Está en la página 1de 57

Cámara de Diputados

Chapter Title: LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE


INDEPENDENCIA
Chapter Author(s): Alfredo Ávila and Luis Jáuregui

Book Title: Historia general de México ilustrada


Book Subtitle: volumen I
Book Author(s): Erik Velásquez García, Enrique Nalda, Pablo Escalante Gonzalbo,
Bernardo García Martínez, Bernd Hausberger, Óscar Mazín, Dorothy Tanck de Estrada,
Carlos MariChal, Alfredo Ávila, Luis Jáuregui, José Antonio Serrano Ortega, Josefina
Zoraida Vázquez, Andrés Lira, Anne Staples, Sandra Kuntz Ficker, Elisa Speckman
Guerra, Javier Garciadiego, Luis Aboites, Engracia Loyo, Soledad Loaeza, Ariel Rodríguez
Kuri, Renato González Me ...
Published by: El Colegio de Mexico; Cámara de Diputados

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/j.ctv47w8kt.15

JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org.

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms
This content is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives
4.0 International License (CC BY-NC-ND 4.0). To view a copy of this license, visit
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.

El Colegio de Mexico and Cámara de Diputados are collaborating with JSTOR to digitize,
preserve and extend access to Historia general de México ilustrada

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA
MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL
PROCESO DE INDEPENDENCIA
Alfredo Ávila
Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Nacional Autónoma de México

Luis Jáuregui
Instituto de Investigaciones Dr. José Maria Luis Mora

Durante mucho tiempo, los historiadores relata- resto del continente, en Europa, Asia y África) de
ron los acontecimientos de la segunda década del una monarquía católica, en competencia con otras
siglo XIX en Nueva España como la gesta de un potencias europeas y en plena reconfiguración. La
pueblo para alcanzar la independencia. Las inves- disolución de esa monarquía fragmentó esos terri-
tigaciones recientes no sostienen este aserto. Si torios. La posterior integración de algunos de ellos
bien desde el siglo XVI se fue configurando un sen- condujo al establecimiento de varios estados que
timiento de diferencia de los españoles americanos asentaron su legitimidad en un lenguaje político
frente a los peninsulares, llamado después "patrio- fundado en los derechos de los ciudadanos. Las
tismo criollo", esto no excluía otras identidades. guerras civiles que contribuyeron a la fractura del
Los "indios" (el término legal de aquella época) orden jerárquico colonial dificultaron el estableci-
se identificaban como naturales de su pueblo, miento de gobiernos sólidos, capaces de imponer
su localidad; mientras que los integrantes de las la soberanía del estado ante los actores políticos
"naciones" vizcaína o montañesa mantenían sus internos y externos.
identidades sin importar dónde habían nacido.
Las identidades corporativas también eran impor-
tantes. En última instancia, los habitantes de los LA ÚLTIMA NUEVA ESPAÑA
territorios españoles de la América Septentrional
formaban parte {junto con enormes regiones en el Al comenzar el siglo XIX, las condiciones sociales
y económicas de Nueva España presentaban fuer-
Alegoría de la independencia, anónimo, siglo XIX, óleo sobre tela. tes contrastes. Con más de cinco millones de ha-
Colección particular. bitantes, unas cuantas familias se contaban entre

363

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO Á v 1LA y Luis ] ÁUREGU1

las más acaudaladas del mundo. Ciertas regiones, de 25 años; la mayoría se asentaba en la intendencia
como la intendencia de Guanajuato, contribuían de México y, en menor proporción, en la de Gua-
de modo decisivo a la economía mundial, aunque dalajara. Como ocurría de tiempo inmemorial, la
en muchas otras las formas de producción apenas agricultura era en su mayor parte de subsistencia;
habían cambiado en los últimos siglos. Las refor- los bienes de la tierra se generaban en propiedades
mas borbónicas beneficiaron a algunos sectores comunales de los pueblos, tierras de grandes te-
sociales, pero incrementaron la presión fiscal a rratenientes, arrendadas a rancheros y, en menor
un nivel más alto que el de otros países. Los cam- medida, de pequeños propietarios. El crecimiento
bios administrativos aplicados por la monarquía demográfico de finales del siglo creó presiones so-
española afectaron de manera diferenciada a aque- bre las tierras más productivas, lo que, junto con
lla sociedad compuesta mayoritariamente por in- los cambios económicos, enfrentó a la población
dígenas y mestizos sobre los que se hallaba una indígena con la necesidad de mantener su subsis-
minoría de españoles, tanto europeos como ame- tencia, cultura y tradiciones frente a la política de
ricanos. La generalidad de la población era menor una corona más preocupada por obtener recursos
que en proteger a los sectores desposeídos de su vi-
D e español y mestiza produce castizo, detalle de doce escenas de cas tas,
rreinato más rico. No obstante, los pueblos de in-
anónimo , sigl o XV III , óleo sobre rela. C olección particular. dios gozaban de algunos privilegios legales, de los

364

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA D ISOLUC IÓN DE LA MONARQU ÍA HI SPÁNICA Y EL PROCESO DE I NDEPENDENCIA

Vfll.

1.

que carecía el creciente número de mestizos po- vechaban las oportunidades de enriquecimiento
bres, sobre quienes pesaban altas cargas fiscales y del orden colonial. Los integrantes de los consu-
dificultades para ocupar oficios estables. lados o del tribunal de minería fueron de los más
Resulta imposible hacer una clasificación por grandes prestamistas internos de la corona. Las
clases de los diversos sectores sociales novohispa- relaciones que entablaron con funcionarios rea-
nos. Por encima de los más pobres había curas, les les permitieron incrementar sus privilegios y
pequeños comerciantes, arrieros, artesanos, pro- fortunas .
fesionistas, los miembros más acomodados de los Con respecto al resto del mundo noradántico,
pueblos de indios, pequeños propietarios rurales, Nueva España comenzó el siglo XIX en condicio-
medieros y arrendatarios, personas que podían nes desfavorables. La tecnología aplicada a las ac-
progresar pero eran muy vulnerables a las crisis tividades económicas era arcaica. Según Alejandro
agrícolas y económicas, lo mismo que a las deci- de Humboldt, los mineros novohispanos no esta-
siones de las autoridades. En cambio, las familias
más prósperas estaban mejor preparadas para las
Sistema de molino de patio, 1773 . Archivo General de la Nación.
contingencias de la política y la economía. U nidos
Páginas siguientes: El rey Carlos IV y Manuel Godoy de cacería,
por relaciones de parentesco y negocios, los gran- Zacarías González Velázquez, siglo XIX, óleo sobre tela.
des comerciantes, los mineros y latifundistas apro- Casita del Labrador, Aranjuez.

365

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVILA Y LUIS }AUREGUI

han interesados en introducir innovaciones para rurales y urbanas, pues ante la escasez de numera-
producir plata de modo eficaz, debido a la im- rio la mayoría trabajaba gracias al crédito de esas
portancia y abundancia de los yacimientos. La instituciones. El cierre de préstamos tuvo con-
tecnología obsoleta con que se producían textiles, secuencias terribles, en especial para los sectores
cerámica, papel o vinos hacía que las manufactu- sociales de escasos recursos, pero también afectó a
ras novohispanas fueran poco competitivas frente algunos grandes terratenientes, como Gabriel de
a las importadas. Durante mucho tiempo, estos Yermo. Muchos pequeños propietarios llegaron a
productos provenían de una metrópoli que tam- perder sus propiedades o, en el mejor de los ca-
poco era competitiva, pero cuando, debido a las sos, como les sucedió a Miguel Hidalgo e Ignacio
guerras con Gran Bretaña, se autorizó en 1797 Allende, a tratar de sobrevivir sin posibilidades de
la llegada de barcos de naciones neutrales, Nueva crédito. Numerosas representaciones de corpora-
España se vio inundada de manufacturas baratas, ciones y productores solicitaron sin éxito que el
producidas en países con tecnologías y sistemas decreto no se aplicara. En cuatro años, más de
de producción más eficientes. diez millones de pesos se enviaron a la metrópo-
El orden corporativo tampoco contribuía al li por concepto de la consolidación, a lo que se
desarrollo económico. Los privilegios de los gre- debe sumar la continua salida de plata por expor-
mios y de los poderosos consulados ponían trabas tación, las donaciones y préstamos y las crecientes
a la producción y el comercio. Por su parte, el recaudaciones.
gobierno sólo fomentaba la actividad minera. La Los habitantes de Nueva España dejaron de
exportación de plata en moneda, ya fuera para el estar en condiciones de enfrentar adversidades
pago de productos importados, ya para la tesore- como la sequía de 1803 en Yucatán o la iniciada
ría de Madrid o sus acreedores, provocaba escasez en 1808 en el centro del virreinato. En 181 O los
de numerario para las transacciones pequeñas, lo productores rurales requerían un auxilio crediti-
que ocasionaba el uso de arcaicos sistemas de in- cio que ya no funcionaba. Al impacto de la eleva-
tercambio y crédito. Las recaudaciones fiscales se ción en los precios de los alimentos, ocasionada
multiplicaron por cuatro entre 1770 y 1808, pero por la crisis agrícola y el acaparamiento de granos,
fueron insuficientes para contribuir a los elevados se sumó el repudio por la forma como se aplicó la
gastos de la monarquía, por lo que también se consolidación y por la extracción de recursos que,
recurrió a préstamos y donaciones, tanto de cor- en buena medida, iban a dar a manos de acreedo-
poraciones como de individuos e incluso de los res extranjeros.
pueblos de indios.
Pese al incremento de las recaudaciones, las
necesidades de la monarquía española eran ma- CRISIS DE LEGITIMIDAD
yores. En 1803, para no participar en un nuevo
conflicto con Gran Bretaña, se firmó un tratado Muchos de los agravios mencionados no eran nue-
con Francia, a la que se entregarían seis millones vos ni se pueden considerar causas de la rebelión
de libras mensuales. Se comprometió a las tesore- que estalló en 181 O, pero sí contribuyen a explicar
rías americanas (y en concreto a la de México) a las características de la respuesta novohispana a la
pagar directamente a los acreedores extranjeros. crisis política que se presentó en la metrópoli con
Un año después, el Decreto de Consolidación de la invasión napoleónica. El deterioro de las condi-
Vales Reales exigió a la iglesia y a su juzgado ciones económicas de la mayoría de la población
de capellanías y obras pías que cobrara los capitales empezó a considerarse peligroso, como se puede
que tenía prestados, para enviarlos a la metrópoli. ver en el memorial de 1804 del obispo de Valla-
La medida afectó a muchas unidades productivas dolid Antonio de San Miguel, quien proponía

368

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUfA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

varias reformas legales y sociales para evitar una el ejemplo de la portuguesa: abandonar Europa y
conmoción. Algo semejante se puede decir del refugiarse en América. Esta medida se frustró en
"estado de la opinión": el público discutía siempre Aranjuez el 17 de marzo: un motín popular llevó
los asuntos del día; tampoco era extraño que las a apresar al ministro y obligó a Carlos IV a abdicar
noticias de la metrópoli y el mundo ocasionaran en favor de Fernando.
rumores. En diversos espacios, desde los parques El nuevo orden de cosas no duró. Napoleón
y pulquerías hasta los conventos y corporaciones, trasladó a la familia real a Bayona, donde consi-
la gente oía y expresaba sus opiniones. En la úl- guió que Fernando devolviera el trono a su padre,
tima década del siglo XVIII se incrementó el nú- quien nombró al mariscal francés Joachim Murat
mero de noticias, algunas muy alarmantes, como como su lugarteniente. Poco después, la Gaceta de
las que llegaban de Francia. Los rumores también Madrid publicó una carta de Carlos IV en la que
aumentaron y las autoridades ya no fueron tan to- informaba que había cedido a su "aliado" y "que-
lerantes: muy pronto, empezaron a ver muestras rido amigo" el emperador de los franceses todos
de sedición en los pasquines, opiniones y redes de sus derechos sobre España e Indias. Napoleón, a
correspondencia, que antes no llamaban su aten- su vez, entregó la corona española a su hermano
ción. Al comenzar el siglo XIX, amplios sectores de José Bonaparte. Las instituciones de la monarquía
la población novohispana compartían la paranoia llamaron a la obediencia, pero la insurrección se
de las autoridades en contra de franceses pernicio- extendió por toda la península. Los rebeldes re-
sos, de revolucionarios potenciales y de amenazas chazaron las cesiones de Bayona, por haber sido
externas. forzadas. En varias ciudades se organizaron juntas
La década de 1790 fue catastrófica para la mo- provisionales de gobierno, encargadas de dirigir la
narquía española. Los gastos militares la condu- resistencia y de conservar la independencia. Fer-
jeron a una crisis generalizada. La alianza con los nando fue proclamado rey por la mayoría de esas
franceses no impidió que los británicos aumen- juntas, pues lo consideraban víctima de la perfidia
taran su influencia en el comercio hispanoameri- de Godoy. En muy poco tiempo, las condiciones
cano y Napoleón no era confiable. Luego de dos políticas de España cambiaron de manera radical.
años de paz, en 1804 se reinició el conflicto entre El aliado se convirtió en enemigo y los británicos
España y Gran Bretaña. Las consecuencias fueron ahora ofrecían su ayuda.
muy costosas. El ministro Manuel Godoy recurrió Estas transformacines ocasionaron incertidum-
a medidas extraordinarias para obtener recursos, bre en Hispanoamérica. Las gacetas y la correspon-
pero nada fue suficiente para cubrir los gastos de dencia de Europa informaron del nombramiento
la competencia militar. En 1807, Bonaparte envió de Murat como lugarteniente del reino, de las
tropas a la península ibérica para someter a Portu- renuncias de Bayona y de la insurrección popu-
gal, tradicional aliada de los británicos. Al mismo lar contra los franceses. La situación era delicada.
tiempo, había entrado en contacto con los enemi- El ayuntamiento de México, en nombre de todo
gos de Godoy, entre quienes se hallaban algunos el reino, hizo una representación en la que exi-
de los más importantes nobles de España, reuni- gía al virrey que no obedeciera a Murat ni reco-
dos alrededor del heredero al trono, Fernando de nociera la cesión de los dominios españoles a los
Borbón. Cuando Carlos IV descubrió que su hijo Bonaparte. Poco después, el mismo ayuntamiento
participaba en una conspiración, decidió arrestar- propuso seguir el ejemplo peninsular y establecer
lo. Las averiguaciones mostraron a las autoridades una junta provisional encabezada por el virrey,
la injerencia napoleónica en la política interna es- que guardara el reino a sus legítimos monarcas.
pañola, por lo que Godoy decidió ser cauto. Al El argumento principal se fundaba en la tradición
comenzar 1808, propuso a la familia real seguir política y jurídica española. Desde el punto de vis-

369

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
At.mEDO Á v 1u 1 y L u is ] ÁUREGu 1

que era una colonia de Casrilla. En el debare apa-


recieron algunos términos que no dejaron de cau-
sar inquierud. El inquisidor Bernardo de Prado
y Ovejero objeró las referencias al "pueblo" en el
discurso del síndico Francisco Primo de Verdad,
quien sólo arinó a responder que se refería a las
JUNTA GENERAL auroridades consriruidas.
1rurrigaray fue el más beneficiado de esa re-
CELEBRADA EN MÉXICO
unión, pues se rarificó la lealrad a Fernando VII,
El nueve de Agosto de mil ochocientos ocho, pero se negó obediencia a cualesquier auroridades
PRESIDIDA merropoliranas. El mercedario Melchor de Tala-
manres lo expresó con claridad: "En el reino de
POR EL EXMó. SEÑOR VIRREY
Nueva España no hay autoridad alguna que pueda
D. JOSEF DE YTURRIGARAY. sujetar al virrey, ¡pobre reino! ". Para rranquilidad
de la audiencia, ames de concluir agosro arribaron
a Nueva España dos represenranres de la juma de
Sevilla, que se había rirulado gobernadora de Es-
paña e Indias. Con ese carácter, buscaba apoyo y
reconocimiento de los americanos y rarificaba en
00
• sus cargos a las auroridades . Todos esruvieron de
acuerdo en ayudar a los parrioras que peleaban en
contra del ejérciro imperial francés, pero algunos
rechazaron el reconocimienro a una juma que pre-
ra de los capirulares, resulraba inconcebible que tendía rener auroridad en rodas los dominios de
el reino esruviera sin rey. La prisión del monarca la monarquía sólo porque así lo había proclama-
no implicaba su desaparición. Sólo se lo consideró do. Además, una semana después se conocieron
incapacirado para reinar, de ahí que se le debían los pliegos de la juma de Asrurias, con pretensio-
nombrar "guardadores", como se hacía cuando el nes semejantes a las de la de Sevilla. lrurrigaray
príncipe era menor de edad. no dudó en proclamar entonces que frenre a la
La audiencia y los consulados de México y mulriplicación de órganos que decían acruar en
Veracruz se opusieron. Una junra daría demasia- nombre del rey, no reconocería como supremo a
do poder a 1rurrigaray y amenazaba la frágil de- ninguno.
pendencia con respecro a la península, pues en sus Las noticias provenientes de España y las que
manos esraría la capacidad de rarificar a los fun- se originaban en la propia ciudad de México tam-
cionarios virreinales. En las semanas siguienres, bién llegaron a numerosos pueblos, villas y ciuda-
el virrey convocó a una reunión que sólo acentuó des de rodo el virreinaro. Los informes que recibió
las diferencias enrre los partidarios de formar una Irurrigaray indicaban que en algunos lugares se
juma y los defensores del orden tradicional. Las presentaron junras de vecinos y manifestaciones
discusiones mostraron dos pumas de visra dife-
renres en romo al esrarus de los dominios españo-
les en América. Mientras los inregranres del ayun- j unta general celebrada en México en 9 de este mes y presidida por el
excelentísimo Señor D on José de !turrigaray, 20 de agosro de 1808 .
ramienro de México aseguraban que Nueva Espa- Archi vo G eneral de la Nación.
ña era un reino que dependía de sus monarcas, la Enftente: José Joaquín de !turrigaray, anó nimo, siglo XIX, óleo sobre
mayoría de los miembros de la audiencia suponía tel a. Museo Nac io nal de Histo ria, Conacul ta, INAH.

370

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUfA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

populares. En San Miguel el Grande se reumo de instaurar un gobierno único. La dificultad para
"una junta general del vecindario", lo mismo que realizar este proyecto provenía de las juntas, poco
en Mérida y en San Luis Potosí. Otras ciudades dispuestas a obedecer una entidad superior, por
reportaban "una increíble agitación". Xalapa y lo que se pensó en constituir una Junta Central,
Querétaro estuvieron dispuestas a enviar represen- compuesta por los delegados de esos organismos
tantes a la junta general propuesta por la ciudad de provisionales de gobierno.
México, mientras que la audiencia de Guadalajara En 1809, la junta central convocó a los rei-
-después de una reunión de vecinos principales nos americanos para que enviaran representantes.
y autoridades- advirtió al virrey que no convenía Los americanos se veían así "elevados a la digni-
promover una junta. Al comenzar septiembre, una dad de hombres libres". Cada virreinato o capita-
nueva reunión en la ciudad de México repitió los nía designaría un vocal, elegido mediante un pro-
resultados de las anteriores. Para los defensores del cedimiento complejo: los concejos de las capitales
orden colonial la situación se volvía intolerable, tan- de provincia elegirían tres nombres de "patricios",
to por el protagonismo del virrey como por los ries- es decir de naturales destacados del lugar, que
gos de establecer una junta. La noche del 15 de se sortearían. Los ganadores de cada provincia
septiembre de 1808 un grupo de hombres acaudi- inte-grarían una lista para que, mediante el mis-
llados por Gabriel de Yermo irrumpió en el pala- mo procedimiento, el ayuntamiento de la sede
cio de gobierno. El virrey y los principales promo- del gobierno virreinal o de capitanía seleccionara
tores de una junta fueron apresados. A la mañana al vocal para ir a la junta central. El proceso en
siguiente, un bando proclamó que todo se había Nueva España se llevó a cabo con pocas irregu-
hecho en beneficio del pueblo y a su nombre. laridades, salvo que la mayoría de los elegidos en
De inmediato hubo reacciones contra la vio- las intendencias era de origen peninsular. En Mi-
lenta destitución del virrey. Unos versos anónimos choacán se presentó una discusión por el número
advirtieron que "quien prendió a Iturrigaray / sin de votos que obtuvo el asturiano Manuel Abad y
hacer ruido ni fuego / lo podrá hacer desde luego Queipo. Por su parte, en la intendencia de Arizpe
/ con el viejo Garibay", quien había ocupado el -cuya capital no contaba con ayuntamiento-
cargo de virrey. La legitimidad de las nuevas au- se reunió una junta con representantes de varias
toridades estaba en duda, pues habían destituido a poblaciones para hacer la elección. Al finalizar el
un funcionario designado por el rey. No obstante, proceso en toda Nueva España, el ganador fue
los principales tribunales y corporaciones de Nueva Miguel de Lardizábal y U ribe, pero cuando llegó
España se apresuraron a reconocer el nuevo orden su nombramiento a España, la junta central ya se
y lo mismo hizo la junta de Sevilla, que a cambio había disuelto.
recibió el reconocimiento de Garibay y los recursos La decisión de incluir representantes de los do-
enviados. minios americanos en los órganos de gobierno de la
La autoridad de la junta de Sevilla para res- monarquía española generó simpatía entre los crio-
paldar un gobierno cuyo origen era ilegal también llos de las principales ciudades de Nueva España,
estaba en duda. En la propia península ibérica se interesados en participar en la solución de la crisis
criticaban esas pretensiones de supremacía. La pro- política y en tener mayor presencia en las institu-
liferación de juntas obstaculizó la resistencia ante ciones locales y provinciales. No obstante, la vio-
los franceses, por lo que se planteó la necesidad lenta destitución de Iturrigaray dejó una estela de
inconformidad. Ni siquiera el nombramiento
del arzobispo Francisco Xavier Lizana como virrey
Miguel de Lardizábaly Uribe, ministro de Yndias, ca. 1815, grabado. tranquilizó los ánimos exaltados. En 1809, un pas-
Biblioteca Nacional de España. quín llamaba a los "americanos" a "proclamar la

373

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO Á Vll.A Y L UIS ) ÁUREGUI

374
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
L A D ISO LUCIÓN DE LA M O NA RQU ÍA H ISPÁN ICA Y EL PROCESO D E I NDEPEN D ENCIA

independencia", para conservar el reino al legítimo


monarca. No queda claro el carácter del grupo que,
poco antes de finalizar 1809, fue descubierto en
Valladolid. En las reuniones que se realizaban
en casa de José María García Obeso participaban
algunos oficiales criollos, entre quienes se incluían
José María lzazaga y Mariano Michelena. Fueron
acusados de promover la independencia y de ins-
tar a los barrios indígenas de la ciudad a rebelarse
con la promesa de la abolición del tributo. Como
Michelena señalaría tiempo después, la posibili-
dad de la independencia se desprendió precisa-
mente de las acusaciones contra los americanos.
El propio arzobispo virrey pudo percatarse de que
las intenciones de los acusados no eran sediciosas,
por lo que detuvo los procesos en su contra.
Las condiciones políticas durante el gobierno
de Lizana estaban muy enrarecidas, por lo que se
podía acusar a cualquier persona de infidente. Ma-
riano Beristáin, quien se caracterizó por su lealtad
a la metrópoli, llegó a suponer que la prisión de los
monarcas españoles y del papa bien podía ser una
señal apocalíptica. En la tradición del patriotismo
criollo, imaginó a México como seguro asilo del
católico rey y del pontífice. El temor a caer en ma-
nos de Napoleón se expandió gracias a rumores y
al propio discurso de las autoridades. En las decla-
raciones de las personas que durante aquellos me-
ses fueron acusadas de conspiradores, siempre se
aludía a que su verdadero interés era evitar que el
reino cayera en manos de una potencia extranjera.
En septiembre de 181 O fue descubierta en el
Bajío otra red de descontentos, quienes partici-
paban en las reuniones en la casa de Josefa Ortiz
y ] osé Miguel Domínguez, corregidor de Que-
rétaro. El notable número de oficiales criollos
alertó a las autoridades. Ignacio Allende, ] uan e
Ignacio Aldama y Mariano Abasolo servían en
diversos regimientos. El párroco de Dolores, Mi-
guel Hidalgo, también se hallaba involucrado. La
mañana del 16 de septiembre, dos días después

Plaza de Dolores, J. J. del Moral, siglo XIX, ó leo sobre tela. C olección
particular.

375

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVI!A Y Luis JAuREGUI

de que Francisco Xavier Venegas se hiciera cargo va España. En algunas, como Zacatecas, no se vio
del virreinato, Hidalgo convocó a sus feligreses en incompatibilidad en enviar un agente para nego-
defensa del reino que los "gachupines" "querían ciar con los insurgentes y un diputado a las cortes.
entregar a los franceses", en contra de la opresión El proceso se llevó a cabo según lo establecido. Las
y de los tributos. En pocas semanas, la insurrec- instrucciones señalaban que los elegidos debían ser
ción se extendió. naturales de su provincia y, aunque muy pronto se
explicó que también podían incluirse los avecinda-
NUEVA ESPAÑA dos. La mayoría de los elegidos fueron americanos
ENTRE EL CONSTITUCIONALISMO Y LA oriundos de las intendencias que los eligieron.
RESTAURACIÓN El 24 de septiembre de 181 O se reunieron las
cortes. Aquellos 300 diputados, elegidos y suplen-
En 1809, poco antes de disolverse, la junta cen- tes, reunidos en el pequeño templo de San Felipe
tral convocó a Cortes Generales y Extraordinarias. Neri de Cádiz, cuya legitimidad se ponía en duda,
Los diputados que integrarían esa asamblea serían asediados por las tropas francesas, en una ciudad
elegidos mediante diferentes procedimientos. Las con fiebre amarilla y viruelas, y rodeados por la ar-
juntas superiores establecidas en España podrían mada británica, se propusieron la tarea de elaborar
enviar sus representantes, lo mismo que las "ciu- una constitución y leyes para una nación de más
dades con voto en Cortes". Habría, además, un de 26 millones de personas que vivían en Europa,
diputado por cada 50 mil habitantes de las pro- América y Asia.
vincias peninsulares. Podría darse el caso de ciu- Un tercio de los diputados de las cortes eran
dades que eligieran diputados de los tres tipos, por americanos, por lo que la constitución y las demás
la población, por contar con el privilegio medieval leyes promulgadas por aquella asamblea no fueron
de voto en cortes y por ser sede de una junta. Los sólo "españolas", en el sentido europeo que se da en
dominios americanos fueron invitados a enviar re- la actualidad a ese adjetivo, sino también hispano-
presentantes, aunque con instrucciones diferentes americanas. No obstante, los americanos siempre
a las de la metrópoli. La regencia determinó que se toparon con una barrera infranqueable a la hora
habría un diputado por cada provincia o inten- de proponer medidas a favor de la igualdad en la
dencia. El procedimiento sería el mismo que se representación política, como pudo constatar José
llevó a cabo antes para enviar un vocal a la junta Miguel Guridi y Alcocer, diputado por Tlaxcala.
central, es decir, los ayuntamientos de las capi- Los diputados peninsulares frenaron también las
tales provinciales elegirían a tres personas, cuyos demandas de mayores facultades de autogobierno,
nombres se sortearían. Para América no fueron dado que las consideraban federalistas y divisorias
considerados representantes de las juntas superio- de la soberanía nacional, aunque algunas de estas
res ni de las dos ciudades que, según las Leyes de propuestas se concretaron en instituciones como
Indias, contaban con un privilegio semejante para los ayuntamientos elegidos. José Miguel Ramos
participar en las cortes, México y Cuzco. México Arizpe, diputado por Coahuila, impulsó el esta-
envió su diputado, pero en carácter de capital de blecimiento de las diputaciones provinciales, ór-
intendencia. Mientras que en la metrópoli serían ganos encargados del "gobierno económico" de las
cuerpos políticos (ciudades con privilegio, juntas provmc1as.
de gobierno y el "pueblo") los que elegirían repre- La constitución se promulgó en marzo de
sentantes, en América serían las intendencias, es 1812. El discurso preliminar señalaba que nada
decir, las unidades administrativas coloniales. se estaba innovando respecto de las viejas leyes
La invitación a participar en las cortes fue bien fundamentales del reino, pero era un documento
vista por los grupos políticos de las ciudades de N ue- revolucionario, que se proponía proteger los dere-

376

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE I NDEPENDENCIA

chas de los ciudadanos, establecía sus obligaciones


frente a la nación y despojaba al monarca de la
soberanía. Quienes promovieron estas medidas y
dieron su apoyo al orden constitucional empeza-
ron a ser conocidos como "liberales'', término que
implicaba generosidad. Pese a que la iglesia y el
ejército mantuvieron privilegios, el nuevo objeto
de la ley era el ciudadano, el individuo. El orden
corporativo fundado en privilegios había desapare-
cido legalmente, como pudo observarse cuando el
consulado de México exigió el envío de represen-
tantes ante las cortes, demanda que fue rechazada
por los legisladores. Algunas corporaciones, como
los decadentes gremios o los consulados, desapare-
cerían poco después de la independencia. No obs-
tante, el orden legal anterior al constitucionalismo
no fue fácil de sustituir. La normatividad minera,
por ejemplo, estuvo vigente hasta la segunda mi-
tad del siglo XIX. De hecho, esa centuria se caracte-
rizó por el empeño de los gobiernos nacionales en
combatir los privilegios corporativos.
Los primeros artículos de la Constitución de
1812 estaban dedicados a afirmar que la soberanía
sólo pertenecía a la nación española, una entidad
que incluía a todos los hombres libres de los do- pues si bien era facultad de la asamblea elaborar las
minios de la monarquía en "ambos hemisferios" . leyes, el monarca conservaba un amplio poder de
Entre los territorios que la componían se halla- veto que le permitía impedir la publicación de las
ban, en "la América Septentrional, Nueva Espa- mismas hasta por tres años. Asimismo, el rey era el
ña con la Nueva Galicia y península de Yucatán, titular del poder ejecutivo. Despojado de la sobera-
Guatemala, Provincias Internas de Oriente, Pro- nía, estaba sujeto a la supervisión de las cortes y su
vincias Internas de Occidente, isla de Cuba con poder se hallaba acotado, aunque no se le podían
las dos Floridas, la parte española de la isla de fincar responsabilidades políticas y su figura era in-
Santo Domingo, y la isla de Puerto-Rico con las violable. El poder judicial era el menos definido de
demás adyacentes a éstas y al continente en uno y los tres. Estaría en manos de los tribunales y del
otro mar" . Es decir, constitucionalmente Nueva Supremo Tribunal de Justicia. En América segui-
España quedaba reducida sólo al territorio de la rían siendo las audiencias los máximos órganos de
audiencia de México con el de Nueva Galicia y apelación, aunque esas instituciones perdieron le-
la capitanía de Yucatán, sin las provincias internas, galmente sus facultades gubernativas y de consulta.
o -desde otro punto de vista- se ampliaban sus
dimensiones hasta incluir toda la "América Sep-
tentrional" descrita en la cita anterior. Miguel Ramos Arizpe, siglo XIX, grabado. Biblioteca Nacional de
México, UNAM .
El gobierno de la nación española estaría inte-
Páginas siguientes: El j uramento de las Cortes de Cádiz de 1810.
grado por los poderes legislativo, ejecutivo y judi- José Casado del Alisal, 1863, óleo sobre tela.
cial. El primero en manos de las cortes con el rey, Co ngreso de Dipurados, Madrid.

377

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
.....-....-...... ~"

<Ílijtrt1F(}lá.
:Promul~da en adiz
1

fJ/l. ¿,J. fftz rt(J rlt'JllJ". :¡


._.)

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUfA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

El arreglo de las elecciones se dejó en buena ]uguetillo de Carlos María de Bustamante. Estos
medida en los ayuntamientos, instituciones de escritores promovieron la participación de los ciu-
índole administrativa cuyos integrantes también dadanos para ejercer sus derechos, en especial el de
serían elegidos. Cada año, los ciudadanos con dere- votar. El decreto de libertad de prensa se conoció
chos políticos elegirían a un determinado número mucho antes de que fuera ratificado por la cons-
de compromisarios que, a su vez, nombrarían a los titución, pero el virrey Venegas no permitió que
regidores y alcaldes de las poblaciones con más de entrara en vigor. Consideraba que, dada la guerra
un mil habitantes. Una vez establecido el ayunta- civil, una medida así minaría la legitimidad del ré-
miento constitucional, se procedería a la elección gimen, más necesitado que nunca de contar con el
de los diputados de la diputación provincial y los apoyo indiscutible de sus gobernados.
de Cortes, mediante un proceso indirecto. En septiembre de 1812, Venegas promulgó la
La constitución establecía que, sin distinción Constitución en Nueva España. La iglesia celebró
geográfica, habría un diputado por cada 70 mil ceremonias religiosas en las que agradecía a Dios
habitantes. Esta medida parecía dar a América la por las bendiciones que ese documento traería a los
anhelada equidad en la representación; pero los habitantes de Nueva España. Se procedió a es-
diputados peninsulares la obstruyeron. El artículo tablecer las nuevas instituciones, en especial los
18 constitucional excluía de la ciudadanía a la po- ayuntamientos constitucionales. En noviembre de
blación que no tuviera su origen en los dominios 1812 se llevó a cabo la primera parte del proceso
españoles. Esta disposición resultaba de enorme para elegir a los miembros del ayuntamiento de la
importancia, pues si bien otorgaba a los indígenas ciudad de México. Al parecer, nadie se esperaba
de América y Filipinas los mismos derechos que la entusiasta participación de los ciudadanos. Las
a los españoles -los convertía en ciudadanos-, descripciones muestran que mucha gente salió a
perjudicaba en cambio a quienes tenían un origen votar, incluidas algunas personas que legalmente
africano, es decir, un número verdaderamente sig- no podían hacerlo. Se denunció que varios indi-
nificativo en ciertas regiones de América. U na me- viduos repartieron papeles con los nombres de los
dida como ésta no parecía tan extraordinaria en el candidatos, algo que no estaba considerado en la
contexto de las constituciones y leyes de la época ley, aunque no estuviera prohibido. La mayoría de
en el resto del mundo atlántico, pero según los ar- los elegidos favorecía que los criollos se encarga-
tículos 2 9 y 31, los descendientes de africanos no ran del gobierno de sus propias provincias. Incluso
se incluirían en la base para calcular el número de algunos simpatizaban con los insurgentes y los
diputados. Esta exclusión era por completo in- habían apoyado. La sociedad secreta de los Guada-
aceptable para los diputados americanos, pero no lupes intervino en favor de la elección de america-
encontraron eco en una asamblea dominada por nos comprometidos con la búsqueda de mayores
peninsulares. El debate continuaría en las cortes facultades de autogobierno. Por estas razones,
ordinarias, tanto en 1813 y 1814 como en las de las autoridades superiores suspendieron tanto las
1820 y 1821, sin resultados favorables. elecciones como la libertad de prensa.
La Constitución de Cádiz propició algunos En los archivos puede verse documentación
cambios en Nueva España. La libertad de pren- que prueba que en otras poblaciones también se
sa favoreció la publicación de varios periódicos, realizaron elecciones, aunque con retraso. En la
si bien por poco tiempo, como El Pensador Mexi- provincia de Nueva España parece que sucedió
cano de José Joaquín Fernández de Lizardi y El algo semejante a lo que pasó en la ciudad de Méxi-
co: muchos de los ganadores en las elecciones eran
Enfrente: Constitución política de la monarquía española, 1912.
"equilibristas". En Yucatán y en Oaxaca se esta-
Biblioteca Nacional de España. blecieron los ayuntamientos constitucionales en

381

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
A LFREDO Á VILA Y L UIS ) AU REGU I

de que los pueblos sujetos ganaran independencia


frente a sus cabeceras. Las parcialidades indígenas
de San Juan y de Santiago quedaron subordina-
das al Ayuntamiento criollo de la ciudad de Méxi-
co. Algo semejante sucedió en otros pueblos que se
convirtieron en dependencias de ayuntamientos en
los que rara vez hubo regidores indígenas. No obs-
tante, las elecciones de las autoridades municipales
cada año favorecieron que los pueblos se conside-
raran soberanos. Incluso asumieron facultades no
previstas por la constitución, como la administra-
ción de justicia que de manera informal quedó en
manos de los alcaldes constitucionales.
A mediados de 1813, en la ciudad de México
se completó el proceso para elegir al nuevo ayun-
tamiento. El siguiente paso fue realizar elecciones
para enviar diputados a las cortes ordinarias y para
integrar las diputaciones provinciales. La dipu-
tación de Yucatán se instaló al comenzar 1813;
después, en la segunda mitad de ese año, la de
Guadalajara. En cambio, la diputación provincial
de Nueva España (que incluía México, Puebla,
Oaxaca y Veracruz) no se estableció hasta 1814,
poco antes de que la constitución fuera abolida.
La constitución enfrentó muchos obstáculos.
los lugares que contaban con más de un mil ha- Los más importantes fueron la insurgencia y la ac-
bitantes. Los historiadores contemporáneos están titud de las autoridades frente a la rebelión. Para
de acuerdo en que durante la vigencia de la Cons- los virreyes y para los militares la constitución re-
titución de Cádiz, en 1812-1814 y 1820-1821, presentaba un problema en la guerra contra los
el número de ayuntamientos que se estableció en insurgentes. La libertad de prensa favorecía que se
Nueva España superó el millar, lo cual significa expresaran opiniones adversas y críticas al gobier-
que muchas poblaciones que antes dependían del no, por lo que Venegas retrasó su entrada en vigor.
gobierno de otras ciudades (las cabeceras) aprove- En 1812, cuando los resultados de las elecciones
charon para tener autogobierno, pero también da de la ciudad de México no fueron satisfactorios
cuenta de que muchas repúblicas de indios des- para las autoridades, algunos periodistas fueron
aparecieron. Esas comunidades quedaron sujetas a perseguidos. Fernández de Lizardi fue apresado,
cabeceras municipales que podían ser interétnicas mientras que Bustamante huyó rumbo a los terri-
o simplemente controladas por blancos. tonos msurgentes.
Como puede apreciarse, la transformación en Venegas y su sucesor Félix María Calleja em-
las "jerarquías territoriales" no sólo fue en el sentido plearon la constitución y las leyes liberales a su
conveniencia. Las leyes fiscales impulsadas por las
cortes fueron bien vistas por Calleja, quien las si-
Joaquín Fernández de Lizardi, J. Fern ández de Lizardi , guió aplicando incluso después de la restauración
El Periquillo Sarniento, Méx ico, 1842 . Biblio teca Nacion al de
Méx ico, UNAM . absolutista. Esto se debió a que el orden liberal

382

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
L A DISOLUCIÓ N DE LA MONARQU ÍA HI SPÁNICA Y EL PROCESO DE I NDEPENDEN CIA

exigía que todas las personas, sin importar privi-


legios, contribuyeran al sostenimiento del estado .
Dadas las condiciones de guerra de Nueva Espa-
ña, resultaba muy importante una medida así. Sin
embargo, cuando la constitución amenazaba con
debilitar la autoridad del virrey, simplemente se
acudía a las viejas leyes para no aplicarla.
La Constitución de Cádiz despojaba al virrey
de la enorme autoridad que antes tenía. Le qui-
taba muchas facultades y, lo más importante, lo
convertía en jefe político de la provincia de Nueva
España, sin injerencia legal en Guadalajara, San
Luis Potosí, las Provincias Internas de Oriente, las
Provincias Internas de Occidente y Yucatán. En
cada una de esas provincias se estableció un jefe
-0 <A~.6 'ltí..,.,. ... .,,•., ,.,. ~ e/ytliP•f<l1>--•f'A"C.""'1fii<
el J""'""'"' 514,..., ( fu.U, "'f"""""'"' :P',7,,...v.,.,,,,,.fo-il."'!J'...,, j'«i-
político y una diputación provincial. Sin embar- e.t J .!J'•.A,,..uiitN}!/""'-'h..c.la 'Jorrc. uf.K..2" :IJ'fl'YynatM>~

go, el virrey encontró la manera de no perder sus Jr¡, J..ytt."' .[.~•:Jo,,::f,,.,,_"' )idl.MnP;,;r¡,
•.2i"7u.a.n ~l'lr.tw.o.f..:11u:dn,fat.rnt..,11 ~
facultades de gobierno. Las cortes nombraron a Cntdt J(,,,(,a 1-bfMtU(ql<.l .!D,.'JUMt º"'~"'
Calleja capitán general de "la provincia de Nue- .í)"J.,, f~ ,SJ•7,,,.,1,t,,,..,J>,,,¡,, ~ •...¿,,ou•.,,
!JJ~:f..... .fa/Jatb _g;• :J- y.....,o.Y ~..
va España", pero también lo llamaron "virrey go- .5''~v~,,,,¡,,. cú 'J¿;IJ.
bernador [. .. J y presidente de la Real Audiencia". Conal Je.fa h °"' X":'f"-.
Este nombramiento dio argumentos a Calleja para !D'Y-..A~
.!D"J-°'fo;,,,,,.,U,,. ~~";;1..... [.Jl"J<o. Jti<ül~
ignorar aspectos de la constitución que le quita- 5t<."'1.,.~~ _ 1 .J)"']ro<ktº4)"<,j!-a-f~
ban poder en las otras provincias. Sin embargo,
algunos jefes políticos también la emplearon para u}l.J J~-(,,_ -HA .¡ uU j> .._a<ID CÚ fA f46or,_,VÚ 'i'wJf.¡ ""'º "" ""
.,.,,,,,,
~· r- _ .,,_,..., 1
•,,,,.:,,.,. á u ,.,, .. ,,.,,,n
.M...-ito 1, ...... ~1¿ J(;1SJ3
enfrentársele. Bernardo de Bonavía, comandante
de las Provincias Internas de Occidente, consi-
deraba que él era independiente del gobierno de con Fernando VII, le devolvió el trono de España
México. Durante varios meses mantuvo ríspida y lo dejó en libertad. Las noticias de ese tratado
correspondencia con Calleja y consiguió mante- ocasionaron inquietud tanto en la península como
ner su autonomía en Durango. En mayo de 1814, en América. La regencia y las cortes no podían
la diputación provincial de Guadalajara envió una reconocer a un rey por gracia divina ni por un
representación a las cortes en la que señalaba que, acuerdo con el emperador de los franceses. Para
según la constitución, el reino de Nueva Galicia que Fernando de Borbón fuera declarado legítimo
había quedado separado del virreinato de Nueva monarca debía jurar la constitución. En Nueva
España. En ese sentido, las provincias de Guadala- España, los insurgentes consideraron que como el
jara y de Zacatecas eran independientes de México rey había hecho un compromiso con Francia, no
y no reconocían más autoridad que la del jefe polí- cambiaban las condiciones para concluir la gue-
tico José de la Cruz. Algo muy similar ocurría con rra. Fernando había regresado "afrancesado", por
el jefe político y comandante general, Joaquín de lo que el reino seguía en peligro de perderse.
Arredondo, de las Provincias Internas de Oriente.
Las derrotas francesas en Europa pronto mo-
Los ciudadanos de M éxico en uso de sus derechos eligieron para el
dificarían la situación política de la nación espa-
ayuntamiento. . . , 12 de abril de 181 3.
ñola. Napoleón firmó un tratado de paz y amistad Archi vo General de la Nació n.

383

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
A LFREDO Á VJLA y Luis j AU REGU I

ran sus solicitudes, pero persiguió y apresó a los


más liberales, como Ramos Arizpe. En distintos
lugares hubo muestras de resistencia contra estas
medidas, pero la oposición fue mínima. El rey
contaba con un amplio respaldo entre los grupos
poderosos y los sectores populares. Mucha gente
trataba de olvidar los años de guerra y pensaba que
se podía regresar a la situación que había antes de
que los franceses invadieran España.
En Nueva España, Calleja disolvió las institu-
ciones constitucionales, aunque mantuvo las dis-
posiciones que le convenían. Las diputaciones
provinciales y los ayuntamientos constituciona-
les desaparecieron, pero no fue fácil restablecer las
instituciones anteriores. El tribunaldelainquisición
se reinstaló y destacados miembros de la iglesia
promovieron una campaña de lealtad a la corona.
El canónigo capitalino José Mariano Beristáin y
Souza pronunció un sermón en el que comparó
a Fernando VII con Cristo, algo que no dejó de
ocasionar escándalo.
Se conformó entonces un grupo en Nueva Es-
paña al que después se daría el nombre de "ser-
viles", integrado, entre otras personas, por el fu-
El monarca recibió una entusiasta bienveni- turo obispo de Sonora fray Bernardo del Espíritu
da. La mayoría de los españoles pelearon contra Santo, por Manuel Gómez Marín, Juan Bautista
los franceses para recuperar a su rey y defender su Díaz Calvillo, Juan de Sarría y Alderete y Marías
religión, y no para promover reformas. Muchas de Monteagudo. Con sermones e impresos, estas
corporaciones y grupos privilegiados no estaban personas desprestigiaban la obra de los "filósofos
satisfechos con la declaración de igualdad legal de- modernos" y defendían las instituciones tradicio-
cretada por las cortes. Incluso, algunos diputados, nales de la monarquía católica. Fray José de San
entre quienes se hallaba el poblano Antonio Pérez, Bartolomé aseguraba la necesidad que los católicos
propusieron a Fernando VII abolir la constitución tenían de un tribunal como el del Santo Oficio:
pues, decían, sólo Dios podía conceder la sobera- "Siendo anexo a la condición humana el error y
nía a los príncipes. No negaban que unas cortes la deficiencia, la limitación e ignorancia, ningún
pudieran ser benéficas para la monarquía, siempre sistema diplomático o legal alcanza a ser remedio
y cuando se limitaran a representar los intereses de de todos los males'', de ahí que la constitución hu-
los súbditos para que el legítimo soberano aten- biera errado desde un principio al declarar que el
diera sus demandas. Por eso, el propio Fernando orden político debía guiarse por la voluntad libre
VII permitió que algunos diputados le presenta- del pueblo.
Para este grupo de pensadores el liberalismo
y la insurgencia eran lo mismo, parte de un plan
Escudo de la inquisición, anó nimo, siglo XV III, óleo sobre tela.
para derribar el trono y el altar. La verdadera li-
Museo Nacional del Virrein aro , Co naculra, INA H. bertad radicaba en la renuncia de la voluntad, algo

384

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA D ISOLUCIÓN D E U\ M ONA RQU ÍA HISPÁN ICA Y EL PROCESO DE I N D EPEN D ENCIA

Insurrecciones de Hidalgo (1810 -1811)


y Morelos (1810 - 1815)

Golfo
de
Océano México
Pacifico

Vetacruz
o

Leyenda
• Puntos Sublevados Elevación (msnm)
- Campaña de Hidalgo o 1 - 300
Campañas de Morelos o 300-600
1' Campaña (Carácuaro - Chilapa 600-1,200
2" Campaña (Chilapa - ChieHa) o 1,200 - 1,500
3• Campaña (ChieHa - Oaxaca) 1,500 _ 2,500

·····--
.....
4' Campaña (Oaxaca - Acapulco) • 2,500- 3,500 100 o50 100 200
s• Campaña (Acapulco - Valladolid) 0 3,500 _ 5,496 Km
Ex clones finales

que los liberales considerarían aberrante: "La ver- las que se establecieron ayuntamientos constitu-
dadera y legítima libertad del hombre no consiste cionales buscaron obtener facultades de autogo-
en pecar sino en alejarse de sus ocasiones y peli- bierno frente a sus antiguas cabeceras; este proceso
gros". La hipótesis de una conspiración masónica se completó con la insurrección iniciada en 181 O,
revolucionaria la había elaborado décadas antes el no tanto porque los objetivos y el programa insur-
jesuita francés Augustin Barruel y fue ampliamente gente triunfaran sino por la desestructuración del
difundida en España por fray Rafael de Vélez, con- orden jerárquico colonial.
fesor de Fernando VII, cuya obra fue publicada en Miguel Hidalgo aprovechó los temores de la
Nueva España a iniciativa del importante abogado época. Mantener la sujeción a una metrópoli que
Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. en cualquier momento podía caer en manos de
Napoleón representaba un riesgo para la religión.
La alianza con Gran Bretaña tampoco se miraba
EL CAMINO INSURGENTE con buenos ojos. Los insurgentes no se cansarían

El constitucionalismo español tuvo consecuencias


Las insurrecciones de H idalgo y More/os, 181 0-18 15 .
en lo que se ha llamado "la revolución territorial Agrad ece mos al docto r Ju an Ortiz Esca mill a
de los pueblos novohispanos". Las poblaciones en la auto rizació n para su reproducció n.

385

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVILA Y LUIS }AUREGUI

de afirmar que las autoridades estaban a punto de peninsulares que vislumbraban las ventajas de la
entregar el reino a los ingleses o a los franceses. Se independencia. No obstante, la violencia alejó el
acusaba a los españoles europeos de "impíos e irre- apoyo de los sectores sociales más encumbrados
ligiosos", adjetivos empleados contra los franceses de Nueva España. La sangrienta ocupación de
en los sermones anteriores a la insurrección. La Guanajuato y los ajusticiamientos de gachupines
acusación que con mayor fuerza se lanzaba contra crearon desacuerdos en torno a la alternativa in-
los españoles peninsulares era la de codiciosos y surgente, en particular porque en 1810 la oferta
explotadores. de participación en la metrópoli era atractiva.
En la tradición de los proyectos de reformas El mando insurgente también se hallaba dividi-
políticas, económicas y sociales del pensamiento do, por la estrategia misma que debía seguirse y
ilustrado español, Hidalgo dictó disposiciones porque los más destacados oficiales de las milicias
para abolir el tributo, la esclavitud y las diferencias se oponían a la violencia de las masas, permitida
legales de castas, y para reducir las alcabalas. El por el cura de Dolores. Para Allende, la opción
proyecto político de los insurgentes también in- era consolidar la posición de las ciudades bajo
cluía la reunión de "un congreso que se componga gobiernos americanos, pero Hidalgo se opuso, lo
de representantes de todas las ciudades", cuyo ob- que propició que las fuerzas del rey recuperaran las
jetivo sería conservar la religión y dictar "leyes sua- ciudades del Bajío.
ves, benéficas y acomodadas a las circunstancias El ejército de Nueva España no estaba prepa-
de cada pueblo". El panorama previsto parecía rado para una insurrección de la magnitud de la
idílico: cuando los naturales de cada lugar fueran que se presentó en 1810. Las primeras fuerzas que
los gobernantes, en vez de gente proveniente de dirigió Calleja fueron las de "patriotas de Fernan-
otros lados, "gobernarán con dulzura de padres", do VII", un cuerpo organizado por las propias au-
"desterrarán la pobreza, moderando la devastación toridades de San Luis Potosí. Los únicos cuerpos
del reino y la extracción de su dinero, fomentarán de veteranos se hallaban en Acapulco, Campeche,
las artes, se avivará la industria". Isla del Carmen, México, Puebla, San Blas, Xalapa
En las villas y ciudades conquistadas por los in- y V eracruz. Otras fuerzas armadas eran las milicias
surgentes se establecieron gobiernos integrados por provinciales, las fuerzas de los presidios y los cuer-
criollos, después de destituir a los gachupines. pos de dragones, algunos de los cuales se unieron
Este fenómeno se presentó incluso en algunas po- a los insurgentes. Sin contar a los indios flecheros,
blaciones que hasta entonces habían estado sujetas había cerca de 22 mil elementos de tropa al inicio
a cabeceras con ayuntamiento, con lo que cesa- de la insurrección. Por ello, Venegas se vio en la
ba esa dependencia. Zacatecas y San Luis Potosí obligación de organizar nuevas compañías de pa-
no esperaron la llegada de las tropas insurgentes triotas. El ejército del rey no era tan diferente del
para sustituir con americanos a los foráneos en los insurgente, integrado por unos cuantos veteranos
puestos de gobierno. La fuerza del movimiento en- y un alto número de novatos.
cabezado por Hidalgo y Allende puede apreciarse Al mismo tiempo, las autoridades lanzaron
mejor si se considera que antes de concluir 181 O una campaña de propaganda para desprestigiar
se habían establecido gobiernos americanos en las a los insurgentes. La violencia de los rebeldes fue
principales ciudades de cinco intendencias, una de bien aprovechada para conseguir este objetivo. Si
ellas sede de audiencia: Guadalajara, Guanajuato, Hidalgo acusaba al gobierno virreinal de planear
San Luis Potosí, Valladolid y Zacatecas. la entrega del reino a los franceses, los defensores
Según Calleja, quien se destacaría en el com- del orden colonial difundieron la especie de que
bate a la insurgencia, establecer gobiernos ame- la insurrección obedecía a la iniciativa de agentes
ricanos generó simpatía, incluso entre algunos napoleónicos. El obispo electo de Michoacán Ma-

386

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
L A D ISOLUCIÓN D E LA MONA RQU ÍA HI SPÁN ICA Y EL PROCESO D E I NDEPENDENCIA

nuel Abad y Queipo fulminó con una excomu- M éxico después del triunfo del Monte de las Cru-
nión a los líderes insurgentes, que fue secundada ces, de finales de octubre de 181 O, aludía a co-
por edictos inquisitoriales y multitud de prédicas. rrespondencia de personajes notables de la capital
Beristáin dio entonces a las prensas sus Diálogos en la que rechazaban la violencia. En noviembre,
patrióticos para mostrar los objetivos sanguina- la desastrosa batalla de Aculco obligó a los insur-
rios que, según él, eran los únicos que perseguían gentes a retirarse del centro político virreinal . Si
los insurrectos. Fernández de San Salvador enca- bien en Valladolid Hidalgo consiguió reorganizar
bezó al claustro universitario para mostrar que, su ejército, tomó la decisión de ir a Guadalajara,
bajo la promesa de libertad de los insurgentes, se en vez de fortalecer las posiciones del Bajío, como
escondía el riesgo de perderla para siempre. Para sugirió Allende. Calleja aprovechó la retirada de
Abad y Queipo, el peligro de la insurrección radi- los insurgentes, recuperó las plazas que estaban en
caba en que su eventual triunfo destruiría las bases manos de los criollos, reinstaló a las antiguas au-
sobre las cuales cualquier gobierno podía ser obe-
decido, pues se "canonizaría la rebelión". Hidalgo en el Monte de las Cruces, Luis Coro, 1879,
óleo sobre tela . Museo de Bellas Artes de Toluca,
Es posible que esta retórica persuadiera a los lnsricuro Mex iquense de Cultura.
partidarios del autogobierno de no apoyar a los in-
Páginas siguientes: Hidalgo, A/dama, Allende y soldados,
surgentes. Una de las versiones difundidas sobre Fernando de Tarazana, ca. 1943, óleo sobre cela.
la decisión de Hidalgo de no tomar la ciudad de Palacio Nac ional, Corredor de los Insurgenres, SHCP.

387

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
A LFREDO Áv1LA v Luis JAuREGu1

toridades y ajustició a los cabecillas locales como rebeldes más importantes. Entre los aspectos más
escarmiento. En enero de 1811, en el puente de destacados del reglamento vale la pena mencionar
Calderón, en las inmediaciones de Guadalajara, que los cuerpos militares estarían formados por
los insurgentes sufrieron una seria derrota. Hidal- cualquier tipo de gente, no necesariamente por los
go fue destituido del mando y los restos del ejérci- "más distinguidos" o propietarios. Era obligación
to rebelde huyeron al norte, con la mira puesta en de todos defender su patria y su rey. Los milicia-
Estados U nidos. Nunca llegaron a su meta, pues nos elegirían a sus propios jefes, bajo la supervi-
fueron capturados, juzgados y ejecutados. sión de los comandantes de las provincias. El plan
La medida que no quiso tomar Hidalgo-forta- de Calleja tuvo dos efectos importantes . Contuvo
lecer las villas y ciudades ganadas- fue adoptada la insurgencia y contribuyó a que las poblaciones
por Calleja. Debido al aumento del bandoleris- sin ayuntamiento adquirieran autonomía frente a
mo y la inseguridad, promovió la formación de las cabeceras de las que dependían.
milicias urbanas y compañías sueltas en las áreas
rurales. En abril de 1811, dictó un "Reglamento
A salto, Enrique de Olava rría y Ferrari , Episodios históricos
político militar" para organizar esos cuerpos. Las
mexicanos, M éx ico, J. M. Parrés, 1886. Biblioteca Nacional de
milicias se encargarían de defender sus propios te- México, UNAM.
rritorios frente a insurgentes y bandidos, mientras Enfrente: Mo re/os, Perronilo Mo nroy Sánchez, 1880, óleo sobre
que el ejército se destinaría a aniquilar los grupos tel a. Salón de Cabildos, Go biern o de Distrito Federal.

390

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO Á Y tLA Y LUIS j AU REG UI

Pese a los triunfos realistas, la insurgencia nando VII, integrado sólo por criollos, pues los
continuó. Desde septiembre de 1810, Hidalgo y peninsulares serían destituidos de los cargos pú-
Allende enviaron agentes a diversas regiones del blicos. También suprimía algunas contribuciones
virreinato para promover la insurrección. En algu- y reducía las alcabalas. De igual manera eliminaba
nos lugares, como Zacatecas y los Llanos de Apan las distinciones jurídicas entre indios, castas y crio-
consiguieron su objetivo; en Oaxaca, en cambio, llos, y abolía la esclavitud y los ominosos tributos.
fueron fusilados. Las instrucciones que los jefes de Morelos ordenó restituir las tierras usurpadas a los
la insurgencia dieron a sus seguidores no se limita- pueblos. Con la misma ingenuidad de otros jefes
ban a extender la guerra. En noviembre de 181 O, insurgentes, aseguró que el establecimiento de go-
el cura de Carácuaro José María Morelos dio a co- biernos de criollos sería suficiente para que "dentro
nocer las instrucciones de Hidalgo, en un plan de de breve tiempo seremos todos ricos y felices".
gobierno, el cual resaltaba la propuesta de reunir Instrucciones semejantes recibió Ignacio Ló-
un congreso que gobernaría en nombre de Fer- pez Rayón. Tras el fusilamiento de los líderes in-

392
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA D ISOLUCIÓN DE LA MONARQU fA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE I NDEPENDENCIA

surgentes en el Bajío, Rayón organizó una junta de Nueva España. Esto condujo a los insurgentes
de gobierno en Zitácuaro. Compuesta por tres a organizar un gobierno alterno, en un intento
vocales, la Junta Nacional Americana tenía la mi- por cuestionar la legitimidad de la metrópoli. Ese
sión de conservar la independencia del reino para objetivo se cumplió al menos parcialmente, pues
entregarlo a Fernando VII cuando fuera liberado. algunos destacados políticos de la ciudad de Méxi-
José Sixto Verduzco, José María Liceaga y el pro- co mantuvieron estrechos vínculos con la Junta de
pio Rayón recuperaron los argumentos que algu- Zitácuaro y con José María Morelos pese a que
nos criollos, como J acobo de Villaurrutia, habían participaban en las instituciones establecidas por
esgrimido en 1808 contra la pretensión de las el constitucionalismo español, razón por la cual
juntas peninsulares de gobernar a los americanos. fueron calificados de "equilibristas".
No obstante, las condiciones de 1811 eran dife-
rentes. Las Cortes de Cádiz habían integrado di- Firma de la Constitución de Apaz tingán, anónimo, s.f. , óleo sobre
putados de toda la monarquía española, incluidos tela. Casa de la Constitución de Apatzingán , Michoacán.

393

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVILA Y LUIS }ÁUREGUI

En mayo de 1812, José María Cos, uno de los medio del hambre ocasionada por el sitio, Morelos
más destacados ideólogos insurgentes, dio a conocer escapó. Para Calleja fue humillante su huida, pero
un manifiesto que contenía un "Plan de paz y gue- fue una derrota más grave para los rebeldes, quie-
rra". En este documento se presentaba el conflicto nes se percataron de su incapacidad para avanzar
que afectaba a Nueva España como una contienda hacia el centro del virreinato. Otra terrible con-
entre dos naciones, la americana y la española, y no secuencia del sitio de Cuauda fue la aparición en
como una guerra civil. En septiembre, Rayón dio a los meses siguientes de unas "fiebres misteriosas"
conocer sus "Elementos constitucionales", que ser- que cobraron la vida de más de 55 mil personas
virían de base al gobierno alterno. Junto con la de- tan sólo en la intendencia de México. La tifoidea
fensa de la religión católica, reconocía la soberanía ocasionó una catástrofe en Puebla y cabe suponer
popular, garantizaba los derechos del ciudadano, la que en las regiones controladas por los insurgentes
apertura comercial y el autogobierno. El gobierno también hubo numerosos decesos.
provisional estaría en manos de una junta, integra- Acompañado de algunos destacados militares,
da por cinco vocales, quienes actuarían en nombre como los Galeana, los Bravo, Guadalupe Victoria,
de Fernando VII. Para desgracia de Rayón, estos Manuel de Mier y T erán y, en especial, Maria-
elementos ni siquiera fueron bien vistos por otros no Matamoros, Morelos ocupó Oaxaca antes de
líderes insurgentes. concluir 1812. En contra de la voluntad de Igna-
Casi todos los dirigentes rebeldes actuaban por cio López Rayón, promovió que las corporacio-
cuenta propia; aunque muchos reconocieron la nes oaxaqueñas seleccionaran el quinto vocal de la
superioridad de la junta de Zitácuaro, en la prác- Junta Nacional Americana. Suponía que la mejor
tica no la obedecían. Algunas regiones controla- manera de ganar el apoyo de los poderosos de esa
das por los insurgentes se organizaron para cobrar ciudad era haciéndolos partícipes del gobierno por
impuestos, administrar los bienes nacionales (pro- medio de un representante. El elegido fue un rico
piedades confiscadas a los enemigos), satisfacer las comerciante criollo de la región, José María Mur-
necesidades espirituales de la gente con una vicaría guía y Galardi.
castrense y, por supuesto, mantener las hostilida- Para comienzos de 1813, Rayón había desti-
des, como hizo Francisco Osorno en Apan y en la tuido a Verduzco y a Liceaga, quienes lo acusaban
Sierra Norte de Puebla. Algo semejante sucedió en de despotismo. Pese a que Morelos adoptó una
Texas, donde Bernardo Gutiérrez de Lara declaró actitud conciliadora, prestó atención a la propues-
a aquella provincia y a la "república mexicana" in- ta que le hiciera Carlos María de Bustamante, el
dependientes de España en 1813. abogado que había participado en el proceso para
José María Morelos fue uno de los jefes in- establecer el primer Ayuntamiento constitucional
surgentes que más se empeñaron en mantener un de la capital. Debido a que Venegas suspendió el
mando unificado, aunque tuvo serias discrepancias proceso electoral y persiguió a algunos periodistas,
con la Junta Nacional Americana. Desde finales Bustamante huyó al bando insurgente. Se consi-
de 1810 había salido de su parroquia para tomar deraba un defensor de los derechos que la Cons-
Acapulco, objetivo que no logró. No obstante, con- titución de 1812 otorgaba a los ciudadanos, pero
siguió que algunas importantes familias de terra- estaba convencido de que el gobierno monárquico
tenientes del sur de la intendencia de México le era por naturaleza arbitrario y no los respetaría.
dieran su apoyo. En 1811, su ejército obtuvo sig- Bustamante propuso la elección de un con-
nificativas victorias en Ghilapa, T axco, lzúcar y greso que, como hicieron las Cortes de Cádiz, re-
Cuauda. Desde este lugar planeó dirigirse a Pue- dactara una constitución. Al mismo tiempo que
bla, pero en febrero fue sitiado por las fuerzas de Morelos se dirigía de nuevo a tomar Acapulco,
Calleja. Tras dos meses de constantes asedios y en ordenó que se realizaran esas elecciones. El 13 de

394

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
L\ DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA H ISPÁN ICA Y EL PROCESO DE I NDEPENDENCIA

septiembre de 1813, el congreso de Anáhuac se viembre el congreso declaró la independencia de la


instaló en Chilpancingo. Sólo José Manuel de He- América Septentrional. Las condiciones militares
rrera fue elegido para esa asamblea, por la provin- obligaron a esa asamblea a desarrollar sus traba-
cia insurgente de T ecpan. Murguía se integró con jos en situaciones muy adversas. El Congreso de
la cuestionable legitimidad que le dio haber sido Anáhuac promulgó en octubre de 1814 el " decreto
designado como representante de las corporacio- constitucional para la libertad de la América mexi-
nes oaxaq ueñas ante la] unta Nacional Americana, cana", en el que se prescribía la división de poderes
mientras que Bustamante lo hizo en nombre de la y el reconocimiento de derechos a los ciudadanos,
ciudad de México, que lo había votado como elec- así como la protección de la religión. El decreto
tor en noviembre de 1812. Los demás integrantes ofreció una opción constitucional frente al regreso
del congreso estaban ahí en representación de las del absolutismo en España en mayo de 1814.
provincias que controlaban como militares. Las circunstancias no podían ser peores para
Morelos sentó los principios sobre los cuales los insurgentes. Las tropas expedicionarias fortale-
los diputados llevarían a cabo su labor constitu- cieron al ejército realista, lo mismo que el restable-
yente en los Sentimientos de la nación; América cimiento del absolutismo, que permitió al virrey
sería libre e independiente de cualquier nación o Calleja actuar de modo más expedito y eficiente
monarquía, se abolía la esclavitud y las diferencias
legales por motivos de nacimiento, el gobierno es-
Fusilamiento de José M aría M ore/os, J. Díaz del Casri ll o, l 91 O,
taría en manos de americanos y la religión católica ó leo sobre rela. Museo José María Morelos y Pavón , lnsrimro de
se protegería. Con estos fundamentos, el 6 de no- Culmra de Morelos.

395

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALF REDO Á VILA Y L UIS ] ÁU REGUI

contra los independentistas. El "Decreto constitu- LA ECONOMÍA NOVOHISPANA EN LA GUERRA


cional" no tuvo más vigencia que en los lugares
donde el propio congreso se hallaba. La captura La insurrección iniciada en 181 O se había exten-
y muerte de Morelos a fines de 1815 significaron dido con rapidez. Con el saqueo de fuertes canti-
también el fin del gobierno constitucional insur- dades de plata y el asesinato de muchos hombres
gente. Una junta subalterna mantuvo durante los ricos se resquebrajó aún más el sistema crediticio
años siguientes la imagen de un gobierno inde- que sostenía la actividad minera, agrícola e indus-
pendiente. Las divisiones entre los propios líderes trial. Con la rebelión se cortó el abastecimiento
rebeldes los condujeron al precipicio. En diciem- norteño de insumos para el Bajío. En pocas sema-
bre de 1815, Mier y T erán disolvió el congreso de nas los obrajes de Querétaro se vieron desprovis-
Anáhuac que, en palabras de Cos, para entonces tos de la lana proveniente del norte novohispano.
no era más que un grupo de abogados y curas sin Hacia la otra dirección, se interrumpió el abasteci-
ninguna representación, pero con pretensiones de miento de dinero, víveres y manufacturas a ciuda-
soberanía. des lejanas como Saltillo, Monterrey, Durango o
Chihuahua. La dimensión del saqueo a todo tipo
de unidades económicas se incrementó cuando
Bandera con la que se tom ó el Fuerte de Acapulco, T heubet d e muchos pueblos de Guanajuato, Michoacán, la
Bea uchamp, siglo XIX, acuareleado en papel, Vistas de M éxico,
trajes civiles y militares y de sus pobladores entre 18 1 Oy 1827. Rea l zona de T oluca y hasta Puebla y Veracruz se unie-
Biblio teca del Palacio Real de Madrid .

396

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUiA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

ron a la insurgencia. Estas zonas experimentaron to a realistas como a insurgentes y que en muchos
un muy considerable descalabro económico. casos sirvieron de estímulo a las economías locales.
Lo que los ejércitos guerrilleros no arruinaron, De forma similar, tanto militares realistas como
los realistas lo arrasaron en búsqueda de comida, insurgentes "vendían" protección al transporte de
caballos y armas. Cuando se marcharon destruye- mercancías, lo que les proporcionaba capital sufi-
ron toda posibilidad de que el enemigo pudiera ciente para dedicarse al comercio en los núcleos
aprovechar aquellas tierras. En el caso de la inten- urbanos que vivieron un desabasto generalizado.
dencia de Valladolid, fuentes judiciales de años Si bien los insurgentes no ocuparon la ciudad
posteriores a la guerra muestran cómo se redujo la de México, las tropas rebeldes interceptaban víve-
expectativa de recuperar la actividad económica: res y plata destinados a esa urbe. Los indios deja-
animales, semillas, obras de irrigación, herramien- ron de proveer una serie de artículos de primera
tas, libros de cuentas, cercos, molinos, etc., todo necesidad porque los hacendados ya no hacían
sufrió merma o fue completamente destruido. tratos con ellos. Los antiguos monopolios de la
Cuando se restableció una aparente normalidad, carne, producto muy consumido en la ciudad de
muchos propietarios habían abandonado sus tie- México, se vieron rebasados por tratantes indivi-
rras, dejándolas a aparceros y arrendatarios, que duales que, además, vendían animales enfermos.
las dedicaron sobre todo a su propia subsistencia. En general hubo un acaparamiento de productos
Esta situación contrasta con lo que sucedió en la e incluso no faltaron las confiscaciones militares
provincia de Guadalajara, donde prevalecieron de lo que ingresaba a la ciudad. Inútilmente, las
grandes propiedades familiares agrícolas. autoridades dictaron bandos para reforzar las ga-
El periodo de 181 Oa 1821 no fue de completa ritas y disciplinar a los soldados y la policía. Los
devastación económica, aunque sí fue lo suficien- graves efectos de la epidemia de 1813 en mucho se
temente grave como para determinar las difíciles debieron a la deficiente alimentación de la gente
condiciones materiales de las primeras décadas del más necesitada.
México independiente. En el ámbito de la agricul- Guadalajara no sufrió el desabasto de la capi-
tura, la situación fue dispareja. El Bajío y Occi- tal virreinal, a juzgar por el comportamiento de
dente tuvieron fuertes pérdidas de cosechas, con el los precios de la carne. Desde años antes venía ex-
consecuente desabasto y el incremento de precios. perimentando un repunte en la demanda, por el
En Oaxaca, Puebla y Valladolid, todavía en 1814 crecimiento demográfico, que fue atendido de ma-
y 1815 había condiciones adversas de producción nera eficaz por las producciones ampliadas de su
como resultado del saqueo y el abando'no de uni- hinterland agrario. Después de 1812 Guadalajara
dades de producción por parte de empresarios y vivió un fuerte proceso de comercialización de su
trabajadores, así como de las dificultades de co- espacio con motivo de la llegada de los "paname-
mercio y transporte. Aunque para 1818 se había ños", comerciantes sudamericanos que trajeron
logrado pacificar una parte importante del virrei- capitales y modificaron el panorama económico
nato, Michoacán continuaba siendo una tierra del Occidente novo hispano. No menos importan-
"arruinada" donde los precios eran muy elevados. te fue el repunte del puerto de San Bias, como
La inseguridad de los caminos y la obligación resultado de la ocupación de Acapulco por parte
de transportar mercancías en convoy llevó a mu- de las tropas de Morelos.
chos militares a hacerse del negocio de confiscar La minería, principal actividad exportadora de
recuas de mulas que viajaban de manera indepen- Nueva España, se vio muy afectada por la destruc-
diente. El surgimiento de este grupo de "militares ción de su infraestructura, el resquebrajamiento de
mercaderes" propició la creación de ferias ilegales, los sistemas de crédito y el aumento generalizado
como las de Puebla y Orizaba, que abastecían tan- de los precios. En el caso del trabajo, los mineros

397

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
A LFREDO Á v 1LA v Luis ) ÁuREGu 1

GVANAJVATO.

que no se unieron al levantamiento insurgente hu- de producción sostenido en los años de la guerra,
yeron de la violencia o fueron reclutados por los fenómeno que enfrentó numerosos obstáculos, en
dueños de las minas para combatir a los rebeldes . vista de que el precio de todos los insumos se ha-
El golpe más fuerte que experimentó la minería bía elevado sustancialmente. Sin embargo, varios
novohispana se dio en Guanajuato, que en la época factores permitieron mantener la producción de
contaba con los yacimientos más productivos del estos últimos reales mineros. Destaca que ninguno
virreinato. También lo resintieron Real del Mon- sufrió el saqueo que se vivió en el Bajío; Taxco
te, Pachuca y T emascaltepec. Por el contrario, las sostuvo su producción por ser una zona realista
actividades mineras de T axco, Zacatecas, Real de muy guarnecida y Real de Catorce contó con in-
Catorce, Durango y Cosalá conservaron un ritmo versionistas que arriesgaron sus capitales aun en
aquellos turbulentos años.
La noble ciudad de Guanajuato vista desde lo alto del cerro de San Lo que en definitiva contribuyó al sosteni-
Miguel, an ónim o, siglo XV III , manu sc ri to colo reado a rinra y miento de la minería durante la guerra fue que
acuarela. Archivo General de Indi as, Sevilla, Es paña.
se establecieran casas de moneda provinciales. En
Páginas siguientes: Plaza de armas de Veracruz, Pedro G ualdi,
ca. 1839, óleo sobre cela. Museo Nacio nal de Histori a,
los siglos anteriores, la minería novohispana había
C onaculca, INA H . crecido en parte por el llamado sistema de "res-

398

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

cates". Esta forma de crédito, realizada por gran- necesidad de financiar la defensa local. Cuando
des comerciantes de la ciudad de México con sus en 1816 y 1817 terminó la etapa más violenta de
agentes en los reales mineros, resultaba del mono- la guerra, las casas de moneda fueron clausuradas
polio de acuñación ejercido por la Casa de Mo- con el argumento de que las acuñaciones eran de-
neda de la ciudad de México. Así, a cambio de fectuosas; sólo se dejó abierta la Casa de Moneda
plata en lingotes, la ceca proporcionaba moneda de Durango debido a la distancia que la separaba
fraccionaria de plata a los mineros y comercian- de la capital. Aun así, debido a la escasez de insu-
tes. A pesar de este mecanismo, en Nueva España mos, no se pudo solucionar el problema de la falta
siempre escaseó ese tipo de moneda. Las personas de circulante en esta y otras regiones norteñas. El
comunes hacían sus transacciones por la vía del fraccionamiento fiscal experimentado duran;e la
trueque, como sucedía en las haciendas, donde guerra se mantuvo, lo cual marcó el destino finan-
un trabajador intercambiaba su mano de obra por ciero de las regiones del México independiente.
productos. En los pueblos, villas y ciudades, si la El numerario de las casas provinciales sirvió
gente acudía a alguna tienda, las llamadas "pul- para dotar de insumos la minería local, que pron-
perías", utilizaba los "tlacos", seudomonedas de to descubrió que para proveerse de azogue (mer-
cuero o madera expedidas por la propia pulpería curio) y otros productos era innecesario, costoso e
o por un conjunto de ellas como medio para faci- inseguro el sistema de importación por el puerto
litar la venta. de Veracruz. Por tal motivo se diseñó el transporte
La escasez de numerario se agravó después de de materiales y equipos mineros desde este puerto
estallar la insurrección de 181 O. Por este motivo hasta Altamira y de ahí a San Luis Potosí, donde
varias ciudades solicitaron la apertura de casas de se distribuía al norte y occidente del virreinato.
moneda locales, las cuales se establecieron entre Aun así, y a favor del contrabando, el costo del
1811 y 1814 en Chihuahua, Durango, Sombrere- azogue se incrementó considerablemente, en par-
te, Guadalajara y Zacatecas, con o sin la anuencia ticular debido a las enormes distancias que debía
de las autoridades. Como la Casa de Moneda de recorrer y a la escasez de mulas.
México no tenía autoridad sobre estos estableci- Aunque era legal la ruta de introducción de azo-
mientos, presentó diversas quejas aduciendo no gue y otros productos por Altamira hacia San Luis
sólo que los mineros se verían perjudicados al Potosí, se consideraba contrabando sacar plata por
recibir menos moneda por sus extracciones, sino este conducto. Según la ley, sólo se podía exportar
que las cecas provinciales fortalecerían el poder el metal por Veracruz. Sin embargo, mucha plata en
de los grupos regionales. Los insurgentes también lingotes salió por Altamira y T ampico. Desde finales
emprendieron una política de fabricación de mo- del siglo XVIII, las leyes e instituciones sumamen-
nedas, mientras que el gobierno virreinal acuñó te rígidas hacían muy onerosa la actividad del co-
unas cuantas monedas de cobre, e incluso no faltó mercio exterior y, consecuentemente, volvían muy
quien recurriera a la muy lucrativa falsificación y a atractivo el contrabando. La debilidad de las ins-
la acuñación clandestina. tituciones después de la guerra también propició
Abrir casas de moneda provinciales respondió que el comercio ilegal fuera difícil de controlar,
también a la necesidad de los grupos económicos como sucedió durante casi todo el siglo XIX.
locales de reducir la hegemonía de la ciudad de Las cifras oficiales muestran que, después de
México. Esta actitud se observa en la disminución 1812, el comercio exterior por Veracruz se man-
de recursos fiscales enviados a la capital virreinal. tenía como en los primeros años de la década de
Durante los años de la guerra, las tesorerías pro- 1790. Empero, las dimensiones de ese comercio
vinciales mantuvieron para sí los excedentes fis- durante la guerra deben matizarse. Las cifras ofi-
cales arguyendo inseguridad en los caminos y la ciales, que sólo registran el movimiento por Vera-

399

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO Á VIU\ y Luis )ÁUREGUI

cruz, muestran que después de un largo periodo En 1814, los grupos políticos de la península
de superávit comercial, en los últimos seis años del de Yucatán, sobre todo del puerto de Campeche,
periodo colonial la balanza comercial novohispa- elaboraron y aprobaron su propio reglamento de
na mostró un déficit por el incremento sustancial comercio que permitía importar mercancías muy
de las importaciones. Éstas casi siempre provinie- demandadas (como la harina) y un conjunto de
ron de la metrópoli, desde donde otros europeos, productos extranjeros enviados desde La Habana.
más que los propios españoles, remitieron todo La corona española aprobó a regañadientes el re-
tipo de mercancías al territorio novohispano. La glamento yucateco en 1817.
introducción de productos también creció por el El resultado de abrir Tampico, así como el regla-
comercio neutral y la reexportación, legal a partir mento de comercio yucateco, fueron causa del
de 1808, originada en otros puertos americanos, incremento en el contrabando. El consulado de
particularmente La Habana. Debido al contra- V eracruz, que reiteradamente había advertido so-
bando, disminuyeron las únicas exportaciones bre las consecuencias de legalizar más puertos de
novohispanas que se hacían por Veracruz, plata y entradaaNuevaEspaña,impugnóambasmedidas.La
grana cochinilla, pero también por la apertura de queja del cuerpo de comerciantes era una respuesta a
otros puertos al comercio exterior, como Tampi- las medidas adoptadas por las autoridades virreina-
co, que se legalizó en 1817. les que permitieron la llegada de barcos no es-
pañoles a muchos puertos americanos, excepto
Plaza de Santo Domingo, John Philips, siglo XIX, litografía
Veracruz. Ese consulado no estaba en contra del
coloreada. Museo Nacional de Historia, Conaculta, INAH. comercio libre, pues observaba la enorme escasez

402

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA H ISPÁN ICA Y EL PROCESO DE I NDEPEN D ENCIA

de productos que se vivía en el virreinato, su deseo


era participar en él.
Aparte de las quejas de la corporación, un hecho
era incontestable: la población de Nueva España
con recursos se había acostumbrado a las manu-
facturas extranj eras: telas, papel, hierro, licores,
especias, etc., aunque el grueso de la población,
la más pobre, vivía de sus propias producciones o
adquiría productos desechados por las clases pu-
dientes. Ante este hecho y por la imposibilidad de
establecer medidas de control, las autoridades me-
tropolitanas y virreinales, sin considerar los efectos
económicos, permitieron la entrada de cualquier
producto extranjero; de ahí que se aceptara el
comercio neutral (que repuntó en 1817-1818 y
1820) o de plano que se mirara para otro lado
frente al contrabando.
Los años de la guerra presenciaron un cambio
legal que condicionó en muchos sentidos la eco-
nomía novohispana. Esta afirmación es particular-
mente certera para el caso de la fiscalidad. Casi
desde el inicio del periodo, la tributación se fue
construyendo con la idea liberal de que todos los
habitantes pagaran los mismos impuestos. En el
gobierno siempre prevaleció la idea de que, si pro- por las exigencias de la guerra sólo se redujo, y se
porcionaba más recursos, cualquier medida era aplicaría a todos por igual. También se decretó el
aceptable. Los primeros indicios de que la fisca- fin de los monopolios que, como en el caso del
lidad en Nueva España se modificaría se dieron tabaco, vendían un producto caro y malo. Lo más
en el ámbito del tributo que pagaban los indios, importante del decreto de Hidalgo era que apun-
mulatos y negros libres. Venegas, por cuestiones taba al principio de igualdad fiscal; es decir que to-
políticas más que distributivas, ordenó en 181 O dos debían pagar impuestos. La novedad era que
eliminar el "tributo de indios". En la misma dis- las cargas debían ser menores a las aplicadas por el
posición se determinó que los indios pagarían la oprobioso sistema fiscal virreinal. En 1811 la Jun-
alcabala, un impuesto del que se hallaban exen- ta Nacional Americana buscó establecer un plan
tos desde el siglo XVl. En 1815 , pese al restable- general de impuestos, eliminando o reduciendo
cimiento del gobierno absolutista, no fue posible los más injustos y pesados para la población po-
reinstaurar el tributo de indios, eliminado defini- bre. Por supuesto, la guerra hizo imposible lograr
tivamente en 1820 cuando de nuevo entró en vi- este ideal. En cambio, el gobierno insurgente so-
gencia la Constitución de Cádiz. brevivió con las llamadas "fincas nacionales" que
Tanto el cura de Dolores como Morelos pre- resultaron muy productivas.
tendían reducir la presión fiscal que experimen- En los últimos años de la dominación españo-
taba la sociedad desde finales del siglo XV I11. En la la hacienda del rey pasó por momentos difíciles.
el decreto de Hidalgo de octubre de 181 O se se- Libro 2 º de la Cuenta de Casa de moneda de Guanajuato, 1821.
ñalaba la necesidad de eliminar la alcabala, pero Archivo General de la Nación .

403

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁvILA Y Luis JAuREGUI

El año de 1809 fue el de mayor recaudación bruta montepíos civiles, los recursos de los ayuntamien-
en la historia de la Real Hacienda de Nueva Espa- tos, las herencias en litigio, etcétera.
ña. A partir de entonces los ingresos se redujeron Los consulados de México, Veracruz y Gua-
considerablemente hasta llegar a ser un tercio de dalajara, el tribunal de minería, los hacendados
lo que fueron en aquel año. Y es que el centro y burócratas también colaboraronn en la recau-
del virreinato, la zona que más contribuía al era- dación de préstamos. Se organizaron cuerpos ad
rio, fue escenario de la parte más violenta y des- hoc que decidían cómo se colectarían uno y otro
tructiva de la guerra. Cuando esta etapa terminó, préstamo entre la población y cuáles serían los
sufrió numerosas incursiones guerrilleras, insegu- impuestos hipotecados para el pago de los réditos.
ridad en sus caminos y un relajamiento genera- Tal situación hizo crisis en los últimos años del
lizado en el pago de los impuestos. Las milicias periodo colonial pues las autoridades hacendarias
creadas por el plan militar de Calleja requerían dejaron de pagar los réditos, lo que provocó des-
dinero para salarios, armas y caballos. El recurso contento y temor entre los capitalistas de que sus
se generó con la creación de impuestos extraor- riquezas se verían aún más mermadas. Esto fue un
dinarios en cada localidad. Ante esta nueva carga, motivo más para la fuga de capitales de aquellos
la población evadió el pago de gravámenes a las años, que en muchos sentidos limitó la recupera-
autoridades superiores. El plan de Calleja, y en ge- ción económica de los años posteriores y resque-
neral la inseguridad para personas y valores en los brajó la confianza de los ricos en el gobierno.
caminos, fueron la excusa para que las autorida- En 1813 Calleja comunicaba a las autoridades
des provinciales dejaran de enviar sus excedentes a en España que el erario se hallaba exhausto, en
la ciudad de México o a las tesorerías deficitarias. deuda y sin crédito, debido a la interrupción de
La caída de los ingresos del erario novohispa- los caminos, la paralización de la agricultura, de la
no resultaba grave pues buena parte de las pose- industria, del comercio y de las minas. En ese
siones españolas en el Caribe, Yucatán y el extenso momento tan difícil se implantaron las reformas
norte dependían de las tesorerías mexicanas. Para emanadas de la Constitución de 1812, entre las
hacer frente a estos gastos y a las necesidades de que destacan las fiscales, específicamente la con-
la metrópoli, las autoridades virreinales se vieron tribución directa de noviembre de 1813 que en
obligadas a aplicar nuevos impuestos generales. Nueva España se denominó "contribución ex-
Se incrementaron las tasas de la alcabala: primero traordinaria de guerra". Este gravamen, parecido
en 1811, después en 1816. Ambas alzas dieron re- al impuesto sobre la renta actual, fue bien recibido
cursos, sobre todo en 1817 y 1820, que de todos por las autoridades virreinales, que vieron la opor-
modos fueron insuficientes y provocaron enorme tunidad de mejorar la condición del tesoro, pero
descontento entre la población. muchos ayuntamientos y diputaciones provin-
Ante la disminución de recursos y el aumento ciales lo rechazaron. La restauración del absolu-
de los gastos, sobre todo militares, las autoridades tismo en 1814 permitió al virrey Calleja aplicar,
virreinales recurrieron a préstamos internos. En los con nombre distinto, las contribuciones directas.
meses inmediatamente posteriores al inicio de la En 1816 y 1817 prácticamente todas las regiones
rebelión, se colectaron empréstitos para socorrer a novohispanas las pagaron, aunque no fueron sufi-
la metrópoli en su lucha contra el ejército invasor cientes para aliviar la penuria del erario. Cuando
francés. Poco después, la solicitud fue para mante- México se independizó, la población ya conocía
ner en pie la estructura gubernamental del propio los impuestos directos y su idea liberal de igual-
virreinato. La Real Hacienda también echó mano dad, uniformidad y proporcionalidad. Por cues-
de los "ahorros" de los habitantes del virreinato, tiones recaudatorias, este ideal se tergiversó, algo
como las cajas de comunidad de los indios, los común en sociedades con enormes desigualdades.

404

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
L A DI SO LUCIÓ N DE LA MO NARQUÍA H ISPÁN ICA Y EL PROCESO D E I N DEPEN D ENCIA

En todo caso, la aplicación de un nuevo impuesto, dad que habían sido dejados a su suerte por las au-
que venía a agregarse a las sobretasas de alcabala y toridades locales. Guadalajara también vivió una
a otras cargas generales y locales, generó descon- experiencia dramática, cuando Hidalgo estableció
tento entre la población. su gobierno en ese lugar. La liberación de presos
terribles como Agustín Marroquín, quien pronto
SOCIEDAD Y CULTURA encabezó la matanza de gachupines, no debió ser
tan traumática como la llegada de un ejército de
Los procesos iniciados hacia 181 O ocasionaron un más de diez mil personas a una ciudad en la que
completo trastorno en Nueva España. Las jerar- vivían menos de 20 mil.
quías territoriales características del orden colonial Debido al bandidaje y la inseguridad en el
se derrumbaron, por efecto de la guerra y gracias campo, hubo un incremento en la población de
al liberalismo. Los fundamentos mismos de la le- las ciudades desde 181 O. Los ayuntamientos se
gitimidad política se volvieron cuestionables. Por vieron obligados a enfrentar las demandas por la
supuesto, la vida de la gente común también su- falta de viviendas y la escasez de alimentos, en un
frió transformaciones, aunque se procurara man- contexto de temor a los ataques de los insurgen-
tener un orden cotidiano. Las cosas no volverían
a ser iguales en la hermosa y próspera Guanajuato
Vista de San Luis Potosí, Carl Nebel, siglo XIX, lirografía coloreada.
después de la masacre de las tropas insurgentes y Museo Francisco C ossío, Instituro de Cultura del Gobi erno del
los trabajadores de las minas y los pobres de la ciu- Estado de San Luis Potosí.

405

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO Á VILA y Luis ] ÁU REGUI

La guerra civil de 181 O no fue una guerra reli-


giosa, pero la religión tuvo en ella un papel impor-
tante. Quizá uno de cada ocho miembros del clero
se unió a la insurgencia, mientras que estudios re-
cientes llaman la atención sobre los sacerdotes que
tomaron las armas contra los rebeldes. Las auto-
ridades eclesiásticas impusieron excomuniones y
expidieron decretos amenazantes contra quienes
se atrevieran a seguir la causa de la independencia,
mientras que los clérigos insurgentes reclamaban a
los obispos su falta de compromiso con los feligre-
ses, a los que dejaban abandonados por motivos
políticos. La mayor parte de los párrocos no tomó
partido. Envueltos en un conflicto que desgarró
familias, sólo buscaban contribuir a la salvación
espiritual de su grey.
La guerra modificó la vida doméstica. Las con-
diciones de la convivencia familiar cambiaron mu-
cho cuando los hombres de las más diversas po-
blaciones tomaron las armas para integrarse a las
milicias. Los pocos datos y las más escasas investi-
gaciones sobre este tema sugieren un incremento
en la violencia doméstica, aunque la situación fue
diferente en las comunidades del Bajío, donde el
vendaval revolucionario se llevó a los hombres.
En esos lugares, las mujeres tomaron la responsa-
tes o a las represalias de los realistas. Puebla vivió, bilidad de dirigir sus hogares, trabajar las tierras,
desde 1812 hasta 1821, en un estado de alerta alimentar a sus hijos y dar apoyo a los rebeldes.
permanente, que causaba dolores de cabeza a sus En los primeros años de la República, 30% de las
habitantes, en especial por las zanjas y parapetos tierras de Guanajuato se hallaban en manos de
construidos en prevención de un ataque. Con el mujeres, un nivel extraordinario para el mundo
paso del tiempo, los fosos se convirtieron en un en aquella época.
lugar insalubre y maloliente. Para su fortuna, los La característica más destacada del periodo fue
poblanos nunca padecieron la guerra de la forma el miedo . El temor a una invasión británica existía
en que la vivieron los habitantes de otras grandes desde antes de 1808, y luego se pensó que sería
capitales, como Guanajuato, Valladolid, Guada- francesa. La propaganda de los bandos en conflicto
lajara y Oaxaca. Para una sociedad tan religiosa explotó el riesgo de perder la religión. Las propias
como la de esa época, esto se atribuyó a la protec- autoridades contribuían a extender los temores.
ción divina, misma certeza que Juan Bautista Díaz Se abrieron numerosos procesos criminales contra
Calvillo tenía respecto a la "milagrosa" decisión de toda clase de gente por las más diversas razones,
Hidalgo de no entrar en la ciudad de México. desde los que en efecto conspiraban hasta los que
tuvieron la mala suerte de proferir alguna opinión
Pareja en el balcón, J. Fern ánd ez de Lizardi , La Quijo tita y su
o una blasfemia frente a personas muy celosas del
prima, México, 1842 . Biblioteca Nacion al de M éx ico, UNAM. orden. El gobierno también estaba paranoico. En

406

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQU!A HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

1811, el gobernador de Veracruz ordenó ajusticiar En la ciudad de México se pensó en pedir dona-
a dos niños a quienes se les escuchó decir que de- ciones a los más ricos asistentes a las funciones,
bía protegerse la independencia del reino ante la sin resultado alguno. Pese a la guerra, continuaron
amenaza napoleónica. Aunque se averiguó que va- las diversiones populares, las fiestas patronales, las
rias personas habían estado comentando los asun- ferias, los toros, los gallos. La gente trataba de con-
tos del día y profirieron opiniones heterodoxas, tinuar con su vida: después de la derrota de los in-
hasta el virrey Venegas consideró un exceso haber surgentes acaudillados por Marcos Castellanos en
tomado medidas tan drásticas. Chapala, los que se habían levantado en armas se
La discusión de los asuntos públicos continuó, establecieron en los lugares cercanos, para regresar
pese a las prohibiciones y la vigilancia. Las tertulias a sus antiguas actividades.
eran algo frecuente entre sectores encumbrados de El número de desempleados, vagos y léperos
la sociedad, asimismo los parques, las pulquerías, los aumentó. La construcción de edificios civiles y re-
cafés y los cuarteles eran espacios de discusión. Si en ligiosos casi se detuvo por completo. En 1815 se
la ciudad de México algunas personas se unieron iniciaron las obras del costoso templo y conven-
a la sociedad secreta de los Guadalupes, en Xalapa to de la Merced en Puebla; en 1817, en T axco,
se estableció una logia de Caballeros Racionales, empezó la construcción de la parroquia del Señor
para dar apoyo a los insurgentes. Al menos desde de la Santa Veracruz; en 1818 se pusieron las pri-
1813, en Campeche y Veracruz se fundaron logias meras piedras del templo del Señor de la Buena
masónicas, vinculadas con las de La Habana. En Muerte en Silao, y en 1821 las del Santuario de
la Península de Yucatán, los partidarios del orden la Purísima en Tecolotlán. También en ese bre-
constitucional realizaban reuniones clandestinas ve periodo, los arquitectos pudieron trabajar en
en el templo de San Juan de Mérida, por lo que retablos como los de la catedral de Puebla y de la
fueron conocidos como sanjuanistas. Entre 1812 y parroquia de Nuestra Señora de la Luz en Salva-
1814 y luego a partir de 1820, la libertad de prensa tierra, todos neoclásicos. Obras como la iglesia de
permitió que aparecieran periódicos, pero durante Loreto de la ciudad de México, de Ignacio Castera
el periodo absolutista los escritores recurrieron a y Agustín Paz, comenzada en 1809 y concluida
otras formas de divulgar sus ideas. Libelos, letrillas, 1816, fueron excepcionales. Sólo unos cuantos de
canciones, versos y grabados circularon con ampli- los grandes proyectos iniciados antes de la insu-
tud, en especial en el bando insurgente. Pese a la rrección pudieron continuar sus trabajos. Entre
vigilancia, algunos grabadores, como José María ellos se cuentan el hospicio y el sagrario de Guada-
Montes de Oca, difundieron imágenes con críti- lajara y la soberbia capilla del Palacio de Minería,
cas al orden político. Desde las letras, José Joaquín obra de Manuel T olsá, con pinturas al temple de
Fernández de Lizardi consiguió burlar la censura Rafael Jimeno.
por medio de sus Fdbulas de 1817, con moralejas
que podían aludir a los políticos de la época. De
mayor importancia fueron sus novelas, El Periqui- LA INDEPENDENCIA
llo Sarniento y La Quijotita y su prima, de 1816
y 1819 respectivamente, en las que dibujaba a la El 20 de septiembre de 1816, Juan Ruiz de Apo-
sociedad de su tiempo. daca se hizo cargo del virreinato. Su objetivo era
En el teatro podían verse representaciones de reducir la insurgencia por medio del enfrenta-
El sí de las niñas de Leandro Fernández de Mora- miento militar y, en especial, de la política. Para
tín, y de Otelo. El público prefería las comedias, esto contó con la ayuda de las autoridades civiles y
pero también asistía a la ópera. Fueron malos eclesiásticas. V ale la pena destacar el papel de An-
tiempos para quienes se dedicaban a la actuación. tonio Pérez, quien fue nombrado obispo de Puebla.

407

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
t 11

This content downloaded


J ' from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUIA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

El mitrado consiguió que importantes insurgentes nunca conseguirían derrotar a los ejércitos virrei-
de la región se acogieran al indulto que publicó nales, pero controlarían regiones importantes. Los
pronto el virrey. Algunos sirvieron de manera efi- comandantes realistas, como Agustín de Iturbide,
ciente en las tropas reales. Los más destacados lí- emplearon tácticas de contrainsurgencia para po-
deres insurgentes que se indultaron, como Nicolás der hacer frente a esa nueva etapa de la guerra. En
Bravo, Manuel Mier y T erán o el propio Carlos vez de perseguir a los rebeldes, atacaban las co-
María de Bustamante, se vieron confinados a ciu- munidades que les daban apoyo. De esta forma
dades como Puebla o Veracruz. minaban las bases sociales insurgentes.
Apodaca tuvo que hacer frente al joven militar Durante el gobierno de Apodaca hubo un do-
navarro Xavier Mina, quien arribó a Nueva Espa- ble proceso de militarización de la política y de
ña junto con Servando Teresa de Mier, en 1817. politización del ejército. El reglamento que Calle-
Mina había sido un guerrillero muy destacado en la ja había impulsado unió el mando militar al civil,
península, considerado por muchos un verdadero algo que sobrevivió durante el periodo constitu-
patriota y un héroe contra la invasión napoleónica. cional, pese a que las leyes lo prohibían. Los largos
No obstante, disconforme con el restablecimiento años de guerra fortalecieron a los jefes militares
del absolutismo, se enfrentó a Fernando VII. Jun- de las provincias. José de la Cruz, capitán general
to con un grupo de exiliados españoles en Lon- en Guadalajara, era tal vez más poderoso que el
dres, consiguió el financiamiento de algunos em- propio virrey, por su ascendiente entre los oficiales
presarios ingleses. Fue entonces cuando se le unió del ejército. En el noreste, Joaquín Arredondo ac-
Mier, quien lo convenció de ir a Nueva España, tuaba de manera muy independiente y lo mismo
para continuar ahí la guerra contra el despotismo. podía decirse de otros comandantes y oficiales. Al
Para desgracia de los expedicionarios, no hallaron concluir la década de 181 O, se había relajado la
mucho apoyo entre los insurgentes, por lo que dependencia de las provincias respecto a México.
pronto fueron derrotados y apresados. Apodaca se Servando Teresa de Mier, quien había perma-
apresuró a fusilar a Mina, mientras que Mier, por necido preso desde 1817, se percató de que los
su calidad eclesiástica, fue trasladado a las cárceles vínculos de sujeción de las provincias respecto a
de la inquisición de México. México y, por ende, a la metrópoli, se habían de-
El virrey podía presumir a las autoridades su- bilitado tanto por los efectos de la guerra como
periores que Nueva España entraba en un periodo por los del constitucionalismo. En un documento
de tranquilidad y que la insurgencia había conclui- que redactó hacia 1820, se cuestionaba acerca de
do. Esta versión fue recogida por Lucas Alamán en por qué Nueva España no era independiente si se
su Historia de Méjico, aunque historiadores más encontraba ya en condiciones tan favorables. La
recientes muestran un panorama diferente. Tras respuesta a esta "cuestión política" era que faltaba
la muerte de Morelos no se volvería a encontrar un gobierno central reconocido por los jefes in-
un movimiento insurgente con el mismo grado de surgentes y por las provincias. Para ello, propuso
organización, los grupos rebeldes de esos años se recoger la experiencia de las propias juntas y cortes
replegaron a fortificaciones establecidas en lugares españolas: integrar un congreso formado por su-
de difícil acceso en zonas montañosas en Veracruz plentes, que designaran un poder ejecutivo capaz
y en el sur de la intendencia de México, y en las de ser obedecido por los jefes militares y los pue-
islas de ríos, lagos y lagunas. Con esa estrategia blos. Puede pensarse que esta propuesta era muy
ingenua, pero fue el camino que tomaría lturbide
poco después.
Corte del pórtico del vestíbulo del altar de la Plaza Real, Agustín
Paz, 1809, tinta sobre papel. Escuela Nacional de Artes Plástica,
En 1820, un grupo de liberales en la metrópoli
Academia de San Carlos, UNAM. consiguió restablecer la constitución mediante un

409

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALF REDO Á VILA Y L UIS ) AU REGU I

mecanismo que después se repetiría a lo largo del pañoles peninsulares. En Nueva España los grupos
siglo XJX hispanoamericano: el pronunciamiento. políticos de las ciudades vieron con buenos ojos el
Por medio de redes de conspiraciones se promo- restablecimiento de la constitución. Aceptaban los
vía que un sector del ejército se "pronunciara" a derechos que ésta les otorgaba y consideraban que
favor de una medida política que después sería se- el liberalismo sería suficiente para restituir la paz
cundada por otras guarniciones militares y por los en el virreinato.
pueblos. En 1820, muy a su pesar, Fernando VII Si bien algunas autoridades decidieron actuar
juró obediencia a la carta de Cádiz y restableció las con cautela y esperar noticias de España antes de
instituciones que, seis años antes, había declarado promulgar la constitución, la presión popular las
ilegítimas. El nuevo gobierno supuso que el orden obligó a jurarla. El panorama era propicio para
constitucional contribuiría a que terminaran las quienes confiaban en el orden constitucional.
guerras en América, pues muchos destacados po- De inmediato se recibieron las instrucciones para
líticos liberales, como Álvaro Flórez Estrada, ima- realizar los comicios, aunque algunas personas se
ginaban que la principal razón de la insurrección molestaron porque las nuevas cortes reunidas en
era que los americanos peleaban por sus derechos, Madrid integraron a 30 diputados americanos su-
para lograr la igualdad de condiciones con los es- plentes mientras se llevaban a cabo las elecciones y
llegaban a la península los diputados propietarios.
Veían en esta medida la repetición de lo que ha-
Trienio liberal. Fernando VII jura la Constitución en el Salón de
Cortes del Palacio Real, 9 de julio de 1820, aguafuerte. Museo de
bía sucedido en las Cortes de Cádiz. Se votó en la
Hisroria de M adrid. mayoría de las poblaciones de Nueva España y,

410

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE ] NDEPENDENCJA

aunque no se tienen datos precisos, es seguro que Cádiz, que señalaba que las diputaciones debían
el número de ayuntamientos constitucionales es- instaurarse en cada provincia. Puebla, junto con
tablecidos en 1820 fue mayor que el que había an- Oaxaca, Michoacán, Guanajuato y Veracruz, ha-
tes de 1814. Si bien la constitución señalaba con bía sido integrada a la diputación de Nueva Espa-
toda claridad que sólo las cortes representaban la ña. Las cortes aceptarían que Michoacán (junto
soberanía, algunos ayuntamientos argumentaron con Guanajuato) formara una diputación provin-
que el gobierno municipal era soberano, pues era cial, pero no satisficieron la demanda de los po-
elegido por los ciudadanos. Algunos escritores ase- blanos, lo cual influyó para que algunos políticos
guraban que la soberanía de los pueblos no debía de la ciudad de Puebla apoyaran el proceso de in-
limitarse a elegir regidores que administraran "el dependencia encabezado por Agustín de lturbide.
gobierno económico" sino que incluso debían ele- El restablecimiento de la libertad de prensa
gir a los jueces encargados de administrar justicia. permitió un importante número de publicacio-
A diferencia de lo ocurrido en el primer pe- nes, que invitaban a los ciudadanos a ejercer sus
riodo constitucional, en 1820 se establecieron derechos constitucionales. En 1820 también apa-
con mucha rapidez las diputaciones provinciales
de Nueva España, Yucatán, Nueva Galicia, San Entrevista de los generales O 'Donoju, Novel!a, !turbide,
anónimo, siglo XIX, ó leo sobre tela. Museo Nacional de Hisroria,
Luis Potosí, las Provincias Internas de Oriente Conaculta, IN AH.
y las Provincias Internas de Occidente. Algunas
Páginas siguientes: Entrada del Ejército Ti-igarante a la ciudad de
otras provincias, como Puebla, reclamaron que no México, 27 de septiembre de 1821 , anó nimo , siglo XIX, aguafu erte.
se aplicara el artículo 325 de la Constitución de Museo Nacional de Historia, Co nacu lta, IN AH .

411

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVILA Y LUIS }AUREGUI

recieron muchas obras críticas del nuevo orden. fueran aplicados de forma completa en el N ue-
En la mencionada defensa de la inquisición que vo Mundo. Sugirieron el establecimiento de tres
emprendió fray José de San Bartolomé, entabló grandes secciones de las cortes, una en Nueva Es-
una polémica con Joaquín Fernández de Lizardi. paña con América Central, otra en Nueva Grana-
No todas las críticas a la constitución provenían da y Caracas, y una última en Perú con Chile y el
de los defensores del orden tradicional, muchos Río de la Plata. Miguel Ramos Arizpe haría una
escritores liberales consideraban que España no propuesta semejante, aunque sólo para Nueva Es-
garantizaba el cumplimiento de los derechos es- paña. Ambas proposiciones fueron rechazadas.
tablecidos en dicha carta. Carlos María de Busta- En 1820, el diputado electo por Michoacán
mante publicó el "juguetillo" titulado Motivos de Juan Gómez Navarrete había informado en Vera-
mi afecto a la Constitución en el que advertía a las cruz a sus compañeros acerca de un plan de inde-
autoridades del riesgo de otorgar libertades para pendencia que permitiría conservar los derechos
luego quitarlas. Venegas y Calleja habían "mezcla- otorgados por la constitución, semejante al que
do la libertad y la esclavitud", lo que desprestigió propondría después Ramos Arizpe. Ese proyecto
la constitución. Para Bustamante, el derecho más contaba con el apoyo de los más diversos secto-
importante de los ciudadanos era la libertad de res, entre los que se contaban destacados libera-
publicar sus opiniones, pues el tribunal de la opi- les que favorecían el autogobierno, pero también
nión se convertía en el medio más eficaz para con- los serviles temerosos de reformas muy radicales.
frontar la tiranía y la arbitrariedad. Sin embargo, Varios oficiales criollos, como Manuel Gómez Pe-
también reconocía los beneficios que la constitu- draza, habían colaborado en su diseño. En febrero
ción otorgaba a grupos sociales marginados, como de 1821, un grupo de militares encabezado por
los indígenas, a quienes dirigió un documento en Iturbide se pronunció a favor del Plan de Inde-
náhuatl titulado La Malinche de la Constitución, pendencia, en Iguala. Desde semanas antes había
en el que señalaba las principales virtudes del or- entablado correspondencia con el jefe insurgente
den liberal. Vicente Guerrero, quien decidió darle su apoyo.
También en las cortes de Madrid, los diputa- El plan mantenía vigente la Constitución de 1812
dos de Nueva España pugnaban porque los dere- en lo que no se opusiera a la emancipación y a la
chos constitucionales se aplicaran sin restricciones religión, hasta que se elaborara una adecuada a las
en América. De ahí que insistieran en la igualdad circunstancias del país.
en la representación política y que algunos de ellos En un lapso breve, el Ejército de las Tres Ga-
influyeran para enviar como jefe político a alguien rantías -religión, independencia y unión- con-
comprometido con el orden liberal. Esa persona siguió avanzar sobre las principales ciudades de
fue Juan O'Donojú. En mayo de 1821, las cortes Nueva España. No todos vieron con buenos ojos
integraron un comité que se encargaría de estu- el protagonismo de los militares. Las diputaciones
diar las demandas de los americanos, formado por provinciales aceptaron unirse al movimiento de
cuatro diputados peninsulares y cinco americanos, independencia cuando se les garantizó que conti-
entre quienes se contaban cuatro de Nueva Espa- nuarían en funciones y se respetarían los derechos
ña: Bernardo Amati, Lucas Alamán, Francisco Fa- constitucionales. Las tropas expedicionarias tam-
goaga y Lorenzo de Zavala. No consiguieron mu- bién se hallaban descontentas ante el avance de los
cho. Fueron acusados de promover la división de nuevos rebeldes. Francisco Novella, comandante
la nación española. El 25 de junio, por iniciativa de la guarnición de la capital, acusó a Apodaca de
de Mariano Michelena, los diputados americanos
hicieron un último esfuerzo para que los dere- Acta de Independencia del Imperio Mexicano, 28 de septiembre de
chos establecidos por la Constitución de Cádiz 1821. Museo Nacional de Historia, INAH.

414

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from
189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
ALFREDO ÁVILA Y LUIS }AUREGUI

actuar con debilidad, por lo que al frente de su LECTURAS SUGERIDAS


tropa lo destituyó y se convirtió en virrey. Una vez
más, como había ocurrido en 1808, se estableció ALAMAN, Lucas, Historia de Méjico desde los primeros mo-
un gobierno por medio de un acto violento. En esta vimientos que prepararon su independencia en el año de
1808 hasta fa época presente, 5 vols., Méjico, Imprenta
ocasión no obtuvo respaldo. Ni el ayuntamiento
deJ.M. Lara, 1849-1852.
de México ni la diputación provincial de Nueva ANNA, Timothy, La caída del gobierno español en fa ciudad
España estuvieron dispuestos a reconocerlo. de México, México, Fondo de Cultura Económica,
El arribo de Juan O'Donojú a Veracruz solu- 1981.
cionó el problema de legitimidad. El nuevo jefe ANNINO, Antonio, "Cádiz y la revolución territorial de
político aceptó negociar con Iturbide. El 24 de los pueblos mexicanos, 1812-1821," en Antonio An-
nino (coord.), Historia de fas elecciones en Jberoaméri-
agosto, en Córdoba, firmaron el tratado por el cual
ca, siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econó-
se reconocía la independencia del imperio mexica- mica, 1997, pp. 177-226.
no. La corona se ofreció a Fernando VII o a algún ARcHER, Christon l., "lnsurrection-Reaction-Revolu-
miembro de su familia, aunque se reservaba a las tion-Fragmentation: Reconstructing the Choreogra-
cortes constituyentes que habrían de reunirse la phy of Meltdown in New Spain during the lndepen-
decisión de elegir emperador en caso de que nin- dence Era'', en Mexican Studies/Estudios Mexicanos,
vol. 10, núm. l, invierno de 1994, pp. 63-98.
gún Borbón aceptara. Semanas después, Iturbide
_ _ , El ejército en el México borbónico, 1760-1810,
siguió la sugerencia que Mier había hecho antes, México, Fondo de Cultura Económica, 1983.
designó a varias personas para formar una Junta ÁVILA, Alfredo, En nombre de fa nación. La formación del
Provisional Gubernativa, que a su vez lo nombró gobierno representativo en México 1808-1824, México,
presidente del Consejo de Regencia. El 27 de sep- Centro de Investigación y Docencia Económicas-
tiembre, el Ejército Trigarante entró en la ciudad Taurus, 2002.
ÁVILA, Alfredo, y Virginia GUEDEA (coords.), La indepen-
de México. Un día después, la junta declaró la In-
dencia de México: temas e interpretaciones recientes,
dependencia, pero también que representaba en México, Universidad Nacional Autónoma de México,
forma exclusiva la soberanía nacional, algo que no 2007.
gustó a Iturbide. BENSON, Nettie Lee, La diputación provincial y el federa-
Ése no sería el único problema de quien era lismo mexicano, México, El Colegio de México, 1953.
aclamado en todas partes y por todos los sectores BREÑA, Roberto, El primer liberalismo español y los proce-
sos de emancipación de América 1808-1824. Una revi-
sociales como el libertador de México. Tras años
sión historiográfica del liberalismo hispánico, México,
de guerra y de experiencia constitucional, las je- El Colegio de México, 2006.
rarquías territoriales de la época colonial sufrieron BusTAMANTE, Carlos María de, Cuadro histórico de fa re-
una transformación profunda. La administración volución mexicana, comenzada en 15 de septiembre de
de justicia y la representación política se hallaban 1810 por el ciudadano Miguel Hidalgo y Costilla, cura
en manos de personas en pueblos, villas y ciuda- del pueblo de los Dolores, en el obispado de Michoacán,
5 vols., 2ª ed., corregida y aumentada, México, Im-
des. No sólo México consiguió su independencia
prenta de J .M. Lara, 1843-1846.
frente a España sino que muchas regiones habían FERRER MUÑOZ, Manuel, La Constitución de Cádiz y su
relajado sus vínculos de sujeción frente a la propia aplicación en fa Nueva España, México, Universidad
ciudad de México y no pocas poblaciones frente Nacional Autónoma de México, 1993.
a sus antiguas cabeceras. La tarea de los gobiernos GoRTARI, Hira de, "Julio-agosto de 1808: 'La lealtad
que se sucedieron a partir de 1821 sería construir mexicana'", en Historia Mexicana, vol. XXXIX, núm. 1,
156, julio-septiembre de 1989, pp. 181-203.
un nuevo orden en esos territorios que habían ob-
GuEDEA, Virginia, En busca de un gobierno alterno. Los
tenido su autonomía y que la cuidarían con todo Guadafupes de México, México, Universidad Nacional
celo. Autónoma de México, 1992.

416

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
LA DISOLUCIÓN DE LA MONARQUfA HISPÁNICA Y EL PROCESO DE INDEPENDENCIA

GUERRA, Frarn;:ois-Xavier, Modernidad e independencias. PORTILLO VALDÉS, José María, Crisis atldntica. Autonomía
Ensayos sobre las revoluciones hispdnicas, México, Fon- e independencia en la crisis de la monarquía hispana,
do de Cultura Económica-Mapfre, 1992. Madrid, Marcial Pons, 2006.
GuzMAN PÉREZ, Moisés, La junta de Zitdcuaro 1811- RooRfGUEZ O., Jaime E., "La transición de colonia a na-
1813, Morelia, Universidad Michoacana de San Ni- ción, Nueva España, 1820-1821", en Historia Mexi-
colás de Hidalgo, 1994. cana, vol. XLIII, núm. 2, 170, octubre-diciembre de
HAMILL Jr., Hugh M., The Hidalgo Revolt. Prelude to 1993, pp. 265-322.
Mexican Independence, Gainsville, University of Flori- ROJAS, Rafael, La escritura de la independencia, México,
da Press, 1970. Centro de Investigación y Docencia Económicas-
HAMNETT, Brian R., Raíces de la insurgencia en México. Taurus, 2003.
Historia regional 1750-1824, México, Fondo de Cul- SERRANO ÜRTEGA, José Antonio, jerarquía territorial y
tura Económica, 1990. transición política. Guanajuato, 1790-1836, Zamora,
_ _ , Revolución y contrarrevolución en México y Perú. El Colegio de Michoacán-Instituto Mora, 2001.
Liberalismo, realeza y separatismo (1800-1824), Méxi- TORRE VILLAR, Ernesto de la, La Constitución de Apatzin-
co, Fondo de Cultura Económica, 1978. gdn y los creadores del Estado mexicano, México, Uni-
HERREJÓN PEREDO, Carlos, Del sermón al discurso cívico. versidad Nacional Autónoma de México, 1978.
México, 1760-1834, Zamora, El Colegio de Mi- TuTINO, John, De la insurrección a la revolución en Méxi-
choacán, 2003. co. Bases sociales de la violencia agraria, 1750-1940,
lBARRA, Ana Carolina, El Cabildo Catedral de Antequera México, Ediciones Era, 1990.
de Oaxaca y el movimiento insurgente, Zamora, El Co- VAN YouNG, Eric, La otra rebelión. La lucha por la inde-
legio de Michoacán, 2000. pendencia de México, 1810-1821, México, Fondo de
JÁUREGUI, Luis, La real hacienda de Nueva España. Su ad- Cultura Económica, 2006.
ministración en la época de los intendentes, 1786-1821, VÁZQUEZ, Josefina Zoraida (coord.), Interpretaciones so-
México, Universidad Nacional Autónoma de México, bre la Independencia de México, México, Nueva Ima-
1999. gen, 1997.
LEMOINE, Ernesto, Morelos y la revolución de 181 O, Méxi- VILLORO, Luis, El proceso ideológico de la revolución de in-
co, Universidad Nacional Autónoma de México, dependencia, México, Universidad Nacional Autóno-
1990. ma de México, 1967.
MAcfAs, Anna, Génesis del gobierno constitucional en ZAVALA, Lorenzo de, Ensayo histórico de las revoluciones de
México, 1808-1820, México, Secretaría de Educación México desde 1808 hasta 1830, 2 vols., París, Impren-
Pública, 1973. ta Dupont y Laguionie, 1831-1832.
MArucHAL, Carlos, con la colaboración de Carlos Rodrí-
guez Venegas, La bancarrota del virreinato, Nueva Es-
paña y las finanzas del imperio español, 1780-1810,
México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de
México-Fideicomiso Historia de las Américas, 1999.
MIER, Servando Teresa de, Historia de la revolución de
Nueva España, antiguamente Andhuac, o verdadero ori-
gen y causas de ella con la relación de sus progresos hasta
el presente año de 1813, edición, introducción y notas
de André Saint-Lu y Marie-Cécile Bénassy-Berling,
prefacio de David Brading, París, Publications de la
Sorbonne, 1990.
___ , Ideario político, edición de Edmundo O'Gorman,
Barcelona, Ayacucho, 1978.
ÜRTIZ EscAMILLA, Juan, Guerra y gobierno. Los pueblos y
la independencia de México, Sevilla, Universidad de
Sevilla-Instituto Mora-Universidad Internacional de
Andalucía-El Colegio de México, 1997.

417

This content downloaded from


189.132.104.181 on Thu, 23 Jul 2020 07:18:23 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms

También podría gustarte