Ella es una mujer rebelde y misteriosa, diría que muy
misteriosa en realidad, pues siempre que la veo se convierte en mi más grande intriga, en un magno pensamiento que conecta mis neuronas a su existencia.
Es esa mujer que te inhibe el sueño y desordena de
forma espacial tus sentidos, ella se clava en tus venas y se vuelve la más adictiva adrenalina.
Es como una suave, delicado y agresivo diente de
león. Es difícil descubrir un diente de león agresivo, ¿verdad? Bueno, así es ella, ardua de descubrir, ardua de retener; ella se desvanece de tus manos puesto que la puedes acariciar, la puedes oler, pero si no actúas rápido se te marcha de las manos.
Es un poco abstracta, como el arte en acuarela que
salpicas de surrealismo, podrías tener una idea de lo que es, pero solo entenderás su gran significado cuando hables con el artista que la pintó; a ella la vas a entender cuando tengas la destreza necesaria y suficiente para dialogar con su ser, ese ser que entre suspiros armonizados de palabras te va a desglosar la porción infinita que compone a su alma.
Fragmentos de un alma en catarsis.
Con cada sonido que cita al recitar una palabra, crea un nuevo paraíso, tan mágico, tan libre, que solo puede imaginarse cuando le tienes a tu lado.
Y me es absurdo pensar que existe otra mujer como
ella, pues con toda desobediencia ante la vida, puedo decir que ella es la mujer perfecta.