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1 Desarrollo tecnológico y nuevas tecnologías en Venezuela.

2 La innovación tecnológica como factor de avance, crecimiento y transformación social.

3 Del renacimiento a la revolución industrial.

4 Los movimientos sociales y el surgimiento de la Sociología.

5 Desarrollo de las escuelas sociológicas.

6 El pensamiento social en Venezuela.

Desarrollo tecnológico y nuevas tecnologías en Venezuela

En los inicios de la década de los años noventa del siglo XX, aparece una serie de literatura, en
los países desarrollados, que hace énfasis en el rol de los factores particulares de una nación o
región para promover el cambio tecnológico, la cual destaca el llamado aprendizaje por
interacción, donde usuarios, proveedores, competidores, y la infraestructura científica y
tecnológica, interactúan en la generación de innovación (Cervilla, 2001).

De esta manera, surge la noción de sistema nacional de innovación (SNI) como un modelo
interactivo de creación y uso del conocimiento en el cual participan los diferentes agentes
relacionados con la producción y el desarrollo tecnológico. Este resulta de la necesidad de
estudiar los procesos de innovación bajo una visión sistémica y de la importancia atribuida al
contexto institucional y al factor organizacional en el aprendizaje y difusión de tecnologías
(Casiolato, 1994).

En este sentido, algunos economistas, de los países desarrollados, han aceptado la existencia
de propiedades sistémicas de las organizaciones e instituciones dedicadas a la investigación e
innovación, que caracterizan a las economías nacionales y que determinan los resultados
económicos. Por lo tanto, se comenzó a desarrollar el concepto de SNI para intentar explicar la
diversidad de resultados nacionales en materia de crecimiento económico a partir de
diferencias en la arquitectura institucional y organizativa de la innovación.

Desde entonces, muchos países de diversas regiones, desarrollados y en desarrollo, vienen


realizando esfuerzos por caracterizar sus SNI, formulando métodos de análisis, diagnósticos,
clasificación y comparación. En el ámbito académico, los esfuerzos se orientan al desarrollo de
marcos analíticos y fundamentos teóricos.

El presente artículo tiene como propósito explorar el sistema nacional de ciencia, tecnología e
innovación en Venezuela. La investigación realizada es de tipo documental-bibliográfica. Se
estudia el enfoque de los SNI y se hace un recorrido histórico de la evolución del sistema
nacional de ciencia, tecnología e innovación a nivel regional (América Latina) y nacional
(Venezuela).
1. EL ENFOQUE DE SISTEMA DE INNOVACIÓN: UN ANÁLISIS DE SU MARCO
CONCEPTUAL

Los análisis existentes sobre los sistemas de innovación constituyen un marco conceptual o
enfoque, más que una teoría como tal. Así mismo, el análisis sistémico del proceso de
innovación presenta una fundamentación conceptual ecléctica, derivada de varias teorías o
corrientes de pensamiento económico, entre ellas: la economía evolucionista e industrial, la
nueva teoría del crecimiento o crecimiento endógeno y la economía institucional.

El sistema de innovación no es una institución u organización en particular, sino una manera de


articular diversas instituciones, organizaciones y actividades. Este conjunto de instituciones y
organizaciones, al interactuar, comparten conocimientos y habilidades que contribuyen al
desarrollo y a la difusión de nuevas tecnologías creando un ambiente de innovación. La
estructura de los sistemas de innovación ayuda a explicar por qué los procesos de innovación
difieren de unos países/regiones a otros/as.

Han desaparecido casi por completo las explicaciones basadas en un único factor (como el
empuje de la tecnología o el tirón de la demanda). En verdad, al percibirse que los “usuarios ”
de conocimiento son también productores, y viceversa, la idea de fragmentar analíticamente las
actividades relacionadas con el conocimiento en sus facetas de oferta y demanda empieza a
cuestionarse (O’Doherty y Arnold, 2002).

Probablemente la primera definición académica de SNI la da Freeman (1987, citado en Neffa,


2000) que como tal la define como una red de instituciones públicas y privadas, cuyas
actividades e interacciones van encaminadas a iniciar, importar, modificar y difundir nuevas
tecnologías. La idea de SNI fue inventada por el economista sueco Lundvall (1992, citado en
Neffa, 2000), quien se basó en el concepto de Friedrich List contemplado en su obra “The
National System of Political Economy”, publicado en 1841, y puso el acento sobre las
relaciones entre usuarios y productores, dentro de la economía nacional.

En este sentido, se puede señalar que un SNI comprende elementos y relaciones que
interactúan en la producción, difusión y uso de conocimiento nuevo y económicamente viable,
localizado dentro de las fronteras de un Estado o nación. Las finalidades principales de un SNI
son contribuir a que las instituciones y organizaciones que formen parte de él obtengan
fácilmente la transferencia de conocimientos, facilitar la resolución de problemas y reducir los
riesgos y costos derivados de la innovación.

El concepto de SNI pone de manifiesto la importancia fundamental de las redes de actores y


los entornos institucionales dentro de los cuales se desarrollan los procesos innovadores. La
importancia de este nivel se explica porque, en un contexto de liberalización de los mercados
internacionales, se genera un fuerte aumento de la competencia. La adaptación a las nuevas
condiciones de las firmas se ve enormemente facilitada por el aprovechamiento de la
infraestructura tecnológica, lo cual será más eficaz mientras mayor sea el esfuerzo de
colaboración entre empresas y otros actores (Montero y Morris, 1999).

2. CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN EN AMÉRICA LATINA

En los países del denominado “Tercer Mundo”, a la zaga del desarrollo, los SNI se han
instalado de manera formal, existiendo solamente, en el mejor de los casos, como una meta a
alcanzar enunciada en los planes y políticas de los gobiernos nacionales. Entre estos casos, se
encuentran Argentina, Chile, México, Venezuela, entre otros. En los países latinoamericanos,
es fundamental la intervención del Estado, para crear las condiciones necesarias que hagan
posible la instalación de un ambiente propicio para la consecución de los procesos
generalizados de innovación y la inserción competitiva de estos países dentro de los
escenarios internacionales (Genatios y Lafuente, 2004).

En el trabajo editado por Oro y Sebastián (1993), se describen los sistemas de ciencia y
tecnología de los países iberoamericanos, pudiendo observarse un diferente grado de
desarrollo, debido no sólo a la heterogeneidad real presente en el espacio iberoamericano, sino
también al diferente compromiso político de los propios países en relación con el desarrollo
científico y tecnológico.

En dicho trabajo, puede evidenciarse que en la mayor parte de los países de América Latina, el
sistema de ciencia y tecnología se organizó inicialmente de manera bastante semejante, de
acuerdo con un modelo organizativo en el que un consejo o comisión nacional se ocupa de la
promoción del desarrollo científico a través de centros de I+D públicos, esencialmente
universidades y organismos de investigación, asociados al mismo, que suele complementarse
con algunas organizaciones de I+D de carácter sectorial.

En el área de desarrollo científico y tecnológico latinoamericano, el desiderátum organizativo


fue la construcción y el fortalecimiento del sistema (sector) científico y tecnológico en donde se
ubican las instituciones encargadas de generar y transmitir los conocimientos eventualmente
requeridos por la sociedad. Dicho sistema o sector queda entendido como un espacio
institucional ubicado fuera del ámbito económico. El sistema o sector, en fin, representa la
oferta y la sociedad la demanda. Se ignora la ubicuidad de las capacidades que entran en
juego en el proceso innovativo e igualmente se concibe a éste como un hecho científico y no
como un hecho eminentemente económico (Ávalos, 1992).

En las décadas de los años de 1950 y 1960, en un número significativo de países de América
Latina tiene lugar una mejora sustancial en la institucionalización de la ciencia y en la creación
de infraestructura para el desarrollo científico. Sin embargo, el modelo generalizado de política
industrial y económica propició más la compra de tecnologías en el exterior que el incentivo
nacional por desarrollar una capacidad de generación de tecnologías o, al menos, para asimilar
mejor y rentabilizar las tecnologías adquiridas.

Por lo tanto, la mayor parte del esfuerzo en el ámbito de la investigación se centró en la ciencia
básica, siguiendo un modelo de oferta, dedicando una escasa inversión en el campo de I+D por
parte del sector productivo y, en consecuencia, con una mínima vinculación entre ambos
campos. Estas características confieren cierta debilidad estructural a los sistemas de ciencia,
tecnología e innovación de los países latinoamericanos.

A esta debilidad se unió en los años de 1980 cierta reducción en el financiamiento y en el


apoyo institucional y político al desarrollo científico, como consecuencia de la crisis económica
general en los países de América Latina. Esta evolución, que afectó en términos generales a
los países más desarrollados de la región, apenas incidió en los de menor desarrollo, en los
que todavía persisten dificultades para consolidar capacidad nacional para desarrollar la I+D.

A partir de finales de los años 80 y comienzo de los 90 se vislumbran ciertos cambios en esta
tendencia. La ciencia, la tecnología y la innovación reaparecen en las agendas políticas y el
desarrollo científico y tecnológico se asocia con la imprescindible modernización y con la
necesaria incorporación a la economía internacional. Sin embargo, los problemas estructurales
y financieros de la I+D en América Latina siguen siendo serios.

Recientemente, se ha comenzado a difundir el concepto de sistema nacional de ciencia,


tecnología e innovación (SNCTI), el cual ha sido incorporado en algunas leyes nacionales de
ciencia y tecnología aprobadas en América Latina, como la de Argentina (marzo de 2001) y
Venezuela (agosto de 2001 y reformulada en 2005). La intención básica que se persigue es
tornar explícitamente la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación como espacio
de promoción de la política pública. Por lo tanto, los objetivos de política deben considerar la
innovación en el centro de la política al mismo nivel de otras prioridades sociales; no se trata de
colocar, o no, la innovación en el centro de la política, se trata de impulsarla con fines de
brindar bienestar a la sociedad (Mercado y colaboradores, 2002).

3. EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN EN VENEZUELA

Entre 1936 y 1958, Ruiz (1992) hace un análisis de la ciencia y la tecnología en Venezuela. Allí
señala tres aspectos esenciales que influyeron en el desarrollo de la actividad científica en el
país. Uno de ellos fue el crecimiento y la complejización del Estado, con el objetivo de
modernizar el país. La acción del Estado permitió la institucionalización de las actividades
científicas. Un segundo aspecto, posteriormente a 1940 y producto de la expansión de los
sectores profesionales con formación científica fue el movimiento de agremiación que comenzó
a darles un perfil social más nítido a los investigadores y que se fortaleció con la creación de
instituciones estrictamente científicas. Por último, como resultado de estos dos procesos, se
incrementó la aparición de publicaciones periódicas a lo largo de este período.

Es a partir del inicio de los años de 1950 cuando en Venezuela se puede hablar de un
desarrollo científico moderno (Freites, 1989), sin embargo, es después de 1958, que tomó
mayor empuje la actividad científica producto de la democracia de partidos, la industrialización
de sustitución de importaciones, la expansión de la educación y la urbanización del país. Tal
como afirma Charles (2003) el momento político iniciado en 1958 empalma con la emergencia
de los postulados de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (en inglés, UNESCO) sobre la planificación, asunto que incide en la creación de la
Oficina Central de Coordinación y Planificación de la Presidencia de la República
(CORDIPLAN) en el mismo año 1958, del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) en
1960 y del Consejo Nacional de Investigaciones de Científicas y Tecnológicas (CONICIT) en
1967, en Venezuela.

Según destaca Freites (1989), en el lapso que va de 1959 a 1968, el desarrollo de las
instituciones científicas está vinculado al crecimiento de la educación universitaria, ya que no
existía presupuesto público, para sufragar la ciencia. Durante casi una década, lo que va de
1960 a 1970, algunos científicos, de manera personal, así como la Asociación Venezolana para
el Avance de la Ciencia (ASOVAC), le propusieron al Estado venezolano la creación de un
organismo que permitiera el financiamiento y la creación de las condiciones para la
investigación, pero no se mencionó la planificación para tal fin.

Para Freites (1989), el origen del CONICIT surge del apoyo de la comunidad científica
venezolana que aliada con educadores, ingenieros y algunos empresarios demandaban que el
Estado asumiese la responsabilidad y la obligación directa de impulsar, proteger y financiar el
desarrollo científico y tecnológico en el país. Así destaca la autora que el área científica y
tecnológica, para ese entonces, comienza a ser incorporada en los programas electorales de
los candidatos que concurren a los comicios presidenciales de 1973, aunque se la vea como un
componente del sector cultural. Es entonces, a finales de los años 1970 y, específicamente, a
consecuencia de la creación del CONICIT, que la idea de planificación comienza a tomar
cuerpo, en principio indirectamente y luego, a través de un proceso gradual, de manera más
explícita.

Es importante señalar, de acuerdo con Sánchez (2003), que el CONICIT adoptó inicialmente el
enfoque del “modelo lineal” de la innovación, según el cual ésta se inicia con la investigación
básica y continua de manera secuencial con la investigación aplicada, el desarrollo tecnológico,
hasta que se produce finalmente la transferencia de los resultados de la investigación al sector
productivo. Bajo esta concepción también denominada “ofertista”, el progreso y el crecimiento
económico son el resultante del desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto se traduce en el
establecimiento de políticas y diseño de instrumentos que sirvan para el fortalecimiento de la
capacidad de investigación. A consecuencia de esta visión, con base a Peña (2001), durante
los años 1960, 1970 e incluso 1980, era casi unánime el planteamiento de que el objetivo
fundamental a perseguir era la construcción de una masa crítica de investigadores.

En el contexto de la “Gran Venezuela” durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez,


en 1974, comenzó a hablarse de un nuevo CONICIT, cuyo supuesto fundamental era la
necesidad de cerrar el triángulo, vinculando funcionalmente la ciencia, el sector productivo y el
Estado, de acuerdo con el esquema del “triángulo de Sábato”. En este período predominó la
concepción según la cual el atraso científico y tecnológico explicaba el subdesarrollo de nuestro
país. No obstante, prevalecía el modelo lineal imperante en el viejo CONICIT.

Dentro de este marco, la planificación aparecía como el mecanismo más acorde para promover
el sector de ciencia y tecnología, posición que tendría un marcado sesgo centralista e
intervencionista. Es así como en 1976, CONICIT formuló el Primer Plan Nacional de Ciencia y
Tecnología, el cual asumía los mismos lineamientos que orientaban el V Plan de la Nación,
estableciendo una equivalencia directa entre las prioridades para el desarrollo científico y
tecnológico y las prioridades económicas (Sánchez, 2003).

En otro orden de ideas, cuando en la década de 1960 se impulsa el proceso el industrialización


por sustitución de importaciones, según Freites (1989), era bien poco lo que la sociedad
venezolana podía exhibir en cuanto a capacidad tecnológica; hasta ese entonces había pocas
industrias en el país, y la más grande –la petrolera– era extranjera. Es por ello que la
industrialización en Venezuela se basó en la compra de plantas industriales en las cuales se
producirían los productos que desde los años de 1920 la población venezolana se había
acostumbrado a consumir.

Pero, tal como señala Freites (1989), durante ese período, se crearon las industrias nacionales,
en su mayoría destinadas a sustituir, ensamblando los productos que antes importaban, porque
ya desde esa época, tanto el sector público como privado, tendió a concebir la tecnología como
un factor exógeno al proceso productivo, de la cual sólo interesaba conocer dónde se podía
adquirir y cuánto valía. En consecuencia, según Ávalos (1984), los aspectos tecnológicos no
fueron vinculados al funcionamiento económico y financiero de la industrialización y, por
consiguiente poco se interesaba el que se creara una capacidad tecnológica propia en el país
como al interior de las mismas empresas.

Es a mediados de 1994, cuando el CONICIT inicia un proceso transformador, a través de


consultas intra y extrainstitucionales, destinadas a “repensar el CONICIT”, que intentaban
recoger la necesidad de superación de la visión lineal de la innovación, junto al mantenimiento
de la exigencia de utilidad social de la ciencia. Tal como destaca Peña (2001), hasta 1994, la
estructura y funcionamiento del CONICIT venezolano no permitieron distinguirlo de las
organizaciones nacionales de ciencia y tecnología latinoamericanas del momento, todas
diseñadas (y con una amplia experiencia ganada) dentro de las perspectiva de la planificación y
financiamiento de las tareas asociadas a la investigación académica, procurando hacer realidad
los postulados que soportaban el modelo lineal.
Siguiendo a Peña (2001) se afirma que en el núcleo de la propuesta planteada se hallaba el
cambio radical del centro de atención de la acción pública liderada por CONICIT, abandonando
la pretensión de controlar el sector ciencia y tecnología desde una institución rectora e
intentando a la vez liberarla de ataduras excesivamente estrechas a los objetivos propios de la
comunidad científica, para convertirse más bien en una instancia promotora que permitiera
crear lazos entre los elementos que deberían constituir el SNI.

En este sentido, estos propósitos obligaron a CONICIT a crear durante 1995-1998 nuevas
maneras de intervención. Entre estas formas de iniciativas están las relacionadas con el apoyo
a los procesos de innovación y las agendas de innovación. Ésta última constituye, tal vez, el
ejemplo más representativo del cambio de actitud institucional profundo que procuraba el
CONICIT. Posteriormente, con la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) en
agosto de 1999, las agendas se consolidaron y repotenciaron.

El MCT se orienta a la consolidación de un sistema nacional de ciencia, tecnología e


innovación que articule y sintonice los distintos actores sociales, dirigido a generar un
crecimiento productivo con equidad. A través del lema “Ciencia y Tecnología para la Gente”, el
MCT resume su intención de convertir la ciencia, la tecnología y la innovación en los motores
del desarrollo económico y social del país. Así mismo, la Constitución de 1999, la promulgación
de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación, en el 2001 y reformulada en 2005, así
como el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2005-2030, apuntan en la misma
dirección.

CONSIDERACIONES FINALES

Se puede señalar que Venezuela ha desarrollado una importante capacidad de investigación


académica lo cual se ha traducido en la conformación de un sistema nacional de investigación,
pero no así de desarrollo tecnológico y de innovación. En este sentido, se destaca que el
proceso de consolidación de estructuras de creación y generación de conocimientos científicos
y tecnológicos, revela diferencias significativas en la evolución de estos dos esfuerzos.

En relación con la infraestructura científica, se observa que desde la década de los años de
1950, hasta principios de los años de 1980, se logró una importante consolidación y expansión
de una serie de instituciones cuyos objetivos eran el desarrollo de la actividad científica. Por lo
tanto, uno de los importantes beneficios de este proceso fue el aumento en la formación de
profesionales, en prácticamente todas las disciplinas científicas, en un amplio espacio
geográfico nacional.

En cuanto a la creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico se observa


una situación más débil en este ámbito. La cantidad de centros creados para este fin ha sido
baja en comparación con la creación de organismos para la investigación científica. Por otra
parte, las áreas de actuación de los centros que se crearon durante los primeros años, revela la
inexistencia de alguna vinculación directa con las necesidades de las industrias estratégicas en
Venezuela, desarrollada en ese momento (petróleo, petroquímica, hierro). Esto generó una
dinámica de funcionamiento orientada a garantizar su sobrevivencia, determinando una
capacidad incipiente, tanto desde el punto de vista de los recursos humanos como de
infraestructura.

De allí, que el SNCTI venezolano con enfoque ofertista pueda ser catalogado de limitado, por
cuanto fue insuficiente en la creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico,
es decir, en el desarrollo de mecanismos efectivos que permitieran un proceso technological
push que estimulará las capacidades en la estructura productiva. En consecuencia, se falló en
la creación de instancias que pudieran garantizar un soporte al desarrollo industrial y generar
una alternativa de fuentes de tecnología para el país.

Es por ello que se cuestiona la eficacia de la visión ofertista para asumir el desarrollo
tecnológico en Venezuela, sobre todo si se toma en cuenta que el espacio tradicional para el
desarrollo de esta actividad es la empresa, es decir el sector de la demanda. La realidad de la
industria venezolana, en general, se caracteriza por una baja capacidad de involucrarse en
actividades de desarrollo tecnológico y de innovación.

En Venezuela, el MCT fue creado en 1999, con la función primordial de consolidar el SNCTI,
enfatizando el hecho de que tal sistema debe proveer el ambiente y recursos necesarios para
la creación, circulación y utilización del conocimiento en la sociedad, en sentido amplio.

Del renacimiento a la revolución industrial

2. Renacimiento es el término con el cual se identifica la revolución o amplio movimiento social, cultural,
artístico que ocurre entre el siglo XV y XVI.

3.Características del renacimiento.


http://renacimientodescubrimientodelhombre.wordpress.com/2008/07/10/caracteristicas-del-
renacimiento/<br />

4. Renacimiento Modo de vida, Movimiento de renovación cultural en artes y letras, también en la vida
social, económica y política Mujer renacentista: cuerpo de formas curvadas, la frente alta y despejada sin
apenas cejas y la piel blanquecina.<br />• Prendas confeccionadas por sastres (lana, lino, seda,
algodón).<br />• Aparecen los mecenas. <br />•El hombre renacentista concibe la vida como una etapa
de la que hay que disfrutar antes de que llegue la muerte. <br />• El hombre renacentista siente
necesidad de saber y aprender (ya no poseen una educación eclesiástica). <br />El renacimiento.
Renacimiento. http://j.orellana.free.fr/textos/renacimiento.htm . (24/08/2011). <br />

5. Renacimiento<br />Clases sociales<br />(S/N). (S/A). Renacimiento.


http://www.slideshare.net/fridaflme/renacimiento-presentation-739885. (24/08/2011).<br />

6. Renacimiento<br />Hombres y Mujeres<br />• Gorguera <br />• Mangas desmontables <br />•
Agujetas<br />• Pañuelo<br />Vestimenta<br />Mujeres:<br /><ul><li> Mangas y las faldas.
7. Camisa interior.

8. Manga larga.

9. Vestido de cintura alta.

10. Cota, o vestido interior.

11. Verdugado.

12. Basquiña o corsé .</li></ul>Hombres<br /><ul><li> Camisa de lino blanca.

13. Jubón.

14. Justillo.

15. Bragueta.</li></ul>Lic.alfredo M.(s/a).Historia Del Traje.


http://www.historiadeltraje.com.ar/renacimiento.html. (24/08/2011).<br />

16. Renacimiento<br />Alimentación<br /><ul><li>Los suministros alimenticios eran precarios, la


posibilidad de morir de inanición era alta y la probabilidad de una debilidad permanente a causa de una
alimentación deficiente era una amenaza.

17. La alimentación se componía sobre todo de farináceos: trigo, cebada, centeno, avena y mijo. La
comida más común estaba compuesta por trozos de pan que flotaban sobre una clara sopa de verduras.
Raramente se comía carne fresca. </li></li></ul><li>Renacimiento<br />Ideología<br /><ul><li>En el
renacimiento la principal ideología es el humanismo el cual pretende dejar atrás el pensamiento
medieval, el humanismo convierte al hombre en el centro de sus intereses, para esto vuelve al hombre
mas critico e individualista.

18. El principal exponente del humanismo es Erasmo de Rotterdam este critica la crueldad de los
gobernantes , rechaza la guerra, la brutalidad y la mentira aunque justifica la guerra justa, según los
principios cristianos de la vida además de que se opone a la idea de la soberanía sin
limites.</li></li></ul><li>Renacimiento<br />Usos y costumbres<br />Algunas de las profesiones mas
comunes en el renacimiento fueron los mercaderes, así como la prostitución y los venteros. Para poder
desplazarse se realizaba el trayecto a pie o a caballo y las damas mas adineradas eran transportadas en
carruajes. Los bandoleros ,eran vulgares salteadores ya que robaban a mercaderes y a peregrinos, así
como también los gitanos eran famosos por sus artes de robar.<br />

19. Renacimiento<br />Religión<br />El Renacimiento fue un amor extremado a la vida terrena, a la
belleza y a la Naturaleza. Esta concepción fue puramente materialista y excluyera la creencia en Dios. La
Fe, la Religión, incluso la vocación sacerdotal, durante el Renacimiento, no fueron incompatibles con los
goces del mundo.(Lautaro T. s/f)<br
/>http://renacimientodescubrimientodelhombre.wordpress.com/2008/07/10/caracteristicas-del-
renacimiento<br />

20. Renacimiento<br />Avances ciencia y tecnología<br /><ul><li>Artes

21. Escultura

22. Arquitectura
23. Letras

24. Música

25. Medicina

26. Pólvora

27. Brújula

28. Imprenta

29. Cartografía

30. Química

31. Astronomía

32. Geografía

33. Ciencias biológicas</li></ul>http://tareaz.com/index.php?id_txt=YBQR1TGBH<br />

34. Renacimiento<br />Impactos de la CyT en la degradación social<br />Durante el Renacimiento,


también se desarrollan nuevas técnicas e inventos como la pólvora que se utilizo principalmente en las
armas.<br />La imprenta se transformaría en el más poderoso vehículo transmisor de las nuevas ideas, la
brújula, y la apariencia de la cartografía como una ciencia.(Lautaro T. s/f)<br
/>http://www.slideshare.net/prtn/aportes-o-inventos-en-el-renacimiento-3047158<br />

35. Renacimiento<br />Cosas curiosas<br />La Peste Negra no solo causó muertes; también tuvo efectos
sobre la economía.<br />Galileo mantuvo correspondencia con la duquesa de Toscana, Cristina de
Lorena.<br />En el ámbito religioso y, concretamente, entre los reformadores católicos, destaca Teresa
de Jesús (1515-1582), fundadora de monasterios y escritora. <br
/>http://www.periodismoenlared.com/manuscritos-leonardo-vinci<br />

36. Revolución Industrial<br />(s/n) http://www.slideshare.net/mpimienta/revolucion-industrial-


2879970 (25/agosto/2011)<br />

37. Revolución Industrial<br />Modo de vida<br /><ul><li> El crecimiento de las ciudades no fue
acompañado de una planificación urbana, de ahí la carencia de servicios básicos: agua corriente,
alcantarillado, etc.

38. La falta de higiene era absoluta. </li></li></ul><li>Revolución Industrial<br />Modo de vida<br /> Los
trabajadores vivían hacinados en pequeñas y míseras casas. Su principal pasatiempo consistía en acudir
a la taberna, en tanto las mujeres atendían las faenas domésticas. La mejora de sus salarios les permitió
acudir a espectáculos como el fútbol o el boxeo. <br />

39. Revolución Industrial<br />Modo de vida<br /> La burguesía vivía en elegantes barrios que fueron
progresivamente mejorando sus servicios de alcantarillado, agua potable, iluminación y pavimentado.
Surgieron los grandes y amplios bulevares destinados al paseo. Hacía una intensa vida social y acudía a
los cafés, al teatro, la ópera, los casinos o los cabarets. <br />

40. Revolución Industrial<br />Clases sociales<br />La Revolución Industrial determinó la aparición de
dos nuevas clases sociales: la burguesía (los dueños de las fábricas) y el proletariado (los trabajadores).
Se los llamaba proletarios porque su única propiedad era su prole, o sea sus hijos, quienes,
generalmente a partir de los cinco años, se incorporaban al trabajo. <br
/>http://1.bp.blogspot.com/_Pd9Dy9VF9GE/SApfH_pxJ0I/AAAAAAAAAuk/50SUN-
JMA9c/s400/Burguesia%2Be%2BProletariado.jpg<br />

41. Revolución Industrial<br />Vestimenta<br />La burguesía quiere diferenciarse de otras clases más
bajas y una buena manera de hacerlo es mediante la ropa; símbolo en muchos casos de un estatus social
determinado.<br />Vestimenta en los siglos<br />XVIII y XIX<br />El Corsé y El Guardainfantes <br
/>(siglo XVIII)<br /> Estilo Miriñaque <br />(Primera mitad del siglo XIX)<br />CulturaTradicionalGc. (s.f.).
http://www.culturatradicionalgc.org/Vestimenta-Tradicional/Contexto-Historico/Vestimenta-en-los-
siglos-XVIII-y-XIX.html, (25/agosto/2001)<br />

42. Revolución Industrial<br />Alimentación<br />Se mejora la alimentación gracias a los nuevos
alimentos venidos de América, como la patata, el tomate y el maíz. Además, a esta mejoría de la
alimentación se suma al sostenimiento de la tasa de natalidad, y como la mortalidad disminuye, debido
al fin de las crisis de alimentación, a los avances médicos y al descenso de la morbilidad de las
enfermedades contagiosas y las epidemias catastróficas, la población aumenta. (s/a,2010)<br />

43. Revolución Industrial<br />Ideología<br />Lucha de clases (burguesía v/s proletariado)<br />El
estado burgués, se inspiro de la ideología liberal, consideraba que toda intervención para solucionar los
problemas surgidos entre el capital y el trabajo era inútil, perjudicial e injusta, porque en toda actividad
debían respetarse las leyes naturales y no limitar la libertad de los individuos.<br
/>http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSE3JUt_zV84jYZ2e8OHi4PtN1BtcqVM-
DuMSEfqt4CNKB7z0BaOw<br />

44. Revolución Industrial<br />Usos y costumbres<br />Los cafés, los casinos y los clubes se convirtieron
en los lugares de encuentro y diversión, donde se debatían cuestiones políticas o culturales.<br
/>Surgieron formas modernas de ocio. Aristócratas y burgueses iniciaron la costumbre del veraneo.
También comenzó la práctica de deportes de forma masiva, como el golf, el tenis, el fútbol y el ciclismo, y
resurgieron las competiciones deportivas<br />20minutos (s.f.). http://listas.20minutos.es/lista/la-
revolucion-industrial-el-nuevo-mundo-271926/ (25/agosto/2001)<br />

45. Revolución Industrial<br />Religión<br />Con la revolución industrial se habría generado una enorme
tensión que habría terminado dando paso tanto al ateísmo como a nuevas formas de relación con la
religión, en las que por un lado triunfó la ética protestante y su proclividad a promover el capitalismo y
por otro se abrió paso un acentuado deísmo que reducía a la religión a un asunto meramente privado.
( Germán , 2011)<br />

46. Revolución Industrial<br />Avances ciencia y tecnología<br />Maquina de vapor<br />Telar


hidráulico.<br />Utilización del carbón como fuente de energía. <br />Técnicas modernas de
pavimentación.<br />Utilización de hierro y acero.<br />Desmontadora de algodón.<br />Vacuna de
viruela.<br />Aerostato.<br />Refrigerador.<br />Envasado al vacío.<br />

47. Revolución Industrial<br />Impactos de la CyT en la degradación social<br /><ul><li>La


contaminación del medio ambiente aumenta súbitamente con la creación de los centros industriales.

48. El desarrollo impetuoso de la economía acarreo un incremento del lujo y la riqueza de la burguesía y
a su vez, de la pobreza y la indigencia de las masas trabajadoras.
49. Los más pobres se agolpaban en viviendas de baja calidad en el centro y junto a las fábricas, sin
servicios públicos y con un aire contaminado. </li></li></ul><li>Revolución Industrial<br />Datos
curiosos<br />

50. Modernidad<br />Conclusiones<br />

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Los movimientos sociales y el surgimiento de la Sociología

El estudio de los movimientos sociales; principales enfoques teóricos

En general, el término “movimiento social” ha sido empleado para explicar un amplio espectro de
acciones colectivas en distintos contextos sociales y políticos. Esta heterogeneidad ha dado lugar a
diferentes enfoques que enfatizan diversos componentes de la acción colectiva. Si bien existen ya
balances teóricos y resúmenes exhaustivos que exponen las principales corrientes teóricas en el
estudio de los movimientos sociales 1 vale citar a manera de balance, los enfoques que han dominado
la investigación desde las ciencias sociales y especialmente desde la sociología.

Un primer lugar destaca la denominada “Teoría de la movilización de recursos” (TMR) que surge a
inicios de los ‘70 en los Estados Unidos. Entre sus principales representantes se cuentan E. Zald y Mc
Carthy (1977) quienes, tomando como referente el modelo racional- instrumental planteado por Olson
2 -, ponen énfasis en los recursos que dispone un determinado grupo para conseguir objetivos
comunes. Los movimientos sociales se definen así como formas de acción mediante las cuales los
individuos excluidos del poder organizan los recursos necesarios para movilizarse en pos de demandas
compartidas. La satisfacción o no de los objetivos comunes depende de la capacidad del movimiento
para acopiar recursos, constituir redes sociales y tejer alianzas, adquiriendo una mejor posición para
enfrentar a las elites políticas. Los movimientos sociales se hallan inmersos en juegos estratégicos de
cálculo instrumental en torno a las relaciones de poder que inciden en su orientación política
institucional y en su capacidad de auto producirse a sí mismos, generando nuevos cursos de acción
según se disponga de más y mejores recursos.

Posteriormente, a fin de dotar a las explicaciones de este enfoque teórico un marco contextual más
amplio, se formula la “Teoría de oportunidades políticas” (EOP) desarrollada por autores como Charles
Tilly, Sydney Tarrow y Doug Mc Adam, la cual si bien comparte el enfoque racional instrumental de la
TMS, introduce la variable del contexto político. Mientras que para la TMR los movimientos sociales se
explican por su capacidad de gestionar recursos por sí mismos, manteniéndose y auto produciéndose,
en la Teoría de oportunidades políticas son las condiciones del escenario político las que influyen
decisivamente en el surgimiento y desarrollo de un movimiento social. Elementos como las relaciones
de poder, la constitución de los partidos políticos o el carácter del régimen, ya sea democrático o
autoritario, definen estructuras de oportunidad que favorecen o limitan la acción de los movimientos.
Para Mc Adam (1996) la estructura de oportunidad se define como el grado de probabilidad que
tienen los grupos de acceder e influir sobre el poder político, siendo tres los puntos principales a
tomarse en cuenta en su estudio: a) diferenciar oportunidades políticas de otras clases de
oportunidades (culturales, sociales etc.), b) tener en cuenta las dimensiones que abarca la “estructura
de oportunidad política y c) considerar las diferentes posiciones que puede tomar la EOP en el análisis,
ya sea como variable independiente o variable dependiente.

El enfoque de oportunidades políticas ha sido utilizado con diversos énfasis. De un lado se ha


privilegiado estudiar el nivel institucional nacional, explicando cómo cambios en las legislaciones o en
la estructura estatal que influyen en la acción colectiva y la formación de los movimientos sociales
(Kitschelet, 1993). De otro lado, el énfasis se ha colocado en los aspectos menos institucionalizados del
sistema, relacionados con situaciones de crisis que dan lugar a momentos de conflictividad, tales como
nuevos repertorios de protesta, cambios en la configuración de las elites o la capacidad de respuesta
del movimiento a las políticas represivas implementadas por el Estado (Tarrow, 1997). Si bien la
propuesta de analizar los movimientos sociales a la luz del contexto político es un aporte pertinente,
puede también soslayar otros factores tales como la capacidad del movimiento para generar nuevas
condiciones que faciliten el surgimiento de nuevos movimientos y el papel activo que juega la acción
colectiva en la reconfiguración de las elites políticas. La oportunidad política debe ser vista no solo
como lo que explica sino también como una variable dependiente explicada a su vez por otros factores
(Mc Adam, 1996). La EOP además, comparte la idea de que los movimientos sociales buscan
incorporarse al sistema político, ámbito del que por definición no son miembros, estableciendo
relaciones de rivalidad o complementariedad con los partidos según los intereses en común y las
condiciones políticas.

Finalmente una tercera línea de estudio a destacar es la teoría de los “Nuevos movimientos sociales”,
desarrollada en la década del 70 en un escenario signado por los cambios estructurales del capitalismo
occidental, cuando declinan las organizaciones obreras y surgen movimientos como el ecologismo, el
pacifismo o el feminismo cuyos ejes articuladores antes que la clase o la ideología se centran en
nuevos valores como la autonomía o la identidad. Pensadores como Touraine, Habermas, Melucci o
Pizzorno analizan los cambios en la acción colectiva coincidiendo en señalar que las protestas se
orientan cada vez menos al control político del Estado y más a la democratización de la sociedad. Alain
Touraine (1990) define a los nuevos movimientos sociales como conductas colectivas en lucha contra
el poder dominante compuestas por tres elementos fundamentales: a) El principio de identidad, según
el cual el actor se define por sí mismo, siendo consciente de su organización y práctica conjunta, b) el
principio de oposición, referido a la capacidad del movimiento de nombrar a un adversario que surge
en el conflicto, tomando conciencia de confrontar otras fuerzas. c) el principio de totalidad, entendido
como la capacidad del movimiento para transcender al sistema histórico. La confluencia de estos tres
principios dotaría a los nuevos movimientos sociales de mayor capacidad para lograr su objetivo de
interpelar al sistema, estableciendo para ello diferentes alianzas e intercambios con los partidos sin
necesariamente plantearse el ejercicio de puestos de poder político.

En similar sentido, autores como Cohen y Arato (2000) analizan los movimientos sociales desde una
teoría social dual, según la cual los nuevos movimientos sociales a la vez que actúan sobre el terreno
cultural, las normas y las instituciones, inciden en las estructuras económicas y políticas estatales. La
acción de los movimientos sociales no necesariamente se orienta hacia el Estado ni a la consecución
de beneficios económicos sino que prioriza la democratización de aspectos excluyentes de la sociedad.
Cercana a esta línea de reflexión se cuenta lo propuesto por Offe (1996) para quien los movimientos
sociales cuestionan “los límites de la política institucional” desdibujando la línea que separa los
asuntos netamente “políticos” de los “privados” (como los temas morales por ejemplo). Se apunta así
a la politización de las instituciones de la sociedad civil, tanto por vías contenciosas y formas
simbólicas de protesta como por canales políticos representativos y burocráticos, impactando en el
ejercicio de la autoridad política que se ve obligada a replantear sus viejos paradigmas de autoridad.

El enfoque de los nuevos movimientos sociales incorpora así elementos importantes a la reflexión,
tales como el énfasis en la capacidad de la acción para reorientar sentidos excluyentes, o el papel de la
identidad, resaltando su potencial emancipador y el impacto en los componentes culturales y
subjetivos de la sociedad. Justamente, pensando fenómenos contemporáneos relacionados con una
mayor centralidad de las reivindicaciones de la identidad étnica, resulta importante lo anotado por
Pizzorno (1989) respecto al carácter abierto de la identidad colectiva en tanto se mantiene receptiva a
cambios propios de su composición, orientación o contexto temporal. Cuando la identidad vigente se
encuentra amenazada o desgastada, la dimensión abierta permite que los sujetos luchen por obtener
otra o resignifiquen la existente pues la acción colectiva existe solo en base a una identidad. Tal
proceso de cambio refiere a variaciones en las subjetividades compartidas que llevan a repensar la
lealtad al grupo. La lealtad se afirma no solo en el reconocimiento de intereses comunes sino en la
situación de compartir condiciones de vida que involucran ocupaciones, sensibilidades, aspectos
culturales y la posibilidad de gozar beneficios colectivos. Estos elementos permiten a los individuos
afrontar los diversos grados de incertidumbre que implica la acción colectiva y que escapan al cálculo
racional pues es imposible tener elementos de evaluación para todas las variables inmersas en los
momentos de la acción. La identidad abierta que propone Pizzorno se sostiene en lazos cambiantes
por los cuales los diferentes yos inter temporales brindan los marcos necesarios para afrontar la
contingencia.

En línea similar se encuentra la vertiente denominada Políticas de la identidad (“identity politics”)


según la cual el reconocimiento de ciertas características compartidas, constituye uno de los ejes
principales que operan cuando los movimientos sociales incursionan en la esfera pública. En tal
sentido F. Polleta y J. Jaspers (2001) cuestionan el énfasis excesivo que las teorías de elección racional,
ponen en los intereses como eje de la acción colectiva. Por el contrario, los autores destacan el rol que
juega la identidad en las diferentes fases del desarrollo del movimiento social confiriendo a la acción
un carácter expresivo que puede motivar nuevas adhesiones entre quienes comparten o se sienten
identificados con las características del grupo impulsor.

Esta breve caracterización resume los principales enfoques teóricos desarrollados que a su vez influido
en las investigaciones desde América Latina, donde la configuración de los actores sociales y el rol del
Estado complejizan la problemática y brindan otras aproximaciones.

2. Movimiemtos sociales y líneas de estudio en América Latina


Respecto a los estudios de los movimientos sociales en América Latina, vale mencionar que estos
cobran mayor relevancia a partir de los cambios suscitados a nivel del sistema político, principalmente
a raíz de las llamadas “transiciones democráticas” ocurridas tras la salida de los regímenes militares
que dominaron la escena hasta fines de los 90. Con la vuelta a las democracias y el declive de los
Estados desarrollistas, las formas de articulación social varían incorporando también ejes relacionados
a la identidad y la organización desde la vida cotidiana. En tal sentido, destacan estudios como los de
Álvarez y Escobar “The making of social Movemnts in latin America (1992) que centran el análisis en la
acción colectiva en sociedades signadas por la crisis del modelo de desarrollo en la región
(denominado modelo de sustitución de importaciones) y la crisis de los partidos políticos y los
mecanismos de representación. Estas nuevas identidades se asumen de un modo distinto a occidente,
pues acrecientan su potencial como medio para democratizar diferentes espacios de la sociedad; el
movimiento feminista por ejemplo vincula sus reivindicaciones de autonomía a la transformación del
espacio doméstico, lo cual se expresa en la organización de cocinas populares que buscan garantizar el
derecho a la alimentación del colectivo. De otro lado, se producen cambios en las relaciones entre
partidos políticos y movimientos sociales, las mismas que tradicionalmente se habían inclinado hacia
el predominio de la estructura partidaria y el condicionamiento a determinadas líneas ideológicas. Las
organizaciones que surgen reclaman mayores márgenes de autonomía y cuestionan el rol de base
movilizable a la que habían sido confinados.

Otra línea de análisis relevante en el análisis de los movimientos sociales latinoamericanos es el rol
que el Estado y sus instituciones desempeñan, actuando como interlocutores y antagonistas a la vez.
Esto ha llevado a que los movimientos desarrollen una tradición de participación política dual que
implica su participación en la arena política electoral en distintas coyunturas y bajo diversas formas.
Desde inicios del siglo XX el Estado en América Latina asumió un papel promotor de diversos
proyectos modernizadores, que lo llevaron a interferir decisivamente en el desarrollo de los sectores
productivos. De un lado, dicho protagonismo dio lugar a la constitución de un Estado patronal en
torno a cual se articuló por ejemplo el movimiento obrero, y de otro lado permitió la consolidación de
gobernantes carismáticos que encabezaron procesos de movilización social como sucedió con el
peronismo en Argentina. Posteriormente en las luchas por la ampliación de derechos sociales, miles
de pobladores tuvieron al Estado como principal interlocutor de sus demandas de vivienda, salud o
educación, desarrollándose diversos estudios en torno a ello. Por ejemplo, para el caso mexicano
Foweraker (1993) analiza cómo el Estado corporativo presidido por el PRI incide en la dinámica de los
movimientos sociales orientando su lucha hacia las exigencias de democratización y autonomía,
vinculándose con los partidos de izquierda que buscan la alternancia del poder. El autor alerta también
sobre las formas clientelistas que genera un Estado corporativo y/o autoritario, constriñendo las
posibilidades de acción de los movimientos sociales y generando lealtades que legitiman el status quo.
El clientelismo y la manipulación de los gobiernos, generan lógicas de mediación que frenan la
protesta de los movimientos sociales siendo un desafío para estos generar otras formas de incidencia
en el sistema político alternativas a esta relación subordinada (Fowarekaer, 1990: 17).

Situándonos en la última década, vale resaltar análisis e investigaciones que vinculan la participación
de distintos movimientos y organizaciones sociales en el ascenso y consolidación de los denominados
“gobiernos progresistas”. En tal sentido, como afirma Thwaites (2011) las movilizaciones desarrolladas
desde inicios del s. XXI, se caracterizaron por cuestionar la primacía del mercado y la subordinación a
la lógica de la acumulación global, planteando caminos alternativos al modelo neoliberal clásico. Es el
caso de lo ocurrido en países como Ecuador, Argentina y más claramente en Bolivia, donde el triunfo
de partidos o coaliciones políticas respondió directamente a la dinámica de los actores movilizados.
Ente las publicaciones realizadas, destaca por ejemplo el libro “Sociología de los Movimientos sociales
en Bolivia” (2005), estudio coordinado por Álvaro García Linera que analiza la conformación y
dinámica de los principales movimientos sociales de Bolivia a partir de la utilización variables
relacionadas a las estructuras de movilización y los marcos interpretativos. El estudio desarrolla
además un enfoque metodológico basado en la investigación-acción crítica y emancipadora que, a la
par que cumple con los requisitos académicos referidos al entendimiento de la realidad societal,
provee pautas y prácticas de lucha para cambiar la realidad social. En todas las organizaciones
analizadas, los estudios abordan aspectos generales referidos a su conformación, enfatizando en sus
historias organizativas y poniendo relieve las bases normativas y orientadoras de los comportamientos
venideros de los movimientos sociales, particularmente a las percepciones de actores aliados,
adversarios, gobierno, Estado o Asamblea Constituyente y el actual proceso de gobierno liderado por
Evo Morales.

En sentido similar al planteado por el estudio de García Linera, es importante resaltar que desde
América Latina, el estudio de los movimiento sociales se ha desarrollado también desde una
perspectiva “crítica”, término que opera como criterio de distinción para aludir a “una serie de autores
y de enfoques anti deterministas, anti positivistas, anti mecanicistas, historicistas o románticos cuyos
rasgos anti dogmáticos se traducían en una postura crítica no solamente orientada hacia las
sociedades capitalistas burguesas y el pensamiento que las regía sino hacia adentro, hacia el
movimiento socialista y el marxismo mismo” (Modonessi; 2015). Más en específico el interés se centra
en explicar las prácticas de movilización y acción política que adquirieron relevancia en América
Latina, y particularmente en el área andina, entre mediados de los 90 y la primera década del 2000,
generando luchas sociales antineoliberales y crisis políticas en distintos países. De este modo, junto a
eventos de protesta y ejercicio antagonista, se desarrollaron también procesos de subjetivación, en
tanto se constituían como sujetos políticos con capacidad de modificar el escenario institucional,
participar en procesos electorales y, en algunos de los casos, ser parte de gobiernos progresistas.

En esta línea, el libro “Movimientos Subalternos, antagonistas y autónomos en América Latina”


(2015), coordinado por el sociólogo Massimo Modonesi, recoge esta perspectiva crítica, incorporando
al estudio de la acción colectiva un ejercicio teórico metodológico que logra poner en perspectiva los
procesos de subjetivación política surgidos al calor de luchas sociales. El libro presenta un variado
panorama de experiencias de movilización y lucha desarrolladas en distintos países del continente,
analizándolos desde una perspectiva guiada por los conceptos de subalternidad, antagonismo y
autonomía, los cuales a su vez refieren a procesos de subordinación, conflicto y emancipación. Los
distintos textos, además de ensayar el análisis de distintos escenarios y actores sociales en base a esta
propuesta teórica, arrojan claves de lectura de los procesos que el autor define como de “época” pues
las luchas sociales estudiadas aparecen articuladas a un momento dado de la correlación de fuerzas
entre clases subalternas y clases dominantes.

3. Agenda actual de investigación y tópicos de análisis de los movimientos sociales


En base a los enfoques teóricos existentes, los análisis desarrollados en América Latina y la
problemática presente en nuestros países, podemos esbozar una agenda de investigación, donde se
ubican ejes de investigación y análisis a profundizar y tener en cuenta.

Uno de los tópicos de investigación en el ámbito de los estudios de movimientos sociales tiene que ver
con la problemática socio ambiental, la cual adquirió mayor relevancia las dos últimas décadas y se
vincula directamente al modelo económico reprimarizador extractivista basado en la sobre
explotación de recursos naturales en su mayoría no renovables, dando lugar a nuevas formas de
dependencia, dominación y conflicto. En este contexto socio económico, se desarrollan lo que Svampa
(2012) denomina “movimientos socio ambientales” caracterizados por compartir una particular
valoración del territorio, colocándolo al centro de una disputa que además incluye la preservación de
los recursos naturales, dinámicas de desarrollo contrapuestas, cosmovisiones y marcos identitarios
diferenciados. Organizaciones de pobladores, campesinos, pequeños productores, entre otros deben
enfrentar la presión de grandes proyectos sobre sus tierras y recursos, problematizando aspectos
como la gestión pública, el destino de los recursos naturales y la protección de “lo común” entendido
como el cuidado de bienes colectivos no privatizables en los territorios.

El extractivismo impone una lógica de desarrollo que, con algunos matices, ha sido asumida también
por los gobiernos progresistas, compartiendo la idea de que en este momento histórico es casi la única
vía posible para la sobre vivencia de las economías nacionales y el impulso a proyectos de desarrollo
que beneficien a las mayoría. Esta situación reafirma el carácter mono productivo de la región y
propicia la reacción crítica de actores sociales que formaron parte de las bases de apoyo de estos
gobiernos cuando accedieron al poder, como es el caso de Ecuador, donde un sector importante del
movimiento indígena toma distancia del gobierno de Rafael Correa. Para Enrique Left (2006) se
produce una “ambientalización de las luchas rurales” refiriéndose al entramado de acción en el que
participan gremios campesinos, pueblos indígenas, redes de apoyo y organizaciones no
gubernamentales con conexiones en el extranjero, los cuales participan de conflictos ligados al acceso
y control de los recursos naturales, el territorio y el ambiente, estableciendo disputas respecto a que
se entiende por desarrollo y democracia. Se configuran así luchas de poder por la distribución de
bienes materiales (valores de uso), pero sobre todo de valores-significaciones asignadas a los bienes,
necesidades, ideales, deseos y formas de existencia que definen los procesos de adaptación /
transformación de los grupos culturales a la naturaleza.

En este ámbito, se ubican estudios importantes publicados en países como Perú o Colombia,
especialmente impactados por el desarrollo de las actividades extractivas. Es el caso de “Minería,
movimientos sociales y respuestas campesinas. Una ecología política de transformaciones
territoriales”, coordinado por Anthony Bebbington (2007), el cual aborda la relación entre minería,
desarrollo y democracia en los países andinos y Guatemala. Entre los distintos casos de organización,
movilización y conflictividad que se presentan, resalta una de las paradojas que el autor considera
notable en los países latinoamericanos: son los pobladores rurales, percibidos comúnmente como los
sectores sociales más atrasados, los que asumen la defensa del medio ambiente. Un esfuerzo similar
es el estudio de los movimientos sociales relacionados a las actividades extractivas es el libro
“Extractivismo minero en Colombia y América Latina” coordinado por Barbara Göbel y Astrid Ulloa
(2014) que pone énfasis en las desigualdades generadas por el extractivismo minero. A partir de una
serie de casos analizan experiencias de actividad minera y su impacto en territorios campesinos e
indígenas principalmente, dando cuenta desde diferentes perspectivas (políticas, legales,
socioambientales, territoriales, económicas y organizativas), de las actuales transformaciones del
extractivismo minero en la región.

Entre otros ámbitos de investigación que hacen parte de la agenda actual, se cuenta lo relacionado a la
renovada acción socio política de los pueblos indígenas, quienes aunque puedan compartir elementos
de la agenda socio ambiental, cuentan con una historicidad y una trayectoria que los dota de identidad
propia y una especial complejidad. Ubicándonos en la región andina, destaca el ascenso de
movimientos indígenas -entendidos como la acción colectiva de organizaciones representativas de los
pueblos indígenas que comparten una identidad étnica- que como señala Pajuelo (2007) sustentan su
accionar apelando a la vez a un sentido de identificación étnica y a un reclamo de pertenencia
nacional. En contraste con lo que ocurre en otras áreas del mundo, donde los movimientos étnicos
adquieren tintes excluyentes que llegan a acarrear conflictos separatistas, existe una identificación
étnica que reivindica su participación en la comunidad nacional más amplia, siendo menores las
plataformas esencialistas. Son estos movimientos indígenas los que activan a partir de los 90 en países
como Ecuador, Bolivia, Perú o Colombia, en un contexto de implementación de políticas neoliberales,
crisis de los referentes partidarios de izquierda y aperturas institucionales que facilitan su
participación. En este marco, los movimientos indígenas andinos logran implementar políticas de
identidad donde la lucha étnica adquiere una especial complejidad reflejada tanto en la formulación
de discursos políticos y el despliegue de eventos de protesta, como en la paulatina transformación en
movimientos socio políticos de importancia nacional.

Entre los estudios relacionados a los movimientos indígenas, se cuenta la publicación de Ramón
Pajuelo “Reinventando comunidades imaginadas; movimientos indígenas, nación y procesos socio
políticos en los países andinos” (2007) el cual analiza las trayectorias políticas de los organizaciones
indígenas de Ecuador, Bolivia y Perú, en relación a los procesos socio políticos ocurridos en dichos
países. El autor, coloca particular énfasis en el protagonismo político organizativo indígena de la
década pasada, expresado en la acción de la Confederación Nacionalidades del Ecuador (CONAIE) y en
las organizaciones quechuas y aymaras de Bolivia, abordando también las dificultades de los indígenas
peruanos para concretar la acción colectiva. En línea similar destaca el trabajo de Xabier Albo
“Movimientos y Poder Indígena en Bolivia, Ecuador y Perú” (2008), el cual analiza los movimientos que
se auto definen a sí mismos como indígenas y a partir de esta conciencia despliegan la acción social y
también política, complejizando la concepción de nacionalidades dentro de sus países. Vale mencionar
también el trabajo editado por Raquel Gutiérrez y Fabiola Escárzaga “Movimiento indígena en América
Latina, resistencia y proyecto Alternativo” (2006) que además de los países andinos, abarca México y
Centro américa, exponiendo las experiencias de movimientos indígenas que encabezan las luchas por
su reconocimiento y en contra de la explotación, la marginación y el racismo de sus sociedades,
avanzando a la par en construir nuevas formas de organización y de representación política a la vez
que rescatan sus tradiciones, herencias y lenguaje.
Un tema que adquirió relevancia, especialmente la primera décadas del siglo XXI es el relacionado con
la organización de los productores de la hoja de coca, históricamente criminalizados por las políticas
anti narcóticos auspiciadas por los países consumidores de drogas derivadas de esta planta como la
cocaína, y específicamente Estados Unidos. Justamente, como una forma de llamar la atención sobre
su problemática y exigir un trato distinto a la producción de hoja de coca, los campesinos productores
se organizaron desarrollando distintos acciones en Bolivia, Perú y Colombia, principales países
productores. En el caso de Perú, el libro “Hablan los Diablos” (2007) recoge artículos de Hugo Cabieses,
Anahí Durand y Ricardo Soberon, que analizan la problemática y organización de los agricultores
cocaleros en relación al Estado, las políticas internacionales de interdicción y el reconocimiento de una
identidad como campesinos e indígenas. Desde el caso boliviano, destacan las reflexiones de Mayarí
Castillo (2004) respecto al discurso político y las luchas por hegemonía desarrolladas por los
campesinos cocaleros en el marco más amplio de protestas anti neoliberales que remecieron Bolivia a
fines de los 90 y llevaron al gobierno a Evo Morales. Transcurridos más de diez años desde las
movilizaciones cocaleras más importantes, sería interesante contar con miradas actualizadas sobre
este actor, especialmente en Bolivia donde el gobierno de Evo Morales ha procurado dar un
tratamiento más integral y menos criminalizador al tema de la coca y el narcotráfico

Finalmente, podemos destacar los estudios relacionados al movimiento feminista, que aunque puede
incluirse en el tópico de estudios de género, comprende una especificidad especial, al dar cuenta de
procesos organizativos desde las mujeres, que han democratizado nuestras sociedades. Al respecto,
resulta ilustrativo el libro “Feminismos en América Latina Su aporte a la política y a la democracia”, de
la feminista peruana Gina Vargas (2008), una publicación que presenta un recorrido histórico por los
procesos organizativos de las mujeres en Latinoamérica y con énfasis en el Perú. Desde una mirada
más global, es interesante destacar estudio de Francesca Gargallo (2014) “Feminismos desde Abya
Yala” que trasciende la variable género para brindar un panorama mucho más complejo de la
organización e identidad de las mujeres del continente, y en particular de las que provienen de
pueblos originarios. Asimismo, el estudio avanza en explicar la identidad, organización, dinámicas de
pensamiento y praxis políticas de las mujeres originarias, buscando responder a la pregunta sobre la
existencia de pensamientos feministas de cuño no occidental, arraigado en prácticas y cosmovisiones
propias.

Sin duda son muchos más los ejes de análisis importantes por reseñar y profundizar en lo referido a
los movimientos sociales en la región y que por cuestiones de espacio nos limitamos a mencionar. Es el
caso, por ejemplo de los movimientos de autodefensa relacionados a la lucha por la seguridad
ciudadana y contra el crimen organizado, especialmente en contextos arreciados por nuevas violencias
como México. Es importante también de estudiar la vitalidad los movimientos de cultura comunitaria
que activan mecanismos de transmisión y revitalización de la cultura popular como mecanismo de
solidaridad y colaboración comunal. Finalmente destaca el caso de los movimientos sociales urbanos
que dominaron la sociología décadas pasadas con las luchas por vivienda digna y servicios básicos y
actualmente cobran nuevo protagonismo en medio de procesos de gentrificación que mercantilizan la
ciudad.

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