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AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA

Posted on 06/11/2013
LA AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA
   S U M A R I O

(Trabajo presentado por la doctora María Luisa Rey Guerreiro en una de las reuniones del Instituto Médico
de Estudios Hahnemannianos)

1-     OBJETIVOS

2-    CONCEPTO DE AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA

3-     LA PRESCRIPCIÓN EN HOMEOPATÍA

4-    AGRAVACIÓN HOMEOPÁTICA: CONDICIONES EN QUE SE PRODUCE. TIPOS. 

CASOS DE AGRAVACIÓN SEGÚN KENT


a) La agravación durante un tratamiento ortodoxamente homeopático

b) Agravación durante un tratamiento no ortodoxo

c) La agravación tras la administración de un remedio no exactamente

homeopático

d)  Casos de agravación según Kent

5-  RESUMEN Y CONCLUSIONES

6-  BIBLIOGRAFÍA

1-  OBJETIVOS

Una de las preocupaciones del homeópata e incluso de algunos pacientes, que por este motivo quizá no lo
serán de uno de nosotros, es ésta de las agravaciones que se atribuyen al tratamiento homeopático, con el
cual esperamos la mejoría del paciente. Si ésta no se produce o, aun produciéndose, hay un
empeoramiento, el médico ha de tomar decisiones: esperar, repetir el remedio, cambiarlo o, si es preciso,
dar un antídoto. De ahí la importancia de las agravaciones.

Médicos homeópatas de probada solvencia y larga experiencia clínica afirman que de ninguna manera está
justificada tal preocupación que, aunque frecuente, carece de relevancia, duración e intensidad: “La mayor
parte de las veces el agravamiento homeopático suele ser de corta duración y de poca intensidad, en
algunos es tan breve y tan suave que pasa completamente desapercibido”.[1] Y continúa el autor unas
líneas más abajo: “a veces sencillamente no hay agravamiento”.[2] Así pues este trabajo pretende aclarar
el concepto de agravación en homeopatía y estudiar en qué casos tiene lugar, es decir, con qué tipos de
agravación nos podemos encontrar, así como la importancia de la prescripción al respecto, todo lo cual
será nuestra guía para la toma de decisiones.
 
2-  CONCEPTO DE AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA

“agravación o agravamiento: (de agravar). Empeoramiento o exacerbación en una enfermedad”, nos dice


el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas, de la editorial Masson.[3]Según este mismo
diccionario, “enfermedad: Pérdida de la salud. Alteración o desviación del estado fisiológico en una o
varias partes del cuerpo, de etiología en general conocida, que se manifiesta por síntomas  y signos 
característicos y cuya evolución es más o menos previsible”.[4]
Coincidimos casi totalmente con el concepto de agravaciónque el susodicho diccionario nos proporciona,
pero el concepto homeopático de enfermedad, aun participando de la misma, difiere básicamente de esta
definición.[5] En homeopatía se considera la enfermedad como una perturbación dinámica consistente en el
desequilibrio de la fuerza vital. En la reciente traducción al español de la primera edición del Órganon,
leemos: “La alteración invisible en el interior, junto con la alteración visible del estado de salud (la suma de
los síntomas) constituyen juntos lo que se llama enfermedad: ambos son realmente la enfermedad”.[6] La
reiteración de Hahnemann en sus escritos, muy especialmente en las diferentes ediciones del Órganon, no
nos deja lugar a dudas: la enfermedad invisible, dinámica, conceptual, está representada única y
exclusivamente por síntomas visibles. Así pues en el concepto homeopático, la agravación no puede sino
concernir a los síntomas. Pero, como veremos, no siempre que los síntomas se agravan, se agrava la
enfermedad; es más, normalmente ha mejorado el estado dinámico del paciente. He aquí la diferencia con
el concepto de agravación que la lexicología médica al uso nos proporciona.
Emilio Morales en La Magia de la Homeopatía nos aclara el concepto y, a la vez, el motivo por el cual este
fenómeno se produce: “Ante cualquier enfermedad el organismo reacciona y esa reacción es un intento
curativo, pero si no se logra la curación por las simple fuerzas naturales se debe a que dichas fuerzas
naturales no son aplicadas debidamente, el intento de curación resulta ineficaz […]. Pero un buen día
aplicamos un tratamiento cuya virtud consiste en organizar tales fuerzas. ¿Qué ocurrirá entonces? Esas
fuerzas vitales, armonizadas, intensificarán el ataque contra la enfermedad y entonces, durante algún
tiempo los síntomas reactivos, que no son sino la lucha contra la enfermedad, se harán más intensos, e
incluso es posible que síntomas que hace tiempo habían desaparecido agotados en aquella guerra sin final
contra la enfermedad, recuperen vigencia y aparezcan de nuevo para tomar parte en la batalla por la
curación. A estos síntomas que aparecen en los primeros días o semanas del tratamiento los llamamos
agravamiento homeopático, y de la explicación dada se deduce fácilmente que deban ser considerados
como un signo de buen pronóstico […] el proceso de curación ha comenzado”.[7]  Y continúa: “el
agravamiento propiamente homeopático […]  consiste en el aumento de intensidad de alguno de los
síntomas ya existentes o en la reaparición de síntomas que el paciente había padecido con
anterioridad”.[8]
Es decir, cuando hablamos de agravación en homeopatía, nos referimos al empeoramiento producido
durante un tratamiento homeopático. Pero no hemos de olvidar que la homeopaticidad[9] de la
prescripción depende de una correcta jerarquización de los síntomas; es decir, que unos son más
importantes que otros a la hora de prescribir.[10] De la pericia del médico en su elección, dependerá la
recuperación de la salud de su paciente. Y de la misma manera que Hahnemann nos habla de las acciones
primaria y secundaria de los medicamentos,[11] el médico homeópata diferenciará qué síntomas
representan las acciones primaria y secundaria de la noxa; o por mejor decir, diferenciará los síntomas
primarios de los secundarios, puesto que estos últimos son la reacción que la dynamis opone a la
enfermedad en su, casi siempre, incompleto intento de curar.[12] Desde este punto de vista, los síntomas
secundarios son sus aliados en la consecución de la salud de su paciente. De ahí los diferentes significados
que la agravación de unos y otros síntomas puedan tener.
3-  LA PRESCRIPCIÓN EN HOMEOPATÍA

Lo arriba expuesto nos da una idea de la importancia que la selección del remedio tiene para la agravación
o no de los síntomas/enfermedad, y de sus características si ésta se produce. Haré pues un breve apunte
sobre la prescripción, sólo en la medida en que nos sirva para centrar el tema que nos ocupa: la
agravación.

Lo que el médico, en el ejercicio de su misión,[13] trata es de curar ese desequilibrio de la dynamis que


toda enfermedad viene a ser,[14] y además curar de una manera “rápida, suave y duradera”.[15] La
segunda de las cualidades de una curación homeopática según el alto ideal propuesto por Hahnemann es
la que en este trabajo cuestionamos.
 
Son los síntomas en su totalidad, la única guía de la prescripción.[16] No obstante, aunque Hahnemann
habla de esa totalidad sintomática, da importancia capital a los síntomas del psiquismo e introduce la idea
de los “síntomas característicos”, que se convertirán en los únicos a tener en cuenta para la elección del
remedio con desprecio del resto.[17] Emilio Morales nos explica esa aparente indeterminación de
Hahnemann por “el hecho de que  el proceso morboso es un fenómeno homogéneo  que, aun
generando distintas manifestaciones, refleja en todo momento una y sólo una realidad, a saber, el
desequilibrio de la dynamis, y que por consiguiente, cualquiera que sea el grupo de síntomas que podamos
obtener en la consulta médica, en relación con un caso morboso determinado, nos estará hablando del
mismo proceso e indicarán el mismo remedio con tal de que, a la hora de jerarquizar esos síntomas,
sigamos los criterios adecuados”.[18] “La diferenciación de los síntomas en primarios y secundarios –
continúa este autor-  lleva inmediatamente a la  diferenciación del tratamiento según cuáles sean los
síntomas que se toman como referentes en aplicación del principio de semejanza; así un tratamiento que
cubra por semejanza los primarios será homeopático (y por lo tanto, de acuerdo a Hahnemann,
curativo) mientras que lo contrario, un tratamiento administrado por semejanza a los síntomas secundarios
(siendo los tales opuestos a los primarios) resultará enantiopático al caso y por consiguiente tan sólo
paliativo”.[19]“Los síntomas secundarios (reactivos) de la enfermedad –nos dice más adelante-, eficaces o
no, no son la enfermedad sino precisamente la reacción que el organismo opone a la misma. Su
tratamiento debe estar contraindicado”.[20]
Parece meridianamente claro que, si la misión del médico es curar, la ley de semejanza se aplicará
teniendo como guía los síntomas primarios; el tratamiento elegido por semejanza con los síntomas
reactivos sería enantiopático o paliativo,[21] que únicamente justifica Hahnemann “en los casos más
urgentes cuando la amenaza de muerte es inminente y no da tiempo para la acción de un remedio
homeopático”.[22] La prescripción homeopática será pues la que hagamos para la enfermedad y no, para
la reacción que se le opone. Además el médico tendrá en cuenta cuál es el marco de su prescripción. El
grupo de síntomas a elegir será diferente según se prescriba para una enfermedad aguda, para una
crónica, para la agudización de una enfermedad crónica, etc.
En su libro Fundamentos de Nosología Homeopática, Emilio Morales realiza un trabajo enormemente
clarificador en la definición del marco de la prescripción. Afianza el criterio diferenciador entre síntomas
primarios y secundarios  y nos ilustra acerca los síntomas remanentes, los cuales se corresponden con
las llamadas enfermedades remanentes o primarias,  al socaire de las cuales prosperan las secundarias.
No obstante, admite que “no hay medio de distinguir a priori en todas las ocasiones cuando se trata de una
enfermedad idiopática y cuándo de una secundaria, en este terreno queda todavía mucho trabajo por
hacer, trabajo de observación clínica  que  sólo es posible cuando se sabe lo que se busca, y que por
supuesto es lento y laborioso”.[23]
Finalmente, en una correcta prescripción se ha de cuidar la no repetición frecuente del remedio
homeopático a una misma potencia.

4- AGRAVACIÓN HOMEOPÁTICA: CONDICIONES EN QUE SE PRODUCE. TIPOS. CASOS DE


AGRAVACIÓN SEGÚN KENT

a) La agravación durante un tratamiento ortodoxamente homeopático 

En rigor podemos afirmar que un remedio homeopático no produce  agravación; dicho de otro modo, si ésta
se produce nunca es debido a un remedio que verdaderamente lo sea. Bien es verdad que tan taxativa
afirmación sólo podemos hacerla en lo que se refiere al agravamiento de laenfermedad debido a un
remedio seleccionado por semejanza con los síntomas que mejor la representan, es decir, con
los síntomas primarios: “Si la contraimagen de la enfermedad, constituida por la lista de síntomas del
remedio considerado como el más adecuado, contiene, en el mayor número y con la mayor semejanza,
estos síntomas llamativos y característicos de la enfermedad que debe ser curada, entonces esta medicina
proporciona la contraenfermedad artificial más apta para este caso de enfermedad, y es, en pocas
palabras, el remedio específico. La enfermedad será eliminada y extinguida  sin ningún trastorno  (a
menudo incluso dentro del período de acción de la primera dosis).[24]La enfermedad no se agrava si el
remedio es homeopático, en todo caso, como ya hemos visto, algunos de sus síntomas.
Si Hahnemann nos habla de agravación en numerosas ocasiones, las refiere, en su mayoría,  a los casos
en que se administra un remedio paliativo. Sin embargo, admite en pacientes sensibles para quienes ha
sido seleccionado el remedio con un riguroso criterio semiológico, alguna ligera agravación en su estado de
salud: “No obstante  –advierte-, no existe aún remedio homeopático, por bien elegido que esté, que no
pueda, en el curso de su acción sobre un paciente muy sensible y excitable, causar al menos una
desacostumbrada perturbación, un pequeño síntoma nuevo, probablemente muy insignificante”.[25] A no
ser en sujetos hipersensibles,[26] no aparecerán síntomas del medicamento si previamente no estaban en
el paciente aunque éste no los hubiera experimentado.[27] En referencia a esta misma sensibilidad Emilio
Morales afirma: “En ocasiones pueden observarse también síntomas que no existían en el momento de la
consulta y que el paciente no recuerda haber padecido jamás […]. Si han aparecido después de un
tratamiento ortodoxo, es decir, después de tomar una dosis de un medicamento en dilución infinitesimal,
esto significa que el paciente es muy susceptible al medicamento”.[28]
”Con todo –continúa Hahnemann en lo que a lasenfermedades agudas se refiere- ocasiona usualmente,
por así decir, una ligera agravación del estado del paciente en la primera hora o dos horas después de su
administración. Esta agravación recuerda tan exactamente la enfermedad original que al paciente le parece
que se trata de un verdadero empeoramiento de sus síntomas; pero en realidad no es más que el principio
de una enfermedad, de una verdadera  enfermedad medicinal artificial, algo más poderosa que la
enfermedad original. Esta ligera agravación homeopática durante las primeras horas (que es, de hecho, un
signo pronóstico muy bueno de que la enfermedad aguda probablemente ceda a la primera dosis) es
perfectamente adecuada, dado que la enfermedad medicamentosa debe ser algo más fuerte que la natural
si tiene que superarla o extinguirla”.[29] Llama a esta agravación: “una exaltación de los síntomas
medicamentosos sobre sus análogos síntomas morbosos”.[30]
Relaciona Hahnemann muchas de estas agravaciones con la dosis,[31] que para las enfermedades
crónicas nunca le parecen demasiado débiles:[32] “Mientras más pequeña sea la dosis del remedio
homeopático menor será esta agravación aparente de los síntomas que se presentan en las primeras
horas”.[33] En el caso de enfermedades de larga duración  –leemos en la sexta edición del Órganon-, si
la dosis es lo suficientemente pequeña y modificada gradualmente, las agravaciones no tienen por qué
aparecer sino al final del tratamiento.[34] La preocupación de Hahnemann por ajustar las dosis[35] le lleva
a proponer el método plus[36]  así como la escala cincuentamilesimal.[37]
Y también en relación a las  enfermedades crónicas, nos dice que si después de prescribir el remedio
mejor seleccionado, a la dosis necesaria y en un grado de conveniente dinamización, reaparecen
síntomas que ya han existido en los quince días, semanas o incluso meses anteriores, no es sino una
simple excitación homeopática, producida por el remedio, que ha penetrado profundamente y que será más
eficaz en el futuro. El médico debe esperar que el medicamento agote su acción.[38]
“Lo que menos debe inquietarnos  –continúa-  es que los síntomas ordinarios se exasperan bajo la
acción de los remedios antipsóricos, reapareciendo sobre todo, durante los primeros días manifestándose
todavía en los días siguientes, terminando por volverse más y más raros. Esta  agravación, que puede
llamarse homeopática, constituye una prueba del comienzo de la curación”.[39]
La mejoría puede ir seguida de agravación sin que, aunque nos los pueda parecer, por ello se retroceda
en el camino de la curación. Abundando en la necesidad de dar tiempo suficiente para que el remedio agote
su acción, nos dice: “Pero una vez que un medicamento, cuya elección homeopática ha sido bien hecha,
obra de una manera eficaz y ventajosa, de lo que se puede estar convencido al octavo o décimo día,
pudiendo ejercer esto en un momento o en medio día, cuando los síntomas se agravan,
homeopáticamente, los resultados favorables no son destruidos por esta agravación, pero pueden, en
enfermedades muy crónicas, aparecer con toda evidencia solamente después de veinticuatro o treinta días.
En casos semejantes, la dosis no desarrolla completamente su acción saludable, más que hasta  los
cuarenta o cincuenta días, lapso, antes del cual, sería absurdo y contrario a los intereses del enfermo
administrar un nuevo medicamento”.[40] Y mejoría seguida de agravación  sería la agravación final de
la que nos hablaba en los §§ 161 y 280.[41]
Sin embargo, otros síntomas pueden aparecer durante un tratamiento homeopático ortodoxo sin que, en
rigor, se puedan considerar agravamiento. Se trata de los síntomas exonerativos, que “no representan un
agravamiento sino más bien una mejoría, y no son de ningún modo pasajeros como los síntomas de
agravamiento”, como es el caso de la aparición de un eccema tras los síntomas reactivos (tos, secreción
bronquial, broncoespasmos, etc.) promovidos por un tratamiento homeopático en un paciente que padece
bronquitis asmatiforme. El eccema, aunque exonera al broncoespasmo, no es un mecanismo de lucha
contra el mismo.[42] De la misma manera tampoco las agravaciones inespecíficas, como dolor de
cabeza, somnolencia y aumento del apetito, son propiamente agravaciones homeopáticas, porque se trata
de síntomas idénticos en todos los casos y no dependen del medicamento, aunque pueden ocurrir, como
en el caso anterior, durante un tratamiento homeopático.[43]  
b) Agravación durante un tratamiento no ortodoxo

Hahnemann hace un repaso del método paliativo (“contraria contrariis”) que desde Galeno se ha venido
utilizado en medicina.[44] “Todo observador atento –nos dice– estará de acuerdo con que, luego de la
breve mejoría antipática, ha sucedido una agravación  en todos los casos y sin excepción”.[45]  Y continúa:
“Jamás  se ha tratado a síntomas importantes de enfermedades persistentes mediante remedios
antagónicos paliativos sin que se presentara pocas horas después el estado opuesto, una recaída, una
verdadera agravación evidente de la enfermedad”.[46]
Pero la utilización del método paliativo no ocurre solamente en las prácticas alopáticas. Si se prescribe
un remedio homeopático por semejanza con los síntomas reactivos, si el marco de la prescripción
está equivocado eligiendo un grupo de síntomas inadecuado, o bien erramos en la posología repitiendo
reiteradamente la misma potencia, estaremos también incurriendo en error.

A propósito del uso del opio para aliviar el dolor, se nos advierte en el Órganon cómo en un primer
momento lo alivia por haberlo neutralizado dinámicamente, pero que “no puede ocupar en el organismo el
lugar del deterioro mórbido natural que está afectando al principio vital”.[47] Emilio Morales, al diferenciar
los síntomas primarios de los reactivos, se fija en la apreciación de Hahnemann  poniéndonos sobre la
pista:”Tras la lectura del § 69 sólo nos resta reflexionar cómo deberíamos llamar a un tratamiento
homeopático elegido por semejanza con los síntomas reactivos, y hemos de coincidir con Hahnemann en el
hecho de que semejante tratamiento sería enantiopático o paliativo con lo que estaríamos incurriendo
precisamente en lo contrario de lo  que pretendemos hacer”.[48]  No son los síntomas reactivos lo que
hemos de curar, sino la enfermedad. Este autor nos da dos razones por las que este tipo de tratamiento
debe estar contraindicado: “en primer lugar si la enfermedad desaparece, los síntomas reactivos, ya
innecesarios, desaparecerán por sí solos de modo que su tratamiento sería ocioso, y en segundo lugar, si
no logramos curar la enfermedad o en tanto esto no ocurra, esos síntomas, aunque imperfectamente, se
oponen a ella. Si los eliminamos reaparecerán, y  si el paciente carece de energía suficiente para
hacerlos reaparecer, entonces  su situación dinámica tenderá a empeorar, su enfermedad se volverá
más grave. A tal efecto lo llamamos en homeopatía  supresión”.[49]
Nuevamente Hahnemann incide sobre los errores en la dosis: “Pero si la exasperación de los síntomas
primitivos es tan considerable, o más considerable después de algunos días que en los primeros
momentos, esto constituye una prueba de que el remedio antipsórico, aun perfectamente homeopático,
[50]  ha sido dado en dosis demasiado fuerte”. Estos síntomas aparecen dentro de los dieciséis,
dieciocho o veinte días de la acción del remedio y considera que se debe interrumpir la acción del remedio
con un antídoto u otro antipsórico adecuado a dosis muy débil, antes de repetir el mismo remedio, a dosis
menos fuerte e infinitamente menos diluido, que únicamente había dañado por exceso de energía.
Propone esta intervención porque teme que no se logre la curación, sino que la acción demasiado violenta
del remedio desarrolle nuevos síntomas patogenésicos sin relación con la enfermedad natural, creando una
enfermedad “análoga, más intensa y más grave, sin que por esto haya sido destruida la anterior y primitiva
enfermedad”.[51] Afirmación que parece contradecir su propia opinión manifestada en la primera edición del
Órganon: “en el cuerpo humano solamente puede existir una enfermedad a la vez, y, por consiguiente, una
enfermedad debe ceder por completo a la otra”;[52] bien es verdad que en ésta aún no había elaborado su
doctrina miasmática. Asimismo, tal vez por la misma razón, vislumbro cierto desacuerdo con lo que, en cita
arriba consignada, nos decía Emilio Morales acerca de la homogeneidad del proceso morboso[53] y que,
por similitud, podría aplicarse al “proceso medicamentoso”. Si a ello añadimos que la “enfermedad artificial”
es más fuerte, necesariamente estaríamos en el camino de la curación, pese a la dosis; o más bien pienso
que se ha errado en la aplicación de la ley de semejanza o en el marco de la prescripción.
En referencia a los síntomas nuevos y error en la posología, que a fin de cuentas está también
relacionado con la cantidad de medicamento, detecta Emilio Morales en La Magia de la Homeopatía: “”En
tratamientos no ortodoxos, con repetición  frecuente de la misma potencia, la aparición de síntomas del
medicamento, las cosas tienen un cariz ligeramente distinto:[54]  se está produciendo una  patogenesia  en
toda regla […]. Se debe suspender inmediatamente el tratamiento y si el caso lo requiere antidotar.”  [55]
Y de error en la selección del remedio ya nos hablaba Hahnemann, en su tratado  sobre las enfermedades
crónicas, cuando aparecen serios “síntomas que jamás han existido”. Para resolver, recomienda
un antídoto u otro remedio que cubra el nuevo cuadro sintomático.[56] Lo que entra en desacuerdo con la
siguiente afirmación: “Sin embargo, cuando los accidentes primitivos no reaparecen, sino que estallan
nuevos síntomas graves, debe verse en esta exacerbación momentáneo un efecto homeopático que
favorece la curación, bien lejos de constituir un obstáculo, es decir, como una simple repetición de los
ataques que el remedio está enderezando contra el padecimiento mismo”.[57]Si estos síntomas nuevos
revisten una menor gravedad y sólo pertenecen al remedio sólo cabe esperar a que desaparezcan.[58]
c) La agravación durante un tratamiento no exactamente homeopático

 Aunque tal vez correspondan más al apartado anterior, por la forma especial en que Hahnemann las
presenta, haré mención aparte de otras posibles agravaciones que atribuye al escaso número de
medicinas probadas en ese momento, lo cual impedía la exacta homeopaticidad de la prescripción.[59] De
la misma manera, encuentra otra dificultad en aquellas enfermedades que presentan pocos
síntomas, enfermedades incompletas (unilaterales)[60], entre las que las que ocupa un lugar importante
las perturbaciones locales.[61]
d)  Casos de agravación según Kent
Por su gran interés en este tema, haré un resumen lo más breve posible de la aportación de Kent al
respecto. A la agravación dedicó un capítulo completo en su Filosofía Homeopática [62] y varias de sus
observaciones clínicas de intención pronóstica. Exceptuando las enfermedades agudas, en cierto sentido,
consideraba que la agravación era un pasosine qua non en el proceso de la curación homeopática.
[63]Corrobora lo dicho por Hahnemann, incluyendo la cuestión de las dosis: al igual que el Hahnemann de
la sexta edición, considera que no son las dosis que más se alejen de la sustancia en bruto, las altas
potencias, las que empeoran a los enfermos, sino las repeticiones innecesarias.[64] “la potencia trigésima –
afirma-  es lo suficientemente baja para empezar el tratamiento de cualquier enfermedad agua o crónica,
pero dónde está el límite no hay norma que lo pueda saber”.[65] “La similaridad del remedio es lo primero, y
la dosis lo segundo  – nos dice.[66]
Pero incide especialmente en el daño estructural de los órganos y en el estado dinámico del
paciente aludiendo constantemente a la curabilidad o incurabilidad del enfermo en cuestión. Da
importancia a la diferenciación entre enfermedad aguda y enfermedad crónica, pero más, a la afectación
orgánica[67] y al estado energético del sujeto.[68]
Rara vez –nos dice- en las enfermedades agudas veremos agravación, a menos que sean muy graves,
pues no han tenido tiempo de afectar profundamente la economía. Sí en cambio en las crónicas que han
progresado mucho y hay profundos cambios en los tejidos.[69] Si éstos no se han producido, tanto si en las
agudas como en las crónicas, se puede esperar que el remedio cure al paciente sin ninguna agravación
seria.
Tal vez se produzca una exacerbación de los síntomas que no es sino el establecimiento del remedio como
una nueva enfermedad en la economía, una enfermedad artificial, medicamentosa, similar y más fuerte que
la enfermedad natural. Su significado es diferente a la reacción de la fuerza vital que corresponde al
proceso de limpieza en el caso de una profunda condición séptica o de daños estructurales.

Los remedios –dice- agravan o mejoran y  considera que la agravación puede ser de dos clases: 

–       agravación de la enfermedad, en cuyo caso el paciente se siente peor o

–       agravación de los síntomas, en la que mejora el paciente.

“Pero la agravación verdaderamente homeopática –añade- es aquella en que empeoran los síntomas del
paciente, mientras que a pesar de ella el paciente se siente mejor […] Yo os digo que la agravación es
verdaderamente homeopática cuando los síntomas están agravados, pero el paciente os dice: “Yo me
siento mejor”.  Continúa privilegiando los síntomas del psiquismo según las enseñanzas del propio
Hahnemann.[70]Y nos advierte  que no es sólo la opinión del enfermo sino que debe estar corroborada por
los síntomas, y que son éstos los que nos avisarán de la profundidad de los cambios.[71]
Después de estas observaciones de carácter general, continúa con otras doce sobre su experiencia clínica
que incluye en el capítulo acerca del pronóstico y que me propongo resumir:

* En general, podríamos decir que es signo de buen pronóstico que una agravación preceda a la
mejoría como son los casos de las observaciones

SEGUNDA: Después de persistente agravación, lenta mejoría,[72]


TERCERA: Agravación rápida, corta y fuerte, seguida de rápida mejoría del enfermo[73] y
UNDÉCIMA: cuando se ven reaparecer viejos síntomas,[74] sobre todo si el empeoramiento es corto
como en la tercera.
La PRIMERA observación: Una prolongada agravación y aniquilamiento final del enfermo sería la
excepción por el gran deterioro orgánico.[75]
* Por el contrario, son enormemente decepcionantes los casos en que la mejoría precede al
empeoramiento: observaciones

QUINTA: La mejoría viene primero y la agravación sigue después, [76]


SEXTA: alivio demasiado corto de los síntomas [77]  y
SÉPTIMA: Una total mejoría de los síntomas, pero sin particular alivio del enfermo,[78] en las que el
remedio actúa como paliativo.
* Los casos que corresponden a las observaciones
CUARTA: no se presenta absolutamente agravación de ninguna clase -restablecimiento del enfermo
sin ninguna agravación-[79] y
UNDÉCIMA: cuando se ven reaparecer viejos síntomas[80] son sin duda las que todos desearíamos
encontrar, sobre todo la cuarta, que en sentido estricto no debería haber incluido puesto que no existe
agravación. Podríamos también “apuntarnos” a la tercera…
* Además de la patogenesia que se describe en la

NOVENA: acción de las medicinas sobre los experimentadores, observación y que tampoco pertenece
a nuestro tema,[81] podríamos considerar verdaderas experimentaciones los casos correspondientes a las
observaciones
OCTAVA: Algunos enfermos comprueban o reexperimentan los remedios que se les prescriben[82] y
DÉCIMA: los nuevos síntomas que aparecen después de tomar el remedio[83].  La primera de las
cuales por no ajustar la potencia a sujetos tan sensibles y la segunda por error de similitud.
* Pero el error que debemos a toda costa evitar es el que corresponde a la

DUODÉCIMA observación: los síntomas toman una dirección equivocada[84] en el que hemos hecho la
clásica supresión poniendo en riesgo la salud o la vida de nuestro paciente.
5-  RESUMEN Y CONCLUSIONES

1-    No debemos confundir agravación homeopática y agravación en homeopatía. La primera es aquella


que conduce a la curación después de la administración de un remedio homeopático. Las agravaciones
en homeopatía, incluyen obviamente a las anteriores y además, cualesquiera que se den fuera de estas
condiciones, bien por un error de prescripción, bien por un importante daño estructural o un grave
deterioro de la energía vital.

2-    Un remedio seleccionado por semejanza con los síntomas primarios pertenecientes al adecuado marco
de prescripción no produce agravación de la enfermedad, sino de algunos de sus síntomas bajo algunas
circunstancias. Es lo que llamamos agravación homeopática.

3-    Si el remedio está seleccionado por semejanza con los síntomas primarios y en el adecuado
marco de prescripción, cualquier agravación que sobrevenga conducirá a la curación del sujeto

4-    La agravación homeopática puede ocurrir en algunos casos. Veamos:

1. en pacientes hipersensibles y excitables puede aparecer algún leve síntoma; pero no


aparecerán síntomas del remedio si previamente no estuvieran en el paciente;
2. en la enfermedades agudas, durante las primeras horas se puede producir
una                                                                                                                                      ligera
agravación, a modo de enfermedad medicinal artificial más poderosa a la que acabará por extinguir
en poco tiempo; su intensidad estaría relacionada con la dosis;
3. en las enfermedades crónicas, en altas potencias y
dinamizadas gradualmente (suficientemente pequeñas y modificadas gradualmente), la
agravación puede producirse en los primeros días / semanas obien al final del tratamiento;
4. una agravación clara e inmediata de los síntomas presentes en el momento de la consulta
seguida de una progresiva mejoría, así como la reaparición de antiguos síntomas es signo de
curación.
5-    Un remedio paliativo seleccionado por semejanza con síntomas reactivos, mejorándolos o
suprimiéndolos produce agravación de la enfermedad. A esto lo denominamos supresión.

6-    El remedio paliativo, se considera, por consiguiente, una mala praxis homeopática, peor que la
prescripción de un remedio sin similitud alguna. Se acepta únicamente en casos en que la extrema
gravedad de los síntomas pongan en riesgo la vida del paciente.
7-    En pacientes hipersensibles pueden aparecer síntomas nuevos pertenecientes al remedio, lo cual
explica las experimentaciones homeopáticas o patogenesias hechas en personas sanas.

8-    En cualquier agravación que se produzca son los síntomas, sobre todo los del psiquismo, los que nos
deben guiar en nuestra toma de decisiones.

9-    En los textos clásicos se percibe un temor a errar en las dosis que no tienen hoy los clínicos de larga
experiencia, los cuales coinciden únicamente en la necesidad de no repetir la misma potencia  en un
corto intervalo de tiempo al prescribir un remedio.

10- No se debe confundir agravaciones homeopáticas con las exoneraciones o las agravaciones


inespecíficas, por los motivos explicados.

11- Las decisiones del médico dependerán de cada caso:

1. cuando se ha hecho una prescripción con un criterio riguroso, se debe esperar a que el remedio
agote su acción antes de una nueva prescripción;
2. cuando pacientes hipersensibles que ha hecho una patogenesia  no buscada así como en casos
de supresión, antidotar y/o suspender el tratamiento;
3. en algunas supresiones se puede también prescribir un otro remedio que cubra el nuevo cuadro;
4. mejorar los emuntorios y continuar el tratamientoen caso de exoneración.
12- Finalmente, en mi opinión de paciente y homeópata sin experiencia clínica, no está justificado el
temor a las agravaciones en homeopatía, porque, si se producen, por lo general son leves. Las más
graves son las supresiones y los clínicos son muy conscientes de su gravedad por lo que rara vez incurren
en el error.

Sevilla, marzo de 2007

6-  BIBLIOGRAFÍA

HAHNEMANN, S., Doctrina y Tratamiento Homeopático de las Enfermedades Crónicas. Ed. Albatros,


Buenos Aires 1986.
HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Trad. Emilio Morales Prado y Juan Pablo Larreta
Zulategui. Ed. Mínima. Sevilla, 2006.
HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Trad. del inglés por Jorge C. Torrent. Ed. Porrúa.
México, 1984.
KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988.
MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Noxología Homeopática. Ed. Dilema. Madrid, 2004.
MORALES PRADO, Emilio, La Magia de la Homeopatía. Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos.
Sevilla, 2000
NAVARRO-BELTRÁN IRACET, Estanislao y Col, Diccionario Terminológica de Ciencias Médicas, Ed.
Masson, 13ª edición. Barcelona, 1996.

[1] “Pero en casos realmente graves –añade el autor-, con gran deterioro orgánico, pueden existir
prolongados agravamientos. Nos estamos refiriendo a enfermedades muy serias”: MORALES PRADO,
Emilio, La Magia de la Homeopatía.  Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos. Sevilla, 2000, p. 121.
[2] Ibídem, p. 121.
[3] NAVARRO-BELTRÁN IRACET, Estanislao y Col, Diccionario Terminológica de Ciencias Médicas, Ed.
Masson, 13ª edición. Barcelona, 1996, p. 31.
[4] Ibídem, p. 393.
[5] “Los homeópatas concebimos la enfermedad interna como un desequilibrio de la dynamis (no
perceptible en sí mismo) que determina en el organismo unos efectos perceptibles a los que llamamos
síntomas”: MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Noxología Homeopática. Ed Dilema. Madrid, 2004,
p. 152.
[6] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Trad. Emilio Morales Prado y Juan Pablo Larreta
Zulategui. Ed. Mínima. Sevilla, 2006,  § 6.
[7] MORALES PRADO, Emilio, La magia de la Homeopatía. Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos.
Sevilla, 2000, pp. 117 y 118.
[8] Ibídem, p. 121.
[9]  Pero la homeopaticidad sólo se demuestra al final, cuando se ha curado al enfermo: “Cuando un
remedio homeopático haya obrado correctamente, cuando haya curado al paciente, ha demostrado con ello
que está homeopáticamente relacionado con el caso”:  KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad.
Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988.
[10]“…”lo digno de curar” no se concreta sino en el conjunto de síntomas que habremos de tomar en el
paciente y que finalmente compararemos con el conjunto de síntomas de las patogenesias a fin de
encontrar el remedio curativo. De este modo “lo digno de curar” viene a ser el eje del criterio médico y
terapéutico en homeopatía”: MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Noxología Homeopática. Ed
Dilema. Madrid, 2004. p. 151.
[11] “Todo agente que actúa sobre la vitalidad, toda medicina, perturba en más o en menos a la fuerza vital
y provoca cierta alteración en la salud del individuo durante un período más o menos extenso. A esto se
denomina acción primaria. Aun cuando sea producto del poder medicinal y del de la fuerza vital
conjugados, ella se debe fundamentalmente al primero. A su acción nuestra fuerza vital intenta oponer su
propia energía. Esta acción resistente es una propiedad, verdaderamente es una acción automática, del
poder que preserva nuestra vida y merece el nombre de  acción  secundaria  o acción reactiva”:
HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Trad. del inglés por Jorge C. Torrent. Ed. Porrúa.
México, 1984, § 63.
[12] El síntoma primario es, por consiguiente, la expresión inmediata de la noxa sobre el organismo vivo
mientras que el secundario representa la reacción del organismo, un intento de curación que a veces
tendrá éxito (enfermedades agudas) y a veces no (enfermedades crónicas) pero que en todo caso será […]
parte del “poder que conserva nuestra vida”:  MORALES PRADO, E., Fundamentos de Noxología
Homeopática. Ed Dilema. Madrid, 2004,  p. 173.
[13] “La más alta aspiración del médico es sanar a los enfermos, lo que se llama curar”:HAHNEMANN,
S., Órganon de la medicina racional. Op. cit.,   § 1.
[14] MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p.153.
[15] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit.,  § 2.
[16] HAHNEMANN, S., Ibídem,  § 14.
[17] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición en MORALES PRADO, E., Fundamentos de
Noxología Homeopática. Op. cit., pp. 156-161.
[18] MORALES PRADO, E., Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p. 162.
[19] Ibídem., p. 169.
[20] Ibídem, p. 173.
[21] “Si nos interesan por encima de todo los efectos primarios de los medicamentos, se debe al hecho de
que tales efectos constituyen la acción genuina de la sustancia sobre la dynamis del paciente y son por
consiguiente los síntomas que nos dicen fehacientemente del efecto curativo del medicamento”: MORALES
PRADO, E.,Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p. 173.
[22] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., nota al  § 67 en MORALES
PRADO, E., Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p.171.
[23] MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p. 306.
[24] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 130. // “la enfermedad, si no fuera muy
antigua, generalmente será eliminada y extinguida por la primera dosis, sin mayor perturbación”:  Órganon
de la Medicina, sexta edición, op. cit., § 154.
[25] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., en observ. al § 131.
[26] “Esto es la enfermedad medicamentosa, éstos son los síntomas del remedio que pronostican el futuro
de aquel caso, porque si el remedio no fuera lo suficiente similar al caso, no podría hacer estas cosas, y es
por la similitud de enfermo y medicamento que éste pone en evidencia estos síntomas que aquel tenía en
la sombra. Pero el remedio no le puede dar los síntomas que él no tiene. No puede darle los síntomas que
no están relacionados con él, excepto en los casos llamados hipersensibles. Como sabéis, los
hipersensibles son capaces de experimentar los más variados síntomas con cualquier cosa que les
deis”:  KENT, James, Tyler, Filosofía Homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos
Aires,  1988, p. 300.
[27] “Pero, aunque es cierto que un remedio homeopático adecuadamente seleccionado destruye
suavemente y elimina la enfermedad sin dar origen a síntomas especiales que, perteneciendo al
medicamento, no estén presentes en el paciente, es decir sin excitar sufrimientos de un nuevo tipo, con
todo ocasiona usualmente, por así decir, una ligera agravación del estado del paciente en la primera hora o
dos horas después de su administración”. HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional, Op. cit., §
132.
[28] MORALES PRADO, Emilio, La magia de la Homeopatía. Op. cit., pp.121 y 122. Debo hacer notar que,
aun no habiendo experimentado tales síntomas el paciente, sí pueden pertenecer al desequilibrio de su
dynamis y, por consiguiente, preexistir al tratamiento puesto que el proceso morboso es homogéneo y una
realidad única (Cfr., Fundamentos de Nosología Homeopática, Op. cit., p. 162)
[29] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit.,  § 132.
[30] Ibídem, observ. al  § 132.
[31] Dejo a la doctora DINAH MORALES la clarificación de este concepto, algo confuso en los textos
clásicos.
[32] Considera una de las tres faltas graves que puede cometer el médico es “Creer demasiado débiles las
dosis que la experiencia, apoyada sobre numerosas experimentaciones, me ha inducido a emplear para
cada medicamento antipsórico”. Las otras dos son: “elegir un medicamento que no conviene”  y ”no dar a
cada dosis el tiempo necesario para que agote su acción”: HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento
homeopático de las enfermedades Crónicas, Trad. J. L. Jourdan. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1986, pp. 145
y 146.
[33] Ibid. § 132.
[34] “En las curaciones homeopáticas la experiencia nos enseña que las medicinas “Tal incremento de los
síntomas originales de una enfermedad crónica puede aparecer solamente a la finalización del tratamiento,
cuando la curación ha sido casi o total mente lograda”: HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta
edición, Op. cit., § 161). //  “Finalmente, indica que el principio vital, ahora libre de la enfermedad natural,
comienza a sufrir únicamente algo de la enfermedad medicinal, conocida como  agravación
homeopática”(Ibídem, § 280).
[35] Cfr., p.e., HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., §§ 91, 92.
[36] Cfr. HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit.,  § 248.
[37] Ibídem,  § 270.
[38] HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las enfermedades Crónicas, Op. cit.,p. 143.
[39] Ibídem, p. 144.
[40] Ibídem,  pp. 148 – 150.
[41] Cfr. nota 34.
[42] MORALES PRADO, E., La Magia de la Homeopatía. Op. cit., pp. 122 y 123.
[43] Ibídem, p. 124.
[44] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., §§ 56-60.
[45] Ibídem,  § 58.
[46] Ibídem,  § 59.
[47] Ibídem,  § 69.
[48] MORALES PRADO, E., Fundamentos de nosología Homeopática. Op. cit.,  p. 173
[49] Ibídem, pp. 173 y 174.
[50] Aun siendo homeopático el remedio, Hahnemann considera errónea la prescripción, incluyo por eso el
caso en este apartado. Seguramente alguno de los clínicos de hoy considerarían que el error está más en
la aplicación de la ley de semejanza que en la dosis o potencia del remedio.
[51] HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las enfermedades Crónicas, Op. cit., pp. 144 
y 145.
[52] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 20.
[53] Cfr .nota 18
[54] Cfr. la cita correspondiente a la nota 28.
[55] MORALES PRADO, E.,  La Magia de la Homeopatía. Op. cit. P. 122.
[56] HAHNEMANN, S., Doctrina  y tratamiento homeopático de las Enfermedades Crónicas. Op. cit.,  p.
144.
[57] Ibídem, p. 150.
[58] Ibídem, p. 143.
[59] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit.,  §§  133 y 134.
[60] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., §§  146 y 147 y Órganon de la Medicina.
Sexta edición.  Op. cit., § 173.
[61] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 159.
[62] KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires,
1988.
[63] No se fía de un alivio que comienza sin alguna agravación, el remedio probablemente no era
enteramente similar; por el contrario, una ligera acción del remedio sobre la enfermedad es una buena
señal: KENT, James Tyler, op. cit., p. 303.
[64] Ibídem,  p. 305.
[65] Ibídem,  p. 308.
[66] Ibídem, p. 308.
[67] “He visto las más serias reacciones que parecían necesarias para el restablecimiento de la salud. Tal
estado en una enfermedad aguda que ha seguido varios días sin remedio y con una amenaza muy grande,
será para la enfermedad aguda lo que muchos años serían para una enfermedad crónica de larga
duración”: KENT, James Tyler, op. cit., p. 297.
[68] “En los pacientes débiles esperaréis una reacción débil o ninguna reacción después de administrar el
remedio, pero en los casos débiles son de un carácter que no tienen muchos síntomas, y muy rara vez
podréis encontrar un remedio verdaderamente específico”: KENT, James Tyler, op. cit., p. 300.
[69] “Si de la enfermedad han resultado cambios en los tejidos, entonces veremos agravaciones llamativas,
y aun agravaciones de las que no se puede esperar el restablecimiento”:KENT, James Tyler,  op. cit., p.
297.
[70] “Entre los signos que, en todas las enfermedades […], nos informan acerca del comienzo de una leve
mejoría o agravación no fácilmente perceptible, el más certero e instructivo es el estado mental del paciente
y su comportamiento íntegro:” HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina, sexta edición, § 253.
[71]KENT, James Tyler,  op. cit.,  pp. 312 y 313.
[72] En este caso, nos podemos encontrar –dice- con prolongadas agravaciones a lo largo de muchos años
y es debido a que “estaba comenzando en él algún profundo cambio en los tejidos de algún órgano”: KENT,
James Tyler,  op. cit., p. 316.
[73] Siempre a una agravación rápida, corta y más o menos fuerte sigue una mejoría duradera del enfermo.
Si hay algún daño estructural, nunca será en órganos vitales, únicamente pueden observarse cambios
superficiales. “De esta naturaleza es la agravación de los síntomas que se presentan a las primeras horas
de haber tomado un remedio verdaderamente homeopático en las enfermedades agudas o durante los
primeros días de u caso crónico”: KENT, James Tyler, op. cit.,pp. 316 y 317
[74] Se trata de un remedio exactamente homeopático y a la potencia adecuada en un sujeto curable con
gran energía vital. Los viejos síntomas, que habían desaparecido durante largo tiempo sustituidos por otros
nuevos es corriente que reaparezcan en cuanto la agravación se manifiesta, y de ahí que veamos
desaparecer los síntomas en orden inverso en que se presentaron: KENT, James Tyler, op. cit.,  pp. 324.
[75]Para un paciente incurable de tan escasa energía vital es erróneo el remedio por su  alta potencia. No
se deben dar potencias que excedan de la 200: “la de 30 es suficiente para cualquier persona y cualquier
caso”.”En casos dudosos –advierte- es bueno emplear las más bajas potencias, y siempre con precaución,
estando preparado para antidotar la medicina si ella toma un falso camino”. Si a pesar de la agravación, al
fin reacciona y mejora, es que el organismo no estaba tan comprometido:  KENT, James Tyler, op. cit.,  pp.,
314 – 316
[76] El caso es frecuente en afecciones graves. Bien se trata de un caso incurable, en el que altísimas
potencias establecen un estado de orden en el enfermo que continuará durante varios meses incluso sin
medicina, o de una prescripción errónea (remedio paliativo), siempre que la agravación se produzca a los
pocos días, si la mejoría dura hasta cuatro semanas habrá que pensar en algún obstáculo a la curación:
KENT, James Tyler, op. cit., pp. 318 -320
[77] Supone un remedio bien seleccionado y una energía vital en buen estado. Si la mejoría no dura se
debe en los casos agudos a un alto grado de  inflamación y en los crónicos a daños estructurales. KENT,
James Tyler, op. cit., pp. 320 y 321.
[78]  La prescripción es correcta pero se trata de un enfermo incurable, con escasa fuerza vital. Existe un
alivio mientras dura la acción de los remedios, que sólo es posible con remedios homeopáticos, pero el
enfermo no se cura:  KENT, James Tyler, op. cit., pp, 321 – 322
[79] Se trata de una enfermedad, aunque crónica,  sin daño orgánico. Se prescribió el remedio exacto y en
la potencia necesaria para el caso, porque hubiera habido agravación si la dosis fuese grande o en potencia
muy alta: KENT, James Tyler, op. cit., p. 318
[80] Cfr. nota 73
[81] Aquí habla Kent de las condiciones de una buena  experimentación, recomendando recoger las
variaciones constitucionales: KENT, James Tyler, op. cit., p. 323.
[82] Son pacientes hipersensibles, frecuentemente incurables, que hacen patogenesias a altas potencias;
se recomienda volver a la 30 o a la 200. Las agudas se curarán con la 30 y la 200 y las crónicas se aliviarán
con la 30, la 200 y la 500: KENT, James Tyler, op. cit., pp. 322 y 323.
[83] Se trata de síntomas no observados por el enfermo e indican una prescripción errónea en un sujeto con
buena energía vital. Cuanto mayor la intensidad de los síntomas tanto más debemos dudar de la
prescripción. Lo cual se corrobora si el enfermo vuelve a su primitivo estado: KENT, James Tyler, op.
cit.,       p. 323
[84] Afección superficial que inmediatamente se alivia, pero el enfermo se agrava en órganos vitales. Ha
tenido lugar una transferencia desde la periferia al centro. Se precisa un antídoto. Si, por el contrario, dicha
transferencia ocurriera del centro a la periferia, sería señal de buen pronóstico KENT, James Tyler, op.
cit.,  pp. 324 y 325.

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