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Ij00606101 9999971455 PDF
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1 ¿Conoces el libro que vamos a leer? Si es así, escribe un resumen del argumento,
sin desvelar el final y de manera que animes a leer el libro.
Respuesta libre.
2 Si no sabes nada sobre la obra, ¿qué esperas encontrar en este libro? ¿Te sugie-
re algo su título? ¿Te da información la contraportada? Y el índice, ¿te orienta
sobre su contenido?
Respuesta libre.
4 ¿Qué tipo de literatura prefieres, la que refleja la realidad o la que cuenta una
historia fantástica? ¿Por qué?
Respuesta libre.
5 ¿Sueles acudir a la biblioteca? ¿La visitas para buscar información para trabajos
escolares, seleccionar y llevarte en préstamo nuevos títulos o para participar en
las actividades que organizan los bibliotecarios? ¿Te gusta leer en sus salas? ¿Te
consideras un buen lector? ¿Por qué?
Respuesta libre.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo I. Una familia con cinco hijas
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al condado, y por eso le interesa tener buenas relaciones con él, pidiéndole al
marido que vaya a visitarlo. Esto nos da idea de cómo funcionaban las normas
de cortesía —lo que los británicos llaman good manners— en la sociedad rural de
finales del siglo xviii y principios del xix. Otro de los rasgos que la definen es
su materialismo: el soltero tiene una considerable fortuna, razón de peso para
que se den a conocer. La autora añade además que «era una mujer variable, de
cortas luces y escasa formación. Cuando algo la contrariaba aludía de inmediato
a sus nervios». En una vida aburrida, se distraía con las visitas y el cotilleo. Más
adelante, se añadirá que era lenguaraz, impertinente, maleducada…
El padre: era un hombre tranquilo y agradable, pero indiferente a lo que suce-
día a su alrededor e irresponsable con respecto a su familia. La autora lo descri-
be como «una rara mezcla de humor sarcástico, ironía, reserva y capricho». Tras
veinticuatro años de matrimonio, no soporta a su mujer, por lo que se refugia
en los libros. Su desidia llevará a la familia al desastre y cuando quiera rectificar,
lo hará de forma drástica, equivocándose, por tanto, en las dos actitudes que
adopta.
3 El señor Bingley tenía una renta de cuatro o cinco mil libras al año. Busca infor-
mación, en la biblioteca o en Internet, para averiguar el valor de esa cantidad en
la época en la que se encuadra la novela.
Tener una renta significa que las propiedades o el dinero que una persona po-
see le proporciona unos beneficios económicos determinados. Hoy día, la libra
esterlina (1 GBP = 1 Great Britain Pound) equivale a 1,125 euros aproximada-
mente. La libra se dividía en 20 chelines, que eran de plata, y cada chelín valía
12 peniques, que eran de cobre. La libra ya existía en la Edad Media y tomó su
nombre de su peso, es decir, 400 gramos. Al principio era de plata, pero en el
siglo xviii pasó a ser de oro y así continuó hasta después de la Primera Guerra
Mundial.
Respecto a su valor entonces, según las enciclopedias, hacia 1780 un peón agrí-
cola en Inglaterra ganaba sobre 21 libras al año, mientras que un funcionario
del gobierno podía ganar 46. Charles Dickens, que nació en 1812, trabajaba de
niño en una fábrica de betún y ganaba 6 chelines semanales. En su famosísima
obra Oliver Twist nos dice que la subvención que el municipio daba a los hospi-
cios para mantener a cada niño era de 7,5 peniques diarios y un bollo de pan
costaba 1 penique. Con estos datos podemos hacernos una idea de lo que se
pregunta.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo II. Nuevos vecinos
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3 ¿De dónde procedía la fortuna de ambos solteros de oro?
Bingley pertenecía a una respetable familia de ricos comerciantes del norte de
Inglaterra. Su padre le había dejado una fortuna de cien mil libras. Este había
intentado adquirir una finca, puesto que la posesión de tierras daba más pres-
tigio a la riqueza que la obtenida en el comercio, pero murió sin realizarlo. El
hijo también quería invertir parte de su capital en comprar una hacienda, pero
no se acababa de decidir y de momento se había conformado con alquilar la de
Netherfield. Darcy, por el contrario, posee grandes posesiones en Derbyshire,
que le dan una buena renta. Más tarde se hablará de sus colonos (capítulos VII y
XVII). No se nos dice a qué cultivos se dedicaban las tierras, ni tampoco si tenía
animales. También nos enteramos de que su familia está emparentada con la
nobleza, pues la duquesa lady Catherine es su tía.
En consecuencia, uno pertenece a la alta burguesía y el otro es un terrateniente
próximo a la nobleza. En este sentido, es curiosa la historia que se nos va a con-
tar en el siguiente capítulo de la familia Lucas: el padre era un comerciante, por
tanto perteneciente a la mediana burguesía, que reunió una modesta fortuna y
llegó a ser nombrado alcalde de la pequeña ciudad de Meryton —este cargo era
anual—, y cuando fue presentado al rey en el palacio real de Saint James —re-
sidencia de los reyes británicos anterior a Buckingham— y le juró lealtad, este
le otorgó el título de caballero, o sea sir. Al señor Lucas ya no le pareció que su
negocio fuera suficientemente digno de su nueva distinción, por tanto lo vendió
y la familia se trasladó a una casa más lujosa fuera de la ciudad. Todo esto nos
lleva a pensar que la burguesía sentía un claro complejo de inferioridad social
respecto a la nobleza, con la que acabarían fusionándose mediante matrimonios
de interés para elevar su categoría social, aportando ellos el dinero y los otros
muchas veces poco más que la posición y el nombre. Esto es lo que se ha lla-
mado de forma culta «oligarquía» y en la voz popular «matrimonios morcilla»,
porque unos ponían la sangre y los otros el arroz.
Otro ejemplo de esta burguesía urbana y rural lo tenemos en la familia Bennet:
el padre era un pequeño hacendado, cuya finca le rentaba dos mil libras al año,
mientras que la madre pertenecía a la burguesía ciudadana; su padre había sido
un notable abogado, que le había dejado a su hija una herencia de cinco mil
libras y cuyo negocio lo había heredado su cuñado, el también abogado señor
Philips, mientras que su otro hermano, el señor Gardiner, era un próspero co-
merciante en Londres.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo III. Buenas maneras
2 Un joven Lucas asegura que si él fuera rico se bebería cada día una botella de
buen vino. ¿No te parece excesivo? ¿Por qué?
Respuesta libre. Iniciar un debate o coloquio sobre los peligros de la diversión
basada en el alcohol, los botellones o las botellonas…
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jer se ha liberado de muchos de estos complejos y su comportamiento es mucho
más libre y natural. No será esta la única vez que veamos hablar del decoro de
la mujer en la obra, convirtiéndose el asunto en trascendental en el capítulo
XVIII, en el que Lydia Bennet se escapa con Wickham, un guapo y donjuanesco
militar. En este momento vuelve a ser Mary la que eleva su reflexión a lección
sobre la virtud y el honor de la mujer: «la pérdida de la virtud para una mujer es
irreparable y que el honor es algo tan frágil que un paso en falso supone caer en
la ruina para siempre. Por lo tanto, la mujer debe ser suficientemente precavida
en su conducta para no desmerecer a los ojos del otro sexo».
Añadir la opinión personal al tema.
4 Jane Austen nos pone ante otro dilema importantísimo en su tiempo. ¿Es mejor
que la mujer conozca al que ha de ser su marido antes de casarse o da igual por-
que esto no asegura que vaya a salir malo o bueno? ¿Qué opinas?
Partimos de nuevo de las opiniones opuestas de las dos amigas: Elizabeth consi-
dera que si el amor es lo que importa, y así lo defenderá hasta el final (capítulo
XXI), como es también el caso de Jane, no es suficiente para conocer al futuro
marido haber coincidido con él en cuatro comidas y cuatro bailes. Charlotte,
por el contrario, cree que la felicidad en el matrimonio es cuestión de suerte y
es mejor no conocer los defectos de la persona con la que se habrá de vivir el
resto de la vida.
Moderaremos un debate sobre el tema.
5 Se nos habla de los cánones de la moda, que Elizabeth no cumplía. ¿Por qué?
¿Cuáles eran estos? ¿Han cambiado respecto a los de hoy?
Elizabeth tenía una figura esbelta y ligera. Ese no era el canon de la moda fe-
menina a finales del siglo xviii y principios del xix, basta que miremos algunos
cuadros de retratistas de la época. La mujer de moda era exuberante, es decir,
entrada en carnes, sin llegar a ser obesa. Hoy, sin embargo, las modelos marcan
la moda y esta es la de la mujer alta, delgada y bien formada. Pero las modelos
son, como su nombre indica, mujeres con medidas especiales que se salen de lo
común. Debemos, pues, tener cuidado con querer imitarlas, porque podemos
caer en dos desequilibrios psicológicos que pueden llevarnos a dos graves enfer-
medades: la anorexia y la bulimia. Y esto también vale para los chicos.
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DURANTE LA LECTURA:
Capítulo IV. Una estratagema desafortunada
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En cuanto a la medicina en general, hay que decir que en el siglo xviii la pre-
ocupación de los Estados por sus súbditos hace que se empiece a desarrollar la
atención sanitaria de la población pues, debido a las grandes migraciones que
se empiezan a producir del campo a las ciudades, las malas condiciones de vida,
la baja calidad de las aguas, el hacinamiento y la falta de higiene propagaron
muchas enfermedades, como el raquitismo, el escorbuto, el cólera, el tifus, la
viruela y, sobre todo, la tuberculosis. Los remedios eran irrisorios: sangrías, lava-
tivas, ventosas e infusiones. Pero también se ponen ya las bases para el desarrollo
de la medicina, cuyo primer gran éxito fue el descubrimiento de la vacuna de la
viruela por el médico inglés Edward Jenner.
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rios. A partir de que el impresor alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta
en 1450, o mejor dicho, perfeccionó el rudimentario sistema de impresión que ya
existía con letras movibles, se empezaron a publicar libros impresos, con lo que
su coste se abarató. El primer libro impreso en España data de 1472 y se hizo en
Segovia. Durante el siglo xviii se pusieron de moda las bibliotecas ambulantes.
Servían de punto de encuentro de los aficionados a la lectura y se costeaban por
las cuotas de sus socios. Era el único medio de acceder a los libros que tenía la
gente de recursos limitados y que sabía leer, pues estos seguían siendo muy caros.
Después vendría la creación de las bibliotecas públicas dependientes de los mu-
nicipios. En Inglaterra, la British Library, anexa al British Museum de Londres, se
creó con este en 1753. Le sacaba ventaja la Biblioteca Real de Madrid, más tarde
Biblioteca Nacional, que fue fundada por Felipe V en 1712; hoy día conserva más
de 20 millones de documentos, entre libros, grabados, mapas, carteles…
Se recomienda animar a los alumnos y a las alumnas a que visiten la biblioteca
del centro, del barrio o del pueblo, donde podrán encontrar cientos de libros,
cómics, vídeos, etc., que se prestan de forma gratuita a los socios. Basta con ha-
cerse un carnet.
1 Jane Austen tiene especial interés por reflejar en su obra el concepto que en su
tiempo se tenía de lo que debían ser el hombre y la mujer completos. Bingley ya
ha sido presentado como tal en el capítulo II; ahora le toca a la mujer. ¿Cuáles
son las cualidades que se le atribuyen a cada uno? Da tu opinión al respecto.
Ante todo, hay que decir que un hombre o mujer completos debían reunir tanto
dotes naturales como habilidades adquiridas en la sociedad, que completasen
a las primeras. Así, Bingley es considerado por Jane y Elizabeth como modelo
de «hombre completo» y destacan en él los siguientes rasgos: joven caballero,
guapo, sensato, buena educación, finos modales, buen carácter, alegre… y rico.
Sobre lo que debe ser una «mujer completa», en el capítulo que ahora comenta-
mos, hablan Elizabeth, Bingley y su hermana Caroline, y Darcy. Empieza la con-
versación Bingley, quien se asombra de que las jóvenes de hoy sepan hacer tantas
cosas: bordar, decorar las mesas, pintar tapices, tocar el piano y cantar; y además
andar y moverse con buen aire o porte, expresarse y relacionarse con la gente.
Añade Caroline: bailar, dibujar y hablar lenguas modernas. Elizabeth comenta que
además de todo eso se les exige que tengan buen gusto y elegancia. Finalmente,
Darcy valora por encima de todo que tengan una inteligencia superior cultivada
por la lectura. ¿Puede haber alguna mujer que reúna tantas cualidades? Elizabeth
asegura que ella no conoce a ninguna; Darcy comenta que no habrá más de media
docena y las hermanas Bingley se enojan porque ellas creen que hay muchas.
Llama la atención la cantidad de aptitudes que se enumeran en el caso de la mu-
jer y, sin embargo, en el del hombre no se dice nada de las que podrían conside-
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rarse propias de su sexo en la época; por ejemplo, ser un experto en equitación,
en la caza o en el manejo de la espada o las pistolas, puesto que había duelos. Y,
por otro lado, qué pocas cosas útiles se requerían en una mujer, con la excep-
ción de hablar idiomas y las lecturas. Todo lo demás no les servía a las señoras
de la buena sociedad sino para lucirse como floreros en los salones. Está claro
que Jane Austen hace una severa crítica de la situación de la mujer en su tiempo.
2 Caroline Bingley conoce bien las artes de la conquista del sexo masculino. Fí-
jate en cómo actúa a lo largo de la obra y ve tomando nota. ¿A quién las dirige?
¿Crees que conseguirá su propósito?
Desde el primer momento en que aparece en el baile del pueblo de Longbourn
vemos que sus tácticas van dirigidas a Darcy, al que no pierde oportunidad de
acercarse y adular, así como a su hermana. A la vez, cuando se da cuenta de
que él admira a Elizabeth (capítulos III y IV), intentará dirigir toda su artillería
contra su posible rival, pues se siente envidiosa y celosa. Cuanto más ve a Darcy
fascinado por Elizabeth, más la aborrece ella. Pero sus dardos harán poca mella
en Darcy, quien comenta que él considera despreciables todas las artes de con-
quista que utilizan las mujeres basándose en la astucia y, podemos añadir, en la
hipocresía, justo lo que hace Caroline Bingley.
En los siguientes capítulos, sabiendo que Jane ama a su hermano, se portará
de manera muy cruel con ella, pues le enviará cartas en las que le mienta, alu-
diendo a una posible relación entre Bingley y Georgiana Darcy. Su propósito es
claro: conseguir la doble boda de ella con Darcy y de su hermano con Georgiana
(capítulo X). Pero no sabe que hay otra rival por medio y no es Elizabeth, sino
la prima de Darcy, la rica heredera Anne de Bourgh (capítulo VII).
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4 ¿Puede la buena educación controlar los defectos del carácter de las personas?
Escribe tu opinión para después compartirla con el resto de compañeros.
Respuesta libre.
Animar un coloquio, en el que comenzaremos diferenciando los dos significa-
dos que en español tiene la palabra «educación»: a) Adquisición de conocimien-
tos que se nos enseñan en la escuela. b) Desarrollo de las facultades morales y
afectivas de una persona, que le permiten convivir en la sociedad. Comprenden
un conjunto de normas que son enseñadas tanto por nuestra familia como por
el grupo social en el que vivimos, incluida la escuela. Esta ambigüedad no se da
en inglés, pues ellos distinguen en su vocabulario entre education y upbringing,
que podemos traducir por «aprendizaje de normas de conducta» y «crianza»,
porque se supone que las aprendemos conforme vamos creciendo.
Respuestas libres en el coloquio.
1 Aparece otro tema muy polémico: la ley del mayorazgo. ¿Cómo le afecta a la
familia Bennet? ¿Qué opinas tú de ella?
Se trata de una antigua ley del Derecho Civil que vinculaba la propiedad de los
bienes al hijo mayor de la familia o a los varones de esta, excluyendo a las hembras
y a sus descendientes. Tenía su explicación: si las hijas heredaban, la propiedad
pasaba al marido y, por tanto, a su familia y nombre. Por otro lado, esta conllevaba
que las haciendas no se dividieran en parcelas, que cada vez se iban reduciendo
más y más, con lo que se fomentaba el latifundio frente al minifundio. Ahora bien,
por expreso deseo del dueño de esos bienes y si así lo dejaba expresado en su tes-
tamento, podía nombrar heredera a una hija, si no tenía hijos varones o esta se
quedaba soltera, pudiendo a su vez ella misma nombrar a su heredero.
Esto es lo que le sucede a la familia Bennet, que al no tener hijos varones su
casa y hacienda la iba a heredar un sobrino, William Collins, al que ni siquiera
conocían. El padre lo hubiera podido arreglar y de hecho la madre le echa en
cara que no lo haya hecho. Igualmente esta ley afectará al coronel Fitzwilliam
(capítulo XIV), como hijo segundón que es, hasta el punto de no poder elegir
como esposa a la mujer que él quiera, a no ser que sea rica.
El alumno aportará su opinión.
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eran considerados en sus pueblos como una autoridad, junto al alcalde, el maestro
y el médico. Esto ha sido así hasta mediados del siglo xx, de ahí que hubiera mu-
chos niños que estudiaban internos en los seminarios, siendo esta la única manera
de salir de sus pueblos y poder seguir unos estudios superiores. Los sacerdotes ca-
tólicos están obligados a hacer votos de castidad y esto explica muchos abandonos;
pero los anglicanos pueden casarse y formar una familia. De hecho, el tema del
sacerdote sin vocación fue, junto al del adulterio, otro de los temas más repetidos
en la novela del siglo xix, ya que ambos eran verdaderos problemas sociales.
En nuestra novela, Collins no nos dice nada acerca de su vocación, pero lo ve-
mos muy contento con su ministerio y lo único que le falta es encontrar una
esposa para completar su felicidad. De lo que sí habla es del patrocinio de la
duquesa de Bourgh, a la que más tarde conoceremos; esto quiere decir que
existía un patronazgo de la iglesia por parte de un noble o rico hacendado que
protegía y apoyaba financieramente a las iglesias de su condado o pueblo, y se
reservaba el derecho de nombrar los párrocos de ellas. Era esta señora también
la que deseaba que Collins se casara para dar buen ejemplo a sus feligreses.
Un caso similar aparecerá en el capítulo VII, el de Wickham respecto de Darcy.
1 Hemos ido viendo en los capítulos anteriores que nuestros personajes tienen
una intensa vida social: se visitan, se invitan a comer o a tomar el té, organizan
bailes, etc. ¿Qué objetivo tenían todos estos actos sociales? Vamos a fijarnos en
concreto en la costumbre de jugar a las cartas. ¿Cuáles eran los juegos más co-
munes? ¿Se siguen jugando hoy? ¿Puede llevar el juego a alguna enfermedad?
Todas estas reuniones sociales servían para mantener las buenas relaciones con
las familias, los amigos y los vecinos, para matar el aburrimiento y la monotonía
de la vida provinciana, para comentar los sucesos o cotillear, y para demostrar el
poder adquisitivo tanto de los anfitriones como de los invitados.
En cuanto a los juegos de cartas, se cita aquí el whist, que daría lugar al bridge;
se jugaba entre cuatro personas, tanto en las casas como en las tabernas. Había
otros juegos: el loo, en el que los jugadores que perdían tenían que pagar una
prenda; el piquet, que se jugaba entre dos personas con treinta y dos cartas, el
cribbage, etc.
También vemos que se juega una partida de lotería, que era como nuestro actual
bingo. Este juego se puso de moda en Italia en el siglo xviii y desde allí se exten-
dió por toda Europa, trayéndolo Carlos III a España. Se jugaba con una baraja
de cartas que tenían impreso un número o un dibujo, que los participantes te-
nían que completar en unos cartones previamente repartidos cuando la persona
que los iba sacando los cantaba; ganaba el que completaba antes el cartón.
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Hoy día se sigue jugando a las cartas, sobre todo entre las personas mayores en
los bares o en las residencias, o al dominó, para matar el tiempo. Los jóvenes
prefieren los juegos virtuales en sus ordenadores. También hay salas de juegos,
bingos y casinos. Con todo, conviene ser prudente para no aficionarse demasia-
do a los juegos y no caer en la dependencia, que nos puede llevar a una grave
enfermedad: la ludopatía.
2 Wickham presenta el ejército como una «institución respetable que levanta las
simpatías de la gente». Traslademos esta afirmación a la actualidad: ¿Estás de
acuerdo con él? ¿Por qué?
Respuesta libre.
1 El baile ha sido siempre una de las diversiones favoritas en las sociedades, tanto
civilizadas como en las primitivas. Busca información sobre los bailes del si-
glo xviii en los salones de la nobleza europea.
En la obra vemos que se organizan bailes en los pueblos y también en el palacio
real. Hasta 1770 los bailes se daban en las mansiones privadas, pero en esa época
en las capitales se pusieron de moda los bailes públicos a los que asistían en un
principio las clases pudientes, hasta que el pueblo empezó también a llenar los
locales. Baile público es el primero al que asisten nuestros personajes en Long-
bourn, con motivo de la fiesta de San Miguel, cuya importancia apuntamos en el
capítulo I de nuestra guía. Las jóvenes solteras no podían asistir solas a los bailes,
tenían que hacerlo acompañadas de sus madres o de una señora casada, cuyo
deber era vigilar el comportamiento de la muchacha y evitar que algún joven se
propasara.
De entre los bailes más comunes en los salones del siglo xviii, citaremos:
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La «contradanza»: de origen campesino, pasó a ser danza de salón. Los baila-
rines se colocaban por parejas uno frente al otro. Se difundió por todos sitios,
dando lugar a variantes como el «rigodón» francés.
La «cuadrilla»: variante de la contradanza. Era un baile de figuras en el que par-
ticipaban cuatro parejas que se colocaban en filas y se entrecruzaban en cinco
pasos. Tenía su origen en el «cotillón» francés. Pasó al siglo xix y fue llevado a
las colonias.
Había otros bailes que perduraban de épocas anteriores, como el «minué», que
era muy amanerado, y su derivado, la «gavota»; el «passepied», que consistía en
cruzar y recruzar los pies rápidamente. También se bailaban bailes tradicionales
escoceses e irlandeses.
DURANTE LA LECTURA:
Capítulo IX. Cuando una señora dice no
1 Si lees el Apéndice de nuestro libro, te enterarás de cuáles eran los valores que
debía tener en cuenta una mujer a la hora de elegir marido. ¿Cuál de ellos cum-
plía Collins y cuál no? Seas chico o chica, puedes añadir otras razones por las
que te parezca que Elizabeth hizo bien o mal en rechazarlo.
Los tres valores que apunta Jane Austen son: amor, afinidad de caracteres y se-
guridad económica. Collins cumple este último, pero no los otros. No pensemos
que solo eran las mujeres las que buscaban una seguridad económica en el ma-
trimonio; también los hombres buscaban esposas con buenas dotes y tenemos
dos ejemplos en la obra: Wickham en el capítulo XI y el coronel Fitzwilliam en
el capítulo XIII.
En cuanto a los otros dos, amor no hay ni por parte de Elizabeth, ni por la de
Collins, y él mismo, cuando se ve rechazado, admite que siente más dolor por su
orgullo ofendido que por el amor hacia ella, que solo existía en su imaginación.
De hecho, no la conocía, hasta el punto de que salta con absoluta facilidad de
Jane a ella y de ella a Charlotte, porque lo que verdaderamente le importaba
era volver a su parroquia con una esposa para complacer a su protectora lady
Catherine. Tampoco hay afinidad de caracteres entre ellos. Elizabeth es una jo-
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ven extrovertida, sencilla y natural, pero con una gran autoestima; Collins es un
tipo retraído, pomposo y adulador de los que están por encima de su escala so-
cial, pero que en el fondo se considera superior a sus iguales, como se puede ver
al final del capítulo anterior, cuando Elizabeth y él discuten sobre si él debe ir o
no a saludar a Darcy, y Collins menosprecia su consejo. Cuando la madre le dice
que Lizzy es una chica loca y testaruda, Collins rehúsa insistir en su petición.
El capítulo está narrado con un innegable punto de humor. Jane Austen se bur-
la de la seguridad que el personaje tiene en sí mismo, de sus aires de grandeza
y de su lenguaje altisonante y ridículo. Elizabeth se encargará de negar el viejo
dicho: «Cuando una señora dice no, quiere decir sí; porque si dice sí, no es una
señora».
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo X. Cambio de planes
2 Se oponen dos actitudes muy comunes en las personas: el confiado, que piensa
que todo el mundo es bueno y justo, frente al desconfiado, al que no le gusta la
gente y cree que no se puede uno fiar de nadie. ¿Tú eres confiado o desconfia-
do? ¿Por qué? Compara tu respuesta con las de tus compañeros y compañeras.
Respuesta libre.
1 Por fin aparece un elemento romántico en esta novela de gran realismo. ¿Eres
capaz de encontrarlo? Estamos seguros de que sí. Decimos novela realista, ¿cuá-
les son sus características?
El elemento romántico es la exaltación de la naturaleza solitaria y lejana, en
concreto la región de los Lagos, que fue uno de los rasgos propios del Roman-
ticismo en Gran Bretaña.
Frente al Romanticismo, que exalta la libertad creadora del artista y la imagina-
ción, la novela realista es aquella cuyo autor o autora se inspira en la realidad
que le rodea. Esto no quiere decir que los hechos que cuenta sean verdaderos
—para eso está la historia—, ni que los personajes hayan existido, pero sí que
han de ser verosímiles. Por esta razón, Jane Austen cambia algunos nombres de
lugares y de personajes, para que no pudieran ser identificados, ya que estaban
tomados de su entorno. La novela realista suele ser amplia, por la complejidad
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del argumento que el autor inventa; generalmente este actúa de manera om-
nisciente, esto significa que se mete dentro de los personajes para saber lo que
piensan y sienten, contándoselo al lector en tercera persona y en pasado, y de la
manera más objetiva posible. Además de la narración, aparecen también frag-
mentos de descripción de personas y de lugares; y, por su parte, los personajes
dialogan, dándose a conocer por lo que ellos mismos dicen. En suma, la novela
realista consigue que el lector penetre en el mundo que el autor ha creado, has-
ta formar parte de él.
2 Desde el inicio hemos visto que los personajes se desplazan a pie, a caballo o
en carruajes. Busca en la biblioteca cómo se efectuaban los viajes a finales del
siglo xviii.
En el capítulo I vimos que Bingley había llegado a Netherfield en silla de posta y
en el capítulo IV los Bennet se desplazan en carruaje, a caballo o a pie. Veamos
qué tipo de transporte usaba la gente en la época de Jane Austen.
a) Cuando las distancias eran cortas iban a pie o a caballo. Así, Jane y Elizabeth
recorren a pie las tres millas (5,5 km) que separan su casa de la de Bingley.
b) Cuando las distancias eran largas, dependiendo de si el viajero era rico o
pobre se podía permitir tener un carruaje propio o tenía que alquilarlo o coger
uno público.
En los trayectos, había establecido un sistema de postas o relevos de caballos y
descanso para los viajeros, que coincidían con mesones u hosterías —como hoy
las estaciones de servicio—. La distancia recorrida por los vehículos podía ser de
160 km por día. De trecho en trecho, en los cruces de caminos generalmente,
en los puentes o en las entradas de las poblaciones, se tenía que pagar un dere-
cho de portazgo, de ahí que hubiera portillos o barreras en las que los vehículos
tenían que parar y pagar un peaje por pasar —igual que hoy en las autopistas—.
El dinero recaudado se utilizaba para el mantenimiento de los caminos. El cri-
terio de calidad de las carreteras aparece en la segunda mitad del siglo xviii: se
fijan los trazados, se les pone nombre, se diversifican las rutas y la circulación,
se reviste el firme de los caminos para convertirlos en carreteras, se empiezan a
hacer mapas y se programa una inspección periódica. Una normativa regulaba
también el horario, precio, limpieza y estado de los carruajes públicos, pero no
fue hasta 1831 cuando entró en vigor la ley que disponía las tarifas de acuerdo a
la distancia recorrida y al tiempo tardado. Por último, en cuanto a la seguridad,
no se puede decir que hubiera mucha, pues abundaban las bandas de forajidos
que asaltaban tanto a las diligencias como a los carruajes privados.
Por lo que se refiere a los vehículos, estos podían llevar desde uno a dieciocho
pasajeros y ser tirados por uno o hasta por seis caballos o mulas. Destacaremos
algunos:
La silla de postas (en inglés, post chaise): de origen francés, se introdujo en
Gran Bretaña a principios del siglo xviii. Era un coche pequeño para uno o dos
pasajeros, tirado por un caballo. Era el vehículo preferido por la gente rica.
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La diligencia (en inglés, stagecoach): se introdujo en Gran Bretaña en 1640 y era
el vehículo usado para las grandes distancias. Podían viajar en él hasta ocho pa-
sajeros o incluso más; los de segunda clase se situaban en la parte trasera y había
una tercera clase que se sentaba en el techo. Iba tirado por cuatro o seis caba-
llos, que conducían dos personas. Tenía sus días fijos de salida, pero en invierno
solo hacían un viaje a la semana. Funcionó hasta el siglo xix. Si los caminos eran
buenos, podían alcanzar una velocidad de 60 km por hora.
El faetón: era un coche descubierto y ligero, para dos, cuatro o seis personas.
La calesa: fue muy popular en el siglo xviii, en especial para los trayectos cortos.
Era para dos personas y estaba cubierto con capota.
La galera: era un enorme carro con cubierta de lona, que recorría los caminos
secundarios, por donde no circulaban las diligencias. Era el transporte común
de la gente pobre entre los pueblos.
1 ¿Por qué Darcy se muestra indiferente con Elizabeth? ¿Es eso lo que sentía hacia
ella?
Darcy está enamorado de Elizabeth, pero no quiere que nadie lo note, porque
es orgulloso y tiene prejuicios de clase respecto a ella y a su familia, a los que
desprecia por ser inferiores en rango y vulgares en sus maneras de comportarse,
con excepción de las dos hermanas mayores, Jane y Elizabeth.
2 ¿Tú crees, como dice lady Catherine, que si queremos conseguir algo en la vida,
tenemos que esforzarnos o da igual, porque nos vendrá dado de cualquier modo?
Respuesta libre.
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3 Un motivo literario es algo que ocurre en una novela y que va a ser determinante
para su desarrollo posterior. En este capítulo hay uno claro a la vista. ¿Cuál es?
¿Qué crees que supondrá para el futuro de los personajes?
El motivo literario es lo que el coronel Fitzwilliam le dice a Elizabeth referente a
que Darcy ha aconsejado a su amigo Bingley que deje a Jane, y como este es muy
débil de carácter y necesita que lo guíen, se ha dejado manipular por aquel. La
reacción de Elizabeth es muy verosímil: primero, la incredulidad y, después, la
cólera y el llanto.
¿Qué supondrá para el futuro? Como los estudiantes no han acabado de leer la
novela, pueden responder lo que ellos imaginen.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo XV. Falsas impresiones
1 En principio, Jane Austen tituló esta novela como Primeras impresiones. ¿Tú crees
que se justifica este nombre en el presente capítulo? ¿Qué enseñanza podemos
extraer de este?
Se justifica plenamente. Hasta ahora, Darcy había mantenido una pose ante los
demás que no se correspondía con su verdadera forma de ser. Aquellos que co-
nocían su interior le apreciaban, como Bingley; pero los que se quedaban solo
en la apariencia, en la primera impresión, se formaban un falso concepto sobre
él. Por fin, se quita la máscara y se da él mismo la oportunidad de sincerarse con
la mujer que ama, ante el riesgo de perderla. Y será así como gane su amor. A su
vez, Elizabeth se da cuenta de que se ha equivocado con él, al dejarse llevar por
las primeras impresiones. Esta es la enseñanza que podemos sacar del capítulo.
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de la Mancha y traían turistas desde París. Más tarde, la reina Victoria, dada la
afluencia de bañistas que le impedían tener privacidad, dejó de ir en verano y el
pabellón se vendió al municipio. Esto no impidió que la ciudad siguiera engran-
deciéndose hasta hoy.
Lugares interesantes que visitar:
Pabellón Real (1780-1824)
Acuario (1872)
Torre del Reloj del Jubileo (1888)
La noria gigante «Brighton Wheel» (2011)
Torre giratoria de observación i360 (2016)
Y no olvidar caminar por el paseo marítimo o darse un paseo en el tren eléctrico
más antiguo del mundo, que data de 1883.
El alumno o alumna añadirá todo aquello que le parezca relevante.
DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XVII. La mansión de Pemberley
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2 A Elizabeth le sorprende lo cambiado que está Darcy. ¿Por qué? ¿A qué lo atri-
buye?
Darcy ha cambiado por varios motivos: a) quiere demostrarle a Elizabeth que no
le guarda rencor y que ha aprendido la lección de humildad que ella le ha dado;
b) se encuentra por primera vez con unos familiares —los Gardiner— que no
son vulgares y se siente a gusto con ellos.
Ella lo atribuye al amor que sigue sintiendo por ella y eso le hace estimar más
sus cualidades y sentir por él —dice ella— aprecio y gratitud. Pero ella sabe, y el
lector también lo sabe, que es mucho más que eso, puesto que ella desea ser la
causa y artífice de su felicidad.
1 El duelo era una práctica habitual de la época. Busca información sobre el tema
y contesta a la siguiente pregunta: ¿Crees que el duelo era el mejor medio para
solucionar los conflictos entre las personas?
El duelo era un combate entre dos personas que se enfrentaban por razón de
honor o de venganza. Fue practicado desde el siglo xv hasta comienzos del xx
en las sociedades occidentales, como evolución de las justas o torneos medieva-
les. A pesar de su aceptación generalizada, era considerado por las autoridades
de casi todos los países como un asesinato, aunque no tenía por qué terminar
con la muerte de uno de los dos oponentes, bastaba con que uno fuera herido
para que el otro considerara satisfecha la ofensa recibida. Hasta el siglo xviii los
duelos se hacían a espada y desde entonces también a pistola.
El duelo tenía unas reglas: iba precedido de un reto por parte del individuo
agraviado por el ofensor, que se hacía mediante un guantazo en la cara o el lan-
zamiento de un guante, que el otro debía recoger si aceptaba el desafío (de ahí
el dicho: «recoger el guante»). En el encuentro, generalmente al amanecer y en
lugares apartados, los contendientes iban acompañados de padrinos, los cuales
actuaban de testigos y se encargaban, en el caso de que se hiciera con pistolas,
de marcar los pasos, los tiempos y el orden de los disparos.
En suma, se trataba de una práctica muy arbitraria, pues ganaba el más diestro
en el manejo del arma y no el que llevaba la razón, por lo que fue usado para
enmascarar muchos asesinatos. Pese a la prohibición, se siguieron practicando
duelos hasta los años sesenta del siglo xx.
2 Tomando como base el escarmiento que sufre el señor Bennet tras la fuga de
su hija, contesta: ¿Tú crees que los padres deben encargarse de hablar con los
hijos, enterarse de qué hacen, dónde van y con quién…? Justifica tu respuesta.
Respuesta libre.
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo XIX. Un generoso benefactor
1 Darcy dice que ha actuado porque se sentía culpable de lo que había pasado. ¿Qué
hubieras hecho tú en su lugar? ¿Tú crees que si sabemos algo que puede perjudi-
car a otro u otros debemos decirlo, o es mejor callar y no meterse en líos? Razona
tu respuesta y contrástala con las de tus compañeros y compañeras.
Respuesta libre. Aconsejamos orientarla hacia el problema del acoso escolar.
DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XX. Deferencia no es indiferencia
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DURANTE LA LECTURA: Capítulo XXI. Una dama muy particular
1 Reflexiona y contesta a estas preguntas: ¿Puede una persona —por muy alto
que sea su linaje, el puesto que ocupe o la autoridad que tenga— pretender im-
ponerse sobre otra de una clase menos adinerada? ¿Cómo puede defenderse el
desfavorecido?
Respuesta libre.
DURANTE LA LECTURA:
Capítulo XXII. Orgullo y prejuicio superados
1 Medita sobre lo leído y responde: ¿Están reñidos el orgullo y los prejuicios con
el verdadero amor? ¿Supone esto que para demostrar nuestro amor debemos
dejarnos humillar por nuestra pareja?
Respuesta libre.
Moderar un coloquio sobre el problema del machismo y de la violencia domés-
tica.
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DESPUÉS DE LA LECTURA
3 ¿Te hubiera gustado ser alguno de los personajes o vivir en esa época? Explica
tus razones.
Respuesta libre.
5 Seguramente has visto la película que se hizo sobre esta novela en 2005 con el
mismo título, de la cual te dimos noticia en el Apéndice. Si no es así, te reco-
mendamos que la saques de una biblioteca; te gustará. Cuando lo hayas hecho,
señala las semejanzas y diferencias entre la novela y la película, y dinos cuál
prefieres y por qué.
La versión de 2005 es bastante fiel al texto y los personajes están muy bien carac-
terizados. Con todo, podemos señalar varias diferencias entre ambas. Primera:
la imagen complementa al texto, y más en esta película que está rodada en los
lugares que Jane Austen menciona; pero nunca puede suplirlo, porque en la lec-
tura nos podemos recrear cuanto queramos. Segunda: la novela la podemos leer
en nuestros ratos libres; la película, generalmente, se ve de una vez. Tercera: la
película simplifica mucho los hechos, la novela —y más si la versión es íntegra—
está llena de detalles.
Respuesta libre.
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