tuvimos la oportunidad
de encontrar, en Huaraz, un video haciendo la promoción turística del Callejón de
Conchuco, incluyendo el pueblo de Rapayán. En este video, grabado alrededor de
1990, con el fin de promocionar el sitio de Rapayán, un grupo de huaqueros sacan
de su nicho una momia por pedazos.
Las repisas ubicadas en las esquinas interiores de la fachada principal se
caracterizan por una forma y técnica de construcción prácticamente idéntica a los
nichos funerarios. Si la ecuación estipulando que similitudes morfológicas reflejan
similitudes funcionales, pues ya es muy probable que las repisas tenían también
una función funeraria.

Los Depósitos y las galerías


Las cuatro áreas de Rapayán comprenden un sistema complejo de galerías
construidas sobre el suelo. Invertimos bastante tiempo para llegar a entender este
sistema porque las galerías entrecortan las terrazas de viviendas y en muchos
tramos se entremezclan con los restos de casas. Para poder registrarlas
adecuadamente utilizamos cordones de colores para seguir el camino de las galerías
en la área II. Este método nos permitió integrar varios segmentos de las galerías en
el plano (Fig. 2).

Figura 7. Perfil ilustrando la técnica de


construcción de una galería, área II de
Rapayán.
484 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

Las galerías corren de este a oeste y entrecortan las terrazas de viviendas de sur a
norte. Para erigirlas, los antiguos habitantes de Rapayán construyeron una pared
en el lado norte. Para unir la pared a los muros de contenciones con el fin de crear
un pasadizo cerrado, los constructores pusieron encima largas lajas planas (Fig.
7). Según nuestras observaciones, las galerías posen una entrada y una salida
única que se ubican cerca del edificio de varios pisos y al extremo oeste del área II.
El interior de las galerías es flanqueada por una serie de nichos dispuestos
en los muros de contenciones. Contamos 38 de estos nichos que miden en promedio
1.85 m. de largo, 1.47 m. de ancho y 1.15 m. de alto. Si tomamos en cuenta los tramos
destruidos, estos nichos debían enumerarse por centenares. Al principio, pensamos
que estos nichos tenían una función funeraria. Esta hipótesis nos parece ahora
poca probable. Efectivamente, los nichos de las galerías tienen un aspecto muy
tosco. Al contrario de las chullpas y al de los nichos funerarios de las viviendas,
las piedras utilizadas en su construcción no son talladas o pulidas. Este hecho no
corresponden a la imagen de un lugar de sepultura. Pensamos mas bien que los
nichos asociados a las galerías tenían como función de almacenar los excedentes
de las cosechas. La naturaleza hermética de las galerías habrá favorecido la
protección de los productos, por un lado contra la inclemencia del tiempo y por
otro contra los asaltos de enemigos potenciales. Además, el acceso restringido así
como el hecho de que las galerías conducen a los edificios de varios pisos habrán
favorecido el control y la administración de los excedentes alimentarios por una
autoridad central.

Los Edificios de varios pisos y las murallas


Los edificios de varios pisos y las murallas marcan la frontera occidental de las
cuatro áreas de Rapayán. En el caso de la área II (Fig. 2), un impresionante edificio
de 5 pisos y de 13 m. de alto, 8 m. de largo y 4,25 m. de ancho se ubica en el borde del
precipicio sur (Fig. 8; Tabla 5). Cada piso está hecho de largas lajas que unen
ambas paredes. Varias lajas parcialmente sobresalientes de las paredes interiores
y ubicadas a intervalos regulares sirven de escalera y permiten acceder de un piso
a otro. El techo, hecho de lajas planas, es también accesible por este mismo sistema

Edificios de Largo Ancho Altura Cantidad de


varios pisos pisos

Área 1 2,04 m 2,02 m 6,97 m 4

I 2 12,07 m ? 8,05 m 4

Área 1 8m 4,25 m 13 m 5
II

2 2,10 m 1,96 m 6,16 m 3

Área III 6,23 m 2,43 m ? ?

Área IV 5,45 m 2,64 m 9,78 m 4

Tabla 5. Tabla Medidas de los edificios de varios pisos por área.


Alexis Mantha y Hernando Malca 485

Fig. 8. Edificio de cinco pisos del sector II de Rapayán.


486 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

de escaleras. El edificio da a una plaza de 17.5 m. de largo y de 15 m. de ancho y sus


6 ventanas miran al este, es decir hacia la plaza y la zona de viviendas. La muralla,
que baja de sur a norte mide 55.25 m. Entre 0.75 y 2,5 m. de espesor y llegando hasta
6,50 m. de altura, se encuentra pegada al lado lateral del edificio de varios pisos.
Un poco más abajo en la ladera norte, hay otro edificio de tres pisos de menor
dimensión (Tabla 5). Este marca el inicio de otra muralla que baja la ladera
recorriendo 23.25 m.
¿Cuál habrá podido ser la función de los edificios de varios pisos? Los
arqueólogos que han trabajado en Rapayán y en zonas vecinas como Tantamayo
propusieron algunas hipótesis. Flornoy (1957) vacila entre una función de residencia
de elite y de carácter público. Amat opta por una función de carácter publico (Amat
1980). Thompson deja la interrogación abierta a saber si los edificios servían de
monumentos funerarios, o almacenes o de residencias de élite (Thompson 1980:
48, 1983: 122). Ibarra sostiene que tenían una función funeraria basándose sobre la
presencia de huesos en algunos de ellos y sobre el hecho que sus particularidades
morfológicas rechazan las posibilidades que fueron almacenes o residencias (Ibarra
1999). Bonnier y Rozenberg propusieron también que estas estructuras tenían una
función funeraria dentro de las cuales fueron puestas las momias de los ancestros
fundadores (i.e. malquis) de los ayllus, pero son prudentes en cuanto a esta
hipótesis, sosteniendo que falta todavía hacer la prueba arqueológica y histórica
(Bonnier 1981: 52; Bonnier y Rozenberg 1981: 18-20; Bonnier et. al. 1983: 106).
De nuestro lado, al igual que Ibarra (1999), Bonnier y Rozenberg (1981),
pensamos que estas estructuras representaban edificios funerarios, o inmensas
chullpas, que fueron utilizadas para exponer los malquis de los ancestros
fundadores de las comunidades. El argumento lo más persuasivo en cuanto a la
función funeraria de estas construcciones proviene de una observación de Vásquez
de Espinoza. Este autor, quien viajo por América Central y América del Sur en
1620, revela mucha información sobre la geografía y los habitantes del Nuevo
Mundo. Durante su paso en los alrededores de la ciudad colonial de Huánuco y
del centro Inca de Huánuco Pampa al sur de Rapayán (Fig. 1), menciona que:
« …y a una legua hay muchos pueblos despoblados de los antiguos, y en ellos y en
aquellos cerros muchas sepulturas de ellos a modo de torrecillas con las puertas al
Oriente, y en cada torrecilla en lo alto y bajo muchos indios muertos sentados,
enteros e incorporados, por ser aquel sitio siempre frío y de vientos sutiles, que con
haber desde el tiempo de su gentilidad están de la suerte referida, parece que ayer
se pusieron en aquellos sepulcros, que por haberlos visto lo escribo » (Vásquez de
Espinosa [1628] 1992 : 660).
Además de esta cita por lo menos conclusiva, podemos subrayar varios
argumentos arqueológicos en favor de la hipótesis funeraria de los edificios de
varios pisos: 1) Están ubicados en la parte más alta de los sectores y beneficiadas
en consecuencia de una excelente visibilidad; 2) En cada área, se encuentran frente
a una plaza donde la población habría participado en ceremonias publicas y
observado a los malquis colocados en las ventanas de los edificios; 3) A pesar que
no hemos encontrado restos humanos en las estructuras de Rapayán, tres edificios
identificados durante nuestra prospección contenían restos de tejidos y de huesos;
Alexis Mantha y Hernando Malca 487

4) Representan las únicas estructuras, con las murallas, que presentan pictogramas
en algunas piedras de construcciones (círculos concéntricos, siluetas humanas y
animales). Estos símbolos tenían verdaderamente una connotación religiosa
relacionada al culto de los ancestros; 6) Los edificios de varios pisos manifiestan
una inversión en mano de obra ampliamente superior a cualquier otro tipo de
estructura. Sus dimensiones monumentales reflejan ciertamente una capacidad de
movilización mayor de individuos. Podemos así sugerir que los edificios
representaban los lugares de sepulcros de los ancestros fundadores del ayllu y que
sus descendientes directos, responsables de la construcción de estas estructuras,
eran los curacas o caciques de la comunidad.
En cuanto a las murallas, en las cuatro áreas, bajan el declive relativamente
débil la ladera norte sobre una distancia variable. La más larga, en la área IV, se
extiende sobre 200 m., aquellas del área II miden 75 m. y las de las áreas I y III no
sobrepasan los 30 m. Las extremidades de las murallas, caracterizadas con piedras
perfectamente yuxtapuestas y pulidas, sugieren que no se proyectaban
anteriormente más a bajo en la ladera norte.
Una función defensiva parece la hipótesis más lógica para las murallas,
especialmente cuándo tomamos en cuenta que tanto los grandes cronistas (ex:
Cieza de León [1553] 1984; 233-234; Guaman Poma de Ayala [1615] 1936) que los
arqueólogos (Bonnier 1981; D’Altroy 1992; Earle et. al. 1987; Hastorf et al. 1989;
Parsons y Hastings 1988; Stanish 1992, Thompson 1973), atribuyen al Intermedio
Tardío un estado de conflicto generalizado y de guerra endémica en la sierra central.
Estas murallas, sin embargo, ofrecían solo una protección parcial a los pobladores
de Rapayán porque no rodeaban las aldeas como se observa varias zonas de la
sierra durante el Intermedio Tardío como, entre otros, en Tantamayo (Bonnier 1981:
40, Bonnier et Rozenberg 1981:5; Flornoy 1957: 213) en la cuenca del Tarma-
Chichaycocha y del Mantaro (Bonnier 1997: 33; D’Altroy 1987: 83; ) en la región de
Huancavelica (Lavallée et Julien 1973: 41-42) y en la zona del lago Titicaca (Hyslop
1977: 219; Stanish, de la Vega y Frye 1993: 84). En realidad, las murallas de Rapayán
cubren solo la parte superior de cada área, dejando así abierta y sin protección la
ladera norte, precisamente en donde el sitio es lo más vulnerable.
Proponemos así que además de marcar una frontera física entre las áreas, las
murallas de Rapayán tenían una función esencialmente funeraria y religiosa.
Efectivamente, en las áreas I, II y III, las murallas se encajan directamente en los
torreones. Varias cámaras abiertas ornan la parte superior de las murallas al punto
de unión con los edificios. Estas cámaras pudieron servir para exponer los malquis
durante las ceremonias. En el área IV, la muralla se encuentra ligeramente retirada
del torreón. Sin embargo dos chullpas se hallan pegadas a la muralla, una de tipo
A y otra de tipo C con frisos que mencionamos anteriormente. La relación funeraria
entre los edificios y las murallas es aun más probable cuando tomamos en cuenta
que representan las únicas estructuras que comportan piedras con inscripciones
pictográficas.
488 El sitio de Rapayán y su diversidad arquitectónica durante los períodos tardíos

Cuando se toma en cuenta una perspectiva regional, hay efectivamente evidencias


que indican que había un clima de inseguridad durante los periodos tardíos en
Rapayán, como la existencia de un sistema de fortines amurallados con parapetes
en las cimas (Ibarra 1999, Mantha 2004). Así pensamos que los muros del propio
sitio de Rapayán, a pesar que no tenían una función propiamente defensiva,
podrían también haber reflejado simbólicamente el poder militar. Si consideramos
el hecho que las murallas se encuentran encajadas en los torreones donde residían
los malquis principales de la comunidad, y que estos ancestros son frecuentemente
descritos como héroe de guerra en los documentos históricos (Duviols 1979: 12;
Isbell 1997: 84), es así posible que en virtud de su descendencia primordial, los
curacas hayan encarnado en sus propios cuerpos el poder militar.

CONCLUSIÓN

El objetivo del presente trabajo es presentar datos sobre la variabilidad de la


arquitectura de superficie del sitio de Rapayán, uno de los asentamientos más
complejo y extenso de la cuenca del Alto Marañón. Describimos chullpas, viviendas,
galerías, almacenes, edificios de varios pisos y murallas. En cuanto a las funciones
de las diversas construcciones, la dimensión funeraria sobresale en Rapayán.
Efectivamente, los diferentes ancestros de Rapayán fueron dispuestos a la vez en
las chullpas, las viviendas, los edificios de varios pisos y las murallas. Estos datos
sugieren que los pobladores de Rapayán eran profundamente religiosos. El sitio
de Rapayán era en efecto concebido tanto para recibir los vivos como los muertos.
La omnipresencia de los malquis en cada esquina de Rapayán, hasta a dentro de
cada casa, podría reflejar la necesitad de marcar y de legitimar la posesión territorial
por los habitantes. Si fuera cierto, pues esto podría significar, como lo sugiere otras
evidencias como la presencia de varios fortines amurallados en las cimas (Ibarra
1999; Mantha 2004), que el territorio de Rapayán estaba en peligro y amenazado.
En este contexto de inseguridad, es probable que los individuos lo mas
calificados para defender el territorio hayan gozado de una estima considerable.
Los principales descendientes de los ancestros de la comunidad, es decir los
curacas, posiblemente derivaban su prestigio y su autoridad en gran parte por sus
capacidades guerreras.
En fin, si nuestras interpretaciones derivadas de la descripción de la
arquitectura de superficie del sitio de Rapayán son probables, deberán ser
comprobabas con mas datos que solo las excavaciones pueden proveer. Sería
esencial, por ejemplo, determinar la cronología precisa del sitio. Si hay evidencias
indirectas que sugieren que la ocupación de superficie de Rapayán remontara al
Intermedio Tardío hasta el principio de la época colonial, es imposible sin la ayuda
de fechas radiométrica o sin una cronología relativa basada en la estratigrafía
cerámica, de determinar si las estructuras de superficie fueron erigidas mas o menos
a la misma época y si las cuatro áreas de Rapayán fueron contemporáneas. Pues
seria urgente resolver estos problemas por comprender mejor el desarrollo
prehistórico tardío de esta región aislada de los andes centro-orientales.
489

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