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Soluciones y sugerencias para resolver

las actividades para la lectura de


Orgullo y prejuicio
Jane Austen
ANTES DE LA LECTURA: PREGUNTAS GENERALES

1 ¿Conoces el libro que vamos a leer? Si es así, escribe un resumen del argumento,
sin desvelar el final y de manera que animes a leer el libro.
Respuesta libre.

2 Si no sabes nada sobre la obra, ¿qué esperas encontrar en este libro? ¿Te sugie-
re algo su título? ¿Te da información la contraportada? Y el índice, ¿te orienta
sobre su contenido?
Respuesta libre.

3 ¿Qué obras de la literatura inglesa conoces? Haz memoria, porque en caso de no


haberlas leído, seguro que habrás visto algunas películas basadas en ellas.
Respuesta libre.

4 ¿Qué tipo de literatura prefieres, la que refleja la realidad o la que cuenta una
historia fantástica? ¿Por qué?
Respuesta libre.

5 ¿Sueles acudir a la biblioteca? ¿La visitas para buscar información para trabajos
escolares, seleccionar y llevarte en préstamo nuevos títulos o para participar en
las actividades que organizan los bibliotecarios? ¿Te gusta leer en sus salas? ¿Te
consideras un buen lector? ¿Por qué?
Respuesta libre.

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DURANTE LA LECTURA: Capítulo I. Una familia con cinco hijas

1 Al comienzo de la novela se nos da la localización espacial y temporal, que po-


drás ir completando a lo largo de la lectura. Busca las referencias que aparecen
en el texto y sitúa el relato en su contexto geográfico e histórico.
La acción se sitúa en Inglaterra, en el condado de Hertfordshire, al sur de Lon-
dres, y sus alrededores. Se nos dice que el señor Bingley ha alquilado la casa de
Netherfield Park y que su familia procede del norte de Inglaterra. En el capítulo
II se nos dan más datos: la familia Bennet vive en el pueblo de Longbourn, cuya
capital es la cercana ciudad de Meryton, y el señor Darcy procede de Derbyshire,
al norte de Inglaterra. Más adelante se irán completando las referencias a Pem-
berley (capítulo IV), Hunsford (capítulo VII), Kent y Lambton (capítulo XII),
Rosings (capítulo XIV) y Brighton (capítulo XVI).
Hay que decir que no todos estos lugares son reales, pues la autora no quería que
pudieran reconocerse. Así, son verdaderos los nombres de los condados, que lle-
van el sufijo sajón shire, Kent y Brighton. Y son ficticios todos los demás. De ellos,
quizá destaca la mansión de Pemberley, basada en la real de Chatsworth­House,
cerca de Bakewell, en Derbyshire; se trata de un magnífico palacio, en el que se
rodaron tanto la serie de la BBC, como la película dirigida por Joe Wright, a las
cuales nos referimos en el Apéndice de nuestro libro.
En cuanto al tiempo, no se nos cita año ni se da ninguna pista para saber la épo-
ca concreta en la que se desarrolla la acción, pero sí entendemos que es la de la
autora. Ahora bien, sí se precisa el paso del tiempo, así en el capítulo I se nos da
la fecha: para San Miguel, el 29 de septiembre, Bingley se trasladará a Nether-
field. Este día era importante en el calendario agrícola inglés porque se termi-
naba o iniciaba la temporada de arrendamientos de las tierras a los colonos. En
los sucesivos capítulos se irán completando las referencias temporales, así en
el capítulo IV, un regimiento militar llega a Meryton para pasar el invierno; en
el capítulo XI llega la Navidad y más tarde, en marzo, Elizabeth va a visitar a su
amiga Charlotte a su nuevo hogar. En el capítulo XII es la Pascua. En el capítulo
XV, la primavera estalla con su verdor en Kent, al sur de Londres. En el capítulo
XVI, estamos en la segunda semana de mayo y el regimiento de militares pre-
para su marcha a Brighton para pasar el verano. En el capítulo XVII, Elizabeth
inicia su viaje con sus tíos en verano. En el capítulo XX, Bingley vuelve a Nether-
field para cazar, es septiembre y se nos dice que pasan varios días. Finalmente,
en el capítulo XXII, los protagonistas pasean por el campo, luego no ha llegado
aún el invierno. En total, los hechos han sucedido en poco más de un año.

2 Desde el principio se caracteriza muy bien a los padres de la familia Bennet.


¿Qué se dice de ellos?
La madre: de su aspecto físico apenas se dice nada, salvo que todavía es her-
mosa. Es su carácter lo que queda explícito. Así, sabemos que su preocupación
principal era casar a alguna de sus hijas con el rico soltero que había llegado

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al condado, y por eso le interesa tener buenas relaciones con él, pidiéndole al
marido que vaya a visitarlo. Esto nos da idea de cómo funcionaban las normas
de cortesía —lo que los británicos llaman good manners— en la sociedad rural de
finales del siglo xviii y principios del xix. Otro de los rasgos que la definen es
su materialismo: el soltero tiene una considerable fortuna, razón de peso para
que se den a conocer. La autora añade además que «era una mujer variable, de
cortas luces y escasa formación. Cuando algo la contrariaba aludía de inmediato
a sus nervios». En una vida aburrida, se distraía con las visitas y el cotilleo. Más
adelante, se añadirá que era lenguaraz, impertinente, maleducada…
El padre: era un hombre tranquilo y agradable, pero indiferente a lo que suce-
día a su alrededor e irresponsable con respecto a su familia. La autora lo descri-
be como «una rara mezcla de humor sarcástico, ironía, reserva y capricho». Tras
veinticuatro años de matrimonio, no soporta a su mujer, por lo que se refugia
en los libros. Su desidia llevará a la familia al desastre y cuando quiera rectificar,
lo hará de forma drástica, equivocándose, por tanto, en las dos actitudes que
adopta.

3 El señor Bingley tenía una renta de cuatro o cinco mil libras al año. Busca infor-
mación, en la biblioteca o en Internet, para averiguar el valor de esa cantidad en
la época en la que se encuadra la novela.
Tener una renta significa que las propiedades o el dinero que una persona po-
see le proporciona unos beneficios económicos determinados. Hoy día, la libra
esterlina (1 GBP = 1 Great Britain Pound) equivale a 1,125 euros aproximada-
mente. La libra se dividía en 20 chelines, que eran de plata, y cada chelín valía
12 peniques, que eran de cobre. La libra ya existía en la Edad Media y tomó su
nombre de su peso, es decir, 400 gramos. Al principio era de plata, pero en el
siglo xviii pasó a ser de oro y así continuó hasta después de la Primera Guerra
Mundial.
Respecto a su valor entonces, según las enciclopedias, hacia 1780 un peón agrí-
cola en Inglaterra ganaba sobre 21 libras al año, mientras que un funcionario
del gobierno podía ganar 46. Charles Dickens, que nació en 1812, trabajaba de
niño en una fábrica de betún y ganaba 6 chelines semanales. En su famosísima
obra Oliver Twist nos dice que la subvención que el municipio daba a los hospi-
cios para mantener a cada niño era de 7,5 peniques diarios y un bollo de pan
costaba 1 penique. Con estos datos podemos hacernos una idea de lo que se
pregunta.

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DURANTE LA LECTURA: Capítulo II. Nuevos vecinos

1 Aparecen los dos personajes masculinos principales de la novela y la autora hace


un magnífico retrato de ellos, dándonos tanto sus rasgos físicos como psíquicos.
Anótalos y establece la comparación entre ellos. Podrás completarlos a lo largo
de la lectura.
• Bingley
Rasgos físicos: joven, bien parecido, agradable rostro, porte de un caballero.
Hace dos años que ha cumplido la mayoría de edad, que entonces era a los
veintiún años, o sea, que tiene veintitrés años.
Rasgos psíquicos: vital y simpático, sensato, con buen carácter, alegre, buena
educación, finos modales, sencillas maneras. Cae bien donde va.
• Darcy
Rasgos físicos: alto, de facciones hermosas y nobles, elegante. Más adelante
nos enteramos de que tiene veintiocho años (capítulo XV).
Rasgos psíquicos: inteligente, reservado, antipático, arrogante, vanidoso; solo
habla con sus amigos y desprecia a los demás; a pesar de su buena educación,
su comportamiento disgusta y molesta a la gente y, en suma, resulta aborrecible.
Podemos ya establecer la comparación entre ambos amigos: A Bingley le en-
canta bailar, mientras que Darcy lo odia, a no ser que conozca a su pareja. En
Bingley destacan su franqueza y su docilidad de carácter, y por eso mismo valora
en Darcy la firmeza de su carácter, que es lo que le da confianza en su amigo;
además aprecia su buen juicio en sus opiniones y sus consejos.
Como el carácter de Darcy es más complejo, se van añadiendo datos, tanto por
parte de la autora, como por la de los demás personajes. Excepto Wickham, que
tiene sus propios motivos para odiarlo (capítulo VII), todos hablan bien de él,
destacando el ama de llaves de su casa, que alaba sus bondades y justifica su or-
gullo, porque es un hombre callado, al que no le gustan las locuras como a otros
jóvenes (capítulo XVII). Su actitud llegará a exasperar a Elizabeth, que no sabe
qué piensa realmente ni cuáles son sus sentimientos hacia ella (capítulo XIX).
Él mismo justifica su orgullo en el capítulo V por su superioridad intelectual y
reconoce que es rencoroso, pues no olvida las ofensas que se le hacen; tampoco
cambia fácilmente de sentimientos ni de criterios, pues su temperamento es
exigente y hasta más inflexible de lo que algunos quisieran. Y en el capítulo
XIII admite que es retraído porque le falta capacidad de comunicación, no le
gusta el palique y aborrece la mentira y el disfraz, en el sentido de tener que dar
conversación a la gente (capítulo XIV).
Además del orgullo, otro rasgo que le define y con el que va a luchar durante
toda la obra es su prejuicio de clase hacia la familia de Elizabeth y hacia ella mis-
ma, a la que a veces trata con gentileza y otras con indiferencia, tratando de no
dejar entrever sus sentimientos. El esfuerzo que hace por superarlo le redime
como personaje.
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2 También aparecen las protagonistas: Jane y Elizabeth. ¿Qué destaca la autora de
ellas? Ve anotando todo lo que se dice de ambas hasta obtener su retrato.
• Jane
Rasgos físicos: es joven y hermosa. Tiene casi veintitrés años (capítulo XVI).
Rasgos psíquicos: es toda encanto y bondad, inteligente, culta y educada (ca-
pítulo XIII); simpática y alegre (capítulo XV). No es propensa a ponerle faltas
a nadie ni a hablar mal de nadie, porque toda la gente le parece estupenda,
todo el mundo es justo y tiene una buena opinión de las personas en general
(capítulo X). Admitirá que se ha equivocado con Bingley, pero como nadie
se ha enterado, ella sola lo ha sufrido y así se consuela, pues su carácter no es
dado a la desesperación (capítulo X). Le importa sobremanera que la gente
no se dé cuenta de la verdad y se empeña en negar sus sentimientos, incluso
a su hermana (capítulo XX). Esta actitud hasta cierto punto hipócrita llega a
chocar al lector, pero es que las muchachas de entonces tenían como norma
de comportamiento el disimulo, que contrasta con la explosión de felicidad
cuando Bingley finalmente le propone matrimonio (capítulo XX).
• Elizabeth
Rasgos físicos: no es hermosa, pero tiene unos ojos negros muy expresivos y
su figura es esbelta y ligera (capítulo III). Va a cumplir veintiún años (capítu-
lo XII). Es una chica fuerte, pues es capaz de andar tres millas (5,5 km) sin
cansarse.
Rasgos psíquicos: temperamento alegre y vigoroso, capaz de reírse de las si-
tuaciones ridículas, aunque estas le afecten a ella misma; o sea, es una chica
sin complejos. Destacan su natural vitalidad (capítulo III) y la mezcla de dul-
zura y malicia de sus maneras, que hacen difícil enfadarse con ella (capítulo
V). Al contrario que su hermana, es desconfiada, piensa que la gente es varia-
ble y cuanto más los conoce menos le agradan (capítulo X). Cuando quiere
una cosa, se obstina en conseguirla (capítulo XIII). En los capítulos de la
declaración de Darcy y de su carta (XIV y XV), la vemos reaccionar de forma
muy humana y verosímil, pues pasa de la cólera al llanto, de la seguridad a la
duda, de la vergüenza al arrepentimiento. También la vemos vacilar y exaspe-
rarse ante el comportamiento de Darcy, pues no entiende cómo puede pasar
de ser cariñoso a despectivo (capítulo XIX). Y esta duda va a perdurar hasta
el capítulo XXII, en que por fin todo se aclara entre ellos. Pero ahora surge
otro problema: ¿cómo convencer a sus padres y a su hermana de que lo ama,
cuando tantas veces ha dicho que le resultaba odioso?
Jane Austen afirma varias veces que las mujeres dicen lo contrario de lo que
piensan y vamos a tener que pensar que esa era, en efecto, su norma de conduc-
ta. ¡Qué hipocresía! La mujer había hecho de la mentira y el disimulo su modo
de vida. ¿Y acaso no lo hacían los hombres?
Sugerimos que al final de la lectura, llevemos este tema a coloquio, comparando
la forma de comportamiento de entonces y la de ahora. ¿Hemos cambiado tanto
o no?

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3 ¿De dónde procedía la fortuna de ambos solteros de oro?
Bingley pertenecía a una respetable familia de ricos comerciantes del norte de
Inglaterra. Su padre le había dejado una fortuna de cien mil libras. Este había
intentado adquirir una finca, puesto que la posesión de tierras daba más pres-
tigio a la riqueza que la obtenida en el comercio, pero murió sin realizarlo. El
hijo también quería invertir parte de su capital en comprar una hacienda, pero
no se acababa de decidir y de momento se había conformado con alquilar la de
Netherfield. Darcy, por el contrario, posee grandes posesiones en Derbyshire,
que le dan una buena renta. Más tarde se hablará de sus colonos (capítulos VII y
XVII). No se nos dice a qué cultivos se dedicaban las tierras, ni tampoco si tenía
animales. También nos enteramos de que su familia está emparentada con la
nobleza, pues la duquesa lady Catherine es su tía.
En consecuencia, uno pertenece a la alta burguesía y el otro es un terrateniente
próximo a la nobleza. En este sentido, es curiosa la historia que se nos va a con-
tar en el siguiente capítulo de la familia Lucas: el padre era un comerciante, por
tanto perteneciente a la mediana burguesía, que reunió una modesta fortuna y
llegó a ser nombrado alcalde de la pequeña ciudad de Meryton —este cargo era
anual—, y cuando fue presentado al rey en el palacio real de Saint James —re-
sidencia de los reyes británicos anterior a Buckingham— y le juró lealtad, este
le otorgó el título de caballero, o sea sir. Al señor Lucas ya no le pareció que su
negocio fuera suficientemente digno de su nueva distinción, por tanto lo vendió
y la familia se trasladó a una casa más lujosa fuera de la ciudad. Todo esto nos
lleva a pensar que la burguesía sentía un claro complejo de inferioridad social
respecto a la nobleza, con la que acabarían fusionándose mediante matrimonios
de interés para elevar su categoría social, aportando ellos el dinero y los otros
muchas veces poco más que la posición y el nombre. Esto es lo que se ha lla-
mado de forma culta «oligarquía» y en la voz popular «matrimonios morcilla»,
porque unos ponían la sangre y los otros el arroz.
Otro ejemplo de esta burguesía urbana y rural lo tenemos en la familia Bennet:
el padre era un pequeño hacendado, cuya finca le rentaba dos mil libras al año,
mientras que la madre pertenecía a la burguesía ciudadana; su padre había sido
un notable abogado, que le había dejado a su hija una herencia de cinco mil
libras y cuyo negocio lo había heredado su cuñado, el también abogado señor
Philips, mientras que su otro hermano, el señor Gardiner, era un próspero co-
merciante en Londres.

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DURANTE LA LECTURA: Capítulo III. Buenas maneras

1 Mary es la hija intelectual de la familia Bennet: seria, reflexiva y buena lectora.


Jane Austen utiliza a este personaje para dar juicios y hacer valoraciones sobre
algunos temas candentes de la obra. ¿De qué habla aquí y qué dice? ¿Qué opinas
tú al respecto?
Habla sobre el orgullo y la vanidad, diferenciando claramente ambos. El orgu-
llo —explica— radica en la alta opinión que un individuo tiene de sí mismo,
mientras que la vanidad depende de la opinión que ese individuo quiere que los
demás tengan de él. Los dos conceptos suelen usarse como sinónimos, pero no
lo son; el orgullo es un sentimiento interno del hombre, similar a la arrogancia
o exceso de autoestima; mientras que la vanidad es externa y se puede entender
como ostentación o afán de que los otros lo admiren a uno por lo que es o tie-
ne. Charlotte justifica el orgullo de Darcy porque es rico. ¿Entonces los pobres
no tienen orgullo o, lo que es lo mismo, amor propio? Elizabeth defiende su
orgullo, que se ha visto ofendido por el desaire de Darcy en el baile, y eso no se
lo perdona.
El orgullo será uno de los pilares en los que se basa la trama de esta novela. Así
en el capítulo V se vuelve otra vez al tema, por boca de Elizabeth y de Darcy. Este
no cree que el orgullo sea un defecto si se justifica por la superioridad intelec-
tual del que lo tiene. Sin embargo, la vanidad sí la considera un defecto.

2 Un joven Lucas asegura que si él fuera rico se bebería cada día una botella de
buen vino. ¿No te parece excesivo? ¿Por qué?
Respuesta libre. Iniciar un debate o coloquio sobre los peligros de la diversión
basada en el alcohol, los botellones o las botellonas…

3 Otro tema polémico en la obra es el del decoro en la mujer. ¿Qué se entiende


aquí por «decoro»? ¿Tenemos hoy el mismo concepto de él que en la época de
Jane Austen?
Si buscamos la palabra «decoro» en el diccionario, nos dice que es la «manera
de comportarse con seriedad y modestia» y también «la observación de las nor-
mas socialmente establecidas». Aquí hablan Elizabeth y Charlotte sobre el com-
portamiento que debe adoptar Jane ante Bingley —y por extensión cualquier
muchacha ante un admirador—, y sus opiniones difieren. Elizabeth justifica la
reserva de su hermana a manifestar su amor hacia Bingley por el miedo a las ha-
bladurías; mientras que Charlotte opina que debe darle a entender abiertamen-
te sus sentimientos, para animarlo a seguir adelante o de lo contrario podría
perderlo. Veremos cuál de las dos tendrá razón.
Está claro que dos siglos atrás la mujer debía guardar las composturas, como
aquí se dice, para no ser señalada como casquivana o «perdida». Hoy día, la mu-

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jer se ha liberado de muchos de estos complejos y su comportamiento es mucho
más libre y natural. No será esta la única vez que veamos hablar del decoro de
la mujer en la obra, convirtiéndose el asunto en trascendental en el capítulo
XVIII, en el que Lydia Bennet se escapa con Wickham, un guapo y donjuanesco
militar. En este momento vuelve a ser Mary la que eleva su reflexión a lección
sobre la virtud y el honor de la mujer: «la pérdida de la virtud para una mujer es
irreparable y que el honor es algo tan frágil que un paso en falso supone caer en
la ruina para siempre. Por lo tanto, la mujer debe ser suficientemente precavida
en su conducta para no desmerecer a los ojos del otro sexo».
Añadir la opinión personal al tema.

4 Jane Austen nos pone ante otro dilema importantísimo en su tiempo. ¿Es mejor
que la mujer conozca al que ha de ser su marido antes de casarse o da igual por-
que esto no asegura que vaya a salir malo o bueno? ¿Qué opinas?
Partimos de nuevo de las opiniones opuestas de las dos amigas: Elizabeth consi-
dera que si el amor es lo que importa, y así lo defenderá hasta el final (capítulo
XXI), como es también el caso de Jane, no es suficiente para conocer al futuro
marido haber coincidido con él en cuatro comidas y cuatro bailes. Charlotte,
por el contrario, cree que la felicidad en el matrimonio es cuestión de suerte y
es mejor no conocer los defectos de la persona con la que se habrá de vivir el
resto de la vida.
Moderaremos un debate sobre el tema.

5 Se nos habla de los cánones de la moda, que Elizabeth no cumplía. ¿Por qué?
¿Cuáles eran estos? ¿Han cambiado respecto a los de hoy?
Elizabeth tenía una figura esbelta y ligera. Ese no era el canon de la moda fe-
menina a finales del siglo xviii y principios del xix, basta que miremos algunos
cuadros de retratistas de la época. La mujer de moda era exuberante, es decir,
entrada en carnes, sin llegar a ser obesa. Hoy, sin embargo, las modelos marcan
la moda y esta es la de la mujer alta, delgada y bien formada. Pero las modelos
son, como su nombre indica, mujeres con medidas especiales que se salen de lo
común. Debemos, pues, tener cuidado con querer imitarlas, porque podemos
caer en dos desequilibrios psicológicos que pueden llevarnos a dos graves enfer-
medades: la anorexia y la bulimia. Y esto también vale para los chicos.

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DURANTE LA LECTURA:
Capítulo IV. Una estratagema desafortunada

1 Un regimiento de militares llega a Meryton. ¿Qué recursos estilísticos se utilizan


para describirlos? ¿A quién alegra su llegada y por qué?
Para describirlos se utiliza la sinécdoque, que consiste en llamar a una cosa con
el nombre de otra cosa, en virtud de la relación de inclusión de significados que
hay entre ellas, así se dice «guerrera roja» por el militar que la lleva. Se trata ade-
más de una descripción cosificada, puesto que a las personas se las reduce a los
elementos materiales que más destacan en ellas: los uniformes y, en concreto, las
casacas rojas, esto es, chaquetas ajustadas, abotonadas hasta el cuello y con bolsi-
llos de tapas en el frente, muy vistosas y atractivas por su color rojo. Tenemos un
ejemplo claro cuando dice la madre: «Yo me acuerdo de que a mí también me
gustaban mucho las guerreras rojas».
Su llegada alegra a las hijas menores de la familia Bennet, que esperan conocer-
los y entablar amistad con ellos, y también a la madre, que inmediatamente se
hace la ilusión de poderlas casar con un oficial que gane cinco o seis mil libras
de sueldo al año. El padre es más realista y ve a las chicas alocadas y necias; pero
la madre justifica su comportamiento como propio de la juventud.
Los regimientos militares estaban formados por soldados voluntarios, a los que
se les movilizaba en caso de guerra, enviándolos a sitios estratégicos. En la época
en que Jane Austen escribe esta novela, el ejército regular estaba luchando en
Europa contra Napoleón. En cuanto al color rojo intenso y a la vistosidad de los
uniformes, pronto se dieron cuenta de que constituían un blanco perfecto para
el enemigo, por lo que sustituyeron su color y sus aparatosos complementos
—botones, hombreras, insignias, etc.—, en especial en los oficiales, por otros
menos llamativos.

2 La «mojada» que coge Jane en el camino de Netherfield le provoca un resfria-


do. Hoy es una enfermedad leve, pero entonces hubiera podido dar lugar a una
enfermedad grave: la tuberculosis. ¿En qué consistía esta enfermedad? ¿Cómo
era la medicina en la época?
La tuberculosis, o tisis, era una enfermedad altamente infecciosa que se propa-
gaba por el contacto con un enfermo. Afectaba principalmente a los pulmones,
pero también a otros órganos, como el intestino, la laringe o los riñones. De
hecho, la enfermedad de Addison, de la que muere Jane Austen, era originada
en el 70 % de los casos por la tuberculosis. Y una de las causas que la provocaba
podía ser precisamente un resfriado mal curado. En el siglo xviii, a los enfer-
mos que la padecían, tísicos, se les aislaba, poniéndolos en cuarentena; pero la
tasa de mortalidad era altísima, especialmente entre los jóvenes, hasta que en
1921 los doctores Albert Calmette y Camille Guérin descubrieron la vacuna que
la prevenía.

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En cuanto a la medicina en general, hay que decir que en el siglo xviii la pre-
ocupación de los Estados por sus súbditos hace que se empiece a desarrollar la
atención sanitaria de la población pues, debido a las grandes migraciones que
se empiezan a producir del campo a las ciudades, las malas condiciones de vida,
la baja calidad de las aguas, el hacinamiento y la falta de higiene propagaron
muchas enfermedades, como el raquitismo, el escorbuto, el cólera, el tifus, la
viruela y, sobre todo, la tuberculosis. Los remedios eran irrisorios: sangrías, lava-
tivas, ventosas e infusiones. Pero también se ponen ya las bases para el desarrollo
de la medicina, cuyo primer gran éxito fue el descubrimiento de la vacuna de la
viruela por el médico inglés Edward Jenner.

3 Vamos a hacer un sencillo análisis de una técnica narrativa llamada «perspecti-


vismo múltiple» o «visión caleidoscópica». Consiste en que los distintos perso-
najes comentan un mismo hecho bajo su personal punto de vista, obteniendo
así el lector diversas perspectivas. Aquí el hecho es la llegada de Elizabeth a
Netherfield.
a) Elizabeth llega a Netherfield con los zapatos y las medias sucios de barro y la
cara roja tras la caminata. Ella misma ya comenta que los Bingley y Darcy verán
lo que ha hecho como algo indigno.
b) Darcy dudaba entre admirar el color de su rostro o justificar el atrevimiento
de haber venido sola por los caminos.
c) Caroline Bingley la ve como una salvaje, sucia, despeinada, fea, con un aspec-
to abominable, ordinaria, impertinente…, y sin decoro.
d) Bingley solo ve que haber venido demuestra el cariño por su hermana.

4 Uno de los entretenimientos preferidos de la burguesía era la lectura. ¿Qué per-


sonajes sabemos hasta ahora que eran aficionados a ella? ¿Tú crees que la gente
humilde tenía acceso a los libros? Justifica tus respuestas.
Solo la gente rica podía permitirse el lujo de tener una biblioteca en casa. Aquí
vemos a la familia Bennet, en la que destacan el padre y Mary como buenos lec-
tores. Bingley también tiene una biblioteca, aunque no muy bien surtida, y con-
fiesa que no es un buen lector. Sí parece serlo Darcy, que no solo ha heredado
una buena biblioteca de su padre, sino que él compra continuamente libros. Y
a Elizabeth también le gusta leer, porque ante la extrañeza del señor Hurst, ella
prefiere leer a jugar a las cartas.
Como datos interesantes, añadimos los siguientes: la biblioteca más antigua de
la que se tiene noticia se cree que se instaló en Caldea, esto es en la antigua Ba-
bilonia, 1700 a. C., y estaba formada por cientos de tablillas de arcilla grabadas a
mano. Aunque la primera biblioteca pública conocida se fundó en Atenas en 540
a. C. Sin duda, la más famosa fue la de Alejandría, que fue destruida en el año 47
a. C.; contaba con más de 500 000 volúmenes. Durante la Edad Media los libros se
escribían a mano —manuscritos—, generalmente por los monjes de los monaste-

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rios. A partir de que el impresor alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta
en 1450, o mejor dicho, perfeccionó el rudimentario sistema de impresión que ya
existía con letras movibles, se empezaron a publicar libros impresos, con lo que
su coste se abarató. El primer libro impreso en España data de 1472 y se hizo en
Segovia. Durante el siglo xviii se pusieron de moda las bibliotecas ambulantes.
Servían de punto de encuentro de los aficionados a la lectura y se costeaban por
las cuotas de sus socios. Era el único medio de acceder a los libros que tenía la
gente de recursos limitados y que sabía leer, pues estos seguían siendo muy caros.
Después vendría la creación de las bibliotecas públicas dependientes de los mu-
nicipios. En Inglaterra, la British Library, anexa al British Museum de Londres, se
creó con este en 1753. Le sacaba ventaja la Biblioteca Real de Madrid, más tarde
Biblioteca Nacional, que fue fundada por Felipe V en 1712; hoy día conserva más
de 20 millones de documentos, entre libros, grabados, mapas, carteles…
Se recomienda animar a los alumnos y a las alumnas a que visiten la biblioteca
del centro, del barrio o del pueblo, donde podrán encontrar cientos de libros,
cómics, vídeos, etc., que se prestan de forma gratuita a los socios. Basta con ha-
cerse un carnet.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo V. La mujer completa

1 Jane Austen tiene especial interés por reflejar en su obra el concepto que en su
tiempo se tenía de lo que debían ser el hombre y la mujer completos. Bingley ya
ha sido presentado como tal en el capítulo II; ahora le toca a la mujer. ¿Cuáles
son las cualidades que se le atribuyen a cada uno? Da tu opinión al respecto.
Ante todo, hay que decir que un hombre o mujer completos debían reunir tanto
dotes naturales como habilidades adquiridas en la sociedad, que completasen
a las primeras. Así, Bingley es considerado por Jane y Elizabeth como modelo
de «hombre completo» y destacan en él los siguientes rasgos: joven caballero,
guapo, sensato, buena educación, finos modales, buen carácter, alegre… y rico.
Sobre lo que debe ser una «mujer completa», en el capítulo que ahora comenta-
mos, hablan Elizabeth, Bingley y su hermana Caroline, y Darcy. Empieza la con-
versación Bingley, quien se asombra de que las jóvenes de hoy sepan hacer tantas
cosas: bordar, decorar las mesas, pintar tapices, tocar el piano y cantar; y además
andar y moverse con buen aire o porte, expresarse y relacionarse con la gente.
Añade Caroline: bailar, dibujar y hablar lenguas modernas. Elizabeth comenta que
además de todo eso se les exige que tengan buen gusto y elegancia. Finalmente,
Darcy valora por encima de todo que tengan una inteligencia superior cultivada
por la lectura. ¿Puede haber alguna mujer que reúna tantas cualidades? Elizabeth
asegura que ella no conoce a ninguna; Darcy comenta que no habrá más de media
docena y las hermanas Bingley se enojan porque ellas creen que hay muchas.
Llama la atención la cantidad de aptitudes que se enumeran en el caso de la mu-
jer y, sin embargo, en el del hombre no se dice nada de las que podrían conside-

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rarse propias de su sexo en la época; por ejemplo, ser un experto en equitación,
en la caza o en el manejo de la espada o las pistolas, puesto que había duelos. Y,
por otro lado, qué pocas cosas útiles se requerían en una mujer, con la excep-
ción de hablar idiomas y las lecturas. Todo lo demás no les servía a las señoras
de la buena sociedad sino para lucirse como floreros en los salones. Está claro
que Jane Austen hace una severa crítica de la situación de la mujer en su tiempo.

2 Caroline Bingley conoce bien las artes de la conquista del sexo masculino. Fí-
jate en cómo actúa a lo largo de la obra y ve tomando nota. ¿A quién las dirige?
¿Crees que conseguirá su propósito?
Desde el primer momento en que aparece en el baile del pueblo de Longbourn
vemos que sus tácticas van dirigidas a Darcy, al que no pierde oportunidad de
acercarse y adular, así como a su hermana. A la vez, cuando se da cuenta de
que él admira a Elizabeth (capítulos III y IV), intentará dirigir toda su artillería
contra su posible rival, pues se siente envidiosa y celosa. Cuanto más ve a Darcy
fascinado por Elizabeth, más la aborrece ella. Pero sus dardos harán poca mella
en Darcy, quien comenta que él considera despreciables todas las artes de con-
quista que utilizan las mujeres basándose en la astucia y, podemos añadir, en la
hipocresía, justo lo que hace Caroline Bingley.
En los siguientes capítulos, sabiendo que Jane ama a su hermano, se portará
de manera muy cruel con ella, pues le enviará cartas en las que le mienta, alu-
diendo a una posible relación entre Bingley y Georgiana Darcy. Su propósito es
claro: conseguir la doble boda de ella con Darcy y de su hermano con Georgiana
(capítulo X). Pero no sabe que hay otra rival por medio y no es Elizabeth, sino
la prima de Darcy, la rica heredera Anne de Bourgh (capítulo VII).

3 Un viejo tópico literario es el enfrentamiento campo/ciudad. ¿Qué dicen los


personajes sobre ambos? ¿Qué opinas tú?
Efectivamente, se trata de un tópico porque el tema se ha ido repitiendo a lo
largo de la historia de la literatura, desde los cuentos populares a los clásicos
romanos Horacio y Virgilio, y hasta nuestros días. En nuestra obra, no es aquí la
primera vez que se alude al tema, pues en los capítulos anteriores, Caroline Bin-
gley desprecia a la gente provinciana por fea, cateta e insípida y, sin embargo,
presuntuosa. Más adelante, ella misma vuelve a decir que la vida en los pueblos
es muy aburrida, opinión que también comparten las chicas Bennet, pues van
con frecuencia a Meryton a pasear y ver tiendas para combatir el aburrimiento
de Longbourn. Ahora vuelve a salir el tema: la señora Bennet cree que la vida en
el campo es más agradable, aunque la ciudad —por ejemplo, Londres— tiene
la ventaja de las tiendas y los espectáculos; Darcy y Elizabeth apuntan que en la
ciudad la diversidad de individuos y de clases sociales es mayor y Bingley conclu-
ye asegurando que él se encuentra a gusto en los dos sitios.
La discusión se completará con la opinión del alumno o alumna.

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4 ¿Puede la buena educación controlar los defectos del carácter de las personas?
Escribe tu opinión para después compartirla con el resto de compañeros.
Respuesta libre.
Animar un coloquio, en el que comenzaremos diferenciando los dos significa-
dos que en español tiene la palabra «educación»: a) Adquisición de conocimien-
tos que se nos enseñan en la escuela. b) Desarrollo de las facultades morales y
afectivas de una persona, que le permiten convivir en la sociedad. Comprenden
un conjunto de normas que son enseñadas tanto por nuestra familia como por
el grupo social en el que vivimos, incluida la escuela. Esta ambigüedad no se da
en inglés, pues ellos distinguen en su vocabulario entre education y upbringing,
que podemos traducir por «aprendizaje de normas de conducta» y «crianza»,
porque se supone que las aprendemos conforme vamos creciendo.
Respuestas libres en el coloquio.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo VI. Un huésped no deseado

1 Aparece otro tema muy polémico: la ley del mayorazgo. ¿Cómo le afecta a la
familia Bennet? ¿Qué opinas tú de ella?
Se trata de una antigua ley del Derecho Civil que vinculaba la propiedad de los
bienes al hijo mayor de la familia o a los varones de esta, excluyendo a las hembras
y a sus descendientes. Tenía su explicación: si las hijas heredaban, la propiedad
pasaba al marido y, por tanto, a su familia y nombre. Por otro lado, esta conllevaba
que las haciendas no se dividieran en parcelas, que cada vez se iban reduciendo
más y más, con lo que se fomentaba el latifundio frente al minifundio. Ahora bien,
por expreso deseo del dueño de esos bienes y si así lo dejaba expresado en su tes-
tamento, podía nombrar heredera a una hija, si no tenía hijos varones o esta se
quedaba soltera, pudiendo a su vez ella misma nombrar a su heredero.
Esto es lo que le sucede a la familia Bennet, que al no tener hijos varones su
casa y hacienda la iba a heredar un sobrino, William Collins, al que ni siquiera
conocían. El padre lo hubiera podido arreglar y de hecho la madre le echa en
cara que no lo haya hecho. Igualmente esta ley afectará al coronel Fitzwilliam
(capítulo XIV), como hijo segundón que es, hasta el punto de no poder elegir
como esposa a la mujer que él quiera, a no ser que sea rica.
El alumno aportará su opinión.

2 Otro asunto no menos importante es el referido al ordenamiento de los sacer-


dotes. ¿Era Collins sacerdote por vocación? Justifica tu respuesta.
Ordenarse sacerdote era para los jóvenes asegurarse el futuro, pues los curas que
se hacían párrocos de una iglesia recibían, además de una paga digna, una casa, y

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eran considerados en sus pueblos como una autoridad, junto al alcalde, el maestro
y el médico. Esto ha sido así hasta mediados del siglo xx, de ahí que hubiera mu-
chos niños que estudiaban internos en los seminarios, siendo esta la única manera
de salir de sus pueblos y poder seguir unos estudios superiores. Los sacerdotes ca-
tólicos están obligados a hacer votos de castidad y esto explica muchos abandonos;
pero los anglicanos pueden casarse y formar una familia. De hecho, el tema del
sacerdote sin vocación fue, junto al del adulterio, otro de los temas más repetidos
en la novela del siglo xix, ya que ambos eran verdaderos problemas sociales.
En nuestra novela, Collins no nos dice nada acerca de su vocación, pero lo ve-
mos muy contento con su ministerio y lo único que le falta es encontrar una
esposa para completar su felicidad. De lo que sí habla es del patrocinio de la
duquesa de Bourgh, a la que más tarde conoceremos; esto quiere decir que
existía un patronazgo de la iglesia por parte de un noble o rico hacendado que
protegía y apoyaba financieramente a las iglesias de su condado o pueblo, y se
reservaba el derecho de nombrar los párrocos de ellas. Era esta señora también
la que deseaba que Collins se casara para dar buen ejemplo a sus feligreses.
Un caso similar aparecerá en el capítulo VII, el de Wickham respecto de Darcy.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo VII. Un oficial del regimiento

1 Hemos ido viendo en los capítulos anteriores que nuestros personajes tienen
una intensa vida social: se visitan, se invitan a comer o a tomar el té, organizan
bailes, etc. ¿Qué objetivo tenían todos estos actos sociales? Vamos a fijarnos en
concreto en la costumbre de jugar a las cartas. ¿Cuáles eran los juegos más co-
munes? ¿Se siguen jugando hoy? ¿Puede llevar el juego a alguna enfermedad?
Todas estas reuniones sociales servían para mantener las buenas relaciones con
las familias, los amigos y los vecinos, para matar el aburrimiento y la monotonía
de la vida provinciana, para comentar los sucesos o cotillear, y para demostrar el
poder adquisitivo tanto de los anfitriones como de los invitados.
En cuanto a los juegos de cartas, se cita aquí el whist, que daría lugar al bridge;
se jugaba entre cuatro personas, tanto en las casas como en las tabernas. Había
otros juegos: el loo, en el que los jugadores que perdían tenían que pagar una
prenda; el piquet, que se jugaba entre dos personas con treinta y dos cartas, el
cribbage, etc.
También vemos que se juega una partida de lotería, que era como nuestro actual
bingo. Este juego se puso de moda en Italia en el siglo xviii y desde allí se exten-
dió por toda Europa, trayéndolo Carlos III a España. Se jugaba con una baraja
de cartas que tenían impreso un número o un dibujo, que los participantes te-
nían que completar en unos cartones previamente repartidos cuando la persona
que los iba sacando los cantaba; ganaba el que completaba antes el cartón.

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Hoy día se sigue jugando a las cartas, sobre todo entre las personas mayores en
los bares o en las residencias, o al dominó, para matar el tiempo. Los jóvenes
prefieren los juegos virtuales en sus ordenadores. También hay salas de juegos,
bingos y casinos. Con todo, conviene ser prudente para no aficionarse demasia-
do a los juegos y no caer en la dependencia, que nos puede llevar a una grave
enfermedad: la ludopatía.

2 Wickham presenta el ejército como una «institución respetable que levanta las
simpatías de la gente». Traslademos esta afirmación a la actualidad: ¿Estás de
acuerdo con él? ¿Por qué?
Respuesta libre.

3 La opinión que expresa Wickham respecto a Darcy, ¿coincide con la que tú te


has hecho del personaje? ¿Cómo dice él que lo ve la gente?
Respuesta libre.
La gente se siente intimidada por su altivez y autoridad, debidas a su fortuna.
Y así quiere él que lo vean. Wickham piensa que «nadie debería ser estimado
en más de lo que vale», esto es, por el dinero que se tiene y no por cómo se es
en realidad. Supone una crítica a la injusticia social, pues en la ley todos los
individuos somos iguales, y así lo acababa de proclamar uno de los lemas de la
Revolución Francesa (1789).

DURANTE LA LECTURA: Capítulo VIII. Baile en Netherfield

1 El baile ha sido siempre una de las diversiones favoritas en las sociedades, tanto
civilizadas como en las primitivas. Busca información sobre los bailes del si-
glo xviii en los salones de la nobleza europea.
En la obra vemos que se organizan bailes en los pueblos y también en el palacio
real. Hasta 1770 los bailes se daban en las mansiones privadas, pero en esa época
en las capitales se pusieron de moda los bailes públicos a los que asistían en un
principio las clases pudientes, hasta que el pueblo empezó también a llenar los
locales. Baile público es el primero al que asisten nuestros personajes en Long-
bourn, con motivo de la fiesta de San Miguel, cuya importancia apuntamos en el
capítulo I de nuestra guía. Las jóvenes solteras no podían asistir solas a los bailes,
tenían que hacerlo acompañadas de sus madres o de una señora casada, cuyo
deber era vigilar el comportamiento de la muchacha y evitar que algún joven se
propasara.
De entre los bailes más comunes en los salones del siglo xviii, citaremos:

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La «contradanza»: de origen campesino, pasó a ser danza de salón. Los baila-
rines se colocaban por parejas uno frente al otro. Se difundió por todos sitios,
dando lugar a variantes como el «rigodón» francés.
La «cuadrilla»: variante de la contradanza. Era un baile de figuras en el que par-
ticipaban cuatro parejas que se colocaban en filas y se entrecruzaban en cinco
pasos. Tenía su origen en el «cotillón» francés. Pasó al siglo xix y fue llevado a
las colonias.
Había otros bailes que perduraban de épocas anteriores, como el «minué», que
era muy amanerado, y su derivado, la «gavota»; el «passepied», que consistía en
cruzar y recruzar los pies rápidamente. También se bailaban bailes tradicionales
escoceses e irlandeses.

2 La amistad es imprescindible en nuestra vida. Aristóteles, en el siglo iv a. C.,


ya la definía en su libro Ética como una virtud. Reflexiona y escribe una breve
redacción sobre estas cuestiones: ¿Qué es para ti un amigo? ¿Te es fácil hacer
amigos? ¿Eres capaz de conservarlos? Recuerda que antes de empezar, debes
pensar lo que vas a escribir y poner tus ideas en orden. Al terminar, repasa lo
que hayas escrito.
Respuesta libre.

DURANTE LA LECTURA:
Capítulo IX. Cuando una señora dice no

1 Si lees el Apéndice de nuestro libro, te enterarás de cuáles eran los valores que
debía tener en cuenta una mujer a la hora de elegir marido. ¿Cuál de ellos cum-
plía Collins y cuál no? Seas chico o chica, puedes añadir otras razones por las
que te parezca que Elizabeth hizo bien o mal en rechazarlo.
Los tres valores que apunta Jane Austen son: amor, afinidad de caracteres y se-
guridad económica. Collins cumple este último, pero no los otros. No pensemos
que solo eran las mujeres las que buscaban una seguridad económica en el ma-
trimonio; también los hombres buscaban esposas con buenas dotes y tenemos
dos ejemplos en la obra: Wickham en el capítulo XI y el coronel Fitzwilliam en
el capítulo XIII.
En cuanto a los otros dos, amor no hay ni por parte de Elizabeth, ni por la de
Collins, y él mismo, cuando se ve rechazado, admite que siente más dolor por su
orgullo ofendido que por el amor hacia ella, que solo existía en su imaginación.
De hecho, no la conocía, hasta el punto de que salta con absoluta facilidad de
Jane a ella y de ella a Charlotte, porque lo que verdaderamente le importaba
era volver a su parroquia con una esposa para complacer a su protectora lady
Cather­ine. Tampoco hay afinidad de caracteres entre ellos. Elizabeth es una jo-

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ven extrovertida, sencilla y natural, pero con una gran autoestima; Collins es un
tipo retraído, pomposo y adulador de los que están por encima de su escala so-
cial, pero que en el fondo se considera superior a sus iguales, como se puede ver
al final del capítulo anterior, cuando Elizabeth y él discuten sobre si él debe ir o
no a saludar a Darcy, y Collins menosprecia su consejo. Cuando la madre le dice
que Lizzy es una chica loca y testaruda, Collins rehúsa insistir en su petición.
El capítulo está narrado con un innegable punto de humor. Jane Austen se bur-
la de la seguridad que el personaje tiene en sí mismo, de sus aires de grandeza
y de su lenguaje altisonante y ridículo. Elizabeth se encargará de negar el viejo
dicho: «Cuando una señora dice no, quiere decir sí; porque si dice sí, no es una
señora».

2 En contraste con el lenguaje campanudo de Collins, destacamos ahora la escena


de la biblioteca, en la que los padres y Elizabeth mantienen una conversación
que puede tomarse como muestra del habla coloquial. Repasa en tu libro de
Lengua los rasgos de este nivel del lenguaje y pon los ejemplos que veas en este
fragmento.
El nivel coloquial es el que usamos habitualmente cuando hablamos con nuestra
familia o amigos; por eso sus rasgos más sobresalientes son la espontaneidad y la
rapidez, pues las frases se dicen tal como salen de nuestra cabeza, sin pensar en
la corrección gramatical. Por eso mismo es también muy natural y económico.
En este fragmento podemos ver los siguientes rasgos:
a) Uso de vocativos, para señalar los polos de la conversación, emisor y receptor:
Ejemplos: Sí, padre. / Lizzy, estás ante una terrible alternativa…
b) Diminutivos afectivos: niña, Lizzy (por Elizabeth).
c) Muletillas: ¿Es así? /¿No es así? / Vamos a ver; pues.
d) Frases cortas y directas: Llámala, pues. Le diré lo que opino. / Entonces, si-
gamos.
e) Uso de oraciones imperativas, interrogativas y exclamativas, con función
emotiva y apelativa principalmente: ¡Oh, señor Bennet! / ¡Ay, nadie sabe lo que
sufro! / ¿Y qué tengo yo que hacer?/ Habla con ella y exígele que lo acepte.
f) Predominancia de oraciones yuxtapuestas y coordinadas: Muy bien. Entonces
sigamos. Tu madre insiste en que aceptes. ¿No es así?/ Habla con ella y exígele
que lo acepte.
g) Uso de frases hechas, juegos de palabras, hipérboles, etc.: Sí, y si no lo hace,
no la quiero ver nunca más. / Terrible alternativa: tu madre te amenaza con…
si no… y yo te advierto que… seré yo si lo haces. / Desde hoy hemos terminado,
no volveré a dirigirte la palabra.

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DURANTE LA LECTURA: Capítulo X. Cambio de planes

1 Este capítulo es interesantísimo para conocer a Charlotte. ¿A qué razones alude


para aceptar casarse con Collins? ¿Qué habrías hecho tú en su lugar?
Tiene veintisiete años, lo que se consideraba ya ser muy mayor en una mujer.
No es guapa: no ha conquistado a ningún hombre y ya no lo hará.
Es pobre: no tiene dote o esta es escasa, por lo que no encontrará ningún pre-
tendiente que se interese por ella.
No es romántica: no se hace falsas ilusiones sobre sus posibilidades reales de
casarse.
Quiere tener un hogar confortable, para no tener que depender de sus padres
o hermanos el resto de su vida.
No le importa el amor, está dispuesta a sacrificarlo por una posición ventajosa.
Respuesta libre a la segunda pregunta.

2 Se oponen dos actitudes muy comunes en las personas: el confiado, que piensa
que todo el mundo es bueno y justo, frente al desconfiado, al que no le gusta la
gente y cree que no se puede uno fiar de nadie. ¿Tú eres confiado o desconfia-
do? ¿Por qué? Compara tu respuesta con las de tus compañeros y compañeras.
Respuesta libre.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XI. Viajar para olvidar

1 Por fin aparece un elemento romántico en esta novela de gran realismo. ¿Eres
capaz de encontrarlo? Estamos seguros de que sí. Decimos novela realista, ¿cuá-
les son sus características?
El elemento romántico es la exaltación de la naturaleza solitaria y lejana, en
concreto la región de los Lagos, que fue uno de los rasgos propios del Roman-
ticismo en Gran Bretaña.
Frente al Romanticismo, que exalta la libertad creadora del artista y la imagina-
ción, la novela realista es aquella cuyo autor o autora se inspira en la realidad
que le rodea. Esto no quiere decir que los hechos que cuenta sean verdaderos
—para eso está la historia—, ni que los personajes hayan existido, pero sí que
han de ser verosímiles. Por esta razón, Jane Austen cambia algunos nombres de
lugares y de personajes, para que no pudieran ser identificados, ya que estaban
tomados de su entorno. La novela realista suele ser amplia, por la complejidad

19
del argumento que el autor inventa; generalmente este actúa de manera om-
nisciente, esto significa que se mete dentro de los personajes para saber lo que
piensan y sienten, contándoselo al lector en tercera persona y en pasado, y de la
manera más objetiva posible. Además de la narración, aparecen también frag-
mentos de descripción de personas y de lugares; y, por su parte, los personajes
dialogan, dándose a conocer por lo que ellos mismos dicen. En suma, la novela
realista consigue que el lector penetre en el mundo que el autor ha creado, has-
ta formar parte de él.

2 Desde el inicio hemos visto que los personajes se desplazan a pie, a caballo o
en carruajes. Busca en la biblioteca cómo se efectuaban los viajes a finales del
siglo xviii.
En el capítulo I vimos que Bingley había llegado a Netherfield en silla de posta y
en el capítulo IV los Bennet se desplazan en carruaje, a caballo o a pie. Veamos
qué tipo de transporte usaba la gente en la época de Jane Austen.
a) Cuando las distancias eran cortas iban a pie o a caballo. Así, Jane y Elizabeth
recorren a pie las tres millas (5,5 km) que separan su casa de la de Bingley.
b) Cuando las distancias eran largas, dependiendo de si el viajero era rico o
pobre se podía permitir tener un carruaje propio o tenía que alquilarlo o coger
uno público.
En los trayectos, había establecido un sistema de postas o relevos de caballos y
descanso para los viajeros, que coincidían con mesones u hosterías —como hoy
las estaciones de servicio—. La distancia recorrida por los vehículos podía ser de
160 km por día. De trecho en trecho, en los cruces de caminos generalmente,
en los puentes o en las entradas de las poblaciones, se tenía que pagar un dere-
cho de portazgo, de ahí que hubiera portillos o barreras en las que los vehículos
tenían que parar y pagar un peaje por pasar —igual que hoy en las autopistas—.
El dinero recaudado se utilizaba para el mantenimiento de los caminos. El cri-
terio de calidad de las carreteras aparece en la segunda mitad del siglo xviii: se
fijan los trazados, se les pone nombre, se diversifican las rutas y la circulación,
se reviste el firme de los caminos para convertirlos en carreteras, se empiezan a
hacer mapas y se programa una inspección periódica. Una normativa regulaba
también el horario, precio, limpieza y estado de los carruajes públicos, pero no
fue hasta 1831 cuando entró en vigor la ley que disponía las tarifas de acuerdo a
la distancia recorrida y al tiempo tardado. Por último, en cuanto a la seguridad,
no se puede decir que hubiera mucha, pues abundaban las bandas de forajidos
que asaltaban tanto a las diligencias como a los carruajes privados.
Por lo que se refiere a los vehículos, estos podían llevar desde uno a dieciocho
pasajeros y ser tirados por uno o hasta por seis caballos o mulas. Destacaremos
algunos:
La silla de postas (en inglés, post chaise): de origen francés, se introdujo en
Gran Bretaña a principios del siglo xviii. Era un coche pequeño para uno o dos
pasajeros, tirado por un caballo. Era el vehículo preferido por la gente rica.

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La diligencia (en inglés, stagecoach): se introdujo en Gran Bretaña en 1640 y era
el vehículo usado para las grandes distancias. Podían viajar en él hasta ocho pa-
sajeros o incluso más; los de segunda clase se situaban en la parte trasera y había
una tercera clase que se sentaba en el techo. Iba tirado por cuatro o seis caba-
llos, que conducían dos personas. Tenía sus días fijos de salida, pero en invierno
solo hacían un viaje a la semana. Funcionó hasta el siglo xix. Si los caminos eran
buenos, podían alcanzar una velocidad de 60 km por hora.
El faetón: era un coche descubierto y ligero, para dos, cuatro o seis personas.
La calesa: fue muy popular en el siglo xviii, en especial para los trayectos cortos.
Era para dos personas y estaba cubierto con capota.
La galera: era un enorme carro con cubierta de lona, que recorría los caminos
secundarios, por donde no circulaban las diligencias. Era el transporte común
de la gente pobre entre los pueblos.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XII. El hogar de Charlotte

1 Se nos habla ahora de la elegancia en el vestido de lady Catherine y en el de su


hija, lo que servía para marcar las diferencias de clase. Busca información sobre
la forma de vestir en Inglaterra durante la época de la Regencia.
El período de Regencia del Príncipe de Gales, futuro Jorge IV, comprende de
1811 a 1820, años en los que Jane Austen publica sus obras. La llamada «moda
Regencia» venía de Francia y se correspondía con lo que allí se llamó «moda
Imperio»; si bien, en Inglaterra, por influencia de la burguesía en auge, la moda
en el vestir se orientó hacia una ropa más práctica y cómoda.
Con todo, los vestidos de las damas variaban según fueran de mañana, de tar-
de, de noche o de fiesta. Eran largos, con mangas de farol, cortas o largas; la
cintura o el talle era muy alto y los escotes eran generosos, redondos o cuadra-
dos. Bajo el vestido, además de las enaguas, llevaban un corsé, que tenía como
objetivo más que ajustar la cintura, realzar el pecho, que era lo único que se
lucía. Las medias llegaban a la rodilla o a los muslos y se ajustaban con ligas,
y se calzaban con botines o borceguíes, esto es, botas bajas abiertas por delan-
te y abrochadas con cordones. Usaban también sombreros y sombrillas, para
protegerse del sol, pues estar morenas era propio de las campesinas. El pelo lo
llevaban siempre recogido en un moño y se maquillaban con polvos de arroz,
para estar más blancas.
Para los bailes, los vestidos solían ser de seda con encajes y cintas de terciopelo o
satén y se preferían los colores pastel —rosa, celeste, malva, dorado o blanco—.
Como complementos se llevaban capas, guantes, bolsitos, abanicos y joyas, tanto
diademas para el pelo como alfileres, pendientes y collares de perlas.
El traje de los caballeros era el denominado «traje burgués» y se componía fun-
damentalmente de un frac, que sustituyó a la casaca bordada típica del siglo
21
xviii, y un pantalón largo en vez del calzón corto y las medias, y botas altas.
También desaparecieron las pelucas. Llevaban además un sombrero de copa.
Solo los miembros de la nobleza seguían haciendo ostentación de sus ropas;
pero no duró mucho, pues la Revolución Francesa trajo consigo la eliminación
de los privilegios en la vestimenta y pronto nadie quiso vestirse como los aristó-
cratas.

2 Y ahora otro elemento de ostentación de las clases superiores: los banquetes.


Aquí se nos dice que el que ofreció lady Catherine fue brillante en la forma y
exquisito en el contenido. ¿Qué te imaginas que comerían? Seguro que has ido
alguna vez a un restaurante y el camarero te ha dado una carta para que elijas.
Te pedimos que redactes un menú con los platos más espléndidos que hayas
probado.
Entre los platos favoritos de las clases nobles estaba la carne de caza: venados,
perdices, faisanes, etc., bien condimentados con especias para evitar algún posi-
ble mal sabor, pues había un verdadero problema de conservación de alimentos.
Los pescados se comían menos y también abundaban las frutas frescas y secas.
Todo ello regado con un buen vino. Por cierto, el uso del tenedor empezó a sus-
tituir la costumbre de comer con los dedos. Al terminar la comida, las señoras
se levantaban y pasaban del comedor al salón, dejando a los caballeros un rato
solos, para que siguieran bebiendo y desde el siglo xviii, fumando. Después,
tomaban todos café o té en el salón y completaban la comida con una tertulia,
jugando a las cartas o tocando el piano y cantando.
Respuesta a la pregunta sobre la dieta de esa época y elaboración de un menú,
libre.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XIII. Encuentro inesperado

1 ¿Por qué Darcy se muestra indiferente con Elizabeth? ¿Es eso lo que sentía hacia
ella?
Darcy está enamorado de Elizabeth, pero no quiere que nadie lo note, porque
es orgulloso y tiene prejuicios de clase respecto a ella y a su familia, a los que
desprecia por ser inferiores en rango y vulgares en sus maneras de comportarse,
con excepción de las dos hermanas mayores, Jane y Elizabeth.

2 ¿Tú crees, como dice lady Catherine, que si queremos conseguir algo en la vida,
tenemos que esforzarnos o da igual, porque nos vendrá dado de cualquier modo?
Respuesta libre.

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3 Un motivo literario es algo que ocurre en una novela y que va a ser determinante
para su desarrollo posterior. En este capítulo hay uno claro a la vista. ¿Cuál es?
¿Qué crees que supondrá para el futuro de los personajes?
El motivo literario es lo que el coronel Fitzwilliam le dice a Elizabeth referente a
que Darcy ha aconsejado a su amigo Bingley que deje a Jane, y como este es muy
débil de carácter y necesita que lo guíen, se ha dejado manipular por aquel. La
reacción de Elizabeth es muy verosímil: primero, la incredulidad y, después, la
cólera y el llanto.
¿Qué supondrá para el futuro? Como los estudiantes no han acabado de leer la
novela, pueden responder lo que ellos imaginen.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XIV. Polos opuestos

1 La declaración de Darcy a Elizabeth es el clímax o punto culminante de la nove-


la. ¿Qué destacarías en la actitud de ambos? ¿Crees que su declaración ha sido
acertada? Si hubiera sido más cariñoso, ¿crees que ella hubiera aceptado?
Los dos pecan de orgullo y prejuicio. Él, con su arrogancia característica, le
confiesa estar enamorado de ella, pero al mismo tiempo no se siente contento,
dados sus prejuicios de clase, pues la inferioridad social de ella degrada a su fa-
milia, y por eso ha luchado con todas sus fuerzas por evitar admirarla y amarla;
pero finalmente sucumbe.
Por su parte, ella también es orgullosa. No acepta que nadie se crea por encima
de ella y menos que la humillen, cualquiera que sea la razón. En este sentido,
defiende la igualdad de todas las personas, uno de los lemas de la Revolución
Francesa, como ya hemos apuntado. Se ha formado un prejuicio o idea precon-
cebida respecto a él, basada en su comportamiento distante y descortés con ella,
y también en lo que los demás le han dicho de él —Wickham y el coronel—, sin
darle posibilidad de que se explique.
En resumen, Orgullo y prejuicio es el título de la novela y son los dos rasgos que
definen a los dos protagonistas. Van a tener que hacer un enorme esfuerzo para
superarlos y poder encontrarse de nuevo. ¿Lo lograrán?
Respuestas libres a las dos últimas preguntas.

23
DURANTE LA LECTURA: Capítulo XV. Falsas impresiones

1 En principio, Jane Austen tituló esta novela como Primeras impresiones. ¿Tú crees
que se justifica este nombre en el presente capítulo? ¿Qué enseñanza podemos
extraer de este?
Se justifica plenamente. Hasta ahora, Darcy había mantenido una pose ante los
demás que no se correspondía con su verdadera forma de ser. Aquellos que co-
nocían su interior le apreciaban, como Bingley; pero los que se quedaban solo
en la apariencia, en la primera impresión, se formaban un falso concepto sobre
él. Por fin, se quita la máscara y se da él mismo la oportunidad de sincerarse con
la mujer que ama, ante el riesgo de perderla. Y será así como gane su amor. A su
vez, Elizabeth se da cuenta de que se ha equivocado con él, al dejarse llevar por
las primeras impresiones. Esta es la enseñanza que podemos sacar del capítulo.

2 Ya no se lleva escribir cartas, pues la comunicación por Internet es mucho más


cómoda y rápida. Pero conviene que recuerdes cómo debe hacerse. Imagina que
al comprar un aparato te han cobrado más de lo que marca la etiqueta. En el
servicio de atención al cliente te piden que la reclamación la hagas por escrito.
Redacta una breve carta exponiendo el caso.
Respuesta libre.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XVI. Vuelta a casa

1 Brighton es una preciosa ciudad inglesa de veraneo, cercana a Londres. Te va-


mos a pedir que te conviertas en guía turístico por un rato y prepares un atrac-
tivo folleto informativo para convencer a unos posibles turistas de que vayan a
conocerla. Busca información en la biblioteca sobre la localidad y su entorno.
Algunos datos sobre Brighton
Situación: en la costa sur de Inglaterra, a una hora en tren desde Londres.
Historia: de ser un primitivo y pobre pueblo de pescadores, el lugar alcanzó
renombre a partir de que el doctor Richard Russell fue a vivir allí y empezó
a divulgar la idea de que los baños de mar eran beneficiosos para la salud. La
gente comprobó que era cierto y hasta el príncipe regente decidió construirse
un original palacete en 1780, el Royal Pavilion, en estilo árabe; hoy, uno de los
grandes atractivos de la ciudad. El éxito de la ciudad balneario llegó a ser tal
que empezó a conocérsela como «doctor Brighton» y desde que el tren llegó
en 1841 se produjo una explosión de población, llegando esta a los 50 000 ha-
bitantes. Incluso se habilitó un muelle para los barcos que cruzaban el Canal

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de la Mancha y traían turistas desde París. Más tarde, la reina Victoria, dada la
afluencia de bañistas que le impedían tener privacidad, dejó de ir en verano y el
pabellón se vendió al municipio. Esto no impidió que la ciudad siguiera engran-
deciéndose hasta hoy.
Lugares interesantes que visitar:
Pabellón Real (1780-1824)
Acuario (1872)
Torre del Reloj del Jubileo (1888)
La noria gigante «Brighton Wheel» (2011)
Torre giratoria de observación i360 (2016)
Y no olvidar caminar por el paseo marítimo o darse un paseo en el tren eléctrico
más antiguo del mundo, que data de 1883.
El alumno o alumna añadirá todo aquello que le parezca relevante.

2 Lydia Bennet se va a convertir en la protagonista de este capítulo y de los si-


guientes. En el capítulo V, la autora ya nos la presentaba; ahora se completa su
retrato. ¿Qué se nos dice y a través de quién?
Jane Austen nos decía en aquel capítulo que era una chica de franco y abierto
talante, alegre, con gran confianza en sí misma y resuelta, hasta el punto de no
tener reparos en recordarle a Bingley su intención de dar un baile. Ahora esta
breve semblanza se completa con la opinión que sobre ella tienen su padre y su
hermana Elizabeth. Todos los adjetivos que le aplican son negativos: impulsiva,
insensata, coqueta, imprudente —dice Elizabeth— y estúpida —añade su pa-
dre—. Con lo que sabemos entre unos y otros, nada bueno se anuncia.

DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XVII. La mansión de Pemberley

1 La descripción que se hace de Pemberley responde a una visión romántica de la


naturaleza y de los palacios, castillos, iglesias o ermitas conservados o en ruinas
que se albergan en ese marco. Vamos a pedirte que hagas una descripción de
algún lugar que hayas visitado y te haya impresionado. Recuerda que describir
es como pintar un cuadro con palabras; por lo tanto, los sustantivos y adjetivos
serán muy importantes.
Conviene recordar, como dijimos en la primera pregunta del capítulo I de esta
Guía de Lectura, que Pemberley es un lugar inventado por Jane Austen.
Respuesta libre.

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2 A Elizabeth le sorprende lo cambiado que está Darcy. ¿Por qué? ¿A qué lo atri-
buye?
Darcy ha cambiado por varios motivos: a) quiere demostrarle a Elizabeth que no
le guarda rencor y que ha aprendido la lección de humildad que ella le ha dado;
b) se encuentra por primera vez con unos familiares —los Gardiner— que no
son vulgares y se siente a gusto con ellos.
Ella lo atribuye al amor que sigue sintiendo por ella y eso le hace estimar más
sus cualidades y sentir por él —dice ella— aprecio y gratitud. Pero ella sabe, y el
lector también lo sabe, que es mucho más que eso, puesto que ella desea ser la
causa y artífice de su felicidad.

DURANTE LA LECTURA: Capítulo XVIII. La escapada

1 El duelo era una práctica habitual de la época. Busca información sobre el tema
y contesta a la siguiente pregunta: ¿Crees que el duelo era el mejor medio para
solucionar los conflictos entre las personas?
El duelo era un combate entre dos personas que se enfrentaban por razón de
honor o de venganza. Fue practicado desde el siglo xv hasta comienzos del xx
en las sociedades occidentales, como evolución de las justas o torneos medieva-
les. A pesar de su aceptación generalizada, era considerado por las autoridades
de casi todos los países como un asesinato, aunque no tenía por qué terminar
con la muerte de uno de los dos oponentes, bastaba con que uno fuera herido
para que el otro considerara satisfecha la ofensa recibida. Hasta el siglo xviii los
duelos se hacían a espada y desde entonces también a pistola.
El duelo tenía unas reglas: iba precedido de un reto por parte del individuo
agraviado por el ofensor, que se hacía mediante un guantazo en la cara o el lan-
zamiento de un guante, que el otro debía recoger si aceptaba el desafío (de ahí
el dicho: «recoger el guante»). En el encuentro, generalmente al amanecer y en
lugares apartados, los contendientes iban acompañados de padrinos, los cuales
actuaban de testigos y se encargaban, en el caso de que se hiciera con pistolas,
de marcar los pasos, los tiempos y el orden de los disparos.
En suma, se trataba de una práctica muy arbitraria, pues ganaba el más diestro
en el manejo del arma y no el que llevaba la razón, por lo que fue usado para
enmascarar muchos asesinatos. Pese a la prohibición, se siguieron practicando
duelos hasta los años sesenta del siglo xx.

2 Tomando como base el escarmiento que sufre el señor Bennet tras la fuga de
su hija, contesta: ¿Tú crees que los padres deben encargarse de hablar con los
hijos, enterarse de qué hacen, dónde van y con quién…? Justifica tu respuesta.
Respuesta libre.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo XIX. Un generoso benefactor

1 Darcy dice que ha actuado porque se sentía culpable de lo que había pasado. ¿Qué
hubieras hecho tú en su lugar? ¿Tú crees que si sabemos algo que puede perjudi-
car a otro u otros debemos decirlo, o es mejor callar y no meterse en líos? Razona
tu respuesta y contrástala con las de tus compañeros y compañeras.
Respuesta libre. Aconsejamos orientarla hacia el problema del acoso escolar.

DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XX. Deferencia no es indiferencia

1 La señora Bennet comenta que la noticia de la boda de su hija fue publicada en


el Times. Busca información sobre la prensa de la época en Gran Bretaña y resu-
me aquí lo que te parezca más interesante.
Los primeros periódicos de los que tenemos noticias eran unas hojas informa-
tivas que se llamaban «gacetas» y se empezaron a publicar semanalmente en el
siglo xvi, en las principales ciudades de Europa. Ahora bien, la prensa periódica
tal como hoy la conocemos no ve la luz hasta el siglo xviii. Un poco antes, apare-
cieron en Gran Bretaña el Mercurius Britanicus y el Mercurius Politicus, ambos de
la segunda mitad del xvii, uno dedicado a dar noticias sociales, y el otro, infor-
mación política. A finales del siglo xviii se publicaban ya en Londres dieciocho
periódicos, la mayoría defendiendo a los diferentes partidos, por lo que estaban
muy politizados y fueron básicos para canalizar las inquietudes de las clases ur-
banas. Eran caros, por lo que las tiradas no superaban el millar de ejemplares;
con todo, la gente se las ingeniaba para leerlos. Un periódico muy popular fue
The Review, semanal, que incluía entretenimientos para los más humildes. La
creación de The Times en 1785, como The Daily Universal Register, supone el mo-
mento cumbre de la prensa en Gran Bretaña; desde él se difundió la Revolución
Industrial. Ha gozado de gran prestigio desde sus inicios, siendo hoy uno de los
periódicos más valorados del mundo.
El siglo xix marca la época de esplendor del periódico, basado en tres puntales:
clases urbanas, industrialización y alfabetización. Aparecen además las máqui-
nas rotativas y el papel continuo, con lo que los costes se abaratan. Hoy, la pu-
blicación por Internet de periódicos digitales ha hecho tanta mella en la prensa
tradicional que muchas publicaciones han cerrado o se han pasado al formato
online, acabando con sus ediciones en papel.

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DURANTE LA LECTURA: Capítulo XXI. Una dama muy particular

1 Reflexiona y contesta a estas preguntas: ¿Puede una persona —por muy alto
que sea su linaje, el puesto que ocupe o la autoridad que tenga— pretender im-
ponerse sobre otra de una clase menos adinerada? ¿Cómo puede defenderse el
desfavorecido?
Respuesta libre.

DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XXII. Orgullo y prejuicio superados

1 Medita sobre lo leído y responde: ¿Están reñidos el orgullo y los prejuicios con
el verdadero amor? ¿Supone esto que para demostrar nuestro amor debemos
dejarnos humillar por nuestra pareja?
Respuesta libre.
Moderar un coloquio sobre el problema del machismo y de la violencia domés-
tica.

28
DESPUÉS DE LA LECTURA

1 ¿Ha respondido esta novela a tus expectativas?


Respuesta libre.

2 ¿Habrías cambiado, añadido o eliminado algo de la historia? ¿Por qué?


Respuesta libre.

3 ¿Te hubiera gustado ser alguno de los personajes o vivir en esa época? Explica
tus razones.
Respuesta libre.

4 ¿Recomendarías este libro a un amigo o una amiga? ¿Crees que es un dinero


bien empleado el que se gasta en comprar libros?
Respuesta libre.

5 Seguramente has visto la película que se hizo sobre esta novela en 2005 con el
mismo título, de la cual te dimos noticia en el Apéndice. Si no es así, te reco-
mendamos que la saques de una biblioteca; te gustará. Cuando lo hayas hecho,
señala las semejanzas y diferencias entre la novela y la película, y dinos cuál
prefieres y por qué.
La versión de 2005 es bastante fiel al texto y los personajes están muy bien carac-
terizados. Con todo, podemos señalar varias diferencias entre ambas. Primera:
la imagen complementa al texto, y más en esta película que está rodada en los
lugares que Jane Austen menciona; pero nunca puede suplirlo, porque en la lec-
tura nos podemos recrear cuanto queramos. Segunda: la novela la podemos leer
en nuestros ratos libres; la película, generalmente, se ve de una vez. Tercera: la
película simplifica mucho los hechos, la novela —y más si la versión es íntegra—
está llena de detalles.
Respuesta libre.

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