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El documento describe los recuerdos de la infancia del autor junto a sus hermanos en una hacienda. Pasaban el tiempo explorando los campos y cafetales sin temor a los peligros. Disfrutaban trepando árboles, balanceándose en lianas y comiendo frutos silvestres. Un día lastimaron a su prima Adriana al caer de un árbol, por lo que sus padres no los dejaron volver. Cuando el autor tenía 13 años, tuvieron que dejar la hacienda porque su padre fue trasladado, cambiando sus vidas
El documento describe los recuerdos de la infancia del autor junto a sus hermanos en una hacienda. Pasaban el tiempo explorando los campos y cafetales sin temor a los peligros. Disfrutaban trepando árboles, balanceándose en lianas y comiendo frutos silvestres. Un día lastimaron a su prima Adriana al caer de un árbol, por lo que sus padres no los dejaron volver. Cuando el autor tenía 13 años, tuvieron que dejar la hacienda porque su padre fue trasladado, cambiando sus vidas
El documento describe los recuerdos de la infancia del autor junto a sus hermanos en una hacienda. Pasaban el tiempo explorando los campos y cafetales sin temor a los peligros. Disfrutaban trepando árboles, balanceándose en lianas y comiendo frutos silvestres. Un día lastimaron a su prima Adriana al caer de un árbol, por lo que sus padres no los dejaron volver. Cuando el autor tenía 13 años, tuvieron que dejar la hacienda porque su padre fue trasladado, cambiando sus vidas
En tiempos de mi niñez junto a mis hermanos dejábamos a un lado los juguetes
para ir a explorar el campo, los extensos cafetales y los cercos en piedra que rodeaban los linderos, sin temor a lastimarnos y desconociendo por completo los peligros que podían haber ocasionado hasta la muerte. Cada día al regresar de la escuela en la vereda El totumo y haber cumplido con nuestros deberes, mis hermanos: Yarleny, Alexander, Edward y yo, nos disponíamos a trepar árboles, balancearnos en las lianas de maracuyá, comer los frutos de las plantas y en algunas ocasiones, retener la corriente de la quebrada con ayuda de una pasera que después de haber servido para secar el café al sol, en ese momento era utilizada para dicha labor. Por otra parte, esperábamos con ansia la llegada de Adriana y los gemelos procedentes de Bogotá quiénes al término de un largo viaje se dirigían casi de inmediato a la hacienda. En cierta ocasión Adriana subió a un guayabo para balancearse en el columpio; nosotros nos encontrábamos sobre la rama por tanto todos caímos sobre Adriana lesionando su clavícula. Motivo por lo cual sus padres se negaron rotundamente dejarlos regresar a la hacienda junto con nosotros. Cuando yo tenía trece años, debimos dejar la hacienda a causa del trabajo de mi padre, él fue trasladado a la ciudad de Cartagena y todo fue diferente para cada uno de nosotros. Aquellos momentos aún están en nuestras mentes haciendo parte de las bellas vivencias de nuestra infancia.