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No.

11 / Año 2020
*Subsidio preparado por el Equipo Base de
la Comisión Diocesana de Liturgia
de la Diócesis de Maturín.
*Revisado y aprobado por S.E.R.
Mons. Enrique Pérez Lavado,
Obispo de Maturín.
Diseño y Diagramación:
MEGA Agencia Creativa, C.A.

@Liturgia.Maturin Liturgia.Maturin@gmail.com

Maturín, Julio 2020


Vivimos en una sociedad que privilegia la riqueza, la fama, el poder. Las
imágenes que transmiten los medios de comunicación actuales exaltan a los “ricos
y famosos”, a los “triunfadores”. ¿Qué puede decirle a esta sociedad las palabras
sencillez, humildad, mansedumbre?
En este Décimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A), Jesús alaba al
Padre por haber ocultado las maravillas del Reino a los orgullosos y autosuficientes y
habérselas manifestado a los sencillos de corazón.
Ofrecemos este subsidio para las celebraciones litúrgicas en familia por la
contingencia del COVID 19. Contiene esquemas celebrativos para el Domingo XIV,
fáciles de seguir, y las indicaciones para cada celebración, sobre todo en la liturgia de
la Palabra, con una gran fidelidad al espíritu litúrgico-teológico. Esperamos que las
familias celebren de manera consciente y activa, en comunión con las demás familias
y pequeñas comunidades, los misterios de la salvación, así; cuando nos volvamos a
reunir en grandes asambleas, pasada esta crisis, cada familia compartirá las maravillas
del señor Resucitado
Que junto a María, Madre de Jesús y de la Iglesia aprendamos a vivir en sencillez
y humildad, a ejemplo de su Hijo

«Venid a mí los cansados y


agobiados que yo os aliviaré»
XIV DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

¿QUÉ DEBEMOS PREPARAR?


• Disponer una mesa con un crucifijo, velas, una imagen de la Santísima
Virgen María en un lugar adecuado de nuestra casa, el cual será el
centro de reunión para la oración familiar.
• Lecturas para la celebración tomadas del Subsidio (en físico o digital)
¿CÓMO CELEBRAREMOS?
1. Reunida toda la familia se da inicio a la Celebración: un miembro
de la familia lee la monición de inicio y luego se entona un canto para
dar inicio a la celebración; se hace la invocación trinitaria, se reza el
acto penitencial, el himno litúrgica del Gloria a Dios en el cielo” y la
oración propuesta.
2. Los integrantes de la familia procederán a las lecturas que
corresponden al XIV Domingo del T.O. Ciclo A. Culminada la segunda
lectura se canta el Aleluya mientras todos se colocan de pie, se anuncia
la lectura del Evangelio (Del santo Evangelio según S…) y se procede
a la lectura sin signarse. Culminado el Evangelio se dice “Palabra del
Señor”, con su respectiva respuesta.
3. Luego de un momento de silencio meditativo los integrantes de
la familia hacen eco de la Palabra, comparten aquello que más los
interpeló de la lectura, ¿qué luz ha arrojado en su vida? el cabeza de
familia puede guiar también una reflexión general sobre la lectura. Se
considera propicio que, de ser posible, pueda leerse la Catequesis del
Obispo Diocesano para este día, o hacer la lectura de las pistas para la
Lectio Divina incluidas en el subsidio
4. Terminado el tiempo de compartir la Palabra, la familia se coloca
de pie y recita el Credo, sabiendo que se está uniendo a toda la Iglesia
universal que confiesa una única fe.
5. Luego se dirigen peticiones como respuesta a la Palabra proclamada
y al hoy de su vida. Se pide que se guarde al menos unas intenciones
especiales por el Papa, el propio obispo, la Diócesis, la comunidad
parroquial y especialmente por la situación de emergencia que estamos
viviendo por la pandemia del COVID-19.
6. Se culminan las peticiones con el rezo del Padre nuestro. Terminada
la oración dominical en un ambiente de silencio y recogimiento se hace
una oración de comunión espiritual, donde se pida unirse a Cristo y a
todo su cuerpo que es la Iglesia, recordando que la comunión con la
persona de Cristo también se realiza en el encuentro con la Palabra y
en la oración de la comunidad cristiana.
7. El encuentro concluye con el rezo de la oración final, la fórmula de
despedida y el rezo de un Ave María.

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XIV DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

Monición de Inicio:
Un miembro de la Familia se dirige a todos con las siguientes palabras:
Querida familia:
El Señor nos invita hoy, XIV Domingo del Tiempo Ordinario, a ser mansos y humildes
corazón, manteniendo en Él nuestra mirada esperanzadora ya que vendrá justo y
victorioso a traer la paz a todas las naciones.
Alegres porque el Espíritu del Resucitado vive entre nosotros, participemos de este
encuentro de oración y escucha de la Palabra de Dios en familia.
Ritos Iniciales
Canto de Inicio QUE ALEGRIA CUANDO ME DIJERON (SALMO 121)
El Padre de Familia o quien presida la celebración inicia con la invocación trinitaria, signándose:
En el nombre del Padre +, del Hijo y del Espíritu Santo
R./ Amén.
Acto Penitencial
Quien preside la celebración invita al acto penitencial que, después de una breve pausa de silencio,
hacen todos juntos una fórmula de confesión general
Hermanos para iniciar dignamente nuestra celebración reconozcamos humildemente
nuestros pecados. (Momento de silencio)
En Ti confiamos: Cuando la mansedumbre nos parece cobardía.
Señor, ten piedad. R./ Señor, ten piedad.
A Ti acudimos: Cuando nos dejamos atrapar por los criterios del mundo.
Cristo, ten piedad. R./ Cristo, ten piedad.
De Ti esperamos: Cuando nos cuesta practicar la humildad.
Señor, ten piedad. R./ Señor, ten piedad
Todos dicen
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna. Amén
Seguidamente todos proclaman el Himno Litúrgico del Gloria:

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Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Oración
De pie. El que preside dice:
Padre de bondad, que por la gracia de la adopción quisiste que seamos hijos
de la luz; concédenos que no seamos envueltos en las tinieblas del error, sino
que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. R./Amén.
Liturgia de la Palabra
PRIMERA LECTURA: Zac 9,9-10 Mira a tu rey que viene humilde hacia ti.
Del libro del profeta Zacarías:
Esto dice el Señor:
“Alégrate sobremanera, hija de Sion:
da gritos de júbilo, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti,
justo y victorioso,
humilde y montado en un burrito.
El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra
y de Jerusalén, los caballos de combate.
Romperá el arco del guerrero
y anunciará la paz a las naciones.

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Su poder se extenderá de mar a mar
y desde el gran rio hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 144.
R/. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
Dios y rey mío, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre siempre y para siempre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.
El Señor es siempre fiel a sus palabras,
y lleno de bondad en sus acciones.
Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.
Que te alaben, Señor, todas tus obras,
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R/.
SEGUNDA LECTURA: Rom, 8. 9. 11-13 Si con la ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos
deseos del cuerpo, vivirán.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos:
Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino
conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en
ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre,
que resucito a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que
resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por
obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para
hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo,
ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen
sus malas acciones, entonces vivirán.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. R/.

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EVANGELIO Mt 11, 25-30 Soy manso y humilde de corazón.
Del santo Evangelio según san Mateo

E n aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has
revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los
aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor. R./ Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la Reflexión: Se recomienda leer la Catequesis de Mons. Enrique Pérez Lavado el XIII
Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo A publicada en las medios digitales de la Diócesis de
Maturín o bien, las pistas para la Lectio Divina que a continuación se presenta
Las tres lecturas de este domingo son muy significativas pues hacen referencia
a la acogida del mensaje de Jesús de Nazaret y al compromiso con su proyecto que
el evangelista Mateo llama el “Reino de los Cielos”.
Sirva de ejemplo, antes de pasar adelante, la primera lectura de hoy. Zacarías,
tres siglos antes del nacimiento de Jesús, invita a Jerusalén a la alegría y al gozo
desbordantes porque llega “un Rey”, un “líder” diríamos hoy, que viene justo y
victorioso, que “romperá las armas de la guerra y traerá la paz a los hombres”. Hasta
aquí todo parece muy bonito, pero se da la paradoja de que este personaje viene
humildemente, montado en un borrico, en un pollino de asna, y pasa desapercibido. Es
un oráculo que avisa de la presencia del Señor Jesús que puede pasar desapercibida
porque esperamos algo más deslumbrante…
Volviendo al evangelio, nos encontramos con una de sus páginas más bellas que
nos ayuda a entender la persona de Jesús y a la identificación con su proyecto.
La escena es la siguiente, vemos a Jesús con sus discípulos, lleva un tiempo
recorriendo los caminos de Galilea anunciando la Buena Noticia, ha hecho algunos
milagros, pero no todos han entendido su mensaje. Sin embargo, Jesús se siente bien
con sus discípulos enseñándoles pacientemente los misterios del Reino. Como tantas
veces se dirige al Padre, en oración confiada que comparte con ellos, diciendo:
Te doy gracias Padre, Señor del cielos y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y se la has revelado a la gente sencilla
Jesús da gracias al Padre, le llama Señor de cielo y de tierra, era la expresión
común y respetuosa de entonces, pero al llamarle Padre quiere compartir su experiencia
de Dios, con sus discípulos. Sin su experiencia es imposible comprender la trayectoria
humana de Jesús y cuál fue su fuerza para hablar del Reino de los cielos, entendido
como compromiso del Padre con la nueva humanidad.

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Es interesante señalar que Jesús para hablar con el Padre, emplea el término
Abbá, que era la expresión en arameo del lenguaje de los niños de su tierra, Galilea,
cuando se dirigían a un padre lleno de amor y de ternura hacia ellos. Así se entienden
mejor los siguientes párrafos de esta oración de Jesús cuando alaba a la gente sencilla,
a los pequeños, traducen algunos, porque son los que mejor entienden las cosas de su
Padre Dios. Esta idea será más desarrollada después a lo largo del evangelio.
Al decir a continuación en su oración al Padre, que ha escondido todo esto a
los “sabios y entendidos”, quiere dejar bien sentado que para encontrar a ese Dios
“oculto” a nuestra forma de pensar, es importante la disposición interna que empieza
cuando nos despojamos de nuestros prejuicios, sobre todo de la autosuficiencia del
que se cree en posesión de la verdad. Jesús no rechaza la Ciencia, sino que alerta sobre
la dificultad que pueden tener aquellos que solo se apoyan en su saber, porque así no
escuchan la Palabra ni se abren afectivamente a ella con sencillez. Ha de escucharse
sin prejuicios. Esta actitud es el camino para llegar a entender unos valores que no
nacen de la especulación intelectual sino del corazón sincero que busca la verdad, y
esto se encuentra más fácilmente entre la “gente sencilla”.
Porque así te ha parecido mejor
Con este comentario final, Jesús quiere subrayar que Dios siempre ha actuado
así en la Historia de la Salvación revelándose a los humildes que se dejan guiar
sin poner resistencia, buscando solamente los planes de Dios, fiándose de su amor
paterno. Esta idea está presente en el Antiguo Testamento y desarrollada después en
el Nuevo. La Iglesia, desde su origen, ha destacado el ejemplo de María y su canto
gozoso del Magníficat viendo en ella un modelo a seguir para los creyentes de todos
los tiempos precisamente por su sencillez y humildad al acoger la Palabra de Dios.
Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”
En esta “oración” personal de Jesús con el Padre, el evangelista quiere señalar
lo que podríamos llamar “identidad” de Jesús, él es el Hijo de Dios, el enviado
por el Padre. En él se cumplen las promesas hecha al pueblo Judío que recogen las
Escrituras… por eso es el Mesías, el Señor.
Todos estos aspectos de la personalidad de Jesús están muy elaborados en
el evangelio de Mateo que escribe con mucha precisión, pues no olvidemos que va
dirigido a sus hermanos judíos y le interesa demostrar esta unidad de Jesús con el
Padre, que son la misma cosa, para llegar, después, a desarrollar la universalidad de la
Promesa que se cumple ante el rechazo de su Enviado.
Teniendo todo esto en cuenta, entenderemos mejor el llamamiento universal, el
modelo de seguimiento, que nos resume maravillosamente el evangelista en el párrafo
siguiente:
Venid a mi todos os que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad
mi yugo sobre vosotros y aprender de mí que soy manso y humilde de corazón.

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Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera
Estas palabras de Jesús nos recuerdan sus primeros pasos por su tierra de Galilea,
enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo
achaque y enfermedad del pueblo. Era lógico que se despertaran en él sentimientos de
compasión. Mateo lo señala escuetamente, Jesús pasaba curando toda tipo dolencia
y enfermedad. (Mt, 4- 23).
Ahora, al decir: “Venid a mí todos los que estáis cansados”, nos hace una
invitación personal que nos alivie. Y nos ofrece un remedio que pudiera parecer
sorprendente y que hay que saber entender. Dicho remedio es precisamente tomar su
Yugo, cuando lo que buscábamos era descargarnos de la nuestra.
Hay muchos que buscan a Jesús pero algunos no tienen en cuenta esta segunda
parte del mensaje, el llamado “seguimiento de Jesús” que supone cargar con su yugo.
Pues si no fuera así todo acabaría en una espiritualidad sentimental, intimista, en una
atracción pasajera hacia su persona pero descomprometida, sin una proyección hacia
la Comunidad, hacia la familia humana. Por eso el seguimiento tiene que ser buscar
y asumir “el proyecto“ de Jesús, que en definitiva es su misma vida, su entrega a los
demás.
Así, se entiende lo que sigue: Aprended de mí que soy manso y humildes de
corazón. Nos está invitando a una difícil tarea, sin evaluarnos previamente, el secreto
es lanzarse a ella confiando solamente en su amor y así la carga resulta llevadera y
ligera. (Fr. Jesús Mª Gallego Díez O.P. Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid))
Culminada la reflexión el que preside invita a hacer la profesión de fe
Como respuesta a esta Palabra que nos ha sido proclamada y explicada profesemos
nuestra fe: Creo en Dios
Oración de los fieles:
A cada intención pedimos:
R/ Señor, haz nuestro corazón semejante al tuyo.
Para que la Iglesia no se deje engañar por las argucias de los poderosos de este
mundo, Oremos: R/
Para que el Papa Francisco, nuestro Obispo Enrique y todos los sacerdotes de
nuestra Diócesis sean reflejo del amor misericordioso de Dios para la grey que
les ha sido confiada, Oremos: R/
Para que las naciones rechacen con firmeza el empleo de la violencia en la
solución de los conflictos. Oremos: R/
Para que cuantos se sientan afligidos y agobiados por la lucha cotidiana encuentren
alivio y descanso en Jesús y en nuestra fraternidad, Oremos: R/
Para que aprendamos de Jesús, la mansedumbre y la humildad, llevando unos las
cargas de los otros. Oremos: R/

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Para que los sufren las consecuencias de la pandemia COVID-19: los que han
perdido su empleo, los enfermos y el personal sanitario que les está asistiendo,,
con tu auxilio, puedan sentirse fortalecidos, Oremos: R/
Para que a todos los difuntos, especialmente los que han fallecido a causa del
COVID-19 en todo el mundo, les concedas el descanso eterno y a sus familiares
el consuelo y la paz. Oremos: R/
Unidos como hermanos, hijos de un mismo Padre dirijámonos a Él con las palabras
que Jesús nos enseñó. Padre Nuestro
Oración de comunión espiritual:
El que preside introduce a la oración siguiente:
Yo creo Jesús mío que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te amo
sobre todas las cosas y deseo fervientemente recibirte en mi corazón, más al no
poderlo hacer sacramentalmente en este momento te pido vengas espiritualmente
a mi corazón (momento de silencio) y como si ya te hubiera recibido me uno y me
abrazo inmensamente a ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de ti.
Amén
Oración final:
Colmados ahora con tan grandes dones, te pedimos, Padre, recibir sus frutos de
salvación y nunca abandonar tu alabanza. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro
Señor. R./ Amén.
El Señor nos bendiga +, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
R./ Amén.
Terminada la celebración rezamos un Ave María, como un signo de veneración a la Virgen Santísima,
Madre de la Iglesia Dios te salve María…

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“(…) “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt
11, 29).
Quizá una sola vez el Señor Jesús nos ha llamado con sus palabras
al propio corazón. Y ha puesto de relieve este único rasgo:
“mansedumbre y humildad”. Como si quisiera decir que sólo
por este camino quiere conquistar al hombre; que quiere ser el
Rey de los corazones mediante “la mansedumbre y la humildad”.
Todo el misterio de su reinado está expresado en estas palabras.
La mansedumbre y la humildad encubren, en cierto sentido,
toda la “riqueza” del Corazón del Redentor, sobre la que escribió
San Pablo a los efesios. Pero también esa “mansedumbre y
humildad” lo desvelan plenamente; y nos permiten conocerlo y
aceptarlo mejor; lo hacen objeto de suprema admiración “
San Juan Pablo II, (Audiencia General. Miércoles 20 de junio de 1979)

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