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http://www.racve.es/actividades/ciencias-basicas/2000-02-
23CarlosCovalanRomero.htm
Fecha: 09-02-2000
Conferencia pronunciada por: Excmo. Sr. D. Carlos Corvalán Romero
23 de febrero de 2000
Introducción.
Originariamente, los entrenadores salían de entre la gente que trabaja con los
caballos, los limpiaban o montaban, llegando a tener tantos conocimientos acerca de él
que sólo necesitaban experimentar formas de entrenarlos, para así completar y asumir
todas las funciones. El poner a un caballo al lado de otro, ya cotejado, servía de
referencia y la intuición era la guía, en la mayoría de los casos.
Las Escuelas para Entrenadores tienen, en algunos países, cursos oficiales que
pueden llegar a durar dos años, seguidos de intensas prácticas a la vera de un entrenador
experimentado y responsable, que emitirá su juicio al término de ellas. Todo esto llevará
a una evaluación final que permitirá obtener el título de Entrenador. Posteriormente, las
autoridades hípicas oficiales, habilitarán el aprobado en el curso con una licencia, que
permitirá el ejercicio público de la profesión de Entrenador de Caballos de Carreras.
Al no existir una bibliografía suficiente, sobre tan apasionante tema, que nos
pudiera servir de apoyo más o menos científico, y teniendo en cuenta que la mayoría de
los grandes entrenadores guardan celosamente los secretos acumulados por su
experiencia, nos daremos cuenta de lo difícil que es poder adquirir esos conocimientos
del arte de entrenar.
Hay algunos países en donde la experiencia previa, como mínimo dos años
trabajando a las órdenes de un entrenador, es uno de los requisitos imprescindibles para
optar a una licencia profesional; en otros, el hecho de pertenecer a ramas afines, como
veterinarios, ex-jockeys, primeros mozos, etc., eximen de este requisito, pero no de la
necesidad de pasar por un examen teórico.
Por otra parte, quiero insistir en que debemos tener los máximos conocimientos
posibles acerca del caballo: su anatomía, su fisiología, su carácter, sus hábitos, sus
enfermedades, lesiones, etc.; en fin, en todo aquello que nos ayude a conocerlo y así
poder sacar de él el mejor provecho posible, haciendo su estancia en nuestros boxes
larga y rentable y, al mismo tiempo, si tenemos suerte, que se retire por sus méritos y no
por nuestros fallos.
Por lo visto hasta aquí, podemos decir que un licenciado en veterinaria puede
resultar la persona idónea para acceder a esta profesión que no sólo dará una salida
laboral, sino que le posibilitará realizarse profesionalmente.
Entrenamiento.
En los deportes humanos, hoy en día, los atletas se preparan sobre una base
científica, con serios y complejos estudios y análisis de sus organismos. En el curso de
sus entrenamientos se realizan controles periódicos para conocer su estado físico, e
incluso psíquico, a través de terapeutas especializados.
Por este motivo, la percepción que debe desarrollar el entrenador, para poder
dirigir los ejercicios de un caballo, deben ser infinitamente mayores y se debe estar
atento a cualquier indicio que nos pueda indicar si se le está obligando a traspasar aquel
límite.
En los países donde el turf está más desarrollado existen diferentes sistemas de
entrenamientos, con las variantes que cada entrenador aporta poníendoles su toque
personal. Estos sistemas, muchas veces, están condicionados por las circunstancias que
los rodean como tipos de pistas, horarios, etc.
En otros países, por ejemplo los europeos, donde el horario de pista no es tan
reducido, porque sólo hay carreras una vez por semana, o en aquellos lugares donde la
pista de entrenamiento es diferente a la de competición, se realiza un trabajo distinto,
permaneciendo más tiempo en la pista, no sólo antes del entrenamiento sino después de
haber realizado el trabajo. Terminado éste, los caballos vuelven al lugar caminando en
círculo hasta que todos los animales del lote hayan realizado su trabajo y, en ocasiones,
los entrenadores mantienen a los animales caminando hasta la total recuperación.
Para tener una guía, hemos seleccionado algunos de ellos extraídos del argot de
la Escuela de Entrenadores de Argentina, que, creo sinceramente, es una de las mejores
del mundo; yo los adopté y con ellos me hice entender, muy bien, en mi época de
entrenador en España. Da lo mismo adoptar éstos que otros que se les ocurran, lo
importante es que los jinetes los sepan interpretar a la hora de recibir las instrucciones
del ejercicio.
Empezando por el trote sólo apuntaremos que debemos intentar que los potrillos
lo desarrollen con amplitud de movimientos y soltura, debiendo avanzar los más
posible. Personalmente, me gusta trotar mucho a los caballos, pues lo considero un
ejercicio sano que pone a tono los músculos; no hay que olvidar que es el aire natural
del caballo el que ha usado, desde siempre, para sus desplazamientos.
Como meros ejemplos, citaremos que, tomando como base los 500 m, un galope
alegre se puede pasar en 38-40 segundos; es decir, a una velocidad de 12-13 m/s, un
liviano se puede pasar en 34-36 s, o sea, a 14-15 m/s y un largo entre 31-32 s (15-16
m/s). Insisto que esto es algo orientativo y siempre estará expuesto a variaciones, de tipo
individual o por factores externos, como el estado de la pista, la hora del trabajo (no es
lo mismo usar una pista a primera hora, recién pasada la rastra, que después de que
hayan pasado doscientos o más caballos, revolviéndola) o por condiciones climáticas:
lluvia, hielo, etc.
La mayoría de los entrenadores no usan tantos aires de galope, para dirigir a sus
pupilos. En USA, por regla general, pude observar que normalmente utilizan sólo uno o
dos tipos de galope y luego la partida.
El control del ritmo respiratorio, así como de la frecuencia cardiaca, son ayudas
útiles aunque no determinantes, a la hora de conocer el estado de entrenamiento de un
caballo. Debemos conocer los valores normales e individuales para controlar, después
de un ejercicio riguroso, la vuelta a la normalidad de esos parámetros.
Aunque todas las formas de entrenar comienzan de un forma progresiva, de
acuerdo a las facultades que vaya desarrollando cada animal, en un momento
determinado se puede seguir utilizando lo progresivo como norma, o bien realizar uno
continuo o de algún otro tipo.
Ambos métodos son válidos para ganar carreras y quizás lo adecuado sería
adaptarlos a la categoría de cada caballo y a sus particularidades.
Por último, haré una breve mención sobre el interval training, del que se ha
hablado y escrito mucho. Existen libros interesantes, que se pueden consultar, si se
quiere profundizar en este tema.
Es preciso un plazo de entre 90 a 150 días para tener listo a un potrillo para su
debut. Por supuesto, dependerá de las características genéticas y físicas de cada caballo
y de que la doma haya sido realizada por nosotros o si vienen ya domados de un centro
de entrenamiento.
Con aquellos potros que “nos dicen” que podemos continuar, grupo de los más
adelantados, así como con aquellos que viven en un centro de entrenamiento, donde se
les ha domado, comenzaremos a realizar el programa que detallamos a continuación y
con el que entramos ya en el tercer mes de aprendizaje.
Martes: 1.400 m de trote, caminar 10 minutos y una vuelta a galope. Siempre caminar
una vez terminado el ejercicio.
Jueves: 1.400 m de trote y caminar 10 minutos. Luego 700 m de galope normal y los
otros 700 a una galope más rápido (galope alegre).
Sábado: trote y paso igual, pero el galope lo dividimos en dos partes y lo alargamos a
1.000 m a galope normal y los 400 restantes lo llevamos a un liviano.
Miércoles: calentamiento como el día anterior, caminar y galopar en dos partes iguales,
la primera a galope normal y la segunda a galope alegre. Luego caminar.
Jueves: calentamiento, caminar y galope alegre toda la vuelta; o sea, 1.400 m, luego
caminar.
Viernes: calentamiento, caminar y galopar en dos partes: los primeros 1.000 m a galope
alegre y los 400 restantes a galope liviano.
Sábado: calentamiento, caminar y galopar en dos partes: los primeros 900 m a galope
alegre y los 500 restantes a galope largo.
Domingo: descanso.
A esta hora habrá potrillos precoces que sólo necesitarán realizar un par de
partidas sobre 600 m para correr sobre 800 m.
Quinto mes:
Domingo: el día esperado, debemos tener muy en cuenta la hora a la que esté
programada la carrera, para así coordinar las actividades de este día.
Partiendo de la base de que ya han transcurrido entre 90 y 150 días, tras los
cuales los potrillo más precoces se encuentran en condiciones de trabajar fuerte,
podemos iniciar las primeras dos partidas que serán suaves y siempre sobre una
distancia no superior a 400 m.
Si hemos tenido la suerte de seguir con este potrillo, hasta la edad adulta, nuestra
segunda fase será mucho más fácil, pues ya conocemos al animal.
Se entiende por distancia corta, para un sprinter, la que ronde entre los 1.000 y
los 1.400 m; mediana, para un miler, la que esté próxima a la milla (miler, 1.600 m), y
larga para un stayer (resistencia) desde los 2.200 a los 2.400 m.
Insisto en recalcar algo que es válido para todas las etapas del entrenamiento de
un animal y para cualquiera de los métodos que se utilicen: deben tenerse en cuenta las
particularidades de cada animal; esto es lo más importante con lo que si lo obviamos
fracasaremos estrepitosamente. No es lo mismo entrenar una yegua de escasamente 400
kg, mala comedora, que un caballo de más de 500 kg que come todo lo que le echen; ni
es lo mismo un animal nervioso, que se desgasta excesivamente por su temperamento,
que uno tranquilo que se pasa tumbado y descansando la mayor parte del día.
Todo esto es válido si, como decimos, el caballo ha cumplido con las
expectativas que teníamos de él; en el caso de no ser así, analizaremos su actuación para
intentar determinar por qué ha ocurrido así. La opinión del jinete es fundamental, a la
hora de orientarnos sobre lo que puede haber ocurrido, no es lo mismo que nos diga que
el caballo se cansó al final, que se ahogó o hacía ruidos al respirar o que su acción no
fue normal.
Hasta aquí parte de nuestra experiencia en el mundo del caballo, tan apasionante
y, a veces, tan ingrato.